3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

298
8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 1/298

Transcript of 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

Page 1: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 1/298

Page 2: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 2/298

 Juliana Fiori es un espíritu apasionado. Es impulsiva, valiente, decidida y

poco le importa lo que opinen el resto de la alta sociedad londinense, lo que

la convierte en el blanco favorito de los cotilleos de la ciudad. Es nada más y

nada menos el tipo de mujer que el duque de Leighton querría tener lo más

lejos posible. El duque tiene una intachable reputación que proteger pero

Juliana está dispuesta a demostrarle que nadie puede resistirse a la pasión,

aunque se trate del mismísimo duque de Leighton, y tiene dos semanas para

demostrárselo.

www.lectulandia.com - Página 2

Page 3: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 3/298

Sarah MacLean

Once escándalos para enamorar a un

duqueLove by numbers 3

ePUB v1.0

Nephtys 11.04.13

www.lectulandia.com - Página 3

Page 4: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 4/298

Título original: Eleven Scandals to Start to Win a Duke's Heart Sarah MacLean, 2013.Traducción: Eva Pérez Muñoz.Diseño/retoque portada: Eva Olaya.

Editor original:Nephtys (v1.0).ePub base v2.1.

www.lectulandia.com - Página 4

Page 5: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 5/298

 Para Carriecon amor y gratitud.

Gracias por llevarme de vueltaal Campo Base.

www.lectulandia.com - Página 5

Page 6: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 6/298

Un momento con una donna capricciosavale undici anni di vita noiosa.

Un momento con una mujer fogosa

es mejor que once años de vida insulsa.(Proverbio italiano).

www.lectulandia.com - Página 6

Page 7: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 7/298

1

«Los árboles son solo un baldaquín para los escándalos.Las damas elegantes

no salen de casa después del anochecer».

Tratado sobre las damas más exquisitas

«Es sabido que las hojas no son lo único que cae en los jardines…».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823

En retrospectiva, la señorita Juliana Fiori debería haber recapacitado sobre cuatro

acciones de aquella noche.Para empezar, tendría que haber ignorado el impulso que la llevó a desatender el

baile de otoño de su cuñada para aventurarse en los jardines de Ralston House, unlugar menos empalagoso, más fragante y mucho peor iluminado.

En segundo lugar, debería habérselo pensado dos veces cuando el mismo impulsola llevó a adentrarse en los lóbregos senderos que bordean la mansión de su hermano.

Y en tercero, debería haber regresdo al interior de la casa en cuanto tropezó conlord Grabeham, completamente ebrio, que se mantenía en pie a duras penas y expelía

comentarios poco caballerosos.Pero no debería haberle golpeado.No importaba que la hubiera atraído hacia él y la hubiera obligado a oler su

aliento cálido y apestoso, a whisky nada menos, ni que sus labios fríos y húmedoshubieran buscado torpemente el arco de su mejilla; ni siquiera que sugiriera que iba adisfrutarlo tanto como lo había hecho su madre.

Las damas no golpean a la gente. Al menos las damas inglesas.

La señorita Juliana Fiori observó cómo el supuesto caballero gritaba de dolor ysacaba un pañuelo del bolsillo para cubrirse la nariz y manchar de escarlata elinmaculado lino blanco. Paralizada, sacudió la mano distraídamente para deshacersedel escozor mientras el miedo la consumía.

Aquello saldría a la luz pública. Se convertiría en un «acontecimiento».Y no importaba que el susodicho caballero lo mereciera.¿Qué otra cosa podría haber hecho ella? ¿Permitir que la maltratara mientras

esperaba que un salvador apareciera entre los árboles? Era más probable que

cualquier hombre que estuviera en el jardín a aquella hora de la noche fuera otroacosador y no un salvador.

 Pero acababa de confirmar todas las habladurías.

www.lectulandia.com - Página 7

Page 8: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 8/298

Jamás podría ser uno de ellos.Juliana levantó la vista hacia el dosel que formaban los árboles. Hacía tan solo un

momento el susurro de las hojas por encima de su cabeza le había prometido unrespiro de las destemplanzas del baile. Ahora el sonido se mofaba de ella, como eleco de los suspiros que brotaban de los salones de todo Londres cuando pasaba por

delante de ellos. —¡Me ha golpeado! —El grito del hombre gordo fue demasiado alto, nasal e

indignado.Juliana se llevó su palpitante mano a la cara para apartarse un mechón suelto de la

mejilla. —Si vuelve a acercarse, recibirá más de lo mismo.El hombre siguió mirándola fijamente mientras se limpiaba la sangre de la nariz.

El enfado que reflejaban sus ojos era evidente.

Conocía ese sentimiento. Sabía qué significaba.Juliana se preparó para lo que venía a continuación. Pero el sufrimiento fue el mismo. —Se arrepentirá de esto. —El hombre dio un paso amenazador hacia ella—. Le

haré creer a todo el mundo que me lo rogó. Aquí, en el jardín de su hermano, como lafulana que es.

Un dolor penetrante se instaló en su sien. Sacudiendo la cabeza, Juliana dio unpaso atrás.

 —No —dijo, e hizo una mueca ante el espesor de su acento italiano, el mismoque llevaba tanto tiempo intentando dominar—. No le creerán.

Sus palabras sonaron vacías incluso para ella. Por supuesto que le creerían.Lord Grabeham leyó el pensamiento en sus ojos y derramó en la noche una

risotada furiosa. —No puede imaginar que la creerán. Apenas legítima. Tolerada solo porque su

hermano es un marqués. Es imposible que crea que él va a confiar en su palabra. Alfin y al cabo, no es más que la hija de su madre.

 La hija de su madre. Por mucho que lo intentara, aquellas palabras eran unbofetón imposible de esquivar.

Juliana alzó el mentón y se cuadró de hombros. —No le creerán —repitió, deseando que su voz se mantuviera estable— porque

nadie puede imaginar que me sienta atraída por usted, porco.Lord Grabeham tardó unos segundos en traducir la palabra del italiano al inglés,

en procesar el insulto. Pero cuando lo hizo, la palabra cerdo quedó suspendida entreambos en las dos lenguas. Grabeham alargó hacia ella una mano rolliza de dedoscomo salchichas.

www.lectulandia.com - Página 8

Page 9: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 9/298

Aunque era más corto de estatura que ella, compensaba la diferencia con la fuerzabruta. Sus dedos se clavaron en su muñeca con una fuerza que prometía dejarlemoretones. Al intentar zafarse de él retorciendo el brazo, Juliana notó una quemazónen la piel. Contuvo el dolor y actuó por instinto, agradeciendo a su creador haberaprendido a pelear con los chicos en los arenales de Verona.

Su rodilla salió propulsada hacia arriba, contactando con precisión y crueldad consu objetivo.

Grabeham emitió un alarido y aflojó la mano lo suficiente para que ella pudieraliberarse.

Y entonces Juliana hizo lo único que se le ocurrió.Echar a correr.Levantándose los faldones de su brillante vestido verde, atravesó los jardines

evitando en todo momento la luz que se filtraba por los ventanales del enorme salón,

sabedora de que ser descubierta corriendo en la oscuridad resultaría tan nocivo comoacabar en las zarpas del odioso Grabeham… quien se había recuperado con alarmantepresteza. Podía oírle avanzar pesadamente detrás de ella a través de un setoparticularmente espinoso, resollando a grandes bocanadas.

El sonido la espoleó e hizo que traspasara velozmente la puerta lateral del jardínque daba acceso a las caballerizas que colindaban con Ralston House, donde unaserie de carruajes esperaban en una larga fila a que sus propietarios los reclamaranpara regresar a sus domicilios. Juliana tropezó con algo afilado y dio un traspié.

Detuvo la caída con las manos sobre el empedrado, se las arañó al tratar de recuperarel equilibrio. Se maldijo a sí misma por la decisión de quitarse los guantes al salir delsalón; por engorrosos que fueran, la cabritilla le hubiera evitado unas cuantas gotasde sangre aquella noche. La puerta de hierro se cerró detrás de ella, y Juliana vacilódurante una fracción de segundo; el sonido podía atraer la atención de alguien. Unarápida mirada en derredor le hizo descubrir la presencia de un grupo de cocherosabsortos en una partida de dados en el otro extremo del callejón; ninguno de ellosmostró el menor interés por ella. Al mirar hacia atrás, vio cómo la mole de Grabehamavanzaba hacia la puerta.

Era como un toro embistiendo el capote; tenía pocos segundos antes de sercorneada.

Los carruajes eran su única esperanza.Con un débil susurro tranquilizador en italiano, se deslizó por detrás de las

enormes cabezas de dos jamelgos negros y se arrastró rápidamente entre la línea decarruajes. Al oír cómo la puerta se abría y volvía a cerrarse con un portazo, se quedóinmóvil, atenta a cualquier sonido que pudiera indicarle que el mencionadodepredador se aproximaba.

Pero los latidos de su corazón le impedían oír nada.

www.lectulandia.com - Página 9

Page 10: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 10/298

Page 11: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 11/298

ella. ¿Era tanto pedir?Tras inspeccionar rápidamente el interior del carruaje, decidió que lo más sensato

era volver a sentarse en el suelo y esperar que se detuviera. En cuanto lo hiciera,podría salir por la portezuela más alejada de la casa y cruzar los dedos para que nohubiera nadie que pudiera verla.

 Algo tenía que salir bien aquella noche. Con un poco de suerte dispondría de unossegundos antes de que los aristócratas bajaran la escalera.

Juliana respiró hondo cuando el coche de caballos empezó a detenerse. Seincorporó… alargó la mano hacia la manija… lista para salir corriendo.

Antes de que pudiera bajar, sin embargo, se abrió la otra puerta del carruaje, quedejó entrar una violenta ráfaga de aire. Sus ojos se posaron en el corpulento hombreque se encontraba de pie frente a la puerta del coche.

Oh, no.

Aunque las farolas exteriores de Ralston House quedaban a su espalda, dejandosu rostro sumido en la sombra, el modo en que la luz cálida y amarilla le iluminaba lamata de rizos dorados, convirtiéndolo en un ángel oscuro expulsado del Paraíso quese hubiera negado a devolver su halo, resultaba inconfundible.

Juliana notó un cambio sutil en él, una tensión cuasi imperceptible en sus amplioshombros, y supo que la había descubierto. También comprendió que debería sentirseagradecida por su discreción cuando el hombre atrajo la portezuela hacia él,eliminando la posibilidad de que otros pudieran verla. No obstante, cuando subió

ágilmente al carruaje sin la ayuda del estribo ni de un sirviente, la gratitud setransformó rápidamente en otro sentimiento.

Un sentimiento que se parecía mucho más al pánico.Juliana tragó saliva mientras en su mente había lugar para un solo pensamiento. Debería haberse arriesgado y haberse enfrentado a Grabeham.Puesto que no había nadie en el mundo con quien menos deseara encontrarse cara

a cara en aquel preciso momento que el insufrible e impertérrito duque de Leighton.No cabía duda de que el universo estaba conspirando en su contra.La portezuela se cerró con un suave chasquido, dejándolos solos.La desesperación hizo acto de presencia, y la impulsó a ponerse en movimiento.

Se abalanzó sobre la puerta más cercana y manipuló la manija con los dedos, deseosade abandonar el carruaje.

 —Yo que usted no lo haría.Las palabras frías y serenas cortaron la oscuridad como un estilete. Hubo un tiempo en el que no había sido tan distante con ella.Antes de que Juliana se prometiera a sí misma no volver a dirigirle la palabra.Respiró hondo para recuperar la calma, decidida a negarle la iniciativa. —Aunque agradezco su consejo, excelencia, me perdonará si no lo sigo.

www.lectulandia.com - Página 11

Page 12: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 12/298

E ignorando el escozor en la palma de la mano por la presión de la madera, agarróla manija y cambió de postura para abrir la portezuela. El duque se movió con lavelocidad del rayo, cubriendo con su cuerpo la anchura del carruaje y manteniendo lapuerta cerrada sin apenas esfuerzo.

 —No era un consejo.

Tras lo cual, golpeó el techo del carruaje dos veces, con firmeza y sin vacilación.El vehículo se puso en movimiento al instante, como si su mera voluntad gobernarasu curso, y Juliana maldijo a todos los obedientes cocheros mientras caía hacia atrás ysu pie quedaba atrapado en la falda de su vestido, rasgándolo todavía más. Hizo unamueca ante el sonido del desgarrón, mucho más escandaloso debido al silencioreinante, y recorrió con añoranza la hermosa tela con la sucia palma de su mano.

 —Se me ha roto el vestido. —Se regocijó ante la insinuación de que el duque erael responsable del desaguisado. No había necesidad de informarle de que el vestido

ya estaba roto mucho antes de que se colara en su carruaje. —Sí. Bueno, se me ocurren unas cuantas formas con las que podría haber evitado

semejante tragedia. —Sus palabras no dejaban el más mínimo resquicio alarrepentimiento.

 —No tuve muchas opciones. —E inmediatamente se arrepintió de su comentario. Especialmente dirigido a él.El duque acercó bruscamente la cabeza justo en el momento en que una farola

proyectaba un haz de luz plateada a través del ventanuco del carruaje; en su rostro se

reflejó un alivio contenido. Juliana intentó hacer caso omiso a su proximidad. Tratóde no fijarse en cómo cada centímetro de su cuerpo presentaba la marca de suexcelente educación, de su historia aristocrática: la larga y recta nariz patricia, superfecta mandíbula cuadrada, los altos pómulos que deberían darle un aspectofemenino pero que solo conseguían hacerlo más atractivo.

Juliana emitió un pequeño resoplido de indignación.El duque tenía unos pómulos ridículos.Jamás había conocido a alguien tan atractivo. —Sí —dijo él arrastrando las palabras—, entiendo que le resulte difícil estar a la

altura de su reputación.La luz desapareció, reemplazada por el aguijonazo de sus palabras.Y jamás había conocido a alguien tan aborrecible.Agradeciendo la oscuridad de su rincón del carruaje, Juliana retrocedió ante su

insinuación. Estaba acostumbrada a los insultos, a la ignorante especulación queacompañaba al hecho de ser la hija de un comerciante italiano y una marquesa inglesavenida a menos que abandonó a su marido e hijos… y que renunció a la elitelondinense.

Aquello último era la única decisión de su madre por la que Juliana sentía cierta

www.lectulandia.com - Página 12

Page 13: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 13/298

admiración.A ella le hubiera gustado decirles a todos ellos dónde podían meterse sus normas

aristocráticas.Empezando por el duque de Leighton, el peor de su calaña. Aunque al principio no lo había sido.

Juliana desechó el pensamiento. —Le ruego que detenga el carruaje y me deje bajar. —¿Supongo que las cosas no van como había planeado?Juliana se detuvo. —¿Como había… planeado? —Venga, señorita Fiori. ¿Cree que no sé qué pretendía con su pequeño juego?

Descubierta en mi carruaje vacío, el lugar ideal para un encuentro clandestino, al piede las escaleras de la casa ancestral de su hermano, durante uno de los eventos más

concurridos de las últimas semanas.Juliana puso los ojos como platos. —¿Cree que pretendo…? —No. Sé que pretende llevarme al altar. Y su pequeña confabulación, de la cual

su hermano supongo que no está debidamente informado dada su absoluta simpleza,podría haber funcionado con otro hombre de menor valía y un título menor. Pero leaseguro que no funcionará conmigo. Soy un duque. Si nos enfrentáramos en uncombate de reputaciones, me alzaría fácilmente con la victoria. De hecho, si en estos

momentos no me encontrara desgraciadamente en deuda con su hermano, habríadejado que se hundiera en la miseria a las puertas de Ralston House. Su pequeña farsano se merecía otro final.

El duque se expresó con calma y frialdad, como si hubiera mantenido aquellamisma conversación innumerables veces en el pasado y ella solo fuese uninconveniente menor; una mosca en su tibio e insípido consomé, o lo que fuera queconsumieran con cuchara los aristócratas esnobs británicos.

 De entre todos los arrogantes y pomposos…Juliana notó cómo la rabia se acumulaba en su interior y apretó los dientes con

fuerza. —De haber sabido que este era su vehículo, lo habría evitado a toda costa. —Entonces resulta todavía más sorprendente que no viera el gran sello ducal

grabado en la puerta.Aquel hombre era exasperante. —Sí, es realmente sorprendente, ¡porque no me cabe duda de que el sello de su

carruaje debe rivalizar en tamaño con su engreimiento! Le aseguro, su excelencia — escupió el título honorífico como si fuera un epíteto—, que si deseara encontrarmarido, iría tras alguien con algo más que ofrecer que un extravagante título y un

www.lectulandia.com - Página 13

Page 14: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 14/298

exceso de vanidad. —Pese a ser consciente del temblor en su voz, fue incapaz dedetener la perorata—. Está tan impresionado con su título y su posición social queresulta sorprendente que no lleve la palabra «duque» bordada en hilo de plata entodas sus capas. Por el modo en que se comporta, podría pensarse que ha hecho algopara ganarse el respeto que estos incautos ingleses le profesan en lugar de haber sido

engendrado, azarosamente, en el momento adecuado y por el hombre adecuado,quien imagino que llevó a cabo la proeza exactamente del mismo modo en que lohace el resto de los hombres. Sin el menor refinamiento.

Cuando Juliana se detuvo, con el corazón martilleándole en los oídos, suspalabras quedaron suspendidas entre ambos; su eco pesado, en la oscuridad. Senzafinezza. Hasta ese momento no comprendió que en algún punto de su perorata sehabía puesto a hablar en italiano.

Esperaba que el duque no la hubiera entendido.

Se produjo un largo silencio, un vacío abismal que amenazó su cordura. Yentonces el carruaje se detuvo. Permanecieron sentados un instante interminable, elduque inmóvil como una roca, ella preguntándose si se quedarían eternamente en elinterior del vehículo, pero entonces Juliana oyó el sonido de la tela sobre el asiento.El duque abrió la puerta completamente.

Juliana se asustó al oír su voz, profunda, oscura y más próxima de lo queimaginaba.

 —Baje del carruaje.

Hablaba italiano.Perfectamente.Juliana tragó saliva. Bueno, no pensaba disculparse. Sobre todo después de las

cosas terribles que le había dicho él. Si iba a echarla del carruaje, que lo hiciera.Volvería a casa caminando. Orgullosamente.

Tal vez alguien le indicara la dirección en la que debía encaminarse.En cuanto hubo descendido del carruaje, se dio la vuelta, esperando ver cómo se

cerraba la portezuela tras ella. Pero, en lugar de eso, vio cómo el duque la seguía,ignorando completamente su presencia y dirigiéndose hacia las escaleras del palacetemás cercano. La puerta se abrió antes de que llegara al rellano.

Como si las puertas, como todo lo demás, se inclinaran ante su voluntad.Le observó entrar en el profusamente iluminado vestíbulo, donde un enorme

perro marrón corrió torpemente para darle la bienvenida con alegre exuberancia.Bueno. Adiós a la teoría según la cual los animales pueden presentir la maldad.El pensamiento arrancó una sonrisa a Juliana, y el duque se dio la vuelta en aquel

mismo instante, como si pudiera leer sus pensamientos. La luz volvía a iluminar susangelicales rizos cuando dijo:

 —Entre o márchese, señorita Fiori. Está acabando con mi paciencia.

www.lectulandia.com - Página 14

Page 15: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 15/298

Juliana hizo ademán de contestar, pero el duque ya había desaparecido. De modoque se decidió por la opción menos problemática.

Le siguió al interior de la casa.Cuando la puerta se cerró a su espalda y el lacayo se apresuró a seguir los pasos

de su señor adonde fuera que lacayos y señores solieran ir, Juliana se detuvo en la

luminosa estancia y contempló el amplio vestíbulo de mármol y espejos dorados cuyoúnico propósito era el de hacer que el amplio espacio resultara aún más grande. Habíamedia docena de puertas que conducían a otras tantas estancias, así como un largo yoscuro corredor que se adentraba aún más en el palacete.

El perro se sentó al pie de la ancha escalera que daba paso a los pisos superioresde la casa, y bajo su silencioso escrutinio canino Juliana fue súbita yembarazosamente consciente del hecho de encontrarse en la morada de un hombre.

Sin escolta.

Con la salvedad de un perro.El cual había demostrado ser un pobre juez del carácter de las personas.Callie no lo aprobaría. Su cuñada le había advertido específicamente que evitara

situaciones como aquella, pues temía que los hombres pudieran aprovecharse de unaoven italiana con escaso conocimiento de la constricción británica.

 —Le he enviado una misiva a Ralston para que venga a recogerla. Puede esperaren…

Juliana levantó la cabeza cuando el duque se interrumpió. Al mirarle a los ojos,

vio que estos estaban nublados con algo que, de no conocerle mejor, podríaconfundirse con la preocupación.

 Pero le conocía bien. —¿Puede saberse…? —preguntó ella rápidamente mientras intentaba decidir qué

había provocado que el duque avanzara hacia ella a grandes zancadas. —Dios mío. ¿Qué le ha sucedido? Alguien la ha atacado.

Juliana observó a Leighton mientras este servía dos dedos de whisky en un vasode cristal y después se acercaba hasta donde ella se encontraba sentada, una de lasdescomunales butacas de piel de su estudio. Cuando le ofreció la bebida, Juliana negócon la cabeza.

 —No, gracias. —Debería tomárselo. La ayudará a relajarse.Juliana levantó la cabeza. —No necesito calmarme, su excelencia.

El duque entrecerró los ojos, y ella se negó a apartar la mirada del retrato de lanobleza inglesa que él representaba, alto y deslumbrante, de una belleza cuasiinsoportable y una expresión de absoluta confianza, como si no le hubieran desafiado

www.lectulandia.com - Página 15

Page 16: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 16/298

en toda su vida. Hasta aquel momento, por supuesto. —¿Pretende negar que la han atacado?Juliana encogió ociosamente un hombro, pero no le respondió. ¿Qué podía

decirle? ¿Qué podía contarle que no se volviera en su contra? El duque afirmaría, con

su tono imperioso y arrogante, que si se hubiera comportado como una dama… sihubiera sido más celosa de su reputación… si se hubiera comportado más como unainglesa y menos como una italiana… nada de todo aquello habría sucedido.

La trataría como lo había hecho el resto de la gente.Como él mismo la había tratado en cuanto descubrió su auténtica identidad. —¿Cambiaría algo las cosas? Seguramente llegaría a la conclusión de que he

estado representando un papel toda la noche para atrapar un marido. O cualquier otracosa igualmente ridícula.

Juliana había medido sus palabras para dejarle descolocado. No lo consiguió.El duque la recorrió de arriba abajo con una mirada fría y pausada, deteniéndose

especialmente en su rostro y sus brazos, cubiertos de arañazos, y en su desastradovestido, rasgado en dos lugares y manchado de tierra y de la sangre de sus manos encarne viva.

Cuando la comisura de sus labios se torció en un gesto provocado seguramentepor la repugnancia, Juliana no pudo evitar decir:

 —Una vez más demuestro ser indigna de su presencia, ¿no es así?

Juliana se mordió la lengua y deseó haber guardado silencio.El duque la miró a los ojos. —Yo no he dicho eso. —No tenía que hacerlo.El duque se bebió el whisky de un trago justo antes de que alguien llamara

tímidamente a la puerta medio abierta de la habitación. Sin apartar su mirada de ella,espetó:

 —¿Qué ocurre? —Traigo las cosas que me ha pedido, su excelencia. —Un criado avanzó por la

habitación arrastrando los pies y cargando con una bandeja en la que apenas cabía uncuenco, vendajes y varios contenedores de pequeño tamaño. Dejó la carga en unamesita baja.

 —Eso es todo.El criado hizo una pulcra inclinación de cabeza y abandonó la sala al tiempo que

Leighton se acercaba a la bandeja. El duque cogió un paño de lino y sumergió uno desus extremos en el cuenco.

 —No le ha dado las gracias.Leighton la miró con semblante de sorpresa.

www.lectulandia.com - Página 16

Page 17: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 17/298

 —Los acontecimientos de esta noche han hecho mella en mi estado de ánimo.Juliana se tensó ante su tono de voz y la acusación implícita en sus palabras.Bueno. Ella también podía ser difícil. —A pesar de todo, le ha hecho un servicio. —Hizo una pausa dramática—.

Negarle su agradecimiento le convierte en un inculto.

El duque tardó unos segundos en interpretar el significado de sus palabras. —Grosero.Juliana agitó una mano. —Lo que sea. Un hombre distinto le hubiera dado las gracias.Leighton se acercó a ella. —¿No querrá decir un hombre mejor?Juliana abrió los ojos en un gesto de fingida inocencia. —Jamás. Usted es un duque, después de todo. Estoy segura de que no hay nadie

mejor que usted.Sus palabras dieron en el blanco. Y, después de todo lo que le había dicho a ella

en el carruaje, las tenía bien merecidas. —Una mujer distinta se daría cuenta de que está en deuda conmigo y mediría un

poco más sus palabras. —¿No querrá decir una mujer mejor?Leighton no respondió. Se limitó a sentarse frente a ella y alargar una mano con

la palma hacia arriba.

 —Deme su mano.Juliana se llevó ambas manos al pecho, recelosa. —¿Por qué? —Las tiene magulladas y manchadas de sangre. Déjeme que se las limpie. No quería que la tocara. No confiaba en sí misma. —No es necesario.Leighton dejó escapar un suspiro grave, frustrado, y el sonido le provocó a ella un

escalofrío. —Es cierto lo que dicen acerca de los italianos.Juliana se tensó ante sus palabras, secas con la promesa de un insulto. —¿Que somos superiores en todos los sentidos? —Que les resulta imposible admitir la derrota. —Un rasgo que le resultó muy útil a César. —¿Y qué tal le va al Imperio romano actualmente?El tono casual y arrogante del duque hizo que tuviera ganas de gritar. Epítetos. Y

además en su propia lengua. Era un hombre imposible.Se miraron el uno al otro durante un buen rato; ninguno de los dos deseaba ceder,

www.lectulandia.com - Página 17

Page 18: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 18/298

hasta que el duque dijo: —Su hermano llegará en cualquier momento, señorita Fiori. Y ya se pondrá

suficientemente furioso sin necesidad de ver sus manos ensangrentadas.Juliana entrecerró los ojos y se fijó en las manos del duque, anchas, largas y que

rezumaban fuerza. Tenía razón, por supuesto. Juliana no tenía más remedio que ceder.

 —Le va a doler. —Sus palabras fueron la única advertencia antes de que lerecorriera suavemente la palma de la mano con el pulgar, examinando la maltrechapiel, ahora con una costra de sangre seca. Juliana cogió aire ante el roce de su piel.

Leighton levantó la cabeza al oír el sonido. —Disculpe.Juliana no respondió, sino que fingió comprobar el estado de su otra mano.No iba a permitir que el duque supiera que no era el dolor lo que le había hecho

coger aire.

Por supuesto, era algo que esperaba: la innegable e inoportuna reacción queamenazaba con dominarla cada vez que le veía. La súbita tensión cada vez que seacercaba a ella.

Por pura aversión. De eso estaba segura.Se negaba a considerar cualquier otra posibilidad.En un intento por realizar una fría evaluación de la situación, Juliana bajó la vista

y se fijó en las manos del duque, casi entrelazadas a las suyas. La temperatura de lahabitación aumentó súbitamente. Leighton tenía unas manos enormes, y Juliana se

quedó maravillada ante sus dedos, largos y con las uñas perfectamente arregladas,cubiertos por un fino vello dorado.

El duque exploró suavemente con un dedo el feo cardenal que le había aparecidoen la muñeca, y cuando ella levantó la cabeza, vio que tenía la vista clavada en la pielpurpúrea.

 —Ahora me dirá quién le hizo esto.Sus palabras estaban teñidas de una fría seguridad, como si esperara que Juliana

accediera a su petición para que él, a su vez, pudiera hacer frente a la situación. PeroJuliana no se llevaba al engaño. Aquel hombre no era ningún caballero. Era undragón. Su líder.

 —Dígame, su excelencia, ¿qué se siente al creer que su voluntad solo existe paraser obedecida?

El duque la miró a los ojos con la irritación oscureciendo su semblante. —Me lo dirá, señorita Fiori. —No, no lo haré.Juliana volvió a bajar la mirada hasta sus manos. No era habitual que se sintiera

endeble —sobrepasaba en altura a casi todas las mujeres y a muchos hombres deLondres—, pero al lado de aquel hombre en particular se sentía diminuta. Su pulgar

www.lectulandia.com - Página 18

Page 19: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 19/298

era apenas más grande que el dedo meñique de él, donde lucía el sello de oro y óniceque daba prueba de su título.

Un recordatorio de su relevancia social.Y de la escasa relevancia de ella, por comparación.Juliana levantó el mentón ante aquel pensamiento y se sintió invadida por una

ardiente oleada de rabia, orgullo y humillación. En ese preciso instante, Leightonrozó su piel en carne viva con la húmeda tela de lino. La muchacha aprovechó ladistracción que le proporcionaba el dolor y el escozor para proferir un indecorosoinsulto en italiano.

El duque no detuvo sus atenciones mientras decía: —Desconocía que esos dos animales pudieran hacer eso juntos. —No tendría que haberlo escuchado. Es una grosería.Leighton enarcó una ceja rubia.

 —Resulta muy difícil no escucharla cuando la tengo a escasos centímetros de míy no deja de expresar su malestar a gritos.

 —Las damas no gritan. —Pues parece que las italianas sí lo hacen. Especialmente cuando están

sometidas a tratamiento médico.Juliana tuvo que contener una sonrisa. No era divertido.Leighton bajó aún más la cabeza y se concentró en su tarea, enjuagando la tela de

lino en el cuenco de agua limpia. Juliana hizo una mueca al notar de nuevo la fría telasobre su mano arañada, y él vaciló un instante antes de proseguir.

La pausa momentánea intrigó a Juliana. El duque de Leighton no eraprecisamente famoso por su compasión, sino por su arrogante indiferencia, por lo queera sorprendente que se rebajara a realizar una tarea tan trivial como la de eliminar latierra de sus manos.

 —¿Por qué está haciéndolo? —le preguntó ella de repente cuando el duque volvióa sumergir la tela en el cuenco.

Leighton no detuvo sus movimientos. —Ya se lo he dicho. Su hermano se pondrá más que furioso. No hay necesidad de

que, además, le manche la ropa de sangre. Ni mis muebles. —No. —Juliana sacudió la cabeza—. Quiero decir por qué está haciendo esto.

¿No dispone de un batallón de sirvientes dispuesto a ejecutar cualquier tareadesagradable?

 —Así es. —¿Entonces? —Los sirvientes hablan, señorita Fiori. Preferiría que el menor número posible de

personas sepa que está usted aquí, sola, a estas horas de la noche.

www.lectulandia.com - Página 19

Page 20: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 20/298

Era solo un incordio para él. Nada más.Tras un prolongado silencio, Leighton la miró a los ojos. —¿No está de acuerdo?Juliana se recuperó rápidamente. —En absoluto. Simplemente me sorprende que un hombre de su alcurnia y

fortuna tenga sirvientes con tendencia al chismorreo. Imaginaba que habríaencontrado el modo de despojarlos del deseo de socializar.

El duque torció un lado de la boca y sacudió la cabeza. —Pese a estar ayudándola, solo se molesta en encontrar nuevas formas de

ofenderme.Cuando Juliana respondió, lo hizo seriamente, con palabras sinceras. —Discúlpeme si me muestro precavida ante sus atenciones, su excelencia.Los labios del duque se tensaron formando una línea recta. Le cogió la otra mano

y reanudó sus acciones. Ambos observaron mientras él eliminaba la sangre seca y lagravilla de la parte interior de la muñeca, poniendo al descubierto una carne rosada ytierna que tardaría varios días en curarse.

Sus movimientos eran gentiles pero firmes, y el roce del lino sobre la pielabrasada se hacía más soportable a medida que las heridas quedaban limpias. Julianase fijó en que uno de los rubios rizos del duque le caía por delante de la frente. Susemblante era, como siempre, severo y concentrado, como el de una de las apreciadasestatuas de mármol de su hermano.

Juliana se sintió invadida por un deseo familiar, uno que la dominaba siempre queél estaba cerca.

 El deseo de agrietar aquella fachada.En dos ocasiones le había sorprendido sin ella.Y entonces él descubrió quién era ella: la hermanastra italiana de uno de los

vividores más famosos de todo Londres, la hija casi ilegítima de una marquesa venidaa menos y un comerciante, criada alejada de Londres y sus costumbres, tradiciones yreglas.

Todo lo contrario a lo que él representaba. La antítesis de todo lo que él consideraba más importante en este mundo. —Mi único motivo es devolverla a su casa de una pieza, y si es posible sin que su

hermano descubra su pequeña aventura de esta noche.El duque dejó el paño de lino en el agua rosada del cuenco y cogió un pequeño

frasco de la bandeja. Lo abrió, liberando una fragancia a romero y limón, y volvió abuscar sus manos.

Esta vez Juliana cedió al instante. —¿No pretenderá que crea que le preocupa mi reputación?Leighton metió la punta de su enorme dedo en el frasco y aplicó el ungüento

www.lectulandia.com - Página 20

Page 21: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 21/298

cuidadosamente sobre su piel. La medicina calmó la quemazón, y dejó una agradablesensación refrescante allí por donde pasaban sus dedos. Como resultado de ello,Juliana tuvo la irresistible ilusión de que el roce de sus dedos era el heraldo queanunciaba la llegada del placer balsámico en su azorada piel.

Lo que no era cierto.

En absoluto.Logró contener un suspiro antes de que este la pusiera en evidencia. Pero el duque

lo oyó de todos modos. La ceja dorada volvió a alzarse, y Juliana sintió el impulso deafeitársela.

Cuando apartó la mano repentinamente, Leighton no hizo ademán de retenerla. —No, señorita Fiori. No me preocupa su reputación. Por supuesto que no. —Pero me preocupa la mía.

La implicación de que ser descubierto con ella —verse relacionado con ella encualquier sentido— podía dañar su reputación resultaba dolorosa, incluso más que eldolor que le habían producido las heridas que se había hecho aquella noche.

Juliana respiró hondo, preparándose para la siguiente ronda de su batalla verbal,pero se vio interrumpida por una voz furiosa procedente de la entrada.

 —Si no le quitas las manos de encima a mi hermana ahora mismo, Leighton, supreciada reputación será el menor de tus problemas.

www.lectulandia.com - Página 21

Page 22: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 22/298

2

«Hay una razón por la que las faldas son largas y los cordones de las botas

complejos.Las damas refinadas no deben mostrar sus pies. Nunca»

Tratado de las damas más exquisitas

«Parece ser que los vividores reformados consideran el deber fraternal algo

así como un reto…»

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823

Era muy posible que el marqués de Ralston tuviera intención de matarlo, pese aque Simon no tenía nada que ver con el actual estado de la muchacha.

No fue culpa suya que acabara en su carruaje después de pelearse con, por lo quepodía adivinar, un arbusto, los adoquines de las caballerizas de Ralston y el costadode su carruaje.

Y con un hombre.Simon Pearson, undécimo duque de Leighton, ignoró la ira virulenta que amenazó

con dominarle al pensar en el moretón púrpura que decoraba la muñeca de la chica y

volvió a dirigir su atención al airado hermano de esta, quien en aquel momentorecorría el perímetro del estudio de Simon como si se tratase de un animal enjaulado.

El marqués se detuvo delante de su hermana y dijo finalmente: —Por el amor de Dios, Juliana. ¿Qué demonios te ha pasado?Su lenguaje hubiera hecho sonrojar a una mujer menos refinada. Juliana ni

siquiera pestañeó. —Me caí. —Te caíste.

 —Sí. —Hizo una pausa—. Entre otras cosas.Ralston levantó la vista al techo como si intentara armarse de paciencia. Simon

comprendió su desesperación. Él también tenía una hermana, una que le había hechosentir frustrado en más de una ocasión.

Y la hermana de Ralston era más exasperante que cualquier mujer que hubieraconocido.

Y también más hermosa.El duque se tensó ante aquel pensamiento.

Por supuesto que era hermosa. Era un hecho empírico. Incluso con aquel vestidomanchado y desgarrado, dejaba a la mayoría de las mujeres londinenses en ridículo.Era una maravillosa mezcla de delicadeza inglesa —piel de porcelana, ojos de un

www.lectulandia.com - Página 22

Page 23: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 23/298

azul líquido, nariz perfecta y mentón insolente— y exotismo italiano, con aquellosrevoltosos rizos color azabache, labios carnosos y curvas generosas, ante lo cualningún hombre en su sano juicio podría resistirse.

Y él era un hombre perfectamente cuerdo.Pero sencillamente no estaba interesado.

Un recuerdo apareció en su mente.Juliana entre sus brazos, de puntillas, sus labios pegados a los suyos.Simon combatió la imagen.Juliana era también descarada, impulsiva, un imán que atraía todo tipo de

problemas, y precisamente el tipo de mujer del que deseaba mantenerse alejado.Y, por supuesto, había acabado en su carruaje.Simon suspiró, se enderezó el cuello de su sobretodo y volvió a fijar su atención

en la escena que se desarrollaba delante de él.

 —¿Y cómo has acabado con los brazos y la cara arañados? —continuóacosándola Ralston—. ¡Parece que has atravesado un rosal!

Juliana irguió la cabeza. —Puede que lo haya hecho. —¿ Puede? —Ralston dio un paso hacia ella, y Juliana se levantó para enfrentarse

a su hermano cara a cara. Aquella no era una dama incauta.Era anormalmente alta para ser una fémina. Simon no estaba acostumbrado a

encontrarse en presencia de una mujer ante la que no tuviera que agacharse para

conversar. La cabeza de ella le llegaba a la altura de la nariz. —Bueno, estaba bastante ocupada, Gabriel.Su comentario resultó tan irrefutable que Simon no pudo contener su regocijo, lo

que atrajo la atención hacia su persona.Ralston se dio la vuelta súbitamente. —Oh, yo que usted no me reiría mucho, Leighton. Estoy planteándome retarle a

un duelo por su participación en la farsa de esta noche.Simon mostró su descrédito. —¿Retarme a un duelo? Lo único que he hecho es evitar la ruina de su hermana. —Entonces ¿sería tan amable de explicarme qué hacían los dos solos en su

estudio, con las manos entrelazadas cariñosamente cuando he llegado?Simon comprendió entonces lo que pretendía Ralston. Y no le gustó lo más

mínimo. —¿Qué está sugiriendo, Ralston? —Simplemente que se han tomado licencias especiales por mucho menos.Simon miró con los ojos entornados al marqués, un hombre a quien apenas

toleraba en el mejor de sus días. Y aquel estaba convirtiéndose rápidamente en uno

www.lectulandia.com - Página 23

Page 24: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 24/298

nefasto. —¡No voy a casarme con su hermana! —¡No pienso casarme con él por nada del mundo! —gritó Juliana al mismo

tiempo.Bueno, al menos estaban de acuerdo en algo.

Un momento.¿No quería casarse con él? ¿Dónde iba a encontrar un mejor partido? ¡Él era un

duque, por el amor de Dios! Y ella, un escándalo con patas.La atención de Ralston volvía a estar centrada en su hermana. —Si continúas con este comportamiento ridículo, te casarás con quien yo te diga,

hermana. —Me prometiste… —empezó Juliana. —Sí, bueno, cuando te hice esa promesa no tenías la costumbre de ser acosada en

ardines. —La impaciencia tiñó el tono de Ralston—. ¿Quién te ha hecho eso? —Nadie.La respuesta, demasiado rápida, quedó colgada en el aire. ¿Por qué se negaba a

revelar la identidad de su asaltante? Tal vez no deseaba tratar un tema tan personaldelante de Simon, pero ¿por qué no con su hermano?

¿Por qué no permitía que el culpable recibiera su merecido? —No soy estúpido, Juliana. —Ralston reanudó su deambular—. ¿Por qué no me

lo dices?

 —Lo único que debes saber es que me defendí.Los dos hombres se quedaron de piedra. Simon no pudo contenerse. —¿De qué modo se defendió?Juliana hizo una pausa, y entonces se rodeó la muñeca amoratada con una mano,

lo que hizo que el duque se preguntara si se habría hecho un esguince. —Le golpeé. —¿Dónde? —replicó Ralston. —En los jardines.El marqués levantó la vista al techo, y Simon sintió lástima por él. —Creo que su hermano le preguntaba en qué parte de su anatomía golpeó a su

atacante. —Ah. En la nariz. —Se produjo un silencio provocado por el aturdimiento

general, y entonces Juliana añadió a la defensiva—: ¡Se lo merecía! —Por supuesto que sí —convino Ralston—. Ahora dime su nombre y me

encargaré de rematarlo. —No. —Juliana, el golpe de una mujer no es castigo suficiente para una ofensa

semejante.

www.lectulandia.com - Página 24

Page 25: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 25/298

Juliana miró a su hermano con los ojos entrecerrados. —¿De veras? Pues para ser el mero golpe de una mujer, provocó una considerable

hemorragia, Gabriel.Simon parpadeó. —Le hizo sangrar por la nariz.

Juliana esbozó una sonrisa presumida. —Y eso no fue lo único que le hice. Por supuesto que no. —No sé si preguntar… —azuzó Simon.Juliana le miró primero a él y después a su hermano. ¿Se había sonrojado? —¿Qué hiciste? —Le… golpeé… en otra parte. —¿Dónde?

 —En su… —Juliana vaciló, torció los labios mientras buscaba la palabraadecuada y lo dejó estar—. En su hombría.

Si el duque no hubiera entendido perfectamente el italiano, el movimientocircular de la mano de Juliana sobre la zona considerada generalmente inapropiadacomo tema de conversación con una joven dama de buena cuna habría resultadoinconfundible.

 —Oh, Dios mío. —No quedó claro si las palabras de Ralston pretendían ser unaplegaria o una blasfemia.

Lo que quedó claro es que la mujer era un gladiador. —¡Me llamó furtiva! —anunció a la defensiva. Hizo una pausa—. Un momento.

No es eso. —¿Furcia? —¡Sí! ¡Eso es! —Juliana se fijó en los puños apretados de su hermano y miró a

Simon—. Entiendo que no se trata de un cumplido.Al duque le costó oír bien por culpa del zumbido en los oídos. A él también le

habría gustado ponerle la mano encima a aquel hombre. —No, no lo es.Juliana se quedó pensativa un instante. —Bueno, entonces se lo merecía, ¿verdad? —Leighton —dijo Ralston tras recuperarse—, ¿hay algún sitio donde pueda

esperar mi hermana mientras usted y yo hablamos?Sonaron campanas de advertencia, fuertes y claras.Simon se puso en pie e hizo un esfuerzo por calmarse. —Por supuesto. —Vais a hablar de mí —soltó Juliana.¿Alguna vez se guardaría para ella algún pensamiento?

www.lectulandia.com - Página 25

Page 26: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 26/298

 —Así es —anunció Ralston. —Me gustaría participar. —Estoy seguro de ello. —Gabriel… —empezó Juliana con un tono de voz que Ralston solo había oído

dirigido a caballos indómitos y reclusos de manicomios.

 —No tientes a la suerte, hermana.Juliana vaciló, y Simon observó atónito cómo esta cavilaba su siguiente paso.

Finalmente, se encontró con su mirada, sus brillantes ojos azules, quedestellabanirritación.

 —Su excelencia, ¿dónde piensa depositarme mientras usted y mi hermano sededican a hablar de cosas de hombres?

 Increíble. Aquella mujer se resistía a todo.Simon se encaminó a la puerta y la acompañó al vestíbulo, donde le señaló una

puerta situada justo al otro lado de él. —La biblioteca. Allí podrá ponerse cómoda. —Mmm. —El sonido fue seco y malhumorado.Simon contuvo la sonrisa, incapaz de resistirse a lanzarle una última pulla. —¿Puedo decirle que me alegro de ver que finalmente ha reconocido la derrota?Juliana se dio la vuelta y dio un paso al frente, con lo que sus pechos quedaron a

escasos centímetros de él. El aire se hizo más pesado entre ellos e inundó a Simoncon su perfume: grosellas y albahaca. El mismo perfume que había percibido meses

atrás, antes de descubrir su auténtica identidad. Antes de que todo cambiara.El duque resistió la tentación de mirar la extensión de piel por encima del

generoso escote de su vestido verde, y finalmente dio un paso atrás.La muchacha carecía de todo sentido del decoro. —Puede que admita la derrota de una batalla, su excelencia. Pero no de la guerra.La observó cruzar el vestíbulo y entrar en la biblioteca. Cuando cerró la puerta a

su espalda, el duque sacudió la cabeza.Juliana Fiori era un desastre a punto de suceder.Era un milagro que hubiera sobrevivido medio año en Londres. Era un milagro que ellos hubieran sobrevivido medio año con ella.

 —Lo tumbó con un rodillazo en los… —dijo Ralston cuando Simon regresó alestudio.

 —Eso parece —contestó este, y cerró firmemente la puerta como si de ese modopudiera aislar a la problemática fémina.

 —¿Qué demonios voy a hacer con ella?Simon parpadeó una sola vez. Él y Ralston apenas se toleraban. Si no fuera por la

amistad que le unía al gemelo del marqués, ni siquiera se dirigirían la palabra.

www.lectulandia.com - Página 26

Page 27: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 27/298

Ralston siempre había sido un imbécil. No estaría pidiéndole consejo, ¿verdad? —Oh, por el amor de Dios, Leighton, era una pregunta retórica. Jamás se me

ocurriría pedirte consejo. Especialmente acerca de mi hermana.El dardo dio directo en el blanco, y Simon le indicó claramente dónde podía ir en

busca de consejo.

El marqués soltó una risotada. —Mucho mejor. Empezaba a preocuparme que te hubieras convertido en un

anfitrión de lo más cortés. —Se acercó al aparador, donde se sirvió tres dedos de unlíquido ambarino en un vaso de cristal. Dándose la vuelta, dijo—: ¿Whisky?

Simon volvió a sentarse, comprendió que la noche aún podía ser muy larga. —Qué oferta más generosa —dijo secamente.Ralston le acercó el vaso y se sentó. —Ahora hablemos de cómo ha acabado mi hermana en tu casa, en mitad de la

noche, además.Simon bebió un trago largo, disfrutando de la quemazón del licor al pasar por el

gaznate. —Ya te lo he dicho. Estaba en mi carruaje cuando me he marchado del baile. —¿Y por qué no me has advertido de ello inmediatamente?Una pregunta indudablemente justa. Simon hizo girar el vaso de whisky en una

mano mientras pensaba. ¿Por qué no había cerrado la portezuela y había ido a buscara Ralston?

La muchacha era ordinaria, imposible y resumía todo lo que no podía soportar deuna mujer.

Pero también era fascinante.Se dio cuenta de ello desde el día en que la conoció, en la maldita librería, donde

ella estaba comprando un libro para su hermano. Y después volvieron a encontrarseen la Royal Art Exhibition, donde le había hecho creer…

¿Sería tan amable de decirme su nombre? —le había preguntado, dispuesto a no

erderla de nuevo. Las semanas siguientes a su encuentro en la librería habían sidointerminables. Ella se había mordido el labio, un mohín perfecto, y él había intuidola victoria—. Yo lo haré primero. Mi nombre es Simon.

 —Simon. —Le había encantado oír su nombre en sus labios, aquel nombre quellevaba décadas sin utilizar.

 —¿Y el suyo, milady? —Oh, creo que eso echaría a perder la diversión. —E hizo una pausa, su sonrisa

iluminaba la sala—. ¿No está de acuerdo conmigo, su excelencia?

Ella ya sabía que él era un duque. Tendría que haber sospechado en aquelmomento de que algo no iba bien. Pero, en lugar de eso, se quedó paralizado. Tras

www.lectulandia.com - Página 27

Page 28: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 28/298

sacudir la cabeza, se acercó a ella lentamente, y ella retrocedió tímidamente paramantener la distancia entre ambos, y el juego lo cautivó.

 —Eso es injusto. —A mí me parece más que justo. Simplemente soy mejor detective que usted.

 Él se detuvo a reflexionar. —Eso parece. Tal vez deba averiguar su identidad. Ella sonrió. —Adelante. —Es una princesa italiana en una visita diplomática al rey en compañía de su

hermano. Ella ladeó la cabeza del mismo modo en que lo había hecho aquella noche al

conversar con su hermano.

 —Tal vez. —O la hija de un conde veronés disfrutando aquí de la primavera, deseosa de

experimentar la legendaria temporada londinense. Ella se había puesto a reír, y el sonido de su risa le recordó a los rayos del sol. —Qué decepcionante que convierta a mi padre en un mero conde. ¿Por qué no un

duque, como usted? Él había sonreído. —Un duque, entonces. —Y había añadido en voz baja—: Eso haría que las cosas

fueran mucho más fáciles.

Le había hecho creer que era más que una molesta plebeya.Lo que, por supuesto, no era.Sí, tendría que haber ido en busca de Ralston en cuanto vio aquel pequeño

incordio en el suelo de su carruaje, ovillada en un rincón como si fuera una mujermás pequeña, como si pudiera ocultarse de él.

 —Si hubiese ido a buscarte, ¿cómo crees que habría terminado todo?

 —Ahora estaría durmiendo plácidamente en su cama. Así es como habríaterminado.

Simon ignoró la visión de Juliana durmiendo, su revoltoso cabello azabachedesparramado sobre el blanco y fresco lino, su dorada piel brotando del bajo escotede su camisón. Si es que dormía con camisón.

Se aclaró la garganta. —¿Y si hubiera bajado de mi carruaje delante de todos los invitados de Ralston

House? ¿Qué habría pasado entonces?

Ralston hizo una pausa ensimismada. —En ese caso, supongo que hubiera sido su ruina. Y tú estarías preparándote para

una vida de felicidad matrimonial.

www.lectulandia.com - Página 28

Page 29: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 29/298

Simon dio otro trago. —De modo que es mejor para todos que actuara como lo hice.Los ojos de Ralston se oscurecieron. —No es la primera vez que te muestras contrario a la idea de casarste con mi

hermana, Leighton. Creo que estoy empezando a tomármelo como algo personal.

 —Tu hermana y yo no encajamos, Ralston. Y tú lo sabes. —No puedes dominarla.Simon torció el gesto. No había ningún hombre en Londres capaz de dominarla.Ralston lo sabía. —Nadie la querrá. Es demasiado atrevida. Demasiado descarada. Todo lo

contrario que las buenas jóvenes inglesas. —Hizo una pausa, y Simon se preguntó siel marqués esperaba que mostrara su desacuerdo. No tenía la menor intención dehacerlo—. Dice lo que le pasa por la cabeza cuando y donde quiere, sin la menor

consideración por lo que podrán pensar los demás. ¡Hace sangrar las narices dehombres confiados! —Aquello último lo dijo acompañado de una risa descreída.

 —Bueno, para ser justos, parece que el hombre de esta noche lo ha visto venir. —Sí, ¿verdad? —Ralston hizo una pausa pensativa—. No debería de ser muy

difícil de localizar. No debe de haber muchos aristócratas con un labio roto paseandopor ahí.

 —Y aún menos que cojeen por culpa de la otra herida —dijo Simon con ironía.Ralston sacudió la cabeza.

 —¿Dónde crees que aprendió esa táctica? De los lobos que la han criado desde niña. —No me atrevo a especular.El silencio se impuso entre los dos hombres. Finalmente, Ralston se puso en pie

con un suspiro. —No me gusta estar en deuda contigo.Simon sonrió al oír la confesión. —Considera entonces que estamos en tablas.El marqués asintió y se encaminó a la puerta. Al llegar a esta, se dio la vuelta. —Es una suerte que este otoño haya un sesión especial, ¿no te parece? Eso nos

mantiene alejados del campo.Simon buscó la mirada de reconocimiento de Ralston. El marqués evitó decir lo

que ambos sabían, que Leighton había invertido su considerable poder en laaprobación de un proyecto de ley de emergencia que podría haber esperado a lasesión de primavera del Parlamento.

 —Los preparativos militares son un tema de la mayor gravedad —dijo Simon concalma deliberada.

 —Por supuesto que sí. —Ralston se cruzó de brazos y se apoyó en la puerta—. Y

www.lectulandia.com - Página 29

Page 30: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 30/298

el Parlamento es una adecuada distracción de las hermanas, ¿no es así?Simon entrecerró los ojos. —Nunca te has mostrado beligerante conmigo, Ralston. No hay necesidad de

empezar ahora. —Supongo que no puedo pedirte que me ayudes con Juliana.

Simon se quedó petrificado, con la petición flotando entre ambos.Simplemente dile que no. —¿Qué tipo de ayuda? Eso no ha sido exactamente un «no», Leighton.Ralston enarcó una ceja. —No te pido que te cases con ella, Leighton. Relájate. Me irían bien un par de

ojos de más. Es decir, no puede salir a los jardines de nuestra propia casa sin quealgún desconocido intente asaltarla.

Simon le dirigió a Ralston una mirada fría. —Parece ser que el universo te está castigando con una hermana que causa tantos

problemas como tú solías provocar. —Puede que tengas razón. —Se produjo un incómodo silencio—. Tú sabes lo que

podría ocurrirle, Leighton. Ha pasado por ello.Pese a que el marqués no lo había dicho, Simon lo oyó de todos modos. Aun así, la respuesta es no.

 —Discúlpame por no estar interesado en ayudarte, Ralston. Mucho mejor. —También estarías ayudando a St. John —añadió Ralston, invocando el nombre

de su hermano gemelo, el buen gemelo—. Podrías recordarle que mi familia hadedicado una buena cantidad de energía en cuidar de su hermana, Leighton.

 Ahí estaba.El insoportable peso del escándalo, tan poderoso que era capaz de mover

montañas.No le gustaba tener una debilidad tan evidente.Y solo podía empeorar.Simon no consiguió articular palabra en un buen rato. Finalmente, asintió para

mostrar su conformidad. —Es justo. —Podrás imaginar lo mucho que detesto tener que pedire ayuda, duque, pero

piensa cuánto disfrutarás restregándomelo por la cara durante el resto de tu vida. —Confieso que esperaba no tener que soportarle durante tanto tiempo.Ralston soltó una carcajada. —Eres un bastardo insensible. —Avanzó hasta situarse delante de la silla que

www.lectulandia.com - Página 30

Page 31: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 31/298

había dejado vacía—. ¿Estás preparado, entonces? Para cuando se haga pública lanoticia.

Simon no se molestó en fingir que no le entendía. Ralston y St. John eran los dosúnicos hombres que conocían el más oscuro de sus secretos. Aquel que destruiría sufamilia y reputación si salía a la luz.

Aquel que tarde o temprano saldría a la luz pública.¿Algún día estaría preparado? —Aún no. Pero lo estaré pronto.Ralston le dirigió una mirada fría y azul que a Simon le hizo pensar en Juliana. —Sabes que estaremos a tu lado, ¿verdad?Simon soltó una corta risotada que no era producto precisamente de la alegría. —Discúlpame si no pongo demasiadas esperanzas en el apoyo de la familia

Ralston.

Ralston torció la comisura de los labios en un intento de sonrisa. —Somos una familia un tanto abigarrada. Pero lo compensamos con una gran

tenacidad.Simon pensó en la mujer en su biblioteca. —No me cabe duda. —¿Me equivoco al suponer que planeas casarte?Simon se quedó con el vaso a medio camino de sus labios. —¿Cómo lo sabes?

La sonrisa se convirtió en un gesto de reconocimiento. —Prácticamente todos los problemas pueden resolverse con un pequeño paseo

hasta la vicaría. Especialmente el tuyo. ¿Quién es la afortunada?Simon se planteó mentir; fingir que no había sido él quien la había elegido. Pero

tarde o temprano se conocería la verdad. —Lady Penelope Marbury.Ralston dio un silbido largo y grave. —Hija de un doble marqués. Reputación impecable. Linaje excelente. La Santa

Trinidad del partido deseable. Y con una buena fortuna. Una elección excelente.Nada que Simon no hubiera pensado ya, por supuesto, pero oírlo en boca de otra

persona le hizo sentirse orgulloso. —No me gusta oírte considerar los méritos de la futura duquesa como si fuera

una yegua.Ralston se inclinó hacia delante. —Te pido disculpas. Tenía la impresión de que habías elegido a la futura duquesa

como si fuera una yegua.Aquella conversación estaba empezando a resultarle incómoda. El duque estaba

en lo cierto. Iba a casarse con lady Penelope exclusivamente por su impecable

www.lectulandia.com - Página 31

Page 32: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 32/298

pedigrí. —Después de todo, nadie creerá que el gran duque de Leighton vaya a casarse

por amor.A Simon no le gustó el sarcasmo con el que Ralston dijo aquello último. Por

supuesto, el marqués siempre había sabido cómo irritarlo. Desde que ambos eran

niños. Simon se puso de pie, deseoso de moverse. —Creo que iré a buscar a tu hermana, Ralston. Ya es hora de que te la lleves a

casa. Y le agradecería que en el futuro mantuvieras alejados de mi casa tus problemasfamiliares.

Sus palabras sonaron arrogantes incluso a sus oídos.Ralston se enderezó, poniéndose lentamente casi a la misma altura que Leighton. —Haré todo lo que esté en mi mano. Después de todo, ya tienes suficientes

problemas familiares propios amenazando con derribar tu casa hasta los cimientos,

¿no es así?No había nada de Ralston que a Simon le gustara.Sería mejor que no lo olvidara nunca.Salió del estudio y se dirigió a la biblioteca. Tras abrir la puerta con más ímpetu

del necesario, se quedó paralizado nada más entrar.Juliana se había quedado dormida en el sillón.Con su perro.El sillón que había elegido era uno de los que más le había costado transformar

hasta obtener el adecuado nivel de comodidad. Su mayordomo había insistido enincontables ocasiones en que era necesario retapizarlo, en parte debido, por lo queSimon imaginaba, a la frágil y suave tela que él consideraba uno de los mejoresatributos del mueble. Recorrió con la mirada la figura dormida de Juliana, su arañadamejilla apoyada en las suaves hebras doradas de la gastada tela.

Se había quitado los zapatos y tenía los pies doblados debajo de su cuerpo. Simonsacudió la cabeza ante semejante comportamiento. A ninguna dama de Londres se leocurriría ir descalza en la privacidad de su propia casa, y en cambio ahí estaba ella,acomodada y echando una cabezada en la biblioteca de un duque.

Dedicó unos segundos a contemplarla, a apreciar cómo encajaba perfectamente ensu sillón. Era más grande que la mayoría de los sillones, hecho especialmente para élquince años atrás, cuando, cansado de encajar en sillones que según su madre eran«el culmen de la moda», decidió que, como duque, tenía derecho a gastarse unafortuna en un sillón apto para su fisionomía. Era lo suficientemente ancho parasentarse en él cómodamente, y con el espacio sobrante necesario para ubicar unmontón de papeles que requirieran su atención o, como era el caso en aquelmomento, para un perro en busca de un cuerpo caliente.

El perro, un chucho que se había colado en la habitación de su hermana un día de

www.lectulandia.com - Página 32

Page 33: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 33/298

invierno, ahora viajaba con Simon y se instalaba allí donde el duque estuviera. El canapreciaba especialmente la biblioteca del palacete, con sus tres hogares y mueblesconfortables, y era evidente que acababa de hacer una nueva amiga. Leopold estabaacurrucado formando un pequeño ovillo y con la cabeza apoyada en uno de los largosmuslos de Juliana.

 Muslos que Simon no tendría que estar mirando.La traición del perro era un tema que decidió dejar para otro momento.Ahora, no obstante, debía encargarse de la dama. —Leopold —llamó Simon al perro, palmeándole el muslo en una maniobra

habitual con la que consiguió que este se pusiera en pie inmediatamente.Si con la misma estrategia pudiera conseguir lo mismo de la muchacha…No, si tuviera la oportunidad, no la despertaría tan bruscamente, sino que lo haría

lentamente, acariciando larga y tiernamente aquellas gloriosas piernas… se

acuclillaría a su lado y sepultaría la cara en aquella mata de cabello color ébano,bebiendo su aroma, y después recorrería con los labios el adorable ángulo de sumandíbula hasta llegar a la curva de su suave oreja. Le susurraría su nombre,despertándola con su aliento en lugar de con el sonido de su voz.

Y entonces terminaría lo que había empezado hacía varios meses.Y la levantaría de un modo completamente distinto.Apretó los puños para evitar que su cuerpo actuara impulsado por su imaginación.

No había nada más peligroso que satisfacer el molesto deseo que sentía por aquella

mujer imposible.Simplemente debía recordar que estaba en el mercado en espera de la duquesa

perfecta.Y la señorita Juliana Fiori nunca podría serlo. Por muy bien que ocupara su sillón favorito.Había llegado el momento de despertarla.Y enviarla de vuelta a su casa.

www.lectulandia.com - Página 33

Page 34: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 34/298

3

«Los salones de las damas son un semillero de imperfección. Las damas

exquisitas no deben permanecer en ellos mucho tiempo».

Tratado de las damas más exquisitas

«No hay ningún lugar más interesante en todo Londres que el palco junto a

una sala de baile…».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823

 —¡Pensaba que tu temporada había terminado y que ya no habría más bailes!Juliana se dejó caer en un sofá de la pequeña antesala del salón de las damas de

Weston House y dejó escapar un largo suspiro mientras se masajeaba el talón a travésde su fina zapatilla.

 —Y así debería ser. —Mariana, su amiga más fiel y recién acuñada duquesa deRivington, se levantó el bajo de su elaborado vestido azul para inspeccionar el lugardonde había caído su dobladillo—. Pero mientras el Parlamento continúe en sesión, latemporada de bailes se prolongará. Todas las anfitrionas quieren que su festividad de

otoño sea más impresionante que la última. Y tú tienes la culpa de todo —dijoMariana tajantemente.

 —¿Cómo iba a saber que Callie pretendía iniciar una revolución de la diversiónen mi honor? —Calpurnia, la hermana de Mariana y cuñada de Juliana, habíarecibido el encargo de suavizar la presentación de Juliana en la sociedad londinensetras su llegada aquella primavera. Con la llegada del verano, la marquesa habíareemprendido su tarea. Una oleada de bailes de verano y actividades había mantenidoa Juliana en el ojo del huracán público, provocando que las otras anfitrionas de la

buena sociedad se quedaran en la ciudad mucho después del final de la temporada.El objetivo de Callie era encontrarle un buen partido.El de Juliana, la supervivencia.Tras llamar con la mano a una de las jóvenes sirvientas, Mariana arrancó una

hebra de hilo de su bolso de mano y se la entregó a la muchacha, quien ya se habíaarrodillado a su lado para reparar el daño. Mirando a Juliana a través del espejo, dijo:

 —Tuviste suerte de haber podido declinar la Extravagancia Naranja de LadyDavis de la semana pasada.

 —Ella no lo llamó de ese modo. —¡Sí que lo hizo! Tendrías que haberlo visto, Juliana… era una explosión de

color, y no precisamente armonioso. Todo era naranja: la ropa… los arreglos

www.lectulandia.com - Página 34

Page 35: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 35/298

florales… los sirvientes tenían nuevas libreas, por el amor de Dios… la comida… —¿La comida? —Juliana arrugó la nariz.Mariana asintió. —Fue terrible. Todo era del color de la zanahoria. Un festín para conejos. Da

gracias por no haberte encontrado bien.

Juliana se preguntó qué habría pensado lady Davis —una decana especialmentebien informada— si hubiera acudido a la fiesta llena de arañazos tras el encuentrocon Grabeham de la semana anterior.

Sonrió tímidamente ante aquel pensamiento y se dedicó a devolver media docenade rizos rebeldes a su lugar original.

 —Pensaba que, ahora que eres una duquesa, no tendrías que soportar esoseventos.

 —Yo también lo pensaba. Pero Rivington no es de la misma opinión. O, para ser

más precisos, la duquesa de Dowager no es de la misma opinión. —Suspiró—. Sivuelvo a ver un cuerno de la abundancia, creo que no podré soportarlo.

Juliana se rio. —Sí, debe de ser muy difícil ser una de las huéspedes más deseadas del año,

Mariana. Además de estar locamente enamorada de tu joven y atractivo duque y tenera todo Londres a tus pies.

Los ojos de su amiga fulguraron. —Oh, es realmente agotador. Espera un poco y lo descubrirás por ti misma.

Juliana lo dudaba.Mariana, apodada el Ángel de Allendale, no había perdido el tiempo a la hora de

conocer y casarse con su marido, el duque de Rivington, en su primera temporada.Había sido el tema del año, un encuentro amoroso cuasi instantáneo que habíaresultado en una boda espléndida y en un torbellino de compromisos sociales para laoven pareja.

Mariana era la clase de persona a la que la gente adoraba. Todo el mundo deseabaestar cerca de ella, y por eso nunca se encontraba sola. Había sido la primera amigade Juliana en Londres; tanto ella como su duque habían decidido mostrar a los demásque la aceptaban, independientemente de su pedigrí.

En la presentación pública de Juliana, Rivington la había reclamado para elprimer baile, estampando en ella de forma instantánea el sello de la venerableaprobación ducal.

Tan distinto del otro duque que había asistido al baile aquella noche.Leighton no había mostrado la más mínima emoción aquella noche, ni cuando le

miró a sus ojos fríos del color de la miel desde el otro extremo del salón, ni cuandopasó por su lado de camino a la mesa de los refrigerios; ni siquiera cuando seencontró con ella en una sala privada alejada del baile.

www.lectulandia.com - Página 35

Page 36: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 36/298

Aquello último no era completamente cierto. En ese momento sí mostró emoción.Aunque no el tipo de emoción que ella esperaba.

 El duque estaba furioso. —¿Por qué no me dijo quién era?

 —¿Tan importante es? —Sí . —¿Qué parte? ¿Que mi madre sea la descarriada marquesa de Ralston? ¿Que mi

adre fuera un dedicado comerciante? ¿Que yo no tenga título? —Todo es importante.

Juliana estaba advertida sobre él. El duque del desdén, profundamente conscientedel lugar que ocupaba en la sociedad, sin interés alguno por aquellos que consideraba

inferiores a él. Era famoso por su actitud huraña, por su frío desprecio. Juliana habíaoído que elegía a sus sirvientes por su discreción; a sus amantes, por su carencia deemoción, y a sus amigos, por… bueno, nada hacía pensar que el duque se rebajaraante algo tan común como la amistad.

Pero hasta ese momento, cuando descubrió su identidad, Juliana no había creídoen las habladurías. Hasta experimentar en persona su infame desdén.

Había sido doloroso. Mucho más que las opiniones de todos los demás.Y entonces Juliana le había besado. Como una estúpida. Y había sido más que

agradable. Hasta que él la apartó con una violencia que aún seguía avergonzándola. —Es un peligro tanto para usted como para los demás. Debería regresar a Italia.

Si se queda aquí, sus instintos la llevarán a la ruina más rápido de lo que imagina. —Lo ha disfrutado —dijo Juliana con la acusación manteniendo a raya el dolor.El duque le dirigió una mirada fría, calculadora. —Por supuesto. Pero a menos que desee convertirse en mi amante, para lo que

está más que capacitada… —Juliana jadeó, y él terminó la frase como si estuvieraclavándole una daga en el pecho—… haría bien en recordar cuál es su posición.

En aquel momento Juliana decidió quedarse en Londres para demostrarles, a él ya todo aquel que la juzgaba desde detrás de sus elegantes abanicos y sus impávidosrostros ingleses, que ella era más de lo que aparentaba.

Juliana se pasó la punta del dedo por la rosada cicatriz en su sien apenas visible,el último vestigio de la noche en la que acabó en el carruaje de Leighton, y volvió arememorar todos los momentos dolorosos de las primeras semanas en Londres,cuando era bisoña y estaba sola y aún esperaba convertirse en uno de ellos… en unaaristócrata.

Tendría que haberse dado cuenta antes, por supuesto.Jamás la aceptarían.La doncella terminó de arreglar el dobladillo de Mariana, y Juliana observó cómo

www.lectulandia.com - Página 36

Page 37: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 37/298

su amiga zarandeaba la falda antes de girar sobre sus talones. —¿Regresamos?Juliana encorvó los hombros exageradamente. —Si no queda más remedio…La duquesa se rio, y juntas se encaminaron hacia la sala principal del salón.

 —He oído que fue descubierta en un tórrido abrazo en los jardines la noche delbaile de otoño en Ralston House.

Juliana se quedó petrificada al reconocer el tono agudo y nasal de lady Sparrow,una de las cotillas más notables de la sociedad elegante.

 —¿En los jardines de su hermano? —El jadeo de asombro dejó claro que Julianaera el tema de la conversación.

Dirigió la mirada hacia una furiosa Mariana, quien parecía dispuesta a asaltar lahabitación y a sus indiscretas moradoras, cosa que Juliana no podía permitir. Apoyó

una mano en el brazo de su amiga, para detenerla, y esperó mientras escuchaba. —Es solo medio aristócrata. —Y todas sabemos cómo era  esa mitad. —Un coro de risas acompañó el

escarnio, dolorosamente preciso. —Resulta sorprendente que haya tanta gente dispuesta a invitarla —dijo otra

arrastrando las palabras—. Esta noche, por ejemplo… pensaba que lady Weston sabíauzgar mejor a las personas.

Juliana también lo pensaba.

 —Resulta difícil invitar a lord y lady Ralston sin extender la invitación a laseñorita Fiori —señaló una nueva voz.

Seguida por un resoplido de escarnio. —No es que ellos sean mucho mejores… con el escandaloso pasado del marqués

y el poco interés que despierta la marquesa. Aún me pregunto qué hizo paraganárselo.

 —Por no hablar de lord Nicholas, casado con una palurda de campo. ¡Qué horror! —Eso es lo que ocurre cuando se mezcla una mala estirpe con la buena sangre

inglesa. Es evidente que la madre ha… dejado su huella.Aquello último llegó en forma de un cacareo histérico. La ira de Juliana empezó a

desbordarse. Una cosa era que aquellas infames brujas la insultaran a ella, pero otramuy distinta que sus insinuaciones alcanzaran a su familia. A aquellos a quienesamaba.

 —No entiendo por qué Ralston no le da una asignación y la envía de vuelta aItalia.

Juliana tampoco lo entendía.Había esperado que lo hiciera en innumerables ocasiones desde que llegó, sin ser

invitada, a la puerta de Ralston House. Su hermano ni siquiera lo había sugerido una

www.lectulandia.com - Página 37

Page 38: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 38/298

sola vez.Pero a Juliana aún le costaba creer que no deseara sacársela de encima. —No les hagas caso —susurró Mariana—. Son mujeres horribles y odiosas que

solo saben odiar. —Solo haría falta que una persona distinguida la descubriera haciendo algo

indigno para ser desterrada para siempre de la buena sociedad. —No tardaremos en verlo. Todo el mundo sabe que los italianos tienen una moral

relajada.Juliana no pudo soportarlo más.Dejó atrás a Mariana y se abrió paso hasta el salón de las damas, donde las tres

mujeres estaban retocándose el maquillaje frente al enorme espejo colgado en una delas paredes de la sala. Sonriendo abiertamente a las mujeres, Juliana disfrutóperversamente de su inmovilidad, una combinación de sorpresa y disgusto.

Lady Sparrow, con su fría hermosura y su absoluta maldad, seguía riéndose de supropia ocurrencia. La dama se había casado con un vizconde, rico como Creso y eldoble de viejo, tres meses antes de que este muriera dejándola en posesión de unainmensa fortuna. La vizcondesa estaba acompañada de lady Davis, quienaparentemente no había tenido bastante de su legendaria extravagancia naranja, puesiba enfundada en un atroz vestido que acentuaba de tal modo su cintura que más queuna mujer parecía una enorme calabaza.

Había una joven dama con ellas a la que Juliana no conocía. Menuda y rubia, con

un rostro redondo, ancho y ordinario, ojos sorprendidos, Juliana se preguntófugazmente cómo habría acabado en semejante nido de víboras. De él saldría muertao transformada.

A Juliana tampoco le preocupaba demasiado. —Señoras —dijo en un tono ligero—, un grupo más sagaz se habría asegurado de

encontrarse a solas antes de iniciar una conversación que afectara a tanta gente.La boca de lady Davis se abrió y se cerró como la de una trucha, y después desvió

la mirada. La mujer menuda se sonrojó y entrelazó las manos con fuerza a la alturadel pecho en un gesto que solo podía indicar arrepentimiento.

No así lady Sparrow. —Tal vez éramos perfectamente conscientes de la compañía —se burló—.

Simplemente no temíamos ofenderla.Eligiendo el momento a la perfección, Mariana salió entonces de la antecámara,

provocando que el resto de las damas contuvieran el aliento al reparar en la presenciade la duquesa de Rivington.

 —Pues es una lástima —dijo en el tono claro e imperioso propio de su título—.Porque me siento profundamente ofendida.

Mariana abandonó la habitación, y Juliana contuvo la sonrisa ante la impecable y

www.lectulandia.com - Página 38

Page 39: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 39/298

ustificada actuación de su amiga. Devolviendo la atención hacia el grupo de mujeres,se acercó a ellas, disfrutando ante el modo en que se removían incómodas. Cuandoestuvo lo suficientemente cerca como para oler su perfume empalagoso, dijo:

 —No teman, señoras. Al contrario que mi cuñada, yo no estoy ofendida.Hizo una pausa y movió la cabeza de un lado y del otro, comprobando de un

modo exagerado el estado de su cabello y recolocando un rizo errante de vuelta a sutocado. Cuando estuvo segura de contar con toda su atención, dijo:

 —Han planteado su desafío. Lo acepto encantada.No volvió a respirar hasta encontrarse fuera del salón de las damas; la ira, la

frustración y la aflicción que bullían en su interior le provocaron vértigo.No debería haberle sorprendido que cotillearan sobre ella. No habían dejado de

hacerlo desde el mismo día en que llegó a Londres. Pero se había convencido a sí misma de que por entonces habrían dejado de

hacerlo. Pero no era así. Nunca lo sería.Aquella era su vida.Llevaba el estigma de su madre, quien aún seguía siendo un tema de escándalo,

veinticinco años después de abandonar a su marido, el marqués de Ralston, y a susdos hijos gemelos, huyendo de aquella reluciente vida aristocrática para refugiarse enel Continente. Había terminado en Italia, donde había conquistado al padre deJuliana, un esforzado comerciante que juró no haber deseado nada más en la vida que

a ella, la inglesa de cabello azabache, ojos brillantes y sonrisa generosa.Se había casado con él, una decisión que Juliana había acabado identificando

como el tipo de comportamiento temerario e impulsivo por el que su madre habíasido conocida.

Un comportamiento que ahora amenazaba con dominarla a ella.Juliana trazó una mueca ante semejante pensamiento.Cuando actuaba impulsivamente lo hacía para protegerse. Su madre había sido

una aristócrata con una tendencia cuasi infantil por el dramatismo. Pese a haberenvejecido, nunca había madurado.

Juliana supuso que debía dar gracias por el hecho de que la marquesa los hubieraabandonado cuando lo hizo. No quería ni imaginar las cicatrices que hubiera dejadoen todos ellos.

El padre de Juliana había hecho todo lo que estuvo en su mano para criar solo auna hija. Le había enseñado a hacer nudos, a reconocer una carga defectuosa y aregatear con los peores y mejores comerciantes… pero nunca le contó lo másimportante.

Nunca le dijo que tenía una familia.Se enteró de la existencia de sus dos hermanastros, nacidos de la madre a la que

www.lectulandia.com - Página 39

Page 40: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 40/298

apenas había conocido, después de la muerte de su padre, cuando descubrió que susfondos habían sido depositados en un fideicomiso y que un desconocido marquésbritánico iba a ser su custodio.

En pocas semanas su vida cambió de arriba abajo.La dejaron, sumariamente, en la puerta de Ralston House junto a tres baúles con

sus posesiones y su doncella.Y todo gracias a una madre sin un ápice de instinto maternal.¿Alguien podía sorprenderse de que la gente cuestionara la personalidad de su

hija?¿De que su propia hija la cuestionara?No. Ella no era como su madre.Nunca había dado la más mínima muestra de serlo.

 Al menos no a propósito.Pero aquello no parecía tener ninguna importancia. Aquellos aristócratas se

robustecían insultándola, mirándola con sus rectas y largas narices erguidas y viendosolo el rostro de su madre, el escándalo de su madre, la reputación de su madre.

A nadie le interesaba saber quién era ella en realidad.Solo que no era como ellos.Sentía la tentación de demostrarles lo distinta que era de ellos… de aquellas

criaturas impertérritas, insulsas y desapasionadas.

Respiró hondo para recuperar la compostura y dirigió su mirada hacia el otroextremo de la sala de baile, hacia las puertas que daban al jardín. Empezó a moverseen aquella dirección pese a saber que no debía hacerlo.

Sin embargo, en el torbellino de emociones que la embargaban, fue incapaz deencontrar un motivo para no hacerlo.

Mariana apareció de ninguna parte y apoyó una delicada mano enguantada en elhombro de Juliana.

 —¿Te encuentras bien? —Sí. —No miró a su amiga. No podía hacerlo. —Son horribles. —Y también tienen razón.Mariana se quedó inmóvil al oír aquello, pero Juliana siguió moviéndose,

concentrada en las puertas francesas abiertas… en la salvación que prometían. Laoven duquesa volvió a situarse a su lado rápidamente.

 —No, no la tienen. —¿No? —Juliana miró a su amiga de reojo, reconociendo los grandes ojos azules

que la convertían en el perfecto espécimen de la feminidad inglesa—. Por supuestoque tienen razón. No soy uno de vosotros. Nunca lo seré.

www.lectulandia.com - Página 40

Page 41: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 41/298

 —Y doy gracias a Dios por ello —dijo Mariana—. Ya somos más que suficientes.Yo, por ejemplo, me alegro de tener alguien distinto en mi familia. Finalmente.

Juliana se detuvo en el límite de la pista de baile y se dio la vuelta para mirar a suamiga.

 —Gracias. —  Aunque sea mentira.

Mariana sonrió como si todo hubiera vuelto a la normalidad. —De nada. —¿Por qué no vas ahora a buscar a tu galante marido y bailas con él? No querrás

que empiecen a cotillear sobre el estado de tu matrimonio. —Deja que cotilleen.Juliana esbozó una sonrisa torcida. —Ya hablas como una duquesa. —El cargo tiene sus beneficios.

Juliana rio forzadamente. —Ve.Mariana frunció el ceño, preocupada. —¿Seguro que estás bien? —Claro que sí. Solo necesito un poco de aire fresco. Ya sabes que no puedo

soportar el calor en estos salones. —Ten cuidado —dijo Mariana mirando con recelo hacia las puertas—. No te

pierdas.

 —¿Quieres que deje un rastro de petits fours? —No es mala idea. —Adiós, Mari.Mariana se alejó finalmente, la multitud engulló su reluciente vestido azul casi al

instante, como si los presentes estuvieran deseosos de que se uniera a ellos.A Juliana no la absorberían del mismo modo. Imaginó a la multitud rechazándola

como si fuera un hueso de aceituna escupido desde el ponte Pietra.Salvo que aquello no era tan sencillo como caer desde un puente.Ni tan seguro.Juliana dedicó unos segundos a observar a los bailarines, decenas de parejas

girando y moviéndose al ritmo de una danza campestre, y no pudo evitar compararsecon las mujeres volteando delante de ella, todas ellas enfundadas en sus coloridosvestidos, con sus cuerpos perfectamente colocados y sus tibias personalidades. Eranel producto de la perfecta crianza inglesa, criadas y educadas como cepas paraproducir la misma fruta y el mismo vino inofensivo e insustancial.

Reparó en la presencia de la muchacha del salón, que ocupaba su lugar a un ladode la larga fila de bailarines; el rubor de sus mejillas le daba un aspecto más vivaz delo que a Juliana le había parecido hacía solo unos minutos. El mohín de sus labios

www.lectulandia.com - Página 41

Page 42: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 42/298

solo podía interpretarse como una sonrisa largamente ensayada: ni demasiadoexagerada, lo que podría indicar deseo desmedido, ni demasiado difuminada, lo quepodría confundirse con el desinterés. Parecía una uva madura lista para larecolección. Preparada para su inclusión en aquella sencilla cosecha inglesa.

La uva alcanzó el final de la fila, y ella y su pareja avanzaron juntos.

