"La añoranza escrita. Crónicas de un jesuita desterrado de la Provincia de Perú"

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EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD EN LA PENÍNSULA IBÉRICA Y LATINOAMÉRICA

ACTAS DEL XVI CONGRESO INTERNACIONAL DE AHILASan Fernando (España)

del 6 al 9 de septiembre de 2011

Presidente de Honor:Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I

El nacimiento de la Libertad en la Península Ibérica y Latinoamérica.

Actas del XVI Congreso Internacional de AHILA.San Fernando, del 6 al 9 de septiembre de 2011.

© De la Edición (Exclusivamente para la presente edición): AHILA y Excmo. Ayuntamiento de San Fernando.© De los textos: Los autores.© De la coordinación: José Quintero González.

Queda rigurosamente prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,comprendidos en la reprografía y el tratamiento informático. Esta obra, de fines académicos, es de carácter nocomercial, de distribución gratuita, quedando absolutamente prohibida su venta. Los contenidos de cada ponenciason responsabilidad del autor de la misma.

Editan: Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos (AHILA) yExcmo. Ayuntamiento de San Fernando.

Coordinador: José Quintero González.

Ilustración de la contraportada: El Juramento de los Diputados en la Iglesia Mayor de San Fernando (antiguaReal Isla de León) el 24 de septiembre de 1810. Óleo. Autor, José Casado del Alisal. Se conserva en el Hemiciclodel Congreso de los Diputados (Madrid, España)

Depósito Legal: CA 277-2014ISBN 10: 84-697-0335-8ISBN 13: 978-84-697-0335-9

Maquetación y producción: Kromo10 - www.kromo10.com

San Fernando, julio de 2014.

EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD EN LA PENÍNSULA IBÉRICA Y LATINOAMÉRICA

ACTAS DEL XVI CONGRESO INTERNACIONAL DE AHILA

José Quintero González (Coord.)

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Simposio VIDAS E IDENTIDADES DE LOS JESUITAS DESTERRADOS EN EL SIGLO XVIII

A mediados del siglo XVIII Europa fue testigo de una campaña política contra laCompañía de Jesús que dio lugar a la expulsión de los jesuitas de algunas de las potenciasmás importantes del momento (Portugal, Francia, España…) con unas inevitablesconsecuencias, tanto en Europa como en América, por la destacada labor misional quelos miembros de este instituto religioso estaban llevando a cabo. Con este simposio sepretende ahondar en el estudio de la expulsión de los jesuitas en esa centuria, prestando

Coordinadores:Carlos A. Martínez TorneroUniversidad de Alicante (España)

Antonio Júlio TrigueirosUniversidad de Lisboa (Portugal)

Ponentes:Carlos A. Martínez TorneroAproximación a la identidad de los jesuitas hispanos expulsos.

Francesco Berti Lorenzo Hervás y la crítica del derecho: a las raíces de lamentalidad revolucionaria.

Inmaculada Fernández Arrillaga y María Matilde Más CongostLa añoranza escrita. Crónicas de un jesuita desterrado de laProvincia de Perú.

Elisabetta Marchetti Los pasos de los jesuitas mexicanos en su destierro boloñés.

Mar García Arenas Las gestiones diplomáticas hispano-portuguesas en la expulsiónde los jesuitas de Maynas (1767-1769).

António Júlio Limpo Trigueiros.A suma dispersão dos exilados portugueses: o caso de JoãoRamos Vieira.

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una especial atención a los aspectos biográficos de los expulsos y a otras cuestionesacerca de su mentalidad, en consonancia con las investigaciones que a este respectodesarrollan universidades como las de Alicante, Lisboa, Padua y Bolonia.

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ResumenEstudiamos, en este trabajo, la aportación de un jesuita perteneciente a la Provincia

de Perú que, desde su destierro en los Estados Pontificios, relata en su largo e inéditoescrito el nacimiento de la Compañía de Jesús en aquellas tierras, su desarrollo y lasfiguras de los padres, hermanos y escolares que la componían en el momento de laexpulsión decretada por Carlos III. Un escrito que supone una interesante y nostálgicavisión de la labor que desarrollaron los jesuitas en el suroccidente americano hasta suexpulsión.

Palabras clave: Jesuitas, expulsión, diario, Perú, destierro.

El objeto de nuestra investigación es un diario anónimo1, escrito por un jesuita, enprimera persona y desde el destierro, en el que pretende explicar cómo se desarrolló laexpulsión de los jesuitas en la Provincia de Perú, su larga travesía en barco, cómo seinstalaron en los Estados Pontificios y qué repercusión tuvo el exilio entre estosreligiosos. Nuestro diarista escribe un total de 735 páginas y divide su escrito en 40capítulos, se encuentra encuadernado en dos tomos, que hemos localizado en laBiblioteca Nacional de Florencia y que hemos transcrito ciñéndonos a lo expuesto porél mismo.

