De la entrevista a la historia de vida.
Dora Sofía Collado Pérez, mujer universitaria1
Gloria Arminda Tirado Villegas2
Introducción
La historia oral ofrece múltiples posibilidades de
recuperación de la memoria colectiva, sobre todo cuando lo
que se investiga no se encuentra entre los repositorios de
documentación que resguardan archivos. En el caso de la
historia de las mujeres no interesa solamente buscarlas en
los datos que ofrece el archivo escolar, en las
estadísticas de la institución ni en su expediente
personal, el que posiblemente exista, ni buscar todo esto
en los valiosos expedientes que resguarda el Archivo de la
Memoria Universitaria. A la historia de las mujeres le
interesa algo más que eso: conocer sus propias
experiencias, la introyección en su imaginario y la
construcción de su identidad, y a través de ellas
visibilizar a las mujeres universitarias y devolverles su
historia. Devolvérselas para recuperar el proceso donde la1 La primera versión de esta semblanza se presentó como ponencia en el
39th Annual Conference of the Southwest Council of Latin American
Studies (SCOLAS), que se realizó en Albuquerque, EUA, el 3 de marzo de
2006. 2 Investigadora adscrita al Instituto de Ciencias Sociales y
Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla;
integrante del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I.
1
identidad se forma recorriendo su formación universitaria,
pero también desde sus años de infancia, juventud y
madurez. Citando a Nelly Gayol, la tarea tiene dos etapas:
reintegrar a las mujeres a la historia, en primer lugar y,
en segundo término, la de restituir a las mujeres a la
historia3.
El recorrido individual que nos ofrece la protagonista
de esta historia trasciende fronteras de la vida privada y
junto con ella conocemos un escenario que no les fue ajeno
a muchas otras mujeres de esta generación, la de los años
cincuenta.
Retomamos lo expuesto por la historiadora Joan Scott
en “El problema de la invisibilidad” sobre esta necesidad,
es decir, volver a las mujeres sujetos y objetos de
historia. Como ella advierte: “Las investigaciones
recientes han mostrado, no que las mujeres fuesen inactivas
o estuviesen ausentes en los acontecimientos históricos,
sino que fueron sistemáticamente omitidas en los registros
oficiales”.4 Agreguemos a la invisibilidad en registros que
al menos la omisión por género en el registro estudiantil
del archivo escolar nos restringe a una percepción general
sobre su presencia.
Pese a todo, necesitamos conocer las diferencias con
el otro género, y para entenderlas debemos descifrar
prácticas culturales, relaciones entre los géneros y todo
3 Citada por Carmen Ramos en “La nueva historia. El feminismo y la
mujer”, en Género e historia, Instituto Mora, México, 1992, p. 10.4 Scott Wallach Joan, “El problema de la invisibilidad”, en Carmen
Ramos Escandón, op. cit., p. 39.
2
tipo de experiencias con las cuales las mujeres construyen
su identidad. Estas experiencias había que descifrarlas con
entrevistas en profundidad donde la entrevistada
respondiera las distintas preguntas que le fuimos
haciendo.5 A favor de este proyecto actuó la actitud de la
protagonista, quien siempre fue amable, no sólo nos abrió
una ventana a su vida privada sino nos dio todo tipo de
evidencias que arrojaran luz sobre lo que se deseara
conocer. Tampoco nos planteamos hurgar más allá de lo que
la entrevistada considerara conveniente; acaso este
escrúpulo por respetar su indisposición para abordar temas
dolorosos sesgó en alguna forma obtener resultados más
profundos.
Conviene enfatizar algunos aspectos más a favor de la
historia oral: el carácter subjetivo de la entrevista actúa
favorablemente para conocer las prácticas cotidianas, las
estudiantiles, los escenarios donde se dan relaciones de
género y donde se potencia o descalifica a uno u otro, las
relaciones con los maestros.
Aunque esta generación de mujeres formadas a finales
de los años cincuenta no se encontró en la situación más
propicia para potenciar sus capacidades, demostró que podía
lograrlo con tenacidad y disciplina; sin proponérselo estas
5 Las entrevistas fueron realizadas en dos sesiones en la casa de Dora
Sofía Collado Pérez, donde nos recibió siempre amablemente y brindó
todo tipo de información, fotografías y en momentos nos mostró hasta
sus constancias de calificaciones. En este proyecto de entrevistas
colaboró la historiadora Angélica Ramírez Pérez transcribiendo las
grabaciones.
3
mujeres deconstruyeron idealizaciones estereotipadas sobre
el ser femenino. Por eso el estudio de las mujeres
universitarias egresadas en la generación de los cincuenta
nos permite adentrarnos en el comportamiento de ese mundo
donde a las mujeres les correspondía un bajo porcentaje de
la matrícula estudiantil. En la Escuela de Ciencias
Químicas, potencialmente feminizada, se mezclaba un cúmulo
de símbolos, expresiones, lenguajes e imágenes construidos
a partir de una normativa ideada para formar
profesionistas, independientemente de que fueran hombres o
mujeres, sin embargo percibimos un ambiente masculinizado
pese a la presencia femenina, casi invisibilizada.
A través de entrevistas realizadas en profundidad,
Dora Sofía Collado Pérez, segunda egresada de la escuela de
Ciencias Químicas, nos permite transitar por su historia de
vida y conocer cómo vivió ese ambiente masculinizado, no
sólo en la Universidad, y cómo enfrentó los avatares en el
ámbito familiar. Hija única, con un padre excesivamente
estricto y una madre amorosa, rompe con todas las
estructuras para salir adelante: cose ajeno primero, luego
trabaja como auxiliar de laboratorio y al terminar su
carrera ejerce su profesión de química y se incorpora como
docente universitaria en la escuela donde se formó. De esta
manera conocemos aspectos de varios ambientes, familiar,
universitario y social, siguiendo tres segmentos de su
trayectoria de vida: la familia, la Universidad y la
sociedad. Su historia de vida, como todas, no es lineal, se
entrecruza con el ambiente de los años que enmarcan el
4
logro del derecho al voto y la autonomía universitaria.
Como estudiante, casi al finalizar la carrera, participa en
el movimiento estudiantil de 1961, caracterizado por el
enfrentamiento entre dos fuerzas ideológicas: los fúas
(conservadores) y los carolinos (liberales). Se decide por
los carolinos, se forma como universitaria comprometida con
su institución y se organiza con algunas jóvenes, entre
ellas Cielita Archundia de la Rosa.
Sus primeros años
Dora Sofía Collado Pérez nació el 30 de septiembre de 1928
en Panco, Veracruz, México; es hija de Carolina Pérez
Romagnolli y Agapito Miguel Matías Collado. Doña Carolinatenía 15 años cuando nace a su hija Dora; el padre tiene de
19 años; forman una pareja muy joven, como era común en esa
época.6 Dora es nieta de campesinos inmigrantes italianos
que llegaron en la época porfiriana, cuando Díaz mandó
traer campesinos para que enseñaran a cultivar la tierra en
el estado de Veracruz. Dora Sofía describe:
parece que les regalaban media hectárea; entonces mucho
italiano se vino, entre ellos los abuelos de mi mamá. Mi
mamá era una muchacha sencilla, bonita, de campo. Entre mi
mamá y yo nos llevábamos 15 años. Mi padre era un muchacho
de 19 años cuando se casó con mi mamá, era gente muy rica.
Los Collado tenían miles de hectáreas; a mi juicio robaban a
6 Dos entrevistas realizadas por Gloria A. Tirado Villegas a Dora Sofía
Collado el 16 de agosto y el 9 de septiembre de 2005, en Puebla, Pue.,
en adelante Entrevista GTV a DSC.
5
los campesinos, siempre he pensado eso. Después fueron
perdiendo todo7.
