Langan Ruth- La Reina de los Mares

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TITULO REINA DE LOS MARES AUTORA: Ruth Langan TRADUCIDO POR Grupo [email protected] TITULO ORIGINAL : Mistress of the seas - Harlequin Histórico GENERO: Romántico Histórico (1610) PROTAGONISTAS: Courtney Thornhill Y Rory MacLaren RESUMEN EL FUE SU ESCLAVO ALGUNA VEZ ... AHORA ELLA ES ESCLAVA DEL SILENCIO DE EL ... PORQUE RORY CONOCE SU PASADO Y SI REVELA SU IDENTIDAD, COURTNEY DEBERA PAGAR CON SU VIDA POR SER UNA ESPIA... Rory fue prisionero en un barco pirata.

Transcript of Langan Ruth- La Reina de los Mares

TITULO REINA DE LOS MARES

AUTORA: Ruth Langan

TRADUCIDO POR Grupo [email protected]

TITULO ORIGINAL : Mistress of the seas - Harlequin

Histórico

GENERO: Romántico Histórico (1610)

PROTAGONISTAS: Courtney Thornhill Y Rory MacLaren

RESUMEN

EL FUE SU ESCLAVO ALGUNA VEZ ...

AHORA ELLA ES ESCLAVA DEL SILENCIO DE EL ... PORQUE

RORY CONOCE SU PASADO Y

SI REVELA SU IDENTIDAD, COURTNEY DEBERA PAGAR CON SU

VIDA

POR SER UNA ESPIA...

Rory fue prisionero en un barco pirata.

El ... había conocido a la legendaria REINA DE LOS

MARES, la pirata francesa que asombraba a los corsarios

británicos.

Y la belleza de Courtney había quedado grabada a fuego

en él.

Ella ... tampoco quedó inmune al encanto del

prisionero escocés.

Pero.. Ellos no pudieron permanecer juntos.

Lo que ninguno de ellos previó fue el reencuentro en

la corte inglesa.

Rory era el mejor amigo del rey Carlos I y

Courtney será la dama de compañía de la futura esposa

del rey, la princesa francesa Henrietta... y también

tendrá la misión de ser

los ojos y los oídos espías del Cardenal Richelieu.

Una historia de intriga , amor, pasión y con un

final interesante... A veces, el menor de los recuerdos

puede salvar la vida de alguien

Esa mujer era una visión que lo estaba

enloqueciendo? Rory McLaren intentaba

recuperarse del shock mientras acompañaba al Rey en

dirección al palacio. Su amigo, Carlos I, iba a conocer a

su futura esposa francesa.

Esa mujer... él ya la había visto...

Qué impostora! La bella y peligrosa pirata de quien

fuera prisionero estaba allí , altiva, como la dama de

compañía de la Reina!

Desnuda, desenmascarada. Era así como se sentía

Courtney .

En sueños había deseado reencontrar al prisionero que

le había tocado su corazón endurecido y le había llenado

su mente de fantasías.

Pero ahora... Ella quería huir.

McLaren era el consejero del Rey y conocía su pasado!

No era con la muerte que se castigaba a los espías?

JUNTOS OTRA VEZ ...

Rory MacLaren sintió su sangre escocesa hervir cuando

se enfrentó nuevamente a la belleza que había visto como

la comandante de un

famoso barco pirata .

Temblando ante su mirada penetrante, Courtney

Thornhill encaró al orgulloso noble que alguna vez había

sido el esclavo de su padre. Y el único hombre que

alguna vez se había atrevido a tocarla y besarla . Sólo

ese hombre podría exponerla públicamente

como una espía francesa....

Atrapada en un mundo de intrigas y decepciones, podrá

la Reina de los Mares guiar su corazón al destino del amor

mientras navega en un mar de pasiones y peligros?

PRÓLOGO

1610 – EN los mares de Irlanda

La cubierta del Admiral se había teñido de rojo, tanta

era la sangre. Aunque los marineros del barco de Su

Majestad luchasen con bravura, no conseguían igualarse a

los bien entrenados hombres que saltaban a bordo, venidos

del barco pirata Hawk.

Bajo la cubierta , una joven acompañaba, cada vez mas

aterrorizada, los ruidos de la batalla. Los gritos y los

gemidos de los marineros moribundos llevaban al borde de la

hishabría

Aunque el capitán del Admiral hubiese prevenido a todos

sobre los peligros de aquella misión, la escolta de dos

naves con banderas le habría dado a la joven una falsa

sensación de seguridad. En el primer día de viaje,

durante una tempestad, la primer nave había sufrido una

serie de averías y, con dificultad, había navegado en

dirección a un lejano punto de tierra. EN la víspera del

ataque, la segunda nave había desaparecido misteriosamente

en la neblina de la noche, causando gran alarma entre la

tripulación de la fragata. Durante toda la mañana la

atmosfera estuvo cargada de tensión y nerviosismo. Habría

sospechado la tripulación que su vulnerabilidad atraería un

ataque pirata en esas aguas peligrosas? O, peor todavía,

habría presentido que la nave escolta había sido

delibertadamente atraída a alejarse para facilitar el

ataque pirata al barco?

Al oír pasos aproximandose, la joven tuvo que echar

mano a todas sus fuerzas para controlar el pánico que le

apretaba la garganta. Sólo entonces se dirigió a la

criatura puesta bajo sus cuidados durante la travesía.

_ No debes hacer ningún ruido, entendiste? Ningún

ruido.

Pestañeando los ojos, la criatura asintió.

Sin vacilar, la joven abrió un guardarropa, la metió

adentro y la cubrió con un manto de tal manera que no se

revelase ningún vestigio de forma humana.

_No importa lo que pase , no importa lo que escuches,

vos no vas a permitir que ellos te encuentren. Entendiste

bien?

La criatura asintió y el pesado manto se movió un poco.

Colocándose contra la puerta, la joven permaneció quieta,

esperando. De repente, la puerta de la cabina se abrió.

Rostros oscuros la encararon sorprendidos, se pararon un

instante antes de avanzar de modo amenazador. Detrás de

ellos, se asomó a la puerta una figura alta y sombría.

_Carne inglesa _bramó uno de ellos, lanzando una

carcajada. La Agarró con rudeza por el brazo, empujándola

cerca de sí.

Al sentir el aliento caliente junto a su cara, ella

intentó esquivarlo.

_No es bonita, pero aún así tiene un cuerpo joven y

suave.

Intentando a cualquier costo esconder a la criatura y

el terror que la dominaba, la joven se mordió los labios

para contener el grito.

Lady Montieth había sido bien prevenida en cuanto al

destino de las mujeres que caían en manos de piratas. Una

joven de su estirpe, cuya familia había servido a la

realeza por tantas generaciones, tenía plena consciencia de

lo que debía hacer. No le quedaba otra alternativa.

Al ser arrojada en los brazos de otro pirata, ella sacó

del bolso un puñal y, con toda su fuerza, se lo clavó en su

propio pecho; apuntando a su corazón.

Atónitos, los hombres retrocedieron. Habían presenciado

la muerte de todos los modos posibles. Estaban inmunes al

horror. Pero la idea de que una delicada inglesa se quitase

su propia vida para no ser tocada por ellos era

inconcebible.

La visión de la sangre escurriéndose por el delicado

vestido rosa pálido los aturdió.

El hombre alto de cabellos oscuros dio un paso al

frente asumiendo el comando. Se arrodilló y , con los

dedos, sintió el débil muñeca en la garganta de la joven.

La observó por un largo rato y se levantó. Cuando habló,

fue con una voz aristocrática de un noble inglés.

_La herida es mortal. Ella morirá en breve. Boney! - Se

volvió hacia un marinero cuyas piernas y brazos eran tan

delgados como los de una muchacha. Las costillas del viejo

pirata podían ser contadas a través de su camisa .

_Retira a estos hombres y trae un catre para que ella

pueda morir con dignidad.

_Si , capitán.

El viejo empujó a los otros, expulsándolos de la cabina

y, en algunos minutos, retornó cargando un cobertor

doblado. Al inclinarse sobre la mujer, retrocedió.

_La muerte ya se la llevó, capitán.

_Envuélvela en el cobertor. Quiero que tenga una

sepultura digna.

Con cuidado, el hombrecito envolvió el cuerpo en el

cobertor, colocó el bulto la espalda y, tambaleando, la

cargó hacia la cubierta.

Inquieto, el capitán del barco pirata caminaba de un

lado al otro en la cabina hasta que, por fin se sentó y

abrió el diario de a bordo. Al encontrarse con el sello del

rey de Inglaterra en la primer hoja, lanzó un torrente de

improperios. Aunque inglés de nacimento, había sido

despojado de todas sus tierras y títulos por ese mismo

monarca. Buscando rehuiro en la corte da Francia, probó ser

un brillante y audaz capitán de los mares. Con la anuencia

tácita de Francia, navegaba los mares, protegiendo los

barcos franceses y los de sus aliados, atacando y saqueando

cualquier embarcación que navegase bajo la protección de la

bandera inglesa.

_Capitán Thornhill, los hombres están inquietos.

_De acuerdo con los documentos, este barco no

transporta ninguna carga. Aún así, contaba con la

protección de dos naves. Qué piensas de eso, Boney?

_Los hombres ya revisaron todas las bodegas _ respondió

el viejo marinero, ladeando la cabeza. _ Había muy poco que

valiese la pena salvar.

_No encontraron oro? Plata? Armas?

_Nada mas allá de una centena de rollos de telas y

algunas barriles con carne de cerdo salada. El señor nos da

su premio para que los hombres retornen al Hawk con sus

premios?

El capitán asintió distraído, absorto en el diario de

a bordo. Al retornar algunos minutos mas tarde, el viejo

encontró al capitán con una copa de whisky en la mano,

todavía examinando los documentos del barco.

_Disculpe, capitán. El señor me autoriza a llevar el

resto del whisky al Hawk?

Thornhill levantó los ojos, irritado.

_Lleva lo que quiera, Boney. Estaré con ustedes dentro

de poco.

El marinero comenzó a examinar la cabina en busca de

tesoros para saquear. Encontrando un baúl, lo abrió y

tuvo una gran decepción al ver una serie de ropas femeninas

de tamaño diminuto. Se dirigió entonces al guardarropa.

Notando un manto pesado, lo levantó y quedó paralizado,

como si no pudiese creer en sus propios ojos.

_Capitán! Venga a ver lo que encontré!

Irritado con la interrupción, Thornhill se volvió .

Los ojos se le agrandaron. Apartando a silla, corrió en

dirección al guardarropa y se detuvo, las manos en la

cintura, las piernas apartadas, encarando a la pequeña

figura. Inclinándose, la cargó, depositándola sobre el

escritorio .

Era la mas linda muchacha que el jamás hubiera visto.

Parecía tener cuatro o cinco años. Sus cabellos no eran

rojos o castaños, sino negros, formando rulos suaves que le

caían hasta la cintura. Tenía facciones perfectos, la nariz

pequeña y arqueada. El mentón era recto y la frente alta.

Pero fueron sus ojos los que cautivaron al capitán. Tenían

un extraño color ámbar mezclado con un lleva verde. EN

aquel momento los ojos de ella lo observaban tan

cuidadosamente como los de él.

Debido a su naturaleza agitada, la criatura siempre

había causado dificultades a lady Montieth. Una vez mas ella

había desobedecido sus ordenes. No debería haber permitido

que esos hombres la encontrasen. Pero no había a donde ir.

La puerta dw la cabina estaba cerrada, e o hombre delante

de ella era tan grande cuanto un gigante.

_Cuál es tu nombre, muchacha?

Ella continuó mirándolo y le pareció a Thornhill que

la niña erguía la cabeza. Estaría ella desafiándolo?

_Anda , muchacha. Suelte a lengua. Es el miedo que no

te deja hablar?

_No tengo miedo de vos.

Si la voz sonaba un poco vacilante, no había ningún

indicio de miedo en los ojos. Era desafío, sin duda. El

debía acabar con eso.

_Es bueno que tiembles delante de mi, muchacha _ dijo

Thornhill, _ Tu destino está en mis manos.

Los ojos de ella bajaron hacia sus manos, y el entonces

percibió que ella no tenía la menor idea del significado de

la palabra destino.

El, sin embrago , lo sabía muy bien.

Su mirada fue atraída por un minúsculo medallón de oro

que ella traía en una cadena sujeta al cuello. Lo Levantó,

leyó la inscripción, la leyó otra vez , y entonces tiró la

cabeza hacia atrás dejando escapar una sonora carcajada.

Al oírlo, Boney se aproximó, mirándolo como si el

hubiese perdido el juicio.

_Qué es tan gracioso, capitán? Esto.

Thornhill retiró la cadena del cuello de la muchacha y

la colocó en el suyo , dejando que el medallón se

deslizase dentro de su camisa . Se volvió entonces hacia

el baúl de la criatura, tomó unos documentos que leyó

rápidamente y se dirigió otra vez a la muchacha.

_Oh, vos me fuiste enviada por los cielos. La mas dulce

venganza que yo podría desear. _Retornando con calma al

escritorio, miró los ojos inteligentes y alertas de la

muchacha y sonrió de modo amenazador. _Aquí consta que tu

nombre es Anne Courtney Elizabeth. Cuál de ellos preferís?

_Courtney _respondió la muchacha sin vacilar.

_Que sea Courtney, entonces. Boney, lleva a Courtney al

Hawk. Manda a colocar su baúl en mi cabina.

_En su ... ? _El viejo marinero lo miraba como si el

hubiese enloquecido.

_ Te olvidas de quien da las ordenes aquí?

El capitán miró intensamente a la muchacha que

permanecía en silencio, observándolo. Por qué ella no

lloraba como las otras mujeres? Por qué no se entregaba a

las lamentaciones? Bien , eso no tenía importancia.

_Ahora ella me pertenece. Será mi hija. Cuando yo

termine de entrenarla, será la mejor pirata que jamas

navegó por estos mares.

_Capitán...

_Déjame. Llévala ahora. Obedece mis ordenes.

Volviendo a los papeles, Thornhill se sumergió otra vez

en la lectura. Cuando el viejo y la muchacha salieron,

enrolló cuidadosamente los documentos y los colocó en su

cintura, al lado del puñal.

Caminando para la cubierta, se detuvo por un momento,

sintiendo el barco mecerse bajo las olas que luego lo en-

gullirían. Al examinar el movimiento a bordo del Hawk, una

sonrisa le atenuó la expresión dura, revelando sus

facciones aristocráticos. La criatura, de pie entre dos

marineros, lo observaba. Saltó a bordo de su barco y allí

permaneció hasta que el Admiral fuese tragado por las aguas.

Pero no era exactamente el naufragio de la fragata lo que

veía. Veía su propio futuro.

Que tesoro formidable acababa de encontrar. Qué dulce

venganza había sido depositada en sus manos! . La hija de

su archi enemigo iba a de ser moldeada a su propia imagen.

Y lo mejor era que ella jamas sabría eso. Era tan pequeña,

que el podría hacerla olvidar su pasado. Con el tiempo,

este no sería mas que recuerdos difusos.

CAPITULO 1

1624

El Hawk cruzaba las aguas agitadas del Atlántico,

dejando detrás de si un estrecho rastro de espuma.

Los prisioneros, atormentados por el dolor y por las

cadenas que les prendían de los talones, iban siendo

conducidos lentamente a la cubierta del barco pirata.

Algunos habían sido capturados cuando sus barcos entraron

en combate con el Hawk. Otros fueron arrebatados de las

prisiones francesas por Thornhill. Venían de todas partes

del mundo: Africa, Persia, Córcega. Aunque poco o nada

entendiesen de las ordenes gritadas por los piratas

franceses, conocían muy bien el lenguaje del látigo. Cada

vez que tardaban en cumplir las ordenes, sentían en la

espalda el castigo impiadoso. Algunos eran llevados al

lugar de castigo y atados a los remos, donde permanecían

hasta que caían exhaustos. Eran entonces substituidos por

otros esclavos que, arrodillados, restregaban la cubierta

con trapos inmundos.

Rory MacLaren había sido forzado a arrodillarse con los

demás para limpiar la cubierta bajo el sol abrasador. Las

pesadas cadenas le apretaban los tobillos, dejándolos

inflamados y en carne viva. Cerraba los dientes,

esforzándose para olvidar el dolor que le latía en las

piernas. Allí en la cubierta, al menos, podía ver el mar e

respirar el aire salado y limpio.

Al contrario de otros prisioneros, jamas había dudado

de su supervivencia. Aunque hubiese pasado mas de un mes en

las prisiones de Francia, acusado de espionaje, y ahora

fuese considerado un esclavo del Hawk, sabía en lo profundo

de su corazón que algún día retornaría a su amada Escocia.

Era aquel pensamiento, y sólo ese , que volvía soportable

tanto sufrimiento.

Desde lo alto del palo maestro, algo colorido llamó su

atención. Enjuagando el sudor de su frente con la manga

deshilachada de su camisa, vio a la hija del capitán

balanceándose en las sogas, bien encima de las velas, con

la gracia de una bailarina.

Desde su primer día a bordo, Rory MacLaren venía

observando con creciente fascinación a la hija de

Thornhill. La primera vez que la había visto había sido en

París, en la corte, tratada como una reina, con su vestido

de satín verde, cuyo corpiño estaba todo bordado y los

puños y el cuello , forrados de una fina piel de armiño. EN

aquella ocasión, ella tenía los largos cabellos negros

sujetos y peinados a la última moda y usaba aros y un

collar de diamantes y esmeraldas. Todos los hombres de la

corte se pavoneaban a su alrededor, compitiendo por su

atención. Pero la muchacha parecía mucho mas interesada en

los asuntos de Estado que en los del corazón. Una mujer

bastante infrecuente.

En ese momento, a bordo del Hawk, ella en nada le

recordaba a la mujer que el había visto en la corte. Aquí,

parecía una criatura mas salvaje, la negra cabellera

revuelta cayendo en olas suaves hasta la cintura. Vestía

una blusa roja de mangas amplias, una faja colorida

prendida a la cintura, pantalones ajustados y botas negras

de caña alta. Al contrario de la mayoría de las mujeres que

Rory había conocido, tenía la piel bronceada,

característica poco femenina; pero la figura envuelta en

las vestimentas extravagantes era definitivamente femenina:

pechos altos y firmes y una cintura tan estrecha que el

podría rodearla con sus manos. Por un momento, casi sonrió

con la idea. Entonces, retomó su trabajo, levantando la

cabeza otra vez para observarla.

_Por todos los dioses! , ella existe realmente. Las

historias que oí no son entonces fruto de la imaginación de

algunos locos.

_Qué estás murmurando ahí? _preguntó Rory,

dirigiendose al esclavo a su lado.

_La mujer. Qué crees, escocés? No es ella la famosa

Reina de los Mares?

La mano de Rory se cerró con fuerza. Atónito, la

observó una vez mas . Era obvio. Cómo no había pensado en

eso antes? La legendaria Reina de los Mares. Hacia años,

corrían muchas historias contadas por marineros que, por

suerte, habían sobrevivido al ataque de barcos piratas.

Hablaban sobre una pirata, una mujer dotada de

extraordinaria belleza, que estaba siempre al frente en las

batallas, enfrentando a hombres dos veces mas grandes y mas

fuertes que ella. Una mujer que sabía manejar la espada y

el puñal tan bien como cualquier hombre.

Volviendo nuevamente a su tarea, Rory le lanzaba

miradas furtivas. La hija de Thornhill, la Reina de los

Mares.

Era evidente que ella podía desempeñarse en tareas

masculinas con mayor competencia que la mayoría de los

hombres. Era ella quien escalaba a los palos mas altos, sin

ningún temor, se colgaba bien encima de la cubierta, sin

que le importasen el viento o las tempestades. Sin duda,

ella conocía la posición de las estrellas y de las

corrientes oceánicas. Con frecuencia, substituía a su

padre en el timón cuando éste se retiraba a su cabina.

Desde su primer día a bordo, Rory había tenido

innumerables oportunidades de observar a la joven. Y lo

que había presenciado lo había dejado mas intrigado

todavía. Ella reía y conversaba con los tripulantes como si

fuesen sus camaradas, expresándose fluidamente en español,

francés e inglés. Conocía tantos dialectos extranjeros que

no tendría problemas en comunicarse en ninguna parte del

mundo. Trabajando al lado de ella los hombres contaban

historias obscenas y la trataban como si ella fuese uno

de ellos. Había camaradería en todos los sentidos menos en

uno, había notado Rory. Ninguno jamas la tocaba.

Ninguno. Los marineros del Hawk se cuidaban de mantener una

cierta distancia de ella. Ninguno jamas le tomaba el brazo

o le tocaba la manga de la blusa. Extraño. Era como si ella

tuviese lepra.

Rory se volvió y , protegiendo los ojos del sol,

observó la figura oscura y alta del capitán, atrás del

timón. Los ojos de Thornhill estaban fijos en la muchacha

y, como siempre, tenía la expresión enojada, sombría como

si fuese el propio demonio. No sólo los ojos y los cabellos

del capitán eran negros, pensó Rory. Su alma, también.

Todos a bordo sabían eso. El hombre adoraba atacar otros

barcos. Y, mas todavía, parecía sentir placer en matar. Que

hecho sombrío habría endurecido el corazón del capitán

amargando su alma?

_ Estás castigado, inglés. _Uno de los marineros

latigueó la espalda de Rory, mientras la fila de esclavos

era conducida por la cubierta reluciente.

En el momento que descendía del palo maestro, Courtney

oyó el estallido del látigo y estremeció. Había pasado

mas de diez años de su vida a bordo de ese barco y jamas

se había acostumbrado a tanta crueldad. Confinados en el

barco por largos períodos, los hombres, con frecuencia,

descargaban su rabia y frustración en sus propios

compañeros o en los esclavos que no tenían como defenderse

contra tales explosiones de furia.

Ella podía ver como el esclavo alto, de hombros anchos,

intentaba controlarse para soportar el dolor en silencio.

Desde el día en que había llegado a bordo con otros

esclavos, el le había llamado la atención. Era alto,

todavía mas alto que Thornhill. Pero no era su porte lo

que lo destacaba de los demás. A pesar de la palidez

resultado del tiempo pasado en prisión, había una cierta

fuerza y vitalidad que emanaba de él . Poderoso, concluyó

ella. Aunque fuese sólo un esclavo cubierto con harapos,

los tobillos sujetos con cadenas, un aura de poder lo

rodeaba. O de comando. Lo observó con mas cuidado. Algunos

lo considerarían atractivo. Los hombros eran anchos y la

espalda y los brazos, musculosos. Los cabellos, aunque

desaliñados y sucios, tenían un cierto brillo dorado. La

barba que le cubría el mentón era rubia. Los ojos azules,

de un azul mas profundo que el del océano, y contrastaban

con la piel bronceada.

Eran sus ojos los que la cautivaban; cada vez que se

encontraban con los de ella, parecían penetrar en su alma.

Esa atracción por un hombre, y aún mas de un esclavo,

la perturbaba. Ella había cruzado todos los mares de la

Tierra. Había Probado las especies de la India, las frutas

dulces y maduras del África negra. Había Vestido sedas de

la China y caminado por las playas perfumadas de las islas

misteriosas del Caribe. Había visto el sol nacer como un

enorme globo anaranjado en el océano Índico y había

navegado bajo un manto de estrellas que recubría el cielo

negro y aterciopelado del Mediterráneo. Y en el correr de

todo ese tiempo se había transformado en una mujer bella e

instruida, que se sentía completamente cómoda en el mundo

de los hombres. Ni una sola vez se había sentido

remotamente atraída por alguno de ellos.

De repente, Courtney se dio cuenta de que estaba

mirando al esclavo sin el menor pudor. Se Enrojeció y,

confundida, giró la cabeza. Cuando miró de nuevo, el

esclavo continuaba observándola de modo insistente. El

mantuvo la mirada hasta que ella percibió que no

soportaría aquella situación ni por un minuto mas . Tirando

la cabeza hacia atrás, cruzó rápido la fila de los

prisioneros en dirección a la cocina, donde podría pasar

una hora agradable en compañía de su único amigo, Boney.

El esquelético Boney caminaba entre los esclavos,

distribuyendo ungüento que olía peor que el hedor del

calabozo y quemaba la carne como las llamas del infierno.

Era un preparado hecho por Boney y, aunque fuese

horrible, producía buenos resultados. Cicatrizaba heridas y

llagas.

No era el espíritu generoso lo que motivaba al viejo

marinero a llevar el ungüento a los prisioneros, sólo por

“necesidad” o por lo menos era lo que el se decía. Después

de todo, se había vuelto pirata por libre elección. Había

sido el quien había decidido acompañar a Thornhill al

exilio. Aunque supiese de cada acto cruel que el capitán

había cometido, le dedicaba una devoción irrestricta. Jamas

lo abandonaría. Y, así, justificaba sus pequeños actos de

bondad como absolutamente necesarios.

Había sido necesario cultivar la amistad da muchachita,

forzada a vivir en ese mundo extraño y hostil. Necesario,

el se decía, para la propia supervivencia de ella. Y,

aunque reacio con los demás, con Courtney era siempre

amable. El la mimaba. Era mas que su amigo; era su mentor

y casi un abuelo . Y ninguno, ni el mismo o capitán, se

dejaba engañar por esa historia de necesidad ; era obvio

que el le sentía un inmenso cariño.

Lo mismo acontecía con ese ritual de cura. No lo hacía

por ser gentil. Boney sabía en lo profundo de su corazón

que esa medida era necesaria. Sin un tratamiento humanita-

rio, no habría mas esclavos para que el barco prosiguiese

con sus actividades. Por eso, todas las noches, después que

los esclavos eran conducidos al calabozo y encadenados a

las paredes, el caminaba entre ellos, distribuyendo su pre-

parado.

_Viejo.

Al escuchar el tono de comando, Boney se dio vuelta.

Intentando ver en la penumbra del calabozo, se encontró con

los ojos azules del esclavo. El viejo marinero admiraba la

tenacidad del escocés ante el dolor. La espalda fuerte y

los hombros del esclavo estaban cubiertos de cicatrices de

los azotes recibidos en las prisiones francesas; sus

muñecas y talones exhibían siempre las marcas de las

cadenas. Aún así, el escocés no se dejaba abatir. Demos-

traba compasión por los otros esclavos, muchas veces había

sido azotado para que otro no lo fuese y ayudando a los

gravemente enfermos a cuidar de sí mismos.

_Qué?

_ Háblame sobre la mujer.

Boney fusiló con la mirada, antes de sumergir la mano

en el balde de ungüento y restregar el líquido pegajoso

en las manos de Rory.

_Cuidado con la lengua, escocés. Jamas hablaría de

Courtney en presencia de gente tan inferior.

_Courtney. _El nombre sonó perfecto a los oídos de

Rory. _Por qué Thornhill no la deja en la corte de tu rey ?

La vida allá sería, con certeza, mucho mas amena que al

dura vida de los mares.

_El capitán no me rinde cuentas de lo que hace.

Boney siguió su camino, distribuyendo su valioso un-

güento. Cumplida su tarea, saltó los diversos cuerpos

esparcidos y se aproximó al escocés.

_Courtney es, por mucho, la mejor marinera de todo el

barco _afirmó el viejo, lleno de orgullo.

_Imagino que ella debe haber tenido un muy buen

instructor.

Satisfecho, Boney asintió y entregó al escocés una

porción mas generosa del ungüento. Mientras Rory lo

esparcía sobre sus heridas, el viejo prosiguió:

_ He estado con el capitán desde que el era un

muchacho. Es un hombre inflexible. Pero la muchacha es lo

suficientemente valiente para enfrentarlo. Ella es,

probablemente, la única persona que lo desafió y sobrevivió

para contar la historia.

Boney sabía que revelaba demasiado a ese extraño, pero

eran tan raras las oportunidades de elogiar a la muchacha

que no pudo resistirse.

_Muchas veces, yo la vi fregar la cubierta hasta que

sus manos sangraban. Pero jamas se lamentó . _Los ojos se

le apretaron con el recuerdo. _ Y jamas rompió en llantos

como la mayoría de las mujeres. _ Bajó la voz, mirando

alrededor para asegurarse de que ninguno podía escucharlo.

_Sólo una vez.

_Y cuándo fue eso?

Muchas veces, había pasado por la mente de Rory la idea

de cortar las cadenas y escapar, usando al viejo como

rehén. Pero ya había desistido. Ni su extraordinaria

fuerza sería capaz de liberarlo de las cadenas. Mas allá de

todo, desde la primer noche a bordo, se había dado cuenta

de que Boney no cargaba ninguna llave. A pesar de eso, el

viejo tenía mucha utilidad. Sabía mucho. Rory le dedicó

toda su atención.

_Fue durante una tempestad, cuando un joven amigo de

ella, Ian Horn, la salvó de ser llevada por las aguas.

Algo en la voz del viejo llamó la atención de Rory.

_Y por qué ella lloró?

_Porque el capitán había dado ordenes expresas de que

ningún hombre jamas la tocase. Bajo ningún pretexto. _Boney

se agachó para asegurarse que ninguno escuchaba. _Ella y

el muchacho se habían hecho buenos amigos, todo bastante

inocente, una vez cuando ella tenía unos siete o ocho años

y el, unos diez. Al desatarse la tempestad, ella estaba en

la cubierta y las aguas, con certeza, la habrían arrastrado

si el no la hubiese agarrado. Cuando el capitán vio lo que

había pasado, ordenó al joven Horn que estirase el brazo .

EN aquel mismo instante, delante de Courtney y de toda la

tripulación, Thornhill levantó la espada y cortó la mano

del muchacho.

Rory tragó en seco. Qué tipo de hombre recompensaría

con tal gesto a quien salvaba a su propia hija? Cuántas

otras actitudes brutales había sido la muchacha forzada a

presenciar? Se Esforzó para no demostrar el horror que

sentía.

_Hombre duro, su capitán.

_ Es verdad _replicó Boney, poniéndose de pie, ya

arrepentido de haber hecho confidencias al escocés. Si el

capitán lo supiese, acabaría con el. _El siempre cumplía su

palabra. Después de eso, ningún hombre jamas había osado

tocarla.

Luego que el viejo subiera las escaleras del calabozo

y cerrara la puerta, Rory MacLaren se echó en la oscuridad

pensando en todo lo que le había sido contado. Courtney. Un

nombre tan bonito como su propia dueña. Una historia muy

singular. Una mujer muy singular.

Hacía meses que el Hawk cruzaba los mares, sin

retornar a su puerto de embarque. Este última viaje había

sido largo y muy mucho lucrativo. La tripulación había

navegado por las aguas plácidas del istmo hasta las aguas

turbulentas de la costa de Gales. Encontraron barcos con

banderas de lugares tan distantes como Persia y Turquía,

sede del Imperio Otomano. Excepto aquellos que viajaban

bajo la protección de la bandera de Francia, todos los

otros fueron atacados. Y todos fueron derrotados por

Thornhill y sus eximios piratas.

La tripulación estaba agitada, ansiosa por colocar los

pies en tierra firme otra vez. Courtney no compartía el

entusiasmo general. A pesar de que apreciaba volver a

París y a las intrigas políticas de la corte, ella sólo se

sentía realmente feliz en el mar. Aunque hubiese sido

forzada a pasar largos temporadas en tierra, completando su

educación era solamente a bordo del Hawk que se sentía en

casa. Estaba acostumbrada al gorjeo de los pájaros, a los

gritos de la tripulación. Aún bien tarde en la noche,

echada en su catre, escuchaba los sonidos familiares: el

movimiento de los cabos mientras el Hawk se deslizaba sobre

las aguas, el golpeteo de las olas en el casco. La vida

lejos del Hawk sería impensable.

Courtney admiraba la magnífica puesta del sol. Las

velas habían sido recogidas, las anclas bajadas. El barco

se balanceaba en las olas en un ritmo suave y cadencioso.

Desde el piso inferior, venía el ruido de las cadenas

siendo retiradas de los esclavos atados a los remos que, en

seguida, eran conducidos al calabozo del barco. En breve,

los sonidos de las actividades a bordo desaparecerían por

completo.

Esa era el momento favorito de Courtney; pasar algún

tiempo en la cocina en compañía de Boney, antes de

retirarse a su cabina, donde estudiaría los mapas o leería

alguno de sus escasos libros.

Al entrar en la cocina, se sorprendió al encontrarse

con un esclavo alto, de barba rubia, de pie al lado del

viejo marinero. Al verla, los ojos del esclavo se

estrecharon.

Boney apenas levantó la vista.

_Sostén esto, Courtney _ordenó, entregándole un balde.

Haciendo que el esclavo se pusiera de espalda, Boney

comenzó a esparcir allí el ungüento. El esclavo dejó

escapar un gemido de dolor y entonces enderezó los hombros,

las manos crispadas pegadas al cuerpo.

La espalda estaba en carne viva, con marcas de azotes;

la camisa harapienta estaba empapada de sangre. Al ver la

escena, Courtney se estremeció. Entonces, considerando su

reacción como una demostración de debilidad, comentó con

frialdad:

_El debe ser un esclavo muy rebelde para merecer tal

castigo.

_Es verdad. O un idiota _comentó el viejo , colocando

una generosa porción del ungüento en otra herida. Al notar

la sorpresa de Courtney, agregó:

_ Se Ofreció para ser azotado en lugar de otro que el

consideraba que estaba demasiado débil para sobrevivir al

castigo.

Courtney sintió los ojos húmedos y trató de

controlarse. Boney sacó el balde de sus manos y lo colocó

sobre una vieja mesa de madera. Cuando ya se preparaba para

llevar al esclavo al calabozo , escuchó una voz alarmada.

_Boney! Rápido. Uno de los marineros está escupiendo

sangre.

El viejo parecía dividido entre atender al marinero y

dejar al esclavo sin vigilancia. Percibiendo su dilema,

Courtney desenvainó el puñal de la cintura.

_Yo vigilaré al prisionero, Boney. Ve a cuidar de

nuestro compañero.

_Está bien _asintió, levantando un dedo amenazador al

esclavo. _ Te conviene obedecer. Aquellos tontos que

subestimaron la fuerza que ella posee descansan ahora en lo

profundo del mar.

Mientras el viejo salía apresurado, Rory se puso en

guardia. Si pretendía escapar de ese infierno, este era

el momento. Calculó la distancia entre el, la joven y los

tripulantes que trabajaban allí cerca. Había alguna chance.

Observó el puñal en la mano de ella. El ya había enfrentado

armas mucho mas mortíferas empuñadas por hombres diez

veces mas fuertes de la que esa criatura esgrimía. Intentó

calmarse. Si hubiese alguna manera de escapar, el la

encontraría.

Todavía de espaldas , dijo en voz baja:

_El viejo se olvidó de colocar el ungüento en varias

heridas. Podría, por favor, hacerlo?

Courtney miró la espalda llena de llagas y desvió

rápidamente el rostro.

_No puedo.

_El viejo dice que sos una mujer bondadosa y com-

pasiva. El estaba mintiendo?

_No puedo tocarlo _respondió ella, con la voz

embargada.

_No puedes? _se extrañó ele. - O no quieres?

Cuando el avanzó un paso, ella retrocedió. Estirando la

mano en dirección a ella, Rory quedó sorprendido al verla

encogerse y olvidarse del puñal.

_No me toques.

_Y si yo lo hiciera ? Vas a enterrar tu puñal en mi

corazón?

_No es mi puñal lo que debes temer. Es la ira de mi

padre.

Rory sonrió de modo frío y peligroso, aproximándose

todavía mas, amenazador.

_Ya supe de las ordenes del capitán Thornhill. Boney me

contó. También supe del destino de tu amigo cuando esas

ordenes fueron desobedecidas. Pero yo no soy un muchachito

_ bajó el tono de voz y sonrió. _ Y vos no eres mas una

criatura.

Sus ojos recorrieron lentamente su figura , demorándose

en la curva de los pechos, insinuados bajo la blusa de seda

roja. Entonces levantó los ojos una vez mas y percibió

que la cara de ella se cubría de rubor.

En un movimiento rápido, le agarró la muñeca y el puñal

cayó al suelo. Sorprendida, ella abrió los ojos.

Nadie, nadie, desde que el episodio de Ian Horn había

osado tocarla. Pero este hombre era diferente de todos los

que había conocido. Sus dedos eran fuertes, tan fuertes que

podrían aplastarle los huesos como si fuesen cascaras de

huevo. En el mismo instante en que esa idea había pasado

como un relámpago por la cabeza de ella, el le apresó su

muñeca.

_No debes...

_Shhh.

Todavía sujetándole la muñeca, el levantó la otra mano

,presionando un dedo sobre los labios de ella para que se

callase. Dio un paso mas hacia delante mirándola en lo

profundo de los ojos. ojos tan particulares. Color de

ámbar, con reflejos verdes. EN ellos podía leer todas las

emociones que la perturbaba. Sorpresa. Shock. Rabia. Miedo.

Idiota!, se reprendió. Debía correr mientras todavía

tenía tiempo. Ya era demasiado arriesgado intentar

permanecer a bordo antes de que uno de los tripulantes lo

viesen. Podía oír sus voces cerca de la cocina. Pero, sería

que su libertad no valía tal riesgo? Aún así, no se movió.

Se Sentía hipnotizado por esa extraña mujer cuyos labios

suaves tocaba con los dedos ásperos. Continuaba

sujetándole la muñeca, sintiendo el pulso acelerado. Su

propio pulso tampoco estaba tan controlada.

Courtney sentía el calor de la piel de Rory contra la

suya. Sus labios sensibles temblaban cuando eran tocados

por los dedos callosos y después se relajaron. De la mano

que sujetaba su muñeca emanaba un calor que le recorría el

brazo, el hombro... todo el cuerpo parecía consumido por

fuego. El la sujetaba tan suavemente que ella podría

desprenderse con facilidad; aún así, no podía moverse. El

azul hipnótico de aquellos ojos la atraían, la aprisionaban

de tal modo que ya no podía razonar.

Ella quería sentir, sólo por un momento mas, quería

sentir los dedos calientes sobre la piel. Ser envuelta por

esos brazos fuertes, ser besada por esos labios seductores.

Cómo sería? Dios de los Cielos, de dónde habrían surgido

tales pensamientos?

Ella respiró profundamente y se apartó, rompiendo el

encanto.

_ Jamas vuelvas a tocarme. _ Por qué era tan difícil

hablar? Su garganta estaba seca; sus palabras no eran mas

que un susurro.

_Estás con miedo de lo que pueda pasar conmigo si yo te

toco? _ La sonrisa de él le provocó escalofríos en la

espalda. _ O estás con miedo de vos misma?

El sarcasmo contenido en esas palabras estaba tan

próximo a la verdad que ella las ignoró, inclinándose por

tomar el puñal. Al levantarse, notó que dos marineros

entraban en la cocina.

Esforzándose por mantener un tono de autoridad,

Courtney ordenó:

_ Simpson, lleva a este hombre de vuelta al calabozo.

Cuando alcanzó la cubierta , ella respiró profundamente

y el aire fresco de la noche la recompuso . El esclavo

estaba observándola, seguido por un marinero que empuñaba

una espada. Sería posible que el continuase tocándola

desde tan lejos? Cómo un simple contacto de un hombre podía

dejarla tan alterada? El la habría hechizado?

Levantando el rostro, caminó en dirección a la

privacidad de su cabina para intentar comprender sus

confusos pensamientos.

CAPITULO 2

Con animo renovado, Courtney se entregó al trabajo.

Había mucho que hacer en el Hawk. Diariamente, Thornhill

distribuía las tareas a cada uno de los tripulantes,

inclusive a Courtney, sin ninguna distinción. Debido a su

instrucción y al hecho de ser hija del capitán, sus

obligaciones normales se sumaban a otros deberes. La

navegación estaba bajo su responsabilidad. Había nuevas

rutas para ser estudiadas, condiciones climáticas a ser

registradas. Y, como desde la mas tierna infancia ella

buscaba la compañía de Boney en la cocina del barco, él

esperaba que al término de sus quehaceres, ella lo ayudase.

Con tanta actividad, debería ser fácil evitar al

esclavo. Debería, pero no fue así .

Allá estaba el, durante las primeras horas de la mañana

brumosa, arrastrando sus cadenas junto con los demás. Al

doblar por la esquina de la cocina, ella casi chocó con

él. De repente, se encontraron frente a frente y ella podía

jurar que, bajo aquellos fríos ojos azules, había un dejo

de burla . Por un tenso momento, el cuerpo de ella se

paralizó. Entonces retrocedió, hasta que toda la fila de

esclavos pasó.

Allá estaba ele, trabajando bajo el sol ardiente de la

tarde, dedicado ala agotadora tarea de limpiar la cubierta.

Mientras ella subía a lo palos, podía sentir, fija en ella,

aquella mirada fría y sagaz. Al alcanzar lo alto del palo,

ella volvió el rostro en dirección al sol, invadida por

una súbita alegría. Bajo la penetrante mirada del esclavo,

se sentía... bella, la cara caliente por el rubor. Qué

estaba pasando con ella? Durante todos esos años, había

sido, muchas veces, objeto de curiosidad no sólo de parte

de los tripulantes sino también de los esclavos.

Siempre los ignoraba y algunas veces hasta se había

sentido levemente ofendida. Por qué entonces la mirada de

ese hombre la afectaba tanto? El la estaba tocando, ella

notó azorada . Aunque estuviese bien sujeto por las cadenas

y sólo pudiese observarla de lejos, aún así la estaba

tocando. Un calor extraño se esparcía por su piel, el

corazón latiendo mas de prisa.

Escrutando el horizonte, focalizó un punto y frunció la

frente. Tierra a la vista. Al final de la tarde estarían

muy próximos a tierras enemigas. Habrían que alterar el

curso y apartarse lo mas rápido posible. Con suerte,

escaparían durante la noche, sin ser detectados.

Después de descender del sitio de observación, Courtney

percibió que el esclavo no la observaba mas. EN los ojos de

él, fijos en el horizonte, había una fuerte determinación.

Al final de la tarde, Courtney se inclinó sobre la

borda, observando el sol desaparecer lentamente dentro de

las aguas, las olas transformándose en un espectacular

mar de fuego.

Con el sonido de voces, ella se volvió . Boney,

adelante, sujetaba una antorcha, mientras una figura alta

lo seguía cargando un pesado bulto. Ella lo reconoció de

inmediato. Era el esclavo. Cargaba a otro prisionero,

obviamente inconsciente.

Ella corrió detrás de ellos mientras desaparecían

dentro de la cocina.

_ Colócalo aquí. _ Boney apuntó a la vieja mesa de

madera. _ No será ungüento lo que este aquí va a

necesitar _ dijo Boney, quien, con un movimiento preciso,

retiró la faca enterrada en el pecho del herido, colocando

allí varios trapos para contener la hemorragia. _ Simpson

le clavó la faca al prisionero cuando el se rehusó a tomar

el remo.

Boney levantó una de las manos del prisionero y,

soltando un insulto, la dejó caer inerte.

Courtney tragó en seco. La mano estaba tan herida y

cubierta de sangre que sería imposible para el esclavo

empuñar el remo. Sin mucho esfuerzo, el marinero podría

haber notado que este hombre estaba trabajando mas allá de

sus posibilidades. Pero, como los demás, después de tanto

tiempo en el mar, Simpson estaba dominado por el

nerviosismo del aislamiento. A qué tipo de violencia eran

los esclavos sometidos en los calabozos? De algún modo,

ella siempre había evitado pensar en el asunto; al mismo

tiempo que había oído gritos y gemidos y había visto

miembros heridos y cuerpos cubiertos de cicatrices.

Ella miró de soslayo al esclavo que la miraba en

pétreo silencio.

_ Y que hay con este otro?

_ Era el único lo suficientemente fuerte para cargar

al herido hasta la cubierta.

El rostro del moribundo estaba blanco como cera de

vela. El hombre había perdido demasiado sangre; no

sobreviviría.

De espaldas a Courtney, Boney agregó:

_ Lleva al esclavo a la cubierta hasta que alguien

pueda conducirlo a los calabozos y encadenarlo con los

demás.

Sabía el viejo marinero lo que le estaba pidiendo?,

pensó Courtney aprensiva. Tendría el la mas mínima idea del

peligro que ese esclavo representaba? No era un peligro

físico, pues el hombre estaba desarmado y encadenado. El

puñal de ella acertaría el blanco antes que el pudiese

intentar atacarla. Si fuese tan tonto como para saltar por

la borda, se hundiría en lo profundo del océano. Aún así,

él era peligroso. Una única mirada de él la desarmaba,

dejándola trémula como una hoja al viento. Un único toque

de sus mano la inmovilizaba.

_ En Caso que pienses en enfrentar a esta mujer, es

bueno que sepas que tu vida nada valdrá si algún mal le

ocurriese _ amenazó Boney, sin desviar los ojos del

moribundo.

_ Ella nada tiene que temer de mí _ replicó el, a la

luz de la antorcha revelando una sonrisa velada.

El sonido de la voz la hizo estremecer. Con

determinación, sacó el puñal de la cintura y condujo al

esclavo fuera de la cocina. El caminaba con dificultad, sus

pies y manos limitados por las cadenas.

Excepto por el timonel y Thornhill, que analizaba la

posición de las estrellas, la cubierta estaba desierta. Ni

uno ni otro notó la llegada de los dos.

Atravesando la cubierta hasta la borda, el esclavo

levantó la cabeza en dirección a la brisa suave e inspiró

profundamente.

Asegurando el puñal, Courtney se puso a su lado. El es-

clavo tenía los ojos fijos en el horizonte, en la distante

costa accidentada.

_ Conoces esas tierras? _ preguntó ella.

_ Las Conozco _ respondió el, la voz embargada de

emoción. _ Es Escocia.

_ Es tu patria?

El asintió.

_ Tu familia todavía vive allá?

Con un gesto casi imperceptible, el asintió una vez mas

.

_ Háblame de ellos.

El se volvió , la mirada nostálgica.

_ Mi hermano Malcolm es dos años mayor que yo. Cuando

nuestro padre murió, el se convirtió en el jefe de los Mac-

Laren.

_ MacLaren. Ese es tu nombre?

_ Ese es nuestro clan. MacLaren. El primogénito pasa a

ser el líder del clan.

_ No resientes que ahora tu hermano sea el líder?

Viéndolo sonreír, Courtney se dio cuenta de que él era

atractivo. La penumbra escondía la suciedad que empastaba

sus cabellos y sus ropas y disimulaba sus innumerables

cicatrices de incontables azotes. Todo lo que ella podía

divisar era la silueta de su cuerpo fuerte. Los ojos azules

parecían quemarla, tal era la intensidad de su mirada, y

los labios, casi escondidos por la espesa barba rubia, eran

suaves y seductores.

_ Yo? _ sonrió el. _ No. Eso me dejó libre para vivir

en el mar.

_ Yo sabía que vos era un hombre de mar _ murmuró

Courtney. _ Por el modo en que mantienes los pies firmes

en la cubierta, el modo en como inspiras el aire marino.

_ Es verdad. Yo tengo pasión por el mar _ admitió el. _

Y se nota que vos también.

Cómo amaba ella el mar! Especialmente en noches tan

claras como aquella, el cielo tapizado con estrellas.

_ Háblame de tu país.

Cuando el se decidió a hablar, la voz estaba cargada de

emoción.

_ Adoro Escocia, aún mas que al mar. Es una tierra

accidentada geográficamente , con altos peñascos y extensos

bosques _ prosiguió con voz suave. _ Es un lugar lindo, en

el verano se pueden ver los campos verdes entre lagos

cristalinos y las pradera cubiertas de flores hasta donde

al vista consigue llegar.

_ Debe ser maravilloso nacer en un país tan bonito como

el tuyo _ dijo ella nostálgica.

_ Ahora cuéntame sobre vos o tu país, tu casa.

_ El Hawk es mi casa _ dijo ella, después de una breve

vacilación.

_ Dónde naciste? _ preguntó el, con una sonrisa ancha.

_ No tengo patria. Solamente el Hawk.

_ Es una pena _ dijo, observándola de cerca. _ Todos

deberían tener una patria, un lugar de pertenecía . Y

Thornhill, de dónde es él?

Courtney dio una mirada furtiva en dirección al timón.

Thornhill no estaba mas en las inmediaciones. Ya se había

retirado a su cabina.

_ El dice que a Francia es su patria.

_ Pero el hombre es inglés. Su manera de hablar no deja

lugar a duda.

_ Cuida que Thornhill no te oiga. El juró fidelidad a

Luis de Francia. Juró venganza todo inglés que se cruzara

en su camino.

Por algún tiempo, Rory nada dijo, absorto en sus

pensamientos. Por mas que Thornhill afirmase lo contrario,

era obvio que el hombre había nacido y había sido criado en

Inglaterra. Qué castigo habría sufrido el capitán para

guardar tanto resentimiento contra su país? Y, si hubiese

sido castigado, por algún crimen ? De qué tipo de crimen

sería Thornhill culpable?

_ Independientemente de su juramento de venganza, ese

hombre es inglés. Eso no hace que vos, siendo su hija, seas

también inglesa?

El sonido ronco de la risa de Courtney le provocó un

temblor. Sonidos tan alegres a bordo de ese sombrío barco

pirata eran muy raros.

_ Thornhill me registró como ciudadana francesa.

_ Ciudadana, tal vez _ dijo Rory, pensativo _, pero

conocí innumerables mujeres francesas para saber que vos no

sos una de ellas.

Los cabellos negros y abundantes y los ojos, del color

de un mar bravío, sugerían ascendencia irlandesa o inglesa.

La piel aceitunada de porcelana, por la cual las inglesas

eran famosas, estaba bronceada, pero la vida a bordo

transformaba cualquier belleza blanca en una beldad morena.

_ Courtney _ dijo el, tocando sus cabellos. Eran

suaves, suaves como las plumas de ganso. Sintió un impulso

casi irresistible de hundir sus manos en aquellos cabellos.

Ella jamas, jamas había escuchado a alguien pronunciar

su nombre de aquella forma. El hacía que sonase casi

reverente, casi como una oración.

Ella dio un paso atrás, blandiendo el puñal.

_ Como sabes mi nombre?

_ Fue el viejo quien me contó.

_ Boney? _ Lo Estudió por un momento, esforzándose por

divisar sus ojos en la oscuridad.

_ El mismo.

_ Y por qué él te habría revelado mi nombre?

_ Yo quería saber cual era el nombre de la Reina de

los Mares .

Escuchando su apodo, ella lanzó una carcajada.

_ Entonces es así que soy conocida entre los hombres de

mar.

_ Así es. _ El dio un paso hacia delante y sintió que

ella retrocedía.

_ No es justo que vos sepas mi nombre y yo no sepa el

tuyo _ comentó, intentando controlarse.

_ Rory, Rory MacLaren.

_ Rory MacLaren _ repitió ella, lentamente, como si

para verificar si el nombre estaba de acuerdo con él. _ Es

un nombre digno.

Ele quedó inmóvil, perplejo por la oleada de emociones

que lo asaltó, escuchando su nombre pronunciado por los

labios de ella.

El rumor de voces venidas del calabozo indicaba que en

breve vendrían a buscar al prisionero. Dejando de lado su

sentido común , Rory dio un paso al frente, hasta que casi

se tocaron.

Levantando las pesadas cadenas, le tomó el rostro

entre sus manos. Ella se encogió y comenzó a apartarse,

pero las manos fuertes lo impedían; estaba inmovilizada y

ni siquiera podía mover el rostro.

_ No debes hacer eso. Te Ordeno que pares.

_ Es de la ira de Thornhill que tienes miedo, Courtney?

O de ser tocada por mí?

Ella quedó paralizada, con miedo de moverse, hasta de

respirar. La sensación de aquellas manos rudas en su piel

le provocaba oleadas de placer que pulsaban en sus venas.

_ No quiero que, por mi culpa, alguien sea castigado,

como pasó con mi amigo Ian Horn. Ni siquiera le deseo eso a

un esclavo, Rory MacLaren.

_ Courtney, no te sientas culpable porque el haya

perdido la mano_ la voz de Rory sonaba ahora como un

susurro imperceptible. _ El único responsable fue

Thornhill, con su crueldad. Por lo que oí contar, el

muchacho acababa de salvar tu vida.

_ Pero por salvarme el se vio obligado a tocarme. Por

esa razón, pagó un precio muy caro.

_ Es verdad.. _ Rory levantó el rostro de ella y la

observó detenidamente. Al verla enrojecer, agregó: _ Para

tocar a alguien tan bella, el precio no es tan alto cuanto

vos te imaginas.

Inesperadamente, los ojos de ella llenaron de lágrimas.

_ Fue algo que yo dije lo que te hace llorar?

_ No soy una mujer débil que rompe en llanto cuando se

siente ofendida _ orgullosa, repetía las palabras de

Thornhill, mientras se frotaba furiosamente los ojos.

_ Es verdad, vos no sos ese tipo de mujer _ asintió

el, su voz suave. _ No eres como ninguna otra mujer que yo

haya conocido. Pero las lágrimas no son señal de debilidad,

Courtney. Yo vi a mi padre llorando cuando enterramos a mi

madre. Y el MacLaren era el hombre mas valiente que conocí.

Hay algunos momentos en nuestras vidas en que somos

dominados por la emoción. En esas momentos, las lágrimas

deben ser compartidas con aquellos a quien amamos.

Por un momento ella se dejó apoyar contra él, luchando

contra las ganas casi incontrolables de llorar. Qué

estaría pasando con ella? Por qué las palabras gentiles y

el simple contacto de ese hombre le apretaban la garganta?

Un sollozo estrangulado se le escapó de los labios; trató

de controlarse, limpiando las lágrimas que le corrían por

la cara.

Courtney apenas podía creer en su comportamiento. Ella

jamas, jamas había llorado. Ni aún cuando, todavía siendo

una criatura, su vida se había transformado de modo

inexorable; ni aún cuando fue forzada a aceptar la vida

cruel de los piratas. Y no había derramado una sola lágrima

ninguna de las veces en que, por haber desobedecido alguna

de las reglas de Thornhill, había sentido en la espalda el

peso de su látigo. Ella había llorado una única vez.

Cuando la mano de Ian Horn había sido cortada como castigo

por haberla tocado. Había Llorado tanto, que parecía que su

corazón iba a estallar . Y ahora, con las palabras y el

contacto gentil de ese desconocido, se sentía avergonzada

por estar llorando una vez mas.

Con las pesadas cadenas amarradas a sus muñecas di-

ficultando cualquier movimiento, Rory trató de anidar la

cabeza de ella en su pecho. Como si fuesen una cortina de

seda, los largos cabellos negros le cubrían las manos.

Hacía tanto tiempo que no sentía el cuerpo suave de una

mujer pegado al suyo ! Se sentía embriagado con el delicado

contacto de los cabellos suaves y con el perfume femenino

que ella emanaba.

Levantando las manos sobre la cabeza de Courtney, Rory

la atrajo contra sí. La Aprisionó, no sólo con las manos,

sino también con las cadenas.

Alarmada, Courtney reaccionó, determinada a liberarse.

Llevó el puñal a la garganta de él y tiró la cabeza hacia

atrás, pronta para la lucha.

Sin embrago , el rostro que tenía delante de sí no

demostraba ninguna hostilidad. Los ojos, aquellos

penetrantes ojos azules, la aprisionaron y hechizaron de

modo tan intenso y abrasador que ella fue obligada a

desviar la vista. La boca estaba tan próxima a la de ella.

El aliento caliente en su cara la paralizaba.

_ Para liberarte, sólo debes enterrar tu puñal en mi

garganta.

_ No me tientes, Rory MacLaren.

Cuando el forzó el rostro de ella a aproximarse

todavía mas, Courtney presionó el cabo del puñal. Atónita,

no conseguía desprender los ojos de los labios de él,

hipnotizada por la idea de sentir esos labios tocando los

suyos.

_ Yo pagaría cualquier precio por tocarte _ murmuró el,

inclinándose. Sus labios rozaron los de ella y ele

prosiguió. _ Para besarlos.

Con el primer roce de los labios, ella se perdió, se

perdió en una confusión de sensaciones que le quitaron el

aliento. Los labios de él eran calientes y firmes y la mera

sensación de ellos sobre su boca le provocaban un

escalofrío en la espina dorsal. Cuando ele a besó

apasionadamente, el hielo se transformó en calor, el calor

en fuego, hasta que ella se vio aferrada a el como un

náufrago.

Él era alto, tan alto que ella tuvo que ponerse en

punta dos pies para alcanzarle los labios. Los brazos

musculosos que la sujetaban eran como tenazas, las manos

callosas alrededor de su cintura, tan fuertes que podrían

fácilmente quebrar sus costillas. Sin embargo, la

aseguraban con tanto cuidado como si ella fuese una

porcelana frágil. Su corazón se olvidó de latir. Se

Entregó completamente al placer del beso.

Rory se perdió en ella. Había fuego en esa mujer, un

fuego que el ya había sentido. Era una criatura salvaje,

que jamas se contentaría con el papel de amante pasiva.

Pero al abrazarla y besarla había descubierto algo mas.

Algo completamente inesperado. Esa mujer poseía una

dulzura, una inocencia que lo había dejado atónito y sin

aliento.

Lo que él estaba haciendo era pura locura. Si lo

sorprendiesen, su vida no valdría un centavo. Por haber

tocado ese fruto prohibido, pagaría con su propia vida. A

pesar de eso, consciente de las consecuencias, Rory era

renuente a apartarse. Quería probar, una vez mas, el gusto

de los labios de ella.

La Atrajo tan fuertemente contra sí, que podía sentir

el calor de los pechos, los latidos locos del corazón de

ella.

La sangre latía tanto en las sienes de Courtney que

ella temió enloquecer con el ruido. Jamas había sentido

tanto placer. Jamas había sentido un deseo tan intenso. Qué

había hecho con ella ese MacLaren?

Agarrándose a un último vestigio de sentido común, ella

se desprendió. Cuando el levantó la cabeza, ambos se

volvieron en dirección al sonido de pasos en la oscuridad.

Inmediatamente, Rory levantó las manos, liberándola de

la prisión de sus cadenas y de su abrazo.

Courtney retrocedió un paso. Entonces, volviendo en sí,

apuntó el puñal en dirección a la garganta de él en un

gesto amenazador.

Cargando una antorcha, dos marineros se aproximaban.

_ Boney nos mandó a llevar el esclavo de vuelta al

calabozo.

_ Está bien.

Courtney evitó la mirada severa de los tripulantes, por

miedo a que, la luz de la antorcha y sus ojos revelasen lo

que acababa de ocurrir. Pero el estado de confusión en que

se encontraba no escapaba a Rory. Con una media sonrisa,

la miró largamente antes de darse vuelta.

Courtney los vio cruzar la cubierta oscura. Aún

después de que desaparecieron por las escaleras, se esforzó

por oír el ruido de las cadenas arrastrándose por la

cubierta inferior.

Volviéndose en dirección opuesta, levantó los ojos al

cielo. Acabara de descubrir la sensación de ser abrazada

por un hombre, el placer que un beso podía provocar. Ah,

qué dulce tormento! Ella gustaría permanecer por siempre

envuelta en los brazos de Rory, sintiendo la presión de

sus labios contra los de ella.

Se Estremeció violentamente. Hacia apenas algunos

momentos, estaba consumida por las llamas. Y ahora, sin los

brazos de MacLaren , sentía frío, mucho frío.

El esclavo, Rory MacLaren, acabara de hacer lo que

ningún hombre osaría. El no sólo había desafiado a

Thornhill, sino también la había iniciado en los rituales

de un placer hasta entonces desconocidos.

Se volvió soltando uno de sus insultos favoritos de

Thornhill. Esta noche, con certeza, Rory MacLaren se asom-

braría sus sueños.

CAPITULO 3

La luz rosada del amanecer comenzaba a teñir el

horizonte. Un viento fuerte fustigaba las velas en una

danza frenética y las agua oscuras del Atlántico se

tornaban turbulentas y peligrosas en reacción a la

tempestad que se aproximaba.

En su catre, Courtney se revolvía inquieta. La noche

había sido largo, entrecortada con cortos períodos de sueño

interrumpidos por sensaciones de tranquilidad y de

inquietud.

Agitada, estaba determinada a apartar a Rory MacLaren

de sus pensamientos. Un grito venido del puesto de vigía

en los cabos superiores la hizo saltar de la cama

inmediatamente.

_ Barco a la vista!

Rápidamente, ella puso la blusa de seda roja y los

justos pantalones masculinos. Colocándose las botas de caña

alta, amarró la vaina de la espada en la cintura y escondió

su puñal bajo la faja amarilla que le envolvía la cintura.

En pocos segundos, se reunió con la tripulación en la

cubierta, pronta para reciber amigos o enemigos. Aunque su

pulso estuviese acelerado, aparentaba extrema calma. Como

de costumbre, se apostó al lado de Thornhill.

Ahuecando sus manos, el capitán gritó:

_ Bajo qué bandera navega ese barco?

_ Bandera inglesa, capitán_ se escuchó desde lo alto

del puesto de vigía.

Un murmullo de excitación recorrió toda la tripulación.

Muy raramente una embarcación atacaba a un barco pirata.

Pero esta vez , tenían delante un barco de guerra con la

misión de librar a los mares de bandidos. Una actividad fe-

bril sobrevino en el Hawk . Mucho antes que la nave inglesa

se aproximase, toda la tripulación del Hawk estaban en sus

puestos de batalla.

_ Boney! _ gritó Thornhill, tirando al viejo marinero

una pesada llave de bronce. _ Verifica que los prisioneros

permanezcan encadenados en el calabozo hasta que acabemos

con esos malditos ingleses.

A Courtney, le ordenó:

_ Es tu responsabilidad asegurarte que ninguno se

aproxime a los calabozos.

Al oír las palabras del capitán, el pecho de Courtney

se llenó de orgullo. El marinero encargado de la seguridad

de los calabozos era, en verdad, responsable de los tesoros

del barco. Mas allá del valor de los esclavos, allí

también estaban guardadas las riquezas acumuladas a lo

largo del viaje. Los baúles estaban repletos de oro y

plata, joyas preciosas, sedas finas, especies exóticas y

mercaderías raras provenientes de lejanos lugares de la

Tierra. Desenvainando la espada, ella siguió a Boney en

dirección a la popa. EN aquel exacto momento, escuchó los

primeros ingleses saltando a bordo e invadiendo el Hawk.

Mientras el viejo marinero encadenaba a los esclavos en

el calabozo, Courtney caminaba detrás de él, alerta a

cualquier intento de fuga. De la cubierta venían los

sonidos del violento combate. Se Oían gritos, clamores,

los ruidos metálicos de espadas chocándose y un ocasional

disparo de pistola.

Cuando los esclavos estuvieron bien amarrados, Courtney

corrió en dirección a la puerta, ansiosa por entrar en

lucha. Antes de que pudiese subir las escaleras, dos

marineros saltaron hacia el calabozo, cada uno blandiendo

una espada.

_ No hay ninguno mas allá de esta muchacha? _ Los dos

lanzaron una carcajada y levantaron sus armas,

Bajo las miradas atónitas del viejo Boney y de los

prisioneros, Courtney enfrentó al primero espadachín y lo

atravesó con su arma. Al oír el sonido agónico que salía de

la garganta de él, se volvió en dirección al segundo

adversario. Este, mas ágil y mas habilidoso, esquivaba

cada golpe de la espada de ella, que zumbaba cortando el

aire.

_ No hay ninguno mas allá de este insignificante

bastardo inglés? _ dijo ella con arrogancia, burlándose de

las palabras de él.

El hombre tiró la cabeza hacia atrás, soltando una

carcajada, ansioso por vencer a su delicada y frágil

oponente. Envistió, manejando hábilmente la espada. Con

igual maestría, Courtney evitó el golpe certero de su

lamina. Entonces, con tres pasos rápidos, ella lo acorraló

en un rincón . Cuando el lanzó un golpe, ella se agachó y

sin vacilar, enterró la hoja en el pecho, atravesándole el

corazón.

Por un largo momento, el pareció incrédulo. Entonces,

dejando caer su espada, intentó agarrar la lamina que le

atravesaba el pecho. Antes que lo consiguiese, Courtney,

con un ágil movimiento le arrancó la espada. Desangrándose,

el marinero cayó hacia delante , inmóvil sobre un charco de

su propio sangre.