En los primeros capítulos, los que aquí tratamos, el escrito nos habla de lo sucedidoa los jesuitas del Perú antes del arresto tras la intimación de la Pragmática de expulsiónde Carlos III2; explica cómo desarrolló la estancia en el Colegio de San Pablo de Lima,que funcionó a modo de caja donde se fueron concentrando padres y hermanos con otrasprocedencias y se explaya en algunos casos particulares sucedidos después de haberintimado el Real Decreto. Con posterioridad aborda la salida de estos religiosos desde

La añoranza escrita. Crónicas de un jesuita desterrado de la Provincia de Perú

Inmaculada Fernández ArrillagaMaría Matilde Más Congost

Universidad de Alicante

1 Diario anónimo de la Provincia de Perú (a partir de aquí Diario anónimo del Perú). Biblioteca Nazionale Centraledi Firenze (BNCF), N.A. 151, 2 vols.

2 Del Rey Fajardo, José. Los jesuitas en Venezuela. Fuentes, Universidad Católica Andrés Bello. PontificiaUniversidad Javeriana. Caracas-Bogotá, 2006.

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la ciudad de Lima y su embarque, describiendo –muy someramente- lo que fueron lasrutas de navegación desde estas tierras ultramarinas hasta el gaditano Puerto de SantaMaría. Aquí se detiene para describir lo acontecido desde que llegaron hasta su nuevoembarque con rumbo a Córcega y la siguiente singladura desde esta isla delMediterráneo hasta la ciudad de Ferrara, sin obviar su paso por Parma, Módena yBolonia.

Tras el viaje de expulsión el diarista aborda lo acontecido en los años previos a laextinción, centrándose en el conclave de 1769 y en las profecías que precedieron laabolición3, para describir cómo afecto a los jesuitas la publicación del Breve en 1773 ysus más inmediatas consecuencias: desde la prisión de la profetisa de Valentano4 hastala muerte de Clemente XIV. El escrito relata después todos los aspectos que al autor leparecen relevantes de los acontecidos en su largo exilio, tanto aquellos que afectan asus hermanos de Orden a nivel internacional, como los que se centran en las relacionesde Roma con otros Estados, temas todos ellos que están siendo objeto de un estudio enprofundidad y que confiamos culminar pronto.

Profundizando en estos aspectos mencionados: el destierro y los viajes hasta la legacíade Ferrara, el autor pasa a describir cómo se fue gestando la abolición de la Compañía,cuáles fueron –a su entender- los verdaderos autores y promotores y el fin de esteproyecto. A lo largo de estos capítulos hace una apología de lo que fue la Compañía deJesús: “una orden religiosa instituida por un santo, aprobada por el Concilio de Trentoy la Santa Sede, cuerpo consagrado a su defensa y a mantener su potestad espiritual,su jurisdicción, autoridad y derechos”.5

Tras este resumen de la parte que hemos estudiado del escrito, pasamos a detallareste diario haciendo hincapié en esa aportación que, a nuestro entender es de granrelevancia y a la que ya nos hemos referido anteriormente: el catálogo que incluye elautor de los colegios, casas, misiones y haciendas que tenía la Orden en la provinciacanónica de Perú, dividiéndolo en los establecimientos de: Lima, Callao, Trujillo,Ica, Guanca velica, Guamanga, Cuzco, Moquegua, Arequipa, La Paz, Orujo, Potosí,Chuquisaca, Cochabamba, Pisco, Juli, Santa Cruz de la Sierra y Moxos. Así comolos nombres de los componentes de esta Provincia que fueron expulsados por CarlosIII6.

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3 Fernández Arrillaga, Inmaculada: “Profecías, coplas, creencias y devociones de los jesuitas expulsos durante suexilio en Italia”, Revista de Historia Moderna, Universidad de Alicante, 16, (1998), pp. 83-98.

4 Caffiero, Marina: "Le profetesse di Valentano", en G. Zarri (Ed.). Finzione e santità tra medioevo e età modernaTorino 1991, pp. 493-517 y "La fine del mondo. Profezia, apocalisse e millennio nell`Italia rivoluzionaria" enChiesa italiana e rivoluzione francese, Ed. Dehoniane, 1990, pp. 287-357.

5 Diario anónimo del Perú, Vol. 1, Cap. 1, pág. 1. 6 A este respecto véase Del Rey Fajardo, José: Biblioteca de escritores jesuitas neogranadinos, Editorial Pontifica

Universidad Javeriana, Bogotá, 2006.

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Da comienzo su diario en el año 1764, cuando por orden de Manuel de Amat yJuniet, virrey de Perú7, Cristóbal Rodríguez visitó todas las granjas que los jesuitastenían en la provincia de Lima, para informarse con exactitud del número de esclavos,de las cosechas que se recogían, de los gastos y de lo que los colegios rendían. Cogiócomo ejemplo el Colegio de San Pablo, resultando de estas cuentas una cantidad que élconsideró exorbitante en cuanto a ganancias y así lo notificó a la corte de Madrid.

El primer evento descrito por el autor nos sitúa en el año 1765, cuando Francisco deMendoza Furtado8 entró con alguna tropa portuguesa en las misiones de Moxos, segúnel diarista gracias al acuerdo cerrado con el ministro español Manuel de Roda9. La Dra.Mar García Arenas, que ha defendido recientemente su tesis doctoral sobre la cuestiónjesuita en las relaciones hispano-lusas10, asegura que no hay pruebas documentales deuna posible conjuración entre el gabinete pombalino y el Secretario Manuel de Roda en1765, por lo que es factible que fuera una entelequia del autor o una tentativa paradesacreditar a los políticos regalistas y antijesuitas españoles que dirigieron la expulsiónde la Orden.

