Literatura, pornografía y censura en Lolita de Vladimir Nabokov
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INTRODUCCIÓN
Literatura, pornografía y censura
En un país libre no debe esperarse que ningúnescritor se inquiete por el límite exacto entre y losensual y lo voluptuoso. Eso es ridículo.(Nabokov, 1955. Pp. 385)
¿Es literatura o pornografía? Desde 1748; fecha de
la publicación de la repetidamente catalogada como
“obra maestra de la literatura pornográfica inglesa”,
Fanny Hill, memorias de una mujer de placer; una lista más bien
larga de obras han sido objeto de esta pregunta, si no
de otras más insidiosas, y Lolita no habría de escapar de
ella. La definición del Diccionario de la Real Academia
española de la palabra “pornografía” nos dice:
(De pornógrafo).
1. f. Carácter obsceno de obras literarias o artísticas.
2. f. Obra literaria o artística de este carácter.
3. f. Tratado acerca de la prostitución.
Por supuesto, desde un punto de vista etimológico
(porné “prostituta” y graphein “de la escritura”), la
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palabra refiere a la documentación gráfica de la forma
de vida de las prostitutas, pero son las dos primeras
acepciones; las que responden a un carácter social e
involucran el elusivo término de “obscenidad”, las que
han de tener el peso para determinar si una obra es
censurable o no en determinada cultura o época.
Ahora bien, ¿qué determina este carácter obsceno y
define una obra como Fanny Hill (manteniendo el primer
ejemplo) como pornográfica? “la dificultad radica en el
hecho de que los términos son totalmente relativos y
subjetivos. Y depende también de la mente del lector o
espectador” (Hyde 1973. Pp., 8). Pues lo que resulta
obsceno para un lector, época o cultura, no ofende el
pudor de otro. En la realidad, el carácter obsceno de
la obra, sería tan cambiante como la noción de
literatura: en un principio porque refiere de manera
inmediata al hombre, su manera de interpretar y sus
criterios de juicio, siempre inestables; y luego porque
la representación de lo erótico y del acto sexual, no
sólo en la literatura sino en el arte en general, se ha
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convertido, a pesar de los sonrojos y las lecturas a
escondidas, en tradición y transgresión al mismo
tiempo.
La pornografía es, entonces, una institución
enteramente dependiente de convenciones culturales en
constante vaivén; y la prueba más manifiesta está en
que las leyes que censuran las obras literarias en un
siglo, levantan la condena al siguiente. Fanny Hill fue
censurada en el siglo XVIII y su autor encarcelado,
pero fue ávidamente leída en la Inglaterra del siglo
XIX; y aún más cercano cronológicamente a Lolita, El
amante de Lady Chatterley (1928) estuvo prohibida en los
Estados Unidos e Inglaterra hasta 1959 y 1960
respectivamente, tras haber ganado en Gran Bretaña un
juicio por obscenidad.
La lista de obras de literatura erótica o
pornográfica (obras reconocidas como literatura por un
canon, no “novelas rosa”) con antecedentes de censura,
prohibición por ley y piras en jardines puritanos, va
desde Las flores del mal de Baudelaire, censurado desde 1857
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a 1949, hasta El amante de Lady Chatterley, ya mencionado y
prohibido en algunas tiendas de Australia desde el
2009. El criterio con el que se justifica en estos
casos la censura es la capacidad o tendencia a
corromper o pervertir (cosa de tentación, casi de fe).
Flaubert fue enjuiciado por inmoralidad y
glorificación del adulterio por la publicación de
Madame Bovary (1856) cuando “ni las relaciones sexuales,
ni el adulterio comenzaron en 1856, aunque podría
decirse que la literatura moderna sí” (Ladenson, 2007.
Pp., 17), Madame Bovary, no sólo “destapa la olla” en lo
que se refiere a la infidelidad sino que llama la
atención en cuanto a la sexualidad femenina y la
influencia de la lectura y el aburrimiento en el
comportamiento de la mujer de la época. Temas que son
clave en el siglo XIX y lo serán para la construcción
del futuro imaginario de Nabokov. Sin Emma Bovary,
Lolita sería quizás inconcebible: Emma entregada a las
novelas de la época y envenenada por ellas hasta la
infidelidad, Lolita con las paredes llenas de recortes
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de revistas populares, nociones Hollywoodenses del
primer amor, e infiel (si acaso en algún momento hubo
cabida para la lealtad en el pequeño mundo de Humbert y
Lo) y traicionada por Clare Quilty.