Rory MacLaren se debatía con todas sus fuerzas,

intentando, en vano, desprenderse de las gruesas cadenas

que lo mantenían sujeto a las paredes del calabozo. Las

manos se crispaban junto a su cuerpo. Esos marineros,

aunque no fuesen escoceses, eran aliados. La victoria de

ellos en el combate significaría su libertad! Jamas

cuestionaría su lealtad al rey de Inglaterra, sin embargo ,

con cada movimiento de Courtney, ansiaba estar a su lado.

Por todos los dioses, ella era magnífica! Los marineros que

enfrentaba, dos veces mas grandes y mas fuertes que ella,

habían sido superados en agilidad y destreza, y habían sido

derrotados.

Como todos los hombres que pertenecían a su clan, el

había sido entrenado desde muy chico en el arte de la

esgrima. Se enorgullecía de su propia destreza. Pero, la

habilidad de esta mujer igualaba la de él.

Cuando el segundo hombre cayó a los pies de Courtney,

los hombros de ella se arquearon ligeramente. Los dos espa-

dachines habían llevado sus fuerzas hasta casi el límite.

En ese exacto momento, el espió y vio una sombra pasar por

la entrada del calabozo. Con la cabeza baja, era imposible

que ella percibiese la presencia de un tercer marinero

listo para atacarla.

_ Encima de ti ! _ gritó Rory.

Ella miró hacia arriba. Por una fracción de segundo sus

ojos se encontraron con los de Rory. Al girar , había

una espada apuntando a su pecho. Instintivamente, la

esquivó y dio un paso al frente, acertando al marinero en

la garganta. La sangre saltó de la herida; aún así, él

avanzó hacia ella, tirándola al suelo.

Rory y los otros fueron forzados a presenciar

impotentes, el violento combate que Courtney y el marinero

trababan en el suelo. EL enemigo consiguió rodar sobre

ella, inmovilizándola. Agarrándole las dos muñecas con una

de sus manos, el intentó alcanzar la espada. Con toda la

fuerza de que consiguió reunir, Courtney lo golpeó en el

plexo con la rodilla. Rugiendo de dolor, el marinero le

soltó las muñecas. En un pestañeo de ojos, ella sacó el

puñal escondido bajo la faja y lo clavó en el pecho del

hombre. Cuando el cayó, ella se arrastró, consiguiendo,

finalmente, liberarse. Se puso de pie, el pecho jadeante,

mientras el hombre se retorcía de dolor. Percibiendo el

agotamiento de la joven, Boney la agarró por el brazo,

conduciéndola a la escalera que los llevaría a la cubierta.

Cuando pisó el primer escalón, Boney miró hacia arriba y

la apartó con un empujón. Un objeto brillante chocó contra

el piso del calabozo, casi acertándola.

_Una antorcha! _ el viejo marino comenzó a saltar de-

sesperadamente sobre las llamas que danzaban sobre el piso

de madera.

Desanimada, Courtney vio las llamas devorando un barril

repleto de especias. Una pieza de seda colorida se llenó de

humo y desapareció con el fuego.

_Rápido. Vamos a subir _ gritó o viejo.

_Suelta a los prisioneros _ dijo Courtney, la voz

fuerte se destacaba en la confusión general.

_Vos estás loca? _ Boney le agarró el codo,

empujándola en dirección a la escalera.

_Libera a los esclavos _ le ordenó, desprendiéndose de

él. _ Hazlo ahora.

Rory y los otros observaban al viejo titubear, dividido

entre la lealtad incondicional a Thornhill y su propio sen-

tido de justicia. Antes de que pudiese discutir con ella,

otros tres marineros saltaron dentro del calabozo, Sus es-

padas brillando con el reflejo de las llamas. Mientras

Courtney enfrentaba a los adversarios, Boney giró la llave

en la cerradura y soltó la cadena que sujetaba a los

esclavos. Rory MacLaren permaneció donde estaba, mientras

los demás, entre gritos e insultos, corrían y se empujaban

rumbo a la libertad. Ningún de ellos se preocupó por el

hecho de que la responsable por su salvación estaba ahora

en peligro y en minoría.

Una vez mas , pensó Rory, el estaba siendo forzado a

optar entre su libertad y la necesidad insana de permanecer

junto a esa maldita mujer. Habría perdido el juicio? Habría

sido embrujado por ella?

En una fracción de segundo, agarrando una de las

espadas caídas, Rory tomó su decisión. Con la destreza

adquirida en toda una vida de combates, enfrentó al primer

espadachín. A su lado, ella enfrentaba a un hombre que

era el doble de su tamaño. En pocos minutos, Rory había

traspasado a su adversario con la espada. Escuchando el

grito angustiado de Courtney, él se volvió . Ella había

sido desarmada. Con un gesto victorioso, su oponente

levantó la espada, preparándose para dar fin al duelo y a

la vida de ella.

_ Courtney! _ gritó Rory, quitándole a espada.

Con un movimiento rápido, ella apartó el arma del

enemigo y, con un golpe certero, le rasgó la túnica tosca

perforándole el corazón. Gruñendo de dolor, el marinero se

unió a sus camaradas esparcidos por el suelo del

calabozo, todos muertos.

La sonrisa, triunfante que iluminó el rostro de

Courtney no le impidió ver de reojo a otro espadachín

levantando el arma sobre a cabeza de Rory.

_ Detrás tuyo!

En guardia, él dio un salto al costado y agarró la es-

pada de uno de los muertos. Mientras el enemigo se

preparaba para un nuevo ataque, Rory levantó su arma. El

marinero, empalado por la lamina de acero , dio un grito,

antes de caer hacia atrás.

La batalla todavía no había terminado. Aunque hubiese

todavía muchos adversarios para combatir, el fuego se

había transformado ahora en el mayor enemigo. Las llamas

crecían alimentadas por las piezas de tejido y consumían

todo lo que encontraban en su camino.

Levantando la tapa de un barril, Courtney agarró

puñados de la valiosa sal tirándola sobre las llamas para

ahogarlas.

Siguiendo su ejemplo, Rory miró dentro de otro barril y

despejó todo su contenido sobre las llamas remanentes.

Arenque y especias en conserva chirriaban en contacto con

el fuego, acabando por extinguirlo completamente.

Luchando para recuperar la respiración, Courtney se dio

cuenta del silencio aterrador. Aún en la cubierta, no se

oía ningún indicio de lucha. No había mas ruidos metálicos

de espadas chocando, o ecos de disparos de pistolas,

ningún sonido, excepto uno que otro gemido.

_ Sos una excelente espadachín, mi lady. _ Rory todavía

empuñaba la espada bañada en sangre, la mano descansando a

lo largo del cuerpo. _ Serías motivo de orgullo para el

clan MacLaren.

_ Y vos sos un hombre bastante extraño _ retrucó ella,

dando un paso al frente.

_ Por qué? _ La observaba, experimentando una emoción

que nada tenía que ver con la batalla que acababan de

vencer.

_ Podrías haber escogido la libertad, como los otros.

Sin embargo, decidiste permanecer y luchar. _ Ya muy

próxima, ella se paró, mirándolo. _ Salvaste mi vida.

_Tal vez, algún día, yo venga a cobrarme eso. _ La

Miró, un calor inundando su cuerpo hasta tornarse casi

insoportable. _ Pero por ahora, mi lady, este pago será

suficiente.

De repente, le sujetó el rostro entre las manos y le

cubrió la boca con un beso salvaje.

Atolondrada, Courtney quedó paralizada, sintiendo hielo

y fuego recorriéndole su espina dorsal. Parecía que el aire

le faltaba, que las fuerzas la abandonaban. El deseo la

asaltó con una urgencia aterradora.

_ Muchacha! Ven rápido! _ La voz de Boney venida desde

la cubierta rompió el encanto. _ El capitán fue herido.

Con un grito ahogado, ella se desprendió y corrió en

dirección a la escalera. En el primer escalón, sin

embargo, se volvió . A pesar de las ropas sucias y de la

espada ensangrentada, Rory MacLaren ostentaba el porte

aristocrático de un noble de la corte del rey.

_ Jamas olvidaré lo que hiciste por mí , Rory MacLaren.

Cuando mi padre esté mejor, voy a convencerlo de que te

libere.

El la observó subiendo las escaleras. La blusa roja

pegada a su cuerpo sudoroso revelaba el contorno sensual y

la faja amarilla envolvía la cintura delgada. Entonces su

mirada se deslizó mas abajo. Vestida con un pantalón

ajustado , cada movimiento que hacía lo dejaba con la

garganta seca.

_ Yo tampoco lo olvidaré, mi linda Reina de los Mares.

Llegando a la cubierta, Courtney se encontró con una

escena desoladora. El barco inglés, envuelto en llamas

provocadas por docenas de focos de fuego, se hundía. No

había señal de vida a bordo. Los tripulantes del Hawk,

aunque victoriosos, vagaban sin rumbo, trastornados por el

dolor causado por las heridas. Habían participado de

docenas de batallas y habían enfrentado espadachines de los

mas diferentes países. Sin embargo, jamas habían sufrido

tantas bajas. Y nunca antes su capitán había sido

gravemente herido.

Evaluando rápidamente la situación, Courtney asumió el

comando.

_ Boney haz que transporten a Thornhill inmediatamente

a su cabina .

_ Vos ahí _ gritó el viejo, apuntando a dos tripulantes

que parecían no estar heridos. _ Carguen al capitán a la

cabina.

_ Dónde está Simpson? _ Courtney intentaba localizar al

superior inmediato entre los muertos y heridos esparcidos

por toda la cubierta.

_ Fue herido _ dijo uno de los tripulantes. _ Está per-

diendo mucha sangre.

_ Ocúpate de él _ ordenó Courtney a un joven alto que

se apoyaba, exhausto, en la baranda . _ Todos aquellos que

puedan estar de pie cuidaran de los heridos _ agregó ella.

_ Cuando estos hayan sido tratados, quiero que los

muertos sean envueltos en pedazos de velas cosidas como

mortajas y que sean lanzados al mar. Vos ahí _ señaló a un

pirata que usaba un parche sobre el ojo. _ Recoge todas las

armas y guardalas en el calabozo.

_Si ,capitán_ dijo el.

Sus palabras fueron acogidas con un silencio mortal.

Esa denominación estaba reservada solamente para Thornhill,

pensaron todos, llenos de sospecha y alarma. Aunque fuese

la hija del capitán y una excepcional marinera, seguía

siendo una mujer.

El súbito cambio en el comportamiento de la tripulación

fue instintivamente notada por Courtney. Estaba siendo

analizada.

_ Cómo llegaremos a tierra firme? _ uno de los

tripulantes preguntó. _ Los esclavos huirán, saltando por

la borda.

_ Todos ellos, seguramente, morirán ahogados _ replicó

Courtney. Entonces, percibiendo la duda en los ojos de los

tripulantes, agregó: _ Tenemos viento para inflar las

velas. Y el sudor de cada tripulante a bordo. Podemos estar

heridos, pero todavía estamos vivos.

Mientras ella se apartaba, la tripulación la miraba con

creciente admiración.

_ Has oído al capitán_ gruñó Simpson, tomando un trapo

ensangrentado de al lado de su cuerpo.

Detrás de ella, los tripulantes del Hawk enderezaron

los hombros y retomaron a sus tareas. Si una mujer podía

sobrevivir, ellos, sin duda, ellos también podrían.

Era tarde en la noche cuando Courtney, finalmente, dejó

la cabina de Thornhill. Estaba bastante herido y había

perdido mucho sangre pero sobreviviría. Dejándolo al

cuidado del experto Boney, atravesó la cubierta .

Aunque hubiese examinado todo el barco, de proa a popa,

un marinero le comunicó que el esclavo Rory MacLaren había

desaparecido. El esclavo había partido. Ese hombre andra-

joso permanecía siendo un misterio para ella.

Miró el contorno oscuro de la tierra en el horizonte

distante.

Escocia. La patria de Rory.

Levantando el rostro en dirección a los cielos, siguió

el camino recorrido por una estrella fugaz en el manto

negro de la noche. El látigo de Thornhill sería implacable

cuando supiese que ella había decidido liberar a los

esclavos, y por lo tanto , sería responsable por las fugas

. Pero, esa noche, ni mismo ese pensamiento conseguiría

desanimarla. Muchos no sobrevivirían en el mar bravío.

Otros tantos serían capturados por otros barcos, siempre en

busca de trabajo esclavo. Pero algunos llegarían a tierra.

Y uno , pensó ella, llegaría a su casa.

_Nada, Rory MacLaren _ murmuraba ella con fe... _ Nada.

Alcanza la costa. Encuentra tu casa, tu libertad. Vuelve

con tu clan. Y vuelve a tu mayor amor, tu patria.

CAPITULO 4

Durante las semanas en que el Hawk se arrastraba peno-

samente rumbo a Francia, Rory MacLaren insistía en poblar

los pensamientos de Courtney. Ella había asumido el

comando, trabajando hombro con hombro con los marineros,

luchando para mantener su moral elevada; aún así la imagen

del esclavo restregando la cubierta bajo un sol abrasador

no se salía de su mente.

Cuando Thornhill ordenó que fuese azotada en público

por haber soltado a los esclavos, ella evocó la fuerza de

Rory frente a tamaña humillación ; fue ese ejemplo, y sólo

él, quien le dio coraje para aguantar tanto dolor.

Apretando los dientes, soportó los azotes. Momentos

después, en la cabina, permaneció echada en estoico

silencio mientras el viejo Boney aplicaba su precioso

ungüento sobre las heridas que le cubrían la espalda.

_Es la fiebre - murmuró Boney, estremeciéndose delante

de las marcas que desfiguraban la piel delicada. - La

fiebre le confundió el cerebro al capitán. Cuando él se de

cuenta de lo que hizo , su corazón se va a romper.

Ella no dijo una palabra. Aunque no fuese su na-

turaleza guardar rencor, comenzaba a pensar que esta vez

Thornhill había ido demasiado lejos. No había ella luchado

con tanta coraje como cualquier otro hombre ? No había

arriesgado su propia vida en defensa de la carga del

barco ? La carga. Se Quedó inmóvil. Los esclavos formaban

parte de la riqueza del Hawk. Y a ella le cabía impedir que

se escapasen. En vez de eso, ella los había liberado. Su

preocupación por sus vidas le había costado una fortuna a

Thornhill.

_Mi padre defendió sus derechos - susurró ella.

_Derechos? Qué derechos? - se sorprendió el viejo. -

Hacer que vos fueses azotada delante de toda la

tripulación?

_Yo exigí que los esclavos fuesen liberados. No cumplí

con mis obligaciones. Me horrorizé ante la idea de que mur-

iesen quemados y decidí darles una oportunidad. La verdad,

Boney, es que, aunque haya aprendido todos los secretos del

mar, no tengo la fuerza emocional para ese tipo de vida. -

Dio un suspiro profundo, sentándose y enrollando la camisa

en torno a su cuerpo. - Jamas conquistaré el derecho de

comandar al Hawk. Jamas seré motivo de orgullo para mi

padre.

_Mira, muchacha, ahora vos me vas a escuchar. - Bo-

ney colocó el balde de ungüento en el suelo y la tomó por

los hombros. Sus ojos brillaban como nunca, en el rostro

marcado por la intemperie. - Es preciso un coraje sin

igual para colocar la vida de los demás por delante de la

propia. _Bajó la voz. - Me Sentí orgulloso con tu actitud

en los calabozos.

Los ojos de ella se llenaron de lágrimas. Enojada con

esa demostración de debilidad, se restregó los ojos con

fuerza y escondió el rostro. Qué importancia tenía haber

agradado a su viejo amigo si era incapaz de agradar a su

propio padre ?

De espaldas a él, respondió, orgullosa:

_Gracias por tus cuidados. Me Están necesitando en la

cubierta.

Boney la observó mientras ella se abotonaba la blusa

y la falda . El la amaba tanto como si fuese su padre. Aún

así, no había nada que pudiese hacer por ella. Thornhill la

había moldeado a su propia imagen: excelente marino,

espadachín y pirata. Pero , el capitán del Hawk no había

conseguido destruir el noble origen de Courtney. La bondad

estaba profundamente arraigada en su naturaleza. Había algo

mas, pensó el viejo marinero, meneando la cabeza, preo-

cupado. Había notado el modo en que ella miraba al escocés,

cuando había ordenado que los esclavos fuesen liberados.

Aunque ella intentase negarlo, en su interior había

sentimientos, compasión y los deseos de una mujer. Y en ese

área él se sentía completamente desorientado. No sabría

como aconsejar a una joven atrapadas en las redes de su

primer amor.

Aquella noche, Courtney se echó exhausta en su catre.

Como en todas las noches desde su fuga, Rory invadió sus

sueños. Rodeados por las llamas, el permanecía junto a

ella, orgulloso y fuerte, empuñando su espada y enfrentando

a los enemigos, uno por uno . Como en todos los sueños, el

vencía la batalla y exigía a Courtney como recompensa. Así

la tomaba en sus brazos, y ella recordaba trémula su

mirada .

Censurándose por dejarse llevar por tales fantasías,

se levantó del catre y se aproximó a la escotilla. En el

horizonte, podía ver el contorno de las montañas.

Dónde estaría el esclavo ahora? Pensaría en ella alguna

vez? O ella ya se había transformado en un recuerdo

huidizo?

La llegada del Hawk a Francia fue recibida sin mucho

entusiasmo. Dos de los mejores barcos de la flota francesa

no habían vuelto a su puerto de embarque. Corrían rumores

de que habían sido atacados por un barco inglés. Para

empeorar la situación, se decía que los ingleses estaban

buscando estrechar sus lazos con España. Una alianza entre

esos dos países debilitaría todavía mas la posición de

Francia en Europa.

La única buena noticia que llegó a los tripulantes del

Hawk fue sobre la grave enfermedad que se abatiera sobre

el odiado rey James I de Inglaterra. Thornhill, que se

recuperaba, se alegró . Pero las noticias de que su hijo,

el príncipe de Gales, había mandado emisarios a Francia

para consultar al rey sobre la posibilidad de un casamiento

con la hermana de Luis XIII, Henrietta Maria, había dejado

al capitán muy irritado.

Había rumores en la corte de que el rey Luis XIII

estaba decidido a dar la mano de su hermana al príncipe de

Gales, para acabar con las luchas y fortalecer los lazos

entre Inglaterra y Francia. Cuando las noticias llegaron a

los oídos de Thornhill, el fue invadido por una furia tan

violenta, que fue obligado a permanecer en cama por varios

días.

Como un pájaro enjaulado, Courtney caminaba impaciente

en la sala de estar de sus aposentos en París. En la corte,

estaba rodeada de mujeres tontas, con trajes elegantes a la

última moda. Vestidos largos y elaborados, cuyos corpiños

ajustados, bordados con piedras preciosas, presentaban

escotes generosos, exhibiendo parte de los pechos. Los

largos cabellos eran sujetados con tiaras en torno a la

cabeza y las mas osadas dejaban algunos rulos caer sobre

los hombros desnudos. Completamente desinformadas, no les

importaba el mundo mas allá de París. Sólo les Ocupaba la

mente el número de conquistas que habían hecho y los

últimos chismes sobre la vida en la corte.

Los hombres no eran mucho mejores. Siempre

pavoneándose, cuando no estaban reunidos con el Consejo del

rey. Muchos de ellos demostraban interés en la bella mujer

tan diferente de todas las otras en la corte. Pero siempre

que era posible Courtney los ignoraba y, si alguno de

ellos osaba insistir, era rechazado con rispidez.

En la corte, se sentía confinada, y en sus aposentos,

en uma verdadera prisión. Con excepción de Courtney y del

fiel Boney, el capitán se rehusaba a ver a cualquier otra

persona. Si ella se ausentaba por mas de una hora,

Thornhill la reclamaba. Estaba rabioso , exigente y

grosero.

Aunque el capitán, poco a poco, se fuese recuperando

de sus heridas, todavía era atacado por accesos de fiebre

que lo debilitaban. El mismo médico del rey le había

recomendado que se alejase del mar y pasase al menos un

año, hasta recuperar las fuerzas en al comodidad de la

corte francesa.

Para Courtney, la idea de permanecer un largo período

en esa ciudad tan populosa era insoportable. Hacía unas

pocas semanas que habían llegado y, sin embargo, su corazón

ya suspiraba por la libertad de los mares, por el sonido

del piso de madera que revestía la cubierta del Hawk. El

aire de París era sofocante. Ella prefería el olor fuerte

del mar. Las carretas y los vendedores ambulantes, el

alarido de las multitudes la hacían desear oír los

gritos de las gaviotas y extrañar la camaradería de sus

compañeros de tripulación.

Los días se arrastraban lentamente y Courtney

esforzaba- al máximo por aparentar tranquilidad. Aguantar.

Aunque nada pudiese hacer, podía aguantar. Así como lo

había hecho a bordo del Hawk cuando era una criatura.

Como lo había hecho cuando el esclavo Rory MacLaren había

partido, dejando un doloroso vacío en su vida. Aguantar.

Los ojos de Thornhill brillaban febriles, mientras el

visitante, sentado al lado de la cama, le hablaba en voz

baja y urgente.

_El señor sirvió bien a su rey , capitán. Durante todos

estos años, hundió diez barcos ingleses al fondo del mar.

Los lamentos de las viudas inglesas se levantaron en coro,

lo que es un buen presagio para toda Francia.

_Hice lo que pude.

_Pero todavía hay mas, capitán. Mucho mas que el señor

puede hacer por su rey.

Dominado por un súbito ataque de tos, Thornhill se

cubrió la boca con un lienzo. Cuando el ataque pasó, se

dejó caer otra vez sobre las almohadas.

_Estoy enfermo. No hay nada mas que pueda hacer.

_Puede darme a la muchacha. No me confidenció una vez

que ella habría de ser el instrumento de su venganza?

_Esperé demasiado - dijo Thornhill, los ojos

brillantes de odio. - El maldito rey James morirá antes

que yo pueda poner cualquier plan en acción y así escapará

a mi venganza. Es demasiado tarde .

_Nunca es demasiado tarde , mi viejo amigo. - El visi-

tante se inclinó, mirando a Thornhill con intensidad. - El

hijo de James, el príncipe de Gales, está planeando unirse

a Henrietta Maria.

_Hijo de una víbora . - Furioso, Thornhill se sentó

erecto, agarrando la manga del visitante. - El señor tiene

que usar su influencia para impedir esa alianza.

_Y por qué yo haría algo tan estúpido? - preguntó el

otro, sonriendo con frialdad. - Existe una manera mejor de

destruir a Inglaterra que colocar nuestra princesa

francesa dentro del círculo de la familia real inglesa?

_Pero como puedes tener certeza de que Henrietta Maria

va a cooperar? - preguntó Thornhill, recostándose. -

Ella es joven y, por lo que oí decir, tiene una fuerte

personalidad.

_Ella es una católica fervorosa. Si las ordenes que

recibe vienen directamente de su confesor, no tendrá otra

elección mas que obedecer.

_El señor ordenaría a sus propios padres que hicieran

espionaje para Francia?

Los ojos del visitante se estrecharon y miraron a

Thornhill con tal intensidad, que este pestañeó, desviando

la mirada. Con a voz temblorosa de emoción, declaró:

_Haré todo lo que fuera necesario para garantizar la

seguridad de mi rey y de mi país. Cualquier cosa. Y si eso

significa exigir que el clero espíe, así será. Pretendo

emplear todos los medios que estén a mi disposición . Y es-

pero lo mismo del señor.

_De mí?

_Quiero a la muchacha.

_Por qué? Qué utilidad puede tener ella para el señor?

El visitante cruzó las manos sobre su falda .

_Ella habla francés e inglés con fluidez. Ya demostró

fuerza y coraje. Y confío que le haya enseñado a odiar a

Inglaterra tanto como su padre.

Thornhill limpió su boca con el lienzo.

_Lo que dice es verdad. Ella es valiente en los

combates y demostró completa lealtad hacia mí. Odia a

Inglaterra porque es lo que yo espero de ella. Pero esto...

- meneó la cabeza, en un gesto de reprobación. - Ella

extraña el mar y la vida a bordo del Hawk. Se va a rebelar

si no puede volver al mar...

El visitante se aproximó todavía mas, retorciendo llas

manos.

_El señor es un hombre astuto, capitán. Encontrará un

modo de convencerla.

_Me Temo que...

_No hay nada que temer. Pero finja que teme.

_No estoy entendiendo.

_Deje que la muchacha piense que en caso que no

coopere, la vida de su padre estará corriendo peligro.

Thornhill miraba al visitante mientras asimilaba el

significado de sus palabras.

_El señor dice que ella le es leal, mi amigo. Use esa

lealtad para que ella se someta a su voluntad.

Thornhill asintió.

_Es claro. Si fuera llevada a creer que si no coopero

yo sufriría algún prejuicio ella acordaría con cualquier

cosa. - Con un lienzo se enjuagó la frente empapada de

sudor.

_Cualquier cosa.

El visitante se puso de pie.

_Dejaré que elija una fecha para nuestro próximo

encuentro. Pero quiero prevenirlo. Que no se a muy adelante

. Yo ya comencé a colocar mi plan en acción.

Un cambio sutil comenzó a revelarse en el

comportamiento del capitán. Todas las mañanas, el enviaba a

Courtney a la corte, mientras recibía un cierto

visitante. Hasta el propio Boney, compañero de toda una

vida, era apartado durante esas visitas. Después,

permanecía callado por horas , pensativo, observándola con

aquel extraño brillo en la mirada.

Finalmente, el la llamó a su cuarto.

_Soy un hombre viejo - dijo Thornhill, con cautela.

_Estás diciendo pavadas - respondió Courtney,

sentándose al lado de la cama. - Es esta ciudad la que te

está agotando.

- _Es verdad... - Cerró los ojos y volvió a

abrirlos. Crees esta ciudad es aborrecible ?

Ella asintió, temerosa de decir algo que pudiese

ofenderlo.

_EN ese caso, tal vez debieses dejar este lugar.

Courtney quedó boquiabierta. Cómo ansiaba ella

liberarse de esa prisión!

_Vamos a volver al Hawk?

_No. Yo debo permanecer aquí hasta recuperar mis

fuerzas. Pero vos sos libre de partir.

_Yo? Partir sola? A dónde iría sin vos?

Le Pareció vislumbrar una ligera sonrisa en los labios

de él, pero antes de que pudiese verificarlo él

prosiguió:

_Yo ya te dijo cuanto odio a los ingleses, Courtney,

pero nunca te conté el por qué.

Courtney esperó, sorprendida con la súbita franqueza.

Nunca antes Thornhill había hablado así con ella.

_Cuando yo era mucho mas joven, el rey de Inglaterra,

James I, me despojó de todos mis títulos y de todas mis

tierras.

_Pero, por qué? Por qué el haría algo así?

Los ojos de Thornhill se estrecharon.

_Para agradar al rey, es preciso mucho mas que besarle

las manos. Existen los complots, planes que, si fuesen bien

ejecutados, pueden significar un beneficio para muchos.

_No estoy entendiendo.

Thornhill se limpió la boca con un lienzo de seda y

prosiguió, con voz suave:

_Cuando un hombre es el rey, su palabra es ley. Un

primo de James codiciaba mis tierras. Tierras - continuó

con rabia contenida - que pertenecían a mi familia desde

el padre de mi padre. James me declaró enemigo de la

Corona y confiscó todos mis títulos y tierras, dándolos a

su pariente.

_Y por qué vos no peleaste contra eso?

_No se lucha contra un decreto de un rey. Mi única

opción, excepto la propia muerte, era dejar Inglaterra y

jurar lealtad a otra Corona.

_Por qué está me estás contando eso ahora, padre ?

Los labios de él esbozaron una pálida sonrisa. Los

Limpió con un lienzo.

_Cuánto me amas, Courtney?

Amor? Ella jamas había oído esa palabra de la boca de

Thornhill. Amor? Él era su padre, el capitán del Hawk, su

maestro, su líder. En decenas de batallas, ella había

estado dispuesta p a morir antes que desobedecer cualquiera

de sus ordenes. Pero, amor?

_Yo te amo - murmuró ella, sintiendo el vacío de las

palabras, casi avergonzada de haberlas pronunciado.

_Y amas o tu rey Luis XIII?

Courtney quedó perpleja. Admitir cualquier cosa menos

que amor al rey era un crimen de alta traición, punible con

la pena de muerte.

_Yo juré lealtad y amor a mi rey.

_Ah! - El se dejó caer sobre las almohadas y cerró los

ojos por un momento. Cuando volvió a abrirlos la ,

encaró. - Vos tendrás la oportunidad de probar tu amor por

mí y por tu rey.

Un miedo terrible la invadió. Al escuchar la orden de

Thornhill, el miedo se transformó en pánico.

_Boney! Haz entrar a nuestro convidado.

Convidado? Ella no había visto a nadie cuando había

entrado a los aposentos de su padre. Sin embargo, podía oír

el sonido de voces. En seguida ,un hombre alto usando una

vestimenta púrpura de prelado de la Iglesia fue conducido

a su cuarto.

Era un hombre de estatura alta y caminaba con una

postura rígida, característica de un militar. El bigote

fino con puntas retorcidas y la barba puntiaguda le daban

un aire satánico. Pero eran los ojos los que llamaban la

atención. Ojos negros e implacables que no pestañearon al

mirar a Courtney.

_Mi hija Courtney - la presentó Thornhill al hombre

que mas parecía un espadachín que a un servidor de Dios.

- Courtney, este es el cardenal Richeliu.

Cuando el visitante le extendió la mano ,Courtney hizo

una reverencia y le besó el anillo. Atónita, se sentía

agradecida por poder inclinar la cabeza y esconder la

sorpresa en su rostro. Todos en Francia habían oído hablar

de Richeliu. Era el hombre mas poderoso de todo el país. En

la corte, se decía que era él, de fato, quien tomaba todas

las decisiones atribuidas al rey. No había ninguna duda de

que Richeliu representaba el verdadero poder del reino.

_Excelencia - murmuró ella.

_Entonces, esta es la adorable Courtney.

EL cardenal aguardó hasta que el viejo Boney

aproximase una silla al lado de la de ella. Con un gesto,

la invitó a sentarse y sólo después se sentó en el borde

de su silla, mirándola de modo tal que la obligaba a

sustentar su mirada. Los ojos oscuros la penetraban. El

sabía sacar provecho de esa fuerza.

_Tu padre alabó mucho tu lealtad a nuestro amado rey.

A pesar de sentir la garganta seca, Courtney devolvió una

sonrisa que esperaba fuese convincente.

_Mi lealtad está por encima de cualquier duda, Su

Eminencia.

_Bien. Muy bien. - El dirigió una rápido mirada al

enfermo y bajó la voz en tono conspirativo. - Tu padre y

yo tenemos algo de importancia capital que pedirte. De tu

respuesta depende la seguridad y el futuro de Francia.

Courtney tragó en seco.

_Aunque todavía no haya sido oficialmente comunicado,

el rey Luis decidió permitir que su hermana , Henrietta

Maria, se convierta en la esposa del príncipe de Gales,

que un día sucederá a su padre , James I, como rey de

Inglaterra.

Courtney se atragantó. Estando al tanto de las intrigas

de la corte, ella tenía conocimiento de que la joven y

adorable princesa sabía de los planes de su hermano. Se

decía que ella estaba aterrorizada con las conspiraciones

que existían en la corte inglesa. Henrietta Maria se

transformaría en un indefenso juguete en la lucha por el

poder entre los dos países adversarios.

Intentando no demostrar su simpatía por la joven prin-

cesa, ella dijo en voz baja:

_Y eso qué tiene que ver conmigo, Eminencia?

_Es mi deseo que vos acompañes a Henrietta Maria a

Inglaterra como su dama de compañía y confidente.

_Dama de compañía ? Pero, Eminencia, nada sé sobre esa

función.

_ Me Aseguraran que eres una joven muy inteligente.

Aprenderás todo lo que necesitas saber. Tu padre me

garantizó que habla inglés fluidamente. Henrietta Maria

necesitará de tus servicios. Una mujer francesa, en

Inglaterra, va a precisar de... una amiga fiel.

El cardenal, entonces, agregó:

_Tus lecciones comenzaran inmediatamente. Recibirás

toda la orientación necesaria antes de dejar Francia.

Dejar Francia? Dejar el Hawk y la única vida que ella

había conocido? Courtney lanzó una mirada suplicante a

Thornhill, quien permaneció en silencio mortal.

_Yo voy a pedirte un pequeño favor a cambio de la

espléndida vida que te estoy ofreciendo - dijo, irónico,

el cardenal. – Cuando llegues a Inglaterra, quiero que te

encuentres regularmente con mis... emisarios y los mantenga

bien informados sobre todo lo que pasa en la corte.

Por un momento, Courtney sintió que le faltaba el aire.

Finalmente ella comprendió lo que en realidad esperaban de

ella. El conocimiento que tenía del inglés y del francés

no serían utilizados para que la princesa se sintiese mas

cómoda. En verdad, ese hombre no se preocupaba por el

bienestar de la futura reina. Usaba a Henrietta Maria como

un mero juguete. Y, en cuanto a Courtney, pretendía

transformarla en espía para Francia. Y ella actuaría bajo

la nariz del propio rey, inmiscuyéndose en la corte

inglesa.

_El señor quiere que yo... - tragó en seco, con miedo

hasta de pronunciar la palabra. Pero una mirada al rostro

severo de Thornhill le dio animo . - El señor desea que

yo sea su informante?

_Eso te ofende?

Courtney se calló. Ya había oído comentarios sobre los

humores de Richeliu. Una única palabra de él bastaba para

que un hombre perdiera sus tierras o su propia vida.

_Pienso, Eminencia, que yo sería una espía muy mala .

Ele cambió de posición; era la única señal de que se

encolerizaba. Todavía forzándola a mirarlo levantó las

cejas.

_Tal vez me haya olvidado de enfatizar la importancia

de esta tarea. Es crucial para la seguridad de todos los

franceses sabremos lo que se dice en la corte de

Inglaterra. Es tan crucial, que estoy dispuesto a

sacrificar la vida de unos pocos por el bien de la mayoría.

Ella levantó la cabeza, desafiándolo.

_No tengo miedo a morir, Eminencia.

_Bien. Muy bien - la cortó rápidamente. - Pero no

sería su vida la que sería sacrificada.

Ella lo miró aturdida.

_Si no acuerdas con mi pedido, el capitán Thornhill

perderá la vida.

_Mi padre? - Courtney volvió su rostro al enfermo. -

El señor exige esa tarea de mí bajo la pena de matar a mi

padre?

_Nosotros somos soldados, luchando por una buena causa.

Estamos hablando aquí de cuestiones de supervivencia. Por

Francia. Y muerte a los enemigos y a aquellos que no están

dispuestos a hacer el supremo sacrificio por el Reino.

Considero enemigo a cualquier ciudadano francés que se

rehuse a luchar por su patria.

Courtney quedó paralizada. En ese momento no podía

preocuparse de su vida. En cuando a la de su padre pendía

de un hilo. Aún así, se vio compelida a preguntar:

_Que pasará se yo fuese descubierta? Mi crimen no será

castigado con la pena de muerte?

La boca del cardenal se crispó en una sonrisa; los

ojos sin embargo estaban fríos como hielo.

_ Me Dijeron que eres una mujer muy valiente y bastante

inteligente. No te dejarás sorprender. Pero si eso pasa tal

vez la princesa pueda interceder con su futuro marido para

salvarte . Por tu propio bien, vos debería establecer una

buena amistad con ella. Alguna pregunta mas ?

Ella negó, demasiado perpleja como para poder razonar

con claridad.

Mirando nuevamente a Thornhill, le pareció vislumbrar

un brillo triunfante en sus ojos. El Habría temido por su

propia vida? No, él sabía que podía contar con ella.

Aceptaría la propuesta del cardenal. Qué otra alternativa

tenía ? Ninguna. Todo eso había sido planeado

cuidadosamente . Aunque pudiese rehusarse, sin colocar en

riesgo la vida de Thornhill, ella tendría que soportar la

ira de un padre que jamas le había demostrado ningún

cariño. Un padre que le daría la espalda y que jamas

intentaría la reconciliación . El dolor del azote no sería

nada comparado al dolor del rechazo total. Durante todos

esos años, ella había probada diversas veces el amargo

sabor de la insatisfacción de él. Y de su látigo. Y aunque

él no hubiese logrado domar su espíritu ella había

aprendido que, para sobrevivir, era necesario someterse a

su voluntad .

Y ella había sobrevivido durante todos esos años sin

una sola demostración de afecto por parte de Thornhill. Con

Richeliu, la situación era mucho mas delicada.

En la corte, ella había presenciado el destino de

aquellos que incurrían en la ira de él. Aquel hombre poseía

una sed de poder insaciable. No había ningún modo por el

cual ella pudiese rehusarse... a obedecerlo.., y continuar

viva.

Richeliu se levantó, dispensándola.

_Yo me ocuparé de los preparativos. El casamiento de-

berá hacerse en breve. Vos llegarás a Inglaterra con

Henrietta Maria y su comitiva dentro de quince días.

Mientras el cardenal le extendía la mano para que ella

la besase, Courtney murmuró:

_Será como el señor desea.

_Claro que si. - El sonrió y le pareció la sonrisa mas

maligna que ella jamas había visto en su vida. - En vez de

ser forzado a sacrificar su vida, tu padre será altamente

recompensado por su lealtad. Y mientras yo esté satisfecho

con vos tu padre podrá disfrutar una vida tranquila.

Courtney observó a Richeliu y sintió una oleada de re-

pulsa. Retrocedió para salir del cuarto, ansiosa por huir

de aquellos ojos negros, de la mas perversa y amedrentadora

de las conductas. En presencia de él, ella se sentía como

si estuviese delante del propio demonio.

Corrió a sus aposentos y comenzó a caminar de un lado a

otro, presa otra vez de la desesperación y de la soledad

que la asaltaban en la infancia. Antes de la luna nueva,

mas de una vez ella debería enfrentar un mundo

desconocido, donde sería envuelta en un mar de intrigas y

mentiras. Y si fuese sorprendida no podría contar con la

protección de la princesa. Tendría que pagar con su propia

vida. Pero si huyese de la tarea fatal sería Thornhill

quien pagaría la pena.

Estaba presa en una trampa. Aunque lo procuraba, no

encontraba salida.

CAPITULO 5

Fue acordado que el casamiento entre el príncipe de

Gales y la princesa francesa sería realizado en Francia,

por representación . Ejerciendo su enorme influencia, el

cardenal Richeliu impidió que la ceremonia se llevase a

cabo en el interior de una iglesia católica. Por esa razón,

Courtney se encontraba de pie, al lado de la esbelta

princesa de cabellos oscuros, en las escaleras de la

iglesia de NotreDame de París, donde el ritual sería

celebrado.

Entre sus dos hermanos, el rey Luis XIII y Gastón, el

duque de Orleans, la bella princesa estaba magnífica en su

vestido confeccionado en un tejido muy fino bordado en

oro y plata, y con diamantes.

Courtney también estaba deslumbrada. Usaba un vestido

rojo y dorado, el pecho y las muñecas adornados con joyas

de oro y rubíes y, de pie bajo el sol de mayo, se

maravillaba con tanto esplendor a su alrededor.

Las calles estaban desbordadas con súbditos que se

apiñaban para ver, al menos de reojo a su linda princesa.

Cada canto, vendedores anunciaban sus mercaderías, desde

comida y bebida hasta recuerdos de ese día tan

importante.

En formación, la guardia de honra compuesta por mil

soldados garantizaba la seguridad. Detrás de ellos casi

había una centena de damas de compañía y las mujeres de la

familia real, en vestidos que brillaban en una profusión de

colores.

La ceremonia en las escalinatas de la catedral fue

bastante breve. El embajador , un miembro anciano de la

corte inglesa que presidía la Cámara de los Lords y que

ocupaba el puesto de secretario particular del rey de

Inglaterra, repitió los votos en nombre del príncipe de

Gales. En seguida, los miembros del séquito que no eran

protestantes entraron a la iglesia para asistir a misa.

Al final de la ceremonia, Courtney y Henrietta Maria

subieron a un magnífica carruaje tirado por dos parejas de

caballos e iniciaron el cortejo por las calles de París. En

seguida, la comitiva seguiría por el interior de Francia y

atravesaría el Canal, hasta el nuevo hogar de Henrietta

Maria.

Mientras a multitud daba vivas y la princesa saludaba,

Courtney se recostó en los almohadones, dejando escapar un

suspiro profundo. Les Llevaría como mínimo dos semanas para

llegar a su destino final. Dos semanas para dominar todo lo

que había aprendido hasta entonces. El protocolo de la cor-

te inglesa ya sería bastante difícil de dominar, pero la

incomodaba extremadamente la compañía constante de

mujeres. Se sentía bien en compañía de los hombres. Pero

las mujeres... la dejaban tensa con sus charlas sobre las

últimas novedades de la moda, o los chismes de la corte.

Suspiró otra vez, procurando relajarse. No había tenido

tiempo de pensar en el esclavo, Rory MacLaren. Aún en las

noches, sumergía en un sueño pesado resultante del

cansancio, y ni siquiera soñaba.

El corazón se le apretaba al constatar que lo había

perdido. El formaba parte de otra vida, de la vida a bordo

del Hawk. Ahora, ella había perdido todo aquello.

El dolor aumentó cuando se dio cuenta que el viaje

había comenzado. El viaje a un mundo nuevo y extraño. Un

viaje que presentaría peligros a cada momento.

James I, rey de Inglaterra, sucumbió a su enfermedad .

Su hijo, Carlos I, el príncipe de Gales, fue

inmediatamente aclamado rey. Toda Inglaterra lloró la

muerte del rey , pero en seguida, saludó al nuevo monarca.

Gritos de “Larga Vida l al rey!” hicieron eco en las

calles. Y el pueblo comentaba en voz baja: “Que él pueda

encontrar mucha felicidad al lado de su esposa nacida en

Francia, Henrietta Maria, la nueva reina de Inglaterra”.

En cada villa y ciudad del territorio francés por donde

pasaba la comitiva era saludada con espectáculos, desfiles

y fuegos de artificio. Aunque la joven soberana soportaba

todo

con coraje, Courtney estaba consciente de que ese viaje

era tan difícil y atemorizante para la reina como para ella

misma. Qué las esperaba? Desconfianza, recelos e intrigas.

Courtney rezaba fervorosamente. “Por favor, Dios, haz que

Carlos ame a su tímida y joven esposa.”

Luego de la travesía del Canal, Henrietta Maria y su

exhausto séquito pisaron suelo inglés, en Dover. Al día

siguiente, el viaje fue detenido de repente, pues fueron

sorprendidos con la noticia de que el rey estaba en camino,

al encuentro de su esposa.

_Courtney! - Henrietta Maria presionó la mano de su

dama de compañía. - El rey está venido hasta aquí? Había

sido arreglado que tendríamos una segunda ceremonia, antes

que el casamiento fuese consumado.

Las manos de la joven reina temblaron, no

consiguiendo ocultar el pánico; Courtney se compadeció de

ella.

_Estos últimos tiempos han sido muy mucho difíciles

para el rey de Inglaterra. Tal vez - dijo con el mayor

tacto posible- el rey desea estar unos días a solas con su

nueva esposa antes de presentarla a sus subditos.

_Lo crees ? - Los ojos de Henrietta estaban abiertos

del miedo.

Courtney le envolvió los hombros con el brazo. Durante

las últimas semanas, llevadas por la necesidad, habían

pasado mucho tiempo juntas, y se había vuelto mucho mas

que la reina y la dama de compañía. Una profunda amistad

estaba siendo sellada. En compañía de Courtney, la joven

reina confidenciaba todos sus recelos y esperanzas en

relación al futuro. Y, aunque Courtney guardase sus temores

para sí, ella ahora percibía que la joven princesa sufría

de las mismas angustias de los simples mortales.

_Venga, su Majestad. Debe prepararse para recibir a su

esposo.

_Esposo. - Henrietta Maria se paró por un momento

agarrando la mano de Courtney. - Y si yo no le agrado?

_Venga Majestad- Courtney sonrió e hizo que la reina

se pusiera delante de un espejo con marco de oro - , cómo

podría un hombre mirar su bello rostro y no sentirse

inmediatamente conquistado por su belleza?

El reflejo en el espejo le devolvió una sonrisa.

_Ah, Courtney, cómo pude pasar todos estos años sin tu

compañía?

_Es lo que me pregunto. - Sonrió ella.

Courtney tocó la campanilla llamando a las criadas y

una gran actividad invadió los aposentos, mientras el baño

de la reina era preparado, sus cabellos peinados y su mas

bello vestido escogido para la noche mas importante de su

vida.

Hacía mucho el sol se había puesto. Algunas Nubes

paseaban por sobre la luna llena. Excepto por un grito

ocasional de alguna ave nocturna, la noche estaba

silenciosa, en compás de espera.

_Qué será que lo está atrasando? - preguntó an-

gustiada, a punto de romper en lágrimas.

_Tal vez el rey haya sido detenido por la multitud de

súbditos ingleses, ansiosos por saludarlo a su paso.

_Pero el es el rey. No hay nada que no pueda hacer.

_Excepto volar - comentó Courtney, sonriendo.

Era un alivio ver a su amiga reír. Había habido pocas

ocasiones para el humor en la vida de la joven princesa y

Courtney temía que en el futuro habría menos todavía.

El clamor de las trompetas las asustó. De repente, los

ojos de Henrietta Maria abrieron con miedo.

_Es el rey. Oh, Courtney, qué debemos hacer?

Mientras la criada ayudaba a la reina a ponerse la

capa forrada de armiño para protegerla del frío, Courtney

la observó detenidamente.

_El vestido blanco, con diamantes y perlas, está

perfecto para el primer encuentro con su esposo. Y su

cabello, sujeto por las peinetas está adorable.

La reina se miró en el espejo y, nerviosa, estudió su

apariencia. Courtney se sentía ansiosa por su amiga.

Distraída, tomó en sus brazos la capa que una de las

criadas mantenía detrás de sí, sin preocuparse de su

propio vestido y sus cabellos.

_Si nos apresuramos, Majestad, podremos saludar al rey

y a su séquito en el patio.

_Courtney, debes permanecer a mi lado - dijo la joven,

apretándole el brazo. - No te alejes de mí ni por un

momento. La lengua que ellos hablan... es tan extraña.

Tengo miedo de no entender ninguna palabra de que lo que

digan.

Con el sonido de decenas de pasos y de voces

masculinas en el grande salón abajo, Courtney apretó la

mano de la soberana.

_Parece que el rey está apurado por conocer a su nueva

esposa. - Entonces, viendo el terror estampado en los ojos

de su amiga, prosiguió: - No tenga temor, su Majestad.

Estaré a su lado.

Al descender las escalinatas de mármol, las dos jóvenes

se encontraron con un grande número de rostros que las

miraban. De dónde habrían venido tantos hombres? Habría el

rey traído a toda su corte?

EN la mitad de la escalera, la reina vaciló. El ruido

de las conversaciones cesó. La atención de cada hombre en

aquella sala se volvió hacia las dos bellas mujeres. La

tiara de diamantes prendiendo los rulos oscuros indicaba

cual de ellas era la nueva reina. Sin embargo, la

deslumbrante belleza de la otra mujer los fascinó.

Cuando las jóvenes había llegado al último escalón, el

grupo de hombres se dividió y una figura alta se aproximó

para saludarlas.

_Mi lady - dijo el rey, tomando la mano de Henrietta

entre las suyas Si el sintió el ligero temblor de la

pequeña mano, no lo demostró. - Bien venida a tu nuevo

hogar. Bien venida a Inglaterra.

Alto y delgado, el rey tenía una apariencia casi

frágil. Los cabellos castaños ondulados suavizaban la

frente alta y las facciones angulosas. La barba le cubría

el mentón y contorneaba la boca grande y sensual. Los ojos

color avellana tenían un brillo de humor y satisfacción

mientras observaba a su nueva esposa.

_Yo le agradezco, señor - respondió la reina en

francés, que Courtney inmediatamente tradujo.

Por un largo momento, el rey posó los ojos en la bella

y la joven intérprete, antes de volverse, una vez, a su

esposa.

La reina inclinó levemente la cabeza cuando el rozó los

labios en su mano.

_Espero que la travesía del Canal haya sido agradable.

_Muy agradable, mi Lord. Los vientos estaban suaves y

el mar, calmo.

Otra vez, Courtney repitió las palabras de la reina.

_Y quién es esta joven? - preguntó el rey.

_Es lady Courtney Thornhill, mi amiga y dama de

compañía.

_Lady Thornhill - dijo el rey, mirándola con tanta

insistencia que ella se sintió enrojecer. - Espero que

acompañe a la reina en la corte hasta que ella domine

nuestro idioma.

Había sido casi demasiado fácil. No había sospechado él

que ella había sido incluida en el séquito por orden de

Richeliu? O estaría el rey planeando envolverla en alguna

celada? O, quien sabe, sólo estaba siendo gentil con su

nueva esposa? Courtney sintió su corazón dispararse , las

palmas de las manos se cubrieron de sudor.

_Será un gran placer para mí, Majestad.

_Antes de cenar, quiero presentarles los miembros de mi

Consejo.

Tomando el brazo de Henrietta, el rey se colocó de

frente a los hombres del salón. Mientras cada uno era

presentado a la reina, Courtney, al lado de ella, traducía

al francés.

Acababa de repetir los saludos del anciano Lord

Smathers, cuando notó un cambio en la inflexión de la voz

del rey. Había un calor en su tono, ausente en las otras

presentaciones.

Ella levantó los ojos y sintió que la sangre se le iba

del rostro, dejándola pálida y temblorosa. Por un instante,

pensó que sus piernas cederían bajo su peso. Tuvo que

recurrir a toda su fuerza de voluntad para no gritar.

El hombre que acababa de colocarse frente suyo era

alto, con hombros tan anchos que hacía sombra a cualquier

de los otros. La piel era saludable, quemada por el sol, y

los cabellos cortos, abundantes y ondulados le rozaban el

cuello de la capa corta arrojada sobre uno de sus hombros.

El cuello y los puños eran de seda blanca. Las botas negras

de caña alta estaban impecablemente lustradas. Hasta en la

compañía de los hombres mas aristocráticos de Inglaterra,

se destacaba entre todos los demás. Tenían las mano su

sombrero con plumas, que él mantuvo delante suyo cuando se

inclinó para saludar a la nueva reina. Pero , luego de la

reverencia, sus ojos, los mas azules que Courtney jamas

hubiera visto, estaban fijos en ella. Y, aunque el no

revelase cualquier indicio de haberla reconocido, Courtney

tuvo la clara sensación de que el se divertía.

_No des importancia a la apariencia grosera de este

truhán, señora. El siempre prefirió una vida de aventuras a

la vida mundana de la corte. Este rufián es el hijo del

buen y leal amigo de mi padre. Es el nuevo líder del clan

MacLaren en Escocia, Rory MacLaren.

Crispando las manos con tanta fuerza que sus nudillos

se pusieron blancos, Courtney repitió en francés lo que el

rey acabara de decir. Sus ojos se cubrieron de una neblina

y ella escuchó su propia voz repetir dulcemente el nombre

de él.

CAPITULO 6

Rory luchaba para controlar el torbellino de emociones

contradictorias que lo aturdían - espanto, admiración,

miedo, determinación. Cómo osaba esa pirata invadir el

venerable castillo del rey de Inglaterra ? Cómo aquella

salvaje criatura se había transformado en esa bella y

recatada mujer? Cuántas otras como ella se habían

infiltrado en el círculo intimo del rey? Aunque tuviese

que estrangular aquel lindo cuello, conseguiría arrancar

las respuestas a todas esas preguntas.

El apenas había notado a la joven reina cuya mano

besara. Fue con gran esfuerzo que él desvió la mirada en su

dirección. Tenía cabellos oscuros y una sonrisa tímida en

un rostro joven y encantador; la mano temblaba ligeramente

y él deseó hacerla sentir cómoda, pero por el momento su

mente estaba concentrada en la otra joven. Qué traía a la

pirata al suelo inglés?

_Lady Courtney Thornhill, la dama de compañía de Su

Majestad- Carlos la presentó a Rory.

Courtney Thornhill, cuyo padre había dedicado toda una

vida al exterminio de marineros ingleses y al robo de sus

barcos. La hija del pirata que, viviendo a bordo del Hawk,

había participado de todo. No le había revelado, ella misma,

que, aunque era ciudadana francesa, el barco pirata había

sido su único hogar? Por qué entonces pretendía pasar por

dama de compañía de la reina?

La presentación hecha por el rey era la oportunidad que

Rory estaba esperando. Tomando la mano de Courtney, se

inclinó para besarla.

_Mi lady.

Para Courtney, toda la situación parecía una trampa.

Intentó retroceder, pero no había donde ir. En vano, hizo

todo lo posible para que él no tocase sus manos. Cuanto

sintió los labios rozándole los dedos, un calor se le

esparció por el cuerpo. Al intentar soltar la mano, él la

sujetó con fuerza. Estaba en la trampa. Por ahora. Pero la

batalla todavía no había terminado.

_Mi Lord. _La cabeza ligeramente inclinada, ella

levantó los ojos suplicantes hacia él.

Era obvio que estaba confusa. Satisfecho, el sonrió

acariciándole la muñeca con el dedo.

_Cuáles fueron sus primeras impresiones de Inglaterra,

mi lady?

_Es ... _La s palabras no salían, tan seca estaba su

garganta. _Es un lindo país y los campos son muy verdes.

Para nosotros, habrá mucho tiempo para admirar su tierra.

_ Me Sentiré honrado en servirles de guía. Me pongo a

su entera disposición.

_El señor e muy gentil.

Con un gesto decidido, ella desprendió su mano y

enderezó los hombros. Pasado el shock inicial, Courtney

recuperó la sangre frío. Levantó el mentón en un gesto de

desafío y mantuvo la mirada sarcástica.

Cielos! , ella era magnífica, pensó Rory. Hacía apenas

algunos momentos, estaba en estado de shock delante de él.

De eso no cabía ninguna duda. Sin embargo, se había

recuperado de pronto. Poseía un espíritu fuerte, el mismo

que tanto lo había impresionado al conocerla.

Observó detalladamente a la mujer que tanto había

ocupado sus pensamientos desde que había ganado su

libertad. Temía que, con el pasar del tiempo, su mente,

hubiese fantaseado la belleza de ella. En verdad, ella era

todavía mas bonita de lo que se recordaba, si es que eso

era posible.

Atrás habían quedado los masculinos pantalones

ajustados, y la amplia blusa roja, la faja brillante en la

cintura. Lejos también había quedado la cabellera negra y

revuelta que le llegaba hasta la cintura.

Ahora los cabellos estaban cuidadosamente peinados en

una torzada ondulado que le caía suavemente sobre el

hombro. Usaba un elegante traje verde, el corpiño

incrustado con diamantes y esmeraldas. En lo alto de su

pecho , centellaba una fabulosa esmeralda. Sería un

presente de la reina? O parte del botín de algún barco?

_... el primer consejero ... _decía el rey,

presentándolo a la reina. _Lord Burlingame.

Delante de ellas surgió un hombre alto y muy bien

vestido con una túnica roja forrada en piel. Sus pantalones

estaban hechos a medida para revelar el cuerpo bien

formado. Hasta el mismo rey , espléndidamente vestido ,

empalidecía frente a ese señor. Al inclinarse para saludar

a la reina, los cabellos finos y dorados se esparcieron

sobre su frente surcada de arrugas.

_Bien venida a suelo inglés, mademoiselle _dijo él.

Aunque las palabras fuesen gentiles, Courtney no percibió

en los ojos estrechos ninguna expresión de bien venida.

_Lady Courtney Thornhill _prosiguió el rey.

_Lady Thornhill. Valió la pena la dura cabalgata hasta

Dover sólo para apreciar su belleza.

Courtney no se dejó engañar por las palabras adulado-

ras. Ellas no transmitían ninguna sinceridad. Los labios

finos y la boca ligeramente crispada revelaban crueldad .

Cuando Burlingame se curvó para besarle la mano, ella casi

retrocedió.

_Creo que será extremamente interesante acompañar a

nuestra reina francesa y a su acompañante.

La sonrisa de Burlingame, casi una amenaza, provocó

escalofríos en Courtney.

En toda su vida, fueron raras las veces en que, a

primera vista, algún hombre le había causado miedo o

aversión, pero confiaba en su intuición. Ese hombre, aunque

amigo íntimo del rey, debería ser vigilado.

_Vengan _invitó el rey. _Vamos cenar.

Mientras la pareja real conducía al cortejo rumbo a la

enorme sala de cenar, Courtney paró, los ojos fijos en el

brazo que Rory le extendía; rechazarlo atraería la atención

de los demás. Y no pretendía llamar la atención sobre sí.

Una eficiente espía de Francia no debería ser objeto de

escrutinio por parte del Consejo del rey. Para continuar

viva, debía no sólo contentar a Richeliu sino también ganar

la confianza del mismo rey. Sin poder tomar una decisión,

Courtney miraba el brazo extendido, su pánico aumentando.

Percibiendo su malestar, Rory le tomó la mano y la

colocó sobre su brazo.

_Cuando se va a algún lugar, es apropiado que una

señora acepte ser conducida por un hombre.

_Maldición _murmuró ella entre dientes. _No tienes

derecho a tocarme, Rory MacLaren. Yo podría cortarte el

brazo .

_No estamos a bordo del Hawk, mi lady. Aquí en Inglaterra

no nos sujetamos a las reglas del capitán Thornhill.

_Sé muy bien eso.

_Otra cosa _agregó, divertido. _Recuerda que no es de

buena educación que una señora diga palabrotas. Y sugiero

que obedezcas al rey, caso contrario él puede exigir tu

cabeza en una bandeja.

A disgusto, Courtney posó la mano sobre el brazo de él.

Sintió, de inmediato, los músculos fuertes bajo la camisa

de brocado. Aunque vestido como los demás, MacLaren se

distinguía. No había, en aquella sala, un solo hombre que

lo superase en una batalla.

Viendo la expresión altiva en el rostro de él , ella

apretó los dientes, pero continuó caminando a su lado.

_Es un sacrificio tan terrible andar de mi brazo, mi

lady?

_Sin duda. Especialmente cuando eso te hace tan feliz.

_Veo que será muy divertido tenerte aquí en la corte.

_No estoy aquí para tu divertimento, Rory MacLaren.

_Entonces, exactamente por qué estás aquí? Qué lleva a

la Reina de los Mares a hacerse pasar por dama de compañía

de la nueva reina de Inglaterra?

Por un segundo, Rory percibió la reacción de Courtney,

los ojos estrechándose y los labios contraídos.

Esa mujer era un enigma, un maravilloso enigma. Su

sangre escocés hervía, ansioso por enfrentar a aquella

farsante. Por primera vez, estaba realmente feliz de pasar

una temporada en el Consejo del rey. Hasta ese momento,

siempre había odiado el cargo. Extrañaba su país, sus

compañeros del clan, la emoción de las batallas.

Súbitamente, sin embargo, la idea de pasar algún tiempo en

la corte le pareció atractiva.

_MacLaren _ordenó el rey. _ Me Gustaría que vos y lady

Thornhill nos acompañasen a la mesa.

_Como desee Alteza.

Rory condujo a Courtney a una larga mesa de madera

repleta de jarras de cerveza y de bandejas con asados de

cerdo, cordero y ganso. Las Criadas circulaban, ofreciendo

una crema espesa, especias para las carnes y terrinas hume-

antes de budín de pan.

Sorprendida, Courtney acompañaba el comportamiento ru-

do de algunos de los hombres sentados a la mesa de Lord

Burlingame, que, descaradamente, pellizcaban a las criadas

y espiaban dentro de sus escotes.

_Hace mucho que los hombres del rey han estado de

viaje, mi lady _comentó Rory, percibiendo la dirección de su

mirada.

_ Y vos , mi Lord? No acompañarás a los hombres del

rey en su... diversión?

El tono rabioso lo hizo lanzar una carcajada.

_Estar sentado al lado de la misteriosa lady Thornhill

es suficiente para mí.

Courtney lo observó con atención para asegurarse que

él no se estaba burlando de ella. Pero al encontrar los

ojos azules desvió los suyos para esconder sus

sentimientos. No podía permitirse sentir algo por Rory

MacLaren. Mientras comía mecánicamente, procuró concen-

trarse en el objetivo de su misión. Una amistad con Rory

MacLaren sólo podría dificultar su trabajo.

_Está satisfecha con las habitaciones que le fueron

destinadas? _preguntó el rey a su esposa.

Aunque comprendiese bien el inglés, Henrietta Maria era

renuente a hablar el idioma, debido a su fuerte acento .

Enrojeciendo, asintió.

_Espero que no te hayas cansado demasiado con las

recepciones que tuviste a lo largo del viaje.

Nuevamente la joven reina asintió, desviando los ojos.

_Qué diablos! , Mujer, eres muda?

Los ojos de Henrietta Maria se abrieron con el tono del

rey. Nadie Jamas había osado dirigirse a ella de esa

manera. Después de todo, ella había sido educada como una

princesa real. Y no era la reina ahora? Con un acento

todavía mas fuerte que el de costumbre, ella replicó:

_Los aposentos me parecieron pasables. Desde mi in-

fancia fui educada para soportar los rigores de los viajes

en tierras extranjeras. Y, en relación a su última e

impertinente pregunta, puedo hablar como cualquier otra

persona. Sin embargo, usaré mi idioma hasta que me sienta

lo suficientemente cómoda como para comunicarme en el tuyo.

El rey arqueó las cejas, observando a su esposa con

renovado interés. Ella no era una tonta cualquiera que se

sometería a su voluntad. Muy bien. Ya había tenido muchas

mujeres sumisas. Deseaba ahora alguien que tuviese bríos.

Una mujer fuerte que enfrentase a los idiotas de la corte.

_Será como desee, madame. En público, podrás permitir

que tu dama de compañía traduzca tus palabras. - Se inclinó

y agregó: _Pero cuando estemos a solas, quiero escuchar tu

voz. Me agrada mucho.

Ella enrojeció una vez mas .

_Si mi Lord se siente feliz, yo también le estaré.

Por un momento largo y silencioso el rey se quedó

estudiándola. De repente, se puso de pie, apartando la

pesada silla de madera.

_Ven. Deseo estar a solas con mi esposa.

_Si mi Lord está de acuerdo _dijo la reina —, me

gustaría que la dama de compañía me acompañase para pre-

pararme para el lecho nupcial.

_Prepararte _La impaciencia de él con los rituales

femeninos se volvió evidente. Todo en su vida había sido

preparado con pompa y protocolo. Levantando el tono de voz,

no escondió el sarcasmo. _MacLaren. Vos y lady Thornhill

acompañaran al rey y a la reina a sus aposentos.

_Como desee, Alteza.

Rory se levantó. Una vez mas Courtney fue obligada a

tomar su brazo. Con la cabeza erguida, se retiró de la sala

de cenar, siguiendo a la pareja real. Lord Burlingame, mas

atrás, los estudiaba con atención.

En el piso superior, diversas comodidades habían sido

preparadas para el rey y la reina. Mientras Rory y el rey

tomaban cerveza delante de la chimenea de la sala de estar,

en el cuarto contiguo Courtney ayudaba a la reina a

prepararse. Una bañera había sido colocada al lado de la

chimenea y, mientras una de las criadas ayudaba a la

reina desvestirse, la otra ya tenía listos el jabón

perfumado y las toallas suaves. Luego del baño, Courtney

ayudó a la reina a ponerse la camisola de satín con

mangas amplias y cuyo escote apenas sugería los pechos

jóvenes y firmes. La cintura estrecha estaba acentuada por

larga faja rosa brillante , de donde caía una falda bordada

a mano. Los cabellos recién cepillados estaban sueltos en

ondas suaves y caían hasta la cintura. Courtney le tomó la

mano. Estaba fría. Muy fría.

_La señora parece una adorable visión, Majestad. Su

esposo quedará hechizado.

_Dios lo quiera , Courtney. Dios lo quiera.

Con una última mirada al espejo, la reina levantó el

rostro, enderezó los hombros y caminó altiva en dirección

a la sala de estar, seguida por Courtney.

Los dos hombres conversaban en voz baja, muy próximos.

Cuando la reina entró, las voces se callaron. SE Volvieron

hacia ella. En el rostro del rey, una expresión de

sorpresa, seguida de aprobación.

Colocó la jarra sobre la mesa y caminó en dirección a

ella. Tomándole la mano, murmuró:

_Eres realmente muy bonita. Mis súbditos quedaran en-

cantados con su nueva reina.

