“La defensa de Sicilia frente a la amenaza otomana durante el virreinato del Príncipe de Ligne...

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A A ACTAS ACTAS DE LA XI REUNIÓN CIENTÍFICA DE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA ANTONIO JIMÉNEZ ESTRELLA JULIÁN J. LOZANO NAVARRO (eds.) COMUNICACIONES. VOLUMEN II

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ACTAS DE LA XI REUNIÓN CIENTÍFICA DE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA

ANTONIO JIMÉNEZ ESTRELLAJULIÁN J. LOZANO NAVARRO (eds.)

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isbn 84-338-5385-1

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ACTAS DE LA XI REUNIÓNCIENTÍFICA DE LA FUNDACIÓN

ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA

COMUNICACIONES

Volumen II

ACTAS DE LA XI REUNIÓN CIENTÍFICA DE LA FUNDACIÓN

ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA

COMUNICACIONES

Volumen II

CONFLICTIVIDAD Y VIOLENCIA EN LA

EDAD MODERNA

ANTONIO JIMÉNEZ ESTRELLA yJULIÁN J. LOZANO NAVARRO

(eds.)

GRANADA2012

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográfi cos –www.cedro.org), si necesita foto-copiar o escanear algún fragmento de esta obra.

© LOS AUTORES.© UNIVERSIDAD DE GRANADA. ACTAS DE LA XI REUNIÓN CIENTÍFICA DE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA. ISBN: 978-84-338-5385-1. (Obra completa) ISBN: 978-84-338-5386-8. (Vol. I) ISBN: 978-84-338-5387-5. (Vol. II) Depósito legal: Gr./ 1.285-2012 Edita: Editorial Universidad de Granada.

Campus Universitario de Cartuja. Granada. Fotocomposición: CMD. Granada. Diseño de cubierta: Josemaría Medina Albea.

Imprime: Imprenta Comercial. Motril. Granada.

Printed in Spain Impreso en España

LA DEFENSA DE SICILIA FRENTE A LA AMENAZA OTOMANA DURANTE EL VIRREINATO DEL PRÍNCIPE DE

LIGNE (1670-1674) *

MARÍA DEL PILAR MESA CORONAUniversidad de Castilla-La Mancha

Aceptado por el Comité Científico: 30-05-2010

1. INTRODUCCIÓN

A mediados del siglo XVII, el Imperio Otomano se expandía por tres conti-nentes: Europa, Asia y África. En los territorios de Europa y del Mediterráneo, este imperio llegaba a la península balcánica, al sur de los ríos Danubio y Sava, y las tierras de Hungría central. Además, los principados de Transilvania, Vala-quia, Moldavia y Crimea, eran sus tributarios. Y en el Mediterráneo, controlaba gran parte de las islas del Egeo y Chipre 1.

No obstante, los intentos expansionistas del Imperio Otomano apoyados en la potencia militar, reactivada por los visires Mehmed Köprulu y Fazil Ahmet, no habían alcanzado las tierras de Centroeuropa ni habían sobrepasado los límites del Mediterráneo oriental como sucedería a principios de los años sesenta del siglo XVII.

En Europa, con la firma de la paz de Vasvar en 1664 entre el Imperio Otomano y el Emperador Leopoldo I, se producía una estabilización del fren-te húngaro. Ambas potencias tomaban conciencia de sus propias limitaciones mientras Constantinopla asumía la imposibilidad de mantener varios frentes al mismo tiempo 2.

Liberados del frente centroeuropeo, los otomanos se concentraron en la isla de Creta, y el asedio de la plaza de Candía, iniciado el 21 de mayo de 1667 y mantenido hasta la rendición de ésta por parte de Francesco Morosini, el 5 de septiembre de 1669. El fracaso de su defensa por parte de la República de Venecia, la Santa Sede, la Orden de Malta, las Coronas de España y Francia,

* El presente artículo forma parte de las investigaciones que estoy desarrollando con moti-vo de la tesis titulada «Sicilia en la defensa española del Mediterráneo en tiempos de Carlos II», financiada con una Beca FPI de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en el marco del Programa Operativo cofinanciado por el Fondo Social Europeo, y dirigida por el Doctor Porfirio Sanz Camañes profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha.

1. Citado por Colin Imber, El Imperio Otomano, 1300-1650, Barcelona, 2004, pág. 19.2. Marko Jačov, L’Europa tra Conquiste Ottomane e Legue Sante, Città del Vaticano,

2001, pág. 110.

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del Sacro Imperio, y otra serie de principados, durante los años 1668 y 1669, supuso la pérdida de este antemural de la Cristiandad 3.

