Los castella tardorrepublicanos romanos de la cuenca alta de los ríos Argos y Quípar (Caravaca,...

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Departamento de Historia Antigua y Arqueología INSTITUTO DE HISTORIA Consejo Superior de Investigaciones Científicas Madrid. España ANEJOS DE AESPA XLVII M. a Paz García-Bellido Antonio Mostalac Alicia Jiménez (eds.) DEL IMPERIVM DE POMPEYO A LA AVCTORITAS DE AUGUSTO Homenaje a Michael Grant ARCHIVO ESPAÑOL DE ARQVEOLOGÍA

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ISBN 978 - 84 - 00 - 08740 - 1

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Departamento de Historia Antigua y ArqueologíaINSTITUTO DE HISTORIAConsejo Superior de Investigaciones CientíficasMadrid. España

ANEJOSDE

AESPA XLVII

M.a Paz García-BellidoAntonio MostalacAlicia Jiménez (eds.)

DEL IMPERIVM DE POMPEYOA LA AVCTORITAS DE AUGUSTOHomenaje a Michael Grant

ANEJOSAESPA

XLVII2008

ARCHIVO ESPAÑOLDE

ARQVEOLOGÍA

Anejos de AEspA XLVII 5ÍNDICE

DEL IMPERIVM DE POMPEYOA LA AVCTORITAS DE AUGUSTO

Homenaje a Michael Grant

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS

Instituto de HistoriaMADRID, 2008

MARÍA PAZ GARCÍA-BELLIDO

ANTONIO MOSTALAC

ALICIA JIMÉNEZ

(eds.)

LOS CASTELLA TARDORREPUBLICANOS ROMANOSDE LA CUENCA ALTA DE LOS RÍOS ARGOS Y QUÍPAR

(CARAVACA, MURCIA). APROXIMACIÓNARQUEOLÓGICA E HISTÓRICA

POR

FRANCISCO BROTÓNS YAGÜEMuseo Arqueológico Municipal de Caravaca

ANTONIO JAVIER MURCIA MUÑOZMuseo del Teatro Romano de Cartagena

RESUMEN

Los trabajos de campo que desde el año 2000 venimosllevando acabo en el marco territorial de la cuenca de los ríosArgos y Quípar (Caravaca de la Cruz-Murcia), a caballo delas fronteras provinciales romanas de la Citerior y Ulterior,están proporcionando una rica información acerca de un epi-sodio bélico inédito en las fuentes históricas que, en el mar-co del guerra civil entre César y Pompeyo que afectó a His-pania a mitad del s. I a.C., tuvo su manifestación en laocupación prolongada de este espacio geográfico por un nu-trido contingente militar que se adueñó de los oteros másestratégicos de la cuenca y, presumiblemente, asedió el op-pidum principal de este territorio.

Las excavaciones arqueológicas y las prospecciones rea-lizadas en el curso alto de los mencionados ríos muestranevidencias fehacientes de una aplicación perfecta de las tác-ticas militares de posición y asedio. Hasta la fecha se han lle-vado a cabo sondeos estratigráficos en los castella del Cerrode las Fuentes de Archivel y La Cabezuela de Barranda, so-bre los que nos extenderemos muy especialmente, en tanto queel área ocupada por las tropas en torno al oppidum de losVillaricos de La Encarnación ha sido objeto de una prospec-ción intensiva y del estudio de los materiales obtenidos enantiguas rebuscas. Otras elevaciones de la cuenca han propor-cionado hasta el momento materiales superficiales y restos es-tructurales menos elocuentes, pero podrían relacionarse tam-bién con el contingente militar que la ocupa.

SUMMARY

Fieldwork has been carried out since the year 2000 in theterritorial background of the basin of the rivers Argos andQuípar (Caravaca de la Cruz-Murcia) and halfway between theboundaries of the Roman Provinces Citerior and Ulterior. Theseworks provide top-quality information about a war incidentwhich is unprecedented in historical sources and that took placein the background of the Roman civil war between Caesar andPompeius that affected Hispania in the middle of the 1st centuryB.C. This conflict had its expression with the long occupationof this geographic location by a large military garrison whichtook possession of the most strategic hillocks of the basin andpossibly besieged the main oppidum of this territory.

The archaeological excavations and field surveys carriedout in the upper course of the aforementioned rivers show re-

liable evidences of a perfect application of military strategiesof position and siege. The stratigraphic test drillings carried outso far in the castella of El Cerro de las Fuentes in Archivel andLa Cabezuela in Barranda concerning the area occupied by thetroops in the oppidum of Los Villaricos in La Encarnación (wewill further discuss these matters), have been the object of in-tensive field survey and research of the materials obtained inancient gleanings. We will further discuss these matters. Otherelevations have provided less meaningful surface materials andstructural remnants which, however, can be related to the mil-itary garrison that occupied the basin.

PALABRAS CLAVE: Castellum. Turres speculae. Titulum.Tardorrepublicanos. Hispania. Julio César. Pompeyo.Argos- Quípar. Caravaca. Archivel. Barranda.

KEY WORDS: Castellum. Turres speculae. Titulum. LateRepublic. Hispania. Julius Caesar. Pompey. Argos-Quí-par. Caravaca. Archivel. Barranda.

1. INTRODUCCIÓN

Desde el año 2000 venimos investigando en lacuenca alta de los ríos Argos y Quípar (Caravaca dela Cruz, Murcia), afluentes del río Segura, la exis-tencia de pequeños enclaves militares tardorrepubli-canos que hemos vinculado a un episodio bélico in-édito en las fuentes históricas.1 Los conflictos civilesromanos que afectaron Hispania en el s. I a.C. tuvie-ron como consecuencia la ocupación permanente yel control militar de la cuenca por un destacamentomilitar que debió instalarse a las puertas del oppidumprincipal de este territorio, el llamado cerro de Los

1 Agradecemos a los organizadores del coloquio interna-cional «Tiempos de tránsito: del imperium de Pompeyo a laauctoritas de Augusto» la invitación que nos han realizadopara presentar los avances en la investigación de los castellade la cuenca fluvial Argos-Quípar, muy especialmente a laDra. María Paz García-Bellido.

50 Del imperium de Pompeyo a la auctoritas de Augusto Anejos de AEspA XLVII

Villaricos,2 que se ubica en el paraje conocido comoel Estrecho de las Cuevas de la Encarnación, un an-gosto desfiladero del río Quípar que desde la Prehis-toria ha constituido un lugar de paso obligado en laruta natural más corta y accesible que ponía en co-municación el Levante y la Alta Andalucía (Fig. 1).El contingente se adueñó de algunos de los oteros másestratégicos de la altiplanicie y sufrió durante la con-tienda el hostigamiento de la facción contraria, lo queocasionó al fin la destrucción violenta de la mayo-ría de los establecimientos.

Las excavaciones arqueológicas y las prospeccio-nes realizadas en este territorio, así como el estudiode materiales procedentes de actuaciones ilegales quetuvieron lugar en los años ochenta del pasado siglo,proporcionan evidencias suficientes para considerarademás la posible implantación en la cuenca de unalínea de control y defensa de época tardorrepublica-na romana, que nos evoca el comentario de Césaracerca de la táctica militar empleada en la batalla deDyrrachium, uno de los más graves episodios de la

Fig. 1. Localización geográfica delos castella y trazados de la pistaSegura-Guadiana Menor (enblanco) y de la vía Augusta (ennegro).

Guerra Civil que le enfrentó a Pompeyo Magno, cuan-do afirmó que se trataba de un procedimiento deguerra nuevo e inusitado, no sólo por el gran nú-mero de castillos, por el amplio espacio abarca-do, por tan grandes obras de fortificación, y enresumen, por el modo peculiar del cerco, sinotambién por otras razones.3 A este respecto, tra-taremos de analizar la posible relación estra-tégica de los castella de la cuenca del Argos-Quípar con otro castellum localizado en laaltiplanicie granadina de la Puebla de DonFadrique que, a pesar las reservas que sus-cita por el estado de la investigación eneste yacimiento,4 quizá pudo formar par-te de un mismo programa táctico de con-trol militar de la ruta Segura-GuadianaMenor que abarcaría un espacio geo-gráfico muy amplio.