_Gracias, mi Lord.

El rei se dirigió entonces a Courtney.

_ Gracias por su ayuda, lady Thornhill. _La voz entonces

se llenó de humor: _Creo que la reina no necesitará mas de

sus servicios esta noche. Lo que tenemos que decirnos será

comprendido sin ayuda de una intérprete.

_No, mi Lord. Quiero decir, si, mi Lord. _Enrojeciendo,

Courtney se inclinó y se apartó rumbo a la puerta. —

Buenas noches, señor, señora.

_Oh, cielos _comentó el rey a su esposa. _ Me Parece

que tu dama de compañía es una virgen inocente.

El rubor cubrió el rostro de Courtney.

_MacLaren, convoca al Consejo para dar testimonio de

que casamiento real fue consumado de acuerdo con las leyes

de Inglaterra y de la sagrada Iglesia. Ah! Vos y lady

Thornhill también están invitados a presenciar el

acontecimiento.

Percibiendo la expresión atónita de Courtney, Rory le

tomó el brazo con fuerza y la empujó afuera del cuarto.

_Está bien, Majestad. Convocaré al Consejo. Pero pienso

que lady Thornhill debe retirarse a sus aposentos.

Cuando ya estaban bien apartados, Courtney se

desprendió de él.

_Estoy segura de que los hombres groseros que están en

el piso inferior hallaran mucha gracia en el ritual.

_No te sientas ofendida. Esta es una tradición muy an-

tigua en Inglaterra; es importante que el casamiento real

sea consumado, para que se asegure la continuidad del

linaje real.

_Ve entonces y dale las noticias a los hombres que se

preocupan del rey y sus futuros descendientes.

_No te enojes _dijo Rory, gentil.

_No estoy enojada. Estoy ofendida por la reina.

_Yo sé que vos la proteges de cosas como esa - habló el

en voz baja. _Pero Henrietta Maria va a entender y

aceptarlo. Ven. Voy a acompañarte hasta tu cuarto.

_Soy perfectamente capaz de encontrar el camino.

_Estoy seguro que si _el asintió riendo. _Pero estoy

curioso por ver como son los aposentos dados a la dama de

compañía de la reina. Mas allá de eso, me temo que, si

permito que camines por ahí sola, vos decidas invadir los

aposentos reales para proteger a tu reina.

_Ella es muy joven. Y está asustada.

_Ella es la reina de Inglaterra. No corre ningún

peligro.

Courtney lo observó por un largo momento. Las luces

temblorosas de las antorchas dispuestas a lo largo del

salón hacían que el rostro de él asumiese una expresión

atemorizante.

_Creo que vos, Rory MacLaren, no puedes garantizar la

seguridad de la reina.

Ele no podía argumentar eso.

_Ven, criatura irascible, voy a cumplir las ordenes del

rey y te acompañare a tu cuarto.

Caminaron por un corredor iluminado por antorchas.

Cuando Courtney se paró ante una puerta de hoja doble, Rory

se adelantó para abrirla. Los aposentos espaciosos casi se

igualaban a los ocupados por la pareja real.

_Cuánto lujo, mi lady! _exclamó Rory. _Después de tantos

años a bordo de un barco, debe extrañarte disponer de tanto

espacio.

Al oírlo mencionar al Hawk, Courtney sintió un nudo en

la garganta.

_Si , es muy extraño _murmuró, con la voz entre-

cortada.

En el mismo instante, Rory apoyó la mano en su hombro.

Con la resistencia adquirida durante los largos años en el

mar, ella retrocedió, cruzando los brazos sobre el pecho.

Fue hasta la ventana , determinada a colocar alguna

distancia entre ella y ese hombre que, de alguna forma,

continuaba amenazándola.

Rory la observaba, mientras los ojos de ella se

sumergían en la oscuridad de la noche. Percibiendo la

nostalgia que la asaltaba, desistió de presionarla como

había planeado. Pensaba en desafiarla, exigir que explicase

por qué la hija de un pirata acompañaba a la reina. Pero

en ese momento, sintiendo una oleada de ternura por aquella

bella mujer, decidió esperar. Habría muchas otras

oportunidades para cuestionarla. De eso no tenía la menor

duda. Ele no iba a permitir, de modo alguno, que la

presencia de ella en el país amenazase al rey.

Esta noche, sin embargo, ella estaba exhausta .

_Lleva tiempo acostumbrarse a un nuevo lugar _murmuró

el finalmente.

_Eso es lo que no me faltará aquí en Inglaterra _Dio un

suspiro profundo y triste. _Soy ciudadana francesa, aquí

desperdiciando mi tiempo.

Rory se aproximó lentamente, hasta colocarse bien

detrás de ella. No la tocaría, pues había visto la reacción

de ella a su contacto. Y, aunque el simple pensamiento de

tocarla provocase en él un vértigo de deseo, resistió .

_Y yo soy un escocés forzado a vivir en Inglaterra

_susurró, la voz grave y profunda.

_Por qué? _preguntó, volviéndose sorprendida con la

proximidad. Retrocedió un paso, hasta pegarse a la pared de

piedra. Sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal.

_Porque el rey desea mis consejos.

_ Y tu pueblo?

_Se ponen inquietos sin la presencia de su líder.

Él era mucho mas atractivo de lo que ella se

recordaba. Los hombros anchos, la voz profunda y ojos azul

profundo .

_Qué pasó con tu hermano Malcolm?

Rory quedó agradecido porque ella se acordarse del

nombre de su hermano. De qué mas se acordaría ella? Del

abrazo, del beso que compartieron ? No debía pensar en eso.

Como miembro del Consejo del rey debía averiguar la razón

de la presencia de ella en Inglaterra.

_El está muerto. Murió durante una batalla con un grupo

de ingleses que invadieron nuestras tierras para intentar

robar nuestras cosechas.

El dolor le nubló los ojos por un momento. La muerte.

Era siempre dolorosa. Y el dolor podía resurgir en los

momentos mas inoportunos.

_Pero vos sos amigo del rey de Inglaterra. Cómo puede

ocurrir eso entre amigos?

_Para probar su amistad, el padre de Carlos, James,

castigó a los criminales . Ellos lo pagaron con su propia

vida. Pero eso no trajo a mi hermano de vuelta.

_Y tus tierras?

_Está seguras. Por ahora. Pero si yo me ausentara por

mucho tiempo me temo que los aldeanos del Norte se

aprovecharían de un clan cuyo líder está ausente.

_Entonces pretendes volver pronto a Escocia?

_Es así.

Oyendo sus palabras, Courtney sintió un dolor agudo en

el pecho. Qué le importaba si ese escocés permaneciese o

no en Inglaterra? No tenía ella un trabajo importante que

hacer? Y la presencia de él no iba a desviarla de sus

objetivos, distrayéndola?

_Vos ahora sos el líder?

_Lo Soy.

Tu mirada fue atraída por los labios de ella. Ansiaba

tomarla en sus brazos y besarla en la boca. Durante meses,

no había pensado en otra cosa. Pero tenía que controlarse.

La apariencia de ella traía los problemas que debería haber

enfrentado en las últimas semanas. Las manos estaban

crispadas al costado de su cuerpo. Ojeras profundas le

sombreaban los ojos y ahora la dominaba una tensión

extraña que nunca había demostrado a bordo del Hawk.

Habría otras ocasiones, otros lugares. Por lo menos,

mientras tanto , en la corte, estarían siempre en

contacto.

_Necesitas descansar , mi lady. Voy a dejarte ahora.

Salió y antes de cerrar la puerta, se volvió una vez

mas.

_Bien venida a Inglaterra, Courtney _murmuró. —Y bien

venida a mi mundo.

Antes que ella pudiese responder, el ya había partido.

Volvió a la ventana.

De repente, se sintió agotada, el cansancio apenas le

permitía mantenerse en pie. Llamando a una criada se

desvistió, y se echó en la cama.

Durante toda la noche, sus sueños fueron poblados de

visiones del rey y de la reina en lados opuestos de una

gran mesa. Sentado en el medio, un espadachín enfrentaba

toda una compañía de soldados. Cuando ella agarró una

espada, lista para ayudarlo, él la empujó y ordenó que

ella se sentase y se comportase como una señora. De qué

lado estaba ella? Y él ? Todas las reglas habían sido

cambiadas. Escuchó una voz profunda y alegre:

_Bien venida a mi mundo, mi lady.

Y, aunque el rostro del espadachín estuviese cubierto,

ella despertó susurrando su nombre. Rory. Rory MacLaren.

CAPITULO 7

A la mañana siguiente, Courtney comprobó, sorprendida,

que, para el rey y su séquito, el café de la mañana

constituía una comida tan importante como la cena. A bordo

del Hawk, ella acostumbraba a trabajar por dos horas o mas,

temblando con el aire frío de la madrugada, antes del

desayuno que se limitaba a una simples taza de te . Ahora,

en suelo inglés, uno de los criados de la corte le anunció

que al levantarse sería servido el café de la mañana. El

rey, resplandeciente en su chaqueta de caza y calzas , se

sentó en la cabecera de la mesa, al lado de su esposa.

Aunque hablase poco , Henrietta Maria sonreía a su esposo y

se ruborizaba violentamente cada vez que él le susurraba

algo al oído. No había duda de que los monarcas estaban

muy felices. Si no estuviesen rodeados de tanta pompa,

podrían ser confundidos con cualquier pareja de luna de

miel, profundamente apasionados.

_Dormiste bien? _preguntó la joven reina a la dama de

compañía.

_Muy bien, Majestad.

Rory notó las ojeras profundas que circundaban los ojos

de Courtney. Era obvio que ese viaje a Inglaterra había

exigido demasiado de ella. Y aunque él quisiese esclarecer

todas sus dudas juró no apresurarse. Con tiempo,

descubriría toda la verdad. Tiempo. Sonrió para sí mismo.

No había sido el destino que lo había traído a la corte en

ese momento preciso? Se inclinó en dirección a ella.

_Mi lady, te gustaría conocer un poco del adorable

paisaje del país? . Los despeñaderos de Dover ofrecen una

magnífica vista al mar , Inglaterra es bella isla que

ahora será tu hogar.

Hogar. Courtney se tragó la protesta que le vino a la

mente.

Cómo podría considerar a ese país su hogar, si ella

venía a espiar?

_Mis deberes son para con la reina. Ella cuenta conmigo

para auxiliarla en sus tareas y también para traducir su

confuso idioma. No estoy interesada en diversiones frívolas

que me aparten de mis obligaciones.

La altivez de ella le pareció a Rory bastante

divertida. Las palabras eran de Thornhill padre . Era

evidente que ella había aprendido bien sus lecciones.

_Como quieras, mi lady. No deseo que desperdicies tu

precioso tiempo con pavadas.

Del otro lado de la sala, Lord Burlingame observaba al

hombre y a la mujer que acompañaban a los monarcas en la

mesa. SE Concentraba en las dos cabezas que, muy próximas,

conversaban en voz baja. No era él, Burlingame, el prime

consejero del rey, a quien este monarca consultaba en

cuestiones de Estado? Y, a pesar de eso, cada vez que

MacLaren retornaba a Inglaterra el monarca cubría al

escocés de favores. Favores que sólo Burlingame merecía. Si

no fuese por la presencia de MacLaren, pensó Burlingame con

creciente frustración, sería el quien estaría sentado al

lado de la adorable dama de compañía de reina.

Se Concentró en Courtney. No sólo era su belleza lo

que lo fascinaba. Toda la vida había convivido con mujeres

bonitas, aunque no tan bellas como ella. Mujeres, fuesen

jóvenes o maduras, rubias o morenas, ellas siempre lo

interesaban. En Courtney no era su rostro bonito lo que lo

impresionaba, sino su fría altivez . Fascinante e irritante

a la vez . Jamas una mujer lo había tratado con tamaña

indiferencia. En Inglaterra, esposas e hijas de los nobles

con quien él convivía tenían plena consciencia de su poder

y de su alta posición. Aunque se sintiesen mas atraídas

por otro hombre, eran lo suficientemente astutas para

dedicar toda su atención a Burlingame, hasta que él se

cansase de ellas, dispensándolas. Pero esta mujer...

Continuó observándola. Lady Courtney Thornhill era,

bajo todos los aspectos, una mujer infrecuente. Cierta vez,

en sus viajes, el había encontrado a un grupo de gitanos.

Había algo en ellos _un brillo de fuego en los ojos, un

cierto modo desafiante en su postura, una audacia _que lo

había intrigado. La dama de compañía de la reina tenía esa

misma actitud. Era eso lo que lo intrigaba.

Burlingame llevó la taza a los labios y la vació de

una sola vez. Al volver el rostro, sus ojos se cruzaron

con los de Courtney. Ella, sin el menos cambio de

expresión, desvió la mirada y prosiguió su conversación con

el rey y la reina. Los labios de Burlingame se crisparon .

Ninguna mujer, especialmente ninguna mujer francesa, osaría

tratarlo con tal desprecio. El aguardaría el momento

oportuno y le enseñaría a lady Courtney una lección que

ella jamas olvidaría.

Rory y Courtney estaban junto a los monarcas, mientras

el rey presentaba la reina a sus criados. Courtney

prestaba mucha atención a la reacción de cada uno de ellos

a la presencia de la reina, pues si algún día fuese a

necesitar de un favor en tierra una ajena, un extranjero

debe asegurarse de toda la buena voluntad posible.

Cuando las presentaciones terminaron, el rey condujo

a su esposa a los jardines. Allí, lejos de los ojos

curiosos, Charles y Henrietta se dieron las manos,

caminando lentamente entre las plantas bien cuidadas. Para

darles alguna privacidad, Rory y Courtney los seguían a

una distancia.

_Estás tan callada, mi lady. Te Sientes cansada? _preguntó

Rory.

_Cansada? No. Por primera vez, desde el principio del

viaje a Inglaterra, me siento bien. Hay algo tranquilizador

en este lugar.

_Es verdad. Comparada a Londres, Dover es una aldea

bastante calma.

_Háblame sobre Londres _pidió Courtney, parándose a la

sombra de un árbol.

La brisa suave jugaba con los cabellos de ella y Rory

sintió unas enormes ganas de extender la mano y

acariciarlos. Sin embargo, había notado la tensión que la

dominaba cada vez que eran forzados a estar juntos. Cuándo

iba a relajarse para concederle el privilegio de tomarle

las manos?

O de tocarle los labios?

_Es una ciudad de mucho movimiento y agitada

_comenzó el.

_Cómo París? _preguntó decepcionada. Cómo odiaba

París!

_No, Londres tiene personalidad propia. EN las calles

verás campesinos, gente del pueblo, comerciantes y también

aristócratas, hombres y mujeres. _Sonrió al percibir la

mirada atónita de ella. _Los londinenses tienen un profundo

sentido de lo que está correcto o errado. Y tienen un

interés todavía mas acentuado en su monarca. Si algún día

el rey deseara saber lo que piensa el pueblo, sólo

precisará caminar por las calles y los gentiles súbditos

se lo contaran.

_El rey puede caminar por las calles de Londres?!

Ella intentaba imaginar a Henrietta Maria paseando por

las calles de París. Cada vez que la familia real francesa

dejaba el palacio, viajaba en carruajes cerrados para no

ver la miseria de su pueblo.

_Puede, si. Pero, desgraciadamente, Carlos decidió

seguir la orientación de su Consejo y se apartó de sus

súbditos. Sería muy bueno para él que caminase entre la

gente de su pueblo y escuchase lo que ellos tiene para

decir. En mi país, el jefe del clan trabaja junto a su

pueblo, compartiendo aflicciones y alegrías.

El orgullo que translucía en el relato de Rory

despertó en Courtney la curiosidad sobre aquel país que

apasionaba a sus ciudadanos.

_Debe extrañar mucho a Escocia.

_Es verdad. _Incapaz de resistir , le tocó los

cabellos, dejando que se deslizasen por sus dedos.

_Aunque debo confesar que no lamento estar en

Inglaterra en este exacto momento.

Esas palabras la había hecho estremecer. Se Reprendió

por permitir que una frase tan dulce penetrase su corazón.

Pero antes que pudiese dar una respuesta seca oyó pasos

aproximándose por el camino. Se Volvieron, encontrando al

rey y la reina.

_Decidimos retirarnos a nuestros aposentos _anunció el

rey.

_Yo los acompañaré _respondió Courtney, apartándose de

Rory.

Sería un alivio distanciarse de él. Cada vez que

estaban juntos, ella se acordaba de aquella noche en el

Hawk, cuando él la había besado. Y tenía la clara impresión

de que él también se acordaba. Courtney percibió un

intercambio de miradas entre el rey y la reina.

_Deseamos estar a solas _dijo Carlos. _No vamos a

necesitar de sus servicios hasta la cena.

La cara de Courtney se cubrió de rubor, al darse cuenta

de la situación. Querían un poco de privacidad para poder

hacer ele amor.

Rory casi dejó escapar una risa ante la expresión

confusa de la joven dama de compañía.

_EN ese caso, esta es una oportunidad perfecta para

mostrar a lady Thornhill las bellezas de Dover.

_Pero yo...

_Excelente! _Henrietta Maria posó la mano sobre el

brazo extendido del rey y con un sonrisa radiante se

dirigió a Courtney: _Deberás contarme todo, y, de ese mo-

do, a través de tus ojos, podré conocer un poco de mi país.

Courtney evitó mirar a Rory pues, seguramente, estaría

burlándose de ella, de su ingenuidad y de la patética

situación en que se había colocado. Pero a pesar de la

frustración por verse obligada a pasar algunos momentos a

solas con él sentía también un cierto alivio. Aunque por

poco tiempo, podría olvidarse de sus obligaciones de dama

de compañía y disfrutar de la belleza singular de ese

extraño país.

_Como quiera, Majestad. _Dirigiendose a Rory, comentó:

_Preciso de algunos minutos para cambiarme de ropa.

_Cuando estés lista, tendré un carruaje a tu dis-

posición.

Courtney desvió los ojos y volvió a sus aposentos.

Durante toda la tarde, pasearon por prados verdes. EN

las aldeas, había visto mujeres que, con sus bebés apoyados

en sus caderas, cargaban cestas de panes frescos para ser

vendidos en el mercado. En las márgenes de un riacho de

aguas cristalinas, las criaturas jugaban, las mujeres

lavaban ropa y bañaban sus hijos. Los hombres trabajaban en

el campo o cazaban. Por donde pasaba, Courtney constataba

la felicidad de los ingleses.

_Ven. Un paseo por Dover no estará completo sin la

vista de este lugar.

Tomándole la mano, Rory la ayudó a descender del

pequeño carruaje y la condujo al borde del despeñadero.

_No es una vista maravillosa? _Rory apuntaba en

dirección al horizonte, donde mar y cielo se encontraban.

Courtney sentía un nudo en la garganta.

_Es lindo. Voy a extrañar mucho el mar.

_Aquí, en Inglaterra, siempre estarás rodeada por mar.

Este país depende del mar para su propia supervivencia.

Ella asintió, esforzándose por no llorar.

_Yo sé eso. Mi vida está aquí, al lado de la reina. No

tengo derecho a quejarme, de lamentar la pérdida de un modo

de vida tan riguroso y adverso.

_Todos nosotros sentimos nostalgia por lo que dejamos h

atrás, Courtney. _Rory le tomó la mano, sorprendido de que

ella no lo eludiese.

Mientras ella permanecía inmóvil, los ojos fijos en el

mar, el le observó la mano, bronceada por la vida al aire

libre, marcada por los años de trabajo arduo. A pesar de

eso, era una mano delicada, femenina, y sólo con tocarla

sentía su pulso acelerarse.

Cuando ella empujó la mano ,Rory comentó casualmente:

_Espero que el paseo por los campos te haya abierto el

apetito.

Para su sorpresa, Rory volvió al carruaje y descargó

una cesta. De ella retiró un cobertor que extendió a la

sombra de un árbol centenario de ramas retorcidas. Tomando

a Courtney por la mano, hizo que se sentase sobre el

cobertor. Pasó entonces a desenvolver una comida

completa. Carne fría de carnero y venado, panes todavía

calientes y tartas delicadas recubiertas de miel fueron

dispuestos delante de ella.

_Cómo fue que conseguiste todo esto? _Courtney no

conseguía esconder su sorpresa. _Es un banquete digno de

un reyes.

_Fue preparado como si fuese para reyes. Le dije a la

cocinera que deseaba tratamiento especial para la dama de

compañía favorita de la reina.

_Ella se esforzó mucho. No puedo olvidarme de

agradecerle, cuando volvamos.

_A Ella le va a gustar eso. Muchas veces el rey se

olvida de agradecer a aquellos que trabajan para él.

_Jamas hice una comida al aire libre de esta manera —

dijo ella, probando el pan tierno.

_Quedo entonces doblemente feliz por haber pensado en

esto. Cuando el rey va a cazar, no es raro que haga que

los criados lleven mesas, sillas y vajilla para asegurarse

todo la comodidad .

_No estoy acostumbrada a los excesos de la realeza.

Percibiendo lo que acababa de decir, Courtney se

arrepintió de inmediato. Comentarios de ese tipo sólo

provocarían mas preguntas. Preguntas que ella no se

atrevería a responder.

Como si hubiese leído sus pensamientos. Rory cambió de

tema.

_Después de este paseo, qué es lo que piensas de

Inglaterra?

_Las personas en Dover me parecieran sorprendentemente

felices.

Y por qué eso te sorprende?

_ Me Dijeron... _Tragó en seco. _Oí decir que el pueblo

de Inglaterra era muy oprimido por su rey. Pero tal vez

eso no se aplique a la gente de campo y sí a los que viven

en grandes ciudades, como Londres.

Rory prefirió guardarse sus pensamientos. Era obvio que

el odio había sido inculcado en Courtney por muchos años.

Los estragos no podrían ser corregidos de un día para el

otro.

_ Lo Verás por vos misma, mi lady. Cuando llegues a Lon-

dres, tendrás la oportunidad de comparar este pueblo con

los ciudadanos de Francia.

Por algún tiempo, comieron en silencio, disfrutando del

sol y la excelente comida. Para Courtney, todo era nuevo;

por primera vez disfrutaba una buena comida en compañía de

un hombre atractivo y agradable. Y Rory se estaba esme-

rando en agradarla.

De repente, ella se puso de pie, los ojos fijos en el

mar.

_Mira ! Oh, Rory, mira !

Ele se levantó y se paró a su lado. Sin pensar, ella

le posó la mano sobre su brazo. Sorprendido, Rory nada

dijo.

_Parece un barco español _murmuró, encantada.

_Que audacia la de navegar tan próximo a la costa

inglesa.

_Audacia y estupidez. Mira. _Sujetándola por los

hombros, hizo que se diese vuelta para ver otro barco

todavía mas distante. Parece un barco inglés forzando al

español a chocarse contra los despeñaderos y rocas de la

costa o a enfrentar el ataque.

_Es exactamente lo que Thornhill haría _asintió

Courtney. _Es una maniobra muy experta por parte de los

bastardos ingleses.

Cuando ella se dio cuenta de lo que acababa de decir,

se cubrió la boca con las manos. En el mismo instante, Rory

le apretó los hombros.

_Cuidado mi lady. Si tal blasfemia cayese en los oídos

del rey, el exigirá tu cabeza.

_Oh, Rory!

Ella cerró los ojos por algunos instantes, incapaz de

mantener el brillo intenso de los ojos de él. Cómo podría

ella pensar en esconder algo de ese hombre? El la conocía,

conocía su pasado. Descubrir la razón de su presencia en

suelo inglés era apenas una cuestión de tiempo.

_Courtney.

Con el sonido dulce de la voz de él, ella abrió los

ojos. Jamas había visto tanta ternura en los ojos de

alguien.

_Yo sé que todos esos años de convivencia con Thornhill

dificultan tu vida en Inglaterra. Date a vos misma algún

tiempo. -

_Es verdad _asintió ella, con un suspiro profundo.

_Tiempo... _Tragó en seco, sintiendo el pulso acelerarse.

Por qué las manos de él en sus hombros no la ofendían? Por

qué los labios de él tan próximos a los suyos no la

asustaban? _ Me Siento tan sola aquí.

_Vos no estás sola. La reina te estima mucho.

_Pero no puedo hablar de mis temores con la reina.

_Vos me tenes a mí.

La presión de las manos en sus hombros disminuyó y los

dedos de él formaron círculos suaves en los brazos suyos.

Se inclinó sobre ella hasta que los labios casi se tocaron.

Cuando el habló, su aliento se mezcló con el de ella, la

emoción los envolvió.

_Si vos lo permites, Courtney, seré tu amigo. —Se

inclinó todavía mas, rozándole los labios con los suyos.

_Mucho mas que un amigo.

Ella se retrajo, apartándose por un momento,

sorprendida con tanta audacia. Colocó los puños cerrados

entre los dos, como una barrera. Entonces, recordándose

que no estaba a bordo del Hawk, dejó escapar un largo

suspiro entrecortado. Estaban en Inglaterra, muy lejos del

control de Thornhill. Estaban en un lugar aislado en Dover

donde nadie podía verlos.

Por cuánto tiempo había soñado con ese hombre, con su

contacto, con sus besos? Ahora, finalmente, surgía la

oportunidad de revivir la experiencia de aquella noche a

bordo del Hawk, cuando el la había besado hasta que ella

perdiera la respiración. Tantas veces había repasado la

escena en su mente, que tenía la certeza de haberla

sobredimensionado. Y ahora, en este exacto momento, Rory

MacLaren estaba justo allí. No en un sueño, él era real, de

carne y hueso, tomado por el deseo.

Las manos de Courtney se abrieron, las palmas sobre el

pecho de él, e, instintivamente, ella se aproximó.

Sintiendo su reacción, Rory la envolvió en los brazos

y la atrajo hacia sí.

_Mucho, mucho mas que un amigo _susurró antes de

cubrirle la boca con la suya.

Courtney sintió una oleada de calor que la dejó sofoca-

da, sin aire. Sentía el aroma del mar un aroma que siempre

le traía sentimientos intensos. Decidido, el la atraía

contra sí, hasta sentirle los pechos pegados a su tórax.

Sus manos se movían hacia arriba, hasta envolver el cuello

de él. Su cuerpo se pegaba al de él, ya no estaba tenso y

temeroso, sino caliente y maleable.

Cuando el beso se volvió mas apasionado, ella perdió la

razón. Se Perdió en un placer insano, como jamas había

experimentado.

Con la lengua, el probaba la dulzura de su boca y ella,

con audacia, lo imitó. Mientras exploraba, lo encontraba y

se perdía, oyendo los gemidos de él. De repente los labios

de él abandonaron los de ella para buscar sus ojos, la

cara, cubriéndola de besos. Ella correspondía, la pasión

avasallante los sorprendía a ambos.

El no esperaba ser tragado por ese torbellino de

sensaciones. Tocarla, hasta ese momento, había representado

para él un desafío. Pero ese beso estaba conduciéndolo por

caminos inesperados, a algo mucho mas fuerte. Pasión?

Deseo? Si, un deseo loco y arrebatador que amenazaba con

destruir completamente su control.

Estaba embriagado por la fragancia exótica del perfume

francés que ella exhalaba. Parecía embrujado, sin fuerzas.

Sentía el sabor de los labios de ella, el sabor de un

fruto silvestre. En sus brazos, el tenía a la mujer

perfecta, suave, maleable, femenina. Pero había algo raro

en ella. Inocencia, pensó, con una poco de perversidad.

Descendió las manos hasta las caderas, atrayéndola mas

cerca todavía. Atormentado, él sabía que besos no le

bastarían. Con movimientos lentos, acarició la curva de

los pechos, los pezones erectos. Al sentirla retroceder su

cuerpo, ahogó el grito de sorpresa con un beso.

El tenía que detener eso, tenía que parar _antes que

perdiese todo el control y la arrastrase mas lejos . Aún

así, continuó abrazado a ella. Tenía el paraíso en sus

brazos y la idea de perderla provocaba un profunda dolor en

su corazón. Rory se permitió un largo y apasionado beso

mas antes de apartarse, lentamente.

Los dos estaban desconcertados e intentaban desespera-

damente no demostrarlo. La sangre latía en las sienes de

Courtney. Atontada , ella intentó se recomponerse; inspiró

profundamente la brisa salada del mar para normalizar el

ritmo de su respiración.

Rory esperó algún tiempo, hasta que pudiese confiar en

su voz.

_Si quieres esperar en el carruaje, mi lady, en poco

tiempo guardaré todo en la cesta.

Courtney no discutió. Tenía que sentarse para recuperar

el control. Mas allá de eso, ahora que conseguía razonar

otra vez, se enfurecía consigo misma por haber comportado

como una idiota. Sólo una idiota permitiría que el enemigo

se aproximase tanto. Y Rory MacLaren era el enemigo. De

Eso, Richeliu se habría asegurado .

Mientras se apartaba, Rory se inclinó, comenzando a

guardar el cobertor y la comida en la cesta. Pensar en ella

estaba lentamente llevándolo a la locura. El tenía que

poseerla. Tenía que hacerlo. Tocarla, besarla, nunca sería

lo suficiente.

CAPITULO 8

Los monarcas habían decidido quedarse en Dover por dos

días. Aunque Courtney inventase toda clase de disculpas

para permanecer en sus aposentos, le fue imposible evitar a

Rory MacLaren. En cada comida, allí estaba él, mirándola,

los ojos azules buscándola, intentando encontrar respuestas

a las preguntas que luego el habría de hacerle. Cada vez

que lo veía, pensaba en sus besos, en tu contacto y sentía

su sangre hervir.

Como era el favorito del rey, constantemente Carlos lo

invitaba a sentarse con él y su esposa. Y como Henrietta

Maria insistia en tener a Courtney siempre a su lado, era

inevitable que los dos estuviesen juntos.

Mas allá de las comidas, Courtney debía acompañar a la

reina siempre que ésta estuviese con el Consejo del rey.

Aunque Henrietta entendiese perfectamente lo que se

hablaba, se había acostumbrado a usar el subterfugio de

esperar que Courtney tradujese, para ganar algunos minutos

para pensar en la respuesta adecuada. Demostraba nítida

frialdad en relación a Lord Burlingame. A Courtney le

parecía que se consideraban enemigos. Sin duda, la soberana

resentía la influencia que Burlingame ejercía sobre su

marido. Y Burlingame, el primer consejero, temía que la

esposa francesa se transformase en una barrera entre el

rey y sus mas leales consejeros.

Frecuentemente, cuando a reina estaba sola, invitaba a

su dama de compañía a hacerle compañía. En esas horas,

Courtney se daba cuenta de la profunda soledad de su amiga.

Casada con un hombre que jamas había visto antes, forzada a

vivir en un país extranjero, la joven tenía pocos amigos a

quienes hacer confidencias. No alimentaba ilusiones en

relación a las intrigas y luchas internas que enfrentaría

en Londres. Así, comenzó a analizar a todos los que

rodeaban al rey para saber en quien podría confiar.

_El escocés. MacLaren.

Con la sola mención del nombre, Courtney se puso

tensa.

Por un momento, la reina dejó de lado el fino tejido

que bordaba, un almohadón que daría como presente a su es-

poso cuando llegasen a Londres.

_El rey lo considera un amigo fiel _prosiguió la

reina. Courtney esperó, los ojos fijos en su trabajo de

costura que tenía en las manos. Ella detestaba la costura.

Detestaba ese trabajo que parecía encantar a todas las

otras mujeres. Anhelaba estar de pie en la cubierta de su

barco, respirando la brisa de mar.

_El es atractivo, verdad?

La reina la observaba con atención.

_Lo es , Majestad.

_ Te sientes atraída por él ?

Courtney se sorprendió. No estaba acostumbrada a ser

interrogada de modo tan directo por una mujer.

_No tengo mucho tiempo para ocuparme con hombres,

Majestad.

_Ya noté eso, Courtney. Sin embargo, el rey estaría

satisfecho si vos fuese mas... mas receptiva a las

atenciones de Rory MacLaren.

_Por qué?

_El cree que su amigo se siente melancólico lejos de

su país y de su clan. Pienso también que el rey desearía

que su amigo estableciese un lazo mas profundo con

Inglaterra .

_ Y vos señora, qué piensas a respecto?

_Haré lo que agrade mi esposo _dijo a reina, sonriendo.

_ De acuerdo _Courtney bajó los ojos, concordando.

La risa de la reina la tomó por sorpresa.

_No te estoy pidiendo que derrames tu sangre por mí,

mi amiga querida. Aunque tal vez algún día yo te pida eso.

_la sonrisa desapareció, para volver en seguida, como si

estuviese decidida a no dejarse abatir por los peligros

que rondaban su nueva vida. _Existen muchas mujeres, pienso

yo, que se sentirían encantadas con tales ordenes de su

reina. MacLaren es un hombre rompe los corazones de las

jóvenes.

_Mi corazón no se rompe con facilidad, Majestad.

_Eso yo ya lo noté .

La reina colocó la aguja sobre el bordado y miró de

soslayo a la joven sentada en frente suyo . Ella también

había notado que Courtney enrojecía cada vez que se

encontraba con MacLaren.

_Ya me cansé del bordado, Courtney. Ven a dar una

vuelta conmigo por los jardines.

_Con placer, Majestad.

La reina no había pasado por alto la rapidez con que la

joven abandonaba el bordado. Seguramente, Courtney no

había sido educada en el arte de ser una mujer calma y

paciente.

Mientras caminaban por los jardines , la reina paró

para admirar un capullo de rosa. Cuando levantó los ojos,

percibió que Courtney observaba intensamente al hombre que

estaba de espaldas a ellas, a algunos metros de distancia.

Cuando el se volvió , Courtney desvió los ojos.

_Rory MacLaren _saludó la reina efusivamente. _Ven a

caminar con nosotras.

_Será un placer, señora. _El se inclinó levemente

delante de la reina y entonces incluyó a Courtney en su

gesto.

_El clima en Inglaterra está cooperando para hacerlas

sentir como en casa.

_Nosotras estamos muy agradecidas. Los jardines son

magníficos.

_Toda Inglaterra busca su aprobación, señora.

_Seguramente no toda Inglaterra se regocija con su

nueva reina nacida en Francia _comentó, sonriente. _Siento

que hay muchos, como Lord Burlingame, que habrían preferido

una noble inglesa al lado de su rey.

_Todos los ingleses leales se alegran porque su rey

haya encontrado una mujer a su nivel.

La risa de Henrietta Maria resonó en el aire de la

tarde. Volviéndose, ella posó la mano en la manga de Rory,

los ojos fijos en su rostro atractivo.

_Ahora me doy cuenta por que le gustas tanto a

Carlos . Eres siempre tan habilidoso con los elogios?

Devolviéndole la sonrisa, el respondió:

_Se Dice que la palabra de un escocés es como su espa-

da. Ambas son rectas. Ambas son verdaderas.

La reina observó el rostro de Rory por un largo

momento.

_Si le dices la verdad a tu rey, vos siempre serás su

amigo. Y también mío. _Continuó caminando. _Creo que voy a

descansar un poco antes de cenar.

_Yo la acompañaré, Majestad _Courtney se apresuró a

decir.

_No hay necesidad. _La reina sonrió con inocencia.

_Despiértame antes de que oscurezca.

Desolada, Courtney observaba a la reina apartarse.

Será que ella había planeado esto? Una vez mas se sintió

presa en una trampa. Por qué el destino la forzaba a estar

junto al hombre que podría revelar su pasado y destruir su

futuro?

Rory aguardó que la reina se apartase para entonces

hablar:

_El rey comunicó que partiremos mañana.

_Los baúles ya están listos para el viaje.

_Y vos, Courtney, estás lista para conocer Londres?

_Vos me dijiste que voy a hallar la ciudad interesante

—dijo ella, fingiendo observar una flor.

_Londres está nuevamente llena de vida. _El observaba

la curva de las caderas de Courtney y se censuró por su

debilidad. _La epidemia de tifus había dejado la ciudad

casi desierta. Los que no sucumbieron huyeron a aldeas

vecinas y al campo. Pero cuando la plaga se acabó,

Londres volvió a ser un lugar alegre.

Alegría. No había ninguna alegría en el corazón de

Courtney, cuando pensaba en lo que la aguardaba en Londres.

_Como fue que escapaste a la epidemia?

_Yo estaba en Escocia cuidando de mi asuntos _dijo el,

fascinado por los ojos de ella, que reflejaban el sol como

se hubiera sido oro fundido.

_Tus asuntos te alejan con frecuencia?

_Si. _El le ofreció el brazo, que ella vaciló en

aceptar. Continuaron el paseo, parando de vez en cuando

para observar las flores.

_Y tu clan prospera sin el liderazgo de un MacLaren?

El notó el desafío en la pregunta, pero no se dejó

llevar por la provocación.

_Los MacLaren somos un pueblo fuerte y trabajador.

Nuestro ganado es saludable y nuestras plantaciones, muy

fértiles.

_Atrayendo a aquellos que prefieren robar que trabajar.

No fue por eso que mataron tu hermano?

_Lo Fue.

Los ojos de él se estrecharon y Courtney percibió que

había tocado un punto sensible . En vez de sentirse

satisfecha, trató de cambiar de tema.

_Voy a extrañar este lugar. La reina ha estado feliz

desde la llegada de su esposo, el rey.

_El rey también parece mas tranquilo después de dejar

las tribulaciones de Londres. El Parlamento y el Consejo

del rey no le dan descanso a Carlos.

_El no podría ser persuadido de demorar el retorno por

algunos días mas?

Antes de que el respondiese, Courtney percibió que tal

idea no tenía sentido. En verdad, era ella quien ansiaba

permanecer en ese lugar, lejos de Londres, lejos de su

destino! Deseaba, de todo corazón, ser liberada de ese

terrible peso que Richeliu había colocado sobre sus

hombros.

Las palabras de Rory eran proféticas.

_El rei tiene un deber que cumplir. Así como vos y yo.

El la llevó por la alameda de los jardines. En la

entrada del patio, se inclinó.

_Sabiendo que tu viaje fue bastante cansador, te

concedí una tregua, mi lady.. Pero cuando lleguemos a Londres

deberemos tener una conversación a solas.

Courtney sintió un espasmo en el corazón pero luchó

para no demostrar sus emociones.

_Como quiera, mi Lord.

Ella permaneció observándolo mientras el caminaba en

dirección a los establos. Con una última mirada, ella se

apartó. Sabía cuales eran las preguntas que el haría. Y

sabía también que el no descansaría hasta quedar satisfecho

con sus respuestas. Odiaba mentir, pero si algún día la

verdad viese la luz ella pagaría con su propia vida.

Se volvió , sin percibir la presencia del hombre que,

escondido en las sombras, la observaba detenidamente.

Cuando él cruzó los jardines, el sol se reflejó en sus

cabellos claros, revelando también los ojos grises, fríos y

opacos.

Mientras el barco navegaba por el Támesis, Courtney

permaneció al lado del rey y de la reina .En los márgenes

del río, millares de personas se apiñaban, saludando y

dando vivas a su rey. EN las aguas, los barcos de la armada

real escoltaban la embarcación. Las campanas de todas las

iglesias de Londres repicaban en júbilo.

Cuando el barco se aproximó al muelle, soldados, res-

plandecientes en sus túnicas rojas adornadas con galones

dorados, dispararon una salva de tiros acompañada por el

retumbar de los cañones. Courtney percibió que la reina se

estremecía mientras el sonido reverberaba en los cielos.

_Estás viendo con que cariño ellos la están recibiendo?

_exclamó el rey, magnífico en su túnica roja, en la cabeza

un sombrero adornado con plumas.

_Es para vos , mi Lord. _La reina sonrió tímida. _Cómo

deben amarte!

_Entonces, ellos te amarán de la misma forma. _La

observó por un momento, intentando verla como los otros la

verían. Los largos cabellos negros sujetos por una tiara

adornada con piedras preciosas. El suntuoso vestido de

terciopelo púrpura bordado con hilos de oro y plata. Una

capa bordeada con piel de armiño había sido colocada sobre

sus hombros para protegerla de la brisa suave del río.

_Ven. _Tomándole el brazo, el rey la condujo por los

escalones en dirección a la pequeña multitud de damas y

caballeros elegantes, representando la nobleza, reunidos

allí para saludar a la pareja real.

_MacLaren _llamó el rey. _Asegúrate de que lady

Thornhill esté siempre al lado de la reina.

_Si, Majestad_ asintió Rory, tomando el brazo de

Courtney.

Enderezando los hombros, Courtney se preparó para lo

que vendría a continuación. Habría, ciertamente, recelos

acerca de Henrietta Maria. En medio de tantos desconocidos,

intentando hablar una lengua extranjera, la joven se

sentiría oprimida. Mas allá de eso, Francia estaba

enviando al confesor de la reina para atenderla a ella y a

a las criadas, todas católicas devotas. La presencia del

sacerdote sólo iría a aumentar los problemas de la reina.

Pero Courtney tenía sus propios miedos a enfrentar. Estaba

entre enemigos. Y debía permanecer siempre en guardia.

En los jardines de Stafford House, la vizcondesa

Biddles, una prima mayor del rey, lideraba la fila de los

que deseaban dar la bienvenida al monarca. Durante horas,

una procesión interminable de hombres y mujeres se

inclinaban en reverencia al ser presentados a su reina.

Tantos nombres y títulos se confundían en la cabeza de

Courtney. Como podría pretender Richeliu que ella

recordase cuales de esos hombres eran leales al rey y

cuales estarían dispuestos a vender sus secretos por un

puñado de monedas de oro?

El cardenal Richeliu le había asegurado que muchos

hombres en Inglaterra deseaban la muerte de Carlos, así

como habían deseado la muerte de su padre, James I. Y a

esos hombres poco les importaba como sus deseos serían

cumplidos, con tal de que sus nombres no estuviesen pegados

al complot. Le Cabía a ella descubrirlos y abordarlos en el

momento propicio. Cuando Richeliu lo ordenase. Al pensar

en él, un escalofrío helado le recorrió la espina dorsal.

_La señorita está pálida, mi lady _susurró Rory,

trayéndola de vuelta a la realidad. _Toma esto.

Le Extendió una jarra de cerveza que ella probó, agra-

decida.

_La presentación pronto estará terminada _dijo él,

retirándole la jarra de las manos. _Entonces, no precisarás

estar siempre alerta, podrás descansar.

Courtney tuvo ganas de llorar. Estaba tan agotada. Aún

así, tendría que permanecer en estado de alerta siempre.

_Fui presentada a tantos nobles que no consigo

recordar a ninguno de ellos.

_Pero eso es sólo por ahora. Mas adelante , algunos de

ellos se volverán tus amigos.

El sintió que las manos de ella temblaban. Sería que

tenía miedo de no hacer amigos? No sabía cuan bella era ?

No se daba cuenta de la mirada envidiosa de muchas das

mujeres al verla? O de la manera en que los hombres la

miraban? No con envidia, sino con admiración. Rory la

observó iluminada por los rayos dorados del sol de mayo. A

pesar de las reservas que tenía en relación a ella, a pesar

de las muchas dudas que danzaban en su mente, no podía

negar que se sentía atraído por ella. Era, de lejos, la

mujer mas fascinante de toda la corte.

Sin embargo, conocer la cara oculta de la bella joven a

su lado le traía problemas. El hecho de saber quien había

sido en el pasado se interpondría, para siempre, entre los

dos. El tenía que descubrir las razones de su presencia en

Inglaterra. Aún así, temía sus respuestas.

_Vamos a descansar _comunicó el rey, cuando el último

noble los saludó. _Esta noche, habrá un grande baile en

nuestro homenaje.

Mientras ella y Rory acompañaban al rey y a la reina

hasta el carruaje, Courtney sintió que tambaleaba. “No era

suficiente que estuviese vestida con esas ropas ridículas y

pasase horas interminables escuchando conversas fútiles de

mujeres que apenas conocía? Ahora querían que danzase.” Un

sentimiento próximo al terror se apoderó de ella.

_ Te Sientes mal? _preguntó Rory al ver la palidez en

su rostro.

_No, mi Lord. Tal vez yo esté demasiado cansada. El la

amparó con el brazo ayudándola a subir al carruaje y

sentándose a su lado. Con el corazón pesado, Courtney

percibió que, frente suyo, Lord Burlingame ya estaba

sentado.

_Es bueno estar en casa, no es así, Majestad? -

preguntó Burlingame con pretendida inocencia.

_Lo es , si.

_Espero que a la señora le guste el palacio_ prosiguió

Burlingame.

La reina nada dijo.

_Veo que la señora pasa bastante tiempo al aire libre,

Lady Thornhill _continuó el, con una sonrisa helada. Como

ella no respondió, el agregó suavemente. — Jamas vi a una

inglesa tan bronceada . Es casi como si... la señorita

hubiese pasado su vida bajo el sol y no en compañía de la

reina.

_No soy inglesa. El señor se olvidó de que somos

francesas?

_No me olvidé de nada, mi lady.

Un silencio embarazoso se apoderó de los ocupantes del

carruaje.

Aunque Rory no dijo nada durante el largo trayecto

hasta el palacio, Courtney sentía su mirada amiga.

Cuando alcanzaron su destino, Courtney se dirigió a los

carruajes que transportaban a las criadas.

_Para dónde estás yendo? _Rory la agarró del brazo con

firmeza, forzándola a parar.

_Debo cuidar de los baúles de la reina.

_Las criadas se encargarán de eso.

_Pero forma parte de mis obligaciones.

Aunque fuese suave la mano que la sujetaba, la voz era

autoritaria.

_No estás mas a bordo del Hawk, mi lady. No se espera que

trabajes hasta caer desmayada . Thornhill no está vigilando

cada uno de tus pasos.

Si al menos él supiese.

_Todavía puedo trabajar el día entero y parte de la

noche, si hubiera necesidad.

_De eso estoy seguro . Pero no es necesario. Ven.

Ella estudió la mano extendida hacia ella. Con un

suspiro, la aceptó y se dejó conducir al castillo. Al subir

las escalinatas de madera, admiró los imponentes tapices

colgadas en las paredes. Algunos mostraban escenas

coloridas de caza mientras otros retrataban escenas de

batallas. Otras, exhibían imágenes de bellas mujeres y

caballeros.

Courtney pestañeó y cerró los párpados. Todavía podía

ver las imágenes atemorizantes y sintió como si fuese

transportada a las escenas. Ella las conocía. Cada una de

ellas. A lo largo de la galería del piso superior, había

retratos de los monarcas que antecedieron a Carlos en el

trono de Inglaterra. Se sintió, de repente, observada, como

si ellos la conociesen y supiesen lo que ella había venido

a hacer a su país.

Rory sintió la presión de la mano de ella en su brazo y

notó la intensa palidez. Los ojos tenían un brillo febril.

Preocupado, colocó la mano sobre las de ella y percibió el

temblor que ella no podía controlar.

Cuando llegaron a los aposentos que le habían sido de-

signados, Courtney le agradeció su ayuda.

_Debes descansar, mi lady. Creo que estás al borde del

extenuación.

_Es verdad. _Ella se volvió , ansiosa por permanecer

sola. _Con un poco de descanso estaré bien.

Cerró rápidamente la puerta del cuarto. Por un largo

momento Rory permaneció en el salón, indeciso, sin saber si

debería irse o golpear otra vez la puerta para asegurarse

que ella realmente estaba bien.

Cuando la puerta se cerró, Courtney admiró los bellos

aposentos que le habían sido destinados. En la sala de es-

tar, dos sillas, revestidas de elegante brocado, estaban

dispuestas de cada lado de la chimenea. Entre ellas había

un largo banco de madera. A pesar de la agradable

temperatura, una hoguera ardía acogedora en la chimenea.

Había una calidez en ese cuarto que le tocaba lo

profundo de su alma. Hogar. Excepto por su minúscula cabina

a bordo del Hawk, jamas había tenido un hogar. Sintió que

los ojos se le llenaban de lágrimas. Los Limpió con un

gesto brusco y se dirigió al cuarto de dormir.

En silencio, dos criadas acomodaban sus baúles, coloca-

dos en un rincón del cuarto. Levantaron los ojos cuando

ella entró y luego continuaron su trabajo.

Courtney miró la enorme cama que dominaba el cuarto.

Estaba envuelta por un dosel de seda color de marfil, cuyo

diseño había sido especialmente creado para la familia

real. Uvas, hojas y frutos simbolizaban fertilidad; bosques

y lagos, riquezas; y espadas, puñales y arcos, triunfo en

las batallas.

En el cuarto de dormir, así como en la sala de estar,

dos sillas talladas estaban dispuestas junto a la chimenea.

Sobre la chimenea, el retrato de una bella mujer. Courtney

se sintió atraída por los ojos de la mujer. Estaban fijos

en ella como si pudiesen penetrarla.

El corazón se le aceleró y la piel se le cubrió de

sudor. Llamó una de las criadas para ayudarla a desvestirse

y permaneció inmóvil mientras le sacaban la ropa.

_Le gustaría tomar algo antes de descansar, mi lady?

Courtney escuchaba un extraño zumbido dentro de su

cabeza. La voz de la criada parecía distante, después

pareció mas fuerte.

_Discúlpeme, mi lady. Se siente mal?

Courtney volvió los ojos al retrato. Que extraño. La

mujer del retrato no estaba sonriendo cuando ella entró?

Por qué entonces la miraba tan seria ahora?

_Mi lady? _La pequeña criada la miraba con ojos de

reprobación.

El zumbido aumentó y el cuarto comenzó a girar.

Levantando la mano , Courtney intentó hablar. De su gar-

ganta, sólo salió un gemido ahogado.

En seguida, ella estaba cayendo, cayendo en una

oscuridad que amenazaba con devorarla. Gritó, luchó en

vano. Y entonces comenzó a sumergirse, sumergirse

profundamente en una bendita inconsciencia.

CAPITULO 9

Courtney sintió la frescura reconfortante de una mano

sobre su frente. Cómo era posible que, aunque los ojos

estuviesen cerrados, conociese todos los detalles del

cuarto de dormir, un cuarto que había visto apenas de

reojo?

Contra las paredes, estaban los baúles, ahora vacíos.

El banco de madera forrado ofrecía un rincón acogedor para

descansar o bordar.

La fragancia de leña quemada llegaba a sus fosas

nasales. EN esos castillos, con tantas corrientes de aire,

las chimeneas estaban siempre accesibles para ahuyentar el

frío. Ella sabía que dos pequeños leones tallados estaban

dispuestos en los extremos de la chimenea, símbolo de la

realeza que residía entre sus paredes.

Oculta en un nicho, había una pequeña ventana con vista

al patio. Una criatura, de pie sobre un baúl, podría

divisar un paisaje a simple vista. Cómo era posible que

ella supiese eso?

Una sonrisa se diseñó en sus labios.

_Ah. Veo que te sientes mejor.

Con el sonido familiar de la voz grave de Rory, sus

párpados se abrieron. Los ojos azules la examinaban,

preocupados.

_ Qué haces aquí en mi cuarto?

_Cuando su criada gritó por socorro, solicité ;a

presencia del médico del rey. El dijo que estás agotada

por el largo viaje y debes descansar.

_Estoy bien ahora. _Mirando a su alrededor , vio que

estaban a solas. _Dónde están los otros?

_El médico ordenó que todos saliesen para que pudieses

descansar.

_Y aún así vos resolviste quedarte.

Rory estudió cada trazo del rostro de ella como si

quisiese grabarlos en su memoria.

_Es verdad.

De repente, ella se sentó y las mantas se cayeron. La

delicada camisola revelaba las curvas suaves de tu cuerpo.

Rory se permitió el placer de mirarla, tan pálida, tan

vulnerable. Era una imagen de Courtney que el todavía no

conocía.

_Me Siento descansada. Como si hubiese dormido por

varios días _dijo, colocando los pies en el suelo.

_No dormiste mas que una hora.

Cuando intentó ponerse de pie, tambaleó un poco. En el

mismo instante los brazos de Rory la rodearon. Una oleada

de calor la invadió y Courtney la atribuyó al fuego. No se

permitiría las dulces sensaciones provocadas por la

proximidad de él. El temblor en las piernas se debía

solamente a la debilidad física. No tenía relación con la

presencia de ese hombre.

_Estoy bien. _Intentó empujarlo, pero el la mantuvo

firmemente junto a sí.

_Estás temblando, mi lady.

_No, no lo estoy.

Con toda dignidad consiguió erguirse , se apartó de

los brazos de él y dio algunos pasos vacilantes. Al

encontrarse con el retrato, desvió los ojos.

_Qué pasa , Courtney? _Rory se aproximó rápidamente,

pronto a ampararla, pero retrocedió al verla apartarse,

tensa.

Ella respiró profundamente hasta estar segura de haber

recuperado las fuerzas.

_No quiero que me toques, MacLaren.

El se retrajo. Era nuevamente la Courtney que había

conocido. La palidez y la debilidad ya habían

desaparecido. En su lugar resurgieron la fuerza y la

determinación. La cara estaba colorada.

_Muy bien, mi lady. _Mientras se preparaba para salir,

le dijo: _El médico del rey ordenó que guardases reposo

hasta mañana.

_Va a haber un baile esta noche y yo pretendo estar en

mi lugar. Junto a la reina.

_Courtney, vos precisas...

_Yo sé lo que debo hacer _replicó ella. _Puedes

comunicarle al rey que iré a la fiesta.

Por un largo momento, Rory la observó en silencio.

Entonces, inclinándose, murmuró:

_Con tu permiso, mi lady.

Cuando él se fue, Courtney llamó a las criadas.

El enorme salón resplandecía con brillos y colores. Los

hombres, vestidos con pantalones ajustados y chaquetas de

fino brocado,. estaban tan espléndidos cuanto las señoras

en sus vestidos de seda delicada, telas de satín brillantes

y terciopelos finos. La luz de mil velas se reflejaba en

las esmeraldas, diamantes, zafiros y rubíes que adornaban a

los invitados.

Courtney jamas había presenciado un espectáculo igual.

Toda la nobleza de Inglaterra estaba presente para saludar

al rey y la reina.

Guiada por el sentido de deber, Courtney se colocó al

lado de Henrietta Maria, determinada a hacer que la

presentación de la joven reina en la corte inglesa fuese lo

menos penosa posible.

_Estás adorable, Courtney _susurró la reina. _ Me

Dijeron que estabas enferma.

_Apenas cansada, Majestad. Ahora ya me siento bien.

_Eso me deja mas tranquila. Tuve miedo de ser obligada

a enfrentar los ingleses sola.

_No tema, Majestad. Yo jamas le faltaré.

Al ver a Rory MacLaren entrar en el salón y caminar en

dirección a ellas, la voz de Courtney falló.

Sin duda, él era el hombre mas atractivo del baile. A

la luz de las velas, las mechas de sus cabellos parecían

tocadas por el fuego. El azul de los ojos se acentuaba en

contraste con el tono azul de la chaqueta que usaba sobre

los pantalones ajustados. Jubones blancos alrededor del

cuello y de los puños suavizaban sus facciones viriles.

SE detuvo un momento para conversar con una mujer

bellísima que lo miraba con inocultable admiración.

Mientras hablaba, Rory miraba a su alrededor, hasta que su

mirada se cruzó con la de Courtney. Ella sintió una puntada

en el pecho como si una flecha traspasase su corazón. Cómo

era posible que

ese hombre la tocase desde tan lejos, con tal

intensidad, de un modo como nadie lo había hecho jamas ?

Con dificultad, Courtney se esforzaba por mantener la

concentración en su tarea de traducir los saludos

dirigidos a la reina. Cuando el último invitado hubo

presentado sus cumplidos, ella pudo , finalmente, darse el

lujo de apreciar el espectáculo.

Finalmente, el rey y la reina abrieron el cortejo

rumbo a la sala de banquetes. Como por un pase de magia,

Rory surgió a su lado, ofreciéndole el brazo.

_Estás adorable, mi lady.

Adorable. Esa Palabra le parecía insuficiente para

describirla. El vestido de seda rojo parecía centellar bajo

la luz de las velas cada vez que ella se movía. El corpiño,

bordado de perlas y rubíes, destacaba los pechos firmes. La

cintura, envuelta por una faja de seda , parecía fina y

delicada. Rory tuvo que usar de toda su fuerza de voluntad

para no abrazarla.

_ Gracias. Vos estás magnífico, mi Lord.

La mirada de él le escrutó la cara en busca de

resquicios del malestar que la había afligido durante la

tarde. La cara estaba rosada y los ojos brillantes.

_Has descansado, Courtney?

Percibiendo el calor de las palabras de él, ella se

tranquilizó. Era una noche por demás bella. Y sólo por

algunos momentos ansiaba olvidar la razón de su presencia

en ese lugar.

_Si. Me Siento perfecta.

El sonrió ante tamaño entusiasmo. Después de todo, esta

era la primera vez que ella participaba de un baile en la

corte inglesa. Sólo por esa noche, el apartaría sus

preocupaciones, y se permitiría el lujo de disfrutar el

placer de la compañía de ella.

_El rey pide que nos sentemos a la mesa.

Courtney colocó la mano sobre la manga de la chaqueta

de Rory. Cada vez que ella lo tocaba, el sentía un calor

extraño recorrerle el cuerpo. Juntos, siguieron a la pareja

real hasta una plataforma desde donde todos en el salón

podían admirar al rey y a su nueva esposa.

Las mesas crujían bajo el peso de enormes bandejas de

asados conteniendo lechones, venados e becerros. Faisanes,

perdices y pavos fueron dispuestos en bandejas acompañadas

co verduras y varios otras legumbres. Todos los criados del

castillo y otras siervas venidas de las aldeas vecinas

recorrían el salón atendiendo a los invitados.

Jarras de cerveza eran completadas antes de que

llegasen a la mitad.

Los Músicos tocaban, circulando por el salón de cenar,

mientras todos devoraban el banquete. Al final de la cena,

hombres y mujeres se dirigieron al gran salón de baile para

danzar.

Le Cabía al rey y a la reina abrir el baile. Mientras

Carlos conducía a su esposa a la pista de baile, Courtney

lanzó una sonrisa animando a Henrietta Maria.

_No necesitas velar por ella todo el tiempo _susurró

Rory. _ Me Parece que nuestra nueva reina es mucho mas

fuerte de lo que aparenta.

_ Es verdad. Ella es fuerte. _Courtney observaba a la

reina danzando. _Pero el viaje y el esfuerzo para enfrentar

tantas personas desconocidas la desgastaron mucho.

La misma situación se aplicaba a Courtney, pensó Rory.

Apartando su silla, él extendió la mano.

_Vamos a bailar, mi lady?

Courtney se mordió el labio. Las lecciones que había

tomado habían incluido la danza. Pero, como en relación a

la costura, eran actividades que no le atraían.

_Temo avergonzarte, mi Lord.

_Cómo ? _preguntó Rory, intentando controlar la risa.

_No soy una buena bailarina.

_Pero yo lo soy. _Le Tomó la mano, obligándola a

levantarse. _ Es sólo cuestión de seguirme.

Sin opción, Courtney levantó la punta de la falda y

fue conducida a la pista. Colocando la mano de ella sobre

su brazo, Rory se curvó profundamente. Imitando a las

otras mujeres, Courtney retribuyó la reverencia, antes de

ser enlazada por la cintura.

Los labios de él casi tocaban los suyos. Podía sentir

el aliento caliente en la frente mientras se deslizaban

suavemente al ritmo de una música lenta.

_Vos bailas muy bien, Courtney.

_No te burles de mi.

_No me estoy burlando . Pareces una flor al viento,

acompañándome perfectamente.

Una flor al viento... Era así como ella se sentía en

brazos de él. Debilitada, temblorosa, necesitando su apoyo.

Muy diferente a la antigua Courtney.

_ Vos sos muy hábil en eso. Veo que tienes bastante

experiencia, mi Lord.

_Es verdad, Courtney. Mucha experiencia.

Especialmente si contase las veces que había bailado

frente a un adversario con la espada en la mano.. Quería

reír, pero ella estaba seria.

_Lord Nevell está mirando en nuestra dirección. Pienso

que va a invitarte a bailar.

Courtney apretó la mano de Rory con tanta fuerza que él

se sorprendió.

_Qué pasa, Courtney?

_Por favor, Rory. Yo no puedo bailar con Lord Nevell.

_Y por qué no?

Ella sintió que el pánico crecía amenazando con

derrumbar su control.

_Nunca fui tocada por un hombre antes.

_Y yo, qué soy?

_Vos sabes lo que quiero decir _habló, al borde de la

histeria. _Por favor, ayúdame.

_Courtney! _Rory paró y la miró en lo profundo de los

ojos aterrorizados. _Es esta la misma mujer que subía por

los cabos del Hawk, desafiando a los vientos y las

tempestades ?

_Aquello no exigía coraje _habló en voz baja. — El Hawk

fue siempre mi hogar. Pero esto... _Ella miró alrededor y

percibió que el hombre de quien hablaban estaba detrás de

ellos. _Por favor, Rory. Sácame de aquí. Llévame a los jar-

dines. A los calabozos. A cualquier lugar donde pueda huir

de esta tortura.

_Lo Lamento mucho, mi lady. _Rory a penas contuvo la

risa. _Tendrás que pagar el precio de ser a dama de

compañía de la reina. Especialmente siendo tan bella. Todos

los hombres en el salón están ansiosos por bailar con vos.

Cuando el elegante Lord Nevell, que se consideraba uno

de los solteros mas codiciados de la corte, la tomó por la

mano ,Courtney parecía un conejo asustado. Mientras ella

giraba en los brazos del Lord , Rory sonrió y aceptó una

jarra de cerveza.

Cuando la danza terminó, el conde de Essex se inclinó y

tomó la mano de Courtney, conduciéndola a otra danza.

Mientras la pareja pasaba próxima a Rory, el notó sus ojos

fijos en el rostro atractivo del duque, y la risa

relajada.

Después de cuatro danzas, cuando Courtney pidió una

pausa para recuperar el aliento, había al menos seis

caballeros escoltándola hasta Rory.

Hacia mucho que la sonrisa había desaparecido de los

labios de él. Apenas podía controlar la rabia.

_Parece que lady Thornhill ya dominó el arte da danza.

_Es lo que parece. _Ella aceptó una jarra de cerveza y

la tomó de un solo trago. _Vos tenías razón en forzarme a

intentar. Cuando mis pies comenzaron a moverse, parecían no

querer parar mas .

_Fue lo que noté.

Si Courtney percibió la expresión de desagrado en el

rostro de Rory, no le dio mucha importancia. Cuando la

música recomenzó y el atractivo conde de Brighton le tomó

la mano, Courtney se dejó envolver y comenzó a girar

graciosamente en los brazos de él. Cada vez que pasaba al

lado de Rory, le brindaba una sonrisa radiante.

Maldita mujer! El vació una jarra mas y se quedó

observando mientras ella pasaba de los brazos de Brighton a

los de Lord Newton y entonces a los del viejo y gordo

duque de Milford. Hasta Milford parecía embrujado por los

encantos de ella.

Cuando finalmente ella paró para descansar, Rory le

tomó la mano.

_No puedo dar ni un paso mas _protestó ella.

_ No parecías cansada cuando Brighton te sacó a bailar.

_Qué hombre atractivo _comentó Courtney cuando

comenzaron a danzar.

_Pero está comprometido con la sobrina del rey. Tal

vez debiese considerar al duque de Milford. El es viudo y

muy mucho rico.

_Ah, voy a pensar en el asunto _Courtney replicó

sorprendida con el tono furioso de Rory. Qué estaría mal ?

Ella sólo había hecho lo que él le aconsejara. Con una

sonrisa soñador, agregó: _Está comenzando a gustarme la

cerveza inglesa.

Él le lanzó una mirada atónita.

_Y cuántas tomaste hasta ahora?

Encogiéndose de hombros, ella se aproximó todavía mas

a él, adorando estar en sus brazos.

_Sólo tres o cuatro jarras, mi Lord.

_Tres o cuatro...

Las trompetas sonaron cuando el rey y la reina se

levantaron para retirarse del gran salón. Como el pro-

tocolo exigía que nadie saliese antes que los reyes, en el

momento en que había dejado la sala, fueron imitados por la

mayoría de los invitados mas mayores. Muchos de los

jóvenes, a su vez, permanecerían hasta las primeras horas

de la mañana, bebiendo e danzando.

_Ven _dijo, Rory, tomando la mano de Cortney.

_ A dónde vamos ? _preguntó ella, sorprendida.

_Estoy llevándote a tu cuarto, mi lady, mientras todavía

puedes caminar.

Ella le lanzó una mirada furiosa.

