¿Una teoría de significado podría salvar el alma?

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III JORNADAS DE INVESTIGACIÓN ‚VALORES, MUNDO Y ACCIÓN‛ Guanajuato, Gto. 23, 24 y 25 de febrero de 2011 ¿Una teoría de significado podría salvar el alma? Kurt Wischin Motivo de la investigación Para empezar, puede parecer conveniente explicar, por varias razones, qué es lo que motiva principalmente esta ponencia. No enuncio nada sorprendente al afirmar que hay, hoy en día, suficientes pensadores de renombre mundial que se refieren, sin ademán de disculpa, a Heidegger y Wittgenstein como los pilares de la filosofía del siglo veinte. Nos ocuparemos aquí del último de estos dos. Los filósofos profesionales contemporáneos que aún voltean los ojos al cielo con desdén al escuchar su nombre, quejándose de que no es posible extraer teoría alguna de Wittgenstein, dado lo oscuro, vago y ambiguo de sus pronunciamientos, justamente ellos son quienes suscriben en su mayoría precisamente la corriente filosófica que, en palabras de Dummett, toma su impulso a partir del filosofar wittgensteiniano 1 . Su impaciencia con la filosofía de Wittgenstein tiene como uno de sus motivos, según me parece, este deseo de certeza y claridad que dio origen, en los albores de la modernidad, a la idea de los lenguajes formales y la promesa asociada con ellos de poder decir algo definitivo acerca de la realidad. Y lo que sus críticos en este sentido parecen detestar realmente de Wittgenstein, es su papel de aguafiestas para con el sueño a que aspiran los lenguajes ideales, es decir: aquellos lenguajes que parecen tener un sentido definitivo por sí solos. Pero aún quienes aceptan entre sus ancestros intelectuales a Wittgenstein, como lo hacen, Habermas, Apel, Dummett, Putnam, Searle y una lista larga de otros pensadores contemporáneos, muchas veces se muestran impacientes con el principio wittgensteiniano de una filosofía que renuncia a toda hipótesis y toda explicación mediante teoría. Prácticamente todos los pensadores contemporáneos no explícitamente wittgensteinianos, dentro y fuera de la tradición de la filosofía analítica, desechan la negativa hacia la explicación teórica en la filosofía como una 1 Dummett 1993, p. 127: If we identify the linguistic turn as the starting-point of analytical philosophy proper, there can be no doubt that, to however great an extent Frege, Moore and Russell prepared the ground, the crucial step was taken by Wittgenstein in the Tractatus Logico-philosophicus of 1922.

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III JORNADAS DE INVESTIGACIÓN

‚VALORES, MUNDO Y ACCIÓN‛

Guanajuato, Gto. 23, 24 y 25 de febrero de 2011

¿Una teoría de significado podría salvar el alma? Kurt Wischin

Motivo de la investigación

Para empezar, puede parecer conveniente explicar, por varias razones, qué

es lo que motiva principalmente esta ponencia. No enuncio nada sorprendente al

afirmar que hay, hoy en día, suficientes pensadores de renombre mundial que se

refieren, sin ademán de disculpa, a Heidegger y Wittgenstein como los pilares de

la filosofía del siglo veinte. Nos ocuparemos aquí del último de estos dos. Los

filósofos profesionales contemporáneos que aún voltean los ojos al cielo con

desdén al escuchar su nombre, quejándose de que no es posible extraer teoría

alguna de Wittgenstein, dado lo oscuro, vago y ambiguo de sus pronunciamientos,

justamente ellos son quienes suscriben en su mayoría precisamente la corriente

filosófica que, en palabras de Dummett, toma su impulso a partir del filosofar

wittgensteiniano1.

Su impaciencia con la filosofía de Wittgenstein tiene como uno de sus

motivos, según me parece, este deseo de certeza y claridad que dio origen, en los

albores de la modernidad, a la idea de los lenguajes formales y la promesa

asociada con ellos de poder decir algo definitivo acerca de la realidad. Y lo que sus

críticos en este sentido parecen detestar realmente de Wittgenstein, es su papel de

aguafiestas para con el sueño a que aspiran los lenguajes ideales, es decir: aquellos

lenguajes que parecen tener un sentido definitivo por sí solos.

