a'-.qr--.<f¡'f
MenÍe Rose Io¡o
UNA EXCURSION A LOS I,NDIOS RANQUELES:LA BARBARIE EN I]N VIAJE AL « MAS ACA »
Toda la << excursión a los indios ranqueles >>, de Lu-cio V. Mansilla s€ articula sob¡e el nudo del viaje, que noes aqul una metáfora (se trata del viaje muy real que hizoel entonces coronel de frontera para tefrendar'un ffatadode paz con los indios), pero adquiere una densa riqueza deresonancias y connotaciones.
Este viaje, aunque a veces lo parezca, no es sólo unaaventura exploratoria ni un capricho turlstico. Se trata, co-mo tantos offos viajes de la literatura de una incursión ha-cia lo interior, contracara de la declamda y ufana excur-sión del dtulo. Esta inte¡ioridad no es solamente, o no esprecisamente, psicológica. Si bien Mansilla siempre estábuscándose a sl mismo, absorbido en la estructuración de
-su imagen', 1o que realmente permanece y se revela aqul,
más allá de los guiños, de los avances y retrocesos en di
I La elusividad, en definitiva - afirma Sylvia Molloy - es la acti-nrd que elige Mansilla. con respecto a la problemática del yo, siempreoscilante enue la identificación complaciente y el rec-hazo dandysta por
.un público del que a toda costa se quiere ilileretcidr. Un yo que arras-tra una pesada carga de fili¿ción, pefo que aspira constantemente a serel hiió de sus propias obras y de su propia voz («Imagen de Mansilla»,en Ii Argenti¡¿: Del 80. al Ce¡tenario, comp. Gustavo Ferrari, Buenosáires,. Sudamericana, 1980).
107
rección del espejo, es \a interioridad de la tiena: la visión,o más que visión, el tacto, el oldo, el gusto, el olor de laTierra Adentro evaluada como /o propio frente a 1o ajenoy extemo. La << barbarie » se diseña, contra la topologla del<< más allá » (los grandes ideales civilizatorios en cuyo nom-bre se degüellan los compariotas muy real y bárbaramen-te), como el « más acá »> que nos llertenece, como 1o inme-diato que hemos distanciado y olvidado: una vida cercanaen muchas ocasiones al coruzón del placer, de la libemad yde la infancia.
t. Felicid.ad y conociniento
Esta novela sui generis se escribe en forma de cartas(procedimento que refuerza la andadura del viaje) dirigi-das a otro viajero: Santiago Arcos, cuyo destino se ignora(« No sé dónde te hallas, ni dónde te encontrará esta car-ta y las que le seguirán, si Dios me da vida y salud »). Laeplstola tiene un propósito de encuentro, no en el « másalLá.», en el « afuera » donde Santiago ambula, sino en elescenario que define ¿ la Tierra Adenuo: « no pierdo laesperanza de comer contigo, a la sombra de un viejo ycarcomido algamobo, o enue las pajas al borde de una la-guna, o a la costa de un arroyo, un cbarrusco de guanaco,o de gama, o de yegua, o de gato montés, o una picana deavestruz boleado por ml, que siempre me ha parecido lamás sabrosa ».
El rumbo de esta cart¿ hacia lo desconocido (el para-dero ignoto de Santiago Arcos) se tuerce asl en una « vuel-ta » esperada, pero también en esa vuelta hay una metadesconocida qua aún no se ha logrado alcatwan « despuésde haber recqrido la Europa y la América )>, una dJ hcgrandes aspiraciones de Santiago Arcos era « comer tortilla
.r.08
de irle¡os d. iTe:i;,l.ilfffiJ'iff',::"",: :,_güel l{ano, s.r 9Y .pí, a" un hito más'e' ¡Se trata de una apuesta entre am{
.n .f.i"i".^rlrl t ; tiir¡rt que colecciona lugares y coml-
das exóticas como t[i"*t" té-"ti" tf¿" de probar 1o leia-
no y 1o raro dene 'úo ot"' ittt"ut posibles?
Existe por un i'd;";t;;;t'tt'.tl orurito de la com-
Detencia, tu .*q"i'i'11'l'd;il;;á it h'btt estado donde
irin*n, hombre dt ; núcleo estuvo todavla' Por otra par-
tu. á d"ruflo a lo ;;i;i'"' el gusto por la ^"'t1t:t1'11
reoutación, Iu glo'iu' lt dan'ai n putto >> un catácter flras1
hizañoso q"t M*i[*-ufi*^ uotqt" 1o ponga (cómicamen-
te) en tela de i*itülH Jtr-dei.coronel de frontera que
emprende .," u'^,i"'"í''"tJ"¿-peligroso (una expedición
militar "rrr,. t""*i*;'Jü;"'1ltí; un mensaie de paz)
con la nonchalance'ij;;;ii'á' dt"uta todavla más'si
;"."f;; 1' uttti¿ua turlstica -mientras otros persona'es
(el padre Marcos- "ilil';"-t"oit Ath"otntto' el general
Arredondo, Ios ñ;;;;;t insist¡1 en los tiesgos' No
son despreciables tÁpoco las t:"T,t::iooes de cruzada mi-
sional y civilizado" i"ottu exterminadora) que constante-
ñ;;; '..1 tonfitren al viaie'
Pero por "u'""t'ü''"Jo' (1^ aventura' la emPresa
"sal-
vacionista, t" puri'rr"ál ir*¡tri hay dos experiencias tun-
damentales t""ttl-llt '" '"1*i'"íau" h feficidad' v el
conocimient. d" b ;t;l-ltuttgo'lu que incluye la condición
humana, .1 ton"l"to';;Ji,i";Ltat loego' uno misrno)2'
? Mirta Stern enfatiza la importancia del saber e¡ Üna excursión"''
en tanto "¿qoi'iti¿"
'liiti"*''iü*"1' t'"F '"
oue nadie sabe) v me
t*o," ¿"t ,'d"' c;;;;;"J';;;;""111-f"" i: iift,:l 'fr3i?
"""-,"¿t á tthto pueda leerse como respu
.s el coro,,el M*"il;'H';;; ;*-que fiiación narcisista en estts
oácinas, not tootffi ttí"''i'u''p'ot"t-¿" -i'nlrrogación
acerca de la
nÁt¿." de Ia realidad 109
#' G*#
El desplazamiento del viaje matca el camino hacia la ple-nitud - la máximá intensidad - de la vida - y hacia lasabiduría que le es aneja. Viajar es cambiat de perspectiva,
ver el mundo desde ora ubicación. Gracias a ello - diceel nómade Mansilla : se vive verdaderamente, puesto que
vivir es experiruentar contrastes (« sufrir y gozat, aborte-cer y amar, creer y dudar, cambiar de perspectiva flsica ymoral » p. L22) tocar los extreftlos donde se encuentta lafelicidad (cfr. p. 67).
Por eso - cuenta - mis¡¿¡¿s se hallaba forzosamen-
te inmóvil en la Guetra del Paruguay, recutrla al expedien-te de subirse al merlón de la bpteúa, dat la espalda al ene-
migo, abrirse de piernas y nirar el nando al reaés. Pasi-ción saludable que producfa en él un redimensionamientode 1o real, exhibiendo la verdad bajo las infundadas con-
vicciones.Por eso también - afitmatá Mansilla comparándose
con Gulliver -, ( Los enanos nos dan Ia medida de los gi-
gantes y los bárbaros la medida de la civilización »>. Resta
saber - sugiere - <( si setlamos más felices poniendo enla silla curul de nuestros magnates, a pigmeos, y cambiandoel coturno ftancés por la bota de potro ».
2. Ld barbarie: equiparaciones, seducciones, catencias
La exploración de la sociedad ranquel arroia pñaMansilla varios tesultados:
1) Reconocimiento de rasgos tan « civilizados » pa-
ra bien o para mal, como 1o de la sociedad blanca.
2) Reconocimiento de tasgos
res a los mundo cristiano.
3 Reconocimiento de ciertasnusvallas.
110
ético-sociales superio-
deficiencias o mi-
En el punto (1) el acortamiento de la ü"'it'1^!1:
.onr*Iáürr'd. 1r, .q.riput"ionesJ ti¡l1 a veces un mauz
ffi [á;';,: :*',:.':;;;, ", ]:' ;ff:I,i'ti":i'::'J;.ner q virtudes que
rlor » de la civilizacün'1i""' la mayor patte de' las veces'
'j:il;;;';;' i"oiou'"" o un tanto ridículos que
il;;r"; tu r,t"iiu de las formas sociales' tanto entre
loa tanqueles como t"tt" lot blancos' El principio estructu-
mnte es eI mismo, át,q;t en los pueblos más primitivos
¡c 1o, adviene ¿t '*-f*- a yá's-pura (la civilización' ha
;li;ñ ü;;;illr, ;' ;; "'i'4" de bárbarie rerinada »)'
Las coincidencias más importantes entte cristianos y
tanqueles ataíte¡ *Lt"..to¿" il *ood'o de la diplomacia
v, É ciertos ,,n"ooJíi ;;;;':l^ áiplot"ia' dice Mansilla'
L'-'üii;?; l"i"'' lo mismo en Londres que en
Viena, en Buenos tffi;t""'-Ltob"tó» (p' 288) y las
ficuras de un -"it -'""i* "'olt"' eouioarables' Mariano
{or., es el <<'"t1:;';;'J+-i"i"to; (o' 72\ o el Bis-
il;;t i,nq,,"li,,o itl' ;d .;d'á;f::¿'j "U;:.'ffi*;i;il;;;;, si se atiende a la seria evaluacr
del carácter v r" i"úrii'átt ¿tr iefe ranquel así' calificado:
« Mariano Rosas ;;;Jt"d" b'st"'tt el corazón humano'
cómo que no es "]' -*othutl'o;
conosce a fondo las incli
n'iiEiones y gustos L los cristianos"' )>. (pp' 7 t-72) 91|f;-
cflrá, << gran político y gran guerrero d"'iu p"pa » 'tiende
eficaces redes de ';;pí"üt qit
-t'ufu tienen que envidiar a
les de u 1o, n"t"iol':;il;t;' rncluso los << vicios de go-
bierno , a"t i-pJlo ilJ't"' a espeio que muestra la
cara oculta dt l" .. Jtil;;;;"' y l' u demo*acia » blancas:
«MarianoRosasyBaigorrita,comodosjefesdepar-;td;;;r; .t
'"it"*"pteparado' la votación sesura;
p.- o,o y.otro, .T;flil,-;ü#.J:i:';o:§ft?lisonieado las Preoctesto lo que vernos "á;;
C; ar"ti t" I ¿El pueblo no
1lX
lo toleta todo, hasta que se juegue su destino, con ta , En este mismo capltulo, .l lTludot rernata el asom-
que se le deje'gritar.il;;ir. 'o b*.il. .ri*f".n .rrriecrores, refiriéndose al sistema tan-
«Mariano Rosas, después de haber resuerro r, p"- ái"ri. nu*"n".ün-i, q" equipara a la gente del'desierto
acusándome en púbüá d. l; marrinzas de López "; lin el avanzado pueblo alemán:
de Rosas; Baigorrita, dominado por Ia Ám"iJá, i" « .,. su sisrersa de numeración es igual al reutónico, se-móvil, silencioso, i*esoluto en presencia de Ia mllti. grin ,. u.'fri.j .¡.*pir ¿. q"irb'i-irrl, q:" :1.-r:*-tud, ¿no hacra el mismo nrn.t Ji ñ3n"ü;;ü; ro como cinc*enta, pero que gramaticamente es cinco-clamando: l, i*lnr,.r, t)-)iz, ar mrsmo tiempo que dier,.se armaba hasta los dientes? ».