_No preciso de vos para llevarme a mi cuarto. Conozco

el camino. Y sólo iré cuando quiera.

Después de eso, aceptó otra jarra y bebió la mitad de

su contenido antes de aceptar el brazo de un caballero que

pasaba. Mientras giraban por el salón, Rory podía escuchar

las risas de Cortney.

Luego que dos danzas, ella cambió de pareja. Levantando

el rostro, se encontró con los ojos fríos y grises de Lord

Burlingame.

_No soy exactamente lo que se puede llamar un hombre

paciente _anunció él, empujándola contra sí _ Y no me gusta

ser dejado de lado.

_Pero hay tantas mujeres adorables esperando para

bailar _Cortney se esforzaba para mantener un tono

simpático , pero tuvo un escalofrío al entrar en

contacto con él.

_Yo quería bailar con vos _dijo él, apretándole la

cintura. Cuando ella levantó los ojos, él la observaba

detenidamente. _La misteriosa lady Thornhill.

_Misteriosa? Mi Lord, no hay ningún misterio .

_No? _Burlingame levantó una ceja. — Como primer

consejero del rey, debo saber todo sobre aquellos que se

aproximan y que puedan influenciarlo.

_Estoy aquí para asistir a Henrietta Maria. La

influencia que yo podría tener sobre el rey es mínima o

inexistente.

El timbre de la voz de Burlingame la dejaba

petrificada.

_La mujer que duerme con el rey no pode esperar tener

mas influencias sobre él de la que tiene todo el Consejo.

A menos _susurró el _que esa mujer forme una alianza con el

primer consejero.

_El señor está sugiriendo un encuentro amoroso con la

reina, mi señor? _devolvió ella.

_No. _La reacción de ella lo divirtió. _Con la dama de

compañía de la reina.

Boquiabierta, Cortney no consiguió emitir ningún

sonido. Por primera vez en su vida, se quedó sin palabras.

Burlingame la estudiaba cada vez mas intrigado. Sería

posible? Podía esa mujer ser tan inocente como aparentaba?

O era, en verdad, una escena muy bien representada?

Desde muy temprano, las mujeres que formaban parte del

círculo real habían sido expuestas a la realidad de la

vida. La mayoría, ambicionando escalar los peldaños del

poder, aliarse a diversos hombres. A pesar de eso, aquella

mujer, una dama de compañía de la reina, parecía haber

quedado perpleja con la

sugestión.

Los ojos de él se estrecharon. Una virgen inocente. Qué

divertido sería!.

_Precisamos encontrarnos mas tarde, lady Thornhill. Voy

a esperarla después del baile.

Cuando a música terminó, él la mantuvo junto a sí un

instante mas de lo necesario. Liberándose con firmeza,

Cortney le dio la espalda, forzando el paso sin ver nada

entre la multitud de bailarines.

_El baile no terminó. Estás sólo haciendo una pausa

entre dos danzas?

Rory la había visto bailando con Lord Burlingame. EN su

posición de primer consejero, Burlingame era uno de los

hombres mas poderosos de Inglaterra. Él también se

enorgullecía de sus proezas sexuales con las mujeres de la

corte. Durante años se había vanagloriado de todas sus

conquistas. Y la manera en que la miraba no dejaba ninguna

duda en cuanto a la lujuria que la nueva beldad le había

despertado.

_Ya estás lista para dejar el baile?

Cortney, con su rostro enrojecido y los cabellos

desaliñados, se dio vuelta para encararlo. Nunca le había

parecido mas bella.

_Estoy lista, mi Lord. _Sacudió la cabeza como si así

pudiese apartar el miedo que las palabras de Burlingame le

había infundido. El muy bastardo tenía una autoestima muy

alta. Tal vez otras mujeres hubiesen caído a sus pies, pero

no era como las otras. Aún siendo tan poderoso, no podía

forzarla a una alianza que no deseaba.

Con firmeza, apartó a Burlingame de su mente. Ahora

estaba protegida, acompañada por Rory MacLaren.

Le Extendió la mano que él, con un rezongo , colocó

sobre su brazo. Inclinándose y sonriendo a sus viejos ami-

gos, Rory la guió por el gran salón y por las escaleras. El

murmullo de voces y risas iban desapareciendo.

Una antorcha iluminaba el salón en frente del cuarto de

ella. Rory la observó bajo la luz parpadeante. Los cabellos

parecían una nube oscura, cayendo en suaves rulos hasta la

cintura. Los ojos brillaban como los de un felino. Los

labios estaban rojos y húmedos.

Estaba furioso con ella por haberse divertido tanto

en los brazos de otros hombres. Quería gritarle, Quería

besarla.

El pensamiento lo asustó como si hubiese recibido un

golpe. Se Quedó inmóvil. Era verdad. Él estaba desesperado

por tocarla. Para sumergir las manos en sus cabellos. Por

besar aquellos labios que habían atormentado su mente

durante toda el viaje de Dover hasta Londres. A pesar de

eso, estaba casi con miedo de tocarla.

Y si él perdiese el control? Y si ella lo embrujase a

tal punto que él acabase por olvidarse de las preguntas que

le debía hacer? Y si comportarse como un hombre apasionado

colocase al rey en peligro? No sería mejor aferrarse al

recuerdo del último beso?

Ella representaba problemas, no tenía ninguna duda. Y

él ya los había tenido en demasía durante su vida. Si fuese

prudente, se apartaría de inmediato sin mirar hacia atrás.

Si él fuese prudente...

_Pienso, mi lady _murmuró, posando las manos en los

hombros de ella _, que la señorita baila de la misma forma

en que hace todas las otras cosas.

_Cómo sería , mi Lord?

Con sus pulgares, él acarició la piel suave de los

hombros desnudos, sintiendo el estremecimiento que ella no

consiguió esconder.

_Con gran entusiasmo.

Ella luchaba por ignorar el temblor que le recorría el

cuerpo.

_Gracias , mi Lord.

La presión de las manos sobre sus hombros se acentuó.

Él la trajo mas cerca.

_No fui yo quien te enseñó a vivir su vida al borde del

peligro.

Los ojos de él se estrecharon levemente. Un frío le

recorrió la espina dorsal. Miedo? Expectativa?

_Fuiste vos quien insistió en que yo bailase cuando mi

deseo era huir.

_Tal vez debiese haberte escuchado , hubiera huido

con vos a los jardines _dijo él, aproximándose mas todavía.

_No. No me gustaría haberme perdido la danza.

_ A mi tampoco.

Por qué ella se había imaginado a salvo junto a ese

hombre?

Rory MacLaren era el único que, con un leve contacto,

hacía que su corazón se acelerase y su sangre hirviese.

Él la atrajo hacia sí con firmeza y le cubrió la boca

con ;a suya. Sorprendida, ella intentó apartarse, pero él

había previsto esa reacción. Con la mano le sujetó la

nuca, inmovilizándola.

Instintivamente, ella colocó las manos contra su pecho

como si, así, pudiese mantenerlo apartado. Pero luego no

pensó en resistirse mas . La boca de él era suave y

caliente, los labios, insistentes. Él movía la boca

sensualmente sobre la de ella, hasta que los labios se

entreabrieron.

Las manos, que momentos antes estaban cerradas, se

abrieron, asegurándolo por la camisa. Quería resistir,

luchar contra la insensatez de permitir a Rory MacLaren

aproximarse tanto. Locura. Sensaciones la invadían,

sensaciones que ella jamas había imaginado

existiesen. .Toda la fuerza de voluntad se evaporó. Con un

suspiro, se entregó al beso.

La excitación que se apoderó de él lo dejó atónito.

Ella era esbelta, delicada. Sentía la suavidad de su cuerpo

moldeándose al suyo. Los pechos estaban pegados a su

tórax . Sus muslos, pegadas a los suyos.

Ella exhalaba un aroma de jabones y perfumes finos.

Hasta los cabellos tenían el perfume de pétalos de rosas.

Las manos de él se movían audaces por los hombros y la

espalda desnudas. Ella era tan suave que temía lastimar su

piel delicada.

Con un suspiro, ella lo empujó, la respiración

jadeante. Por un segundo, él levantó la cabeza.

_Pienso, mi Lord...

_No, Cortney _susurró él, casi tocándole los labios—,

esta noche no pienses. Siente.

Las bocas se pegaron ahogando una última protesta.

Fue un beso profundo, lleno de pasión.

Ella jamas había experimentado tanto placer. Deseos

salvajes la debilitaban, subyugándola al hombre que la

cubría de caricias. Los labios suaves se deslizaban por su

rostro, por su cuello, provocándole escalofríos, suspiros,

antes de volver a su boca.

Ella sintió el gusto de la cerveza y de gustos

prohibidos y misteriosos que la hacían ansiar mas.

Rory no esperaba ser asaltado por una ansia tan

urgente. Desafío, pasión, no eran novedad para él. En

verdad, lo excitaban. Pero jamas había conocido un deseo

tan misterioso y salvaje. No era lo que había planeado. Él

tenía que apartarse de inmediato antes que fuese demasiado

tarde. A pesar de eso, no conseguía apartarse. Quería un

beso mas, un momento mas con ella en sus brazos.

Se Permitió besarla otra vez, deleitándose con la

suavidad de sus labios y la dulzura acogedora. Entonces

levantó la cabeza y se forzó a retroceder.

Ni uno ni el otro quería admitir cuanto la experien-

cia los había afectado. Cortney rezaba para que sus piernas

parasen de temblar. Levantó la cabeza para enfrentar la

mirada de él.

Con manos temblorosas, Rory abrió la puerta.

_Buenas noches, mi lady _dijo en voz baja. _Fue una noche

memorable.

_Mi Lord. _Ella pasó al lado él, y quedó detrás de la

puerta semi abierta. La cabeza estaba erguida con altivez

que él ya conocía. _Buenas noches.

_ Pase lo que pase _dijo él, de repente, sujetándole el

brazo con firmeza —, mañana debemos conversar.

Cuando ella intentó desprenderse, él le apretó el

mentón, obligándola a enfrentar su mirada.

_ Hemos postergado esa conversación por demasiado

tiempo .

_Como quieras.

Ella se volvió y cerró la puerta. Sólo entonces, Rory

se dejó apoyar en la pared, tembloroso, la respiración

jadeante.

Él tenía que poseerla. Ya No se trataba de un simple

juego, un ejercicio de seducción. Sino de una necesidad,

urgente.

Y, aún así, sabía que lady Thornhill no era quien

fingía ser. Cuando descubriese la verdad, sería libre de no

revelar tu secreto? O estaría obligado por su lealtad al

rey a denunciarla?

Enderezándose, siguió caminando por el salón poco

iluminado. Los ojos se estrecharon . “Cuidado! “, lo llamó

la de la razón. Ella posee una fuerza mayor de la que

aparenta”

Al final del corredor, un par de ojos espiaban por una

puerta entreabierta, hasta que Rory pasó. Por lo que

acababa de presenciar, tal vez la señorita estuviese lejos

de poseer la inocencia que pretendía.

CAPITULO 10

Cortney despertó aterrorizada ante lo que tendría que

enfrentar en ese día. Rory MacLaren la confrontaría con

preguntas. Preguntas que exigirían respuestas convincentes.

Había pasado la mitad de la noche imaginando respuestas a

las eventuales preguntas.

Al final de la tarde, su presencia fue requerida en los

jardines. Mientras respondía al mensajero, sentía el

corazón dispararse. Su hora había llegado. Tenía que

convencer a Rory de la inocencia de su función en

Inglaterra como dama de compañía de la reina. La vida de

ella y la de Thornhill dependían de su habilidad para

mentir!

Ansiosa por resolver de una vez por todas el problema,

descendió corriendo las grandes escalinatas de piedra que

unían el salón al patio, casi tropezando con el borde

inferior del vestido.

EN los jardines, Rory andaba de un lado a otro, con la

cabeza baja, las manos entrelazadas en la espalda. Había

demorado la confrontación por demasiado tiempo . Esta vez,

por Dios, él iba a obtener las respuestas. Con el sonido de

pasos, levantó los ojos.

Ella usaba un vestido de seda rosa pálido que le rozaba

los tobillos como una nube diáfana. No se había tomado el

trabajo de sujetar los cabellos que le enmarcaban el rostro

y cubrían los hombros, cayendo hasta la cintura en ondas

suaves. La cara estaba enrojecida y los labios

entreabiertos como en muda exclamación.

Estaba tan encantadora que le sacaba el aliento. Él no

debería permitir que sus sentimientos perjudicasen la

conversación. No desistiría, no alteraría sus planes. EN

esos pocos minutos, se concentraría en un único objetivo:

su incuestionable lealtad al rey. Alimentaba por esa mujer

sentimientos a los cuales no tenía derecho, a no ser que

estuviese seguro de la honradez de los motivos que la

habían traído a Inglaterra. Habría de obtener respuestas

inequívocas, caso contrario, haría que se presentase ante

el Consejo.

_Mi Lord.

_Cortney.

Quedó satisfecho al notar que las manos de ella

temblaban ligeramente. Y él era la razón de su

nerviosismo. Le Indicó un banco a la sombra de un viejo

roble y se sentó a su lado.

Cortney observaba fascinada las piernas que casi

tocaban su vestido. Eran piernas fuertes e musculosas. De

dónde provenían tales pensamientos? Precisaba mantener la

cabeza fría, para sobrevivir al minucioso interrogatorio.

_ Sabes por qué mandé a llamarte?

_ Lo sé _respondió, enfrentando la mirada dura. —

Deseas explicaciones.

Él asintió, esforzándose por desviar los ojos de los

pechos redondeados.

_Como es que se explica que una pirata, en poco tiempo,

se hay transformado en dama de compañía de la reina?

Ella cerró los ojos, incapaz de continuar mirándolo.

_Mi padre creyó que ya era hora de yo tuviera un tipo

de vida mas adecuado para una mujer.

_Dama de compañía de la reina? _comentó él, incrédulo.

_No es un paso demasiado grande para quien llevaba una

vida de pirata?

_Mi padre le ha hecho muchos favores a la corte

francesa. En agradecimiento, el rey Luis, generosamente, me

ofreció la oportunidad de acompañar a su hermana a

Inglaterra.

Cualquier rasgo de gentileza desapareció de la voz de

él.

_Enviándote a un país al que Thornhill odia? No

encuentras que eso es un absurdo?

_Nuestros países están intentando buscar la paz. O tu

soberano no se caso con una princesa francesa?

_Es verdad. Eso es un comienzo. Un primer paso en

dirección a la paz entre Francia e Inglaterra. Peor me

parece difícil de creer que esa razón es lo

suficientemente fuerte para hacer cambiar de opinión de

Thornhill.

Cortney levantó los ojos .

_Mi padre fue gravemente herido en la última batalla en

que participó. _Bajó el tono de voz, mirándolo de nuevo. —

Aquella durante la cual vos conseguiste recuperar la

libertad.

Él permaneció en silencio, acordándose de la sangrienta

batalla, del rápido e intenso beso y de la extenuante fuga

a nado a mar abierto, hasta alcanzar una playa. El dulce

sabor de la libertad había compensado todo el sufrimiento

por el cual había pasado. Percibiendo que él aguardaba que

prosiguiese con el relato, ella retomó la palabra.

_Thornhill cambió mucho, está muy débil . Va a

necesitar de un largo tiempo para recuperarse. El Hawk

ya no navega.

Él sintió el temblor en su voz y tuvo que contenerse

para no reconfortarla. No podía, de modo alguno, desviarse

de su objetivo.

_Lo Siento mucho, Cortney. Yo sé cuanto amabas ese

barco.

_Es verdad _dijo ella, con la garganta apretada. _Fue

el único hogar que conocí.

Sin que se diese cuenta, Rory suavizó su voz.

_Dime ahora, con toda honestidad , cual es la verdadera

razón de tu venida a Inglaterra?

_Pasé gran parte de mi vida viajando y, así, aprendí

muchas lenguas. Por esa razón, me consideraron útil para

Su Majestad, como traductora del inglés, lengua que ella

no domina, al francés, su idioma natal.

Tenía sentido, evaluó Rory. O estaría predispuesto a

encontrar un motivo razonable para la presencia de ella en

suelo inglés? Podría la enfermedad haber erosionado el odio

ciego que Thornhill sentía por los ingleses? O estaría

incurriendo en una horrible conspiración contra su rey ?

Tomándole el mentón, Rory la obligó a levantar el

rostro y encararlo. Cortney entreabrió los labios en una

invitación silenciosa.

A bordo del Hawk, ella se había comportado con

incuestionable sinceridad. En aquella época, aunque

quisiese, no habría conseguido esconder sus emociones.

Podía haber cambiado tanto en un corto espacio de tiempo en

que habían estado separados? Con el pulgar, él acompañó el

contorno de los labios bonitos.

El gesto tierno provocó un nudo en la garganta de

Cortney.

_Si no crees en mí, llévame ahora delante del rey y de

su Consejo. Lord Burlingame te estaría agradecido por la

oportunidad de proseguir el interrogatorio.

Al oír el nombre de Burlingame, los ojos de Rory se

estrecharon. Así como todos en Inglaterra, él sabía que el

hombre era un salvaje, afecto a infringir dolor y

humillación. La idea de ver a Cortney en las garras del

consejero hacía congelar su sangre en las venas.

_No veo necesidad de llevar al rey mis sospechas.

Cortney sintió una oleada de alivio. Su maniobra había dado

buen resultado. Cuando intentó desprenderse , Rory le

apretó el mentón.

Ella abrió los ojos delante de la inesperada renuencia.

_Pero si descubro que vos mentiste, Cortney, la ira de

Burlingame no será nada comparada a la mía.

Ella se liberó de su contacto y alisó el vestido.

_Hay algo mas que desees saber, mi Lord?

_No. Estoy satisfecho. Por ahora.

_Con tu permiso, mi Lord. _Sin otra mirada, ella le

dio la espalda y se fue .

Observando el movimiento de las caderas y la

cabellera sedosa que le caía hasta la cintura, Rory se

censuró. Preguntas, una profusión de preguntas hervían en

su mente y exigían respuestas. Había Aceptado muy

fácilmente la palabra de una mujer astuta . Una mujer que

lo había hechizado a tal punto que, en su presencia, el

único pensamiento que le ocupaba la mente era el de

llevarla a la cama.

La reina y Cortney levantaran los ojos de sus trabajos

de costura cuando una criada introdujo a un anciano

sacerdote en la sala de estar de la reina.

_Padre LeFarge.

En el entusiasmo de reencontrar al padre que había

sido su confesor desde la infancia, la reina se puso de

pie, tirando el hilo y la aguja. EN el mismo instante, la

criada se inclinó para recogerlos.

_Cómo fue su viaje?

_Difícil y cansador. _El anciano, con su cabeza

completamente blanca, atravesó la sala y se detuvo en

frente de la reina, levantando la mano para darle la

bendición.

En el mismo instante, Henrietta Maria cayó de

rodillas y Cortney y la criada la imitaron. Luego de las

oraciones en latín, el padre LeFarge hizo la señal de la

cruz sobre las cabezas de las mujeres.

Mientras se sentaban, él prosiguió:

_Las aguas del Canal estaban muy turbulentas. Me Sentí

muy mal durante la travesía.

_Lo Siento mucho, padre. Haremos lo posible para que su

estadía en Inglaterra sea agradable. Los aposentos son de

su agrado?

_Son razonables, mi querida. Bastante razonables.

Cortney pensó en los elegantes aposentos que ella y la

reina habían preparado para su confesor y los comparó con

las celdas austeras que la mayoría de los sacerdotes

ocupaba.

_Estuve con tus hermanos antes de partir de Francia —

dijo el padre, de modo bastante casual. _Ellos te mandan

saludos, y cada uno te manda un mensaje especial.

Entregó a la reina las cartas selladas que ella miraba

con ansiedad.

Cómo extrañaba la reina a su país!, pensó Cortney. Y

como devoraría cada de las líneas escrita por sus fami-

liares. Cortney aguardó, ávida por algún mensaje de

Thornhill y de sus compañeros de tripulación del Hawk. Como

el padre la ignoró, continuando su conversación con la

reina, ella se forzó a no dejar translucir su decepción.

Evidentemente no había ninguna carta de Thornhill. Él

estaba enfermo y debilitado. Y tal vez Richeliu hubiese

prohibido cualquier comunicación entre ellos, hasta que

ella hubiese cumplido la misión para la cual había sido

contratada. O , pensó afligida, tal vez Thornhill estuviese

en prisión domiciliaria hasta el momento en que ella

probase su lealtad hacia Francia.

_Deseo hablarle a solas , señora _comunicó el padre

LeFargue , con toda autoridad a la reina.

Percibiendo el cambio en el tono de voz de él, Cortney

miró de reojo a la soberana. Aunque la expresión de

Henrietta Maria jamas se alterase, había una cierta tensión

en el aire.

Dirigiendose a Cortney, la reina dijo en voz baja:

_Puede dejarnos a solas. Mandaré a llamarte cuando te

precise.

_Si , Majestad.

Dejando de lado la odiada costura, Cortney se apresuró

en dirección la cocina, situada en la parte posterior del

castillo, de donde venía un aroma de pan recién salido del

horno. Allí, como frecuentemente lo hacía, pasó una hora

agradable conversando con las cocineras y criadas de la

realeza con quien había hecho amistad.

Después que la puerta se cerró, dejándolos a solas, el

padre aproximó su silla a la de la reina y bajó el tono

de voz.

_Antes de que conversemos sobre cualquier otro asunto,

voy a escuchar su confesión.

_Confesión? _La reina se tocó la garganta, demostrando

sorprendida. _Pero, por qué?

_Hace mucho tiempo que no recibes los sacramentos, mi

querida. Este viaje a un país no temeroso de Dios pondrá tu

fe a prueba.

_Mi fe es inquebrantable, padre. Y, antes de con-

fesarme, deseo hablar de mis hermanos, y oír las novedades

sobre Francia.

El Padre LeFarge cruzó las manos sobre su falda .

Henrietta Maria siempre había sido una criatura

voluntariosa. Era una pena que no hubiese nacido varón.

Pero tenía un papel que cumplir en el destino de Francia.

Y él no habría de permitir que el hecho de que ahora fuese

reina disminuyese la influencia que siempre había ejercido

sobre ella.

_Imagino lo que habrás sido obligada a soportar en las

manos del rey. La Sagrada Madre Iglesia y Francia se

sienten agradecidas por tu sacrificio. Como esposa, debes,

está claro, someterse. Cumpliendo con tus deberes de esposa

y, si Dios así lo quiere, darás al trono inglés un heredero

que ha de seguir la misma fe que su madre. Pero debo

prevenirte, mi hija, no te entregues a los deseos de la

carne.

Al oír las palabras de su confesor, Henrietta Maria

sintió la cara ruborizarse. Durante toda la vida, ella

había escuchado al padre alabar a la virtud de la castidad,

imprescindible para alcanzar la recompensa eterna. Sin

embargo , ese mismo padre nada decía sobre las decenas de

amantes que sus hermanos coleccionaban. Y ahora, cuando

finalmente ella se había casado con un hombre que no sólo

le agradaba sino que también la atraía, le decía que estaba

mal disfrutar de sus atenciones. Por qué la Iglesia debía

inmiscuirse hasta en su lecho?

El Padre LeFarge interpretó el silencio de ella como

señal de arrepentimiento. Inclinándose, dijo en tono

gentil:

_Voy a oír tu confesión, mi hija.

_No, padre. _La reina se puso de pie con toda dig-

nidad, y caminó en dirección a la ventana. Sin volverse,

agregó: _Preciso prepararme, con oraciones y meditación.

Mandaré a llamarlo cuando esté lista. Y ahora cuénteme de

las novedades de Francia.

El sacerdote no hizo ningún esfuerzo para esconder su

desagrado. Había recibido ordenes precisas de Richeliu. Él

debería ejercer su autoridad sobre la reina y , a través

de ella, garantizar que la fe católica continuase

brillando intensamente en ese país protestante. Mas allá de

eso, el cardenal había exigido que el padre LeFarge

obtuviese informaciones que Francia pudiese usar contra

Inglaterra, en caso que la frágil paz que por ahora

mantenían se rompiese. Estaba claro que él jamas quebraría

el secreto de confesión. Pero esperaba que, manteniendo

una relación estrecha con la reina, ella le hiciese

confidencias y dejase escapar informaciones útiles. Esa

pequeña demostración de resistencia, cuando él recién había

llegado, lo preocupaba. La reina, joven y rebelde, estaba

revelándose un obstáculo al éxito de su misión.

Cambiando de táctica, prosiguió:

_Toda Francia reza por vos, mi hija. _Notando la

expresión sorprendida de Henrietta, agregó: _Nuestros

leales ciudadanos temen que su princesa católica sufra

persecuciones en este país.

_Está sugiriendo que mi esposo me pondría en peligro?

El Padre LeFarge notó la leve alteración en la

fisionomía de la reina. Aunque pareciese revelada a esa

idea , había una gota de miedo en sus ojos. Decidió

provocarla un poco mas.

_No es necesario que sea tu propio marido quien empuñe

la daga . Él sólo tiene que desviar la mirada, mientras uno

de sus lacayos cumple el vil intento.

Crees que mi esposo permitiría que la reina fuese

víctima de fanáticos religiosos?

El padre extendió las manos en un gesto de

resignación.

_La Sagrada Madre Iglesia tiene una larga historia de

mártires que fueron asesinados por defender su noble

causa.

Ante la respuesta, Henrietta Maria levantó la cabeza de

un modo que el sacerdote pronto reconoció. Ella no

permitiría que se tocase ese asunto mas . En ese momento,

ella había conseguido silenciarlo. Por ahora, ella le

concedería una tregua. Por ahora. Pero habría otros días,

otras ocasiones para sembrar las simientes de la

desconfianza . Richeliu le había dado ordenes expresas

antes que dejase París. Ahora que Henrietta se había vuelto

la reina de Inglaterra, debería ser persuadida de usar su

influencia para el bien de Francia. Y, si fuera posible,

contra los intereses de Inglaterra. Por encima de todo,

Richeliu había ordenado que Henrietta no podía sucumbir a

los encantos del rey Carlos. Si eso aconteciese, la causa

de Francia y, en consecuencia, la de la Iglesia Católica,

estaría perdida por muchas generaciones. Carlos era un

hombre. Un hombre bastante experto, según las historias que

el viejo sacerdote había oído. Y Henrietta Maria no pasaba

de ser una criatura. Por la confesión hecha antes del

casamiento, el padre LeFarge sabía que era virgen. Una

muchacha en su posición no tenía como defenderse de un

hombre como el rey.

_Ven, mi hija. _el padre se levantó, la mano sobre el

hombro de ella. _Vamos a dar una vuelta a los jardines y a

hablar de cosas agradables. Tus hermanos. Francia... Los

recuerdos de tu infancia.

Con renuencia, la joven reina se dejó conducir a los

jardines. Fue una sorpresa constatar que su confesor

todavía la consideraba una criatura. Era una mujer ahora.

Era realmente una mujer, al menos cuando estaba en los

brazos de su esposo. Pero mientras el anciano hablaba de

asuntos que ella ansiaba oír se condenó por su impaciencia

de minutos antes. Él rememoró su infancia con cariño. Lo

apreciaba mucho y no debería abusar de su amistad. Con un

suspiro, se sentó en un banco de piedra y concedió al viejo

toda su atención.

Satisfecho consigo mismo, el padre LeFarge buscaba

traer a la conversación asuntos que podrían interesarla.

Richeliu lo había prevenido que, en caso que él no fuese

capaz de conquistar la total confianza de la reina,

enviaría refuerzos. Hombres mas jóvenes y mas sagaces,

miembros de la Iglesia, entre los cuales un obispo, estaban

recibiendo, en ese momento, entrenamiento en el arte del

espionaje.

Espionaje. El Padre LeFarge odiaba el término. Un

hombre de Dios no debería inmiscuirse en asuntos de

Estado. Cristo lo había ordenado “A Cesar lo que es del

Cesar y a Dios lo que es de Dios?” Pero era un mal

necesario. Lo que estaba haciendo, el viejo padre se

consolaba, era salvar la fe, valiéndose de todos los medios

disponibles. No había sido el propio Richeliu quien había

prometido recompensa, no sólo en los cielos sino también en

la Tierra, a aquel que hiciera que la reina cumpliese los

designios del cardenal?

Obispo LeFarge.

Una sonrisa le iluminó el semblante. Era un título

adorable. Título que pretendía conquistar antes de la vida

eterna.

Mientras el sacerdote y la reina conversaban, muy

próximos, las cabezas inclinadas, el rey, desde una

ventana, observaba las dos figuras en los jardines con

creciente preocupación.

Para él, Henrietta Maria había sido fuente de sorpresas

y encantamiento. No estando dispuesto a esperar hasta que

ella llegase a Londres, Carlos había decidido recibirla en

Dover, receloso de que ella se resintiese esa unión

determinada por intereses de Estados. Estaba preparado por

encontrar una mujer fina y distante que exigiera

retribución de naturaleza política o religiosa por sus

favores en la cama . En vez de eso, había encontrado una

mujer de corazón tierno y vibrante que correspondía a sus

cariños con inesperada pasión. Su esposa lo excitaba mas

que cualquier otra mujer.

Frunció el ceño al ver a su esposa prestar tanta

atención a las palabras del viejo padre. Intentó apartar

la ansiedad, condenándose por su comportamiento de amante

celoso. Pero fue en vano. No conseguía alejar el presagio

de inminente desgracia . Su experiencia, con el correr de

los años, mostraba que el clero cultivaba el habito de las

intrigas.

Los días y las semanas se había transformado en

sucesión de horas interminables pasadas en la corte,

interrumpidas por banquetes y bailes en homenaje al rey y a

la nueva reina. Como siempre, Rory y Cortney se veían

forzados a pasar muchas horas juntos. Aunque la atracción

entre los dos aumentase hasta tornarse casi insoportable,

habían conseguido mantener una conveniente distancia.

A pesar de ya haber presenciado audiencias en la corte

en sus cortas estadías en París, Cortney se sentía al mismo

tiempo fascinada y horrorizada con el enorme volumen de

asuntos de Estado tratados en público.

El rey dispensaba justicia, regalaba a sus amigos

tierras y títulos, mediaba disputas y perseguía enemigos,

tanto los verdaderos como los imaginarios. Su poder era

absoluto. Su palabra, ley.

Henrietta Maria se sentaba al lado de su esposo,

observando, escuchando, mientras Lord Burlingame se

pavoneaba en su condición de primer consejero del rey.

Desde la llegada del confesor, Burlingame no perdía ninguna

oportunidad para ejercitar su crueldad en relación a la

reina, hiriendola y humillándola.

_ Y cómo quedan nuestras leyes que prohiben a los

católicos profesar su fe, Majestad? _ preguntó

Burlingame, cuando un conde católico fue despojado de sus

títulos y tierras. _La propia reina ostenta su religión,

insistiendo en la presencia de su confesor en la corte.

Un murmullo recorrió la multitud.

_Discutiremos eso mas tarde, Lord Burlingame _respondió

el rey en voz baja.

Burlingame sabía que el monarca no había divulgado el

acuerdo sellado con Francia de que la reina y su séquito

tendrían libre acceso a sus sacerdotes. Con una audacia

pocas veces presenciada en la corte, él provocó al rey

todavía mas. Su esposa ridiculiza nuestras leyes.

Las palabras de Burlingame provocaron una incontrolable

exacerbación de los ánimos entre los presentes, espantados

con su confrontación explícita.

Henrietta Maria estaba sentada, la cabeza erguida

altiva, los ojos oscuros invadidos de cólera. Con la ayuda

de los Cielos, ella encontraría una manera de castigar al

pomposo idiota.

En silencio, a su lado, Cortney absorbía la información

que pasaría al mensajero del cardenal Richeliu. Burlingame

representaba un peligro real a Henrietta Maria y a todos

los que le fuesen leales.

Desde su primero día en la corte, Cortney había notado

que Burlingame debería ser temido. Implacable, audaz, él

manipulaba al rey , forzándolo a conceder favores a los

que lo adulaban y castigos a los que se rehusaban a

hacerlo. Si alguien fuese tan idiota a punto de atraer

sobre sí la ira del primer consejero, sentiría la fuerza

absoluta del trono sobre su cabeza.

Burlingame continuaba observando a Cortney, sin hacer

ningún esfuerzo para esconder sus deseos viles. Sentada en

silencio en la corte, ella, muchas veces, fue blanco de su

mirada malévola. La Ofendía; era como si él la hubiese

tocado de la manera mas abusiva.

La crueldad del primer consejero dejaba perplejos aún

a los hombres mas empedernidos del reino.

Lord Henry Farthingale, el duque de Abinglen, cuya

lealtad al rey era irrestricta, había sido intimado a

presentarse en la corte por insistencia de Burlingame.

Concluida la lectura de los oprobios cometidos por el

duque, el rey permaneció con la cabeza baja. Estaría él

pensando en algún modo de disculpar a su viejo amigo? O

habría, de hecho, creído en las acusaciones de Burlingame?

_Voy a estudiar el asunto _dijo Carlos decidido.

_Como primer consejero, sugiero que despojemos a este

desagradecido de sus tierras y títulos _dijo Burlingame,

caminando en dirección al trono.

Observándolo, Henrietta Maria se volvió hacia Cortney.

_Ese hombre exagera al exhibir su poder.

Perpleja con la franqueza de la reina, Cortney apenas

consiguió hablar.

_Majestad?

_Todos saben que Burlingame codiciaba a la joven es-

posa del noble duque. Cuando ella rechazó los avances de

Burlingame, él amenazó con despojar al duque de todos sus

bienes.

_ La señora quiere decir que las acusaciones son

inventadas?

_Es probable que haya algo de verdad. Pero la única

razón por la cual fueron hechas públicas residen en el

hecho de que Burlingame desea vengarse de la osadía de una

mujer que lo rechazó. Él cree que toda Inglaterra,

tierras, riquezas y personas están a su disposición.

_Cómo sabe todo eso, Majestad?

_Tengo mis medios.

Cortney se calló. Pero en su corazón sabía como la

reina obtenía sus informaciones. Era lo que mas se

comentaba en la corte. El Padre LeFarge. El padre que oía

la confesión de la reina la mantenía informada de todo lo

que le convenía. Mas allá de eso, se comentaba que el viejo

sacerdote estaba bajo las ordenes de Richeliu. Aunque le

fuese difícil imaginar al anciano inmiscuyéndose en asuntos

políticos, Cortney sabía que Richeliu haría cualquier cosa

por mantener el control sobre el trono de Francia.

_Un día, muy pronto_ murmuró la reina entre dientes

—, el primer consejero sentirá el peso de la ira de una

mujer que no le teme.

Cortney observaba, con un mezcla de miedo y fascina-

ción, Burlingame intentaba persuadir al rey de volver la

espalda a su viejo amigo t despojarlo de sus tierras y

títulos. Desde ese momento en delante, el leal duque de

Abinglen y su joven y orgullosa esposa sobrevivirían

gracias a la caridad de sus parientes.

Percibiendo como Burlingame manipulaba el poder real,

um escalofrío de miedo recorrió la espina dorsal de

Cortney, Ella debería tener mucho cuidado de no contrariar

a ese hombre. La venganza de él sería rápida y cruel.

Estaría eternamente agradecida a Rory por no haber

comunicado sus sospechas al primer consejero. Este adoraría

usar su poder para obtener de ella lo que deseaba. Tal

pensamiento le causaba repulsa y escalofríos de terror.

CAPITULO 11

El Padre LeFarge jamas había enfrentado la derrota.

Aunque extremamente doloroso, sólo le restaba volver a

Francia pues, habiendo fracasado en su misión de enviar

informaciones útiles a Richeliu, éste cumpliría su amenaza,

enviaría sacerdotes mas jóvenes y bien entrenados para

substituir al viejo prelado.

Cuando el obispo y sus auxiliares llegaron , Henrietta

Maria los recibió a solas en su sala de estar, dispensando

a Cortney y a las criadas.

Con paciencia, la reina oía las palabras del obispo

que, en nombre de la Iglesia de Francia, abogaba con

vehemencia para que ella se empeñase en la defensa de la

fe.

_La señora puede convertirse en un rayo de luz en este

país sin Dios. Yo le imploro, así como sus hermanos y el

amado cardenal Richeliu, que desafíe al Consejo y exija

libertad para los súbditos del rey que deseen practicar la

fe de sus antepasados.

_Comprendo su preocupación _dijo la reina en voz baja.

_Sin embargo, la actitud de mi esposo en relación a

aquellos que, desafiando la ley, profesan abiertamente la

fe católica ha sido bastante complaciente. No fue él quien

autorizó a su propia esposa a traer al clero al palacio?

Qué mas pueden desear ustedes?

_Libertad. Justicia _clamó el obispo. _Para los

súbditos, la misma libertad que le fue concedida a su

esposa.

La reina se calló. Había, de hecho, presenciado el

castigo de algunos que, a las claras, habían transgredido

la ley. A pesar de eso, tenía la clara impresión de que los

consejeros del rey distorsionaban la verdad, valiéndose de

la fe de un hombre para castigarlo cuando, en realidad,

codiciaban sus tierras o títulos.

_Si deseamos que la fe sobreviva en Inglaterra, señora

_insistía el obispo —, necesitamos de un líder fuerte y

elocuente. _Él hizo una pausa para causar efecto dramático.

_Por esa razón la señora ha venido al mundo. Este es su

destino. Conducir este rebaño a la verdadera fe.

Henrietta Maria bajó la cabeza, evitando los ojos de

los sacerdotes a su alrededor . En verdad, se sentía tocada

por las palabras del obispo. Sería realmente ese su

destino? Conducir a Inglaterra a la fe católica? Si ella

aceptase la autoridad que le imponían, qué pasaría con la

frágil relación entre ella y su esposo?

Carlos era un hombre orgulloso. Cómo podría él permitir

que su propia esposa lo desafiase públicamente delante de

toda Inglaterra? Tal demostración podría provocarle una

reacción adversa, propiciando al Parlamento la oportunidad

de crear leyes todavía mas severas. Peor todavía, la

confrontación pública podría destruir el amor, o el

respeto, en su propio matrimonio.

_Señora, yo le imploro...

_Basta. _Levantando la mano para callar al obispo, ella

se puso de pie . En el mismo instante, los hombres

sentados a su alrededor se levantaron lanzando miradas

confusas a la autoridad eclesiástica.

_Majestad, la señora debe oír...

_Hablaremos en otro momento . _Presionando las mano en

sus sienes, dijo: _Déjenme ahora. Deseo estar a solas.

_Como quiera, señora. Pero este asunto no puede ser

ignorado. Debe ser resuelto. _El obispo salió adelante ,

seguido de los padres que, con sus sotanas negras, parecían

una banda de aves de mal agüero.

Cuando partieron, la reina tocó la campanilla para que

hiciesen entrar a su dama de compañía.

_Qué ocurre , Majestad? _Cortney se asustó con la

palidez y el semblante perturbado de la reina. _La señora

se siente mal?

_No, Cortney. Estoy agotada. Demasiado agotada .

Envolviéndole la cintura con el brazo,’ Cortney la

condujo hasta el lecho e hizo que se recostase,

cubriéndola con una fina colcha bordada. Aproximando la

silla a la cama, le tomó la mano helada entre las suyas.

_Ellos me presionan _murmuró la reina.

Preocupada, Cortney prefirió callar.

Por un instante Henrietta Maria cerró los ojos y

entonces prosiguió en tono monótono.

_ Es casi como si quisiesen que yo no sea feliz.

_Los sacerdotes, Majestad?

_El viejo padre LeFarge. El obispo Montand. Y los

otros. Quieren hacer que me sienta culpable por amar a mi

esposo.

_Culpable ? _Cortney presionó la mano de la reina.

_Pero la Iglesia no aboga por el amor y la fidelidad

en el matrimonio ?

_La reina, al parecer, está por encima de esas

virtudes mundanas. Me Pidieron que optase entre el amor a

mi esposo y el amor a mi Iglesia. Cómo podría yo hacer

tal elección?

_Es que una mujer no puede amar a los dos?

Henrietta Maria dio un suspiro largo y sufrido.

_Según el clero que me rodea, no soy como todas las

otras mujeres. No tengo derecho a amar el hombre que me

fue destinado como esposo. Debo someterme, pero no

disfrutar nuestro amor. Y, lo que es todavía peor , debo

usar la cama matrimonial para obtener cualquier concesión

que mis hermanos y Richeliu deseen.

Lágrimas se escurrían por la cara, consternando a

Cortney. Un fuerte sentimiento de protección brotó en tu

pecho. Cómo osaban esos hombres causar tanta dolor en su

soberana?

Sin pensarlo , Cortney abrazó a la reina,

confortándola hasta que las lágrimas se secaron y sumergió

en un sueño agitado.

Richeliu. Era él quien estaba detrás de eso. Así como

Cortney, la reina estaba siendo coaccionada a cumplir sus

designios.

Poniéndose de pie, la cubrió bien con la colcha y

estudió el rostro perturbado, identificándose con su

dolor. Ambas no pasaban de ser juguetes en esa política

sucia. Juguetes en las manos de hombres inescrupulosos que

codiciaban poder. Qué destino las aguardaba? Cortney

suspiró, dejándose caer en la silla. Precisaba encontrar

alguna manera de ayudar a la reina a no sólo escapar de las

presiones, sino también resolver sus conflictos con el rey,

antes que su matrimonio fuese arruinado para siempre y el

amor naciente, segado por la beligerancia de las naciones.

Siempre que la soberana la dispensaba por algunas

horas, Cortney se dirigía a los establos, donde había un

muchacho listo para ensillarle la ligera yegua castaña. Al

galopar por los bosques que circundaban el palacio, el

viento volando sus cabellos y el sol acariciando su

rostro, las preocupaciones del día se desvanecían. Lejos de

aquellos fríos muros de piedra, en las sendas que

atravesaban los bosques, Cortney se sentía casi tan feliz

cuanto a bordo del Hawk.

Mientras cabalgaba, repasaba en su mente todo lo que

había visto y había oído desde su llegada a Londres.

Rory estaba en lo cierto sobre la ciudad. Libre de la

epidemia que la asolara, la vida en Londres era alegre y

despreocupada. La llegada del verano cubría de verde y de

flores jardines y parques. Cómo era posible, se asombraba

ella, ya sentir amor por un país que, desde la infancia,

había sido enseñada a odiar?

Las calle activas de Londres le ofrecían un cuadro

fascinante del pueblo inglés, siempre afable. Vendedores

ambulantes anunciaban sus productos mientras criaturas se

prendían a las faldas de sus madres. Señoras elegantes

volviendo de sus compras subían a carruajes exóticos,

seguidas por sus criadas que cargaban cajas de sombreros y

vestidos. Enamorados paseaban del brazo por las márgenes

del Támesis. Una Vez y otra vez , Cortney los observaba,

resintiéndose por el secreto que la separaba de los demás.

Jamas debería permitir que un hombre se aproximase a ella.

Thornhill le había enseñado muy bien. Si no fuese por Rory

MacLaren, no habría tenido ninguna dificultad. Pero no era

fácil evitar a alguien como él.

Como por encanto, se encontró con el hombre que tanto

ocupaba sus pensamientos. Cabalgaba en su dirección, mon-

tado un magnífico garañón negro.

_No sabía que te gustaba la equitación, mi lady.

Cuando los caballos se emparejaron, el garañón rozó a

la yegua, ésta asustada se empinó. Con precisión, Cortney

calmó el animal y, con las riendas, la obligó a pararse

al lado del garañón.

_Hay muchas cosas que no sabes sobre mí .

_Demasiadas Cosas , imagino _respondió él riendo. _Ven,

voy a mostrarte uno de mi lugares favoritos.

Él condujo su caballo en galope suave y la yegua lo

acompañó.

Saludando a los guardias del rey que patrullaban a

propiedad real, penetraron en un bosque denso formado por

árboles altos. Inclinados sobre los caballos, para evitar

las ramas que obstaculizaban la senda, había llegado a una

claridad verde, bien escondida en el bosque.

Al escuchar el ruido de agua, Cortney condujo su mon-

tura hasta el recreo que serpenteaba la parte montañosa del

bosque.

_Qué lugar es este?

_Pertenece a los parques del rey, aunque él nunca venga

aquí _respondió Rory, desmontando y aproximándose a ella.

_James I y mi padre acostumbraban encontrarse en este

lugar, cuando querían conversar libremente, sin temor a ser

oídos.

_Un parque secreto? Alguien sabe sobre este lugar? Rory

adoraba verla al aire libre, la cara y los labios

colorados, los cabellos despeinados al viento.

_Vengo aquí con frecuencia y nunca encontré ninguno en

mis cabalgatas. Un rincón olvidado de la propiedad; un

poco descuidada, es verdad, pero aún así un paraíso

adorable.

Cortney miraba hacia todos lados, con interés

renovado.

_Aquellos bosques allí. _Ella señaló el punto mas

distante de los campos, mas allá del muro. _Hasta dónde

llega ?

_Hasta los límites de la ciudad. Están cortados por

caminos que acaban por desembocar en una ruta que lleva al

Támesis.

Era perfecto, pensó ella, bajando de su yegua .

Levantando el borde inferior de la falda, subió a lo alto

de una colina y miró a su alrededor. Desde el punto mas

elevado, tenía una vista panorámica. Del lado izquierdo,

mas allá de los bosques, estaban el castillo y sus

jardines; a la derecha, un muro separaba el castillo y los

jardines reales. Y, mas allá del muro, se podía ver a los

londinenses paseando por las márgenes del río Támesis.

Justo allí, en el mismo parque real, ella podría

encontrarse con el mensajero de Richeliu, sin peligro de

ser sorprendida. La Preocupaba la idea de salir de los

muros del castillo, pero ahora estaría libre para cumplir

las ordenes de Richeliu dentro de los dominios reales. La

primera tarea sería encontrar una manera de distraer a la

guardia real. Su mente hervía con planes.

_ Estás tan callada, Cortney.

Ella se volvió y , por un segundo, Rory notó una som-

bra de preocupación en su rostro. La ejecución de sus

planes ciertamente iba a herirlo mucho. Era eso lo que la

mortificaba, mas que el miedo a ser descubierta y ser

castigada. Le Dolía la idea de perjudicado. Ella y

Thornhill ya le habían causado demasiado sufrimiento.

_Me Temo que me he apartado de la compañía de la reina

por mucho tiempo. Debo retornar al castillo.

Mientras caminaban en dirección a los caballos, Rory le

agarró el brazo.

_Cómo están tus cosas , Cortney? _La voz de él era

cariñosa y suave. _Ya estás acostumbrándote a la nueva

vida lejos del Hawk?

Acostumbrándose? De repente, Cortney sintió un nudo en

la garganta. Cada día, las horas demoraban mas en pasar. Y

le parecía no había salida. Delante suyo, veía sólo

conspiración, complots e intrigas tramadas por un hombre

sediento de poder, en cuyas manos estaban su vida y la de

Thornhill.

_Lo Estoy _mintió ella, sintiendo el rubor cubriéndole

la cara. _En poco tiempo voy a sentirme completamente

cómoda en tu mundo.

Con esfuerzo, él contuvo la risa. Sería que ella no

sabía que sus ojos eran mucho mas elocuentes que sus

palabras?

_Creo que las rosas brotaran en la nieve antes de que

eso acontezca _dijo él riendo, mientras la ayudaba a

montar. –Precisas tomar lecciones sobre como mentir, mi lady.

Contagiada por la risa, Cortney tomó las riendas,

aguardando que él montase el garañón.

_Sólo por eso, tendré que vencerte en una carrera hasta

los establos.

Con una lleva presión del as piernas, la yegua salió

disparando . Sin volverse, Cortney concentraba todas sus

energías para evitar las ramas que rozaban sus cabellos y

arañaban su blusa. Podía oír, detrás suyo , el ruido de

los cascos del caballo de Rory aproximándose. Como la

senda se hizo bastante estrecha, consiguió impedir que la

pasase , murmurando palabras de aliento a la yegua. Cuando,

ya estaban próximos al establo, el camino se ensanchó,

Rory la alcanzó.

_Desiste _gritó él.

_Jamas!

Siguieron a un galope desenfrenado, lado a lado, hasta

que, pasando los establos, decidieron parar. Volvieron a

paso lento, las riendas sueltas, bajo la mirada atónita de

los muchachos de la caballeriza.

_Un poco y vos estarías mordiendo el polvo .

_Montas con un hombre _comentó Rory, después de dejar

el caballo a unos de los muchachos . _Quién te enseñó a

montar?

_Thornhill. Él me dijo que, cuando uno quiere dedicarse

a algo , sólo hay una postura a asumir.

_Y cuál postura es esa?

Ella tiró la cabeza hacia atrás, muerta de risa.

_La de un vencedor.

Al darse vuelta , Cortney se encontró con un hombre de

unos cincuenta años, extremamente atractivo, que la

encaraba, asombrado.

_Lord Edgecomb _exclamó Rory, saludándolo

efusivamente. _Cuándo llegó a Londres?

_Anoche _respondió Edgecomb, sin despegar los ojos de

Cortney. _Quién es esta adorable joven?

_Lord Edgecomb, permítame presentarle a lady Cortney

Thornhill, dama de compañía de la reina Henrietta Maria.

_Lady Thornhill _saludó Edgecomb, inclinándose sobre la

mano que ella extendía. _Es un placer.

_Lord Edgecomb es el primer magistrado en la corte del

rey _explicó Rory.

El título le provocó escalofríos a Cortney. Un juez

era la última persona con quien debería hacer amistad. Se

puso a observarlo. Los ojos eran oscuros y profundos. Los

cabellos blancos, así como las cejas, le daban la

apariencia de un león feroz. Se Vestía con elegancia y

sobriedad y sus modales eran los de un noble . Aunque fuese

juez, y el mas importante de toda la corte, Cortney pronto

presintió que se trataba de un hombre justo y digno. Con-

fiando en su intuición, decidió de inmediato que ese hombre

le gustaría .

Edgecomb estaba fascinado por la linda joven. Al

contrario de las pálidas y tímidas mujeres que

acostumbraban rodear a la familia real, esa joven revelaba

una personalidad fuerte. Él la había observado galopando

sin miedo ,cabeza a cabeza con el garañón de MacLaren.

Ella estaba determinada a vencer. Una aura salvaje la

envolvía. En sus bellas facciones , especialmente en los

ojos, algo lo intrigaba, le tocaba lo profundo del

corazón.

Miró a Cortney, cuyos cabellos sueltos estaban

enmarañados con hojas y heno .

_Espero que se mire al espejo antes de presentarse

ante la reina _comentó él, retirando una hoja seca de su

pelo . _Tal vez no crea que sólo salió a dar un inocente

paseo a caballo. _Dirigiendose a Rory, agregó: _Existen

muchos campos de heno próximos al castillo, MacLaren, y

algunas personas no saben la diferencia entre heno y una

revolcada en el heno .

Tirando la cabeza hacia atrás, Rory estalló en risas.

_Si la señorita y yo hubiésemos ido a divertirnos en

los campos de heno, no volveríamos a los establos a todo

galope, llamando la atención de todos.

_De hecho _rió Edgecomb y entonces se volvió hacia

Cortney. _La señorita hace todo del mismo modo que monta a

caballo, mi lady?

_Yo sólo sé vencer, mi Lord. Jamas fui derrotada.

_Jamas?

_Fui educada para vencer. O morir en el intento.

_Creo haber descubierto una rara joya . Si no te

importa, mi querida, me gustaría de conocerte mejor.

_Será un grande placer para mí, Lord Edgecomb.

Inclinándose él rozó los labios en su mano y , en seguida,

montó su caballo que el muchacho de la caballeriza le dio

las riendas.

_Estoy muy feliz de que haya retornado a Londres,

MacLaren. El rey está precisando consejos prudentes. _ Se

quitó el sombrero , saludándola. _Estaré ansioso por volver

a verla, mademoiselle.

Él partió en su caballo y Cortney continuó observándolo

hasta perderlo de vista.

_Un hombre muy sabio _murmuró Rory.

_Sabio en qué sentido?

_En este _respondió él, aproximándose.

Antes de que ella percibiese sus intenciones, Rory

comenzó a retirar las hojas y el heno pegados a los

cabellos de ella. Y, si los muchachos de las caballerizas

no estuviesen cerca, él habría sumergido las manos en la

cabellera revuelta y la habría besado con el ardor de un

hombre loco de deseo.

CAPITULO 12

Cortney, como de costumbre, retornaba de su paseo a

caballo acompañada por Rory e Lord Edgecomb. Como siempre,

ellos no habían encontrado a nadie en el parque privado del

rey. Cada día, se convencía mas de ser ese el lugar

perfecto para encontrar al mensajero de Richeliu y

pasarle las informaciones sin correr el riesgo de ser

sorprendida.

Hacia algunos días, ella había enviado un mensaje en

código. Esta noche, mientras los empleados estuviesen

durmiendo, daría inicio a la misión para la cual había

sido enviada a Inglaterra.

Sintiendo el rostro enrojecido por la expectativa,

desmontó. Su traje húmedo olía levemente a caballo y

cuero. Sus cabellos, cayendo en mechas en torno a su rostro

y sus hombros, le daban una apariencia de gitana. Su piel,

quemada por el sol, se destacaba de las pálidas mujeres de

la corte.

_Vencí una vez mas. Qué los retuvo? _provocó Rory y

Lord Edgecomb mientras desmontaban.

_Ahora entiendo porque siempre consigues vencer

_comentó Rory, entregando las riendas a un muchacho. _Vos

haces trampa.

_Pero, cómo el señor se atreve a insinuar semejante

cosa? _Sus ojos brillaban y la boca risueña sugería a Rory

un invitación a un beso.

_Vos arrancaste antes que cualquiera de nosotros

hubiésemos montado.

Lord Edgecomb asintió.

_Y aún así, si no hubiese escogido otro camino,

nosotros te habríamos alcanzado.

_Yo no dije que deberíamos partir juntos _la voz de

ella se mezclaba con risas. _Yo sólo afirmé que llegaría a

los establos antes que cualquiera de vosotros.

_E imagino que exigirás un pago de una moneda de oro,

no es así?

_De cada uno de los señores _confirmó Cortney.

_La señorita es muy dura en las apuestas _comentó

Edgecomb, mientras buscaba la moneda en su bolso.

_Lo soy , si. Y el pago no termina ahí. El señor me

prometió un juego de cartas.

_Esta mujer no tiene compasión. _Rindo, Lord Edgecomb

le ofreció el brazo.

Ella lo aceptó, enlazando el otro brazo en el de

Rory. En medio de risas, los tres caminaban despreocupados

por la senda que conducía al palacio.

Al principio, Cortney había encontrado a Rory y a Lord

Edgecomb cerca de los establos. Luego, sin embargo,

comenzaron a combinar para pasear juntos.

Cortney comenzaba a creer que podía contar con la

amistad genuina de ambos. Sentía mucho la falta de la

compañía de los tripulantes del Hawk, especialmente del

viejo Boney. A veces, la soledad llegaba a dolerle en el

pecho.

Aunque notase que Rory todavía alimentaba sospechas

respecto a ella , no tenía dudas de que, en momentos de

peligro, podía confiar en él. Cuanto mas conocía a Edge-

comb, mas se aseguraba de que su primera impresión había

sido correcta. Se Trataba de un hombre dotado de los mas

elevados principios morales; en varias ocasiones, había

demostrado consternación por los métodos violentos y los

motivos espurios utilizados por Lord Burlingame y otros

mas.

En sus cabalgatas diarias, los dos hombres criticaban

sin reservas, delante de Cortney, las intrigas del palacio;

sin embargo, en presencia de miembros de la corte, se

abstenían de cualquier comentario.

Cuando había dejado el atajo y entraron al palacio,

hubo un brusca cambio en la atmósfera despreocupada. En el

castillo, siempre había una tensión en el aire.

_Debo apresurarme para llegar a la sala de audiencia

del rey _se disculpó Lord Edgecomb, inclinándose delante de

Cortney. _Tal vez esta noche, luego que cenemos con la

familia real, pueda aceptar tu desafío para un juego de

cartas.

Observando a Lord Edgecomb alejarse, Cortney se

dirigió a Rory.

_Existe una tristeza que envuelve a Lord Edgecomb. Una

cierta soledad. Él no tiene familia?

_No. Su mujer y su hija murieron hace años. Él tuvo

varias oportunidades de casarse de nuevo. El propio rey se

empeñó para que su amigo contrajese matrimonio con un

miembro de la familia real. Pero Lord Edgecomb, determinado

a vivir solo , rechazó la idea.

_Tal vez él no estaba en condiciones financieras para

casarse otra vez.

Tirando la cabeza hacia atrás, Rory lanzó una

carcajada.

_Lord Edgecomb posee una de las mas bellas residencias

de Londres y una casa de campo en Sussex. Mas allá de eso,

su rebaño de ganado es grande, tiene buenas tierras para

la agricultura y decenas de arrendatarios.

_Entonces, tal vez él no pueda olvidar su primer y

único amor.

_Es verdad. Debe ser difícil olvidar el primer amor.

Esas palabras provocaron una tristeza inesperada en

Cortney.

Mientras se aproximaban a los aposentos de ella, Rory

se mostraba cada vez mas pensativo.

_Oí decir que la esposa de él era muy linda. Algunos

dicen que él casi murió de dolor con la muerte de la mujer

y de la criatura.

_Pobre hombre... _Ella se detuvo frente a la puerta

de su cuarto. _EN ese caso, hoy a la noche debo vencerlo en

el juego de cartas.

_Eso no tiene sentido, mi lady.

_Perder va a hacerlo olvidar la soledad. Al menos por

esta noche.

Riendo mucho, Rory tuvo que aceptar esa lógica tan

absurda. Cada día, esa extraña mujer le parecía mas

coherente, lo que podía ser peligroso.

La Admiró, enmarcada por los rayos dorados de la tarde

que se infiltraban por las ventanas altas. La belleza de

Cortney aumentaba cada día.

Percibiendo el deseo reflejado en los ojos de él, ella

se apartó.

_ Que Tengas un buen día, mi Lord.

_Hasta la cena, Cortney.

En aquella noche, Cortney quería mantener a mente

ocupada para no pensar en lo que haría mas tarde, a

escondidas, como si fuese un bandido .

Pasó una tarde agradable y a la noche, juntamente con

Rory y Lord Edgecomb, cenó con la familia real. Después,

Cortney y Lord Edgecomb se sentaron en la mesa en frente a

la chimenea y jugaron a las cartas. La reina bordaba

mientras Carlos y Rory estaban pensativos, y en silencio,

delante de un tablero de ajedrez.

Siempre que le ganaba a Edgecomb, Cortney reía con tal

placer que atraía la atención de todos.

Finalmente, Carlos se apartó del tablero.

_No consigo concentrarme con todo ese barullo —anunció

él sombríamente.

_Eso significa que el señor está en vías de perder la

partida, Majestad? _preguntó Cortney, levantando los ojos

de las cartas.

El rey quedó boquiabierto mientras Henrietta Maria

bajaba los ojos para esconder la sonrisa.

_El rey jamas pierde un juego que requiera estrategia —

declaró Carlos, como si fuese una proclamación.

_Y ahora sabemos por qué _prosiguió ella en el mismo

tono. _El rey se rehusa a terminar a partida cuando percibe

que corre el riesgo de perder.

_Creo, Carlos, que la señorita te dio un jaque mate

_comentó risueño Lord Edgecomb.

_No voy a desistir _declaró el rey, volviendo su

atención al tablero.

Una hora después, Rory comunicó, triunfante:

_ Jaque mate, Majestad.

Esforzándose al máximo para aparentar buen humor, el

rey tomó una jarra de cerveza con Rory y Edgecomb, antes de

retirarse a sus aposentos.

_No pienses que me resentí con tu insinuación de que

estuviese perdiendo la partida _Carlos dijo a Cortney,

antes de retirarse. A Él le gustaba la manera provocativa

de la dama de compañía, tan diferente al sometimiento de

las mujeres próximas a la familia real. _Pero estoy tan

exhausto por tomar tantas decisiones que necesito de

reposo.

_Yo también debo retirarme _dijo Lord Edgecomb.

_Cuánto fue lo que perdí esta noche, Cortney?

_Tres monedas de oro. _Los ojos de ella brillaron,

mientras él le entregaba las monedas. _Es media corona.

_Cuando acompañes lady Thornhill a sus aposentos,

MacLaren _murmuró Edgecomb - , asegúrate de que tu dinero

esté bien guardado, caso contrario, te garantizo que ella

va a apoderarse de todo.

_El señor me ofende. Yo sólo me apodero del que gané

merecidamente.

_Es verdad. Y si continuas así, dentro de dos semanas,

deberé considerarme afortunado en caso todavía posea mi

casa y las tierras.

_Las cuales, según oí decir, son muy valiosas —comentó

la reina.

_Imagino que puedo ser considerado , hasta cierto

punto, un hombre rico. _Edgecomb quedó pensativo por

algunos momentos. _Tal vez algún día la señora me de la

honra de ser mi huesped, Majestad. Y también su adorable

dama de compañía.

_Será un gran placer, Lord Edgecomb.

El magistrado hizo una respetuosa reverencia a la reina

y, en seguida, aproximó su rostro al de Cortney, besándole

la cara.

_Buenas noches, mi lady. Fue una noche extremamente

agradable.

_Buenas noches, mi Lord _respondió ella, sorprendida.

Rory y Cortney pidieron permiso para retirarse y se

despidieron de la reina.

_ Has traído mucha alegría a la vida de Edgecomb _dijo

Rory cariñosamente mientras caminaban por los corredores.

_Parece que si. Siento que él me quiere. Y yo tengo

mucho afecto por él. Es un hombre extraordinario. Su

amistad me honra mucho y llena el vacío de mi soledad.

_ Has recibido noticias de Thornhill y de los otros?

La pregunta la tomó de sorpresa. No deseaba hablar de

Thornhill esa noche. Ni pensar en la misión para la cual

Richeliu la había enviado a Inglaterra.

_Las distancias son tan grandes que tornan la

comunicación bastante difícil.

Rory no respondió nada . Había notado que ella no había

recibido ninguna carta de su padre. Le había Parecido muy

extraño que un padre tan rígido con su hija mientras

estaban a bordo, ahora, cuando ella se encontraba tan lejos

, no le enviase algún mensaje.

Cuando había llegado a los aposentos, Cortney sintió un

aprieto en el pecho. últimamente, ella y Rory habían

conseguido mantener relativa distancia. Sin embargo, había

notado una cierta contrariedad en su amigo cuando Edgecomb

le había besado la cara.

Fingiendo un bostezo, cubrió la boca con la mano.

_Estás cansada, Cortney.

_Es verdad. Fue un día bastante agradable pero largo.

Rory se rehusaba a partir.

_Entonces, te deseo buenas noches _dijo Después de

todo.

_Buenas noches, Rory.

Cuando le dio la espalda, ella sintió la mano de él

posarse en su hombro. Ansiaba volverse y ofrecerle los

labios. Pero ya era tarde y casi toda Londres estaba ador-

mecida. En ese momento, ella debería ocuparse de sus

asuntos oscuros . En su vida no había lugar para

romanticismo.

_Cortney.

_Si? _respondió, de espaldas a él, sintiendo un frío

recorrerle la espina dorsal.

_Duerma bien, mi lady.

_Vos también, Rory.

Con pasos vacilantes, entró en el cuarto y se

volvió . Con un leve sonrisa, cerró la puerta y entonces,

temblorosa, se apoyó contra ella, el corazón acelerado en

el pecho. Aguardó hasta que el sonido de los pasos

desapareciese por los corredores; corrió entonces al cuarto

de dormir y comenzó a ponerse la ropa de montar.

Espiando por la puerta de la cocina, Cortney vio,

aliviada, a la cocinera sirviendo un suntuoso banquete

sobre la vieja mesa.

Al percibir su presencia, la cocinera rechoncha

levantó los ojos.

_La señorita realmente cree que él vendrá?

_Él sería un idiota si perdiese una oportunidad como

esta, Mary. Es claro que él vendrá.

_Cómo puede estar tan segura de que no será

descubierta, mi lady?

Cortney atravesó la cocina, colocando el brazo sobre

los hombros de la cocinera.

_Esta noche, los únicos que estarán en los alrededores

del castillo seremos ... _paró para causar un efecto dra-

mático _ el caballero con quien voy a encontrarme y

yo .

_Es un caballero? _preguntó Mary, con los ojos

abiertos. _Será que él va a guardar nuestro secreto?