Los Collado eran dueños de grandes extensiones de tierra;
el apellido es reconocido en el estado de Veracruz por su
riqueza; son comerciantes y dueños de diligencias. Dora
ignora esta parte de la historia de sus antepasados pero
considera que por su posición social su padre estudió en
Puebla en el Colegio de San Jerónimo8, una institución
jesuita; ahí realizó los primeros años de la carrera de
Contaduría, que terminó en Veracruz.
Las diferencias entre la joven pareja que la procreó
poco a poco se fueron profundizando por la formación y por
el carácter de ambos. El padre era un hombre culto, con
estudios universitarios, formado en un ambiente muy
religioso, muy severo, y la madre era simplemente una joven
de campo, muy tierna; su dulce carácter le habría ayudado a
salir adelante pero quedó huérfana cuando apenas cumplía
los nueve meses; desde esa tierna edad vivió arrimada con
unos tíos; iba de aquí para allá enfrentando los problemas
que se le presentaban en la infancia. Las diferencias
socioculturales llevaron a sus padres a separarse años
después. Sin embargo aquellos primeros años que vivió con
sus padres fueron de gozo para Dora, quien siempre los
acompañaba en los recorridos que hacían por el interior del
7 Entrevista GTV a DSC. 8 Este edificio actualmente es ocupado por la Facultad de Psicología de
la BUAP.
6
estado veracruzano. Ella recuerda esos momentos que debían
parecerle hermosos paseos:
Mi madre se casó con mi papá, tan rico y tan guapo. Segúnella fue su alegría, también yo fui su alegría. Hija única,
nunca tuve medios hermanos ni nada. Andábamos de pueblo en
pueblo porque papá, con su carrera de contabilidad, era
visitador de hacienda, lo que ahora conocemos como auditor; él
iba a hacer auditoria a las tesorerías municipales. A
caballo íbamos de pueblo en pueblo; mi mamá montada a
caballo como mujer, con su silla especial, y papá en un
caballo.9
Por el tipo de trabajo que desempeñaba su padre, Dora
asistió a diferentes escuelas, no siempre religiosas, más
bien de gobierno; esos cambios de lugar y de ambiente
fomentaron en ella desde sus tempranos años otra visión del
mundo. Sus primeros estudios los realiza en la ciudad de
Jalapa. Ingresa a la primaria en la escuela de gobierno
Abraham Castellanos y la termina en una primaria de
orientación cardenista, la Escuela Proletaria número 1. El
clima cálido, lluvioso, las calles empedradas y la
abundante vegetación le encantaban; su escuela quedaba a
una cuadra de su casa. En esa ciudad cursó el primer año de
secundaria en la Preparatoria de Jalapa. Era 1941 y e
iniciaba la Segunda Guerra Mundial; había que militarizar
las escuelas y preparar a los jóvenes para que, si fuese
necesario, defendieran el país. Dora recuerda ese ambiente
9 Entrevista GTV a DSC.
7
que no le era lejano ni extraño: “la escuela era mixta y
los muchachos marchaban con sus fusiles de bisutería;
hombres y mujeres bajábamos por escaleras diferentes. Nos
sentábamos, hombres del lado derecho, mujeres del
izquierdo, separados siempre”. Estudiar en una escuela
mixta fue una experiencia distinta a la de hacerlo en una
femenina: se desarrollaba la competencia, la sociabilidad y
lo femenino tenía una connotación menos acentuada.
Terminó el primero de secundaria en la escuela de
Jalapa pero por cuestiones políticas en las que su papá
participa tuvieron que salir y decidió que fuera Puebla
donde las familia habitara. Veamos el desenlace que
favoreció tiempo después los estudios superiores de Dora
Sofía en la Universidad: su padre era tesorero municipal de
Coatepec, Veracruz, cuando se presentó la lucha por la
Presidencia de la República; sus actividades no sólo eran
de burócrata sino que formaba parte de un movimiento
político en Jalapa. Un día recibió una llamada telefónica
para convencerlo de que hiciera propaganda por Manuel Ávila
Camacho en Veracruz; así lo hizo pero Veracruz era
mayoritariamente almazanista y lo metieron a la cárcel. Ni
Dora ni su madre se enteraron de su aprehensión. No
extrañaban su ausencia porque el padre frecuentemente se
alejaba por días; además de la política tenía debilidad por
el juego de cartas, las muchachas, la música, los toros, en
suma, no era muy apegado a la casa. Por eso, recuerda Dora,
“que así que cuando papá no llegaba a casa mi mamá no se
8
preocupaba, decía ‘está con los amigos’. Llegaba por la
mañana, se cambiaba y se iba a trabajar”.
Mi mamá habló con un familiar muy allegado a ella y él le
contó lo ocurrido. A papá le dieron 24 horas para salir de
Jalapa, así que salimos de Jalapa huyendo con lo puesto y
con lo poco que nos podíamos llevar. Por supuesto, la casa
quedó abandonada con los muebles, era de una tía. Llegamos a
Puebla sin nada; papá creyó que con su preparación, con lo
que había tenido, le iban a dar un buen empleo, pero le
dieron uno de tercera en el ayuntamiento percibiendo ocho
pesos diarios; con eso nos tuvimos que ir a vivir a una
vecindad por el rumbo de La Merced, en el segundo patio del
piso de arriba.
El cambio fue grande no sólo porque su casa anterior era
espaciosa sino porque el barrio donde se ubicaba la
vecindad era popular, hasta cierto punto inhóspito. Aunque
a ella y a su madre jamás las molestaron, permanecían fuera
del alcance de malvivientes y transitaban por calles donde
caminaba mucha gente. Fue en Puebla y por ese cambio de
rumbo forzado cuando ella entra a la Secundaria Socialista
Venustiano Carranza. Cambio profundo, primero, porque la
secundaria era mixta, de gobierno, y era de la Universidad
de Puebla; la mayoría de profesores eran universitarios y
de ideas liberales. De pronto pasó de ser una niña a una
universitaria, aunque les gustaban más que las muñecas
jugar con las canicas y el trompo. Al fin niña, le emociona
encontrarse en la nueva escuela, cuna de la educación
laica.
9
El edificio Carolino debió parecerle enorme con sus
patios y escaleras, y al mismo tiempo acogedor. El gran
portón de madera abre sus puertas para entrar al recinto
que comunica con el primer patio y llega al Salón de
Proyecciones. De los dos niveles, el de abajo tiene un
patio al que se le conoció como el de “gramáticos”, es el
más grande y el más elegante10. Es en la escuela donde
conoce a Cielita Archundia de la Rosa, con quien fragua una
estrecha amistad y la adopta como una de las compañeras más
queridas. Conocer a esta nueva amiga fue una ayuda que la
identificó muy rápido con el nuevo ambiente estudiantil y
con el de Puebla. La escuela Venustiano Carranza fue muy
bonita, muy abierta, es ahí donde tiene los primeros
contactos con ideas liberales y poco tiempo después se
convertiría en liberal juarista. Sus palabras reproducen
ese contexto:
Recuerdo al director con mucho cariño, era el licenciado
Carlos Ibarra; había maestros maravillosos, como el de
Literatura, Narciso Madrid Galicia; el de Historia fue
precisamente el maestro Ibarra, y como novatada me hicieron
cantar y canté Adiós mariquita linda. Tuve que pagar algunas
materias porque en Jalapa llevaba materias diferentes y acá
eran otras; allá llevábamos labores manuales, se llamaba
Industrial de Mujeres, yo aprendí ahí corte y confección.11
10 La nominación gramáticos aparece citada en el libro de Juárez Burgos,
Patrimonio arquitectónico universitario. Centro Histórico, BUAP, 2005 (3ª, edición), p.
33. 11 Entrevista GTV a DSC.