Si hay quien se haya afligido .porque nuestro tlt_::-'« Mariano Rgrr: { Boigo*ita, decrarando en una }un- p"rlr*.nJIl ; ;;á. ,f J" fot ianqo"Ls' ¡consuéle-
ta, después de haber firm"d" .I Tr;;; d. ü, n* se, pr.r!hadan io
.qrrq Ia mayoda resolviese, ¿no imitaban a Los alemanes, iustamente orgullosos de ser paisanos de
bt q;.;á" a. unu-v*-ir,,áár"oao ennues*o con- schiller ;'A'Goethe, se parecen también a ellos'
g,.ro lo contrario de lo que antes habran convenido Bismarck] J ;;-.ilJ*itt'r+ Estado' contarla las
con el exffaniero? » (pp. 447.44g), águilas ¿ lr, í.gior., vencedotas de Sadowa' 1o mis-
rno que'"r'j'id Prariano Roia§ cuenta sus lanzas al
regresar del malón » (P' 203)'Estos mismos « bá¡baros » que pueden ser tan sudles
J¡ tan corruptos como los blancos,=i*í¡ieo poseen, para sor- Tampoco se deia de lado f1 tocante a las formas de
presa -de rn]rchos, ,, hd;;;;ló, un sisrema de nu- cofiesla. Mo.hur" ;; l; .rtúu"idud india se ve como oti-
meración, modalÁ y ceremoniur. Lir;.irÁ.irr;rlril- ü;ü'r;*r;-ir;-i;;*"s del trato entre parientes' las ce-
tente§ atañen al lenguaje y Ia retóric, q,r. Munrilla describe remonias ¿. ,urrráo 1qr. obligun a Mansilla a tevantar' uno
como in*eíblementá ri"k;-,;;;;;¿ y ceremoniosa (cfr. por uno y d*dl-gru,a., gritos,,a todos los integrantes del
el capltulo zt, donde ;-ü;.Íi.*ll, ,r., modos de con- « comité ¿. ,..".p?i¿"Ii, ,:: obsequios; otras veces,' sin
utt'uitión, tr, 't.g1r" y foráas ¡; .J; uno, y la enorme ombargo, ," tu -uía,i
u Áá, bien-como un remedo de la ut-importancia ¿.1 iitmo
"l;.did"i. Lr.. otras peculiari- benidad blun.u,"rábll *L "r 1o oue hace a las << buenas
daáes, ¿t*r.u-lüirilla el juego verbal que consisre en al- tnaneras , our"ruráas en la mesa compartida' Esta imita-
terar Ia ubicación sintáctica dJtr .1.*.ntos de una misma ción no es necesariamente grotesca; puede aparecer como
«razón-»» o frase, lo cual lo lleva a opinar qr" .<1.r-*r_dores de .la Pampa son tan fuertes án retórica como el . , , r^o á..¡,hrimientos de la anuopo.-*19:t¡o- a. grrÁ?tica de Moliére » (p. 19g). Asimismo, I Mansilla pareciera adelantarse a los -descubrimientos
de la an
refiriéndose i- ñ"*orias dotes de orador de Madano lo¡t¡ i-o¿"'nt' Ñt;;;;ñ;;1 «pte-lócica»' como lo pretendiera en
il.,¡.;ü,"ny. « hasta .no"-1",Já.b.,o,, r, .ro*.*i; lf,;:[?ffii:lr'".#h] f*I.'i'i;::;;:,'!ilT1.,":;iJ?unida a la-prudencia puede á"práJ. la palma con éxito art¡breccr ,r*.r*'iJ"*urirJ..i¿, (dr. Eto't c^'itter' Filosofia ile lacompleto al valor y uíu.rprdJj;.)ool. lotmas simbót¡ror." ii irri*itorr'mitico,r''tréxico, Fc'E" 1e72)'
tl,J.12
&,, !!?F?'"'"
el resultado de aptitudes naturales y un rápido aptenüzaie,por el constante contacto enffe ambos grupos étnicos: << ya
sabla por experiencia cuán delicado es el paladat de los
indios, pues muchlsimas veces se sentaron a mi mesa en elRlo Cuarto, teniendo ocasión, al mismo tiempo, de admi-
rur la desÚeza con que esgrimlan los utensilios gastronómi-
cos, la cuchara y el tenedor; lo bien que maneiaban la pún-ta del mantel para limpiarse la boca, el perfecto equilibriocon que llevaban la copa rebosando de vino a los labios »>
(p. 185).Los caciques Mariano Rosas, Ramón, e incluso el
irascible Epumer, hacen con gran gentileza los honores de
la casa. Mansilla tecalca siempr'b la calidad y abundancia de
la comida, y el buen servicio. En el toldo de Epumer todoimpresiona bien al invitado: el aseo, el orden, los manja-
res, los atavlos, el maquillaje y la belleza de la mujet delcacique y de sus hijas, la vajilTa decente. Esto 1o mueve a
compataciones constantes con el mundo blanco; << un cris-
tiano bien educado, modesto y obsequioso, no hubierahecho mejot el agasajo » (p. 457). << La muiet de Epumer,sobte todo, me recordaba ciefia dama elegantlsima de Bue-
nos Aires, que no quiero nombrar »> (p. 457)4.Pero la estimación final de tanta finura es ambigua:
<< ¡Pobres gentes! A cada rato me decfan: - Si no
está bueno, dispense. Aquella lo ha hecho - y seña-
laban a tal o cual cautiva; y ésta me miraba como di-ciendo: << Por usted nos hemos esmetado ».
4 Son bastante frecue¡tes estas comparacione§ entre personajes in'dios y personalidades de la baute société poneia: Quintuiner / distin'guida dama, Indio Melideo / edecá¡ del Presidente. Hay burla, desde
luego, pero no dirigida a desmetecer a los indios, si¡o más bien a mos-
trar a los « blancos ilusües » que ellos, coa toda su presunta superiori-
dad, tienen un desconocido « doble ranquel ».
tt4
, ( ¡Qué escena aquélla! En medio del desierto' en la
Pgmpa, entre los bárbaros' un rernedo de ciailizaciñn
$ cosa not i'"*t- "iu iÁptttion indesciptible » (p'
418).
También es << indescriptible » la irnpresión que Ie cau-
u r Mansitla la hija-áe -Iüutiu"o
Rosas (su propia ahiiada
dp E¡utismo) vestida n*l d evento t:l-'n traie robado de
h Vhgen (aunque 'qui tu :sci:na
se contamina de elemen-
tor racrflegos y aemádacos)' La apreciación se sitúa enue
t'ririi*r"."áp*"ti";;"; el casi patético esfuerzo que
üi#;.;d"i ;';;;";'d blanco con 10§ te{inamientos
(prrcticados, claro, ;";ü'";"tal sencillez) propios de su
cn¡ltura, y eI genum;-;i";i; (pot.sl y no en relación a << lo
otlo, » * el m""dJ itr?"i¿'derá ' valor -) de la cor-
Gda tanquel. La pl;;^ .. ttÁ"¿t » conuibuye demasiado
;11ir;,Ñ ¿ttpli'=g"t de atenciones que de pronto parece
¡cducirse a una - iÍt"l"r"'i'ál *{; o menos simiesca ''
Pero la 'i'itu*i'-totáo-á" n"o'ott da una vuelta de
urcrca sobre Ia *;;ió";; 1o' u'lo"' indios v blancos'
ffi?n ".., i*¿t 1"t;;. ti ¡tft ranquel más urbano' Por-
Auc €s el más "rru[iE
íao, é1 -qr. se asienta, el que tiene
meior vivienau, tt'"qit t;il de agric-ultura y ganaderla y
;:,;:i;; ;-;";+' g'u"d.' v bien hechos "' sementeras vas-
tlt, ...ganado, *u"ot coLo ni"g"no» (p'- 5.0t)''y t:lf
[i";';ü; trabaia con sus manos en una indusuia Propra
! Julio A. Ramos señal¿ que en fJra exctrsión se piensa al otto
r mlb bien, cono una Jti"ti" n* imperfectamente refleia los rasgos
do lo mismo ». Esta *li.-rJ¿r, no po.d" tenerse eri cue[ta en un sentido
pnerol, pues son td;-i; ;;"; etr que la « barbarie » es propuesta
como ciemplo " '"*""it" la u civilización)»' peto sl puede toma:::-en
ü¡rnt¡ cn este ca§o t"rt]l"rit A' Ramos' « Enue otrost Uta excurs'ott 4
le¡ tndios ranqaeles,?';;;^ u:T*tiu" »' Fil'olosla' Año xxl' 1'
1986, P' 157)'
ll'
ft* !ltl!!l!!!rlr '-**r
de culturas relativamente elaboradas: la platerla. El mismoha inventado y fabricado con habilidad los insuumentosdel oficio.
Ramón se parece en sus hábitos y preferencias a loscristianos, su madre es una cristiana, también 1o es una desus mujeres y su tribu tiene mayor número de cristianosque las demás. Sin embargo, Mansilla apunta, por otro la-do, que << Ramón no tenla a su lado cristianos que lo adu-larun; que era el indio más radical en sus costumbres; elque me habla recibido tnás a la usanza ranqaelina, era elqug se manifestaba a mi regreso más caballero y cumplido;y acabé por hacerme esta pregunta: ¿El contacto con lacivilización será corruptor de la buena fe primitiva? »(p. 515) ó.
En tesumen, 1o propio, Io genuino, lo << mejor >>: ama-
bilidad, sencillez, abundancia, generosidad, es el platillode la balama con que Ia estimación de Mansilla contrapesael calificativo de << remedo » (lo imitado de manera preca-ria e insuficiente, lo marcado por la carencia). Y, como se
verá en el próximo apartado, su elogio a la barbarie se fun-da en el reconocimiento de una plenitud frente al uacíohecho de superfluidades y mentiras que es, en muchosaspectos, la << civilización »>.
En efecto, entre los indios (punto 2) hay modos deorganización y solidaridad, estilos de comportamiento eró-tico, posibilidades de juegos y alegtlas que operan sobreel seductor Mansilla un efecto de consentida seducción.