Pero aún quienes aceptan entre sus ancestros intelectuales a Wittgenstein,

como lo hacen, Habermas, Apel, Dummett, Putnam, Searle y una lista larga de

otros pensadores contemporáneos, muchas veces se muestran impacientes con el

principio wittgensteiniano de una filosofía que renuncia a toda hipótesis y toda

explicación mediante teoría. Prácticamente todos los pensadores contemporáneos

no explícitamente wittgensteinianos, dentro y fuera de la tradición de la filosofía

analítica, desechan la negativa hacia la explicación teórica en la filosofía como una

1 Dummett 1993, p. 127: If we identify the linguistic turn as the starting-point of analytical

philosophy proper, there can be no doubt that, to however great an extent Frege, Moore and Russell

prepared the ground, the crucial step was taken by Wittgenstein in the Tractatus Logico-philosophicus

of 1922.

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aberración pirrónica de un pensador que, en otros términos, puede ser reconocido -

o no- como pensador importante del siglo veinte; si esta actitud de Wittgenstein

alguna vez habría estado justificada eventualmente, debe ser superada lo antes

posible; en todo caso hoy en día ya no funciona para la filosofía. Pero su rechazo

puede deberse a motivos que difieren mucho entre sí2.

Filosofar sin teoría, desde luego, no es un axioma; ni una verdad filosófica

universal a priori sempiterna. Lo que podemos hacer con esta noción es tratar de

iluminar sus motivos y averiguar si, quienes critican este lema wittgensteiniano,

ofrecen justificaciones aceptables de su rechazo. Esto, a muy grandes rasgos, es el

marco general de la investigación filosófica que he emprendido. La presente

ponencia es muy limitada en su alcance como para llegar a conclusión alguna; es

apenas el inicio de una reflexión acerca de la relación entre las propuestas

filosóficas de Frege, Wittgenstein y Dummett (y lo que éste dice de los anteriores),

lo cual requerirá todavía mucha exploración antes de poder proponer algo

concreto.

En cuanto a la pregunta formulada en el título de esta ponencia, ésta tiene

una respuesta doblemente negativa, si me asiste la razón. Para empezar, me parece

que, si alguien busca asignarle al alma (o, en cuanto a esto, a la mente) un papel

como depositaria de explicaciones causales, por ejemplo como fuente de

significado en términos de intención, va a fracasar simplemente, por ejemplo,

porque viola el principio de que no se puede explicar lo obscuro con lo más

obscuro. Pero la respuesta a la pregunta formulada en el título también es ‚no‛, en

un sentido positivo: el concepto del alma no depende del éxito de semejante

intento. Nosotros podemos usar, y usamos, esta expresión significativamente

gracias al papel que tiene la palabra en nuestros juegos de lenguaje. Quién intenta

asignarle un papel causal-explicativo realmente entiende mal el significado del

término ‚alma‛.

2 Habermas, por ejemplo, no lamenta, como Dummett, la ausencia de la dimensión

intencional en la filosofía sin teoría wittgensteiniana, sino dice: ‚Con su acceso descriptivo al uso

del lenguaje tal como funciona de hecho, Wittgenstein difumina y neutraliza simultáneamente la

dimensión cognitiva del lenguaje. Tan pronto como las condiciones de verdad que deben ser

conocidas para poder usar correctamente oraciones asertóricas pueden obtenerse tan sólo a partir

de la praxis cotidiana del lenguaje, desaparece la diferencia entre validez y vigencia social. Aquello

por lo que estamos justificados se asimila a aquello a lo que meramente nos hemos acostumbrado.

En la medida en que Wittgenstein transfiere la espontaneidad constituidora del mundo a la

diversidad de los juegos de lenguaje y las formas históricas de vida, confirma el primado del

sentido a priori sobre la constatación de hechos‛. Habermas 2009, p. 51s. (83s.)

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En los tres últimos capítulos del libro Origins of Analytical Philosophy3,

Michael Dummett argumenta que la hostilidad de Wittgenstein a las teorías e

hipótesis filosóficas carece de justificación, y que, contrariamente a lo que

Wittgenstein mantiene, es necesaria una teoría de significado. En realidad, no

obstante las aseveraciones del propio Wittgenstein, su filosofía misma está basada

tácitamente en una teoría de significado que, lejos de ser autoevidente, requiere a

su vez de una justificación teórica. La teoría de significado es necesaria, parece

insinuar Dummett, para explicar el hiato entre lo que un parlante quiere decir y el