En una carta a su hermano justo antes del juicio,
Flaubert escribe:
Mi Bovary continúa siendo un éxito. Se ha vueltopicante, todo el mundo la ha leído, la estáleyendo o quiere leerla. Mi persecución me haganado una simpatía sin fin. Si mi libro es malo,el juicio servirá para que parezca mejor, y si enrealidad es bueno, este será su pedestal.(Ladenson, 2007. Pp. 18)
La censura de Madame Bovary (y en este caso, de todas
las obras prohibidas o condenadas por obscenidad)
guarda, forzosamente y por analogía, una relación
particular con Lolita, no sólo en cuanto a contenido sino
a repercusión. Las ventas y lecturas de Madame Bovary se
elevan (no sabría decir si favorable o lamentablemente)
tanto como las de Lolita, una vez que se clasifica
públicamente como “fruto prohibido”.
Siguiendo la lista de influencias censuradas de
Nabokov, está también el Ulises de James Joyce. Fue
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censurado entre 1918 y 1920 en Estados Unidos e
Inglaterra por obscenidad, esta vez fue el (pobre)
editor quien fue enjuiciado. Joyce también tiene un
personaje, Molly Bloom, que crea resonancias con Emma
Bovary y con la silente Dolly. El reflejo está las
relaciones insatisfactorias que las tres mantienen y en
esa profunda consciencia del cuerpo, lo erótico y,
quizás sus límites. Pero el Ulises, nos lleva a Nabokov
también por otras vías, el lenguaje denso de Joyce, los
grandes monólogos y la fascinación por la corriente de
consciencia le dan sombra a Nabokov. La pornografía es
dueña de un lenguaje que no es el mismo del erotismo.
D.H Lawrence, Flaubert y Joyce hacen un uso del
lenguaje que, a pesar de la crítica y la censura en su
época, no es exactamente pornográfico.
Las palabras usadas en la pornografía constituyen
un sistema cerrado, en la pornografía sólo puede haber
cierto cantidad de referencias al cuerpo a lo tangible.
Palabras del inglés como “cunt” y “fuck” forman parte
de “una serie de recursos morfológicos, entonacionales
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y lexicales que configuran un registro especialmente
atractivo, propio del distorsionamiento del sexo como
conducta” (Álvarez Henao, 1990. Pp., 92) y sólo pueden
hacen referencia al acto sexual y a ciertas partes del
cuerpo limitadas, tanto como la sexualidad misma.
“Estilo, estructura, imágenes, nunca han de distraer al
lector de su tibia lujuria. (…) Los pasajes intermedios
se reducirán a suturas de sentido, puentes lógicos del
diseño más simple” (Nabokov, 1956. Pp. 384).
Hay que preguntarse pues, en este punto, si el
lenguaje en las obras de Lawrence, Flaubert, Joyce y
Nabokov, por supuesto, es realmente pornográfico o
participa de otros elementos. Y reflexionar sobre la
relación entre obscenidad, pornografía y erotismo,
lleva a concluir que no toda obscenidad es pornográfica
y que, por ende, el erotismo puede jugar a partir del
lenguaje con lo obsceno, sin llegar a ser pornográfico.
La literatura erótica es subversiva, lapornografía no. (...) Para consumarse, laliteratura erótica tiene que establecerconvenciones diferentes (…) la exploración delmundo desde un lugar central y por completo
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privado, da a la literatura erótica un poderformidable. (Manguel, Alberto, 2001. Pp. 101).
El lenguaje en el erotismo es, si se quiere, la sombra
de la pornografía; la sexualidad que apenas está
dibujada y que tiene muchos más referentes y alusiones,
que el simple acto sexual. En Lolita, como el mismo
Nabokov dice, las escenas sexuales no van in crescendo,
no se vuelven cada vez más fuertes, pero es
precisamente esa tensión mantenida durante toda la
obra, lo oculto de Lo, lo que hace que la novela sea
más estimulante al pensamiento de lo que podría ser una
burda narración pornográfica de la primera vez que
Lolita y Humbert tienen relaciones.
