LAS VISITAS AD LIMINA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX. (1860-1890)

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ANALES VALENTINOS 39 (1994) 195-228 LAS VISITAS AD LIMINA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX. (1860-1890) 1 Por Vicente León Navarro INTRODUCCIÓN La Iglesia en cuanto sociedad humana ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, aunque no tanto como debiera, y se ha acomodado, como ha podido, a los cambios que el devenir histórico ha deparado, al menos formalmente. Por ello también los formularios de las visitas ad limina han sufrido modificaciones para adaptarlos a las exigencias de la Curia romana. La Santa Sede pedía una descripción lo más completa posible de cada diócesis, si bien no todos los obispos participarían de este interés vaticano. Por esta razón nos encontramos con relaciones muy completas y otras muy esquemáticas. Así, aun existiendo una norma común, cada prelado la acomoda a su situación personal y concreta, __________ 1 Esta división cronológica, aunque de forma arbitraria, responde a dos criterios: primero, las fechas de las visitas disponibles; segundo, señalar la evolución de los obispos y el estado de las diócesis en tres momentos claves: 1) antes de la Revolución, momento de buenas relaciones Iglesia- Estado; 2) durante el periodo revolucionario y 3) la fase de la Restauración, hasta los años noventa. Ello no es óbice para que aluda a las últimas relaciones de los arzobispos valencianos. El presente trabajo se sirve de fuentes publicadas en latín. CÁRCEL ORTÍ, Mª M., Relaciones sobre el estado de las diócesis valentinas, Valencia 1989, 3 vol. Corresponden a las diócesis de Valencia, Segorbe y Orihuela. Aporta la documentación en latín. Es importante la bibliografía que aporta así como la introducción a cargo de V. Cárcel Ortí. La relación que presenta CUENCA TORIBIO, J.M., “La visita ad limina de 1866 en la diócesis de Pamplona”, en Boletín de la Real Academia de la Historia CLXXII (1985) 503-530, trata del obispo Pedro Cirilo Uriz, y la traducción es de Soledad Miranda García. Hemos utilizado también las que aporta el mismo autor en Estudios sobre el catolicismo español contemporáneo, II, Córdoba 1991: “Las visitas ad limina de la Archidiócesis burgalesa de 1861 y 1865” (transcritas al castellano). “Las visitas ad limina de 1867 y 1877 de la archidiócesis de Tortosa”, en latín; (aquí se trata de un error del autor puesto que Tortosa es diócesis sufragánea de Tarragona). “La visita ad limina de la diócesis de Tortosa de 1873” (en latín). “Visita ad limina de 1887 de la diócesis almeriense”, en latín. Aquí se ha deslizado otro error pues se trata de la de 1877. “La visita ad limina de 1881 de la diócesis almeriense”, (en latín). GOÑI GAZTAMBIDE, J., “José Oliver, Obispo de Pamplona (1875-1886)”, en Príncipe de Viana 138-139 (1975). Las relaciones ocupan las páginas 305-376. El autor hace un estudio previo.

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ANALES VALENTINOS 39 (1994) 195-228

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LAS VISITAS AD LIMINA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX. (1860-1890)1 Por Vicente León Navarro

INTRODUCCIÓN

La Iglesia en cuanto sociedad humana ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, aunque no tanto como debiera, y se ha acomodado, como ha podido, a los cambios que el devenir histórico ha deparado, al menos formalmente. Por ello también los formularios de las visitas ad limina han sufrido modificaciones para adaptarlos a las exigencias de la Curia romana. La Santa Sede pedía una descripción lo más completa posible de cada diócesis, si bien no todos los obispos participarían de este interés vaticano. Por esta razón nos encontramos con relaciones muy completas y otras muy esquemáticas. Así, aun existiendo una norma común, cada prelado la acomoda a su situación personal y concreta,

__________ 1 Esta división cronológica, aunque de forma arbitraria, responde a dos criterios: primero, las

fechas de las visitas disponibles; segundo, señalar la evolución de los obispos y el estado de las diócesis en tres momentos claves: 1) antes de la Revolución, momento de buenas relaciones Iglesia-Estado; 2) durante el periodo revolucionario y 3) la fase de la Restauración, hasta los años noventa. Ello no es óbice para que aluda a las últimas relaciones de los arzobispos valencianos.

El presente trabajo se sirve de fuentes publicadas en latín. CÁRCEL ORTÍ, Mª M., Relaciones sobre el estado de las diócesis valentinas, Valencia 1989, 3 vol. Corresponden a las diócesis de Valencia, Segorbe y Orihuela. Aporta la documentación en latín. Es importante la bibliografía que aporta así como la introducción a cargo de V. Cárcel Ortí. La relación que presenta CUENCA TORIBIO, J.M., “La visita ad limina de 1866 en la diócesis de Pamplona”, en Boletín de la Real Academia de la Historia CLXXII (1985) 503-530, trata del obispo Pedro Cirilo Uriz, y la traducción es de Soledad Miranda García. Hemos utilizado también las que aporta el mismo autor en Estudios sobre el catolicismo español contemporáneo, II, Córdoba 1991: “Las visitas ad limina de la Archidiócesis burgalesa de 1861 y 1865” (transcritas al castellano). “Las visitas ad limina de 1867 y 1877 de la archidiócesis de Tortosa”, en latín; (aquí se trata de un error del autor puesto que Tortosa es diócesis sufragánea de Tarragona). “La visita ad limina de la diócesis de Tortosa de 1873” (en latín). “Visita ad limina de 1887 de la diócesis almeriense”, en latín. Aquí se ha deslizado otro error pues se trata de la de 1877. “La visita ad limina de 1881 de la diócesis almeriense”, (en latín). GOÑI GAZTAMBIDE, J., “José Oliver, Obispo de Pamplona (1875-1886)”, en Príncipe de Viana 138-139 (1975). Las relaciones ocupan las páginas 305-376. El autor hace un estudio previo.

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según la problemática de su diócesis.2 Metodológicamente, pues, unos siguen punto por punto el esquema dado –Francisco de Asís en 1885–, mientras que otros lo hacen a su aire –Antolín Monescillo tanto en 1881 como en 1885 o Canubio en 1862–.

A pesar de la obligatoriedad de la visita-relación no siempre se cumplía. Las causas respondían a razones diversas. En primer lugar, a la falta de información por parte del obispo debido a su reciente llegada a la sede. Fuera esto por traslado o por nuevo nombramiento. Este continuo movimiento tuvo consecuencias negativas ya que respondía más a criterios políticos, económicos y de vanagloria del propio episcopado que a los estrictamente religiosos.3 En segundo lugar, a la situación de sede vacante por los problemas entre los gobiernos liberales, la Santa Sede y el episcopado español, de graves consecuencias para la disciplina eclesiástica y moral, tanto del pueblo como del clero. En tercer lugar, a causas políticas: guerras, perturbaciones o inestabilidad. Finalmente a la avanzada edad y quebrantos de la salud así como al mucho trabajo sin dejar de lado los problemas económicos.4 Todo esto obligaba a hacerla por procurador.

Las visitas son documentos importantes para conocer la opinión del episcopado, en ocasiones escueta, sobre el estado religioso y también político de sus diócesis y del país en general y cómo reflejan la acción pastoral a lo largo de sus pontificados, haciendo frente a las dificultades que dan a lo largo del siglo XIX y luchando contra el tiempo en un intento titánico de pararlo para que nada cambie. __________

2 Sobre este punto: CÁRCEL ORTÍ, Mª M., Relaciones..., vol. I, 21ss. CÁRCEL ORTÍ, V., “Las visitas ad limina de los arzobispos de Valencia”, Anales Valentinos 8 (1978) 59ss. IB., “Relaciones ad limina de diez diócesis castellanas”, Burguense (1982) 569-598. MARQUÉS, J.Mª, “Relationes ad limina de la provincia eclesiástica tarraconense en el Archivo Vaticano”, Analecta Sacra Tarraconensia 47 (1974) 209-217. Señala las normas que se van dando y los problemas de algunos obispos.

3 CUENCA TORIBIO, J.M., El episcopado español en el pontificado de Pío IX. Apunte sociológico, Valencia 1974, 60, nota 112. Señala M.F. Núñez Muñoz cómo entre 1875 y 1879 se realizaron 18 traslados y 37 preconizaciones, de las que 31 correspondieron a nuevos nombramientos, “El episcopado español en los primeros años de la Restauración (1875-1880). Nombramiento de obispos”, en Hispania Sacra 53-54 (1974) 315.

4 Resulta curioso que el obispo Canubio no presentase ninguna relación desde 1848 y que nadie le llamara la atención –¿falta de control?–, aunque en la respuesta de Roma, en septiembre de 1862, se le recrimina y se le pide que no vuelva a hacerlo. Él mismo señala que desde 1848 en que fue elevado al cargo episcopal, ya por motivos de salud, ya por los difíciles negocios de la diócesis, ya por los asuntos públicos, fue impedido para llevarla a cabo. Y por fin en 1862 va a Roma donde espera el perdón por las visitas omitidas. Tampoco puede decir nada cierto acerca de las relaciones de sus predecesores pues los manuscritos han desaparecido a causa de las guerras.

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Tras haber analizado algunos aspectos de las visitas ad limina de los prelados valentinos,5 es mi intención hacer un pequeño estudio comparativo de algunas relaciones para ver cómo describe cada obispo la situación de su diócesis en tiempos y dificultades similares. Me he fijado en una cronología concreta, 1860-1890, por ser una época de grandes conflictos y cambios, por presentar una constante inquietud dentro de la jerarquía y por afectar tanto al clero como al pueblo de forma muy directa.6

1. 1860-1868

Los años de esta década no fueron excesivamente difíciles para la Iglesia, gracias a la colaboración con los gobiernos liberales moderados a pesar de la cuestión carlista y sus implicaciones en el clero; pero tampoco estuvo exenta de tiranteces, muestra clara del interés, a pesar de todo, del gobierno por controlar a la Iglesia y de ésta por querer dominar a aquél. Uno de estos momentos tormentosos lo deparó la publicación de Quanta Cura y del Syllabus, que planteaba las relaciones de la Iglesia y del Estado y el alcance del poder de cada una de estas instituciones. A esto se unía la inestabilidad política. El episcopado, a través del nuncio, reaccionó unánimemente desafiando al gobierno,7 aunque las relaciones continuaron cordiales, entre otras cosas porque la Iglesia necesitaba el apoyo del poder civil, el aparato coercitivo que diese validez a la autoridad del prelado más allá de su ámbito religioso.

Otros asuntos estaban también en la mente de los obispos, el peligro protestante, el aumento de libros y papeles peligrosos, las costumbres depravadas y todo lo que pudiera inducir a los fieles a enfriar __________

5 LEÓN NAVARRO, V., “Popolo e religione nelle visite ad limina dei vescovi di Valencia. 1750-1868. Un processo di secolarizzazione”, Stato, Chiesa e Societá, in Italia, Francia, Belgio e Spagna nei secoli XIX-XX, Atti del Convegno internazionale di studi (Cuneo, ottobre 1992), 1993. IB., “Cara y cruz del clero valenciano. Las visitas ad limina. (1750-1868)”, en Trienio, Ilustración y Liberalismo 22 (1993) 5-35. IB., “M. Barrio Fernández. Una visita ad limina en tiempos de revolución. (1869)”, en prensa en la revista Anales de la Universidad de Alicante. Historia Contemporánea.

6 Las diócesis que trato en este periodo son: Tortosa, Valencia, Pamplona, Burgos, Segorbe, Orihuela. Sus respectivos obispos: Benito Vilamitjana; Mariano Barrio; Pedro Cirilo Uriz; Fernando de la Puente; Domingo Canubio y Joaquín Hernández; en Orihuela no se presenta ninguna.

7 CÁRCEL ORTÍ, V., “La publicación del Syllabus en España”, Analecta Sacra Tarraconensia 57-58 (1984-85) 139-201 (p. 142). CUENCA TORIBIO, J.M., “Iglesia y Estado en la España Contemporánea (1789-1914)”, Ius Canonicum 10 (1970) 437.

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su fe, la educación y el proceso secularizador en aumento de la sociedad española. Los cambios eran evidentes. Se imponía una lectura correcta que los obispos no supieron hacer. ¿Cómo reflejan esta situación?

1.- Llama la atención, en primer lugar, la forma de dirigirse los prelados al papa. Mientras De la Puente, arzobispo de Burgos, o Canubio, obispo de Orihuela, no manifiestan ninguna postura de especial vehemencia hacia el sucesor de Pedro o la Santa Sede y Vilamitjana, obispo de Tortosa, aunque devoto se mantiene un tanto distante, el obispo de Pamplona, P. Cirilo Uriz y el arzobispo de Valencia, Barrio Fernández, expresan su devoción de manera elocuente. Así se dirigía el de Pamplona:

“Ciertamente, con inmensa alegría, me postraría a los pies de nuestro amantísimo Padre el Pontífice, testimoniándole mi sumisión, reverencia, fe y acatamiento hacia su venerable persona...”.

