Influencia del darwinismo en "La raza cósmica" de José Vasconcelos

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS INFLUENCIA DEL DARWINISMO EN LA RAZA CÓSMICADE JOSÉ VASCONCELOS T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: BIÓLOGA P R E S E N T A : EVA GUADALUPE HERNÁNDEZ AVILEZ DIRECTORA DE TESIS: DRA. ROSAURA RUIZ GUTIÉRREZ 2014

Transcript of Influencia del darwinismo en "La raza cósmica" de José Vasconcelos

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA

DE MÉXICO

FACULTAD DE CIENCIAS

INFLUENCIA DEL DARWINISMO EN “LA RAZA

CÓSMICA” DE JOSÉ VASCONCELOS

T E S I S

QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE:

BIÓLOGA

P R E S E N T A :

EVA GUADALUPE HERNÁNDEZ AVILEZ

DIRECTORA DE TESIS:

DRA. ROSAURA RUIZ GUTIÉRREZ

2014

Tabla de contenido

Advertencia............................................................................................................ 7

Introducción .......................................................................................................... 9

Capítulo I. De cambios y “revoluciones”: la introducción del darwinismo en

México .................................................................................................................. 19

Sobre “El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de

las razas favorecidas en la lucha por la vida” ..................................................................... 20

Introducción del darwinismo en México .............................................................................. 24

Una nación en crisis .......................................................................................................... 24

¿Qué es el darwinismo? ....................................................................................................... 29

Recapitulando ........................................................................................................................ 35

Capítulo II. Porfiriato, positivismo y la Revolución Mexicana ......................... 37

La ideología del Porfiriato o de cómo el positivismo avivó las brasas del fuego

revolucionario ........................................................................................................................ 38

El Maestro de América.......................................................................................................... 47

Capítulo III. La raza cósmica: un darwinismo literario ..................................... 63

De la obra ............................................................................................................................... 63

El Mestizaje ............................................................................................................................ 65

Notas de viaje ........................................................................................................................ 71

Vasconcelos y el problema de la raza ................................................................................. 76

Vasconcelos y el darwinismo: el caso de “La raza cósmica” ............................................ 77

En términos darwinistas: nociones evolutivas en el pensamiento vasconceliano ........... 81

El caso del hombre ............................................................................................................ 82

Variación ............................................................................................................................ 82

Selección artificial .............................................................................................................. 84

Selección natural ............................................................................................................... 85

Selección sexual ................................................................................................................ 86

El reino animal ................................................................................................................... 87

Vasconcelos y “el núcleo duro del darwinismo” ................................................................. 88

Conclusiones....................................................................................................... 90

Bibliografía .......................................................................................................... 93

Al nunca bien ponderado, pero siempre imitado, Fray Porras.

Mar de sabiduría en el que se recrea mi pensamiento.

Agradecimientos

Dicen los que saben que hacer una tesis es un esfuerzo colectivo. Yo no les hice

caso. Qué equivocada estaba.

Agradezco, en primer lugar, a la Universidad Nacional Autónoma de México, por

tomar mi ignorancia y hacerla crecer de una forma maravillosa.

A mi asesora, la Dra. Rosaura Ruiz Gutiérrez, por su dedicación y generosidad de

espíritu. (Rosaura: me has apoyado tanto y en tantas formas que necesitaría otro

volumen para agradecerte).

A mis sinodales, Ricardo Noguera Solano, Rafael Guevara Fefer, Carlos López

Beltrán y Rodrigo Antonio Vega y Ortega, por sus muchas y muy valiosas

observaciones.

Al Dr. Santiago Portilla, quien resolvió mis dudas sobre la Revolución Mexicana y

me dio acceso a su biblioteca privada. Sin su apoyo, esta tesis hubiera sido un

calvario.

Al equipo de la Dirección de la Facultad de Ciencias, por cubrirme y tolerarme en

el último trecho.

A mis compañeros de laboratorio, Víctor, Dan, Omar, Atenea, Javier y Damián; y a

mis maestros, Ricardo, Eréndira, Arturo y Chelita.

A mis compañeros de carrera, por preguntar ¿y cómo va la tesis?: Alejandra,

David, Ricardo, Lucía, Lorena, Janikua, Gis, Colín, Marco, Mauricio, Sarita,

Germán, Luca, Palito y Iorch (que es adoptado), entre tantos otros.

A los secretarios de Comunicaciones y Transportes Dionisio Pérez Jácome y

Gerardo Ruiz Esparza, y a sus equipos (especialmente a Francisco y Rosaura),

por permitirme solventar mi tesis, estudiando y trabajando al mismo tiempo.

A mi jefaza, Sofía Fernández del Castillo Quintana y a la Dirección General de

Vinculación de la SCT, por darme el último empujón.

A Violeta Sepúlveda. ¡Lo logramos, equipo!

A mi terapeuta, Alejandra Padilla, y a mis polegas, por ser la mejor terapia.

A mis amigos irrenunciables, José, Juana, Diana, Claudia, Perla y Carla, y a todos

los otros que no aparecen.

A mi mamá y a mi papá (abuelas), por su apoyo y sus tan valiosas y repetidas

lecturas. Y a mi hermana Marina, por lavar los trastes.

Finalmente, pero no al último, agradezco, muy especialmente, a Martha Susana

Esparza Soria, porque nunca quitó el dedo del renglón. Porque sin ti, Susy, ¿qué

haría yo sin ti? Sin tu amistad y tu apoyo mi vida sería otra. De verdad, y con todo

el corazón: gracias.

7

Advertencia

De acuerdo con el filósofo mexicano Luis Villoro, la historia da sentido a la

existencia.1 Es gracias a la memoria histórica, al análisis y al entendimiento de los

acontecimientos del pasado, que se puede comprender el momento actual. La

historia nos ayuda a encontrar el horizonte, a no perdernos en el presente.

En la construcción del conocimiento humano, la ciencia es un

acontecimiento prodigioso, que por mucho tiempo se pensó ajeno a la labor

humana: puro y objetivo, incansable y certero en su afán de dar sentido al

universo; de entender. Sin embargo, cada vez es más claro que para escapar de

nuestra condición humana sería necesario dejar de ser; y que esta misma

condición que nos permite, que nos impulsa a conocer el mundo, afecta la manera

en la que entendemos y estudiamos las cosas. De forma que no es de sorprender

que, en el mundo, cada vez sea más frecuente estudiar la historia de las ideas,

como se hace en esta tesis.

Téngase también en cuenta que se trata de una propuesta inusual en

cuanto al uso que se da a la palabra “influencia”, tradicionalmente utilizada para

denotar la incorporación de elementos determinados en un discurso dado, pero

que para mí significa otra cosa. Cuando hablo de “influencia” no me refiero a la

aceptación del darwinismo y a la construcción de un discurso en consecuencia;

sino a que el darwinismo sirvió como un catalizador para que el pensamiento de

José Vasconcelos (1882-1959) se disparara en otra dirección, tal vez no contraria,

1 Pereyra, C. et al. (1980). Historia ¿para qué? México: Siglo XXI. Pág. 47.

8

pero sí paralela al darwinismo;2 ya que, aunque que de ninguna manera se

corresponde con éste, constituye claramente un discurso evolutivo.3

Establecidos ambos puntos, prosígase sin mayor preámbulo a la

exploración de este terreno prodigioso en el que se tocan las humanidades, las

ciencias y las artes.

2 En esta tesis se toma la definición de “darwinismo” hecha en 1999 por Rosaura Ruiz y Francisco

Ayala en su artículo “El núcleo duro del darwinismo”, en la que la selección natural y el azar son

elementos irrenunciables de la teoría para que un autor pueda considerarse darwinista en el

sentido estricto. Ver Ruiz G., R., & Ayala, F. J. (1999). "El núcleo duro del darwinismo” en: A. Puig-

Samper (Eds.), El darwinismo en España e Iberoamérica. Universidad Nacional Autónoma de

México, Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Ediciones Doce Calles.

3 Por discurso evolutivo, entiendo que se acepta la idea de la transformación de las especies con el

paso del tiempo, aun cuando no se adopte la selección natural como modelo explicativo. Para una

discusión más amplia de lo que constituye el pensamiento evolutivo ver Esparza Soria, M. S.

(2014). La cultura científica en México: imágenes del pensamiento evolutivo en el Porfiriato. Tesis

doctoral: UNAM (en prensa).

9

Introducción

Definir conceptos abstractos como “ciencia” y “literatura” representa un reto para

los teóricos tanto en ciencias como en artes y humanidades. Más allá de los

debates y discusiones que suscita el tema, existen aspectos fundamentales

propios de cada disciplina. Las ciencias, por ejemplo, pretenden comprender el

mundo natural y cómo funciona a través de un método empírico inductivo que

conlleva la observación, colecta, experimentación y análisis de datos, a fin de

construir una visión objetiva del fenómeno u objeto estudiado.4 La literatura, en

cambio, se relaciona con el mundo de las ideas, con el registro escrito de historias

o pensamientos que apelan a lo humano e invitan a la reflexión.5

Tradicionalmente, se ha considerado a las ciencias y a las artes como

campos opuestos del conocimiento humano, que por ningún motivo pueden

entremezclarse, pues la ciencia representa lo objetivo y el arte lo emocional. Sin

embargo, tanto las ciencias como las artes son actividades humanas. Más aún,

ambas se fundamentan en un ejercicio de imaginación6 que comienza al

preguntarse “¿Qué tal si…?” (“what if?”).7 ¿Qué tal si una niña cayera en un

agujero de conejo y llegara a un mundo fantástico? (Alicia en el país de las

maravillas), ¿qué tal si dos jóvenes de familias rivales se enamoraran? (Romeo y

Julieta), ¿qué tal si el espacio-tiempo fuera un continuo y los objetos materiales

causaran en él deformaciones, como pelotas sobre una tela?

Al igual que la literatura, toda actividad científica requiere un esfuerzo de

imaginación, de lo contrario, simplemente se aceptaría lo previamente establecido

en vez de buscar nuevas explicaciones sobre la naturaleza que se acerquen cada

vez más a la realidad (por lo menos desde el punto de vista del investigador).

4 Popper, K. (1962). Conjectures and refutations: the growth of scientific knowledge. USA: Basic

Books. Pp. 33.

5 Eagleton, T. (1998). Una introducción a la teoría literaria. Argentina: Fondo de Cultura Económica.

6 Culler, J. (2004). Breve introducción a la teoría literaria. España: Crítica.

7 Mawer, S. (17 de Marzo de 2005). “Science in literature”. Nature (434), 297-299.

10

Cabe entonces preguntarse si a través de las personas, de los científicos y los

literatos, ambos mundos han llegado a tocarse.