Lo que sí fue cierto es la invasión portuguesa a las misiones de Moxos sucedida porlas consecuencias del conflicto entre España y Portugal de 1762, inscrito en la coyunturainternacional de la Guerra de los Siete Años (1756-1763). Durante este conflicto, seexpidieron órdenes al gobernador de Santa Cruz de la Sierra para conquistar los territoriosusurpados por los portugueses en el norte, que habían fortificado el pueblo español deSanta Rosa y ocupado algunos territorios de los márgenes orientales del Río Guaporé, enlos confines de las misiones de Moxos, en el Alto Perú11. Cuando las tropas españolasestuvieron preparadas para el ataque, en mayo de 1763, llegaron las noticias de la firmadel armisticio y se suspendieron las hostilidades. No obstante, la paz de París de 1763 no

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7 Pardo-Figueroa Thays, Carlos y Dager Alva, Joseph. El Virrey Amat y su tiempo, IRA-PUCP, Lima, 2004.8 Francisco Xavier de Mendoça Furtado era hermano del entonces primer ministro de Portugal, Sebastião José de

Carvalho e Melo, marqués de Pombal, su carrera política fue ascendente en correspondencia con la de su hermanoque lo designó gobernador y Capitán General del estado de Grão-Para e Maranhão de 1751 a 1759, año en queregresó a Lisboa para ayudar a su hermano como secretario adjunto de la Secretaria de los Negocios del Reinoy posteriormente fue designado Secretario de Marina y de los Negocios Ultramarinos, cargo que ocupó hasta sumuerte en 1769.

9 Se refiere al aragonés Manuel de Roda, un destacado político antijesuita del reinado de Carlos III, que fue Agentede Preces en Roma y en el año de 1765 desempeñaba el cargo de Secretario de Gracia y Justicia. Para profundizarsobre su vida y actuación política es imprescindible el trabajo de Pinedo Iparraguirre, Isidoro. Manuel de Roda.Su pensamiento regalista, Zaragoza, 1983.

10 García Arenas, María del Mar: La cuestión jesuita en las relaciones diplomáticas hispano-portuguesas (1759-1773), tesis doctoral dirigida por Enrique Giménez López y defendida el día 5 de julio de 2011 en la Universidadde Alicante. Agradecemos a la autora de esta tesis su amabilidad al permitirnos consultarla antes de supublicación.

11 Ribera, Lázaro de: “Moxos”. En Palau, Mercedes y Sáiz, Blanca (Eds.), Descripciones exactas e historia fiel delos indios, animales y plantas de la provincia de Moxos en el virreinato del Perú (1786-1794), Ediciones ElViso, Madrid, 1989.

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puso fin a las disputas territoriales entre España y Portugal en los confines americanos;en concreto, la monarquía hispánica reclamaba la restitución del pueblo de Santa Rosa, yentre ambas Cortes se abrió un período de hostilidad patente en las periódicas amenazarecíprocas hasta el estallido del Motín de Esquilache en marzo de 1766.

Estos tumultos, mejor dicho, la posterior pesquisa secreta que encargó el fiscalCampomanes para culpar a los jesuitas de haberlos alentado, supuso el inicio de unasólida colaboración hispano-portuguesa centrada en el interés común de extinguir laOrden de San Ignacio; de hecho, Carlos III, en retribución a la ayuda de Lisboa conmotivo de estos motines, ordenó el cese de la expedición militar que se estaba preparandopara conquistar el pueblo de Santa Rosa en el mes de julio del mismo 1766. Con el finde atajar esta invasión el virrey Manuel Amat ordenó que se embarcasen en el puerto deCallao algunos cañones para preparar una expedición que repeliera el ataque portugués.El diario que tratamos describe la gran dificultad que entrañaba conducir esos pertrechosmilitares, a causa tanto de las difíciles condiciones del terreno, como por la gran distanciaque debían recorrer.

Otro de los aspectos en los que hace hincapié el escrito es la acusación de comercioilícito que recibió en más de una ocasión la Compañía de Jesús en tierras americanas12.A este respecto, también en 1766, el virrey Amat expidió un decreto por el queordenaba la salida de Lima de los procuradores de los colegios y casas de Chile y Quitohacia sus respectivas provincias por sospechar de abusos en lo que considerabaprivilegios comerciales. Los jesuitas intentaron defenderse diciendo que vendían susexcedentes, y que les protegían diversas reales cédulas y bulas pontificias, pero elvirrey Amat prosiguió enviando sus negativos informes a Madrid donde sabía seríanbien recibidos.

La mencionada Pesquisa Secreta obtuvo los frutos para los que fue concebida y,en diciembre de 1766, Carlos III firmaba la expulsión de todos los jesuitas queresidieran en los territorios de la monarquía hispánica, sin excepción y por pragmáticareal orden. Su ejecución se llevaría a cabo con una efectividad y una coordinacióndignas de toda admiración y sin precedentes en Época Moderna. Así, entre los días 2y 3 de abril de 1767, se intimaba este destierro a los religiosos que ocupaban loscolegios y casas peninsulares saliendo, con esa misma fecha, hacia Ultramar13. El 20de agosto de ese mismo año llegó la providencia del extrañamiento de los jesuitas aLima vía Buenos Aires y, el 22 del mismo mes, ordenó el virrey Amat que sehabilitase el navío de guerra, “San José” de víveres y de todo lo necesario para el

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12 Sobre la actividad comercial de los jesuitas se puede consultar el trabajo de López Martínez, Antonio Luis. “Losjesuitas y el tráfico de dinero en la carrera de Indias (1753-1767)”. En Cuadernos de Investigación Histórica,nº 14, (1991), págs. 7-23.