Su pareja era el duque de Leighton.Mientras los dos bailaban girando sobre sí mismos, avanzando hacia ella por la

larga fila de invitados, Juliana solo podía pensar en una cosa.Formaban una pareja imposible.No era solo una cuestión de aspecto físico; la única similitud era el cabello

demasiado rubio de ambos. Ella era poco atractiva —un rostro demasiado redondo,unos ojos azules demasiado pálidos, unos labios con un tono rosa demasiado apagado — y él era… bueno… él era  Leighton. La diferencia de estatura era inmensa: él

superaba el metro ochenta y ella era tan bajita y menuda que su cabeza apenas llegabaal pecho de él.

Juliana puso los ojos en blanco ante la estampa que tenía ante ella. Probablementea él no le desagradara la idea de una mujer tan menuda, alguien a quien podíamanipular fácilmente con la punta del dedo meñique.

Pero había otras cosas que los distinguían. La uva disfrutaba del baile, resultabaevidente por el brillo de sus ojos cuando miraba a las otras mujeres que esperaban enla fila. Él no reía mientras bailaba pese a conocer perfectamente los pasos de la

danza. No estaba disfrutando. Evidentemente, no era el tipo de hombre que gustara debailes campestres. De hecho, era un hombre muy poco dado a cualquier tipo deplacer.

Lo más sorprendente es que hubiera accedido a participar en una actividad tanvulgar.

Cuando llegaron al final de la fila y se encontraban a pocos metros de Juliana,Leighton la miró a los ojos. Fue un instante fugaz, apenas uno o dos segundos, perola intensidad de su mirada, del color de la miel, hizo que Juliana notara un cosquilleoen el estómago. Aunque era una sensación a la que ya tendría que estar habituada,nunca dejaba de sorprenderla.

Siempre esperaba que su presencia dejara de afectarle. Que algún día aquellosescasos y fugaces momentos del pasado se convirtieran solo en eso… en el pasado,en lugar de en un recordatorio continuo de lo aislada que se sentía en aquel mundo.

Se alejó de la sala de baile, y se encaminó hacia las amplias puertas de cristal y lanegra noche, con renovada urgencia, y salió sin dudarlo al balcón de piedra.Abandonó la seguridad de la habitación consciente de que era algo que no debíahacer. Sabía que su hermano y el resto de Londres la juzgarían por sus acciones. Asus ojos, los balcones eran invernáculos del pecado.

www.lectulandia.com - Página 42

Page 43: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 43/298

Lo que resultaba ridículo, por supuesto. Era evidente que no podía ocurrir nadamalo por salir unos minutos a un balcón. Lo que debía evitar eran los jardines.

Hacía frío fuera, y Juliana agradeció el aire cortante. Levantó la mirada hacia eldespejado cielo de octubre y contempló las estrellas.

Por lo menos había algo que era inalterable.

 —No debería estar aquí.Juliana no se dio la vuelta ante las palabras del duque. No estaba demasiado

sorprendida. —¿Por qué? —Podría sucederle algo.Juliana encogió un hombro. —Mi padre solía decir que las mujeres tienen doce vidas. Como los gatos. —Aquí los gatos solo tienen nueve.

Juliana sonrió por encima del hombro. —¿Y las mujeres? —Muchas menos. No es seguro que esté aquí sola. —Lo era hasta que ha llegado usted. —Por eso siempre… —El duque se interrumpió. —Por eso siempre corro peligro. —Sí. —Entonces, ¿qué hace aquí, su excelencia? ¿No está poniendo en peligro su

propia reputación estando tan cerca de mí? —Finalmente se dio la vuelta y le vio avarios metros de ella. Dio una corta risotada—. Bueno, supongo que a esa distancianadie puede deshonrarse. Está seguro.

 —Le prometí a su hermano que la protegería del escándalo. Estaba tan cansada de que todo el mundo pensara que se encontraba a un paso

del escándalo…Juliana entrecerró los ojos. —Eso resulta muy irónico, ¿no cree? Hubo un tiempo en que usted era el mayor

peligro para mi reputación. ¿O no lo recuerda?Dijo aquello antes de poder contenerse, y, en las sombras, el semblante del duque

adquirió un aspecto pétreo. —Este no es el momento ni el lugar para discutir tales cuestiones. —Nunca lo es, ¿verdad?El duque cambió de tema. —Debería sentirse afortunada de que sea yo quien la haya encontrado. —¿Afortunada? ¿Está seguro? —Juliana le miró a los ojos, intentando encontrar

la calidez que una vez percibió en ellos. Sin embargo, se topó con la inquebrantablemirada patricia.

www.lectulandia.com - Página 43

Page 44: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 44/298

¿Cómo podía ser tan distinto ahora?Al notar que la ira la dominaba, volvió a dirigir la mirada hacia el cielo. —Creo que será mejor que se vaya. —Pues yo creo que lo mejor es que regrese al baile. —¿Por qué? ¿Cree que si bailo un reel me recibirán con los brazos abiertos y me

aceptaran en el redil? —Creo que jamás la aceptarán si no lo intenta.Juliana giró la cabeza para mirarle. —Usted cree que deseo su aceptación.El duque la miró largamente. —Creo que debería desear que la aceptáramos. Aceptáramos. Nosotros.Juliana se enderezó.

 —¿Por qué? Forman un grupo rígido y desapasionado, más preocupado por ladistancia adecuada entre las parejas de baile que en el mundo en el que viven. Creenque sus tradiciones, su educación y sus estúpidas reglas hacen de su vida algodeseable. Pero no es así. Solo los convierten en unos esnobs.

 —Y usted es solo una niña que no conoce el juego en el que está metida.Sus palabras fueron como un aguijonazo, pero no quería que el duque lo supiera.Juliana se acercó a él, poniendo a prueba su disposición a no retroceder. No lo

hizo.

 —¿Cree que considero esto un mero juego? —Creo que es imposible que lo considere de cualquier otro modo. Mírese. La

sociedad elegante a escasos metros de aquí y usted al borde de la ruina. —Su tono fuemordaz, su anguloso rostro ensombrecido y hermoso a la luz de la luna.

 —Ya se lo he dicho. No me importa lo que piensen. —Por supuesto que le importa. Si no le importara, no estaría aquí. Hace tiempo

que habría regresado a Italia y se habría olvidado de nosotros.Se produjo una larga pausa.Se equivocaba.No le importaba lo que pensaran de ella. Pero sí le importaba lo que él pensaba.Y aquello solo servía para aumentar su frustración.Se dio la vuelta hacia el jardín y se asió a la ancha barandilla de piedra del balcón

mientras consideraba qué ocurriría si corría en pos de la oscuridad.La encontrarían. —Espero que se le hayan curado ya las manos.Volvía a mostrarse educado. Impasible. —Sí. Gracias. —Respiró hondo—. Parecía estar disfrutando del baile.

www.lectulandia.com - Página 44

Page 45: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 45/298

El duque tardó un segundo en responder. —Ha sido tolerable.Juliana rio tímidamente. —Un gran cumplido, su excelencia. —Hizo una pausa—. Su pareja parecía estar

disfrutando de su compañía.

 —Lady Penelope es una bailarina excelente.La uva tenía nombre. —Sí, bueno, he tenido la suerte de conocerla durante la velada. Puedo decirle que

no sabe elegir muy bien a sus amistades. —No permitiré que la insulte. —¿No me lo  permitirá? ¿Y qué le hace pensar que está en disposición de

exigirme nada? —Hablo muy en serio. Lady Penelope es mi prometida, y le exijo que la trate con

el respeto que merece. El duque iba a casarse con la criatura insulsa.Juliana se quedó boquiabierta. —¿Está comprometido? —Aún no. Pero en este punto es solo una cuestión de formalidad.Juliana supuso que no era extraño que el duque estuviera comprometido con la

perfecta novia inglesa.Pero resultaba tan inapropiado…

 —He de confesar que jamás había oído a alguien hablar de un modo tandesabrido sobre el matrimonio.

Leighton cruzó los brazos para protegerse del frío, y la lana de su chaqueta negrade gala se tensó en los hombros, resaltando su amplitud.

 —¿Qué más se puede decir? Somos compatibles.Juliana parpadeó. —¿Compatibles?El duque asintió. —Exacto. —Qué apasionado.Leighton no reaccionó ante su sarcasmo. —Es una cuestión de negocios. En los buenos matrimonios ingleses no hay lugar

para la pasión. Era una broma. Tenía que serlo. —¿Cómo espera vivir su vida sin pasión?El duque dio un resoplido desdeñoso, y Juliana se preguntó si sería consciente de

su propia pomposidad. —Las emociones están sobrevaloradas.

www.lectulandia.com - Página 45

Page 46: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 46/298

Juliana soltó una risita. —Vaya, eso es quizás lo más británico que le haya oído decir a nadie. —¿Qué tiene de malo ser británico?Juliana sonrió lentamente. —Lo ha dicho usted, no yo. —Y continuó, consciente de que estaba irritándole—.

Todos necesitamos la pasión. Y a usted le sentaría bien una buena dosis en todos loscampos de su vida.

El duque enarcó una ceja. —¿Tengo que aceptar el consejo precisamente de usted? —Cuando ella asintió,

Leighton añadió—: Permítame hablar con sinceridad. Usted cree que mi vida necesitapasión, una emoción que la empuja a jardines umbríos, a carruajes de extraños, abalcones y que la impele a poner en riesgo su reputación con alarmante frecuencia.

Juliana levantó el mentón.

 —Exacto. —Puede que eso funcione con usted, señorita Fiori, pero yo soy diferente. Tengo

un título, una familia y una reputación que proteger. Por no mencionar el hecho deque estoy muy por encima de los instintos viles y… vulgares.

La arrogancia que destilaban sus palabras era cuasi asfixiante. —Es un duque —dijo ella con sarcasmo.Leighton la ignoró. —Exacto. Y usted es…

 —Alguien que está muy por debajo de usted.El duque enarcó una ceja dorada. —Lo ha dicho usted, no yo.Juliana dejó escapar el aire como si la hubieran golpeado en el vientre.El duque necesitaba una sagaz y enérgica lección. Una que arruinara la reputación

de un hombre para siempre. Una que solo una mujer podía proporcionar.Una lección que Juliana deseaba darle desesperadamente. —Es un… asino. —Los labios del duque trazaron una delgada línea al oír el

insulto, y Juliana hizo una exagerada y socarrona reverencia—. Le pido disculpas, suexcelencia, por haber recurrido a un lenguaje tan vulgar. —Le miró a través de susoscuras pestañas—. Permítame que se lo repita en inglés, esa lengua tan superior. Esusted un idiota.

 —Levántese —dijo él con los dientes apretados.Juliana le obedeció, tragándose la ira que amenazaba con dominarla, y Leighton

le clavó sus fuertes dedos en el hombro, encarándola hacia la sala de baile. Cuandovolvió a hablar, lo hizo a escasos centímetros de su oreja, con voz grave y enfurecida:

 —Cree que su valorada pasión la convierte en alguien mejor que nosotros, cuandoen realidad solo pone en evidencia su egoísmo. Tiene una familia que se esfuerza por

www.lectulandia.com - Página 46

Page 47: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 47/298

conseguir para usted la aceptación social y, a pesar de eso, lo único que le interesa austed es satisfacer todos sus deseos.

Juliana sintió cómo el odio se apoderaba de ella. —No es verdad. Me preocupo mucho por ellos. Jamás haría nada que… —Se

detuvo. Jamás haría nada que pudiera incomodarlos.

Aquello no era enteramente cierto. Después de todo, ahora mismo estaba en unoscuro balcón en compañía de él.

El duque pareció intuir sus pensamientos. —Su imprudencia será su ruina… y posiblemente también la de ellos. Si se

preocupara por ellos, intentaría comportarse como una dama y no como una…Leighton se detuvo antes de pronunciar el insulto.Pero Juliana lo oyó de todos modos.Y entonces sintió cómo la calma se aposentaba en su interior.

 Deseaba humillar a aquel hombre perfecto y arrogante.Si la consideraba una imprudente, se comportaría como tal.Lentamente, Juliana apartó el brazo de su alcance. —¿Realmente cree que está por encima de la pasión? ¿Que su mundo perfecto

puede regirse únicamente con rígidas normas y experiencias flemáticas?El duque dio un paso atrás ante el desafío que destilaban sus palabras. —No lo creo. Lo sé.Juliana asintió.

 —Demuéstrelo. —Leighton enarcó una ceja pero no dijo nada—. Permítame quele demuestre que ni siquiera un duque frígido puede sobrevivir sin la pasión.

Leighton continuó inmóvil. —No. —¿Tiene miedo? —No, falta de interés. —Lo dudo. —Realmente le importa un comino la reputación, ¿verdad? —Si tanto le preocupa su reputación, su excelencia, le recomiendo que traiga una

carabina. —¿Y si resisto su vida tempestuosa? —Entonces se casará con la uva y todo estará bien.Leighton parpadeó. —¿Uva? —Lady Penelope. —Se produjo una larga pausa—. Pero… si no puede

resistirse… —Se acercó a él, su aliento era una tentación en el frío aire de octubre. —¿Entonces qué? —preguntó él con voz grave y oscura.Ya era suyo. Conseguiría ponerle de rodillas.

www.lectulandia.com - Página 47

Page 48: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 48/298

Y a su mundo perfecto con él.Juliana sonrió. —Entonces su reputación estará en serio peligro.El duque guardó silencio; el único movimiento era el lento espasmo del músculo

de su mandíbula. Un momento más tarde, Juliana pensó que podía dejarlo allí, con su

amenaza cerniéndose en el frío aire nocturno.Y entonces Leighton dijo: —Le doy dos semanas. —Juliana no tuvo tiempo de disfrutar de la victoria—.

Pero será usted quien aprenda la lección, señorita Fiori.El recelo se impuso. —¿Qué lección? —Que la reputación siempre triunfa.

www.lectulandia.com - Página 48

Page 49: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 49/298

4

«Caminar o trotar es adecuado.Las damas delicadas jamás galopan».

Tratado sobre las damas más exquisitas

«La hora de moda es cada vez más temprano…».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823

A la mañana siguiente, el duque de Leighton se levantó con el sol.Se aseó, se puso ropa de lino fresca y piel de ante tersa, se calzó sus botas de

montar, se anudó su pañuelo al cuello e hizo que le trajeran su montura.En menos de un cuarto de hora, cruzaba el gran vestíbulo de su palacete, donde

aceptó un par de guantes de montar y una fusta de manos de Boggs, su atentomayordomo, y salió de la casa.

Llenándose los pulmones de aire matinal, fresco y henchido de los olores delotoño, el duque se subió él mismo a la silla de montar, como hacía cada mañanadesde el día en que asumió el ducado, quince años atrás.

En la ciudad o en el campo, lloviera o hiciera sol, en invierno o en verano, el

ritual era sacrosanto.Hyde Park estaba virtualmente vacío a aquella hora tan intempestiva; eran pocos

los interesados en montar a caballo sin la oportunidad de que otros los vieran, y aúneran menos los interesados en salir de sus casas a aquella hora de la mañana.Precisamente por eso Leighton disfrutaba tanto de los paseos matinales: el silenciopuntuado solo por los cascos, por el sonido de la respiración de su caballo fundidacon la suya propia mientras recorrían a medio galope los largos y solitarios senderos,que unas horas más tarde se llenarían con los miembros de la buena sociedad que aún

no se habían ido de la ciudad y que deseaban estar al tanto de los últimos cotilleos.La sociedad elegante comerciaba con la información, y Hyde Park en un hermoso

día era el lugar ideal para el intercambio de semejante producto. Era solo cuestión de tiempo antes de que su familia se convirtiera en el producto

del día.Leighton se recostó sobre su caballo, incitando al animal a avanzar más deprisa,

como si con aquello pudiera dejar atrás las habladurías.Cuando se descubriera el escándalo que rodeaba a su hermana, los cotilleos

circularían como la pólvora, y su familia se quedaría sin nombre y reputación queproteger. El ducado de Leighton se remontabaa a hacía más de once generaciones.Habían luchado al lado de William el Conquistador. Y los que ostentaban el título y la

www.lectulandia.com - Página 49

Page 50: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 50/298

venerable posición muy por encima del resto de la sociedad tenían grabada a fuegouna regla inexcusable: Que nada mancille el nombre.

Durante once generaciones aquella regla había sido cuidadosamente respetada.Hasta ahora.Durante los últimos meses, Leighton había hecho todo lo posible para asegurar

que su nombre continuara siendo inmaculado. Había dejado a su amante, se habíadedicado con entusiasmo a su trabajo en el Parlamento y había atendido multitud derecepciones cuyos anfitriones dominaban la percepción que tenía la sociedad elegantedel decoro. Había bailado danzas campestres. Había tomado el té. Había asistido alAlmack’s. Había visitado a las familias más respetadas de la aristocracia.

Había difundido el respetable y aceptado rumor de que su hermana se encontrabaen el campo durante el verano. Y después durante el otoño. Y dentro de poco duranteel invierno.

Pero no era suficiente. Nada lo sería.Y esa certidumbre —la aguda evidencia de que jamás podría proteger del todo a

su familia del curso natural de los acontecimientos— amenazaba su serenidad.Solo le quedaba una opción.Una esposa adecuada e intachable. Una futura niña mimada de la sociedad

elegante.Aquel mismo día debía encontrarse con el padre de lady Penelope. El marqués de

Needham y Dolby se había aproximado a Leighton la noche anterior y le había

sugerido un encuentro para «hablar del futuro». Leighton no tenía motivos paradilatar la cuestión, pues cuanto antes tuviera la aprobación del marqués, mejorpreparado estaría para enfrentarse a las lenguas viperinas cuando se destapara elescándalo.

Una sonrisa tímida acudió a sus labios. El encuentro era una mera formalidad. Dehecho, el marqués había estado a punto de hacer la proposición él mismo.

No había sido la única proposición que recibió aquella noche. Ni la más tentadora.El duque se enderezó sobre la silla y tiró de las riendas para hacerse de nuevo con

el control del caballo. Una imagen apareció en su mente: Juliana enfrentándolo comoun guerrero en el balcón de Weston House, lanzando su desafío como si se tratara deun simple juego. Permítame que le demuestre que ni siquiera un duque frígido puedesobrevivir sin la pasión.

Las palabras resonaron a su alrededor en su cantarín acento italiano como siJuliana estuviera allí, susurrándole nuevamente al oído. Pasión.

Cerró los ojos para deshacerse del pensamiento y volvió a espolear a su caballo,como si el viento cortante en sus mejillas pudiera combatir la palabra y su efectosobre él.

www.lectulandia.com - Página 50

Page 51: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 51/298

Juliana le había provocado. Y había sentido tal ira ante la arrogancia de su tono devoz —ante su convencimiento de que todos los principios sobre los que se asentabasu vida eran despreciables— que en aquel momento lo único que deseaba erademostrarle que se equivocaba, que su insistencia en la vacuidad de su mundo eraalgo tan ridículo como su estúpida apuesta.

Le había concedido dos semanas.No era un plazo arbitrario. Le había dado dos semanas para llevar a cabo su

tentativa, pero al final sería él quien le demostrara a ella que la reputación estaba porencima de todo. Cuando concluyera el plazo, enviaría el anuncio de su compromisonupcial al Times, y Juliana aprendería que la pasión era un camino tentador… perotremendamente frustrante.

No le cabía duda de que, de haber rechazado su ridículo desafío, Juliana habríaembaucado a otro hombre para sus grotescos planes, alguien que no estuviera en

deuda con Ralston y que no tuviera el más mínimo interés en evitar su ruina.En realidad le había hecho un favor.Que haga lo que quiera. Por favor.La maliciosa palabra fue como un fogonazo, y después la tentadora visión de

Juliana. Sus largos y desnudos miembros enredados en las sábanas de lino, su cabelloextendido como satén sobre la almohada, sus ojos, del color de zafiros de Ceilán,prometiéndole el mundo mientras sus carnosos labios se curvaban y le susurraban su

nombre, cada vez más cerca.Durante un instante cedió ante la fantasía —pues no pasaría de eso—, e imaginó

cómo sería tenderse a su lado, abrazar su largo y exuberante cuerpo y sumergirse ensu pelo, en su piel, en sus cálidas y acogedoras caderas, y dejarse llevar por la pasiónque ella tanto estimaba.

Sería como estar en el paraíso.La había deseado desde el mismo día en que la conoció, joven, lozana y tan

distinta de las muñecas de porcelana que eran obligadas a desfilar delante de él pormadres que apestaban a desesperación.

Y durante un breve instante pensó que podría ser suya. A sus ojos, le habíaparecido como una exótica joya extranjera, precisamente el tipo de esposa que seajustaba a las necesidades del duque de Leighton.

Hasta que descubrió su auténtica identidad y el hecho de que carecíacompletamente del pedigrí exigible a la futura duquesa.

Incluso entonces había considerado la posibilidad de hacerla suya. Pero no creíaque Ralston aceptara de buen grado que su hermana se convirtiera en la amante de unduque, y mucho menos de uno a quien repudiaba abiertamente.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos —afortunadamente— por el enérgico

www.lectulandia.com - Página 51

Page 52: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 52/298

sonido de otros cascos de caballo. Leighton se enderezó sobre la silla, ralentizando denuevo el ritmo del animal, y al mirar hacia el otro lado del prado, distinguió a uncaballo y a su montura cabalgando a galope tendido, que se dirigia hacia él a unaimprudente velocidad incluso para un jinete obviamente experimentado como aquel.Leighton se detuvo, impresionado ante el movimiento sincronizado de amo y bestia.

Sus ojos recorrieron las largas y gráciles piernas y los fuertes músculos del negrocorcel para después pasar a evaluar el cuerpo del jinete, el cual formaba un mismo sercon el caballo, inclinado sobre el cuello de la criatura, susurrándole palabras deánimo.

Simon buscó los ojos del jinete para mostrarle su reconocimiento con unasentimiento, de un jinete experimentado a otro, y entonces se quedó petrificado.

Los ojos que encontró eran de un azul intenso y relucían con una mezcla dedesafío y satisfacción.

Tuvo la certeza de que acababa de conjurarla, puesto que no cabía ningunaposibilidad de que Juliana Fiori estuviera allí, en Hyde Park, al amanecer, vestida conuna indumentaria masculina y cabalgando a una velocidad suicida, como si estuvieraen la mismísima pista de Ascot.

Detuvo su montura de forma inconsciente, incapaz de hacer nada más queobservarla progresar hacia él, ignorando o menospreciando el descrédito y la ira queamenazaban con dominarlo, dos emociones que se enfrentaban en un combatepoderoso y perturbador por el control de su mente.

Juliana llegó finalmente a su lado, y detuvo su avance con tal precisión queSimon supo inmediatamente que no era la primera vez que montaba con semejanteenergía y velocidad. La observó boquiabierto mientras ella se quitaba uno de susguantes negros para acariciar el largo cuello de su caballo y le susurraba palabras dealiento en un italiano suave y jadeante cuando el animal reaccionó al contacto de sumano desnuda. Juliana dobló sus largos dedos en el pelaje de la bestia, rascándoloenérgicamente para recompensarlo.

Solo entonces, tras elogiar debidamente al caballo, Juliana se volvió hacia él,como si aquel fuera un encuentro totalmente normal y apropiado.

 —Buenos días, su excelencia. —¿Está usted loca? —Sus palabras sonaron duras y severas, extrañas incluso para

él mismo. —He decidido que si Londres… y usted… están tan convencidos de mi

cuestionable personalidad, no existe ningún motivo por el que deba preocuparme enexceso, ¿no le parece? —Agitó una mano como si estuviera evaluando la posibilidadde que los sorprendiera la lluvia—. Desde que llegué aquí no había podido montar aLucrezia como es debido. Y a ella le encanta… ¿no es verdad, carina? —Volvió ainclinarse sobre su cuello y a murmurar al oído de la yegua, la cual se pavoneó ante

www.lectulandia.com - Página 52

Page 53: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 53/298

las cariñosas palabras de su ama y resopló de placer por ser tan adecuadamentealabada.

 No podía culpar a la bestia.Simon se deshizo de aquel pensamiento. —¿Qué está haciendo aquí? ¿Tiene idea de lo que podría ocurrirle si la

descubrieran? ¿Qué lleva puesto? ¿Qué estaba pensando…? —¿Qué pregunta desea que conteste primero? —No me ponga a prueba.Juliana no parecía muy intimidada. —Ya se lo he dicho. Hemos salido a cabalgar. Usted sabe tan bien como yo que el

riesgo de ser vistos a esta hora es mínimo. El sol apenas ha salido. Y respecto a miindumentaria… ¿no cree que es mejor que vaya vestida como un caballero? De esemodo, si alguien me viera, no se detendría a mirarme dos veces. Lo que no ocurriría

si me hubiera puesto un vestido de montar. Además, estoy segura de que estará deacuerdo conmigo en que montar a mujeriegas no es tan divertido.

Juliana trazó con su mano desnuda la larga extensión de su muslo para destacar suatuendo, y Simon no pudo evitar seguir el movimiento con la vista, apreciando latorneada curva de su pierna, pegada contra el flanco del animal. Tentándolo.

 —¿Lo está, su excelencia?Simon levantó la vista para mirarla a los ojos, y reconoció en estos un regocijo

petulante que no le gustó nada.

 —¿Si estoy qué? —¿Está de acuerdo conmigo en que es menos divertido montar a mujeriegas? Es

tan adecuado. Tan… tradicional.El duque volvió a sentirse invadido por una irritación muy familiar, y con esta

recuperó la cordura. Echó un vistazo a su alrededor para comprobar que en la ampliaextensión del prado no hubiera más jinetes. Estaba vacío. Gracias a Dios.

 —¿Que la ha llevado a cometer una locura como esta?Juliana sonrió, lentamente, con la satisfacción de una gata al sumergir por primera

vez los bigotes en un cuenco lleno de leche. —Porque es una sensación maravillosa, ¿por qué iba a ser?Sus palabras fueron como un golpetazo en la cabeza, suaves, sensuales e

inequívocas.Y completamente inesperadas. —No debería decir esas cosas.Juliana frunció el ceño. —¿Por qué no? —No es apropiado. —Simon fue consciente de la necedad del comentario antes

incluso de decirlo.

www.lectulandia.com - Página 53

Page 54: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 54/298

Juliana emitió un suspiro exagerado y doliente. —¿No hemos superado ya eso? —Cuando él no respondió, ella continuó—:

Reconozca, su excelencia, que no está aquí montado en su caballo, cuando el cieloaún está velado de oscuridad, porque considere que cabalgar es simplementeagradable. Está aquí porque para usted también es una sensación maravillosa. — 

Apretó los labios hasta formar una fina línea y después emitió una corta risitacómplice que provocó en Leighton un escalofrío de reconocimiento. Juliana volvió aponerse el guante y él observó sus movimientos, paralizado por la precisión en que lapiel se adaptaba a la delicada red de sus dedos—. Puede negarlo, pero lo he visto.

El duque no pudo resistirse. —¿Qué ha visto? —La envidia. —Juliana le señaló con uno de sus largos dedos en un gesto que

debería haber considerado insolente—. Antes de reconocerme sobre este caballo…

deseaba estar en mi lugar. Dar rienda suelta a su montura y cabalgar… con pasión. — Tirando de las riendas, situó a su yegua encarada hacia la amplia extensión del prado,vacío y tentador.

Simon la observó detenidamente, incapaz de apartar la mirada de ella, del modoen que resplandecía con energía y poder.

Sabía lo que iba a ocurrir.Y estaba preparado. —Le desafío a una carrera hasta el Serpentín. —Sus palabras tenían una suave

cadencia italiana, y quedaron flotando en el aire detrás de ella cuando espoleó sumontura. En pocos segundos cabalgaba a galope tendido.

Fue tras ella sin pensárselo dos veces.Aunque su montura era más rápida, más fuerte, Simon mantuvo a la criatura bajo

control mientras observaba a Juliana. Cabalgaba como una experta, moviéndose conel animal, inclinada sobre el cuello de la yegua. Aunque no podía oírla, supo queestaba hablándole a la bestia, animándola, alabándola… dándole la libertad para quecorriera tan rápido como deseara.

Desde su posición unos metros por detrás, Simon se dedicó a trazar con la miradala larga y recta espalda de Juliana, la generosa curva de su trasero, el modo en que susmuslos se constreñían y separaban de los costados de su montura, dando órdenessilenciosas e irresistibles a la bestia debajo de ella.

El duque se sintió invadido por un intenso deseo.Que rechazó casi inmediatamente. No era ella. Era la situación.Entonces ella miró por encima del hombro, y sus ojos azules relucieron al

comprobar que él la había seguido. Que iba a su zaga. Soltó una carcajada, y elsonido viajó con el viento penetrante y los primeros rayos del sol, envolviéndole

www.lectulandia.com - Página 54

Page 55: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 55/298

completamente mientras ella volvía a centrarse en la carrera.Simon dio rienda suelta a su caballo, confiriéndole el control.La superó en pocos segundos e inició la amplia curva que reseguía la zona

densamente arbolada del parque, atravesando el prado y encaminándose al borde dellago del Serpentín. Simon se dejó llevar por el movimiento, por el modo en que el

mundo se balanceaba y deslizaba, dejando tras de sí solo al hombre y su corcel.Juliana tenía razón.Era una sensación maravillosa.Simon echó la vista atrás, incapaz de apartar la vista de ella durante mucho

tiempo, y la vio, a varios metros de él, desviándose del sendero que él había elegido yadentrándose sin disminuir la velocidad en el denso follaje.

¿Adónde demonios se dirigía?Simon tiró de las riendas y su caballo se encabritó para obedecer su orden,

dándose la vuelta prácticamente en el aire. Espoleó al animal y este se adentró en elbosque a escasos metros detrás de Juliana.

El sol matinal aún no había alcanzado la línea de árboles, pero la falta de luz no leimpidió a Simon cabalgar desbocado por el tenebroso sendero apenas visible desde elprado. La agitación se le trabó en la garganta, en parte provocada por la rabia, enparte por el miedo. El sendero serpenteaba delante de él, lo que solo le permitíadistinguir brevemente a Juliana y su montura.

Después de un giro especialmente brusco, se detuvo en la parte superior de una

larga y umbría recta por la que Juliana apremiaba a su yegua en dirección a unenorme tronco caído que bloqueaba el sendero.

Simon entendió su propósito con alarmante claridad. Iba a saltarlo.La llamó por su nombre con un grito severo, pero ella no redujo la marcha ni se

dio la vuelta. Por supuesto que no.Se le detuvo el corazón cuando caballo y jinete se levantaron del suelo

grácilmente, superando el obstáculo con varios palmos de margen. Volvieron aposarse en el suelo y giraron en redondo en el extremo más alejado del árbol. Simon,lívido y furioso, perjuró y se inclinó sobre su montura, desesperado por llegar a sulado.

 Alguien debía atar en corto a aquella muchacha.Superó el tronco caído, sin mayores dificultades, mientras se preguntaba cuánto

tiempo más persistiría Juliana en aquella persecución estúpida. Su ira aumentaba concada nueva zancada de su caballo.

Tras una curva, tiró con fuerza de las riendas.En mitad del sendero estaba la yegua de Juliana, serena y relajada.Y sin su jinete.

www.lectulandia.com - Página 55

Page 56: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 56/298

Simon bajó de su caballo antes de que este se detuviera del todo. Llamó a Julianapor su nombre, quebrando el sosegado aire matinal, y entonces la vio, apoyada en unárbol a un lado del sendero, con las manos apoyadas en las rodillas tratando derecuperar el aliento, las mejillas encendidas por culpa del esfuerzo y el frío, los ojosbrillantes por la agitación y algo más que en aquel momento no tenía la paciencia de

identificar.Simon corrió a su encuentro. —¡Es usted una insensata! —bramó—. ¡Podría haberse matado!Juliana no se amedrentó ante su ira; todo lo contrario, su rostro se iluminó con

una sonrisa. —Tonterías. Lucrezia ha superado obstáculos más altos y traicioneros.El duque se detuvo a escasos centímetros de ella, con los puños apretados. —Como si se trata del mismísimo corcel del diablo. Ha hecho todo lo posible por

sufrir un accidente.Juliana descruzó los brazos y los desplegó a ambos lados de su cuerpo. —Y, pese a todo, estoy ilesa.Sus palabras no sirvieron para tranquilizar a Simon. De hecho, le pusieron aún

más furioso. —Ya lo veo.Juliana arqueó la comisura de los labios, un gesto que muchos hombres

encontrarían atractivo. A él le resultó molesto.

 —Estoy más que ilesa. Me siento alborozada. ¿No le había dicho que tenemosdoce vidas?

 —Sin embargo, no puede sobrevivir a doce escándalos, y su cuenta no hace másque aumentar. Podría haberla descubierto alguien. —El duque fue consciente delenojo que destilaban sus palabras y se odió por ello.

Juliana soltó una carcajada, y el radiante sonido de su voz iluminó la umbríaarboleda.

 —Solo han sido un par de minutos. —Si no la hubiera seguido, podría haber acabado en manos de ladrones. —¿A esta hora? —Para ellos sería tarde.Juliana meneó la cabeza lentamente y dio un paso hacia él. —Pero me ha seguido. —Cosa que usted no sabía que ocurriría. —No supo por qué aquello era tan

importante. Pero lo era.Juliana se acercó un poco más, cautelosamente, como un animal salvaje. Él se sentía como uno. Fuera de control.Respiró hondo y se sintió inundado por su aroma.

www.lectulandia.com - Página 56

Page 57: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 57/298

 —Por supuesto que iba a seguirme. —¿Por qué piensa eso?Juliana encogió elegantemente uno de sus hombros. —Porque quería hacerlo.La tenía al alcance de su mano. Simon flexionó los dedos a ambos lados de su

cuerpo, deseando tocarlo, atraerla hacia él y demostrarle que tenía razón. —Se equivoca. La he seguido para evitar que se metiera en más problemas. — 

Juliana la miraba con sus ojos brillantes y sus labios carnosos dibujando una tímidasonrisa que prometía secretos infinitos—. La he seguido porque su impulsividad esun peligro para usted misma y para los demás.

 —¿Está seguro?La conversación se le estaba escapando de las manos. —Por supuesto que sí —dijo, esforzándose por encontrar pruebas que lo

demostraran—. No tengo tiempo para sus juegos, señorita Fiori. Hoy he deencontrarme con el padre de lady Penelope.

Juliana desvió la mirada una décima de segundo pero volvió a centrarla en él. —Será mejor que se vaya, entonces. No querrá perderse una cita tan importante.Simon percibió el desafío en sus ojos.Vete.Quería hacerlo.Iba a hacerlo.

Un largo mechón de cabello negro se había soltado de su sombrero, y Simonalargó el brazo de forma instintiva. Debería haberse limitado a apartarlo de su rostro —de hecho, ni siquiera debería haberlo tocado—, pero en cuanto lo tuvo entre losdedos, no pudo evitar enrollárselo una, dos veces en su puño, observar cómo formabauna franja sobre la suave piel de sus guantes de montar. Deseó sentir el sedosomechón sobre su piel.

A Juliana se le aceleró la respiración, y Simon desvió la mirada hacia su pechopalpitante protegido por su abrigo. La prenda masculina debería de haberle puestoaún más furioso, pero, en lugar de eso, sintió una descarga de deseo que le recorriótodo el cuerpo. Solo le separaban de ella una ristra de botones; botones que podíanarrancarse fácilmente, dejándola sin nada más que la tela de lino de su camisa, lacual, a su vez, podía separarse de los pantalones de montar, permitiendo el acceso a lasuave piel femenina que se ocultaba debajo.

Cuando volvió a mirarla a los ojos, vio que había desaparecido el audaz desafío yla petulante satisfacción de su semblante, reemplazados por algo crudo, poderoso einmediatamente reconocible.

 Deseo.De repente, Simon supo cómo recuperar el control de la situación. De sí mismo.

www.lectulandia.com - Página 57

Page 58: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 58/298

 —Creo que deseaba que la siguiera. —Yo… —Juliana se interrumpió, y Simon sintió el embriagador placer del

cazador que detecta su primera presa—. No me importaba. —Mentirosa. —Susurró la palabra, con voz grave y resonante en el pesado aire

matinal. Tiró del mechón de cabello, atrayéndola hacia él hasta que ambos quedaron

a escasos centímetros el uno del otro.Juliana abrió la boca para coger aire, atrayendo su atención.Y cuando Simon vio aquellos labios embriagadores ligeramente abiertos,

reclamándolo, no pudo resistirse. Ni siquiera lo intentó.Sabe como la primavera.El pensamiento estalló dentro de él al rozar los labios de Juliana con los suyos,

levantar las manos para acoger con ellas sus mejillas, ladearle ligeramente la cabezapara acceder mejor a ella. Tuvo la sensación de que susurraba su nombre… un sonido

terso, susurrante e increíblemente embriagador. La atrajo más hacia él, presionándolacon su cuerpo. Ella no opuso resistencia, se contoneaba pegada a él como si supieralo que deseaba antes incluso que él.

Y tal vez lo sabía.Simon le recorrió el carnoso labio inferior con la lengua, y cuando la oyó jadear,

no esperó más: volvió a tomar su boca, a jugar con su lengua, a no pensar en nadamás que no fuera ella. Y entonces ella le devolvió el beso, reproduciendo susmovimientos, y Simon se dejó llevar por la sensación. Las manos de Juliana

recorrieron sus brazos con tortuosa lentitud hasta que finalmente alcanzaron sucuello, sus dedos juguetearon con su cabello, la suavidad de sus labios y losenloquecedores, maravillosos sonidos que brotaban de su garganta cuando él lareclamaba.

Y era una reclamación primitiva y perversa.Juliana se pegó más a él, y al notar el volumen de sus pechos presionándole la

parte superior del suyo, sintió una oleada de placer. La besó con más ímpetu y deslizólas manos por su espalda para acercar su cuerpo a donde más la deseaba. Lospantalones de montar le permitían una movilidad que las faldas le hubieran negado, yle recorrió con la palma de la mano su largo y glorioso muslo, levantándole la piernahasta acunar su palpitante extremidad en su cálido núcleo.

Simon interrumpió el beso con un suave gruñido y Juliana se meció pegada a sucuerpo con un ritmo que inflamó su deseo.

 —Es una hechicera. —En aquel momento no era más que un joven inocenteintentando descubrir por primera vez qué se esconde bajo una falda, el deseo, laexcitación y algo mucho más básico, que colisionaba en su interior en un tumulto desensaciones.

Deseaba que se tendiera completamente desnuda allí mismo, en el sendero de

www.lectulandia.com - Página 58

Page 59: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 59/298

tierras en el centro de Hyde Park, sin importarle que alguien pudiera verlos.Cogió el suave lóbulo de su oreja entre los dientes, tanteando la tierna carne que

lo conformaba, hasta que ella gritó alto y claro: —¡Simon!El sonido de su nombre interrumpiendo el silencio de la mañana le hizo regresar a

la realidad. Se separó de ella y le soltó la pierna como si de repente hubiera empezadoa arder. Retrocedió jadeante, observando cómo la confusión sustituía al deseo en susemblante.

Juliana dio un traspié en cuanto dejó de contar con su apoyo, incapaz de sustentarsu propio peso sin previo aviso. Simon avanzó para sostenerla y ayudarla a recuperarel equilibrio.

En cuanto lo consiguió, Juliana renunció a su brazo auxiliador y dio un paso atrás.Un velo cubrió sus ojos y la emoción que trasmitía su mirada se enfrió. Simon deseó

besarla de nuevo para traer de vuelta el deseo.Juliana dio media vuelta antes de que pudiera hacerlo y se dirigió hacia su

montura, la cual aún seguía en mitad del camino. Observó, incapaz de moverse, cómoJuliana subía a la silla con desenvoltura y le miraba desde arriba con la gracia de unareina.

 Debería disculparse.Acababa de acosarla en mitad de Hyde Park. Si hubiera aparecido alguien…Juliana interrumpió su pensamiento.

 —Parece ser que no es tan inmune a la pasión como cree, su excelencia.Y con un frío movimiento de su muñeca se alejó como un tiro en la misma

dirección por la que habían venido.La siguió con la mirada hasta que desapareció, atento al intervalo de silencio que

indicaba que había vuelto a saltar por encima del árbol caído; esperando que elsilencio fugaz ahogara el eco de su título en los labios de Juliana.

www.lectulandia.com - Página 59

Page 60: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 60/298

5

«Nunca se sabe dónde pueden ocultarse los rufianes.Las damas elegantes no

 salen de casa solas».

Tratado de las damas más exquisitas

«Resultan sorprendentes las decisiones que pueden tomarse sobre un fusil aún

humeante».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823

El marqués de Needham y Dolby apuntó con cuidado a un urogallo rojo y apretóel gatillo de su fusil. El tiro rasgó el calmo aire de la tarde.

 —Maldita sea. He fallado.Simon evitó comentar que el marqués había fallado los tiros dirigidos a las cinco

criaturas a las que había apuntado desde que sugirió que conversaran en el exterior,«como hombres».

El corpulento aristócrata apuntó y disparó de nuevo, y el estruendo le produjo aSimon un estremecimiento de irritación. Nadie cazaba por la tarde. Y mucho menos

alguien con una puntería tan lamentable. —¡Maldita sea!Otro error. Simon empezó a preocuparse por su propia seguridad. Si el hombre

deseaba destrozar los jardines de su extensa propiedad en la margen del Támesis, nosería él quien le disuadiera de ello; lo que no significaba que no lamentara laproximidad ante semejante ineptitud.

Aparentemente, incluso el marqués tenía sus límites. Con una maldiciónfarfullada, le entregó el fusil a un criado y, entrelazando las manos a la espalda,

empezó a caminar por un largo y sinuoso sendero que se alejaba de la casa. —De acuerdo, Leighton, será mejor que vayamos al grano. Desea casarse con mi

hija mayor.Tal vez el marqués fuera un pésimo tirador, pero no era tonto. —Creo que el enlace beneficiaría a ambas familias —dijo Simon situándose junto

al marqués. —Sin duda, sin duda. —Caminaron en silencio unos momentos antes de que el

marqués continuara—. Penelope será una duquesa excelente. No tiene cara de caballo

y sabe cuál es su lugar. No exigirá nada desproporcionado.Aquello era lo que Simon deseaba oír. Era una alabanza a su elección de la dama

que debía convertirse en su futura esposa.

www.lectulandia.com - Página 60

Page 61: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 61/298

 Entonces ¿por qué le perturbaba tanto?El marqués continuó. —Una chica excelente, sensible y preparada para cumplir con su deber. De buen

linaje inglés. No debería tener problemas para tener hijos. No se hace ninguna ilusiónsobre el matrimonio ni sobre todas esas cosas extravagantes que las chicas de hoy

creen que merecen.Como la pasión.Una imagen apareció en su mente, imprevista, indeseada: Juliana Fiori sonriendo

ante sus propias palabras. Ni siquiera un duque frígido como usted puede sobrevivirsin la pasión.

Tonterías.Seguía pensando lo mismo que la noche anterior: la pasión no tenía cabida en un

buen matrimonio inglés. Y, al parecer, lady Penelope era de la misma opinión.

Lo que la calificaba como la candidata ideal para convertirse en su esposa.Era totalmente adecuada.Exactamente lo que necesitaba.Todos necesitamos la pasión.Las palabras resonaron como un susurro en algún lugar recóndito de su mente,

ese tono socarrón matizado por el acento italiano.El duque apretó los dientes. Juliana no sabía lo que él necesitaba.Con un asentimiento cortante, Simon dijo:

 —Me alegra oír que cuento con su aprobación. —Por supuesto que sí. Es un matrimonio adecuado. Dos líneas aristocráticas

británicas de calidad. Iguales en reputación y pedigrí —dijo el marqués quitándose elguante de su mano derecha y extendiéndola hacia Simon.

Mientras encajaba la mano de su futuro suegro, Simon se preguntó si pensaría demodo distinto en cuanto salieran a la luz pública los secretos de la casa Leighton.

 Entonces, la familia Leighton no gozaría de una reputación tan intachable.Simon confiaba en que el matrimonio sirviera para que todos ellos pudieran

sobrevivir al escándalo.Al encaminarse de nuevo hacia Dolby House, Simon dejó escapar un lento y

largo suspiro.Un paso más. Lo único que debía hacer ahora era proponerle matrimonio a la

dama.El marqués le miró de refilón. —Penelope está en casa. Si lo desea, puede hablar ahora con ella.Simon comprendió el significado oculto tras sus palabras. El marqués deseaba

anunciar y completar el compromiso cuanto antes. No era habitual que un duquebuscara esposa.

www.lectulandia.com - Página 61

Page 62: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 62/298

Consideró la posibilidad. Después de todo, no había razón para posponer loinevitable.

 Dos semanas.Le había dado dos semanas a Juliana.Había sido una concesión ridícula. Podría haber utilizado aquellas dos semanas en

beneficio propio, para planificar la boda, por ejemplo. Si hubiera insistido, inclusopodría haber estado casado en aquel plazo.

Y, en lugar de eso, había accedido al estúpido juego de Juliana.Como si tuviera tiempo para juegos y comportamiento temerario y atuendos

impropios y… Abrazos irresistibles.No. Lo de aquella mañana había sido un error. Un error que no podía repetirse. Por mucho que deseara repetirlo.

Sacudió la cabeza. —¿No está de acuerdo?Las palabras del marqués sacaron al duque de su ensoñación. Se aclaró la

garganta. —Me gustaría cortejarla adecuadamente, si me lo permite. —No es necesario, ¿sabe? Todo el mundo sabe que no es un compromiso basado

en el amor. —Alborozado ante semejante ocurrencia, el marqués se rio con ganasdesde las profundidades de su abultada barriga. Simon hizo todo lo posible por

ocultar su irritación. Cuando finalmente logró contenerse, su futuro suegro añadió—:Solo quería decir que es de conocimiento público su aversión a las emocionespueriles. Penelope no espera que la corteje.

Simon ladeó la cabeza. —Pese a todo, me gustaría hacerlo. —No me importa cómo lo haga, Leighton —dijo el marqués recorriendo con sus

grandes manos su voluminoso contorno—. Mi único consejo es que empiece tal ycomo espera continuar. Las esposas son más fáciles de manejar si saben desde unbuen principio qué esperar del matrimonio.

La marquesa de Needham y Dolby era una mujer afortunada, pensó Simonirónicamente.

 —Intentaré seguir su consejo.El marqués asintió una sola vez. —¿Le apetece un brandy para celebrar un excelente compromiso?Había pocas cosas que Simon deseara menos que pasar más tiempo con su futuro

suegro. Sin embargo, también sabía que no era adecuado rechazar su ofrecimiento. Yano podía permitirse el lujo de vivir ajeno a aquel tipo de exigencias.

 No podría volver a hacerlo nunca más.

www.lectulandia.com - Página 62

Page 63: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 63/298

Tras una pausa, dijo: —Me encantaría.Dos horas después, Simon se encontraba de nuevo en su palacete, sentado en su

sillón favorito, con su perro a los pies, mucho menos exultante de lo que deberíasentirse. La reunión no podría haber ido mejor. Dentro de poco quedaría unido a una

familia de enjundia e impecable reputación. Aunque no había visto a lady Penelope —a decir verdad, no había querido verla—, todo estaba dispuesto, e imaginó que soloera cuestión de conseguir la aceptación de la dama antes de poder hacer oficial elcompromiso.

 —Supongo que el resultado de tu visita ha sido satisfactorio.Simon se tensó repentinamente y se dio la vuelta para enfrentar la fría y gris

mirada de su madre. No la había oído entrar. Se puso de pie. —Así es.

Ella no se movió. —El marqués ha dado su consentimiento.Simon se acercó al bar. —Sí. —Es muy pronto para beber, Leighton.Simon se dio la vuelta con un vaso de whisky en la mano. —Considéralo un brindis.Su madre no respondió y siguió mirándole impertérrita. Se preguntó qué estaría

pensando. Aunque nunca había comprendido qué se ocultaba bajo la glacial fachadade la mujer que le había dado la vida.

 —Dentro de poco serás suegra. —Hizo una pausa—. Y viuda de un aristócrata.Su madre no picó el anzuelo. Nunca lo hacía.En su lugar, asintió de forma cortante, como si todo estuviera controlado. Como si

todo fuera sencillo. —¿Cuándo planeas obtener una licencia especial? Dos semanas.Simon cerró los ojos ante el pensamiento y dio un trago para ocultar su

vacilación. —¿No crees que primero debería hablar con lady Penelope?La duquesa dejó escapar el aire por la nariz, como si la pregunta insultara su

inteligencia. —No abundan los duques en edad de matrimonio, Leighton. La susodicha está a

punto de consumar el mejor compromiso en muchos años. Hazlo de una vez.Allí estaba, expresado en la fría e impertérrita voz de tenor de su madre. Hazlo de

una vez. La exigencia… el convencimiento de que un hombre como Simon haríacualquier cosa para asegurar la seguridad y el honor de su nombre.

www.lectulandia.com - Página 63

Page 64: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 64/298

Simon regresó a su sillón y se relajó deliberadamente, una proeza considerando sufrustración. Su madre se tensó ante su aparente serenidad, y Simon saboreó laminúscula victoria.

 —No hay necesidad de comportarse como un animal, madre. Cortejaré a la chica.Se merece cierta emoción, ¿no crees?

Su madre continuó inmóvil, su fría mirada ocultaba sus pensamientos. Simon sedio cuenta de que nunca había recibido ningún elogio por su parte y se preguntó,fugazmente, si tendría la capacidad para hacerlo. Lo más probable es que no. Nohabía lugar para la emoción en la vida de un aristócrata. Y menos aún para susvástagos.

 La emoción era para las masas.Nunca había visto a su madre exhibir sus sentimientos. Jamás había parecido

feliz, triste, airada, entretenida. En una ocasión le había oído decir que las

distracciones eran para aquellos con menor pedigrí que ellos. Cuando Georgiana erauna niña risueña y despreocupada, la duquesa apenas la había tolerado. «Intenta serun poco más refinada», solía decirle con el labio ligeramente torcido, el único gestode disgusto que le había visto permitirse. «Tu padre es el duque de Leighton».

Georgiana se ponía seria, una fracción de su exuberancia perdida para siempre.Simon se tensó ante el recuerdo, largamente enterrado. No era extraño que su

hermana hubiera huido en cuanto fue consciente de su situación. Su madre no eramuy dada a las muestras de amor maternal.

Él no se había comportado mucho mejor. —¡Eres la hija del duque de Leighton! —Simon… fue un error.Apenas había oído su susurro. —¡Los aristócratas no comenten errores!Y la había abandonado en un lugar remoto de Yorkshire.Sola.Cuando le había contado a su madre el escándalo que se avecinaba, esta se había

quedado inmóvil, impertérrita. Tras mirarle largamente con sus ojos fríos yomniscientes, le había dicho: «Tienes que casarte».

Y no habían vuelto a hablar de Georgiana nunca más.Simon sintió un fogonazo de arrepentimiento.Que ignoró adecuadamente. —Cuanto antes mejor —dijo la duquesa—. Antes.Alguien menos familiarizado con la duquesa podría pensar que esta había dejado

la frase en el aire. Pero Simon la conocía bien. Su madre no solía usar palabrassuperfluas. Y el duque entendió perfectamente qué quería decir.

No esperó su respuesta, pues sabía de un modo intuitivo que su demanda sería

www.lectulandia.com - Página 64

Page 65: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 65/298

satisfecha. Se dio la vuelta y abandonó la habitación, olvidándose de todo lo que estacontenía incluso antes de que la puerta se cerrara a su espalda.

Confiando en que Leighton haría lo que se esperaba de él. Antes.Antes de que se descubriera el secreto.

Antes de que su nombre acabara revolcado en el barro.Antes de que su reputación quedara destruida.Si le hubieran dicho cuatro meses atrás que estaría encaminándose hacia el

matrimonio para proteger la reputación de su familia, se habría reído larga yaltivamente antes de echar al informante de su casa.

Por supuesto, hacía cuatro meses las cosas eran muy distintas.Por entonces, Simon era el soltero más deseado de Gran Bretaña, sin nada que

indicara un cambio en semejante estatus.

Cuatro meses atrás nada podría haberle afectado.Perjuró en voz baja, sombríamente, y al apoyar la cabeza en el respaldo de su

sillón, la puerta de la biblioteca volvió a abrirse. Mantuvo los ojos cerrados.No quería volver a enfrentarse a ella. Ni a ella, ni a lo que representaba.Oyó cómo alguien se aclaraba la garganta delicadamente. —¿Su excelencia?Simon se enderezó inmediatamente. —¿Sí, Boggs?

El mayordomo cruzó la habitación, alargando la bandeja de plata en dirección aSimon.

 —Le pido disculpas por la interrupción, pero ha llegado un mensaje urgente.Simon alargó la mano para coger el pesado sobre de color crudo. Le dio la vuelta

y vio el sello de Ralston.Su cuerpo se tensó al instante.Solo había un motivo para que Ralston le enviara una nota urgente.Georgiana.Tal vez se le hubiera acabado el tiempo. —Puede retirarse.Esperó a que Boggs saliera de la habitación, a oír el suave, aciago sonido de la

puerta rozando la jamba.Solo entonces deslizó uno de sus largos dedos bajo el sello, sintiendo el grueso

peso del momento en sus tripas. Extrajo la hoja de papel y la desdobló conresignación.

Leyó las dos líneas de texto.Y pese a no saber que estaba conteniendo el aliento, dejó escapar el aire en una

corta bocanada airada y arrugó la hoja en su puño.

www.lectulandia.com - Página 65

Page 66: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 66/298

 En el Serpentín a las cinco en punto. Esta vez iré vestida apropiadamente.

 —Exspecto, Exspectas, Exspectat…Susurró las palabras en latín mientras lanzaba piedras a la superficie del

Serpentín, intentando ignorar el sol, el cual se hundía lentamente en el horizonte.No debería haber enviado la nota. —  Exspectamus, Exspectatis, Exspectant…Eran más de las cinco. Si había decidido venir, ya tendría que estar aquí.Su acompañante y doncella, Carla, hizo un sonido poco delicado de incomodidad

desde su posición, sentada sobre una manta de lana, a unos metros de allí.

 —Espero, esperas, espera…Si había informado a Ralston… no volvería a salir de casa nunca más. O al menos

no lo haría sin un batallón de sirvientes, carabinas y, muy probablemente, el propioRalston.

 —Esperamos, esperáis, esperan…Lanzó otra piedra y falló su objetivo. Hizo una mueca ante el sonido hueco que

produjo el guijarro al hundirse hacia el fondo del lago. —No vendrá.

Se dio la vuelta al oír las palabras en italiano, monótonas y llenas de verdad, y seencontró con la mirada marrón oscura de Carla. La joven se abrigaba hasta el pechocon un chal de lana, los brazos rodeando su cuerpo para protegerse del viento otoñal.

 —Solo lo dices porque quieres volver a casa.Carla alzó un hombro y esbozó una mueca de desinterés. —Eso no hace que mis palabras sean menos ciertas.Juliana frunció el ceño. —No es necesario que te quedes.

 —De hecho, eso es precisamente lo que se espera de mí. —Se sentó bajo unfrondoso árbol—. Y no me importaría si este país no fuera tan insoportablemente frío.No me sorprende que su duque se encuentre en serio peligro de congelación.

Para reforzar sus palabras, el viento volvió a soplar con fuerza, amenazando conarrancarle a Juliana el sombrero. Se llevó una mano a la cabeza para impedirlo,haciendo una mueca cuando los lazos y las cintas que lo adornaban le fustigaron elrostro. Era sorprendente que un complemento capilar pudiera resultar al mismotiempo tan problemático e inútil.

Cuando el viento amainó, Juliana consideró que era el momento de quitarse elsombrero.

 —No es mi duque.

www.lectulandia.com - Página 66

Page 67: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 67/298

 —¡Oh! Entonces ¿qué hace aquí, soportando este viendo helado, esperando sullegada?

Juliana miró a la joven con los ojos entrecerrados. —¿Sabes?, he oído decir que las doncellas inglesas son mucho más dóciles. Estoy

pensando hacer un cambio.

 —Se lo recomiendo. Así podré regresar a la civilización. A la cálida civilización.Juliana se agachó para recoger otra piedra. —Diez minutos más.Carla suspiró, larga y dramáticamente, y Juliana notó cómo una sonrisa acudía a

sus labios. Por muy estricta e inamovible que fuera, su presencia resultabareconfortante. Era como un trozo de hogar en aquel mundo nuevo y extraño.

Aquel mundo insólito lleno de hermanos y hermanas, reglas y normas, bailes ysombreros y hombres increíbles y exasperantes.

Hombres a quienes no se les enviaban notas insinuantes y tentadoras durante eldía con el papel y sello de un hermano.

Juliana cerró los ojos al sentir cómo una oleada de vergüenza le recorría todo elcuerpo.

Había sido una idea nefasta, el tipo de idea que llegaba en el momento álgido dela victoria y que convertía cada pensamiento en una pincelada radiante. Aquellamañana había llegado a Ralston House cuando todo el mundo aún dormía, ebria deexcitación y poder después de su encuentro con Leighton, emocionada tras haber

zarandeado a aquel hombre enorme e inalterable. La había besado.Y no como los mansos y sumisos chicos que había conocido en Italia, aquellos

besos robados mientras la izaban del barco mercante de su padre para posarla en elmuelle. No… aquel había sido el beso de un hombre.

El beso de un hombre que sabía lo que quería.Un hombre que jamás había tenido que pedir permiso para conseguir lo que

quería.Había percibido en él las mismas cosas que meses atrás: la fortaleza, el poder y

algo más que era a un tiempo insoportable e irresistible. La pasión.Juliana le había retado a descubrir aquella emoción, pero ella misma no estaba

preparada para afrontar sus consecuencias.Había tenido que recurrir a toda su energía para montar su caballo y alejarse de él,

dejándole solo bajo el sol de la mañana.Juliana había deseado más.Como siempre le ocurría con él.Y al llegar a casa, embriagada por el éxito de su primera interacción y sabedora

www.lectulandia.com - Página 67

Page 68: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 68/298

de que había conseguido sacudirle de pies a cabeza, tal y como le había prometido, nohabía podido evitar regodearse en su triunfo. Antes de que Ralston se levantara, sehabía colado en su estudio para escribirle una misiva a Leighton; más que unainvitación, un desafío.

Una fuerte ráfaga de aire sopló desde el prado, provocando encrespadas ondas

blancas en la superficie del lago. Carla se quejó airadamente mientras Juliana secolocaba de espaldas al viento y se protegía el cuerpo con el abrigo.

 No debería haber enviado la nota.Lanzó una piedra a la superficie del lago. Ha sido una idea pésima.Otra piedra.¿Qué le había hecho creer que vendría? No era estúpido.Otra más.

¿Por qué no venía? —Ya basta, idiota. No viene porque tiene cerebro. Al contrario que tú —murmuró

las palabras en dirección al lago.Ya le había esperado suficiente. Hacía mucho frío, cada vez había menos luz y ya

era hora de irse a casa. Inmediatamente.Mañana pensaría su siguiente movimiento; no tenía ninguna intención de

rendirse. Y tenía una semana y cinco días para conseguir arruinar a aquel hombre tanarrogante.

El hecho de que ignorara sus llamamientos solo servía para alentarla aún más.Tras renovar su compromiso, Juliana se dio la vuelta y se encaminó hacia el árbol

donde la esperaba su acompañante. —  Andiamo. Volvamos a casa. —Ah, finalmente  —dijo la doncella en un feliz arrebato, y se puso de pie—.

Pensaba que nunca se rendiría. Rendirse.La palabra fue como un aguijonazo. No estaba rindiéndose. Solamente estaba

asegurándose de que conservaba todos los dedos para la próxima batalla.Como si los elementos percibieran su convicción, volvió a levantarse el viento,

una fuerte y enfurecida bocanada, y Juliana se llevó una mano a la cabeza paraasegurar a esta el sombrero. Lamentablemente, no llegó a tiempo y el estúpido tocadosalió volando. Soltó un gritito y se dio la vuelta para ver cómo flotaba en dirección allago, donde rebotó en la superficie como una de las piedras que había estadolanzando. Se posó, por increíble que pueda parecer, en el extremo más alejado a laorilla de un tronco caído, y los largos lazos flotaron en las oscuras y frías aguas,burlándose de ella.

Carla se rio por lo bajo, y Juliana giró sobre sus talones para enfrentar los

www.lectulandia.com - Página 68

Page 69: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 69/298

parpadeantes ojos marrones de su doncella. —Tienes suerte de que no te envíe a recuperarlo.Carla enarcó una de sus cejas oscuras. —La mera sugerencia me deja sin palabras.Juliana ignoró el impertinente comentario y volvió a dirigir su atención hacia el

sombrero, que se burlaba de ella desde el lugar donde había ido a parar. No estabadispuesta a que un complemento de sombrerería se riera a su costa. Algo debía salirlebien aquella tarde.

Incluso si para ello tenía que adentrarse en el mismísimo Serpentín.Juliana se deshizo del abrigo y se encaminó hacia el tronco, se subió a él

extendiendo los brazos para equilibrarse y empezó a avanzar hacia el rebeldesombrero que estaba poniéndola en ridículo a varios metros de distancia.

 — State attenta  —gritó Carla, y Juliana hizo oídos sordos a la recomendación,

concentrada como estaba en la recuperación del sombrero. El viento volvió a soplarcon fuerza, e hizo que las florituras azules del sombrero se agitaran, y Juliana sedetuvo, esperando a ver si este volvía a salir volando.

El viento se detuvo.El sombrero se quedó donde estaba.Bueno. Como diría Isabel, su cuñada, ahora llegaba la hora de la verdad.Juliana continuó avanzando en pos de su sombrero para evitar que fuera

sacrificado a los dioses del Serpentín.

Solo unos cuantos metros más.Entonces tendría el sombrero en la mano y podría regresar a casa.Casi había llegado.Se agachó lentamente, se balanceó y alargó una mano. Con la punta de sus dedos

rozó un tirabuzón de satén azul.Y entonces el sombrero salió volando. En un instante de frustración, Juliana

olvidó la precaria situación en la que se encontraba y saltó hacia delante.Las aguas del Serpentín estaban más frías de lo que aparentaban. Mucho más.Y eran más profundas.Emergió a la superficie escupiendo y perjurando como un estibador veronés ante

la risa estridente de Carla. Se movió instintivamente hacia la orilla, pero las faldas desu vestido se enrollaron en sus piernas y la empujaron hacia el fondo del lago.

Dominada por la confusión, empezó a mover las piernas frenéticamente, emergióde nuevo a la superficie y jadeó en busca de aire sin comprender a ciencia cierta quéestaba ocurriendo.

Algo no iba bien.Era una nadadora experta, ¿por qué no podía mantenerse a flote?Siguió moviendo las piernas y estas se enredaron en una masa de muselina y

www.lectulandia.com - Página 69

Page 70: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 70/298

sarga, y comprendió que la pesada falda de su vestido estaba tirando de ella. No podíaalcanzar la superficie.

Se sintió invadida por el pánico.Extendió los brazos y movió las piernas frenéticamente en un desesperado intento

por dar una bocanada de aire.

Todo fue inútil.Los pulmones le ardían por el esfuerzo de mantener la última y preciosa cantidad

de aire… aire que sabía que estaba a punto de…Exhaló, el sonido de las burbujas de aire que se elevaban hacia la superficie del

lago señalando su destino.Voy a ahogarme.Las palabras se deslizaron por su mente con una calma siniestra.Y entonces algo fuerte y cálido agarró una de sus manos extendidas y tiró de

ella… hasta que pudo…Gracias a Dios.Podía respirar.Juliana cogió una jadeante bocanada de aire, tosió y escupió y se convulsionó,

concentrada exclusivamente en respirar mientras era izada desde las profundidadesdel lago y posada finalmente en el adorado suelo firme.

Sus piernas no pudieron sostener el peso de su cuerpo.Se derrumbó sobre su salvador, rodeando su cuello cálido y robusto con los

brazos; una roca en un mar de incertidumbre.Le costó unos minutos recobrar la noción del tiempo y el espacio, y entonces oyó

a Carla gritando como una abuela siciliana desde la orilla del lago, sintió la fríamordedura del viento en la cara y los hombros, percibió el movimiento de su salvadormientras la sostenía con el agua a la altura del pecho, y sintió el temblor de su propiocuerpo, ya fuera por el frío, el miedo o ambas cosas.

Las manos de su salvador le recorrieron la espalda, y le susurró palabrasreconfortantes a la oreja. En italiano.

 —Respira… Te tengo… Estás a salvo… Todo saldrá bien. —Y, de algún modo,se dejó convencer por sus palabras. La tenía. Estaba a salvo. Todo saldría bien.

Notó cómo el pecho de su salvador subía y bajaba pegado a su espalda cuandorespiró hondo.

 —Estás a salvo —repitió—. Pequeña estúpida… —susurró en un tono igualmentetranquilizador—. Ya te tengo. —Sus manos le recorrían rítmicamente los brazos y laespalda—. ¿Qué demonios hacías en el lago? ¿Y si no hubiera estado aquí? Shhh…ya te tengo. Sei al sicura. Estás a salvo.

Juliana tardó un momento en reconocer el timbre de su voz, y cuando lo hizo, giróla cabeza y le miró a los ojos por primera vez.

www.lectulandia.com - Página 70

Page 71: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 71/298

Y se quedó sin respiración.Simon.Despeinado y completamente mojado, su rubio cabello oscurecido por el agua

que ahora le resbalaba por la cara, su aspecto no tenía nada que ver con el duqueequilibrado y perfecto que conocía. Estaba empapado, desaliñado, jadeante…

Y maravilloso.Juliana dijo lo primero que acudió a su mente. —Has venido.Y la había salvado. —Justo a tiempo, según parece —contestó él en italiano, comprendiendo que aún

no estaba preparada para el inglés.Se vio sorprendida por un ataque de tos y durante un momento lo único que pudo

hacer fue agarrarse a él. Cuando pudo volver a respirar, enfrentó su mirada serena,

sus ojos, del color del buen brandy. La había salvado.Sintió un escalofrío ante aquel pensamiento, y el temblor hizo que él reaccionara. —Tiene frío.La cogió en brazos, la sacó del agua y la posó en la orilla del lago, donde Carla

estaba al borde de la histeria.La doncella dejó escapar un torrente de palabras en italiano. —¡ Madonna! ¡Creía que la había perdido! ¡Que se había ahogado! ¡No he dejado

de gritar pidiendo ayuda! —Y dirigiéndose a Simon, aún en italiano—: ¡Me maldigopor no saber nadar! ¡Si pudiera haber vuelto a mi infancia y aprender! —Y de nuevoa Juliana, abrazándola con fuerza contra su pecho—: ¡ Mi Julianina! ¡De haberlosabido… jamás le habría dejado subirse a ese tronco! ¡Es evidente que esa cosa la hadejado ahí el mismísimo diablo! —Y nuevamente a Simon—: ¡Oh! ¡Gracias a Diosque ha venido! —El torrente de palabras cesó abruptamente—. ¡Tarde!

Si Juliana no hubiese tenido tanto frío, se habría reído ante el desdén quetransmitían sus últimas palabras. Era cierto, había llegado tarde. Pero había venido. Ysi no lo hubiera hecho…

 Pero lo había hecho.Miró a Simon de reojo y se dio cuenta de que no se le había escapado la

insinuación de Carla: si hubiera llegado antes, todo aquello podría haberse evitado.Se quedó inmóvil con el rostro impertérrito, como el de una estatua romana.

Tenía la ropa pegada al cuerpo; no se había quitado el abrigo antes de sumergirseen el lago, y las distintas capas de ropa parecían formar una sola. De algún modo, conla ropa empapada parecía más grande, más peligroso, más inamovible. Una gota deagua resbaló por su frente y sintió la tentación de eliminarla con los dedos.

Con un beso.

www.lectulandia.com - Página 71

Page 72: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 72/298

Ignoró el pensamiento, convencida de que solo era el producto de la experienciacercana a la muerte que acababa de vivir, y desvió la mirada hacia su boca, la cualformaba una línea recta y serena.

E inmediatamente sintió el impulso de besarla.Le temblaba ligeramente una de las comisuras, la única señal de su irritación.

Más que irritación.Enfado.Posiblemente ira.Juliana sintió un escalofrío que atribuyó al viento y al agua y no al hombre que se

cernía sobre ella. Se rodeó el cuerpo con los brazos para protegerse del frío, y leagradeció en voz baja a Carla que se apresurara a recoger el abrigo que había dejadoen el suelo antes de su aventura y lo posó sobre sus hombros. La prenda no hizo nadapor combatir el frío aire de la tarde ni la fría mirada que le dirigía Leighton. Siguió

temblando mientras buscaba el cobijo de la delgada sarga.De entre todos los hombres en Londres, ¿por qué tenía que ser él quien la salvara?Dirigiendo la mirada hacia una cuesta cercana, vio cómo un grupo de personas

observaba la escena. Aunque no podía ver sus rostros a aquella distancia, estabasegura de que los habían reconocido.

La historia estaría circulando por todo Londres a la mañana siguiente.Se sintió invadida por un cúmulo de emociones: cansancio, miedo, gratitud,

vergüenza y algo más primitivo que se retorcía en su interior y que la hacía sentir

como si estuviera a punto de arrojar sobre sus anteriormente perfectas y ahoradestrozadas botas.

Solo quería estar sola.Haciendo un esfuerzo por controlar el temblor, miró al duque a los ojos y dijo: —Gr… gracias, su ex… excelencia. —Se maravilló al comprobar que, tras haber

estado a punto de morir ahogada, era capaz de expresarse con fría cortesía. Y nadamenos que en inglés. Se puso de pie con la ayuda de Carla y dijo aquello que hubierapreferido no tener que decir jamás—: Estoy en deuda con usted.

Giró sobre sí misma y, pensando únicamente en un baño caliente y en una camaconfortable, se encaminó hacia la puerta del parque.

Las palabras del duque, expresadas en un perfecto italiano, la obligaron adetenerse.

 —No me dé aún las gracias. Jamás he estado tan furioso.

www.lectulandia.com - Página 72

Page 73: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 73/298

6

«El agua es para hervir y bañarse, nunca para divertirse.Las damas refinadas

deben procurar no salpicar en el baño».

Tratado de las damas más exquisitas

«Nos han informado de interesantes descubrimientos en nuestro propio

Serpentín…».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823

Simon ignoró la dureza de su propio tono de voz, la ira apenas contenida.La muchacha había estado a punto de morir, ¿y creía que no habría

consecuencias?No cabía duda de que estaba congelada, exhausta y conmocionada, pero era más

excéntrica de lo que imaginaba si creía que iba a permitirle regresar a casa sin unamínima explicación de su peligroso, irracional e intolerable comportamiento.Reconoció la mezcla de miedo y desesperación en su mirada. Bien. Tal vez en elfuturo se lo pensara dos veces antes de cometer los errores de hoy.

 —No se lo contará a Ralston, ¿verdad? —Por supuesto que lo haré.Juliana dio un paso hacia él y pasó a hablar en inglés. Se le daba muy bien

suplicar en su segunda lengua. —¿Por qué? Solo conseguiría preocuparle. Innecesariamente.La incredulidad le dejó sin aliento. —¿ Innecesariamente? Todo lo contrario, señorita Fiori. Su hermano debe saber

que necesita una carabina que le impida comportarse con imprudente abandono.

Juliana alzó las manos. —¡No he sido imprudente! Estaba encolerizada. —Ah, ¿no? ¿Y cómo describiría su comportamiento?Juliana guardó silencio mientras reflexionaba sobre su respuesta. Se mordisqueó

el labio inferior, lo que atrajo la mirada de Simon, en contra de su voluntad. Se quedófascinado con el modo en que fruncía el labio, con la blanca arista de sus dientesrecorriendo la suave piel rosada. El deseo brotó en él abruptamente, y se tensó ante la

perturbadora emoción. No la deseaba. Era una mujer desequilibrada.Una despampanante diosa desequilibrada.Se aclaró la garganta.

www.lectulandia.com - Página 73

Page 74: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 74/298

 No importaba. —Completamente razonable.Simon parpadeó. —Se ha subido a un tronco caído —dijo, la irritación puntuando de nuevo sus

palabras.

Juliana parecía incapaz de apartar la mirada del tronco en cuestión. —Parecía perfectamente estable. —Se ha caído al lago. —Fue consciente de la virulencia de su voz. —¡No esperaba que fuera tan profundo! —Es evidente que no lo esperaba.Juliana perseveró en su defensa. —Es decir, no parecía ser como el resto de los lagos en los que había estado. —Eso es porque no es como el resto de lagos en los que ha estado.

Juliana le clavó su mirada. —Ah, ¿no? —No —dijo mientras contenía a duras penas su irritación—. No es un lago

natural. Es obra del hombre.Juliana abrió mucho los ojos. —¿Por qué?¿Qué importancia tenía aquello? —Puesto que no estaba vivo cuando se construyó, soy incapaz de responder a

eso. —Solo a los ingleses  se les ocurriría construir un lago —dijo por encima del

hombro dirigiéndose a Carla, quien rio tímidamente. —¡Y solo a los italianos se les ocurriría caerse en uno! —¡Estaba intentando recuperar mi sombrero! —Ah… eso suena mucho más lógico. ¿Sabe nadar siquiera? —¿Que si sé nadar? —preguntó ella ofendida, y Simon se permitió el lujo de

regocijarse por ello—. ¡Crecí en la orilla del Adige! ¡Un río de verdad! —Impresionante —dijo él, para nada impresionado—. Y dígame, ¿alguna vez

nadó en ese río? —¡Por supuesto! ¡Pero no llevaba encima —hizo un gesto para indicar su vestido

 — dieciséis capas de tela! —¿Por qué no? —¡Porque es imposible nadar con dieciséis capas de tela! —Ah, ¿no? —¡No! —¿Por qué no? —La tenía donde quería. —¡Porque uno se ahoga!

www.lectulandia.com - Página 74

Page 75: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 75/298

 —Ah —dijo él balanceándose sobre sus talones—. Bueno, al menos hoy hemosaprendido algo.

Juliana entrecerró los ojos, y Simon tuvo la absoluta certeza de que deseabagolpearle. Bien. Saber que estaba furiosa le ayudó a serenarse.

Santo Dios. Había estado a punto de ahogarse.

Nunca había estado más aterrorizado en toda su vida que al llegar a la cumbre dela colina —reprendiéndose a sí mismo por permitir que aquella italiana apasionada yemocional dirigiera sus actividades, sabiendo que debería estar en su casa, viviendosu vida ordenada— y contemplar la horrible escena que tenía lugar un poco másabajo: la doncella, pidiendo ayuda a gritos; las inconfundibles ondas en la superficiedel lago, y la abultada tela color zafiro indicando el lugar donde Juliana estabahundiéndose.

Había estado seguro de que llegaba tarde.

 —Ya se lo he dicho. —Las palabras de Juliana interrumpieron el hilo de suspensamientos—. No me faltaban motivos para hacerlo. De no ser por el viento y estaropa tan pesada, estaría perfectamente.

Para subrayar sus palabras, el viento empezó a soplar con fuerza, provocando quele castañetearan los dientes. Se rodeó el cuerpo con los brazos y, de repente, pareciótan…  pequeña. Y frágil. Todo lo contrario a como la imaginaba, brillante, audaz eindestructible. Y en aquel momento, su ira quedó totalmente subyugada por un deseoprimario, básico, que le impulsaba a abrazarla y a no separarse para transmitirle su

calor corporal.Lo que, evidentemente, no podía hacer.Tenían público, y los cotilleos ya correrían como la pólvora sin necesidad de

añadir leña al fuego.Perjuró en voz baja, y el viento se llevó el susurro mientras avanzaba hacia ella,

incapaz de contener el impulso que le empujaba a reducir la distancia que losseparaba. La obligó a darse la vuelta para asegurarse de que era él quien recibía todala fuerza del vendaval, protegiéndola de la fría ráfaga.

Si pudiera protegerme de ella del mismo modo…Cuando habló, fue consciente de que sus palabras eran demasiado ásperas. Supo

que harían daño. —¿Por qué insiste en ponerme a prueba? —Me importa, ¿sabe? Me importa su opinión. —Entonces, ¿por qué? —Porque espera que fracase. Espera que actúe erróneamente. Que sea

imprudente. Que me busque la ruina. —Entonces, ¿por qué no intenta demostrar que me equivoco? —¿No se da cuenta? Ya lo estoy haciendo. Si elijo ser imprudente, ¿dónde está el

www.lectulandia.com - Página 75

Page 76: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 76/298

fracaso? Si soy yo quien toma la decisión, no puede obligarme a nada.Se produjo una larga pausa. —Tiene sentido. De una forma algo perversa, pero tiene sentido.Juliana sonrió, pero fue una sonrisa triste y fugaz. —Ojalá, es lo quisiera hacer realmente.

Cuando sus palabras se asentaron, un centenar de preguntas acudieron a la mentede Simon. Entonces notó cómo Juliana volvía a temblar entre sus brazos.

 —Está helada.Juliana levantó la mirada y el duque se quedó sin respiración al contemplar sus

brillantes ojos azules. —¿Y cómo es que usted no lo está?Lo cierto es que no sentía el menor frío. Todo lo contrario. Juliana tenía la ropa

empapada y estropeada, el cabello suelto, lo que debería haberle dado el aspecto de

una niña desaliñada. Por el contrario, estaba impresionante. La ropa se amoldaba a sufigura, revelando unas curvas exuberantes, y el agua enfatizaba sus impresionantesfacciones: pómulos altos, largas pestañas que enmarcaban unos enormes ojos azules,piel de porcelana. Siguió con la mirada una gota de agua que resbaló por la curva desu cuello y acabó posándose en la concavidad de su clavícula. Sintió un intenso deseode saborear la gota con la lengua.

Estaba viva.Y la deseaba.

Afortunadamente, Juliana volvió a estremecerse antes de que cediera ante undeseo inaceptable.

Debía acompañarla a su casa antes de que cogiera una neumonía.O antes de que él perdiera definitivamente la cabeza.Miró a su doncella. —¿Han venido en carruaje? —le preguntó en un fluido italiano. —No, su excelencia. —Será mejor que lleve a su señora en mi coche. Reúnase con nosotros en Ralston

House. —Cogió a Juliana por debajo de un codo y la ayudó a avanzar por unapequeña elevación del terreno.

 —¿Qué le hace pensar que obedecerá sus órdenes? —preguntó Juliana en un tonode voz que sugería que la idea era ridícula. Simon no respondió, sino que se limitó amirar a la doncella a los ojos.

 —Sí, su excelencia. —Hizo una rápida reverencia y se alejó trotando.Simon volvió a dirigir su atención a Juliana, que tenía el ceño fruncido.La irritación que percibió en su gesto le ayudó a recuperar la calma. Y parte de su

enfado. El comportamiento impulsivo de anoche y de aquella mañana había puesto enriesgo su reputación. Aquella tarde había puesto en riesgo su vida.

www.lectulandia.com - Página 76

Page 77: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 77/298

Ya había tenido bastante.Caminaron varios metros en silencio y entonces él dijo: —Podría haber muerto.Juliana vaciló ligeramente, y Simon pensó que volvería a disculparse. Lo que no

sería completamente injustificado.

Percibió la tensión de sus hombros, la rigidez de su espalda. —Pero no ha sido así. —Intentó sonreír pero no lo consiguió—. Doce vidas,

¿recuerda?Sus palabras estaban saturadas de desafío: hacia él, la naturaleza, el propio

destino. Y si no hubiera estado tan furioso, incluso podría haber apreciado sutenacidad de espíritu.

Pero lo único que deseaba era zarandearla.Contuvo el impulso a duras penas.

Llegaron a su coche de caballos y la ayudó a subir. Juliana seguía temblando. —Echaré a perder los asientos.Su comentario, tan ridículo después de todo lo que había ocurrido hacía tan solo

unos minutos, le sacó de sus casillas. Detuvo el movimiento de levantar las riendas yle dirigió una mirada de incredulidad.

 —Resulta sorprendente que sea capaz de preocuparse por el estado de mitapicería cuando se muestra tan indolente con otras cosas mucho más importantes.

Juliana enarcó sus oscuras cejas.

 —¿Por ejemplo? —Mi persona.Ella soltó el aire por la nariz y él perjuró en voz baja. —Y si no se seca y se cambia de ropa inmediatamente, caerá enferma.Alargó el brazo para coger una manta de viaje que había tras ellos y se la entregó.Juliana la aceptó y se tapó con ella. —Gracias —dijo con decisión, y a continuación giró la cabeza para mirar al

frente.Simon tardó un momento en espolear a los caballos. Le habría gustado mostrarse

menos enérgico. Más cortés.No se consideraba un hombre cortés. Ni siquiera sabía si era capaz de dominar

aquel arte.Salieron de Hyde Park antes de que Juliana volviera a pronunciar palabra, y

cuando lo hizo, el sonido de los cascos de los caballos sobre el empedrado amortiguósus palabras.

