MAGISTER EN PSICOLOGIA JURIDICA Y FORENSE
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UNIVERSIDAD DE LA FRONTERA - FACULTAD DE EDUCACIÓN Y HUMANIDADES - DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA
Magíster en Psicología Jurídica y Forense
UNIVERSIDAD DE LA FRONTERA
FACULTAD DE EDUCACIÓN Y HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA PROGRAMA DE MAGÍSTER EN PSICOLOGIA JURÍDICA Y FORENSE
CARACTERÍSTICAS PSICOMÉTRICAS DEL INVENTARIO DE RIESGOS Y NECESIDADES VINCULADOS CON FACTORES CRIMINOGÉNICOS
(IRNC)
SERGIO ANDRÉS CHESTA SAFFIRIO
Tesis presentada a la Universidad de la Frontera
para optar al grado de Magíster en Psicología
Jurídica y Forense.
PAULA ANDREA ALARCON BAÑARES
Enero , 2009
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RESUMEN
El objetivo principal de esta tesis es determinar las características
psicométricas básicas del Inventario de Riesgos y Necesidades Criminogénicas
en adolescentes infractores de ley.
Corresponde a un diseño no experimental descriptivo transversal. La
población de este estudio está compuesta por adolescentes varones residentes
en las regiones IX, X y XIV del país. Se utilizarán 2 muestras, una de
adolescentes reincidentes, y otra de adolescentes no reincidentes.
Los resultados consisten en un cálculo de la confiabilidad interjueces
mediante un coeficiente Kappa, consistencia interna, validez concurrente con
la Escala de predisposición delictual, y coeficientes de correlación adecuados
a los niveles de medición de cada puntaje obtenido. Se va a calcular además
la validez predictiva del instrumento mediante una regresión lineal múltiple
con las variables más adecuadas para este efecto. Los resultados en general
son consistentes con los encontrados en literatura internacional.
El aporte de este estudio radica en contribuir a validar un instrumento
que permite el diseño de estrategias de intervención especializadas y
diferenciadas, entregando herramientas más adecuadas para enfrentar el
fenómeno de la delincuencia.
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INDICE
Resumen …………………………………………………………………… 2
I. Introducción …………………………………………………………………… 4
II. Marco
Conceptual
……………………………………………………………………
6
III. Hipótesis …………………………………………………………………… 24
IV. Metodología …………………………………………………………………… 25
V. Resultados …………………………………………………………………… 27
VI. Discusión …………………………………………………………………… 34
VII. Bibliografía …………………………………………………………………… 38
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I. INTRODUCCION
La delincuencia es un tema que siempre está vigente en la discusión social y
política nacional, con una particular relevancia en los medios de comunicación y el
debate cotidiano de la población general. La preocupación creciente por ella, y la
percepción de inseguridad que se observa, ha establecido la necesidad de contener y
dar una solución definitiva al problema de la delincuencia. La respuesta y demanda
política en general apunta al establecimiento de penas más duras y una mayor
utilización de medidas privativas de libertad efectivas, eliminando el efecto “Puerta
giratoria”. En particular además, es la población juvenil la que ha sido más relacionada
al aumento de la delincuencia.
En Octubre del 2005, se aprueba en congreso el texto definitivo de la ley de
responsabilidad penal juvenil (2007) (en adelante LRPJ), donde se establece un
sistema de justicia especializada que incluye un limite a la edad de responsabilidad
penal, así como un catalogo de sanciones, que implica que las penas privativas de
libertad se establecen para los delitos mas graves; la nueva normativa busca por una
parte, responsabilizar al joven por los ilícitos cometidos y, por otra, lograr su
reinserción social y familiar, relevando de manera particular el interés superior del
adolescente. La LRPJ se enmarca en la reforma a la justicia, y cambios en políticas de
infancia y adolescencia, constituyéndose en uno de los ejes centrales de las políticas
públicas de los últimos gobiernos. Esto ha implicado además modernizar las políticas
públicas sociales, particularmente las políticas de infancia y adolescencia,
adecuándolos a la normativa internacional vigente.
Durante el primer año de funcionamiento de la nueva ley se han relevado
algunos aspectos particulares a mejorar. A un nivel concreto, existe un problema en
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relación al financiamiento de la misma que afecta directamente la efectividad de la
implementación de los programas y, por tanto, del cumplimento y aplicación de las
condenas (Hernández B. 2007). Queda pendiente además la estructuración de un
sistema verdaderamente especializado que permita implementar la ley de manera
adecuada.
El nuevo catalogo de sanciones impone la necesidad de una evaluación más
detenida y caso a caso, de los jóvenes que ingresan al sistema. La literatura nos
indica que existen muchas causas que llevan a los jóvenes a infringir la ley, lo que
releva el espíritu de especialización de la ley y la derivación adecuada a los diferentes
tipos de sanciones.
Es por estas razones que el aporte de instrumento de evaluación como el IRNC
se vuelve de interés tanto para los equipos de intervención, el sistema judicial y la
población en general.
La principal variable a estudiar es el riesgo. Thompson (Thompson and Putnis
2003) la define relacionándola en dos aspectos. Primero, la posibilidad de que un
adolescente se vaya a comprometer en alguna actividad delictiva (riesgo de
reincidencia) y en segundo lugar, el riesgo puede ser usado para describir las
condiciones específicas asociadas a la ofensa. Los juicios de riesgo de reincidencia
son frecuentes en el sistema judicial, y se conforman en uno de los principales
factores tanto para dictar sentencia como para estructurar planes de intervención.
Los objetivos de la investigación apuntan a determinar la confiabilidad
interjueces y por consistencia interna del inventario, como también su validez
concurrente y predictiva.
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II. MARCO CONCEPTUAL
Actualmente la reincidencia es uno de los elementos que los jueces toman más
en cuenta a la hora de dictar sentencia; es, además, uno de los criterios con los que
se evalúa el éxito y fracaso de las intervenciones, y cobra particular relevancia al
momento de determinar el quebrantamiento de condena. Históricamente, la
evaluación del nivel del riesgo de reincidencia y de necesidades de intervención se ha
basado en gran parte en juicios clínicos no estructurados. Es así como se hacen
necesarios indicadores empíricamente validados en nuestra población adolescente.
Dentro de las problemáticas relativas a la intervención de los adolescentes
infractores de ley encontramos que no existe una diferenciación adecuada de las
problemáticas a la base de las conductas, que en ocasiones se desenvuelven en
derivaciones y aplicación de medidas inadecuadas, mermando en esta forma la
efectividad de la respuesta de los programas a la problemática. Esto además lleva a
generar una oferta de programas inadecuada al no conocer de forma detallada las
características de la población; en particular a partir de la implementación de la nueva
LRPA se genera una expectativa social frente a los nuevos programas de intervención,
siendo que estos requieren de un sistema adecuado de aplicación de sanciones en
función de las características individuales de los usuarios. En general, los programas
de intervención , y particularmente los de sistema cerrado, son coherentes solo con
el aspecto de control expresado en la ley, sin que se cumpla, en la mayor parte de
los casos, con el objetivo final de reinserción social (Ortiz, Sepúlveda et al. 2005)
Es en este contexto que la evaluación de riesgo y necesidades en los
adolescente infractores de ley cobra especial relevancia, al permitir establecer de
manera más focalizada los aspectos a intervenir, y destinar los recursos de tanto
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económicos como de intervención a una utilización más efectiva. En este sentido,
Clemente Laporte, en su conferencia en el marco del congreso de psicoeducación del
año 2006, indica que para prevenir e influenciar la reincidencia es necesario abordarla
aplicando ciertos principios:
Principio de riesgo: o sea, definir adecuadamente quién debe recibir
tratamiento. Mientras más elevado el riesgo de reincidencia, más intensivo
debe ser el control social y las intervenciones deben ser de mejor calidad. Los
jóvenes de más alto riesgo aprovechan mejor las intervenciones intensivas que
los de riesgo menor.