Una vez conquistada Creta por el Imperio Otomano, se abrían varias posi-bilidades de expansión, contempladas todas ellas con inquietud por parte de las potencias de la Cristiandad. La atención podía centrarse nuevamente en Europa, con Polonia como víctima, o bien aprovechar la toma de Creta en el Medite-rráneo Oriental, y expandirse por Occidente, trasladando las hostilidades a los dominios italianos de la Monarquía Hispánica. Esta segunda opción, provocaría la alarma en territorios como el reino de Sicilia, que se aprestó a la toma de una serie de medidas conducentes a la mejora del sistema defensivo de esta isla.

En esta coyuntura, se elegirá un nuevo virrey en sustitución del duque de Alburquerque, cuya función principal en estos años, sería la de extender y re-forzar en todo lo posible el conjunto defensivo de la isla de Sicilia, desde las fortificaciones y el tercio español a la escuadra de galeras.

2. EL REINO DE SICILIA DURANTE EL VIRREINATO DE CLAUDIO LAMORAL, PRÍNCIPE DE LIGNE (1670-1674)

2.1. La elección del príncipe de Ligne para el virreinato de Sicilia

El nombramiento como virrey de Claudio Lamoral, príncipe de Ligne, se produjo el 17 de marzo de 1670 4, aunque su llegada al reino de Sicilia se retrasó hasta el 28 de junio de 1670, tomando posesión del cargo el 7 de julio del mismo año 5.

Entre los motivos de su nombramiento, se han barajado distintas posibili-dades. En primer lugar, una parte de la historiografía ha considerado que debió influir su condición de noble 6, a la que se habría unido su amistad con don Juan José de Austria, forjada durante el periodo en que este último desempeñó el cargo de gobernador de los Países Bajos 7.

En segundo lugar, se ha manifestado la posible relación entre su nombra-miento y la reactivación del proceso de integración entre la nobleza castellana y la flamenca, en el marco de la segunda mitad del siglo XVII 8. Una reactivación,

3. Kenneth M. Setton, Venice, Austria, and the Turks in the Seventeenth Century, Phila-delphia, 1991, pág. 228.

4. Archivo General de Simancas [AGS], Secretarías Provinciales, libro 984, fols. 261r.º-269r.º5. Vicenzo Auria Palermitano, Historia cronológica delli signori vicere di Sicilia. Dal

tempo che mancò la personale assistenza de serenissimi Rè di quella, Palermo, 1697, pág. 145. 6. Ibidem, pág. 145. 7. Manuel Rivero Rodríguez, «Virtud cristiana de la nobleza de Sicilia: La interrupción

de la asistencia de los blancos de Palermo a los ajusticiados (1670-1675)», en Manuel Rivero Ro-dríguez (ed.), Nobleza hispana, nobleza cristiana. La Orden de San Juan, Madrid, 2009, pág. 668.

8. René Vermeir, «Je t’aime, moi non plus. La nobleza flamenca y España en los siglos XVI-XVII», en Bartolomé Yun Casalilla, Las redes del Imperio. Élites sociales en la articulación de la Monarquía Hispánica, Madrid, 2009, págs. 328-333.

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que pudo haber favorecido según Mérode-Westerloo al propio príncipe de Lig-ne, pues el matrimonio de su hijo mayor con una noble castellana le reportó a Claudio Lamoral un claro ascenso profesional, con el cargo de virrey de Sicilia 9.

En tercer y último lugar, su nombramiento pudo estar influido por su expe-riencia militar en Flandes durante el reinado de Felipe IV 10. Estos conocimientos militares se habrían tenido en cuenta ante la situación en la que se encontraba el reino de Sicilia en aquellos momentos, especialmente tras la debilidad en su defensa por parte de la Serenísima República de Venecia.

Además, esta última razón, había constituido tradicionalmente una de las funciones esenciales de los virreyes de Nápoles y Sicilia. Así, en las instrucciones que normalmente se suministraban a los virreyes para el buen desarrollo de su gobierno, la defensa de la fe católica frente a la herejía y al infiel 11, constituía uno de los tres requisitos a cumplir por un virrey.

El aspecto militar adquirió mayor protagonismo en territorios fronterizos como Sicilia, cuya defensa era esencial para mantener la política mediterránea de la Monarquía Hispánica, dando lugar a una fuerte preocupación por la elec-ción de la persona adecuada para el desempeño del gobierno de un virreinato tan especialmente expuesto a la amenaza militar 12.