La sociedad india - señala el narrador * tiene cier-tas ventajas sobre la blanca en el eiercicio y la distribucióndel poder. El mando es, entre los indios, hereditario, y
ó Esto invalida lo spstenido por Ramos (art. cit. en nota 5) cuan-
do apunta que Ramón está presentado como más decsnte porque ha te-nido una educación, porque su madre es cristiana blanca (p.156).
tt6
é¿ndo no hay herederos un plesbiscito ditime la cuestión'
ñ¡;;.;; ,f 'poa"'1o p'ou*' revoluciones sangrientas:
r MÉ¡ revolucione' h;;; hecho nosouos' vlctimas h3v de
iül ocloca.iu, *tá'i-u- it-o"u' quitando y -poniendo go-
ffi".ii;;;,-$," i"t'lndiot pot la-ambición de gobernar >>'
El rimple amor a f'- tt iiU*od natural » no desencadena
h¡t¡icidios, que sl ;";t;;;'ire 19s que defienden el con-
ffiil;-i üü."'¿-t"tionul '' u Es que los bátbaros no
ff¿.";;.T;1; Ñ;;d' i"' rcpúblicas )>' <( Es que ellos
H#',,],-u;;ru d. o" nosotros no nos oueremos convencet:
{uc los principios *' '"d""i;''t'o*tttt nada"' » (p' 291)'
La natural frente a lo racional, la realidad práctica-lu-"'d'od
frente a la menti'ra' serán lasfrente a la utoPía,
dlcotomlas ,ob.. tur'q,r" ft¡r*iff, tabaiaú su crltica a la
clvilización blanca', EI franco realismo, la liTrpidez de rato' permiten
iuo .n lr. toldt'iu''át'fot infieles se aplique vetdadera-
[T#ffiy'-""."*¿fi.a: el menesteroso .1.*pr. tiene qué
il'Ji'tt to" vuelta '>: es decir' con la so-
flHü#ff: ii¡" * p^i"¡*"' a' "int"g'; i" ptestado
q¡ando Pueda:
<< Estos bárbaros - dije Eara mis adentros -1 h*;"bloiil^i;'itv aa Éu"ngtüo' hov por ti"'maiana
, ' por ml, ,in -i*ti"i'
en las utopl1t-^O*^:t":':'IT: t'! ' solidutidai, J';'b; tn t"*uo para ttansacciones' el
, cédito p"i';'';;*'id'des impeiiosas de la vida v'el
' iurado t-i' -;;;
ellos no necesitan especies para las
Pefmutas' crédito Para comer'
« Es lo contrario de 1o que sucede enffe los cristianos'
El que tiet'e hambre no come si no tiene con qué'
Está visto que las instituciones humanas' son el resul-
;J; á;i'";dtd;;;-v-á".m costumbres' v que la
;;;; tu¡i¿ottu de los legisladores consiste en no per-
deqlo de ;il; i ;;á'rui r'* leves' Los que'a cada'ra-
to nos ;;;;; el cartabón de ouas naciones cuya
117
ft lE!! rtrtrrr' '' "
taz,a, ctrya religión, cuyas tradiciones difieren de las
nuestras, deberlan tomar nota de estas observaciones »(p. a03).
El cattabón (esquema fijo, rlgido, prestado, cartillaaprendida de memoda) se opone a las necesid.ades y cos-
tuntbres (aquf, las de los ranqueles) que de pronto, apare-cen casi como /¿s propids, frente a las de otras naciones.
La misma « ley evangélica » rige también la hospita-lidad (« El indio Ro rehusa jamás hospitalidad al pasajero.Sea rico o pobre, el que llame a su toldo es admitido »>,
p. 390). El buen trato -
reialca Mansilla -
se exitiendeasimismo a los animales. La habilidad de los indios paradomar caballos y la ., humanidad » (sic en el original) conque lo hacen se contfapone a la tudeza de los cristianos(cfr. pp. l9L, I92, 517). Las << lecciones de humanidad »
que los bátbaros pueden darles a << los que los desprecian »>
(p. 517) atañen también al estilo de sacrificar las reses,
imagen de piedad que el lector enfrenta de inmediato a lacruel carnecerla de EI Matadero (p. 299).
La moral sexual del indio es también en muchos res-pectos más ajustable a la << naturaleza » y menos represivaque la del blanco. Las mujeres soltetas y las viudas gozande una libemad prácticamente absoluta lo cual no implica: dice Mansilla
- << licencia ». Mariano Rosas mismo
expone al coronel la ausencia de prostitución y el enterodominio que la mujer sin compromisos tiene sobre su pro-pio cuerpo:
<< Como se ve, la mujer soltera es libre como los píja-ros para los placeres del amor enfte los indios.
¿Se creerá por ,esto que la licencia es general enmeellos, que los Lovelace abundan y que no hay más que
fijarse en una china pata exclamat después: fui, ai yaenci?
118
i, , No tal'-;, 'i. üu"".¿ es correctivo en todo' Como la lanza del
-i, guerrero *'ü"1 tU".c¡rra la -mismas
heridas que
hace. Esta ,Jd^d es vieja e en el mundo » (p' 109)'
I
, No sucede 1o mismo con la muier casada que depen-
& completamente it t"-*^'ido' quián tiene sobte ella de-
üñililá; y de muerte' El casamiento' por otra parte'
o'uede deciditse 'i" tJ';;;;"iirnit"to -de la muier e inglus'o
ffi:i il"il;-^i;;',;;-'f;;Ja mediante la compra de la
novia, a lo que un^í' '] rapto contra. la voluntad de ella
y de sus parientes, en el último caso' Pero el raptor' si la
ñovia huye, puede perderla' tanto a ella como al dinero
gre pagó. Por-otra ;;;,; id""'illu no le causa gran escán-
dalo la costumbre ¿Ll' tornpra de la.novla' y tecuetda que
GD las más antigu;t- ;;¿;;des (los iudlos' los árabes' los
toinanos, los visigod;;-il tiun.á) se procedla de la
misma manera (P' 538)'""-- Én .rru.rto
''l papel de las viudas - aPunta -'es'
ven-
tgioso tanto entrJ ios indios como entre 1os cristianos'
Ei"";J;'"Jt"d;". -..(
,o. las criaruras más felices del
mundo. Con ruzón hay muiete: . Pt corlen el riesgo de
;;ñ. a vet si enviudan » (P' 311)'
La situación de la *oñt' no sólo de la muier ran-
qo.r Ii""-J.i ;;;J femánino >>' igual' según el na*a-
dor, baio « todas las con'telationes )>' es de crralquier ma-
illl,.ápÚu , "'*uig"" en esta obra' Frente a los pares
ffihii*i;áo,' lou q* se puede confraternizar' asi sean"
los « indiou ,, loJ".. ü¿r¡"i* »>), la *",i¡. blanca ,:,itür,;r;q*;t;umtni" uJ*i'^du por su belleza v también por
tU astucia, es en difinitwa, ef opo que siempre se manten-
drá a una .it"u ái't'*tiu'dt la comprensión y con la que
E¡tablecerá ,"' 'Iiuii* -u*bi"lt"te de amor/odio' atra-
cción/rechazo'
119
. Capítulo aparte merecen las cuestiones del cautiaerior.,$e |a poligamia,.que adquier.n, d.rd. .f "¡r.*roJ liár_silla (un observadoi cu¡io-so q". r. l.riste ar i"i.i"
-rr."ri-vo) muchos matices. Registra- desde las ;,il;-bi*^¿r-mentadas y más o *.ro, satisfechas con su suerte (las deltoldo de E_pumer) que no tienen *uyo, deseo de resresaraI mundo blanco, hasta las "fa¡*rr-á.-;rh ;; ? ;-1io¡es y pasiones feroces, como Ia d.rdi;;J; ii;;; í;_fié, o casos inttincado, como .l á. ;;;E;rril zárJ;que ¡econoce en su captor
- el cacique Ramón _ u ,ribuen hombre,. pero no puede uioi, i.ri, como india ni tam-poco como cristiana.De todos modos, la comiaración establecida por Man_silla en*e el status sociar de'r, *"io entre ros ranqueresy entre los blancos, tiende a mintmízar los aspec;-ffi;
vorables, mostrando cómo éstos existían 1lu .omora. ; ;;-ligarria) o exisren aún en lr, ,*i.iuJ;;H;:'i^'i#,diferencia fundamental serla qo., *iurrras el hombre ran_quél se dedica exclusivamente a ios ."¡d1", y
-;;;;**,la mujer rcaliza todo eI *.rto d.i-ir^b^io, r;g;;- ñ;_sabilidad que_parece compensarse, en este caso, con unamayor libertad erótica.
Los << placeres del amor »> no constituyen la única aper_tura hacia,:l golg físico que encuentra Mansilla .n ,.ri.-rro ranquelmo. .bl tema de la comida se reitera como unaobsesión deleimble- No sólo ,. porJ.r, h b;;;;.oir"-cjón de los platos siempre criollos, camperos (choclos asa-dos, puchero, carbonadi, patai, rráao ¿. ;;-;;;;;;,pan o torta) sino que se exalta el entorno y .l modo J.loT.lbr que permiie el disftut. ,.rro¿, diáü il;i"üdel alimento: << yo no tardé en ;;;, ,oofiurr^l-é"tuAicomo en mi casa, mlior que en ella, sin tener que dar e;em_plo
.a mjs hijos ». Eicomercin ,..i6s (« como un bárba_ro »), el << chuparse los dedos ,, ^ lá ,rr*u ¿ l; 1i.I;(« me sirvieron un churrasco gordo, suculento, .h;il;;
\20
¡Eryfc, a la inglesa. Me 1o comí todo entero, quemándome
bf:do¿or y chipándomelos después, como se estila en esta
iñtt. p, á9»,-"1 franco apetito §Iue rro se disimula por
früra *U."idaá, se enlazan con la gozosa uansgresión de
ili,ptohibiciones en la infanciar «Hilario me pasó una
6rtr riqoftima hecha al rescoldo y a hurtadillas, lo mismo'
ñ;-;'nino *i-udo y goloso delante de las visitas, me la
áindunqe » (p. 416j. Esa torta, devorada por huTb*
* pletri iunta ranquel, pasatá a ser para Mansilla el re-
*tt'¿o gasttonómico más i'mportante de su vida (p' 416)'
Placer sexual y placer otal se complementan corr ottos
dor goces corpotales: uno es el dormir, que se ve :om:i*o" en sl rrismo y practicable 91 cualquier Pú:', desde
ii cldsticu <( cama a"li Balzuc »> al lomo del caballo (en 1o
cr¡¡l Mansilla se asimila a los indios, que dotmitan :óTo-á*.nr. sobre sus cabalgadutas), pero que llega-al máximo
dirf*t. cuando el cuerpo se ha fatigado natutalmente con
cf eiercicio y <.< la civilización no nos incomoda, no nos irri-
ta aon sus inacabables inconvenientes » (p' 151: << Yo no
ii dormído jamás mejor, ni más tranquilamente, qüe en las
Itenas de la pampa, sobre mi recado »>)'
I De todas las obsetvaciones de Mansilla sobte el dor-
mlr e¡ Tierra Adentro se desprende la misma convicción
a*r.. de la convencionalidad y la superfluidad de los usos
iiuitirraot. « El hombre se acostumbra a todo »>, es la con-
iit ¡l¿n general de estas experiencias- (cfr' sobte el dotmir
ii tu pÁpa, pp. LL9,1I), !9A, l91r, llt, L82, )14, )62'
iel, Z+l) 441-, ,05-506). Desde 1ueg9, Mansilla tqPo:"iiir'¿. á"rru.á, h particular y privilegiaáa capacidad de
iñ .no. ü, lro*b."t de so clase y de su tiempo - ha-
llart bi." en todos los lugares, asimilatse a todos los am-
[ilt"r, sentarse en « elásticas polttonas )> o <( alrededor del
fl.*rni. fogón del humilde y paciente soldado >> (p' 327\'
121
« ¡Es ran agradable el varonil ejercicio de correr porla Pampa, que yo no he cruzado ,rrrr", ,,r, ,r"r-tu,llanuras, sin sentir palpitar mi corazón gozoso!Mentirla si dijese que al olr retemblar la tierra baiolos cascos de mi caballo, he echado alguna ,r, á,menos el ruido tumultuoso de las ciudades, donde laexistencia se consume en medio de tan variados pla-ceres )> (p. j49).
_ El deporte deriva hacia el i*ego y la trauesura cuan-do Mansilla salta por encirna del fogón encendido repitien-,do modelos de la niñez (el salto sotre hs fogatas d'. SrnJuan), gesto ecuesffe casi circense que subvierie la estatuu-ria solemnidad de los próceres.