2. EL MARCO GEOGRÁFICO

Los ríos Argos y Quípar, afluen-tes del Segura por su margen dere-cha, ocupan el centro-norte de lacuenca hidrográfica de este río con

un desarrollo alargado, igual dirección en el drena-je e idéntico modelo de utilización del agua. El tra-mo alto de ambos conforma una rica y extensa alti-planicie entre las pedanías de Archivel y LaAlmudema en el Campo de Caravaca, al noroestede la Región de Murcia, que se halla enmarcadapor los relieves más septentrionales de la zona sub-bética entre los que cabe destacar la Sierra del Ga-vilán y Buitre (más de 1.400 m), la serie de lomasque se extienden desde Archivel hacia el Oeste, laSierra de Mojantes (1.600 m), Cuerda de la Serrata(1.200 m) y Sierra de las Cabras (1.200 m). Presen-ta un «clima mediterráneo» atenuado por la elevadaaltitud de la cuenca a 700-900 m.s.n.m., determinandoel relieve la disminución de las temperaturas y elaumento de las precipitaciones respecto de las tierrasvecinas.5

La cuenca alta de los ríos Argos y Quípar es unasola unidad morfológica de unos 140 km2 en la quedestaca la alternancia de depresiones y relieves mo-destos que corresponden en parte a las estribacionesde los macizos o alineaciones montañosas de direc-

2 Es muy probable que pueda tratarse del municipum deAsso que es mencionado por Ptolomeo. De allí parece proce-der una inscripción epigráfica con el legado testamentario deL. Aemilius Rectus, caballero por decisión de Adriano, edil deCarthago Nova y patronus rei publicae Assotanor(um) (CILII, 5941).

3 Caes. BCiv. 3, 47, Erat nova et inusitata belli ratio cumtot castellorum numero tantoque spatio et tantis munitioni-bus et toto obsidionis genere, tum etiam reliquis rebus.

4 Adroher et alii 2006, 627 ss.5 González 1984, 27-33.

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ción Noroeste-Sureste que son características en laszonas externas de las Cordilleras Béticas. En las ver-tientes que conectan estos relieves periféricos con ladepresión central, caracterizan el paisaje geomorfo-lógico los numerosos barrancos encajados y las ram-blas que alimentan las cabeceras de ambos ríos. Tie-nen cauces estacionales y los escasos caudales quese recogen son derivados por canales para abastecerpequeños sectores agrícolas desarrollados sobre lostípicos suelos de fondo de valle que, por su poten-cial agrícola y elevada productividad, han sido uti-lizados como zonas hortofrutícolas y han propicia-do una elevada concentración de la población.

Por otro lado, la acusada torrencialidad de estoscauces temporales característicos de las cabeceras deambos ríos han dado lugar a amplios conos de de-yección que, al unirse, originan una zona plana enforma de glacis caracterizada por presentar encostra-mientos calizos; en otras ocasiones los sedimentoscuaternarios son relativamente más finos y se en-cuentran rellenando las depresiones entre los relie-ves. Así, en la superficie llana o suavemente incli-nada que se extiende entre Archivel, Barranda y laEncarnación, destaca con frecuencia la presencia desuelos fértiles que han dado lugar a una gran exten-sión de los cultivos cerealistas al tener un aprove-chamiento agrícola mucho más limitado que los sue-los de huerta.

Por lo que se refiere a los recursos hídricos, lacuenca cuenta con suficiente agua que proviene biende la escorrentía superficial que drena la red hidro-gráfica de ambos ríos, bien de las numerosas resur-gencias como las de Archivel, Tosquilla y Navares,que propician un poblamiento muy dilatado en susaledaños.

En lo que respecta a las comunicaciones, la am-plia planicie de la cabecera de los ríos Argos y Quí-par se abre hacia el Sur y Noreste conformando unpasillo natural que enlaza la depresión interior másoriental de la cordillera Bética, la Vega del Segura,con las hoyas intrabéticas de Baza y Guadix y conel corredor del Guadiana Menor. Se trata de unaimportantísima vía de comunicación entre la AltaAndalucía y el Levante que, al ser transitada por elhombre desde la Prehistoria reciente, influyó de modomuy determinante en el poblamiento, en la antropi-zación del paisaje y en el devenir histórico de lacuenca hasta la construcción de la Vía Augusta porel corredor del río Guadalentín,6 volviendo a recupe-rar en parte su relevancia en la Edad Media.

3. LOS CASTELLA DE LA CUENCA ALTA DELARGOS-QUÍPAR

Hasta la fecha sólo se han llevado a cabo exca-vaciones arqueológicas programadas anualmente enel castellum del Cerro de las Fuentes de Archivel ysondeos estratigráficos muy puntuales en el castellumde La Cabezuela de Barranda (vid. infra), en tantoque el área ocupada por las tropas que sitiaban oguarnecían el oppidum de Los Villaricos de La En-carnación está siendo objeto de prospecciones y seprocede al estudio de los materiales obtenidos enantiguas rebuscas y excavaciones, sin que podamosaportar datos concluyentes todavía.

Otras elevaciones en este territorio han proporcio-nado en los últimos tiempos objetos cerámicos super-ficiales y restos estructurales menos elocuentes, de-bido quizá a una posible vinculación a estructurasperecederas de carácter lígneo o, más bien, a la ca-racterística secuencia deposicional que estos yaci-mientos militares romanos presentan en el marcogeográfico que nos afecta, con niveles de ocupacióna menudo ocultos bajo potentes capas de destruccióny abandono que impiden o limitan de modo muyacusado el afloramiento de las evidencias materiales.Estas circunstancias no nos han facilitado mucho ladelimitación estructural y temporal de los yacimien-tos, pero la ubicación sobre altozanos que permitenun excelente control sobre territorio y sus accesos nosinduce a sospechar una evidente relación con el en-tramado militar tardo-republicano de defensa y con-trol de la cuenca, por lo que en la actualidad esta-mos precediendo a su reconocimiento, caracterizacióny análisis.

No obstante, para evitar especular más allá de loque permite el dato arqueológico bien contextualiza-do, nos ocuparemos de presentar aquí exclusivamenteel estudio referido a los dos únicos castella que hansido objeto de recientes excavaciones arqueológicas.A pesar de la garantía que ello conlleva, es conve-niente apuntar la dificultad que supone trabajar einvestigar sin poder cotejar nuestros resultados conlos obtenidos en otros yacimientos militares coetá-neos. Por más que nos remontemos en la historia dela investigación hasta los trabajos que Schulten lle-vo a cabo en la circunvalación numantina a iniciosdel pasado siglo, el elenco de los castra o castellarepublicanos que desde entonces han sido objeto deexcavaciones arqueológicas y de una publicaciónadecuada de los resultados es muy escaso; por ello,es conveniente señalar que de la treintena de yaci-mientos militares romanos de época republicana quese conocen hasta la fecha por trabajos de excavación

6 Sillières 1990, 553; Brotóns 1995, 250-254; Quesada yMartínez 1995, 248-249.

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o prospección y referencias bibliográficas7, sólo loscastella de Cerro de las Fuentes de Archivel y de CanTaco-Turó d’en Roina (Montornès del Vallès, Bar-celona) han sido objeto de excavaciones arqueológi-cas ininterrumpidas en los últimos años, lo que nosobliga a una interpretación cautelosa de los resulta-dos obtenidos en los trabajos de campo que empren-dimos a comienzos de la década en la cuenca alta delos ríos Argos y Quípar.

3.1. EL CASTELLUM DEL CERRO DE LAS FUENTES

DE ARCHIVEL

El Cerro de las Fuentes de Archivel, una cotaestratégica dominante sobre la cabecera del río Ar-gos y la altiplanicie de la cuenca Argos-Quípar(Fig. 2), ha proporcionado una dilatada secuencia deocupación que comienza en la Prehistoria reciente conlos restos de un interesante hábitat de finales de la

del castillo tardo-republicano alterando en parte eldepósito arqueológico subyacente. La exacta ubica-ción de este despoblado paleoandalusí sobre las es-tructuras del castellum nos ha obligado a demorar lainvestigación de los niveles tardorrepublicanos, so-bre los que hemos vuelto a intervenir en los últimosdos años logrando obtener, afortunadamente, nuevosdatos respecto a lo dado a conocer con ocasión delII Congreso de Arqueología Militar Romana en His-pania.8

El Cerro de las Fuentes ocupa una posición peri-férica en el reborde montañoso noroccidental de lacuenca, lo que garantiza un amplio dominio visualy un control efectivo de gran parte del territorio,especialmente de los pasos y espacios más montaño-sos de la cabecera del río Argos, y de sus riquezasnaturales entre las que no debemos olvidar los im-portantes recursos hídricos que siempre han propor-cionado la Fuente de la Muralla y Los Ojos de Ar-chivel. Se trata de un cerro con pendientes muy

7 Morillo 2003, 45-67; un elenco completísimo de los cas-tra y castella republicanos de Hispania, con toda la biblio-grafía existente y puesta al día, puede verse en Morillo yAurrecoechea (eds.) 2006, 211-289 y 420-431. Además, vid.Chorén et alii 2006, 57-74.