significado efectivo de lo que expresa. Ciertamente, Frege había liberado el

pensamiento de su encierro en el alma de cada pensador; pero lo que el pensador

quiere pensar todavía depende de sus intenciones y estas deben ser explicadas

independientemente del significado de su lenguaje público y objetivo. Para quien

quiera preservar la idea del alma como agente formador y transformador del

mundo material siguiendo los pasos, por ejemplo, del anticartesiano y vitalista

Henry More de Cambridge del siglo decimoséptimo, podría resultar tentador

apoyarse en consideraciones de esta naturaleza. Trataré de esbozar someramente

en lo que sigue, por qué el argumento de Dummett no podría servir de base para

un intento de rescatar el alma como depositaria de poder explicativo;

independientemente de lo anterior, y más en serio, por qué el método filosófico de

Wittgenstein es superior al tipo de análisis teórico que Dummett trata de rescatar.

El argumento de Dummett:

Por qué necesitamos una teoría de lenguaje y qué debemos esperar de ella

Dummett no sólo está perfectamente consciente, desde luego, de que su

argumento esté en desacuerdo completo con la máxima wittgensteiniana:

‚...nuestras consideraciones no podían ser consideraciones científicas. *...+...no

podemos proponer teoría alguna. No puede haber nada hipotético en nuestras

consideraciones. Toda explicación tiene que desaparecer y sólo la descripción ha de

ocupar su lugar.‛4 Más bien, Dummett ve en esta máxima un defecto severo en el

cuerpo del pensamiento dejado por Wittgenstein que, según parece sugerir, da pie

a una actitud de supresión casi freudiana en los wittgensteinianos para evadir la

responsabilidad de justificar racionalmente las teorías implícitas en su filosofía. Al

resumir su argumento, Dummett nos dice (Hasta donde sé no existe a la fecha,

muy sorprendentemente, una traducción al castellano de esta obra, por lo que

ocasionalmente haré citas más extensas de lo, quizá, estrictamente necesario, lo

limitado en extensión de esta ponencia no obstante):

3 Dummett 1993 4 Wittgenstein 1953; § 109

- 4 -

...yo no aduje mis razones principales para dudar de que el acercamiento en

términos de condiciones de verdad sea el correcto. Existen a primera vista, sin

embargo, objeciones iguales de poderosas al acercamiento en los términos

favorecidos por Wittgenstein: estas objeciones deben ser contestadas, no sólo

ignoradas. Al exhibir una hostilidad a las teorías sistemáticas, un seguidor de

Wittgenstein puede evadirlas: pero esto no puede alterar el hecho de que él esté

usando una metodología que descansa sobre ideas generales acerca del significado

y que estas ideas generales pueden ser justificadas sólo mediante un esbozo

plausible de una cuenta sistemática de un lenguaje en términos, justamente, de

estas ideas. [...] De hecho, cualquier pesquisa que procede mediante investigaciones

lingüísticas debe estar fundamentada, de manera consciente o inconsciente, sobre

alguna concepción semejante que será revelada por ser tratada, fuera lo que fuera,

como una cuenta apropiada del significado de expresiones. Nosotros no tenemos

derecho alguno de aceptar o rechazar cualquier concepción semejante como

cuestión de preferencia personal.5

Hay dudas de que el asunto necesariamente sea así como Dummett afirma y

será necesario cuestionar sus afirmaciones, aunque no alcanzaremos a analizar su

punto de vista en el marco de la presente ponencia. Veremos primero, en todo

caso, cómo es que Dummett llega a desarrollar su punto de vista. El libro, del cual

proviene la cita anterior, es, en su mayor parte, un relato de los orígenes

continental-europeos de la filosofía analítica, en contraste con sus fuentes ingleses

más evidentes para el lector anglosajón, a quien va dirigida la obra en primer

lugar. Las afluentes del viejo continente son, si seguimos a Dummett, Gottlob

Frege y, quizá algo más sorprendentemente, Edmund Husserl. Pero es sobre todo a

Frege a quien Dummett acredita con haber expulsado el pensamiento del ámbito

de la psicología (secundado en esto, después de un rechazo inicial, por Husserl) y

haberlo convertido en un ente objetivo. Pero le parece a Dummett, quien con toda

seguridad es uno de los mejores conocedores de la obra de Frege, que al haber

separado el pensamiento del acto de pensar, el filósofo matemático alemán

originario de Wismar ha dejado un vacío explicativo que debe ser llenado: ¿cómo

5 Dummett 1993, p. 166; I did not adduce my principal reasons for doubting that the

approach in terms of truth-conditions is the right one. But there are, on the face of it, equally strong