10
Pese a que la secundaria dependía de la Universidad, la
enseñanza era muy tradicional, como lo era en todas las
escuelas de la época. Hombres y mujeres debían escoger un
taller; ella escogió el de Corte y Confección, esa
elección, indirectamente, la preparó para sobrevivir en
momentos difíciles por los que atravesaría algunos años
después. Sus recuerdos muestran el perfil de la época, el
final de los años cincuenta.
Me acuerdo que la maestra se llamaba Carmen Viruez, así que
aquí en Puebla escogí el Taller de Corte y Confección del
Vestido, aprendí lo más sencillo. Después vino la temporada
de los patrones de McKall, compraba uno clásico y nada más
lo modificaba. Les hacía faldas y blusas a mis compañeras y
me ganaba un dinerito. Eso me ayudó más adelante, cuando mi
papá nos dejó. Yo estaba en segundo de preparatoria cuando
pude echar mano de mis habilidades.12
Pese a su corta edad, siempre parecía pensar en esas
habilidades que le retribuirían formas de subsistencia; la
llevaban por el camino de la madurez rápidamente y a buscar
la mejor manera de desempeñarse y estar siempre al lado de
su madre, quien siempre la requería demostrándole su amor y
comprensión.
Como el Taller, las materias escolares no le
significaban sacrificio alguno y todo parecía contribuir a
su formación. En medio de ese ambiente se divertía con su
amiga y otras más que iba conociendo en la medida en que se
adentraba en la vida estudiantil poblana, en ese reducido12 Entrevista GTV a DSC.
11
mundo de la secundaria. Terminó la secundaria en 1943; no
fue mala alumna, por el contrario, obtuvo medallas, aunque
reconoce que “la que se llevó las primeras medallas fue
Cielita Archundia; ella fue mucho muy capaz”13. La
culminación de esta etapa le brindó la oportunidad de
continuar sus estudios en el mismo edificio. Cuando
estudió la preparatoria esta funcionaba en el primer patio
del Carolino, donde además estaban Leyes y Ciencias
Económico-Administrativas, lo que ahora es Contaduría. La
escuela tenía tres grupos, con diferentes maestros, la
mayoría egresados de la secundaria socialista, por eso
dice: “éramos como hermanos, amigos, de tomarnos las manos
para andar en un patín. Éramos muy amigos”.14 El mundo
juvenil le permite la relación con sus pares de ambos
géneros; con ellos construyen un imaginario, se oponen a la
enseñanza católica, a las prácticas de asistir a misa, por
ejemplo, y perfila su propia identidad femenina, también
con sus amigas liberales.
La Universidad, la Escuela de Ciencias Químicas
Su padre abandona a su madre y a Dora sin comentarles la
decisión que toma. Él tenía su casa en Veracruz, le gustan
las mujeres y el juego, sus dos debilidades; regresa al
ambiente al que estaba acostumbrado, al aire fresco, y la
casa amplia no se comparaba con las limitadas dimensiones
de un departamento en Puebla. La búsqueda de un mejor
13 Entrevista de GTV a DSC.14 Entrevista de GTV a DSC.
12
sueldo y de mejores condiciones de vida lo llevaron a su
tierra natal, donde tenía propiedades.
La ausencia paterna no minó el aplomo de Dora ni su
decisión de continuar sus estudios. Estaba en segundo de
preparatoria y pronto llegó el momento de decidir si
continuaba o no estudios superiores. Escogió la carrera de
Química, una carrera que le atrajo desde niña: recordaba
que en la escuela oficial les enseñaron a lavarse los
dientes y a elaborar la pasta; mezclar las substancias en
el mortero fue una experiencia fascinante. ¿Cómo la propia
vida la fue formando sin quitarle esa capacidad de asombro
que un día la hizo tomar la mejor decisión?:
el hecho de ir a comprar las substancias y mezclarlas con el
mortero fue fascinante; luego llegaba a mi casa a lavarme
los dientes, era grandioso porque me salía espuma. Mi pasta
era igual a la que compraba mi padre. Pregunté “¿quién hace
esto?”, me dicen: “los químicos”, y dije “yo quiero ser
químico”. Me sentí soñada, pero cuando llega la triste
realidad al final de la prepa me dice mi mamá: “hija, no
puedes estudiar esa carrera, cómo la pagamos, sabes que
vamos con el Dr. Medusa al Hospital Latinoamericano porque
ahí estaba la Escuela de Enfermería incorporada a la UAP”.
Pero yo me sostuve en estudiar Química15.
Dora tenía muchas angustias e interrogantes sobre el futuro
de sus estudios, ¿cómo los pagarían? Pero al fin y al cabo
supo convencer a su madre. Antes pensaron en varias
opciones. ¿Acaso su madre trabajaría? Se lo preguntó a su
15 Entrevista de GTV a DSC.
13
hija y ella lo rechazó: ¡jamás! Doña Carolina no contaba
con estudios, ¿en qué podría trabajar que no fuera de
doméstica o cocinera? Finalmente Dora pensó que ayudarse
cosiendo ajeno sería un trabajo noble y podría realizarlo
en casa; su madre la ayudaría ahorrando y con el cuidado de
la casa pues debían pagar la renta mensualmente. Fue
entonces cuando apreció lo aprendido en el Taller de Corte
y Confección, le vendría muy bien elaborar prendas y
solventar los gastos. Fue una labor eventual a la que
recurrió por corto tiempo. Tuvieron que rentar un
departamento sencillo y cambiar de barrio. Era doloroso
vivir esa situación porque su padre había adquirido muchos
años antes una casa en Puebla pero la había perdido en un
juego de póker. Muchos años después la recuperaría y
pudieron mudarse por tercera ocasión, ella y su mamá, a esa
casa donde vivieron siempre. Cosió ajeno por poco tiempo,
afortunadamente su tía abuela, Luisa Romagnolli de Frankí,
empezó a mandarles 300 pesos mensuales; tenía suficiente
dinero para ayudarlas y a mediados del 1947 dejó de coser,
la ayuda de la tía le permitió estudiar los dos últimos
años de carrera con mayor holgura16.
Corría el año 1950 cuando Dora terminó la carrera de
químico farmacobiólogo. Para madre e hija fue un gran
orgullo que Dora ejerciera la carrera, tener una mejor
condición laboral y una satisfacción haber cubierto los
gastos sin recurrir a ninguna otra ayuda familiar. Entonces
de la Escuela de Ciencias Químicas los egresados salían
preparados como químicos técnicos o químicos16 Entrevista de GTV a DSC.
14
farmacobiólogos; cada una de las carreras se cursaba en
cuatro años y para que el alumno obtuviera el titulo
profesional se le exigía presentar una tesis supervisada
generalmente por un maestro de la escuela. Además debía
realizar una práctica de seis meses en el laboratorio de
análisis clínicos que la escuela tenía en el Hospital
General (actualmente Hospital Universitario); ella había
cumplido con este requisito previamente.17 Cuando Dora
terminó la carrera contaba con tres años de práctica en
botica.
hice mi servicio social, nos exigían seis meses de servicio
gratuito en el Hospital General, que después fue el
Universitario. La Escuela de Ciencias Químicas tenía un
pequeño laboratorio al estilo de entonces, no con los
aparatos modernísimos de ahora. Se daba un servicio
gratuito, porque en realidad se les cobraba diez pesos a las
personas por un análisis o quince por otro, sólo se
recuperaba para los reactivos. Desde tercero de carrera
llevábamos Farmacia y nos llevaban a una botica para que
aprehendiéramos a hacer píldoras, supositorios, óvulos,
jarabes, todo lo que hace ahora la Farmacia Medina, que ya
es tan famosísima. Todo eso hacíamos.18
Como le gustó mucho esa actividad tramitó realizar el
servicio y las prácticas en la Farmacia Ideal, que tenía
17 Datos tomados de Dora Sofía Collado, “Anécdotas de la escuela de
Ciencias Químicas (1946-1972), Tiempo universitario. Gaceta histórica de la BUAP,
año 6, número 10, Puebla de Zaragoza, 27 de mayo de 2003. 18 Entrevista de GTV a DSC.