2.2. El sistema defensivo siciliano en manos del príncipe de Ligne

En la segunda mitad del siglo XVII, la capacidad del sistema defensivo de la Monarquía Hispánica en el sur de Italia había disminuido frente al desarrollo de la potencia militar y naval de otras naciones como Francia. La monarquía desarrolló una serie de alianzas con otros países europeos como Holanda e Inglaterra para mantener su despliegue marítimo en la zona 13.

El sistema defensivo del reino de Sicilia ya estaba configurado en las primeras décadas del siglo XVII y se articuló a través de: un dispositivo de castillos y fortalezas, el apoyo de un cuerpo de infantería española, formada por un tercio que en conjunto sumaba entre 3.000 y 3.600 hombres; la caballería ligera con 300 caballos, las galeras; y una milicia a pie (9.000 infantes) y a caballo (1.600

9. Citado por René Vermeir, «Je t’aime, moi non plus. La nobleza flamenca...», art. cit., pág. 332.

10. Vicenzo Auria Palermitano, Historia cronológica delli signori vicere di Sicilia..., op. cit., pág. 145.

11. Manuel Rivero Rodríguez, «Doctrina y práctica política en la monarquía hispana; Las instrucciones dadas a los virreyes y gobernadores de Italia en los siglos XVI y XVII», Investigaciones históricas: época moderna y contemporánea, 9 (1989), pág. 199.

12. Citado por Carlos J. Hernando Sánchez, «Los virreyes de la Monarquía Española en Italia. Evolución y práctica de un oficio de gobierno», Studia Historica. Historia Moderna, 26 (2004), pág. 64.

13. Luis A. Ribot García, «Las provincias italianas y la defensa de la Monarquía», Ma-nuscrits, 13 (1995), pág. 103.

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caballos) del propio reino, así como el servicio militar de 1.800 caballos, al que estaban obligados los señores y barones de la isla 14.

Por tanto, como ha expresado L. Ribot García, la estructura defensiva de Sicilia era la siguiente: en primer lugar, una defensa estática formada por los castillos de las principales ciudades y puntos de la costa, custodiados por el tercio español y completada por fuerzas móviles, tales como las unidades de caballería y la escuadra de galeras. En caso de necesidad se podía convocar a las milicias, compuestas por soldados de a pie y de a caballo. Por último, estaba la vigilancia de las zonas marítimas, encargada de dar la alarma ante un posible peligro, para lo que había un sistema de torres con centinelas y guardas de a caballo que recorrían las costas 15.

Esta defensa estaba financiada por los donativos ordinarios para el caso de las fortificaciones y el tercio, por efectos como la Cruzada para las galeras, así como las aportaciones sobre las propias ciudades para la milicia del reino, o por los propios señores y barones, en el caso del servicio militar 16.

A la llegada de Ligne al virreinato, el estado defensivo de la isla parecía preocupante a tenor de una carta de la reina Mariana a comienzos de 1671 en donde se volvía a recalcar la necesidad de poner en defensa la isla, ante los avisos de un posible ataque otomano a Malta o a Nápoles, en primavera. Por este despacho real, se ordenaba al príncipe de Ligne la fortificación de las plazas más amenazadas, el apresto de las galeras de Sicilia para el mes de abril, la recogida de todo el metal en mal estado para su envío a Nápoles, donde se debía fundir, y la obtención de cierto número de piezas de artillería; la remisión de una serie de relaciones con el número de milicias de las que se podía disponer en caso de invasión, y con el tren de artillería utilizable en la isla. Asimismo, Ligne debía encargarse de la provisión de munición, balas, cuerda, pólvora y víveres nece-sarios para tal ocasión, y de preparar el tercio, la caballería y milicia del reino, el servicio militar de los barones, además de aumentar el número de galeras 17.

En cumplimiento de las órdenes reales, Ligne enviaba el 15 de abril del mismo año, unas relaciones con las necesidades defensivas de la isla, que de-bían atenderse con más urgencia. Con respecto a la artillería, el Gobernador de Artillería, había recomendado la provisión de 18 sacres 18, repartidos en

14. Pietro Celestre, «Idea del govierno del reyno de Sicilia», en Vittorio Sciuti Russi, Il governo della Sicilia in due relazioni del Primo Seicento, Nápoles, 1984, págs. 6-17. Véase también, Domenico Ligresti, «L’Organizzazione militare del Regno di Sicilia (1575-1635)», Rivista Storica Italiana, 105 (1993), pág. 654.