En 1880, Thomas Huxley (1825-1895), apasionado defensor de la teoría de

la evolución, pronunció un discurso en la Universidad de Birmingham (entonces

Mason College), con el tema “Ciencia y cultura”.8 De acuerdo con Huxley, la

cultura significa poseer lo mejor del conocimiento disponible y analizar todo

aquello concerniente a la vida. En este contexto, sitúa a la literatura como aquello

que permite la construcción de dicho análisis; sin embargo, Huxley se pregunta si

la literatura es suficiente para comprender el mundo, y si una persona puede

considerarse culta tan sólo con el conocimiento de la literatura.

En su discurso, destaca la importancia de la ciencia para entender el mundo

natural y la necesidad de incluir esta disciplina como parte de la cultura para

completar áreas del conocimiento que la literatura no alcanza.

8 Huxley, T. H. (1882). Science and culture and other essays. New York, Estados Unidos: D.

Appleton and Company. Pp. 7-30.

11

El discurso de Huxley despertó la atención de Matthew Arnold (1822-1888),

poeta y crítico inglés que analizó la postura de Huxley durante una presentación

(Rede Lecture) en la Universidad de Cambridge. Para Arnold, el conocimiento

aportado por la ciencia es fundamental para entender el mundo físico y debe

enseñarse en las escuelas; sin embargo, aunque pretenda explicar el mundo a

través de leyes naturales, el conocimiento científico aún se encuentra en el campo

de las ideas, y por lo tanto, es necesario asimilarlo con ayuda de “las bellas artes”:

Pero, ¿cómo, finalmente, la poesía y la elocuencia han de ejercer el poder

de relacionar el resultado de las ciencias naturales con el instinto del hombre

para la conducta, su instinto de la belleza? Y aquí de nuevo respondo: no sé

cómo habrán de hacerlo, pero pueden y así será. […] Se verá que el arte y la

poesía y la elocuencia de los hombres que vivieron, tal vez hace mucho

tiempo […] tiene el poder fortificante, elevado, elocuente, excitante y

sugerente, de ayudarnos, de forma maravillosa, a relacionar los resultados

de la ciencia moderna con nuestras necesidades para la conducta, nuestras

necesidades de belleza.9

Se dice que las artes son actividades estéticas. Immanuel Kant, el principal teórico

de la estética moderna, define lo estético como el esfuerzo de unir el mundo

material con el mundo de las ideas,10 por lo que sería lógico pensar que existe de

hecho un punto de cruce entre la ciencia y la literatura, un área común de

influencia y retroalimentación, o bien, que tanto la ciencia como la literatura son

campos que interrelacionan el mundo exterior con el entendimiento humano.

Aunque se trata de un problema central para entender el desarrollo de

ambas actividades, el debate de la relación entre la ciencia y la literatura

tradicionalmente quedó relegado a una curiosidad reflexiva entre aquellos que se

atrevieron a reconocer su interés en dos campos aparentemente antagónicos.

Para 1959, la ciencia y la literatura se habían distanciado tanto que en su

ponencia en la Universidad de Cambridge (nuevamente la Rede Lecture) el físico

9 Arnold, M. (1882). Literature and Science. Recuperado el 5 de Abril de 2013, de

http://aleph0.clarku.edu/huxley/comm/19th/Arnold.html. Pág. 12.

10 Kant, I. (1914). Critic of Judgment (2a ed.). (J. H. Bernard, Trad.) Londres, Inglaterra: MacMillan.

Pág. 30.

12

y novelista Charles Percy Snow se refirió a ellas como “las dos culturas”.11 Durante

su presentación, Snow habló de la intelectualidad de artistas y científicos y del

desdén que sienten los unos por los otros. Manifestó que el arte y la ciencia tienen

mucho que decirse, pero raramente se hablan, y tras reflexionar sobre las razones

que han llevado al distanciamiento de ambos campos enfatizó la importancia de

salvar la distancia que los separa para tomar decisiones responsables como

sociedad.

Más tarde, en 1963, el novelista Aldous Huxley (1894-1963) (nieto de

Thomas Huxley, y cuya madre curiosamente fue nieta de Matthew Arnold) publicó

su ensayo Literature and science, en el que explora el conflicto entre los mundos

científico y artístico, a la vez que intenta establecer puentes entre ambas

disciplinas, llegando a la conclusión de que “por la mera naturaleza de las cosas,

es imposible que el lenguaje purificado de la ciencia o aun el más finamente

purificado lenguaje de la literatura puedan adecuarse a la inmediatez del mundo y

de nuestra existencia”,12 por lo que es necesario aceptar las limitaciones de ambos

campos y avanzar juntos, científicos y literatos, hacia los límites del

conocimiento.13

Hacia finales del siglo XX, la discusión se transformó en un ejercicio de

exploración de las estrategias mediante las cuales ambos campos podían formar

parte de un mismo fenómeno, ya que tanto la ciencia como la literatura, “sin

importan qué cosa sean, son esencialmente formas discursivas”14 (por lo menos

en su comunicación).

Así, en 1987, George Levine edita One Culture, una antología de ensayos

sobre ciencia y literatura que analizan los puntos de convergencia entre ambas

disciplinas mediante el análisis de casos selectos (entre los que se incluyen textos

11

Snow, C. P. (1959). The two cultures. Cambridge University Press.

12 Huxley, A. (1963). Literatura y ciencia. (R. Masera, Trad.) España. Pág.139.

13 Ibíd.

14 Levine, G. (Ed.). (1987). One Culture: Essays in Science and Literature. Madison, Wisconsin,

Estados Unidos: The University of Wisconsin Press. Pág. 3.

13

como Frankenstein: A feminist critique of science de Anne K. Mellor y Balzac with

Laplace: Remarks on the Status of Chance in Balzacian Narrative de David F.

Bell), al tiempo que reconoce sus grandes diferencias.15

En años recientes, el interés por analizar las relaciones entre ciencia y

literatura ha crecido considerablemente. Ejemplo de ello son los textos

Conversations on science, culture and time,16 que expone la naturaleza caótica del

conocimiento y la necesidad de crear puentes entre las ciencias y las

humanidades; On the modern cult of factish gods,17 en el que Bruno Latour

discute, no por primera vez, la idea de verdad científica universal, argumentando

que los hechos no pueden separase de su proceso de fabricación; y Literature &

Science de Charlotte Sleigh, que constituye una guía para el análisis histórico de

obras literarias que tocan o están influenciadas por temas científicos, así como las

respuestas literarias que genera la ciencia. Incluso en “Leer la mente”18 Jorge

Volpi hace referencia al curso de ciencia y literatura que dictó en la Facultad de

Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

En el Reino Unido, la Sociedad Británica de Ciencia y Literatura promueve la

investigación interdisciplinaria de las relaciones entre ciencia y literatura, y desde

2006, existe una publicación dedicada al tema, el Journal of Literature and

Science, de la Universidad de Glamorgan, que actualmente está a cargo de la

Universidad de Westminster.

En Estados Unidos, se han publicado trabajos como Making Knowledge:

History, literature and the poetics of science de James J. Bono,19 Lessons from

Literature for the Historian of Science (and Vice Versa): Reflections on “Form” de 15

Ibíd.

16 Serres, M., & Latour, B. (1995). Conversations on Science, Culture and Time. (R. Lapidus, Trad.)

Estados Unidos: The University of Michigan Press.

17 Latour, B. (2010). On the Modern Cult of the Factish Gods. (C. Porter, & H. MacLean, Trads.)

Inglaterra: Duke University Press. Recuperado el 5 de Abril de 2013, de

http://film.ncu.edu.tw/word/Latour_ch-1.pdf

18 Volpi, J. (2011). Leer la mente. DF, México: Alfaguara.

19 Bono, J. J. (2010). “Making Knowledge: History, literature and the poetics of science”. Isis (101),

555-559.

14

Henry Turner,20 y Of atoms, oaks and cannibals; Or, more things that talk de Laura

Dassow Walls,21 entre otros.

Por lo que toca a los países de habla hispana, se han realizado esfuerzos

importantes en España, con la publicación de artículos como Ciencia, tecnología y

sociedad en la literatura de ciencia ficción de Natalia Castro Vilata22, Los ecos del

darwinismo en España a través de la literatura. Escritores y escritoras de Pilar

Díaz Sánchez23, y Science and literature: Some critical parameters de José Ángel

García Landa24, por mencionar algunos.

En América Latina también existen autores que han incursionado en el

análisis histórico de obras literarias que han sido influenciadas por la ciencia. Por

ejemplo, en Argentina, Gioconda Marún25 realizó un análisis de la influencia de

Charles Darwin en La Revista Literaria (Buenos Aires 1879), y en el discurso de

Domingo F. Sarmiento y Eduardo L. Holmberg; y Héctor Palma26, elaboró un

análisis de la utilización de metáforas en la ciencia, concluyendo que son parte

fundamental de la construcción del saber científico. En Cuba, Armando García

González27 analizó el discurso utilizado por Francisco Calcagno en su novela En

busca del eslabón. Historia de monos (1888), llegando a la conclusión de que se

20

Turner, H. S. (2010). “Lessons from Literature for the Historian of Science (and Vice Versa):

Reflections on ‘Form’”. Isis (101), 578-589.

21 Dassow Walls, L. (2010). “Of Atoms, Oaks, and Cannibals; or, More Things That Talk”. Isis (101),

590-598.

22 Castro Vilalta, N. (Julio de 2008). "’Ciencia, Tecnología y Sociedad’ en la literatura de ciencia

ficción”. Revista CTS, 4(11), 165-177.

23 Díaz Sánchez, P. (2009). “Los ecos del darwinismo en España a través de la literatura.

Escritores y escritoras”. Investigaciones Feministas, 1, 183-203.

24 García Landa, J. A. (1991). “Science and Literature: Some Critical Parameters”. En F. Collado,

Science, literature and Interpretation. Zaragoza, España: Universidad de Zaragoza.

25 Marún, G. (1995). “Darwin y la literatura argentina del siglo XIX”. Actas XII.

26 Palma, H. A. (Diciembre de 2005). “El desarrollo de las ciencias a través de las metáforas: un

programa de investigación en estudios sobre la ciencia”. Revista CTS, 2(6), 45-65.