Entonces ¿literatura o pornografía? Quizás, la
respuesta en Lolita, es el entramado de la literatura
erótica, la danza alrededor de un tema obsceno, como la
relación sexual de un adulto y una niña y además, el
incesto, tratado con un cuidado del lenguaje que la
aleja definitivamente de lo pornográfico.
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El Nabokov de “Lolita”
“Lolita” es famosa, no yo. Yo soy un desconocidooscuro; doblemente oscuro, novelista de nombreimpronunciable. (Nabokov, 1967)
Vladimir Nabokov, quien comparte cumpleaños con
William Shakespeare por una irónica jugarreta de las
revoluciones, los siglos y los calendarios (juliano y
gregoriano), nació en 1899 en St. Petersburg, Rusia.
Hijo de una familia aristocrática, con el francés y el
inglés más en las venas que el ruso, para suprema
irritación de su padre. A causa de la revolución
Bolchevique y luego la Segunda Guerra Mundial, fue
mucho más inmigrante que ruso, alemán, inglés o
americano.
Luego de una ruta extensa de migración por Europa,
se embarca definitivamente hacia los Estados Unidos en
1940 con Véra, su esposa (sabia esposa que salvó más de
un manuscrito de consumirse en un arrebato en llamas).
Ahora con nacionalidad americana, Nabokov el
versátil, trabajó en el Museo Americano de Historia
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Americana. Entomólogo, cazador de reticentes editores,
profesor de Literatura Comparada, creador de la cátedra
de Literatura Rusa del Wellesley College, profesor de
Harvard, Wellesley, Standford y Cornell, intelectual de
gafas tartamudeante, Nabokov escribió Lolita a malabares
entre viajes por Telluride, Colorado; Afton, Wyoming;
Portal, Arizona; y Ashland, Oregon, para cazar
mariposas destinadas al Museo de Zoología Comparada de
la Universidad de Harvard, y la escritura de Pnín
(1957).
No sólo la creación de Lolita fue difícil, “el libro
avanzaba lentamente, con muchas interrupciones y
digresiones. Me había llevado unos cuarenta años
inventar a Rusia y la Europa Occidental, y ahora debía
inventar a Norteamérica” (Nabokov, 1956. Pp. 382). Pues
además una vez terminado el manuscrito en 1954, el
nacimiento también fue tortuoso. Acusado de inmoral,
pornógrafo y antinorteamericano, Nabokov tuvo una larga
lucha con la crítica, los editores y publicistas para
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lograr, en 1955 publicar Lolita en Francia y en 1959 en
Estados Unidos.
Entrevistado en 1964 para la revista Playboy,
Nabokov dice sobre Lolita:
No, nunca me arrepentiré de Lolita. Ella fue comola composición de un hermoso rompecabezas; sucomposición y su solución, al mismo tiempo, ya queuna es espejo de la otra, dependiendo de la formade verlo. Por supuesto que eclipsó por completomis otros trabajos, por lo menos los que heescrito en Inglés: La verdadera vida de Sebastian Knight(1941), Barra siniestra (1947), mis cuentos, mi librode recuerdos, pero no puedo tenerle resentimientoa ella. Hay un encanto extraño, tierno en esanínfula mítica. (Toeffler, Alvin, 1964)
Genio para el ajedrez, los rompecabezas y todo tipo de
puzles, desparpajo al hablar, con el imaginario repleto
de simbología y alusiones culturales, irónico hasta el
tuétano (y más allá), al servicio del lenguaje y su
sonoridad, sinestata (Nabokov se escribe con el
amarillo claro de la avena, el color de la madera a la
intemperie, el siena tostado, el marfil de un espejo de
mano ovalado, el color pardo y el rosa cuarzo de la
“v”), Nabokov nunca tuvo la intención de proponer o
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promover un código de comportamiento social o moral (o
su desconocimiento) al escribir Lolita, así como las
intenciones del autor no deberían permear en lectura,
los deseos de lectores particulares, mal guiados por la
reputación del momento de la obra, no deberían
contaminar la percepción general de la obra.