objections to the approach in terms of use favoured by Wittgenstein: these objections need to be

met, not just ignored. By displaying hostility to systematic theories, a follower of Wittgenstein may

evade them: but this cannot alter the fact that he is employing a methodology which rests on

general ideas about meaning, and that these general ideas can be vindicated only by a plausible

sketch of a systematic account of a language in terms of just those ideas. [...] Indeed, any enquire

that proceeds by means of linguistic investigations must be founded, consciously or unconsciously,

on some such conception, which will be revealed by whatever is treated as being an adequate

account of the meaning of expressions. We have no business to accept or reject any such conception

as a matter of personal taste. [Mi traducción del inglés, de todos los pasajes de Dummett citados en

este trabajo].

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es que captamos el pensamiento objetivo, cuando subjetivamente incurrimos en el

acto de pensar? La respuesta que el propio Frege parece dar a esta pregunta es

inconsistente, según Dummett; y aunque es una pregunta importante,

desafortunadamente no podemos perseguir aquí los pormenores de esta discusión.

Lo que parece indudable, en todo caso, es que Frege solía generalmente rechazar la

cuestión del cómo exactamente opera el pensamiento en cada uno de nosotros

como una pregunta psicológica que no concierne a la lógica, que es lo que le

preocupa a él6. Iremos entonces directamente a lo que Dummett hace con esta

pregunta. Lo que sigue será, a muy grandes rasgos, el marco en que habría de

asentarse, según Dummett, una teoría de lenguaje que supera las insuficiencias de

la propuesta wittgensteiniana, si logramos adscribirle al filósofo austro-británico

algo así como una propuesta teórica a partir de las cosas que ha dicho.

Posteriormente trataremos de ver porque las aseveraciones de Dummett son

inoperantes como crítica de la filosofía de Wittgenstein, aunque sólo habrá espacio

aquí para una mención somera.

Lo que requiere explicación, según Dummett, más allá de lo que ofrecen

Frege y Husserl, es nuestra capacidad de ver un objeto como teniendo esta o aquella

configuración:

Tanto Frege como Husserl seguramente fueron demasiado lejos al asimilar la

‘interpretación’... a los pensamientos que expresamos en lenguaje. Para Frege,

simplemente consistía en tales pensamientos... Pero de hecho, aquí estamos

operando a un nivel debajo del de los pensamientos tal como son expresables en

palabras; a saber, al nivel en qué los animales, carentes de lenguaje, operan.7

¿Cómo explicarlo entonces? Mediante ‚proto-pensamientos‛, sugiere

Dummett. Debiéramos responder, por lo tanto, a la tesis de Frege que podemos concebir, sin

contradicción, seres que piensan justamente los mismos pensamientos como lo

hacemos nosotros, sin vestirlos de lenguaje, porque concedemos a que podría

haber una actividad no lingüística que se asemeja fuertemente al pensar, pero

negamos que generara necesariamente pensamientos que pueden ser expresados

en lenguaje. Pensamientos, o algo semejante a pensamientos no necesariamente

deben tener un vehículo lingüístico, pero no pudieran ocurrir sin vehículo de tipo

alguno; su concederíamos que pudieran, entonces sería difícil de ver cómo

6 Cf., por ejemplo, ‚Logik‛ en Frege 2001, obra de la que también Dummett cita

profusamente en su libro. 7 Dummett 1993, p. 121: Both Frege and Husserl surely went too far in assimilating the

‘interpretation’... to the thoughts that we express in language. For Frege, it simply consisted in such

thoughts... But we are in fact here operating at a level below that of thought as expressible in words;

at that level, namely, at which animals devoid of language operate.

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pudiéramos explicar lo que es para un pensamiento tener un vehículo, o cómo

pudiéramos atribuirnos jamás a nosotros que estamos pensando en palabras.8

Pero resulta, que proto-pensamientos no son lo único que se requiere para

subsanar los defectos de las explicaciones de Frege y Husserl9 para dar cuenta de la

relación entre el acto privado de pensar y el pensamiento público que es pensado.