Principio de necesidad: sobre cuales focos se necesita trabajar en un caso
específico. Permite precisar los objetivos de cambio en una intervención eficaz.
La intervención puede reducir la reincidencia delictiva en la medida que
responda a las necesidades relacionadas con los factores criminógenos del
infractor de ley.
Principio de receptividad: Cual es la forma más adecuada de llevar a cabo el
tratamiento. Permite escoger los modos y estilos de servicios mas apropiados
para los jóvenes infractores.
Juicio profesional: Para evaluar los riesgos, las necesidades y la respuesta a la
problemática. Permite tomar la decisión más conveniente en función de
consideraciones éticas, humanitarias, jurídicas y de eficacia.
Integridad terapéutica: Esto significa que no solamente los programas deben
responder a criterios "apropiados", sino que también el diseñador o evaluador
tenga un muy buen manejo de la aproximación cognitiva-conductual y que los
miembros del personal hayan recibido la formación necesaria para estar en
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condiciones de ejecutar un programa.
En general, la proporción de delincuencia grave entre los adolescentes es poca,
pero un porcentaje de los mismos son los que cometen muchos delitos. Las carreras
delictivas cambian según sus características de personalidad, y el número de delitos
debiera ser uno de varios indicadores para tomar una decisión en relación a la
intervención o condena de un joven. Se debieran seguir acciones con un impacto
efectivo en la reincidencia, lo que implica una evaluación diferencial continua, o sea,
en distintos momentos de la intervención. La evidencia expuesta en estudios
internacionales indica que mientras más temprana es la intervención, más efectivo es
el resultado, así como que un tratamiento que ofrece continuidad a lo largo del tiempo
tiene efectos más duraderos que una intervención corta, aun intensa; la intervención
que comienza antes de la adolescencia es más efectiva, y los programas que tratan
problemas múltiples son más efectivos que aquellos que tratan un solo factor de
riesgo (Vanderschueren 2004)
Existen estudios relativos a los factores de riesgo, desadaptación y causas de
infracción de ley. Desde una perspectiva histórica, entendemos el riesgo como un
concepto socio-jurídico que tiene su origen en los sistemas de protección para los
niños y jóvenes en situación de pobreza durante el siglo XIX, que se hace cargo de
los mismos determinándolos sujetos de intervención estatal y control social a fin de
transformar a estos individuos alienados en "normales". Las diferentes situaciones en
las que los jóvenes veían vulnerados sus derechos son objeto de una misma
intervención, frecuentemente reducida a la internación en instituciones, donde se
fomentaba el contacto entre los jóvenes que infringían la ley y los que se encontraban
por medidas de protección por otras causas (situación que hasta el día de hoy se
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observa en nuestras instituciones). En general, el concepto aun se asocia al lenguaje
de las políticas publicas de protección a la infancia y a la juventud flotante y marginal,
las mismas que tienen como centro la preocupación por la normalización y la
integración (Maluf 2002).
Farrington, citado en (Mettifogo and Sepúlveda 2005), identifica “signos de mal
pronóstico” que de ser reconocidos a temprana edad pueden servir para establecer
estrategias preventivas:
Presencia de conducta antisocial infantil que incluya agresividad, impulsividad
y problemática escolar.
Baja capacidad intelectual y, en consecuencia, bajos logros escolares.
Presencia de delincuencia familiar, con padres con condenas, hermanos
mayores delincuentes y con problemas de conducta.
Pobreza familiar, con escasos ingresos, familias excesivamente numerosas,
desempleo, malas condiciones de vivienda.
Métodos de educación y crianza no apropiados, con disciplina violenta, pobre
supervisión, conflictos entre los padres, separación conyugal.
Mettifogo identifica cinco momentos o circunstancias en las trayectorias de vida
de los jóvenes infractores de ley, entendiendo que la delincuencia o la conducta
antisocial juvenil son fenómenos que reciben influencias no sólo multifactoriales sino
también multicontextuales. Estos elementos de contexto o factores de riesgo serian:
Aquellos que inciden en el inicio en la actividad delictual.
Aquellos relacionados con la mantención de la actividad delictual o asunción de
este tipo de actividad como estilo de vida.
Elementos asociados en el alejamiento de la actividad delictual.
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Momentos en la historia de vida en que existió la oportunidad de detectar la
situación de riesgo del niño o joven y de efectuar algún tipo de intervención,
pero que finalmente no se concretó.
Explica además, los factores que, aunque no desencadenan un inicio de la
actividad delictiva, sí configuran un contexto común y que podrían categorizarse como
factores de riesgo: Situación de violencia intrafamiliar - maltrato infantil; fracaso
escolar, expulsión o deserción escolar; exposición habitual a situaciones de violencia
en el hogar, escuela y otros contextos; inicio temprano de consumo de drogas, y la
institucionalización.
Además, frente al tema del inicio de la actividad delictual, identifica los
siguientes elementos: Mendicidad e inicio temprano en actividad laboral - trabajo
infantil, que facilitan el aprendizaje de conductas delictivas; Carencias afectivas, de
cuidados básicos, depresión; Conductas exploratorias, imitación de grupo de pares y
el consumo de drogas y dependencia.
Como elementos que inciden en la mantención en la actividad delictual:
Inexistencia o insuficiencia de tratamiento o programas de rehabilitación; violencia;
estructuración de un sistema familiar que incluye la actividad delictiva; contexto
familiar y comunitario en que actividad delictiva es habitual; asunción de identidad;
consumo de drogas; falta o frustración de expectativas. La inexistencia de una oferta
educativa de calidad y apropiada a las características del joven infractor de ley no
existe, sin que exista una posibilidad real de socialización y normalización. Los
establecimientos a los cuales en su mayoría acceden los jóvenes infractores se
muestran incapacitados en brindar una oferta pertinente, que permita a además el
modelaje y la socialización de valores socialmente deseados. Los niveles de violencia
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escolar observados y la dificultad de los agentes educadores para integrar a esta
población, permite caracterizar a la escuela o liceo como expulsiva por acción o
indiferencia.
En otro estudio realizado por Fundación Paz Ciudadana (Hein 2004), identifica
indica que factores de riesgo asociados a la delincuencia juvenil, que pueden ser
clasificados en 6 ámbitos de procedencia:
a) Factores individuales: bajo coeficiente intelectual, pobre capacidad de
resolución de conflictos, actitudes y valores favorables hacia conductas de
riesgo, hiperactividad, temperamento difícil en la infancia.
b) Factores familiares: baja cohesión familiar, tener padres con enfermedad
mental, estilos parentales coercitivos, ambivalentes o permisivos.
c) Factores ligados al grupo de pares: pertenencia a grupos de pares involucrados
en actividades riesgosas (comportamientos delictivos, consumo de drogas, por
ejemplo).
d) Factores escolares: bajo apoyo del profesor, alienación escolar, violencia
escolar.
e) Factores sociales o comunitarios: bajo apoyo comunitario, estigmatización y
exclusión de actividades comunitarias.
f) Factores socioeconómicos y culturales: vivir en condición de pobreza.
Además indica comportamientos de riesgo, clasificados en 4 grandes grupos,
entendidos como el abuso de alcohol y drogas, las relaciones sexuales no protegidas,
el bajo rendimiento, fracaso o deserción escolar y la delincuencia, crimen o violencia.