15. Citado por Luis A. Ribot García, «Las provincias italianas y la defensa de la Monar-quía», art. cit., pág. 103.

16. Domenico Ligresti, «L’Organizzazione militare del Regno di Sicilia (1575-1635)», art. cit., págs. 647-678.

17. Archivo Histórico Nacional [AHN], Estado, libro 335, fols. 59r.º-61r.º18. El sacre era una pieza de artillería, cuatro veces más pequeña que la culebrina y que

podía disparar balas de cuatro a seis libras. Véase en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.

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tres ciudades principales, Palermo, Trapani y Siracusa, aunque él por su parte aconsejaba que fueran 24 sacres 19. El tren de artillería, así como las municio-nes y otros pertrechos para poner en defensa las plazas, supondrían un gasto según otra relación, de unos 9.481 escudos para la fundición de la artillería reventada, 98.835 escudos para la munición de los castillos y 11.333 escudos para las vituallas y reparación de las galeras. Es decir, un total de 119.649 escudos aproximadamente, todavía por gastar, además del gasto ya efectuado de 183.080 escudos 20.

Por tanto, Ligne se encontró con un sistema defensivo compuesto de 9.000 infantes, 1.600 soldados a caballo, un tercio de unos 3.000 soldados, una ca-ballería ligera extinta desde 1635 21, una escuadra compuesta exclusivamente por 5 galeras, y dependiente de unas plazas mal fortificadas, sin pertrechos de artillería, municiones o víveres, y de un dudoso servicio militar proporcionado por los señores y barones del reino. Ello le condujo a manifestar a la reina su pesimismo con las siguientes palabras:

«…en caso de imbasion no teniendo otra forma que la presente serian los cuidados y riesgos superiores a la defensa, reduciéndose a lo que darían de si, el tercio y Galeras, pues las milicias de a pie y de a cavallo son de la calidad que en todas partes, se experimenta, y mucho peores en aquella Isla […] 22».

A pesar de una situación tan poco halagüeña, el sistema defensivo de la isla logró perfeccionarse gracias a la labor del príncipe de Ligne. Las medidas se concentraron, fundamentalmente, en el incremento del tercio, la mejora y aumento del número de galeras y en la fortificación de las principales plazas.

Por lo que se refiere al tercio de españoles, obtuvo ciertas mejoras, ya que ante las órdenes de la reina de aumentar la infantería, el príncipe de Ligne comunicaba en abril de 1671 que había dispuesto la concesión de patentes de capitanes a dos soldados, para que levantaran cien hombres cada uno, y con ellos formar dos nuevas compañías 23. Estos incrementos continuaron siempre que se dispuso de recursos, permitiendo al príncipe de Ligne expresar cierto optimismo en mayo de 1674, cuando afirmaba que al término de su gobierno dejaba la isla con un tercio formado por 3.000 hombres, a los que incluso se podían sumar otros 200, porque había concedido para ello una serie de paten-

19. AGS, Estado, leg. 3.494, doc. 113. 20. AGS, Estado, leg. 3.494. Doc. 116. Véase también AGS, Estado, leg. 3.494, doc. 115.21. Ésta se habría disuelto ante la petición reiterada desde el año 1585 de su desaparición

y empleo de este presupuesto en el incremento del número de galeras y la mejora de las fortifica-ciones. Para la creación y disolución de la caballería ligera en 1635, véase Carlos Belloso Martín, «Conflictos de Poder entre el Centro y la Periferia de la Monarquía: El establecimiento de la caba-llería ligera en el siglo XVI», en Rosella Cancila (a cura di), Mediterraneo in armi (secc XV-XVIII), Palermo, 2007, págs. 315-371.

22. AGS, Estado, leg. 3.494, doc. 113. 23. AGS, Estado, leg. 3.494, doc. 60.

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tes 24. Al margen de la evolución de estos contigentes, el reino siempre podía contar con la milicia y caballería del reino 25.

En cuanto a la escuadra de galeras del reino de Sicilia 26, su número había ido descendiendo considerablemente, desde las 22 del periodo lepantino, pasan-do por las 9 que tenía en 1600, hasta las 5 que tenía en 1670 27. No obstante, todavía se consideraba esta escuadra de gran importancia para la defensa de la isla, aunque estuviera compuesta tan solo por cinco galeras, lo que daría lugar a peticiones como la del Gran Maestre de la Orden de San Juan, que el 23 de mayo de 1671 aconsejaba al príncipe de Ligne, la reclamación a la reina de la unión de las galeras de Italia, para enfrentarse a un posible ataque otomano 28.