27 García González, A. (2002). “En busca del eslabón, una novela darwinista”. En M. Á. Puig-

Samper, R. Ruíz Gutiérrez, & A. Galera (eds.), Evolucionismo y Cultura: Darwinismo en Europa e

Iberoamérica. Ediciones Doce Calles. Pp. 89-116

15

trata de un texto fundamentalmente darwinista; y en Uruguay, Alción Cheroni28

explora el caso del político, ideólogo y novelista Carlos Reyes en relación con el

darwinismo.

A mi parecer, la tendencia actual de analizar la influencia de las ideas

científicas en los escritos de otros campos está fundamentada en un problema real

que por mucho tiempo ha quedado desatendido. Después de todo, en la historia

de la literatura mundial, hay novelas y otros textos que claramente tratan temas

evolutivos, como El mundo perdido (1912) de Arthur Conan Doyle, Viaje al centro

de la Tierra (1864) de Julio Verne, y Antes de Adán (1907) de Jack London.

En México, la preocupación por resolver dichas interrogantes apenas

comienza a rendir frutos, aunque es cierto que se han realizado esfuerzos

importantes para entender cómo y en qué condiciones se llevó a cabo la

introducción del darwinismo en México, así como sus implicaciones. Ejemplo de

ellos son los estudios de Rosaura Ruiz Gutiérrez, Arturo Argueta Villamar, Rafael

Guevara Fefer, Roberto Morenos de los Arcos, y más recientemente, Martha

Susana Esparza Soria, quien quizá sea la mayor exponente moderna de la

“historia de la ciencia desde abajo”;29 por mencionar algunos. Sin embargo,

existen pocos trabajos sobre la relación ciencia-literatura. Por lo general, los

artículos se limitan a reflexiones o revisiones generales en revistas de divulgación

científica,30 y no parece haber ningún trabajo que analice a profundidad el impacto

del darwinismo en la obra de escritores mexicanos.

28

Cheroni, A. (2002). Carlos Reyes:” Darwinismo, política y literatura en el Uruguay del 900”. En M.

Á. Puig-Samper, R. Ruíz Gutiérrez, & A. Galera (eds.), Evolucionismo y Cultura: Darwinismo en

Europa e Iberoamérica. Ediciones Doce Calles. Pp. 65-88

29 Con esto quiero decir que se dedica a la historia de la ciencia desde una perspectiva social; en

oposición a la versión canónica de la historia de las grandes personalidades. Los estudios de

Martha Susana del darwinismo en la prensa son esfuerzos valiosos para entender el darwinismo y

la historia de la ciencia desde otra mirada.

30 Méndez Acosta, M. (Agosto de 2007). "La ciencia y sus rivales: La tierra hueca". Ciencia y

Desarrollo.

Nepote, J. (Noviembre-Diciembre de 2011). "Ciencia y literatura: las débiles fronteras de la ficción".

Ciencia y Desarrollo.

Kesteven, G. (Febrero de 1999). "Arte, ciencia y verdad". ¿Cómo ves?(3), 7.

16

El presente estudio es una contribución modesta al objetivo general de

entender cómo ha influido la ciencia en la literatura en México, ya que pretende

contribuir a la comprensión del proceso de incorporación de las teorías evolutivas

en obra de los escritores nacionales, en el caso del ensayo mexicano de principios

del siglo XX, con el estudio puntual de La raza cósmica (1925) de José

Vasconcelos, por ser éste un personaje central para la definición del modelo

educativo y cultural que se estableció en México tras la Revolución, y su libro un

texto que aborda temas biológicos, como el concepto de raza.

Se ha elegido La raza cósmica de José Vasconcelos como caso de estudio

por ser la obra donde desarrolla a profundidad su teoría sobre el surgimiento de

una quinta raza. En ella establece cuáles son las razas humanas31 y cómo cree

que han llegado a formarse. Asimismo, fusiona elementos espiritualistas con

teorías científicas y biológicas, en particular evolutivas, por lo que es seguro

suponer que el darwinismo pudo haber influenciado su trabajo. Adicionalmente, la

posición e influencia política de Vasconcelos, y sobre todo su papel como Rector

de la Universidad Nacional de México (9 de junio de 1920-12 de octubre de 1921)

y Secretario de Educación Pública (1921-1924), lo colocan en un sitio privilegiado

para que sus ideas generaran mayor impacto.

Es así que, a partir de estudios previos sobre el proceso de introducción del

darwinismo en México, siguiendo el modelo de Thomas F. Glick y Mark. G.

Henderson32 sobre recepción de las ideas científicas, que considera una lógica

dividida en dos tipos de intencionalidad (resistencia/ansiedad y

Sabugal Fernández, P. (Febrero de 1999). "Sábato, cosecha de letras y números". Ibíd., 19.Plata

Rosas, L. J. (Julio de 2011). "Sherlock Holmes. La aventura del detective científico". ¿Cómo

ves?(152), pág. 26.

31 Aunque yo no suscribo el concepto de raza —entiéndase la separación de la humanidad en

categorías subjetivas basadas, principalmente, en supuestas diferencias fisiológicas que se

manifiestan en la apariencia física—, como se verá más adelante, para José Vasconcelos, esta es

una división relevante para el desarrollo de la humanidad.

32 Glick, T., & Henderson, M. (1999). "Las recepciones científicas y populares de Darwin, Freud y

Einstein: Hacia una historia analítica de la difusión de las ideas científicas". En R. Ruiz, T. Glick, &

M. Á. Puig-Samper (Edits.), El darwinismo en España e Iberoamérica. CSIC/Doce Calles/UNAM.

Pp. 289-297.

17

apropiación/adaptación), y con base en la definición de los elementos centrales del

darwinismo expuesta por Rosaura Ruiz y Francisco Ayala en “El núcleo duro del

darwinismo” (1999), esta tesis procura determinar si la teoría de la evolución de

Darwin influenció el discurso utilizado por Vasconcelos en La raza cósmica. Es

decir, se analizará en las concepciones del autor la presencia o ausencia de los

conceptos darwinistas de azar, selección natural, variación, lucha por la existencia,

divergencia de carácter, especiación, extinción y progreso, así como la naturaleza

del argumento, y si existe una diferenciación clara entre selección natural,

selección artificial y selección sexual; en concordancia con la interpretación de

Ruiz y Ayala sobre los elementos que debe reunir un determinado discurso para

poder considerarlo darwinista. Ello servirá para ampliar el conocimiento existente

sobre las repercusiones de la teoría de la evolución de Darwin en el ensayo

mexicano del primer tercio del siglo XX.

Cabe aclarar que, como se verá a lo largo de esta tesis, el caso revisado es

particular en cuanto a su interacción con la teoría de la evolución darwiniana, ya

que el autor no acepta los mecanismos propuestos en El origen de las especies

por medio de la selección natural, 33 pero sí la idea de evolución. Es por ello que el

presente análisis cumple el doble propósito de ponderar la interacción de José

Vasconcelos con la teoría de la evolución de Darwin y demostrar que no todo

discurso evolucionista corresponde con el patrón darwiniano,34 como suele

pensarse aún en la actualidad, por lo que hacen falta herramientas que permitan

identificar los elementos que definen a un autor como evolucionista, sin que estos

sean necesariamente darwinianos; un “núcleo duro” de mayor espectro.

33

Darwin, C. (2009 [1872]). El origen de las especies por medio de la selección natural (6 ed.). (A.

De Zulueta, Trad.) Madrid: Catarata/UNAM/CSIC/AMC. En adelante El origen.

34 Esto concuerda con lo encontrado por Martha Susana Esparza Soria en Esparza Soria, M. S.

(2009). Darwinismos: una reflexión historiográfica. Tesis de Maestría: UNAM, y Esparza Soria, M.

S. (2014). Op. Cit., para el caso de Justo Sierra durante el Porfiriato, ya que su discurso es

evolucionista, pero no propiamente darwiniano. Esto se refuerza en el artículo de Rosaura Ruiz,

Ricardo Noguera y Juan Manuel Rodríguez titulado “The Ideology of the ‘Survival of the Fittest’

during the Porfiriato in México” (en prensa).

18

A este efecto, el capítulo I expone la definición de darwinismo que habrá de

utilizarse a lo largo de esta tesis y presenta una revisión histórica de la

introducción del darwinismo en México, resaltando su importancia en la vida

política nacional.

El segundo capítulo se ocupa de esclarecer el contexto en el que se

desarrolló el pensamiento del autor, mediante una breve reseña histórica del

Porfiriato y la influencia del positivismo en la vida intelectual del México

posrevolucionario, así como su papel en la conformación de la filosofía

vasconceliana.

Finalmente, en el tercer capítulo se muestra la tesis central de La raza

cósmica y se desglosa el argumento, a fin de esclarecer la concepción de

Vasconcelos; así como identificar si los conceptos centrales señalados por Ruiz y

Ayala se encuentran presentes.

A partir de este análisis se propone que el darwinismo influyó el pensamiento

expresado por José Vasconcelos en La raza cósmica y en su obra como

Secretario de Educación Pública, cargo que abandonó el año anterior a la

publicación del manuscrito.

19

Capítulo I. De cambios y “revoluciones”: la introducción del

darwinismo en México

Para entender mejor la compleja relación entre ciencia y literatura, es necesario

analizar las condiciones históricas, sociopolíticas y culturales que influyeron el

pensamiento de los autores estudiados al momento de escribir sus obras. En el

caso de La raza cósmica (1925) he juzgado conveniente rastrear la

conceptualización del darwinismo desde la publicación de On the Origin of Species

by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the

Struggle for Life (1859) hasta su introducción en la ciencia mexicana,35 para

explicar cómo la influencia del positivismo en México, a finales del siglo XIX, y

principios del XX, abrió la puerta a la introducción del darwinismo y a la utilización

de un discurso social darwinista por parte de los liberales durante el Porfiriato

(1876-1911) para justificar los abusos a los que eran sometidos los más pobres, y

en particular los indígenas.36

Este primer capítulo tiene como objetivo exponer la concepción del

darwinismo y su introducción en México, así como presentar la definición de

darwinismo en la que se fundamenta el análisis de La raza cósmica que se

encuentra en el capítulo tres.

35

Cuando se estudia la difusión y recepción del darwinismo es necesario adoptar una definición

formal de “darwinismo” y una postura en cuanto al cambio que generó —viendo sus afectos ya sea

como revolución científica, movimiento social o sistema conceptual histórico—. Para este trabajo,

se adopta una definición estricta de darwinismo, centrada en los conceptos de azar y selección

natural. Bajo esta visión, de acuerdo con Olga Restrepo, la revolución darwinista ocurrió

propiamente en el siglo XX. Dicha lógica de “revolución” en el campo de las ciencias sólo se

adopta a manera de contexto, ya que por su naturaleza, el presente trabajo se aboca al estudio de

la recepción del darwinismo en la esfera político-cultural mexicana, es decir, se estudia el

darwinismo movimiento social y sistema conceptual histórico.