En cuanto a proto-pensamientos, gatos no pueden tener el pensamiento de que

todos los perros tienen pelos, dice Dummett, o reflexionar que algunos perros

tienen más pelos que otros, porque no tienen conceptos. Pero, igual como pensamientos involucran conceptos, proto-pensamientos

involucran proto-conceptos; nuestra pregunta, por lo tanto, es que si un proto-

pensamiento puede tener el reconocimiento de algo como un perro como un

ingrediente de la misma manera en que puede tener un reconocimiento de algo

como rígido o flexible.10

El siguiente paso mayor que Dummett da para establecer el marco

conceptual de una teoría de lenguaje, que cumpliría sus expectativas, es señalar los

problemas que surgen si queremos establecer las características precisas de una

creencia (privada) de un parlante cualquiera. El contenido preciso de una creencia,

expresada en lenguaje, depende de la comprensión personal de las palabras

usadas, de las siguientes maneras: (i) un simple malentendido de la palabra

resultará en una expresión falsa de la creencia; (ii) usamos palabras que no

entendemos bien, sin que esto imposibilite la comunicación; pero no está claro qué

clase de creencia puede asignarse a cada parlante en estos casos. (iii) En muchos

casos, sin embargo, nadie sabe todo lo que constituye el uso de la palabra en el

8 Idem, p. 123s.; We ought therefore to respond to Frege´s thesis that we can without

contradiction conceive of beings who think just the same thoughts as we do, without clothing them

in language, by allowing that there may be a non-linguistic activity closely resembling thinking, but

denying that it will necessarily issue in thoughts accurately expressible in language. Thoughts, or

something akin to thoughts, do not have to have a linguistic vehicle, but they could not occur

without a vehicle of any kind; if we allowed that they could, it is hard to see how we could explain

what it is for a thought to have a vehicle, or how we could ever be said to think in words. 9 [Frege and Husserl] are obviously right to hold that perception is not simply a matter of

sensation, but that it has a further component at least analogous to thought. But neither account is

acceptable as it stands. Frege simply identified the further component with thought, whereas

Husserl wanted to explain it by generalising the notion of sense, but the one failed to show how

thoughts could be fused with sensations, while the other failed to make clear how the notion of

sense was capable of generalisation. Idem, p. 125 f. 10 Ídem., p. 125; But, as thoughts involve concepts, so proto-thoughts involve proto-

concepts; our question is, therefore, whether a proto-thought can have the recognition of something

as a dog as an ingredient in the same way as it can have the recognition of something as rigid or

flexible.

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lenguaje; para iluminar el problema, Dummett invoca la concepción, desarrollada

por Putnam, de la división laboral lingüística, y el ejemplo de las creencias de

Pierre que ofrece Kripke11. La ropa con que se visten las creencias de cada parlante

no ha de describirse, entonces, en términos de su dominio del lenguaje, sugiere

Dummett, sino en términos de su idiolecto. Después de ventilar las ideas de Quine

y Davidson relacionadas con una teoría que explica el uso de un idiolecto, sugiere

que una teoría de idiolecto es, incluso, compatible con la teoría de Frege acerca del

carácter objetivo y público del lenguaje, porque, aunque no haya nada ‚en su

teoría de sentido que exige su aplicación sólo a un lenguaje tal como lo habla un

individuo aislado... es una teoría que no parece apelar explícitamente al hecho de

que el lenguaje, a que se aplica, tenga muchos parlantes.‛12

La dificultad aludida aquí puede servir de crítica de Frege y de Husserl,

pero no de Wittgenstein, como ha de tener perfectamente claro Dummett. El hecho

que entidades sublingüísticas no sirven para explicar la relación entre pensamiento

y pensar (o entre actuar y sub-pensar) se desprende, por ejemplo, del siguiente

pasaje de Observaciones sobre la filosofía de la psicología: 262. ¿Qué convierte una idea de él en una idea de él? – ¿Qué hace que su retrato sea

su retrato? – ¿La intención del pintor? Y esto quiere decir ¿su estado psicológico? -

¿Y qué es lo que hace que una fotografía sea su retrato? ¿La intención del fotógrafo?

... Y ahora, - ¿qué hace que mi idea de él sea mi idea de él?13

En todo caso, Dummett no está proponiendo que una teoría de lenguaje

debiera tomar como noción primaria el idiolecto personal del parlante, so pena de

caer en el error del psicologismo: Un idiolecto no es considerado naturalmente, en primera instancia, como

instrumento de comunicación. Existe entonces una tentación más fuerte, casi

inescapable, de considerar un estado interno del individuo en cuestión como

aquello que confiere el significado a las expresiones del idiolecto que tienen.