Este consejo no fue desechado por parte de la Monarquía Hispánica, ya que en junio de ese mismo año, la reina comunicaba en un despacho al príncipe de Ligne que había dispuesto todo lo necesario para que se unieran en la defensa conjunta de Italia, las galeras de Nápoles, Sicilia, Cerdeña y Génova 29. E in-cluso, ante la necesidad defensiva se pensó en disponer de la Armada del Mar Océano 30, para completar el número de galeras como ya se había hecho en otros momentos de necesidad, utilizándolas en la revuelta napolitana de 1647-1648 31.

Todo ello era imprescindible mientras no se aumentase el número de galeras, tarea a la que se dedicó Ligne y en la que decía hallarse inmerso a la altura de abril de 1671. Había decidido aumentar la escuadra a través de la compra de una nueva en Génova o Civitavecchia, así como reparar las otras cinco, disponiendo de las seis para navegar ese mismo año 32. Objetivo conseguido en cierta manera, como se constata, por la carta del 3 de diciembre de 1673, en la que notifica a la reina que el reino de Sicilia contaba con seis galeras 33. Ello llevaba a Ligne a expresar su conformidad con la tarea realizada, afirmando que aunque no

24. AGS, Secretarías Provinciales, leg. 1047, doc. Palermo, 24 de mayo de 1674. 25. AGS, Estado, leg. 3.494, doc. 115 y 118. No obstante, parte de los habitantes estaban

destinados únicamente a la defensa de su propia ciudad. Era el caso de: Palermo, Messina, Catania, Siracusa, Trapani, Licata, Augusta y Milazzo, para el caso de las milicias; y Termini, Cefalù, Patti, Taormina, Mola, Gela, Sciacca, Mazara, Monte de San Giuliano, y Avola, para la caballería.

26. De las escuadras de galeras mediterráneas se ha mantenido la opinión que durante el reinado de Carlos II, quedaron reducidas a realizar tareas auxiliares, como fue el caso de la escuadra de Sicilia, que desde el reinado de Felipe IV se habría centrado en la defensa de la isla de los ataques corsarios. Véase en Miguel Ángel de Bunes Ibarra, «La defensa de la Cristiandad; las armadas en el Mediterráneo en la Edad Moderna», Cuadernos de Historia Moderna. Anejos, 5 (2006), págs. 97-98.

27. Rosella Cancilla, «Introduzzione. Il Mediterraneo assediato», en Rosella Cancila (a cura di), Mediterraneo in armi (secc XV-XVIII), Palermo, 2007, pág. 54.

28. AGS, Estado, leg. 3.494, doc. 88. 29. AHN, Estado, libro 335, fols. 65r.º-65v.º30. AGS, Estado, leg. 3.494, doc. 113. 31. Luis A. Ribot García, «Las provincias italianas y la defensa…», art. cit., pág. 113.32. AGS, Estado, leg. 3.494, doc. 60. 33. AGS, Estado, leg. 3.497, doc. 6.

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eran más que seis, dicha escuadra no sería inferior a ninguna otra, pues eran de buena calidad y casi todas nuevas 34.

Otro de los logros conseguidos durante este virreinato fue sin duda el de las fortificaciones. En el siglo XVI, los trabajos se habían centrado en la for-tificación de las ciudades portuarias, la construcción de castillos y la restruc-turación de los ya existentes, el abastecimiento de los presidios fijos con un adecuado número de piezas de artillería, y el perfeccionamiento de las torres costeras 35. Así, las obras de fortificación de la isla, representadas en castillos y fortalezas, se desarrollaron, sobre todo desde los años treinta a los noventa del siglo XVI; y se concentraron en ciudades como Siracusa, Trapani, Milazzo, Augusta, Palermo y Mesina 36. El sistema creado por las torres de avistamiento, junto con las fortalezas, castillos, guardias tuvo dos fines principales: uno de observación y de alerta y otro de defensa 37.

Sin embargo, el estado de todo este sistema estaba debilitado en los años setenta del siglo XVII, siendo necesaria una intervención de mejora de estas obras. En esta tarea se centró parte del virreinato del príncipe de Ligne, a quien el 17 de octubre de 1670 se le ordenaba por parte del consejo de Estado, estando presente el duque de Alburquerque que dispusiese la fortificación de Siracusa y Augusta, por estar situadas en la parte de Levante, y por tanto, más expuestas a un posible ataque otomano. En ello, estaba de acuerdo el duque de Alburquerque 38. A éstas se añadirían en 1671 por decisión del virrey, la plaza de Trapani y la de la Isla de Favignana, pues tras una inspección a los puestos se había considerado mejorar sus defensas 39.