Para entender los diferentes modelos utilizados en los estudios de recepción del darwinismo

conviene revisar Restrepo Forero, O. (2002). "Leyendo Historias sobre el Darwinismo". En M. Á.

Puig-Samper, R. Ruiz Gutiérrez, & A. Galera (Edits.), Evolucionismo y cultura: Darwinismo en

Europa e Iberoamérica. Junta de Extremadura/UNAM/Ediciones Doce Calles. Pp. 21-46.

36 Ruiz Gutiérrez, R. (1991 [1987]). Positivismo y evolución: Introducción del darwinismo en México.

México: Limusa. Pág. 46.

20

Sobre “El origen de las especies por medio de la selección natural, o la

preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida”

En la historia de la ciencia, como en la historia de las sociedades, para fines

históricos se construyen conceptualmente grandes acontecimientos que marcaron

el curso de los eventos en los años siguientes. Uno de ellos es la publicación, en

1859, de El Origen de Charles Darwin (1809-1882), que dio inicio a lo que diversos

historiadores de la ciencia han denominado “la revolución darwiniana”.37

En su libro, Darwin presenta una amplia gama de evidencias que apoyan la

conclusión de que las especies cambian a través del tiempo. Se trata de una

propuesta arriesgada para el siglo XIX, ya que si bien Nicolás Copérnico (1473-

1543) desplazó a la Tierra como el centro del universo en 1543, con su modelo

heliocéntrico del movimiento de los cuerpos celestes38 (que se fortaleció con la

publicación en 1687 de Philosophiae naturalis principia mathematica39 de Isaac

Newton) y James Hutton (1726-1797) había transformado la visión estática de

37

Desde que Thomas Kuhn publicara The Copernican Revolution: Planetary Astronomy in the

Development of Western Thought (1957) y The Structure of Scientific Revolutions (1962), autores

como Gertrude Himmelfarb (Darwin and de Darwinian Revolution, 1959), Ernst Mayr (The Nature of

the Darwinian Revolution, 1972) y Michael Ruse (The Darwinian Revolution: Science Red in Tooth

and Claw, 1979) aplicaron esta perspectiva al estudio del impacto de la teoría de la evolución en el

desarrollo de las ciencias de la vida. Más tarde, esta visión fue cuestionada por personalidades

como Peter Bowler (The Non-Darwinian Revolution: Reinterpreting a Historical Myth, 1988) y

James Secord (Victorian Sensation: The Extraordinary Publication, Reception and Secret

Authorship of Vestiges of the Natural History of Creation, 2000). La resolución de esta polémica no

es objeto del presente trabajo, por lo que si el término “revolución” llega a ocuparse no debe ser

interpretado como una postura filosófica invariable, sino como una exaltación del impacto que tuvo

la obra de Darwin en el desarrollo de las ciencias de la vida.

Para un análisis más minucioso sobre la polémica de la “revolución darwinista” se pueden

consultar:

Herbert, S. (2005). "The Darwinian Revolution Revisited". Journal of the History of Biology(38),

51-66.

Smocovitis, V. B. (2005). ‘‘'It Ain’t Over ‘til it’s Over’: Rethinking the Darwinian Revolution". Journal

of the History of Biology(38), 33-49.

38 Copernicus, N. (1965 [1543]). De revolutionibus orbium coelestium. Johnson Reprint Corporation.

39 Newton, I. (2004 [1687]). Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica. Adamant Media

Corporation.

21

nuestro planeta con la publicación, en 1785, de su Theory of the Earth; or an

Investigation of the Laws observable in the Composition, Dissolution, and

Restoration of Land upon the Globe,40 que más tarde fue apoyada por Charles

Lyell (1797-1875) con la publicación de sus Principles of Geology41 entre 1830 y

1833, la creación de las especies por la mano de Dios y el papel central del

hombre en la Creación permanecía inmutable e inamovible.

La importancia de la postura religiosa respecto al origen de los seres

orgánicos se refleja en el párrafo final de la introducción de Darwin a su propia

obra:

Aunque mucho permanece y permanecerá largo tiempo oscuro, no puedo,

después del más reflexionado estudio y desapasionado juicio de que soy

capaz, abrigar duda alguna de que la opinión que la mayor parte de los

naturalistas mantuvieron hasta hace poco, y que yo mantuve anteriormente

—o sea que cada ha sido creada independientemente—, es errónea.42

Tras esta afirmación inicial, Darwin dedica el resto de su manuscrito a

presentar y analizar minuciosamente casos particulares que soportan su teoría,

como son la observación de las variedades silvestres y en estado doméstico de

plantas y animales, la distribución geográfica de los seres vivos, el registro fósil, la

morfología y la embriología de algunas especies.

En los primeros siete capítulos, Darwin abunda sobre cómo la selección

natural explica la modificación de los organismos, sus adaptaciones y diferencias

en comportamiento. Para ello, inicia con un análisis de la variación de las plantas y

animales en estado doméstico (Capítulo I) a modo de introducir al lector a la idea

40

Hutton, J. (1788). "Theory of the Earth; or an Investigation of the Laws observable in the

Composition, Dissolution, and Restoration of Land upon the Globe". Transactions of the Royal

Society of Edinburgh, I, 209-304.

41 Lyell, C. (2009 [1830-1833]). Principles of Geology: An Attempt to Explain the Former Changes of

the Earth's Surface, by Reference to Causes Now in Operation. Cambridge, England: Cambridge

University Press.

42 Darwin, C. (2009 [1872]). El origen de las especies por medio de la selección natural (6 ed.). (A.

De Zulueta, Trad.) Madrid: Catarata/UNAM/CSIC/AMC.

22

de que el cambio en las especies de hecho sucede, en este caso por la selección

constante y metódica del hombre de variedades con características deseables.

Procede entonces a describir la variabilidad de las especies en la naturaleza

(Capítulo II) e introduce el concepto de la lucha por la existencia (Capítulo III)

como una competencia universal que se da entre las variedades en estado

natural. La competencia rigurosa entre individuos resulta, finalmente, en la

supervivencia de los más adecuados. Lo que Darwin llama “selección natural”, o

supervivencia y reproducción diferencial (Capítulo IV).

Tras abordar el tema de lo poco que se sabe sobre las leyes de la variación

(Capítulo V), el autor abunda sobre las dificultades que presenta la teoría (capítulo

VI) y habla de las objeciones que pudieran hacerse respecto del mecanismo de

selección natural (capítulo VII).

En el octavo capítulo, Darwin se ocupa del “instinto” como una

característica tan importante como las estructuras corporales para la supervivencia

de las especies en estado natural y de las cualidades adaptativas del

comportamiento.

Entre los capítulos IX y XIV expone las evidencias que sostienen su teoría,

como son el hibridismo (Capítulo IX), los registros geológicos (Capítulo X), la

sucesión geológica de los seres orgánicos (Capítulo XI), la distribución geográfica

de los seres vivos en la Tierra (Capítulos XII y XIII), y las afinidades morfológicas y

embriológicas de las especies, así como de algunos de sus órganos rudimentarios

(Capítulo XIV).

El último capítulo, el XV, es una recapitulación de las afirmaciones que hace

a lo largo del texto, de las objeciones a las que se enfrenta y de las implicaciones

de su teoría para el estudio de la historia natural.

Uno de los aspectos más innovadores de la teoría de Darwin es que se

trata de una conclusión científica; sin embargo, no se incluyen modelos

matemáticos ni predictivos, que hasta entonces se consideraban el estándar al

23

que debían aspirar todas las ciencias.43 Incluso entre quienes apoyan el modelo

histórico de las revoluciones científicas, la teoría de Darwin aparece como algo

excepcional, ya que al hacer el listado de las revoluciones la de Darwin es la única

que corresponde a las ciencias biológicas.44

En sólo quince capítulos, Darwin culminó la revolución de los parámetros

para el estudio de los seres vivientes —que se venía dando en el mundo desde

tiempo atrás— y le dio sentido y fundamento a las ciencias de la vida, como

evidencia la tan conocida frase del célebre genetista ruso Theodosius Dobzhansky

(1900-1975): “nada en biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución”.45

Por la naturaleza del argumento, se trata de una teoría que no solamente

afectó el desarrollo de la ciencia, sino también el de las sociedades, la cultura y la

filosofía, ya que sus implicaciones afectaron directamente la concepción que el ser

humano tenía de sí mismo, en las sociedades occidentales (principalmente

aquellas suscritas a la religión católica).46 Así lo prueban, por ejemplo, las

reflexiones del filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) en su obra Human,

all too human,47 publicada por primera vez en 1878, en cuyo apartado sobre la

historia de la moral asevera:

Los hombres que son hoy inhumanos deben servir como muestras vivientes

de civilizaciones anteriores. La gran montaña de la humanidad revela aquí

sus formaciones inferiores, que de otro modo podrían permanecer ocultas.

Hay ejemplares supervivientes de la humanidad cuyo cerebro, a través de

las vicisitudes de la herencia, ha escapado al desarrollo. Muestran que así

éramos todos y por ello nos sorprenden, pero son tan responsables de ello

43

Hodge, M. J. (1988 [1974]). "England". En T. F. Glick (Ed.), The Comparative Reception of

Darwinism. Chicago: University of Chicago Press, pp. 23, 24.

44 Cohen, B. Op. Cit., pág. 253.

45 Dobzhansky, T. (1973). "Nothing in Biology Makes Sense Except in the Light of Evolution".

American Biology Teacher, 35, 125-129.

46 Mayr, E. (2004). "Darwin's Influence on Modern Thought". En What Makes Biology Unique?

(págs. 83-96). Cambridge University Press.

47 Nietzsche, F. (1908 [1878]). Human, all too human. A book for free spirits. (A. Harvey, Trad.)

Chicago: Charles H. Kerr & Company.

24

como lo es una pieza de granito de ser granito. En nuestro propio cerebro

debe haber similitudes correspondientes de tales personajes, al igual que

en las formas de algunos órganos humanos sobreviven rastros de lo que

fueron peces, pero estos cursos y entramados ya no son el camino por el

que fluye la corriente de nuestros sentimientos.