“Interreacción de inspiración y combinación” dice
Nabokov acerca del origen de Lolita, lo que quizás
explica muchísimo acerca de la naturaleza y la
estructura de la novela, pero nos deja con muy poco
sobre la percepción del erotismo a través de Lolita, poco
más que las mismas interpretaciones, quizás erradas, de
los lectores y críticos en general. Nabokov
entrevistado para Playboy, le quita importancia al sexo
“el sexo como una institución, el sexo como una noción
general, el sexo como un problema, el sexo como un
lugar común” dice, pero más adelante esta importancia
desestimada toma otro matiz: ¿Cómo eligió Nabokov los
nombres de Lolita y Humbert?:
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Para mi nínfula necesitaba un diminutivo con unacadencia lírica propia. Una de las letras máslímpidas y luminosas es la “L”; y el sufijo “-ita”tiene mucha ternura del Latín y esto también eranecesario. (…) El rumor doble es (Humbert)bastante desagradable, muy sugerente. Es un nombreodioso, para una persona odiosa. Es también unnombre real y yo necesitaba una vibración realpara Humbert el Terrible y Humbert el Humilde.También se presta para gran cantidad de juegos depalabras. Y el diminutivo “Hum” está a la parsocial y emocionalmente con “Lo”, como su madre lallama. (Nabokov, 1964).
El erotismo en las palabras, como gatillo que dispara
con su sonoridad más sensaciones que esa noción general
del sexo.
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CAPÍTULO I Humbert y Lolita (Lo, Lola, Dolores, Dolly Schiller)
Solipsismo
De acuerdo al Diccionario de la Real Academia
Española, el término “solipsismo” proveniente de la
filosofía cartesiana significa: “Forma radical de
subjetivismo según la cual solo existe o solo puede ser
conocido el propio yo.” Aplicar este término a Lolita
abre toda una nueva puerta a la interpretación de la
enfermiza relación entre Humbert y Lolita.
Pero consideremos antes, por un momento, la
patología de Humbert: Una experiencia sexual y
emocional intensa en la infancia que jamás se llevó a
feliz término, pues la niña en cuestión, Annabel, murió
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joven, dejando en lugar de una cicatriz, un apetito
insaciable, instinto de bestia, pero que pasado por el
filtro de la razón, las concepciones morales y el tabú,
está hasta cierto punto delimitado, bajo control. Este
límite se rebasa, cuando el amor de la infancia
reaparece aún más intensificado:
Y entonces, sin previo aviso, una oleada azul sehinchó bajo mi corazón y vi sobre una esterilla,en un estanque de sol, semidesnuda, de rodillas, ami amor de la Riviera, que se volvió para espiarmepor encima de sus gafas de sol. Era la misma niña:los mismos hombros frágiles y color de miel, lamisma espalda esbelta, desnuda, sedosa, el mismopelo castaño. (Nabokov, 1955. Pp. 51)
Lolita no es Lolita para Humbert en ese momento, ese
tanto es evidente, es un terrible espejismo de Annabel,
de todos los deseos reprimidos y mal satisfechos por
prostitutas infantiles en el pasado. Más adelante,
cuando el contacto físico ya es tangible, “había
conseguido hacer mía a Lolita sin que se notara, con
total impunidad” (Nabokov, 1955. Pp. 76) cuando Humbert
se permite por primera vez un contacto sexual sin
remordimientos y sin temor (por ahora) a ser
descubierto se abre una brecha insalvable entre la
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antigua represión ante el miedo de hacerle un daño
irreparable a alguna de sus preciosas nínfulas y el
deseo un tanto febril de contacto con Lolita. El miedo
se va disipando, tanto como la identidad de Lolita. Y
una vez muerta Charlotte Haze y consumada físicamente
su pasión por Lolita; una vez que inician ese primer
viaje por carretera; Humbert está, quizás, perdido en
su propia realidad.
Antes de hablar del solipsismo en Lolita, la
esclavitud en Humbert, me gustaría aclarar que el
reconocimiento del yo y la percepción del amor en Lolita
están un tanto alejadas, aunque no inexistentes.