Aunque no se cumplieron las previsiones de finalización de las obras de fortificación de las plazas, en mayo de 1674 al término de su gobierno en la isla, el príncipe de Ligne resumía los últimos avances en este aspecto. Según el virrey, el fuerte de Santiago de la isla de Favignana estaba a punto de termi-narse, dejaba ya proveídas las defensas de Marettimo y de la isla de Formica y quedaban muy adelantadas las obras de Trapani y la de la isla de Pantallería,

34. Ibidem, doc. 17. 35. Valentina Favarò, «La Sicilia fortezza del Mediterraneo», Mediterranea. Richerche

Storiche, 1 (2004), pág. 34.36. Para una descripción más detallada de las fortificaciones de Sicilia en el siglo XVI, véase

la obra de José Ramón Soraluce Blond, Las fortificaciones españolas de Sicilia en el Renacimiento, La Coruña, 1998. También para el reinado de Felipe II, véase Alicia Cámara, «Las fortificaciones y la defensa del Mediterráneo», en Ernest Beleguer Cebrià (coord.), Felipe II y el Mediterráneo, Madrid, 1999, vol. IV, págs. 355-376.

37. Cifrado por Domenico Ligresti, «L’Organizzazione militare del Regno di Sicilia (1575-1635)», art. cit., pág. 671.

38. AGS, Estado, leg. 3.493, doc. 75. 39. AGS, Estado, leg. 3.494, doc. 107.

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cercana a Berbería 40. La fortificación de Siracusa, que debía concluir en junio de 1673, todavía no había concluido casi un año más tarde 41.

2.3. La hacienda siciliana y la financiación del sistema defensivo

Desde el reinado de Carlos V se puede acreditar la importancia de las asis-tencias financieras del reino de Sicilia no sólo para su propio sistema defensivo, sino también para otros territorios de la Monarquía Hispánica, como fueron los frentes de Alemania o de los Países Bajos 42. Estas asistencias se fueron incre-mentando con el tiempo, puesto que durante el reinado de Felipe II y aunque los peligros de una invasión turca o de la piratería berberisca no habían cesado, el reino de Sicilia tuvo que hacer frente a las continuas peticiones de ayuda por parte de otros territorios siguiendo el principio de la Monarquía Hispánica, basado en que cada uno de los territorios, debía contribuir a proteger los otros 43. Así, llegamos al intervalo entre los años veinte y cincuenta del siglo XVII, cuando la presión de la Monarquía Hispánica, en territorios como Sicilia, Nápoles y Cerdeña, a través de sus aportaciones tanto financieras como humanas dio lugar a una serie de levantamientos en la década de 1640 en el contexto de la oleada revolucionaria extendida a otros territorios de la monarquía. 44

Estas asistencias, continuaban siendo necesarias bajo la regencia de Mariana de Austria, afectando a la hacienda siciliana y con ello, al sistema defensivo de la isla, pues restaron recursos que debían ser destinados al propio reino, y dieron lugar a la emisión por parte de virreyes como el príncipe de Ligne, de ciertas quejas a la monarquía, para evitar este desvío de ingresos.

Quejas que se hicieron notar en cartas como la del 21 de septiembre de 1670, en la que el príncipe de Ligne afirmaba que la deficitaria hacienda siciliana no le permitía hacer frente a las asistencias solicitadas para Flandes y Alemania. Asimismo, Ligne añadía cómo debían repartirse los recursos del reino:

40. AGS, Secretarías Provinciales, leg. 1.047, doc. Palermo, 24 de mayo de 1674. 41. AGS, Estado, leg. 3.496, doc. 40. 42. Para una visión más completa de la política exterior de Carlos V en Alemania y los

Países Bajos, véase la obra de Manuel Fernández Álvarez, Carlos V, el César y el Hombre, 17.ª ed., Madrid, 2004, págs. 630-703 y págs. 739-759. Para las asistencias de Sicilia a la Monarquía Hispánica, véase Rosella Cancilla, «Introduzzione. Il Mediterraneo assediato», art. cit., págs. 38-55.

43. Citado por Rosella Cancilla, «Introduzzione. Il Mediterraneo assediato», art. cit., págs. 38-55.

44. Luis A. Ribot García, «Las provincias italianas y la defensa…», art. cit., pág. 118. Véase también, Luis A. Ribot García, El Arte de Gobernar. Estudios sobre la España de los Austrias, Madrid, 2006, págs. 153-195. Porfirio Sanz Camañes, Diplomacia Hispano-Inglesa en el siglo XVII. Razón de Estado y Relaciones de Poder durante la Guerra de los Treinta Años, 1618-1648, Cuenca, 2002, págs. 137-148.