Los autores mencionados refieren a los factores que inciden en el desarrollo,
mantención o desaparición de conductas delictivas. Los tipos delictivos pueden ser
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clasificados de diferentes maneras.
Doris Cooper (Cooper 2000) estudia e identifica los principales tipos de
delincuencia común en Chile, donde encontramos la Delincuencia Rural Tradicional
Masculina No-Mapuche, la Delincuencia Masculina Rural Mapuche y la Delincuencia
Femenina Rural: todas poseen una bajísima reincidencia y habitualidad delictual y son
en su mayoría contra las personas, la familia y la moral, predominando el homicidio
y las violaciones. La que destaca y que más se relacionaría con los procesos
adolescentes es la Delincuencia Urbana Masculina Extrema: en esta categoría, del
total de los delitos, un 90% de ellos corresponde exclusivamente a delitos contra la
propiedad. Este tipo de delincuencia concentra la más alta reincidencia (60%) y
habitualidad delictual (comparativamente). Se subdivide en:
a) Delincuencia Profesional.
b) Delincuencia no-profesional constituida por Pandillas Poblacionales.
c) Delincuencia no-profesional compuesta por trabajadores-obreros que roban
ocasionalmente y que se autodefinen como ocasionales.
Un último tipo corresponde Delincuencia Femenina Urbana, la que también se
asociaría a procesos adolescentes, y que se caracteriza por presentar una alta
proporción de delitos contra la propiedad y parricidios, con baja reincidencia y
habitualidad comparativa. Se trata de un Tipo de Delincuencia Transicional.
Laporte también identifica distintos tipos de delincuencia, más enfocados en la
delincuencia juvenil:
Delincuencia común:
Se manifiesta en los varones durante la adolescencia media, sin que el origen
social sea un factor de incidencia en la misma. Se comenten infracciones de poca
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gravedad y se entiende como parte del aprendizaje del adolescente en torno a las
prescripciones normativas; o sea, se da bajo el supuesto de que la delincuencia es un
fenómeno normal en la adolescencia. Estos jóvenes no todos desarrollan una "carrera
criminal".
Delincuencia distintiva:
Se da a lo largo de la adolescencia, con un proceso específico de agravación,
caracterizada por su precocidad, gravedad objetiva, densidad, polimorfismo y
consolidación del actuar delictivo. Caen en conductas delictivas más graves y es
donde debieran dirigirse la mayoría de los recursos de intervención
Para diferenciar entre la delincuencia común y la distintiva, se distinguen 5
criterios:
Precocidad: el primer delito cometido a temprana edad.
Gravedad objetiva: los delitos van aumentando en gravedad.
Densidad criminal: un solo joven comete muchos delitos.
Polimorfismo: Diversidad de delitos (si se especializa hay menos posibilidad
que desarrolle una carrera delictual).
Consolidación del actuar delincuente: lo que implica considerar que para
cumplir con todos los puntos anteriores, debe hacerse en un período de tiempo
corto, antes de llegar a la mayoría de edad. Todo su entorno lo apoya en
consolidar la carrera delictual.
Hein (2004) introduce el concepto de Síndrome de riesgo, en el que explica que
los comportamientos de riesgo no parecen ser problemas aislados, sino que tienden
a manifestarse en conjunto. Por ello, considera más correcto hablar de síndrome de
riesgo que de comportamientos de riesgo puntuales. Ello también se debe a que hay
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gran similitud entre los factores asociados a las conductas de riesgo. En otras
palabras, muchas veces los mismos factores de riesgo influyen en el desarrollo de
múltiples comportamientos problemáticos.
Tanto Hein como Laporte son enfáticos en aseverar que la presencia por si sola
de estos factores no son deterministas de conductas contranormativas: existe
coincidencia en destacar que parte del desarrollo normal del adolescente implica
rebelarse, ir contra la norma y particularmente explorar diferentes tipos de
comportamientos. Se debe ser sensible a la esta diferencia entre las actitudes propias
de un adolescente y conductas que se vuelven persistentes y tienden a arraigarse en
el joven.
La diversidad de los factores que inciden en el riesgo psicosocial determina que
los jóvenes en los que se manifiestan en la forma de conductas infractoras de ley se
requiera un marco amplio de intervención en diferentes áreas y con distintos grados
de intensidad.
Además, Laporte distingue 3 etapas en el desarrollo de la delincuencia en el
adolescente, que se utilizan para hacer un diagnóstico diferencial:
1. Delincuencia de ocasión: con número restringido de delitos de baja gravedad
y un leve retraso del desarrollo psicosocial. La recomendación es que se debe
dar el menor castigo posible, consolidando redes familiares y sociales, evitando
contribuir al desarrollo del delito.
2. Delincuencia transitoria (menor-mayor): crecimiento delictivo heterogéneo,
con delitos graves, inestables en el tiempo (esto la hace mayor o menor) y
abundante. Se presentan en general dificultades particulares de desarrollo.
3. Delincuencia persistente: es precoz, voluminosa, heterogénea, persistente y
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aumenta en gravedad. Son los que llevan un verdadero estilo de vida antisocial
marginalizado. Serían estos jóvenes los responsables de la comisión de la
mayoría de los delitos.
En el marco de un estudio realizado en Colombia (Klevens, Restrepo et al.
2000) en Mettifogo, 2005, se identifican dentro de una población de delincuentes al
menos dos subpoblaciones con características familiares, individuales e historia
natural distintas, que aunque no se diferencian en cuanto a las características del
delito, si lo hacen en la edad de inicio, denominando “precoces” a un grupo que
presentó problemas a muy temprana edad, como hiperactividad, rabietas, baja
tolerancia, desobediencia, mentiras, impulsividad, destructividad y agresión,
persistiendo estos en la edad escolar, y continuando en la vida adulta con consumo
de alcohol, drogas, y un comportamiento más violento que el promedio.
Los principales factores de riesgo para este grupo son: antecedentes familiares
delictivos, padre menor de 20 años en el momento de nacer, maltrato físico, tratos
crueles, conflicto en la familia, separación permanente de padres, problemas
económicos graves, mayor número de estresores (agudos y crónicos) y una madre (o
sustituto) con poca capacidad para afrontar los problemas, ausente, poco pendiente
y rechazante.
Un segundo grupo, denominado “tardíos”, presentaba pocos o ningún signo de
comportamiento antisocial antes de la adolescencia. Sin embargo, la deserción
escolar se dio a una edad más temprana en esta población en comparación con los
“precoces”. El estudio identificó muy pocos factores de riesgo asociados a este grupo,
entre ellos: tener un padre mayor de 40 años en el momento de nacer, familia
incompleta, separación permanente de la madre, separaciones temporales del padre
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antes de los seis años y problemas económicos graves.
En este estudio, a diferencia de lo reportado en Canadá, se relevan factores de
orden más familiar, lo que no excluye lo reportado por Laporte, pero contribuye a
establecer parámetros más arraigados en la realidad latinoamericana.