Considero, es necesario hacerlo, que Humbert si tuvo a
lo largo de la obra una relación sentimental con Lolita
y no sólo con su propio reflejo y el reflejo de su
deseo. Sin embargo, no es sino hasta el final de la
novela, como si fuera una parodia más; está vez al
principio Aristotélico de peripecia y anagnórisis, que
Humbert se permite darse cuenta de su total
desconocimiento de Lolita como persona, y se reconoce
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alejado de su mente y pensamientos. Es necesaria una
Lolita embarazada para que Humbert reconozca que le
quería:
Te quería. Era un monstruo pentápodo, pero tequería. Era despreciable, y brutal, y lascivo, ycuanto pueda imaginarse, mais je t’aimais!, je t’aimais! Yhabía momentos en que sabía todo cuanto sentías, ysaberlo era un infierno, pequeña mía. La niñaLolita, convertida en la corajuda Dolly Schiller.(Nabokov, 1955. Pp. 350)
Ahora bien, el solipsismo, para establecer una analogía
más o menos clara, es una suerte de eclipse, donde
Humbert sólo puede ver lo que tiene delante que es el
reflejo magnificado de su pasión.
Esto más o menos significa que mi amor por el otrollega a un grado tal que yo experimento como si lavoluntad del otro no existiera en la medida en queyo me la apropio en un aparente solipsismo, porquedefinitivamente la otredad parece diluirse en mipropia vivencia y percepción de mundo (…) comosiendo yo, pero que efectivamente es un yoentrelazado con otro (Aristizábal, 2001. Pp. 193)
Así, Humbert tiene relaciones sexuales con una Lo
silenciosamente evasiva, eclipsado, sin notar que sus
primeros miedos, aquellos que le alejaban de las niñas
en Europa se han vuelto realidad. Lolita no tiene más
que doce años cuando comienza la novela y sólo
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diecisiete hacia el final. La travesía de Lolita en la
novela es “el aprendizaje del desamor y la saciedad, la
experiencia del hartazgo” (Huayhuaca, 2001. Pp. 189)
Lolita como niña y como adolescente en la novela,
pero es enaltecida e idealizada como esa criatura
mítica, nínfula, que guarda todo el potencial para la
satisfacción de Humbert. Esta idealización, quizás
locura y desenfreno no puede sino recordarme a Don
Quijote, enfermo de vasallaje por una “doncella” con
quien en años jamás había cruzado miradas. Este amor
idealizado es tan intangible como el de Humbert por
Lolita, aún cuando estos hayan tenido más contacto en
un capítulo de lo que el querido Quijote puedo haber
alucinado. Lolita es un objeto como Dulcinea una excusa
para Don Quijote. Conmovedor y patético como la muerte
de Don Quijote.
CAPÍTULO II ¿Y Lo? Erotismo, crueldad y ternura
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¿Y Lolita, qué pasa con Dolores Haze, antes de ser
esa Dolly Schiller pesadamente embarazada? Lo primero a
considerar creo es que la locura de Humbert está
argumentada por Nabokov por unas líneas tan
arrebatadoras y conmovedoras que a veces es fácil
justificarle a él y olvidarle a ella.
Pero Lolita, la pobre Lo, es despiadada, un
desparpajo sexual como dice Humbert, pero también es
huérfana. Lolita no tiene opción. Lolita busca refugio
y al mismo tiempo rechaza a Humbert, porque ella sí
está consciente de sí misma. Lolita está silenciosa en
gran parte de la novela, y cuando ni aguanta la
desesperación de Humbert y dice “¡Oh, no, otra vez
no!” el lector está arrebatado por el torbellino que es
Humbert y no le queda sino regresarse unas cuantas
páginas para escuchar a Lolita.
“El abuso aparece como marco afectivo, a veces el
único para lograr ternura” (Moreira, 2001. Pp.74) La
crueldad (que es también abuso), la ternura y el
erotismo en Lolita están unidos en una relación tan
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estrecha que es casi indisoluble. La crueldad con la
que Humbert anula a Lolita, la ternura con la que
percibe sus miembros tostados, su cabello castaño, la
manera en que aprieta los libros contra el pecho en el
poche de la casa en Beardsley. La crueldad de la Lolita
de la segunda parte que tortura a Humbert con un
perseguidor que a veces parece una alucinación y de
nuevo, la ternura y consuelo que busca Lolita huérfana;
“en la noche pedimos habitaciones separadas, pero en
mitad de la noche vino a la mía sollozando, e hicimos
el amor sin prisas. Es que la pobre no tenía ningún
otro sitio adonde ir, ¿comprenden?”(Nabokov, 1955.