Por su parte Barrio Fernández iba más allá en su adhesión a la Santa Sede.8 Presentaba su relación con ocasión del viaje a Roma, como la mayoría de los obispos españoles y resaltaba en ella una acusada devoción hacia el papa, y una sumisión total a la Santa Sede. Actitudes que mantiene también en la de 1865:

“Vengo a ti Sumo Pontífice, como cordero al pastor, como hijo al padre, como siervo al señor, como discípulo al maestro, como católico al jefe del catolicismo, para que tu autoridad, tu potestad, tu cuidado, tu sabiduría, tu fortaleza y magnanimidad se digne infundir mi poquedad con tu espíritu apostólico, me ayude, me conforme, me nutra, me enseñe y me confirme”.9

No pasa desapercibida esta postura. Por ello en la repuesta de Roma, 28 de junio de 1862, se le comenta la gran expectación que allí ha despertado y se admiran de esa gran devoción que sale de sus escritos hacia la Santa Sede, el Pontífice, los mandatos apostólicos y el afecto tan vehemente de celo, tal como Dios quiere. De todo ello, cómo no, se piensa que se conseguirán buenos frutos en su archidiócesis. Y en términos similares se contesta a la de 1867. Sorprende pues la sumisión del arzobispo de Valencia. Y que si es cierta la inclinación del obispado

__________ 8 Ver también CUENCA TORIBIO, J.M., Episcopado español..., 65, nota 99. 9 Ver nota 5.

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español hacia la Santa Sede desde hace tiempo, el caso de Barrio es sintomático.10

Por su parte el obispo Uriz y Labayru escribía también una Carta Pastoral sobre la autoridad del Papa en la misma línea.11 La cuestión romana estaba en candelero. ¿Cómo valorar, pues, la actitud episcopal de adhesión inquebrantable hacia el papa y hacia Roma como símbolo de la catolicidad, cuando se pone en entredicho la política nacional?

2.- Hay una serie de características comunes a la mayoría de los obispos. Todos dicen cumplir la obligación de residencia en la diócesis, excepto, claro está, en casos necesarios y por breve espacio de tiempo como enfermedad, viajes a Roma, al metropolitano, al Congreso, etc., según cada uno.12 Predican por sí mismos o por sacerdotes idóneos. Así Barrio y Uriz señalan que lo hacen todos los domingos en la catedral y frecuentemente en las parroquias de la ciudad. No la olvidan en las visitas pastorales y, como corrobora Vilamitjana, aun en las circunstancias más adversas debido al cansancio, a los viajes, a las visitas y a las circunstancias en que se hacen. Administran personalmente los sacramentos. Del orden en todos los tiempos señalados por la Iglesia e incluso fuera. Todos se muestran exigentes, en teoría, con los que aspiran a recibir las órdenes, cerciorándose de sus vidas, costumbres y ciencia y destacando la necesidad de los ejercicios espirituales que, según Hernández y Canubio realizan en el Seminario por no existir otro lugar más adecuado. De la confirmación en las visitas pastorales. Para dar mayor realce a su labor aportan datos en algunas ocasiones; Barrio dice haber confirmado 80.000, –numerus autem confirmatorum non longe __________

10 CALLAHAN, W., Iglesia, poder y sociedad en España. 1750-1874, Madrid 1989, especialmente el capítulo V. CUENCA TORIBIO, J.M., “Panorámica de la iglesia jerárquica española en tiempos de Pío IX”, Hispania Sacra (1973) 128. CÁRCEL ORTÍ, V., Historia de la Iglesia en Valencia, vol. II, 566. Es considerado por Barelli como uno de los prelados más adictos a la santa Sede. MARTÍNEZ ALBIACH, A., “Del poder temporal a la infabilidad pontificia en Pío IX desde España”, en Burguense 26 (1979) 179-286, señala la importancia que se le dio desde la Santa Sede a la congregación de 300 obispos en Roma en 1862 y la de 500 prelados en 1867 para conocer la mentalidad del episcopado y preparar el cambio a la infabilidad pontificia.

11 CUENCA TORIBIO, J.M., “El pontificado pamplonés de D. Pedro Cirilo Uriz y Labayru (1862-1870) Contribución a su estudio”, Hispania Sacra XXII, 43-44 (1969) 61-157. Admite el Syllabus como palabra de Roma “Habló Roma”, p. 76-77. Y en la Pastoral de 19 del XI de 1866 no reconoce otra autoridad que no sea la del Papa.

12 Para este periodo y el siguiente se puede ver el trabajo de CUENCA TORIBIO, J.M., El episcopado español..., si bien de importancia limitada. Sobre la figura del obispo y su papel en la vida española: MIRANDA GARCÍA, S., “La visita ad limina de 1857 de la diócesis almeriense”, Actas III Coloquio de Historia de Andalucía. Historia Cotemporánea, Córdoba 1983, vol. II, 139-189 (p. 179).

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abest ab octoginta millibus– en 1865. Números que si bien pueden ser ciertos no indican el cuidado de la diócesis, tal como luego escribirá Monescillo.13 Se instruye a los párrocos para que prediquen la palabra divina asiduamente, expliquen la doctrina cristiana, lleven hábito talar y celebren las reuniones morales.14

El tema de los Sínodos está presente en todas las relaciones, pero indican que no los han convocado. De la Puente –en 1861 y 1865– manifiesta que no reunió el sínodo diocesano por falta de tiempo, ni celebró el provincial por las dificultades que presenta el gobierno, a pesar del concordato de 1851 y de las mejores perspectivas que éste presentaba. Las explicaciones de Barrio se ciñen más a las dificultades. No es difícil adivinar que se trata tanto de los obstáculos gubernamentales como del mismo episcopado, aunque éste manifieste desearlos vivamente. Según el obispo Uriz de la convocatoria surgirían problemas y muchas dificultades. Se aprecia, pues, que la situación no es propicia para tales reuniones, ni diocesanas ni provinciales. Su ausencia, sin embargo, es negativa para el gobierno de las diócesis y para la disciplina eclesiástica.15

No todos han visitado la diócesis. Algunos lo hacen ellos mismos. Otros se ayudan de delegados y ponen gran interés y empeño en estas visitas para conocer a su grey. A veces manifiestan cómo llegan a los pueblos y cómo son aclamados. Se busca impactar en los fieles y en el pueblo en general, eligiendo el momento más adecuado y presentando la figura del obispo como una gran autoridad. En la respuesta vaticana a Barrio se le indica que no descuide la visita a pesar de su enfermedad sea a través de algún vicario o de algún sacerdote nombrado por él. A Vilamitjana se lo impedirá la fiebre amarilla y un accidente que lo retiene en casa. __________

13 NAVARRO, C.M., Oración fúnebre que en las honras celebradas a la memoria y en sufragio del alma del Emmo. Sr. Cardenal D. Mariano Barrio Fernández, Arzobispo de Valencia pronunció..., Valencia 1877, 34ss. (Información que debo y agradezco a D. Ramón Fita, archivero de la Catedral de Valencia).

14 De la Puente en 1862 indicará: “Con las numerosas instrucciones incluidas en esta publicación se ha conseguido que los párrocos sean más asiduos en la predicación de la palabra divina y en la explicación de la doctrina cristiana, en llevar el hábito clerical, en la observación de los ritos de la Iglesia, en la celebración de reuniones morales y en los restantes sagrados ministerios de su oficio”.

15 CÁRCEL ORTÍ, V., “¿Por qué no se celebraron sínodos en Valencia desde 1687 hasta 1951?”, Los sínodos diocesanos del pueblo de Dios, Actas del V Simposio de Teología Histórica (1988), (Series Valentina, 23), Valencia 1988, 199-214. En la misma línea y teniendo en cuenta los problemas de disciplina eclesiástica y el adoctrinamiento, SÁNCHEZ HERRERO, J., “Los sínodos y la catequesis”, en Ib., 159-196.

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También se reconocen las dificultades de los tiempos y los problemas y los asuntos que se multiplican más allá de lo razonable, no pudiendo los obispos solucionarlos en sus visitas pastorales, según el arzobispo valentino. Canubio se expresa en términos parecidos cuando señala que faltan algunas cosas para mejorar la administración de la diócesis, pero o está en las manos del obispo. Se refiere, en este caso, a la ley de demarcación parroquial. Uriz hace una apuesta más enérgica del papel del obispo que ha de luchar con gran vigor en estos tiempos tan luctuosos en favor de la defensa de la doctrina y de la fe. El mal llega a todos los sitios y la impiedad y la corrupción de las costumbres crecen y lo socavan todo, apartando las almas fieles de Cristo de la virtud y de la verdad, empujándolas hacia el mal. En la misma línea se expresa Vilamitjana, quien aunque reconoce que se han reformado muchas cosas o al menos ha intentado reformarlas, sin embargo las costumbres se han resentido en los últimos tiempos debido a las perturbaciones políticas. Por tanto, deberían cambiar muchas cosas para que se consolidaran las virtudes. Se observa, en su opinión, el influjo culpable de los acontecimientos políticos en la situación religiosa del pueblo.

Dos aspectos más resaltan la mayoría de los obispos: la jurisdicción y las misiones. Respecto a la primera Fernando de la Puente dice no haber sufrido impedimento alguno en el ejercicio de su función. El gobierno actúa moderadamente con los obispos. Barrio Fernández, sin embargo, pone énfasis al señalar que procura guardar incólumes la sagrada inmunidad de la Iglesia, tanto en lo que se refiere a las personas como a las cosas, con todas sus fuerzas, aunque recuerda al Papa el daño sufrido por la Iglesia en este sentido. Por otra parte, las misiones son consideradas como un remedio frente al deterioro de las buenas costumbres juntamente con el aumento de las devociones. Los obispos les prestan gran atención dedicando a los regulares, jesuitas principalmente, pero también a otras órdenes religiosas, a la tarea misional. Así lo señalan de la Puente, Uriz o Barrio. Resaltan con gran interés los provechosos frutos que de ellas se sacan y de qué manera tan ejemplar participa el pueblo. Es, pues, una actividad a potenciar. El arzobispo de Valencia muestra su interés restaurando los conventos de Santo Espíritu y de la Magdalena para este fin. Los de Segorbe se quejan de no tener misioneros ni casa alguna para este trabajo.16 __________

16 OLMOS CANALDA, E., Los prelados valentinos, Valencia 1949, 312. CÁRCEL ORTÍ, V., Historia..., 567. Sobre las misiones y su papel, LEÓN NAVARRO, V., “La predicación como fuente de

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El prelado, en cada caso, se presenta como un dinamizador de la vida religiosa y pastoral, preocupándose de su grey. Parece que cada uno ha solucionado los problemas que se venían arrastrando en la diócesis para que el siguiente diga lo mismo respecto de ellos. Por eso, a pesar de todo los males, los obispos intentan presentar su diócesis, gracias a su esfuerzo, como la mejor. Y si va mal hace todo lo posible por mejorarla. Meta conseguida entre una visita y otra, en ocasiones. Este es el caso de Fernando de la Puente que entre 1861 y 1865 reconoce que se ha mejorado mucho gracias a su cuidado. Es Vilamitjana quien pone el dedo en la llaga al señalar que los obispos deberían actuar al unísono para conseguir el éxito en su trabajo. Pero también se escuda en que pueden hacer poco ante la situación que presenta. Se reconoce un cierto desamparo ante una sociedad distinta, no siempre receptiva al mensaje eclesiástico, no obstante contar aún con el apoyo del gobierno.

3.- Es significativo el interés de los obispos por la instrucción del clero así como el control tanto en las órdenes como en los concursos. Pero, ¿cómo ven a su clero realmente? ¿Cuál es su opinión?

Coinciden en algunos puntos elementales. Los párrocos residen en sus parroquias. Administran los sacramentos. Custodian los libros, que son inspeccionados en las visitas, según P.C. Uriz, celebran la misa pro populo y usan traje talar, aunque según algunos había cierto abandono.17 Pero junto a las generalidades se constata la situación concreta, los abusos y desidias.

El arzobispo Fernando de la Puente en 1862 señala que cuando él llegó se notaba cierta negligencia en la predicación de la palabra de Dios, pero que gracias a sus repetidas instrucciones acerca de la gravedad de esta obligación y exhortaciones en las visitas pastorales, premiando y castigando, ha conseguido que la mayor parte de los párrocos cumplan con su deber, aunque hay muchos que, por no considerarse idóneos para esta labor, leen los sermones en algunos libros. Y en 1865 dirá que “la mayor parte de los párrocos predican los domingos y días de fiestas, excepto unos pocos...” y otros que leen los sermones.

___________________________________________________________ comunicación. Sus posibilidades y límites”, presentada al Colloque intenational, Eglise, etat et societé, Espagne, France, Italie: Epoque contemporaine, febrero de 1992, en prensa.

17 Así de la Puente 1862, pero en 1865 ya se ha solucionado. O Barrio para el que hay excepciones muy lamentables propio de la calamidad de los tiempos. Celebran reuniones según Uriz y sus costumbres no son incompatibles con la santidad y rigor del sagrado ministerio.

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Indica Barrio que predican a los fieles generalmente los domingos y días de fiesta; en Adviento y Cuaresma enseñan a los niños los rudimentos de la fe. Quiere instaurar las conferencias morales, casos de conciencia y de sagrados ritos. No encuentra pues motivo de preocupación, aunque dice con amargura que hay excepciones que procura corregir.18

Sobre este tema poco dice Canubio. Tan sólo que el Gobierno le atiende, según el Concordato. Y escueto también es Hernández. Los párrocos cumplen fielmente sus funciones y enseñan los rudimentos de la fe.

Para Uriz y Labayru hay sacerdotes instruidos para explicar el Evangelio clara y metódicamente a los feligreses, que se ocupan de las parroquias grandes y, sin embargo, no se encuentran párrocos capaces de hacerlo en las pequeñas y de cortas rentas. Aunque también se hallan pastores inflamados por el celo de las almas, quienes desean cumplir el precepto de predicar y explicar la palabra de Dios en los días de fiesta, según su capacidad y la de sus oyentes, y exhortan a éstos al ejercicio de las virtudes y al horror del pecado. Contrasta aquí el obispo la diferencia entre las parroquias grandes, de mejores rentas, y las pequeñas, de rentas más cortas. Y según esto, de párrocos más o menos ilustrados o capaces. De ahí que el sentido de la palabra inflamados haya que tomarla con cautela. ¿Quiere decir inflamados pero ignorantes? Si a la ignorancia del pueblo se añade la del párroco pocos resultados se pueden esperar y sí grandes desatinos. Pero no olvidemos aquí la relación rentas y parroquias grandes con párrocos más o menos preparados.

