Post on 20-Apr-2023
…Y LLEGARON CON CADENAS…Las poblaciones afrodescendientes en la Historia
de Arica y Tarapacá (Siglos XVII-XIX)
Alberto Díaz ArayaLuis Galdames RosasRodrigo Ruz Zagal
(Editores)
Ediciones Universidad de Tarapacá
2019
…Y LLEGARON CON CADENAS…Las poblaciones afrodescendientes en la Historia de Arica y Tarapacá
(Siglos XVII-XIX)
Editores:Alberto Díaz Araya, Luis Galdames Rosas y Rodrigo Ruz Zagal
Compilación: Felipe Casanova Rojas
Ediciones Universidad de Tarapacá
ISBN: 978-956-6028-08-6 Propiedad intelectual: 235934
Imagen de portada: Celebración del cumpleaños de María Esperanza Ayala Corvachoen el sector de las Chimbas. Arica, año 1891.
Fotografía de Juan Manuel Anda.
Segunda edición 2019: 300 ejemplaresPrimera edición 2013
Diseño: Eduardo Araya Castro
Este libro fue evaluado por académicos e investigadores externosa la institución
Introducción
Características de la Esclavitud y la Resistencia Negraen el Virreinato Peruano. Luis Miguel Glave, Alberto Díaz Araya
Afrodescendientes en Arica. Registros Coloniales para unaHistoria Regional.Alberto Díaz Araya, Viviana Briones Valentín yEugenio Sánchez Espinoza
Afrodescendencia y Registros Documentales Colonialespara el Corregimiento de Arica.Viviana Briones Valentín
Estudio Socioeconómico de la Población Afrodescendienteen Tarapacá (Siglos XVI-XIX).Carlos Donoso Rojas
Mkumba Cumbe, Tumbe en Carnaval; Baila NegroCachimbo Andalajaya Ja. Aportes de los Africanos a laIdentidad Musical en el Norte de Chile.Gianfranco Daponte
Caricaturas del Perú Negro en Magazines Chilenos.Referentes Iconográficos y Alteridad (1902-1932).Rodrigo Ruz Zagal, Luis Galdames Rosas, Michel Meza Aliagay Alberto Díaz Araya
Con Agua, Óleo y Crisma. Afrodescendientes en losLibros Parroquiales de Lluta y Azapa. Siglo XVIII.Alberto Díaz Araya y Renato Calderón Gajardo
ÍNDICE
5
11
29
65
103
135
165
195
Censos y Disensos en Arica, Azapa y Lluta.Apuntes Sociodemográficos de los Afrodescendientesdurante el Siglo XIX.Alberto Díaz Araya, Wilson Muñoz Henríquez yPaulo Lanas Castillo
Amos de Esclavos: Las Redes de la élite para recomponerlos rastros de los negros y mulatos en elCorregimiento de Coquimbo (Siglos XVIII-XIX).Montserrat Arre Marfull
Afrodescendientes en documentos de Real Hacienda,Chile. 1565-1580.Juan Muñoz Correa
Promesa de Libertad: El retorno a la esclavitud de lossoldados pardos del ejército de Buenos Aires. Análisis deltráfico de esclavos en la región Tacna-Arica, 1778-1815.Jaime Rosenblitt
El proceso criminal contra los negros esclavosen el valle de Sama, 1753-1754.Valeska Rojas Contreras
227
407
419
427
435
5
INTRODUCCIÓN…Y LLEGARON CON CADENAS…
América morena es una amalgama de grupos étnicos diversos que se distribuyen en las diversas repúblicas, con grados variados de integración y de autonomía. En este marco, el fenómeno de la esclavitud negra, que se extendió por más de tres siglos, constituye uno de los elementos determinantes en la constitución de los espacios culturales y sociales durante la historia continental. ¿Qué motivos se hicieron presentes para explicar la introducción de la esclavitud en las vastas tierras americanas y andinas en particular? Rolando Mellafe (1964) propone que el propósito fundamental estribaba en sustituir a una población aborigen que se extinguía rápidamente. En efecto, el cambio de las condiciones laborales que impuso el conquistador peninsular, unido a los cambios en la dieta alimentaria provocaron enfermedades nuevas, bajas en las defensas, contagios y otros graves problemas de salud que terminaron por ir diezmando a los pobladores originarios y, con ello, despoblando severamente los espacios productivos. Por otro lado, otros autores enfatizan que esta disminución de la población obedeció a la violencia de los conquistadores, a los efectos bélicos de la conquista (Peralta, 2005) y al trabajo inhumano a los que se sometió al indígena.
El rol de la población afro fue tan relevante en la esfera de la producción, que las instituciones solicitaron su expansión a expensas de toda consideración ética. Peninsulares notables y cabildos realizaron peticiones para que esclavos negros laborasen en ingenios mineros y lavaderos de oro, argumentando que su presencia aliviaría la presión laboral que recaía sobre los nativos.
Al interés por parte de la política económica de la Corona hispana favorable a la esclavitud, se agregó una circunstancia histórica que la obligó a otorgar intereses en juros o anualidades. En efecto, durante el siglo XVI, la Corona debió confiscar bienes privados, por lo general a conquistadores y mercaderes que retornaban desde Indias. A cambio de ello, entregó altos intereses en juros, instrumentos de similar naturaleza a los bonos de deuda pública. Con el correr de los años, estos devinieron en licencias para introducir esclavos negros en América.
Durante más de dos siglos, el ingreso de esclavos por el Pacífico tuvo como lugar legal a Panamá, que a su vez recibía cargas desde Cartagena y Portobelo, que en la época fue considerada la garganta del Perú (Klein,
6
2011). En efecto, el tráfico de población afro al Perú fue el más extenso de todos; los africanos enviados a través del Atlántico eran desembarcados primero en el puerto de Cartagena, en las costas caribeñas de Sudamérica. Después se realizaba el traslado hacia el puerto de Portobelo, a corta distancia del istmo de Panamá. Por tierra eran conducidos al océano Pacífico y, desde allí, navegaban al Callao, puerto de ingreso a Lima. Una vez en la ciudad de los virreyes, los esclavos eran vendidos por todo el Virreinato: hacia el Alto Perú, Chile por el sur, hasta Quito por el norte.
Además de conformar parte relevante de la población urbana, la población afro fue dominante en la minería del oro y las labores agrícolas, en los márgenes de la sociedad rural indígena. Por lo que dice al oro, éste se encontraba en su mayor parte en depósitos aluviales situados en las tierras bajas tropicales, alejados de las poblaciones indígenas. La agricultura fue otra actividad económica en la que desarrolló su trabajo como esclavo. Para cubrir las necesidades alimentarias de las nacientes ciudades del Perú, los españoles crearon vastas extensiones de huertas, las que eran tendidas por pequeñas familias de esclavos (Klein, 2011). La más ambiciosa de todas las actividades agrícolas se llevó a cabo a lo largo y ancho del litoral. Las plantaciones de los valles irrigados de la costa, con preferencia ubicados al sur de Lima, tenían en Pisco y los valles de Cóndor e Ica unos dos mil esclavos. En el interior del territorio también nos encontramos con valles tropicales en los que podrían encontrarse haciendas con esclavos especializados en el cultivo del azúcar.
Puntualizando, la historia de Arica, desde sus más remotos orígenes, posee una diversidad de actores que han modelado su devenir. Como creación hispana, se inicia y desarrolla como encomienda, se prolonga como Corregimiento, luego como Villa, más tarde como Partido y, finalmente como ciudad, a mediados del siglo XVI, se constituyó durante el largo período colonial como una de las ciudades-puerto más importantes de América (Galdames, 1981).
Durante los últimos cincuenta años, la arqueología, las ciencias sociales y la historiografía han ido desplegando masivamente sus saberes y acumulando conocimientos a propósito de la realidad humana del extremo norte de nuestro país. Merced a dichos esfuerzos disciplinarios, se logró acceder a la rica diversidad histórico-cultural de este territorio. Fue así como merced a dichos estudios que se transformó la mirada y asomaron a la luz, con toda su intensidad, las etnias andinas que no tenían parangón a nivel de la historiografía chilena. Así, la diversidad expuesta por el
7
multiculturalismo fue puesta en escena. En efecto, silenciada durante el siglo XIX e inicios del XX, la voz andina comenzó a reconocerse y a oírse fuerte y clara.
Pero hubo un actor silente, olvidado y prácticamente ausente de la preocupación intelectual, cuya presencia resultaba tan extraña y ajena, cuyo transcurrir sucedió leve y apenas figuró en el anecdotario regional, casi como un fantasma perdido entre las brumas tempranas de los valles u oculta por las sombras que dibujaron los prejuicios de los habitantes citadinos de la urbe ariqueña blanca y mestiza. Se trata, obviamente, de la población afro, numerosa ya desde las primeras décadas del siglo XVII.
Dicho así, el propósito de este trabajo es justipreciar, la historia de un pueblo que se inició como esclavo entre cadenas y luego se hizo habitante de los valles y la ciudad-puerto, en segregación y en convivencia con lo hispano; más tarde existiendo como peruanos y, al final del camino, formando parte de los chilenos en el septentrión del país.
Nos ha parecido oportuno ofrecer al lector, desde la historiografía, análisis de procesos diversos que las y los actuales afrodescendientes vivieron, utilizando para ello abundante e inédita documentación que da cuenta de una variedad de situaciones complejas como la discriminación y cotidianas como las expresiones festivas y musicales.
Estos son algunos de los antecedentes que enmarcan la presencia de la población afro en los valles y la costa de Arica y también de Tarapacá a los cuales intentamos relevar. Tres siglos de coloniaje, casi un siglo de existencia durante la república del Perú y, finalmente, más de ciento treinta años de existencia bajo soberanía chilena, han dejado huellas indelebles en el paisaje cultural del norte grande de nuestro país. Tras un largo periodo de silencio forzado por la discriminación, los profundos cambios asociados al reconocimiento de la diversidad, han abierto las puertas a la diferencia y, nuevamente, podemos oír como vuelven a resonar los sonidos del tambor. Robándole sus secretos al olvido, esta obra procura colaborar en la puesta en valor de patrimonios siempre presentes, pero invisibles para la sociedad chilena. Como señalara Tolstoy en una de sus obras: “canta a tu aldea y serás universal”.
8
Acerca del libro sobre los afrodescendientes Los estudios sobre etnicidades en el extremo norte chileno, han ido progresivamente renovando sus problemáticas, acogiendo el pulso de los tiempos que impone un nuevo siglo y sus exigencias. Éste presenta desafíos importantes a los investigadores regionales, considerando que, a partir de contextos sociopolíticos y económicos propios de la modernidad, las comunidades inscritas dentro de su espacio han cambiado, comenzando a realizar lecturas respecto a su historia, exigiendo también un involucramiento mayor a los historiadores, especialmente a quienes la realizan desde sus mismas regiones y conocen las realidades de los actores y organizaciones.
Este acercamiento robustece los vínculos de comunidades e investigadores, permitiendo una suerte de relación simbiótica entre ambas. Por un lado, la disciplina histórica se ve conminada a la evaluación de los paradigmas dominantes, situación que desde hace más de una década atrás, ha venido realizándose profusamente por medio de relecturas de los problemas, teorías y metodologías, que han madurado al alero de programas de investigación que las casas de estudios superiores regionales han comenzado a amparar.
Las comunidades en tanto, se nutren de las certezas con que normalmente se asocian los resultados de las investigaciones histórico-documentales, la cual incluso pone a disposición del público en general, la documentación utilizada en sus investigaciones las que llegan sin mediación hacia quienes por curiosidad requieren de ellas para el otorgamiento de sentido de modo subjetivo.
Los estudios sobre la memoria, historicidad, usos políticos de la identidad, interculturalidad y todo lo que una “historia colaborativa” involucra (Rappaport y Ramos, 2005), resultan robustecidos y con una proyección insospechada de este vínculo. Solo este argumento, hace importante el esfuerzo desplegado por los autores y las instituciones involucradas en esta iniciativa.
Este es un libro de divulgación, cuyo propósito central es difundir entre las mujeres y hombres afrodescendientes del norte chileno, los resultados de los procesos de búsqueda, pesquisa y sistematización de documentación archivística e histórica que describa antecedentes del pasado de la población negra regional, ayer esclavos hoy libres, pero con históricas demandas que merecen la atención de las agencias de poder.
9
Este material, antes de concentrarse en interpretaciones generadas peregrinamente sin datos suficientes que permitan corroborar o discutir las ideas desarrolladas en el pasado por Dagnino, Urzúa o Wormald, pone primero en relieve los antecedentes de carácter histórico que permiten nutrir hoy a las y los afrodescendientes y encontrar vestigios de sus antepasados, difundiendo citas, censos y palabras en castellano antiguo, donde nombres y apellidos de otrora negros, que resuenan más allá de las cadenas del tiempo.
Como profesionales nortinos, conocedores también de la compleja realidad de la población afro de Arica, Lluta, Azapa, Chaca, Pica, Tarapacá e Iquique, nos hemos esforzado en el Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas de la Universidad de Tarapacá, para revalorar a los que por siglos no formaron parte de los libros de la Historia nacional. También incorporamos materiales de colegas de otras regiones y hemos incluido nuevos datos de archivos históricos.
Pese a todo, la historia local es otra. Acá nos nutrimos de las danzas, del sonido de los tambores en Azapa o en nuestros barrios y tenemos certeza de que la sociabilidad cotidiana se impone a la xenofobia de antaño. Cantamos y tocamos en las cruces de Azapa y caminamos por senderos milenarios para consagrar la vida cotidiana en el santuario de la Chinita de Las Peñas, junto a los peregrinos y novenantes que visten y danzan de morenos con matracas.
Muchas veces dialogamos en los pasillos de la Universidad de Tarapacá con nuestra amiga Marta Salgado sobre la necesidad de entregar algunos retazos del pasado negro de Arica. Cristian Báez también nos ha invitado a seguir su camino trazado en sus valiosos textos. Infinidad de amigos o vecinos con los cuales por varios años nos hemos relacionado, mucho más allá del quehacer universitario, nos insistieron en la propagación de sus demandas y en lo profundo de sus testimonios de negritud y cultura afro. José Barraza Llerena, colega y conocedor de las costumbres y movimientos corporales vallesteros, ha sido gravitante para intentar ordenar algunas ideas sueltas y papeles dispersos sobre sus ancestros africanos. Su abuelita Julia Corvacho, con la cual compartimos durante las fiestas de las cruces a mediados de la década de 1990, representa el significativo legado del Arica Negro de ayer, que siempre renace durante el tumbe de carnaval.
10
Agradecemos igualmente al Dr. Emilio Rodríguez Ponce, Rector de la Universidad de Tarapacá, por su permanente apoyo a los proyectos que emprendemos. Al Convenio de Desempeño Desarrollo Estratégico de las Humanidades, Ciencias Sociales y Artes en la Universidad de Tarapacá.
Finalmente, vayan nuestro más sincero reconocimiento a José Barraza, Marta Salgado y Cristian Báez, por manifestar siempre que las y los afrodescendientes siguen en movimiento y organizados en Arica, aunque en el ayer colonial, hayan llegado con cadenas.
El camino está trazado, y en su tránsito, el desafío.
Los autores
Referencias Citadas
Galdames, L. et. al. (1981). Historia de Arica. Editorial Renacimiento, Santiago.
Klein, H. y B. Vinson (2008). La Esclavitud Africana en América Latina y el Caribe. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
Klein, H. (2011). El Tráfico Atlántico de Esclavos. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
Mellafe, R. (1964). La Esclavitud en Hispano-América. EUDEBA, Buenos Aires.
Peralta, G. (2005). El Comercio Negrero en América Latina (1595-1640). Editorial Universitaria, Universidad Nacional Federico Villarreal, Lima.
Rappaport, J. y A. Ramos. (2005). Una historia colaborativa: retos para el diálogo indígena-académico. Historia Crítica 29:39-62.
11
CARACTERÍSTICAS DE LA ESCLAVITUD Y LA RESISTENCIA NEGRA EN EL VIRREINATO PERUANO
Luis Miguel Glave1
Alberto Díaz Araya2
Todos recordamos esa anécdota tan propia de Ricardo Palma, cuando decía que “quien no tiene de inga tiene de mandinga”. Tan profunda ha sido la presencia de los africanos y de sus descendientes afroandinos en la sociedad y la historia, que no se pueden entender nuestros países andinos y su cultura si no se tiene en cuenta el aporte de esta población en la creación de su sentir y sus seres nacionales. La historia colonial andina tiene todavía una deuda con esta población que tuvo un papel crucial en su definición. Aunque ahora tenemos cada vez más aportes que nos ayudan a solventarla.
La historia de la cultura afroandina no ha sido sólo la de la esclavitud, pero sin duda ha estado marcada por ella. Los barrios de negros que han caracterizado la historia de nuestras ciudades fueron un producto de la esclavitud. Una vez liberados de esa inhumana sumisión, los pobladores negros se vieron reducidos a la marginalidad. Pero antes, fugados y ocultos o liberados por su propio esfuerzo, también estaban confinados a determinados espacios de ciudades que los segregaban. Lima por ejemplo fue la ciudad de los callejones, en el Rimac y Barrios Altos, cuartos ubicados en fila con un largo pasillo de “un solo caño”, donde se vivía en una extrema promiscuidad. Los viajeros lo notaron tanto y los describieron que las ciudades andinas se pueden pensar como espacios de gentes negras. “Chinganas”, “picanterías” y “casas de juego” donde negros y zambos, mestizos de negro llamados “castas”, junto a los cholos, se reunían a buscar un descanso y huir del callejón. Esa plebe urbana tomaba el centro durante las fiestas de las ciudades, donde canciones, bailes y costumbres eran un florido y desordenado hervidero de tradiciones de tres continentes: África, Europa y la América Andina. El sello y la autenticidad de las ciudades y su cultura no pueden ser conocidos sin reconocer la presencia de los afroandinos.
La llegada de los negros a los Andes fue muy distinta a la imagen que se desprende de la trata de esclavos y la economía de plantación (Andrés-Gallego, 2005, Gómez, 2002, Lucena, 2002). Al igual que como ocurrió primero en la conquista del Caribe, México y Centro América, los
1Instituto de Estudios Peruanos, Lima, Perú. 2 Universidad de Tarapacá. Arica, Chile.
12
negros llegaron acompañando a los conquistadores. Primero pues fueron compañeros, auxiliares y sirvientes. Con el tiempo y el establecimiento de formas civilizatorias occidentales, particularmente las ciudades, estos compañeros se convirtieron en criados. Ya se había abierto la puerta a la trata en los territorios colonizados, y esta provenía de la demanda de servicio, propia de esa sociedad plagada de vínculos personales de dependencia. Según consigna Rolando Mellafe (1959, p. 36), apenas instalados los conquistadores en Jauja, uno de ellos se obligó con un compañero en Panamá para pagar ciertas mercaderías que le enviaría, entre ellas una centena de esclavos marcados. Como señala James Lockhart (1982), los españoles llevaron consigo esclavos con la idea de obtener grandes ganancias al venderlos una vez se descubrieran las prometidas grandes riquezas. Iniciada la conquista del Imperio Inca con la captura de Atahualpa y el reparto del primer botín, los negros entraron a raudales en los Andes, desde el actual Ecuador hasta Chile. Muchos negros llegaban con los españoles que se asentaban en los Andes provenientes de otros territorios conquistados por España en América y de la propia España, pero otros tantos comenzaron a llegar por compraventas que se fueron introduciendo por parte de otros migrantes y por las primeras licencias de importación de negros, que fueron la forma más importante de introducción de esclavos en el siglo XVI, hasta 1595 cuando se concretó el primer asiento o contrato monopólico. Para entonces y hasta principios del siglo XVII, los navíos con cargazones de negros de Angola y Guinea, ya arribaban por decenas anuales a los puertos de entrada, empezando por Cartagena de Indias. Se calcula que en el siglo XVI pasaron a la América española unos 900,000 esclavos (Kamen, 1971).
Es interesante notar que mientras la densidad de esclavos en 1570 era mucho mayor en el Caribe, hacia 1650 tanto en Nueva España como en el Perú había zonas y ciudades donde la densidad era igual a la centro- americana. En los Andes, la creciente presencia de los negros se notó claramente a fines del siglo XVI y a principios del XVII fueron ya un factor de riesgo político, como veremos. Contamos con datos que ha reunido Frederick Bowser (1977, p. 407-411) y retomados por Jean Pierre Tardieu (2005) sobre la presencia de los negros en el virreinato del Perú. Veamos algunos de ellos, los más indicativos. Muy tempranamente, hacia 1554, Lima contaba con más de 1.500 esclavos y en todo el Perú había unos 3,000. En 1588, según las Relaciones Geográficas de Indias, había en Lima entre 12.000 y 15.000 negros. A fines del siglo, el número no era menor a 20.000 y un informe de principios del siglo XVII habla de una
13
cantidad similar en otras ciudades del virreinato. Ya en 1630 el cronista Antonio Vázquez de Espinoza pensaba que Lima albergaba a 50.000 esclavos. Aunque esta era una expresión exagerada según otros registros más precisos, lo cierto es que la presencia negra siguió creciendo y su proporción dentro del total de la población llegó a ser contundente. Para entonces, ya se hacían importaciones de tipo asiento y los mercaderes introducían centenas de esclavos para los que hubo que construir unos barracones aislados de la ciudad mientras se fueran vendiendo. En Chile la cosa no fue tan abrumadora, pero ya había más negros que blancos en el año 1620. No se puede establecer un precio medio de los esclavos pues éste variaba de acuerdo a muchos factores, no sólo el sexo y la edad, muchas veces el aspecto, la fortaleza, alguna habilidad real o supuesta, el punto de venta y demás. Bowser (1977) ha hecho una agrupación de datos que muestran variaciones alrededor de los 300 y 500 pesos, pero como bien anotaba Lockhart (1982), hubo negros expertos en oficios o artes que podían duplicar y triplicar el precio.
Esta población estaba muy dividida. Fernando Romero (1987, 1994) ha identificado más de 50 tribus de dónde venían lo esclavos, desde la costa occidental del Senegal a Angola, aunque algunos vinieron del litoral oriental. Luego se mezclaron y se denominaron de las maneras más increíbles: mestizo prieto, negro chino, mulato, mulato claro, mulato oscuro, mulato morisco, mulato pardo, mulato lobo, tercerón, cuarterón, zambaigo, chino, rechino, chino prieto, chino claro, zambo, zambo claro, zambo prieto; ahí te estás (tente en el aire), salto atrás y... no te entiendo.
Acompañaron a sus amos y los sirvieron en sus casas, fueron sostén fundamental del mantenimiento del tipo de vida de esas unidades domésticas. Hay que tener presente que se trata de la implantación de casas señoriales, de gran número de habitantes dentro de ellas. La formación de las ciudades y de las incipientes formas de división del trabajo dentro de ellas, para proveer servicios fundamentalmente, demandaron servidores que en su inmensa mayoría fueron esclavos, salvo en aquellos asientos serranos donde primero por vía de las encomiendas y luego por los mecanismos de servidumbre personal que se implantaron, el servicio fue proporcionado por los indios. La implantación de los indios en las ciudades fue todavía lenta y luego insuficiente, el espacio económico para proveer de ese servicio fue ocupado por los servidores negros. Carmen Bernard (2001) nos ha relatado muy bien el panorama que se presentó. Su estudio revela la vida de los negros en las ciudades, de manera que completa y corrige la imagen general que los estudios sobre la economía esclavista
14
de plantación han dado sobre la esclavitud africana en América. Parte de la importancia del fenómeno de la urbanización como construcción y aportación nueva de los espacios coloniales. Enfatiza la proximidad física entre los esclavos y la familia del amo. Además, el negro se desenvolvía en un espacio de mediación como fueron las calles y plazas. Allí se dio su presencia más notoria, cuando comenzaron a tomar los espacios públicos. Vendedores de asiento, pregoneros eximios, difundieron alimentos de origen africano: anticucho bereber, tamal yoruba, chicha de Terranova, sanguito de ñaju congoleño, champús de agrio chamba, choncholí y brebajes alcohólicos de factura esclavista como el cañazo, la cachina y el guarapo (Romero, 1988). Pero también, bebidas españolas como el emoliente y comidas como el pescado frito.
Las ciudades mostraron zonas intermedias de mestizaje por la convivencia y el poco claro estatus de los horros que habían conseguido su libertad de la servidumbre. Se había producido una incorporación de esa población, en un largo y contradictorio proceso. Bozal (el negro africano), ladino (el negro aculturado), mulato (el descendiente mestizo): transmisión cultural occidental, pero también a la inversa. Se formaron rancherías de negros, que tenían vinculaciones con los espacios libres conquistados por los huidos, los llamados palenques, poblados de cimarrones. Hubo desde temprano uno en Huaura cerca de Lima y como en la capital, los hubo en los alrededores de otras ciudades importantes.
Un caso que mencionamos a guisa de ejemplo de la cercanía que hubo entre amos y esclavos fue nada menos que el de un connotado oidor. En uno de los varios procesos que tuvo que enfrentar el oidor Manuel Barros de San Millán, un hombre culto y político, que tuvo gran figuración en los entretelones del poder virreinal en Charcas desde la época del virrey Toledo, se le acusó de tratar a sus negros “en igualdad”. Las escenas de este proceso nos llevan a la casa del oidor y allí lo vemos tratando con sus esclavos en la cocina, en la biblioteca, en la sala previa a su recámara. Tanta influencia tenían los esclavos de Barros sobre él que muchos pleiteantes se acercaban a ellos para pedirles que intercedieran en sus casos. Varios de los negros de Barros tenían presencia en la vida pública de la ciudad: jugaban, hacían algunas pendencias y uno de ellos, con quien se le vinculó sentimentalmente al oidor, era un gran bailarín y tañedor de vihuela, lo que le permitía incluso ganar dinero con el que aparentemente logró comprar su manumisión3.
3 Archivo General de Indias (en adelante AGI), Escribanía 844 A.
15
Todos en la ciudad tenían esclavos, incluso los negros libres que adquirían cierta fortuna podían tener los propios. Los mismos indios los tenían como ha mostrado Emilio Harth-Terre (1973). No sólo los indios nobles y pudientes de la ciudad, también los tuvieron los comuneros de los pueblos, como los de los alrededores del río Apurimac que construían un importante puente para la circulación colonial, como lo señaló el mismo Harth-Terre. Estos indios fueron autorizados en 1595 a comprar con los fondos de sus cajas de comunidad, cien piezas -como se denominaban a las personas esclavizadas- para relevarse de las vejaciones que sufrían en la fábrica del paso, tan necesario para todo el reino.
Esa presencia abrumadora de los negros y mestizos de negro que poblaron las ciudades se manifestó en un momento muy ilustrativo de la historia de las razas y del mestizaje cultural durante el siglo XVII, cuando la Inquisición procesó a muchas mujeres acusadas de hechiceras, embusteras y sortílegas. Ello ocurrió de manera continua, pero especialmente en el segundo cuarto del siglo y a fines del mismo. En ambos casos, luego de espectaculares procesos seguidos a mujeres blancas o mestizas acusadas de iluminadas. Luisa Ramos, mulata del Callao, Francisca Martel, mulata de Trujillo, Ana de Almanza y María de Bribiescas mulatas de Panamá y María Martínez, mulata esclava de Portugal que vivía en La Plata, fueron condenadas y públicamente azotadas hacia 1630 por sus hechizos amatorios, sus conjuros y sus pactos con el demonio. Nótese que todas eran mulatas, muchas venidas de otras latitudes y muy adentradas en la vida urbana de Lima y otras ciudades andinas. La historiadora Gabriela Ramos (1988) ha encontrado que en sesenta años del siglo XVII fueron procesadas 43 hechiceras, de las cuales, 20 eran negras y mulatas y nueve mestizas, más bien “pardas” que “cholas”. La Martínez por ejemplo era una hija de un cura de Portugal con una esclava de Guinea. Tenía cinco hijos de diversos padres cuando fue apresada luego que la acusara una de sus clientes que, aterrorizada testificó que sobre su órgano sexual hizo unos conjuros a Satanás y luego descubrió que la mulata estaba en realidad tras los favores sexuales de su propia clienta.
Mucho podríamos comentar sobre estos casos, como la liberalidad sexual de estas negras, su desvinculación de algún varón o tutela familiar y la cantidad de ellas para ciudades tan pequeñas como eran las de la época, lo que revela la demanda que había por sus servicios. Pero sólo nos detendremos en algunos testimonios que revelan la mezcla de ritos en las prácticas de las negras y morenas. Una de las suertes básicas que traían era la “suerte de habas”, tirar habas para adivinar la suerte. Un rito que desde
16
Panamá y probablemente desde África, llegó a Lima y el interior andino. Pero lo curioso es que estas mujeres de Portugal, Panamá, Cuenca, Trujillo y Lima, juntaban el sortilegio de las habas con mascar coca, tirarla y hacer invocaciones a la hoja: “coca mía, madre mía...por quienes te idolatran, por el inga, por la colla, por el sol, por la luna...”. Invocaciones que eran pronunciadas muchas veces en quechua... por negras. Una muestra más de la riqueza de la aculturación y los intercambios que esa sociedad andina procesaba para dar origen al mundo andino colonial.
Esa mezcla cultural, hecha de manera tan espontánea que incluso era marginal e ilícita, era parte de un proceso de aculturación donde los afroamericanos aportaban en el nacimiento de una nueva cultura. Lo mismo ocurría en México, peculiarmente en Veracruz. El historiador Antonio García de León (1992) ha llamado a esa región el caribe afro-andaluz de México. Marineros españoles, población negra liberta o esclavos que desarrollaban oficios, se constituyeron en fundadores de una cultura de integración, desarrollada también en los márgenes de la sociedad, de manera desafiante y sin aceptar la norma, o reprocesándola tanto que eran, junto con libertinos y dados a los sortilegios, devotos y temerosos del poder del Rey. Hechiceras, suertes de hadas, encuentros carnales desinhibidos, mestizaje racial y cultural, en un mundo nuevo, dieron lugar a la cultura atlántica de México. En esas nuevas culturas americanas, los negros formaron grupos exogámicos, que se fueron fundiendo con otras razas y desaparecieron como tales, pero habiendo contribuido a crear esa “raza cósmica” de la que José Vasconcelos (1925) se preciaba en la revolución mexicana.
Regresando a los relajos urbanos coloniales, veíamos que la práctica de la hechicería era básicamente hecha por mujeres, de origen africano pero muy americanas o, para dar un término más preciso: andino-americanas, afroandinas. Los hombres no destacaron en este espacio social disidente, ellos eran más bien cimarrones, bandidos salteadores que se refugiaban en lo que se conoce como palenques -nombre de origen antillano que significa “lugar inaccesible”. Los llamados palenques fueron lugares que funcionaron como aldeas, dominadas por los varones negros, donde los esclavos fugados se refugiaban y establecían un mecanismo de resistencia abierta a los abusos que sobre la gente de su raza se cometían. En la costa los lugares más importantes de estos núcleos de resistencia negra fueron varios, en los valles y el entorno de las ciudades.
17
La evasión y posterior formación de comunidades fue la forma más común de rechazo a la dominación por parte de los negros. Los españoles dividieron a los esclavos, los debilitaros para resistir, los enfrentaron. Pero luego se produjo un efecto contrario de recreación de identidades y creación de una “novedosa negritud” en la que estos palenques jugaron un papel muy importante. Sin temor a equivocarnos, podemos sustentar que, en una porción muy grande de la población rural andina, se procesó una etnogénesis afroandina colonial. En el norte del Ecuador actual, en el valle de Chota, todavía podemos encontrar pobladores negros que hablan el idioma indio y visten a la usanza de los campesinos locales. Bolsones negros son reconocibles en los valles bolivianos actuales, en las ciudades del norte de Chile y algunos del piedemonte oriental peruano. Pero, sobre todo, los poblados campesinos de la costa, particularmente la zona central peruana, muestran un panorama de mezcla que caracteriza las formas culturales y raciales de sus habitantes. Ello fue así porque los negros esclavos también resistieron en la etapa étnica, fugando, mezclándose, interactuando.
Los testimonios de palenques o de cimarrones cercanos a la capital del virreinato los muestran en: montes de las chácaras de Chillón, Collique, Chuquitanta, Carabaillo; Cajamarquilla en Huachipa; los totorales de la hacienda Villa en los valles de Surco y Chorrillos. Célebres fueron los de las chácaras de Garagay. La zona de Chancay y Supe fue convulsionada en la segunda mitad del XVIII. El valle de Mala, particularmente los montes en sitios conocidos como el Guarangal y Bujama. Revueltas hubo en Supe y Andahuasi. El radio de acción de Chancay se extendió hasta Cañete, Mala e incluso Chincha e Ica.
Junto con los palenques, que eran formas de resistencia marginal y permanente, se produjeron algunas sublevaciones de esclavos en haciendas, como la de Nepeña, San Nicolás de Supe, Andahuasi y Villa. Todas sin embargo ya en el último cuarto del siglo XVIII. Hubo una relación entre los esclavos de las haciendas y los palenqueros vecinos. Estos palenqueros alentaban a los rebeldes y actuaban como bandoleros en un radio muy amplio hacia el sur: las barreras étnicas del siglo XVII se iban rompiendo.
En Huachipa y Carabaillo hubo famosos palenques. En Huachipa (1713) se detectaron formas de sincretismo religioso muy interesantes, junto con formas católicas, se practicaba el vudú; el líder, el General Francisco Congo -llamado Chavelilla- tenía dotes especiales de manera que ade- más de líder militar y político, era brujo y chamán. En esos palenques
18
subsistieron las rivalidades, los Congos expulsaron a los Terranovos. Francisco Congo se enfrentó a Martín Terranova, matándolo finalmente. Pero, así como subsistían formas de enfrentamiento, también, el palen- que estaba vinculado con el mercado urbano, constituyendo una forma de interacción entre los cimarrones y la sociedad central. Las mujeres del palenque hacían canastos que vendían con ayuda de los esclavos de las haciendas; los aliados eran los leñateros, negros libertos que llevaban leña a la ciudad y regresaban con negros fugitivos y con noticias y productos.
En Carabaillo y Zambrano, valle del Chillón, se encontraba el otro gran palenque conocido. Asentamientos de larga duración, acentuados por la crisis agraria de fines del XVIII. Se caracterizaba por su dispersión, diferente al carácter militar de Huachipa, que tenía un fuerte hecho por Francisco Congo, donde se refugiaba. También subsistían rivalidades entre los Congos y los Minas, pero a la vez también se desarrollaban vínculos con el mercado y con las haciendas.
Pero sin duda la forma más original de aldea dominada por los negros en un grado extremo de marginalidad, pero en vínculo con el sistema general y las otras razas fue la del puerto de La Canoa, en la región de Esmeraldas, en las costas más septentrionales del Ecuador actual. Tierras míticas de ensoñación y de riquezas que su nombre indica. El Ecuador negro actual tiene ahí su baluarte. La historia del poblado, siempre “libre” sin ser un palenque propiamente, está dotada de todo un mito. Según una relación atribuida al capitán Ruiz Díaz de Fuenmayor, hay una versión sobre la provincia de Esmeraldas que atribuye su surgimiento a un negro sobreviviente de un naufragio que se refugió entre los nativos, procreando muchos hijos y haciéndose jefe de los naturales y de su propia descendencia. Una especie de arquetipo fundador.
Otras tradiciones hablan de un barco hundido con un grupo de negros que se fugaron en la espesura de la jungla, como lo relata la relación de Salazar de Villasante en 1570. Pero fue el cronista Miguel Cabello de Balboa el que hizo una prolija relación del descubrimiento de la provincia de Esmeraldas, poblada por negros y mulatos: según él, en 1553 en un barco procedente de Panamá venían 17 negros y seis negras quienes, luego de aportar en la costa, lograron fugarse y mezclarse con los indios -menos desarrollados que los serranos y llamados por ello “behetrías”- dominando la sociedad local y manteniendo un régimen que resultó irreductible por el poder central. Uno de ellos logró hacerse jefe. Alonso de Illescas, quien gozaba del favor de los nativos que le dieron por esposa a la más
19
bella mujer, hija de uno de los jefes indios del lugar. Mientras, otros barcos españoles naufragaron en el paso hacia Paita y Lima y fueron los negros y sus descendientes mestizos los que cobija- ron y ayudaron a los sobrevivientes, constituyéndose en una suerte de asistencia naval informal muy eficiente. Algunos de estos sobrevivientes lograron interceder por estos negros cimarrones, que comenzaron a ser receptores de otros cimarrones fugados de las zonas de la actual Colombia. Así, uno de los más famosos mulatos de la zona, Juan Mangache, llegó a Quito en 1598 entre homenajes y regalos de las autoridades. Los pobladores de las costas ecuatorianas fueron entonces negros, mulatos y zambos, que estuvieron dentro de un espacio marginal, donde eran libres, pero estaban integrados hasta la época republicana cuando fueron paulatinamente subordinados y terminaron siendo conocidos como los “mangaches” en recuerdo de su antiguo líder (Tardieu, 2006).
Regresando a la incorporación forzada de los negros a la economía colonial, digamos que poco a poco, desde la economía urbana en la que se asentaron, los negros comenzaron a servir también en las primeras propiedades rurales de los alrededores de las ciudades. Los distintos informes acerca de la vida en las ciudades hablaban de esta ubicua presencia de los esclavos negros. Los señores tuvieron además de sus casas urbanas, grandes fincas que se fueron convirtiendo en las primeras haciendas, servidas en gran proporción por los esclavos ya que la provisión de mano de obra indígena para ellos fue insuficiente. Ya consolidadas las haciendas en espacios más denotadamente rurales, los esclavos más bien se desempeñaron como especialistas y regidores de los servidores indígenas que los primeros propietarios se agenciaron. En el campo además, la presencia de los negros se debió a las fugas que hicieron muchos desarrollando el cimarronaje.
Hubo también y desde muy temprano, un sector rural de tipo ingenio y trapiche que se asentó en algunos valles costeños, e incluso en los valles bajos y calientes de la zona interandina, demandante de mano de obra esclava, única manera de abastecerla entonces por la falta de indios en esos espacios y por la novedad de todo el invento implanta- do en esa geografía que lo desconocía. El cronista Vázquez de Espinoza hablaba ya para 1540 de 300 esclavos trabajando en el valle de Nasca en las nuevas plantaciones azucareras. Mientras que a fines del siglo XVI, en los valles de la provincia de Vilcabamba, particularmente en los ingenios de Quillabamba, los testimonios hablaban de 2,000 piezas de todo género y nación. Pero el apogeo de estas empresas agrarias no se produciría hasta
20
ya entrado el siglo XVII. Sólo los jesuitas, al momento de su expulsión en 1767, tenían en sus plantaciones de caña y viñedos, más de 5,000 esclavos negros, con un promedio de más de 250 esclavos por hacienda. Esas haciendas eran las de mayor valor invertido, en un sistema económico que no se caracterizaba por la inversión. Dentro de ellas, el valor más alto de los factores productivos fue el que se hizo en los esclavos, un tercio del total. Al final del periodo colonial, apareció un tipo de esclavo criollo, nacido en América, que en algunas haciendas llegaba al 40% en su mayoría jóvenes de menos de 18 años.
Una de las puertas de entrada de los esclavos procedentes del caribe y de Panamá fue el puerto de Paita, la puerta del Perú. Los barcos que traían los cargamentos de esclavos que habían sido comprados en un comercio inter-indiano en Panamá y Cartagena, tenían contra sí las corrientes del sur de manera que fue esta estación enclavada en el desierto del norte por donde se introducían los esclavos, probablemente las ventas más importantes de los mercaderes una vez que se estableció un sistema comercial maduro en el virreinato (Glave, 1993). Además, había una demanda importante en los valles del norte donde se comenzaron a establecer empresas agrarias del tipo estancia, trapiches y tinas de jabón (Espinoza, 2004). Los negros se asentaron tanto en los nuevos espacios económicos rurales como en los alrededores de las ciudades, tal el caso de Piura donde se fundó el asiento o barrio de los malgaches –provenientes de Madagascar- y dentro de las casas urbanas donde principalmente las mujeres servían en las necesidades domésticas.
Pero la entrada más importante se daba en el Callao, el puerto de Lima, a donde llegaban las embarcaciones en las épocas del año cuando las corrientes lo permitían. Dadas las normas monopólicas que regían el comercio de Indias, esta era la ruta más importante. Allí llegaron, hasta el siglo XVII, fundamentalmente los negros que habían estado ya en Cartagena, Panamá y el Caribe, haciendo la llamada “ruta del Pacífico” (Mellafe, 1959, p. 247). Muy pocos eran pues negros recién sacados de sus puntos de origen, desde Angola y Guinea en África, desde donde eran llevados a estos primeros puntos de entrada, aunque poco a poco, ya fines del siglo XVI, se apersonaban los comerciantes limeños a comprarlos tan pronto arribaban. Los comerciantes que querían llevar negros a Chile no hacían la contrata en el norte, como los comerciantes limeños que iban a comprar cargazones hasta Cartagena y principalmente Panamá, contentándose con comprarlos en Lima en pequeñas cantidades. La conducción de los esclavos al sur, especialmente a Chile, por las largas distancias encarecían el valor de las piezas, por lo que se hizo recurrente
21
el uso de la ruta alternativa del oriente atlántico, la “ruta continental” abastecida clandestinamente desde el Brasil.
El número creciente de negros en las casas de los señores y sus estancias y chácaras y el cimarronaje asociado a ellas, hicieron temer alzamientos, como ocurrió en Lima en más de una oportunidad a principios del siglo XVII como veremos más adelante. Pero no se trató sólo de un fenómeno capitalino. El inicio del siglo XVII mostró la presencia fundamental de los negros en la vida política del reino desde entonces. En una sonada causa política que tuvo su centro en Huamanga en 1601, cuando se denunciaron los intentos conspiratorios del que fuera corregidor de la plaza, el caballero García de Solís, que involucraron al noble descendiente Inca, don Melchor Carlos Inca en Cuzco, una de las acusaciones que se le hicieron fue el intento de movilizar a todos los mestizos, mulatos y negros, las capas sociales nacientes de esa sociedad en proceso de cambio4.
En Quillabamba, jurisdicción de la provincia de Vilcabamba, a seis leguas de la ciudad de San Francisco de la Victoria, se produjo lo que debe ser el primer alzamiento de esclavos en los Andes, esta vez aunados con los indios del valle, cercando a los españoles hacendados, sus ayudantes y los indios servidores de sus casas. El gobernador, tan pronto tuvo noticia del suceso, por medio de una angustiosa comunicación de los afectados, organizó un operativo de represión, enviando gente armada y un caudillo, mientras “hacía rostro” a los indios de la ciudad que pretendían desamparar la labor de las minas, es decir una verdadera revolución en el valle. Su pequeña tropa actuó con sonado éxito y con una velocidad que sorprendió a los propios amenazados de muerte por los alzados. Sometidos los negros esclavos de las haciendas e ingenios del valle, los soldados acabaron con los jefes de la sublevación. Llevaron a Vilcabamba la cabeza del indio pilcosone, Chichima, “capitán belicoso” del alzamiento. Luego que, muertos dos capitanes de los esclavos, los negros Juan Bañón que era el primero y Domingo Biafra que tomó su lugar y un indio chiriguano “belicoso” llamado Conome, el corregidor mandó ofrecer paz a los negros, que tenían con ellos también indios como
4 AGI, Lima 273. Entre las f. 470-489 de la numeración a lápiz, en la anotación postrera dice “Relación del negocio de don García de Solis”. Lima 13 de octubre de 1601 los alcaldes del crimen habiendo visto el proceso criminal que se fulminó contra don García de Solís Portocarrero, corregidor que fue de la ciudad de Huamanga y villa rica de Oropesa de Huancavelica y otros culpados sobre el trato de rebelión que se pretendió hacer en ella en deservicio del rey, mandaron que el escribano ante quien pasó de un testimonio de la sentencia que se pronunció por Francisco de Coello, alcalde del crimen en la corte, juez pesquisidor en la causa, en que condenó a muerte al reo.
22
declarara un testigo, y premios por la entrega del trofeo mayor que era Chichima. Otro testigo, un minero que fue en la vanguardia armada al rescate, entendía al chiriguano que le dijo que “le mataría y bebería en su cabeza”. Logró con ello la pacificación y evitó que se perdiera la provincia donde había más de 2,000 piezas de todo género y nación. La gente que mandó sufrió muchas emboscadas preparadas por los alzados y cuando llegó al valle, procedió a quemar dos bohíos de comida compuesta de maíz, zapallos y yucas que ya habían recogido y a talar muchos sembríos que tenían hechos un año atrás los esclavos previniendo su intento. Si no se hubiese hecho esto no se hubiese podido dominar una zona tan fuerte y abastecida como esa5.
El lunes 20 de mayo en la noche se amotinaron y alzaron 20 negros esclavos de uno de los principales ingenios del valle y quisieron matar a su propietario, encabezados por el indio Chichima y otros negros que alguna de las cartas dice eran hasta 40. El dueño logró huir, pero prendieron fuego a las casas de purga y resultaron muertos seis indios, entre los cuales el curaca del valle y quedaron otros mal heridos. Cuando llegaron los refuerzos salvadores, dieron testimonio como junto a la capilla del ingenio se hallaron medio enterrados muchos cuerpos de indios que daba lástima verlos. Todos los negros del valle de Amaybamba, del de Ondara y de toda la provincia estaban convocados con ellos. Otros testimonios suponían que también lo estaban los negros del Cuzco, ciudad donde a pesar de la abrumadora presencia de servidores indígenas, hubo una importante cuota de trabajadores negros (Tardieu, 1998). Los caminos estaban tomados y los españoles propietarios del valle en número de ocho cercados. Los alzados atacaban a todos los que encontraban. El alcalde de la hermandad por orden del corregidor había entrado hacía unos días en el valle, en donde además tenía una hacienda propia, a la captura del indio Francisco Chichima, de un negro y otras “piezas” que andaban con él, retirados en el monte ocultándose por haber cometido robos, asaltos y muertes. Es decir, no era una sorpresa la actuación de Chichima, al que un testigo calificaba como salteador y “cimarrón” y como vemos, capitán de otros cimarrones negros. A pesar de haberse sofocado este intento, poco después hubo nuevos, menos documentados, de alzamiento por parte de los negros de estos valles.
5 AGI, Lima 158. Expediente de probanza promovida por el capitán Diego de Aguilar y Córdoba, gobernador de la provincia, en San Francisco de la Victoria de Vilcabamba en 21 de octubre de 1602 ante Antonio Muñoz, teniente de corregidor sobre sus calificados servicios en el socorro de la gente cercada por el alzamiento de los esclavos e indios del valle de Quillabamba. Escribano Juan Díaz de Bermúdez.
23
Una década más adelante, en 1613, se pueden encontrar evidencias de nuevos desaguisados sociales y políticos en los que la presencia de los esclavos negros fue protagónica. Cuando el virrey el 8 de abril de 1613 escribió sobre los principales sucesos del país, dio cuenta del temor a un alzamiento de negros en Lima, que fue rápidamente sofocado. El informe de esta nueva presencia de los negros esclavos en el escenario de las protestas, va sin embargo junto a la noticia del levantamiento de otros descontentos en Potosí6. La noticia principal del virrey Marqués de Montesclaros fue en todo caso la del temor a lo que pudiesen haber intentado hacer los negros de Lima.
De lo que se trató fue que hubo noticia de la inquietud que se manifestó entre los negros en México y por eso, en Lima se temía algo parecido. El virrey dijo no tener claro si por que los recelos tuvieron fundamento o porque ellos mismos le dieron aliento, lo cierto es que los negros “comenzaron a desvergonzarse en palabras”. Por ello se aplicaron medidas punitivas de gran crueldad para conseguir confesiones que a la postre y sin embargo no se dieron. Luego metieron en galeras a dos de los más señalados, castigaron a otros y se apuró la ejecución de algunos que ya estaban condenados a ello en la cárcel. Así se aquietó todo. Pero llegó la nueva de que, tal vez porque esta voz llegó a Potosí o ya antes tenían platicado el daño, se descubrió que unos extremeños, “hombres sueltos de Extremadura” “que acá llaman soldados”, en número de 60 ó 70 se concertaron para alzarse, repartidos en partidas que asesinarían al presidente de La Plata y a los oidores y en Potosí al corregidor y oficiales reales y algunos hombres ricos. Saquearían la caja real y en el camino a Arica matarían a los arrieros que llevaban la plata del rey y de particulares. Se harían dueños del galeón que esperaba por ella en el puerto y traerían el tesoro del año para pagar gente que se les uniera para “pregonar libertad en los negros y exención de tributos y mitas en los indios” y para que les creyesen asolarían los ingenios de la ribera de la villa minera. El programa de estos descontentos no era pues otra cosa que una verdadera revolución social. Tenía esta propuesta una amplitud de miras que desconcierta. Incluso si fue sólo figurada o temida por quienes los reprimieron, ya era una manifestación de que las posibilidades o los peligros de una sublevación contra el poder real y/o la justa dominación de los reinos indianos, eran un hecho histórico. Para cualquier plan al efecto, la participación de ese segmento creciente de la población constituido por los negros esclavos y todos los descendientes de africanos, era central. El
6 AGI, Lima 36.
24
alzado más nominado de la intentona potosina fue Alonso Yáñez y otros pocos soldados sueltos pobres y perdidos sin ningún género de armas, para más señas Yáñez además era hijo de una mulata.
Los esclavos de las haciendas de la costa eran una creciente población que alguien en el proceso que presentamos a continuación estimaba en 60,000 almas sólo en los valles de Lima. El dato, a la vista de los que ya hemos presentado, suena exagerado, pero a la vez muestra que era muy difícil calcular cuántos esclavos había cuando a la vista su presencia era numerosa y creciente. Por eso es que la reacción del virrey, entonces el Príncipe de Esquilache, ante una denuncia de un intento de movilizarlos en 1619, nos devuelve al escenario de las ejecuciones de escarmiento y nos entrega la figura de otro descontento, algo marginal, que sin embargo osó pensar en pedir la libertad y en conseguirla con los esclavos negros.
Como varias de estas denuncias de alzamientos, ocurrió el primer día del año, saliendo el virrey de la iglesia de la Compañía de Jesús. Se trató de una delación contra Sebastián Machado, natural de la isla de la Tercera, una de las Azores, de la corona de Portugal, oficial de herrero, de 34 años de edad, casado en la provincia de San Miguel de Ibarra en la provincia de Quito, que llevaba nueve años en el reino. Machado publicaba que estaba muy disgustado y que en aquella Audiencia no le habían hecho justicia, cuando seguía un pleito “por cierta fuerza” que decía habían hecho a su mujer. Buscando a su agresor, había bajado a Lima. Habiendo estado unos días como mayordomo en una chácara, con el fin de vengar su injuria, había inducido a su delator a acompañarlo, diciendo que tenía convocados “más de quinientos negros” que había juntado, doscientas libras de pólvora y cuatro escopetas. Con todo eso atravesarían muchas chácaras y los irían recogiendo hasta subir a la sierra y entrarían en tierra de guerra de donde irían a Lima y a Quito. Los pertrechos para su asonada los tenía escondidos en una guaca en una chácara7. Tenemos pues una pequeña y personal historia que sin embargo se destapa como una posibilidad de acción amplia, apelando a la movilización de los esclavos negros que a raudales poblaban los espacios rurales de las cercanías de las ciudades.
El virrey, luego de dudar si intervenir al sospechoso de inmediato o dejar que fuera a buscar al delator para ir donde las armas, optó por tomarlo preso. No confiaba en el delator, temía que por alguna sospecha Machado moviese las armas y en todo caso, en el tormento declararía lo que había
7 AGI, Lima 38, Libro IV, f. 304, despacho del virrey don Francisco de Borja Príncipe de Esquilache del 27 de marzo de 1619, Gobierno N° 25.
25
al respecto. Ordenó que siguiesen al declarante y tan pronto lo viesen hablar con Machado, lo tomasen detenido. El doctor Francisco Carrasco del Saz8 fue cometido para examinar a los testigos, entre ellos un cerrajero quien dijo haber cebado una piedra imán en unas limaduras de acero y haber visto el agujón (de los testimonios se deduce que se trataba de una brújula, una punta imantada) que Machado tenía para hacer su jornada por despoblado, le dijo que con él podía salir de cualquier parte y montaña donde estuviese. Además, le quiso comprar una escopeta, un molde de hacer pelotas y un cucharón de hierro para hacer munición. Le enseñó también dos arrobas de hierro que traía en unas alforjas. Machado confesó el caso de la fuerza contra la mujer, que conocía a los testigos y haber enseñado el agujón el cual se le encontró cuando lo prendieron junto a quince balas, un molde de ellas, un canuto de maguey para yesca y tres cuchillos, pero negó lo demás. El supuesto escondite de las armas nunca se pudo encontrar.
Carrasco prosiguió la averiguación. Constó que había comprado diez libras de pólvora y a quien se la vendió le dijo que sabía hacerla y que la revolvería con la que trajo de Quito. También constó que había convocado cuatro esclavos mulatos a quienes les mostró el agujón y les dijo que hablasen con otros amigos animosos, que a todos los llevaría con él, aunque fuesen mil. Declararon que les propuso salir de su esclavitud, irse por la tierra de los indios de guerra y llegar al Brasil, de donde podían ir a cualquier parte. Declararon que les enseñó el agujón con el que podría ir por descampados en su marcha y tener unos polvos con los que no podrían hacerle daño. Machado dijo que efectivamente buscó a los mulatos y les pidió juntasen otros, pero dijo que era para ir con ellos a Quito a su venganza.
Machado terminó confesando que persuadió a sus cómplices para que lo acompañaran y fuesen con él recogiendo negros y toda la gente dispuesta que hallare. Una figura literaria animaba el espíritu del enfadado rebelde en ciernes, “no era más el ser uno rey que hacer hechos valerosos”. Con esa consigna, digna de un cante medieval o poema de caballería, que Machado
8 Por entonces ya estaba nombrado como oidor de Panamá y como era un veterano ministro de Lima, no quería irse, como lo promovió abiertamente, poniendo como uno de sus señalados servicios la participación en esta fulminante y “peligrosa” causa. Entre sus valedores estaba el mismo Príncipe de Esquilache, que lo tenía por asesor. Uno de sus principales méritos fue haber castigado a Sebastián Machado “persona que intentó de apellidar libertad y conducir a los negros y mulatos esclavos para que se levantasen con el reino lo cual fuera de muy grave daño por las muchas muertes e inquietudes que se habían de recrecer”. AGI, Lima 108.
26
relacionó con los hechos valerosos del rey don Alfonso9, se informaba el sentir de este otro rebelde popular al dominio real. Con estas evidencias se le hizo cargo en un día de proceso, se hizo ratificar a los testigos y a los esclavos en tormento y para descubrir si había más cómplices, se puso al propio Machado en el potro de la tortura, pero no constó nada nuevo. Se le declaró por facineroso, movedor de inquietudes contra el servicio del rey y se le condenó a morir en la horca y hacer cuartos de su cuerpo, lo cual se ejecutó el sábado 5 de enero, habiéndose hecho la delación el martes y la prisión el mismo día a las siete de la noche. La sentencia se pronunció el viernes a mediodía.
“Como estas materias son tan peligrosas en este reino, procuré averiguarla y abreviarla con toda la diligencia posible” escribió el virrey. Consideraba además que de ese castigo no sólo se escarmentaba de otros posibles revoltosos, sino que además quedaban advertidos de españoles que podían hacer levantamientos de negros “que es un daño hasta ahora no advertido en este reino”. Temor que sin embargo nos relata cómo esa nueva sociedad colonial tenía un componente fundamental en la población africana trasladada por fuerza al Nuevo Mundo.
Referencias Citadas
Andrés-Gallego, J. (2005). La Esclavitud en la América Española. Fundación Ignacio Larramendi y Ediciones Encuentro, Madrid.
Bernard, C. (2001). Negros Esclavos y Libres en las Ciudades Hispanoamericanas. Fundación Histórica Tavera, Madrid.
Bowser, F. (1977). El Esclavo Africano en el Perú Colonial, 1524-1650. Siglo XXI Editores, México.
Espinoza, C. (2004). Afropiuranos y esclavitud en el Perú. Umbral 8:18-25.
García de León, A. (1992). El caribe afroandaluz: permanencias de una civilización popular. La Jornada Semanal 135:27-33.
Glave, L. (1993). La puerta del Perú: Paita y el extremo norte costeño, 1600-1615. Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos 22(2):497-519.
9 A quien más adelante el propio virrey dedicó una épica en 1658 titulada Napoles recuperada por el rey don Alonso/poema heroico de don Francisco de Borja Principe de Esquilache, conde de Mayalde, comendador de Azuaga, de la Orden de Santiago, Gentilhombre de la Camara de Su Majestad.
27
Gómez, L. (2001). La esclavitud en el Perú colonial. Apuntes 48:29-52.
Harth-Terré, E. (1973). Negros e Indios. Un Estamento Social Ignorado del Perú Colonial. Liberaría Editorial Juan Mejía Baca, Lima.
Kamen, H. (1971). El negro en Hispanoamérica (1500-1700). Anuario de Estudios Americanos XXVIII:121-137.
Lockhart, J. (1982). El Mundo Hispanoamericano 1532-1560. Fondo de Cultura Económica, México.
Lucena, M. (2002). La Esclavitud en la América Española. Centro de Estudios Latinoamericanos, Universidad de Varsovia, Varsovia.
Mellafe, R. (1959). La Introducción de la Esclavitud Negra en Chile, Tráfico y Rutas. Universidad de Chile, Santiago.
Ramos, G. (1988). El tribunal de la Inquisición en el Perú 1605-1668: un estudio social. Cuadernos de Historia de la Evangelización en América Latina 3:93-128.
Romero, F. (1987). El Negro en el Perú y su Transculturación Lingüística. Milla Bartes, Lima.
Romero, F. (1988). Quimba, fa, Malambo, Ñeque. Los Afro-negrismos en el Perú. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
Romero, F. (1994). Safari Africano y Compraventa de Esclavos para el Perú (1412-1818). Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
Tardieu, J. (1998). El Negro en el Cusco. Los Caminos de la Alienación en la Segunda Mitad del Siglo XVII. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.
Tardieu, J. (2005). Relaciones interétnicas en la zona andina. Época colonial. Revista del CESLA 7:151-186.
Tardieu, J. (2006). El Negro en la Real Audiencia de Quito, Siglos XVI-XVIII. ABYA YALA, Quito.
Vasconcelos, J. (1925). La Raza Cósmica, Misión de la Raza Iberoamericana. Agencia Mundial de Librería, París.
29
AFRODESCENDIENTES EN ARICA.REGISTROS COLONIALES PARA UNA
HISTORIA REGIONAL
Alberto Díaz Araya1
Viviana Briones Valentín2
Eugenio Sánchez Espinoza3
Arica, es una antigua aldea de indios pescadores y nobles caciques que modelaron una sociedad multiétnica que habitaba desde lejanos tiempos la franja costera del Pacífico. Aquellos, con el paso de los años, fueron imprimiendo rasgos locales que se articularon con la cultura de las poblaciones de las tierras altoandinas y que también se registraron en la toponimia regional. El viejo escenario geográfico de Arica y los valles contiguos de Azapa, Lluta o Chaca e incluso mucho más allá de las fronteras nacionales contemporáneas, como Sama, Caplina o Ilo; permitieron el asentamiento de pescadores, agricultores y/o arrieros de la puna, que buscaron en los deltas de las quebradas que surcaban el desierto, la posibilidad de un hábitat que, entre aguadas, vertientes y una infinita fauna marina, configurara una compleja realidad social e identitaria.
Con el advenimiento de los conquistadores españoles, las gentes del litoral y la de los valles vieron paulatinamente una serie de transformaciones a sus estructuras políticas construidas con el paso de los años, antes de la arremetida del Tawantinsuyu. Los hispanos reestructuraron el territorio, replegándose los indígenas andinos hacia las alturas de la sierra, para desplegar un sistema de encomiendas y haciendas para la producción de sementeras de trigo, alfalfa, olivos y la vid. Los antiguos valles dulces y salados como Azapa y Lluta, tal como sabiamente lo advirtiera Luis Álvarez, eran los lugares favorables para la implementación de una agricultura foránea. Asimismo, el refugio a los pies del morro era también el sitio propicio para levantar los primeros maderos para un incipiente muelle y casas en torno a un pequeño puerto.
En 1540 el conquistador Francisco Pizarro entregó la provisión de la encomienda a Lucas Martínez Vegazo, donde se informa tempranamente sobre la realidad étnica de Arica y caseríos cercanos, informando sobre
1 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile. 2 Universidad Técnica Federico Santa María, Santiago, Chile.3 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.
30
la cantidad de indios y caciques que debía controlar y promover la evangelización. El documento que ya ha sido ampliamente difundido, sintetiza la realidad étnica que hemos reseñado:
en la cabezada del valle de Asapa los indios destos dichos valles que tienen estancias de coca e ají e grana e otras cosas. E más en el valle de Ynta [Yuta] con el cacique Cayoa que es señor del valle cuatrocientos y cuarenta y cuatro indios en esta manera, en un pueblo que se dice Camarasa ciento e veinte indios, y en el valle de Asapa diez indios con el principal Guacocán, y en un pueblo que se dice Guator con el principal Lalio veinte e siete indios, e cabe este pueblo una estancia que pareció tener quince indios, y en otro pueblo de pescadores deste cacique en el pueblo de Ariaca en la costa de la mar diez e ocho indios, y en dos estancias del dicho cacique que tiene el valle arriba do tiene sus sementeras en ellas seis indios y en la otra cuatro y en los pueblos mitimaes desde dicho valle en el pueblo que se dice Yllavaya setenta indios con el principal del y en un pueblo que se dice Auca cincuenta indios con un principal que se dice Aura que es natural del cacique Cariapassa, y en un pueblo que se dice Inchichura noventa e cuatro indios con un principal que se llama Canche que es natural del cacique Cariapassa, y en un pueblo que se dice Ariaca de pescadores treinta indios de Tarapacá con un principal que se dice Yano4.
A partir de la encomienda de Lucas Martínez, la población originaria de camanchacas, carangas o lupacas experimenta un descenso y la antigua caleta del cacique Ariaca comienza a transformarse en un puerto que se articulará con el cerro rico de Potosí en el altiplano. Ahora españoles, yanaconas y esclavos negros conformarán el paisaje humano de Arica. De hecho, el mismo Lucas poseía esclavos negros hacia mediados del siglo XVI, y en su testamento fechado el 20 de noviembre de 1565 puntualizó que, “tengo en el tambo de Arica una negra que se dize Bárbara que haze pan y vizcocho y asymismo tengo en el coto de las vacas un negro vaquero que se dize Antón Cala […] declaro que tengo pa mi servicio conmigo una negra que se dice Paloma y una mulata hija suya que se dize Leonor e un negro cavallerizo que se dize Hernando” (Trelles, 1988, p. 288). Ahora, son otros, los esclavos negros, los que van a modelar el panorama étnico y cultural del puerto, siendo el objetivo que presenta este apartado descriptivo.
El Corregimiento de Arica fue creado en 1565 por el Gobernador del Perú, Lope García de Castro. Limitaba al norte con los Corregimientos de Ubina y Arequipa, por el sur con Lípez y Atacama y por el este con Chucuito, Pacajes y Carangas. Esta situación se mantuvo hasta avanzado el siglo XVIII, cuando el Virrey don Amat y Juniet crea el Corregimiento de Tarapacá, debido fundamentalmente a la importancia que adquirió
4 Archivo General de Indias (en adelante AGI), Justicia, Legajo 401.
31
Huantajaya por su producción de plata. Obviamente la costa pacífica, para ese entonces conocida como “mar del Sur” se constituía como su frontera oeste, donde la ciudad de San Marcos de Arica se articulaba como el puerto y enclave urbano más importante5. Dada esta importancia, Arica será objeto de descripciones y menciones en diarios de viajes, bitácoras e intercambio epistolar entre vecinos y autoridades:
si quisieran venir a desembarcar á Arica, que es setenta leguas de costa arriba, hacia Chile, de Arequipa, pueden desembarcar y venir á esta ciudad por tierra poblada en diez ó doce días, porque hay ochenta leguas de camino. Y si quisieran después de negociados volverse por la mar, se pueden volver á embarcar en el dicho puerto de Arica, habiendo navio, y de allí es breve la navegación a Chile y mucho más breve del puerto de Atacama, porque está más adelante deste de Arica, pero no se contrata. Y si quieren volver por tierra, pueden en los dichos cuarenta días volver seguramente. Y yendo á pedir justicia á Los Reyes [Lima], aunque la ida por la mar es breve, al volver es trabajoso y forzoso han de tardar mucho tiempo en volver por la mar; y si han de volver por tierra, son trescientas leguas más que desta ciudad (Álvarez, 1561, p. 81).
Igualmente, en 1590 el fray Alonso Obispo electo de Michoacán, en su navegación por las costas del Pacífico, describe su largo periplo rumbo a Mesoamérica. Anota que Arica es una ciudad de refugio donde se embarcan las barras de plata que llegaban desde Potosí. Relata que la aldea es una defensa contra los ingleses, donde existe un pequeño fuerte con un “flanco difícil de acometer por cuanto es protegido por las aguas y rocas de la bahía, junto a lo abrupto de su caída”6. Describe acertadamente lo complejo que era arribar a este naciente puerto tal como lo enfatizó el navegante Frezier (1982) a inicios del siglo XVIII.
En 1590, Juan de Miramontes informa a Juan García de Peñaloza, que con la llegada del nuevo Virrey del Perú, García Hurtado de Mendoza, se registraron noticias de que los ingleses estaban llegando a las costas cercanas de Arica, siendo este puerto la primera entrada al Perú7. La ubicación estratégica de Arica como puerto que articulaba las vías que
5 Habría que precisar que la fundación de la ciudad se vio precedida por el descubrimiento del mineral de Potosí, hecho que no solo cambió la fisonomía del antiguo pueblo de indios, sino también el devenir del Virreinato Peruano. En 1570, Felipe II recién concede a Arica el derecho de tener Alcalde y Alférez Real, clásicas normas españolas que resguardaban el control político vigilado desde los centros de poder, en este caso Arequipa. Una síntesis sobre los contextos históricos de la bahía ariqueña, en Galdames (et. al., 1981).6 A letter of Frier Alonso new elected Bishop o Mechuacan, to the King of spaine, written in Peru in the citie de los Reyes the first of March 1590, touching the state of Arica a chiefe Hauen in Peru, s/f.7 A letter of Don John de Miramontes Suasola to Don John Garcias de Penaloza from Arica on the coast of Peru the tenth of March 1590, s/f.
32
conectaban con el mineral de Potosí, permitieron que durante la segunda mitad del siglo XVI el virrey Francisco de Toledo estableciera:
la contratación a Arica, y puso allí caja real y oficiales, á donde van a para los azogues para Potosí. Reside allí el corregidor cotidianamente, y es necesario porque en este pueblo viven de todas las naciones. Aquí hay juegos, fogones, hay flamencos y ojalá no hubiera algunos ingleses y alemanes encubiertos, y siendo escala donde los navíos que vienen de Chile (Lizárraga, 1908 [1612], pp. 67-68).
Hacia fines del siglo XVI, el Licenciado Cristian Valano manifiesta que Arica se constituía como el mejor puerto en el mar del sur, lo cual es corroborado en diferentes escritos por la salida de toda la plata de las minas de Potosí que luego eran embarcadas y trasladarlas a Lima8.
Durante las primeras décadas del siglo XVII, el carmelita Antonio Vásquez de Espinoza describió Arica tras recorrer la precordillera que al bajar por los pueblos de:
Humagata, pasando el río muchas veces, se viene por grandes llanadas que si hubiera agua para regarles y sembrarlas fuera el mejor valle del Perú, y tres leguas antes de la ciudad [de Arica] está el valle de Asapa, donde hay buenas viñas y olivares, con molinos para hacer aceite, de que se coge cantidad y más de 8.000 botijas de vino; riegánlas de ordinario de unos ojos de agua que salen del pobre río, sobre que tienen muchos pleitos los vecinos; siémbrase mucho trigo, maíz, ají, melones, pepinos de la tierra y todo género de hortaliza, que se da con abundancia; bajando por el valle una legua antes de la ciudad salen otros ojos de agua donde hay buenas viñas, olivares e higuerales y se coge de todo mucha cantidad; siémbrase trigo y maíz, que se da en abundancia; en este valle se han cogido de una fanega de trigo mil, sembrada a macollas y guaneada; las aceitunas de este valle y ciudad son mejores que las buenas de España; estos dos valles son un pedazo de paraíso de mucha fertilidad y regalo y la vendimia es por fin de cuaresma; luego viene el valle seco hasta cerca de la ciudad, donde a la lengua del agua del mar sale otro ojo de agua de este pobre río y está el celebrado totoral de Arica, que es una mancha de enea tan grande como una plaza, que proveyó dios de aquel remedio; con ella estriban los navíos para la carga del vino y lo demás; y todas las recuas se aderezan para llevar las cargas a Potosí, y en ella hacen seroncillos para llevar los cameros el vino y azogue, y finalmente con esta totora remedian muchas necesidades (Vázquez de Espinoza, 1948 [1620], pp. 481-482).
Ese celebrado vergel era Arica, como una mancha de verdor donde se estibaban los navíos con la carga del vino y donde las recuas se apertrechaban para llevar las cargas al Alto Perú y a Potosí. Con la totora de este vergel
8 A letter of Don John de Miramontes Suasola to Don John Garcias de Penaloza from Arica on the coast of Peru the tenth of March 1590, s/f.
33
se construían los seroncillos o capachos donde se transportarían el vino, el azogue y diversas mercancías al mineral de Potosí (ver mapas). Pero los sismos marcaron el pulso del tiempo en Arica, y así, los terremotos de 1604 y 1615 diezmaron el crecimiento experimentado en el siglo anterior. El mismo Vásquez describe un desafortunado panorama para el puerto, narrando que Arica es un lugar:
enfermo, por estar a la sombra y abrigo de un morro o pe ñol alto, que está a la altura del agua, y como en el dicho morro mueren infinidad de aves marítimas de que hay innumerable cantidad en aquella costa, y junto a él mucho pescado y lobos marinos, que como la tierra es caliente, y luego antes que las aves se los coman se corrompen y el aire es corrupto, colado entra junto al morro y pasa sobre la ciudad, es causa de que sea enferma; que si la hubieran poblado un tiro de mosquete de donde está que es de la otra banda de la Chimba o arroyo en un llano, a la mano izquierda de donde está la ermita de Santa Lucía fuera una de las mayores y más regalas ciudades de todo aquel Reino (Vázquez de Espinoza, 1948, p. 347).
Durante el siglo XVIII la fisonomía del puerto de Arica, a decir de Frezier, era de una ciudad donde vivían cerca de ciento cincuenta familias, la mayor parte negros, mulatos e indios y muy pocos blancos. Para la construcción de las paredes de sus casas utilizaban una especie de “espadaña llamada totora, abundante en los pantanos del valle de Azapa [y que] colocadas verticalmente unos contra otros y atados con tiras de cuero a cañas que sirven de travesaños”. Otra técnica utilizada para construir era hacerlas de cañas fijadas verticalmente en cuyos intersticios se llenaban de barro, mientras que el uso del adobe estaba reservado para las casas más esplendidas de los vecinos acaudalados y para los templos e iglesias. De esta forma, las residencias que habitaban los esclavos, muchos ya nacidos en estas tierras, eran de un piso, construidas de adobe y con techos de cañas que desde fuera siempre dieron la sensación de no estar terminadas (Frezier, 1982).
Arica Negro Desde las primeras expediciones al continente americano, la presencia africana era visible. Comenzó siendo un apoyo auxiliar en las huestes hispanas, sin embargo, con el tiempo se haría cada vez más imprescindible. Este traslado involuntario obedeció ante todo y siempre a una finalidad económica. El reemplazo de la mano de obra indígena por la africana dio inicio a la diáspora de esclavos a América. Este traslado forzado y violento estuvo regulado por las normas y leyes de comercio de la época pues, esencialmente, el esclavo era una mercancía. Al igual que otras actividades económicas coloniales, la Corona Española y sus entidades administrativas
34
cumplían un papel regulador fundamental en este floreciente negocio del “traslado de esclavos” al Nuevo Mundo9.
Los primeros beneficiados con las licencias de importación de esclavos negros fueron los mismos conquistadores y oficiales reales, como sucedió por ejemplo con Pizarro. Estas concesiones, luego sabemos, tomaron un ribete más mercantil y de mayor envergadura. Así, desde las costas africanas se trasladarían entonces a los puertos que se transformaban, en ferias de venta, como fueron los puertos de Las Antillas, Veracruz y Cartagena. La procedencia exacta de los esclavos fue siempre difícil de precisar y los documentos de la época, en un porcentaje importante, no fueron una muestra de claridad al respecto. Hasta el siglo XVII, los puertos intermedios en el Atlántico, como Cabo Verde y Santo Tomé10, se transformaron en un primer escollo que se debía salvar.
Desde aquí se reenviaban a América, ya con un desconocimiento de su etnia de origen, lenguas o de las zonas geográficas precisas de procedencia. No obstante, en rasgos generales, en el siglo XVI los esclavos transportados a América provenían de Senegambia, Guinea y la desembocadura del Congo. Luego en el siglo XVII, Angola se transformó en una zona geográfica por excelencia para la captura de negros esclavos11.
La carimba12, en algunos casos ayudaría a precisar el lugar de origen de los esclavos llegados a América. Según el mercader, el diseño real de la época, la compañía de captura, la compañía de importación a Brasil o Puertos del Pacífico, etc., la carimba sellaría las características del esclavo, garantizando lo “saludable de la pieza” en lo físico y en su carácter, por lo tanto, vendible a buen precio.
9 Una serie de datos y reflexiones se han nutrido de los enfoques y aportes de Briones (2009). 10 Esto en el contexto que los primeros “Asientos” fueron concedidas a compañías portuguesas, pues estos conocían particularmente bien la trata de esclavos en la zona. Estos eran hasta este primer momento súbditos del monarca hispano.11 Los españoles especialmente prefirieron a esclavos traídos de Angola, por su resistencia al trabajo minero. Sin embargo, en el Virreinato peruano” se ubicarían en el servicio doméstico y labores agrícolas,12 Practicada desde la Edad Media, la carimba consistía en la marca a los esclavos con un hierro candente, dejando una señal en carne viva en el hombro, pecho o ante brazo. Se transformaba en propiedad del rey o de cualquier otro amo que había ya pagado el precio fijado.
37
La procedencia del esclavo no era algo al azar, ni aun menos un capricho del comprador; por el contrario, en ella estribaría la futura suerte del cautivo. El lugar de origen marcaba profundamente las características que tendría el esclavo. Rebeldía, inutilidad, buen carácter, resistentes o de “complexión delicada” eran algunas de las descripciones según su tierra natal. También las consideraciones de tipo estéticas y físicas eran importantes al momento de la compra, lo que tuvo directa relación con las zonas geográficas de captura. En general, no hubo un esclavo ideal, según plantadores y compradores. Quizá, fue recurrente la preferencia por esclavos fiables y resistentes, indiferentes al cansancio, los de piel más negra y cabello ensortijado13.
Jean-Pierre Tardieu manifiesta de manera más esquemática que, la población esclava provenía de tres grandes zonas en las que se encontraba: Guinea, que abarcaría desde el actual Senegal hasta Sierra Leona. De este espacio llegaban a América los “caboverdes”, los “yolofos” y los “mandingas”. Un segundo espacio de procedencia lo caracterizaban las Islas de Sao Thomé, que partían desde los límites del actual Sierra Leona hasta la región oriental de Nigeria. De este gran territorio llegaban los “minas”, los “araràs” y los “caravalìs”. Finalmente, la tercera zona era el Congo y Angola, donde llegaban negros “congos”, “angolas” y “malembas” (Tardieu, 1998, p. 19).
Para la zona del actual norte de Chile y sur del Perú, particularmente la que circunda las ciudades de Arica y Tacna, los documentos que entregan información sobre la población esclava y su origen son escasos.
A pesar de lo anterior, la documentación dispersa y fragmentada entrega algunos indicadores sobre la procedencia de la mano de obra esclava en estos territorios. Por ejemplo, en un juicio acontecido en Tacna, en 1759 en el que se procesa y da muerte a un negro esclavo, llamado Antonio, se menciona que era de “nación Guinea”14. También en Arica fue registrado en los libros parroquiales en 1789 a “Antonio natural de Guinea”15.
Las descripciones de la época manifiestan que estos esclavos eran valiosos para el cultivo de la caña de azúcar. Vendrían de una zona de África muy estéril, por lo que desde niños se veían obligados a cultivar la tierra con
13 Las compañías responsables de las capturas y traslado de esclavos a América sabían de sobra las características de éstos según su origen. 14 Archivo Nacional de Chile (en adelante ANCH), Judiciales de Arica, fondo Criminales, legajo 206, pieza 11. 15 Archivo Arzobispal de Arequipa (en adelante AAA), Matrimonios, Arica, 1789.
38
mucho esfuerzo. Del mismo modo, se les describe como de contextura robusta y de alta resistencia, no proclives al ocio. Sin embargo, en éste caso, el esclavo procesado demostraba otro tipo de habilidades más bien reñidas con el orden social y jurídico de la época. En Arica, en 1656 se realizó la venta de una esclava llamada Felipa Malamba al alférez Juan Naranjo Ximenez, la que se vende como “casta Angola”16. En un testamento fechado en 1634 se traspasó como un bien a “una negra esclava nombrada Susana de tierra angola de hedad de treinta años poco mas e menos”17.
Un documento posterior, 1655, informa de la venta de un negro esclavo de nombre Antonio, 24 años, y se precisa que era “casta Congo”18. De la misma manera, se mencionan a una “criolla de la ciudad de Cartagena” y un “criollo de Puerto de Santa Maria en los reynos de España”19.
Cabe destacar que la impronta o linaje tribal de los esclavos africanos fue crucial en la prevención de focos de violencia y estallido de revueltas. Los amos blancos debían conocer, aunque fuera vagamente, los antecedentes tribales, sobre todo cuando se les permitía formar parte de hermandades religiosas u otras actividades festivas. Por ejemplo, al congregar Congos con esclavos de Guinea, se arriesgaba cualquier norma disciplinatoria. Un antecedente relevante, y que al parecer era mejor sabido por portugueses que por españoles, era que un cuantioso número de esclavos crearon grupos de “cimarrones” y fueron propensos a la fuga y al suicidio. Este tipo de esclavos provenían del área Senegambia y Guinea superior. Es dable mencionar que, el control sobre este grupo por parte de la Corona fue siempre vital y se sostuvo hasta incluso después de abolida la esclavitud en tiempos republicanos (Bowser, 1990, p. 151).
Para el caso de Arica, hacia 1555, se registran 500 esclavos que llegaron al puerto, aunque desconocemos si todos estaban destinados para el puerto. Esta operación fue realizada como un premio otorgado por el rey Carlos V al Gobernador Vaca de Castro por su labor efectuada contra la sublevación de Gonzalo Pizarro. Para la misma época, según los supuestos de Wormald (1966), en la costa sur peruana ya encontraríamos aproximadamente a 1.200 esclavos, siendo Arica un enclave no menor. Los registros de las Cajas Reales de Arica informan que desde 1612 se pagaban tributos a
16 ANCH, Notariales de Arica, Vol. 8, pieza 12, foja 27r. La pieza no precisa más detalles de la significación de su casta.17 AAA, Parroquia de Arica, 1634.18 ANCH, Notariales de Arica, Vol. 8, pieza 15, foja 40v. 19 Ambos documentos también son de Archivo Notarial Arica, siglo XVII.
39
“Cargo de los pesos que entran en esta caxa real pro quenta de tributos de mulatos y negros”20.
Como ya advertimos en el testamento de Lucas Martínez y en las descripciones de los viajeros, paulatinamente la zona sur peruana se habituó a la presencia de la población negra. En el mismo periodo, la Corona otorgó más de trescientas sesenta licencias para el transporte de esclavos desde África, transitando por el sur peruano cerca de ciento cincuenta esclavos aproximadamente (Thomas, 1998, p. 102).
Una de las tantas vías que seguían los esclavos camino a Potosí, de acuerdo a las fuentes de expedicionarios europeos trabajadas por Fernández, se iniciaba en la costa de Guinea, luego se dirigían a Jamaica y desde este punto a Portobello. Después se desplazaban a pie al puerto de Panamá, donde volvían a embarcar camino al Callao, y de ahí nuevamente subían a una embarcación para llegar al puerto de Arica. Estando las piezas de esclavos ya en la ciudad, quienes seguían su rumbo hacia las minas de plata de Potosí debían hacerlo a pie quedándoles todavía 150 millas de camino. Se dice que este viaje duraba cuatro meses y que uno de cada tres esclavos que embarcaban en Guinea perdía la vida en dicha travesía (Fernández, 2011).
En 1629 el fray Benito de Peñaloza21 manifiesta que la entrada de esclavos a Arica venia de puntos diversos y muy distantes. Por ejemplo, la población esclava que entraba por el puerto de Buenos Aires estaba destinada a las viñas de las Provincias de Charcas y Chile, pero las fuentes mencionan que algunos lograban llegar incluso hasta a Arica (Peñaloza, 1629). Esta mención demuestra que la vía de entrada de esclavos a Arica no solo era por el Callao, sino también desde un puerto lejano como el de Buenos Aires. Solo nos toca imaginar las penurias sufridas en la gran distancia recorrida por los esclavos.
Años antes, en 1614, el Virrey Marqués de Montesclaros mandó levantar un censo de la población del virreinato a su cargo. Curiosamente, este importante acontecimiento no fue mencionado en sus memorias. Junto con dicha omisión, se sabe que dicho censo careció de rigurosidad, sobre todo con las poblaciones alejadas de los centros urbanos, además de la exclusión casi total de la población indígena. Sin embargo, se describe
20 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1612.21 A letter of Don John de MiramontesSuasola to Don John Garcias de Penaloza from Arica on the coast of Peru the tenth of March 1590, s/f.
40
cuál habría sido la población de la ciudad de San Marcos de Arica y poblados de su distrito. A saber:
410 eran españoles, peninsulares y criollos. 250 hombres, 160 mujeres.
1300 eran negros, bozales, criollos y libres pertenecientes a diferentes castas22.
600 hombres, 700 mujeres.
46 eran mestizos, 20 hombres y 26 mujeres.
20 eran mulatos.
8 eran religiosos, 6 eran clérigos y 2 eran frailes (Cavagnaro, 1994, p. 113).
Siguiendo los reportes de Cavagnaro (1994), este investigador tacneño entrega una serie de porcentajes que dan cuenta de la proporción de la población negra en distintas ciudades del Virreinato del Perú. Arica, poseía un 73% de población negra, la cifra más elevada si la comparamos con la población blanca que solo alcanzaba al 23%.
A pesar que el número de esclavos llegados a la zona parecía ser funcional a los requerimientos de las economías locales, en 1615 se menciona la falta de mano de obra de origen africano, testimonio entregado en las memorias del Virrey de Montesclaros (Wormald, 1966, p. 127). Tal situación sería reparada a finales del siglo XVII a través de un acuerdo o contrato celebrado entre el Consejo de Indias y la Compañía Real de Guinea23, trayendo a América más de treinta mil negros, correspondiendo al Perú doce mil esclavos, lugar donde debió haber salido un porcentaje destinado a ésta zona del Virreinato (Wormald, 1996, p. 167).
El comercio de esclavos, conforme a lo que se pueda pensar, no desplazaba a los indígenas como mano de obra clave para aumentar las arcas de los encomenderos españoles. Cuando fallecía algún indígena, rápidamente la mano de obra nativa era repuesta por negros que se dice existían en
22 Durante el periodo colonial las castas que emergieron del proceso de cruce entre los disantos grupos humanos fueron: mulato, testerón, quearterón, quinterón, blanco or español común, sambo, sambohigo, tente en el aire, salto atrás, mestizo real, chino, rechino or criollo y torna atrás. AGI, Indiferente General, 1528. Citado por Cahill (1994, pp. 325-346). 23 Esta compañía que en el siglo XVII mantuvo relaciones comerciales satisfactorias con la corona española, no así en el XVIII, la que aparece generalmente en los textos de historia como Compañía de Guinea, de origen francés. En su periodo de mayor apogeo, otros textos mencionan que lograron internar en América alrededor de cuarenta mil esclavos (Thomas, 1998, p. 227).
41
abundancia en las viñas y valles del Perú y por añadidura en Arica. Pero en este circuito de comercio, los esclavos quedaban signados por haber propagado muchos males infecciosos a los naturales como las viruelas y otras que deprimían la mano de obra indígena. El fray Benito de Peñaloza y Mondragón relata que los negros al venir desnudos después de tan largos viajes (ver imágenes adjuntas), junto con atravesar tantos climas, traían muchas enfermedades contagiosas que recaían y consumían a los indios de las viñas, lo que repercutía en las ganancias de los encomenderos (Peñaloza, 1629).
42
Distribución de los esclavos negros en una embarcación, siglo XVIIIArchivo General de Indias, Sevilla
43
Detalle de la distribución de los esclavos negros en una embarcación, siglo XVIIIArchivo General de Indias, Sevilla
44
En el valle de Azapa, en la hacienda de Gaspar de Oviedo, sitio donde hoy se encuentran las dependencias del Museo Arqueológico San Miguel de Azapa de la Universidad de Tarapacá, para 1661 contaban con los esclavos Juan García Angola, Miguel Angola, Juan Biafara, Sebastián Capatero Angola, Sebastian y Enrique criollos, Pedro Angola (regador), Juan Cabecitas Angola, Cristobal Angola, Domingo “sordo biafara”, Phelipe Mandinga, Simón Congo, Luis Balanta, Juan Matamba, Anton Yumbo, Cathalina Angola, María Angola, entre otros esclavos venidos desde África (Hidalgo, et. al., 1990). En la transcripción del documento fechado en 1661, emerge la presencia de población negra al mencionarse que en dicha hacienda existen 20 piezas de esclavos de edad variable, entre los que hay “mossos” y aptos para el trabajo, junto a dos negras y cuatro negros muy viejos y enfermos e impedidos para desenvolverse en las faenas agrícolas. Estos últimos, según el contrato, se adjuntaban de igual forma a los otros, a pesar de no tener valor porque pertenecían a esa chacra y por estar inventariados.
En otro aspecto, Cavagnaro documenta la existencia de dos compañías militares que se destacaron en la defensa del puerto, que era atacada por los corsarios y piratas que azolaban los mares del sur. Una de ellas era comandada por el Capitán Lerga y la constituían mulatos libres; y la otra, de morenos libres, la dirigía el Capitán Núñez quienes se enfrentaron al pirata Sharp en el año de 1681 (Cavagnaro, 1994).
En párrafos anteriores ya se ha mencionado que la vía natural de ingreso de los esclavos para esta parte de América era el puerto del Callao, pero aun así el número de esclavos que entraba por el puerto de Buenos Aires cada año aumentaba “por más que se mande cerrar el dicho puerto, para que por el no entren negros”, pero los portugueses los seguían llevando desde Brasil y de Angola en Navíos que llamaban de arribada. Finalmente, esto redundaba en una circulación de esclavos que sobrepasaba las fronteras del Virreinato de la Plata y la gobernación de Chile, tocando las viñas y valles cercanos a la ciudad de Arica (Fernández, 2011).
Un dato interesante es que, además del Callao24, Arica se articulaba como un puerto importante de desembarco de piezas de esclavos destinados a abastecer las demandas de Charcas. No obstante, los costos de traslado de los afrodescendientes se fue incrementado; así, el viaje desde Panamá
24 Es importante decir, que el Callao era un puerto de mayor trascendencia que Arica. Sin embargo, aunque este último fue un puerto secundario logró ser un vértice importante en el desarrollo de ciertas economías andinas como, por ejemplo, Potosí.
45
hasta Arica implicaba costos que la reducida demanda de la zona no justificaba25. Por otro lado, debemos recordar que durante el siglo XVII se internó de manera ilegal a esclavos vía Buenos Aires, generando la merma de la actividad portuaria ariqueña. Aunque la demanda seguía en niveles bajos, la internación de negros sería más económica vía Córdoba y Tucumán26. Para áreas más centrales del Corregimiento, como los valles de Locumba y Sama, parece evidente que el puerto de Arica se articulaba como puerta de ingreso básicamente por una situación de cercanía geográfica.
Por su parte, Cavagnaro (1994) ha determinado que, durante el siglo XVIII, algunos esclavos comprados en Tacna curiosamente provenían de Santiago de Chile o de otras ciudades del Alto Perú. En ambos casos, el centro de distribución era el Real Asiento de esclavos de Buenos Aires27. También esta vía de ingreso (Buenos Aires – Santiago - Valparaíso y luego hacia puertos del norte o también la ruta Buenos Aires – Tucumán – Cajamarca – Potosí) puede haber sido una manera complementaria para abastecer las necesidades de mano de obra de Arica y sus valles. Al respecto, para el año 1798 se informa que:
Josef Antonio Mallagisa y por el a Don Vizente Ballon por el 2 por ciento de alcavala que en los dias 25 y 28 de septiembre y en 5 de octubre del año pasado se le exigieron sobre el valor de los negros bozales que condujo de Potosi y vendió en este pueblo [Arica]28.
En este contexto, José de Moraleda y Montero recorrió las actuales costas chilenas en 1785, indicando que alguna vez la ciudad de San Marcos de Arica había sido opulenta, pero que ahora no era más que un mísero pueblo con chozas, habitado por 80 vecinos de todas las castas, especialmente “pardas”.
A fines de aquel siglo XVIII, por mandato del Virrey Francisco Gil al Conde de Aranda, se realizó un censo en el virreinato, entregando cifras más exactas de la población negra en el área del distrito de Arica (Hidalgo, 1986, p. 167). De acuerdo a estas cifras, solo en Arica había 1.294 esclavos.
25 Este dato, no hay afirmaciones definitivas debido al estado de los conocimientos del tema, pero la hipótesis parece razonable. Crespo (1997) une su interpretación a la hecha por la alemana Inge Wolff, quien ha estudiado temas negroides en Latinoamérica para periodos coloniales tempranos.26 Importantes antecedentes sobre las rutas de ingreso de esclavos en la vertiente pacífica del continente y el desarrollo de polos de distribución como Buenos Aires y su incidencia en el Alto Perú y en Chile, en Vilar (1977). 27 Estos datos son recogidos Cavagnaro (1994, p. 117) del Archivo Nacional de Chile, Notarial Arica, pieza 5, f. 233.28 Cajas Reales de Arica, Tributos, año 1798.
46
Las otras cifras según el área del distrito eran:Cuadro n° 1. Población del Distrito de Arica (1792)
Indio Español Mestizo “gente de color libre” Esclavos Total
Codpa 3753 160 3 3916
Arica 140 118 473 147 878
Tacna 4365 886 1056 262 429 6998
Sama 223 132 150 121 626
Tarata 2719 2719
Ilabaya 2033 291 357 17 164 2862
Ilo 45 54 83 430 612
Total 12870 1585 1877 985 1294
Fuente: Hidalgo (1986).
La categoría “gente de color libre” es una difícil de precisar, pero queda claro que el concepto de “libres” remite a la categoría de libertos, una referencia a negros, mulatos, pardos o zambos libres. El mapa racial de los lugares censados plantea entonces evidentemente un cambio. Durante los siglos XVII y XVIII, como sabemos, la población negra se habría incrementado, sobre todo en zonas como Moquegua, Tacna y puntualmente en Arica. Freizer señala para 1793 que el partido de Arica contaba con 1.650 blancos, 12.870 indios y mestizos, 1.294 negros y 2.962 mestizos de negros. La diferencia en las cifras es que la mayoría de la población blanca e indígena se encontraba en Tacna y en la sierra, y la negra y mestiza de negros en el puerto ariqueño, lo que posee cierta consonancia con los datos registrados posteriormente en los censos del siglo XIX. El ariqueño Hipólito Unanue, quien llegará a ser presidente del Perú, fue uno de los intelectuales y médicos peruanos que realizó una caracterización de las diferentes castas que habitaban en el Perú, desarrollando la siguiente descripción:
47
Cuadro n° 2. Conservación del color primitivo y regreso hacia él en sus degeneraciones.
“Enlaces Hijos Color Mezcla29
Varón Mujer
Europeo Europea Criollo Blanco (71)
Criollo Criolla Criollo Blanco (72)
Blanco India Mestizo Blanco (73)
Blanco Mestiza Criollo Blanco
Blanco Negra Mulato 1/2 negro 1/2 blanco (74)
Blanco Mulata Cuarterón 1/2 negro 3/4 blanco (75)
Blanco Cuarterona Cuarterón 1/8 negro 7/8 blanco
Blanco Cuarterona Blanco
Negro Indio Chino
Fuente: Unuane (1815).
Cuadro n° 3. Salta atrás o degradaciones del color primitivo.
“Enlaces Hijos Mezcla
Negro Negra Negros
(76) El negro criollo en disposición de cuerpo y alma y
también en vicios, aventaja a sus padres nacidos en Africa.
Negro Mulata Zambos 3/4 negro 1/4 blanco
Negro Zamba Zambos prietos 7/8 negro 1/8 blanco
Negro Zamba-prieta Negros 15/16 negro 1/16 blanco
Negro China Zambos”
Fuente: Unuane (1815).
29 Las numeraciones refieren a: “(71) Retrato de sus padres, corazón más suave, alma mas pronto y penetrante; pero menos fuste en el pensar y obrar. (72) Retrato de sus abuelos, si han sido andaluces. Si del norte de España pierde el rojo de las mejillas, el blanco algo se quibra y permanece así en las generaciones siguientes. Suele retroceder en ellos sacando el pelo rojo y ojos azules del tronco de su familia. (73) Mestizo. Habita por lo regular en las faldas de la sierra… Su color con blanco que tira algo a amarillo, muchas veces blanco enteramente. (74) Pierde la robustez de sus padres. Su alma adelanta infinito sobre la de los negros. Imaginación acalorada, lengua voluble, amor al lucimiento. Haría procesos en la elocuencia y poesía si la educación auxiliara al genio… (75) Cuarterón y quinterón adelantan en el color al mulato; pero pierden sus fuerzas.
48
El precio de la esclavitud Una de las informaciones más recurrentes en los registros notariales y en juicios de libertad, y por supuesto, en cartas de compra venta de esclavos, fue el valor de éstos. El precio monetario significó desde siempre el carácter que tendría este tráfico humano. Bien es sabido que el valor varió según el destino del esclavo. Varió también según la procedencia de éste y, por último, y muy relevante también, fue su característica física, sexo y edad.
Lugares como el Corregimiento de Arica, eran considerados zonas periféricas del Virreinato, y como se necesitaban esclavos no solo para el trabajo en las haciendas, sino para todas las actividades que requería el puerto, la aduana y las actividades de transporte y comercio con Potosí, eran citados negros físicamente actos para las diversas empresas en las cuales se insertaban en el puerto ariqueño y que poseían un alto precio. También habría que señalar que dichos valores tuvieron mucho que ver con las épocas de auge de la trata de negros, como lo fue el siglo XVII30. Newson (2007), al estudiar el comercio de esclavos en Lima, examina un caso en el cual analiza la situación de los precios de los esclavos y los vincula al contexto de Arica. Su trabajo puntualmente describe que: las remesas de esclavos del comerciante Manuel Bautista Pérez llegaban en marzo o abril, y ya a fines de agosto, había vendido casi el 90%. Los esclavos sobrantes eran enviados al sur para ser vendidos en Pisco, Arica o Moquegua entre octubre y noviembre. Algunos estaban en buenas condiciones de salud, pero otros eran generalmente esclavos de baja calidad, enfermos o débiles, provenientes en su mayoría de Angola o de Alta Guinea, los que se vendían muy bien en estas zonas. Pérez tenía a su cuñado y al hermano de éste, García Báez Enríquez y Simón Báez Enríquez respectivamente, trabajando para él, pero también tenía un agente, Manuel de Acosta, situado en Arica.
En 1628 Simón Báez Enríquez recibe detalladas instrucciones de Pérez sobre el transporte y venta de 50 esclavos. También estaba instruido para estar atento a cualquier defecto psicológico que pudieran tener los esclavos, lo que podría provocar que los devolvieran. De estos esclavos vendió pocos en Pisco, porque pensó que podría hacer mayores ganancias en Arica. Para prepararse para el viaje, adquiere provisiones como maíz, pescados, carne y otros alimentos, también agua, asegurándose de gastar
30 Especialmente el siglo XVII fue notorio en el Reino de Chile, pues el número de afros, como lo plantea Vial (1957, p. 32).
49
lo menos posible, cuidando del mismo modo, que los esclavos no viajen al sol o coman alimentos que podrían hacerles daño. Al parecer, los esclavos viajaron por tierra a Pisco y desde ahí por mar hacia Arica (Newson, 2007, pp. 225-232). A pesar de los costos adicionales de transporte y mantención antes de la venta (que sumaban cerca de 25 o 40 pesos por esclavo), los que se entregan en las regiones del sur, no siempre costaban más. En 1625 el precio promedio de 44 esclavos vendidos en Pisco, Arica y el valle de Sama, excluyendo 3 jóvenes, fue de 540 pesos, que puede ser comparado con el precio promedio en Lima de 567 pesos. El costo adicional por transporte fue consignado hasta avanzado el siglo XVIII, tal como se registró en Arica:
En seis de octubre de mill setesientos setenta y quatro rreales nos hassemos cargo de quinientos setenta y seis pesos de a ocho que tocan a su magestad por el comisio de doz negros bossales hecho en la Ciudad de Arica pertenecientes a Don Antonio Quadros que venian fuera de partida de registro en la fragata nombrada El Fuerte. Los quales se vendieron en publico remate en esta Ofissina en cantidad de setesientos seis pesos como consta de loz Autos que se siguieron y se tiene remitidos al superior gobierno de estos reinos de cuia cantidad principal se dedugeron ciento treinta pesos de sus costas prosesales, gastos que ocassionaron dichos negros en su manutension y condusion a esta caxa31.
Como sea, el valor promedio variaba asegún costos de transporte, manutención o el lugar y el origen étnico de los esclavos. Esclavos de cualquier origen eran consistentemente más caros en Pisco que en Lima, porque la diferencia de precios incluye los costos adicionales de transporte. Aquí, esclavos angoleños son comparablemente más caros que los esclavos de Alta Guinea (Newson, 2007). Esto probablemente refleja dos cosas: la tarea en la que iban a ser empleados y la calidad de los esclavos. La diferencia en el valor indicaría, al parecer, la preferencia por los esclavos angoleños para los trabajos agrícolas (Newson, 2007). Aunque solo existe información fragmentada disponible sobre la ocupación de los compradores, muchos eran chacareros, quienes seguramente los emplearon en sus cultivos de vino, azúcar y cereales (Newson, 2007). Por otra parte, el bajo precio de los esclavos de Alta Guinea parece tener relación con su pobre calidad. En 1625 el precio promedio de esclavos angoleños vendidos fuera de Lima fue de 563 pesos, de Alta Guinea 525 pesos y aquellos de la Costa Dorada -Ardas y Cavalís- 516 pesos.
31 Cajas Reales de Arica, Tributos, año 1774.
50
Ahora, volviendo a los esclavos vendidos en los valles de Pisco, Sama y Arica, siete de los 44 negros tenían problemas psicológicos o le faltaban algunos dedos de las manos o los pies, o tenían alguna hernia o “tiña”, y dos de esos estaban en edad de treinta años, siendo relacionados con esclavos de Alta Guinea. De todos modos, esa era la diferencia de precios en Pisco y Arica. En contra de los consejos de Simón Báez Enríquez, en esa ocasión los esclavos enviados eran de menos valor en Arica a pesar de los costos adicionales por el transporte (Newson, 2007). El siguiente cuadro describe dicho panorama:
Cuadro n° 4. Promedio de precios por esclavos vendidos en Lima y sur del Perú 1625 a 162632
Promedio Precio 1626
Precio en Lima
1626
Precio en Pisco y Chincha
1626
Precio en Arica y
Moquegua 1626
Precio en Pisco
1625
Precio en Arica
1625
Mujeres de Angola 535 (39) 526 (34) 594 (5) - 578 (2) 540 (2)
Hombres de Angola 549 (94) 519 (65) 602 (15) 564 (14) 625 (1) 553 (3)
Mujeres mayores de Guinea
556 (37) 562 (33) 600 (1) 493 (3) - 570 (1)
Hombres mayores de Guinea
594 (77) 599 (68) 616 (5) 479 (4) 618 (2) 557 (8)
Fuente: Newson (2007).
Los precios son muy similares tanto en la capital del Virreinato (Lima) como en Arica, independiente de las características físicas, la proveniencia o los gastos por transporte. Dichos criterios eran equivalentes no sólo para los negros que eran traídos desde Guinea o Angola, sino que también para los del Congo. Al respecto, en 1669 un oficial hispano indica que en Arica “tiene por sus bienes muebles un negro congo llamado Agustin que costo quinienttos y sinquenta pesso y se compró”33.
32 ANHS VM 77-II fols. 138-139 venta de los negros en Arica 1627. Excluyendo los jóvenes, en ese año el precio promedio de los angoleños era de 579 pesos y por los esclavos de Alta Guinea 573 pesos. Cinco tenían dientes menos, uno una hernia, uno era sordo y tenía un brazo roto y uno era ciego de un ojo. Citado por Newson (2007). Nota: la tabla incluye solamente a esclavos adultos y aquellos cuyo origen étnico es conocido. Los Precios están en pesos y los números de vendidos están dados entre paréntesis.33 Archivo Arzobispal de Arequipa, Capellanías, Arica, año 1669.
51
Los criterios de compra y venta de esclavos fueron similares para todas las colonias americanas y tuvieron que ver con criterios físicos, edad y sexo. Por lo demás, este tipo de selección ya se hacía desde las costas africanas, asegurando solo el traslado de mujeres, niños y hombres lo suficientemente resistentes al largo viaje a América (Newson, 2007).
La forma de acceder, por ejemplo, a la condición de liberto a través de mecanismos legales, por supuesto, se observa en muchos casos al haber tenido conciencia y conocimiento de que poseían un valor monetario determinado. Más aún, esta situación se expresaba claramente cuando los valores no coincidían entre los involucrados, es decir, la diferencia de valores en las piezas de esclavos según su origen y condición. Las situaciones fueron graves en momentos donde no se cumplía parte de lo pactado y los esfuerzos de años se olvidaban tras el despotismo de los amos. Cuando un negro o negra libre reclamaba por la libertad de otro, pagando lo estipulado en actas notariales o público remate, toma relevancia lo importante que debe haber sido pagar una cantidad de dinero, que para ese momento solo podían hacer familias con cierto poder monetario.
El justo avalúo debió costar para un esclavo o esclava muchísimo tiempo y cicatrices. Un amo maltratador aun cuando estuvo obligado por ley a responder monetariamente por sus excesos, fue una norma poco practicable y como ocurrió con otros deberes de los amos frente a sus esclavos, esta terminaba siendo “letra muerta”.
Existieron casos excepcionales en los que los amos tomaban la iniciativa para la liberación de sus esclavos, aunque ese acto fuera su último deseo en vida. En 1628 fallece Doña Isabel María, dueña de una hacienda en Azapa, en su testamento la cede a su segundo marido el capitán Juan de Toledo y Tavira, más la obligación de cancelar 250 pesos que se debían a las cajas reales, para continuar con la liberación de las esclavas Magdalena e Isabel y así hacer la voluntad de la difunta (Cavagnaro, 1994).
Ser individuos sanos, sin enfermedades, bien alimentados y bien tratados solo debieron ser motivos de materias en códigos y ordenanzas reales, en algunos casos aplicadas en Cabildos. A modo de complemento, se presentan los valores de tasación de los esclavos y esclavas en el Corregimiento de Arica:
52
Cuadro n° 5. Precios de los esclavos en el distrito de Arica (siglos XVII – XVIII)
Sexo año precio Descripción
Femenino 1742 $500 Tiene hijos. Arica.
Femenino 1717 $600 Pide ser tasada por la corona. Es manumitida. 20 años. Tacna.
Femenino 1655 $450 Valor que pagarían por ella, 30 años. Casta Angola. Arica.
Madre e hijo 1813 Madre $350/ hijo $50 32 años e hijo de pecho. Tacna.
Madre e hijo 1659 $1070 por ambos Criolla de Cartagena de 30 años y mulatillo de 5 meses. Arica.
Femenino 1771 $500 Negra criolla, Tacna.
Femenino 1771 $125 Zamba criolla, Tacna.
Femenino 1771 $300 Esclava criolla. Tacna.
Femenino 1708 $400 Mulata esclava, 10 años, Arica.
Masculino 1655 $650 Casta congo. Arica.
Masculino 1659 $700 Criollo de España. Arica.
Masculino 1779 $400 Esclavo. Tacna.
Masculino 1707 $325 Esclavo parte de una venta de hacienda.
Masculino 1694 $500 Esclavo mulato
Fuente: Archivo Judicial Arica (Briones, 2009).
Como se observa, los valores de tasación son los que se conocen también para el resto de la América colonial. Los hombres siempre fueron de valores más elevados, aunque la edad y enfermedades hacían variar el precio. Las mujeres en edad fértil también tenían un valor distinto a las más maduras, así como también el valor variaba cuando se trató de niñas, como de las edades que se observan en el cuadro n° 5. Cavagnaro (1994) agrega otras variables a considerar a la hora de tasar la pieza como la pureza de sangre, sexo, salud, condición de bozal o criollo, bautismo y manejo de algún oficio, haciendo que la relación de ellas modificara el valor de la pieza, oscilando entre 300 pesos y 800 pesos cuando se trataba de mayores de edad.