Es decir, que al preguntarse por la disposición humana a la crueldad, el

filósofo encuentra sus respuestas no en Dios ni alguna otra explicación metafísica,

sino en la evolución de los seres humanos y el que hayan prevalecido

características primitivas en ciertos individuos, más salvajes y, por lo tanto, menos

desarrollados en la escala evolutiva. Ello denota además una tendencia al

progreso, al perfeccionamiento, que es uno de los vicios más comunes al

interpretar o asimilar la teoría de la evolución, aún en la actualidad.

Introducción del darwinismo en México

En el prefacio a The Comparative Reception of darwinism, Thomas F. Glick

escribió: “como regla general, donde la biología no estaba desarrollada, el

Darwinismo se recibió solo en los ámbitos social, político y filosófico”.48 En México,

este parece haber sido el caso.

Una nación en crisis

En nuestro país, la guerra de Reforma, que inició en 1857, duraría hasta 1861, por

lo que mientras en Inglaterra se publicaba El Origen, en México la guerra de

Reforma estaba en pleno apogeo. En cuanto a la ciencia y la cultura, los esfuerzos

fueron pocos, ya que la atención de la clase dominante se encontraba

48

Glick, T. F. (Ed.). (1988 [1974]). The Comparative Reception of Darwinism. Chicago, United

States of America: University of Chicago Press, pág. XX.

25

completamente enfocada a la política, y tras tantos años de guerras y

levantamientos la situación económica del país era precaria.49

De acuerdo con Rosaura Ruiz (1987) en el siglo XIX, la situación política del

país y la falta de recursos económicos dificultaron el desarrollo de la biología, la

historia natural y de la ciencia en general. Eran pocos los que podían dedicarse a

alguna actividad científica y no existía en México una profesionalización de las

ciencias naturales, salvo en casos muy particulares, como el Jardín Botánico o el

Museo Nacional; 50 aunque había amateurs.

Según Roberto Moreno (1984),51 aunque puede que existan menciones

anteriores, la primera cita inequívoca con relación al darwinismo corresponde a

Justo Sierra (1848-1912), un personaje de gran importancia para la educación en

México (al igual que Vasconcelos) y un positivista spenceriano, quien en 1875,

menciona las teorías de Darwin y Wallace en su artículo “El espiritismo y el Liceo

Hidalgo”. Aunque, de acuerdo con Ruiz,52 en México, las primeras discusiones

sobre darwinismo se enmarcan en el terreno filosófico, cuando en 1877, los

positivistas mexicanos comienzan a considerar la importancia del estudio de las

teorías científicas. En ese año, Gabino Barreda (1819-1881) y sus seguidores

fundan la Asociación Metodófila Gabino Barreda como una forma más de

oponerse a los conservadores,53 que estaban ganando terreno político. Para

49

Todo esto corresponde a un recuento de la historia oficial, y aunque ahora existen trabajos muy

valiosos que contribuyen a construir una versión más inclusiva—véanse por ejemplo los trabajos

de historia sociopolítica de Javier Garciadiego—, aquí me apego a la versión tradicional que se ha

venido manejando, para efectos del análisis.

50 Ruiz Gutiérrez, R. (1991 [1987]). Positivismo y evolución: Introducción del darwinismo en México.

México: Limusa, pág. 13.

51 Moreno, R. (1989 [1984]). La polémica del darwinismo en México: Siglo XIX (2a ed.). Instituto de

Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, pág. 22.

52 Ruiz Gutiérrez, R. (1991 [1987]). Op. Cit., pág. 47.

53 Aunque Ruiz Gutiérrez, R. (1991 [1987]). Op. Cit. pág. 47 dice “con el propósito evidente de

oponerse a los liberales”, por el contexto y lo que se sabe sobre Gabino Barreda, concluyo que se

trata de un error de edición y debe decir “conservadores”.

26

Barreda, aplicar los conocimientos científicos a la vida nacional era una condición

necesaria para el orden y el progreso de la sociedad.

De acuerdo con la autora, la polémica del darwinismo dio inicio en febrero

de 1877, cuando el estudiante de medicina Pedro Noriega, quien fue comisionado

para preparar una exposición sobre la teoría de Darwin, presentó ante la Sociedad

Metodófila su trabajo “Consideraciones sobre la teoría de Darwin”.

De las discusiones en la Sociedad Metodófila se concluye que “todos los

discípulos de Barreda defienden el evolucionismo, no sólo el de Darwin sino

también el de Lamarck. Pudiera decirse que son evolucionistas, sin embargo su

conocimiento de ambas teorías no es profundo”.54 Ello podría significar una

tendencia generalizada para aceptar el pensamiento evolutivo, en concordancia

con lo que pasaba en otras partes del mundo y con los nuevos modelos

económicos. Es posible que los modelos explicativos Darwin fueran sólo una parte

de una discusión más amplia.

Aunque con dos años de diferencia, tanto Moreno como Ruiz sitúan el inicio

de las discusiones darwinistas en la segunda mitad de la década de los setenta.

Para Ruiz, el evolucionismo se introduce realmente en México cuando se

comienza a aplicar en los trabajos científicos, por lo que considera a Alfonso Luis

Herrera (1868-1943) como el introductor del evolucionismo a la biología mexicana,

aunque aclara que la posición de Herrera “no es por completo darwinista, pues

influido por Haeckel rechaza la existencia de una contradicción entre las teorías de

Lamarck y Darwin que lo lleva a plantear el evolucionismo como una suma

mecánica de ambas”.55 Sin embargo, antes de haber biología, había historia

natural; y hubo una tendencia a la aceptación del pensamiento evolutivo en

general, y de algunos aspectos —aunque no todos— de la teoría darwiniana.

Cabe entonces preguntarse qué tan estricto debe ser el criterio para establecer la

54

Op. Cit., pág. 75.

55 Op. Cit., pág. 83.

27

línea que marca la introducción y si es o no sinónimo de adopción o suscripción a

la teoría, con sus características irrenunciables y elementos secundarios.

Aunque eventualmente la teoría de Darwin sí llegó a impactar en la ciencia

mexicana,56 su mayor influencia se encontró en la política y la vida cultural de

México, en la forma de darwinismo social,57 como demuestran los discursos de los

intelectuales positivistas que se rescatan en el Capítulo II.

Cuando la teoría expuesta en El origen se convierte en darwinismo social

es utilizada para justificar “científicamente” la evolución social humana y el

progreso basado en la selección natural de los individuos, grupos o naciones más

aptos. Es decir, como una validación de las desigualdades sociales y la

superioridad de razas, castas o clases sociales. Al respecto, D. Collin Wells

declaró en 1907:58

Esta explicación de cómo surgieron la infinita variedad y la jerarquía de las

formas orgánicas [la Teoría de la Evolución de Darwin] puede ser, y ha sido

aplicada, como por Spencer, a las instituciones humanas y los tipos de

pensamiento. Podemos observar el elemento heredado en ellas, su

variación en cada generación, la lucha encarnizada de las formas en

competencia, la eliminación de las formas más débiles que yacen

enterradas en la historia como los fósiles extintos.

Añade que existe cierto peligro en utilizar analogías de las teorías

biológicas para explicar fenómenos sociales, sobre todo cuando existen términos

en el campo de la sociología misma que pueden servir para este mismo fin; pero

cuando se refiere a “darwinismo social”, Wells no hace uso de analogías, sino que

56

De acuerdo con Rodrigo Vega y Ortega y Sofía González Díaz, entre 1880 y 1910 se difundieron

temas evolutivos en las páginas de El Abodado Cristiano Ilustrado, y aunque no se reprodujeron

las obras de Darwin, sí se publicaron escritos en los que los autores fundamentaban su opinión al

respecto. Ver Vega y Ortega Baez, R., & González Díaz, S. (2014). "Metodismo y evolución en

México (1880-1910)". En R. Vega y Ortega Baez, & L. Morlos Rodríguez, Estudios Históricos sobre

la Cultura Mexicana en los Siglos XIX y XX (págs. 121-154). México: Historiadores de las Ciencias

y las Humanidades A.C.

57 Es decir, la aplicación de la teoría de la evolución de Darwin al campo de la sociología humana.

58 Wells, D. C. (March de 1907). "Social Darwinism". American Journal of Sociology, 12(5),

695-716.

28

está convencido de que son categorías completamente apropiadas para explicar

los fenómenos de la sociedad. Para él, como para tantos otros darwinistas

sociales, la biología social sirve para explicar la competencia, eliminación y

supervivencia de individuos o grupos de individuos. Dichos fenómenos se pueden

medir en términos exactos y sirven para explicar la interacción de los seres

orgánicos en un nivel superior de complejidad: el social.

Para el gobierno de Porfirio Díaz, “las primeras ideas y tesis

socialdarwinistas vinieron a formar parte del corpus teórico que requerían los

liberales para justificar y legitimar su práctica en el poder. Es decir, justificar y

legitimar todas las violaciones a los principios básicos del discurso liberal”.59 Esta

utilización de la teoría no es de sorprender, ya que desde su formulación ha

servido para justificar un amplio rango de ideologías sobre la superioridad de un

grupo sobre otro.

Durante el Porfiriato, varios personajes se valieron de las teorías

evolucionistas para tratar de explicar las desigualdades sociales y legitimar la

sociedad del momento. Uno de ellos fue Emilio Rabasa, quien en Efecto moral del

periodo de paz (1920),60 declara que en Europa, los pueblos “crecieron confiados

a las leyes de la naturaleza”, y esto ocasionó que sus órganos crecieran

normalmente y en armonía, por lo que los ciudadanos se volvieron más libres y

disciplinados; “el ciudadano fue antes que la democracia” y las naciones se

volvieron más unidas. Los pueblos latinoamericanos, en cambio, aprendieron la

sumisión bajo el dominio de España, y cuando alcanzaron la libertad por medio de

la independencia, necesitaron de un dictador. Para Rabasa, aunque “la clase

superior de los pueblos de raza y educación heterogéneas” trataba de establecer

la democracia para que ésta hiciera al ciudadano, “la masa general en que habían

de cumplirse las leyes naturales, producían al dictador, creaban el poder absoluto,

59

Op. Cit., pág. 147.

60 Villegas, A. (1972). Positivismo y Porfirismo: Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio

Parra, Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes, Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez,

Horacio Barreda y Agustín Aragón. México: Secretaría de Educación Pública. Pp. 159-168.