De buenos pastores habla también Vilamitjana, pero, como señalaba de la Puente, no faltan los mediocres. Según él la expulsión de los regulares y extinción de los beneficiados impide que los párrocos y coadjutores se basten en muchos lugares para el ministerio.19 A esto hay

__________ 18 Las Provincias del 10 de septiembre de 1868 habla del aislamiento del clero respecto a la

sociedad. En Boletín Oficial Eclesiástico del Arzobispado de Valencia (B.O.E.A.V.) 14 de febrero de 1867, n.º 281 se queja de la apatía y descuido de algunos párrocos y coadjutores. Y en la Pastoral de febrero de 1862, en B.O.E.A.V., de 13 de febrero de 1862, se queja amargamente de los malos pastores: “¡Ay de estos perros mudos!”.

19 Del clero regular se dice poco. Hernández lamenta su ausencia como Vilamitjana. En Pamplona no quedan sino dos conventos y Uriz indica cómo han sido extinguidos. Mientras que el arzobispo Barrio señala que ha sufrido las consecuencias del “naufragio antirreligioso, antipolítico y antisocial, ocasionado por las medidas de los Gobiernos”. CUENCA TORIBIO, J.M. - MIRANDA GARCÍA, S., “Notas para el pontificado burgalés de Fernando de la Puente y Primo de Rivera (1858-

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que añadir la indigencia de los ministros, muchos de los que sirven en las parroquias, no han podido ser formados como era conveniente en la ciencia y en las costumbres eclesiásticas. Pero no hay que culparles de no ser más aptos para el oficio, más bien se debe atribuir a las dificultades de los tiempos. Sin embargo, en general, sus costumbres son buenas, íntegras y no se dan escándalos que no se puedan solucionar por los medios normales. Sí se queja el prelado de que son pocos para atender las necesidades de la diócesis y las asperezas del lugar. Y lo más grave es que no hay manera de que aumente su número. Faltan vocaciones, problema apuntado reiteradamente.

De este mal se quejan también Hernández y Uriz. El obispo de Segorbe habla del exíguo número de los eclesiásticos y de la distancia de los lugares que obstaculizan gravemente el establecimiento de las Conferencias Morales. Mientras que el de Pamplona achaca a la calamidad de los tiempos la disminución de los clérigos.

4.- La falta de clero había que solucionarla prestando más atención a los seminarios. Por eso en esta etapa hay una gran preocupación por estos centros como medio de fomentar las vocaciones y servir incluso de centros de enseñanza católica a otros estudiantes, sin necesidad de seguir la carrera eclesiástica. Algunos adquieren notoriedad y plantean polémicas a nivel social, político y religioso con los centros de enseñanza públicos.

Se insiste, en general, en las visitas que los obispos hacen al seminario y en los ejercicios de piedad que practican diariamente y así hay que constatarlo a tenor de sus reglamentos. Algunos obispos se refieren al seminario con verdadero afecto. Otros, como Vilamitjana, apenas le dedican atención. Éste se limita a decir que los profesores son seculares por ausencia de regulares y se da la Ratio Studiorum como en el resto de España. Uriz, por su parte, insiste en el celo y sabiduría y prudencia del clero que rige el seminario para inculcar en los estudiantes una virtud sólida y sanas doctrinas y proporciona las escasas cifras de alumnos de cada etapa.

Canubio muestra su alegría por el seminario en el que se educan cerca de 60 alumnos y se instruyen casi 300 en sus escuelas públicas en las disciplinas de filosofía y teología. Y en esa línea insiste Roma en su

___________________________________________________________ 1867). Estudio sobre la restauración religiosa isabelina”, Hispania 147 (1981) 61-153. Hacen un estudio, quizá excesivamente laudatorio, del trabajo pastoral y sus resultados de este arzobispo.

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contestación para que trabaje de forma especial por la juventud del seminario para que se formen en la piedad y disciplina de acuerdo con el pensamiento de los padres tridentinos. Pocos años después, en la visita de Hernández, los números son algo inferiores, 252 de los que 50 son internos, y se favorece la gratuidad de los estudios para aquellos que carecen de medios, forma utilizada en otras diócesis.

De mayor consideración goza el de Burgos. Según su obispo cuenta en 1861 con 113 internos y 556 externos y en 1865 con 128 y 389 respectivamente.

Es, sin embargo, el seminario de Valencia el que goza de más relevancia. Barrio le dedica especial atención en sus más variados aspectos: material, moral, espiritual e intelectual y se ufana de poder acabar la obra de fábrica en 1867. Lo atiende y vigila. Es como la pupila de sus ojos desde el principio de su pontificado. Hay 140 internos y 1153 externos, lo que da idea de su interés como centro de estudios.20

Más allá de las descripciones hay que señalar el papel del seminario en la sociedad de la segunda mitad del siglo XIX. Su proyección es el fiel reflejo de la mentalidad de la jerarquía. Los jóvenes seminaristas no son educados para hacer una proyección pastoral de futuro pues siguen criterios estrictamente del pasado en clave de tradición.

5.- La visión que los obispos presentan del pueblo está sujeta a sus impresiones, informes, visitas pastorales y a las formas externas de practicar la religión, que se manifiestan incluso en la devoción con que es recibido en las visitas que realiza a los pueblos.

Si la pastoral está en función de la sociedad es lógico que los prelados den importancia a este capítulo relativo al pueblo. Sin embargo no siempre sucede así, obviándose en muchos casos. Por ello algunas relaciones adolecen de una explicación adecuada del estado material y __________

20 PAHONER Y MAZPARRORA, Apuntamientos biográficos para el episcopologio en Valencia. Continuación del de los Archiveros...., Archivo de la Catedral de Valencia (A.C.V.), n.º 392, libro XVI. Se señala la importancia que le da a tanto al aspecto material como espiritual, no permitiendo ningún indicio sospechoso de la llamada moderna civilización. Y en la misma línea se expresa OLMOS CANALDA, E., Los prelados... En CÁRCEL ORTÍ, V., “Segunda época del Seminario Concilar de Valencia (1845-1896)”, en Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura XLV (1969) 274-75. Recoge esta importancia así como la dotación de un Reglamento interno en 1861. IB., “Decadencia de los estudios eclesiásticos en la España del siglo XIX”, Hispania Sacra XXXIII, 19-92 (p. 29), sostiene el desinterés de algunos obispos hacia la formación sacerdotal. CUENCA TORIBIO, J.M., “Los Seminarios españoles en el pontificado de Pío IX”, en Saitabi 23 (1973) 55ss. También NAVARRO, C.M., Oración fúnebre en las honras..., 24ss.

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espiritual en que se halla su grey. Además es necesario anotar cómo los obispos difieren en sus descripciones y análisis en función de las diócesis que gobiernan, de su celo y de su mentalidad.

El de Burgos indica que los pueblos son pequeños y sus habitantes no mantienen ningún contacto con las grandes ciudades, manifestándose en ellos una sencillez admirable de costumbres y una religiosidad no fingida, una piedad diligente, la observancia de los preceptos divinos y la reverencia hacia sus mayores, principalmente párrocos y demás sacerdotes. Por tanto no se ha introducido ningún abuso que precise de la ayuda y remedio de la Sede Apostólica.

Se aprecia una relación bastante optimista de la diócesis burgalesa. No denuncia abusos de libros ni de sectas o doctrinas peligrosa, ni tampoco los efectos de las leyes civiles sobre los católicos, pero distingue claramente entre zonas rurales, no contaminadas, de zonas urbanas.

Muy distinto se muestra Barrio Fernández. Describe la acción de las revoluciones y perturbaciones sociales, de los libros, periódicos, estampas, en cuya propaganda ve la mano de los protestantes anglicanos, que visitan esta zona sea por comercio o por cualquier otro motivo.21 Subraya el alejamiento de las prácticas religiosas y también las costumbres relajadas, acompañadas de cierta dejadez en el aspecto sexual, en los matrimonios consanguíneos y en los divorcios, aunque no ve motivo de preocupación ya que la piedad popular brilla con singular esplendor, incluso entre el resto de los pueblos de España. Su fe se manifiesta en celebraciones como el 2º Centenario de la Virgen de los Desamparados; pero sus costumbres no son inocentes. De ahí su trabajo para alejar del pueblo las riñas y la lujuria, vicios en que los valencianos son ricos. A pesar de algún que otro robo sacrílego se muestra contento porque no se dan errores doctrinales, aunque le apena la ignorancia del pueblo “digna de llorarse con lágrimas de sangre”.22 En general su opinión es buena, pero reconoce que los medios pastorales pueden hacer __________

21 En el B.O.E.A.V., el 24 de febrero de 1867, n.º 282 Barrio dice: “En vano la irreligión y la inmoralidad han sembrado su fuerte cizaña en los pueblos de esta diócesis piadosísima; en vano el genio del mal ha agotado sus recursos para desviarlos y pervertirlos; en vano, en fin, el indiferentismo y la incredulidad han arrojado en medio de ellos su ponzoñosa semilla”, Ib., jueves 2 de marzo de 1854, El Arzobispo se dirige a la reina para que impida la circulación de libros. CUENCA TORIBIO, J.M., “El protestantismo visto por el prelado barcelonés José Domingo Costa y Borrás (1850-1857). Contribución a los orígenes de la segunda reforma española”, en Analecta Sacra Tarraconensia (1969) 271-301. Sobre la escasa penetración del protestantismo MENÉNDEZ PELAYO, M., Historia de los heterodoxos españoles, Madrid 1978, 1000-1001.

22 LEÓN NAVARRO, V., “Popolo e religione nelle...”.

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poco ante estas costumbres relajadas. Aspecto que habrá que relacionar con el papel del clero y su aparente fracaso en este sentido.

Poco aportan los obispos de Segorbe. Canubio no cita este apartado y Hernández se limita a decir que ni en el clero ni en el pueblo se dan escándalos. El pueblo es generalmente pío y de buenas costumbres, aunque se contradiga con otras relaciones episcopales.

Son los obispos de Pamplona y de Tortosa los que más lamentan la situación de los fieles. Así se expresa Vilamitjana: “El pueblo de la diócesis de Tortosa, si exceptuamos unos pocos, conserva la fe de sus mayores, pero ¡ay! las costumbres no responden a esa fe”. Y señala tres causas de esa situación: la guerra civil; la rusticidad de los campesinos y el conocimiento superficial de la religión; sin olvidar los escándalos de todo tipo y la facilidad con que se exponen a cualquier clase de error como consecuencia de las falsas doctrinas y difusión de libros que son capaces de volver a los campesinos contra la religión y sus ministros y también contra los principios de la sociedad. La diócesis de Tortosa es según su obispo la más indigente de las de Tarragona pero también la más espiritual y si conserva la fe después de tantos avatares se debe a la providencia divina. Y de forma más o menos clara alude al anticlericalismo, indiferencia e irreligión. Todo ha cambiado en los últimos años. La relajación que ha causado la guerra ha afectado también a las vocaciones. Y en este contexto se hacen necesarias las misiones.

Más dramática, si cabe, es la descripción de Uriz:

“En esta tan grande y desgraciada perturbación de todo lo divino y humano, cuando tantos hombres perversos intentan destruir con palabras y escritos a la Santa Sede y al mismo vicario de Cristo, nuestro Salvador, me sirve del mayor consuelo la inquebrantable y constante adhesión de esta diócesis mía al centro de la verdad católica y la pública profesión de fe contra los enemigos de los que confieso con gran dolor del alma que existen gran número en esta ciudad...”.

Habla, pues, de los enemigos que siembran la maldad, aunque son rechazados por las predicaciones, los ejercicios espirituales, las devociones y la adhesión permanente al papa y a Roma como centro de la catolicidad. Y todavía no han tomado gran incremento los males europeos. Pero algo debe llegar cuando dice que muchos llevados por la ilusión de esta nuevas doctrinas se hacen indiferentes con suma facilidad respecto a la religión, no observan los preceptos de la Iglesia y practican

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costumbres profanas, asistiendo a teatros, casinos, espectáculos públicos y otras diversiones. En todo esto han influido una serie de factores, al igual que en Tortosa, que han cambiado la situación: la guerra civil, las perturbaciones políticas y la construcción de la vía ferroviaria. Pero el obispo trabaja, dice, para eliminar y remediar los abusos.23

Para contrarrestar estos elementos “nocivos” –que tienen su raíz en el gobierno y sus leyes– se potencia una espiritualidad más activa en cuanto a las manifestaciones exteriores que haga patente la fe a la sociedad. El peligro estará cuando todo quede en la exteriorización sin más contenido ni más referencia que el papado y la devoción a la Santa Sede.

La situación, decíamos, ha cambiado y los obispos lo perciben y se dan cuenta que su pastoral es ineficaz en las actuales circunstancias, aunque se resisten a cambiar y a admitir que la sociedad ya no sigue las directrices eclesiásticas como antes. Un pueblo que, si religioso externamente, adolece del conocimiento de la doctrina cristiana y sus costumbres no responden a lo que es la fe y la esencia de la religión cristiana. Un pueblo que actúa más por rutina y por sentimientos –más cercanos a las prácticas superficiales– que a un conocimiento del cristianismo. En esas condiciones no es extraño un cierto abandono y una cierta indiferencia, en aumento, y a un anticlericalismo que emerge con más fuerza en una sociedad cada vez más libre, al menos en teoría.