Aquellos que tenían problemas con la ley y/o conductuales también supusieron valores distintos, aunque se seguía privilegiando la edad y la buena “contextura”. Estos eran puestos en remate fuera del lugar donde habían delinquido. También la procedencia podría haber influido en el valor de estos esclavos; como provenir de otras ciudades del virreinato, ser bozal o traídos de España, por ejemplo:
53
Cuadro n° 6. Síntesis de precios por esclavos
Precio esclava (promedio) Precio esclavo (promedio)
Cartagena de Indias Entre 250 y 500 pesos Entre 300 y 400 pesos
Lima Entre 400 y 600 pesos Entre 350 y 600 pesos
Arica Entre 300 y 600 pesos Entre 400 y 700 pesos
Cifras aproximadas considerando edad, tachas, condición bozal o ladina.
Estos precios irán cambiando según las edades de los esclavos y esclavas. Los valores eran distintos para un esclavo o esclava bozal o ladina. Por ejemplo, en 1690 “el capitan Santiago de Mendia por la alcavala de cetecientos sesenta y cinco pesos en que bendio un Negro nombrado Juan de casta Congo a Don Francissco Portocarrero”34. En 1711, Pablo de la Urnaga vendió a Diego Murillo “un negro nombrado Joseh de Catta congo” por 550 pesos35. Aquél año, Geronimo Segarra vendió “por la alcavala (…) un negro muleque” por 500 pesos36.
En el caso de las mujeres el valor era mayor considerando, como lo he mencionado, por su potencial reproductivo. Estos valores considerados para el siglo XVI, serían incrementados a fines del mismo, fundamentalmente por la supresión de la trata oficial y cancelación de régimen de asientos37. En la ciudad de Tacna en 1669 se registró una suma alta por el valor de un esclavo, cancelando “ochocientos pesos que pagó este dia en esta real caxa don Antonio de Andrada y Moscoso por mando de Alonso Fernandez Lotero en que vendió un negro a Lucas Quijada por escritura ante Don Feliz Menendez en este del pueblo de Tacna”38. Ese mismo año en Arica Juan Ramírez canceló 280 pesos por el “alcavala de siete mill pesos que a vendido de vino de su haVienda del valle de Chaca en quatro años que se cumplieron este dia y los diez y seis pesos restantes por por el alcavala de quatroVientos pesos en que compró un negro a Francisco Romero”39.
A diferencia de los esclavos negros llegados directamente desde África, los cuales eran llamados con nombres hispanos e indicando la región o zona procedencia (p. ej. “Miguel Angola”), los mulatos bautizados recibían
34 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1690. 35 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1711. 36 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1711. El “Muleque” era un esclavo africano entre siete y diez años de edad. 37 Las cifras presentadas para Lima y Cartagena son trabajadas por Vila (1977, pp. 222-224). 38 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1669.39 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1669.
54
nombres hispanos con advocación católicas (Santos, etc.) o llevaban el apellido del amo o patrón. Así, en 1688 Pedro Piñero pagó 300 pesos por el mulato “Antonio de la Cruz”40. Juan de Sosa en el año 1690 canceló 600 pesos a María Ramírez por “un mulato nombrado Juan de Dios”41. Del mismo modo, los esclavos mulatos eran transados en el mercado por precios similares a los negros bozales, dependiendo de sus características físicas. Por ejemplo, en Arica en 1696 el mulato Juan de Valencia fue vendido en 800 pesos, tal como se detalla a continuación:
Doña Ysidora Lopes Machado por mano del Capitan Pablo Domingues de Aguilar por la alcavala de ochocientos y cinquenta pesos en que la dicha vendio un mulato nombrado Juan de Balencia al dicho Pablo Domingues42.
Mujeres esclavas también fueron vendidas en Arica a los valores promedio que el mercado esclavista establecía y en la cual participaban administradores de la Corona hispana como hacendados locales. En 1669, Felipe Martín Valero dio pagó a la Caja Real de Arica la suma “quatroVientos pesos en que dio libertad a una negra su esclava”, cancelando además a Juan Arias Maldonado “seisVientos pesos en que compró un negro”43. En 1711 Josefa Cornejo pagó al capitán Simón de Carranza 400 pesos por una mulata llamada “Biviana”44. Para 1718 Sebastián Beltrán Lucero compró por 1.100 pesos un “negro y negra sin bautizar” a Thomás Osorio. Ese mismo año, Francisca de Saravia por 500 pesos a una negra cuyo nombre era “Thereza”45. También se informa la venta por otras 4 esclavas negras y María que era mulata a diferentes hacendados y señoras españolas avecindadas en el distrito ariqueño46. En 1728 hallamos documentación de la venta de “tres negras sin baptisar vosales” por una suma de 1.400 pesos y una mulata “nonbrada Luisa” por quien se pagaron 500 pesos47.
Durante los siglos XVII y XVIII los valores se mantendrían aun cuando la trata ilegal haría bajar los precios en algunos lugares de América, especialmente donde el tráfico ilegal o contrabando desde Buenos Aires (ruta continental) hacia el pacífico tomaba fuerza, considerando la zona central de Chile y zonas del Alto Perú. La demanda creciente de esclavos como mano de obra, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVII
40 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1688.41 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1690.42 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1696.43 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1669.44 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1711.45 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1718.46 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1718.47 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1728.
55
hizo que los precios tendieran siempre al alza, situación que fue continua en toda América colonial. La demanda sostenida de mano de obra esclava, se vinculaba esencialmente a la apertura de nuevos horizontes mineros y mayor necesidad de productos agrícolas, sumando a ello la supresión de la trata esclavista por conflictos bélicos (Mellafe, 1964, pp. 68-69).
El comportamiento de los esclavos mientras estaban en servidumbre, perfiló el éxito del próximo traspaso en una venta, a un buen precio, suponiendo que el valor invertido en “la pieza” equivaldría también a un buen trato, por lo tanto asegurar durante un tiempo “la sobrevivencia”. También, el vender a la madre con su hijo, fue desde un punto de vista humanitario, el resguardo de la vida, pero desde el ángulo mas “mercantil”, la criatura sería una futura pieza de servicio. Además, una negra amamantando a su propio hijo, serviría como nodriza, que fue uno de los más conocidos quehaceres de la mujer negra esclava y libre (Briones, 2009).
Algo interesante sobre el comercio de esclavos se da por la declaración sobre la casta, el oficio, las enfermedades, o vicios, si los tuviere la pieza, por parte del vendedor a sus compradores. Lo anterior se demuestra cuando Gonzalo de Ríos vendió a una negra de 30 años, borracha, ladrona, huidora y enferma a 270 pesos de buen oro en 1564. En ese mismo año Martín Bilbao vendió a Luis Pérez un negro borracho, ladrón, enfermo y criollo de 16 años en 200 pesos (Wormald, 1966)48.
Sobre las enfermedades, Gallego (2005) sostiene que en general eran el peor final para los esclavos, pues suponían una carga que nadie deseaba enfrentar. Como ejemplo, señala la situación de “la negra Teresa, de San Marcos de Arica”, a quien:
le salió un bulto debajo del pecho, que la hizo inútil cuando tenía sólo diecisiete o dieciocho años, y lo primero que hizo el amo fue pedir la redivitoria de la esclava al que se la había vendido, o sea, la anulación de la compraventa (Gallego, 2005).
48 Hipólito Unanue describe como sigue la dependencia alcohólica de algunos negros en las plantaciones de caña de azúcar: “Tambien el guarapo puede considerarse como una de las cosas que sustentan á los negros de las haciendas dé cana; pero quando estos usan con abundancia del melado, ó guarapo dulce, se lés llena la cútis de sarna. La chicha hecha de la harina del huinafo: esto es del maiz que con la humedad se ha hécho germinar y luego se ha secado y molido, estando bien fermentada y depurada, es mucho mas sana y nutritiva què el guarapo, y que las cervezas de los otros granos (Unanue, 1815, p. 163).
56
También existen referencias a las creencias y las formas en que los esclavistas las reprimían. Sobre los suicidios y las prácticas impulsadas para impedirlos, se decía que:
Acuérdome haber leído, que para impedir en las islas de barlovento los freqüentes suicidios, que executan los negros africanos volviendo la punta de la lengua y tapandose la resporacion, proyectó un francés hacerlos pedazos á azotes, luego que aparecían algunos indicios de este intento. Los negros quando se ahogan creen van á pasar á su suelo pátrio, y los aotes eran para que teniendo vergüenza de aparecer maltratados delante de sus paisanos, no pensasen en visitarlos (Unanue, 1815, p. 19).
De igual manera, se enfatiza en la “inclinacion á la música”, pues “de quanto cae en sus manos hacen un instrumento hermónico, y si solo encuentran una quixada de burro ó caballo, la baten, y saltan á sus sonidos” (Unanue, 1815, p. 173).
Labores y oficios entre negros La problemática que significó la escasez de mano de obra, requirió buscar otras alternativas. La mano de obra esclava negra se constituyó en América como el gran refuerzo humano para la implantación de sistemas productivos a gran escala, como lo ocurrido en América del Norte, áreas del Caribe, Brasil y en general la costa pacífica del continente sur americano, fundamentalmente tropical. Así ocurrió en otras zonas donde la demanda no era masiva, pero la necesidad de mano de obra más segura y eficiente requirió de las mismas medidas. El mutuo y difícil diálogo entre indígenas y españoles, y el especial maltrato del español tanto físico como moral hacia la comunidad indígena, la reticencia del mestizo para trabajos donde la fuerza física era importante, el esclavo negro mostró sus mejores cualidades.
En general, por su situación y absoluta dependencia, el esclavo negro solía ser más manejable. Llegaba a ocupar en algunas ocasiones según su desempeño y buen rendimiento cargos de confianza, que para los amos era difícil encontrar en otros estamentos sociales. Otro antecedente es aquel que dice que fueron utilizados en trabajos que requerían una mayor especialización, llegando muchos de ellos al momento de ser manumitidos, desarrollar ciertos oficios muy valorados en la Colonia.
Sin embargo, la otra cara de la moneda da testimonios de una vida de esclavitud llena de abusos, excesos y humillación. En un escenario de dominación, las mujeres sufrieron toda clase de maltratos por parte de propietarios o amos. Tal como ha consignado Briones (2007), las causas
57
judiciales reiteran la sevicia de los amos con las esclavas. Por ejemplo, en 1799, la zamba esclava Simona Menéndez de 34 años, solicitó su libertad tras varios años de malos tratos, pues su amo la estuvo “ostilizando y maltratando continuamente a mi persona”. La zamba señalaba que el padre de sus cuatro hijos era el propietario a quien servía:
Primeramente el primero don Manuel si saue le consta o ha oido decir que el referido su hijo Don Matías tiene en mi dos hijos y si ha estos los han reconocido uno y otro como tales. En segundo lugar, declare dicho Don Matías como hijo de familia con licencia y asistencia de su padre Don Manuel si es verdad que si tiene en mi dos hijas naturales si este las ha reconocido y tratado siempre como tales: si antes de haverlas me prometio dar todo alibio, otorgandome libertad al hijo o los hijos que tuviese del mismo49.
Un caso similar sucedió en Tacna en 1741, cuando Francisca, zamba esclava maltratada por su amo, señaló que:
que el dicho mi amo tubo asseso carnal conmigo lo que en mi fue ynhevittable por la presion de la esclavitud en que estaba y como tal sujeta y cautiva a su voluntad y viendome mi ama preñada se dio por mas agraviada y crecio en su animo la cruel colera50.
Esta relación hispano-negra es la más conocida por la historia, y fue tan real como aquel negro “empleado de confianza” o como el “caporal” en los yungas bolivianos. En comparación con el indígena, era considerado menos vicioso y menos peligroso, por lo tanto más confiable, pero al corto tiempo de convivencia, los códigos de marginación y percepción hispana, fueron siendo los mismos que los usados para la población indígena. En cierto modo, la resistencia pasiva o activa, sabotaje en los lugares de trabajo, huidas masivas o individuales, uso de mecanismos legales ante los malos tratos, etc. hicieron que la idea del “buen salvaje” se transformara en el “bárbaro primitivo”. Esta última idea, quizá no haya sido tan mecánica como la planteo. También ocurrió lo contrario. El esclavo negro por su condición de tal, al ser tratado como objeto con valor monetario, significó ya un desvalor en lo humano y solo una valoración en su utilidad y beneficio. Esto iba acompañado del obsesivo valor del concepto “civilización” de la época, dejando a todos quienes no habitan el viejo continente – África y América- en la “conjura vándala” (Hurbon, 1993, pp. 34-35).
49 AJA, legajo 113, pieza 2, f. 1v. Citado por Briones (2007).50 AJA, legajo 196, pieza 5, foja 1v. Citado por Briones (2007).
58
El esclavo negro desde su llegada a América fue tratado como un salvaje carente de conciencia y necesidades. Sus bondades físicas fueron tratadas como el beneficio de lo primitivo, y en la medida que la obediencia y la suavización de las pasiones humanas y el vicio se presentaran, éste bárbaro carente de conciencia sería tratado como el “buen salvaje”.
Desde este escenario, que los obligaba a una sobrevivencia muchas veces inhumana y a un trato en la mayoría de las veces déspota, desarrollaron labores según sus habilidades demostradas, condición física, edad, sexo, etc. Mellafe (1964, pp. 75-77) sostiene que hubo ocho escenarios o espacios donde los esclavos desarrollaron su condición de tales: “Agricultura, ya sea de subsistencia o agricultura tropical de exportación. Esta última fue la que requirió en mayor número, mano de obra esclava; servicio doméstico; maestros y oficiales de diferentes oficios; órdenes religiosas; transporte marítimo y terrestre; organismos estatales, para el trabajo de obras públicas de importancia; particulares que arrendaban a sus esclavos por años, meses o días; cabildos u hospitales para el trabajo más pesado; pregoneros y porteros de los mismos; adquisición de esclavos por parte de indios de cierto rango social y poder obviamente, económico”.
Un espacio que debe ser tratado con especial reparo, es el servicio doméstico, que se constituyó en uno de los espacios por excelencia ocupado por mano de obra esclava desde comienzos de la vida colonial en América. Si bien, parte como una prioridad de la clase acomodada para atender sus necesidades cotidianas, rápidamente se masifica en la sociedad colonial la posesión de esclavos negros como un elemento decorativo y signo de status. Ya no sólo es una opulencia necesaria, sino además un importante agregado mobiliario al estándar de vida exigido a la clase acomodada (Briones, 2009).
En la documentación trabajada la especificación de sus labores no muy a menudo es explicitadas. Sin embargo, podemos encontrar a cocineras, torneros y aprendiz de sastre51. Para el resto de la documentación, suponemos que las labores domésticas fueron el espacio más común de trabajo. Por lo menos, en los juicios revisados, las labores domésticas son las frecuentes, y en su mayoría correspondían a mujeres esclavas. La agricultura en los valles también necesitó mano de obra negra, tal como se lee en algunos testamentos o escrituras de ventas, que junto con las haciendas iban también los bienes muebles, más el grupo de esclavos.
51 Estas especificaciones aparecen para el siglo XVII en los Notariales de Arica.
59
Según el tipo de hacienda podemos suponer el tipo de trabajo realizado por los esclavos, como por ejemplo en la venta de una hacienda en la quebrada de Cinto, donde se especifica que son tierras para viñedos, con 8.504 cepas, y con el trabajo de 5 esclavos52.
En Arica ciertos oficiales reales se quejaban que solo existían marineros, verteros, tenderos y arrieros, actividades que los distanciaban de las faenas agrícolas propias del valle, debido a que ellas poseían mayor dinamismo entregándoles otra categoría sobre todo a los libertos (Urzúa, 1957).
De acuerdo a la documentación, el ámbito de lo doméstico aparece como el espacio más recurrente de servidumbre. En lo doméstico también podría incluir aquellas tareas agrícolas de poca envergadura, sobre todo pensando en pequeñas unidades de producción, que fueron las mayoritarias en la zona. Pero, por otro lado, aunque de manera aislada, el desarrollo del oficio, de la especialización en algunas tareas, irían también apareciendo como espacios donde el negro esclavo o libre ganaría ciertos privilegios, no solo materiales sino también de carácter social. Vale la pena señalar, por ejemplo que en 1659 se hace una venta de un negro, criollo de Cartagena, Joseph Amargo, de 25 años, quien siendo oficial de tornero era entregado con “toda la herramienta que tiene del dicho oficio”53. En el mismo año, se relató la formación que entrega un maestro del oficio de sastrería, Juan Isidro Pradena, a su alumno Andrés de Quiroz, mulato libre de 14 años, hijo de morena libre. En el documento se lee: “y el segundo año, le a de dar un bestido de paño de quito, un sombrero, medias y capeta[¿] y mas tijeras para que trabaje como oficial”54.
En otro plano, hubo negros que accedieron a cargos oficiales al interior de la comunidad colonial local. Hacia finales del siglo XVII, se decía que “Francisco Congo que ace oficio de Pregonero se dio el primer pregon al oficio de Thesorero oficial real de san marcos de arica”55.
Asimismo, pero llamativo por lo cuestionable que podría resultar, dos negros libertos a principios del siglo XVII llegaron a “desempeñar las funciones judiciales que estaban a cargo de los alcaldes ordinarios” en el puerto de Arica56. Dicha elección a manos de un Corregidor y un Cabildo compuesto por hombres blancos, se tornó un asunto extraño o poco común.
52 ANH, Notariales de Arica, 1771, vol. 27, pieza 1. 53 ANH, Notariales de Arica, 1654, vol. 5, pieza 25, f. 32v. 54 ANH, Notariales de Arica, 1659, vol. 5, pieza 27, f. 36r. 55 Cajas Reales de Arica, Tributos, 1682-1686. 56 Revista del Archivo General de Buenos Aires. Imprenta del Porvenir, Buenos Aires, 1869.
60
De acuerdo a la información, en 1620, el singular acontecimiento quedó registrado en “las actas capitulares del Cabildo de la ciudad”, cuestión que se deduce de la provisión (decreto) que manifiesta el conocimiento y rechazo de tal suceso por parte del Virrey del Perú. Puntualizando, el Alguacil Mayor propietario de la ciudad de Arica, el Capitán Antonio de Aguilar Belicia, es quién denuncia el nombramiento de estos jueces tan particulares para la época. De Aguilar manifestó que tanto el Corregidor como el Cabildo actuaron sin la orden y mandato de Francisco de Borja y que el nombramiento fue justificado por las dos instituciones indianas para “que haya más justicia” pero que en realidad “son un perjuicio para la república, porque se aúnan con los negros cimarrones y delincuentes” que en libertad realizan muchos agravios a la ciudad y sus vecinos57.
Los dichos del Alguacil destacan una cualidad que siempre ha girado en torno a los negros libertos, en forma de un aura de desorden y falta de moral, de relajo en sus costumbres, que normalmente siempre han sido fuente para la construcción de historias caóticas que tuvieron finales trágicos, donde la influencia libidinosa llevó a más de alguno o alguna al infierno. En efecto, el Alguacil “pide y suplica [al virrey) mande darle su Provisión para que luego se quiten las varas a los negros que las trugeren y que no se nombre otros hasta que por el gobierno otra cosa se les mande”. Esa suplica tendrá eco en el príncipe Francisco de Borja, que mandatado por el Virrey Joseph de Cáceres y Ulloa, el 22 de mayo de 1620, extendió la Provisión que multaría con mil pesos de oro al Corregidor y Cabildo si nombran nuevamente como alcaldes a negros sin su autorización, por tanto prohíbe y revoca el “nombramiento de alcaldes negros que se haya hecho en la dicha ciudad de Arica, sin Provisión y orden del gobierno, para que no se use dél en manera alguna”. La Provisión dará cuenta que el suceso es muestra de ciertas “conjeturas poco favorables a la moralidad de los blancos de aquella ciudad”, que lógicamente influidos por la presencia negra han llegado a estas “aberraciones”.
Sobre esta llamativa situación, Ricardo Palma (1877), advirtió que estos dos jueces lograron ser nombrados producto de una serie de desavenencias y “grave litijio que había (…) entre el Corregidor y el Cabildo de Arica de una lado, y del otro el Capitán don Antonio de Aguilar Belicia” (Palma, 1877). Se decía que el Alguacil era hombre díscolo y que sus humos estaban más bien cercanos a la aristocracia que a su verdadero origen, de ahí que se le acusaba de pretender los cargos públicos para su familia. La historia
57 Ídem.
61
se habría iniciado a fines de 1619, cuando quedan vacantes dos varas de alcaldes en el Cabildo. Ante esta oportunidad de proveer a sus parientes de tan prestigioso puesto, de Aguilar solicitó al Corregidor “su auxilio para salir airoso del empeño; pero su Señoria que, no sabemos el porqué, le tenía tirria o enemiga, lo desahucio clarisverbis”. Lo dicho desató las pasiones y chismes entre la población (Palma, 1877). Para enero de 1620, el Cabildo se reunió para evaluar la situación, momento en que el Alguacil intentó comprar los votos de los cabildantes, que se concertaron con el Corregidor para dar una lección a la actitud soberbia demostrada por de Aguilar. El resultado: la elección de dos negros naturales de Arica “por su buen porte, religiosidad, riqueza, despejo de injenio y prendas personales”, uno de apellido Anzures y otro del que no se tiene referencia (Palma, 1877).
Los alcaldes negros electos asumen sus funciones y no hacen sino otra cosa que aplicar justicia. El enfurecido Alguacil parte de forma inmediata a Lima en la búsqueda de su desagravio, y después de insistentes gestiones vuelve a Arica con un Decreto o Provisión en sus manos, cuyo contenido ya conocemos por los párrafos anteriores. Esa Provisión trajo molestias en la población, pero los alcaldes negros lograron apaciguar los ánimos y dejaron sus cargos. Anzures y su compañero formaban parte de una población negra que bordeaba los mil esclavos y que se ubicaban en Arica y en el valle de Azapa. Debe sumarse a unos cien negros libres y “algunos de estos habían alcanzado a crearse una modesta fortuna y merecían afectuosas consideraciones de los blancos” (Palma, 1877).
Referencias Citadas
Fuentes
Archivo General de Indias, Sevilla, España.
Archivo Nacional Histórico, Criminales de Arica, Santiago, Chile.
Archivo Nacional Histórico, Notariales de Arica, Santiago, Chile.
Archivo Histórico Vicente Dagnino, Arica, Chile.
Libros y artículos
Álvarez, A. (1561). Relación de la ciudad de La Plata. Tomo II.
62
Ares, B. (2007). La Cuestión del Bautismo de los Negros en el Siglo XVII: La Proyección de un Debate Americano. CSIC-EEHA.
Briones, V. (2009). Negros en el corregimiento de Arica, siglos XVII – XIX. Tesis para optar al grado académico de Magister Artium, Departamento de Historia, Facultad de Humanidades, Universidad de Santiago de Chile.
Briones, V. (2005). Resistencia y adaptación Población afrodescendiente en el archivo criminal de Arica colonial. Diálogo Andino 26:79-90.
Briones, V. (1991). Antecedentes Básicos para el Estudio histórico de la presencia étnica negra en Arica entre los años 1870 y 1930. Seminario de Título, Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.
Briones, V. (2007). Mujeres afrodescendientes en el corregimiento de Arica, siglo XVIII de un silencio negro a la batalla por la libertad. Revista de Ciencias Sociales 19:7-24.
Bowser, F. (1990). Los africanos en la sociedad de la América española colonial. En Historia de América Latina (Economía y Sociedad), volumen 4, editado por L. Bethell, pp. 79-98. Cambrigde University Press-Editorial Crítica, Barcelona.
Cahill, D. (1994). Colour by Numbers: Racial and Ethnic Categories in the Viceroyalty of Peru, 1532-1824. Journal of Latin American Studies 26(2):325-346.
Cavagnaro, L. (1994). Materiales para la Historia de Tacna. Tomo III, Universidad Privada de Tacna, Tacna.
Crespo, A. (1977). Esclavos Negros en Bolivia. Academia Nacional de Ciencias de Bolivia, La Paz.
Dagnino, V. (1909). El Correjimiento de Arica: 1535-1784. Imprenta La Época, Arica.
De Lizárraga, R. (1908 [1612]). Descripción y Población de las Indias. Instituto Histórico del Perú, Lima.
Fernández, R. (2011). La Corona Española y el Tráfico de Negros. Editorial del Economista, Madrid.
63
De Peñaloza, Benito (1629). Libro de las cinco excelencias del español qvedespveblan a españa para sv mayor potencia y dilatación. Ponderanse para qvemeior se aduierta las causas del despùeblo de España: y para que los lugares despoblados della, se habiten, y sean populosos. Concilencia Impresso en pamplona, por Carlos de Labayen, Impresor del Reyno de Navarra.
Frezier, A. (1982). Relación del Viaje por el Mar del Sur. Volumen 99, Biblioteca Ayacucho, Ayacucho.
Gallego, J. (2005). La Esclavitud en la América Española. Ediciones Encuentro, Madrid.
Hidalgo, J. (1990). Compraventa de una hacienda en el valle de Azapa por Gaspar de Oviedo, 1661. Diálogo Andino 9:84-106.
Hidalgo, J. (1986). Indian Society in Arica, Tarapaca and Atacama, 1750-1793 and it’s response to the rebelion of Tupac Amaru. Ph. D. Thesis, University of London, London.
Thomas, H. (1998). La Trata de Esclavos. Historia del Tráfico de Seres Humanos de 1440 a 1870. Planeta, Barcelona.
Hurbon, L. (1993). El Bárbaro Imaginario. Fondo de Cultura Económica de España, España.
Mellafe, R. (1964). La Esclavitud en Hispano-América. Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires.
Newson, L. y S. Minchin. (2007). From Capture to Sale: The Portuguese Slave Trade to Spanish South America in Early Seventeenth Century. Koninklijke Brill NV, Leiden, The Netherlands.
Palma, R. (1877). Perú Tradiciones. Editor Benito Gil, Lima.
Rosas, R. (2010). Los Negros Esclavos y el Tribunal de la Santa Inquisición en Lima y en Cartagena de Indias (1570-1650). Tesis para optar al grado de Maestra en Educación, Facultad de Educación, Universidad de Piura, Perú.
Tardieu, J. (1998). El Negro en el Cusco. Pontificia Universidad Católica del Perú e Instituto Rivagüero, Lima.
Trelles, E. (1988). El testamento de Lucas Martínez Vegazo. Historia 23:267-293.
64
Unanue, H. (1815). Observaciones sobre el Clima de Lima, y sus Influencias en los Seres Organizados, en Especial el Hombre. Imprenta de Sancha, Madrid.
Vargas, R. (1954). Historia del Perú, Virreinato (siglo XVII). Librería Studium, Lima.
Vargas, R. (1951). Concilios Limenses, 1551-1772. Tomo I. Imprenta Tipográfica Peruana, Lima.
Vázquez de Espinosa, A. (1948 [1620]). Compendio y descripción de las Indias Occidentales. Smithsonian Miscellaneous Collections, Washington D.C.
Vila, E. (1977). Hispanoamérica y el comercio de esclavos. Asientos portugueses. Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla.
Villalobos, S. (1979). La Economía de un Desierto. Ediciones Nueva Universidad, Santiago de Chile.
Wolf, I. (1981). Esclavitud y Tráfico de Negros en el Alto Perú, 1545-1640. Universidad Mayor San Andrés, Lima.
Wormald, A. (1966). El Mestizo en el Departamento de Arica. Universidad del Norte, Arica.
65
AFRODESCENDENCIA Y REGISTROS DOCUMENTALES COLONIALES PARA EL CORREGIMIENTO DE ARICA1*
Viviana Briones Valentín2
Introducción
La presencia afrodescendiente esclava y/o libre en el Corregimiento de Arica entre los siglos XVII y XVIII, puede resumirse en un ir y venir de resignaciones y resistencias. La vivencia de la resignación habría tenido que ver con procesos de adaptación, donde se aprendió a vivir en la exclusión social, en el desarraigo, en la conmiseración de amos y en la violenta y obligada condición de esclavitud.
La resistencia por otro lado, se habría vivido de diversas maneras, desde los alzamientos más violentos, huidas y cimarronaje (expresiones claras en otras áreas de América colonial), hasta la íntima, silenciosa, definida y única certidumbre de que el gran enemigo era el amo. Esto último, toma relevancia cuando el silencio se transformó en una abierta acusación, reclamo y única vía que aseguraba la supervivencia física y espiritual3, y es lo que vemos notoriamente en el Corregimiento de Arica.
Las cartas y peticiones de libertad, fueron un reflejo de esta tensión. La formalidad de los reclamos, la presentación de hechos, el cumplimiento de las normas jurídicas, la presentación de terceros y testigos y un lenguaje breve y claro, pero a la vez persuasivo, nos acercan a la idea de que esta resignación se transformó en una explicita resistencia, cuyo objetivo fue desvincularse de la dependencia de un otro, para lograr la tan anhelada autodeterminación del cuerpo y de la vida.
La resistencia se alimentaba en una especie de vía crucis, la libertad era pensada quizá por años, planeada una y mil veces, imaginada en silencio tras cada castigo, un espejismo reforzado tras cada mal trato. La frustración de años llegaría a su fin a través de los procesos judiciales que en este artículo revisaremos. Fue el esfuerzo por pasar de “objeto” a
1* Este trabajo se ha realizado en el marco de la ejecución del proyecto FONDECYT Nº 1100132.2 Universidad Técnica Federico Santa María, Santiago, Chile.3 Dockés (1984) plantea que este ir y venir entre resignación y rebeldía se articuló como una verdadera ideología que habría marcado toda la vida de las comunidades negras en América. También reconoce que ésta sería profundamente contradictoria en su constitución, por definición entonces, compleja y hasta el momento poco estudiada.
66
“sujeto legal”, por lo tanto, el surgimiento quizá de una mentalidad menos resignada y más reivindicativa, tal como lo sugiere también J. P. Tardieu (2006). Recojo el concepto utilizado por J. Le Goff (Dockés, 1984, p. 254), quien planteaba que aun cuando haya sido ésta una “resistencia pasiva” enconada por años, igualmente se encaminó hacia la vivencia y obtención de la libertad, por lo tanto, negación de la esclavitud.
Resistir o seguir siendo esclavo y/o evitar la vuelta al cautiverio, no sólo fueron luchas individuales. En los vínculos familiares, las redes de contacto social, complicidades de casta etc., la libertad se iría transformando en un objetivo en común, en instintos necesarios de supervivencia y niveles de transgresión social que operaron a través de dispositivos grupales de comunicación. Por lo tanto, la libertad fue un proceso y condición que se constituyó en un desafío personal y también grupal.
Una de las tantas definiciones de libertad que se encuentran en los documentos es la siguiente, que se extrae de un proceso de petición de libertad fechado para 1783:
y siendo una cosa tan recomendable y digna de la mayor atencion la libertad y al contrario de la esclavitud tan abominable por contraria a nuestra naturaleza4.
La idea era simple. Llegar a ser un hombre o mujer libre fue una aspiración que se observó desde los primeros tiempos de la colonia, aunque las razones con el tiempo se fueron haciendo más complejas y diversas. También con el tiempo se hicieron más numerosas, llegando incluso a provocar cierta inquietud en las autoridades coloniales. En una sociedad profundamente dominante en lo social, el miedo a un desborde justamente en este ámbito, y particularmente de la población afrodescendiente, generó siempre medidas de control social y un esfuerzo por restringir el acceso a instancias judiciales que hicieran posible la libertad (Tardieu, 1997).
La esclavitud fue distinta ya sea en espacios rurales o urbanos. En términos culturales y sociales la ciudad planteó desafíos distintos a los exigidos en espacios rurales. La población esclava urbana estuvo siempre más sensible a un hibridismo racial y cultural, debido a la cercanía con otras castas y
4 Archivo Nacional Histórico (en adelante ANH), Judiciales de Arica, 1783, legajo 65, pieza 10. Esta cita se extrajo de una defensa que hace Ignacio Foranza, negro libre, en favor de su esposa esclava Francisca Cornejo. El documento tiene como lugar de origen el valle de Locumba. La esclava es librada tras reconocimiento de un acuerdo estipulado entre el esposo de Francisca esclava y su amo Cipriano Cornejo, quien es juzgado y encontrado culpable.
67
grupos sociales (Harris, 1974). Además, el ejercicio de la esclavitud se expresó con intensidades distintas según el lugar de servidumbre, siendo sin duda menos exigente en términos físicos, el servicio doméstico, por ejemplo.
La esclavitud rural tuvo características más restrictivas, un espacio de exigencias físicas más abrumadoras, una esclavitud alejada de ambientes citadinos o urbanos, por lo tanto, con escasa posibilidad de crear vínculos sociales. Este aislamiento, sin embargo, habría permitido recrear y perpetuar silenciosamente algunos rasgos culturales de la tierra de origen, un cierto apego a la tierra, -aquella que paradójicamente es la tierra también del sufrimiento– pero que permitió, por ejemplo, fortalecer redes familiares más estables5.
En lo que concierne al Corregimiento de Arica, las fronteras urbanas y rurales estaban sutilmente definidas. Ciudades como Arica, Tacna, Sama, Moquegua y Locumba estaban insertas en los espacios y economías vallesteras como lo eran Azapa, Lluta, Caplina, Valle de Sama, Valles de Locumba, Cinto y Moquegua respectivamente. Sin embargo, ciertamente, hasta el momento sabemos por la documentación trabajada, que la población esclava en chacras y haciendas fue cuantitativamente menor a la que podemos registrar para las ciudades y pueblos del corregimiento.
“…en adelante sea orra y libre”6 A pesar de lo valioso de los casos estudiados, algunos de ellos no contienen sus fojas finales, quedando la incertidumbre entonces del éxito o fracaso de los procesos. En otros casos, los documentos están íntegros y completos, por lo tanto, a través de aquellos se ha podido develar numerosas señales y signos de cómo habría sido esta presencia afrodescendiente en la zona, centrando la mirada en esta primera parte, y como ya se ha mencionado, en los juicios y peticiones de libertad.
5 Existe un estudio interesante sobre identidad negra y su fuerza en su articulación, que corresponde a las comunidades negras esclavas y libres en Ecuador, específicamente en el valle de Chota-Mira. El artículo, señala que el apego a la tierra perfila sin duda la identidad negra, donde el fortalecimiento de la familia es prioritario, conjuntamente con el asegurar la alimentación diaria. El pedazo de tierra no sólo aseguraba una tranquilidad cotidiana para estos esclavos, sino también evitaba la fuga tras el descontento. La caridad religiosa de los jesuitas se acompañaba de una segura rentabilidad económica (Bouisson, 1997). 6 Debo aclarar que la expresión utilizada en este título corresponde a una cita textual de un documento fechado en 1708, en el cual se da libertad a una niña de 10 años, hija esclava de mulata libre. La palabra “orra” expresa la consecuencia de ser manumitida, o sea, ser liberada (o).
68
En 1792, Pedro Rubio, negro esclavo, pide a la autoridad local se le conceda su libertad. Este esclavo de la familia Ara de Tacna (familia del cacique Ara) declara que sus amos le han dejado una cierta cantidad de dinero vía testamento para la compra de su libertad; “...se me tase y según el justo evaluo...”7. El reconocer que debe ser tasado como requisito fundamental para poder acceder a tal condición, implicó una aceptación de los requisitos también legales en aquella materia. El “justo evaluo”, consideró también el valor implícito de los años de experiencia en servidumbre. Pedro Rubio, también hace saber que cierta enfermedad lo inhabilita para seguir en esclavitud, lo que en general, según una previa revisión médica, era suficiente motivo para recibir el beneficio de la libertad. En un caso similar, para 1717 en Tacna, Silberia Collasos, samba esclava, pide sea tasada por la corona para acceder a su libertad:
Tengo el cuerpo atormentado y temiendo morirme de alguna postemia interior por lo continuo que me aporrea cuya esclavitud es mas perjudicial a la vida y con riesgo notorio de perderla por lo cual me ha sido al fabor y merced del Rey nuestro señor dios y en su rreal nombre al de Vuestra Majestad para que como administrador de su real justicia se sirva mandar a la dicha doña josepha Cornejo que en virtud del poder general que tiene de su marido me benda a otra persona que por mi de el dinero poniendome a tasación que lo sumo y mas que yo puedo baler sera de 400 a 500 en que debe Vuestra Majestad ampararme como apersona miserable no permitiendo buelba a sugesion de caustiberio de manos impias y con el rigor de su castigo yo muera con despecho y aburrimiento con perdida de mi alma que tanto costó a nuestro creadorr8.
El riesgo de perder la vida, motivó a estos esclavos, tras años de sufrimiento y silencio a interponer demandas en pro de la manumisión, haciendo público los maltratos y obligando a sus amos ha someterse ha la justicia ordinaria. Desde la esclavitud, Silberia Collasos revela la necesidad de no volver a cautiverio, expresando los temores si esto sucediera, pues señalaba que además de golpearla, su ama le quemaba la cara con “tisones de candela”9 por no hacer los quehaceres domésticos como se le mandaban. La zamba esclava es finalmente liberada, tras una tasación de $500 efectuada por la Corona. El lenguaje misericordioso utilizado en el testimonio no deja de llamar la atención, no teniendo certeza si fue una estrategia discursiva o era efectivamente un reflejo de la baja
7 ANH, Judiciales de Arica, 1792, legajo 160, pieza 3. 8 ANH, Judiciales de Arica, 1717, legajo 38, pieza 2, foja 1v. 9 ANH, Judiciales de Arica, 1717, legajo 38, pieza 2, foja 1r.
69
valoración personal. También puede ser significativo que el destinatario de la petición haya sido el rey, quién en este caso además de personalizar la justicia terrenal, en un rol casi paternal, amparando especialmente a los miserables, también su categoría divina y misericordiosa debía amparar a los que incluso de alma, eran miserables.
Como el caso anterior, la tasación también funcionó cuando se trató de pedir la libertad de familiares. Esto supuso, cierta capacidad monetaria por parte de familiares para cumplir con el monto acordado al momento de ser efectuada la tasación. Es así por ejemplo que Antonia Cornejo, en 1765 en el pueblo de Tacna, pide se tase a su hijo el “negro loro” de 17 años para que este sea libre. La búsqueda de libertad para la progenie no fueron casos aislados. Estos procesos fueron muy delicados en lo legal, debido a que las cláusulas probatorias de la libertad de un hijo esclavo eran generalmente rechazadas por los amos o herederos de éste.
Por eso fue tan necesario que tanto testamentos, como cartas de libertad y situaciones de vientre quedaran muy bien especificadas.
Todos estos casos no hacen sino corroborar aún más que a pesar de que las relaciones de autoridad, poder y abuso eran obstáculos difíciles de enfrentar, los padres libres insistieron sistemáticamente en la libertad de sus hijos. Aun siendo “insoportablemente” apartadas (os) de la sociedad colonial, arrinconados como lo plantea Gruzinski (1991, p. 200), fue posible de todas formas, verse a sí mismos y a la progenie, emancipada. Lo que María E. Chávez (2001, p. 56) denomina como “insolencia cotidiana” habría estado justamente la antesala que permitió que tanto esclavas o esclavos negociaran sus condiciones de vida y luego de obtenerla, seguir con la libertad de sus hijos o esposos (as)10. En el caso presentado para 1765, el amo del joven recibió $450 por parte de la madre11.
Otro proceso interesante, es lo sucedido en 1708, donde María Sanches mulata libre, pide la libertad de su hija Theresa de 10 años. La madre pide a los amos de la niña que sea tasada para así llegar a un acuerdo de venta:
y por que de presente me hallo con persona que me hade dar parte del precio que puede tener la dicha mi hija he solicitado por ruegos y valiendome de personas de primera magnitud para que a su intersección (a Doña Isabel sanches) por su justo precio de
10 Lo ha planteado también Lavallé (2001), a través de lo que ha denominado como el “despertar jurídico” de estas poblaciones (Briones, 2007). 11 ANH, Judiciales de Arica, 1765-1766, legajo 44, pieza 2, Tacna.
70
libertad a la dicha (foja 1v) mi hija [ilegible varias lineas] recluir a tasación a la dicha mi hija para por lo que fuere (foja 2r) tasadas por dos personas se obligue a dona Isabel de Sanches a que reziba el precio por que fuere tasada y que le otorgue carta d elibertad a la dicha Theresa mi hija para que goze de ella como persona libre y no sujeta a cautiverio12.
La negación por parte de los amos involucró la mediación del general Jorge Negreiros de Silva, Teniente Capitán en la ciudad de Arica. Tras un largo juicio, con la ayuda del teniente Negreiros, quien hizo notorio en su defensa la injustificada rebeldía de los amos de la niña, logra que ésta sea liberada acompañado de un gesto hasta el momento no encontrado en otros documentos. Pide sea liberada en la plaza de la ciudad de Arica, en presencia de los vecinos:
En el pueblo de San Pedro de Tacna, yo el General jorge Negreiros de Silva Theniente de Capitan General en dicha ciudad de Arica y sus costas Justicia Mayor en la y su juridiccion por su Majestad actuando a falta de escribano por ante mi y con testigos (…) en virtud de lo ( f.8v) que tengo mandado por el auto definitibo de la foja buelta antes de esta en nombre de la real justicia que administro y compadre de menores cojo de mi mano a Theresa Sanches samba de edad de dies a onse años en el ara de Doña Isabel Sanches y de Doña Gabriela de Andrade viuda y Albacea del Capitan Francisco Sanches de Meneses e hija de Maria Sanches mulata libre y la arrojo y suelto de dicha mi mano para que por la rebeldia que han tenido y tienen las dichas sus amas en darle carta de libertad por su justo precio en que fue ebaluada sea en nombre de su Majestad desde oy dia de la fecha en adelante orra y libre y no sujeta a servidumbre alguna de cautiverio para lo cual se otorga esta libertad por los dichos cuatrocientos pesos en que fue tasada y ebaluada13.
Los casos donde negras libres eran apoyadas y asesoradas por autoridades locales no debieron haber sido muchos. No obstante, la habilidad para establecer lazos con autoridades de la justicia española local dependió absolutamente de la destreza jurídica y la articulación de redes sociales que podían tejer los esclavos manumitidos.
Desde la libertad, la negociación operó como una estrategia fundamental para lograr la libertad de familiares, era esencial entonces reconocer cuales serían los agentes de intervención y apoyo legal, pues negociar
12 ANH, Judiciales de Arica, 1708, legajo 167, pieza 14, fojas 1v y 2r. 13 ANH, Judiciales de Arica, 1708, legajo 167, pieza 14, fojas 8r y 8v.
71
desde posiciones más sólidas frente al amo, definiría el éxito o fracaso del juicio (Briones, 2005, p. 19-20).
En 1783 en Locumba, ante testigos, Ignacio Foranza hace entrega de cierto dinero a Cipriano Cornejo para la liberación de su esposa Francisca Cornejo. El acuerdo nunca fue respetado por parte del amo de la esclava, lo que dio origen a una batalla legal y jurídica para la obtención y ratificación de libertad de la esclava por parte de su marido. Finalmente se logra la efectiva libertad de Francisca tras un juicio donde Cipriano Cornejo no tuvo mayores posibilidades de negarla14. En este caso, la red de vínculos familiares y complicidades entre miembros de la misma casta, así como también vínculos existentes con miembros de otros grupos sociales posibilitó como en otros procesos también, el otorgamiento exitoso de la libertad. Esencialmente, en estos casos fue fundamental el conocimiento del leguaje notarial y de las exigencias legales para lograr menoscabar el poder y rebeldía de los amos. Por lo tanto, el uso de la cultura notarial por parte de la población afrodescendiente, aun cuando demandó dinero, esfuerzos materiales, rescate de información y búsqueda permanente de redes de apoyo, logró en la mayoría de los casos, buenos resultados15.
Ejemplificando lo anteriormente dicho, un caso fechado entre 1774- 1775, tras la ausencia de la madre por muerte- mujer que gozaba de libertad-, Juan Garate, zambo libre pide la libertad de su hijo Ramón Garate de 14 años. El argumento central tras la petición de libertad se fundamentó en que la “la criatura nació libre”. No bastando tal condición, se le exigió al padre presentara una serie de testigos que declarasen sí el niño había nacido bajo justo y legitimo matrimonio y si él era efectivamente el padre. A pesar de las dificultades legales, de los múltiples requerimientos de veracidad, Juan Garate reunió y cumplió con las exigencias, logrando se le entregue carta de libertad de su hijo16.
No cabe duda que el haber interpelado y puesto en tela de juicio el comportamiento de los amos, de manera pública y fundándose en la legislación tocante a los derechos de esclavos, fue un golpe certero a la potestad y dominio de éstos amos.
14 ANH, Judiciales de Arica, 1783, legajo 65, pieza 10, Locumba. 15 Interesante es el estudio de Jouve (2005); donde el autor analiza la trascendencia y el éxito del uso del lenguaje notarial por parte de esclavos, para la obtención de libertad. Más aún, es esta misma cultura notarial, diseñada desde y para las clases privilegiada de la colonia, la que abriría nuevos caminos en la “rebeldía cotidiana” esclava. 16 ANH, Judiciales de Arica, 1774-1775, legajo 70, pieza 2, Arica.
72
Resalta en estos procesos un caso fechado en la segunda mitad del siglo XVIII, en la figura de Santos Hurtado, mulato, quien en alegato y defensa de la libertad propia y de sus familiares, sorprende por la elocuencia en el uso de instrumentos legales y jurídicos desplegados en el juicio. Santos Hurtado emprende su alegato contra un español, suponemos, de expertis en estos campos judiciales. José de Barrios y Hurtado era abogado de la Real Audiencia de Lima y de la ciudad de la Plata, por lo tanto, un individuo de poder político y de mayor credibilidad social, una condición muy determinante y dominante en estos tipos de juicios. Lograr demostrar que los argumentos e instrumentos legales eran lo suficientemente legítimos para demostrar la condición de libertad, debió haber sido un recurso valiosísimo para vencer los aparatos de legitimación propios de las elites hispano criollas, especialmente en casos donde los propietarios de esclavos eran los mismos que impartían las leyes, el orden y administraban poder. Este no resulta ser un tema menor, lo que permite pensar que este tipo de pleitos fue un reflejo de la capacidad de estos sujetos de ser activos determinantes de sus vidas, alejándonos de la idea de que fueron siempre víctimas de un sistema17.
La confiabilidad no era un valor dado a los esclavos y esclavas que en condiciones de marginalidad o segregación social podríamos comprender como inviable la capacidad de agenciar o articular defensas exitosas. No obstante, vemos como algunos esclavos y esclavas lograron exitosamente defender sus derechos, hacer justicia y poner en tela de juicio a ciertas autoridades coloniales.
Santos Hurtado, en defensa propia y de sus familiares Damiana y Pascuala, más cuatro hijos de esta última, reclama que los instrumentos jurídicos y disposiciones legales que se usaron para reclamarlos nuevamente en esclavitud, eran ilegítimos. Que había una mala interpretación del concepto de dominio y que por lo tanto había una oscura intención por parte de José Barrios Hurtado:
diziendo que para deduzir el derecho que promuevo y tener opzion a la que demanda, aun el caso de ser lexitima su perzona esto es tan trillado en el derecho y practica tan universal que aun a los menos versados en ella, no se les esconde un requisito tan sircuntanziado. Pues de lo contrario se veran funestos sucesos en los tribunales y para precaver los no se tuvieren prezentes estas
17 Una de las preguntas relevantes es si en juicios como estos realmente quien habla es el demandante. Sobre todo, si se considera la tensión entre el poder de la palabra escrita y una oficialidad que en manos de jueces, amos o corregidores, podrían considerar este tipo de acusación –como es el que aparece en este documento- una vulneración a las formas de ejercer autoridad (Burns, 2005).
73
legales disposiciones. Azentado este principio elemental de foro: el derecho no lexitima su perzona por medio de su fe de baptismo y el derecho a nuestra esclavitud por la clausula de testamento que zita el qual pues lo vio y rejistro su clausula del testamento según asevera con las circuntanzias que finje de dejarsenos en el a su disposición [ilegible] es boluntariedad pedir lo que no le perteneze y hablar solo de memoria y este no es admitido en tribunal alguno [ilegible]18.
Cuestionar o haber puesto en duda la pertinencia legal de los instrumentos que validarían el retorno a la esclavitud, constituye a mi juicio, un aprendizaje que, si bien no tuvo la clara intención de ser un cuestionamiento de tipo político, en el sentido de enfrentar deliberadamente el sistema jurídico dominante, la intención de hacer justicia me parece fue una manera de abordar y resistir las malas prácticas que operaron en el contexto hegemónico colonial. Podría ser que las luchas por la libertad en arenas legales y jurídicas, litigios individuales o familiares, si pudiesen considerarse una respuesta puntual a las relaciones de poder específicas que desplegaba el sistema hispano colonial, por lo tanto, considerárseles una reacción al negar ciertas legitimidades a las fuerzas sociales dominantes (Mezzandra, 2008, p. 27).
No podemos afirmar que estos juicios por libertad debilitaran las bases del sistema jurídico colonial, lo que sí ocurrió fue un proceso de apropiación de registros legales concebidos para y desde las elites sociales (por parte de la población esclava o afrodescendiente), apropiación que no tenía otro fin que el de hacer justicia, terminar con prácticas abusivas, sevicia, violaciones e incumplimiento de manumisiones. Por otro lado, junto con otras manifestaciones por ejemplo insurreccionales, la Corona y la sociedad civil dominante debieron considerar siempre transformar o reaccionar frente a la persistencia de estas manifestaciones, es decir, evitar que el orden social y político hegemónico mostrara algún indicio de fragilidad. Un ejemplo de cómo pudo haberse interpelado aquellos espacios de legitimidad, se lee a continuación:
declararnos libres de la esclavitud a que tanto empeño se ha dirigido el Bachiller nuestro supuesto amo, fundado unicamente en un espiritu de voluntad y que por lo mismo se ha hecho deudor de los costos impedidos en esta instanzia… 47v Mui satisfecho queda según los exprecion de su escrito de
18 ANH, Judiciales de Arica, legajo 10, pieza 3, foja 2r.
74
bien probado que no merece titulo de tal y de haber justificado nuestra esclavitud en la que confesamos haber sido esclavos de su madre Doña Apolonia y que una ves que no hemos calificado manumisión alguna con instrumento autentico o publicos unicos arbitros en sentir de Don Joseff a que debiamos apelar, nos hallamos en el mismo estado y condicion en que estuvimos constituidos en vida de aquella, con bastante claridad expresamos haber sido esclavos de su madre y que en la (48r) actualidad, dice mi madre y Pacuala haber quedado libres de este … por haber dado en virtud del qual paso el Theniente Coronel Don Francisco Navarro Albacea que es de su madre y extenderles los respectivos instrumentos que corren a fojas 19 y 20 pero aun quando no los tubieran ignora Don Joseff que para la validación de quales quiera contrato o acto no se requiere necesariamente instrumento autentico o publico, sino que basta para su firmeza y validación el que se compruebe con suficiente numero de testigos como lo perscibe la ley?19.
Hacer frente a una autoridad de la Real Audiencia de Lima creo insinúa por parte del mulato una deliberada actitud que lo saca de una situación de subordinación. Describir el concepto de dominio, de libertad por ejemplo, y ponerlos en una escritura notarial que limite las intenciones del demandado, motiva a pensar que procesos ideológicos propios de la época, dotaron de sentido a estas batallas judiciales relativas a la libertad.
El mismo credito merece el otro reparo de que se le quiere usurpar el dominio que en nosotros tiene, le daremos primero a entender que cosa sea dominio y entonces reconocera que no se le usurpa: dominio no es otra cosa que un poderio que nace del derecho que uno tiene en la cosa por razon del qual puede disponer y percibir toda utilidad de ella como quiera y excluir a los otros de su uso y indicarla de quien la pocea a no ser que pleito o ley se oponga. Y asi se le pregunta a Don Joseff de Barrios con que instrumento o información de testigos ha justificado el derecho que en Paquala y sus hijos tiene… 52r por ultimo la Ley I duoties ff. Lecegul uir(ius=derecho) previene que todas las veces que hubiere alguna interpretación en la libertad se deue sentenciar en fauor de ella y la Ley in obscua del mismo titulo ordena que quando la voluntad del manumitente ni es obscura se favoresca la libertad, deducece de aquí que no siendo dudosa la libertad en que nos hallamos constituidos, ni obscura la mente del manumitente, aun
19 ANH, Judiciales de Arica, legajo 10, pieza 3, fojas 47r-48v.
75
sin el beneficio de estas leyes, debemos gozar de ella… en suma Pasquala tiene probada su libertad y la de su hija Petrona como corresponde y si es asi como un 52v efecto lo es20.
Algunos casos similares pero de menor fuerza discursiva, no por ello menos importantes, insisten en el incumplimiento de contratos efectuados entre esclavos y amos. Fue el caso de Simona Menéndez, de 34 años con cuatro hijos, quién reclamó su libertad en virtud de un contrato de manumisión. Simona declara haber sido maltratada por su amo, al igual que el maltrato dado a sus cuatro hijos, quienes habían sido concedidos tras una larga relación con el hijo del amo. El hijo del amo habría prometido en varias ocasiones darle libertad a Simona y sus cuatros hijos:
Primeramente el primero don Manuel si saue le consta o ha oido decir que el referido su hijo Don Matías tiene en mi dos hijos y si ha estos los han reconocido uno y otro como tales. En segundo lugar, declare dicho Don Matías como hijo de familia con licencia y asistencia de su padre Don Manuel si es verdad que si tiene en mi dos hijas naturales si este las ha reconocido y tratado siempre como tales: si antes de haverlas me prometio dar todo alibio, otorgandome libertad al hijo o los hijos que tuviese del mismo21.
Sin embargo, la esclava sería acusada de vociferaciones en contra de la familia, quedando su testimonio en total deslegitimación. En el proceso participó Don Isidro Ortiz de Uriarte, Protector de Naturales y Defensor General de Menores, quien tuvo a cargo la defensa de Simona. La presencia de Síndicos Procuradores, quienes según las legislaciones tocantes a esclavos debían obligatoriamente estar presentes en estos tipos de juicios, no fue muy común, obligando a los demandantes a hacerse cargo de su defensa con las complicaciones que esto implicaba. Ahora bien, por la ausencia de fojas finales no sabemos cuan eficiente fue la presencia de esta autoridad, pues la esclava y sus cuatro hijos al parecer fueron trasladados a otra ciudad, alejados de la ciudad de Arica.
Como en el caso anterior, la negociación en muchas ocasiones pudo haber significado grandes esfuerzos por llegar a acuerdos, pues la contraparte, o sea el amo, siempre tendría percepciones opuestas a las del solicitante22.
20 ANH, Judiciales de Arica, legajo 10, pieza 3, fojas 52r-52v. 21 ANH, Judiciales de Arica, legajo 113, pieza 2, foja 1v. 22 Esta situación se veía más promisoria, al parecer, cuando el amo era una mujer. Como ha señalado Hünefeldt (1992), la mujer limeña comparaba su propia vida a la de los esclavos y los sentimientos eran más cercanos a la condescendencia. Pero, por otra parte, también hemos visto como ciertas amas eran lo suficientemente indolentes con sus esclavos hasta poner en riesgo sus vidas.
76
En Arica, en el año 1790, Justa Pérez, mulata libre23 pide la libertad de su hija Gertrudis, esclava de Don Francisco Pérez de Villaseca, Regidor del Cabildo de Arica24. Justa Pérez y su hija habrían alcanzado su libertad tras el mandato testamentario de su ama. El proceso se inicia con la siguiente acusación de Justa Pérez:
esta providencia esta respirando en todas sus partes injusticia y agarbio. Injusticia por que suponiendo don Francisco falsamente que mi hija es esclava se debia enumerar en los bienes de dicha finada, fue con este eror o malicia arepresentar a dicho señor provisor un echo o echos enteramente repugnantes a la verdad del casso imputandole a mi hija la esclavitud que supone , siendo asi que es tan libre como yo según consta de la clausula de testamento de dicha mi señora archivada en este oficio a que me remito cuyo testimonio tengo pedido con lo que pretendo sacar en limpio y probar la verdad de echo y derecho hasta el ultimo grado de evidencia25.
No obstante, el Regidor apela a que habría sido imposible el mandato pues su hermana habría sido declarada “fatua”26 y en ese estado hubiese sido incapaz de declarar su libertad. En este caso solo sabemos que el amo interpela a la demencia de la antigua ama y que él en calidad de curador de los bienes no acepta la libertad de la hija. Sin embargo, no dice nada respecto de la libertad de la madre, quien a entender por los argumentos del regidor estaría en las mismas condiciones que la hija. Aunque la rebeldía de Justa Pérez es clara en la documentación no sabemos del final del caso pues las fojas finales no se encuentran.
Las relaciones amo-esclava también deambularon entre exóticos encantos e inhibiciones del cuerpo, cuyos casos no fueron pocos. En párrafos anteriores se ha expuesto como en casos de peticiones de libertad se hace explicito el ambiguo escenario de los tratos sexuales. Ser la “amante” del amo fue una opción también consciente de estas esclavas, considerada por éstas como un progreso social nada despreciable si lo sabía conservar. Pudo haber sido el caso de la zamba Simona, pero la severidad de la sociedad colonial en estos casos solo perjudicaba a las mismas esclavas. La inclinación de los españoles por sus esclavas en lo sexual siempre fue un escándalo cuando en lo público tomaba notoriedad, pero en lo privado
23 Aunque ya es sabido, Mulata en este caso es hija de padre blanco y madre negra. 24 ANH, Judiciales de Arica, legajo 144, pieza 5. 25 ANH, Judiciales de Arica, legajo 144, pieza, foja 1r. 26 Término médico de la época para declarar personas con falta de razón o entendimiento.
77
fue una práctica permanente, y porque no, aceptada mutuamente. Lo que en un comienzo pudo haber sido entonces de mutuo consentimiento, se iría transformando en un abuso, en miedo y en la deshonra para la esclava, particularmente cuando el amo transgredía ciertos acuerdos tomados en la privacidad de la relación, sin testigos y sin recursos legítimos para una eventual acusación y defensa de derechos27.
Podemos concretar en que el maltrato en temas sexuales y emocionales eran quizá más cotidianos de lo que pudiésemos pensar, pero lo que no merece mucha interpretación es el abuso de poder frente a legítimas causas de manumisión. Por ejemplo, un juicio fechado para 1742, Bárbara de la Arragoitia defiende su condición de liberta, tras 15 años de injusta esclavitud. El relato lo hizo de la siguiente forma:
fui bendida por bienes en publico remate de mandato de la Real Justicia en cantidad de quinientos pesos que por mi dio y pago de contado el Governador Don pedro de Sabarburu, el mismo día de dicho remate Cimeona de la Arragoitia negra libre mi madre yso oblacion28* ante la real justicia de los mismos quinientos pesos en que fui uendida pidiendoseme diece la libertad en que deuia cer amparada y con efecto ce me dio y concedio la libertad por los dichos quinientos pesos oblados por la dicha mi madre quien me puso en casa del sargento Mayor Don Diego Dias de Gonzales difunto y diciendome que dicho difunto le auia prestado los dichos quinientos pesos para mi libertad y que cirbiese en dicha caza azta debengar con mi trauajo personal como asy lo efectuado desde el año pasado de setecientos veintiséis hazta el presenteque han corrido mas de quinse años en los quales estado sirbiendo como esclava cautiua cin que ceme alla querido descontar cosa alguna a cuenta de mi trauajo. Ante si me an tratado como esclaua propia (3v) yntentando muchas beses dicho Sargento Mayor difunto benderme por esclaua en las urgencias que tubo y por ser publico y notorio en esta ciudad cer io libre nunca pudo efectuar mi venta29.
27 Importantes han sido los estudios de Tardieu (1997), quien plantea que la única forma que operó certeramente para terminar con los abusos sexuales hacia las esclavas negras por parte de sus amos era propiciando el matrimonio entre los esclavos y por consecuencia dejarlos vivir en normal matrimonio, o sea vivir juntos y en un espacio separado de la casa patronal. Estas propuestas dieron resultado donde la comunidad jesuita tuvo incidencia en el buen manejo de la esclavitud. 28* Ofrenda y sacrificio que se hace a Dios (Real Academia Española, 2001). En líneas posteriores uno de los testigos hace referencia a la “oblación Real” de los 500 pesos. Esta figura suponemos era legal y podría entenderse como una ofrenda se hacía el prestamista y no al Rey, y este sacrificio que podría ser visto como una esclavitud transitoria, se vería saldada al momento de cancelar la deuda. 29 ANH, Judiciales de Arica, 1742, legajo 7, pieza 3, fojas 3r y 3v.
78
En el proceso, la esclava se autodenomina siempre – en resistencia a su estado de cautiverio – y como zamba libre, denunció así la dura esclavitud de tantos años, pidiendo se le libere por las: “...opresiones y cautiverio que tienen todos los esclavos...”30. Las acusaciones en este proceso fueron contundentes al momento de poner en evidencia las malas intenciones del amo de la esclava, quién incluso intentó venderla y hacer omisión del acuerdo tomado con la madre de la demandante. Años de injusta servidumbre llegaron a su término mediante una eficiente intervención del Juez de Agua y Protector de los Naturales de la ciudad de Arica.
Se hizo frecuente como hemos visto, que a pesar de haber recibido los demandantes el beneficio de la manumisión tras cláusulas testamentarias, siguieron en la misma condición de cautiverio. Esto ocurrió especialmente por la negativa de los familiares de amos a deshacerse de las esclavas o esclavos, más aún cuando los años de esclavitud hacían de estas mujeres u hombres muy apreciados por su experiencia, sumisión y humildad. En 1776 María Oporto negra esclava de 40 años, pedía conforme a derecho y justicia se hiciera efectiva su carta de libertad otorgada por su difunta ama31. En su denuncia relató lo siguiente:
Maria Oporto negra esclava que fui de doña Polonia Gil de Herrera y por su muerte del Bachiller Don Pablo Martinez de Oporto como mas dia, lugar en derecho paresco ante Vuestra majestad y digo que por clausula del testamento de la dicha mi ama Doña Polonia soy libre oi al presente pues consta de ella que solo era esclava del dicho mi amo bachiller Don Pablo mientras sus dias y aviendo este antes de su fallecimiento testado en la ciudad de los reyes en donde fallecio mando por clausula de testamento se me otorgue carta de libertad sin cargo ni pensión alguna lo que no ha querido heder mi ama Doña Mariana Ortiz de Oporto32.
Su defensa apelaba desde la necesidad espiritual de ser libre hasta recursos jurídicos para hacer valer lo mandado en testamento. Su defensa sigue de manera incansable en el proceso, diciendo lo siguiente:
una pobre infeliz, neofita que desde su nacimiento a vibido vaxo el jubo de la esclavitud, haviendo merecido por su buen modo, servuicio y sumisión y humildad que mi ama Doña Polonia Gil de Herrera me donase por su muerte al Bachiller don Pablo Martines de Oporto su hijo con calidad que después de sus días me diese la libertad, siendo assi que pleiteo por pobre de toda solemnidad como es constante y notorio, por no tener mas bien, que los pocos trapos con que mis carnes se cubren33.
30 ANH, Judiciales de Arica, 1742, legajo 7, pieza 3. 31 ANH, Judiciales de Arica, legajo 126, pieza 2. 32 ANH, Judiciales de Arica, legajo 126, pieza 2, foja 1r. 33 ANH, Judiciales de Arica, legajo 126, pieza 2, foja 6r.
79
Y aunque son claras las argumentaciones de la manumitente, junto con las constantes apelaciones a mostrar públicamente los testamentos que la llevarían a la libertad, esta seguiría esclava. La finada ama por un lado habría tenido tal cantidad de deudas que parte del pago se hizo a través de la ratificación de esclavitud de María Oporto. También pesó sobre la decisión, la fuga que cometió María Oporto, antecedente que conociéramos en posteriores lecturas de archivo. La ausencia o fuga de la esclava por ocho meses, fue determinante también al momento de formular la sentencia por parte de la autoridad local.
Los casos de fugas son interesantes pues nos revelan la consecuencia más radical del cotidiano vivir entre resignación y resistencia. En estos casos, la fuga o huida se constituyó como la única vía de salvaguardar la vida personal, no sólo como consecuencia de malos tratos, sino también luego de haber cometido crimen o robo, por ejemplo34. Por lo general, la fuga aconteció como una decisión que llegó después de largos años de castigos y violaciones físicas y morales, especialmente en casos de mujeres esclavas, como el que se expresa a continuación:
...que mi amo a tenido acceso sexual conmigo lo que en mi fue inevitable por la presion de la esclavitud y como tal y sujeta y cautiva a su voluntad y viendome mi ama preñada se dio por mas agraviada y crecio en su animo la cruel colera temi que peligrara mi vida si llegase el momento de mi parto y para evitar este eminente peligro hice fuga de la casa de dichos amos y me oculté hasta que pariece...35.
Francisca zamba esclava, se refugia, según los testimonios, en la casa de algunos de sus parientes, e incluso en la casa de un cura del pueblo. Censuras Generales y citatorias se constituyeron como parte de este proceso seguido a la zamba36. Este clásico caso de sevicia, de abusos sexuales sistemáticos por parte del amo, terminó como en tantos otros casos, en el embarazo de la esclava. Se describe además, que la propietaria
34 El Archivo Criminal de Arica contiene una serie de documentos de este tipo, evidenciando que el cimarronaje y la huida efectivamente fueron una de las formas más violentas y más explícitas de rebeldía. El asesinato, el robo, la venganza y rencillas habrían sido manifestaciones de desadaptación, búsquedas de libertad desesperada, rebeldía sin miedo, a la vez la experiencia esquizofrénica de la libertad inviable de otras formas (Briones, 2005, pp. 79-89). 35 ANH, Judiciales de Arica, 1741, legajo 196, pieza 5, foja 1v. 36 Las Censuras Generales fueron un recurso que amos y autoridades locales y eclesiásticas utilizaron al momento de enfrentar problemas de fugas por parte de esclavos. A los esclavos fugitivos se les veía como cualquier objeto de valor robado o extraviado. Estas Censuras Generales se las empleaba cuando había mucha seguridad de que el esclavo no había salido del perímetro de la ciudad. El sistema era eficaz cuando se sospechaba que un cómplice estaba escondiendo al fugitivo, o un español había secuestrado al esclavo cuya posesión quería reivindicar (Tardieu, 1997).
80
de la zamba se ensañó golpeándola en reiteradas ocasiones con azotes, estando ésta ya embarazada. Esta situación fue una de las tan- tas tensiones que se vivieron al interior de las familias de los amos. No fueron raros estos casos en donde la mujer del amo sabía de las relaciones potenciales o de hecho que mantenía con alguna esclava, lo que terminaba en variadas ocasiones en maltratos físicos, como en el caso recién relatado. En una sociedad profundamente patriarcal, la perdida de status de estas mujeres las obligaba a mantener los amancebamientos de sus esposos sólo a nivel de vida privada, y así evitar escándalos. Es sintomático que tras el juicio los amos se trasladaran a la ciudad de Arequipa y pasado algún tiempo reclamaran a la esclava. En estos tipos de juicios, más aún cuando ha habido Censuras Generales (citatorios e intimidatorios y excomulgadas las almas hasta que digan que saben) los testigos bajo efecto de transformar sus almas en malditas, pudieron haber declarado en favor de la litigante. Se sucedieron varios testigos, verificando como público y notorio los azotes y los malos tratos a la esclava, además de develar las malas intenciones e irregularidades desde un comienzo del proceso a don Francisco de Oporto, principal acusado por la zamba esclava. La fuga se sumó al juicio no como una estrategia de defensa por parte de los demandados, sino más bien se usó como un ejemplo de fuga necesaria y urgente tras los malos tratos de los amos. Si bien la fuga de esclavos se constituía como un delito grave, en este caso parece se le resta importancia tras potenciar en el proceso los abusos y los castigos físicos que traían perjuicio de la vida tanto de la madre como del hijo.
Sabemos por estudios hechos para el resto de Latinoamérica como los de Moreno Fraginals (1991), F. Ortiz (1991), J. P. Tardieu (1997) , H. Thomas (1998) entre otros, que la esclavitud distorsionó la vida sexual de estas mujeres y particularmente para aquellos más conservadores en la sociedad colonial, vieron e inventaron el mito de la “inmoralidad de la mulata o la lujuria de la negra” como un mecanismo justificatorio a lo que se denominó como el “apoderamiento total de la personalidad física y cultural” de estos afrodescendientes37. En el caso de la mujer esclava esto fue claro y notorio. El “cuerpo” pasó de considerarse además de un bien mueble o mercancía a un bien sexual y reproductor, asegurando así por lo demás la descendencia y por lo tanto aumentando la dotación de esclavos. Recojo en este aspecto lo planteado por Rosa Soto, quien también ha
37 Ortiz (1996) y Fraginals (1996) han trabajado esta idea para el Caribe, siendo claro para estos autores que la búsqueda permanente de justificaciones por parte de los españoles solo escondía en la mayoría de las veces, excesos.
81
hecho hincapié en el abuso sexual de las mujeres esclavas como “vientres generadores” y sus consecuencias legales38. En este mismo sentido lo planteado por Dockés (1984, p. 17) quien sostiene que en “el único caso en que el esclavo no estaba asimilado al animal es el de las relaciones sexuales entre el amo y su esclava hembra”.
Vale la pena en este punto mencionar a propósito del apoderamiento y distorsión en el uso del cuerpo de las esclavas, el dato que existe para Arica, específicamente en el valle de Lluta, donde Wormald (1966, pp. 157-159) sostiene habría habido un “criadero de negros” en el siglo XVIII, afirmación que sostiene y fundamenta a través de archivos del valle y por los registros parroquiales de bautismo. El dato como tal no se explicita en los textos de Wormald, pero los reiterados y numerosos bautismos de niños efectuados por ciertos propietarios donde se especifica que son de madre esclava y padre desconocido, pudiese acercarnos a que esta práctica hubiese sido efectivamente real. Bastaba tener las mujeres esclavas necesarias y algunos hombres esclavos para aumentar la dotación de mercancía humana y proceder a la venta posterior. ¿Qué tipo de vida pudieron haber llevado estas mujeres esclavas? Lejos de exacerbar el sufrimiento, esta práctica reproductiva debió suponer sin duda, poner a la mujer negra esclava al límite de sus capacidades de sobrevivencia, despojándola absolutamente de la capacidad de autodeterminación de su propio cuerpo.
Otros casos, menos frecuentes sin duda, son aquellos donde la libertad llegó sin ser llamada o reclamada y concretada sin artimañas de por me- dio. Los propietarios de esclavos manifestaron sus deseos de manumisión a través de testamentos y por lo general las razones eran por buen servicio y sumisión demostrada por años. Por ejemplo, a Petrona Ortiz, esclava, se le comunica en 1798 que por cláusula testamentaria la esposa del cacique de Tacna, Don Carlos Ara, le otorga carta de libertad39. Indudablemente este documento no tiene nada que ver con lo que hasta el momento hemos mostrado. Aquí la obtención de la libertad no requirió defensa, ni acusaciones, tampoco resistencia, ni complicidades. No hubo necesidad siquiera de quiza desearla explícitamente desde la esclavitud. No hubo la exigencia de articular un discurso formal y legal en los contenidos, que concluyera en el mejor de los casos, en una carta de libertad40.
38 Rosa Soto, “Mujeres negras: sexualidad, enfermedad y salud en el Chile colonial”. En línea: http://www2.cyberhumanitatis.uchile.cl/19/rsoto.html [consulta: 17 de enero 2007].39 ANH, Judiciales de Arica, 1798, legajo 113, pieza 1, Tacna. 40 Habría que precisar que aunque no nos hemos encontrado aún con documentos que muestren como
82
Brevemente, me gustaría señalar que en este último documento aparece nuevamente la familia Ara (familia del cacique de Tacna), vinculada a la tenencia de esclavos. Estos pueden transformarse en interesantes datos para saber cómo en la zona de Arica se habría dado la relación entre negros e indígenas, abordar y explorar un tema que en la historia colonial americana ha sido trabajada de manera tan fragmentada41.
Podríamos especular si casos como el anterior quizá eran más cotidianos de lo que pensamos, pero por el momento la realidad plantea otros escenarios. En los reglamentos sobre educación, trato y ocupaciones de esclavos se explicitaba siempre en el buen trato, adoctrinamiento en la fe y cuidado en los métodos de castigo de los esclavos y esclavas. Ciertamente tales reglamentos quedaron en el silencio tal como lo hemos visto en los casos expuestos. Cito por ejemplo una cedula Real de 1683 que dice:
pongan muy particular cuidado en el buen tratamiento de los esclavos, velando mucho en ellos y en que sean doctrinados e instruidos en los ministerios de nuestra santa Fe y que en lo temporal tengan las asistencias convenientes, pasando al castigo de sus amos como esta dispuesto por derecho, y por ser materia de tanto escrúpulo el que los pobres esclavos sean maltratados y vejado (Lucena, 2002, p. 187).
La relación de reciprocidad y buen gobierno que apelaba la Corona Española entre estos sujetos subalternos y las elites no operó en lo cotidiano, sobre todo cuando se trató de los beneficios y derechos que estos esclavos apelaban. Como en el caso anterior, los relatos y los juicios de esclavos y manumitidos no solo develan la voz de estos sujetos, si no también definen cuales habrían sido las condiciones que fueron perfilando su experiencia contestataria en el marco de las relaciones de poder y discurso que la
algunos amos dan carta de libertad o manumisión a sus esclavos de manera espontánea, si ocurrió, en donde se subrayaba el amor y caridad cristiana que motivaba el acto (Bowser, 1990, p. 336). 41 No es casualidad que en 1792 y 1798 aparezca la familia Ara, cacicazgo de Tacna, dando carta de libertad en beneficio de sus esclavos. No fue raro al parecer que las familias de origen indígena de mayores recursos tuviesen esclavos de trabajo doméstico, aun cuando desde la ordenanza de Lope García de Castro estas eran prohibidas. Sin embargo, es interesante observar como en ambos procesos la entrega de libertad fue indudablemente más expedita y menos compleja. La disposición de los amos, tal vez habría sido importante al momento de ratificar una carta de libertad o el deseo testamentario de otorgarla, y en estos casos, pudiese ser que los amos de origen indígena hayan tenido una disposición más benévola frente a sus esclavos. Esto será materia de mejor análisis, pues hasta el momento son los dos únicos casos encontrados y sin duda requiere de una mejor revisión. Siempre se ha destacado la tensión entre negros e indígenas, como una expresión de fragmentaciones de intereses. Un mundo subalterno irreconciliable, donde las tensiones sociales daban paso a una escasa solidaridad. Son pocos los estudios dedicados a este tema, aunque recientemente se han renovado esta visión puntualmente para Lima colonial, donde al parecer la tensión habría sido una de las tantas estrategias de control social impulsadas por la corona española.
83
sociedad colonial imponía. En este sentido, las estrategias de libertad de las mujeres y hombres esclavos y/o libres supusieron un manejo de una serie de recursos que exitosos o no, interpelaron a las elites hispanas y a la misma Corona española a dejar de subestimar la posición legal de estos sujetos.
Todos los documentos expuestos poseen un mismo denominador en común, como fue terminar con el abuso, rebelarse a través de un juicio, resistir a través de una fuga y lograr entonces la libertad. Fue la búsqueda permanente de la autodeterminación, la simultánea y permanente resistencia en adaptación. Este complejo proceso de resistencia y adaptación no fueron sin embargo conductas excluyentes, entendiendo entonces cómo la lucha por la libertad se hizo desde la misma esclavitud. Mientras se estuvo en servidumbre, la vida de estos esclavos y esclavas transcurrió entre lo que sabemos significó el cautiverio por definición, como un “usus-fructus-abusus”42.
Esta violenta administración de los esclavos por parte de los amos significó también la presencia del miedo. Ahora bien, a través de estos documentos podemos observar cómo a pesar de la resignación y el miedo de años, estas esclavas y esclavos lograron hacer consiente que la libertad podía ser un estado alcanzable, conciencia que solo pudo ser posible a mi juicio, en el reconocimiento de los espacios legales a que paulatinamente se fue teniendo acceso. El no dejarse maltratar y reconocer la posibilidad de hacer valer judicialmente sus derechos si esto sucedía, se ha llamado por algunos autores como “combatividad judicial” (de Trazegnies, 1995, p. 107)43. El Honor, por ejemplo, no solo quedaría reservado a los amos, sino que también se transformaría en un valor legal y social alcanzable para estas esclavas y esclavos. Por otro lado, y en otras palabras, estas mujeres y hombres esclavos debieron haber conocido y sabido de los intersticios dejados entre la prepotencia del amo y la legalidad vigente. La relación de dominio y autoridad ejercida sobre estos sujetos, se habrían transformado a través de las causas de libertad en algún grado de disposición de sí mismas, aunque pues sabemos la libertad no siempre fue sinónimo de una mejor vida. Aun siendo “insoportablemente” apartadas (os) de la sociedad colonial, arrinconados como lo plantea Gruzinski (1991, p. 200), fue posible de todas formas, verse a sí mismas y a la progenie, emancipada. Lo que María E. Chaves (2001, p. 56) denomina como “insolencia cotidiana” habría estado justamente la antesala que permitió a estas esclavas negociar
42 Así lo define Dockés (1984, p. 15), y que parece ser una definición bastante precisa del uso no solo de la fuerza de trabajo del esclavo, si no considerando el mismo esclavo como mercancía. 43 También habría que precisar que la condición de esclava o libre corría por línea materna, situación que ya se explicitaba desde la Siete Partidas (Jouve, 2005, p. 42).
84
sus condiciones de vida y la de sus hijos o esposos44. No está demás decir entonces, que en este creciente uso de instancias judiciales habría estado uno de los tantos motivos de la desestabilización del sistema esclavista en Hispanoamérica y su posterior abolición, que en general se consiguió recién a mediados del siglo XIX.
A pesar de que el Virreinato Peruano no fue una sociedad esclavista como si lo fueron las colonias caribeñas y portuguesas, sin embargo la población esclava sí constituyó una fuente importante de ingresos además de la importante adquisición de prestigio social para las clases dominantes. Es en este sentido, más lo presentado y discutido en este artículo, la presencia afrodescendiente no debiese seguir siendo un factor de invisibilidad y silencio en la historiografía regional.
“… cargados de armas y todos juntos en cuadrilla”45 En 1754 se inicia este proceso criminal a los esclavos de Joseph de Ureta por desacato y resistencia. Los vecinos del Valle de Sama procederían así a atestiguar formalmente una serie de acusaciones donde no solo los esclavos de Ureta serían el centro de la demanda, sino además el propio General iría cobrando relevancia en los sucesos criminales. La resistencia y desacato eran claros y concretos en torno a los esclavos. Alzamiento, falta de respeto a la justicia, el porte de armas y resistencia a ser capturados describen sin mayores interpretaciones los graves sucesos que estaban ocurriendo en Sama. El acontecimiento que motivó el juicio y proceso criminal aconteció en la festividad de la Purificación de Nuestra Señora46, cuando los esclavos intentaron, con éxito, liberar a dos de los negros de la cuadrilla apresados por el Teniente Rospillosi. Uno de los testigos relató el momento de la siguiente forma:
…que sabe y le consta que los negros de don Joseph de Ureta las mas de las noches lo ve ir valle arriba para hallarse sin sujeción por cuyo motivo ejecuta muchas maldades de robos y que esto es publico y notorio, y que saliendo de su casa un día de la festividad de la Purificación de Nuestra
44 Lo ha planteado también Bernard Lavallé, a través de lo que ha denominado como el “despertar jurídico” de estas poblaciones. 45 ANH, Criminales de Arica, legajo 222, pieza 5, foja 1r. 46 En otros testimonios también se dice que la festividad era la de Nuestra Señora de la Candelaria. Esta fiesta se celebra los 2 de febrero en toda América Latina y España, cuya veneración inicialmente fue caribeña. Su relación con la purificación de nuestra señora tiene vinculación con la purificación de María luego del nacimiento de Jesús. Su aparición relata que la mujer llevaba en un brazo a un niño y en el otro brazo una vela encendida. La veneración popular habla de ella como la virgen de las luces. En el transcurso de transformarse en una veneración popular, se dice que un esclavo huido y cristianizado, quien retorna a Santo Domingo difunde la creencia que esta aparición era la virgen María.
85
Señora, vio que venia el señor teniente tras de un negro de dicho Joseph de Ureta, llamado Maturrango, dándole de bastonazos o amagandole y que estando en esto, salio otro negro llamado Palacios, acompañado de otro compañero suyo llamado Domingo, y le agarró la funda y la mula de dicho señor teniente y viendo esta osadía se bajó de la mula y (4v) agarró a este negro y don Joseph de Loayza que llegó a ese tiempo, cogió al otro y lo trajo a la casa de su padre don Prudencio Ortiz y que dicho señor teniente le mandó a este declarante cuando huía con los negros para dicha casa, fuese a llamar a su mula al indio llamado Agustín choque y que cuando vino de esta diligencia halló a los dos negros amarrados y los llevó a la casa del cura y los metió al cepo y [¿] dicho señor teniente, y luego supo la resistencia que había hecho a no dejarse prender, de tal modo, que el negro llamado Palacios le había echado un lazo a la garganta del dicho Don Joseph Loayza y según le dijeron, ya lo tenía casi ahogado, que a no haberlo favorecido el dicho señor teniente, hubiera sucedido esta desgracia y a cosa de las tres de la tarde vio este declarante a todos los negros de dicho Don Joseph de Ureta, menos al capataz, todos armados con garrotes, y que les oyó decir que si conforme estaban sus compañeros en el cepo del cura, estuvieran en el cepo de la casa del teniente los había de sacar y con esto los vio irse para arriba…47.
Este testigo daría veracidad a otra declaración, hecha por Joseph Loayza, vecino también del valle, quien además de haber vivido personalmente la violencia con la que actuaron los esclavos, oyó decir a un negro llamado Fraile, quien era parte de la cuadrilla rescatistas, que su amo había dicho que se mataría a palos a quien apresara nuevamente a algunos de sus negros. Similar es lo testificado por Agustín de Valencia quien escuchó decir en voz alta a uno de los miembros de la cuadrilla que luego de rescatar a los esclavos, iban a matar al teniente Rospillosi por la desvergüenza de “haber puesto cepo” a sus compañeros.
Es solo a través del cuarto testigo donde aparece la razón del por qué habían sido apresado los esclavos de Ureta. Agustín Choque “asistente” del valle, relata que encontró como era ya de costumbre, al negro Maturrango hurtando sandías y que no era la primera vez que le robaban de su chacra. Este mismo negro había robado a la hermana del declarante, “trastes” y plata y que el cura del pueblo al saber del hurto obligo al esclavo a devolver lo robado. Choque también testifica que era notorio y público que estos esclavos al salir de noche por el valle violaban y atemorizaban a las mujeres y que la osadía y violencia era porque no tenían sujeción alguna, ni de amo ni mayordomo.
47 ANH, Criminales de Arica, legajo 222, pieza 5, foja 1v, Sama.
86
No sabemos que aconteció luego del proceso criminal de 1754 seguido a los esclavos de Ureta, pues el expediente está incompleto. Es en la pieza siguiente del mismo legajo que encontramos un nuevo proceso criminal, entre los años 1756-1757, también en contra de los esclavos del General pero esta vez por robo de ganado. Joseph de Ureta al parecer no dio nunca atisbos de mucha preocupación, sobre todo frente a las acusaciones e interpelaciones de los vecinos del valle, en cuanto a ser el principal responsable de los robos y violencia reiterada de sus esclavos. Por ejemplo, testigos declaran que al ir junto con un grupo de vecinos del valle a la hacienda de Joseph de Ureta para hacer frente a los robos reiterados de sus esclavos, además de cumplir con la misión de intentar apresar a un esclavo fugitivo, la situación se dio de la siguiente manera:
…sabe que los negros en dicha declaracion contenidos prosiguieron en sus maldades (6r) sin guardar respeto a persona alguna ni a la real Justicia lo que se berifica con el caso que acaesio ayer miércoles que se contaron veintidós del corriente que abiendo ido a sacar un negro fugitivo que tiene dicho Don Joseph de Ureta trabajando en su asiento no quisieron darlo, juntandose a la defenda de dicho negro mas de sien almas y trataron con osadia y desvergüenza al Jues que lo fue a sacar…48.
El único que siempre aparecía armado con escopeta era el capataz, quien en el curso de los acontecimientos nunca se le habría visto transitando por el valle, ni tampoco acompañando a los esclavos en los actos que se les imputaban. Solo aparece defendiendo a los esclavos y al propio Ureta cuando los vecinos y la autoridad se acercaban a la hacienda Llamolle. El juez Comisario del valle dejó en claro en una de sus declaraciones, que ningún procedimiento ni dialogo parecía ser efectivo frente a los esclavos de Ureta, pues llegar a los responsables de los robos era una tarea casi imposible. En uno de los tantos intentos, el juez señalaba lo siguiente:
…y haberle visto en el monte de dicha hazienda se hallaron dichas cabezas y haberse hallado alli el capatas de los negros de dicha hazienda quien habiendole dicho que el y sus compañeros eran lo de este robo dijo que no eran ellos, sino unos libres que estaban en su casa, a lo que dijo este declarante que se los habia de entregar dijo que si, y habiendo al siguiente dia pasado a la dicha hazienda con otros varios luego que los dichos negros les rrepararon tocaron la campana y se juntaron todos y de palos y hachas…49.
Este último episodio, obligó a las autoridades y algunos vecinos de Sama a buscar por sus propios medios rastros del ganado robado. Los testimonios
48 ANH, Criminales de Arica, 1757, legajo 222, pieza 6, foja 6r, Sama. 49 ANH, Criminales de Arica, 1757, legajo 222, pieza 6, foja 3v, Sama.
87
señalan haber encontrado un matadero clandestino, evidencias de carne fresca y salada, animales muertos y también vivos. Agrava este hecho considerando que el matadero se encontraba dentro de la misma hacienda de Ureta.
El número de cabezas de ganado robado en ocasiones no era menor. Un hacendado del valle presentó su declaración señalando que le habían sido robados 60 animales. En otra muestra de que la autoridad local era ineficiente en resolver el problema, fue este mismo hacendado quien insistió en seguir la pista de lo parecía ser un nuevo pillaje50. Estaba claro que el ganado robado formaba parte de un negocio de ganancias quizá importantes. El matadero clandestino considerando la cantidad de animales robados, evidenciaba que el motor de los pillajes eran subproductos valiosísimos en la época, como por ejemplo el charqui. En rigor no sabemos si Ureta tenía conciencia de que existía un matadero clandestino y el mercado informal que este generaba. Con todo, no es apresurado plantear que Ureta sí sabía dónde iba a parar el ganado robado, pues de otra manera no se explica la audacia en defender a sus esclavos y los delitos que estos cometían. Debió haber existido algún vínculo que podríamos denominar como reciprocidad o beneficio mutuo, es decir, esclavos haciendo el trabajo más evidentemente sucio y Ureta desde su sitial de hacendado y amparado en su condición social, compartieron beneficios económicos y un poder fuera de todo margen legal y formal.
Joseph de Ureta no era un señor desconocido en la zona. No sabemos con precisión cuál era su patrimonio económico, si era ganadero o si la hacienda “Llamolle” tenía fines agrícolas, lo que sí sabemos es que en su hacienda mantenía una dotación de esclavos considerable. Sabemos por registros de archivo que Joseph de Ureta habría sido nombrado por el rey como Corregidor de Arica en 1738, saliendo del Puerto de Cádiz con tres criadas y un esclavo51.
En lecturas posteriores de archivo, encontramos un documento de 1759 donde se relata la captura de un esclavo fugitivo de nombre Antonio de propiedad del mismo Joseph de Ureta. Este esclavo habría llegado al paraje de Para, en las inmediaciones de Tacna, asesinando a Juan de Palza por haberlo apresado en varias ocasiones52. Por encargo del propio Ureta se había dispuesto la búsqueda de este esclavo, quien ya era reconocido por su violencia y porte de armas. La captura fue exitosa y aunque contó
50 ANH, Criminales de Arica, 1757, legajo 222, pieza 6, foja 6r, Sama.51 Archivo General de Indias, Contratación, 5484, N° 1, R4. 52 ANH, Criminales de Arica, 1759, legajo 206, pieza 11, Tacna.
88
con defensa en el juicio, este procedió en pena de muerte. El esclavo cimarrón atestiguo a través de esta defensa que había huido porque Ureta se había negado a venderlo en múltiples ocasiones. Se menciona además, como datos interesantes que el negro era de nación Guinea, que tenía al parecer 40 años y que efectivamente hizo resistencia a entregarse hasta el momento de su captura. Este esclavo, opta por la huida en una versión que no se ajusta a lo que hemos visto ocurría en la hacienda Llamolle, especialmente donde esclavos de Ureta gozaban de una libertad de acción evidente. En las normas jurídicas tocantes a las irregularidades respecto de esclavos, hayan sido robos, cimarronaje, agresión a personas blancas, porte de armas, etc., el amo de los esclavos tenía la potestad para defender o entregar a la justicia los esclavos que eran objeto de acusación y responder civilmente ante los eventos. Sin embargo, los esclavos eran un bien tan preciado que seguramente era mejor mantenerlos si el delito era menor y solo recurrir a sanciones mayores si el delito era demasiado grave. Pero a su vez, gran parte de los delitos más severos como la huida de esclavos iría siendo una constante en aumento, situación que en el siglo XVIII se vinculaba especialmente a los malos tratos que los amos tenían con sus esclavos.
Es en este siglo donde a partir de las reformas borbónicas el cimarronaje comenzó a ser objeto de más cuidado en la perspectiva de que los culpables eran más bien los propietarios que los mismos esclavos53. Aunque hayan sido reales o potenciales las sensaciones y los problemas que planteaba la esclavitud, ya no solo como un sistema económico, sino como un problema social, lo concreto fue que las variantes de comportamiento esclavo y no esclavo fueron tan múltiples, que las interpretaciones y ejecución de la ley fueron siempre insuficientes. Por lo demás, y como lo hemos visto en este caso, los modos como operó la “sujeción” o la “relación amo-esclavo” también habría tenido diversas expresiones, por lo tanto situaciones que en su especificidad, difícilmente eran controlables y siquiera imaginadas por las autoridades hispano coloniales54.
53 Previo a 1710 la legislación Borbónica solo había hecho hincapié en los vacíos legales que podían interferir en la eficaz tenencia de esclavos. Sin embargo, una Real Cédula del 19 de abril de 1710 dada para todas las Indias, planteaba la prohibición de dar castigos excesivos a los esclavos, recomendando contener a los amos en estas áreas de la sujeción. “…ni que tomen aliento para las fugas que acostumbran ejecutar, que dimanan muchas veces del imprudente rigor del castigo, y que probado que sea el exceso de éste en el esclavo…”. Posterior a esta Real cedula la Instrucción para la Educación, Trato y Ocupaciones de los esclavos de 1789 publicación que se dispersó por todo el territorio colonial, disponía el carácter y la descripción de la figura del amo, concibiendo el paternalismo como un eje fundamental de las relaciones entre amos y esclavos (Lucena, 1996, pp. 16-17 y 179). 54 A juicio de Lavallé (2001, p. 184), y me parece acertada su reflexión, estas fragilidades en el
89
El sistema colonial esclavista sin duda mostraba ciertas fragilidades que se vinculaban precisamente a una crisis de autoridad o a una incapacidad del Estado de saber cuáles eran esas distintas realidades locales que escapaban a la norma y a la ley. Ureta era efectivamente un propietario de esclavos, pero a la vez aliado de sus propios siervos, mostrando en una sola persona aquello que sería incomprensible para las autoridades del valle de Sama, transformándose en una suerte de “jefe de cuadrilla”55. Más aún, pareciera ser que la figura de Ureta era un elemento vital, pues allí estos esclavos encontraban sin duda protección y resguardo, sobre todo cuando la justicia local intentaba sancionarlos, reprimirlos y capturarlos.
Haya sido porque eran negros, sin contención de amo ni mayordomo, sensación de una sublevación esclava o falta de poder para dar con el principal responsable, la cuadrilla de esclavos de Joseph Ureta desestabilizó a la sociedad vallestera sin distinción de clases y personas. La rebeldía se materializaba con osadía frente a Jueces y Corregidor aumentando el temor de la población del valle por la aún evidente mirada de desconfianza que se tenía de estas poblaciones afrodescendientes, aquella hostilidad del blanco, como dice Richard Price que seguía reproduciendo una sociedad “fatalmente racista”. Price plantea en este punto que cada pequeña victoria de estas poblaciones, era para la clase dominante de la época, un motivo para prever efectos más perjudiciales (Prince, 1981, p. 199). Si este hubiese sido efectivamente la sensación de la elite vallestera, Ureta sería uno de los responsables de estas victorias.
Más aún, cuadrillas amenazaban directamente a la clase terrateniente del valle, violentando también dueños de chacras menores y también a tierras de indígenas del pueblo de Sama, teniendo la particularidad de que los delitos, sean robos o pillajes, minaban directamente sobre los únicos rostros visibles de la economía vallestera. Para otras áreas del virreinato, los actos de pillaje tuvieron la particularidad de que los objetivos o sujetos de pillaje eran socialmente estamentos intermedios, que funcionaron como diques de contención, como lo plantea Flores Galindo, que por
sistema esclavista colonial se habrían potenciado por una crisis de autoridad del sistema, que se vería maximizada ya a comienzos del siglo XIX. 55 La curiosidad figura de Ureta me acerca en parte a la reflexión que hace Hobsbawn, en cuanto a una figura ambigua, un hacendado asociado al bandidaje, sostenedor y aliado de sus subalternos. Es parte de ellos, pero desde una situación de poder económico, es parte del sistema de los dominadores, pero a la vez representa o se asocia con la otra cara del sistema. Interesante es la siguiente cita tambien de Hobsbawn (2001, p. 107): “no hay nada que pueda convertir a un bandido campesino en un ‘caballero’, porque en las sociedades en las que florece el bandolerismo la gente noble y de alto rango no se recluta en los medios populares”.
90
lo general evitó que estos actos de pillaje y robos de gran connotación se transformaran en una amenaza directa y real a las clases dominantes (Flores, 2001, p. 69).
Iglesia y población afrodescendiente en el Corregimiento de Arica. Más sombras que luces en el plan de Dios y los hombres La Corona española sabía y confiaba en que la labor de la iglesia para los fines de consolidación del sistema esclavista era fundamental. Permitió que la iglesia interfiriera en ciertas áreas de la trata esclava, siempre y cuando no hiciera descargos respecto de la utilidad y necesidad de esta mano de obra. En este sentido fue una aliada útil en la prosperidad del sistema. No obstante, una cosa era teorizar respecto de cómo se debía manejar el nuevo sistema en América y otra cosa era lo que realmente ocurriría en los territorios de las Indias occidentales. Rápidamente implantado el sistema de mano de obra esclava, América se transformaría en un espacio de escasos logros y abundantes excesos, silencios y ambigüedades.
Los esquemas de cristianización variaron según y en función del medio en que se desarrollaban. La labor era muy distinta si se desarrollaba en la ciudad o en las haciendas y mientras más lejos de centros urbanos, menos era la preocupación y la incidencia de esquemas de cristianización y evangelización de esclavos y esclavas (Laviña y Ruiz-Peinado, 2006, p. 26). Debo precisar en este primer acercamiento al tema, que frente a la temática evangelizadora una cosa fue ocuparse de los esclavos y otra de la población libre. En el primer caso, parece ser más coherente la preocupación por parte de la corona, iglesia y amos, pues es la mano de obra o bien mueble donde rápidamente y urgentemente se necesitaba estabilidad económica y productiva. En el segundo caso, bajo prohibiciones y marginalidad social las preocupaciones por parte de las elites dominantes y jerarquía eclesiástica irían en preservar y garantizar un orden social específico. Se permitiría por ejemplo interacciones culturales y sociales siempre y cuando no violentaran un orden establecido. Hablaremos en general de poblaciones afrodescendientes, puntualizando en esclavos o libres según el documento lo señale.
El quehacer de la iglesia más que acercarse a las necesidades espirituales de la población afrodescendiente, se acomodó a los requerimientos que la sociedad hispano dominante hacía frente a las problemáticas que planteaba la población esclava o libre. Para el Corregimiento de Arica, las evidencias documentales del quehacer de la iglesia aparecen insertas en casos judiciales y criminales. Aunque son retazos documentales y no
91
tienen una matriz común, son a nuestro juicio, antecedentes o fragmentos de cómo se manifestaron u operaron las practicas clericales y eclesiásticas en estas áreas del virreinato frente y en relación a esta población.
La corona española desde los inicios de la trata esclavista, sabía que no podía coexistir la idea de indios cristianos y negros paganos. El cristianismo además, cumpliría una doble función, los haría más dóciles y los ayudaría a llevar con resignación cristiana su triste condición. La iglesia entonces cooperaría en la necesidad de “civilizar” a esta población, disciplinar en la fe, contener atisbos de descontento, alzamientos y rebeliones, y a través del adoctrinamiento, difundir la idea que un buen esclavo aceptaba su condición, obedecía al amo y no se rebelaba, además insistir que para la salvación del alma no era necesaria la libertad del cuerpo. Especificaciones que quedarían, no solo en materias doctrinarias, en letra muerta.
En principio, las diócesis tenían un ligero y superficial conocimiento de la situación de los negros. Para el caso peruano en estas materias los avances importantes han estado en manos de J. P. Tardieu (1997). El autor plantea que no hubo una política eclesiástica ni una doctrina general definida para este grupo humano. La norma apelaba a una cierta asistencia espiritual, insistiendo que la iglesia misionera y evangelizadora para el caso de negros esclavos y libres no se logra pesquisar de manera clara56.
Pero si hay que detenerse en alguna especificidad, lo determinante en el matrimonio entre esclavos por ejemplo, era que existía una política favorable (que era explícita por parte de la Corona y también de la Iglesia católica) de propiciar los matrimonios entre esclavos para que estos particularmente se “sosegaran” (Lucena, 2002, p. 127). Promover el matrimonio entre esclavos y por ejemplo incentivar el uso conyugal de los esposos para una mejor sujeción, sería un planteamiento que haría específico en 1582 el Tercer Concilio Límense. Un planteamiento que obviaba que muchos esclavos y esclavas habiendo dejado África, dejaban obligadamente también esposos y esposas, pero que en el nuevo contexto religioso y moral aquello y tras
56 Hubo ciertas excepciones en América donde la iglesia hizo una labor profundamente evangeliza- dora y protectora de los esclavos. Las iglesias más cercanas a estos afrodescendientes tuvieron nombres como el padre Alonso de Sandoval y el padre Pedro Claver, ambos jesuitas, quienes desempeñaron en Cartagena de Indias en la primera mitad del siglo XVII labores de protección, evangelización, asistencia médica y espiritual a los esclavos, especialmente bozales. Alonso de Sandoval decía que dentro de las almas carentes de enseñanza estaban justamente los etíopes (genéricamente para referirse a los de piel negra), y lo urgente que era revisar sus bautismos y revalidarlos si fuese necesario y de administrar otros sacramentos para su provecho. También diría que la diferencia de color sería una de las tantas maravillas creadas por Dios, por lo tanto dignas de ser instruidas en la fe católica (Sandoval, 1647).
92
nuevos matrimonios, no sería considerado bigamia57. No es menor recordar que el matrimonio era reflejo de la manera como se concebía un orden social específico, negros con negros, indios con indios, españoles con españoles. Esto claro iría cambiando, pero habría seguido siendo cuestionable por ejemplo matrimonios entre negros y blancos. Me sirve en este aspecto citar un documento (aun cuando este dato sale del marco geográfico del Corregimiento pues Tarapacá ya en esta fecha dejaba de ser un territorio jurídicamente correspondiente al Corregimiento de Arica), fechado en 1796, para el pueblo de Matilla58. El expediente matrimonial relata la voluntad y petición al cura de Pica de un hombre natural del reino de Santiago de Chile, de 28 años y su deseo de contraer matrimonio con Vicenta de Bustos, negra esclava. Efectuado un interrogatorio, Josef Cárdenas atestiguaba:
9r) que saue es esclava la muger con quien pretende casarse y que el motivo que tiene para ello es el estimulo de su conciencia y servir a Dios…
El testimonio de la esclava decía que:
(10r) dijo que es su boluntad casarse con Jossef Cardenas y que para ello tiene la licencia de sus amos y que es hija natural de Maria esclava ya difunta y de don Tadeo Lecaros y que es de edad de 24 años…
Estos testimonios sin duda se hicieron necesarios pues el Cura de Pica Bernardo Rebollar se había referido a este:
(8v) en cumplimiento del superior orden de Vuestra santísima Trinidad digo: que haviendome presentado el pretendiente queriendo casarse con lo que relaciona, resisti hacerlo ya que a primera vista me paresio montruoso el matrimonio que queria por ser hombre blanco y la muger esclava….
Este documento en la voz del cura de Pica evidencia la mirada real que se tenía de este tipo de vínculos, en donde servir a Dios a través del matrimonio incluiría evitar este tipo de monstruosas alianzas. Sin embargo, en el testimonio del pretendiente servir a Dios a través del matrimonio nada tenía que ver con el color y condición de su novia. Los marcadores raciales y sociales en temas de matrimonio ciertamente eran una percepción generalizada en la sociedad colonial y no solo un sesgo entre curas y párrocos (Klein y Vinson, 2008).
57 Lucena plantea que el potenciar los nuevos matrimonios en América, tras la ruptura de tantos tras la trata de esclavos, podría considerar que aquello que tanto escandalizaba a la sociedad hispano criolla, como era la bigamia, en el lenguaje del cristiano matrimonio se legalizaba una ambigüedad más (Lucena, 2002, pp. 151-152). 58 Archivo Arzobispal de Arequipa, 1796, Expedientes Matrimoniales, legajo 1, pieza 23, Matilla. El subrayado es de la autora.
93
Para los casos de defunciones y las disposiciones y normativas eclesiásticas sobre los tipos de entierros consideramos interesante un documento fechado en 1747 para Arica59, donde se planteaba que además de no impedir a los fieles ser enterrados en la iglesia del Convento Seraficio (franciscanos) de la misma ciudad, se precisaba que los difuntos de jerarquía debían hacerse en entierros con cruz alta (28 pesos), pero que los entierros de esclavos y personas pobres debías ser con cruz baja (cuerpo menor), lo que sugiere que se efectuaba sin vigilia y sin misa (3 pesos). Es en esta época donde también se especificaba la prohibición que los entierros de negros se hiciesen con cantos y bailes, evitando similitudes con las ceremonias de personas blancas. Las cruces y sudarios se estipula debían ser pagados.
La muerte carente de solemnidad expresaría sin complejos como esclavitud y pobreza eran una condición miserable de principio a fin. Por ejemplo, el cabildo de Lima del 6 de enero de 1614 había ya especificado y prohibido a los negros ser enterrados en ataúdes, cosa que ratificaría el Virrey Marques de Montesclaros (Lucena, 2002, p. 190). El que negros sean enterrados en ataúdes menoscababa la autoridad de españoles y gente principal además de incurrir en crecidos gastos, y que el evitar darle protagonismo disminuía el natural desorden se decía estos hacían en los funerales. Sin embargo, sería evidente que mientras la autoridad civil se esforzaba por mantener las distinciones de clase en estas ceremonias, la iglesia católica insistía en algunas negligencias que incitaban a conductas alejadas de la moral cristiana. Desde Lima, los dos primeros concilios provinciales, por ejemplo, hicieron hincapié en que todo entierro de esclavo debía pasar por la iglesia. Este propósito chocaba sistemáticamente con amos que hacían caso omiso de esta obligación básicamente por ahorrarse dinero, omisión que según las autoridades eclesiásticas hacia crecer las ceremonias funerarias de carácter pagano. Este no era un tema menor, pues el temor no solo eran los rituales paganos en contextos funerarios, sino además que la falta de cuidado cristiano - a raíz de una cedula enviada al arzobispo de Lima en 1586 por parte de la corona no hacía más que acrecentar los tan conocidos vicios, borracheras, hechicería y malos hábitos de esta población (Lucena, 2002, p. 146).
En el Corregimiento de Arica al igual que en el resto de América colonial, las visitas eclesiásticas se hicieron siempre en el tenor o el objetivo específico de promover el catolicismo entre las comunidades indígenas. Cito por ejemplo para el año 1632, en una visita a las zonas de Moquegua, Arica y
59 Archivo Arzobispal de Arequipa, 1747, Expedientes Civiles Arica.
94
Tarapacá del señor don Pedro de Villagomez, Obispo de Arequipa, quien compuso e imprimió un “catequismo de doctrina cristiana, acomodado a la capacidad y sencillez de los indios” (Echeverría, 1955 [1804] con ausencia de alguna especificación referente al catequismo o reforzamiento espiritual de negros esclavos y libres. Esta ausencia sería una constante, lo que parece un contra sentido, considerando que en otros ámbitos de la vida colonial seguían constituyendo un foco de preocupación social y económica.
A través de los Concilios Límense (insistiendo en el bautismo, misa e instrucciones en días festivos) y en especial de la cedula de 1586, el arzobispo de Lima, por orden de la Corona, informaba a sus doctrinas que los vicios y problemas con esta población era por la falta de adoctrinamiento y que además sabía que esta población entre negros y mulatos crecía y por lo tanto crecía los cúmulos de pecados.