Fig. 2. Vista aérea del castellum del Cerro de la Fuentes de Archivel.

8 Brotóns y Murcia 2006, 639-654.

Edad del Cobre e inicios de la del Bronce y se pro-longa hasta la Alta Edad Media con la existencia deuna aldea de época emiral que se solapa a los restos

acusadas que dificultan la accesibilidad y una cimasuavemente inclinada que se desarrolla con ampli-tud de Norte a Sur permitiendo la erección del cas-tellum en su área más meridional a una cota de 990m.s.n.m. Se configura como una estructura poligo-nal de unos 2.942 m2 (Fig. 3), bien adaptada a la to-

Anejos de AEspA XLVII 53CASTELLA TARDORREPUBLICANOS DE ... CARAVACA (MURCIA)

Una puerta abierta hacia el norte y flanqueada pordos torres cuadrangulares constituía el único ingre-so posible. El acceso al castellum se hallaba prece-dido por un amplio espacio de liza y un imponenteantemuro aislado, distanciado 32/33 m de las torresde la puerta y atravesado por un portillo recto y an-gosto. Al exterior de éste, una decena de metros másallá, los mismos bancos de la cantera que fue abier-ta para la fábrica de los zócalos del castellum, y lasacumulaciones de detritos de talla, pudieron consti-tuir un nuevo obstáculo que sumar al elenco de de-fensas pasivas (Figs. 2 y 3). Del mismo modo, en lacumbre más elevada que se alza a 1000 m.s.n.m. sedescubre la existencia de un lienzo de unos 170 mde longitud con el que probablemente se pretendiócompletar y ampliar el recinto fortificado, pero da laimpresión de tratarse de una obra inconclusa que trassuperar la acusada pendiente de la ladera hasta la cotade los 970 m desaparece sin más.10

Los trabajos de excavación han afectado especial-mente al sector de la puerta y al antemuro. Por lo querespecta al primero, en las dos últimas campañas deexcavación se ha comenzado a localizar y definir unaserie de estructuras que nos permiten reconocer conclaridad la planificación arquitectónica original delingreso y muestran una modificación estructuralimportante que sirvió para reforzar el lienzo de lapuerta en los instantes previos a la destrucción vio-lenta del castellum. Es la misma circunstancia quese ha podido observar en el antemuro, donde el por-tillo quedó ocluido por la construcción de una torreavanzada que, si no selló por completo el acceso alespacio de liza, debió suponer obstáculo importantepara el asalto.

3.1.1. La puerta del castellum

El ingreso queda bien enmarcado por las dostorres cuadrangulares huecas que, al exterior, estánseparadas entre sí por una distancia que oscila entrelos 12,12/12,60 m. Esta variación es debida al incre-mento aproximado de 10º sexagesimales en la orien-tación N/NW de la torre oriental (345,3º) con respectoa la occidental (335,6º), lo que se refleja de maneramuy especial en la disposición descentrada de lapuerta y en la planificación asimétrica de los espa-

Fig. 3. Planta y topografía del castellum del Cerro de laFuentes de Archivel (según Brotóns y Murcia).

pografía, construida con lienzos rectos y lisos de lon-gitud variable y una anchura que oscila entre los 1,37y 1,82 m, en los que se recurre a zócalos pétreos deopus incertum o trapezoidal que fueron cimentadossobre roca madre, obrados con la técnica de emplec-ton, sobre los que se apoyaron los alzados de tapiade tierra anaranjada que fueron reforzados ocasional-mente con adobes.9

9 Respecto a la técnica del tapial en época romana, véasePlin., N. H. 35, 169, Quid? non in Africa Hispaniaque e ter-ra parietes, quos appellant formaceos, quoniam in forma cir-cumdatis II utrimque tabulis inferciuntur verius quamstruuntur, aevis durant, incorrupti imbribus, ventis, ignibusomnique caemento firmiores? Spectat etiam nunc speculasHannibalis Hispania terrenasque turres iugis montium inpo-sitas. En referencia a las turres Hannibalis, apelativo que

como bien apuntó Moret carece de valor histórico alguno,vid. Moret 1990, 22-23; 1999, 87-88.

10 Pudiera tratarse de una obra de fortificación para ence-rrar el castellum en un recinto mayor a modo de fortín y ciu-dadela, como ocurrió durante el sitio de Dyrrachium (Caes.BCiv. 3, 66).

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cios que configuran el ingreso en el interior del cas-tellum (Fig. 4).

Las torres constituyen estructuras muy sólidas quepresentan frentes de 6,50 m, con un espesor de muroque puede alcanzar hasta 1,80 m y que es superiorincluso al de los muros de la torre que los cesaria-nos hicieron construir durante el asedio de Massalia;11

en el interior acogen espacios de habitación de 12,5a 13 m2 donde se han excavado potentes niveles dedestrucción e incendio datados, como veremos másadelante, a mitad de s. I a.C. Ambas quedan enlaza-das por un lienzo pétreo retranqueado 3,25/3,35 m,que tiene una longitud de 12,12 m y un grosor esti-mado durante la primera fase constructiva de 1,65/1,85 m, donde se abría descentrado el único vano deacceso existente del que no fue posible hallar nadapor causa de las alteraciones post-deposicionales quese llevaron a cabo en el s. IX.

Cruzado el umbral se accedía al castellum através de un pasaje oblicuo y recto de unos 8,35/8,55 m de longitud y 2,30 m de anchura (Fig. 4, A),flanqueado por sendas estancias que se disponían auno y otro lado con un gran desarrollo longitudinalen dirección N/NW-S/SE y con la misma orientaciónque los flancos de la torre occidental. Los sondeos

llevados a cabo en este espacio de tránsito en la cam-paña de 2006 mostraron que, cuando no estaba afec-tado por las estructuras de la fase emiral, conserva-ba evidencias muy claras de un nivel destrucción porel fuego con capas de cenizas y escombros sobre unasuperficie de circulación que a menudo se encontra-ba rubefactada.

Respecto las estancias que se disponen a los doslados de ingreso, hasta la fecha ha sido posible de-limitar tan sólo la más oriental (Fig. 4, B), una ha-bitación abierta hacia el S/SE a través de un vano de1,18 m de anchura que fue construida con murosde carga de unos 0,52 m de grosor, de los que res-tan los zócalos aparejados con mampuestos careadosde tamaño medio y trabados con barro. Sus dimen-siones en longitud son variables al tener un replan-teo oblicuo al muro de la puerta, estimándose unalongitud de 7,92 m junto al muro occidental y de8,41 m junto al oriental, en tanto que presenta unaanchura uniforme 2,83 m, alcanzando así en torno alos 23,1 m2 de superficie. Este espacio sufrió una im-portante transformación en la fase final de ocupacióndel castellum cuando las necesidades defensivas sehicieron más imperiosas, de modo que el área de lahabitación se contrajo hasta los 15,6 m2 como con-secuencia la obliteración de su tercio más septentrio-nal, por el engrosamiento del lienzo de la puerta con

Fig. 4. Detalle del sector de la puerta de acceso al castellum del Cerro de la Fuentes de Archivel.

11 Caes. BCiv.. 2, 8.

Anejos de AEspA XLVII 55CASTELLA TARDORREPUBLICANOS DE ... CARAVACA (MURCIA)

grandes mampuestos, que pasó de tener 1,65/1,85 mde espesor a alcanzar los 4,45 m (Fig. 4, B.1).