Pp.173) Este es el personaje odioso al que Nabokov le
dio nombre, tan contaminado por su propio yo, por su
relación erótica con el reflejo de Annabel-Lolita, que
es incapaz de ofrecer el consuelo y la ternura que la
huérfana necesita. Crueldad y erotismo se niegan
mutuamente pero sobreviven en Lolita de manera magnífica.
“Si el erotismo es la forma extrema de comunicación
entre los sujetos, la crueldad es la forma extrema de
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separación, de dominio, de reducción del otro a mero
objeto” (Campillo, 2001. Pp. 120).
Y separación extrema en efecto, porque ¿qué más
puede haber entre Lolita y Humbert? Continuidad quizás
para Humbert mientras dura el acto sexual pero luego la
separación es violenta y gratuita.
Y ahora no puedo menos que pensar que nuestrolargo viaje no hizo más que ensuciar con unsinuoso reguero de fango el encantador, confiado,soñador, enorme país que entonces, cuando lo miroretrospectivamente, no era para nosotros más queuna colección de mapas de puntas dobladas, guíasturísticas ajadas, neumáticos gastados y sollozosnocturnos. Porque cada noche – todas y cada una delas noches- Lolita se echaba a llorar no bien mefingía dormido. (Nabokov, 1955. Pp. 217)
CAPÍTULO III “La Lolita” y la cultura popular (a manera de conclusión)
Pienso en bisontes y ángeles, en el secreto de lospigmentos perdurables, en los sonetosproféticos, en el refugio del arte. Y esta es laúnica inmortalidad que tú y yo podemoscompartir, Lolita mía (Nabokov, 1955. Pp. 380)
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A manera de conclusión, me parece importante
explorar la percepción que se ha desarrollado desde la
publicación de Lolita hasta nuestra época. El siglo XXI
ha sido padre de muchas malas concepciones, pero la
idea actual de “la lolita” debe ser la más dura de
todas.
Desde la lectura de la novela con cierto horizonte
de expectativas, tan cruel como el propio Humbert,
quizás, hasta la recepción prejuiciosa o contaminada de
ambas adaptaciones cinematográficas, 1962 y 1997,
respectivamente. Lolita, la nínfula, la huérfana, la
Dolly Schiller embarazada ha pasado a ser en la cultura
popular poco más que un personajillo, sex symbol
adolescente y se ha institucionalizado toda una
estética alrededor de la niña-amante, no mayor de
catorce años, de una sexualidad despierta, no sin
cierta picardía fingida, muy propensa (al menos en
nuestra realidad sociocultural latinoamericana) al
embarazo precoz.
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“Lolita era promiscua, Lolita estaba caliente, a
Lolita le gustaban mayores ¿no? ¡Incorrecto! Separar el
error del mito es la intención de este libro” (Vickers,
2008. Pp. 1) Estas concepciones erradas de Lolita y
otras aún más terribles, en la cultura popular son las
que la han convertido en el arquetipo femenino y
juvenil de la sexualidad desviada, cuando en realidad
debería ser una adolescente con una historia
cristalizada de desdicha, una niña sin infancia y una
muerte temprana.
“Esas criaturas míticas mitad niñas y mitad demonios
sexuados que Lewis Carroll viera desnudas, impúdicas,
posando durante largos segundos de exposición frente a
la cámara” (Molina Cardona, 1998. Pp. 14) son las niñas
erotizadas que hemos heredado como última sombra de
Lolita. El arrepentido Humbert del final de Lolita, quería
que Lolita viviera en la mente de las generaciones
venideras. Pero una niña de labios mal pintados y el
nombre de Lolita haciendo eco de pornografía infantil
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en tantísimos buscadores y webs, de seguro no es del
todo satisfactorio para Humbert el Terrible.
30Martínez
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