Literatura, pornografía y censura en Lolita de Vladimir Nabokov

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3 Martínez INTRODUCCIÓN Literatura, pornografía y censura En un país libre no debe esperarse que ningún escritor se inquiete por el límite exacto entre y lo sensual y lo voluptuoso. Eso es ridículo. (Nabokov, 1955. Pp. 385) ¿Es literatura o pornografía? Desde 1748; fecha de la publicación de la repetidamente catalogada como “obra maestra de la literatura pornográfica inglesa”, Fanny Hill, memorias de una mujer de placer; una lista más bien larga de obras han sido objeto de esta pregunta, si no de otras más insidiosas, y Lolita no habría de escapar de ella. La definición del Diccionario de la Real Academia española de la palabra “pornografía” nos dice: (De pornógrafo). 1. f. Carácter obsceno de obras literarias o artísticas. 2. f. Obra literaria o artística de este carácter. 3. f. Tratado acerca de la prostitución. Por supuesto, desde un punto de vista etimológico (porné “prostituta” y graphein “de la escritura”), la

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INTRODUCCIÓN

Literatura, pornografía y censura

En un país libre no debe esperarse que ningúnescritor se inquiete por el límite exacto entre y losensual y lo voluptuoso. Eso es ridículo.(Nabokov, 1955. Pp. 385)

¿Es literatura o pornografía? Desde 1748; fecha de

la publicación de la repetidamente catalogada como

“obra maestra de la literatura pornográfica inglesa”,

Fanny Hill, memorias de una mujer de placer; una lista más bien

larga de obras han sido objeto de esta pregunta, si no

de otras más insidiosas, y Lolita no habría de escapar de

ella. La definición del Diccionario de la Real Academia

española de la palabra “pornografía” nos dice:

(De pornógrafo).

1. f. Carácter obsceno de obras literarias o artísticas.

2. f. Obra literaria o artística de este carácter.

3. f. Tratado acerca de la prostitución.

Por supuesto, desde un punto de vista etimológico

(porné “prostituta” y graphein “de la escritura”), la

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palabra refiere a la documentación gráfica de la forma

de vida de las prostitutas, pero son las dos primeras

acepciones; las que responden a un carácter social e

involucran el elusivo término de “obscenidad”, las que

han de tener el peso para determinar si una obra es

censurable o no en determinada cultura o época.

Ahora bien, ¿qué determina este carácter obsceno y

define una obra como Fanny Hill (manteniendo el primer

ejemplo) como pornográfica? “la dificultad radica en el

hecho de que los términos son totalmente relativos y

subjetivos. Y depende también de la mente del lector o

espectador” (Hyde 1973. Pp., 8). Pues lo que resulta

obsceno para un lector, época o cultura, no ofende el

pudor de otro. En la realidad, el carácter obsceno de

la obra, sería tan cambiante como la noción de

literatura: en un principio porque refiere de manera

inmediata al hombre, su manera de interpretar y sus

criterios de juicio, siempre inestables; y luego porque

la representación de lo erótico y del acto sexual, no

sólo en la literatura sino en el arte en general, se ha

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convertido, a pesar de los sonrojos y las lecturas a

escondidas, en tradición y transgresión al mismo

tiempo.

La pornografía es, entonces, una institución

enteramente dependiente de convenciones culturales en

constante vaivén; y la prueba más manifiesta está en

que las leyes que censuran las obras literarias en un

siglo, levantan la condena al siguiente. Fanny Hill fue

censurada en el siglo XVIII y su autor encarcelado,

pero fue ávidamente leída en la Inglaterra del siglo

XIX; y aún más cercano cronológicamente a Lolita, El

amante de Lady Chatterley (1928) estuvo prohibida en los

Estados Unidos e Inglaterra hasta 1959 y 1960

respectivamente, tras haber ganado en Gran Bretaña un

juicio por obscenidad.

La lista de obras de literatura erótica o

pornográfica (obras reconocidas como literatura por un

canon, no “novelas rosa”) con antecedentes de censura,

prohibición por ley y piras en jardines puritanos, va

desde Las flores del mal de Baudelaire, censurado desde 1857

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a 1949, hasta El amante de Lady Chatterley, ya mencionado y

prohibido en algunas tiendas de Australia desde el

2009. El criterio con el que se justifica en estos

casos la censura es la capacidad o tendencia a

corromper o pervertir (cosa de tentación, casi de fe).