La evaluación de riesgos y necesidades presenta, en si misma, diversos
desafíos en los niveles teórico, empírico y profesional. Thompson (2003) manifiesta
que para lograr un acercamiento estructurado al abordaje del fenómeno es necesario
tener en cuenta que a mayor número de factores de riesgo, mayor es el riesgo, lo
que implica un problema al agregar elementos adversos a resultado de la evaluación,
produciendo un aumento geométrico del riesgo. Otra dificultad para la evaluación
certera implica que además de evaluar riesgo, se hace necesario evaluar factores
protectores, que aumentan la resiliencia. Al no tener instrumentos adecuados que
tengan en cuenta esta perspectiva, los índices pueden aparecer aumentados o
disminuidos. Thompson hace referencia además a la evidencia empírica que indica la
mayoría de los factores de riesgo son de orden psicosocial y que son los que
predominan en las teorías de delincuencia juvenil; en este plano, un abordaje
estructurado de dichos factores es valiosos al ser sistemático, y a pesar de que la
sistematización de inventarios por si sola no es condición suficiente para una
intervención exitosa, sirve como base para la caracterización del tipo de criminalidad,
así como las características personales y circunstancias que debieran ser abordadas
para reducir la reincidencia. En general los inventarios de riesgos y necesidades
apuntan a proteger a la sociedad de los comportamientos transgresores de los
adolescentes y a fomentar el encauce y asistencia apuntando a las necesidades
particulares de los jóvenes infractores de ley.
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Bonta hace una revisión histórica de la evaluación de riesgo (Bonta 1997).
Partiendo desde un enfoque que utiliza muy poca teoría a la base, de carácter
eminentemente empírico, sin intentar explicar el por qué del comportamiento
criminal, lleva al desarrollo de la Escala de Información Estadística sobre Reincidencia
(SIR); estaba compuesta de quince subescalas, que se incorporan porque
correlacionaban alto con la reincidencia en los reclusos de las penitenciarías
canadienses. Por lo menos a nivel de los delincuentes varones, los puntajes de la
escala SIR predecían la reincidencia tanto general como violenta; cabe destacar que
una variación moderna de este enfoque es el Juicio Clínico Estructurado, del que se
desarrolla el HCR-20 (Andrews, Bonta et al. 2006). En general las escalas no teóricas
presentaban niveles de desempeño aceptables pero fueron notablemente mejoradas
al ser complementadas por teoría criminogénica. Una segunda generación de
instrumentos tenía una carga teórica más importante pero mantenían factores no
enfocados en elementos dinámicos, por lo que no eran apropiados para definir
estrategias de intervención; acá encontramos el Salient Factor Score o SFS de
Hoffman. La tercera generación se basa en un componente empírico, pero privilegia
factores de riesgo de orden dinámico, o sea, susceptible de cambio; un ejemplo de
estos instrumentos es el Level of Service Inventory–Revised o LSI-R de Andrews y
Bonta, predecesor del IRNC. Ya en un cuarto momento, los instrumentos apuntan a
una evaluación constante desde el inicio al final de la intervención, incluyendo
inclusive un seguimiento posterior al egreso; estos instrumentos evalúan además del
riesgo, las fortalezas, necesidades y responsividad, incluyendo reevaluaciones,
planificación de servicio y evaluaciones intermedias.
Existen tres perspectivas generales sobre las teorías del comportamiento
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criminal (Bonta 1997; Andrews, Bonta et al. 2006), la sociológica, la clínica y las que
siguen un enfoque de aprendizaje social. En general las escalas derivadas
particularmente de las dos primeras perspectivas presentan una mejoría frente a las
escalas puramente empíricas, pero aún presentan limitaciones al poner el énfasis cada
una en factores muy ligados a sus campos de práctica. Con la llegada de los
acercamientos psicosociales se proporcionó el acercamiento multifactorial necesario
paras evaluaciones de carácter global. Particularmente Andrews y Bonta identifican
lo que llaman “Los cuatro grandes” (Bonta 1997), refiriéndose a los cuatro conjuntos
de factores que juegan un papel importante en la teoría general psicológico-social y
de la personalidad del comportamiento criminal: La personalidad antisocial, la historia
criminal, el apoyo y el pensamiento antisociales; los dos primeros serían los que mejor
explican el comportamiento antisocial. Dentro de los instrumentos desarrollados con
estos criterios encontramos el Correctional Assessment and Intervention System
(CAIS), el Correctional Offender Management Profiling for Alternative Sanctions
(COMPAS), el Offender Intake Assessment (OIA) y el Level of Service/Case
Management Inventory de Andrews, Bonta, y Wormith, de cuya versión adolescente
deriva directamente el Inventario de riesgos y necesidades criminogénicas que
comprende este estudio. Se ha probado el uso de estos instrumentos fuera del
contexto norteamericano, con resultados adecuados en Inglaterra (Raynor 2007) y
Australia (Thompson and Pope 2005).
En un estudio de Marczyk (Marczyk, Heilbrun et al. 2003), se investiga el riesgo
de reincidencia en jóvenes infractores de ley como una función entre los factores de
riesgo dinámicos y estáticos identificados en la literatura, integrando la Psychopathy
Checklist-Youth Version (PCL:YV), el Massachusetts Youth Screening Instrument
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(MAYSI), and the Youth Level of Service/Case Management Inventory (YLS/CMI) en
un modelo predictivo. Los resultados indicaron una relación predictiva entre el modelo
de 9 factores del MAYSI y la reincidencia, cuya precisión se eleva si se le incluye la
subescala de infracciones actuales y anteriores del YLS/CMI. En general se concluye
que la angustia emocional, el historial de ofensas a la ley, y el compromiso delictual
actual pueden ser factores importantes a considerar al intervenir para disminuir el
riesgo de reincidencia.
En el desarrollo de la evaluación de riesgos y necesidades destaca Don
Andrews, quien establece algunos principios estratégicos en su abordaje (Andrews
1989). Sus planteamientos se han transformado en la base de muchos instrumentos,
indicando que los individuos (en este caso, tanto adolescentes como adultos) que
presenten el más alto riesgo de reincidencia son los que deben tener el mayor nivel
de intervención (principio de riesgo). Por otra parte, se debe intervenir sobre aquellos
aspectos dinámicos y susceptibles de cambiar en el individuo (principio de necesidad).
Las estrategias tendientes a fomentar el cambio deben tener en cuenta las
características particulares del cliente (principio de respuesta). A partir de estos
principios Andrews ha desarrollado y corregido una serie de instrumentos de
evaluación durante un período superior a 20 años (Thompson 2003).
Es en este contexto teórico que aparece el Inventario de Riesgos Vinculados a
Factores Criminogénicos. En particular, se perfila como un instrumento que permite
evaluar al joven en distintos aspectos, apuntando a distinguir a los jóvenes que entran
en conductas contranormativas por procesos propios de la adolescencia, de aquellos
que en realidad se hayan integrado en una escalada delictiva más seria, quienes
serían los que requieren un mayor nivel de intervención. De esta forma el instrumento
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permitiría establecer distinciones más claras entre las tipologías, definiendo
lineamientos en los planes de intervención de los adolescentes infractores de ley.
Entrega además un indicador objetivo a la hora de tomar decisiones apropiadas
relativas a las condenas en el marco de la nueva LRPA, perfilándose como un
instrumento a utilizar en evaluaciones presentenciales.
En este marco teórico y mediante el uso del IRNC, Laporte señala que “los
últimos estudios realizados revelan que la reincidencia de jóvenes en el delito ha
disminuido en 40% en los últimos 5 años”, gracias a los nuevos modelos de
intervención social y al aporte de la psicoeducación en su región (Crónica 2006, Diario
Austral).
Es así como en concreto el aporte del instrumento se resume a:
Dar apoyo a los interventores en la evaluación de los infractores.
Construir una lista de factores de control, un catalogo de riesgos y necesidades
ligadas a los factores criminógenos.
Apoyar el desarrollo del plan de intervención en la identificación de focos
pertinentes.
Basar la toma de decisiones sobre una evaluación fidedigna y validada de
riesgos y necesidades.
Desarrollo moderno de teorías de la conducta infractora de ley.