29

que es el de la naturaleza que impone a los pueblos sin unidad, sin disciplina y sin

conciencia nacional”. Es decir, que no sólo justifica la superioridad de los criollos

sobre los indios, sino la de los españoles, ingleses y europeos en general sobre

quienes nacieron en el nuevo continente. Existe entonces, como ahora, una

dependencia económica e ideológica con otras naciones, que se traduce en una

actitud de subordinación que se espera del indio al criollo, y del criollo al “hombre

blanco”. Bajo esta visión, la nación mexicana merece y produjo un dictador.

Ante la evidencia abrumadora de la influencia del pensamiento científico en

la vida nacional, en la introducción a su libro Moreno de los Arcos sostiene que:

México no estuvo de ninguna manera al margen de la revolución científica

operada por Darwin y sus seguidores. Las controversias que suscitó la

nueva teoría tuvieron su reflejo en la ciencia y el pensamiento en general en

este país. Empero, salvo excepciones, el vehículo de introducción del

darwinismo fue el idioma francés. La dependencia cultural de México a

Francia es, quizá, la causa del pequeño retraso61 de la llegada del

darwinismo y de las polémicas que suscitó, y a la vez la causa de que los

mexicanos tomaran posiciones siguiendo en los libros franceses la

alternancia de la controversia y no se produjeran reacciones demasiado

violentas.62

Esto explica por qué cuando los pensadores mexicanos se refieren a las

teorías de la evolución, o a Darwin, en realidad sostienen planteamientos que

corresponden al darwinismo social.

¿Qué es el darwinismo?

Ante la polémica de cuándo llegó el darwinismo a México, y a fin de identificar la

influencia de la teoría de la evolución de Darwin en La raza cósmica de José

61

Todavía hoy, en un mundo globalizado, gobernado por las tecnologías de la comunicación y el

conocimiento, hacen falta meses, si no es que años —a veces toda una vida y un premio Nobel—

para que los autores sean tomados en cuenta y declarados lecturas obligadas en para los rubros a

los que se refieren. En este contexto, sería pertinente preguntarnos qué constituye, realmente, un

retraso.

62 Moreno, R. (1989 [1984]). La polémica del darwinismo en México: Siglo XIX (2a ed.). Instituto de

Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, pág. 18.

30

Vasconcelos, publicada en 1925, es necesario preguntarse ¿qué es el

darwinismo?

Aunque existe una amplia discusión sobre las características que deben

definir al darwinismo,63 he decidido utilizar la definición establecida por Rosaura

Ruiz y Francisco Ayala en El núcleo duro del darwinismo64 como marco teórico

para el análisis de La raza cósmica, por especificidad.

En palabras de Ruiz y Ayala:

El argumento central del darwinismo es que todas las especies se

reproducen en mayor proporción de la que es posible sobreviva en un

territorio. Esta sobreproducción, aunada a una limitación de recursos,

provoca una lucha por la existencia en la que los organismos portadores de

alguna variación que mejora sus posibilidades de aprovechamiento del

lugar que ocupan en la economía natural (nicho) aumentan su número de

descendientes. Los descendientes modificados orientarán la transformación

de la especie en ese nuevo sentido65. Para Darwin, las variaciones

adaptativas surgen ocasionalmente y pueden incrementar las oportunidades

reproductivas de sus portadores. Las variaciones favorables se conservan a

través de las generaciones, ya que sus portadores se reprodujeron y las

pasaron a su descendencia, las perjudiciales se eliminan y las neutras no

afectan el resultado. Este proceso de selección natural, o supervivencia

diferencial, no tiene límites y está íntimamente ligado con la reproducción.

El cambio evolutivo a través del tiempo y la diversificación de las especies

no se promueven directamente por la selección natural, pero sí pueden

resultar de ella.66

El darwinismo considera la capacidad creadora de la selección natural,

entendida como un proceso no azaroso, como un filtro que mantiene en existencia

los cambios favorables que aparecen raramente y permite la eliminación de

63

Ruiz G., R., & Ayala, F. J. (1999). "El núcleo duro del darwinismo” en: A. Puig-Samper (Eds.), El

darwinismo en España e Iberoamérica. Universidad Nacional Autónoma de México, Consejo

Superior de Investigaciones Científicas y Ediciones Doce Calles, pp. 299-323

64 Ibíd.

65 Ruiz G., R., & Ayala, F. J. Op. Cit., pág. 311.

66 Ibíd.

31

aquellas características que son perjudiciales. De tal manera que el mismo Darwin

aceptó como sinónimo de selección natural la concepción spenceriana de

“supervivencia del más apto”67 en 1868, en su obra The Variation of Animals and

Plants under Domestication;68 y utilizó la frase en la quinta edición de El Origen,

publicada en 1869.69

La selección natural es además un proceso acumulativo y gradual que

resulta en la preservación de características favorables. Es la conjunción de

muchos cambios, uno tras otro, la que permite la formación de estructuras

complejas como el ojo de los vertebrados.

Uno de los aspectos fundamentales del darwinismo es comprender a la

selección como un proceso oportunista. Quien entiende la evolución desde el

darwinismo más puro sabe que en evolución nadie ni nada selecciona las

combinaciones adaptativas: éstas se seleccionan a sí mismas al multiplicarse con

más eficiencia que las menos adaptativas. De ello deriva también la distinción

entre selección natural y selección artificial, ya que en la primera no existe un fin ni

una dirección, mientras que en la segunda sí existe un seleccionador: el hombre,

que está haciendo uso empírico del proceso que sucede en la naturaleza para

dirigirlo hacia variedades cuyas características le sean útiles.

Cabe aclarar que la selección natural no predice adaptaciones que pudieran

ser útiles en un futuro, sino que actúa conservando las características que son

67

“This survival of the fittest, which I have here sought to express in mechanical terms, is that which

Mr Darwin has called ‘natural selection, or the preservation of favored races in the struggle for life.’”

Spencer, H. (1864). The principles of biology (Vol. I) (Facsímil consultado en

https://archive.org/stream/principlesbiolo05spengoog#page/n10/mode/2up, el 1 de julio de 2014).

London: Williams and Norgate. Pág. 444.

68 “Esta preservación, durante la batalla por la vida, de variedades que poseen alguna ventaja en

su estructura, constitución o instinto, la he llamado selección natural; y el Sr. Herbert Spencer ha

expresado bien la misma idea mediante la supervivencia del más apto”. Darwin, C. (2009 [1868]).

La variación de los animales y las plantas bajo domesticación (Vol. 1). (A. G. González, Trad.)

México: CSIC/Academia Mexicana de Ciencias/UNAM/Catarata. Pp. 57.

69 Freeman, R. B. (1977). The Works Of Charles Darwin: An Annotated Bibliographical Handlist (2

ed.). Great Britain: Dawson/Archon Books. pp. 79.

32

adaptativas en un lugar y tiempo dados, que al momento de la selección es el

presente. De acuerdo con Ruiz y Ayala:

Lo central en la concepción darwinista es la combinación de AZAR Y

NECESIDAD [Mayúsculas de los autores]. […] Como sostiene Darwin, el

origen de las variaciones al azar no explica el carácter adaptativo de los

organismos. La selección natural de los organismos sujetos a los caprichos

de la mutación genética y a los retos ambientales, es la que mejor explica

las radiaciones, expansiones, cambios de una forma a otra, tendencias

ocasionales pero irregulares y las extinciones siempre presentes.70

Finalmente, el darwinismo toma en cuenta la diferenciación entre selección

natural y selección sexual, que Darwin trata brevemente en El Origen y con mayor

amplitud en The Descent of Man and Selection in Relation to Sex. La selección

sexual no depende de la lucha por la existencia, sino de la competencia entre los

machos por aparearse con las hembras, que tiene como resultado la disminución

en algún grado de la progenie del competidor y no su muerte. El dimorfismo sexual

es otro resultado de este tipo de competencia.

Además de las características antes descritas, Ruiz y Ayala señalan otros

conceptos centrales en el darwinismo, que son la variación como materia prima de

la evolución; la lucha por la existencia (que Darwin entiende como el resultado de

la conjunción entre la sobreproducción de descendencia y la evidente limitación de

recursos); la divergencia de caracteres, entendida como el aumento en la

capacidad de adaptarse a diversos lugares en la economía de la naturaleza que

resulta de la diferenciación de las estructuras entre las especies (es decir, la

especialización en la explotación de los diferentes nichos ecológicos); la

especiación o el proceso mediante el cual se producen nuevas especies (que en el

darwinismo implica la separación de dos o más poblaciones para la reproducción,

ya sea por barreras geográficas o preferencias ecológicas); la extinción, que

implica una gradualidad estricta en la modificación de las especies; y el rechazo

absoluto de la existencia de una tendencia hacia el progreso. Esto quiere decir

que no puede hablarse de una línea general en la historia de la vida, sino de

70

Ruiz G., R., & Ayala, F. J. Op. Cit., pág. 313.

33

avances en la solución de problemas planteados por el ambiente a los organismos

en un espacio y tiempo determinados. Dichos avances no siguen una tendencia al

progreso, son más bien actores incidentales, “casi al azar, de un drama que va

cambiando siempre con lentitud”.71

71

Op. Cit., pág. 322.

34

Tabla 1. Elementos esenciales que deben considerarse en el análisis

de las concepciones darwinistas

Parámetros esenciales

Selección

natural

Entendida como proceso acumulativo oportunista, no azaroso,

con capacidad creadora; y no direccional (diseño sin proyecto).

Azar Surgimiento de variedades sin un rumbo ni propósito

determinados.

Parámetros secundarios

Variación Causada por la acción directa del medio, el uso y desuso de

los órganos o la variación espontánea.

Lucha por la

existencia

Sobreproducción de descendencia que junto con la limitación

de recursos genera competencia.

Divergencia de

carácter Especialización en la explotación de recursos.

Especiación

Producción de nuevas especies por aislamiento geográfico o

aislamiento en un mismo ambiente debido a las preferencias

de tipo ecológico.

Extinción Gradualidad estricta del proceso evolutivo.

Progreso Rechazo explícito a la "tendencia al progreso".

Puntos a considerar

Argumento

"Todas las especies se reproducen en mayor proporción de la

que es posible sobrevivir en un territorio. Esta

sobreproducción, aunada a una limitación de recursos,

provoca una lucha por la existencia en la que los organismos

portadores de alguna variación que mejora sus posibilidades

de aprovechamiento del lugar (nicho) aumentan su número de

descendientes. Los descendientes modificados orientarán la

transformación de la especie en ese nuevo sentido".72

Diferenciación

clara entre

selección natural

y selección

artificial

Entendiendo que la selección natural no sigue un rumbo

determinado y la selección artificial está direccionada por el

ser humano para su propio beneficio.