Flaubert fue enjuiciado por inmoralidad y

glorificación del adulterio por la publicación de

Madame Bovary (1856) cuando “ni las relaciones sexuales,

ni el adulterio comenzaron en 1856, aunque podría

decirse que la literatura moderna sí” (Ladenson, 2007.

Pp., 17), Madame Bovary, no sólo “destapa la olla” en lo

que se refiere a la infidelidad sino que llama la

atención en cuanto a la sexualidad femenina y la

influencia de la lectura y el aburrimiento en el

comportamiento de la mujer de la época. Temas que son

clave en el siglo XIX y lo serán para la construcción

del futuro imaginario de Nabokov. Sin Emma Bovary,

Lolita sería quizás inconcebible: Emma entregada a las

novelas de la época y envenenada por ellas hasta la

infidelidad, Lolita con las paredes llenas de recortes

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de revistas populares, nociones Hollywoodenses del

primer amor, e infiel (si acaso en algún momento hubo

cabida para la lealtad en el pequeño mundo de Humbert y

Lo) y traicionada por Clare Quilty.

En una carta a su hermano justo antes del juicio,

Flaubert escribe:

Mi Bovary continúa siendo un éxito. Se ha vueltopicante, todo el mundo la ha leído, la estáleyendo o quiere leerla. Mi persecución me haganado una simpatía sin fin. Si mi libro es malo,el juicio servirá para que parezca mejor, y si enrealidad es bueno, este será su pedestal.(Ladenson, 2007. Pp. 18)

La censura de Madame Bovary (y en este caso, de todas

las obras prohibidas o condenadas por obscenidad)

guarda, forzosamente y por analogía, una relación

particular con Lolita, no sólo en cuanto a contenido sino

a repercusión. Las ventas y lecturas de Madame Bovary se

elevan (no sabría decir si favorable o lamentablemente)

tanto como las de Lolita, una vez que se clasifica

públicamente como “fruto prohibido”.

Siguiendo la lista de influencias censuradas de

Nabokov, está también el Ulises de James Joyce. Fue

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censurado entre 1918 y 1920 en Estados Unidos e

Inglaterra por obscenidad, esta vez fue el (pobre)

editor quien fue enjuiciado. Joyce también tiene un

personaje, Molly Bloom, que crea resonancias con Emma

Bovary y con la silente Dolly. El reflejo está las

relaciones insatisfactorias que las tres mantienen y en

esa profunda consciencia del cuerpo, lo erótico y,

quizás sus límites. Pero el Ulises, nos lleva a Nabokov

también por otras vías, el lenguaje denso de Joyce, los

grandes monólogos y la fascinación por la corriente de

consciencia le dan sombra a Nabokov. La pornografía es

dueña de un lenguaje que no es el mismo del erotismo.

D.H Lawrence, Flaubert y Joyce hacen un uso del

lenguaje que, a pesar de la crítica y la censura en su

época, no es exactamente pornográfico.

Las palabras usadas en la pornografía constituyen

un sistema cerrado, en la pornografía sólo puede haber

cierto cantidad de referencias al cuerpo a lo tangible.

Palabras del inglés como “cunt” y “fuck” forman parte

de “una serie de recursos morfológicos, entonacionales

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y lexicales que configuran un registro especialmente

atractivo, propio del distorsionamiento del sexo como

conducta” (Álvarez Henao, 1990. Pp., 92) y sólo pueden

hacen referencia al acto sexual y a ciertas partes del

cuerpo limitadas, tanto como la sexualidad misma.

“Estilo, estructura, imágenes, nunca han de distraer al

lector de su tibia lujuria. (…) Los pasajes intermedios

se reducirán a suturas de sentido, puentes lógicos del

diseño más simple” (Nabokov, 1956. Pp. 384).

Hay que preguntarse pues, en este punto, si el

lenguaje en las obras de Lawrence, Flaubert, Joyce y

Nabokov, por supuesto, es realmente pornográfico o

participa de otros elementos. Y reflexionar sobre la

relación entre obscenidad, pornografía y erotismo,

lleva a concluir que no toda obscenidad es pornográfica

y que, por ende, el erotismo puede jugar a partir del

lenguaje con lo obsceno, sin llegar a ser pornográfico.