El IRNC es adaptado en Chile del YLS/CMI; este consiste en una lista de
chequeo con 42 ítems, y que se divide en ocho subescalas:
1. Infracciones anteriores y actuales
2. Situación familiar y rol parental
3. Educación y empleo
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4. Relaciones con los pares
5. Abuso de sustancias
6. Uso del tiempo libre
7. Personalidad y comportamiento
8. Actitudes/tendencias
Como se puede observar, estas subescalas coinciden con los resultados de los
estudios reportados a nivel nacional (Molina and Romero 2003; Hein 2004; Mettifogo
and Sepúlveda 2005), entendiendo que coinciden con los factores e indicadores de
riesgo que se obtuvieron de ellos.
Para la obtención de normas, fue aplicado por un profesional de salud mental
o delegado de libertad condicional usando entrevistas a jóvenes, revisión de
expedientes clínicos, e información recolectada de diferentes fuentes. Cada ítem en
el YLS/CMI fue codificado como presente o ausente, entregando un puntaje total entre
0 a 42 puntos. Acorde a este puntaje total, se categorizó a los adolescentes en cuatro
niveles de riesgo de reincidencia: bajo, moderado, alto, o muy alto. Esta medida
proporciona una vista amplia y detallada de los factores del riesgo y necesidad,
protectores, y del receptividad adecuados a cada joven en particular (Hoge and
Andrews 2002) y se ha adaptado del LSI-R, una herramienta utilizada en adultos en
el sistema judicial norteamericano.
Podemos encontrar indicadores psicométricos para el YLS/CMI en su manual
(Hoge and Andrews 2002), con la validación inicial establecida en un estudio de Jung
(Jung and Rawana 1999) que usan una muestra de 263 adolescentes infractores de
ley. Se definió la reincidencia como cualquier sanción a alguna infracción hasta 6
meses después de la evaluación o, para jóvenes que se encontraran en un régimen
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22
de custodia al momento de la evaluación, cualquier sanción a alguna infracción hasta
6 meses después del término de la custodia. Los resultados mostraron que el puntaje
total del YLS/CMI y cada uno de los ocho factores de riesgos y necesidades
discriminaron adecuadamente entre los reincidentes y los no reincidentes. Se incluyo
además una muestra de adolescentes sin antecedentes delictuales, y los resultados
mostraron que la YLS/CMI discriminó perceptiblemente entre el delincuente y los
grupos del no-delincuente (Jung 1996). Costigan (Costigan and Rawana 1999) hace
un seguimiento a la muestra durante períodos de 2 años y determinaron una
adecuada validez predictiva.
Existen otros antecedentes de una adecuada capacidad predictiva de
reincidencia del instrumento (Schmidt, Hoge et al. 2005). El estudio revisa la
confiabilidad y validez del YLS/CMI en una muestra de 107 jóvenes infractores de ley,
mediante consistencia interna y acuerdo interjueces para la confiabilidad y validez
predictiva en la reincidencia de los jóvenes a los que se les aplicó el instrumento. Los
autores relevan la capacidad del instrumento para distinguir entre los jóvenes con
alto y bajo riesgo de reincidencia. A pesar de que la consistencia interna es baja (con
un alpha menor a 0,6) el acuerdo interjueces es bastante alto (mayor a 0,7). La
validez concurrente se calculó con el CBCL, con un alto grado de correlación
(apuntando a la capacidad discriminativa), y la validez predictiva utilizando el método
de curvas ROC dio indicadores de 0,6 a 0,66, lo que pone al YLS/CMI en un rango de
moderado a alto en ese tipo de validez.
El instrumento se ha adaptado en otros países fuera de Canadá y se han llevado
a cabo estudios de su validez (Thompson and Pope 2005; Upperton and Thompson
2007). Los resultados en general son similares al comparársele con investigaciones
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23
en Canadá, utilizando una muestra de 133 jóvenes con un promedio de 16 años,
reincidentes y no reincidentes. La correlación entre el puntaje total del instrumento y
la reincidencia efectiva es significativa (p<0,01) de 0,43 y cabe destacar que en esta
investigación además se reportan las correlaciones individuales para cada
subcategoría, siendo todas significativas menos la relativa a las relaciones con los
pares; la que mayor correlación reporta es Infracciones anteriores y actuales. Al
comparar la capacidad predictiva del YLS/CMI con la apreciación del oficial a cargo
del joven, el instrumento resulta más exacto.
Estudios en la ciudad de Madrid, utilizando la versión adaptada en España del
YLS/CMI, el IGI-J, indican que las puntuaciones obtenidas en sujetos reincidentes son
significativamente superiores a los de los no reincidentes, a excepción de la subescala
6, relativa al uso del tiempo libre. La diferenciación se vuelve estadísticamente menos
potente cuando se refiere a la distinción de sujetos condenados por delitos violentos.
Utilizando una regresión logística (y teniendo en cuenta que el estudio es
retrospectivo, utilizando como medida el número de delitos) sugiere que los jóvenes
que puntúan alto en la subescala 1 (Infracciones anteriores y actuales) tienen un 67%
de probabilidades de reincidir; los que puntúan alto en la subescala 5 (Drogadicción)
un 29% más. Este estudio releva además la capacidad del IGI-j como instrumento
para delinear las líneas de intervención en cada caso particular (Graña, Garrido et al.
2007).
Schwalbe, en el año 2007, lleva a cabo un meta-análisis sobre 28 instrumentos
que evalúan riesgo de reincidencia, entre ellos el YLS/CMI. Los resultados son
compatibles con los tamaños del efecto encontrados en otros meta-análisis de
muestra más amplia, y determina también que los instrumentos más cortos tienen
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24
tamaños de efecto menores. EN general los instrumentos de tercera generación (que
como se menciona anteriormente, corresponden al tipo de YLS/CMI) son los que
tienen tamaños de efecto más altos. Particularmente en relación al YLS/CMI, el autor
indica que es el más estudiado y citado, y reportando además los tamaños de efecto
más altos y mas pequeños. Nuevamente se destaca la capacidad del inventario para
estructurar planes de intervención (Schwalbe 2007).
La adaptación en Chile se da en el marco del proyecto PJDA del departamento
de psicología de la UFRO en el año 2006.
III. HIPÓTESIS.
H1: Existe consistencia interna entre los ítems de la subescalas del instrumento.
H2: Existe consistencia en las puntuaciones dadas por distintos jueces en el
instrumento.
H3: Existe una correlación alta entre l puntaje general y las subescalas del IRNC y
las escalas del MACI.
H4: Existe una diferencia significativa entre los promedios de los puntajes obtenidos
por la muestra 1 y la muestra 2.
H4: Existe una correlación alta y positiva entre el puntaje general del IRNC y el de
la Escala de predisposición delictual.
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25
IV. METODOLOGIA
Características de la muestra
La muestra se compone por 129 adolescentes de entre 14 y 19 años con una
media de 17,9 y una desviación típica de 1,26. Todos corresponden a varones, y un
96,1% de origen urbano y un 3,9% rural.
En lo educacional, vemos que en promedio los jóvenes tienen en promedio
hasta séptimo básico aprobado, con una desviación típica de 2,6.
Todos residen en las regiones de la Araucanía, de los Lagos y de los Ríos. La
inclusión de sólo tres regiones se justifica por: (a) facilidad de acceso a los
participantes, al enmarcarse dentro de una investigación FONDECYT (b) por no estar
centrado en generalizar los resultados a la población, sino en generar una validación
inicial.
No se observan diferencias significativas al comparar los reincidentes en
función de edad o procedencia.