11 Putnam, Hilary; ‚The Meaning of ‘Meaning’‛, en Putnam, H., Mind, Language and Reality,

Cambridge 1975, p. 227; Kripke, Saul, ‚A Puzzle about Belief‛, en A. Margalit (ed.), Meaning and

Use, Dordrecht, 1979. 12 Dummett 1993; p. 151; Even Frege, despite his emphasis on the communicability of

thoughts by means of language, might be described as giving a theory of sense for an idiolect. This

is not to say that anything in his theory of sense requires it to apply only to a language as spoken by

a single individual; but it is a theory which appears to make no overt appeal to the fact that the

language to which it applies has many speakers. 13 Wittgenstein 1984.

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[Estado interno que] consiste en su conocimiento implícito de una teoría de

significado para él.14

Esto, sin embargo, sería un error, admite Dummett:

El significado de una jugada en ajedrez se deriva de las reglas del juego, y no del

conocimiento de los jugadores de estas reglas. Desde luego, ellos deben conocer las

reglas si han de jugar; pero podemos explicar el significado de un movimiento con

referencia sólo a las reglas, sin tener que explicar en qué el conocimiento de ellos

consiste que tienen los jugadores.15

Dummett, por ello, no piensa que sería correcto apoyar una teoría de

entendimiento primordialmente en una teoría de significado para un idiolecto, pero

piensa que es necesario explicar, mediante una teoría, la relación que existe entre el

lenguaje y el idiolecto o algún concepto similar. Esta explicación, piensa Dummett

ahora, no tiene que darse en los términos, en que él había intentado explicar el

problema del entendimiento en acercamientos anteriores, según las cuales

afirmaba que ‚una teoría de significado es una teoría de entendimiento‛16. Pero

¿entonces cómo es? ... Es esencial tanto para nuestro uso de lenguaje como para cualquier dar cuenta

fielmente del fenómeno del lenguaje humano que es una actividad racional y que

adscribimos motivos e intenciones a los parlantes. En todo intercambio lingüístico

estamos interesados en discernir tales intenciones... Pero se basa en lo que sabemos

o asumimos sobre el conocimiento del lenguaje del parlante... Sólo porque él

conoce el lenguaje – el significado de las palabras, las varias construcciones

posibles, y cosas semejantes -, que podemos adscribirle motivos e intenciones al

hablar; y de esta manera sólo es porque los parlantes entienden conscientemente

las palabras que usan que el intercambio lingüístico tiene el carácter que tiene17.

14 Idem, p. 156; an idiolect is not naturally regarded as, in the first instance, an instrument of

communication. There is then a stronger, indeed almost inescapable, temptation to regard an inner

state of the individual concerned as being that which confers on the expressions of the idiolect the

meanings that they bear. This inner state is his mastery of the idiolect, naturally conceived in this

context as consisting in his implicit knowledge of a theory of meaning for it. 15 Idem, p. 157; The significance of a chess move derives from the rules of the game, and not

from the player’s knowledge of those rules, They must, of course, know the rules if they are to play;

but we can explain the significance of a move by reference to the rules alone, without having to

explain in what the player’s knowledge of them consists. 16 Cf. ídem, p{gina 157. Cita como ejemplo su escrito ‚What is a Theory of Meaning?‛ en S.

Guttenplan (ed.), Mind and Language, Oxford, 1975, p. 99. 17 Idem, p. 158...it is essential both to our use of language and to a faithful account of the

phenomenon of human language that it is a rational activity, and that we ascribe motives and

intentions to speakers. In any linguistic interchange, we are concerned to discern such intentions...

But it is based upon what we know or presume about the speaker’s knowledge of the language... It

is only because he knows the language – the meanings of the words, the various possible

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Dummett describe a continuación varias maneras en que no basta

comprender el dominio de lenguaje como una habilidad, aunque insiste también,

por otro lado, que tampoco sería correcto asociar éste con un conocimiento de una

teoría de significado para un lenguaje natural: ‚parlantes normales no conocen

explícitamente, y no pueden entender, una formulación de una teoría de

significado para un lenguaje natural: de hecho, nadie sabe tal cosa...‛18 Dummett

concluye, sin embargo, diciendo Pero yo creo que es un error pensar que se ha ofrecido una explicación completa

del entender lingüístico cuando se describen sus manifestaciones en el uso de

lenguaje, como yo entiendo que Wittgenstein ha supuesto, porque esto reduce, de

hecho, el dominio de un lenguaje a la posesión de una habilidad práctica... yo creo

que es más que esto, pero que es algo extremadamente difícil de describir.19

En lo que sigue sólo podré enumerar brevemente algunos de los problemas

principales que percibo como presentes de manera explícita o implícita en la

cuenta que Dummett da de la relación entre significado y entendimiento; no todos

los puntos de vista que menciono serán atribuibles directamente a Dummett, pero

si Dummett los menciona, es porque circulan en el circuito filosófico.