Otro espacio donde podrían aparecer luces de la relación entre iglesia y población afrodescendiente fueron las cofradías. En el resto de la América española estas fueron una medida exitosa como instrumentos de evangelización. Las cofradías de negros además de funcionar como un modelo de control social, proveían a esclavos desarraigados de su tierra una red de relaciones sociales fundamentales en contención y auxilio. Según Francisco Xavier Echeverría y Morales en “Memorias de la Santa Iglesia de Arequipa” en la primera mitad del siglo XVIII en Arica existían tres cofradías, Nuestra Señora del Rosario, Patriarca San José y la Cofradía de la Concepción (Echeverría, 1955, p. 149). Posteriormente, en 1793 en la visita de Don Antonio Álvarez y Jiménez a la misma zona menciona otra más que sería la Cofradía del Santísimo Señor Sacramento. Pero Jiménez decía que estas cofradías se encontraban en muy mal estado, básicamente en cuestiones de ornamentación, por lo tanto, eran cofradías bastante pobres (Barriga, 1955, p. 55). Quizá una señal de que esta parte del Corregimiento, a pesar de evidenciar población negra, no era una zona de evangelización activa o prioritaria. De todas las agrupaciones mencionadas, “Nuestra Señora del Rosario” debió haber sido de esclavos negros, pues en el resto del virreinato especialmente los afrodescendientes profesaban esta devoción mariana. Confirmando esto, Cavagnaro (1994, p. 312) menciona que, a pesar de no encontrar información específica para Tacna, deberíamos suponer que como sucedió en otros lugares del virreinato, la presencia de Cofradías de negros sería evidente. El autor plantea también, que Nuestra Señora del Rosario sería reconocida en la zona de Tacna por los afrodescendientes como su patrona. En Tacna
95
esta hermandad tenía el sello de ser en sus pasacalles muy ruidosa, originando los bailes populares como el “Son de los diablos” y el “Baile de los Morenos”. Sin embargo, no aparecen hasta el momento datos e información más específica para la zona.
Aparecen algunos documentos para Arica donde Conventos y hospitales en manos de órdenes religiosas se convirtieron en las alternativas para evitar captura y juicios criminales. Estos documentos me parecen importantes de sumar a este registro pues sitúan a la iglesia local como un espacio, aunque ficticio, de seguridad y resguardo. Podría significar que para el común de los negros la iglesia cumplía un rol de resguardo espiritual, quizá un espacio sagrado donde el asilo era comprendido. La disposición y la ley de esclavos decía que un negro asesino era castigado con la pena de muerte. Aquí habría que precisar que cada vez que un es- clavo cometía delitos graves contra las personas, sería solo de injerencia de la Justicia Civil y se especifica que “observándose en todo lo que las mismas leyes disponen sobre las causas de los delincuentes de estado libre” (Lucena, 2002, p. 106). Es así entonces, que para Arica se han encontrado dos casos donde la iglesia local tuvo obligadamente injerencia. En uno de los casos fechado en 1767, un negro esclavo, llamado Juan Joseph, alias el “polvillo” asesina a plena luz de día, en las gradas de la Iglesia Matriz de Arica a un forastero. El esclavo inculpado se refugia en el Convento e Iglesia de Nuestra Señora de La Merced. Tras una seguidilla de testigos, tres de ellos pardos libres y un zambo esclavo, el Cura Rector y Vicario y Juez Eclesiástico de la ciudad de Arica pide permiso al Convento para allanar sus puertas y proceder a sacar al negro según la justicia ordinaria60.
En otro caso con fecha de 1759, un negro “cimarrón” de nombre Pantaleón asesina en el Valle de Lluta al mestizo Thomas Jauriondo. Tras asesinarlo con cuchillo y piedra, robándole luego la mula y las espuelas se dirigió a Arica y se refugia en el Convento del Seraphicio Padre San Francisco (aquí habría estado 3 días) y que luego fue trasladado al hospital a cargo de la misma orden61.
La justicia ordinaria nos damos cuenta no podía intervenir estos espacios conventuales, sin embargo, no era una medida eficaz que aseguraba alejar a la justicia ni menos la pena de muerte. Quizá el refugiarse en lugares como conventos se vinculaba a la idea de protección y caridad religiosa, una idea sugerente desde la perspectiva de cómo habría sido comprendida
60 ANH, Criminales de Arica, 1767, legajo 214, pieza 31. 61 ANH, Criminales de Arica, 1759, legajo 217, pieza 13.
96
la misión de la iglesia en un contexto que sigue siendo poco claro, más aún desde las propias poblaciones negras. Pero esta idea por ahora requiere de más evidencias, pues debiésemos encontrarla también en otro tipo de casos donde se expresará por parte de esclavos, por ejemplo, un acercamiento a la iglesia local en una relación o búsqueda de asilo o asistencia espiritual de manera más específica.
En otros casos donde la iglesia local podría haber intervenido, su quehacer parece tardío. Pascual Bravo, de Ilabaya, negro libre y marido de Agueda Sora, negra esclava, pide al amo de ésta, Tomas, Bertiz, le entregue carta de venta pues la mujer se halla en concubinato con otro esclavo de su misma posesión. El juicio se entabla luego de ser evidente los brutales golpes que Pascual Bravo recibió por parte de esclavos de Bertiz. Luego de 200 azotes Pascual Bravo atestiguaba:
Don Thomas Bertiz no es ni ha cido dueño de mi persona ni tiene facultad para ejecutar castigo alguno en personas libres y solo si en sus cierbos por modo de correccion62.
Este hacendado de Ilabaya era “Teniente del Regimiento de Dragones y Disciplinador de la ciudad de Arica”, rango y cargo de alta ingerencia en asuntos judiciales y militares. Posterior al cumplimiento de la escla- va de la confesión anual, en compañía de su amo, el cura de Ilabaya y al hacerse público el concubinato, determina hacer una “reconversión Cristiana”63 a la esclava, lo que es entendida por Bertiz como un exceso y descarga su ira nuevamente contra Pascual Bravo64. Tras el castigo moral por parte del cura y un auto de procesamiento de 37 fojas, Thomas Bertiz fue condenado a pagar 100 pesos a Pascual Bravo y obligación de entrega de la esclava Águeda a su esposo legítimo. Ciertamente el cura de Ilabaya sería determinante en cómo una autoridad política se vería doblegado ante un juicio de carácter moral y cristiano, sobre todo considerando los sujetos involucrados. Mi pregunta entonces tiene relación con que, si estos casos no hubiesen tenido un carácter de público, ¿el cura del pueblo habría actuado de la misma manera? Vuelvo a insistir en la idea de que en la relación Iglesia y población afrodescendiente estuvo siempre al alero de criterios específicos y particulares, a la vez que toda moralidad cristiana tendía a la conservación de un orden social y económico, donde por lo general, esclavos o libres, debían ser objeto y sujetos de disciplinamiento
62 ANH, Criminales de Arica, 1796, legajo 222, pieza 17, foja 6r. 63 ANH, Criminales de Arica, 1796, legajo 222, pieza 17, foja 12r. 64 ANH, Criminales de Arica, 1796, legajo 222, pieza 17.
97
más que de cuidado espiritual. Consideramos en esta reflexión una consideración leída en un artículo de Iris Gareis (2005, p. 53) que plantea que la evangelización de los negros habría sido un producto secundario. La evangelización de negros habría sido un instrumento, pues la misión y obligación era evangelizar primordialmente a los indígenas.
En algunos registros documentales, particularmente en las peticiones de libertad y ya lo hemos expuesto, se hace referencia por parte de los demandantes, a que la esclavitud es tan perjudicial al cuerpo como también al alma. Tanto propietarios como el mismo Estado español, los primeros con mayor beligerancia que los segundos, operaron a través de la represión, castigo y la coacción para garantizar el funcionamiento y mantenimiento del régimen esclavista. En este aspecto la iglesia jugo un rol relevante y ambiguo a la vez; “bendecía el dominio sobre la base de la salvación de las almas, mientras juzgaba, reprimía y castigaba los cuerpos” (Laviña y Ruiz-Peinado, 2006, p. 30). Los abusos o castigos físicos, por ejemplo, aun cuando se apelaba a que debían ser correctivos, pero no excesivos, la iglesia veló más bien por no indisponerse con los propietarios de esclavos. Pero en algunos juicios de estas características, los golpes y abusos daban paso a cuestionamientos, donde los preceptos divinos eran recitados en las voces de esclavos, cuan mensaje de libertad espiritual.
En el discurso oficial de la iglesia la intensión estaba puesta en la idea que bien señala Carlos Esteban Deive (1980) como “el encadenamiento del cuerpo del esclavo para en recompensa, ofrecerle un alma que salvar”. Esta intencionalidad también la evidencia Tardieu (2005, p. 71), denominando como Teología de la Resignación, a aquello que justamente resolvería una contradicción, es decir la servidumbre le daría al hombre negro la verdadera libertad, la del alma. Este es el discurso que justamente, se iría haciendo poco convincente en las poblaciones afrodescendientes y tal como comenzaríamos a ver en los documentos de petición de libertad, ésta no solo remitiría a la autodeterminación del cuerpo sino también a la libertad del espíritu. La defensa de la libertad y, en primer término, el cese de abusos en post de una mejora en las condiciones de vida, significó además que el alma no podía estar sujeta a un cuerpo mortificado y que bajo los ojos de Dios aquello era repudiable.
Curas, presbíteros, párrocos y miembros la alta jerarquía eclesiástica tuvieron esclavos y esclavas. En la práctica reconocemos, a través de la documentación, además de un silencio en materias doctrinales, la evidencia de una codicia y apego a los bienes materiales por parte de
98
curas y eclesiásticos, donde obviamente los esclavos y esclavas estaban considerados. Esto no era menor, pues luego del Concilio de Trento los ideales y deberes sobre todo de autoridades eclesiásticas debían ir por el camino de la caridad y celo apostólico. El caso del cura de la ciudad de Arica, Phelipe de Mogrovejo es útil para explicar la indolencia en el trato de esclavos. Al no poder vender su esclava, que según el documento es porque es mala, hizo trueque de ésta a cambio de unas tablas de Chile65.
El documento es aún más complejo pues el cura no solo intercambia a su esclava, sino también al marido de ella, quien no sería esclavo del cura, si no de otro señor. Ahora bien, no importando las discusiones monetarias que se expresan en el documento o la falta de rigurosidad en los contratos, lo esencial es que aun sabiendo que curas, obispos, etc. tenían esclavos a su haber, las prácticas abusivas y poco humanas con esclavos y esclavas no eran tan extrañas en la cotidianidad.
En 1713, igualmente en Arica, un caso de reclamo de una negra esclava puso en aprietos al Tribunal de la Santa Inquisición de la Villa de Moquegua, incluyendo a la autoridad de ésta en Arica, más el Corregidor de turno de la misma ciudad. El juicio comienza por la intención de la madre de la esclava al querer comprarla, sin embargo, el juicio finalmente se centraría en una férrea defensa y alianza entre los comisarios del Tribunal de la Inquisición de Moquegua y Arica contra el corregidor del mismo lugar. Si no es porque sabemos que son presbíteros los involucrados, la pugna por la esclava en todo el documento pareciera ser alegatos propios de amos disputándose al parecer una preciada pieza. Una muestra de que quizá, tanto para la justicia civil como para la justicia eclesiástica la esclavitud se constituía como un bien demasiado importante. Un cura, en la posesión de esclavos, primero era amo luego procedían sus quehaceres espirituales.
Seguimos insistiendo que aun cuando los estudios históricos concernientes a la población afrodescendiente en tiempos coloniales tienen la dificultad de trabajar con una documentación dispersa, que además carecemos de marcos referenciales homogéneos sobretodo en materias eclesiásticas, recalcamos lo trascendente que es la incorporación de estos avances al resto de las temáticas coloniales. La insistencia hoy en día tiene que ver además con estudios que avancen en las relaciones que estos grupos tuvieron con otros grupos sociales y viceversa, cómo evidenciar estas relaciones, los vínculos con las instituciones coloniales y como estas en la praxis convivieron con la población esclava o libre, cómo formaron parte
65 Archivo Arzobispal de Arequipa, legajo 9, Arica, 1680.
99
también de los instrumentos de control social, apropiación de lenguajes notariales, apropiación de espacios socio religiosos, por ejemplo.
Referencias Citadas
Fuentes
Archivo Nacional Histórico, Judiciales de Arica, Santiago, Chile.
Archivo Nacional Histórico, Criminales de Arica, Santiago, Chile.
Archivo Nacional Histórico, Notariales de Arica, Santiago, Chile.
Archivo Arzobispal de Arequipa, Perú.
Archivo General de Indias, Sevilla, España.
Libros y artículos
Barriga, V. (1955). Memorias para la Historia de Arequipa. Tomo III. Colmena, Arequipa.
Bouisson, E. (1997). Esclavos de la tierra: Los campesinos negros del Chota-Mira, siglos XVII-XIX. Revista Ecuatoriana de Historia 11:45-67.
Bowser, F. (1990). Los africanos en la sociedad de la América española colonial. En Historia de América Latina. Volumen 4, editado por L. Bethell. Cambridge University Press-Editorial Crítica, Barcelona.
Briones, V. (2007). Mujeres afrodescendientes en el Corregimiento de Arica. Siglo XVIII. Revista de Ciencias Sociales 19.
Briones, V. (2005). Resistencia y adaptación. Población afrodescendiente en el Archivo Criminal de Arica colonial. Diálogo Andino 26:79-89.
Burns, K. (2005). Dentro de la ciudad letrada: La producción de la escritura pública en el Perú colonial. Histórica 29(1):43-68.
Cavagnaro, L. (1994). Materiales para la Historia de Tacna. Tomo III. Fondo Editorial de la Universidad Privada de Tacna, Tacna.
Chaves, M. (2001). Honor y Libertad. Discursos y Recursos en la Estrategia de Libertad de una Mujer Esclava. Ehlanders, Suecia.
100
Deive, E. (1980). La Esclavitud del Negro en Santo Domingo (1492-1844). Museo del Hombre Dominicano, Santo Domingo.
Dockes, P. (1984). La Liberación Medieval. Fondo de Cultura Económica, México D.F.
Echeverría, F. (1952 [1804]). Memoria de la Santa Iglesia de Arequipa. En Memorias para la Historia de Arequipa. Tomo IV, editado por V. Barriga. Imprenta Colmena, Arequipa.
Flores, A. (2001). Los Rostros de la Plebe. Crítica, Barcelona.
Fraginals, M. (1996). África en América Latina. Siglo XXI, México D.F.
Gareis, I. (2005). La evangelización de la población indígena y afro y las haciendas jesuitas de la América española: logros y desencuentros. En Esclavitud, Economía y Evangelización. Las Haciendas Jesuitas de la América Española, editado por S. Negro y M. Marzal, pp. 43-66. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.
Gruzinski, S. (1991). La Colonización del Imaginario. Fondo de Cultura Económica, México D.F.
Harris, M. (1974). Raza y Trabajo en América. Siglo XX, Buenos Aires.
Hidalgo, J. (2009). Civilización y fomento: la “descripción de Tarapacá” de Antonio O’Brien, 1765. Chungará 41(1):5-44.
Hobsbawn, E. (2001). Bandidos. Crítica, Barcelona.
Hünefeldt, C. (1992). Los manuelos, vida cotidiana de una familia negra en la Lima del siglo XIX: una reflexión histórica sobre la esclavitud urbana. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
Iliffe, J. (1998). África, Historia de un continente. Akal, Madrid.
Jouve, J. (2005). Esclavos de la ciudad letrada. Esclavitud, escritura y colonialismo en Lima (1650-1700). Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
Klein, H. y B. Vinson. (2008). La esclavitud africana en América Latina y en el Caribe. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
Lavallé, B. (2001). Amor y Opresión en los Andes Coloniales.Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
101
Laviña, J. y J. Ruiz-Peinado. (2006). Resistencias esclavas en las Américas. Doce Calles, Madrid.
Lucena, M. (2002). La esclavitud en la América española. Centro de Estudios Latinoamericanos, Warszawa.
Lucena, M. (1996). Los Códigos negros de la América Española. UNESCO/Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares.
Mezzadra, S. (2008). Estudios Postocoloniales: Ensayos fundamentales. Traficantes de Sueños, Madrid: 2008.
Ortiz, F. (1996). Los negros Esclavos. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.
Price, R. (1981). Sociedades Cimarronas. Siglo XXI, México D.F. Real Academia Española (2001). Diccionario de la Lengua Española. Madrid.
De Sandoval, A. (1647). De Instaurada Aethiopum Salutate. Historia de Aethipia, policia sagrada y profana, costumbres, ritos y cathequismo evangélico de todos los aethiopes, Tom . Alonso de Paredes, Madrid.Soto, R. Mujeres negras: sexualidad, enfermedad y salud en el Chile colonial. En línea: http://www2.cyberhumanitatis.uchile.cl/19/rsoto. html [consulta 17 de enero 2007].
Tardieu, J. (2006). El Negro en la Real Audiencia de Quito. Siglos XVI-XVIII. Abya-Yala, Quito.
Tardieu, J. (2005). La esclavitud de los negros y el plan de Dios. En Esclavitud, Economía y Evangelización. Las Haciendas Jesuitas de la América Española, editado por S. Negro y M. Marzal, pp. 67-82. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.
Tardieu, J. (1997). Los Negros y la Iglesia en el Perú. Siglos XVI-XVII. Tomo II. Centro Cultural Afroecuatoriano, Quito.De Trazegnies, F. (1995). Ciriaco de Urtecho. Litigante por Amor. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.
Wormald, A. (1966). El Mestizo en el Departamento de Arica. Ediciones Ráfaga, Santiago.
103
ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LA POBLACIÓN AFRODESCENDIENTE EN TARAPACÁ
(SIGLOS XVI-XIX)1*
Carlos Donoso Rojas2
La explosiva transformación demográfica experimentada en Tarapacá desde la década de 1970, asociada inicialmente al desarrollo sectorial del comercio y los servicios derivados, y potenciada en los ochenta con el resurgimiento de la actividad minera, no constituye una excepción en el proceso de poblamiento experimentado por la región desde inicios del ciclo colonial.
La evolución demográfica de Tarapacá, de hecho, está condicionada de un modo indisoluble por los periodos de bonanza o decadencia de alguna actividad económica predominante, pero de corta duración. A partir de la explotación de los yacimientos de plata en Huantajaya y Santa Rosa, pasando por el usufructo de los depósitos de guano y el esplendor oscilante de la industria pesquera, hasta la consolidación de la industria salitrera a mediados del siglo XIX, Tarapacá ha experimentado profundos cambios en su composición y distribución poblacional, manteniendo tendencias que se explican en función de los modelos de producción vigentes.
Desde los primeros registros de población, hasta los últimos datos censales, el índice de masculinidad en Tarapacá ha sido históricamente superior al rango 100, lo que define una evolución demográfica más producto de la inmigración económica que por causalidad vegetativa. El predominio de la población masculina se explica por el carácter de los oficios ejercidos en la región, y por sus condicionantes geográficas y climatológicas, lo que inicialmente limitó la migración de núcleos familiares. La provincia de Tarapacá se inserta en una de las regiones más inhóspitas del planeta, en donde la escasez de agua condicionó cualquier intento por transformar a la región en un punto de residencia permanente, restringiendo la inversión y la explotación eficiente de sus recursos. Aunque el problema del agua fue solucionado en la medida que se transformó en un negocio altamente rentable con el aumento la población (posibilitando incluso el desarrollo de un activo mercado agrícola y ganadero en los valles interiores), la imagen de una región desolada y vulnerable gestada en el período colonial
1* Este trabajo se ha realizado en el marco de la ejecución del proyecto FONDECYT Nº 11090195. 2 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.
104
perduró en el tiempo. Antonio O’Brien, en su visita a Tarapacá, informaba al respecto:
Este es territorio penoso de vivir en él, tanto por los continuos temblores, y las frecuentes pestes que se padecen anualmente en los principios, y fines del Ynvierno, y del Verano, como la escasez de víveres que la hacen mucho mas cara que Lima, y por lo costoso que es transitar por qualquiera parte de este Partido, particularmente en el temperamento cálido, pues es menester llevar consigo el que camina hasta el Agua y Carbón necesario para su viaje, y se carece de Medico y Botica (Hidalgo, 2009, p. 21).
La imagen de una región desolada, reiterada hasta el período republicano por viajeros ocasionales, contrasta con una dinámica política comercial activa desde inicios del período colonial. En efecto, desde mediados del siglo XVI emprendedores y aventureros lograron en no pocos casos cimentar fortunas significativas basadas en la explotación del mineral de Huantajaya y el comercio de pescado seco, destinado a la creciente demanda del mineral y los emergentes núcleos urbanos de la región (Marvin, 1968, pp. 27-31).
El primer encomendero de Tarapacá, Lucas Martínez Vegazo, tuvo tanto éxito en sus iniciativas comerciales como los Cossio, de la Fuente o los Loayza, verdaderas dinastías regionales, o como Juan Donoso, un aún desconocido personaje quien hacia fines de siglo explotó las pampas intermedias de Tarapacá hasta la región altiplánica de Bolivia. De acuerdo a lo apuntado en su testamento, Donoso consolidó desde mediados de siglo una riqueza considerable mediante la ganadería y el servicio de porteo de minerales, el comercio de guano de la isla Cuadros y la venta de agua3.
Consideraciones metodológicas El estudio de la esclavitud negra en Tarapacá presenta algunos imponderables metodológicos a considerar. La historiografía peruana del tema tiende a asociar la problemática del esclavo a núcleos urbanos, al análisis cuantitativo en un intento por precisar su número y a su vínculo con actividades económicas predominantes en el centro y norte del virreinato y la incipiente república. Estudios clásicos sobre la esclavitud en el Perú, como los de Frederick Bowser y Peter Blanchard, omiten el sur del Virreinato y la República, respectivamente, como objeto de análisis. Del mismo modo, historias generales del Perú sólo refieren marginalmente al tema de la esclavitud en el Perú, sin profundizar en su
3 Archivo Nacional Histórico (en adelante ANH), Judiciales de Iquique, 1640, legajo 291, pieza 1.
105
impacto demográfico ni vincularla a la construcción de Estado peruano (Blanchard, 1992).
Estudios recientes han dado un interesante giro al tema. Los aportes de Christine Hünefeldt (1994) y Carlos Aguirre (2010) son destacables por introducirse en corrientes epistemológicas innovadoras, estudiando las relaciones familiares y la vida cotidiana de los esclavos negros en Lima y sus alrededores. Desde perspectivas próximas, ambos autores asignan una especial relevancia al aporte de la población negra a la construcción de la tradición obrera en la capital virreinal, sin detenerse a visualizar la expansión de dichos rasgos más allá de los círculos de la metrópoli.
Las investigaciones chilenas no se diferencian mayormente de las peruanas, en cuanto su foco de análisis se limita a la zona central, en donde se concentró la minoritaria población negra. Las obras clásicas de Rolando Mellafe, Guillermo Feliú Cruz y Gonzalo Vial Correa sirvieron, durante décadas, de pauta para estudios menores sobre el tema, priorizando el proceso que derivó en el fin de la esclavitud, a comienzos de la República, o bien enfocándose en su rol como factor productivo en la estructura económica del período colonial. Estos últimos años, el estudio de la esclavitud en Chile se ha vigorizado con el aporte de Celia Cussen (2006) y Seminario Permanente de Estudios de Esclavos y Castas en América colonial, de la Universidad de Chile. Las lógicas de análisis, no obstante, continúan centradas en casos vinculados a la zona central.
Sin excepción en ambos países, la inclusión de esclavos africanos y sus descendientes constituye una omisión notable, lo que se explica por el carácter histórico de la región. Mientras para el Perú el estudio del período anterior a 1879 tiende a prescindir de Tarapacá como un objeto de estudio (excluyendo la efímera influencia del salitre en el ordenamiento económico nacional), para la historiografía chilena la importancia de la provincia sólo se remite a su posterior inclusión como región proveedora de recursos al Estado, y cuna de los movimientos sociales.
Visto desde una perspectiva crítica, la vida económica y social de Tarapacá está condicionada por un centralismo interpretativo. Éste, por su parte, no es sino el reflejo de la relación resultantes de controles políticos que visualizan la evolución de los Estados, únicamente en relación a los procesos históricos gestados en los ejes administrativos. Ocurrió durante el período hispano, en donde el papel de la Corona fue secundario, centrando
106
sus intereses en la actividad a través del puerto de Arica y en los beneficios marginales generados por la minería argentífera de Huantajaya y Santa Rosa.
Esta dinámica se mantuvo durante la naciente república peruana, período en el cual la elite tarapaqueña vinculada al salitre y actividades anexas orientó el desarrollo regional, relegando la acción fiscal a un rol apenas validante de condiciones preexistentes. La promulgación de Iquique como Puerto Mayor en 1885 o el traslado de la capital regional a ese puerto, en 1874, son dos ejemplos paradigmáticos. En el primer caso, el que es considerado uno de los hitos relevantes de la historia de esa ciudad no fue sino la oficialización de un status que, en la práctica, se venía desarrollando al menos quince años antes, con la anuencia de las autoridades provinciales. En el segundo, el abandono formal de la ciudad de Tarapacá se había concretado de hecho en 1871, con la instalación en el puerto del poder judicial y de las dependencias prefecturales.
Alejada de una influencia fiscal orientada a la inclusión de la provincia y que supere intereses económicos puntuales, la historia de Tarapacá debe ser necesariamente analizada en un contexto regional, sin mayor vínculo con el poder central salvo cuestiones coyunturales ligadas a los recurrentes conflictos políticos internos del Perú en el siglo XIX. Esto define a la región como un modelo excepcional de análisis en la cual los procesos históricos, desde cualquier formato epistemológico, deben ser interpretados en relación a variables internas.
El estudio de la esclavitud en Tarapacá no escapa a esta disyuntiva, considerando que las referencias a la población negra son siempre secundarias al no estar insertas en un esquema que les diera una mayor visibilidad (v.gr., censos o registros de tributarios) y, en especial, a que no formaban parte de la memoria incidental de sus contemporáneos. La visita general ordenada por el Virrey Francisco de Toledo, en 1574, concluyó que en el repartimiento de Tarapacá habitaban 3.933 personas, de las cuales 761 eran indios tributarios entre los 18 y los 50 años, 195 “viejos e inútiles que no pagan tasa”, 1.004 muchachos menores de 17 años y 1.973 mujeres de toda edad y estado. En los repartimientos de Pica y Loa, la cifra era menor: de un total de 630 personas, 150 eran tributarios, 56 viejos e inútiles, 156 muchachos menores de 17 años, y 264 mujeres de todas edades y estados. La población esclava no fue considerada en el conteo4.
4 Tasa de la Visita General de Francisco de Toledo. Ediciones de la Universidad Nacional de San Marcos, Lima, 1975, pp. 236-238.
107
Una segunda complicación apunta al nexo jurídico de Tarapacá con las ordenanzas reales y virreinales. Como indica asertivamente Carmen Bernard en una reciente publicación, el estudio de las condiciones de vida de la población negra debe, como requisito sine qua non, considerar las modalidades regionales específicas de la esclavitud como sistema, comprendiendo que el peso de las instituciones, los hábitos, el entorno y las circunstancias no eran homogéneos en el amplio espacio colonial americano (Bernard, 2009, p. 13).
Del mismo modo que la legislación indiana es rica en normas relativas al trato y a las relaciones laborales y mecanismos de control social de la población esclava, no existe forma de saber cómo su contenido que podía ser aplicable en la región, ni siquiera si fueron conocidos, tomando en cuenta que el estilo de las administraciones regionales, en la mayoría de los casos, se basaba en la aplicación del sentido común por sobre el conocimiento de la legalidad vigente. Existen antecedentes concretos del incumplimiento de normativas emanadas desde Lima orientadas a defender los intereses fiscales en la región en materias financieras, judiciales o militares, lo que hace suponer que los modos de relación entre personas esclavizadas y sus dueños no estaban insertos en un marco legal aceptado, o al menos acatado de forma integral.
Una última objeción metodológica refiere a la compleja identificación de la población afrodescendiente. Al llegar a América convertidos en esclavos, su denominación originaria era comúnmente reemplazada por un nombre cristiano, y una vez insertos en la sociedad colonial adqui- rían un apellido que, sólo en algunos casos, aludía a su lugar de origen. A fines del siglo XVIII, por ejemplo, era posible encontrar en Tarapacá apellidos como Congo, Guinea y Cuba (Daponte, 2010, p. 23). El Censo de 1841 registra cuatro Angola, apellido del que hay registros hasta avanzado el siglo XX en Iquique.
En la mayoría de los casos, sin embargo, los esclavos originarios, o su descendencia, adoptaban un apellido castellanizado, en ocasiones el de sus propietarios u otros por entonces de uso común. En el Archivo Judicial de Iquique se aprecia una tendencia a presentar a esclavos negros involucrados en algún tipo de demandas con apellidos que hoy son comunes en el país, como Soto, Castro, Morales, Blanco, Ceballos y Díaz.
Considerando que la existencia de pueblos de indios en Tarapacá sirvió de refugio a todos los grupos sociales no insertables en la categoría
108
de “español” (blancos), las relaciones sociales forzaban el carácter endogámico, lo que explica la abundancia en los oasis interiores de cholos, zambos y zambahijos, ante una minoría reconocida como mestiza o mulata, donde hay directa participación hispana (Daponte, 2010, pp. 24-26).
Iquique y Huantajaya como motores de la economía regional La extracción del abono, sumado al movimiento generado por Huantajaya, a la pesca y a una incipiente actividad agrícola en los valles interiores, darían Tarapacá, y especialmente al puerto de Iquique, una actividad insospechada a inicios del siglo XVII, generando perspectivas que le darían un status administrativo especial por parte de la administración española. En 1613, los indígenas de Tarapacá fueron incorporados a la Corona por el Virrey de Monteclaros, asignando parte de sus tributos a favor del Marqués de San Germán. En 1628, dicha pensión fue traspasada por el término de dos vidas a Manuel de Acevedo Zúñiga, Conde de Monterrey, cuyo padre había servido como militar en las campañas de Felipe II en Portugal. En reconocimiento por su desembolso, el monarca lo designaría Virrey en México y posteriormente en Perú. La merced de encomienda a favor del primogénito de aquel magnate, comprendía el pago de 3.117 ½ ducados en cada año, pagaderos por los indígenas de Ilo, Ite, La Quiaca, Lluta, Sibaya, Tarapacá, Camarones, Iquique, Huancala y el puerto del Loa. La población tributaria de los poblados costeros superaba las dos mil personas, quienes debían rendir un pago anual de dos pesos oro por persona (Cúneo-Vidal, 1930, p. 129; 1978, pp. 298-299).
El Conde de Monterrey falleció en 1653. Al no dejar descendencia masculina, la Corona cedería a su viuda una pensión pagada por las Cajas Reales de Arica. A su vez, los descendientes del Conde solicitarían al Rey la posibilidad de seguir gozando la renta de la encomienda de indios de Iquique, posiblemente atraídos por las ventajas económicas que ya entonces entregaba el guano.
Una vez otorgada la encomienda a la casa ducal Alba, ligada con los Acevedo por unión matrimonial, y a fin de cumplir con la pensión, el Virrey Duque de Palata optó, en 1682, por dar el puerto de Iquique y sus alrededores en arriendo a particulares. El convenio establecía la entrega del puerto y su isla, las caletas de Camarones, Pisagua, Pabellón de Pica y Huancala (a la desembocadura del Loa), islas e islotes aledaños, además de sus pesquerías y guaneras. El traspaso del litoral otorgaba la facultad de mantener en el puerto de Iquique una pulpería, en que se proveían los
109
comerciantes de Huantajaya y del interior de la provincia. Los derechos de explotación duraban por cinco años, obteniéndose mediante remate al mejor postor. Del importe recaudado, cuatro quintas partes iban destinados al encomendero titular, y la restante a la Cámara del Rey (Cúneo-Vidal, 1977, pp. 212-213).
El primer arrendatario fue Manuel de Santa Ana, de quien dependió el puerto entre 1683 y 1688. El primero, sin embargo, de quien se tiene registro es Martín Cabezas [Caveças en el original], quien depositó en 1688 quinientos pesos en las Cajas Reales por concepto del arriendo, a través del teniente delegado de la provincia, Juan de Loayza y Valdés. La cantidad no era exigua, considerando que la recaudación total de ese año en toda la encomienda de Tarapacá alcanzó a 2.480 pesos medio real, monto que se mantendría estable los años venideros. Para infortunio de los herederos de Conde, en diciembre de 1688 una provisión virreinal dispuso que la mitad del valor del arrendamiento fuera retenido, con el fin de destinarlos inicialmente a la conservación de la Armada Real en el Mar del Sur. Considerando que a la suma total de la encomienda había que restarle además un fondo especial destinado a limosnas para el convento de Nuestro Señor Padre de San Juan, la cantidad final entregada a los apoderados de la pensión se redujo de forma evidente5.
En 1716, al morir el último descendiente del conde de Monterrey con derecho a pensión, los montos del arrendamiento de Iquique y de la encomienda de Tarapacá pasarían a propiedad de la Corona, manteniéndole en su poder hasta septiembre de 1723, cuando por orden real los fondos correspondientes fueron traspasados a Francisco Manrique de Lara, Marqués de Lara, contador del Tribunal y Audiencia Real de Cuentas de Lima6.
Durante tres años, Lara cedería parte de sus ingresos a José Valverde Contreras, oidor de la Audiencia de Chile. A la muerte de éste, el Virrey Diego Monsilla renovaría beneficio “en atención a sus méritos y servicios y los de sus progenitores”, bajo los mismos términos que el Conde de Monterrey. Hacia mediados de siglo, el valor del arriendo había ascendido a 850 pesos, cantidad de la cual la Corona retenía un tercio, conservando el apoderado de Lara 566 pesos cinco y medio reales. La regularidad en el pago del arriendo, como es de suponerse, dependía de las oscilaciones
5 Biblioteca de Derecho de la Universidad de Chile, Colección Histórica (en adelante BDUCH), Cajas Reales de Arica, volumen 1, fojas 308v-311. 6 BDUCH, Cajas Reales de Arica, vol. 2, fs. 185-185v.
110
de la actividad interior. Debido al gradual descenso de la producción de Huantajaya desde inicios de la década, el correspondiente a 1767, a pagar por Baltasar Cáceres, fue aplazado hasta julio de 1768, cuando éste abonó 300 pesos, saldando la deuda un mes después, gracias a un préstamo de Antonio Cuadros7.
El Marqués de Lara recibiría su renta hasta 1780, año en que Antonio Cuadros, su arrendatario desde 1773, pagó los últimos 900 pesos correspondientes a la explotación del año anterior (Cúneo-Vidal, 1978, pp. 271-273 y 298-299)8.
En julio de 1780, el arriendo fue cedido a Bernardo Dávila y Sagredo, quien no pudo pagar la fianza de mil pesos anuales correspondiente a 1781, excusándose en el hecho de “no haber indios en la zona” y de escasear el guano en la isla por su sobreexplotación. Mientras Dávila comenzaba un juicio contra la Real Hacienda, exigiendo la devolución de las garantías otorgadas para la explotación del puerto (el que finalmente ganaría), el 14 de septiembre de 1785, el Intendente de Arequipa, José Meléndez de Encalada, a solicitud del vecindario de Tarapacá, y con autorización de la Real Audiencia de Lima, declaró “libres y de libre comercio el puerto de Iquique y sus caletas”, dejando en la práctica concluido el derecho del arrendatario a mantener la pulpería “de abastos y mantenimiento”, así como de retener el monopolio de la exportación de guano de las islas inmediatas, con el auxilio y trabajo de los indios adscritos a dichos puertos9.
Algunos años después, en 1788, el gobierno virreinal destinaría tres mil pesos para comprar y habilitar una casa como bodega, donde se custodiarían los efectos que transitaban por el puerto. La compra no constituía un acto de filantropía: de acuerdo al Intendente Álvarez y Jiménez, la casa bodega no solo evitaría “algunas clandestinas introducciones”, sino que permitiría al Erario Real reintegrar en poco tiempo su costo con el derecho de almacenaje en las piezas y fardos que se custodian en ellas, “recibiendo el comercio el alivio de no dejar en la playa, y a todo riesgo sus mercaderías”. Quienes internasen sus productos por Iquique debían pagar un cinco por ciento de almojarifazgo de entrada, y seis de alcabala (Barriga, 1941, pp. 72 y 95).
7 Ídem. 8 BDUCH, Cajas Reales de Arica, vol. 4, f. 117. 9 Archivo Nacional Histórico (ANH), Administración de Arica, 1785, legajo 9, pieza 21, s.f.
111
La nueva institucionalidad tarapaqueña implicaba también el establecimiento de autoridades que, además de controlar el tráfico portuario, se orientarían a la prevención del tráfico ilícito de plata, efectuado fundamentalmente por los denominados “pallaquinis”, ladrones que, amparados en la oscuridad de la noche, se dedicaban a extraer vetas sueltas de las minas, llevándolas hacia el interior o al puerto, donde eran embarcadas con destino desconocido10.
El rol de fiscalizador debía ser ejercido por el Administrador de Rentas del Tabaco, quien también celaría el comercio de naipes, papel sellado, pólvora y alcabalas, complementando su sueldo de acuerdo a un porcentaje de las mercaderías tasadas. El problema, sin embargo, radicaba en que el funcionario debía residir en el pueblo de Tarapacá, debiendo autofinanciarse el traslado hasta el puerto, desde donde debía realizar las correspondientes remisiones a la Real Hacienda11.
Huantajaya está ubicado unos veinte kilómetros al interior de Iquique, en las planicies que anteceden la cordillera de la costa. Pedro de Pizarro, en su Relación del Descubrimiento y Conquista de los Reinos del Perú, publicada en 1571, refirió por primera vez a la riqueza de la zona, al afirmar que “hay otra parte donde los Incas sacaban plata, que se llamaba Tarapacá… tiene ese nombre por un pueblo que ansí se llama, que está a doce leguas de estas minas de Huantajaya. Están estas minas en unos arenales… Hay tantos veneros, a manera de veta, en diez leguas alrededor de lo que se ha visto, como venas tiene una hoja de sol, y en todas partes que cavan, sacan metal de plata, uno más rico que otro” (Pizarro, 1944, pp. 189-192).
Explotado desde tiempos inmemoriales, Lucas Martínez Vegazo fue el primer español en lucrar de sus riquezas. Cuenta la leyenda que los indígenas de la zona ocultaban la ubicación de una veta que consideraban propiedad del sol. Poco tiempo después de llegar a su encomienda, Martínez tuvo noticias de la existencia del yacimiento. Al viajar a la zona, y pese a los intentos de los indígenas del lugar por negar su riqueza, encontraría enormes filones de plata de alta ley. Entusiasmado, Martínez invertiría grandes sumas en busca de una veta que nunca aparecería. Posiblemente angustiado de perder la inversión, el encomendero amenazó de muerte a los caciques de la aldea de Tarapacá, quienes le hicieron ver los riesgos que implicaba revelar la ubicación de los yacimientos divinos.
10 ANH, Judiciales de Iquique, 1775, legajo 1629, pieza 2, fs. 2-7. 11 Biblioteca Nacional del Perú (en adelante BNP), Manuscritos, documento C792, 1794.
112
Garantizadas sus vidas por Martínez, camino al lugar se dejó sentir un fuerte temblor, lo que fue interpretado por los indígenas como una señal divina, negándose definitivamente a indicar su paradero (Pizarro, 1944, p. 156; Cúneo-Vidal, 1977, p. 101).
Cierto o no, el mineral ya era conocido a inicios de la conquista del Perú, y los problemas que debió enfrentar Pizarro serían, paradójicamente, los mismos que sufrirían los futuros explotadores, tanto por las dificultades derivadas del desabastecimiento de bienes de consumo, como por la escasez endémica de azogue, todo lo cual hizo que el yacimiento se trabajara de manera irregular hasta su abandono definitivo, en pleno siglo XX.
De acuerdo a otra tradición, un indígena llamado Cucumate, buscando guano, subió a explorar las sierras vecinas, descubriendo pequeños trozos de plata en la superficie. Cucumate habría comunicado el hallazgo a Juan de Loayza, quien después de hacer algunos reconocimientos, no pudo superar las limitantes ocasionadas la falta de provisiones, muriendo sin sacar provecho de sus minas.
Años después, su hijo Bartolomé renovaría los trabajos en Huantajaya, al intuir que la plata no estaba a ras de superficie y sí en el subsuelo. El primer punto en explotar fue el llamado “Hundimiento”, ubicado en la cima del cerro de Huantajaya y que, según indicaba el propio O’Brien, había sido explotado por los antiguos “cuio tiempo no ay tradición formal”. Debido a la abundancia de plata, dicho paraje sería conocido como el Criadero, en especial tras el hallazgo de la primera gran veta, a la que Loayza llamó “San Simón”. En 1768, O’Brien señalaría que los primeros indicios de plata se encontraron en dicho lugar en unas bolas de diferentes figuras a las que le dieron el nombre de papas “porque las más tenían la figura de las papas que se comen”. Célebre habría sido una de 800 libras de peso, extraída en 1729, y que habría sido enviada al Rey como regalo, pagando un impuesto de exportación de tres mil pesos (Witt, 1992, p. 12).
Ante la necesidad de más capitales para una explotación intensiva del yacimiento, Bartolomé Loayza y Valdés se asoció en 1747, en Lima, con Pedro Gutiérrez Cossio, Conde de San Isidro, Francisco Montrestuque y Felipe González Cossio, quienes aportaron en partes iguales dineros que, en diez años, jamás les fueron retribuidos. Iniciado un juicio contra Loayza, este se defendería exponiendo ante los jueces las peculiares características de Huantajaya, y que a futuro servirían de fundamento para explicar su inestable producción.
113
Poco tiempo después del alegato de Loayza, y luego de años de decadencia, fueron descubiertas nuevas vetas, lo que le permitiría pagar a sus acreedores e iniciar un ciclo de prosperidad a una provincia sumida hasta la fecha en la miseria. Un testigo señalaría en 1760, luego del hallazgo fortuito, que “antes de este feliz descubrimiento, es notorio se halló todo el vasto continente de este partido en la deplorable indigencia de solo habitado de aquellos muy pocos y pobres vecinos que a costa de inmensos trabajos apenas se mantenía en la escasa labor de las tierras que podían cultivar con la corta agua que existe en esta quebrada; que esta partida o provincia principió desde entonces a cobrar los alientos que antes tenía suprimidos en la mísera condición en que estaba… [Con el redescubrimiento de Huantajaya] se hizo habitable de muchas gentes socorriéndose todos de sus productos con grandes ventajas y utilidades por el comercio que se estableció…”12.
La mejoría fue corroboraba en marzo de ese mismo año. Una visita practicada por el General Pedro Remigio Fernández Maldonado a las minas y trapiches de Huantajaya, comprobó que los barreteros estaban bien provistos “y dijeron estar todos satisfechos de sus jornales y atendidos con el agua necesaria”. Los veedores de la misión, al recorrer la mina de Joseph Basilio de la Fuente (yerno y heredero de Bartolomé Loayza), declararon que estaba trabajada “al estilo más prolijo y escrupuloso, con sus patillajes limpios y guarecida de puentes muy seguros y de cuantos reparos puede tener la más bien labrada mina de este ramo sin haberle faltado el más leve efecto de seguridad y aseo y habiéndose examinado a los peones y demás que constituían el trabajo, dijeron estar bien tratados, pagados y satisfechos de sus jornales”13.
La profundidad y distribución del mineral obligaría a construir complejas redes de galerías subterráneas y, en especial, a fiarse de la intuición, tanto para dar con un filón como para no morir en el intento. A juicio del propio Loayza, “el cerro no es de la casta de los demás minerales del Reyno, cuyas vetas siguen sus rumbos, dentro de sus cajas, por las cuales trabajan los mineros; porque hasta aquí, jamás se ha descubierto veta, ni se trabaja con ella en mano, sino que se hacen unos cañones que se llaman Suyos, y si en estos se encuentra algún metal, se acertó la labor y si no, se perdió el trabajo… y así es de parecer, que si no hubieren encontrado la veta, no hubiere ya en que trabajar, porque está todo lo superficial de ella, comido
12 ANH, Judiciales de Iquique, 1788, legajo 327, pieza 3, fs. 348-349. 13 BNP, Manuscritos, documento C2416, sin numeración de fojas, 1760.
114
y desentrañado y si no se hallare descubierto su riqueza, lo uno, porque se ve por las minas, que dicen el Alto, que solamente las trabajaban, mientras encontraban barra y metales ricos, y cuanto les faltaron, las desampararon, teniéndolas… sin profundidad y lo otro, porque siendo tan prolongada la distancia que hay de la boca a la veta y por esto sumamente costoso su reconocimiento, no lo intentarían menos que hombres de crecido caudal”14.
Por lo mismo, la prosperidad del mineral y el éxito de las inversiones realizadas en él dependía, muchas veces, de golpes de suerte. Ciertamente, Bartolomé Loayza fue el más beneficiado de todos. En reconocimiento a su aporte a las arcas reales, la Corona le otorgaría el grado de Coronel de Milicias, mientras mineros y vecinos de Huantajaya lo honraban con el título de “El Descubridor”, con él incluso firmaba sus documentos, teniendo además el privilegio de explotar la “estaca de privilegio”, esto es, el punto más rico del mineral y disponer, junto a la Real Hacienda, de la distribución de las concesiones próximas a la suya15.
La suerte, para otros, sería esquiva. En 1766, el Superintendente de Armas de Arica y dueño de estacas en el mineral, Manuel Pérez de Aragón, solicitaba a los ministros de la Real Hacienda permiso para explotar unos terrenos próximos a la propiedad de Bartolomé Loayza, su suegro. Mientras sus estacas, ubicadas en el cerro denominado Padrastro, no produjeron en años siquiera un gramo de plata, las de Loayza eran riquísimas, al igual que las de otro minero próximo, Domingo Isola, “cuya veta le está dando tanta riqueza como es notorio”. Cedido el trozo del yacimiento, Pérez de Aragón buscaría por años en vano, invirtiendo buena parte de sus recursos en ello16.
A la excepcional conformación geológica del mineral había que sumar las dificultades inherentes a su ubicación. Ya en 1571, Pedro Pizarro sostenía las limitaciones que impedían explorar de modo eficiente las riquezas de la zona: “en este Tarapacá ay grandes rriquezas de minas encubiertas, que por falta de agua y leña, ni se pueden buscar ni labrar las descubiertas”. Tiempo después, en 1681, un piloto informó a la expedición de Sharp que los españoles, pese a conocer el potencial de
14 Citado en “Historia del mineral de Huantajaya”, en Boletín del Instituto Minero e Industrial de Tarapacá, Nº 2, octubre 1935, p. 59.15 ANH, Judiciales de Iquique, 1768, legajo 829, pieza 3, foja 26. 16 ANH, Judiciales de Iquique, 1788, legajo 829, pieza 3, fs. 1-20; Notarios de Tarapacá, vol. 2, f. 22, sin fecha.
115
Huantajaya, no se atrevían a abrir las minas por temor a una invasión enemiga (Pizarro, 1944, p. 189-192)17.
En 1765, el irlandés Antonio O’Brien fue designado Juez Visitador y Alcalde de Minas, para averiguar todo lo concerniente a su labor, administración y comercio en Huantajaya. Tras su visita, O’Brien culparía la deficiente explotación del mineral a la falta de agua en la zona, situación que encarecía, de manera extrema, las condiciones de vida en la zona. Ratificada la relación entre el bajo rendimiento del mineral y la escasez de agua, O’Brien proyectó canalizar las aguas de la laguna Lirima, irrigando los valles interiores y transformándolos en zona fértil.
El proyecto tenía dos partes complementarias entre sí. Una sugería la realización de obras de canalización para conducir las aguas de dicha laguna hasta el nacimiento de la quebrada de Tarapacá, mediante la construcción de dos canales. La otra exigía la construcción de un sistema escalonado de embalses en tres puntos de la quebrada. La idea era des- poblar dicho punto, y llevar a sus campesinos a cultivar en pampa Iluga donde, pensaba, la buena calidad de los terrenos y del agua produciría rendimientos agrícolas superiores a los entonces obtenidos. De este modo, se podría proveer de alimentos baratos al mineral y disminuirían los costos de insumos, beneficiando de paso a la economía iquiqueña.
Junto a esto, la disminución del costo del agua aumentaría la oferta de mano de obra en las minas y la capitalización de los empresarios mineros, favoreciendo además nuevas inversiones en otros minerales. Esto enriquecería en el corto plazo la provincia y el Erario Real, beneficiado por un aumento sustancial de los tributarios. De paso, mejoraría la calidad de vida de una población que basaba su dieta alimenticia en ají, charqui y trigo (Couyoumdjian y Larraín, 1974, p. 343; Villalobos, 1979, pp. 85-87)18.
La separación de Tarapacá del Corregimiento de Arica, los planes proyectados para fertilizar el interior y las expectativas generadas por el alto rendimiento de Huantajaya, reactivarían la industria minera, llegándose a pagar en 1771, sólo por obtener una estaca en Huantajaya,
17 Buccaneers of America: A true account of the most remarkable assaults committed of late years upon the coast of the West Indies by the buccaneers of Jamaica and Tortuga (both english and French) wherein are contained more especially the Unparalleled Exploits of Sir Henry Morgan, our English Jamaica Hero, who sacked Porto Bello, burnt Panama, etc. By John Esquemeling, One of the Buccaneers who was present at those tragedies. How faitfully rendered into English. With facsimiles of all the Original Engravings, etc, London, George Allen & Company Ltd, 1911, p. 405.18 ANH, Judiciales de Iquique, 1793, legajo 608, pieza 4, foja 3.
116
más de dos mil pesos a la Corona. El 10 de marzo de 1779, el español Francisco Sánchez murió repentinamente mientras se dirigía a Iquique, donde abordaría la fragata La Fama, nave en la que había depositado todas sus pertenencias para dirigirse a Lima, luego de una corta estadía en el mineral. Al hacer un recuento de sus bienes, se contaron 2.187 pesos sólo en plata pura, además de espuelas, pellines y cubiertos de ese metal19.
En diciembre de 1790, el Administrador General de Minería de Tarapacá, Matías González de Cossio, señalaba en un informe enviado a la Real Hacienda, que los niveles de producción eran tan altos que no era posible dar razón de los montos de piña que producía cada mina de por sí. La detención de las faenas por un tiempo breve implicaba no sólo dejar de obtener recursos, sino también ponía en riesgo el derecho de propiedad sobre las estacas, tanto porque eran solicitadas en el acto, como por que, de todos modos, era explotada por la numerosa población flotante del lugar. La abundancia de plata habría permitido, incluso, la existencia de su comercio informal, tanto de las que producían los desmontes de las minas, de los que se aprovechaba el común de las gentes, como por lo que les era permitido sacar a los operarios para sí por los mismos dueños de estaca (Mendiburu, 1885, p. 199)20.
La recuperación de Huantajaya ofreció a la Corona una posibilidad de ampliar sus ingresos, imponiendo nuevas contribuciones, como el almojarifazgo, cobrado en Iquique a partir de 1782 como impuesto paralelo a la alcabala tradicional21. El esplendor de la plata, a su vez, le permitió al puerto una oportunidad de diversificar sus actividades económicas. Como se ha señalado, al agotarse el plazo cedido a los herederos del Marqués de Lara para gozar los beneficios de la encomienda, la administración del puerto fue cedida a un arrendatario, quien tendría derecho a establecer una pulpería, de la cual se proveerían los comerciantes al por menor en la provincia.
A finales del siglo XVIII, la provincia de Tarapacá estaba habitada por 7.946 personas, de las cuales 5.456 eran indígenas, 1.200 mestizos y 509 españoles. El censo elaborado en 1795 por el Virrey del Perú, Francisco Gil de Taboada, arrojó una población esclava de 40.366, de los cuales 253 residían en Tarapacá, esto es, un 0,6 por ciento del total de territorio.
19 ANH, Judiciales de Iquique, sin fecha, legajo 990, pieza 6, fs. 1-3. 20 ANH, Judiciales de Iquique, 1779, legajo 990, pieza 6, fs. 1-3; 1791, vol. 608, pieza 1, f. 1. Véase también BNP, Manuscritos, documento C3891, 1790. 21 ANH, Judiciales de Iquique, 1786, legajo 159, pieza 3, f. 1v.
117
Si sumamos a ellos las 528 personas clasificadas como “pardos libres”, podemos concluir que, en el cambio de siglo, la población africana y su descendencia no alcanzaba la décima parte del total residente en el Partido de Tarapacá. Lamentablemente el registro no distingue la distribución entre las cuatro doctrinas y pueblos anexos que componían el territorio (Bermúdez, 1963, p. 191).
Esto de algún modo explica la escasa referencia a la población no indígena de la región. Antonio O´Brien, al describir el pueblo de Pica en 1765, refiere así sobre sus habitantes:
Su población se compone de bastante Gentte Española, muchos negros, y Mulatos, Cholos, y Mestizos, entre los cuales hay muchos esclavos, Ochenta, y quatro Yndios de tributo, y algunos Europeos transeúntes (Hidalgo, 2004, p. 45).
En relación al total de población de la Intendencia de Arequipa, Tarapacá albergaba apenas un 5,87 por ciento del total. La diferencia era también notoria respecto a doctrinas eclesiásticas: de un total de 46, la provincia sólo contenía cuatro, con un sínodo total de 1.400 pesos, cifra ínfima considerando que sólo la iglesia de Arica recibía aportes de 3.768,61 pesos anuales (Mendiburu, 1885, p. 51)22.
El devenir de la población negra en Tarapacá La tradición de introducir esclavos en América fue, en cierto modo, la continuación de un modelo de relación social y productivo arraigado en algunas regiones de España desde tiempos medievales. La esclavización de moros, aspecto poco conocido del proceso de reconquista de los territorios ocupados por musulmanes, se extendió incluso más allá de su expulsión definitiva, orientada básicamente al servicio doméstico. En 1565 residían en Sevilla 87.538 habitantes, de los cuales 6.327 eran esclavos (Fernández, 2011, p. 65).
La opción de introducir la esclavitud en América, contradictoriamente a lo que ocurría en la península, no fue considerada en un principio en el proceso de conquista. En 1494 una Real Cédula dispuso la prohibición al ingreso de esclavos blancos, moriscos o negros, bajo apercibimiento del pago de multas cuantiosas cobrables en oro. Es probable que las objeciones al uso de esclavos tengan relación directa con el intento de frenar la expansión portuguesa en el continente, donde había iniciado la explotación comercial de las tierras americanas asignadas en el Tratado
22 Memorias de los Virreyes, t. VI: Frey Don Francisco Gil de Tabeada y Lemos, 1859, p. 522.
118
de Tordesillas, y que desde el principio se basó en la venta y distribución de mano de obra negra. Considerando que la influencia geopolítica de la Corona portuguesa era relevante, abrir el mercado hispano en los nuevos territorios pudo implicar un riesgo mayor para la estabilidad del incipiente proceso de conquista.
La acelerada mortandad de la población autóctona, unida a la diversificación de las opciones productivas derivadas de la multiplicidad de recursos no minerales explotables, y la deficiente distribución espacial de la población migrante, forzó a cambiar la perspectiva respecto a la introducción de esclavos. A partir de 1560, la Corona autorizó el tráfico de esclavos negros mediante el otorgamiento de licencias reales a un número menor de agentes, quienes centraron sus operaciones en la isla de Cuba y Lima, desde donde expandieron un lucrativo negocio, en medio de las protestas de religiosos surgidas de las disyuntivas éticas de la actividad.
Las objeciones iniciales de la Corona española se disiparían en función de dos variables. La primera apunta a la relación existente entre el costo y la calidad del trabajo de la población negra. Eric Williams señala que la condición de esclavos de origen africano nada tuvo que ver con su color, sino con su superioridad productiva basada en su fortaleza, docilidad y capacidad de trabajo. Las categorías posteriores sobre la condición sub-humana asignada a la población negra fueron sólo racionalizaciones que se emplearon para justificar un simple hecho económico: que las colonias necesitaban mano de obra y recurrían a los negros porque eran más baratos y mejores (Williams, 2011, p. 49).
La segunda variable refiere a la rentabilidad del negocio. Del rechazo inicial, la Corona derivó al cobro de un impuesto por cada negro ingresado a América (“aduanilla”), para posteriormente establecer el monopolio del tráfico, controlado por el Consejo de Indias. Gradualmente, desde 1540 se incorporaría en la legislación indiana disposiciones respecto a la situación tributaria, judicial y laboral de los esclavos, como mecanismos de control que definieron su rol en la naciente sociedad23.
La demanda por esclavos en Perú fue extraordinaria, particularmente por el temprano auge de la minería y la escasez de mano de obra en las regiones circundantes. Sólo entre los años 1560 y 1600 fueron comercializados 2.270 esclavos en el mercado de Lima, los que en su mayoría eran
23 Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias, t. I, Boix Editor, Madrid, 1841, pp. 320-325.
119
destinados a las minas de Huancavélica y Potosí. El apogeo de este último yacimiento coincidió con la unificación de las coronas portuguesa y española entre los años 1580 y 1640, pudiendo los primeros abastecer los crecientes mercados hispanoamericanos a partir de sus factorías en territorio africano. Inicialmente provenientes de la región de Senegambia, entre los ríos Senegal y Níger, a partir de 1570 los mayores contingentes eran trasladados desde Congo y Angola (Klein, 2007, pp. 511-512).
No se tiene una certeza respecto al número de africanos internados en Perú durante el período inicial de conquista ni tampoco es posible tipificar con precisión las funciones que desempeñaban. En la región norte, los cultivos de azúcar y algodón fueron desarrollados por población esclava, aunque rápidamente fue reemplazada por operarios mestizos. En Lima y sus alrededores, en tanto, la posesión de negros se asociaba a una condición de prestigio social, por lo que el universo de propietarios de esclavos en el Virreinato atravesaba toda la estructura social. Carlos Aguirre (2010, pp. 30-31) dedujo que, si bien el precio de un negro no era menor, tampoco resultaba inalcanzable para personas de ingresos limitados.
La tenencia de esclavos era un elemento de validación social, indudablemente, pero también era una inversión justificada desde el punto de vista productivo. En zonas de alta producción agrícola o de faenas mineras extensivas los esclavos demostraron ser buenos operarios, en contraste con la población indígena o chola (mestiza), en opinión de un contemporáneo, “más propensa a los vicios y menos dependiente” (Fernández, 2011, p. 69).
La distribución espacial de la población esclava varió de las posibilidades productivas de cada región del Virreinato, centrándose en la zona central y, principalmente, en la costa norte, en el departamento de Piura, donde a fines del siglo XVIII el 70 por ciento de la población tenía vínculos sanguíneos con antiguos esclavos (Velásquez, 2003, p. 34). En Trujillo, en tanto, en 1763 vivían en la ciudad 3.650 negros y mulatos, de un total de 9.289 habitantes. En la capital, en tanto, a fines del siglo XVI residían cerca de quince mil esclavos, conviviendo con no más de dos mil españoles blancos. Bastante tiempo después, en 1836, residían en Lima 17.431 esclavos y 71.104 descendientes (Ferguson, 1944, pp. 10-11).
En cambio, en zonas con economías restringidas por la escasez de materias primas explotables, el aporte específico de la población negra es más difuso, tanto por el tamaño del mercado como por las acotadas fuentes laborales
120
existentes. En el caso de Tarapacá, las actividades económicas iniciadas a partir del inicio del ciclo colonial no fueron sustancialmente disímiles a las preexistentes, conservándose, por al menos un par de siglos, los modos de producción agrícola bajo formato prehispánico, y sólo innovando en materias de explotación minera, con el temprano descubrimiento de Huantajaya y otros yacimientos metálicos en el interior.
La inserción de la población esclava en Tarapacá está ligada, precisamente, a dicho mineral y a las relaciones de intercambio generadas con la población indígena, sometida a un activo canje de plata por especies. En 1565, los habitantes de la costa se excusaron de no pagar la tributación del año, porque destinaron todo el pescado extraído a satisfacer la demanda de los “mineros negros” (Trelles, 1991, p. 218)24. Estos, a su vez, habrían dejado labores de porteo de los minerales a la población indígena, sometidos a una virtual condición de esclavitud. En mayo de 1791, los mineros que trabajaban en el mineral de Santa Rosa denunciaron al Alcalde Ordinario, Andrés de Loayza, de perjudicar y tiranizar a los indios tributarios de ese partido:
…como llegan con sus mulas fatigadas, es visible a los que se exponen de desplomarse o rodar con la carga … al indio que no ejecuta esto lo pone preso en la cárcel y le saca una multa de dos y de cuatro pesos. De esto redunda que mientras el indio está sufriendo la prisión sus mulas se les excarrean [sic], lo que condujo en ellas se menoscaba y viene a experimentar un quebranto considerable para un pobre indio que con indecible afán de trabajo busca para su sustento y paga de reales tributos y con ese temor dejarán de auxiliar los minerales25.
El nexo de Huantajaya también abarcaba el desarrollo agrícola en los valles del interior, en donde se asentará con el correr del tiempo el grueso de la población negra, creando relaciones próximas que no denotan las diferencias sugeridas en la legislación indiana entre la población negra y la nativa. Lucas Martínez Vegazo, el primer encomendero de Tarapacá y controlador monopólico del mercado regional, creó incluso vínculos familiares informales con una mujer de origen africano (Trelles, 1991, p. 135).
24 El testamento de Martínez Vegazo señala, sobre sus esclavos: “… declaro que tengo en las minas de plata de Tarapacá un negro oficial herrero que se llama Antón [Martínez Brau], con su fragua e aderezos della, y otro que se dize Antonio Garbato que suena los fuelles, e otros tres negros que labran las minas, e otro negro que provee las minas que se dice Antonio Botero, e otro negro que se dice Pedro Guatapari que está siempre en Ramainga haciendo carbón, e otro que se dice Jordan que reside en Tarapacá maestro de las fundiciones, e una negra en las minas que se dize Juana, que guiza de comer a su marido Juan Ballol e a los demás negros que residen en las minas”.25 ANH, Judiciales de Iquique, 1791, legajo 1565, pieza 4, fs. 2-4.
121
El siglo XVI en Tarapacá nos presenta una dinámica económica sorprendente, tanto por lo variada en relación a su número de habitantes, como por atender mercados más extensos que los estrictamente regionales. Considerando el carácter de la región, con una estructura autárquica y descapitalizada por la escasez de circulante, el interés de las autoridades hispanas fue secundario a otras más próximas al centro político del Virreinato. Entre 1570 y 1575 la población de los repartimientos de Tarapacá, Pica y Loa arrojaron un total de 4.559 personas encomendadas, un quinto de los cuales eran hombres. En 1753 el conteo de la población indígena aumentó a 4.471, elevándose a 5.406 en 1792, equivalentes al 68,3 por ciento del total de población. De las 7.908 personas registradas en el censo de ese año, vivían en la provincia 1.200 mestizos (15,1), 509 españoles (6,4); 253 esclavos (3,2); 528 pardos (6,6). Había un religioso cada 659 personas. La población indígena muestra una muy baja tasa de crecimiento demográfica: en 1795 la cifra sólo había aumentado a 5.468, un 1,4 en relación al censo anterior. En 1802, la población creció a 6.088, manteniendo un crecimiento vegetativo de apenas 1,26 anual (Hidalgo, 1986, pp. 46, 118 y 120; Van Kessel, 2003, p. 191).
Aunque es posible suponer que el mínimo aumento poblacional pudo deberse a cambios de límites en los distritos censales o a la migración de indios desde la provincia de Tarapacá a la de Arica, no es posible descartar la presencia de epidemias y de catástrofes naturales. La región fue afectada por una peste de viruela, los años 1717, 1758 y 1804. Sabemos también que los efectos de un gran aluvión en las inmediaciones de Pica, en 1718, inutilizó grandes extensiones de terrenos cultivables. Pese a que no es posible dimensionar los alcances reales de estos flagelos, sí pudieron obligar el desplazamiento de cientos de residentes del lugar a la provincia vecina o hacia los incipientes núcleos urbanos, lo que favoreció el mestizaje26.
Mientras en el pueblo de Tarapacá en el período 1718-1738 el porcentaje de indígenas alcanzaba al 62,8 por ciento, en el censo de 1792 la cifra se había reducido a 37,5, muy cercano al 34,7 por ciento correspondiente a la población mestiza. Creció también el número de españoles (de 7,9 a 11,1) y de negros (4,7 a 16,7), lo que permite inferir que, al menos en el radio urbano, había un notable cambio en la estructura económica y social, y una acelerada adopción de modelos hispanos (Van Kessel, 2003, p. 201).
26 ANH, Judiciales de Iquique, 1786, legajo 607, pieza 1, f. 3.
122
Negros tarapaqueños y su inserción comunitaria Hasta tiempos republicanos la población negra del Virreinato del Perú fue sometida a condiciones de marginalidad propias de una sociedad segmentada en grupos grupos social y culturalmente definidos, en donde el esclavo era invisibilizado en base a su propia condición. En ese contexto, el cautivo era validable sólo como una inversión, y por ello era necesario amortizarlo lo más rápido posible para recuperar, en la producción, el capital que representaba, disponiendo también de su descendencia (Meillassoux, 1990, pp. 106-107).
Las autoridades debían procurar que la población se reprodujese endógenamente, manteniendo la condición de esclavo sus hijos, y los hijos de español y negra. De forma paralela, la población esclava debía ser sometida a un régimen de control de movimientos con el objeto de evitar deserciones y asociaciones delictuales. Las leyes indianas prohibían estrictamente a la población negra, incluso libertos, tener servidumbre, portar armas o salir de noche. En noviembre de 1577, el teniente general del Reyno de Chile promulgó una ordenanza que intentaba reglamentar el tráfico de negros, negras y mulatos “cimarrones” que habían huido del servicio de sus amos, y que al parecer no eran pocos. Las penas eran durísimas dependiendo del tiempo que llevasen fugados, pasando desde una multa económica hasta el desgarramiento de los pies, el corte de los genitales, en el caso de los hombres y de los senos en las mujeres. La pena de muerte se aplicaba en casos de integrar bandas salteadoras o de incurrir en robos con violencia27.
Varias investigaciones han dejado testimonio de las condiciones de sobrevivencia de la población negra, y de abusos cometidos a lo largo del período colonial, pero también de gestas que reflejan un compromiso personal con la empresa de conquista española (Gray, 1951). Estas no son excepcionales para Tarapacá, en donde las rigurosas condiciones de trabajo, tanto en las faenas de extracción del guano como en la extracción de plata en Huantajaya y Santa Rosa, fueron inicialmente vinculadas a la sobrexplotación física y al deficiente abastecimiento de insumos en la región, pero donde también pudieron insertarse sin las trabas existentes en otras regiones del Virreinato.
En efecto, a diferencia de lo que ocurría en los núcleos económicos del Perú, desde el temprano ciclo colonial la población negra en la región pudo
27 Biblioteca Nacional de Chile (en adelante BNCH), Colección Barros Arana, Manuscritos, tomo 10, Calderon, “Ordenanzas para los negros del Reyno de Chile”, Santiago, 1577, pp. 157-166.
123
asimilarse a la población indígena, al menos con menor dificultad que en el resto del territorio desde el siglo XVII. Existen referencias aisladas de negros residentes en la región dedicados a actividades agrícolas, sin lazos de dependencia y con vínculos familiares creados28. En 1962 Osvaldo Ossandón, en una investigación inédita basada en la revisión de los libros parroquiales de bautismo de San Andrés de Pica en la primera mitad del siglo XVIII, concluye que la población negra abarcaba apenas el 1,48 por ciento del total de la doctrina. Sin embargo, sumando los porcentajes en donde hay ancestros africanos, la cifra aumenta a casi un cuarto de la población (24,16), sobresaliendo quienes fueron declarados zambos (19,76 por ciento), mulatos (2,78) y cuarterones (0,14) (Bermúdez, 1980, p. 187).
Mientras la mayoritaria población indígena, residente en los fértiles valles interiores, optaba por la mantención de su status campesino, fuese en su condición de tributario u hombre libre, la población española, o de esa descendencia, orientaba sus intereses a la industria minera y la vida urbana, además de la adquisición de amplias extensiones de terrenos productivos, lo que permitió la formación de verdaderas dinastías familiares, célebres por su riqueza material e influencia. Juan Donoso, muerto en 1638, tuvo propiedades y bienes suntuarios en Arica, Pica, Huantajaya e Iquique, donde incluso había levantado una capilla. Poseía, además, haciendas en Potosí e intereses mineros en toda la región. Su testamento consigna también deudas a su favor por más de cincuenta mil pesos, y pertenencias de diversas especies y la propiedad de treinta esclavos negros.
No menos importante era el patrimonio de Joseph Basilio de la Fuente. En su testamento de abril de 1774 declara propiedades en Tilivilca, San Lorenzo de Tarapacá, Iquique, Huantajaya, Quebrada Suca, Camiña, Huarasina y Pica, además de una gran variedad de negocios que iban desde el transporte de mulas hasta el porteo de agua, oficios servidos preferente por esclavos o negros libertos, algunos a quienes otorgó la libertad por haberle servido durante años lealmente. Otro contemporáneo, Matías González de Cossio, logró amasar una fortuna más modesta, pero no menos importante, al adquirir progresivamente amplios terrenos en los valles de Tarapacá, Tilivilca y Laonsana, además de tener doce esclavos29.
28 ANH, Judiciales de Iquique, 1791, legajo 1676, pieza 5, fs. 3-109. 29 ANH, Judiciales de Iquique, sin fecha, legajo 291, pieza 1, s.f.; legajo 327, pieza 3; 1788, legajo 382, pieza 8.
124
Salvo Donoso, perteneciente a la temprana etapa de dominación hispana, De la Fuente y González vivieron el período de organización y consolidación administrativa de la provincia, desempeñando, en conjunto a sus actividades privadas, funciones militares y gubernativas, formando un marco de dominación social a la usanza del resto del Virreinato. Testamentos, como los del sacerdote del mineral de Santa Rosa, Juan Joseph de los Olivos, en 1791, no dudan en considerar a sus nueve esclavos negros como posesiones personales, incluyéndolos junto a objetos domésticos y propiedades menores30. Aunque esta dualidad se explica por la ausencia de población hispana en la zona -poco más de quinientas personas en 1792- es también un claro reflejo de la estrecha alianza de los poderes económicos y políticos, presente en todo el continente y extendido como práctica hasta nuestros días.
La concentración e indivisibilidad de tierras, minas, e intereses comerciales daba oportunidad a los herederos para consolidar sus propias fortunas, ensayar nuevas perspectivas de negocios o vivir sin mayores preocupaciones el resto de sus vidas. En el caso de medianos y pequeños propietarios, en cambio, la fragmentación de la propiedad o su pérdida de valor favoreció la movilidad social y facilitaría la integración indiana y liberta al sistema hispano. Ello también explicaría la ausencia de grandes haciendas indígenas y de autoridades originarias relevantes.
La inexistencia de núcleos sociales intermedios y la movilidad de la población nativa hacia centros mineros o portuarios favoreció el asentamiento de la dispersa población negra en el interior, supliendo o complementando labores agrícolas. En 1805, Juan Gómez presentó una demanda contra Julián de Morales, alcalde de Pica, quien habría incentivado a un grupo de esclavos a tomar ocho varadas de tierras cultivadas en Quisma, que supuestamente pertenecían a Cristóbal de Mesa, un antiguo esclavo del valle. Gómez señalaba que los terrenos constituían una herencia de su bisabuela, Esperanza Ali, quien legó en sus hijos Lucía, esposa de Cristóbal, y Agustín, su abuelo.
La disputa familiar por las tierras cultivadas no era nueva, según se desprende del expediente consultado. En mayo de 1773 Joseph Gómez, padre de Juan, solicitaba al Subdelegado provincial la adjudicación del tributo que compartía con Lucía, debido a que el de su abuela se hallaba vencido, y por ser él el único hombre de la familia. Joseph señalaba
30 ANH, Judiciales de Iquique, 1800, legajo 794, pieza 6.
125
además que su tía “quiera dejar de herederos a sus agregados”, por lo que estimaba conveniente asegurar para el bienestar familiar su porción para que ésta no la enajenara no vendiera, como era, al parecer, su intención31.
Años después Lucía fallecería, quedando Joseph al cuidado de los viñedos. Cristóbal no tuvo derecho a la propiedad de las tierras por tener aún la condición de ex esclavo, que no le permitía convertirse en tributario. No obstante, continuó viviendo en Quisma, administrando las viñas hasta el momento de su muerte, en 1801.
Al morir Joseph, en 1803, Juan heredó las tierras y los problemas asociados a ella. Abandonadas tras la muerte de Mesa, Julián de Morales, alcalde de Pica, pidió derecho a gozar de las tierras suponiendo (o que- riendo suponer) que pertenecían a Cristóbal, quien no tuvo descendencia con Lucía y, por ello, no dejó herederos. Adelantándose a una posible resolución favorable, Morales envió a trabajar a los viñedos a veinte esclavos, quienes se establecieron en el lugar por casi dos años, sin pagar tributo alguno32.
Juan hizo valer sus intereses no sólo avalándose en los documentos que acreditaban el testamento de su abuela y la condición de tributario de su padre. También hacía ver la injusticia que se cometía al aceptar usurpaciones por parte de esclavos, lo que podría generar un funesto precedente a futuro: “poseyendo la tierra los negros, señalaba, es para que choque la luz de la razón el que éstos gocen del privilegio de desheredar a los indios tributarios”33.
La solicitud de restitución fue acogida en abril de 1807. El alcalde Morales fue amonestado y los esclavos desalojados de las tierras.
Lo que puede entenderse como un desacato a lo establecido por las disposiciones reales, la relación de convivencia formada en Tarapacá entre negros e indígenas es el reflejo de la nula (o frágil) extensión del poder real español en la región, y de una condición endémica de pobreza que hizo que las estructuras jerárquicas no tuviesen mayor sentido.
Al contrario de lo que se podría suponer a partir de su entorno geográfico, Tarapacá durante el período colonial tardío logró configurar una activa vida económica y social, centrada fundamentalmente en torno a una actividad agrícola diversa en su producción y orientada más al intercambio comercial que a la subsistencia del núcleo familiar. Pese a
31 ANH, Judiciales de Iquique, 1773, legajo 382, pieza 2, f. 3. 32 ANH, Judiciales de Iquique, 1773, legajo 382, pieza 2, f. 4. 33 ANH, Judiciales de Iquique, 1773, legajo 382, pieza 2, f. 5.
126
que, hacia fines del siglo XVIII, de un total de cuarenta y cinco minas en la región sólo se explotaba diecisiete, empleando a poco más de cuatrocientos trabajadores, las labores anexas a las mineras (transporte, aprovisionamiento, diversión, entre otros) debieron, a lo menos, triplicar la fuerza de trabajo orientada en dicho sector, equivalentes a un quinto de la población total (Bermúdez, 1980, p. 50). Si a esto le sumamos la creciente burocracia, la progresiva concentración de población y la diversificación productiva, es posible justificar la agricultura como actividad predominante, en un ciclo encasillado con regularidad, y sin mayor análisis, bajo el dominio de la minería.
Existen casos que permiten suponer que, dadas las difíciles condiciones de sobrevivencia en el Tarapacá colonial, la idea de sumisión de la población esclava, y particularmente de los libertos, puede ser puesta en entredicho. Salvo casos puntuales en que la distinción jerárquica quedaba validada por el reconocimiento social implícito en el ejercicio de poder político-económico, cuesta establecer una diferenciación notoria entre grupos étnicos que justificase un sometimiento irrestricto. En 1580, el corsario Richard Hawkins, al capturar un barco pesquero tripulado por seis indígenas y un español en un punto no especificado al sur de Arica, apuntaría que “los españoles se aprovechan de su trabajo y navegación y los recompensan mal; están en peores condiciones que los esclavos, a quienes deben alimentar, darles techo y ropa, y enseñarles el conocimiento de Dios” (Lamagdalaine y Orrico, 1974, p. 2; Bittman, MS, p. 8).
Algunos testimonios de la época permiten suponer que la hipótesis que sostiene que la resistencia y rebeliones de esclavos africanos a partir del siglo XVII fue el resultado de la creación de un sentimiento de identidad a partir de la sobreexplotación física y degradación moral, se contrapone al caso de Tarapacá, en donde las relaciones sociales se ceñían por factores legales o religiosos, y donde la pequeña élite tenía un poder acotado (Klein y Vinson, 2008, pp. 189-221). En 1781, el alcalde ordinario de Iquique denunció a un grupo de libertos de desobedecer su autoridad, quienes le advirtieron “que se fuera a un cuerno porque no reconocía autoridad de un juez que no era blanco”, y que “sólo Dios era el juez del lugar”. Tras la revolución de Tupac Amaru, la isla Cuadros, frente a Iquique, sirvió de lugar de extrañamiento para un grupo numeroso de sublevados de Codpa, Camiña, Mocha y Miñimiñi, mayoritariamente indígenas, aunque también se incluían tres zambos y un esclavo (Hidalgo, 1986, p. 238)34.
34 ANH, Judiciales de Iquique, 1781, legajo 1565, pieza 3, fs. 1-5; ANH, Administración de Arica,
127
Por su parte, Sergio Villalobos, en La economía del Desierto, refiere a una demanda judicial seguida por un minero de Huantajaya contra el alcalde del mineral ocurrido en 1793, y que testimonia un particular caso de mal trato hacia un esclavo que evidencia, por un lado, la normalidad en el trato hacia una persona jurídicamente sometida, por otro una reacción posiblemente basada en algún principio reivindicatorio:
El administrador de la mina La Candelaria, Pablo Rivera, tenía encargado a un negro salir muy de mañana a buscar agua de la que ordinariamente llevaban los arrieros indígenas. Cierto día, sin embargo, el negro fue interceptado por el alcalde José Antonio Aldecoa para quitarle el agua; pero el negro se resistió. Sabedor de este hecho, el amo reprendió al negro y el alcalde, no contento con eso, las emprendió a palos con aquel. Fue inútil que Rivera tratase de justificar al esclavo, alegando que el agua era la que se necesitaba para los operarios de la mina.
Los hechos amenazaron con pasar a mayores. El Alcalde fue a su casa a armarse y dijo haber recibido una carta anónima que le avisaba del propósito del negro de ir a asesinarle. Para evitar mayores males y que el alcalde cumpliese la promesa de escarmentar al negro, para venderlo y despacharlo en la primera embarcación, Rivera puso al negro en prisión mientas recurría al diputado de minería en demanda de justicia (Villalobos, 1979, pp. 236-237).
La resistencia de afrodescendientes no era un caso aislado. Influenciado por la rebelión en el sur peruano, en 1789 la Corona promulgó la Real Cédula de Su Majestad sobre la educación, trato y ocupaciones de los esclavos en todos sus dominios de Indias e Islas Filipinas. La normativa buscaba “hacer útiles a los esclavos” y regular lo conveniente a su educación, trato y a la ocupación que deben darle sus dueños conforme a los principios y reglas que dictan la religión, la humanidad y el bien del Estado, compatibles con la esclavitud y la tranquilidad propia (Aguirre, 2010, pp. 37-38).
Esclavos en la república La asimilación de la población negra en el Perú durante el ciclo de dominio hispano posibilitó la configuración de los denominados “cholos”, un núcleo social creciente que en 1814 era definido como “los que teniendo mezcla de indio o de negro están ya entreverados con los españoles por sucesivas generaciones” (Cahill, 1994, pp. 337-338). De acuerdo a un reconocido historiador, la integración obedeció a que la legislación indiana reconocía en ellos la presencia de una “personalidad moral”. Esto, sumado
sin fecha, legajo 5, pieza 1, f. 58.
128
a la tradición esclavista española previa a la conquista de América, y la presencia institucional del Estado y la Iglesia en el ordenamiento social, que habría facilitado la manumisión y asimilación. En contraste con el mundo anglosajón, en donde la esclavitud reducía a los individuos a casi un bien inmueble, sin mayor validación jurídica (Bowser, 1972, pp. 78-79).
Esto ratifica la postura de Carlos Aguirre, quien sostiene que el Perú no era una sociedad esclavista y que, si bien su aporte económico era importante, no representaba intereses vitales para las finanzas peruanas. Siendo una fuente de prestigio social prestigio social y un mecanismo de control altamente valorado, cualquier proyecto para liquidarla era visto, necesariamente, como un ataque a la propiedad y el orden (Aguirre, 2010, p. 238).
Esto no implica que el futuro de los negros haya sido determinante en el inicio del proceso emancipador del Perú. Aunque algunos autores, como Santiago Tavara, asimila el discurso independentista a la promesa del fin de la esclavitud y el reconocimiento de derechos civiles de la población negra, no existen evidencias que la sustenten. Soldados “pardos”, libertos o negros, participaron efectivamente en la guerra de la independencia, pero indistintamente desde ambos bandos y sin que sea posible distinguir liderazgos reconocibles.
El grado de aislamiento de Tarapacá no permite sacar conclusiones definitivas en torno al impacto de la declaración de libertad a los esclavos nacidos a partir de 1821, ni menos la aplicación de la norma que obligaba a sus antiguos amos a proveer los gastos que demandase la crianza y educación de los hijos de madres esclavas hasta los 20 años en las mujeres y 24 en los hombres. Menos de la decisión de Agustín Gamarra de suprimir dicha normativa en noviembre de 1840, reanudando la importación de esclavos desde Nueva Granada como una forma de repotenciar la economía después del fracaso de la Confederación de Santa Cruz (Basadre, 1964, pp. 190-191; Ferguson, 1944, p. 407).
La participación de negros en los movimientos revolucionarios en Tarapacá, testimoniada aisladamente en las crónicas de la época, evidencia una participación activa, pero también muy reducida (Blanchard, 2002, p. 503). La apropiación por parte de los esclavos de la retórica de independencia, libertad y republicanismo, distinguible en las guerras de emancipación en Haití y Nueva Granada, y Peter Blanchard denomina “el lenguaje de la liberación”, pierde fuerza en Tarapacá. Por el contrario, el caótico paso de un batallón compuesto mayoritariamente por ex esclavos
129
negros por el pueblo de Tarapacá e Iquique en 1826 permite deducir una escasa conciencia de los procesos políticos del período, ante los cuales la población local tampoco mostró mayor vínculo (Vargas, 1932, pp. 14-17).
El Censo de 1841 nos aporta claridad respecto al grado de posicionamiento de la población negra en Tarapacá (Díaz et. al., 2009). Aunque sólo registra 39 afrodescendientes, el desglose de la información permite deducir algunas tendencias interesantes para lograr visualizar la evolución y transformación social del grupo. Sólo dos de los censados (mujeres) reconoce haber nacido en África. La mayor declaró tener 76 años y ser originaria de Guinea, siendo posiblemente trasladada a América a fines del siglo XVIII, en alguna de las últimas remesas de esclavos. Sólo once de los negros encuestados manifestaron ser cautivos, mientras quince eran libertos y sólo uno se presentó como “doméstico”, sin precisar el significado de su oficio.
Llama la atención que doce de los encuestados no especificaran si eran libres o cimarrones. Esto se explica por el hecho de no haber regularizado su status jurídico, sea por haber huido del tutelaje o bien porque, siendo formal o informalmente libres, carecían de la autonomía necesaria para declararse como tales. Sólo uno de los encuestados, que no definió su condición, señaló tener trabajo como cantor de la iglesia de Tarapacá. La empleabilidad de los libertos no variaba mayormente, y sólo cinco informaron oficio, asociados a faenas agrícolas y mineras.
El total de población negra sin oficio, o que declara no tenerlo, equivale en el Censo a dos tercios de total, una cifra alta considerando que su edad promedio era de 30,3 años, y que apenas once tenían menos de diez años. La madurez etaria de la población, el altísimo porcentaje de solteros (79,5 por ciento) y la escasa movilidad geográfica (salvo las mujeres de origen africano, todos nacieron en Tarapacá) permite suponer una compleja inserción y una más difícil integración.
El Censo de 1841 fue realizado en base a criterios que nos resultan difíciles de dilucidar. Un ejemplo es el hecho que se apuntasen diez sambaygos y 406 sambos. De acuerdo a la clasificación racial elaborada por Estensoro, los primeros eran fruto de la unión de sambo y mulata, y los segundos eran descendientes de negros y mulata. Estos, a su vez, eran parte de 16 subcomponentes étnicos derivados de la mezcla entre españoles, indígenas y negros, clasificación sin valor jurídico que distinguía, al parecer, rangos sociales entre los propios involucrados (Estenssoro, 2000, p. 81).
130
El que no existiese una equivalencia entre la cantidad de afrodescendientes con el número de zambos, y el que se reconozca un número tan bajo de sambaygos, denota un criterio indefinido al momento de hacer la distinción confiable de “clase”, como se le denominaba al componente racial. Alfredo Wormald (1968, p. 155) recoge el testimonio de un funcionario real, a quien en 1609 se le encargó empadronar a la población negra del Virreinato. Sin tener claridad de cómo proceder, consultó “si sólo debemos empadronar a negros y negras, mulatos y mulatas, zambaigos y zambaigas, o a los descendientes que pasen del cuarto grado”.
Asumiendo cierta veracidad en las cifras aportadas, en 1841 la población negra residente en Tarapacá equivalía al 1,03 por ciento de la población. Sumando el total de residentes con algún vínculo de descendencia con esclavos africanos, el porcentaje sube a poco más del doce por ciento, un rango minoritario que relativiza con fuerza el papel de la población negra en la organización de la República, al menos en la región. Esto se evidencia todavía más al tabular los datos recogidos a partir de la revisión de las de la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción entre 1852 y 1880, el que arroja 4.337 nacimientos registrados en Iquique y sus alrededores. 55 de los nacidos fueron inscritos como zambos y sólo ocho como negros, esto es, el 0,2 por ciento de los nacidos (Lazo, 1966, apéndice sin numeración).
Los censos de 1862 y 1866 no registran clase o raza, posiblemente influenciados por el término de la esclavitud legal en 1854, y el reconocimiento de la condición de peruanos a todos los nacidos en el territorio o residentes en él por más de 21 años. De los 455 encuestados con ascendencia africana apuntados en 1841, en el Censo de 1866 solo se repiten trece nombres, reflejo quizá de un proceso de migración espontánea o, más probablemente, de una prematura muerte promedio.
Finalmente, el censo de población de 1876 es todavía más definitorio, al registrar la residencia de 388 negros en Tarapacá, equivalentes al 2,71 por ciento del total de los residentes sólo en el distrito de Iquique, y al 3,2 del interior de la provincia. El registro no distingue rangos intermedios, fusionando a mulatos y zambos con la población mestiza predominante. Sólo uno de los más de quince mil habitantes señaló provenir de África35.
35 Censo general de la República del Perú formado en 1876, t. VII: Piura, Tacna, Tarapacá y apéndi- ce, Imprenta del Teatro, Lima, pp. 967-968.
131
Referencias Citadas
Fuentes
Archivo Nacional Histórico, Judiciales de Iquique, Santiago, Chile.
Archivo Nacional Histórico, Administración de Arica, Santiago, Chile.
Libros y artículos
Aguirre, C. (2010). Breve historia de la esclavitud en el Perú. Una herida que no deja de sangrar. Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima.
Barriga, V. (1955). Memorias para la historia de Arequipa, Tomo III. Imprenta Colmena, Arequipa.
Barriga, V. (1941). Documentos para la historia de Arequipa. La Colmena, Arequipa.
Basadre, J. (1964). Historia de la República del Perú, T. I. Peruamérica, Lima.
Bente B. (MS). Los pescadores del Litoral Norte de Chile.
Bermúdez, Ó. (1980). La población indígena de la doctrina de Pica. Segunda mitad del Siglo XVIII. Chungará 6:145-215.
Bermúdez, Ó. (1963). Historia del salitre desde sus orígenes hasta la Guerra del Pacífico. Ediciones de la Universidad de Chile, Santiago.
Bernard, C. (2009). El color de los criollos: de las naciones a las castas, de las castas a la nación. En Huellas de África en América: Perspectivas para Chile, editado por C. Cussen. Editorial Universitaria, Santiago.
Blanchard, P. (1992). Slavery and abolition in early Republican Peru. Rowman & Littlefield Publishers, Wilmington.
Bowser, F. (1972). The African in Colonial Spanish America: Reflections on Research Achievements and Priorities. Latin American Research Review (7)1:78-79.
Cahill, D. (1994). Racial and Ethnic Categories in the Viceroyalty of Peru, 1532-1824. Journal of Latin American Studies 26(2):337-338.
132
Calderon (1577). Ordenanzas para los negros del Reyno de Chile. Biblioteca Nacional, Colección Barros Arana. Manuscritos, T. 10, Santiago.
Censo general de la República del Perú formado en 1876, T. VII: Piura, Tacna, Tarapacá y apéndice. Imprenta del Teatro, Lima.
Couyoumdjian, J. y H. Larraín (1974). El plano de la quebrada de Tarapacá de don Antonio O’Brien. Su valor geográfico y socio-antropológico. Norte Grande 1(3-4):329-361.
Cúneo-Vidal, R. (1978). Diccionario histórico-biográfico del sur del Perú. En Obras Completas, Vol. XI. Gráfica Morson, Lima.
Cúneo-Vidal, R. (1930). Los duques de Alba en España, herederos históricos del título de encomenderos de Tarapacá, Sibaya, Iquique y puertos del Loa. Revista Chilena de Historia y Geografía 69:897-900.
Cúneo-Vidal, R. (1977). Historia de la fundación de la ciudad de San Marcos de Arica. En Obras Completas, Vol. XI. Gráfica Morson, Lima.
Cuneo-Vidal, R. (1977). Leyendas de Arica, Tarapacá y Atacama. En Obras Completas, Vol. V. Gráfica Morson, Lima.
Cussen, C. (2006). El paso de los negros por la historia de Chile. Cuadernos de Historia 25:45-58.
Daponte, J. (2010). El aporte de los negros a la identidad musical de Pica, Matilla y Tarapacá. Consejo de la Cultura y las Artes, Universidad de Chile, Santiago.
De Mendiburu, M. (1885). Diccionario histórico-biográfico del Perú. Imprenta Bolognesi, Lima.
Díaz, Alberto, L. Galdames y R. Ruz. (2009). Población indígena, mestiza y negra de Arica y Tarapacá. Documentos republicanos (1827-1841). Ediciones de la Universidad de Tarapacá, Arica.
Estenssoro, J. (2000). Los colores de la plebe: razón y mestizaje en el Perú colonial. En Los Cuadros del Mestizaje del Virrey Amat, editado por N. Majluf. Museo de Arte de Lima, Lima.
Ferguson, J. (1944). Negro History in Continental Spanish America. The Journal of Negro History 29(1):10-11.
133
Fernández, R. (2011). La Corona Española y el Tráfico de Negros: del Monopolio al Libre Comercio. Editorial del Economista, Madrid.
Gray, N. (1951). The Negro in the Exploration and Conquest of Peru. Primitive Man 24(1):1-9.
Hidalgo, J. (2009). Civilización y fomento: la “descripción de Tarapacá” de Antonio O’Brien, 1765. Chungará 41(1):5-44.
Hidalgo, J. (2004). Historia Andina en Chile. Editorial Universitaria, Santiago.
Hidalgo, J. (1986). Indian Society in Arica, Tarapacá and Atacama, 1750- 1793 and its response to the rebellion Tupac Amaru. Tesis (P.D.). University of London, London.
Hünefeldt, C. (1994). Paying the price of freedom. Family and labor among Lima’s slaves. University Califormia Press, Berkeley.
Ferguson, J. (1944). The Latin-American Republics and the Suppression of the Slave. The Hispanic American Historical Review 24(3):387-411.
Marvin, J. (1968). Spanish Perú. 1532-1560. University of Wisconsin Press, Madison.
Klein, H. y B. Vinson. (2008). La esclavitud africana en América Latina y en el Caribe. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
Klein, H. (2007). Los esclavos africanos. En Historia General de América Latina, Vol. III, T. 2, dirigido por A. Castillero. Trotta-UNESCO, Madrid.
Lamagdalaine, L. y L. Orrico. (1974). Recopilación de documentos para la historia de Tarapacá. Departamento de Investigación, Universidad de Chile, Iquique.
Lazo, R. (1966). Estudio de los archivos de la parroquia de la Inmaculada Concepción de Iquique: libros de bautismos, 1835-1882. Memoria para optar al título de profesor secundario en Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso.
Meillassoux, C. (1990). Antropología de la esclavitud: el vientre de hierro y dinero. Siglo Veintiuno, México.
Memorias de los Virreyes, T. VI: Frey Don Francisco Gil de Tabeada y Lemos, 1859.
134
Blanchard, P. (2002). The Language of Liberation. Slave Voices in the Wars of Independence. Hispanic American Historical Review 82(3):499-523.
Pizarro, P. (1944). Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú y del gobierno y orden que los naturales tenían, y tesoros que en ella se hallaron. Futuro, Buenos Aires.
Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias, T. I. Boix Editor, Madrid, 1841.
Historia del mineral de Huantajaya. Boletín del Instituto Minero e Industrial de Tarapacá 2, 1935.
Tasa de la visita general de Francisco de Toledo (Introducción y versión paleográfica de Noble David Cook). Ediciones de la Universidad Nacional de San Marcos, Lima, 1975.
Trelles, E. (1991). Lucas Martínez Vegazo: Funcionamiento de una Encomienda Peruana Inicial. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.
Van Kessel, J. (2003). Holocausto al Progreso: los Aymaras de Tarapacá. IECTA, Iquique.
Vargas, R. (1932). Insurrección de Tacna y Tarapacá. Nuevos Documentos. Revista de la Universidad Católica 1(2):14-17.
Velásquez, O. (2003). Cultura Afroperuana en la Costa Norte. Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo.
Villalobos, S. (1979). La Economía de un Desierto. Tarapacá durante la Colonia. Nueva Universidad, Santiago.
Williams, E. (2011). Capitalismo y esclavitud. Traficantes de Sueños, Madrid.
Witt, H. (1992). Diario, 1824-1890. Un testimonio personal sobre el Perú del siglo XIX, Vol. II (1843-1847). Mass Comunicación, Lima.
Wormald, A. (1968). El Mestizo en el Departamento de Arica. Ráfaga, Santiago.
135
MKUMBA CUMBE, TUMBE EN CARNAVAL; BAILA NEGRO CACHIMBO ANDALAJAYA JA. APORTES DE LOS AFRICANOS A LA IDENTIDAD MUSICAL EN EL
NORTE DE CHILE
Gianfranco Daponte1
Introducción
En las regiones de Tarapacá y Arica/Parinacota los primeros mestizajes étnicos entre negros y “otras razas” comienzan a notarse desde fines del siglo XVI, en su mayoría con indios cuyo resultado “zambo” resulta ser el más numeroso, especialmente en las haciendas. Este tipo de mestizaje fue muchas veces promovido por los mismos hacendados españoles que, como la ley decía que hijo de madre esclava es esclavo, fomentaron los matrimonios entre las esclavas y los indios o mestizos para obtener una mayor cantidad de manos de obra a menor costo (Daponte, 2010, p. 25).
Con el pasar del tiempo los afrodescendientes que lograron su libertad habitaron los anillos periféricos de las nuevas ciudades, se mezclaron con otras castas menos favorecidas y después de dos a tres generaciones fueron identificados como mestizos y cholo. Aunque, desde el punto de vista religioso, se intentó establecer el proyecto colonial de segregación étnica a través de las cofradías, estas no fueron efectivas en los lugares más periféricos del virreinato del Perú como el actual norte de Chile. De esta manera, la mayoría de las expresiones artísticas, tanto en la religiosidad popular como en la música tradicional, están teñidas de elementos aportados por los distintos grupos étnicos. Los aportes africanos en la música tradicional comienzan a hacerse presente a través de la evangelización, la que aportó modelos africanos caricaturizados, los que con el correr del tiempo, a través del teatro y los villancicos, se establecieron en el imaginario de la sociedad mestiza del sur del Perú.
En este sentido, los villancicos de negros propusieron en la sociedad colonial un imaginario sonoro que remitía al mundo africano y que, con el correr del tiempo, se estableció también en la música profana.
1 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.
136
Los villancicos de negros y las cofradías de poblaciones periféricas En los Grandes centros urbanos virreinales, especialmente en las catedrales, se les dedicaba las festividades de Navidad y Epifanía a los negros. Para la ocasión, los maestros de capilla componían villancicos dedicados especialmente a esta casta que llamaron villancicos de negros, negrillas o guineos. Se trata casi siempre de composiciones polifónicas, a capella o con acompañamiento de instrumentos en su mayoría, violines y continuo2, la estructura consta de un estribillo y varias coplas, cuyos textos, escritos en un español deformado que imita el habla de los negros bozales, se refieren al nacimiento del Niño Dios y a la participación de los negros en los pesebres.
Los Coflades De La Estleya3
Juan de Araujo (1646–1712)
Los coflades de la estleya vamo turus a Beleya
y velemo a ziola beya
con Siolo en la poltal.
¡Vamo, vamo curendo aya!
Oylemo un viyansico
que lo compondla Flasico ziendo
gayta su fosico
y luego lo cantala
Blasico, Pellico, Zuanico y Tomá
y lo estliviyo dila:
Gulumbé, gulumbé, gulumbá
guache, guache molenio de Safala.
En los últimos años ha habido bastante discusión respecto a que es lo que tipifica al villancico de negros. De acuerdo con mi experiencia como conocedor e intérprete de música colonial americana4, puedo afirmar que
2 Continuo se le llama al bajo característico del período barroco en el que está implícita (y en algunos casos, explícita) una cifra que da al intérprete de instrumentos armónicos (teclados o cuerdas pulsadas) una sugerencia armónica, que además es enriquecida por cada intérprete.3 Se puede oír una versión en la siguiente dirección web: https://www.youtube.com/watch?v=-EeayPpS2Ag4 Entre los años 2001 y 2015, pertenecí y colaboré con la agrupación Capilla de Indias que dirigió la musicóloga Tiziana Palmiero, agrupación dedicada a la interpretación de música colonial americana.
137
efectivamente, como apuntan Waisman (2012), Tello (2005) y otros autores, los villancicos de negros se diferencian de otros villancicos hispanos en el uso preeminente de ciertos patrones rítmicos, como el uso abundante e irregular de hemiolas, el comienzo de frase acéfala, el encadenamientos irregulares de ritmos troqueos y yámbicos, que permiten acentuación en tanto en binario como en ternario, lo que produce la riqueza rítmica del sesquiáltero (Daponte, 2019).
Partitura n° 1
Nota: La rítmica sesquiáltera hace referencia a tres pulsos de igual valor en el tiempo normalmente ocupado por dos pulsos.
A diferencia de los grandes centros virreinales, en los lugares más periféricos este tipo de villancicos eran interpretados, de manera muy modesta, por las cofradías. Estas instituciones fueron un mecanismo de evangelización destinado al control político y religioso de la población, sea esclava o libre (Díaz, Martínez y Ponce, 2014). Al mismo tiempo, generaron un complejo mestizaje de las manifestaciones sociales (música, danza, gastronomía, vestuario, etc.) presentes en todas las fiestas religiosas y el sur del Virreinato del Perú no fue ajeno a esta situación. Estas cofradías tuvieron una destacada participación en las festividades religiosas y especialmente la fiesta de Epifanía o pascua de los negros, donde estas poblaciones tuvieron un rol protagónico en la participación en las adoraciones5.
Esta tradición aún se mantiene en la región de Tarapacá, donde los negros tienen asignada la primera parte de la adoración (Daponte, 2010, p. 35-52)6.
En el año 2011 participé en el programa titulado “Caminos Morenos” en calidad de investigador, transcriptor e intérprete de músicas afrocoloniales, entre las cuales villancicos de negros, chaconas y zarabandas.5 Los cofrades tenían por costumbre salir entre navidad y epifanía a cantar a los pesebres de los pueblos a cambio del “Aguinaldo”, que consistía fundamentalmente en alimentos que los dueños de los pesebres obsequiaban a cambio de las adoraciones. Esta tradición y muchos de estos cantos aún se conservan en la tradición oral de Sudamérica.6 Aunque en este trabajo no profundizaremos en la presencia y aporte de los africanos en la religiosidad popular, cabe destacar El canto “los negros” también llamado tradicionalmente los negritos, que es un claro ejemplo de pervivencia de las cofradías de negros destinadas a la adoración al niño Dios en la región de Tarapacá. Esta melodía pertenece a un ciclo de cantos que se encuentran con muy pocas variaciones en casi todo el territorio Tarapaqueño.
138
Las cofradías de negros también tuvieron participación en las fiestas populares, en especial el carnaval. Son numerosas las referencias escritas en todo tipo de documentos que describen a animosas comparsas que bailaban y cantaban ruidosamente por las calles. Fueron las cofradías las que recogieron las recreaciones de las manifestaciones afroamericanas gestadas en las catedrales y las legitimaron en la antigua sociedad del actual norte de Chile.
Mkumba Cumbé, Tumbe Carnaval La mayoría de las danzas con marcada influencia africana parecen surgir en los principales puertos relacionados con el negocio marítimo de las zonas del Congo Angola, península Ibérica y América Latina. Estos puertos también fueron poblados por un gran contingente de negros libres y esclavos que interactuaron culturalmente en forma simultánea. En este sentido la música y danza jugó un rol muy importante, pues como todos los esclavos provenían de diferentes puntos de África y por lo tanto de culturas musicales diferentes, el repertorio musical ibérico se tornó especialmente atractivo convirtiéndose en una “lengua musical franca” con pequeñas variantes entre un lugar y otro. (Budaz, 2002, p. 64).
Muchas de estas danzas se ejecutaban en los espacios populares de las ciudades y puertos principales y eran bailadas por todo el ambiente popular incluyendo mulatos y negros libres. Entre las más populares podemos mencionar a la chacona en el siglo XVII7, zarambeques, canarios y fandangos hacia el XVIII, pero de la que existen mayores referencias como danza bailada en su mayoría sólo por africanos ladinos zambos y mulatos es el cumbé o cumbees.
El cumbé es una danza que en las crónicas iberoamericana ha estado presente desde mediados del siglo XVII y se ha dado a conocer con algunas variaciones en su nombre, pero que refieren a la misma daza.
El cumbé es quizás la danza que más remite a los esclavos africanos8, pues siempre aparece en descripciones de fiestas populares protagonizadas por negros. Una de las primeras alusiones a esta danza se encuentra en un villancico de negros anónimo de 1670 titulado Los músicos se
7 “Mulata chacona” la llama Quevedo en la genealogía de los bailes, “De las indias a Sevilla” la declara Lope de Vega en la comedia el Amante Agradecido. La Chacona de Arañés, cuyo texto satírico de Miguel de Cervantes alude a las costumbres picarescas de las clases populares, es un símbolo del mestizaje colonial afro-iberoamericano y sus vicios, así como lo veía la sociedad española de la época.8 Cumbé también se utilizó en el mundo colonial para referirse a los poblados donde habitaban negros cimarrones.
139
suspenden, en el que se canta9 “Cumbé, cumbé/ que jelofo venimo/ ye, ye (Swiadon, 2004, p. 289). Según el mismo autor (2013)10. Al parecer, el cumbé del siglo XVIII desciende del gurumbé o columbe, muchas veces referenciados en los villancicos de negros11. Como baile asociado a los negros, se mantuvo en el imaginario hispano hasta bien entrado el siglo XVIII, como se deduce del villancico de negros del archivo de la Capilla Real de Granada, Apalte la gente branca de Esteban Redondo, fechado en 1783: “Viva la negrilla/ viva que lo hace muy bien/ que con su linda gracia/cante al Niño la cumbe […] Ay le le le/Toca la cumbe/que al niño le agrada/ aquesta tonada/ cante su mercé (Tejerizo, 1989, pp. 278-279).
El Diccionario de autoridades definía al cumbé como: “Baile de negros, que se hace al son de un tañido alegre, que se llama del mismo modo, y consiste en muchos menéos de cuerpo a un lado y a otro”12. Según el musicólogo cubano Fernando Ortiz (1924, p. 153-155) la etimología de esta danza proviene de distintas raíces africanas:
En lengua del Congo, kumba significa ‘ruidoso’, ‘rugiente’, ‘atronador’, y, figuradamente ‘murmurar’ […] en lengua malinké, que es dialecto mandinga, kumbé significa ‘encontrar’ y ‘encuentro’.
También Kumbe signifiaca Alegria, jolgorio y Nkumba danza de choque de ombligo13, esta última acepción es muy interesante pues en muchas descripciones coloniales de las danzas de negros, zambos y mulatos, el choque pélvico y de caderas es una de las características fundamentales14. En el Diccionario de Autoridades publicado en 1737, se describía el cumbé como una danza de negros que consiste en “varios meneos del cuerpo”. (Real Academia Española, 1963).
Aunque sería muy difícil determinar con exactitud cuál de todas las raíces dio el nombre al cumbé colonial en Hispanoamérica, si es claro que esta es una danza que llegó con los esclavos africanos, se adaptó y desarrollo
9 Ubicado en la colección de: Villancicos que se cantaron en los maytines y fiesta de la Purísima Concepción de nuestra Señora [...], pliego suelto, The John Carter Brown Library (Swiadon, 2004).10 Disponible en: http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=1286 [consultada el 10.06.2016]11 Ha sido mencionada en los villancicos de negros compuestos y ejecutados en Catedrales Virreinales. Ver ejemplo anterior “Los coflades de la Estleya”, escrito por el Maestro de Capilla en Potosí de Bolivia Juan de Araujo (1646–1712). En la parte del coro dice: Gulumbé, gulumbé, gulumbá.12 Diccionario de autoridades de la RAE [Real Academia Española], Tomo II de 1726. Disponible en: http://web.frl.es/DA.html [consultada el 10.06.2016] 13 Disponible en: http://etimologias.dechile.net/?cumbia14 Vale decir que en Brasil Colonial a un gran corpus de estas danzas se les llama “samba de ombligada” (Carneiro, 1961).
140
simultáneamente en varias regiones hispanoamericanas donde la presencia africana ha estado presente.
Hacia fines del siglo XIX y del XX aparecen menciones que remiten a esta danza como Cumba, columbia y guachambé. Posteriormente, la industria discográfica populariza la cumba, macumba, cumbia, columbia, entre otras derivaciones y/o adaptaciones. La principal característica de todas estas danzas es el exacerbado juego de caderas en la danza.