15
botica y rebotica, donde había desde las raíces para hacer
los extractos y todos los materiales para hacer cápsulas,
ungüentos, supositorios, jarabes, por ejemplo. Fue ahí
donde se quedó a trabajar tres años, que se volvieron
importantes en su formación profesional. Aprovechaba las
horas libres de la escuela para irse a la Farmacia Ideal,
ubicada en la 2 Poniente, cerca del cine Coliseo. Caminaba
esas calles rápidamente y llegaba al laboratorio donde
aprendía a elaborar lo que un médico prescribía según la
edad y el peso; cuando no había medicamentos especiales
para adultos ni infantes era el preparador de recetas quien
preparaba los medicamentos. Su contacto diario en la Ideal
le permitió conocer mucho de preparación en farmacia.
Cuando sale de la carrera se recibe con promedio de 8.5
pero recuerda que la experiencia en Farmacia también le
sirvió para dar clases de toxicología en la escuela de
donde egresaba.
En ese entonces el promedio máximo era de 9 porque el 10 era
para el maestro; el 9 fue para Cielita Archundia. En toda mi
carrera fue de 8.5. A mí me gustó mucho la Toxicología y
ayudaba al maestro a preparar los reactivitos que podíamos
hacer. Empecé a buscar artículos de uno que otro libro,
aunque fueran del “año de la calabaza”. Un día se presenta
una oportunidad de dar clases, el maestro que daba Farmacia
se va a México y me proponen que entre a dar clases de
Farmacia por tener buen promedio; iba en cuarto año de
carrera, porque antes eran cuatro años de carrera. Después
di clases de Toxicología, estaba libre esa materia y la
16
tomé, así que di Farmacia, Química Orgánica, Cíclica y
Acíclica y Toxicología19.
Su experiencia en esos años de juventud le bastó para
abrirse el camino que requería y lograr sostenerse ella y a
su madre, que al fin y al cabo debían resolver los gastos
de mantenimiento de la casa y pagar la renta20. En la
farmacia propiedad de la familia González trabajaba una
excelente preparadora de recetas, que a su vez se había
formado en la farmacia del maestro Manuel Ibáñez. Fue toda
una época, tenía una farmacia fabulosa la preparadora de
recetas. Con gran claridad vienen a su memoria los
recuerdos sobre esa señora linda y amable que le enseñó los
secretos de Farmacia:
Nos enseñó de todo; hay gente que sabe pero no enseña, pero
nos enseñó a preparar el magdaleón, todo. Tenían aparatos
especiales para vaciar los óvulos vaginales, los
supositorios. El médico sabía prescribir según la edad y el
peso del paciente. Ahora ya hay medicamentos que son
infantiles, para adultos, aunque ahora se está regresando a
todo eso21.
Aunque terminó su carrera con relativos apuros económicos,
pues trabajaba casi todo el día, su satisfacción mayor por19 Entrevista, GTV a DSC.20 “La Farmacia Ideal se localizaba en la 2 Poniente, donde estaba el
cine Coliseo, entre la Avenida Cinco de Mayo y la 2 Poniente, en medio
de donde ahora está la Casa Yitani. Miembros de la familia González
eran los dueños de la Ideal”, entrevista de GTV a DSC.21 Entrevista de GTV a DSC.
17
ser el sostén de la casa mantenía su tenacidad. Su madre se
convirtió en su mejor compañera y acompañante en ocasiones,
siempre atenta y cariñosa. Dora siempre se preguntó por qué
su padre fue así, duro, dejado, indiferente a la suerte de
ellas. Le hubiese gustado gozar de él, de su apoyo moral.
Como todas las jóvenes disfrutaba de momentos de
esparcimiento dentro y fuera de la escuela. No faltaron
anécdotas chuscas, una entre muchas se daba en la relación
con los estudiantes de Arquitectura. Como la Escuela de
Ciencias Químicas compartía el patio con la de
Arquitectura, recién creada, a las estudiantes de Químicas
les gustaba salir a ver a los jóvenes que recién llegaban,
varios de ellos muy atractivos. Se las ingeniaban para
hacerse notar o al menos para verlos aunque fuese de lejos.
Entre ellas se ponían de acuerdo y en secreto gozaban de
esas pequeñas e ingenuas diabluras, así lo recuerda:
La maestra Ibáñez una mujer muy apta, muy linda, aparte fue
mi jefa en el Seguro Social. Nos daba clase de Inmunología
de nueve a diez; al cuarto para las diez regresaban los
muchachos de Arquitectura de su trabajo de campo, era un
“espectáculo” verlos. Entonces nos turnábamos para hacer
enojar a la maestra: cada una masticaba diario un chicle
porque sabíamos que a la maestra eso le fastidiaba. Le
chocaba que mascáramos chicle, odiaba a las muchachas que lo
hacían, decía que era una vulgaridad. Un día me tocó a mí,
empecé a masticarlo y la maestra me dice “¡Dora, fuera,
salga!”. Me quitó el chicle, me lo puso en la frente y me
sacó a la puerta del salón. Y yo, afuera, feliz: “¡hola!,
¡hola!”, saludando a los muchachos de Arquitectura. Ellos
18
nos invitaban a sus bailes. En Químicas22 iban casi puras
mujeres, había muy bonitas; nos invitaban precisamente el
día de la Santa Cruz, 3 de mayo, el Día del Albañil era el
baile23.
Le gustaba usar tobilleras, de vez en cuando y sólo para
las fiestas se ponía medias como casi todas sus compañeras,
incluso se cambiaban antes de partir al baile y
discretamente guardaban las tobilleras en la Prefectura de
la Universidad. Atrás de los loquers cambiaban su vestuario
y se arreglaban rápidamente para partir a tiempo a su
compromiso social. Un día en que llovía copiosamente
debieron quitarse zapatillas y medias para cruzar el río
San Francisco, que entonces no estaba entubado. De pronto
su mirada se cruzó con la de su padre, quien le preguntó
qué andaba haciendo en ese lugar y descalza. Mentiras y
lágrimas la salvaron de ese pequeño problema.
Se describe muy delgada, pesaba apenas 38 kilos, bajita
de estatura y es posible, dice ella, que por “chapatinga”
no llamara la atención. Su perfil delgado la hacía
aparentar menor edad. Tener pocos amigos, un novio, la
retratan como dedicada a buscar horizontes; acaso la falta
de tiempo le impedía ampliar su círculo social. No
obstante, esos años los volvía su tesoro, aprisionando la
felicidad que la propia juventud brinda. Como ella se
describe:22 En la Escuela de Ciencias Químicas se podía estudiar para química
farmacobióloga (QFB) y para químico técnico, después esta última
opción cambió de nombre a químico industrial.23 Entrevista de GTV a DSC.
19
Le voy a ser sincera, con los dedos de las manos puedo
contar a mis pretendientes; no fui una muchacha muy
solicitada. Tuve una desventaja terrible, yo buscaba en el
hombre a mi padre, ya que nos había abandonado. Ya era una
mujer adulta y buscaba a un hombre grande, buscaba la figura
paterna, pienso, y siempre me hablaban muchachos menores que
yo24.
Casi al finalizar la carrera se organizaban bailes que
llamaban “Bailes de la ilusión”. Casi siempre alquilaban un
salón el situado contra esquina de la zapatería El Carmen
(Avenida 2 poniente y 5 de Mayo); se trataba de una casa
habitación en la planta alta y que podían rentar con un
módico pago. Llevaban discos long play con los que amenizaban
el baile. Los recursos que obtenían los utilizaban para
comprar reactivos porque no había en la escuela; también
requerían una balanza de precisión porque era difícil
acceder a la única que había y siempre había quienes se
adelantaban a pedirla. Cielita Archundia, Maruca Mondragón,
Lucía Elena Morales (qepd), Toño Ramírez Villalpando y Dora
eran de los más entusiastas organizadores de esos bailes,
así podían adquirir insumos y experimentar; fue algo
crucial para culminar su formación y a la vez que
distraerse y conformar nuevas amistades.