Selección sexual

Competencia en una población entre individuos del mismo

género que resulta en la reproducción diferencial y no en la

muerte del competidor.

72

Op. Cit., pág. 310.

35

Es decir, que para que un autor sea considerado darwinista en el sentido

más estricto debe cumplir con, por lo menos, los parámetros esenciales señalados

en la Tabla 1; y tomar en cuenta los secundarios. Como señalan Ruiz y Ayala:

Desde nuestro punto de vista un autor que asuma las ideas centrales de

Darwin sobre selección natural y azar (aunque si te trata de autores previos

a la síntesis moderna73 además acepten la herencia de caracteres

adquiridos) debe ser considerado darwinista. Sin embargo es importante

analizar su manejo de otros temas centrales por su interés en sí mismos,

pero también porque por un lado en algunos casos pueden dar lugar a

contradicciones y por otro podrían dar lugar a la estructuración de lo que

podríamos llamar “darwinismos locales” en tanto un autor que defiende la

selección natural y el papel del azar en la evolución puede ser reconocido

como darwinista y al mismo tiempo tener una serie de ideas originales

respecto a otros [sic.] cuestiones. Esta reelaboración o modificación del

darwinismo ha ocurrido tanto con los darwinistas contemporáneos de

Darwin como con los actuales.74

Recapitulando

En suma, se puede decir que la recepción del darwinismo implicó la modificación

de la conceptualización que el ser humano tenía de sí mismo, y fue un tema

ampliamente discutido, en parte porque la teoría se percibió como contradictoria a

las doctrinas religiosas. Ello, aunado a su aplicación como herramienta explicativa

del desarrollo de las sociedades humanas, contribuyó a que la evolución

darwiniana se adoptara como sinónimo de progreso.

En México, la inestabilidad política y económica, el atraso científico y la

dependencia intelectual y cultural del extranjero, causaron lo que se ha calificado

como una recepción tardía del darwinismo, mismo que fue discutido mayormente

73

La concepción de la Síntesis Moderna —como suele suceder en la historia de las ideas y los

consensos—fue un proceso, por lo que es complicado establecer una fecha exacta de lo que ha de

considerarse “posterior”. Para efectos del presente trabajo tomo como posterior toda obra

publicada después del año 1942, fecha en la que se editó por primera vez Evolution: The Modern

Synthesis, de Julian Sorell Huxley.

74 Ruiz G., R., & Ayala, F. J. Op. Cit., pág. 315.

36

en los ámbitos social y político en la forma de darwinismo social y no en el sentido

estricto de darwinismo al que hacen referencia Ruiz y Ayala, que no es aplicable

en aquellos casos en los que se presenta un discurso evolutivo no darwinista. La

definición de darwinismo de Ruiz y Ayala será retomada más adelante (Capítulo 3)

como parte del análisis de La raza cósmica.

37

Capítulo II. Porfiriato, positivismo y la Revolución Mexicana

En 1888, cuando Porfirio Díaz (1830-1915) alcanza la estatura dominante por la

que ha venido trabajando desde el inicio de su mandato,75 Vasconcelos es apenas

un niño de seis años. Para 1911, cuando cae el gobierno de Porfirio Díaz,

Vasconcelos es ya un joven adulto que nació y creció en un país y una sociedad

autoritarios, y que no está de acuerdo con la ideología y las prácticas bajo las que

ha vivido durante casi treinta años.76

Para comprender la postura que expresa en La raza cósmica es necesario

tener en cuenta cuál es el régimen contra el que se rebeló en compañía de

personajes como Francisco I. Madero (1873-1913), Luis Cabrera (1876-1954) y

Federico González Garza (1876-1951), entre muchos otros hombres y mujeres

que se levantaron contra el gobierno. En este segundo capítulo se presenta un

breve recuento de lo que fue y lo que significó para México el Porfiriato.

75

Velásquez García, E. [. (2010). Historia General de México Ilustrada (Vol. II). (pág. 134) México:

El Colegio de México; Cámara de Diputados, LXI Legislatura.

76 En Ulises Criollo el mismo Vasconcelos escribe “… yo no tenía motivo propio de queja contra el

régimen… Sin pertenecer ni remotamente a cualquiera de las facciones gubernamentales, veía

crecer mis entradas, poseía casa propia y porvenir seguro. Pero ¿qué sabe nadie de los motivos

profundos que van determinando el destino? La convicción de que el porfirismo era una cosa

podrida y abominable había ido arraigando en mi sensibilidad. La evidencia de los atropellos

diarios cometidos a ciencia y paciencia del régimen y un sentimiento de dignidad humana ofendida

convertían en pasión lo que primero había sido desagrado y sorpresa…” [Vasconcelos, J. (2006

[1935]). Ulises Criollo (3a ed.) (pp. 267-268). México: Porrúa]. Si realmente se sentía asqueado de

vivir bajo ese gobierno o si se trata de una opinión que fue creciendo al ver los hechos en

retrospectiva es un punto debatible, pero para Vasconcelos esa era su verdad y así la transcribo en

este documento.

38

La ideología del Porfiriato o de cómo el positivismo avivó las

brasas del fuego revolucionario

Según Cosío Villegas,77 al tomar la presidencia, Porfirio Díaz y su grupo de

tuxtepecanos tenían poca o ninguna experiencia en la ciencia y el arte de

gobernar, por lo que se hizo necesario un duro aprendizaje político y

administrativo.

Para Sandra Kunts Ficker y Elisa Speckman Guerra (2010), el Porfiriato

recibió varios legados. Por un lado, un país agotado por décadas de guerra civil,

dividido y heterogéneo, con una economía pobre y poco desarrollada; y por otro,

toda una gama de proyectos y leyes comprometidos con la modernización del

país, que el Porfiriato abrazó como suyos.78

Fue una etapa de intenso desarrollo y crecimiento económico para México,

gracias a lo cual aumentó la población, crecieron las ciudades, mejoraron el

transporte y las comunicaciones y se desplegaron esfuerzos en salud y educación.

Sin embargo, ello no significó una mejora generalizada en la calidad de vida de las

personas ni la superación de las desigualdades sociales y regionales79.

Aunque Díaz trabajó para validar, por la vía política, lo que había logrado

con las armas, la paz porfirista fue sobre todo una “paz forzosa”. En los primeros

años fue conciliador con sus contrincantes pacíficos, pero aplicó mano dura contra

quienes amenazaban con las armas el orden y su gobierno. Más tarde, la

estrategia se centró en la consolidación de un gobierno federal que ganó más

facultades a costa de los estados, y donde el poder ejecutivo llegó a predominar

por sobre el legislativo.80

77

Cosío Villegas, D. (1972). Historia Moderna de México. El Porfiriato: La vida política interior

(Segunda parte). (p. IX) México: Hermes.

78 Kuntz Ficker, S., & Speckman Guerra, E. (2010). "El porfiriato". En Historia General de México

Ilustrada (Vol. II). México: El Colegio de México; Cámara de Diputados, LXI Legislatura, pp. 134-

195.

79 Ibíd.

80 Ibíd.

39

Más allá de las coyunturas políticas, en palabras del propio Cosío Villegas:

Quizá el más importante de los rasgos comunes a la República Restaurada

y el Porfiriato —y, por lo tanto de nuestra historia moderna— sea el de una

sociedad que, tras desgarrar la maraña tradicional, se siente nueva y capaz

de elegir libremente el modelo de la Europa occidental como más moderno

y ventajoso.81

Alrededor de 1888, Díaz decidió que era hora de cambiar de aires y retirar

de la vida política a sus antiguos compañeros de armas y de generación. A partir

de entonces comenzó a rodearse de gente más joven y refinada. Fue así como

comenzó a formarse en el seno de la burocracia mexicana el denominado grupo

de “los científicos”:82 una nueva generación de políticos que provenía de la clase

media urbana, contaba con un grado educativo más alto que el promedio y

compartía una concepción y una filosofía positivistas83 de la historia y de la

sociedad. Como se vería después, esta nueva clase pretendía aplicar los

81

Cosío Villegas, D., & González Navarro, M. (1973). Historia Moderna de México. El Porfiriato: La

vida social. México: Hermes, pág. XVI.

82 González y González, L. (2012). Alba y ocaso del porfiriato. (FCE, Ed.) DF, México. Edición

Kindle. Pos. 127.

83 En su Introducción a Positivismo y Porfirismo, Abelardo Villegas explica: “La palabra positivismo,

usada para designar una serie de corrientes de pensamiento que tuvieron vigencia en México en el

último tercio del siglo XIX y en las primeras décadas del XX, puede ser tomada en dos sentidos,

uno estricto y otro lato o amplio. En el primero de los casos se trataría de la influencia del

pensamiento de Augusto Comte en México, ya que la filosofía de Comte es la que estrictamente

puede ser denominada positivismo. En sentido amplio, la palabra designaría toda suerte de

doctrinas que exaltaron el valor de la ciencia, y principalmente el darwinismo y el evolucionismo de

Herbert Spencer que, desde luego, tienen parentescos conceptuales con la filosofía de Comte”.

Esta obra utiliza la segunda de las acepciones para explicar la utilización del discurso científico

durante el Porfiriato para justificar las desigualdades sociales y las medidas adoptadas por el

gobierno.

Para una definición más amplia se puede consultar:

Villegas, A. (1972). Positivismo y Porfirismo: Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio

Parra, Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes, Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez,

Horacio Barreda y Agustín Aragón. México: Secretaría de Educación Pública.

40

principios y los métodos de la ciencia a la resolución de los problemas sociales, de

donde proviene su sarcástico apodo.84

De acuerdo con Luis González y González, los científicos eran una

generación joven: no más de 50 individuos bien educados, todos menores de 50

años:

[Los científicos] eran gente nacida después de 1840 y antes de 1856,

hombres que en 1888 andaban entre los 32 y los 48 años de edad. Los

cientísicos85 nunca fueron más de 50 y las figuras mayores únicamente

Francisco Bulnes, Sebastián Camacho, Joaquín Diego Casasús, Ramón

Corral, Francisco Cosmes, Enrique C. Creel, Alfredo Chavero, Manuel

María Flores, Guillermo de Landa y Escandón, José de Yves Limantour, los

hermanos Miguel y Pablo Macedo, Jacinto Pallares, Porfirio Parra, Emilio

Pimentel, Fernando Pimentel y Fagoaga, Rosendo Pineda, Emilio Rabasa,

Rafael Reyes Espíndola y Justo Sierra Méndez. Fuera de estos 20, el

dictador usaría los servicios de otros cinco hombres prominentes de la

misma generación de los anteriores: Joaquín Baranda, Diódoro Batalla,

Teodoro Dehesa, José López Portillo y Bernardo Reyes. En suma, 20 de la

mafia “científica”, cinco sueltos y varios supervivientes de la generación

anterior serán notables del periodo 1988-1904, si a ellos se agregan un par

de obispos (Ignacio Montes de Oca y Eulogio Gillow; otro par de poetas

(Salvador Días Mirón y Manuel Gutiérrez Nájera), y un pintor, José María

Velasco. […] 11 eran capitalinos. Había un trío de norteños (Corral, Creel y

Parra), un cuarteto del sureste (Casasús, Pineda, Rabasa y Sierra).