Los puertos pequeños, pero no menos importantes durante la colonia como Arica, también fueron parte de estas interacciones. En el virreinato del Perú esta forma de danza se refleja como herencia del cumbé en espacios populares y festivos, fundamentalmente en el período de Carnaval donde comparsas de negros sambos y mulatos se enmascaraban, en la mayoría de los casos de Diablos, y salían a bailar a cambio de regalos. También fueron muy común comparsas de criollos y mestizos que caricaturizaban al negro imitando sus costumbres, exagerando sus “modos de ser y actuar” a través de la danza.
Los Blancos utilizaban al Negro Para su diversión, En las procesiones religiosas, eran entretenimiento del siglo Pasado [XIX], los Amos disfrazaban a sus criadas negras para que el espectáculo fuera más vistoso […] También los ricos pagaban los gastos de disfraces del famoso baile negro “son de os diablos” que acompañaban distintas procesiones y así hacían más felices a sus hijos. (Vázquez, 1982, p. 24).
Es en el carnaval donde las comparsas tenían la libertad de salir con sus instrumentos más bulliciosos. En todos los rincones del virreinato del Perú las comparsas de negros salían con un sinfín de membranófonos e idiófonos tocando ritmos característicos que al oído de mestizos, criollos y españoles eran bulliciosas y poco armónicas. Estas comparsas quedaron documentadas en el siglo XVIII en las acuarelas del sacerdote Ilustrado Martínez de Compañón y en el siglo XIX por el Pintor costumbrista Pancho Fierro.
Una de las características sobre la música tradicional callejera de los negros en toda América es el uso de tambores, lo interesante es que estos tambores, en las diferentes manifestaciones americanas, poseen una estructura definida, tanto en los ritos sagrados, así como también en los festivos. Por ejemplo, para la santería afrocubana los tres tambores sagrados son
141
llamados Batá15 y en Brasil Atabaque16. También en la música tradicional encontramos esta trilogía como por ejemplo en la Saya afro boliviana17 así como en las poblaciones afroperuanas de la a sur donde existe un juego de tambores nominado llamador y repicador (Vázquez, 1982, p. 30), cuya trilogía la completa un idiófono “rascador”.
Arica fue en épocas coloniales un importante puerto argentífero, sostenido fundamentalmente por los diferentes rubros relacionados con la explotación del mineral de Potosí. Los valles anteriores de la ciudad fueron organizados por la corona para el abastecimiento de insumos que demandaba la explotación minera. Esta demanda trajo consigo la importación de mano de obra esclava para las faenas agrícolas, lo que convirtió a Arica en uno de los principales centros habitados por esclavos en el actual norte de Chile.
Hacia fines del siglo XVIII y durante el XIX la población de Arica era en su mayoría afrodescendiente y se recordaba una antigua danza llamada Tumbé. El tumbé es una danza colectiva, de carácter alegre, que se bailó hasta la década de 1930 y cuya principal característica es el entrechoque de cadera entre hombres y mujeres18. Esta danza se bailaba al son de un bombo, guitarra y quijada de burro19. Alfredo Wormald así describe el tumbé:
15 Ejecutados para la Santería cubana, estos son llamados Ita, Itótele, ekonkoló u emelé. 16 Usados para el candomblé de Brasil llamados le, rumpi y rum. 17 En la zona de Yungas de Bolivia, se reivindica una danza llamada Saya cuya estructura organológica básica está compuesta por tres tambores llamados: El más Grande tambor mayó, el mediano tambor menó y para repique el ganyengo (Cavour, 1994, p. 236), El escritor Mario Montaño en su Guía lingüística de Bolivia incluye a esta trilogía un tambor más pequeño llamado cachimba que a veces reemplaza o se ejecuta junto al ganyengo (Montaño, 1992).18 La folclorista chilena Margot Loyola en una de las sesiones de estudio me comentó que, en la década de 1960, los cultores de Arica, ya ancianos, le mostraron la danza del tumbé: los bailarines formaban un ruedo y las parejas se alternaban para bailar al centro. Cuando uno de los bailarines golpeaba al otro “de un culazo” [sic.] todos los demás gritaban ¡tumbé!19 La quijada es un idiófono de golpe indirecto, mientras que la cajita es considerada un instrumento de caja de percusión transportable. La quijada o carachacha se fabrica todavía hoy, usando el maxilar inferior de un burro, una mula o un caballo; se toca golpeando uno de los huesos, acción que hace vibrar los dientes flojos y produce un característico sonido. Este instrumento está presente actualmente en las provincias de Trujillo, Lambayeque y Piura y se obtiene después de una acuciosa preparación: Una vez removida la osamenta, la quijada se hierve en agua jabonosa para limpiar el hueso y retirar cualquier resto de carne que pudiera haber quedado, raspando con un clavo o algún objeto afilado; luego se deja la quijada al sol para que seque. Los dientes se sueltan al remojarlos en alcohol o ron de quemar, lo cual una vez encendido consume cualquier vestigio de carne que impida su movimiento. La quijada también aparece descrita en un documento que describe la celebración de la reina de los mandingas en la cofradía de San Lázaro en 1810 (Tomkins, 2011, p. 65-67).
142
Los antiguos habitantes de Arica recuerdan el entusiasmo con las que los negros celebraban sus fiestas, en especial el carnaval. Comparsas interminables recorrían las calles principales, cantando y bailando al son de bandas que, para esa oportunidad, no contaban con más instrumentos que un bombo y matracas hechas con quijadas de burro, que sólo servían para marcar el ritmo (1968, p. 79).
Doña Francisca Ríos de Sánchez, antigua vecina afrodescendiente de Azapa, en una entrevista realizada por Gustavo del Canto (2002) y publicada en el periódico Primera Línea, recuerda que en Azapa20: “Existía el Baile de la Lumbanga [barrio de Arica]. Yo nunca lo Bailé porque era muy niña, pero recuerdo que los mayores se ponían en círculo y comenzaban a golpearse cadera con cadera. Era pura percusión: tocaban sobre una mesa un barril de aceituna o cualquier cosa”. En una entrevista que realicé, en junio del 2009, a Doña Francisca y a su hija Azeneth Baez, estas relataron que el tumbé se bailaba también en celebraciones como la Cruz de mayo de Azapa, pero ambas coincidían en que era una danza principalmente carnavalesca. En la misma ocasión, Azeneth cantó la melodía que Doña Francisca le había enseñado cuando era niña y percutió uno de los ritmos que recordaba.
Partitura n° 2. Tumbé de Arica
20 La publicación original de Gustavo del Canto del año 2002 contenida en el periódico digital www.primeralinea.cl ya no está en la web. Sin embargo, el autor, con el objetivo de preservar su escrito, lo ha subido a la siguiente dirección web: http://diadelaetnia.homestead.com/chilenegro.html
143
Desde el cerro verde/ Viene don Pascual/ Con la soga al cuello/ Queriéndose Ahorcar. Vamos a la Plaza/ Que hay mucho que ver/ Un negro borracho/ Sobre su mujer. Marido Marido/ Sácalo a mear/ Que animal tan feo/ Vuélvelo a guardar.
Julia Corvacho, afrodescendiente ariqueña, recordaba la alegría de la danza durante el carnaval:
Lo que más me gustaba era la tumbe o tumba carnaval que consistía en ir con bombo, una quijada y una guitarra bailando en ronda entre hombres y mujeres, la mujer se hacía la difícil, mientras el hombre la coqueteaba haciéndole desprecios, pero a su vez bailando y cantando algunos versos que eran como payas [coplas improvisadas de cuatro versos de seis sílabas en los que riman los versos pares] y los bailarines al terminar la estrofa cantaban a coro ¡tumba carnaval! Era el grito que señalaba que la mujer tumbara de un culazo al hombre como una señal de que dejara de molestarla todo esto en una sana alegría (Salgado, 2013, p. 179-180).
Esta danza se dejó de interpretar a mediados del siglo XX. Sin embargo, la necesidad colectiva de buscar un elemento identitario que vinculara la comunidad con el mundo afro llevó a quienes iniciaron este movimiento a recuperar las antiguas músicas y danzas que los antepasados bailaban; en este contexto se rescató el tumbé.
En el año 2003 se ejecutó un fondo concursable nacional FONDART que realizó entrevistas a afrodescendientes de todas las edades para rescatar datos históricos y tradiciones culturales. Uno de los principales productos fue la recreación de una comparsa que desfiló por las calles de Arica el 6 de enero de 2003, después de más de 30 años el tumbé se volvió a escuchar. En esta comparsa participaron miembros de las familias Salgado, Corvacho, Huerta, Ríos, Báez, Carbone y Quintana, entre otras.
Según la periodista Claudia Parra en una publicación web 201021, este proyecto recreó las Comparsas afrodescendientes basadas en las descripciones historiador Alfredo Wormald Cruz y esta recreación imaginó a tambores fabricados con barriles de aceituna, a los que le dieron los nombre de Bombo repique y para los ritmos se tomó como base la recreación de la música afro peruana realizada por el peruano Nicomedes de Santa Cruz en “los Instrumentos folclóricos del Perú, pues este era el referente más cercano, pensando en que Arica, por su historia, hizo parte de la cultura afro peruana. Este trabajo lo realizó Yoni Olis Larronda y Gustavo del Canto Larios y para la danza lo realizó Carolina Letelier
21 http://tumbacarnaval.wordpress.com/2010/07/15/primeras-luces-del-tumbe-en-arica/
144
Salgado. Por ejemplo, del ritmo de la “cajita” que aparece en el material discográfico “Ritmos negros del Perú” publicado en 1975 por Nicomedes de Santa Cruz se obtuvo el patrón rítmico que realiza en Arica el tambor “repique”.
Partitura n° 3. Melodía del Tumbé
Fuente: Rojas, 201122.
22 José Rojas Navea es un destacado músico y musicólogo chileno, especialista en los ritmos y usos de tambores afrolatinoamericano. Propuso en una entrevista realizada el 2011 estas células rítmicas para los toques del tumbé.
145
Debido a varios encuentros y desencuentros de la sociedad afro Ariqueña nacieron otras comparsas que reinterpretan el tumbé y actualmente el tumbé se ha convertido en un género musical que ha trascendido las fronteras regionales y hace parte del repertorio de otras agrupaciones de cariz afro en ciudades como Iquique, Santiago, Valparaíso y Concepción (Daponte, 2019).
Hoy en día las comparsas afrodescendientes son más masivas y se expresan tanto en el Carnaval del Sol organizado por el municipio de Arica, así como en otros organizados por los mismos afrodescendientes como es el carnaval Afro. También sus integrantes ya no son exclusivos de familias afrodescendientes, sino que participan por el simple hecho de sentirse parte del “ser ariqueño”. Su música continúa enriqueciéndose, imitando y adaptando al tumbe referentes de otras comparsas cuya referencia se encuentra en los carnavales del atlántico desarrollado por las reivindicaciones africanas del movimiento llamado reafricanización de Latinoamérica o la Diáspora Africana en América Latina.
De esta manera el antiguo tumbe tradicional, asociado al cumbé colonial, ha adquirido en las reivindicaciones afroariqueñas una nueva fisonomía más influenciada por los imaginarios sonoros actuales de lo que debería ser la música afro en Latinoamérica.
Baila Negro Cachimbo Durante la segunda mitad del siglo XVIII arribó a los teatros de las principales ciudades del virreinato una nueva forma musical –“La tonadilla escénica”– desarrollada en los teatros madrileños entre 1750 y 1790 (Lolo, 2003). Las danzas que se bailaban en los teatros de las ciudades más importantes del virreinato fueron rápidamente adoptadas y popularizadas en los rincones más lejanos del virreinato. Criollos, mestizos, zambos y mulatos dieron nueva forma a jotas, fandangos, boleras, etc., al incorporar a las tradicionales evoluciones coreográficas españolas estilo refinados de las danzas africanas. Así, por ejemplo, el choque de pelvis que representaba la posesión sexual, característica fundamental de este tipo de danza, fue reemplazado por un sutil encuentro frente a frente entre la pareja, evolución que en este tipo de danza aún llaman saludo, encuentro o venia y además en los espacios menos populares se incorporó el uso del pañuelo para hacerla menos escandalosa23.
23 Según los investigadores peruanos Nicomedes de Santa Cruz (1971) y Rosa Elena Vázquez (1982), el uso del pañuelo en estas danzas es propiamente africano. Esto porque las danzas de choque pélvico llamadas también de ombligada (Carneiro, 1964) que eran reproducidas por los esclavos en América, estaban prohibidas, ya que éstas representan el acto sexual. Como una manera de seguir bailando,
146
Este nuevo estilo de danza reproducida en América que era parecida a las de las tonadillas escénicas españolas, pero ahora bailada comúnmente fuera de los escenarios (Loyola, 1986:13) y con características propias de la gente americana, fueron clasificadas como “Danzas de la tierra”24. En primer lugar, se debe tener en cuenta que el desarrollo de los bailes de tierra en los principales centros republicanos se debió a una práctica realizada desde fines del siglo XVIII por los maestros de danza afrodescendientes; quienes se nutrían de las danzas populares practicadas por los negros, las refinaban y las enseñaban en los salones (Tomkins, 2011, p. 39). De hecho, en el Mercurio Peruano del 26 de mayo de 1791 se podía leer: “ya logra una concurrencia numerosa; y como, por otra parte, los negros que hasta aquí han sido y son los maestros de danza, tienen bastante número de discípulos y discípulas, podemos formar una idea muy justa de la afición con que entre nosotros se mira al baile, sea nacional o sea extranjero” (Rey de Castro, 2003, p. 138). Según María Elena Vásquez (1982, p. 24), la profesión de maestro de baile permitía a los negros alcanzar una mejor posición social; el literato y médico limeño Manuel Anastasio Fuentes declaraba en 1867 que “había maestros negros como Elejalde y Monteblanco, que daban clases de baile a las señoritas de Lima, también había otros, que se dedicaban a enseñar las danzas a su propia gente” (Vásquez, 1982, p. 24). De esta manera este tipo de danza se asentó rápidamente en todos los estratos y castas sociales del Perú colonial, convirtiendo a las danzas de pareja mixta con pañuelo en una de las danzas más populares al comenzar la república. Es probable que, por esta razón, muchos de los nombres de los decimonónicos bailes criollos o de tierra como zamacueca, guachambé, zamba refalosa, etc., remitan al mundo afro de finales de la colonia y comienzo de la república. En nombre de cachimbo no es la excepción.
Los oasis de Pica, Matilla y Tarapacá por ser los principales centros coloniales productivos y de solaz del sur peruano, se nutrían rápidamente de las manifestaciones sociales de moda que los “vecinos principales” de las ciudades de Lima, Potosí y Arequipa traían cada vez que venían de visita a las haciendas25. Además, el pujante campo minero de la plata en la
cumpliendo con la función que demandaba la danza se utilizaron los pañuelos para tocar a la pareja, siendo así menos evidente ni escandaloso.24 Vale decir al respecto que en variados relatos, crónicas y descripciones coloniales se utiliza la terminología “de la tierra” para clasificar una creación, innovación u otra manifestación cultural “mestiza” producida en el nuevo mundo. Para el caso de la música el término más común fue “al uso de la Tierra”.25 Muchos de estos vecinos principales, dueños de las haciendas, residían en Lima, Potosí o Arequipa
147
Región de Tarapacá a fines de este siglo26, trajo el asentamiento de nuevas familias de hacendados cuyas familias se instalaron en el renaciente poblado Tarapacá. Estos nuevos colonos incrementan y enriquecen las tertulias en los nuevos salones de las haciendas con manifestaciones populares de moda, como yaravíes, contradanzas y bailes de tierra (Palmiero y Daponte, 2014).
La tradición oral piqueña argumenta que el Baile y Tierra se desarrolla primero a los Salones de los “Señores de las Viñas”, espacio que ocupó hasta la década de 1950-1960 cuando empieza a decaer la tertulia realizada en los salones. La memoria oral de los vecinos más antiguos del poblado de Tarapacá lo remontan a mediados del siglo XIX cuando el tarapaqueño mariscal Ramón Castilla27, visitaba su pueblo natal, “San Lorenzo de Tarapacá”, lo bailaba con “Donaire” (Loyola, 1994, p. 51). También, los vecinos de Pica y Matilla recuerda que fue practicada por personas comunes y de todo tipo de trabajadores libres (zambos, mulatos, cholos y negros libres) de las haciendas en otros espacios sociales como “el parabién del pueblo”28 (Díaz y Daponte, 2017). En las fiestas comunitarias de comienzos del siglo XX esta danza mantuvo la estructura coreográfica y forma musical del salón decimonónico, pero adquirió otro estilo y carácter interpretativo, al parecer, otorgado por las nacientes bandas de bronces (Díaz, 2009) Por lo que alrededor de 1914 recibe el nombre popular de cachimbo (Loyola, 1994, p. 67). El Término cachimbo alude probablemente al hecho que los negros eran reconocidos fumadores de pipa o cachimba; además, cachimbo podría referirse a los esclavos provenientes de una región de Angola llamada “casimbo” (Daponte, 2010, p. 72)29. Según las recopilaciones de Margot Loyola (1994:31), algunos pobladores de los oasis de Pica y Matilla declaraban que el nombre cachimbo se refería un negro “alto y arrogante”30. También la palabra cachimbo y catimba designa a lugares de Angola y casimbo y cacimba
y visitaban la zona para alguna actividad importante.26 Misma época en que estos bailes ya eran populares según las transcripciones y acuarelas de Martínez de Compañón.27 El mariscal Ramón Castilla fue uno de los principales gestores de la independencia del Perú, lucho a las órdenes de San Martín y después, como presidente, una de sus principales obras fue la abolición de la esclavitud.28 Espacio comunitario que sirve para celebrar las fiestas del pueblo.29 También en algunos mapas aparece escrito “Cachimbo”, como es el caso de Google Map. Disponible en: https://www.google.cl/maps/place/Cachimbo,+Angola/@6.9999947,16.5811443,17z/data=!3m1!4b1!4m5!3m4!1s0x1a38770774eec6d1:0xf1663aed63487c6f!8m2!3d-7!4d16.583333 [consultada en 30.04.2017] 30 Durante la colonia, existieron varias cofradías de negros denominadas “cofradías de catimbanos” o “catimbados”.
148
hace referencia a una estación del año en ausencia de lluvias, el noreste de del mismo país.
La enciclopedia Espasa-Calpe la define como “Negro Arrogante” (Loyola, 1994, p. 31). Vale decir con respecto a esta última que algunos antiguos vecinos de Pica como Roberto Gómez o Enrique Luza asocian la palabra también a los esclavos negros orgullosos de elevada estatura que servían de mayordomo en las casas aristocráticas, refiriéndose a ellos como “negro acachimbao” o “negro cachimbo”. También en crónicas coloniales se mencionan las cofradías de catimbos, catimbanos o catimbados, integradas por negros. En el actual Perú esta palabra es utilizada en forma despectiva para denominar a los músicos “aficionados” de las Bandas de Bronces. Vale decir al respecto que los primeros músicos que conformaron estas bandas fueron negros que integraron los ejércitos independentistas. En cualquiera de estos casos, la palabra remite al mundo afro.
En los salones tarapaqueños, el piano era el instrumento más apreciado para bailar el baile y tierra y el cachimbo. También se utilizaban cuerdas como violines, bandurrias y mandolinas, pero, según los cultores, el bombo era el instrumento más importante y significativo para la interpretación de estos bailes, especialmente para el cachimbo. Este instrumento concedía un cierto “aire” a la danza, la hacía “salerosa” e invitaba al movimiento de caderas (Daponte, 2010, p. 73). “El bombo es el que le pone el ritmo al cachimbo”, declaraba Gladys Albarracín, “sin el bombo el cachimbo pierde lo especial”31. “El Bombo es el que compone toda la música”, explicaba Rosa Bustos de Matilla a Margot Loyola (1994, p. 57). También Maximiliano Pereira relataba a la folclorista “Yo soy músico, tocaba trompeta y todavía toco, la música [del cachimbo] está en 6 por 8 ... El Cachimbo tiene que tener bombo, el golpe del bombo es lo principal y lo más difícil... un Cachimbo sin bombo no es nada... clarinete o violín le da mucho aliento, bombo en todo caso” (Loyola, 1994, p. 68).
Por los testimonios transmitidos por cultores ya fallecidos, que vivieron la danza a comienzos del siglo XX, y por las declaraciones de los cultores actuales, es evidente que el ritmo del bombo encierra “el alma” del cachimbo (Díaz y Daponte, 2017).
31 Gladys Albarracín, entrevistada en el marco del proyecto Programa de estudios del Baile del Cachimbo, realizado por el Consejo Regional de la Cultura y las Artes y la Universidad de Tarapacá.
149
Partitura n° 4. Ritmo del bombo que acompaña al Cachimbo en el Salón de Pica
Es importante destacar que el bombo lleva la proporción sesquiáltera, ternario en una mano y binario en la otra, que como se ha dicho anteriormente, es propia de las músicas con influencia afroamericanas coloniales. Este ritmo base facilita realizar en la melodía cambios de acento y variaciones rítmicas, produciendo el “aire saleroso” y permitiendo una mayor prestancia rítmica en la danza dándole una “mayor coquetería” y sensualidad” a la que se refieren los cultores.
Es importante señalar respecto a esta danza, que, aunque sus evoluciones coreográficas quedaron estilizadas, éstas aún denotan el aporte africano. Por ejemplo, al comparar los giros que realiza el hombre alrededor de la mujer en señal de cortejo en las danzas africanas, el cachimbo las reproduce, claro que más refinadamente en la llamada “hecha y la desecha” de la primera parte de la danza. El choque pélvico, clímax de las danzas africanas, es representado en un elegante y arrogante “saludo” y/o “encuentro” de la segunda parte. Finalmente, el mutuo coqueteo donde un demandante persigue a la pareja y esta última lo acepta o no, es representado fiel y finamente en el denominado “toreo” de la última parte.
Andalajaya ja La actividad vitivinícola era la más importante en Pica y Matilla, ya que por más de 350 años fue la principal actividad económica. Constaba de un calendario anual que comenzaba con la poda de las parras en los meses de julio y agosto; el cuidado, regadío y abono de éstas entre septiembre y noviembre; el tapado32 de los racimos de uva durante el mes de diciembre; la cosecha y faena de vinos entre febrero y marzo, y el destape de las tinajas en junio. Estas últimas eran las actividades más importantes y
32 En estos oasis se hace necesario envolver con papel cada racimo de uva para que las aves no las “picoteen”.
150
celebradas de este ciclo. Ambas duraban varios días; sin embargo, es la faena de cosecha y pisa de la uva en la que participaban los distintos actores sociales de la comunidad y era celebrada no sólo con la “danza” de faena en la pisa, sino también con una gran fiesta en chacras y salones donde se comía y bailaba ceremoniosamente el Cachimbo, del que hablaremos más adelante, junto a otras danzas.
La faena de la pisa de uva en el lagar es la que desarrollaremos para el propósito de este trabajo33. Ésta estaba marcada por cantos y formas de desplazamiento denominados por algunos habitantes del pueblo como “danza”, y en ciertos casos algunos le agregan “de los esclavos africanos”.
Las últimas vendimias en Pica y Matilla se realizaron entre 1930 y 1935, quedando hoy día viejo lagares abandonados y algunas tinajas que adornan los hogares de los piqueños y matillanos, como mudos testigos del pasado vitivinícola que se vivió por casi tres siglos y medio.
En las memorias de los vecinos “más antiguos” de Pica y Matilla quedan los recuerdos de las últimas faenas de vendimia; algunos la recuerdan como un duro trabajo y otros como una hermosa fiesta en la cual participa gran parte de la comunidad donde peones y amigos de las familias, que, heredando el trabajo cansador y el doloroso canto de los esclavos, pisan la uva.
La vendimia tenía una duración de uno a dos días, dependiendo de la cantidad de uva cosechada. La faena comenzaba a las ocho de la mañana aproximadamente, y continuaba hasta el atardecer o la “entrada de sol”, con un descanso para almorzar.
Antiguamente, según la tradición oral, el trabajo de los pisadores los realizaba negros esclavos, bajo la mano “implacable” del huairuro34, quien era un capataz, que con una varilla de membrillo en la mano estaba encargado de velar y exigir que la pisa de uva se efectuase sin descansos y con mucho vigor, azotando en las canillas a los que rendían poco.
33 Para una información completa sobre esta fiesta de la vendimia, consultar Daponte (2000).34 Palabra quechua cuyo significado aparece en los diccionarios como: “Planta papilionácea de semilla roja con negro que se emplea en la joyería”. Sin embargo, según los mismos diccionarios quechuas, Way: expresa susto y K’uru: Que tiene forma de arco, curva o arqueada. Se puede intuir entonces que el término Huayruro o wayk´ruru, en el contexto de la pisa de uva en Pica, significa la varilla que da miedo. La tradición oral dice que en este contexto –pisa de uva en el lagar– el término significa “duro”. Enrique Luza, entrevistado en 1994, nos dice al respecto: “este nombre fue dado por los negros durante los años de esclavitud por demostrar dureza y poca piedad con sus demás iguales”.
151
“Guía que ordenaba, era como un guardia que echaba el verso y azotaba con una varilla de granado al que no saltaba” (Roberto Gómez, Pica, 1997).
Todos los piqueños y Matillanos que participaron en las últimas vendimias recuerdan a este personaje, que dirigía la faena en el lagar fustigándolos al son de su canto.
Después de 1854, cuando El Tarapaqueño y presidente del Perú Mariscal Ramón Castilla decretó la libertad de los esclavos negros para toda la nación, esta faena fue tornándose una fiesta más comunitaria, pues los antiguos esclavos y sus descendientes ahora eran trabajadores parte de la sociedad “tributaria”. Sin embargo, se conservó la antigua forma de trabajo, pero con un significado jocoso, pues, en la mayoría de los casos, los trabajadores –cortadores y pisadores– eran contratados. “Se les pagaba 10, 15 hasta 20 centavos por día” (Roberto Gómez, Pica, 1997). En otras ocasiones “Lo hacían por cooperación, por amistad, porque se les atendía bien […] con buen vino el puchero peruano preparado con chuño puti, garbanzo, zapallo, papas, coles, cebollas y carne de llamo con bastante ají molido” (Nelly Cayo, Pica, 1997).
Las faenas de la pisa de uvas y elaboración del vino se realizaba en el lagar; éstos se iban adaptando de acuerdo con la tecnología de la época, pero la mayoría continuó funcionando con la tecnología del siglo XVIII, lo que permitió la supervivencia de la forma de pisa realizada por los esclavos negros.
Por los datos de las personas más antiguas del pueblo que vivieron la última época vitivinícola del oasis, y por los restos de algunos lagares, sabemos que entre Pica y Matilla hubo aproximadamente quince lagares. Su construcción es de adobe y estucado con una argamasa de tiza (anhidrita), materia prima abundante que caracteriza a todas las construcciones coloniales de la zona35.
35 Para una información más detallada acerca de los lagares de la zona de Pica, consultar Daponte (2000:32-42).
152
Ilustración n° 1. Lagar del siglo XVIII en Matilla.
Fotografía: Gianfranco Daponte.
Entre los pocos lagares existentes hoy día, el mejor conservado es el de Medina Hermanos, declarado Monumento Nacional. Data del siglo XVIII y está ubicado en el pueblo de Matilla.
Ilustración n° 2. Planta y cortes del Lagar del siglo XVIII en Matilla.
Diseño: Tatiana Jiménez.
153
1: pirquería36 primaria. 2: pirquería secundaria. 3: piquera. sobresale entre los componentes del lagar. 4: viga, un tronco de árbol de gran envergadura (9.80 m) que funciona como prensa. completa el sistema un 5: torno de madera con sus respectivas roldanas y un soporte de equilibrio. 6: el sector de las tinajas refleja la organización del sistema. en él hay importantes referencias cronológicas, inscripciones que fueron dibujadas sobre la arcilla fresca y que data del año 1756, la fecha más temprana, hasta 1767 la más tardía, resumiendo que estas tinajas fueron elaboradas explícitamente para este lagar. 7: puerta de ingreso y 8-9: ventanas que permitían a los pobladores observar la faena37.
Las vendimias no tenían fecha fija, algunas comenzaban en el mes de febrero, mientras que otras se hacían, incluso, hasta en el mes de abril. Por lo general las vendimias en la zona eran tardías, obteniendo mayor grado alcohólico pero menor rendimiento. La cosecha era ejecutada por hombres, las mujeres sólo recogían el sarmiento. Una vez cortadas las uvas se dejaban a la intemperie entre 7 y 9 días, durante este período se le esparcía yeso molido. Cuando la uva se encontraba “dormida”, se acarreaban en canastos de totora hasta el lagar (Roberto Gómez, Pica, 1997).
Para la primera parte de la faena en el lagar, la uva se depositaba en la pirquería primaria hasta ocupar todos los espacios, llenaban la pirquería primaria hasta que alcanzara las canillas a los pisadores, para que cada trabajador de la cuadrilla pudiera levantar la pierna y pisar la uva avanzando lentamente. Antes de la pisa se recogía primer caldo denominado lagrimilla, el que se producía por la presión del propio peso de las uvas; con éste se fabricaba un especial vino dulce “muy tónico” que era sólo del consumo exclusivo del dueño de la faena.
Luego comenzaba la pisa de uvas, entraban al lagar una cantidad de entre ocho y quince trabajadores, todos descalzos, más el Huairuro. Este personaje además de golpear a los pisadores que rendían poco, debía ser un “buen verseador”, pues dirigía la pisa dando órdenes en coplas octosílabas. Durante las últimas pisas, toda esta faena estaba revestida de un ambiente de cantos y fiestas, por lo que muchas de las coplas estaban dirigidas a la concurrencia.
36 El nombre de pirquería viene de la voz quechua pirca que significa tapia o pequeño muro construido con piedras sin tallar que se levanta para dividir un determinado espacio.37 Vale decir al respecto que algunos antiguos pobladores decían que cuando el lagar funcionaba no existía la ventana y que esta se hizo con la primera restauración del lagar en 1965.
154
De esta forma comienza la primera jornada que debía terminarse antes del almuerzo. Tomándose las manos a la altura del coxis “Iban sin zapatos y con los brazos atrás.” (Grimanesa Ceballos, Matilla, 1997). “Todos pisaban en conjunto, unos pisaban aquí, otro pisaba allá […] Iban buscando la uva sin reventar […] Todos pisaban caballerosamente y el vino iba cayendo por una cañería a un tiesto grande de cemento (Piquera) que había al lado del lagar, donde unos los recibían con balde” (Nelly Cayo, Pica, 1997).
Los pisadores se disponían en fila india, desplazándose de derecha a izquierda (en contra de las manecillas del reloj). Una vuelta, llegaban al lugar de partida, giraban quedando el último pisador de guía, y nuevamente daban la vuelta en sentido contrario a la primera, desplazamiento circular de ida y vuelta, siempre avanzando y angostando el ruedo y luego ensanchándolo. “Todos en rueda, uno detrás de otro, distantes más o menos un metro […] El ruedo era grande e iban achicando, se iba angostando el ruedo, hasta llegar al medio […] Se daban vuelta y el de la cola quedaba adelante...” (Percy Loayza, Matilla, 1999).
Cuando la uva (orujo y escobajo) ha bajado a la altura del tobillo, comenzaba la segunda parte de la faena. Se dividía en cuatro montones agrupados en cada vértice de la pirquería primaria. Un pisador pisaba en cada esquina, mientras el resto de los trabajadores o pisadores tenían la misión de amontonar la uva que el pisador desparramaba al saltar sobre ella. Este amontonamiento se realizaba sólo con los pies. También se “relevaban los trabajadores” para aliviar a los pisadores, que cambiaban su tarea, de pisador a amontonador.
Una vez pisada la uva se separa el escobajo en la zaranda; que en la zona es una rejilla de madera que, a través del movimiento, separa el orujo del escobajo o sobrantes. Luego se trasladaba la faena a la pirquería secundaria. Con las manos, se le da forma a una masa compacta que era rodeada con la “cimba”; que era una trenza de cuero con la cual se formaba un cilindro. Este cilindro era ubicado exactamente bajo un extremo de la viga; que es un gran tronco cuyo funcionamiento se realizaba por medio de una palanca en el otro extremo, y con un sistema de torno y roldanas prensaba la cimba que contenía orujo, terminando de estrujarse, botando hasta el último jugo el cual caía a la pirquería secundaria, para juntarse finalmente con el jugo de la pirquería primaria en la piquera. Obteniendo, de esta manera, un aumento sustancial en los caldos.
155
Al finalizar la etapa de la prensa, con una pala se disponía a echar el jugo de la uva a las tinajas, y esperar los años suficientes, hasta que el jugo se transforme en vino. Con el ollejo que quedaba, se fabricaba el aguardiente.
La faena en el lagar finalizaba con una fiesta ofrecida por el dueño en su casa. En Matilla se realizaba a la intemperie, en un lugar llamado “el arenal”. Se iban cantando las huaras38 hasta la plaza y luego hacia el espacio donde se iba a realizar la fiesta. En ambos casos no faltaba la buena gastronomía, con platos típicos, generalmente el picante de conejo con arroz y el buen vino de cosechas anteriores. En música se oían y bailaban valses, cuecas y cachimbos39. “Y llegaban aquí a la plaza, bailaban su primer pie de cueca, después se iban al morro del cementerio, y ahí seguían las cuecas, cachimbos. Así cerraban una vendimia” (Elsa Oxa, Pica, 1998).
El canto utilizado en el lagar tenía dos momentos congruentes con la faena en el lagar donde “El Huayruro hecha el verso y los pisadores responden Ala jaya jaya” (Roberto Gómez, Pica, 1997). Los versos de las melodías “Eran sencillos algunos de libreto y otros generalmente Improvisados” con letras a veces pícaras, graciosas: “Yo me voy para la plaza/Yo me vengo de la chacra/Yo me voy para la cocha”. Pero también quejumbrosas: “Para que quiero la vida/ Y la vida para qué/ “Allá va la culebrilla40/A enroscarse en las canillas” (Percy Loayza, Matilla, 1999). Enrique Luza, decía acerca de los versos: “Son sin música, cantados a capella […] algunos son de libreto y otros son improvisados” (Enrique Luza, Pica, 1994).
En la primera parte de la faena el huayruro es quien canta versos octosílabos generalmente de libreto y la cuadrilla de Pisadores responde entre cada verso y en coro al unísono “Anda la jaya já”.
Para la segunda parte de la faena, el huayruro improvisa y declama versos más cortos; de cinco sílabas, más vivaz y la cuadrilla sólo responde también declamando “aya”.
38 Tipo de canto responsorial muy común en la zona de Tarapacá. Era guiada por un guitarrista encargado de cantar los versos que podían ser de libreto o improvisados. Mientras el resto respondía dos versos de libreto. Las Huaras que se cantaban en Pica y Matilla eran: El Peral peral en Pica o Palalita en Matilla y el Cuculí madrugadora: ambos pueblos compartieron la misma versión de música y texto.39 Para una información más detallada acerca de la música de la fiesta en los salones, consultar Daponte (2000, p. 43-65). 40 Refiriéndose a la varilla de membrillo o granado con que el Huairuro los azotaba.
156
Don Enrique Luza en 1994 recordó los versos que cantaba su madre cada vez que venía de una vendimia:
I. Parte de la pisa
Ay la.la jaya ja, llamaba el Huayruro. A ya. respondía el llamado la Cuadrilla.
Vamos dando vuelta al mundo, cantaba el huayruro. Ay lala jaya ja, respondía la cuadrilla.
A pintar un ángel bello/ Ay lala jaya ja.
Hasta la punta del cabello/ Ay lala jaya ja.
Que animada está mi gente/ Ay llala jaya já.
Tomaremos agua ardiente/ Ay lala jaya já.
II. Parte de la pisa
La mula vaya, declamaba el huayruro. Aya, respondía la Cuadrilla.
Que no se vaya/aya.
Para Sibaya/ Aya.
Por este lado/ Aya.
Por aquel otro/Aya.
Unos saltitos/Aya.
Unos brinquitos/ Aya.
Según lo que se ha podido indagar a través de la tradición oral, la melodía cantada en la pisa en el lagar se ejecutaba en un ambiente festivo y tenía dos partes congruentes con la faena, sin embargo, la mayoría de los antiguos vecinos entrevistados recuerdan sólo la melodía de la primera parte. Como corresponde a toda música de tradición oral, existen variaciones en la melodía cantada, pero coinciden en su estructura básica. Esta melodía era de carácter responsorial y cantada a capella. Estaba constituida por una frase musical dividida en dos semifrases, la primera cantada por un solista –el huairuro– y la segunda respondida en coro al unísono por la cuadrilla
157
de pisadores. La velocidad es “Como caminando, al paso de la gente” (Enrique Luza, Pica, 1994). La versión que utilizaré en este trabajo es la entregada por Enrique Luza, ya que es la más completa. Por su condición de músico memorizó y transcribió la melodía que cantaba su madre cada vez que venía de una vendimia41. Durante muchos años la ejecutó con el piano en las tertulias saloneras junto a los vecinos invitados al salón de Pica. Por esta razón su versión es la más completa con respecto a la forma y clara con respecto a las alturas, metro y ritmos.
Esta versión posee las dos secciones de la música que coinciden con las de la faena, es de metro ternario y posee una velocidad aproximada a negra = 80.
Partitura n° 5. Primera parte de la melodía entregada por Enrique Luza.
A pesar de que se ha tenido la oportunidad de oír la versión ejecutada en el armonio de su casa en 1994, para el objetivo de este trabajo he trascrito sólo la melodía, pues don Enrique Luza (1994) siempre recalcó que este canto: “Era a capella, sin música (sin acompañamiento instrumental) y los versos podían ser de libreto o improvisados”.
41 Organista y compositor: fue, hasta su muerte, el último maestro de Capilla de la Iglesia de Pica y en las otras parroquias de la región. También animaba las fiestas en los salones del pueblo y de las oficinas salitreras más cercanas. Es uno de los compositores más recordados en la zona con un registro de más de 280 obras.
158
Primera Parte
A rasgos generales, comienza con una entonación solemne, amensural y a pulso lento, que correspondía al llamado efectuado por el Huairuro para el comienzo de la faena. Recorre un ámbito de sexta ascendente con un carácter interrogativo. “ay la la jaya ja”. Es respondida por la cuadrilla con una trayectoria descendente y conclusiva: “a ya”.
Luego el Huairuro canta la copla y por cada verso, la cuadrilla responde “anda la jaya ja”.
Partitura n° 6. Segunda parte de la melodía entregada por Enrique Luza.
Segunda Parte
Esta sección era exclamada por el Huairuro, quien “improvisaba los versos” dando órdenes o contando anécdotas ocurridas en el pueblo. La cuadrilla respondía a viva voz “aya”. Con el transcurrir de la hora, iba bajando la cantidad de escobajo en el lagar y, por tanto, el pulso se aceleraba. Este canto, en ocasiones, los invitados que eran invitados a observar la faena acompañaban con las palmas u otros artefactos del lagar que daban sonido.
A diferencia de las frases anteriores, estos versos poseen una melodía estacionaria y un metro en el que resalta la proporción sesquiáltera. Este pequeño modelo rítmico es el que posee, tanto en su sonoridad, así como en su performance, una connotada característica que remite al mundo africano. Esta célula rítmica de cuatro corcheas y negra cantada por el Huairuro, más la respuesta cantada por la cuadrilla, está presente en los “villancicos de negros” descritos anteriormente. Un claro ejemplo es el villancico titulado “Juguete a 4 Convidando esta la noche”, compuesto por el maestro de Capilla de la Catedral de Puebla, Juan García de Zéspedes (1619-1678). En la parte del coro el compositor indica sobre la partitura “Estriº Duo guaracha”, o sea, sugiere para la interpretación, el estilo “Guaracha” afroamericano. Vale decir al respecto que este nombre aún se usa para definir música bailable tradicional o popular afrolatinoamericana.
159
Partitura n° 7. Juguete a 4. Convidando esta la noche. Guaracha.
La Herencia Musical Africana en el norte de Chile La conformación social de los oasis de la Región de Tarapacá es producto de una serie de mestizajes etnoculturales que se ha articulado desde comienzos de la colonia y que se reflejan en las fiestas religiosas y celebraciones laicas. Sin embargo, en todas estas manifestaciones la presencia africana se ha invisibilizado permanentemente, debido a las disposiciones y prohibiciones político-culturales republicanas; tanto peruanas (1825-1984) como chilenas (1884 en adelante).
De acuerdo con las manifestaciones expuestas en este trabajo, resulta muy interesante la relación sonora y coreográfica del cumbé colonial con el antiguo tumbé afroariqueño. Es necesario profundizar aún más este estudio musicológico para entender el vínculo ancestral que las nuevas comunidades afrodescendientes poseen con sus antepasados y, por ende, con su territorio y de esta manera otorgar un nuevo punto de partida que enriquezca aún más las recreaciones del actual “tumba carnaval” que en los últimos años se ha vinculado más a los imaginarios afrolatinoamericano establecidos por os países del Atlántico.
Importante también resulta el cachimbo de la región de Tarapacá, que, desde su nombre, los versos que se cantan, su coreografía y, en especial, la proporción sesquiáltera que le otorga el “aire” y la identidad de la danza, mantiene una invisibilizada impronta que remite al mundo
160
afrotarapaqueño. Más aún hoy día que ha sido reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial en Chile; proceso que nació desde los mismos cultores de la danza y que se desarrolló a través de procesos y una investigación participativa. En otras palabras, el cachimbo, de marcada presencia afrotarapaqueña, es un símbolo de la identidad regional y, por tanto, reconocido de manera oficial como Patrimonio Cultural Inmaterial.
También es muy importante dar a conocer los cantos que se cantaban en los lagares de Pica y Matilla, pues por más de 200 años de historia republicana sustentaron la performance que se hiciera en los lagares de Pica y matilla en la que se recordaba el sufrimiento, flagelo y dolor, de los esclavos durante la pisa de uva. Por ejemplo, la figura del huayruro, quien se valía del duro método del látigo, para cerciorarse de que todo el trabajo fuese desarrollado eficientemente. De la mano de los versos como A ya va la culebrilla/A enroscarse en las canillas/ Para qué quiero la vida/ Y la vida para qué42, que dan cuenta de este aspecto, así como de la proporción rítmica que vincula a este canto con los coloniales villancicos de negros, en este caso uno intitulado Guaracha. Nos permite entender una historia invisibilizada oficialmente, pero desde la subalternidad, relatada a través del canto y la danza.
Las actuales reivindicaciones afrodescendientes en el norte de Chile han recreado un imaginario afrolatinoamericano construido desde mediados del siglo XX, en el que se asocia a los negros con tambores y el carnaval (Daponte, 2019, p. 130-139). Esta situación se ve reflejada en la actual reconstrucción imaginada de la tumba carnaval; derivado del recuerdo que los antiguos abuelos afroariqueños tenían del tumbé. Sin embargo, tanto el antiguo tumbé, como el cachimbo y los recordados cantos de la faena de vendimia en los oasis de Pica y Matilla, son manifestaciones que, como hemos visto, aún conservan la impronta africana que establecieran los villancicos de negros y danzas populares como el cumbé durante la colonia y que marcó los imaginarios sonoros y coreográficos de los antiguos afrodescendientes que habitaron el norte chileno, por lo que, el abordar estas músicas desee una perspectiva diferente a la establecida por los actuales imaginarios afrolatinoamericano, son una oportunidad de reencontrar a los actuales afrodescendiente tanto de la región de Arica y Parinacota, así como los de Tarapacá, con la presencia y el aporte que realizaran sus antepasados en uno de los desiertos más secos del mundo.
42 Versos del canto de la vendimia en Pica y Matilla.
161
Un claro ejemplo se encuentra en los versos que se cantan: O también: Para que me dijiste/ que estabas sola/y estabas con tu amante/ Negra traidora/ Ay Juana rosa/ Zamba Mañosa/ entra con Punta/ y sale motosa43. Lo que permiten imaginar su presencia en el territorio.
Tras los 20 años de lucha por la legitimización de la afrodescendencia en Chile, el antiguo tumbe, el cachimbo y el recordado canto de la vendimia siguen con fuerza.
Referencias CitadasBastide, R. (1967). Las Américas Negras. Ediciones Castilla, Madrid.
Budaz, R. (2002). Negros e violas no mundo Luso-brasileiro nos séculos XVII e XVIII. En Mujeres, Negros y Niños en la Música y Sociedad Colonial Iberoamericana. Actas del IV Encuentro Simposio Internacional de Musicología, pp. 62-75. Asociación ProArte y Cultura, Santa Cruz de la Sierra.
Castro, L. (1989). Identidad y elementos simbólicos en una comunidad agrícola: El caso de Matilla. Camanchaca 8:25-28.
Carneiro, E. (1961). Samba de ombligada. Ministerio de Eduçao e Cultura, Río de Janeiro.
Claro, M. (1974). Antología de la Música Colonial en la América del Sur. Ediciones Universidad de Chile, Santiago.
Daponte, J. (2000). La Fiesta de la Vendimia en los Oasis de Pica y Matilla. Tesis para optar al grado de Licenciatura y Pedagogía Musical. Instituto de Música, Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso.
Daponte, J. (2006). La pervivencia de la “Cachua” y “el baile y tierra” en el oasis de Pica. Identidad de una sociedad barroca americana. En La Danza en la Época Colonial Americana. Actas del VI Encuentro Simposio Internacional e Musicología, pp. 50-70. Asociación Pro Arte y Cultura, Santa Cruz de la Sierra.
43 Cachimbo las heladas del poblado de Mamiña en la Región de Tarapacá.
162
Daponte, J. (2010). El Aporte de los Negros a la Identidad Musical de Pica, Matilla y Tarapacá. Consejo de la Cultura y las Artes, fondo para el Fomento de la Música Nacional, Universidad de Chile, Santiago.
Daponte, J. (2019). Aunque no Suena tan Negro, es Música de Negros. Presencia y Aporte de los Esclavos Africanos a la Música Tradicional del Norte Grande de Chile. Tesis para optar al grado de Doctor en Musicología. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Valladolid, Valladolid.
Díaz, A. (2009). Los Andes de bronce. Conscripción militar de comuneros andinos y el surgimiento de las bandas de bronce en el norte de Chile. Historia 42(2):371-399.
Díaz, A. y J. Daponte (2017). Investigación sobre la Danza del Cachimbo en tres Comunas focalizadas en la Región de Tarapacá; Pica, Huara (Tarapacá) y Mamiña. Expediente Cachimbo, Universidad de Tarapacá.
Díaz, A.; P. Martínez y C. Ponce (2014). Cofradías de Arica y Tarapacá en los siglos XVIII y XIX. Indígenas andinos, sistema de cargos religiosos y festividades. Revista de Indias LXXIV(260):10-28.
De Santa Cruz, N. (1971). Instrumentos Negros del Perú. Lima (Material discográfico).
González, S. (2004). El Dios Cautivo. Las Ligas Patrióticas en la Chilenización Compulsiva de Tarapacá (1910-1922). LOM Ediciones, Santiago.
Begoña, L. (2003). Música en los teatros de Madrid en el s. XVIII: La tonadilla escénica. En El Maestro de Baile y Otras Tonadillas. Francia, Material Discográfico. K617-151.
Loyola, M. (1986). Bailes de Tierra en Chile. Ediciones Universitarias de Valparaíso, Valparaíso.
Loyola, M. (1994). “El Cachimbo”, Danza Tarapaqueña de Pueblos y Quebradas. Ediciones Universitarias de Valparaíso, Valparaíso.
163
Montaño, M. (1992). Guía Etnográfica de Bolivia. La Paz.
Ortiz, F. (1978 [1940]). Contrapunteo Cubano del Tabaco y del Azúcar.
Ortiz, F. (1950). La Africana de la Música Folklórica de Cuba. Ministerio de Educación, La Habana.
Ortiz, F. (1934). De la Música Afrocubana; un Estímulo para su Estudio. Dirección de Cultura de La Habana, La Habana. Ortiz, F. (1924). Glosario de Afronegrismos. Siglo XX, La Habana. Orovio, H. (2007). Música por el Caribe. Editorial Oriente, Santiago de Cuba.
Palmiero, T. y J. Daponte (2018). Los convites: tertulias musicales en los oasis del norte de Chile (1850-1940). Diálogo Andino. En prensa. Peri Fagestrom, R. (1999). La Raza Negra en Chile. LOM Ediciones, Santiago.
Rojas, J. (2003). El galpón, la pampa y el trapiche: vida cotidiana de los esclavos de la hacienda Tumán, Lambayeque, siglo XVIII. En Etnicidad y Discriminación Racial en la Historia del Perú, tomo II. Pontificia Universidad Católica del Perú-Instituto Riva-Agüero, Lima.
Rojas, J. (2011). Documento Inédito. Tesis para optar al grado de Magíster en Artes, mención Musicología, Santiago.
Swiadom, G. (2004). Fiesta y parodia en los villancicos de negro del siglo XVIII. Anuario de Letra Lingüística y Filología 42-43:285-304. Tejerizo, G. (1989). Villancicos Barrocos en la Capilla Real de Granada. 500 Letrillas Cantadas la Noche de Navidad. Editoriales Andaluzas Unidas, Sevilla.
Tello, A. (2006). Aspectos danzarios en los villancicos del cancionero musical de Gaspar Fernandes. En Actas del VI Encuentro Simposio Internacional de Musicología. La Danza en la Época Colonial Iberoamericana, editado por A. Tello, pp. 153-173. APAC, Santa Cruz de la Sierra.
164
Tercer Concilio Limense (1982 [1582-1583]). Versión Castellana Original de los Decretos con el Sumario de Segundo Concilio Limense. Centro José de Acosta, Lima.
Tinhorão, J. (1997). Os Negros em Portugal: Uma Presemca silenciosa. Caminho Lisboa.
Thimpkins, W. (2011). Las Tradiciones Musicales de los Negros de la Costa del Perú. Centro de Música y Danza, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.
Tourrent, L. (1993). La Conquista Musical de México. Fondo de Cultura Económica, México.
Vázquez, R. (1982). La Práctica Musical en la Población Negra en Perú. Ediciones Casa de las Américas, La Habana.
Waisman, L. (2012). La americanidad del barroco americano: quimeras, pretensiones y perspectivas, o la invención del Barroco musical americano. Disponible en: https://conicet-ar.academia.edu/leonardowaisman (consultado 15 de enero de 2016).
Weber, F. (1965). El “tipo del negro en el teatro de Lope de Vega: tradición y creación”. Disponible en: http:// cvc.cervantes.es/obref/aih/pdf/02/aih_02_1_070.pdf. Consultado en 4 de enero de 2009).
Wormald, A. (1966). El Mestizo en el Departamento de Arica. Universidad del Norte, Arica.
Wormald, A. (1968). Frontera Norte. Editorial del Pacífico, Santiago.
Entrevistas
Enrique Luza, Pica, 1994. Nelly Cayo, Pica, 1998. Roberto Goméz Huarcaya, Pica, 1997-2000.Percy Loayza, Matilla, 1997. Grimanesa Ceballos, Matilla, 1997. Azeneth Baez, Azapa, 2009.Francisca Ríos, Azapa, 2009.
165
CARICATURAS DEL PERÚ NEGRO EN MAGAZINES CHILENOS. REFERENTES ICONOGRÁFICOS Y
ALTERIDAD (1902-1932)
Rodrigo Ruz Zagal1
Luis Galdames Rosas2
Michel Meza Aliaga3
Alberto Díaz Araya4
La Guerra del Pacífico, conflicto bélico que enfrentó a Chile con las repúblicas de Perú y Bolivia (1879-1884), posee entre sus diversas y complejas repercusiones observables hasta el día de hoy, una arista poco explorada pero que los últimos años ha venido a adquirir interés desde las ciencias sociales y humanas. Esta guarda relación con evaluar y comprender el complejo proceso de choque cultural generado en las comunidades involucradas en el conflicto, a partir de la conformación de nuevas fronteras y por ende el involucramiento de población, sus culturas e ideas de país, teniendo en consideración que estos elementos poseen una presencia idiosincrática a nivel de identidades nacionales hasta el presente.
El fenómeno descrito, a grandes rasgos, afectó de modo importante a la constitución de un imaginario nacional chileno, ya que puso en tensión la idea de país vivida hasta antes del conflicto en sus dimensiones territoriales, étnicas y culturales, y que posterior a este, enfrentó el desafío de incluir o “extranjerizar” a las comunidades que se incorporaron al espacio nacional chileno post Guerra (Tarapacá, 1883, Arica, 1929 y el departamento Litoral boliviano, 1904), a lo que se suma el despliegue de un sistema de “ingeniería” de Estado en donde se desplegaron esfuerzos simbólicos tendientes a instalar, a nivel de ideología, una imagen de país caracterizada por un virtuosismo económico y político propio del liberalismo y positivismo jurídico que venía acuñándose en Chile desde la mitad del siglo XIX (Mc Evoy, 2007).
La autorepresentación chilena dentro del paradigma del liberalismo, habría permitido el desmarque de una utopía panamericanista y de sus supuestas ataduras telúricas, instalando en Chile el paradigma del progreso en oposición al “retraso” asociado a inercias de una vecindad continental
1 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile. 2 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile. 3 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile. 4 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.
166
(Mc Evoy, 2007), fortaleciéndose una identidad e imagen nacional particularmente disociada de otras realidades latinoamericanas, incluyendo en ello la dimensión étnica y cultural de estas (Ruz et al., 2015, 2016).
Fue durante el período de conflicto donde se fortaleció uno de los principales mitos de la identidad nacional chilena construidos a lo largo del siglo XIX, esto es, una supuesta excepcionalidad racial dentro del concierto latinoamericano, que tuvo como principal elemento arquetípico al “roto chileno”, ícono funcional al escenario político que enfrentaba el país (Cid, 2010). La confrontación bélica y el triunfo chileno también permitió al país contar con sujetos de comparación, con referentes de alteridad que, tanto desde una perspectiva racial como cultural, fueron construidos e imaginados, en gran parte, a través de los medios de comunicación de la época (Ruz et al., 2015).
La diferencia entre “lo chileno” y la nueva vecindad creada por la redefinición de fronteras post Guerra del Pacífico, estableció a nivel de identidad una oposición entre el Chile blanco y uniforme, desde el punto de vista étnico, y su inmediata vecindad septentrional, siendo Perú y Bolivia alterizados y exotizados a partir del otorgamiento de atributos negativos a su población originaria y criolla (Ruz et al., 2015, 2016).
A partir del desarrollo de distintas investigaciones centradas en los problemas de la construcción y representación de la identidad nacional chilena y sus respectivas alteridades, hemos logrado reunir un corpus documental singular, compuesto por 303 caricaturas que fueron puestas en circulación a través de dos de los magazines chilenos más importantes de las tres primeras décadas del siglo XX: la revista Sucesos (1902-1932) y la revista Corre-Vuela (1908-1928)5. Realizadas por distintos dibujantes, estas imágenes estuvieron destinadas a ridiculizar y denostar a la población peruana en el contexto de la tensión existente entre Chile y Perú en el periodo post Guerra del Pacífico. La particularidad de estas imágenes radica en que en ellas el Perú se representa mayoritariamente como un personaje de “raza negra” al que se le otorgan atributos negativos tales como el atraso, la cobardía, la flojera, lo ridículo y lo exótico. En el lado opuesto, la imagen del progreso asociado a un Chile blanco y occidental, en donde atributos como orden, limpieza, pulcritud, fuerza, valentía y civilidad marcan el canon virtuoso (Ruz et al., 2015).
5 El género magazine corresponde a un tipo de publicación periódica e ilustrada de carácter misceláneo, cuya característica principal es el privilegio de la imagen por sobre el texto escrito. Con respecto a los orígenes, desarrollo y repercusiones de este género en Chile ver: Santa Cruz (2005).
167
Una de las imágenes de nuestro corpus que grafica claramente esta oposición racializada entre peruanos y chilenos es la caricatura titulada “Las gracias del tío”, aparecida en Sucesos en octubre de 1927 (Figura n° 1). En ella, además de apreciarse el lugar preponderante asignado a los Estados Unidos en el conflicto de post Guerra entre Chile y Perú, es clara la distinción hecha por el caricaturista “Santander Pereira”, quien representó al primer país como un niño blanco -al igual que “el tío Sam”, con quien comparte además el primer plano de la imagen- de rasgos caucásicos y vestido con ropas “occidentales”, siendo el Perú en cambio, representado como un niño negro, con rasgos físicos exagerados, tales como el crespor de su cabello, el grosor y el color rojo de sus labios, así como también el tamaño de sus blancos ojos que contrastan y hacen resaltar el color negro de su piel6. El niño-Perú además, aparece en la imagen descalzo y a torso desnudo, haciendo referencia a su “primitivismo”. La supuesta superioridad respecto al peruano, es reforzada también a través del texto asociado a la imagen, en el que se manifiesta la confianza en la capacidad bélica del país y el supuesto temor de peruanos y bolivianos ante un eventual nuevo conflicto entre las tres naciones, insinuando junto con la imagen- que Chile podría obtener una fácil victoria en éste, venciendo a sus antiguos enemigos incluso con las “manos atadas”.
6 En esta caricatura se representa también a Bolivia como una mujer negra, aunque con rasgos atribuibles a las “cholitas” bolivianas (trenzas, falda ancha, bombín), siendo esta representación una excepción dentro de las revistas, ya que las representaciones de este país girarán en torno al tema de la indianidad. Este tema está siendo abordado de forma paralela por los autores.
168
Figura n° 1
Fuente: Sucesos, n° 1307, octubre de 1927.
La inadecuación entre la imagen y lo representado La caricatura, desde su origen en la Europa del siglo XVI, ha sido considerada como “un arte que ataca a la figura humana y que apunta a divertir” (González, 2008, p. 74). Teniendo en cuenta esto, los caricaturistas de Sucesos y Corre-Vuela, manteniendo siempre el color de la piel como un marcador fundamental de la diferencia entre chilenos y peruanos, denostaron y ridiculizaron a este “otro” a través de dibujos satíricos que apelaron muchas veces a un negro sentido del humor, el cual, al igual que otros artefactos culturales del periodo, cobró sentido dentro de un marco de relaciones sociohistóricas e ideológicas específicas (Bourdieu, 2010), constituidas en este caso particular, por un imaginario nacional que tomó
169
como modelos de referencia a Europa y los Estados Unidos, no solo en lo que respecta a cuestiones de orden social y cultural, sino también en términos raciales.
La caricatura, como sabemos, en ningún caso aspira a ser una representación fiel de la realidad sino que es un arte que tiene como objetivo generar risa a través de la burla, recurriendo para ello a la deformación de aquello que pretende representar. Sin embargo, para lograr este efecto gracioso, el dibujante debe trabajar con “elementos culturales reconocibles, fácilmente apropiables y comprensibles por los hombres de su época” (Zaldivar, 2003, p. 201). El arte de caricaturizar implica por lo tanto un conocimiento de lo representado por parte del dibujante, el cual le permitiría expresarlo a través de una imagen sintética (Gombrich, 2002).
De acuerdo a lo anterior, en otro trabajo hemos planteado que es muy probable que estas imágenes caricaturescas de la población peruana se hayan generado a partir del desconocimiento de la realidad que pretendieron representar, ya que muchos de los dibujantes de las revistas fueron extranjeros radicados en las principales ciudades chilenas (Santiago o Valparaíso), o bien sujetos oriundos de la zona central del país con poco o nulo contacto con la realidad peruana del periodo estudiado (Ruz et. al., 2015). Lo anterior explicaría la ausencia total de referencias a los indígenas o mestizos (“cholos”) -que poseían una mayor presencia demográfica en el Perú- a la hora de poner en imagen a la población peruana en estas caricaturas, siendo en cambio representada siempre a partir de personajes de “raza negra”, considerando que ésta sería el opuesto radical a una supuesta “raza chilena”, imaginada como blanca y homogénea, paradigma iniciado a comienzos del siglo XX en el clásico tratado de Nicolás Palacios (1904) el cual que tuvo especial resonancia en la intelectualidad de la época (Dümmer, 2012; Pavez, 2015).
Ahora, si bien es un hecho innegable que los afrodescendientes tuvieron (y tienen) una presencia manifiesta en la composición demográfica del Perú, en los territorios anexados por Chile post guerra, dicha población se ubicó históricamente en las costas y los valles (Díaz et. al., 2013), y no en el espacio geográfico de la sierra -habitado mayoritariamente por población de origen aymara y minoritariamente quechua - como nos sugiere la caricatura de Corre-Vuela aparecida en julio de 1911 (Figura n° 2). En esta viñeta, titulada precisamente “En la sierra peruana”, ¿dónde están los chullos, los aguayos, las casas de adobe y techo de paja, las llamas, alpacos y la Cordillera de los Andes, elementos característicos del
170
paisaje cultural y natural de la zona geográfica que se pretende representar? ¿Por qué dichos elementos han sido sustituidos por boinas, jardineras, una choza de madera, gatos, gallinas y perros? Sin el texto asociado a la caricatura, ¿nos remite esta imagen a la realidad de la sierra peruana de principios del siglo XX?
Figura n° 2
Fuente: Corre-Vuela, n° 187, junio de 1911.
Es muy probable que, durante el periodo estudiado, lo risible de caricaturas como esta se encontrara precisamente en su incongruencia. El indagar sobre dicha cuestión escapa claramente a los propósitos de la presente investigación. Ahora bien, dado que en estas imágenes no existen rasgos fisonómicos y/o culturales que nos refieran inequívocamente a la población
171
del Perú y, teniendo en cuenta que la caricatura -aunque no pretenda ser una representación fiel de la realidad- “debe parecerse [a lo representado] no solo por sus rasgos físicos sino también por aquellos históricos, sicológicos o morales que se supone lo representan” (Montealegre, 2014, p. 10), nos es posible plantear que los distintos dibujantes que transitaron por las revistas Sucesos y Corre-Vuela -sea por desconocimiento de la realidad que pretendieron representar o bien por una decisión consensuada entre ellos- , habrían tomado como referentes para sus caricaturas, no a la población peruana “real”, sino que más bien, se habrían basado en otras imágenes estereotipadas de la población negra7, originadas específicamente en el contexto de la esclavitud en Estados Unidos8.
Dichas imágenes, que tuvieron una circulación internacional a través de distintos medios durante el periodo estudiado, habrían encajado perfectamente dentro del imaginario nacional chileno de principios del siglo XX -que puso su acento en la homogeneidad y blancura de la población- siendo resemantizadas y ancladas a un significado específico por medio de un texto escrito (Barthes, 2009), con el objetivo de denostar y ridiculizar al vecino país, en el contexto de la tensión geopolítica, diplomática y cultural post Guerra del Pacífico. En este sentido, si realizamos el ejercicio de extraer el anclaje textual de caricaturas como “En la sierra peruana”, nuestra memoria visual nos remite más bien a la imagen estereotipada de las plantaciones norteamericanas del siglo XIX, popularizadas, por ejemplo, a través de las portadas de libros como “La cabaña del Tío Tom” (1852) de Harriet Beecher Stowe. Incluso, la realización de este ejercicio nos hace dudar de que realmente esta sea una caricatura hecha en Chile, dada su similitud con imágenes que se encuentran en abundancia en revistas extranjeras de corte satírico como la publicación francesa Le Rire (1894-1950) y la publicación estadounidense Puck (1871-1918) (Figura n° 3)9.
7 Ver galería virtual del Jim Crow Museum de la Ferris State University en Estados Unidos http://www.ferris.edu/jimcrow/8 La mayoría de las imágenes que componen el corpus analizado corresponden a caricaturas que, a diferencia de los grabados de la sátira política chilena del siglo XIX caracterizados por su componente alegórico (Zaldívar, 2003), carecen ―salvo algunas excepciones― de la sutileza de elementos simbólicos y difícilmente resisten un análisis iconológico en busca de un significado oculto tras la imagen (Panofsky, 1983). Por otro lado, la mayor parte de estas imágenes dependen necesariamente de un texto escrito que hace que su mensaje mucho más explícito, impidiendo o restringiendo otras lecturas posibles por parte de los observadores (Barthes, 2009). De acuerdo a lo anterior, en la presente investigación optamos por una metodología que se aleja de los métodos tradicionales de desciframiento, decodificación e interpretación de las imágenes (Guash, 2003), poniendo el énfasis en la búsqueda de transferencias y diálogos entre las distintas representaciones visuales, tratando de reconstruir ―en parte― su “biografía social” (Edwards, 2001).9 Paralelamente a la revisión de las revistas chilenas, se realizó la revisión de los números de la
172
Figura n° 3
Fuente: Le Rire, n° 28, 1895.
Referentes iconográficos de la representación caricaturesca del Perú en las revistas Sucesos y Corre-Vuela La esclavitud en Estados Unidos no solo dejó tras de sí una horrible historia de maltrato, humillación y violencia física hacia los esclavos, sino que también, nos legó una serie de representaciones estereotipadas sobre la población negra que tuvieron una amplia circulación en la cultura popular occidental. Al igual que en el proceso europeo de expansión colonial en África, en el que las imágenes de la conquista “fueron estampadas en cajas de jabones, […] latas de galletas, botellas de whisky, latas de té y barras de chocolate” (Hall, 2010, p. 425), los estereotipos asociados a “lo negro” originados en las plantaciones norteamericanas, fueron plasmados en una
revista francesa Le Rire entre los años 1895 y 1905 y los números de la revista norteamericana Puck entre los años 1901 y 1909, encontrando pequeñas historietas que fueron publicadas por las revistas nacionales sin la referencia a estas publicaciones extranjeras, lo que nos indica que éstas últimas fueron conocidas en Chile y por lo tanto pudieron haber inspirado a los dibujantes que trabajaron en el medio local. Ver: Le Rire número 388 de 1902 y revista Corre-Vuela en su número número 3 de 1908.
173
gran cantidad de imágenes que se propagaron internacionalmente a través de distintos soportes visuales.
Mientras las representaciones generadas a partir de la dominación colonial europea difundieron predominantemente la imagen de un continente africano lejano, salvaje y exótico al que había que civilizar, las imágenes del mundo negro surgidas en Estados Unidos -dada “la proximidad de los negros y las relaciones cuasi familiares con ellos que se desarrollaron en el contexto de la esclavitud” (Pieterse, 2013, p. 264)- no solo tuvieron el objetivo de representar la superioridad del hombre blanco por sobre el negro, sino también, el de naturalizar estereotipos, asignando roles específicos a estos últimos dentro de la sociedad norteamericana del siglo XIX.
Las representaciones de los negros en la cultura popular estadounidense se hicieron tan comunes que “los caricaturistas e ilustradores podían reunir una galería completa de “tipos negros” con unos cuantos golpes de pluma” (Hall, 2010, p. 429), cada uno de los cuales condensaba una serie de estereotipos con respecto a la negritud entre los que se destacan la pereza, la estupidez, el carácter servil, la fealdad, la dependencia, el infantilismo, la musicalidad, la alegría, etc.10. Ahora bien, las imágenes caricaturescas del Perú que componen nuestro corpus, dialogan en términos formales con estas representaciones visuales, así como también con las connotaciones y roles asignados a estos personajes, siendo posible encontrar referencias a tres de los estereotipos norteamericanos más comunes: el coon, la mammy, y el pickaninny.
A) La caricatura del coon.
La caricatura del coon, corresponde a la clásica representación racista de la población negra surgida en el contexto de la esclavitud en Estados Unidos. Sus rasgos faciales característicos son principalmente la exageración del tamaño de su boca, nariz y labios, coloreados estos últimos generalmente de rojo (dependiendo si es una imagen en colores o en blanco y negro), además de poseer redondos ojos blancos que contrastan y hacen resaltar el color negro de su piel. En cuanto a su vestimenta, podemos distinguir dos tipos, un coon rural (el esclavo de plantación) y un coon urbano (el negro
10 Aspectos también observados y estudiados en Europa a partir de los trabajos de Franz Fanon (1952), quien analiza la legitimación occidental blanca como sustento ideológico y moral de la estructura de valores de occidente, en oposición a las peculiaridades africanas y americanas, configurando (Europa) un discurso respecto de lo Negro como “lo indeseable”.
174
libre devenido en enterteiner), de acuerdo a la galería virtual del Jim Crow Museum. Según Kenneth Lynn, el coon rural (Figura n° 4) representa el estereotipo del esclavo contento, despreocupado y perezoso, “un bufón de dientes blancos, deshumanizado, impenetrable al dolor, incapaz de ira ―una inofensiva figura cabeza hueca para divertirse” (Pieterse, 2013, p. 174). La imagen racista del coon rural, difundió el mito de la felicidad del esclavo en las plantaciones del sur de Estados Unidos y se utilizó como antídoto en contra del esclavo rebelde, mitigando con su imagen los temores de los amos norteamericanos. “Ridiculizado como […] coon, el hombre negro era mantenido a raya, emasculado y excluido como participante o como competidor” (Pieterse, 2013, p. 175), en distintos ámbitos, incluso en el sexual, en donde este personaje sirvió para contener simbólicamente los “peligros” asociados a la sexualidad exacerbada atribuida a los negros bajo la ideología racista dominante del periodo (Hall, 2010).
Figura n° 4
Fuente: Colección Jim Crow Museum.httpwww.ferris.edujimcrow
La figura del “coon” rural aparece en la cultura popular norteamericana a comienzos del siglo XIX en los espectáculos musicales de Jim Crow11, y se masificó durante el siglo XX a través de distintos soportes visuales tales
11 Personaje interpretado por el artista blanco Thomas Rice. Corresponde a una representación bufonesca del esclavo negro, en la que se resaltaba su disposición al baile y su falta de inteligencia. Las leyes de segregación racial en Estados Unidos fueron conocidas popularmente con el nombre de “Leyes Jim Crow” (Pieterse, 2013).
175
como las tarjetas postales, el cine, las revistas ilustradas, la publicidad y los dibujos animados norteamericanos.
El “coon” urbano, por su parte, fue una caricatura destinada a representar al negro libre del norte de los Estados Unidos, el cual, habitando en la ciudad, pretendió ser un dandy (Pilgrim, 2012). Al igual que el coon rural, el rostro de este personaje fue caricaturizado con gruesos labios, pintados de rojo o blanco, grandes y redondos ojos cuya blancura, al igual que en el caso anterior, contrastaba y hacía resaltar el color oscuro de su piel. A diferencia del estereotipo anterior, este personaje fue representado con traje, corbata o corbatín de moño, sombrero de copa o “bombín” y un bastón. El objetivo de esta caracterización era ridiculizar a los negros como sujetos que intentaban imitar a los caballeros blancos y que, por lo tanto, no reconocían “su lugar” dentro de la sociedad (Pilgrim, 2012). Uno de los rasgos más característicos de este personaje es el uso de prendas de vestir a cuadros o a rayas, ya sea en sus trajes, camisas o pantalones (Figura n° 5).
Figura n° 5
Fuente: Puck, n° 1277, 1901.
176
Al igual que la representación del negro de plantación, esta caricatura se originó en el siglo XIX en los shows y comedias musicales conocidos popularmente como Minstrels, en los cuales la trama consistía en que “los negros de plantación, los personajes más simples y campechanos, se burlaban de las pretensiones rimbombantes del dandy y las denigraban […], burlarse de los negros urbanos que estaban realmente en proceso de ser asimilados, en el vestuario y el habla, era un modo de socavar la emancipación negra” (Pieterse, 2013, p. 153).
En las caricaturas que componen nuestro corpus, hemos identificado la presencia de estos dos estereotipos. La imagen del coon rural, es manifiesta en las caricaturas en las que el peruano aparece representado como un negro granjero y en las que la ignorancia o estupidez atribuida a este personaje en la cultura popular norteamericana, fue planteada a través de los textos, ya sea a partir de los títulos de las caricaturas o bien a través de los diálogos atribuidos a los personajes.
En la portada de Corre-Vuela del 27 de abril de 1910 (Figura n° 6), algunos rasgos característicos del coon rural tales como la nariz ancha, el grosor y color de los labios, además de andar descalzos, con ropas remendadas, así como el uso de sobrero de paja y suspensores, son evidentes en esta caricatura firmada por “H”. Su inferioridad intelectual, la falta de entendimiento o simplemente su estupidez, se refleja tanto en el sarcástico título de la imagen “La cultura del pueblo peruano”, así como también en la conversación que sostienen ambos personajes (denominados “cholo 1.0” y “cholo 2.0”), en donde uno de ellos sostiene que Ecuador es un general con el que se deberá enfrentar Perú, en una clara alusión a las tensiones entre ambos países durante las primeras décadas del siglo XX. Por otro lado, el texto reactualiza uno de los mitos que circularon en Chile durante la Guerra del Pacífico, a saber, el que señalaba la confusión de los soldados peruanos ante las razones de dicho conflicto, los cuales, frente a la pregunta del porqué de lucha, respondían que esta se debía al apoyo a determinados caudillos o generales, en oposición a los soldados chilenos que, ante la misma interrogante respondían que su lucha era por la nación y la patria “ofreciendo una cátedra de nacionalismo” (Mc Evoy, 2010, p. 16).
178
El coon urbano fue sin duda una de las imágenes más recurrentes que se utilizaron para representar al Perú en los magazines chilenos estudiados. En este sentido, infaltables fueron los trajes y pantalones a cuadros, los sombreros de copa o “bombín” y el uso bastones, como queda de manifiesto en la portada de la revista Sucesos N° 446 firmada por el dibujante “Wiedner” y que alude a las tensiones diplomáticas entre Perú, Bolivia y Ecuador, representados como dos niños “blancos”, aunque con rasgos de ruralidad12 (Figura n° 7).
12 De acuerdo a nuestra base de datos, las representaciones más frecuentes de estos países, los relacionan con la “indianidad” en el caso de Bolivia y con la “negritud” en el caso de Ecuador. Este último país, sin embargo, posee una representación minoritaria en las caricaturas de Corre-Vuela y Sucesos.
180
En la escena representada, Perú es caricaturizado con las características típicas de un “coon” urbano, entre ellas el color de su piel, sus gruesos labios rojos, corbata de moño, sombrero, bastón, traje y un pantalón a cuadros. El texto refuerza la idea de que es un sujeto “aparentador” de algo que no es, al referirse a este personaje como un “jutre empalagoso”13. En la escena, los tres países interactúan con un “huaso” chileno, a quien los niños Ecuador y Bolivia solicitan apoyo para enfrentarse al Perú, y que se jacta de tener “harto jetón” al representante de este último país, haciendo referencia al carácter abultado de los labios del personaje y al triunfo chileno en la Guerra del Pacífico.
B) La caricatura de la mammy.
La caricatura de la mammy fue otro de los estereotipos de los negros surgido en el contexto de la esclavitud en Norteamérica y fue utilizado como prueba de que los esclavos fieles eran felices en esa condición, siendo la amplia sonrisa característica de este personaje femenino ofrecida como prueba de la supuesta “humanidad” de la esclavitud en las plantaciones norteamericanas (Pilgrim, 2012).
Dentro de las características con las que fue representado este personaje, que al igual que los otros estereotipos de los negros fue ampliamente representado en el cine y la publicidad, se destaca su obesidad y el uso de ropas que remiten a las labores de casa (principalmente labores de cocina y aseo), tales como un delantal y un pañuelo en la cabeza (Figura n° 8).
13 El chilenismo “jutre” proviene de la palabra castellana “futre” utilizada para caracterizar a las personas elegantemente vestidas. Sin embargo, en Chile, se utilizó con cierto tono despectivo y burlesco para referirse a personas aparentadoras o de “medio pelo” (Lira, 1973).
181
Figura n° 8
Fuente: Puck, n° 1497, 1905.
En este personaje, es posible encontrar dos estereotipos negativos implícitos. El primero de ellos dice relación con la supuesta “plácida servidumbre” de la mujer negra, la que “fue convertida en un atributo comercial” (Pieterse, 2013, p. 176), publicitando con esta imagen distintos productos gastronómicos y de limpieza. La caricatura de la mammy llegó a convertirse en “el estereotipo de la mujer negra, multiplicada un millón de veces en la publicidad, obras de humor gráfico, filmes y libros […] una figura de fácil trato, nada amenazadora” (Pieterse, 2013, p. 176), dedicada exclusivamente a servir a lo blancos, como el personaje representado por Hattie McDaniel en la película “Lo que el viento se llevó” del año 1939, llamado precisamente Mammy, el cual, aunque muchas veces a su pesar, satisfacía las necesidades y caprichos del personaje femenino protagónico, Scarlett O’Hara, muchacha blanca interpretada por Vivien Leigh.
El segundo estereotipo negativo implícito en esta caricaturización de la mujer negra, es el que dice relación con la representación de una mujer “desexualizada” (Alonso, 2011). Como se mencionó más arriba, el discurso racista sobre la sexualidad, fundamentado en la dicotomía civilización v/s barbarie, atribuyó a los negros una sexualidad exacerbada
182
como manifestación de su “primitivismo”. De acuerdo a esto, la caricatura de la obesa mammy, que se construyó deliberadamente para sugerir fealdad (Pilgrim, 2012), se convirtió en un antídoto en contra de la hipersexualidad atribuida a las mujeres afrodescendientes (tabú y fetiche para el hombre blanco), ya que, al negar el atractivo físico de éstas, las agresiones sexuales a las que las esclavas fueron muchas veces sometidas por parte de sus amos, quedaban descartadas de plano (Alonso, 2011).
La caricatura de la mammy se manifestó casi con todos sus atributos en las representaciones hechas por los dibujantes de Sucesos y Corre-Vuela. Aunque no fue tan frecuente como la imagen del coon, la similitud tanto de la figura misma, como de las actividades reservadas para a este personaje en la caricatura original, son innegables (Figura n° 9).
Figura n° 9
Fuente: Corre-Vuela, n° 192, agosto de 1911.
La figura n° 9, firmada por “Chambergo”, forma parte de una breve historieta aparecida en Corre-Vuela en el mes de agosto de 1911, mes conocido popularmente en Chile como el “mes de los gatos”. En dicha historieta, el caricaturista se burla de las costumbres gastronómicas los peruanos, señalando que estos, durante el mencionado mes, se daban sendos festines de guisados hechos con carne de gato, animales que eran perseguidos, de acuerdo al texto que acompaña la caricatura, por “los cholos armados con palos” sobre los tejados. En la viñeta, que claramente
183
pretende dar cuenta de las costumbres incivilizadas de los peruanos al comer un animal doméstico, se aprecia en el costado derecho de la imagen a un personaje femenino con rasgos propios de una mammy: obesa, de gruesos labios, usando un delantal y una blusa blanca con lunares y que, aunque no está satisfaciendo las necesidades de personajes blancos como en el estereotipo original, si se le ha reservado el rol de servir los alimentos (en este caso un gato con cola y todo).
En las caricaturas donde aparece la imagen estereotipada de la mammy, al igual que en las otras representaciones con las que se ridiculizó y denostó a la población peruana, es el anclaje textual el que fija el significado de las imágenes (Barthes, 2009), ya que, como se mencionó anteriormente, los personajes que aparecen en ellas no poseen ningún rasgo que nos señale inequívocamente que pertenecen a esa nación. En el caso de la siguiente imagen (Figura n° 10), es muy probable que el caricaturista (anónimo) haya considerado insuficiente el haber pintado el vestido de una mammy con los colores de la bandera peruana para adscribirla a esa nacionalidad, decidiendo anotar en el pecho de este personaje el nombre del país, para fijar así su significado y evitar así otras interpretaciones por parte de los lectores de la revista”.
Figura n° 10
Fuente: Sucesos, n° 984, agosto de 1921.
184
C) La caricatura del picaninny
La caricatura del picaninny, al igual que las anteriores, fue una representación racista funcional al discurso de superioridad del hombre blanco. Su objeto de representación fueron los niños, hijos de esclavos, y circuló a través de distintos objetos culturales como postales, afiches publicitarios, novelas y dibujos animados, siendo la primera picaninny conocida en Norteamérica el personaje de “Topsy”, personaje de la novela anti esclavista “La Cabaña del Tío Tom” de Harriet Beecher Stowe (Pilgrim, 2012).
El estereotipo del picaninny, posee características similares a la caricatura del coon rural y la mammy y, a simple vista, parecen corresponder solo a las versiones en miniatura de estos personajes o bien a imágenes que pretenden representar su infancia (Figura n° 11).
Figura n° 11
Fuente: Colección Jim Crow Museum.httpwww.ferris.edujimcrow
185
Sin embargo, existe una interpretación un tanto más profunda para esta insistente representación con respecto a la niñez de los negros14 y que tiene que ver con uno de los fundamentos del racismo europeo-occidental, según el cual existirían razas y culturas infantiles, jóvenes o inmaduras, que deben permanecer bajo los cuidados del hombre blanco, el cual ha alcanzado un estado de madurez, autogobierno y civilización (Pieterse, 2013).
Los picaninny generalmente son representados como niños delgados, con bocas anchas, gruesos y rojos labios, ojos blancos y saltones y con un cabello muy corto o muy rizado (Pilgrim 2012). En cuanto a su vestimenta, los picaninny, aparecen generalmente descalzos, con ropas anchas y harapientas, como las del coon rural, o bien desnudos o semidesnudos. La imagen más frecuente este personaje es la que le muestra devorando grandes trozos de sandía o siendo atacado por caimanes (Pilgrim, 2012).
Aunque estas características no son uniformes en todas las imágenes del picaninny, las connotaciones negativas que poseen las caricaturizaciones de los niños negros son siempre las mismas: son pobres, están mal cuidados por sus padres o bien han sido abandonados por éstos, debiendo valerse por sí mismos, apareciendo representados por lo general con mucha hambre (Pilgrim 2012). Por otro lado la desnudez o semi desnudez que presentan estas caricaturas nos sugiere que los negros son menos civilizados que los blancos, además de que sexualiza a los niños negros, lo cual ―siguiendo a David Pilgrim― normaliza su cosificacion sexual, y, por extensión, justifica el abuso sexual de estos niños (Pilgrim, 2012).
El estereotipo del picaninny aparece en las caricaturas de nuestro corpus con todas sus características, tanto en su forma física y su vestimenta (o desnudez), así como también en los roles y connotaciones que se le asignaron ya en la caricatura norteamericana original. Es frecuente por lo tanto encontrarse con la imagen de un niño negro, representando a toda la población peruana, asignándole el nombre de “Perú” en su cuerpo o bien en los diálogos que sostiene con otros personajes blancos como el “roto” o el “Tío Sam”, en donde se le señala como “peruano”, “cholo” o “cholito”.
14 Bhabha, en “La otra pregunta. El estereotipo, la discriminación y el discurso del colonialismo”, señala precisamente que una de las funciones del estereotipo es crear representaciones que se repitan constante e insistentemente, con el objetivo de fijar y naturalizar un determinado sentido con respecto al “Otro” estereotipado, “como si la esencial duplicidad del asiático y la bestial licencia sexual del africano que no necesitan pruebas, nunca pudieran ser probadas” (2002, p. 91), lo que es una manifestación de las ambigüedades intrínsecas de los discursos de la diferencia, según el autor.
186
Un ejemplo de la presencia de este estereotipo en las caricaturas chilenas lo constituye la portada de Corre-Vuela del 30 de noviembre de 1910. En ella se puede apreciar la caricatura de Paulino Alfonso, diplomático chileno que era partidario de dar una solución “salomónica” al problema de límites entre Chile y Perú por los territorios de Tacna y Arica15, cuya intención era dejar la primera ciudad en manos del gobierno peruano y la segunda bajo la soberanía chilena, sin la necesidad de realizar el plebiscito estipulado en el tratado de Ancón de 1883. Si bien la gestión de Alfonso no culminó en la solución del conflicto, su propuesta constituirá un precedente para el tratado de 1929, en el cual se determinará efectivamente la posesión de ambas ciudades sin la consulta pública señalada (Figura n° 12).
15 Cabe recordar que tras la guerra, las ciudades peruanas de Tacna y Arica quedaron bajo la soberanía Chilena a la espera de la realización de un plebiscito en el que la población de dichos territorios decidiría la adscripción nacional de éstos. Esta particular consulta pública, estipulada en el tratado que puso fin a la guerra (Tratado de Ancón de 1883), no se llevó a cabo, siendo definida la soberanía de las mencionadas ciudades a través del Tratado de Lima de 1929, en el que se resolvió la entrega de la ciudad de Tacna al Perú y la posesión definitiva y soberana de la ciudad de Arica por parte del Estado chileno. (González, 2008).
188
La caricatura, firmada por “H”, hace referencia a las limitaciones que le habría impuesto el gobierno chileno a la gestión de Alfonso, representadas a partir de un traje muy ajustado que le impediría “dar pasos muy largos”. Detrás de éste personaje, se aprecia a un niño y una niña tomados de la mano. Ambos son negros y presentan algunas de las características físicas comunes al estereotipo del picaninny señaladas más arriba: redondos ojos blancos, bocas anchas y gruesos labios coloreados de rojo. En cuanto a su vestimenta, ambos están descalzos y lucen ropas que nos remiten a los estereotipos de los adultos negros que hemos descrito, la niña haciendo referencia a una mammy y el varón a un coon rural, ambos en “miniatura”.
Al igual que los coon rurales, el estereotipo del picaninny es representado con ropas viejas y remendadas con varios parches, como muestra de la pobreza de estos personajes. Esta característica también fue representada en las caricaturas de las revistas estudiadas, como por ejemplo en la caricatura de la revista Sucesos titulada “Dudas” de junio de 1922, y que hace referencia a la aceptación, por parte del Estado peruano, de la llamada “fórmula Hughes”, propuesta norteamericana en la Conferencia de Washington, que planteaba que el conflicto chileno-peruano post Guerra del Pacífico solo se remitiría a los territorios de Arica y Tacna, dejando sin discusión el asunto de la ex provincia peruana de Tarapacá, cedida de manera definitiva al Estado chileno en el Tratado de Ancón, y en la cual se encontraba la mayor parte de la riqueza salitrera que, en definitiva, motivó la guerra entre ambos países (González, 2008).
En la caricatura, firmada por “Espejo”, se aprecia una vez más el lugar preponderante asignado a Estados Unidos, país que cumplió el rol de mediador entre Chile y Perú en el contexto de la posguerra y que, representado por un gran “tío Sam”, le muestra la mencionada “fórmula Hughes” a un pequeño niño negro de cabello rizado y de labios blancos, que luce una camisa a cuadros y un pantalón corto, remendado en la parte posterior y sujetado con un suspensor, en el cual se lee la palabra “Perú” (Figura n° 13).
189
Figura n° 13
Fuente: Sucesos, n° 1031, junio de 1922.
Las diferencias entre ambos personajes representados en la imagen, tanto en el tamaño exagerado asignado al “tío Sam” con respecto al niño/Perú, así como en las características etáreas de cada uno (un adulto y un niño), nos sugiere que el dibujante pudo haber tenido en mente el prejuicio racista “de la imposibilidad de autogobierno de la humanidad negra, [de] la situación de infantilidad permanente en que se encuentra esta población [y de] la necesidad constante de […] ser tutorizados” (Perceval, 2013, p. 272), elementos presentes en el origen del estereotipo del picaninny, y que fue utilizado para representar una situación histórica concreta, a
190
saber, el litigio de la posguerra entre Perú y Chile, para señalar que el Estado peruano no tendría las competencias necesarias para solucionar los problemas por sí solo, debiendo depender de otros.
Comentarios finales La mordacidad en el discurso visual, permite un acercamiento a la dimensión axiológica existente detrás de la caricatura. Esta, encripta sentimientos y modos de ver la realidad, sirviendo como barómetro para poder tomar el pulso de un clima de opinión epocal yendo unos pasos más allá de la mera ilustración.
La exotización de la población peruana y su asociación a su afrodescendencia negra, se entiende en el contexto de establecer elementos diferenciadores al canon chileno, construyendo una contra imagen del supuesto virtuosismo hegemónico de este país.
La autoimagen nacional elaborada a partir de la refracción de la imagen negra, fortalece una idea de un Chile, blanco, occidental y asociado a un paradigma liberal modernizante. Su desajuste, “lo negro” y por defecto la peruanidad y su vínculo con antivalores, sostenemos que no es casual, sino que respondería a la elección de un arquetipo que agrupara antivalores considerados “universales” para la época; esto es la imagen disminuida y alterizada de la población negra propia de las colonias imperiales franco-británicas, o bien la imagen de la deshumanización negra en el esclavismo norteamericano. Sostenemos que la utilización de “lo negro” como ícono de la otredad, “ahorró” a las élites chilenas, esfuerzos para alterizar al nuevo vecindario peruano (potencial enemigo) iniciando a partir de este momento la asociación Perú-Negro vehiculizado por los medios de comunicación.
Referencias Citadas
Alonso, M. (2005). Viejos estereotipos y nuevas representaciones: el nacimiento del cine feminista afro-americano. http://wzar.unizar.es/siem/articulos/Premios/Viejosestereotipos.pdf (26 julio 2016).
Bhabha, H. (2002). La otra pregunta. El estereotipo, la discriminación y el discurso del colonialismo. En El lugar de la cultura, compilado por H. Bhabha, pp. 91-111. Manantial, Buenos Aires.
191
Barthes, R. (2009). Lo obvio y lo obtuso. Paidós, Barcelona.
Bourdieu, P. (2010). El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la cultura. Siglo XXI, Buenos Aires.
Burke, P. (2001). Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico. Crítica, Barcelona.
Cid, G. (2010). Un ícono funcional: la invención del roto chileno como símbolo nacional. En Nación y Nacionalismos en Chile. Siglo XIX. Volumen I, editado por G. Cid y A. San Francisco, pp. 221-254. Centro de Estudios Bicentenario, Santiago.
Díaz, A., V. Briones y E. Sánchez (2013). Afrodescendientes en Arica. Registros coloniales para una historia regional. En Y llegaron con cadenas…Las poblaciones afrodescendientes en la Historia de Arica y Tarapacá (siglos XVII-XIX), compilado por A. Díaz, L. Galdames y R. Ruz, pp. 41-78. Universidad de Tarapacá, Arica.
Dümmer, S. (2012). Sin tropicalismos ni exageraciones. La construcción de la imagen de Chile para la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929. Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile / RIL Editores, Santiago.
Edwards, E. (2001). Raw Histories Photographs, Anthropology and Museums. Berg Publishers. Oxford.
Fanon, F. (1952). Piel negra, máscaras blancas. Editorial Abraxas, Buenos Aires.
Galdames, L., R. Ruz y M. Meza (2014). Imaginario nacional en revistas de la frontera norte de Chile post Guerra del Pacífico Ariqueña (Arica, 1923) y Torbellino (Tacna, 1924). Interciencia 39:490-494.
Gombrich, E. (2002). Arte e ilusión. Estudios sobre la psicología de la representación pictórica. Phaidon, Londres.
González, B. (2008). Visiones paródicas. Risas, demonios y jocosidades. Revista de estudios sociales 30:2-79.
192
González, S. (2008). La llave y el candado. El conflicto entre Perú y Chile por Tacna y Arica (1883-1929). LOM, Santiago.
Guasch, A. (2003). Los Estudios Visuales. Un estado de la cuestión. Estudios Visuales 1:8-16.
Hall, S. (2010). Sin garantías: Trayectorias y problemáticas en estudios culturales. Envión Editores, Ecuador.
Klaiber, J. (1978). Los “cholos” y los “rotos”: actitudes raciales durante la Guerra del Pacífico. Histórica 2:27-37.
Lira, P. (1973). Estudios sobre el vocabulario. Andrés Bello, Santiago.
Mc Evoy, C. (2007). ¿República nacional o república continental? El discurso republicano durante la Guerra del Pacífico, 1879-1884. En La república peregrina. Hombres de armas y letras en América del Sur, 1800-1884, editado por C. Mc Evoy y A. Stuven, pp.531-562. Instituto de Estudios Peruanos, Instituto Francés de Estudios Andinos, Lima.
Mc Evoy, C. (2010). Armas de persuasión masiva. Retórica y ritual en la Guerra del Pacífico. Centro de Estudios Bicentenarios, Santiago.
Mc Evoy, C. (2012). Guerreros civilizadores. Política, sociedad y cultura en Chile durante la Guerra del Pacífico. UDP, Santiago.
Palacios N. (1904). Raza Chilena. Libro escrito por un chileno para los chilenos. Editorial Chilena, Santiago.
Panofsky, E. (1998). Estudios sobre iconología. Alianza, Madrid.
Pavez, J. (2015). Laboratorios etnográficos. Los archivos de la antropología en Chile (/1880-1980). Ediciones Universidad Alberto Hurtado. Santiago.
Perceval, J. (2013). El racismo y la xenofobia. Excluir al diferente. Cátedra, Madrid.
Pieterse, J. (2013). Blanco sobre negro. Las imágenes de África y de los negros en la cultura popular occidental. Criterios, La Habana.
193
Pilgrim, D. (2012). Caricatures. http://www.ferris.edu/HTMLS/news/jimcrow/coon/ (26 julio 2016).
Ruz, R., L. Galdames y A. Díaz (2015). Alterización del Perú negro en magazines chilenos: Corre Vuela 1910-19130. Interciencia 40:799-806.
Ruz, R., L. Galdames, A. Díaz y M. Meza (2016). Relatos visuales de una Arica chilena. Los magazines de la editorial Ziz Zag (1902-1930). Diálogo Andino 50:115-132.
Santa Cruz, E. (2005). “El género magazine y sus orígenes”. En El estallido de las formas. Chile en los albores de la “cultura de masas, C. Ossandón y E. Santa Cruz. pp. 33-59. LOM, Santiago.
Subercaseaux, B. (2011). Historia de las Ideas y la Cultura en Chile. Vol. I y II. Universitaria, Santiago.
Zaldivar, T. (2003). Sonrisas de la Memoria. Caricatura en Chile: una fuente para el estudio de la iconografía y la identidad nacional. En Iconografía, identidad nacional y cambio de siglo (XIX-XX), compilado por F. Guzmán, G. Cortés, y J. Martínez, pp. 229-245.RIL, Santiago.
195
CON AGUA, ÓLEO Y CRISMA.AFRODESCENDIENTES EN LOS LIBROS
PARROQUIALES DE LLUTA Y AZAPA. SIGLO XVIII1*
Alberto Díaz Araya2
Renato Calderón Gajardo3
Este apartado describe los distintos registros que existen en torno a los afrodescendientes en los libros de bautismo, matrimonios y defunciones de la viceparroquias de Lluta y Azapa para el siglo XVIII. Se compone de dos partes. La primera, examina la posible existencia de criaderos de negros en el valle de Lluta, cuyo estudio se realizó a partir de la sistematización del Libro de Bautizos de la parroquia de San Jerónimo de Lluta que cubre el periodo desde 1717 a 1800. La segunda parte, expone los datos recopilados y sistematizados del Libro de Bautizos de San Miguel de Azapa entre los años 1705 a 1718, además de las actas matrimoniales de la Iglesia de Arica que van desde 1727 a 1740, y por último, un registro de defunciones de Arica y Azapa entre 1704 y 1740. Todos estos libros se encuentran custodiados por la Universidad de Tarapacá, materiales que hemos digitalizado y sistematizado para su correspondiente análisis sociodemográfico. De esta forma, los apartados presentan cuadros estadísticos, en los cuales se detallan algunos antecedentes de índole cuantitativo sobre el desarrollo de castas de afrodescedientes, por ejemplo: número de esclavos y de negros libres bautizados, sus edades, matrimonios entre negros, el nombre de los sacerdotes que administraron estos sacramentos o las principales familias de ambos valles que poseían esclavos.
¿Criadores de negros en el valle de Lluta? Mucho se ha discutido sobre si existió o no un criadero de negros en el valle de Lluta durante la época colonial. Los datos escasean para poder afirmar que efectivamente existió. Sin embargo, esta idea ha permanecido en el imaginario colectivo y en la memoria social de la comunidad ariqueña y específicamente de aquellas agrupaciones afrodescendientes.
Los antecedentes que han proporcionado esta imagen, han sido expuestos por Alfredo Wormald (1966), pues todo hace suponer que los documentos estudiados por él acerca de bautizos de bebés negros con madre soltera,
1* Proyecto FONDECYT n° 1120530. 2 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile. 3 Universidad de Chile, Santiago, Chile.
196
padre no conocido y además del mismo dueño (amo) tendría cierta relación con la existencia de criaderos de negros en Lluta, y además, nos sitúa ante un escenario complejo que invita a la reflexión y a la interpretación ante la escasez de fuentes históricas.
La interpretación de Wormald, quien ha sido citado y reproducido en una serie de trabajos y crónicas sobre el pasado regional, es afirmar que los criaderos pertenecían a quienes figuran como dueños de los esclavos, que a su vez, son los padres de las criaturas bautizadas, y a partir de lo cual, sospecha Wormald, han sido registrados con los apellidos de los dueños. Dichos apellidos de los principales son Carrasco, Yáñez y Sánchez. Pese a lo atractivo de esta interpretación, quedan algunos cabos sueltos, debido a que no se especifica un lugar, un espacio, un sector del valle en el cual se hayan ubicado dichos criaderos, con sus estancias, sementales y áreas de trabajo.
Sin perjuicio de lo anterior, y buscando complementar los datos presentados por Wormald, hemos localizado en la Biblioteca Central de la Universidad de Tarapacá el libro de Bautizos con el cual trabajó, a partir del cual mostraremos algunos cuadros y gráficos que reflejan la presencia de afrodescendientes en el valle de Lluta.
Los antecedentes que presentamos siguen en parte la línea argumentativa de Wormald, en el sentido de que dichos datos entregan indicios acerca da la existencia de estos criaderos tan presentes en la memoria colectiva de los afroariqueños. La hipótesis de trabajo se orienta en torno a dos aspectos posibles de interpretar del libro de bautizos. A saber: 1) el seguimiento a los hacendados que son dueños de esclavos, y 2) los esclavos que figuran como padres de las criaturas bautizadas. Esto implica a los hacendados que poseen mayor cantidad de esclavos y a los padres de los infantes bautizados, que corresponderían a esclavos de los hacendados. Esta suerte de ecuación, como intentamos constatar, arroja como resultados una serie de nacimientos de negros hijos de esclavos de un mismo dueño o patrón, factores que responderían los supuestos iniciales de Wormald.
197
La parroquia San Jerónimo de Lluta La presencia de la Iglesia en el valle de Lluta posee antecedentes desde el año 1572, fecha en la cual San Jerónimo de Poconchile se erigía como la sede de la doctrina, según relación del Virrey Martin Enríquez (Hasche, 1997, p. 51). El valle Lluta, con su río de aguas salobres llamado Juan Díaz, se configuraba como un punto neurálgico en el cual confluían aspectos religiosos y sociopolíticos. Para este periodo Lluta también comprendía administrativamente un repartimiento, cuya extensión de acuerdo a Hidalgo y Durston (2004), habría limitado por el norte con el repartimiento de Tacna, siguiendo la frontera chileno peruana moderna, por el sur probablemente con la quebrada de Camarones, por el oriente con el Corregimiento de Caranga (Hidalgo y Durston, 2004, p. 488).
La reducción del pueblo de San Jerónimo de Lluta, para el año de 1583 contaba con una población de 186 indios tributarios y 785 personas. Según Hasche (1997) hacia 1599 el centro de evangelización de los indios se encontraba en Lluta y en Azapa, concentrándose durante el siglo XVII en San Jerónimo la sede de la doctrina de los Altos de Arica, que abarcaba el altiplano y la precordillera, desde Caquena hasta Camarones. El carmelita Vásquez de Espinoza a inicios del siglo XVII describió Lluta como un valle:
muy fértil, y por más de 16 leguas valle arriba se siembra y coge mucho trigo y maíz, que da con abundancia y fertilidad referida echándole guano. Lo más grueso del valle, es desde la mar 7 leguas hasta el tambo Guanta, donde ha en él muchas estancias de españoles con indios Yanaconas y negros, donde hacen grandes sementeras de trigo, maíz y otras semillas; en medio del valle está el pueblo de Lluta de indios que está en Arica 4 leguas; en este valle no se dan viñas, ni olivares sino solo lo referido por ser el agua de azufre y alumbre; el valle es de mucha agua y arboleda y por él va el camino real de Arica a Potosí (Vázquez, 1948, p. 479).
A mediados del siglo XVII el repartimiento de Lluta se desintegró, lo cual coincide con la organización del cacicazgo de Codpa, generando el término de las relaciones políticas entre los pueblos serranos y altiplánicos con la formación de una unidad local centrada en la sierra; lo que en su conjunto influirán en la baja presencia de población andina en los valles bajos (Hidalgo y Durston, 2004).
El traslado definitivo de la doctrina hasta Codpa ocurrió en 1660. De acuerdo con Hidalgo, una venta de tierras en Mollepampa tendría relación con el abandono del pueblo de San Jerónimo de Lluta; no obstante, existen antecedentes que mencionan “que el visitador de la composición de 1643
198
reservó en el mismo sector un terreno para el indio que fuese sacristán de la iglesia del pueblo” (Hidalgo y Durston, 2004, p. 495). Tal vez este hecho tenga algún tipo de relación con la supuesta existencia de dos iglesias en el valle, una en Poconchile y otra en Mollepampa. Debemos recordar que los valles costeros de Arica se componían de una fracción importante de indios4, a quienes era necesario adoctrinar en la fe católica, razón por la cual Lluta y Azapa contaban con capillas, siendo identificadas en 1680 como Viceparroquias (Barriga, 1941, p. 66). Para 1682, Azapa y Lluta fueron desagregados de la jurisdicción de la doctrina de Codpa, pasando a formar parte de la parroquia de Arica (Hidalgo y Durston, 2004, p. 493).
Los feligreses de Arica y su comarca para el año de 1793 sumaban un total de 1.386 personas, distribuyéndose 828 personas en el puerto, 276 en Azapa y 282 en Lluta (Barriga, 1941, p. 56). En la viceparroquia de San Jerónimo de Lluta entre 1717 y 1800 se otorgó el sacramento del bautismo a 680 personas, cuyas edades fluctúan entre un día de vida y los cuarenta años de edad. Esta diferencia en las edades de los bautizos se explica a partir de las castas, como lo constituye el caso de los afrodescendientes que es el tema que nos preocupa. Así, personas bautizadas e identificadas como “negros bosales”, “negros de guinea” o “negros congo”, son nacidas en el continente africano, contabilizándose 11 casos de esclavos con más de 15 años de edad al momento del bautizo.
Puntualizando, el libro en que se encuentran estos registros contiene además las siguientes entradas:
Fecha de bautizo.
Nombre de la persona bautizada Edad.
Filiación: hijo natural o legitimo Casta de la persona bautizada.
Nombre del cura que administró el sacramento Nombres del padre y madre.
Casta o procedencia de los padres Nombres de los padrinos.
Casta o procedencia de los padrinos.
Podemos agregar que, en el caso de que la casta de alguno de los padres sea negro, mulato, o zambo, acompañados de la condición de “esclavo”, se incluye entonces el nombre y apellido del dueño de aquel esclavo.
4 Para el año de 1540, según la Cédula de Encomienda de Lucas Martínez Vegazo, en el valle de Lluta hay 444 indios que tienen como señor al Cacique Cayoa (Hidalgo y Durston, 2004, p. 483).
199
Del total de los bautizados que hemos registrado, el 71,5% corresponde hijos legítimos, el 20,7% a hijos naturales mientras que el 1,5% a hijos huérfanos, y el 6,3% sin datos, tal como se puede verificar en el siguiente cuadro:
Cuadro n° 1. Filiación de las personas bautizadas en Lluta.
Filiación Cantidad %
Legítimo 486 71,5
Natural 141 20,7
Huérfano 10 1,5
Sin Dato 43 6,3
Total 680 100
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717-1800).
Con respecto al sexo de los bautizados, existe un equilibrio entre hombres y mujeres, con una leve mayoría de los primeros, tal como se describe a continuación:
Cuadro n° 2. Sexo de las personas bautizadas.
Sexo Cantidad
Masculino 348
Femenino 331
Sin Dato 1
Total 680
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800).
Sorprende el bajo número de bautizos, pues si recurrimos al promedio anual se presentan solo 8 registros. Sin embargo, estas cifras son un tanto engañosas debido a que el ir y venir de los religiosos entre distintos puntos del valle, generaba que en repetidas ocasiones no se realizara el acto sacramental y por lo tanto este quedaba sin registro, aunque la posibilidad de ausencias reiteradas de los clérigos o los permanentes cambios en las asignaciones de curas doctrineros, son antecedentes que es necesario considerar para el caso de los valles ariqueños.
200
Cuadro n° 3. Cantidad de bautizos según rango de 10 años entre 1716 - 1800.
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717-1800)
En el cuadro n°3 se observan las variaciones en la cantidad de bautizos que cubren el periodo entre 1716 y 18005. Existen disminuciones de bautizos para los periodos entre 1716-1725, 1756-1765 y 1796-1800, lo cual puede explicarse que 1716-1725 el promedio anual es de 4,6 bautizos. Junto a ello, en 1720 no existe registro debido a la falta de sacerdote, ya que hasta 1719 figuraba Francisco Pacheco y desde 1721 lo hace don Thomas Moron. Para el período de 1756 a 1765 ocurre algo similar, pero ahora son dos años en los que no se anotan ceremonias en el libro, debido a la evidente ausencia de clérigos.
Las ausencias de curas para la celebración de sacramentos, lo cual también se evidencia en las aldeas de la precordillera y altiplano de Arica y Tarapacá, pone en relieve el problema de la eficacia de las acciones evangelizadoras de los clérigos y la reproducción de los valores y cánones católicos en la sociedad regional del actual norte chileno, toda vez que esto habría facilitado la construcción de una religiosidad con matices locales e improntas agenciadas por las propias comunidades andinas y/o afros en torno a sus creencias populares católicas y mestizas (Díaz, 2011). En perspectiva, si evaluamos el período de 1717-1800, en 83 años anotados en los libros parroquiales, 24 sacerdotes ejercieron con una serie de interrupciones la presencia eclesiástica en dicho valle:
5 Si bien, los registros son desde el año de 1717 en adelante, se especifica en el cuadro el año de 1716 para completar el rango de 10 años.