 —No debería tratarme como si fuera boa.El duque no pudo resistirse. —¿Querrá decir boba?

www.lectulandia.com - Página 77

Page 78: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 78/298

Juliana volvió a girar la cabeza antes de proferir una maldición en italiano que sellevó el viento. Tras un momento, ella dijo:

 —No entraba en mis planes ahogarme.Lo dijo enfurruñada, y él sintió una ligera punzada de compasión por ella. Tal vez

no debería mostrarse tan duro con Juliana. Pero no podía evitarlo.

 —Estuviera o no en sus planes, si no hubiera aparecido, se habría ahogado. —Ha venido —dijo ella simplemente, y él recordó que mientras escupía y tosía

agua y temblaba aliviado los momentos posteriores al rescate, le había dichoexactamente lo mismo. Ha venido.

Había intentado evitarlo.Había lanzado su imprudente nota —la misiva sagazmente disfrazada con la que

había hecho creer a todo el mundo que quien enviaba la nota era el propio marqués deRalston— a la papelera que tenía en su estudio.

Había pretendido que no estaba allí mientras leía el resto de la correspondencia.Y había seguido ignorándola mientras trataba un puñado de asuntos de gran

relevancia con su asesor financiero.E incluso mientras abría el paquete que le había enviado su madre menos de una

hora después de marcharse de su casa, el paquete que contenía el zafiro de losLeighton, el anillo de compromiso que habían llevado varias generaciones deduquesas de Leighton.

Incluso entonces, mientras dejaba el anillo sobre su escritorio, a plena vista, aquel

trozo de papel arrugado seguía mofándose de él, difundiendo todo lo que ellarepresentaba por su ordenada y disciplinada residencia. Allá donde mirara, solo veíasu misiva, y se había preguntado qué haría ella si no obtenía una respuesta.

Finalmente llegó a la conclusión de que Juliana no dudaría en llevar a cabo unepisodio aún más escandaloso. Y entonces, sus negros y atrevidos garabatosadoptaron la forma de sus negros y atrevidos rizos y de sus relucientes ojos azules.Estaban solos en su dormitorio…

Había requerido su coche de caballos y lo condujo demasiado rápido para ser unhombre que deseaba evitarla a toda costa.

Y casi había llegado tarde.Sus manos oprimieron con fuerza las riendas, y los caballos se removieron bajo la

tensión. Se obligó a relajarse. —¿Y no se siente afortunada por ello? Estuve a punto de no venir. Su nota era

inmodesta e infantil. —No le dio la oportunidad de responder, y sus siguientespalabras estallaron en una andanada airada—. ¿Qué demonios la ha empujado azambullirse en un lago helado?

 —No me he zambullido —precisó ella—. Me he caído. Ha sido un error. Aunquesupongo que usted nunca los comete.

www.lectulandia.com - Página 78

Page 79: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 79/298

 —No, especialmente aquellos que pondrían en peligro mi vida. —Bueno, no todo el mundo puede ser tan perfecto como usted.Juliana estaba cambiando de tema, y él no estaba de humor para permitirlo. —No ha respondido a mi pregunta. —¿Había una pregunta oculta tras todo ese juicio de valor? No me he dado

cuenta.Simon se sintió reconfortado por su efusión. La miró fijamente. —El lago. ¿Qué hacía allí, si puede saberse? —Ya se lo he dicho. Recuperar mi sombrero. —Su sombrero. —Me gusta. No quería perderlo. —Su hermano le habría comprado uno nuevo. Yo mismo le habría comprado una

docena si con eso hubiera evitado…

Se detuvo. Hubiera evitado que pusiera su vida en peligro. —Quería ese —dijo con calma—. Y siento que tuviera que rescatarme… o que

tenga que cambiar la tapicería… o comprarse unas nuevas botas… o cualquier otroinconveniente que le haya provocado.

 —Yo no he dicho… —No, porque es demasiado recatado para terminar la frase, pero eso es lo que iba

a decir, ¿verdad? Que estaba dispuesto a comprarme una docena de sombreros si con

eso evitaba tener que acudir en mi ayuda. Otra vez.Juliana volvió a soltar el aire por la nariz.El sonido estuvo a punto de acabar con su paciencia.Estuvo tentado de detener el coche de caballos, tirar de ella y darle la lección que

se merecía por burlarse de él… por asustarle de aquel modo.Pero no lo hizo.En lugar de eso, detuvo el coche con decoro delante de Ralston House, pese a la

ira y la frustración que amenazaban con desbordarse. —Ya hemos llegado —dijo ella de mala manera—. Ahora ya puede cederle a otro

su fatigosa labor de salvador.Simon soltó las riendas y bajó del coche mordiéndose la lengua, evitando corregir

la visión que Juliana tenía de la situación, negándose a ser arrastrado en la voráginede emociones que aquella mujer le provocaba cada vez que estaban juntos.

La noche anterior le había acusado de no ser capaz sentir ningún tipo de emoción.Hoy, aquella idea le resultaba jocosa.Cuando llegó al otro lado del coche, Juliana ya había descendido de este y se

dirigía rápidamente hacia la puerta de la mansión. Mujer obstinada.Apretó los dientes cuando ella se dio la vuelta al llegar a la parte superior de la

www.lectulandia.com - Página 79

Page 80: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 80/298

escalera y le dirigió una mirada de complacencia más propia de una reina que de unamujer con el atuendo desaliñado y el cabello desmarañado.

 —Siento haberle incomodado, perturbando sus planes para un día queseguramente debía de ser perfecto. Haré todo lo posible por evitarlo en el futuro.

¿Creía que se había sentido incómodo?

Aquella tarde se había sentido muchas cosas, pero incómodo no era una de ellas.La palabra era demasiado tibia para definir cómo se sentía.

Airado, aterrorizado y completamente trastornado, sí. Pero nada que se acercarani remotamente a incómodo.

Tras los acontecimientos de aquella tarde deseaba golpear algo. Con fuerza.E imaginaba que la conversación que estaba a punto de mantener con el hermano

de Juliana no le ayudaría mucho a contener ese impulso.Sin embargo, no estaba dispuesto a que Juliana se diera cuenta de ello.

 —Espero que así sea —dijo en el tono más autoritario del que fue capaz, yempezó a subir la escalera hacia ella, rechazando el impulso de dejarla allí,sumariamente, en el umbral de su propia casa, y alejarse de ella tanto como fueraposible. Se reuniría con ella dentro. Y solo entonces se alejaría de ella tanto comofuera posible—. Como le dije ayer, no tengo tiempo para juegos.

Simon estaba allí. En la casa. Con su hermano.Llevaba con él casi tres cuartos de hora.Y no la habían hecho llamar.

Juliana recorrió el perímetro de la biblioteca de Ralston House, las enaguas de susfaldas de color amatista le azotaban las piernas.

No podía creer que ninguno de los dos ni siquiera hubiese pensado que le gustaríaparticipar en la conversación sobre su aventura de la tarde. Tras un resoplidoenfurruñado, se acercó a la ventana de la biblioteca que daba a Park Lane y a lasombría vegetación de Hyde Park.

 Por supuesto que no habían requerido su presencia. Eran hombres imperiosos,exasperantes, dos de los especímenes europeos más molestos.

Un enorme carruaje esperaba a su señor con los faroles encendidos delante de lacasa. En la puerta del majestuoso vehículo negro destacaba el blasón de los Leighton,un halcón de aspecto fiero con una pluma entre sus garras; sin duda, el botín deguerra.

Con la punta del dedo, Juliana trazó el escudo en el cristal de la ventana. Quéadecuado que Leighton estuviera representado por un halcón. Un animal lustroso,frío, solitario.

Calculador, desapasionado.No había mostrado ninguna inquietud por el hecho de que hubiera estado al borde

de la muerte. La había salvado con una fría resolución y la había acompañado a casa

www.lectulandia.com - Página 80

Page 81: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 81/298

sin la menor referencia a lo que podía considerarse un trágico suceso. Eso no era totalmente cierto.Hubo un momento en el parque en el que había mostrado su preocupación por su

bienestar.Solo un momento.

E inmediatamente después solo parecía interesado en deshacerse de ella lo antesposible.

Y de los problemas que provocaba.Tras depositarla sin ninguna ceremonia en el vestíbulo de Ralston House para que

se enfrentara sola a su hermano, le había dicho: —Dígale a Ralston que volveré esta tarde. Seco.Y había vuelto, por supuesto. —Leighton era fiel a su palabra—, y Juliana

hubiera apostado algo a que ahora mismo estaban riéndose a su costa en el estudio de

Ralston, bebiendo brandy o whisky o lo que fuera que bebieran los exasperantesvarones de la aristocracia. Le hubiera gustado verter una cuba llena de aquel líquidosobre sus cabezas.

Bajó la vista para observar con disgusto su vestido. Lo había elegido para él, puessabía que a ella el color violeta le sentaba especialmente bien. Había querido que laviera. Que reparara en su presencia.

Y no por la apuesta.Esta vez quería que lamentara todas las cosas que le había dicho.

 No tengo tiempo para juegos.Al principio lo había sido —la carta, la descarada invitación—, pero después de

caer al lago, después de que la rescatara, la diversión había desparecido junto a susombrero, perdido en las profundidades del Serpentín.

Y jamás había sentido algo tan intenso como cuando la rodeó con sus cálidos yfuertes brazos, y le susurró reconfortantes palabras en italiano.

Pero entonces él la había regañado, con frialdad y displicencia, como si todoaquel episodio hubiese sido una colosal pérdida de tiempo y energía.

Como si ella fuera poco más que una fuente continua de problemas.Después de aquello, a Juliana se le habían quitado las ganas de seguir jugando.Por supuesto, no se lo había dicho a él. ¿Qué habría conseguido con ello, aparte

de ver en su rostro una sonrisa de complacencia y otorgarle la ventaja? Comosiempre. Habría sido una situación intolerable.

Por tanto, ahora esperaba pacientemente en la biblioteca, resistiendo el impulsode irrumpir en el estudio de su hermano y descubrir todo lo que Leighton le habíacontado sobre su comportamiento temerario. Y averiguar la trascendencia de susproblemas.

En la calle, el cochero se puso en movimiento, saltando del pescante y

www.lectulandia.com - Página 81

Page 82: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 82/298

Page 83: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 83/298

una victoria tan fácil.Se cruzó de brazos enérgicamente, de un modo completamente impropio para una

dama, y también enarcó una ceja con la esperanza de sorprender al duque, dispuesta apermanecer en aquella posición toda la noche, o hasta que él desfalleciera.

Sin embargo, no fue sorpresa lo que vio en su rostro. Antes de darse la vuelta y

alzarse con perfecta precisión a su carruaje, las angulosas líneas de su cara seiluminaron con algo parecido a la satisfacción.

Juliana no flaqueó cuando el cochero cerró la puerta, ocultando al duque delmundo, y soltó una carcajada, deseando secretamente que él estuviera observándola através de la oscura ventanilla del carruaje.

Se lo hubiera permitido o no, le había derrotado.Y la sensación era maravillosa. —¿Juliana? ¿Puedo entrar?

Interrumpió su risa en cuanto su cuñada asomó la cabeza por la puerta. Julianaavanzó hacia su visitante, bajando los brazos rápidamente y dejándose caer en elamplio banco que había bajo la ventana.

 —Por supuesto. Estaba… —Agitó una mano en el aire—. No es importante. ¿Quéocurre?

Callie se acercó a ella, con una media sonrisa asomando a sus labios. —He venido a asegurarme de que te encuentras bien, pero parece que estás muy

recuperada de tu aventura. Me alegro tanto de que no te haya ocurrido nada —añadió,

cogiendo la mano de Juliana entre las suyas—… Pensaba que nunca diría esto, perodoy gracias a Dios por la existencia del duque de Leighton.

Juliana percibió la sequedad en el tono de su cuñada. —No te cae bien. —¿El duque? —Callie se sentó a su lado y entrecerró los ojos—. No le conozco

lo suficiente.Juliana supo que intentaba eludir la pregunta. —¿Pero…?Callie meditó sus palabras antes de responder. —Diría que él, y su madre también, se han mostrado siempre arrogantes,

altaneros y fríos, hasta el punto de parecer indiferentes ante todo y todo el mundo.Según tengo entendido, solo le interesa una cosa: su reputación. Nunca me hainteresado la gente con unas opiniones tan rígidas. —Hizo una pausa, y después leconfesó—: No. No me caía bien. Hasta hoy. Ahora que te ha rescatado, creo que deboreconsiderar mi opinión acerca del duque.

El corazón de Juliana latió aceleradamente mientras reflexionaba sobre laspalabas de su cuñada.

Solo le interesa una cosa: su reputación.

www.lectulandia.com - Página 83

Page 84: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 84/298

 —Creo que celebraré una cena. —Su anuncio no obtuvo respuesta, y Callieañadió—: ¿Te gustaría saber por qué  voy a celebrar una cena?

Juliana regresó de su ensimismamiento. —¿Aparte de porque esto es Londres y porque disponemos de una sala para

banquetes?

 —Pagarás por eso. —Callie sonrió—. Creo que deberíamos mostrar nuestroagradecimiento al duque por rescatarte. Y si ampliamos la lista de invitados paraincluir a un puñado de caballeros casaderos…

Juliana gruñó al intuir qué se proponía su cuñada. —Oh, Callie, por favor… qué vergüenza.Callie desestimó su comentario con un gesto de la mano. —Tonterías. La historia ya debe de estar circulando por todo Londres; si

queremos mitigar las exageraciones, debemos apropiarnos de la verdad. Además,

creo que es importante que mostremos un ápice de gratitud por tu vida, ¿no opinas lomismo?

 —¿Y hemos de hacerlo delante de todo Londres?Callie se rio. —Todo Londres no, Juliana. Una docena de personas, más o menos.Juliana conocía lo suficiente a Callie para saber que era mejor no discutir con ella. —Y como beneficio añadido, no te hará daño tener al duque de Leighton de tu

lado. Su amistad solo conseguirá hacerte más atractiva a los ojos del resto de los

hombres de la sociedad elegante. —¿Y si no me interesa atraer la atención de otros hombres de la sociedad

elegante?Callie sonrió. —¿Quieres decir que te interesa atraer la atención del duque?Juliana se dio cuenta inmediatamente del deliberado malentendido. A pesar de

ello, notó el rubor en sus mejillas. Confiando en que su cuñada no reparara en ello, ledirigió una mirada sufriente.

 —No.Callie respiró hondo. —Juliana, no pretendemos empujarte al matrimonio, pero no te hará ningún daño

conocer a uno o dos hombres. Que te gusten. Una compañía agradable. —Llevas meses intentándolo. Sin ningún resultado. —Tarde o temprano conocerás a alguien por el que te sientas atraída. —Tal vez. Pero lo más probable es que él no sienta lo mismo por mí.Seguramente me consideraría problemática. —Por supuesto que se sentirá atraído por ti. Eres una mujer hermosa, divertida y

maravillosa. Voy a invitar a Benedick.

www.lectulandia.com - Página 84

Page 85: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 85/298

El conde de Allendale era el hermano pequeño de Callie. Juliana no hizo nada porcontener su sorpresa.

 —¿Por qué lo has dicho en ese tono?La sonrisa de Callie era demasiado brillante. —Por nada. ¿No te gusta?

 —Sí… —Juliana entrecerró los ojos—. Callie, por favor, no hagas de celestina.No soy la mujer adecuada para un hombre como Benedick. Ni para ninguno de losotros.

 —¡No estoy haciendo de celestina! —protestó Callie en un tono demasiado alto.Y falso—. Solo he pensado que te gustaría ver una cara familiar. O dos.

 —Supongo que no estaría mal.Callie le dirigió una mirada de preocupación. —Juliana, ¿alguien ha sido grosero contigo?

Negó con la cabeza. —No. Todos han sido extraordinariamente educados. Muy amables.

Impecablemente británicos. Pero también han dejado bastante claro que no soy… loque buscan. En una compañera.

 —En una esposa —la corrigió Callie inmediatamente—. Una compañera es algototalmente distinto.

Compañera era posiblemente el rol que todo Londres —salvo su familia— esperaba que asumiera. La consideraban demasiado escandalosa para elegirla como

esposa. Y, de todos modos, a Juliana tampoco le gustaba aquella palabra. Sacudió lacabeza.

 —Callie, he dicho desde el principio… desde el día en que llegué a Inglaterra…que el matrimonio no es para mí.

Y no lo era. —Tonterías —dijo Callie, rebatiendo la idea—. ¿Por qué tendrías que pensar eso? Porque la hija de la marquesa de Ralston no es precisamente la esposa con la

que todo el mundo sueña.Por supuesto, no podía decirle aquello.Por fortuna, no tuvo que responder porque en aquel momento se abrió la puerta de

la biblioteca.Ralston recorrió con la mirada la habitación hasta localizarlas junto a la ventana.

Juliana percibió cómo sus facciones se suavizaban al reparar en la presencia de suesposa. El amor que sentía por ella era más que evidente.

Juliana no negaba que sería maravilloso compartir algo así con otra persona.Simplemente no quería perder el tiempo deseándolo.Ralston se acercó, cogió la mano de Callie entre las suyas y acercó los labios para

besarla en los dedos.

www.lectulandia.com - Página 85

Page 86: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 86/298

 —Estaba buscándote. —Y dirigiéndose a Juliana—. A las dos.Callie miró a su marido. —Dile a tu hermana que es hermosa.Ralston pareció sorprenderse. —Por supuesto que es hermosa. Aunque si fuera un poco más alta, sería perfecta.

Juliana se rio con la sutil broma. Era más alta que la mitad de los hombres deLondres.

 —Una queja bastante común. —Gabriel, lo digo en serio. —Callie no estaba dispuesta a que ninguno de los dos

hermanos se saliera con la suya—. Cree que no puede conseguir marido.Su hermano enarcó las cejas. —¿Por qué no? —preguntó a su mujer. —No lo sé. ¿Porque lleváis la obstinación en la sangre?

Ralston fingió reflexionar sobre su frustrada afirmación. —Es posible. Yo tampoco estoy seguro de poder conseguir uno.Juliana sonrió. —Eso es porque eres demasiado alto.La comisura de sus labios se contrajo ligeramente. —Es probable.Callie emitió un ruidito exasperado. —¡Los dos sois imposibles! He de vigilar los preparativos de la cena. Tú — 

señaló primero a su marido y después a Juliana— hazla entrar en razón.Cuando la puerta se hubo cerrado a su espalda, Ralston se dio la vuelta para

enfrentar a Juliana. —Por favor, no me obligues a hablar de ello.Su hermano asintió. —Sabes que insistirá hasta la extenuación, ¿verdad? Tendrás que pensar en una

razón excelente para evitar el matrimonio o esta conversación seguirá repitiéndosedurante el resto de tu vida.

 —Tengo una buena razón. —No me cabe duda.Juliana frunció el ceño ante la insinuación de que en realidad no tenía ninguna

buena razón para no casarse. —Te alegrará saber que he decidido no encerrarte en el ático el resto de tus días

para evitar que tus aventuras se repitan —dijo Ralston, cambiando de tema—. Sinembargo, la próxima vez no seré tan caritativo. Ten cuidado, Juliana. —Sonriómostrando sus hoyuelos—. He descubierto que me gusta tener una hermana.

Sus palabras resultaron reconfortantes. A ella también le gustaba tener unhermano.

www.lectulandia.com - Página 86

Page 87: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 87/298

 —No tengo intención de causar problemas.Él enarcó una ceja. —No todo  el tiempo. No esta tarde. —  Aunque sí pretendía causar problemas.

 Pero eso no tenía por qué saberlo —. No el tipo de problemas que terminan en elfondo de un lago —añadió.

Ralston se acercó al mueble y se sirvió un whisky. Después se sentó junto alhogar y le indicó que le acompañara.

Cuando ella ocupó el sillón que se encontraba frente a él, su hermano dijo: —No, pretendes causar el tipo de problemas que acaban poniendo patas arriba la

sociedad londinense.Juliana abrió la boca para refutar su comentario, pero él continuó: —No tiene sentido negarlo, Juliana. ¿Crees que el cabello oscuro y los ojos azules

son lo único que nos convierte en hermanos? ¿Crees que no sé qué se siente al ser

observado continuamente? ¿Que estén esperando que te comportes como esperan quelo hagas?

Se produjo una larga pausa. —Es diferente. —No lo es. —Ellos no esperaban que fueras como ella.Ralston no fingió haberla malinterpretado. —Tú no eres como ella.

¿Cómo podía estar tan seguro?Ralston se inclinó hacia delante, apoyó los codos en las rodillas, con sus ojos

azules fijos en ella. —Lo sé. Sé cómo era ella. Era distinta. Despreocupada. Le puso los cuernos a su

marido. Abandonó a sus hijos… dos veces. Tú no eres así.Juliana deseaba creerle. —También era propensa a los escándalos.Aquella mañana había ido a Hyde Park. La noche anterior había salido al balcón.

Si Ralston supiera que le había arrancado dos semanas de pasión al duque, tendría unataque al corazón.

Sí, era un imán para los escándalos.Simplemente, su hermano no lo sabía. —Hoy me he caído en el Serpentín. —Sí, bueno, no es algo que suela ocurrirles a las mujeres de Londres. Pero más

que un escándalo, ha sido un desafío. Y si no dejas de intentar matarte… —Seinterrumpió, el silencio se solidificaba entre ambos—. Ella sí era un escándalo. Deltipo del que las familias no terminan nunca de recuperarse. Tú no eres como ella. Enabsoluto.

www.lectulandia.com - Página 87

Page 88: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 88/298

 —Leighton no está de acuerdo contigo.Los ojos de Ralston se ensombrecieron. —¿Leighton te ha comparado con tu madre?Juliana negó con la cabeza. —No exactamente. Pero cree que soy un peligro para la reputación de los que me

rodean.Ralston hizo un gesto con la mano desestimando su comentario. —Para empezar, Leighton es un idiota, y lo ha sido desde que llevaba pantalones

cortos. —A Juliana se le escapó la risa, y Ralston sonrió ante el sonido de su voz—.En segundo lugar, es un conservador. Siempre lo ha sido. Y tercero —sonrióirónicamente—, he soportado mi ración de reveses a mi reputación y, a pesar de eso,siguen invitándonos a fiestas, ¿no es verdad?

 —Tal vez la gente esté esperando que montemos una escena.

Ralston se recostó en el sillón. —Es posible. —¿Por qué es tan cauteloso?Formuló la pregunta sin reflexionar, y se arrepintió inmediatamente. No quería

que Ralston intuyera que estaba interesada en el duque.Aunque solo fuera un interés pasajero.Solo eso.Ralston no dio muestras de haberse dado cuenta.

 —Siempre ha sido así. Desde que éramos niños. En la escuela, no podía decir unasola frase sin mencionar que era el heredero de un ducado. Siempre tieso, recatado yobsesionado con su título. Siempre he considerado que su comportamiento eraridículo. ¿Por qué asumir las responsabilidades de un título y renunciar a todos susbeneficios?

La miró a los ojos, verdaderamente confundido ante la idea de que alguienpudiera sentirse responsable por un título, y Juliana no pudo contener la sonrisa. En elfondo su hermano era un vividor. Uno refrenado, ahora que estaba casado, pero unvividor al fin y al cabo.

Se hizo el silencio y Juliana tuvo que morderse la lengua para evitar sonsacarlemás cosas a su hermano.

 —Callie quiere invitarle a cenar. Para darle las gracias. Públicamente.Ralston se quedó pensativo. —Parece bastante lógico. —Junto a una docena de hombres casaderos.Ralston le dirigió una mirada comprensiva. —No creerás que puedo hacer algo por evitarlo, ¿verdad? —Supongo que no. —Hizo una pausa—. Callie cree que la proximidad al duque

www.lectulandia.com - Página 88

Page 89: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 89/298

ayudará a mi reputación. —Probablemente tenga razón. No puedo decir que me caiga bien, pero su influjo

sobre la sociedad elegante es más que evidente. —Esbozó una sonrisa torcida—. Unrasgo del que lamentablemente yo carezco. —Durante un momento, ambos guardaronun silencio reflexivo. Finalmente, Ralston dijo—: No quiero decir que sus opiniones

no sean importantes, Juliana. Ojalá no lo fueran. Pero te prometo una cosa: tú no erescomo ella.

Juliana cerró los ojos con fuerza. —Me gustaría creerte. —Eso es porque ya me crees.Juliana volvió a abrir los ojos. ¿Cómo sabía eso?Una sonrisa sardónica cruzó por su rostro. —Olvidas, hermana, que yo he estado en tu misma situación. Yo también quería

demostrarles que estaba por encima de ellos, mientras al mismo tiempo temía serprecisamente lo que pensaban de mí.

 Eso era. Así era como se sentía ella. —Para ti es distinto —dijo Juliana, y lamentó el tono afligido que había utilizado.Ralston dio un trago a su whisky. —Lo es ahora.Porque era el marqués.Porque era inglés.

Porque era un hombre. —Porque eres uno de ellos. —¡Muérdete la lengua! —dijo él—. ¡Qué insultante!Juliana no lo encontró divertido, sino más bien irritante. —Ah, Juliana. Para mí es distinto porque ahora sé qué es tener a alguien que

espera que sea más de lo que soy. Ahora sé qué es querer ser mejor.El significado de sus palabras cobró sentido. —Callie.Ralston asintió. —Ya no me preocupa satisfacer las expectativas de los demás porque estoy

demasiado ocupado intentando superar las de mi mujer.Juliana no pudo evitar sonreír. —El malvado marqués de Ralston, antiguo libertino, aplacado por el amor.Ralston la miró a los ojos con seriedad. —No digo que debas casarte, Juliana. Todo lo contrario, si prefieres una vida de

soltería, Dios sabe que tienes el suficiente dinero para permitírtela. Pero debespreguntarte a ti misma qué quieres hacer con ella.

Juliana hizo ademán de responder, pero entonces se dio cuenta de que no tenía

www.lectulandia.com - Página 89

Page 90: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 90/298

respuesta. Nunca le había dedicado mucha atención al tema; al menos desde quehabía fallecido su padre y todo había cambiado. En Italia, suponía que el matrimonioy la familia siempre habían estado presentes… pero eran dos cosas tan alejadas quenunca las había considerado seriamente. Sin embargo, aquí, en Inglaterra…

¿Quién la aceptaría?

Ajeno a sus pensamientos, Ralston se incorporó y puso fin a la conversación conuna última consideración.

 —Nunca pensé que lo diría, pero el amor no es tan malo como pensaba. Si algúndía llega a ti, espero que no lo dejes escapar.

Juliana sacudió la cabeza. —Espero que nunca me llegue.Su hermano sonrió. —Eso lo he oído antes, ¿sabes? Yo lo he dicho… Nick lo ha dicho… pero te

advierto que los St. John parecen incapaces de rechazarlo.Yo no soy una St. John. No del todo.Juliana no lo verbalizó.Prefirió saborear el espejismo.

www.lectulandia.com - Página 90

Page 91: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 91/298

7

«La diversión se expresa con sonrisas delicadas La risa es demasiado

ordinaria para la dama elegante».

Tratado de las damas más exquisitas

«La vieja pregunta se ha resuelto: en la batalla, el mármol triunfa sobre el

oro».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823

Juliana miró por encima del borde del palco del duque de Rivington en el TeatroReal, considerando la masa de seda y satén que se extendía a sus pies. La mitad de lasociedad elegante parecía haber acudido al estreno de  La dama de Livorno, y la otramitad debía de sentirse frustrada al no haber podido conseguir una entrada.

 —¡Créeme —dijo Mariana, uniéndose a ella para contemplar la escena ante ellas —, estaba convencida de que el otoño era la estación ideal para las casas de campo ylas cacerías!

 —Sí, pero parece que quienquiera que estableció eso este año ha olvidado

comunicárselo a la sociedad londinense. —Eso es lo que ocurre cuando el Parlamento celebra sesiones especiales. Todos

enloquecemos con el aire otoñal. ¿Es harina lo que lleva lady Davis en la cabeza? — Mariana se levantó los gemelos de teatro para inspeccionar el desafortunado tocado.Sacudió la cabeza y continuó recorriendo con la mirada el resto de los palcos delteatro antes de que empezara la función y se viera forzada a fingir que no leinteresaba el público asistente tanto como la compañía de actores—. Ah, Densmoreha venido con una mujer a la que no había visto nunca. Podría pensarse que es una

mujer de vida ligera. —¡Mari! —Tal vez no llevara mucho tiempo en Londres, pero incluso Juliana

sabía que el tema de las cortesanas no era apropiado en el teatro.Mariana alzó el mentón, con los ojos relucientes. —¡Pero es cierto! —¿Qué es cierto? —El duque de Rivington se había abierto paso entre la multitud

de visitantes en busca de un momento de tranquilidad y recorrió con un dedo el brazode su esposa.

Juliana sintió una punzada de envidia ante la casual muestra de afecto, que pasótotalmente desapercibido para el uno como para el otro, y la ignoró. Mariana miró asu duque con una amplia y radiante sonrisa.

www.lectulandia.com - Página 91

Page 92: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 92/298

 —Estaba diciendo que Densmore parece haber venido con la mujer de la noche.No la había visto nunca.

Rivington estaba acostumbrado al atrevimiento de su esposa, de modo que enlugar de reprenderla, buscó con la mirada el palco de Densmore e inspeccionó a laacompañante del vizconde.

 —Es posible que tengas razón, cariño. —¿Lo ves? —Mariana exultaba de entusiasmo—. Tengo una excelente

percepción para reconocer la naturaleza humana. —O te estás convirtiendo en una excelente cotilla —dijo Juliana secamente.Rivington rio sonoramente. —Es lo más probable. Señorita Fiori, me temo que debo llevármela un momento.

 —Y dirigiéndose a Mari—: Por favor, ven a saludar a lady Allen. Necesito que laentretengas un rato mientas trato un asunto con su esposo.

Mariana miró por encima del hombro de Rivington a la pareja en cuestión.Formaban un dúo especialmente severo: ambos tenían los labios apretados ydesafortunadas papadas. Mariana puso los ojos en blanco y le entregó a Juliana susgemelos.

 —A ver qué puedes descubrir mientras tanto. Espero un informe completo.Entonces se marchó, abriéndose paso a través de una multitud de gente, para

cumplir con su deber como esposa de uno de los hombres más reverenciados delreino. Juliana observó fascinada cómo su amiga se acercaba a la baronesa e iniciaba

la conversación. Al cabo de un momento, lady Allen miraba a Mariana con unaamplia sonrisa en su rostro, obviamente satisfecha con su compañía.

A pesar de que la gente solía referirse al matrimonio de Mariana como un sucesode lo más extraño —pues estaba basado en el amor—, no podía negarse que larelación era tanto una excelente unión política tanto como un romance. Mariana era lamejor esposa que podía tener un duque; el hecho de que su marido estuvieralocamente enamorado de ella era una feliz coincidencia.

El amor duradero no era algo con lo que Juliana estuviera muy familiarizada. Ellamisma era el resultado de una unión basada en el amor ciego y pasajero. Por lo quesabía, su madre había embrujado a su padre y después los había abandonado cuandose cansó de la domesticidad. El padre de Juliana no había vuelto a casarse, a pesar detener diversas oportunidades de hacerlo; Juliana siempre había creído que habíatomado la decisión más juiciosa. Después de todo, ¿por qué arriesgarse a amar denuevo cuando la historia demostraba que un comportamiento así siempre terminabaen dolor, ira y pérdida?

En los últimos meses, Juliana había tenido la oportunidad de comprobar que elamor no era un mito; se había alegrado muchísimo cuando sus hermanos lo habíanencontrado. El amor entre Gabriel y Callie había florecido justo cuando Juliana llegó

www.lectulandia.com - Página 92

Page 93: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 93/298

a Inglaterra, y había sido testigo de la fútil resistencia de ambos. Cuando finalmentesucumbieron a la emoción, todo Londres se sorprendió, y Juliana solo había deseadoque su amor no terminara en tristeza. Poco tiempo después, Nick había encontrado asu Isabel, y era imposible negar la devoción que se profesaban.

No obstante, al principio toda relación amorosa era igual: ardiente, apasionada,

fiel. ¿Qué ocurría cuando el fuego se apagaba y la fidelidad daba paso alaburrimiento?

Juliana observó cómo Callie se inclinaba hacia delante para susurrarle algo aloído a Ralston en la otra punta del palco. Su hermano sonrió abiertamente —algo queapenas hacía cuando Juliana llegó en la primavera— y posó una mano en el hombrode su esposa mientras se inclinaba para responderle.

Por el rubor que tiñó las mejillas de Callie, Juliana imaginó que las palabras de suhermano no eran exactamente adecuadas para el teatro.

Algo se removió dentro de ella… un sentimiento muy próximo a la envidia y queprefería dejar de lado.

Juliana sabía que no debía sentir envidia por su amor. Era una emoción vaga yefímera que al cabo de unos meses —años, con un poco de suerte— se desvanecía.

¿Y después qué?No, Juliana no quería amor.Pero pasión… del tipo de la que impulsaba a su hermano a susurrar cosas

perversas en el oído de su esposa… eso era algo totalmente distinto.

 No le importaría tener eso.Sus pensamientos regresaron a la mañana de hacía dos días, al momento en Hyde

Park en que el duque de Leighton había bajado de su caballo, con los ojos encendidospor la ira y la frustración, y la había besado. Exhaustivamente.

Con pasión.Y lo había disfrutado, maldición.Después de haberlo probado, deseaba más.Deseo. Lujuria. Sensualidad. Incluso el conflicto era atractivo. Pero él no.Se negaba a desearlo.Alzó los binoculares y recorrió con ellos el teatro, buscando algo que le

permitiera desviar el hilo de sus pensamientos. Varios palcos más allá, el vizconde deDensmore parecía estar inspeccionando el amplio, henchido y alarmantemente bajocorpiño de su acompañante. Al parecer, Mari no iba desencaminada. Unos metrosmás allá, lady Davis y lady Sparrow corrían el riesgo de precipitarse de su palco alestirar sus respectivos cuellos hacia un punto distante y después refugiarse tras laprotección de sus abanicos, que sostenían en la posición universal de la conversaciónescandalosa. Pese a que Juliana no sentía el menor afecto por ninguna de las dos

www.lectulandia.com - Página 93

Page 94: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 94/298

mujeres, tenía que admitir que eran unas excelentes cotillas. Siguiendo la direcciónde sus miradas, esperó encontrar una adecuada distracción.

Cuando localizó la fuente de sus frenéticos susurros, se juró a sí misma no volvera chismorrear nunca más.

En el palco que quedaba justo enfrente, el duque de Leighton y la uva mantenían

una tranquila y privada conversación. A los ojos de todo Londres.A varios metros de la perfecta y ordenada pareja, completando el retrato de la

dicha aristocrática —y muy probablemente provocando en el público asistente unconvulso entusiasmo por lo que parecía un matrimonio en ciernes— estaba laduquesa de Leighton junto a una dama regordeta y un corpulento caballero a los queJuliana identificó como los padres de la uva.

 Lady Penelope.Debía empezar a pensar en ella como lady Penelope.

¿Por qué? Dentro de poco será la duquesa de Leighton.Ignoró la oleada de aborrecimiento que sintió ante aquel pensamiento.¿Por qué tenía que importarle con quién se casara?No le importaba.¿Qué le importaba que hubiera elegido a alguien completamente opuesto a ella?

¿Alguien perfectamente serena, indolente, inofensiva?No le importaba.¿No? Entonces ¿por qué no bajaba los gemelos?

Podía hacerlo cuando quisiera.Quería hacerlo.El duque levantó la cabeza y la miró directamente.Si los gemelos hubieran empezado a arder de forma espontánea, no los habría

bajado tan rápidamente.Ni tan descuidadamente.Los binoculares golpearon la balaustrada de mármol con un horrible crujido, y el

dorado visor cayó al suelo alfombrado.Se hizo un silencio repentino en el palco cuando los diversos invitados y

familiares giraron la cabeza ante el sonido y vieron a Juliana con la boca abierta,observando el largo mango que le había quedado en la mano.

Juliana notó cómo una oleada de vergüenza le recorría todo el cuerpo, y optó portomar la primera vía de escape a su alcance: arrodillarse en el suelo del palco,demasiado oscuro y al mismo tiempo no lo suficiente, para recuperar las lentes que…el diablo se las llevara… debían de haber ido a parar bajo una silla porque no podíalocalizarlas por ninguna parte.

Buscando a tientas bajo las butacas, tardó un momento en comprender que, alarrastrarse por el suelo del palco del duque de Rivington, había hecho empeorar

www.lectulandia.com - Página 94

Page 95: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 95/298

mucho  su situación. Lady Sparrow y lady Davis, sin duda, debían de estarobservándola atentamente, esperando a ver cómo salía airosa de aquella incómodasituación.

Y no quería ni pensar en él.Sin duda, lo habría visto todo. Lo imaginó enarcando una de sus severas cejas

rubias mientras miraba en su dirección y pensaba: Gracias a Dios que es Ralstonquien debe lidiar con usted y no yo.

Perjuró en voz baja y llegó a la conclusión de que la situación en la que seencontraba no podía empeorar con unas cuantas palabras en italiano.

Sus dedos rozaron algo frío y liso y aferró las lentes caídas. Levantó la cabeza yse encontró contemplando las espinillas del hermano de Callie, el conde de Allendale.Como el caballero de alcurnia que era, Benedick debía de estar allí para ayudarla alevantarse.

 Pero ella aún no estaba preparada.Benedick pareció darse cuenta de ello y se agachó a su lado. —¿Quiere que finja estar ayudándola en su búsqueda hasta que esté lista para

enfrentarse a ellos? —le susurró, y el tono ligero en que lo dijo contribuyó aestabilizar el pulso de Juliana.

Enfrentó sus ojos color miel, tan parecidos a los de Callie, y respondió también enun susurro:

 —¿Cree que puedo quedarme aquí, milord?

 —¿Cuánto tiempo? —¿Toda la vida es demasiado?Benedick fingió meditar sobre su pregunta. —Bueno, como caballero, me vería obligado a permanecer a su lado… y tenía la

esperanza de poder ver la representación —dijo jovialmente. Cuando Juliana sonrió,le ofreció su mano y le dio un consejo—: Siga sonriendo. Si se dan cuenta que sesiente avergonzada, no se lo perdonarán.

Tras respirar hondo, permitió que Benedick la ayudara a ponerse de pie. Sintiócientos de ojos observándola, pero contuvo el impulso de devolver la mirada.

El impulso de comprobar si un par de aquellos ojos pertenecían al arroganteduque sentado justo enfrente. Con una sonrisa forzada, anunció:

 —He provocado una escena, ¿no es así?Lord Allendale esbozó una cuasi imperceptible sonrisa. —Sí. Pero esto es el teatro. Es un consuelo saber que no es la primera en hacerlo. —Bueno, al menos debo de ser la primera en hacerlo tan lejos del escenario.Benedick se inclinó hacia ella, como si estuviera compartiendo un secreto: —Tonterías. Una vez vi a una vizcondesa perder su peluca al inclinarse

demasiado sobre el borde de su palco. —Sus hombros se sacudieron—. Fue horrible.

www.lectulandia.com - Página 95

Page 96: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 96/298

Juliana empezó a reír, regocijada y aliviada. Benedick era atractivo, encantador ymucho más agradable que…

Que nadie. —Primero el Serpentín y ahora esto. —Es usted una mujer aventurera, según parece —ironizó—. Al menos, en este

caso no corre ningún peligro. —¿De veras? ¿Por qué me parece mucho más peligroso?Benedick sonrió abiertamente. —¿Le gustaría saludar?Juliana puso los ojos como platos. —¡No podría! —¿No? —Sería…

 —Haría que la velada fuera mucho más interesante, de eso no cabe duda.Y Leighton lo odiaría.La idea hizo asomar una sonrisa a sus labios. Una auténtica.Sacudió la cabeza. —Creo que ya he causado suficientes problemas por una noche —le dijo al conde

antes de darse la vuelta para enfrentar al resto del palco. Levantó las lentes de formatriúnfate y anunció:

 —¡Las he encontrado!

Mariana se rio y dio dos palmadas en un gesto que demostraba su júbilo. Lasonrisa afectada de Ralston indicaba que su irritación por la escena quedabaempequeñecida por el orgullo de que no bajara la cabeza ante el resto de la sociedadelegante. A su hermano nunca le había preocupado mucho lo que pensara la sociedad,y Juliana se sentía agradecida por ello.

Los invitados del palco, por su parte, parecían estar recordando la etiquetaapropiada que requería el momento cuando la hermana del marqués reapareciódespués de haber pasado demasiado tiempo en el suelo de un palco de teatro — aunque Juliana no creía que existiera un periodo de tiempo apropiado parapermanecer en el suelo de un palco de teatro— y las luces empezaron a atenuarse,señal inequívoca de que la auténtica representación estaba a punto de dar comienzo.

Gracias a Dios.Juliana se sentó rápidamente al final de la primera fila de asientos, al lado de

Mariana, quien había regresado a su lado para protegerla de más situacionesviolentas. Las luces del escenario se encendieron y empezó la representación.

Juliana fue incapaz de concentrarse en lo que ocurría sobre el escenario. Era unafarsa —una bastante buena a juzgar por las risas que despertaba en el público—, peroella aún debía hacer frente a los nervios residuales, al persistente impulso a

www.lectulandia.com - Página 96

Page 97: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 97/298

abandonar el teatro y al deseo incontenible de dirigir la mirada hacia el palco delduque de Leighton.

Un deseo incontenible que, al final de la primera escena, demostró ser irresistible.Miró por el rabillo del ojo y le vio.Contemplaba la obra con ávido interés.

Las manos de Juliana se tensaron alrededor de los delicados binoculares dorados,y le recordaron su existencia. Con ellos podría observarle claramente.

Era completamente razonable que comprobara el estado del componente másimportante de las lentes de ópera, caviló. Puesto que el asa estaba rota, sería unatragedia que las lentes también lo estuvieran. Si ese era el caso, cualquier amigomedianamente decente le prestaría las suyas.

Por supuesto que debía comprobarlo. Iba a hacerlo.

Era lo que se esperaba.Se llevó las lentes a los ojos y echó un vistazo al escenario. No estaban rotas;

Juliana distinguió el satén rojo de la actriz principal, incluso los pelos que componíanel espeso mostacho negro del actor principal.

Todo en perfecto orden.Sin embargo, no podía estar segura de que las lentes no sufrieran otro tipo de

deficiencia.Tal vez ahora reflejaran la luz de un modo inadecuado.

Era muy posible. Lo mejor era que lo comprobara.En nombre de la amistad.De la forma más casual posible, movió las lentes en un amplio arco desde el

escenario y detuvo el movimiento al encontrar sus relucientes rizos dorados. Elpúblico se rio con algo que ocurrió en el escenario. Pero él no… ni siquiera sonrió,hasta que la uva le miró, como si quisiera comprobar que estaba pasándoselo bien.Entonces esbozó una sonrisa forzada y se inclinó para decirle algo al oído. La sonrisade ella se amplió, haciéndose más natural, y de repente a Juliana ya no le pareció tanparecida a una uva.

Sino bastante adorable.Juliana se quedo lívida. —¿Ves algo interesante?La pregunta susurrada le cortó la respiración, y los binoculares estuvieron a punto

de volver a caerse al suelo.Se dio la vuelta para enfrentar la mirada de Mariana. —Solo… estaba comprobando las lentes. Quería asegurarme de que funcionaran

bien. —Ah. —Una pequeña sonrisa apareció en los labios de su amiga—. Porque

www.lectulandia.com - Página 97

Page 98: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 98/298

hubiera jurado que estabas mirando al duque de Leighton. —¿Por qué querría hacer eso? —dijo Juliana en un tono casi inhumano. Dejó las

lentes en el regazo de Mariana—. Aquí tienes. Funcionan.Mariana levantó las lentes y las dirigió hacia el duque de Leighton sin el menor

rubor.

 —Me pregunto qué hace con Penelope Marbury. —Van a casarse —gruñó Juliana.Mariana le dirigió a su amiga una mirada sorprendida. —¿De veras? Bueno, ha cazado la presa de la temporada.El bacalao que habían servido en el almuerzo debía de estar en mal estado. Era la

única razón que explicaba por qué se sentía tan… mareada.Mariana continuó con su inspección. —Callie me ha contado que has tenido varios encontronazos con él.

Juliana sacudió la cabeza y susurró: —No sé a qué se refiere. No ha habido nada de eso. Hubo un incidente a caballo,

pero no creo que Callie se refiera a eso… —Se interrumpió al ver que Mariana bajabalas lentes y la miraba con semblante conmocionado—. Creo que no te he entendidobien.

Mariana se recuperó y dijo con una sonrisa triunfal: —Por supuesto que me has entendido. ¡Cómo me gusta que aún no domines los

giros de algunas frases en inglés!

Juliana cogió la mano de su amiga. —¡Mari! ¡No debes contárselo a nadie! —Oh, tranquila. Con una condición.Juliana levantó la vista al techo en busca de la salvación. —¿Qué? —¡Debes contármelo todo! ¡Un «incidente a caballo» es algo tan escandaloso…!Juliana no respondió y se dio la vuelta para mirar el escenario. Intentó prestar a

atención a lo que ocurría en él, pero la historia —dos amantes intentando que nodescubrieran su affaire clandestino— le resultaba demasiado familiar. Estaba enmedio de su propia farsa… con lentes de ópera rotos y encuentros escandalosos, yacababan de descubrirla.

Y no le hacía ninguna gracia. —Está mirándote —susurró Mariana. —No es verdad —respondió ella por la comisura de los labios.Sin embargo, no pudo contener el impulso y giró la cabeza.Simon no la miraba. —  Estaba mirándote. —Bueno, pues yo no estoy mirándole a él.

www.lectulandia.com - Página 98

Page 99: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 99/298

Y no lo hizo.No le miró durante el primer acto, mientras los amantes daban portazos al salir o

entrar de habitaciones y el público se retorcía de risa, ni tampoco cuando bajó eltelón, que ocultó su apasionado abrazo a la vista del marido de ella y la hermana deél… quien por algún motivo se preocupaba demasiado por las faldas que perseguía su

hermano.No le miró cuando encendieron las velas, que hicieron nuevamente visible a la

sociedad londinense, ni cuando se reanudó el flujo de visitantes en el palco de losRivington y se le presentó la oportunidad de mirar sin ser vista.

No le miró cuando el conde de Allendale la entretuvo durante el entreacto, nicuando Mariana le sugirió que fueran al salón de las damas para hacerse unosretoques —una sutil artimaña para hacer hablar a Juliana—, ni después de rechazar suoferta, pues no tenía motivos para ir al salón, y Mariana se vio obligada a ir sola.

No le miró hasta que las luces empezaron a atenuarse nuevamente y la audienciase preparaba para el segundo acto.

Y entonces deseó no haberlo hecho.Porque el duque estaba acompañando a la uva a su asiento, su larga mano

apoyada en el hombro de ella, mano que pasó a recorrer su brazo al instalarse a sulado.

Y Juliana descubrió que no podía desviar la mirada.La caricia duró apenas un instante —pese a que tuvo la sensación de que lo hacía

interminablemente—, y lady Penelope, impertérrita, centró su atención en elescenario y se quedó absorta en lo que ocurría en este.

El duque, no obstante, le devolvió la mirada. La distancia y la tenue iluminaciónpodían llevarla al equívoco… pero no, estaba mirándola.

No había otra explicación para el estremecimiento que sintió en la columnavertebral.

El duque sabía que había visto la caricia. Había pretendido que la viera.Y de repente no había suficiente aire en el palco.Se puso en pie súbitamente y atrajo la atención de Ralston al salir del palco. Se

inclinó para decirle en voz queda al oído: —Tengo dolor de cabeza. Saldré un momento al vestíbulo a tomar el aire.La miró con los ojos entrecerrados. —¿Quieres que te acompañe a casa? —No, no… Estoy bien. Solo necesito salir un poco del palco. —Sonrió

tímidamente—. Estaré de vuelta antes de que te des cuenta.Ralston vaciló; no sabía si debía dejarla salir sola. —No vayas muy lejos. No quiero que deambules por el teatro.

www.lectulandia.com - Página 99

Page 100: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 100/298

Juliana sacudió la cabeza.Por supuesto que no.La detuvo con una firme mano en su muñeca. —Hablo en serio, hermana. Sé perfectamente el tipo de problemas que puedes

encontrar en un teatro durante la representación.

Juliana arqueó una ceja en un gesto compartido. —Me gustaría saber más cosas sobre eso.Los dientes de su hermano relucieron en la oscuridad. —Tendrás que preguntárselo a Callie.Ella sonrió. —Puedes estar seguro de que lo haré.Entonces salió al vestíbulo, vacío salvo por un puñado de lacayos, donde pudo

volver a respirar.

Una suave brisa circulaba por el corredor, y se dirigió de forma instintiva hacia ungran ventanal en el otro extremo del teatro donde el vestíbulo terminabaabruptamente sobre lo que supuso que era el escenario. Habían dejado abierta laventana para dejar entrar el fresco aire de octubre, y había una silla debajo de esta queparecía estar esperándola. Aunque seguramente estaba demasiado lejos del palco parael gusto de Ralston, de todos modos era un lugar perfectamente público.

Se sentó en la silla y contempló por la ventana los tejados de Londres. La luz delas velas titilaba en las ventanas de algunas casas, y distinguió a una joven que cosía

varios pisos por debajo. Juliana se preguntó si la chica habría estado alguna vez en elteatro… si alguna vez habría soñado con ir al teatro.

Hacía unos meses, Juliana nunca había soñado con ir… no de aquel modo, almenos, con una familia de aristócratas de la cual desconocía incluso su existencia.Con joyas y sedas y satenes y marqueses, condes y… duques.

Duques que la sacaban de quicio y que consumían sus pensamientos y que labesaban como si fuera la última mujer sobre la tierra.

Suspiró, mientras contemplaba cómo la luz cerosa de la luna se reflejaba en lostejados de tejas, aún húmedas, de la breve lluvia de la tarde.

 Había empezado algo que no sabía cómo terminar.Había querido tentarle con la pasión, castigar su arrogancia haciendo que hincara

la rodilla en el suelo, pero después del embarazoso episodio del lago, cuando le habíadejado entrever que ella era la última persona a la que consideraría tentadora…

Quedaban días para el fin del acuerdo y él se dedicaba a cortejar a lady Penelope,planeando una vida matrimonial perfecta y adecuada con una mujer que había sidocriada para ser una duquesa.

La apuesta debía terminar con la triunfal caída de Leighton; entonces, ¿por qué sesentía ella como el bando perdedor?

www.lectulandia.com - Página 100

Page 101: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 101/298

 —¿Por qué no está en su asiento?Se sobresaltó ligeramente al oír su voz y se sintió inmediatamente irritada. La había seguido.No debería importarle que la hubiera buscado.Pero le importaba.

Se dio la vuelta haciendo un esfuerzo por mantener la calma. —¿Por qué no está usted en su asiento?El duque frunció el ceño. —Vi cómo abandonaba sola el palco. —Mi hermano sabe dónde estoy. —Su hermano nunca ha asumido ni una onza de responsabilidad. —Se acercó

más a ella—. Podría sucederle cualquier cosa aquí.Juliana miró exageradamente por el vacío y largo corredor.

 —Sí. Resulta muy amenazador. —Alguien podría querer destruir su reputación. Podrían asaltarla. —¿Quién?Simon vaciló. —¡Cualquiera! ¡Un actor! ¡O un lacayo! —¿O un duque?Enarcó las cejas y se detuvo. —Supongo que me lo merezco.

No se lo merecía. En realidad, no. Juliana se volvió hacia la ventana. —No le he pedido que me siguiera.Se produjo un largo silencio durante el cual Juliana esperó que el duque se

marchara. Pero, finalmente, este dijo: —No. No lo ha hecho.Juliana giró la cabeza al oír aquello. —Entonces, ¿qué hace aquí?El duque se pasó una mano por su rubio cabello y Juliana abrió mucho los ojos.

Aquel era un gesto muy poco característico de él, una señal de su incomodidad. —Ha sido un error.Una oleada de decepción le recorrió el cuerpo. Juliana hizo todo lo posible por

ocultarlo, haciendo un gesto con la mano para indicar el corredor. —Pues eso tiene fácil solución, su excelencia. Creo que su palco está en el otro

lado del teatro. ¿Quiere que llame a un lacayo para que le acompañe? ¿O tiene miedode que le asalten?

Sus labios formaron una línea recta, la única señal de que había captado elsarcasmo de sus palabras.

 —No me refiero a seguirla, pese a que Dios sabe que eso ha sido también un

www.lectulandia.com - Página 101

Page 102: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 102/298

error, aunque uno inevitable. —Se detuvo a pensar sus próximas palabras—. Merefiero a todo lo demás. La apuesta, las dos semanas, la mañana de Hyde Park…

 —La tarde de Hyde Park —añadió ella en voz queda, y el duque la miró a losojos.

 —Es evidente que hubiese preferido no dar más motivos de cotilleos, pero no

lamento haberla salvado. —Había algo en sus palabras, malestar mezclado con unaemoción que Juliana no supo identificar del todo, pero que desapareció en cuantosiguió hablando, displicentemente—: El resto, no obstante, no puede continuar. Nodebería haber accedido en un buen principio. Ese fue el error. Ahora comprendo quees incapaz de comportarse con decoro. Nunca debí seguirle la corriente.

Seguirle la corriente.El significado de sus palabras resonó incluso mientras daba un rodeo para

transmitirle lo que realmente quería decir.

 No estaba a su altura.Nunca lo había estado.Y nunca estaría a la altura de su mundo.Aunque se había comprometido a intentar cambiar la visión que tenía de ella, de

demostrarle que se equivocaba y conseguir que suplicara por su perdón… por suatención… la determinación en su tono de voz la hizo cambiar de idea.

Si dejaba que le hiciera daño, tendría demasiado poder sobre ella. Todos ellostendrían demasiado poder sobre ella. Había otras personas que no la consideraban

inferior porque hubiese nacido en Italia, porque hubiese nacido plebeya, porque seempecinara a enfrentarse a las normas y restricciones de aquel nuevo mundo.

No permitiría que le hicieran daño.Prefería sentirse enojada.El enojo, al menos, era una emoción que podía controlar.Y mientras estuviera enojada, él no ganaría. —¿Seguirme la corriente? —preguntó, mientras se ponía en pie y se daba la

vuelta para enfrentarlo—. Puede que esté acostumbrado a que los demás acepten suvisión de las cosas, su excelencia, pero yo no soy uno de sus devotos acólitos.

El duque tensó la mandíbula. Juliana prosiguió: —No parecía estar siguiéndome la corriente cuando aceptó el plazo de dos

semanas, ni evidentemente hace unos días en Hyde Park. —Simon alzó el mentón, ungesto ligero y firme con una mezcla de ira y convicción—. Me dio dos semanas.Según mis cuentas, aún me quedan diez días.

Juliana se acercó más a él, hasta prácticamente tocarle, y oyó el cambio en surespiración, la tensión, que hubiera resultado imperceptible de no estar tan cerca.

De no estar tan enojada.De no sentirse tan atraída por él.

www.lectulandia.com - Página 102

Page 103: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 103/298

 —Pretendo utilizarlos —le susurró, consciente de que estaba tentando al destino yde que él podía poner fin a todo con una simple palabra.

El tiempo se dilató y fue incapaz de seguir contemplando sus ojos; bajó la miradaa sus labios, a sus líneas firmes y fuertes.

Un error.

De repente, la ventana abierta dejó de airear el teatro. El recuerdo de sus besosinundó el tenue vestíbulo… el deseo de volver a saborear sus labios.

Volvió a mirarle a los ojos; su habitual tono ambarino se había oscurecido y ahoraparecían de un color roble hosco.

 Él también me desea.Sintió una ardiente oleada en todo el cuerpo.Simon dio un paso adelante y sus senos rozaron su pecho. Se quedó sin aliento. —No me necesita para sus escándalos. Ya tiene a un conde comiendo de su mano.

Sus palabras y su proximidad la sumieron en la confusión. —¿Un conde? —La he visto con Allendale, riendo e… intimando. —Aquello último lo dijo casi

con un gruñido. —¿Allendale? —repitió Juliana como una idiota mientras trataba de aclararse la

mente. ¿Qué quería decir? Entonces lo comprendió—. Ah, Benedick.Sus ojos refulgieron con una luz no demasiado reconfortante. —No debería referirse a él con semejante familiaridad.

Una brizna de entusiasmo se abrió paso dentro de ella. Parecía enfadado. No…parecía lívido. Parecía celoso.

La expresión desapareció antes de que pudiera saborearla, oculta detrás de suprudente mirada, pero el valor arraigó de todos modos. Esbozó una sonrisa burlesca.

 —¿Quiere decir que no debería dirigirme a él por su nombre? —No por ese nombre. —Usted no respetó esa regla cuando nos conocimos… Simon. —Susurró su

nombre, y su aliento trazó volutas entre ambos, como la tentación.El duque respiró hondo. —Debería haberlo hecho. —Pero quería que pensara que era alguien que no era. —Creo que los dos somos culpables de ocultar nuestra verdadera identidad.Juliana se sintió invadida por la tristeza y la ira. —Yo no me oculté. —¿No? Entonces, ¿por qué creí que era…? Mejor. Oyó la palabra. La detestó. —En aquel momento no parecía pensar lo mismo. —Juliana levantó el mentón,

sus labios casi rozando los del duque.

www.lectulandia.com - Página 103

Page 104: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 104/298

El deseo que brotaba de él era casi perceptible. Puede que se negara a desearla,pero la deseaba. Podía sentirlo.

Cuando Simon se inclinó hacia delante, ella contuvo la respiración, esperandovolver a saborear aquellos labios inolvidables, deseándolos con una desesperaciónque jamás admitiría.

El mundo se disipó y solo quedó aquel momento, ambos rodeados de unasilenciosa oscuridad, su dorada mirada, su cálido aliento consumiéndola. Su boca secernió sobre ella y, al sentir su aliento sobre su piel, deseó poder gritar por laexpectativa…

 —Es un escándalo en potencia.El aliento de sus palabras le acarició la piel, la agradable sensación se enfrentaba

a su significado. Y entonces dio un paso atrás y se alejó de ella, dejándola sola,insatisfecha y completamente frustrada.

 —Algo que no puedo permitirme —añadió. —Me desea. —Hizo una mueca ante la desesperanza en su acusación y se

arrepintió inmediatamente.Era de piedra. —Por supuesto que la deseo. Tendría que estar muerto para no desearla. Es una

mujer brillante, hermosa y reacciona ante mí de un modo que hace que ansíedesarmarla y someterla a mi voluntad. —Se detuvo, mirándola fijamente a los ojos,abiertos como platos—. Pero las acciones tienen consecuencias, señorita Fiori. Algo

que haría bien en recordar antes de lanzarse de cabeza a sus juegos infantiles.Juliana entrecerró los ojos. —No soy ninguna niña. —¿No? No tiene la menor idea de lo que está haciendo. ¿Y si logra enseñarme

qué es su preciada pasión, Juliana? ¿Qué ocurrirá después?La pregunta fue como latigazo. No tenía respuesta. —Nunca en su vida ha pensado en el futuro, ¿verdad? Jamás ha imaginado lo que

vendría después de lo que está experimentando aquí y ahora. —Hizo una pausa paraañadir de forma cortante—: Si eso no es indicativo de su puerilidad, no sé qué puedeserlo.

Juliana le odió profundamente. Odió el modo en que la dejó sin respuesta. Lamanera en que descubría sus debilidades incluso antes que ella misma.

Simon continuó: —Me retiro de la apuesta. Jamás debí aceptarla. Es un peligro para usted misma y

para mí. No tengo tiempo de darle la lección que tanto merece.Juliana sabía que debía mostrarse condescendiente, liberarles a ambos de su

estúpido y maldito acuerdo, que amenazaba sus reputaciones, sus sentimientos, surazón.

www.lectulandia.com - Página 104

Page 105: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 105/298

Pero la furia que sentía era tan acerada que no podía dejarle ganar. —Usted desea retirarse; yo deseo renegociar. —La palabra era una pulla.El duque tensó un músculo de su mandíbula. —Se lo contaré todo a Ralston.Juliana enarcó una ceja.

 —¿Y qué conseguiría con eso? —Se miraron a la tenue luz del vestíbulo, yJuliana percibió la furia que brotaba de él. Era tan extraño que el duque mostrara sussentimientos que la muchacha disfrutó del momento, incapaz de contener el impulsode atizar el fuego—. Tranquilo. No necesito mucho tiempo para doblegarle.

Los ojos del duque se oscurecieron súbitamente y Juliana supo que había idodemasiado lejos. Reconoció la furia apenas controlada en sus tensos músculos y,durante un instante, pensó que la cogería por los hombros y la sacudiría.

 —He superado peores amenazas a mi reputación que la que usted representa,

señorita Fiori. No piense ni por un momento que se saldrá con la suya. La tentaciónno es un contrincante a la altura de la reputación. —Hizo una pausa—. ¿Quiere susdiez días? Muy bien. Haga lo que pueda.

 —Es lo que pretendo. —No espere que le ponga las cosas fáciles.Juliana debería haberse regocijado en el modo en que Simon giró sobre sus

talones y se alejó, en el modo en que había conseguido resquebrajar su heladaarmadura.

No obstante, mientras le observaba regresar a su palco —y a la perfectaprometida inglesa que había elegido—, no le embargaba una sensación triunfal.

Sino algo que se parecía sospechosamente a la nostalgia.

www.lectulandia.com - Página 105

Page 106: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 106/298

8

«La grosería es la última prueba de la perfección. Las damas delicadas

contienen la lengua».

Tratado de las damas más exquisitas

«Los descubrimientos más exquisitos en la modiste no son los lazos de seda,

 sino los susurros de escándalos…Las mujeres inglesas dedican más tiempo a

las compras que el resto de las mujeres europeas».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823

Juliana se recostó en el diván del probador de la modista. Había pasado más horasde las que estaba dispuesta a admitir en aquella pieza en particular del mobiliario,tapizada con un delicado brocado escarlata lo suficientemente caro y atrevido comopara estar a la altura de la propietaria de la tienda.

 —No debe de haber visto comprar a las francesas —dijo madame Hebertsecamente mientras colocaba con destreza alfileres en la cintura del adorable vestidocolor arándano que estaba probándose Callie.

Mariana se rio mientras inspeccionaba una tela de terciopelo verde oscuro. —Bueno, no podemos permitir que las francesas nos superen en una actividad tan

importante, ¿verdad? —respondió Callie con un resoplido. —Después de todo, hemos conseguido que sus mejores modistas crucen el Canal

 —acudió en su ayuda Mariana.Juliana sonrió mientras su amiga evitaba por poco un conflicto diplomático. —Y, además —continuó Mariana—, Callie lleva demasiado tiempo vistiendo una

ropa horrible. Aún le queda mucho trabajo por delante. Nosotras solo hemos venido

para pasarlo bien… —Se interrumpió—. Y tal vez para comprar una capa con estatela verde.

 —A su excelencia le sentaría muy bien el terciopelo. —Hebert no levantó la vistade su trabajo—. ¿Puedo sugerirle un vestido de seda que le haga juego? Sería labelleza de un baile de invierno.

Los ojos de Mariana se iluminaron cuando Valerie extendió delante de ella laespectacular seda verde, mucho más pesada que la mayoría y con una variedad detonos verdes que fulguraban bajo la luz.

 —Oh, sí… —susurró—. Desde luego que puede sugerirlo.Juliana se rio ante la reverencia que percibió en el tono de su amiga. —Y con eso, nos pasaremos aquí otra hora —anunció mientras Mariana se dirigía

www.lectulandia.com - Página 106

Page 107: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 107/298

hacia un biombo para que le tomaran las medidas y le clavaran alfileres. —No demasiado ajustado —le dijo Callie en voz queda a la modista antes de

sonreír a Juliana—. Si el otoño continúa siendo tan agitado como hasta ahora, nopuedo imaginar cómo será el invierno. Tú también necesitarás nuevos vestidos,¿sabes? De hecho, aún no hemos hablado de lo que llevarás en tu cena.

 —No es mi cena. —Juliana soltó una carcajada—. Y seguro que tengo algoadecuado.

 —Callie ha seleccionado a lo mejorcito de los lores de Londres, Juliana — intervino Mariana desde detrás del biombo—. A cual más elegible.

 —Eso he oído.Callie examinó el talle de su vestido en el espejo. —Y todos menos Leighton han aceptado la invitación. —Miró a Juliana a los ojos

a través del espejo—. Incluso Benedick.

Juliana ignoró la referencia al conde de Allendale, consciente de que no debía daralas a Callie en aquella cuestión. Sin embargo:

 —¿Leighton no asistirá?Callie negó con la cabeza. —No lo sé. Aún no ha contestado. —Juliana contuvo la lengua, consciente de que

debía ir con pies de plomo en aquel tema. Si el duque no quería asistir a la cena, ¿quéle importaba a ella?—. Me gustaría encontrar algo bueno en él… pero me resulta tandifícil. Bueno, pasaremos una velada encantadora sin él.

 —¿Quiere que le pida a Valerie que le muestre algunas telas, mademoiselle Fiori? —intervino Hebert, tan buena mujer de negocios como modista.

 —No —dijo Juliana sacudiendo la cabeza—. Tengo muchos vestidos. No quieroque mi hermano se arruine hoy.

Callie buscó la mirada de Juliana en un enorme espejo. —No creas que desconozco vuestro pequeño secreto. Sabes que a él le gusta

comprarte ropa y todo lo que quieras. Y sé de dónde proceden sus nuevos libros ypartituras.

Juliana sonrió. Cuando llegó a Inglaterra, momento en que se sintiócompletamente desconectada de aquel nuevo mundo y de su nueva familia, habíaestado convencida de que sus sobrecogedores hermanos la odiarían por lo que ellarepresentaba: a la madre que los había abandonado sin mirar atrás cuando ellos eransolo unos niños. No importaba que la misma madre también la hubiera desatendido aella.

Pero sus miedos no se habían visto confirmados. Gabriel y Nick la habíanaceptado. Sin vacilación. Y mientras su relación continuaba evolucionando, Julianaempezó a aprender —mejor tarde que nunca— qué era ser una hermana. Como partede aquella lección inmensamente placentera, ella y su hermano mayor habían iniciado

www.lectulandia.com - Página 107

Page 108: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 108/298

una especie de juego que consistía en hacerse regalos mutuamente.Juliana sonrió a su cuñada, una persona muy importante en la consolidación de la

relación que la unía a su hermano, y dijo: —Hoy no habrá regalos. Aún sigo esperando que la temporada termine antes de

necesitar un nuevo armario formal de invierno.

 —¡No digas eso! —gritó Mariana desde detrás del biombo—. ¡Necesito unaexcusa para ponerme este vestido!

Todas rieron, y Juliana observó cómo madame Hebert envolvía con soltura la teladel vestido de Callie alrededor de su talle. Callie valoró los pliegues de la tela en elespejo y dijo:

 —Es perfecto.Lo era. Callie estaba hermosa. Gabriel no podría quitarle los ojos de encima,

pensó Juliana irónicamente.

 —No muy ceñido —dijo Callie.Era la segunda vez que decía aquello.Juliana por fin comprendió su significado. —¿Callie? —dijo buscando la mirada culpable de su cuñada en el espejo. Juliana

ladeó la cabeza a modo de pregunta silenciosa, y la sonrisa adorable y sincera deCallie fue toda la respuesta que necesitó.

Callie iba a tener un hijo.Juliana se puso en pie de un salto, rebosante de alegría.

 —¡ Maraviglioso! —Se acercó a la otra mujer y la abrazó con fuerza—. ¡Ahoraentiendo por qué estamos comprando más vestidos!

Su risa compartida atrajo la atención de Mariana desde el otro lado del biombo. —¿Qué es maraviglioso? —Asomó su rubia cabeza por un lado de la mampara—.

¿Por qué estáis riendo? —Miró a Juliana con los ojos entrecerrados—. ¿Por qué estásllorando? —Desapareció un instante y volvió a reaparecer de detrás del biombo conun tramo de satén verde pegado al cuerpo, la pobre Valerie pisándole los talones—.¿Qué me he perdido? —inquirió—. ¡Siempre me lo pierdo todo!

Callie y Juliana volvieron a reír ante el comentario de Mariana, y entonces Julianadijo:

 —Bueno, tendrás que decírselo. —¿Decirme qué?Callie tenía las mejillas encendidas, y era evidente que le hubiera gustado estar en

otro lugar para el anuncio, y no en mitad de un probador en compañía de una de lasmejores modistas de Londres.

Juliana no pudo contenerse. —Parece ser que mi hermano ha cumplido con su deber. —¡Juliana! —susurró Callie, escandalizada.

www.lectulandia.com - Página 108

Page 109: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 109/298

 —¿Qué? ¡Es verdad! —dijo Juliana simplemente, y se encogió de hombros.Callie sonrió. —Eres igual que él, ¿sabes?Había peores insultos viniendo de una mujer que estaba locamente enamorada de

él en cuestión.

Mariana aún estaba poniéndose al día. —Ha cumplido… ¡Oh! ¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Callie! —Empezó a dar saltitos de

alegría, y la sufrida Valerie tuvo que ir a buscar un pañuelo para proteger la seda delas lágrimas de Mariana.

Hebert abandonó la habitación, ya fuera para evitar morir asfixiada en un díscoloabrazo o acabar atrapa en la refriega emocional cuando las dos hermanas se agarraronmutuamente y empezaron a reír y a llorar y a reír y a parlotear y a llorar y a reír.

Juliana sonrió ante la escena que tenía delante —las dos hermanas felizmente

casadas y, aun así, tan unidas— y comprendió que no había lugar para ella en aquellacelebración. No envidió su felicidad ni su complicidad.

Lo único que deseaba era poder experimentar ella también aquella sensación depertenencia tan completa e indiscutible.

Salió del probador para dirigirse a la parte delantera de la tienda, donde madameHebert se había refugiado momentos antes. La francesa estaba de pie en la entrada deuna pequeña antesala, bloqueándole la visión a Juliana de otra clienta. Se dirigióhacia una pared repleta de remates: botones, lazos, volantes y encajes. Recorrió con

la punta de los dedos algunos complementos, rozando un botón dorado aquí, unencaje festoneado allí, mientras pensaba en la noticia que les había dado Callie.

En primavera habría dos nuevos miembros de la familia: la mujer de Nick, Isabel,también estaba encinta.

Sus hermanos habían conseguido superar sus pasados y el temor a repetir lospecados de su padre y habían dado el inconmensurable paso de casarse por amor.Ahora tenían sus propias familias. Madres, padres e hijos que envejecerían juntos yfelices.

 Nunca en su vida ha pensado en el futuro, ¿verdad? Jamás ha imaginado lo quevendría después de lo que está experimentando aquí y ahora.

Las palabras que Leighton le había dicho en el teatro resonaron en su mente.Juliana tragó saliva, intentando deshacer el nudo que se había instalado en su

garganta. No podía permitirse el lujo de pensar en su futuro. Su padre había muerto, ya ella la habían metido en un barco, enviado directamente a Inglaterra y entregado auna familia desconocida y a una cultura extraña que nunca la aceptaría. No habíafuturo para ella en aquel país. Y era más fácil —y mucho menos doloroso— nohacerse ilusiones creyendo otra cosa.

Pero cuando observaba la felicidad con la que Callie y Mariana contemplaban sus

www.lectulandia.com - Página 109

Page 110: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 110/298

idílicos futuros, llenos de amor y de niños, de familia y amigos, le era imposible noenvidiarlas.

Aquellas mujeres tenían lo que ella nunca tendría. Lo que nunca se le ofrecería.Porque Juliana no pertenecía a ese mundo. Un mundo lleno de aristócratas donde

lo único que importaba era el dinero, los títulos, la buena cuna y el concebir

herederos.Agarró una larga pluma de un jarrón cercano. Seguro que la habían teñido, porque

nunca había visto un negro de tal intensidad en una pluma tan larga. No podía niimaginarse de qué clase de ave podía haber salido. Pero en cuanto la acarició ycomprobó su suavidad, supo inmediatamente que era natural. Era impresionante. Bajoel brillo de la luz vespertina, ya no era tan negra. Más bien era una resplandecienteamalgama de azules, púrpuras y rojos tan oscuros y vivos que la hacían parecernegra.

 —  Aigrette.La voz de la modista la sacó de su ensimismamiento. —¿Disculpe?Madame Hebert enarcó una ceja castaño oscuro. —Tan educada y británica —dijo. Cuando Juliana esbozó una media sonrisa,

continuó—: La pluma que sostiene. Es de garceta.Negó con la cabeza. —Creía que las garcetas eran blancas.

 —No las negras.Juliana volvió a admirar la pluma. —Tiene unos colores extraordinarios. —Como todas las cosas excepcionales —replicó la modista mientras se hacía con

un muestrario de encajes—. Le ruego que me disculpe, pero tengo una duquesaesperando a que le enseñe mis telas. —La aversión en su tono sorprendió a Juliana.No era posible que la francesa hablara mal de Mariana delante de ella…

 —Si los franceses hubieran sido más rápidos, puede que Napoleón hubieraganado la guerra. —El desdén inundó el ambiente.

Juliana se giró de inmediato y miró al lugar de donde provenía aquella voz.A menos de tres metros de distancia estaba la mismísima duquesa de Leighton.Era difícil de creer que aquella mujer, tan menuda y pálida, hubiera dado a luz al

inmenso y dorado Leighton. Juliana se esforzó por encontrar algo del duque en sumadre. Desde luego no era su piel blanquecina, tan fina que casi parecía transparente;ni tampoco sus ojos, del color del mar en invierno. Aunque aquellos ojos parecíancapaces de verlo todo.

Juliana contuvo el aliento mientras la duquesa la inspeccionaba de arriba abajocon su fría mirada. Pero luchó contra la necesidad de mostrarse inquieta ante el

www.lectulandia.com - Página 110

Page 111: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 111/298

silencioso examen al que estaba siendo sometida. Se negaba a permitir que el juiciode aquella mujer le afectara.

 Aunque era evidente que le afectaba.Y por fin vio el parecido entre madre e hijo con una claridad cristalina. Tenían la

misma rigidez en el mentón, la misma postura altiva, la misma capacidad para

observar las cosas con frialdad y hacer que una persona se estremeciera de la cabeza alos pies ante su escrutinio.

El duque se parecía a su madre… en todo lo malo.Pero la duquesa no tenía el ardor de él.No había nada en ella, salvo un férreo estoicismo que hablaba de toda una vida

llena de prepotencia y carencia de emociones.¿Qué era lo que hacía que una mujer se volviera de piedra?Ahora entendía por qué Leighton no creía en la pasión.

Era evidente que la duquesa estaba esperando que Juliana desviara la mirada. Aligual que su hijo, tenía que demostrar que su ancestral título y posición la hacíanmejor que el resto de las personas. Y tal y como la estaba mirando en ese momento,decía a las claras que por supuesto se consideraba mejor que Juliana.

Ignorando sus nervios a flor de piel, se mantuvo firme. —Su excelencia —dijo madame Hebert, inconsciente de la batalla de voluntades

que estaba librándose frente a ella—. Mis más sinceras disculpas por el retraso.¿Querría ver el muestrario ahora?

La duquesa no apartó la vista de Juliana. —No nos han presentado —inquirió con tono seco e intimidatorio, dirigido a

recordarle a Juliana su impertinencia. A ponerla en su lugar.Juliana no respondió. No se movió ni un ápice y se negó a desviar la mirada. —¿Su excelencia? —  Madame Hebert las miró a ambas. Cuando volvió a hablar,

la incertidumbre impregnó su voz—. ¿Me permite presentarle a la señorita Fiori?Se produjo un largo silencio que bien podría haber durado segundos u horas. Y

entonces la duquesa habló: —No, no se lo permito. —La estancia pareció quedarse sin oxígeno ante la

taxativa orden. Sin apartar la vista de Juliana, continuó—: Reconozco que haconseguido sorprenderme, Hebert. Hubo una época en que su clientela era menos…corriente.

Corriente.Si el zumbido en sus oídos no hubiera sido tan alto, Juliana habría admirado la

personalidad calculadora de la anciana. La duquesa había escogido la palabraperfecta; aquella que podía vilipendiarla de la forma más rápida y elaborada posible.

Corriente.El peor de los insultos que podía infligir alguien que vivía en las alturas.

www.lectulandia.com - Página 111

Page 112: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 112/298

La palabra resonó de nuevo en su cabeza. Pero en esta ocasión no escuchó a laduquesa.

Sino a su hijo.Y no pudo hacer otra cosa que responder. —Y yo siempre he creído que ofrecía sus servicios a gente más civilizada. —Las

palabras salieron de sus labios antes de que pudiera detenerlas, y tuvo que retener elimpulso de taparse la boca con la mano para no seguir hablando.

A pesar de que parecía humanamente imposible, la espalda de la duquesa seenderezó aún más; un gesto que vino acompañado por un erguimiento mayor de sunariz. Cuando volvió a hablar, sus palabras rezumaron un enorme tedio, como siJuliana estuviera en un puesto demasiado bajo en el escalafón social como paramerecerse una respuesta.

 —Por lo visto es cierto lo que dicen. La sangre manda.

Dicho esto, la duquesa de Leighton abandonó la tienda. Y aunque pareció llevarsecon ella todo el aire de la estancia, cuando cerró la puerta la campanilla tintineó demodo alegre en una irónica apostilla.

 —Esa mujer es una arpía.Juliana alzó la vista y vio cómo Mariana se acercaba a ella. La preocupación y la

ira ensombrecían el rostro de su amiga. Negó con la cabeza. —Parece que las duquesas pueden comportarse como les plazca. —Aunque fuera la mismísima reina. No tiene derecho a hablarte de esa forma.

 —Si fuera la reina podría hablarme como quisiera —replicó Juliana, ignorando eltemblor en su voz.

¿En qué estaba pensando para provocar así a la duquesa?Ese era precisamente el problema. Que no había pensado en absoluto en la

duquesa.Había pensado en unos brillantes ojos ambarinos y en unos rizos dorados, y en

una mandíbula cuadrada, y en un rostro inflexible que ella quería despertar a lapasión con desesperación… Y por eso había dicho lo primero que le había venido a lacabeza.

 —No debería haberle contestado de esa manera. Si esto sale a la luz… serámotivo de escándalo. —Mariana hizo un gesto de negación y se dispuso a abrir laboca para, lo más seguro, intentar tranquilizarla, pero Juliana esbozó una tímidasonrisa y siguió hablando—. ¿Hago mal si lo único en lo que puedo pensar es en lomucho que se lo merecía?

Mariana sonrió abiertamente. —¡Por supuesto que no! ¡Claro que se lo merecía! ¡Eso y mucho más! Aborrezco

a esa mujer. No me extraña que Leighton sea tan estirado. Imagínate lo que tiene queser que te críe alguien así.

www.lectulandia.com - Página 112

Page 113: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 113/298

 Horrible. Tenía que ser horrible.En lugar de venirse abajo, Juliana sintió cómo recobraba las fuerzas. Tal vez la

duquesa de Leighton creyera que era superior a ella y al resto del mundo, pero no loera. Y como no tenía el más mínimo interés en demostrarle nada a esa odiosa mujer,estaba más empeñada que nunca en enseñarle al duque qué era lo que estaba

perdiéndose al llevar esa vida llena de helado desdén. —¿Juliana? —Mariana interrumpió el curso de sus pensamientos—. ¿Estás bien? Lo estaré .Juliana alejó de su mente aquella idea y miró a la normalmente inalterable

modista, que las observaba con una mezcla de sorpresa y horror en los ojos. Teníaque disculparse con ella.

 —Lo siento, madame Hebert. Creo que acaba de perder una clienta importantepor mi culpa.

Era lo más honesto que podía hacer. Sabía que a Hebert no le quedaría másremedio que intentar volver a ganarse el favor de la duquesa de Leighton. Uno no sequedaba de brazos cruzados mientras una de las mujeres más poderosas de Londresse llevaba su dinero a otra parte. Las repercusiones de un altercado de esa naturalezapodían suponer el fin de una modista si no se manejaban con el tacto adecuado.