13 Sobre este tema puede consultarse la bibliografía y los recursos de internet seleccionados en la página virtual:http://bib.cervantesvirtual.com/bib_tematica/jesuitas/

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transporte de estos religiosos, su destino sería el golfo de Méjico, en un viajecalculado en nueve meses y cuyo avituallamiento se realizó con similar sigilo ycautela al desarrollado en la metrópoli para la comunicación del destierro. En estecaso, el momento elegido para el arresto de los jesuitas peruanos fue la madrugadadel día 9 de septiembre de 1967. Atendiendo al mencionado catálogo que incorporaeste escrito, estamos hablando de la detención de cuatrocientos cincuenta y nuevesujetos en toda la provincia de Perú14.

Una vez desterrados, asegura el autor, estos jesuitas fueron conducidos bajo amenazasal patio central del colegio de Lima, apuntados siempre con bayonetas caladas,despojados de todos sus bienes y sobre todo de sus libros, ya que las instrucciones parala intimación de la pragmática de expulsión requería que sólo les permitieran llevar susbreviarios. Entre las muchas acusaciones que los jesuitas habían recibido con anterioridada esta extrema medida, una de las más extendidas fue que atesoraban grandes caudales15,nuestro diarista hace especial hincapié en el tiempo que pasaron los funcionarios realesbuscando esos tesoros y se recrea en la descripción minuciosa de la forma en la quellevaron a cabo los registros de los aposentos, del propio colegio e incluso de la iglesia,recalcando que solo encontraron “polvo” en las cajas de caudales.

Tras esta descripción analiza con detalle lo que supuso aquella noche y los díassucesivos para el sentir de los jesuitas, asegurando que lo más doloroso fue no podercelebrar el sacramento de la santa misa, por decreto del virrey Amat, aunque se pudorectificar a los tres días, cuando les fue concedida dicha celebración en la capilla interior,con tres altares. Tampoco escatima el diarista comentarios laudatorios hacia los expulsosal hablar de los que tenían sus colegios situados en la costa, quienes no sufrieron tantoabuso como los de Lima, aunque sí tuvieron que sufrir por los caminos, precipicios yderrumbaderos, sin que les fuera permitido el descanso, ni siquiera a los enfermos o alos de edad más avanzada.

En lo que se refiere al viaje que realizaron estos jesuitas desde el puerto de Callao eldiarista realiza una descripción sucinta pero muy interesante. Comienza con la llamadadel virrey Amat al comandante de navío, Juan Bautista Bonet, para conducir los cientoochenta jesuitas a bordo de un barco que el autor define como de pequeñas dimensiones,sin capacidad para tanta gente, antiguo y que no había sido fletado durante nueve años.

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14 Según estudios recientes de la Universidad de Alicante, a fecha de julio de 2011, el número de jesuitaspertenecientes a la Provincia de Perú alcanza la cifra de 469.

15 El afán de riquezas de la Compañía de Jesús en los dominios fue una acusación que se convirtió en uno de losprincipales argumentos pombalinos en su ofensiva contra los ignacianos, unas imputaciones que serán heredadaspor los políticos españoles, como muestra el minucioso detalle que Campomanes expone sobre las riquezas quelos jesuitas poseían en las misiones americanas. García Arenas, Mar. “La Compañía de Jesús en la DeducciónCronológica y Analítica pombalina”. En Revista de Historia Moderna. Nº 21, (2003), pp. 315-348, p. 335 yRodríguez de Campomanes, Pedro. Dictamen fiscal de expulsión de los jesuitas de España (1766-1767). Edición,introducción y notas de Jorge Cejudo y Teófanes Egido, Madrid, 1977.

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Bonet expuso sus recelos, aduciendo lo anteriormente expuesto, pero sus prevencionesno fueron motivo suficiente para que la orden se ejecutase el 27 de octubre de 1767, amedia noche y sin dar el menor aviso previo. Como podemos suponer, los días denavegación fueron de una total austeridad, por decirlo en términos suaves, ya que laslíneas que a esta travesía dedica el diarista nos dejan imaginar catres aprovechadospor turnos entre dos jesuitas, oscuras y fétidas bodegas a modo de calabozos,escasísima comida y los perjuicios propios de un cabotaje pensado para llevar a bordoochenta sujetos cuanto en total casi alcanzaron los doscientos. En consecuencia, losranchos fueron escasos, consistentes en pequeños platos de sopa, lentejas o carne malcocida, es decir, alimentos nada apetitosos para estómagos debilitados por lospertinaces mareos, a lo que había que añadir algo que al autor le indignaba sobremanera: la ración de tabaco que apenas tocaba a media libra por persona y el pocochocolate. Así y todo, según el diario, en esta navegación, hasta el puerto de Valparaíso,gozaron de excelente salud los jesuitas, llegando el 30 de noviembre de 1767. En estaescala no se les permitió bajar a tierra, pero sí que se les pudiera visitar en el navío,pudiendo recoger regalos consistentes en ropa, comestibles y tabaco que fue repartidoentre todos ellos por el P. Provincial peruano, José Pérez de Vargas16. Gratitud yreconocimiento son palabras que utilizaban muchos padres, por ejemplo, FranciscoJavier Eder, en otro conocido diario17, cuando hizo referencia de la generosidad de loslimeños hacia los jesuitas.