La literatura erótica es subversiva, lapornografía no. (...) Para consumarse, laliteratura erótica tiene que establecerconvenciones diferentes (…) la exploración delmundo desde un lugar central y por completo

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privado, da a la literatura erótica un poderformidable. (Manguel, Alberto, 2001. Pp. 101).

El lenguaje en el erotismo es, si se quiere, la sombra

de la pornografía; la sexualidad que apenas está

dibujada y que tiene muchos más referentes y alusiones,

que el simple acto sexual. En Lolita, como el mismo

Nabokov dice, las escenas sexuales no van in crescendo,

no se vuelven cada vez más fuertes, pero es

precisamente esa tensión mantenida durante toda la

obra, lo oculto de Lo, lo que hace que la novela sea

más estimulante al pensamiento de lo que podría ser una

burda narración pornográfica de la primera vez que

Lolita y Humbert tienen relaciones.

Entonces ¿literatura o pornografía? Quizás, la

respuesta en Lolita, es el entramado de la literatura

erótica, la danza alrededor de un tema obsceno, como la

relación sexual de un adulto y una niña y además, el

incesto, tratado con un cuidado del lenguaje que la

aleja definitivamente de lo pornográfico.

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El Nabokov de “Lolita”

“Lolita” es famosa, no yo. Yo soy un desconocidooscuro; doblemente oscuro, novelista de nombreimpronunciable. (Nabokov, 1967)

Vladimir Nabokov, quien comparte cumpleaños con

William Shakespeare por una irónica jugarreta de las

revoluciones, los siglos y los calendarios (juliano y

gregoriano), nació en 1899 en St. Petersburg, Rusia.

Hijo de una familia aristocrática, con el francés y el

inglés más en las venas que el ruso, para suprema

irritación de su padre. A causa de la revolución

Bolchevique y luego la Segunda Guerra Mundial, fue

mucho más inmigrante que ruso, alemán, inglés o

americano.

Luego de una ruta extensa de migración por Europa,

se embarca definitivamente hacia los Estados Unidos en

1940 con Véra, su esposa (sabia esposa que salvó más de

un manuscrito de consumirse en un arrebato en llamas).

Ahora con nacionalidad americana, Nabokov el

versátil, trabajó en el Museo Americano de Historia

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Americana. Entomólogo, cazador de reticentes editores,

profesor de Literatura Comparada, creador de la cátedra

de Literatura Rusa del Wellesley College, profesor de

Harvard, Wellesley, Standford y Cornell, intelectual de

gafas tartamudeante, Nabokov escribió Lolita a malabares

entre viajes por Telluride, Colorado; Afton, Wyoming;

Portal, Arizona; y Ashland, Oregon, para cazar

mariposas destinadas al Museo de Zoología Comparada de

la Universidad de Harvard, y la escritura de Pnín

(1957).

No sólo la creación de Lolita fue difícil, “el libro

avanzaba lentamente, con muchas interrupciones y

digresiones. Me había llevado unos cuarenta años

inventar a Rusia y la Europa Occidental, y ahora debía

inventar a Norteamérica” (Nabokov, 1956. Pp. 382). Pues

además una vez terminado el manuscrito en 1954, el

nacimiento también fue tortuoso. Acusado de inmoral,

pornógrafo y antinorteamericano, Nabokov tuvo una larga

lucha con la crítica, los editores y publicistas para

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lograr, en 1955 publicar Lolita en Francia y en 1959 en

Estados Unidos.

Entrevistado en 1964 para la revista Playboy,

Nabokov dice sobre Lolita:

No, nunca me arrepentiré de Lolita. Ella fue comola composición de un hermoso rompecabezas; sucomposición y su solución, al mismo tiempo, ya queuna es espejo de la otra, dependiendo de la formade verlo. Por supuesto que eclipsó por completomis otros trabajos, por lo menos los que heescrito en Inglés: La verdadera vida de Sebastian Knight(1941), Barra siniestra (1947), mis cuentos, mi librode recuerdos, pero no puedo tenerle resentimientoa ella. Hay un encanto extraño, tierno en esanínfula mítica. (Toeffler, Alvin, 1964)

Genio para el ajedrez, los rompecabezas y todo tipo de

puzles, desparpajo al hablar, con el imaginario repleto

de simbología y alusiones culturales, irónico hasta el

tuétano (y más allá), al servicio del lenguaje y su

sonoridad, sinestata (Nabokov se escribe con el

amarillo claro de la avena, el color de la madera a la

intemperie, el siena tostado, el marfil de un espejo de

mano ovalado, el color pardo y el rosa cuarzo de la

“v”), Nabokov nunca tuvo la intención de proponer o

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promover un código de comportamiento social o moral (o

su desconocimiento) al escribir Lolita, así como las

intenciones del autor no deberían permear en lectura,

los deseos de lectores particulares, mal guiados por la

reputación del momento de la obra, no deberían

contaminar la percepción general de la obra.