En el ejercicio de la profesión
24 Entrevista de GTV a DSC.
20
En esos años muchas jóvenes decidían fácilmente casarse y
continuar una carrera en la privacidad: el cuidado de la
familia. De hecho la mayoría de universitarias eran vistas
con cierta distancia: “estudia mientras se casa”. Pero los
años cincuenta propician un ambiente favorable al
desarrollo de las mujeres en el ámbito público, mucho más
en el ejercicio profesional. En cada generación de
estudiantes eran pocas las mujeres que culminaban sus
estudios, aún en una carrera feminizada como Ciencias
Químicas.
No puede negarse que el ambiente favoreció que se
estableciera el derecho al voto para las mujeres. Dora no
escapó a esta situación, y como otras más, que incluso
acompañaron a la Asociación de Mujeres Poblanas en el
trayecto, en reuniones públicas o al menos con escritos,
seguramente percibió un sendero más abierto y seguro.
También fueron años favorables para encontrar empleo,
aunque no siempre mejor pagado ni lo más cerca posible, que
les permitía irse adentrando en ese escenario público donde
debían desarrollarse como profesionales. Las relaciones
personales y ser buen estudiante cuentan: la señorita
Mellado, que trabajaba también en Salubridad, le dirigió su
tesis y llegó el día en que le comentó que fuese a las
oficinas de la 4 Oriente porque en Atlixco había una
vacante de “control de salud” para las “damas de noche”. Le
interesó el trabajo aunque parecía riesgoso laborar de
noche y que se tratara de investigar el gonococo (generador
de una enfermedad venérea); que tuviera había que ir
21
diariamente y con un sueldo poco atractivo. Aceptó ir pero
una paratifoidea la detuvo. Aunque llevó la constancia
médica y pidió que la esperaran unos días más para iniciar
el trabajo, cuando ella se recuperó la plaza ya estaba
ocupada. Dora lo lamentó porque tenía necesidad de recibir
un sueldo permanente, pero el tiempo es buen consejero y
pronto se abrió otra oportunidad.
Eran los años en que el Seguro Social abría una que
otra plaza. Un amigo de Dora trabajaba como telefonista en
esa institución y un día le preguntó si querría ir a
trabajar de noche elaborando fórmulas. Dora no lo pensó dos
veces, era el momento de ejercer sus conocimientos. Un
profesor de apellido Corona le preguntó si ya tenía el
título. “Me faltan unos meses por obtenerlo” debió
responder Dora, a quien el profesor le volvió a preguntar
sobre sus conocimientos en la preparación de fórmulas. Si
algo conocía perfectamente era eso, su práctica en la
Farmacia Ideal le había subsanado cualquier falla, su
precisión era buena. Le pusieron las fórmulas más difíciles
y en el horario nocturno; de 16 a 32 fórmulas debía
preparar diariamente. Su madre la acompañaba pues salía muy
tarde y de regreso a casa no siempre podían darse el lujo
de trasladarse en taxi. Un salario de entre ocho y
dieciséis pesos no alcanzaba para esos desembolsos y sólo
la excelente administración de doña Carolina lograba
estirar esos ingresos, incluso ir ahorrando para llegar
algún día a pagar la hipoteca de la casa.
22
Nada fácil era el ambiente en el Seguro Social, había
intereses, competencias, malos entendidos, como en casi
todos los trabajos. Por fortuna la química farmacobióloga
Marta Ibáñez era la jefa de turno y le empezó a dar
suplencias en la tarde. Por su carácter eventual, sin tener
base, sin estar en la nómina, se conformaba mientras
guardaba sus aspiraciones esperando mejores oportunidades.
Al siguiente año se presentó una epidemia que requería
investigar las causas de la mortandad. Le empezaron a
encargar la preparación de fórmulas pero con número, por
ejemplo la 5438, 5422, la 5520, que eran para diferentes
enfermedades, con diferentes sales, unas con sulfas. Debía
preparar jarabes para la tos, en frió, caliente, etcétera.
Todo lo sabía hacer y así cumplió laborando un año
ininterrumpido, tiempo que le daba derecho a obtener un
empleo de base. Feliz fue a ver al secretario general del
sindicato, conocido de ella, pero lamentablemente estaba
enfermo y la enviaron a entrevistarse con el secretario de
Ajustes. Dora se encontró con un majadero que sin más le
pidió que lo fuese a ver a un hotel, a tal hora y que allá
hablaran. Con 21 años ella no podía hacer más que salirse
llorando, sintiéndose humillada por esas insinuaciones y
preocupada además por la posibilidad de perder el trabajo.
Su madre escuchó entre lágrimas y preocupaciones a Dora y
resolvió llamarle al padre para comentarle lo ocurrido. Su
padre vivía lejos, en provincia, pero mantenía buenas
relaciones con políticos que se habían encumbrado. Como fue
amigo de Adolfo López Mateos, que en ese año estaba en la
23
Presidencia de la República, lo llamó. Sólo bastó conocer
quién la había ofendido y quién estaba al frente del IMSS
en Puebla. Seguramente su padre hizo una llamada pues a los
ocho días Dora tenía su base. Con esa acción don Agapito se
reivindicó con Dora.
Cuando la química Marta Ibáñez se casó, Dora pasó a
ocupar su puesto como jefa de turno. Afortunadamente Marta
la había preparado enseñándole a clasificar las recetas; a
controlar las sales; a ayudar al preparador si no sabía
hacer su preparación; a vigilar si el jarabe estaba bien,
en suma, a conocer la administración de toda la farmacia.
No faltaron sinsabores en el desempeño de su trabajo. Las
relaciones humanas no son fáciles, por el contrario, una y
otra vez Dora se aferraba al mejor desempeño de su trabajo.
En 1961 su padre fallece y poco tiempo después recibe
una herencia que no duda en gastar en un viaje a Europa. Se
llena de vida, conoce otras experiencias, paisajes, ropa,
museos, y a su regreso se encuentra con la grata sorpresa
de que en la Clínica 2 del IMSS se había abierto una
farmacia en el Portalillo. Ahí la nombran responsable de la
farmacia, ubicada a un costado del Teatro Principal.
Probaría un ambiente nuevo, como nuevos recorridos de su
casa al trabajo. Nuevas responsabilidades sobrevendrían y
con su empeño de salir adelante no podrían doblegarla. El
trabajo se multiplicó porque un temblor dañó el quinto piso
de Ginecología y deciden trasladar la farmacia a las
instalaciones de la Clínica 2. De 200 sueros que manejaba
ascendieron a mil. El espacio era pequeño para albergar
24
tantas substancias y para la preparación de recetas.
Llevaba psicotrópicos entre otras substancias y de pronto
debía preparar narcóticos también. Las exigencias la
esclavizaban al pequeño mundo de esa farmacia, que por
fortuna trasladaron a la contraesquina del Centro Escolar.
Una clínica perfecta: contaba con todo, dos despachadores
de recetas en la mañana y dos por la tarde, un jefe de
turno en la mañana y otro por la tarde. Algunas
comodidades, como contar con baño privado, por ejemplo. Se
sentía una química realizada viviendo otras condiciones.