Por lo que refiere al habitáculo occidental (Fig.4, C), las excavaciones no han avanzado lo suficientecomo para poder definirlo por completo, si bien pro-yectando los segmentos de muros y lienzos apareci-dos hasta ahora se podría definir una estancia poli-gonal que estaría enmarcada a oriente por un murode carga, muy similar en su estructura, dimensionesy orientación a los de la estancia del otro lado delingreso, y a occidente por una posible banqueta de1,60 m de anchura que, al proyectarse con la mismaorientación N/NW-S/SE que el muro del flanco orien-tal de la torre oeste, sería la causante de la asimetríaque observamos en el replanteo del sector del ingreso.Hemos de suponer, por otro lado, que también esteespacio se vería afectado en los instantes finales porlos refuerzos estructurales del lienzo de la puerta (Fig.4, C.1).

3.1.2. El antemural o barrera

Un sólido antemuro de zócalos pétreos obradoscon aparejo poligonal se disponía por delante de lapuerta del castellum cerrando el paso a través dela estrecha porción de terreno circundada por la curvade nivel de los 987,5 m, el único lugar donde la to-pografía del Cerro de las Fuentes de Archivel dejaun estrecho tránsito norte-sur flanquea-do por laderas que se desploman hacia eleste y el oeste con pronunciadas pendien-tes, constituyendo así un obstáculo muypoderoso y casi insalvable contra un asal-to frontal (Figs. 3 y 5). Presenta un de-sarrollo longitudinal orientado W/SW-E/NE que alcanza en su conjunto algomás de 25 m de longitud y un grosormáximo de unos 7 m, y está dividido endos por un portillo ligeramente abocinadocon una anchura que oscila entre 3,72 my 3,92 m.

Los trabajos de excavación han sidollevados a cabo en el segmento más oc-cidental del antemuro y en el ingreso. Enel primero se pudo reconocer y delimi-tar una estructura poligonal que presen-

tó unas dimensiones totales de 11,08 m de longituden su frente externo, 10,10 m. en el interno, 7,02 men el flaco occidental y 6,85 m en el oriental, fun-dada sobre roca de base con cimentaciones perimé-tricas lineales que van de 1,7 m de grosor en la par-te anterior y posterior a 2,3 m en las laterales; en elinterior se definió un gran tirante central de 2,1 m deanchura que enlazaba los muros septentrional y me-ridional y subdividía el espacio interno conforman-do dos grandes huecos rectangulares que fueron re-llenados y macizados bien con enormes bloquescalizos, ya con cascajo y piedras de tamaños diver-sos (Fig. 5).

Por lo que respecta al portillo (Fig. 3, D y 5), elespacio de tránsito inicial ocupaba una superficie deunos 26,5 m2. Como consecuencia de la disoluciónde los alzados de tapial y adobes, se documentó laexistencia de una potente y homogénea capa de aban-dono que cubría los limos de calle de la fase de ocu-pación; éstos constituyeron el único depósito fértil entoda la estructura proporcionando un lote muy pobrede cerámicas ibéricas tardías y una fíbula anular his-pánica con puente de cinta. Sin embargo, lo más lla-mativo fue constatar cómo este paso se cierra apre-suradamente por el norte con una torre macizasobresaliente que se imbrica en el antemuro, cons-truida con toda probabilidad durante la misma faseedilicia que dio lugar el engrosamiento del lienzo dela puerta del castellum; en los 24,5 m2 de superficie

Fig. 5. Vista aérea del titulum bipertitoque protege los accesos al castellum del

Cerro de las Fuentes de Archivel. Seobserva el ingreso clausurado por una

pequeña estructura cuadrangular.

56 Del imperium de Pompeyo a la auctoritas de Augusto Anejos de AEspA XLVII

que todavía conserva en planta, evidencia un siste-ma constructivo idéntico al descrito para el segmentodel antemuro, con una cimentación perimétrica y unrelleno de piedras y tierra en el interior (Figs. 3 y 5).

3.2. EL CASTELLUM DEL CERRO DE LA CABEZUELA

DE BARRANDA

El castellum de La Cabezuela se erige a una cotamáxima de 880 m.s.n.m. sobre el sector septentrio-nal del cerro del mismo nombre que se ubica al surde la pedanía caravaqueña de Barranda, a mitad decamino entre el Cerro de las Fuentes de Archivel yel oppidum de Los Villaricos (Figs. 6 y 7). Presentauna excelente situación por el amplio dominio visualque dispone de la cuenca alta del Argos-Quípar y delas rutas naturales que conectan con las altiplaniciesgranadinas, estando garantizado también el acceso alos recursos hídricos al nacer de sus entrañas la sur-gencia conocida como Fuente de las Tosquillas. Alcontrario de lo que ocurre en el Cerro de las Fuen-tes de Archivel, La Cabezuela presenta una ocupa-ción monofásica en época tardorrepublicana romana,si bien en época emiral se constata el aprovechamien-to agrícola de la cumbre que apenas altera los nive-les de abandono subyacentes.

La excavación que realizamos en este cerro, ade-más de determinar la secuencia de ocupación en fun-ción de los contextos materiales obtenidos, sobre losque nos ocuparemos más adelante, permitió llevar acabo el estudio morfométrico del castellum y su ca-racterización tipológica. Se trata de una estructuraen forma de polígono irregular de unos 860 m2 aproxi-madamente, que fue trazada tomando como puntode partida un paralelogramo romboide de 26,3 m por34 m de lado, al que se le anexa otro menor que so-bresale en el ángulo occidental con unas dimen-siones de 13,4 por 5,38 m donde llama poderosamen-te la atención un pavimento de opus signinum,muy infrecuente en los castella y castra tardorre-publicanos.

La estructura se cimienta en la plataforma delcerro circunvalada por la curva de nivel de los877,5 m, que fue agrandada artificialmente con la rea-lización de una substrucción de 21,40 m lineales enaparejo poligonal de gran tamaño para la contenciónde tierras en el sector sureste del cerro a una cota de875 m.s.n.m. aproximadamente (Fig. 6, C). El perí-metro de este edificio está trazado con muros rectosy lisos de los que sólo se han conservado los zóca-los pétreos aparejados con grandes mampuestos depiedra local y sillarejo, variando los espesores de

Fig. 6. Planta y topografía del castellum de La Cabezuelade Barranda (según Brotóns).

Fig. 7. Vista aérea del castellum de La Cabezuela deBarranda.

0,60 m a 0,80 m; los alzados de tapial12 sufrieron unaintensa destrucción en los momentos posteriores alincendio que arrasó el castellum, lo que convirtió la

12 Vid. not. 9.

Anejos de AEspA XLVII 57CASTELLA TARDORREPUBLICANOS DE ... CARAVACA (MURCIA)

cumbre en un tell de escombros retenidos por la tramade muros interiores, produciéndose deformaciones enmuchos de ellos dada la elasticidad del materialempleado en su construcción. El hallazgo durante laexcavación de paredones caídos de barro y adobes(Fig. 8) nos hace sospechar una demolición y un arra-samiento premeditado de la estructura, de modo quela propia escombrera preservó parte de estos restosde la intensa acción de los meteoros, que acabó porsellar completamente los niveles de habitación has-ta conformar la topografía actual.

Los sondeos puntuales que realizamos junto a losmuros perimétricos noreste y sureste han proporcio-nado datos muy interesantes acerca de la estruc-tura y funcionalidad de los espacios interiores, yello a pesar de que los trabajos no permitieron deli-mitar por completo ningún habitáculo. Así, el son-deo más septentrional (Fig. 6, B) se ciñó un espaciode habitación perpendicular al muro perimétrico no-reste, de 2,70 m de anchura, que quedaba bien defi-nido por sendos muros medianeros de 0,45/0,48 mde grosor alzados con tongadas de barro de unos0,05/0,13 m de espesor que alternaban con delga-das hiladas de ripios para conferirles mayor solidez(Fig. 9). La actuación que se llevó a cabo junto almuro sureste (Fig. 6 A) nos permitió delimitar enparte dos estancias contiguas que estaban comunica-das por un vano con un umbral escalonado que sal-vaba el desnivel de unos 0,50 m existente entre am-bas. Ninguno de los departamentos excavados se

halló pavimentado y tan sólo una ligera capa de tierrarellenaba los intersticios y suavizaba las irregulari-dades de la roca de base, que en ocasiones aflorabasin más.