 —Puede que su excelencia —dijo, mirando a Mariana—, y la marquesa —añadiómientras señalaba en dirección a la habitación que servía como probador y donde seencontraba Callie— puedan ayudarla a reparar el daño que le he ocasionado.

 —¡Ja! —Mariana todavía seguía furiosa—. Si crees que voy a dedicar un minutode mi vida a hablar con esa… —Se interrumpió y recuperó la compostura—. Aunque,por supuesto, madame, la ayudaré con sumo gusto.

Finalmente la modista se decidió a hablar. —No hay nada que reparar. Tengo muchísimo trabajo y no necesito que mi

clientela tenga que padecer a la duquesa de Leighton. —Juliana parpadeó, estupefacta —. Tengo a la duquesa de Rivington en mi tienda, así como a la esposa y a lahermana del marqués de Ralston. Puedo arreglármelas sin esa anciana. —Bajó el tonohasta transformarlo en un susurro lleno de complicidad—. Morirá pronto. ¿Qué mesuponen unos pocos años sin su dinero?

Lo dijo con tal desparpajo y naturalidad que nadie se atrevió a decir nada duranteunos segundos. A continuación, Mariana esbozó una enorme sonrisa y Juliana soltóuna incrédula carcajada.

 —¿Le he mencionado alguna vez lo mucho que me gustan los franceses?La modista le guiñó un ojo. —Los extranjeros tenemos que aunar fuerzas, ¿non? — Oui —sonrió Juliana. — Bon. —Hebert asintió una vez con la cabeza—. ¿Y qué pasa con el duque?

www.lectulandia.com - Página 113

Page 114: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 114/298

Juliana fingió no entender a lo que se refería. —¿El duque?Mariana le lanzó una mirada afectada. —Oh, por favor. Eres muy mala disimulando. —El que le salvó la vida, mademoiselle —explicó la modista con tono burlón—.

El hombre supone un auténtico desafío, ¿non?Juliana giró la pluma de garceta con la mano y observó el brillo de sus oscuros

colores antes de volver a encontrarse con la mirada de madame Hebert. — Oui, pero no de la forma que usted se imagina. No voy detrás de él.

Simplemente quiero… Estremecerle por completo.Desde luego eso era algo que no podía expresar en voz alta. Madame  Hebert le quitó la pluma de la mano. Después se dirigió hacia la

estantería llena de diferentes géneros que tenía en un lateral de la tienda y se agachópara sacar una pieza de tela. Tras extender varios metros del lujoso tejido, miró dearriba abajo a Juliana.

 —Creo que debería dejar que su hermano le comprara un vestido nuevo.La modista colocó la pluma sobre el soberbio satén para que pudiera ver el efecto.

Era… escandaloso, y pasional, y…La sonrisa perversa de Mariana le llegó desde detrás del hombro. —Oh, ¡es perfecto!

Juliana miró de nuevo a la modista.Con esto conseguiré que se ponga de rodillas. —¿Cuándo podré tenerlo listo?La modista enarcó una ceja, intrigada. —¿Cuándo lo necesita? —Vendrá a cenar dentro de dos noches.Mariana movió la cabeza pensativa y se puso alerta al instante. —Pero Callie ha dicho que no ha aceptado la invitación.Juliana miró a su cuñada, más decidida que nunca. —Lo hará.

 —No es que no quiera que nuestro ejército esté bien financiado, Leighton. Soloestoy diciendo que este debate podía haber esperado a la próxima sesión. Tengo unacosecha que requiere mi atención.

Simon arrojó una carta sobre la mesa y le lanzó una mirada perezosa a su

oponente, que jugueteaba inquieto con un puro entre los dientes con el gesto típicodel que ya se sabe perdedor.

 —Creo que le preocupa más perderse la caza del zorro que su cosecha, Fallon.

www.lectulandia.com - Página 114

Page 115: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 115/298

 —Eso también, no voy a negarlo. En todo caso tengo mejores cosas que hacerque pasarme todo el otoño en Londres. —El conde de Fallon se descartó de variascartas y procedió a servirse de otras tantas, con expresión irritada en el rostro—. Yusted tampoco quiere quedarse, reconózcalo.

 —No estamos hablando de lo que yo quiera o no —dijo Simon. Lo que era una

flagrante mentira. Todo aquello obedecía a lo que él precisamente quería. Habíaconseguido que se celebrase una sesión especial parlamentaria para debatir sobre lalegislación cartográfica vigente con el fin de mantener alejados a visitantesindeseados de su casa de campo y que nadie pudiera descubrir su secreto.

Mostró sus cartas y añadió: —Parece que debería pasar más tiempo perfeccionando su juego que buscando

formas de eludir sus responsabilidades como par del reino.Simon recogió sus ganancias, se levantó de la mesa de juego e ignoró la

maldición que soltó el conde mientras abandonaba la sala privada y salía al pasillo.La noche se acercaba, y junto con ella varias invitaciones al teatro y media

docena de bailes. Sabía que tenía que volver a su palacete, bañarse, vestirse y salir;cada velada nocturna que pasaba siendo el perfecto retrato del decoro y la eleganciaayudaba a salvaguardar el nombre de su familia.

Daba igual que encontrara tediosos todos esos rituales de la alta sociedad. Era loque tenía que hacer y punto.

 —Leighton.

El marqués de Needham y Dolby venía resoplando por la ancha escalera queconectaba con la planta baja del club. Cuando llegó al último escalón apenas podíarespirar. Se detuvo unos segundos, apoyó la mano en la reluciente barandilla demadera de roble y echó hacia atrás la cabeza, mientras llenaba su enorme torso delansiado oxígeno. Los botones de su chaleco amarillo se tensaron lo indecible ante suvoluminoso contorno, y Simon se preguntó si no necesitaría una urgente visita almédico.

 —¡Justo el hombre con el que estaba deseando encontrarme! —anunció elmarqués una vez que hubo recuperado el aliento—. Dígame, ¿cuándo tiene pensandohablar con mi hija?

Teniendo en cuenta el lugar en el que se encontraban, Simon prefirió no contestar.No era el sitio más adecuado para mantener una conversación que quería que fueracompletamente privada.

 —¿No preferiría unirse a mí en una de las salas del club, Needham?El marqués no captó la indirecta. —Tonterías. ¡No hay necesidad de esconder el asunto! —Me temo que discrepo —dijo Simon, tratando de relajar los músculos de su

mandíbula—. Hasta que la dama no dé su consentimiento…

www.lectulandia.com - Página 115

Page 116: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 116/298

 —¡Bobadas! —volvió a gritar el marqués, esta vez con más efusividad. —Le aseguro, Needham, que no hay muchos que consideren mis palabras como

tonterías. Me gustaría mantener el asunto en privado hasta que haya tenido laoportunidad de hablar directamente con lady Penelope.

Needham entrecerró los ojos.

 —Pues será mejor que se dé prisa, Leighton.Simon apretó los dientes ante aquellas palabras. No le gustaba recibir órdenes de

nadie. Sobre todo de un estúpido marqués con tan mala puntería.Pero por lo visto no le quedaba otra opción. —Lo haré pronto —contestó con un seco asentimiento. —Muy bien. Muy bien. ¡Fallon! —gritó el marqués cuando la puerta de la sala de

uegos se abrió y el oponente de Simon salió al pasillo—. No te vas a ningún lado,amigo. ¡Tengo toda la intención de vaciar esos bolsillos tuyos!

La puerta volvió a cerrarse detrás del corpulento marqués y Simon elevó unasilenciosa plegaria para que fuera tan malo a las cartas como disparando un arma. Nohabía razón para que Needham tuviera una buena tarde después de haber arruinado lasuya.

Continuó andando hasta que llegó al enorme ventanal con vistas a la calle quecoronaba la escalera central de White’s, y se detuvo a la luz de la tarde para pensar ensu próximo movimiento mientras observaba pasar carruajes por la carreteraadoquinada.

Debería ir directamente a Dolby House y hablar con lady Penelope.Lo único que conseguía cada día que pasaba sin hacerlo era prolongar lo

inevitable.No era como si nunca hubiera pensado en casarse. Al fin y al cabo era el curso

natural de los acontecimientos. Un medio para un fin. Necesitaba herederos. Y unaesposa que ejerciera de anfitriona.

Pero le molestaba hacerlo en ese momento.Y le molestaba la razón por la que lo hacía.Un destello de color al otro lado de la calle captó su atención. Un brillante tono

escarlata que destacaba sobre la masa de tonos apagados que vestía el resto depeatones de la calle St. James. Estaba tan fuera de lugar…

Simon se acercó un poco más para corroborar que era verdad lo que acababa dever; una reluciente capa escarlata a juego con un sombrero, una mujer en una zona dehombres. En una calle de hombres.

En su calle. Y cruzando directa hacia su club.¿Qué clase de mujer usaría un tono así a plena luz del día en St. James?La respuesta le llegó antes de que la muchedumbre se dispersara y pudiera verle

el rostro.

www.lectulandia.com - Página 116

Page 117: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 117/298

Y cuando ella alzó los ojos y miró a la ventana se vio invadido por una ola deincredulidad tal que a punto estuvo de hacerle perder el equilibrio. No porque ellapudiera verle, porque sabía perfectamente que era imposible y que, por lo tanto, nopodía saber que él estaba allí.

Por el amor de Dios, ¿no le había advertido la noche anterior sobre su temerario

comportamiento? ¿No le había dado una lección sobre las consecuencias que podíanacarrearle sus juegos infantiles?

Sí, lo había hecho. Justo antes de decirle que hiciera lo que pudiera para ganarla apuesta. Y eso era lo que ella precisamente iba a hacer.

No se lo podía creer.La joven se merecía que un hombre la pusiera sobre sus rodillas y le diera una

buena tunda. Y él era el hombre adecuado para tamaña gesta.Se puso en movimiento al instante. Bajó corriendo las escaleras e ignoró los

saludos de los otros miembros del club. Hizo un enorme esfuerzo por esperar a que ledieran la capa, el sombrero y los guantes, y abrió la puerta de par en par paraatraparla antes de que ella tuviera la oportunidad de salir corriendo por haberintentando mancillar su reputación de duque impoluto.

Pero Juliana no estaba huyendo.Por el contrario, estaba esperándole, pacientemente, al otro lado de la calle,

hablando con su doncella italiana —a quien Simon se prometió ver montada en elsiguiente barco que saliera con destino a Italia— como si toda aquella situación fuera

perfectamente normal. Como si con ello no estuviera rompiendo once reglas deetiqueta diferentes.

Se dirigió hacia ella, sin saber a ciencia cierta lo que haría cuando la alcanzara.La joven se volvió hacia él en cuanto llegó. —Debería cruzar la calle con más cuidado, su excelencia. Los atropellos de

carruajes son incidentes de lo más normales.Lo dijo de forma calmada, incluso jovial, como si estuvieran sentados

tranquilamente en medio de un salón de cualquier casa en vez de en una calle deLondres que se vanagloriaba de albergar los mejores clubes para hombres.

 —¿Qué está haciendo aquí?Esperaba que le mintiera. Que le dijera que había salido de compras y que había

tomado la dirección equivocada, o que quería visitar el palacio de St. James y estabade paso, o simplemente que estaba buscando un coche de alquiler.

 —Esperándole, por supuesto.La verdad lo dejó paralizado. —A mí.Juliana sonrió, y Simon se preguntó si no habrían intentando drogarle en el club.

No podía estar sucediéndole una cosa así.

www.lectulandia.com - Página 117

Page 118: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 118/298

 —Efectivamente. —¿Tiene la más remota idea de lo inapropiado que es para usted estar en un lugar

como este? ¿Esperándome? ¿En la calle?No podía ocultar la incredulidad en su voz, y odiaba que ella hubiera sido capaz

de sustraer aquella emoción de él.

Juliana ladeó la cabeza y él pudo observar el perverso brillo que reflejaron susojos.

 —¿Hubiera sido más o menos impropio que llamara a la puerta del club y lesolicitara una audiencia?

 Está tomándome el pelo. Seguro. Aun así, sintió que tenía que contestarle. —Sin lugar a dudas, más.La sonrisa femenina se hizo más grande. —Ah. Entonces prefiere esta opción.

 —¡No prefiero ninguna! —explotó él. En ese momento se dio cuenta de quetodavía seguían en medio de la calle en la que estaba su club, de modo que decidiósujetarla por el codo y llevarla de vuelta a la casa de su hermano—. Camine.

 —¿Por qué? —Porque no podemos quedarnos aquí. No es apropiado. —Dales libertad a los ingleses y te prohibirán hasta quedarte quieto en medio de

la calle. —Juliana empezó a andar, seguida por su doncella.Simon resistió el impulso de estrangularla y tomó una profunda bocanada de aire

para calmarse. —¿Cómo ha sabido que me encontraba aquí?La joven alzó una ceja oscura. —No es que los aristócratas tengan mucho que hacer, su excelencia. Hay algo de

lo que quiero hablarle. —No puede decidir que quiere hablar conmigo y salir a buscarme así como así.

 —Quizá, si la trataba como si fuera un poco corta de entendederas, conseguiríaaplacar la ira que en ese momento sentía.

 —¿Por qué no?Quizá no. —¡Porque no es apropiado!Ella volvió a ofrecerle una tímida sonrisa. —Creía que ya habíamos decidido que me preocupa muy poco lo que es o no

apropiado. —Simon no respondió. No confiaba en sí mismo para hacerlo de formaadecuada—. Además, si usted decide que quiere hablar conmigo, le doy permiso parabuscarme.

 —Por supuesto que me da permiso. —¿Porque es un duque?

www.lectulandia.com - Página 118

Page 119: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 119/298

 —No. Porque soy un hombre. —Ah —observó ella—. Una razón mucho más convincente, sin duda. — ¿Había

sarcasmo en su tono? No le importaba. Solo quería volver a casa—. De todos modos,no tenía planeado buscarme, ¿verdad?

Cierto.

 —No. No lo tenía. —Pues por eso he tenido que encargarme del asunto conmigo misma.No era bueno que le hicieran tanta gracia sus desatinos con el idioma. Era un

escándalo andante. Pero, de alguna manera, había terminado convirtiéndose en suescolta. Algo que no necesitaba en absoluto.

 —Por usted misma. —La corrigió. —Eso mismo.La ayudó a atravesar Park Lane hasta Ralston House antes de volver a hablar.

Todavía seguía enfadado. —Tengo mejores cosas que hacer que servirle de niñera, Juliana. ¿Qué es lo que

quiere? —Ella se detuvo de pronto. Su nombre de pila todavía resonaba entre ambos —. Señorita Fiori. —Se corrigió, aunque ya era demasiado tarde.

Entonces ella le sonrió de nuevo. Y sus ojos reflejaron más conocimiento del queuna mujer de veinte años debería tener.

 —No, su excelencia. Ahora no puede echarse para atrás —dijo Juliana con untono de voz tan bajo y cadencioso que Simon apenas la oyó antes de que el viento se

llevara sus palabras. Pero la había escuchado perfectamente. A ella y a la promesaimplícita que conllevaba la frase; una promesa que la joven no sabría cómo cumplir.

Aquellas palabras fueron directamente a su epicentro y el deseo se apoderó de élrápidamente y con suma intensidad. Se colocó mejor el sombrero, se dio la vuelta,dispuesto a caminar en la misma dirección que el viento, deseando que las hojasotoñales que revoloteaban alrededor de ellos dispersaran también ese momento.

 —¿Qué es lo que quiere? —volvió a repetir la pregunta. —¿Qué son esas otras cosas que tiene que hacer? Nada que me apetezca hacer. Aunque se guardó ese pensamiento para sí mismo. —Algo que no es de su incumbencia. —Cierto, pero tengo curiosidad. ¿Qué importante asunto aristocrático requiere de

tal forma su presencia como para que no pueda escoltarme hasta mi casa?No le gustaba la implícita insinuación que escondían sus palabras. Como si

llevara una vida ociosa y sin preocupaciones. —Nosotros también tenemos nuestras metas y objetivos que cumplir. —¿En serio?Simon la miró a la cara. Juliana estaba sonriéndole. —Está provocándome.

www.lectulandia.com - Página 119

Page 120: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 120/298

 —Puede.Qué hermosa es.Exasperante, pero hermosa… —Bueno, ¿qué es lo que tiene que hacer hoy?Una parte de él se oponía a decirle la verdad. Que tenía previsto visitar a lady

Penelope y proponerle matrimonio. Así que la miró con gesto irónico y contestó: —Nada importante.Juliana soltó una encantadora carcajada llena de calidez. Definitivamente, ese día no iría a ver a lady Penelope.Caminaron en silencio durante un rato antes de llegar a la casa de su hermano.

Entonces se giró hacia Juliana y la recorrió con la mirada. Estaba preciosa y radiante.Sus mejillas sonrojadas, el brillo que despedían sus ojos, y su capa y sombreroescarlatas hacían de ella la antítesis de lo que se consideraba la perfecta dama inglesa.

Juliana había salido fuera, dejando que el fresco aire otoñal bañara su rostro, en vezde quedarse en casa, bordando al amparo del fuego de la chimenea y tomando unataza de té.

Como seguramente estará haciendo Penelope en este momento.Pero Juliana era diferente a todo lo que había conocido. A todo lo que había

querido. A todo lo que él mismo era.Era un peligro para sí misma… Y lo más importante de todo, era un peligro para

él. Un peligro bello y tentador que encontraba cada vez más irresistible.

 —¿Qué es lo que quiere? —preguntó de nuevo, con un tono mucho más suave delo que le hubiera gustado.

 —Quiero ganar nuestra apuesta —respondió ella sin más. Lo único que no puedo darle. Que no puedo permitirme el lujo de darle. —Sabe que eso no va a suceder.Ella encogió levemente un hombro. —Puede que no. Sobre todo si no tenemos oportunidad de vernos. —Le dije que no le pondría las cosas fáciles. —Ponérmelas difíciles es una cosa, su excelencia. Pero no me esperaba que

terminara escondiéndose de mí.Aquel atrevimiento le hizo abrir los ojos como platos. —¿Esconderme de usted? —Ha sido invitado a una cena. Y es el único que todavía no ha respondido. ¿Por

qué? —Tenga por seguro que no es porque esté escondiéndome de usted. —Entonces ¿por qué no responde? Porque no puedo arriesgarme. —¿Tiene idea de cuántas invitaciones recibo a lo largo del día? No puedo

www.lectulandia.com - Página 120

Page 121: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 121/298

aceptarlas todas.Juliana sonrió, y a él no le gustó nada la sabiduría que escondió la curva de sus

labios. —¿Entonces declina la oferta? No.

 —Todavía no me he decidido. —Es para pasado mañana —le informó, como si estuviera hablando con un niño

pequeño—. Teniendo en cuenta la obsesión que tiene por la reputación, no le teníapor una persona tan negligente con su correspondencia. ¿Está seguro de que no estáescondiéndose de mí?

Simon entrecerró los ojos. —No estoy escondiéndome de usted. —¿Acaso tiene miedo a que termine ganando la apuesta?

 —En absoluto. —Entonces, ¿vendrá? —Por supuesto.¡No!Juliana esbozó una amplia sonrisa. —Excelente. Le diré a lady Ralston que contaremos con su presencia.Dicho esto, la joven comenzó a subir la escalera que conducía a la entrada de su

casa, dejándole allí solo, bajo la menguante luz del atardecer.

Simon la observó marcharse y permaneció en el lugar hasta que vio cómo lapuerta se cerraba detrás de ella. Después se dejó consumir por la furia, pues se diocuenta de que acababa de ser vencido por una irritante sirena italiana.

www.lectulandia.com - Página 121

Page 122: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 122/298

9

«La hora en una invitación siempre obedece a un propósito. Las damas

refinadas nunca llegan tarde».

Tratado de las damas más exquisitas

«No hay comida más suntuosa que la servida con un matrimonio en

mente…».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823

Era el último en llegar a la cena. Y lo había hecho a propósito.Simon bajó de su carruaje y se dirigió hacia la escalera que conducía a Ralston

House. Sabía que estaba infringiendo gravemente las normas de etiqueta, perotodavía tenía la sensación de que acudía a aquella cena manipulado, así que sepermitió el perverso placer de llegar varios minutos tarde. Por supuesto que luegoofrecería sus disculpas, pero así Juliana sabría que no le interesaba lo más mínimoque una mujer impulsiva le manejara de esa forma.

 Eres el duque de Leighton. No permitas que se olvide de algo así tan fácilmente.

Cuando le abrieron la puerta de entrada y pudo ver que el amplio recibidor de lamansión estaba vacío, lo que demostraba aquello que precisamente se habíaimaginado —que habían empezado a cenar sin él—, no pudo reprimir la sensación detriunfo que le invadió.

Entró en la casa y dejó su sombrero, capa y guantes al lacayo que tenía al lado.Después fue hacia la ancha escalera central que le conduciría hasta la segunda plantay al comedor. El ruido de la tranquila conversación que estaba manteniéndoseescaleras arriba se hizo más fuerte a medida que iba acercándose, hasta que giró por

el largo e iluminado pasillo y entró en el enorme salón, donde los invitados esperabana que comenzara la cena.

Habían retrasado la cena por él.Lo que le hizo sentir como un auténtico zopenco.No obstante, nadie parecía estar molesto por tener que esperarle. De hecho todo el

mundo parecía estar pasándoselo estupendamente, sobre todo el círculo de solterosque rodeaba a Juliana, de la que solo pudo ver la masa de relucientes rizos de colorébano que llevaba recogida en lo alto de la cabeza.

Y entonces tuvo claro el motivo de aquella cena.Lady Ralston estaba jugando a hacer de casamentera.Aquel pensamiento fue interrumpido por un sonoro coro de risas provenientes del

www.lectulandia.com - Página 122

Page 123: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 123/298

grupo en el que estaba Juliana, y pudo distinguir perfectamente su encantadora yaudible sonrisa del resto, más bajas y masculinas. Aquella colección de sonidos lepuso a Simon los nervios a flor de piel. No se había esperado algo como aquello.

Y además se dio cuenta de que no le gustaba en absoluto. —Qué alegría que hayas decidido unirte a nosotros, Leighton.

La sarcástica bienvenida de Ralston sacó a Simon de su ensimismamiento. Sinembargo, decidió ignorar al marqués y centró su atención en su esposa.

 —Mis más sinceras disculpas, milady.La marquesa era un compendio de refinamiento y elegancia. —No es necesario, su excelencia. De hecho, este tiempo de más que nos ha

concedido nos ha ofrecido la oportunidad de mantener una agradable conversación.El educado recordatorio del grupo de hombres que no dejaban de esbozar sonrisas

bobaliconas y que rodeaba a Juliana hizo que volviera a dirigir su atención hacia

aquella zona del salón. Ocultó sus pensamientos y fue observando cómo uno a unoiban abandonando el grupo para sentarse a la mesa, dejando solo al conde deAllendale, y cogida de su brazo, a Juliana…

Que llevaba el vestido más magnífico que jamás hubiera visto.No era de extrañar que el resto de los hombres parecieran tan extasiados al verla.El vestido era de por sí un escándalo de tamaño mayúsculo. De seda del color de

la medianoche, resplandecía bajo la luz de las velas, dando la impresión de que lo queenvolvía a Juliana era el mismísimo cielo nocturno y no un simple trozo de tela.

Tenía una combinación de rojos oscuros, azules y púrpuras que hacían que la prendapareciera de un color impresionantemente vívido y, al mismo tiempo, que carecierade una tonalidad concreta. El corte del corpiño era demasiado bajo y dejaba a la vistauna enorme extensión de su cremosa piel, tan prístina y pálida, que tentaba aacercarse a ella. A tocarla.

Juliana lucía el vestido con descaro y una total confianza en sí misma; más de laque ninguna otra mujer de las que estaban en aquel salón —o en todo Londres— seríacapaz de mostrar.

Seguro que ella sabía que vestir de negro provocaría un escándalo. Que la haríaparecer una diosa. Que haría que los hombres —que él— no quisieran hacer otra cosaque quitárselo y poseerla allí mismo.

Simon hizo a un lado aquel impropio pensamiento, aunque no pudo evitar verseinvadido por un intenso deseo de quitarse la chaqueta y cubrirla de la mirada del restode los hombres.

Ralston tenía que saber que aquel vestido era completamente inadecuado y que suhermana estaba llamando la peor de las atenciones. Así que miró al marqués con fríadeterminación, pero se lo encontró sentado tan tranquilo en la cabecera de la mesa,como si no se hubiera percatado de nada.

www.lectulandia.com - Página 123

Page 124: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 124/298

Y entonces Juliana pasó a su lado en un susurro de seda y grosellas rojas,escoltada por el conde de Allendale. Se sentó en medio de la suntuosa mesa y sonrióa todos aquellos presuntos caballeros, que desde ese momento solo tuvieron ojos paraella.

Quería matar a todos esos molestos mequetrefes con sus propias manos por

mirarla de esa manera tan indecorosa.No tendría que haber aceptado aquella invitación. Cuantos más minutos pasaba

con esa mujer tan impetuosa e imposible más perdía su preciado control.Aunque tampoco debería preocuparse por aquella sensación.Tomó asiento al lado de la marquesa de Ralston, en el lugar de honor que le

habían reservado como duque invitado que no formaba parte de la familia. Mientrasse servían los tres primeros platos, conversó con lady Ralston, Rivington y suhermana, lady Margaret Talbott, e intentó hacer caso omiso de la actividad que se

desarrollaba en el centro de la mesa, donde la colección de caballeros —que superabaen número al de damas asistentes— intentaba ganarse la atención de Juliana.

Sin embargo, le resultó imposible ignorar a Juliana mientras reía y bromeaba contodos los de la mesa, ofreciéndoles su amplia y cálida sonrisa y sus deslumbrantesmiradas. Así que, al mismo tiempo que medio participaba en los debates que sesuscitaron en torno a él, en seguida se vio siguiendo con la mirada todos susmovimientos. Estaba departiendo con tres hombres que tenía frente a sí. — Longwood, Brearley y West—; ninguno contaba con título nobiliario y debían su

posición social únicamente a méritos propios, y los tres estaban manteniendo unaencarnizada lucha por ver quién conseguía llamar la atención de la joven.

West, el editor de  La Gaceta, estaba entreteniéndola con una estúpida historiasobre un periodista en un carnaval.

 —… Y os digo esto, ¡por lo menos devolvió el sombrero! —¿El del periodista? —preguntó Longwood, como si los dos hombres estuvieran

protagonizando un espectáculo ambulante. —¡El del oso!Juliana se echó a reír, al igual que el resto de las personas a su alrededor.Simon bajó la mirada hacia su plato.¿Por qué no le han buscado un marido potencial entre miembros de la

aristocracia? No hacía falta que cayera tan bajo como para casarse con un plebeyo.En el transcurso del cuarto plato, fue lord Stanhope quien acaparó casi por

completo la atención de Juliana. Un hombre como él, conocido por sus dos únicosamores, el juego y las mujeres, sería un terrible partido para la joven. Aunque paraser honestos tenía que reconocer que casi siempre ganaba a las cartas, pero seguroque Ralston no quería ver casada a su hermana con tamaño calavera.

Con ese pensamiento en mente, volvió a mirar de reojo al marqués, que parecía

www.lectulandia.com - Página 124

Page 125: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 125/298

estar tan absorto en Stanhope como la propia Juliana. Entonces Simon entendióperfectamente la lógica de todo aquello. Un libertino disfrutaba con la compañía deotros libertinos.

Durante el quinto plato, hizo todo lo que pudo por no fijarse en la elegantemandíbula de Juliana y en su largo y grácil cuello. E ignoró con todas sus fuerzas el

deseo de posar sus labios en el punto en el que este se unía al hombro; ese punto queolería a ella, tan cálido y suave que querría lamerlo eternamente.

Sabía que no debería mirarla, pero todo en ella le atraía. Era una sirena.Si no tenía cuidado, le arrastraría a las profundidades del mar y moriría

ahogado.Otro estallido de risas le trajo de vuelta al presente, a aquella velada. La

conversación fue variando de tema. Hablaron de la temporada de otoño, de política,de arte, música… sin que los caballeros presentes dejaran de estar pendientes de cada

una de las palabras que Juliana decía con la típica musicalidad de su voz.El conde de Allendale empezó a contar anécdotas del cortejo de lord y lady

Ralston. Juliana centró toda su atención en la historia y no apartó ni un segundo suresplandeciente mirada del cuñado del marqués. Simon sintió una dolorosa punzadade decepción en las entrañas. ¿Qué sentiría si fuera él el objeto de tal atención? ¿Sifuera el hombre que provocara una respuesta tan entusiasta?

 —Solo diré que nunca he visto a dos personas que estuvieran tan predestinadas aestar juntos —comentó Allendale, que miró a Juliana con una profundidad que a

Simon no le pasó desapercibida.Juliana sonrió. —Es una lástima que mi hermano no se diera cuenta antes.Mientras el resto de la mesa irrumpía en carcajadas, la sonrisa del conde

acompañó a la de la italiana. Era la segunda vez que Simon veía a Allendale prestarespecial atención a la joven, y no se le escapó el hecho de que el tema que habíatraído a colación era convenientemente romántico para un intento de acercamiento.

Simon se recostó en la silla.Allendale era completamente inapropiado para ella. Tenía un carácter demasiado

bondadoso. Demasiado jovial. Juliana se lo llevaría por delante antes de que le dieratiempo de saber quién le había golpeado.

 No es suficiente hombre para ella.Volvió a mirar a Ralston, esperando que el marqués se hubiera dado cuenta del

cuestionable intercambio de miradas entre su hermana y su cuñado, pero Ralston, quesolo tenía ojos para su esposa, alzó su copa y brindó por ella.

 —Estoy esforzándome mucho tratando de recompensar mi falta de premura.Simon desvió la mirada, incómodo ante el obvio afecto que se profesaban los

marqueses, y se fijó de nuevo en Juliana. Los ojos azules de la joven se habían

www.lectulandia.com - Página 125

Page 126: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 126/298

suavizado por el momento íntimo que estaban viviendo.Por el momento demasiado íntimo. Este no es mi lugar.No con ella. Ni con su familia y la forma tan natural con la que se desenvolvían,

hablando con total libertad y haciendo que, incluso en una cena formal como aquella,

el resto de los invitados se sintieran tan cómodos.Eran tan diferentes a su familia.Tan cautivadores.No, aquello no era para él.Con un fuerte rubor en las mejillas, la marquesa también alzó su copa. —Y ya que estamos brindando, creo que es de justicia brindar por su excelencia y

el papel que desempeñó al rescatar a nuestra Juliana, ¿no estás de acuerdo, esposomío?

Aquellas palabras dirigidas a su marido, tomaron por sorpresa a Simon. Antes desu matrimonio, lady Calpurnia Hartwell había sido una florero de primer orden quenunca había llamado la atención de nadie. Por lo visto ahora había encontrado su voz.

Ralston elevó su copa. —Una idea excelente, mi amor. Por Leighton. Con toda mi gratitud.Todos los presentes se unieron al brindis y bebieron en honor a Simon, que se

debatió entre el respeto que le inspiró la forma en que aquella familia conseguíamanipular a la sociedad —al hacer público su agradecimiento, minimizaban la

aventura de Juliana y evitaban las malas lenguas— y la furia que sintió al verseutilizado de ese modo.

La duquesa de Rivington interrumpió el curso de sus pensamientos al inclinarsehacia él y sonreírle llena de complicidad.

 —Considérese debidamente advertido, su excelencia. Ahora que ha salvado a unmiembro tan querido de nuestra familia, no podrá escaparse tan fácilmente.

Todo el mundo se echó a reír. Todos excepto Simon, que esbozó una sonrisaeducada y bebió un trago.

 —He de admitir que lo lamento por su gracia —intervino Juliana, con unaligereza en su tono que él no se creyó—. Seguro que esperaba que su heroísmo leacarreara algo más que nuestra constante compañía.

Estaba empezando a aborrecer aquella conversación. Adoptando una de susmiradas de aburrimiento ducal, dijo:

 —No hubo nada de heroico en mis actos. —Su modestia hace que nos sintamos avergonzados, Leighton —gritó Stanhope

vivazmente—. Todos nosotros aceptaríamos encantados la gratitud de una dama tanbella.

Observó cómo servían un plato delante de él e ignoró a Stanhope fingiendo cortar

www.lectulandia.com - Página 126

Page 127: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 127/298

un trozo de cordero. —¡Cuéntenos lo que pasó! —pidió West. —Preferiría no hablar del tema, señor West —dijo con sonrisa forzada—. Sobre

todo no con un periodista delante. Ya he tenido suficiente con vivirlo.Aquello no fue muy bien recibido por el resto de los asistentes, que pedían que les

contase la historia.Simon permaneció en silencio. —Estoy de acuerdo con su excelencia. —El murmullo que habían suscitado sus

palabras se calmó ante la suave declaración con acento italiano. Sorprendido, Simonalzó la vista y miró a Juliana—. No hay mucho que contar. Me salvó la vida. Y sinél… —Hizo una breve pausa. Simon no quería que terminara la frase. Juliana sonrióy continuó—: Bien, solo puedo decirle que agradezco mucho que fuera al parqueaquella tarde. —Se dirigió de nuevo al resto de los invitados, con un brillo travieso en

los ojos—. Y agradezco mucho más que supiera nadar.Toda la mesa prorrumpió en un aplauso colectivo ante sus palabras, pero él

apenas lo oyó. En aquel momento lo hubiera dado todo por poder estar a solas conella. Algo que le afectó profundamente.

 —Venga, vamos —dijo Allendale, alzando su copa—. Por el duque de Leighton.Todos volvieron a brindar y Simon eludió la mirada de Juliana para que ella no

sospechara todo lo que estaba pasando por su cabeza. —Aunque tenga que replantearme lo que pienso de usted, Leighton —ironizó

Ralston—. Se lo agradezco. —Y ahora no solo se ha visto obligado a cenar con nosotros, sino que también

tendrá que aceptar nuestra gratitud —añadió Juliana desde el otro lado de mesa.Todos los presentes sonrieron para aliviar la seriedad del momento. Todos,

excepto Juliana. Y en esa ocasión fue ella la que bajó la vista hacia su plato.Entonces él se detuvo a pensar en su pasado en común, en las cosas que se habían

dicho, cómo habían arremetido el uno contra el otro con la intención de herirsemutuamente. Escuchó las palabras que habían salido de su propia boca, lo cortanteque había sido con ella, cómo la había arrinconado sin dejarle otra opción querendirse o luchar.

Y eso era lo que Juliana había hecho. Luchar de forma soberbia.De repente, lo único que quería hacer era decírselo.Quería que supiera que no la encontraba corriente, ni infantil, ni conflictiva. Sino

que creía que era una mujer notable.Y quería empezar de nuevo.Aunque únicamente fuera porque Juliana no se merecía sus críticas.O quizás por más cosas.Si fuera tan fácil.

www.lectulandia.com - Página 127

Page 128: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 128/298

La puerta del salón se abrió, para dar paso a un sirviente de avanzada edad que sedirigió discretamente hacía Ralston. Cuando llegó a su objetivo se inclinó y le susurróunas palabras al marqués… que se quedó paralizado hasta tal punto que el tenedorque sostenía en una mano cayó al suelo en un sonoro estrépito.

Todas las conversaciones cesaron al instante.

Estaba claro que lo que quiera que acabaran de comunicarle no eran buenasnoticias.

Ralston se había quedado lívido. La marquesa se levantó al instante y rodeó lamesa en busca de su marido, sin importarle lo que los invitados pudieran pensar o queestuviera montando una escena con dicho comportamiento.

Juliana rompió el silencio y preguntó llena de preocupación: —¿Qué pasa? ¿Se trata de Nick? —¿Gabriel?

Todas las miradas volaron hacia el umbral de la puerta, donde estaba la mujer quese había dirigido a Ralston por su nombre de pila.

 —  Dio  —el susurró de Juliana apenas fue audible, pero Simon lo escuchóperfectamente.

 —¿Quién es?Simon no supo quién formuló la pregunta, pues estaba demasiado pendiente de

Juliana y de la mezcla de miedo, enfado e incredulidad que reflejaba su rostro.Demasiado pendiente de la respuesta que la joven estaba susurrando en italiano.

 —Es nuestra madre.Su madre tenía el mismo aspecto de siempre. Tan alta, esbelta e intocable como la

última vez que la vio.De repente, Juliana volvía a tener diez años… Había abandonado el muelle de carga manchada de chocolate y perseguido a su

gato por toda la ciudad hasta llegar a su casa, donde llamó a gritos a su padre desdeel iluminado patio central. Entonces una puerta se abrió, y su madre salió al balcónsuperior con su típico gesto desinteresado.

 —Silenzio, Juliana. La damas no gritan. —Lo siento, mamá. —Sí, deberías sentirlo. —Louisa Fiori se inclinó sobre la baranda—. Estás hecha

un asco. Parece que tengo un hijo en vez de una hija. —Agitó perezosamente unamano hacia la puerta de entrada—. Vete al río y lávate un poco antes de volver acasa.

 Dicho esto, giró sobre sus talones y desapareció por la puerta doble con suvestido rosa pálido.

Nunca más volvió a ver a su madre.Hasta ahora.

www.lectulandia.com - Página 128

Page 129: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 129/298

 —¿Gabriel? —Volvió a repetir su madre, entrando en el salón con totaldesenvoltura, como si no hubieran transcurrido veinticinco años desde que habíacelebrado sus propias cenas en esa misma mesa. Como si no estuviera siendoobservada por una habitación atestada de gente.

No era que eso fuera a detenerla. A su madre siempre le había encantado ser el

centro de atención. Cuanto más escandalosa fuera su conducta, mejor.Y sin lugar a dudas aquello iba a ser un escándalo.Al día siguiente nadie se acordaría de lo sucedido en el Serpentine.La mujer alzó las manos. —¡Gabriel! —Había satisfacción en su voz—. ¡Fíjate en el hombre en que te has

convertido! ¡Nada menos que en marqués!Se había parado justo detrás de Juliana y parecía no haberse dado cuenta de que

su hija también estaba en el salón. Un ruido ensordecedor empezó atronar en los

oídos de Juliana y cerró los ojos para evitar escucharlo. Por supuesto que su madre nose había percatado de su presencia. ¿Por qué habría de esperar lo contrario?

Si lo hubiera hecho, la habría mirado. Le habría dicho algo.Habría querido ver a su hija.¿No? —Oh, ¡parece que he interrumpido vuestra velada! Supongo que tendría que

haber esperado hasta mañana, pero no podía soportar estar lejos de casa ni unsegundo más.

Casa.Juliana se estremeció ante aquellas palabras.Los caballeros que había en la mesa se levantaron al unísono. Sus modales,

aunque tardíos, fueron impecables. —Oh, por favor, no se levanten. —La voz de su madre le llegó dura, en un

perfecto inglés y con algo más… Un cierto toque de astucia femenina—. Volveré alrecibidor hasta que Gabriel pueda dedicarme algo de su tiempo.

Terminó la frase con una cadencia de diversión que irritó a Juliana. Abrió los ojosy giró la cabeza lo justo para poder ver a su hermano, que tenía la mandíbulafuertemente apretada y miraba a su madre con helada determinación. A su lado estabaCallie, furiosa y con los puños cerrados.

Si la situación no amenazara con transformar a Juliana en una completadesquiciada, le hubiera hecho bastante gracia ver a su cuñada actuar de esa manera,dispuesta a luchar contra cualquier dragón con tal de defender a su marido.

Pero claro, si alguna vez existieron los dragones, su madre fue uno de ellos.La enorme pausa que siguió a la declaración de su madre hizo que pareciera que

el silencio se había apoderado del salón. Hasta que Callie habló. —Bennett —dijo con una inusitada calma—, ¿sería tan amable de acompañar a la

www.lectulandia.com - Página 129

Page 130: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 130/298

signora Fiori a la sala verde? Estoy segura de que el marqués la seguirá en unmomento.

Por lo menos el anciano mayordomo parecía entender que había sido el heraldodel que sin duda sería el mayor escándalo de Londres desde que… Bueno, desde laúltima vez que se vio en la ciudad a Louisa Hathbourne St. John Fiori. El hombre

prácticamente saltó para cumplir cuanto antes las instrucciones de la marquesa. —¡Signora Fiori! —exclamó su madre con una vivaz carcajada. La misma que

Juliana recordaba que solía soltar como preludio a una mentira—. Nadie me hallamado así desde que dejé Italia. Todavía soy la marquesa de Ralston, ¿o no?

 —No. —La voz de Ralston sonó crispada y llena de ira. —¿Estás casado? ¡Qué maravilla! ¡Entonces yo soy la marquesa viuda!Y con esa simple frase, Juliana dejó de respirar. Su madre acababa de renunciar a

una década de matrimonio, a un marido, a una vida en Italia.

Y a su propia hija.Frente a una docena de personas que no tendrían el menor reparo en contar la

historia a cualquiera que quisiera escucharla.Cerró los ojos, obligándose a conservar la calma.Se centró en insuflar oxígeno a sus pulmones, en vez de en el hecho de que su

legitimidad, gracias a unas pocas palabras de una mujer olvidada desde hacía muchotiempo, acababa de ser cuestionada.

Cuando volvió a abrir los ojos, se encontró con la mirada que menos le apetecía

ver.El duque de Leighton no estaba mirando a su madre. Estaba mirándola a ella. Y

odió lo que vio en sus normalmente fríos e indescifrables ojos. Lástima.El bochorno y la vergüenza la recorrieron de la cabeza a los pies, y enrojecieron

sus mejillas.Estaba empezando a encontrarse realmente mal.No podía permanecer en el salón ni un segundo más.Tenía que marcharse de allí.Antes de hacer algo totalmente inaceptable.Se puso de pie y empujó la silla hacia atrás, sin importarle el hecho de que las

damas nunca se levantaban de la mesa en mitad de una cena, sin importarle que conello estuviera rompiendo las ridículas reglas de etiqueta de aquel ridículo país.

Y se marchó.

La cena terminó casi inmediatamente después de la llegada de la marquesa viuda,o la signora  Fiori, o quienquiera que fuese aquella mujer. Todos los comensales seretiraron apresurados, aparentemente para darle a la familia el tiempo y el espacio

www.lectulandia.com - Página 130

Page 131: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 131/298

necesarios para afrontar tan devastadora llegada, aunque según su opinión muchos lohicieron con el repugnante propósito de poder contar de primera mano lo acontecidoen las veladas sociales que se producirían esa misma noche.

Simon solo podía pensar en Juliana: en su expresión mientras escuchaba la agudarisa de su madre; en sus enormes y conmovedores ojos cuando esa infame mujer soltó

la escandalosa declaración de que no era una Fiori, sino una St. John; en cómoabandonó el salón, con los hombros erguidos y la cabeza alta, llena de orgullo.

Observó cómo los coches de caballos de los invitados traqueteaban calle abajo, ymedio escuchó al duque y a la duquesa de Rivington discutir sobre si debían quedarseal lado de los Ralston o dejarlos tranquilos para que asimilaran el mal trago.

Antes de subir al carruaje pudo oír a la duquesa preguntar en voz baja: —Por lo menos deberíamos ver cómo está Juliana, ¿no crees? —Déjala sola esta noche, cariño —contestó Rivington. Después cerró la

portezuela y salieron en dirección a su casa.Simon apretó los dientes. ¡Qué respuesta más patética! Por supuesto que deberían

haber ido a ver a Juliana. Alguien tenía que asegurarse de que la joven no estuvieraplaneando regresar a Italia en plena madrugada.

 No yo, por supuesto.Subió a su propio carruaje y se acordó de ella en otra noche escandalosa.Juliana no es problema mío.Simon no podía afrontar otro escándalo. Tenía una familia propia de la que

preocuparse. Seguro que la joven estaba bien. O al menos terminaría estándolo.Ahora no le quedaba más remedio que inmunizarse contra la vergüenza.

¿Y si no lo consigue?Con una maldición, golpeó el techo del carruaje y ordenó al cochero que diera la

vuelta. Sabía perfectamente adónde iba.Juliana estaba en los establos.Varios mozos de cuadra merodeaban por los alrededores y en cuanto vieron al

duque de Leighton se acercaron al instante. Simon los saludó con un gesto de la manoy entró en el edificio, sin otra cosa en mente que encontrarla.

Caminó sin ocultar sus pasos por la larga hilera de establos, guiándose por elsonido de los susurros en italiano y el suave frufrú del vestido de la joven.

Cuando llegó a su destino se detuvo junto a la entrada, impresionado por laimagen de ella.

Juliana estaba dándole la espalda y cepillaba con un cepillo de cerdas duras a suyegua con pasadas firmes y cortas que venían acompañadas del sonido de surespiración. De vez en cuando el animal cambiaba de posición y volvía la cabeza enbusca de mayor atención. Cuando Juliana le acariciaba el hocico blanco, la yegua eraincapaz de contener el placer que le producía y resoplaba golpeando suavemente el

www.lectulandia.com - Página 131

Page 132: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 132/298

Page 133: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 133/298

Simon se quedó quieto, pues creyó que si se movía podría asustarla. —El suficiente.Juliana recorrió con mirada nerviosa el establo, como si estuviera buscando una

vía de escape, aterrorizada por su presencia. Pero un instante después pareció darsecuenta de que ella nunca se asustaba por nada y le miró entrecerrando sus preciosos

ojos azules. —Escuchar a escondidas es un hábito de lo más reprochable.Se apoyó en el umbral de la entrada, dando así más espacio a la joven. —Puede añadirlo a mi lista de defectos deleznables. —No hay suficiente papel en Inglaterra para enumerarlos todos.Simon enarcó una ceja. —Sus palabras me hieren.Juliana frunció el ceño.

 —Ojalá fuera así. ¿No tiene otro lugar al que ir?Así que esas tenían. Juliana no quería hablar de lo sucedido. Se quedó

observándola mientras volvía a cepillar los flancos de la yegua. —Estaba invitado a una cena, pero terminó antes de lo previsto. —Qué aburrido suena eso —replicó ella secamente con voz áspera—. ¿No

debería estar en su club? ¿No tendría que estar contando el devastador golpe a nuestrareputación a una panda de aristócratas elegantes en medio de una humareda de purosmientras beben whisky robado del norte de Inglaterra?

 —¿Qué sabe usted de puros?Juliana le miró por encima del hombro. —En Italia no tenemos normas tan restrictivas.Ahora le tocó a él el turno de mostrarse sarcástico. —¿De veras? No me había dado cuenta. —Estoy hablando en serio. Seguro que tiene mejores cosas que hacer que estar en

este establo, mirando cómo cepillo a mi caballo. —Con un vestido de noche. El vestido más increíble que he visto en mi vida.Juliana hizo uno de sus típicos encogimientos de hombros. —No me diga que también hay una regla para esto. —¿Una regla sobre damas vestidas de noche para acicalar caballos? —Sí. —No, tan precisa no. —Excelente. —Continuó con su tarea. —Dicho esto, he de reconocer que nunca he visto a una dama tan bien ataviada

cepillando a un caballo. —Y sigue sin hacerlo.

www.lectulandia.com - Página 133

Page 134: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 134/298

Él se quedó parado. —¿Perdón? —Que todavía no ha visto a una dama haciendo algo así. Creo que si algo ha

quedado claro esta noche es que no soy una dama, ¿no? —Le dio un ligero golpecitoa la testuz de la yegua y se inclinó para inspeccionarle un casco—. No tengo el linaje

requerido para ostentar tal honor.Dicha declaración hizo que la conversación diera un giro y el aire se volviera más

cargado.Juliana se volvió hacia él y le miró completamente seria. —¿Por qué ha venido? Ni yo mismo lo sé . —¿Cree que porque mi madre ha regresado puede venir a los establos y que yo

me comportaré como lo haría ella? —Las palabras flotaron en el ambiente, directas e

hirientes. A Simon le hubiera encantado zarandearla por pronunciarlas. Por degradarde ese modo la preocupación que había sentido por ella. Por sugerir que no era mejorque su madre. Pero Juliana no había terminado aún—. ¿O acaso es porque no hapodido resistir la oportunidad de enumerar las nuevas razones por las que soymercancía dañada? Le aseguro que no hay nada que pueda decir que no haya pensadoyo ya.

Se lo merecía, o eso suponía, pero le fue imposible no defenderse. ¿De verdadcreía que utilizaría lo acontecido aquella noche para echárselo en cara?

 —Juliana, yo… —Se dispuso a acercarse a ella, pero la joven levantó una manopara que se quedara en su sitio.

 —No me diga que esto lo cambia todo, Leighton.Nunca le había llamado así. Siempre se había dirigido a él como «su excelencia»,

con ese tono socarrón que le ponía de los nervios. O como «Simon». Pero ahora, conla gravedad de aquel momento, había decidido usar su título. Y ese cambio leinquietaba.

La joven se rio; un sonido frío y crispado que no era propio de ella. —Por supuesto que no —continuó ella—. Esto solo ha conseguido poner de

relieve lo que usted ya sabía. Lo que ha sabido desde el principio. ¿Qué fue lo quedijo? ¿Que era un escándalo en potencia? —Ladeó la cabeza, con un simulado gestopensativo—. Puede que ya hubiera explotado. Pero si quedaba alguna duda, la mujerque apareció esta noche en nuestro salón es más que suficiente para disiparla,¿verdad? —Hubo un largo silencio antes de que añadiera, en italiano y tan bajo queSimon no estuvo seguro de haberlo escuchado—. Ha vuelto a arruinarlo todo. Otravez.

Sus palabras rezumaban una tristeza devastadora; una tristeza que resonó entreambos hasta que Simon se vio incapaz de soportarla.

www.lectulandia.com - Página 134

Page 135: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 135/298

 —Ella no es como tú —dijo en su lengua, como si fuera más fácil que ella lecreyera si hablaba en italiano.

Aunque, como era de esperar, no lo hizo. Pero yo sí que lo creo. —¡Sciocchezze! —Los ojos femeninos se llenaron de lágrimas de rabia mientras

le gritaba que lo que acababa de decir era un sinsentido. Después se dio la vuelta,dándole la espalda, y continuó hablando, aunque a Simon le resultó muy difícilescucharla por el sonido que hizo al cepillar a la yegua con excesivo vigor—. Ella esde donde vengo. En lo que me convertiré. ¿No es así como funciona?

Las palabras penetraron en él, causándole una furia irracional contra ella porpensar aquello. Incapaz de detenerse, se acercó a la joven, le dio la vuelta y clavó lamirada en ella mientras la sostenía por los hombros.

 —¿Por qué dices eso? —Escuchó la rudeza de su propio tono e intentó

suavizarlo, pero falló estrepitosamente—. ¿Por qué lo piensas siquiera?Juliana volvió a reírse, y de nuevo lo hizo con dureza y sin humor. —No soy la única que lo hace. ¿No era eso lo que tú pensabas? ¿No son esas

palabras las que tanto os gusta decir a los aristócratas? Venga, su excelencia. Heconocido a tu madre. —Y entonces, cambió al inglés—. La sangre manda, ¿no?

Simon se quedó quieto. Había escuchado eso miles de veces; era una de las frasesfavoritas de su progenitora.

 —¿Te dijo ella eso?

 —¿No es lo mismo que me has dicho otras veces? —Alzó la barbilla, orgullosa ydesafiante.

 —No.Juliana torció una comisura de la boca en un gesto de desaire. —No con esas palabras. Aunque para ti sí que son ciertas, ¿verdad? Siempre

mirando desde tu pedestal a las personas que no son de tu mismo rango. «La sangremanda». El lema del duque del desdén.

 El duque del desdén.Ya lo había oído antes. El apodo que se murmuraba a su paso. Nunca se había

parado a pensar en ello. Nunca se había dado cuenta de lo acertado del nombre. De larealidad que escondía.

 La emoción es para las masas.Siempre había sido más fácil ser «el duque del desdén» que dejarles ver el resto

de él. La parte que no era tan despectiva.Odiaba que Juliana conociera aquel sobrenombre. Que pensara que él era así. Se

encontró con su brillante mirada azul, tan a la defensiva y llena de ira. Podía lidiarcon eso. Pero no con su tristeza.

 No podía soportar su tristeza.

www.lectulandia.com - Página 135

Page 136: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 136/298

Juliana pareció leerle el pensamiento y destelló furia por cada poro de su cuerpo. —¡No! ¡No te atrevas a compadecerte de mí! ¡No quiero tu lástima! —Intentó

zafarse de su agarre—. Prefiero tu indiferencia.Las palabras le sorprendieron hasta tal punto que tuvo que soltarla. —¿Mi indiferencia?

 —Eso es lo que es, ¿no? ¿Aburrimiento? ¿Apatía?Ya había tenido suficiente. —¿Crees que lo que siento por ti es apatía? —Le tembló la voz a medida que

daba un paso para volver a acercarse a ella—. ¿Crees que me aburres?Juliana parpadeó ante la intensidad de su tono e intentó alejarse, dirigiéndose

hacia un lateral del establo. —¿Y no lo hago?Simon negó lentamente con la cabeza. Siguió avanzando hacia ella, acorralándola

poco a poco. —No.Juliana abrió la boca para decir algo, pero la cerró antes de hablar. Por lo visto la

había dejado sin palabras. —Solo Dios sabe lo irritante que puedes llegar a ser… —Los ojos de la joven le

miraron nerviosos—. Y lo impulsiva… —Escuchó el pequeño chillido que diocuando su espalda tocó la pared—. Y desesperante… —Le acarició la mandíbula yacercó su cara a la suya, sintiendo el acelerado pulso de ella bajo las yemas de los

dedos—. Y lo absolutamente embriagadora… —gruñó por lo bajo mientras veíacomo sus perfectos y suaves labios rosados se entreabrían.

Se inclinó un poco más, hasta que sus bocas quedaron a escasos milímetros dedistancia.

 —Pero no… No eres para nada aburrida.

www.lectulandia.com - Página 136

Page 137: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 137/298

10

«El heno y los caballos crean un perfume de lo menos apetecible. Los establos

no son el lugar más adecuado para una dama».

Tratado de las damas más exquisitas

«A lo largo y ancho de nuestra gran nación, los vicarios predican sobre el hijo

 pródigo…».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823

Juliana se había sentido irremediablemente atraída por él desde que cruzó elestablo y la acorraló sin dejarle escapatoria. Después la había encerrado entre susbrazos, tocándola; ofreciéndole el contacto que hasta ese momento no sabía queanhelaba con tanta ansia. Y luego estaba su voz, ese profundo sonido aterciopeladocon un ligero aroma a whisky y a oscuridad, que había desbaratado todos suspensamientos, haciéndole olvidar la razón por la que había acudido a aquel establooscuro.

La sostuvo allí, dejándola sin aliento, esperándola. Como si pudieran quedarse así

durante horas, durante días, mientras ella consideraba sus opciones y decidía cuál erael siguiente paso que tenía que dar.

Pero Juliana no necesitaba días ni horas.Apenas necesitaba unos pocos segundos.No sabía lo que sucedería después, o al día siguiente, o dentro de una semana. No

sabía lo que quería que pasara. Excepto aquello. Le quería a él. Quería ese momento.Allí, en aquel establo poco iluminado. Quería un instante de pasión que la ayudara asobrellevar lo que estaba por venir.

Simon era increíblemente grande. Sus anchos hombros bloqueaban la tenue luzdel farol que había colgado en la pared del establo, transformándole en una sombradura y perversa. Juliana no podía verle los ojos, pero se imaginó su profundo tonoámbar brillante por la pasión contenida.

Quizá no fuera ese el caso… Pero era preferible creer que Simon la deseaba.Apoyó las manos sobre él y las deslizó a lo largo de sus brazos, notando cómo sus

músculos se tensaban bajo la lana del sobretodo. En ese momento deseó que hubieramenos tela entre ellos. Con la yema de los dedos, trazó un camino por sus amplios y

tensos hombros hasta llegar al cuello, donde por fin se detuvo a acariciar la tersa ycálida piel. Enredó los dedos en los suaves y dorados y rizos. Simon inclinó la cabezay ella no supo si lo hizo para facilitarle el gesto o porque ya no tenía la fuerza

www.lectulandia.com - Página 137

Page 138: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 138/298

necesaria para seguir resistiéndose.Le gustaba más esa última idea.Notó los labios masculinos en la oreja y su respiración entrecortada. Le encantaba

aquel sonido, tan diferente a la fría contención a la que la tenía acostumbrada. —No pareces aburrido.

Simon soltó una áspera carcajada y la torturó, susurrándole al oído: —Si me dieran cien años para describir lo que siento en este momento, la palabra

«aburrimiento» no aparecería por ningún lado.Juliana giró la cabeza ante aquellas palabras y lo miró a los ojos. —Ten cuidado, Simon. Puedes terminar gustándome. Y entonces, ¿qué será de

nosotros?Él no contestó y ella esperó a que se decidiera a estrechar la distancia que de

pronto pareció surgir entre ellos. Le maravillaba aquel autocontrol. Aquel

interminable e inquebrantable autocontrol.Ella no podía igualarlo. Ni siquiera lo intentaría.Así que decidió rendirse y acercó los labios a los de él.En el momento en que sus bocas se tocaron, Simon cambió de posición. Soltó un

profundo suspiro y la estrechó entre sus brazos, envolviéndola en su calor, en sufuerza y en su aroma masculino, una mezcla a cítricos frescos y flor del tabaco.

La atrajo hacia sí, abrazándola con fuerza, inflamándola con sus manos. Ese besoera diferente al que compartieron aquella otra mañana en Hyde Park… Aquel había

sido un beso lleno de frustración, furia y miedo.Este era un beso que buscaba explorar. Indagar. Era un beso que sugería que

tenían una eternidad para aprender el uno del otro. Cuando notó cómo la lengua deSimon recorría, inexorable, su labio inferior, enviando una oleada de sensaciones portodo su cuerpo, deseó disponer de esa eternidad con él. Porque solo una eternidadharía que se cansara de algo como aquello. Que se cansara de él.

Jadeó al sentir su calor, tan viril y decadente.Al escucharla, Simon alzó la cabeza y la buscó con su ensombrecida mirada. —Esto es…Volvió a enredar los dedos en sus rizos, atrayéndole hacia ella. —Es perfecto.Obtuvo como respuesta un gruñido de satisfacción. Después, Simon le acunó la

cara con las manos y le inclinó la cabeza en el ángulo perfecto para reclamar su bocaen una descarnada demanda que la dejó sin aliento. Mientras la atormentaba con susprofundos y sensuales besos, a Juliana le fue imposible pensar en nada que no fuerasentir.

Estaba tan subyugada que empezaron a fallarle las piernas. Pero Simon seadelantó y la alzó en el aire como si no pesara nada. Intentó sacar fuerzas de donde

www.lectulandia.com - Página 138

Page 139: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 139/298

pudo, desesperada por envolverle, pero se enredó entre las capas de seda y algodónde la falda de su vestido. Dio una patada para liberarse de su prisión y estuvo a puntode golpearle en la espinilla. Simon apartó su boca de la de ella y la miró interrogante.

 —Estos vestidos tienen demasiada tela —explicó llena de frustración.Él la depósito en el suelo y acarició con una de sus fuertes y cálidas manos la

amplia extensión de piel que había desde el cuello hasta el nacimiento de su pecho. —En determinadas zonas llevan la tela justa. —Recorrió con un solo dedo el

borde del vestido, haciendo que la piel le ardiera en llamas—. Llevas puesto elvestido más espectacular que he visto jamás.

Incapaz de detenerse, Juliana se apretó contra él. Sabía que estaba comportándosede manera absolutamente licenciosa, pero le trajo sin cuidado.

 —Lo mandé confeccionar especialmente para ti. —Volvió a besarle, y antes devolver a hablar, se detuvo un instante para mordisquearle el labio inferior—. Me

imaginé que te gustaría. Que no podrías resistirte a él. —Imaginaste bien. Y ahora sí que estoy de acuerdo contigo. Tiene demasiada

tela. —Dicho esto deslizó hacia abajo uno de los bordes, dejando al descubierto unenhiesto pezón—. Qué belleza —susurró con tono oscuro y aterciopelado. Uno de susdedos rodeó la anhelante punta una y otra vez. Después, el mismo dedo ascendióhasta su barbilla, que alzó para que sus miradas se encontraran—. ¿Sí o no?

Era una pregunta imperiosa, hecha como si quisiera otorgarle unos segundos paradecidir si quería seguir antes de que él volviera a asumir el control y la metiera de

lleno en un mundo en el que solo él era el amo y señor. —Sí —susurró, mientras volvía a tirar de los rizos de él para acercarlo contra sí

 —. Sí, Simon.Los ojos del duque destellaron con un brillo oscuro y demencial. Bajó la cabeza y

la besó ardientemente antes de trazar con sus labios un húmedo sendero que fuedesde su garganta hasta la pálida piel que coronaba sus pechos. Juliana se aferró denuevo a aquellos rizos dorados.

Sí. Simon.Él tenía el control.Estaba arruinándola para el resto de los hombres.Y a ella no le importaba.Cuando sintió su lengua en la sensible punta del pecho, se mordió el labio inferior

y se arqueó contra él en un tácito consentimiento. —¿Juliana?Si en ese momento el establo hubiera comenzado a arder en llamas, no se hubiera

sorprendido tanto como lo hizo al escuchar la voz de su hermano.Simon se tensó al instante. En menos de un segundo se enderezó y le colocó el

borde del vestido. Juliana se apartó de él, luchó con las capas de su falda y se dio la

www.lectulandia.com - Página 139

Page 140: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 140/298

vuelta, tratando de orientarse mientras dijo con voz trémula: —Estoy… Estoy aquí, Gabriel. —Cogió el cepillo de cerdas duras y aumentó el

volumen de su voz—. Y sobre todo le gusta que le cepille los flancos con pasadasfirmes.

 —He estado buscándote por todas partes… ¿Qué haces sola en los establos en

mitad de la…? —Ralston entró en el establo y se detuvo en seco en cuanto vio aSimon, y después a Juliana. No le llevó mucho tiempo percatarse de lo que habíasucedido.

De lo que realmente había sucedido.Cuando volvió a moverse, lo hizo a la velocidad del rayo.Ignorando el respingo de Juliana, pasó sobre ella y fue directo a por el duque. Le

agarró por las solapas del sobretodo y le apartó de la pared donde este se habíaapoyado, adoptando una fingida pose informal. Después, giró con él y le arrojó por la

puerta del establo. Simon salió volando por los aires hasta estrellarse contra la paredopuesta, haciendo que los caballos que había en el corredor prorrumpieran en un corode relinchos nerviosos.

 —¡Gabriel! —gritó ella, siguiéndoles al pasillo justo a tiempo para ver cómo suhermano agarraba el pañuelo del cuello de Simon con una mano y le propinaba unfuerte puñetazo en la mandíbula con la otra.

 —Llevo veinte años queriendo hacer esto, bastardo arrogante —gruñó Ralston.¿Por qué Simon no se defendía?

 —¡Detente, Gabriel!Su hermano no la escuchó. —Ponte de pie.Simon se incorporó, frotándose la mandíbula ya enrojecida. —Considera este primer golpe un regalo de la casa, Ralston.El marqués cuadró los hombros y cerró los puños, preparándose para la batalla. Si

sentía lo mismo que Juliana cuando abandonó el salón, no pararía hasta que uno, oambos, cayeran inconscientes. Y teniendo en cuenta el destello que despedían los ojosde Leighton y la tensión que exudaban cada uno de sus músculos, se imaginó quesería la segunda opción.

 —Pagaré con gusto el precio del resto. —Ralston se abalanzó de nuevo sobre elduque y consiguió darle otro puñetazo rápido en la mandíbula antes de que Leightonbloqueara el siguiente golpe y le asestara un sensacional gancho que hizo que sucabeza cayera hacia atrás.

Juliana parpadeó asustada ante el sonido de carne contra carne y, sin pensárselodos veces, decidió intervenir.

 —¡No! ¡Nadie va a pagar nada! ¡Ni ahora, ni nunca!Se interpuso entre ambos, con las manos en alto, como si fuera un árbitro en un

www.lectulandia.com - Página 140

Page 141: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 141/298

combate de boxeo. —Quítate de en medio, Juliana —dijo Leighton en tono peligroso, aunque suave. —Vuelve a hablarle con tal familiaridad de nuevo, y nos veremos al amanecer — 

sentenció Ralston, furioso—. De hecho, dame una sola razón para que no te rete aduelo ahora mismo.

 —Porque ya hemos tenido suficiente escándalo por esta noche, Gabriel — contestó Juliana—. Incluso yo me doy cuenta.

Y con esta simple frase vio cómo el espíritu de lucha abandonaba a su hermano.Sin embargo, no bajó las manos hasta que Gabriel también lo hizo. Después le

dijo: —No ha pasado nada.Ralston soltó una sonrisa forzada y miró por encima de su cabeza para

encontrarse con la mirada de Leighton. En esa ocasión Juliana sí que percibió el brillo

asesino en sus ojos. —Olvidas que no siempre he sido un hombre casado, hermana. Sé perfectamente

cuándo no ha pasado nada. Las damas no tienen el aspecto que tú tienes ahora mismocuando no ha pasado nada. Y los hombres como Leighton no reciben puñetazosalegremente cuando no ha pasado nada.

Juliana sintió cómo las mejillas se le teñían de rojo, pero se mantuvo firme. —Te equivocas. No ha pasado nada. Pero sí que ha pasado, susurró una voz en un oscuro rincón de su mente.  Algo

maravilloso.Decidió ignorarla y buscó la ayuda de Simon. —Dígaselo, su excelencia. —Al no escuchar respuesta alguna, miró por encima

del hombro en dirección al duque y repitió—: Dígaselo.Era como si los dos se hubieran olvidado de que estaba allí. Simon estaba

mirando directamente a los ojos de Ralston. —¿Y si fuera tu hermana, Leighton? —preguntó el marqués suavemente—.

¿Tampoco habría pasado nada?Algo brilló en la mirada de Simon. No era solo furia. Ni frustración. Era algo

más. Algo más complicado.Y comprendió lo que él estaba a punto de hacer un segundo antes de que lo

hiciera.Tengo que detenerlo como sea. —¡No! ¡No lo…!Era demasiado tarde. —Me casaré con ella.Juliana vio las palabras más que las escuchó; observó cómo aquellos perfectos

labios formaban las silabas a pesar de que el sonido de estas se vio enmascarado por

www.lectulandia.com - Página 141

Page 142: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 142/298

el tronar de sus oídos.Se volvió inmediatamente hacia su hermano. —No. No se casará conmigo.El establo se sumió en un tenso y prolongado silencio. La incertidumbre se

apoderó de ella y volvió a mirar a Simon. Tenía su típica expresión helada e

inalterable y continuaba mirando fijamente a Ralston como si estuviera esperandoque este dictara su sentencia de muerte.

Y eso es lo que va a pasar.Él no quería casarse con ella. Juliana no era como su perfecta novia inglesa, que a

esas horas seguro que estaba durmiendo profundamente, lejos de todo escándalo.Pero lo haría porque era lo que debía hacerse. Porque era el tipo de hombre que hacíalo que se esperaba de él sin protestar. Sin luchar.

Se casaría con ella no porque la amase… sino porque debía.

Tampoco era que estuviera deseando que la amase. Mentirosa.Pero no iba a condenarse a sí misma a llevar una vida de sufrimiento por el

excesivo y malentendido sentido de la nobleza que tenía él.Ralston no la miró en ningún momento. Estaba demasiado ocupado en el duque.

Así que volvió a centrar su atención en Leighton, que hizo un gesto de asentimientocon ojos cautelosos.

 Pero qué….

Se giró hacia su hermano. —Escúchame, Gabriel. No voy a casarme con él. No ha pasado nada. —No, no te vas a casar con él.Aquello la sorprendió. —¿No? —No. El duque parece haber olvidado que ya está comprometido.Se quedó con la boca abierta. No puede ser cierto. —¿Qué? —Vamos, Leighton. Cuéntale la verdad —le increpó Ralston destilando furia con

cada palabra—. Dile que no eres tan perfecto después de todo.Los ojos de Simon brillaron llenos de cólera. —Todavía no he hablado con la dama. —No claro, solo con su padre —replicó Ralston son suficiencia.Quería que Simon refutara aquello, pero vio la verdad en su mirada. Estaba comprometido.Estaba comprometido y la había besado. En los establos. Como si no valiera para

nada más que un revolcón.Como si fuera mi madre.

www.lectulandia.com - Página 142

Page 143: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 143/298

Aunque hacía unos instantes le había dicho que no era como ella.Se volvió hacia él, sin molestarse en esconder la acusación en sus ojos. Si bien

tenía que conceder a su favor el hecho de que intentó explicarse. —Juliana…Pero ella ya no quería oírle.

 —No. No hay nada más que decir.Observó cómo la nuez de Simon se movió al tragar saliva, lo que la hizo pensar

que quizá estaba intentando encontrar las palabras adecuadas. Pero después se acordóde que era el duque de Leighton y que siempre sabía qué decir en cada momento.

Excepto cuando no tenía razón.Ralston escogió ese momento para volver a hablar y terminar con aquella

escabrosa escena. —Si vuelvo a verte a menos de un metro de mi hermana, Leighton, será mejor

que tengas elegidos a tus padrinos.Un silencio sepulcral invadió la estancia. —Alejarme de ella no me supondrá ningún problema, Ralston. Todo esto no

habría sucedido si vigilaras más de cerca a aquellos que están bajo tu protección.Y con esas frías e insensibles palabras, el duque del desdén abandonó los

establos.

Su madre había regresado. —Redeo, redis, redit….Su madre había regresado a solo Dios sabía qué. —  Redimus, reditis, redeunt….Su madre había regresado a solo Dios sabía qué y Juliana había estado a punto

de arruinar su reputación en un establo. —Regreso, regresas, regresa…Su madre había regresado a solo Dios sabía qué y Juliana había estado a punto de

arruinar su reputación en un establo con el duque de Leighton.Y le había encantado.No que su madre hubiera regresado. Lo otro.Había sido muy… Había sido emocionante.Hasta que él resultó estar comprometido, le dio la espalda como si nada y salió de

su vida.Y la dejó de nuevo con el asunto de su madre.Que había regresado.

Soltó un suspiro y golpeó con las palmas de las manos el frío brocado de lacolcha que cubría su cama.

No era de extrañar que no pudiera dormir.

www.lectulandia.com - Página 143

Page 144: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 144/298

Tampoco es que hubiera tenido la mejor noche de su vida. Él se había ido.Bueno, primero le había propuesto matrimonio.Después de hacerla sentir maravillosamente bien.Tras haberle propuesto matrimonio a otra mujer.

Algo se retorció en su interior. Algo fácilmente identificable.Anhelo. Ni siquiera lo entendía. Era un hombre horrible, arrogante y orgulloso,

frío e insensible. Excepto cuando dejaba de serlo. Salvo cuando bromeaba con ella, sevolvía encantador y la hacía arder. De pasión.

Cerró los ojos y trató de ignorar el dolor que le oprimía el pecho.Simon había hecho que le deseara. Y después se había ido. —Me voy, te vas…Conjugar verbos no iba a servirle de mucho.

Frustrada, se bajó de la cama, abrió la puerta y se dirigió hacia el ancho y oscuropasillo de Ralston House. Con la yema de los dedos fue recorriendo las paredes,contando las puertas una a una hasta que llegó a la escalera principal de la casa,donde vislumbró una tenue luz que provenía del estudio de su hermano.

No se molestó en llamar.Ralston se encontraba frente a los enormes ventanales de su despacho. Con una

mano jugueteaba despreocupadamente con una esfera de cristal que ella le habíaregalado hacía unos meses, mientras miraba al oscuro abismo que tenía frente a sus

ojos. Tenía el pelo revuelto y se había desprendido del sobretodo, la chaqueta y elpañuelo del cuello.

Cuando vio el moratón que tenía en la mandíbula, allí donde Simon le habíagolpeado, no pudo evitar hacer una mueca de dolor.

Desde que había llegado a aquel país, lo único que había hecho había sidocausarle problemas.

Si ella fuera él, haría tiempo que la hubiera echado de casa.Cuando se decidió a entrar, Gabriel la miró, pero no la amonestó por no haber

pedido permiso antes. Tomó asiento frente al escritorio y escondió los pies descalzosbajo la bata de noche. Su hermano volvió a mirar hacia el ventanal.

Ninguno de los dos habló durante un buen rato, aunque el silencio hizo que sesintieran más cómodos.

Finalmente, Juliana tomó una profunda bocanada de aire y comenzó: —Me gustaría limpiar las cosas.Ralston sonrió. —Aclarar las cosas.Sí, aquello tenía más sentido. —¿Estoy a punto de pedirte disculpas y te burlas de mí?

www.lectulandia.com - Página 144

Page 145: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 145/298

 —Continúa —dijo, mirándola divertido. —Gracias. —Se detuvo unos segundos—. Lo siento. —¿Por qué? —Parecía realmente confundido.Juliana se rio tímidamente. —Hay mucho por lo que pedirlas, ¿no? —Se quedó pensativa durante unos

instantes—. Supongo que siento que todo recaiga sobre ti.Su hermano no respondió. —¿Dónde está nuestra madre?La esfera de cristal rodó entre sus dedos. —Se fue.Juliana se quedó quieta mientras una oleada de emociones contradictorias la

invadieron. No se detuvo mucho a pensar en ello. No estaba segura de lo que quería. —¿Para siempre?

Ralston inclinó la cabeza, y Juliana creyó oírle reír. —No. Ojalá fuera así de fácil. Lo que pasa es que no la quiero en esta casa.Estudió a su hermano. Su fuerte y tenaz hermano, que parecía cargar el peso del

mundo sobre sus espaldas sin ningún problema. —¿Adónde la enviaste?Se volvió hacia ella para mirarla a la cara. La esfera seguía girando. —Ella no sabía que estabas aquí. No se lo esperaba. Por eso no te buscó antes en

el salón.

Juliana hizo un gesto de asentimiento. Aunque no por ello se le hizo más fácildigerir el rechazo de su madre.

 —¿Sabe ahora que estoy aquí? —Se lo he dicho. —Las palabras fueron suaves, mezcladas con lo que pareció

una especie de disculpa. Juliana asintió de nuevo y volvieron a quedarse en silencio.Ralston fue hacia el escritorio y tomó asiento frente a ella—. Eres mi hermana y eresmás importante que ella.

¿Estaba recordándoselos a ella o a él mismo?Le miró a los ojos. —¿Qué es lo que quiere?Ralston se inclinó hacia delante, apoyándose en los codos. —Según ella, nada. —Solo su posición como marquesa viuda. —Juliana no pudo evitar el sarcasmo

en su voz. —Algo que nunca tendrá.No podía. La sociedad nunca la aceptaría. Las malas lenguas se alimentarían de

ese escándalo durante años. Cuando Juliana llegó a Londres, hacía ya seis meses,parecían haberse puesto de acuerdo y habían sacado el sórdido relato del abandono de

www.lectulandia.com - Página 145

Page 146: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 146/298

su madre de lo más profundo del inmenso río de drama que nutría a la clase más alta.Incluso ahora, que contaban con conexiones con las familias más poderosas de laciudad, a Juliana se la consideraba al margen de la refinada sociedad, que aceptaba supresencia más por dichas conexiones que por sus propios méritos.

Después de esa noche, todo volvería a empezar de nuevo. Y sería mucho peor que

antes. —No crees que no quiera nada, ¿verdad? —preguntó. —No. —¿Y qué es lo que busca entonces?Ralston meneó la cabeza. —Dinero, familia… —¿Perdón?Su hermano se quedó pensando durante un buen rato. Después encogió levemente

el hombro, tal y como solían hacer todos ellos cuando no sabían la respuesta. —Es un motivo de lo más poderoso. ¿Quién sabe?Juliana sintió cómo una ardiente cólera ascendía por su cuerpo. Se inclinó hacia

delante e hizo un gesto de negación. —No puede obtenerlo. No puede… Lo que te hizo… A Nick… A nuestros

padres.Una de las comisuras de la boca de Gabriel se curvó de manera imperceptible. —Y a ti.

Sí, y a mí .Ralston se recostó en el respaldo de la silla y se pasó la bola de una mano a otra. —Nunca creí que volvería. —Cualquiera pensaría que un escándalo de tal magnitud bastaría para mantenerla

alejada para siempre —farfulló Juliana.Gabriel casi sonrió ante tal afirmación. —Te olvidas de que estamos hablando de nuestra madre. Una mujer que ha

vivido siempre como si el escándalo tuvieran que asumirlo los demás. Aunque hayque reconocérselo, lo ha conseguido.

 Nuestra madre.A Juliana le vino a la mente la conversación mantenida con Simon en los establos.

¿Cuánto tenía de su madre? ¿Cuánto había heredado de su falta de afecto y completadespreocupación por los demás?

Se puso tensa solo de pensarlo. —No eres como ella.Centró su atención en su hermano, que la miraba firmemente con sus fieros ojos

azules. Y a ella le entraron unas inmensas ganas de llorar por la sinceridad con que lodijo.

www.lectulandia.com - Página 146

Page 147: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 147/298

 —¿Cómo lo sabes? —Lo sé. Y, algún día, tú también lo sabrás.Las palabras fueron tan directas, tan llenas de sentimiento, que Juliana quiso

ponerse a gritar allí mismo. ¿Cómo podía estar tan seguro? ¿Cómo podía saber queno era como la mujer que los había llevado en sus entrañas? ¿Que junto con la

estatura, el cabello y los ojos azules, no había heredado esa total falta depreocupación por los que la rodeaban y a quienes se suponía que tenía que querer?

 La sangre manda.Sin embargo, en vez de decir aquello, farfulló: —El escándalo… Cuando se enteren de que ha vuelto… —Será enorme —apuntó su hermano completamente serio—.A mi modo de ver,

tenemos dos opciones. O empacamos nuestras cosas y nos vamos al campo, con ella acuestas, y esperamos a que se desvanezcan los rumores.

Si los deseos se hicieran realidad….Juliana arrugó la nariz. —¿O…? —O cuadramos los hombros y hacemos frente a la situación con la cabeza bien

alta.No había elección posible. No para ella. Ni tampoco para él. —Bien —comentó, esbozando una media sonrisa—. Que no se diga que los

Ralston no hacen todo lo posible para que los londinenses no se aburran.

Tras unos segundos de silencio, Ralston se puso a reír soltando un retumbantesonido que salió de las profundidades de su pecho. Antes de darse cuenta, Julianatambién estaba acompañándole. Porque era preferible hacer eso que ponerse a llorar.

Cuando volvieron a recobrar la compostura, Ralston se recostó de nuevo en susilla y miró al techo.

 —Tenemos que decírselo a Nick.Por supuesto. Su hermano y su flamante esposa vivían en Yorkshire, pero se

trataba de algo que tenían que saber lo antes posible. Juliana asintió. —¿Crees que vendrá?Ralston enarcó las cejas, como si no se hubiera planteado esa posibilidad. —No lo sé. Nick y ella… ellos… —Fue quedándose sin voz.De nuevo se quedaron en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos.Su madre había vuelto.Y junto con ella, décadas de preguntas sin responder, que creían enterradas.Miró a su hermano. —Gabriel —susurró ella—, ¿y si ha vuelto para quedarse?Algo brilló en las profundidades de los ojos azules de su hermano, una mezcla de

enfado y preocupación. Después, respiró profundamente, como si estuviera tratando

www.lectulandia.com - Página 147

Page 148: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 148/298

de ordenar sus ideas. —No pienses ni por un segundo que esto es permanente, Juliana. Si hay algo que

sé de esta mujer es que es incapaz de ser constante. Quiere algo. Y cuando lo consiga,se largará. —Dejó la esfera de cristal encima de la mesa—. Se irá y todo volverá a lanormalidad.

Desde que había llegado a Londres, hacía ya seis meses, Juliana había visto eninnumerables ocasiones al hombre que se escondía bajo la fachada del despreocupadomarqués de Ralston. Lo suficiente como para saber que no se creía las palabras queacababa de decir.

Que no podías creérselas.Decir que el regreso de su madre lo había cambiado todo era un eufemismo. No

solo porque desenterraría un escándalo del que todo el mundo quería hablar desdehacía veinticinco años, ni porque parecería que le importaba bien poco el impacto que

tendría en la sociedad, ni porque no fuese a mostrar remordimiento por sus acciones.Tampoco porque se hubiera presentado en Ralston House como si nunca la hubieraabandonado.

En realidad, aunque todo aquello pudiera borrarse de un plumazo, aunque Gabriella echara de allí y la embarcara hacia las islas Hébridas y nunca más volvieran a saberde ella, nada volvería a ser como antes.