201
Cuadro n° 4. Sacerdotes de la Parroquia de San Jerónimo de Lluta 1717-1800.
Nº Nombre del sacerdotePeriodo en ejercicio
Desde Hasta Nº Bautizos
1 Francisco Pacheco 4/11/1717 15/11/1719 12
2 Thomas Moron 2/4/1721 9/3/1734 122
3 Joseph Sanabria 13/3/1736 13/3/1736 2
4 Agustin Bernardo de Quiroz 18/11/1736 8/6/1737 6
5 Pedro Joseph Barona 30/9/1737 26/8/1738 12
6 Felis de Ororvia 9/10/1738 28/6/1739 14
7 Bernardo Pedro de Rivero 5/1/1740 1/8/1741 13
8 Joachin Joseph Urquiza 6/6/1741 6/6/1741 1
9 Francisco de Collado 23/3/1742 28/12/1755 138
10 Juan de la Cerda 10/1/1758 6/6/1758 2
11 Joseph Manuel Carrasco 12/6/1758 19/4/1761 21
12 Joseph de Rivera 4/4/1762 4/4/1762 1
13 Miguel de Araujo 30/9/1763 12/8/1764 9
14 Feliz Sisneros 3/9/1764 20/8/1769 63
15 Domingo Lepay 20/3/1770 224/1779 74
16 Miguel Matheo Gil y Arias 19/7/1779 4/6/1780 10
17 Joseph Augustin Albarrasin 7/1/1781 18/6/1786 37
18 Manuel Sanches 1784 1784 1
19 Josef Suñiga 30/9/1785 30/9/1785 3
20 Joseph Vizcarra 28/1/1787 12/2/1787 5
21 Josef Manuel Carrasco 27/10/1787 6/3/1791 48
22 Vizente Rosas 11/3/1791 5/4/1792 25
23 Felis Ramon de Osorio 24/6/1792 16/6/1793 10
24 Mariano Barrachino 12/9/1793 3/1/1796 31
25 Jose Santiago Tagle 17/1/1796 8/10/1796 3
26 Felis Ramon de Osorio 16/9/1796 9/5/1800 17
Total 680
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717-1800)6
6 Dos religiosos se repiten el cargo de esta iglesia, quienes eran Joseph Manuel Carrasco y Felis Ramón de Osorio, por lo tanto se contabilizan 24 sacerdotes.
202
Volviendo al problema de las castas, durante la época colonial se estableció un sistema sociopolítico que propiciaba la segmentación racial de la población, ajustando el cobro de impuestos y la asignación de obligaciones según su línea parental e incluso pigmentación. Bajo estos supuestos, las castas que predominaban en el valle de Lluta, según los bautizos administrados son las siguientes:
Cuadro n° 5. Número de bautizos según castas.
Casta Cantidad
Indio 294
Mestizo 111
Zambo 67
Sin Dato 60
Español 48
Negro 45
Cholo 31
Mulato 19
Cuarterón 3
Chino 1
Pardo 1
Total 680
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)
203
En total, son 486 los bautizos registrados como legítimos, es decir, un 71,5%. De los 294 indios bautizados, 224 corresponden a hijos legítimos (ver cuadro n°6), es decir, han nacido estando casados los padres de la criatura. El porcentaje de negros bautizados es de 6,6%, muy semejante a la cifra de españoles que alcanza al 7,1%.
Cuadro n° 6. Hijos legítimos según casta.
Indio 224 Zambo Esclavo 3
Mestizo 81 Cuarterón 2
Zambo 46 Mulato Esclavo 2
Sin Dato 44 Negro Libre 2
Español 34 Chino 1
Cholo 25 Esclavo 1
Negro Esclavo 10 Forastero 1
Mulato 9 Pardo Libre 1
Total 486
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)
Sobre los hijos naturales, se contabilizaron 141 casos, siendo la casta de indios la que predomina con un total de 61 registros (ver cuadro n° 7).
Cuadro n° 7. Hijos naturales según casta.
Indio 61 Cholo 4
Mestizo 26 Mulato 4
Zambo 12 Zambo Esclavo 1
Negro Esclavo 12 Cuarterón 1
Sin Dato 11 Mulato Esclavo 1
Español 7 Negro Libre 1
Total 141
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)
204
Además, se encontraron 10 hijos huérfanos: 5 españoles, 1 cholo, 1 indio, 1 mulato, 1 mestizo y 1 sin dato. Junto a ello, aparecen hijos sin filiación, es decir, que en el registro del bautizo no se especifica si la persona es legítima o natural. En esta categoría se contabilizaron 43 personas sin filiación predominando los “negros esclavos” con un total de 17, con un 39,5% sobre el total (ver cuadro n° 8).
Cuadro N° 8. Hijos sin filiación según casta.
Negro Esclavo 17
Indio 8
Sin Dato 4
Mestizo 3
Zambo Esclavo 3
Zambo 2
Español 2
Cholo 1
Mulato 1
Mulato Esclavo 1
Esclavo 1
Total 43
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)
Como sabemos, la condición de “esclavo”, no era exclusiva sólo de negros, sino que también incluía a mulatos y a zambos. Entre los 680 registros se encuentran 52 bautizos de esclavos, con un evidente predominio de la casta “negra” con 39 personas.
Cuadro N°9. Esclavos bautizados según casta.
Casta Cantidad
Negro 39
Mulato 4
Zambo 7
Sin Dato 2
Total 52
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)
205
A partir de estos 52 esclavos se pueden establecer distintos rangos etarios que sirven como indicadores de su situación. En tal sentido, los bautizos de personas menores a un año presentan el 55,8% del total, más de la mitad de los bautizos de esclavos corresponden a criaturas menores a un año de vida (ver cuadro n°10). Esto indica que son infantes nacidos en el valle de Lluta, además de ser hijos de esclavos pertenecientes a hacendados del valle.
El segundo rango de 1 a 5 años presenta las mismas características: son hijos de esclavos con amos en el valle, con la salvedad que en los registros se expresan los nombres de las madres, y a los padres se les refiere como “no conocidos”, lo que al parecer indicaría que ambos padres son esclavos y que pertenecen al mismo dueño, con la salvedad de que el padre no poseía identificación de nombres y apellidos en los registros, seguramente por no tener certeza de quién era justamente el padre. A continuación, se expone el detalle de los bautizos por rango etario:
Cuadro n° 10. Bautizos de esclavos según rango etario.
Rango de edad (años) Nº bautizos
Menos de 1 29
1 a 5 6
6 a 10 2
11 a 15 0
Más de 15 11
Sin dato 4
Total 52
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)
206
Los dueños de esclavos en el valle de Lluta que se han identificado, corresponden a las familias Yáñez, Carrasco, Sánchez, Sabarburu [sic], y a los Nacarino (ver cuadro n° 11). Desde la perspectiva de Wormald, este ángulo permitiría focalizar la hipótesis sobre los criaderos, puesto que a partir de la identificación de los dueños o amos, es posible establecer una cifra aproximada acerca de la cantidad de esclavos que poseían. Por ejemplo, debido a que la irregular presencia de clérigos en el valle era evidente, estos aprovechaban según las fechas del calendario litúrgico y el santoral, las festividades para bautizar a los feligreses, registrando durante las fiestas de las cruces a inicios de mayo los sacramentos, además de las madres y los padrinos que eran los propios amos. El 3 de mayo de 1726, “en dicho Valle”, Fray Juan Telles puso oleo y crisma a “Maria de las Mercedes negra esclava de Don Francisco Yañes de edad de cinco meses, hija natural de Francisca Yañes y de padre no conosido… fueron sus padrinos Luis Muños y Doña Isidora Ramires, adbertiles, el parentesco y la obligasion que tienen”7.
También aquel día Fray Thomas Moron bautizó a “Prudensio negro esclavo de Don Francisco Yañes asistente en dicho Valle, hijo natural de Maria Yañes de edad de tres años y de padre no conosido” […] “a Claudia negra esclava de Don Francisco Yañes asistente en dicho Valle, hijo natural de Maria Yañes de edad de diez meses hija natural de Maria Yañes y de padre no conocidos”8; a Thomasa negra esclava de Yañez de dos años de edad e hija natural “de Maria Yañes negra esclava y de pa- dres no conocido” y a María Perfecta, esclava de Francisco Yáñez, de dos años de vida e hija natural de Francisca Yáñez y de padre desconocido9. El listado de dueños de esclavos negros en Lluta es el siguiente:
7 Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800), foja 101.8 Libro parroquial de Lluta (1717-1800), foja 102. 9 Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800), foja 102v.
207
Cuadro n° 11. Dueños de esclavos, incluyendo esclavos bautizados, sus padres y padrinos.
Dueños de Esclavos Nº Esclavos Bautizados Padre10 Madre Padrinos Total
Francisco Yáñez 22 6 8 6 42
Luis Carrasco 9 1 3 3 16
Ambrosio Sánchez 7 1 3 0 11
Pedro Sabarburu(Gobernador) 2 2 0 2 6
Francisca Nacarino 3 1 2 0 6
Joseph Sánchez(Maestre De Campo) 2 1 2 0 5
Manuel De Sánchez(Maestre De Campo) 1 1 0 1 3
María Yáñez 1 1 1 0 3
Joseph Cornejo 1 0 1 0 2
Joachina de Obiedo(Azapa) 1 1 0 0 2
Juan Joseph Sánchez 1 0 1 0 2
Tiburcio Sosa(Azapa) 0 2 0 0 2
Paulino Joaquín De Tapia 1 0 0 1 2
Juan Ximenes 1 1 0 0 2
Andrés Blanco 1 0 1 0 2
Hermenegilda Nacarino 0 0 2 0 2
Francisco Nacarino 1 0 1 0 2
Pedro Barrera 0 1 0 0 1
Feliciano Osorio(Mariscal De Campo) 0 1 0 0 1
Juan Sánchez 1 0 0 0 1
Totales 55 20 25 13 115
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717-1800)
10 Para el caso de los padres, sólo se han contabilizado aquellos que figuran con nombre o apellido, puesto que hay 23 entradas con la categoría “padre no conocido” que corresponden a esclavos de distintos dueños. Esta situación se explica a partir de dos cuestiones: 1) la persona bautizada es un esclavo adulto que fue comprada por lo cual se desconoce el nombre de su padre y madre, 2) son esclavos con dueño definido, pero al no tener la certeza de quién es el padre de la criatura no se específica en el registro. En este sentido, según el punto dos, a ellos no los hemos contabilizado puesto que una misma persona probablemente sea padre de dos niños.
208
Como vemos, los amos, patrones o dueños asignaban sus apellidos a los esclavos. De esta forma, se puede encontrar a una madre y a un padre con el mismo apellido siendo esclavos del mismo amo. Esto describe que, al interior de una hacienda, esclavos del mismo dueño se están reproduciendo. De este modo, pudimos establecer que los esclavos pertenecientes tanto a Francisco Yáñez, Ambrosio Sánchez y Luis Carrasco tuvieron hijos entre sí, tal como detallamos:
Cuadro n° 12. Hijos de esclavos nacidos entre esclavos del mismo dueño.
Dueño de Esclavos N° esclavos (Padres y/o madres) Hijos esclavos nacidos entre esclavos del mismo dueño
Francisco Yáñez 14 13
Ambrosio Sánchez 4 9
Luis Carrasco 4 4
Andrés Blanco 2 1
Joseph Cornejo 2 1
Joseph Sánchez 3 1
Paulino de Tapia 2 1
María Yáñez 2 1
Francisca Nacarino 3 0
Pedro Barrera 1 0
Joachina Obiedo 2 0
Feliciano Osorio 1 0
Pedro Sabarburu 2 0
Juan Sánchez 1 0
Juan Joseph Sánchez 1 0
Manuel de Sánchez 1 0
Tiburcio Sosa 1 0
Juan Ximenes 1 0
Total 47 31
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717-1800)
209
Por ejemplo, entre 1726 y 1753, tal como en los párrafos anteriores, Francisco Yáñez mandó a bautizar a 16 negros esclavos, cuyas edades fluctuaban entre un día de vida y los tres años11 (ver cuadro n° 13).
Para 1726 figuran tres bautizos ya descritos que merecen cierta atención: Prudensio de 3 años, Thomasa de 2 años y Claudia de 10 meses, los tres hijos de padre desconocido, pero con la misma madre, María Yáñez. El apellido de la madre se presenta como un indicador de propiedad. El padre desconocido es un indicador de un hijo natural que se concibió fuera del matrimonio, por lo cual, se podría pensar en un acto reproductivo. Las tres criaturas nacieron seguidas, Prudensio en 1723, Thomasa en 1724 y Claudia en julio de 1725; la continuidad de los nacimientos puede ser otro indicador de la existencia de un criadero manejado por Yáñez.
Lo curioso de esta información es que los tres niños mencionados, años después aparecerán en los registros como padres de nuevos esclavos. Veamos el caso de cada uno por separado. El mayor de los tres hermanos, Prudensio, en 1743 a la edad de 20 años fue padre, junto a la esclava Juana Nacarino, de una niña llamada Estephania, la que al momento de ser bautizada tenía once días de vida. Tres años más tarde y a la edad de 23 años, Prudensio fue padre por segunda vez, de un niño llamado Theodoro Joseph, bautizado cuando tenía un mes de vida. Su madre fue la esclava Juana Nacarino. Ambos bebés se especifican como legítimos, lo cual indica que Prudensio y Juana mantenían un vínculo marital.
Thomasa, la niña que en 1726 tenía 2 años, es madre a los 19 años de edad. Tuvo un hijo llamado Mateo junto a un esclavo de apellido Yáñez llamado Lorenzo. Al igual que los hijos de Prudensio, Mateo también es hijo legítimo. Y finalmente, Claudia, la menor, tiene su primer hijo a los 14 años junto a Cristóbal, un negro proveniente del Congo que seguramente Yáñez compró en el mercado de esclavos. De esta manera el número de esclavos de Yáñez aumenta con el tiempo, sobre todo cuando aparecen bautizados esclavos mayores de 15 años recién llegados de África. Seguramente con la intención de disponerlos como procreadores.
11 Si bien, en el cuadro n° 13 se expresa que fueron bautizados 13 niños hijos de padre y madre esclavos de Yáñez, existe una diferencia de tres bautizos, puesto que tres padres no eran esclavos, sino que zambos libres por lo tanto para la confección de dicho cuadro fueron excluidos.
210
Cuadro n° 13. Bautizos de niños esclavos de Francisco Yáñez.
Fecha bautizo Nombre Edad Filiac. Casta Padre Casta Padre Madre Casta
Madre
3/05/1726 María de las Mercedes 5 m. N Negra
esclava PNC SD Francisca Yañes
Negra esclava
3/05/1726 Prudensio 3 a. N Negro esclavo PNC SD María Yañes Negra
esclava
3/05/1726 Claudia 10 m. N Negra esclava PNC SD María Yañes Negra
esclava
3/05/1726 Thomasa 2 a. N Negra esclava PNC SD María Yañes Negra
esclava
3/05/1726 María Perfecta 2 a. N Negra esclava PNC SD Francisca
YañesNegra esclava
29/05/1730 Francisco 6 m. N Negro esclavo Antonio Negro
esclavo Francisca Negra esclava
23/07/1732 Juana 1 m. N Negra esclava Antonio Negro
esclavoFrancisca
YañesNegra esclava
6/08/1740 Antonio de la Crus 15 d. L Negro
esclavo Cristóbal Negro Congo
Claudia Yañes
Negra esclava
26/09/1743 Matheo 5 d. L Esclavo Lorenzo Pacheco Esclavo Thomasa
Yañes Esclava
17/02/1743 Estephania 11 d. L Negra esclava
Prudencio Yañes
Negro de Lluta
Juana Nacarino
Negra esclava
26/07/1746 Theodoro Joseph 1 m. L Negro
esclavoPrudencio
YañesNegro de
LlutaJuana
NacarinoNegra esclava
12/10/1749 Martina 6 d. L Negra esclava Miguel Negro
bosal Vasilda Negra criolla
20/11/1749 Petrona 3 d. L Esclava Pasqual Cuentas SD Thomasa
Nacarino Esclava
14/02/1751 Juan Apolonio 5 d. L Zambo esclavo
Pasqual Cuentas SD Thomasa
Nacarino Esclava
22/05/1752 María 6 m. L Zamba esclava
[ilegible] Nacarino
Zambo Libre Juana Yañes Negra
esclava
26/02/1753 Valerio 1 d. L Negro esclavo
Fernando Yañes
Negro esclavo
Valeriana Yañes
Negra esclava
Leyenda: N (Natural), L (Legitimo), PNC (Padre no conocido), SD (Sin dato).
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)
En el caso de los esclavos de Ambrosio Sánchez, los datos no permiten tanta especificidad como el caso anterior, pero si es posible establecer algunos aspectos no menos importantes. Entre 1724 y 1732 se registraron 6 bautizos de hijos concebidos entre los esclavos de Sánchez. La esclava Olaya Sánchez “en dicho Valle en diecisiete de febrero de mil setecientos veintisiete años eche Agua puse Olio y Crisma, a Gabino Sanches negro
211
de edad de dos años a quien bautiso por necesidad el Padre Fray Felis de Ororbia Religioso de la Merced, esclavo de Ambrosio Sanches, hijo natural de Olaya Sanches negra y de padre no conosido, fue su madrina Francisca Serdas”12. Además Olaya tuvo otro hijo llamado Marcos.
Asimismo, las esclavas de Ambrosio Juana Sánchez (zamba), Josepha Sánchez (zamba) y Josepha Bargas [sic] también tuvieron hijos de padres desconocidos. Josepha tuvo como hijo a Pablo Sánchez siendo madrina “Francisca Serdas sanba libre”13. Estos datos podrían confirmar la tesis de Wormald respecto a la existencia de los criaderos, puesto que para identificar su presencia un factor de importancia es que la madre del niño bautizado sea esclava con un dueño definido y el padre sea desconocido.
Por último, en cuanto a los esclavos de Luis Carrasco, existen aparecen 9 personas bautizadas, de los cuales sólo cuatro son niños y cinco son adultos. Estos últimos lo más probable es que hayan sido adquiridos en el comercio de esclavos, ya que no se identifican padres ni madres y además se les otorga el apellido de su dueño. Así, el “dieciocho de julio de mil setecientos veintiseis eche Agua puse Olio y Crisma, a Antonio Carrasco negro congo de edad de cuarenta años esclavo de Don Luis Carrasco hijo de padres no conocidos, asistente en dicho Valle a quien bautiso el Padre Fray Agustin de Castro”14. Del mismo modo fueron sacramentados Pedro Carrasco de 30 años (negro bosal), Juan Carrasco de 38 años (negro), Juan Carrasco de 24 años (negro), y Francisco Carrasco de 30 años (negro). Por otra parte, los 4 niños bautizados fueron concebidos entre esclavos pertenecientes a Carrasco. De todos estos, sólo se menciona a un padre, a Francisco Carrasco (es probable que sea el mismo Francisco Carrasco nombrado anteriormente), que junto a Cathalina Carrasco figuran en 1727 como padres de Antonio Carrasco de 7 años de edad. Las demás madres son: María Rosa Carrasco, madre de dos niños; uno de cinco meses y otro de seis años; e Ignacia Carrasco, madre de una criatura de cuatro meses.
12 Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800), foja 104v.13 Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800), foja 108.14 Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800), foja 103.
212
A partir de estos casos se puede observar que la mayor cantidad de bautizos de esclavos se concentra entre los años 1726 y 1745 (ver cuadro n° 14).
Cuadro n° 14. N° de bautizos de esclavos según rango de 10 años entre 1716 y 1800.
Rango Nº Bautizos
1716-1725 4
1726-1735 22
1736-1745 15
1746-1755 6
1756-1765 1
1766-1775 3
1776-1785 1
1786-1795 0
1796-1800 0
Total 52
Fuente: Libro parroquial de Lluta (1717 – 1800)
Los datos indican que al menos tres dueños de esclavos con haciendas en Lluta con los apellidos Carrasco, Sánchez y Yáñez son quienes durante el siglo XVIII mantenían a una considerable cantidad de esclavos dispuestos para sus servicios. Incluso, estas personas bautizaban a los hijos de los esclavos negros de forma consecutiva, de lo que se desprende la idea de que hayan poseído un espacio para la reproducción de negros o “criaderos”. Sin embargo, faltan muchos antecedentes para ubicar espacialmente dichos asentamientos y sus respectivas construcciones.
Negros, mulatos y zambos en Arica y Azapa. 1704-1740 Los documentos parroquiales del valle de Azapa entre 1704 y 1740, describen un panorama general acerca de la esclavitud. Siguiendo el entramado, entre os años 1705 y 1718, en el valle de Azapa fueron bautizadas 35 personas15 (19 corresponden al sexo femenino y 16 al masculino), entre infantes menores de un año y adultos desde 19 a 24 años. Los datos arrojan el mismo patrón detectado en Lluta, puesto que, de los 35 bautizos, 27 son hijos naturales, a quienes solo se especifica el nombre de la madre y el padre es inscrito como no conocido.
15 De tal cifra hemos excluido los bautizos inscritos con las castas “española” e “india”, de manera que todos los cuadros estadísticos que se presentan en adelante corresponden a las castas “negra”, “zamba”, “mulata” y “parda”.
213
El detalle se expresa en los siguientes cuadros:Cuadro n° 15. Bautizos en Azapa según rango etario (1705 y 1718).
Rango N° Bautizos
Menores de un año 30
Entre 19 y 24 años 5
Total 35
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800)
Cuadro n° 16. Bautizos en Azapa según filiación (1705 y 1718).
Filiación N° Bautizos
Legítimo 4
Natural 27
Sin dato 4
Total 35
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800)
Los cinco padres registrados con nombre, corresponden a bautizos de 3 niños de casta “zamba”, un “mulato”, y una “negra”, todos libres. Los bautizos de negros y zambos representan la mayor cantidad, ambos con 15 inscripciones. Sin embargo, los negros esclavos alcanzan a los 13 bautizos, mientras que los zambos esclavos suman sólo dos registros.
Cuadro n° 17. Bautizos en Azapa según castas. 1705 - 1718.
Casta N° Bautizos
Negro esclavo 13
Zambo libre 13
Negro libre 2
Zambo esclavo 2
Mulato libre 2
Pardo libre 2
Cuarterón 1
Total 35
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800)
214
Los registros bautismales, junto con incluir los datos de la persona bautizada, señalan el nombre del dueño de esta persona en caso de que el bautizado –o sus padres- sean esclavos. Por lo tanto, a partir de esto podemos conocer quiénes eran algunos de los hacendados de Azapa que tenían, entre sus posesiones, a esclavos negros y zambos (ver cuadro n° 18).
Cuadro n° 18. Dueños de esclavos en Azapa entre 1705 y 1718 según rango etario de bautizos y madres esclavas.
Nombre dueño de esclavos
Bautizos menores 15 años
Bautizos mayores 15 años Madres Total
esclavos
María de Barrios 1 4 1 6
Luis de Rivera 3 0 2 5
María de Tovar 4 0 4 8
Marcos de Tovar 1 1 2 4
Alan Ramires 1 0 1 2
Totales 10 5 10 25
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800)
A primera vista llama la atención el bautizo de 5 mayores de 15 años. Estos corresponden a negros esclavos que probablemente fueron comprados a excepción de una esclava, a quien “en seis de henero de setesientos y catorce de mi licencia el padre fray Juan Sidrón bautiso puso oleo y crisma… a Francisca negra de edad de veinte años, hija natural de María esclava de Don Marcos de Tovar y de padre no conocido… su madrina Lorenza de Tovar”16.
El caso de María de Barrios es diferente, esta hacendada estaba vinculada al comercio de esclavos negros adultos, quienes no habían sido bautizados, por lo que conjeturaos podría estar llegando desde el África u otra zona sin recibir aun los sacramentos requeridos por la Iglesia para todos los esclavos. Como es de suponer, los sacerdotes y curas auxiliares de la parroquia de Arica para el siglo XVIII, ausentes en las zonas interiores de la región, aprovechaban la época de fiestas para la celebración de los sacramentos. Precisamente, para la festividad de la Virgen de la Candelaria, en “el valle de San Miguel de Azapa el dos de febrero de setecientos y diez y siete años […] el padre fray Juan Telles de la orden religiosa de agustinos puso oleo y crisma a Gabriel Raphael negro adulto al pareser de edad de veinte años esclavo de Doña María de Barrios a quien instruido En la santa fe doctrina y cristianos y catecismo le echo el agua del santo bautismo [ilegible] el
16 Libro parroquial de Arica (1705 – 1800), foja 34.
215
dicho padre fue su padrino Manuel del Barrios”17. Los negros vendidos o comprados serían todos mayores de 15 años, provenientes directamente desde África o desde otras localidades del virreinato. Por otra parte, entre María de Tovar y Marcos de Tovar suman 12 esclavos negros, y que al no figurar algún padre conocido quizá hayan incurrido en la reproducción de esclavos.
Entre los años 1704 y 1740 se registraron 164 defunciones de negros, zambos, mulatos y pardos residentes en Arica y Azapa. Al igual que las castas predominantes en los bautizos, tanto negros esclavos como zambos libres tienen la mayor cantidad de decesos en ambas localidades. La mayor cantidad de esclavos fallecidos en este periodo corresponde se concentran en Azapa, con 55 defunciones, en relación a los 24 fallecimientos registrados en Arica (ver cuadro n° 19).
Cuadro n° 19. Defunciones de negros, zambos, mulatos y pardos en Arica y Azapa entre 1704 y 1740.
Castas Arica Azapa Total
Negros esclavos 24 55 79
Zambos libres 15 22 37
Pardo libre 9 8 17
Negros libres 8 5 13
Mulatos esclavos 4 2 6
Mulatos libres 3 2 5
Zambos esclavos 3 1 4
Sin dato 0 3 3
Totales 66 98 164
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800)
17 Libro parroquial de Arica (1705 – 1800), foja 41.
216
Al organizar los datos según rangos etarios, es posible observar que la mayor cantidad de muertes se concentra entre los 50 y 59 años, predominando los negros esclavos con 20 fallecimientos. La segunda mayoría, la presentan los zambos, quienes se agrupan en los tres primeros rangos. El siguiente gráfico muestra dichas tendencias:
Gráfico n° 2. Defunciones en Arica y Azapa según rangos etarios. 1704 - 1740.
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800).
217
A continuación, se detalla un listado con aquellas personas que figuran como dueños de esclavos, tanto en Arica, como en el valle de Azapa:
Cuadro n° 20. Dueños de esclavos en Arica y Azapa entre 1704 y 1740.
Dueños de esclavos en Arica Dueños de esclavos en Azapa
Alejandra Sánchez Alan Ramires
Alexo de Leiba Alejandro Ximenes
Antonia Arias Mansilla Bartolomé de Moza
Balthazar Pérez de los Ríos Catalina Sienes de Morejo
Barbara de Arteaga Fausto de Ororbia
Barbara Pérez de los Ríos Francisca Carrasco
Barbara Ximenes Francisco Lorarse [?]
Bernarda de Vicenso Francisco Portocarrero
Bonifacio de Abila Gregorio Soza
Diego Diaz Gonzalez Joseph de Quiroga
Diego Diaz Gutierres Julio de Aturaza
Domingo Hernández de Ledesma y Salamanca Luis Carrasco
Isabel de Vilca Luis de Rivera
Joachin de Alvarracin Covaleda Marcos de Tovar
Josefa de Zabarburu María de Alvares
Josepha del Campo María de Barrios
Juan Carlos Marques María de Tauca [?]
Juan de Galania María de Tomani [?]
Juan Domingo de Aguilar María de Tovar
Juan Peres Mariana Mesia de Zuñiga
Juana de Castro Pedro Barraza Lagos
Justo Arias Pedro de Zabarburu
Lucas Enriques
María Mensia Pérez
Pedro Balades y Reano
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800).
218
Entre los años 1727 y 1740 se registraron 14 matrimonios en Arica que involucraron, ya sea a negros, zambos o mulatos (ver cuadro n° 21).
Cuadro n° 21. Matrimonios en Arica afrodescendientes (1727 y 1740).
N° Hombre Mujer
1 Negro esclavo Negra esclava
2 Negro esclavo Negra esclava
3 Negro esclavo Negra libre
4 Negro libre Sin dato
5 Sin dato Negra criolla (libre)
6 Negro esclavo Zamba libre
7 Negro libre Sin dato
8 Zambo esclavo Mestiza
9 Negro bosal congo India mestiza
10 Negro esclavo Sin dato
11 Pardo esclavo Negra criolla (libre)
12 Negro libre Zamba libre
13 Zambo libre Zamba esclava
14 Pardo libre Zamba esclava
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800)
De estos matrimonios, 8 hombres y 4 mujeres son esclavos, y 5 hombres y 7 mujeres son libres. Entre esclavos se registraron dos matrimonios, uno el 20 de mayo de 1727 y el otro en “la ciudad de San Marcos de Arica en veinte y cinco dias, del mes de septiembre de setecientos treinta y siete años caso y bele In feccie eclesiesiana a Bernardo de Espinosa y Baños, negro esclavo con Phelisiana quina Baños natural de esta ciudad asi mismo negra esclava habiendo presedido las informaciones [ilegible] tres amonestaciones de que manda el Santo Concilio de Trento”18. Igualmente, en los antecedentes parroquiales se identifican 7 matrimonios entre esclavos y negros libres, mientras que sólo uno entre negros libres.
18 Libro parroquial de Arica (1705 – 1800), foja 65.
219
Los sacerdotes que llevaron a cabo los bautizos y los matrimonios son los siguientes:
Cuadro n° 22. Sacerdotes que celebraron bautizos y matrimonios entre 1704 y 1740.
Bautizos Matrimonios
Agustín de Castro Juan de Figueroa
Juan de Landaeta Ignacio Figueroa
Juan Sidron Joachin Xavier Portocarrero y Calderón
Juan Telles Don Antonio Germán Legay
Sebastian Sidron Eugenio Enriques
Fuente: Libro parroquial de Arica (1705 – 1800)
Para la segunda mitad del siglo XVIII los casamientos que se realizaron en la parroquia de Arica, donde se identifican las distintas castas existentes, son los que presentamos a continuación:
Tabla n° 1. Casamientos Iglesia San Marcos de Arica. 1740-1780.
Castas H % M %
Blancos 208 40 211 42
Españoles 5 1 1 0
Mestizos 3 1 9 2
Cholos 10 2 7 1
Mulatos 23 5 18 4
Indios 26 5 16 3
Negros 48 10 33 7
Negros criollos 5 1 1 0
Pardos 3 1 0 0
Quarterones 3 1 4 1
Quinterones 1 0 0 0
Sambos 24 5 41 8
Sin identificación 146 28 164 32
Total 505 100 505 100
Fuente: Inostroza (2010).
220
Para la zona de la precordillera de Arica, los estudios realizados por Inostroza (2010) sobre la composición de la población serrana durante el siglo XVIII, describen el hecho que estas sociedades estaban constituidas por una población totalmente indígena. Al respecto, los registros de los libros de la Parroquia de Belén, informan de un 90% de indígenas, originarios y forasteros; pero, también entrega un pequeño porcentaje de población de otras castas, entre las cuales se encontraban los negros, mulatos y zambaigos.
En general, los registros parroquiales de Belén establecen la existencia de cuatro tipos de castas: una gran mayoría de indios, algunos españoles y mestizos, y un número escaso de cholos. Sin embargo, en el libro de Casamientos de la Parroquia de Belén (1775-1799) se identifica la presencia de dos zambaigos y 4 negros pertenecientes a otros pueblos. De esta manera, encontramos a Pablo Tapia, casado con Rosa Thapia, ambos de nación Sorongo y esclavos de Matías Tapia (no se indica el pueblo de residencia, pero fueron testigos del matrimonio Mathias Mamani e Isidro Quiroga, residentes en Churiña y Belén); Juan Baptista, casado con Ermeregilda, esclava, hija natural de Paula Cañipa, los tres esclavos de Phelipe Cañipa.
En el libro de defunciones de la Parroquia de Belén (1773-1799) se apunta que, en 1796, Catalina Mendosa, esclava de 48 años, fue enterrada en la Iglesia de Socoroma, aunque no se indica el nombre de su dueño. También se menciona a un zambaigo y a un negro perteneciente a otros pueblos no especificados. Para el caso de Churiña en la cabecera del valle de Lluta, se alude a un niño, Manuel, de 9 meses e hijo legítimo de Blas Tapia y Manuela Delgado (“forasteros de boca negra”); dos negros adultos; y un indio zambaigo llamado Theodoro Bolaños, casado con Tiburcia Belonio.
En el pueblo de Socoroma, en 1773 se registran dos esclavas adultas y un niño que probablemente era esclavo: Mariano, hijo legítimo de Manuel Collado y de la esclava Magdalena Emagazayni(?). En Sora se registraron dos mulatos, aunque en otros registros estas mismas personas fueron identificadas como “monstruncos”. En 1763 fue bautizada María Mercedes, hija legítima de Manuel Yañez y Basilia Puis, monstruncos; y posteriormente, en 1766, fue bautizado Juan, hijo legítimo de Manuel Yañez y Basilia Catorceno, ambos mulatos.
En la Revisita de Egan de 1773 se contabilizó a 3.578 personas en el pueblo San Martín de Codpa, entre los que se encuentran dos zambaigos casados con tierras y cuatro zambaigos solteros sin propiedades. En 1792,
221
Álvarez y Jiménez agrega que en Codpa hay 24 zambaigos y 12 negros, de un total de 1.358 personas. No obstante, es importante mencionar que las Revisitas coloniales buscaban determinar a la población tributaria, por lo que casi no incluyen a personas de otras castas. Finalmente, en Putre se ha podido identificar la existencia de dos esclavas del cura, además de algunos esclavos del cacique, pero sin poder determinar su residencia (Inostroza, 2010). En las siguientes tablas se sintetiza la situación de las catas en la precordillera ariqueña.
Tabla n° 2. Castas según libros de Casamientos, Parroquia de Belén. 1775 – 1799.
Belén Socoroma Sora Otros
Nº casamientos 127 124 30
Españoles Contrayentes
hombres 1 0 0 2
mujeres 0 0 0 0
Total 1 0 0 2
Mestizos Contrayentes
hombres 3 3 0 7
mujeres 3 0 0 9
Total 6 3 0 16
Cholos Contrayentes
hombres 0 1 2 3
mujeres 1 0 0 4
Total 1 1 2 7
Zambaigoshombres 2
mujeres 0
Total 0 0 0 2
Negroshombres 1
mujeres 1
Total 0 0 0 2
Esclavoshombres 1
mujeres 1
Total 0 0 0 2
Fuente: Inostroza (2010).
222
Tabla n° 3. Castas según libros de Defunciones. Parroquia de Belén. 1773- 1799.
Belén Socoroma Sora Otros
Nº defunciones 387 371 167
Españoleshombres 3 0 2
mujeres 3 0 0
Total 6 0 0 2
Mestizoshombres 2 1 2 8
mujeres 2 1 1 7
Total 4 2 3 15
Choloshombres 1 0 6
mujeres 0 1 6
Total 0 1 1 12
Zambaigoshombres 1
mujeres 0
Total 0 0 0 1
Negroshombres 1
mujeres 1
Total 0 0 0 2
Esclavoshombres 0
mujeres 1
Total 0 1 0 0
Fuente: Inostroza (2010).
Hasta aquí los antecedentes que hemos analizados direccionan posibles inferencias en torno a una práctica vinculada a la reproducción esclavos negros en ambos valles, como parte de una posible actividad económica encubierta con la cual comerciaban los hacendados de Lluta y Azapa e invisibilizada de la documentación. El bautizo de muchos menores de un año -hijos de madre esclava- que no tuvieron un padre conocido al momento del rito sacramental, nos da un indicio para considerar la existencia de los “criaderos”, debido a que el desarrollo de esta práctica podría haber sido algo más rentable que comprar esclavos.
La compra y venta de esclavos fue una práctica que también se desprende de la documentación, puesto que tanto en Lluta como en Azapa, figuran esclavos mayores de 15 años bautizados, los cuales –en algunos casos– son inscritos como “negro congo”, “negro de guinea” o “negro bosal”, indicando que estos esclavos estaban recién llegados de África.
223
En las actas matrimoniales se cubre un periodo de 13 años, en el cual se celebraron 14 matrimonios que incluyeron personas de casta negra y zamba. Podemos establecer que el matrimonio entre negros esclavos y negros libres era posible, del mismo modo entre zambos y negros, sean estos esclavos o libres. Del mismo modo, indican que la mayor cantidad de muertes se concentra en los esclavos negros que murieron entre los 40 y los 69 años. Si asociamos esta información con el bautizo de esclavos negros -que fueron comprados teniendo entre 19 y 30 años- podemos especular que los compradores de negros privilegiaban a aquellos cuya edad fluctuaba dentro de este rango etario, privilegiando la extensión de vida laboral de los esclavos.
La casta negra fue predominante en relación a los zambos y mulatos, esto lo observamos en los bautizos y en las defunciones. Asimismo, los negros fueron la casta mayormente solicitada por los hacendados de los valles. Entre estos podemos mencionar como principales propietarios de esclavos a: en Lluta a Francisco Yáñez, Ambrosio Sánchez y Luis Carrasco; y Azapa a María de Barrios, Luis de Rivera, María de Tovar y Marcos de Tovar. El detalle en términos estadísticos según puntos de comparación entre valles en los siguientes cuadros:
Cuadro n° 23. Estadística comparada sobre porcentajes de bautizos según castas en los valles de Azapa y Lluta19.
Azapa Lluta
Casta N° Bautizos % Casta N° Bautizos %
Negro 15 42,9 Negro 45 33,3
Zambo 15 42,9 Zambo 67 49,6
Mulato 2 5,7 Mulato 19 14,1
Pardo 2 5,7 Pardo 1 0,7
Cuarterón 1 2,9 Cuarterón 3 2,2
Total 35 100,0 Total 135 100,0
19 Recordemos que los registros bautismales para el caso de Azapa, abarcan un periodo de 13 años, mientras que los registros de Lluta cubren 83 años.
224
Cuadro n°24. Bautizos en Azapa y Lluta según castas y condición de libres o esclavos.
Localidad Lluta (1717-1800) Azapa (1705-1718)
Casta Libres Esclavos Libres Esclavos
Negros 3 41 2 13
Mulato 15 4 2 0
Zambos 60 7 13 2
Totales 78 52 17 15
Cuadro n° 25. Bautizos en Azapa y Lluta según castas, condición y filiación.
Valle Lluta (1717-1800) Azapa (1705-1718)
Filiación Naturales Legítimos Sin dato Naturales Legítimos Sin dato
Casta/Condición L E L E L E L E L E L E
Negros 1 12 2 10 0 1720 1 9 1 0 0 4
Mulatos 4 2 9 2 221 0 2 0 0 0 0 0
Zambos 12 4 46 3 2 0 10 2 3 0 0 0
Totales 17 18 57 15 4 17 13 11 4 0 0 4
Leyenda: L (Libre); E (Esclavo).
Claramente, las cifras expuestas no representan una totalidad, sino que son una fracción la cual nos ha permitido dibujar un panorama parcial de la presencia de estas castas en Arica y sus valles, para que los actuales afrodescendientes puedan acercarse a una realidad histórica construida entre los valles ariqueños.
20 Quince de ellos eran mayores de 16 años al momento del bautizo.21 Uno de ellos figura como “huérfano”.
225
Referencias Citadas
Fuentes
Libro Parroquial de Lluta (1717-1800).
Libros y artículos
Wormald, A. (1966). El Mestizo en el Departamento de Arica. Ediciones Ráfaga, Santiago.
Hsche, R. (1997). La Iglesia en la Historia de Arica. Imprenta Herco, Arica.
Hidalgo, J. y A. Durston. (2004). La presencia andina en los valles de Arica, Siglos XVI-XVIII: Casos de regeneración colonial de estructuras archipelágicas. En Historia Andina en Chile, J. Hidalgo, pp. 479-506. Editorial Universitaria, Santiago de Chile.
Vázquez de Espinosa, A. (1948). Compendio y Descripcion de las Indias Occidentales. Smithsonian Institution, Washington.
Barriga, V. (1941). Memorias para la Historia de Arequipa. Tomo II. La Colmena, Arequipa.
Díaz, A. (MS). Sistema de Cargos Religiosos en Arica y Tarapacá Colonial. Universidad de Tarapacá.
Inostroza, X. (2010). Sociedad Indígena en su Interrelación con la Sociedad Colonial en la Provincia de Arica. Segunda Mitad del Siglo XVII. Tesis para optar al grado de Magíster en Historia, mención Etnohistoria, Universidad de Chile.
227
CENSOS Y DISENSOS EN ARICA, AZAPA Y LLUTA. APUNTES SOCIODEMOGRÁFICOS DE LOS
AFRODESCENDIENTES DURANTE EL SIGLO XIX
Alberto Díaz Araya1
Wilson Muñoz Henríquez2
Paulo Lanas Castillo3
Tal como se ha evidenciado para la época colonial, los registros de fuentes archivísticas denotan una marcada presencia de afrodescendientes en la provincia de Arica para el siglo XIX. Este siglo, donde las políticas liberales van a matizar las acciones en torno a la población africana, generando incluso que el tarapaqueño Ramón Castilla declare abolida la esclavitud en 1854. No obstante, las medidas implementadas por algunas autoridades peruanas no tuvieron resonancia en todas las zonas del país, persistiendo situaciones de violencia contra las castas rotuladas aún bajo la impronta moderna como “negros” o la fijación de algunos “libertos” por mantener sus actividades productivas en favor de sus ahora antiguos amos.
En términos cuantitativos, Arica y sus valles ofrecía una serie de actividades laborales que permitieron diversificar su rol social, como desencadenar una serie de trabajos que no eran asumidos ni por españoles, mestizos o indígenas. Así, el puerto y las laborales de estiva, carga o el carguío de vapores o bodegas de la aduana peruana, fueron entre muchas otras acciones vinculadas a la agricultura, los oficios que la población negra asumió. ¿Cómo es posible determinar dichas ocupaciones si el panorama ciertamente puede configurarse como desolador en cuanto a la presencia y acciones concretas de los afrodescentientes de Arica durante el complejo siglo XIX en tanto la información documental disponible? Más aun, cuál era la cantidad de afrodescendientes que habitaban el puerto ariqueño, la chimba, los valles de Lluta y Azapa, que a su vez estaba experimentando un escenario social de cambios y ajustes políticos y económicos, como lo constituyó el ciclo del guano hacia mediados del siglo XIX, y porqué pervivía aun los sesgos raciales que fueron enmarcando en tipologías de castas coloniales a la sociedad regional, pese a que ya se habían generado las transformaciones jurídicas amén de las improntas liberales que la república peruana auspiciaba.
1 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile. 2 Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, Paris, Francia. 3 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.
228
Parte de estas premisas nos periten problematizar los componentes de orden social que constituyeron los contextos demográficos regionales decimonónicos, presentando una serie de antecedentes cuantitativos que faciliten a los afrodescendientes actuales no solo las cifras, sino los nombres, apellidos, ocupaciones y contextos de sus antepasados, que configuraron una sociedad multicultural (Díaz et. al., 2009).
Gracias a la información que hemos podido recopilar a través de una serie de trabajos en repositorios y archivos peruanos, analizamos los censos realizados en la zona en los años 1813, 1845 y 1871, permitiéndonos generar un mapa sociodemográfico de la población que habitó durante este periodo en la provincia de Arica, y conocer con cierto detalle, el panorama estadístico y algunas de las características de la población afrodescendiente.
El Censo de 1813 Los registros censales del siglo XVIII informaban que en todo el territorio que correspondía al Corregimiento de Arica, habitaban 1.294 afrodescendientes para 1792. Esta cifra que bordea el millar de esclavos, es un indicador que nos abre la posibilidad de identificar quiénes eran este millar y dónde estaban distribuidos. La significación de esta cifra es valiosa, porque existe en la memoria colectiva nortina la idea de que en el pasado había una “Arica negra”. Dichas expresiones es necesaria confrontarla a la luz de los datos demográficos que, a nuestro juicio, pueden confirmar dichas aseveraciones.
En julio de 1813 se realizó el Censo General de la vicaría y Ciudad de San Marcos de Arica que está al cargo de su Cura Propio el Licenciado Dn. Pedro Josef Veles, en el presente año de 1813 demostrando los estado e individuos que la componen, padrón el cual no sólo se entregó información significativa sobre la ciudad en general, sino también sobre la población de origen afro4. Según este registro, la población residente alcanzaba las 2132
4 Durante las labores de pesquisa e identificación de la documentación de origen colonial y republicana, se pudo acceder y localizar en el Archivo de Límites del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú (ALP), un valioso e interesante corpus documental sobre la sociedad regional, lo cual nos ha permitido acercarnos a los diferentes segmentos culturales y de castas (según las expresiones raciales del periodo estudiado), que grafican la polifonía de identidades que Arica poseía a inicios del siglo XIX. No obstante, en este apartado entregamos solo algunos datos relativos a los afrodescendientes, dejando para otro texto la información contenida sobre indígenas, cholos y españoles que residían en Arica y sus valles. Recientemente el historiador Julio Aguilar nos ha comunicado que el Censo de 1813 catalogado en las referencias archivísticas como tal (censo), sería al parecer un padrón de electores enmarcado en el contexto sociopolítico de la Constitución de Cádiz de 1812. Precisa Aguilar que,
229
personas. Desagregando por sexo, había 1031 hombres que representaba un 48,55% del total de población, mientras que las mujeres eran 1097, representando el 51,45% restante. Además, se contabilizó la existencia de 4 clérigos católicos, completando así el total de la población registrada. La información igualmente nos permite colegir cómo se estructuraba la población según rangos etarios. Se evidencia que el grupo de personas que concentraba la mayor cantidad de población se ubicaba en el rango de edad entre los 11 y 20 años, representando un 21,3% del total de la población. Dentro de este rango etario, la distribución según sexo era bastante simétrica (217 eran hombres y 238 eran mujeres). Otros grupos que se destacaban eran los correspondientes a las edades que oscilaban entre los 21 y 30 años y los infantes de 0 a 5 años de vida.
durante el interregno liberal (1808-1814) se produjeron en América importantes transformaciones en el sistema tributario y en la condición política de las sociedades indígenas en el Imperio. Hacia esta época una importante novedad fue que, al calor de las políticas liberales promovidas por Cádiz, las poblaciones andinas fueron incorporadas en padrones que no eran tributarias y/o fiscales. Precisamente en el virreinato peruano se llevaron a cabo padrones hacia 1813 a cargo de los curas de cada parroquia para la elección de diputados para las Cortes de Cádiz. El sistema de votación era sin duda moderno pues reconocía la existencia de una única ciudadanía española y eliminaba las repúblicas duales del antiguo régimen. Los padrones efectuados en 1813 en Belén y otros pueblos de la hasta entonces Intendencia de Arequipa registraba a los ciudadanos quienes por mayoría relativa elegirían a los compromisarios de la parroquia, quienes a su vez elegirían a los electores del partido, que finalmente definiría a los dos diputados de la Intendencia de Arequipa (Aguilar, 2013). Sin perjuicio de lo anterior, padrón o censo, los datos que aportan eran hasta este momento desconocidos y su divulgación ofrece un nuevo panorama para las poblaciones afrodescendientes de la región de Arica y Parinacota en cuanto a su presencia y significación demográfica para el extremo norte chileno. Agradecemos al profesor Aguilar su generosidad al comentar sus recientes avances investigativos (Aguilar, 2013).
230
Al respecto ver el siguiente cuadro:Cuadro n° 1. Cifras según grupo etario y sexo.
GrupoEtario Total % del total de
la población Hombres% del total del grupo
etarioMujeres
% del total del grupo
etario
0 a 5 357 16,7% 170 47,6% 187 52,4%
6 a 10 314 14,7% 173 55,1% 141 44.9%
11 a 20 455 21,3% 217 47,7% 238 52.3%
21 a 30 423 19,8% 194 45,9% 229 54.1%
31 a 40 295 13,8% 142 48,1% 153 51.9%
41 a 50 138 6,5& 65 47,1% 73 52.9%
51 a 60 92 4,3% 45 48,1% 47 51.9%
61 a 70 44 2,1% 23 52,3% 21 47.7%
71 a 80 9 0,4% 3 33,3% 6 66.7%
81 a 90 4 0,2% 3 75% 1 25%
91 a 1005 1 0,06% 1 100% 0 0%
Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).
Una información interesante que se desprende del censo de 1813 es el estado civil de la población. Según el registro, las personas casadas representaban un 27,5% de la población y las solteros, que eran la mayoría, alcanzaban un 66,8% de la población. El restante 5,6% correspondía a los viudos, como se evidencia en el Cuadro n° 2.
Cuadro N° 2. Cifras según estado civil.
Casados 288 Solteros 716 Viudos 31
Casadas 299 Solteras 709 Viudas 89
Total 587 Total 1425 Total 120
Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).
Si consideramos la descomposición de la población por oficios, descontando la categoría “no registra”, las labores más destacadas en el Arica de aquél entonces eran las de jornalero (116), hacendado (101), labrador (99), lavandera (49) y marinero (41), como se muestra en el Cuadro n° 3. Esta información permite hacernos una idea aproximada del tipo de labores económicas que se realizaba en la ciudad en aquella época, destacándose especialmente la actividad agrícola.
5 Edad máxima considerada: 95 años.
231
Cuadro n° 3. Oficios de la población.
Oficio Hombres Mujeres TotalAdobero 2 0 2Albañil 3 0 3
Amasd.ra 0 3 3Arriero 21 0 21
Barquero 8 0 8Beata 0 1 1
Bodeguero 1 0 1Calafate 1 0 1
Camarera 0 1 1Cant.o 4 0 4
Carpintero 13 1 14Chichera 0 4 4
Comerciante 11 5 16Comte. 1 0 1Cort.a 0 1 1
Costurera 0 34 34Cuetero 1 0 1Dulcera 0 1 1Escolo ? 1 0 1
Escolera ? 0 1 1Estanquero 1 0 1Estudiante 1 0 1Hacendado 49 52 101
Herrero 1 0 1Hilandera 0 32 32Invalido 1 0 1Jornalero 115 1 116Labrador 96 3 99
Lavandera 0 49 49Maro ? 41 0 41
Molinero 1 0 1Músico 3 0 3
No registra 583 855 1438Panadero 1 20 21Pescador 15 2 17
Piloto 0 1 1Platero 2 0 2
Pordiosero 0 3 3Pulpero 5 8 13
Recaudador 0 1 1Sastre 20 0 20
Servicial 9 19 28Traficante 1 0 1Zapatero 18 0 18
Eclesiástico 4 0 4Total 1030 1098 2128
Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).
232
Consignemos que durante la época colonial, las castas o calidades de sus habitantes determinaba el lugar o grupo de pertenencia dentro de la pirámide social colonial. Esta división se realizó desde principios del pro- ceso colonizador, distinguiéndose muy gruesamente entre españoles, indios y negros. Con el transcurso de los siglos, estas castas originales dieron paso a una serie de hibridaciones y diferenciaciones internas. Así, a comienzos del siglo XIX las castas existentes en Arica eran las siguientes: Cholo, Mestizo, Mulato, Negro, Pardo, Cuarterón, Quinterón, Zambo y Quintanilla. Según la información analizada, la composición cuantitativa de las castas registradas era la siguiente:
Cuadro n° 4. Cifras según casta y sexo.
Calidad Hombres % del total de lacalidad o casta Mujeres % del total de la
calidad o casta Total % del total dela población
Cholo 71 51,1% 68 48,9% 139 6,5%
Español 85 47,8% 93 52,2% 178 8,3%
Indígena 117 60,0% 78 40,0% 195 9,1%
Mestizo 48 40,7% 70 59,3% 118 5,5%
Mulato 69 48,2% 74 51,8% 143 6,7%
Negro 191 52,3% 174 47,7% 365 17,1%
Pardo 9 32,1% 19 67,9% 28 1,3%
Quarteron 43 42,1% 59 57,9% 102 4,8%
Quinteron 1 12,5% 7 87,5% 8 0,4%
Sambo 393 46,6% 451 53.4% 844 39,6%
Quinta- nilla 4 50,0% 4 50,0% 8 0,4%
Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).
En el cuadro anterior se aprecia claramente el fenómeno del mestizaje mencionado más arriba. En este contexto, es especialmente significativa la cantidad de negros y personas de otras castas derivadas del mestizaje de los grupos afro ascendientes, en comparación con el resto de la población. Si se contabiliza conjuntamente a las castas pertenecientes a las categorías de Mulato, Pardo, Cuarterón, Quinterón, Zambo y Quintanilla; en conjunto representan a más de la mitad de la población (53,2%). El ejercicio se vuelve más revelador si agrupamos a todas las castas que poseen algún origen afro, pues la sumatoria evidencia un hecho altamente significativo:
233
en 1813 la ciudad de San Marcos de Arica poseía 1498 habitantes con ascendencia africana, lo que representaba al 70% de su población total. En este contexto, se destaca la presencia del grupo de zambos (mezcla de negro con indígena) que representaba a la primera mayoría poblacional con un 39,6%, seguido por los negros con un 17,1% de la población.
Si nos focalizamos en este segmento de la población y analizamos los datos según el sexo, la información arrojada por el padrón de 1813 muestra que las mujeres (788) superaban levemente a los hombres (710) en cantidad. Además, las mujeres afrodescendientes representaban a un 71,8% del total de mujeres de Arica, mientras que los hombres eran el 68,6% del total de varones ariqueños.
Respecto al rango etario por castas de negros, al analizar el censo seña- lado se destaca la gran cantidad de personas que se agrupaban en los rangos de edad menores, entre los de 0 y 30 años, evidenciando la relativa juventud de esta población. Mientras que, al pasar el grupo de 31 años de edad en adelante, se percibe una baja ostensible, no superando en conjunto a más del 30% de esta población aproximadamente, según el cuadro que presentamos a continuación:
Cuadro n° 5. Cifras según grupo etario y sexo.
G. Etario. Hombres Mujeres Total
0 a 5 132 151 283
6 a 10 129 112 241
11 a 20 145 158 303
21 a 30 117 152 269
31 a 40 86 105 191
41 a 50 37 52 89
51 a 60 36 37 73
61 a 70 18 18 36
71 a 80 3 5 8
81 a 90 3 1 4
91 a 1006 1 0 1
Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).
6 Edad máxima contemplada: 95 años.
234
Por otro lado, los datos sobre el estado civil del grupo analizado indican que 1054 personas se encontraban solteras, mientras que 369 personas estaban casadas. En estado de viudez sólo se registraron 75 personas.
Respecto a la población afrodescendiente, los solteros representaban a un 74% del total de la población que no había contraído matrimonio hasta 1813, mientras que los casados representaban a un 62,9% del total de contrayentes matrimoniales de la ciudad. El detalle en cifras de estas variables, desagregadas por sexo, en el Cuadro n° 6:
Cuadro n° 6. Cifras según estado civil.
Casados 182 Solteros 509 Viudos 19
Casadas 187 Solteras 545 Viudas 56
Total 369 Total 1054 Total 75
Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).
Otro de los aspectos que aporta el censo de 1813, son las actividades de carácter laboral que desarrollaba la población de origen afro en Arica. Descartando a la gran cantidad de personas que no registraron la realización de oficios (N.R.), la población activa restante registra actividades muy diversas, destacándose especialmente las de jornalero (86 personas), labrador (52 personas), lavandera (45) e hilanderas (31). Con todo, en conjunto, estas actividades no superan el 9%, pues la mayoría de los datos (72%) no están registrados.
235
Pese a esta limitante, esta estructuración da cuenta del tipo de actividad económica desarrollada en Arica, siendo especialmente significativa la relativa al sector agrícola. El detalle numérico de estas actividades, según el sexo de las personas, se evidencia en el siguiente cuadro:
Cuadro n° 7. Cifras según oficio y sexo.
Oficio H M Total
Adobero 2 0 2Albañil 3 0 3
Amasandera 0 3 3Arriero 6 0 6
Barquero 4 0 4Beata 0 1 1
Bodeguero 1 0 1Cantor 4 0 4
Carpintero 12 1 13Chichera 0 4 4
Comerciante 5 1 6Comte. 1 0 1
Costurera 0 16 16Dulcera 0 1 1Escolera 0 1 1
Estanquero 1 0 1Estudiante 1 0 1Hacendado 6 14 20
Herrero 1 0 1Hilandera 0 31 31Invalido 1 0 1Jornalero 85 1 86Labrador 51 1 52
Lavandera 0 45 45Mar.o?? 29 0 29Músico 3 0 3
No registra 454 632 1086Panadero 1 19 20Pescador 8 0 8
Pordiosero 0 3 3Pulpero 2 6 8
Recaudador 0 1 1Sastre 14 0 -
Servicial 2 7 -Zapatero 13 0 -
Total 710 788 1498
Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).
236
También existen antecedentes sobre la posesión de esclavos, uno de los fenómenos sociopolíticos clave que permite comprender el desarrollo de gran parte de la actividad económica de la época. Recordemos que una parte considerable de la población de origen afro estaba bajo el régimen de la esclavitud, debiendo realizar las labores y servicios que sus amos le encomendaban (ver cuadro n° 8).
Cuadro n° 8 . Propietarios de los Esclavos.
Nombre Sexo Estado Calidad Oficio Edad Cantidad de Esclavos
Calidad de Esclavos
Ne Zam Cuar Mu
1. Felipe Portocarrero M C Español Hacendado 61 19 16 2 1 -
2. Maria Claudia Gonsalez F V Español Hacendado 30 2 1 1 - -
3. José Calderon M V Español n.r. 49 2 - 2 - -
4. Josefa Obiedo y Ximenes F V Español Hacendado 55 4 - 3 - 1
5. Maria Antonia Baixo F S Español Costurera 50 1 - 1 - -
6. Maria del Rosario Osorio F S Español n.r. 31 3 3 - - -
7. Fermina Henrriquez F S Español Hacendado 48 2 2 - - -
8. Justo Portocarrero M C Español Hacendado 47 6 2 4 - -
9. Josefa Ferrer F V Español Comerciante 37 3 1 2 - -
10. José Maria Ferrer M C Español Comerciante 26 4 4 - - -
237
Nombre Sexo Estado Calidad Oficio Edad Cantidad de Esclavos
Calidad de Esclavos
Ne Zam Cuar Mu
11. Marselina Oviedo F S Español Costurera 45 2 2 - - -
12. Diego Fernandes
DavilaM V Español Hacendado 50 14 1 13 - -
13. Manuela Osorio F V Español Comerciante 32 1 - 1 - -
14. Anselmo Vargas M S Español Hacendado 25 5 - 5 - -
15. Josefa Obiedo y Rios F V Español Hacendado 54 11 10 1 - -
16. Maria Carmen Guerta F S Español Costurera 14 1 - 1 - -
17. Tomasa Albarracin F V Español Hacendado 37 7 3 4 - -
18. Teodoro Gonzales Cadenas
M C Español Hacendado 37 14 14 - - -
19. Narcisco Albarracín M S Español Hacendado 23 7 7 - - -
20. Martina Obiedo F V Español Hacendado 45 2 2 - - -
21. María Michaela Arias F S Español Hacendado 25 2 2 - - -
22. Justo Vargas M C Español Labrador 35 1 1 - - -
23. Juan Sosa M C Español Hacendado 25 2 1 1 - -
24. Matias Baluarte M C Español Hacendado 56 5 5 - - -
238
Nombre Sexo Estado Calidad Oficio Edad Cantidad de Esclavos
Calidad de Esclavos
Ne Zam Cuar Mu
25. Lucia Carrasco F V Español Hacendado 48 1 1 - - -
26. José Carrasco M S Español Hacendado 22 4 1 3 - -
27. Juana Baluarte F C Español Hacendado 24 8 2 6 - -
28. Teresa Albarracín F V Español Hacendado 45 11 8 3 - -
29. José Ysaguirre M V Español Hacendado 50 4 4 - - -
30. Antonio Diez M C Español Comerciante 50 3 1 2 - -
31. Jose Vicente Galbes M C Español Hacendado 47 9 4 5 - -
32. Sebastian Cadenas M C Indígena Barquero 35 2 - 2 - -
33. José Vildoso M V Indígena Labrador 50 4 1 3 - -
34. Gregoria Corbera F C Indígena n.r. 30 5 3 2 - -
35. Francisca Sosa F C Mestizo Hacendado 40 1 1 - - -
36. Pedro Pablo Coria M C Mestizo Labrador 40 1 1 - - -
Total de esclavos 173 104 67 1 1
Fuente: ALP, Censo de Arica (1813).
239
Como se ha podido constatar, la mayoría de los propietarios de esclavos eran de origen español y trabajaban especialmente como hacendados, aunque también se contabiliza a 3 indígenas y 2 mestizos, quienes al parecer con cierto prestigio local y con bienes aquilatados en labores productivos y/o el comercio poseían entre sus bienes algunos esclavos. Del mismo modo, esto describe el rol que jugaron los indígenas, hacendados y los esclavos en el desarrollo de la actividad agrícola de la ciudad y sus valles vecinos. Según las cifras, se destaca especialmente la presencia de la casta de Negros, aportando con la primera mayoría de esclavos, seguida por la casta de Zambos, mientras que el resto de castas afrodescendientes presenta cifras casi nulas.
El Censo de 1846 A mediados de 1846 se realizó un nuevo registro de la población. Según las fuentes históricas, para entonces residían en Arica 3.064 personas7. Esta cantidad resulta ser bastante significativa si consideramos que se trataba de una ciudad periférica la Colonia y la república peruana. Para analizar el detalle del mencionado registro censal, podemos señalar que, desagregando por sexo, la relación entre hombres y mujeres era casi del 50%. Las cifras y los detalles demográficos en el Cuadro n° 9.
Cuadro n° 9. Cifras según sexo
Hombres Mujeres Total
1.571 1.493 3.064
51% 49% 100%
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).
Los datos nos muestran la diversidad étnica y racial que caracterizaba a Arica. Esto se visualiza claramente en la nomenclatura utilizada por el gobierno para clasificar a los habitantes de estas tierras, expresión de la estructura y organización social de la población. Uno de los aspectos más importantes para el análisis, es la presencia de una serie de sub clasificaciones utilizadas para registrar a la población afrodescendiente: grupos tipificados como pertenecientes a la raza cuarterona, morena, mulata, mulatilla, negra, parda y zamba. En conjunto, esta población alcanzaba el 50% de la población total, con un total de 1543 personas, que desagregadas por sexo correspondían a 749 hombres y 794 mujeres.
7 Durante las actividades de pesquisa documental, logramos identificar en el Archivo Departamental de Tacna (ADT), un censo practicado en la ciudad de Arica y los valles adyacentes. Después de un procedimiento de registro, digitalización y sistematización, se procedió a catalogar y etiquetar en software de base de datos para Ciencias Sociales.
240
El detalle de la cantidad numérica y la proporción porcentual de todos los grupos respecto al total de la población censada en 1846, se expresa en el Cuadro n° 10:
Cuadro n° 10. Cifras según condición racial y sexo.
Raza Hombres Mujeres Total Porcentaje
Canaca 1 - 1 0%
Chino 1 - 1 0,5%
Cholo 200 157 357 12%
Cuarterona 7 10 17 0%
Española 256 237 493 16%
Indígena 326 260 586 19%
Mestiza 38 45 83 3%
Morena 47 41 88 3%
Mulata 474 544 1.018 33%
Mulatilla 44 46 90 3%
Negra 38 44 82 3%
Parda 140 107 247 8%
Zambo 0 1 1 0%
Total 1.571 1.493 3.064 100%
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).
Dentro de la población afrodescendiente, el grupo que tenía mayor presencia era el que correspondía a los mulatos: alcanzaba el 33% de la población total de Arica, siendo mayor el porcentaje de mujeres que de hombres. En este contexto, debemos mencionar que la población afrodescendiente era seguida por los indígenas, que casi equiparaban a la población española blanca de Arica de 1846.
Uno de los datos más relevantes que permite caracterizar la estructura de la población afrodescendiente está referido a sus ocupaciones laborales. Sin embargo, pese a la certeza que se tuvo a la hora de cuantificarla, la mayoría de ellos (alrededor del 90%) aparecen sin datos respecto a esta variable, como se detalla a continuación:
241
Cuadro n° 11. Condición y sexo de población afrodescendiente.
Condición Hombres Mujeres Total
Cojo 1 - 1
Domestica(o) 24 28 52
Esclavos 16 22 38
Jornalero 1 - 1
Labrador 2 - 2
Liberto 15 20 35
Pupilo 8 12 20
Sin dato 683 711 1.394
Total 750 793 1543
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).
Esta ausencia de datos también se ve reflejada en el análisis específico de las profesiones u oficios que ejercían los afrodescendientes. No obstante, el registro permite considerar el tipo de profesiones y oficios que el censo consideraba hacia 1843 en Arica, destacándose especialmente la cantidad de personas de origen afro que trabajaban como jornaleros y labradores, como se describe en el Cuadro n° 12.
Esto no sólo evidencia la importancia que poseían las actividades agrícolas en la ciudad de Arica y sus valles, sino también la posición de esta población dentro de la jerarquía sociolaboral de la época. Por su parte, la presencia de afrodescendientes pulperos evidencia su adaptación a actividades asociadas al expendio de productos más específicos y elaborados. Por último, destaca la baja cantidad de población femenina registrada, pese a que poseen una distribución bastante similar a los hombres en cuanto a cifras totales.
242
Cuadro n° 12. Profesión y sexo de población afrodescendiente.
Profesión Hombres Mujeres Total
Adobero 1 - 1
Agricultor 5 - 5
Albañil 8 - 8
Amasandera - 1 1
Arriero 3 - 3
Cargador 13 - 13
Carnicero 2 1 3
Carpintero 12 1 13
Comerciante 5 - 5
Cocinero 4 - 4
Costurero - 5 5
Doméstico 2 1 3
Empleado 1 - 1
Herrero 1 - 1
Jornalero 106 - 106
Labrador 68 8 76
Lampero 1 - 1
Lavandero 1 2 3
Marino 10 - 10
Matriculado 2 - 2
Músico 1 - 1
Pastor 3 - 3
Pescador 2 - 2
Posto Adu 1 - 1
Pulpero 11 6 17
Sastre 6 1 7
Sin dato 464 767 1.231
Sirviente 1 - 1
Zapatero 16 - 16
Total 750 793 1543
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).
243
A partir del censo realizado 1846, se puede tener acceso a información sobre la ubicación de la población en las distintas localidades de la zona: Arica, Aguatalla (Linderos, Lluta), Tambo Huanta (Lluta) y Valle de Azapa; desagregada además por subcategorías raciales y sexo de la población. Los detalles de esta información se expresan en los cuadros siguientes:
Cuadro n° 13. Cifras según localidad, raza y sexo.
Localidad Raza Hombres Mujeres Total
Arica
Canaca 1 - 1
Chino - - -
Cholo 93 66 159
Cuarterona 7 10 17
Española 213 209 422
Indígena 141 124 265
Mestiza 35 42 77
Morena 12 16 28
Mulata 371 443 814
Mulatilla 44 46 90
Negra 30 39 69
Parda 23 20 43
Zambo - - -
Total 970 1.015 1.985
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).
244
Cuadro n° 14. Cifras según localidad, raza y sexo.
Localidad Raza Hombres Mujeres Total
Aguatalla (Linderos, Lluta)
Canaca - - -
Chino - - -
Cholo - - -
Cuarterona - - -
Española - - -
Indígena 67 39 106
Mestiza 1 - 1
Morena 1 1 2
Mulata 5 3 8
Mulatilla - - -
Negra 7 5 12
Parda - - -
Zambo - - -
Total 81 48 129
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).
Cuadro n° 15. Cifras según localidad, raza y sexo.
Localidad Raza Hombres Mujeres Total
Tambo Huanta (Lluta)
Canaca - - -
Chino - - -
Cholo 64 61 125
Cuarterona - - -
Española 6 3 9
Indígena 76 70 146
Mestiza 2 3 5
Morena - - -
Mulata 12 7 19
Mulatilla - - -
Negra - - -
Parda 2 - 2
Zambo - 1 1
Total 162 145 307
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).
245
Cuadro n° 16. Cifras según localidad, raza y sexo.
Localidad Raza Hombres Mujeres Total
Valle de Azapa
Canaca - - -
Chino - 1 1
Cholo 43 30 73
Cuarterona - - -
Española 37 25 62
Indígena 42 27 69
Mestiza - - -
Morena 34 24 58
Mulata 85 92 177
Mulatilla - - -
Negra 1 - 1
Parda 115 87 202
Zambo - - -
Total 357 286 643
Fuente: ADT, Censo de Arica (1846).
En primer lugar, casi el 65% de la población (1985 personas) se encontraba residiendo en la localidad de Arica, mientras que la localidad me- nos poblada dentro de las registradas correspondía a Aguatalla (sector Linderos en el valle de Lluta): su población (129 personas) no superaba al 5% del total (129 personas). Agreguemos que, tanto las localidades del valle de Azapa y Tambo Huanta (Lluta), poseían un número considerable de personas viviendo en sus tierras.
En segundo lugar, este comportamiento general de la población hacia el año 1843 permite evidenciar un hecho bastante relevante en términos analíticos, a decir, que más del 68% de la población afrodescendiente (1061 personas) se encontraba radicada en la ciudad de Arica. Esto quiere decir que no sólo había más afrodescendientes en la localidad más poblada de la zona, sino que además su presencia era relativamente mayor en la estructura poblacional.
246
Tanto en Aguatalla como Tambo Huanta, la presencia de afrodescendientes es bastante baja, alrededor de la veintena de personas en cada una de estos asentamientos. No obstante, su presencia es mayor en el valle de Azapa, pues en conjunto, las 438 personas que pueden ser agrupadas bajo la categoría de afrodescendientes, superaban el 68% del total de la población, evidenciando que eran la mayoría poblacional de la localidad.
Esta información permite matizar la tradicional afirmación de que gran parte de los afrodescendientes residían principalmente en el valle de Azapa, donde se ocupaban primordialmente de actividades agrícolas, pues si bien su presencia en esta zona es importante en términos absolutos y relativos, la mayoría de los afrodescendientes residía como se ha constatado en la ciudad de Arica.
El Censo de 1871 En el año 1871 se realizó nuevamente un censo de la población de la provincia de Arica, lo que nos ha permitido obtener información sobre la composición y estructura de la sociedad regional. Aunque un censo anterior, con características modernas ya había sido realizado in extenso en todo el territorio de Tacna y Arica en 1866, tal como lo hemos registrado en investigaciones censales anteriores (Ruz et. al., 2008), se ha considerado para efectos de este estudio utilizar otro padrón realizado años más tarde, y anterior al de 1876, que fue determinante para la evaluación de los componentes demográficos de Arica y Tarapacá antes de la guerra del Pacífico (Galdames et. al., 2008). Nos referimos al censo de 1871, instrumento que recopiló no solo in- formación del puerto y los valles bajos ariqueños, sino que también fue censada toda la población de sierra, los valles altoandinos y el altiplano de la zona.
Dos atributos significativos poseen este empadronamiento: el primero, pese a que había avanzado el siglo, con políticas económicas y sociales que buscaban la participación de todos los segmentos de la población peruana (incluidos indígenas y negros), el registro aplicado en el área de Arica mantuvo los patrones coloniales a la hora de identificar y caracterizar a los ciudadanos, reproduciendo la antigua matriz de castas tradicionales (indios, blancos, negros). No sabemos por qué fueron reutilizadas estas categorías, ya que el censo de 1866 solo consignaba a ciudadanos en igualdad de condiciones sociales según la mentalidad política liberal de aquella época. Lo segundo, es que el censo de 1871, custodiado en el Archivo Histórico Vicente Dagnino (AHVD) de la Universidad de Tarapacá, fue el mismo material con el cual trabajó Alfredo Wormald durante la segunda mitad
247
del siglo XX para estudiar a los mestizos en Arica y esgrimir una serie de hipótesis que han nutrido las crónicas relativas a la presencia negra en Arica. Por lo anterior, y considerando que para 1871 están presente el detalle de las castas, hemos reevaluado los aportes de Wormald y tabulado toda la información censal, buscando problematizar algunas conjeturas que circulan aun entre los informes periodísticos regionales, analizando el censo in comento.
De acuerdo al material demográfico de 1846, los datos evidencian que la cantidad de personas aumentó considerablemente en menos de treinta años: la población total presente en la provincia de Arica en 1871 era de 7835 personas. Dentro de este contexto, la distribución según sexo de la población era bastante simétrica, siguiendo el patrón de décadas anteriores. Se contabilizaron 4036 hombres, lo que corresponde al 51.6% de la población, y 3789 mujeres, correspondientes al 48,4% restante (Cuadro n° 17):
Cuadro n° 17. Población total según sexo.
Categoría Nº de Individuos Porcentaje
Población Masculina 4.046 51,6%
Población Femenina 3.789 48,4%
Población Total 7.835 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
El censo de 1871 ofrecía como categoría clasificatoria las siguientes “condiciones raciales” de los habitantes: blancos, mestizos, indios y negros (Cuadro n° 17). Si analizamos la estructura de la población según estas categorizaciones coloniales, se destaca la alta presencia de población indígena: es el grupo mayoritario alcanzando un 52% de la población total (4090 personas), seguido por la población catalogada como negra, la cual alcanzaba el 19% de la población (1459 personas). En este escenario, la población blanca era el grupo minoritario, alcanzando apenas el 13% de la población total:
248
Cuadro n° 18. Población total según condición racial.
Condición N° de individuos Porcentaje
Blancos 1.031 13%
Mestizos 1.255 16%
Indios 4.090 52%
Negros 1.459 19%
Total 7.835 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
La distribución de la población general según condición racial y sexo, muestra que a nivel general no existen diferencias significativas entre sexos. A partir de los Cuadros n° 18 y n° 19, podemos distinguir que, dentro de la población negra, la distribución según sexo era bastante similar al que presentaba la población general, siendo conformada por un 49% de hombres y un 51% de mujeres.
Cuadro n° 19. Población masculina según condición racial.
Condición Cantidad Expresado en Porcentaje
Blancos 558 14%
Mestizos 610 15%
Indios 2.169 54%
Negros 709 17%
Total 4046 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
Cuadro n° 20. Población femenina según condición racial.
Condición Cantidad Expresado en Porcentaje
Blancas 473 12%
Mestizas 645 17%
Indias 1.921 51%
Negras 750 20%
Total 3.789 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
249
En términos de la estructura etaria, se trata de una población relativamente joven, donde el promedio de edad oscila entre los 22 y los 25 años, cifras relacionadas especialmente con la esperanza de vida propia de la época colonial. La población negra posee un comportamiento similar a la población blanca, con un promedio de edad levemente menor, aunque la diferencia no es estadísticamente significativa.
Cuadro n° 21. Población según condición racial, sexo y edad.
Condición Varones (años)
Mujeres(años) Media (años)
Blancos 26,85 24,37 25,72
Mestizos 22,70 21,64 22,16
Indios 24,35 25,48 24,88
Negros 25,24 25,96 25,61
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
Los datos censales informan la distribución de la población negra dentro de la provincia. La información muestra que la tendencia de ubicación espacial de los afrodescendientes presentada en el registro de población anterior, en cierta medida se mantiene, pues el 60% de esta población se ubica o vive en la ciudad de Arica, mientras que el 40% restante reside en los valles de la misma provincia. Del mismo modo, se evidencia una redistribución de la población negra en los valles, como se muestra a continuación:
Cuadro n° 22. Población afrodescendiente según lugar de residencia y sexo.
Lugar Hombres Mujeres Total Porcentaje
Negros en Arica 378 492 870 60%
Negros en los Valles 331 258 589 40%
Total 709 750 1.459 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
El censo también nos informa acerca de la procedencia de la población negra presente en la provincia de Arica, distribuida según sexo. Las cifras evidencian que la inmensa mayoría de la población era de origen peruano, mientras que la población de origen extranjera apenas bordeaba el 1% de la población total de afrodescendientes, evidenciando la escasísima población originaria de otros países presente en la provincia.
250
Cuadro n° 23. Población afrodescendiente según procedencia y sexo.
Categoría Peruanos Extranjeros
Hombres 699 48% 10 62%
Mujeres 744 52% 6 38%
Total 1.443 100% 16 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
Los datos de 1871 nos permiten conocer también la procedencia de la población general según localidad, condición racial y género. En este contexto, el Cuadro n° 24 y el Cuadro n° 25 evidencian que el 83% de la población residente en la ciudad de Arica era de origen peruano y sólo el 17% restante era de origen extranjero; mientras que en Azapa la población de origen peruano alcanzaba el 97% de la población. En general, se aprecia también que la población de origen peruano en todas las localidades de la provincia superaba ampliamente el 70% de la población.
Si nos centramos concretamente en los datos que nos permiten caracterizar a la ciudad de Arica, la información censal nos muestra que en total habitaban 2769 personas la ciudad, manteniéndose la distribución por sexos cercana al 50% para hombres y mujeres, con una media de edad de la población de 25 años (Cuadro n° 26).
251
Cua
dro
n° 2
4. P
obla
ción
segú
n lo
calid
ad, g
éner
o, p
roce
denc
ia y
con
dici
ón ra
cial
.
Loca
lidad
Gén
ero
Proc
eden
cia
Con
dici
ón ra
cial
Hom
bres
Muj
eres
Tota
lPe
ruan
osEx
tranj
eros
Bla
ncos
Mes
tizos
Indí
gena
sN
egro
s
Aric
a1.
371
1.39
82.
769
2.28
748
266
372
950
687
1
Aza
pa31
028
059
057
020
7166
6339
0
Cha
ca80
3811
886
3215
3152
20
Cod
pa42
542
585
067
914
182
155
609
4
Pach
ica
8281
163
117
461
1115
1-
Esqu
iña
6970
139
119
20-
-11
9-
Tim
ar63
6212
511
312
-3
122
-
Hum
agat
a68
5612
410
420
-9
107
8
Livi
lcar
6251
113
8528
41
108
-
Tign
amar
105
118
223
192
31-
-22
3-
Bel
én11
411
122
519
233
16
218
-
Cha
piqu
iña
5668
124
102
221
-12
3-
Gua
llatir
e47
5910
610
15
--
106
-
Putre
193
197
390
274
116
-3
387
-
Soco
rom
a16
920
437
328
489
1-
372
-
Parin
acot
a37
4986
7412
--
86-
Caq
uena
4443
8781
6-
-87
-
Llut
a75
147
91.
230
929
301
192
241
631
166
Tota
les
4.04
63.
789
7.83
56.
389
1.44
61.
031
1.25
54.
090
1.45
9
Fuen
te: A
HV
D, C
enso
de A
rica
(187
1).
252
Cua
dro
n° 2
5. P
obla
ción
segú
n lo
calid
ad, g
éner
o, p
roce
denc
ia y
con
dici
ón ra
cial
(por
cent
ajes
).
Loca
lidad
Gén
ero
Proc
eden
cia
Con
dici
ón ra
cial
Hom
bres
Muj
eres
Peru
anos
Extra
njer
osB
lanc
osM
estiz
osIn
díge
nas
Neg
ros
Aric
a50
%50
%83
%17
%24
%26
%18
%32
%
Aza
pa53
%47
%97
%3%
12%
11%
11%
66%
Cha
ca68
%32
%73
%27
%13
%26
%44
%17
%
Cod
pa49
%51
%83
%17
%10
%18
%71
,6%
0,4%
Pach
ica
51%
49%
72%
28%
0,6%
6,74
%92
,6%
-
Esqu
iña
50%
5%86
%14
%-
-10
0%-
Tim
ar50
%50
%90
%10
%-
2,4%
97,6
%-
Hum
agat
a56
%44
%84
%16
%-
7%86
%7%
Livi
lcar
55%
45%
75%
25%
3%1%
96%
-
Tign
amar
47%
53%
86%
14%
--
100%
-
Bel
én51
%49
%85
%15
%0,
4%2,
26%
96,8
%-
Cha
piqu
iña
45%
55%
82%
18%
1%-
99%
-
Gua
llatir
e43
%57
%95
%5%
--
100%
-
Putre
49%
51%
70%
30%
-0,
5%99
,5%
-
Soco
rom
a45
%55
%76
%24
%0,
5%-
99,5
%-
Parin
acot
a43
%57
%86
%14
%-
-10
0%-
Caq
uena
49%
51%
93%
7%-
-10
0 %
-
Llut
a61
%39
%76
%24
%16
%20
%51
%13
%
Tota
les
51%
49%
82%
18%
13%
16%
52%
19%
Fuen
te: A
HV
D, C
enso
de A
rica
(187
1).
253
Cuadro n° 26. Población de Arica según género y edad promedio.
Categoría Cantidad Porcentaje Edad promedio
Masculina 1.371 49,51% 25,01 años
Femenina 1.398 50,49% 24,06 años
Promedio general 2.769 100% 24,53 años
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
Dentro de la población total de Arica, habitaban 871 individuos considerado negros (Cuadro n° 24). Este grupo correspondía al 32% de la población total de la ciudad de Arica, de los cuales 382 eran hombres (44%) y 489 eran mujeres (56%), lo que evidencia el comportamiento disímil de la población según sexo. En este punto es necesario hacer una observación. Las cifras señaladas sobre la población afrodescendiente sólo corresponden a las personas que estrictamente fueron catalogadas “negros” según la categorización del censo, que distinguía gruesamente entre blanco, indio, mestizo y negro, a diferencia de lo que ocurrió en los censos anteriores.
Según Wormald, además de las 874 personas catalogadas como “negros” (su cifra es mayor que la que nos entrega el censo), habría 728 personas que catalogó como “mestizos de negros”, lo que haría engrosar la cifra de afrodescendientes totales presentes en Arica, alcanzando la suma de 1602 personas, equivalente al 57,9% de la población (Wormald, 1966, p. 171). No obstante, Wormald categorizó como “mestizos de negros” a la totalidad de personas que en el registro censal figuraban simplemente como “mestizos”, mientras que catalogó de manera conjunta como “indios y mestizos de indios” a la población catalogada como “indios” en el censo. Este criterio de clasificación lo utilizó para todas las localidades de la provincia (Arica y sus valles).
Es muy probable que muchas de las personas que fueron catalogadas como “mestizas” en realidad tenían alguna ascendencia afrodescendiente, quedando enmascarada bajo esta etiqueta la presencia total real de afros, lo que explicaría en cierta forma el descenso relativo general de afrodescendiente respecto al censo de 1846. La suposición de Wormald es cuestionable, pues nada permite afirmar que la totalidad de los mestizos que figuraban en el censo en realidad eran de origen afrodescendientes, de ahí que sus cifras probablemente hayan sobre representado a la población de origen afro.
254
Teniendo esto en consideración, debemos advertir entonces que nuestras cifras poseen esta limitante, a decir, que la caracterización sociodemográfica que realizamos de la población afrodescendiente para 1871, en realidad está basada exclusivamente en los datos que poseemos sobre la población que solo fue catalogada como “negros” en toda la provincia de Arica.
Una de las variables clave que permite comprender su organización resulta ser la actividad laboral o productiva que poseían los diversos grupos según su condición racial. En los siguientes cuadros se evidencia de manera detallada esta información desagregada por género.
De acuerdo a la información contenida en los cuadros, los hombres, independiente de su condición racial, se ocupaban en actividades que pertenecían al sector terciario o de prestación de servicios dentro de la economía de la época, sobrepasando al 45% de la población masculina. En este contexto, los hombres blancos eran quienes en términos absolutos más se dedicaban a este sector económico (194 personas), seguido de los hombres indígenas (178 personas). Asimismo, el mayor porcentaje de hombres dedicados a este sector dentro de cada casta correspondía a la población indígena, pues el 60% de sus hombres se desempeñaban en este ámbito.
255
Cua
dro
n° 2
7. P
obla
ción
mas
culin
a de
Aric
a se
gún
cond
ició
n ra
cial
y a
ctiv
idad
.
Con
dici
ón ra
cial
Act
ivid
adIn
det.
Sin
dato
Tota
l gen
eral
Prim
era
Secu
ndar
iaTe
rcia
riaIn
activ
o
Bla
ncos
1435
194
208
-93
356
Mes
tiza
2166
116
20-
118
341
Indi
os12
5917
83
-45
297
Neg
ros
2869
131
12-
137
377
Tota
l75
229
619
55-
393
1.37
1
Fuen
te: A
HV
D, C
enso
de A
rica
(187
1).
Cua
dro
n° 2
8. P
obla
ción
mas
culin
a de
Aric
a se
gún
cond
ició
n ra
cial
y a
ctiv
idad
(por
cent
ajes
).
Con
dici
ón ra
cial
Act
ivid
adIn
det.
Sin
dato
Tota
l gen
eral
Prim
era
Secu
ndar
iaTe
rcia
ria9
Inac
tivo
Bla
ncos
4%10
%55
%5%
-26
%10
0%M
estiz
a6%
19%
34%
6%-
35%
100%
Indi
os4%
20%
60%
1%-
15%
100%
Neg
ros
8%18
%35
%3%
-36
%10
0%
Fuen
te: A
HV
D, C
enso
de A
rica
(187
1).
8 Pr
efer
ente
men
te e
stud
iant
es p
ara
toda
s las
cas
tas.
9 Ex
iste
una
sim
ilitu
d ap
aren
te e
n el
resu
ltado
de
hom
bres
bla
ncos
e in
díge
nas.
Sin
emba
rgo,
la d
ifere
ncia
est
á en
que
el t
raba
jo re
aliz
ado
en la
cat
egor
ía te
rcia
ria
por
la “
cast
a in
díge
na”
corr
espo
ndía
al t
raba
jo s
ervi
l, m
ient
ras
que
la c
ateg
oría
de
hom
bre
blan
cos
está
rep
rese
ntad
a m
ayor
itaria
men
te p
or tr
abaj
os d
e co
mer
cio,
ad
min
istra
ción
y p
rofe
sion
ales
libr
es.
256
La población negra se ubicaba en términos absolutos (131 personas) y en términos relativos (35% de sus hombres) en la tercera posición dentro del escalafón de los servicios. Sin embargo, es necesario destacar que, dentro de la población considerada negra, una cantidad altísima de personas (137 hombres, un 36% del total de la casta), aparece sin datos relativos a esta variable, de manera que las cifras totales podrían ser aún mayores. Sobre todo, considerando la importancia que poseía el desarrollo del trabajo servil dentro del grupo de los afrodescendientes.
De manera similar, la mayoría de la población femenina, independiente de su condición racial, realizaba actividades terciarias, es decir, desarrollaba algún tipo de labor de prestación de servicios (Cuadro n° 29 y n° 30). En este contexto, las mujeres negras alcanzaban a un 29% dedicados a estas labores. Por su parte, las mujeres blancas eran, evidentemente, quienes en menor medida realizaban estas actividades.
La desagregación de estas actividades nos permite considerar el tipo de ocupaciones que realizaba la población en general, apreciando dónde se concentraban las labores de la mayor cantidad de población afrodescendiente; pese a que en más de la mitad de los casos no se posea información al respecto, como lo evidencia el Cuadro n° 30.
En términos generales, la actividad que más destaca dentro de este abanico de ocupaciones, corresponde a la lavandería ejercida por las mujeres negras, pues de un total de 489 mujeres, 105 figuran realizando esta actividad, es decir, casi el 22% de la población negra femenina, siendo seguida bastante de lejos por la ocupación de costurera. En el caso de los hombres, destaca la cantidad de personas dedicadas a las actividades de cargador (41 personas), jornalero (38 personas), lanchero (22 personas) y labrador (20 personas), entre otras; lo que entrega información sobre el ámbito económico en el cual se desarrollaban en la ciudad de Arica.
257
Cua
dro
n° 2
9. P
obla
ción
fem
enin
a de
Aric
a se
gún
cond
ició
n ra
cial
y a
ctiv
idad
.
Con
dici
ón ra
cial
Act
ivid
adIn
det.
Sin
dato
Tota
l gen
eral
Prim
era
Secu
ndar
iaTe
rcia
riaIn
activ
oB
lanc
as-
2810
12-
-26
730
7M
estiz
as-
4549
4-
290
388
Indi
as-
2174
--
114
209
Neg
ras
-39
144
--
311
494
Tota
l-
133
279
4-
982
1.39
8
Fuen
te: A
HV
D, C
enso
de A
rica
(187
1).
Cua
dro
n° 3
0. P
obla
ción
fem
enin
a de
Aric
a se
gún
cond
ició
n ra
cial
y a
ctiv
idad
(por
cent
ajes
).
Con
dici
ón ra
cial
Act
ivid
adIn
det.
Sin
dato
Tota
l gen
eral
Prim
era
Secu
ndar
iaTe
rcia
ria11
Inac
tivo
Bla
ncas
-9%
4%.
.87
%10
0%M
estiz
as-
11%
13%
1%-
75%
100%
Indi
as-
10%
35%
12-
-55
%10
0%N
egra
s-
8%29
%-
-63
%10
0%
Fuen
te: A
HV
D, C
enso
de A
rica
(187
1).
10 T
odas
son
cos
ture
ras,
aunq
ue e
sto
no re
pres
enta
que
est
as m
ujer
es la
bore
n o
pose
an u
na p
eque
ña m
anuf
actu
ra. M
ás b
ien
es e
l res
ulta
do d
el ti
po d
e ed
ucac
ión
fem
enin
a re
cibi
da d
uran
te la
épo
ca, d
onde
a la
s muj
eres
se le
s ens
eñab
an, a
dem
ás d
e le
er, l
abor
es d
e ho
gar,
entre
ella
s la
cost
ura.
11
Exi
ste
una
sim
ilitu
d ap
aren
te e
n el
resu
ltado
de
hom
bre
blan
cos
e in
díge
nas.
Sin
emba
rgo,
la d
ifere
ncia
not
oria
est
á en
que
el t
raba
jo re
aliz
ado
en la
cat
egor
ía
terc
iaria
de
la “
cast
a in
díge
na”
corr
espo
nde
al tr
abaj
o se
rvil,
mie
ntra
s qu
e la
cat
egor
ía d
e ho
mbr
es b
lanc
os, e
stá
repr
esen
tada
may
orita
riam
ente
por
trab
ajos
de
com
erci
o, a
dmin
istra
ción
y p
rofe
sion
ales
libr
es.
12 M
ayor
itaria
men
te d
e tip
o se
rvil
(dom
éstic
as, l
avan
dera
s, et
c.).
258
Cuadro n° 31. Población afrodescendiente de Arica según ocupación y sexo.
Ocupación Hombres Mujeres Total
Adobero 6 - 6Agricultor 1 - 1Aguador 1 - 1Albañil 16 - 16
Borriguero 1 - 1Calderero 1 - 1Camalero 1 - 1
Capitán de Puerto 1 - 1Cargador 41 - 41
Carpintero 10 - 10Carretero 7 - 7
Cocinero (a) 2 8 10Colchonero 2 - 2Comerciante 4 4 8Costurero (a) - 26 26Dependiente 1 - 1
Doméstico (a) 9 15 24Empleado 3 - 3Escolástico 6 - 6
Fletero 2 - 2Frutera - 16 16Herrero 4 - 4
Jornalero 38 - 38Lavandera - 105 105Labrador 20 - 20Lanchero 22 - 22
Matriculado 6 - 6Panadero 6 - 6Pescador 7 - 7Plasera? - 4 4Pulpero 1 - 1
Sacristán 1 - 1Sastre 7 - 7
Cigarrero 2 - 2Sin dato 137 311 448
Sombrerero 1 - 1Tonelero 1 - 1Zapatero 14 - 14TOTAL 382 489 871
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
259
Si bien en aquella época se mantuvo la mayor presencia de afrodescen- dientes en la ciudad de Arica, su distribución geográfica en la localidad presentaba patrones bastante claros de ubicación. Según el Cuadro n° 32, que considera las casas (incluidas las direcciones de las calles y numeración utilizada aquel año en Arica), la concentración de afros se ubicaba en el sector denominado “Del Hospital”, con un total de 216 personas, cercano al 14,7% de la población. Dentro de este grupo, destacaba especialmente la población femenina, pues 128 personas eran mujeres (casi un 60%), mientras que las 88 personas restantes eran hombres (alrededor del 40%).
En orden de importancia cuantitativa, Del Hospital era seguido por los sectores Dos de Mayo (147 personas), Alameda (120 personas) y La Cal (98 personas), los que en conjunto concentraban al 66,7% del total de negros en Arica. Por otro lado, los sectores de La Recoba (sic), Plaza Matriz, Chinchorro y Moquegua, muestran una presencia casi nula de población afrodescendiente, no superando las 6 personas en conjunto. El detalle de las ubicaciones según sectores y sexos se visualiza en el Cuadro n° 32, mientras que la distribución espacial de esta población en el mapa de la ciudad de Arica (figura n°1).
Cuadro n° 32. Ubicación espacial de la población negra en Arica.
Sector Hombres Mujeres Total
2ª del Morro 6 10 16Alameda 57 63 120Chimba 12 7 19
Chinchorro 2 2De la Aduana 3 4 7Del Hospital 88 128 216Del Morro 31 27 58Del Pozo 23 22 45
Dos de Mayo 55 92 147Faldas de Morro 12 11 23
La Cal 39 59 98La Merced 1 4 5La Recoba 1 - 1
Matriz 4 4 8Moquegua - 2 2
Plaza Matriz 1 - 1San Francisco 28 40 68San Marcos 15 20 35
Total 378 493 871
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
260
Los afroariqueños se concentraron en el puerto, y no necesariamente en el sector de la Chimba como tradicionalmente suele señalarse, siendo estas áreas destinadas a la producción de huertos agrícolas para la venta diaria en las ferias y mercados locales, con la presencia de pequeños ranchos o estancias, y no necesariamente en asentamientos que concentrara a la población negra, la cual, como lo evidencian los antecedentes históricos, residía en los barrios del puerto ariqueño.
Figura n° 1. Distribución espacial de la población afrodescendiente en la ciudad de Arica
Nota: Hemos utilizado el plano de Arica de 1902 porque ofrece un panorama general de las calles y manzanas de Arica, permitiendo gratifcar con fines explicativos los registros
documentales.
261
También existían habitantes de origen africano que permanecían en los valles de la zona. En el siguiente cuadro se identifica a un 11% de la población afro residiendo en los valles.
Cuadro n° 33. Población afrodescendiente en Arica y sus valles.
Lugar Población negra Población total % Población Negra del total de población
Ciudad de Arica 870 2.770 31,4%
Valles de la Provincia 589 5.065 11,6%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
Como se detalla, la distribución de la población de origen afro era bas- tante desigual en los valles, como detallaremos a continuación. En el valle de Azapa habitaban 590 personas, con una distribución bastante similar según sexo (53% de hombres y 47% de mujeres), y con una media de edad que se comportaba como la población general de la provincia.
Cuadro n° 34. Población del Valle de Azapa según sexo y edad promedio.
Categoría Cantidad de Personas Porcentaje Promedio de edad
Hombres 312 53% 24,48 años
Mujeres 278 47% 24,74 años
Total 590 100% 24,60 años
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
En el valle de Azapa se contabilizó la existencia de 390 catalogados como “negros”. Esta cifra es significativa, pues correspondía el 66% de la población total del lugar. Además, es la cifra absoluta y proporcional más elevada de los valles de Arica. De ellos 209 eran varones y 181 eran mujeres.
En el Cuadro n° 35, se detalla la composición racial de la población, según la localidad especifica del valle y el género. Al respecto, es relevante señalar que la localidad de Pago de Azapa Grande concentraba a la mayor cantidad de población negra (249 personas), superando al 42% de la población total negra en el valle, seguido por las localidades de Riberas y Pago de las Ánimas. Por su parte, las localidades de San Lorenzo y Buen Retiro eran las que poseían menor cantidad de población negra, representando apenas al 3,9% de la población negra del valle.
Si consideramos la actividad realizada según la condición racial y el sexo de la población (Cuadro n° 36), distinguimos que la mayoría de población negra masculina se ocupaba de actividades primarias (32% de la población
262
negra), lo que está en concordancia con el tipo de labores agrícolas que se desarrollaban en esta zona; seguido de las actividades terciarias o de servicio (20% de la población negra). Esta distribución es similar a la que presenta el grupo indígena en la zona y contrasta abrup- tamente con el tipo de actividades desarrollada mayoritariamente por lo blancos (primaria).
Los datos para el caso de las mujeres son bastante escasos, lo que no permite establecer un cuadro comparativo significativo como en el caso masculino.
Por otra parte, dentro de las principales ocupaciones que desempañaba la población negra se encontraban las de agricultor y jornalero, mientras que en menor medida se desempeñaban en como labradores o en acti- vidades domésticas (Cuadro n° 38). Dada la escasez de datos al respecto (especialmente para el caso de las mujeres), en el registro del censo el conjunto de estas actividades no cubría más del 32% de la población.
263
Cua
dro
n° 3
5. P
obla
ción
del
val
le d
e Aza
pa se
gún
loca
lidad
es y
con
dici
ón é
tnic
a.
Loca
lidad
esB
lanc
osM
estiz
osIn
díge
nas
Neg
ros
Tota
lH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
es
Pago
de
Bue
na
Vis
ta3
23
25
114
1141
Pago
de
Las
Ani
mas
63
912
31
4235
111
Pago
de A
zapa
G
rand
e16
296
921
1087
7124
9
San
Lore
nzo
--
-1
54
1-
11
Bue
n R
etiro
1-
--
--
38
12
Rib
eras
83
915
76
6256
166
Tota
l34
3727
3941
2220
918
159
0
Fuen
te: A
HV
D, C
enso
de A
rica
(187
1).
264
Cua
dro
n° 3
6. P
obla
ción
mas
culin
a de
l Val
le d
e Aza
pa se
gún
cond
ició
n ra
cial
y a
ctiv
idad
.
Con
dici
ón ra
cial
Act
ivid
adIn
det.
Sin
dato
Tota
l gen
eral
Prim
aria
Secu
ndar
iaTe
rcia
riaIn
activ
o
Bla
ncos
22-
2-
-10
34
Mes
tiza
9-
7-
-12
28
Indi
os6
122
--
1241
Neg
ros
664
42-
-97
209
Tota
l10
35
73-
-13
131
2
Fuen
te: A
HV
D, C
enso
de A
rica
(187
1).
Cua
dro
n° 3
7. P
obla
ción
mas
culin
a de
l Val
le d
e Aza
pa se
gún
cond
ició
n ra
cial
y a
ctiv
idad
(por
cent
ajes
).
Con
dici
ón ra
cial
Act
ivid
adIn
det.
Sin
dato
Tota
l gen
eral
Prim
aria
Secu
ndar
iaTe
rcia
riaIn
activ
o
Bla
ncos
65%
-6%
--
29%
100%
Mes
tiza
32%
-25
%-
-43
%10
0%
Indi
os15
%2%
54%
--
29%
100%
Neg
ros
32%
2%20
%-
-46
%10
0%
Fuen
te: A
HV
D, C
enso
de A
rica
(187
1).
265
Cua
dro
n° 3
8. P
obla
ción
afr
odes
cend
ient
e de
l Val
le d
e Aza
pa se
gún
ocup
ació
n y
sexo
.
Prof
esió
nH
ombr
esM
ujer
esTo
tal
Agr
icul
tor
592
61A
lbañ
il1
-1
Car
pint
ero
2-
2C
igar
rero
1-
1C
ocin
era
-1
1D
omés
tico(
a)4
610
Jorn
aler
o38
139
Labr
ador
7-
7Si
n da
to97
171
268
Tota
l18
120
937
0Fu
ente
: AH
VD
, Cen
so d
e Aric
a (1
871)
.
266
En el caso del Valle de Lluta, habitaban 1230 personas (Cuadro n° 39). Existía una distribución desigual según sexo, pues el 61,05% de la población eran hombres, mientras que sólo el 38,95% restante eran mujeres. No obstante, en términos generales, la media de edad se comportaba de manera similar a la media de la población en general de la provincia (alrededor de los 24 años).
Cuadro n° 39. Población del Valle de Lluta según sexo y edad promedio.
Categoría Cantidad de Personas Porcentaje Promedio de edad
Hombres 751 61,05% 25,21 años
Mujeres 479 38,95 22,96 años
Total 1.230 100% 24,34 años
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
En el Valle de Lluta se contabilizó la existencia de 166 negros, siendo el segundo valle con más presencia de afrodescendientes en la provincia. Aun más, esta población sólo alcanzaba a ser el 13,4% de la población total del lugar.
La distribución según sexo era desigual y similar al comportamiento general de la población en el Valle de Lluta, pues casi el 60% de esta población eran hombres (99 personas) y sólo el 40% restante eran mujeres (67 personas). De la misma manera es pertinente señalar que las localidades de Pago de Sascapa, Pago de Chuilona y Pago de Mollepampa, concentraban a la mayor cantidad de población negra en el valle (103 personas), alcanzando al 62% de la población total negra en el valle; seguido por las localidades de Pago de Poconchile y Chacalluta. Por su parte, en las localidades de Pago de Sora y Pago de Bocanegra, no se registró la existencia de población negra residente.
267
Cua
dro
n° 4
0. P
obla
ción
del
Val
le d
e Ll
uta
segú
n lo
calid
ades
, con
dici
ón ra
cial
y se
xo.
Loca
lidad
esB
lanc
osM
estiz
osIn
díge
nas
Neg
ros
Tota
lH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
es
Pago
de
Sora
--
--
2512
--
37
Pago
de
Chu
riña
147
2424
6036
21
168
Pago
de
Boc
aneg
ra2
21
141
31-
-78
Pago
de
Hua
nta
1416
3220
3516
42
139
Pago
de
Agu
atay
a12
124
620
94
774
Pago
de
Lind
ero
2224
1411
1720
72
117
Pago
de
Poco
nchi
le18
810
965
338
815
9
Pago
de
Mol
lepa
mpa
93
2519
6825
188
175
Pago
de
Sasc
apa
75
1514
6528
2624
184
Pago
de
Chu
ilona
14
36
83
1710
52
Cha
callu
ta8
43
-10
413
547
Tota
l18
785
131
110
414
217
9967
1.23
0
Fuen
te: A
HV
D, C
enso
de A
rica
(187
1).
268
Considerando la actividad realizada según la condición racial y el sexo de la población en este valle, identificamos que un número importante de población negra masculina se ocupaba de actividades terciarias (42%) y primarias (31%). En este contexto, cabe destacar la importancia que poseía en volumen la población indígena masculina, la cual se dedicaba mayoritariamente a actividades de tipo terciario (52%) (Cuadro n° 41 y Cuadro n° 42).
Cuadro n° 41. Población masculina del Valle de Lluta según condición racial y actividad.
Condición RacialActividad
Indet. Sin Dato TotalPrimaria Secundaria Terciaria Inactiva
Blancos 30 5 35 9 - 28 107
Mestiza 35 4 29 9 - 54 131
Indios 83 13 215 22 - 81 414
Negros 31 - 41 2 - 25 99
TOTAL 179 22 320 42 - 188 751
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
Cuadro n° 42. Población masculina del valle de Lluta según condición racial y actividad (porcentajes).
Condición RacialActividad
Indet. Sin Dato TotalPrimaria Secundaria Terciaria Inactiva
Blancos 28% 5% 33% 8% - 26% 100%
Mestiza 27% 3% 22% 7% - 41% 100%
Indios 20% 3% 52% 5% - 20% 100%
Negros 31% - 42% 2% - 25% 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
En el caso de la población femenina, no existen los datos suficientes que permitan describir el tipo de actividades que realizaban. La ausencia de datos supera al 81% en cada una de las castas. Dentro de los datos que se poseen, el 12% de las mujeres negras se dedica a actividades secundarias, mientras que sólo un 7% se empleaba en actividades terciarias o de servicios.
269
Dentro de las ocupaciones más desarrollaba por los esclavos en este valle, se destacan en primer lugar las de agricultor (19%) y luego las de jornalero (13%). Sin embargo, no es posible realizar una descripción más fidedigna respecto a las ocupaciones efectivas de esta población, pues en más del 47% de los casos no se poseen datos al respecto.
Cuadro n° 43. Población afrodescendiente del Valle de Lluta según ocupación y sexo.
Ocupación Masculino Femenino Total
Agricultor 31 - 31
Arriero 3 - 3
Cocinera - 3 3
Costurera - 3 3
Domestico(a) 5 2 7
Escolástico 2 - 2
Jornalero 32 - 21
Lavandera - 3 3
Mayordomo 1 - 1
Panadera - 2 1
Sin Dato 25 54 79
Total 99 67 166
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
En el caso del Valle de Chaca, el Censo de 1871 señala que habitaban 118 personas en total. Se constata una distribución desigual de la pobla- ción según género, pues el 68% de la población eran hombres y sólo el 32% restante eran mujeres, lo que le otorga una especial configuración estructural a la población. La media etaria era bastante similar al resto de la población, bordeando los 25 años de edad, aunque la mayoría de los hombres eran menores de 14 años, mientras que en el caso de las mujeres la composición era variada.
Cuadro n° 44. Población del valle de Chaca según sexo y edad promedio.
Categoría Cantidad de Personas Porcentaje Promedio de edad
Hombres 80 68% 27,10 años
Mujeres 38 32% 22,37 años
Total 118 100% 25,58 años
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
270
Cua
dro
n° 4
5. P
obla
ción
del
Val
le C
haca
segú
n lo
calid
ad, c
ondi
ción
raci
al y
sexo
.
Loca
lidad
esB
lanc
osM
estiz
osIn
díge
nas
Neg
ros
Tota
lH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
es
Víto
r5
-1
-2
3-
-11
Soca
vón
1-
--
2-
74
14C
aden
as1
11
-9
2-
-14
Cor
nejo
--
611
1-
3-
21
Hac
iend
a G
rand
e-
-4
47
24
122
Cha
que
23
1-
61
--
13Pi
ntat
ani
2-
3-
116
1-
23To
tal
114
1615
3814
155
118
Fuen
te: A
HV
D, C
enso
de A
rica
(187
1).