También hay juego - aunque grotesco y poco pla_
,centero - en la singular ceremonia de saludo en la q,re
Mansilla debe cargar, mientras prorrumpe en gritos, a io-dos los que le son presentados, incluidó el ináenso indioMelideo
-(comparado a distinguidos porteños, como peña,edecán del presidente, y su cofrade, el escritor José Hertnández). El placer esrá aqul empero en la oportrrridud q.r.se le presenta a Mansilla pam exhibir su salud y pot.*i,flsíca, cua_lidad que según su biógrafo, lo erorglrllecla so-bremaneraT .
La expansión que permite la vida agreste se define,en suma, como <( placer salvaje » que justifica tfocar « unahora de libertad por los carnpos ;, p"r << un dla » de la
z Señala Popolozio que nada enorguellecla tanto a Mansilla como1os elogioc sob¡e su poténcia flsica, puede confirmarse esro por su cotrl-placida autoevaluación en el episodio del ceremonial, En esto, por cier-to, y ateniéndose a 1o que ól mismo dice, se parecla a los indios, gran_
"des admiradores del vigor, « dote natural que ellos ejercitan y qu. árrro.envidian y resperan » (UEIR, p. 227).
722
ü¡litcncia vertiginosa en << er ruido y los artificios de la
dvlllzaciOn » (P' 447)'r"" La conttacatu dl'este <( elogio de la batbarie » (que se
timatiza "*p,t'u*tnit;;;; i'r"trtgig - cft' pP' 151 v ss')
!|, claro está, una ttiti¿ ^
la socieJad civilnaáa'
,, Los cargos son numerosos' pero pueden tesurnirse en
UJrr palabra: nxentir;' lllansilla guttg asumir asl el leit-
ü,# i;" 1 *,*X ;*j:,,:.1";f :;;:YÍ"Í'"Tf;'i'"7Í:;,1íqr;:9T""".1; :;*;,:r=l; á¡'ot"'io" le llega en
h misma voz del tut[t"tt "" E" -coronel
Mansilla bueno'
flo mintienao, ttg'ñ^;á;-"ott* pobre indio »> (p' 80)'
La mentira ;;; cosmdo ideológico (1as grandes
uropá*.iuiti"¿*ut -y
republicana: ?:t se imponen como
cl sumo bien a ut'u*uil'v u¡ costado ¡táctico: los efectos
destructi'or,'*'o**?t'tí"tlt' cuanto'-á"t desfigura y
rc disimula tu totf"'ii¿tt*po1o" pot el poder e¡ la soña-
áa ProY..tión ideal'
La visita u üu po'"uiones de Ramón (el plateto que
conoce perfectamen"'1o' insÚumentos v los nombres de su
oficio, que en #;;"; -to'o"tl
ig"oá) [evan a elaborar
una suerte ¿t ""'áá" concluyente de los ataques que se
han ido lanzado '-i;l;t'" deí viaie.(a 1o largo-*l^::T")
Li*f H ;:,*'.rurui:ill' tY u:lÍ "r'l?:: J'
derecho f la esPadai
<< ¡Tanto que declamamos sobre nuestra sabidurla' tan-
to que leemos Y estudramosl
$;'Jt',T:L' "..o" no":.1&o' llamrándole ti:lT"'salvaie; p"' p"¿it su extetminlo' porque su §angre'
su raza' *t áiii""s' su§ aptitudes no son su§ceptr-
bles de asimilarse con nuestta civilización tt¡L':" ¡"se ilice
'lliiiiior¡o, recto y iasticiera, aÚ'Iqve bdce
12'
ruorir a bierro al que a hierro mata; y Be.ensangrien-ta por cuestión de amor propio, de avaricia, de en-grandecimiento, de orgullo; que para todo nos presen-ta en nombre de derecbo el lilo de una espada; enuna palabra, que mantiene la pena del talión; porquesi yo mato, me matan; y gue, en definitiua, lo quenás respeta es la fuerza, desde que cualquier Brenode las batallas o del dinero es capaz de hacer inclinarde su lado la balataa de la justicia », (p. 51.6; el cur-sivo es mío).
La civilización ha sido capaz, solamente, de un osten-toso viaje al más allá, gúadi por una « vanidad )> <( queha peneuado en la oscuridad nebulosa de los cielos con eltelescopio,
'que volará mafiana quizá, convenido... »>. Pero
esta vanidad es incapaz del viaje verdade¡amente necesarioal interior, al nás'ac,á, hacia lo pequeño y hacia lo oculto:
<< no destruitá jamás, hasta aniquilarla, una simplie par-tlcula de la materia, ni le arrancará al hombre los se-cretos del comzón» (pp. 516-517).
El viaje exterior de la civili2ación, con el que estáncomprometidos los gobernantes argentinos (especialmenteSarmiento) les impide identificar lo propio, inrernarse enla tierra adentro. Los hombres de la clase dirigente, afirmaMansilla, no conocen el pals y no llegan a asumirlo comosuyo. El respetable público no sabe nada de las cosas dela tierra 1p. 8a) y tampoco quienes lo rigen, aunque éstesea <( su primer deber » (p. 305).
Esta exploración, que Mansilla sl ha hecho, culminaen Una excursión: texto cabalgado, texto escrito con laspatas d.e los caballo's (« Más de seis mil leguas he galopadoen año y medio para conocerlo y estudiarlo » [al te¡ritorio
1"24
hteriorl , P. 69), texto oído en los relatos de los fogones
, liTil¿ lp..tü¿o más de mi tierra vendo a los indios
:türgueles que en aít' 'fot de despestañarme leyendo opús-
,hilos, folletos, g.tt'iff", tevistas y libtot especiales'-Oyen-
,do a los paisanos referir sus aventuras' he sabido córno se
tdrninistra la ;,,,iitiu, cómo se gobiema' qué piensan
il;ñ ;riotlos át á"tt"os mandatarios v de nuestras
i.yo, ,, P' 260)'
Con este texto emergente de- la exoeriencia viva Man-
rllla se acredita, p;;;;;-;;;tas de s.abir (conocimiento de
lr verdad) que 1o ;;;; ' él' telegado coronel de frontera'
mcs apto para el ,J;; q" iot 'fi'il"t gobernantes. (« No
hay un arroyo, ná huy un manantial' no hav una laguna'
no hay .rn ,,,on'",'Jid';;^t"?á"" ¿""dt t'o hava estado
befsonalmen te pata determinar yo mismo su posición aproxi-
'*a^ t hacernte baquiano "' P' 69)'"'--.ú;
desconocimiento les impide también vet confun-
dirse los límites'i"i'¿ot determinantes' indelebles' entre
ls « civilización >>';fi;;i v-iu " batbarie » india' Confun-
dirse los llmites,;;J;t' determinantes' indelebles''entte
indio está mucho meior provisto y aseado que el rancho de
ffiilil;;;; el "udo
<( se come to" "1
mismo cuchillo
con que se mata }-ptZii-"' quemándose los dedos » (p'
304); 1o .o'1 h"" u Man'illa ireguntarse << cuáles son los
i.ráá¿"-. caracteres de la barbarie »'
La misma ignorancia alienta también la <( monoma-
nla de la imitaciJí>' e induce a traer contingentes de'inmi-
grantes en vez ;; ;;;;;iiJo ¿t las buénas cualidades
del paisano gaucho, << un tipo generoso que nuesüo] nolí-
ticos han o""tr"iio';;Jñ';zudo' que nuesttos itl:;il ,"nido Ji "'t"t
dt á"t'r sino para hacer su, caflca-
tura »> b. 252)' l-l-r:i'it2nión erige' en este sentido' una
impostura ltiuor'll"i'i'Ñ i" a".ol^do' <<Nos van hacien-
do un pueblo au':zui""lu' Tenemos que hacet todos los pa-
r25
ft
_ _\_\,
peles menos el que podemos ». La << blanda cera >> (asociadoa 1o muerto, lo inerme, sin vitalidad, la figura de museo)se opone aqul a la materia de Ia vida: el << bamo nacional >>,
« empapado en sangre de hermanos »> (sangre sacrifical) delque puede surgir « sin liga extraña )>, <( un pueblo con fiso-nomla propia » (p. 252).
En suma: la superfluidad (muchos hoteles, muy ma-los y muy caros, cuellos de papel, guantes de cabriti11a...,p. 131), la incomodidad (que impide dormir, comer, amar,jugar espontáneamente), la aiolencia lratricida (<( nosotrosvamos resolviendo los problemas sociales más difíciles - de-gollándonos
- »>,. p. L22; << Buscarlas inútilmente el mo-lino de viento; el pino de la quinta de Guido se ha esca-pado por milagro. La civiización y la libemad han arrasadocon todo » p. 123), la impiedad e inclemencia para coneI más débil - el indio pues se lo extermina y no se loeduca (pp.228,392,5)7; aqul se refiere Mansilla al sa-
ber del trabajo y a la religión, elementos que Rosas sl leha dado a su ahijado Mariano), la corrapción (la de los go-bernantes, la ejercida sobre el indio); la soberbia ignoran-te, el abuso de autoúdad (p.322) al que Mansilla amibuye<< la mayot pane de nuestras desgracias »>, configuran, en finun orden vital que carece de superioridad y de seduccio-nes. Si el hombre civilizado cree tener seduccionespara el bárbarc (p. 323) la conclusión de Mansilla apun-ta al fenómeno inverso (« Viviendo entre salvajes hecomprendido recién por qué ha sido siempre más fácil pa-sar de la civiización a la barbarie que de la barbane a lacivilización », p. 151).
Esta civilización decadente o demétipa - calificativosque aparecen cuando Mansilla habla de las visiones de sussueños - €s, en fin, opresora, injusta. La injsticia es elcorrelato ptáctico de la mentira, el núcleo de los males queel << ava¡zado » mundo blanco lleva en sl, y que renueva,perpetuamente, su violencia.
126
ri¡ Desde un punto de vista cristiano' Mansilla 4'1tütfilema de un mundo dividido entre opresores y oprlml-
ffiü-t* f,u "o'iao
Atitndo (dispersando) en muchos
k¡rres (la política #; pñ " r"i¡i"' del pals v da car-
fi alos que ,", t"*tuitn' p' 420; no hay patriotismo
li,el hombre argentino porque tamPoco hav iusticia ni li-
Lutad, sino << 'b"'";';;#ii;;;' *ittti' "' "' +zlt los blan-
ir son .. op,"tot"'' á" todo flranto "'oi'u' hasta de la
ErcDia raz >>, p' >zqr-l^ Lxistencia t' t'Lt"' "tn'd'--I^,it:ffilt^.t i; ?,iirÁ; donde « las ¡ecesidades que excltan
hr pasione, ,,o' toiiti""- ti" fetación a Ia dura ley del
urbaio »>, p. 3)2),1o tepite y recoge' contundente' en los
últlmo, párrafos dti"Epri;9"t" tl"qu" nieea la teorla de
lr « fatalidr¿ nftJ'it"^ de-lás r^zas-'> (voh'Iendo sobre 1o
dlcho en el CapttdJ;':;;;' ;n 1" ""id"d de la especie
humana y en Ia i'iü*ti" i" los- malos sobiernos »' p' 79)'
fcorla a la que ;;;'iJ;r-.reada << paá justificar el des-
lotismo »:
| <( Las grandes calarnidades que. afligen ' '",TT::Y;;;" ?" t*- oaiot de razas' de las Dreocupaciones ln-
veteradas, ;t il;* de benevolencia y de amor' Por"
eso eI -tüo -¿t "fftt de extinguir -la antiPatla' Que
suele obsetvarse en cier¡as -'uu'"'o los palses donde
1o, ptiuit'eii';;';;l; dos clases sociáks: una de,JJ*fi;J;'il;;;;tddos' es la iusticia » (p' 5)e)'
En suma: las sed'ucciones d'e la barbarie (slc) emanatl
uara Mansill u d,:l- o'd''n d'e la naturaleza' cotcebido por él
'i*"-iliiil¿,-iiu"'o¿ v placer'-que se oponen a la uto'
pta (la mentiral i ^'"ipirid* y' li rroresión (leyes de las
convencione' )' 1u""n"1"#á'átt""tiAts vinculadas al orden
« civilizado ")' E#;;;;-""i"ot es también más confor*
tüe, despué, a" ttá",i la ley eaangélica que las proclamas
L27
presuntlrosas de la sociedad blanca. La << seducción de labarbarie » impele a un viaje al raás acá: lo interior, lo pri-mero y primitivo, lo elemental (el cuerpo, el juego), lopropio, que es la Tiema Adenffo con sus criaturas (el ver-dadero coruzón del pals, no la centrlfuga ciudad porteña).Po¡ este viaje se va cumpliendo ese << conócete a ti mis-mo » enunciando y exaltado al comienzo de la excursión(p. 70) y que se aplica, más que a la persona esquiva deLucio V. Mansilla, al país que gracias a él da vuelta sobresí y mira en un espejo su propia cara.