2. 1868-1890

La única visita ad limina con la que contamos por ahora entre las diócesis valencianas, y de las que presento aquí, en plena revolución es la Barrio Fernández.24 Sólo en dos años de diferencia, respecto a la de 1867, se puede observar cómo ha cambiado el punto de vista del prelado y en consecuencia del resto de obispos a partir de este momento, por cuanto supone un duro golpe al modus vivendi de la Iglesia durante estos años. La razón hay que buscarla en la identificación con la monarquía isabelina __________

23 Ya el obispo Adriani en su Carta pastoral de 1857 señalaba cómo había muchos que no cumplían con el precepto pascual y no se ocultaban y cómo había degenerado en pocos años la piedad de su diócesis. Ver en GOÑI GAZTAMBIDE, J., “Severo Adriani, obispo de Pamplona. (1830-1861)”, Hispania Sacra XXI (1968) 296. Uriz en su Carta pastoral de 1862 condena a los que se burlan de la penitencia. PABÓN, J., España y la cuestión romana, Madrid 1972, 26-27.

24 LEÓN NAVARRO, V., “M. Barrio Fenández, Una visita...”.

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y su alianza, en términos generales, con los sectores más conservadores de la sociedad; las causas, en su oposición al liberalismo, sin darse cuenta del deterioro y desprestigio en que iba cayendo y a su poca voluntad de cambio.25 Esta tendencia venía avalada además por la Santa Sede, que veía en esto un resurgir, más aparente que real, de la Iglesia.26

La rapidez con que se iban a suceder los acontecimientos revolucionarios sorprendería a los obispos que no esperaban una reacción semejante, especialmente por parte de algunos políticos.27 Ni una legislación considerada como anticlerical,28 ni la radicalización de las __________

25 Sobre esta situación se puede consultar una variada bibliografía, de interés desigual de la que aquí apenas se cita una mínima parte, por cuanto que no se trata de una visión política sino de entender las consecuencias de la Revolución y situación de la Iglesia. Ver, pues, el número monográfico de la Revista de Occidente 67 (1968), los artículos de: SÁNCHEZ ALBORNOZ, N., “El transfondo económico de la revolución”, 54; JUTGLAR, A., “Fenomenología social de la Revolución”, 130; MARTÍNEZ CUADRADO, M., “El horizonte político de la Revolución española de 1868”, 25. En Trienio, Ilustración y Liberalismo 17 (1991): MOLINER PRADA, A., “La crisis de la monarquía isabelina 1863-68”, 41. ARTOLA, M., La burguesía revolucionaria (1808-1874), vol. V, Alfaguara, 1975, 363ss. BOZAL, V., Las juntas revolucionarias. Manifiestos y proclamas de 1868, Madrid 1968. Para Alicante: GUTIÉRREZ LLORET, R.A., Republicanos y liberales. La Revolución de 1868 y la 1ª República en Alicante, Alicante 1985. Pone de manifiesto la crisis económica y las deficiencias estructurales cuyas secuelas sociales se dejarán sentir profundamente, p. 55ss.

26 CÁRCEL ORTÍ, V., “La Santa Sede y la revolución de 1868”, Anales Valentinos 5 (1977) 59ss. FERNÁNDEZ CORDERO-AZORÍN, C., “El anticlericalismo de los republicanos de Alicante (1868-1869)”, en Iglesia Sociedad y Estado de España, Francia e Italia (siglos XVIII-XX), 1992, 551.

27 En Valencia GASCÓN PELEGRÍ, V., “La revolución del 68 en Valencia y su reino”, Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura (1975) 81ss. Además de la descripción de este autor y la del Diario Mercantil de 30 de septiembre podemos señalar la del canónigo M.S. Moreno y Sacristán, en su Diario. El 29 de septiembre dice: “Las tiendas estaban casi todas medio cerradas y las gentes a las puertas; parece que hubo un poco de alarma. Luego a las 7 se empezó a oír ruido hacia la Capitanía General y fue creciendo y luego vivas y mueras y antes de las 9 sonaron varios disparos”. Continúa el día 30: “Los disparos que anoche sonaban no eran más que señales de alegría pero no hubo combate alguno...”. Comenta la dimisión de Gasset “y proyectaron una junta cuyo presidente es Peris y Valero y anoche a las ocho y media fue Peris y Valero a buscar al arzobispo y se lo llevaron a la Capitanía General: iba detrás bastante gente... Habló Peris y Valero y fue señalando las personas que debían componer la Junta. Nuestro arzobispo tomó luego la palabra y dijo no se extrañase su silencio en este asunto personal pues para él todos eran diocesanos suyos y a todos los amaba en Jesu Cristo, que lo que sí recomendaba y si fuera menester suplicaba de rodillas era que no se dieran mueras que siempre irritan y dividen y desagradan; que no se insultase ni se inculpase a nadie y que no se atentase a las personas y a la propiedad, porque si bien él no era propietario lo eran sus diocesanos. Concluido esto volvió a pie a palacio acompañándole también algunos y oyendo “viva el arzobispo”. Archivo de la Catedral de Valencia (A.C.V), Ms., leg., 6278. Datos que debo a la amabilidad del archivero D. Ramón Fita. GUTIÉRREZ LLORET, R.A., Republicanos y liberales..., 71ss, señala los alborotos y desórdenes que se produjeron y la intervención del ejército hasta la constitución de la Junta Revolucionaria que logró el orden ciudadano. CÁRCEL ORTÍ, V., Historia de la Iglesia..., 574ss. ARBELOA, V.M., “El Nuncio Franchi ante la revolución de septiembre de 1868”, Scriptorium Victoriense XXII (1975) 1-44. Ver el apéndice.

28 Es importante toda la legislación sobre la Iglesia. GALLEGO, J.A., “La legislación religiosa de la revolución de 1868. Periodo constituyente”, Ius Canonicum XVII, 23 (1977) 257 y

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juntas provinciales.29 Ello dará pie a un continuado cruce de acusaciones entre el poder político y religioso.30 Y si importante fue la valoración sobre los acontecimientos,31 no menos serían determinados artículos debatidos en las Cortes y plasmados en la Constitución de 1869 que, permitiendo entre otras cosas la libertad de cultos o el matrimonio civil, colocaría a la Iglesia en una total oposición a la nueva situación, siendo víctima de su propia intolerancia. En consecuencia, se negará a jurar la Constitución y reivindicará el concordato de 1851 que había saltado hecho añicos.32

En poco tiempo se experimentan cambios muy importantes. Desde 1868 a 1874 se ensayan diversas formas políticas que repercuten profundamente sobre la Iglesia, al tiempo que consolidan el sistema liberal. Son años de incertidumbre originadas por la situación de privilegio que había tenido y al que se quiere aferrar todavía. Pero, al mismo tiempo, hay una serie de factores que facilitan la desorientación de la jerarquía española. Primero, su división interna;33 segundo, la cantidad de diócesis en sede vacante, cuyas consecuencias son negativas para su ___________________________________________________________ 300. Interesa ver también las posturas defendidas por REMOND, R., en L’Anticlericalisme en France. De 1815 á nos jours, Paris 1976. En torno a esta legislación CASTELL, J.M., Las asociaciones religiosas en la España contemporánea. Un estudio jurídico-administrativo (1767-1965), 221ss. Las relaciones obispos-poder las expresa también el obispo de Segorbe Francisco de Asís en su libro Noticias de Segorbe y de su obispado por un sacerdote de la Diócesis, 904 (escrito en 1875). SANZ DE DIEGO, R.Mª, “La Legislación eclesiástica del sexenio revolucionario (1868-1874)”, Revista de Estudios políticos 200-201 (1975) 202ss.

29 CÁRCEL ORTÍ, V., “Los obispos españoles ante la revolución de 1868 y la primera república”, Hispania Sacra XXVIII (1975) 349. Sobre aspectos de la figura de Barrio, MARTÍN TEJERO, M., “España y el Concilio Vaticano I”, 121 y 122. ARBELOA, J.M., “El Nuncio Franchi...”, 9ss. CÁRCEL ORTÍ, V., “La revolución burguesa (1868-1874)”, en Historia de la Iglesia en España. La Iglesia en la España Contemporánea, 1979, 320ss. GONZÁLEZ CASTAÑEDA, T., “La revolución de 1868 en 110 municipios españoles. (Proceso de formación y obra de la Juntas revolucionarias desde el 19 de septiembre hasta el 31 de octubre”, Revista de Historia Contemporánea, de la Universidad de Sevilla 3 (1984) 55-85. Señala los aspectos de las juntas como expresión revolucionaria y su política religiosa. En Alicante GUTIÉRREZ LLORET, R.A., Republicanos y liberales..., 76 y 77. De espíritu irreligioso califica la actuación de las Juntas MENÉNDEZ Y PELAYO, M., Historia de..., 975.

30 B.O.E.A.V, febrero 4 de 1868, n.º 386. 31 Ib., 21 de enero 1869, n.º 384. Las mismas impresiones del Nuncio Franchi en CÁRCEL

ORTÍ, V., “La santa Sede y la revolución...”, 75. CARR, R., España de 1808 a 1938, 1969, 333. 32 Los datos obtenidos de Segorbe a través de Noticias de Segorbe..., 907, aunque habla de

hostilidades encubiertas dice que “no hubo matrimonios civiles y el clero no recibió insultos. Incluso en 1871 se celebró la exaltación de Pío IX con procesiones sin ser perturbadas”. PERLADO, P.A., La libertad religiosa en las Constituyentes del 69, 1970, 51. SANZ DE DIEGO, R.Mª, “La legislación eclesiástica...”, 206.

33 NÚÑEZ MUÑOZ, Mª F., “El episcopado español en los primeros años de la restauración (1875-1880). Nombramiento de obispos”, Hispania Sacra 53-54 (1974) 285ss.

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buen gobierno; tercero, la oposición permanente de los obispos a la labor legisladora de las Cortes y cuarto, la misma división de los católicos por causas ideológicas. De esta falta de entendimiento irán surgiendo problemas que se arrastrarán hasta 1874 e incluso más allá.34 Los tiempos han cambiado para la Iglesia, pero a tenor de los documentos que se pueden leer, ésta no tenía conciencia real de la situación o no quería aceptarla, apelando a la tutela del Estado como forma idónea de funcionamiento y a querer imponerle sus criterios, caso del artículo 11 de la Constitución de 1876.35

Estas posturas de la Iglesia afianzarán en muchos una clara tendencia anticlerical cada vez mayor, especialmente entre los que defendían el espíritu de la Revolución del 68.36 Situación que se mantendrá con la República, cuyos gobiernos sostuvieron la legislación de la Gloriosa, buscando consolidar la total separación Iglesia-Estado.37 __________

34 SANZ DE DIEGO, R.Mª, “La actitud de Roma ante el artículo 11 de la Constitución de 1876”, Hispania Sacra 55-56, XXVIII, 167-196. BARBERINI, G., “El artículo 11 de la Constitución. La controversia diplomática entre España y la Santa Sede”, Anthologica Annua IX (1961) 279-409, que plantea el papel intransigente de la Santa Sede con Simeoni a la cabeza y por otra parte la debilidad política española y el convencimiento de que el artículo 11 de la Constitución no respetaba los artículos 1, 2, y 3 del Concordato de 1851.

35 ROBLES MUÑOZ, C., “Católicos y liberales. La iglesia ante la Restauración. 1875-1888”, Anthologica Annua 35 (1988) 307-466, aunque sostiene que la Iglesia era consciente de que los tiempos eran otros, p. 308. Sí está claro, a tenor de las visitas y de otros documentos, que la fe del pueblo había cambiado. Los obispos apelan a la necesaria unión Iglesia-Estado. En esta línea se expresa el arzobispo de Valencia Monescillo en su Pastoral de 1881, Boletín..., n.º 792, febrero de 1881: “El poder temporal y el espiritual necesitan estar en armonía y ambos son necesarios para la gobernación de la Sociedad”. Y en su Pastoral de septiembre de 1888 Boletín..., n.º 1010, sostiene que la Iglesia y el Estado deben concurrir juntos para solucionar los problemas. La Iglesia es un elemento de orden. Por eso muchos obispos se quejan del poco caso que hace el poder civil a la Iglesia para reprimir y castigar lo que ella considera punible. Es interesante el artículo de El Graduador de 16 de febrero de 1883 que con el título “El matrimonio civil” apelaba al buen criterio del Estado y de la Iglesia. J. Álvarez Junco apunta también la necesidad de la Iglesia de imponer su legislación “divina”; “Maneras de hacer historia: los antecedentes de la Semana Trágica”, en Zona Abierta 31 (1984) 55 y 56.

36 CUENCA TORIBIO, J.M., Relaciones Iglesia-Estado en la España contemporánea (1839-1985), 1985, 10. CÁRCEL ORTÍ, V., “El Vaticano y la primera República española”, Saitabi XXVII (1977) 145-164, descripción de Bianchi de la situación española y las relaciones Iglesia-Estado.