Cua
dro
n° 4
6. P
obla
ción
del
Val
le d
e C
haca
con
dici
ón ra
cial
y a
ctiv
idad
.
Con
dici
ón R
acia
lA
ctiv
idad
Inde
t.Si
n D
ato
Tota
lPr
imar
iaSe
cund
aria
Terc
iaria
Inac
tiva
Bla
ncos
53
2-
-1
11M
estiz
a4
-6
--
616
Indi
os3
-31
--
438
Neg
ros
--
15-
--
15To
tal
123
54-
-11
80
Fuen
te: A
HV
D, C
enso
de A
rica
(187
1).
271
En el Valle de Chaca sólo habitaban 20 negros (Cuadro n° 45), lo que correspondía al 17% de la población total, siendo la mayoría de ellos varones. Casi la totalidad de ellos se ubicaban en asentamientos como el Socavón, Hacienda Grande y Cornejo; mientras que en Vítor, Chaque y Pintatani no se registra la existencia de población negra. Se trataba de un valle donde la mayoría de la población era indígena o mestiza.
Si consideramos la actividad realizada según la condición racial y el sexo de la población, se evidencia que la totalidad de la población negra masculina se ocupaba en actividades terciarias, es decir, prestaba algún servicio dentro de la economía del lugar. Salvo en el caso de los blancos, la mayoría de la población se dedicaba a este tipo de actividades en el Valle de Chaca, como se observa en el Cuadro n° 46.
Por su parte, los datos para la población negra femenina son muy escasos al respecto, sólo se registra la existencia de dos mujeres en el valle, una de las cuales se dedicaba a labores secundarias y la otra a actividades terciarias según el censo.
Cuadro n° 47. Población del valle de Chaca según condición racial y actividad (porcentajes).
Condición Racial
ActividadIndet. Sin dato Total
Primaria Secundaria Terciaria Inactiva
Blancos 46% 27% 18% - - 9% 100%
Mestiza 20% - 40% - - 40% 100%
Indios 8% - 82% - - 10% 100%
Negros - - 100% - - - 100%
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
En términos generales, se puede verificar que el 50% de la población negra del Valle de Chaca se dedicaba a la labor de jornalero, siendo el resto de labores menores al respecto.
272
Cuadro n° 48. Afrodescendientes del valle de Chaca según ocupación y sexo.
Ocupación Masculino Femenino Total
Camayo 1 - 1
Cocinera - 1 1
Domestico 2 - 2
Jornalero 10 - 10
Lavandera - 1 1
Mayordomo 2 - 2
Sin Dato - 3 3
Total 15 5 20
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
Par el caso de la cabecera del valle de Azapa, en el área de Humagata 124 personas conformaban el total de la población, con una distribución según sexo levemente desigual: el 54,8% de la población eran hombres y un 45,2% restante eran mujeres. Además, la media etaria de la población era menor en comparación con el resto de la población de la provincia, pues oscilaba, en torno a los 21 años de edad.
Cuadro n° 49. Población de Humagata según sexo y edad promedio.
Categoría Cantidad de Personas Porcentaje Promedio de edad
Hombres 68 54,8% 22,98 años
Mujeres 56 45,2% 20,42 años
Total 124 100% 21,84 años
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
La presencia de población afrodescendiente en Humagata era bastante baja, pues en el censo de aquella época sólo se contabilizaron 8 negros, correspondientes apenas al 7% de la población, 6 de los cuales eran hombres y sólo eran 2 mujeres. Humagata era un lugar donde la población era predominantemente indígena, superando el 86% de la población total del lugar. Sólo en el Pueblo de Humagata (localidad donde se concentraba la mayoría de la población de todas las castas), en Pago de Chilpe y en Pago de Ausipar se registraron negros residentes; mientras que en las localidades Pago de Canalane, Pago de Achaúyo y de Pago de Uriza no se registró su presencia. En esta última localidad, los pocos residentes que había eran indígenas.
273
Cua
dro
n° 5
0. P
obla
ción
de
Hum
agat
a se
gún
loca
lidad
, con
dici
ón ra
cial
y se
xo.
Loca
lidad
esB
lanc
osM
estiz
osIn
díge
nas
Neg
ros
Tota
lH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
es
Pago
de
Uriz
a-
--
-6
8-
-14
Pago
de
Can
alan
e-
-2
18
8-
-19
Pago
de
Ach
aúyo
--
2-
75
--
14
Hum
agat
a-
-1
-22
192
145
Pago
de
Chi
lpe
--
--
75
31
16
Pago
de A
usip
ar-
-1
26
61
-16
Tota
l-
-6
356
516
212
4
Fuen
te: A
HV
D, C
enso
de A
rica
(187
1).
274
Según los registros censales, este reducido grupo de población catalogada como negra desarrolló las labores de jornalero (3 personas) y agricultor (2 personas), siendo todo ellos varones. La ocupación de las 3 personas restantes es desconocida.
Finalmente, debemos considerar a la población presente en el Valle de Codpa, donde habitaban en total 850 personas, con una distribución según sexo totalmente simétrica (50% hombres y 50% mujeres), y con una media de edad cercana a los 25 años.
Cuadro n° 51. Población del Valle de Codpa según sexo y edad promedio.
Categoría Cantidad de Personas Porcentaje Promedio de edad
Hombres 425 50% 23,91 años
Mujeres 425 50% 25,55 años
Total 850 100% 24,73 años
Fuente: AHVD, Censo de Arica (1871).
Una de las características más significativas de la población de Codpa de aquella época era su estructuración por castas, donde se destaca el hecho de que la inmensa mayoría poblacional era indígena (72%), distribuida principalmente en las localidades de Huañacahua (sic), Alameda y Pago de Chitita (Cuadro n° 51). Por contraparte, es el valle en donde se registra el menor número de personas catalogadas como negras, alcanzando apenas la cifra total de 4 personas (menos del 1% de la población total), de los cuales 3 de ellos eran hombres y 1 era mujer. Según el registro de la época, 2 de ellos se dedicaban a la agricultura, 1 era jornalero y la mujer realizaba labores domésticas.
275
Cua
dro
n° 5
2. P
obla
ción
del
Val
le d
e C
odpa
segú
n lo
calid
ad, c
ondi
ción
raci
al y
sexo
.
Loca
lidad
esB
lanc
osM
estiz
osIn
díge
nas
Neg
ros
Tota
lH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
esH
ombr
esM
ujer
es
Cac
hico
ca-
--
-23
152
-40
Pago
de
Ofr
ajía
-2
78
2225
--
64
Pago
de A
mas
aca
--
2820
2532
1-
106
Pueb
lo C
. del
106
711
3227
--
93
C. d
e St
a. R
osa
78
11
33
--
23
Plaz
a1
31
-2
3-
111
Ala
med
a17
1025
3164
63-
-21
0
Hua
ñaca
hua
25
69
7280
--
174
Pago
de
Chi
tita
74
--
6058
--
129
Tota
l44
3875
8030
330
63
185
0
Fuen
te: A
HV
D, C
enso
de A
rica
(187
1).
276
Observaciones Generales En términos generales, los datos censales obtenidos sobre la población de Arica durante el siglo XIX muestran la importancia que poseían los afrodescendientes en la estructura social de la provincia, configurando de manera particular el mapa sociocultural de la región.
Siguiendo los indicadores demográficos, el censo de 1813 describe que, de un total de 2132 personas censadas, 1498 eran afrodescendientes, lo que representa al 70%, siendo especialmente significativa la presencia femenina dentro de la estructura general de la población, pues el 71% de las mujeres en Arica eran negras. En términos cuantitativos, los datos evidencian de manera clara la importancia absoluta y relativa que poseía esta población en el puerto ariqueño. Además, podemos agregar que se trataba de una población bastante joven, siendo la mayoría de ellos solteros (74%) y que solían realizar actividades propias del sector agrícola.
Para el año 1846 la población había aumentado considerablemente en Arica. Se contabilizaron a 3.046 personas en total, una población alta considerando que se trataba de una ciudad periférica. En este esce- nario, se produjo una baja relativa de la población afrodescendiente, y como era de suponer, siguió siendo el grupo mayoritario dentro de la población: 1543 personas fueron consideradas afrodescendientes, lo que representaba al 50% de la población total, destacándose especialmente los mulatos (33%). Si bien no se poseen datos suficientes sobre las actividades que realizaban, en general se evidencia la importancia de las labores agrícolas, dando cuenta de la posición de origen africano dentro de la jerarquía sociolaboral de la época.
Uno de los datos relevantes que se desprende de este censo es la ubicación y distribución espacial de la población en 1846. Gracias a la información disponible, visualizamos que casi el 65% de la población se encontraba residiendo en el puerto de Arica, mientras que el restante 35% habitaba en los diferentes asentamientos de los valles de Lluta o Azapa. Al respecto podemos señalar que la población afrodescendiente mantuvo estos indicadores, pues más del 68% vivía en la ciudad, mientras que cerca del 32% restante habitaba en las localidades de los valles de Azapa y Lluta (Aguatalla y Tambo de Huanta). En este contexto, se destacaba su presencia en Azapa: 643 personas fueron catalogadas como negros y correspondían al 68% de su población, lo que se condice con el desarrollo de la actividad económica agrícola de la zona, vinculados, posiblemente, a las antiguas labores productivas de las haciendas coloniales de Azapa.
277
Esta información es importante, en tanto cuestiona la difundida idea de que los afrodescendientes habrían vivido especialmente en la zona rural (valles), ya que los antecedentes censales evidencian la predominancia de un asentamiento urbano de esta población.
Para el año 1871, la población de Arica había aumentado significativamente, alcanzando las 7835 personas. En este nuevo contexto de crecimiento demográfico, las personas consideradas de origen afro disminu- yeron en términos relativos: mientras que el 52% era de origen indígena, quienes fueron considerados como “negros” representaban sólo el 19%. En términos absolutos su presencia aún era importante, pues alcanzaba la cifra total de 1549 personas, manteniendo desde la segunda mitad del siglo XVIII el millar de afrosdendientes para el caso ariqueño, cifra que es necesario consignar para futuros estudios históricos demográficos. Ahora, debemos recordar que el censo de 1871 categorizó muy gruesamente a la población entre blancos, indios, mestizos y negros. Como señalamos anteriormente, es probable que parte de la población considerada como mestiza en realidad haya sido afrodescendiente, de manera que su presencia estaría enmascarada dentro de esta categoría, lo que explicaría parcialmente el descenso relativo de la población afro respecto al periodo anterior. De igual forma debemos considerar que las cifras que difundiera Wormald (1966), es posible que haya sobre-representado a la población afrodescendiente en la provincia de Arica, sin verificar las categorías raciales implicadas en el empadronamiento.
En términos concretos, la población considerada “negra” en general mantuvo el patrón de comportamiento etario del censo anterior (1846), siendo una población bastante joven. Conjuntamente, se evidenció que la mayoría de ellos era de origen peruano, superando el 80% en las localidades censadas de la provincia.
Si nos concentramos en el puerto de Arica, se evidencia que la proporción relativa de afrodescendientes es mayor en la ciudad que en la provincia, pues en ella habitaban 871 individuos de origen afro, conformando el 32% del total. Igualmente, la mayoría de ellos se dedicaba a labores del sector terciario, lo que da cuenta de la paulatina transformación de la economía, donde se requería crecientemente la prestación de servicios vinculados tanto a la agricultura como a las labores portuarias y/o aduaneras, demanda cubierta en gran medida por esta población.
278
Los registros también demuestran la existencia de un patrón de localización espacial concentrado desde inicios del siglo XIX en la ciudad, residiendo en la zona céntrica de la urbe, en sectores (siguiendo la nomenclatura de la época) como Del Hospital, Dos de Mayo, Alameda y la Cal, representando casi al 70% de la población.
Por último, hemos identificado algunos de los apellidos de los afrodescendientes más recurrentes y/o significativos que figuran a lo largo de los censos realizados durante el siglo XIX, con el fin de ilustrar su presencia y avizorar su pervivencia hasta la actualidad. Como evidencia, en el detalle del Censo de 1813 (Anexo 1), aparecen registrados los siguientes apellidos de negros, según la escritura de la época: Albarracín, Obiedo, Henríquez, Corbacho, Arias, Cornejo, Pimentel, Sánchez, Portocarrero, Mesa, Tobar, Ramírez, Yañes, Miranda y Sabarburo, entre otros. Por su parte, 23 años más tarde, el censo de 1846 (Anexo 2) subraya la permanencia de gran parte de los apellidos que figuraban ya en el censo de 1813. Con todo, apellidos como Mena, Trillo, Salas, Siles, Maldonado, Rondón, Loaiza, Espinoza, Sosa y Tapia, aumentaron su presencia o simplemente emergieron como nuevos apellidos en la población afrodescendiente; mientras que apellidos como Arias, Tovar (Tobar) o Ramírez, disminuyeron considerablemente su presencia o casi desaparecieron.
Finalmente, en el censo de 1871 (Anexo 3), se identifican apellidos como Cornejo, Sánchez o Yañes (sic), quienes mantuvieron su presencia. Al mismo tiempo, varios de los apellidos más significativos que figuraban en los censos anteriores se redujeron, como ocurrió con Albarracín, Arias, Corvacho (Corbacho), Obiedo, Miranda o Tapia; mientras que muchos estuvieron a punto de desaparecer o simplemente desaparecieron, como fue el caso de los Mesa, Portocarrero, Ramírez, Espinoza, Mena, Rondón, Trillo, Pimentel, entre otros. En definitiva, emergieron o se destacaron nuevos apellidos dentro de la población afrodescendiente regional, acentuándose especialmente el caso de los Bravo, Zegarra, Ríos y González. Este comportamiento, entre otras cosas, expone los procesos de mestizaje cultural en los que se vio implicada la población de origen afro y que gravitan la construcción de una sociedad local con improntas, costumbres y una rica identidad cultural y étnica en permanente transformación, según sus propios requerimientos y demandas históricas.
Un dato no menor lo constituyen los datos demográficos expuestos, los cuales subrayan que en gran parte de la historia colonial y del largo siglo
279
XIX de Arica, los antiguos esclavos negros, representaron el 50% (e incluso más) del total de la población del puerto, lo que permitió que se elaborara un imaginario cultural donde la expresión de “Arica negro” era mucho más que una simple frase. Los indicadores cuantitativos manifiestan esta intención, colmatando de datos que justifican dicha consonancia entre la traidicón oral de los afrodescendientes y la documentación histórica propiamente tal. Frente a los antecedentes aquí discutidos, que no quede duda que ya en los censos del siglo XIX, pese a cualquier tensión social o política, las poblaciones afrodescendientes de Arica y sus valles formaba parte de los registros y reconocimiento que el Estado les confería. Tema aún pendiente en nuestros días.
Referencias Citadas
Aguilar, J. (2013). Políticas Imperiales, Subdelegados y Sociedades Indígenas. Los Partidos de Arica y Tarapacá entre el Tributo y la Civilización. 1784-1824. Tesis para optar al Grado de Magíster en Historia mención Etnohistoria, Universidad de Chile.
Díaz, A.; L. Galdames y R. Ruz. (2009). Población Indígena, Mestiza y Negra de Arica y Tarapacá. Documentos Republicanos (1827-1841). Ediciones Universidad de Tarapacá, Arica.
Galdames, L.; R. Ruz y A. Díaz. (2008). Arica y sus valles durante el siglo XIX. Estudio del censo de 1866. Ediciones Universidad de Tarapacá, Arica.
Wormald, A. (1966). El Mestizo en el Departamento de Arica. Ediciones Ráfaga, Santiago.
280
Anexo 1. Detalle de la población afrodescendiente según el censo de 1813.
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria Sabarburu F C Mulat. Comerciante 32
José Manuel Sabarburu M S Quar. n.r. 11
Juana F S Samba Costurera 30
Josefa Pimentel F C Mulat. n.r. 47
Melchora F S Mulat. n.r. 19
Ysabel F S Quar. n.r. 17
Paula F S Quar. n.r. 13
Mariano M S Quar. n.r. 12
Mariano M S Quar. n.r. 2
Manuela F S Quar. n.r. 1
Fermina Sabala F C Quar. n.r. 23
Maria Antonia F S Quint. n.r. 3
Mersedes Rodriguez F C Samba Hacendado 45
Manuel Sabarburo M S Samba n.r. 19
Ysabel Ureta F S Quint. n.r. 15
Lucia Ureta F S Quint. n.r. 11
Teodora Ureta F S Quint. n.r. 8
Juan Carrasco M C Mulat. Sapatero 29
Maria Alberta Ybañes F C Sambo n.r. 18
Baltasara Cayo F S Sambo n.r. 6 m
Maria Almansa F C Sambo n.r. 37
Rafaela Ampuero F S Sambo n.r. 16
Manuel Ampuero M S Sambo n.r. 8
Tomasa Sabarduro F C Mulat. n.r. 33
Manuela Ramires F S Mulat. n.r. 10
Tadeo Jara M C Sambo Pescador 35
José Jara M S Sambo n.r. 15
Vidal Jara M S Sambo n.r. 7
Santiago Jara M S Sambo n.r. 5
Videl José Jara M S Sambo n.r. 3
Teresa Jara F S Sambo n.r. 10
Domingo Jara M S Sambo n.r. 1
Maria Chanaya F S Sambo Servicial 8
Gavriel Ocaransa M S Sambo Servicial 10
Juan de Dios Gomez M S Sambo n.r. 2
281
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Marsedes Salas F C Mulat. n.r. 26
Norberta Caseres F C Sambo n.r. 27
Mariano Flores M S Sambo n.r. 9
Francisco Flores M S Sambo n.r. 3
Catalina Miranda F C Sambo n.r. 38
Dorotea Vera F C Sambo n.r. 28
Fermin Opaso M S Sambo n.r. 6
Maria Opaso F S Sambo n.r. 1
Juan Salgado M C Mulat. Jornalero 50
Carlos Alfaro M C Sambo n.r. 26
José Alfaro M S Sambo n.r. 3
Maria Alfaro F S Sambo n.r. 1
Manuela Seballos F C Sambo n.r. 29
Lorenza Valdivia F S Sambo n.r. 3
Juana Corbacho F S Sambo n.r. 3
Martin Rosa M S Sambo n.r. 3
Manuel Rosa M S Sambo n.r. 8
Lorenza Rosa F S Sambo n.r. 7
Maria Santos Rosa F S Sambo n.r. 1 m
María del Carmen Perico F C Sambo n.r. 37
Fernando Quebedo M S Sambo n.r. 15
Justo Quebedo M S Sambo n.r. 12
José Quebedo M S Sambo n.r. 8
Pedro Quebedo M S Sambo n.r. 7
María Germania Quebedo F S Sambo n.r. 6
Manuel Quebedo M S Sambo n.r. 8 m
Marcos Obiedo M C Sambo Jornalero 34
Maria Josefa Obiedo F S Sambo n.r. 2
Ygnacio Cornejo M C Sambo Jornalero 35
Manuela Cornejo F S Sambo n.r. 9
José Mariano Corbacho M C Sambo Jornalero 25
Petrona Corbacho F S Sambo n.r. 4
Ysidora Tobar F C Sambo n.r. 20
Dorotea Ramos F S Sambo n.r. 4
282
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Esteban Cabesas M C Sambo Labrador 60
Mariano Cabesas M S Sambo n.r. 20
Maria Cabesas F S Sambo n.r. 4
Pedro Pimentel M C Sambo Hazendado 67
Bruno Pimentel M S Sambo Arriero 19
Magdalena Ymagrayo F C N n.r. 33
Mariano Collado M S Sambo n.r. 14
Manuel Corbacho M C N Jornalero 22
Manuel Corbacho M S Sambo n.r. 2
Bonifacio M S Sambo n.r. 1
Ysidroro Grimaldos M C Quart. Pulpero 60
Catalina Henrriquez F V Quart. Recaudadora 40
Mersedes Almenari F C Quint.a n.r. 26
Ana María Santana F S Quint.a n.r. 7
José Maria Santana M S Quint.a n.r. 6
Josefa Santana F S Quint.a n.r. 1
Antonio Legai M C Quart. Comte. 62
Buenabentura Legai M S Mulato n.r. 18
Silbestre Legai M S Mulato n.r. 14
Andrea Almansa F C Sambo n.r. 40
Carlos Ruis M C Quart. Jornalero 24
Tomasa Ruis F S Quart. n.r. 5
Julian Portocarrero M C Mulato Mar.o 38
Manuela Albarracín F C Sambo n.r. 24
Anacleto Albarracín M S Sambo n.r. 7
Lucas Santoro M S Sambo n.r. 12
Joaquin Santoro M S Sambo n.r. 9
Andrés Henrriquez M C Sambo Arriero 32
Maria Elena Obiedo F C Mulato n.r. 28
Juan Sosa M S Quart. n.r. 6
Andrea Sosa F S Quart. n.r. 3 m
Feliciano Albano M C Quart. Hazendado 49
Domingo Albano M S Quart. n.r. 11
Florentina Ojeda F S Quart. n.r. 2
Petrona Albarracín F S Negro Labandera 30
283
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Toribia Albarracín F S Negro Serv.l 5
Barbara Sansoro F S Negro n.r. 70
Luis Gutierrez M C Negro n.r. 65
Maria Albarracín F C Negro n.r. 70
Mariano Rodriguez M S Negro Jornalero 18
Rosa Melendes F S Negro Labandera 25
Juan Alberto Melendes M S Negro Serv.l 10
Maria Choque F S Negro Labandera 35
Juana Obiedo F C Negro Labandera 60
José Antonio Alfaro M C Sambo Mar.o 70
Juana Alfaro F S Negro Serv.l 8
José Nuñes M C Negro Labrador 79
Josefa Henrriquez F C Negro n.r. 65
Maria Niebes Nuñes F S Negro Panadero 48
MariaFelisidad Nuñes F S Negro Panadero 35
Casilda Arias F S Negro n.r. 60
Rosa Miranda F S Negro Ilandera 46
Juan Miranda M S Negro Jornalero 30
Manuel Rendon M S Negro Sapatero 28
José Blancas M C Negro Labrador 40
Juana María Cuentas F C Sambo n.r. 26
Ygnacio Blancas M S Sambo n.r. 9
Vicente Alfaro M C Negro Mar.o 44
María Albarracín F C Sambo n.r. 36
Pasqual Henrriquez F C Negro Labrador 36
Faustina Carrasco F C Negro n.r. 28
Josefa Henrriquez F S Negro n.r. 13
Manuel Henrriquez M S Negro n.r. 10
Vicente Henrriquez M S Negro n.r. 9
Mariano Henrriquez M S Negro n.r. 8
Maria Henrriquez F S Negro n.r. 3
Joaquin Henrriquez M S Negro n.r. 2
Cesilia Vera F S Negro por dios.a 56
Eulalia Vera F S Negro Labandera 32
Petrona Ramires F S Negro Labandera 16
284
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria Ramires F S Negro n.r. 3
Ana Sanches F V Negro Ilandera 60
Miguel Ximenes M S Sambo Jornalero 23
Gervacio Ximenes M S Sambo Labrador 30
Gregoria Ximenes F S Sambo Labandera 22
Ysabel Ximenes F S Sambo n.r. 15
Maria Ximenes F S Sambo n.r. 3
Francisca Ximenes F S Sambo n.r. 2
José Balcasar M C Negro Sapatero 56
Agustina Balcasar F C Negro n.r. 38
María Balcasar F S Negro n.r. 16
Julián Balcasar M S Negro n.r. 13
Josefa Balcasar F S Negro n.r. 12
María Carmen Balcasar F S Negro n.r. 7
Petronila Balcasar F S Negro n.r. 4
Antonia Balcasar F S Negro n.r. 3
Lucia Balcasar F S Negro n.r. 2
Alejandro Balcasar M S Negro n.r. 4 m
Rita Vera F C Negro Panadero 48
Lorenzo Vera M S Negro Jornalero 26
Dionicio Vera M S Negro Jornalero 24
Paula Corbacho F V Negro Ilandera 56
Francisco Albarracín M C Negro Jornalero 26
Manuela Henrriquez F C Negro n.r. 22
Pedro Albarracín M S Negro n.r. 5
Maria Albarracín F S Negro n.r. 3
Ganuario Corbacho M C Negro Jornalero 42
Agustina Cuentas F C Pardo n.r. 38
Manuel Corbacho M S Negro Jornalero 23
Juana Corbacho F S Negro n.r. 20
Maria Corbacho F S Negro n.r. 13
Francisco Corbacho M S Negro n.r. 9
Maria Corbacho F S Negro n.r. 6
Mariano Corbacho M S Negro n.r. 5
Damaso Corbacho M S Negro n.r. 4
285
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Felipe Corbacho M S Negro n.r. 9
Andrés Obiedo M S Negro n.r. 15
Bruno Obiedo M S Negro n.r. 5
Martín Cornejo M C Negro Jornalero 45
Josefa Obiedo F C Negro n.r. 38
Manuel Cornejo M S Negro n.r. 18
José Cornejo M S Negro n.r. 14
Juana Cornejo F S Negro n.r. 9
José Cornejo M S Negro n.r. 7
José Simon Cornejo M S Negro n.r. 4
María Cornejo F S Negro n.r. 1
María Chombo F C Negro n.r. 27
Pablo Obiedo M C Sambo Jornalero 23
Matias Tobar M S Negro Jornalero 14
Silbestre Tobar M S Negro n.r. 10
José Obiedo M C Negro Jornalero 25
Juana Maria Obiedo F S Sambo n.r. 2
Simón Cornejo M C Negro Arriero 50
Maria Niebes Santana F C Sambo n.r. 29
Gaspar Chombo M C Negro Jornalero 25
Manuela Saconeta F C Negro n.r. 25
Josefa Carrero F V Negro Ilandera 40
Juan Alberto Carrero M S Negro Jornalero 25
Catalina Carrero F S Negro n.r. 9
Lorenzo Carrero M S Negro n.r. 8
Gervacio Cornejo M C Negro Jornalero 26
María Carmen Cadenas F C Negro n.r. 25
Ebarista Cornejo F S Negro n.r. 4
José Silba M C Negro Labrador 60
Francisca Calderon F C Negro n.r. 60
Manuel Carrasco M C Negro n.r. 30
Maria Ynes Maller F C Sambo n.r. 24
Petrona Carrasco F S Sambo n.r. 6
Norberta Carrasco F S Sambo n.r. 5
Bernarda Chombo F S Sambo n.r. 12
286
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Teresa Gonzales F C Negro n.r. 50
Juan Brabo M C Negro Labrador 70
Geronima Santana F C Negro n.r. 60
Juan Alberto Brabo M S Negro Jornalero 40
Bernardo Brabo M S Negro Jornalero 38
José León Brabo M S Negro Jornalero 37
Miguel Brabo M S Negro Jornalero 24
Feliciana Brabo F S Negro Ilandera 36
Antonio Brabo M S Negro n.r. 17
Petrona Brabo F S Negro n.r. 14
Toribio Brabo M S Negro n.r. 12
Simon Brabo M S Negro n.r. 10
Rafael Brabo M S Negro n.r. 7
Clara Brabo F S Negro n.r. 3
José Cordoba M S Negro Jornalero 45
Asencio Tobar M C Negro Labrador 35
Petrona Paico F C Sambo n.r. 30
Pedro Tobar M S Sambo n.r. 9
Paula Tobar F S Sambo n.r. 7
Magdalena Tobar F S Sambo n.r. 5
Maria Cruz Tobar F S Sambo n.r. 2
Ysidoro Tobar M S Sambo n.r. 1
Antonia Ximenes F C Negro Panadero 27
Geronimo Albarracín M S Negro n.r. 7
Beatris Albarracín F S Negro n.r. 5
Maria Angela Albarracín F S Negro n.r. 3
Marselina Albarracín F S Negro n.r. 18dias
Faustina Obiedo F C Negro Ilandera 25
Pedro Albarracín M S Negro n.r. 7
Leocadia Albarracín F S Negro n.r. 6
Juan Albarracín M S Negro n.r. 3
Ysabel Albarracín F S Negro n.r. 1
Marcos Rivera M C Negro Jornalero 40
Josefa Ximenes F C Negro n.r. 46
Andrés Rivera M S Negro Jornalero 21
287
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Juana Rivera F S Negro n.r. 15
Eulalia Rivera F S Sambo n.r. 8
Marselino Rivera M S Sambo n.r. 2
Santiago Chombo M C Negro Labrador 54
Leonarda Mesa F C Sambo n.r. 35
José María Chombo M S Sambo n.r. 11
José Chombo M S Sambo n.r. 10
José María Chombo M S Sambo n.r. 9
Josefa Chombo F S Sambo n.r. 8
Juan Santos Chombo M S Sambo n.r. 4
Julian Sansoro M C Negro Jornalero 28
Ysabel Cornejo F C Negro n.r. 24
Justa Sansoro F S Negro n.r. 3
Juan Sansoro M S Negro n.r. 2
Fulgencio Obiedo M C Negro Jornalero 80
Maria Mersedes Cornejo F C Negro Ilandera 60
Ylario Obiedo M S Negro n.r. 39
Juan de Dios Obiedo M S Negro n.r. 15
Buenabentura Obiedo M S Negro n.r. 11
Pedro Obiedo M S Negro n.r. 8
Clemente Obiedo M S Negro n.r. 9
Casimiro Obiedo M S Negro n.r. 6
Pablo Obiedo M S Negro n.r. 2
Juan Ramón Sansoro M C Negro Labrador 80
Maria Henrriquez F C Negro n.r. 42
Demetrio Sansoro M S Negro Jornalero 18
Manuel Sansoro M S Negro n.r. 14
Magdalena Sansoro F S Negro n.r. 11
José Sansoro M S Negro n.r. 9
Miguel Sansoro M S Negro n.r. 5
Paula Obiedo F V Negro Labandera 50
Margarita Rios F S Negro n.r. 23
Juana Rios F S Negro n.r. 18
Andrés Rios M S Negro n.r. 15
Juan Rios M S Negro n.r. 5
288
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
MariaAngélica Rios F S Negro n.r. 2
Vibiana Toro F C Negro Panadero 42
Manuel Henrriquez M S Negro Jornalero 20
Agustina Henrriquez F S Negro n.r. 18
Bernardina Henrriquez F S Negro n.r. 17
Carmela Henrriquez F S Negro n.r. 15
Lucia Henrriquez F S Negro n.r. 11
Baltasar Henrriquez M S Negro n.r. 6
Agustin Henrriquez M S Negro n.r. 3
Catalina Henrriquez F S Negro n.r. 2
Antonia Albarracín F V Negro Labandera 60
Mariano Bracamonte M C Negro Labrador 36
Josefa Sansoro F C Negro n.r. 36
Anacleto Bracamonte M S Negro n.r. 14
Juana Bracamonte F S Negro n.r. 12
Rosa Bracamonte F S Negro n.r. 10
Maria Angela Bracamonte F S Negro n.r. 7
Melchor Bracamonte M S Negro n.r. 12
Manuel Bracamonte M S Negro n.r. 5
Silberio Bracamonte M S Negro n.r. 1
Vicente Negrillos M S Negro Jornalero 20
Maria Ramires F S Negro n.r. 19
Juan Garcia M S Negro n.r. 16
Agustin Rios M C Negro Labrador 35
Maria Henrriquez F C Sambo n.r. 40
Santiago Henrriquez M S Sambo n.r. 14
Juan Rios M S Negro n.r. 13
Martin Rios M S Negro n.r. 10
Manuel Rios M S Negro n.r. 9
Manuela Rios F S Negro n.r. 5
Melchor Rios M S Negro n.r. 1
Juan Corbacho M C Negro Jornalero 26
Antolina Henrriquez F C Negro n.r. 24
José Andrés Arias M C Negro Labrador 45
Juana Corbacho F C Negro n.r. 44
289
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Polonia Arias F S Negro n.r. 24
Bernarda Arias F S Negro n.r. 20
Maria Niebes Arias F S Negro n.r. 22
Felipe Arias M S Negro n.r. 18
Pedro Arias M S Negro n.r. 7
Raymundo Arias M S Negro n.r. 8
Florentino Arias M S Negro n.r. 6
Manuela Arias F S Negro n.r. 5
Clemencia Arias F S Negro n.r. 4
Domingo Arias M S Negro n.r. 1
Alberto Sansoro M V Negro Labrador 50
Maria Aranibar F C Negro n.r. 23
Asencia Aranibar F S Negro n.r. 2
Antonio Collado M S Negro Jornalero 27
Juan Tobar M C Negro n.r. 25
Manuela Ysauri F C Negro n.r. 31
Dionicio Tobar M S Negro n.r. 3
José Santos Tobar M S Negro n.r. 5m
Antonio Vera M C Negro Labrador 50
Juliana Ysauri M C Sambo n.r. 36
Maria Vera M S Sambo n.r. 16
Polonia Arias F S Negro Hazendada 32
Francisca Arias F S Negro n.r. 17
Paula Arias F S Negro n.r. 7
Maria Ysabel Tobar F C Sambo n.r. 28
Tomás Legay M C Sambo n.r. 39
Juan García M S Negro n.r. 59
Pedro José Portocarrero M C Negro n.r. 60
Rita Vera F C Negro n.r. 50
Dioniciio Portocarrero M S Negro n.r. 10
José Maria Portocarrero M S Negro n.r. 12
Juan Portocarrero M S Negro n.r. 35
Juan Bautista Portocarrero M S Negro n.r. 25
Antonio Portocarrero M C Negro n.r. 35
Josefa Portocarrero F C Negro n.r. 30
290
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Manuela Portocarrero F S Negro n.r. 9
Maria Mercedes Portocarrero F S Negro n.r. 6
Ejidio Portocarrero M S Negro n.r. 8
Agustina Portocarrero F S Negro n.r. 4
Martina Portocarrero F S Negro n.r. 3
Marcos Portocarrero M S Sambo n.r. 23
Manuel Portocarrero M S Quarteron n.r. 21
José Leon Portocarrero M S Sambo n.r. 16
Juan Portocarrero M S Mulato n.r. 12
José Portocarrero M S Negro n.r. 13
José Maria Portocarrero M C Negro n.r. 35
Francisca Gonzales F S Negro n.r. 35
Pasifica Gonzales F S Sambo n.r. 11
Fernando Calderon M S Sambo n.r. 33
Ysidora Calderon F S Sambo n.r. 8
Tomasa Obiedo y Ximenes F V Mulato n.r. 46
José Maria Obiedo y Ximenes M S Sambo n.r. 18
Melchor Obiedo y Ximenes M C Sambo n.r. 60
Gregoria Obiedo y Ximenes F C Sambo n.r. 28
Margarita Bairo F S Sambo n.r. 15
Rosa Osorio F S Negro n.r. 25
Felipa Osorio F S Negro n.r. 5
Juana Osorio F S Negro n.r. 2
Hermenegildo Henrriquez M S Negro n.r. 22
Baltasar Henrriquez M S Negro n.r. 6
Josefa Portocarrero F S Negro n.r. 80
Manuel Portocarrero M S Sambo n.r. 7
Atanacio Portocarrero M S Sambo n.r. 2
Maria Ferrer F S Negro n.r. 40
Pedro Ferrer M S Sambo n.r. 20
Gregoria Ferrer F S Sambo n.r. 6
Juana Ferrer F S Negro n.r. 46
Buenabentura Ferrer M S Negro n.r. 20
Juan Chrisostomo Ferrer M S Negro n.r. 18
291
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria Ferrer F S Negro n.r. 14
Francisca Oviedo F S Negro n.r. 50
Manuela Oviedo F S Negro n.r. 26
Geraldo Davila M S Negro n.r. 60
Venedicto Davila M V Sambo n.r. 48
Ypolita Davila F S Sambo n.r. 38
Maria Davila F S Sambo n.r. 16
Vonifacia Davila F S Sambo n.r. 10
Jose María Davila M S Sambo n.r. 5
Pedro Davila M S Sambo n.r. 2
Miguel Davila M C Sambo n.r. 38
Paula Carrasco F C Sambo n.r. 28
Teresa Davila F S Sambo n.r. 12
Maria Davila F S Sambo n.r. 9
Francisco Davila M S Sambo n.r. 5
Melchora Davila F S Sambo n.r. 3
Petrona Davila F S Sambo n.r. 7 meses
Micaela Osorio F S Sambo n.r. 6
Francisca Vargas F S Sambo n.r. 50
Nicolas Vargas M S Sambo n.r. 21
Apolinar Vargas M S Sambo n.r. 14
Leonardo Vargas M S Sambo n.r. 12
Maria Santos Vargas F S Sambo n.r. 11
Jose Obiedo y Rios M S Negro n.r. 33
Manuel Obiedo y Rios M S Negro n.r. 30
Francisco Obiedo y Rios M S Negro n.r. 28
Raymundo Obiedo y Rios M S Negro n.r. 12
Mariano Obiedo y Rios M S Sambo n.r. 15
Cayetano Obiedo y Rios M C Negro n.r. 38
Maria Obiedo y Rios F C Negro n.r. 29
JuanaFrancisca Obiedo y Rios F S Negro n.r. 12
Maria Obiedo y Rios F S Negro n.r. 8
Feliciana Obiedo y Rios F S Negro n.r. 7
Santiago Obiedo y Rios M S Negro n.r. 3meses
292
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Juana Huerta F S Sambo n.r. 21
Dionicio Albarracin M S Negro n.r. 32
Maria Josefa Albarracin F S Negro n.r. 24
Alexandra Albarracin F S Negro n.r. 10
José Santos Albarracin M C Sambo n.r. 40
Juana Lamiña F C Sambo n.r. 30
Manuela Albarracin F S Sambo n.r. 10
Gabriel Albarracin M S Sambo n.r. 8
Antonio Gonzales Cadenas M C Negro n.r. 40
Bacilio Gonzales Cadenas M S Negro n.r. 40
Manuel Gonzales Cadenas M C Negro n.r. 20
Nicolas Gonzales Cadenas M C Negro n.r. 30
José Manuel Gonzales Cadenas M S Negro n.r. 15
Olegario Gonzales Cadenas M S Negro n.r. 9
Petrona Gonzales Cadenas F S Negro n.r. 50
José Manuel Gonzales Cadenas M S Negro n.r. 15
Juan Ramon Gonzales Cadenas M S Negro n.r. 25
Maria Candelaria Gonzales Cadenas F S Negro n.r. 19
Gregorio Albarracin M S Negro n.r. 30
Manuel Albarracin M S Negro n.r. 28
Lorenza Albarracin F S Negro n.r. 22
Prudencia Albarracin F S Negro n.r. 4
Paula Albarracin F S Negro n.r. 7meses
Manuel Albarracin M S Negro n.r. 9
Jacinta Albarracin F V Negro n.r. 50
Manuela Obiedo F S Negro n.r. 19
Joaquin Obiedo M S Negro n.r. 20
Maria Josefa Arias F S Negro n.r. 24
Simon Arias M S Negro n.r. 12
Cesilia Vargas F S Negro n.r. 22
Margarita Sosa F S Negro n.r. 18
Estefania Sosa F V Sambo n.r. 24
Joaquin Valuarte M C Negro n.r. 40
Luisa Valuarte F S Negro n.r. 23
293
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Petrona Valuarte F C Negro n.r. 19
Maria del Carmen Valuarte F S Negro n.r. 3
Manuel Valuarte M S Negro n.r. 5meses
Paula Carrasco F S Negro n.r. 20
Domingo Carrasco M C Negro n.r. 25
Dominga Carrasco F S Sambo n.r. 30
Maria Carrasco F S Sambo n.r. 7
Mariano Baluarte M S Sambo n.r. 12
Petrona Baluarte F S Sambo n.r. 6
Juan Baluarte M C Negro n.r. 25
Manuela Baluarte F C Negro n.r. 24
Dionicio Baluarte M S Negro n.r. 3
José Santos Baluarte M S Negro n.r. 10meses
José Manuel Albarracin M C Negro n.r. 50
Juana Albarracin F C Negro n.r. 37
Miguel Albarracin M S Sambo n.r. 15
Pedro Pablo Albarracin M S Sambo n.r. 13
Juan Albarracin M S Sambo n.r. 3
Simon Albarracin M C Negro n.r. 25
Damiana Collao F C Negro n.r. 31
Carmelo Albarracin M S Negro n.r. 9
Manuela Albarracin F S Negro n.r. 7
Maria Albarracin F S Negro n.r. 2
Polonia Albarracin F S Negro n.r. 1
Juan de Dios Ysaguirre M S Negro n.r. 35
José Ysaguirre M S Negro n.r. 20
Juan Ysaguirre M S Negro n.r. 21
Mariano Ysaguirre M S Negro n.r. 85
Francisca Dies F C Negro n.r 35
Maria Dies F S Sambo n.r 5
Julian Dies M S Sambo n.r 2
Baltasar Galbes M S Sambo n.r 48
Francisco Galbes M S Sambo n.r 15
Oledorio Galbes M S Sambo n.r 20
294
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
José Galbes M S Sambo n.r 85
Cayetano S/D M S Negro n.r 40
Alejo Galbes M S Negro n.r 12
Maria Antonia Galbes F S Negro n.r 22
Clemente Galbes M S Negro n.r 5
Buenabentura Galbes M S Sambo n.r 24
Francisco Cadenas M S Sambo 28
Gertrudis Cadenas F S Sambo 24
Juan José Vildoso M S Negro 24
Marcos Sosa M C Sambo 35
Lorenza Vildoso F C Sambo 40
Pedro Nolasco M S Sambo 7
Carlos Ramos M S Sambo 8
José Ramos M S Sambo 5
Felipa Nuñes F S Negro 31
Melchor Nuñes M S Negro 9
Eduarda Nuñes F S Negro 7
Andrés Sosa M S Negro n.r 25
Maria Coria F S Negro n.r 30
Domingo Mesa M V quintanilla Panadera 48
Felipa Vellido F S quintanilla n.r. 11
Pantaleon Corbacho M C Sambo Labrador 57
Josefa Toledo F C Sambo n.r. 47
Mateo Corbacho M S Sambo n.r. 30
Tadeo Corbacho M S Sambo n.r. 21
Manuela Corbacho F S Sambo n.r. 11
Luis Corbacho M S Sambo n.r. 9
Martin Corbacho M S Sambo n.r. 8
Gertrudis Corbacho F S Sambo n.r. 6
Fernando Arias M S Quarteron Labrador 26
Maria Ubalde F S Sambo Ilandera 33
Angela Selada F V quintanilla Hacendado 58
Tadeo Caseres M S Quarteron Labrador 38
Maria Santos Caseres F S Quarteron n.r. 18Maria del Carmen Caseres F V Quarteron Pulpero 40
295
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Manuel Sanches M C quintanilla Comerciante 53
Francisca Obiedo F C Quarteron n.r. 55
Rudesindo Landaeta M S Sambo n.r. 70
Juan Pablo Ramires M S Quarteron n.r. 8
Juana Ramires F S Quarteron n.r. 11
Manuela Ramires F S Quarteron n.r. 6
Maria del Carmen Ramires F S Quarteron n.r. 2
Petrona Corbacho F S Sambo n.r. 14
Juana Maria Sabala F V Sambo Ilandera 62
Nicomedis Melendes M S Sambo Sapatero 52
Maria del Carmen Santana F V Sambo Pulpero 33
Manuel Valdibia M S Sambo n.r. 10
Luis Valdibia M S Sambo n.r. 8
Petronila Valdibia F S Sambo n.r. 7
Maria Miranda F V Sambo Pulpero 55
Francisca Carrero F S Sambo n.r. 19
Manuela Carrero F S Sambo n.r. 17
Felipe Vera M S Sambo n.r. 10
Josefa Sabala F V Quarteron Panadera 43
Manuel José Mesa M S Sambo Comerciante 35
Mariano Mesa M S Sambo n.r. 8
Francisco Rendon M C Quarteron Labrador 58
Manuela Negreiros F C Quarteron n.r. 45
Lorenzo Rendon M S Quarteron n.r. 23
Manuela Rendon F V Quarteron n.r. 19
Ana Maria Rendon F V Quarteron n.r. 14
Maria Rendon F V Quarteron n.r. 12
Marcos Rendon M V Quarteron n.r. 10
Pedro Juan Portocarrero M C Mulato Estanquero 32
Maria del Carmen Nacarino F C Quarteron n.r. 26
Juana Manuela Tapia F C Quarteron Hacendado 19
Maria Ypolita Tapia F S Quarteron Hacendado 20
D. Juan Jacinto de Ayala M C Mulato n.r. 53
Maria Garcia F C Sambo n.r. 48
296
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Antonio Ayala M S Mulato n.r. 33
Juana Manuela Ayala F S Mulato n.r. 24
Josefa Ayala F S Mulato n.r. 22
José Garrido M S Mulato Carpintero 17
José Esteban Sabarburo M C Sambo Sastre 26
Benancia Serdas F C Sambo n.r. 22
Juan Sabarburo M S Sambo n.r. 3
Maria Josefa Sabarburo F S Sambo Servl. 10
Marta Yañes F V Quarteron Hacendado 55
Julian Sabarburo M S Mulato Estudte. 24
José Antonio Nacarino M C Sambo Hacendado 57
Maria Selada Selada F C Quarteron n.r. 63
Tomás Francisco Nacarino M S Sambo n.r. 22
Gregoria Selada F S Sambo n.r. 24
Casimira Pimentel F S Sambo n.r. 8
Manuel Barreda M S Sambo n.r. 10
Juana Segarra F S Mulato Veata 39
Santiago Negreiros M V Quarteron Comerciante 42
Andrés Sanches M C Mulato n.r. 39
Josefa Henrriques F C Quarteron n.r. 38
Manuel Sanches M S Quarteron n.r. 20
José Sanches M S Quarteron n.r. 17
Pedro Sanches M S Quarteron n.r. 13
Miguel Sanches M S Quarteron n.r. 4
Mariano Parrales M S Sambo n.r. 2
José Maria Garrido M S Mulato n.r. 8
Paula Ororbia F S Mulato Labandera 27
Juana Ororbia F S Mulato n.r. 8
Fernando Ororbia M S Mulato n.r. 7
Marselino Pimentel M C Mulato Inbalido 28
Clara Ororbia F C Sambo n.r. 22
Santiago Pimentel M S Sambo n.r. 7
Maria Ana Pimentel F S Sambo n.r. 2
Mauricia Selada F V Sambo Pulpero 30
Cayetano Mesa M S Sambo Labrador 15
297
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Eulalia Mesa F S Sambo n.r. 12
Manuela Mesa F S Sambo n.r. 11
Juana Mesa F S Sambo n.r. 9
Manuela Labayen F V Mulato Pulpero 28
Rosa Legai F S Quarteron Costurera 27
Juan Legai M S Quarteron n.r. 7
Marcos Legai M S Quarteron n.r. 5
Josefa Legai F S Quarteron Costurera 24
Fabiana Legai F S Quarteron Costurera 19
Dubina Obiedo F V Quarteron Por Diosera 79
Jose Antonio Alfaro M C Sambo Mar.o 70
Juana Obiedo F C Negro Labandera 60
Julian Ororbia M C Sambo n.r. 38
Petronila Alfaro F C Sambo n.r. 34
Gregoria Garrido F S Sambo n.r. 22
Juan Aransa M C Sambo Pescador 55
Josefa Alfaro F C Sambo n.r. 50
Geronimo Rivera M C Sambo Barquero 50
Marselina Albarracin F C Mulato n.r. 35
Sebastiana Rivera F S Mulato n.r. 19
Paula Rivera F S Mulato n.r. 15
Manuela Rivera F S Mulato n.r. 12
Clara Rivera F S Mulato n.r. 9
José Santos Rivera M S Mulato n.r. 7
Bernardina Rivera F S Mulato n.r. 8
José Blas Sanches M C Sambo Mar.o 35
Maria Santana F C Sambo n.r. 32
Mariano Henrriques M C Sambo n.r. 32
Francisca Contreras F C Cholo n.r. 25
Mariano Henrriques M S Sambo n.r. 12
Anselmo Henrriques M S Sambo n.r. 11
Manuela Henrriques F S Sambo n.r. 7
Catalina Henrriques F S Sambo n.r. 2
Mariano Rivera M C Sambo Mar.o 28
Antonia Marselo F C Sambo n.r. 20
298
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Micaela Yañes F V Sambo Chichera 50
Melchora Rosa F S Sambo Chichera 30
Angela Maria Rosa F S Sambo n.r. 15
Blasa Rosa F S Sambo n.r. 17
Francisco Yañes M S Sambo n.r. 4
Juan de Dios Yañes M S Sambo n.r. 1
Josefa Yañes F S Sambo n.r. 4
Alejo Yañes M S Sambo n.r. 1
Manuel Pimentel M C Mulato Pescador 23
Juliana Balerio F C Mulato n.r. 17
Jose Pimentel M S Mulato n.r. 15
Pedro Jose Nacarino M C Mulato Labrador 38
Mariana Ayala F C Mulato n.r. 28
Fermin Nacarino M S Mulato n.r. 12
Tomas Nacarino M S Mulato n.r. 5
Emeterio Nacarino M S Mulato n.r. 1
Juana Ayala F S Mulato Panadera 25
Paula Bargas F S Sambo n.r. 14
Ylarion Blancas M C Quarteron Barquero 37
Rosa Sabala F C Quarteron n.r. 26
Rosa Blancas F S Quarteron n.r. 5
Ysidora Blancas F S Quarteron n.r. 3
Maria Dolores Blancas F S Quarteron n.r. 2m
Manuel Sabala M S Quarteron n.r. 20
Jose Sabala M S Quarteron n.r. 16
Manuela Esteban F S Sambo n.r. 55
Marselina Esteban F S Sambo n.r. 7
Manuel Quiroga M C quintanilla Labrador 58
Juana Pimentel F C quintanilla n.r. 52
Manuel Quiroga M S Quarteron n.r. 17
Venita Pimentel F V Mulato Costurera 38
Antonio Pimentel M S Mulato n.r. 9
Ana Pimentel F S Mulato n.r. 7
Tomas Pimentel M S Mulato n.r. 2
Narsisa Pimentel F S Mulato n.r. 36
299
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Francisco Pimentel M S Mulato n.r. 2
Manuela Ximenes F S Mulato n.r. 38
Maria Niebes Ximenes F S Sambo n.r. 8
Manuel Osorio M C Mulato Sastre 25
Romualda Ulloa F C Sambo n.r. 22
Juana Osorio F S Sambo n.r. 3
Gregoria Osorio F S Sambo n.r. 8
Agustina Osorio F S Sambo n.r. 1
Martin Obiedo M C Mulato n.r. 35
Margarita Mesa F C Sambo n.r. 43
Jose Obiedo M S Sambo n.r. 18
Gregorio Obiedo M S Sambo n.r. 17
Marta Mesa F S Sambo n.r. 11
Pablo Mesa M S Sambo Comerciante 26
Mariano Mesa M S Sambo Carpintero 26
Juan Manuel Mesa M S Sambo Carpintero 22
Gregoria Mesa F S Sambo Carpintero 17
Manuela Mesa F C Sambo n.r. 49
Maria Santos Gomez F S Sambo n.r. 17
Josefa Gomez F S Sambo n.r. 12
José Siles M C Sambo Sastre 30
Maria Aranibar F C Sambo n.r. 25
Julian Beltran M C Quarteron Pulpero 35
Manuela Beltran F S Quarteron n.r. 7
Antonia Beltran F S Quarteron n.r. 6
Ysabel Beltran F S Quarteron n.r. 3
Manuel Beltran M S Quarteron n.r. 1
Romualdo Barreda M S Mulato Sastre 26
Melchor Contador M C Mulato Comerciante 40
Josefa Sanches F C Sambo n.r. 40
Balentin Carbajal M S Sambo Mar.o 24
Maria Carbajal F S Sambo n.r. 18
José Contador M S Sambo n.r. 16
Domingo Contador M S Sambo n.r. 13
Miguel Contador M S Sambo n.r. 7
300
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Gaspar Albarracin M S Sambo n.r. 17
Dominga Albarracin F S Sambo n.r. 15
Maria Carmen Albarracin F S Sambo n.r. 13
José Maria Caseres M C Sambo Mar.o 25
Camila Cabesas F C Sambo n.r. 20
Manuel Caseres M S Sambo n.r. 7
Pastora Caseres F S Sambo n.r. 4
José Salas M C Sambo Pescador 48
Josefa Silba F C Sambo n.r. 35
Romualda Salas F S Sambo n.r. 2
Baltasar Salas M S Sambo n.r. 10
Marcos Salas M S Sambo n.r. 5
Asencia Albarracin F S Negro n.r. 20
Manuela Garrido F V Sambo Chichera 40
Luisa Garcia F S Sambo n.r. 14
Luis Sanches M S Sambo n.r. 9
Toribia Marques F S Mulato n.r. 26
Juana G(Q)urrutia F C Sambo n.r. 35
Miguel Loayza M S Sambo Mar.o 20
Geronimo Loayza M S Sambo Jornalero 16
Pedro Juan Loayza M S Sambo n.r. 4
Manuela Delgado F C Sambo n.r. 28
Francisco Miranda M C Negro Pescador 37
José Manuel Miranda M S Sambo Carpintero 14
Eusebio Miranda M S Sambo Carpintero 12
Baltasar Miranda M S Sambo n.r. 7
Mariano Espinosa M C Sambo Labrador 40
Gregoria Orellana F C Sambo Labandera 55
Mariano Espinosa M S Sambo Mar.o 16
Lorenza Peñalosa F S Sambo Labandera 24
Ysidora Peñalosa F S Sambo n.r. 8
Pablo Guzman M C Sambo Mar.o 36
Francisca Guzman F S Mulato n.r. 6
Maria Salgado F V Quarteron Costurera 35
José Rodrigues M S Sambo n.r. 8
301
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Mariano Rodrigues M S Sambo n.r. 5
Ylarion Miranda M C Sambo Pescador 38
Juana Vera F C Sambo n.r. 32
Maria Miranda F S Sambo n.r. 14
Lusgardo Miranda M S Sambo n.r. 6
Manuela Miranda F S Sambo n.r. 5
Juana Manuela Miranda F S Sambo n.r. 4
Mariano Miranda M S Sambo n.r. 2
Juan de Dios Trillo M C Sambo Mar.o 30
Catalina Miranda F C Sambo n.r. 30
Josefa Trillo F S Sambo n.r. 14
Maria Trillo F S Sambo n.r. 4
Teodora Vilches F S Sambo Labandera 22
Juana Francisca Vilches F S Sambo n.r. 3
Maria Ursula Vilches F S Sambo n.r. 1
Plasido Pimentel M C Mulato Jornalero 58
Bartola Velarde F C Sambo n.r. 63
Rosa Ximenes F S Sambo Panadera 64
Tomas Carrero M C Mulato Labrador 67
Mariana Nina F C Sambo n.r. 60
Felipe Henrriques M C Sambo Jornalero 36
Maria del Valle F C Sambo n.r. 26
Juana Henrriques F S Sambo n.r. 10
Nicolasa Henrriques F S Sambo n.r. 8
Toribia Henrriques F S Sambo n.r. 4
Alejo Henrriques M S Sambo n.r. 1
Dominga Arsola F S Sambo n.r. 20
Baltasar Arsola M S Sambo n.r. 5
Geronimo Arsola M S Sambo n.r. 3
Jualiana Sabarburo F V Sambo Escolera (Esco- lara?) 58
Felipa Gonzalez F S Sambo n.r. 7
Maria Antonia Caseres F V Sambo Labandera 35
Celedonio Miranda M S Sambo n.r. 11
Pedro Pablo Miranda M S Sambo n.r. 6
Pedro Juan Miranda M S Sambo n.r. 3
302
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Pedro Rendon M S Sambo Sastre 26
Silberia Garcia F V Sambo Panadera 64
Juana Ororbia F S Sambo Panadera 36
Pastora Ororbia F S Sambo Panadera 34
Joaquin Garcia M S Sambo Sastre 12
Segundo Garcia M S Sambo n.r. 7
Lorenzo Garcia M S Sambo n.r. 6
Jacinta Santana F S Sambo Panadera 56
Jose Santana M S Sambo Mar.o 25
Josefa Peñalosa F S Sambo n.r. 20
Leandro Pimentel M C Sambo Jornalero 23
Dorotea Santana F C Sambo n.r. 26
Jacinta Pimentel F S Sambo n.r. 4
Juana Pimentel F S Sambo n.r. 2
Paulina Ayala F C Sambo Labandera 46
Agustina Bargas F S Sambo n.r. 9
Joaquin Henrriques M C Sambo Musico 46
Marta Yañes F C Sambo n.r. 33
Rafaela Nacarino F V Sambo Dulsera 64
Angel Sanches M S Sambo n.r. 26
Rufina Sanches F S Sambo n.r. 32
Jose Maria Sanches M S Sambo n.r. 11
Maria Sanches F S Sambo n.r. 7
Santiago Sanches M S Sambo n.r. 5
Antonio Sanches M S Sambo n.r. 3
Josefa Sanches F S Sambo n.r. 1
Gregoria Bargas F V Sambo Costurera 40
Dominga Alsedan F S Sambo Costurera 20
Lucas Alsedan M S Sambo n.r. 12
Josefa Alsedan F S Sambo n.r. 9
Eusebio Alsedan M S Sambo n.r. 6m
Jose Lino Santana M V Sambo Cant.o 56
Anacleto Santana M S Sambo Cant.o 25
Tiburcio Santana M S Sambo Cant.o 23
Juan Santana M S Sambo Cant.o 20
303
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Bernabe Santana M S Sambo n.r. 9
Josefa Eulalia de Tapia F S Sambo Hacendado 60
Maria del Rosario Salgado F V Quarteron Labandera 38
José Manuel Carbajal M S Sambo Sapatero 17
Segunda Carbajal F S Sambo n.r. 9
Baltasar Carbajal M S Sambo n.r. 6m
Paulina Carbajal F S Mulato Costurera 21
Juana Ruis F S Mulato Labandera 30
Marselina Corbacho F S Mulato Labandera 21
Pedro Corbacho M S Mulato n.r. 12
Calisto Corbacho M S Mulato n.r. 2
Mersedes Sabarburo F S Sambo Costurera 28
Mersedes Sabarburo F S Sambo n.r. 11
Manuel Sabarburo M S Sambo n.r. 8
Maria de la Concepcion Sabarburo F S Sambo n.r. 5
Maria Rosario Vargas F C Sambo n.r. 26
Olegaria Vargas F S Sambo n.r. 8
Juan Vargas M S Sambo n.r. 5
Margarita Flores F S Sambo n.r. 2
Atanacia Flores F S Sambo n.r. 2m
Tadeo Marques M C Mulato Herrero 25
Maria Sabarburo F C Sambo n.r. 25
Antonio Sabarburo M S Sambo n.r. 6
Carlos Henrriques M C Quarteron Jornalero 40
Barbara Maller F C Sambo n.r. 36
José Henrriques M S Mulato Carpintero 13
Manuel Henrriques M S Mulato n.r. 6
Maria Henrriques F S Mulato n.r. 5
Fulgencia Henrriques F S Mulato n.r. 1
Buenabentura Escalera F V Sambo Ilandera 64
Martina Escobar F C Mulato n.r. 40
Paula Escobar F S Mulato n.r. 18
Teodoro Escobar M S Mulato n.r. 2
Luis Albarracin M C Sambo Mar.o 32
304
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria Rosario Carrero F C Sambo n.r. 23
Matias Albarracin M C Sambo Mar.o 30
Manuela Peñalosa F C Sambo n.r. 24
Faustina Albarracin F S Sambo n.r. 1
Juan Cadenas M C Sambo Barquero 25
Maria Plasida Carrero F C Sambo n.r. 24
Juan Cadenas M S Sambo n.r. 5
Juana de la Cruz Cadenas F S Sambo n.r. 3m
Mariano Carrasco M S Sambo Jornalero 25
Manuela Carrasco F S Sambo n.r. 20
Juan Carrasco M S Sambo n.r. 15
Petrona Carrasco F S Sambo n.r. 10
Ygnacia Obiedo F S Sambo Ilandera 68
Ramon Pimentel M C Mulato Labrador 40
Teresa Albarracin F C Mulato n.r. 39
Mersedes Albarracin F S Mulato n.r. 20
Dominga Pimentel F S Sambo n.r. 18
Juana Ortis F S Sambo Labandera 36
Ypolito Ortis M S Sambo n.r. 13
Domingo Ortis M S Sambo n.r. 4
José Carrasco M C Sambo Jornalero 34
Gregoria Carrasco F C Sambo n.r. 30
Ursula Trillo F S Sambo Servl. 25
Polonia Corbacho F S Sambo Servl. 10
Miguel Corbacho M S Sambo n.r. 6
Melchor Corbacho M S Sambo n.r. 3
Gregorio Albarracin M C Sambo Vodeguero 58
Vitorina Henrriques F C Sambo n.r. 48
Paula Albarracin F S Sambo n.r. 32
Juan de Mata Albarracin M S Sambo Carpintero 26
Juan Manuel Albarracin M S Sambo Sapatero 26
Antonio Albarracin M S Sambo Sapatero 21
Gregorio Albarracin M S Sambo Sastre 20
Esteban Albarracin M S Sambo Carpintero 16
Francisco Albarracin M S Sambo Sastre 13
305
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Jose Albarracin M S Sambo Sapatero 11
Pasifico Albarracin M S Sambo n.r. 9
Ysidoro Rodriguez M C Mulato Sastre 28
Damiana Palomino F C Mulato n.r. 42
Visente Rodriguez M S Mulato n.r. 7
Lucas Rodriguez M S Mulato n.r. 4
Ebarista Mesa F V Mulato Hacendado 60
Andres Sabarburo M S Mulato Sastre 22
Mauricia Ferrer F S Sambo Costurera 56
Buenabentura Sapeain F V Mulato Costurera 40
Eulalia Lusero F S Sambo Labandera 60
Maria Pimentel F C Sambo n.r. 25
Bacilia Flores F S Sambo n.r. 4
Teodora Berrios F S Sambo Labandera 32
Marsela Vera F V Sambo Panadera 46
Damiana Vargas F S Sambo Panadera 20
Vicente Vargas M S Sambo Mar.o 19
Juana Alfaro F V Sambo Ilandera 50
Jose Manuel Santana M S Sambo Mar.o 19
Juana Alfaro F C Sambo Labandera 30
Lorenzo Obiedo M S Sambo Mar.o 15
Tiburcio Obiedo M S Sambo Mar.o 14
Maria Obiedo F S Sambo n.r. 13
Santiago Obiedo M S Sambo n.r. 8
Redento Obiedo M S Sambo n.r. 9
Marcos Cuentas M C Sambo Mar.o 28
Pascuala Rendon F C Sambo n.r. 23
Venedicto Cuentas M S Sambo n.r. 6
Maria Mersedes Cuentas F S Sambo n.r. 9m
Francisco Aranburo (sic) M C Sambo Mar.o 95
Francisca Obiedo F C Sambo n.r. 55
Manuela Aranburo (sic) F S Sambo n.r. 0
Maria Pimentel F S Sambo n.r. 18
Manuel Pimentel M S Sambo Mar.o 15
Antonio Ramires M S Sambo Mar.o 20
306
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Ysidro Arias M V Quarteron Jornalero 66
Jose Arias M S Sambo Carpintero 35
Catalina Arias F S Sambo n.r. 18
Manuela Arias F S Sambo n.r. 25
Manuel Arias M S Sambo n.r. 5
Polonia Solalinda F S Sambo Panadera 50
Maria Pimentel F V Sambo Por Diosera 60
Rosa Beltran F S Sambo Labandera 40
Eledoro Beltran M S Sambo Sapatero 21
Pascuala Beltran F S Sambo n.r. 14
Josefa Beltran F S Sambo n.r. 10
Balentin Beltran M S Sambo n.r. 60
Micaela Beltran F S Sambo n.r. 1
Gregorio Henrriques M C Sambo Jornalero 42
Juana Henrriques F C Sambo n.r. 36
Francisca Henrriques F S Sambo n.r. 18
Marsela Henrriques F S Sambo n.r. 11
Manuel Henrriques M S Sambo n.r. 8
Josefa Henrriques F S Sambo n.r. 3
Mariano Henrriques M S Sambo n.r. 1
Fermin Alfaro M V Mulato Sastre 70
Petronila Alfaro F C Mulato Labandera 33
Luisa Ara F S Sambo n.r. 9
Felipe Ara M S Sambo n.r. 7
Fermin del Valle M C Sambo Pescador 47
Maria Jacoba Tobar F C Sambo n.r. 40
Gregorio Bustios M C Mulato Carpintero 28
Juana Churruca F C Quarteron n.r. 28
Maria Bustios F S Quarteron n.r. 5
Micaela Bustios F S Quarteron n.r. 10m
Melchor Barrios M C Sambo Jornalero 40
Miguel Ximenes M C Sambo Jornalero 23
Maria Albarracin F C Mulato n.r. 19
Antonio Blancas M C Mulato Carpintero 40
Carmen Aredondo F C Mulato n.r. 43
307
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Manuela Blancas F S Mulato n.r. 12
Maria Blancas F S Mulato n.r. 5
Luisa Blancas F S Mulato n.r. 8
Maria Blancas F S Mulato n.r. 7
Juana Blancas F S Mulato n.r. 5
Mariano Blancas M S Mulato n.r. 2
Angela Maria Gonzales F S Sambo n.r. 68
Siriaco Carrasco M C Sambo Mar.o 40
Josefa Ramires F C Sambo n.r. 28
Maria Quintanilla F S Sambo Ilandera 22
Pascuala Sansoro F V Sambo Labandera 46
Petrona Ramires F S Sambo Labandera 19
Dionicia Ramires F S Sambo Labandera 13
Nicolasa Ramires F S Sambo n.r. 5
Yndalecio Ramires M S Sambo n.r. 4
Pedro Obiedo M C Pardo Jornalero 50
Lucia Carrasco F C Pardo n.r. 36
Tomasa Obiedo F S Pardo n.r. 13
Gaspar Obiedo M S Pardo n.r. 12
Juan Obiedo M S Pardo n.r. 10
Maria Angela Obiedo F S Pardo n.r. 6
Eduarda Obiedo F S Pardo n.r. 1
Eulalia Esquibel F S Sambo Labandera 38
Pio Esquibel M S Sambo n.r. 8
Manuela Esquibel F S Sambo n.r. 5
Margarita Sabarburo F V Sambo Labandera 44
Francisco Mena M S Sambo Jornalero 22
Melchora Mena F S Sambo n.r. 20
Manuel Mena M S Sambo Jornalero 18
Martina Albarracin F S Pardo Labandera 46
Petrona Albarracin F S Pardo Labandera 22
José Maria Albarracin M S Pardo Jornalero 20
Mersedes Albarracin F S Pardo n.r. 11
Josefa Obiedo F C Pardo Ilandera 39
Juana Arias F S Pardo n.r. 14
308
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Manuela Arias F S Pardo n.r. 13
Marta Arias F S Pardo n.r. 12
Juliana Arias F S Pardo n.r. 10
Luisa Arias F S Pardo n.r. 10m
Hermenegilda Carrasco F V Pardo Ilandera 58
Juana Albarracin F S Pardo Ilandera 28
Gregoria Albarracin F S Pardo n.r. 8
Josefa Albarracin F S Pardo n.r. 6
Yldefonzo Albarracin M S Pardo n.r. 3
Laurencia Esquibel F V Sambo Ilandera 76
Maria Arias F S Sambo Ilandera 36
Petronila Arias F S Sambo Ilandera 15
Policarpio Arias M S Sambo n.r. 8
Jose Menendes M C Sambo Labrador 57
Benardina Arias F C Sambo n.r. 46
Manuela Menendes F S Sambo n.r. 28
Juana Menendes F S Sambo n.r. 24
Jose Menendes M S Sambo Jornalero 19
Rosa Menendes F S Sambo n.r. 17
Josefa Menendes F S Sambo n.r. 12
Patricio Nacarino M C Sambo Jornalero 46
Melchora Tapia F C Sambo n.r. 36
Miguel Saconeta M C Sambo Albañil 36
Maria Ramires F C Sambo n.r. 32
Juana Albarracin F S Sambo n.r. 12
Juan de Dios Sanches M C Sambo Carpintero 60
Mariana Mesa F C Sambo n.r. 44
Mariano Sanches M S Sambo Sastre 23
Juana Sanches F S Sambo Ilandera 24
Maria Sanches F S Sambo Costurera 20
Mariano Sanches M S Sambo Jornalero 19
Visente Sanches M S Sambo n.r. 13
Pedro Sanches M S Sambo n.r. 12
Eusebia Sanches F S Sambo n.r. 9
Josefa Cadenas F C Mulato n.r. 35
309
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Jose Luis Miranda M C Pardo Albañil 39
Ysabel Miranda F S Sambo n.r. 18
Maria Miranda F S Sambo n.r. 8
Manuela Miranda F S Sambo n.r. 10
Yldefonza Miranda F S Sambo n.r. 7
Maria Niebes Miranda F S Sambo n.r. 5
Felipe Miranda M S Sambo n.r. 3
Fermin Miranda M S Sambo n.r. 2
Manuela Miranda F S Sambo n.r. 10m
Juana Nuñes F S Sambo n.r. 60
Juan Maldonado M C Mulato Musico 36
Francisca Ragutia F C Sambo n.r. 40
Pablo Maldonado M S Quarteron n.r. 5
Petrona Vera F S Sambo n.r. 22
Maria Vera F S Sambo n.r. 15
Juan Jose Villena M V Sambo Adobero 61
Maria del Rosario Villena F S Sambo n.r. 23
Mariano Villena M S Sambo n.r. 1
Manuel Jose Villena M V Sambo Adobero 61
Jose Diego Nacarino M C Sambo Jornalero 40
Gertrudis Carrasco F C Sambo Labandera 36
Maria Josefa Nacarino F S Sambo Labandera 17
Maria Ana Nacarino F S Sambo n.r. 9
Vicenta Nacarino F S Sambo n.r. 7
Maria Nacarino F S Sambo n.r. 4
Manuel Nacarino M S Sambo n.r. 6m
Josefa Nacarino F S Sambo Amasd.ra 74
Martina Caseres F S Sambo Amasd.ra 26
Mariano Caseres M S Sambo n.r. 3
Josefa Caseres F S Sambo n.r. 1
Luisa Carrasco F V Sambo n.r. 29
Vicencio Ynclan M S Sambo n.r. 12
Gaspar Ynclan M S Sambo n.r. 11
Pedro Ynclan M S Sambo n.r. 10
Francisca Ynclan F S Sambo n.r. 3
310
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Gregoria Ramires F C Sambo Ilandera 40
Nasario Carrasco M C Negro n.r. 62
Sebastiana Carrasco F S Sambo Ilandera 23
Josefa Carrasco F S Sambo n.r. 15
Manuel Carrasco M S Sambo n.r. 13
Maria Carrasco F S Sambo n.r. 12
Juan Carrasco M S Sambo n.r. 10
Fermina Carrasco F S Sambo n.r. 9
Dominga Carrasco F S Sambo n.r. 7
Diego Carrasco M S Sambo n.r. 6
Manuel Carrasco M S Sambo n.r. 5
Brijida Carrasco F S Sambo n.r. 2
Bartolomé Carrasco M C Sambo Mar.o 24
Lucia Pladera F C Sambo n.r. 22
Monica Carrasco F S Sambo n.r. 3
Marcos Torres M C Sambo Labrador 50
Anastacia Olibera F C Sambo n.r. 38
Paula Torres F S Sambo n.r. 12
Bonifacia Torres F S Sambo n.r. 10
Pedro Torres M S Sambo n.r. 8
Marta Torres F S Sambo n.r. 4
Maria Torres F S Sambo n.r. 4m
Teodora Henrriques F S Sambo Panadera 38
Manuela Parrales F S Sambo Ilandera 46
Manuel Parrales M S Sambo Sapatero 14
Celedonia Cuentas F S Sambo Labandera 60
Ana Cuentas F S Sambo Labandera 25
Pedro Cuentas M S Sambo n.r. 10
Maria Cuentas F S Sambo n.r. 6
Casimira Cuentas F S Sambo n.r. 3
Andres Henrriques M C Sambo Arriero 36
Ysidora Cespedes F C Sambo n.r. 30
Dionicio Pladera M C Sambo Mar.o 56
Marselina Yañes F C Sambo n.r. 42
Juana Pladera F S Sambo Labandera 30
311
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria Pladera F S Sambo Labandera 26
Mariana Pladera F S Sambo Labandera 12
Vicente Pladera M S Sambo n.r. 10
Paula Pladera F S Sambo n.r. 8
Josefa Pladera F S Sambo n.r. 9
Hermenegildo Pladera M S Sambo n.r. 7
Antonio Albarracin M C Sambo Musico 42
Simona Salas F C Sambo n.r. 31
Angel Albarracin M S Sambo n.r. 1
Juan Jose Carrasco M C Sambo Arriero 56
Toribia Nacarino F C Sambo n.r. 30
Angel Carrasco M S Sambo n.r. 10
Juana Selada F V Sambo Amasd.ra 58
Francisco Pimentel M S Sambo Mar.o 25
Antonia Pimentel F S Sambo Labandera 18
Jose Pimentel M S Sambo n.r. 10
Barbara Serdas F S Sambo Panadera 40
Ursula Guillen F S Sambo n.r. 36
Jose Osorio M S Sambo Sastre 38
Hermenegildo Carrasco M C Mulato Jornalero 26
Manuela Arias F C Mulato n.r. 24
Manuel Carrasco M S Mulato n.r. 5
José Maria Vera M V Sambo Jornalero 36
Eleuterio Vera M S Sambo n.r. 4
Feliciano Albarracin M V Sambo Mar.o 40
Antonio Albarracin M S Mulato n.r. 12
Francisca Albarracin F S Mulato n.r. 8
Gaspar Albarracin M S Mulato n.r. 3
Felipa Albarracin F S Mulato n.r. 4
Rosalia Sosa F S Mulato Labandera 25
Francisco Carrasco M C Sambo Jornalero 56
Rafaela Tobar F C Sambo n.r. 50
Pedro Juan Carrasco M S Sambo Jornalero 20
Josefa Carrasco F S Sambo n.r. 17
Jorje Corbacho M C Sambo Labrador 35
312
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Venedicta Tobar F C Sambo n.r. 32
Maria Corbacho F S Sambo n.r. 14
Manuela Corbacho F S Sambo n.r. 11
Feliciano Corbacho M S Sambo n.r. 7
Mariano Corbacho M S Sambo n.r. 5
Melchora Corbacho F S Sambo n.r. 3
Miguel Corbacho M C Sambo Jornalero 26
Estefania Santana F C Sambo n.r. 30
Diego Corbacho M S Sambo n.r. 7
Lucia Corbacho F V Sambo Labandera 30
Martina Corbacho F S Sambo n.r. 11
Francisca Obiedo F V Sambo Panadera 36
Manuela Albarracin F S Sambo n.r. 6
Buenabentura Albarracin M S Sambo n.r. 12
Andres Albarracin M S Sambo n.r. 7
Juan Esteban Albarracin M S Sambo n.r. 4
Juan Albarracin M S Sambo n.r. 2
Paula Caseres F V Sambo Ilandera 60
Agueda Alfaro F S Sambo Costurera 38
Maria Ragutia F S Sambo Labandera 26
Mersedes Ragutia F S Sambo n.r. 2
José Santos Ragutia M S Sambo n.r. 1m
José Albarracin M C Sambo Mar.o 40
Felipa Carrasco F C Sambo n.r. 26
Mariano Albarracin M S Sambo n.r. 13
José Cayo Albarracin M S Sambo n.r. 10
José Carrasco M S Sambo Jornalero 23
Mariano Mena M C Sambo Labrador 64
Margarita Alfaro F C Sambo n.r. 65
Maria Ysabel Mena F S Sambo Chichera 28
Faustino Mena M S Sambo Pescador 18
Matias Mena M S Sambo n.r. 10
Gabriela Mena F S Sambo n.r. 6
Jose Mena M S Sambo n.r. 1
Francisco Caseres M C Sambo Albañil 33
313
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Juana Mena F C Sambo n.r. 23
Manuel Caseres M S Sambo n.r. 6
Manuela Caseres F S Sambo n.r. 3
Leonardo Caseres M S Sambo n.r. 11m
Maria Clara Arsola F S Sambo Labandera 26
Juan Arsola M S Sambo n.r. 6
Marselina Arsola F S Sambo n.r. 4
Rosalia Arsola F S Sambo n.r. 2
Juan del Valle M C Sambo Jornalero 45
Josefa Obiedo F C Sambo n.r. 35
Josefa del Valle F S Sambo n.r. 17
Manuel del Valle M S Sambo Jornalero 15
Narsisa del Valle F S Sambo n.r. 11
Vibiana del Valle F S Sambo n.r. 10
Manuela del Valle F S Sambo n.r. 8
Pedro Juan del Valle M S Sambo n.r. 5
Manuel del Valle M S Sambo n.r. 3
Ylario del Valle M S Sambo n.r. 2m
José Mesa M C Sambo Labrador 54
Josefa Albarracin F C Sambo n.r. 60
Paula Mesa F S Sambo Ilandera 20
Eulalia Mesa F S Sambo Ilandera 16
Fermin Pimentel M C Sambo Jornalero 25
Maria Mesa F C Sambo n.r. 24
Asencia Pimentel F S Sambo n.r. 3
Juana Pimentel F S Sambo n.r. 2
Juana Maria Obiedo F S Mulato Hacendado 48
Manuela Obiedo F S Mulato n.r. 24
Sebastian Obiedo M S Mulato n.r. 18
Juliana Obiedo F S Mulato n.r. 13
Faustina Mamiña (Alamiña) F S Sambo Ilandera 38
Joaquin Mamiña (Alamiña) M S Sambo n.r. 9
Florentina Mamiña (Alamiña) F S Sambo n.r. 7
Leandro Mamiña (Alamiña) M S Sambo n.r. 6
Yldifonza Mamiña (Alamiña) F S Sambo n.r. 1
314
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Juana Albarracin F S Mulato Servl. 9
Maria Antonia Obiedo F V Sambo n.r. 36
Martina Obiedo F S Sambo n.r. 10
Petrona Obiedo F S Sambo n.r. 3
José Maria Obiedo F S Sambo n.r. 1
Ygnacio Obiedo M C Mulato Labrador 46
Maria Carrero F C Sambo n.r. 31
Rafael Obiedo M S Sambo n.r. 12
Maria Manuela Obiedo F S Sambo n.r. 9
Pedro Pablo Obiedo M S Sambo n.r. 7
Juan Bautista Obiedo M S Sambo n.r. 5
Paula Obiedo F S Sambo n.r. 1
Maria Ysabel Sansoro F C Sambo n.r. 46
José Tobar M C Sambo Jornalero 50
María Magdalena Tobar F S Sambo n.r. 18
Maria Natibidad Tobar F S Sambo n.r. 17
Teodora Tobar F S Sambo n.r. 8
Maria Vicencia Tobar F S Sambo n.r. 7
Maria Tobar F S Sambo n.r. 4
José Santos Rea M S Mulato Jornalero 23
Toribio Rea M S Mulato Jornalero 25
José Cornejo M C Pardo Labrador 50
Paulina Alfaro F C Mulato n.r. 40
Juan Cornejo M S Sambo n.r. 23
Simon Cornejo M S Sambo n.r. 20
Petronila Cornejo F S Sambo n.r. 14
Maria Mersedes Cornejo F S Sambo n.r. 11
Martina Cornejo F S Sambo n.r. 9
Manuel Ygnocencio Cornejo M S Sambo n.r. 6
Silberio Cornejo M S Sambo n.r. 2
Manuel Telles M S Sambo n.r. 12
Melchora Rosa F V Sambo Ilandera 60
Manuela Obiedo F V Sambo Ilandera 27
315
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Petronila Obiedo F S Sambo n.r. 7
Fernando Obiedo M S Sambo n.r. 5
Silberio Obiedo M S Sambo n.r. 3
Martina Obiedo F S Sambo n.r. 9m
Visente Lucero M C Sambo Jornalero 30
Maria Josefa Obiedo F C Sambo n.r. 25
Manuel Luciano Lusero M S Sambo n.r. 10
Eugenio Lusero M S Sambo n.r. 7
Juan Maria Lusero M S Sambo n.r. 5
Francisco Lusero M S Sambo n.r. 3
Bacilia Lusero F S Sambo n.r. 37
Pascual Lusero M S Sambo n.r. 6
Gregorio Lusero M S Sambo n.r. 3
Paula Cornejo F S Sambo n.r. 50
Bartolomé Contreras M C Sambo Jornalero 35
Josefa Aranibar F C Sambo n.r. 30
Maria Contreras F S Sambo n.r. 15
Manuel Contreras M S Sambo n.r. 5
José Contreras M S Sambo Jornalero 25
Manuel Contreras M C Sambo Jornalero 25
Balentin Contreras M S Sambo n.r. 5
Martin Fernandes M C Mulato Sapatero 48
Juana Balderrama F C Sambo n.r. 50
Urbano Fernandes M S Sambo Sastre 20
Anselma Fernandes F S Sambo Costurera 15
José Maria Fernandes M S Sambo Sapatero 16
Manuel Fernandes M S Sambo Sapatero 15
Ebarista Fernandes F S Sambo n.r. 12
Pio Fernandes M S Sambo n.r. 10
Maria Fernandes F S Sambo n.r. 8
Manuel Fernandes M S Sambo n.r. 3
Francisco Fernandes M C Sambo Labrador 21
Lucia Fernandes F S Pardo n.r. 1
Hermenegildo Cornejo M C Sambo Arriero 40
Clara del Valle F C Sambo n.r. 35
316
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Tomas Osorio M C Sambo Labrador 45
Juana Tobar F C Sambo n.r. 50
Maria Francisca Osorio F S Sambo n.r. 11
José Venabides M C Sambo Labrador 35
Ygnacia Ebia F C Sambo n.r. 35
Maria Benavides F S Sambo n.r. 10
Martin Benavides M S Sambo n.r. 5
Diego Benavides M S Sambo n.r. 2
Maria Concepcion Benavides F S Sambo n.r. 9m
Benancio Cordoba M C Mulato Labrador 60
Matias Delgado M S Mulato Labrador 50
Luis Palsa M C Sambo Jornalero 70
Martina Palza F C Sambo n.r. 30
Margarita Palza F S Sambo n.r. 13
Manuel Palza M S Sambo n.r. 1
Justo Veltran M C Sambo Labrador 40
Leonarda Ramires F C Mulato n.r. 35
José Espinosa M S Cholo Jornalero 30
Lorenza Henrriques F C Sambo n.r. 22
Calisto Obiedo M C Pardo n.r. 25
Vitorina Obiedo F S Sambo n.r. 3
Mariano Salas M C Sambo Jornalero 23
Maria Susana Arias F C Sambo n.r. 19
Tomas Salas M S Sambo n.r. 6
Gertrudis Salas F S Sambo n.r. 6m
Josefa Venabides F S Sambo n.r. 18
Lorenza (florencia) Venabides F S Sambo n.r. 1
Dionicio Baños M S Mulato Jornalero 35
Josefa Carrasco F C Mulato Jornalero 25
Gregoria Vildoso F C Mulato n.r. 20
Dionicia Carrasco F S Mulato n.r. 1
Domingo Vildoso M V Mulato Labrador 45
Toribio Garcia M S Mulato n.r. 12
Pedro Ragutia M C Mulato Jornalero 40
317
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Anselma Martines F C Mulato n.r. 25
Gavino Herrera M C Sambo Labrador 40
Josefa Ragutia F C Mulato n.r. 45
Manuela Herrera F S Mulato n.r. 15
Petronila Herrera F S Mulato n.r. 12
Tomasa Herrera F S Mulato n.r. 11
Buenabentura Herrera M S Mulato n.r. 7
Manuel Molina M C Sambo Labrador 35
Juliana Monson F C Mulato n.r. 35
Maria Dolores Monson F S Mulato n.r. 16
Paula Monson F S Mulato n.r. 14
Vicente Monson M S Mulato n.r. 9
Manuel Monson M S Mulato n.r. 2
Mersedes Albarracin F V Quarteron Hacendado 65
Susana Sabala F V Quarteron Hacendado 46
Antonio Vedoya M S Quarteron Labrador 21
Juan Alfaro M C Sambo Jornalero 32
Tadea Pladera F C Sambo n.r. 27
Luis Alfaro M S Sambo n.r. 5
Eduardo Alfaro M S Sambo n.r. 3
Josefa Alfaro F S Sambo n.r. 2
Tomas Yañes M C Sambo Labrador 55
Maria Mersedes Pladera F C Sambo n.r. 50
Manuela Yañes F S Sambo n.r. 34
Plasida Yañes F S Sambo n.r. 28
Pedro Yañes M S Sambo Jornalero 22
Eulalia Yañes F S Sambo n.r. 20
Josefa Yañes F S Sambo n.r. 13
Marselina Yañes F S Sambo n.r. 12
Francisco Yañes M S Sambo n.r. 11
Maria Yañes F S Sambo n.r. 7
Manuela Pladera F S Sambo Labandera 20
Micaela Pladera F S Sambo n.r. 3m
Baltasar Pladera M V Sambo Jornalero 45
Cesilio Pladera M V Sambo Jornalero 60
318
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Asencia Pladera F S Sambo n.r. 30
Josefa Pladera F S Sambo n.r. 8
Gregorio Pladera M S Sambo n.r. 6
Francisco Pladera M S Sambo n.r. 4
Gregoria Sosa F C Sambo Costurera 35
Manuel Sansoro M S Sambo n.r. 12
Marcos Barrios M S Sambo Jornalero 44
Agustin Barrios M S Sambo n.r. 7
Catalina Linares F C Quarteron n.r. 25
Juana Portales F S Quarteron n.r. 12
Pedro Portales M S Quarteron n.r. 7
Matias Portales M S Quarteron n.r. 6
Manuel Portales M S Quarteron n.r. 1
Casimiro Cabesas M C Sambo Labrador 28
Marta Arias F C Sambo n.r. 26
Sabina Cabesas F S Sambo n.r. 6m
Mateo Collado M S Sambo Labrador 25
Magdalena Collao F S Sambo n.r. 25
Justa Collao F C Sambo Ilandera 46
José Arias M S Sambo Jornalero 12
Juana Arias F S Sambo n.r. 12
Lucas Arias M S Sambo n.r. 7
Petronila Arias F S Sambo n.r. 4
Monica Arias F S Sambo n.r. 1
Felipe Henrriques M C Sambo Hacendado 63
Petronila Contreras F C Cholo n.r. 40
Toribio Henrriques M S Sambo n.r. 18
Maria Escalante F S Sambo n.r. 22
Felipa Escalante F S Sambo n.r. 9
Juan Escalante M S Sambo n.r. 3
Margarita Escalante F S Sambo n.r. 9m
Maria Villena F V Quarteron Hacendado 55
Antonio Cuentas M S Quarteron Labrador 18
Esteban Veterano M C Sambo Labrador 40
Josefa Sanches F C Sambo n.r. 25
319
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Feliciano Veterano M S Sambo Labrador 19
Juan Bentura Veterano M S Sambo n.r. 5
Manuela Veterano F S Sambo n.r. 3
Alexandro Caseres M V Sambo Labrador 60
Caya Arias F S Sambo Hacendado 60
Fernando Blanco M C Mulato Hacendado 45
Marta Yañes F S Sambo n.r. 15
Juana Yañes F S Sambo n.r. 8
Nicomedis Valdibia M C Sambo Jornalero 70
Margarita Flores F C Sambo n.r. 40
Maria Salguero F V Sambo Ilandera 50
Juana Sarria F S Mulato n.r. 20
Petronila Segobia F C Quarteron n.r. 36
Petronila Madueño F S Quarteron n.r. 18
Baltasar Madueño M S Quarteron n.r. 16
Petronila Madueño F S Quarteron n.r. 11
Pio Madueño M S Quarteron n.r. 7
Antonina Madueño F S Quarteron n.r. 4
Manuela Madueño F S Quarteron n.r. 2
Francisca Xaviera Menendes F S Sambo n.r. 57
Ylario Caseres M C Sambo Labrador 30
Nicolasa Mamani F C Sambo n.r. 35
Maria Santos Caseres F S Sambo n.r. 4
Monica Espejo F V Sambo Hacendado 60
Maria Pimentel F S Quarteron Panadera 25
Buenabentura M C Cholo Arriero 21
José Lanchipa M C Quarteron Hacendado 90
Juana Corbacho F S Negro n.r. 5
Juan Corbacho M S Negro n.r. 2
Buenabentura Corbacho M S Negro n.r. 1
Marcos Selada M S Negro n.r. 8
Dominga Mesa F S Negro n.r. 38
Santiago Mesa M V Sambo n.r. 55
Mariano Mesa M S Negro n.r. 18
Jose Mesa M S Sambo n.r. 18
320
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria Mesa F S Sambo n.r. 16
Carmelo Mesa M S Sambo n.r. 7
Rosa Ramires F S Negro n.r. 25
Ponciano Ramires M S Sambo n.r. 13
Juan Alberto Ramires M S Negro n.r. 10
Norberto Rendon M S Negro n.r. 10
Ysabel Tapia F V Sambo n.r. 50
Gertrudis Tapia F S Sambo n.r. 26
Felis Tapia F S Sambo n.r. 20
PedroCelestino Tapia M S Sambo n.r. 17
Narsisa Tapia F S Sambo n.r. 12
Francisco Tapia M S Sambo n.r. 7
Jose Tapia M S Sambo n.r. 5
Serafina Tapia F S Sambo n.r. 2
Pedro Tapia M S Sambo n.r. 5m
Pascual Ayala M S Sambo n.r. 50
Antonia Ayala F S Negro n.r. 25
Clara Ayala F S Negro n.r. 14
Patricia Ayala F S Negro n.r. 6
Manuel Ayala M S Negro n.r. 1
Pedro Yañes M S Negro n.r. 30
Petronila Yañes F S Negro n.r. 25
Juana Yañes F S Negro n.r. 30
Justo Yañes M S Negro n.r. 1
Agustin Nacarino M V Negro n.r. 32
Maria Nacarino F S Negro n.r. 35
Manuela Nacarino F S Negro n.r. 20
Jose Nacarino M C Sambo n.r. 60
Manuela Caseres F C Sambo n.r. 30
Casimira Caseres F S Sambo n.r. 8
Manuel Negreiros M S Negro n.r. 50
Lucia Negreiros F S Negro n.r. 40
Juana Sanches F S Negro n.r. 30
Juan Blancas M S Negro n.r. 36
321
Nombre Apellido Sexo Estado Calidad Oficio Edad
Maria del Carmen Pimentel F S Negro n.r. 75
Maria del Carmen Tapia F S Negro n.r. 63
Manuela Tapia F S Sambo n.r. 21
Ana Maria Tapia F S Sambo n.r. 2
Julian Mesa M S Negro n.r. 20
Josefa Obiedo F S Negro n.r. 90
Agustina Obiedo F S Sambo n.r. 13
Lorenzo Obiedo M S Negro n.r. 24
Lorenzo Obiedo M S Sambo n.r. 14
Bruno Obiedo M S Negro n.r. 5
Damian Telles M C Negro n.r. 48
Cayetano Telles M S Negro n.r. 25
Antonia Rueda F S Negro n.r. 25
Cruz Rueda M S Negro n.r. 4
Luisa Rueda F S Negro n.r. 2
José Manuel Segarra M S Negro n.r. 24
Manuel Segarra M S Negro n.r. 26
Juana Segarra F S Negro n.r. 25
Paula Segarra F S Sambo n.r. 3
Maria Clemencia Espejo F S Negro n.r. 25
Francisco Espejo M S Negro n.r. 20
Juan de Dios Espejo M S Negro n.r. 2
322
Anexo 2. Detalle de la población afrodescendiente según el censo de 1846.