El muestreo fue multietápico, estratificado por conglomerados. Para efectos de
algunos análisis, se dividió en dos partes:
• Muestra 1, compuesta por adolescentes reincidentes en conductas
delictivas (delito cometido posterior a la aplicación del IRNC), participantes de
diversos programas de apoyo o control (Grupo Reincidente).
• Muestra 2, compuesta por adolescentes que presentan una sola causa
con condena (Grupo de inicio)
La distribución de los delitos corresponde a un rango entre 1 y 10, con una
media de 2,02 y una desviación típica de 1,62. 75 de ellos corresponden a delitos
contra la propiedad y 54 contra las personas. 21 corresponden a condenas en medio
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26
cerrado, 101 en medio libre y 7 en semicerrado.
Diseño
Corresponde a un diseño no experimental descriptivo transversal.
Instrumentos
IRNC: es una lista de chequeo con 42 ítems, y que se divide en ocho
subescalas: Infracciones anteriores y actuales, situación familiar y rol parental,
educación y empleo, relaciones con los pares, abuso de sustancias, uso del tiempo
libre, personalidad y comportamiento, y actitudes/tendencias. Cada ítem en el IRNC
es codificado como presente o ausente, entregando un puntaje total entre 0 a 42
puntos. Acorde a este puntaje total, se categoriza a los adolescentes en cuatro niveles
de riesgo de reincidencia: bajo, moderado, alto, o muy alto (en su versión
Canadiense). Esta medida proporciona una vista amplia y detallada de los factores
del riesgo y necesidad, protectores, y del receptividad adecuados a cada joven en
particular (Hoge and Andrews 2002) y se ha adaptado del LSI-R, una herramienta
utilizada en adultos en el sistema judicial norteamericano.
Escala de Predisposición Delictual: Es una escala que se asocia al índice de
escalada delictual, y que se encuentra validada en el estudio “Evaluación psicológica
de adolescentes con desadaptación social”, como parte de una Tesis de Magíster en
Evaluación Psicológica Clínica y Forense, Universidad de Salamanca, España.
Inventario Clínico para Adolescentes de Millon, MACI: está compuesto por 160
ítems de Verdadero y Falso. Está diseñado para evaluar las características psicológicas
y dificultades propias de los adolescentes de entre 13 y 19 años. Los ítems componen
un total de 31 escalas, que se agrupan en doce de Patrones de Personalidad, ocho de
Preocupaciones Expresadas, siete de Síndromes Clínicos, tres Modificadoras (o de
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27
control) y una Escala de Validez. Sus características psicométricas son descritas en
su manual (Millon 1993) y cumplen con los requerimientos de confiabilidad y validez
en la población estadounidense.
El instrumento se adapta en Chile (Vinet, Brió et al. 1999), reportando niveles
adecuados de confiabilidad, validez y capacidad de discriminación entre población
normal y clínica. En particular para esta investigación, cabe destacar que en trabajos
anteriores (Vinet, González et al. 2001) se exploran las capacidades en poblaciones
de riesgo. El MACI muestra adecuados niveles de fiabilidad para el grupo de
adolescentes con diferentes conductas de desadaptación social y discrimina
adecuadamente entre los adolescentes con problemas de adaptación social y el grupo
pareado normal (Vinet & Alarcón, 2003).
En la presente investigación se empleará una versión nacional del MACI
adaptada para su aplicación con adolescentes infractores de ley (Alarcón 2001).
V. RESULTADOS
La siguiente tabla expone los estadísticos descriptivos del puntaje total del
IRNC en la muestra:
Estadísticos Descriptivos
Mínimo Máximo Media Desv. típ.
Infracciones anteriores y actuales 0 5 ,95 1,277
Situación familiar y rol parental 0 6 2,50 1,630
Educación y empleo 0 6 1,86 1,424
Relaciones con los pares 0 4 2,55 1,287
Abuso de sustancias 0 5 2,58 1,943
Uso del tiempo libre 0 3 1,33 1,154
Personalidad y comportamiento 0 7 1,76 1,797
Actitudes/tendencias 0 5 1,08 1,279
Total 0 38 14,60 8,237
Como se observa, ninguno de los sujetos obtuvo el puntaje máximo (42) y solo
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28
existe 1 sujeto con puntaje con puntaje de cero.
En relación a la consistencia interna de las subescalas, esta se calculó utilizando
un modelo de Alpha de Cronbach, y la siguiente tabla ilustra los resultados:
Análisis de Fiabilidad
Alfa de Cronbach
N de ítems Media D. típica
Infracciones anteriores y actuales 0,707 5 0,933 1,301 Situación familiar y rol parental 0,627 6 2,483 1,650
Educación y empleo 0,560 6 1,475 1,347 Relaciones con los pares 0,713 4 2,533 1,315 Abuso de sustancias 0,856 5 2,558 1,957
Uso del tiempo libre 0,755 3 1,317 1,152 Personalidad y comportamiento 0,711 7 1,742 1,822
Actitudes/tendencias 0,701 5 1,092 1,309
Total 0,910 42 14,500 8,453
Para la escala Educación y empleo se excluye el ítem G, dado que el resto es
alusivo a un constructo de orden más educativo y ese ítem es el único que apunta a
lo laboral, por lo que era obvia su influencia dentro de la subescala.
Robert Hoge reporta confiabilidades similares en su estudio (Schmidt, Hoge et
al. 2005); donde el rango fue de 0.56 para Abuso de sustancias a 0.77 para
Actitudes/tendencias. En su versión Australiana, Thompson (Thompson and Pope
2005) indica un Alpha de 0.91 para el puntaje total y niveles aceptables (0.69 – 0.79)
para las subescalas; el nivel más bajo alcanzado correspondieron a 0.56 para
Relaciones con los pares. Otros estudios en estados unidos indican diferencias en las
confiabilidades entre los sujetos privados de libertad y los que no (Eyitayo Onifade,
Davidson et al. 2008).
Relativo al acuerdo interjueces, para este se calculó por las evaluaciones
hechas sobre 27 sujetos utilizando un coeficiente Kappa de Cohen.
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29
Acuerdo Interjueces
Valor Error típ.
asint. T
aproximada Sig.
aproximada
Medida de acuerdo Kappa ,443 ,027 19,527 ,000
En general, el nivel de acuerdo obtenido se considera moderado (Landis and
Koch 1977). En estudios reportados en Estados Unidos, utilizando un coeficiente de
correlación intraclase (Marczyk, Heilbrun et al. 2003) el acuerdo alcanza valores de
0,82. El estudio de Hoge (Schmidt, Hoge et al. 2005) utiliza también un coeficiente
de correlación intraclase alcanzando un 0,85 en Actitudes/tendencias a 0,61 en
Relaciones con los pares. Adicionalmente, se realiza una correlación de Pearson entre
los puntajes totales de las escalas de cada uno de los jueces para cada sujeto,
alcanzando un valor de 0,88 (p<0,01).
Con el objeto de explorar el nivel de discriminación de las escalas, se lleva a
cabo una prueba t de student, comparando las medias totales y de las subescalas de
los puntajes obtenidos por los grupos reincidente y no reincidente.
Prueba de muestras independientes
Prueba de Levene para la
igualdad de varianzas Prueba T para la igualdad de medias
F Sig. t gl Sig. (bilateral)
RNB-T 1,123 ,291 -7,039 127 ,000
RNA1-T 19,095 ,000 -6,491 44,617 ,000
RNA2-T ,003 ,957 -5,487 127 ,000
RNA3-T 4,474 ,036 -1,826 49,926 ,074
RNA4-T 4,829 ,030 -5,421 91,554 ,000
RNA5-T ,859 ,356 -3,715 127 ,000
RNA6-T ,086 ,770 -1,763 127 ,080
RNA7-T 1,372 ,244 -5,383 127 ,000
RNA8-T ,256 ,614 -5,907 127 ,000
Como se puede observar, las escalas en las que las diferencias no son
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30
significativas corresponden a la de Educación y empleo y la del Uso del tiempo libre.