“Interreacción de inspiración y combinación” dice

Nabokov acerca del origen de Lolita, lo que quizás

explica muchísimo acerca de la naturaleza y la

estructura de la novela, pero nos deja con muy poco

sobre la percepción del erotismo a través de Lolita, poco

más que las mismas interpretaciones, quizás erradas, de

los lectores y críticos en general. Nabokov

entrevistado para Playboy, le quita importancia al sexo

“el sexo como una institución, el sexo como una noción

general, el sexo como un problema, el sexo como un

lugar común” dice, pero más adelante esta importancia

desestimada toma otro matiz: ¿Cómo eligió Nabokov los

nombres de Lolita y Humbert?:

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Para mi nínfula necesitaba un diminutivo con unacadencia lírica propia. Una de las letras máslímpidas y luminosas es la “L”; y el sufijo “-ita”tiene mucha ternura del Latín y esto también eranecesario. (…) El rumor doble es (Humbert)bastante desagradable, muy sugerente. Es un nombreodioso, para una persona odiosa. Es también unnombre real y yo necesitaba una vibración realpara Humbert el Terrible y Humbert el Humilde.También se presta para gran cantidad de juegos depalabras. Y el diminutivo “Hum” está a la parsocial y emocionalmente con “Lo”, como su madre lallama. (Nabokov, 1964).

El erotismo en las palabras, como gatillo que dispara

con su sonoridad más sensaciones que esa noción general

del sexo.

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CAPÍTULO I Humbert y Lolita (Lo, Lola, Dolores, Dolly Schiller)

Solipsismo

De acuerdo al Diccionario de la Real Academia

Española, el término “solipsismo” proveniente de la

filosofía cartesiana significa: “Forma radical de

subjetivismo según la cual solo existe o solo puede ser

conocido el propio yo.” Aplicar este término a Lolita

abre toda una nueva puerta a la interpretación de la

enfermiza relación entre Humbert y Lolita.

Pero consideremos antes, por un momento, la

patología de Humbert: Una experiencia sexual y

emocional intensa en la infancia que jamás se llevó a

feliz término, pues la niña en cuestión, Annabel, murió

17Martínez

joven, dejando en lugar de una cicatriz, un apetito

insaciable, instinto de bestia, pero que pasado por el

filtro de la razón, las concepciones morales y el tabú,

está hasta cierto punto delimitado, bajo control. Este

límite se rebasa, cuando el amor de la infancia

reaparece aún más intensificado:

Y entonces, sin previo aviso, una oleada azul sehinchó bajo mi corazón y vi sobre una esterilla,en un estanque de sol, semidesnuda, de rodillas, ami amor de la Riviera, que se volvió para espiarmepor encima de sus gafas de sol. Era la misma niña:los mismos hombros frágiles y color de miel, lamisma espalda esbelta, desnuda, sedosa, el mismopelo castaño. (Nabokov, 1955. Pp. 51)

Lolita no es Lolita para Humbert en ese momento, ese

tanto es evidente, es un terrible espejismo de Annabel,

de todos los deseos reprimidos y mal satisfechos por

prostitutas infantiles en el pasado. Más adelante,

cuando el contacto físico ya es tangible, “había

conseguido hacer mía a Lolita sin que se notara, con

total impunidad” (Nabokov, 1955. Pp. 76) cuando Humbert

se permite por primera vez un contacto sexual sin

remordimientos y sin temor (por ahora) a ser

descubierto se abre una brecha insalvable entre la

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antigua represión ante el miedo de hacerle un daño

irreparable a alguna de sus preciosas nínfulas y el

deseo un tanto febril de contacto con Lolita. El miedo

se va disipando, tanto como la identidad de Lolita. Y

una vez muerta Charlotte Haze y consumada físicamente

su pasión por Lolita; una vez que inician ese primer

viaje por carretera; Humbert está, quizás, perdido en

su propia realidad.