No todas son seducciones, sin embargo, en el cuadrode la barbarie que Mansilla decide presenrar. A más delos defectos que el indio comparte con la sociedad blancay de cuestiones que hacen al estado de guerra (como elcautiverio de mujeres y también de hombres), hay fuertes,distancias (punto 3) con respecto al mundo bárbaro, queel viajero no logra franquear y que se establecen a menudo,a través del mismo medio que ha permitido la seducción.
El cuerpo (enfermo, pintado, sudado, alcoholizado).del indio (y a veces también de la china) provoca en elnarrador una repugnancia insuperable. Logta vencerla ennombre de Ia caridad cristiana cuando se fue¡za a ffasla-dar el cuerpo purulento de Linconao, hermano del caciqueRamón, quien, por otra parte, le ha resultado persona agra-dable (p. 72). De todas formas, aqul no es simplemente unásunto de repugnancia, sino de temor al contagio: << Lin-conao estaba desnudo y su cuerpo invalido de la peste conuna virulencia homible. Aquella piel granulenta, al ,ponerse
€n contacto con mis manos, me hizo el efecto de una lima,envenenada » (p. 75).
Pero la suprema intensidad del asco ia provoca la in-gestión de alcohol y de ciertos alimentos preferidos por elindio. El olor fétido (a aguardiente, y carne de potro), lababa, el vómito, el sudor, son notas constantes en las des-cripciones: << me abrazaban y me besaban, con sus bocas
128
frsias, babosas, alcohólicas, pintadas »> (p' 228); << Yo no
Serla que me 'o'pttláittá iu ttotht entte aquella chusma
hdionda, .oyo tt'"'po to"tumittado pot el uso de la carne
E:il;: ."í'^r'u' ;;';;;"d"s eff ivios; regoldaba a todo
E.po; cada eructo ;;;i" el de un cochino cebado con
rlos y cebollas » (P' 269)'
,, El toldo de g^il*;í'^ es << hediondo v desmantelado >>
{p. 195) y ., tu*bieítl 'i'ito lugar de su excursión donde
Mansilla, pese a '*'i"*ot p"i tonftut"rnizar' no logra
dormirse (P. 366)'. El asco provocado por la descomposición {el alcohol
n ¿.-tor-utim.nto' llega a su punto maximo en la grotesca
L;;";.iili;;, ;;;;' ""u'l"'u v.hábilmente estudiada
ü;;t¿; p.,mii"-'"tonot"t sólo depués de un cierto
llcmpo que Ia « sustancia glutinosa' fétida »> que le corre
.t;;;ri", por la ;;;:; ü *o1' opresora situada encima
de é1, pertenecen vetdadátamente a un ser humano (un in-
il, i";;.h" que le vomita encima' con una << crin de ani-
ñ;-;;i-l,rgur a. i' t'tt'a, p' 399)' En ottas dos esce-
nas, a la náusea qot p'od"en lás, olotes v la secteciones se
f¡uma el rechazo ' I;;t;;;*idad v a la obscenidad' En el
üiü á; io*ur", los danzarines, con sus sestos lascivos y
tus cuerPos pi'tuaJt lt ;;;tt"'.ul coronei una <( cuadrilla
lnfernal >>; en la "tt'rnáal át1 toldo de Villarreal la << chus-
ma viciosa y .ot'o*fida » termina de emborracharse << me-
üo vistido, to, "Jt ;tt;"¡"t. los ottos; sin pudor las
hbmbtas, ,ir, ""'ffi' 1"; machgs; echando blanca baba
éltos, vomitando ;üi* ;' « hediendo' gruñendo' vocife-
;ilj¿, *^ili.i.t¿",iit"do' Ilorando' acosados los unos so-
i;;t;;;-á.;p^tt'"ti^áot, encogidos' estirados' pateclan un
ñü"il ';;;i;' asquerosos » (P' 5oo) 8'
' * * descripción tiende aquí al natumlismo ' to alcanza Ia defoima-
elón siniestra nlr" t""-tJ'u "' rnttodo al gtotesco tomántico' donde se
r29
Tampoco'recata Mansilla su desagrado ante las vlsce_ras crudas que consume Baigomita y que le oftece: « Elriñón era incomible; hedfa mmo rílcali volátil; lo mastiquéprocurando no hacer gestos y lo tagué. El bofe .r^ -pu-
sable, pero prefiero no volver a probarlo más en mi vida »(p. 375).
En su crltica de la embriaguez y sus consecuenciasflsicas, Mansilla no olvida qo" .J el bianco quien propor-ciona al indio el alcohol y gue, por oma part¿ tamiocá elhombre civilizado lo ha insuuidó refigiosamerrt. pri, pr.-venir los desbordes y la degradación que lo lleva a ,uiif.u,a los congregados bajo la en¡amada de-Villareal como <( ungrupo de reptiles asquerosos )>. '
La degradación, lo infrahumano, se vuelca también so-bre la clase dirigente blanca en el significativo sueño delbanquete:
<< Los manjares eran todos de carne humana. I¡s con-vjdados etan cústianos d.isfrazados de indios y la cenapasaba a la vez en Quenque y en casa de Héctor Va-rela. El anfit¡ión era una mujer, Concordia, Ia hija deJrípiter y de Temis y alrededor de ella estaban lospdncipales hombres argentinos » (p. 394).
De estos invitados, algunos cofiren, aunque la mayotlatechaza la carne humana <( con asco y con hórror r. Lá or-
ro¿a uná visión faritasriral, demonlaca, de Ia realidad (cfr. \f. Kayser,Lo grotesco. Su conliguración en pfutura y literatura, Buenos Aires, Nova, 19641. Ios indios, ¿ p€sar de su animalización por obra del alcoholsiguen siendo meros seres humanos, aunque humanos degradados, no en-carnaciones bestiales de fuerzas trasmundanas o diaMlicas (cosa que slsucedla con los mr¡zorqueros de Atnalia y también con los de El Motadero).
1r0
rE
a con trompetas de papel de - dia.'rio acompaña a-un
;";;*;; ;f po.*' d" ÉY'on d:4: -"^ "0:'"'::,:" .i *:Xl',#"t"; ;;;'1,. l''o"'l"ión es desalentadora'
;á;"': ¿i.. uu"'iu, . o b ,n" J'--11"f i3.,1,:
5bP.",i,".nu, ;i;';'b:l"', v h. pru.eba es que los orsullo-
;%i"tiffi;, ,.r,idoi-J" Lai"lt. hacen la concordia a
.itrt a. un banquete de carne humana'
;r;. polo de repulsión presente e1 el textS ?: Í:'l:#;;d;;; d;;;;tánte Y {undame¡tal: la de la
íl¿--í"rru los bonbte.s' Afirma Mansilla' una y otra
|";:ri#;ffiiu'.*o' de un <( tronco. común » v que la
lanta hombre )> es única en su especle. Ftente al fana'
"r. -i"*inratorio
expone, ante la Junta de los ran-
,-'ro u..rIón mestiza del génesis hispanoamerlcano:
¡iu*"t""";:r;;;, ¿qué ion?. ¿van a decir que
indios? Pues yo también soy indio' ¿.O creen T-ti?-' Hace muchlsi-
c? (...) Oigan 1o que les voY a deor'
años que los gringo's dt"mbatca*" t"rP:::::^li:::a los indios' tu'
;,) Los gringos les quitaron sus mu'eres
ü#iril'iá" .u,'l v es por eso que *: * j'* ^1*l]j'r"t'rl.l;;;jt tn t"u tierra son indios' no grin-
; i;. ñ;:^Y';.r*,1i'l "'u', P'lÍgi'r v1. l*,': -:1t;.í;;. .r ir'-i.rtxiones dei Epllogo: « ¿No -tu-
rír ..üiti"á"t.t-qt casarse con muieret i'*:-u*o".rnd" recién enire sf, n-asa{a la primera gene-
oa -V
.nances, si es asl, si todos los americanot t-11t^';rr;t;--J.--ináio
"' lu' venas' ¿pot qué 9t" -g:I3tante de exterminio
-contra los bártaros? » (p' 538)'
iHay qrrrz6, en este libro un solo caso de humanidad
ñ^i; p.r la parodia (ni indio ni.gaucho)' Se trata
":;;;J;*¿.0,, qy', '1 * ::11i:l:: o:,"::1"*1"
,#'il ñ;;;;;;" ti t'pt¡o caricaturesco' distorsiona-
r aberrante, .r, .l qot ;; ;tfltr' la « gesta' *,M*:il?:
[an-
Iui-ro§
sta
nae§
[-
i"-lrá=ü-".e- 'tl.*""tábk u orfeo de la
T'L
fampa-,1)_ ul paralela go! su aspecto desagradable: anima_Iesco, diabólico, rozando lo *orri,iu*o,« Tenía Ia mota parada como cuernos, los ojos salta_d:r, .1loi.-._rdos for el alcohol, unas nadces anchas ychatas llenas de, excecencias, unos l"bil ;;"dJ;;.sados como salchichas .ruda. » (p. 301).
u -- r '<< Libre de aquella bestia, ve¡daderamente negra »>b. 328).
« Aquel diablo me hacía efecto de un jettatore »b' 336).
La boca del negro - una desrnesurada boca de sár_gola,.inepta para cantar_guerras y glo.ir, ]-.r;;'.ñ.*;
que Io define como. ridlcul" _.r;.j; ;verso de la belleza,subvirtiendo los tópicos de salónr'
« AI fulgor de ras estreflas, corumbré una cabeza nesramotosa, y entre dos fajas rojas, resaltando .orrro il;;;sas cuentas.negras sobre el turgente seno de una her-mosa, dos filas de ebúrneos diátes » (p. 279)e
Idéntico desprecio - cabe señalar _ merecen offospersonajes de Ia mism a taza: el cuarterón prriU"friü .rpi,de Calfucurá (p. 368),.1 t""guur", J-,rurr.ito, << zambo mo_
llll]: hediont'o, gordo .o*Jrn ..ido, en cuya fisonomíaesraDan grabados con cafactefes inequívo.o, io, instintos1"iT1t: más groseros. Todas ,r, fu.áon.s eran deformes »>b, 363).
e Resulta llamativa esta elabo¡ación de lós personajes de color enun hombre que, como Mansilla, ,. "¡O .nir. lr.luror. Es probable queel mundo negro siguiera conectado para éI con las pesadillas que le pro.vocaban de niño los cuentos de estos ,.*la;..,
-i¿r. U* menorias, Bue-nos Aires, Hachette, 19_54).