Deficiencias y problemas en el argumento de Dummett:

Lo que un análisis más completo del punto de vista, que Dummett

desarrolla en su libro, habría de elaborar serían al menos los siguientes problemas

y tópicos:

1. ¿Por qué es importante la diferencia nítida entre proposiciones gramáticas y

otras partes del lenguaje (cosa que Dummett niega en la entrevista con

Schulte que aparece como apéndice del libro)?

2. Que es un error y no hay base para suponer que exista una estructura

análoga entre lenguaje y pensamiento (independientemente del lenguaje).

constructions, and the like – that we can ascribe to him motives and intentions in speaking; and so

it is only because speakers consciously understand the words they use that linguistic exchange has

the character that it has. 18 Idem, p. 160; Ordinary speakers do not explicitly know, and could not understand, a

formulation of a theory of meaning for a natural language: indeed, nobody knows such a thing... 19 Idem, p. 161; But I believe it to be a mistake to think that a full account of linguistic

understanding has been provided when its manifestations in the use of language have been

described, as I understand Wittgenstein to have supposed, for that in effect reduces mastery of a

language to possession of a practical ability... I believe it to be more than that, but something

exceedingly difficult to describe.

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3. La idea del proto-pensamiento y de proto-conceptos como explicación de

actos subracionales es una aberración filosófica.

4. Que un análisis de la creencia esencialmente privada (basada en un

idiolecto) es tan imposible como el análisis del idiolecto mismo.

5. Por qué ‚significado = uso‛ no es una teoría de significado, ni una cuestión

de preferencias personales, aún si no proponemos una teoría que soporta

esta caracterización.

6. Que la diferencia entre lo que se dice, y lo que el lenguaje autoriza decir no

requiere para su explicación una teoría de significado, sino es un fenómeno

que tiene muy diversas caras.

7. La diferencia entre lenguaje e idiolecto está basada en una confusión de

categoría, si se les trata como fenómenos equivalentes.

8. Es falso que no se puede filosofar sin aparato teórico: no se puede filosofar

dependiendo de un aparato teórico.

9. No puede haber un aparato teórico qué explica lo que el lenguaje permite

decir y lo qué no, entre otros motivos, porque la gramática es arbitraria y no

sistemática, y los errores de uso tienen muy diversas fuentes.

10. Si en esta investigación de los usos erróneos del lenguaje nos falta un dato

empírico (¿cuál es la estructura mínima neurológica para entender

palabras?) entonces no estamos haciendo filosofía.

11. Explicar el significado de una palabra con el conocimiento teórico que tengo

acerca de su referente (Putnam, Kripke y la parte que Dummett acepta de

esto) está basado en una confusión.

12. La idea de que el lenguaje expresa mal mi intención, porque formo mi

intención basado en un idiolecto, y no en el lenguaje público, trata la

intención como fenómeno irreducible; pero si no está permitida por el

lenguaje, no es una intención sino un sueño incoherente. ¿Cómo usamos la

palabra 'intención'? es la pregunta, no "qué es la intención

independientemente del lenguaje".

13. ¿Qué conclusión permite el hecho de que a veces (y no siempre, como parece

pensar Dummett) el lenguaje se usa con consciencia del significado de las

palabras? Normalmente no, que en el discurso cotidiano juzgamos el otro a

partir de su capacidad lingüística, como tampoco nos damos cuenta del

dolor del otro porque hacemos inferencias sobre el estado de su sistema

nervioso.

Hemos visto que la crítica de la relación entre pensamiento objetivo y el

subjetivo acto de pensar, tal como lo ven Frege y Husserl, finalmente no lleva a

Dummett a establecer una teoría de entes mentales como proto-pensamientos y

proto-conceptos, aunque parece juguetear con esta posibilidad. En todo caso, como

- 11 -

él seguramente está consciente con bastante claridad, tal crítica es inoperante frente

a la filosofía del Wittgenstein maduro. Todo lo que Wittgenstein observa en lo que

se publicó como parte 2 de Investigaciones Filosóficas impide, para quién lee estos

pasajes con la mente alerta, este tipo de sugerencias extraídas, según pareciera, de

un pensamiento decimonónico. Es por ello, parece, que se refugia en la sugerencia

de que Wittgenstein explicara el dominio de un lenguaje como una simple

habilidad equiparable a la de saber nadar.