Continuando el relato, leemos como zarparon los expulsos del puerto de Valparaísoel día 30 de diciembre de 1767 con destino a Cádiz. La navegación, como la anterior, nofue nada fácil y el diarista vuelve a resaltar la mala alimentación, la podredumbre de lasestancias y la cantidad de insectos que tuvieron que soportar, señalando la diferenciaentre sus pobres raciones y la copiosa comida y buen vino que contentaba a los oficiales.Así, doblaron el cabo de Hornos, con tiempo sereno, después de haber sufrido un vientopeligrosísimo, que les hizo peligrar la embarcación muchas veces.

16 El P. Vargas nació en Lima en 1702 e ingresó en la Provincia de Perú en 1716. Realizó su noviciado en SanAntonio Abad de Lima. Estudió Filosofía y Teología en el Colegio Máximo. Fue ministro en el de San Martíny maestro de Gramática en el Callao y en el Seminario de Lima, habiendo hecho antes la tercera probación enel del Cercado. Pasó, como maestro de Teología al Colegio de Chuquisaca, donde fue rector y, posteriormente,prefecto en el Colegio de San Martín y rector en el de Ica, en el de Arequipa y el Colegio Grande de Chuquisaca,cargo que también desempeñó en el del Potosí. Procurador a la curia romana a cuya corte pasó y fue regresadoa Lima con misión para la que se embarcó en la bahía de Cádiz. Siendo rector en el Colegio de Trujillo yprovincial de Lima, cargo que desmpeñaba en el momento de la expulsión. Fue embarcado hacia El Puerto deSanta María en el navío “San José” alias “El Peruano”. Se encontraba en El Puerto de Santa María en el conventode San Juan de Dios el 4 de mayo de 1768. Se estableció en la legacía de Ferrara, donde falleció en 1772. Datosque agradecemos al Dr. Carlos A. Martínez Tornero.

17 Eder, Francisco Javier. Descripción de la Provincia de Mojos, Archivum Historicum Societatis Iesus, Roma, 9-I.26. Véase también, Marzal, Manuel. La utopía posible. Indios y jesuitas en la América colonial, 1931.

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Durante esa navegación y a la altura de Buenos Aires, exactamente el 3 de marzo de1768, fue avisada una nave que en la distancia, se pensó que era inglesa, no se sabía siera enemiga. El diarista resalta como el comandante, olvidando si era cierta o no laacusación de que los jesuitas eran traidores a su majestad, llamó a dos hermanoscoadjutores, que anteriormente habían sido artilleros,18 para que se encargaran de habilitarlos cañones, por si en algún momento había que entrar en combate, y a los escolaresjesuitas se les confió el disponer de los cartuchos, mientras otros cargar los fusiles…Cuando se comprobó que se trataba de un jabeque portugués y que no se corría peligroalguno, el autor denuncia cómo cada uno volvió a su lugar, es decir, los jesuitas a sufrirla estrechez en sus catre, la desconfianza de la tripulación y los malos modos de oficiales,una actitud que se mantuvo hasta el amanecer del 30 de abril de 1768, el día que anclaronfrente a la bahía de Cádiz.

El 1 de mayo desembarcaron en El Puerto de Santa María, donde fueron recibidospor el marqués de la Cañada19. Todos los enfermos se hospedarían en el hospital de SanJuan de Dios y los que gozaban de mejor salud fueron repartidos entre los conventos ycasas que quedaban libres20. A los novicios los llevaron a Jerez, repartiéndolos por losconventos religiosos de la ciudad donde padecieron implacables combates contra suvocación y todo tipo de amenazas si permanecían fieles a su compromiso de entrada enla Compañía21. Pero no sólo entre los jóvenes hubo secularizaciones, siendo muchos los“disidentes”, como prefiere llamarlos el autor de este relato, en concreto cita a dieciochopadres profesos, veintiún padres escolares, veintidós hermanos estudiantes y docecoadjutores22. A todos se les informó que debían viajar a Italia como cumplimiento delReal Decreto de expulsión y que Córcega era el destino para los jesuitas que querían

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18 Respecto a que algunos misioneros hubieran sido militares antes de ingresar en la Orden, fue una de lasprincipales acusaciones de Pombal, sobre todo era una acusación que imputaba a los regulares de origenextranjero. Esta referencia dio pie a que la Compañía fuera acusada de poseer una formación militar que hacíapeligrar la supervivencia de los Estados. fernández arrillaga, Inmaculada. “Deportação do Brasil e prisao noscárceres portugueses de um jesuíta alemão: o P. Anselmo Eckart”, Brotéria, Lisboa (febrero 2003), pp. 171-187y Eguía Ruíz, Constancio. “El espíritu militar de los jesuitas”, Revista de Indias, nº 16, 1944, pp. 267-319.