L32
Otro aspecto cuestionado es la religión d9 los indios'
No porque .U" te considere especialmente mala' Las críti-
ca, d. Mansilla no son dutas ni exhaustivas. Reconoce, en
odncipio. la existencia de un sentimiento religioso uniuersal
Z ¡ntiotiro, c^paz de congregar a indios y cautivos en una
capilla improviiada de la Tierta Adenuo y exclama con
Vóltaire: « si Dieu n'existait pas il faudrait l'inventer >>
$. a6il. Por oua parte, la espiritualidad india no le pa-
,-... tut distinta de la cristiana: los ranqueles creen en un
Dios único y antopomórfico, y en un Principio- maligno 11a-
mado << G.ráficho r'o lquien ocupa un papel algo más ubi-
cuo y relevante qo. .l Satanás cristiano; casi equivale al
Mal en el maniquelsmo, aunque se reconoce que Dios « pue-
de más »). Metece sl, su ironla, la creencia en la posesión
demoníaca de los viejos, pero no exüema tampoco su-des-
dén por la superstición. Las primeras páginas de un largo
caplt;lo 1el 1i) se dedican a comentar y ejemplificat la
superstición europea del << quatorziéme ', (que Tu-eve a bus-
scar, donde ..u y .o*o sea, un idóneo convidado número
t4 para la mesa) y reconoce, en otro lugar, que en cuanto
a temas de este gérr.ro, << todos los hombres son iguales >>
y « el más sensato es un bárbaro » (p. 405)'Cabúa preguntarse por otro lado, cuáles son los aspec-
tos que Mr"tilio - de.ididamente blanco y emisario del
gobieino, después de todo - considera como superiores
án la civilización que al fin y al cabo representa'
La religión ciistiana y el trabaio del campo son los
dos modos áe vida que Mansilla, conquistador, desea- aplicar entre los indios. La religión
- 5ss¡is¡s -
ennoblece,
pacifica, dulci{ica; el trabaio evita la guerra, el robo, y
10 Lo que Mansilla llama « Gualicho » parece §er, en realidad, el
« weküfu », que la moderna investigación define como « lo diabólico >>
(ifr. Et.. Marla Waag, Tres entidades aekülu en la caltura rnapucbe,
Buenos Aires, Eudeba, 1982).
1.))
permite acumular, esforzadamente, un patrimonio. El saber
del tabajo y la práctica religiosa son dos dzudas que la
sociedad blanca tiene para con 1os ranqueles; son dos pose-
siones que le ha regateado y que el indio codicia o por 1o
menos aprecia (al menos, en el caso de Mariano Rosas, co-
mo vehículo de suerte y prenda de prosperidad).
Pot ouo lado, si bien Mansilla niega la << fatalidad his-
tórica de las razas », si señala puntualmente los errotes delblanco, tanto por boca de Mariano Rosas como por la suya
propia, reconoce en la taza blanca, además de la mayor
capacidad técnica y cultural, una superioridad estética' Sien-
do los ranqueles un pueblo en pfoceso de mestizaje, sus
rasgos -
dice van transformando al fusionarse con
los blancos y ganan, asl, << en estatura, en elegancia de for-mas, en blancura y hasta en sagacidad y actividad » (p.
537). Por otra parte, afirma que << Ia fusión de razas mejo-
ra las condiciones de la humanidad )> y que << todos los
americanos tenemos sangre de indio en las venas »> (cfr.
supra).
Cabe señalar, por último, algo curioso. Pedir y robarson los actos más consecuentemente affibuidos a los indiosa lo largo de todo el texto. Sin embargo, el cotonel Man-silla, que va a << comprar »> las tierras indias, ocultando elproyecto del ferrocarril, reconoce, insolitamente, dos robos
blancos, al principio y al final de su relato. Primero se tra-ta de un robo del nombre: el fuette Sarmiento, dice, le ha
robado la denominación al antiguo y conocido paso de las
Arganas 1p. 83); Iuego, él mismo roba caballos, dando una
iustificación sorprendente en boca cle quien pensaba insta-
lar el sistema blanco de la propiedad de la tierra en los
dominios ranqueles:
<< Y esto diciendo formamos un ala y arrebatamos del
campo los cinco animales, incorporándolos a las tro-pillas.
1,14
¿A quién p""""::::l;rdr la tendencia irresistible de
Aquella noche comPr'
':oH;;';;;;i"' a apropriars" d: lo-::" encuentran
en su camino, *o'*[t""do interiotmente' el afotismo
de Proudhon: 'La proüti'¿ es un robo'» (p' 5t1)'
1. una Poética del << más acá »>
La medida de los pasos de este r¡iaie es' siempre' la
..'",í,¿,,, i,,"'¿'iL"T"!:;i*-* ¿",:T;:tif fl;se va haciendo lntimo' cercano a traves
el mundo uoU""u"i^1*"t"f" extrañamente << natural » y
próximo .., tu.'ot"á'ui áti "*rtttt-y 1o lquno se pone al
lado, se inm"oratzi;-'J-;;t ht.le*rq"ías militares se
.ffi]ünátü.""r"' al lado del fogón 1p' 87)'
<< Creerán algunos [dice'- iustificando la histoda del
.uuo c¿.JT q"t, "-*ta¡á" q" corre la pluma' voy
fraguando tá'i- i*"ginarias'' para llenar el papel y
aumentar Ji"iJ;'";ttiiitiár '¿" estas mal zurcidas
carta§'Y 'in
tmbargo' todo es cierto' r -t -.-^,.,^ imaoina-Lo' "bit*o'?t"
tl mundo real y el mundo imagina
rio no son tan Profundos'
La visión p'Iit"o'utrtirse en una amable o en una
espantosa realidad » (P' 97)'
Por otra Patte' el desierto mismo' tol 'ttt' ilusio'nes
ópticas, ,o' t'obt"1t-;;;;' ;"s bosoues calcinados y tan-
tasmales, ," a"'iuli;';;**' int'roduce al viaiero en
una dimensión expectante y casi mágica. donde se operan
transformaci"r., ;;;;;""r1 aqf lai réfle*iones de Man-
ailla sobre tt t"'lo'it;;l*'#;;o del horizonte' o el den-
tr5
so espacio virtual de las tinieblas, cruzado por emocionesenconttadas, por imágenes diversas, recuerdan la poéticadel desierto, la fascinación del espacio vaclo planteada enel Facund.o 1r. En detetminados momentos los objetos se de-forman y tansfigurar y el sueño parece transitar hacia lamuefte o hacia un trasmundo vagoroso, espectfal:
rr Es interesante «)mparar, en este sentido el texto del Facund.o
con el de Mansilla. Dice alll Sarmientor« La poesla, para respettarse (porque la poesla es como el senti-
miento religioso, una facr¡ltad del esplritu humano) necesita de la esten-
sión, de lo vago, de lo incomprensiblé; porque sólo donde acaba lo pal-
pable y vulgar, empiezan las mentiras de la imaginación, el mundo ideal »,
1p. at).El habitante de las pampas « Cuando más hunde los ojos en aquel
horizonte incierto, vagoroso, indefinido, más se le aleja, más lo fascina,
Io confunde, y lo sume en la contemplación y la duda. ¿Dónde terminaaquel mundo que quiere en vano penetrar? ¡No lo sabe! ¿Qué hay
más allá de lo que ve? La soledad, el peligro, el salvaje, la muerte !!lHe aqul ya la poesla: el hombre que se mueve en estas escenas, se sien-
te asaltado de temores e incetidumbres fantásticas, de sueños que lep¡eoorpan despierto ».
(Citas de la Edició¡ de Alberto Palcos, Buenos Aires, ECA, 1962)
Y Mansilla:« El polvo y la oscuridad envolvlan en tinieblas profundas los árbo-
les que, como fantasmas, se alzaban de improviso al acercarnos a ellos;
no nos velamos a corta distancia; nos ,llevábamos por delante unos a
los otros...« Las sombras tienen para ml un no sé qué de solemne. En la oscuri-
dad, cuando estoy solo, me siento anon¿dado. Me domino, pero tiemblo!<( ,., siento algo pavoroso, que no está en los sentidos, que está
en la imaginación; en esa ¡egión poética, mlstica, fantástica, ardiente, fda,llmpida, nebulosa, transparente, opaca, luminoca, risueña, üiste, que es
todo y no es nada, que es como los rayos del sol, y su penumbra, que
cla y desuuye, que forja sus propias cadenas y las rompe, que se en-
gendra a.sl misma y se devora"..» (pp. 406 y 407).Compárense también las desoipciones que Sarmiento hace de la tem-
pestad (ed. cit., p.4)) con la que hace Mansilla (p. a9l).
136
<<Pensaba en el instante inesperado quei-rnarca' má§
tarde o más tempradl':+; F;;1T:^i"#,I%i:lt:fir-*J,;!lr'i:+ FdTl',L'il: a;t r'i;inconsciente, al vaclo' ,u. f"-"1::,,:ir^. "r una bruma*n"il;... ietu ros;r.f},il"i*"'rJ¡., ne pare.
Hf't i:;mxl"';m;;;;' vi desrilar contusas'
muchedumbres, curojáJs ttn*"ü'o"'' :l :t:1" v la tierra
eran una misma to'"1-*-f''"Uía espacio » (p' L4')'
,"f Del .< imaginarro oer (¡g¡¡s'"" " =lár, poética que llena
r H' #i**:'ll;::'ff.":i{:}i :::x'ff :ü I-!i' ^:1
oardo, p' L28)' o I-u- tántibe como una vasta llanura sln al-
reraciones (p. lz;i,TT;,' * ::,::':l'á:",uÍ,fi"ilii
1t,,,¡ ,i*, Del << imaginario.dd,d::tTl.::H:^i:$§t'ffi;
fr**:"ffi':Hii".i";;; "';J" el ingenio humano '>
'll; ,"" de esas paradoias tan del 'fl"o
mansillesco'
narador anuncia n*'?i;'ilto'b" tolio' también tiene
Ú7
ütrlT:i, {:.fin-f: :r ;: ffii":i'T';*lifl:La misma coflveflc1o""";'"; ¡t1"ltL en una vaga ideali-
ür ;lÍ:'il':Ji'l;H; p"'u-q"¡. Mansina cite oportu-
nalnente algunos f;* "i;, L' ci71t;1',r$ tÍfi'* ra rcart''^----§. ,ttf'o en fin' sólo 1o q"t,t::1
dad, 1o que no 'is;;ü'"a*yto (ot11':ff1'i:?Tiiü::
i" i.¿.r'.i": ::l^.T"#:: hI f'::l ffi;;*,fl" d:Y esta exPerlencla
erticularse"'la"'l;"8'"X'*:"¡:::::*."iill,'itti"''"iJarticularse: << Ia 111acton §Euu,ra' "--Jti.o el que urlo-ti-
ii;H*;; g;lji¡"li"i',:i.$#l;';á; rien,e ¿ ras
'A - muy moderTT;;, h historia de « cualq,ier hom-
''ir:"J"t11.ui.,-:1ffi;::í'iá'¡"»' ! eue se dice'en un
L
su erudición a lá violeta y su vademécum de citas. Pero sevale de una de ellas para decirnos que el mundo <( no se,aprende en los libros »>. Ir los indios ranqueles vale másque diez años de despestañarse leyendo, y el cuento delcabo Gómez - apunt¿ - ¡ls¡g por 1o menos un solo mé-rito: el de ser cierto.