Esta diferencia es reportada incluso con muestras solo intracarcelarias (Holsinger,
Lowenkamp et al. 2006).
La validez concurrente se calcula correlacionando los puntajes del IRNC con los
de la Escala de Predisposición Delictual:
Correlaciones
RNA1-T RNA2-T RNA3-T RNA4-T RNA5-T RNA6-T RNA7-T RNA8-T RNB-T
RNB-T ,632(**) ,760(**) ,607(**) ,679(**) ,739(**) ,577(**) ,760(**) ,772(**) 1
IEDS ,580(**) ,416(**) ,100 ,385(**) ,406(**) ,140 ,243(**) ,348(**) ,472(**)
** La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral). * La correlación es significante al nivel 0,05 (bilateral).
Las correlaciones son significativas con la IEDS exceptuando Uso del tiempo
libre y Educación y empleo. Otros estudios correlacionan el IRNC con el CAFAS
(Shepherd, Green et al. 2005) donde los puntajes totales de ambos instrumentos
alcanzan una correlación Pearson de 0,48 (p<0,001), y correlaciones Spearman de
entre 0,04 a 0,52 entre sus subescalas, destacando que las subescalas de desempeño
del rol en el hogar, desempeño del rol escolar, comportamiento hacia otros, abuso de
sustancias, necesidades materiales y apoyo familiar todas correlacionaron sobre 0,28
con la escala total del IRNC. Schmidt revela niveles de correlación similares con el
CBCL (Schmidt, Hoge et al. 2005).
Otra forma de revisar la validez concurrente fue utilizando los puntajes de las
escalas del MACI, la siguiente tabla ilustra las correlaciones con el puntaje total del
IRNC.
Puntaje total IRNC - MACI
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31
Escala MACI Correlación de Pearson
Sig. (bilateral)
Introvertido 0,171 0,067
Inhibido 0,016 0,864
Afligido 0,243 0,008
Sumiso -0,185 0,046
Dramatizador 0,051 0,583
Egoísta -0,009 0,928
Trasgresor 0,397 0,000
Poderoso 0,288 0,002
Conformista -0,366 0,000
Oposicionista 0,323 0,000
Autodegradante 0,229 0,013
Tendencia Limítrofe 0,335 0,000
Difusión de la Identidad 0,276 0,003
Autodevaluación 0,214 0,021
Desaprobación Corporal 0,117 0,212
Disconformidad Sexual -0,407 0,000
Inseguridad Grupal -0,006 0,950
Insensibilidad Social 0,156 0,095
Discordia Familiar 0,238 0,010
Abuso Sexual 0,161 0,085
Disfunciones Alimentarias 0,158 0,091
Tendencia al Abuso de Sustancias 0,465 0,000
Predisposición Delictual 0,304 0,001
Tendencia a la Impulsividad 0,322 0,000
Sentimientos Ansiosos -0,254 0,006
Afecto Depresivo 0,183 0,050
Tendencia Suicida 0,176 0,059
Las correlaciones con el puntaje total fluctúan entre 0,016 a 0,465 en sentido
positivo y entre -0,006 y -0,407 en sentido negativo, siendo la Tendencia al Abuso
de Sustancias y Disconformidad Sexual las escalas que correlacionan más alto
respectivamente. Las que aparecen sin correlación significativa corresponden a Afecto
Depresivo, Tendencia Suicida, Introvertido, Abuso Sexual, Disfunciones Alimentarias,
Insensibilidad Social, Desaprobación Corporal, Dramatizador, Inhibido, Inseguridad
Grupal y Egoísta.
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32
En la siguiente tabla se expusieron los resultados significativos al correlacionar
las subescalas del IRNC con las escalas del MACI:
Correlaciones
Escala MACI RNA1-
T
RNA2-
T
RNA3-
T
RNA4-
T
RNA5-
T
RNA6-
T
RNA7-
T
RNA8-
T
Trasgresor 0,21 0,39 x 0,28 0,34 x 0,33 x
Tendencia al Abuso de Sustancias
0,23 0,49 x 0,30 0,41 x 0,39 0,26
Disconformidad Sexual -0,22 -0,35 -0,21 -0,23 -0,35 x -0,34 -0,21
Tendencia a la
Impulsividad x 0,33 0,23 x x x x x
Tendencia Limítrofe x 0,32 0,23 x x x 0,32 x
Oposicionista x 0,31 x x x x 0,36 x
Conformista x -0,31 -0,22 -0,23 x x -0,33 -0,23
Predisposición Delictual x x x x 0,31 x x x
Sentimientos Ansiosos x x x x -0,25 x x x
Afligido x x x x x x 0,32 x
Tendencia Suicida x x x x x x 0,32 x
Afecto Depresivo x x x x x x 0,30 x
La escala que dio la correlación más alta corresponde a la Tendencia al abuso
de sustancias con la situación familiar y rol parental del IRNC (0,49) y con la de
drogadicción (0,41). La escala que correlaciona significativamente con la mayor
cantidad de subescalas corresponde a la de Personalidad y comportamiento del IRNC,
mientras que la de disconformidad sexual es la que correlaciona significativamente
con el mayor número de escalas del IRNC. La escala de Tiempo libre es la única del
IRNC que no correlaciona significativamente con ninguna del MACI.
La validez predictiva se calcula en una primera instancia sobre una submuestra
de 60 sujetos dado que son los que se tiene la certeza acerca de su reincidencia
posterior a la aplicación de la prueba. Se asumen las subescalas como variables
independientes y la reincidencia como dependiente. Al llevar a cabo los análisis para
revisar los supuestos del modelo de regresión lineal, se cumple con todos menos con
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33
el de normalidad, por lo que se hace poco recomendable aplicarlo. Cabe mencionar
que solo la escala de Infracciones anteriores y actuales resulta significativa dentro del
modelo.
La validez predictiva se calculó de manera retrospectiva, dado que la
reincidencia tomada en consideración pudiera haber sido llevada a cabo con
anterioridad a la administración del instrumento, utilizando como variable
independiente los puntajes del IEDS. Esto se ha llevado a cabo antes en estudios en
España (Graña, Garrido et al. 2007).
Dado que en este modelo se utiliza la muestra completa, se cumple con los
supuestos para el modelo de regresión lineal, arrojando los siguientes resultados:
Resumen del modelo (b)
Modelo R R cuadrado
R cuadrado
corregida
Error típ. de la
estimación
Durbin-
Watson
1 ,665(a) ,443 ,405 4,09553 1,458
a Variables predictoras: (Constante), RNA8-T, RNA1-T, RNA3-T, RNA4-T, RNA6-T, RNA2-T, RNA7-T, RNA5-T
b Variable dependiente: IEDS Coeficientes(a)
Coeficientes no estandarizados
Coeficientes estandarizad
os t Sig.
Estadísticos de colinealidad
B Error típ. Beta
Toleranci
a FIV B Error típ.