_Puedes estar segura de eso. Ahora voy a salir y enviar

a tu amante para que esté con vos.

_Oh, lady Thornhill _rió Mary, enrojeciendo vio-

lentamente. _Mi amante.

_Si John Fenton todavía no es tu amante, Mary, no tengo

ninguna duda de que ese banquete le va a hacer cambiar de

parecer.

Con una risa, Cortney salió de la cocina andando rápido

en medio de la oscuridad rumbo a un punto entre el bosque

y las praderas, donde los guardias acostumbraban patrullar

los alrededores del castillo.

_John Fenton _llamó Cortney, dirigiendose a una figura

montada en un caballo.

Guiando su caballo en dirección a ella, el caballero

se inclinó sobre la silla.

_ Es usted, mi lady?

_Yo misma. Mary te aguarda con un banquete digno de un

rey.

_ Gracias , mi lady. Los guardias la dejarán pasar.

Se sacó el sombrero con plumas, inclinándose con

deferencia. En seguida, partió a un trote rápido.

Cuando él desapareció, Cortney se apresuró en dirección

a los establos, donde ensilló un caballo.

La noche estaba negra como el carbón . No era posible

divisar la luna. No se veía una sola estrella en el cielo.

Había sólo una oscuridad total cuando entró en el bosque

denso.

El aire estaba pesado, preanunciando lluvia. Ella

había escogido un buen momento. Estaba tan oscuro que no

conseguía distinguir el cielo encima de las ramas de los

árboles. Aunque, aunque todo estuviese saliendo de acuerdo

con lo planeado, el corazón se le disparaba en su pecho.

Sólo volvería a la normalidad después que estuviese a salvo

en su cuarto.

Vestida con pantalones ajustados prestados por uno de

los muchachos de caballeriza, los cabellos y el rostro

escondidos por un gran sombrero de fieltro oscuro, el

cuerpo protegido por una capa gruesa y oscura, ella se

tornaba invisible en el bosque oscuro.

Inclinada sobre la montura, las hojas húmedas le

rozaban el rostro. Las Ramas se partían con el encuentro

contra su cuerpo. Una ave nocturna lanzó un chillido

angustiante que la sobresaltó.

El bosque se cerraba en torno a ella como una tumba

fría y húmeda. Asustada con esa idea, hizo que su caballo

apresurara el paso, hasta que el bosque dio lugar a un

descampado.

Finalmente, había conseguido liberarse de la opresión

del bosque. La oscuridad era tan completa que apenas podía

ver la colina delante suyo. Desmontó, dejando el caballo

en el borde del descampado y subió a colina. Con los brazos

en torno a su cuerpo para protegerse del frío, paró

delante de la senda que conducía al Támesis.

En pocos minutos, oyó el ruido de los cascos y el

relincho de un caballo. Esforzándose por ver a través de

la oscuridad sólo pudo divisar la silueta del caballo y

del caballero. Ella dio la señal, un silbido corto, y el

caballero se detuvo. En seguida, escuchó la voz de un

hombre:

_Traigo saludos de su patria.

Cortney se relajó. Era la contraseña.

_ Envío saludos a nuestro buen amigo.

Cuando él se aproximó, Cortney percibió que no era mas

que un muchacho. La mano que extendió hacia ella temblaba.

Le Entregó una hoja de papel.

_El cardenal le pide que lea esto y lo destruya de

inmediato.

_Está bien . _Ella entregó al mensajero otra hoja de

papel. _Esta es una lista de quejas que están siendo

presentadas por el Consejo del rey. Richeliu debe ser

informado de que Carlos está siendo alentado por Burlingame

a perseguir a los católicos de Inglaterra.

_Qué pasará con Henrietta Maria? _preguntó el

muchacho.

_Ellos pueden usarla como ejemplo.

Por la respiración de él, ella pudo percibir el

impacto de la información. Toda Francia empuñaría las

armas si la venerada Henrietta Maria sufriese cualquier

humillación en manos de los ingleses.

Antes de irse, el muchacho guardó el pedazo de papel

en una bolsa.

_Nuestro amigo enviará otra mensaje mañana.

_No _respondió Cortney, de repente invadida por el

pánico, agarrándole la manga. _Tan pronto no puedo volver a

arriesgarme.

Escondiendo el rostro, el muchacho enterró el sombrero

en su cabeza.

_Nuestro amigo está muy preocupado por la salud de su

padre.

_Qué estás diciendo? _Cortney sintió su sangre

congelarse en sus venas.

_Richeliu previó su renuencia a cooperar. Él no se

someterá a ningún argumento. Se encontrará con el mensajero

de él siempre que le sea ordenado, en caso contrario la

salud de su padre podrá verse afectada.

Cortney tragó la blasfemia que casi se le escapa. El

muchacho transmitiría a Richeliu cualquier indicio de

vacilación que ella demostrase.

_Está bien _asintió ella. _Encontraré al mensajero

mañana.

Sin una palabra mas , el muchacho desapareció por la

senda, en la oscuridad. Por largos minutos, Cortney

permaneció allí, paralizada, la respiración, entrecortada.

Después de tantas tribulaciones, casi había provocado la

muerte de Thornhill por un simples acto de rechazo. Cuando

aprendería que Richeliu, así como Burlingame, manipulaban

el poder para alcanzar sus fines egoístas? Ambos eran

hombres implacables. Poco les importaba quien muriese o

quien viviese. Sólo se preocupaban de ampliar el alcance

de su poder. Si pretendía que ella y Thornhill

sobreviviesen, debería obedecer a todas las ordenes de

Richeliu hasta que la misión estuviese cumplida. Por mas

que se sintiese aterrorizada. Cuando la respiración comenzó

normalizarse, Cortney pasó a prestar atención a los ruidos

de la noche. Podía escuchar los sonidos ahogados de los

cascos del caballo del mensajero francés alejándose en

dirección al Támesis.

Guardó el papel en el bolsillo de sus pantalones y se

cubrió la cabeza con el sombrero. Descendió rápidamente la

colina y escogió la senda que conducía al descampado

oscuro. Acariciando el flanco de su caballo, tomó las

riendas sueltas, preparándose para montar.

Pronto , muy pronto , pensó aliviada, estaría de vuelta

en sus aposentos en el palacio.

Al colocar el pie en el estribo, de la oscuridad surgió

una mano fuerte que la agarró rudamente por el hombro.

Dios del cielo! , ella había sido descubierta. Alguien

había estado allí, escuchando la conversación que ella

había mantenido, en voz baja con el mensajero de

Richeliu.

Reconoció la voz de Lord Burlingame.

_ La señorita es una experta . Y de veras inteligente.

Nadie jamas podría encontrarnos aquí. _Ella se encogió

para que él no la tocase, invadida por la repulsa al

escuchar su risa cruel. _Y durante todo ese tiempo me hizo

creer que no aceptaba la idea de tener un affair secreto

conmigo.

CAPITULO

El grito quedó ahogado en la garganta de Cortney.

Estaba demasiado aterrorizada para emitir algún sonido.

Qué ganaría con gritar por socorro? Estaba muy lejos del

castillo para que alguien escuchase su ruego. No había

buscado el lugar mas apartado de Londres para cumplir su

inescrupulosa misión? Y ahora ese mismo propio aislamiento

se volvía contra ella.

_Creo que debes saber lo que se habla sobre vos en la

corte, mi lady. _La voz pastosa y aguda de Burlingame la

enervaba, casi tanto como la mano ruda que la agarraba por

la capa. _Se dice que la señorita es una virgen intocable.

Eso es verdad?

Cuando ella se rehusó a responder, él la abofeteó con

tanta fuerza que su cabeza quedó colgando hacia un lado.

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras él prosiguió con

violencia:

_No eres una grande dama para mí, lady Thornhill. Yo sé

que no cabalgaste hasta aquí para disfrutar del ameno

clima.

Como para confirmar las palabras de él, una serie de

rayos iluminó el cielo oscuro. Momentos mas tarde, truenos

estremecieron la tierra, retumbando a la distancia.

Cortney temblaba incontrolablemente.

Burlingame la empujó al encuentro de su pecho, hasta

que sus rostros casi se tocaron.

_ La señorita planeaba encontrarse con alguien aquí,

mi lady? Quién podría ser esa persona?

_Nadie . _Con las manos intentó, en vano, desprenderse

de las garras de él.

Sacudiéndola bruscamente por los hombros, la apartó un

poco de sí.

_Por qué razón la adorable dama de compañía de la reina

estaría vestida con esta ropa ? _Dio una carcajada,

lanzando la cabeza hacia atrás. _Pantalones de hombre, mi

lady? Y una capa de lana gruesa ? _La risa desapareció. El

rostro de él, de repente fue iluminado por un rayo, estaba

crispado de odio. _Antes del amanecer, la señorita me

contará con quien había arreglado encontrarse en este

lugar. O ... _una sonrisa cínica se dibujó en sus labios

—, voy a llevarla al Consejo del rey.

Los temblores incontrolables de Cortney le provocaban

gran excitación. Quería verla temblando de miedo. Quería

que implorase y se arrastrase delante de él. Se Excitaba a

medida que sentía su poder aumentar sobre ella. Poder. Para

él era mas vital que el alimento, el agua o la riqueza.

Poder. El poder sobre la vida y la muerte de otro hombre.

El poder de despoja a un noble de sus títulos y sus

tierras. El poder capaz de transformar la altivez de sus

mujeres en humildad, haciéndolas implorar por compasión.

Burlingame pronunció cada palabra con muy mucho cuida-

do, saboreando el efecto que causaba.

_Ahora, lady Thornhill, harás exactamente lo que te

ordene.

Cortney lo miraba con los ojos abiertos. Cuando otro

rayo clareó la noche, descubrió que tenía delante de sí el

rostro maligno del propio demonio. Los labios se retorcían

en una sonrisa feroz. Los ojos brillaban triunfantes. Las

manos, como tenazas, apretaban sus brazos con tanta fuerza

que dejó escapar un grito ahogado de dolor.

_Duele mucho, mi lady? _preguntó él, apretando todavía

mas los brazos, hasta sentirle los huesos. _Perfecto.

Quiero que sufras, tanto como me hiciste sufrir todos estos

días y noches, deseándote . _Se pegó a ella. _No tienes

derecho a rechazarme. Soy el primer consejero del rey. No

hay nada que me puedas negar. _ Le Arrancó el sombrero y

pasó la mano por sus cabellos sedosos. _Si osaras

rechazarme una vez mas, pagarás por eso, así como los otros

que han osado enfrentarme.

_No haga eso, Lord Burlingame _dijo Cortney, la voz

entrecortada. _Lo que está haciendo es un error.

_Error ? _Los ojos de él estaban enfurecidos.

Arrancándole la capa, fijo la mirada en la delicada

camisola que ella vestía por debajo. _No es un error que

una señorita se vista como un muchacho y cabalgue en medio

de la noche para encontrarse con su amante? No es un

error que ocultes tu belleza bajo una capa gruesa?

Con las mano en sus hombros, él rasgó el fino tejido .

El sonido de sus ropas siendo rasgadas llenó de lágrimas

los ojos de Cortney, que ella enjuagó con el dorso de su

mano No eran lágrimas lo que ahora necesitaba sino

coraje.

_El primer consejero no se equivoca jamas _murmuró

Burlingame. _Soy yo quien hace las leyes, mujer. Y vos me

vas a obedecer.

Observando los ojos vidriados, Cortney entonces

percibió que el hombre estaba loco. En su locura él se

consideraba mas poderoso que el propio rey.

Cuando se tiró sobre ella, Cortney levantó el pie y con

la bota atinó con toda la fuerza su virilidad. Él gritó de

dolor. Cortney se desprendió y comenzó a correr.

La lluvia, que hasta entonces apenas amenazaba con

caer, finalmente había desatado. Gruesas gotas chocaban

contra las hojas y los arbustos. Desesperada, Cortney se

metió en el bosque dejando su caballo atrás. Podía

escuchar los pasos fuertes de Burlingame.

_Vas a pagar muy caro por esto _gritó él, agarrando

una mecha de sus cabellos.

Ignorando el dolor, ella una vez mas se desprendió y

continuó corriendo. La lluvia había empapado sus

pantalones y se pegaban a su piel desnuda. Corría

ciegamente, sin importarle haberse salido de la senda

conocida y seguir penetrado el denso bosque.

Con un salto, Burlingame le agarró el tobillo, gritando

victorioso.

_Ahora, prostituta , pagarás no sólo con tu virtud sino

también con tu propia vida.

Ella cayó en el musgo, luchando para liberarse de las

manos de él.

_No me gusta que mis mujeres sean tan ágiles. —

Burlingame le sujetó las manos encima de la cabeza. La

Inmovilizó con su propio cuerpo.

Casi sin aliento, Cortney movía la cabeza de un lado al

otro, desesperada, intentando evitar que sus bocas se

tocasen.

_Estoy viendo que la única manera de hacer que dejes

de luchar es infligiéndote dolor. Tanta dolor que,

finalmente, no podrás rechazarme.

_Para poseerme antes tendrá que matarme.

_Se fuera necesario. _Él dio una carcajada y,

agarrándole las dos manos, desenvainó una daga de la

cintura. Amenazador, pasó la daga lentamente a lo largo del

cuerpo postrado de Cortney.

_Tan esbelta, mi lady. Un cuerpo... perfecto.

Jamas, jamas ella había sido tocada de manera tan ab-

yecta por hombre alguno . Durante muchos años, había sido

mantenida lejos de ellos. Hacia pocos meses, había

comenzado a soñar con el contacto cariñoso de un amante.

Todo eso sería destruido por los deseos viles de ese

hombre.

Ella sentía un hilo de sangre escurrirse por su cuerpo,

mientras él continuaba deslizando la lamina afilada sobre

ella.

Él escuchó un sollozo ahogado.

_Bien . La señorita no es tan fría e insensible como

aparenta. Ahora, mi lady, dime el nombre de aquel con quien

ibas a encontrarte esta noche. Yo mismo iré a buscarlo

mañana para contarle que fui yo quien tomó su lugar para

disfrutar... de tus favores.

Para no gritar, Cortney se mordió el labio.

Él presionó la punta afilada de la lamina en su

garganta.

_Un lindo cuello...

Ella intentó tragar, pero no lo conseguía. Cualquier

movimiento, por menor que fuese, le causaba dolor.

_Dime. Quién era el hombre?

Una voz grave resonó en la oscuridad.

_Era yo el afortunado hombre, Burlingame. Y ahora

tendrá que vérsela conmigo.

La claridad de un rayo iluminó el cielo por un instante

y Cortney vio a Rory parado al lado de ellos. En su mano

brillaba el cabo ornamentado de una espada, cuya punta es-

taba apuntada directamente a la frente de Burlingame.

Por un largo momento, Burlingame quedó petrificado. De

todos hombres de Inglaterra, este escocés era el único que

no le temía. Por ser de otra nacionalidad, el Consejo del

rey no tenía autoridad sobre sus tierras o sus títulos.

Debido a la profunda amistad con Carlos y las estrechas

relaciones de su país con Inglaterra, MacLaren no podía

ser intimidado por las amenazas de Burlingame.

_Apártese de la mujer _dijo Rory, con furia contenida.

Lo que realmente deseaba era traspasar a Burlingame con la

espada repetidas veces. Cerró la mano con fuerza en el cabo

de la espada, lista para asestar el golpe al animal que

había osado atacar a Cortney. Era eso lo que Burlingame

era. Un animal que atacaba traicioneramente. Un animal al

que le gustaba perseguir y matar a su presa. Si No

hubiera sido el código de honra lo que había guiado a Rory

desde la mas tierna edad, él se habría batido con aquel

demonio sin vacilación. Se Valió de toda su fuerza de

voluntad para no matar a Burlingame en ese exacto momento.

Burlingame se arrodilló, mirando de reojo la figura de

pie a un lado. Si fuese bien rápido, si fuese astuto

podría usar a la mujer como escudo contra la espada del

escocés. La habilidad de MacLaren con la espada era legen-

daria. Y, aunque Burlingame fuese un hábil espadachín, no

tenía chance de vencer al escocés.

_De pie cobarde. O vos sólo sabes luchar contra mujeres

indefensas?

Soltando un torrente de improperios, Burlingame se puso

de pie y desenvainó la espada.

Todavía aturdida por la llegada de Rory, Cortney rodó a

un lado t se sentó encogida sobre el musgo mojado. Él

tenía que vencer. Precisaba vencer. O ella perdería todo.

Perdería el hombre que poseía su corazón, perdería su

virtud y su propia vida. Pero si perdiese a Rory, percibió

con súbita claridad, su virtud y hasta su vida no mas

tendrían sentido.

Mientras los dos hombres levantaban las armas, las

manos de ella se crispaban. Si hubiese un arma, habría

luchado de buena voluntad con el bandido que la había

atacado. En vez de eso, estaba obligada a asistir al duelo,

indefensa.

_Entonces, MacLaren _vociferaba Burlingame, mientras

cruzaban las espadas. _ Mata a tu superior para después

escabullirte en la oscuridad para mantener un affair con

la dama de compañía de la reina.

_No le debo explicaciones. _Rory dio un paso atrás,

evitando el golpe del adversario.

_Responderás por esto a Carlos! _El consejero se

agachó, sintiendo una lamina afilada pasar cerca de su

oreja. A pesar de la lluvia, transpiraba profusamente.

_Prepárese para encontrarse con su Dios —- dijo Rory,

moviéndose con destreza para dar el golpe fatal. Con una

estocada precisa, rasgó la camisa de Burlingame desde el

puño hasta el hombro.

En estado de shock, el primer consejero dejó caer su

espada. Acorralado contra un árbol, vio la lamina rasgarle

la túnica, exponiendo su pecho desnudo. Rory se quedó

inmóvil, la punta de la espada apoyada en el pecho de su

adversario, directo a su corazón.

_No me mate, MacLaren, se lo imploro. _El puñal que

aseguraba en la otra mano cayó al suelo cuando él levantó

los de los brazos, suplicando.

Cortney escuchó la voz llorosa y aterrorizada mientras

esperaba que Rory pusiese fin a la vida del enemigo.

_Vos estabas por tomar algo muy precioso de esta

señorita _gruñó Rory.

_Piedad , MacLaren. Yo le imploro, tenga piedad.

_Es ese el hombre que jamas demostró compasión? Cuántos

hombres le imploraran por sus tierras, títulos o por sus

mujeres? _Rory dio un paso al frente, mirando con desprecio

al rostro de su enemigo. _Cómo se atreve a implorar por

piedad, señor?

_En nombre de mi soberano, Carlos I de Inglaterra,

imploro su compasión.

Atontada, Cortney se arrastró hacia delante y, con un

pequeño gemido, agarró el puñal a los pies de Burlingame.

Por un instante, Rory la miró sin decir una sola

palabra. Alrededor de ellos, a lluvia se desataba sobre el

bosque que parecía desprovisto de cualquier otro sonido.

Por primera vez, él percibió el sollozo ahogado de su

llanto.

Dios del cielo! , Cortney estaba herida. Bajó los ojos

hacia la criatura encogida a sus pies, aferrada

desesperadamente al puñal. Ella necesitaba de él. Nada

importaba mas.

_Vayase . Antes de que lo mate aquí mismo. _Mientras

Burlingame se inclinaba para recoger su espada, Rory lo

amenazó: _Nunca mas se aproxime a la señorita. O, entonces,

le juro que tendrá que vérselas conmigo.

Burlingame envainó su espada y corrió en dirección al

palacio. Antes de que él desapareciese, Rory cayó de

rodillas delante de Cortney.

Está vivo, pensó ella, mientras él la envolvía en los

brazos. Finalmente, en sus brazos, ella estaba a salvo.

_Dios del cielo, qué fue lo que él te hizo? _Con todo

cariño, Rory le cubrió su desnudez envolviéndola con su

capa. Entonces, la anidó en sus brazos, envolviéndola como

si fuese una criatura.

Ella temblaba. Temblaba tan violentamente que no se

controlaba mas . El gesto cariñoso hizo con que las

lágrimas contenidas aflorasen. Con los brazos en torno al

cuello de él, lloró tanto que pensó que su corazón se iba a

despedazar.

_Él está completamente loco _murmuró, la voz

entrecortada por los sollozos.

_Lo sé. Toda Inglaterra parece saber eso. Todos,

menos el rey.

_Oh, Rory! Quiero ir a casa.

Casa. Fue invadido por una oleada de ternura por la

mujer que tenía en sus brazos. Sería que, algún día, ella

tendría un lugar, un país que pudiese considerar su casa?

Rory montó en su caballo y la acogió contra su pecho.

Lentamente, dejaron el a bosque y llegaron al parque del

rey, donde el caballo de Cortney aguardaba pacientemente .

Agarrando las riendas, Rory las sujetó a su silla.

Entonces, todavía abrazándola, dirigió su caballo rumbo al

palacio.

Ella no pronunció una sola palabra, aferrada a él con

tal determinación que lo asustaba. Envolviéndola con el

brazo, la pegó a su pecho, como si de esa forma pudiese

protegerla del mundo sombrío que los rodeaba.

Cuando se vio protegido por los muros que rodeaban el

palacio, Rory entregó los caballos a un joven y la cargó

por las largos escalinatas hasta los aposentos de ella.

La Colocó con cuidado sobre la cama en frente a la

chimenea del cuarto de dormir. Y luego se dedicó a

reavivar el fuego .

Con paños humedecidos, le limpió el cuerpo de la su-

ciedad y de la sangre. Aunque ella quisiera eludirlo ,

estaba demasiado exhausta para luchar contra él. Rory

estaba preocupado pues, aunque le permitía tocarla ,

ella lo miraba desconfiada.

Cuando terminó de bañarla, la envolvió en su capa

caliente y confortable. Colocó diversas almohadas y se

recostó atrayéndola contra sí.

Ella no decía una sola palabra, los ojos fijos en el

fuego. Aunque Rory tuviese centenas de preguntas para

hacerle, decidió callarse. Ella había sido brutalmente

agredida y estaba en estado de shock. En ese momento

necesitaba de cuidados cariñosos y de una sensación de

seguridad. Dejando sus aprensiones de lado, se ocupó de

ella.

Cuando la anidó nuevamente contra su pecho, sintió una

oleada de calor, el deseo voraz que afloraba cada vez que

la tocaba. Ella quedaría perpleja si supiese el rumbo de

sus pensamientos. Si pudiese, él se echaría con ella y la

amaría hasta borrar de su mente todo el tormento causado

por Burlingame. Harían el amor hasta que la luz de la

mañana entrase por las ventanas. Y entonces se amarían una

vez mas, hasta que los deseos fuesen saciados.

Se esforzaba por apartar tales fantasías. Cortney, a

pesar de toda su fuerza, estaba especialmente vulnerable a

los ataques de Burlingame por haber sido excesivamente

protegida de los hombres.

La violencia de aquel animal la dejaría de aún mas re-

celosa em relación a los placeres del sexo. Por ahora, él

debería controlar su lujuria . Las necesidad de ella eran,

por lejos, mucho mas importantes. Y ella deseaba aprender

nuevamente a confiar en alguien.

Finalmente, inclinándose sobre las almohadas, percibió

que Cortney comenzaba a relajarse. En los brazos de él,

estando segura, ella mantenía la mirada fijo en las llamas

que danzaban en la chimenea, hasta que los párpados se

cerraron. Él sintió el calor de su aliento mientras se

sumergía en un sueño profundo. Suspiraba y gemía con

frecuencia. Y, en la mano crispada, sujetaba el puñal de

Burlingame.

CAPITULO 14

Los Rayos de sol penetraban por las ventanas altas,

bañando a la pareja recostada en las almohadas en una luz

dorada.

Cortney despertó temblorosa de miedo. La mano se cerró

sobre el puñal. Ningún hombre jamas volvería a tratarla

como Burlingame lo había hecho. Ningún hombre jamas

volvería a tocarla sin su permiso. Dio un suspiro profundo

para calmar los nervios a flor de piel y entonces se acordó

de que Rory la había salvado de la crueldad de Burlingame.

Allí en su cuarto, ella estaba a salvo. Segura, al lado

del hombre que la había rescatado. Sintió un peso extraño

sobre su hombro. Rory. Sin abrir los ojos, sabía que era

él. Él estaba abrazado a ella como había permanecido

durante toda a noche.

Cortney podía oír el estallido de la leña siendo

devorada por las llamas. Echada, inmóvil, absorbía las

extrañas sensaciones que la asaltaban. La respiración suave

sobre una mecha de cabellos en su frente, los brazos

fuertes envolviéndola, transfiriéndole calor... Se sentía

deliciosamente caliente.

Entonces, miró el puñal sujeto en su mano. Sus dedos

estaban doloridos y rígidos por haberlo sostenido por tanto

tiempo. Transfirió el arma a la otra mano, osando, por

primera vez, aflojar la presión. Flexionó entonces cada

dedo, sintiendo la sangre fluir.

Al abrir los ojos se encontró con Rory mirándola con

ternura.

_Eres tan adorable cuando despiertas como cuando estás

dormida _murmuró él.

Cortney enrojeció. Por cuanto tiempo habría estado él

observándola?

_Gracias, mi Lord.

_Por verte linda?

Ella sonrió encantadoramente . Su manera de ser, tan

peligrosa cuando estaba con odio y tan dulce cuando estaba

feliz, era adorable.

_Por salvar mi honra. Y mi vida.

La Sorprendió posando los labios en su frente. Con odio

inesperado, él se desahogó:

_Debería haberlo matado. Pero no podía pensar en nada

mas allá de tu seguridad.

_Shhh. _Ella le tocó los labios con el dedo, sintiendo

sucesivas oleadas de calor recorriéndole el cuerpo. —No

hables de él, Rory. DE sólo de oír ese nombre, siento mi

sangre congelarse. _Luego de algunos momentos en silencio,

ella prosiguió: _Me Siento agradecida de que mi salvador

sea un espadachín habilidoso.

_Vos estaba preparada para tomar mi espada y terminar

el trabajo, en caso que yo muriese ?

Cómo podía él jugar con la idea de perder la vida?

_Es el pensamiento ni se me ocurrió. Siempre supe que

vencerías al maldito en cualquier tipo de lucha.

_ Verdad? _Sonrió él.

Tendría ella consciencia de cuan tentadora estaba en

ese momento? La capa se le había deslizando de sus hombros,

revelando la piel clara y suave. Él observó la curva entre

sus pechos y deseó apoyar sus labios allí. El Sólo

pensamiento lo dejaba paralizado.

_Mi lord eres un espadachín casi tan bueno como yo.

Él sonrió con el comentario hecho de modo tan directo.

_ Es muy gentil de tu parte decir eso. Tu destreza

sólo es igualada por tu extrema humildad, mi lady.

_Por qué debería yo fingir humildad? Thornhill dijo que

nunca se debe ser modesto respecto a los propios talentos.

Con la mención del nombre de su padre, la sonrisa de

Rory desapareció. Él podría jurar que Thornhill tenía algo

que ver con la cabalgata nocturna de la hija.

Prudentemente, guardó sus pensamientos para sí.

_Nosotros dos formaríamos una dupla invencible,

Cortney.

Las palabras de él la emocionaron , pero resolvió

ignorarlas.

_Yo lucho sola.

_Yo no estaba me refería a las luchas. _ La boca de

Rory casi tocaba la de ella. Sus ojos se estrecharon

mientras estudiaba el contorno suave de los labios de

Cortney. Tenía que probarlos.

Rory buscó su mirada. Lentamente, deliberadamente, se

inclinó en busca de sus labios. Rozándolos levemente, los

sedujo hasta que se entreabrieron para él.

_Yo estaba hablando de amor.

El beso fue repentino, devastador. Las llamas los

invadieron; se aferraron ciegamente, abrazándose con tanta

fuerza que les faltaba la respiración.

Él sentía el corazón de ella pulsando acelerado.

Suavemente, introdujo la mano bajo la capa. Cuando tocó la

piel caliente, sintió una emoción tan fuerte que se

estremeció. Dibujó con los dedos la curva suave del

vientre, dejando los dedos correr libres sobre el cuerpo

hasta el pecho. Le Envolvió el seno y entonces sintió su

reacción asustada. Antes que ella pudiese apartarse, la

besó con pasión, los dedos haciendo círculos lentos

alrededor del pezón erecto.

La voluptuosidad de su propio deseo asustó a Cortney.

Jamas, jamas había sentido esa excitación. Se Había

apoderado de ella de modo tan súbito que no había tenido

tiempo para mantener el control. Entonces, se abandonó a

las sensaciones que parecían haberle robado toda fuerza.

Rory no esperaba esa reacción. Durante la noche, había

conseguido controlarse, mientras intentaba confortarla.

Ahora, besándola, abrazándola, daba rienda suelta a la

pasión. No era meramente el deseo que lo incitaba. Él

precisaba de ella con una urgencia nunca antes había

experimentado. Esa mujer había invadido su mente,

atormentaba su alma hasta él no dejarlo razonar. Sólo

sentir.

Para Cortney, la acogida de aquellos brazos era el pa-

raíso. Eran suaves, delicados y, al mismo tiempo, firmes.

Y ella era una mujer desprovista de cualquier artificio

cosmético femenino. Una criatura inocente en un cuerpo

perfecto de mujer. Cuando el beso se volvió mas

apasionado, la sensatez se evaporó.

_Mi lady. _Una criada golpeó la puerta y entró. Delante

de la escena inesperada, se paró en seco, alarmada.

Entonces retrocedió para dejar el cuarto.

_Lo Siento mucho, señora. Yo sólo quería ayudarla en

los preparativos de la mañana.

Cortney sumergió entre las mantas , su cara cubierta de

rubor. Viéndola tan consternada, Rory no consiguió evitar

la risa, a pesar de su propia frustración. Dijo a la

criada:

_Vuelve dentro de algunos minutos. Lady Thornhill ya

estará preparada.

Después que la criada salió, Rory desató su risa.

_Mi lady, te queda muy bien el rojo.

_Rojo? _Altiva, levantó las cejas.

_Te pones roja con mucha facilidad. Cuando la criada

hubiera terminado de contarle a los otros lo que presenció,

todos en el palacio sabrán que pasaste la noche en mis

brazos.

Ella se desprendió, y se puso de pie, envolviendo la

capa alrededor de su cuerpo con toda la dignidad posible.

_Yo diré que estaba indispuesta y que vos viniste en mi

auxilio.

_Cuanto mas intentes explicarlo, peor será.

Él se levantó y se aproximó a ella, tocándole la cara

con los dedos. Con enorme ternura, se inclinó rozándole los

labios con los suyos.

_No debes ninguna explicación, Cortney. Excepto, cla-

ro, aquella que vos me debes a mí. _Viéndola retroceder,

agregó: _Cuando te sientas mejor, conversaremos.

La puerta se cerró detrás de él, y Cortney se dejó caer

en la cama, desalentada. Él había salvado su vida. Por lo

tanto, merecía saber lo que la había hecho salir del

palacio por la noche. Sin embargo, si él supiese, estaría

obligado a llevar la información al rey. Información que le

costaría la vida.

Apresurándose para hallar sus pantalones, ella encontró

el mensaje, todavía doblada en el bolsillo. Desdoblándolo,

lo leyó con rapidez.

Mi querida

El complot para deponer al rey deberá ser puesto en acción cuando estén

identificados los individuos que puedan asociarse a nosotros. Envía nombres

en quien podamos confiar para el cumplimento de nuestra misión.

R.

Tirando el papel al fuego, Cortney se quedó observando

las llamas consumir la hoja de papel. Estaba Envuelta en

una trama de conspiración que la enojaba. Aún así, no veía

ninguna salida a no ser cooperar para que Thornhill

viviese. La elección entre su vida y la de su padre no

brindaba opción alguna.

Cortney pasó gran parte del día en sus aposentos,

alegando un fuerte malestar. Henrietta Maria la visitó al

final de la tarde, acompañada por un séquito de criadas que

traían sopas humeantes y tés de hierbas. Le Contó que Lord

Burlingame también se había ausentado de la corte.

_Me Contaron que él tiene fiebre y escalofríos . El

médico del rey afirmó que mañana él estará bien para

presentarse en la corte. Y vos? _preguntó. _Estarás lo

bastante fuerte para sentarte a mi lado en la corte mañana

?

La idea de enfrentar Burlingame hizo que el estomago

de Cortney se revolviera.

_Claro que si, Majestad. Mañana estaré bien.

_Entonces debes descansar. _La reina observaba a

Cortney reclinada en un diván delante de la chimenea.

Sentándose, corrió su mano sobre la cubierta de piel. _Tal

vez el escocés pueda ser persuadido de volver para

ayudarte a... descansar.

_Majestad!

_Oh, Cortney! _La reina le tomó la mano. _No te sientas

tan ofendida. En todo el palacio no se habla de otra cosa.

_Pero yo no... Él no... _Percibiendo que no conseguiría

explicarse , se calló.

_Mi querida. Todos hacen eso. _Henrietta Maria bajó los

ojos por un momento. _Por lo que me dijeron, hasta mismo el

propio rey.

Consternada, Cortney no consiguió encontrar las

palabras adecuadas que pudiesen traer algún alivio al dolor

revelada en la voz de la joven reina. En la corte, se

corrían rumores de que el rey, incitado por Lord

Burlingame, ya estaba decidido a abandonar a su joven

esposa y cambiarla por una noble inglesa, mas adecuada para

el trono.

_Pero vos _bromeó Henrietta Maria _ precisas aprender a

ser mas discreta. El palacio hervía de rumores hoy . Si

fueras a tomar un amante, encuentra un lugar protegido de

los ojos aviesos.

_Pero yo... _Cortney vaciló. Qué había dicho Rory?

Cuanto mas intentase explicar, peor sería la situación. —

Gracias, Majestad. No olvidaré eso.

La reina le brindó una sonrisa cariñosa.

_Ahora descansa . Hoy, en la corte, sentí tu falta.

Cuando volvió a estar a solas, Cortney se recostó y,

exhausta, recomenzó a hacer planes. Esa noche, cuando el

palacio estuviese en silencio, ella debería, una vez mas,

enfrentar los peligros del bosque. Richeliu había ordenado

que ella encontraría con el mensajero. Y, aunque temiese

los peligros de esa aventura, temía mucho mas la ira del

cardenal.

Disimulando un bostezo, Rory colocó la jarra de cerveza

sobre la mesa. El rey Carlos, sin la compañía de Lord

Burlingame cuyos comentarios cínicos siempre lo hacían

reír, exigió que Rory le hiciese compañía después de cenar.

A Rory, le parecía muy triste que el rey comenzase a

buscar placeres que lo apartasen de su joven esposa por

largos períodos. Era lamentable, pues los dos monarcas, tan

solitarios, podrían apoyarse mutuamente. Podrían, pero

probablemente no lo harían. Cada uno de ellos había sido

prevenido por sus asesores de desconfiar del otro.

Henrietta Maria, siempre aconsejada por el clero, se

sentía en la obligación de preservar la fe, especialmente

en Inglaterra, donde se perseguían a los católicos.

Carlos, incitado constantemente por Burlingame, se

sentía compelido a asegurar a su pueblo que los franceses

intrusos serían mantenidos en su debido lugar. Si eso

representase alguna humillación para la reina, que así

fuese.

_Estás muy cansado, MacLaren?

_Lo Estoy , Majestad.

_Tal vez _el rey guiñó un ojo _lady Thornhill exija

mucho de un hombre, obligándote a desvelarte toda la

noche.

Rory sonrió sin decir nada. Durante el día, había oído

los rumores, había sentido las miradas curiosos y

aguantado las risitas y los comentarios a su paso. Y no

había dicho una sola palabra sobre el asunto.

_Buenas noches, MacLaren. _El rey se levantó

tambaleante después de haber vaciado varias jarras de

cerveza.

Juntos, subieron las largas escalinatas. El rey siguió

hacia la derecha en dirección a los aposentos reales y

Rory, a la izquierda, rumbo a los aposentos reservados a

los huéspedes de la familia real.

Cuando alcanzó la puerta del cuarto de Cortney, se

paró. Se había sentido la falta de su adorable rostro en la

corte. Incontables veces, su pensamiento había vuelto hacia

ella. El miedo la habría abandonado? Finalmente ella

habría soltado el puñal o todavía lo tendría en su mano?

Se acordó de la noche anterior, ella durmiendo en sus

brazos, la respiración suave, el cuerpo caliente u

deseable. Dios del cielo! Todos los hombres del Consejo

del rey pensaban que él había tomado a lady Thornhill como

amante. Por qué vacilar? Por qué no transformar su deseo en

realidad?

Levantó la mano para golpear la puerta. Todos estaban

durmiendo a esa hora. Él la imaginaba vestida en una

inmaculada camisola blanca, los cabellos sedosos cayendo en

suaves ondas hasta la cintura.

Antes que golpease la puerta, una imagen asaltó su

mente. Cortney, desnuda, sangrando, llorando como si su

corazón se fuese a despedazar. Ella había sido agredida por

la brutalidad de Burlingame. Necesitaba tiempo. Tiempo

para recuperarse. Tiempo para confiar. Tiempo para amar.

Se volvió y prosiguió caminando. Podía esperar. Aunque

no fuese un hombre paciente, colocaría las necesidades de

ella antes de las suyas.

Cortney se inclinaba sobre el cuello del caballo de la

yegua rumbo a la oscuridad del bosque. El aire estaba

seco y frío. Como en la noche anterior, vestía pantalones,

capa oscura y el sombrero que le cubría el rostro.

la cocinera, Mary, y su amante, John Fenton, estarían

ahora en la cocina, compartiendo una comida preparada con

todo esmero y, después, compartirían el lecho de Mary.

Cortney rezaba para que el guardia del rey se mantuviese

ocupado hasta que ella cumpliese su tarea.

Su corazón se disparaba. Las manos que aseguraban las

riendas temblaban. Una lechuza chilló y ella hizo un

movimiento brusco en la silla, el puñal en la mano, lista

para la batalla. Cuando vio la sombra de la lechuza contra

el cielo claro, suspiró aliviada.

Llegando al final de la senda, desmontó y condujo a la

yegua hasta los márgenes del descampado para, en seguida,

dirigirse a la colina. Agachándose, quedó a la espera.

Pocos minutos después, surgió una persona a caballo.

_Le traigo saludos de la patria _susurró una voz.

_Cómo está nuestro amigo en común?

_Está bien . _La figura salió de las sombras. Como el

mensajero del día anterior, este también era sólo un

muchacho, vestido con pantalones y capa andrajosos. _Debe

lerr esto y, en seguida, destruirlo.

_Está bien.. _Cortney tomó el papel y lo dobló, antes

de guardarlo en el bolsillo del pantalón.

_Nuestro amigo manda a decirle que no espere mas

mensajes en los próximos quince días.

Cortney no pudo esconder el suspiro de alivio que se

le escapó de los labios. Por quince días estaría libre de

esa misión tan terrible.

_Nuestro amigo ordena que observe con mucho cuidado a

los que la rodean. Seguramente, alguien muy próximo al rey

está dispuesto a traicionarlo.

_Como voy a identificarlo?

_Observando. Muy pronto, él revelará sus verdaderas

intenciones. Cuando él aborde a nuestro amigo en común,

será notificada.

Cortney asintió. El mensajero le dio la espalda. En lo

alto de la colina, él montó su caballo y desapareció en el

bosque. Ansiosa por apartarse del lugar que tanta

aflicción le había causado, ella corrió colina abajo y ,

sin demora, montó la yegua y corrió por la senda que la

conduciría al palacio. Detrás de ella, saliendo del

escondrijo, una figura alta se arrastraba en dirección a un

caballo amarrado. La Luz de la luna se reflejó en los

cabellos color paja e iluminó el rostro de expresión

diabólica. Saltando sobre la silla, él prosiguió a paso

lento.

Cuando llegó, Cortney sacó la pesada silla de su

montura y la devolvió al establo. Entonces se apresuró en

dirección al palacio, casi cayendo en las escaleras, tal

era su prisa por llegar a la seguridad de su cuarto.

Mientras corría escaleras arriba, una figura sombría la

seguía, observándola con interés calculado.

CAPITULO 15

_Estoy diciéndole que la mujer es peligrosa.

Burlingame estaba frente al rey en una sala de

audiencia privada, al lado del escriba que registraba todo

y Lord Edgecomb que, como juez supremo de la corte de

Inglaterra, había sido, por insistencia de Carlos, invitado

para la reunión.

_Está acusando a la dama de compañía de la reina de

ser una espía, señor. Estas son acusaciones muy graves.

_Lord Edgecomb no escondió su descontento.

_Todos saben que el señor es un gran amigo de la

muchacha _replicó Burlingame, la voz estridente por la

agitación. _Pero, seguramente, no irá s colocar la amistad

por encima del deber. Estamos hablando de la seguridad de

nuestro rey.

_No voy a admitir que nadie cuestione mi lealtad al

trono inglés. Especialmente el señor, Lord Burlingame. Mi

padre y el padre de Carlos convivieron durante mucho

tiempo, se divirtieron juntos y , cuando fue necesario,

pelearon uno al lado del otro. Los Edgecomb han sido

leales al trono inglés por muchas generaciones.

_Edgecomb _habló Carlos apaciguador —, estoy seguro de

que Lord Burlingame no duda de su lealtad. _se volvió

entonces al primer consejero. _Y por qué la reina habría

de rodearse de espías?

_Por Francia, señor _respondió Burlingame, de

inmediato. _La primer lealtad de la reina es para con su

propio país. Los papistas la han convencido de que el

señor tiene un pacto con o el diablo . Y, mientras, por un

lado, ellos transforman su princesa en reina de

Inglaterra, por otro lado , envían emisarios a España para

formar una alianza que, un día, será usada contra nosotros.

_La alianza fracasará _agregó Edgecomb. _A partir del

momento en que Henrietta María vino a Inglaterra para

convertirse en su esposa, señor, España fue forzada a

aceptar que Inglaterra y Francia formaron una alianza

invencible.

_Alianza _dijo Burlingame con desprecio. _Este

casamiento no es una alianza. Es una oportunidad para traer

espías a la propia alcoba del rey.

_Mucho cuidado, Burlingame _dijo el rey con autoridad.

_Estás acusando a la reina de ser una espía.

Un silencio embarazoso dominó la sala. Finalmente,

Edgecomb habló.

_Díganos exactamente lo que vio y oyó la noche pasada.

Burlingame se levantó y comenzó a andar de un lado al

otro. Había ensayado su relato exhaustivamente, omitiendo

obviamente la parte relativa al ataque a Cortney y la

represalia de MacLaren.

_Escuché un ruido de pasos del lado de su cuarto.

Sabiendo que todos los criados ya se habían retirado, tomé

la decisión de investigar. Imaginen mi sorpresa al ver a

lady Thornhill, vestida como un muchacho, escabulléndose

por las escaleras.

_ Queda claro que el señor estaba vestido y listo

para seguirla _comentó Edgecomb, con sarcasmo.

_Yo estaba vestido, pues todavía no me iba a acostarme

_retrucó Burlingame. _La Seguí y la vi en los establos

ensillando un caballo. Cuando ella se apartó, yo ensillé mi

caballo y seguí en la dirección que ella había tomado.

_Por qué el guardia del rey no la detuvo?

_El guardia del rey, John Fenton, no estaba en su

puesto. Yo supe, mas tarde, por uno de los criados, que

Fenton y una de las cocineras del palacio, Mary, estaban

teniendo un encuentro amoroso. _Percibiendo la expresión

sombría del rey, agregó: _Encuentro sugerido y planeado

por lady Thornhill.

Carlos crispó los labios. Un soldado que fuese

descubierto descuidando sus obligaciones podría ser

castigado con azotes, prisión y hasta con la muerte, si el

rey así lo ordenase. Él encontraría un castigo adecuado

para que Fenton jamas repitiese la idiotez de poner los

favores de una mujer por encima de la seguridad de su

propio rey.

_Señor, y cómo fue posible no perder a la muchacha en

el bosque? _Edgecomb estudiaba a Burlingame con atención,

ansioso para pescarlo en alguna contradicción.

_Era noche de luna llena _Burlingame sonrió, comenzando

a gustarle su papel de narrador de historias. Estaba claro

que había capturado la atención del rey. _Era fácil

distinguir el caballo y el caballero delante mío en la

senda. Cuando salimos del bosque, llegamos a una claridad.

Según creo, señor _dijo volviéndose al rey —, es el

área llamada de parque del rey.

Carlos asintió.

_Conozco ese lugar, aunque pocas veces haya ido hasta

allá.

_Parece que lady Thornhill también lo conoce. Y debo

concluir que ella sabía que ese parque era raramente vi-

sitado. Por eso, tuvo la audacia de encontrarse con el

emisario de Francia en el propio parque del rey.

Edgecomb comenzó a sentirse incomodo. Él y Rory

visitaron ese parque muchas veces en compañía de Cortney.

Los tres lo conocían mucho bien..

_Cómo sabe que era francés?

_Yo estaba lo bastante cerca para escuchar la conver-

sación. El mensajero se anunció en francés y lady Thornhill

respondió en el mismo idioma.

_ Y el señor pudo entender lo que decían?

Burlingame sonrió.

_Tengo algunos conocimientos de francés. Lo que oí me

dejó atónito.

_ Y qué fue?

_El mensajero revelo que alguien muy próximo al rey

estaría dispuesto a traicionarlo.

Un silencio repentino y aterrador cayó sobre el grupo.

_Fue por esa razón que insistí en esta reunión

secreta —anunció Burlingame con aires de importancia. _

Alguno de los hombres próximos al rey podría estar tramando

algo contra su vida.

Lord Edgecomb observaba al primer consejero con todo el

interese. Aunque despreciase al hombre, no pudo detectar

ninguna señal de mentira en el relato. Si lo que él había

contado era verdad, el rey de Inglaterra estaba siendo

blanco de una siniestra conspiración contra su vida. Preci-

saban encontrar los traidores, y rápidamente.

Aún así, por mas que esforzase, Edgecomb no conseguía

creer que lady Thornhill estuviese conspirando contra el

rey. Había en la joven una pureza, una inocencia que lo

cautivan.

_Cuál fue la reacción de lady Thornhill?

_Ella es una espía bastante experta, Majestad. Guardó

el mensaje y asintió en aguardar hasta que todo el complot

le sea revelado.

_Cómo deberíamos lidiar con esa torpeza? _preguntó

Carlos, dirigiendose a su primer consejero.

_Estamos en una situación ventajosa. La muchacha no

sabe que fue seguida y vigilada mientras daba continuidad a

sus torpes desígnios _dijo Burlingame. Entonces, bajando el

tono de voz, agregó: _Lady Thornhill deberá encontrarse con

un emisario dentro de quince días. Cuando ella lo haga,

propongo que le preparemos una trampa.

_Exponga su plan _el rey se sentó en el borda de la

silla, agitado por la sensación de peligro.

_Debemos crear una situación donde no sólo lady

Thornhill y el mensajero sean atrapados en flagrante

delito , sino también cualquier ciudadano, francés o

inglés, envueltos en esta trama criminal. _Percibiendo la

expresión de aprobación del rey, Burlingame prosiguió:

_Todavía no está bien claro en mi mente, Majestad, pero

cuando yo lo haya elaborado el plan en todos los detalles

lo someteré a su aprobación.

_Muy bien.. Buen trabajo, Burlingame. Ahora _dijo el

rey, demostrando cierta irritación _ precisamos descubrir

quien es el hombre que está dispuesto a traicionarme.

_Creo saber quien es él _dijo Burlingame, deleitándose

con las miradas asombradas a su alrededor.

Carlos lo miró resignado.

_Y quién es?

_ No le va a gustar lo que voy a decirle, Majestad.

_Quien es, dígalo.

Hasta el escriba paró con su trabajo, mirando a

Burlingame con todo interés.

El primer consejero pensaba en la humillación que había

sufrido en las manos del hombre a quien Carlos llamaba

amigo. Ningún amigo, esposa, hombre o mujer, en toda

Inglaterra, podría ser mas íntimo del rey que el primer

consejero. Él se encargaría de que así fuese para siempre.

_MacLaren _anunció Burlingame, triunfante.

Un silencio de muerte acompañó la revelación. Edgecomb

fue el primero en recuperarse del shock.

_No es posible! Conozco a MacLaren desde su infancia y,

antes que él, a su padre. Él es como un hijo para mí. Nadie

es mas leal al rey que él.

Ignorando las protestas de Edgecomb, Burlingame

prosiguió:

_Rory MacLaren está embrujado por lady Thornhill. Hasta

los criados comentan el affair de los dos.

El rey parecía paralizado.

_MacLaren. No lo creo _retrucó, dando un puñetazo en

la mesa, haciendo que el escriba saltase para agarrar los

papeles que volaban para todos lados.

_Y por qué no, Majestad? _preguntó Burlingame, con

falsa inocencia.

_Como Edgecomb, el padre de él y el mío eran mas

cercanos que dos hermanos.

_El señor y su padre no son la misma persona,

Majestad. Así como MacLaren y el padre son personas

diferentes.

_En tiempos de peligro, nadie mas que yo desea tener

a su lado a Rory MacLaren. Yo le confiaría mi propia

vida a ese hombre.

_Es exactamente con eso que él está contando, señor

_dijo Burlingame.

El rey se levantó y fue hasta la ventana, donde

permaneció parado por un largo momento. Era posible para

una persona de su posición confiar en alguien? Su propio

padre no había sido traicionado por un amigo muy próximo?

Henrietta María no había dado la espalda a su esposo para

escuchar las maledicencias de los sacerdotes y obispos? Por

qué debería él sufrir tal agonía, ser víctima de una

traición planeada por un hombre que antes había sido su

amigo? Era sabido que, alrededor de la familia real,

gravitaban muchos que profesaban amor y lealtad cuando, en

verdad, estaban en busca de favores. Pero, Rory MacLaren?

No era concebible.

Cuando el rey se volvió , Burlingame notó la palidez

del rostro.

_Hasta que este asunto sea resuelto, sólo confiaré en

los hombres aquí presentes.

_Y MacLaren? _provocó Burlingame.

Después de algunos instantes de vacilación, el rey

gruñó:

_Vigílelo. Y comuníqueme cada uno de sus actos, cada

paso que de, cada persona con quien converse.

_ Claro , Majestad. _Burlingame ahora sonreía

abiertamente. _ Y cuando la trampa esté lista atraparemos

a cada uno de los que estén envueltos en el complot,

incluyendo a lady Thornhill y a Rory MacLaren.

_Rezo para que todo esto sea un error.

Error ? A Burlingame poco le importaba si estaba en lo

correcto o en un error . Lo que realmente le interesaba era

la caza, atrapar a la presa. No era ese el mejor deporte?

No consiguiendo controlar su creciente entusiasmo,

Burlingame abandonó la sala, ansioso por poner su plan en

práctica. MacLaren y lady Thornhill maldecirían el día en

que habían osado enfrentarlo. Antes que acabase con ellos,

se arrastrarían e implorarían. Serían destruidos

públicamente.

_Preciso salir de Londres antes que enloquezca _Hen-

rietta María andaba de un lado para otro en su sala de

estar mientras Cortney la observaba.

SE Compadecía de la joven reina. Ese mismo día, todos

en la corte habían presenciado la mas reciente humillación

que había sufrido en las manos de Lord Burlingame. Mientras

los demás permanecían en silencio, atónitos, el primer

consejero había acusado frontalmente al clero de fomentar

la rebelión entre los católicos ingleses que se oponían a

las recientes leyes que prohibían la libertad de credo.

Cuando la reina se volvió hacia el rey en busca de apoyo

contra tamaña injusticia, el rey simplemente murmuró que

nadie estaba por encima de las leyes.

Muchas damas que pertenecían a la corte murmuraban a

escondidas que el rey ya se había cansado de los encantos

de la francesa y ahora disfrutaba de los favores de una

noble inglesa. Con que rapidez, murmuraban, el rey se

había enojado con su esposa francesa! Cuánto tiempo habría

de pasar antes que ella y su séquito fuesen desterrados a

algún castillo lejano donde permanecerían hasta que la edad

avanzada o la soledad cegasen sus vidas?

_Tal vez podríamos retornar a París. _El corazón de

Cortney se apretaba de sólo pensar en volver al viejo

Boney y sus compañeros de tripulación. Hasta el melancólico

Thornhill sería preferible a las mujeres vanidosas de la

corte.

_No. El rey jamas permitiría nuestro retorno. Él está

convencido de que Francia entera está tramando algo

contra él.

Cortney desvió el rostro, incapaz de enfrentar la

mirada de la reina. Si Henrietta María pudiese saber que su

propia dama de compañía estaba siendo coaccionada a

espiar... Y por el cardenal Richeliu, el hombre mas

cercano al rey de Francia.

_Fuimos felices en Dover. Siento una ganas inmensas de

volver a sentir la brisa del mar en mi rostro.

_Es verdad. _Cortney bajó los ojos al bordado que

tenía en las manos, luchando contra las ganas de llorar.

_Preciso salir de estos aposentos. Me Estoy sofocando!

Nerviosa, la reina caminó hasta las ventanas. _Tal vez

un paseo por los jardines me calme. Cortney, me acompañas?

_Claro que si, Majestad. _Descendiendo las escalinatas

y aproximándose a los jardines, Cortney intentaba encontrar

palabras que animasen a la reina.

_Majestad, no le gustaría hacer un paseo a caballo

mañana? Los establos están repletos de caballos magníficos.

La reina paró por un momento, una sonrisa iluminando su

rostro triste.

_Soy una excelente amazona, Cortney. Sabías eso?

_No, Majestad. Hay mucho sobre la señora que yo no sé.

_Es verdad _La reina la observó en silencio. _Y hay

mucho sobre vos que yo no sé. Pero el obispo habló muy

bien respecto a vos. E insistió que serías para mí la

perfecta acompañante en estas tierras extranjeras. Yo

pienso _agregó en voz baja _que hay mucho mas sobre vos de

lo que me contaron.

_Majestad, yo... _Cortney tragó en seco. Se atrevería

ella confiar a la reina la verdad sobre su venida a

Inglaterra? O el clero ya le habría contado? Ella le debía

la verdad a Henrietta María.

_Me Gustaría que supiese...

_No es problema mío _interrumpió la reina. _Existen

muchas cosas que una mujer en mi posición no debe saber.

Dio una mirada en dirección a Cortney y desvió o

rostro. El obispo Montand le había advertido que no

profundizase mucho la amistad con su dama de compañía.

Pero no le había explicado el motivo. Pero , él no le había

enseñado cómo hacer eso. Cortney se había transformado en

mucho mas que una dama de compañía. Se Había vuelto su

amiga y confidente. Corrían rumores en la corte que una

intrincada red de intrigas estaba siendo tejida. Una red

que involucraría a todo aquel que fuese leal Francia.

Incluyendo a esa joven adorable. Cuanto menos supiese,

menores serían las chances de terminar envuelta en la

trama.

Cortney no estaba segura si debería sentirse aliviada

por la interrupción de la reina.

_Creo que ya pasé suficiente tiempo al aire libre.

La cara normalmente pálida de la reina presentaban dos

manchas rojas, dándole un aspecto febril.

_Majestad, no está enferma, verdad?

_Estoy bien.. Pero quiero reposar hasta la hora de

cenar. Se dirigió a Cortney en un tono casi de disculpas.

_Esta noche, no te voy a necesitar a mi lado.

No le contó que el rey había ordenado expresamente que

Cortney y MacLaren no fuesen invitados a su mesa. Él no le

había dedo ninguna explicación sobre el asunto, pero por la

expresión sombría en su rostro la reina percibió que los

motivos deberían ser muy graves. Para disgusto de

Henrietta María, Lord Burlingame había sido invitado, así

como varios otros miembros del Consejo.

_Está bien., Majestad. Mañana nos veremos.

_Buenas noches, Cortney.

_Gracias. Puedes dejar la bandeja aquí. _Cortney indicó

una pequeña mesa en frente de la chimenea.

Esta sería su primera noche completamente sola. Cuando

la criada dejó el cuarto cerrando a puerta, Cortney se

sintió feliz de tener algunos momentos de tranquilidad.

Comería como se le antojase, sin tener que soportar las

miradas de aquellos que siempre rodeaban los reyes.

Por primera vez, desde que había asumido las funciones

de dama de compañía, ella no precisaría traducir cada

palabra de la reina. No tendría que enfrentar las sonrisas

y los comentarios desagradables de los hombres de la corte.

Levantó la copa y probó la cerveza que todavía guardaba

la temperatura fría de las bodegas. Vaciando el contenido,

llevó a los labioso la servilleta de lino y se acordó de

los hombres a bordo del Hawk, que se limpiaban los restos

de espuma de cerveza con las mangas de sus camisas. En el

mismo instante, la nostalgia la invadió con tanta fuerza

que le provocó un aprieto en el pecho.

No había recibido ninguna línea de Boney y de los

otros. Probablemente, tendrían prohibido entrar en

contacto con ella, así como a ella le había sido

prohibido escribirles.

Probó la comida y apartó el plato. Durante toda su

vida había sido una persona solitaria. Apartada de todos.

Escuchó un ruido venido de la ventana; se levantó y fue

a investigar. La pálida luz de luna se filtraba por la

ventana, bañando el cuarto. Millones de estrellas

centellaban en el cielo. Levantando el rostro en

dirección al cielo, dio un suspiro profundo. En ese

momento, una figura oscura saltó asombrándola.

_Como se atreve...

Las palabras fueron ahogadas por la mano que le cubrió

la

boca. Antes que pudiese apartarse, fue arrastrada

contra el pecho fuerte de un hombre. La expresión de

terror desapareció cuando identificó ej rostro delante de

sí.

_Rory.

_Yo mismo, mi lady.

_Qué estás haciendo?

_Pretendo hacerte compañía _dijo él risueñamente.

Nadie debería solo en una noche tan bonita como esta.

El pulso de Cortney, que latía descompasadamente por el

susto, se aceleró todavía mas con la proximidad de él.

_Cómo supiste que estaba sola?

_Henrietta María me contó. Parece que ella protege a

los amantes.

_No somos amantes, Rory MacLaren. _Como para enfatizar

sus palabras, Cortney se desprendió de los brazos de él y

caminó hasta el otro lado del cuarto. Manteniendo cierta

distancia, ella podía razonar con mas claridad.

_Podríamos serlo.

Con el tono suave de la voz de él, ella estremeció.

_Jamas podremos serlo _afirmó.

_Por qué, Cortney?

_Porque pertenecemos a mundos diferentes. Juramos

nuestra lealtad a monarcas diferentes.

_Los reyes que son depositarios de nuestra lealtad

están ahora unidos por el matrimonio. Nuestros países

formaron una alianza. No podríamos hacer lo mismo?

_No. _Ella viró o rostro, incapaz de encararlo.

Con pasos rápidos, él acortó la distancia que los sepa-

raba. Aunque estuviese muy cerca de ella, no la tocó.

La observaba apretar nerviosamente las manos, luchando

para controlar sus sentimientos.

_Cuéntame por qué estabas cabalgando en el bosque la

noche en que Burlingame te atacó.

_No puedo.

_Debes contarme.

_No me preguntes. _Ella se volvió , los ojos llenos de

emoción que él no sabía definir si era miedo o pasión.

_Es difícil no preguntar _murmuró él, su voz cargada de

ternura.

_Déjame en paz, MacLaren. Por qué estás siempre

presionándome ?

_Yo me preocupo, Cortney. Me Preocupo por vos. Ella

sintió las lágrimas rodarle por la cara y las enjuagó con

la mano. Lágrimas? Por qué alguien se preocupaba por ella?

Alguna vez en la vida alguien le había prestado atención?

Thornhill, seguramente, jamas. Él daba ordenes que esperaba

fuesen cumplidas sin vacilación. Le había Enseñado a luchar

como un hombre y se sentía orgulloso cuando ella vencía.

Pero nunca se había interesado, de verdad, en ella. Boney?

Claro que sí, el viejo la quería . Pero las sinceras

palabras de Rory la emocionaban.

Rory la tomó por los hombros y la abrazó contra su

pecho. Con ternura infinita, le posó los labios en la

frente.

En cualquier otro momento ella se habría resistido a

él. Era su firme intención mantener distancia de ese hombre

hasta que su tarea fuese cumplida y ella retornase a

Francia, sana y salva, donde viviría de recuerdos. Pero esa

noche, con la soledad pesando en su pecho, no tenía mas

fuerzas. La necesidad de ser abrazada y confortada superó

sus determinaciones

_Déjame tocarte, Cortney. _Él le acarició los brazos,

provocándole escalofríos. _Déjame besarte —dijo él, antes

que recibiese una respuesta, la besó en la boca. _Déjame

amarte _susurró contra los labios de ella.

Un débil gemido fue ahogado por otro beso lleno de

pasión.

Él conocía el fuego que lo consumía siempre que la

tocaba. Ya no le sorprendía ser inundado por las

sensaciones que sólo ella sabía despertar. Sin embargo no

calculaba ser asaltado por un deseo tan urgente. La

levantó mientras su boca exploraba cada lugar recóndito de

la boca de Cortney. La mujer en sus brazos lo había

embrujado completamente.

Su sabor era de miel, néctar y tentación. Le Cubrió el

rostro, los párpados, el labios, con besos húmedos.

Movía los labios por el cuello de ella, fascinado por

los suspiros de placer que provocó al colocar la boca en la

curva suave entre el cuello y el hombro.

Él la deseaba con tal intensidad, que podría poseerla

allí mismo, en el suelo oscuro y frío. Controló sus deseos.

Habría tiempo. Tiempo para saborear, para disfrutar.

Con movimientos hábiles , le desató la camisola, que

se deslizó lentamente; la besó entonces entre los pechos.

La boca se movía lentamente, excitándola mas y mas. La

lengua tocaba levemente el pezón de un pecho mientras los

dedos acariciaban el otro.

Jamas ella había probado un placer tan embriagante.

Ella gemía y apretaba la cabeza él contra su pecho.

Con un susurro, la camisola de seda cayó a los pies de

ellos, quedando olvidada allí.

Cortney sentía un deseo imperioso de sentir su piel

contra la de él. Con una audacia de la cual ella jamas se

imaginó capaz, le quitó la camisa y besó su pecho

musculoso. Para retribuir las atenciones recibidas ella le

lamió y mordisqueó los pezones de él.

Cuando los dedos de ella llegaron al cinto, él la

ayudó a terminar la tarea de desvestirse y pronto las ropas

de ambos se confundieron en el suelo. Con la mirada febril,

él contemplaba la visión que tenía delante de sí: una

Reina, bañada por la luz de luna.

_Mujer, sos la criatura mas deslumbrante que jamas

haya visto.

Lentamente, ella le envolvió el cuello con sus brazos

y , ansiosa, buscó sus labios. El deseo era tan inmenso

que él tuvo que hacer un esfuerzo desesperado para

contenerse.

Los besos ya no eran tiernos. La pasión desenfrenada

exigía mas que besos.

Cargándola en los brazos, Rory la condujo al cuarto de

dormir y la colocó sobre la cama. El frío de las sabanas

bordadas transmitió una sensación reconfortante a su piel

enrojecida.

Cuando Rory se extendió a su lado, Cortney comenzó a

acariciarlo. De repente, sintió una cicatriz en el pecho y

preguntó, con voz entrecortada:

_Esto fue provocado por los azotes en el Hawk?

_Fueron tantos los azotes. En l a prisión. A bordo del

barco. No tiene importancia. Ya se curaron.

Pero había dejado marcas. Sin pensarlo dos veces, ella

pegó sus labios a la cicatriz.

Él contuvo la respiración y le agarró la cabeza para

apartarla de allí. Los largos cabellos lo envolvieron

cuando aproximó el rostro para besarla. Se Apoyó en el

codo para observarla por un instante. Luego comenzó a

deslizar las manos por el cuerpo suave hasta que se

detuvo, sorprendido, al constatar que también ella había

sido marcada. Una cicatriz le cruzaba la espalda.

_Qué es esto? _preguntó, a voz ronca.

_No es nada.

_Nada? _Otra vez dejó que su mano se deslizara por la

enorme marca en la piel. _ El maldito Thornhill Habría

ordenado que su propia hija fuese azotada?

Percibiendo su furia, Cortney intentó calmarlo.

_Como vos, Rory MacLaren, yo soporté muchos azotes

durante el tiempo en que viví a bordo del Hawk. No tiene

importancia.