Porque, hasta esa noche, todos ellos podían haber fingido —de hecho lo habíanhecho— que su madre se había ido para siempre. Era cierto que Juliana se había

preguntado muchas veces si su progenitora seguía con vida, dónde estaba, qué estaríahaciendo, con quién estaría… Pero en el fondo de su corazón, siempre había asumidoque su ausencia era definitiva.

Y había empezado a aceptarlo cuando llegó a Londres, conoció a sus hermanos yse le dio la oportunidad de empezar una nueva vida. Una vida en la que el fantasmade su madre seguía presente, pero con menos intensidad que antes.

Y ahora todo se había ido al garete. —Ni tú mismo te lo crees, Gabriel.Otra vez se produjo un largo silencio. —Quiere hablar contigo.Se había dado cuenta del cambio de tema, pero no hizo nada por hacérselo saber.

Por el contrario, simuló quitarse una inexistente pelusa de la bata y añadió: —Claro que quiere. —Puedes hacerlo si te apetece.Le miró cautelosa. —¿Qué crees que debería hacer? —Creo que es una decisión que solo tú puedes tomar.Juliana alzó las rodillas y apoyó la barbilla en ellas y los talones en el suave cuero

www.lectulandia.com - Página 148

Page 149: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 149/298

de la silla. —Creo que no quiero hacerlo en este momento. Al menos no por ahora.Tal vez algún día. Pero no ahora.Su hermano asintió una vez. —Me parece justo.

De nuevo se hizo el silencio, aunque esta vez Ralston se entretuvo en organizarvarias pilas de correspondencia. La contusión en su mandíbula se acentuó bajo la luzde las velas.

 —¿Te duele?Su hermano se tocó la cara con una mano, explorando la magulladura con dedos

tentativos. —Leighton siempre ha sabido cómo asestar un buen golpe. Es uno de los

beneficios que tiene el hecho de ser tan grande.

Juliana sonrió para sus adentros al ver cómo su hermano eludía contestar a lapregunta. Se imaginó que debía dolerle horrores.

 —También lo siento por eso.Ralston la miró, y sus ojos azules resplandecieron llenos de cólera. —No sé desde hace cuanto estáis… —Nosotros no…Gabriel levantó una mano para acallarla. —Y, sinceramente, tampoco quiero saberlo. —Soltó un profundo y cansado

suspiro—. Pero mantente alejada de él, Juliana. Cuando te dijimos que queríamosbuscarte un buen partido, no estábamos pensando precisamente en Leighton.

 Incluso su hermano creía que Simon era demasiado bueno para ella. —¿Porque es un duque? —¿Qué?… ¡No! —Ralston parecía absolutamente perplejo por sus palabras—.

Porque es imbécil.Ahora sí que no pudo evitar sonreír. Lo había dicho tan categóricamente que le

hizo gracia. —¿Por qué crees eso? —Baste decir que el duque y yo tenemos un buen historial de altercados. Es

arrogante, altanero y absolutamente imposible. Se toma el tema del apellidodemasiado en serio, y todavía más si se trata de su título. Francamente, no le soporto.Y eso es algo que debería haber recordado estas últimas semanas, pero parecía estartan preocupado por tu reputación que estaba dispuesto dejar a un lado mis prejuicioshacia él. —Le lanzó una mirada llena de ironía—. Ahora me doy cuenta de quedebería habérmelo pensado mejor.

 —No has sido el único engañado —dijo más para sí misma que para él.Ralston se puso de pie.

www.lectulandia.com - Página 149

Page 150: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 150/298

 —Aunque mirándolo por el lado bueno, llevaba esperando veinte años para darleun buen golpe. Y esa es una de las pocas cosas que han salido bien hoy. —Flexionó lamano—. ¿Crees que su hematoma será igual que el mío?

Su orgulloso tono masculino consiguió sacarle otra sonrisa. Se puso también depie.

 —Estoy segura de que es mucho más grande. Y con peor aspecto. Y mucho másdoloroso. O por lo menos, eso espero.

Ralston rodeó el escritorio y le dio un golpecito en la barbilla. —Buena respuesta. —Enseño rápido.Ahora fue él el que se rio. —Aprendes rápido.Juliana ladeó la cabeza.

 —¿En serio? —De verdad. Y ahora, ¿puedo pedirte un favor? —Dime. —Por lo que más quieras, mantente alejada de él.Aquellas palabras hicieron que volviera a sentir una dolorosa presión en el pecho.

Pero decidió ignorarlo. —No quiero tener nada que ver con ese hombre. —Excelente.

Su hermano la había creído.Ahora solo tenía que convencerse a sí misma.

www.lectulandia.com - Página 150

Page 151: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 151/298

11

«Incluso en los bailes, hay que tener mucho cuidado con lo vulgar. Las damas

elegantes siempre evitan los rincones oscuros».

Tratado de las damas más exquisitas

«Un grupo de revoltosos gorriones y sus acompañantes han recibido

recientemente su merecido…».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823

Los escalones que llevaban a Dolby House estaban llenos de verduras.La marquesa de Needham y Dolby se había tomado muy en serio su baile de la

cosecha y había cubierto todo el frente de la casa con cebollas, patatas y lo queparecían ser diferentes granos de trigo y calabazas de todos los tamaños y coloresposibles. Hasta habían hecho una especie de sendero para la entrada de los invitados;no uno recto que condujera directamente a la casa, sino uno lleno de curvas, tambiénflanqueado por verduras, que hacía que siete pasos parecieran setenta y quecualquiera que caminara por él se sintiera ridículo.

Juliana descendió del carruaje y miró con escepticismo el estrecho y atiborradosendero. Callie la siguió, y en cuanto divisó el espectáculo que tenía ante sí no pudoevitar soltar una risilla.

 —Oh, Dios…Ralston tomó del brazo a su esposa y las guió por el extravagante laberinto. —Sabes que todo esto es culpa tuya —le susurró al oído. Juliana percibió el

humor en su tono de voz—. Espero que estés contenta.Callie volvió a reírse.

 —Nunca he tenido la oportunidad de caminar por un sendero lleno de verduras,milord —bromeó—. De modo que sí, estoy bastante contenta.

Ralston puso los ojos en blanco. —No vamos a zigzaguear de un lado para otro, emperatriz. Terminemos con esto

de una vez. —Se giró hacia Juliana y le indicó que debía precederles en la entrada—.¿Hermana?

Juliana esbozó una sonrisa radiante y dio un paso al frente. Pero antes decontinuar, Ralston se inclinó y le dijo en voz baja:

 —Mantén esa sonrisa en la cara y no sabrán cómo reaccionar.A esas alturas, y habiendo pasado ya un día desde el regreso de su madre, no le

cabía la menor duda de que la noticia estaría en boca de todos. Esa misma tarde

www.lectulandia.com - Página 151

Page 152: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 152/298

habían mantenido una pequeña discusión sobre la conveniencia o no de acudir a esebaile en particular, ya que iba a celebrarse en la casa de lady Penelope —la futuraduquesa de Leighton—, pero Callie insistió en que si iban a intentar capear eltemporal, tenían que asistir a todos los eventos a los que los invitaran, estuviera o nopresente el duque de Leighton. Al fin y al cabo, cada vez recibirían menos

invitaciones.Y por lo menos esa noche el relato completo de lo sucedido la velada anterior en

Ralston House sería, como mucho, bastante confuso.Intensificó la sonrisa y empezó a andar entre nabos, calabacines y verduras varias

hacia la que estaba convencida que sería una de las noches más largas de su vida.Una vez que se deshizo de su capa, Juliana se giró para enfrentarse al nido de

víboras que estaban esperándola dentro del salón de Dolby House.Lo primero que notó fueron las miradas. La entrada al salón se hacía desde arriba,

a través de una pequeña escalinata diseñada para un mejor —y mucho menos inocuo — acceso. A medida que iba bajando los peldaños, Juliana empezó a sentir decenasde ojos sobre ella. Hizo un barrido con la mirada por todo el salón y se negó apermitir que su sonrisa perdiera ni un ápice de su fulgor, incluso cuando comenzó aapreciar las evidencias del chismorreo en ciernes: cabezas inclinadas, susurros adiestro y siniestro y ojos deseosos de captar en primera persona el sórdido drama quese desplegaba ante ellos.

Callie la miró, y Juliana reconoció la misma sonrisa excesivamente radiante en el

rostro de su cuñada. —Lo estás haciendo de maravilla. Una vez que nos metamos en el tumulto, todo

se calmará.Cómo deseaba creerla. Echó un vistazo entre la muchedumbre, desesperada por

simular que algo había captado su atención. Hasta que se hizo realidad.Simon.Contuvo un jadeo, porque nada más verle los recuerdos del ardor de la noche

pasada entraron en tropel en su mente.Estaba de pie, en el otro extremo del salón de baile, alto, apuesto, perfectamente

vestido para la ocasión y con un pañuelo de cuello de lino con las líneas tan marcadasque hasta se podría cortar mantequilla con ellas. También percibió el hematoma quetenía en lo alto de su mejilla —por lo menos uno de los golpes de Ralston había dadoen el clavo—, pero aquello solo le hacía parecer más guapo. Más irresistible.

Y lo único que conseguía era que le deseara más.Se dio cuenta de que él todavía no la había visto y luchó contra el deseo de

alisarse la falda del vestido y darse la vuelta para salir corriendo de allí. En vez deeso, se concentró en bajar al salón y quedarse en un lugar donde no pudiera verle.

Porque si no le veía, tal vez dejara de pensar tanto en él… Y en sus fuertes

www.lectulandia.com - Página 152

Page 153: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 153/298

brazos, y en esos labios acariciando su piel desnuda.Y en cómo le había propuesto matrimonio a lady Penelope antes de ir a buscarla a

los establos. Lady Penelope, la mujer en cuya casa estaba.Cuando notó la mano de su hermano en el codo, dejó a un lado aquellos

pensamientos. —Recuerda lo que hemos hablado antes —le susurró al oído.Juliana asintió. —Seré la reina del baile.Ralston sonrió ampliamente. —Como siempre. —A Juliana se le escapó una estrepitosa carcajada y su

hermano añadió—. Y trata de hacer eso lo menos posible. —Sus deseos son órdenes, mi señor.

 —Como si eso fuera cierto —resopló divertido Ralston. Después se puso serio—.Intenta pasártelo lo mejor posible. Y baila todo lo que puedas.

Juliana volvió a asentir.Siempre y cuando alguien me lo pida. —¿Señorita Fiori? —La amigable y cálida pregunta le llegó desde detrás. Cuando

se dio la vuelta se encontró con el hermano de Callie, el conde de Allendale, que leofrecía su mano con un brillo de complicidad en los ojos—. ¿Me haría usted elhonor?

Sabía que aquello estaba planeado. Que lo idóneo era que pudiera empezar abailar nada más entrar al salón. Y a ser preferible con un conde.

Aceptó y bailaron una animada cuadrilla. Después del baile, Benedick secomportó como el prefecto caballero inglés y la acompañó por el salón, sin apartarseni un segundo de su lado.

 —No hace falta que esté tan pendiente de mí —dijo finalmente Juliana con vozsuave—. No pueden hacerme mucho dentro de una sala de baile.

El conde esbozó una medio sonrisa. —No los subestime. Pueden hacerle de todo en un baile. Además, no tengo

ningún lugar mejor en el que estar.Continuaron caminando hasta alcanzar un rincón tranquilo en uno de los extremos

del salón y se detuvieron a observar al resto de los invitados bailar un reel. —Seguro que hay alguna dama a la que tiene que cortejar —bromeó ella.Benedick negó con la cabeza con fingida tristeza. —Ni una sola. He conseguido una dispensa especial que me releva de mis

obligaciones como conde casadero durante toda la velada. —Ah. Entonces podemos decir que el escándalo de los Ralston ha traído algo

bueno.

www.lectulandia.com - Página 153

Page 154: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 154/298

Él sonrió abiertamente. —Al menos para mí sí. —Volvieron a centrar su atención en los bailarines

durante unos segundos. Después, Benedick añadió en un susurro—: Todo va a salirbien, ya lo verá.

Juliana no se atrevió a mirar en su dirección por miedo a perder la máscara de

serenidad que se había autoimpuesto. —No lo creo, pero gracias por animarme. —Ralston hará lo que haga falta para que todo salga bien. Tiene el apoyo del

duque de Rivington, el mío… y el de otros muchos más. Pero no de quien me gustaría.Al escuchar la certeza que subyacía en las amables palabras del conde, se giró

hacia él. En cuanto sus ojos se encontraron y vio la calidez con que la miraba, sepreguntó por qué no era él quién la hacía arder y no aquel que ocupaba

constantemente sus pensamientos. —No sé por qué asumen un riesgo tan alto.Benedick emitió un pequeño sonido de rechazo. —¿Riesgo? —preguntó como si se tratara de una palabra ridícula—. No es

ningún riesgo. Somos unos aristócratas jóvenes y apuestos con montones de tierras ydinero. ¿Qué riesgo corremos?

Juliana se sorprendió ante su franqueza. —Parece que se toman demasiado a la ligera el daño que puede ocasionar a su

reputación el apoyo a nuestra familia. —Bueno, Rivington y yo no tenemos mucha elección. Por si no lo recuerda, ya

estamos emparentados con su familia. —Juliana percibió el tono jocoso en su voz,pero no lo encontró divertido. Tras unos segundos de silencio, añadió—: Me imaginoque está refiriéndose a Leighton.

Se puso tensa sin poder evitarlo. —Entre otros. —Vi cómo la miraba la otra noche. Creo que tendrá un aliado en Leighton antes

de lo que se imagina.Aquellas palabras, pronunciadas con una lógica aplastante, le dolieron. Negó con

la cabeza. —Se equivoca.Seguro que Benedick creía haber visto algún gesto de apoyo en el duque durante

la cena de la noche anterior, pero lo había malinterpretado. Puede que hubiera vistofrustración, ira, hasta deseo. Pero no preocupación.

Por el contrario, si hubiera presenciado su comportamiento en los establos,después de que ella se enterara de que estaba comprometido, no pensaría algo así.

Simon iba a casarse, le susurró su mente justo cuando, como si la hubiera

www.lectulandia.com - Página 154

Page 155: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 155/298

conjurado, vio por el rabillo del ojo cómo la futura esposa del duque abandonaba elsalón en dirección al tocador de damas.

No pudo resistirse. —Vuelvo enseguida —susurró, poniéndose en marcha.Sabía que no debía seguir a lady Penelope, que cualquier conversación con ella

solo le causaría más dolor, pero no pudo evitarlo. La uva había conseguido lo que ellano había podido obtener; tenía a Simon. Y una perversa parte de sí mismasimplemente quería saber cómo era aquella perfecta dama inglesa de aspecto másbien tirando a normal.

Qué era lo que tenía que había llevado al inflexible duque de Leighton a escogerlapara ser su duquesa.

Como todavía era temprano, la estancia que habían dispuesto para hacer las vecesde tocador estaba vacía, excepto por un puñado de sirvientes. Juliana cruzó la sala

principal y fue hacia una habitación más pequeña, donde se encontró a Penelopevertiendo agua en un pequeño lavamanos. Después, metió las manos dentro y empezóa inhalar y exhalar profundamente.

La uva parecía estar indispuesta. —No irá a nausear, ¿verdad?Penelope se dio la vuelta de inmediato. La sorpresa que reflejaron sus ojos muy

pronto se transformó en confusión. —¿Nausear?

 —Puede que me haya equivocado. —Juliana movió un par de veces la mano ensentido circular—. Me refiero a encontrarse mal. La palabra que usamos en Italia esvomitare. —La uva abrió los ojos al comprender a lo que se refería y sus mejillas setiñeron de rojo al instante—. Ah, veo que me ha entendido.

 —Sí. La he comprendido. —Lady Penelope negó con la cabeza—. Y no. No voya vomitar. O por lo menos no creo que lo haga.

Juliana asintió. — Bene. —Señaló una silla cerca del lavamanos—. ¿Me permite acompañarla un

momento?La uva frunció el ceño. Estaba claro que la dama no mantenía conversaciones

como aquella todos los días. Pero si quería rehusar, fue demasiado educada parahacerlo.

 —Por favor.Juliana se sentó y le hizo un gesto con la mano. —Continúe con lo que estaba haciendo. —Se detuvo unos segundos—. ¿Qué era

lo que estaba haciendo?Penelope miró de reojo el lavamanos antes de encontrarse con los curiosos ojos

de Juliana.

www.lectulandia.com - Página 155

Page 156: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 156/298

 —Un pequeño ritual que sigo para calmarme. —¿Lavarse las manos?Penelope torció los labios como si quisiera quitarle importancia al asunto. —Es una tontería.Juliana negó con la cabeza.

 —Yo suelo conjugar verbos. —¿En italiano? —En latín. Y también en inglés.Penelope pareció considerar la idea. —¿Y funciona?Con todo menos con Leighton. —La mayor parte de las veces. —Tendré que intentarlo.

 —¿Por qué necesita calmarse?Penelope tomó un largo paño de lino para secarse las manos. —Por nada.Juliana sonrió ante la flagrante mentira. —No es mi intención ofenderla, lady Penelope, pero no es muy buena a la hora de

ocultar sus sentimientos.Penelope la miró a los ojos. —Siempre dice lo que piensa, ¿verdad?

Juliana se encogió de hombros. —Cuando se tiene una reputación como la mía, no hace falta medir las palabras.

¿Es el baile lo que la ha puesto nerviosa?Penelope apartó la mirada y se miró en el espejo que tenía al lado. —Entre otras cosas. —Bueno, puedo entenderla. Los bailes son eventos horribles. No comprendo

cómo pueden gustarle a alguien. Están llenos de chismes desagradables y estúpidasdanzas.

Los ojos de Juliana y Penelope se encontraron a través del espejo. —Pues el baile de esta noche será uno de los que se recuerden. —¿Por el chismorreo sobre mi madre? —No, porque van a anunciar mi compromiso.Aquellas palabras no deberían haberla sorprendido, pero la golpearon del mismo

modo que si le hubieran dado una bofetada.Simon iba a anunciar su compromiso esa misma noche. —¿Su compromiso con quién? —Sabía que no debería preguntar, pero fue

incapaz de detenerse. De alguna retorcida manera, necesitaba escuchar las palabras deboca de aquella mujer, de su futura esposa.

www.lectulandia.com - Página 156

Page 157: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 157/298

 —Con el duque de Leighton.Conocía de antemano la respuesta, pero aun así la desgarró por dentro. —Así que va a casarse con el duque de Leighton. —  Deja de hablar —. ¿Y cuándo

se lo ha propuesto? Porque lo habrá hecho en persona, ¿no?Penelope, sumida en sus propios pensamientos, asintió. Los rizos dorados

enmarcaban su rostro como el cabello de las muñecas que Juliana tenía cuando eraniña.

 —Esta misma mañana.Juliana tragó saliva para deshacer el nudo que se había instalado en su garganta.

Era evidente que Simon abandonó Ralston House la noche anterior con un propósitoen mente. Había conseguido escapar por los pelos de un matrimonio no deseado conJuliana, pero se aseguró encantado un buen compromiso con…

Con alguien más.

Y por una de esas espantosas coincidencias de la vida, Juliana iba a asistir a subaile de compromiso.

Mientras destrozaban la reputación de su familia.Aunque un poco tarde, llegó a tiempo para recuperar sus modales. —¡Qué… feliz… debe de estar! —Sí. Supongo que debería estarlo.La dama parecía de todo menos feliz. De hecho, sus ojos empezaron a

humedecerse y a dar la sensación de que iba a ponerse a llorar de un momento a otro.

Y entonces Juliana sintió lástima por aquella mujer.La mujer que iba a casarse con Simon. —No desea casarse con él —afirmó.Penelope tardó un buen rato en recomponerse. Mientras tanto, Juliana contempló

con asombro cómo las lágrimas iban disipándose de los ojos de la inglesa, querecobraron su usual azul pálido al mismo tiempo que esbozaba una radiante y blancasonrisa. Después, volvió a respirar hondo y pareció encontrar de nuevo su voz.

 —El duque de Leighton es un buen hombre. Y un buen partido.A Juliana no le pasó desapercibido que Penelope no había contestado a su

pregunta. —Habla como uno de ellos —afirmó, enarcando una ceja.Penelope la miró extrañada. —¿Como ellos?Juliana hizo un gesto señalando el exterior del tocador, hacia el salón de baile. —Como los ingleses.Penelope parpadeó. —Es que soy una de ellos. —Sí, me imagino que lo es. —Juliana se quedó observando a Penelope durante

www.lectulandia.com - Página 157

Page 158: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 158/298

unos segundos—. Es un buen hombre. —Y será un buen marido.Juliana puso los ojos en blanco. —Yo no iría tan lejos. Es arrogante, prepotente y quiere que todo se haga a su fría

y calculadora manera.

 Deberías parar ahora mismo. Simon iba a casarse con lady Penelope y ella nodebería involucrarse.

Durante unos instantes, ambas permanecieron en silencio. Penelope parecía estarpensando una respuesta adecuada, y Juliana empezó a arrepentirse de lo dicho. Justocuando estaba a punto de ofrecerle sus disculpas, la inglesa decidió hablar.

 —Así es como es el matrimonio.Aquella simple frase, pronunciada como si fuera un hecho irrefutable, fue la

perdición de Juliana. Se levantó de la silla como un resorte, porque no le quedaba otra

opción. —¿Qué os pasa a los ingleses? Habláis de matrimonio como si fuera una mera

transacción comercial. —Es que es una transacción comercial —dijo Penelope llanamente. —¿Y qué hay del amor? —Estoy segura de que… con el tiempo… conseguiremos tenernos cierto…

apego.Juliana no pudo evitar soltar una carcajada.

 —Yo les tengo apego a las tartas de manzana, pero no quiero casarme con una. — La inglesa no sonrió—. ¿Y la pasión?

Penelope negó con la cabeza. —En los buenos matrimonios ingleses no hay lugar para la pasión.Aquellas palabras paralizaron a Juliana. Se acordó de otro baile. De otro

aristócrata que decía lo mismo. —¿Eso es lo que él le ha dicho? —No, pero… así es como se hacen las cosas.De pronto la estancia se le hizo más pequeña, más asfixiante, y Juliana deseó

tener más aire respirar. Penelope era perfecta para Simon. No le desafiaría, le daríaunos preciosos hijos rubios y sería la anfitriona de sus cenas y fiestas mientrasllevaban una vida tranquila, sin escándalos y sin las complicaciones que podíaacarrearles la pasión.

Juliana nunca había tenido una oportunidad con él.Y solo ahora, cuando aquella cruda verdad la atravesó, se dio cuenta de lo mucho

que había querido una. En los buenos matrimonios ingleses no hay lugar para la pasión.Se encaminó hacia la puerta.

www.lectulandia.com - Página 158

Page 159: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 159/298

 —Bien, aunque solo sea por eso, seréis una excelente pareja.Justo cuando llegaba a la entrada del salón principal, la uva le dio alcance. —¿No es nada fácil, sabe? ¿Cree que las damas inglesas no crecemos soñando

con encontrar el amor? Por supuesto que lo hacemos. Pero no nos han criado paraamar. Nos han criado para guardar la reputación. Para ser leales. Para dejar de lado la

pasión en aras de la seguridad. ¿Es esto un buen material para una novela? No. ¿Nosgusta? Carece de importancia. Porque lo importante es que es nuestro deber.

Juliana se tomó unos segundos para asimilar aquellas palabras. Deber.Reputación. Seguridad. Nunca llegaría a entender ese mundo, aquella cultura. Jamássería una de ellos. Por eso siempre la mantendrían al margen. Siempre susurrarían asus espaldas.

Y nunca sería digna de él.No como aquella imperturbable dama inglesa.

El dolor en el pecho retornó, pero antes de que pudiera ofrecer sus excusas,Penelope esbozó una tímida y tranquila sonrisa.

 —Les dejamos eso del amor a los italianos. —No estoy segura de que lo queramos. —La conversación había terminado—.

Mis felicitaciones, lady Penelope.Dicho eso se marchó, dejando a la inglesa con el lavamanos y su futuro

matrimonio.Atravesó el salón principal, ignorando al grupo de mujeres allí reunidas que

tenían las cabezas inclinadas, sumidas en el más puro placer que otorgaba todo baileque se preciara: la moda y los chismorreos.

 —He oído que ha regresado y que dice no haber estado nunca en Italia.Las palabras se elevaron por encima del volumen normal de los susurros. Estaba

claro que querían que las escucharan. Que iban dirigidas a causar el mayor dañoposible.

Y de nuevo le fue imposible contenerse.Se dio la vuelta y se encontró a lady Sparrow rodeada de su corte de acólitas. La

dama soltó una sonrisa triunfal, como la de una serpiente a punto de atacar, miró aJuliana y añadió con tono malicioso:

 —Lo que significa que no es quien dice ser.El comentario fue seguido de un inmediato jadeo colectivo. Cuestionar la

legitimidad de una persona era el peor insulto con el que se la podía ofender. Y más sise hacía delante de la persona en cuestión.

 No montes ningún número. Es lo que menos necesita la familia en estosmomentos.

A Sparrow deberían haberla apodado «lady buitre», pues lo único que hacía erabuscar carroña de la que hablar constantemente.

www.lectulandia.com - Página 159

Page 160: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 160/298

 —Y no me sorprendería en absoluto que solo se hubiera presentado en el país enbusca de dinero al saber que estábamos en plena temporada. No sabemos nada deella. Puede que ni siquiera sea italiana. En realidad podría ser cualquier cosa.

A Juliana le dieron ganas de abalanzarse sobre ella y mostrarle cuán italiana era.Bastaría con soltar unas cuantas palabras malsonantes que harían enrojecer a Sparrow

de la cabeza a los pies. Pero ¿cambiaría en algo las cosas?No se ganaría su aceptación. Ni haría más llevadera aquella noche, o las

venideras. Tampoco haría desaparecer el escándalo sobre su familia, ni la haría másdigna ante sus ojos.

 Ante los ojos de Simon.Desechó aquella idea. Aquello no tenía nada que ver con él.¿O sí ?¿Acaso no era él uno de ellos? ¿No la había juzgado como el resto? ¿No había

esperado que provocara un escándalo allá por donde fuera?¿No había intentado demostrarle ella que tenía razón? —¿Cualquier cosa? —¿Una gitana? —¿O española?Si Juliana no hubiera estado tan furiosa se habría reído por la forma en la que

habían pronunciado aquellas palabras, como si fueran sinónimos de bruja. ¿Quétenían de malo los españoles?

 —Pueden preguntárselo ustedes mismas —dijo lady Sparrow.Al instante, el grupo de mujeres se dio la vuelta para enfrentarse a ella. Cada una

esbozando una sonrisa a cual más ladina. Así es como será a partir de ahora.Eso sí que era ser protagonista de un escándalo. De un auténtico escándalo y no

de una tacha en la reputación por ser italiana, o por no tener pelos en la lengua, o porresistirse a seguir aquellas estúpidas reglas.

 Esto es lo que tanto he temido.Y mientras miraba sus perversas sonrisas y la maldad en sus ojos, se dio cuenta de

que no podía culpar a Simon.Ella también se hubiera casado con la uva.La vergüenza y la ira se apoderaron de ella a partes iguales. Quería gritar y tirar

cualquier cosa a las caras de aquellas horribles mujeres. Sus músculos se tensaronante la urgente necesidad de emprenderla a golpes con todas ellas. Pero si algo habíaaprendido en los ocho meses que llevaba en Londres era que había cosas mucho másdolorosas que la violencia física.

Y ya tenía suficiente.Se giró para mirarse en un espejo que tenía frente a sí y fingió dedicar unos

www.lectulandia.com - Página 160

Page 161: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 161/298

segundos a colocarse un rizo que se le había despeinado. Después, volvió a mirarlascon la expresión más aburrida que pudo.

 —Sabe tan bien como yo, lady Sparrow, que seré cualquier cosa que usted ysus… —hizo un perezoso gesto con la mano en dirección al grupo de mujeres—…arpías decidan que sea. Italiana, española, gitana, una usurpadora. Me da igual lo que

terminen escogiendo… siempre que no sea inglesa. —Observó cómo sus rostrosquedaban mudos de asombro en cuanto comprendieron la connotación de suspalabras—. Porque les aseguro que no hay nada peor que ser una de ustedes.

Simon había aparentado no verla cuando llegó al baile.Al igual que también había fingido que no le importaba cuando la observó reírse

y bailar con el conde de Allendale. O cuando trató de no contar los minutos que pasó

en el tocador de señoras.Por el contrario, intentó mostrar un enorme interés en las conversaciones que se

entablaron a su alrededor y en las opiniones de los caballeros que estuvieron más quedispuestos a compartir sus ideas sobre los gastos del ejército y así ganarse el apoyo yrespeto del duque de Leighton.

Pero en cuanto la vio abandonar el salón principal y dirigirse hacia uno de loscorredores largos y poco iluminados que había en la parte trasera de la casa —soloDios sabía a qué y quién podía estar esperándola—, decidió dejar de fingir.

Atravesó el salón, se deshizo educadamente de todos aquellos que le detuvieronpara hablar con él y siguió a Juliana por los recovecos de la mansión ancestral de lamujer con la que se había comprometido.

La segunda mujer a la que había propuesto matrimonio en las últimas veinticuatrohoras.

La única que le había aceptado.Juliana le había rechazado.Todavía no le cabía en la cabeza algo tan ridículo como aquello.

Peor aún, ella ni siquiera se había planteado la posibilidad de casarse con él.Simplemente se había dirigido a su hermano y le había insinuado en un tono que

la mayoría de las personas reservaban para hablar con los niños y con el servicio queél, Simon Pearson, undécimo duque de Leighton, no sabía lo que estaba diciendo.

Como si él propusiera matrimonio a cualquier mujer que se cruzara en su camino.Tendría que estar encantado con el giro de los acontecimientos. Después de todo,

ahora las cosas iban según lo previsto. Iba a casarse con la impecable lady Penelope,uniendo así a dos de las familias más importantes de Londres, lo que fortificaría sus

defensas ante el ataque que recibiría en cuanto se produjera el tan temido escándalo.Pasó de largo varias puertas cerradas con llave antes de girar a la derecha, donde

se vio engullido por una profunda oscuridad y tuvo que detenerse unos segundos para

www.lectulandia.com - Página 161

Page 162: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 162/298

acomodar la vista. Una vez que distinguió el contorno de las puertas de ese nuevopasillo, continuó su camino.

Debería sentirse el más afortunado de los hombres por haber evitado la que sinduda hubiera sido una terrible unión con Juliana Fiori. Es más, debería estararrodillado, agradeciendo al Señor que le hubiera librado de cometer tamaño error y

le hubiera guiado de nuevo hacia la luz.Y sin embargo allí estaba, persiguiéndola en la oscuridad.No, aquella metáfora no le gustaba en absoluto.Juliana era una hechicera.Cuando la había encontrado en el establo, cepillando a la yegua y hablando

consigo misma en ese tono tan suave y desgraciado, le había parecido tan frágil…¿Qué hombre hubiera podido resistirse?

Puede que Ralston creyera que era un depredador; un caballero experimentado

que se aprovechaba de una jovencita de veinte años. Y sí, también él había asumidoaquel papel a la perfección… y había aceptado los puñetazos y las acusaciones, hastale había propuesto matrimonio.

Pero por mucho que tratara de convencerse a sí mismo de que lo había hechoporque lo requería el sentido del deber, la pura y simple verdad era que lo habíahecho porque la deseaba. Quería marcarla como suya y terminar lo que habíanempezado.

Nunca antes había experimentado un beso como aquel. Nunca la piel de una

mujer le había parecido tan suave; quería sentir esos dedos sobre sus rizos, la formaen que se había retorcido contra él suspirando, la erección que ahora sentía ante elrecuerdo de ella susurrando su nombre, suplicando que siguiera probando aquelrosado…

Abrió una puerta. Miró dentro de la oscura habitación y se detuvo unos segundosa escuchar. Nada. Juliana no estaba allí. La cerró soltando una maldición.

Nunca se había sentido así. Tan consumido por la frustración, el deseo y… La pasión.Se paralizó al escuchar en su mente aquella palabra y negó con la cabeza.¿Qué estoy haciendo?Estaba a punto de anunciar públicamente su compromiso con lady Penelope, de

cerrar todas las puertas y caminos, salvo el que le conducía a su futura duquesa y a lavida que compartirían. Y estaba dedicándose a seguir a otra mujer en medio de unpasillo a oscuras.

Era hora de recordar quién era. Penelope será una esposa perfecta. Y una excelente duquesa.Una imagen cruzó su mente. Pero no era Penelope. De hecho, no tenía nada que

ver con Penelope. Se trataba de unos rizos del color del ébano. De unos ojos como el

www.lectulandia.com - Página 162

Page 163: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 163/298

mar Egeo. De unos labios carnosos y turgentes que susurraban su nombre como si deuna plegaria se tratara. De una risa que se llevaba el viento mientras Juliana sealejaba de él en Hyde Park, o cuando bromeaba con él en la cena, o en las calles deLondres, o en los establos.

Ella vive la vida con absoluta pasión. Y seguro que ama de igual modo.

Hizo caso omiso de aquel pensamiento. No está hecha para mí .Se dio la vuelta decidido a abandonar la búsqueda. Se fijó en el diminuto halo de

luz que marcaba el camino de regreso al salón de baile y se dispuso a andar.Pero entonces la escuchó entre las sombras. —¿Simon?Estaba llamándole por su nombre de pila, con aquel melodioso acento italiano

mezclado con la sorpresa. Igual que lo haría una sirena.

Se giró hacia ella. —¿Qué estás…?No la dejó terminar. La agarró por los hombros y la metió en la primera

habitación que encontró. Después cerró la puerta rápidamente, encerrándolos en unasala de música.

Juliana retrocedió hacia un gran ventanal iluminado por la luz de la luna. Peroapenas dio unos pasos cuando se tropezó con un chelo. Mientras intentaba no perderel equilibrio y caerse al suelo, soltó una maldición en italiano demasiado alto como

para considerarlo un susurro.Si no hubiera estado tan furioso con ella por invadir su espacio, sus pensamientos

y hasta su misma vida, se habría reído al verla de esa guisa.Pero estaba demasiado ocupado preocupándose por el hecho de que, si Ralston

los descubría en ese momento, no se creería que era una coincidencia demasiadocomprometedora, y querría destriparlo allí mismo.

Aquella mujer era imposible.Y él estaba encantado de haberse encerrado con ella.Lo que, bien mirado, era un auténtico problema. —¿Qué haces siguiéndome por un pasillo a oscuras? —siseó Juliana. —¿Y qué haces tú en un pasillo a oscuras? —¡Intentando encontrar algo de paz! —Se giró hacia la ventana y masculló en

italiano—: ¿Es que no hay un solo lugar en toda la ciudad donde una pueda estar asolas sin tener que estar rodeada de gente?

Simon no se movió y se permitió disfrutar durante unos segundos del perversoplacer de verla en ese estado de agitación. Al fin y al cabo no era justo que él fuera elúnico que perdía los nervios.

 —Eres tú la que no debería estar aquí, no yo.

www.lectulandia.com - Página 163

Page 164: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 164/298

Page 165: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 165/298

De pronto, no había nada en el mundo que le pareciera más importante. Se quedóquieto, sabiendo que no debía acercarse a ella.

Pero al final lo hizo de todos modos. —Los chismorreos —dedujo él.Por supuesto que se trataba de eso. Ella era la que salía peor parada con todo

aquel escándalo.Juliana soltó una medio carcajada y se hizo a un lado para dejarle sitio en el

banco. Fue un gesto completamente natural, como si no se hubiera detenido apensarlo.

Como si el lugar en el que mejor encajaba Simon fuera al lado de ella.Se acercó y se sentó, aunque sabía que era una idea terrible. Estar tan cerca de la

oven no podía traer nada bueno. —Por lo visto no soy hija de mi madre, sino una gitana que te ha puesto una lana

en los ojos. —Sonrió ante sus propias palabras y le miró.En ese instante, con la luz de la luna salpicando su pelo y la tristeza que

reflejaban sus ojos azules, que parecían volverse negros como la noche, muy bienpodría haber pasado por una gitana. Era absolutamente cautivadora.

Tragó saliva ante su belleza. —Una venda. —¿Venda? —preguntó ella confusa. —Poner una venda en los ojos —la corrigió. Los dedos le ardían por la necesidad

de tocarla, por retirarle un rizo que se le había soltado del moño—. Dijiste lana.Juliana ladeó la cabeza, mostrando la elegante curva de su garganta, mientras

pensaba en lo que había dicho. —En Italia decimos lana. Me he confundido. —Lo sé. —Él también se sentía muy confundido en ese momento. —Nunca seré una de vosotros —suspiró. —¿Porque no sabes la diferencia que hay entre lana y venda? —bromeó él. No

quería verla triste. No ahora. No en ese momento de paz que tenían antes de que todocambiara para siempre.

Juliana sonrió. —Entre otras cosas.Las miradas de ambos se encontraron durante unos segundos, y Simon tuvo que

resistir de nuevo el impulso de tocarla. De acariciar su tersa piel, atraerla contra sí yterminar lo que habían empezado la noche anterior. Ella debió de notarlo, porquerompió la conexión de inmediato y le dio la espalda.

 —De modo que estás comprometido.No quería hablar de eso. No quería que fuera real. No ahora. Ni allí. —Sí.

www.lectulandia.com - Página 165

Page 166: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 166/298

 —Y vais a anunciarlo esta noche. —Sí.Juliana volvió a darse la vuelta y le miró. —Al final vas a tener tu perfecto matrimonio inglés.Simon se inclinó hacia atrás y estiró sus largas piernas.

 —¿Y eso te sorprende?Juliana encogió uno de sus elegantes hombros. Estaba acostumbrándose a

aquellos encogimientos que decían más que sus propias palabras. —Nunca tuve posibilidades de ganar la apuesta.Él se sorprendió. —¿Estás dándote por vencida? —Me imagino que sí. Te libero de ella.Aquello era precisamente lo que había estado esperando que hiciera. Lo que había

querido que hiciera. —No pareces la guerrera que creía que eras.Juliana le regaló una sonrisa irónica. —Hace tiempo que dejé de serlo.Simon alzó las cejas. —¿Por qué? —Yo… —Se detuvo bruscamente.En ese momento hubiera dado toda su fortuna por escuchar el resto de la frase.

 —¿Tú…? —La instó él. —Empezó a importarme demasiado el resultado.Se quedó paralizado. La miró fijamente, observando cómo su garganta se movía

al tragar saliva y la forma en que jugueteó con su vestido de noche rosa. —¿Qué quieres decir? —Nada. —La joven eludió su mirada. Después, negó con la cabeza—. Siento que

hayas tenido que cuidar de mí. Que Gabriel te golpeara. Que me haya convertido enalgo de lo que te… arrepientes.

 Arrepentimiento.La palabra le dolió más que cualquier puñetazo de Ralston.Había sentido demasiadas cosas por ella la semana pasada… los meses pasados.

Pero nunca arrepentimiento. —Juliana…Pronunció su nombre con voz áspera, sabiendo que cuando la tocara, tal vez no la

dejara marchar. Pero ella se puso de pie antes de que pudiera hacerlo. —Si nos descubren nos meteremos en un buen lío. Tengo que irme.Él también se levantó. —Juliana. Espera.

www.lectulandia.com - Página 166

Page 167: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 167/298

La joven se giró, pero retrocedió un paso, sumergiéndose en las sombras yponiéndose fuera de su alcance.

 —No debemos hablar. Ni tampoco debemos volver a vernos a solas —dijorápidamente, como si con esas simples palabras hubiera elevado un muro entre ellos.

 —Ya es demasiado tarde. —Se acercó a ella. Pero Juliana volvió a retroceder.

 —Ralston debe de estar buscándome. —Ralston puede esperar —sentenció, dando otro paso al frente.Juliana siguió retrocediendo. —Y tú tienes una prometida que está esperando a que anuncies vuestro

compromiso. —Ella también puede esperar.Juliana se detuvo por fin y sacó el coraje que él sabía que llevaba dentro. —No, no puede.

Simon no quería hablar de Penelope. Avanzó hasta quedar a la altura de ella. —Explícate —susurró por lo bajo, con tono sombrío. —Yo… —Juliana se miró los pies, ofreciéndole así una imagen de su coronilla.

Simon deseó poder enterrar la cara en esos rizos e inhalar su aroma tan femenino.Pero primero quería que le explicara lo que había querido decir.Juliana se mantuvo en silencio durante lo que le pareció una eternidad; tanto que

creyó que no volvería a hablarle. Pero entonces tomo una profunda bocanada de airey dijo:

 —Te dije que era mejor que no terminaras gustándome. —Su voz estaba llena dederrota.

 —¿Te gusto?Juliana levantó la vista. Sus ojos azules reflejaron la luz que entraba por el

ventanal y Simon se quedó sin aliento al contemplar su belleza. Alzó una mano yrecorrió con el dorso su mejilla. Ella cerró los ojos ante aquella caricia.

 —Sí —susurró tan bajo que apenas la oyó—. No sé por qué. Eres un hombrehorrible. —Se apoyó contra él—. Eres arrogante, irritante y tienes un carácterterrible.

 —No tengo mal carácter —se defendió. Le encerró el rostro entre las manos parapoder mirarla a la cara. Juliana abrió los ojos y le miró, incrédula, y a él no le quedómás remedio que añadir—: Solo cuando estoy contigo.

 —Te crees el hombre más importante de Inglaterra —continuó ella con voztemblorosa mientras él se dedicaba a delinear el contorno de su mandíbula con layema de los dedos—. Siempre quieres llevar razón. Piensas que lo sabes todo…

Su piel es tan suave.Debería salir de allí ahora mismo. Estaba cometiendo un auténtico error. Si los

pillaban, la reputación de Juliana se vería arruinada para siempre, y él no podría hacer

www.lectulandia.com - Página 167

Page 168: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 168/298

nada por ella. Se había comprometido hacía escasas horas. Un compromiso que seharía oficial en breves instantes.

Tengo que salir de aquí ya mismo.Un caballero lo haría. —Estás lleno de prepotencia… —Ahora se centró en acariciar su cuello—.

Creo… que… —Juliana jadeó cuando él depositó un suave aunque ardiente beso enel nacimiento de su garganta—. Creo que necesitas que me explique un poco más.

 —Mmm —murmuró contra la piel de su hombro—. Una idea excelente.Continúa.

La joven soltó un profundo suspiro cuando ascendió con los labios por su cuello. —¿De qué estábamos hablando?Simon sonrió antes de mordisquearle el lóbulo de la oreja. —Estabas enumerándome las razones por las que no debería gustarte.

 —Oh… —La palabra se transformó en un ligero gemido cuando le lamió lasensible piel que tenía detrás de la oreja. Simon sonrió para sus adentros cuando lasintió aferrarse a sus antebrazos—. Sí. Bueno. Esas son las razones más importantes.

 —Y aun así, te gusto de todos modos. —Simon cambió de posición y trazó unsendero de húmedos besos por la tersa piel que dejaba al descubierto el escote de suvestido. El pecho de Juliana subía y bajaba mientras luchaba por encontrar el alientoque le faltaba, lo que la mantuvo en silencio durante un buen rato; momento que élaprovechó para deslizar un dedo por debajo de la tela y acariciarla hasta que encontró

lo que había estado buscando. Listo y preparado para él—. ¿Juliana? —la instó. —Sí, maldito seas, me gustas.Recompensó aquella declaración bajándole unos centímetros el vestido y dejando

al descubierto un rosado pezón. —Entonces hay algo que deberías saber —susurró. Sintió sus propias palabras

como si vinieran de muy lejos. —¿Si?Sopló levemente el anhelante pezón, adorando la forma en que este se endureció

aún más, mientras rogaba por ser lamido.Voy a saborearla entera.Antes de retomar su sobria y respetable vida.Solo una vez.Una oleada de placer recorrió todo su cuerpo, endureciéndole y excitándole por la

anticipación. —Simon —suspiró ella—. Estás torturándome.Cubrió con la mano uno de sus turgentes pechos, frotando el pezón con el pulgar.

Le encantaba cómo Juliana se dejaba llevar por las sensaciones. —¿Qué? —volvió a preguntar ella.

www.lectulandia.com - Página 168

Page 169: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 169/298

 —¿Qué? —repitió él. —¿Qué debería saber?Sonrió ante su pregunta y alzó la vista para encontrarse con los ojos de ella; unos

ojos maravillosos y llenos de pasión.Tengo que saborearla. Solo una vez más.

 —Que tú también me gustas.

www.lectulandia.com - Página 169

Page 170: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 170/298

12

«La música es el sonido de los dioses. Toda dama que se precie ha de saber 

tocar el pianoforte a la perfección».

Tratado de las damas más exquisitas

«Estamos seguros de que todavía puede celebrarse la boda de la

temporada…».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823

Simon la alzó entre sus fuertes brazos y la llevó hasta el banco del piano. Despuésla depositó sobre el duro asiento de madera y se arrodilló ante ella, acogiendo su caraentre las manos e inclinándose para besarla.

Sus manos le acariciaron los pechos, los masajearon, los desnudaron, los frotarony pellizcaron delicadamente sus pezones hasta que Juliana ya no pudo más y jadeó. Élrecompensó aquel sonido de placer dándole todo lo que ella no sabía que quería. Losviriles labios susurraron su nombre antes de succionar una de las enhiestas puntas. Lalujuria la recorrió de pies a cabeza. Enredó sus espesos rizos rubios entre los dedos,

aferrándose a ellos como lo haría un náufrago a un trozo de madera mientras élcausaba estragos en su cuerpo y en sus emociones.

El duque gimió al sentir el contacto de sus dedos sobre su pelo. Un gemidodescarnado que envió oleadas de placer por todo su cuerpo.

Juliana sabía que no debía permitírselo.Que estaba arriesgando demasiado.Pero no le importó. No, mientras no se detenga.

Simon la estrechó entre sus brazos, venerándola con los labios, la lengua ymordisqueándola apasionadamente mientras sus manos la acariciaban por todos loslados, acercándola contra sí hasta que solo fueron uno.

 —Simon… —Pronunció su nombre con un susurro. Él se detuvo, alzó la cabeza yla miró con ojos anhelantes.

 —Dios, Juliana. —Subió una mano y le acarició la mejilla. Ella ladeó la cabezainstintivamente y depósito un tenue beso en la yema de su pulgar, antes de lamerlo ymorderlo suavemente.

Él gruñó de satisfacción y la abrazó con más fuerza, la besó con un ansia quehablaba más de posesión absoluta que de gentiles caricias. Cuando terminó, ambosestaban jadeantes.

www.lectulandia.com - Página 170

Page 171: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 171/298

Sin saber muy bien cómo, Juliana había conseguido meter las manos en suchaqueta y estaba acariciándole el ancho y musculoso pecho.

 —Quiero… —Empezó a decir, pero no pudo terminar la frase porque él habíavuelto a centrar la atención en sus senos, llevándose uno a la boca y friccionando elpezón entre la lengua y los dientes hasta que a ella le fue imposible pensar en otra

cosa.Tras unos instantes de intenso placer, Simon decidió liberarla y esbozó una

sonrisa voraz que la derritió por completo. Alargó la mano y trazó con los dedos elcontorno de los labios masculinos, como si tocando aquella sonrisa fugaz pudieragrabarla a fuego en su memoria. Él se metió la punta de uno de sus dedos en la boca ylo succionó hasta que consiguió volver a hacerle gemir.

 —¿Qué es lo que quieres, cariño?Aquella expresión tan tierna se instaló entre ambos, y a ella la asaltó una profunda

nostalgia. Le quería a él. Pero no le quería solo para compartir un momento aescondidas en cualquier lugar a oscuras… O solo durante dos semanas.

Quiero que me quieras.Que me elijas a mí . —Acércate. —Abrió las piernas. Sabía que estaba comportándose como una

desvergonzada. Que si los descubrían, su reputación estaría arruinada sin remedio yque él se iría directo a los brazos de su futura esposa. Pero le daba igual. Queríasentirle contra ella. Sin importar las capas de tela que se interponían entre ellos. Sin

importar que nunca fueran a estar tan cerca como ella anhelaba.Simon cerró los ojos durante unos segundos, como si estuviera buscando la fuerza

necesaria para luchar contra ella, y por un momento creyó que la rechazaría. Perocuando volvió a abrirlos, lo único que vio fue un inmenso deseo que brillaba en lasprofundidades de esos asombrosos estanques de color ámbar. Después, de su gargantasalió un gruñido salvaje de puro éxtasis y le dio lo que tanto quería. Se acercó a ella.

 —Eres mi sirena —dijo, recorriéndole los muslos con las manos hasta llegar a laspantorrillas, donde delineó sus piernas, a pesar de la seda que los separaba de lo querealmente ansiaban—. Mi tentadora hechicera… Por mucho que lo intente, no puedoresistirme a ti. Vas a llevarme al borde del precipicio.

Le acarició los tobillos, y ella se estremeció de placer.Abrió los ojos. —Simon, no… —Shh. —La acalló él mientras sus fuertes manos recorrían el camino inverso,

ascendiendo por sus piernas y haciéndola arder con sus caricias—. Te voy a mostrarlo que quiero decir.

Las yemas de sus dedos llegaron a la puntilla de sus medias y ambos jadearon alsentir el contacto de piel contra piel. Juliana cerró las piernas, atrapándole las manos

www.lectulandia.com - Página 171

Page 172: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 172/298

entre sus cálidos muslos. No puedo hacerlo.Y él tampoco debería intentarlo.Simon se inclinó hacia delante y apoyó la frente contra la suya. —Juliana, por favor, déjame tocarte.

¿Cómo podía resistir semejante tentación?Se relajó y claudicó, abriendo lentamente los muslos.Sí, soy una absoluta desvergonzada.Pero no le importó.Simon sonrió y sus manos fueron ascendiendo lentamente a través de su piel. —No llevas calzones.Juliana, incapaz de pronunciar palabra alguna ante la anticipación, negó con la

cabeza.

 —No me gustan. En Italia… no solemos…Él reclamó su boca con un beso decadente. —¿Te he comentado alguna vez lo mucho que me gustan los italianos?Aquello la hizo reír. Pero entonces los dedos de él alcanzaron el centro de su

feminidad y acariciaron la suave mata de vello que allí había, buscando, explorando,enviando una miríada de sensaciones a sus entrañas. Y la risa se transformó en ungemido.

Sintió los labios de él en la oreja, le susurraban cosas perversas mientras sus

dedos seguían explorando. Encontrando.Juliana no sabía lo que quería. Solo… —Simon… —susurró.El duque la penetró con un dedo. Ella cerró los ojos y se dejó llevar. Se echó

hacia atrás y las teclas del piano entonaron un acorde disonante durante un instante. —Sí —murmuró, avergonzada y descarada al mismo tiempo. —Sí —repitió él, añadiendo un segundo dedo. Su pulgar estaba haciendo

maravillas trazando círculos alrededor de sus secretos pliegues.Juliana se mordió el labio inferior. —Para… No, no pares.Simon sonrió ampliamente, con un brillo perverso en los ojos. —Aclárate, ¿qué quieres que haga?Profundizó la penetración y ella se aferró a sus brazos con fuerza. —No te detengas.Sin dejar de mirarla, Simon hizo un gesto de negación. —No podría aunque quisiera.Taladrándola con los ojos, la complació ayudándose de los movimientos de

cadera de ella. Volvieron a arrancar notas discordantes al piano y Juliana fue incapaz

www.lectulandia.com - Página 172

Page 173: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 173/298

de sentir nada más que no fuera él. La fuerza de sus brazos, el contorno de susmúsculos, la forma tan increíble en que estaba tocándola, conduciéndola de manerainevitable a un punto que no comprendía y en el que no confiaba plenamente.

Se puso rígida. Y allí estaba él, acunándole la cara con una mano y capturandosus labios.

 —Estoy aquí —murmuró contra su boca.¿De verdad lo estaba?Todo su cuerpo se tensó. Movió la cabeza de un lado a otro, consumiéndose de

placer. —No, Simon… —Déjate llevar, Juliana. —La imperiosa orden la traspasó de tal modo que no

pudo hacer otra cosa que obedecer. Gimiendo, se abandonó al éxtasis.Simon volvió a besarla, alimentando su insoportable deseo de conseguir más, de

tenerle allí donde ahora le necesitaba más de lo que nunca creyó posible. Sushermosos ojos ámbar fueron el ancla a la que se aferró durante todo el tiempo queduró la tormenta.

Y cuando finalmente él obtuvo los últimos vestigios de su placer, la besósuavemente en la mejilla, le colocó el vestido y la atrajo hacia él, permitiendo queella se apoyara en su fuerza.

Permanecieron abrazados durante varios minutos. Cinco, o quizá más.Hasta que recordó dónde estaban.

Y por qué.Se separó de él y puso distancia entre ellos. —Tengo que volver. —Se puso de pie, preguntándose qué más le depararía esa

interminable noche. Lo peor está por llegar. —Juliana. —La llamó él. Percibió la súplica en su voz, aunque no supo a qué se

debía.Esperó, deseando que dijera algo que la hiciera sentir mejor. Que hiciera las cosas

más llevaderas. Al no obtener respuesta decidió ser ella la que rompiera el hielo. —Vas a casarte.Simon elevó las manos. Se paró. Volvió a bajarlas frustrado. —Lo siento. No debería… Tengo que…No pudo evitar estremecerse. —No —susurró—. No te disculpes. —Fue hacia la puerta. Cuando su mano tocó

el pomo él recuperó la voz. —Juliana. No puedo… —Se detuvo un breve instante, como si estuviera

reconsiderando lo que iba a decir—. Voy a casarme con lady Penelope. No tengoelección.

www.lectulandia.com - Página 173

Page 174: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 174/298

Ahí estaba de nuevo su típico tono autoritario y distante.Descansó la frente sobre la fría caoba de la puerta. Prácticamente podía oler el

aroma de la madera. —Hay cosas que no puedes comprender —continuó Simon—. Debo hacerlo.Apoyó la palma de la mano sobre la puerta, luchando contra la horrible tentación

de arrodillarse a sus pies y rogarle que la escogiera a ella.¡No!Tenía demasiado orgullo para hacerlo. Solo había una forma de sobrevivir a un

golpe así. Salir con su dignidad intacta. —Por supuesto que debes —masculló. —No lo entiendes. —Tienes razón. No lo entiendo. Gracias por la lección. —¿Qué lección?

Aquella era su oportunidad para decir la última palabra.Para sentir que al menos había ganado una ronda. —La pasión no lo es todo, ¿verdad?Estaba orgullosa del tono ligero con el que lo había dicho, como si no le

importara en absoluto. Como si él no acabara de destrozar todo su mundo.Una vez más.Aun así, no fue capaz de sacar las fuerzas necesarias para mirarle a los ojos. Era

un reto al que no podía enfrentarse en ese momento.

De modo que decidió abrir la puerta y se adentró en el pasillo.No se sentía ganadora en absoluto, más bien creía que acababa de sufrir una

enorme pérdida.Al fin y al cabo había roto la regla más importante de su vida: querer más de lo

que se podía tener.Le había querido a él. Y lo que era aún peor, había querido que él la quisiera.En aras de algo mucho más grande que la tradición, la reputación y un estúpido

título.Se paró justo a la entrada del salón de baile y se quedó contemplando los giros de

las coloridas sedas, la forma en que los caballeros andaban, bailaban y conversabancon su incuestionable sentido del honor, y a todas aquellas elegantes damas, quesabían perfectamente cuál era su lugar en ese mundo.

Un mundo regido por la santísima trinidad de la tradición, la reputación y eltítulo.

Un mundo en el que era imposible que alguien como ella, que no poseía ningunade las tres, terminara con alguien como él, que contaba con el trío completo.

Y había sido un tremendo error pretender que podía conseguirlo.Nunca podría tenerlo.

www.lectulandia.com - Página 174

Page 175: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 175/298

Respiró hondo, tratando de serenarse. Nunca podré tenerlo.

 —Oh, por fin te encontré. Tenemos que hablar —susurró Mariana tomándola del

codo. Parecía haberse materializado de la nada—. Por lo visto el nuestro no es elúnico chismorreo de la noche.

Juliana parpadeó. —¿Nuestro?Mariana la miró irritada. —En serio, Juliana, tienes que superar la idea de que te enfrentas sola a los

problemas de nuestra familia. Somos precisamente eso, una familia. Y todos tenemosque cargar con ellos y superarlos juntos. —A Juliana no le dio tiempo a emocionarse

con aquella declaración, pues inmediatamente después Mariana añadió—: Por lovisto, hay otro acontecimiento importante esta noche. Uno que no te va a gustar.Leighton va a…

 —Lo sé. —No la dejó continuar. No se veía con fuerzas para escucharlo otra vez.Ni siquiera en boca de Mariana.

 —¿Cómo lo sabes? —Me lo ha dicho él.Mariana alzó las cejas sorprendida.

 —¿Cuándo?Encogió un hombro, esperando que el gesto fuera lo suficientemente claro para la

hermana de su cuñada.Pero no tuvo tanta suerte. —¡Juliana Fiori! ¿Cuándo te lo ha dicho?Tenía que haberle dicho que se lo había contado Ralston. O que lo había

escuchado en el salón. Normalmente solía ser más avispada.Sí, pero normalmente tampoco tienes el corazón tan destrozado como ahora.

Le había roto el corazón, ¿verdad?Por lo menos así era como se sentía. —Antes. —Antes, ¿cuándo? —Antes, esta noche.Mariana soltó un gritito. Pero uno de verdad.Juliana hizo un gesto de disgusto. Tenía que haberle dicho que me lo dijo la

noche anterior.

Se puso frente a su amiga y la miró a los ojos. —Por favor, no hagas una montaña de esto. —¿Por qué has estado con Leighton esta noche?

www.lectulandia.com - Página 175

Page 176: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 176/298

Por nada, solo he estado a punto de arruinar mi reputación en una sala de músicade la casa de su futura esposa.

Volvió a encogerse de hombros. —Juliana, no sabes lo irritante que me resulta ese hábito tuyo. —¿En serio? Tengo tantos…

 —¿Estás bien? —¿Te refieres al hombro? Sí. Estoy bien.Mariana entrecerró los ojos. —Estas siendo difícil a propósito. —Seguramente.Mariana la miró. A conciencia. Y Juliana se puso nerviosa al instante. La duquesa

debió de darse cuenta porque suavizó los ojos al momento. —Oh, Juliana —susurró—. No estás nada bien, ¿verdad?

Aquellas palabras tan amables fueron su perdición. De repente le fue imposiblerespirar con regularidad, no podía tragar saliva y tuvo que hacer acopio de toda suenergía para no lanzarse a los brazos de su amiga y romper a llorar.

Algo que, evidentemente, no podía hacer. —Tengo que irme. —Te acompaño. —¡No! —Escuchó el pánico en su propia voz. Tomó una profunda bocanada de

aire, tratando de recobrar la compostura—. No. Yo… Tienes que quedarte.

A Mariana no le gustaba que le dijeran lo que tenía que hacer. Juliana la viodudar, y creyó que no le haría caso. Por favor, Mari.

 —Está bien. Pero irás en nuestro carruaje.Juliana lo pensó durante unos instantes. —No… Vale. Está bien. Iré en tu carruaje. Mari… —Notó cómo se le quebraba la

voz. Detestaba encontrarse en ese estado—. Tengo que irme. Ahora. Antes de…Antes de que se produjera el anuncio del compromiso. No quería ser espectadora

de aquella horrible y perversa representación.Mariana asintió una vez. —Por supuesto. Te veré fuera. Está claro que no te encuentras bien. Tienes un

tremendo dolor de cabeza.Si hubieran sido otras las circunstancias, Juliana se hubiera reído.Mariana empezó a guiarla entre el gentío en dirección al otro extremo del salón, y

Juliana la siguió de cerca. Pero apenas habían dado una docena de pasos cuando laorquesta dejó de tocar. Los músicos se miraron interrogantes y todas lasconversaciones se detuvieron en el instante en que el marqués de Needham y Dolby,un hombre corpulento al que era obvio que le gustaba beber, gritó:

 —¡Atención!

www.lectulandia.com - Página 176

Page 177: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 177/298

Juliana cometió el error de mirar en dirección al estrado. Allí estaba Simon, tanalto e insoportablemente arrebatador. Era el perfecto duque. El marido perfecto.

 Estupendo.Mariana se giró y la miró con ojos nerviosos. Juliana le apretó la mano. —Date prisa.

 —No podemos… —negó Mariana—. Todo el mundo se dará cuenta.El pánico la atenazó. El salón pareció empezar a dar vueltas y vueltas y sintió una

oleada de náuseas. Claro que no podían irse. Si se marchaban solo conseguirían serobjeto de más habladurías. No podían hacerlo ahora. No cuando el compromisoacapararía la atención suficiente como para que perdieran el interés por el escándalode su familia. En ese momento odió a su madre como nunca.

Cerró los ojos. Sabía lo que iba a venir a continuación. Lo que no sabía era siconseguiría sobrevivir a una prueba como aquella.

Miró de nuevo hacia el estrado. Ahora fue Mariana la que le dio un apretón en lamano, como si fuera una roca a la que sostenerse en toda aquella temida vorágine.

Y entonces Juliana escuchó en silencio cómo el hombre al que amaba se prometíacon otra mujer.

Afortunadamente todo terminó rápido y los lacayos comenzaron a servir copas dechampán a los invitados, que brindaron por la feliz pareja. Nadie pareció darse cuentade que Mariana y Juliana rechazaron educadamente la bebida ni de que, en elmomento en que el duque de Leighton se llevó la mano de su futura duquesa a los

labios, ambas se encaminaron directas a la salida.A Juliana le pareció una eternidad el tiempo que tardó en subir los peldaños de la

escalinata de acceso al salón. Y justo cuando llegó arriba, volvió a cometer otroenorme error. Quiso mirar por última vez a Simon y a su prometida.

Entonces se percató de que él estaba mirándola. Y no pudo evitar embeberse deél, de sus rizos dorados, su fuerte mandíbula y labios carnosos… y de aquellosvehementes ojos ámbar que la hacían sentir como si fuera la única mujer en elmundo.

Por supuesto que no lo era.Porque tenía a su futura esposa al lado.Dio media vuelta y salió corriendo hacia el vestíbulo, ya que temía que si seguía

un segundo más en aquella espantosa casa terminaría poniéndose enferma. Gracias aDios, los sirvientes de Dolby House eran de lo más eficientes, y uno de los lacayos leabrió la puerta justo cuando se precipitaba sobre ella, con los ojos llenos de lágrimasy Mariana pisándole los talones.

Cuando sintió el frío aire nocturno de octubre en el rostro elevó una silenciosaplegaria al cielo. Por fin estaba a salvo.

O debería haberlo estado… si se hubiera acordado de los dichosas verduras.

www.lectulandia.com - Página 177

Page 178: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 178/298

Se percató demasiado tarde de que la escalera de acceso a la mansión estabaadornada conforme a la temática del baile y le fue imposible frenar en seco. A esasalturas había pisado la enorme calabaza que coronaba una pirámide de ellas, y el restose desplomó estrepitosamente llevándosela consigo.

Mientras rodaba cuesta abajo por la docena de escalones que quedaban hasta la

base de la escalera, seguida de una oleada de calabacines y cebollas, escuchó aMariana gritar su nombre, alarmada. Cuando abrió los ojos y se aseguró de que habíasalido indemne de la caída, se vio rodeada de verduras, muchas de las cuales estabanaplastadas y salpicaban con sus jugos la calle adoquinada.

El colofón a todo aquel desastre lo trajo un nabo del tamaño de un puño, que salióvolando hasta chocar contra la rueda de uno de los carruajes, como si fuera el últimosoldado caído en una masacre.

 —Oh, Dios…

Alzó la vista y se encontró a Mariana, que seguía en lo alto de las escaleras,mirándola con los ojos como platos y tapándose la boca con una mano. Justo detrásde ella estaban dos lacayos, que no sabían muy bien el protocolo a seguir en unasituación como aquella.

Juliana no pudo evitarlo y se echó a reír.No fue una risa suave, sino una estridente carcajada que no pudo contener. Una

risa que comprometió su capacidad de respirar y que expresó sin palabras toda latristeza, frustración e ira que sentía.

Se limpió una lágrima que le caía por la mejilla y alzó la vista hasta el lugar en elque estaba Mariana, cuyos hombros también se sacudían por la risa. Incluso loslacayos habían caído en la tentación.

Todas aquellas risas consiguieron emocionarla hasta lo más profundo de su ser.Tras unos segundos, hizo a un lado todas las verduras que tenía a su alrededor

para tener espacio para moverse. El gesto puso en marcha al resto de los testigos, queinmediatamente bajaron las escaleras hacia ella. Uno de los lacayos se acercó paraayudarla a ponerse de pie.

Cuando se incorporó se percató de la extensión del daño causado. Habíadestrozado el principal adorno campestre de lady Needham —alguien tendría quelimpiar las escaleras antes de que los invitados salieran del baile—, y su preciosovestido rosa estaba lleno de semillas y una mezcla viscosa de pulpa de un colorindescifrable.

Agradeció al lacayo la ayuda y volvió a mirar a Mariana, que todavía seguíariéndose, horrorizada y divertida a la vez.

 —Estás llena… —La señaló con la mano de arriba abajo—. Por todos los lados…Juliana desenredó una larga espiga de trigo de su pelo. —¿Sería mucho pedir que me indicaras cuál de todos estos carruajes es el tuyo?

www.lectulandia.com - Página 178

Page 179: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 179/298

Mariana examinó los vehículos y contestó: —En realidad no. Es ese.Juliana se fue directa a él. —Por fin algo que sale bien.Mariana abrió su retículo y sacó unas cuantas monedas.

 —Si pudieran olvidar quién, exactamente, ha destruido la decoración de suseñora… —dijo, dirigiéndose a los lacayos y depositando las monedas en las palmasde sus manos. Después se dirigió al carruaje y subió detrás de Juliana.

 —¿Crees que se mantendrán callados? —preguntó Juliana en cuanto el vehículose puso en marcha.

 —Esperemos que se compadezcan de ti y lo hagan.Juliana suspiró y apoyó la cabeza sobre el suave acolchado negro. Durante unos

minutos dejó que el vaivén del carruaje la tranquilizara antes de añadir:

 —Bueno, tienes que reconocerlo.Mariana se rio por lo bajo. —¿El qué? —Que no se puede decir que sea una experta en salir de los bailes discretamente.

www.lectulandia.com - Página 179

Page 180: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 180/298

13

«La desdicha solo es para aquellos que carecen de cultura. Las damas

refinadas se enfrentan a los obstáculos con gracia y elegancia».

Tratado de las damas más exquisitas

«La cosecha es increíblemente escasa este año…».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823

Aquella noche tan horrenda todavía no había llegado a su fin.

Bennett, el anciano mayordomo que Juliana sospechaba que había servido a losRalston desde hacía una eternidad, estaba despierto cuando llegó a casa. Algobastante extraño si se tenían en cuenta los achaques que el hombre sufría, propios dela edad, y que la mansión estaba llena de jóvenes sirvientes más que capaces deesperar la llegada de su señor a esas horas de la noche.

Los años de experiencia del mayordomo hicieron que tuviera la delicadeza deabstenerse de preguntar a Juliana sobre su aspecto, pues iba sin su capa, que se habíadejado por la celeridad con la que abandonó el baile —y que se imaginaba que

tendría que recuperar en algún momento— y con el vestido lleno de manchas.De hecho, el anciano la saludó con una inclinación de cabeza cuando entró en el

recibidor; un gesto con el que Juliana le habría tomado el pelo si no hubiera estadotan exhausta y desesperada por tomar un baño e irse a la cama.

 —Bennett, por favor, ordene que me preparen un baño. Tal y como puedecomprobar, lo necesito urgentemente —dijo al tiempo que se dirigía hacia la escaleracentral de mármol.

 —Tendrá que disculparme, señorita Fiori. —El mayordomo se detuvo un instante,

como si dudara si seguir o no. Juliana se giró para mirarle y esperó a que continuara —. Tiene una visita.

Lo primero que pensó fue que se trataba de Simon, algo que la llenó de alborozoy excitación y que estuvo a punto de dejarla sin aliento. Pero cuando lo pensódetenidamente se dio cuenta de que era imposible que se tratara de él. No podía haberllegado antes que ella a Ralston House, a no ser que hubiera abandonado el baile nadamás anunciarse su compromiso. Y por muy atractiva que fuera la idea, sabíaperfectamente que él no provocaría un escándalo de tal envergadura.

Ignoró a propósito el hecho de que antes del anuncio ambos se habían vistoenvueltos en un interludio que no era precisamente de lo más correcto.

 —¿Una visita? ¿Para mí?

www.lectulandia.com - Página 180

Page 181: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 181/298

La expresión del mayordomo se ensombreció, revelando una emoción que aJuliana no le gustó en absoluto.

 —Sí, milady. Se trata de su madre.Un frío y pesado terror se apoderó de ella mientras negaba con la cabeza. —No. Estoy demasiado cansada para hablar con ella esta noche. Que espere a que

venga Gabriel. —Dice que está aquí por usted. —Pues no voy a recibirla ahora. Tendrá que intentarlo en otro momento. —Estoy impresionada. Te has convertido en una jovencita con mucho carácter.Juliana se detuvo en seco ante aquellas palabras, pronunciadas a su espalda con

total calma y en un perfecto italiano. Miró a Bennett, cuyos ojos estaban llenos depesar, y le hizo un gesto para que se fuera, acompañado de lo que esperaba que fuerauna sonrisa tranquilizadora. A continuación se dio la vuelta para enfrentarse a su

madre.Una madre con la que no hablaba desde hacía una década.Louisa le hizo un exhaustivo examen de la cabeza a los pies y, como era de

esperar, no le pasó desapercibido su pelo despeinado y el vestido lleno de manchasimposibles de identificar. En ese momento Juliana recordó lo que era ser hija de sumadre: cuando no eras objeto de su helado desinterés, te obsequiaba con sudesagrado. Nunca había sido lo suficientemente buena para ella. Todas aquellas vecesque había intentado ganarse el amor de Louisa… o que había intentado que estuviera

orgullosa de ella… no lo había conseguido. —No pienses ni por un momento que has tenido algo que ver a la hora de forjar

mi personalidad. —No osaría pensar algo así, Juli.Aquel cariñoso diminutivo —el favorito de su padre— la entristeció y enfureció a

la vez. —No me llames así.Su madre fue desde el umbral de la puerta hasta el recibidor, y extendió una mano

hacia Juliana. —¿Por qué no vienes conmigo? Me encantaría que hablásemos a solas. Llevo

esperando mucho tiempo este momento. —¿Y qué es lo que sientes al ser tú la que tienes que esperar? Seguro que es una

novedad.Louisa esbozó una pequeña sonrisa llena de misterio. —Me lo merezco. —Y mucho más. Te lo aseguro.Se planteó la posibilidad de rechazar la petición de su madre. De marcharse a su

habitación y dejarla esperando en el recibidor hasta que se aburriera y decidiera

www.lectulandia.com - Página 181

Page 182: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 182/298

marcharse.Pero en su interior todavía llevaba a esa niña de diez años que se apresuraba a

hacer todo lo que su madre le pidiera con la esperanza de ganarse su afecto.Cuando entró en la sala de visitas, se odió por esperar a esa mujer que no se había

preocupado por ella, por tener que dedicarle un tiempo que no quería dedicarle.

 —Siento lo de Sergio. No sabía nada de su fallecimiento.Juliana quiso gritar cuando escuchó el nombre de su padre en aquellos labios

viperinos. En lugar de eso, permaneció igual de serena que su madre y dijo: —¿Cómo ibas a hacerlo? En cuanto te fuiste, nunca volviste la vista atrás.Louisa agachó la cabeza, admitiendo la pulla. —Tienes razón, por supuesto.¿No te disculpas?, gritó su mente. ¿Es que acaso no te arrepientes?Permanecieron en silencio durante un buen rato, hasta que Juliana se hartó de

esperar. Si su madre creía que iba a ser ella la que llevara el peso de la conversaciónestaba muy equivocada. Estaba a punto de levantarse, dispuesta a marcharse, cuandoLouisa volvió a hablar.

 —Me alegro de que hayas encontrado a Gabriel y a Nick. —Yo también. —¿Lo ves? Algo bueno ha salido de tenerme como madre —comentó con tono de

satisfacción.Cómo no. Louisa nunca dejaría pasar por alto las bondades de su persona.

Quizá porque apenas tenía. —¿Es ahora cuando se supone que debo decirte lo agradecida que estoy porque

me abandonaras? ¿Porque hicieras lo mismo con mis hermanos?Sabía que no le respondería a eso. —¿Qué es lo que quieres que diga, Juli? —Lo primero, me gustaría que dejaras de llamarme así —contestó con voz

acerada. —¿Por qué? Ahí sí que puse mi granito de arena. Ambos decidimos llamarte de

ese modo. —Pero solo uno se ganó el derecho a hacerlo.Una expresión de aburrimiento cruzó el rostro de Louisa. —Tonterías. Te di la vida. Eso me da más derecho que a nadie a llamarte como

me plazca. Pero sea como quieras, Juliana. Contesta a mi pregunta. —Cambió alinglés—. ¿Qué es lo que quieres de mí?

Quiero que te expliques. Que me digas por qué me abandonaste. Por qué nosabandonaste. Y por qué has vuelto.

Juliana sonrió despectivamente y le respondió también en inglés. —El solo hecho de que me lo preguntes ya es bastante ridículo.

www.lectulandia.com - Página 182

Page 183: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 183/298

 —¿Quieres que me disculpe? —Sería un excelente comienzo.Los fríos ojos azules de Louisa, tan iguales a los suyos, parecieron indagar en su

interior. —Pues tendremos que quedarnos mucho tiempo aquí si eso es lo que quieres.

Juliana encogió un hombro. —Perfecto. Entonces la conversación ha terminado. —Se puso de pie. —Tu padre también solía hacer lo mismo. Lo del hombro. Me sorprende que en

Inglaterra no te hayan obligado a corregir un gesto así. No es muy educado quedigamos.

 —Inglaterra no tiene ningún poder sobre mí.De repente, no se creyó del todo esas palabras. —¿No? Tu inglés es demasiado bueno para alguien que no se preocupa por

nuestra cultura. Te seré sincera; me quedé bastante sorprendida cuando Gabriel medijo que estabas aquí. No creo que te haya sido fácil sobrevivir entre la alta sociedad. —Permaneció en silencio, ya que no quería dar el placer a su madre de saber quetenía razón. Pero Louisa siguió presionándola—. Me imagino que te habrá resultadotan difícil como a mí. Ya lo ves, hija mía, no somos tan distintas.

 No somos tan distintas. Lo que más temía. Aquello por lo que siempre rezó queno se hiciera realidad.

 —No nos parecemos en nada.

 —Por mucho que te lo digas una y otra vez, no cambia la verdad. —Louisa serecostó en su asiento—. Mírate. Puede que acabes de llegar de un baile, pero tuaspecto me dice que no has tenido la más respetable de las veladas. ¿Qué has estadohaciendo?

Juliana se echó un vistazo y luchó contra la necesidad de limpiarse la costrareseca de pulpa que tenía por todo el vestido.

 —Eso es algo que no es de tu incumbencia. —Da igual. Lo cierto es que eres incapaz de resistirte a la aventura. No tienes la

fuerza de voluntad necesaria para mantenerte alejada de cualquier cosa que puedaproporcionarte algo de placer. Llevas mi pasión por la vida desde que respiraste porprimera vez. Resístete todo lo que quieras, pero soy tu madre. Estoy en ti. Cuantoantes dejes de negarlo, más feliz serás.

 No.Aquello no podía ser cierto. Había transcurrido una década desde que había visto

a Louisa por última vez… Diez años en los que había tenido la oportunidad demadurar, cambiar y luchar contra las partes de su madre que yacían latentes en suinterior.

Ella no iba en busca de aventuras, o de provocar un escándalo tras otro.

www.lectulandia.com - Página 183

Page 184: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 184/298

¿O sí lo hacía?Los recuerdos acudieron a su mente: perseguida en un jardín oscuro, escondida en

el carruaje de un desconocido, galopando vestida de hombre en Hyde Park, trepandopor una rama para rescatar un sombrero, derribando una pirámide de verduras,esperando a Simon en el exterior de su club, besando a Simon en los establos,

besando a Simon en la sala de música en la casa de su prometida…Besando a Simon.Durante la última semana había puesto todo de su parte para provocar un

escándalo; y antes de eso, desde su llegada a Londres, puede que no hubiera ido enbusca de aventuras, pero tampoco las había eludido cuando llamaron a su puerta.

 Dios bendito.Miró a su madre y a aquellos ojos azules tan parecidos a los suyos que conocían

la verdad de aquello que tanto había temido y evitado.

Tiene razón. —¿Qué es lo que quieres de nosotros? —preguntó medio temblorosa. ¡Cómo le

hubiera gustado mantener el control y parecer más calmada!Louisa se quedó callada durante lo que le pareció una eternidad, completamente

quieta, analizándola con su aguda mirada. Tras varios minutos, a Juliana la situaciónse le hizo insoportable.

 —He malgastado demasiados años de mi vida esperándote. —Volvió a ponerse depie—. Me voy a la cama.

 —Quiero recuperar mi vida —dijo por fin Louisa.No había pesar en sus palabras, ni tampoco arrepentimiento. Ni lo habría nunca.

Aquello era lo más cercano que su madre estaría de cualquiera de esas emociones. Elarrepentimiento solo era para aquellas personas que podían sentir.

Incapaz de detenerse a sí misma, Juliana se sentó de nuevo en el borde de la sillay miró durante un buen rato a la mujer que le había dado la vida. Seguía siendo muybella —una cualidad que habían heredado sus tres hijos—, aunque no podía ocultarlos signos propios de la edad. El cabello negro azabache estaba salpicado por hebrasplateadas, y el azul de sus ojos había perdido intensidad. Varias arrugas surcaban surostro y su cuello. Y la marca que tenía justo encima de una ceja, ya no le parecía tansugerente; ahora estaba más difuminada, era menos perfecta.

Se podía decir que los años habían tratado bien a Louisa Hathbourne, pero de unaforma que haría que la mayor parte de las mujeres que habían sido tan hermosascomo ella pensaran que había perdido demasiado.

No es que ella diera la impresión de sentirse de esa forma. —Me imagino que sabes —dijo Juliana—, que no puedes borrar el pasado.Su madre la miró irritada. —Por supuesto que lo sé. No he venido a recuperar mi título. Ni la casa. Ni a

www.lectulandia.com - Página 184

Page 185: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 185/298

Gabriel o a Nicholas. — Y está claro que tampoco a mí , pensó Juliana—. Pero hellegado a un punto en que no es fácil llevar la vida que he estado viviendo.

Empezó a comprenderlo todo. —Y crees que Gabriel te ayudará a llevar una vida diferente. —Le criaron para ser marqués. Para proteger a su familia a toda costa. ¿Por qué

crees que le dije a tu padre que te enviara aquí si algo le pasaba?Juliana negó con la cabeza. —Le abandonaste. —Sí. —Ahí estaba de nuevo esa total falta de arrepentimiento en su voz. —Él nunca te ayudará. —Eso ya lo veremos.Había algo en sus ojos… una especie de perspicacia obtenida gracias a años de

egoísmo y manipulación.

Y entonces todo quedó claro.Estaban en Londres, una ciudad donde la reputación lo era todo, al menos para la

alta sociedad, y eso incluía al marqués de Ralston. Sobre todo al nuevo marqués delRalston, que tenía una esposa, una hermana y un hijo por nacer a los que proteger.

Juliana entrecerró los ojos. —Lo sabías. Sabías que provocarías un escándalo. Sabías que Gabriel hará lo que

haga falta para mitigar el daño. No el daño que tú puedas sufrir… sino el daño a lafamilia, a nosotros. Crees que te dará una asignación. Algo con lo que puedas llevar

el ritmo de vida al que estás acostumbrada.Su madre esbozó una medio sonrisa mientras se quitaba una mota del vestido que

llevaba; un diseño que ya tenía unos cuantos años. —Has averiguado mi estrategia bastante rápido. Como te he dicho, no somos tan

diferentes como crees. —Yo no estaría tan seguro, madre —dijo Ralston desde el umbral de la puerta.

Los ojos de Juliana volaron hacia su hermano y Callie, que se apresuró a acercarse aella—. ¿Qué parte de «no quiero volver a verte en Ralston House» no has entendido?