Constante 1,321 ,913 1,447 ,151
RNA1-T 2,046 ,345 ,492 5,935 ,000 ,677 1,478
RNA2-T ,684 ,298 ,210 2,296 ,023 ,556 1,798
RNA3-T -,719 ,301 -,193 -2,388 ,019 ,712 1,404
RNA4-T ,775 ,359 ,188 2,157 ,033 ,614 1,629
RNA5-T -,017 ,256 -,006 -,065 ,948 ,531 1,884
RNA6-T -,317 ,387 -,069 -,820 ,414 ,657 1,523
RNA7-T -,387 ,271 -,131 -1,431 ,155 ,553 1,807
RNA8-T ,729 ,422 ,176 1,729 ,086 ,451 2,218
a Variable dependiente: IEDS
Se observa que los mejores predictores serían las escalas Infracciones
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anteriores y actuales, Situación familiar y rol parental, Relaciones con los pares y
Actitudes/tendencias.
Existen múltiples estudios relativos a la validez predictiva del IRNC. En su
versión australiana, la Validez predictiva se reporta con un 0,43 de correlación con la
reincidencia y análisis utilizando curvas ROC indican un área bajo la curva de 0,75
(Upperton and Thompson 2007), indicando que la probabilidad de que un reincidente
tomado al azar tendrá una probabilidad de un 75% más alta de tener un puntaje
elevado que un no reincidente.
El IRNC se ha comparado con otras escalas como la Psychopathy Checklist
(PCL) donde el PCL aparece como mejor predictor de reincidencia en general y de
reincidencia violenta en particular (Edens, Campbell et al. 2006), sin embargo el autor
reconoce que en términos prácticos el IRNC se plantea como un instrumento de uso
más adecuado en la intervención.
VI. DISCUSION
La media del puntaje total tiende a ser menor que en la mayoría de la reportada
en los demás estudios, donde tiende a ser de entre 20 y 25 puntos, teniendo en
cuenta que los puntajes varían según la versión del IRNC. Esto sería explicable dado
que la mayor parte de la muestra se compone de sujetos en medidas en medio libre;
de hecho al compara los grupos las medias difieren en más de 10 puntos, siendo más
elevadas las condenas en medios cerrados y semicerrados. Al comparar los grupos
en relación a la edad, ruralidad y escolaridad, no se encuentran diferencias
significativas.
En relación al análisis de consistencia interna, se obtiene un muy buen nivel en
la escala total, y observamos niveles aceptables en la mayoría de las escalas, siendo
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35
Educación y empleo la más baja; esto podría explicarse dado que los delegados e
interventores en medio cerrado no establecen contactos frecuentes con los profesores
de los jóvenes, o porque estos se encuentran hace mucho tiempo fuera del sistema
escolar lo que los lleva a puntuar un solo ítem dentro de la subescala. Otra explicación
puede darse en el entendido de las diferencias entre nuestro sistema educativo y el
de los países en que se llevan a cabo las otras investigaciones; el fracaso escolar en
Chile es atribuible tanto al sistema educacional como al las características particulares
del joven, pudiendo inferirse que es esta ultima variable la que tiene mayor peso en
otros países. En general, existen diferencias en los estudios en relación a las
subescalas con menor consistencia interna, atribuibles a las características
idioscicráticas de cada muestra.
La confiabilidad interjueces, si bien indica un acuerdo moderado, es menor que
en lo reportado en otros estudios. En general esto demostraría la necesidad de un
mayor trabajo en el mejoramiento de la adaptación del instrumento y sus criterios de
puntuación. POr otra parte, los equipos si bien recibieron entrenamiento en la
codificación, adquirieron experiencia práctica con el instrumento durante la toma de
la muestra lo que debe ser considerado como un factor de influencia en este aspecto.
Se eligió utilizar un coeficiente Kappa de Cohen por sobre el coeficiente de correlación
intraclase, dado que en los resultados aplicados con ambos análisis existía muy poca
diferencia, y el Kappa es un coeficiente con el que la comunidad psicológica está más
familiarizada. El coeficiente de correlación entre los puntajes totales de las
submuestras indica que si bién a nivel de cada ítem el acuerdo no es muy alto, en
términos generales si hay acuerdo en cuales son las áreas de mayor conflicto.
Consistente con lo reportado en los párrafos anteriores, en la prueba t para
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36
muestras independientes son las subescalas de Educación y empleo y la del Uso del
tiempo libre muestran que no discriminan entre los sujetos reincidentes y no
reincidentes. Muchos de los profesionales que discuten acerca del IRNC indican que
en general la escala con menor poder de discriminación corresponde la de uso del
tiempo libre. La poca discriminación de la de educación y empleo puede explicarse
por lo expuesto anteriormente.
En la correlación con el IEDS se observa un comportamiento psicométrico
similar, en la que nuevamente el Uso del tiempo libre y Educación y empleo aparecen
como más débiles. En general en los otros estudios mencionados son también las
escalas asociadas al número de delitos las que correlacionan más alto, y desde la
práctica, se observa que las relaciones familiares, consumo de drogas y el grupo de
pares son de alta influencia en el riesgo de reincidencia, por lo que los resultados de
estas correlaciones hacen sentido al interventor.
Al observar los resultados e las correlaciones del MACI llama la atención el que
una de la escala que correlacione más alto con el puntaje total del IRNC y con el
puntaje de la subescala de situación familiar sea la de Tendecia al abuso de
sustancias. Esto abre interrogantes a explicar en futuras investigaciones. El resto de
las correlaciones más altas son esperables según las descripciones de las escalas del
MACI, correspondiendo a Transgresor, Tendencia Limítrofe, Oposicionista, Tendencia
a la Impulsividad y Predisposición Delictual. Disconformidad sexual también
correlaciona alto pero de manera negativa, lo que es esperable dado que se trata de
una escala contrateórica.
Como se menciona en los resultados es la subescala de personalidad y
comportamiento la que correlaciona con la mayor cantidad de escalas del MACI, lo
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37
que es esperable dado que es la subescala que tiene mayor peso en características
de personalidad. Llama la atención que nuevamente la correlación más alta en esta
escala es con la tendencia al abuso de sustancias.
Como se observa en los análisis anteriores la escala de Uso del tiempo libre no
correlaciona significativamente con ninguna escala del MACI, reafirmando su poca
calidad psicométrica.
La validez predictiva presenta características débiles como análisis dada la falta
de un indicador fiable del número de delitos por los que los jóvenes reciben condena.
La complejidad para obtener este dato radica en que no se asumir que el autorreporte
es confiable, y dado que legalmente los datos relativos a los adolescentes infractores
son especialmente delicados, esto lleva a que las instituciones sean particularmente
celosas en esta información. Sin embargo, el cálculo retrospectivo arroja un resultado
de un 44% de varianza de la IEDS explicado por las escalas del IRNC. A partir del
coeficiente Beta, nuevamente observamos que las escalas de Infracciones anteriores
y actuales, Situación familiar y rol parental y Relaciones con los pares son las de
mayor peso predictivo con mejores características psicométricas.
En conclusión, en lo relativo a la confiabilidad, los análisis por consistencia
interna indican buenos niveles en este aspecto del instrumento; si bien los resultados
no son igual de óptimos en la confiabilidad interjueces, estos debieran mejorar en
una segunda aplicación teniendo en cuenta la experiencia actual con que cuentan los
equipos, así como al mejoramiento que durante esta investigación se vieron
sometidos los criterios de puntuación del IRNC. La validez concurrente arroja
características psicométricas apropiadas para el instrumento, similares a la
encontrada en literatura internacional, y expone además resultados que deben ser
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sometidos a investigación posterior.
La validez predictiva presenta una debilidad, dado que no se contó con los
indicadores más adecuados para su calculo, y difiere de lo reportado en otras
investigaciones. Sin embargo, a pesar de las limitaciones de utilizar un análisis con
datos retrospectivos, los índices resultan prometedores al considerar que este es un
primer estudio de validación en población nacional.
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