_Para mí la tiene. _Le tomó el rostro entre las manos,

los ojos sumergidos en los de ella. _Todo lo que se refiere

a vos tiene importancia para mí. Yo preferiría morir a ver

tu piel siendo lacerada otra vez.

_Oh, Rory! _Una oleada de emociones se apretaba en su

garganta.

Rory recorrió su cuerpo hacia abajo dejando un rastro

de pequeños besos a lo largo de su cuerpo. El exploró su

pecho, su vientre plano y la delicada V entre sus piernas.

Los ojos de Cortney se abrieron asombrados cuando lo sintió

deslizando su lengua hacia el lugar donde sus muslos se

unían. Miró hacia abajo y con horror vio la cabeza de Rory

anidada entre sus muslos blancos. Sus manos volaron a la

cabellera de él con la idea de apartarlo de allí. Nunca se

habría imaginado que él deseaba besarla allí!.

Las manos de Rory se metieron debajo de sus glúteos

para levantarla levemente y atraerla aún mas cerca de su

boca.

Las manos de ella que supuestamente iban a detenerlo,

acariciaron el cabello de Rory y la lengua de él se movió

dentro de ella. Ella gimió una y otra vez. Extraños

escalofríos empezaron a recorrer su cuerpo. Todo su ser

parecía estar centrado en lo que Rory le hacía.

Con los ojos cerrados, ella jadeó febrilmente y sus

manos apretaron la cabeza entre sus piernas.

El deseo pulsante que él había encendido con sus besos

se hizo mas intenso arrastrándola en un torbellino de

placer que la elevó al paraíso.

Cuando ella descendió de ese edén Rory yacía a su

lado, apoyado sobre su codo y con una sonrisa amplia en su

rostro.

- Te gustó?, preguntó él en un tono

pretendidamente casual.

Courtney lo miró y vio el brillo pícaro en sus ojos.

Se enrojeció violentamente y la sonrisa de él se hizo

burlona.

“Sabes que sí” ella dijo medio irritada, sintiéndose

terriblemente avergonzada y temerosa de que Rory se riera

de ella.

Pero en vez de eso él se colocó encima de ella y la

besó apasionadamente.. Ella estaba muy consciente del

miembro de él presionado sobre su vientre y luego

friccionándose deliberadamente contra su vientre.

- Courtney - él susurró jadeante- no puedo

esperar mas...

- No quiero que esperes mas – ella respondió.

Rory se posicionó entre sus piernas, ella enlazó sus

brazos alrededor de su cuello. Terminó de separar sus

piernas con su rodilla. El murmuró palabras afectuosas con

voz ronca.

Cortney lo sintió presionar en el lugar que él tan

delicadamente había lamido y besado minutos antes, y se

puso rígida.

A pesar de su deseo irrefrenable Rory la penetró

lentamente. La había preparado para eso lo mejor posible

pero no podía evitarle el dolor de su primera unión.

Cuando entró mas profundamente en ella, ella gritó

hundiendo su cabeza en su pecho y clavó sus uñas en sus

hombros.

Rory la hizo quedarse quieta por unos instantes con él

enterrado profundamente en ella, calmándola con besos y

palabras dulces hasta que no pudo contenerse mas. Comenzó

a moverse dentro de ella, su respiración entrecortada con

jadeos llegaba directamente a los oídos de Cortney.

Al principio ella se quedó quieta debajo de él, atónita

por la explosión de la pasión de Rory, pero gradualmente,

empezó a alcanzar el ritmo frenético de él.

- Oh Dios! Courtney ...- ella lo escuchó

jadear contra su oído.

Ella susurró su nombre una y otra vez, viéndose

nuevamente atrapada en un torbellino de placer. Cuando el

nombre de Rory fue un grito supo que había alcanzado la

cima del éxtasis..

Rory, al oírla grita y al sentir sus espasmos

convulsivos, acometió con mas fuerza y profundidad. Su

cuerpo se sacudió llegando al éxtasis también.

Yacieron juntos en esa misma posición por varios

minutos mientras descendían flotando de ese pico de placer.

CAPITULO 16

Extendido sobre las almohadas, Rory estudiaba a la

mujer que dormía a su lado. Durante toda la noche había

hecho el amor, después durmieron sólo para despertar y

hacer el amor nuevamente.

Estaba sorprendido con la intensidad de la pasión de

Courtney. Ella se había entregado con la desesperación de

los solitarios.

Había Venido a su cuarto con la intención de

seducirla. Pero ya no sabía quien era el seductor y quien

el seducido . Ambos fueron sorprendidos con la violencia de

la intensidad de los sentimientos que los asaltaron.

Al percibir un leve movimiento, contuvo ansiosamente

la respiración. Muchas veces, a la luz del día, las

personas se arrepentían de una noche de pasión.

Especialmente una mujer que había sido tan protegida a

punto de haberle sido negada la posibilidad de tener

amigos.

Cortney abrió los ojos y, al encontrarse con los ojos

azules que había aprendido a amar, se enterneció.

_Sabiendo que estabas a mi lado, dormí como una

criatura.

_Lo sé. Me encantó observarte dormida. —Con la punta de

los dedos le rozó los labios. Como era posible que, tan

rápidamente, él la quisiese otra vez?

Amanecía; ya se escuchaban las primeras actividades en

el palacio; criadas pasando por los corredores, cargando

agua, comida, trayendo ropa. Cortney sintió un apretón en

su corazón. Era el momento de separarse.

_Se saltas por la terraza, nadie sabrá que estuviste

aquí.

_Estás ordenando que te deje, mi lady?

_Ordenando? No estarás ansioso por irte ?

_Preferiría quedarme aquí con vos.

_Las criadas hablarán.

_Temes los comentarios de las criadas?

Ella sonrió, enterneciéndolo.

_Yo te amo, Cortney. Di una sola palabra y me quedaré

con vos para siempre.

Amor. La palabra explotó en el pecho de Cortney y se

derramó en su corazón con la dulzura de la miel. Él la

amaba. Y ella lo amaba. Con todo tu corazón. Nunca mas

estaría sola. Nunca mas.

_Oh, Rory. Yo te amo mas que a mi propia vida.

Él la abrazó con pasión.

De repente, la sonrisa se desvaneció. Si realmente lo

amaba, no podría arrastrarlo en su trama siniestra.

Necesitaba apartarse de él. No podía perjudicar al hombre

que amaba.

Los labios y las manos de él ya estaban produciendo

magia. Por mas que lo intentase, ella no conseguía

concentrarse en nada mas allá del abrazo, de los besos y

de las caricias.

Entonces, todas las preocupaciones se desvanecieron

cuando él comenzó a hacerle cosquillas. Riendo, ella

luchaba para desprenderse.

_Ahora, mi Lord, pagarás muy caro por esto. Con una

fuerza que él no conocía, ella rodó encima de él, lo

inmovilizó y pegó los labio en su garganta. Los largos

cabellos negros le acariciaban el cuerpo desnudo.

Cortney poseía un extraordinario poder de, con un único

toque, llevarlo a la locura. Y entonces él perdió todo el

sentido común mientras ella, en salvaje cabalgata, lo

conducía al paraíso.

_Te Gustaría que convocase a los músicos, mi Lord? —

sugirió la reina, interrumpiendo los pasos nerviosos del

rey por la sala.

_No. No estoy con disposición para música.

Del otro lado da sala, su amigo lo observaba

consternado. Lord Edgecomb había pasado toda su vida en

compañía de la realeza. Conocía a Carlos desde que había

nacido y apreciaba mucho la amistad de su padre, James.

Sabía identificar el estado de animo del monarca y

también evaluar el peso de los problemas que recaían

sobre sus hombros.

Carlos se mostraba tenso y nervioso. Todos aquellos

comentarios sobre traición estaban apartándolo de aquellos

que mejor podrían confortarlo: su mujer y sus mejores

amigos. Era muy fácil saber por qué. En su posición, en

quién podría confiar? Y, como si eso no bastase, el

Consejo del rey, Burlingame en especial, se había tornado

mas agresivo en sus reivindicaciones, principalmente en

relación a la presencia del clero en la corte.

El clero tampoco era tan inocente , Edgecomb tenía que

reconocer, mientras observaba al rey beber una jarra y

pedir otra mas. En ocasión de los planes para el

casamiento de Carlos con Henrietta María, el rey James

había sido forzado a acordar que el príncipe de Gales

permitiría a su esposa francesa continuar practicando su

fe, siendo atendida por el clero católico . Era una

imposición del propio cardenal Richeliu que, de esa manera,

había garantizado a la Iglesia la oportunidad perfecta

para inmiscuirse en los asuntos de Estado. En retaliación,

las leyes de Inglaterra se modificaban continuamente,

tornándose cada vez mas represivas. Aunque la práctica de

la fe católica fuese tolerada, algunos eran abiertamente

perseguidos por demostrar su fe.

Edgecomb pasó a analizar a la reina, cuyas manos se

movían sin cesar, entre agujas e hilos. Aunque pareciese

concentrada en su bordado, miraba furtivamente a su esposo.

Era obvio que ambos se sentían atraídos el uno por el

otro. Sin embargo, fuerzas poderosas trabajaban contra

ellos.

Henrietta María era inexperta y podría ser manipulada

con facilidad. Sería muy fácil para el monarca francés

instruir a sus obispos para que, utilizando su enorme

influencia, pusiesen a la joven en contra la nueva patria

protestante. Ese tipo de manipulación provocaría, es claro,

una ruptura entre los esposos.

Quién ganaría con tales actitudes?

En Francia, el rey Luis y el cardenal Richeliu, pues

tendrían acceso a las informaciones que la reina

obtendría de su esposo. Informaciones éstas que serían de

vital importancia en caso que Francia decidiera, en el

futuro, establecer una alianza con España.

En Inglaterra, Burlingame y el Consejo del rey pues,

denunciando la influencia del clero sobre la reina,

estarían profundizando el abismo de desconfianza entre el

rey y su esposa. Cuanto mas humillasen abiertamente a

Henrietta María, mas ella buscaría protección en el clero,

apartándose de su esposo. Cuanto mayor el alejamiento,

mayores las chances de Carlos de creer en los rumores sobre

la falta de lealtad de ella.

Un alejamiento físico, ponderaba Edgecomb, sería la so-

lución perfecta para sus mentes desconfiadas. Mas todavía,

para sus corazones afligidos.

Aclaró la garganta.

_Señora, me gustaría mucho que viniese a visitar mi

casa de campo cerca de Londres. EN esta época del año, el

interior es muy bonito.

Sorprendida con la invitación , Henrietta María levantó

los ojos. Desde su llegada a Inglaterra, venía siendo

tratada como extranjera, recibiendo invitaciones sólo

cuando incluían al rey.

_Pero que idea adorable, Lord Edgecomb!. Y cuándo

podríamos ir?

_Mañana mismo, si así lo desea. Mi casa es grande y

confortable y los jardines son considerados unos de los mas

bellos de toda Inglaterra. _Dirigiendose al rey, agregó:

_Si Su Majestad no se opusiera, creo que tal vez a la

reina le gustaría extender la visita por uno o dos días.

Carlos se encogió de hombros.

_Para mi no hay diferencia. Ella puede permanecer

cuanto tiempo desee.

Si Henrietta María percibió cierta tristeza en la voz

del rey, no lo demostró.

_Llevaré mis criadas y por supuesto a mi dama de

compañía.

_Por supuesto , señora.

Era perfecto. Daría a Edgecomb la oportunidad de

conocer mejor a Cortney y, esperaba él, de disipar los

horribles rumores sobre sus actividades espurias.

_Voy a invitar también a Rory MacLaren. Él es

excelente compañía y muy buen caballero, en caso que a la

señora le guste la caza.

La reina se animó con la posibilidad de pasar algunos

días lejos del palacio y de las sospechas del Consejo del

rey. Una oportunidad de verse libre de los comentarios

maliciosos del clero, que no la dejaban en paz. Una

oportunidad de pasar algún tiempo en compañía de ese noble

inglés, cuya paciente amabilidad y sentido de humor le

hacían tan bien. Y, mejor que todo, estaría con Cortney y

Rory, el afecto que demostraban uno por el otro le llenaba

el corazón de alegría. Todos en el palacio habían notado

el sentimiento que los unía. Qué bueno sería si fuese

contagioso, suspiró.

_Ya que mi esposo no se opone, acepto con placer, Lord

Edgecomb.

_Partiré ahora para preparar su recibimiento mañana,

su Alteza. Estoy ansioso por su visita.

_Yo también, Lord Edgecomb.

Cuando Cortney supo de las nuevas, se sintió reticente

respecto a separarse de Rory. Como la reina, también

ansiaba escapar de las tensiones del palacio. Pero su

corazón estaba con MacLaren. Cuando supo que él también

había sido invitado, vibró de alegría. Se acordó de los

consejos de Henrietta María sobre la necesidad de

discreción entre amantes. Que mejor manera de evitar

habladurías que pasar algún tiempo en compañía de la reina

y del magistrado mas importante de la corte, lejos de la

curiosidad de los demás?

Entusiasmada, Cortney preparaba el equipaje con esme-

ro. Dos días. Dos días de completa calma, lejos de las

intrigas de la corte. Dos días en compañía de Edgecomb y

Henrietta María. Y, mejor que todo, dos días con Rory.

Detrás del carruaje de la reina, venía un grupo de

seis carruajes, transportando a las criadas y diversos

baúles. Deseando estar preparada para cualquier ocasión, la

soberana había traído grande variedad de trajes para la

mañana, la tarde y la noche. Había capas forradas de piel

para protegerla del frío de la noche y gran cantidad de

joyas que serían la envidia de cualquier noble inglesa.

Cortney espió por la ventana del carruaje real,

observando los campos verdes del interior de Inglaterra.

Al borde del camino, flores silvestres brotaban en

profusión. Hombres de campo, acompañados por sus familias,

caminaban detrás de las carrozas cargadas de productos para

el mercado. De cuando en cuando, se veía, a lo largo de la

ruta, bonitas casas de campo.

Rory había preferido cabalgar con los guardias del rey

que flanqueaban los carruajes. Cada vez que pasaba por la

carruaje real, Cortney se daba cuenta de cuan atractivo

estaba él con sus pantalones ajustados y la capa escarlata.

Las plumas del sombrero se movían con la brisa, dándole

un aire garboso.

_Rory MacLaren es, de hecho, un hombre guapo. _La reina

escondió su risa al ver el rubor que cubría la cara de

Cortney.

_Yo... estaba admirando la casa de campo del otro lado

del camino.

_La casa también tiene sus atractivos _rió la reina.

- Veo que no puedo le esconder nada, Majestad.

_Tus sentimientos por MacLaren están escritos en sus

ojos, Cortney.

_Así como los suyos por el rey, Majestad.

Por un breve momento, una sombra de tristeza nubló el

semblante de la soberana. Lamentando su falta de tacto,

Cortney trató de cambiar de tema.

_Estoy feliz por la oportunidad de poder pasar algún

tiempo lejos del palacio, Majestad. Tendremos la

oportunidad de conocer un poco mas a Inglaterra.

_Lo poco que vi hasta ahora es encantador.

_Y no difiere mucho del interior de Francia.

_Estoy de acuerdo. Será posible que el pueblo inglés se

asemeje a los ciudadanos franceses?

Cortney se acordó de sus viajes por el mundo entero.

Viajes que ella no comentaría, bajo pena de revelar de-

masiado sobre su pasado.

_Creo que todos los pueblos desean la paz, Majestad. Y

también la libertad para intentar alcanzar la felicidad.

_Y en cuánto a vos, Cortney? _quiso saber la reina.

_Qué deseas?

Liberarme del dominio de Richeliu, pensó ella,

estremeciéndose. Libertad para amar a Rory, sin miedo de

arrastrarlo en una corriente maligna. Cortney apartó los

pensamientos sombríos. Después de todo, esta viaje sería

una tregua para todos los problemas que la afligían.

Sonrió, inocentemente.

_Buen clima, un buen caballo y dos días enteros sin

complicaciones mayores que las de un buen juego de cartas.

La reina se reclinó sobre las almohadas, abandonándose

al descanso.

_Lo que vos deseas me parece el paraíso.

El sol ya estaba alto cuando el grupo de carruajes

paró delante de los portones de la propiedad. En el mismo

instante, un anciano, con su cabeza cubierta por finos

cabellos blancos, surgió delante de ellos. Se inclinó

profundamente.

_Sean bienvenidos. El patrón aguarda a Su Majestad.

Mientras el carruaje pasaba al lado de él, Henrietta María

levantó la mano, saludando . El anciano aguardó que todo el

grupo pasase para entonces subirse al último carruaje,

acomodándose en medio de los baúles.

Recorrían ahora una senda sinuosa. Un muro bajo de

piedras grises acompañaba las leves ondulaciones del

suelo. A lo lejos, se erguía la casa de campo de Lord

Edgecomb. Construida con las mismas piedras de los muros,

tenía cuatro pisos, con pequeñas torres sobre ellos.

Aproximándose a la casa, notaron la fila de criados

aguardándolos. Delante de todos estaba Lord Edgecomb, los

cabellos blancos reflejando los fuertes rayos del sol de

verano.

_Majestad, Bienvenida a Greystone. _Edgecomb ofreció la

mano a la reina para ayudarla a descender del carruaje.

_Gracias, Lord Edgecomb.

_Cortney, permíteme que te ayude _dijo, extendiéndole

la mano. _Espero que hayan hecho un buen viaje.

_Fue muy agradable _dijo la reina.

Rory desmontó y entregó las riendas a un muchacho,

antes de apretar efusivamente la mano del anfitrión.

Levantando la cabeza, inspiró profundamente.

_ El aire parece puro lejos de Londres.

_Concuerdo plenamente _dijo Edgecomb, sonriendo.

_Aunque me vea forzado a pasar la mayor parte del

tiempo en Londres, prefiero mucho mas la vida en el campo.

Venga, Majestad. _Con un gesto amplio, indicó la fila de

hombres y mujeres delante de la casa. _Los criados están

ansiosos para darle la bienvenida.

Al ser presentada a los empleados, Henrietta María se

esforzó por hacerlos sentir cómodos . A cada uno le

dedicaba una sonrisa y una palabra amable, desde el

mayordomo hasta la ayudante de cocina. El malestar y las

miradas curiosas fueron substituidas por sonrisas de

satisfacción por la amabilidad de la soberana.

Cuando entraron en la casa, fueron conducidos a un

salón confortable y bien amueblado, revelando la

simplicidad y el sobrio buen gusto del anfitrión.

_Vengan a sentarse y a tomar algo _invitó Edgecomb,

indicando las sillas y un sofá frente a la chimenea.

La criada se aproximó, cargando una bandeja de plata

con diversos tipos de tés y cerveza. La reina prefirió

cerveza y los demás la imitaron.

_Como el tiempo está bueno, Majestad, pensé que

podríamos cazar esta tarde.

_Me gustaría mucho _asintió la reina, entusiasmada.

_Cuando yo era una muchachita , mis hermanos acostumbraban

a tratarme como una igual. Cabalgábamos por los campos y

cazábamos constantemente. Tengo nostalgia de aquella época.

Cuando fui prometida en casamiento, me excluyeron de

aquellas aventuras . _Levantó los ojos, sonriendo. _Estoy

feliz de pasar algunos días en su compañía, Lord Edgecomb.

_EN ese caso, no debemos demorarnos. _Colocó la jarra

sobre la mesa y llamó a una criada. _Acompaña a la reina

y a la dama de compañía a sus aposentos. Hablando de eso,

Cortney, vos también acostumbrabas cazar con tus hermanos y

tu padre?

Desprevenida, Cortney intentó no demostrar tu

consternación.

_No. Yo no tengo hermanos.

Percibiendo que el anfitrión proseguiría con las

preguntas, se volvió y siguió a la reina a los aposentos.

_Cuando la señora esté descansada y quiera ponerse sus

ropas de montar, Majestad, podremos dar inicio a la caza

_informó Edgecomb.

Los aposentos preparados para la reina consistían en

una amplia sala de estar, un cuarto de dormir y, mas

apartado, un cuarto para acomodar a las criadas. En cada

aposento había una chimenea en frente de la cual estaba

dispuesto un diván forrado de seda. Vasos con flores

silvestres habían sido esparcidos sobre las mesas y sobre

el antepecho de piedra de las ventanas, perfumando todos

los ambientes.

Al lado opuesto de un amplio salón se encontraban los

aposentos destinados a Cortney. Así como los de la reina,

contenían una sala de estar y un cuarto claro e iluminado,

adornado con flores. Cortney se entusiasmó al notar la

pequeña terraza desde donde podía admirar los magníficos

jardines.

Mientras las criadas terminaban de deshacer el

equipaje, las dos jóvenes se apresuraron a vestirse en

trajes de montar. La reina escogió uno de terciopelo, rojo,

con mangas forradas de armiño. La misma piel orlaba la

falda y el escote. Usaba botas de caña alta y guantes de

cuero. Sobre los largos cabellos, sujetos en una red,

portaba un sombrero con plumas rojas.

Cortney vestía un traje simple de terciopelo verde. Los

cabellos sueltos caían en ondas suaves hasta la cintura.

Mientras la ayudaba a montar, Rory notó que ella usaba

guantes, prefiriendo controlar las riendas con las manos

desnudas. Si Thornhill pensaba haber enseñado a su hija las

costumbres de la realeza, había fallado. Aunque hubiese

abandonado las ropas de pirata, Cortney se conservaba libre

y salvaje. La idea hizo brotarle una sonrisa en los labios.

_Vamos cruzar las praderas para alcanzarnos en aquel

bosque mas abajo _explicó Lord Edgecomb, tomando el

frente.

Cada cazador era seguido de un valet que cargaba gran

variedad de armas.

_Cazar es una novedad para mí _dijo Cortney, ansiosa

por aprender. _Cómo encontraremos los animales?

Edgecomb se volvió en la silla.

_Existe mucha caza en los bosques. Envié al maestro

cazador al frente, con sus ayudantes. Cuando él encuentre

alguna cosa que nos desafíe, va a espantar al animal y los

ayudantes harán con que corran en nuestra dirección.

Cuando el grupo se aproximó al bosque, escucharon un

grito. En seguida, batiendo las alas, cuatro faisanes

volaron bien encima de ellos. Mientras Cortney miraba

embelesada, la reina aceptó un arco de su valet y apuntó.

Su flecha atinó el pecho del ave, que cayó en lentas

espirales hasta el suelo.

Rory y Edgecomb apuntaron con cuidado y derribaron dos

aves mas . Cortney tuvo dificultad para acompañar el vuelo

del cuarto faisán contra la luz do sol y se sintió ali-

viada cuando él desapareció, a salvo, detrás de un

matorral.

_Excelente puntería, Majestad.

_Después de tanto tiempo, tuve miedo de haber perdido

la habilidad _respondió ella, radiante.

_Es algo que no se pierde. Venga. _Haciendo su caballo

dar media vuelta, los condujo hacia adentro del bosque,

mientras uno de los valets recogía los faisanes.

Durante casi una hora, cabalgaron por las sendas que

cruzaban el bosque. Lord Edgecomb y Henrietta María

tomaron la delantera, seguidos por sus valets. Bien atrás,

seguían Rory y Cortney.

Usando pantalones ajustados, botas y guantes de montar,

Rory parecía perfectamente cómodo en el bosque. En el

hombro, portaba un arco.

_Parece que te sientes feliz en el campo:

_Esta parte de Inglaterra me recuerda mucho a mi

país.

_Hace mucho tiempo que estás lejos de tu patria.

_Es verdad. Demasiado Tiempo. _Le tomó las riendas,

forzando al caballo a emparejarse con el suyo . _Mas

existe una mujer que me hechizó, haciendo que yo me olvide

de mi país.

_Creo que nada en el mundo podría conseguir eso. El

amor por Escocia está en tu sangre.

_Es verdad. Así como la mujer de quien estoy hablando.

Los ojos de Cortney se llenaron de ternura.

_Un cierto jefe de un clan escocés también se volvió

mas dulce durante mi estadía en Inglaterra.

_Estoy a tu disposición, mi lady. _Hizo una reverencia

exagerada.

Antes que ella pudiese responder, un ciervo surgió

delante de ellos.

Rory tocó el brazo de Cortney para hacerla callar.

Entonces, en silencio, armó su arco y se lo ofreció a ella,

quien abrió los ojos. Quería que ella matase al ciervo. se

volvió una vez mas en dirección al animal y, con un gesto

lento de cabeza, se rehusó. Con un rápido movimiento, Rory

hizo puntería y disparó a flecha. El ciervo volvió la

cabeza en dirección al leve ruido. Antes que pudiese

escapar, la flecha lo atinó.

El ciervo se empinó, dio algunos pasos vacilantes y,

unos momentos después, cayó. Cuando los valets se aproxi-

maron, ya estaba muerto.

EN la silla de montar, Cortney estaba inmóvil, la

espalda erecta, la cabeza erguida, observando los

estertores del animal. Experimentó una inmensa sensación

de perdida.

_Por que te rehusaste a disparar? _preguntó Rory –

Seguramente debes saber manejar o arco.

_Sé . _Cortney tragó en seco. _Pero no podía matar a

una criatura tan magnífica.

Por primera vez Rory se dio cuenta de como Cortney

estaba de pálida. Aproximándose mas, le cubrió las manos

frías con las suyas.

_Pero vos ya mataste hombres.

_Durante el combate _explicó ella. _Estaban armados y

podían defenderse. Desde muy chica aprendí que era la vida

de ellos o la mía.

_Este ciervo será alimento, no sólo para Edgecomb, sino

también para los aldeanos que dependen casi totalmente del

Lord de sus tierras para su supervivencia.

_Es verdad y yo sé eso. Al menos, lo sé de aquí. —

Apuntó a su cabeza, y en seguida puso la mano en su

corazón. _ Pero aquí es muy difícil de aceptar. No puedo

permitirme quitar la vida de una criatura indefensa por el

placer de cazar.

Inclinándose sobre la silla, Rory la atrajo contra su

pecho. Ella era una eterna fuente de sorpresas. La pirata

cruel, que en una batalla luchaba ferozmente como cualquier

hombre, escondía un corazón generoso. Era una

contradicción mas en esa mujer extraña y maravillosa.

Posando los labios sobre su frente, murmuró:

_Tu secreto está a salvo conmigo, mi lady. No revelaré a

nadie que lady Cortney Thornhill se estremece delante de

sangre.

_E yo no contaré a nadie que el gran guerrero Rory

MacLaren pierde toda su fuerza cuando una mujer roza los

labios en su cuello.

De repente, él dejó de reírse. Los brazos que la

rodeaban la apretaron hasta que no podía escapar.

_Está yendo demasiado lejos , mi lady. Si no tienes

cuidado, me veré forzado a poseerte aquí mismo.

Ella suspiró, adorando la dulce sensación que se

esparcía por su cuerpo.

_Y qué harías con los valets?

_Yo podría enviarlos al encuentro del grupo de la

reina. Y rezar para que estuviesen perdidos en el bosque

hasta el atardecer.

Ella se recostó en el pecho de él por un momento.

Entonces, riendo, lo apartó de sí.

_Eres un hombre muy cruel, MacLaren. Pensando sólo en

tus placeres egoístas mientras otros sufren.

_Es verdad. Imagino que estamos obligados a continuar

con la caza, aunque ambos sepamos que hay maneras mucho

mas agradables de pasar la tarde.

La risa de Cortney se escuchaba a lo lejos. Todavía

riendo, ella desvió el caballo cuidadosamente del ciervo

abatido.

Durante el resto de la tarde, ella fue sólo una

espectadora mientras los demás participaban de la caza. Al

notar la aversión de Cortney por matar animales, Lord

Edgecomb se sintió extrañamente aliviado. Una espía

francesa no vacilaría en matar.

Lord Edgecomb había decidido, acertadamente, que la

primer comida de ellos sería simple, en una atmósfera

despreocupada. En vez de utilizar el gran salón de la

mansión, los cuatro amigos cenaron en la acogedora sala de

caza. Las paredes estaban decoradas con diversas armas y

trofeos. las sillas, dispuestas de manera informal, eran

confortables y bastante usadas. Mientras los criados se

sucedían cargando gran variedad de platos, la conversación

se fue tornando amena y descontraida, como entre amigos de

larga data.

Encantada con la consideración de su anfitrión,

Henrietta María le retribuía con historias de su infancia.

_Fui muy mimada _confeso ella. _Por mi padre y por mis

hermanos. Fue mi madre quien decidió que yo precisaba un

poco de autoridad. Me Colocó bajo los cuidados del Padre

LeFarge para que yo aprendiese humildad y paciencia.

_Pero, por qué? _quiso saber Cortney. _Yo imaginaría

que su madre estaría feliz de tener una hija fuerte y

orgullosa. Mi padre... _asustada con lo que estaba por

revelar, se detuvo, sintiendo un calor invadirle la cara.

Percibiendo tu pudor , Rory rompió el silencio incómodo

.

_En mi país, se espera que tanto los hombres como las

mujeres sean fuertes y orgullosos. _Notando la mirada

agradecida de Cortney, prosiguió: _Si un hombre muere sin

dejar hijos varones, sus hijas heredan todos sus bienes,

inclusive sus títulos.

_Quiere decir que una mujer se puede transformar en el

líder del clan? _preguntó a reina, intrigada.

_Claro. Tuvimos grandes líderes que condujeron a sus

clanes a batallas, derrotando a sus enemigos.

_Creo que nacemos en el lugar equivocado _dijo

Henrietta María, intercambiando miradas con Cortney. Los

dos sonrieron.

_Dónde naciste vos, Cortney? _preguntó Edgecomb.

_Tuviste una infancia semejante a la de la reina?

Por algunos instantes, ella se calló, buscando

desesperadamente una respuesta.

_Tuve una infancia muy común _murmuró finalmente, bajo

la mirada sorprendida de Rory. _El señor, seguramente,

preferirá escuchar las historias fascinantes de Su

Majestad.

_Vos me contaste que no tienes hermanos. Y hermanas?

_Tampoco. Pasé la mayor parte de mi infancia sola.

_Y tus padres? _insistió Edgecomb.

_Son personas muy buenas y gentiles. Siento mucho la

falta de ellos _Cuando terminarían las mentiras? Cortney

fingió bostezar.

_Perdónenme por retenerlos tanto tiempo. _Lord Edgecomb

se puso de pie. _Yo sé que el día fue largo, pero me

distraje encantado por tener huéspedes en Greystone. Hace

mucho tiempo que no tengo el placer de recibir buenos

amigos.

El fuego en la chimenea ya se extinguía y las copas

estaban vacías. Se Levantaron y se despidieron.

Cuando los huéspedes se retiraron, Lord Edgecomb

permaneció frente a la chimenea, los ojos fijos en las

cenizas. Habría sido su imaginación o lady Thornhill había

desviado el tema cada vez que él le hacía alguna

pregunta personal? Acabo de tomar su cerveza y se retiró.

Tendrían todavía un día completo. Hallaría un modo de

descubrir mas sobre ella.

En el piso superior, una criada ayudaba a Cortney a

desvestirse. Cuando se retiró, Cortney vio Rory en su

terraza.

Con una sonrisa de sorpresa, fue a su encuentro.

_Hace cuanto tiempo está ahí?

_Lo bastante para asegurarme que vos estabas sola.

_Dónde queda tu cuarto?

_Justo al lado del tuyo . _Rió bajito. _Esta terraza

une los dos cuartos. Si no fuese así, habría que derrumbar

la puerta.

Rory le tomó los hombros, mirándola intensamente.

Adoraba aquella mirada de ella, invitante y amorosa, apenas

sugiriendo pasión.

_Yo no soportaría dormir al lado _murmuró él, rozando

los labios de Cortney —, sabiendo que el paraíso me

esperaba aquí.

Él la envolvió en sus brazos, apretándola contra su

pecho. Se Besaron apasionadamente.

_Ni yo conseguiría pegar un ojo , sabiendo que estás

tan cerca.

_Durante todo el día soñé con este momento —murmuró

él, haciendo que la camisola de seda se deslizase por sus

hombros, pegando los labios a la piel sedosa.

_Rory. Oh, Rory.

Cayeron de rodillas sobre el sofá de seda, sintiendo

el calor de la chimenea. O serían las llamas de la pasión

que los tomaron por asalto, haciéndolos perder la razón?

Las bocas pegadas, los cuerpos como uno solo, se entregaron

a su loco amor . Y, entre gemidos, la pasión explotó en

ellos, al mismo tiempo, con una intensidad casi salvaje.

CAPITULO 17

Los primeros rayos de sol de la mañana penetraban por

las las cortinas acariciando a los amantes adormecidos

entre las sabanas desordenadas. Cuando Rory tocó la

cicatriz en el hombro de Cortney, ella despertó.

Tanto en las prisiones francesas, como a bordo del

Hawk, él sólo había soportado la brutalidad alimentando la

esperanza de que un día alcanzaría la libertad. Como esta

extraordinaria mujer habría soportado la violencia de la

ruda vida en el barco pirata, sabiendo que no tendría

fin?

En un impulso, posó los labios sobre la cicatriz.

Deseaba tener el poder de borrar de la memoria de Cortney

todas los dolores, todas los recuerdos crueles.

Al sentir los labios sobre la piel, Cortney entreabrió

los ojos. Por un momento, no consiguió ordenar los

pensamientos, mezclando sueños y realidad. Entonces, con un

suspiro de satisfacción, lo abrazó, murmurando a su oído:

_Buen día, mi Lord. Me Estás examinando en busca de

imperfecciones.

_Sería una tarea vana, mi lady _murmuró, los labios

entreabiertos recorriéndole el cuello. _En La señorita,

sólo encontré perfección.

_No encontraste fallas? _susurraba ella. _Ni una?

_Una, tal vez. _ la levantó por un momento para

observar sus brazos. Cabellos oscuros se esparcían por

los sabanas de lino y él sumergió la mano en ellos,

trayéndola mas cerca de sí.

_Y cuál sería?

_Yo jamas me sentiré satisfecho, por mas que te tenga,

Cortney.

Los labios de Rory cubrieron los suyos, ahogando la

risa, mientras se perdían en el encantamiento del recién

descubierto amor.

_Buen día, Lord Edgecomb.

_Ah, Cortney! _El anfitrión se puso de pie. _Sos la

primera en despertar y venir a hacerme compañía.

Ella tragó la risa que amenazaba con escapársele al

recordar a Rory, envuelto en una sabana , escapando por un

tris, cuando la criada entró para ayudarla a vestirse.

Edgecomb apartó la silla para ella.

_Estoy segura de que los otros pronto estarán aquí.

Diversas criadas entraron, cargando bandejas con fuentes

cubiertas. Cortney pasó algunos instantes levantando las

tapas de plata y elogiando los manjares. Había carne fría y

caliente, tartas y budines humeantes, así como bizcochos y

panes recién salidos del horno. Otra bandeja exhibía

gelatinas y compotas y una infinidad de dulces tentadores.

Edgecomb la observaba, mientras ella se deleitaba con

la excelente comida.

_Crees que nuestra comida es muy diferente de la

francesa?

_No tan diferente. En mis viajes, me habitúe a las

comidas exóticas.

Percibiendo lo que acababa de revelar, Cortney se

cubrió los labios con una servilleta para disfrazar la

incomodidad .

_Y por qué hiciste tantos viajes, mi querida?

_Mi padre era...capitán de un barco.

_Y vos y tu madre acostumbraban a acompañarlo en sus

viajes?

Sin saber que hacer, Cortney casi gimió.

_Mi madre estaba.. en estado delicado de salud. Pero yo

viajaba frecuentemente con mi padre.

_Que hecho extraordinario, la hija de un capitán

entrenada para ser dama de compañía de una princesa real.

_Fue... fue mi conocimiento de lenguas lo que llamó la

atención del rey Luis. Y él, entonces, sugirió a su hermana

que yo fuese entrenada para ser su dama de compañía.

_EN ese caso _continuó Edgecomb, cuidadoso —, hace poco

tiempo que ocupas el cargo.

_Es verdad. _Cortney bajó los ojos. No podría revelar

mas nada sobre sí. Como odiaba estar engañando a ese

hombre tan generoso. Buscando en su mente algún otro tema,

preguntó: _Hace muchas generaciones que esta casa pertenece

a su familia?

_No. De mi padre, heredé muchas tierras de buena

calidad y una propiedad en Sussex. Como también la casa en

Londres y algunas otras propiedades en la ciudad. Pero

esta casa, yo la compré para consolarme de la muerte de mi

mujer y de mi hija.

_Yo casi tenía la certeza de que ese lugar era el refu-

gio de un hombre _comentó ella, sonriendo con la expresión

sorprendida de él. _No presenta ningún detalle

femenino, como retratos, trabajos hechos a mano, pequeños

recuerdos de familia. El señor no tiene ningún retrato de

su esposa y de su hija?

La pregunta pareció entristecerlo.

_Tengo muchos en Londres y también en otras

propiedades. Cuando nos casamos, me sentía tan orgulloso de

mi mujer que encomendé diversos retratos. Ella era la prima

favorita de la reina. En el castillo de Londres, existen

algunos muy bonitos.

_Ella era bonita?

Él miró el horizonte por algunos momentos, como si

allí pudiese ver la imagen querida.

_Su belleza era extraordinaria. Cuando el sol daba en

sus cabellos oscuros, ellos parecían de fuego. Los ojos

eran verdes. Cuando te vi por primera vez, Cortney, sus

ojos me recordaron a los de ella. Ella hablaba con

suavidad, jamas elevaba el tono de voz.

Al oírlo describir la esposa, Cortney sintió un

estremecimiento. Él revelaba sentimientos demasiado profun-

dos y vívidos, aún después de que tantos años hubiesen

pasado.

_El señor debía amarla mucho.

_Es verdad.

_Cuénteme sobre su hija.

_No puedo _dijo, la voz embargada, sorprendiendo a

Cortney. _ Aún hoy, es muy doloroso hablar de ella. Como

la vi por última vez, tan pequeña y tan angelical, y, al

mismo tiempo, dotada de un coraje que siempre me

sorprendió. Creo que se parecía mas a su madre, aunque

muchos decían que tenía mis facciones . Después de la

muerte de la madre, nunca mas nos separamos. Ella era la mi

razón de mi vida . Viajábamos juntos a todas partes,

acompañados de gobernantas y tutores.

_Fue alguna enfermedad que la llevó?

_No. Yo había sido enviado a Irlanda como representante

del rey. Se Esperaba que, con mis poderes de persuasión, yo

pudiese apaciguar una pequeña rebelión. Sin embargo, cuando

presentí que la rebelión comenzaba a incrementarse, envié

a mi hija de vuelta a Inglaterra, donde estaría a salvo. _

Se Calló por un largo momento y después prosiguió: _Fue la

última vez que la vi. Pero agradezco a Dios por los pocos

años que la tuve a mi lado.

El semblante de él se cubrió de tristeza. Sin pensar,

Cortney le tomó la mano entre las suyas. Parecía natural

intentar reconfortar a aquel hombre tan generoso. Cuan

fácil era olvidarse de las lecciones de Thornhill. Edgecomb

le lanzó una mirada enternecida.

_Perdóneme, Lord Edgecomb. Yo no quise traerle

recuerdos desagradables.

Él le devolvió una sonrisa cariñoso y le apretó la

mano.

_Esas recuerdos nunca son desagradables. Muy por el

contrario. Fue hace mucho tiempo. Yo ya debería estar

acostumbrado. Sin embargo, al volver a acordarme, aún

después de todos estos años, me sorprendo con la intensidad

del dolor.

_El señor debía amarlas mucho.

_Mas que a mi propia vida. Yo habría dado todo, todo,

para tenerlas de vuelta.

_Y nunca hubo otra persona en su vida que llenase ese

vacío?

La entrada de una criada, él se recompuso, llevando la

servilleta a los labios.

_No. Aunque no por falta de intentos _dijo riendo, y

Cortney quedó contenta al ver que él encontraba motivos

para divertirse, aún en medio de tanta tristeza. —Mis

amigos han hecho desfilar delante de mí mujeres cuyas

edades variaban entre dieciséis y cincuenta años, esperando

que volviese casarme . _Ambos estallaron en risas.

_Ellos no consiguen entender que una mujer, y sólo ella,

fue objeto de mi amor. Cuando perdí a mi mujer y a mi

hija, perdí también mi corazón.

Pensando en Rory, Cortney lo entendió, sintiendo un

dolor agudo que la apabulló. No tenía duda de que, en caso

que lo perdiese, jamas amaría a otro hombre.

La conversación fue interrumpida por la llegada de Rory

y de la reina. Forzando una sonrisa, Lord Edgecomb saludó

calurosamente a sus invitados.

_Durmió bien., Majestad?

_Las noche entera, Lord Edgecomb. Las comodidades de su

casa son extremamente confortables.

_Y vos, Rory?

Cortney percibió un brillo divertido en los ojos de

Rory.

_Concuerdo enteramente con Su Majestad. Sus

habitaciones no podían ser mas... confortables.

_Bien. Muy bien. _Conduciendo a Henrietta María a la

mesa, Edgecomb llamó a las criadas, ansiosas por servir a

su reina.

_Si está de acuerdo, Majestad, podríamos organizar una

caza de zorros esta mañana.

_Lo adoraría, Lord Edgecomb.

_Creo también que podríamos visitar el mercado de la

aldea vecina esta tarde. Los aldeanos habían oído decir

que la reina está hospedada en Greystone y adorarían poder

contarle a sus netos que la señora pasó una hora agradable

en compañía de ellos.

La reina sonrió imaginando la escena creada por Lord

Edgecomb.

_Si el señor ctee que mi visita dará placer a los

aldeanos, estaré muy feliz de ir.

_Que bien. Esta noche, las criadas prepararán los

animales de la caza que la señora, con tanta habilidad,

consiguió, Majestad. Organicé un banquete para esta noche.

— Percibiendo la satisfacción de la reina, Edgecomb

prosiguió: _Yo sé cuanto le gustó a la señora tener

privacidad de la noche pasada, Majestad. Sin embargo, como

esta es su última noche en mi casa, me gustaría invitar a

los propietarios de tierras de los alrededores para que la

conozcan. Para ellos, será un privilegio del cual no se

olvidarán. Cortney percibió una leve sombra de preocupación

pasar por los ojos de Henrietta. Era difícil para la

soberana enfrentar la curiosidad y, tal vez, la animosidad

de los nobles. Mas difícil sería rehusar algo a Lord

Edgecomb.

_Será para mí un gran placer cenar con sus amigos, Lord

Edgecomb.

El anfitrión sonrió satisfecho; él también había

notado la reacción de la reina pero estaba seguro de que

ella disfrutaría cenar cuando se relajase, permitiéndose

conocer mejor a los buenos ciudadanos de los alrededores.

Así que la reina terminó su café de la mañana, se puso

las ropas de montar; los caballos habían sido traídos de

los establos ya ensillados, listos para la caza.

Cortney no imaginó que podría apreciar la caza de

zorros. La caza del día anterior, con tantos animales

muertos, sólo le había causado tristeza. Sin embargo, al

escuchar los perros aullando y gruñendo, ansiosos por dar

inicio a la persecución, se contagió con el entusiasmo

general. Los caballos, percibiendo la tensión, pateaban y

relinchaban. Cuando finalmente los perros fueron soltados,

se lanzaron veloces detrás del zorro, cruzando los campos.

Hasta los caballos, entrenados especialmente para ese

deporte, apenas podían ser controlados. Al sentir las

riendas aflojarse, dispararon detrás de los perros.

Henrietta María y Lord Edgecomb lideraban el grupo,

seguidos del guarda caza. Detrás venían Cortney y Rory.

Delante de ellos, los perros pararon, rastrearon el pasto y

como si hubiesen enloquecido, dieron un salto hacia delante

. Cada vez que los perros paraban, los caballos también

paraban. Cada vez que disparaban, los caballos los

imitaban.

Cortney inclinó el cuerpo hacia adelante, sintiendo el

viento acariciar sus cabellos. Le Gustaba el aroma de los

caballos y del cuero de la silla. El corazón latía al

compás de los cascos en la tierra. Cuando, al final de dos

horas de percusión, el zorro fue acorralado, Cortney se

encantó al descubrir que sería dejada en libertad. Los

perros fueron metidos en el canil y los caballos,

cubiertos de sudor por el fuerte ejercicio, fueron dejados

en los establos.

Al encontrarse con el rostro feliz de la reina,

Cortney se sintió radiante.

Mientras retornaban a la casa, con los brazos

entrelazados, Rory dijo a Cortney.

_Eres increíble. Consigues encontrar desafíos hasta en

la tranquilidad del campo.

_Estamos bien lejos del barullo de Londres, mi Lord,

pero este no es lo que se puede llamar un lugar calmo.

Ahora entiendo por que a la reina le gusta tanto la caza

del zorro . El gruñido de los perro se y el golpear de los

cascos de los caballos han hecho acelerar mi corazón.

_Observé tu rostro mientras cabalgabas, Cortney. —Él

paró tomándole el rostro entre las manos, mirándola en lo

profundo de los ojos. _Vos sos todo lo que yo preciso para

acelerar mi corazón.

Rozó suavemente los labios en los de ella, sintiendo

una oleada de calor. Cuando escuchó la voz del anfitrión,

se apartó.

_Recuérdame terminar lo que comenzamos cuando estemos

a solas.

Colocando la mano de Cortney sobre su brazo, le dio una

sonrisa deliciosa antes de juntarse al grupo.

Seis caballos blancos empujaban el carruaje de la reina

por la camino que conducía al mercado de la aldea. Al lado,

cabalgaban Lord Edgecomb y Rory, magníficos en sus trajes

de montar de terciopelo y sus sombreros con plumas.

Las noticias sobre la visita de la reina se habían

esparcido por la aldea. Durante toda la mañana, el

movimiento de carrozas y carretas en el camino se hizo

intenso. Familias enteras emprendieron un largo viaje con

la esperanza de ver, al menos por un momento, a su reina.

_Cuanta gente _Henrietta María suspiró mientras el

carruaje paraba. _ Me Pareció, al principio, que esta era

una aldea pequeña y tranquila.

_Ellos se sienten privilegiados de poder ver a su

reina _dijo Cortney, espiando por la ventana. _Para

muchos, será el acontecimiento mas importante de sus vidas.

Describirán este día a los hijos y a los nietos muchas y

muchas veces, Majestad.

_Haremos entonces que sea un día inolvidable. —Cuando

la puerta del carruaje se abrió, la reina levantó el

rostro y ofreció la mano al cochero.

De pie en el estribo, escuchó los vivas de la

multitud. Por un momento se asustó, pero, en seguida,

levantó la mano, saludando. Las aclamaciones aumentaron.

Desde el carruaje, Cortney podía observar a Henrietta

María de perfil. Mientras los aplausos proseguían, los ojos

de la reina se estrecharon y una lágrima corrió por su

cara. Con la punta de los dedos, enjuagó el borde de los

ojos y entonces continuó saludando. Cuando la reina,

finalmente, descendió del estribo, la multitud quedó

silenciosa; la reina de Inglaterra caminaba en dirección

a ellos. Un paso detrás, con el sombrero en la mano, la

seguía Lord Edgecomb, presentando a los aldeanos que se

inclinaban, reverenciando a la soberana.

Rory ayudó a Cortney a descender del carruaje. Con la

mano sobre el brazo de él, los seguían algunos pasos atrás.

Después de las presentaciones, la reina paseó por entre

las barracas del mercado, elogiando las prendas hechas a

mano y los gorros cubiertos de cintas; cumplimentaba a los

campesinos por la calidad de sus gallinas y patos. En cada

lugar que paraba, se tomaba el trabajo de intercambiar

algunas palabras con los súbditos, preguntando sobre sus

tierras, otras veces agachándose para escuchar las

palabras vacilantes de alguna criatura tímida. La visita,

planeada para durar, al máximo, una hora, se extendió por

cuatro. Cuando finalmente el carruaje de la reina tomó el

camino de vuelta, oel sol ya se había puesto.

En la plaza del mercado, los hombres se felicitaban

mientras las mujeres, abrazadas a sus hijos, comentaban so-

bre el excelente inglés de la reina. Elogiaban

abiertamente su magnífico traje y las botas delicadas y

comentaban en voz baja su amabilidad y delicadeza. Todos

concordaban que el rey había hecho una excelente elección y

que Henrietta María, la tímida princesa francesa, se había

transformado en una extraordinaria reina.

_Majestad, está deslumbrante.

Al ver a la reina surgir en el umbral de la puerta,

Lord Edgecomb y Rory interrumpieron su conversación sobre

caza. Como los invitados eran nobles del campo que

normalmente no tenían el privilegio de participar de fun-

ciones reales, Henrietta María había dado atención especial

a su apariencia. Las señoras presentes esperaban elegancia.

Ella no las decepcionaría. Sus cabellos oscuros habían sido

trenzados y sujetados con la tiara de diamantes. Pulseras,

collares y aros de diamantes adornaban su pechos, manos y

rostros, reflejando un brillo que parecía envolverla en una

aura luminosa. El traje blanco había sido bordado en oro

y plata, parecía sacado de un sueño. Zapatos blancos

cubrían sus pies delicados.

Los hombres, ella bien sabía, esperaban una cierta

altivez de parte de la reina. Ellos tampoco los

decepcionarían. Con la espalda erecta, el rostro orgulloso

levemente inclinado hacia un lado, no dejaba ninguna duda

sobre su posición.

Depositando la jarra sobre la mesa, Edgecomb se

apresuró en dirección a ella.

_ Todavía Tenemos algunos minutos antes que los

invitados comiencen a llegar, Majestad. La señora nos

acompaña con una bebida ?

_Acepto.

En ese mismo instante, una criada surgió con una

bandeja. La reina tomó una copa de cristal.

_Su amabilidad con los aldeanos esta tarde será

recordada por mucho tiempo, Majestad.

_Su pueblo me pareció encantador, Lord Edgecomb.

_es también su pueblo, Majestad. Todos los ingleses son

ahora sus súbditos.

Henrietta María se calló. Era la reina de Inglaterra.

Esposa de Carlos I de Inglaterra. Y había sido el pueblo

de esta minúscula aldea que la había llenado de orgullo y

que le diera la mayor demostración de cariño.

Edgecomb y Rory intercambiaron miradas.

Cuando Cortney surgió en el umbral de la puerta, el

corazón de Rory disparó.

Usaba un vestido de seda rojo, ajustado debajo del

pecho, acentuando la curva de los pechos firmes y altos. El

tejido caía en pliegues suaves, mostrando apenas la punta

de los zapatos. En el pecho , un collar de rubíes y

diamantes reflejaba as luces de decenas de velas.

Atravesando la sala, le tomó la mano entre las suyas.

Si estuviesen a solas, él la tomaría en sus brazos y la

besaría hasta que ambos perdiesen la respiración. En vez de

eso, se inclinó rozando los labios sobre su mano.

_Mi lady, causarás envidia entre todas las mujeres que

estarán aquí esta noche _murmuró él.

Ella percibió o deseo reflejado en los ojos azules y

enrojeció.

_Eres muy gentil, mi Lord.

El mayordomo se aproximó, anunciando la llegada de los

invitados. La reina entregó su copa a una criada y aceptó

el brazo de Lord Edgecomb. Algunos pasos atrás, seguían

Rory y Cortney, dirigiendose al amplio salón de cenar.

Allí, todos estiraron el cuello para ver, al menos de

reojo, a la reina. Cuando Henrietta María llegó al centro

del salón, todos se inclinaron.

_ Majestad_ dijo Edgecomb, usando un tono formal de la

corte. _Me Gustaría presentarle a sus súbditos leales.

Mientras las parejas formaban fila para ser presentados

formalmente, Cortney se colocó al lado de la reina, en

caso que necesitase intérprete.

Rory tocó la mano de Cortney percibió un ligero

temblor. Si esta noche estaba siendo difícil para la reina,

mas penosa todavía sería para la dama de compañía. La casa

de campo de un aristócrata inglés no era un barco pirata. Y

los ricos señores de las tierras eran muy diferentes de los

ladrones y asesinos con quien Cortney había convivido .

Pero Rory no tenía duda de que Cortney se saldría muy bien

de esa situación, como lo venía haciendo desde que había

pisado suelo inglés.

Las señoras sentadas a la mesa estaban predispuestas a

no gustarle la reina. Después de haber sido criada en la

opulencia de la corte francesa, ella parecía conseguir,

ahora en Inglaterra, que sus deseos fuesen satisfechos de

inmediato. Seguramente, el vestido que usaba había

exigido semanas de trabajo de muchas criadas. Y las joyas

que exhibía valían wl rescate de un rey.

Los hombres sentían envidia del rey. La juventud de

Henrietta María, su belleza morena y sus modos encantadores

convencieron a todos de la excelente elección que Carlos

había hecho.

Pero con el correr de la cena, mientras Lord Edgecomb

entretenía a sus invitados con historias sobre la caza del

día anterior, tanto los hombres como las mujeres había

pasado a sentir gran respeto por la monarca.

_Su Majestad maneja el arco y la flecha con la misma

destreza que un arquero del rey _elogió Edgecomb.

Los invitados observaban a la reina con interés re-

novado.

_ Y, como amazona, Su Majestad no tiene rival.

_Los adorables campos de su región hacen que sea un

placer cabalgar _comentó la reina amablemente. —Creo que me

apasioné por Inglaterra cuando llegué a Greystone.

_Y la dama de compañía? _el gordo conde de Hol-

lingwell, se dirigió a Cortney, sentada a su lado. Ella

enrojeció, sintiéndose blanco de la atención general. _La

señorita extraña a su familia y su casa en Francia?

Rory se volvió a tiempo de ver la sonrisa desaparecer

de los labios de Cortney. La voz temblaba levemente y él

esperaba que fuese el único en haberlo notado.

_Es natural que extrañe mi casa y mi familia. Sin

embargo, como Su Majestad dijo , cada día amo mas a

Inglaterra. las personas son gentiles y amables. _

Las cejas de Rory se arquearon levemente, haciéndola

enrojecer una vez mas. _Y todos me han hecho sentir

bienvenida.

Del lado opuesto de la mesa, Lord Edgecomb se sintió

incomodo. No podía negar mas que Cortney estaba siendo

deliberadamente evasiva. A menos que fuese provocada, ella

jamas mencionaba su familia o su casa. Aunque hubiese

prestado máxima atención cuando le había hablado de su

esposa e hija, ella, deliberadamente, había intentado

desviar el tema cuando las preguntas se volvían hacia ella.

Sería posible que las acusaciones de Burlingame tuviesen

fundamento? Atormentado por las dudas, fue invadido por un

gran recelo. Sin embargo, cuando la observaba, el miedo

desaparecía. Era tan dulce, sincera, parecía imposible que

fuese culpable de los horrendos crímenes que Burlingame

había sugerido.

Fue un alivio cuando la cena terminó y ellos se

retiraron a un salón menor y mas acogedor, donde los

músicos entretenían a los invitados.

Ya había pasado la medianoche cuando los invitados se

despidieron y se prepararon para el largo viaje de

regreso. Antes que los últimos carruajes desapareciesen en

el camino, la reina intentó disimular un bostezo.

_Fue un largo día, Majestad. Lamento que no haya tenido

un solo momento para reposar.

_Disfruté cada minuto, Lord Edgecomb. Habrá tiempo

suficiente para descansar cuando retorne al palacio.

Era verdad, pensó Cortney, mientras seguía a la reina

hasta los aposentos. Esta noche en especial ella no quería

descansar. Mientras se cambiaba, tenía la atención en la

terraza, esperando a su visitante nocturno. Cuando

finalmente él entró, se tiró en sus brazos.

_ Te extrañé _murmuró él.

_Y yo a vos. _Ella lo abrazó ofreciéndole los labios.

_Oh, Rory. Abrázame. Me gustaría que esta noche jamas

terminase.

Cuando el beso se volvió mas apasionado y el deseo

comenzó a fluir, Rory sintió unas ganas irresistibles de

huir con ella. Eses dos días, lejos del palacio y de los

problemas de Francia e Inglaterra y sus monarcas, habían

sido un regalo muy especial. Algo que no disfrutarían tan

seguido.

Ella se había entregado en sus brazos y él sentía una

gran ternura. Si pudiesen permanecer así para siempre...

Los pensamientos se desvanecieron cuando él la besó en

el cuello. Al oír o débil gemido que escapó de sus labios,

le besó la boca salvajemente y la cargó en sus brazos.

Era la última noche de libertad, para amarse durante toda

la noche, lejos de las intrigas de los criados.

Cortney abandonó todos sus miedos. Al día siguiente,

enfrentaría el hecho de estar profundamente envuelta en una

intriga que le podía costar la vida. Esa noche, era una

mujer apasionada. Si el amor fuese todo en la vida, ella

impediría para siempre la llegada de la madrugada.

CAPITULO 18

_Lord Edgecomb, fueron días maravillosos. Jamas me

olvidaré de estos momentos encantadores que el señor nos

proporcionó.

Cortney quedó atónita de ver a la discreta Henrietta

María abrazar a su anfitrión.

_Para mí también fueron días inolvidables, Majestad.

Acostumbramos a envolvernos tanto en asuntos de Estado

que no nos sobra tiempo para dedicarnos a los amigos. Mi

casa es su casa, siempre que sienta la necesidad de huir de

los rigores de sus obligaciones en la corte.

Edgecomb ayudó a la reina a subir en el carruaje y

entonces se volvió hacia Cortney.

_Eres una mujer muy especial, Cortney. Estaré muy

feliz de poder disfrutar tu compañía alguna otra vez.

_Estoy muy agradecida al señor. Jamas sabrá lo que

este período aquí representó para mí.

Edgecomb la abrazó cariñosamente y Cortney sintió un

aprieto en el corazón. Si al menos alguna vez su padre la

hubiese abrazado así... Cómo había ella soportado todos

esos años sin cariño y afecto?

Después que Edgecomb la ayudó a subir al carruaje, él

hizo una señal al cochero. Cuando partieron, Cortney pudo

ver, por su ventana, a Rory y a Edgecomb despidiéndose

afectuosamente.

Durante el largo viaje de vuelta, la reina converso,

relajada sobre las personas que había conocido y los hechos

que la impresionaron. Pero, cuando el carruaje se

aproximó a Londres, las dos se callaron, sumergidas en sus

pensamientos.

Rory alcanzó el carruaje a caballo y presintió, basado

en la expresión preocupada de la reina, la batalla que se

aproximaba entre el Consejo y el clero.

El rey estaba de excelente humor. Las noticias sobre la

recepción que Henrietta María había tenido en el interior

ya habían llegado al palacio, traídas por algunos de los

nobles presentes en el banquete en casa de Lord Edgecomb.

Elogiaron mucho a la esposa francesa del rey, relatando,

a quien quisiese oír, historias sobre la eximia cazadora.

Cuando describieron la gentileza de ella con los aldeanos

en el mercado, el rey escuchó con toda atención.

Aunque Burlingame, durante la ausencia de la reina,

hubiese ofrecido al rey diversas cortesanas, Carlos las

rechazó bajo el pretexto de estar muy ocupado. En verdad,

extrañaba a su joven esposa. Extrañaba su mirada furiosa

cuando Burlingame exageraba sus acusaciones. Extrañaba sus

risas en los relatos sobre su infancia. Extrañaba el cariño

de ella cuando estaban a solas.

Caminando hasta la ventana, Carlos había buscado en el

horizonte el carruaje que la traería de vuelta a casa.

Hogar. Sería que algún día ella aceptaría a Inglaterra como

su hogar?

Golpeó con el puño cerrado en la mesa. Debería haber

ignorado a infinita lista de obligaciones que Burlingame le

había presentado y haber acompañado a su esposa a la casa

de campo de Edgecomb. Podrían haberse divertido, cazando y

visitando el mercado de la aldea. El corazón comenzó a

golpear mas fuerte. Podrían pasar largos momentos haciendo

amor, como en Dover.

Escuchó las trompetas anunciando la llegada de la reina

y se apresuró en dirección al salón de entrada.

Esperándolo, allí estaba Burlingame.

_Convoqué al Consejo, Majestad.

_Mas tarde _retrucó el rey, impaciente. _Mi esposa está

llegando del campo.

_Envié un emisario a saludar a la reina es su nombre,

Majestad. Ella será informada que el rey estará con ella

cuando los asuntos de Estado estén resueltos.

_Eso puede esperar...

_Majestad, existen asuntos de vital importancia a ser

discutidos. Un monarca debe sacrificarse por su país.

Carlos miró Burlingame y vio en sus ojos una sombra de

desprecio. Burlingame tenía razón, estaba claro. Había

asuntos mucho mas importantes a ser tratados que el amor

por su esposa. Se Estaba portando como un muchacho

apasionado.

Con un suspiro, el rey se dio vuelta y rumbeó a la sala

de audiencias del Consejo. Mas tarde saludaría a Henrietta

María.

La reina descendió del carruaje, mirando ansiosa a su

alrededor. Delante , estaba el viejo canciller. Aunque

fuese un hombre muy gentil, Henrietta María le tenía

cierto fastidio por haber sido él quien actuara en nombre

del príncipe de Gales en ocasión del casamiento en las

escalinatas de Notre Dame. Para ella, él era un símbolo de

la antigua guardia que aislaba a su marido. Un muro que

ella jamas conseguiría derrumbar.

_Bienvenida, Majestad. El rey envía saludos y disculpas

por tener que tratar importantes asuntos de Estado.

Henrietta María levantó la cabeza en un gesto habitual

de desafío. Ella no permitiría que su decepción fuese

notada.

_Muchas gracias, señor canciller.

Viendo al obispo Montand, rodeado de sus auxiliares, la

reina caminó en su dirección. Luego que saludarla cariño-

samente, él la acompañé al palacio y permaneció por largo

tiempo conversando con ella en la sala de estar.

Mientras caminaban, Cortney pudo escuchar al canciller

murmurar a Rory:

_Sólo para ellos. Demonios vestidos de negro,

conduciendo a la propia esposa del rey por un camino de

destrucción.

Para Cortney, la reina jamas había parecido tan regia.

Y tan feliz.

_Yo todavía pienso que podríamos escondernos aquí en

mi cuarto y dejar la fiesta y la música para los demás. -

Cortney se colocó el vestido de seda color vino.

_El rey exige que, antes del baile, todos en el

palacio cenen con él. _Rory le besó la cara.

_Y si dijésemos que estamos enfermos?

Estudiando la imagen de ellos reflejada en el espejo,

Rory la atrajo hacia sí.

_Después de las historias que las criadas han esparcido

por el palacio en los últimos días, sobre una cierta dama

de compañía y un rufián escocés, ninguno va a creer en una

mentira tan absurda.

_Hm... _Ella dio un suspiro, apoyándose contra él.

_Estoy cansada de las fiestas del rey. Son un pretexto para

que él no esté a solas con la reina.

_Es verdad _confirmó Rory, rozándole el cuello. _La

realeza no es tan afortunada como el resto de las

personas. Nosotros, felizmente, podemos casarnos con quien

escojamos.

Libertad para casarse. Un dolor agudo atinó el pecho

de Cortney. Desvió los ojos.

_Esta noche, seré forzado otra vez a verte bailar en

los brazos de otros hombres?

_Quien sabe, mi Lord, quizás sea esta la única forma de

obligarte a notar mi presencia.

_Voy a notarla, si _bromeó él, empujándole los

cabellos. _Y cuando vuelvas a este cuarto voy a colocarte

sobre mis rodillas como a una muchacha imprudente.

_En ese caso, quién va a traerme de vuelta al cuarto?

_Lady Thornhill! _la hizo girar y la sujetó en sus

brazos. _Pretendo volver a este cuarto con la señorita.

Esta noche y todas las demás.

Sería maravilloso estar siempre allí, junto a ella.

LO Envolvió con los brazos y, de repente, volvió en sí.

Dios del cielo! , sería horrible.

El próximo encuentro con el mensajero de Richeliu es-

taba planeado para la madrugada de aquel mismo día. Ella

precisaba encontrar una manera de escabullirse sin que Rory

lo notase. Cuando los labios de él buscaron los suyos, se

relajó abandonandose al amor. Antes de enfrentar el

terrible encuentro, habría muchas horas libres. Horas de

placer en los brazos de Rory.

_Pensandolo bien., lady Thornhill _susurró él —, tal

vez podríamos llegar un póoquito atrasados a la cena del

rey.

Encantada, Cortney reía mientras él la cargaba hacia la

cama.

_Me Gustaría tener nuestra fiesta particular antes que

nos juntemos con los demás.