Louisa le miró con una sonrisa en los labios. —Querido, han pasado casi veinte años desde la última vez que estuve en

Inglaterra. Es normal que tenga problemas con el significado de algunas palabras. — Levantó una mano hacia Callie—. Usted debe de ser la marquesa. Lo siento. Meescoltaron con tal premura anoche que no pudimos ser presentadas como es debido.

 —Cierto. No lo fuisteis —comentó Ralston, arrastrando las palabras. —¿Sabes por qué ha vuelto? —los interrumpió Juliana. La indignación que sentía

hizo que volviera a ponerse de pie—. ¿Estás al tanto de que ha regresado porquequiere que le des dinero?

 —Sí —contestó Gabriel con total naturalidad antes de fijarse en el estado de su

www.lectulandia.com - Página 185

Page 186: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 186/298

vestido—. ¿Qué demonios te ha pasado? —Creo que no es momento para hablar de eso, Gabriel —intervino Callie. —No se lo vas a dar, ¿verdad? —preguntó Juliana con un graznido, haciendo

caso omiso de todo menos del asunto que estaban tratando. —Todavía no lo he decidido.

 —¡Gabriel! —Puso todo de su parte por no dar un fuerte pisotón en el suelo.Su hermano la ignoró. —Me gustaría que te fueras, madre. Si necesitas algo de nosotros, puedes

enviarnos una nota. Nick cuenta con un servicio muy competente. Ellos sabrán cómohacérnosla llegar.

 —¿Está viviendo en la casa que Nick tiene en Londres? —Juliana no salía de suasombro—. ¡Se pondrá furioso cuando se entere!

 —Tonterías. Nick era el que más me quería —comentó Louisa como si nada.

Ahora fue ella la que se puso de pie y se dirigió hacia la puerta—. Espero queBennett no haya echado mi capa al fuego. Ese hombre siempre me odió.

 —Porque tiene un gusto exquisito —espetó Juliana, incapaz de callarse. —¡Vamos, Juliana!, cualquiera diría que nadie se ha molestado en enseñarte

modales. —No tuve la influencia femenina que necesitaba durante mi adolescencia. —Mmm. —Louisa estudió con ojos inquisitorios su vestido—. Dime… ¿Crees

que si me hubiera quedado en Italia no hubieras venido cubierta de espigas y Dios

sabe qué mas esta noche?Dicho esto se dio la vuelta y abandonó la sala de visitas. Juliana se quedó

mirando la puerta durante unos instantes, deseando haber podido lanzar una buenapulla final a su madre.

 —Es increíble que los dos hayáis salido tan normales teniendo una madre comoesa.

 —Yo no me considero una persona tan normal, emperatriz. Y tampoco creo queJuliana lo sea.

Callie la miró e hizo una mueca. —Por fin hemos resuelto el gran misterio de la velada. ¿Fuiste tú la que destrozó

la decoración de lady Needham?Gabriel también la miró, enarcando una ceja. —Dios bendito. ¿Y te fuiste corriendo como si fueras un niño travieso?Juliana se mordió el labio inferior. —Puede. —Su hermano frunció el ceño—. ¿Qué se suponía que tenía que hacer?

Si me hubiera quedado os hubiera arruinado la noche a todos.Ralston suspiró. Después se fue hacia el aparador y se sirvió una copa. —Solo una vez, Juliana. Me encantaría que, por una vez en tu vida, intentaras

www.lectulandia.com - Página 186

Page 187: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 187/298

evitar provocar un escándalo. Solo una vez. —Gabriel —musitó Callie en voz baja—. Ten cuidado. —Bueno, es verdad. ¿De qué hablamos esta misma noche antes de acudir al

baile? De que teníamos que comportarnos lo mejor posible para intentar capear elescándalo que suponía la vuelta de nuestra madre.

Juliana se estremeció ante la frustración que reflejaron sus palabras. —No fue mi intención que sucediera algo así, Gabriel… —Claro que no. Como me imagino que tampoco lo fue que te cayeras en el

Serpentine, o que te acosaran en nuestros jardines, o que te encontrara en unasituación comprometida con Leighton.

 —¡Gabriel! —Callie ya no estaba tan tranquila.Las mejillas se le tiñeron de un intenso rubor. —No, no lo fue. Aunque veo que tú no lo crees así.

 —Tienes que admitir que me lo pones bastante difícil, hermana.Sabía que estaba enfadado. Que se sentía acorralado por la llegada de su madre,

su chantaje y el peligro que suponía para la reputación de su familia. Que no debíatomarse a pecho sus palabras. Que estaba arremetiendo contra ella porque se sentíafrustrado.

Pero estaba cansada de que todo el mundo se metiera con ella aquella noche.Sobre todo cuando tenían razón. —Hoy no he tenido la mejor de las noches. Además de haberme caído por unas

escaleras y de hablar por primera vez con mi madre después de diez años, hediscutido contigo, he destrozado mi vestido, he salido corriendo de un baile y hevisto…

 He visto cómo Simon se comprometía con otra. —¿Has visto qué?De pronto, se sintió muy cansada. Cansada de aquel día, de la última semana, de

los últimos siete meses. De Londres.Hizo un gesto de negación con la cabeza. —Nada.Ralston la miró durante un buen rato. Ella, por el contrario, eludió su mirada. —Está bien —suspiró finalmente su hermano—. Yo también he tenido suficiente

por hoy.Y salió de la habitación.Callie contempló la marcha de su marido y emitió su propio suspiro. —Sabes que no quería decir eso. Solo… Tampoco está siendo fácil para él.Juliana clavó la vista en los cándidos ojos de su cuñada. Callie era la calma que

necesitaba el carácter tormentoso de su hermano. —Lo sé. Pero no va mal encaminado. —Se sentaron en silencio durante unos

www.lectulandia.com - Página 187

Page 188: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 188/298

minutos hasta que Juliana no pudo aguantar más—. Leighton va a casarse.Callie asintió. —Lady Penelope ha encontrado un buen partido. —Ella no le ama.Callie ladeó la cabeza.

 —Supongo que no.Volvieron a callarse.Juliana se miró las manos, las cerró con fuerza y dijo en voz baja: —¿Cuándo se celebrará la boda? ¿Han dicho algo? —He oído que a finales de noviembre.Un mes.Juliana asintió y apretó los labios.Ya estaba hecho. Lo había perdido.

Inhaló profundamente. —Creo que voy a irme de Londres.Callie abrió los ojos consternada. —¿Para siempre? —Al menos por ahora.

Simon necesitaba un trago.

En realidad, más de uno.Arrojó su sombrero y los guantes al lacayo que había estado esperándole, le dio

libre el resto de la noche y se dirigió hacia la biblioteca, donde abrió la puerta de ungolpe, disfrutando del fuerte sonido que hizo la madera al golpear la pared interior.

Por lo visto fue el único al que le impresionó el golpe.  Leopold, sin embargo,levantó perezosamente la cabeza, olisqueó el aire, pensativo, y volvió a su posiciónanterior. Estaba claro que no había encontrado el incidente digno de su interés.

Se fue hacia el aparador, se sirvió una copa de whisky y se la bebió de un trago.

Estaba comprometido.Se sirvió otra buena ración del ansiado líquido.Estaba comprometido, y esa misma noche casi había arruinado la reputación de

una mujer que no era su futura esposa.Miró durante un momento la licorera y decidió llevársela hasta su sillón favorito.

Le dirigió al perro una de sus miradas fulminantes y este le respondió con uno de susmás potentes «off».

Al final el maldito animal se bajó del sillón y se estiró todo lo largo que era, como

si la decisión de cederle el sitio hubiera sido por voluntad propia.En eso se había convertido, en un duque al que ni siquiera obedecía su propio

perro.

www.lectulandia.com - Página 188

Page 189: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 189/298

Se dejó caer en el sillón, ignorando cómo Leopold se tumbaba frente al fuego queardía en la chimenea, y exhaló todo el aire que parecía haber estado conteniendo todala noche, o al menos desde que el marqués de Needham y Dolby había anunciado elcompromiso de su hija y él había tomado y besado la mano de la dama, cumpliendocon su obligación.

Desde ese mismo momento había sentido la nueva carga. Ahora ya no solo eraresponsable de su madre, su hermana y el ducado, sino que también lo era de ladyPenelope. Pero no era su inminente matrimonio o la próxima ruina de la reputaciónde su hermana lo que consumía sus pensamientos.

Era Juliana.Había sido más que consciente de su marcha; había visto por el rabillo del ojo

cómo ella y la duquesa de Rivington se abrían camino entre los invitados hasta llegara la salida. Se habían movido tan rápido que prácticamente iban corriendo.

No podía culparla.Si él hubiera podido, también se habría ido de aquel salón como alma que lleva el

diablo. De hecho, eso fue exactamente lo que hizo en cuanto todo el mundo dejó deprestarle atención.

Volvió a pensar en Juliana. Cuando llegó a la puerta del salón se había dadovuelto y le había mirado… Más que mirado, había entrado dentro de su alma. Y enese momento vio algo en sus ojos que le aterrorizó y tentó al mismo tiempo.

Algo que le había dejado sin aliento y con unas inmensas ganas de salir corriendo

detrás de ella.Bebió otro trago y cerró los ojos, intentando olvidar los acontecimientos de la

noche. Pero lo único que consiguió fue verla con más claridad en su mente. Su pelo,sus ojos, su piel, la forma en que se arqueó contra él, como si fuera una hechicera.

Su intención no había sido empeorar las cosas. No había querido tocarla, niarruinar su reputación más de lo que estaba. ¡Por el amor de Dios!, él no era de esaclase de hombres. No era un libertino. Era cierto que había mantenido a alguna queotra amante y que había tenido su buena cuota de escarceos, pero nunca habíaarruinado la reputación de ninguna dama. Ni nunca había estado tan cerca de hacerlo.

Siempre se había enorgullecido de ser un perfecto caballero.Hasta que conoció a la única mujer que le hizo desear tirar por la borda toda esa

caballerosidad y tumbarla en el suelo para poseerla allí mismo.Antes de anunciar su compromiso con otra.¿En qué se había convertido?Juliana había tenido razón al rechazar su proposición la noche anterior. Al igual

que Ralston. Pero… Dios… cómo la deseaba.Si hubieran sido otras las circunstancias, o si hubieran estado en otro tiempo o

www.lectulandia.com - Página 189

Page 190: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 190/298

lugar. Si hubiera sido otro hombre, se hubiera quedado con ella sin dudarlo ni unsegundo. Como amante… como algo más.

Como esposa.Soltó una sonora maldición que rasgó el silencio de la noche y llamó la atención

del perro.

 —Oh, lo siento, ¿te he despertado?Se sirvió otro trago. —No deberías beber tanto. No lo necesitas.Soltó una estruendosa carcajada al oír la voz de su madre. Había debido de

seguirle hasta su casa. Por lo visto aquella horrible noche todavía no había llegado asu fin.

 —Son las dos de la mañana.Su madre le ignoró.

 —Te fuiste temprano del baile. —No me fui temprano. De hecho también es demasiado tarde para que estés aquí,

pidiéndome explicaciones, ¿no crees? —He venido para decirte que has hecho lo correcto. No, no lo hecho. Pero me alegra que lo pienses. —¿Y no has podido esperar a hacerlo a una hora más razonable? —No. —Su madre atravesó la habitación y se sentó frente a él. Después, miró con

rechazo su sillón—. Esa cosa necesita que la vuelvan a tapizar.

 —Tu opinión será tenida en cuenta. —Volvió a beber otro sorbo, haciendo casoomiso de la mueca de disgusto con la que fue recompensada su acción ypreguntándose cuánto tiempo tendría que esperar allí sentado antes de que su madredecidiera irse.

 —Leighton… —empezó ella, pero él la interrumpió al instante. —Nunca usas mi nombre.La duquesa frunció el ceño levemente y él se regodeó por haber conseguido

pillarla por sorpresa. —¿Disculpa? —Simon. Nunca me llamas así. —¿Y por qué iba a llamarte de ese modo? —Porque es mi nombre.Ella negó con la cabeza. —Tienes un título. Responsabilidades. Y te debes a ellos y al respeto que ser

poseedor de estos conlleva. —Pero tampoco me llamabas Simon cuando era niño. —También tenías un título. Marqués de Hastings —puntualizó, como si él fuera

imbécil—. ¿Qué problema tienes con que te llame Leighton?

www.lectulandia.com - Página 190

Page 191: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 191/298

Percibió la irritación en su tono. —Ninguno. —Bien. —Asintió una vez antes de cambiar de tema—. La marquesa y yo

tenemos pensado empezar mañana mismo con los preparativos de la boda. Tú,lógicamente, te dedicarás durante todo este mes a acompañar a lady Penelope en

todos los actos públicos que os sea posible. Y no aceptes más invitaciones de losRalston. No sé en qué estabas pensando; nunca antes te has dejado ver en compañíade gente tan… cuestionable, y justo ahora que debemos llevar un comportamientoirreprochable, te dedicas a revolotear con ese marqués y su… ordinaria familia.

Simon la miró fijamente a los ojos. —Ralston está casado con la hermana del conde de Allendale y de la duquesa de

Rivington.Su madre movió la mano despectivamente.

 —Nada de eso importa ahora que ha regresado su madre. Y su hermana… — Torció el labio superior, como si hubiera olido algo desagradable—… es unaauténtica vergüenza.

Permaneció sentado a pesar de la oleada de furia que corrió por sus venas anteaquel palpable desprecio. No había nada en Juliana de lo que avergonzarse. Erahermosa, brillante y, aunque en ocasiones podía ser demasiado descarada, resultabamaravillosa. En ese momento le hubiera encantado poder echar a patadas a su madrepor decir lo contrario.

Apretó el vaso con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. —No quiero que vuelvas a hablar de ella en esos términos.La duquesa le miró con ojos entrecerrados. —No sabía que tenías a la señorita  Fiori en tan alta estima. —A él no le pasó

desapercibida la fingida corrección con la que se dirigió a Juliana. Al ver que sequedaba callado, su madre añadió con fría determinación—: No me digas que tegusta esa chica. —No contestó, ni siquiera se molestó en mirarla—. Ya veo. — Permanecieron en silencio durante unos segundos—. Ella no es nadie, Leighton. Notiene títulos, ni buena crianza… nada, excepto su relación familiar con Ralston, cuyareputación ahora mismo está más que cuestionada tras el regreso de su madre. ¡Perosi ni siquiera sabemos si es quien dice ser! Se rumorea que hasta podría ser ilegítima.A esa familia ahora no la salva ni su unión con Allendale ni Rivington. —La duquesase inclinó hacia él y endureció el tono—. Está tan por debajo de ti que apenas es losuficientemente buena como para tomarla como amante.

La ira volvió a apoderarse de él. Puede que hubiera pensado en Juliana comoamante, pero de eso hacía mucho tiempo, antes de que se diera cuenta…

De la mujer tan excepcional que era.La duquesa continuó con tono aburrido.

www.lectulandia.com - Página 191

Page 192: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 192/298

 —Busca a otra que te caliente el lecho, Leighton. Seguro que puedes dar conalguien de más… valía.

Se tragó aquellas odiosas palabras y decidió ignorarlas.Y entonces se dio cuenta de que no había encontrado a alguien de más valía que

Juliana.

Nunca la tendría. Pero por Dios que no iba a permitir que la vilipendiaran de esaforma.

 —Fuera —ordenó con tono contenido. Se asombró de su capacidad deautocontrol.

Su madre abrió los ojos consternada. —¿Perdón? —preguntó con cierta indignación. —Ya me has oído.La duquesa no se movió.

 —Leighton. En serio. No hace falta ponerse tan melodramático. ¿Desde cuándo tehas vuelto tan prosaico?

 —No hay nada prosaico en esto. He tenido suficiente de ti por hoy, madre. Yatienes lo que querías. Voy a casarme con lady Penelope, que tiene una reputaciónimpecable y es de enorme valía. Creo que he seguido tus antojos a la perfección, memerezco un descanso.

La duquesa se irguió todo lo alta que era y le miró estoicamente. —Recuerda que soy tu madre, Leighton, y que me debes un respeto.

 —Y tú recuerda que soy el duque, madre. Y que hace tiempo que dejé de recibirórdenes de ti. Vete a casa. Antes de que diga algo de lo que pueda arrepentirme.

Se miraron el uno al otro durante un buen rato, sin que ninguno de los dosquisiera dar su brazo a torcer, hasta que oyeron cómo llamaban suavemente a lapuerta.

¿Es que esta noche no va a acabarse nunca?Simon se alejó de su madre. —¡Maldita sea! ¿Quién es?Boggs entró con expresión inquieta en el rostro. —Mis disculpas, sus excelencias. Tengo un mensaje urgente para el duque. Viene

de Yorkshire.Simon se quedó petrificado. Después tomó la nota y despidió al mayordomo.En cuanto este se hubo ido, rompió el lacre y desdobló la misiva. Sabía que se

trataba de la noticia que tanto había temido. La que lo cambiaría todo.La leyó con rapidez, volvió a doblarla y se la metió en el bolsillo. Todo este

tiempo había estado esperando… preparándose para aquello y sintiendo una infinidadde emociones: enfado, miedo, nerviosismo, irritación.

Pero ahora que había llegado el momento lo único que sentía era una profunda

www.lectulandia.com - Página 192

Page 193: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 193/298

calma.Se dirigió hacia la puerta. —Leighton… —Le llamó su madre. Se detuvo y se dio la vuelta. ¿De verdad le

había temblado la voz? La miró por encima del hombro y notó la palidez de su rostro,las profundas sombras que de pronto habían aparecido bajo sus ojos grises, el

hundimiento de sus mejillas.Se la veía cansada.Y resignada. —¿Se sabe algo?Sí, lo que estábamos esperando. —Ya eres abuela.

www.lectulandia.com - Página 193

Page 194: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 194/298

14

«El campo es el lugar donde mejor se ocultan los rumores. A las damas

elegantes nunca las envían al campo».

Tratado de las damas más exquisitas

«¡Esto es una tragedia! Nuestro rumor favorito ha desaparecido de la

ciudad…».

El Folleto de los Escándalos, noviembre de 1823

Tras viajar durante cinco días por los duros e implacables caminos de la campiñainglesa, Juliana nunca había estado tan contenta como en ese momento de verTownsend Park.

Si solo pudiera llegar hasta allí.Habían detenido su carruaje en cuanto giraron en el camino de postas y bajaron

por el largo sendero que llevaba hasta la enorme casa de piedra que resurgíamajestuosa e imponente en el vasto páramo de Yorkshire. Cuando había explicado alos dos inmensos guardias que su hermano y su esposa eran los dueños de la mansión

y que solo estaba allí para hacerles una visita, uno de ellos se subió a su caballo ysalió disparado hacia la casa, supuestamente para anunciar su llegada.

Después de un cuarto de hora, Juliana se bajó del carruaje a estirar las piernas yesperó a un lado de la carretera a que le dieran permiso para acceder a la zona.

En aquel pequeño rincón de Inglaterra se tomaban muy en serio el tema de laseguridad.

A primera vista, Townsend Park era la residencia principal del conde de Reddich,que estaba al cuidado del medio hermano de Juliana y gemelo de Ralston, lord

Nicholas St. John, y su mujer, Isabel, la hermana del conde. Pero la casa también eraconocida con el sobrenombre de Minerva House, una especie de santuario al queacudían jovencitas de toda Inglaterra que necesitaban un lugar donde refugiarsecuando debían enfrentarse a situaciones especialmente difíciles. Hasta que Nickdescubrió a Isabel y su casa, hacía siete meses, la seguridad de sus residentes habíaestado constantemente amenazada.

Pero viendo a los enormes guardias apostados a la entrada, estaba claro que esohabía cambiado.

Aquellos hombres parecían estar dispuestos a llevarse por delante cualquier cosaque se interpusiera en su camino. Y Juliana no podía negar que le resultabareconfortante saber que, una vez dentro de los confines de la propiedad, estaría

www.lectulandia.com - Página 194

Page 195: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 195/298

protegida del mundo exterior.Dio una patada a una piedra y se quedó observando cómo desaparecía entre los

uncos que crecían en aquel lateral del camino, bañados por la dorada luz delatardecer.

Tal vez decidiera quedarse allí para siempre.

Se preguntó si alguien se daría cuenta de su ausencia.Si Simon la notaría.Sabía que no debía pensar en el duque, ni en la última vez que le había visto,

hacía ya casi una semana, mirando a su aparentemente feliz prometida. Pero no pudoevitarlo. Se había pasado cinco largos días metida en un carruaje, sin otra cosa másque hacer que jugar a la brisca con Carla y pensar en el hombre que le quitaba elsueño… y en sus caricias… en la forma en que pronunciaba su nombre… el cálidotono que adquirían sus ojos cuando la miraban, para después convertirse en miel

recién extraída del panal.Respiró profundamente.Él no era para ella.Y ya iba siendo hora de que se diera cuenta y se lo sacara de la cabeza.Además, cuando regresara a Londres ya estaría casado, y a ella no le quedaría

otra que fingir que sus encuentros clandestinos nunca habían tenido lugar, que ella yel duque de Leighton solo eran meros conocidos. Que no sabía que su tono se volvíatan suave como el terciopelo antes de besarla.

Suspiró y se giró en dirección a la casa, justo para ver a su hermano subido en unsemental galopando hacia ella con una sonrisa de oreja a oreja en el rostro.

Devolviéndole la sonrisa, le saludó y lo llamó a gritos. —¡Aquí viene el más apuesto de mis hermanos!Nick se bajó del caballo antes de que le diera tiempo a detenerse del todo y le dio

un enorme abrazo, levantándola por los aires. —Ya le contaré a Gabriel lo que acabas de decirme —dijo con tono divertido.Ella le hizo un gesto con la mano y él la dejó de nuevo en el suelo. —¡Como si fuera a sorprenderse! Sabes que no tiene nada que hacer a tu lado. A

veces no me creo del todo que seáis gemelos.Gabriel y Nick eran idénticos salvo por una cicatriz que el último tenía en la

mejilla derecha y que le hacía aún más irresistible, pues le proporcionaba un aura demisterio que atraía a las mujeres cual polillas a una llama.

Su hermano asintió hacia los guardias en agradecimiento y luego la miró y señalóel carruaje.

 —¿Nos permites escoltarte hasta la casa?Juliana arrugó la nariz. —¿Me obligas a volver a mi prisión? ¿No podríamos ir andando?

www.lectulandia.com - Página 195

Page 196: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 196/298

Su hermano decidió complacerla, tomó las riendas de su caballo, dejaron que elcarruaje los adelantara y empezaron la caminata de más de medio kilómetro que lesquedaba hasta la casa. Durante el trayecto Nick le hizo unas cuantas preguntas sobresu viaje antes de que Juliana le detuviera y fuera directa al tema que le importaba.

 —Me imagino que ya habrás oído las noticias.

Él asintió y apretó los labios en una dura línea. —Gabriel me envió una nota la misma noche en que se presentó. —Hizo una

breve pausa—. ¿Cómo está? —Igual que siempre.Continuaron caminando en silencio unos metros más. —¿Y tú, cómo te encuentras? —preguntó Nick.Juliana bajó la mirada y se quedó observando durante unos segundos la punta de

sus botas, que sobresalían de su vestido de viaje de color vino.

 —Pues… —Se giró hacia él. Los ojos azul claro de su hermano la miraban coninterés y no poca preocupación. Después echó un vistazo a la vasta extensión deterreno que circundaba la propiedad—. Estoy feliz de estar aquí —se limitó a decir. Yera verdad.

Él le sonrió y le ofreció un brazo al que se agarró más que encantada. Nicksiempre había sido el más fácil de sus hermanos. Gabriel tenía un temperamentofuerte, mientras que su gemelo era más paciente y comprensivo. No le presionaríapara que hablaran de su madre o de cualquier otro tema. Pero sí que la escucharía

cuando estuviera preparada para hablar.Y por ahora, no lo estaba. —¿Cómo van las cosas por aquí? —Decidió cambiar de tema—. Apenas nos

escribes. A veces creo que no tengo hermano.Nick dejó escapar una sonrisilla. —Pues como siempre. Bien, aunque seguimos siendo una casa de locos. Este

último mes han entrado tres nuevas chicas… cuatro si contamos al bebé que llegóhace diez días.

Juliana abrió los ojos sorprendida. —¿Bebé? —Una de las chicas…No hizo falta que terminara la frase. Ya se conocía el cuento. Una joven cometía

un error y, antes de que se diera cuenta, había arruinado su reputación, llevaba unniño en el vientre y no tenía ninguna proposición matrimonial. Un mes atrás, Julianaquizá le hubiera echado la culpa a la ignorancia o a un comportamiento irresponsable.Pero ahora…

Ahora sabía muy bien lo tentadores que podían llegar a ser los hombres. —En cualquier caso, Isabel está trabajando mucho últimamente —comentó Nick,

www.lectulandia.com - Página 196

Page 197: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 197/298

interrumpiendo el curso de sus pensamientos.Juliana sonrió. —Isabel siempre está muy ocupada. —Sí, pero ahora está embarazada y preferiría verla metida en la cama, comiendo

galletitas. Quizá puedas echarme una mano y convencerla.

No pudo evitar soltar una carcajada ante la idea. Su cuñada era tan fácil deconvencer como las estatuas que tanto le gustaban. Nick suavizó el gesto ante su risa,y ella sintió una punzada de envidia ante la emoción que vio en sus ojos.

 —Ya veo que no crees que esté pidiéndote algo razonable. —No se trata de que sea razonable o no. Simplemente es algo que está destinado

al más absoluto de los fracasos.Nick rio estrepitosamente mientras atisbaban al objeto de su conversación en lo

alto de las escaleras de entrada a la casa principal. Juliana saludó con la mano a su

cuñada, que le devolvió el gesto mientras bajaba las escaleras.Corrió a su encuentro y ambas se abrazaron afectuosamente durante unos

instantes. Después se separaron para examinarse la una a la otra. —¿Cómo es posible que estés tan guapa y elegante después de llevar viajando

cinco días seguidos? —bromeó Isabel—. ¡Yo apenas consigo bajar las escaleras porla mañana sin arrugarme el vestido!

Juliana sonrió a su cuñada, felizmente embarazada de cinco meses. —No digas tonterías. ¡Estás radiante! —Agarró del brazo a Isabel y se quedó

mirando el abultado vientre—. Qué suerte tengo, dentro de muy poco tendré dosencantadoras sobrinas a las que consentir.

 —¿Sobrinas? ¿Cómo lo sabes? —bromeó Nick desde atrás. —¿En esta casa? —replicó alegremente Juliana—. ¿Crees que tienes la más

mínima posibilidad de que te nazca un niño? —Bueno, la esperanza es lo último que se pierde.Isabel se agarró al brazo de Juliana y la condujo hacia la casa. —Estoy tan contenta de que hayas venido, y justo en la Noche de las Hogueras. —¿Hay una noche para las hogueras? —Ya lo verás —respondió Isabel.Miró por encima del hombro a su hermano. —¿Debería preocuparme? —Posiblemente. Se suelen quemar monigotes de católicos.Juliana abrió los ojos como platos e Isabel soltó una carcajada. —Nick. Para ya. ¿No ves que todavía no confía mucho en los ingleses? —Y por lo visto tengo razón para no hacerlo. Debería habérmelo pensado mejor

antes de venir al campo y arriesgar mi integridad. —Solo arriesgas tu diversión diaria —dijo Isabel—. Esto es bastante más

www.lectulandia.com - Página 197

Page 198: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 198/298

aburrido que Londres. —Creía que odiabas la ciudad —intervino Nick. —Todavía me preocupa el tema de las hogueras —terció Juliana. —No odio Londres. Al menos ya no —contestó Isabel a Nick. Después se dirigió

a Juliana—. No te preocupes por las hogueras. No te pasará nada. Ya lo verás

mañana. Y ahora cuéntame todo lo que ha pasado en Londres. Lo único que nosllegan son las noticias de Perlas y Pellizas, y con semanas de retraso.

Nick refunfuñó en cuanto escuchó la mención a la revista femenina que hizo quecasi la totalidad de las damas casaderas de la capital fueran detrás de él no hacíamucho tiempo.

 —No sé por qué seguimos recibiendo esa maldita revista. —A las chicas les gusta —comentó Isabel, refiriéndose al resto de las mujeres

que residían en Minerva House.

 —Ahh, claro, a las chicas —bromeó Juliana—. Bueno, pues seguro que tambiénles gusta el nuevo rumor de la temporada. Nuestra madre vuelve a estar en boca detodos. —Se detuvo unos segundos, pero no pudo evitar continuar—. Al menos loestaba antes de que el duque de Leighton escogiera a su futura duquesa.

Nick e Isabel se miraron asombrados. —¿Leighton va a casarse? —Sí. Anunció su compromiso con lady Penelope Marbury la semana pasada. — 

Se sintió muy orgullosa al conseguir mantener un tono calmo y neutral—. ¿Os

sorprende? Una de las obligaciones de un duque es casarse y engendrar herederos,Nick.

Su hermano se quedó pensativo. —Por supuesto. Lo que me sorprende es que no nos haya comentado nada sobre

el asunto.Juliana parpadeó. —No sabía que tu relación con el duque fuera tan estrecha como para que tuviera

que enviarte una nota sobre sus próximas nupcias. —Oh, y no lo es —señaló Isabel—. Pero podía habérnoslo dicho en algún

momento de la conversación.Las campanas resonaron en su cabeza. Juliana se quedó boquiabierta y dejó de

caminar al instante. —¿Conversación? —Tal vez lo había entendido mal. Su inglés distaba mucho de

ser perfecto. —Sí. Leighton está aquí. —¿Aquí? —Miró a Nick. Quizá a la que no entendía era a Isabel—. ¿Por qué iba

a estar aquí? No puede ser. No ahora. No cuando lo único que necesito es estar lo más lejos

www.lectulandia.com - Página 198

Page 199: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 199/298

osible de él…. —Me imagino que terminarás enterándote más pronto que tarde —dijo Nick—.

Así que no hay necesidad de ocultarlo. Ha venido en cuanto le comunicamos elnacimiento del bebé.

El pánico se apoderó de ella.

Un bebé.¡Tiene una hija! La niña de la que habían hablado antes.Se vio sobrepasada por un cúmulo de emociones; una mezcla de tristeza,

conmoción y su buena pizca de celos. Otra mujer había dado a luz a su hija. Unamujer que había sido suya por completo durante un tiempo.

De una forma como ella nunca lo sería.Aquello la dejó destrozada. —¿Juliana? —Escuchó la voz de Isabel como si la separaran kilómetros de

distancia—. Estás pálida. ¿Te encuentras bien? —Leighton… ¿Sigue aquí? —Sí. Juliana, ¿te pasa algo? ¿Te ha tratado mal el duque? —Isabel miró a Nick

 —. Es un milagro que a ese hombre no le hayan dado una paliza como Dios mandaen los últimos veinte años.

Por lo visto a Isabel tampoco le gustaba Simon. En realidad a ningún miembro desu familia le gustaba aquel hombre que había enviado a una mujer a Yorkshire paraque diera a luz a su hija ilegítima mientras le proponía matrimonio a otra.

Al tiempo que le hacía cosas maravillosas e indescriptibles a una tercera en laoscuridad de una sala de música.

De pronto le pareció que su familia tenía un sexto sentido excelente a la hora deuzgar a las personas.

 —Bueno, Gabriel sí que se la ha dado. —¿Hablas en serio? ¡Bien! —exclamó Juliana. —¿Cuándo? —preguntó Nick. —La semana pasada —respondió, deseando no tener que darles demasiado

detalles. —¿Por qué? —Pues por ninguna razón en concreto. Al menos no una que Nick tenga que saber.Su hermano enarcó ambas cejas. —Lo dudo mucho. —Volvió a quedarse pensativo durante unos segundos—.

Bueno. Entonces conoces a Leighton.Juliana empezó a tener náuseas. —Solo un poco.Isabel y Nick se miraron mutuamente antes de que él dijera:

www.lectulandia.com - Página 199

Page 200: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 200/298

 —Ahora mismo no parece que le conozcas solo un poco. Más bien parece que leconoces lo suficientemente bien como para que te incomode que esté aquí.

 —No, para nada.¿Por qué iba a incomodarla el hecho de haberse enterado nada más llegar a

Yorkshire de que el hombre del que estaba huyendo estaba precisamente allí?

Visitando a su hija secreta.No era el primer secreto que le ocultaba.Solo el más importante. —Y bien —dijo, reanudando la marcha e intentando que su voz sonara lo más

tranquila posible—. ¿Qué me decís de la niña? ¿La reconocerá?Aquello había sonado de todo menos tranquilo. Más bien parecía que estaban

estrangulándola. Cómo le hubiera gustado que la asaltaran durante el camino.Sí, caer en manos de una panda de criminales era mucho mejor que sufrir un

destino como ese. —Todavía no se sabe —contestó Nick.Volvió a detenerse y se giró hacia él. —Discúlpame, ¿has dicho que todavía no se sabe? —Hay muchas cosas que hay que tener en cuenta…Empezó a enfadarse de verdad. —¿Qué cosas? ¿Te refieres a su futura esposa?Nick la miró confundido.

 —Sí, bueno, entre otras más… —¿No crees que merece saberlo? ¿Isabel? ¿A ti no te hubiera gustado conocer

algo así antes de casarte con Nick?Su cuñada lo pensó unos instantes. —Quizá…Juliana volvió a abrir los ojos, perpleja. ¿Es que todo el mundo se ha vuelto loco? —¿Quizá? —chilló.Isabel pareció desconcertada, pero se apresuró a añadir. —Sí, claro, me imagino que sí. —¡Efectivamente! —Juliana se dirigió a su hermano—. ¿Lo ves?No podía creerse que Nick estuviera de acuerdo con algo que no fuera el

reconocimiento de la criatura por parte de Leighton. Era su hija. Legítima o no, semerecía conocer de dónde venía.

Se merecía saber que tenía una familia más allá de su pequeño mundo.Le resultaba muy difícil aceptar la idea de que Simon podía no terminar

reconociendo a su hija. Tal vez eso fuera lo normal entre la aristocracia británica; unaperversa sociedad en donde la gente era menos proclive a aceptar a un niño ilegítimode lo que era a admitir a un padre que asumía sus errores.

www.lectulandia.com - Página 200

Page 201: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 201/298

 Errores.Se estremeció ante aquella palabra.El duque perfecto, aquel que siempre había contemplado con innegable

arrogancia los fallos de todas las personas que le rodeaban, había cometido el peor delos errores.

Y ella nunca se hubiera imaginado que fuera capaz de rechazar a su propia hija. De todos modos, no debería importarme.Al fin y al cabo, no tenía ningún derecho sobre él. Simon estaba prometido a lady

Penelope. ¿Acaso cambiaba algo el hecho de que tuviera una hija ilegítima en mediodel campo?

Todo.Lo supo antes de que la idea acudiera a su mente.No se había esperado eso del Simon que creía conocer. Nunca se hubiera

imaginado que fuera de esa clase de hombres que enviaban al campo a una mujer porhaberse quedado embarazada de su hijo. De esa clase de hombres que no quería queél fuera.

De esa clase de hombres que no quería para sí misma.Ahora lo único que deseaba era encontrarle, zarandearle y decirle unas cuantas

verdades. —¿Dónde está? ¡Quiero hablar con él! —Juliana —dudó Nick—. Hay mucho más que eso. No es tan simple. Es un

duque… y uno muy respetado. Tiene que considerar muchos aspectos. Y una familiaen la que pensar.

Entrecerró los ojos. Quizá al que tenía que empezar a zarandear era a su hermano. —Bien, ¡pues que hubiera pensado en eso antes de enviar a una criatura y a su

madre a Yorkshire!A Isabel se le desencajó la mandíbula. Fue entonces cuando Juliana se percató de

que prácticamente les había gritado esas palabras. Completamente indignada, soltó unresoplido. Si pensaban que iba a disculparse por sentirse ultrajada por el horriblecomportamiento del duque, estaban muy equivocados.

 —Juliana —le advirtió Nick en voz baja y serena. —No intentes hacerme cambiar de opinión, Nick. La ilegitimidad es un tema muy

delicado para mí en estos momentos, puesto que nuestra madre ha puesto en duda lamía propia. No permitiré que… ese hombre imposible se deshaga de su propia sangrecon solo mover un dedo, y que además ni la reconozca. Es inaceptable. Y si vosotrosno sois lo suficientemente valientes para decírselo, lo haré yo.

Se detuvo unos instantes, respirando con dificultad tras su diatriba, y miró a Nick.Los ojos de su hermano estaban llenos de frustración. Tal vez no debería habersugerido que era un cobarde.

www.lectulandia.com - Página 201

Page 202: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 202/298

 —Obviamente no he querido decir que… —Oh, creo que has querido decir exactamente eso, hermana, y tienes suerte de

que sea el gemelo bueno. Si eso es lo que sientes, habla con Leighton. No tengo lamás mínima intención en ser el blanco de tu ira. Lo verás durante la cena.

Aquellas palabras no le sentaron del todo bien, pero estaba demasiado enfadada y

deseosa de enfrentarse a Simon como para detenerse a pensar dos veces lo queacababa de decirle Nick. Habían llegado a los pies de la ancha escalera que conducíaa la casa principal. Se fijó en la enorme puerta de entrada, que estaba abierta, como siestuviera pidiéndole a gritos que entrara.

No estaba dispuesta a esperar ni un segundo más.Ya he tenido suficiente.Cuando por fin dio con Simon, se lo encontró al final de una larga habitación,

mirando por una ventana y de espaldas al umbral de la puerta donde ella se había

detenido. Al ver su silueta, recortada por un cielo azul totalmente despejado, en clarocontraste con la tormenta de emociones que sentía en el corazón, se dio cuenta de quecasi le había perdido.

Entró en la estancia —tomando nota de su enorme complexión y devastadoraapostura— y odió el hecho de que, incluso en ese momento, furiosa como estaba,todavía se sintiera tan atraída por él. Si hubiera podido, habría ido corriendo hacia él,le hubiera abrazado y le hubiera rogado que se convirtiera en el hombre que ellaquería que fuera.

 Pero él no es para ti.No podía olvidarse de aquello.Cruzó lo que parecía ser un salón; tenía tantas ganas de hablar con Simon y

hacerle saber la opinión que le merecía su última decisión ducal, que ni se preocupópor lo que tenía a su alrededor. Se acercó a él desde detrás, y sin ningún tipo depreámbulos le dijo:

 —Creí que eras diferente. —Simon giró solamente la cabeza hacia ella. Susapuestos rasgos quedaron desdibujados por las sombras del atardecer, haciendo que leresultara más fácil decirle lo que pensaba. Esperó unos segundos, pero al ver que élno decía nada, que no iba a refutarle su punto de vista, se dejó llevar por la ira ycontinuó—: Creía que eras un caballero, la clase de hombre que cumple sus promesasy que se preocupa por hacer lo correcto. —Volvió a detenerse para tomar aire—.Cometí un error. Se me olvidó que solo te preocupa una cosa, y no es precisamente elhonor o la justicia, sino la reputación.

Simon se rio amargamente, y ella percibió la nota de auto desprecio que encerróaquel sonido. Con voz entrecortada, siguió:

 —Creí que aunque te reías de mí y me criticabas por vivir la vida con tantapasión, o por ser demasiado imprudente y no preocuparme por mi reputación… Creí

www.lectulandia.com - Página 202

Page 203: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 203/298

que quizá… Que podía que tú…Que eras diferente.Que habías cambiado.Que yo te había cambiado.No pudo decirle nada de eso.

No tenía derecho a decírselo.Simon se giró completamente hacia ella y vio que tenía entre sus brazos a un

bebé.Al fin se dio cuenta del tipo de habitación en el que se encontraban. No era un

salón. Sino un cuarto de niños.Y allí estaba él, sosteniendo a una criatura tan pequeña que cabía perfectamente

en la palma de su mano.Tragó saliva, se acercó un paso más y observó la pequeña y redondeada carita

sonrosada. Toda su ira se evaporó al instante. Ya no quería gritarle. No queríareclamarle nada. Simplemente se sentía… perdida.

En otras circunstancias, en otro momento, muy bien podían haberse encontradoen una habitación similar. Viviendo una situación parecida… pero más alegre.

Ahora ya no miraba al hombre, sino a la niña, y se le quebró la voz al hablar. —Sé lo que se siente al crecer sabiendo que uno de tus padres no te quiere, Simon

 —susurró—. Y también sé lo que es que todo el mundo lo sepa. Es absolutamente…desolador. Desolador cuando tienes cuatro años, cuando tienes diez… o veinte. Sé lo

que es que te ridiculicen o que todos te rechacen.Que tú me rechaces.De repente, sin saber muy bien por qué, lo único que le importaba en ese mundo

era que él aceptara a esa niña. —Tienes que reconocerla, Simon. —Se produjo un largo silencio—. Debes

hacerlo. Aunque se produzca un escándalo. Puedes enfrentarte a ello. No lo dudes.Yo… —No. No había un yo. Ella no significaba nada para él—. Nosotros… Nostendrás a tu lado.

Las lágrimas corrían por sus mejillas, pero no le importó. —Estás aquí por ella, Simon. Has venido a conocerla. Seguro que significa algo

para ti. Seguro que la quieres.Escuchó la súplica en sus palabras, y supo que no solo estaba refiriéndose a esa

niña.Pero de nuevo no volvió a preocuparla. Debería sentirse avergonzada por no

encontrar la fuerza necesaria como para que le importara.Lo único que le preocupaba en ese momento era él. Este hombre que me ha arruinado para los restos.Desde el mismo momento en que lo conoció.

www.lectulandia.com - Página 203

Page 204: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 204/298

 —Simon —murmuró, poniendo un océano de sentimientos en ello.El duque representaba todo lo que siempre había odiado; un aristócrata que había

echado a perder a una confiada muchacha que le había dado una hija a la que quizáno reconociera.

Se odió a sí misma por haberse fijado solo en la fuerza y la perfección de Simon.

Por quererle aunque sabía que debería aborrecerle.Él dio un paso al frente, y Juliana retrocedió porque le daba miedo estar cerca de

él. Porque temía lo que podía llegar a hacer… o permitirle hacer. —Juliana, ¿te gustaría conocer a mi sobrina?Su sobrina. —¿Tu sobrina? —Caroline. —Pronunció su nombre suavemente, destilando una ternura que ella

envidió al instante.

 —Caroline —repitió ella, acercándose a él, al precioso querubín que tenía en susbrazos y cuyo pelo era del mismo tono rubio que el de él.

Su tío.Dejó escapar un largo suspiro. —Eres su tío.Simon esbozó una pequeña sonrisa. —Pensabas que era su padre. —Sí.

 —¿Y no consideraste conveniente confirmarlo antes de hacer tales acusaciones?Sintió un profundo calor en las mejillas. —Debería haberlo hecho.Simon bajó la mirada hacia el bebé que sostenía en sus brazos y a Juliana se le

encogió el corazón al contemplar la imagen tan pintoresca que conformaban. Él, tanenorme, digno y arrogante, y ella tan pequeña que medía poco más que la palma desu gran mano.

 —Caroline —susurró él una vez más, con un respeto reverencial—. Se parecemucho a Georgiana. Es igual que ella cuando nació.

 —Tu hermana.Los ojos de ambos se encontraron. —Sí, Georgiana.En ese momento lo comprendió todo. —Ella es el secreto. Ese que has intentando esconder a toda costa.Simon asintió. —No me quedaba otra opción. Tenía que proteger a mi familia. A ella.Juliana hizo un gesto de aprobación. —¿Cuántos años tiene?

www.lectulandia.com - Página 204

Page 205: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 205/298

 —Diecisiete. Ni siquiera la han presentado en sociedad. —¿Y no está casada? —No tenía que haber hecho esa pregunta.Simon volvió a asentir. Después acarició con un dedo la diminuta mano de

Caroline.

Aquella criatura era la causa de todo… De lo furioso que se ponía cuando Julianase comportaba de forma temeraria… De su insistencia para que no pusiera en peligrosu reputación… De su inminente matrimonio…

A Juliana se le hizo tal nudo en la garganta que le resultó prácticamente imposibletragar.

 —Creí que cuando viniera aquí tendría claro lo que debía hacer. Que sería fácilenviar a mi hermana lejos de aquí. Y también a mi sobrina. —Se quedó petrificadaante la suavidad de su voz y el cariño con el que sostenía a la niña—. Pero entonces

conocí a Caroline.La niña, a pesar de que estaba dormida, apretó con su manita uno de los dedos de

Simon, y este sonrió. Pero entonces su viril rostro reflejó una profunda preocupacióny tristeza —un rostro que casi nunca mostraba emoción alguna—, y suspiró.

Aquel no fue un suspiro cualquiera, sino uno que contenía toda el peso de laresponsabilidad que llevaba sobre los hombros.

A Juliana le escocieron los ojos por las lágrimas contenidas, y parpadeó un par deveces para no derramarlas.

Cuando la sociedad se enterara, el escándalo sería imposible de soportar. ¿Deverdad había creído que podría ocultar algo así para siempre?

Juliana supo que tenía que tratar el tema con sumo cuidado. —¿Enviaste a tu hermana aquí para… mantener en secreto… su estado?Él negó con la cabeza. —No. Fue ella la que huyó de nosotros… de mí. Vino aquí porque pensó que no

la apoyaría. Que no las ayudaría. Y tenía razón.Escuchó la amargura en su voz y vio cómo su boca se contraía en una mueca de

dolor antes de cruzar la habitación y devolver al bebé a la cuna. De donde la había cogido.De pronto Juliana se dio cuenta de la enormidad de aquel momento en el que se

había entrometido; los hombres de la nobleza no entraban en las habitaciones de losniños, ni cogían a los bebés. Pero allí estaba Simon, y había sostenido a esa niña contodo el cariño del mundo.

Clavó la vista en él y vio la incertidumbre en su mirada. Él, que nunca dudaba desí mismo, y de quien tampoco nadie dudaba. En ese instante el corazón le dolió porese hombre.

 —Tu hermana te perdonará.

www.lectulandia.com - Página 205

Page 206: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 206/298

 —¿Cómo lo sabes? —Yo… —¿Cómo no iba hacerlo?—. Simplemente lo sé. Has venido a por ella. A

por ambas. A hacerte cargo de ellas y a cuidarlas. —No me conviertas en un héroe, Juliana. La encontré… Me enteré de su estado,

pero ella no me dijo quién era el padre. Me puse furioso y la dejé aquí. No quise tenernada que ver con ella.

No podía creérselo. No lo haría. —No… —Negó con la cabeza—. No es cierto. Ahora estás aquí.Simon se dio la vuelta y volvió a mirar por la ventana. —¿Pero durante cuánto tiempo? —Se dispuso a acercarse a él, pero Simon volvió

a hablar antes de que llegara a su lado—. He venido solo para decidir cuál será elsiguiente paso a dar. Para que me diga quién es el padre. Para hacer los preparativos

necesarios para ocultar a la niña. Y a mi hermana. ¿Todavía me crees un héroe?Frunció el ceño. —¿Y sigues pensando hacerlo?Se giró hacia ella. —No lo sé. Quizá. Al menos esa era mi intención cuando llegué… Pero ahora…

 —No concluyó la frase.Juliana necesitaba saberlo. —¿Ahora?

 —¡No lo sé! —Las palabras resonaron en la habitación, y ambos se sorprendieronpor la frustración y rabia que contenían. Simon se pasó las manos por el pelo,desesperado—. Ahora el plan que me parecía más lógico, no me resulta tanconvincente. Ahora mi hermana no me habla. Ahora… Ahora, he cogido en brazos aesa maldita niña.

Estaban a escasos centímetros de distancia, y cuando Juliana le miró a los ojospudo ver la angustia que encerraban. Simon se acercó aún más y le acarició la mejillacon los nudillos. Fue un gesto tan tierno que Juliana tuvo que cerrar los ojos ante laemoción que sintió.

 —Y tú lo haces todo más complicado —añadió él.Aquella acusación hizo que abriera los ojos al instante. —¿Qué quieres decir? —Que cuando estás cerca, me olvido de todo lo que tengo que recordar, de todo

lo que debo ser. Y lo único que quiero es esto.Acercó sus labios a los de ella y la besó con ternura, aumentando el dolor que se

había instalado en el corazón de Juliana. Permitió que fuera él el que llevara lasriendas del beso, que fueran sus labios los que marcaran el ritmo. Simon se dejóllevar por la desesperación, aunque no por ello fue menos suave. Le acarició los

www.lectulandia.com - Página 206

Page 207: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 207/298

labios con la lengua y ella los abrió para él, permitiéndole la entrada, entregándosepor completo a aquel contacto.

El beso muy pronto se transformó en una caricia devastadora, que desnudó lossentimientos de ambos, encendiendo su deseo a la par que su pesar. Y aunque ellaodió todas las emociones que despertó en su interior, no pudo resistirse a él.

Ni tampoco quiso hacerlo.Alzó los brazos y deslizó la yema de los dedos por los tersos rizos que Simon

tenía en la nuca. Después, le devolvió el beso, poniendo su alma en ello, con toda lapasión, la emoción y el anhelo que sentía, con la esperanza de que con sus cariciaspudiera convencerle más que con las palabras de que las cosas podían ser diferentes,de que juntos podían cambiarlas.

Pero las cosas cambiaron tomando un rumbo totalmente distinto al deseado.Simon rompió el beso soltando una maldición. Juliana se quedó helada antes de

que él se alejara, y pusiera varios metros de distancia entre ellos; metros que leparecieron kilómetros. Ambos se quedaron parados durante un buen rato, respirandoentrecortadamente.

Y entonces Simon hizo algo que la dejó profundamente consternada. Se limpió laboca con el dorso de la mano, como si quisiera borrar el recuerdo que tenía de ella.

 —Tengo que proteger a mi familia, Juliana. Y haré lo que haga falta parasalvaguardar nuestra reputación. Para proteger a mi hermana. De ellos.

 —Entiendo.

 —No. No lo haces. —Sus hermosos ojos le traicionaron, y Juliana fue incapaz deapartar la mirada de la emoción tan extraña y tentadora que contenían—. No puedes.Esto no puede volver a suceder. Soy el duque. Y tengo que cumplir con misobligaciones.

 —Lo dices como si yo te hubiera pedido que dejaras de cumplirlas.Simon cerró los ojos y tomó una profunda bocanada de aire. —Efectivamente, no lo has hecho. —Cierto —protestó ella. —Y lo sé. Pero haces que quiera olvidarme de ellas. Que lo tire todo por la borda.

Que piense que todo podría ser diferente. Pero… Así son las cosas.Escuchó aquellas palabras sin necesidad de que Simon las pronunciara.En ese momento sintió un enorme deseo de golpearle, de gritarle que sí que

podían ser diferentes. Que él tenía el poder de cambiarlas. Que era duque, y que todoslos que formaban parte de su estúpido mundo le perdonarían casi todo lo que hiciera.Además, ¿a quién le importaba lo que pensara la mayor parte de esos horriblesaristócratas?

Ella ya lo sabía. Se lo había dicho antes, en innumerables ocasiones. Que ellos no

www.lectulandia.com - Página 207

Page 208: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 208/298

significaban nada, que solo eran frías estatuas de mármol sin emociones. —No soy libre para hacer lo que quiera —continuó Simon—. No puedo dar la

espalda al mundo en el que vivimos como si nada. —El mundo en el que tú vives, Simon —le corrigió ella—. Y sí, creo que eres

libre para hacer lo que te venga en gana. No eres un dios, ni un rey, solo eres un

hombre de carne y hueso, como el resto de nosotros. —Sabía que era mejor detenerseen ese momento, pero ya estaba metida de lleno y le resultaba imposible dar marchaatrás—. Todo esto no es por tu hermana, ni por tu sobrina, ni tampoco por hacer lomejor para ellas. Se trata de ti. De tus miedos. Te crees que no eres libre por culpa dela sociedad, pero en realidad eres tú el único que ha forjado la prisión en la que teencuentras.

Simon se puso rígido y sus ojos dejaron de expresar emoción alguna. El frío ydistante duque de Leighton había regresado.

 —No sabes lo que dices.Aunque Juliana se había esperado una reacción como esa, no pudo evitar sentirse

dolida por sus palabras. Se alejó de él y se fue hacia la cuna, donde acarició la suavemejilla del bebé, que seguía durmiendo plácidamente.

 —Hay cosas mucho más poderosas que un escándalo, Simon.Al no recibir respuesta alguna, decidió que era hora de abandonar la habitación.

Pero en cuanto llegó al umbral de la puerta añadió: —Lo único que deseo es que consigas darte cuenta de ello antes de que sea

demasiado tarde para esta niña.Dicho esto, salió de la habitación con la espalda y la cabeza bien altas, dispuesta a

no mostrarle lo mucho que le dolía todo aquello. Pero en el momento en que cerró lapuerta y se apoyó sobre ella, dejó que la verdad la golpeara de forma dura y cruel.

 Le amo.Aquello no cambiaba nada. Él seguía comprometido con otra y continuaba

obsesionado con su reputación. Todavía era el duque del desdén. Algo que haría bienen recordar.

Porque tal vez recordándolo consiguiera amarle menos, ya que era imposibleamarlo más.

Tomó una profunda bocanada de aire y un estrangulado sonido se quedó atascadoen su garganta.

Le habían mentido. Todos aquellos que le habían hablado de las virtudes delamor, de lo sublime, hermoso y valioso que era no le habían dicho la verdad.

No había nada hermoso en ello. Era horrible.Simon estaba librando en su interior una encarnizada lucha interna. Las normas

contra la pasión. La reputación contra lo que realmente quería. Y Juliana sabía conuna claridad escalofriante que era precisamente esa lucha lo que más le gustaba de él.

www.lectulandia.com - Página 208

Page 209: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 209/298

 Pero ahora me duele.Y no se veía con fuerzas para soportarlo.No era capaz de afrontar volver a ser rechazada porque no era lo suficientemente

buena para él.De modo que se puso recta de nuevo e hizo lo único que podía hacer.

Salir corriendo.

www.lectulandia.com - Página 209

Page 210: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 210/298

15

«No hay nada más ofensivo que un sirviente que se tome demasiadas

confianzas.Las damas refinadas jamás toleran los chismes en sus cocinas».

Tratado de las damas más exquisitas

«Por fin el campo ha vuelto a ponerse de moda…».

El Folleto de los Escándalos, noviembre de 1823

A Simon le hubiera encantado dar un puñetazo a la pared del cuarto de niños.

Salió de Londres en dirección a Yorkshire en cuanto le notificaron el nacimientode la hija de Georgiana. Desde ese momento trató de convencerse de que hacía eseviaje por su hermana y sobrina, y para asegurarse de que aquel terrible secretofamiliar siguiera siendo eso: un secreto.

Y aunque era cierto que había venido para eso, también lo había hecho paraalejarse de Juliana.

Debería haber previsto que, una vez que llegara a ese lugar, a esa casa llena demujeres, todo le recordaría a la italiana. Que cuando compartiera un vaso de whisky

con Nick, vería en él los ojos y la risa de su hermana. Que estando tan cerca de sufamilia, no dejaría de pensar en ella ni un minuto.

Pero lo que nunca se hubiera imaginado era que también la tendría presenteestando con su propia familia: cuando su madre se había marchado de su casa, sinapenas despedirse; cuando su hermana se había negado a hablar con él tras su llegadaa Townsend Park; cuando había cogido en brazos a su sobrina, impresionado porquesu liviano peso pudiera parecerle tan pesado. En todos aquellos momentos, habíapensado en Juliana.

La quería a su lado. Necesitaba su fuerza; su capacidad para enfrentarse a susenemigos; su entrega por aquellos que le importaban.

 Por aquellos a los que amaba.Cuando entró en la habitación de niños para defender a Caroline a toda costa, fue

como si la hubiera conjurado con todos aquellos pensamientos. Y sin saber muy bienpor qué, se sintió cómodo por primera vez desde que llegó a Yorkshire.

Se había enfrentado a él con una ferocidad asombrosa, luchando por aquello quecreía justo. Nunca nadie se había encarado a él de esa forma ni le había presionado

tanto.Juliana era todo lo que él no era; emoción, pasión, entusiasmo, deseo… Y no le

preocupaba lo más mínimo su ducado o reputación.

www.lectulandia.com - Página 210

Page 211: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 211/298

Page 212: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 212/298

Sin dejar de mirar a la niña, Georgiana esbozó una pequeña sonrisa. —Hemos tenido unos cuantos meses para acostumbrarnos la una a la otra. Meses en los que yo no he estado. Me he comportado como un auténtico cretino. —He oído que vas a casarte. —En esta casa las noticias vuelan —ironizó él.

 —Esta casa está llena de mujeres. ¿Qué esperabas? —Hizo una pausa—. ¿Debofelicitarte?

 —Lady Penelope será una buena esposa. Tanto su familia como ella tienen unareputación impecable.

 —¿Como solía ser la nuestra? —Y como sigue siéndolo.Alzó la vista y le miró. Aquellos ojos ámbar —tan iguales a los suyos— parecían

ver más de lo que a él le hubiera gustado.

 —Me temo que no por mucho tiempo.No quería hablar de su matrimonio con Penelope. Ni del linaje de sus familias o

sus reputaciones. Quería hablar con su hermana. Que ambos empezaran de cero.Como si eso fuera posible. —Georgiana… —comenzó a decir, pero se detuvo en cuanto su hermana se dio la

vuelta, ignorándole, y cruzó la habitación hasta llegar a una mesa alta donde depositóa Caroline para hacerle arrumacos.

 —Supongo que no querrás quedarte para esta tontería.

Frunció el ceño y se acercó a ellas. —¿Qué tontería? —preguntó curioso. Miró por encima del hombro de su

hermana y tomó nota de sus movimientos. En cuanto se dio cuenta de lo que estabahaciendo se dio la vuelta—. ¡Oh! Sí. Esto… No. —Su formación ducal no habíaincluido jamás el cuidado, o limpieza, de niños—. ¿No hay…? —Se aclaró lagarganta—. ¿Nadie que pueda hacerlo por ti?

No estuvo seguro, pero le pareció que su hermana se reía entre dientes. —Los bebés no vienen con una niñera debajo del brazo, Simon.No le gustó el tono de burla que usó. —Ya lo sé. Por supuesto. Pero tú eres… —Se detuvo. Había una docena de

formas de terminar aquella frase. La hija de un duque… Mi hermana… Una niña que apenas acaba de dejar atrás

la época en la que a ella también tenían que limpiarla. —Soy madre. —Se dio la vuelta para mirarle a la cara. Ahora Caroline estaba

completamente quieta entre sus brazos. Y su hermana, a la que siempre habíaconsiderado frágil, le miraba serena, llena de fuerza y estaba dirigiéndose a él convoz fría—. Da igual lo que fueras a decir. No hay nada más importante que esto. Soysu madre y ella es lo primero. Nada de lo que digas me hará cambiar de opinión.

www.lectulandia.com - Página 212

Page 213: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 213/298

Georgiana ya no era la chica delicada que recordaba, sino Juno, una diosa hecha yderecha, que protegía a su retoño.

 De él.Que debería ser el que se encargara de protegerlas. —No es mi intención que cambies de opinión.

Ella parpadeó. —¿No? —No.Y lo decía completamente en serio.Georgiana dejó escapar un largo suspiro. —¿Dejarás que me quede con Caroline? ¿No harás que me enfrente a ti?Durante los últimos seis meses había creído que lo mejor era enviar al bebé lejos

de allí. Incluso durante su viaje había estado barajando posibles destinos, pues se

negaba a perder la esperanza de que todo volviera a la normalidad.Pero ahora se daba cuenta de lo ridícula que había sido esa idea.Ahora le resultaba imposible soportar el tener que separarse de Caroline.Sé lo que se siente al crecer sabiendo que uno de tus padres no te quiere, Simon.

Había visto la tristeza que despedían los ojos de Juliana al pronunciar aquellaspalabras. En ese momento le hubiera encantado dar una paliza a todos aquellos quehicieron que se sintiera tan desgraciada. Y no quería que su sobrina tuviera queexperimentar nunca un dolor como aquel.

 —Por supuesto que te quedarás con Caroline.El alivio de Georgiana fue palpable. —Gracias, Simon.Se dio la vuelta, incapaz de mirar a su hermana a los ojos. Después del pésimo

trato que le había dado durante esos meses, lo último que se merecía era su gratitud.Más bien se merecía que le odiara y que estuviera furiosa con él. Porque, inclusomientras ella acunaba cariñosamente a su hija, él se dedicaba a pensar en el daño quetodo aquello acarrearía a su familia.

El escándalo estallaría tarde o temprano. Y no les quedaba más remedio quesobrellevarlo de la mejor manera posible. Por su parte, estaba preparado. O lo estaríaen cuanto se casara con lady Penelope.

 —Me casaré dentro de un mes. Eso ayudará a desviar el interés de tu persona.Georgiana soltó una risa exasperante. —Simon, ni siquiera la boda de la reina conseguiría algo así.Ignoró sus palabras y se encaminó hacia la puerta. Quería salir de aquella

habitación, que estaba empezando a resultarle empalagosa. —No tienes que hacerlo, ¿sabes? En ningún lugar está escrito que tengas que

cargar con el peso de nuestra reputación. No tienes que casarte con ella.

www.lectulandia.com - Página 213

Page 214: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 214/298

 Por supuesto que tengo que hacerlo.Era el duque de Leighton; uno de los hombres más poderosos de Inglaterra,

nacido y criado para ostentar uno de los títulos nobiliarios más venerados entre laaristocracia. Se había pasado toda la vida preparándose para ese momento, cuandodebería interponer el honor y el deber sobre todas las cosas.

¿Qué honor hay en lo que le he hecho a Juliana? ¿En los establos? ¿En elarque? ¿En esta misma habitación?

La vergüenza se apoderó de él, haciendo que la temperatura en la estancia subieraunos cuantos grados.

 —Eso está fuera de toda duda. Me casaré con ella.Haría lo que tenía que hacer, costase lo que costase.

Simon se encontró con St. John en el despacho del conde de Reddich.La puerta estaba abierta. Llamó una vez, golpeando fuertemente con los nudillos,

y esperó a que Nick le invitara a entrar con la mano antes de sentarse en la ampliasilla de cuero que había al otro lado del enorme escritorio caoba.

 —Cualquier creería que eres tú el conde por lo cómodo que pareces tras esa mesa.Nick terminó de escribir unas cuantas anotaciones en el libro de contabilidad y

alzó la vista. —Teniendo en cuenta que el conde tiene diez años y que ahora mismo está en el

colegio, no creo que le importe que le mantenga la silla caliente hasta que estépreparado para asumir sus obligaciones. —Se recostó contra el respaldo—. La quemás debería preocuparnos es la dueña de la casa. Se enfada bastante cuando uso suescritorio.

 —¿Y por qué no te haces con uno propio?St. John sonrió de oreja a oreja. —Porque me encanta verla enfadada.Simon fingió no haber oído aquel comentario tan inapropiado.

 —Me gustaría hablar sobre mi hermana. —Excelente. A mí también me gustaría hablar sobre la mía. —Simon se quedó

petrificado ante aquellas palabras. Nick se dio cuenta y entrecerró los ojos—. Isabelcree que hay algo entre vosotros. Y ella siempre tiene razón. Algo que me saca dequicio, si te soy sincero.

 —Pues se equivoca. —¿Sí? No.

 —Sí. —Intentó sonar categórico. Esperaba haberlo conseguido. —Mmm. —Nick se quitó las gafas y las dejó sobre la mesa—. Bien, entonces.

Hablemos ahora de lady Georgiana.

www.lectulandia.com - Página 214

Page 215: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 215/298

El alivio que sintió al ver que cambiaba de tema se transformó en irritación. —Me alegra comprobar que por lo menos alguien en esta casa recuerda cuál es la

posición de mi hermana.Nick enarcó las cejas. —Si yo fuera tú, Leighton, iría con más cuidado.

Simon maldijo por lo bajo y apretó los puños. —Inténtalo de nuevo —dijo Nick.Posiblemente, Nicholas St. John fuera su amigo más antiguo, si es que tenía

alguno. Los dos, junto con Ralston, habían compartido clases y promoción en Eton. YSimon, joven y poseedor de un título de tan alta alcurnia, había dedicado muchashoras a recordar a los gemelos —y al resto de la clase— que la reputación de loschicos de Ralston House era más que cuestionable. Un día, presionó demasiado albueno de Nick y terminó con la nariz rota. A partir de ahí se hicieron amigos.

Sin embargo, esa amistad fue menguando una vez que salieron del colegio. Simonse convirtió en el duque de Leighton, el cabeza de familia y uno de los hombres máspoderosos de Inglaterra, y Nick dejó el continente y desapareció en Oriente cuando laguerra estalló. Simon se dedicó a sufragar las actividades de su amigo, pero no hizonada más por acercarse a él. Incluso dejó de apoyarle cuando Juliana llegó a Londres.

Sin embargo, cuando Georgiana se presentó en Townsend Park embarazada y sinprácticamente nada, primero Isabel, y después Nick, la acogieron con los brazosabiertos y la protegieron como si fuera de su propia familia. Y él lo único que hizo

fue ir a por ellos, amenazándolos con destruir aquella casa, sus nombres e incluso susvidas. Nick no dio su brazo a torcer y continuó protegiendo a Georgiana a toda costa.

Se comportó como un amigo.Quizá el único que tenía.Simon le debía a St. John mucho más de lo que podría pagarle en toda su vida.Y ahora voy a pedirle un favor más. —Quiere seguir aquí. Con la niña.Nick se inclinó hacia delante. —¿Y tú qué quieres?¿Que qué es lo que quiero?Quería que todo volviera a ser como antes. Que Georgiana estuviera a salvo en su

cama de la propiedad que poseían en el campo, preparándose para su presentación ensociedad y las vacaciones navideñas. Quería liberarse del peso que había estadosoportando desde que había heredado el ducado… o incluso desde antes.

Y quiero a Juliana.Se detuvo unos segundos ante aquel último pensamiento y susurró su nombre

mentalmente.Pero lo único que consiguió fue sentir una enorme frustración.

www.lectulandia.com - Página 215

Page 216: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 216/298

 No puedo tenerla.Ni ahora, ni nunca.Así que se limitó a hablar de lo que podía tener. —Quiero que Georgiana esté a salvo. Y la niña, Caroline. Quiero que ambas estén

a salvo.

Nick hizo un gesto de asentimiento. —Aquí están a salvo. —Dime cuánto necesitáis.Nick agitó una mano en el aire. —No, Leighton. Ya nos has dado suficiente en los últimos seis meses. Más de lo

necesario. —Más de lo que esperabais. —Bueno, tienes que admitir que después de lo furioso que te fuiste cuando

descubriste el estado de tu hermana, lo que menos esperábamos es que terminarasconvirtiéndote en benefactor de Minerva House.

Solo lo he hecho porque me sentía culpable.A Georgiana le había aterrorizado contarle la verdad sobre la situación en la que

se encontraba; que estaba embarazada y que quería que la identidad del padre de lacriatura permaneciera en el anonimato. Había llorado y prácticamente le había rogadoque la perdonara. Que la protegiera.

Y él se había marchado, encolerizado y visiblemente alterado.

Había regresado a Londres preocupado solo por una cosa: proteger su reputacióna toda costa.

Y a la pobre Georgiana, el único miembro de su familia que siempre había sentidocomo tal, la había tratado más como un inconveniente que como a una hermana.

Por eso había hecho lo único que podía hacer.Enviar dinero.Una buena cantidad de dinero. —Son mi responsabilidad y seguiré encargándome de ellas.Nick le miró durante un buen rato y Simon le sostuvo la mirada. Su amigo no

podía negarle aquello; la única forma que tenía de rectificar sus errores.Nick volvió a asentir. —Haz lo que creas necesario. —¿Me harás saber si necesitan cualquier cosa? —Por supuesto. —Eres un buen amigo, St. John. —Era la primera vez en su vida que decía

aquellas palabras. A Nick… A cualquiera. La primera vez que entendía que laamistad era algo más que una copa en el club o un combate de esgrima. Se sorprendióante aquel sentimiento.

www.lectulandia.com - Página 216

Page 217: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 217/298

Nick abrió los ojos, asombrado por la declaración. —Tú harías lo mismo.La cruda verdad golpeó a Simon en lo profundo de su ser.¿Lo haría? Sí. Ahora, sí . Pero no estaba muy seguro de cuál hubiera sido la

respuesta si se lo hubieran preguntado hacía unos meses.

¿Qué es lo que ha cambiado?Estaba claro. Pero no podía admitirlo. Ni a sí mismo, ni mucho menos a Nick. —Y ahora que hemos resuelto el tema de tu hermana —comentó St. John,

alcanzando una botella de brandy y llenando dos copas—, ¿qué te parece siretomamos el tema de Juliana?

 No. Ya la tengo demasiado presente en mis pensamientos como para hablar deella.

Simon tomó el vaso que Nick le ofreció e intentó no mostrar sus sentimientos.

 —No hay mucho que decir.St. John bebió un trago y se detuvo unos segundos para saborear el líquido,

dándole así un momento para que se replanteara las cosas. —Vamos, Leighton. Te olvidas de con quién estás hablando. ¿Por qué no pruebas

a decirme la verdad esta vez? Sé que mi hermano se peleó contigo. Sé que mihermana se puso hecha una furia cuando creyó que estabas aquí por tu hijo. ¿Deverdad quieres que saque mis propias conclusiones?

 No pueden ser peores que la verdad.

Simon se quedó callado.Nick se sujetó las solapas de su chaleco azul marino con ambas manos y se

recostó de nuevo en el asiento. Era el vivo retrato de la serenidad. Y le odió por eso. —Está bien —continuó Nick—. Te diré lo que pienso. Creo que estás bastante

molesto con la situación de tu hermana. Creo que le has propuesto matrimonio a ladyPenelope porque piensas que casándote con ella conseguirás contrarrestar elescándalo que ha provocado Georgiana; lo que no deja de ser un disparate. Creo quevas a casarte por la razón equivocada. Y creo que es mi hermana la que estádemostrándote todo esto.

A Simon le entraron unas ganas locas de estampar el puño en la cara de su amigo,que respondió a ese fugaz momento de furia con una risa sardónica.

 —Puedes pegarme, viejo amigo, pero eso no hará que las cosas sean más fáciles.O que mis palabras sean menos ciertas.

Se imaginó que debería sentirse impresionado por la sagacidad de Nick, perocuando lo pensó detenidamente cambió de opinión. ¿En serio era tan difícil descubrirla verdad del asunto?

Había estado revoloteando como un imbécil alrededor de ella. Juliana le habíaconvertido en un idiota.

www.lectulandia.com - Página 217

Page 218: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 218/298

Le había convertido en algo más. Ha hecho que me duela. Y que desee cosas que no debería desear.Y mucho más.No podía dejar que sus pensamientos siguieran ese rumbo. No debo.Nick no necesitaba enterarse de aquello.

Así que miró a su amigo en silencio, y ambos permanecieron callados, sentados ysin moverse lo que le pareció una eternidad, hasta que Nick decidió romper el hielo ycon una leve sonrisa le dijo:

 —¿Te das cuenta de que no podrás evitarlo?Simon fingió quitarse una invisible pelusa de la chaqueta. Quería aparentar que

estaba terriblemente aburrido, que no le importaba el tema a pesar de que su mente ycorazón iban a mil por hora.

 —¿Evitar qué?

 —Evitar lo que ella te hace sentir. —¿Y quién ha dicho que me haga sentir algo más que una profunda

exasperación?Nick se echó a reír. —El hecho de que sepas precisamente a quién estoy refiriéndome es de por sí

bastante esclarecedor. Y terminarás descubriendo que, en esta familia, laexasperación es precursora de sentimientos mucho más peligrosos.

 —Ya he descubierto muchas cosas sobre esta familia —contraatacó, esperando

que la altanería adquirida durante todos esos años le sirviera para enmascarar lo queverdaderamente sentía.

 —Puedes jugar a ser el duque del desdén todo lo que quieras, Leighton. Pero esono cambia nada. —Nick depositó la copa sobre la mesa y se puso de pie. Después fuehacia la puerta, aunque antes de abrirla añadió—: Supongo que es demasiado pedirque te mantengas alejado de ella, ¿no?

Sí .La idea de estar separado de Juliana le resultaba inconcebible.Aun así, era lo que debía hacer.Que estúpido era. Que tonto. —En absoluto. Mentiroso.Nick soltó un sonoro resoplido. —¿No me crees?No debería creerle. Es más, lo que Nicholas St. John debería hacer sería

expulsarle inmediatamente de esa casa; por el bien de su hermana. Por el mío propio. —No, Leighton. No te creo. Ni lo más mínimo. —Nick abrió la puerta.

www.lectulandia.com - Página 218

Page 219: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 219/298

 —Si crees que soy un riesgo para ella, para su reputación, ¿por qué permites quesiga aquí?

Nick se dio la vuelta para mirarle directamente a la cara, y Simon percibió unaemoción extraña en los ojos del otro hombre; unos ojos azules demasiado similares alos de su hermana.

 Lástima. —No eres ningún riesgo para Juliana. —Nick no sabía cómo se consumía de

deseo cuando estaba cerca de ella. Permaneció en silencio mientras su amigocontinuaba—: Eres demasiado prudente, Leighton. Demasiado cauteloso. Juliana noforma parte de tu perfecta e impoluta vida. A mi hermana la persigue el escándaloallá por donde va, al igual que al resto de la familia. No es que a nosotros nos importemucho, pero eso es precisamente lo que evitará que le pongas un dedo encima.

Simon quiso llevarle la contraria. Gritarle lo absolutamente irresponsables que

eran sus palabras. Su propia hermana, que ahora vivía bajo ese mismo techo, era laprueba viviente de lo que sucedía cuando los hombres perdían el control. Cuandocometían errores. Pero Nick no le dio la oportunidad de decírselo.

 —Déjala que sea feliz, Simon. Puede que tú no quieras serlo, pero ella se lomerece. Y puede conseguir unas buenas nupcias.

Con otro.Simon se vio invadido por un odio visceral. —Lo dices como si ya hubiera alguien dispuesto a hacer la oferta.

No era su intención decirlo con tanto desdén. Pero Nick no se dio cuenta y le mirócon un brillo de furia en los ojos.

 —Debería darte la paliza que tan desesperadamente pareces estar pidiendo.¿Crees que porque nunca arriesgarías tu preciosa reputación por estar con alguiencomo Juliana, no hay otros que estén deseando tener una oportunidad con ella?

Por supuesto que los había. Ella era inteligente y encantadora, y de mente ágil, eincreíblemente bella.

Pero antes de que pudiera admitirlo, Nick abandonó la habitación, cerrando lapuerta con cuidado y dejando a Simon solo y sumido en sus propios pensamientos.

Juliana no quería quedarse sola con la única compañía de sus pensamientos, asíque buscó consuelo en el lugar más concurrido de Townsend Park.

Las cocinas.Las cocinas de Minerva House eran precisamente como se imaginaba que tenían

que ser unas cocinas; ruidosas y llenas de gente, risas y aromas de lo más variado.

Eran el corazón de una casa que se había convertido en un auténtico hogar para todaslas mujeres que allí vivían. En definitiva, las cocinas de Minerva House no teníannada que ver con las cocinas del resto de las casas de la alta y refinada sociedad

www.lectulandia.com - Página 219

Page 220: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 220/298

Page 221: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 221/298

 —¡Es un invitado! —Gwen lanzó un trapo en dirección a la mujer que habíasoltado el comentario. Después sonrió de oreja a oreja y añadió—: Aunque he dereconocer que yo también lo he pensado.

 —Por favor, decidme que no estáis hablando de quien creo que estáis hablando.Juliana levantó la cabeza al instante. Las mujeres volvieron a reír e hicieron sitio

a la recién llegada.Lady Georgiana.Tenía que tratarse de ella. Se parecía muchísimo a su hermano. Ambos tenían el

pelo rubio y los ojos del mismo tono ámbar. Pero ella no era ni por asomo tan grandecomo él. Todo lo contrario; era pequeña y encantadora, como una muñeca deporcelana, con la sonrosada y delicada belleza de una mujer que acababa de dar a luz.No aparentaba tener diecisiete años. De hecho parecía mucho mayor. Más sabia.

 —Si crees que estamos hablando del guapo de tu hermano, tienes razón —dijo

Gwen divertida—. ¿Te sientes con ganas de pelar manzanas?Gwen no esperó a que le respondiera y colocó una cesta de brillantes manzanas

rojas frente a la hermana de Simon. La joven no emitió protesta alguna, sino quecogió un pequeño cuchillo y se puso a trabajar. Juliana no pudo evitar sentirsesorprendida al ver a la hermana de un duque pelando felizmente manzanas en lascocinas de Minerva House, pero se abstuvo de hacer comentario alguno.

 —De modo que mi hermano es guapo, ¿no? —comentó Georgiana, alzando lavista y mirándola directamente a los ojos con una sonrisa en los labios.

Juliana volvió a su trabajo con la rapidez de un rayo. Amasar, golpear, amasar, golpear. —Tienes que admitir que es muy buen mozo —contestó otra. Echar harina, amasar, golpear, amasar, golpear. —Ya tiene a demasiadas mujeres en Londres postradas a sus pies como para que

vosotras lo recibáis deshaciéndoos en suspiros.Juliana fingió no prestar atención a la conversación e intentó no pensar en él con

otras mujeres. Con Penelope. Más harina. Amasar. Golpear. —¡Qué va! De todos modos los hombres como el duque son demasiado fríos — 

intervino de nuevo la mujer alta—. Fijaos si no en lo que hizo, envió a Georgiana y aCaroline lejos de su casa para evitar el escándalo.

 —Bueno, no nos envió lejos exactamente.La mujer alta ondeó una mano, contrariada. —No me importa lo que hizo. El hecho es que estás aquí en vez de con él. Con

eso me basta. Me gustan los hombres con corazón. —El duque tiene corazón. —Cuando notó que todo el mundo se quedaba en

silencio, se dio cuenta de que había dicho aquello en voz alta.

www.lectulandia.com - Página 221

Page 222: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 222/298

 —Lo tiene, ¿verdad? —Completamente ruborizada, alzó la mirada y se encontrócon los ojos de Georgiana, que la miraban llenos de curiosidad—. Lo siento, no noshan presentado.

 —Es la hermana de lord Nicholas —se apresuró a decir Gwen. —La señorita Fiori, ¿no?

Juliana volvió a alzar la vista y, con las manos todavía en la masa, contestó: —Juliana.Georgiana asintió. —¿Y qué es lo que sabe sobre el corazón de mi hermano, Juliana? —Yo… Yo solo quería decir que me imagino que tiene corazón, como cualquier

persona… —Al ver que todo el mundo seguía en silencio, volvió a la masa—. No sé. Amasar, golpear, amasar. —Lo ha dicho como si lo supiera de primera mano.

 —No. —Intentó resultar lo más categórica posible. —Juliana —preguntó Georgiana de una forma mordaz que le resultaba demasiado

familiar—, ¿le… gusta mi hermano?No debería. Él representaba todo lo que no le gustaba. Todo lo que detestaba de

Inglaterra, de la aristocracia y de los hombres.Excepto las partes de él que encarnaban todo lo que adoraba de ellos.Pero sus defectos superaban con creces sus virtudes.¿No se ha encargado él mismo de demostrármelo unas cuantas veces?

Golpeó la masa y se dispuso a extenderla sobre la mesa. —A su hermano no le gusto.Hubo otro largo silencio antes de que volviera a alzar la vista y se encontrara con

Georgiana, que la miraba con una sonrisa en los labios. —Creo que eso no es lo que le he preguntado. —¡No! —explotó—. Ese hombre no tiene nada que pueda gustarme. —Georgiana

abrió la boca, sorprendida—. Lo único que le preocupa es su preciado ducado. — Recogió la masa en una bola, con violencia—. Y su preciosa reputación. —Golpeó lamasa enérgicamente, disfrutando de la sensación de sus dedos al presionar la blandatextura. Volvió a extenderla sobre la mesa y repitió los pasos una vez más antes dedarse cuenta de que acababa de insultar al hermano de la dama—. Y también usted,por supuesto, milady.

 —Pero es muy guapo —intervino Gwen, tratando de dar de nuevo un toquefrívolo a la conversación.

A Juliana, sin embargo, no le hizo gracia. —No me importa lo grande o guapo que pueda ser. Y no, no me gusta.Todas las mujeres alrededor de la mesa se quedaron mudas de asombro. Juliana se

sopló un mechón de pelo que le impedía ver bien y se frotó la mejilla con una mano

www.lectulandia.com - Página 222

Page 223: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 223/298

llena de harina. —Por supuesto que no te gusta —afirmó Georgiana con sumo cuidado.Hubo un sonoro murmullo de acuerdo a su alrededor y Juliana se dio cuenta en

ese momento de lo ridícula que les debía de haber parecido con su actuación. —Lo siento.