37 CÁRCEL ORTÍ, V., “Acatólicos españoles en los albores de la restauración”, Anales de Historia Contemporánea de la Universidad de Murcia 2 (1984) 101-121 (p. 104), y la preocupación de la Santa Sede por conocer la situación del protestantismo español. En este sentido también son importantes las instrucciones a los Nuncios. IB., “Instrucciones a Giacomo Cattani, último nuncio de Pío IX en España”, Revista Española de Derecho Canónico 38 (1982) 253-284. Ver la documentación del apéndice sobre la oposición a la libertad religiosa, p. 266-67. IB. “Instrucciones a Simeoni. Primer Nuncio de la restauración”, Revista Española de Derecho Canónico 33 (1977) 143-172. Interesante también el apéndice y en 171-172 la carta de Barrio a Simeoni. ARBELOA, V.M., “Intentos de separación de la Iglesia y el Estado”, Scriptorium Victoriense XIX (1972) 294-332, y

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De ahí que la jerarquía viese con buenos ojos la Restauración, colocándose, de nuevo, bajo la tutela estatal, aunque como señala Callahan, Cánovas no tuviese intención de ceder ante una Iglesia que tomaba nuevos vuelos, pero era incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos debido a su testarudez ideológica.38

A ello hay que añadir, como señala Carr, el equivocado papel de los defensores de la Iglesia, ciegos hacia las ventajas de la libertad cuando el Estado ya no estaba dispuesto a emplear su poder para mantener la unidad católica. Además de identificar a la Iglesia con las posiciones más conservadores.39

3. LAS RELACIONES AD LIMINA EN TIEMPOS DE CRISIS

En este contexto antes descrito hay que analizar las dos visitas más próximas en el tiempo, la de Barrio Fernández y la de Vilamitjana. La primera inmediatamente antes del Concilio Vaticano I y la segunda después.

Barrio40 manifiesta su vivencia revolucionaria a través de esta visita de una manera especial. Ve cómo una de sus obras más queridas, el Seminario,41 no se libra de la tropelías de la revolución y cómo el pueblo sufre las consecuencias de la irreligión y del embite anticlerical, constatando cómo poco a poco la indiferencia va progresando y los efectos maléficos de este acontecimiento llega a todos los sitios, hasta los más recónditos, con sus nefastas consecuencias, como relatara el obispo Canubio. Considera que hay declarada una guerra a la religión, aunque él a través de las Pastorales y de la predicación, procura que los pueblos permanezcan en la fe de sus mayores.42

___________________________________________________________ que siempre encontrará la oposición más firme por parte del episcopado y de la Santa Sede, p. 297-98 y 303-304.

38 CALLAHAN, W., Iglesia, poder..., cap. VIII. C. Robles Muñoz señala que pasarían aún años hasta que el episcopado viese que las dificultades no le venían desde el poder sino desde el impacto descristianizador que tenían las nuevas ideas; en “Catolicismo antiliberal y restauración (1875-1876)”, en Hispania sacra 92 (1993) 717.

39 CARR, R., España 1808-1939, 1970, 333-334. 40 LEÓN NAVARRO, V., “M. Barrio Fernández....” y los trabajos anteriormente citados. 41 CÁRCEL ORTÍ, V., “Segunda época del Seminario...”, 271 y 276. NAVARRO, C.M.,

Oración fúnebre..., 24-25. 42 La carta que escribe el obispo de Orihuela, Cubero al cabildo el 3 de mayo de 1869 es

también significativa: “Bien conocidos son de V.S.I. y demasiado públicos por desgracia los ataques

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En 1873, año también importante, presentaba la suya Benito Vilamitjana. Participa de las ideas de Barrio, pero de forma más cruda. Se trata de un periodo turbulento. Si en la visita –1867– señalaba que no le agradaba la situación de su diócesis y esperaba mejorarla, “en septiembre de 1868 sobrevino y aún dura una intensísima persecución contra la Iglesia”, que, visita aparte, relataba al nuncio Franchi.43 Por eso tilda su relación de “la ingrata narración”.

La situación de los párrocos es muy infeliz. Han de enfrentarse a los impíos que están por doquier y además son el blanco de sus iras y odios. Y, según Barrio, todos quieren hacerlo suyo políticamente. Esta situación lleva a algunos a buscar la secularización; otros son amenazados de muerte; otros coaccionados han huido de sus parroquias; todos han sido vejados de muchas maneras. Sin embargo en medio de esta común calamidad que afecta a la mayoría, se encuentran muy pocas parroquias donde no resida un párroco o un vicario y ninguna cuyas necesidades espirituales no estén cubiertas, según lo permiten las dificultades de los tiempos o la razón de los hombres:

“Pero no se debe disimular que la administración ordinaria de las parroquias es muy difícil; que los afanes y trabajos de los inigualables y celosísimos párrocos han sido rechazados por el aumento de los errores, principalmente de los vicios, a los que empujan y excitan los últimos cambios...”.

Por esta razón la autoridad del obispo se ve atacada, la disciplina eclesiástica ha sufrido menoscabo. Pero a pesar de todo, dice que la vida de los clérigos diocesanos es honesta; muy pocos, 4 o 6 de entre 600, fueron sancionados, a pesar de señalar en 1867 que muchos párrocos solamente cumplían de forma moderada, porque se dedicaban sin rigor a la predicación de la palabra de Dios, al catecismo o al cuidado de los enfermos. Y debe mantener su misma postura cuando señala que para eliminar este mal poco ayudan los mandatos y reproches; vale más el ___________________________________________________________ que en estos últimos días se han dirigido contra nuestra Religión Sacrosanta, las blasfemias que se han proferido contra sus más augustos y venerados dogmas...”, Archivo Catedral de Orihuela (A.C.O), Armario 5, legajo 954. ROBLES MUÑOZ, C., “Catolicismo antiliberal...”, 736.

43 CÁRCEL ORTÍ, V., “Los obispos españoles ante...”. Le dice que le han quitado, ambos seminarios, la casa misión, le quitan curas. “En una palabra, amenaza ruina total”. Por su parte CALLAHAN, W., Iglesia, poder..., 263-264, señala cómo la palabra persecución se refiere a la legislación secularizadora y a la interferencia del poder político en la vida de la Iglesia. Sin embargo de las descripciones de algunos obispos se deduce que la persecución era real, motivo por el que no podían cumplir la ley de residencia.

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temor de Dios y los ejemplos. Por ello, el obispo promueve ejercicios espirituales y misiones y una buena educación de los seminaristas.44

Señala que tanto el seminario mayor como el menor fueron requisados en 1868. El menor “con ocasión de la rebelión criminal contra los religiosos”, al tiempo que se le suprimía la renta, como denunciaba Barrio en Valencia. Por esta razón los seminaristas no tienen donde puedan formarse de acuerdo con las costumbres y disciplina eclesiástica. Algo se hace, gracia a algunos sacerdotes que se dedican a enseñarles.

A pesar de todo los pueblos de la diócesis se adhieren a la fe católica con pocas excepciones, igual que en 1867. La razón principal es que no se ha podido establecer el culto de ninguna secta sacrílega, debido a la hostilidad de las gentes. Pero también hay fieles cuyas costumbres no responden a la fe. Se aprovechan de las leyes civiles para llevar una vida inicua y licenciosa o beber el error en los libros. Sin embargo no son muchos los que rechazan esa fe. Todo este ambiente pesimista que describe el obispo de Tortosa se refleja también en el capítulo relativo a las asociaciones y lugares píos.

En la respuesta de Roma, junio de 1874, la Santa Sede se apena por los sucesos que han tenido lugar y el expolio que han sufrido los edificios dedicados al servicio de Dios, de la falta de recursos de los sacerdotes así como de la conculcación de los derechos de la Iglesia. Y señala, como si realmente no se hubieran enterado de nada, que el obispo ha de actuar para contrarrestar todas las adversidades tanto del pueblo como del clero y que lo mejor es restituir la disciplina eclesiástica y reformar las costumbres del pueblo, como si nada hubiera sucedido.

4. MEJORES TIEMPOS PARA LA IGLESIA45

Desde la última visita de 1873 la situación política ha cambiado y con ella las relaciones de la Iglesia con el Gobierno. La Restauración ha

__________ 44 También en otras diócesis en estos mismos años los obispos presentan la situación de su

clero. Ver en CÁRCEL ORTÍ, V., “El clero durante...”. El obispo de Palencia, en 1870, dice que las costumbres del clero son irreprensibles. El de Tarazona, en 1869, se queja de que algunos sacerdotes, debido a la situación política, no usan el traje talar. Para el de Segovia, 1869, las costumbres del clero son edificantes.

45 Los obispos de esta etapa con las fechas de sus visitas son: Benito Vilamitjana, 1877. José Oliver y Hurtado, 1877 y 1882. Mariano Miguel Gómez, 1879. Francisco de Asís, 1885-1890. José Mª. Orberá, 1877. Antolín Monescillo y Viso, 1881, 1885 y 1890. Victoriano Guisasola, 1886.

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producido un cambio de aires saludado con alegría por la jerarquía católica. Ésta, afecta a la Santa Sede y a todas sus directrices hace gala de un romanismo a toda prueba. Sin embargo, la situación interior de España no era halagüeña a la vista de los informes, de las diócesis en sede vacante y de la frecuencia, y a veces arbitrariedad, con que se hacían los traslados.46

1.- En el capítulo relativo a los obispos cabe señalar en primer lugar la presentación ante la Santa Sede. Así el de Pamplona se refiere al amor, reverencia y obediencia, aunque sin la vehemencia de un Barrio. Recuerda los tiempos tormentosos en los que se vive y la angustia que oprime su ánimo. En esta situación es para él una alegría estar bajo el magisterio del Papa. No se olvide que se vive en un periodo postconciliar. Otros obispos no hacen ninguna presentación. Es, sin embargo Monescillo, en su visita de 1885 y 1890 el que repite las palabras de adhesión de Barrio al pie de la letra. Y el B.O.E. del arzobispado es también buena muestra de ello.47

Los obispos mantienen, en líneas generales, los aspectos anteriores a 1868, aunque debido a la nueva situación aportan datos de su actividad pastoral y de su labor en pro de las costumbres del pueblo cristiano a través de las manifestaciones devocionales. Por tanto, se señala la residencia del obispo como normal; cumplen con las ordenaciones y administración de la confirmación, resaltando el afán estadístico al dar continuamente los números de confirmaciones e incluso de comuniones en sus visitas. Predican, el obispo Oliver manda que lo hagan en las zonas de habla vasca, y realizan la visita pastoral cuando es posible. Vilamitjana la había interrumpido por la guerra. Oliver la reinicia ya que hacía tiempo que no se realizaba por vejez o enfermedad de sus predecesores o por la guerra. En esta línea se expresa Monescillo y atestigua el abandono de la diócesis con datos.48

No obstante, los obispos organizaban sus visitas adecuadamente para que surtiese los efectos deseados en el pueblo. Su llegada era un

__________ 46 CÁRCEL ORTÍ, V., “Decadencia de los estudios eclesiásticos...”, 32-33 y 63. 47 IB., “Instrucciones a Giacomo Cattani...”, 264 donde se señala la firme adhesión del

episcopado español a la Santa Sede. 48 B.O.E.A.V., 27 de diciembre de 1877, n.º 676. En Pinet la última visita se hizo en 1819, al

igual que en Puebla del Duque, Sempere, etc., y la confirmación en 1850. Este abandono lo describe a Cattani el 23-X-1877, citado por NÚÑEZ, M.F, “El episcopado español...”, 356.

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acontecimiento49 y los pueblos lo recibían con entusiasmo, según los relatos de la prensa y de los Boletines Eclesiásticos.

Todos los obispos se refieren a los sínodos de forma similar a las expresadas anteriormente. Orberá no ha tenido tiempo para convocarlo, aunque espera hacerlo pronto. En 1881, repite que no ha considerado oportuno hacerlo. Guisasola está asustado por las dificultades y por la penuria de los tiempos. Además desea conocer bien la diócesis con todas sus dificultades. También a las dificultades se refiere Oliver. Francisco de Asís en 1885 habla de la necesidad, pues desde 1668 no se convocaba. En sus visitas pastorales por la diócesis ha visto y detectado mucha diversidad de costumbres y de ritos, en parte por la vigencia de los estatutos antiguos, algunos abolidos y en parte por las nuevas costumbres adquiridas durante los cambios que se han producido. Hay, pues, abusos que se deben eliminar y sigue sin convocarlo en 1898. Tampoco se ha celebrado sínodo provincial.50 El único que lo celebra durante esta época es el arzobispo de Valencia, Monescillo, en octubre de 1889, tal como había hecho en Jaén en 1872, y al que se referirán sus sucesores Ciriaco M.ª Sancha y Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros.51 Razones de peso impedían a los obispos convocar estas reuniones necesarias para el buen funcionamiento de la diócesis. Los tiempos no eran los adecuados. Hacía ya mucho que sucedía esto. Motivos de tipo político, social y religioso se interponían. Las constituciones sinodales requerían, según Fuentes Caballero, un esfuerzo común del obispo y del clero para su elaboración, aprobación y definitiva publicación, sin olvidar el Gobierno y la Santa Sede.52 Estos problemas son los que tiene el

__________ 49 Se puede observar en Boletín Oficial del Obispado de Orihuela, (B.O. del O.O.), 18 de

octubre de 1882, n.º 8. O en el B.O.E.A.V., 7 de noviembre de 1878, n.º 715. Ver también ROBLES MUÑOZ, C., “Religiosidad, moralidad y descristianización en la España posterior a 1868”, Burguesense (1985) 441-491 (p. 445).

50 LLORENS RAGA, P.L., Episcopologio de la diócesis de Segorbe-Castellón, Madrid 1973, t. II, 511.

51 Acta et decreta Concilii Provincilai Valentini anni MDCCCLXXXIX celebrati recognita a Sancta Sede Apostolica et ab Emmo. ac Rmo. Domino Antonino Cardenali Monescillo et Viso, archiiepiscopo Valentino in lucem edita et promulgata, Valentiae, 1891. Me he fijado sobre todo en la parte correspondiente a los errores y su condena; a la doctrina y costumbres, a la vida y honestidad de los clérigos; a los sacramentos, especialmente al matrimonio y la polémica entre el matrimonio civil y canónico. SANZ DE DIEGO, F.Mª, Medio siglo de relaciones Iglesia-Estado. El cardenal Antolín Monescillo y Viso (1811-1897), Madrid 1979, 42.