El hallazgo de numerosos fragmentos cerámicospertenecientes a recipientes de muy diversa categoríafuncional y la mayor o menor prevalencia de una uotra en los espacios que hemos podido reconocer,ponen en evidencia el uso predominante de las es-tancias como espacios de habitación, quizá contuber-nia para alojar a los soldados, y como horrea, concuartos destinados en exclusiva a despensa. Con losprimeros deberíamos relacionar la estancia excava-da junto al muro noreste, donde la vajilla y otrosobjetos tienen mayor presencia que los recipientesde almacenamiento, en tanto que con los segundoshemos de vincular especialmente la estancia aneja almuro sureste y ubicada a una cota inferior, donde fuehallado un número considerable de fragmentos dedolia de borde engrosado (Figs. 8 y 10. 12).

Por último, a tenor de la disposición de los mu-ros medianeros de las habitaciones, en perpendicu-lar a los muros perimétricos de la estructura, se puedesospechar que el espacio interior quedó organizadoen torno a un patio central rodeado a los cuatro vien-tos de estancias, pero no podemos descartar otras po-sibilidades como la de un pasillo central y dos cru-jías laterales. Ambas cuentan con paralelos en otrasedificaciones militares tardorrepublicanas, como ana-lizaremos más adelante.

Fig. 8. Nivel de destrucción del castellum de La Cabezuela de Barranda. En primer término aparecencaídos paredones de tapial del alzado de los muros.

58 Del imperium de Pompeyo a la auctoritas de Augusto Anejos de AEspA XLVII

Fig. 9. Detalle constructivo de los alzados de los muros de las estancias en el castellum de La Cabezuelade Barranda.

4. LOS CONTEXTOS MATERIALESCERÁMICOS DE LOS CASTELLA.CRONOLOGÍAS

A partir de la información que aporta el materialcerámico procedente de los niveles de destrucción yhabitación tardorrepublicanos excavados en el Cerrode las Fuentes de Archivel y en La Cabezuela deBarranda, llevamos a cabo recientemente un estudiopreliminar de la cultura material de ambos castellaen el que se abordaron los problemas cronológicosde las vajillas y contenedores cerámicos, así como lasfuentes de abastecimiento y equipamiento de estosenclaves de carácter temporal.13 Debido a la ausen-cia de novedades no insistiremos de nuevo en reali-zar un análisis exhaustivo de las categorías funcio-nales y de las producciones, que sin duda resultaríarepetitivo, sino que realizaremos una serie de valo-raciones generales y concisas a partir sobre todo deuna selección de las vajillas finas de mesa y las ce-

rámicas de almacenamiento y transporte que seránmuy útiles para fijar el marco cronológico de losestablecimientos militares de la cuenca.

Ya hemos advertido con anterioridad que el es-tado actual de la investigación sobre castramentacióntardorrepublicana en Hispania nos obliga a ser muycautos a la hora de establecer las cronologías de losniveles de ocupación y destrucción de ambos yaci-mientos. Hasta la fecha, en el caso del castellum delCerro de las Fuentes de Archivel las dificultades parasu datación se derivan de la escasez de cerámicas deimportación, ya que el conjunto cerámico cuantita-tivamente más representativo es el formado por lascerámicas de tradición indígena, producciones queadolecen de suficientes estudios y por ello son difí-ciles de datar con precisión. Sin embargo, resulta muysignificativa la aparición de un plato de terra sigi-llata oriental A, de la forma Hayes 314 (Fig. 10. 1),en los niveles de habitación de la torre oeste, cuyadistribución por el Levante peninsular se centraprincipalmente en puntos costeros15 como Ampurias

13 Comunicación presentada en 2006 al IV Congreso His-pano-Italiano celebrado en Murcia. Vid. Murcia, Brotóns yGarcía (en prensa).

Para los contextos cerámicos del Cerro de las Fuentes deArchivel vid. Brotóns y Murcia 1996, 647 ss.

14 Hayes 1981, 14. Se trata de una producción del área si-rio-palestina datada entre finales del s. II a.C. y los últimosdecenios del s. I a.C.

15 Beltrán 1990, 282.

Anejos de AEspA XLVII 59CASTELLA TARDORREPUBLICANOS DE ... CARAVACA (MURCIA)

—aparece generalmente en contextos posteriores amediados del siglo I a.C.16—, en la zona central dela costa Layetana17 o en Carthago Nova —donde seconstata la presencia de las formas Hayes 2, 3 y 4en los niveles del Anfiteatro fechados entre finaless. II a.C. y la primera mitad del I d.C.18—; en ge-neral todo parece indicar una mayor presencia deesta producción en niveles del segundo y, sobre todo,del tercer cuarto del siglo I a.C., con anterioridada la difusión de la terra sigillata itálica. La asocia-ción de la terra sigillata oriental A junto a la Cam-paniense de Cales —que está representada por unfragmento informe de una forma abierta de Campa-niense B— y la ausencia por otra parte de Campa-niense A y de terra sigillata itálica, nos lleva a fe-char el nivel de destrucción del castellum entre unmomento avanzado del segundo cuarto y el tercercuarto del siglo I a.C.

En cuanto a la cronología de La Cabezuela, des-

taca en primer lugar la ausencia de Campaniense A,cuya desaparición en la Península Ibérica se sitúa entorno al 50/40 a.C., y el predominio de las Campa-nienses B de Cales (Fig. 10. 2) y las derivadas dela C (Fig. 10. 3-4), con un predominio formal de laspáteras del tipo Lamboglia 5/7. Los contextos de Tar-raco del tercer cuarto del s. I a.C., reflejan una fuer-te presencia de Campaniense B, junto a produccio-nes vinculadas a la C y Campanienses A tardías,predominando la forma Lamboglia 5/7;19 asociacio-nes similares se encuentran presentes en Ampurias,fechadas entre el 50-40/30 a.C., con altas proporcio-nes de las producciones derivadas de la CampanienseC.20 La presencia de un plato de presigillata barni-zado en rojo por inmersión (Fig. 10. 5), junto a unrecipiente anfórico que podría vincularse a las pri-meras producciones cerámicas destinadas a la impor-tación de los excedentes del área bética21 (Fig. 10. 11),y que puede relacionarse con los antecedentes de los

Fig. 10. Selección de materiales cerámicos procedentes de los castella de la cuenca fluvial Argos-Quípar.

16 Aquilue et alii 2003, 29.17 García et alii 2000, 65-67.18 Pérez 1998, 257; Pérez 2000, 133-134.

19 Gebelli y Díaz 2000.20 Aquilue et alii 2000, 39.21 Chic 2004, 307.

60 Del imperium de Pompeyo a la auctoritas de Augusto Anejos de AEspA XLVII

envases vinarios Haltern 70, nos obliga a datar estecontexto en el tercer cuarto del siglo I a.C.

Por lo que respecta a la procedencia de la vaji-lla, sólo contamos por ahora con la cuantificación delajuar de los niveles de ocupación y destrucción enel interior del torreón oeste del castellum de Archi-vel: con excepción de la cerámica fina de mesa re-presentada en su totalidad por importaciones, en elresto de categorías funcionales las producciones detradición indígena son mayoritarias —hasta el 65,7 %del total del material cerámico—, destacando la pre-sencia de vajilla de cerámica común (Fig. 10. 6-8)y los grandes contenedores de producciones típica-mente ibéricas, como las ánforas y tinajas (Fig. 10. 9),que pronto quedarían relegados ante la implantaciónde los sistemas de producción y comercialización ro-manos; en el caso de La Cabezuela, pese a no con-tar con datos estadísticos, el material cerámico de pro-cedencia indígena resulta también mayoritario, si biense detecta la presencia de más importaciones de ce-rámica fina y la irrupción dentro de la cocina decerámicas itálicas de producción campana (Fig. 10.10). Por más significativo que pueda parecer el altoporcentaje de cerámicas ibéricas, no es suficiente aúnpara extraer conclusiones acerca del origen geográ-fico de los componentes del contingente, ni sobreel tipo de tropas acantonadas ya que, al contrariode lo que sucede en época imperial, no existía enestos momentos una organización estatal encarga-da del abastecimiento militar y los suministros de-pendían de los mandos militares,22 por lo que el re-curso a las manufacturas y productos locales resul-taba inevitable.