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«si estos vasallos los llegasen a penetrar no entrarían por ningun caso en hacer servicio ninguno en el Parlamento, pues no es creyble lo que se lamentan de que se ayan distribuydo en asistencias forasteras los que han concedido para las fortificaciones de este Reyno […]» 45.

Como resultado de estas quejas, en ocasiones la Monarquía Hispánica tuvo que variar un poco su política, como lo hizo el consejo de Estado en su decisión del 27 de mayo de 1671. En dicha sesión, y ante las evidencias suministradas por el príncipe de Ligne sobre la imposibilidad del reino de Sicilia de hacer frente a las asistencias para Borgoña y Alemania, el consejo de Estado comunicó a la reina que sería conveniente promulgase una orden para que el príncipe de Ligne, suspendiese el envío de los 50.000 ducados solicitados en un momento, en el que todos los recursos del reino estaban siendo destinados a la mejora del sistema defensivo de la isla por el rumor de un ataque otomano. Por tanto, según el consejo de Estado, los recursos de la isla debían ser destinados a su propia defensa, función que resultaba de mayor utilidad en aquel momento que el asistir a otros dominios, dejando la isla en situación de indefensión ante dichos peligros 46.

De hecho, durante el virreinato del príncipe de Ligne, esta preocupación ante un posible ataque otomano hizo que se sucedieran los informes sobre la situación de la hacienda siciliana y las correspondientes órdenes de la monar-quía, con el objeto de valerse de todo tipo de recursos para asistir al pago de la infantería y, sobre todo, a las obras de fortificación de la isla. No obstante, esta preocupación por la búsqueda de recursos para hacer frente a los gastos militares, no fue tan solo una característica del reinado de Carlos II, ya que desde el mandato de Felipe II, las peticiones para hacer frente a dichos gastos se sucedieron, motivadas por una mala administración y por la contribución, como ya ha sido anteriormente mencionada, de la isla de Sicilia al sostenimiento de los distintos frentes abiertos por la Monarquía Hispánica 47.

En este sentido, el príncipe de Ligne enviaba el 1 de agosto de 1670 una carta en la que se valoraba la situación de la hacienda siciliana en aquellos momentos. Para Claudio Lamoral, ésta no era nada halagüeña, pues el caudal que se podía obtener para la financiación de la defensa del reino, era bastante reducido. Ello se debía a que los recursos asignados anteriormente al duque de Alburquerque, para hacer frente a los gastos defensivos, eran insuficientes pues las tratas dependían de los años de buenas cosechas y de la demanda exterior del trigo, así como la media annata de las mercedes y los sueldos que estaba destinada a las adjudicatarias de las mismas. Además, los donativos ordinarios y extraordinarios no rentaban lo suficiente por la falta de pago de los propios ministros de la monarquía y de las tierras baronales. Ni siquiera aplicando los

45. AGS, Estado, leg. 3.494, doc. 3. 46. AHN, Estado, leg. 2.209, doc. del 27 de mayo de 1671. 47. Valentina Favarò, «La Sicilia fortezza del Mediterraneo», art. cit., págs. 47-48.

1159LA DEFENSA DE SICILIA FRENTE A LA AMENAZA OTOMANA...

residuos del donativo de 16.666 escudos y de los 6.666 de los palacios, se podía obtener una cantidad suficiente para hacer frente a las necesidades de la infan-tería y de las fortificaciones de las plazas sicilianas. De ahí, que el príncipe de Ligne percibió como única solución, la aportación que podía suministrarles el servicio que se concediera en la próxima reunión del Parlamento 48.

La necesidad de mejorar las finanzas sicilianas «considerando quan preçiso y necesario, es poner en defensa las Plazas de aquel Reyno, estando tan amena-zado delas imbasiones que el Turco puede hazer en él después de la perdida de Candia» 49, hizo que el consejo de Estado ventilara el problema con su remisión al consejo de Italia. Sería el consejo de Italia el que propusiese las medidas adecuadas para hacer frente a tal situación, puesto que según el Tribunal del Real Patrimonio, la hacienda siciliana se hallaba con unas rentas de 688.254 escudos, mientras que los gastos en infantería para los castillos, capitanes y pago de mercedes, entre otros, suponían 705.117 escudos 50.