Alguna ocasión por su cumplimiento y responsabilidad
la nombraron supervisora de la delegación Puebla-Tlaxcala;
su trabajo consistía en supervisar los botiquines; iba a
lugares lejanos y le pagaban viáticos. Después regresó a su
puesto de base, donde permaneció poco tiempo porque su
madre empezó a enfermar. El trabajo la absorbía demasiado,
en ocasiones salía a las dos de la mañana. Además de su
trabajo como química debía llenar formatos; la burocracia
le absorbía más tiempo y le impedía atender a su “reina”,
como le decía a su mamá. En 1978 decidió jubilarse, se
sostendrían con su pensión. Le dedicó su vida a su madre,
hasta que la vio partir el 25 de septiembre de 1998 con 85
años a cuestas. La diabetes fue minando la salud de doña
Carolina; en los últimos años había perdido la memoria
aunque se mantenía erguida con el amor a su hija Dora.
En el proceso de la autonomía a la Reforma Universitaria
25
Poco después Dora Collado daba clases en la Escuela de
Ciencias Químicas, una escuela con un alumnado
predominantemente femenino pero no tan numeroso. Ahí pronto
llegó a ser consejera universitaria.
La Escuela era poco politizada, pocos sabíamos quién era el
director, ni de su despacho propio en la Universidad. Pero
vino la Reforma Universitaria a principio de la década de
1960. Fueron años de intensa lucha, permitiendo que el
consejo universitario fuese conocido por todos y se nombrara
por votación directa y secreta a los maestros consejeros
propietarios y suplentes. Asimismo, los alumnos tuvieron una
dirección reconocida por las autoridades de la Escuela pues
también por votación universal elegían a sus
representantes25.
Habría que comprender cómo Dora introyectó sus experiencias
en ese ambiente, de momento violentas, contradictorias. En
1954 recibe su primer nombramiento como docente de Ciencias
Químicas, ganaba cinco pesos la hora. Así transcurrieron
seis años en el ejercicio de la docencia. Ella conocía más
o menos lo que ocurría pero estaba más compenetrada en su
trabajo como química.
La confrontaciones al interior de la Universidad venían
de tiempo atrás, por diferencias ideológicas profundas y
prácticas universitarias. Hubo momentos clave, uno de ellos
ocurrió en el movimiento de reforma universitaria en 1961,
movimiento estudiantil que concluyó con la salida de los
fúas de la Universidad y con una serie de modificaciones25 Dora Sofía Collado, op.cit., p. 2.
26
básicas en el contenido de la enseñanza dentro de la
institución. El grupo que se volvió hegemónico fue el de
los carolinos, cuya denominación aludía al edificio central
de la Universidad, el Carolino; este grupo impulsaban la
enseñanza científica por encima de la religiosa. Esta
situación molestó a grupos relacionados con la Iglesia
católica que alentaron la consigna ¡Cristianismo sí,
comunismo no!, reproducida en mantas, pintas y volantes.
Esa situación no puede comprenderse sólo en el ámbito
local o nacional, internacionalmente la lucha entre dos
potencias con diferentes organizaciones económicas medían
de diferentes formas su representación en el mundo. La
Revolución Cubana se recibió con júbilo en México, convocó
simpatías y adhesiones y se volvió un ejemplo a seguir. No
estaba fuera de esa lógica que año con año el 26 de julio
se realizaran manifestaciones en distintas capitales
festejando esa revolución. Los íconos revolucionarios
cubanos, chinos, rusos, checos, etcétera, tuvieron una gran
repercusión en nuestro país y muchos jóvenes deseaban
seguir sus pasos y transformarse en revolucionarios.
Así como se requiere dimensionar el ambiente juvenil de
la época, no podemos soslayar las características
particulares de una sociedad sumamente conservadora, donde
la Iglesia católica mantenía su gran influencia. Desde el
púlpito muchos sacerdotes convocaban a combatir las ideas
comunistas y señalaban el ateísmo como un mal que traería
el comunismo. El nombramiento del rector por el Consejo
Universitario fue un triunfo a favor de los estudiantes
27
carolinos, fue un avance en la representación estudiantil.
Hasta entonces la Universidad era dirigida por un Consejo
de Honor nombrado por el gobernador. El Consejo de Honor
procedió en 1960 a los nombramientos de directores de
escuelas. La participación estudiantil era limitada y la
Federación Estudiantil Poblana (FEP) podía lograr ir más
allá.
Dora recuerda que en 1961 los estudiantes simpatizantes
de los carolinos salieron a la calle y llegaron hasta las
afueras del Colegio Benavente, un plantel lasallista, y
lanzaron piedras contra el edificio. La respuesta de los
lasallistas no se hizo esperar y se recrudeció la lucha
entre liberales y conservadores.
El incidente, que pudo ser una simple anécdota, no lo
fue porque volvía a expresar las viejas pugnas entre
liberales y conservadores y desencadenó un ambiente hostil
contra los avances que el socialismo proclamaba. Valga
mencionar lo que asienta Alfonso Yánez Delgado en La
manipulación de la fe sobre el ambiente que prevalecía ese año,
cuando en el país se organizaba la primera Conferencia
Latinoamericana por la Soberanía Nacional, la Emancipación
Económica y la Paz, que en Puebla sería impulsada por un
grupo de dirigentes estudiantiles, entre ellos Zito Vera
Márquez, Enrique Cabrera Barroso, Erasmo Pérez Córdoba,
Héctor Guillermo Reyes León y otros, que logran publicar y
difundir un cartel elaborado por José Luís Naval y Cid de
León, quienes mantenían estrecha amistad con el ingeniero
Luis Rivera Terrazas. La conferencia se realizó el 5 de
28
marzo de 196126 y después de que concluyó Rivera Terrazas,
Cabrera Barroso y Pérez Córdova fueron invitados a visitar
Cuba. Los conservadores y el gobierno sobredimensionaron
esa invitación. El gobierno, a través de la Dirección
Federal de Seguridad, tenía una relación exacta de quiénes
y a qué viajaban a Cuba. Preocupaba la simpatía que
despertaba el pueblo cubano.
A lo anterior se agregaban las divergencias que desde
1960 se dieron en la FEP: había dos candidaturas para la
presidencia; contendieron Enrique Cabrera Barroso,
estudiante de Ingeniería, y Abraham Sánchez, estudiante de
Medicina. Al final, para contrarrestar la fuerza de
Cabrera, pudieron llevar a José María Cajica a la
presidencia de la FEP. Las pugnas entre ideólogos se
presentaron: por un lado estaban Enrique Cabrera y los
hermanos Rodolfo, Guillermo y Julio César Pacheco Pulido,
con fuerza y oratoria liberal, y por otro David y Jesús
Bravo y Cid de León, los fúas.
En ese ambiente se iban construyendo nuevas
identidades: jóvenes conservadores, católicos, y jóvenes
liberales, masones; su presencia se mantiene hasta la
actualidad, representadas en el Partido Acción Nacional y
en el Partido Revolucionario Institucional. Las mujeres
también tuvieron una representación y nacería el combativo
y combatido Comité Femenil Universitario, dirigido por
Gloria Oropeza27.
26 Alfonso Yánez Delgado, op. cit., p. 24.27 Citado por Yánez Delgado, op. cit., p. 24.
29
¿Cómo no se iban a adscribir las mujeres? La mayoría de
ellas se unió a los fúas; muchas de ellas estaban
incorporadas a agrupaciones religiosas, como Las hijas de
María, por ejemplo. Más aún, la mayoría provenía de
escuelas femeninas y católicas, por eso no era extraño que
su relación se estrechara con las fuerzas conservadoras.
Además las exacerbaciones en los discursos institucionales,
oficiales y de la Iglesia polarizaban las posiciones. Una
marcada simpatía con Cuba se percibía en las
manifestaciones liberales cuando se coreaba “Cuba sí, Cuba
sí, yanquis no”, y en la otra parte se escuchaba la
consigna “Cristianismo sí, Comunismo no”.