Las prospecciones realizadas en el castellum delCerro de las Fuentes de Archivel han aportado algu-nos materiales de mayor antigüedad, como algunosfragmentos de cerámicas ibéricas, y un borde deánfora tipo CCNN fabricada en el área gaditana y conuna cronología centrada en la segunda mitad del si-glo II a.C.;23 estos escasos materiales no se han po-dido asociar a ninguna fase de ocupación previa a laconstrucción del castellum y deberían relacionarsecon el potente sustrato indígena que se documenta enel entorno más inmediato del cerro, en el área urba-na de Archivel. Por todo ello, sería razonable vincularestos establecimientos a las contiendas entre Césary los hijos de Pompeyo Magno, momento en el cualeste corredor desempeñó un papel geoestratégicoimportante para el movimiento de tropas entre las dosprovincias.

5. LOS CASTELLA DE LA CUENCAARGOS-QUÍPAR Y LA ARQUEOLOGÍAMILITAR ROMANA REPUBLICANA

Las edificaciones que nos ocupan vienen a cubriruna importante laguna en la investigación de la ar-quitectura militar tardorrepublicana romana por va-rias cuestiones: en primer lugar porque nos permitenretomar la investigación de las estructuras militaresde esta fecha aplicando la metodología de la exca-vación arqueológica y acomodando las estrategias dela intervención a la naturaleza de los restos; en se-gundo lugar porque las intervenciones se realizansobre castella y no sobre campamentos como sueleser habitual y, por último, porque se interviene porprimera vez sobre estructuras que, a tenor de lasdataciones cerámicas, relacionamos con la guerra civilentre César y Pompeyo, muy desconocidas para losinvestigadores.24

En comparación con los campamentos, se trata depequeñas edificaciones cuya arquitectura está deter-minada por la jerarquía funcional que ostentan en laconquista o defensa y en la vigilancia o control mi-litar de la cuenca, así como por el tiempo de perma-nencia del contingente en nuestro territorio y por latopografía del lugar donde se erigen. El primer fac-tor condiciona el tamaño de los castella y las dimen-siones de los lienzos, el replanteo de los accesos yla construcción de estructuras externas de protección;el segundo determina sobre todo la perdurabilidad delaparejo empleado, supeditada también a la disponi-bilidad geográfica de algunos materiales, y el últimopudo condicionar la forma de la planta.

5.1. EL CASTELLUM DEL CERRO DE LAS FUENTES

DE ARCHIVEL

Sin lugar a dudas, es una construcción militar apropósito para una ocupación prolongada —que nopermanente o definitiva— ya que permitía su usocomo base de ataque o como posición de defensa yresistencia, proporcionando la iniciativa táctica y es-tratégica a la facción ocupante y contribuyendo a ga-rantizar el dominio territorial de la cuenca al desem-peñar una función primordial en el control de las rutas

22 Morillo 2006, 37.23 Ramón 1995, 226-227.

24 Morillo 1993, 390-391; 2003, 72.Sirva como reflejo de la situación que en una de las últi-

mas revisiones de la castramentación tardorrepublicana enHispania fechada hace poco más de una década, tan sólo serealizaron en toda la obra dos breves y lacónicas alusiones alos campamentos de cesarianos y pompeyanos, y ningunaaportación desde el punto de vista arqueológico (vid. Pam-ment Salvatore 1996, 1 y 21).

Anejos de AEspA XLVII 61CASTELLA TARDORREPUBLICANOS DE ... CARAVACA (MURCIA)

de comunicación y avituallamiento, el área de forrajeoy los puntos de aguada.25

Presenta la característica planta poligonal de al-gunos de los recintos militares tardorrepublicanos deHispania mejor conocidos, como Aguilar de Angui-ta, Alpasenque, los castra y castella del cerco numan-tino, Renieblas III y Alpiarça,26 a los que se han aña-dido en los últimos años los de Augustobriga,27

Zalbeta28 y El Pedrosillo,29 bastante alejados de losmodelos teóricos enunciados por Polibio30 o Pseudo-Higinio,31 y más próximos a la recomendación deVegecio de adaptar las plantas a la orografía delterreno.32 Sin embargo, tipológicamente, teniendo encuenta además sus reducidas dimensiones y su data-ción, el castellum del Cerro de las Fuentes no admi-te todavía parangón con ningún recinto castrense pe-ninsular conocido, lo que quizá debamos atribuir alcarácter provisional de la mayoría de ellos (castellatumultuaria) que ha dificultado tradicionalmente suidentificación, incluso a pesar de que las fuentes re-cogen la construcción y ocupación de numerososcastella durante la fase final de la guerra civil queenfrentó a cesarianos y pompeyanos en la Ulterior.33

Sólo cabe apuntar como hipótesis una posible rela-ción estratégica con el cercano castellum del Cerrodel Trigo, de mayor tamaño y planta más ortogonal,con el que creemos pudo mantenerse un vínculo tác-tico para el avituallamiento de tropas y el control delos accesos a la cuenca, si bien el factor de distor-sión que introduce la ausencia de excavaciones ar-queológicas en el análisis de los materiales de super-ficie ha dado pie a otras interpretaciones más forzadasrespecto a la cronología y funcionalidad de este ya-cimiento.34

La factura de sus muros —con sólidos zócalos pé-treos aparejados siguiendo la técnica de emplectony alzados con tapial y adobes—, que se refuerzan ex-traordinariamente durante la fase final, denota mássi cabe la solidez de la instalación y su acondicio-namiento para la defensa. Se trata, no obstante, deuna petrificación parcial del recinto que ha sido cons-tatada durante la excavación de la torre W y el an-temuro, fruto de la combinación de las técnicas cons-

tructivas indígenas e itálicas para su aplicación a lacastramentatio proyectada por metatores romanos35

y que viene a confirmar lo que hasta la fecha sólo sesospechaba respecto a la técnica edilicia empleada enalgunos campamentos tardorrepublicanos.36

El ingreso del castellum se concibe con una robus-tez similar a los de algunos castra y en apariencia nose aleja mucho de las puertas flanqueadas por torresque hallamos en las estructuras numantinas de Tra-vesadas, Castillejo y Peña Redonda, y en RenieblasIII.37 Sin embargo, lo más llamativo después de lasúltimas excavaciones quizá sea el largo y angostopasillo de acceso que garantizaba una buena defen-sa de la puerta ante un asalto, permitiendo encerraral enemigo en un espacio que podía ser clausurado conrejas o puertas y batido desde las alturas, tanto des-de el andén que debía disponerse entre las dos torres,como desde los pisos superiores de las estancias queflanquean el pasillo; esta configuración podría con-siderarse un precedente de los modelos augusteos depuertas lígneas con torres de flanqueo en forma de L,como las observadas Oberaden, Rödgen, Haltern,Markbreit y Beeckinghausen, que de idéntico modoprolongaban y encajaban el pasaje del ingreso y per-mitían una ventajosa defensa desde lo alto.38 Por otrolado, la asimetría observada a ambos lados del pasi-llo de entrada —que aquí pudiera responder más acondicionamientos topográficos que estratégicos— noes un hecho excepcional en la arquitectura militartardorrepublicana, constatándose también en la puertanoroeste del campamento C de Alesia.39

El antemuro, como obstáculo avanzado, proporcio-naba una protección añadida a la puerta del castellumimpidiendo un ataque frontal y la aproximación de lamaquinaria de asalto; pero va más allá al conjugarsecon la topografía del Cerro de las Fuentes para abar-car y cerrar completamente el espacio accesible en eltrecho más angosto, obligando a dejar abierto unportillo para permitir el tránsito de los propios ocu-pantes. Durante algún tiempo dudamos sobre su cla-sificación tipológica al no hallar parangón alguno enestructuras castrenses similares,40 pero ahora podemosconcluir que nos hallamos ante un verdadero titulum,un titulum bipertito que tiene la particularidad singulary única de estar segmentado en dos por el portillo. Lostitula suelen ser muy frecuentes en los castra aesti-

25 Jiménez de Furundarena 1995, 131-132.26 Morillo 1991,146-159; Morillo 2003, 45 ss; VV.AA.

2006, 211 ss.27 Arellano et alli 2002, 277.28 Armendáriz 2005, 41 ss.29 Georges y Rodríguez 2006, 655 ss.30 Historias VI, 28, 10-VI, 28, 4231 Ps. Hyg., De mun. castr., 12-14.32 De Rei Milit., I, 2333 Bell. Alex. 61; Bell. Hisp. 6; 8; 14; 20; 2434 Adroher et alii 2004; Diosono 2005, 123 ss.; Adroher et

alii 2006, 631, ss.