 —Tonterías. Mi hermano es demasiado difícil como para que le guste a alguien.No hace falta que nadie me lo diga para saberlo —dijo Georgiana.

Gwen le quitó la masa de las manos y volvió a depositarla en el cuenco. —Creo que ya está perfectamente amasada. Muchas gracias. —De nada. —Supo que su voz había sonado un poco molesta, pero no le importó. —Además, tampoco es tan guapo —sentenció la mujer alta. —Los he visto más guapos —comentó otra. —Pero mucho más —apostilló Gwen, dándole a Juliana una galleta recién

horneada, aún caliente.Le dio un mordisco a uno de los extremos, asombrada de que aquel grupo de

mujeres a las que no conocía hubieran ignorado su comportamiento anterior yhubieran regresado a sus quehaceres como si tal cosa.

Se había comportado como una estúpida.Aquel pensamiento hizo que se pusiera de pie como un resorte. Empujó hacia

atrás el taburete con tanta fuerza que estuvo a punto de tirarlo. —No debería… No quise decir que…

Solo uno de aquellos dos comienzos era cierto.Soltó una maldición en italiano en voz baja y las mujeres se miraron las unas a las

otras en busca de una traductora. Pero no encontraron ninguna. —Tengo que irme —dijo a modo de despedida. —Juliana —intentó detenerla Georgiana—. Por favor, quédate —le rogó.Juliana se quedó inmóvil en la puerta, de espaldas a las presentes, y sintió una

tremenda pena por toda aquella persona que se hubiera sentido alguna vez como ellalo hacía en ese preciso instante; una mezcla de culpa, tristeza y frustración, queestaba dándole náuseas y unas ganas horrorosas de meterse corriendo en la cama y nosalir de allí nunca.

 —Lo siento —volvió a disculparse—. No puedo quedarme.Abrió la puerta y salió disparada hacia las escaleras. Lo único que quería era

llegar cuanto antes a la escalera central y a su habitación. Sí, seguro que así seencontraría mejor.

Aceleró el paso, deseosa de escapar de la vergüenza que parecía perseguirla desdeque había abandonado apresuradamente las cocinas.

 —¡Juliana!Una vergüenza que por lo visto había adoptado la forma de Georgiana.

www.lectulandia.com - Página 223

Page 224: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 224/298

Se giró para encontrarse frente a la menuda mujer. En ese momento le hubieraencantado poder hacer que desaparecieran los últimos minutos, la última hora, elviaje entero a Yorkshire.

 —Por favor.Georgiana sonrió, mostrando un fugaz hoyuelo en la mejilla.

 —¿Te gustaría dar un paseo conmigo? Los jardines son bastante agradables. —Yo… —Por favor. Me han aconsejado salir a tomar el aire todas las veces que pueda

después del parto. Y prefiero ir acompañada.Ante una petición así, era imposible negarse.Salieron al exterior a través de un salita de estar situada a un lado del pasillo. Tras

traspasar una modesta puerta y bajar unos pocos escalones, fueron a parar al jardínque había en uno de los laterales de la mansión.

Caminaron en silencio durante unos minutos por las perfectamente organizadashileras de plantas, hasta que a Juliana le fue imposible aguantar más.

 —Siento lo que dije en las cocinas. —¿Qué parte? —Creo que todo. No era mi intención criticar a tu hermano.Georgiana esbozó una sonrisa mientras acariciaba con los dedos un ramito de

romero y se los llevaba a la nariz para aspirar su aroma. —¡Qué lástima! Me gustaba que estuvieras dispuesta a criticarle. Muy pocos se

atreven a hacerlo.Juliana abrió la boca, pero la cerró al instante, sin saber muy bien qué decir. —Supongo que es porque tampoco hace mucho para merecérselo —dijo

finalmente.La hermana de Simon la miró a los ojos. —¿Y tú?Le resultaba mucho más fácil decir la verdad que lo que pensaba que era la

respuesta más apropiada. De modo que, soltando una medio sonrisilla demenosprecio, dirigida solo a sí misma, contestó:

 —No del todo. —Bueno, Simon es un poco exasperante, ¿verdad?Juliana abrió los ojos sorprendida y asintió. —Muchísimo.Georgiana sonrió de oreja a oreja. —Creo que me gustas. —Me alegro. —Caminaron otro rato—. Todavía no te he felicitado. Ya sabes, por

el nacimiento de tu hija. —Caroline. Gracias. —Hizo una larga pausa—. Me imagino que ya sabes que soy

www.lectulandia.com - Página 224

Page 225: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 225/298

la culpable de que un terrible escándalo esté a punto de estallar.Ahora fue Juliana la que sonrió. —Entonces estamos destinadas a ser amigas, porque muchos piensan que yo soy

la culpable de un terrible escándalo que ya ha estallado. —¿En serio?

Juliana asintió con la cabeza, arrancó un poco de tomillo de un arbusto cercano ytambién se lo llevó a la nariz.

 —Sí. Se trata de mi madre. Seguro que la conoces. Es una leyenda. —He oído hablar de ella. —Pues la semana pasada regresó a Londres.Esta vez fue Georgiana la que abrió los ojos consternada. —No. —Sí. Tu hermano estaba presente. —Se deshizo del tomillo, tirándolo al suelo—.

Todo el mundo piensa que estoy hecha de la misma ropa que ella. —Georgiana ladeóla cabeza del mismo modo que hacían todos cuando no conseguían entenderla deltodo. Así que intentó explicarse mejor—. Que soy como ella.

 —Ah. Que estáis cortadas por el mismo patrón.Eso era. —Sí. —¿Y lo estáis? —Tu hermano piensa que sí.

 —Eso no es lo que te he preguntado.Juliana se quedó pensativa. Nadie le había preguntado jamás si era como su

madre. Nadie se había preocupado de hacerlo. La sociedad y sus chismorreos lahabían condenado de inmediato, basándose únicamente en el parentesco que las unía,mientras que Gabriel, Nick y el resto de su familia simplemente habían rechazado laidea porque no veían ninguna similitud entre ambas.

Pero allí estaba Georgiana, parada frente a ella en medio de aquel caminoserpenteante que recorría el jardín y preguntándole algo que nadie le habíapreguntando antes.

De nuevo Juliana se decidió por decir la verdad. —Espero que no.Una respuesta que fue más que suficiente para Georgiana.De pronto el camino se dividió en dos, y Georgiana la cogió del brazo y la llevó

de regreso a la casa. —No te preocupes, Juliana. Cuando lo mío salga a la luz, todo el mundo se

olvidará de ti y de tu madre. Los ángeles caídos son la mejor carnaza para loscotilleos.

 —Pero eres la hija de un duque —protestó Juliana—. Simon va a casarse para

www.lectulandia.com - Página 225

Page 226: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 226/298

protegerte.La joven negó con la cabeza. —Estoy completa y absolutamente arruinada. De forma irremediable. Puede que

mi hermano consiga proteger nuestra reputación, que acalle los rumores durante untiempo, pero créeme, nunca desaparecerán.

 —Lo siento —dijo Juliana, porque no podía pensar otra cosa.Georgiana le apretó la mano y sonrió. —Yo también lo sentí durante un tiempo. Pero ahora estoy aquí, hasta que Nick e

Isabella quieran que me quede, y Caroline es una niña sana. Sinceramente, ahora metrae sin cuidado.

 Me trae sin cuidado. Desde que llegó a Inglaterra, todas aquellas veces en que lasociedad le había dirigido miradas o palabras cargadas de desdén, a Juliana le habíaimportado. Incluso cuando había intentado por todos los medios hacer ver que no le

afectaban o se mofaba de ellos por ser tan arrogantes, le había importado.Como le había importado lo que Simon pensara de ella.O que nunca se haya creído que soy lo suficientemente buena para él.Aun cuando sabía que era verdad.En ese momento envidió a la mujer tan fuerte y llena de vida que tenía frente a sí,

y que afrontaba su incierto futuro con tanta confianza. —Puede que lo que voy a decir ahora no sea de lo más apropiado —se sinceró

Juliana—, pero creo que son unos soberanos memos al rechazarte de esa forma. Los

salones de baile de Londres se verían enormemente beneficiados contando con unamujer con una fuerza como la tuya.

Los ojos de Georgiana brillaron llenos de ironía. —No es apropiado, cierto. Pero ambas sabemos que los salones de baile apenas

soportan a las mujeres con un poco de carácter ¿Qué harían con dos como nosotras?Juliana se echó a reír. —Cuando decidas regresar, milady, juntas haremos estallar un buen escándalo.

Mi familia siente un especial apego por los hijos de dudosa paternidad, ya verás… — Se fue callando a medida que se dio cuenta de que estaba yendo demasiado lejos—.Lo siento. No quería decir que…

 —Tonterías —dijo Georgiana, haciendo un gesto con la mano para quitarleimportancia—. La paternidad de Caroline está más que cuestionada. —Sonrióabiertamente—. Y me alegra mucho saber que por lo menos seré bien recibida en unode los salones de la ciudad.

 —Puedo preguntarte…Georgiana la miró con admiración. —No eres amiga de las convenciones, ¿verdad, señorita Fiori? —Juliana desvió la

mirada, desilusionada—. Es una vieja historia, aburrida y de lo más común. Creí que

www.lectulandia.com - Página 226

Page 227: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 227/298

me amaba, y puede que fuera cierto. Pero a veces el amor no es suficiente; más vecesque menos, creo. —No había tristeza en su voz, ni arrepentimiento. Juliana seencontró con los ojos ámbar de Georgiana y vio una brutal honestidad en ellos,además de una claridad de mente impropia de su edad.

 A veces el amor no es suficiente.

Mientras caminaban en silencio de regreso a la casa, aquellas palabras no dejaronde resonar en su mente.

Unas palabras que haría muy bien en no olvidar.

www.lectulandia.com - Página 227

Page 228: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 228/298

16

«Las relaciones que duran toda la vida comienzan con suavidad y temeridad.

 Las damas delicadas nunca hablan abiertamente con los caballeros».

Tratado de las damas más exquisitas

«Guy no es el único que tendrá un temperamento ardiente este otoño…».

El Folleto de los Escándalos, noviembre de 1823

Dunscroft se caracterizaba por ser un pueblo de lo más tranquilo; la idílica vida

campestre solo se veía interrumpida por la pérdida de algún que otro buey o cuandoalgún carruaje se descontrolaba calle abajo, pero tal y como sucedía con la mayoríade las pequeñas poblaciones del país, en aquel pueblo había muy pocas cosas dignasde mención.

Excepto la Noche de las Hogueras.Por lo que parecía a primera vista, esa noche todos los habitantes de Dunscroft

habían salido a participar de la fiesta. Acababa de ponerse el sol y habían engalanadoel pueblo para la ocasión y encendido farolillos por todo el perímetro de la pradera,

bañando los puestos ambulantes con una acogedora luz dorada.En cuanto Juliana se bajó del carruaje se vio abordada por los olores y sonidos de

aquel ambiente festivo. Había cientos de personas en el césped, todos disfrutando deuna u otra parte de la feria; los niños, con máscaras de papel, correteaban entre laspiernas de sus mayores antes de pararse en algún espectáculo titiritero o ante chicassonrientes con fuentes de manzanas caramelizadas. Había incluso un enorme cerdoasándose varios metros más allá.

Juliana se quedó observando a un grupo de adolescentes que, con muecas y

bailes, intentaban hacer que una estatua viviente abandonara su rígida pose. Suspayasadas consiguieron arrancarle una carcajada y se dejó llevar por aquellamaravillosa sensación.

 —¿Lo ves? —dijo Isabel a su lado—. Te dije que no tenías que preocuparte. —Todavía no estoy muy segura —replicó Juliana con una sonrisa en los labios—.

Aún no he visto la hoguera de la que hablabais.En el centro de la plaza del pueblo había una enorme pira de madera coronada por

un muñeco de paja con aspecto apesadumbrado. La cabeza del monigote colgaba

peligrosamente hacia un lado, dando la sensación de que bastaría un simple soplo deaire para desmembrarla en vez de las llamas del fuego. Un grupo de niños corríaalrededor de la aún no encendida hoguera, cantando y bailando, y un bebé regordete

www.lectulandia.com - Página 228

Page 229: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 229/298

estaba sentado a un lado cubierto de caramelo pegajoso de la cabeza a los pies.Juliana se volvió hacia su cuñada y le sonrió. —Ahora que estoy delante, no parece tan aterradora. —Espera a que los niños hayan comido dulces hasta hartarse y todo el mundo

intente que no se acerquen mucho a la hoguera para protegerlos. Entonces sabrás lo

que es el miedo. —Isabel buscó con la mirada entre la multitud—. La mayoría de laschicas deberían estar por aquí. Excepto por Nick y Leighton, la casa se quedó vacíacuando nos marchamos.

En cuanto escuchó el nombre de Simon se puso tensa. Llevaba todo el díapensando en él; incluso se había pasado gran parte de la mañana buscando cualquierexcusa para ir de habitación en habitación, aprovechando la menor oportunidad paraentrar en el cuarto de niños o en el despacho de su hermano.

Pero parecía que se lo había tragado la tierra.

Debería alegrarse porque él hubiera decidido guardar las distancias. Además, nodebería tentar al destino. Al fin y al cabo, Simon ya había elegido y solo era cuestiónde tiempo que volviera a Londres y se casara con otra.

Con alguien a quien tenía en muy alta estima.Con alguien que no desmerecería su nombre y posición.Y ella, en vez de intentar olvidarse de él con todas sus fuerzas, ahí estaba, parada

en medio de un gentío de ingleses a los que no conocía, llevando uno de los vestidosque más le favorecían y deseando que él estuviera allí.

Preguntándose por qué no estaba allí. A pesar de que sabía que él nunca seríasuyo.

Si uno se detenía a pensarlo, el campo debería hacer que todo pareciera más fácil.Allí estabas protegido del resto del mundo, de los escándalos, de madres hacía tiempoperdidas e hijos ilegítimos. De los matrimonios por conveniencia, de bailestraicioneros, y de susurros y chismorreos malintencionados.

Aun así, seguía pensando en él y en el futuro que los guardaba. Un futuro quesería muy distinto para él y para ella.

Tengo que irme.No podía quedarse. No mientras Simon estuviera allí.Isabel olisqueó el aire. —Ohh… ¿No hueles a tarta de manzana?Aquella simple pregunta hizo que se quedara pensativa unos instantes. Estaban en

un festival; todo Yorkshire estaba de celebración. No podía dejar que el futuro learruinara el presente. Ya se preocuparía por todo eso al día siguiente.

 —¿Compramos una? —preguntó a su cuñada con una sonrisa traviesa.Caminaron entre los puestos en busca de aquel de donde provenía ese olor. —Te lo advierto, una vez que empiece es muy posible que no pare hasta que yo

www.lectulandia.com - Página 229

Page 230: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 230/298

misma me haya convertido en una manzana andante.Juliana se echó a reír. —Correré el riesgo.Por fin dieron con el puesto en cuestión y compraron sus ansiadas tartas, antes de

que una mujer joven detuviera a Isabel para hablar con ella sobre los uniformes de los

sirvientes de Townsend Park. Juliana decidió echar un vistazo a los puestos cercanospara hacer tiempo a que su cuñada terminara con la conversación. La pradera empezóa oscurecerse, hasta que lo único que iluminó la zona fueron las velas que losaldeanos sostenían en las manos en el centro del pueblo mientras hablaban los unoscon los otros y esperaban, presumiblemente, a que se encendiera la hoguera.

Parecía que todo el pueblo estaba centrado en ese único momento de celebración.El aire olía a otoño, las hojas de los árboles que había en la pradera caían al compásde la brisa… Nadie estaba preocupado, nadie se sentía solo… ni triste.

Estaban en el campo, donde se suponía que la vida era más sencilla.Juliana había ido allí precisamente en busca de eso. De noches de hogueras, de

niños bailando y de tartas de manzana. Y aunque solo fuera durante esa noche, estabadecidida a tenerlo.

 No dejaría que él la detuviera.Se paró frente a un puesto lleno de hierbas secas y flores. La vendedora, que

estaba entretenida atando un pequeño saquito, alzó los ojos y la miró. —¿Qué es lo que desea, milady?

 —¿Lo que deseo?La mujer se levantó del taburete en el que estaba sentada y se detuvo delante de la

mesa en la que Juliana estaba parada. —¿Hijos? ¿Dinero? ¿Felicidad?Juliana sonrió. —¿Las plantas pueden darme todo eso? —¿Acaso lo duda? —Sí —contestó sin perder la sonrisa.La mujer se la quedó mirando detenidamente durante un largo rato. —Ya veo lo que quiere. —¿Ah sí?Quiero una noche sin complicaciones. —Amor —pronunció la vendedora. Demasiado complicado. —¿Qué pasa con el amor? —Esto es lo que necesita. —Las manos de la mujer volaron entre la colección de

hierbas y flores más rápido de lo que hubiera creído que era posible. Cogió una pizcade lavanda, un ramito de romero, tomillo y cilantro, y varias cosas más que no supo

www.lectulandia.com - Página 230

Page 231: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 231/298

identificar. Las colocó todas en un saquito de arpillera y lo ató con un cordel al quehizo un nudo que ni el mismísimo Odiseo podría deshacer. Una vez que huboterminado, se lo dio a Juliana—. Duerma con esto debajo de la almohada.

Juliana se quedó mirando el saquito. —¿Y después qué?

La mujer esbozó una sonrisa tan enorme que Juliana casi pudo contar los dientesque le faltaban.

 —Pues que vendrá. —¿Quién vendrá? —Sabía que estaba siendo deliberadamente obstinada.Pero a la mujer no pareció importarle. —Su amor. —Extendió la mano, con la palma hacia arriba—. Y toda esta magia

solo le ha costado medio penique, milady.Juliana enarcó una ceja.

 —Tengo que admitir que es toda una ganga para tratarse de… magia.Metió el saquito en su retículo y sacó una moneda. —Funcionará —insistió la mujer. —Oh, sí, seguro. —Intentó no parecer demasiado irónica.Pero entonces se dio la vuelta y se quedó completamente paralizada.Allí mismo, apoyado contra uno de los postes del puesto, estaba Simon, con los

brazos cruzados y lo menos parecido a un duque que el duque de Leighton debíaparecer.

Aunque seguía siendo extraordinariamente ducal.Iba vestido de manera informal, con unos pantalones de montar de ante, botas

altas marrones, una camisa de lino blanca y un sobretodo verde. El nudo en supañuelo de cuello no era nada sofisticado, y la chaqueta parecía bastante modesta. Envez de sombrero se había puesto una gorra, y aunque llevaba guantes, no ibanacompañados del bastón que se requería cuando se paseaba por la ciudad.

Aquel era el Simon de campo.Un Simon al que podría amar locamente.Después ya renunciaría a él. Y su reputación, decoro, responsabilidad y todo

aquello que le gustaba de él.Pero esa noche estaban en el campo. Y todo era más sencillo.Tal vez pueda convencerle.La idea hizo que volviera a moverse… en dirección a él.Simon se enderezó. —¿Estás comprando pociones mágicas? —Sí. —Divisó por encima del hombro a la mujer del puesto, que le regaló una

sonrisa de oreja a oreja. —¿Ve como funciona, milady?

www.lectulandia.com - Página 231

Page 232: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 232/298

Juliana no pudo evitar devolverle la sonrisa. —Ya lo creo. Gracias. —¿Qué es lo que te ha vendido? —preguntó Simon, incómodo.Juliana le miró durante unos segundos. Ahora o nunca.

 —¿Y si te digo que me ha vendido una noche?Simon frunció el ceño. —¿Una noche para qué?Se encogió de hombros. —Una noche sencilla. Sin complicaciones. Llena de paz.El duque esbozó una medio sonrisa. —Entonces te diría que en vez de una noche compremos toda una vida.En ese momento le vino a la mente la conversación que mantuvieron sobre lo

perfecto que era el linaje de los Leighton, la reputación que tanto protegía y el honorque tanto valoraba. Recordó el orgullo con que lo había dicho, la granresponsabilidad que conllevaba.

Pero ¿cómo sería soportar una carga como aquella?Seguro que lo suficientemente difícil como para que te tentara la promesa de la

libertad, aunque solo fuera durante una noche.Juliana negó con la cabeza. —No tenemos toda una vida. Solo una noche. Esta noche.

Simon la miró detenidamente y ella deseó con todas sus fuerzas que aceptara suoferta. Esa noche, en aquel pueblo de la campiña inglesa, sin chismorreos niescándalos. Solo una hoguera, una feria y unas horas de tranquilidad.

Puede que siguiente, la semana entrante, el mes próximo, fueran horribles. Seguroque lo serían.

Pero Juliana ahora tenía el presente. Ese momento.Con él.Lo único que tenía que hacer era no dejarlo escapar. —Me ha dado suficiente para los dos, Simon —susurró—. ¿Por qué no vivimos

esta noche? Por favor.Sabía que estaba a punto de contestar. Se preguntó si volvería a alejarla de él; de

hecho eso era lo que debería hacer. Cuando vio cómo su fuerte mandíbula se tensaba,preparándose para hablar, el corazón empezó a latirle desbocado.

Pero antes de que Simon pudiera pronunciar una sola palabra, las campanas delotro extremo de la plaza empezaron a repiquetear en una explosión de sonido. Abriólos ojos perpleja, al tiempo que todo el mundo a su alrededor empezó a gritaralegremente.

www.lectulandia.com - Página 232

Page 233: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 233/298

 —¿Qué sucede? —preguntó ella.Durante unos segundos Simon la miró como si no hubiera escuchado su pregunta.

Pero inmediatamente después se recompuso y le ofreció el brazo. —La hoguera. Está a punto de empezar.¿Por qué no vivimos esta noche?

Las palabras resonaron en la cabeza de Simon mientras contemplaba como ardíala enorme pira.

Una noche.Unas horas que solo les pertenecerían a ellos, juntos, allí en el campo. Sin

responsabilidades ni preocupaciones… Solo la Noche de las Hogueras y nada más.¿Y si quiero más?No podía tenerlo.Solo una noche. Solo una noche.

Juliana había vuelto a plantearle un desafío.Pero en esta ocasión tenía miedo de no sobrevivir si aceptaba.Se giró levemente para mirarla. Estaba de lado, contemplando la hoguera con

regocijo. Su oscuro pelo relucía a la luz de las llamas; una profusión de rojos ynaranjas vibrantes que lo hacían parecer magnífico, al igual que su piel, que tambiénrelucía por el calor del fuego y el entusiasmo que se notaba que sentía al contemplarla fiesta.

Juliana debió de percibir su mirada, porque se giró hacia él. Cuando sus ojos se

encontraron, Simon se quedó sin aliento.Era bellísima.Sí, quería aquella noche. Quería todo lo que pudiera conseguir de ella.Se inclinó, acercó los labios a su oído, luchando contra la necesidad de besarla en

aquel punto que olía tan a ella, y le susurró: —Me gustaría compartir la poción.Juliana se apartó un poco y él vio cómo sus ojos azules se oscurecían ante sus

palabras. —¿Estás seguro?Simon asintió.Los labios femeninos se curvaron en una amplia sonrisa de bienvenida, plena y

libre de trabas, y Simon se sintió desfallecer. —¿Y ahora qué? —quiso saber Juliana.Excelente pregunta. La gente empezó a alejarse de la hoguera, regresando al resto

de las diversiones que ofrecía la feria. Simon le ofreció su brazo. —¿Te gustaría dar un paseo conmigo?Juliana consideró la oferta durante unos instantes. Simon comprendía su

vacilación y el temor que vio en sus ojos.

www.lectulandia.com - Página 233

Page 234: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 234/298

 —Solo una noche —le repitió ella.Cada fibra de su ser quería gritar que no sería suficiente.Pero tendría que bastarle.Y ahora no podía permitirse el lujo de pensar en lo que le traería el día siguiente.Asintió con la cabeza, mostrándose de acuerdo.

 —Una noche.En cuanto dijo aquello, Juliana se agarró de su brazo y se alejaron de la hoguera.

A medida que iban caminando en silencio la luz fue disminuyendo, no así el calor,que se volvió aún más intenso.

 —Lo confieso —comentó ella señalando hacia la pira en llamas—. Me sientohonrada. No me imaginaba que hacíais todo esto por los católicos.

Una brisa de aire fresco recorrió la plaza, haciendo que Juliana se acercara más aél. En ese momento a Simon le costó un triunfo resistirse a la necesidad de pasar un

brazo alrededor de sus hombros. —En realidad es solo por un católico —le explicó—. Guy Fawkes. Un hombre

que estuvo a punto de asesinar al rey y volar por los aires el parlamento. La Noche delas Hogueras conmemora precisamente el fracaso de aquella conspiración.

Juliana se volvió hacia él, interesada por la historia. —Entonces, ¿el muñeco que está encima de la hoguera representa al tal… Guy?

 —Él asintió, y Juliana se giró para tocar un rollo de tela que había en uno de lospuestos—. Pues no parece muy peligroso.

Simon se echó a reír.Juliana le miró por encima del hombro. —Me encanta escuchar tu risa, excelencia.A él se le atragantó el título. —Nada de excelencias esta noche. Si va a ser una noche sin complicaciones y sin

responsabilidades, no quiero ser duque. —No sabía de dónde habían salido aquellaspalabras, pero sí que encerraban una verdad innegable.

Ella inclinó la cabeza en su dirección. —Me parece una petición razonable. Y dime, ¿quién serás esta noche?No se lo pensó dos veces. Hizo una breve inclinación a modo de presentación y la

escuchó reír; un sonido que fue como música celestial para sus oídos. —Soy Simon Pearson. Sin títulos. Solo el hombre. Por una noche puedo imaginarme que basta con ser solo un hombre. —¿Esperas que la gente se crea que eres un simple caballero?Si esto es un juego, ¿por qué no puedo poner mis propias reglas? —¿La pócima es mágica o no?Juliana sonrió suavemente y volvió a agarrarle del brazo. —Puede que sí que lo sea después de todo.

www.lectulandia.com - Página 234

Page 235: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 235/298

Continuaron caminando en silencio. Cuando pasaron por un carro de dulces y unpuesto de empanadas de cerdo y pollo, le preguntó:

 —¿Tienes hambre? —Al ver que ella asentía, compró algo de comida y unaredoma de vino y le dijo—. Al señor Pearson le encantaría compartir con usted unpicnic improvisado.

Juliana le regaló una amplia sonrisa. —Bueno, no me gustaría decepcionarle. No en la Noche de las Hogueras.Se dirigieron hacia una zona más apartada de la pradera, donde se sentaron en un

banco bajo y observaron desfilar delante de ellos a varios lugareños que disfrutabande la fiesta. Un grupo de niños pasó corriendo a su lado, dejando un sendero de risasinfantiles tras de sí.

Juliana soltó un suave y encantador suspiro que reverberó en su interior. —Estas noches eran mis favoritas cuando era niña —dijo, con la cadencia

melodiosa de su acento italiano—. En las ferias no hacía falta seguir las normas deetiqueta a rajatabla.

Simon se la imaginó de niña, demasiado alta para su edad, con las rodillas suciasy una masa de rizos revueltos por el aire, y sonrió ante la imagen. Se inclinó haciaella y le dijo en italiano.

 —Me hubiera gustado conocerte en esa época. Haber visto a la joven Juliana ensu salsa.

Juliana se echó a reír, disfrutando de que él estuviera usando su lengua nativa y de

la privacidad que eso les proporcionaba. —La joven Juliana te hubiera dejado con la boca abierta. Siempre iba sucia, todos

los días llegaba a casa con un nuevo descubrimiento y no dejaba de meterme enproblemas por gritar en el patio, robar galletas de la cocina o causar cualquier otrodesastre.

Simon enarcó una ceja. —¿Y crees que eso debería sorprenderme?Juliana sonrió y agachó la cabeza. —Supongo que no. —Y cuando te hiciste mayor, ¿qué? ¿Rompiste muchos corazones en las noches

de feria? —No debería haber preguntado algo así. No era apropiado.Pero esa noche no había reglas preestablecidas. Esa noche todo era sencillo. Esa

noche todas las preguntas estaban permitidas.Juliana alzó la cabeza hacia el cielo y soltó una risueña risotada. El gesto hizo que

su esbelto cuello se iluminara por las llamas de la hoguera que prendía a lo lejos, y éltuvo que luchar con todas sus fuerzas contra el deseo de besar su piel y transformaresa risa en un suspiro de placer.

Cuando volvió a mirarle, sus ojos azules brillaban traviesos.

www.lectulandia.com - Página 235

Page 236: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 236/298

 —Vaya —comentó, estirando las piernas—. Veo que no iba muy malencaminado.

 —Hubo un chico —dijo ella—. Vincenzo.Simon sintió una extraña sensación. Una mezcla de curiosidad, celos e intriga. —Cuéntame la historia.

 —Cada año en Verona, en el mes de abril, celebramos la fiesta de San Zenón. Ledamos la misma importancia que a la Navidad y la ciudad se prepara durantesemanas. Un año… —Se fue callando, como si dudara si debía continuar o no.

Él jamás había querido escuchar una historia tanto como aquella, así que decidióazuzarla.

 —Ahora no puedes parar. ¿Cuántos años tenías? —Diecisiete.Diecisiete. Tan joven y bella como ahora.

 —¿Y Vincenzo?Juliana se encogió de hombros. —No mucho mayor. ¿Dieciocho, quizá?Simon se acordó de sí mismo a esa edad y de las cosas que quería hacer con las

mujeres.Que quería seguir haciendo. Con ella.Y le entraron unas ganas enormes de hacer daño a ese desconocido chico italiano. —A todos los jóvenes nos ponían a ayudar con los preparativos para la fiesta, y

yo estuve llevando comida a la iglesia toda la mañana. Cada vez que llegaba con unnuevo plato, Vincenzo estaba allí, dispuesto a echarme una mano.

 Me lo imagino, pensó Simon mientras ella continuaba. —Estuve casi una hora más… unos cuatro o cinco viajes de casa a la iglesia más

o menos. Había dejado la bandeja más grande para el final, un enorme plato depasteles. Salí de casa con las manos ocupadas y tomé un atajo, atravesando unestrecho callejón que conducía a la iglesia. Y allí, solo, apoyado contra la pared,estaba Vincenzo.

La imagen de un desgarbado y moreno italiano mirándola con ojos cargados dedeseo cruzó por su mente. Apretó los puños a los costados.

 —Creí que estaba allí para ayudarme con la bandeja. —Me imagino que no. —Su voz había bajado una octava.Ella negó con la cabeza y soltó una risilla. —No. No lo estaba. Extendió las manos hacia la bandeja, y cuando fui a dársela

me robó un beso.Odiaba a ese chico. Lo quería muerto. —Espero que le dieras una buena patada en la inguine.Juliana abrió los ojos perpleja.

www.lectulandia.com - Página 236

Page 237: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 237/298

 —¡Señor Pearson! —bromeó, pasando de nuevo al inglés—. ¡Qué duro es usted! —Por lo que me has contado, se lo merecía. —Baste decir que supe manejar la situación.Se sintió gratamente complacido. Buena chica. Debería haberse imaginado que

sabría cuidar de sí misma. Aunque deseó haber sido él el encargado de poner al

italiano en su lugar. —¿Qué le hiciste? —Lamentablemente, a partir de ese día Vincenzo tiene fama de besar como un

perro baboso.Simon se rio con todas sus ganas. —Bien hecho.Juliana le devolvió la sonrisa. —¿Sabes?, las mujeres no somos tan desvalidas como os creéis.

 —Nunca he creído que fueras desvalida. Todo lo contrario, desde el principiosupe que eras una gladiadora —dijo, ofreciéndole un poco de vino.

 —¿Un gladiatore? Me gusta —comentó alegre antes de beber. —Sí, eso me imaginaba. —La observó beber, y cuando vio que bajaba la redoma,

añadió—: Lo confieso, me alegra mucho que no supiera besar.Ella le sonrió y él se quedó absorto contemplando cómo deslizaba la punta de la

lengua sobre su labio inferior para limpiarse los restos de vino. —No tienes que preocuparte. No tenía nada que hacer a tu lado.

Pronunció aquellas palabras sin pensarlo… hasta que se dio cuenta de laimplicación que tenían. El aire entre ellos se volvió más espeso y Juliana agachó lacabeza completamente ruborizada.

 —No quise decir… —Pero lo has dicho —bromeó él. Su voz era grave y estaba cargada de la

necesidad que en ese momento le atenazaba; un intenso deseo de abrazarla ydemostrarle que tenía razón—. Y no permitiré que te retractes.

Ella alzó la vista y le miró a través de sus largas y negras pestañas. Simon volvióa quedarse noqueado ante su belleza. Un hombre podría pasarse toda la vidamirándola sin cansarse.

 —No me retracto.Aquellas palabras le aceleraron el pulso. Cómo le hubiera gustado estar en

cualquier otro sitio en vez de en aquella pradera atestada de gente, donde tenían a St.John y a la mitad de Yorkshire a escasos metros de ellos.

Se puso de pie, porque sabía que si no lo hacía no sería responsable de sus actos.Le ofreció una mano a Juliana y tiró de ella hasta incorporarla todo lo alta que era.Inhaló su particular fragancia femenina; una extraña y exótica mezcla a grosellasrojas y albahaca. Juliana alzó el rostro hacia él, y pudo percibir la emoción con que lo

www.lectulandia.com - Página 237

Page 238: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 238/298

miró gracias al resplandor naranja de la hoguera que iluminó sus preciosos ojos. Enese momento supo que si tomaba sus labios allí mismo, en aquel lugar tan público, yenfrente de todo el mundo, ella no haría nada para impedírselo.

La tentación era demasiado grande, y durante un fugaz instante se preguntó quépasaría si se dejaba llevar por ella, si marcaba a Juliana como suya en medio de

aquella pradera.Sabía que si aquello sucedía todo cambiaría en cuestión de segundos. El honor

exigiría que ambos se casaran y el escándalo de Georgiana pasaría a un segundo lugarpor el que provocaría él mismo al abandonar a la hija de un doble marqués y contraermatrimonio con la descendiente de un comerciante italiano, de dudosa legitimidad.

Pero tendría a Juliana.Y eso, ahora mismo, casi le parecía suficiente.Podía hacerlo; su boca estaba a escasos centímetros de la de ella, tan suave y

tentadora. Lo único que tenía que hacer era estrechar la distancia entre ellos y hacerlasuya.

Observó cómo Juliana se lamía con la punta de la lengua el labio inferior y se vioposeído por un descarnado deseo.

 —¿Seguimos caminando un poco más? —preguntó Juliana despreocupada.Estaba claro que la joven no podía notar el hambre, la voraz necesidad que tenía

de ella y que le estaba carcomiendo las entrañas.Se tomó unos segundos para aclararse la garganta, con la esperanza de poder

poner en orden también su cabeza. —Por supuesto —contestó.Juliana se puso en marcha y él la siguió como el desesperado cachorro en que se

había convertido. Cuando vio que regresaban a los puestos ambulantes se sintióextremadamente agradecido; se controlaba mucho mejor cuando estaban cerca deotras personas, cuando estaban en movimiento, cuando no podía sentir el calor de ellapor todo su cuerpo.

De pronto Juliana levantó la nariz y aspiró profundamente el aire nocturno paradespués dejarlo salir en una prolongada espiración.

 —Creo que me gusta el campo —comentó ella.Le sorprendió aquella declaración; ella tenía demasiada energía, demasiada vida

para un lugar tan tranquilo como aquel. —¿Lo prefieres a Londres?Juliana sonrió y él pudo percibir un atisbo de disgusto en el gesto. —Creo que el campo es el que me prefiere a mí. —Creía que tu lugar estaba en Londres.Ella negó con la cabeza. —Ya no. Al menos lo que queda de año. Creo que me quedaré aquí, en Yorkshire.

www.lectulandia.com - Página 238

Page 239: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 239/298

Me gustan las mujeres de Minerva House. Además a Lucrezia le encanta galopar porel páramo y yo estoy más que dispuesta a dar por finalizada la temporada.

Detestaba la idea de dejarla en el campo. De regresar a Londres —a su sobria yaburrida vida— sin su entusiasmo. Juliana perdería su vitalidad en medio de tantapradera y ovejas. Ella estaba hecha para galopar entre la niebla matinal de Hyde Park

y bailar en los salones de la alta sociedad envuelta en satén y seda.Con él.La imagen de ella agarrada a su brazo, rodeados por miembros de la aristocracia,

le dejó sin aliento. Imposible.Juliana se detuvo frente a un puesto de sombreros y acarició con el dedo el encaje

verde de uno de ellos. Simon contempló como aquella delicada uña recorría el ala yse preguntó cómo sería sentir aquel dedo en su cuello… sus hombros… deslizándose

por su torso…Se puso duro al instante y agradeció enormemente la falta de luz. Sin embargo, no

apartó la mirada, pues seguía fascinado por la forma en la que ella estaba acariciandoaquel sombrero. Cuando finalmente se le hizo insoportable seguir observándola sinque a su mente acudieran imágenes de lo más sugerentes, sacó un puñado de monedasdel bolsillo y le dijo al vendedor:

 —Me gustaría comprar ese sombrero para la dama.Juliana abrió los ojos sorprendida.

 —No puedes.Pero el hombre ya había cogido las monedas. —¿Le gustaría llevárselo puesto, milady?La joven le ignoró y taladró con la mirada a Simon. —No puedes comprarme ropa.Él se limitó a coger el sombrero del lugar en el que estaba y le lanzó una moneda

extra al vendedor. Después se lo ofreció a Juliana y le dijo: —Creía que estábamos bajo los efectos de la pócima.Ella se quedó mirando el sombrero durante un buen rato, y él llegó a pensar que

no lo aceptaría. Pero en cuanto vio que claudicaba soltó el aire que ni siquiera sabíaque había contenido.

 —Además —continuó con tono alegre—. Prometí comprarte uno para reemplazarel que perdiste.

El recuerdo acudió presto a su mente y no pudo evitar evocar la sensación de ella,aún temblorosa y muerta de frío por el involuntario chapuzón, entre sus brazos.Deseó no haberse acordado de aquello.

 —Si la memoria no me falla, señor Pearson… —Juliana vaciló y jugueteó con elsombrero. A Simon le encantó escuchar de su boca el nombre que usaría esa noche—,

www.lectulandia.com - Página 239

Page 240: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 240/298

ofreció comprarme una docena.Simon fingió ponerse mortalmente serio y asintió con la cabeza. Se giró hacia el

vendedor y preguntó: —¿Tiene once más como este? ¿En otros colores, quizá?Los ojos del hombre se abrieron como platos. Juliana soltó una carcajada y le

agarró del brazo, alejándole del puesto, mientras le ofrecía una cálida sonrisa alhombre.

 —El caballero no estaba hablando en serio. Discúlpenos.El vendedor los miró, divertido. —Es la Noche de las Hogueras, milady. Eso de quemar a Guy nos vuelve a todos

un poco locos.Cuando se alejaron, Simon no pudo evitar intervenir. —Yo hubiera dicho que nos vuelve un poco más graciosos.

 —Tanto monta, monta tanto. Los hombres sois así —dijo ella secamente.Ahora fue él el que se rio.Continuaron andando unos cuantos metros más hasta que ella aminoró la marcha

le miró de reojo y volvió a centrar la atención en el sombrero que llevaba en la mano. —Gracias. —Ha sido un placer.Y era cierto. Quería comprarle cientos de sombreros. Y capas, y vestidos, y

caballos, y sillas de montar, y pianofortes… y lo que quisiera. Cualquier cosa que la

hiciera feliz.De modo que cuando la escuchó musitar un «lo siento» y percibió la tristeza en su

voz, no le gustó en absoluto.Frenó en seco y esperó a que ella se girara para mirarle. —¿Por qué lo sientes?Juliana encogió un hombro. Dios, estaba empezando a adorar esos encogimientos. —Por todo. Por ser tan exasperante. Por desafiarte, por provocarte, por mandarte

notas inapropiadas, por hacerte enfadar, por frustrarte y por hacer que todo esto seamás… difícil. —Cuando ella alzó la mirada pudo ver la honestidad y contrición quereflejaban sus enormes ojos azules. Después negó con la cabeza y continuó—: No losabía, Simon… No sabía que tenías una razón tan poderosa para que te preocuparantanto la reputación y el decoro. Si lo hubiera sabido… —Se detuvo un instante acontemplar la hoguera que todavía ardía a lo lejos, como si mirarle a él fuerademasiado doloroso. Y estuvo así unos segundos más hasta que soltó un suspiro—. Silo hubiera sabido, nunca te hubiera retado. Nunca hubiera llevado las cosas tan lejos.

Lo dijo tan bajo y de una forma tan suave, que si el aire hubiera sido un poco másfuerte habría podido llevarse sus palabras sin que él las escuchara.

 —Lo siento —volvió a repetir.

www.lectulandia.com - Página 240

Page 241: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 241/298

Habían llegado al otro extremo de la pradera, donde terminaba la fila de puestos.Simon no se lo pensó dos veces y la alejó aún más, internándolos de lleno en laoscuridad entre un pequeño bosque que allí había.

 —Creí que habíamos acordado pasar una noche sin complicaciones —dijo en laintimidad de aquel nuevo espacio en el que se encontraban.

Los árboles cubrían sus figuras completamente, no dejando pasar ni la luz ni lossonidos provenientes de la feria, haciendo que pareciera que estaban en medio de unsueño.

Como si en realidad hubieran tomado una auténtica pócima mágica.Como si aquella noche fuera diferente.Sintió, más que vio, cómo ella movía la cabeza a modo de negación. —Pero no es verdad, ¿no? Tú sigues siendo un duque. Y yo… Bueno, yo sigo

siendo quien soy.

 —No, Juliana —susurró acercándose a ella. Levantó una mano para cogerle labarbilla y alzarle el rostro en dirección a él—. No esta noche.

Deseó poder ver su cara. —Sí, incluso esta noche. Ninguna magia puede cambiar lo que somos, Simon.

Las circunstancias nos han hecho como somos. —Su voz cargada de emoción leenvolvió por completo, haciendo que le doliera el corazón—. Solo quiero quesepas… Solo quiero que sepas que lo entiendo. Y que si pudiera volver a atrás, a lanoche en que te lancé el desafío, no volvería a hacerlo.

 Pero yo sí que querría que volvieras a hacerlo. —¡Ojalá me hubiera subido a otro carruaje! —continuó ella.La idea de esa alternativa, de que otro hombre se la hubiera encontrado en el

suelo de su carruaje, hizo que sufriera unos celos irracionales. Ella es mía.Aquel ataque de posesividad le resultó de lo más inquietante, así que la soltó para

recuperar el control.Juliana malinterpretó ese gesto y dio un paso atrás, poniendo cierta distancia entre

ellos. Simon notó la pérdida más de lo que le hubiera gustado. —Hoy hace dos semanas, ¿lo sabías?No había pensado en la apuesta desde hacía días. Por lo menos desde que llegó a

Yorkshire. Hizo un rápido cálculo mental. —Sí, esta noche hace dos semanas.Y has cumplido tu promesa de mostrarme lo que es la pasión.No lo dijo en voz alta. No tuvo oportunidad de hacerlo. —Y no he conseguido ponerte de rodillas.No, había conseguido algo peor. Se sentía como si le hubieran arrancado el

corazón del pecho.

www.lectulandia.com - Página 241

Page 242: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 242/298

 —En algún punto del camino mi plan se fue a pique —dijo. Otra vez volvía ahablar tan bajo que apenas pudo escucharla—, porque en vez de enseñarte que lapasión lo es todo, he descubierto que la pasión no es nada si no hay amor.

¿Qué quería decir?¿Es posible que…?

Alargó la mano hacia ella. Le rozó los brazos con los dedos, pero Julianaretrocedió de nuevo, adentrándose más en la oscuridad.

 —¿Qué estás diciendo?La escuchó reír. Una estridente risa forzada, y quiso desesperadamente poder

verle la cara. —¿Juliana? —Apenas podía distinguir su silueta por la falta de luz. —¿Acaso no lo ves, Simon? —Notó el temblor en su voz y se odió por eso—. Te

amo.

Hasta que no la oyó decir esas palabras, con aquel acento tan hermoso y musical,no se dio cuenta de lo mucho que había querido que le dijera aquello.  Me ama. Elpensamiento le atravesó, causándole placer y dolor al mismo tiempo, y lo único quesupo fue que se moriría si no la tenía entre sus brazos.

Aunque quería más que un abrazo.No sabía lo que vendría después, pero sí que era solo el principio. Me ama.Con el nombre de ella en los labios, se acercó hasta Juliana, seguro de que en ese

instante —esa noche— ella era suya.La tomó entre sus brazos. —No. Déjame. —Se resistió ella. —Dilo otra vez —le rogó. Nunca había querido algo con tantas ansias como

aquello. No tenía derecho. Pero lo quería de todos modos. —No. —Escuchó el arrepentimiento en su voz—. Ni siquiera debería habértelo

dicho la primera vez.Simon sonrió. No pudo evitarlo. —Mujer obstinada. —La atrajo contra sí. Con una mano siguió la delicada curva

de su garganta y le sostuvo el rostro—. Dilo de nuevo. —No.La besó, tomando sus labios sin misericordia. Juliana se derritió al instante y él

gimió al probar su sabor, una mezcla de vino y especias. Sin embargo, se detuvoantes de perder el control por completo.

 —Dilo otra vez.Juliana resopló contrariada. —Te amo.No le importó que sonara mortificada. Aquellas palabras habían encendido en su

www.lectulandia.com - Página 242

Page 243: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 243/298

interior una llama difícil de apagar. —Con sentimiento, sirena.Juliana dudó, y él creyó que volvería a alejarse de él. Pero finalmente cedió, y se

dejó llevar por el momento. Puso sus delicadas manos sobre sus hombros y ascendióhasta acariciarle la nuca y enredar los dedos en sus rizos de esa forma que a él le

enardecía tanto. Solo unos milímetros separaban sus bocas y cuando habló lo hizocon un tono bajo, suave y perfecto.

 — Ti amo.Y mientras hacía esa declaración en su lengua nativa, él supo que era verdad. Que

le amaba. Aquello le llegó a lo más hondo. En ese momento, le hubiera dado lo quequisiera… cualquier cosa con tal de que no dejara de amarle nunca.

 —Bésame otra vez —susurró ella.No hacía falta que se lo pidiera; sus labios ya estaban sobre los de ella.

Se dedicó a poseer su boca una y otra vez, buscando el ángulo perfecto,acomodándola contra él, fundiéndose con ella con besos prolongados y lentos con losque estuvo a punto de perder la cordura. Se besaron como si tuvieran una eternidad,lánguidamente, y ella le siguió el juego en todo momento, siendo suave cuando él loera y respondiendo con la misma pasión que él.

 Es perfecta. En realidad ambos encajaban a las mil maravillas. —Juliana —dijo él. Apenas reconoció su propia voz entre beso y beso—. Dios,

eres bellísima.

Ella se rio. Un sonido que le tocó de lleno en el pecho. —Está oscuro. No puedes verme.Le acarició el cuerpo con las manos, un cuerpo con generosas curvas en los sitios

adecuados. Ahuecó las palmas sobre sus nalgas y presionó la ingle contra ella hastaque ambos jadearon al unísono.

 —Pero puedo sentirte —susurró contra sus labios.Volvió a besarla y sus lenguas se enredaron desesperadas durante unos minutos

más.Cuando ella se echó hacia atrás y se mordió el labio inferior, se vio invadido por

una nueva oleada de lujuria. Con un gruñido, puso una mano sobre uno de susgenerosos pechos y le pellizcó juguetonamente el pezón a través de la tela de suvestido. Juliana gimió.

Esa era la llamada de su sirena, aquella que le rogaba que la desnudara y lacubriera con su boca y su cuerpo.

Quería tumbarla sobre la hierba de aquel pequeño pedazo de cielo que habíanencontrado y hacerle el amor hasta que ninguno de los dos recordara su nombre.

No. Estamos en un lugar público.

www.lectulandia.com - Página 243

Page 244: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 244/298

Tenía que detenerse.Juliana se merece algo mejor.Tenían que parar. Antes de que la arruine sin remisión.Terminó el beso y se separó de ella.

 —Espera. —A ambos les costaba respirar, y los pequeños jadeos de ella soloconsiguieron que la deseara aún más. A pesar de que su cuerpo le pedía a gritos queno lo hiciera, dejó de abrazarla y retrocedió un paso—. Tenemos que parar.

 —¿Por qué? —La simple e inocente pregunta estuvo a punto de hacerle cambiarde opinión. Se merecía una medalla por mostrar tal autocontrol.

 Dios, cómo la deseo.Iba a ser imposible estar cerca de ella sin comprometer seriamente su reputación.¿Comprometer su reputación?

Si alguien los descubría no solo se vería comprometida, la condenaría al másabsoluto de los ostracismos.

 —Simon… —le llamó, y él aborreció la calma con que lo dijo—. Esto es todo loque tenemos. Una noche.

Una noche.Hacía una hora, cuando se habían estado riendo, bromeando y pretendiendo ser

otras personas, todo le había parecido muy sencillo.Pero ahora, allí, con ella en medio de la oscuridad, no quería ser otra persona.

Quería ser él mismo. Y también quería que ella fuera quien era. Y quería que esobastara. Que fuera suficiente.

Pero no lo era. Ni tampoco lo es una noche.No podía volver a estar cerca de ella. No sin tomar lo que quería. No sin

arruinarla.Y no la arruinaría.Dando las gracias porque el lugar estuviera tan oscuro, con lo que podía evitar

que ella viera la verdad en sus ojos —que, con una sola palabra, conseguiría tenerlede rodillas a sus pies— dijo lo único que podía decir para terminar con aquello.

 —La noche ha terminado.Ella se quedó helada y él se odió a sí mismo.Pero se odió aún más cuando vio que Juliana se daba la vuelta y salía corriendo.

www.lectulandia.com - Página 244

Page 245: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 245/298

17

«Las fiestas en las casas de campo están repletas de tentaciones. Las damas

refinadas siempre echan el cerrojo a sus puertas».

Tratado de las damas más exquisitas

«La culpa de que haya tan pocos compromisos rotos esta temporada la tiene

una epidemia de matrimonios por amor…».

El Folleto de los Escándalos, noviembre de 1823

Unas cuantas horas después, todos los que vivían bajo el techo de Townsend Parkdormían… excepto Juliana, que no dejaba de pasear de un lado a otro dentro de sudormitorio, furiosa.

Furiosa consigo misma por haberle confesado sus sentimientos a Simon.Y furiosa con él por haberla rechazado, por haberla alejado.Habían estado bromeando sobre pócimas mágicas y una noche sin

complicaciones, y antes de que se diera cuenta estaba entre sus brazos, diciéndole quele amaba. Había sido maravilloso… hasta que él decidió volver a guardar las

distancias.Qué idiota había sido al confesarle su amor. A pesar de que era verdad.Se detuvo a los pies de la cama y cerró los ojos, mortificada.¿En qué estaba pensando para hacer algo así?Estaba claro que el problema era precisamente ese, que no había pensado.O quizá creía que podía cambiar las cosas.Se sentó sobre el colchón y soltó un suspiro. Después se cubrió la cara con ambas

manos, dejándose llevar por la humillación que sentía; una humillación que muy

pronto se convirtió en tristeza. Le amo.Sabía que no podía tenerle. Que Simon no podía dar la espalda a su familia, a su

título y a su prometida, pero tal vez, en algún rincón oscuro de su alma, había tenidola esperanza de que al decir aquellas palabras pudieran viajar a algún mundo secretoen el que el amor fuera suficiente.

Suficiente como para vencer todos los prejuicios del decoro y la reputación.Suficiente para él.

Por eso lo había dicho. En voz alta. Y cuando las palabras todavía resonaban entreaquel pequeño grupo de árboles, deseó habérselas tragado. Porque ahora que le habíaconfesado su amor, las cosas se complicaban más.

www.lectulandia.com - Página 245

Page 246: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 246/298

Porque diciéndolas en voz alta se volvían mucho más reales. Le amo.Antes de esa noche, se había enamorado del correcto, arrogante e inflexible

duque, con su inclinación a hacer siempre lo debido y su fría y serena fachada. Y lehabía encantado tentarle, hacer trizas dicha fachada y liberar al ardiente y pasional

Simon que no podía evitar besarla, acariciarla y hablarle de esa forma tan pecaminosay directa.

Pero esa noche se había enamorado del resto de él; del secreto, sonriente ybromista señor Pearson que se escondía en el interior del duque de Leighton.

Y quería que fuera suyo.Aunque era más que consciente de que nunca lo sería. Juliana era un ejemplo de

defectos que la cultura inglesa nunca aceptaría en la esposa de un duque —que élnunca aceptaría—: la hija italiana y católica de una marquesa caída en desgracia que

continuaba provocando escándalos. Y mientras Simon siguiera siendo el duque deLeighton, su matrimonio nunca sería posible. Estaban destinados a compartir susvidas con otras personas.

Bueno, en realidad era él el que estaba destinado a otra.Aquel pensamiento la apaciguó. Y de repente supo con claridad meridiana lo que

tenía que hacer. Se puso de pie y fue hacia el biombo situado en un rincón deldormitorio.

Se ofrecería a él. Pero solo por esa noche.

Al día siguiente ya pensaría en lo que vendría a continuación; Londres, Italia, unavida sin Simon.

Pero esa noche se daría ese capricho. Una noche, con él.Se puso una bata de seda, se abrochó el cinturón y se encaminó hacia la puerta de

su habitación antes de tener tiempo para reconsiderar lo que estaba a punto de hacer.Una vez que estuvo fuera del dormitorio, se deslizó a tientas por el oscuro pasillo,

con una mano tocando la pared, contando las puertas que iba pasando. Dos. Tres.Cuando llegó a la cuarta se paró. El corazón le latía desbocado.

Si llegaba hasta el final, se comportaría como la sociedad siempre había pensandoque lo haría: de una forma absolutamente escandalosa. Y pagaría por sus acciones.

 Pero no me arrepentiré nunca.Sin embargo, si dejaba pasar la oportunidad de pasar una noche con él, entonces

sí que lo lamentaría toda la vida.Respiró hondo un par de veces y abrió la puerta.La única fuente de luz que iluminaba el dormitorio era la chimenea encendida,

por eso a Juliana le costó unos segundos vislumbrar la silueta de Simon, que estabaparado frente al hogar, con un vaso de whisky en la mano y vestido solo con lasbotas, los pantalones de montar y la impoluta camisa blanca.

www.lectulandia.com - Página 246

Page 247: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 247/298

Se giró hacia ella justo cuando se dispuso a cerrar la puerta. La consternación ensu rostro se vio reemplazada muy pronto por algo mucho más peligroso.

 —¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó mientras se acercaba hacia ella. Sinembargo, a medio camino se detuvo en seco, como si se hubiera golpeado contra unmuro invisible.

Juliana tomó una profunda bocanada de aire. —La noche todavía no ha terminado, Simon. Me debes todo el tiempo que queda

hasta que amanezca.Él cerró los ojos, implorando tener más paciencia. —Dime que no estás a solas conmigo en mi habitación. Dime que no has venido

vestida solo con tu ropa de dormir.Volvió a abrir los ojos y sus miradas se encontraron. Aquellos ojos, cálidos y

líquidos como la miel, la hicieron arder y recordó lo mucho que le gustaba su calor,

sus caricias, sus besos… él.No podría vivir el resto de su vida sin aprovechar ese momento… esa noche…

Sin saber lo que era ser suya.Era ahora o nunca. No podía vacilar.Llevó las manos hasta el cinturón de su bata de seda y lo desabrochó con

movimientos rápidos y precisos antes de que él pudiera detenerla. Antes de que ellamisma pudiera detenerse.

Una noche.

Convocó a la sirena que llevaba dentro y dijo: —No llevo ropa de dormir, Simon.Y dejó caer la bata de color zafiro a sus pies.Mientras Simon miraba el maravilloso cuerpo desnudo de Juliana, tan exuberante

y hermoso, no estaba pensando en lo asombrosamente bella que era; que lo era.Tampoco en que debería resistirse a ella —envolverla de nuevo en esa minúscula

bata que había dejado caer a sus pies y devolverla a su habitación—; que eraprecisamente lo que debería hacer.

Ni en que debería olvidar que aquel momento había sucedido, porque, para serhonestos, era experto en reconocer cuándo algo era inútil en cuanto lo veía. Y nunca,amás, olvidaría ese momento.

El momento en que se dio cuenta de que Juliana iba a ser suya.La verdad de aquel hecho se le hizo casi insoportable mientras observaba cómo le

miraba; con audacia, valentía y deseando que él aceptara la oferta.Juliana estaba allí. Con él. Desnuda.Y me ama.Simon ya no tenía ni la fuerza ni la voluntad suficientes para alejarla de él; no

cuando la deseaba tanto.

www.lectulandia.com - Página 247

Page 248: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 248/298

No había un hombre en la Tierra capaz de resistirse a ella. Y él ya lo habíaintentando lo suficiente.

 Esto lo cambiará todo, le susurró su mente. No estaba seguro de si era unaadvertencia o una promesa. Pero no le importó.

Porque lo único que le importaba era que Juliana seguía allí de pie, mirándole

orgullosa. Su preciosa piel relucía a la luz del fuego; un fuego que proyectabasensuales y tentadoras sombras sobre ella. Se había soltado el pelo, y este caía encascada sobre su cuerpo. Los rizos de color ébano acariciaban sus hombros y susgenerosos y firmes pechos dando la sensación de que era la protagonista de un cuadroclásico y no una mujer real.

Tenía las manos a los costados, cerradas en puños, como si estuviera intentandocon todas sus fuerzas no cubrir el perfecto y oscuro triángulo que escondía sussecretos más íntimos.

Simon estuvo a punto de gruñir ante toda aquella perfección.Juliana era un sacrificio ofrecido al templo de su cordura.Entonces notó cómo la joven tomaba una profunda bocanada de aire, para

después soltarlo en una prolongada y agitada espiración. Estaba temblando, se diocuenta al ver la tersa piel de su estómago, el vacilante ascenso y descenso de suspechos y la forma en que su garganta tragó saliva.

Signos inequívocos de que no estaba tan tranquila como quería aparentar, sinotodo lo contrario; estaba nerviosa.

Tiró el vaso al suelo, sin importarle dónde caía o si se rompía. En ese momentosolo quería llegar hasta ella.

Se acercó a toda prisa, y antes de que se diera cuenta estaba abrazándola,alzándola contra su pecho, mientras ella le rodeaba el cuello con los brazos, enredabalas piernas en su cintura y hundía los dedos en su pelo.

La besó de forma ruda y apasionada. Juliana correspondió a su necesidad,siguiéndole en todo momento, abriéndose para él, dándole todo lo que le pidió conuna serie de pequeños jadeos que le inflamaron por completo.

 Es mía.Separó sus labios de los de ella unos instantes, dándole el espacio suficiente para

respirar. —Si te quedas… te entregarás a mí.Era necesario que Juliana lo entendiera. Que supiera a lo que se exponía para que

tomara su propia decisión.Ella asintió con los ojos cargados de deseo. —Sí. Soy tuya.Simon negó con la cabeza, sabía que solo le quedaban unos segundos para que la

pasión tomara el control y ambos se perdieran irremediablemente en ella.

www.lectulandia.com - Página 248

Page 249: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 249/298

 —Si tienes cualquier duda, será mejor que te vayas ahora.Hizo una pausa. La necesidad de poseerla le atravesó con la fuerza de un rayo, de

forma implacable y estremecedora. Los azules ojos de ella le miraron totalmentelímpidos.

 —No tengo dudas, Simon. —Se acercó más a él y puso sus labios a escasos

milímetros de los suyos, lo que casi le hizo enloquecer—. Enséñamelo todo.Su control se fue al garete. Otra cosa que tampoco le importó. Poseído por un

primitivo deseo, volvió a besarla una y otra vez, le acarició todo el cuerpo,apretándola contra sí, palpando sus llenas y redondeadas nalgas.

De nuevo se separó de ella unos segundos para decir: —Eres mía. —Su voz mostraba una absoluta falta de control. Qué más daba. Lo

que sentía por ella en ese momento era salvajismo en estado puro—. Mía —repitió,negándose a darle el beso que Juliana andaba buscando hasta que no le mirara a los

ojos—. Mía. —Sí —dijo ella, frotándose contra él. Su cálido cuerpo le transformó en un ser

guiado solo por el instinto—. Soy tuya.Premió aquella declaración con otro abrasador beso.Dios, le encantaba besarla. Adoraba su sabor, su entusiasmo, cómo le enardecía

cuando usaba la lengua. Al separarse de nuevo para volver a encontrarse con sus ojos —unos impresionantes ojos cargados de anhelo— ella negó con la cabeza al instante.

 —Soy tuya —repitió, mordisqueándole el labio inferior y obligándole a retomar

el beso.Simon gruñó de placer por el mordisco y por la forma en que intentó calmarle,

lamiendo el punto exacto en el que le había clavado los dientes.Juliana era su sirena. Lo había sido desde el principio.El refinado duque que la había alejado en la pradera, que la había mandado de

vuelta con su familia haciendo acopio de una fuerza de voluntad que exigía lacaballerosidad propia de su posición social, había desaparecido. Ahora solo había unhombre de carne y hueso. Un hombre que estaba hambriento.

Y ella era su banquete.La alzó en sus brazos y la llevó hasta la cama, sabiendo que a partir de ese

momento todo daría un giro de ciento ochenta grados. La depositó en las fríassábanas de lino y se acomodó entre sus cálidos y bien torneados muslos. Volvió abesarla una y mil veces, susurrándole palabras en inglés y en italiano entre beso ybeso.

 —Mi sirena… carina… tan suave… tan bella… che bella… che bellissima.Juliana se retorció bajo su cuerpo, frotándose y arqueándose contra él, mientras

con las manos tiraba de su camisa, hasta que tuvo acceso a su piel desnuda. Y cuandopor fin sintió los dedos femeninos sobre su espalda, trazando un sendero de fuego,

www.lectulandia.com - Página 249

Page 250: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 250/298

creyó que moriría si no se acercaba más a ella. Se alzó un poco y siseó por el placerque sintió con aquel movimiento, por cómo su endurecida entrepierna presionó contrala cálida y suave intimidad de ella.

Se detuvo para contemplarla unos segundos; sus labios hinchados y enrojecidospor los besos compartidos, sus ruborizadas mejillas y sus enormes ojos azules, llenos

de deseo. Las manos de ella cambiaron de rumbo y comenzaron a acariciarle elestómago, ascendiendo por su pecho hasta que un dedo encontró su tetilla y jugueteócon él. Simon jadeó.

Ella le miró, traviesa, y continuó centrada en su tetilla hasta que él susurró: —Vas a matarme —. Y la besó una vez más.Cuando volvió a levantar la cabeza, Juliana le dijo: —Quítate la ropa. Quiero sentirte más cerca. Tan cerca como sea posible.Simon creyó que podría morir quemado por el ardor con el que pronunció

aquellas palabras.La camisa desapareció al instante. Continuó besándola, invadiendo su boca

profundamente mientras cambiaba de posición para tener un mejor acceso a suslujuriosas curvas. Juliana gimoteó cuando sintió la pérdida del contacto de piel contrapiel y alzó los brazos para intentar volver a tirar de él, pero Simon capturó sus manosy se las puso por encima de la cabeza, sujetándoselas con una sola mano sin hacermucho esfuerzo.

 —No. Eres mía —dijo mientras acariciaba con la mano que tenía libre el pezón

de uno de sus preciosos pechos, hasta que consideró que estaba lo bastante enhiestocomo para torturarlo con la boca—. Viniste a mí —le susurró al oído, lamiéndole ellóbulo de la oreja—. ¿Por qué, sirena?

 —Yo… —empezó ella, pero se detuvo en cuanto él retorció suavemente su otropezón.

 —¿Por qué? —repitió él, desesperado por escuchar su respuesta. —Quería esta noche… —contestó entre jadeos. —¿Por qué? —Bajó los labios hasta su garganta, lamiendo el hueco que había en

la base. —Yo… —Volvió a detenerse cuando depositó tiernos besos en el comienzo de

sus senos, trazando un húmedo camino hasta el anhelante pezón—. Simon… —rogó. Dios, me encanta escuchar mi nombre en sus labios. Soltó un pequeño soplo de airesobre el pico rosado, deleitándose en la forma en que se arrugó y en el gemido queescapó de la boca de Juliana—. Por favor…

 —¿Por qué viniste a mí? Dilo. Deseaba oírlo con todas sus fuerzas, aunque sabía que aquel no era su lugar,

que no se lo merecía. —Te amo.

www.lectulandia.com - Página 250

Page 251: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 251/298

Aquella declaración, dicha de forma tan sencilla y honesta, le estremeció porcompleto. Tomó la dura punta entre sus labios, succionándola con avidez. Adorócómo Juliana se retorció bajo su peso, cómo gritó de placer cuando jugueteó con lalengua y los dientes sobre la tierna carne de ella, cómo sus manos se enredaron en sucabello y tiraron de él.

Esta vez, cuando alzó la cabeza, los dos estaban respirando con dificultad, y élestaba cada vez más desesperado por tocar cada centímetro de su cuerpo.

Por saborearla por completo. —Otra vez. —Te amo.Liberó sus manos, y con la boca pegada a su piel, fue descendiendo por su

cuerpo, depositando suaves y húmedos besos por sus senos, su estómago y el tersopliegue que unía la cadera con el muslo, allí donde su esencia de mujer era

insoportablemente perfecta.Descubrió que era adicto a su suavidad, a su aroma, a la forma en que agarraba

las sábanas con los puños y arqueaba sus caderas, elevándolas hacia él. Jamás habíadeseado algo en su vida tanto como la deseaba a ella en ese momento.

Y allí la tenía.Era suya.Se levantó de la cama y se arrodilló a un lado. Juliana se incorporó al instante. —¿Adónde vas…?

La pregunta se transformó en un pequeño chillido cuando la colocó al borde delcolchón, con las piernas colgando de él y empezó a acariciárselas desde el tobillohasta la rodilla. Observó sus propias manos, grandes y bronceadas, contra la piel deella. Sin previo aviso, la cogió con firmeza por las pantorrillas y le separó las piernastodo lo que pudo.

 —¿Qué estás…? ¡Simon! —jadeó ella al tiempo que se perdía entre sus muslos.Sus manos volaron directas al lugar que estaba desesperado por tocar y le mordisqueólevemente el borde de la mandíbula para calmarla.

 —Túmbate, sirena.Juliana negó con la cabeza. —No puedo. No puedes. —Puedes. Y te aseguro que voy a hacerlo —dijo con tono áspero. Una

desesperada necesidad se había apoderado de él. Si no le dejaba tocarla pronto… —.Me pediste que te lo enseñara todo. Y esto es parte de ese todo.

Juliana obedeció y se recostó de espaldas al colchón. Si no hubiera estado tanduro y hambriento de ella, se habría reído al ver el escepticismo con el que le miró.

 —Nunca había oído hablar de esto. —Te has entregado a mí —murmuró. Después le separó más los muslos y lamió

www.lectulandia.com - Página 251

Page 252: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 252/298

la cara interna de uno de ellos—. No te imaginas cuánto deseo esto. —Julianacontuvo el aliento mientras él ascendía con los dedos y llegaba a sus manos. Hizo unapausa para acariciar la piel de sus palmas, haciendo círculos hasta llegar a susmuñecas para después hacer el camino contrario—. Y creo que tú también lo deseas.

Se acercó a su oído, deleitándose con su timidez, con su vacilación. Quería

enseñarle a compartir sus secretos. —Te duele aquí, ¿verdad? —Juliana asintió tenuemente, y él se vio recorrido por

una oleada de puro orgullo masculino—. Puedo hacer que deje de dolerte.Juliana exhaló un prolongado y tembloroso suspiro que fue directo a su

endurecido miembro. Apretó los dientes con fuerza. No. Lo importante era ella. Ledaría placer y obtendría el suyo simplemente con verla.

 —Simon —rogó Juliana, incorporándose un poco. Su voz, con su peculiar acentoitaliano, se cerró en torno a su nombre como si estuviera apresándolo en un puño—.

Por favor. —Túmbate —susurró él, obligándola a obedecerle. Le dio un apasionado beso en

la boca antes de volver a situarse en el lugar que quería saborear con taldesesperación—. Déjame probarte —imploró, besándole un nudillo.

Cuando ella cedió, abriéndose a él y mostrándole los pliegues de su sexo, gruñóde puro placer. Después, separó con gentileza sus tersos labios íntimos y tiró de suscaderas para acercarla lo más posible a su boca. Estaba tan preparada para él. Tansedosa, húmeda y perfecta.

Recorrió con un dedo su centro, explorando. Juliana comenzó a respirar entreadeos; unos jadeos que le dijeron cómo y por dónde continuar. Cuando consideró

que había llegado el momento de avanzar, deslizó ese mismo dedo en el cálido yhúmedo interior de su feminidad. Era tan estrecha, que Juliana se estremeció en elborde de la cama por la nueva sensación.

Simon observó cómo se incorporaba un poco, y se embebió de la maravillosavisión que tenía frente a sí, de aquellos espectaculares rizos negros, de esos ojos decolor zafiro que brillaban de pasión, de sus labios llenos y entreabiertos en busca deaire.

 Nunca he deseado tanto algo como la deseo a ella.Movió el dedo y la vio cerrar los ojos, para abrirlos inmediatamente después, por

la miríada de emociones que estaban invadiéndola. Se inclinó hacia delante y volvió asoltar un pequeño soplido, en esta ocasión iba dirigido hacia el centro de su placer, yse regodeó con el gemido que escapó de los labios de Juliana.

Si no pongo mi boca sobre ella pronto, moriré .Frotó el pulgar contra el hinchado y palpitante clítoris. Aquella caricia tuvo una

respuesta instantánea… —Bésame —le ordenó ella con un jadeo. Por fin había perdido toda timidez.

www.lectulandia.com - Página 252

Page 253: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 253/298

 —Como desees —dijo.Sin dejar que cerrara las piernas, acercó los labios hasta el lugar que con tantas

ansías anhelaba y presionó con la lengua el punto exacto donde hacía unos segundosla había acariciado con el pulgar. Después, procedió a hacerle el amor con la boca,lamiéndola lenta e intensamente. Juliana se arqueó contra él, le cogió de los rizos y

sostuvo su cabeza pegada a su centro mientras él seguía recreándose en su sexousando solo la boca. Era como el vino, y muy pronto se obsesionó con su sabor, conaprender lo antes posible todo lo que le gustaba, con darle el mayor placer posible.Con volverla loca.

Y eso fue precisamente lo que hizo. Con círculos pausados que se fueronhaciendo cada vez más rápidos, saboreó con la lengua todo su esplendor, mientrasella seguía enredando los dedos en su pelo y arqueaba las caderas para ofrecerse a éltotalmente. Él la mantuvo quieta, sin dejar de usar la lengua, hasta que sintió cómo

alcanzaba el clímax. Entonces se vio invadido por un profundo orgullo masculino.Cuando Juliana finalmente se desplomó contra el colchón, él estuvo allí ipso

facto, sosteniéndola, abrazándola y trayéndola de nuevo al mundo real. Se tumbó a sulado. Quería que estuviera siempre entre sus brazos. Mantenerla a salvo.

Depositó un suave beso en la nuca femenina, succionando la delicada piel hastaque ella soltó un suspiro. Podría pasarse toda la vida dándole placer. Estar en aquellacama, al lado de ella, una eternidad. Se acercó a su pecho y se metió un pezón en laboca, succionándolo hasta que Juliana susurró su nombre. Entonces la besó y deslizó

una mano entre sus muslos. Se moría por hacerla suya.Juliana abrió las piernas, facilitándole el acceso, al tiempo que deslizaba su mano

por el torso de él hasta llegar a la cinturilla de los pantalones. —Simon. —El placer saciado con el que dijo su nombre le puso tremendamente

duro—. Quítatelos. Dios, sí .Cerró los ojos. —¿Estás segura? —Si se desnudaba ya no habría vuelta atrás.Juliana asintió. Sus ojos de color zafiro se oscurecieron por la pasión. —Totalmente.La haría suya. Y el también sería de ella. Una y otra vez. Por el resto de sus vidas.Volvió a besarla, lenta y profundamente. —No puedo negarte nada.Mientras aquellas palabras todavía resonaban en la estancia, se dio cuenta de que

eran ciertas. Juliana era todo lo que alguna vez había querido. Y haría todo lo queestuviera en su poder para mantenerla en su mundo. Nada más importaba.

Las manos de la joven se movieron inexpertas a lo largo de los botones de suspantalones hasta que le fue imposible soportarlo más y se retorció en la cama para

www.lectulandia.com - Página 253

Page 254: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 254/298

quitárselos él mismo, junto con las botas, lo antes posible. Después, centró de nuevosu atención en ella y gruñó mientras se acomodaba entre sus sedosos muslos,desesperado por penetrarla.

 —Espera —susurró Juliana, echándose hacia atrás y separándose unoscentímetros de él—. Quiero verte.

Simon entrecerró los ojos y se acercó a ella. —Ahora no. La próxima vez.La agarró por las piernas y tiró de ella, volviéndose a colocar entre sus muslos. La

fricción hizo que soltara un anhelante suspiro. —Pero… Solo tenemos una noche. Es la única oportunidad que tendré de verte.Aquel comentario le dejó helado. Se inclinó hacia delante y le acunó la cara con

las manos mientras la sostenía con firmeza para ver la verdad en aquellos ojos. Loque vio en ellos le conmovió; tristeza, desesperación y una abrumadora pasión.

 Esto no puede durar una noche. Seguro que ella también lo sabe.Nunca la dejaría ir.Todo había cambiado. —Juliana —susurró, con tono grave y seductor, pujando contra su humedad de

modo que la punta de su miembro friccionó el punto más sensible de ella, que cerrólos ojos extasiada—. No me hagas parar.

Repitió el movimiento hasta que ella abrió los párpados de nuevo. —No. No te detengas.

Presionó contra la íntima entrada de ella, intentando abrirse paso por su estrecha yardiente vaina antes de detenerse unos instantes —lo más difícil que había hecho ensu vida— para mirarla.

 —¿Va todo bien?Juliana asintió una vez y se mordió el labio inferior. Un gesto que envió una

oleada de deseo que fue directa a su miembro. Pero no estaba dispuesto a arruinar suprimera experiencia, de modo que se contuvo, disfrutando de la calidez de su sexo ydeseando con todas sus fuerzas enterrarse en ella hasta la empuñadura.

 —No quiero hacerte daño.Juliana negó con la cabeza. —No lo harás.Simon llevó la mano al lugar donde ambos se unían y acarició con ternura su

sensible clítoris hasta que escuchó los gemidos de placer de ella. —Sí. Pero después haré todo lo posible para no volver a lastimarte. —Buscó sus

ojos y le lamió el labio inferior—. Mírame. Quiero observarte.Ella asintió. Aquella era la señal que estaba esperando. Empezó a empujar,

abriéndose paso poco a poco por el angosto pasaje que estaba volviéndole loco.Intentó ser lo más delicado posible, contemplando sus gestos de dolor y placer para

www.lectulandia.com - Página 254

Page 255: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 255/298

ajustar su envite, cada vez más profundo. En el momento en que todo su miembroestuvo por completo dentro de ella, ambos respiraron con dificultad.

 —Tienes los ojos más bonitos del mundo —susurró ella contra su boca.Aquel inesperado cumplido le complació sobremanera, y se detuvo unos

segundos para volver a besarla apasionadamente. Después embistió una vez más

contra ella. Juliana sonrió. —Imposible. No hay nada más bonito que tú.Ansiaba entrar y salir de ella con desesperación. Darle a su cuerpo la liberación

que le había estado pidiendo a gritos toda la noche. Pero en vez de eso, le dio untierno beso en la mandíbula y le preguntó:

 —¿Te duele, sirena?Juliana volvió a negar con la cabeza. Cuando fue capaz de hablar, Simon percibió

algo maravilloso en su tono de voz.

 —No… siento… Simon, puedo sentirte… por completo. —La joven se relajó yarqueó las caderas para salir al encuentro de él, mientras le cogía de las nalgas paraacercarlo más contra sí. Simon siseó de placer—. Hazlo otra vez. Más fuerte.

Soltó un gruñido. Como siguiera así, Juliana iba a matarle.Empezó a moverse, más profundo, más rápido, con estocadas más intensas. Los

gemidos de éxtasis que Juliana gritó en sus oídos amenazaron con hacerle perder lacordura. En cuestión de segundos, la joven estaba susurrando su nombre, con lasmanos enredadas en su pelo, y arqueándose al compás de sus envites. Jamás había

estado tan cerca de alcanzar el orgasmo con ese ímpetu, pero no lo haría sin ella.Quería que Juliana le acompañara, ponerla al borde del mismo precipicio en queestaba él.

Ambos se movieron al unísono mientras el clímax crecía dentro de ellos, hastaque les fue imposible respirar.

 —Simon… Esto es… No puedo controlarlo… —Ni yo tampoco. —La penetró por completo, hasta que su miembro

prácticamente desapareció dentro de ella. Después lo sacó y volvió a hundirse en suinterior. ¿Cómo he podido pensar alguna vez que sería capaz de resistirme a ella?—.Mírame, cariño. Quiero verte.

Juliana le obedeció. En cuanto la vio temblar de placer se dejó llevar y se lanzó almismo abismo de pasión que ella, experimentando un orgasmo como nunca anteshabía sentido. Esa mujer era el centro de su mundo y nada le gustaría más que hacerque ese momento, esa noche, allí con ella entre sus brazos, durara toda la eternidad.

Se desplomó contra ella y se quedó quieto en esa posición unos segundos,respirando entre jadeos, hasta que se dio cuenta de que debía de estar aplastándolacon su peso. Se giró con ella en brazos, de modo que Juliana quedó encima de él, consu tersa piel sudorosa y el pelo cayendo en cascada sobre él. Podía sentir el

www.lectulandia.com - Página 255

Page 256: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 256/298

movimiento de su pecho al respirar sobre el suyo propio, y apretó los dientes por elpensamiento que asomó a su cabeza y que fue directo a su miembro.

Quería volver a poseerla. Ya mismo.Ignoró aquel deseo y, en su lugar, se dedicó a acariciarle los hombros desnudos,

deleitándose con el pequeño estremecimiento que tuvo Juliana y que la acercó más a

él. Le encantaba sentir su cuerpo desnudo.Y mientras la sostenía en esa postura, tan cálida y suave entre sus brazos, no

quiso pensar en el futuro. Lo único que quería era saborearla de nuevo.Saborear el momento.

Había sido un error.A pesar de que estaba disfrutando sintiéndole bajo ella, tan grande y musculoso,

sabía que lo que acaban de hacer solo empeoraría las cosas.Simon le había dado todo, más de lo que habría podido imaginarse. Nunca se

había sentido tan cerca, tan conectada a otra persona. Tan deseada.Ni en sus mejores sueños hubiera pensado que el duque podría hacerle el amor

con tal intensidad.Pero al día siguiente ella desaparecía de su vida y él se casaría con otra.Y tendría que vivir el resto de sus días sabiendo que el hombre al que amaba

amás sería suyo.

Aquel pensamiento le provocó un estremecimiento que hizo que se acercara mása él, como si así pudieran fundirse en un solo cuerpo. Como si pudiera detener el pasodel tiempo.

Simon le acarició la columna con su enorme mano caliente, dejando un senderode fuego a su paso, y le dio un beso en la frente.

 —¿Tienes frío? No.Era más fácil contestar que sí que decir la verdad. Así que asintió con la cabeza,

porque no confiaba en poder pronunciar las palabras en voz alta.Simon salió de debajo de ella y los colocó a ambos en un extremo de la cama para

poder deshacerla y taparse con las sábanas. Después la besó, larga yapasionadamente, enardeciéndola por completo antes de bajarse del lecho para avivarel fuego.

Sintiéndose demasiado vulnerable, Juliana también abandonó la cama y fue enbusca de su bata para ponérsela. A continuación se giró hacia él y le observóarrodillarse frente a la chimenea. Los músculos se le marcaron con el movimiento y

sus poderosos muslos brillaron ante las llamas anaranjadas convirtiéndole en unauténtico dios del fuego.