Desde el inicio de 1961 hubo manifestaciones, proemio
en contra de la visita del presidente de Perú Manuel Prado
Ugartache, punta de lanza de la ofensiva norteamericana
contra Cuba. En la UNAM y en la UAP se inició una campaña de
repudio al presidente peruano, quien pretendía formar un
bloque latinoamericano. En los meses siguientes el
activismo se acrecentó y a mediados de abril un grupo de
estudiantes se fue a manifestar en contra de los artículos
reaccionarios de El Sol de Puebla: en sus páginas exigía que se
abriera una minuciosa investigación “para que,
identificados los agitadores, se proceda judicial y
penalmente contra ellos, como responsables de los actos de
salvajismo perpetrados contra la persona y la propiedad
privada”. Lo que no citaba El Sol de Puebla, dice Alfonso Yánez,
es lo que gritó esa chusma: “seca, seca, seca, que chingue
a su madre García Valseca”.28
28 Op. cit., p. 39.
30
El 25 de abril ocurrió la escena que recuerda muy bien
Dora: el enfrentamiento entre los estudiantes que habían
decidido ir a apedrear el Benavente como respuesta a la
manifestación anticastrista del día 24, un día anterior.
En aquel entonces el prefecto de la Universidad, el
señor Marcelino Sánchez, era una figura reconocida y
respetada. Como estaba ausente el rector llamó a Dora, con
quien tenía una amistad desde que ella era estudiante29,
para comentarle lo que había escuchado que iba a ocurrir:
El señor Sánchez me dijo: “Dorita ¿qué hacemos? los
muchachos vienen a traer más alumnos porque dicen que van a
apedrear el Benavente. No está el rector y la más antigua en
la escuela es usted. Dígame qué hacemos, ¿cerramos la
escuela?, yo no puedo decidirlo porque sólo soy el
prefecto”. Y le contesto: “Yo tampoco, porque soy maestra”,
y la puerta se quedó abierta. Los muchachos salieron y
fueron a hacer la pedriza como dijeron. Ahora veo que todo
estaba fríamente calculado, algo ya se sabía indudablemente,
pues había protecciones en el Colegio. Así que lo que siguió
fueron manifestaciones, desagravios y una serie de cosas,
hasta que se cierra la Universidad30.
Era natural ese extremo nerviosismo ante lo que pudiera
ocurrir; los únicos más conocedores eran los líderes.
29 “Del señor Sánchez me acuerdo mucho, era un amor. El fue el prefecto
de toda la vida, nos guardaba las medias cuando nos íbamos al baile de
los de Arquitectura. Eran épocas maravillosas”. Entrevista de GTV a
DSC.30 Entrevista de GTV a DSC.
31
Preocupada por lo que esos acontecimientos pudieran desatar
les dijo a sus alumnas que si cerraban la Universidad sus
clases seguirían en su casa. Así fue, continuó impartiendo
sus clases. Entre el comedor y la cocina puso sillas y en
el improvisado salón prosiguió con la enseñanza de su
materia. Mientras que otros alumnos decidieron irse a tomar
clases a la 3 Poniente (le decían Universidad Portatil). Los
maestros que se fueron recibían su salario porque el
gobierno les seguía pagando. Fue una decisión riesgosa en
términos económicos, como ella dice:
Los que decidimos no irnos a la 3 Poniente no recibimos
ninguna remuneración (fuimos pocos). Por fin recibo una
llamada del señor Sánchez y me dice: “Dora, mañana se abre
la Universidad”. Así se los comuniqué a mis alumnas: “mañana
se abre la Universidad; el lunes nos vemos allá”.
Fuimos pocos maestros los que nos quedamos sin recibir
nuestros salarios. De Química fui la única mujer. En ese
tiempo mi papá muere, me llaman mis tías y me voy a verlo,
le pido a mi mamá que avise al señor Sánchez que no iba a
ir.31
El día en que se abrió la Universidad su mamá fue a avisar
la razón de su falta. En el momento de entrar entran
también jóvenes que tomaban clases en la 3 Poniente, con
manoplas, palos y empiezan a apedrear y a destruir lo que
podían. El señor Sánchez tomó del brazo a su mamá, la metió
a la Prefectura y cerró inmediatamente la puerta. “Mi mamá
estaba alarmadísima, se decía “si ha venido mi hija es31 Entrevista de GTV a DSC.
32
capaz de irse a ayudar a las alumnas”. Ellas favorablemente
lo supieron a tiempo y se encerraron unas en el laboratorio
y otras en el almacén.
Cuando Dora regresó habían pasado ocho días y el
ambiente estaba más tranquilo. En la temporada en que hubo
dos rectores, uno de facto y otro electo, se dividió la
escuela hasta que se unieron las dos partes nuevamente. En
el argot estudiantil se decía “la escuela de las 3 Poniente
y la de los carolinos”. Durante el movimiento las
descalificaciones iban subiendo de tono en ambas partes.
Alfonso Yáñez en La manipulación de la fé muestra todo tipo de
violencia utilizada y sobre todo el anticomunismo que se
desató y que tomaba fuerza ante la opinión pública. Las
mujeres no se salvaban, por supuesto, de sufrir
descalificaciones. Así recuerda Dora Collado ese ambiente:
entonces la política fue fuerte contra nosotras. Se decía
que para entrar a la Universidad era necesario escupir y
pisar a la Virgen de Guadalupe. Así se siguió azuzando a la
gente. Una noche hubo gente que salió con palos y estopas
encendidas porque querían incendiar la Universidad, así que
tuvimos que quedarnos a velar en ella. Era necesario que
vieran gente adentro y que si incendiaba se podían meter en
un lío más fuerte32.
Lo vivido durante el movimiento fue intenso, y cuando se
reanudaron las clases los alumnos se dividían: optaban por
un maestro o maestra fúa o carolino. Al reabrise la
32 Entrevista de GTV a DSC.
33
Universidad, el primero de mayo, alumnos y profesores
integraban los grupos: fúas y carolinos. Los primeros no
aceptaron regresar al edificio que ocupaban “los
comunistas” y alquilaron, primero, un edificio ubicado en
la 5 Poniente 133 y después otro en la 3 Poniente 535, en
ellos impartieron clases los maestros de pensamiento
reaccionario. No todos eran intolerantes, había gente que
levantaba falsos para dar una opinión equivocada pero otros
sobrellevaban bien las diferencias. Por ejemplo, recuerda
Dora Collado que un maestro comentó que los que se quedaban
en las instalaciones de la Universidad lo hacían porque
adentro había excesos de todo tipo y se atrevía a dar
nombres de algunas alumnas. Era obvio que fuese incómodo
para las jóvenes que las denostaran con descalificaciones
que atentaban contra su pudor y su imagen. Saberse
confrontadas de esa manera debía causarles no sólo temor
por lo que les pudiera ocurrir sino vergüenza por la simple
maledicencia de la opinión pública representada por algunos
maestros. Pese a todo Dora conocía muy bien las dualidades
de personalidad, de identidad, que se presentaban y se
mantenía alerta, aunque no dejaba de molestarle, así lo
comenta:
cuando lo supe me dio mucha tristeza porque a ese maestro lo
apreciaba mucho. Había un maestro muy guapo que daba
Idiomas, era el abanderado y años después nos enteramos que
era de la CIA. Pienso que hubo infiltraciones de un lado y
34
del otro, de gente que le llevó información al gobierno,
pero también hubo gente que fue de corazón33.