35 Brotóns y Murcia 2006, 644.36 Morillo 2003, 71-72.37 Schulten 1927, passim; Morillo 1991, 179; Morales

2002, 285 ss.; Morillo 2003, 50 ss.; VV.AA. 2006, 211 ss.38 Baatz 2006, 84.39 Reddé 1999, 131.40 Brotóns y Murcia 2006, 641.

62 Del imperium de Pompeyo a la auctoritas de Augusto Anejos de AEspA XLVII

va o campamentos de campaña,41 especialmente en loscampamentos republicanos hispanos, habiendo sidoconstatados en los accesos oeste y norte de Almazán,campamento IV de Renieblas, recintos numantinos deCastillejo, Valdevorrón, Travesadas, Alto Real y es-tructuras de La Rasa, Cáceres Viejo42 y, más recien-temente, en El Pedrosillo43 donde se localizan nume-rosos titula dispuestos en líneas paralelas en los quese ha observado una estructura pétrea y una fábricaigual o muy similar a la que presentan los segmentosdel Cerro de las Fuentes.44

5.2. EL CASTELLUM DE LA CABEZUELA DE BARRANDA

En contraste con la robustez arquitectónica y losrecursos defensivos que observamos en el Cerro delas Fuentes de Archivel, el castellum de La Cabezuelaconstituye una estructura fortificada de menor enti-dad, no apropiada para una defensa prolongada, quedebía cumplir una función más policial en el controldel territorio y la vía de comunicación, garantizan-do la aguada y la posibilidad de guardar en lugarseguro el avituallamiento, lo que justificaría la altafrecuencia de cerámica de almacenamiento consta-tada durante las excavaciones realizadas en este re-cinto. En esta situación, más que un castellum, cabela posibilidad de que nos hallemos ante una de lascontrovertidas turres speculae mencionadas en elBellum Hispaniense45 y en el Bellum Africanum,46 ya las que Tito Livio se refería en una digresión ex-temporánea como torres vigía (speculae) y fortifica-ción (propugnaculum),47 pero que debieron desem-peñar funciones más diversas que las que dejanentrever las fuentes históricas.

Como vimos con anterioridad, asegurar las pro-visiones del ejercito —además de la aguada y elforrajeo de los caballos— era imprescindible si sepretendía aventajar estratégicamente al enemigo en

cualquier situación contenciosa, ya fuera un asedioo una batalla. César comprendió muy bien estas cir-cunstancias durante el desarrollo de la batalla deDyrrachium, de modo que trató de garantizar el su-ministro de trigo a la tropa construyendo graneros enlugares muy concretos a donde las ciudades vecinasdebían conducir los cereales exigidos durante la con-tienda,48 estrategia que los ejércitos emplearon tam-bién en la Guerra de África49 y que, sin duda, debióaplicarse en la Guerra de Hispania. Por ello, no se-ría de extrañar la existencia de tropas que, en lospropios escenarios geográficos de las batallas y ase-dios, o en la retaguardia de los teatros de operacio-nes, contaran con estructuras militares a propósitopara llevar a cabo el aprovisionamiento y almacenajede alimentos y guardar la impedimenta de la tropa.Es la función estratégica que quizá pudieron desem-peñar el castellum de La Cabezuela, en el territorioen litigio de la cuenca alta del Argos-Quípar, y elcastellum del Cerro del Trigo, en la vecina altipla-nicie granadina de la Puebla de Don Fadrique, am-bos conectados por la ruta del Quípar-GuadianaMenor y los dos caracterizados por presentar estruc-turas inadecuadas para una defensa prolongada peroapropiadas y suficientes para llevar a cabo la custo-dia de los bastimentos y ejercer el control policial delterritorio y la vía de comunicación; la vinculaciónapuntada para el castellum del Cerro del Trigo conun supuesto sometimiento de la población indígenaa finales del s. II a.C. parece definitivamente aban-donada,50 como tampoco se sostiene la hipótesis deun origen motivado por supuestas actividades mine-rometalúrgicas para las que no existen en esta zonaevidencias arqueológicas.51

Por otro lado, la aparición de un espacio bien acon-dicionado, pavimentado con un opus signinum —loque es extremadamente raro e inusual en lasdependencias y habitáculos de los castella—, nos lle-va a considerar la posibilidad de que estos pequeñoscastillos pudieran haber servido como alojamientos—siquiera temporales— del mando de la tropa, de-sempeñando una función similar a la del praetoriumen los castra. Debemos tener en cuenta que en épo-ca republicana no era raro que las tropas se pudierandispersar en varios castella o praesidia con el obje-

41 Ps. Hyg., De mun. castr., 49-50.42 Schulten 1927, passim; Morales 2002, 285 ss.; Morillo

2003, 51-67 y 69; VV.AA. 2006, 211 ss43 Georges y Rodríguez 2006, 64.44 Georges y Rodríguez 2006, 64.45 B.Hisp. 8, Hic etiam propter barbarorum crebras ex-

cursiones omnia loca quae sunt ab oppidis remota, turribuset munitionibus retinentur, sicut in Africa; rudere, non tegu-lis teguntur. Simulque in his habent speculas et propter alti-tudinem late longeque prospiciunt.

46 B.Afr. 37, In hoc iugo colles sunt excelsi pauci, in qui-bus singulae turres speculaeque singulae perveteres erantcollocatae, quarum apud ultimam praesidium et statio fuitScipionis.

47 Liv. 19, 6-7, Multas et locis altis positas turres Hispa-nia habet, quibus et speculis et propugnaculis adversus la-trones utuntur. Vid. Moret 1990, 23.

48 Caes., BCiv., 3, 42, … locis certis horrea constituit vec-turasque frumenti finitimis civitatibus descripsit.

49 B.Afr. 36, P. Sittius interim cum copiis Numidiae fines in-gressus castellum in montis loco munito locatum, in quod Iubabelli gerendi gratia et frumentum et res ceteras quae ad bellumusui solent esse comportaverat, vi expugnando est potitus.

50 Adroher 1999, 381; Adroher, Lopez y Pachón 2002,108-111; cfr. Adroher et alii, 2006, 631 ss.

51 Diosono 2005, 125-127.

Anejos de AEspA XLVII 63CASTELLA TARDORREPUBLICANOS DE ... CARAVACA (MURCIA)

to de controlar mejor los territorios,52 de modo que al-guna de estas estructuras pudo ser acondicionada demodo conveniente para acomodar a los jerarcas mi-litares. Recordemos cómo Q. Metelo Escipión, sue-gro de Pompeyo, que había pasado a África tras la de-rrota de Farsalia, ocupaba una de las turres speculaeque se habían construido en unas elevaciones cerca-nas a su campamento instalado en las proximidadesde Rúspina,53 o cómo el mismo Julio César se hizoconducir a una torre próxima al enfermar de epilep-sia durante los prolegómenos de la batalla de Tapsoy pasó allí el tiempo descansando.54

La planta del castellum de La Cabezuela deBarranda podría presentar un paralelo muy estrechoen Portugal con la de Castelo da Lousa (Mourao, Évo-ra), una estructura rectangular de 23,5 m por 20 m,con un único acceso, que se organiza en torno alpatio central al que abrían todas las dependen-cias; estaba construida con lienzos perimétricos pé-treos de 2 m de grosor muy bien conservados ylas estancias presentaban muros de 0,60/0,70 mobrados con zócalos pétreos y alzados de tapial,55

tal y como hemos podido observar en La Cabezuela.Su singularidad hizo que durante mucho tiempo se ne-gara su carácter militar,56 si bien en la actualidad esuna cuestión retomada por algunos investigadores quele atribuyen una funcionalidad muy similar a la queproponemos para La Cabezuela.57 Las nuevas exca-vaciones llevadas a cabo con motivo de la construc-ción de la presa de Alqueva, han permitido reestudiarsumariamente los materiales arqueológicos y asumirlas dataciones asignadas inicialmente para la cons-trucción de este castillo en el segundo cuarto del s.I a.C.,58 por lo que no sería aventurado establecer tam-bién para su origen una relación directa con los mo-vimientos y estacionamientos de tropas en la Lusi-tania durante la Guerra Civil entre cesarianos ypompeyanos; baste recordar las operaciones militaresllevadas a cabo en Lusitania por el gobernador cesa-riano de la Ulterior, Casio Longino, que poco tiem-po más tarde se dirigiría a esta región para reunir allísus legiones y tropas auxiliares con el mandato deCésar de pasar a África.59