52 FUENTES CABALLERO, J.A., “El sínodo diocesano. Breve recorrido a su actuación y evolución histórica”, Ius Canonicum XXI, 42 (1981) 543-566 (p. 563-64). V. Cárcel Ortí insistirá en los problemas políticos; en “¿Por que no se celebraron...”.

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arzobispo de Santiago de Compostela en el siglo XVIII. De ahí, pues, esa ralentización en la convocatoria y celebración.53

Se preocupan de las misiones, encaminadas más a mover que a instruir. Como señala Jiménez Duque, se trata de un fenómeno moralista y más bien negativo.54 Se refieren a éstas y a los ejercicios espirituales. Las primeras para el pueblo. Los segundos para el clero, porque a Orberá le consta que sirven para reformar las costumbres, al igual que a Oliver. Francisco de Asís habla de sus abundantes frutos. Monescillo hace misiones por medio de jesuitas y a través de los Boletines podemos recoger toda la información, importante sin duda, para un estudio socio-religioso más amplio. Semejante situación encontramos en Orihuela.55

Los obispos perciben la expresión de la religiosidad popular en el Dinero de San Pedro. Se constata y se fomenta la devoción y adhesión de los fieles hacia el Papa por las tribulaciones que ha sufrido con la pérdida de sus territorios y los ataques hacia su autoridad terrena. Los prelados hablan de este dinero, sea en las visitas o en los Boletines, indicando las cantidades que aportan los fieles y el mismo clero, como manifestación de veneración.56

De otras cuestiones se preocupan también los obispos como la unidad católica, la jurisdicción o la enseñanza. La primera les inquieta vivamente por la labor negativa que pueda tener el protestantismo y otras sectas, así como la difusión de los malos libros. Oliver se queja de que el gobierno no colabora para evitar los escándalos ni impide la entrada y distribución de los libros depravados. Respecto a la segunda señalan que nada les perturba el ejercicio de su función si bien algunos encuentran dificultades, especialmente a causa de la libertad de cultos y sobre todo por el control de los cementerios, pues muchos municipios retienen las llaves y se profanan con enterramientos indiscriminados.57 Es un tema a través del cual los prelados perciben que si bien no tienen problemas __________

53 TROITIÑO MARIÑO, M., Revista Española de Derecho canónico VII, 19 (1952) 187-216. 54 JIMÉNEZ DUQUE, La espiritualidad en el siglo XIX español, 1974, 72. 55 B.O.E. A.V., 8 de marzo, 1888, n.º 994. 8 de abril 1886, n.º 1, 951. B.O. del O.O., 8 de

octubre de 1882, n.º 8 o 32 de febrero de 1883, n.º 3. Sobre este punto es interesante lo que indica para Francia REMOND, en L`Anticlericalisme..., 107ss. LASALA, F. de, “Pastoral jesuita: Orihuela 1872-1956”, en Hispania sacra 92 (1993) 655-688. Y para una información más amplia los B.O. del O.O.

56 MARQUÉS, J.M., “Los empréstitos pontificios de 1860 a 1864 en España”, Anthologica Annua 38 (1991) 203-227.

57 DUMONS, B. - POLLET, G., “Enterrament civil et anticlericalisme à Lyon sous la troisième republique 1870-1914”, Revue d`histoire moderne et contemporaine XXXVI (1990) 478-483.

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tampoco ejercen aquella autoridad de la que gozaban antes. Han perdido su poder coercitivo.

2.- Hay una serie de funciones que los párrocos cumplen, en general: celebran la misa pro populo. Llevan los libros, si bien no los guardan siempre en los lugares adecuados, según Orberá. Predican la palabra de Dios, aunque algunos, dice Oliver, son remisos, y alegan dificultades. Visten el traje clerical, aunque las dificultades de los tiempos requieren prudencia, en opinión de Mariano Miguel Gómez. Residen en sus parroquias. Hacen ejercicios espirituales. Administran los sacramentos. Estos aspectos generales exigen explicaciones concretas de cada obispo, contrastadas a través de la literatura.58

Vilamitjana es escueto y le preocupan las muchas vacantes en las parroquias.

Por su parte José Oliver dice haber encontrado dificultades para que los párrocos cumplan la ley de residencia debido a la guerra –tercera guerra carlista–, ya que las enemistades políticas y las persecuciones impedían cumplirla pero, de nuevo –señala– poco a poco se va cumpliendo. Ha cambiado a los párrocos por temor a las malas relaciones o represalias, para añadir en 1882 que ya se observa la residencia, aunque aún sigue cambiando párrocos para evitar problemas con los feligreses. También hay muchas parroquias sin clero y los fieles ayudan a sus coadjutores para que no se vayan. Hay iglesias erigidas por la devoción de aquéllos. Manda y urge en las visitas pastorales que se enseñe la doctrina cristiana ya que se reducía sólo al tiempo de Cuaresma, dejando el resto del año a los maestros que, aun siendo diligentes, les falta el celo y la pureza de la fe. En la visita de 1882 recoge la nueva demarcación parroquial que se hizo en julio de 1881: “urgía la ordenación parroquial, pues había parroquias muy pequeñas y faltaba a veces clero en las grandes, además el gobierno se negaba a conceder la congrua a los coadjutores, hasta que no se hiciese la ordenación...”.59 De ello, según su

__________ 58 PÉREZ GUTIÉRREZ, F., El problema religioso en la generación de 1868, Madrid 1975,

192. 59 Ésta era una necesidad que se recogía ya en el artículo 24 del Concordato de 1851 y

también en su apéndice de 1859. De ALAZAR ABRISQUIETA, J., “Storia del Concordato de Spagna, conchiuso il 16 de marzo de 1851 e della Convenzione addizionales al medesimo Concordato, stipolato il 25 de agosto de l859 di Vicenzo Nussi”, Anthologica Annua 2 (1973) 823-1116. Señala también el sentimiento de parte del clero respecto al Concordato. Las visitas de Oliver son amplias. De ellas hace un estudio GOÑI GAZTAMBIDE, J., “José Oliver y Hurtado, obispo de Pamplona (1875-1886)”, Príncipe de Viana (1975) 138-39.

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opinión, se ha seguido un gran bien: la supresión del derecho de patrimonio, que casi todos los pueblos ejercían. Esto era causa de frecuentes escándalos y juicios. Ahora es el Rey el que elige de una terna.

Para mejorar al clero ha mandado las Conferencias Morales, al igual que M. Miguel Gómez y Francisco de Asís, después de haberse suspendido por la guerra y tienen libros de actas. Se nota el fruto. Sus costumbres son buenas en general y los abusos se corrigen.

M. Miguel Gómez se refiere a algunos casos especiales, tres en concreto, entre los que se cita alguno que no puede estar en la parroquia por problemas con los feligreses.60 Francisco de Asís –en 1885–61 señala la situación que recibe y observa lo que intuye el de Pamplona y parece ser común en Francia: la facilidad con que se azuza a los párrocos en las parroquias y la esperanza de muchos de éstos de abandonarlas y los feligreses de expulsarlos o rechazarlos. Se encuentra con problemas para remover algunos párrocos y muchas veces no puede dejar de recurrir a la justicia para solucionarlos. Pide, por ello, autoridad para remediar tales males sin alboroto y con el consejo de dos o tres párrocos antiguos.

Algunos sacerdotes se encuentran solos y no se les puede ayudar aunque estén enfermos o sea muy numerosa su grey. Así se expresan también Orberá en 1881 o Guisasola en 1886. En el fondo se plantea el problema económico que impide nuevas congruas o la sustitución de sacerdotes enfermos o inhabilitados y se refiere tanto al decreto de 30 de abril de 1852 como al de 23 de septiembre de 1871.62 De todas formas él toma la iniciativa estableciendo normas para la función de los coadjutores (27 de julio de 1882), y en su artículo 7 regula el espinoso tema económico. Espera que pronto se aprecien las mejoras. A pesar de todo, presenta un panorama bastante optimista respecto al trabajo del clero. De __________

60 ROBLES MUÑOZ, C., “Católicos y liberales...”, 313; p. 14, indica lo poco que hizo el Estado por elevar el nivel intelectual de estos centros y el desinterés de los obispos, salvo excepciones. IB., “Estado material, académico y moral de los seminarios españoles durante el siglo XIX”, Seminarios 77-78, vol. 26 (1980) 265-432. Este mismo autor señala el carácter nefasto de la separación de externos e internos, en “El clero durante la revolución...”, 179. MARTÍN HERNÁNDEZ, F., “La autonomía de los centros eclesiásticos españoles de enseñanza superior durante el siglo XIX”, Salmanticensis (1990) 211-231.

61 Francisco de Asís fue obispo de Segorbe desde 1880 a 1899. Tomó posesión el 26 de marzo de 1881. El 8 de abril sacaba a la luz el Boletín Oficial Eclesiástico de Segorbe y según C. Robles propuso una revista para el clero. Era su propósito ir a Roma en 1885, pero suspendió el viaje por el cólera que se declaró en la ciudad. Realiza una larga y completa relación de la diócesis, por lo que es alabado desde Roma, 15 septiembre de 1886.

62 El obispo de Coria habla de la situación de miseria en que se encuentran los párrocos, en CÁRCEL ORTÍ, V., “El clero durante la revolución...”, 165.

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ahí que señale, como casi siempre, que sus costumbres, generalmente hablando, son buenas y conformes al espíritu eclesiástico, sin que se den escándalos importantes. No obstante estas generalidades, él querría a los clérigos más libres de los bienes terrenales y más sujetos a aquellas cosas que tocan a la gloria de Dios y a la salud de las almas. Dice que las causas de estos defectos son varias y vienen de atrás. La primera procede, sin querer equivocarse, de la misma pobreza de la región y de sus parroquias. La segunda, de la ignorancia de las cosas maravillosas y de las actividades con las que se propaga y echa raíces la religión. Y la tercera es la falta de ejercicios espirituales con los que se fomenta el celo y la piedad. Por ello él mismo se ha propuesto como director por la ausencia de otro mejor y los resultados han sido óptimos. Por eso se imponen a los ordenandos y muchos clérigos los hacen incluso por su propia iniciativa.

También es costumbre antigua que los clérigos lleven consigo a los padres. Pero se queja de que el cuidado de la familia habitual impide el de la espiritual, separa al sacerdote del sacerdote, piensa en los negocios temporales que engendran con facilidad conflictos y tibieza y muchas veces los familiares hacen aquellas cosas que el párroco reprende en los otros.63

Si optimistas se muestran algunos obispos, otros, por el contrario, no esconden una situación desastrosa, como Orberá. La mayor parte de los párrocos predica, pero hay una parte que no realiza sus obligaciones. Después de los ejercicios espirituales se nota mejoría y su empeño es no cejar hasta que todos cumplan con su deber. Esto se complica por la ignoracia en ciencias eclesiásticas y la carencia de clero, por lo que piensa que habrá que solicitar jóvenes extradiocesanos. Y es que desde la revolución de 1868 todo se ha degradado. Pocos asisten a las Conferencias Morales y no cree poder mejorar la situación. A pesar de todo, y para no dar una visión tan negativa, dice que en gran parte del clero brilla la virtud. Se cree y se custodia fielmente el depósito de la fe, pero las costumbres de algunos le entristecen, aunque procede a su corrección.64

__________ 63 Interesante resulta en este sentido la lectura, por la coincidencia de Colección de

instrucciones pastorales que en diferentes ocasiones y con varios motivos publicó para edificación de los fieles, arreglo y dirección de sus diócesis, de Fr. J.A. de S. Alberto, Madrid 1786, 2ª parte. Sobre este tema REMOND, R., L'Anticlericalisme..., 19.

64 ROBLES, C., “Católicos y liberales...”, 314.

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Parece, sin embargo, que los problemas del clero valentino son menores, a tenor de la descripción de Monescillo,65 tanto por el número (todas las parroquias tienen su párroco), como por la situación espiritual, (hacen ejercicios), como por su trabajo (cumplen con su deber con el máximo celo), como por sus costumbres buenas y vida irreprochable.66 No obstante en su Pastoral

67 hace una apuesta por el clero regular y una alabanza de su misión en beneficio de la Iglesia. Ello supone un claro cambio de las actitudes episcopales respecto a tiempos anteriores y también una cierta desconfianza hacia la pastoral parroquial que se practica. ¿Qué otra cosa son sino las misiones?

Por su parte Guisasola sigue la línea del obispo de Almería. Algunos párrocos regentan parroquias que no son las suyas. Algunos no cumplen con sus deberes de predicar, por negligencia o desidia, ni tampoco de enseñar el catecismo, delegando esta función en los maestros. Hay Conferencias Morales. Las costumbres del clero, si se ha de hablar de juicios externos son, generalmente hablando, buenas y honestas, sin descuidar la disciplina eclesiástica y sin escándalos que conozca el prelado.68 Aunque siempre hay alguna excepción como la de José Pérez que llega a crear una secta masónica en Alicante y está excomulgado. Pero además de esto, señala en el capítulo del pueblo, la pereza y apatía del clero ayuda poco a erradicar los males de la sociedad y más bien contribuye con su fama más a destruir que a edificar. Como se ve, una de cal y otra de arena, tal como se desprende de sus Pastorales y Edictos.69

Según las visitas se aprecia que la actividad pastoral era más bien pobre y se descuidaba la predicación y la enseñanza de la doctrina cristiana, constatando también la ignorancia del clero y, en parte, cierto __________

65 Monescillo y Viso, arzobispo de Valencia desde el 22 de junio de 1877 a julio de 1892. OLMOS CANALDA, E., Los prelados..., 317-323. CÁRCEL ORTÍ, V., Historia de la Iglesia..., 656-658. ROBLES., C., “Católicos y liberales...”, 361, nota 187, carta de Monescillo al nuncio. NÚÑEZ MUÑOZ, Mª F., “El episcopado español...”, 356.