Ahora, a manera de cierre provisional y para fines de la presente ponencia,

sólo quiero explicar, apoyándome en la descripción de Rush Rhees, porque esta

sugerencia de Dummett acerca de lo que es dominar un lenguaje para

Wittgenstein, queda muy corta de la realidad, lo que simultáneamente mostrará

porque, en realidad, no queda un hiato explicativo entre el dominio de un lenguaje

como parte de la realidad práctica humana y nuestra visión del lenguaje como el

medio en que se dan el entendimiento, pedir y dar razones, expresar intenciones,

tener expectativas y todas las demás manifestaciones de la vida humana en

comunidad en sentido pleno.

Rush Rhees proporciona en su escrito ‚¿Puede haber un lenguaje

privado?‛20 una descripción del uso de lenguaje que está en armonía perfecta con

la filosofía madura de Wittgenstein y que, según me parece, elimina cualquier

tentación de pensar en el dominio de un lenguaje en términos de una habilidad

equiparable a la habilidad de nadar. Después de desarrollar una explicación

detallada del, así llamado, argumento de lenguaje privado en Investigaciones

Filosóficas, Rhees dice, para refutar la visión de un Robinson carente de lenguaje

propuesto por Ayer: ... hablar el lenguaje que ellos hablan no es sólo el pronunciar las palabras; como

tampoco entender el lenguaje consiste sólo en ‘reconocer’ las palabras. Es mantener

una conversación, por ejemplo; o puede ser escribir reportes, o escuchar una obra

en un teatro. Consiste en ser alguien a quien el resto de nosotros puede hablar y de

quien se obtiene una respuesta; a quién podemos decir algo y con quien podemos

hacer una broma y quien podemos engañar. Todo esto, y, desde luego,

inmensamente más, es parte de hablar un lenguaje. Y forma parte de ser capaz de

seguir palabras. Se puede seguir palabras, porque se sabe cómo hablar. Y por la

misma razón, por la que una máquina no puede seguir palabras. Esto nada tiene

que ver con cuestión alguna de lo que la física o la ingeniería pueden lograr. Es sólo

20 Rhees 1970; ‚Can there be a Private Language?‛, p. 55

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que simplemente no tiene sentido decir que una máquina pudiera seguir

palabras.21

Tan pronto alguien nos recuerda, como lo hace Rhees, de qué tan diferente

es poder hablar, de poder nadar, tan pronto vemos lo absurdo de asumir que una

cosa pudiera ser equivalente a la otra, sólo porque ambas llamamos una

‚habilidad‛; esta capacidad de moverse en el intenso tejido que forma el lenguaje

es la que provee el fondo suficiente para describir nuestras habilidades lingüísticas.

Y no necesitamos una teoría adicional especial para hacer entendible la capacidad

de hablar, como no necesitamos una teoría física para entender la capacidad de

nadar. Desde luego son posibles muy diversas teorías científicas para describir el

nadar en términos de algún aspecto particular de la realidad, como describir el

hablar en términos de algún otro aspecto. Pero esto ya no es algo que causa

perplejidad filosófica, como pretende Dummett. Y si no causa un problema

filosófico, no tenemos por qué buscar una respuesta filosófica.

UNAM, FFyL; Febrero de 2011

21 Ídem, p. 67...speaking the language they speak is not just uttering the words; any more

than understanding the language is just ‘recognizing’ the words. It is carrying on a conversation,

for instance; or it may be writing reports, or listening to a play in a theatre. It is being someone to

whom the rest of us can speak and get an answer; to whom we can tell something and with whom

we can make a joke and whom we can deceive. All this, and of course immeasurably more, belongs

to speaking the language. And it belongs to being able to follow words. You can follow words

because you know how to speak. And for the same reason a machine cannot follow words. This has

nothing to do with any question of what physics and engineering may achieve. It is just that it

makes no sense to say that a machine might follow words.

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Bibliografía

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Madrid, 2002; la indicación de páginas entre paréntesis

se refiere a esta versión.

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