Cuando terminó con su tarea, Simon se puso de pie y centró su atención en el

www.lectulandia.com - Página 256

Page 257: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 257/298

lecho. Al ver que ella no estaba donde la había dejado frunció el ceño y la buscó conla mirada; la encontró entre las sombras. Alzó una mano y le hizo un gesto para quefuera hacia él. A Juliana le fue imposible resistirse.

En cuanto se acercó a Simon, la cogió en brazos y se sentó en una silla frente alfuego, con ella en su regazo. Inmediatamente después, deslizó una mano por la

abertura de la bata que tenía a la altura del muslo y comenzó a acariciarla al tiempoque la besaba en la nuca.

 —Me gustas más desnuda.A Juliana le fascinaba aquella nueva faceta bromista del duque, así que decidió

seguirle el juego y, mientras le acariciaba el ancho y recio hombro, le confesó: —A mí me pasa igual contigo. No creía que pudieras ser más atractivo, pero al

verte a la luz del fuego… Eres como Hefesto, todo músculo y rodeado de llamas.Los ojos de Simon se oscurecieron ante la comparación. La atrajo hacía sí y le dio

un sonoro beso antes de acurrucarla contra su pecho. —Entonces tú eres Afrodita. Pero Afrodita y Hefestos estaban casados, le susurró su mente. Y nosotros solo

tenemos esta noche.No. No seguiría pensando en aquello. —Entonces, ¿me has ascendido de sirena a diosa?El se echó a reír y a ella le encantó aquel retumbante sonido. Sintió cómo Simon

le cogía una mano, enlazaba los dedos con los suyos y se la llevaba a los labios.

 —Parece que sí. Eres una chica lista. —¿Lo ves? Soy algo más que un escándalo andante.Nada más decir aquellas palabras, se arrepintió por completo. Acababa de

cometer el escándalo más grave de toda su vida. Y él lo sabía. Quizá hasta inclusopensaba que lo había hecho por eso, para provocar un escándalo.

Juliana detestó aquella idea.Detestó el hecho de haber sido precisamente ella la que se la hubiera podido hacer

entrever.Cambió de posición en su regazo, desesperada por asegurarse de que no pensara

mal de ella. —Simon… Sabes que no… Que esto no… Que no le diré nunca a nadie lo que ha

sucedido entre nosotros. —Se estremeció al escucharse tan vacilante—. No tienes queconsiderarlo como una preocupación más en…

Sus ojos ámbar la miraron serios y ella deseó poder borrar aquellas palabras;borrar todo lo ocurrido aquella noche. Pero él la abrazó con fuerza y la besó una vezmás.

 —Ya basta de charlas.A Juliana no le bastó con eso. Odiaba haberse convertido en otra preocupación

www.lectulandia.com - Página 257

Page 258: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 258/298

más para él. —Solo… Lo que intento decirte es que nadie lo sabrá jamás.Simon extendió una mano y le retiró un mechón de pelo de la mejilla. —Juliana, yo lo sabré.La frustración se apoderó de ella.

 —Bueno, sí. Por supuesto que ambos lo sabremos. Pero también quiero que sepasque nunca te pediré nada a cambio. Que cuando te propuse una noche quería decireso, una noche.

Los ojos de él brillaron con una emoción que no supo identificar. —Deberíamos habernos dado cuenta de que no bastaría con una sola noche.Juliana se quedó petrificada mientras trataba de asimilar lo que él acababa de

decir. Por lo visto Simon quería más de una noche.Lo mismo que ella.

¿Me está ofreciendo lo que creo que me está ofreciendo?¿Lo aceptaría?Si aquella era la única manera de tenerlo… ¿Sería suficiente?Tiene que serlo.Inspiró profundamente. —Podría ser tu amada.Simon se puso tenso al instante. —¿Qué has dicho?

 —Tu amante.La mano de él le apretó el muslo con inusitada fuerza. —No digas ni una palabra más.Juliana le puso las manos en los hombros y cambió de postura para poder mirarle

mejor a la cara. —¿Por qué? Tú mismo sugeriste una vez que podría ser una buena amante.Simon cerró los ojos. —Juliana. Para.Le ignoró. —¿Es que sigo sin ser una compañía digna de ti? —No.Le dolió el alma. ¿Era demasiado escandalosa incluso para ser su amante? —¿Por qué no? —Notó la súplica en su voz y se odió por eso. —¡Porque te mereces algo mejor! —explotó Simon, poniéndose de pie al instante

sin darse cuenta de que ella estaba encima de él. Afortunadamente, la sujetó antes deque pudiera caerse al suelo, y la puso frente a sí, agarrándola por los hombros comosi quisiera zarandearla para hacerle entrar en razón—. No te quiero como amante. Megustaría volver a atrás en el tiempo y borrar lo que te dije. Me gustaría darme un

www.lectulandia.com - Página 258

Page 259: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 259/298

Page 260: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 260/298

A Juliana se le congeló la sangre en las venas, aunque encontró las fuerzasnecesarias para poner cierta distancia entre ellos.

 Escándalo.Eso era lo que era para él. Una corriente y escandalosa chica italiana con la que

tenía que casarse después de una noche en el campo. Y un día, cuando la noticia de lo

de su hermana saliera a la luz y no tuviera una esposa de impoluta reputación a sulado, cuando sus hijos estuvieran estigmatizados por no tener una madre de noblecuna, cuando viera a lady Penelope bailar en los salones de Londres con su perfectomarido, entonces se arrepentiría.

Juliana nunca sería nada más. Nunca sería digna de su compañía. Nunca sería unaesposa adecuada. Nunca sería otra cosa que una escandalosa distracción de su deber yresponsabilidades. Él era un duque, y ella, su escándalo.

Nunca su igual.

Nunca lo suficientemente buena.Y lo peor de todo era que ella también se lo creía. ¿Cuántas veces, si no, se había

comparado con su madre? ¿Cuántas veces había intentado cumplir las expectativas deesa sociedad? ¿Cuántas veces había intentado ser el objeto de la furia y la pasión deSimon, en vez de ganarse su admiración y respeto porque no se creía que estuviera asu altura?

Era más de lo que podía soportar.Le amaba, sí.

 Pero a veces el amor no es suficiente.Las palabras de Georgiana resonaron en su cabeza. —No puedo casarme contigo, Simon.Él sonrió… hasta que entendió el auténtico significado de sus palabras. —¿Qué es lo que has dicho?Juliana inspiró profundamente y miró aquellos ojos tan maravillosos que tanto

había llegado a amar. —Que no puedo casarme contigo. —¿Por qué no? —Su voz estaba cargada de confusión, asombro y de algo muy

cercano al enfado. —Si lo de esta noche no hubiera sucedido, ¿me lo habrías propuesto igualmente? —Yo… —Se detuvo para intentarlo un instante después—. Pero ha sucedido,

Juliana. —Estás prometido a otra. —Romperé el compromiso —dijo llanamente, como si fuera la cosa más

razonable del mundo. —¿Y qué pasa con lady Penelope? ¿Qué pasa con su reputación? ¿Y con la tuya?

¿Y con tus planes de proteger a tu familia y a tu hermana y sobrina? ¿Qué pasa con tu

www.lectulandia.com - Página 260

Page 261: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 261/298

deber?Simon alargó la mano para tocarla, pero ella retrocedió un paso. —Juliana, te he comprometido. Nos casaremos.Nada de amor. Nada de respeto. Nada de admiración. —Porque así es como se hacen las cosas, ¿verdad? —murmuró.

 —Entre otras razones, sí —respondió él como si fuera una obviedad. —No soy lo que esperas de una esposa. —Simon se quedó callado, así que

decidió seguir presionándole—. Tú mismo lo dijiste. Soy demasiado irresponsable.Demasiado impulsiva. Demasiado escandalosa. Antes de esta noche, nunca tehubieras planteado la posibilidad de casarte conmigo.

 —¡Te lo propuse hace una semana! —gritó frustrado mientras se giraba paracoger su propio batín.

 —Solo porque Gabriel nos encontró en los establos. Lo hiciste porque lo exigía el

honor. Como todo lo que haces. Te hubieras casado conmigo, pero hubiera seguidosiendo indigna de ti. Igual que ahora.

Simon metió los brazos en el batín de seda y se dio la vuelta para mirarla. Susojos eran como dos lagos tormentosos. Cuando por fin se decidió a hablar lo hizo conun tono duro y acerado.

 —No digas eso. —¿Por qué? —preguntó ella suavemente—. Es cierto, ¿no? —Él no respondió—.

Nunca fui lo suficiente para ti. Nunca lo suficientemente buena, lo suficientemente

respetable, lo suficientemente apropiada, y aunque lo intentara, mi pasado, mifamilia, incluso mi sangre harían imposible que fuéramos iguales. ¿Qué es lo quesuelen decir? ¿Lo que tu madre suele decir?

 —Que les zurzan a todos. Sobre todo a mi madre.Se acercó a él y le acarició la mandíbula durante un instante antes de que él se

apartara de ella y retrocediera, negándose a mirarla.A Juliana se le llenaron los ojos de lágrimas mientras contemplaba su bello y frío

rostro. Sabía que esa sería la última vez que estarían de esa forma, solos y siendocompletamente honestos.

Bueno, por lo menos uno de ellos sí que estaba siendo honesto. —Una vez me acusaste de no tener en cuenta las consecuencias de mis actos — 

intentó explicarle. Hacerle ver las cosas—. De no pensar nunca en lo que vendríadespués.

 —Lo que viene después es que nos casaremos.Juliana hizo un gesto de negación. —Ahora eres tú el que no está teniendo en cuenta las consecuencias. Siempre seré

tu escándalo, Simon. Jamás seré una mujer respetable. —Eso es una estupidez. Por supuesto que lo serás.

www.lectulandia.com - Página 261

Page 262: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 262/298

Le resultó impresionante lo autoritario que podía resultar incluso en momentoscomo ese, allí parado y sin llevar nada más que un batín. Era tan ducal.

 —No. No lo seré. No a tus ojos. Y llegará un día en que tampoco lo seré a losmíos. —A medida que hablaba por fin se dio cuenta de la verdad, de lo que realmentequería de la vida. De su futuro—. Me merezco algo mejor. Algo más.

 —No encontrarás nada mejor que yo. Soy un duque —sentenció con un levetemblor en la voz. Con ira.

Juliana se enjugó una lágrima antes de que se derramara por su mejilla. —Puede que tengas razón. Pero esto no tiene nada que ver con que seas duque.Él pareció ignorar sus palabras y ambos permanecieron parados durante unos

segundos antes de que ella se decidiera a abandonar la habitación. Pero cuandofinalmente empezó a andar hacia la puerta, Simon dijo:

 —No hemos terminado, Juliana.

 —Sí lo hemos hecho.Se enorgulleció de la fortaleza con la que lo dijo.Una fortaleza que ni siquiera sabía que tenía.

www.lectulandia.com - Página 262

Page 263: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 263/298

18

«Los asuntos del corazón constituyen un auténtico desafío.Las damas

elegantes siempre se dejan guiar por los caballeros».

Tratado de las damas más exquisitas

«Durante el día, las visitas nocturnas se hacen más excitantes…».

El Folleto de los Escándalos, noviembre de 1823

 Me ha dejado.

Aquello no podía estar pasándole.Simon se había despertado y había ido directamente a ensillar a sus caballos con

la intención de llevar a Juliana a montar, alejarla de la casa y así poder hablar a solasy hacerla razonar. Sin embargo, en cuanto llegó a los establos descubrió que Lucreziahabía desaparecido. Tras preguntar a los mozos de cuadra se enteró de que la jovenhabía dejado Townsend Park esa misma mañana, amparada en las sombras del alba.

Como una cobarde.¿Cómo había osado dejarle así?

Él no era ningún perrito en busca de su aprobación. ¡Era el mismísimo duque deLeighton! Tenía a medio Londres postrado a sus pies, a la espera de cumplircualquiera de sus deseos… y sin embargo, era incapaz de asegurarse la obediencia deuna única mujer italiana.

Una italiana que parecía haber perdido la cabeza, para ser más exactos.¿No le había acusado de pensar que no era suficiente para él? ¡Pero si era

demasiado para él! Cuando se lo había dicho se había puesto hecho una furia y lehabían entrado unas ganas enormes de golpear cualquier cosa, para después

encerrarse en la habitación con ella y besarla hasta dejarla sin sentido. Hasta quediera su brazo a torcer.

Hasta que volvieran a entregarse el uno al otro.Pero ella le había rechazado.Dos veces.¡Y ahora se ha marchado!Que le colgaran si con eso no la había deseado aún más.Tanto que le dolían las manos. Quería tocarla, domarla, estrecharla entre sus

brazos y hacerle el amor hasta que ambos quedaran exhaustos, incapaces de pensar ennada más allá que ese momento. Quería hundirse en sus rizos de color ébano, en susbellos ojos, en su infinita suavidad… y no separarse de ella jamás.

www.lectulandia.com - Página 263

Page 264: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 264/298

Abrió la puerta del comedor en el que solían servirse los desayunos en TownsendPark con tal fuerza que la madera golpeó ruidosamente la pared, lo que hizo que seganara la mirada estupefacta de todas las damas que había en la mesa. En cuanto vioa St. John, que estaba untando mantequilla en una tostada con total parsimonia, sedirigió a él.

 —¿Dónde está?Nick bebió un largo sorbo de té. —¿Dónde está quién?Simon deseó poder verter todo el contenido del servicio de té en la cabeza de su

amigo. —Juliana. —Se ha marchado. Se fue con las primeras luces del alba —comentó St. John con

calma—. Toma asiento. Haré que te sirvan unas lonchas de tocino recién hechas.

 —No quiero comer nada. ¿Por qué no me sirves a tu hermana?La pregunta, completamente inapropiada se mirara por donde se mirara,

consiguió captar la atención de St. John… y la de la media docena de mujeres quehabía en la estancia, que dejaron de comer al unísono. Nick le lanzó una miradacortante, echó hacia atrás la silla y se puso de pie todo lo alto que era.

 —¿Quizá te gustaría disculparte con las damas y acompañarme a mi despacho? Por fin me hace caso.Hizo una tensa inclinación hacia la mesa.

 —Les ruego que me disculpen —dijo antes de girar sobre sus talones y salir conNick del salón.

Ninguno de los dos habló hasta que estuvieron dentro del despacho del conde,pero en cuanto la puerta se cerró, fueron directos al grano.

 —Primero, era un tocino excelente y no me ha hecho ninguna gracia tener quedejar de comerlo.

 —No tengo tiempo para jueguecitos…Nick le ignoró y siguió con su discurso. —Y segundo, ¿en qué demonios estabas pensando para hablar con esas

confianzas de mi hermana? —Voy a casarme con ella.Nick parpadeó. —¿En serio? Porque estoy perfectamente seguro de que ni Ralston ni yo te hemos

dado permiso para cortejarla, y mucho menos para casarte con ella.Se puso furioso. —No necesito vuestro permiso. Juliana es mía.Nick le miró con los ojos entrecerrados. —¿Puedo sugerir que formules esta última frase de forma distinta, duque?

www.lectulandia.com - Página 264

Page 265: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 265/298

Simon tomó una profunda bocanada de aire, obligándose a permanecer lo máscalmado posible, a pesar de que lo que verdaderamente le pedía el cuerpo era darleuna paliza a St. John.

 —Me gustaría cortejar a tu hermana.Nick asintió una vez.

 —Mucho mejor. —Perfecto. ¿Dónde está? —Todavía no te he dado permiso.Simon escuchó el grave gruñido que se formó en su garganta. Nunca había sido

una persona violenta, pero los hermanos de Juliana parecían ser la excepción queconfirmaba la regla.

 —¿Y vas a dármelo? —No, creo que no.

Simon empezaba a estar harto de aquella familia y de su insensatez. —¿Por qué no? —tronó. —Por muchas razones. ¿Quieres que te las enumere todas? —No creo que pueda detenerte. Ya he tenido suficiente. Si Juliana va de camino a

Londres, todavía estoy a tiempo de alcanzarla. Puedo cabalgar más rápido que sucarruaje.

Se dirigió hacia la puerta. —No vas a salir de esta casa, Leighton. No en tu estado.

Simon se giró asombrado. —¿Piensas que podría hacerle daño? —No, pero sí que la disgustarás, y en este momento no se merece algo así. —¿Crees que puedes impedírmelo? —Sí. No hace falta que te recuerde la eficacia de las personas que he contratado

para que se encarguen de la seguridad de Townsend Park.Simon empezó a pasearse de un lado a otro. —¡Soy duque! ¿Cómo es posible que este título me abra puertas en todo el

mundo menos en este familia, que no solo no me las abre sino que encima juega enmi contra?

Nick esbozó una deslumbrante sonrisa. —Por nuestra perversa naturaleza. Es una de las primeras razones por las que no

me gusta la idea de que te cases con Juliana. —Sí, claro. Ser duquesa es harto difícil.Nick ignoró el sarcasmo subyacente en sus palabras. —Para ella sí que lo sería. Lo odiaría. Además, la alta sociedad nunca la

perdonaría por romper sus reglas. Y tu preciosa reputación se vería dañada.No le importaba. Mataría a los dragones de la sociedad por ella.

www.lectulandia.com - Página 265

Page 266: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 266/298

Y en el estado en que se encontraba en ese momento, lo haría usando solo lasmanos.

Nick continuó: —Y aunque Juliana se comportara como se espera de una duquesa, cosa que dudo

porque no está en su carácter ser dócil ni sumisa, nunca escaparía al fantasma de

nuestra madre. La sociedad siempre la juzgaría por su parentesco. Al final tú tambiénterminarías resentido con ella.

 —No es verdad. —Mientras dijo aquellas palabras, comprendió por qué todosellos pensaban eso de él. Tenían razón… hasta hacía poco. Hasta que aparecióJuliana. Hasta que le enseñó que había cosas infinitamente más importantes que lareputación.

 —¿No? —Percibió la incredulidad en el tono de Nick. Algo que no le gustó lomás mínimo—. Leighton, desde que te conozco has convertido en el principal

objetivo de tu vida el mantenerte alejado del escándalo a toda costa. Fuiste criadopara evitar cualquier conmoción pública. Eres frío, inflexible y extremadamentecorrecto en todos los sentidos.

Aquellas palabras le golpearon en lo más profundo de su ser. ¿Frío? ¿Insensible?En ese momento no se sentía ni frío ni insensible.Juliana había desbaratado todo su mundo, tocando su alma.Y después se ha ido.Pero Nick estaba dispuesto a no darle tregua.

 —Te has pasado toda la vida protegiendo tu reputación. ¡Por el amor de Dios,hombre! Si hasta dejaste a tu hermana aquí en el campo, a nuestro cuidado, por elsimple hecho de que no había cumplido tus expectativas. ¿Y ahora pretendes que tesirva a mi hermana en bandeja de plata?

La pregunta quedó suspendida en el aire, y de nuevo no le quedó más remedioque admitir que St. John tenía razón. Se había pasado toda la vida juzgando aaquellos que no tenían una reputación intachable, que no contaban con una familiaperfecta o cuyos pasados eran mínimamente cuestionables. Se había convertido en elduque del desdén y se había creído que estaba por encima de cosas tan mundanascomo el escándalo… o el amor.

Hasta que llegó Juliana y le hizo anhelar sus atrevidas ideas, su desparpajo, sussonrisas sinceras y su naturaleza escandalosa, que al fin y al cabo tampoco resultóserlo tanto.

La quería en su vida.A su lado.Como su duquesa.Algo que no le supondría ningún sacrificio, sino más bien un honor. La amo.

www.lectulandia.com - Página 266

Page 267: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 267/298

Juliana lo había cambiado todo. Le había hecho quererlo todo. Había conseguidoque aceptara el alocado desafío que suponía el amor. Que lo anhelara. Que lodisfrutara. Que lo celebrara.

Estaría más que orgulloso de tenerla como esposa.Aunque, para ser honesto consigo mismo, no se había dado cuenta de ello hasta

esa misma mañana.Ahora solo le importaba estar con ella. Que se casaran, que tuvieran hijos y que

vivieran juntos para siempre… ¡Y al diablo con los rumores! Le daba igual lo grandeso duros que fueran sus hermanos. No se interpondrían en su camino.

 —Juliana ya ha sufrido bastante… —dijo Nick con voz queda, arrancándole de suensimismamiento—. No se merece tu caridad.

Cruzó volando la habitación, cogió a Nick del cuello de su chaqueta y lo estrellócontra la pared con fuerza, haciendo que los cuadros que había colgados se

tambaleasen. —No se te ocurra… Jamás… —Volvió a golpearle contra la pared—. Nunca… te

atrevas a decir que lo que siento por tu hermana es caridad. Es una mujer audaz,preciosa y brillante, y podéis consideraros afortunados de poder respirar el mismoaire que ella. —Estaba tan furibundo que apenas podía pronunciar las palabras—. ¿Yella se cree indigna? Nosotros somos los indignos. Si vuelves a asociar su nombrecon la palabra escándalo, te destruiré. Y disfrutaré haciéndolo.

Ambos se quedaron quietos durante unos segundos. Cuando Simon aún trataba de

recobrar la respiración a marchas forzadas, Nick volvió a hablar con su tonohabitualmente calmo:

 —No me esperaba esto en absoluto.Intentó tranquilizarse, pero no lo consiguió. La amo.Con una apabullante intensidad.Liberó a Nick de su agarre y retrocedió un paso.Lo único que quería era a Juliana. Lo daría todo por ella. Sin pensárselo dos

veces. Sin arrepentimiento alguno.Porque sin ella a su lado, él no sería nada. —Voy a ir tras ella. Intenta detenerme. —Pero Leighton… —La voz de Nick interrumpió sus pensamientos—. Te olvidas

de una cosa. Estás comprometido. Con otra.Cierto.Soltó una sonora maldición.Se había olvidado de Penelope.

 —He cometido un error.

www.lectulandia.com - Página 267

Page 268: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 268/298

Georgiana levantó a Caroline de la cuna y miró a Simon con fingida sorpresa. —No puede ser. Los Pearson no cometemos errores. Fíjate en mí. El paradigma

de la perfección. Un ejemplo inmejorable de lo que es el buen comportamiento. —Juliana se ha marchado.Ahora Georgiana no pareció sorprendida.

 —Eso he escuchado. —He sido un imbécil.Su hermana se sentó en la mecedora que había al lado de la cuna. —Continúa.No sabía por dónde empezar. Era incapaz de comprender cómo había podido

perder las riendas de su vida de esa forma. —Yo… —Se dejó caer en la silla que había frente a su hermana, se inclinó hacia

adelante, apoyó los codos sobre las rodillas y dijo lo único que se le ocurrió decir—.

La amo. —¿A Juliana?Hizo un gesto de asentimiento y se pasó una mano por el pelo. —Entonces, ¿por qué vas a casarte con lady Penelope?Aquella pregunta le provocó un fuerte dolor en el pecho; la única pregunta que

importaba, y la única para la que no tenía respuesta. Cuando planeó el enlace creyóque tenía razones más que suficientes para obrar de ese modo, pero ahora le parecíaque ninguna tenía el peso suficiente.

 —No lo sé.Georgiana comenzó a mecerse. Delante y atrás. Delante y atrás. —No la amas. —Aunque su hermana usó un tono suave, no ocultó la

trascendencia de aquella información. —No necesito amarla. Y aun así… —  Aun así no puedo evitar amar a otra.

Inclinó la cabeza y se la sujetó entre las manos—. He cometido un error —repitió.No podía echarse atrás sin arruinar a Penelope, y la joven no se merecía que la

tratara de esa forma. —Simon… —le dijo su hermana, preocupada. Una preocupación que no se

merecía. Amo a Juliana.Juliana, que le había hechizado con sus deslumbrantes ojos, su aguda y brillante

mente, su fuerte temperamento y aquellas sonrisas, promesas y besos que hacían quequisiera adorarla mientras siguiera respirando.

 —Puedes tenerla, hermano. Ninguno de los dos está casado. Los compromisos sepueden romper.

Negó con la cabeza. —No sin arruinar a Penelope.

www.lectulandia.com - Página 268

Page 269: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 269/298

Georgiana movió la cabeza de un lado a otro. —Lady Penelope es la hija de un hombre que posee dos títulos de marqués con

una finca del tamaño de Windsor. ¿Crees que no podrá encontrar a otro? ¿A alguienque algún día se preocupe por ella más que por un simple interés pasajero? ¿Aalguien que no esté enamorado de otra?

Por supuesto que podría encontrarlo. Pero Simon no quería ser el que la echara alos lobos.

 —No puedo. —¡Eres demasiado caballeroso! —exclamó su hermana con tono irritado. Al

oírla, Caroline se revolvió entre sus brazos, pero Georgiana la calmó de inmediato—.En tu mano está que tanto tú como Juliana seáis felices. Para siempre. Y te loaseguro, Simon, no es plato de buen gusto casarse con un hombre que ama a otra.

Aquellas palabras tan tentadoras liberaron algo dentro de él.

 —No me importa el escándalo. ¡Ni tampoco la dama! ¡Lo único que quiero estener a Juliana en mi vida! Pero si lo hago, si arruino a Penelope, ¿qué pensaráJuliana de mí? ¿Cómo podré pedirle que confíe en mí si me comporto de una formatan insensible con otra? —La pregunta quedó suspendida en el aire durante variosminutos, antes de que se decidiera a volver a hablar—. No puedo hacerlo. Porque silo hago seré menos hombre para Juliana. Menos de lo que se merece.

A pesar de lo que acababa de decir, en su fuero interno sabía que nunca sería loque Juliana se merecía, un hombre que habría visto su belleza, dignidad y valía desde

el primer momento, alguien que la hubiera puesto por encima de todas las cosasdesde el principio. Alguien sin sus defectos ni su arrogancia.

Pero ni por todo el oro del mundo iba a dejarla marchar.La encontraría.Y no querría menos que una vida entera con ella. —Por lo menos concédele a Penelope la oportunidad de elegir, Simon. —Su

hermana, de nuevo, le observó preocupada; entendía su angustia, el conflicto internoque mantenía—. Se merece poder escoger. Y Dios sabe que Juliana y tú os merecéisser felices.

Por lo menos esa última parte era verdad. Empezó a tener cierta esperanza. —¿Crees que existe alguna posibilidad de que Penelope me libere del

compromiso?Georgiana sonrió, y él pudo percibir algo en sus ojos; algo que no terminó de

entender. —Seguro.Permanecieron unos instantes en silencio, que aprovechó para observar cómo

Caroline dormía apoyada en el hombro de su madre, haciendo unos ruiditos de lo másentrañables mientras soñaba. De pronto se imaginó a otro niño, de pelo negro y ojos

www.lectulandia.com - Página 269

Page 270: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 270/298

de color zafiro, dormitando también el hombro de su madre.Cerró los ojos mientras se recereabºa en la imagen, y la deseaba con todas sus

fuerzas.Quería a ese niño. Quería a esa familia.Quería que comenzaran una vida juntos.

Ya.Pero primero tenía que disculparse con su hermana. —También cometí un error contigo. —¿Solo uno? —Simon frunció el ceño y ella se rio abiertamente—. ¿De cuál de

todos estás hablando? —No debería haberte dejado aquí. En Yorkshire.Georgiana se quedó pensando durante un buen rato. —Pero yo quería quedarme.

 —Sí. Y te hubieras quedado. Pero no debería haberte dejado como lo hice. De laforma en que lo hice. Debería haberme preocupado más por ti y menos por elescándalo. —Fue hacia la ventana y miró los jardines—. Sé que no puedo cambiar lascosas. Pero lo siento.

 —Gracias —dijo ella sinceramente. A él le llamó la atención todo lo que habíamadurado en esos meses, la mujer en que se había convertido.

 —Me encantaría intentar arreglarlo. Si me dijeras quién…Georgiana le detuvo al instante.

 —Él se ha ido. —Puedo encontrarle. Todavía estamos a tiempo de evitar el daño. —No puedes encontrarle —replicó—. Además, Simon, el daño ya está hecho. Es

imposible evitarlo. Seguro que si te paras a pensarlo hasta tú mismo te das cuenta.Se vio invadido por una intensa frustración, necesitaba protegerla a toda costa. —No es cierto. Puede que sea demasiado tarde para encontrar a un hombre que

reconozca a Caroline como suya… Pero eres la hija de un duque. Seguro queencontramos a alguien que quiera casarse contigo. A alguien que sea un buenmarido… y un buen padre para la niña.

 —Ya basta. —El instinto de Georgiana la llevó a acariciar la espalda de su hijacon suavidad.

 —¿Crees que podrás permanecer en este rincón de Inglaterra el resto de tu vida?¿Qué pasará cuando Caroline sea lo suficientemente mayor como para entender lascosas? ¿Qué le contestarás cuando te haga preguntas sobre su padre? ¿Qué pasarácuando todo esto se descubra? No puedo esconderos para siempre, Georgiana.

Georgiana le miró con férrea determinación. —Nunca te he pedido que lo hagas. De hecho, preferiría no tener que hacerlo. Mi

reputación está completamente arruinada, Simon. Puedes intentar cambiar las cosas

www.lectulandia.com - Página 270

Page 271: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 271/298

todo lo que quieras, pero no lo conseguirás.Cierto. Era así de simple. Como se imaginaba que solía ser la verdad. —Pero te mereces… —Me merezco ser madre. Me merezco criar a una hija sana y fuerte, que sepa lo

mucho que todos la quieren. Dios sabe que eso es algo que nosotros no tuvimos.

 —Quiero que seas feliz.Era curioso el poco tiempo que había dedicado en toda su vida a pensar en la

felicidad. Hasta que llegó Juliana.Su hermana sonrió. —Y a la larga lo seré, pero no del modo que has planeado.La ironía de toda aquella situación no le pasó desapercibida. Georgiana era la

hermana de uno de los hombres más poderosos de Inglaterra. Y aun así, a pesar detoda la preocupación que él siempre había mostrado por la reputación y el honor, no

podía cambiar las cosas. No podía reparar el daño causado a su hermana, ni detenerlos chismorreos de los que sería protagonista —de los que toda su familia seríaprotagonista—, pero sí que podía apoyarla. Y darle todo su amor.

 —Georgiana —dijo con un tono cargado de promesas—. Quieras lo que quieras,sea cual sea la decisión que tomes, solo te compete a ti… y a Caroline. Yo estaré a tulado, pase lo que pase.

 —¿Seguro que quieres tentar a la suerte hasta tal punto?Simon esbozó una medio sonrisa.

 —Lo estoy. —Te lo pregunto porque puede que tengas que demostrarlo más pronto que tarde.Entrecerró los ojos. —¿Qué quieres decir? —Que quiero que uno de los dos tenga su «y fueron felices para siempre»,

Simon. Y como yo no puedo ser, tendrás que ser tú.Juliana.Ella era su felicidad. Su pasión.Ya no podía soportar seguir ni un segundo más con su fría y anodina vida.Tenía que ir tras ella. Ahora mismo.Se dirigió hacia su hermana y sobrina y depósito un beso en la frente de Caroline

y otro en la mejilla de Georgiana. —Tengo que irme. Tengo que traerla de vuelta.Georgiana sonrió. —Madre se pondrá furiosa.Simon enarcó una ceja. —Madre será una excelente duquesa viuda.Georgiana soltó una carcajada.

www.lectulandia.com - Página 271

Page 272: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 272/298

 —Dime que planeas jubilarla. —No es una mala idea. —Se encaminó hacia la puerta pensando solo en Juliana. —¿Simon? —le llamó su hermana.Se dio la vuelta, deseando ir en pos de la mujer a la que amaba.Deseando empezar su nueva vida.

 —Tu regalo de compromiso va camino de Londres. —Georgiana sonrió de oreja aoreja—. Dale recuerdos a nuestra madre.

www.lectulandia.com - Página 272

Page 273: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 273/298

19

«La reputación lo es todo para una mujer. Las damas refinadas la protegen a

toda costa».

Tratado de las damas más exquisitas

«Hay veces en las que el origen del escándalo nos sorprende hasta a nosotros

mismos…».

El Folleto de los Escándalos, noviembre de 1823

Juliana fue directamente a ver a su madre.Llegó de noche, bastante tarde, a una hora completamente inapropiada para hacer

o recibir visitas, y se quedó esperando a Louisa en el bonito salón recibidor de la casaque Nick e Isabel tenían en Londres, que estaba lleno de estatuas de estilo griego yromano que su hermano había ido acumulando a lo largo de todos los años que habíavivido en el extranjero.

Había una estatua en particular que consiguió llamar su atención. Estaba situadaen el centro de la estancia y representaba a Afrodita, la diosa del amor, cogiendo a su

hijo Eros en brazos, que intentaba alcanzar algo por encima del hombro de su madre.Todas las articulaciones del niño parecían tensas, tenía los brazos y dedos extendidosal máximo, y sus piernas regordetas intentaban escalar por el pecho de la diosa, parahacerse con algo que jamás conseguiría.

La estatua era un claro y pálido recordatorio de que, a veces, ni siquiera los diosesveían satisfechos sus deseos, y que los simples mortales eran demasiado estúpidos siesperaban recibir un trato diferente.

El viaje desde Yorkshire había sido terrible y se vio incapaz de comer y descansar

hasta que no se aseguró de haber puesto el mayor número de kilómetros posible entreella y Simon. Como si la distancia pudiera aliviar el devastador dolor que sentía en elcorazón cada vez que pensaba en él.

Algo que le sucedía constantemente.Sabía que huir no era la decisión más respetable de todas, pero no podía seguir en

Yorkshire —en esa casa— mientras él estuviera allí, tentándola a estar entre susbrazos, en su cama, en su vida. No cuando sabía que nunca sería lo suficientementebuena para él.

No cuando no podía darle aquello que él tenía en tan alto concepto: un refinadopedigrí y una reputación intachable.

Lo único que ella podía ofrecerle era un pasado escandaloso, y su amor.

www.lectulandia.com - Página 273

Page 274: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 274/298

Y en ocasiones, por muy triste que fuera, el amor no era suficiente.¡Cómo desearía que lo fuera!Soltó un suspiro y recorrió con la yema del dedo el perfectamente cincelado pie

de Eros. No debería haber ido allí. Ni a esa hora, ni a ninguna otra. Pero llevabacuatro días encerrada en un carruaje, con nada más que sus pensamientos, y estaba

desesperada por demostrarse algo a sí misma.Casi se había vuelto loca recordando una y otra vez todos los momentos vividos

con Simon durante las últimas semanas. Todas sus conversaciones, las veces que élhabía cuestionado sus actos, cuando la había salvado del escándalo.

Cuando la había abrazado y le había hecho creer que ella podría ser bastante paraél.

Se le hizo un nudo en la garganta.Pero sabía que no era verdad, que era mejor para ambos que se marchara cuanto

antes. Nunca podría tenerlo, porque nunca sería la compañera adecuada. Simonsiempre sería un duque, y ella una plebeya con un historial más que cuestionable.

Por supuesto, eso no hacía que le amara menos, a pesar de lo mucho que lehubiera gustado que fuera así.

Sin embargo, aunque no podía demostrarle a Simon que era lo suficientementebuena, sí que podía demostrárselo a sí misma.

Por eso estaba allí, esperando a que su madre la recibiera.Había ido a esa casa por el escándalo. Porque las acciones de su madre habían

influido en la visión que tenía del mundo… de toda su vida. Porque elcomportamiento de su progenitora le había hecho cuestionarse sus propias acciones,sus propias motivaciones, sus propios deseos.

Porque tenía que saber, de una vez por todas, que la sangre no mandaba.Porque tenía que saber que era algo más. Mejor. Diferente.Llevaba viviendo demasiados años bajo la sombra de su madre, ya iba siendo

hora de salir a la luz. —Has escogido una hora bastante inusual para visitarme —dijo Louisa mientras

entraba en el salón, vestida con una bata que flotaba a su alrededor como si estuvierasiendo mecida por el viento. Estaba radiante. Como siempre.

Su madre se sentó y la miró con ojo crítico, se fijó en su vestido, arrugado ypolvoriento tras el viaje, sus botas llenas de barro y los enredados mechones de peloque le sobresalían por la cofia que Carla le había puesto en la última posta en la quehabían parado.

 —Tienes un aspecto horrible —comentó tras el escrutinio.Juliana luchó contra la necesidad de alisarse el vestido o adecentarse un poco el

cabello. No tenía que demostrar nada a su madre. Así que se sentó y observó cómoLouisa se servía una copa de jerez sin ofrecerle nada.

www.lectulandia.com - Página 274

Page 275: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 275/298

 —De modo que has venido a verme a mi prisión. —Esto no se parece en nada a una cárcel —replicó secamente.Louisa agitó una mano despectivamente. —Todas estas estatuas hacen que me sienta como si viviera en un museo. —Nadie te ha obligado a permanecer en Londres —puntualizó Juliana.

 —Cierto… pero no tengo otro lugar al que ir, cielo. —A Juliana no le afectó en lomás mínimo el modo cariñoso con el que su madre se dirigió a ella. Es más, le habíaresultado tremendamente frío—. Supongo que Gabriel todavía no ha decidido quéhacer conmigo, ¿verdad?

 —No creo. —Bien, espero que lo haga más temprano que tarde. Me gustaría irme de aquí

antes de ser abuela. No necesito que me recuerden que estoy hacéndome mayor.Juliana se quedó estupefacta ante el total e increíble egocentrismo que demostraba

su madre. —No creo que a Gabriel le interesen mucho tus preferencias.Louisa puso los ojos en blanco. —No es que no esté feliz por él. Gabriel y su mujer parecen estar muy cómodos

el uno con la otra. Pero esa vida… con los niños siempre pegados a ti… losconstantes llantos… las incesantes preguntas… —Volvió a sentarse—. No es lo mío.

 —Nunca me lo hubiera imaginado.Louisa la miró con los ojos entrecerrados.

 —Has heredado la descarada lengua de tu padre.Juliana se encogió de hombros, sabiendo que el gesto crisparía a su madre. —No tuve mucha más personas en las que fijarme.Louisa suspiró. —Bueno, y si no has venido para traerme noticias sobre mi futuro, ¿qué haces

aquí en mitad de la noche?Era tan típico de su madre; preocuparse solo por ella y por nadie más.Juliana no vaciló. —¿Te arrepientes?Louisa no era nada tonta, así que no fingió no entender la pregunta. —¿De qué parte? —De todo.No tuvo que pensar mucho en la respuesta. —No, de todo no me arrepiento. No me arrepiento de ser marquesa, ni de casarme

con un comerciante, aunque tu padre tenía menos dinero de lo que en un principiodejó entrever y las cosas no siempre fueron fáciles entre nosotros…

 —Te aseguro que no mejoraron cuando nos abandonaste. —  Abandono —se mofó Louisa—. ¡Qué término más dramático!

www.lectulandia.com - Página 275

Page 276: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 276/298

 —¿Qué otra palabra usarías para describirlo? —Juliana… Era mi vida. Y quería vivirla. Seguro que eres capaz de entenderlo,

cariño. Está claro que vas por el mismo camino.Aquella observación dicha de forma tan natural le produjo un escalofrío. —¿Qué quieres decir?

 —Que una se entera de un montón de cosas cuando está atrapada en una casacomo esta y sin otra cosa que hacer que leer los cotilleos de los últimos seis meses.Te has comportado tan escandalosamente como yo en mis viejos tiempos. Todas esascitas en jardines, decoraciones vegetales echadas a perder, ¡y tu caída en elSerpentine! —Louisa soltó una estridente carcajada que la puso de los nervios—.¡Oh, Dios mío! ¡Qué bien debiste de pasártelo!

 —Fue horrible. Casi me ahogo.Simon me salvó.

 —¡Oh!, seguro que estás exagerando. ¡Y por si fuera poco fuiste rescatada por unapuesto duque! Es el tipo de escándalo en el que yo misma me hubiera involucrado sino me hubiera casado tan joven y hubiera tenido gemelos. Si pudiera retroceder en eltiempo, me decantaría más por los escándalos que por ser marquesa.

 —Ya has protagonizado demasiados escándalos, madre. Créeme. —Sí, pero no estaba aquí para verlos, cielo, y es como si no se hubieran

producido —dijo como si estuviera hablando con una niña pequeña—. Tú, sinembargo… estás viviendo en primera persona tus escándalos.

Mentira. Lo que realmente sucedía era que había heredado la reputación de sumadre, una mujer a la que parecía no preocuparle la pesada carga que había dejado asus hijos.

Ella era mejor persona, ¿verdad?Louisa siguió con su discurso con tono displicente, como si nunca le hubiera

importado lo que hacía o cómo sus actos podían afectar a los demás. —Lo has hecho muy bien sin mí, cariño. Y pensar que has encontrado a tus

hermanos… y que ellos se preocupan por ti. Sí… He hecho bien mi trabajo —dijocon satisfacción.

Juliana no pudo evitar echarse a reír. Era casi imposible odiar a alguien queparecía estar absolutamente al margen de las consecuencias de sus acciones.

 —Sé que te gustaría que te diera una razón mejor, Juliana. Una respuesta másclara. Algo que ayudara a que me perdonaras. Pero no la hay. Tomé algunasdecisiones difíciles. Y si tuviera que volver a tomarlas, no estoy segura de si volveríaa hacer lo mismo.

 —¿Te refieres a la decisión de tenernos? ¿O a la de dejarnos?Louisa se quedó en silencio.Aunque no fue necesario que dijera una sola palabra; la respuesta estaba en sus

www.lectulandia.com - Página 276

Page 277: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 277/298

ojos.Y entonces lo tuvo claro. No me parezco en nada a ella.Juliana exhaló profundamente, vaciando de sus pulmones el aire que le parecía

haber estado conteniendo durante una década. A continuación se puso de pie y miró a

su madre —una madre a la que era muy parecida físicamente— como si estuvieramirando su futuro.

Un futuro muy diferente al de antes.Un futuro mejor.Porque, a pesar de una madre que nunca les había prestado atención y que cuando

los abandonó no echó la vista atrás ni una sola vez, Juliana tenía una familia. Y talvez eso sí que fuera suficiente.

Puede que hasta pudiera convencerse de ello.

Muy pronto las casas de sus hermanos estarían llenas de niños risueños y padrescariñosos, y tal vez la hicieran olvidar el momento en que estuvo a punto de encontrarel amor.

Quizá llegaría un día en que dejaría de pensar en él constantemente.En que dejaría de amarle tanto. Aunque ahora me parezca imposible.Volvió a mirar a la estatua y al pequeño dios que intentaba conseguir algo que

estaba fuera de su alcance.

 Eso es todo a lo que podré aspirar.

Simon estaba de pie dentro de su estudio, exhausto y cubierto de barro por el duroviaje. Había llegado a su casa de Londres en plena noche, solo para descubrir que elinfierno se había desatado durante su ausencia.

Boggs le había cogido el abrigo y el sombrero, e inmediatamente después le habíaentregado  La Gaceta  con una expresión más sombría de lo normal y se había

marchado a prepararle algo de comida, ya que lo único que Simon había hecho lasúltimas dieciocho horas había sido cambiar de caballo una y otra vez, desesperadopor llegar a la ciudad.

Y por encontrar a Juliana.Entonces miró el periódico y leyó las palabras una y otra vez, como si con eso

pudiera cambiar su significado. Pero no, siempre ponía lo mismo. Con la mismacrítica devastadora.

«Nos ha llegado la noticia… Duque de Leighton… su hermana, que no estabade viaje… embarazada… una niña que nació hace unos días…».

www.lectulandia.com - Página 277

Page 278: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 278/298

Iba a asesinar a su hermana.Georgiana sabía que él nunca hubiera sido capaz de revelar el escándalo. Sabía

que nunca pondría en riesgo su reputación, o la de Caroline, de ese modo.Así que se había encargado de hacerlo ella misma.¿Por qué ?

La respuesta le vino a la cabeza con tal obviedad y rapidez que no podía creerseque no se le hubiera ocurrido pensarlo antes. Fue hasta su escritorio y rebuscó entre lapila de correspondencia que tenía hasta que encontró la nota que le interesaba.

Deslizó el dedo bajo el lacre y se permitió el lujo de ilusionarse. No mucho. Solohasta que leyó la única línea que había escrita, subrayada. Dos veces.

«El compromiso está roto. Needham».

Georgiana había estado convencida de que su compromiso con Penelope no seríainmune a una bomba como esa.

Tu regalo de compromiso va camino de Londres, le había dicho.Había arruinado su reputación y la de toda la familia para que él fuera feliz.Ahora solo tenía que conseguirlo.

El baile de otoño de Northumberland iba a ser el último evento oficial de la

temporada antes de que finalizara la sesión especial del Parlamento y la sociedadabandonara la ciudad para pasar las Navidades en el campo.

La escalinata que conducía a la mansión y el vestíbulo estaba llena de unamultitud de invitados, que entregaban sus pesadas capas a los lacayos para dirigirse ala gran escalera que daba al salón principal, donde ya había comenzado el baile.

Todos los miembros de las altas esferas de Londres habían tenido que lidiar conuna lluvia especialmente molesta para llegar hasta allí; un final de lo más apropiadopara una temporada social demasiado larga.

Y si Simon se salía con la suya aquella noche, aquel baile iba a ser la comidilla nosolo de dicha temporada, sino de otras cuantas venideras.

Por desgracia, le habían retirado la invitación. —Lo siento, su excelencia, pero el duque y la duquesa no reciben a nadie esta

noche. —El primer lacayo de Northumberland House, al que se le había asignado lapeliaguda tarea de pedir a Simon que se saliera de la fila de invitados, le dio la noticiacon un ligero temblor en la voz.

 —¿Perdón?

El sirviente retrocedió un paso. —Que los duques… —Se aclaró la garganta—. No reciben esta noche.Simon se giró para mirar a la congregación de personas que, vestidas con sus

www.lectulandia.com - Página 278

Page 279: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 279/298

ropas más elegantes, esperaban en el vestíbulo para entrar al salón. —Y me imagino que toda esta gente está aquí por… —Esperó que fuera el lacayo

el que terminara la frase. —¿Porque son familia? —concluyó el hombre con tono vacilante.Simon debería haberse compadecido de aquel pobre hombre, al que seguramente

nunca le habían pedido que expulsara a un duque, pero estaba demasiado enfadadocomo para sentir lástima por nadie.

 —¿Y la música que estoy escuchando, es debida a… una reunión familiar?El lacayo volvió a aclararse la garganta. —Hmmm. ¿Sí?Estaban impidiéndole la entrada en Northumberland House porque su hermana

había tenido una hija sin estar casada. El nombre de Leighton ahora era sinónimo deescándalo. Había hecho falta menos de un día para que todas las invitaciones que

había recibido para los eventos que tendrían lugar en las próximas semanas fuerancortésmente revocadas; por lo visto todo Londres estaba sufriendo una oleada decancelaciones.

Tal vez, si se hubiera tratado de otro día —de otro baile—, habría sidopolíticamente correcto y se hubiera ido de la mansión sin oponer resistencia alguna,pero Juliana estaba dentro de aquel salón, y él tenía planeado conquistarla. Un planque se basaba fundamentalmente en aquel baile; el último de la temporada.

Además, ya había tenido suficiente.

 —Bueno, supongo que es una suerte que Northumberland y yo seamos primoslejanos. —Hizo a un lado al lacayo y empezó a subir los peldaños, de dos en dos,mientras el sirviente le seguía, azorado.

 —Su Excelencia, ¡no puede!Una vez que alcanzó el rellano se dio la vuelta y se enfrentó al hombre. —¿Y cómo tiene pensado detenerme? —Su excelencia… —Se notaba que el sirviente quería apelar a su buen juicio.Pero no sabía que dicho juicio estaba centrado en un único propósito esa noche:

encontrar a Juliana y hacerla suya. De modo que se escabulló entre un grupo deinvitados y se sirvió de ellos para acceder al salón. En el momento en que puso un piedentro se vio atraído por ella como lo haría una polilla a la luz y supo el lugar exactoen el que se encontraba.

La había echado de menos con una intensidad asombrosa, por lo que se sintióinmensamente complacido al verla de nuevo. Juliana era su droga. Ansiaba sucercanía, su risa, su coraje, cómo movía las manos al hablar, aquellos ligerosencogimientos de hombros que tanto le habían crispado los nervios cuando la conocióy que ahora añoraba cada dos por tres.

La observó bailar del brazo de Allendale, vestida con un encantador vestido rosa

www.lectulandia.com - Página 279

Page 280: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 280/298

pálido. Durante un fugaz instante, le distrajo aquel color tan insustancial —un colorque llevaban casi todas las jóvenes casaderas del baile y que la hacía parecer una más —, pero entonces la danza que estaban bailando hizo que Juliana tuviera que cambiarde posición, dándole una mejor visión de su rostro, y ya no le importó lo más mínimolo que llevara puesto.

Lo único que le preocupó fue la tristeza que observó en sus ojos. La nostalgia quehabía en ellos. Y supo que él era el culpable de ese estado.

Gracias a Dios.Porque no hubiera podido soportar que ella estuviera así por otra persona.Aquel pensamiento vino acompañado de un tremendo deseo. Deseó ir corriendo

hacia ella, separarla de los brazos del conde y sacarla de allí.Algo que, si conseguía tener la suerte de su lado, era lo mismo que había

planeado.

Caminó entre la multitud con la capa puesta, ya que no había tenido tiempo dequitársela con su entrada tan intempestiva; por eso, lo primero que hizo todo elmundo a su paso fue detenerse para mirarle de arriba abajo, pero en cuanto sepercataron de quién era se dieron media vuelta. Sabía perfectamente lo que ese gestosignificaba —él mismo lo había hecho docenas de veces—, y mentiría si dijera queno le dolió aquel desprecio.

Pero la culpa y la vergüenza que debería haber sentido mientras todas aquellaspersonas, que hasta hacía dos días buscaban desesperadamente su aprobación y que

ahora se giraban con desdén, no fue nada en comparación con el placer que sintió alver que nadie se interponía en su camino hacia el único objetivo que tenía en mente:Juliana.

Su Juliana.Tomó una profunda bocanada de aire y desafió todas las conveciones y todo

aquello que le habían enseñado y para lo que le habían preparado, y fue directo hastael centro del salón, haciendo que los bailarines que estaban a su alrededor sedetuvieran.

Con ese comportamiento quería demostrar a Juliana, de una vez por todas, queella tenía razón y que la reputación no era nada cuando se comparaba con el amor.

Allendale fue el primero en verle llegar y cambió su afable sonrisa por unamirada de consternación, mientras obligaba a Juliana a dejar de bailar. La orquestasiguió tocando mientras se aproximó a ellos y por encima de la música pudo escucharla confusión en la voz de ella:

 —¿Qué pasa?Oírla fue una bendición; con aquel musical acento italiano que echaba tanto de

menos y la forma en que arrastraba las silabas para luego hacerlas perdurar en sulengua.

www.lectulandia.com - Página 280

Page 281: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 281/298

Juliana se volvió hacia él y le miró asombrada y con su exuberante boca abierta,no supo si por tenerle tan cerca o por su inadecuada vestimenta para un baile. Encuanto Simon se fijó en sus labios todo a su alrededor desapareció. Solo estabaJuliana. Solo ellos.

 —¿Su excelencia?

No confiaba en sí mismo lo suficiente como para hablar con ella en ese momento.No cuando quería decirle tantas cosas a solas. Así que se dirigió al conde, usando sutono ducal más arrogante.

 —Allendale, me quedo con su pareja.Ahora fue el turno de Benedick de abrir la boca, aunque tenía que reconocerle que

la cerró inmediatamente después. Estaba claro que el conde estaba intentandoaveriguar cuál era el protocolo a seguir en ese tipo de situaciones.

Tras unos instantes de espera, Allendale se giró hacia Juliana para permitir que

fuera ella la que tomara la decisión.Simon hizo lo mismo y extendió la mano en dirección a ella con la palma hacia

arriba. —¿Juliana? —preguntó, adorando cómo se oscurecieron sus ojos zafiro y cómo

sus labios se entreabrieron al escucharle pronunciar su nombre—. Me gustaríamuchísimo provocar un escándalo.

Juliana se quedó contemplando la palma de su mano durante un buen rato.Después, le miró fijamente.

En cuanto vio la insoportable tristeza que expresaban sus preciosos ojos se quedóestupefacto.

De pronto, supo lo que la joven iba a hacer a continuación.Y fue incapaz de detenerla.Juliana negó con la cabeza. —No.Simon se quedó inmóvil, con la mano todavía extendida y sin comprender qué

había hecho mal.Juliana volvió a hacer un gesto de negación. —No seré tu escándalo, Simon. No esta vez. —Las palabras le golpearon con una

fuerza sobrehumana y se quedó mirando cómo los ojos de ella se llenaban delágrimas—. No —repitió Juliana. Después salió corriendo con la intención deabandonar el salón.

Le costó unos segundos darse cuenta de lo que había pasado en realidad. Que lehabía dejado. Que le había vuelto a rechazar. Se encontró con la mirada de Allendale.La sangre se agolpaba en su cabeza. Se sintió invadido por la culpa, la confusión yalgo más que no supo identificar, pero que terminó por encenderle.

 —¿Cómo has podido hacerle algo así?

www.lectulandia.com - Página 281

Page 282: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 282/298

Page 283: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 283/298

Tenía miedo.Miedo a perder lo único que había querido de verdad en toda su vida.

www.lectulandia.com - Página 283

Page 284: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 284/298

20

«La sociedad nunca perdona las conductas escandalosas.Esta es la principal

máxima que toda dama refinada debe seguir».

Tratado de las damas más exquisitas

«Con todo el espectáculo que nos ha ofrecido la alta sociedad esta temporada,

acudir al teatro se ha hecho innecesario…».

El Folleto de los Escándalos, noviembre de 1823

Una hora después de dejar el baile, toda la familia se había congregado en labiblioteca de Ralston House.

Benedick y Rivington se habían sentado en dos sillas con respaldo alto situadascerca de la chimenea; frente a ellos estaba Gabriel, que no dejaba de caminar de unlado a otro. Juliana, por su parte, estaba sentada en un diván, flanqueada por Marianay Callie.

 Amo, amas, amat . Amo, amas, ama.

 Él ama. Él me ama.Inspiró profundamente, intentando deshacer el nudo que tenía en la garganta.Callie se puso de pie y fue hacia la puerta. —Creo que pediré que nos traigan un poco de té. —Pues yo creo que necesitaremos algo más fuerte que eso —dijo Ralston,

dirigiéndose hacia una botella de whisky que había sobre el aparador. Sirvió trescopas para los hombres y, después de un buen rato, llenó una cuarta. A continuación

fue hasta Juliana y se la ofreció—. Toma esto. Te ayudará a calmarte. —¡Gabriel! —exclamó Callie. —Pero si tengo razón —replicó el marqués.Juliana bebió un sorbo del ardiente líquido, disfrutando con la quemazón que

sintió en la garganta. Por lo menos así no pensaba en el desolador dolor que Simon lehabía dejado con su declaración de amor.

 —Tal vez puedas explicarme qué hacía Leighton profesándote su amor a loscuatro vientos en medio de un baile atestado de gente.

El dolor volvió. —El duque también estuvo en Yorkshire —susurró, odiando lo débiles que

sonaron sus palabras.

www.lectulandia.com - Página 284

Page 285: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 285/298

Ralston hizo un gesto de asentimiento. —Y dime, ¿fue allí donde perdió la cabeza? —Gabriel —le advirtió Callie—. Ten cuidado. —¿Intimó contigo? —Todo el mundo se puso tenso—. No me respondas. No es

necesario. Ningún hombre se comporta así si no ha…

 —Ralston —le interrumpió Benedick—. Ya basta. —Quiere casarse conmigo.Mariana le dio un ligero apretón en la mano. —Pero, Juliana, eso es bueno, ¿no? —Bueno, después de esta noche no estoy muy seguro de que sea un buen partido

 —contestó Ralston secamente.Los ojos se le llenaron de lágrimas y se tomó otro trago de whisky para intentar

contenerlas.

Había intentado con todas sus fuerzas ser algo más que un escándalo. Se habíapuesto un vestido del color adecuado, había bailado solo con los caballeros másapropiados y se había convencido a sí misma de que podía ser la clase de mujer queera conocida por su buen comportamiento. Por su buena reputación.

La clase de mujer que él querría tener a su lado.Y aun así, Simon únicamente la consideraba un escándalo. Desde el principio solo

había visto eso en ella. Y cuando le había declarado su amor, delante de toda aquellagente, esa parte oscura y escandalosa que llevaba dentro se había vuelto loca de

felicidad. Ansiaba quererle. Amarle.Pero quería algo más.Simon iba a hacer de ella la pareja perfecta. —Si te sedujo, tengo todo el derecho a desmembrarle poco a poco. —Suficiente —espetó Callie, poniéndose de nuevo de pie—. Fuera de aquí. —No puedes echarme de su mi propia biblioteca, Calpurnia. —Puedo y lo haré. De hecho ya lo estoy haciendo. ¡Fuera!Ralston soltó una sonora carcajada carente de humor. —No me voy a ninguna parte. —Se volvió hacia Juliana—. ¿Quieres casarte con

él?Sí .Pero las cosas no eran tan sencillas.De pronto, empezó a tener la sensación de que la estancia era cada vez más

pequeña. Se puso de pie y se fue hacia la salida. —Necesito… un momento —se detuvo durante un instante—. Per favore.Mientras alargaba la mano hacia el pomo de la puerta su hermano la llamó,

gritando. —¡Juliana! —Cuando se dio la vuelta, añadió—: Piensa en qué es lo que quieres.

www.lectulandia.com - Página 285

Page 286: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 286/298

Page 287: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 287/298

 —No exactamente. —Entonces, ¿qué?Benedick pareció vacilar, después inspiró profundamente. —Juliana, si estás de acuerdo, me gustaría tenerte. Como esposa.Como proposición no era de las más elocuentes, pero sí que era totalmente

sincera.Juliana le miró asombrada y negó con la cabeza. —Benedick… —Solo escúchame un minuto. Ambos disfrutamos de nuestra mutua presencia,

somos amigos. Y creo que precisamente por eso nuestro matrimonio podríafuncionar. No tienes que contestarme ahora mismo, pero deberías… necesitas unmarido…

 —No. —Se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla—. Muchas gracias,

Benedick, pero te mereces algo más que una mujer que necesita un marido —sonrió —. Y yo me merezco algo más que un marido que solo me quiera como esposa.

El conde asintió una vez. —Tienes razón. Aunque, si te sirve de consuelo, creo que Leighton está muy

enamorado de ti.Aquellas palabras la emocionaron. —Sí, yo también lo creo. —Entonces, ¿por qué no quieres casarte conmigo?

La pregunta captó su atención de inmediato. Simon estaba parado en lo alto de lasescaleras, calado hasta los huesos y mirándola, exhausto. Se había quitado elsombrero, pero tenía el pelo pegado a la cabeza y el abrigo arrugado y completamenteempapado. Tenía un aspecto horrible.

 Está magnífico. —¿Cómo… Cómo has conseguido entrar? —No es la primera casa a la que entro sin permiso esta noche. Creo que al final

voy a terminar siendo un experto.Se echó a reír. No pudo evitarlo.Él soltó un prolongado suspiro. —Me encanta hacerte reír, sirena. Odio verte llorar.Percibió la honestidad de sus palabras y los ojos volvieron a llenársele de

lágrimas.Simon maldijo en la oscuridad. —Allendale, voy a perdonarte que le hayas propuesto matrimonio a la mujer a la

que amo. A cambio, ¿puedes concedernos un momento a solas? —No estoy muy seguro. —No voy a violarla en medio de un pasillo.

www.lectulandia.com - Página 287

Page 288: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 288/298

Benedick se volvió hacia ella en busca de su aprobación. Tras una prolongadapausa, Juliana decidió asentir.

 —Cinco minutos. —La mirada del conde se encontró con la de Simon—.Después, me tendrás aquí de nuevo. —Dicho esto regresó a la biblioteca.

En el instante en que cerró la puerta, Simon fue hacia ella, alcanzándola en menos

de un segundo a pesar de que se paró varios pasos antes. Dejó caer los brazosrendido, se pasó una mano por el pelo mojado con gesto frustrado y movió la cabezade un lado a otro.

 —No sé qué hacer. No sé cómo ganarme tu amor.Ya lo has ganado, quiso decirle. Me has arruinado para el resto de los hombres. —Así que simplemente te diré la verdad —continuó él—. Desde que nací me han

preparado para vivir una vida fría, insensible y desapasionada; una vida llena denormas de etiqueta y cortesías vacuas. Entonces llegaste tú… que eras lo opuesto a

todo eso. Eres bellísima, brillante, descarada y pones toda tu pasión en la vida, en elamor y en todas las cosas que crees que merecen la pena. Me has enseñado que todolo que creía, todo lo que quería y todo lo que defendía… no sirve para nada. Quierotu versión del mundo… Quiero una vida llena de emociones, sin normas, maravillosay feliz. Pero no puedo tenerla sin ti a mi lado.

»Te quiero Juliana. Me encanta cómo has puesto mi vida del revés, y no estoyseguro de que pueda seguir viviendo sin ti ahora que sé lo que es vivir contigo.

Acortó la poca distancia que quedaba entre ellos. Cuando Juliana contempló a su

enorme y arrogante duque arrodillándose ante ella, se quedó sin aliento. —Simon… —Las lágrimas caían por sus mejillas sin control. Dio un paso al

frente y enredó los dedos entre sus rizos rubios—. Amore, no, por favor. —Aquí me tienes. De rodillas. Pero no lo hago en nombre de la pasión. —Tomó

las manos de ella entre las suyas. Después se las llevó a los labios, las besó, las adoró —. Lo hago en nombre del amor.

Alzó los ojos y la miró, serio, contenido, en medio de aquel pasillo apenasiluminado.

 —Juliana… por favor, cásate conmigo. Te juro que me pasaré el resto de mi vidademostrándote que soy digno de ti. De tu amor. —Volvió a besarle las manos—. Porfavor —repitió en un susurro.

Y antes de que se diera cuenta, Juliana también estaba de rodillas, abrazándolecon fuerza.

 —Sí. —Buscó sus labios desesperadamente—. Sí, Simon, sí.El duque la besó, sumergiendo su lengua en su ardiente cavidad, poseyendo su

boca hasta que ambos se quedaron sin respiración. —Lo siento tanto, mi amor —susurró él contra sus labios, atrayéndola contra sí,

como si el hecho de estar tan cerca impidiera que volvieran a separarse.

www.lectulandia.com - Página 288

Page 289: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 289/298

 —No, la que lo siente soy yo. No debería… haberte dejado allí… en el baile. Nome di cuenta de lo mucho… de lo mucho que significaba para ti.

Él volvió a besarla. —Me lo merecía. —No… Simon, te amo.

Permanecieron así durante unos minutos, abrazados, susurrándose palabras deamor, compartiendo promesas de futuro, tocándose, celebrando aquel reencuentro.

Y así fue como Ralston se los encontró. Cuando abrió la puerta de la biblioteca, laluz de las velas de dentro iluminó el pasillo lo suficiente como para verlosperfectamente.

 —Será mejor que consigas una licencia especial, Leighton.Simon sonrió con desparpajo y Juliana se quedó sin aliento. Él era su ángel, el

hombre más apuesto de toda Inglaterra. De toda Europa.

 —En realidad ya tengo una.Ralston enarcó una ceja. —Excelente. Tienes dos minutos para recobrar la compostura y bajar para que

hablemos de todo esto. —Juliana sonrió y Ralston la miró fijamente—. Tú, hermana,no estás invitada.

Cuando volvió a cerrar la puerta, Simon y Juliana se echaron a reír.

Una hora después, Simon abandonaba Ralston House tras haber hecho todos losarreglos pertinentes con su —hizo una mueca— futuro cuñado. Se imaginó que erausto que al final terminara emparentado con esa estentórea familia, la única de toda

Inglaterra a la que no le importaba su título. Más bien, la única a la que nunca lehabía importado. Ahora casi todo Londres daría la espalda a la casa de Leighton pormiedo a ser salpicados por su escándalo.

Algo que tampoco le preocupaba mucho.Tenía una sobrina preciosa y sana, y una mujer que le amaba. De pronto eso le

pareció más que suficiente.Le hubiera encantado poder dar las buenas noches a Juliana, pero no la había

visto por ningún lado cuando se despidió, y Ralston no se sintió muy inclinado apermitirle que subiera las escaleras y la buscara en la planta superior. No podía culparal marqués; después de todo no se le daba muy bien mantener alejadas las manos dela que muy pronto se convertiría en su esposa.

Pero estarían casados en menos de una semana, y era capaz de soportar estaraquella noche sin ella, aunque eso le trajera un dolor demasiado familiar y bastante

molesto.Le hizo un gesto al cochero para que no bajara del pescante y se encargó de abrir

por sí mismo la portezuela del carruaje; el mismo que llevó la noche en la que todo

www.lectulandia.com - Página 289

Page 290: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 290/298

comenzó unas semanas atrás. Se subió al vehículo, tomó asiento y cerró la portezuela.Después golpeó el techo para que se pusieran en marcha.

Y entonces se dio cuenta de que no estaba solo.Juliana le sonrió desde el otro extremo del asiento. —¿Creías que iba a dejar que te marcharas sin darte las buenas noches?

Sofocó la intensa oleada de placer que sintió e intentó poner su tono más ducal. —Vamos a tener que hablar seriamente de esa afición que tiene a esconderse en

los carruajes, señorita Fiori.Ella se acercó poco a poco y él fue muy consciente del lugar en donde se

encontraban. —Solo en un carruaje, excelencia. Solo el suyo. Esta vez me aseguré de

comprobar el sello antes de entrar. Y dígame, ¿qué es lo que planea hacer conmigoahora que me ha pillado?

La miró intensamente antes de inclinarse y se detuvo a escasos milímetros de suboca.

 —Voy a amarte, sirena.La agarró por la cintura y la colocó sobre su regazo.Juliana le devolvió la mirada. —Dilo otra vez.Él sonrió ampliamente. —Te amo, Juliana.

Posó las manos en sus costados y los acarició en dirección ascendente hasta llegara sus hombros. Una vez allí, le inclinó la cabeza hacia un lado para tener mejoracceso a su cuello. A continuación, besó suavemente la base de su garganta, allídonde sentía el palpitar de su pulso.

 —Otra vez —suspiró ella.Susurró las palabras contra sus labios y reclamó su boca mientras continuaba

acariciándola por todas partes.Juliana se entregó por completo, devolviéndole los besos y caricias uno a uno. Por

primera vez no tuvo prisa, ni la pesada sensación de que estuvieran robándole horasal tiempo o de que muy pronto fuese a pertenecer a otra mujer.

Juliana pareció leerle el pensamiento, porque se echó hacia atrás y levantó lacabeza.

 —¿Y Penelope? —le preguntó. —¿Tenemos que hablar de ella ahora? —Llevó una mano hasta uno de sus

generosos pechos. A Juliana se le escapó otro suspiro cuando alcanzó su objetivo. —No. —Se levantó de su regazo y se acomodó en el asiento que había frente a él.

El traqueteo del carruaje hizo que se movieran al unísono—. Sí. —El padre de lady Penelope rompió el compromiso. —La cogió por los tobillos y

www.lectulandia.com - Página 290

Page 291: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 291/298

Juliana le miró azorada, no supo si por el hecho de sentir sus cálidas manos bajo lafalda o porque ya no estaba comprometido. Se puso serio—. Lo habría hecho yomismo si no se me hubiera adelantado, Juliana. No habría podido casarme con ella.Te amo demasiado.

Ella pareció complacida por su declaración.

 —¿Lo hizo por el escándalo de Georgiana? —Sí —respondió él. Aunque supo que sus palabras no convencieron del todo a

Juliana.Simon empezó a subirle las faldas con reverencia, soltó una sonora maldición que

resonó en todo el carruaje, y le dio un beso en el interior de la rodilla.Juliana juntó las piernas, resistiéndose a sus avances. —Simon…Él se quedó quieto, alzó los ojos para mirarla directamente a la cara y volvió a

besarla larga y apasionadamente, hasta que se separó de ella bruscamente. —Mi hermana hizo público su escándalo, enviando una carta a La Gaceta. Fue su

regalo de boda. Para nuestra boda.Juliana sonrió. —¿Nos ha regalado la ruptura de un compromiso? —A cambio de otro más rápido —replicó él, para tomar de nuevo su boca.La ferocidad que puso en aquel beso envió una oleada de deseo al interior de

Juliana, que disfrutó de sus caricias y de la sensación de tenerle tan cerca.

Volvieron a dejarse llevar por la pasión, hasta que ella se acordó de algoimportante y terminó abruptamente el beso:

 —¡Simon, tu madre! —Te aseguro que mi madre es uno de los temas de los que menos me apetece

hablar en este momento, cariño. —Pero… ¡va a ponerse furiosa! —No me importa. —Simon volvió a centrar la atención en el interior de su

rodilla, lamiéndola hasta que humedeció la seda que la cubría—. Y si se enfada, noserá por tu culpa. Eres la mejor baza que le queda para tener un nieto respetable.Ahora soy yo el que tiene una reputación terrible.

Juliana se echó a reír. —Eres un secuestrador de inocentes. Un seductor de vírgenes.Él le separó las piernas lentamente, besando lánguidamente el interior de sus

muslos. —Solo de una inocente. Solo de una virgen.Ella suspiró de placer y cerró los ojos mientras él le lamía la piel que tenía encima

de la liga, anticipándose a lo que estaba por venir. —Qué suerte la mía. —Se inclinó hacia delante y enmarcó con las manos su

www.lectulandia.com - Página 291

Page 292: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 292/298

apuesto y viril rostro—. Simon… —susurró—. Te he amado desde el primermomento en que te vi. Y te amaré… te amaré todo el tiempo que quieras tenerme entu vida.

Los ojos de Simon se oscurecieron y se puso mortalmente serio. —Pues entonces me amarás durante mucho, mucho tiempo.

Ahora fue Juliana la que le besó, poniendo toda su alma y amor en ello, porque lepareció que las palabras no eran suficientes para expresar todo lo que sentía por él.

Cuando se detuvieron, jadeantes y desesperados por continuar, Juliana preguntó: —¿Qué sientes al saber que tu reputación está completamente arruinada?Simon se rio. —Que nunca se recuperará. —¿Te arrepientes? —Nunca. —Tiró de ella para darle otro beso.

El escándalo de Simon era de los que duraban años. Se hablaría de él en lossalones de baile, en todo Bond Street y hasta en el mismísimo Parlamento. Y cuandofueran mayores, él y Juliana les contarían a sus nietos la historia de cómo el duque deLeighton terminó postrándose de rodillas ante el amor.

www.lectulandia.com - Página 292

Page 293: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 293/298

Epílogo

 Mayo, 1824

Su excelencia, la duquesa de Leighton, estaba subida a una escalera de la

biblioteca —demasiado alta como para pasar desapercibida— cuando su maridollegó.

Simon entró distraído, leyendo una carta que tenía en la mano, y la llamó. —¿Sí? —respondió. —Tenemos noticias de… —Se detuvo en seco y ella supo que acababa de

descubrirla. Cuando volvió a hablar, su tono fue bajo y distante, demasiado tranquilopara su marido, que había descubierto que le encantaba disfrutar de toda la gama deemociones posibles ahora que las había experimentado—. ¿Juliana?

 —¿Sí? —¿Qué estás haciendo a seis metros sobre el suelo?Intentó parecer lo menos culpable posible y fingió no darse cuenta de que se

había colocado justo debajo de ella, como si no pudiera aplastarlo como a unescarabajo si se caía al suelo.

 —Buscando un libro. —¿Te importaría mucho poner de nuevo los pies sobre la tierra?Afortunadamente, acababa de encontrar el libro que quería, así que lo sacó de la

estantería y se dispuso a bajar de la escalera. En cuanto tocó el suelo, Simon desatósu carácter.

 —¿En qué estabas pensando, subiendo hasta casi tocar el techo, en tu estado? —No estoy inválida, Simon, todavía puedo mover mis extremos con facilidad. —No, lo que haces con extrema facilidad es poner a prueba mi paciencia. Y creo

que lo que querías decir era extremidades, no extremos. —Se paró, recordando porqué estaba tan enfadado—. ¡Podías haberte caído!

 —Pero no lo he hecho —dijo, acercando la cara hacia él para que la besara.Simon cedió inmediatamente y le dio un beso mientras acariciaba el vientre

donde crecía su hijo. —Tienes que tener más cuidado —susurró él, y Juliana se estremeció por la

preocupación con la que lo dijo.Alzó los brazos y le rodeó el cuello, deleitándose con el calor y la fuerza que

irradiaba. —Tanto tu hijo como yo estamos bien, marido. —Sonrió ampliamente—. Doce

vidas, ¿recuerdas?Él soltó un gruñido. —¿Sabes? Creo que ya las has usado todas. Y no hay duda de que también has

www.lectulandia.com - Página 293

Page 294: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 294/298

provocado tus buenos doce escándalos.Juliana arrugó la nariz ante aquel comentario y se quedó pensativa. —No. Creo que no.La cogió en brazos y la llevó hasta su sillón favorito, obligando a Leopold a

bajarse de él. Mientras el perro se tumbaba en el suelo para continuar con su siesta

Simon se acomodó en el sillón, y la colocó sobre su regazo. —La caída en el Serpentine… La no tan divertida persecución por Hyde Park…

Cuando me esperaste fuera del club… —Eso no cuenta como un auténtico escándalo —protestó ella, acurrucándose

contra él mientras le acariciaba de nuevo el redondeado vientre. —Sí que cuenta. —La llegada de mi madre —apuntó ella.Simon hizo un gesto de negación.

 —Ese no lo provocaste tú.Juliana sonrió. —¡Tonterías! Su llegada fue el escándalo que dio comienzo a todo lo demás. —Cierto. —Le dio un beso en la sien—. Algún día tendré que agradecérselo — 

continuó azuzándola—. Destrozar la decoración de Lady Needham… —Bueno, ¿a quién se le ocurre adornar una escalera con verduras? Y si vamos a

enumerar todos mis escándalos, ¿por qué no nos ponemos también con los tuyos? — Empezó con la lista—. Besarme en los establos de mi hermano… Pervertirme en tu

baile de compromiso… Y no nos olvidemos de…En esta ocasión Simon la besó en el cuello. —Mmm. Por supuesto que no podemos olvidarnos de eso.Se echó a reír y le apartó de un empujón. —De la Noche de las Hogueras.Los ojos ámbar de él se oscurecieron. —Te aseguro, sirena, que nunca olvidaré la Noche de las Hogueras. —¿Cuántos llevamos ya? —Ocho. —¿Lo ves? ¡Te lo dije! Soy el vivo retrato del decoro y la corrección —Simon

soltó una sonora carcajada, pero en ese momento Juliana se acordó de algo queensombreció su rostro—. Nueve.

 —¿Nueve? —Insulté a tu madre en la modista —bajó el tono de su voz—. Y había gente

presente.Simon alzó ambas cejas. —¿Cuándo? —Después de la noche en el teatro, cuando todavía estaba pendiente nuestra

www.lectulandia.com - Página 294

Page 295: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 295/298

apuesta.Él sonrió de oreja a oreja. —Me hubiera gustado verlo.Juliana se tapó los ojos. —Fue horrible. Todavía sigo sin poder mirarla a los ojos.

 —Sabes que no es porque la insultaras en la modista, sino porque mi madre esuna mujer terrible. —Juliana soltó una risita ahogada—. Hay otros dos escándalosmás. La primera noche en el baile de Ralston.

 —Es verdad. El incidente con Grabeham en los jardines y lo de tu carruaje.Simon se puso tenso. —¿Fue Grabeham?Le acarició los rizos que caían por su nuca. —Ese hombre no merece ni que te tomes la molestia de pensar en él, Simon.

Él enarcó una ceja. —Puede que tú lo veas así… pero me encantará hacerle una visita. —Siempre que te permita entrar en su casa. Recuerda el escándalo en que tú

mismo te has convertido —bromeó ella. —¡Ahí está! ¡Ese es tu escándalo número doce! El baile de los Northumberland

 —anunció él, estrechándola con más fuerza entre sus brazos—. Nada de subirescaleras mientras estés incinta.

 —¡Oh, no! —se quejó ella—. La irrupción en Northumberland House es un

escándalo completamente tuyo. ¡Yo no tuve nada que ver! Quítalo de mi lista.Simon se rio entre dientes contra su cuello, y ella se estremeció por la sensación

de su cálido aliento en esa parte de su anatomía. —Me parece justo. Asumo ese escándalo como propio.Juliana sonrió. —Es el mejor de todos.Simon enarcó una ceja en un arrogante gesto ducal. —¿No te dije que no vale la pena hacer algo si no se hace bien?La carcajada de Juliana se perdió bajo el prolongado y experto beso que su

marido le regaló. Después de unos segundos, en los que ambos terminaron jadeantes,él apoyó la frente en la suya y murmuró:

 —Eres la esposa más maravillosa que un hombre pueda tener.Azorada por la adoración en su tono, agachó la cabeza, pero la alzó

inmediatamente después. —Dijiste que traías noticias. Cuando entraste.Simon se recostó contra el sillón y sacó una nota del bolsillo de su chaqueta. —Es verdad. Tenemos un nuevo sobrino. El futuro marqués de Ralston.Abrió los ojos, complacida; le quitó la nota de la mano y se dispuso a leerla

www.lectulandia.com - Página 295

Page 296: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 296/298

ansiosa. —¡Un niño! Henry. —Las miradas de ambos se encontraron—. Y con este ya van

tres. —La hija de Nick, Elizabeth, había nacido dos semanas antes, y ahora compartíahabitación en Townsend Park con una feliz y cada vez mayor Caroline.

Simon abrazó de nuevo a Juliana, le dio un suave beso en la punta de una ceja y la

atrajo contra su pecho. —Y en otoño aportaremos nuestro granito de arena y añadiremos un nuevo

miembro a esta divertida pandilla.Se emocionó profundamente al pensar en su floreciente familia; una maravillosa y

sobreprotectora familia que nunca pensó que tendría. —¿Te das cuenta de que nos darán un montón de problemas? —bromeó.Simon se quedó callado durante tanto tiempo que Juliana alzó la cabeza para ver

qué sucedía. Y se encontró con sus ojos dorados, que la miraban completamente

serios. Pero entonces su marido esbozó una enorme y preciosa sonrisa. —Sí, pero serán los mejores problemas posibles.Y lo fueron.

www.lectulandia.com - Página 296

Page 297: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 297/298

Agradecimientos

En esta tercera y última novela de la serie, tengo que haceros una confesión.Gabriel, Nick y Juliana nunca habrían visto sus historias publicadas sin la ayuda devarias personas absolutamente asombrosas.

Carrie Feron, mi editora, por su perspicacia sin igual e infinita paciencia. Graciasa ella estos libros son lo que son. Además, Carrie no vino sola, sino que laacompañaron la fabulosa Tessa Woodward y el resto del incomparable equipo deAvon Books: Pam Spengler-Jaffee, Christine Maddalena, Jessie Edwards, AdrienneDi Pietro, Tom Egner, Gail Dubov, Ricky Mujica, y Sara Schwager. Todos ellos hantrabajado sin descanso para dar vida a esta serie.

Mi agente, Alyssa Eisner-Henkin, se llevó la sorpresa de su vida cuando le conté

que estaba escribiendo una novela romántica para adultos. Alyssa, gracias por dar esesalto conmigo.También están mis amigas —todas ellas unos auténticos genios— sin las que

nunca habría escrito estas historias o, de haberlo hecho, hubieran sido mucho peores.Gracias a Sabrina Darby, Cate Dossetti, Saundra Mitchell, Aprilynne Pike, CarrieRyan, Lisa Sandell, y Meghan Tierney por ayudarme a encontrar caminos sin malashierbas. Sophie Jordan, todavía no me puedo creer que cogieras el teléfono; graciaspor mostrarme cómo funciona todo. ¡Y gracias a todos mis amigos de Facebook y

Twitter por sus constantes ánimos!A mi familia, gracias por dejarme volver siempre a casa. Sobre todo a mis padrespor corregir mi italiano (la culpa de los errores que haya es exclusivamente mía), y ami padre en concreto por su proverbial brillantez y las encantadoras singularidades deJuliana.

Y a Eric, para ti un gracias nunca será suficiente. Soy tuya. Siempre.

www.lectulandia.com - Página 297

Page 298: 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

8/18/2019 3Once Escandalos Para Enamorar a Un Duque - Sarah MacLean

http://slidepdf.com/reader/full/3once-escandalos-para-enamorar-a-un-duque-sarah-maclean 298/298