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Fernanda Portocarrero F S Mulata Costurera 34
Gregoria Albarracín F S Mulata Costurera 17
Juan Portocarrero M S Mulata sin dato 11
María Pilar Portocarrero F S Mulata sin dato 5
Catalina La Rosas F C Mulata Pulpero 43
Antolín Corbacho M S Mulata Carpintero 21
Pablo Corbacho M S Mulata Carpintero 19
Pascual Ulloa M S Mulata sin dato 10
Manuela Zalas F S Mulata sin dato 15
Mercedes Portocarrero F V Negra sin dato 38
Isidra Portocarrero F S Mulata sin dato 18
Jacoba Portocarrero F S Mulata sin dato 8
Evarista Huarachi F S Mulata sin dato 15
Jertrudis Corbacho F S Negra sin dato 38
Fernanda Nacarino F V Mulata Amasandera 22
Placido Corbacho M S Mulata Jornalero 17
Bernardo Corbacho M S Mulata sin dato 12
María Corbacho F S Mulata sin dato 8
Tomasa Bravo F S Mulata sin dato 3
María Natividad Bravo F S Mulata sin dato 1
Manuela Pimintel F V Cuarterona sin dato 33
María Garrido F sin dato Cuarterona sin dato 10
Carlos Garrido M sin dato Cuarterona sin dato 8
Manuela Garrido F sin dato Cuarterona sin dato 6
Valentín Garrido M sin dato Cuarterona sin dato 4
Fidel Ruiz M sin dato Cuarterona sin dato 8
Mariano Mesa M C Moreno Albañil 54
Manuela Arias F C Mulata sin dato 44
Timoteo Mesa M S Mulata Cargador 25
Carmen Mesa F S Mulata sin dato 23
Nicolasa Mesa F S Mulata sin dato 21
Mercedes Mesa F S Mulata sin dato 18
José Mesa M S Mulata sin dato 14
José María Mesa M S Mulata sin dato 12
323
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Melchora Carrasco F sin dato Mulata sin dato 6
María Nacarino F sin dato Mulata sin dato 1
Josefa Alfaro F S Mulata sin dato 25
Ignacio Blancas M C Mulata Zapatero 30
Marcelina Zabala F C Mulata sin dato 30
Gregorio Blancas M S Mulata Zapatero 21
Santiago Blancas M S Mulata Jornalero 19
María Blancas F S Mulata sin dato 5
Mariano Blancas M S Mulata sin dato 3
Mariano 2º Blancas M sin dato Mulata sin dato 2
Urbano Blanco M S Mulata sin dato 22
Tomasa Obiedo F sin dato Mulata sin dato 19
Dorotea Pastrana F sin dato Mulata sin dato 4
Alejandrino Pastrana M sin dato Mulata sin dato 5
Bernardo Baraybar M S Moreno sin dato 18
Juan Baraybar M sin dato Moreno sin dato 7
Justina Albarracín F S Cuarterona sin dato 27
Jacinto Cano M C Cuarterona Zapatero 21
Isabel Rojas F C Cuarterona sin dato 15
Vicencio Orsola M S Mulata Zapatero 46
Juana Pladena F V Mulata sin dato 60
Manuela Orsola F S Mulata sin dato 17
Rafael Orsola M S Mulata sin dato 15
Mariano Surna M S Mulata Agricultor 40
Isabel Ribera F S Moreno sin dato 32
Juana Ribera F S Mulata sin dato 14María Santos Ribera F sin dato Cuarterona sin dato 2
María Loreto F S Moreno Doméstico 15
Luis Calderon M S Moreno sin dato 25
Calisto Cornejo M sin dato Moreno sin dato 7
Juana Helquero F S Moreno sin dato 34
Narcisa Helquero F sin dato Mulata sin dato 7Juan de
Dios Helquero M sin dato Moreno sin dato 5
Juan Helquero M sin dato Mulata sin dato 2
Agustín Fuentes M S Mulata sin dato 34
324
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Bernarda Ramires F sin dato Mulata sin dato 10
Vidalio Jara M C Mulata Carpintero 37
María Trillo F C Mulata sin dato 33
Sirilo Jara M sin dato Mulata sin dato 13
Julian Jara M sin dato Mulata sin dato 11
Domingo Jara M sin dato Mulata sin dato 5
Mercedes Jara F sin dato Mulata sin dato 1
Melchora Trillo F S Mulata sin dato 25
Ana Trillo F sin dato Mulata sin dato 1
Paubla Ororbía F V Mulata sin dato 61
Josefa Ayala F sin dato Mulata sin dato 8
Gaspar Albarracín M sin dato Mulata Cargador 50
Martina Zegarra F C Mulata sin dato 49
Saturnina Albarracín F S Mulata sin dato 19
Juana Albarracín F S Mulata sin dato 16
Andrea Albarracín F S Mulata sin dato 16
Faustino Cornejo M S Mulata sin dato 18
Manuel Portocarrero M S Mulata sin dato 22
Antonia Portocarrero F S Mulata sin dato 17
Josefa Portocarrero F S Mulata sin dato 15
Bernardina Anca F sin dato Negra sin dato 8
Isidora Anca F sin dato Negra sin dato 6
Marcos Dies M sin dato Moreno sin dato 4
Carlos Negreiros M S Moreno Jornalero 30
Caytano Mesa M C Mulata Pulpero 52
María Mercedes Zabarburu F C Mulata sin dato 38
Manuel Mesa M sin dato Mulata sin dato 18
Pedro Pablo Mesa M sin dato Mulata sin dato 13
Bernavel Mesa M sin dato Mulata sin dato 11
María del Rosario Mesa F sin dato Mulata sin dato 6
Manuel Mesa M sin dato Mulata sin dato 2
Rosa Cabezas F S Mulata sin dato 37
Carmelo Bruz M C Mulata Pulpero 56
Castulo Bruz M sin dato Mulata sin dato 13
325
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
María Bruz F sin dato Mulata sin dato 11
Gabina Bruz F sin dato Mulata sin dato 6
José María Bruz M sin dato Mulata sin dato 1
Ayonato Infantas M sin dato Mulata sin dato 8
Juana Infantas F sin dato Mulata sin dato 5
Juliana Henriques F S Mulata sin dato 12
José Jara M C Mulata Marino 50
Antonia Pimintel F C Mulatillo sin dato 50
José María Santana M S Mulatillo Marino 30
Saturnino Santana M S Mulatillo Marino 25
Damaso Madueño M C Mulatillo Marino 50
María Nacarino F C Mulatillo sin dato 49
Gabino Madueño M sin dato Mulatillo sin dato 6
Fermina Albarracín F S Mulata sin dato 31
Gabriel Albarracín F sin dato Mulata Marino 16
Leandro Ribera M S Mulata sin dato 15
Rosalía Lucero F sin dato Mulata sin dato 8
Agustín Caseres M S Mulata Labrador 23
Juana Caseres F S Mulata Labrador 24
Leona Caseres F S Mulata Labrador 23
Angela Caseres F S Mulata Costurera 15
Tomasa Caseres F S Mulata Costurera 12
Paubla Caseres F S Mulata Costurera 16
Esmeralda Caseres F sin dato Mulata sin dato 4
Manuela Caseres F V Mulata sin dato 30
María Corbacho F S Moreno sin dato 40
Carmen Corbacho F S Moreno sin dato 26
María Sunta Obiedo F S Negra sin dato 17
Felipe Henriques M C Mulata Labrador 65
María del Valle F C Mulata Labrador 50
Francisco Henriques M S Mulata Labrador 30
Nicolasa Henriques F S Mulata Labrador 25
Marcelino Henriques M sin dato Mulata sin dato 9
Faustino Mena M V Mulata Labrador 60
Sebastían Mena M S Mulata Labrador 19
326
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Canaca Sandlusche M S Canaca sin dato 15
Manuela Tapia F V Mulata Pulpero 45
Teodora Mendes F S Mulata sin dato 15
Luis Mendes M S Mulata sin dato 13
Manuel Obiedo M C Mulata Pulpero 28
Manuela Torres F C Mulata sin dato 17
Bernarda Obiedo F sin dato Mulata sin dato 1
Paubla Obiedo F S Mulata sin dato 30
María Salome Portilla F S Mulata sin dato 14
Gregoria Carrasco F C Mulata Pulpero 35
José Carrasco M sin dato Mulata sin dato 7
Modesto Carrasco M sin dato Mulata sin dato 1
Pasífica Portocarrero F S Mulata sin dato 40
Mercedes Portocarrero F sin dato Moreno sin dato 10
Simona Portocarrero F sin dato Moreno sin dato 8
Josefa Valles F C Mulata sin dato 40
María Rosario Quiroga F S Cuarterona sin dato 21
Manuela Quiroga F S Cuarterona sin dato 20
Manuel Quiroga M S Cuarterona Sastre 18
Mariano Quiroga M sin dato Cuarterona sin dato 12
Bernabe Quiroga M sin dato Cuarterona sin dato 10
Melinda Palza F sin dato Cuarterona sin dato 2
María Botetano F sin dato Mulata sin dato 7
Gabina Botetano F sin dato Mulata sin dato 2
Daniel Albarrazín M sin dato Negra Doméstico 12
Josefa Pomareda F S Mulata sin dato 40
Josefa Pimintel F S Mulata sin dato 87
Francisco Pimintel M sin dato Mulata sin dato 14
Josefa Sanches F S Mulata sin dato 37
Manuela Asabache F S Mulata sin dato 13
Petita Sanches F S Mulata sin dato 10
Pascuala Sanches F S Mulata sin dato 7
Juana Sanches F sin dato Mulata sin dato 2
Juana Baltina F sin dato Mulata sin dato 4
327
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Matilda Baltina F sin dato Mulata sin dato 2
Sebastían Yañes M V Mulata Sastre 29
Fidel Yañes M sin dato Mulata sin dato 5
Manuel Pimintel M sin dato Mulata sin dato 8
Juan Román Collado M S Mulata sin dato 54
Sebastiana Ruis F V Mulata sin dato 74
Manuela Sanches F V Mulata sin dato 24
Vicente Sanches M S Mulata Cargador 23
Dominga Alvarrazín F V Mulata sin dato 36
Pedro Botetano M S Mulata sin dato 19
Tomasa Cuentas F S Mulata sin dato 21
Juan Cuentas M S Mulata Labrador 12
Agueda Alfaro F S Mulata sin dato 64
Santos Alfaro F S Mulata sin dato 60
Paula Mesa F S Mulata Pulpero 50
Manuela Mena F S Mulata sin dato 19
Manuel Garcilla M S Mulata sin dato 4
Julian Corbacho M C Mulata Adobera 36
Leona Cuentas F C Mulata sin dato 28
Natividad Corbacho F sin dato Mulata sin dato 4
Tomasa Corbacho F sin dato Mulata sin dato 2
Primitivo Corbacho M sin dato Mulata sin dato 1
Bonifacio Corbacho M sin dato Mulata sin dato 1
Luisa Corbacho F V Mulata sin dato 64
Francisca Carrero F S Mulata sin dato 30
Balentina Carrero F S Mulata sin dato 29
Bartola Carrero F sin dato Mulata sin dato 10
Jorge Carrero M sin dato Mulata sin dato 4
Manuel Carrero M sin dato Mulata sin dato 3
Gregorio Collado M S Mulata Jornalero 24
Candelaria Obiedo F C Mulata sin dato 50
Siriaco Grimaldos M C Mulata Labrador 37
Tomasa Maturano F C Mulata sin dato 40
Simeón Grimaldos M S Mulata sin dato 20
Dominga Carrasco F S Mulata sin dato 37
328
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
María Navarro F S Mulata sin dato 20
Francisca Carrasco F S Mulata sin dato 2
Dominga Albarrazín F S Mulata sin dato 50
María Albarrazín F S Mulata sin dato 15
Mariano Mena M S Mulata Jornalero 19
Martín Morales M V Mulata Albañil 50
Crusa Morales F S Mulata sin dato 13
Gabriel Alvarado M S Mulata Jornalero 33
José María Cadenas M S Negra Jornalero 26
Justo Cadenas M S Negra Jornalero 15Juan de
Dios Salas M S Mulata sin dato 36
Luis Salas M S Mulata sin dato 34
Manuel Salas M S Mulata sin dato 27
Juan Salas M S Mulata sin dato 7
Santiago Salas M S Mulata sin dato 8
Catalina Arias F V Mulata sin dato 57
Pedro Salas M C Mulata Albañil 26
Clara Esquibel F C Mulata sin dato 22
Ana Salas F sin dato Mulata sin dato 4
Josefa Mamani F S Negra sin dato 25
Lorensa Sansoro F S Mulata sin dato 27
Bentura Sansoro F sin dato Mulata sin dato 4
Mariano Sansoro M sin dato Mulata sin dato 9
Mónica Sansoro F sin dato Mulata sin dato 6
Juana Sansoro F sin dato Mulata sin dato 2
Josefa Tovar F S Mulata sin dato 50
Rafaela no indica F S Mulata sin dato 70
Ponciana Cornejo F S Negra sin dato 19
Melchora Cornejo F S Negra sin dato 17
María Cadenas F S Negra sin dato 12
Isabel Albarrasín F S Mulata sin dato 27
Juana Albarrasín F S Mulata sin dato 7
Paula Albarrasín F S Mulata sin dato 5
Manuel Albarrasín M S Mulata sin dato 3
Melchora Corbacho F S Mulata sin dato 35
329
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Mariano Corbacho M S Mulata sin dato 6
Rasaura Corbacho F S Mulata sin dato 4
Tomasa Corbacho F S Mulata sin dato 3
Juan Corbacho M S Mulata sin dato 1
Santiago Sevallos M C Mulata Cargador 27
Juana Sosa F C Mulata sin dato 18
Rafaela Ramires F S Mulata sin dato 27
María Susana F V Negra Lavandera 50
María Salas F S Mulata Lavandera 23
Bruno Salas M S Mulata Lavandera 20
Silveria Salas F S Mulata sin dato 18
Manuela Salas F S Mulata sin dato 15
Manuela Salas F S Mulata sin dato 13
Manuel Salas M S Mulata sin dato 10
Mercedes Cornejo F S Mulata sin dato 47
Rosa Fernandes F S Mulata sin dato 26
María Fernandes F S Mulata sin dato 14
Rafael Carrasco M C Mulata Matriculado 24
Ignacia Flores F C Mulata sin dato 18
Felipe Bera M C Mulata Labrador 41
Martina Cornejo F C Mulata sin dato 30
Miguel Bera M S Mulata Labrador 17
Bartolomé Bera M S Mulata Labrador 16
Mariano Bera M S Mulata Labrador 15
Balentin Bera M sin dato Mulata Labrador 13
María del Rosario Bera F sin dato Mulata sin dato 7
José María Bera M sin dato Mulata sin dato 6
Manuel Bera M sin dato Mulata sin dato 5
Mariano Bera M sin dato Mulata sin dato 4
Agustina Bera F sin dato Mulata sin dato 2
Isabel Corbacho F V Mulata sin dato 58
Juana Rosario Sansoro F S Mulata sin dato 28
María del Rosario Sansoro F S Mulata sin dato 19
Luisa Carrasco F V Mulata sin dato 70
330
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Eduarda Obiedo F S Mulata sin dato 46
Fermín Pimintel M C Mulata Cargador 56
María Josefa Nacarino F C Mulata sin dato 40
Manuel Pimintel M S Mulata Carpintero 31
Pedro Pimintel M S Mulata Sastre 25
Pedro José Zeballos M C Mulata Lampero 47
Manuela Corbacho F C Mulata sin dato 40
Eulalia Zeballos F S Mulata sin dato 20
María Zeballos F sin dato Mulata sin dato 13
Ayonato Zeballos M sin dato Mulata sin dato 10
Lorenza Zeballos F S Mulata sin dato 19
Mariana Zeballos F S Mulata sin dato 29
Santiago Maldonado M S Mulata Carpintero 18
Isidro Maldonado M S Mulata Matriculado 16
Beatriz Maldonado F S Mulata sin dato 14
Rafaela Maldonado F S Mulata sin dato 1
Juan Cornejo M C Mulata Jornalero 50
María Corbacho F C Mulata sin dato 40
Julian Cornejo M S Mulata Jornalero 25
Mariano Cornejo M S Mulata Jornalero 23
Gregorio Cornejo M S Mulata Jornalero 25
Jorge Ortega M C Mulata Herrero 32
Carmen Vargas F C Mulata sin dato 23
Estefa Ortega F sin dato Mulata sin dato 5
Sebastiana Ortega F sin dato Mulata sin dato 2
Paula Coria F S Mulata sin dato 34
Carmen Coria F S Mulata sin dato 12
Juan Padilla M C Mulata Pulpero 30
Casimira Sanches F C Mulata sin dato 27
Manuel Padilla M sin dato Mulata sin dato 10
Catalina Padilla F sin dato Mulata sin dato 4
Esmerijilda Henriques F S Mulata sin dato 50
Juan Henriques M S Mulata Labrador 30
Teresa Henriques F S Mulata sin dato 16
María Henriques F S Mulata sin dato 110
331
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
José María Chombo M C Mulata Labrador 50
Juliana Loayza F C Mulata sin dato 47
José Chombo M S Mulata Jornalero 26
Manuela Caseres F V Mulata sin dato 30
Sicilio Pimintel M S Mulata sin dato 14
Juana Santos García F V Mulata sin dato 37
Manuel Antonio García M S Mulata es sirviente 18
Manuela Caseres F sin dato Mulata sin dato 5
Ventura Obiedo M C Mulata Jornalero 40
Polonia Trillo F C Mulata sin dato 30
Damiana Obiedo F sin dato Mulata sin dato 11
Mariano Obiedo M sin dato Mulata sin dato 7
Mariano 2º Obiedo M sin dato Mulata sin dato 4
Micaila Obiedo F sin dato Mulata sin dato 2
Antonia Henriques F S Mulata sin dato 27
Francisco Henriques M sin dato Mulata sin dato 8
Nicolas Henriques M sin dato Mulata sin dato 6
José Manuel Henriques M sin dato Mulata sin dato 6
Pedro Henriques M S Mulata Jornalero 25
Manuel Henriques M sin dato Mulata sin dato 1
Mariano Saconeta M S Mulata Zapatero 36
Petrona Collado F negra Negra sin dato 34
Manuel Collado M Arica Negra sin dato 8
Manuel García M Arica Negra Albañil 28
Siloenia Bracamonte F Arica Mulata sin dato 30
Pio de García M Arica Mulata Albañil 15
Rafael García M Arica Mulata Albañil 12
Francisco García M Arica Mulata sin dato 10
Josefa Benavides F V Mulata sin dato 50
José María Benavides M S Mulata Jornalero 28
Carmen Benavides F S Mulata sin dato 16
Gabina Benavides F S Mulata sin dato 1
Catalina Henriques F S Mulata sin dato 37
Juliana Henriques F sin dato Mulata sin dato 12
332
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
José Vidaurre M C Negra Cosinero 47
María Valle F C Mulata sin dato 40
Nicolasa Atina F S Mulata sin dato 20
Francisca Valles F S Mulata sin dato 17
Martín Valles M S Mulata sin dato 10
Manuela Vidaurre F sin dato Mulata sin dato 8
José Carrasco M C Mulata Pescador 80
Gregoria Mesa M C Mulata sin dato 60
Vicencia Obiedo F S Mulata sin dato 40
Isidora Obiedo F S Mulata sin dato 15
Estanilisada Obiedo F S Mulata sin dato 12
María Santos Obiedo F sin dato Mulata sin dato 10
Leandro Obiedo M sin dato Mulata sin dato 7
Lucia Siles F S Mulata sin dato 38
Manuel Siles M S Mulata Jornalero 14
Isidora Siles F S Mulata sin dato 12
Casimiro Siles M S Mulata sin dato 7
Venancio Siles M sin dato Mulata sin dato 5
Mariano García M C Mulata Jornalero 64
Carmela Sanches F C Mulata sin dato 34
Ildefonza García F S Mulata sin dato 12
Carmela García F sin dato Mulata sin dato 6
Pedro Yañes M C Mulata Jornalero 50
Juana Bracamonte F C Mulata sin dato 46
Tomasa Yañes F S Mulata sin dato 26
Brijida Yañes F S Mulata sin dato 22
Casimira Yañes F S Mulata sin dato 20
Lorenzo Yañes M S Mulata Jornalero 15
Mariano Yañes M S Mulata Jornalero 12
Agustina Yañes F sin dato Mulata sin dato 11
Manuel Ríos M C Mulata Zapatero 28
Manuela Ríos F sin dato Mulata sin dato 2
Manuela Bracamonte F S Mulata sin dato 25
Dominga Arias F C Mulata sin dato 34
Andrés Sanches M C Mulata Labrador 47
333
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Mariano Sanches M S Mulata Labrador 18
Pantaleón Sanches M S Mulata Labrador 15
Josefa Beltrán F S Mulata sin dato 46
Nicanor Beltrán M S Mulata Labrador 14
José Beltrán M sin dato Mulata sin dato 4
Sebastían Beltrán M sin dato Mulata sin dato 3
Mariano Albarrazín M C Negra Labrador 36
Juana Nacarino F C Mulata sin dato 34
Mercedes Albarrazín F S Mulata sin dato 18
Mariana Nacarino F S Mulata sin dato 25
Pascual Nacarino M sin dato Mulata sin dato 1
María Estoraica F S Mulata sin dato 28
Juan Estoraica M sin dato Mulata sin dato 2
Martina Obiedo F S Mulata sin dato 30
Mercedes Obiedo F S Mulata sin dato 15
Julian Obiedo M sin dato Mulata sin dato 6
María Jacoba F V Mulata sin dato 77
Magdalena Tovar F S Mulata sin dato 47
Jon Siles M S Mulata Labrador 50
Pedro Siles M S Mulata Labrador 17
Clara Siles F S Mulata sin dato 15
Manuel Yañes M S Mulata sin dato 6
Manuel 2° Yañes M S Mulata sin dato 5
Manuel 3° Yañes M S Mulata sin dato 3
Natividad Yañes F S Mulata sin dato 2
María Trillo F S Mulata sin dato 40
Saturnino Trillo M S Mulata sin dato 11
Manuela Savala F S Mulata sin dato 15
Prudencia Albarrazín F S Mulata sin dato 34
María Albarrazín F S Mulata sin dato 8
Eustaquia Albarrazín F S Mulata sin dato 14
Mariano Albarrazín M sin dato Mulata sin dato 3
Juan Albarrazín M sin dato Mulata sin dato 2
Petrona Rabutia F S Mulata sin dato 47
Tomasa Herrera F S Mulata sin dato 47
334
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Pedro Fernandes M C Mulata Cargador 23
Ramona Zeballos F C Mulata sin dato 19
Manuela Fernandes F sin dato Mulata sin dato 3
María Santana F V Mulata sin dato 56
Agustín Fernandes M S Mulata Cargador 19
Fermín Santana M S Mulata Labrador 35
Juan Santana M S Mulata Labrador 25
León Santana M S Mulata Labrador 20
Justo Santana M S Mulata sin dato 10
Manuel Santana M sin dato Mulata sin dato 7
María Santana F sin dato Mulata sin dato 8
Antonia Zespedes F S Mulata sin dato 20
Joaquín Estoraica M S Mulata sin dato 8
Damaso Corbacho M S Mulata Labrador 40
Pedro Sanches M S Mulata Labrador 47
Juan Sanches M S Mulata Labrador 26
Lino Sanches M S Mulata Labrador 14
Manuela Sanches F sin dato Mulata sin dato 9
Paula Pradena F S Mulata sin dato 30
José Lopes M S Mulata Zapatero 28
Santos Beltrán F S Mulata sin dato 25
Juana Lopes F S Mulata sin dato 11
Beatriz Lopes F sin dato Mulata sin dato 2
Alejo Mena M C Mulata Zapatero 28
Lorenza Collado F C Mulata sin dato 25
Camilo Mena M sin dato Mulata sin dato 3
Mercedes Mena F sin dato Mulata sin dato 1
María Estoraica F S Mulata sin dato 16
Ángel Carrasco M C Mulata Cargador 46
Toribia Henriques F C Mulata sin dato 30
Petrona Carrasco F S Mulata sin dato 15
María Elena Carrasco F sin dato Mulata sin dato 8
Manuela Carrasco F sin dato Mulata sin dato 1
Manuel Corbacho M C Mulata Cargador 44
Juana Arias F C Mulata sin dato 36
335
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Manuela Corbacho F S Mulata sin dato 23
Juan Corbacho M S Mulata Jornalero 16
Paula Corbacho F sin dato Mulata sin dato 12
Manuela 2a Corbacho F sin dato Mulata sin dato 8
Agustina Corbacho F sin dato Mulata sin dato 6
Melchora Corbacho F sin dato Mulata sin dato 4
Santiago Pimintel M V Mulata Cargador 37
Balentina Pimintel F S Mulata sin dato 12
Manuel Pimintel M sin dato Mulata sin dato 10
Juan de Dios Pimintel M sin dato Mulata sin dato 9
Mariana Pimintel F S Mulatillo Sastre 30
Luisa Carbonera F S Negra sin dato 18
Manuel Castañón M S Mulata sin dato 28
Samuel Clavik M S Negra Comerciante 37
Carmen Hernandes F S Negra sin dato 40
Evarista Salamanca F S Mulata sin dato 17
José Ilarión Obiedo M S Mulata Posto Adu 52
Manuel Lagomarcino M S Negra sin dato 30
Paula Cespedes F S Negra sin dato 25
Martina Cespedes F sin dato Negra sin dato 2
Manuela Cespedes F sin dato Negra sin dato 6
María del Rosario Cespedes F sin dato Negra sin dato 2
Dolores Villa F S Negra sin dato 17
Camila Baldes F S Negra sin dato 30
Severina Baldes F sin dato Negra sin dato 10
Jocefa Baldes F sin dato Negra sin dato 6
Miguel Baldes M sin dato Negra sin dato 3
Bernardo Vicuña M sin dato Negra sin dato 56
Tadeo Jimenes M S Negra sin dato 40
Lucia Jimenes F S Negra sin dato 50
Ana Tapia F C Mulata sin dato 36
María Barbara Carrasco F S Mulata sin dato 16
Margarita Tapia F sin dato Mulata sin dato 7
336
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Andrés Nacanor Tapia M sin dato Mulata sin dato 2
Mariano Obiedo M S Mulata Sastre 30
Carolina Obiedo F S Mulata sin dato 28
Salome Obiedo F S Mulatillo sin dato 16
Manuel Obiedo M sin dato Mulata sin dato 9
Domitila Obiedo F sin dato Mulata sin dato 6
María Obiedo F sin dato Mulata sin dato 4
Nicanor Obiedo M sin dato Mulata sin dato 3
José Julio Obiedo M sin dato Mulata sin dato 1
Pedro Albarrazín M C Mulata Marino 56
manuela Pimintel F C Mulata sin dato 50
Baleriano Albarrazín M S Mulata Carpintero 27
Juliana Albarrazín F S Mulata sin dato 20
Manuela Albarrazín F S Mulata sin dato 15
Juan Albarrazín M S Mulata Carpintero 14
Mercedes Albarrazín F sin dato Mulata Carpintero 9
María Albarrazín F S Mulata sin dato 30
Manuel Miranda M sin dato Mulata sin dato 4
Marcelino Albarrazín M sin dato Mulata sin dato 1
Manuela Maldonado F S Mulata sin dato 20
Domingo Alfaro M C Mulata Labrador 40
Petrona Herrera F C Mulata sin dato 38
Bernardino Alfaro M S Mulata Sastre 25
Manuela Alfaro F S Mulata sin dato 21
Sicilio Alfaro M S Mulata Labrador 19
Domingo Alfaro M S Mulata sin dato 16
Juan Alfaro M S Mulata sin dato 16
Mariano Alfaro M sin dato Mulata sin dato 10
Santiago Alfaro M sin dato Mulata sin dato 8
Jacoba Alfaro F sin dato Mulata sin dato 8
Pascual Herrera M sin dato Mulata Marino 25
Juana Zavala F sin dato Mulata sin dato 15
María Encarnación Herrera F sin dato Mulata sin dato 1
Margarita Flor F sin dato Negra sin dato 30
337
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Pedro Rondon M V Mulata Pulpero 57
José María Rondon M C Mulata Pulpero 28
María Santos Santana F C Mulata sin dato 27
Estalisnado Rondon M sin dato Mulata sin dato 9
Juan Rondon M sin dato Mulata sin dato 4
Martín Rondon M sin dato Mulata sin dato 3
Luis Rondon M sin dato Mulata sin dato 1
Teresa Galian F sin dato Negra sin dato 10
Felipe Cuentas M C Negra Labrador 36
Agustina Rondon F C Negra sin dato 35
Francisco Cuentas M S Negra Jornalero 18
Juan Cuentas M sin dato Negra Jornalero 14
Manuel Cuentas M sin dato Negra Jornalero 13
Fermín Rondon M S Negra Jornalero 34
Santiago Chombo M C Mulata Labrador 29
Jocefa Henriques F C Mulata sin dato 36
Adelaina Vargas F sin dato Mulata sin dato 3
Melchora Maldonado F sin dato Mulata sin dato 1
Francisca Carrero F V Mulata sin dato 50
Juan Manuel Obiedo M S Mulata Marino 20
Manuela Obiedo F S Mulata sin dato 16
José Espinosa M sin dato Mulata sin dato 11
Eucebio Espinosa M sin dato Mulata sin dato 4
Vilonia Sansoro F sin dato Mulata sin dato 10
Jacoba Siles F S Mulata sin dato 16
Manuel Siles M S Mulata Jornalero 14
Pascual Ayala M S Mulata Carpintero 37
Mercedes Zabarburu F V Mulata sin dato 36
Manuel Zabarburu M sin dato Mulata Carpintero 14
María Magdalena no indica F sin dato Mulata sin dato 10
José Rabutia Lino M S Mulata Labrador 21
Balentin Mena M S Negra Zapatero 27
Micaila Chumica F S Mulata sin dato 35
Manuel Chumica M sin dato Mulata sin dato 12
338
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Asencio Chumica M sin dato Mulata sin dato 11
Miguel Chumica M sin dato Mulata sin dato 7
María Chumica F sin dato Mulata sin dato 6
Paula Chumica F sin dato Mulata sin dato 3
Antonio Chumica M sin dato Mulata sin dato 1
Manuel Soloriano M C Mulata Cargador 27
Antonina Churruca F C Mulata sin dato 21
María Teresa Soloriano F sin dato Mulata sin dato 1
Inés Maldonado F S Mulata sin dato 18
Mariano Maldonado M S Mulata sin dato 1
Rufina Sanches F V Mulata sin dato 65
Josefa Santana F S Mulata sin dato 40
María Butilen F V Mulatillo sin dato 45
Manuela Santana F S Mulata sin dato 18
Juana Albarrazín F S Mulata sin dato 25
Jacinta Loayza F S Mulata sin dato 35
Bernardo Loayza M sin dato Mulata sin dato 1
Petrona Sabarburu F V Mulata sin dato 36
Manuel Santos M sin dato Mulata sin dato 15
Mariano Albarrazín M S Mulata Pescador 30
María Días F S Mulata sin dato 29
María Isabel Días F sin dato Mulata sin dato 1
Francisca Vega F S Mulata sin dato 56
Juana Rabutia F V Mulata sin dato 90
Juana Obiedo F V Mulata sin dato 90
Juliano Zolano M S Mulata Jornalero 47
Rosa Gomes F S Mulata sin dato 25
Leandra Solano F S Mulata sin dato 28
José Bernardino Solano M sin dato Mulata sin dato 6
Juana Manuela Solano F sin dato Mulata sin dato 4
María Santos Solano F sin dato Mulata sin dato 1
Josefa Solano F sin dato Mulata sin dato 45
Antonio Blancas M V Mulatillo Carpintero 87
339
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Manuela Blancas F V Mulatillo sin dato 37
Mariano Blancas M S Mulatillo zapatero 29
Ana Blancas F S Mulatillo sin dato 28
Mercedes Blancas F S Mulatillo sin dato 19
Elojia Vargas F sin dato Mulatillo sin dato 4
Mariano Espinosa M C Mulata Pulpero 50
Pascuala Ruiz F C Mulata sin dato 42
Leandra Espinosa F S Mulata sin dato 24
Manuela Espinosa F S Mulata sin dato 14
Mariano Espinosa M sin dato Mulata sin dato 6
Teodora Vilchis F S Moreno sin dato 50
Hodorico Corbacho F sin dato Mulata sin dato 4
Jesica Corbacho F sin dato Mulata sin dato 1
Lucas Albarrazín M S Mulata Doméstico 12
María Josefa Obiedo F S Mulata sin dato 97
Juana Pimintel F S Mulata Labrador 25
Francisco Soto F C Mulata Carnicero 56
María marengo F C Mulata sin dato 54
Andrés Zoto M S Mulata Carnicero 26
Isabel Zoto F S Mulata sin dato 24
Benancio Zoto M S Mulata sin dato 22
Francisco Zoto M S Mulata Carnicero 14
Juan de Mata Zoto M sin dato Mulata sin dato 12
José Lino Zoto M sin dato Mulata sin dato 10
Marcos Altanera M C Mulata Jornalero 29
Ancelma Soto F C Mulata sin dato 27
Isidora Altanera F sin dato Mulata sin dato 4
Manuel Altanera M sin dato Mulata sin dato 3
Rufina Altanera F sin dato Mulata sin dato 1
Francisco Soto M sin dato Mulata sin dato 3
María Rosario Soto F sin dato Mulata sin dato 2
María Miranda F C Mulata sin dato 47
Lorenzo Miranda M sin dato Mulata sin dato 7
Juan Miranda M S Mulata Pulpero 29
340
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Isidoro Ruiz M sin dato Mulatillo sin dato 12
Viviana Valle F C Mulatillo sin dato 46
María R. Ramires F V Mulatillo sin dato 60
Juana Albarrazín F S Mulatillo sin dato 40
Manuel Albarrazín M S Mulatillo Comerciante 20
Jacoba Albarrazín F S Mulatillo sin dato 18
Carmen Albarrazín F S Mulatillo sin dato 10
María Sanches F S Mulatillo sin dato 56
Antonino Albarrazín M C Mulatillo Zapatero 57
Isabel Miranda F C Mulatillo sin dato 46
Manuela Albarrazín F S Mulatillo sin dato 28
Pedro Albarrazín M S Mulatillo Zapatero 25
Saturnino Albarrazín M S Mulatillo Zapatero 20
Juan Albarrazín M S Mulatillo Zapatero 16
Lucas Albarrazín M sin dato Mulatillo sin dato 12
Francisca Albarrazín F sin dato Mulatillo sin dato 10
Mercedes Albarrazín F sin dato Mulatillo sin dato 9
Eulalia Mesa F V Mulata sin dato 50
Antonio Pimintel M S Mulata Carpintero 30
Juana Pimintel F C Mulatillo sin dato 35
Asencia Pimintel F C Mulatillo sin dato 35
Paula Pimintel F sin dato Mulatillo sin dato 7
Manuel Pimintel M sin dato Mulatillo sin dato 2
José Patricio Nuñes M S Mulatillo Empleado 36
Carmen Nuñes F sin dato Mulatillo sin dato 1
Martín Corbacho M C Mulata músico 31
Mercedes Cuentas F C Mulata sin dato 35
Bacilio Corbacho M sin dato Mulata Jornalero 14
Jacinta Corbacho F S Mulata sin dato 13
Ilarión Corbacho M sin dato Mulata sin dato 10
María Corbacho F sin dato Mulata sin dato 9
Narcisa Corbacho F sin dato Mulata sin dato 8
Gertrudis Corbacho F sin dato Mulata sin dato 6
Luisa Corbacho F sin dato Mulata sin dato 1
Dominga Carrero F V Mulata sin dato 24
341
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Carmen Carrero F sin dato Mulata sin dato 11
Manuela Carrero F sin dato Mulata sin dato 6
Manuela Carrero F V Mulatillo sin dato 50
María Arias F S Negra sin dato 80
Petrona Días F S Negra sin dato 45
Policarpio Días M S Negra Jornalero 40
Candelaria Franco F C Mulata sin dato 38
Apolinario Arias M sin dato Mulata sin dato 9
Oligario Obiedo M C Mulata Labrador 45
Manuela Belarde F C Mulata sin dato 36
Felipe Obiedo M sin dato Mulata sin dato 9
Pedro Obiedo M sin dato Mulata sin dato 7
María Obiedo F sin dato Mulata sin dato 4
Juan Nieto M sin dato Negra sin dato 10
María Nieto F sin dato Negra sin dato 7
Juan Carrasco M C Mulatillo Agricultor 64
Manuela Henriques F C Mulatillo sin dato 37
Mariano Carrasco M S Mulatillo Agricultor 21
Faustino Carrasco M S Mulatillo Agricultor 19
Simón Carrasco M sin dato Mulatillo sin dato 7
Vicente Carrasco M sin dato Mulatillo sin dato 6
María Carrasco M sin dato Mulatillo sin dato 5
Teresa Henriques M S Mulatillo sin dato 25
Ángel Henriques M sin dato Mulatillo sin dato 7
Margarita Henriques F sin dato Mulatillo sin dato 4
Marcelina Henriques F sin dato Mulatillo sin dato 2
Manuel Ríos M S Mulatillo Sastre 26
Benita Vargas F S Mulatillo sin dato 24
Mercedes Días F S Mulatillo sin dato 28
José María Albarrazín M C Mulatillo Pulpero 25
Isabel Garrido F C Mulatillo sin dato 17
José M. Albarrazín M sin dato Mulatillo sin dato 1
Juan Alfaro M S Mulata sin dato 17
Juana Henriques F S Mulatillo sin dato 19
Manuel Henriques M sin dato Mulatillo sin dato 10
342
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Dionicio Miranda M C Mulatillo Pulpero 75
Pedro Figuerola M S Mulatillo Carpintero 33
Ignacio Benavides M S Mulatillo sin dato 30
Teresa Benavides F S Mulatillo sin dato 13
José Luis Miranda M C Mulatillo Albañil 70
Josefa Cadenas F C Mulatillo sin dato 77
María Teresa Portocarrero F S Mulata sin dato 26
Antonio Portocarrero M sin dato Mulata sin dato 6
Apolinario Belarde M S Mulata Jornalero 51
María Natividad Belarde F S Mulata sin dato 41
José Belarde M sin dato Mulata sin dato 9
Santiago Belarde M sin dato Mulata sin dato 7
Antonia Belarde F sin dato Mulata sin dato 5
Andrea Belarde F sin dato Mulata sin dato 4
Tereza Belarde F sin dato Mulata sin dato 1
Josefa Espinosa F S Mulata sin dato 40
Andrea Espinosa F S Mulata sin dato 14
Joce Espinosa M S Mulata sin dato 7
Antonio Espinosa M sin dato Mulata sin dato 4
Toribio Espinosa M sin dato Mulata sin dato 3
José María Espinosa M sin dato Mulata sin dato 1
José Mariano Maturana M S Mulata sin dato 14
José Gregorio Enriques M V Mulata sin dato 78
Juana María Enriques F V Mulata sin dato 49
Mariana Loayza F S Mulata sin dato 21
Camila Loayza F S Mulata sin dato 16
Joaquín Loayza M S Mulata sin dato 10
Andrés Loayza M S Mulata sin dato 9
Emilio Loayza M sin dato Mulata sin dato 7
Francisca Tamiña F S Mulata sin dato 50
Mariano Tamiña F S Mulata sin dato 51
Andrea Tamiña F S Mulata sin dato 42
Josefa Tamiña F S Moreno sin dato 24
343
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Antonia Tamiña F S Moreno sin dato 42
Natividad Bravo F S Mulata sin dato 31
Juan Bravo M S Mulata sin dato 10
Antonio Bravo M sin dato Mulata sin dato 7
Manuela Bravo F sin dato Mulata sin dato 5
María Natividad Bravo F sin dato Mulata sin dato 3
Francisca Bravo F sin dato Mulata sin dato 2
Francisco Vega M V Mulata Marino 57
Josefa Vega F V Mulata Marino 47
Saturnina Vega F S Mulata sin dato 14
Juan Vega M S Mulata sin dato 13
Mariano Vega M S Mulata sin dato 10
Emilia Mena F V Mulata sin dato 50
Juan Antonio Mena M V Mulata sin dato 56
Juana María Mena F S Mulata sin dato 35
Manuela Mena F S Mulata sin dato 15
Francisco Mena M S Mulata sin dato 13
Antonio Mena M S Mulata sin dato 10
Jocefa Mena F S Mulata sin dato 7
Gertrudis Mena F sin dato Mulata sin dato 5
Jacinto Mena M sin dato Mulata sin dato 3
Juana Dolores Mena F sin dato Mulata sin dato 7
Juan Bracamonte M S Mulata sin dato 5
Jenara Mena F S Mulata sin dato 14
Mariano Fernandes M C Pardo Labrador 57
Josefa Bravo F C Pardo sin dato 51
Manuela Fernandes F S Pardo sin dato 15
Juan Fernandes M sin dato Pardo sin dato 7
Mariano Chombo M sin dato Pardo sin dato 10
María Eliza Cornejo F S Pardo sin dato 36
Juan de Dios Cornejo M sin dato Pardo sin dato 8
Mariano Cornejo M sin dato Pardo sin dato 6
José María Cornejo M sin dato Pardo sin dato 4
344
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Luis Salas M V Mulata Labrador 57
Mercedes Salas F S Mulata sin dato 30
Mariano Salas M sin dato Mulata sin dato 7
Rosa Obiedo F V Mulata sin dato 51
Josefa Obiedo F V Mulata sin dato 47
Pablo Obiedo M sin dato Mulata sin dato 10
Juan de Dios Obiedo M sin dato Mulata sin dato 6
José María Argumanes M S Mulata Jornalero 50
Benito Bracamonte M V Mulata sin dato 90
Nicolasa Bracamonte F V Mulata sin dato 50
Mariano Bracamonte M V Mulata sin dato 51
Felipe Chaya M V Mulata Labrador 56
Luisa Chaya F S Mulata sin dato 26
Fernanda Chaya F S Mulata sin dato 16
Juana Manuela Chaya F S Mulata sin dato 12
Andrés Abelino Chaya M sin dato Mulata sin dato 9
Juan Crisostomo Chaya M sin dato Mulata sin dato 7
Francisca Chaya F sin dato Mulata sin dato 5
María Rosario Chaya F sin dato Mulata sin dato 3
Andrés Chaya M sin dato Mulata sin dato 1
Josefa Mamondes F S Mulata sin dato 51
Bartolano Mamondes M S Mulata sin dato 12
José Gregorio Mamondes M S Mulata sin dato 7
María Cruz Mamondes F sin dato Mulata sin dato 5
Antolina Mamondes F sin dato Mulata sin dato 3
Juana Francisca Collao F V Mulata sin dato 50
María A. Collao F S Mulata sin dato 17
José Manuel Collao M S Mulata sin dato 10
Toribio Collao M S Mulata sin dato 7
José Mariano Collao M sin dato Mulata sin dato 4
Francisca Collao F sin dato Mulata sin dato 3
345
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
José Antonio Collao M sin dato Mulata sin dato 2
Toribio Collao M sin dato Mulata sin dato 14
José Mariano Yara M V Mulata sin dato 57
José Antonio Yara M V Mulata sin dato 50
José Antonio Caceres M V Mulata Jornalero 57
José María Caceres M sin dato Mulata sin dato 12
María Caceres F sin dato Mulata sin dato 10
Andrea Caceres F sin dato Mulata sin dato 6
Jocefa Caceres F sin dato Mulata sin dato 4
Antonia Caceres F sin dato Mulata sin dato 3
Bonifacio León M V Mulata Labrador 56
Gregoria León F S Mulata sin dato 26
Juan de Dios León M sin dato Mulata sin dato 10
Mariano León M sin dato Mulata sin dato 7
Jacinto León M sin dato Mulata sin dato 5
Josefa León F sin dato Mulata sin dato 3
Andrea León F sin dato Mulata sin dato 1
José Andrés Chaves M V Mulata sin dato 56
Tomasa Chaves F S Mulata sin dato 27
Feliciano Chaves M S Mulata sin dato 14
Dominga Chaves F sin dato Mulata sin dato 10
Luisa Chaves F sin dato Mulata sin dato 7
Joaquina Chaves F sin dato Mulata sin dato 5
Josefa Gil F V Mulata sin dato 57
Antonia Gil F S Mulata sin dato 26
Gerbacio Gil M S Mulata sin dato 16
Leandro Gil M sin dato Mulata sin dato 10
Andrea Luca F S Negra sin dato 37
Josefa Luca F S Negra sin dato 14
Toribio Luca M S Negra sin dato 10
Juan de Dios Luca M sin dato Mulata sin dato 4
Juliana Luca F sin dato Mulata sin dato 2
346
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Santiago Luca M sin dato Mulata sin dato 1
Juana Huarachi F S Mulata sin dato 37
Antonio Huarachi M sin dato Mulata sin dato 10
Juan de Dios Huarachi M sin dato Mulata sin dato 7
María Rosario Huarachi F sin dato Mulata sin dato 4
María Natividad Huarachi F sin dato Mulata sin dato 2
José Antonio Huarachi M sin dato Mulata sin dato 1
Agustín Cano M S Mulata Cosinero 51
Juan Antonio Osnalo M V Mulata Jornalero 49
Agustín Osnalo M sin dato Mulata sin dato 10
Juana María Osnalo F sin dato Mulata sin dato 7
Andrea Osnalo F sin dato Mulata sin dato 5
Agustina Osnalo F sin dato Mulata sin dato 4
Josefa Osnalo F sin dato Mulata sin dato 2
Mariano Osnalo M sin dato Mulata sin dato 1
Juana María Lucero F S Mulata sin dato 27
Antonio Lucero M sin dato Mulata sin dato 10
Juan Lucero M sin dato Mulata sin dato 7
Josefa Lucero F sin dato Mulata sin dato 6
José Zalas M sin dato Mulata sin dato 7
Mariana Zalas F sin dato Mulata sin dato 6
José María Zalas M sin dato Mulata sin dato 4
Antolín Zalas M sin dato Mulata sin dato 2
Juan de Mata Zalas M sin dato Mulata sin dato 1
Sebastían Peres M S Pardo Marino 50
Dolores Ramires F sin dato Mulata sin dato 47
Teresa Ramires F sin dato Mulata sin dato 35
Juan Peres M sin dato Mulata sin dato 10
Manuel Peres M sin dato Mulata sin dato 7
Antonia Peres F sin dato Mulata sin dato 5
Juana Peres F sin dato Mulata sin dato 4
Andrea Peres F sin dato Mulata sin dato 1
347
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Leandra Villegas F S Mulata sin dato 24
Antonio Villegas M sin dato Mulata sin dato 10
José María Villegas M sin dato Mulata sin dato 9
Antolina Villegas F sin dato Mulata sin dato 7
Andrea Villegas F sin dato Mulata sin dato 5
Juan Villegas M sin dato Mulata sin dato 3
Andrés Villegas M sin dato Mulata sin dato 1
Juana Trejo F V Pardo sin dato 46
Manuela Trejo F sin dato Pardo sin dato 12
Avelino Trejo M sin dato Pardo sin dato 9
Reimundo Trejo M sin dato Pardo sin dato 7
Avelino Trejo M sin dato Pardo sin dato 4
Teresa Trejo F sin dato Pardo sin dato 2
Josefa Bendejo F sin dato Pardo sin dato 4
José María Bendejo M sin dato Pardo sin dato 3
Ramón Bendejo M sin dato Pardo sin dato 1
Josefa Cuadros F V Mulata sin dato 33
Antonia Cuadros F S Mulata sin dato 14
María Cuadros F sin dato Mulata sin dato 9
Manuel María Cuadros M sin dato Mulata sin dato 7
Ana Cuadros F sin dato Mulata sin dato 5
José Antonio Cuadros M sin dato Mulata sin dato 3
Mariano Cuadros M sin dato Mulata sin dato 1
Mariana Chinga F sin dato Mulata sin dato 31
Manuela Chinga F sin dato Mulata sin dato 10
Elena Chinga F sin dato Mulata sin dato 7
María R. Chinga F sin dato Mulata sin dato 6
Balerio Chinga M sin dato Mulata sin dato 4
Evaristo Chinga M sin dato Mulata sin dato 3
Julian Chinga M sin dato Mulata sin dato 1
Gertrudis Uriola F S Mulata sin dato 29
Juana María sin dato F S Mulata sin dato 14
Carolina Uriola F S Mulata sin dato 10
Camilo Uriola M S Mulata sin dato 7
348
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
Antonio Uriola M sin dato Mulata sin dato 5
Eliza Uriola F sin dato Mulata sin dato 3
Ambrocio Morales M S Mulata Zapatero 36
Dominga Alandan F S Mulata sin dato 24
Mariana Morales F S Mulata sin dato 6
Antonio Morales M sin dato Mulata sin dato 4
Joaquín Morales M sin dato Mulata sin dato 2
Romualda Alcedan F S Pardo sin dato 21
Juana Alcedan F S Pardo sin dato 10
Antonio Alcedan M S Pardo sin dato 8
Juan de Dios Alcedan M S Pardo sin dato 6
Manuela Pulanco F S Pardo sin dato 36
Juana María Pulanco F S Pardo sin dato 20
Antonio Pulanco M S Pardo sin dato 14
Jacinto Pulanco M sin dato Pardo sin dato 10
Toribio Pulanco M sin dato Pardo sin dato 8
Josefa Pulanco F sin dato Pardo sin dato 4
José Lovera M S Mulata Labrador 47
Mariano Osorio M V Mulata Labrador 56
María Osorio F V Mulata sin dato 24
Manuela Osorio F S Mulata sin dato 19
José Antonio Osorio M sin dato Mulata sin dato 10
Andrés Osorio M sin dato Mulata sin dato 8
Estalisnado Osorio M sin dato Mulata sin dato 6
Juan de Dios Osorio M sin dato Mulata sin dato 4
María Miranda F S Mulatillo sin dato 38
Ildefonza Miranda F S Mulatillo sin dato 31
Josefo Miranda M S Mulatillo Labrador 28
Simón Miranda M S Mulatillo Labrador 26
Bernardino Miranda M S Mulatillo Labrador 22
María Miranda F S Mulatillo sin dato 36
José Santos Miranda M sin dato Mulatillo sin dato 5
Manuela Yañes F sin dato Mulatillo sin dato 36
Margarita Yañes F sin dato Mulatillo sin dato 22
349
Nombre Apellido Sexo Estado Clase Profesión Edad
José Ballón M S Negra sin dato 40
Luis Corbacho M S Negra sin dato 30
Antonio Romero M sin dato Mulatillo sin dato 18
Mariano Marques M sin dato Mulatillo sin dato 16
Juana María Hullo F sin dato Negra sin dato 56
Miguel Hullo M sin dato Negra Cosinero 30
Pablo Hullo M sin dato Negra sin dato 10
Diego Hullo M sin dato Negra sin dato 7
Clemente Hullo M sin dato Negra sin dato 5
Agustina Hullo F sin dato Negra sin dato 3
Josefa Hullo F sin dato Negra sin dato 1
Antonio Carbonera M C Pardo Jornalero 57
Francisca Cadenas F C Mulata sin dato 46
María E. Isabel Cadenas F sin dato Mulata sin dato 30
Andrea Cadenas F sin dato Mulata sin dato 27
Antonio Carbonera M sin dato Mulata sin dato 10
350
Ane
xo 3
. Det
alle
de
la p
obla
ción
neg
ra se
gún
el c
enso
de
1871
.
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Man
uel
Filo
men
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a22
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Man
uel
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Lean
dra
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a53
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Mig
uel
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a22
Solte
roSi
SiPe
scad
or
José
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
31So
ltero
No
No
Pesc
ador
Torib
iaC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
16So
ltero
No
No
Cos
ture
ra
Man
uel
Cal
isay
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Solte
roN
oN
oPe
scad
or
Man
uela
Mas
ias
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Juan
Bla
que
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
19So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Rai
mun
doO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Isab
elO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
Pant
aleo
nM
irand
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a56
Cas
ado
No
No
Pesc
ador
Man
uela
S.
de M
irand
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Cas
ado
No
No
Cos
ture
ra
Man
uel
Mira
nda
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
21So
ltero
SiSi
Pesc
ador
Ant
onio
Mira
nda
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
No
No
Lanc
hero
Ase
ncio
Mira
nda
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15So
ltero
No
No
Lanc
hero
Ric
ardo
Mira
nda
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9Si
Sisi
n da
to
Mar
garit
aM
irand
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a12
Solte
roSi
SiC
ostu
rera
Nic
anor
Mira
nda
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7Si
No
sin
dato
Ant
onio
Sant
ana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30C
asad
oSi
SiC
arga
dor
351
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Mar
ia M
.de
San
tana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25C
asad
oSi
No
Laba
nder
a
Fran
cisc
oSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
sin
dato
Dol
ores
Sant
ana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Felip
eM
irand
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Solte
roSi
No
Lanc
hero
Pedr
oB
aldi
via
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
41So
ltero
No
No
sin
dato
Mar
iano
Espi
noza
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
28So
ltero
SiSi
Car
gado
r
Lean
dra
Espi
noza
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
48So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Man
uela
Espi
noza
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
33So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Car
men
Bov
ePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Cru
zaPi
min
tel
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12N
oN
oD
omés
tica
Ros
aR
ojas
Ecua
toria
noN
egro
Cat
ólic
a16
Solte
roN
oN
oD
omés
tica
Man
uel
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15So
ltero
SiSi
Dom
éstic
a
Nat
ivid
adB
ravo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
24So
ltero
SiSi
Laba
nder
a
Isab
elFl
ores
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
5si
n da
to
Man
uel
Que
lopa
naPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
Julia
nC
arra
sco
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40C
asad
oN
oN
ola
nche
ro
Agu
stin
Roj
asB
oliv
iano
Neg
roC
atól
ica
48C
asad
oSi
SiC
omer
cian
te
Lean
dro
Rey
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a23
Solte
roSi
sin
dato
Mar
taA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a21
Solte
roSi
SiLa
vand
era
Dol
ores
Rey
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Pabl
oSu
asna
bar
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25So
ltero
SiSi
Dom
éstic
a
352
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Mar
iano
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50V
iudo
SiSi
Car
gado
r
Mat
ias
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
24C
asad
oSi
SiA
lvañ
il
Fran
cisc
aPe
rez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
16C
asad
oN
oN
oLa
band
era
José
San
tos
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
21So
ltero
SiSi
lanc
hero
Can
dela
riaR
amire
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a42
Viu
doN
oN
oC
ostu
rera
Man
uela
Nac
arin
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a15
Solte
roN
oN
oLa
band
era
José
San
tos
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Libr
o D
añad
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
mes
essi
n da
to
Eula
liaM
ena
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
11Si
Sisi
n da
to
Juan
aSa
nche
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Solte
roN
oN
oC
ostu
rera
Ant
onia
Men
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
mes
essi
n da
to
Con
cepc
ión
Men
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a7
No
No
sin
dato
Paul
ina
Alfa
rado
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
106
Viu
doN
oN
osi
n da
to
Petro
nila
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60So
ltero
No
No
sin
dato
Edua
rdo
Sant
ana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10N
oN
osi
n da
to
Odo
rico
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
SiSi
Com
erci
ante
Prim
itivo
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a24
Solte
roSi
SiZa
pate
ro
Mar
íaM
ora
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Ant
onin
oB
ove
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
26So
ltero
SiSi
Car
gado
r
Sant
iago
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
SiSi
Car
rete
ro
Car
men
Cor
iaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a60
Solte
roN
oN
osi
n da
to
353
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Vic
ente
Sanc
hez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
47So
ltero
SiSi
Car
gado
r
Juan
aA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roSi
SiC
ostu
rera
Nat
ivid
adSa
nche
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
sin
dato
Car
men
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
SiSi
Cos
ture
ra
Man
uela
Mal
dona
doPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a16
Solte
roN
oN
oD
omés
tica
José
Rej
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a37
Solte
roSi
SiLa
nche
ro
Juan
aR
ejas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
45V
iudo
No
No
sin
dato
Pedr
o Pa
blo
Cés
pede
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a11
No
No
sin
dato
Mar
ia A
.R
ejas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
4si
n da
to
Ros
aR
ejas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Dom
itila
Gón
gora
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
19So
ltero
No
No
Cos
ture
ra
Car
men
Paja
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
16C
asad
oSi
Sisi
n da
to
Gab
riel
Cal
isay
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a27
Solte
roSi
SiC
arga
dor
Gab
riela
Men
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a12
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Juan
aC
alis
aya
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
SiSi
Cos
ture
ra
Gre
gorio
Mat
uran
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roSi
No
Car
gado
r
Cru
zaC
alis
aya
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60V
iudo
No
No
sin
dato
José
Vid
aurr
ePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Viu
doN
oN
oC
ocin
ero
José
Día
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Solte
roN
oN
oC
arga
dor
Fran
cisc
oD
ías
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
28C
asad
oSi
SiLa
nche
ro
Car
men
Vid
aurr
ePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Cas
ado
No
No
Laba
nder
a
354
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Man
uel
Cho
mbo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6si
n da
to
Man
uel
Día
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a15
SiN
oJo
rnal
ero
Sant
osYa
ñes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50V
iudo
No
No
sin
dato
Edua
rdo
Cal
isay
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a14
SiN
osi
n da
to
Can
dela
riaB
ové
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10N
oN
osi
n da
to
Mar
ía N
.Fl
ores
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
2si
n da
to
José
Fugu
erIn
glés
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
Lanc
hero
Ade
laid
aSa
nche
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a26
Cas
ado
No
No
sin
dato
Dol
ores
Pim
inte
lPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Luca
sA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a35
Cas
ado
No
No
Zapa
tero
Ado
lfoA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a14
SiSi
Zapa
tero
Luca
sA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Pedr
o P.
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
33C
asad
oSi
No
Zapa
tero
Javi
erA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a7
No
No
sin
dato
Man
uela
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15So
ltero
No
No
Dom
éstic
a
Del
fina
Mar
tínez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
No
No
Dom
éstic
a
Man
uela
Sant
ana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
14So
ltero
SiN
oD
omés
tica
Dom
inga
Ara
naPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a14
Solte
roSi
No
Dom
éstic
a
Cac
imiro
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
32So
ltero
No
No
Sast
re
Fortu
nato
Ara
naPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
Dom
éstic
a
Nar
sisa
Ram
írez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
sin
dato
355
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Mar
ía C
.de
Tor
res
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
26C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Juan
a M
.C
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a31
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Man
uel
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15So
ltero
SiSi
Jorn
aler
o
Ram
ónC
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a27
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Ana
clet
oB
alua
rtePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a35
Cas
ado
No
No
Labr
ador
Juan
aC
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a22
Solte
roSi
SiLa
band
era
Pres
enta
ción
Bal
uarte
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
17So
ltero
No
No
sin
dato
Leon
orB
alua
rtePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a11
No
No
sin
dato
Jesú
sB
alua
rtePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
Jose
faM
aman
iPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a60
Viu
doN
oN
osi
n da
to
Man
uela
Fern
ánde
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a26
Solte
roSi
Sisi
n da
to
José
Irar
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a11
SiN
oD
omés
tica
Car
men
Nac
arin
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a60
SiN
oC
omer
cian
te
Juan
de
Mat
aSo
toPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a33
Cas
ado
No
No
Zapa
tero
Rufi
na Z
.de
Sot
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a29
Cas
ado
No
No
sin
dato
Fran
cisc
oSo
toPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
No
No
sin
dato
Edua
rdo
Soto
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
5si
n da
to
Vic
ente
Soto
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1si
n da
to
Mar
íaSo
toPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a80
Viu
doN
oN
osi
n da
to
Fran
cisc
oSo
toPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a55
Viu
doN
oN
oA
guad
or
And
rés
Soto
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
56V
iudo
SiSi
Jorn
aler
o
356
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Tom
asa
Soto
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
5si
n da
to
Dom
inga
Soto
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Petro
nila
Gar
ibal
doC
entro
A
mer
ican
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roSi
Sisi
n da
toSa
ntia
goFe
rnán
dez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
22So
ltero
SiSi
Dep
endi
ente
Jetru
dis
Sala
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Viu
doN
oN
osi
n da
to
Past
orA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Juan
de
Dio
sSa
las
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
56C
asad
oN
oN
oA
dove
ro
Man
uela
A.
de S
alas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
36C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Seba
stia
nSa
las
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Juan
de
Dio
sSa
las
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Juan
de
Mat
aSa
las
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15Si
No
sin
dato
Mar
garit
aSa
las
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
8N
oN
osi
n da
to
Fortu
nata
Sala
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Mic
aela
Hur
tado
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
21So
ltero
SiSi
sin
dato
Juan
a de
Dio
sEn
rique
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a13
Solte
roSi
No
sin
dato
Erm
inia
Enriq
ues
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10Si
Sisi
n da
to
Man
uel
Man
zana
res
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
José
Vela
rda
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12Si
SiD
omés
tica
Paul
a O
.de
Aya
laPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a90
Viu
doSi
Sisi
n da
to
Enriq
ueta
Qui
roga
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10N
oN
oD
omés
tica
Bla
saC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25So
ltero
No
No
Coc
iner
o
357
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Mar
íaC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
5si
n da
to
Jaqu
elin
aC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6 m
eses
sin
dato
Dio
nici
oA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a29
Cas
ado
No
No
Alv
añil
Man
uela
P.
de A
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a19
Cas
ado
SiSi
sin
dato
Cris
tina
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1si
n da
to
Bru
naC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10N
oN
oD
omés
tica
Cay
oZu
niga
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
41C
asad
oN
oN
oLa
brad
or
Mar
ía B
.de
Zun
iga
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
34C
asad
oSi
Sisi
n da
to
Edua
rdo
Zuni
gaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a11
No
No
sin
dato
Man
uel
Zuni
gaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Nat
alia
Zuni
gaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a3
sin
dato
Pabl
oSa
las
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
21So
ltero
No
No
Car
gado
r
Jose
faSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roSi
SiLa
band
era
Clo
rinda
Sala
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
mes
essi
n da
to
Gab
riel
Lópe
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roN
oN
oLa
nche
ro
Aur
ora
Sant
ana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
17So
ltero
SiSi
Laba
nder
a
Mer
cede
sSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a16
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Petro
nila
C.
de B
ravo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
46C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Juan
aB
ravo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
22V
iudo
No
No
sin
dato
Mar
iano
Bra
voPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a23
Solte
roSi
SiC
arga
dor
Nat
ivid
adB
ravo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
17So
ltero
SiSi
sin
dato
358
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Isab
el S
.B
ravo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
14So
ltero
SiN
osi
n da
to
Man
uela
Bra
voPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a12
SiN
osi
n da
to
Mar
iano
Pila
rPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Man
uel
Bra
voPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a15
SiN
osi
n da
to
Ram
ónB
ravo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
2si
n da
to
Pedr
o Pa
blo
Valle
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60V
iudo
No
No
Zapa
tero
Cay
etan
oA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a56
Cas
ado
No
No
Labr
ador
Mer
cede
s C.
de A
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a45
Cas
ado
No
No
sin
dato
Con
cebi
daA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a12
SiSi
sin
dato
Sant
iago
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
19So
ltero
SiN
oC
arre
tero
Can
dela
riaA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
No
No
sin
dato
Juan
aA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
sin
dato
Mar
iano
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Tom
asa
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Man
uela
Bra
cam
onte
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
48So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Ros
aC
acér
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Ber
nard
oFe
rnán
dez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
34C
asad
oN
oN
oC
arga
dor
Nar
sisa
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Cas
ado
SiSi
sin
dato
Lore
nzo
Vera
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
SiSi
Mat
ricul
ado
Juan
a M
.de
Mam
ani
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
24So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Mau
ricio
Mam
ani
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
27So
ltero
No
No
Labr
ador
359
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Anj
ela
Mal
mer
taPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Juan
Man
uel
Car
rasc
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Tom
ásC
arra
sco
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
8N
oN
osi
n da
to
Cla
raC
arra
sco
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Salv
ador
Car
rasc
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
sin
dato
Mar
ía N
.de
Pal
acio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Cas
ado
SiSi
Cos
ture
raB
erna
rdin
a O
.de
Cac
éres
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25C
asad
oSi
Sisi
n da
to
Fran
cisc
oA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Cas
ado
No
No
Labr
ador
Man
uela
O.
de A
lba-
rr
acín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Mar
iano
Gom
ezPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roN
oN
oLa
brad
or
Cru
zaB
ravo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
43V
iudo
No
No
Frut
era
Mar
íaSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a22
Solte
roSi
Sisi
n da
to
Juan
aSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a3
sin
dato
José
Mar
íaSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a3
mes
essi
n da
to
Joaq
uín
Fuen
tes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50So
ltero
SiSi
Com
erci
ante
Man
uela
Sanc
hes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
46So
ltero
No
No
Com
erci
ante
Ros
aG
onza
les
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12So
ltero
No
No
sin
dato
Mar
ía P
.G
onza
les
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Lisa
ndro
Gon
zale
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a4
sin
dato
Car
men
Sanc
hez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60V
iudo
No
No
sin
dato
360
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Man
uel
Filo
men
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a28
Cas
ado
No
No
Jorn
aler
o
Petro
nila
C.
de F
ilom
eno
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Juan
aC
arre
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a48
Viu
doSi
No
Laba
nder
a
Juan
aC
arre
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a29
Solte
roSi
SiLa
band
era
Vic
ente
Cop
aira
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6si
n da
to
Mar
garit
aA
lfaro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Adr
iana
Alfa
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Mar
tina
Sala
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a46
Viu
doSi
SiLa
band
era
Man
uela
Zule
taPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roSi
SiLa
band
era
Julia
nO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a15
No
No
Dom
éstic
a
Man
uel
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
No
No
Dom
éstic
a
Man
uela
Mira
nda
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60V
iudo
No
No
sin
dato
Jose
faA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Max
imia
naA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
No
No
sin
dato
Juan
M.
Nac
arin
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a58
Cas
ado
SiSi
Sast
re
Juan
aC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
No
No
Dom
éstic
a
Cru
zaLi
endr
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a48
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Ase
ncia
Fern
ánde
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Arm
anda
Fern
ánde
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a17
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Mer
cede
sM
agui
nePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
SiN
osi
n da
to
Tere
saFe
rnán
dez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
21So
ltero
SiN
osi
n da
to
361
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Del
mira
Lanc
hipa
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15So
ltero
SiN
osi
n da
to
Man
uel
Aria
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
mes
sin
dato
Mer
cede
s C.
de C
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50V
iudo
No
No
Frut
era
Jetru
dis
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Solte
roSi
SiFr
uter
a
Luis
aC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
26So
ltero
SiSi
Laba
nder
a
Man
uela
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Car
men
Zeva
llos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Mar
ía R
.Fe
rnán
dez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
13So
ltero
SiSi
sin
dato
Dan
iel
Pim
inte
lPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a36
Cas
ado
SiSi
Car
gado
r
Car
men
Sant
ana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
SiSi
sin
dato
Vic
ente
Car
rasc
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a28
Cas
ado
SiSi
Car
rete
ro
Mar
celin
a C
.de
Car
rasc
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Cas
ado
SiN
oLa
band
era
Juan
aC
arra
sco
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Cla
udia
Car
rasc
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
sin
dato
Leon
orC
arra
sco
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1si
n da
to
Car
mel
oO
sorio
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40C
asad
oN
oN
oC
olch
oner
o
Mer
cede
s C.
de O
sorio
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
28C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Mel
chor
aSa
nche
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a12
SiSi
sin
dato
Bar
tola
Padi
llaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a34
Solte
roSi
SiFr
uter
a
Cac
imira
Sant
ana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12Si
Sisi
n da
to
Ben
jam
inSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a7
No
No
sin
dato
362
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Emili
aPa
dilla
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1si
n da
to
Juan
Odo
nos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
36C
asad
oSi
SiJo
rnal
ero
Past
ora
S.de
Odo
nos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
29C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Man
uel U
.O
dono
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a3
sin
dato
Juan
aO
dono
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
mes
sin
dato
Jorje
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30C
asad
oSi
SiA
lvañ
il
José
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9Si
SiEs
colá
stic
o
Fide
lO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
No
No
sin
dato
Juan
aO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Erm
inia
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1si
n da
to
Pedr
oR
amíre
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a45
Solte
roSi
SiC
arga
dor
Isai
asC
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a21
Solte
roSi
SiM
atric
ulad
o
Silv
eria
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
19So
ltero
No
No
sin
dato
Juan
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50So
ltero
SiSi
Car
gado
r
Tom
asa
Cue
ntas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
29So
ltero
SiSi
sin
dato
Iren
eM
onte
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a7
No
No
sin
dato
Bac
ilio
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a37
Viu
doSi
SiSa
stre
Mel
chor
aB
enav
ides
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
23So
ltero
SiSi
sin
dato
Aur
elia
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Mar
íaC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
80So
ltero
No
No
sin
dato
Car
men
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40So
ltero
No
No
sin
dato
363
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Lean
dro
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
80C
asad
oN
oN
oA
gric
ulto
r
Felip
eEs
quib
elPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a37
Cas
ado
SiSi
Som
brer
ero
Isid
ora
C.
de E
squi
bel
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
26C
asad
oSi
Sisi
n da
to
Vic
tor
Esqu
ibel
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6si
n da
to
Seba
stía
nEs
quib
elPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a4
sin
dato
Pedr
o P.
Esqu
ibel
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
2si
n da
to
Juan
José
Esqu
ibel
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1 m
essi
n da
to
Paci
fica
Gon
zale
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a60
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Sim
ona
Sans
oro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Juan
de
Dio
sSa
nsor
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a7
No
No
sin
dato
Felix
Sans
oro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6si
n da
to
Mic
aela
S.
de S
anso
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a49
Cas
ado
No
No
sin
dato
Mig
uel
Alv
arad
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a27
Solte
roSi
SiC
arpi
nter
o
Petro
nila
R.
de A
ndar
riaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a56
Viu
doN
oN
osi
n da
to
Flor
a A.
de R
omer
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Viu
doSi
Sisi
n da
to
Mar
íaA
ndar
riaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roSi
Sisi
n da
to
Ildef
onso
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60C
asad
oN
oN
oA
dove
ro
Juan
a R
.D
e Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
56C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Car
men
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
SiSi
sin
dato
Juan
Col
lao
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12Si
SiEs
colá
stic
o
Mar
íaC
olla
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
364
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Exeq
uiel
Col
lao
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Urb
ano
Nac
arin
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Cas
ado
No
No
Labr
ador
Jaco
baA
rena
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Tade
oO
rdoñ
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roSi
SiC
arpi
nter
o
Juan
Nac
arin
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Cas
ado
No
No
Car
gado
r
Julia
naPa
laci
osPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a56
Solte
roN
oN
oC
ocin
ero
Este
faní
aSa
nsor
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roN
oN
oPl
aser
a
Man
uela
Sile
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
Lore
nza
Col
lao
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50V
iudo
No
No
Plas
era
Julia
nC
olla
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Este
van
Cue
ntas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50So
ltero
No
No
Bor
rigue
ro
Saba
stia
na A
.de
Lar
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a42
Cas
ado
SiSi
Cos
ture
ra
Bal
eria
noLa
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roSi
SiC
arpi
nter
o
José
Mar
iaLa
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a12
SiSi
sin
dato
Mar
cela
Lara
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
11N
oN
osi
n da
to
Mar
iano
Lara
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Ber
nard
ina
C.
de A
rroy
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a65
Cas
ado
No
No
sin
dato
Nie
ves S
.de
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
100
Viu
doN
oN
osi
n da
to
Ant
onia
Ram
irez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
38So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Dol
ores
Bal
entin
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roSi
SiLa
band
era
Mar
ía A
.de
Bal
entin
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a45
Viu
doSi
SiPa
nade
ra
365
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Juan
de
la
Ros
aSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a16
Solte
roSi
SiC
arpi
nter
o
Man
uela
Sant
ana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
14So
ltero
SiSi
sin
dato
Satu
rnin
oSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Urb
ano
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
44C
asad
oSi
SiC
arre
tero
Ros
a N
.de
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
32C
asad
oSi
SiLa
band
era
Edua
rdo
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
11Si
Sisi
n da
to
Juan
aO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a7
No
No
sin
dato
Ric
ardo
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
4si
n da
to
Man
uela
Sans
oro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
33So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Mar
ía H
.Va
llePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roSi
SiLa
band
era
Fran
cisc
oM
ena
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
27So
ltero
SiSi
Zapa
tero
José
Man
uel
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a12
No
No
sin
dato
Man
uela
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a11
No
No
sin
dato
Jesu
sC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6si
n da
to
Jorje
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a4
sin
dato
Juan
R.
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
mes
essi
n da
to
Juan
a N
.de
San
chez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
57V
iudo
No
No
sin
dato
Juan
Padi
llaC
olom
bian
oN
egro
Cat
ólic
a60
Cas
ado
No
No
sin
dato
Cas
imira
S.
de P
adill
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Cas
ado
No
No
sin
dato
Satu
rnin
oO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roSi
SiC
arga
dor
Ber
nard
oC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
32So
ltero
SiSi
Zapa
tero
366
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Petro
nila
C.
de
Mal
dona
doPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Cas
ado
No
No
sin
dato
Ben
anci
aM
aldo
nado
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
SiN
oC
ostu
rera
Sant
iago
Mal
dona
doPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a16
No
No
sin
dato
Mar
iano
Mal
dona
doPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a21
Solte
roSi
SiC
arga
dor
Juan
Mal
dona
doPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a14
SiSi
sin
dato
Juan
aM
aldo
nado
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
8N
oN
osi
n da
to
Grim
anes
aM
aldo
nado
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Bea
triz
Mal
dona
doPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a4
sin
dato
Pabl
oM
aldo
nado
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
2si
n da
to
Elvi
raA
raut
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Jose
fa P
.de
Cho
mbo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
62V
iudo
No
No
sin
dato
Ale
jand
roPi
min
tel
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
14Si
No
sin
dato
Mar
iano
Lose
rreg
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
SiN
osi
n da
to
José
Gon
zale
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
Paul
aM
endo
zaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Man
uel
Ros
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Ros
ario
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
14So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Juan
aSa
nche
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a7
mes
essi
n da
to
Tere
saA
nriq
ues
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60So
ltero
No
No
Com
erci
ante
Luis
Sala
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a45
Solte
roN
oN
oLa
brad
or
Leon
orA
nriq
ues
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
8N
oN
osi
n da
to
367
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Juan
a G
.G
arci
a Lo
sano
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
63C
asad
oN
oN
oC
omer
cian
te
Felix
Cop
aira
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
28C
asad
oSi
SiLa
brad
or
Car
men
S.
de C
opai
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Cas
ado
SiSi
sin
dato
Isab
elC
opai
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
José
Man
uel
Cop
aira
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1 m
essi
n da
toJu
ana
Mar
ía
S.de
Sal
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a24
Viu
doSi
No
Laba
nder
a
Edua
rdo
Día
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a13
No
No
Dom
éstic
a
Mar
iano
Col
lao
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30C
asad
oSi
SiM
atric
ulad
o
Fran
cisc
a U
.de
Col
lao
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
24C
asad
oN
oN
osi
n da
to
José
Col
lao
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6si
n da
to
Nic
olas
Col
lao
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1si
n da
to
Pedr
oO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a45
Cas
ado
No
No
Jorn
aler
o
Fran
cisc
a L.
de O
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a35
Cas
ado
No
No
sin
dato
Esté
van
Del
gado
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
58So
ltero
No
No
Car
gado
r
Mer
cede
sA
nriq
ues
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
46So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Car
men
Anr
ique
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a16
Solte
roSi
No
Laba
nder
a
Man
uel
Yañe
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roN
oN
oC
arga
dor
Mar
íaC
arra
sco
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
37So
ltero
SiN
oLa
band
era
Car
lota
Yañe
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
mes
essi
n da
to
Gab
riel
Valle
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50So
ltero
SiSi
Car
gado
r
368
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Ferm
ina
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
70So
ltero
No
No
sin
dato
Cle
men
teLa
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Cas
ado
SiSi
Car
pint
ero
Seba
stia
na A
.de
Lar
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Cas
ado
No
No
sin
dato
Mar
celin
aLa
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Bal
eria
noLa
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a16
No
No
Car
pint
ero
José
Mar
íaLa
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
No
No
sin
dato
Lore
nzo
Vera
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
Car
gado
r
Juan
a M
.M
aman
iPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a24
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Cor
pus
Vera
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
11N
oN
osi
n da
to
Seba
stia
naVe
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
Esté
van
Vera
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6si
n da
to
Asu
nta
Aria
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Solte
roN
oN
oFr
uter
a
Man
uel
Anr
ique
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a13
No
No
sin
dato
Pabl
oA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Cas
ado
No
No
Jorn
aler
o
Isab
el D
.de
Alb
a-
rrac
ínPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a23
Cas
ado
No
No
sin
dato
Julia
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Emili
aA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Juan
a R
.Sa
nsor
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a60
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Mer
cede
sC
aves
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roN
oN
oFr
uter
a
Mod
esta
Alfa
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a31
Solte
roSi
SiFr
uter
a
Can
dela
riaA
lfaro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50So
ltero
SiSi
sin
dato
369
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Mar
íaSa
nsor
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Wen
cesl
aoSa
nsor
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a11
No
No
sin
dato
Mel
chor
aA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a26
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Brij
ida
Flor
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Juan
Gut
ierr
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a27
Cas
ado
No
No
Car
gado
r
Mar
ía B
.de
Gut
ierr
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a24
Cas
ado
No
No
Laba
nder
a
Agu
stin
aC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
28So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Fortu
nato
Sam
bran
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Clo
tilde
Sam
bran
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
Iren
eSa
mbr
ano
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1si
n da
to
Mar
iano
Men
doza
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
Car
gado
r
Isab
elZo
zaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a22
Solte
roSi
Sisi
n da
to
Pedr
oB
ildoz
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Solte
roSi
SiJo
rnal
ero
Ben
anci
aC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
45So
ltero
No
No
Frut
era
Man
uel
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a23
Solte
roSi
SiC
arre
tero
Del
fina
Bild
ozo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
No
No
Cos
ture
ra
Saha
raB
ildoz
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a3
mes
essi
n da
to
Man
uela
Bild
ozo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15So
ltero
No
No
Cos
ture
ra
Man
uel
Mal
dona
doPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a26
Solte
roSi
SiC
arpi
nter
o
Juan
de
Dio
sA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roSi
SiC
arga
dor
Petro
nila
Men
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a27
Solte
roN
oN
oLa
band
era
370
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Fortu
nata
Mez
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
José
Bra
voPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a27
Solte
roSi
No
Pana
dero
Satu
rnin
aO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roSi
SiC
ostu
rera
Ros
a C
.de
Anr
riequ
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Cas
ado
SiN
oLa
band
era
Man
uel
Del
gado
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
19So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Juan
de
Dio
sLi
nso
Nor
te
Am
eri-
cano
Neg
roC
atól
ica
52C
asad
oSi
SiSa
stre
Ciri
aco
Cés
pede
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roN
oN
oC
arga
dor
Raf
aela
Jim
enez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40So
ltero
No
No
Frut
era
Mar
iano
Cés
pede
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a13
SiSi
Alb
añil
Juan
Cés
pede
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a12
No
No
sin
dato
Mer
cede
sC
éspe
des
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
11N
oN
osi
n da
to
Jose
fina
Cés
pede
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
No
No
sin
dato
Jose
faA
lfaro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
24So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Emili
aVa
rgas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Just
aIv
añes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
26So
ltero
No
No
Pana
dero
Ros
ario
Ivañ
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
Sant
osIv
añes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Mar
iano
Bla
ncas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
27C
asad
oSi
SiA
lvañ
il
Vic
enta
N.
de B
lanc
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a19
Cas
ado
SiSi
Laba
nder
a
Juan
de
Mat
aB
lanc
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
371
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Juan
aA
lfaro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
22So
ltero
No
No
sin
dato
Cat
alin
aSo
toPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
Dom
éstic
a
Car
men
Arg
ando
naPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Nic
olas
Enriq
ues
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
28So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Ber
nard
aEn
rique
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Solte
roN
oN
oPl
aser
a
Mar
ía F
.En
rique
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Cos
me
Enriq
ues
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
5si
n da
to
Prud
enci
aA
lfaro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60V
iuda
No
No
Laba
nder
a
Mar
iano
Alfa
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a27
Solte
roSi
SiZa
pate
ro
Mar
íaM
endo
zaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a26
Solte
roN
oN
oC
ostu
rera
Juan
Juar
ezPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a46
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Nas
ario
Ber
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Solte
roSi
SiJo
rnal
ero
Edua
rda
Bal
caza
rPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a34
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Sant
osC
astro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
17So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Dom
ingo
Ber
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
No
No
sin
dato
Juan
A.
Ber
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a4
sin
dato
Juan
a E.
Ber
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
mes
essi
n da
to
Pabl
oA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a26
Solte
roN
oN
oA
dove
ro
Car
men
Cas
troPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a23
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Mar
íaPo
mar
eda
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
5si
n da
to
Juan
Sanc
hez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
36So
ltero
SiSi
Car
pint
ero
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Nic
olas
aR
amíre
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a21
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Man
uel
Sanc
hez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
4si
n da
to
Man
uel
Mar
tínez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
No
No
Alv
añil
Gris
elda
Cés
pede
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Man
uel
Fern
ánde
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a37
Cas
ado
No
No
Flet
ero
Mer
cede
s S.
de F
erná
ndez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
24C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Ros
ario
Fern
ánde
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a14
Solte
roN
oN
osi
n da
to
José
Her
rera
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
70C
asad
oN
oN
oLa
brad
or
Isab
el O
.de
Her
rera
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Paul
aH
erre
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a12
No
No
sin
dato
Mar
iano
Ars
ePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Juan
de
Dio
sH
erre
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
Bal
entín
Her
rera
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
21So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Fede
rico
Neg
reiro
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Solte
roN
oN
oLa
nche
ro
Gab
riela
C.
de L
opez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
36V
iudo
No
No
sin
dato
Bue
nave
n-
tura
Mira
nda
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
51C
asad
oSi
SiPe
scad
or
Man
uela
F.
de M
irand
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a53
Cas
ado
No
No
sin
dato
Teod
oro
Sala
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a35
Cas
ado
SiSi
Lanc
hero
Car
olin
aC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
sin
dato
Agu
stin
Gom
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Mar
iaG
omes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
373
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Ant
onio
Alz
amor
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
mes
sin
dato
Ant
onia
Alz
amor
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
mes
sin
dato
Nol
verta
Rio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a13
Solte
roSi
SiD
omés
tica
Mar
iaB
arrio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roN
oN
oD
omés
tica
Agu
stin
aV
illav
erde
Bol
ivia
noN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
oC
ocin
era
Ale
joM
ena
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
22So
ltero
No
No
Zapa
tero
Mer
cede
sSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a15
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Fran
cisc
oH
urta
doC
hile
noN
egro
Cat
ólic
a70
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Man
uel
Pere
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Cas
ado
SiSi
Car
gado
r
Mar
ía P
.de
Per
ezB
oliv
iano
Neg
roC
atól
ica
19C
asad
oN
oN
oLa
band
era
Vic
toria
Pere
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
mes
essi
n da
to
Sim
ónC
arra
sco
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
41C
asad
oSi
SiLa
nche
ro
Mar
ía B
.de
Car
rasc
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a22
Cas
ado
No
No
Laba
nder
a
Gui
llerm
oPi
erol
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Mar
ía C
.de
Car
rasc
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a3
mes
essi
n da
to
Inoc
ensi
oEc
heni
que
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
45So
ltero
No
No
Lanc
hero
Car
men
Cue
ntas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Ben
jam
ínD
ías
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
2si
n da
to
Man
uela
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30V
iudo
No
No
sin
dato
Mar
íaC
orro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Euje
nio
Cor
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Sant
iago
Zeva
llos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
51C
asad
oN
oN
oC
arga
dor
Ros
a E.
de Z
eval
los
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Man
uela
Zeva
llos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
23So
ltero
SiSi
Zapa
tero
Mar
íaZe
vallo
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roSi
Sisi
n da
to
Ant
onio
Zeva
llos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15Si
SiC
igar
rero
Tim
oteo
Zeva
llos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
11Si
Sisi
n da
to
Juan
de
Dio
sC
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a11
SiSi
sin
dato
Ben
jam
ínLu
cero
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
14N
oN
osi
n da
to
Ant
onia
Valc
arce
lPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a24
Solte
roN
oN
oFr
uter
a
Jesú
sC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Mar
iano
Valc
arce
lPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a28
Solte
roN
oN
oLa
nche
ro
Fran
cisc
aG
arci
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a24
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Dav
idVa
lcar
cel
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
2si
n da
to
Anj
elM
oral
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roN
oN
oLa
nche
ro
Mar
ia S
.A
rias
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
70V
iudo
No
No
sin
dato
Mar
iaSa
las
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50V
iudo
No
No
Laba
nder
a
Silv
eria
Sala
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Ros
aA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roSi
SiLa
band
era
Cris
tina
Sala
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a15
Solte
roSi
SiLa
band
era
Ros
aLe
gay
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10Si
Sisi
n da
to
Ber
nard
ina
Lega
yPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a7
No
No
sin
dato
375
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Mig
uel
Dáv
ilaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Solte
roN
oN
oC
igar
rero
Raf
aela
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a70
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Patri
cia
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Car
men
Alfa
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a12
No
No
sin
dato
Vic
ente
Alfa
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Juan
Alfa
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
Lore
nzo
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
57C
asad
oSi
SiEm
plea
do
Mar
celin
a Z.
de A
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a59
Cas
ado
SiSi
sin
dato
Agu
stin
Cru
z R
osas
Arje
ntin
oN
egro
Cat
ólic
a50
Viu
doSi
SiJo
rnal
ero
Paul
a H
.R
odrig
uez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Isid
roC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12N
oN
osi
n da
to
José
Ram
osPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Viu
doSi
SiSa
stre
Ana
Sile
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a42
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Nic
anor
Pere
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a15
SiSi
Her
rero
Mar
celin
oLi
endo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
29C
asad
oSi
SiA
lbañ
il
Ferm
ina A
.de
Lie
ndo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
23C
asad
oN
oN
oLa
band
era
Emili
aLi
endo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
osi
n da
to
Juan
Man
uel
Lien
doPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a4
sin
dato
Ros
aLi
endo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Del
fina
Mar
tinez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
No
No
Coc
iner
o
Past
orA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a28
Solte
roN
oN
oA
lbañ
il
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Eulo
jiaSa
vedr
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Dav
idA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
mes
essi
n da
to
Isab
elN
avar
rete
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
45V
iudo
No
No
Laba
nder
a
Mar
garit
aM
artin
ezPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a21
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Mar
iano
Her
rera
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
No
No
Ado
vero
Man
uela
Zega
rra
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
No
No
sin
dato
Jose
faB
enav
ides
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
90V
iudo
No
No
sin
dato
Polo
Mol
inas
Bol
ivia
noN
egro
Cat
ólic
a23
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Man
uela
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
SiSi
Cos
ture
ra
José
Lui
sAy
ala
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
8N
oN
osi
n da
to
Dan
iel
Ayal
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Man
uela
Ayal
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
mes
essi
n da
to
Petro
nila
Rod
rigue
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Solte
roN
oN
oPa
nade
ro
Ale
jand
roC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
8N
oN
osi
n da
to
Juan
aM
endo
zaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Just
oM
aldo
nado
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Juan
Juar
ezPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Iren
eH
uays
ano
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
41So
ltero
No
No
Laba
nder
a
And
rea
Asc
ona
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
osi
n da
to
Last
enia
Varg
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a7
No
No
sin
dato
Ros
aR
ios
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
44So
ltero
No
No
Plas
era
377
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Emili
oEy
sagu
irre
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
23So
ltero
SiSi
Car
gado
r
Man
uel
Mira
nda
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
16So
ltero
SiSi
Car
gado
r
Mar
iaC
adén
asA
rjent
ino
Neg
roC
atól
ica
100
Viu
doN
oN
osi
n da
to
Asu
nta
Pim
inte
lPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a35
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Just
aPi
min
tel
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
37So
ltero
SiSi
Laba
nder
a
Esm
eral
daM
irand
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a17
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Esta
nisl
aoA
rias
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25So
ltero
No
No
Cam
aler
o
Man
uela
Sanc
hez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
24So
ltero
SiSi
sin
dato
Elis
aSa
nche
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a15
Solte
roSi
Sisi
n da
to
Eula
liaZe
vallo
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a52
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Man
uela
C.
de Z
eval
los
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
70V
iudo
No
No
sin
dato
Agu
stin
aC
uent
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Juan
aC
uent
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a15
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Ciri
aco
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40So
ltero
SiSi
Car
gado
r
Ant
onia
Cés
pede
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Isab
elO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a44
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Juan
aLu
cero
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25So
ltero
No
No
Cos
ture
ra
Nic
olas
aIv
arra
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
70V
iudo
No
No
sin
dato
Mar
iaSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a65
Viu
doN
oN
osi
n da
to
Man
uela
Fern
ande
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Can
dela
riaFi
guer
oaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
sin
dato
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Fran
cisc
aJi
men
ezPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a48
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Mar
iano
Saco
nete
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60C
asad
oN
oN
oC
omer
- cia
nte
Man
uel
Silv
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Solte
roN
oN
oLa
nche
ro
Fran
cisc
aD
elga
doPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a33
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Juan
Silv
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Man
uel
Men
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a39
Cas
ado
SiSi
Car
gado
r
Mar
ia F
.de
Men
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a36
Cas
ado
No
No
sin
dato
Cle
men
teM
ena
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12Si
Sisi
n da
to
Ros
aJi
men
ezPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a35
Solte
roN
oN
oFr
uter
a
Mel
chor
aA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Viu
doN
oN
oLa
band
era
Mar
ia P
.Fe
rnan
dez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
SiSi
Laba
nder
a
Lore
nza
Ram
irez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
54So
ltero
No
No
sin
dato
Elis
aH
erna
ndez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
32So
ltero
SiN
oLa
band
era
Ale
jand
ro D
.C
astro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
13Si
Sisi
n da
to
Juan
R.
Ram
osPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
sin
dato
Paul
aPl
ader
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a60
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Felix
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
26So
ltero
SiSi
Car
gado
r
Man
uela
Sanc
hez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
SiSi
Laba
nder
a
Man
uela
Lea
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15So
ltero
No
No
sin
dato
Cár
los
Mes
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a39
Solte
roN
oN
oC
arre
tero
Mar
iaM
ena
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
SiSi
sin
dato
379
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Alfr
edo
Mes
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Del
fina
Mes
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a4
sin
dato
Sara
Mes
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
mes
essi
n da
to
Man
uel
Sile
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a56
Solte
roN
oN
oC
arga
dor
Mar
garit
aC
arra
sco
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
SiSi
Cos
ture
ra
Fran
cisc
oTa
pia
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1si
n da
to
Pedr
oC
orté
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Solte
roN
oN
oA
lbañ
il
Mic
aela
Men
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a58
Viu
doN
oN
osi
n da
to
Mer
cede
sM
ena
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
24So
ltero
SiSi
sin
dato
José
Cho
mbo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
32So
ltero
No
No
Car
rete
ro
Man
uela
C.
Ont
aner
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a22
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Del
fina
Cho
mbo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10N
oN
osi
n da
to
José
Cho
mbo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
osi
n da
to
Elen
aC
hom
boPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a4
sin
dato
José
Pio
Cés
pede
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roN
oN
oC
arga
dor
Jaci
nta
Col
oma
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
24So
ltero
SiN
osi
n da
to
Cac
imira
Ram
irez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Man
uela
Pere
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Mar
iaPe
res
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6 m
eses
sin
dato
Sant
iago
Ivañ
ezPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a45
Solte
roSi
SiZa
pate
ro
Man
uela
Dia
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
oFr
uter
a
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Mer
cede
sVa
rgas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
17So
ltero
No
No
sin
dato
Dav
idZe
garr
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Lisa
ndro
Dia
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a15
No
No
Her
rero
Juan
Mel
ende
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a34
Solte
roN
oN
oLa
nche
ro
Anc
elm
oSo
toPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a51
Cas
ado
No
No
Car
gado
r
Man
uel
Car
rera
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Man
uela
Cac
éres
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
43So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Nic
olas
Sanc
hez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
SiN
oA
dove
ro
Man
uela
Ram
irez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
29So
ltero
No
No
sin
dato
José
Zega
rra
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25So
ltero
SiSi
Lanc
hero
Isid
ora
O.
de C
rivill
ero
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
27C
asad
oN
oN
oLa
band
era
Pedr
oC
arre
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a26
Solte
roN
oN
oA
lbañ
il
Juan
Car
rasc
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a22
Solte
roSi
SiLa
nche
ro
Car
men
Gar
cia
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
19So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Man
uel
Car
rasc
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Nat
ivid
adEs
tora
ica
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
52V
iuda
No
No
sin
dato
Lean
dra
Car
rero
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
No
No
sin
dato
Juan
Car
rero
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
No
No
Labr
ador
Mar
iano
Car
rero
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15N
oN
oLa
brad
or
Car
lota
Bra
cam
onte
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
34So
ltero
SiN
oLa
band
era
Mar
iaC
arre
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a29
Solte
roN
oN
oFr
uter
a
381
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Vic
enci
aO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a54
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Món
ica
Cac
éres
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Nic
anor
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6si
n da
to
Lean
dro
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
33So
ltero
No
No
Cal
dere
ro
Mar
íaC
ampe
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a36
Viu
doN
oN
oC
ostu
rera
Del
fina
Yañe
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a14
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Juan
aYa
ñes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
osi
n da
to
Juan
Cár
dena
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a33
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Julia
naB
raca
mon
tePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a35
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Vale
ntin
aPi
min
tel
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
sin
dato
Man
uel F
.N
acar
ino
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10Si
No
Esco
lást
ico
Tom
ásN
acar
ino
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
8Si
No
Esco
lást
ico
Mar
ía Z
.N
acar
ino
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Sant
iago
G.
de N
acar
ino
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
11 m
eses
sin
dato
Petro
nila
Mel
ende
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a52
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Filo
men
aD
elga
doPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a23
Solte
roN
oN
oC
ocin
ero
Eust
aqui
aB
ravo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
37So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Filo
men
aN
uñes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
11N
oN
osi
n da
to
Man
uela
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Cec
ilio
Alfa
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a45
Cas
ado
No
No
Car
gado
r
Juan
a C
.de
Alfa
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a39
Cas
ado
No
No
Laba
nder
a
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Agu
stín
Salg
ado
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50So
ltero
No
No
Car
gado
r
Juan
Salg
ado
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12Si
SiEs
colá
stic
o
Paul
aC
acér
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roSi
SiC
ostu
rera
Mar
íaA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a16
Solte
roSi
SiC
ostu
rera
José
Dia
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
sin
dato
Elis
ene
Dia
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Isid
ora
Ber
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Viu
doN
oN
osi
n da
to
Polo
Ber
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a22
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Nat
ivid
adR
íos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
19So
ltero
No
No
sin
dato
Man
uela
Río
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a21
Viu
doN
oN
oC
ostu
rera
Man
uel
Mor
ales
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10N
oN
oD
omés
tica
Juan
a R
.C
astil
loPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roSi
No
Coc
iner
o
Car
men
Toba
rPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a46
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Mar
iano
Bov
ePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roSi
SiC
arpi
nter
o
Cru
zaA
lbar
rací
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Dom
itila
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6 m
eses
sin
dato
Juan
a B
.To
rres
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
17So
ltero
No
No
sin
dato
Igna
cio
Ret
amos
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Cas
ado
SiSi
Col
chon
ero
Rud
ecin
da V
.de
Ret
amos
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a54
Cas
ado
No
No
sin
dato
Ant
onio
Esto
raic
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Solte
roSi
SiC
arga
dor
Cip
riana
Bar
rios
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40So
ltero
No
No
sin
dato
383
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Luis
Esto
raic
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a14
No
No
sin
dato
Gav
ino
Car
rasc
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Solte
roSi
SiJo
rnal
ero
Petro
nila
Enriq
ues
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
23So
ltero
No
No
sin
dato
Dav
idC
arra
sco
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7 m
eses
sin
dato
Ros
aFl
ores
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
19So
ltero
No
No
sin
dato
Ferm
ina
Mor
illo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
16So
ltero
SiSi
sin
dato
Mer
cede
sSa
nche
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
Sim
ónSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Bue
nave
n-
tura
Sans
oro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
36So
ltero
SiSi
Jorn
aler
o
Man
uel
Col
lao
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40C
asad
oN
oN
oLa
brad
or
Pabl
oC
olla
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a21
Solte
roN
oN
oLa
brad
or
Mar
iano
Sant
ana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
33C
asad
oSi
SiJo
rnal
ero
Juan
a E.
de S
anta
naPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a22
Cas
ado
SiSi
sin
dato
José
Sant
ana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1si
n da
to
Luis
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a14
No
No
sin
dato
Mar
ía R
.de
Sal
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a33
Cas
ado
No
No
sin
dato
Flor
enci
aSa
las
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Juan
a M
.O
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Viu
doN
oN
osi
n da
to
Pedr
oO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a15
No
No
Jorn
aler
o
Elía
sO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a19
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Sant
osC
astro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
17So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Tom
ása
Ase
vedo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
80V
iudo
No
No
sin
dato
José
Bec
erra
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
45C
asad
oSi
SiC
apitá
n de
Pu
erto
Esm
eral
daM
irand
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a17
Solte
roN
oN
oD
omés
tica
Fede
rico
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15N
oN
oD
omés
tica
Mar
iano
Jim
enez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
oD
omés
tica
Mat
eoB
arrio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a48
Cas
ado
No
No
Agr
icul
tor
Mar
ia S
.de
Bar
rios
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Juan
Bar
rios
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
14N
oN
oA
gric
ulto
r
Mel
chor
a B
.de
Cha
con
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Julia
nA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a14
No
No
Jorn
aler
o
Gre
goria
Bar
rios
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
José
Tiem
poPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a45
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Gre
goria
Lanc
hipa
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
sin
dato
Lore
ta O
.de
Ter
cero
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Fabi
anTe
rcer
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roN
oN
oLa
brad
or
Juan
Alfa
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Solte
roN
oN
oLa
brad
or
Man
uel
Yañe
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a36
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Mar
iaTa
pia
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25So
ltero
No
No
sin
dato
Man
uel
Bar
rera
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40So
ltero
No
No
Labr
ador
José
Mar
iaB
arre
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Solte
roSi
SiLa
brad
or
Fran
cisc
oB
ravo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
70C
asad
oN
oN
oLa
brad
or
385
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Vic
enta
Nac
arin
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a60
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Mar
iaN
acar
ino
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50So
ltero
No
No
sin
dato
Pedr
oTa
pia
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25So
ltero
No
No
Labr
ador
Sera
fina
Tapi
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Solte
roN
oN
osi
n da
to
José
Mar
iaC
hom
boPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a70
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Pila
rTa
pia
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12N
oN
osi
n da
to
Car
men
Gon
zale
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Mar
iaA
scar
rus
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
34So
ltero
No
No
sin
dato
Luci
aB
ravo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50So
ltero
No
No
sin
dato
Isid
ora
Bra
voPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Man
uel
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60So
ltero
SiSi
Agr
icul
tor
Bue
nave
ntur
aA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a14
No
No
sin
dato
Asu
nta
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12N
oN
osi
n da
to
Mer
cede
sA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Juan
aA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Can
dela
riaA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
sin
dato
Nol
verto
Rio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a46
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Seve
rina
Ivañ
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Juan
de
Dio
sR
ios
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
5si
n da
to
Con
cepc
ion
Rio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
No
No
sin
dato
Man
uela
Bra
voPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Cac
imiro
Are
dond
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Cas
ado
No
No
Jorn
aler
o
Mar
ia M
.de
Are
dond
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Cas
ado
No
No
sin
dato
Bac
ilio
Mam
ani
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
14N
oN
osi
n da
to
Gav
ino
Are
dond
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Juan
de
Dio
sA
redo
ndo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
8N
oN
osi
n da
to
Abe
lA
redo
ndo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6si
n da
to
Man
uel
Are
dond
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Ferm
ina
Gon
zale
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Dom
ingo
Mam
ani
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50C
asad
oN
oN
oJo
rnal
ero
Ferm
inM
aman
iPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Fulg
enci
oB
isa
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Mat
eaTr
illo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30V
iudo
No
No
sin
dato
Juan
José
Rio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a4
sin
dato
José
Mar
íaA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a60
Cas
ado
No
No
Agr
icul
tor
Her
men
ejild
aIv
añes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60C
asad
oN
oN
oJo
rnal
ero
Petro
nila
M.
de Iv
añes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
61C
asad
oN
oN
osi
n da
to
José
Mar
íaB
arrio
nuev
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Cas
ado
No
No
Jorn
aler
o
Asu
nta A
.de
Bar
rio-
nuev
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Cas
ado
No
No
sin
dato
Sant
osA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a12
No
No
sin
dato
Man
uel
Enriq
ues
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
62So
ltero
No
No
Agr
icul
tor
Jose
faM
aman
iPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a51
Solte
roN
oN
osi
n da
to
387
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
José
Enriq
ues
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12N
oN
osi
n da
to
Evar
ista
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
56V
iudo
No
No
sin
dato
Mar
iano
Col
lao
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Pabl
oC
olla
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Juan
aC
olla
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a14
Solte
roN
oN
osi
n da
toC
once
p- c
ion
C.
de C
ruz
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
28C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Fran
cisc
oC
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a13
No
No
sin
dato
Pres
enta
cion
Cru
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
José
B.
Cru
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Juan
a M
.C
ruz
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3 m
eses
sin
dato
Juan
F.
Jim
enez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6 m
eses
sin
dato
Mar
iaM
aman
iPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Sim
onVa
rgas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
53So
ltero
SiSi
Agr
icul
tor
Mar
iano
Gal
ean
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
70So
ltero
sin
dato
Juan
aM
oral
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
No
No
Dom
éstic
a
Juan
aTo
rres
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
52So
ltero
No
No
sin
dato
Juan
Ros
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Fran
cisc
oB
alua
rtePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Juan
Bal
uarte
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
8N
oN
osi
n da
to
Dol
ores
Mira
nda
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50So
ltero
No
No
sin
dato
Joaq
uina
Mira
nda
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
No
No
sin
dato
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Mar
tínPo
rtoca
rrer
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a70
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Mar
íaR
odríg
uez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40So
ltero
No
No
sin
dato
Polo
nia
Ros
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Solte
roN
oN
osi
n da
to
José
Mar
íaB
isa
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
José
Ros
aB
isa
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12N
oN
osi
n da
to
Can
dela
riaB
isa
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
5si
n da
to
José
Bis
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
Petro
nila
Loai
zaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a46
Solte
rosi
n da
to
Sant
iago
Ros
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Ros
aR
osas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
35So
ltero
No
No
sin
dato
Mar
íaR
osas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
José
Jim
enez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
38So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Cac
imiro
Jim
enez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
46C
asad
oSi
SiA
gric
ulto
r
Jaco
ba R
.de
Jim
enez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
26C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Cel
estin
oJi
men
ezPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a22
Solte
roSi
SiA
gric
ulto
r
Man
uel
Jim
enez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
19So
ltero
SiSi
Agr
icul
tor
Jesu
sJi
men
ezPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Man
uel
Río
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a21
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Nat
ivid
adR
íos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
17So
ltero
No
No
sin
dato
Man
uela
Río
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a16
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Juan
Río
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a13
No
No
sin
dato
389
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
José
Ber
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
sin
dato
Mar
íaB
era
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
22So
ltero
No
No
sin
dato
Mig
uel
Ber
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
Fortu
nata
Ber
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a11
mes
essi
n da
to
Juan
Alfa
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Viu
doN
oN
oJo
rnal
ero
José
Alfa
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
sin
dato
Juan
aA
lfaro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Brij
ida
Alfa
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Man
uel
Alfa
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a12
No
No
sin
dato
Pabl
oA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a28
Cas
ado
SiSi
Alv
añil
Pedr
o P.
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a45
Cas
ado
No
No
Agr
icul
tor
Vic
toria
S.
de C
orba
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
46C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Mar
iano
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roSi
SiC
arpi
nter
o
Car
men
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a17
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Sant
osC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12N
oN
osi
n da
to
Fran
cisc
oC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
5si
n da
to
Man
uel
Espi
noza
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25C
asad
oSi
No
Agr
icul
tor
Anj
ela
C.
de E
spin
oza
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
26C
asad
oSi
Sisi
n da
to
Jena
roC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6 m
eses
sin
dato
Mar
tina
O.
Gon
zale
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
Hon
orio
Gon
zale
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a7
No
No
sin
dato
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Gre
gorio
Col
lao
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60So
ltero
No
No
Agr
icul
tor
José
Mar
íaSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a65
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Món
ica
Col
lao
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
61So
ltero
No
No
sin
dato
Man
uela
Zoza
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
4si
n da
to
Mar
ía C
.Zo
zaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
Ben
anci
oSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Sant
iago
Sant
ana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
27So
ltero
SiSi
Jorn
aler
o
Enriq
ueSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Fran
cisc
oSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a35
Cas
ado
No
No
Agr
icul
tor
Igna
cia
C.
de E
spin
oza
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
23C
asad
oSi
Sisi
n da
to
Man
uel
Zava
laPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Cla
raFe
rnan
dez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25So
ltero
No
No
sin
dato
Mar
iano
Del
gado
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10N
oN
osi
n da
to
Felip
eD
elga
doPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
sin
dato
Juan
José
Zava
laPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a4
sin
dato
Flav
ioZa
vala
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
2si
n da
to
Juan
aC
olla
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a12
No
No
Dom
éstic
a
Mar
iano
Flor
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a36
Cas
ado
No
No
Agr
icul
tor
Seve
rina
F.de
Flo
res
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
27C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Edua
rdo
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
4si
n da
to
Mar
íaO
sorio
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
11N
oN
oD
omés
tica
391
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
José
Mar
íaB
era
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
33V
iudo
SiSi
Agr
icul
tor
Juan
aB
era
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12N
oN
osi
n da
to
Ana
Ber
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
Laur
aB
era
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Juan
Alfa
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
rosi
n da
to
Esco
lást
ica
Col
lao
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40So
ltero
No
No
sin
dato
Mar
ía R
.C
olla
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
Mar
iana
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
28So
ltero
SiSi
Agr
icul
tor
Teod
oro
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10N
oN
osi
n da
to
Pedr
oYa
ñes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
55V
iudo
No
No
Jorn
aler
o
Enca
rnac
ión
Pera
ltaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Isid
roM
arín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1si
n da
to
Cal
ixto
Bra
boPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Cas
ado
SiSi
Agr
icul
tor
Felic
iana
C.
de B
rabo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
39C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Trin
idad
Bra
boPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a17
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Ciri
aca
Bra
boPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a15
Solte
roSi
Sisi
n da
to
Mic
aela
Bra
boPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
Mig
uel
Bra
boPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
No
No
sin
dato
And
rea
Bra
boPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
sin
dato
Fran
cisc
oB
rabo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Mar
íaB
rabo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
2si
n da
to
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Man
uel
Ara
naPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a44
Cas
ado
No
No
Jorn
aler
o
Car
men
T.
de A
rana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30C
asad
oSi
Sisi
n da
to
Faus
tino
Ara
naPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a13
No
No
sin
dato
Aur
elia
Ara
naPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
Mig
uel
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
8N
oN
osi
n da
to
Adr
ian
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Ros
aPl
ader
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a60
Viu
doN
oN
osi
n da
to
Ant
onia
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roSi
SiA
gric
ulto
r
Juan
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a17
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Jose
faC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
22So
ltero
No
No
sin
dato
Juan
aC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Car
men
Sans
oro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
sin
dato
Juan
aC
onch
aliq
uePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
sin
dato
Mig
uel
Con
chal
ique
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Mar
íaC
onch
aliq
uePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Mig
uel
Sans
oro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60C
asad
oN
oN
oA
gric
ulto
r
Juan
de
Dio
sD
uran
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10N
oN
osi
n da
to
José
Mar
quez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
42So
ltero
No
No
Agr
icul
tor
Mat
ías
Cop
aira
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40So
ltero
SiSi
Car
pint
ero
Man
uela
Col
lao
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
SiSi
sin
dato
Man
uel
Cop
aira
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
osi
n da
to
393
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Juan
aC
opai
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a3
sin
dato
Pila
rC
opai
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
Dan
iel
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a19
Solte
roSi
SiD
omés
tica
Euge
nio
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Cas
ado
SiSi
Agr
icul
tor
Mel
chor
a O
.de
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Cas
ado
SiSi
sin
dato
Car
men
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a24
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Petro
nila
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a22
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Ana
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roN
oN
osi
n da
to
And
rea
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a14
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Ilario
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a13
SiSi
sin
dato
Mar
celin
oC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
11Si
Sisi
n da
to
Mod
esto
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a7
No
No
sin
dato
Juan
de
Dio
sC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6si
n da
to
Rita
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a4
sin
dato
Mar
íaSa
las
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60V
iudo
No
No
sin
dato
Aur
ora
Que
lopa
naPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a13
Solte
roSi
No
Dom
éstic
a
Felix
Rio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a45
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Sant
osC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
32So
ltero
No
No
sin
dato
And
rés
Rio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a17
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Mar
iano
Rio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
Nol
verto
Rio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Man
uela
Rio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
No
No
sin
dato
Man
uel
Rio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a3
sin
dato
Juan
Rio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
Ase
ncio
Rio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Dan
iel
Pisa
rro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
19So
ltero
SiSi
Agr
icul
tor
Ros
alia
Luce
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Cru
zaLu
cero
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
5si
n da
to
Juan
M.
Luce
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a3
sin
dato
Mar
iaLu
cero
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
2 m
eses
sin
dato
Just
aLu
cero
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
45So
ltero
No
No
sin
dato
Jose
faLu
cero
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
100
Viu
doN
oN
osi
n da
to
Jaci
nta
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
SiSi
sin
dato
Esm
elin
daA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a3
sin
dato
Edua
rdo
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6 m
eses
sin
dato
Juan
aA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Solte
roSi
Sisi
n da
to
Man
uel
Apa
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
Felip
eC
acér
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roSi
SiA
gric
ulto
r
Man
uela
Eysa
guirr
ePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a36
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Juan
aEy
sagu
irre
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
osi
n da
to
Man
uel
Cac
éres
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Mar
iaC
acér
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a4
mes
essi
n da
to
395
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Ram
onR
ios
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Ber
nard
aO
sorio
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
sin
dato
Mar
iaO
sorio
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
70So
ltero
No
No
sin
dato
Mar
iaA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Viu
doN
oN
osi
n da
to
Fran
cisc
oB
ildoz
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Solte
roSi
SiA
gric
ulto
r
Sant
osB
ildoz
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roSi
Sisi
n da
to
Juan
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
26So
ltero
SiSi
Cig
arre
ro
Mar
iano
Bau
tista
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50C
asad
oN
oN
oA
gric
ulto
r
Juan
a A.
de B
autis
taPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a55
Cas
ado
No
No
sin
dato
Plac
ido
Flor
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a14
No
No
sin
dato
Jaco
baEs
tora
ica
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
23So
ltero
No
No
sin
dato
Sim
onTa
pia
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
36C
asad
oN
oN
oA
gric
ulto
rSa
bast
iana
M
.de
Tap
iaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a35
Cas
ado
No
No
sin
dato
Juan
Tapi
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
sin
dato
Man
uel
Tapi
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a8
No
No
sin
dato
Juan
aTa
pia
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Saba
stia
nTa
pia
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
2si
n da
to
Mat
ias
Sanc
hez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
45So
ltero
No
No
Agr
icul
tor
Fulg
enci
oA
rana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
35So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Urs
úla
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
SiSi
sin
dato
Sant
iago
Soto
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
28So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Fran
cisc
aR
osas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50So
ltero
No
No
sin
dato
Mar
celin
oR
osas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
34So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Mar
iano
Ros
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a21
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Ale
joR
osas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
SiSi
Jorn
aler
o
Mar
iaR
osas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
No
No
sin
dato
Satu
rnin
aR
osas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15So
ltero
No
No
sin
dato
Ale
jand
roR
osas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10N
oN
osi
n da
to
Juan
Esto
raic
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a41
Cas
ado
No
No
Agr
icul
tor
Mar
ia R
.de
Est
orai
caPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Cas
ado
No
No
sin
dato
José
Mar
iaEs
tora
ica
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1si
n da
to
Juan
S.
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25C
asad
oN
oN
oA
gric
ulto
r
Salo
mé
R.
de C
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a26
Cas
ado
No
No
sin
dato
Ros
ario
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
8 m
eses
sin
dato
Ferm
inSo
lisPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a60
Cas
ado
No
No
Agr
icul
tor
Sant
os R
osas
de S
olis
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
58C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Mar
iano
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
55So
ltero
SiSi
Agr
icul
tor
Bal
taza
rC
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
Juan
aC
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a70
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Mar
iaC
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a60
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Cru
zaC
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a23
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Ben
itoC
adén
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a48
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
397
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Mar
iaO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Con
cepc
ion
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15So
ltero
No
No
sin
dato
Man
uel
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
8N
oN
osi
n da
to
Fortu
nata
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
4si
n da
to
Isab
elO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
sin
dato
Jose
faC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50V
iuda
No
No
sin
dato
Juan
L.
Dur
anPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Man
uel
Cad
énas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
16So
ltero
No
No
Agr
icul
tor
Juan
aO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a20
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Man
uel
Jim
enez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Man
uela
Jim
enez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
5si
n da
to
Man
uela
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1si
n da
to
Tom
ásC
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a60
Solte
roSi
SiA
gric
ulto
r
Mic
aela
Cho
mbo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
37So
ltero
No
No
sin
dato
Paul
aC
adén
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a12
No
No
sin
dato
Flor
entin
aA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a75
Cas
ado
SiSi
sin
dato
Seno
via
Cad
énas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
14So
ltero
No
No
sin
dato
Ale
jand
roC
adén
asPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a37
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Tom
ása
Orte
gaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a39
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Juan
Con
chal
ique
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a10
No
No
sin
dato
Ros
ario
Cad
énas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6si
n da
to
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Mar
cos
Cad
énas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
2si
n da
to
Man
uel
Cad
énas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
2 m
eses
sin
dato
Raf
aela
Bra
boPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Can
dela
riaEs
tora
ica
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10N
oN
osi
n da
to
Pedr
o P.
Esto
raic
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
sin
dato
Petro
nila
Esto
raic
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a4
sin
dato
Bác
ilio
Esto
raic
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
Nat
ivid
adB
rabo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
23C
asad
oN
oN
osi
n da
to
Emili
aB
rabo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10 m
eses
sin
dato
Ant
onio
Cac
éres
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
8N
oN
osi
n da
to
Jesu
sTa
pia
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
osi
n da
to
Lore
nzo
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
36So
ltero
No
No
Agr
icul
tor
Mat
ias
Flor
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Man
uela
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25So
ltero
No
No
sin
dato
Ade
laid
aC
orro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6si
n da
to
Cár
los
Cor
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a11
No
No
sin
dato
Euge
nio
Cor
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
sin
dato
Sant
iago
Esto
raic
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Mar
cela
Pang
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a55
Solte
roN
oN
osi
n da
to
Mat
eoR
ios
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
7N
oN
osi
n da
to
Cay
etan
oA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a53
Cas
ado
No
No
Agr
icul
tor
399
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Car
men
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
sin
dato
Man
uel
Rob
les
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
osi
n da
to
Cru
zaR
oble
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
sin
dato
Tom
asa
Rob
les
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
4si
n da
to
Igna
cio
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3si
n da
to
Erm
inia
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1si
n da
to
Ber
nard
ina
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25So
ltero
No
No
sin
dato
Pedr
o Jo
séB
autis
taPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a44
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Torib
ioB
rabo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
65So
ltero
SiSi
Agr
icul
tor
Mar
iano
Esto
raic
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a67
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Man
uel
Rom
anPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a31
Solte
roN
oN
oC
amay
o
Bru
noPi
min
tel
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Jose
faO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Ben
anci
oA
redo
ndo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
29So
ltero
SiSi
Jorn
aler
o
Mar
iaH
erre
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a22
Solte
roN
oN
oSi
n D
ato
Mar
iaSa
nche
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
Sin
Dat
o
Juan
de
Dio
sM
ora
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
SiN
oJo
rnal
ero
Ram
ona
Her
rera
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
No
No
Coc
iner
a
Man
uel
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
12N
oN
oD
omés
tico
Cel
edon
ioFl
ores
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10N
oN
oD
omés
tico
Rufi
noC
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roSi
SiJo
rnal
ero
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Cel
estin
oVa
rgas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
27So
ltero
SiSi
Jorn
aler
o
Jaci
nto
Ivar
raPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a36
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Juan
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50C
asad
oSi
SiM
ayor
dom
o
Fran
cisc
aR
ueda
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
19So
ltero
SiSi
Sin
Dat
o
And
rés
Asc
ona
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
22So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
José
Mar
iaVe
lisPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Fran
cisc
oZu
niga
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
22So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Fran
cisc
oPa
isa
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
22So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
And
res
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
60So
ltero
No
No
Agr
icul
tor
And
rés
Pasa
man
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
69So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Felix
Jim
enez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
45So
ltero
No
No
Agr
icul
tor
Cat
alin
aSo
riano
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
oD
omés
tica
José
R.
Luce
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a34
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Man
uela
Tira
doPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
oD
omés
tica
Nas
ario
Paja
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
oD
omés
tica
Man
uela
Jim
enez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
Cos
ture
ra
Man
uela
Cha
ves
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
65So
ltero
No
No
Sin
Dat
o
Ildef
onso
Jim
enez
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
No
No
Arr
iero
Mar
iano
Rom
ero
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30C
asad
oN
oN
oJo
rnal
ero
Nol
verto
Gut
ierr
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a7
No
No
Dom
éstic
a
Ade
laid
aR
íos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25So
ltero
No
No
Laba
nder
a
401
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Juan
aR
íos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
8N
oN
oSi
n D
ato
Mar
iano
Río
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a3
Sin
Dat
o
Mar
íaR
íos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1Si
n D
ato
Lore
nza
Río
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a24
Solte
roN
oN
oLa
band
era
Mar
ía E
.R
íos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
oSi
n D
ato
Mat
eoR
íos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6Si
n D
ato
Juan
aR
íos
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
4Si
n D
ato
Man
uel
Río
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
Sin
Dat
o
José
Man
uel
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
80C
asad
oN
oN
oA
gric
ulto
r
Mar
ia O
.de
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
55C
asad
oN
oN
oSi
n D
ato
Juan
Tapi
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a45
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Dom
ingo
Tapi
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a13
SiN
oEs
colá
stic
o
Man
uel
Lanc
hipa
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
45So
ltero
No
No
Agr
icul
tor
Sant
iago
Lanc
hipa
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
4Si
n D
ato
Juan
aLa
nchi
paPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
Sin
Dat
o
Man
uel
Gui
llen
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
Arr
iero
Espe
ranz
aC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
16So
ltero
No
No
Cos
ture
ra
Am
alia
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a1
Sin
Dat
o
Avel
ino
Alb
arra
cín
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
13Si
No
Esco
lást
ico
Ant
onio
Cañ
ipa
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
100
Cas
ado
No
No
Sin
Dat
o
Man
uela
Cañ
ipa
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
Laba
nder
a
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Juan
aC
añip
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
Sin
Dat
o
Mar
íaC
añip
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a2
Sin
Dat
o
José
San
tos
Rob
les
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
35So
ltero
No
No
Arr
iero
Ani
ceto
M.