Mansilla hace una virtud de no inventar lo artificial,sino de contar lo natural: ser un cronista (p. 252) áe la'Iierra Adenmo, pero no para cerrar la puerta a lo maravi-lloso, sino para exhibir de qué manera lo rna¡avilloso puedeenraizarse en el rnás acá - en un carácter autóctono co-mo el cabo Gómez
- porque esa"dimensión mágica y f.an-
tasmal también forma parte de'la naturaleza de lo pro-pio r>r2. Por otra parte, Mansilla no deia de budarse am-pliamente de las << creederas de la humanidad, que consu-
12 El cuento del cabo Gómez constituye una interesante apertura ha-cia lo fant¿ástico. No se da en definitiva ninguna explicación concreta pri-ra las visiones y premoniciones del sujeto y de su hermana, como oosea una alusión (que bien pudiera tener carácter metafórico) hacia el< magnetismo », teorla de moda, como se sabe, en el siglo pasado, y muyutilizada por Alejandro Dumas en sus novelas. Pero no hay pretensiónen Mansilla de explicación científica y el relato queda abiemo hacia elmisterio. No será la rinica vez en que Mansilla se refiera a la natt:r:alrl;ainsondable del corazón y del esplritu que la ciencia y la tecrologla nopueden penerar (p. 111).
Lo fantástico enma así a formar patte, p r^ la poetica mansillesca,'de la naturaleza inescrutable de la realidad misma, concepto muy moder-no que será grato a la literatura de esre siglo (dr, Ernesto Sábato, « Rea-lidad y realismo en la literatura de nuestro tiempo », CHá, Madrid, No.78, Oct. 1964, pp. 5-2A; Ana Go¡zález Salvador, « Aurour du conceptde fantastique en littérature », en Anuario de Estuilio¡ Filológicos, fll,Cáceres, Universidad de Exuemadura, 1980). Este relato de Mansilla podrla sumarse, como legltimo antecedente., a los que enumera Paul Ver-.devoye en su artlculo: « Tradición y trayectoria de la literatura fantástica
"en el Rlo de la Plata », Anales de Literataru Hisparoamericana, Madrid,Vol. III, No. 9 (1980).
118
rri:HT{ti#hE*t$üd3,ff fr;.:.'LY
"-.3.T[tii r'""r*i T:Ta'iffi;' ; ;;1 no nef
-
i",,"."' al tiempo #i?il; n:*':i|t'"f i"T§il'¿-tñ,-*.il del narrador,Í"iil,JuX'l'i"i*"*,á-' iu
"'o-relato Primero Perc
;; tf1.ffi¿.1i,','ff;:ifT; g.Tfi*.nto de to propio
::;\f nTft ,':"l;:trk$5¡*:;,:l l#h['*d;;
drama de inlustici"' "tTfrT^ "¿t;;L"'1"ttu',.,i, ."" :"'":il': p;"iili'lfitr J
ni*"f""::T:
f +rr*lxttry*lt"--rffi ,HItan el desPlazamr
autóctona ») a la
carneie H:"r""f'il' "¡1o1 ::fil:lJtffi:ffX';T,il':"i"f:r tf U:ff "" Í"tn#'á:'';ii*l'i*l;;?;;'*í"r de los raneueles"vesli: ;""í;ento'di tras-
nrri,á" ¿" carmln' HaY aqul el rnrsr
t¡ Cfr' sobre los niveles del relato'"Ger¿rd' Genette' «Discours du
,*n'",I'Jrlr,;;ill^p,,fl,i.?.,,":tl_fl":r§:,1.::t",*X,;Estos relatos t"tn*|'"'i"i^v
i"muiet di-'l ,r.r"otados' Algo mas
{ la charla en tofno *' r;il;; '" fo, p.rro_1",.1r"
iru. se vuelcan a ilus-
:Hil1,t'l'lT:#iJ'"'i;';"*''4"r-1-:lt'ii,-.i'r,r"*iu")L-r:,Jí.,'1** t" r"."'"4i,u"l¿:lill?;$iil't'i.;",;;""'s satrricas
otro, abren una dtmensrorr -?;:";;.^ilr; i;;ti'a de la civilización blanca'
fig
lado, idéntico viaje hacia 1o externo (el desierto) que se varevelando como 1o interno (la Tierra Adentro, la cara ensombras, expulsada, del verdadero pafs, el << hombre natu,ratr.», dorso o revés del civilizado) pero no ya en tanto pér-dida, fuga o derrota sin regreso, sino corno gafiancia fan-tástica de un espacio de poder que 1o devuelve, conquis-tador, a las puertas de la misma « civilización decrépita »que lo ha mandado a defender sus fronteras.
El primero de estos sueños se enlaza con las historiasintercaladas, pues ofrece una identificación del soñante conlos personajes de estos relatos: << Yo era yo, y a la vez elsoldado, el paisano ése, lleno. de amor y abnegación, cuyatriste aventuta acababa de ser relatada por sus propios la-bios con el acento inimitable de la verdad »>. << De repenteyo era Antonio, el ladrón del padre de Pettona; ora eljuez celoso, ya el cabo Gómez, resucitado en Tierra Aden-tto »> (p. 147). A la ve que una representación interiordel drama del exiliado, el sueño plantea ya la conversióndel exilio en la gloria y agiganta los incidentes ridlculosde la realidad: la mulita escurridiza que Mansilla ha usa,do, sin saberlo, de almohada, y que provoca una breve vi-sión onlrica (<< me creía un conquistador, un Napoleón chi-quito », p. 146) se transforma en <( un enorme gliptodón,que era yo mismo » (p. 147) y lleva a una dimensión pla-netaria de la experiencia del viaie: << Y persistiendo miespíritu en alca¡zar Ia visión de la gloria cabalgado repti-les, discu¡ra por esos campos de Dios, murmurando:'Dall'Alpi alle Piramidi / Dal Mansanare al Reno, (...)Dall'uno all'altro mare' (p. 148).
Los siguientes sueños marcarán un camino progresivoáe apropiación de la barbarie. En el capltulo 32 (sueño
fraccionado en dos), a la visión de un imperio ranquel civi-lizado, sigue la de un Mansilla batbarizado. Los ecos blbli-cos y romanos que hay en la imagen del coloso armado depluma y espada contrastan con la pedestre autoctonla de la
140
« cameta tucumana >>, << cubierta de penachos, de crines ca_ballares de varios .oio.., y ;;;;;i..lr. se alzabaun do-sel de pieles de carn_ero » ip. zglj. E, ..t. dosel se instalaun rey bárbaro - trdansilla- _ ;"; seguido por una in-mensa escolta de indios, se dirige u Ér.r.no, Aires, como un
<< valiente camilo » _que d.rr*ui¿ una- ci,rilización corruota.En Ia misma línea imagirruri, profr;-i;]";";.i'á
que acompañan el final de la expedi.ióo. Lo" ;rprr"h;;y 6L tabajan sobre las dicotomfá, ,u.no/u.r¿Jl pr.*"ri-ción/disparate y declaran la .";¡;r;;; de esros términosoperada por Ia experiencia onLi.u,-." .11", ;i;;;;;'i;Mansilla coloca .üo .*p.r, ttiz a Ia china Carmen, o labota de potro de cuero d. gr;;;; Lion. como última mo-da en Buenos Aires. pero ii ,ro try'u verdad » en cuantoadecuación aI mundo .*r.*o,-iu-;i;, de Séneca»> com-prende en cambio el ,estado iirr*i"i, a ."*¡i.'qr."r;"il;
Il*:il. en el expedicionari" q;.;r;;ie¡a del Fuerte Sa¡-mrento para refrendar, simpre*.nt. un Tratado ¡; ü<<De tal manera se me taÉi" "onve;;";"ñrrl"á".isueño- del poder... » (p. 4g1).Si Ia oscuridad de Ia noche, propicia a Ia ensoñación,implica la incapacidad dg uquiluiur'luriirrrrr.ias hasra << no
íi:tii *; i:';:, wJ # ?J,H':1##T';« bárbaro »> al fin
- I gioto-rrsur-iu, -Jxperiencias
de gocecon imágenes que , unuilun de-un .,.**ro » de vitalidad:« Yo soy como. Ios patanes. Nunca tengo presentimien-rgs en sueños (...) para que yo viese,
-a ü ,.;;;;.;sueños, serla menester que fuese más' ,obrio'; "ilü.so; o es falso lo que dice Sócrates, que un cuerpo sa-ciado de placer o- repleto de alimentos y vino, Ie haceexperimentat al alma sueños extravagantes, (p. 479 14.
la Mansilla, negando la premonición en sueños, aparece aquí comouna especie de « anti<abo Gómez » qr", ,i.nlo ,n hombre del pueblo,
141
Los sueños de poder ra se extienden, incluso, a la vigi-
lia, en un episodio especialmente atendible puesto que PG
co antes Mansilla ha iugado con la homonimia enue é1 y
su pequeño ahijado, váitago de Baigorrita, quien -setá
el
futuro-cacique Lucio Victorio Mansilla y que es aludido co-
mo <( Coroiel Mansilla, chico »>. La f'a¡tasla es temporal-
mente simultánea con un cambio de ropa del namador
(cap. 47).La ruptura en esta serie de sueños de poder es inÚo-
ducia por ia pesadilla de la cena de carne humana que d9-
.lrr, .on simbolos relativamente *ashicidos, la cruel-
dad enmas carada del <'r civilizado » poder de las naciones
(cap. 46).
4. Naeua toPologla de la barbatie
Como Sarmiento, como Echeverrla, como Mármol,
Mansilla define la barbarie a través de una topologla cuyas
imágenes, si bien tesponden a la realidad geográfic\, t^rybiéñ han sido deübáradamente trabajadas y elegidas de
acuerdo con los propósitos de su poética.
Un aspecto -fundamental
de este televamiento es laoposición áudad/campaña descrita en términos muy dis'
tintos de la clásica áicotomfa sarmientina. Nada extfaño,
por oüa parte, en quien ptesumfa de originalidad y por ello
lmpr.t d., en este mismo texto, una cr¡idadosa operación
de zapa contra el lugar común.
poseerla en cambio el status dc vidcntc prestigiado por los antiguos'
Li.orr., que él mismo se coloc¡ burlescrrmente en la categorla de
« patán ».
142
La ciudad, antes que el polo del refinamiento y la cul-tura, aparece como un foco de contaminación, desde lo me-ramente flsico hasta lo moral. Buenos Aires es el paradigmaargentino de la corrupción ciudadana. Alll << todas las pla-gas de la civilización nos invaden dla a dla con aterranterapidez. El cólera, la fiebte amarilla y la epizootia, le qui-tan a la antigua y noble cuidad el derecho de llamarse co-mo siempre. Pestes de todo géneto y auras purlsimas; es
una incongtuencia » (p. 139). Por eso Buenos Aires -
di-ce
- debiera cambiar de nombre, como lo hacen los caba-
lleros brasileños cuando por una ruzÁn u otra se despresti-gia el original y verdadero.
Dada su velocidad en adoptar las plagas y manlas dela civilización, Buenos Aires,
- supone Mansilla
-, f,o
tardaú en apropiarse de la moda del quatorziéme inclasocomo paliativo de oma endemia social: el hacet esperar(p. 1a1).