Antes de hablar del solipsismo en Lolita, la

esclavitud en Humbert, me gustaría aclarar que el

reconocimiento del yo y la percepción del amor en Lolita

están un tanto alejadas, aunque no inexistentes.

Considero, es necesario hacerlo, que Humbert si tuvo a

lo largo de la obra una relación sentimental con Lolita

y no sólo con su propio reflejo y el reflejo de su

deseo. Sin embargo, no es sino hasta el final de la

novela, como si fuera una parodia más; está vez al

principio Aristotélico de peripecia y anagnórisis, que

Humbert se permite darse cuenta de su total

desconocimiento de Lolita como persona, y se reconoce

19Martínez

alejado de su mente y pensamientos. Es necesaria una

Lolita embarazada para que Humbert reconozca que le

quería:

Te quería. Era un monstruo pentápodo, pero tequería. Era despreciable, y brutal, y lascivo, ycuanto pueda imaginarse, mais je t’aimais!, je t’aimais! Yhabía momentos en que sabía todo cuanto sentías, ysaberlo era un infierno, pequeña mía. La niñaLolita, convertida en la corajuda Dolly Schiller.(Nabokov, 1955. Pp. 350)

Ahora bien, el solipsismo, para establecer una analogía

más o menos clara, es una suerte de eclipse, donde

Humbert sólo puede ver lo que tiene delante que es el

reflejo magnificado de su pasión.

Esto más o menos significa que mi amor por el otrollega a un grado tal que yo experimento como si lavoluntad del otro no existiera en la medida en queyo me la apropio en un aparente solipsismo, porquedefinitivamente la otredad parece diluirse en mipropia vivencia y percepción de mundo (…) comosiendo yo, pero que efectivamente es un yoentrelazado con otro (Aristizábal, 2001. Pp. 193)

Así, Humbert tiene relaciones sexuales con una Lo

silenciosamente evasiva, eclipsado, sin notar que sus

primeros miedos, aquellos que le alejaban de las niñas

en Europa se han vuelto realidad. Lolita no tiene más

que doce años cuando comienza la novela y sólo

20Martínez

diecisiete hacia el final. La travesía de Lolita en la

novela es “el aprendizaje del desamor y la saciedad, la

experiencia del hartazgo” (Huayhuaca, 2001. Pp. 189)

Lolita como niña y como adolescente en la novela,

pero es enaltecida e idealizada como esa criatura

mítica, nínfula, que guarda todo el potencial para la

satisfacción de Humbert. Esta idealización, quizás

locura y desenfreno no puede sino recordarme a Don

Quijote, enfermo de vasallaje por una “doncella” con

quien en años jamás había cruzado miradas. Este amor

idealizado es tan intangible como el de Humbert por

Lolita, aún cuando estos hayan tenido más contacto en

un capítulo de lo que el querido Quijote puedo haber

alucinado. Lolita es un objeto como Dulcinea una excusa

para Don Quijote. Conmovedor y patético como la muerte

de Don Quijote.

CAPÍTULO II ¿Y Lo? Erotismo, crueldad y ternura

21Martínez

¿Y Lolita, qué pasa con Dolores Haze, antes de ser

esa Dolly Schiller pesadamente embarazada? Lo primero a

considerar creo es que la locura de Humbert está

argumentada por Nabokov por unas líneas tan

arrebatadoras y conmovedoras que a veces es fácil

justificarle a él y olvidarle a ella.

Pero Lolita, la pobre Lo, es despiadada, un

desparpajo sexual como dice Humbert, pero también es

huérfana. Lolita no tiene opción. Lolita busca refugio

y al mismo tiempo rechaza a Humbert, porque ella sí

está consciente de sí misma. Lolita está silenciosa en

gran parte de la novela, y cuando ni aguanta la

desesperación de Humbert y dice “¡Oh, no, otra vez

no!” el lector está arrebatado por el torbellino que es

Humbert y no le queda sino regresarse unas cuantas

páginas para escuchar a Lolita.