Ella se abandonó a los labios, a las manos que ahora

conocía tan bien como las suyas propias. Y, con un suspiro,

se sumergieron en un mundo que sólo los amantes conocen.

_ Imaginé un plan perfecto _murmuraba Burlingame al

rey en una sala de audiencias privada.

_Vamos entonces a convocar a Lord Edgecomb y al

canciller?

_No, Majestad. Sería mejor que ninguno mas supiese de

este plan. Así no correremos el riesgo de que alguien

prevenga a los culpables. No confío en Edgecomb. Él

estableció una amistad profunda con la reina y la dama de

compañía, mas allá de ser un viejo amigo de MacLaren.

El rey no podía concordar. Aunque Edgecomb fuese amigo

de la reina y de Cortney, era todavía el magistrado mas

importante del país. Se Trataba de un hombre digno, amigo

leal del rey. Sin embargo... con renuencia, el rey asintió.

La precaución de Burlingame tenía sentido.

_Cuál es su plan?

_Enviaremos a una mujer, vestida como un muchacho,

para encontrarse con el mensajero de Richeliu, antes que

él llegue al parque del rey. La mujer llevará un mensaje

falso. En seguida, enviaremos a nuestro mensajero para se

encuentre con lady Thornhill en el lugar y la hora

marcados. Él transmitirá el mensaje que nosotros determi-

naremos.

_Parece bastante simple. _Carlos ponderó por un

momento. _Cuál será el contenido de los mensajes?

Una sonrisa siniestra se esparció- por el rostro de

Burlingame.

_Vamos a ordenar que todos los cómplices de lady Thorn-

hill en Francia vengan a encontrarse con ella en el Canal

para que el plan de asesinato del rey de Inglaterra sea

divulgado. En verdad, nuestra propia marina los estará

aguardando para enviarlos al fondo del mar.

El rey ponderó las palabras de Burlingame. Sería

perfecto. Libraría al país de los espías. Y, mejor

todavía, eliminaría a todos aquellos villanos sin atraer la

ira de los ingleses hacia Henrietta María. Rumores sobre

espías ingleses y franceses conspirando contra el rey,

seguramente, colocarían al pueblo en contra de la joven

reina francesa. Carlos miró al primer consejero con

sorpresa. Él esperaba que Burlingame intentase conectar a

Henrietta María y al clero a la red de espionaje.

_Y en cuanto al hombre que iría traicionarme al

servicio de Francia? También él encontrará la muerte en el

Canal?

_No, Majestad. El traidor deberá ser traído a Londres

para enfrentar juicio público y , en seguida, será

ejecutado.

_Y cómo vamos capturarlo?

_No tengo dudas de que él la estará siguiendo. Como el

señor bien pudo observar, Majestad, MacLaren está tan

embrujado que no consigue ver lo obvio frente a sus propios

ojos.

_Por qué tiene tanta certeza de que el traidor es Rory

MacLaren?

_Él está demasiado cercano a lady Thornhill para ignorar

sus actividades ilícitas.

Rascándose la barba, el rey asintió. Todos en el

palacio habían notado la pasión entre los dos. Apenas

podían apartar los ojos uno del otro para entablar una

conversación con los demás.

Pensando en su viejo amigo, Carlos sintió un aprieto en

el corazón. Siempre había deseado que Rory encontrase una

mujer que lo mereciese, una inglesa que lo cautivase a

punto de hacerlo olvidarse de las montañas, los bosques y

del pueblo mas allá de las fronteras de Inglaterra, que

clamaban por su retorno. Pero, ahora, la esperanza se

evaporara. MacLaren. había rendido su corazón a la

francesa, lady Thornhill, una mujer que lo llevaría al

delito y hasta a la traición de su rey. Una mujer que lo

conduciría directamente a las manos de un verdugo.

_Quién es la mujer que deberá pasar por lady Thornhill?

Burlingame se recostó disfrutando la enorme sensación

de poder.

_Encontré una cortesana en una taberna que tiene largos

cabellos y una figura esbelta. Ella sabe un poco de

francés. EN la oscuridad, el rostro cubierto con un

sombrero, pasará fácilmente por la dama de compañía.

_ Y en cuanto al hombre que deberá disfrazarse del

mensajero de Richeliu?

_Será uno de sus soldados, Majestad.

_Y ella no va a desconfiar?

_No. Él domina perfectamente el idioma francés. EN este

exacto momento, él está preparando el mensaje.

Carlos se levantó y apoyó la mano en el hombro de su

primer consejero.

_Vos serviste muy bien al trono de Inglaterra, Lord

Burlingame. Su soberano jamas se olvidará de este favor.

Burlingame se dirigió al gran salón. Antes de retirarse

a sus aposentos, tomaría algunos copas de cerveza con los

miembros del Consejo.

A la mañana siguiente, no precisaría de ninguna bebida

para animarse. Estaría embriagado por el poder. Cuando los

espías estuviesen muertos y el traidor fuese llevado a

juicio, el nombre de Burlingame sería loado en todo el

país. Y cuando, pensó con una sonrisa, entrase nuevamente

en contacto con el cardenal Richeliu en Francia él

exigiría que la próxima red de espías estuviese compuesta

de profesionales. No tenía estomago para esos caballeros y

damas insignificantes que eran coaccionados a espiar bajo

amenaza a la vida de sus familiares.

Tiró la cabeza hacia atrás lanzando en una carcajada.

Él iba a expulsar del reino a los que osasen enfrentar su

autoridad, y entonces haría lo que había planeado tantos

meses antes con el cardenal francés. Él traicionaría a

Carlos y lo quitaría del trono. Como no tenía hijos, la

dinastía de los Stuart, iniciada por James I, seguido de

Carlos, habría de acabarse. Un primo distante, todavía una

criatura, sería el próximo del linaje real. Eso mismo,

pensó con una sonrisa siniestra. El próximo rey sería los

suficientemente joven para ser educado como él quisiese.

Y tan tonto que sería completamente manipulable.

De repente, Burlingame frunció el ceño, los ojos se

estrecharon . Se no había nacido rey, se contentaría con un

poco menos. Sería el poder absoluto detrás del trono.

La fiesta avanzó en la noche . El rey, de excelente

humor, condujo a su esposa sonriente en diversas danzas.

Con la cara rosada y los ojos risueños, Henrietta María,

finalmente, persuadió a Carlos que volviesen mas temprano

a sus aposentos. Cuando los monarcas partieron, los

invitados comenzaron a dispersarse.

Volviendo, aparentemente, a gozar del favoritismo del

rey, Cortney y Rory se sintieron aliviados cuando los

monarcas había dejado el salón, permitiéndoles volver al

cuarto. Detrás de ellos, una criada cargaba una bandeja con

cervezas en jarras. Todos que los había visto murmuraban

que la dama de compañía y el escocés estaban planeando su

fiesta particular a puertas cerradas. Todos, menos Lord

Burlingame. Mientras subían las escalinatas, él los

vigilaba en la penumbra. La sensación de triunfo le

contraían los labios en una expresión de mofa. Esa noche

ellos pagarían por las humillaciones que lo habían hecho

pasar.

Mientras Rory tiraba su traje sobre un sofá, Cortney

ordenó que la bandeja fuese colocada sobre una mesa frente

a la chimenea.

_Yo serviré _explicó a la criada, acompañándola a la

puerta.

Cuando quedaron a solas, ella removió la diminuta bolsa

de tela escondida en su cintura y se dirigió a la mesa. De

espaldas a Rory, puso un polvo dentro de una de las jarras

y la llenó com cerveza. Sirviendo una segunda jarra para

sí, se volvió y le dio una jarra.

_No quiero cerveza. _Rory le examinó el rostro,

deteniéndose en sus labios.

_Brindaremos por nuestro amor _murmuró Cortney.

_Levantando la jarra, tomó un trago, viendo a Rory hacer lo

mismo. _Yo te amo de verdad, Rory. _Pronunció esas palabras

con tal vehemencia que lo asustó.

_Y yo te amo , mi amor.

_No importa lo que... _Ella lo observaba mientras él

dejaba la jarra sobre la mesa. Por un momento se encontró

sin fuerzas para proseguir. Humedeció los labio secos con

la lengua e intentó una vez mas. _No importa lo que pase,

quiero que sepas que yo siempre te amaré.

_La única cosa que va a pasar es esto _él retiró la

jarra de las manos de ella y la atrajo hacia sí. Tomándole

el rostro entre las manos, la miró bien en lo profundo de

los ojos. —Vamos a pedir autorización al rey para

casarnos. Entonces, escribiré a Thornhill declarando mis

intenciones.

_Vos te casarías conmigo? _preguntó ella, los ojos

llenos de lágrimas.

_Que ningún hombre jamas diga que yo robé tu virtud

_dijo solemne, ronco de emoción. _Yo te amo, Cortney. Deseo

pasar toda mi vida a tu lado.

_Oh, Rory. Abrázame! _Un nudo le apretaba la garganta.

_Abrázame.

Él sumergió las manos en los cabellos suaves y la

atrajo .

_Quiero saber todo sobre vos _murmuró él, los labios

rozándole las sienes. _ La criatura que fuiste, la mujer

en la cual te transformaste . Las cosas de que te gustan.

Los pensamientos que pasan por tu mente. Así te conocería

tan íntimamente como a mí mismo , mi amor.

Ella se abrazó a él, embriagada por aquellas palabras.

Estaba diciendo todo lo que ella siempre ansiaba oír. EN la

misma noche en que ella estaba a punto de a traicionar al

rey...

Lágrimas comenzaron a correr por su cara, mirando la

camisa de Rory. Ella lo amaba tan desesperadamente que

prefería morir a arriesgarse a perderlo.

_ Acuéstate conmigo, Cortney. Déjame abrazarte , déjame

amarte.

Mientras él se acostaba sobre las pieles frente a la

chimenea , ella se aferró a él, anidando el rostro en el

pecho ancho. Era inútil intentar luchar contra los hechos.

Amaba a Rory MacLaren por encima de todo. No podría hacer

nada que lo dañase.

Sentía las manos de Rory acariciarle la espalda, los

cabellos. Diría al mensajero de Richeliu que todo estaba

acabado. No mas mensajes. Fuese por Francia o fuese por

Richeliu. No sería mas espía, ni para salvar la vida de

Thornhill.

Los movimientos de las manos de Rory se tornaban

lentos y pesados. Ella sintió que la respiración de él era

pesada y lenta. Apartándose un poco, observó el rostro

atractivo y tranquilo. Así como le había sido prometido, la

droga había surtido el efecto deseado. Él dormiría toda la

noche. Y cuando despertase ella estaría echada allí, a su

lado, libre, finalmente, de toda aquella trama diabólica.

Se sacó el vestido rojo, se colocó los pantalones, la

capa y saltó por la terraza. Cuando llegó al patio se

dirigió rápidamente a los establos. Pronto , pronto ,

rezaba, repitiendo las palabras como si fuesen mágicas,

estaría de vuelta en los brazos del hombre a quien amaba,

protegida para siempre de todas las bajezas del mundo.

CAPITULO 19

Pesadas nubes cubrían la luna, la noche sumergida en

total oscuridad. Cortney se agachaba en lo alto de la

colina, esforzándose por divisar algo en las sombras,

hombre o animal. Una ave nocturna chilló, haciéndola

sobresaltarse y agarrar el puñal. Cada susurro del

viento, cada golpeteo de alas o el ruido de algún animal

salvaje hacía su corazón acelerarse, sobresaltado.

John Fenton no estaba de guardia en esta noche. Hacia

semanas que Mary no sabía de él, desde que había sido

enviado para desempeñar una misión para el rey. Sin

embargo, sorprendentemente, había sido muy fácil escapar de

la red de seguridad de los guardias que patrullaban los

alrededores del palacio. Ellos habían sido extremamente

descuidados.

Ah, qué bueno sería librarse de toda esa trama

terrible. Liberarse para volver a los brazos de su amor,

dejando atrás los horribles planes de Richeliu y sus

cómplices. Se Paró frente a la senda, ansiosa por

encontrar por última vez al mensajero.

Algo se movió en las sombras y ella contuvo la

respiración. Sería un hombre o algún animal? No se movió,

alerta, mientras lo veía aproximarse.

_Le Traigo saludos de su patria _pronunció una voz en

francés perfecto.

_Cómo está nuestro amigo en común?

La figura disfrazada con la capa se aproximó un poco

mas. Era un hombre mayor que los dos primeros mensajeros. Y

mucho mejor vestido, notó Cortney. Cuánto le estaría

pagando Richeliu a este hombre para ejecutar una tarea tan

vil? Habría el maligno cardenal obligado al mensajero a

cumplir tal misión, teniendo como rehén a algún ser amado?

_ Le Traigo un importante mensaje. Escucha atención.

Como un relámpago, pasó por la mente de Cortney que los

mensajes anteriores eran escritos, con la orden de que,

luego de ser leídos, fuesen inmediatamente destruidos.

Se Alarmó por un segundo, pero luego ponderó que tal vez el

mensaje fuese demasiado importante para ser confiado a un

pedazo de papel.

_Hay un barco aguardándola en el puerto.

Al oír las palabras de él, Cortney se estremeció. Un

barco? Oh, Rory, que pasará conmigo? Por qué justamente

ahora cuando encontramos el amor. Apartó de la mente sus

temores y lamentos para concentrarse en las palabras del

mensajero.

_A dónde deberé ir?

_Otra embarcación está dejando Francia en este momento

para encontrarse con vos en el Canal. Cuando esté a bordo

de la segunda embarcación, recibirá sus ordenes.

_Van a notar mi falta en el palacio. Henrietta Mana...

_Serán notificados de su paradero.

_ Pero no está entendiendo _explicó Cortney, con

paciencia. _Mi trabajo aquí terminó. No obedeceré mas

ordenes de Richeliu, aunque él resuelva llevar adelante las

amenazas sobre la vida de mi padre.

Por un momento, el mensajero pareció confundirse con

tales palabras. La miró por algunos segundos antes de

afirmar, categóricamente:

_Su padre vendrá a su encuentro. Está a bordo del barco

que la encontrará no Canal.

_Thornhill no es mas rehén? _Cortney golpeó las manos

soltando una risa corta . _Ah, el destino está siendo

afable. Él podrá entonces dar su consentimiento. Dónde está

ese barco?

Las palabras de ella no tenían ningún sentido para el

mensajero. Sólo sabía que debería preparar una trampa para

la espía francesa que amenazaba la vida de su amado rey.

Los ojos de él brillaban.

_Sígame mi lady. Haré que no se pierda en el camino.

Asegurando las riendas de su caballo, Cortney montó y

siguió a la figura encapuchada. Pronto ella verificaría

con sus propios ojos si Thornhill, finalmente, estaba libre

de las amenazas de Richeliu. Y , en agradecimiento por

haber salvado su vida, Thornhill daría de buen grado su

consentimiento para ella se casarse con Rory.

El barco inglés era de grande porte. Dos veces mayor

que el Hawk. Al ser conducida a bordo, Cortney notó las

actividades de la tripulación a ritmo frenético. Armas

estaban siendo llevadas a bordo, así como barriles de

cerveza y vino, cobertores, ropas limpias y vendas. Se

sintió confusa. Era el mismo tipo de actividades que veía

en el Hawk antes de un ataque planeado. Centenas de veces

ella había participado de tales actividades.

_Conduce a lady Thornhill a la cabina del capitán _dijo

el mensajero en inglés.

Cuando Cortney lo miró , él ya se apresuraba a partir.

Cortney jamas había escuchado a un francés hablando tan

bien en inglés. Era por eso que Richeliu lo había con-

tratado para espiar a los ingleses. Antes que pudiese

comentar eso con él, un miembro de la tripulación la

condujo a la cubierta inferior hasta la puerta abierta de

una cabina.

_El capitán estará aquí en algunos momentos _comunicó

el marinero, antes de cerrar la puerta.

Cortney se sentó en la única silla. En pocos minutos,

oyó el ruido de las anclas siendo levantadas. El balanceo

continuo revelaba que estaban en camino. Aproximándose a

la escotilla, vio la costa retroceder hasta volverse un

punto lejano en el horizonte.

La puerta se abrió. El capitán era un hombre alto de

hombros fuertes, llevaba un traje de la marina real, un

traje abotonado sobre un vientre prominente.

_Lady Thornhill _saludó él, dando un paso hacia delante

e inclinándose. _Tendremos dos o tres horas hasta lleguemos

a nuestro destino. Si quisiera descansar, por favor,

utilice mi catre.

_ Es muy amable, capitán. Pero me Siento demasiado

excitada para descansar.

_Es claro. Estoy seguro de que es una grande aventura

para la señorita _respondió secamente. _Quiero disculparme,

mi lady, pero tengo una serie de asuntos a tratar.

Cuando él dejó la cabina, Cortney miró una vez mas al

catre, cediendo a la tentación de descansar. Ella realmente

se sentía ansiosa por ver a Thornhill, a la tripulación y

al Hawk. Boney. Simpson. Cómo los extrañaba! . Pero era un

largo viaje. Quizás a la madrugada podría reunirse con

sus amigos y sólo después del mediodía estaría de vuelta en

los brazos de Rory. Sería mas prudente descansar.

Mientras se dejaba caer agradecida en el catre, pensó

en todos los años que se había adormecido acunada por los

movimientos del Hawk. Era tan bueno estar de vuelta en el

mar.

Los ojos se cerraron. La respiración se regularizó.

Dejando de lado la aprensión y los miedos, se adormeció.

Henrietta María se sentó en medio da su cama,

observando a su marido con los ojos llenos de horror. Eso

no podría estar pasando. Lo que él acabara de decir no

podía ser verdad.

El rey había bebido demasiado. Y en el estado de

embriaguez en que se encontraba acababa de proclamar que su

dama de compañía y su mejor amigo, Rory MacLaren, estaban,

en ese momento, camino a la muerte en las aguas heladas

del Canal.

_ es una trampa muy inteligente, señora. Planeada para

atrapar a todos los espías de ambos lados del Canal.

Esperó que los ojos del rey se cerrasen. La respiración

de él era rápida y entrecortada. Cuando quiso levantarse,

él le agarró las muñecas con firmeza.

_Mujer, tendrías el coraje de prevenirla?

_Si lo que dices es verdad, ella ya no estaría mas en

el palacio, no es así, señor?

Él reflexionó por algunos momentos y entonces le soltó

las muñecas.

_Ve entonces. Tu esposo está diciendo la verdad. Desde

el principio yo tenía razón. Es el maldito clero papista

que esparcía las mentiras.

Mientras ella se masajeaba las muñecas doloridas, él le

dio la espalda, dispensándola. Al colocar sobre los hombros

la capa verde oscura, él ya roncaba ruidosamente.

Sin al menos esperar que una criada la acompañase,

Henrietta María corrió por los fríos corredores . La puerta

de los aposentos de Cortney, empujó con fuerza la tranca y

corrió a al cuarto. Sintió un aprieto en el corazón. La

cama estaba vacía.

Cuando comenzó a volverse en dirección a la salida,

notó una figura echada entre las pieles. Aunque en la

chimenea sólo hubiese cenizas, había luz suficiente para

identificarla: era Rory.

_Rory. Rory MacLaren _ la reina lo sacudió vigoro-

samente viéndolo abrir los ojos con dificultad.

La luz parecía incomodarlo y, por largos minutos,

pestañeó y recorrió con la vista el cuarto, como si no

supiese donde se encontraba.

_Dónde está Cortney? _preguntó la reina arrodillándose

al lado de él.

_Cortney? _ Se restregó los ojos, mirando en dirección

a la cama.

_Ella no está en la cama. No está en el cuarto. Hace

cuánto tiempo estás durmiendo?

Rory se sentó con dificultad.

_Perdóneme, Majestad. Estoy sintiendo como si mis

brazos y mis piernas fuesen de piedra. Como si yo hubiese

sido...

Dopado. Sus ojos fueron a la jarra de cerveza en la

bandeja y en seguida a la jarra vacía. La segunda jarra,

la de Cortney, estaba casi llena.

Levantando la jarra vacia, la olió. Entonces, con un

insulto , la lanzó al suelo.

_Ella te drogó?

Rory desvió la mirada, sin poder encarar a la reina.

Con un profundo suspiro, Henrietta María se puso de

pie, dirigiendose a Rory, murmuró con voz cansada.

_El rey acaba de revelarme que mi dama de compañía,

lady Cortney Thornhill, es una espía.

_Espía? _Rory intentó ponerse de pie y cayó sobre las

pieles . El cuarto giraba locamente así como su cabeza.

_No puede ser.

_Ella fue atraída a una trampa planeada por mi esposo y

por el primer consejero. Ella y todos los demás espías

están navegando rumbo a la muerte.

_ A dónde, Majestad? _Con grande esfuerzo, Rory se

puso de pie y le tomó el brazo.

Por un instante, la reina estudió la mano que la

tocaba. Rory, avergonzado, retiró la mano murmurando

disculpas.

_ Sólo Sé que ella está navegando en el Canal rumbo a

una trampa preparada para atraparla l.

La reina se dirigió a la puerta. Se dio vuelta,

comentando:

_Mi esposo estaba equivocado sobre una cosa.

_Sobre qué, Majestad?

_Él creyó en Burlingame cuando dijo que serías vos

quien lo traicionaría. El primer consejero convenció al rey

de que vos era cómplice de Cortney.

_Cómplice? _Él soltó un insulto en voz baja. _Yo fui

tomado por idiota por ella. _Rory desenvainó la espada y

puso la capa sobre sus hombros. _Yo nada sabía sobre los

planes de ella, señora. Y haré todo lo que esté a mi

alcance para impedir que ella siga con sus propósitos. ,

sin embargo, por todo lo que sagrado, señora, preciso

salvarla de las garras de Burlingame y en caso no sea

posible, morir intentándolo .

_Lleva esto. _ La reina escribió una nota en una hoja

de papel timbrado y la firmó. _Tal vez sirva de salvo

conducto. O entonces... _ella lo miró _ te hará mas

sospechoso todavía a los ojos de la guardia del rey.

_No son los guardias del rey lo que temo, Majestad.

En su rostro, había miedo y dolor. Los ojos se

oscurecieron de odio. Pero la mano que empuñaba la espada

estaba firme.

_Sólo temo a un hombre, a un hombre cuya sed de poder

es infinita.

Burlingame. No era necesario pronunciar el nombre de

él. Henrietta María permaneció observándolo, mientras él

se apresuraba en dirección a los establos.

Muchas horas había pasado hasta que Rory consiguió

reunir un barco con tripulación. Lo logró cobrando cada

favor que le debían. Horas invocando el nombre del rey,

utilizando el salvo conducto de la reina. Finalmente, con

los primeros rayos de la madrugada, Rory MacLaren y su

tripulación navegaban rumbo al canal.

Rory permaneció en la proa, sintiendo el viento frío

en el rostro. No acostumbraba a rezar. En tierra o mar, en

batallas feroces o guiando con seguridad su clan, era un

hombre que controlaba su propio destino. Desde la infancia,

había sido educado para aceptar lo que la vida le ofrecía y

para aceptar la inevitabilidad de la muerte.

Con Cortney, todo había cambiado. Él la amaba y

necesitaba de ella con tal desesperación que nada mas le

importaba. Con Cortney, se sentía capaz de todo. Sin ella,

su vida sería un desierto árido.

Cortney navegaba al encuentro de la muerte.

Levantó el rostro en dirección a los cielos y rezó,

como jamas lo había hecho en su vida.

_Dios del Cielo, manténla a salvo . Hasta que yo pueda

estar al lado de ella, conserva su vida.

Las palabras se repetían como en una letanía, al ritmo

de las olas golpeando en el casco. Por Encima de

cualquier cosa, Cortney debía sobrevivir. O entonces, él lo

sabía, la muerte sería la única manera de librarse de tanto

dolor.

CAPITULO 20

Era en aquella hora silenciosa, momento impreciso entre

la madrugada y el amanecer. Vistiendo pantalones de

muchacho y una camisa prestada por uno de los

tripulantes, Cortney caminaba de un lado al otro en la

proa del barco. Observaba el brillo amarillo que parecía

aflorar del agua al reflejar el cielo. Algunos focos de

neblina danzaban sobre las olas, envolviendo la embarcación

en un velo brumoso.

_Barco a la vista _una voz desde lo alto de los cabos

anunció y los tripulantes se esforzaban para localizarlo.

_Ah, allí _apuntó el capitán.

En medio de la bruma se podía vislumbrar la débil luz

de una antorcha.

El corazón de Cortney comenzó a golpear mas

rápidamente . El Hawk. El viejo Boney. Ella había sentido

la falta de su viejo amigo mas de lo que había imaginado.

Quien bueno sería volver a verlo. Contarle todo lo que

había visto y había pasado, desde su partida.

Rory. Qué diría el viejo cuando supiese que se había

enamorado del esclavo que había sobrevivido a la fuga?

Dios, cuál sería la reacción de Thornhill?

Mientras el barco se aproximaba, la agitación la

dominaba . Cómo podría haberse olvidado del genio terrible

de Thornhill? Por haber permitido la fuga de los

prisioneros, para que intentasen escapar de la muerte

segura del incendio , ella había sido azotada delante de

toda la tripulación. Thornhill no era del tipo de hombre

que olvidase. O que perdonase.

Ella iba liberarlo de las garras del cardenal

Richeliu, intentó recordarse. Liberarlo a él y a ella

misma. Eso sería suficiente para que su padre le diera su

bendición?

_Lady Thornhill _El capitán le tocó el brazo,

interrumpiendo sus pasos nerviosos.

_Si, capitán?

Tengo ordenes de llevarla hasta el barco francés.

Cuando estés lista para volver, haga una señal y enviaré

algunos tripulantes para recogerla.

_Gracias, capitán. _

Si no estuviese tan distraída, habría notado el tono

irónico en la voz de él, como si la propia presencia de

ella a bordo lo divirtiese. Divirtiese o ofendiese. Pero

ella estaba demasiado ansiosa para ver al Hawk y a sus

viejos compañeros. Estaba ciega para todo el resto.

Al subir en la escalerilla, enrolló la capa pesada

alrededor de su cuerpo, temblando con el aire frío y

húmedo de la madrugada. los hombres se inclinaban sobre los

remos y ella sólo tenía ojos para el Hawk, el corazón

disparándose. Después de todos esos largos meses, sería un

enorme privilegio visitar a su barco por la última vez.

El capitán del barco inglés, con los binoculares en

las manos, observaba mientras la escalerilla la conducía al

Hawk. Había avistado a la tripulación, y gritó a orden:

_Preparar el ataque.

Los cañones fueron sacados de sus escondrijos, sur-

giendo desde debajo de una grande cantidad de velas

dobladas. Los marineros, espadachines de elite de la marina

real, sujetaron las espadas en sus cintos y escondieron

pistolas en sus trajes y dentro de sus camisas.

Calculando la dirección del viento y la distancia

entre los dos barcos, el capitán ordenó que las velas

fuesen izadas. En pocos minutos, escondido por la neblina,

el barco inglés comenzó a disminuir la distancia que lo

separaba del Hawk. Ellos recogerían el bote cuando este

dejase a la espía a bordo del barco pirata.

En la neblina, Cortney podía ver varios hombres

caminando por la cubierta del Hawk. En su mente, los veía

ocupados con las tareas matinales. Sonrió. Cuánto había

extrañado la vida a bordo. Y cómo la extrañaría , en el

futuro. Pero su hogar, a partir de ese día, sería al lado

de Rory MacLaren. Fuesen cuales fuesen las ordenes dadas

por Richeliu a Thornhill y a los otros, ella no

participaría mas del complot. Luego que ese encuentro,

dejaría el pasado atrás y se concentraría en el futuro.

Un adorable y encantador futuro al lado de Rory.

. Reuniendo fuerzas, los remadores consiguieron

aproximar el bote y un cabo fue tirado desde el barco

pirata. Uno de los tripulantes consiguió agarrarlo,

entregándolo a Cortney. Con la boca abierta de sorpresa,

vio ala mujer delgada deshacerse de la capa ,agarrar con

firmeza el cabo y subir por él hasta el borde del Hawk.

Cuando llegó a bordo, se escabulló y desapareció de sus

vistas.

La cubierta del Hawk estaba llena de rostros conocidos

y de algunos nuevos. Cuando los hombres retrocedieron para

no tocarla, se sintió aturdida por los sentimientos que tal

tratamiento le evocaba. Cuán rápido ella se había olvidado

de la soledad. Aquí, a bordo del Hawk, ella había vuelto a

ser la mujer intocable por orden expresa de Thornhill.

Estaba tan feliz de volver a ver a esos hombres, que

deseaba apretarles las manos o abrazarlos. Adoraría que le

extendiesen las manos ,que la tocasen para hacerla sentirse

de vuelta en su hogar. Pero ellos retrocedieron a medida

que ella se aproximaba, desviando los ojos nerviosamente

como se aguardasen la ira de Dios.

_Cortney, muchacha. Qué linda que estás! _Un marinero,

escuálido caminaba rápidamente en dirección a ella. Su

cara toda arrugada se iluminó con una sonrisa.

_Boney. Oh, Boney, cuanto te extrañé.

El viejo abrió los brazos y Cortney se tiró en ellos.

Durante toda la infancia, él había sido el único hombre

que la había abrazado.

_ Me Gustaría haberte mandado una carta, pero tenía

prohibido hacerlo.

_Yo lo sé, muchacha. Lo mismo me pasó a mí . El

capitán me prohibió entrar en contacto con vos. _Él se

apartó un poco para estudiar su rostro. Percibiendo el

brillo

de una lágrima, la tocó con el dedo y la miró

intensamente. _Lágrimas. Lágrimas, muchacha? Yo ya iba a

decir que vos no habías cambiado en nada, pero veo que

cambiaste , si.

_Son lágrimas de alegría. Estoy tan feliz de estar otra

vez aquí.

_No creo que en este momento este sea un lugar alegre

para estar _comentó él secamente . _Vas a hablar con

Thornhill. Hay muchas cosas que él desea saber.

_En unos minutos, Boney. Primero quiero mirarte a vos,

hablar con vos.

_Eso queda para mas tarde, muchacha. Thornhill te

está esperando.

Muy mucho emocionada, Cortney se dirigió rápidamente a

la cabina de Thornhill.

El capitán, sentado, con la espalda erecta, sostenía

una copa de whisky. Tenía el ceño fruncido y la boca

crispada.

Cuando oyó el leve golpe en la puerta, levantó los

ojos, enojado.

Al ver a Cortney, cerró todavía mas su expresión.

_Pues bien.. No conseguiste desempeñar tu tarea sola.

Tuviste que mandar a llamarme a mí y a los hombres del

Hawk para terminar tu trabajo.

Cortney fue tomada por sorpresa. Ningún sonrisa de su

padre. Ni una sola palabra de saludo.

_ Qué estás diciendo?

_ Basta! _Thornhill tomó el contenido de la copa y la

tiró sobre la mesa. _ Qué quieres que hagamos?

_Yo? _Cortney intentaba desesperadamente comprender lo

que se pasaba. _No quiero nada, padre. EL mensajero de

Richeliu ordenó que yo viniese a encontrarte aquí en el

Canal. Eso es todo lo que sé.

Thornhill la miró, furioso. Gruñó entre dientes:

_ Tu mensajero dijo a Richeliu que mandase todos los

que estaban involucrados en esta operación para encontrarte

aquí.

_Mi mensajero? _Por algunos instantes, Cortney no

consiguió articular ninguna palabra. Se estaba Dando

cuenta de la situación y estalló : _ Y el señor entonces

decidió involucrar a Boney y a los otros tripulantes en

este maldito complot ?

_Mis hombres van a donde yo ordene. Ahora, dime cual

es tu plan.

Ella meneó la cabeza con profunda tristeza.

_El señor todavía no me entendió, no es así? _Notando

la expresión desconcertada de él, explicó en voz baja: _No

tengo plan alguno. Fuimos engañados, padres . Engañados por

Richeliu.

_Jamas! _Thornhill se levantó rápidamente de la silla

y, con pasos largas, le agarró el brazo. _ Esto ha sido

planeado hace años. Tanto el cardenal Richeliu como yo

deseamos la misma cosa: venganza. Quiero vengarme de un rey

que no tiene derecho a vivir confortablemente en Inglaterra

mientras yo soy obligado a vagar por los mares.

_Si no fue Richeliu quien nos preparó esta celada, debe

haber sido el hijo de aquel rey a quien vos tanto

desprecias.

Thornhill la abofeteó con tanta fuerza que la marca de

los dedos permaneció en su cara. Atónita, retrocedió un

paso, en el rostro una expresión insolente.

_Qué idiota he sido! _dijo, tocándose la cara dolorida.

_Me sacrifiqué creyendo que iba a salvarte de la ira de

Richeliu. Y todo este tiempo ustedes dos estaban

conspirando juntos. Yo fui apenas un juguete en sus

mezquinas conspiraciones.

Como Thornhill no respondía , ella prosiguió:

_ Ustedes me usaron, no es así ? Me Usaron!

Ella apretó los labios, lleno de rencor.

_Desde el principio, vos fuiste un medio para

alcanzar mi venganza. Una dulce Venganza contra mis

enemigos. Esa fue la única razón por la cual permití que

vivieses en vez de acompañar a tu gobernanta en el fondo

del mar. -

_Padre ...

_No soy tu padre. Y ahora que vos me falles no re-

presenta mas nada para mí.

Cortney había sido golpeada en lo profundo de su alma.

El retumbar de los cañones resonó encima de ellos.

Thornhill se puso en alerta . En el mismo instante, voces

gritaban en la cubierta superior.

_Estamos siendo atacados!

Thornhill desenvainó la espada y corrió en dirección al

combate. Detrás de él, inmóvil, Cortney apenas podía creer

en lo que él le acababa de revelar. Entonces, escuchando

los ruidos de la batalla, agarró una de las espadas de

Thornhill y corrió detrás de él. En el minuto siguiente,

enfrentó su primero adversario.

Reconoció a su oponente : uno de los marineros del

barco que la había llevado hasta allí. Una celada. Había

sido una trampa muy bien preparada y ella había caído en

ella.

Cuando el enemigo levantó la espada, Cortney lo

atravesó con la suya y lo dejó gimiendo. Subió corriendo la

escalera hasta la cubierta. A su paso, varios hombres se

enfrentaban, haciendo imposible avanzar en su camino.

Una terrible explosión sacudió el barco, como si lo

fuese a partir en dos. Corriendo hasta la borda, Cortney se

horrorizó al ver la popa del barco completamente des-

trozada. Llamas devoraban las velas. Llamas saltando en

medio de los cabos, alimentadas por la brasa.

La cubierta estaba repleta de marineros con trajes

rojos, blandiendo armas. En cada punto se desarrollaban

combates cruentos y la cubierta se cubría de moribundos.

_Muchacha. Por aquí.

El viejo Boney se equilibraba con dificultad en la

escalera que conducía a los calabozos. Evitando pequeños

focos de incendio y esquivando soldados, Cortney corrió

en dirección a su amigo y lo siguió al interior mal

iluminado del Hawk.

_Quédate aquí, muchacha. Voy a intentar encontrar un

bote y volveré a buscarte.

_ No puedes subir a la cubierta ahora, Boney.

_Tengo que ir, muchacha. Es nuestra única chance de

sobrevivir.

_Ellos son muchos. No hay nada que podamos hacer

excepto esperar, escondidos, hasta que ellos partan.

El viejo marino le tocó la cara cariñosamente.

_Hasta que el Hawk no sea tragado por las aguas, el

barco inglés no partirá. Y, por la rapidez con que las

llamas avanzan nos resta muy poco tiempo.

_EN ese caso, permaneceremos aquí y lucharemos.

_No, muchacha. No tenemos ninguna chance contra tantos

enemigos. Nuestra única esperanza es encontrar un bote.

Él giró, mirando a la escalera. Mientras Cortney

asistía a la escena horrorizada, cuatro marineros

saltaban dentro de los calabozos, empujando al viejo y

volteándolo .

Rory escuchó la explosión y vio las llamas danzando en

los cielos, antes que sus compañeros pudiesen localizar, en

la bruma de la mañana, los dos barcos. La brisa traía un

fuerte olor a humo.

Entonces, los identificó. El Hawk estaba oscilando

peligrosamente , en su cubierta había gran movimiento. El

barco inglés, a su lado, parecía casi desierto, excepto

por la presencia de los vigías en su puesto. Cuando lo

vio, Rory supo que ya habían detectado su presencia.

_Mas rápido _pidió al capitán de su barco. Los

marineros se amontonaban en la cubierta, ansiosos por

asistir a los combates.

Cuando había pasado los dos barcos, Rory, solo, saltó

a bordo del Hawk. Los tripulantes que lo habían traído

hasta allí observaban, en silencio, a sus compatriotas

enfrentando a los piratas franceses.

_Aquel hombre debe ser uno de ellos _alertó un marinero

de traje rojo.

Inmediatamente, tres espadachines blandieron sus

espadas para atacar a Rory.

Dios del Cielo!. De dónde habrían venido? Para Rory,

parecía que la mitad de la marina real estaba luchando a

bordo del pequeño barco pirata.

Con un golpe certero, atravesó al primer espadachín y

tiró al segundo sobre la cubierta, gritando de dolor. El

tercero atacó furiosamente pero Rory consiguió eludirlo .

Cuando finalmente lo volteó , pasó a buscar frenéticamente

cualquier señal de Cortney. Cada vez que pasaba al lado de

cuerpos caídos, su corazón se sobresaltaba. Cuando se

aseguraba que ella no se encontraba entre los muertos,

proseguía la búsqueda.

Luego que revisar la cubierta, se aproximó, con

cautela, a las cabinas. Estaban vacías, excepto por los

cadáveres.

Escuchando ruidos de violento combate en los calabozos,

corrió hacia allá. Saltó dentro del recinto ignorando las

escaleras. Lo que presenció lo dejó espantado :

_Cortney! detrás de ti !

Con el sonido de la voz, ella desvió su cuerpo,

escapando por un tris de la hoja afilada que llegó a

rozarle los cabellos. Con un golpe certero, enterró la

espada en el pecho del marinero inglés. Se dio vuelta

entonces para enfrentara dos espadachines mas .

Rory sintió un dolor agudo cuando una lamina le perforó

el hombro. Por un momento, fue todo lo que sintió.

Entonces, un calor se esparció en la zona y vio sangre

escurriéndose por la manga y empapando el frente de su

camisa.

Con un brazo inerte, continuó luchando . Al percibir

que estaba herido, cinco espadachines lo rodearon,

impidiendo que se aproximase a Cortney. Aunque luchase con

coraje , no podía defenderse del ataque de tantos

enemigos. En pocos minutos, sangraba profusamente por

cuatro heridas. La visión se le enturbiaba. Las palabras se

mezclaban sin tener sentido. Al recibir un golpe mas ,

cayó de rodillas. El dolor lo apabullaba.

Por qué había venido él? Para salvarla? O para

castigarla? La respuesta vino, lentamente, terriblemente .

Aún siendo una espía, aún amenazando la seguridad de su

amigo Carlos, él no podía dejar de amarla. Que Dios lo

ayudase! , él la amaba con tal desesperación que había

llegado al borde de la locura. Ella era el enemigo. Y el

enemigo se había apoderado de su corazón y de su alma.

Brazos fuertes lo forzaron a levantarse, empujándolo

contra la pared.

_Vos no eres uno de ellos. Ya te vi en compañía del

rey. Por qué combates contra tus propios hombres?

Con La voz embargada por el dolor, Rory balbuceó:

_Yo estoy luchando para salvar a la mujer. A la Reina

de los Mares.

El espadachín gritó una orden. Diversos brazos fuertes

lo encadenaron a la pared del calabozo. Aunque su vida

hubiese sido perdonada , rezaba por una muerte rápida.

Pero sus oraciones no fueron atendidas; fue obligado a

presenciar, con las manos atadas, a ver la lucha

desesperada que Cortney trababa.

_Muchacha!

Cortney oyó el grito de alerta y se volvió

Se encontró con el viejo sujetando una espada dos

veces mas grande que él. Ya había conseguido apartar a dos

adversarios. Ahora, con otros tres marineros delante suyo

, Boney blandía la espada como un loco.

_Dejen a la muchacha en paz — gritaba él, intentando

protegerla con su cuerpo. _Ella es inocente.

El mas alto de los marineros levantó la espada.

_Di adiós a tu vida, viejo!

Escuchando el grito de dolo r, Cortney se dio vuelta.

La hoja de acero entraba sobre pecho escuálido de Boney.

Él tenía la mirada fija en ella y, con las manos,

intentaba arrancarse el arma como si así pudiese disminuir

el dolor.

Cuando cayó, Cortney dio un grito ahogado y se tiró de

rodillas a su lado.

_No, Boney, no... _colocó la cabeza de él sobre el

pecho ey comenzó a llorar.

_Yo siempre te amé , muchacha _murmuró el viejo. _De

verdad.

_ LO sé, Boney, yo lo sé. _ Las Lágrimas le corrían

por la caras, mezclándose con la suciedad y la sangre.

Ella le apartó los cabellos de la frente, murmurando

palabras de cariño hasta que la respiración entrecortada

cesó por completo.

_Nunca hiciste mal a nadie, Boney. Siempre fuiste justo

y cariñoso. _Lo acunaba en su pecho, su rostro bañado de

lágrimas.

Los espadachines, atónitos, observaban en silencio a la

mujer salvaje deshacerse en llanto como si su corazón

estuviese lacerado.

_Esta es la líder de los espías. _Un marinero inglés se

arrodilló apuntando su pistola hacia Cortney. _Tenemos

ordenes de ejecutar a todos aquí mismo. Y vos, mujer, en

primer lugar.

Reuniendo el resto de fuerzas que todavía le restaban,

Rory dejó escapar un grito de dolor y desesperación,

luchando para liberar las manos que lo inmovilizaban. Uno

de los hombres apuntó la espada contra su pecho.

_Inténtalo una vez mas y pagarás con tu vida.

Del otro lado, Cortney aguardaba en silencio la

explosión que terminaría con su vida. Cuando el dedo del

marinero comenzó a presionar el gatillo, un brillo súbito

de metal ofuscó los ojos de ella. El marinero cayó hacia

atrás mientras un gancho metálico le arrancó el arma de

las manos.

Atontada, Cortney tenía los ojos fijos en el hombre que

acabara de salvarle la vida y se arrodillaba al lado de

ella.

_Ian... _Todavía sosteniendo el cuerpo sin vida de Bo-

ney, levantó la mano y le tocó la cara. _Ian Horn. Pensé

que habías muerto luego que Thornhill... Sin embargo, aquí

está .

El joven rubio removió el cuerpo de Boney de su pecho

y la ayudó a levantarse.

_No morí en aquella ocasión porque mi odio por

Thornhill fue mas fuerte que ni dolor. Decidí entonces que

la mejor manera de vengarme era jurar lealtad al rey que

él odiaba. Soy ahora un súbdito leal al trono inglés. _Su

tono de voz se endureció. _Y tenemos ordenes expresas de

lanzar a todos los espías a las aguas del Canal.

_Ella no es una espía _gritó Rory, desesperado.

Al oír la voz de su amado, Cortney se dio vuelta y lo

vio herido, empapado con su propia sangre. Intentó correr

hasta él, pero los brazos fuertes de Ian se lo

impidieron.

_Lo que este hombre dijo es verdad? Vos formas parte de

la red de espías que el cardenal Richeliu montó para

desestabilizar el trono de Inglaterra?

_En ese momento, lo que él dice es verdad. _Sin poder

enfrentar la mirada de Rory, desvió el rostro. _Yo fui

una espía. Sin embargo, vine hoy aquí para comunicar que no

participaría mas en esta trama horrible. Pero este

hombre, Rory MacLaren, jamas tuvo conocimiento de mis

actividades.

Ian Horn notó la manera como el hombre miraba a

Cortney y como ella evitaba sus ojos. Entonces, la

solitaria muchacha se había transformado en mujer. Y

finalmente pertenecía a un hombre.

_No podemos confiar en las palabras de una espía con-

fesa _dijo Ian con rispidez. _Los dos serán conducidos a la

Prisión Fleet donde permanecerán hasta que sean pronuncia-

dos inocentes _desvió los ojos —, o culpables.

Cuando los prisioneros fueron conducidos a la cubierta,

Cortney vio el cuerpo de Thornhill caído . Con un

grito sordo, corrió en su dirección. Inmediatamente,

decenas de espadachines la rodearon . Escuchando la orden

de Ian, retrocedieron , permitiéndole un último momento de

privacidad para llorar la muerte de su padre.

_Papá _se arrodilló y le tocó levemente el rostro.

Qué extraño! . Era la primera vez que le tocaba el rostro.

Él jamas la había tomado en l brazos, jamas le había dado

un beso, ni le había tomado la mano. Y ahora, muerto,

parecía un extraño. Ella nunca lo había conocido. Que le

había dicho él poco antes de ser atacados? Que no era su

padre. Y que, para él, ella no significaba nada. Nada.

Al levantarse, notó algo brillando en el cuello inerte

de Thornhill. Entreabriendo la camisa, miró el medallón de

oro y sintió algo agitarse en su memoria.

Retirando la cadena, la colgó en su propio cuello,

dejando que el medallón se escurriese por entre sus pechos.

_Ven, Cortney _ la apresuraba Ian. _Este barco pronto

estará en el fondo del Canal. Debemos apresurarnos si

queremos estar a salvo.

A Salvo. A Salvo en una prisión. A Salvo en las manos

de un verdugo.

Rory estaba siendo conducido al mismo barco que lo

había traído al Canal. Por un largo momento, sus ojos se

encontraron. Ella intentó sonreír, pero los labios le

temblaban y lágrimas llenaron sus ojos.

“Como me debes odiar”, pensó al verlo partir. “Yo te

amo, Rory MacLaren, mas que a mi propia vida.” Aunque de

sus labios no saliese un solo sonido, su alma gritaba,

deseando que él escuchase: “Si pudiese, desharía todo el

mal que le causé. Ah, si eso fuese posible!”

Él giró, luchando con las cadenas que le laceraban la

piel. Los ojos se estrecharon buscando la imagen de ella

para guardarla para siempre en su memoria. “No volveré a

verte, Cortney. Pero jamas te olvidaré.”

El viento agitaba los cabellos de él, Cortney se

acordó de la primera vez que lo había visto a bordo del

Hawk. Aún encadenado, él transmitía fuerza y dignidad.

Bajó la cabeza, sin poder enfrentar su mirada, o su

odio por ella por haber traicionado, así como a su rey.

Los marineros la apartaron bruscamente, arrastrándola a

bordo del mismo barco inglés que los trajera al combate.

Detrás de ella, poco quedaba del orgulloso Hawk. Espirales

negros de humo subían de tu esqueleto formando nubes

oscuras en el cielo. Lo que restara de la cubierta estaba

cubierto de cadáveres. La carnicería la había dejado

perpleja y horrorizada. Todos los hombres con quien había

convivido y había trabajado durante toda su vida ahora

estaban muertos. El barco oscilaba peligrosamente y, en

algunos minutos mas, desaparecería bajo las aguas del

Canal.

Cortney fue conducida a los calabozos y cuando lo

encadenaron a un pared escuchó el ruido del ancla siendo

levantada. Como una estocada en su pecho, sintió el brusco

movimiento de las aguas cuando el Hawk se estremeció y

desapareció para siempre en las aguas profundas del mar.

La puerta del calabozo había sido bien cerrada. Sola, y

sumergida en una oscuridad total , Cortney se encogió

intentando luchar contra el terror que la paralizaba. De

repente desde lo mas profundo de su memoria, algo luchaba

por aflorar. Le Pareció que ya había pasado por esa

situación antes.

Luchó para librarse de tales pensamientos, pero no pudo

impedir que su mente se sumergiese cada vez mas

profundamente en sus memorias. Eran recuerdos tenebrosos

que, a través de un proceso lento, ella había conseguido

borrar.

CAPITULO 21

Sola en su celda, echada sobre un catre inmundo,

Cortney oía los gritos y gemidos. Debido a la gravedad de

su crimen, había sido segregada de los demás prisioneros y

colocada en aislamiento. Sin embargo, a través de la

minúscula ventana cavada en la puerta de piedra, tenía

alguna idea de lo que pasaba del otro lado .

Si el infierno existiese, no sería peor que la

Prisión Fleet. Las paredes frías de piedra estaban

recubiertas de nombres de prisioneros que habían estado

allí y los habían escrito con su propia sangre, antes de

caminasen rumbo a la muerte. Por las paredes, se escurría

agua continuamente , dejando las celdas húmedas y los

prisioneros, congelados. Tiritando de frío, Cortney

observaba las ratas recorriendo los cuerpos de los

prisioneros que, de tan agotados, no tenía mas fuerzas para

apartarlas.

Hacia tres días que estaba presa. Durante ese tiempo,

no había visto a nadie, excepto al carcelero. Podía

soportar la humedad, las ratas, la soledad. Mas la falta

de certeza sobre la suerte de Rory era intolerable. Sería

que lo habían llevado de vuelta a Inglaterra o habría sido

asesinado durante el viaje y cuerpo tirado al mar? Cortney

temblaba de pánico. En Caso que hubiese llegado a salvo,

estaría él también pudriéndose en alguna celda? Sería el

cruel destino de ella causar sufrimiento a aquellos a

quien amaba?

Escuchó el ruido de las pesadas puertas de hierro

siendo abiertas. Un tenue rayo de luz penetró por la

pequeña ventana. Pasos hacían eco en los escalones de

piedra, pasos aproximándose, hasta pararse delante de su

puerta.

El corazón comenzó a golpear locamente y trató de

controlar el terror que amenazaba con sofocarla. Si era

para la ejecución que venían buscarla, serían bienvenidos,

pues la muerte después de todo la liberaría del horror.

La puerta de la celda se abrió. Por un instante, la luz

fuerte la cegó, atontándola. Consiguió ver en el umbral de

la puerta la figura del carcelero. Durante algún tiempo,

él la observó en silencio, bajo la luz de la lampara de

aceite , antes de dirigirse a alguien oculto por las

sombras.

_Aquí está ella. O mejor dicho , lo que queda de ella.

Sin embargo, no puedo imaginar lo que pueda querer con esta

mujer.

Reconociendo en la respuesta la voz desagradable,

Cortney luchó por controlar los temblores que la dominaban.

Era Burlingame.

_ Lo que Tengo que tratar es con ella. Déjeme a solas,

hombre. _Arrancó la lampara de las manos del carcelero y

cerró la puerta. A través de la pequeña ventana, ordenó:

_No vuelvas hasta que yo te llame.

Aguardó hasta que el carcelero desapareciese por las

escaleras de piedra. Sólo entonces se dio vuelta.

_Ah, ahí estás. _Levantó la lampara para examinarla.

Todavía usaba pantalones y la camisa prestada de un

marinero.

El tejido de la camisa se pegaba a sus pechos y los

pantalones resaltaban la cintura fina y la forma redondeada

de sus caderas. Los cabellos enmarañados le daban un aire

salvaje.

Burlingame depositó la lampara en el suelo y se

aproximó. Asustada, Cortney seguía cada paso suyo ,

encogiéndose contra la pared helada de la celda.

_Por qué vino hasta aquí? Para vanagloriarse de su

victoria?

La sonrisa cínica la llenó de miedo.

_Estoy aquí para ayudarte, lady Thornhill.

_Ayudarme?

EN la penumbra era imposible notar la ferocidad en la

expresión del primer consejero.

_ Estás completamente sola _Él se aproximó, tocándola

en la cara.

Con el contacto, ella se retrajo, pero no apartó la

mano. Se Quedó inmóvil, alerta.

_No estoy sola.

_Ah, lo estás . La reina, Henrietta María, no sólo negó

categóricamente cualquier conocimiento sobre tus

actividades criminales, sino que también las condenó con

vehemencia. No hará ningún esfuerzo para venir en tu

socorro. Seguro que ya debes saber lo que pasó con el

pobre MacLaren.

Satisfecho, él notó la preocupación con la mención de

ese nombre.

_Qué pasó con Rory?

_Está agonizando, mi lady.

_No! _Tapó sus oídos como si así pudiese borrar las

palabras de él. Rory muriendo? Cuánto dolor tendría que

soportar antes que la muerte también se la llevase?

_Está muriendo debido a las heridas causados por sus

compañeros piratas, según me contaron.

_Eso es mentira!

_Estás llamando mentiroso al rey Carlos?

Cortney se calló.

_Para todos los efectos, Rory MacLaren continua siendo

considerado un súbdito fiel. El rey está convencido de que

él nada sabía sobre tus actividades.

Con un suspiro de alivio, dejó que las lágrimas

corriesen . Felizmente Rory había sido declarado inocente.

Al menos, su reputación permanecería intachable. El clan

MacLaren no sería obligado a cargar con el estigma de la

traición.

_El rey creyó en él?

Los ojos de Burlingame se estrecharon.

_Parece que la reina lo encontró sedado en tu cuarto

de dormir. El rey está convencido de que vos actuaste sin

el conocimiento de tu amante.

Nada le había costado tanto en su vida como drogar a

Rory. Sin embargo, ahora se alegraba de haberlo hecho.

Ante la alegría de Cortney, Burlingame se apresuró a

decir:

_Ni el propio rey podrá salvar a MacLaren. Él morirá

en breve, si no es que ya murió. Vos también vas a morir,

mi lady, a menos que... _Colocó las manos pesadas sobre sus

hombros _me convenzas de perdonarte la vida.

_Convencerlo? Y por qué razón yo le imploraría piedad

justamente a usted ?

_Porque yo soy la persona mas cercana al rey _dijo con

los ojos brillantes de un lunático. _En verdad, soy mas

poderoso que el propio rey.

_Qué blasfemia!

_ Te parece? Burlingame le agarró los hombros e,

ignorando el gemido de dolor, la abrazó. _Cuando yo haya

librado a Inglaterra de ese rey débil, seré el hombre mas

poderoso de todo el reino. Dispondré de la vida de todos

como mejor me parezca. Tierras valiosas serán distribuidas

a los que me fueron leales. Tendré oro y piedras preciosas,

tendré las mujeres que quiera.

Lanzó una carcajada siniestra y la miró.

_Aquella que me agrade, recibirá todo lo que pueda

desear.

_Usted ... _finalmente ella comprendió —... usted es

aquel que traicionaría al rey. Por qué... _se esforzaba por

no demostrar toda a repulsa que sentía... _Por qué me está

contando todo esto?

_Porque vos puedes salvarte , mi querida. —Le Acarició

los cabellos y, de repente, tiró de un mechón, trayendo su

rostro junto al suyo. _Si imploras.

_Y si me negara? _Cortney intentaba desesperadamente

mantener el control.

_EN ese caso, morirás. Y puedes estar segura de que

será una muerte lenta y dolorosa.

Cuando ella intentó desprenderse, él, con el cuerpo,

la inmovilizó contra la pared, agarrándole el rostro con

las manos. Al luchar para evitar el beso, escuchó una

carcajada siniestra.

_Mujer no puedes repelerme sin sufrir represalias.

Después de aquel pequeño incidente en el bosque, yo juré me

iba a vengar. Y ahora llegó la hora... Primero, voy

tomarte por la fuerza De la misma manera que lo planeé

desde el primer momento en que te vi. Y, después de hacer

todo lo que tenga ganas , no tendré la menor piedad. En re-

presalia a la osadía de rechazarme , voy a matarte.

Cuanto mas ella luchaba por desprenderse , mas se

excitaba él .

_Eso mismo. Te Mataré. Diré entonces al consejo del rey

que fui forzado a defenderme cuando vine aquí con la

intención de prepararte para el juicio.

_Es una persona diabólica. Mas diabólico que el propio

Richeliu.

_Richeliu es apenas una personaje menor em mis planes.

La Besó con tal violencia que ella sintió en la boca el

gusto de sangre.

Manos fuertes rasgaban su camisa y escuchó el rasguido

del tejido. Sintiendo las manos rudas sobre sus hombros

desnudos, gritó de dolor.

Luchó desesperadamente, retorciéndose, arañando,

intentando usar, en vano, todas las fuerzas que le

quedaban. En pocos minutos, él consiguió tirarla sobre el

suelo frío de piedra, inmovilizándola bajo el peso de su

cuerpo. Todavía luchando, Cortney desprendió una de las

manos y encontró el puñal que traía siempre en el

bolsillo del pantalón.

_Si no me suelta ahora, voy a matarlo _amenazó.

_Matarme? _ Tirando la cabeza hacia atrás, soltó una

carcajada. _Estás tan débil que apenas consigues luchar. Te

someterás a mis deseos.

De golpe, ella enterró la hoja en el pecho de él,

sintiendo ropas y carne rasgándose . Por un segundo, él la

miró, incrédulo. Entonces, al ver la sangre saliendo a

borbotones de su herida, se puso de pie y , tambaleante,

corrió en dirección a la puerta trancada.

Empujó la puerta frenéticamente con gritos.

_Carcelero! Venga! Rápido!

Con gran esfuerzo, Cortney se puso de rodillas y,

atontada, vio la puerta abrirse y Burlingame tropezando

para apoyarse en el carcelero. Antes de salir, volvió

los ojos enloquecidos hacia ella.

_Vos sellaste tu propio destino, mujer. Primero, en-

frentarás un juicio público. Entonces, toda Inglaterra

asistirá al ahorcamiento de la salvaje Reina de los Mares.

Aún después de que la puerta cerrase, las palabras

continuaron haciendo eco en los oídos de Cortney. Sólo

había un hombre que sabía su apodo. El hombre que le había

jurado amor eterno. Cómo debía odiarla Rory en ese

momento!.

Al desmayarse, sumergiéndose en la oscuridad, un nombre

todavía ocupaba su mente. Rory MacLaren.

“Pase lo que pase, escuches lo que escuches, no

permitirás que ellos te encuentren , estás oyendo?”

A través de una bruma que le envolvía la mente, Cortney

intentaba desesperadamente prestar atención a las palabras

de su gobernanta . Cuando la pesada capa fue colocada

encima de ella, cerró los ojos con fuerza. Oyó el ruido de

la puerta cerrándose y, antes de volver a abrir los ojos,

aguardó por un tiempo que le pareció interminable. No

conseguía ver nada. Sólo oscuridad. Pestañeó varias veces,

pero no veía nada . Se Encontraba en un lugar minúsculo.

Sin luz y sin aire, se sentía sofocada. Parecía que el

espacio estaba comprimiéndola hasta envolverla en la nada.

Escuchó voces. Voces ríspidas y estridentes.

Peligrosas. En seguida, la voz de su gobernanta, serena

pero temblorosa por el miedo. Carcajadas de hombres. De

repente, un silencio mortal.

Cortney sabía que era una criatura voluntariosa. Papé

había dicho que ella había heredado tal virtud de su

abuelo . Papá. Casi podía verlo, escuchar su voz. Y,

entonces, la imagen se desvaneció. Intentó concentrarse en

el rostro querido. Se esforzó tanto. Pero él se escapaba.

Su rostro bonito, su voz cariñosa y adorable.

Desde su escondrijo, no se escuchaba nada mas. Aunque

supiese que debía obedecer las ordenes de lady Montieth, se

sintió compelida a desobedecer. Levantando la tapa, espió

por una rendija del armario.

Lady Montieth estaba callada , estaba en el suelo. Su

lindo vestido rosa se había manchado de rojo. Hombres que

jamas había visto antes la rodeaban, atónitos. Y aunque

Cortney casi nada supiese sobre la muerte la intuición le

dio la certeza de que su gobernanta estaba muerta.

Temblando de miedo, empujó la tapa sobre sí y retrocedió

hasta lo profundo del armario. SE Quedó inmóvil, apenas

atreviéndose a respirar. Si fuese necesario, preferiría

morir en ese rincón oscuro a revelar su presencia a los

bárbaros que había causado la muerte de su cuidadora .

Desde el escondrijo, escuchó una voz autoritaria dando

ordenes, dominando la sala.

Por cuánto tiempo mas aguantaría en la oscuridad?

Cuánto aire le restaba antes de que sofocase? Sus

pulmones clamaban por aire fresco, pero aún así se rehusó

a salir de su lugar. Se había Resignado a morir. Morir

como lady Montieth.

_Cómo está ella? _preguntaba Henrietta María, al pie

de la cama, mirando ansiosa el rostro pálido y abatido.

Del otro lado, MacLaren, con una barba desaliñada,

los ojos congestionados por las noches de insomnio,

sostenía la mano helada de Cortney.

_Aún durmiendo, todavía sufre. Aunque hable

constantemente, casi siempre son palabras inconexas.

_Tienes que hacer que despierte pronto, Rory. Lord

Edgecomb precisa tiempo para preparar su defensa.

_Ella está demasiado debilitada para enfrentar un

juicio.

_EN ese caso, ellos acabarán por ahorcarla sin juicio.

Inglaterra clama por la ejecución. Y la paciencia del rey

se está agotando.

La reina estudió el bello rostro da joven, acostada

inmóvil entre las sabanas.

_Creo que yo siempre supe que ella era una espía —

confesó, dando un suspiro profundo. _Richeliu, elogiando su

excelente dominio de idiomas, la había recomendado al

obispo para ser mi dama de compañía. _Henrietta María

apartó una mecha de cabellos de la frente de Cortney. —En

cierta ocasión, ella quiso contarme algo, pero yo se lo

impedí. Qué Dios me ayude, yo ya me había encariñado mucho

con ella. No quise escuchar la verdad.

Rory asintió. No veía que él se torturaba por las

mismas razones?

_Yo la comprendo muy bien., señora. Yo también sabía

que Cortney fingía. Soy mas culpable todavía. Sabía que

ella era la legendaria Reina de los Mares. Por algún

tiempo, fui esclavo en el barco pirata de su padre.

_Percibiendo la sorpresa de la reina, confesó: _Decidí no

revelar el secreto de ella; el amor me dejó ciego.

La reina se identificaba mucho con ese hombre. Le

volvió la espalda, intentando controlar sus lágrimas.

_Mandaré a mi criada a traer un caldo caliente. Mas

allá de eso, no hay nada mas que pueda hacer.

_La señora ya hizo mucho, Majestad.

Henrietta María atravesó el umbral de la puerta y

caminó rápidamente por entre los guardias que vigilaban el

cuarto. La guardia había sido reforzada también en las

inmediaciones de la terraza y los alrededor de los

establos. Debido al estado debilitado en que se encontraba,

el rey había concedido a la dama de compañía el privilegio

de permanecer en sus aposentos. Cuando estuviese en

condiciones, él insistiría en que enfrentase un juicio

público antes de la ejecución.

Echada inerte sobre la cama, el rostro enmarcado por

los cabellos oscuros, Cortney parecía todavía mas pálida. A

su lado, Rory la envolvía junto a su cuerpo, intentando,

en vano, hacer cesar los temblores que la asaltaban.

Cada vez que ella balbuceaba algunas palabras, muchas

de ellas sin sentido, él la abrazaba, escuchando los

relatos truncados que emergían dolorosamente de su corazón.

Si fuese posible, él borraría toda la tristeza y el

sufrimiento por los cuales ella había pasado. Ah, si al

menos eso fuese posible...

_No! _Escuchando el grito, Rory la abrazó, besándole

la frente. Ella luchaba con alguien que la torturaba en sus

pesadillas.

_No! _ LO Empujó con fuerza. Los ojos se abrieron. Por

un momento, pareció atontada.

_Rory? Oh, Rory, sos vos ? _susurró, tocándole el

rostro con los dedos vacilantes.

La piel estaba caliente. Él estaba vivo y estarían

reunidos por la muerte?

_Soy yo, mi amor. Estuviste lejos por un largo tiempo.

_Lejos ? Dónde?

_En algún lugar escondido de tu mente. Había mucho

dolor y sufrimiento allí. Yo quise ayudarte, pero no podía

llegar hasta vos. _ Le Acarició el rostro. _Pero ahora

estás de vuelta.

_De vuelta... _Ella dio un suspiro y miró el rostro

adorado que había temido jamas volver a ver. _Burlingame

me dijo que vos agonizabas.

_Burlingame? No puede ser, mi amor. Él no estuvo aquí.

_Habría sido la imagen del primer consejero que la

atormentaba en sus sueños?

_Él fue a hablar conmigo a la Prisión Fleet. Me Dijo

que Henrietta María me había abandonado y que vos estabas

próximo a la muerte.

_EN la prisión? _Los ojos de Rory se estrecharon. —

Mentiras. Mentiras para intimidarla. _Levantó los

cobertores para para mostrarle las heridas curadas . _Fui

herido, es verdad. Y,

si no fuese por la reina que hizo con que me

transportasen a acá, yo no habría sobrevivido. Y, en

cuanto a ella, puedes estar segura que te dedica un

inmenso cariño.