Como respuesta, el príncipe de Ligne obtenía por mandato real del 12 de enero de 1671, los nuevos medios de los que podría valerse para la fortifica-ción del reino. No obstante, dichos medios sólo se utilizarían ante un peligro inminente y durante el tiempo que éste durase, pues se trataba de los expolios y frutos de sedes vacantes, y del dinero depositado en la Tabla de Palermo, a nombre de tandarios, compradores de efectos regios y de la Regia Corte. De ésta, el príncipe aplicaría una cantidad de 50.000 ducados a cuenta del caudal que pudiera pertenecer a la reina 51. A finales de enero, el virrey informaba a la reina de la resolución favorable por parte del Parlamento de Sicilia a favor de la aprobación de un donativo extraordinario de 200.000 ducados destinados a las obras de fortificación del reino 52.

Para conocer el montante al que ascendieron los gastos militares de aquellos años contamos con una serie de balances conservados en el Archivo Histórico Nacional que recogemos en el siguiente cuadro.

Cuadro I. Gastos destinados a la defensa del reino de Sicilia (1671-1673) *

Años Gastos totales Gastos en defensa Porcentaje

1671 673.782 396.620 58,8%

1672 618.943 380.868 61,5%

1673 785.822 482.604 61,4%

Fuente: Basado en los datos de L. A. Ribot. Véase la nota 53. * Cantidades establecidas en escudos.

48. AGS, Estado, leg. 3.493, doc. 72. 49. Ibidem, doc. 77. 50. Ibidem. 51. AHN, Estado, libro 335, fols. 58r.º-59r.º52. AHN, Estado, leg. 2.209, doc. Palermo, 30 de enero de 1671.

1160 MARÍA DEL PILAR MESA CORONA

Para la segunda mitad del siglo XVII los datos reflejan el mantenimiento de la penuria económica para la hacienda siciliana 53. Si en 1659 el capítulo de gastos se había elevado a 753.904 escudos y de ellos casi 430.000 se habían dirigido a gastos militares, la tendencia se siguió manteniendo a lo largo de los años de estudio de la década de 1670, cuando los porcentajes del capítulo de gastos destinados a la defensa del reino estaban próximos a superar o superaban el 60 como se refleja en el cuadro 1.

De los gastos en el capítulo militar, el cómputo final de los mismos gene-rados por castillos, milicias, galeras y obras de castillos y fortificaciones fue el siguiente 54:

Cuadro II. Gastos destinados a la defensa del reino de Sicilia (1671-1673)* 55

Años Castillos Milicias Galeras Fortificaciones Otros 63 Total

1671 56.653 201.521 98.865 5.211 34.370 396.620

1672 54.929 182.105 110.200 7.354 26.280 380.868

1673 51.220 249.364 140.561 6.701 34.758 482.604

Fuente: Basado en los datos de L. A. Ribot. Véase la nota 54.* Cantidades establecidas en escudos

Gracias a un elaborado estudio del profesor Ribot García sobre la hacienda del reino de Sicilia en la segunda mitad del siglo XVII puede confirmarse un descenso en las recaudaciones con respecto a los últimos años de la década de 1650. Entre los años 1656 y 1659, los ingresos estuvieron en torno a los 794.118 escudos, mientras que para el periodo 1671 a 1673, se situaron en 741.641 es-cudos. Por su parte, los gastos del reino de Sicilia también descendieron de una media de 761.572 escudos para el primer periodo, frente a los 693.182 escudos para el periodo de 1671 a 1673 56. Como concluye el autor, la cifra de los gastos es prácticamente paralela a la de los ingresos, lo que no impide como veíamos

53. Luis A. Ribot García, «La hacienda real siciliana en la segunda mitad del siglo XVII. (Notas para un estudio de los balances del Archivo Histórico Nacional de Madrid)», Cuadernos de Investigación Histórica, 2 (1978), pág. 425.

54. Ibidem, pág. 427. 55. Entre los gastos militares también se incluían los destinados a: Artillería y municiones,

guardia alemana, guardia borgoñona, y fletes y seguros. Véase en AHN, Estado, libros 479, 481 y 483; o también en Luis A. Ribot García, «La hacienda real siciliana en la segunda mitad del siglo XVII…», art. cit., pág. 427.

56. Estas cifras se corresponden a los balances del Archivo Histórico Nacional en los que aparecen las cantidades disponibles de cada año y los correspondientes gastos. Sin embargo, y aunque sobre el papel las partidas de gastos solían ser inferiores a las de los ingresos, el incremento de la presión fiscal y el imparable ascenso de las deudas nos lleva a afirmar que en la realidad, la hacienda siciliana tenía unos balances claramente deficitarios. Véase en Luis A. Ribot García, «La hacienda real siciliana en la segunda mitad del siglo XVII…», art. cit., pág. 405.