66 B.O.E. ..., 5 de febrero 1880, n.º 759. 67 Ib., 26 de mayo de 1881, n.º 798. Y sigue recordando al clero sus obligaciones respecto a

la predicación. 68 B.O. del O.O., 20 de julio, n.º 2, incluye una circular de 17 de julio de 1882, en la que

trata los abusos de los eclesiásticos. Exige se vista el traje talar, que se guarde la gravedad debidad a las funciones sagradas. Y se insiste en estos temas, en 18 de septiembre y 19 de diciembre de 1882, con ocasión de pedir la exacta matrícula de los feligreses. El 3 de octubre de 1882, restablece las Conferencias Morales que han caído en desuso.

69 Ib., 13 de julio de 1882 condena los libros que atacan al obispo, a los sacerdotes y ministros de la Iglesia. En 20 de julio, n.º 2, se queja de ciertos comportamientos de los clérigos que no llevan una vida acorde a su ministerio.

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desprestigio.70 El obispo se muestra incapaz de remediar la situación a pesar de sus buenas intenciones.

3.- No todos los obispos se preocuparon por igual de estos centros de formación. Por ello muchos dejaron bastante que desear según se lee en informes y escritos de la época como síntoma de la vida eclesial de esta etapa del siglo. Significativos fueron los informes de Antonio Vico y del nuncio Rampolla, por su sentido negativo71 y la incidencia que tendría la formación del clero y sus consecuencias pastorales sobre el pueblo.

Señalan los prelados que los seminaristas son educados rectamente en las disciplinas eclesiásticas. Se evita el contacto entre internos y externos, reciben ayuda del gobierno y se suele criticar la instrucción en manos de los poderes públicos por nefasta e inconveniente para los valores cristianos.

El obispo de Tortosa poco puede decir sobre el seminario. Hace un año que lo ha recuperado tras la expropiación de 1868. Parecidas circunstancias tuvo Oliver con el suyo, pues se empleó durante la guerra como hospital. En 1877 tiene 198 alumnos de los que 17 son internos. En 1882, 354 de ellos 65 son internos. A pesar de este crecimiento el número de sacerdotes descendía pues morían más que se ordenaban, incluso a pesar de la carrera corta con que contaban la mayoría de los seminarios,72 consentida por necesidad de proveer las parroquias vacantes. No todos los sacerdotes necesitan los mismos estudios, se dice. Sin embargo Oliver insiste en que son poco los que no aspiran a grados académicos.

Por su parte, éste manifiesta interés por el centro. Tiene 29 internos y 40 externos simultaneando los estudios con los ejercicios espirituales. Según Francisco de Asís en 1885 tiene 112 y 124 en 1890.73 Se estudia según el plan de 1852. En 1882 introduce un nuevo reglamento. En su constitución V habla, por ejemplo, de los estudiantes, del carácter de los seminaristas y de la impotencia de los seminarios para tener luego un clero celoso del la gloria de Dios y del bien de los demás. La VIII establece la distribución del tiempo y reglas que han de observar los seminaristas. Su interés por los estudios le lleva a denunciar las leyes del

__________ 70 CÁRCEL ORTÍ, V., “Decadencia de...”, 33-34. La importancia de los jesuitas la señala

LASALA, F. de, “La pastoral jesuita...”. 71 CÁRCEL ORTÍ, V., “Obispos y clero...”, 121. IB., “decadencia de los estudios...”. 72 GOÑI GAZTAMBIDE, J., “José Oliver y Hurtado...”, 278. 73 Sobre este seminario y su informe se puede ver en CÁRCEL ORTÍ, V., “Estado material...”,

349.

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Estado –circular 17, 21 sept. de 1883–, por no reconocer los estudios eclesiásticos y critica la instrucción pública como nociva. Todo lo no eclesiástico es perjudicial. Esta denuncia tiene que ver con la explicación que da en su relación. Muchos padres envían a sus hijos a los institutos públicos porque los estudios del seminario sólo sirven para la carrera eclesiástica. Y de paso señala los peligros a que se exponen en estos centros urbanos los jóvenes, adoctrinados por profesores, muchos de ellos, acatólicos. Esto, según la opinión del obispo, es causa de alejamiento de la religión y de la fe.

Orberá constata el aumento de alumnos entre 1879 y 1881. Y, como Francisco de Asís, advierte que la escuela de la ciudad huele a impiedad. Motivo que le lleva a crear un colegio próximo al seminario.

Monescillo, en sus diversas visitas, habla del seminario como algo muy querido “pupila de mis ojos”. Señala su prestancia y excelencia tanto por la parte científica, como filosófica o teológica. Alaba sus estudios y a sus profesores y le alegra, a pesar de la angustias de los tiempos, el aumento de los alumnos, mientras otros seminarios languidecen.74 Y no puede por menos que resaltar cómo cumplen con sus devociones y ejercicios espirituales.

Menos pudiente el de Orihuela señala el número de alumnos para 1886 en 112 y 32 externos, aunque muy pendiente de él. Así lo señala en su Edicto de 1882 en que resalta la importancia de su educación como futuros ayudantes suyos.75

4.- Cuáles han sido los efectos de la revolución de 1868 los señala Vilamitjana y también Oliver de forma directa y clara:

“Si dijera, indica el de Tortosa, que la fides avita de los pueblos de la diócesis no ha sufrido ninguna pérdida desde 1868 me alejaría de la verdad. Era lógico que la fe sufriese menoscabo a causa de las

__________ 74 En las distintas visitas da las cifras. El salto más importante se produce en la de 1890.

SANZ DE DIEGO, R.Mª, Medio siglo de relaciones Iglesia-Estado..., 59. Sobre su importancia B.O.E.A.V., 10 de marzo de 1881, n.º 793. CÁRCEL ORTÍ, V., “Segunda época del Seminario...”, 284ss. IB., “Estado material...”, 344 a 346. CUENCA TORIBIO, J.M., “Los seminarios en el pontificado de Pío IX”, Saitabi 23 (1973) 55ss. La apertura del curso escolar era un motivo de exposición doctrinal. A través de los discursos se puede hacer un seguimiento.

75 Edicto de 22 de agosto de 1882. B.O del O.O., 25 de agosto de 1882. Sobre su situación, CÁRCEL ORTÍ, V., “Estado material...”, 348-349. Guisasola que había incorporado los estudios del Seminario a los del Instituto provincial de Alicante, con fecha de agosto de 1883 los separa y los une al Colegio de jesuitas de Orihuela, B.O. del O.O., 30 de agosto de 1883. Se quiere que el seminario conciliar sea sólo para internos dedicados a la carrera eclesiástica B.O. del O.O., 16 agosto de l886, n.º 12.

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nefastísimas doctrinas liberales que se difundieron con toda libertad, con el beneplácito del Estado...”.

A esto hay que añadir las consecuencias de la guerra civil, que también han sido funestas para las buenas costumbres, aunque éstas, dice, han empezado a restablecerse. Pero los efectos negativos continúan según se deduce de sus palabras. Así, mientras los habitantes de algunas parroquias, sin excepción han cumplido con el precepto pascual, absteniéndose muy pocos, los de las parroquias costeras, se mostraron en este asunto más remisos. Constata aspectos positivos al poder santificar eclesiásticamente los matrimonios civiles que antes no pudieron evitarse.76 En el mismo sentido se expresa Oliver.

La falta de sacerdotes se deja sentir en el pueblo, en las predicaciones y confesiones y por tanto, en el fruto que cabría esperar. Faltan coadjutores y no se puede suplir la falta de párrocos. En 1877 dice que esto no se puede solucionar hasta que el gobierno no lleve a cabo la reforma de las parroquias. A pesar de todo es optimista porque, según él, la situación del pueblo, empobrecido, es buena.77

Oliver repite en sus visitas las mismas ideas. Las costumbres del pueblo, a causa de los tiempos, se han abierto a todos los errores y corrupción, pero de momento se conforman a la justicia y honestidad cristiana. Por tanto, el pueblo permanece fiel, fiel a su pastor, maestro infalible, como se demuestra con el Dinero de San Pedro, recogido cada año y entre la gente con menos fortuna. He aquí una muestra de cómo entiende la fidelidad del pueblo el obispo. Y del mismo parecer es Monescillo.78

Apenas se cometen crímenes que muestren impiedad o ánimo depravado, ni son comunes los escándalos. Los divorcios son escasos y la familia se mantiene cristiana, a pesar de las leyes civiles vigentes durante años, como manifestaba Vilamitjana.79

__________ 76 Se mantiene el libro de matrículas, como en Orihuela., B.O. del O.O., 1 de febrero de

1883. 77 ROBLES MUÑOZ, C., “Católicos y liberales...”, 388. Carta de Vilamitjana a Cattanni sobre

el abandono de la fe y adhesión a sectas, especialmente la masonería. 78 SANZ DE DIEGO, R.Mª, Medio siglo..., 466. 79 LAHIDALGA, J.Mª de, “A propósito del matrimonio civil obligatorio en la I República: el

planteamiento doctrinal en la presentación de la ley”, Scriptorium Victoriense XXVI (1979) 171-201 (p. 175ss).

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Al igual que éste divide las poblaciones según su actitud ante los sacramentos en rurales y urbanas. En las primeras apenas hay fieles que no confiesen y reciban la comunión por pascua y nadie in articulo mortis y, más aún, si se trata de zonas de habla vasca, menos expuestas a doctrinas perniciosas. En las segundas la tibieza se nota más y ha crecido la indiferencia y la impiedad. A pesar de ello, manifiesta, la mayoría de los fieles se mantiene inmunes a los errores de la época moderna, aunque no faltan partidarios de aquéllas. Condena, por su parte, los espectáculos, los libros perniciosos, los periódicos, las meretrices y todo lo que favorece la impiedad y la corrupción, los lugares públicos, etc. A ello hay que añadir los efectos de la guerra civil y la costumbre de blasfemar que dice combatir con misiones; para 1882 ya había descendido esta costumbre. Y el obispo da la alarma cuando se aprueba el artículo 11 de la Constitución sobre las actividades de los protestantes.80

En la misma dirección apunta Mariano Miguel Gómez de Segorbe. Para él no hay en la diócesis costumbres depravadas, pero sí se nota cierto aumento de la impiedad, especialmente en el cumplimiento del precepto pascual y en la observancia de las fiestas.81 Francisco de Asís no aporta mucho más: “Las costumbres del pueblo no son malas; la blasfemia apenas se oye; los robos son raros al igual que los homicidios y otros crímenes. Muchos trabajan los días de fiesta”; pero conviene subrayar cuando dice que la religión y la piedad son estimadas por pocos como conviene, lo cual procede más, en su opinión, de la ignorancia82 que de la malicia.83 En 1890 repite prácticamente lo mismo, aunque añade que sin ser malos desearía que fueran mejores. Y gracias a su vigilancia ha impedido el asentamiento de corresponsales de los periódicos anticlericales de Madrid y el fracaso de una logia masónica.84 Ideas que repite en 1898 con la nueva instalación e igual destrucción de una nueva

__________ 80 GOÑI GAZTAMBIDE, J., “José Oliver y Hurtado...”, 360-265. 81 LLORENS RAGA, P.L., Episcopologio..., 499, habla de los problemas del obispo como

consecuencia de los enfrentamientos entre Segorbe y Altura por la utilización de la Virgen de la Cueva.

82 En este tema VALVERDE, C., “Los católicos y la cultura española”, en Historia de la Iglesia en España, BAC, Madrid 1979, t. V, 481.

83 Lo que sucede es que la religiosidad es de pocos vuelos, más devocional que otra cosa, lo que llevará a una lenta sangría. JIMÉNEZ, B, La espiritualidad del siglo XIX español, 139-140.

84 Sobre la obligación que tenían los obispos de informar a la santa Sede, ROBLES, C., “Iglesia y masonería en la Restauración. En torno a la Humanum Genus”, en Masonería, política y sociedad, Zaragoza 1989, t. II, 809-821.

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logia. En este caso señala como tiempos calamitosos aquellos en que se celebran elecciones políticas.

No deja de señalar su fructífera actividad pastoral, aunque sea a base de dejar al descubierto la verdadera situación de los fieles. Dice que cuando predica las gentes se conmueven y se acercan a recibir los sacramentos, se reconcilian entre sí y devuelven lo robado. Pero sobre todo resalta la acción de los misioneros que ha provocado un movimiento general de conversiones públicas. Y con estos éxitos misionales se pregunta por qué no hay una casa de misiones en la diócesis desde 1825. Porque incluso la predicación cuaresmal se hace por la mañana cuando el pueblo está en los campos. Describe la piedad popular muy gráficamente:

“Llevan las imágenes de aldea en aldea a modo de procesión, con música, muchas velas encendidas, clamores y estrépito por la cantidad de petardos. Contra estas costumbres luchó el obispo Cano, pero ni la autoridad del obispo, a cuyo pueblo debe mucho, ni la autoridad del rey que acude en auxilio del obispo no pudieron otra cosa que aminorar el exceso y las intemperancias”.

El obispo de Almería en 1877 reconoce la catolicidad de su diócesis, pero de moral fría. Similar diagnóstico hace en 1881, subrayando su tibieza espiritual. Gracias a las misiones las costumbres tanto de la ciudad como de otras poblaciones han mejorado notablemente.