“El abuso aparece como marco afectivo, a veces el

único para lograr ternura” (Moreira, 2001. Pp.74) La

crueldad (que es también abuso), la ternura y el

erotismo en Lolita están unidos en una relación tan

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estrecha que es casi indisoluble. La crueldad con la

que Humbert anula a Lolita, la ternura con la que

percibe sus miembros tostados, su cabello castaño, la

manera en que aprieta los libros contra el pecho en el

poche de la casa en Beardsley. La crueldad de la Lolita

de la segunda parte que tortura a Humbert con un

perseguidor que a veces parece una alucinación y de

nuevo, la ternura y consuelo que busca Lolita huérfana;

“en la noche pedimos habitaciones separadas, pero en

mitad de la noche vino a la mía sollozando, e hicimos

el amor sin prisas. Es que la pobre no tenía ningún

otro sitio adonde ir, ¿comprenden?”(Nabokov, 1955.

Pp.173) Este es el personaje odioso al que Nabokov le

dio nombre, tan contaminado por su propio yo, por su

relación erótica con el reflejo de Annabel-Lolita, que

es incapaz de ofrecer el consuelo y la ternura que la

huérfana necesita. Crueldad y erotismo se niegan

mutuamente pero sobreviven en Lolita de manera magnífica.

“Si el erotismo es la forma extrema de comunicación

entre los sujetos, la crueldad es la forma extrema de

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separación, de dominio, de reducción del otro a mero

objeto” (Campillo, 2001. Pp. 120).

Y separación extrema en efecto, porque ¿qué más

puede haber entre Lolita y Humbert? Continuidad quizás

para Humbert mientras dura el acto sexual pero luego la

separación es violenta y gratuita.

Y ahora no puedo menos que pensar que nuestrolargo viaje no hizo más que ensuciar con unsinuoso reguero de fango el encantador, confiado,soñador, enorme país que entonces, cuando lo miroretrospectivamente, no era para nosotros más queuna colección de mapas de puntas dobladas, guíasturísticas ajadas, neumáticos gastados y sollozosnocturnos. Porque cada noche – todas y cada una delas noches- Lolita se echaba a llorar no bien mefingía dormido. (Nabokov, 1955. Pp. 217)

CAPÍTULO III “La Lolita” y la cultura popular (a manera de conclusión)

Pienso en bisontes y ángeles, en el secreto de lospigmentos perdurables, en los sonetosproféticos, en el refugio del arte. Y esta es laúnica inmortalidad que tú y yo podemoscompartir, Lolita mía (Nabokov, 1955. Pp. 380)

24Martínez

A manera de conclusión, me parece importante

explorar la percepción que se ha desarrollado desde la

publicación de Lolita hasta nuestra época. El siglo XXI

ha sido padre de muchas malas concepciones, pero la

idea actual de “la lolita” debe ser la más dura de

todas.

Desde la lectura de la novela con cierto horizonte

de expectativas, tan cruel como el propio Humbert,

quizás, hasta la recepción prejuiciosa o contaminada de

ambas adaptaciones cinematográficas, 1962 y 1997,

respectivamente. Lolita, la nínfula, la huérfana, la

Dolly Schiller embarazada ha pasado a ser en la cultura

popular poco más que un personajillo, sex symbol

adolescente y se ha institucionalizado toda una

estética alrededor de la niña-amante, no mayor de

catorce años, de una sexualidad despierta, no sin

cierta picardía fingida, muy propensa (al menos en

nuestra realidad sociocultural latinoamericana) al

embarazo precoz.

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“Lolita era promiscua, Lolita estaba caliente, a

Lolita le gustaban mayores ¿no? ¡Incorrecto! Separar el

error del mito es la intención de este libro” (Vickers,

2008. Pp. 1) Estas concepciones erradas de Lolita y

otras aún más terribles, en la cultura popular son las

que la han convertido en el arquetipo femenino y

juvenil de la sexualidad desviada, cuando en realidad

debería ser una adolescente con una historia

cristalizada de desdicha, una niña sin infancia y una

muerte temprana.

“Esas criaturas míticas mitad niñas y mitad demonios

sexuados que Lewis Carroll viera desnudas, impúdicas,

posando durante largos segundos de exposición frente a

la cámara” (Molina Cardona, 1998. Pp. 14) son las niñas

erotizadas que hemos heredado como última sombra de

Lolita. El arrepentido Humbert del final de Lolita, quería

que Lolita viviera en la mente de las generaciones

venideras. Pero una niña de labios mal pintados y el

nombre de Lolita haciendo eco de pornografía infantil

26Martínez

en tantísimos buscadores y webs, de seguro no es del

todo satisfactorio para Humbert el Terrible.

27Martínez

28Martínez

29Martínez

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