6. LOS CASTELLA DE LA CUENCAARGOS-QUÍPAR. EL MARCO HISTÓRICO

El estudio de los objetos cerámicos obtenidos enlas excavaciones arqueológicas de los castella de lacuenca alta de los ríos Argos y Quípar pone de ma-nifiesto la pervivencia estructural y funcional de es-tas edificaciones en un intervalo cronológico relati-vamente estrecho que abarcaría los últimos años delsegundo cuarto del siglo I a.C. y el tercer cuarto deeste siglo. No obstante, si consideramos los impor-tantes refuerzos estructurales que se llevaron a caboen los accesos y defensas del castillo del Cerro delas Fuentes, el final súbito y violento de los dos cas-tillos60 y las evidencias de la presencia de tropas alpie del agger de los Villaricos61 —ya fueran para elasedio o como parte de una guarnición—, debemosconcluir que el intervalo temporal ha de constreñirsenecesariamente al sexenio que abarca la guerra ci-vil entre cesarianos y pompeyanos, momento en elque la cuenca alta de los ríos Argos y Quípar debióconvertirse en el escenario geográfico de un enfren-tamiento entre los ejércitos de ambas faccionesque litigaron por el control de este territorio y su op-pidum, y por garantizar las comunicaciones entre laCiterior y la Ulterior por la ruta Segura-GuadianaMenor.

Las fuentes históricas enmudecen con respecto ala situación que aconteció en las tierras del levantey sureste peninsulares en los momentos más encona-dos de la guerra civil, tanto durante la primera comodurante la segunda campañas de César en Hispania.En el año 49 a.C. el teatro de operaciones tiene lu-gar en la Citerior en torno a Ilerda y los datos de laUlterior se limitan a los preparativos llevados a cabopor el legado pompeyano Varrón, que emprendió una

52 Jiménez de Furundarena 1995, 135. Cadiou 2003, 96.53 B.Afr. 37, In hoc iugo colles sunt excelsi pauci, in qui-

bus singulae turres speculaeque singulae perveteres erantcollocatae, quarum apud ultimam praesidium et statio fuitScipionis.

54 Plut., Caes. 53, 6.55 Paço y Leal 1966, 178-181; Wahl 1985, 153-156.56 Wahl 1985, 161-162; Moret 1999, 73-7457 Mantas 1996, 57, nota 31; Fabiao 2005, 67-68.58 Gonçalvez y Carvalho 2004, 75.59 B.Alex. 48 y 51.

60 En el estado actual de las investigaciones no estamos endisposición de determinar con certeza si los niveles de des-trucción e incendio fueron debidos a un asalto violento o a larecurrida táctica de abandonar las posiciones fuertes, sin daropción a su reocupación y sin dejar nada que pudiera seraprovechado por la facción enemiga (B.Hisp. 4, 7; 5, 10); losrefuerzos estructurales observados en las defensas y la ri-queza material de los niveles de destrucción nos inclina a darpor buena la primera posibilidad, pero tampoco se puede des-cartar que los propios ocupantes incendiaran, arrasaran yabandonaran precipitadamente los castella.

61 Recientemente se ha publicado un conjunto de 492 glan-des de plomo procedentes del Museo Arqueológico de Lorcaque fueron hallados en 1981 extramuros del oppidum de LosVillaricos a consecuencia de una intervención ilegal con de-tector de metales, no de una prospección como pretende sueditor (Fontenla 2005, 67-84). Muchas de las glandes presen-tan rehundimientos por impacto y, según consta en la fichade catálogo de colección museográfica, el donante manifestóque se hallaron «agrupadas en montones y separadas un me-tro» (Vid. Brotóns y Murcia 2006, 652 not. 39).

64 Del imperium de Pompeyo a la auctoritas de Augusto Anejos de AEspA XLVII

intensa campaña de reclutamientos forzosos de auxi-liares indígenas y de acopio de víveres, dinero y ar-mas, castigando a las poblaciones que opusieron re-sistencia;62 nada parece indicar que pudieranrelacionarse estos hechos con el acantonamiento detropas en el territorio que nos ocupa.

Más razonable es pensar que la cuenca del Argos-Quípar y la pista Segura-Guadiana Menor pudieronjugar un papel geoestratégico mayor ante el trasiegode tropas entre ambas provincias hispanas durante lasegunda campaña de César en Hispania que le enfren-tó a los hijos de Pompeyo Magno; la pugna por el con-trol de la cuenca Argos-Quípar pudo enmarcarse enel acontecimiento que supuso para la nutrida facciónpompeyana la llegada de Cneo Pompeyo al puerto deCarthago Nova en el año 48 a. C. aprovechando la su-blevación habida en contra de Casio Longino, gober-nador cesariano de la Ulterior.63 El desplazamiento delejercito de Cneo desde Carthago Nova a la Ulteriorobligó sin duda a un estrecho control de las vías decomunicación, de los pasos entre ambas provincias,del mismo modo que lo requirió la acelerada llega-da de César desde Roma; cualquiera de estos acon-tecimientos podría dar sentido a la pugna por el con-trol de la cuenca del Argos-Quípar y la pistaSegura-Guadiana Menor y justificaría la construcciónde los castella de Archivel y Barranda con una evi-dente voluntad de permanencia.

El último episodio protagonizado por Sexto Pom-peyo, después de la batalla de Munda en 45 a.C.,afectó de modo intenso y directo al sureste peninsu-lar por lo que quizá sea el que mejor nos permitaentender la presencia del contingente militar enla altiplanicie del campo caravaqueño. Tras huir atierras lacetanas Sexto consiguió organizar un nume-roso ejército que llegó a contar con siete legiones64

para combatir sucesivamente a Carrinas y AsinioPolión, gobernadores cesarianos de la Ulterior, em-pleando la táctica de guerra de guerrillas; de estemodo, logró adueñarse tras la muerte de César dealgunas ciudades de ubicación desconocida65 y de losprincipales pasos entre la Ulterior y la Citerior, quelos pompeyanos controlaron incluso más allá de lasalida Sexto Pompeyo de Hispania.66 El hijo menorde Pompeyo Magno consiguió llegar hasta las puer-

tas de Carthago Nova con una única legión regresan-do con prontitud a la Bética para hacer frente a lainiciativa militar de Asinio Polión, al que venció enun lugar no identificado asegurando su hegemonía enla Ulterior hasta su marcha hacia Sicilia67 a finalesdel 44 a.C. o inicios del 43 a.C.

A partir del triunvirato del 43 a.C. los sucesos deRoma no afectan de igual modo a Hispania y la lu-cha por el imperio se dirimió en Oriente, por lo quelas fuentes apenas nos refieren algunas informacio-nes. No parece probable que en estos años oscurospuedan enmarcarse cronológicamente los castella dela cuenca, pero para estar seguros deberemos espe-rar todavía a completar más la información arqueo-lógica en las próximas campañas de excavaciones.

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Cicerón en marzo del 43 confirma que todavía seguían acti-vas las partidas del saltus Castulonensis (Vid. Sillières 1990,566; cfr. Amela 2001, 91, not. 27). La fidelidad de sus parti-darios en Hispania se mantendría durante mucho tiempo, de

modo que todavía en el año 36 a.C., Sexto daba a entenderque mantenía allí un fuerte vínculo con las clientelas de supadre (App., BCiv., 5, 134).

67 Dio Cass. 45, 10, 3-6. Por lo que se refiere al lugar dela batalla —tanto el valle del Guadalquivir como el Surestehan sido considerados los posibles escenarios— y a las re-percusiones que tuvo vid. Gabba 1970, 153; Amela 2001, 88-89; Rodríguez 2005, 352.

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Anejos de AEspA XLVII 65CASTELLA TARDORREPUBLICANOS DE ... CARAVACA (MURCIA)

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