Se queja, como el resto de los obispos, de que muchos trabajen en días festivos, no oigan misa ni tampoco cumplan con los preceptos pascuales, tanto en 1877 como en 1881, por lo que pide consejo.85 A todo esto contribuye el estado de la diócesis y la dispersión de las parroquias que impiden la práctica de los sacramentos y favorecen incluso los concubinatos, aunque la fe no falla. Se explica esto por la pobreza de la diócesis que es muy grande, dice, aunque no afecta a todos de la misma manera. El dilema está en saber qué hacer, pues si se concede dispensa hay peligro de que otros elijan el concubinato como medio para obtener la gracia de las licencias. Y si se niegan, muchos vivirán en él.86

__________ 85 ROBLES, C., “Católicos y liberales...”, 343. 86 Esta situación no mejora con el tiempo. La visita que realiza en 1890 Santos Zárate

Martín empieza señalando: “Mores populi generaliter loquendo non sunt laudandae”, para seguir hablando de los abusos, de los pecados, del trabajo en días de fiesta... Abundan las uniones ilícitas e incestuosas. Se ignora la religión y muchos no reciben los sacramentos. Y en medio de todo esto es fácil que los diocesanos que tienen una fe ardiente pero que viven lejos, privados de escuela y

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Monescillo y Viso resalta también que el pueblo persevera en la fe ortodoxa, y añade que “nunca se separaría de las doctrinas cristianas” por más que se empeñe el protestantismo. Por tanto, la mayor parte del pueblo persevera fielmente y se adhiere filialmente al Papa. Pero le preocupa y le hace llorar la lánguida tibieza que poco a poco ha ido minando los ánimos de muchos, causa por la que gana terreno el indiferentismo. No obstante, él con preces, exhortaciones, pastorales, predicaciones y misiones ataca los errores. No deja de inquirir ante las autoridades para que velen por la fe cristiana. En las pastorales ataca la inclinación hacia lo material y olvido de lo espiritual. De ahí que no le extrañe la insurrección de las clases inferiores87 que nos revela también la defensa de una situación socio-política que afectaba a la Iglesia, a su pérdida de poder y a una visión alicorta de su pastoral social.88 Señala en 1885 que hay muchas cosas dignas de ser lloradas, a causa de los tiempos y de los errores y doctrinas perniciosas que se han introducido en el pueblo, sin embargo la fe de los valencianos se mantiene firme,89 aunque hay periódicos satíricos que intentan ridiculizar las honestas costumbres de las familias.90 En las visitas no habla de la blasfemia, pero sí que la tiene presente en sus Pastorales. En 1881 reconoce que da pasos de gigante, por tanto mantiene opiniones distintas del obispo de Tortosa.91 Y en dirección distinta apuntan sus sucesores, destacando más los aspectos carnales, como hiciera Barrio. Ciriaco M.ª Sancha destaca los pecados de lujuria y la separación de matrimonios, aunque Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros subraye que esto sucede en todos los sitios. Eso sí, el pueblo mantiene la fe, pero las costumbres no se adecuan a ella.

___________________________________________________________ templo, ignoren los preceptos y no los cumplan. Ver ROBLES, C., “Religiosidad...”, 460. IB., “Católicos y liberales...”, 314.

87 Me he fijado en la Carta Pastoral de marzo de 1878, en B.O.E.A.V., n.º 685. En ella condena lo material; el poco apego de los fieles a lo espiritual que camina, por tanto, hacia la indiferencia. Con ello ataca la política secularizadora del gobierno, porque cuando se pierde el cristianismo todo se degrada.

88 ANDRÉS-GALLEGO, J., Pensamiento y acción social de la Iglesia en España, Madrid 1984, 23. También LA PARRA LÓPEZ, E., “El círculo de obreros de Alcoy (1872-1912)” en Miscelania de Comillas XXXVIII, n.º 73 (1980). IB., “La primera organización de un Círculo obrero.(El reglamento de 1872 del Círculo de Alcoy)”, en Anales Valentinos 14 (1981).

89 Denuncia la blasfemia como un grave mal y cómo ahora apenas se castiga civilmente, B.O.E.A.V., n.º 790, 1881. También en 1878 dedicará varios Boletines a este tema.

90 Dura fue la reacción ante el artículo publicado por la revista Ilustración Popular económica. B.O.E.A.V., jueves 4 de marzo 1886, n.º 948.

91 B.O.E.A.V., 10 febrero 1881, n.º 790. Dice que antes se castigaba, pero ahora ya no.

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El de Orihuela, Guisasola, se muestra contento porque comparando con otras diócesis, no dice cuáles, las costumbres de la suya son generalmente buenas, mostrando la piedad y honestidad, aunque exceptuando aquellas miserias propias de la fragilidad humana, dignas de ser lloradas.92 La fe de los mayores es firme en sus corazones y él procura excitarla a través de misiones y por otros medios píos.

Pero ante esta fe se presentan peligros, sobre todo en las ciudades y, de manera especial, en la ciudad de Alicante, donde las festividades se celebran de forma impía. Hay allí tres logias masónicas que trabajan sin descanso.93 También los apóstoles del espiritismo enseñan sus errores. Para contener todos estos males hay pocos sacerdotes y además es necesario señalar su apatía y pereza y, más aún, dice que la fama de algunos no siempre es buena, que destruyen más que edifican. Para expresar la fuerza del error en Alicante señala los problemas habidos allí –febrero de 1883– con ocasión de una misión predicada por los jesuitas y las críticas de la prensa “impía”, por cuya culpa tuvo que suspenderse.94 Ve un plan que tiene por fin extinguir el clero y la religión.95

“La situación del pueblo es óptima, pero faltan conductores inflamados de ardiente celo, a los que se excite y se dirijan en el recto camino; la viña del Señor está cubierta de espinos y tribulaciones a causa de la malicia del enemigo...”.

__________ 92 La queja sobre el cambio de costumbres y situación moral de Orihuela en LASALA, F. de,

“Pastoral jesuita...”, 657. B.O. del O.O., 16 de julio de 1886, n.º 10. 93 Ver sobre este tema GUTIÉRREZ LLORET, R.A., “Republicanismo y masonería en el

Alicante de la restauración”, Masonería, Revolución y reacción, Alicante 1990, t. II, 619-631. El ejemplo del anticlericalismo masónico en torno a los jesuitas, SAMPEDRO RAMO, V., “Un ejemplo de anticlericalismo masónico en El Alacant de la Restauració: Eleuterio Maisonave y la Logia Alona nº. 44”, en Masonería, Política y Sociedad, Alicante 1989, t. II, 783-790. FERRER BENIMELLI, J.A., La masonería en los episodios nacionales de Pérez Galdós, Madrid 1982.

94 B.O. del O.O., de 23 de febrero de 1883, n.º 3. La prensa tuvo una parte muy activa a raíz del ataque de los jesuitas tachándola de impía y cobarde. Es El Pragmático el primero en ocuparse del tema y le siguen los demás, destacando La Humanidad y El Graduador. Éste mantiene el respeto hacia el clero secular pero descalifica a los jesuitas e incluso lamenta que el obispo tome partido por ello, perdiendo su credibilidad. Guisasola achaca a la autoridad civil la responsabilidad de los hechos. El obispo carece de poder coercitivo. De ello se quejaba ya el de Granada en 1869, viendo los efectos de la revolución, “neque vis coactiva adversus haereticos vel inobedientes et rebelles...”. Se plantea aquí con realismo el papel de la Iglesia y del clero en una sociedad civil, cuáles debían ser sus relaciones y qué pintaban las misiones entendidas de esa manera. ROBLES, C., “Religiosidad...”, 455. Un estudio sobre el fracaso misional y las diversas causas que pudieron producirlo lo presenta LASALA, F. de, “'Fracaso' misionero en Alicante 1883”, en Archivum Historicum Societatis Iesus (1993) 175-183.

95 Ib., 13 de junio de 1882.

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Y faltan quienes erradiquen los males, trabajen y recojan los frutos, pues la mies es mucha y los operarios pocos. Sin embargo, según a quien se dirija, el obispo plantea una situación u otra. En su Exposición al Presidente del Consejo de Ministros, en la que da cuenta de los hechos, justifica la misión diciendo: “Cerciorado del menoscabo que habían sufrido la instrucción religiosa y cristianas costumbres en varias de las poblaciones confiadas a mi solicitud pastoral...”.96

A MODO DE CONCLUSIÓN

A lo largo de estas páginas se ha podido apreciar las inquietudes y esperanzas de los obispos en esta segunda mitad del siglo XIX. En primer lugar, aunque expresan, en general, su satisfacción por la fe del pueblo, no pueden dejar de apenarse porque esa fe ya no responde a todo el pueblo de forma homogénea. Describen, en este sentido, un cuadro bastante pesimista de sus diócesis, al mismo tiempo que se presentan ellos como los guardianes de la ortodoxia, los dinamizadores de la vida religiosa y adalides de su regeneración, aunque sumisos, en exceso, a la autoridad papal y dictámenes de la Santa Sede.

Se refieren constantemente a la impiedad, a la irreligión, a la tibieza, a la falta de respeto a las cosas santas, incluidas la Iglesia y sus ministros –velado anticlericalismo–.97Por tanto, éstos han perdido parte de su prestigio y aquélla no es referente obligado como en otros tiempos. La fe y la piedad se han enfriado. En su opinión el mal ha pervertido todo.98

Los prelados intentan mantener la fe de sus mayores en el pueblo, el patrimonio heredado a costa de sacrificios y heroismo, en palabras de Mariano Barrio. En su defensa se impone un catolicismo militante en el que predominan las manifestaciones, devociones o asociaciones religiosas. Se hace necesario estar presente. Así lo manifestaba el obispo

__________ 96 Elgraduador, 28 de febrero de 1883. B.O. del O.O., 23 de febrero de 1883, n.º 3 inserta

las reacciones favorables al obispo de los distintos sectores tanto laicos como eclesiásticos de Orihuela y de Alicante. En Ib., 15 de marzo de 1883 la respuesta del Presidente del Consejo de Ministros.

97 PÉREZ GALDÓS, B., Cánovas, Madrid 1973, especialmente el final capítulo 22, 247. 98 ROBLES, C., “Católicos y liberales...”, 310.

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de Orihuela en su Pastoral de junio de 1882.99 La fe de los mayores se tiene que hacer visible en un mundo cada vez más hostil. En su lucha se echará mano de formas pastorales tan tradicionales como las misiones, buscando la conversión de los descarriados, su vuelta al redil de la Iglesia, el freno a la secularización y a la ignorancia del pueblo tanto rural como urbano. En todo caso, la ausencia de errores dogmáticos y de actos sacrílegos es ya un buen síntoma, en su opinión, pero no se entra a reflexionar el por qué de los cambios, ni a cuestionarse si el trabajo pastoral responde a expectativas del momento ni si la Iglesia, jerárquicamente hablando, tiene parte de culpa. Sí, dejan claro los obispos, en sus descripciones, que la indiferencia y el alejamiento de los fieles de los ritos de la Iglesia, poco inteligibles las más de las veces, es real, especialmente en zonas urbanas, aunque no en exclusiva.

A todo ello hay que añadir la escasez del clero y su deficiente preparación para semejante misión. Es la consecuencia de los cambios producidos en los últimos decenios. Las medidas pastorales se muestran ineficaces, aunque los obispos manifiestan en ocasiones los logros conseguidos, ante las costumbres relajadas y los vaivenes habidos en una sociedad que se inclinaba cada vez más hacia los bienes materiales y el alejamiento de las prácticas religiosas. No es ajena a este planteamiento la misma división que se produce en los diversos grupos que constituyen la Iglesia, pueblo, clero y jerarquía, debido a la politización de la misma Iglesia y de toda la vida religiosa y a su utilización por los políticos que se denominan (neo)católicos.100 Así, Roma y el Vaticano se afianzan como puntos de referencia obligados.

Se acusa al Estado de su poca inclinación a defender la fe católica con medidas más contundentes y a las leyes civiles que no se adecuan a la religión de los españoles, como si ésta tuviera que dirigir a aquéllas. La consecución de libertades sociales y políticas –prensa, culto, educación– se considerarán como una persecución contra la Iglesia, sin pararse a reflexionar sobre la parte de culpa que le atañe a ésta, representada en su

__________ 99 B.O. del O.O., 13 de julio de 1882. Ver también CUENCA TORIBIO, J.M., “Aproximación

al estudio del catolicismo peninsular de fines del XIX”, en Atlántida. Revista del pensamiento actual 51 (1971) 381.

100 ROBLES, C., “La cum laude de León XIII y el movimiento católico en España” (1882-1884), Hispania sacra (1987) 279-348 (p. 299ss). IB., “La santa Sede ante la restauración. La conciliación, una opción para el catolicismo (1881-1883)”, Anthologica Annua 3 (1986) 303-361 (p. 335). PÉREZ GUTIÉRREZ, F., El problema religioso..., 192, cita a Galdós refiriéndose a esto: “la hermanación monstruosa que ellos (los neos) han hecho de la religión y la política”.

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jerarquía. ¿Cómo no entender actitudes anticlericales y antieclesiásticas ante el empeño y obcecación de la Iglesia y de la jerarquía en mantener sus posiciones cuando la sociedad española había cambiado? ¿Por qué esa obstinación en dividir a los hombres en buenos y malos según su pertenencia o no a la Iglesia católica? ¿Por qué esa desconfianza hacia el hombre? Finalmente, ¿por qué no reconocer alguna vez que la culpa del odio, de la aversión o simplemente del interés renovador cristiano de la sociedad tiene sus raíces en la Iglesia y sus ministros?