19 Pacheco Albalate, Manuel: Erudición y administración pública en El Puerto durante el siglo XVIII: el ilustradoJuan Luis Roche, Concejalía de Cultura de El Puerto de Santa María, 2002.

20 Para un exhaustivo estudio de la implicación de las autoridades portuenses en la recepción, acomodación yposterior envió de los jesuitas de ultramar a los Estados Pontificios se puede consultar el trabajo de PachecoAlbalate: Manuel. El Puerto: Ciudad Clave en la expulsión de los jesuitas por Carlos III. Biblioteca de TemasPortuenses, nº 31, Concejalía de Cultura del Ayuntamiento del Puerto de Santa María, 2007.

21 Fernández Arrillaga, Inmaculada. Los novicios de la Compañía de Jesús: la disyuntiva ante el autoexilio y suestancia en Italia, Hispania Sacra, LIV, págs. 169-196, (2002).

22 Giménez López, Enrique y Martínez Gomis, Mario”. La secularización de los jesuitas expulsos (1767-1773)”.En Giménez López, Enrique (Ed.). Expulsión y exilio de los jesuitas españoles. Publicaciones de la Universidadde Alicante, Alicante, 1997, pp. 259-303. Fernández Arrillaga, Inmaculada. “Entre el repudio y la sospecha: losjesuitas secularizados”, Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de Alicante, nº 23, 2003, págs.349-363.

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perseverar en el seguimiento a la Compañía. La fecha de salida de El Puerto de SantaMaría la puntualiza el diarista: 10 de junio, ese día los “disidentes” fueron embarcadosen el “Jason” y los “perseverantes” repartidos entre otros ocho navíos23. Manteniendoasí separados a los secularizados de los que permanecían fieles a su Orden. Cuandotodavía se mantenían estas embarcaciones ancladas en la bahía de Cádiz, comenta elautor la arribada de otro navío en el que viajaba otro grupo de los jesuitas de Perú, losque habían hecho su viaje por la vía de Panamá y La Habana.

El día 9 de julio de 1768 alcanzaron el puerto corso de Ajaccio y desde allí fueronconducidos a San Florencio, pero los enfrentamientos entre franceses y paolistas, quemantenía la isla en un duro enfrentamiento civil24, les forzó a alejarse atracando, por fin,en el pequeño puerto de Bastia el 4 de agosto de 1768. Las casas en las que fueronhospedados solo podían ofrecerles estrecheces, ya que la ciudad estaba tomada por lasguarniciones militares. Nuestro diarista relató su experiencia en esta isla y hablaba muybien de cómo fueron tratados por los independentistas corsos quienes les pidieron queinstruyeran a sus hijos mientras permanecieran en Córcega. Pero, poco tiempo despuésde su llegada se ordenó el traslado de todos los expulsos hacia su destino final en losEstados Pontificios, comenzando este nuevo periplo el 31 de agosto y desembarcandoen pequeñas barcas, el 2 de septiembre de 1768, en Sestri Levante. En su escrito, vuelveel autor a describir la incomodidad del viaje, la carencia de alimentos durante los ochodías que duró la travesía y los inconvenientes añadidos por las lluvias torrenciales propiasdel clima mediterráneo.

Durante esta etapa del viaje tuvieron que cruzar los Apeninos en caballerizas y, alllegar a los territorios del duque de Parma fueron obligados a dejar depositados en unalmacén sus equipajes, con la falsa promesa de que al día siguiente les alcanzarían, cosaque no sucedió. La causa de este registro y posterior incautación de sus pertenencias hayque buscarla en los temores de que estos padres pudieran conservar documentos que lesinculparan de infidelidad hacia la corona hispánica, así se recoge en un documentolocalizado en Parma y que transcribimos abajo25. Si bien, en estos reconocimientos,realizados a todos los jesuitas de las Provincias hispanas que atravesaron el estado

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23 Giménez López, Enrique y Martínez Gomiz, Mario. “Un aspecto logístico de la expulsión de los jesuitasespañoles: La labor de los comisarios Gerónimo y Luís Gnecco (1767-1768). En Iglesia y Sociedad en el AntiguoRégimen. Actas de la III Reunión Científica de la Asociación Española de Historia Moderna, Vol. I, Las Palmasde Gran Canaria, 1994, págs. 303-314.

24 Martínez Gomiz, Mario. “Los problemas económicos y de habitación de los jesuitas españoles exiliados enCórcega (1767-1768)”. En Giménez López, Enrique (Ed.). Y en el Tercero Perecerán. Gloria, caída y exilio delos jesuitas españoles en el siglo XVIII. Publicaciones Universidad de Alicante, 2002, pp. 479-494.