Cortney apenas podía creer en lo que Rory acababa de

decirle.

_Confieso que creí en él. Cuando él avanzó hacia mí, lo

apuñalé con mi propia arma. Aquella que llevo siempre

conmigo, desde cuando él me atacó en el bosque.

El relato dejó a Rory furioso e indignado.

_Burlingame afirmó haber sido atacado por uno de los

espías franceses en retaliación por su captura. Cuando te

encontré, caída en el suelo de la celda, ensangrentada e

inconsciente , con las ropas rasgadas, el carcelero me

dijo que vos misma habías hecho eso. Pensé que el mismo

carcelero te había atacado. Fue por eso que persuadí a la

reina de usar su influencia para poder sacarte de allá.

Por primera vez, Cortney miró a su alrededor.

_Estoy en el palacio?

_ Lo Estás, si. En tus aposentos. Por dos días y dos

noches, has sido atormentada por pesadillas. Terribles pe-

sadillas.

Ella se estremeció, recordando las visiones terribles

que la perseguían desde que había sido encerrada en los

calabozos oscuros del barco inglés. Con la voz embargada,

murmuró:

_No te culpo por haber revelado al rey que soy la Reina

de los Mares.

_Yo jamas podría traicionarte, Cortney. El capitán del

barco inglés fue el primero en reconocerte. Ahora, toda

Inglaterra sabe quien sos .

_Oh, Rory, abrázame _sollozó ella, aferrándose a él.

_Abrázame.

_Es todo lo que yo deseo en esta vida, mi amor.

Tiernamente, la mantuvo junto a sí, acariciándola

mientras ella continuaba relatando fragmentos de sus

sueños.

Cuando los primeros rayos de la madrugada comenzaron a

teñir de rosa los cielos, Rory descubría, maravillado, la

fuerza de carácter de esa orgullosa mujer, que había

conseguido sobrevivir a tantos horrores.

CAPITULO 22

Sentados en frente a la chimenea, Rory y Lord Edgecomb

conversaban en voz baja, las cabezas muy próximas.

_El rey faz insiste en presidir el juicio _Edgecomb

cruzaba y descruzaba nerviosamente las manos.

_Revelados, los súbditos están clamando para que el

crimen sea castigado con la muerte. Los jueces también.

_Rory pasó la mano por sus cabellos, preocupado. _Ninguno

escuchará lo que ella tiene que decir. Sólo quieren tener

la oportunidad de ver a una pirata de carne y hueso y

ridiculizarla, antes de su ejecución.

_Me Temo que tengas razón. _Edgecomb se levantó y

comenzó a andar de un lado al otro. _Si al menos me

concediesen un plazo mayor para preparar la defensa. Pero

Carlos fue categórico. Él teme una revuelta contra Francia

si este asunto no fuese resuelto rápidamente.

_Él ha sido mas que justo. Si fuese la situación fuese

a la inversa, una espía inglesa en suelo francés, hacia

mucho que ya la habrían ahorcado.

Edgecomb asintió.

_Corren rumores de que la propia Henrietta María

estaría entrenando a sus damas de compañía para espiar a

favor de Francia. Y es claro que Burlingame está por

detrás de esos rumores. Carlos está pensando en mandar de

vuelta a Francia a todo el séquito de la reina apenas se

calmen los ánimos.

_Lord Edgecomb. _Rory posó la mano en el brazo de su

amigo. _Cree que existe alguna posibilidad de salvarla?

Edgecomb meneó la cabeza tristemente.

_Burlingame va a testificar haber presenciado el

intercambio de mensajes entre ella y el mensajero, en

francés, cuando la siguió hasta el parque del rey. Y, sin

duda, relatará todo lo que oyó durante aquel encuentro. Y,

como si no fuese suficiente, contaré con el testimonio del

soldado del rey, que no sólo intercambió informaciones con

Cortney, sino que también la acompaño al lugar determinado

para el encuentro con los otros espías en el Canal. No

veo posibilidad de ella sea absuelta...

_No debe afligirse, Lord Edgecomb. Yo no soportaría la

idea de causarle mas sufrimiento.

Ambos levantaron los ojos al escuchar la voz de

Cortney. Ella estaba de pie, en el umbral de la puerta de

su cuarto. Vestía una camisola blanca de lino y, en los

hombros, un chal bordado que resaltaba la blancura de su

piel. Aunque círculos oscuros le rodeasen los ojos, levantó

la cabeza con altivez.

El corazón de Rory se contrajo al notar el esfuerzo

que ella hacía para parecer fuerte.

_Daremos al pueblo lo que desea.

_No. _Rory se aproximó a ella, pero, con un gesto,

Cortney lo hizo detener .

_Responderé a las preguntas que me hagan , Lord

Edgecomb, y caminaré en silencio a la muerte, con el con-

suelo de saber que el testimonio de la reina probará la

inocencia de Rory .

_No voy a permitir que pases por esto sola _declaró

Rory. _Soy culpable de haber escondido ciertos hechos de

Lord Edgecomb al rey. Enfrentaremos esto juntos.

_ Y enlodar para siempre la honra del nombre de los

MacLaren? Eso yo no lo voy a permitir.

_Yo también soy culpable de esconder ciertos hechos al

rey _dijo Edgecomb. _Fui testigo de tu renuencia a hablar

sobre el pasado. Aún así, debido a mi afecto por vos, me

callé.

_Yo soy la única culpable.

Los dos se miraron preocupados cuando ella retornó al

cuarto, cayendo pesadamente sobre la cama. En el estado de

debilidad en que se encontraba, estar de pie ya era un

enorme esfuerzo. Cómo podría ella enfrentar las

dificultades de un juicio?

_Entraré un pedido de prorroga del plazo. —Lord

Edgecomb atravesó la sala, se arrodilló delante de ella y

le tomó las manos. _Vos precisas descansar, mi querida.

_No. _Ella sacudió la cabeza. _Ya es hora de enfrentar

al verdugo.

Para Lord Edgecomb, era incomprensible la oleada de

emociones que esa joven despertaba en él. Ella era tan

franca, tan ajena al mal que la rodeaba. Deseaba

ardientemente protegerla de lo que estaba por vivir. Tales

sentimientos eran peligrosos. Encariñarse mucho con ella

podría perjudicar su conducta como juez. Como el mas alto

magistrado del tribunal del reino, su única obligación

consistía en descubrir la verdad. Dio un suspiro profundo.

_El juicio comenzará i al mediodía. Pase lo que pase,

diga sólo la verdad, Cortney. Si mientes, será mucho peor

para vos.

Cortney asintió. Como para animarla él le apretó la

mano, se levantó y salió rápidamente del cuarto. Con

tristeza, ella vio a Rory salir detrás de él. No lo

censuraba por eso. Él tenía todo el derecho de querer

librarse de ella lo mas rápido posible.

Cuando Lord Edgecomb comenzaba a descender los

escalones que conducían al salón, Rory lo alcanzó.

_Lord Edgecomb, me gustaría hablarle. A solas.

Por insistencia del Parlamento, la corte inglesa

estaba abierta al público. La amplia sala de audiencia del

tribunal rebalsaba de espectadores. En el trono, algunos

escalones por encima de la mesa de los jueces, el rey

resplandecía en sus vestimentas púrpuras. A su izquierda,

pálida y preocupada, se sentaba su esposa, Henrietta María.

Debido a las peligrosas implicaciones de ese juicio, la

dama había escogido un traje discreto de colores sobrios,

negro y rojo. No usaba ninguna joya o adorno. Había sido

informada respecto a los rumores que corrían sobre ella y

se preocupaba de los efectos negativos del incidente sobre

su ya debilitada reputación. A la derecha del rey, se

sentaba Lord Burlingame, el primer consejero y principal

testigo de la acusación.

Mas debajo de los monarcas, en semi círculo, se

sentaban los diez magistrados de la mas alta corte del

reino. Le Cabía a Lord Edgecomb, como el mas importante

magistrado de la corte, pronunciarse por los demos e

inquirir libremente al acusado y a los testigos , segundo

le pareciese.

De cada lado del banco de los jueces, había una hilera

de sillas reservadas a los miembros del Parlamento para

que pudiesen acompañar todos los procedimientos.

EN las primeras hileras de la sala de audiencia, se

sentaban los miembros de la familia real. Detrás de ellos,

la elite de Londres. Vizcondes, duques y condes,

acompañados de sus mujeres, en las primeros filas ,

mientras que los miembros menos importantes de la sociedad

inglesa buscaban algún lugar mas atrás.

Cuando todos tomaron sus lugares, las puertas se

abrieron para los ciudadanos comunes de Londres, que

llenaron la sala ansiosos por asistir al juicio.

Del lado afuera, dando un cierto aire festivo a la

ocasión, vendedores ambulantes anunciaban sus productos a

la multitud que no había conseguido entrar. Este era el día

que toda Inglaterra aguardaba. Por primera vez, podrían

ver en carne y hueso a la Reina de los Mares. Basándose en

historias contadas por marineros que sobrevivían a los

ataques piratas, se crearon leyendas y canciones sobre sus

aventuras.

Rory consultó a Lord Edgecomb para, en seguida,

sentarse en la mesa del Consejo, una mesa tosca , vieja,

que acostumbraba ser usada en juicios a ladrones, asesinos,

y arrebatadores de carteras. En ese día, allí se sentaría

una mujer acusada de espiar contra la corona. Un crimen

castigado con la muerte.

Cuando la puerta de la sala de audiencia se abrió,

todas las cabezas se volvieron. Un murmullo de sorpresa se

esparció por la sala.

Viendo en dirección a la puerta, Rory perdió la

respiración con la visión deslumbrante delante de sí.

Esperaba que Cortney usase un vestido sobrio y discreto

adecuado con la gravedad de la ocasión. En vez de eso,

ella se presentaba con sus pantalones ajustados y las

botas negras de caña alta. Una blusa amplia de seda roja

que mostraba la curva de los senos y una faja amarilla

brillante que acentuaba su cintura delgada. Los cabellos

oscuros caían sueltos en suaves ondas hasta la cintura.

La multitud apenas podía contenerse con la deslumbrante

aparición de la pirata.

Cortney permaneció de pie, la cabeza erguida frente a

los jueces.

Lord Edgecomb pronto se arrepintió de su enojo inicial.

Se le hubieran preguntado, él habría sugerido un vestido

sobrio, oscuro1 cerrado hasta el cuello, que le diese un

aire de inocencia y de arrepentimiento. Pero, cuando la

vio, percibió que la elección había sido perfecta. La mujer

que estaba siendo juzgada era la Reina de los Mares. Estaba

brindando a los presentes la oportunidad de observar de

cerca a legendaria pirata.

_Lady Thornhill, está siendo acusada de usar su

posición de dama de compañía de la reina para espiar para

Francia. Qué tiene que decir respecto a la acusación?

La multitud permaneció en silencio para escuchar los

argumentos de la pirata en su defensa.

_ La acusación es verdadera.

Un murmullo se esparció por el salón.

_ Espió para Francia?

_Para el cardenal Richeliu _corrigió ella, con toda

calma.

_Habla mas alto, mujer _gritó Burlingame.

Cortney levantó el rostro para enfrentar la mirada

siniestra del primer consejero.

_No espié para Francia. Fui coaccionada a espiar para

Richeliu, quien amenazó la vida de mi pa... _ recordó las

palabras de Thornhill _Del hombre que me crió.

_Y quién sería ese hombre? _preguntó Edgecomb,

encarando a Burlingame. No iba a tolerar tales intro-

misiones.

_ El Capitán Thornhill.

_Y en qué lugar fue criada ? _preguntó el juez en

tono gentil.

_A bordo de su barco, el Hawk _Rory percibió la

emoción en la voz de ella. El Hawk, el único hogar que he

conocido y que, ahora, descansaba en el fondo del mar.

_No es verdad que cuando este barco pirata atacaba a

otros barcos vos participabas de las batallas? _gritó Bur-

lingame.

_Es verdad.

La multitud se agitaba inquieta.

_Y no es verdad que la mayoría de esos barcos navegaba

bajo bandera inglesa ?

Ella asintió.

_Cuántos barcos ingleses fueron atacados por ustedes?

_proseguía Burlingame.

_Tantos que no puedo recordar.

Gritos y exclamaciones de revuelta llenaron el

recinto.

_Habrían sido cien ? _gritaba Burlingame. _Doscientos?

Cuántos marineros ingleses murieron por sus propias manos,

lady Thornhill?

En vano, Lord Edgecomb golpeaba con el martillo sobre

la mesa, exigiendo silencio. Fue sólo cuando levantó los

brazos que la multitud se contuvo.

_Responda la pregunta _insistía el consejero. Edgecomb

miró de reojo al rey que, con un imperceptible movimiento

de cabeza, asintió. El juez entonces se dirigió a Cortney,

con toda gentileza.

_Puede responder.

_No sé cuantos _respondió Cortney. _Cuando

encontrábamos barcos hostiles, atacábamos. Siempre luché

codo a codo con la tripulación. Jamas conté cuantos

adversarios tuve que matar. O cuantos intentaron matarme.

Nuevamente la multitud se agitó. Algunos se pusieron de

pie, levantando los puños amenazadores. Edgecomb,

percibiendo el ambiente hostil, luchaba con el creciente

sentimiento de frustración.

_Ese capitán que la crió, como lo llamaba?

_Fui instruida para llamarlo “ padre” .

_Y era así que la trataba?

Ella asintió.

_Y por qué ese capitán fue a vivir a Francia, abando-

nando la vida en los mares?

_Él fue gravemente herido en una batalla. Mientras se

recuperaba en París, recibió la visita del cardenal

Richeliu, que le ordenó que yo espiase para Francia,

amenazando su vida, en caso que yo me rehusase.

_Sería posible que ese plan hubiese sido elaborado con

la anuencia del propio Thornhill?

Cortney parecía atónita. Cómo podría Lord Edgecomb

haber adivinado?

_Fue lo que realmente ocurrió. Mientras yo estaba

segura .de estar salvando la vida de Thornhill, él se reía

a mis espaldas. Desde el principio, estaba asociado con

Richeliu _reveló ella, con voz fuerte y clara.

Viéndola tan orgullosa y altiva, ninguno, pensó Rory,

maravillado, imaginaría los horrores por los cuales ella

había pasado en los últimos días.

_Cómo fue que Richeliu la abordó?

Cortney describió el encuentro con el cardenal y habló

sobre su rechazo a cumplir tales ordenes.

_Pero acabó acordando.

_No tenía alternativa.

_La reina tenía conocimiento de sus actividades?

_No _Cortney miró al rostro pálido de la soberana. _Su

Majestad es inocente de cualquier culpa.

Al oír esas palabras, Carlos tomó la mano de su esposa

entre las suyas. Su mirada revelaba ternura y

arrepentimiento. En eso, un murmullo bajo dominó el salón.

Percibiendo que los sentimientos se estaban tornando favo-

rables a la reina, Burlingame se levantó.

_La reina no está bajo juicio. Ni Francia. Quien está

siendo acusada es usted , lady Thornhill, la supuesta Reina

de los Mares. _Apuntaba el dedo acusador hacia ella.

_Probaré a la corte que esta señora hizo todo lo que

estaba en su poder para llevar adelante los malignos planes

de Richeliu. Pido a la corte que escuche mi testimonio, así

como el de una cortesana contratada por mí, y también el

de uno de los soldados del rey, todos testigos de las

actividades ilícitas de la rea.

_ Puede sentarse, Lady Thornhill _dijo Edgecomb, con

gentileza. _Oiremos ahora la declaración de los testigos.

Con las piernas temblorosas, Cortney caminó en

dirección a la mesa y se sentó al lado de Rory. Cuando él

la miró de reojo, ella se rehusó a enfrentar su mirada.

Cuando él colocó las manos cruzadas sobre la mesa, ella

crispó las suyas contra su propia falda. Sentía frío. Tanto

frío! Aunque Rory estuviese a su lado, era como si un

abismo los separase.

_No deberías estar aquí conmigo _susurró ella.

_Yo juré permanecer a tu lado hasta el final.

El final. Sentía un peso en el corazón. Él sólo

estaba allí motivado por un sentido de deber. Pero, aún

sabiendo eso, le faltaba coraje para alejarlo . La

presencia de él la confortaba. Con un suspiro, levantó la

cabeza y enfrentó la mirada de los jueces delante suyo.

Por casi una hora, Burlingame describió lo que había

visto y había oído aquella noche en que ella se había

encontrado, por segunda vez, con un mensajero de Richeliu.

Obviamente evitó cualquier mención del ataque de la noche

anterior. Ninguno sabía al respecto, excepto la mujer que

pronto moriría en las manos del verdugo y el hombre

sentado al lado de ella. Burlingame estaba extremadamente

confiado. Después que acabase con ella, tenía planes para

Rory MacLaren. Sería encontrado muerto, asesinado por un

ciudadano francés, en venganza por la muerte de la leal

espía.

Cuando Burlingame terminó el relato, convocó a la

cortesana y, en seguida, al soldado del rey, y los

interrogó sobre los hechos de aquella noche fatídica. Al

terminar las declaraciones , se comentaba en voz baja

sobre la inevitabilidad de la condena.

Lord Edgecomb, que había escuchado atentamente, dio

un paso al frente.

_El señor dijo que saludó a la acusada y que ella

respondió de acuerdo con una contraseña.

_Exacto _asintió el soldado.

_Cuando le pasó el mensaje, ella le pareció

sorprendida?

_Si, señor. Yo diría que estaba sorprendida.

_Ella comentó algo con usted ?

El soldado pensó por algunos instantes.

_Ella dijo algo , si. Pero para mí no tenían ningún

sentido.

_Tal vez tengan sentido para esta corte. Podría

repetir lo que ella le dijo?

El soldado miró de reojo a Burlingame y , en seguida,

desvió los ojos. Después de todo, estaba en presencia del

rey. Nada tenía que temer del primer consejero.

_Ella no quería acompañarme. Dijo que no continuaría

mas con aquello. Dijo también que, luego de esa noche,

Richeliu debería encontrar otra persona para cumplir sus

designios.

El murmullo aumentó.

_Cómo consiguió convencerla de ir con usted ?

_Lord Burlingame me había instruido para usar

cualquier argumento para obligarla a acompañarme. Yo le

dije que su padre estaría a bordo del barco en el Canal.

_Y sabía si esto era verdad?

_No, mi Lord. Pero como ella había mencionado a su

padre deduje que debería ser importante para ella.

_Ella mencionó a su padre? _preguntó Edgecomb,

intrigado. _ Qué dijo al respecto?

El soldado dio un profundo suspiro.

_Dijo que, aunque Richeliu continuase amenazando la

vida de su padre, ella no proseguiría con aquello.

El murmullo se transformaba en barullo. Percibiendo el

cambio en el animo de la multitud, Lord Edgecomb continuó.

_Entonces, en su opinión, estaría ella siendo forzada a

espiar?

_Creo que si, mi Lord. Estaba demasiado renuente.

_ Gracias.

Edgecomb volvió a su lugar, sintiendo, por primera vez,

una pequeña esperanza. Las emociones estaban a flor de

piel. Pero la multitud era muy imprevisible. Tal vez

hubiese algún modo de revelar toda a verdad.

_Lady Thornhill. Aproxímese.

Cortney se levantó. Levantando la cabeza, se aproximó

a los jueces.

_Oyó el testimonio de estas personas. Es verdadero?

Ella asintió.

_Todo lo que se dijo a mi respecto es verdad.

Edgecomb la observó por algunos instantes y decidió

arriesgar todo. Lo que Rory le había contado sobre los

sueños atormentados de ella y los misteriosos recuerdos de

su pasado lo habían intrigado. Con todo lo que ella había

confesado, nada tenía que perder.

_ Es usted un enigma, lady Thornhill _pronunció

Edgecomb. _Criada en un barco pirata por un hombre que no

era su padre. Ciudadana francesa que parece no tener ningún

ancestro en Francia. Una mujer que domina varios idiomas y

que viajo por el mundo entero, pero que no tiene un lugar

que pueda llamar hogar. _ La Miró intensamente. _Todos

tenemos algún lugar de origen. Cómo llegó a bordo del Hawk?

Cortney tragó en seco. Cómo podría explicar los frag-

mentos de los recuerdos que conservaba?

_No tengo mucha certeza, mi Lord.

_Cuénteme lo que se recuerda de su infancia.

_ Me acuerdo de muy poco antes del Hawk. Los rostros

que forman parte de mi pasado han desaparecido de mi

memoria. No consigo acordarme del rostro de mi padre.

Algunas veces... _Paró, lo miró de reojo y prosiguió.

_Algunas veces pienso que me acuerdo. Pero entonces me doy

cuenta que es sólo un sueño.

_Háblame de sus sueños.

Lentamente, sin demostrar ninguna emoción, Cortney

habló de los primeros días a bordo del Hawk; contó todo, sin

nada que esconder. Habló sobre las lecciones de

navegación, sobre los latigazos cuando desobedecía alguna

orden de Thornhill. Contó también como Thornhill había

cortado la mano de tu joven amigo Ian Horn por haberla

tocado, cuando la había salvado de la muerte.

Aunque conociese un poco de su vida, Rory escuchaba

asombrado su historia. Si fuese posible, la amaría mas

todavía después de saber todo lo que ella había soportado.

Qué mujer admirable!. La primera consideración que había

hecho cuando la había visto en el Hawk era todavía

verdadera. Ella era magnífica.

Mirando a su alrededor, Rory constató que la multitud

estaba dominada por la misma fascinación. No se oía ni un

murmullo ni un ruido.

_Todo esto es muy interesante _rompió el silencio Lord

Burlingame en tono sarcástico, con la esperanza de romper

el encanto. _Pero se confirmó en este tribunal el hecho

que ella es una espía confesa.

_Es verdad _retrucó Edgecomb. _Pero quien de nosotros,

en idénticas circunstancias, no habría hecho la misma cosa

para sobrevivir y salvar la vida de su propio padre? Lady

Thornhill demostró una fuerza de voluntad inquebrantable

para superar todos los horrores por los cuales pasó.

La multitud murmuraba, concordando.

_Estamos perdiendo un tiempo valioso _gritó Burlingame.

_El rey pide el veredicto de culpabilidad.

Los jueces comenzaron a susurrar entre ellos.

_ Nos Contó todo Lady Thornhill? _Edgecomb sentía la

pequeña esperanza desvanecerse. Burlingame había vencido.

Ella moriría en manos de un verdugo. Y llevaría con ella

algo muy precioso: un espíritu libre y un alma bella.

Cortney reflexionó por un momento. La verdad. Lord

Edgecomb, su amigo, le había dicho que debía decir toda la

verdad. Estaba determinada a hacerlo antes de enfrentar al

verdugo.

_Creo que eso es todo, mi Lord. He intentado recordar

mi vida anterior al Hawk. Pero ella escapa de mi memoria.

Pienso que la visión de lady Montieth caída en un charco de

sangre fue demasiado para una criatura tan pequeña. No

deseando tener el mismo fin, hice todo lo que me fue

ordenado para sobrevivir en medio de hombres rudos des-

conocidos.

Cuando levantó los ojos, vio Lord Edgecomb se dejó

caer en la silla , su rostro blanco como la cera, las manos

crispadas sobre el borda da mesa.

La multitud estaba presa por la emoción cuando Rory

corrió para sostener a sus amigo.

_ Majestad_ dijo Edgecomb, con voz entrecortada. – Le

Pido un momento.

_Sin mas dilaciones _protestaba Burlingame. - Ya es

hora que la justicia sea hecha.

_Vos mencionaste el nombre de lady Montieth _prosiguió

Edgecomb, levantándose apoyado en Rory.

Viéndolo lívido, Cortney caminó en su dirección. Él se

detuvo , mirándola con tal intensidad que ella se asustó.

También él se habría vuelto contra ella?

_Lady Montieth era el nombre de mi gobernanta. Cuando

nuestro barco fue atacado por el Hawk, ella prefirió morir a

revelar donde yo estaba escondida.

_ Le Imploro, Majestad_ balbuceaba Edgecomb. —Preciso

de algunos minutos para me recomponerme. Parece que acabo

de reencontrar mi hija. La hija que creí estaba muerta

durante todos estos años.

CAPITULO 23

La sala de audiencia del tribunal se había

transformado en un caos. Las palabras emocionadas de Lord

Edgecomb provocaron una gran conmoción y no fueron pocos

los que rompieron en llantos.

Por un largo momento, Cortney permaneció petrificada,

asistiendo a Rory en acomodar a Edgecomb en un banco y

pedir una copa de agua.

Caminando como si estuviese en un transe, se dirigió a

la mesa del Consejo y se sentó, rígida, sin conseguir

entender exactamente lo que acontecía a su alrededor.

No era posible, se decía. Estaba extrañamente calma. Se

había preparado hasta mismo para la muerte . Pero jamas

podría haberse preparado para algo tan extraordinario.

Lord Edgecomb sólo podría haber sufrido una crisis

provocada por el extremo cansancio . Como para él era

repugnante la idea de que ella fuese ejecutada, debería

estar jugando su última carta para que al menos por

algunos momentos, postergar la sentencia de los jueces.

Sonrió. Que hombre mas extraordinario. A Ella le había

gustado desde el momento en que lo había visto. Pero, que

él fuera su padre, parecía una mera fantasía.

Edgecomb se levantó y fue a conferenciar con los demás

jueces. Cuando él se dio vuelta , Cortney se sorprendió con

la profundidad de la emoción en su mirada.

Luego de algunos minutos, Rory volvió a su lugar al

lado de Cortney, mirándola intensamente. No intercambiaron

una sola palabra.

Burlingame, descontrolado, gritó:

_Por todo lo que es justo y sagrado, exijo el fin de

esta farsa y el veredicto de culpable para la espía

francesa.

El rey tocó el brazo de Burlingame y le susurró

algunas palabras. Entonces, dirigiendose a Edgecomb,

preguntó:

_Está en condiciones de continuar, Lord Edgecomb?

_Lo Estoy, Majestad.

Edgecomb convocó nuevamente la presencia de Cortney en

el banco. Renuentemente, ella obedeció.

_ Es lady Thornhill su verdadero nombre? _preguntó

Edgecomb.

_ Es el nombre que me fue dado por el cardenal

Richeliu cuando me obligó a actuar como dama de compañía

de la reina.

_Hasta entonces, por que nombre era conocida?

_Cortney, mi Lord.

_Cortney, solo ese ? No tiene otro nombre?

Ella pensó por algunos minutos.

_Cuando Thornhill me descubrió escondida en el

armáario, encontró un baúl con algunos documentos en la

cabina. En uno de ellos constaba mi nombre. Él me dijo que

yo me llamaba Anne Cortney Elizabeth. Y me pidió que

escogiese uno de ellos.

_Y vos escogiste Cortney.

_Si.

_Por qué?

Ella sonrió.

_Creo que, en aquella ocasión, sentí que no estaría

desobedeciendo a lady Montieth si no les revelase el nombre

por el cual yo era conocida. Con el tiempo, Cortney pasó a

ser mi verdadero nombre.

_Todo eso es de veras interesante, mi Lord _interrumpió

Burlingame —, pero al menos que ella tenga pruebas de lo

que está diciendo no pasa de ser una historia encantadora,

inventada para ganar nuestra simpatía.

_ Tiene los documentos que Thornhill retiró del baúl?

_preguntó delicadamente Edgecomb.

_No _dijo Cortney, con pena.

Por qué él hacía brillar una chispa de esperanza para,

en seguida, extinguirla?

_Si ella no tiene pruebas, exijo que los jueces,

considerando las innumerables pruebas contra la acusada,

pronuncien el veredicto _Burlingame apenas podía controlar

su furia.

Edgecomb estudiaba el bello rostro de la joven. No

tenía ella algo de la madre, especialmente la mirada? O

estaría él intentando descubrir algo que simplemente no

estaba allí ? Hacia muchos años tenía guardado ese dolor

terrible en el corazón. Pero ahora surgía una esperanza

remota de haber encontrado a su hija...

_No hay nada entonces? Nada que Thornhill le hubiese

dejado de su infancia?

Cortney comenzó a negar con un gesto de su cabeza. Al

hacer el movimiento, sintió el medallón moverse lentamen-

te en su pecho.

_Sólo esto... _Retiró la cadena del cuello y la

entregó.

Lord Edgecomb tomó el medallón entre las manos y , al

reconocerlo, lo llevó a los labios rompiendo en llantos.

La multitud se alborozó.

Subiendo los escalones hasta el rey, entregó el

medallón a Carlos y declaró en voz alta:

_Este medallón exhibe el lema de los Edgecomb y dice

en latin: Corazón, Manos, Alma a Inglaterra, Para Siempre.

Al leer la inscripción, el rey asintió y entonces lo

entregó a Burlingame, que estaba sentado y muy enojado al

lado de él.

_Este medallón me fue dado por mi querido amigo, su

padre, el rey James I , en ocasión de la expulsión de

Inglaterra del traidor, del duque de Thornlea. Como él

había implorado piedad por ser un demente , el rey

decidió perdonarle la vida pero lo exiló para siempre de

Inglaterra. Thornlea juró vengarse de mí y de mi familia. Y

cumplió el juramento de la forma mas cruel e inhumana

posible.

Una vez mas la multitud gritaba y lloraba. La mayoría

de los súbditos todavía se acordaba de la crueldad del

traidor Thornlea, que había cometido una serie de crímenes

contra Inglaterra y contra la Corona.

Por largos minutos, Cortney permaneció con los ojos

fijos en Edgecomb. Su mente todavía no conseguía asimilar

el alcance de las revelaciones. Thornhill era un traidor a

Inglaterra? Thornhill era, en verdad, Thornlea, cuyo

nombre continuaba siendo execrado en toda Inglaterra? SE

acordó del inmenso odio reprimido de él. Qué Dios lo per-

donase! . Había sido él quien había atraído tantas

desgracias sobre ella.

_Luego de la muerte de mi adorada esposa, no me separé

mas de mi hija _contó Edgecomb. _Sin embargo, cuando

estábamos en Irlanda, presentí que la situación política

del país se agravaba y, por precaución, decidí enviarla de

vuelta a Inglaterra, en compañía de su gobernanta . Al

acompañarlas a embarcar, coloqué este medallón alrededor

del cuello de mi hija. Muchos meses mas tarde, supe que el

barco inglés, el Admiral, había sido atacado por piratas.

Según el relato, no hubo sobrevivientes.

Lord Edgecomb retiró el medallón de las manos de

Burlingame y , percibiendo al mirada de odio del

consejero, le dio la espalda, dirigiendose a los demás

jueces.

_Declaro que esta joven es Anne Cortney Elizabeth, mi

hija. Declaro también que mi enemigo mortal, el duque de

Thornlea, se lanzó a los mares como pirata y , por

venganza, robó a mi hija y la educó a su propia imagen y

con sus propios valores.

_ Majestad _gritó Burlingame, poniéndose de pie,

intentando desesperadamente encontrar un modo de volver a

controlar la sesión. _Sea o no esta mujer la hija perdida

de Lord Edgecomb, ella continua siendo una espía confesa

de Francia. No podemos permitir que el sentimentalismo nos

aparten del curso de la justicia.

El rey estudió Burlingame por un largo momento y se dio

vuelta para observar a Edgecomb y a Cortney. Aunque

cierta distancia los separase, se percibía en los ojos de

ambos el ansia de abrazarse.

_Anne Cortney Elizabeth _clamó el rey. _Crees que eres

realmente la hija de Lord Edgecomb?

Ella pareció confundida con la pregunta.

_No sé que pensar, Majestad.

_Está en mi poder concederte la libertad a cambio de tu

juramento de lealtad al trono inglés.

Cortney apenas podía creer lo que le estaba siendo

ofrecido. Los ojos se le llenaron de lágrimas y ella se

dejó caer de rodillas. Inmediatamente Lord Edgecomb se

puso a su lado, amparándola. Él le tomó la mano y ella

entrelazó los dedos en los de él. Con la voz embargada por

la emoción, declaró:

_Juraré lealtad, Majestad. Y lo haré no porque el

juramento salvaría mi vida, aunque en este momento tenga

gran deseo de vivir. Y tampoco porque agradaría a mi padre

_si él realmente fuese mi padre _por ser su gran aliado.

Sino porque encontré aquí aquello con que siempre soñé.

Fue aquí, en Inglaterra, que finalmente descubrí un hogar.

Atrás de ellos, Rory se sentía atontado con el

torbellino de emociones. Jamas podría haber imaginado que

el juicio llevase a descubrimientos de tal magnitud.

_Aproxímese, Anne Cortney Elizabeth _ordenó el rey.

Con pasos vacilantes, Cortney subió los escalones. A su

lado caminaba Lord Edgecomb.

_Arrodíllate _ordenó el rey.

Cortney se puso de rodillas a sus pies.

_Juras lealtad a Inglaterra?

Emocionada, Cortney dijo:

_Juro.

_Y juras obedecer a sus leyes y defender con tu propia

vida tu país ?

Las lágrimas le nublaban los ojos. Levantó la cabeza y

, mirando al rey y a Henrietta María, respondió.

_Juro.

_Anne Cortney Elizabeth _declaró el rey sonriendo —,

yo acepto tus votos de lealtad. Y, a cambio , te

concedo la libertad. Que tengas una vida larga y feliz

como ciudadana inglesa.

_Muchas gracias, Majestad.

_Y ahora, mi hija, sugiero que abraces a tu padre.

Hace mucho tiempo que él no te toma en sus brazos.

_Mi padre! _Con un sollozo, Cortney se levantó y se

tiró en brazos de Edgecomb.

Edgecomb la apretó contra su pecho y posó los labios

en su frente.

El rey y la reina, emocionados, se levantaron y se

abrazaron . Toda la multitud irrumpió en aclamaciones.

_Declaro terminado este juicio _formalizó uno de los

jueces.

Mientras la multitud se movía en dirección a la puerta

de la sala del tribunal, Cortney, de repente, se apartó de

su padre. Mirando al rey, se apresuró a decir:

_Perdóneme, Majestad. Mi padre me pidió una única cosa

antes que yo enfrentase el juicio. La verdad. En medio de

tantos descubrimientos, me olvidé de relatar el hecho mas

importante de todos.

Aquellos que estaban saliendo se detuvieron. Los

jueces, algunos de ellos ya de pie, esperaron para escuchar

la nueva revelación.

De soslayo , Cortney vio a Burlingame salir

subrepticiamente rumbo a una alcoba que daba al patio.

_Durante los días en que esté en la prisión, Majestad,

Lord Burlingame me visitó y confesó ser él quien había

planeado traicionarlo. Él está asociado con el cardenal

Richeliu, de Francia _reveló, provocando exclamaciones de

sorpresa.

El rey parecía haber sido acertado por un rayo.

_Esa es una acusación extremamente grave, mi hija. Está

preparadas para sustentarla?

_Lo Estoy, Majestad_ afirmó, sin vacilar.

Antes que la multitud reaccionase, Rory saltó sobre la

mesa del Consejo y corrió rumbo a la alcoba. Al ver a

Burlingame desaparecer, desenvainó su espada y lo siguió.

Las llamas de la chimenea ya se extinguían; Aún así,

Cortney y Lord Edgecomb continuaban conversando en voz

baja. Aunque él le hubiese revelado mucho sobre su

infancia, había notado que contaba sólo con la mitad de su

atención. La mente y el corazón de Cortney estaban con

Rory MacLaren en los bosques.

El rey, luego de la revelación de Cortney, había

enviado sus soldados en persecución de Burlingame , pero ,

el primer consejero llevaba una buena ventaja. Era

MacLaren quien tenía mayores posibilidades de encontrar al

traidor. Y, cuando lo hiciese, enfrentarían, seguramente,

un combate mortal.

_Vos estás exhausta, mi niña.. Intenta descansar un

poco. Cuando Rory llegue, haré que vaya a tu cuarto.

_Que sensaciones extrañas y confusas... _ poniéndose de

pie, ella caminó por el cuarto, los brazos alrededor del

cuerpo para alejar el frío. _Desde el momento en que

llegué al castillo, este cuarto me invoca algunos

recuerdos. Qué es, padre?

_Siempre que visitábamos el palacio, eran estos

nuestros aposentos. Vos dormías en un pequeña cuna al lado

de mi cama. Frecuentemente, te recostabas en este sofá con

tu niñera.

_No me acuerdo de mi madre.

_No viste el retrato de ella encima de la Chimenea?

Cortney se estremeció. Se acordaba de la reacción

extraña que había tenido cuando había llegado allí y su

atención se había detenido en los ojos de aquella mujer...

su madre!

_Lo vi _se forzó a decir, la voz embargada de emoción.

_Cuéntame, cómo era ella?

_Linda, muy linda. Vos te pareces bastante a ella, no

lo crees ? Era una mujer adorable y un tanto rebelde. Para

mí, fue un golpe terrible cuando murió durante el parto.

Pero, cuando te perdí a vos también, pensé que no lo

soportaría.

_Estamos juntos, ahora _ lo consoló, acariciándole el

rostro. _Y nada podrá separarnos otra vez.

Ella siguió caminando por el cuarto hasta la ventana.

_Recuerdo subirme en un baúl para mirar los jardines.

_Los recuerdos comienzan a resurgir. Pronto, vas a

recordar todo _comentó, percibiendo como ella estaba de

aprensiva por el retorno de Rory. _ Pero ahora precisas

descansar.

Besándola cariñosamente, la condujo hasta la cama.

_Duerma bien.. Cuando Rory llegue , haré que venga

hasta aquí.

Ella intentó protestar, pero fue vencida por el

cansancio. Despidiéndose de su padre, se sacó la ropa y

cayó en la cama, exhausta. En minutos, dormía

profundamente.

Aunque no hubiese escuchado ni un ruido, Cortney

despertó con la sensación de que no estaba sola. Sin

moverse, intentó ver en la oscuridad. Las brasas iluminaban

levemente el ambiente. Venido de algún lugar próximo al

patio, escuchó el relincho de un caballo y el golpea de

los cascos. Espiando en dirección a la terraza, notó un

leve movimiento detrás de las pesadas cortinas.

Rory. Con el corazón a los saltos, movió los

cobertores a un lado. Finalmente Rory había vuelto por

ella.

Al colocar los pies en el suelo, un brazo fuerte la

agarró por detrás, presionándole la garganta y cortando su

respiración. Antes que pudiese gritar por socorro, la mano

le tapó la boca.

_No hagas ni un solo ruido, mi lady, o morirás.

Ella abrió los ojos al reconocer a voz.

Manteniendo la mano firmemente sobre la boca,

Burlingame la arrastró en dirección a la terraza.

El corazón de Burlingame latía locamente.

_Es por tu causa que soy un hombre perseguido —susurró

en su oído. _Es mas que justo que me garantices el paso

seguro a Francia. Después de la escena tan conmovedora con

el rey, pienso que sus soldados no se animaran a atraparme

arriesgando tu preciosa vida.

Al llegar a la terraza, Cortney consiguió hablar.

_Eso es una locura. No puede forzarme a acompañarlo

durante toda el viaje hasta Francia.

_No tienes elección, mi lady. Serás mi escudo contra el

ataque de los soldados o morirás aquí. Qué prefieres?

_Existe una tercera opción _dijo una voz en la

oscuridad.

Cortney y Burlingame miraron atónitos en dirección a

la figura escondida por las sombras.

_Rory _murmuró ella, llena de emoción.

_Apártate , Cortney. Burlingame y yo tenemos algunas

cuentas que ajustar.

Antes que ella pudiese moverse, Burlingame la agarró y

desenvainó la espada.

_Baje el arma, MacLaren o le clavaré mi espada.

_Si la hiere , morirá antes de llegar a la Prisión

Fleet —amenazó Rory.

_Jamas permitiré que me lleven a prisión. _ aproximó

la hoja a la garganta de Cortney. _No hay nada que me

impida matarla ahora.

Rory no tenía dudas de que Burlingame cumpliría sus

amenazas. Lentamente, sin desviar los ojos de él, le

entregó la espada.

Cuando Burlingame extendió la mano para alcanzarla,

Rory tiró a Cortney con violencia hacia un lado.

Sorprendido, Burlingame se abalanzó. Rory se agachó y la

hoja pasó resbalando por su hombro y , con el enorme golpe

despedazó el espejo. En el momento siguiente, cuando

Burlingame levantó el arma para asestar un nuevo golpe,

Rory hizo un rápido círculo con el brazo. La luz de la

luna reflejó la hoja del puñal en su mano.

Saltando a un lado, dijo:

_Aprendí de una pirata que tiene siempre dos armas

en mi poder.

Junto a la chimenea, Cortney asistía ansiosa al

combate. Burlingame atacó, Rory se agachó justo a tiempo

y la espada se clavó en la puerta detrás suyo . Asustado,

Burlingame intentó alcanzar la espada de Rory dejada en el

suelo.

Con una patada rápida, Rory la lanzó lejos. Miró a su

adversario con un brillo de victoria en los ojos.

Aterrorizado, Burlingame comenzó a retroceder. A cada

paso, Rory avanzaba, hasta acorralarlo contra la pared.

_ No me puede matar _gemía Burlingame. _Estoy

desarmado.

_Una vez presté oídos a tu pedido de demencia _dijo

Rory, entre dientes. _Y , a causa de eso, causó mucho

dolor y sufrimiento. No puedo permitir que prosiga con sus

mentiras y sus engaños.

_Todo lo que hice fue por Inglaterra _gritó Burlinga-

me. _Carlos es un monarca débil. Está completamente

embobado con su esposa francesa. Bajo la influencia de

ella, destruirá el país.

_Y usted y Richeliu serán aquellos que fortalecerán

este país? _Rory soltó una risa sarcástica. _No puedo

imaginar que alguien pueda creer en semejante absurdo.

Usted es un hombre diabólico y sin carácter, Burlingame.

Intentó tomar a Cortney por la fuerza, así como lo hizo

con muchas mujeres honradas, que, indefensas, no pudieron

impedirlo; todo a causa de su sed de poder. Y esta misma

ambición lo llevó a traicionar a su rey. Usted ambiciona

el trono.

_Si destruyo a Carlos, todo será para mí. _Los ojos

de Burlingame brillaban enloquecidos. _Y, si me ayuda,

MacLaren, dividiré los despojos con usted .

_No deseo compartir ganancias viles . Debe morir

ahora, Burlingame, así como muchos murieron en sus manos.

Cuando Rory se aproximaba con el puñal en su mano,una

voz grave y autoritaria lo detuvo.

_Guarde su arma, mi amigo. Toda Inglaterra tiene

derecho a asistir a la muerte de este malvado.

Perpleja , Cortney se dio vuelta en dirección a la

voz. En el umbral de la puerta estaba el rey. Detrás,

Henrietta María y Lord Edgecomb.

_Escuché lo suficiente para asegurarme de que todas las

acusaciones contra Lord Burlingame son verdaderas. El

pueblo de nuestro amado país tiene derecho de asistir a su

juicio y castigo.

Dominado por la frustración, Rory obedeció y guardó el

puñal. Al comando del rey, entraron varios soldados que

agarraron a Burlingame, arrastrándolo hacia afuera.

Cuando salieron, Lord Edgecomb corrió en dirección a

Cortney.

_Estás bien., mi hija?

Ella asintió, observando a Rory recoger la espada.

Percibiendo a donde se dirigía la mirada de ella, Edgecomb

se aproximó del escocés, extendiéndole la mano.

_Soy tu deudor, Rory MacLaren. Si no hubieses en-

contrado a Burlingame a tiempo, él, seguramente, habría

herido mi hija.

Rory le apretó la mano y salió evitando la mirada de

Cortney.

_Toda Inglaterra está en deuda con vos, Rory. — Carlos

dio un paso al frente, apoyando la mano en el hombro de su

amigo. _Ven. Vamos a tomar una jarra de cerveza para

festejar nuestra buena suerte.

_Vamos. Una cerveza será muy bienvenida. _Rory se dio

vuelta inclinándose delante de Cortney y su padre. _ Les

Deseo a ambos buenas noches.

Cuando él salió, Cortney sintió un gran vacío en el

corazón. Él había salvado su vida esa noche. Aún así, la

había dejado con la certeza de que nada mas quería con

ella.

Por largo tiempo, permaneció con los ojos fijos en las

brasas, hasta que sólo quedaron cenizas. Así había sido su

amor; llamas que quemaban, hasta que la traición vino a

apagarlas . Después, sólo restaron cenizas. Cenizas frías

y sin vida.

Giró el rostro para esconder las lágrimas. Le Había

sido concedida la libertad. Había encontrado a su padre .

Pero, en medio de tanta felicidad, había perdido al único

hombre que podría amar.

CAPITULO 24

Con el pecho desnudo, Rory se apoyaba en la baranda

de la terraza, los ojos perdidos en el horizonte. El

cielo se teñía de los primeros colores del alba y el sol

se asomaba, bañando los campos de un tono rosa pálido.

Sin poder dormir, había pasado despierto la noche

pensando en Cortney. Después de tantas desventuras, ella

había encontrado finalmente su verdadero hogar y comenzaba

a descubrirse. Ya sabía de su origen noble y , lo que era

mas importante, estaba junto a su verdadero padre . Padre

e hija necesitaban recuperar el tiempo que les había sido

robado. Con las gratificaciones del presente, Cortney

olvidaría el pasado doloroso y disfrutaría merecidamente

una vida feliz. Después de mucho reflexionar, Rory había

concluido que debía apartarse de ella pues su presencia

sólo serviría para evocar el pasado sombrío. Ella merecía

algo mejor. Una mujer como Cortney debería ser mimada y

cortejada.

La temporada de él en Inglaterra se había prolongado

demasiado. Había sido Cortney quien lo había retenido, pero

ya era tiempo de enfrentar la realidad. Aunque se hubiese

encariñado a esa isla con sus verdes campos, extrañaba

enormemente a Escocia. Su país clamaba por él; el clan

exigía su liderazgo y sus consejos. Era hora de volver a

casa.

Hogar. Era natural que Cortney soñase con un hogar. Él

no tenía derecho a privarla de una victoria conquistada

tan duramente , ningún derecho de pedir que ella

abandonase su sueño recién realizado.

Apartándose de la ventana, tomó su ropa y se vistió.

Había prolongado en demasía la agonía de la partida. Había

llegado el momento. Enderezando los hombros, se dirigió al

gran salón donde los demás tomaban el desayuno.

Cortney estaba sentada entre Lord Edgecomb y Henrietta

María. Alrededor de la mesa, la conversación se animaba

con los comentarios de Edgecomb y Carlos sobre los

acontecimientos de los últimos días. El rey se regocijaba

con la buena suerte de su viejo amigo.

Cortney supo por su padre que era heredera de una

gran fortuna en joyas y oro, como también de una serie de

vastas propiedades esparcidas por toda Inglaterra. La

riqueza, sin embargo , nada le significaba. Su mirada

vagaba por la sala, reflexionando sobre su vacío interior.

Cómo era extraña la vida. Durante la juventud había soñado

con un hogar y una familia, pero ahora que sus deseos

habían sido cumplidos permanecía insatisfecha. A causa de

un hombre: Rory MacLaren. Después que le había robado el

corazón, su vida jamas sería la misma. Hogar. Fortuna. Sin

él, cómo disfrutar placeres?

Se sorprendió al verlo entrar en el gran salón

vistiendo ropas de viaje. Traía pantalones y botas negras

de caña alta y , sobre los hombros, una capa gruesa de

lana. EN la mano, sostenía un sombrero . Los cabellos

crespos subían por encima del cuello. Los rayos de sol,

filtrándose por las altas ventanas, realzaban los reflejos

rojizos de sus cabellos, que Cortney ansiaba acariciar. En

vez de eso, bajó las manos crispadas hacia su falda.

_Entonces, MacLaren. Parece que nos estás dejando.

_Si, Majestad. Ya ha llegado la hora.

A pesar del shock, Cortney permaneció impasible. La

palidez de su rostro podría ser atribuida a los

acontecimientos de la última semana. Si un temblor sacudió

su cuerpo, se explicaba por el cruel tratamiento que había

sufrido en las manos de Burlingame.

_Volverás de vez en cuando , no es verdad?

_Volveré, si, Majestad. Aunque mi corazón pertenezca a

Escocia, tengo gran cariño por Inglaterra. —Evitaba la

mirada de Cortney, le dolía su presencia silenciosa,

pálida, al lado de su padre.

_Como podría agradecerle? _Edgecomb se puso de pie y

le Extendió la mano._ Si no fuese por vos, MacLaren, yo

jamas habría rencontrado a mi hija.

_No me debe agradecimiento, mi amigo. Me Siento

feliz de saber que su largo sufrimiento ha terminado.

Henrietta María se levantó y posó la mano en el brazo de

Rory. Mientras los demás se levantaban para rodearlo, ella

le dijo tiernamente:

_Sé lo que estás haciendo, Rory MacLaren. Eres un

hombre noble y digno.

_Noble, no, Majestad. Práctico. _En tono mas bajo,

murmuró sólo para los oídos de la reina. _No tengo

derecho de interferir... Debo buscar mi futuro en otra

parte.

Pensativa, la reina se dio vuelta para observar a

Cortney. Rory evitó la confrontación final. Cuando la

mirada de él se cruzó con la de ella, sintió ganas de

abrazarla.

Ejerciendo todo tu auto control, se inclinó y rozó los

labio en su mano.

Una oleada de calor atravesó el cuerpo de Cortney.

Retiró la mano rápidamente como si hubiese sido quemada.

_Gracias por todo lo que hiciste por mí, Rory _bal-

buceó.

_No me agradezcas, mi lady. Me Siento gratificado por que

te hayas reunido con tu padre. Finalmente obtuviste lo

que deseabas . Un hogar.

_Es verdad. _Luchaba contra el nudo en la garganta que

le impedía hablar. Ella no iba a llorar allí, en

público. Habría tiempo para eso, mas tarde. En verdad mucho

tiempo. Delante de ella, preveía una vida vacía y sin

amor.

_Estás partiendo inmediatamente? _preguntó Henrietta

María.

_Si. Tendré un viaje largo y difícil por delante.

Y solitario, pensó Rory. Los días serían apenas

tolerados. Pero tendría la mente ocupada con las

dificultades del viaje. Pero las noches... Si fuesen tan

dolorosas cuanto la última, preferiría enfrentar la muerte

a tener que soportarlas.

_Feliz viaje, Rory MacLaren. _Cortney desvió el rostro,

sin conseguir mirar los ojos azules que tanto amaba. _Qué

Dios te acompañe.

_Deseo... _Por un instante, él no pudo proseguir.

Deseaba besarle la boca hasta que ella gritase su nombre.

Deseaba pasar el resto de su vida demostrándole su amor.

Algunas veces, amar significaba apartarse de quien mas

se quiere, por una razón noble. Si realmente la amaba,

debería preocuparse en primer lugar de la felicidad de

ella.

_ Qué deseas? _Ella apenas consiguió preguntar.

_ Te Deseo una vida larga y feliz, mi lady.

Él le dio la espalda, se inclinó delante del rey y de

la reina y partió.

Por un momento, ninguno pronunció una sola palabra.

Entonces, de repente, Cortney se levantó y, dominada por

las emociones, abandonó la sala.

A solas en su cuarto, se tiró en la cama desconsolada

y se soltó a llorar, derramando todas las lágrimas que

había conseguido contener en el gran salón. Rory había

partido de su vida. Para siempre. Tan rápido como había

entrado. Él la había transformado despertándola al amor.

Jamas volvería a ser la misma.

Escuchó pasos leves aproximándose y sintió, en su

hombro, una mano delicada.

Henrietta María observaba en silencio mientras su amiga

intentaba, en vano, contener el torrente de lágrimas.

_Por qué? _Cortney se secó los ojos y se sentó. —Por

qué me dejó?

_Por que te ama.

_Amor? _comenzó a llorar otra vez con desesperación.

_Eso mismo. Amor. Rory MacLaren es un hombre de gran

nobleza de carácter, capaz de sacrificarse por la

felicidad de aquellos a quien ama.

_Nobleza de carácter. _Cortney se puso de pie y se

aproximó a la ventana.

Había gran actividad en el patio. Carretas y caballos

estaban siendo cargados con baúles; la mayoría de los

caballos de montura ya habían sido ensillados.

_ La señora cree que rehusarse a perdonar mis pecados

contra Inglaterra revela nobleza de carácter?

_Es eso lo que vos piensas?

_Lo es , si. Yo le mentí . Él no me perdona por

haberlo engañado. Mas allá de eso, es un hombre de acción.

la vida amena de la corte ya lo exasperaba. Él vuelve a su

país para encontrar una mujer digna de los MacLaren.

_Si crees eso, eres una tonta. Cualquiera notaría que

es hombre que está obsesionado con vos. Cada vez que te

ve, él queda trastornado.

_No. Si fuese verdad, él me llevaría con él.

_Y negarte la felicidad de vivir en un hogar al lado

de tu padre, después de tantos años de separación? Nunca un

hombre como MacLaren buscaría otros caminos.

Cortney se detuvo, pensativa. Sería verdad? Estaría

Rory partiendo porque la amaba? Se dio vuelta mirando a la

reina por un largo momento. Mas serena, murmuró:

_Le Agradezco mucho, Majestad. Pero ahora preciso estar

algunos momentos a solas.

Henrietta María abrazó a su joven amiga y salió.

Frunció el ceño. Tal vez no debiese entrometerse, pero

sabía mucho de las incertidumbres y los problemas que

involucra un amor recién descubierto. Su propio casamiento

había sufrido terribles momentos de tensión. Pero habían

superado los primeros obstáculos hacia la felicidad. Y

tenía grandes esperanzas de que ella y Carlos

solidificarían ese amor.

Amor. Henrietta María sonreía mientras se apresuraba al

encuentro de su esposo. Era un sentimiento extraño y ter-

rible. Y maravilloso.

Rory caminaba entre hombres y caballos, verificando las

provisiones.. Estaba ansioso por iniciar el viaje. Cuando

diese la señal de partida, no habría mas retorno. Lo peor

ya había pasado.

_Está todo listo _el capitán de la guardia avisó.

_Está bien.. Dígale a los hombres que marchamos.

Cuando Rory saltó sobre la silla, algo colorido atrajo

su visión. En la terraza había visto el rostro que tan

bien conocía, pestañeó varias veces, sin poder creer en

sus ojos. Era la Reina de los Mares.

Traía pantalones ajustados y botas negras de caña alta,

la blusa de seda roja y la faja amarilla en la cintura. Los

cabellos caían en cascada hasta la cintura. Era la misma

Cortney que él había visto a bordo del Hawk: la pirata

indomable. Por una cuerda, descendió de la terraza, con la

espada en la cintura.

Con su mágica aparición, la actividad en el patio cesó

abruptamente. Los Hombres se inmovilizaron con un pie en el

estribo; otros, con bultos en las manos.

_Entonces, MacLaren. _Ella se paró y desenvainó la

espada, los pies apartados como en posición de combate.

_Pretendes volver a Escocia dejándome aquí?

_ Exactamente, mi lady.

_Te Gustaría entonces que me casase con algún conde

viejo y enfermo?

_Si fuera ese tu deseo...

_Ah! Y mis deseos merecen ser tenidos en

consideración?

Intrigado, él se preguntaba lo que ella estaba

planeando

_ Claro que si, mi lady. Tus deseos, para mí, están en

primer plano.

Cortney caminó por el patio hasta colocarse enfrente

del caballo de él. Todos los hombres la miraban extasiados,

con una mezcla de sorpresa y admiración. Jamas habían visto

mujer tan extraordinaria.

_ Mi Lord ya me perdonó por haberlo sedado?

_Perdonar? Eso ya es pasado.

_Y por yo haber sido una espía? También me perdonaste ?

_Puedo hacer yo menos que el rey? Está todo

realmente perdonado, mi lady. Lo que hiciste fue para so-

brevivir.

Cortney inspiró profundamente. Estaba arriesgándose

mucho, esperando que Henrietta María tuviese razón.

_Y por qué entonces me estás dejando, Rory MacLaren?

Rory desvió el rostro. Maldición. Cuánto tiempo podría

contenerse sin tomarla en sus brazos?

_ Te Dejo aquí para disfrutar de la compañía de tu

padre y de tu nuevo hogar.

_ Quedo extremamente agradecida por tu noble oferta.

Algún día me gustaría conocer mis propiedades, recorrer

las mismas sendas que mi madre acostumbraba recorrer. Amo a

mi padre _agregó suavemente- Y me gustaría de conocerlo

mejor. Pero ahora deseo conocer tu país, Rory MacLaren.

La Escocia que vos describes con tanto amor. Deseo viajar

por los bosques densos de los cuales vos tanto hablas,

nadar en las aguas cristalinas de tus lagos. Deseo llamar a

tu clan mi pueblo.

_Eso es imposible.

Por un momento, ella creyó estar derrotada. Él la

rechazaba. Rechazaba su amor. Entonces, agarrando el puño

de la espada para infundirle coraje, ella inspiró profun-

damente.

_Vos te sentirías avergonzado por permitir que una

pirata lleve el nombre de los MacLaren.

_Avergonzado? _retrucó él , irritado. _Cómo podría el

hombre que ama a una mujer sentirse avergonzado de ella?

Ella levantó la espada fingiendo pelear.

_Cómo puedes hablar de amor en el momento en que me

estás abandonando?

_Amor. Amor, si, Cortney. Yo te amo. Desde el momento

en que te vi. Pero sería muy egoísmo separarte de tu padre

y del hogar que jamas conociste.

_Vos sos el hogar que mi corazón desea, Rory MacLaren.

Sentado en la silla, Rory todavía intentó argumentar, su

voz embargada de emoción.

_Tu padre...

_Él irá a visitarnos . Después de todo, Escocia no

queda tan lejos.

Por un largo momento, Rory permaneció sumergido en sus

pensamientos, intentando absorber lo que ella le había

dicho.

_Desistiría de todo esto por mi país, por mi pueblo?

_Nuestro país. Nuestro pueblo _ corrigió ella, dejando

la espada de lado. _Si fuese preciso , te obligaría a

llevarme con vos. No tengo la menor duda de que en un

duelo, yo te vencería.

Rory estalló en risas.

_La modestia nunca fue una de tus virtudes, no es así,

mi lady?

_Ni la timidez una de las tuyas. Por qué entonces te

apartas de mí ahora?

_Tienes razón, Cortney. Por qué ? Ven.

Cuando él se inclinó sobre la silla, ella se tiró en

sus brazos abiertos. Rory la empujó contra al pecho y

quedó abrazado con ella sobre la silla.

_MacLaren!

Oyendo la voz del rey, Rory y Cortney miraron hacia

arriba y vieron a Carlos, Henrietta María, Lord Edgecomb y

a casi todos los criados del palacio asistiendo desde las

ventanas, terrazas y puertas, a la declaración de amor de

ellos.

_ Me Gustaría pedir su permiso, Lord Edgecomb, para

casarme con su hija.

_ te lo Concedo de todo corazón. Por la expresión de

ella, podría decir que iría hasta el fin del mundo con

vos. Los dos tienen mi bendición, Rory MacLaren. Sé que

vos la amarás tanto como yo. Te Deseo coraje y paciencia.

Si ella es como la madre, precisarás de ambas.

Rory se rió y entonces se dirigió al rey.

_Y en cuanto a Vuestra Majestad, tengo su aprobación?

Carlos envolvió con el brazo los hombros de su esposa. Am-

bos sonrieron a la joven pareja.

_ Claro que si, MacLaren. Siempre tuve la esperanza de

verte casado con una inglesa, para que así visitases mi

país con mayor frecuencia.

_ Y Vuestra Majestad debería visitar Escocia. Pedire-

mos al rey y a la reina que sean padrinos de nuestro

primogénito.

_Iremos con placer. Me Gustaría mucho que Henrietta

María conociese la tierra de mis antepasados. Será un pre-

texto para visitarlos siempre que nos fuera posible.

_Perdóname, padre _ se disculpó Cortney, en los brazos

de Rory —, por esta partida abrupta.

_Yo comprendo, mi querida .., El amor tiene sus propios

caminos y , a veces, altera nuestros planes.

_Rory, mi amigo _llamó el rey —, en nombre de la

Corona, los declaro marido y mujer. Aunque sospecho que el

clan MacLaren va a exigir una gran fiesta de casamiento

para su líder.

_Sin duda. Y nosotros haremos esa gran fiesta.

Al partir, Cortney se dio vuelta, saludando.

_Hasta la vista, padre.

Mientras abandonaban el patio, Cortney saludaba a los

criados del palacio para en seguida, abrazarse a Rory.

_Cuántos días de viaje tendremos hasta Escocia?

_Será un largo viaje _murmuró él, los labios rozando su

cara. _ Demasiado Tiempo, mi amor. Vamos a parar en el

bosque.

_Tan pronto?

_Si . No puedo esperar mas para hacer el amor con vos.

En verdad, creo que vamos a detenernos muchas veces en

este viaje.

Ella sonrió y lo besó en los labios.

_Yo te amo, Rory MacLaren _susurró yendo al encuentro

de los labios de él.

_Y yo te amo, mi adorable la reina de los Mares.

Los labios buscaron fundiéndose en un beso repleto de

ternura, un cariño que abrigaba la certeza da felicidad.

Con una señal de Rory, la larga fila de hombres y

caballos se detuvo . Todos las miradas acompañaron al

caballo del bravo escocés galopando en dirección al

bosque. Pero el hombre y la mujer, sujetos en un tierno

abrazo, sólo tenían ojos uno para el otro.

EPÍLOGO

Sentado frente a la chimenea, Rory observaba a su

mujer descender las amplias escalinatas de piedra. Desde la

llegada a Escocia, el castillo MacLaren se había vuelto un

lugar de acogedor. Un lugar de amor.

El clan la había recibido con el corazón abierto,

como si ella hubiese nacido entre ellos. Si fuera necesario

darían la vida por Cortney.

_ Estás cada día mas bonita. _La tomó en los brazos y

posó los labios en su frente.

_Estoy mas gorda _Cortney sonrió, colocando la mano

sobre su vientre. Con ternura, Rory le cubrió la mano con

las suyas.

_Cuántos días mas?

Ella sonrió. Era una sonrisa secreto, una sonrisa de

mujer.

_ Pronto . Dentro de poco tendrás a tu hijo.

_Y cómo sabes que será un muchacho?

_Yo lo sé. Lo llamaremos Malcolm, en homenaje al

hermano que perdiste .

Emocionado, él a abrazó.

_Carlos y Henrietta María viajarán con tu padre para el

bautismo. Llegarán en quince días.

_Será tan bueno volver a verlos.

Por un momento, él se preocupó.

_ Los has extrañado mucho ?

_Rory, mi amor _rozó el dedo en los labios de él antes

de besarlos —, ese tiempo que pasamos juntos, sólo nosotros

dos, fue el mas feliz de toda mi vida.

_ Para mí también, amor.

Él arrastró el sofá frente al fuego y la sentó en

su falda.

Con los ojos fijos en las llamas, Cortney rememoraba

los extraños acontecimientos que la habían traído hasta ese

bello país.

El camino recorrido por la pirata solitaria hasta

transformarse en esposa feliz había sido largo y lleno de

obstáculos. Pero , al final, ella había alcanzado mas de lo

que podría haber soñado . Hogar, esposo, hijo y amor.

Después de un largo período de peligros e intrigas, esta

era, en verdad, la gran aventura. El amor.

FIN

Novelas Romántica Histórica

Miel de pecado (Touch the sun) de Barbara Leigh y Nora

Roberts

Corazón Herido (The virgin spring) Debra Lee Brown

Hechizando al Vikingo – Jude Deveraux / Elizabeth Mayne

( Lady of the Lake)

Prometida a un Highlander- Samantha James (The promise

given)

La Flor y la Espada de Jacqueline Navin (the flower and

the sword)

Cautiva de un Highlander de Nicole Jordan (tender Feud

titulo

original)

La esposa del campeon de Claire Delacroix (titulo

original Champion's

wife)

La esposa virgen de Deborah Simmons (titulo original

Maiden bride)

La novia de Lochbarr de Margaret Moore (titulo original

Lochbarr's

bride)

Mi guardian escoces de Terri Lynn Wilhelm (titulo

original Fool of

hearts)

Corazon de Leon de Suzanne Barclay (titulo original

Lion's Heart)

Solicitar estos títulos a zp11rv@

yahoo.com