Cómo no iba a ser señalada pues fueron escasos los alumnos
de Ciencias Químicas los que regresaron al edificio
Carolino; del profesorado sólo dos maestras, Dora una de
ellas. El año 1961 fue de muchas zozobras y sorpresas
porque nada estaba preparado y día tras día se enteraba de
noticias que la llenaban de preocupaciones; alteraban su
vida con sobresaltos porque al fin y al cabo se sentía
indefensa en medio de esas incertidumbres, “donde una no
dirige las principales determinaciones del movimiento”. Su
decisión de apoyar a los carolinos estaba tomada pero
siempre pesaba la presión de la iniciativa privada, de los
conservadores. Cuando se publicaron manifiestos contra los
carolinos en periódicos como El Sol de Puebla, donde la
acusaban de comunista, su nombre quedaba claro; que además
dijeran que las mujeres pisoteaban a la Virgen de Guadalupe
fue terrible. Ella, además, encabezaba la lista de los
comunistas. Su padre se enteró aun cuando vivía fuera y
lejos de la ciudad. Por eso llegó a Puebla a buscarla y le
dio un solo consejo que jamás olvidó, acaso el último que
le escuchó:
Se vive una sola vez, y yo, hija, a mi modo, viví a mi
gusto. Te lastimé a ti, a tu madre, pero fue mi vida. Tú
vive la tuya, que nada tengas de que avergonzarte. Murió
tres meses después de esa visita en Puebla. Tal y como el
33 Entrevista de GTV a DSC.
35
médico lo había dicho. Lo fui a enterrar tan pronto me
avisaron34.
Azares del destino pues ese día la madre de Dora llegó el
edificio central de la Universidad a justificar la ausencia
de Dora Sofía, quien había ido al sepelio de su padre, y
sucedió la agresión de los fúas que ya hemos relatado. Dora
ignoraba lo que ocurría en Puebla mientras despedía a su
padre, que fue enterrado en Papantla, Veracruz. Los
siguientes días Dora dio clases en su casa, después regresó
al Carolino y ahí continuó impartiendo cursos. En sus
andares doña Carolina la acompañó siempre, incluso se quedó
en varias ocasiones a velar en la Universidad.
El movimiento de 1961 terminó con la salida de los
fúas. Tres años después surgió un problema con los lecheros
cuando el general Antonio Nava Castillo, gobernador de
Puebla, decidió apoyar a las pasteurizadoras y frenar el
reparto de leche “bronca” aumentando su precio. Los
lecheros se inconformaron y recurrieron a los estudiantes
universitarios. Se juntaron varios problemas sociales, se
formó una coalición y se inició un movimiento popular que
cobró tal fuerza que manifestaciones multitudinarias
mostraban el repudio a las decisiones del gobernador y
exigían su salida. La unión hizo la fuerza y en 1964 se
logró la destitución de Nava Castillo; la población lo
festejó en la noche con una gran verbena popular.
En los años siguientes no cesó el enfrentamiento entre
las dos fuerzas contrarias. La polarización de la derecha
34 Entrevista de GTV a DSC.
36
en Puebla se agudizó y también se presentaron muchos
problemas internos en la Universidad debido a las
elecciones para rector. A mediados de los años sesenta la
Escuela de Ciencias Químicas, que apoyó al doctor Carlos J.
Arruti, se vería afectada porque ganó la Rectoría el doctor
José Garibay Ávalos. “Ante estos hechos, el nuevo rector
tomó venganza contra la Escuela de Ciencias Químicas y
durante un año retiró el pequeño subsidio que recibía la
Escuela”. ¿Cuál fue la actitud de Dora?: enfrentarse
continuamente como docente a decisiones que afectaban a la
Escuela, que requería materiales y laboratorios. Se debía
avanzar para que los estudiantes realizaran sus prácticas.
Después ocurrieron múltiples vicisitudes, la huelga
solidaria de los estudiantes universitarios poblanos con el
movimiento estudiantil de 1968 volvió a tensar el ambiente
y a activar la reacción de la derecha. Hechos como el
ocurrido el 14 de septiembre de ese año en San Miguel Canoa
reiteraban la actitud de incitación del clero con un
discurso anticomunista. Los conflictos se fueron agudizando
en la medida en que el grupo en ascenso en la Universidad
era el comunista. Era el grupo más organizado y entre 1971
y 1972 se convierte en el hegemónico e impulsa el proyecto
de Universidad Democrática, Crítica y Popular. Es en ese
nuevo escenario cuando Dora toma la decisión de retirarse
de la docencia.
Di clases casi todo el tiempo en el Carolino; me tocó pasar
junto con la química Lourdes Mendoza y la secretaria los
documentos de la Escuela. Lulú era la directora interina de
37
la Escuela de Ciencias Químicas; nos tocó pasar los archivos
en una camioneta, nos pasamos al primer edificio que está
sobre la 14 Sur, ese era el de Ciencias Químicas, debió ser
en 1971. El traslado nos ocupó toda una noche. En el salón
donde iba a estar el archivo había únicamente cristales y
Lulú me dice: “maestra, vamos a mandar a hacer una cortina”.
Le respondí: “tengo guardados 15 recibos de exámenes
profesionales, los cedo para las cortinas”. Con eso se mandó
a confeccionar las primeras cortinas para que no entrara el
sol y dañara el archivo. Finalmente nos espantaron. Creo
porque había discordia por la dirección de la escuela y
alguien nos apagó todas las luces de Ciudad Universitaria.
Sólo estábamos las tres mujeres y no había celulares, me
daba miedo y nos salimos de inmediato.35
Dora vivió y sufrió ese ambiente hasta 1972, año en que
decidió jubilarse de la Universidad Autónoma de Puebla,
meses después de que llegara como rector el químico Sergio
Flores Suárez (10 de junio de 1972). Había participado en
el traslado de la Escuela a Ciudad Universitaria y en el
cambio del plan de estudios, pero poco a poco sintió la
incomprensión de jóvenes que llegaban con otras ideas y
prefirió no desgastarse en mantener sus opiniones. Esa
transición a un nuevo proyecto de universidad, de cambios
de autoridades y de ausencia de un reglamento volvía a las
estudiantes irrespetuosas y los comités de lucha adquirían
cierto poder, en momentos casi paralelo al de las
autoridades. Como al fin y al cabo ella trabajaba en el
35 Entrevista de GTV a DSC.
38
Instituto Mexicano del Seguro Social, pensó que ese trabajo
era más seguro.
Los años recientes
La vida se vuelve azarosa, rutinaria, para quienes ven que
sus pasos se repiten constantemente sin nuevos sueños. La
tristeza de Dora por la partida de su madre fue grande; se
habían prodigado amor y respeto. Doña Carolina era su
confidente y en ciertos momentos ella fue su hija, su
hermana, su mejor amiga. Los primeros días le dolía su
ausencia; en momentos parecía no poder acallar sus lágrimas
y suspiros. En su mente y su corazón estaba presente su
“reina”, como solía decirle a ella. De pronto parecía que
no tenía plan, la casa le parecía grande, sola, y en
aquellas paredes había múltiples recuerdos, fotografías… en
fin, cada cosa le recordaba su presencia.
Con terapia de apoyo y el paso del tiempo fue
cicatrizando esa profunda herida. Por fortuna había cuidado
sus ahorros y su pensión del Instituto del Seguro Social.
No tendría que preocuparse por su futuro. De pronto se
preguntaba si hubiese sido mejor haberse casado. No fue así
por varias razones, entre otras lo difícil que era ella
misma, lo que exigía de los jóvenes para verse casada y
cuidando niños. Se había formado sola y esperaba encontrar
en un varón una persona muy comprometida, seria.
Cuando superó la pérdida de su madre pensó en
organizarse con sus amigas. Sus ex alumnas jamás la dejaron
y hasta la fecha se reúne con varias de ellas. Cuando la
39
invitaron se integró a la naciente Asociación de Mujeres
Universitarias, filial de la Federación de Mujeres
Universitarias. Participa en esta organización como una
forma de ocuparse y de ver por las demás, de proponer
cambios y sentirse útil. Dora se convirtió en madre
simbólica de sus alumnas, con quienes se reúne a desayunar
a veces en su casa y otras fuera de ella.
40