25 “Habiendo el virrey de México y el de Lima tenido algunas noticias de ciertos movimientos que se daban enaquel continente por los reverendos padres de la Compañía, dieron sus órdenes a fin de que se detuvieran todaslas cartas que transitaban por aquellos reinos y habiendo entre estas detenido cinco pliegos de dichos padres,todos dirigidos a su General, todas se abrieron y habiendo hallado uno en cifra que no se pudo de ninguna formaentender su contenido, no obstante en otras a… a su General como ya habían reducido la mayor parte de las

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parmesano, nunca demostraron la posesión de ningún documento comprometedor26. Con el fin de ayudar a las expensas ocasionadas por este duro desplazamiento, Carlos

III ordenó un pago extraordinario que se añadía a la pensión que, desde el principio desu destierro, recibieron puntualmente por parte de la Administración borbónica. Así, elautor de este diario, relata el recibo de 16 pesos para que se administraran en sus gastosde viaje, un dinero que les fue entregado por el Comisario Real, Gerónimo Gnecco. Conese alivio atravesaron Módena y alcanzaron los Estados Pontificios. Allí, se les habíadestinado unas legacías a cada una de las provincias de la Asistencia española: los jesuitasde Santa Fe residirían en Gubio, los de Quito a Rávena, los de Méjico y Castilla fueronenviados a Bolonia, los de Filipinas a Bañacavallo y Lugo, los de Paraguay a Faenza,los de Chile a Imola, los de Toledo a Forlí, los andaluces a Rímini y los de Aragón yPerú a Ferrara.

Una vez instalados en esta ciudad, nos relata el modo en que se acomodaron, lamayoría alquilaron pequeñas casas mientras que los jóvenes escolares eran conducidosa una residencia mayor para facilitar su aprendizaje. Allí se impartían las clases deTeología, Filosofía y se realizaban las funciones escolásticas que tradicionalmente sehabían hecho en los colegios que los jesuitas dejaron en los territorios de Carlos III. Estasson algunas de las noticias que va apuntando el autor si bien, el tema que a partir de sullegada centrará sus comentarios serán los intentos y la posterior consecución de laabolición de su Orden. Con esta intención hará compendio de todo tipo de documentaciónque llega a sus manos, correspondencia, notificaciones internas, noticias en las gacetas,etc., siguiendo la costumbre de gran parte de los diaristas del exilio27.

Siguiendo esta idea, veremos en este diario las opiniones que a los jesuitas merece lapetición de extinción de la Compañía, realizada por las monarquías lusa e hispana a

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Indias a su Partido, y que con promesas les había sido fácil el tirar así las principales de las milicias sin especificarla ..., y que la Plaza de Quito se había de entregar a ellos en tiempo oportuno o se quitaría la vida a los dichosVirreyes en el tumulto, que las ...rías del Paraguay darían un cuerpo de 800 hombres, digo, indios biendisciplinados en las armas con un tren de artillería que se había fundido secretamente en aquel reino a fin deatacar a Buenos Aires, y que con las demás del Partido que tenían en la América esperaban rendir muy ciertoaquel continente habiéndose de ejecutar lo dicho cuando las de España estuvieran prevenidas para quitar la vidaal Rey y sus infantes, para que estando secretamente el reino todo en convulsión no hubiera lugar de socorrerlas que ese ocasionaran en las Indias y que ellas se quedaban solamente para prevenir señas que pusiese fuegoa los navíos que se hallasen anclados en los puertos de toda la Monarquía, añadiendo a el General que con lamayor brevedad, comunicase con carta circular a los Colegios que ... convenía en este caso a fin de que, en eldía 25 de febrero del año de 1768, estuviese el todo presto en ... para el adelantamiento (Tai Ells dixis) de suReligión y que, por la cuenta que ellos sacaban, tenían a su partido con Indios y españoles 400D hombres,ignorando según los otros expresan cuanto sería el partido de los religiosos de España”. Archivio di Stato diParma (ASP), Fondo SJ Antigua 2-7.

26 Fernández Arrillaga, Inmaculada (ed.). Memorias de un exilio. Diario de la Expulsión de los jesuitas de los dominiosdel rey de España (1767-1768). Publicaciones de la Universidad de Alicante, Alicante, 2002, p. 784.

27 Fernández Arrillaga, Inmaculada. El legado del P. Manuel Luengo, Instituto alicantino de Cultura “Juan Gil-Albert”, 2 vols. Alicante, 2003.

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Clemente XIII. Los jesuitas en aquel momento se sentían seguros, pues estabanconvencidos de la protección que les profesaba este pontífice y más cuando pocos añosantes había confirmado la Bula Apostolicum Pascendi Munus28, con lo que no contabanera con el dramático desenlace que sufriría el papa, al fallecer, repentinamente, el 2 defebrero de 1769. En sus comentarios se observa que los jesuitas eran conscientes que apartir de la desaparición de Rezzonico, su sucesor podría convenir otra resolución, comopoco después sucedería.

Pasa pues, a describir los preparativos para la elección del futuro papa y las noticiasque le llegan del cónclave hasta la elección final -el 19 de mayo- de Lorenzo Ganganelli,un franciscano, fielmente inclinado hacia los intereses de las cortes europeas en tema dejesuitas y conocido en lo sucesivo como Clemente XIV29. Los jesuitas recibieron estanoticia con temor, pues sabían que el nuevo papa mostraría pocos escrúpulos a la horade firmar la extinción de la Compañía. Con lo que no contaban, ni ellos ni las coronasinteresadas en su abolición, era con la política dilatoria que asumió Clemente XIV. Unaactitud que varió sólo a raíz de la llegada a Roma de un nuevo representante de CarlosIII, José Moñino, designado nuevo embajador español ante la Santa Sede y establecidoen Roma en julio de 1772. El futuro marqués de Floridablanca llevó a cabo una férreaestrategia de presión constante sobre el Pontífice, obteniendo la firma del Breve deextinción, Dominus ac Redentor, en el verano de 177330.