La ciudad parece emblematizarse a ras de tiema, en eIlodo y las callejuelas; la campaña en el laberinto de unainmensidad sin caminos, en el aire puto.
cruDAD (BUENOS ArRES)
<< lecho de Procusto » (p. 151)
« océano de barro » (p. 259')« calles esffechas, fangosas, su-
cias, fétidas »> (p. 264)
<( grupo de moluscos asqueto-sos »> aglomerado por el egols-mo (p. 265)
calles << cubiertas de pantanos »>
(p. 281)
CAMPAÑA (PAMPA)
« teniendo por cortinas el üm*pio y azulado cielo coronadode luces » (p. 182)
« aire libre de desierto, subli-me y poética soledad » (p. 349)t
<( vasta oipulas azules del fit-mamento » (único lugar ade-cuado bajo el cual adorar la<< majestad de Dios ») (p. 333\
<( estas calles encajonadas, este
hormiguero de gente atareada, « firmamento cubierto de esüe-
L43,
-.. estos horizontes circunscri- llas »> << espectáculo imponente
ao", u ruido tumultuoso »> <( va- de la tempestad » (p' 149)
riados placeres »> (que « consu-
men )> la existencia) (P. ,49)
Con todo, la descripción'vuelve a encarrilarse en las
pautas de Sarmiento y Mármol,"en dos aspectos:
1.. La Pampa es el lugar del desierto (el vaclo) y de
le dispetsión social (cfr. el Facundo)
<< Fuera de aquf, campos desiertos, grandes heredades'
donde vegetu.l'prol.t"tio,'en la ignorancia V 11 e¡11-
pi¿.r. fr"igt tia,^la escuela, ¿-dónde están? ("') Allí'-el
silencio áe h pobreza y de la barbarie que estreme-
ce (...) Allt, todo dispet§o, si ncohesión como los pere-
grinos de la tierra de promisión, por el egolsmo tam-
bién » 1P. 265\-
Cfr. igualmente sobre la inmensa desolación del de-
sierto PP. B5 Y 22L.
2. Esta pobreza no es sólo pobreza humana y social
sino relativa indigencia de la Natutaleza misma' Como
tr¡¿i*ot, Mansilla convF)afa el extraordinaúo luio aegetal
d. otru, comafcas (selvas de corrientes, chaco y Paraguay)
oon lu, sequedades y austeridades de los bosques pam-
;;;";;: Lu^ i^¡u de exubetancia v esplendot se identifica
L., .rt. caso con la ialta de belleza (p' 114)'
El uacío de las comarcas pamPeanas puede llenarse'
con todo, de dos maneras:
1) Como ya 1o señalé supra, con una realidad imagi-
ou.i, qr" prr.biu espacios vittuales, inconsútiles, flotantes:
las tinieblas de la noche (propicias a las meditaciones poé-
144
tico-metaflsicas sobre los enigmas de la vida y la muerte),los espejismos, << captichosos mirajes »>) en la atrnósfera tor-nasolada que distorsionan las distancias y las propotcionesde los objetos acercándolos (p. 427), o alejándolos (p. 183),las fotmas fantásticas sugeridas por las nubes de atena quelevantan las caballadas (pp. 2W y 204), el hechizo del fue-go: << he observado que al calor de las llamas resplande-cientes el corazón se dilata, que las ideas getminari placen-teras y el alma se eleva hacía la cumbre de lo grande y de1o bello, en alas de ráfagas generosas y sublimes » (p. 476).
2) Con los resultados concretos de oma fantasla -
elproyecto civilizador que incluye ferrocariles y gtandes cul-tivos
- por los cuales se compensaú la << falta de belleza ¡>
de las desoladas comarcas (p. 134).En este << más acá »>, cabe destacar, además dei ele-
mento aé¡eo (el preferido para marcar la contraposicióncon la cuidad exterior) offos dos elementos fundamentalesparu la búsqueda que se está llevando a cabo: el luego(puesto por los expedicionatios) y las lagunas (los oasis,constantemente perseguidos).
El fogón, nombrado en tdas las paradas, es el pun-to congregador y nivelador (alll se olvidan las jerarqulasmilitares, hecho exclusivamente propio, dice Mansilla, delfogón argentino), es el estimulante de la fantasla (los pen-samientos vagos, la nartación de historias) y d. los ideales,el eje del descanso, el calor y los sueños'5, el nudo btillan-
1s « El fuego aprisionado en el hogar fue, sin duda, pata el hom-
brc, la primera materia de su fantasía, el slmbolo del reposo, la incita-ción al descanso. Apenas si se concibe una filosofla del ocio frente a
unos ardientes leños. De igual modo, a nuesfio juicio, no soñar delan-
te del fuego, es perder la costumbre, reahoente humana y primeta del
fuego ». Psicoanálisis del luego, de Gastón Bachelard (Buenos Aires, Scha-
pite Editor, 197), p. 14).
145
te que marca encuentros en el diflcil camino de las tinieblas,
la figuta de cohesión entre hombrcs dispares unidos por
idéntico fin, entte los soldados blancos y los indios que
comparten el sueño iunto a las mismas brasas'
Por otra parte, las lagunas no sólo significan, en laeconomla del relato, el lugar de parada donde la expedi-
ción se abastece de agua, sino que constituyen imágenes de
fuerte carga simbólica. Son, en principio, el espejo de agua
donde se reflejan los astros y el mundo invertido (cambio
de posición, cambio de perspectiva que proporciona el con-
truri. ,.c.sario para aer meior, leit'motiu qu.e signa laexcursión a los ranqueles). En este espejo se proyecta el
sentido más sutil y acaso el más piofundo del viaje a Tiema
Adentro.El itinerario pasa por « La Verde >>, calificada en el
seco informe al general Atredondo como <( hermosa laguna
de agua dulce y permanente » (p. 53) y en el texto de las
.rttui como <( hoya profunda y circular » donde mana << fres-
ca, abundante y llmpida el agua dulce ,> (p' 525\, punto
central donde convergen y reposan los viajeros de todos
los caminos. En este surtidor incesante se totalaa una ima-
gen de cosmos perfecto y autosuficiente, de pequeño pa-
ialso terrenal cuya importancia se marca sobre todo a lavuelta de Leubocó, cuando se han recogido, filtrado y ela-
borado las experiencias del viaje.Como es costumbre en Mansilla, las reflexiones se en-
ttelazan con la contemplación, ahora, por segunda vez, de
la laguna. A la quimera de la perfección y la perfectibili-
dad en el mundo social y motal, dominado por Ia mentita(<< la mentira es la única vetdad de que estamos en pose-
sión »> p. 526), se opone, tácitamente, la perfección suma,
\a paz absoluta, del entorno natural: <« El sol se ponla
majistuosamente; el hotizonte estaba limpio y despeiado,
terio el cielo azul (...) una noche apacible y un dla tan
hetmoso >> (p. 527).
146
En este escenario se produce la separación entre Man-silla y el grueso de su caravana. Tal desmembramiento equi-vale, para el namador, a tomar conciencia de los peligrospasados, asumiendo la cercanla de la muerte (p. 527). Estaexperiencia lleva al crecimiento y al canocinziento, unameta central en ia búsqueda de Mansilla: « recién entonceshabréis comprendido el terrible arcano que se encierra en-tre el ser y el no ser >>.
Las imágenes especulares se van profundizando y en-riqueciendo con la marcha. A la meditación junto a la la-guna La Verde, corespondf a aún, en tal sentido, la rctó-rica de una poesía pastoril de salón. En este mundo armo-nioso, las espadañas se reflejan en las aguas claras << comovoluptuosas náyades de bella y blanca faz», (p. 526) enun ejercicio narcisista (aunque se trate de un narcisismocósmico): « disualdas y enamoradas de sl mismas en elespejo líquido y sereno » (p. 527). La próxima imagen,original e inesperada, proyecta la 7uz de la luna sobre un« vasto saliüal », haciendo de é1 un inmenso espejo, no yade la coqueterla, sino del cielo mismo; u Era un .rp..iá-culo hermoslsimo; la luna, las estrellas y hasta las mismasopacas nubes, se retrataban en aquel espejo móvil haciendoel efecto de un cielo al ,revés »> (p. 532).
Cielo en flrpa pureza se imprime, también, la violen-cia de la tiema: « Las huellas de la última invasión que poralll habla pasado, estaban aún impresas en el suelo cris-talino »>.
La próxima (y final) meditación ocurre al borde deotra laguna. Alll lo reflejado es interior y ataire a la rue-maria: << Pensaba en las escenas exffaordinarias que algu-nos dlas antes eran un ideal; gozaba en la contemplaciónde ellas y me decía, en ese lenguaje mudo con que nos hablala voz del espíritu en sus horas de reconcentración: 'La mi-seria del hombre consiste en ver frustradas sus miras y en
t47
vivir de conjeturas; porque Ia tealidad es el supremo bieny labelleza suprema » (p. 533\.
El gozo proviene del ideal cwmplido que la fuerza acti-
va y creativa del hombre ha hecho realidad. Hacer realidad'
lo soñado, alcanzar Ia verdad (el bien, lo bello) en formague excede la pasividad de la contemplación, se plantea co-
mo la meta auténticamente digna de la vida humana.
La búsqueda de la patia, de la tierra, de la propia
identidad, de la pertenencia, se confunde, en este marginal
del poder que es el Mansilla de 1870, con la búsqueda de
la verdad y la realidad en todos los planos: polltico, ético, estético e, incluso, meta{fsico..
Virtud (salud) y felicidad se identifican, Para Mans!lla, con la ciencia de lo real. Ciencia que excede, por fin,todas las metas parciales, convirtiéndose en esperanza últi-ma de viaje más allá de la muerte:
« ¡Pues, como el sabio, felicitémonos de que la ver-
dad sea tan saludable, y de abrigar la esperanza de des-
cubrir algún dla la sustancia efectiva de todo, para que
todo no sea slmbolo y sueño! » (p. 5)3\16.
ló No podemos dejar de temitirnos aqul a San Pablo: « Ahor¡ ve'
mos por espejo, oscuramente, más entooce§ vetemo§ cara a cara. Ahora
conozco en p¿ute; pero entonces conoceté como fui conocido » (S¡n Pa-
blo, C.orintios I, tr, 2\.
148
MrnÍe Rose IoJo
I]NA EXCURSION A LOS INDIOS RAITIQIJEI,ES:
I-A BARBARIE EN T]N VIAJE AL « MAS ACA »
Toda la << excursión a los indios ranqueles », de Lu-
cio V. Mansilla se articula sobte el nudo del viaje, que no
es aqul una metáfo¡a (se uata del viaie muy real que hizo
el entonces coronel de fronteta para tefrendar'un ttatado
& pu con los indios), pero adquiere una densa riqueza de
¡esonancias y connotaciones.
Este viaje, aunque a veces.lo parezca, no es sólo una
¡ventuta exploratoria ni un capricho ¡urlstico. Se trata, co-
tr) tantos otros viaies de la literatura de unr- ixcursión ba-
cia 1o inferior, contracara de la declatada y ufana excur-
sión del tftulo. Esta intetioridad no es solamente, o no es
¡necfsamente, psicológica. Si bien Mansilla siempre está
f,uscándose a sl mismo, absorbido en la estructutación de
su imagen 1, 1o que realmente permanece y se revela aqul,
-á. aú de los guiños, de los avances y retrocesos en di
t La elusividad, en definitiva - afirma Sylvia Molloy - es la acti'
od que elige Mansilla, con respecto a la problemática del yo, siempre
rilente entre la identificación complaciente y el rechazo dandysta por
m ¡xiblico del que a toda costá se quiete diferenciar. Un yo que amas'
l¡r r¡na pesada catga de filiación, pero que aspira constantemente a ser
ü biió de sus propias obras y de su propia voz (« Imagen de Mansilla »,
a Iz Argentita: Del 80 al Centen¿rio, comp. Gustavo Ferrari, Bueiroo
Ai¡es, Sudame¡icana, 1980)'
107
Top Related