Car
rasc
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roSi
SiA
gric
ulto
r
Man
uel
Esto
reic
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a28
Solte
roSi
SiJo
rnal
ero
Man
uel
Luce
roPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a45
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Mar
celin
oEs
tora
ica
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50C
asad
oN
oN
oA
gric
ulto
r
Man
uela
C.
de E
stor
aica
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
46C
asad
oN
oN
oSi
n D
ato
Mig
uel
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a25
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Mer
cede
sC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
22So
ltero
No
No
Sin
Dat
o
Ros
endo
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a7
No
No
Sin
Dat
o
Bar
tolo
mé
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
Sin
Dat
o
Man
uel
Cor
vach
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a3
Sin
Dat
o
Paul
aC
orva
cho
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
2Si
n D
ato
Man
uel
Sans
oro
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
23So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Ben
igno
Varg
asB
oliv
iano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
SiSi
Jorn
aler
o
Mar
íaSa
nsor
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
oSi
n D
ato
Sant
iago
Ale
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
No
No
Dom
éstic
a
Pedr
oG
alin
doPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Mar
iano
Muñ
osC
olom
bian
oN
egro
Cat
ólic
a64
Viu
doN
oN
oM
ayor
dom
o
Juan
Birr
ueta
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15N
oN
oD
omés
tica
403
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Mar
íaPl
ader
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a41
Solte
roN
oN
oSi
n D
ato
Mar
iano
Mur
illo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
21So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Teod
oro
Sanc
hes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
29So
ltero
SiSi
Jorn
aler
o
Cor
nelio
Urd
aniv
iaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a27
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
José
Mar
íaC
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a48
Cas
ado
SiSi
Agr
icul
tor
Mau
ricia
G.
de C
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a26
Cas
ado
No
No
Sin
Dat
o
Nic
olas
Ivañ
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a26
Cas
ado
SiSi
Agr
icul
tor
Man
uel
Sala
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Cas
ado
No
No
Agr
icul
tor
Mar
iaB
alua
rtePe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a60
Solte
roN
oN
oC
ocin
ero
José
Ben
avid
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a35
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Cal
ixto
Mor
illo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
23So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Ros
aB
errio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roN
oN
oC
ocin
ero
Lore
nza
Ber
rios
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10N
oN
oSi
n D
ato
Hila
rioLi
endo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
26So
ltero
No
No
Agr
icul
tor
Mar
iano
Jord
anB
oliv
iano
Neg
roC
atól
ica
32So
ltero
No
No
Agr
icul
tor
Mel
chor
Serp
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a36
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Paul
aIv
añes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
29So
ltero
No
No
Sin
Dat
o
Mel
chor
aIv
añes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
13So
ltero
No
No
Sin
Dat
o
Felix
Ivañ
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
Sin
Dat
o
Dol
ores
Ivañ
esPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a4
Sin
Dat
o
Nas
ario
Her
rera
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
26So
ltero
SiSi
Jorn
aler
o
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Mar
íaC
arra
sco
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10 m
eses
Sin
Dat
o
And
rés
Rue
daPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a58
Cas
ado
No
No
Jorn
aler
o
Seba
stia
naA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a15
Solte
roN
oN
oSi
n D
ato
Ase
ncio
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
10N
oN
oSi
n D
ato
Rai
mun
doA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
Sin
Dat
o
Man
uela
Alb
arra
cin
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
6 m
eses
Sin
Dat
o
Mar
iaA
lbar
raci
nPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a6
mes
esSi
n D
ato
Petro
nila
Car
déna
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a30
Solte
roN
oN
oSi
n D
ato
Seno
via
Car
déna
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a14
Solte
roN
oN
oC
ostu
rera
Pedr
oC
arra
sco
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
56So
ltero
SiSi
Agr
icul
tor
Nic
olas
Car
rasc
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a26
Solte
roSi
SiA
gric
ulto
r
Mar
tínIv
añes
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
28So
ltero
No
No
Agr
icul
tor
Mar
iano
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
53V
iudo
SiSi
Agr
icul
tor
Man
uela
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
23So
ltero
SiSi
Sin
Dat
o
Nat
ivid
adG
uzm
anPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a26
Solte
roSi
SiSi
n D
ato
Dol
ores
Guz
man
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
1Si
n D
ato
Seba
stia
naC
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a19
Solte
roN
oN
oSi
n D
ato
Mar
iano
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
17So
ltero
SiSi
Agr
icul
tor
Man
uel
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
15Si
No
Sin
Dat
o
Julia
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
13So
ltero
No
No
Sin
Dat
o
Biv
iana
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
11N
oN
oSi
n D
ato
405
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Luis
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
oSi
n D
ato
Man
uel
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
52So
ltero
SiN
oA
gric
ulto
r
Man
uela
Send
eja
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
34So
ltero
No
No
Sin
Dat
o
Seve
rina
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
18So
ltero
No
No
Sin
Dat
o
Man
uela
C.
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
11N
oN
oSi
n D
ato
Man
uel D
.C
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a9
No
No
Sin
Dat
o
Pedr
o A
.C
orne
joPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
Sin
Dat
o
Pabl
oB
rabo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
52V
iudo
No
No
Agr
icul
tor
Isid
oro
Rui
zPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Man
uela
Bra
boPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a29
Solte
roN
oN
oSi
n D
ato
Juan
Bra
boPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a7
No
No
Sin
Dat
o
Man
uel
Bra
boPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a5
Sin
Dat
o
Fran
cisc
oB
rabo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
50So
ltero
No
No
Agr
icul
tor
Man
uela
Sant
ana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
40So
ltero
No
No
Sin
Dat
o
Ase
ncio
nSa
ntan
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a11
No
No
Sin
Dat
o
Luzg
arda
Sant
ana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
oSi
n D
ato
Dam
iana
Sant
ana
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
3Si
n D
ato
Cec
ilio
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
22So
ltero
SiSi
Jorn
aler
o
Man
uel
Cor
nejo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
20So
ltero
SiSi
Jorn
aler
o
Mar
iano
Telle
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a35
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Mar
iano
Col
lau
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
55So
ltero
No
No
Agr
icul
tor
Nom
bre
Ape
llido
Patri
aC
ondi
ción
Rel
igió
nEd
adEs
tado
Sabe
Lee
rSa
be
Escr
ibir
Prof
esió
n
Mel
chor
aB
rabo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
57So
ltero
No
No
Sin
Dat
o
Sant
iago
Guz
man
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
24So
ltero
SiSi
Jorn
aler
o
Tom
ásFl
ores
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
30So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Luci
ano
Mon
tero
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
24So
ltero
No
No
Jorn
aler
o
Man
uel
Mira
nda
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
22C
asad
oN
oN
oJo
rnal
ero
Man
uel
Rio
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a21
Solte
roSi
SiJo
rnal
ero
José
Mar
íaO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Cas
ado
No
No
Jorn
aler
o
Cay
etan
a P.
de O
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a50
Cas
ado
No
No
Sin
Dat
o
Elía
sO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a21
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Julia
naO
vied
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roN
oN
oSi
n D
ato
Man
uel
Ovi
edo
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
9N
oN
oSi
n D
ato
Pedr
oA
rena
sPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a26
Solte
roN
oN
oA
gric
ulto
r
Gre
goria
Agu
ilar
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
25So
ltero
No
No
Sin
Dat
o
Sim
onG
utie
rres
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
57C
asad
oSi
SiA
gric
ulto
r
Isid
ora
Cov
aler
aPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a45
Solte
roN
oN
oSi
n D
ato
Mar
íaB
ildoz
oPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a18
Solte
roN
oN
oSi
n D
ato
Ant
onio
Cue
ntas
Peru
ano
Neg
roC
atól
ica
80So
ltero
No
No
Sin
Dat
o
José
San
tos
Cha
mbi
llaPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a40
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
Alb
erto
Bal
caza
rPe
ruan
oN
egro
Cat
ólic
a38
Solte
roN
oN
oJo
rnal
ero
407
AMOS DE ESCLAVOS: LAS REDES DE LA ÉLITE PARA RECOMPONER LOS RASTROS DE LOS NEGROS Y
MULATOS EN EL CORREGIMIENTO DE COQUIMBO (SIGLOS XVIII-XIX)
Montserrat Arre Marfull1
Introducción
La realidad multicultural y pluriétnica americana ya no es un tema marginal en los estudios realizados desde las ciencias sociales y las humanidades. Si en otras épocas el ideal blanco y europeo estructuró y legitimó las historias patrias, permeando aún con fuerza, sin duda, los imaginarios locales y nacionales en nuestro continente, se han dado pasos de marcada importancia en los avances de las investigaciones y políticas estatales para lograr el reconocimiento de nuestras múltiples raíces.
En este contexto, el estudio sobre los esclavos africanos y sus descendientes en el Corregimiento de Coquimbo (Chile) durante la Colonia y primeros años de la República sugiere un imperativo para los investigadores, en vista que para la zona el tema ha sido escasamente trabajado. Si bien, la documentación para lograr descubrir sus rastros es amplia, cuando se intenta llegar al sujeto mismo nos enfrentamos a un complejo proceso metodológico, el que debe ir más allá de la mera descripción de cantidades y castas. Las dificultades aumentan al observar que la historiografía tradicional tiende a minimizar la presencia de sujetos de estas características, a saber, africanos y criollos negros o mulatos y, a la vez, esclavos o descendientes de esclavos, invisivilizándolos de los relatos históricos nacionales y locales (Del Río, 2009).
Ciertamente, los esclavos son rastreables, especialmente porque estaban asignados a un amo, de quien dependían al momento de ser inscritos en los diversos tipos de registros como son los documentos parroquiales, especialmente bautismos y defunciones, y notariales, en particular cartas de ventas e inventarios testamentales.
Para lograr generar un conocimiento histórico sistematizado sobre los africanos y sus descendientes en el Corregimiento de Coquimbo, en tanto parte de la historia de nuestro país, como metodología propongo situarnos
1 Investigadora Postdoctoral de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
en un grupo específico, como son los esclavizados, y de ese modo entablar una relación genealógica-económica entre amos y esclavos, de forma de lograr traspasar el elemental concepto de objeto transable que es el esclavo atado a un amo, y poder llegar a la persona que debía lidiar con su situación de esclavitud, en este caso, dentro de un contexto principalmente rural, de economía mixta (minero-agrícola), y con poblaciones laboralmente activas de toda índole, a saber indios encomendados y libres, peonaje mestizo, además de pequeños y grandes propietarios.
Motivaciones Los esclavos de origen africano llegaron con los primeros conquistadores a los territorios del actual Chile. Por no ser una zona de grandes plantaciones, y subsanar el problema de la mano de obra con poblaciones nativas y mestizas especialmente hacia el siglo XVIII, el Reino de Chile demandó pocos esclavizados africanos durante el último siglo colonial; aun así, la esclavitud legalmente perduró hasta 1823.
Por ello, para la época señalada estos esclavos mayoritariamente eran mulatos nacidos en las diferentes ciudades y provincias de Chile. Desde esta perspectiva, es notorio que habiendo nacido en la casa de un amo los esclavos, en primera instancia, generaran vínculos con las familias de origen, los cuales se canalizaron a través de las herencias, es decir, el intento de mantener la servidumbre en la misma familia, pasando así de una generación a otra de amos sucesivas generaciones de esclavos; otra opción, si pensamos en nexos posiblemente afectivos, fue el otorgamiento de la libertad graciosa donde no mediaba retribución en dinero al amo, la cual pudo tener diversas motivaciones y variados modos de llevarse a cabo (Moraga, 2008). Estos libertos, muchas veces mantuvieron el apellido de su primer amo, en algunos casos único amo, y eventualmente es posible rastrear a partir de este apellido el camino de libertad seguido por algunos de ellos y sus descendientes (Ogass, 2009, 2011).
Si bien, esta práctica dada dentro del sistema esclavista de permanecer junto a una familia a través de generaciones fue efectiva, de manera común, igualmente, muchos amos y amas no dudaron en otorgar en venta algunos de sus esclavos, toda vez que la situación lo ameritase (en estos casos, que son muchos, se esbozaban razones como problemas económicos y deudas, mala conducta del esclavo, obtener dinero para hacer negocios o muerte de un amo sin descendencia); estas ventas, no obstante, se realizaron sólo en parte entre personas cercanas en términos geográficos y familiares,
409
y una importante cantidad de esclavos terminaron siendo vendidos con destino Perú u otros lugares más o menos lejanos.
La motivación de pensar sobre las relaciones de tipo familiar entre amos y esclavos, y en muchos casos relaciones comerciales entre diferentes amos con algún nexo familiar, ligados al traspaso de esclavos a través de ventas, surgió al adentrarme en cierto tipo de documentación de la zona de Coquimbo, relativa a esclavos y sus amos. En ella era muy complejo percibir las experiencias de los esclavos, pero si más fácilmente encontrar relaciones entre esclavos y amos mediadas por el mercado esclavista local, como lo eran las cartas de venta, padrones o inventarios.
Partir estudiando esta zona con aquella documentación no era cosa novedosa. Varios autores, entre ellos Marcello Carmagnani (1963), Jorge Pinto Rodríguez (1980) o Eduardo Cavieres (1993) ya habían repasado una cantidad considerable de estos y otros documentos para la realización de sus investigaciones en un marco de historia regional, relevando en sus trabajos especialmente la estructura minera y rural de la sociedad coquimbana, y desde ahí estableciendo formas de trabajo, relaciones sociales, y circunstancias económicas y demográficas.
Desde la genealogía, por su parte, estudios basados en partidas bautismales y matrimoniales principalmente, como los de Guillermo Pizarro Vega, entre otros, también han analizado aspectos familiares y societales de Coquimbo, en especial del Valle del Limarí. Pizarro Vega incluso integró la variante negra y mulata a sus trabajos, sin profundizar, no obstante, en el origen de estas poblaciones (Pizarro, 1997).
Sin embargo, no hay trabajos sistemáticos sobre la presencia africana en la zona. Motivo más que suficiente para investigar, especialmente al observar los datos del Censo de 1813, el cual arrojó cantidades de mulatos y negros, libres y esclavos bastante altos en algunos de los 19 distritos de la provincia2.
Metodología: genealogía de la esclavitud La metodología propuesta en nuestro caso proviene, en parte de las posibilidades dadas por los documentos, junto a las ideas aportadas por los diversos trabajos revisados durante las investigaciones realizadas sobre Coquimbo, principalmente de las áreas de la historia regional y la genealogía.
2 Censo de 1813, Provincia de Coquimbo, 1953.
Para clarificar a qué me refiero con un método genealógico, indicaré los pasos seguidos en el trascurso de las pesquisas. Al enfrentarnos con documentación de archivo, como cartas de venta, inventarios, registros de bautismo, etc., normalmente se tiende a generar un registro de tipo cuantitativo, con la mirada puesta en lograr organizar algún formato de estadística, lo cual resulta tremendamente complicado y casi un espejismo, si pensamos que la documentación que llega a nuestras manos es parcial por dos razones: primero, quienes se encargan de registrar (escribanos, párrocos) no siempre fueron diligentes en sus labores, y sin duda es posible encontrar en los registros errores, informaciones faltantes, saltos temporales, etc. Además, en una zona principalmente rural, con poblaciones separadas unas de otras por cerros, valles y amplias distancias, y muchas veces sin escribanos ni párrocos disponibles, era evidentemente complejo realizar cualquier tipo de trámite burocrático.
Segundo, la conservación de la documentación no siempre fue la óptima, ni en la época de su registro, ni posteriormente. Traigo a colación, en este sentido, un hecho acaecido en La Serena en 1680, cuando el pirata Bartolomé Sharp incendió la ciudad, siendo consumidas por las llamas varias iglesias, casi la totalidad de las casas y el edificio del Cabildo con sus archivos dentro. Ciertamente este fue un evento extremo, pero el fuego accidental o bien la corrupción del papel producto de la humedad, e incluso el robo o destrucción por mano humana, permiten que llegue hasta nuestros días sólo parte del total de la documentación producida hace trescientos o doscientos años atrás.
Junto a esta realidad, la investigación cuantitativa requiere de una sistematización que exige investigaciones en equipo y de largo aliento, que hasta hoy no se han realizado; pues, aunque no haya llegado toda la documentación generada en la Colonia hasta nuestros días, esta sigue siendo tremendamente amplia.
Por ello, una forma de aprehender ciertos aspectos de esta historia, desde la metodología planteada, sería empezar seleccionando documentos con algunos criterios que nos permitan buscar sujetos de la elite en su relación con los esclavos.
Elegir, primero, un corpus de documentos por alguna razón que represente un aspecto de la investigación, y luego desde ese corpus, donde encontraremos, por ejemplo, para nuestro caso, nombres de amos y esclavos, fechas y lugares, seguir la pista en otros tipos documentales.
411
Lo realizado en nuestro caso fue partir con cartas de venta como fuente inicial. En ellas se encuentran ciertos datos que entregan las primeras coordenadas de lo buscado: nombres de esclavos, su amos vendedores y compradores, edades de los esclavos, casta, precio, lugar de origen, fecha y en ocasiones razones de venta. Cada uno de estos datos puede abrir un abanico de posibilidades.
Otra fuente básica ha sido el Empadronamiento de 1738, el cual registra a gran parte de los hombres y algunas pocas mujeres del Corregimiento en capacidad de declarar bienes o alguna forma de sustento. En esta fuente se indica a quienes tenían esclavos. Con ello se muestra el lugar geográfico donde habitaba el empadronado, cuántos esclavos tenía cada amo, en algunas ocasiones se indica si los esclavos eran pequeños o grandes, y también se menciona sus sexos. Si bien no aparecen sus precios, si se explicita la capacidad económica del amo.
Si nos detenemos en los amos en ambos corpus documentales, podemos ir posteriormente a archivos testamentales, buscando a los amos que más relevancia tengan en las cartas de venta por cantidades de esclavos consignados o porque tienen relaciones comerciales entre sí; otras opciones es recurrir a los archivos parroquiales, indagando sobre los amos y esclavos mencionados en las ventas; y por último, en ocasiones los archivos judiciales nos dan indicios de estas relaciones comerciales-familiares conflictivas entre los amos, o entre amos y sus esclavos.
Los estudios genealógicos ya realizados de las élites locales y nacionales ayudan enormemente, asimismo, en develar las relaciones de los sujetos vendedores y compradores de esclavos. Si pensamos en utilizar la genealogía clásica, pero siguiendo el rastro de la servidumbre esclava, podremos, eventualmente, seguir una línea entre la gran espesura de los diversos fondos documentales.
Luego de ello es recomendable, según experiencia, realizar un esquema genealógico con los apellidos escogidos; la sugerencia es realizar un esquema por familia, y anotar al margen de cada persona que tenga esclavos, la cantidad, edades si es posible, y lugar donde se consignó al esclavo. También, consignar en una lista por familia, igualmente, los detalles de estas referencias a esclavos, haya sido en carta de venta, inventario, carta de libertad, bautismo, u otro.
Luego de tener a la vista las informaciones, es necesario realizar el análisis de éstas, de manera de comparar edades, nombre, fechas, y hacer los nexos necesarios para establecer traspasos de herencias y ventas, y determinar cuáles esclavos fueron siendo pasados de un amo a otro, y quienes no, y de qué forma y por cuáles motivos se va entretejiendo una red social que agrupa a amos y esclavos.
Estimo que este tipo de metodología puede aportar al conocimiento de los nexos sociales de grupos subalternos como fueron los esclavos en la sociedad trabajada.
Caso Alcayaga-Cortés (Alcayaga-Rojas), mediados del siglo XVIII En el Valle del Elqui, el año 1759 se registró una carta de venta en la que Don Norberto de Alcayaga vendía a Don Juan de Dios Rojas la mulatilla Nicolasa. En esta venta se indicaba que la mulatilla vendida tenía 12 años y estaba siendo transada en la suma de 280 pesos3. En la misma carta de venta se especificaba que anteriormente la niña había sido heredada y posteriormente vendida por Don Juan de Alcayaga al actual vendedor4.
Para el año 1747, 12 años antes, se ha consignado una repartición de bienes que quedaron por muerte del Capitán Ignacio Alcayaga5 y su esposa Magdalena Cortés en Diaguitas, Valle de Elqui, padres de los mencionados Don Juan y Don Norberto (Iglesias y Leal, 1997; Cortés-Monroy, 1991-1992)6. En este documento, así como en cualquier tasación de bienes, se expone una serie de aperos, enseres, tierras, plantas de viña y otros con sus
3 Los precios de esclavos son indicadores múltiples. Primero, nos da cuenta de la edad del esclavo, luego de su casta y su sexo, y finalmente su estado físico-conductual (salud y tachas). Desde el nacimiento el precio aumenta rápidamente hasta alrededor de los 18 años que llegan a su precio máximo, el cual sube levemente o se mantiene hasta alrededor de los 35 años, y luego baja más o menos rápido, dependiendo, primero que nada, de la salud del esclavo. 280 pesos era un costo normal (en el siglo XVIII) para una niña mulata de 12 años, mientras que las negras podían costar un poco más; los niños negros de esta edad costaban lo mismo que las mulatillas, y los mulatos de 12 años, un poco menos que las mulatillas. El precio de un esclavo de esta edad, en la época trabajada, siempre oscilaba entre los 250 y 300 pesos; sin embargo, hacia la segunda década del siglo XIX se registra una caída de precios. 4 Archivo Nacional Histórico (en adelante ANH), Escribanos de La Serena, vol. 22, fs. 280-281. 5 Ignacio de Alcayaga Oronos (+1733) era español, natural de Fuenterrabia, Guipúzcoa. Ver Genealog.com: http://www.genealog.cl/Chile/A/Alcayaga/ 6 Doña María Magdalena Cortés (o Rojas) fue apadrinada y criada por los primeros marqueses de Piedra Blanca y Guana, no obstante ser una de las dos hijas naturales de Felipe Rojas Niño de Zepeda y Escolástica Godoy Cisternas. Siendo acogida por María Bravo de Morales (o Morales Bravo y Riveros Fernández), la marquesa, esposa de Don Pedro Cortés de Monroy y Zavala, Magdalena Cortés utilizó el apellido de sus padrinos y además heredó parte de las posesiones que la marquesa llevó a su propio matrimonio en forma de dote.
413
precios, junto a los esclavos. Es notorio que los esclavos eran los bienes casi más costosos como unidad, y se indicaban en segundo lugar en la tasación, después de la tierra7.
En la repartición señalada, los fallecidos Don Ignacio y Doña Magdalena poseían a lo menos 12 esclavos, los cuales se repartieron entre sus cuatro hijos mencionados como herederos8: Miguel, Antonio, Norberto y Juan; de todos los esclavos, 4 eran mulatillos y mulatillas, seguramente hijos de los otros esclavizados. Estos amos de esclavos también eran extensos terratenientes de viñas, las cuales pudieron competir con la producción de vinos de los Jesuitas, con quienes lindaban hacia el poniente según se indicó en la tasación y repartición9.
Siguiendo la línea ascendente de la familia Alcayaga Cortés (Alcayaga Rojas), llegamos a los conocidos primeros Marqueses de Piedra Blanca y Guana. Doña María Bravo de Morales, esposa de Don Pedro Cortés de Monroy y Zavala y primera marquesa, en la segunda década del siglo XVIII siendo una de las mujeres encomenderas más poderosas de La Serena y ya de avanzada edad, testó, de manera de dejar estipulada su última voluntad. Es preciso indicar que los primeros marqueses no tuvieron descendencia legítima, y algunos de los bienes dotales de Doña María fueron entregados a María Magdalena Rojas Godoy quien utilizaba el apellido Cortés, pues había sido criada por los marqueses. Doña María Bravo de Morales, entre otras disposiciones, escribió
mando a mis albaceas que para descargo de mi conciencia, repartan entre mis criados y criadas siguientes, la cantidad de dosientos pesos, es a saber la negra viexa Chabela, maría grande, negra, Marquilla, negra, Helena, mulata, María Pulga china, María de mercedes, mulata, Michaela,10
7 ANH, Escribanos de La Serena, fs. 303-310v. 8 En la genealogía se observa una hija más que no aparece en la repartición de bienes.9 Don Antonio de Alcayaga, uno de los cuatro herederos mencionados (Miguel, Norberto, Juan y Antonio), además de tierras con viñedos “rrecibio en tierras de pan llebar desde la tapia de la viña asta los linderos de los Padres de la Compañia y sin medision y dicha tierras (sic) lindan por el norte con las que le pertenesen a Don Norberto de Alcayaga y por el sur asta donde tiene agua y tiene rregadio asiendo frente a las de Alto que pertenecen al mesmo Don Norberto y al mesmo Don Antonio todo linderos por medio y la viña de esta parte anda por el oriente con la que le toco Al dicho Don Norberto y por el poniente con tapia de la viña y por el norte con la mesma tapia de dicha viña y por el sur con dicha tapia- Ytten rrecibio esta parte doscientas y beintisinco baras de tierras sin rregadio que deslindan por el oriente continuas de Alto del mesmo Don Norberto y por el sur con tierras del [cerro] y por el poniente con los linderos de los Padres de la Compañia y por el norte con tierras mesmas desta parte”. ANH, Escribanos de La Serena, vol. 22, f. 306.10 Sobre Micaela mulata tenemos antecedentes de que en 1690 Don Pedro Cortés la compró en 300 pesos y teniendo 13 o 14 años de edad en ese entonces, al matrimonio del Capitán Rodrigo de González y de Doña Agustina del Peñalillo; la mulata era hija de una esclava mulata de propiedad de
mulata, Francisco, negro, Xavier, negro y Lorenzo sambo. (Iglesias y Leal, 1997, p. 12)11.
En este ítem se mencionan 9 “criados” caracterizados étnicamente como negros, mulatos o zambos. No se indica que sean esclavos ni sus edades, pero si sabemos que la marquesa poseía una importante cantidad de cautivos, de los cuales su ahijada, heredaría a lo menos 11. Llama la atención en la precedente declaración que esta mujer, en vista de sus enormes posesiones y sin descendencia propia, optó por legar una pequeña parte a sus criados.
Referente a algunos de sus esclavos, Doña María indicó expresamente lo siguiente:
Isabel, negra, esta se la dexo a mi hermana Damiana para que la mire con charidad por haber sido de mi padre y declaro que es mi voluntad que despues de los dias de la dicha mi hermana quede libre” y luego “declaro por mis bienes, a Helena, mulata y la dexo libre con el cargo de que remiende y lave la ropa de la sachristia de mi madre santisima de las Mercedes”. También agregó que “a María Mercedes, mulata que la dejo a Doña Magdalena Cortez, con el cargo y declaración que quede esclava suia por el tiempo de veinte años y pasado ese tiempo quede libre y solo me muebe a dexarle esta pensión a dicha María de las Mercedes mirando el fin de que en este tiempo aplaque su gran vivesa y es declaración que si durante este tiempo que es esclava tubiere algunos partos, queden esclavos de Magdalena Cortez (Iglesias y Leal, 1997:12).
Años antes, al momento de casarse con Don Pedro Cortés de Monroy y Zavala en 1684, Doña María había integrado al matrimonio en su dote dos esclavos negros, Gerónimo e Isabel, por tanto es presumible que durante el enlace los otros esclavos de su dominio hayan sido parte de los bienes que su marido aportó, se hubiesen adquirido por compra durante el matrimonio o hubiesen nacido de estos dos negros ya mencionados o de otros adquiridos12. Sin duda, la aludida negra Isabel, parte de la dote, es la que aparece mencionada como “negra vieja Chabela” y luego como “Isabel negra” quien fuera de su padre, en el testamento. De Gerónimo, negro esclavo perteneciente a la dote, no se ha encontrado referencia.
los González Peñalillo, llamada Agustina. ANH, Escribanos de La Serena, vol. 13, fs 105 -106.11 “Testamento de María Bravo de Morales”. María testó entre el año 1716 y 1722, año de su muerte. ANH, Escribanos de La Serena, vol. 8, f. 657 y ss. 12 Don Pedro Cortés de Monroy y Zavala declaró en su testamento “cuando casé con la dicha mi mujer se me dieron en dote veinte y siete mil pesos, pocos más o menos como parecerá por la escritura de dote, en cuya cantidad entra la hacienda del valle de Copiapó, la chacra de Cutún con el asiento de Talca, donde tengo las vacas, las lagunillas y demás posesiones que consta por dicha carta de dote y por los títulos, con más la negra esclava Isabel y un negro llamado Gerónimo, y es mi voluntad que todo este dote vuelva a la dicha mi mujer”. ANH, Escribanos de La Serena, vol. 8, fs. 599-605v, citado en Iglesias y Leal (1997, p. 7).
415
En un matrimonio ventajoso como el de los marqueses, cuyo dominio en común comprendió gran parte de las tierras de la Provincia de Coquimbo, tanto en el Valle de Limarí como en el de Elqui, además de tierras en Choapa, Huasco, Copiapó y solares en la ciudad de La Serena, era necesario y esperable ostentar la posesión de esclavos como sirvientes, y que éstos acompañaran a la pareja en sus quehaceres hasta el fin de sus días. Sabemos, ciertamente, que sus extensas posesiones no se mantuvieron en el tiempo. Sin herederos legítimos, los marqueses a su muerte terminaron dividiendo parte de sus posesiones, y entre ellas, sus esclavos y esclavas de todas las edades.
De una de sus sucesiones, la que le dio heredad a la mencionada ahijada, Magdalena Cortés, tenemos datos de cómo hacia la segunda mitad del siglo XVIII, los esclavos fueron repartiéndose sucesivamente. Al testar, Magdalena declaró que poseía “la hacienda nombrada ‘Nuestra Señora de la Concepción’, (…) once esclavos, la estancia nombrada ‘La Punta’, una casa en la traza de esta ciudad, frente a la plazuela de Santo Domingo, bienes que hubo y heredó de doña María Bravo de Morales” (Iglesias y Leal, 1997, p. 11). Asimismo, Doña Magdalena, junto con recibir esclavos por herencia, el año 1723 tras la muerte de su madrina, se la registró comprando 4 esclavos africanos, de los 9 traídos por Pedro de Palacios, los cuales fueron ingresados por Buenos Aires (Arre Marfull, 2012:45 y ss). Las “piezas” constaban de una mujer, María Rosa, y tres hombres, Antonio, Juan José y Francisco. Los esclavos tenían entre 17 y 20 años, y en la compra Doña Magdalena invirtió 1.600 pesos13.
De la heredad del matrimonio Alcayaga Cortés (Alcayaga Rojas), entre otros bienes repartidos en 1747, enumeraremos los esclavos asignados a cada hijo. A Don Miguel de Alcayaga se le entregaron la mulata María (400 pesos) y el mulato Gerónimo (300 pesos). A Don Antonio de Alcayaga se le otorgaron la mulata Cipriana (300 pesos) y el mulatillo Sixto (150 pesos), además de un “negro biejo” llamado Francisco (avaluado en apenas 18 pesos). A Don Norberto de Alcayaga se le entregaron el negro Antonio (300 pesos), la negra María (400 pesos) y el mulatillo Nicolás (200 pesos). Y finalmente, Don Juan de Alcayaga se adjudicó el negro Antonio (325 pesos), el mulato Basilio (300 pesos) y las mulatillas Tomasa y Nicolasa (en 125 pesos cada una).
13 ANH, Escribanos de La Serena, vol. 19, fs. 118v-121. Sin duda, el capitalizar el dinero de la herencia en esclavos se veía como una rentable opción.
La repartición no indicaba filiación de los esclavos ni sus edades, aunque estas últimas son deducibles por los precios; no obstante, se podría inferir alguna preferencia de entregar los esclavos de cierto modo tal vez no benevolente, pero si racional o eficiente. Muy posiblemente algunas de las esclavas o esclavos eran madres o padres de los niños con los que fueron entregados, o bien se traspasan esclavos casados o hermanos. La idea, creemos, era permitir al heredero contar con una servidumbre que cumpliese las labores junto con quienes pudieran complementarse de una mejor manera en aquellos menesteres y, a la vez, se lograse repartir equitativamente el patrimonio entre los hijos.
Sobre el destino final de estos esclavos repartidos, hasta ahora no tenemos información, excepto por la carta de venta del año 1759, anteriormente indicada, la cual menciona a la mulatilla Nicolasa. Como en esta venta se mencionaba que la mulatilla tenía 12 años al ser vendida, claramente contaba 1 o 2 años cuando fue otorgada en herencia en 1747; ya en 1759 y a tan corta edad había sido vendida dos veces, en el segundo caso separándola para siempre su, seguramente, hermana Tomasa14.
¿Qué instó las sucesivas ventas de la pequeña niña? Sabemos que el valor monetario de un esclavo fue una parte importante de las herencias. En la división de tierras y bienes de los Alcayaga Cortés, las tierras y solares entregados estaban cargados todos con censos a favor de diferentes conventos. Una mala cosecha, u otra situación, pudo afectar la economía de alguno de los herederos, quien optó por vender a uno de sus esclavos para, tal vez, pagar esas deudas con la Iglesia, o bien emprender un nuevo negocio. Además, el costo de la niña se iba incrementando a raíz de su mayor edad.
Conclusión Para finalizar, podemos afirmar que hemos logrado observar en el caso expuesto, el cual inicia con María Bravo de Morales hacia fines del siglo XVII y finaliza en 1759 con la carta de venta de la mulatilla Nicolasa por parte de Norberto Alcayaga, de qué modo a través de herencias y ventas puede dilucidarse el tránsito de los esclavos de unos amos a otros, dentro de un mismo grupo familiar. La repetición de algunos nombres dados a los esclavos, y la ausencia muchas veces de sus edades, tornan complejo lograr descubrir si estamos hablando de los mismos sujetos, y es en ese
14 ANH, Escribanos de La Serena, vol. 22, fs. 280-281.
417
punto que el investigador debe arriesgarse a inferir parentescos, generando nexos tentativos, a la espera de encontrar nuevos antecedentes.
Evidentemente en este caso faltan aún referencias, así como en muchos otros, y por ello es preciso exhortar a los nuevos investigadores que se atrevan a utilizar métodos “clásicos”, como lo es la genealogía de la élite, con nuevas preguntas que exijan llegar a un conocimiento más profundo y diverso de nuestro pasado. Este tipo de método puede aportar en la reconstrucción de historias de vida de los esclavos, y eventualmente de los libertos y libres de origen africano, tanto en Coquimbo como en todo el Chile colonial.
Referencias Citadas
ArchivosFondo Escribanos de La Serena, Archivo Nacional Histórico, Chile. Fondo Real Audiencia, Archivo Nacional Histórico, Chile.
Libros y artículos Arre, M. (2012). Esclavos en la Provincia de Coquimbo. Espacios e Identidad del Afrochileno entre 1700 y 1820. Editorial Académica Española, Saarbrücken.
Carmagnani, M. (1963). El Salariado Minero en Chile Colonial. Su Desarrollo en una Sociedad Provincial: el Norte Chico 1690-1800. Editorial Universitaria, Santiago.
Cavieres, E. (1993). La Serena en el siglo XVIII. Las dimensiones del poder local en unasociedad regional, Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso.
_________ (1953). Censo de 1813, Levantado por don Juan Egaña de orden de la Junta de Gobierno formada por los señores Pérez, Infante y Eyzaguirre. Ediciones Archivo Nacional, Imprenta de Chile, Santiago. Cortés-Monroy, R. (1991-1992). El Conquistador Pedro Cortés de Monroy y su descendencia, Revista de Estudios Históricos 36:161-258.
Del Río, F. (2009). El lado negro de la historia de Chile: El discurso historiográfico sobre los africanos y afrodescendientes durante el siglo XIX. Tesis para optar al grado de Licenciada en Historia, Universidad de Chile, Santiago.
Genealog.cl La Gran Familia Chilena. Mauricio Pilleux Cepeda (ed.). URL: www.genealog.cl
Iglesias, M. y C. Leal. (1997). La marquesa de Piedra Blanca y Guana: una mujer en la Serena colonial. Cyber Humanitatis 4:1-24. Extraído de: http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/index.php/RCH/article/view/27856/29531
Moraga, K. (2008). Promesas de libertad. La manumisión graciosa en Chile colonial, 1750-1810. Tesis para optar al grado de Licenciada en Historia, Universidad de Chile, Santiago.
Ogass, C. (2009). Por mi precio o mi buen comportamiento: oportunidades y estrategias de manumisión de los esclavos negros y mulatos en Santiago de Chile, 1698 – 1750. Historia 42(1):141-184.
Ogass, C. (2011). La mulata Blasa Díaz y sus esclavos: Algunas aproximaciones sobre la dinámica cotidiana de la esclavitud urbana, Santiago de Chile (1680 – 1750). Ponencia presentada en el V Encuentro Esclavitud y Libertad en el Brasil Meridional. Extraído de: http://bit.ly/2O6CRuI
Pinto, J. (1980). La población del Norte Chico en el Siglo XVIII. Crecimiento y distribución de una región minero-agrícola de Chile. Talleres Gráficos Universidad del Norte, Coquimbo.
Pizarro, G. (1997). Familias fundadoras de Limarí, Etnología y Genealogía. Raíces de un Valle Chileno. Editorial Caburgua, La Serena.
419
AFRODESCENDIENTES EN DOCUMENTOS DEREAL HACIENDA, CHILE. 1565-1580
Juan Muñoz Correa1
Introducción
De la documentación contable de la Real Hacienda chilena del siglo XVI se encuentran muy pocas cuentas de ingresos y gastos, por lo que un grupo que se ha conservado en el Archivo General de Indias, de Sevilla, para algunos años comprendidos entre 1565 y 1580, de tesoreros y factores. De los libros de cargo y data, destacan especialmente los correspondientes a los factores que tuvieron participación en la recolección de bienes para las campañas militares y en su distribución en los socorros repartidos a los soldados y a otros participantes. Esta documentación arroja informaciones muy variadas sobre una gran cantidad de variables que tienen cierto valor de muestra para múltiples asuntos, de los cuales en esta oportunidad se ha elegido las menciones que se hace de negras, negros, mulatas, mulatos y otras denominaciones, entre las que topamos hasta con los eufemísticamente anotados como morenos, ya fuesen libres o esclavos. Esta gran variación hace conveniente buscar, para mencionarlos, un término –conjunto-, que los contenga a todos, en este caso, afrodescendientes, término que se ha decidido usar aquí pues es el que los contiene a todos, independientemente de los otros grupos étnicos de los que podían descender, ya fueran libres, esclavos, bozales, criollos, o mestizados en la infinidad de “castas” que fueron surgiendo en América.
Sobre el tema se cuenta ya para el siglo XVI con una valiosa historiografía y repositorios que los contienen, en esclavitud o libres, ya sea entre otros sujetos, o específicamente centrados en ellos, tales como las obras de Tomás Thayer Ojeda (1939, 1941 y 1943), para los hombres, e Imelda Cano (1980), para las mujeres, por ejemplo. Entre los autores cabe destacar a Gonzalo Vial (1957), Rolando Mellafe (1984), y algunos discípulos suyos, como también en la actualidad, el grupo liderado por Celia Cussen (2006).
Destacan figuras curiosas en el siglo XVI, tales como la negra Malgárida, compañera de Diego de Almagro, la cual en 1553 fundó una capellanía por las almas de los que habían participado “en la jornada que hicimos a las provincias de Chile”, el negro Juan Valiente, miembro de la hueste
1 Universidad de Santiago de Chile, Santiago, Chile.
de Pedro de Valdivia, y uno de los primeros encomenderos de la Nueva Extremadura, y Catalina de Mella, mulata venida en la misma expedición, quién decidió anular su matrimonio con Gonzalo de los Ríos, uno de los principales encomenderos, y tuvo otros dos matrimonios posteriores.
En los repositorios los afrodescendientes son nombrados en varios documentos, que dan cuenta tanto de niveles de integración como de desajuste, así, por ejemplo, en las Ordenanzas para las minas de plata, de 1550, y las Ordenanzas de minas, de 1561.
La falta de integración y la reacción hispana, especialmente de su elite, y que muestra los miedos que la presencia de esclavos, necesaria para la economía, va generando tiene su máximo exponente en las dictadas por el licenciado Melchor Calderón en 1577, y la cédula real de 1580 que prohíbe que los negros vivieran entre los indios.
En el ámbito más particular, tenemos las cartas de venta trascritas por Álvaro Jara y Rolando Mellafe (1996) para los años 1559 y del 64 al 66, en que son particularmente interesantes las tachas de las piezas y sus lugares de origen (isla de Santo Tomé2, Jelofe3 Mozambique, tierra Biafra4, de tierra Orán5, campol, nobo, berbesí, zaloje y zape6).
Otro hito muy curioso es un “emprendimiento” de una expedición transoceánica organizada desde Santiago. El capitán Simón Vicencio Justiniano, nacido aquí, lo realizó. Era hijo de Vicencio Pascual, macedonio, y doña Jerónima Justiniano, hija de un genovés y una española. Viajó a Buenos Aires y a Angola para traer esclavos, llevando 3.000 pesos de la dote de su mujer y otros capitales. Pero la mayoría de los que traía murieron en el camino, el resto fue vendido, pero con mínimas ganancias. Casado con doña Ángela Godoy Báez de Cartagena, nacida en La Serena, dotada con 5.000 pesos. Dueña de una casa frente a la Merced, al testar, el 21 de febrero de 1688, poseía siete esclavos, pero no se señala si serían de los importados por su marido.
2 Isla en el Golfo de Guinea, cerca de la línea ecuatorial.3 Jelofe (Cafre), de la región de los ríos Senegal y Gambia, por influencia árabe se habían convertido al islam.4 Se refiere a la población que venía desde el Golfo de Biafra, ubicado entre Nigeria y Guinea Ecuatorial. Fue un gran centro de venta de esclavos entre los siglos XVI y XIX.5 En Argelia.6 Estos dos últimos provenían desde la franja que se extiende entre Guinea Bisseau y Sierra Leona. Pero los gentilicios de los esclavos podrían haberse derivado de los puertos en que eran embarcados y no del lugar de origen.
421
Las cuentas de Debe y Haber, es decir ingresos y egresos de las cajas reales, nos informan de algunos detalles de sujetos de aquellas etnias y las llamadas castas, cuyos nombres no alcanzaron igual relevancia, pero de los cuales su situación o características registradas merecen ser conocidas para la mejor comprensión, no solo de estos sujetos, en particular, sino de la sociedad en que actuaron, en general.
Este trabajo da cuenta de todas aquellas personas de origen africano que fueron mencionados, por la circunstancia que lo hayan sido, por los oficiales reales de Hacienda o Caja Real, tanto de la capital, Santiago del Nuevo Extremo, como de otros corregimientos, o del escenario de la guerra austral. Hay, por ejemplo, desde negros esclavos del rey, en diferentes funciones, así marinos, trompetas y tambores, hasta libres, que al igual que los soldados de otros grupos, españoles y mestizos, participan en las campañas bélicas, recibiendo pertrechos para ello, como unas pocas mujeres, lo que se comprende por el carácter de la documentación utilizada.
Mujeres negras Gracia, era una esclava que fue condenada por el licenciado Gaspar Calderón con una multa de cinco pesos, los que el mercader Hernando Alonso, su amo, consignó en 1577 en penas de cámara.
María del Corro, fue condenada a pagar cuatro pesos de penas de cámara por la pendencia que había tenido con Francisca Ramírez, los que depositó en la Caja en 1569. Francisca no aparece pagando nada, por lo que serían dos las anotadas, ambas por conductas poco integradas.
Negros esclavos Esclavos del rey
Diego, había sido esclavo de Francisco Villagra, tenía el oficio de herrador. De los bienes de Villagra fue comprado en 1570 por el factor Rodrigo de Vega Sarmiento para la Real Hacienda. El 10 de mayo de 1572 Nicolao, maestre de la fragata del rey lo entregó al factor Ñuflo de Herrera junto con Manuel. Además de unos fuelles con sus cañones, aderezos de fragua, seis martillos, siete tenazas, una lima, tres esclaveras, una cortadora, tres pedazos de hierro, una sierra, entre otras herramientas.
Manuel, negro especializado como marinero, había sido prestado al maestre Bartolomé García, quien, a la fecha, 10 de mayo de 1572 debía a la Real Hacienda 40 pesos de su soldada. Otra noticia de Manuel, además
de la del párrafo anterior, es que el 20 de octubre de 1575 estaba enfermo a cargo del factor.
Caravajal, era otro negro de propiedad del rey. En 1569 fue llevado por Agustín de Ahumada desde Tucapel, y entregado al factor Rodrigo de Vega Sarmiento en Concepción.
Anónimos. En 1568 el capitán don Gonzalo Mejía, alguacil mayor de corte, recibió un negro trompeta para que sirviese en el ejército bajo sus órdenes, también colleras y cadenas para los indios de Concepción. En 1569 Francisco de Lugo vendió a la Real Hacienda en 350 pesos un negro esclavo trompeta para la guerra, con dos trompetas. El general Martín Ruiz de Gamboa, antes de 1570, sacó un negro marinero de la fragata del rey con otras cosas que llevó a otra fragata para Tucapel. Uno de los negros del rey recibió un sombrero el 20 de mayo de 1574.
Esclavos de particulares
Antón, era un negro que vivía en La Serena con su amo el encomendero Luis Ternero. En 1571 tuvo una pelea con Bartolomé otro negro de esa ciudad, el que fue condenado por este motivo en seis pesos, era esclavo de Miguel Duro, gran comerciante, exportador e importador.
Francisco negro esclavo del fundidor Cristóbal Díaz. Zapatero. Vivía en Osorno en 1571, año en que fue secuestrado junto a los bienes de su amo y depositado en Pedro Lobo, fue sacado del depósito por el licenciado Egas Venegas para llevarlo consigo desde Osorno a Concepción. De otros no se registraron sus nombres.
En 1568 un negro de Bartolomé Flores pagó 2 pesos de penas de cámara, junto con Alonso de Riberos, el que pagó 8, por pendencia entre ambos.
El 14 de octubre de 1569 se le dio una frazada a un negro de Andrés Pérez. Ese mismo año un negro de Juan Jufré debió pagar 10 pesos de penas de cámara, por haber echado mano a la espada a favor de varios jóvenes que reñían con Pedro Sánchez de Alderete. Por la misma situación fueron multados Juan de Ahumada, Juan de Córdoba Juan de Miraval, y Ludueña.
Antes de 1571 Juan de Oviedo, vecino de Villarrica, le había vendido un negro al capitán Juan de Villanueva, vecino de La Imperial. Pedro de Obregón, vecino de La Imperial, tenía un negro, un caballo y una cota por ese tiempo.
423
En 1576 Cristóbal de Escobar, recibió unas fanegas de cal y sus negros curtieron cinco cueros de vaca. En 1578 Francisco Gómez Durán, fundidor en Valdivia, cobró a la Real Hacienda 41 pesos un tomín porque un negro suyo había herrado 47 caballos a los soldados.
Juan de Molines, mercader, en Valdivia tenía casas, navíos, caballos, armas y tienda, además de una herrería con esclavos herreros cuyas obras vendía. En una declaración dice que se sustenta de la contratación de mercaderías, de sus navíos y de sus esclavos negros que usan oficios.
Negros libres
Mateo, en 1565 era pregonero en Valdivia.
Diego, negro herrador. En 1567 recibió dos fanegas de trigo de la Real Hacienda, Concepción, y otras dos en el año siguiente. El 13 de mayo de 1569 recibe un par de borceguíes y un par de botas. El 28 de diciembre de 1574 recibe botas, borceguíes y sombrero de fieltro forrado.
Antón, vivía en Concepción, aparece en un reparto de trigo realizado por la Real Hacienda de esa ciudad en 1571, en que recibe una fanega, no se señaló su condición.
Zapata, negro atambor. En 1575 vino a Chile con el capitán Juan de Losada.
Cristóbal Cometierra, en 1576 fue al sur sirviendo de arriero con los caballos en que se llevaban las municiones, con el negro Juan Moreno. Probablemente participó en la campaña de ese año.
Juan Moreno, además de llevar las municiones al sur, participó en la campaña de 1576, recibió tres pares de alpargatas y fustes, también en la de 1578 recibiendo en esta oportunidad 46 pesos en mercaderías y 17 pesos en dos caballos.
Juan Valiente, miembro de la hueste de Pedro de Valdivia, en 1578 se vendió un caballo suyo en 20 pesos. No se señala su etnia.
Mulatos esclavos Juan de Montenegro, mulato esclavo cuyo amo, Jerónimo de Miranda, pagó en 1577 cinco pesos de penas de cámara por la multa que le había impuesto el corregidor Juan de Cuevas.
424
Mulatos libres Alonso de Cervantes, en 1572, Hernán Martín fue condenado en una espada por pelear con él y con Juan de Cervantes, el que a su vez fue condenado a entregar su espada y el año anterior por lo mismo había sido condenado en tres pesos.
Vitoria, mulato desherrado. Vino a Chile en 1575 con el capitán Juan de Losada.
Varios participaron en la campaña de 1577: Melchor de Espinoza y Agustín, Domingo, cada uno recibió de socorro 40 pesos en mercaderías de manos del factor. A Diego Gregorio, aparece en el reparto de cueras, y el 28 de octubre se le dieron 60 pesos en mercaderías. Jerónimo, recibió un caballo avaluado en 12 pesos y una silla, en 30 pesos.
En los dos años siguientes, de que hay cuentas de repartos de socorros, se anota a Miguel, quien se enroló en la campaña de 1577, recibió 40 pesos en mercaderías, 30 pesos en una silla y seis pesos en un arcabuz. En el refuerzo de 1578 participó Juan de Riberos, recibió una lanza, 30 pesos en mercadería y 12 pesos en un caballo.
También deben haber sido mulatos libres tres sujetos que aparecen denominados como morenos, aunque no siempre queda claro si el “moreno” fue solo su apelativo étnico o su apellido. Antón Martín Moreno, en 1563 recibe frazada, dos vestidos y camiseta. Juan, en 1565 era pregonero en Valdivia. Diego, carpintero. En 1569 recibe una fanega de trigo de la Real Hacienda de Concepción. Antón de Badajoz, debe haber tenido un cierto nivel social, pues en 1573 Alonso de Alvarado entregó un caballo suyo a la Real Hacienda, y al año siguiente Pedro de Armenta, gran comerciante y agente, cobró 20 pesos en su nombre.
Menciones generales El capitán Alonso Benítez, dueño de un navío de cabotaje, cuando se despobló la ciudad de Cañete llevó españoles y esclavos a Valdivia. Don Antonio Bernal Benavente, pasó a Chile desde la ciudad de Los Reyes, y desde Valparaíso a Concepción fue trasportado por Andrés Pérez en su navío, con dos piezas, es decir esclavos, y una cámara, por lo que le quedó debiendo 37 pesos desde 1559. Matías de Herrera, en 1574, en La Serena, entregó dos pesos de dos espadas viejas en que había sido condenado por la muerte de un negro y por una pelea con Rodrigo Montano.
425
Conclusiones La presencia de descendientes de africanos, sus características, y otras variables anejas a ellos, tiene como principal fuente para la historia los archivos notariales, judiciales y parroquiales. En este artículo se ha podido apreciar que varios aspectos que sobre ellos no aparecen en aquellas, se puede obtener en fuentes fiscales.
Encontramos para fechas tan tempranas, desde 1565 a 1580 (en que se cuenta con ingresos y egresos de las cajas reales), negras, negros, mulatas, mulatos, morenos, tanto esclavos como libres, acusando diversos niveles de integración. Son anotados desde hombres libres que participan como soldados, al igual que muchos españoles y mestizos, hasta negros esclavos del rey (herradores, marinos, trompetas y tambores).
Las pocas mujeres, dos, fueron anotadas por multas aplicadas por conductas trasgresoras, al igual que varios esclavos que lo fueron por pendencias ocurridas en Santiago, La Serena y Osorno.
Respecto a los oficios u ocupaciones, entre los negros libres localizamos, en 1565 un pregonero en Valdivia, en 1567 un herrador en Concepción, en 1575 un negro y un mulato que vinieron a Chile con el capitán Juan de Losada, en 1576, dos arrieros transportando pertrechos al sur. En 1577 y el año siguiente, seis mulatos libres que se enrolaron en las campañas bélicas, entre ellos había otro pregonero y un carpintero.
Entre los esclavos de particulares se cuentan zapateros, curtidores, herradores, herreros, un mercader de Valdivia declaró que entre otros emprendimientos de que se sustentaba estaban “sus esclavos negros que usan oficios”.
De lo dicho puede desprenderse que la documentación hacendística del siglo XVI constituye una fuente de una variada gama de aspectos sobre la población afrodescendiente, lo que podría ser válido también para épocas posteriores, de las que se ha conservado una documentación muchísimo más rica y completa, tanto en archivos peninsulares, en especial en el General de Indias, en Sevilla, como en el Archivo Nacional Histórico, en Santiago.
426
Referencias Citadas
Cano, S. (1980). La Mujer en el Reyno de Chile. Gabriela Mistral, Santiago.
Cussen, C. (2006). El paso de los negros por la historia de Chile. Cuadernos de Historia 25:45-58.
Jara, A. y R. Mellafe. (1996). Protocolos de los Escribanos de Santiago. Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago.
Mellafe, R. (1984). La introducción de la Esclavitud Negra en Chile. Tráfico y Rutas. Universidad de Chile, Santiago.
Muñoz, J. (1989). Pobladores de Chile, 1565-1580. Universidad de La Frontera, Temuco.
Silva, M. (1977). La Mujer en la Conquista de Chile. Tesis para optar al grado de Licenciada en Historia, Universidad de Chile, Santiago.
Thayer, T. (1939, 1941 y 1943). Formación de la Sociedad Chilena y Censo de la Población de Chile en los años de 1540 a 1565. Tres Tomos, Prensas de la Universidad de Chile, Santiago.
Vial, G. (1957). El Africano en el Reino de Chile. Instituto de Investigaciones Históricas, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago.
427
PROMESA DE LIBERTAD: EL RETORNO A LA ESCLAVITUD DE LOS SOLDADOS PARDOS DEL
EJÉRCITO DE BUENOS AIRES. ANÁLISIS DEL TRÁFICO DE ESCLAVOS EN LA REGIÓN TACNA-ARICA, 1778-1815
Jaime Rosenblitt1
Los primeros días de mayo de 1816 llegó a Tacna una columna del ejército realista del Alto Perú, comandada por el capitán Hilario Rivero, escoltando a 35 prisioneros de color. Se trataba de soldados del ejército de Buenos Aires, derrotado en la batalla de Viluma, el 29 de noviembre de 1815. El capitán Rivero traía instrucciones del virrey Pezuela de vender a los prisioneros para allegar recursos para su ejército.
El 22 de abril de 1821, mientras la fragata San Martín bombardeaba el puerto de Arica, una columna del Ejército Libertador desembarcaba 50 kilómetros más al norte, cerca del morro de Sama, con la tarea de envolver a los defensores y forzar su capitulación. Al frente estaba el coronel William Miller, quien había sido advertido de la presencia en la región de este grupo de esclavos, repartidos en haciendas de Moquegua y los valles de Sama, Caplina, Azapa y Lluta. En sus Memorias, Miller señala que se había propuesto liberarlos y volver a reclutarlos como soldados de la emancipación americana. Al encontrar a algunos de estos hombres en un estado de extrema degradación, desistió de su propósito y continuó preocupado por el progreso de la campaña.
La venta de los infortunados prisioneros tuvo lugar en una subasta pública entre el 6 y el 14 de mayo de 1816. A ella concurrieron los más importantes hacendados y mercaderes de Tacna, Arica, Sama y Moquegua, motivados por la oportunidad de adquirir esclavos a precios convenientes. Entre los principales compradores estuvieron el hacendado moqueguano José María de la Flor, que se llevó 5 hombres en $940; el mercader ariqueño José Manuel Cornejo, que adquirió 7 esclavos en $1.750; y el comerciante de Tacna, José Santiago Basadre, que pagó $5.700 por 12 prisioneros, seis de ellos eran los que se veían en mejores condiciones físicas, tres ancianos y tres que habían recibido heridas.
1 Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Santiago, Chile.
428
Más allá de lo anecdótico, este episodio sirve para examinar el comercio de esclavos en el eje Tacna-Arica entre 1782 y 1830, a partir de la revisión documental hecha para el período 1776-1845.
No obstante, algunos efectos de las reformas borbónicas, al comenzar la década de 1780, el eje Tacna-Arica experimentaba un momento de expansión económica impulsado por el aumento del intercambio comercial con el Alto-Perú y por su vinculación con la también creciente minería de la plata tarapaqueña.
No obstante, el crecimiento del intercambio comercial y de la agricultura asociada, el tráfico de esclavos se caracterizó por ser de muy bajo volumen.
Las evidencias que tenemos sobre el comercio de esclavos en la región provienen de las escrituras notariales que registran este tipo de operaciones y de las matrículas contables de la Caja Real de Arica, donde quedaron registrados los pagos de la alcabala por este tipo de transacciones.
Estos antecedentes muestran que el comercio esclavista en la región Tacna-Arica fue una actividad de muy baja intensidad, tal vez porque la elite regional jamás logró alcanzar un nivel de prosperidad –por lo demás, muy fugaz- que le permitiera ostentar de su holgura mediante la adquisición de numerosos esclavos y porque la agricultura regional no contó con alguna actividad que precisara del uso intensivo de mano de obra cautiva, por haber estado principalmente orientada a la producción de forraje, maíz, viñedos, olivares y frutales.
De esta forma, en el cuadro se observa que el comercio esclavista consistió en que mercaderes y arrieros tacnoariqueños, cuando viajaban al Alto Perú recibían encargos de propietarios altiplánicos de vender esclavos de su propiedad al retorno de sus expediciones mercantiles. O bien, al revés, sus propios vecinos les encargaban adquirir a alguien para su servicio personal. Esto se aprecia porque, generalmente, las partidas eran de uno o dos esclavos, situación en que normalmente se trataba de padres e hijos, matrimonios o hermanos.
En este punto es importante precisar que, muchas veces, la relación amo-esclavo dio lugar a vínculos afectivos, ya que muchos testamentos consideran la manumisión de los esclavos del difunto y la asignación de un pequeño capital y bienes que les permitan asegurar la sobrevivencia; o bien, se indica la prohibición a quienes heredan esclavos de separar familias.
429
Luego, se presenta la modalidad de la venta de esclavos a nivel local, dentro de la región o hacia provincias vecinas, como Moquegua y Tarapacá. En este caso, las operaciones también eran de bajo volumen y, en general, se trataba de propietarios que vendían esclavos para enfrentar situaciones de estrechez económica. En otras ocasiones, la venta de esclavos corresponde a las etapas finales de pleitos sucesorios, en la que diversos herederos acordaban “capitalizar” los bienes del pariente difunto, para facilitar su distribución o para saldar sus deudas.
Entonces, es interesante examinar los casos en los que tuvieron lugar “importaciones” de esclavos en un número superior a 3, es decir, cuando es posible inferir que este tráfico fue concebido como un negocio en sí, en lugar de corresponder a una enajenación para salir de apuros económicos o resolver una disputa sucesoria.
El primero de estos se remonta a febrero de 1784, cuando el sacerdote Patricio Gabriel Menéndez llegó desde Oruro con 4 esclavos, propiedad de su padre, Antonio, comerciante de Potosí. Los esclavos fueron vendidos en Tacna.
Luego, en mayo de 1790, José Luis Solar llegó desde Potosí con 5 esclavos. Se presentó ante los oficiales de la Caja Real en Tacna, a pagar la alcabala. El propósito de Del Solar no era venderlos en el pueblo o la región, sino que embarcarlos con destino a Valparaíso. La familia Del Solar era originaria de Chile y había formado una red de comercio en el litoral del Pacífico. Pedro del Solar se había establecido tres años antes en Tacna, y su inserción en el mercado local se basaba en la colocación de los alimentos que sus hermanos le enviaban desde Chile, para lo que se valían de una nave de su propiedad. Los alimentos eran distribuidos al interior de la región, en Alto Perú y en Tarapacá, y a cambio obtenían manufacturas de ultramar y plata, disponibles en dichos lugares. Es posible suponer que los 5 esclavos se incorporarán a este flujo y obtuvieran un mejor precio de venta en Chile que en Tacna o sus provincias vecinas.
En 1801, hubo otras dos ventas de este tipo. A comienzos de agosto José Alonso Díaz de Barreda llegó desde Alto Perú con 4 negros bozales de su propiedad, que entregó a Manuel Vicente Belaúnde para que les encontrara comprador. Un mes después, el paceño Miguel Francisco Araos llegó con 7 esclavos de su propiedad que vendió personalmente, a seis personas distintas. Este caso confirma que los esclavos eran comprados en pequeños números y eran destinados al servicio doméstico.
430
Estos pocos casos, detectados en un período de 49 años (1782-1830), dan cuenta que el tráfico negrero tuvo escasa relevancia en el comercio regional. Las ocasiones en que se comercializaron más de 3 esclavos corresponden a coyunturas recesivas en el altiplano, ya sea por la sobreoferta de bienes manufacturados que saturó esas plazas y obligó a los mercaderes a buscar otros destinos donde colocar sus “productos”. Por otra parte, la guerra anglo-española que siguió al tratado de San Ildefonso (1796-1808), limitó el ingreso de mercaderías por el Río de la Plata, lo que causó la ruina de muchos mercaderes altiplánicos, que para sobrevivir debieron vender sus esclavos. Esta lógica también es parte de ventas en menor escala que tuvieron lugar en la región.
Al comparar esta lógica con el destino de los 35 esclavos subastados en Tacna en mayo de 1816, destaca el caso de José Santiago Basadre, quien, en el resto del año, vendió en Tacna y las provincias vecinas, 9 esclavos, obteniendo grandes utilidades. A pesar de ello, Basadre no persistió en el comercio de esclavos, siendo, como tantas ocasiones a lo largo de su carrera empresarial, una oportunidad que aprovechó, pero declinó de seguir insistiendo. Esto, porque no volvió a tener la oportunidad de adquirir esclavos a tan bajo precio y porque el advenimiento de la Era republicana opuso reparos morales a el comercio de seres humanos.
Sobre las relaciones personales entre amos y esclavos, los documentos examinados ofrecen pocas pistas, ya que se trata de escrituras de compra-venta o de cancelación de obligaciones tributarias, que nada difieren de otros intercambios de productos. Sin embargo, algunos testamentos dan algunos indicios. En algunas ocasiones, sólo unas pocas, el testador liberó a sus esclavos más antiguos y les asignó una pensión. En otros casos hubo liberaciones de grupos familiares, con el encargo que siguieran al servicio, ahora remunerado, de los herederos del testador. En situaciones en que la sucesión tendría dificultades para sanear las deudas del testador y éste estaba persuadido que sus esclavos serían enajenados, dejó una indicación a sus herederos para que se preocuparan de no separar a las familias de esclavos.
Salvo en el caso de J. Santiago Basadre y los prisioneros de guerra de 1816, el comercio de esclavos nunca ocupó un lugar importante en los intereses de los mercaderes de Tacna y Arica. No se integró como un ítem especial dentro de los bienes llegados desde el Atlántico y que luego eran despachados a Tarapacá, Moquegua y Arequipa, que principalmente consistían en manufacturas de ultramar. De dichas regiones, Arequipa
431
era donde radicaba la principal demanda por mano de obra cautiva, que era empleada en la cosecha de algodón y azúcar. Es probable que, dado el volumen del intercambio con el Alto Perú, existiesen mercaderes arequipeños especializados en el suministro de esclavos.
En cuanto al destino de los esclavos en la región Tacna-Arica y las provincias vecinas, la mayor parte de la mano obra cautiva fue empleada en el servicio doméstico, en algunas faenas agrícolas en los sectores bajos de los valles de Azapa y Sama, y en tareas pesadas en el puerto de Arica.
En adelante, el comercio de esclavos declinó, prácticamente no se introdujeron nuevos cautivos y muy pocos cambiaron de dueño. La esclavitud en Perú fue abolida por el mariscal Ramón Castilla, en 1854. Para entonces, ya no quedaban esclavos en Tacna y Arica.
432
Cua
dro
n° 1
. Com
pra-
vent
a de
esc
lavo
s en
Tacn
a y
Aric
a, 1
782-
1830
.
Año
Lleg
a de
pe
queñ
as
parti
das
Can
tidad
de
escl
avos
Vent
as d
entro
de
la re
gión
Can
tidad
de
escl
avos
Gra
ndes
vo
lúm
enes
Can
tidad
de
escl
avos
Tota
l de
escl
avos
1782
23
3
1783
12
2
1784
14
4
1785
11
1
1786
1787
22
2
1788
11
1
1789
1790
12
15
7
1791
22
2
1792
12
2
1793
1794
1795
1796
433
1797
1798
44
4
1799
11
11
2
1800
11
22
3
1801
910
11
211
22
1802
25
5
1803
1804
11
11
2
1805
22
2
1806
1807
11
1
1808
11
1
1809
1810
1811
1812
1813
22
2
1814
33
3
434
1815
12
23
5
1816
11
59
135
45
1817
11
11
2
1818
33
3
1819
1820
33
22
5
1821
11
1
1822
1823
11
1
1824
1825
11
11
2
1826
12
11
3
1827
11
1
1828
11
12
3
1829
11
1
1830
11
1
Fuen
te: A
NH
, Not
aria
les d
e Aric
a, le
gajo
s 41,
43,
44,
47,
48,
54,
55,
57,
58,
59
y 60
.
435
EL PROCESO CRIMINAL CONTRA LOS NEGROS ESCLAVOS EN EL VALLE DE SAMA, 1753-1754
Valeska Rojas Contreras1
Introducción
A comienzos de febrero de 1754 en el cálido y prolífico Valle de Sama, ubicado aproximadamente a 37 km al norte de la ciudad de Tacna- Perú se hicieron patente una serie de constantes desórdenes, hurtos y violaciones, causadas por un grupo de esclavos negros, quienes desde años anteriores venían alterando la tranquilidad acostumbrada de esta zona vallestera. Entre estos encontramos a Maturrango, Lucio Palacios y Domingo, todos ellos esclavos pertenecientes a Joseph de Ureta2.
Esta situación se comenzó a hacer insostenible tal como lo expuso en enero de 1754, Jacinto Choque natural del valle, quien descubrió que dichos esclavos habían robado algunas sandias de su huerta, por lo cual, decidió ir a denunciar esta situación ante la Justicia a fin de poner freno a los constantes atrevimientos de dicha cuadrilla de negros, quienes deambulaban libremente cargados de palos y premunidos de armas ejerciendo constantemente el miedo en la población.
Al tenor de esta situación, Miguel Julio Rospillosi3, Teniente General de Corregidor del Valle de San Gerónimo de Sama, inició un proceso Criminal a fin de establecer la veracidad de los graves delitos en que incurrían los esclavos de Ureta y la resistencia que ejercieron a su aprehensión, y el
1 Universidad de Tarapacá, Arica, Chile. 2 Influyente e importante autoridad hispana asentada en el valle peruano. Es importante en primera instancia destacar quien fue Joseph de Ureta Goicochea, de él sólo se tiene registro que nació en el pueblo de San Sebastián, España, aproximadamente hacía 1690. Luego se tiene noticias de él en 1748 cuando contrae matrimonio con Francisca Nicomedes y Peralta celebración llevada a cabo en la ciudad de Arica. De este enlace nacerían siete hijos, entre los cuales se encuentran: María, Ramón, Pedro Bartolomé; Evarista, Lucas, Tomasa y Joseph Valentín Ureta y Peralta, de ellos no se tiene registros; no, así como de su padre quién por 1749, había sido nombrado Corregidor de Arica bajo el gobierno del Virrey don José Antonio Manso de Velasco (Dagnino, 1909) donde se desconocen mayores detalles de su vida y, quien posteriormente fallecería en 1765 en la localidad de Arequipa, Perú. Desconociéndose la causa de su deceso, presumiéndose natural debido a su avanzada edad. https://gw.geneanet.org/ferneche?lang=en&n=ureta&oc=0&p=joseph3 El Teniente General nació en el Valle de Sama en una fecha indeterminada, sus padres fueron Pedro Julio Rospillosi y Francisca Henríquez. Luego, 03 de febrero de 1733 contrajo matrimonio en la ciudad de Tacna con Ana Beltrán, teniendo por descendencia a: Teresa, Josefa Patricia y Juan Esteban Julio Rospillosi. Falleciendo el 22 de noviembre de 1770 en la ciudad de Arica, desconociéndose mayores detalles de su vida. https://gw.geneanet.org/ferneche?lang=en&p=miguel&n=julio+rospigliosi
436
posterior actuar de otros negros compañeros para su liberación.
Frente a la situación caótica es que el Teniente Corregidor Julio Rospillosi comenzó las diligencias para tomar declaración en calidad de testigos a cinco vecinos de la jurisdicción, quienes afirmaron mediante sus testimonios el mal comportamiento en que incurrían los esclavos, como es apreciable en la declaración de don Joseph de Loayza vecino del valle en donde manifiesta que:
save y le consta averlo bisto que todos los negxos de Dn Jospeh de Uxeta esepto el capatas los vido el dia dos del presente mes dia de Nuestra Señora de la Candelaria a las tres de la tarde pasax en quadrilla axmados con gaxxotes px delante de su casa y llegaron estando estedeclarante en compañia del p ayudante y preguntaron que donde estaban los negxos que avia apxisionadoel teniente y respondio este declaxante junto con el dho padre que estavan en el sepodel cura y tixaxon paxa dha casa disiendo que exa mucha desverguenza la que avia executado el teniente en poner los negxos en el sepo4.
Situación que será corroborada por otro de los testigos Prudencio Ortiz quien también expuso:
aviendo salido de su casa cosa de las dos de la tarde dijo que el señor Thente, benia detras de un negxo de Dn Joseph de Uxeta dandole (N/L) con el baston y que dho negro benia dandole a la mula de dho Señor Thente con un poncho px la cabesa y qese bajo de la Mula y lo cogio el qual resistió mucho sin quexexselos dax para amaxxax y llamado dth señox thente a labor del reyno llegue y un hijo mio a quedaxle , y el dhto negxo quando estaban amaxxando con un laso se lo escucho a Dn Jph de Loayza en la garganta el dtho negxo y lo tiro a aogax como con afecto estuvo ya casi aogado que ano averlo favoresido dtho señox thente5.
Claramente, las declaraciones de ambos testigos concuerdan y es fehaciente el hecho que los negros se paseaban libremente por el valle; considerando que eran esclavos, y no poseían sujeción de mayordomo que los vigilará y normará como era lo usual; situación que era aprovechada para cometer toda clase de delitos; como el hurto del que fue víctima el indio Jacinto Choque en su huerta y de los ultrajes a mujeres, entre otros ilícitos. No sólo la conducta licenciosa mostrada por esta cuadrilla
4 Archivo Nacional Histórico (en adelante ANH), Criminales de Arica, 1753-1754, legajo 222, pieza 5.5 ANH, Criminales de Arica, 1753-1754, Legajo 222, pieza 5, foja 1.
437
inquietaba a los vecinos, sino que también, las armas que utilizaban para defenderse de quienes se interpusieran en su camino. La vida en el valle transitaba en un constante ir y venir de violencia, la que estaba supeditada a la presencia de los esclavos, quienes infundían temor y desasosiego en la cuenca de Sama. La autoridad local en primera instancia, se desentendió de estos hechos sólo instruyendo posteriormente, una investigación a fin de constatar la veracidad de lo sucedido. Será con esta sumaria en donde quedará demostrado que los esclavos a diferencia de otros, poseían el ímpetu y la osadía de no respetar autoridad alguna más que fuera la de su amo Joseph de Ureta, desconociendo el porqué de esta relación de fidelidad bidireccional.
El documento Pese a la constante búsqueda bibliográfica por las más diversas fuentes, sólo fue factible encontrar el artículo de Viviana Briones (Briones, 2011, p 85-92) donde expuso la situación que se dio entre el amo y sus esclavos, la resistencia que opuso una cuadrilla de estos y la consecuencia que ello desencadenará en la desestabilización de la vida en el valle en sus más diversos ámbitos.
La idea del presente trabajo y transcripción surgió como una forma de complementar el estudio anteriormente presentado por Briones y aportar nuevas interrogantes a este proceso particular en donde fue posible identificar a los principales partícipes de estos hechos, concentrándonos en Joseph de Ureta y Miguel Julio Rospillosi; Además de entregar una visión distinta a la realidad que se acostumbraba a percibir durante el siglo XVIII en relación a la dualidad amo-esclavo; como también hacer patente la conducta, resistencia y desacato que opuso un séquito de esclavos pertenecientes a un alto funcionario administrativo en una sociedad coercitiva y estamental que los reprimía desde el mundo de la Justicia y la religiosidad.
La riqueza de este documento, nos demuestra que al menos en este caso, -si no tal vez el único de esta especie- los “esclavos” no siempre fueron subyugados y/o coartados, comprendiendo la realidad que imperaba durante el siglo XVIII en América Latina, donde aún existía la relación servil colonial.
El caso de esta pieza archivística es totalmente contrario a lo que se acostumbraba para la época, demostrando claramente una especie de clientelismo entre los personajes y donde es posible dilucidar que Joseph de
438
Ureta ampara las fechorías que realizaban sus esclavos, desconociéndose el porqué de esta situación.
La pieza procesal consta de 7 fojas en total con sellos españoles y membretes, lo que le otorga un carácter oficial; además de poseer márgenes donde se aprecian los nombres de los testigos en su totalidad, cinco los cuales describen bajo juramento y en señal de la cruz la osadía y audacia en que incurrían dichos esclavos por medio de las declaraciones. No fue posible obtener la etapa final del mismo, desconociéndose el castigo o sanción a las faltas cometidas.
El proceso Esta situación de violencia y/o desacato por parte de los esclavos había sido ya descrita en siglos anteriores, como una forma de contraposición a los abusos sufridos por los esclavos a mano de sus amos, quienes en sonadas específicas causaron la incertidumbre y el temor por parte de la clase dominante como queda demostrado cuando:
El gobernador tan pronto tuvo noticias del suceso, por medio de una angustiosa comunicación de los afectados, organizó un operativo de represión, enviando gente armada (…) una verdadera revolución en el valle. Su pequeña tropa actuó con sonado éxito y con una velocidad que sorprendió a los propios amenazados de muerte por los alzados. Sometidos los esclavos negros de las haciendas e ingenios del valle6.
Es por ello que Ignacio Ortiz, vecino de Sama expone:
que sabe y le consta que los negxos de Dn Joph Uxeta las mas de las nochez los be pox el valle axxiba pox allaxse sin sugesccion por cuyo motivo executa muchas maldades de xobos y que estos publico y notoxio (...) que quando bino desta diligencia allo a los dos negxos amaxxados y los llevo a la casa del cuxa Y, los metio al sepo y se bajo dho Señor Thente, y luego supo la Xesistencia que actuaxon acto a no dejaxse pxendex de talmodo Que el negro llamado Palacio le avia echado un laso a la garganta a Dn. Jph Loayza y según le digiexon ya lo tenia casi aogado Que ano aversido favoxecido dho Señor Thente hubiexa sucedido Esta desgxasia y a cosa de las txes de la taxde vido este declaxante A todos los negxos de dho Dn Jph de Uxeta menos al capataz todos Axmados con gaxxotes y queles oyo decix que si confoxme estaban Sus compañexos en el sepo del cuxa estubiexan en el sepo de la Casa de thente los aviande sacax y con esto los bido yxse paxa Axxiba y que ebsta es la vexdad de lo que lleva dho y declaxado7.
6 ANH, Criminales de Arica, 1753-1754, legajo 222, pieza 5.7 ANH, Criminales de Arica, 1753-1754, legajo 222, pieza 5, fojas 4v y 5.
439
Claramente es posible observar que la libre circulación en el valle de estos esclavos es de público conocimiento, como también de los delitos en que incurren, tal cual lo relata el indio Agustín al Teniente Corregidor señalando que:
hallo al negxo de Dn Jph Uxeta llamado el matuXxango uxtando de sus sandillas cmo lo venían de costumbxe todo Los demás negxos de dho Dn Jph de Uxeta de huxtaxle demás fxutos De sus sembxios y que en este tiempo ya que se hiva el negro llego El señor thente , asu casa y le dio la quexella y que le dijo que pox Que no los amaxxaxa y los meta al sepo que si no se lo tenía mandaDo , y que le dijo dho selor que no le asia temexoso del amo y de los Dhos negxos pox lo altino que son pues bien sin sugescion de amo Ni tiene mayoxdomo que los sugete pues la mas de las nochez be Pasax avaxios de ellos pox sexca de su casa valle axxiba de que resulTan los gxaves pexjuicios que cometen de bxios pues no es menox Aun bexmalla suya le bio el negxo llamado matuxxango sustxaex y Plata que tenía y saviendolo el cuxa de este valle se los hiso volvex= y que también sabe y le consta andan foxzando mugexes y asi Tienen atemorisada a la pobxe muger yn defensas yque esto publiCo y notoxio y que después de averle dado la querella a dho seño Thente se paso paxa abajo sexa el negxo el que hiva pox delate De su casa ….. que cometen de barios, pues no menos aun Bexmata suya le vio al negxo llamado Matuxxango sustraexles y Plata que tenia y saviendolo el cuxa de este valle se los hiso volver= y que también sabe y le consta an foxzado a mujexes y asi tienen Atemoxizadas a la pobxe mugex indefensas y que esto es publico Y notoxio y que después de avexle dado la quexella a dho señor thente se paso Paxa bajo siexa el negxo el que hiva pox delante y le dijo que si y Pxosiguio dho señox, y entrabxevi xxato lo embio a llamax con jphtxillo , y bajo asu llamado y alio adho señox thente a Dn. Jospeh de Loayza y Prudencio Oxtiz que estavan batallando con dho negxo llamado Palasios hasiendo gxave resistensia y pox hultimo amaxxaxon a dho negxo como también al negxo Matuxxango y los mando llva a casa del Cuxa de este valle y los puso en el sepo y se bajo paxa sus casas, entxe bxeves xxato bido venix todos los negxos de dho Dn. Jph de Uxeta en quadrilla traiendo gaxxotes que pasavan paxa axxiba meno0s el capataz y que esta es la vexdad de lo que lleva dho y declaxada socaxgo del juxamento que fecho tiene8.
Frente a esta serie de sucesos contrario a lo establecido y considerando que los esclavos eran los protagonistas de estos, se intentó por parte del Teniente restablecer a como de lugar el equilibrio social y terminar con la conducta licenciosa y de malvivir de los esclavos, no quedando más remedio que apresar y llevar amarrados a los negros a cumplir su castigo al cepo del cura, acorde a las pautas de sanción colonial. No olvidando que la imposición de la disciplina castiga las desviaciones contrarias a
8 Ibid, op cit.
440
todo orden preestablecido en una sociedad. “El cuerpo está también directamente inmerso en un campo político; las relaciones de poder operan sobre él una presa inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos” (Foucault, 2002, p. 28). Bajo esta dinámica de control y sujeción física del cuerpo en el cepo, la que era cumplida efectivamente en dominio de la iglesia. Esto implicó colocar los negros a vista de la población, como parte de un castigo social y medida de escarmiento, a fin establecer límites a las conductas delictuales en que incurrían para que aprendieran y lograrán amoldarse bajo el régimen de control colonial y en donde ellos, no poseían libertad ni voz. Dicho sometimiento no tenía cuestionamiento alguno, pero llama poderosamente la atención que la cuadrilla de negros frente a la estupefacción de quienes los veían al momento de ser aprehendidos por el Teniente junto a algunos vecinos de la comarca opusieran tenaz resistencia. Lo que nos hace reflexionar que los esclavos no reconocían el respeto o temor hacia las autoridades locales al ser amparados por su amo Joseph de Ureta, lo que les daba “cierto márgen de libertad”. En vista a esta circunstancia, es que Maturrango, Palacios y Domingo no iban a permitir ser apresados y menos aún ser llevados amarrados y puestos en el cepo a vista de la población. De ahí que estuvieran convencidos
que su amo, los rescataría al igual que sus compañeros de cuadrilla, quienes expusieron a viva voz, según consta en la declaración de Prudencia Ortiz que:
fueron a conbocax a todos los negxos sus compañexos y biniexon a casa de una oxa poco menos en quadxilla haxmados dispuestos es que ya el señox thente se avia hido pa su casa y dejado en pxision al negxo que llaman Matuxxango y aotxo que llaman Lucio Palasio en el sepo de cuxa de este valle; y pasando pox casa de este declaxante preguntaxon po el Señox Thente y diciéndole aunode ellos aquiyban a casa de dhto Cuxa respondio que sacax asus compañexos que avia puesto el dhto Thente en el sepo9.
Igual situación expone Joseph de Loaíza en su declaración, manifestando que:
se hallo pxesente en la xesistencia que hiciexon txes negxos de dho Dn Joseph de Uxeta a no dejaxse pxender con el Señor Thente, pues aviendo venido siguiendo dho Sñor auno de ellos, le hiciexon los otxos dos al encuentro y el uno de ellosle cogio la rienda y luego se apeo de la
9 Ibid op.cit. foja 3.
441
mula a cogexlos a cuyo tiempo llego este declaxante cogio a uno de los negxos y los traxieron a su casa y pxocuxando amaxxarlos se resistieron bastantemente asi con el declaxante como con dho Señor thente sin quexex daxse pxeso pox que desia no tenia paxa que y biendo este declaxante la total osadia de no atendex al Real respeto de la Justicia (n/l) de negro para amaxxaxlo con un cabestxillo tubo el atrevimiento de echaxle una lasada al (n/l) declaxante en la garganta de modo que se allo bien fatigar porque el dho negxo tixaba pa aogaxlo en cuya accion biendo dho Señor Thente que este declaxante se bia casi aogado vino de una chimna pextuxbaxle la vista a dho negxo con cuyo echo solo laxgo al declaxante pox ocuxxir a este defensa y entonces lo amaxxaxon y mando dho Señor lo llevaxen al sepo del cuxa donde lo apresaxon y deste temp en poco menos de media oxa se apareciexon los demas negxos que lleva buelta declaxado, y que dhos negxos llegaxon donde el cuxa qn estava actualmente durmiendo y al qual pxeguntaxon pox los negxos. Superior y pregunto qnes exan y el declaxante respondio que exan los cxiados de don Joseph de Uxeta y entonces los llamo dho Señor Cuxa y les pregunto la yntencion qe llevan y ellos respondieron que benian a quitar a los negros pxesos que presento estava ay el teniente y bolviendoles a preguntar ratificaron en que se le huvieran quitado al theniente y entonces el cuxa dijo estando ay presente su ayudante y este declarante que atendiesen a lo que los negxos desian= I que tambien le consta pa verles oydo desia el negxo= que llaman frayle que su amo Dn Joseph de Uxeta de que se cometian otra deceppesarle algun negro luego que lo aviesen pasar px la hacienda lo matasen a palos10.
Lo que nos demuestra el coraje con que actuaba este grupo, sin importar lo establecido, pero no sólo todo quedaba en palabras, sino que esta situación fue mucho más compleja y atrevida la que se hizo visible al ser apresados tres de los negros, quienes en su afán de zafarse de la detención, uno de ellos tomo las riendas del caballo y se la puso al cuello a don Joseph de Loaiza causando gran asombro de quienes se encontraban en el momento por la gravedad de los hechos en que incurrieron, tal cual lo manifiesta Ignacio Ortiz al señalar que:
el negro llamado Palacio le avia echado un laso a la garganta Del dho Dn. Jph Loayza y según le digiexon ya lo tenia casi aogado Que ano aversido favoxecido dho Señor Thente hubiexa sucedido Esta desgxasia y a cosa de las txes de la taxde vido este declaxante A todos los negxos de dho Dn Jph de Uxeta menos al capataz todos Axmados con gaxxotes y queles oyo decix que si confoxme estaban Sus compañexos en el sepo del cuxa estubiexan en el sepo de la Casa de thente los aviande sacax y con esto los bido yxse paxa Axxiba y que ebsta es la vexdad de lo que lleva dho y declaxado Socaxgo del juxamento11.
10 ANH, Criminales de Arica, 1753-1754, Leg.222, pieza 5, foja 2v.11 Ibid op.cit. foja 5.
442
Incluso a tal punto llegó la molestia y disconformidad de los esclavos que el testigo Agustín de Valencia, señala en parte de su declaración que querían matar al teniente Corregidor por la desvergüenza de haber metido a dos esclavos en el cepo de la Iglesia:
estando el día de la festividad de nuestxa señoxa de la Candelaxia en casa de Jph Salazax quien fue ese dia alfexez de la fiesta, bio llegax a todos los negxos de Dn. Jsp Uxeta harmados de gaxxotes en quadxillas los quales fuexon a sacax a txes negxos sus compañexos y los llamaxon en alta boz , diciéndoles que caminasen apxisa que aviande hir a matax al thente, px la desverguenza de aver metidoal sepo a dos compañexo de ellos = y que save y le consta y que es publico y notoxio que los negxos de dho Dn. Jph Uxeta solo se ocupan en asex xobos foxzax mugexes y otxas maldades que asen y que de dia y de noche, se están paseando en el valle y que no tiene sugecion de su amo y que no les tiene puesto mayordomo de modo que están los del valle temexosos y amedxentados pox vex que son negxos osados y de avexia12.
Consideraciones Las situaciones que contiene la presente sumaria, nos hacen dilucidar que efectivamente en este caso se dio una especie de clientelismo entre la relación amo- esclavos, la cual por medio de las declaraciones de los testigos fue posible establecer la protección brindada por Joseph de Ureta como así también, ver la lealtad que existía de los esclavos para con su amo. Lo relevante de esta reciprocidad, apunta a que una alta autoridad administrativa ampare y acepte los actos delictivos cometidos por sus esclavos, sin tomar las medidas disciplinarias esperadas, en donde es posible saber la presencia de un mayordomo, pero que este no acompaña en ningún momento a los esclavos cuando salen de la hacienda perteneciente a Ureta, lo que provoca que estos se desplacen libremente por el valle causando los estragos por los que se les persigue.
Tanto Miguel Julio Rospillosi como Ureta fueron directa o indirectamente piezas esenciales en el presente caso criminal, debido a que por un lado tenemos a un investigador que intenta comprobar la veracidad de los hechos denunciados por la cuadrilla de esclavos negros, quienes deambulan libremente por el valle sin supervisión alguna.
En contraposición encontramos a Ureta, destacado hacendado del valle con un vasto poder político y social, y quien por palabras que exponen sus propios esclavos argumentando a quien ose de apresarlos, serán hombres
12 Ibid op.cit. foja 6v.
443
muertos, según lo referido por el español, lo que produciría en los esclavos una suerte de inmunidad y protección, la que de alguna u otra forma, debió estar cimentada en un beneficio recíproco de las partes y por lo demás, provechoso debido a que el propio Ureta se arriesgaba ante la justicia.
Cabe también cuestionarse el por qué sólo fueron considerados cinco testigos por el Teniente Rospillosi, existiendo más personas que presenciaron tal vez los hechos, considerando que fue en la vía pública y en una fecha religiosa en que las personas se encontraban con mayor facilidad en los caminos, por ser festividad. Además, no se encuentra la declaración a Joseph de Ureta, como amo de los esclavos involucrados. Lo que nos hace cuestionarnos sobre la objetividad e imparcialidad de la sumaria llevado a cabo en Sama.
Finalmente cabe mencionar y destacar el poder de hermandad y empatía mostrada por la cuadrilla de negros, situación que quedo de manifiesto al momento en que los esclavos no involucrados en el robo sufrido por Joaquín Choque se dirigieron hasta el cepo ubicado en la casa del cura para sacar a sus compañeros de aquel lugar de deshonra y escarmiento moral/social. Esto nos da atisbos de un sentimiento de identidad grupal cohesionado que actúa y se mueve libremente al alero protector de su amo, no perdiendo con ello su calidad de esclavos.
Referencias Citadas
Archivo
Archivo Nacional Histórico. Fondo Criminales de Arica. Legajo 222.
Libros y artículos
Briones, V (2011). Un caso de alianza y negociación entre amo y esclavos. Valle de sama (1754-1757), Corregimiento de Arica. Dialogo Andino 38:85-92.
Dagnino, V. (1909). El Corregimiento de Arica: 1535-1784. Imprenta La Época, Arica.
Foucault, M. (2002). Vigilar y Castigar: El Nacimiento de la Prisión. Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires.
444
Anexo
Transcripción
En la transcripción del proceso criminal, se consideró oportuno conservar el mismo formato del documento original, lo que no alteró el contenido en relación a forma y fondo.
Es importante tener presente que n/l: No legible.
F.1
Miguel Julio Rospillosi
(1753 y 1754)
Dn Miguel Julio Rospillosi Then Gxal de Coxxegto y Justicia Mayor de estes Valle de Sn Gexonimo de Zama y sus terminos y Jurisdiccion p su trabajo. Por cuento se hallo bien Informado de pexsonas (n/l) avisamiento a que sean puestos los negxos esclavos de Dn Joseph de Uxeta vesino de dhto este valle p’ avexlos visto baxios sujetos y sex publico salieron de cuadxilla todos ellos el dia dos del pxesente mui axmados valle axxiba premunidos de su osadez pexdiendo el respeto a la Real Justizzia; y suyo obligacion qe (n/l) a mi caxgo devio pxoseder a la obligacion de este delito tan gxave, y para ello mando se examine las personas que los vieron caxgados de axmas, todos juntos en quadrilla; y sobxe la resistencia que hicieron txes negxos a no dejaxse pxender y que lazearlos que dispusieron de publico y notoxio de las maldades que exejutan, y an exejutado en este valle; asi lo pxoveieron mande y firme. actuando ante mí y testigos a falta de escribano publico ni xxeal. Fecho con el Valle de Sn Gerónimo, 7 de Febxexo de mil setecientos sincuenta y quatxo años=
Miguel Julio Rospillosi
Albexto Lopez Mathias Poxtocaxxexo
de Baxxada
F. 1 vta.
Declaxasion En el Valle de Sn Geronimo de Zama en siete dias del mes
de Joseph Loayza de Febxexo de mil setesientos sincuenta y quatro años.
Dn Miguel Julio y Rospillosi Thente Gxal de Coxxegimito y Justicia Mayor deste dhto valle y su Juxisdiccion por su Magtad en conformida a lo mandado px la causa de pxoceso de la buelta mande a compareser en este mi Jusgado a Dn Jph Deloayza vecino y moxador en este dho valle aqn se le resivio juxamento, que lo hizo a Dios Hxo Señor y a una señal de Cruz segun forma de dexecho y so caxgo del pxometio decir la verdad en lo que supiexe preguntado y siendole en los paxticularres contenidos, en el auto que ba pox causa, dijo que save le consta averlo bisto que todos los negxos de Dn Jospeh de Uxeta esepto el capatas los vido el dia dos del presente mes dia de Nuestra Señora de la Candelaria a las
445
tres de la tarde pasax en quadrilla axmados con gaxxotes px delante de su casa y llegaron estando este declarante en compañía del p ayudante y preguntaron que dondeestaban los negxos que avia apxisionadoel teniente y respondio este declaxante junto con el dho padre que estavan en el sepo del cura y tixaxon
F.2
paxa dha casa disiendo que exa mucha. desverguenza la que avia executado el teniente en poner los negxos en el sepo. I tambien dice este testigo que se hallo pxesente en la xesistencia que hiciexon txes negxos de dho Dn Joseph de Uxeta a no dejax se pxender con el Señor Thente, pues aviendo venido siguiendo dho Sñor auno de ellos, le hiciexon los otxos dos al encuentro y el uno de ellos le cogio larienda y luego se apeo de la mula a cogexlos a cuyo tiempo llego este declaxante cogio a uno de los negxos y los traxieron a su casa y pxocuxando amaxxarlos se resistieron bastantemente asi con el declaxante como con dho Señor thente sin quexex daxse pxeso pox que desia no teniapaxa que y biendo este declaxante la total osadia de no atendex al Real respeto de la Justicia (n/L) de negro para amaxxaxlo con un cabestxillo tubo el atrevimiento de echaxle una lasada al (N/L) declaxante en la garganta de modo que se allo bien fatigar porqe el dho negxo tixaba pa aogaxlo en cuya accion biendo dho Señor Thente que este declaxante se bia casi aogado vino de una chimna pextuxbaxle la vista a dho negxo con cuyo echo solo laxgo al declaxante pox ocuxxir a este defensa y entonces lo amaxxaxon y mando dho Señor lo llevaxen al sepo del cuxa donde lo apresaxon y deste temp en poco menos de media oxa se apareciexon los demas negxos que lleva buelta declaxado, y que dhos negxos llega xon donde el cuxa qn estava actualmente durmiendo y al qual
F. 2 vta
pxeguntaxon pox los negxos. Superior y pregunto qnes exan y el declaxante respondio que exan los cxiados de don Joseph de Uxeta y entonces los llamo dho Señor Cuxa y les pregunto la yntencion qe llevan y ellos respondieron que benian a quitar a los negros pxesos que presento estava ay el teniente y bolviendoles a preguntar ratificaron en que se le huvieran quitado al theniente y entonces el cuxa dijo estando ay presente su ayudante y este declarante que atendiesen a lo que los negxos desian= I que tambien le consta pa verles oydo desia el negxo= que llaman frayle que su amo Dn Joseph deUxeta de que se cometian otra deceppesarle algun negro luego que lo aviesen pasar px la hacienda lo matasen a palos= y que es publico y notoxio que todos los negxos de Dn Joseph Uxeta estan de dia y de noche paseando en el valle px la ninguna sugeccion que tienen pues ni aun mayordomo les tiene puesto dhto su amo de donde resultan las estorciones que asen de ladxoncillos, y queriendo foxzarlas mugexes lo atemorisado que tienen a los mas deste valle pox conosex las averias; que estan haciendo que lo que lleva dho y declarado es la verdad socargo del Juramento quede fe doy y aviendosele leydo esta su declarasion.F.3 Firmo conmigo y actuando por mi con los testigos ynfrascritos a falta de escribano publico xxeal. Manuel Julio Rospillosi
Declaracion de don Prudencio Ortiz En dho Valle dia, mes y año dho Dn Miguel Julio Rospillosi Thente Gxal de dho valle en atencion a lo mandado en la causa de proceso que ba pox cabesa mande compareciera en este mi juzgado a don Prudencio Ortiz, vecino de este dho valle a qn le resivi juramento que lo Iso P Dios Hn Señor y una señal de de cruz en foxma derecho so cuyo cargo pxometio decir la verdad de lo que le fuere pxeguntado y diciendo al tenox de los particulares de dho auto pxocesal dijo que aviendo salido de su casa cosa de las dos de la tarde dijo que el señor Thente, benia detras de un negxo de Dn
446
Joseph de Uxeta dandole (N/L) con el baston y que dho negro benia dandole a la mula de dho Señor Thente con un poncho px la cabesa y qe se bajo de la Mula y lo cogio el qual resistió mucho sin quexexselos dax para amaxxax y llamado dth señox thente a labor del reyno llegue y un hijo mio a quedaxle , y el dhto negxo quando estaban amaxxando con un laso se lo escucho a Dn Jph de Loayza en la garganta el dtho negxo y lo tiro a aogax como con afecto estuvo ya casi aogado que ano averlo favoresido dtho señox thente ; y otxo negxo de los txes estaba en este resistimiento el qual se llama Dominguillo exte te yntia según le dijo su muger de este declaxante y una hija suya entxo azoran diligensias a la cosina de ellas y estevino buscando el cuchillo y no pudo allaxlo, el qual bisto que no lo pudo allax se desapaxecio y fue a conbocax a todos los negxos sus compañexos y biniexon a casa de una oxa poco menos en quadxilla haxmados dispuestos es que ya el señox thente se avia hido pa su casa y dejado en pxision al negxo que llaman Matuxxango y aotxo que llaman Lucio Palasio en el sepo de cuxa de este valle; y pasando pox casa de este declaxante preguntaxon po el Señox Thente y diciéndole aunode ellos aquiyban a casa de dhto Cuxa respondio que sacax asus compañexos que avia puesto el dhto Thente en el sepo; y aviendo pxeguntado este delcaxante pox que avia sido este pxendimiento , supo que avian ydo a xxrobar aun yndio llamado augustinchoque y que este le dio la quexella , y que también save de publico y notoxio que los negxos de dtho Dn Joseph Uxeta salen de noche valle axxiba aser maldades de xobos y quexiendo foxzar mugexes y que los tiene su amo sin mayoxdomo que lo que lleva dho y declaxado es la vexdad socaxgo del juxamento quefecho tiene yaviendosele leydo esta declaxacion
F. 4
En ella se afixmo y ratifico y no fixmo px que dijo no saver y lo fixmo con los testigos ymfrascxiptos con quienes actuo a falta de escxibano publico y xeal=
Miguel Julio
Rospillosi
Albexto Lopez Mathias Portho Caxxexo
De Baxxeda Y Rexgifo
Declaxacion de En Dho Valle dho dia mes y año Dn Miguel Julio Rospillosi
Ignacio Oxtiz Thenten Genexal de este dicho valle en conformidad de lo Mandado px la causa de pxoceso manda compaxecer ante mi y mi Juzgado a Ignacio Oxtiz vesino de este valle a quien se le resivio Juxamento que lo hiso a Dios Ntro Señor y a una señal de cxuz en Foxma de desix la vexdad so cuyo caxgo pxomtio decix la vexdad En lo que se le fuexe pxeguntado y siéndolo al tenox del auto que Bapox causa de pxoseso dijo: que sabe y le consta que los negxos De Dn Joph Uxeta las mas de las nochez los be pox el valle axxiba Pox allaxse sin sugesccion por cuyo motivo executa muchas malda Des de xobos y que estos publico y notoxio= y que saliendo de su Casa un dia delafestividad de la Puxificacion de Ntxa Señora vido Que benia el Señor Thente, txas de un negxo de dho Dn Jph de Uxeta llamado el matuxxango dándole de bastonazos o aogando Le y que estando en esto salio otxo negxo llamado Palacios a Compañado de otxo compañero suyo llamado Domingo y le Agaxxo la xienda y la mula de dho Señor Theniente; y viendo esta Osadia se bajo de la mula
447
F. 5
agaxxo a este negxo y Dn Jph de Loayza quexello aese tiempo Cogio al otxo y los txayan paxa la casa de su padxe Dn Prudencio Oxtiz y que dho Señox Thente le mando a este declaxante quando Hiva con los negxos paxa dha casa fuese a llamax en su mula al yndio llamado augustin Choque y que quando bino desta diligenCia allo a los dos negxos amaxxados y los llevo a la casa del cuxa Y, los metio al sepo y se bajo dho Señor Thente, y luego supo la Xesistencia que actuaxon acto a no dejaxse pxendex de talmodo Que el negro llamado Palacio le avia echado un laso a la garganta Del dho Dn. Jph Loayza y según le digiexon ya lo tenia casi aogado Que ano aversido favoxecido dho Señor Thente hubiexa sucedido Esta desgxasia y a cosa de las txes de la taxde vido este declaxante A todos los negxos de dho Dn Jph de Uxeta menos al capataz todos Axmados con gaxxotes y queles oyo decix que si confoxme estaban Sus compañexos en el sepo del cuxa estubiexan en el sepo de la Casa de thente los aviande sacax y con esto los bido yxse paxa Axxiba y que ebsta es la vexdad de lo que lleva dho y declaxado Socaxgo del juxamento que fecho tiene y aviendosele leydo esta es Su declaxacion 5 vta en ella se afirmo y ratifico y no fixmo poxque dijo no sabe y lo fixmo Con los testigos infraescxiptos. Actuando ante mi afalta de escxivano Publico y xeal=
Miguel Julio
Rospillosi
Albexto Lopez Mathias Portho Caxxexo
De Baxxeda Y Rexgifo
En el valle de Sn. Gexonimo de Zama en ocho días del mes de febxeXo de mil setecientos sincuenta y quatro años Dn Miguel Julio RospiLlosi Thente Gxal de Coxxegidox y Justicia Mayox de este dho valle y Su Juxisdiccion pox su Magestad en confoxmidad de lo mandado pox La causa de pxoseso mande comparesex en este mi juzgado a Agustin Choque avitante en este valle a qn se le resivio Juxamto , y lo yso Pox Dios Nxo Señox y una señal de cxuz según foxma de dexecho so Cuyo caxgo pxometio decix la vexdad de lo fuexe que supiexe y fuexa Pxeguntado y siéndole en los paxticulaxes contenidos en el auto que Ba pox causa dijo que hallo al negxo de Dn Jph Uxeta llamado el matu Xxango uxtando de sus sandillas cmo lo venían de costumbxe todo Los demás negxos de dho Dn Jph de Uxeta de huxtaxle demás fxutos
F. 6
De sus sembxios y que en este tiempo ya que se hiva el negro llego
El señor thente , asu casa y le dio la quexella y que le dijo que pox Que no los amaxxaxa y los meta al sepo que si no se lo tenia mandaDo , y que le dijo dho selor que no le asia temexoso del amo y de los Dhos negxos pox lo altino que son pues bien sin sugescion de amo Ni tiene mayoxdomo que los sugete pues la mas de las nochez be Pasax avaxios de ellos pox sexca de su casa valle axxiba de que resulTan los gxaves pexjuicios que cometen de bxios pues no es menox Aun bexmalla suya le bio el negxo llamado matuxxango sustxaex y Plata que tenia y saviendolo el cuxa de este valle se los hiso volvex = y que también sabe y le consta andan foxzando mugexes y asi Tienen atemorisada a la pobxe muger yn defensas yque esto publiCo y notoxio y que después de averle dado la querella a dho señor Thente
448
se paso paxa abajo sexa el negxo el que hiva pox delateDe su casa ….. que cometen de barios, pues no menos aun Bexmata suya le vio al negxo llamado Matuxxango sustraexles y Plata que tenia y saviendolo el cuxa de este valle se los hiso volver = y que también sabe y le consta an foxzado a mujexes y asi tienen Atemoxizadas a la pobxe mugex indefensas y que esto es publico Y notoxio y que después de avexle dado la quexella a dho señor thentese paso Paxa bajo siexa el negxo el que hiva pox delante y le dijo que si y Pxosiguio dho señox, y entrabxevi xxato lo embio a llamax con jphtxillo , y bajo asu llamado y alio adho señox thente a Dn. Jospeh de Loayza y Prudencio Oxtiz que estavan batallando con dho negxo llamado Palasios hasiendo gxave resistensia y pox hultimo amaxxaxon a dho negxo como también al negxo Matuxxango y los mando llva a casa del Cuxa de este valle y los puso en el sepo y se bajo paxa sus casas, entxe bxeves xxato bido venix a todos los negxos de dho Dn. Jph de Uxeta en quadrilla traiendo gaxxotes que pasavan paxa axxiba meno0s el capataz y que esta es la vexdad de lo que lleva dho y declaxada socaxgo del juxamento que fecho tirnr ; al qual se le leyó esta su declaxacion en ella se afirmo y ratifico y no firmo px que dijo no saver, a falta de testigo con q actuax ante mi a falta de escxivano publico y xeal=
Miguel Julio
Rospillosi
Albexto Lopez Mathias Portho Caxxexo
De Baxxeda Y Rexgifo
En dho valle, dho día, mes y año dho Dn Miguel Julio Rospillosi Thente Gxal de este dho valle y en confoxmidad de lo mandado pox El auto que bade causa de pxoceso mande comparesex en este mi Y mi juzgado a Agustin de balensia vesino en este valle a qn se le resivio Juxamto , y lo yso Pox Dios Nxo Señox y una señal de cxuz según foxma de dexecho Cuyo caxgo pxometio decix la vexdad de lo fuexe que supiexe y fuexa Pxeguntado y siéndole en los paxticulaxes contenidos en el auto que Ba pox causa dijo que estando el dia de la festividad de nuestxa señoxa de la Candelaxia en casa de Jph Salazax quien fue ese dia alfexez de la fiesta, bio llegax a todos los negxos de Dn. Jsp Uxeta harmados de gaxxotes en quadxillas los quales fuexon a sacax a txes negxos sus compañexos y los llamaxon en alta boz , diciéndoles que caminasen apxisa que aviande hir a matax al thente, px la desverguenza de aver metidoal sepo a dos compañexo de ellos = y que save y le consta y que es publico y notoxio que los negxos de dho Dn. Jph Uxeta solo se ocupan en asex xobos foxzax mugexes y otxas maldades que asen y que de dia y de noche, se están paseando en el valle y que no tiene sugecion de su amo y que no les tiene puesto mayordomo de modo que están los del valle temexosos y amedxentados pox vex que son negxos osados y de avexia = y que también save pox avexlo oydo que se le xesistiexon al Señor Thente tres negxos de dho Dn. Jph Uxeta sin quexexse dejax apresax; que lo que lleva dho y declaxado es la verdad so cargo del juxamenTo que tiene fecho , esta su declaxacion en ella se afirmo y ratifico y
449
no firmo px que dijo no saver, a falta de testigo con q actuax ante mi a falta de escxivano publico y xeal=
Miguel Julio
Rospillosi
Albexto Lopez Mathias Portho Caxxexo
De Baxxeda Y Rexgifo
F. 7
Don Loxenzo Gomez de Bergara Juez Comisionado por la Comisión a mi confexida del Sr. Gral Dn. Pedro Remigio Fexnandez Maldonado para ratificación de los testigos en Esta sumaria hize conparecex ante mi , a Dn. Jph de Loayza Testigo que declaro ante Dn. Miguel Rospillosi y le resivi Juxamento que hiso Pox Dios Nxo Señox y una señal de cxuz según foxma de dexecho Cuyo caxgo pxometio decix la vexdad de lo fuexe que supiexe y fuexa Pxeguntado y siéndole en los paxticulaxes contenidos en el auto que Ba pox causa dijo sex la misma que abia aquel entonzes echo; que se afixma y xatifica en ella y en caso necesaxio la buelbe a haser de nuevo y que lo que dho y declaxado lleva es la berdad y lo que save so caxgo del juxamento qye hecho tiene y que es de la contenida en dho declaxacion que no le tocan las Genexales de la Ley y lo fixmo pox ante mi y los testigos que se hallaxon pxesente que lo fue linonaxes, a falta de escxivano publico y xeal=
Lorezo Gomez Jph de Loayza
De Bergara Y Valdez