No dejó de relatar, a este respecto el diarista, la correspondencia entre la emperatrizy el Vaticano. En un principio de manera optimista, argumentando que María Teresa deAustria no tenía intención de expulsar a los jesuitas de sus territorios y mucho menos defavorecer su abolición pero, después, criticando el apoyo de la emperatriz a la empresaabolitiva, una decisión que, en opinión del autor de este escrito, se debía a la aceptación

LA AÑORANZA ESCRITA. CRÓNICAS DE UN JESUITA DESTERRADO DE LA PROVINCIA DE PERÚ.

28 Publicada el 7 de enero de 1765, era una bula que declaraba a la Compañía de Jesús como un instrumentofundamental para la labor evangelizadora de la Iglesia. La Orden de san Ignacio fue definida como cuna desantos y un instrumento poderoso para inculcar el bien entre los seglares. El problema de la bula radicaba notanto en el aspecto laudatorio hacia los jesuitas sino en las condenas que contenía, pues señalaba que todosaquellos que hablaran o escribieran contra la Compañía incurrían en un gran error, pues era un Instituto religiosoque contaba con la aprobación personal de Clemente XIII, como lo habían hecho en el pasado otros pontíficesy obispos relevantes de la cristiandad. En definitiva, el mensaje que transmitía la bula era que atacar a laCompañía era agredir a la propia Iglesia y censuraba la política de Portugal y Francia. Miller, Samuel J. Portugaland Rome, c. 1748-1830. An aspect of the Catholic Enlightement. Roma, Universitá Gregoriana Editrice, 1978,pp. 143-145.

29 Belmonte Más, Francisco. “El Cónclave de 1769 en la correspondencia diplomática”. En Giménez López,Enrique. Y en el tercero perecerán. Gloria, caída y exilio de los jesuitas españoles en el siglo XVIII. Publicacionesde la Universidad de Alicante, Alicante, 2002, pp. 407-426.

30 Sobre la labor de Moñino en la consecución de la extinción de los jesuitas son imprescindibles los trabajos deGiménez López, Enrique. Misión en Roma. Floridablanca y la extinción de los jesuitas. Servicio dePublicaciones de la Universidad de Murcia. Murcia, 2008. Conde De Floridablanca: Cartas desde Roma parala extinción de los jesuitas. Correspondencia, julio 1772- septiembre 1774. Estudio introductorio, edición ynotas de Enrique Giménez López. Publicaciones Universidad de Alicante, Alicante, 2009.

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pontificia de que las temporalidades de los regulares, quedaran a disposición de lossoberanos y no de Roma31.

A los jesuitas de Perú, instalados en Ferrara no se les intimó el Breve de extinciónhasta el día 28 de agosto. A partir de ese día fueron obligados a dejar la sotana y aacomodarse a las autoridades eclesiásticas seculares del país, determinando el Papa quecinco cardenales elegidos, fueran los que continuaran arreglando los negocios de laCompañía. Tampoco se les permitió confesar ni predicar, si no era con la aprobación delos respectivos obispos y también se expidió una Encíclica, donde se les inhabilitabapara ejercer ministerios y vivir en cuerpo de comunidad. En esos días de dolor para ellos,corrió el rumor de que volverían a España todos los desterrados, según carta delcomisario real Luis Gnecco, aunque según nos cuenta nuestro diarista, tres legadospontificios se opusieron a esta medida y recurrieron al ministro Moñino, pero eldiplomático español decidió escribir a Madrid para saber qué decisión tomar, lacontestación del gobierno español fue tajante, ya que reiteró la orden de que los exjesuitasno abandonaran los Estados Eclesiásticos.

Así lo hicieron, permaneciendo en el destierro italiano durante casi cincuenta años.El escrito sigue el esquema de la mayoría de los manuscritos localizados y realizadospor estos expulsos32, narra pormenorizadamente esta peripecia y profundiza en diversascontroversias políticas y teológicas que no trataremos aquí pero que le interesan al autorpor el mismo motivo que dio origen a su diario: justificar la inocencia de su orden, dejarconstancia de lo que sintieron y vivieron los jesuitas hispanos durante su exilio y honrarla memoria de su Orden, Ad maiorem Dei gloriam.

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31 Acerca del papel de la emperatriz en la extinción véase Samper Cortes, Ana. “Un acercamiento al proceso deextinción de la Compañía de Jesús a través de la correspondencia diplomática del conde de Mahony”. EnGiménez López, E. (ed.). Y en el tercero perecerán. Gloria, caída y exilio de los jesuitas españoles. Alicante,2002, pp. 383-405.

32 Fernández Arrillaga, Inmaculada. “Manuscritos sobre la expulsión y el exilio de los jesuitas (1767-1815)”, Y enel tercero perecerán. Gloria, caída y exilio de los jesuitas españoles en el s. XVIII, Publicaciones. Universidadde Alicante, Alicante, 2002, pp. 497-514 y, de la misma autora, “Antonio Sterkianowski: diarista del éxodo delos jesuitas de Sonora y Sinaloa”, Sevilla y América en la Historia de la Compañía de Jesús. Estudios deHomenaje al P. Francisco de Borja Medina Rojas, S.I., José J. Hernández Palomo y José del Rey Fajardo(Coords.), CajaSur, Córdoba, 2009.