Camacho era de Jalapa y Pallares de Morelia. Con excepción de Corral y

Creel, los científicos honorarios, los demás fueron urbanos hasta las

cachas; todavía más capitalinos puros, y más aún, de la crema y nata de la

ciudad capital. Todos en mayor o menor cuantía, llegaron a ignorar la vida

ranchera y pueblerina. […] Los más de aquellos “niños bonitos” provenían

de gente de pocos recursos, de gente de nivel medio. Eso sí, eran urbanos

y estuvieron en la escuela; una mitad en la Escuela Nacional Preparatoria.

Autodidactos, o casi, fueron Corral y Creel, que no ignorantes. Once, ya de

la escuela Nacional de Jurisprudencia, ya de alguno de los institutos

estatales, presumían de su título de abogado. Además, hubo un par de

médicos (Flores y Parra) y otro de ingenieros (Bulnes y Camacho). Todos,

84

Kuntz Ficker, S., & Speckman Guerra, E. Op. Cit.

85 Peyorativo aplicado al grupo de los científicos derivado de la palabra tisis, nombre popular con el

que se conoce a la tuberculosis.

41

sin excepción fueron tribunos de primer orden. […] Fue aquél un equipo de

licenciados, tribunos, maestros, periodistas y poetas.86

Como puede verse, en una época en la cual la mayor parte de la población

difícilmente asistía a la escuela primaria (ya ni hablemos de completarla), el

dictador mexicano hizo lo que pudo por rodearse de eruditos.

Aunque la administración de los científicos era honrada y eficiente –según

Raat87– ellos y otros personajes políticos lograron enriquecerse aprovechando su

influencia en el gobierno de Díaz.

Por lo general, los científicos tendían al racismo y justificaban su desdén

por la población indígena como una consecuencia de su adhesión al positivismo

comtiano88 y a la teoría de la evolución social de Herbert Spencer:

El positivismo, como doctrina oficial, concebía la superioridad de la élite

dominante de industriales, banqueros y del clero positivista; por lo que

respecta a Spencer, éste sólo se refería a cierta ineptitud biológica de los

que resultaban, por esto, inferiores para adaptarse a un ambiente social

determinado. […] Los científicos seguían al positivismo francés con pleno

conocimiento de causa.

Puede probarse que algunos científicos tenían actitudes racistas, ya sea

porque creían que el indígena era biológicamente inferior o porque su

inferioridad social provenía de causas biológicas. Es decir que el indígena

había fracasado o estaba destinado a fracasar en la lucha de “la

supervivencia del más apto.89

Por ejemplo, en Tres razas humanas90 el político, orador y periodista

Francisco Bulnes afirma que lo que hace diferente al hombre de los demás

86

González y González, L. Op. Cit. Pos. 130-146.

87 Raat, W. D. Op. Cit., pág. 109.

88 En su obra, Raat sostiene que los científicos no eran positivistas (p. 141), ya que no se atenían

en estricto sentido a la doctrina comtiana, sin embargo, este estudio adopta una definición amplia

de positivismo que toma como característica medular la exaltación del valor de la ciencia, por lo

que para efectos del análisis se considera a los científicos como positivistas.

89 Raat, W. D. Op. Cit, pág.120.

90 Bulnes, F. (1972 [1899]). "Las tres razas humanas". En A. Villegas, Positivismo y Porfirismo:

Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio Parra, Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes,

42

animales es su tendencia al progreso, a la mejora vista desde una perspectiva

material, moral e intelectual. Sostiene que la justicia es variable si se toma en

cuenta la moral evolucionista, y sobre el indio declara:91

es desinteresado, estoico, sin ilustración; desprecia la muerte, la vida, el

oro, la moral, el trabajo, la ciencia, el dolor y la esperanza. Ama cuatro

cosas seriamente: los ídolos de su vieja religión, la tierra que le da de

comer, la libertad personal y el alcohol, que le procura fúnebres y sordos

delirios.

Bulnes no es el único ejemplo de este tipo de pensamiento. En ¿De qué

lado está el verdadero patriotismo?92 (1886), Francisco G. de Cosmes reflexiona

sobre el rumbo que debe seguir la nación mexicana y manifiesta:

Si mis adversarios prescindiesen un momento de su irremediable manía de

querer simplificar demasiado, por odio al estudio y a la meditación, los

arduos problemas de la sociología, si renunciasen a generalizar, en un abrir

y cerrar de ojos, las primeras observaciones superficiales que se les

presentan, se fijarían en que hay dos elementos componentes de la actual

nacionalidad mexicana: uno de ellos apto para la civilización, el

descendiente, por la sangre o por el espíritu, de los españoles; y el otro

completamente inepto para el progreso, el indígena.

Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez, Horacio Barreda y Agustín Aragón. México: Secretaría de

Educación Pública, pág. 137.

91 “La diferencia radical, completa, entre el hombre y las demás especies zoológicas, consiste en

que el hombre es un animal progresista, mientras que los demás animales son estrictamente

conservadores. Los cambios progresivos, que tienen lugar en las especies animales inferiores al

hombre, se verifican sin la intervención de la conciencia de los individuos de cada especie.

En la humanidad, las especies conservadoras experimentan en su organismo una especie de

mineralización que las inclina hacia la mutabilidad y pasivismo de las rocas; las razas progresistas

favorecen sin cesar la evolución que necesariamente las mejora bajo el punto de vista material,

intelectual y moral

Las razas superiores son las resueltas a no conservar más que la verdad en la esfera intelectual.

La justicia es variable en el terreno de la moral evolucionista y en el dominio económico nada se

puede conservar, pues todo es susceptible de indefinido progreso”. Ibíd.

92 G. de Cosmes, F. (1972 [1886]). "¿De qué lado está el verdadero patriotismo?". Op. Cit., pp.

126-131.

43

Para Cosmes, el indio en general no es apto para la civilización y su valor

es equiparable al de los animales de carga, ya que sólo puede aportar a la nación

su fuerza física, dirigida por una inteligencia escasa. Aún antes de la Conquista, él

ve en el indígena un pueblo rudimentario que apenas acababa de transitar de la

vida nómada a la sedentaria y que para todo efecto se encontraba en la edad de

piedra al momento de caer bajo el dominio Español. Encuentra además en el

contacto con la civilización española, a todas luces más avanzada, la prueba de

que el indio nunca poseyó cualidades intelectuales, pues de haberlas tenido, éstas

se hubiesen potenciado.93

93

“No se me citen excepciones; no se me hable de indios ilustrados, ni de indios que fueron

grandes hombres, como Juárez, por ejemplo: de lo particular no pueden deducirse consecuencias

lógicas con relación a lo general. Estudiemos a la masa indígena en conjunto, y dígaseme en

donde están sus aptitudes para la civilización. ¿Acaso el indio de nuestros días se distingue en

algo del indio del tiempo de la Conquista? ¿Por ventura ha sacudido el yugo de esa rutina, o mejor

dicho, de esos instintos, que apenas le dan un lugar un poco más elevado que el de las bestias de

labor? ¿Puede prestar a la patria y a la causa del progreso otro contingente que el de sus brazos,

dirigidos por una inteligencia escasísima e incapaz de generalización? Se me dirá: ‘El yugo de la

Conquista atrofió sus facultades intelectuales.’ ¿Y eran grandes esas facultades antes de Cortés?

¿En dónde están los restos de esa civilización prodigiosa de que hablaban tanto los

conquistadores, para dar mayor realce a su empresa? Lo que yo veo es que en el orden moral, los

pobladores de esta región de América eran fetichistas y antropófagos, y carecían por completo de

la verdadera noción de patria: no se explica de otro modo, así la ayuda que prestaron a Cortés los

tlaxcaltecas contra los mexicanos, como la rápida y resignada sumisión de éstos, luego que

Cuauhtémoc cayó en manos de los españoles. En el orden material, apenas conocían la

agricultura, y los instrumentos de labranza más rudimentarios; vivían casi desnudos y en chozas

infelices, iguales a las que sus descendientes habitan hoy todavía. En una palabra, acababan de

pasar de la vida nómade a la vida sedentaria, y se encontraban, al realizarse la Conquista, en la

edad de la piedra pulimentada. ¿Cuáles fueron, pues, las facultades intelectuales del indio que

atrofió el yugo del conquistador? Aun concediendo que estas facultades hubiesen existido, es

indudable que el contacto de los primeros pobladores con una civilización más adelantada, como lo

era la española, las hubiera desarrollado poniéndolas en condiciones mejores de progreso. Pues,

ni moral, ni materialmente hablando, las repetidas facultades pudieran desarrollarse. En religión,

que es la primera manifestación moral de la humanidad, la Conquista no logró más que sustituir los

ídolos de piedra con imágenes, a las cuales los indios rendían y siguen tributando el mismo culto

supersticioso y casi idólatra. Y en cuanto a progreso material, ¿qué adelantos ha realizado la raza

indígena en nuestro suelo? No ha dado un paso por sí sola, después que la civilización de España

le enseñó a labrar groseramente la tierra, y a vestirse con telas más groseras todavía. ¡Ah! Pero la

esclavitud en que vivía…” Ibíd.

44

En 1895 retoma sus reflexiones en “Vuelta a la Carga” y sostiene que entre

las ciencias que asisten a la sociología, la biología es la que mejor explica la

independencia mexicana, ya que ésta responde al fenómeno biológico por el cual

un organismo se separa de su ancestro para formar vida propia. Para Cosmes, la

independencia fue una consecuencia natural del proceso de mestizaje, que

permitió que la nación se formara y adquiriera los elementos que necesitaba vivir

por sí sola, sin necesidad de asistencia:94

Su independencia [de México] obedeció a la ley natural del progreso, en

virtud de la cual el organismo nuevo que tiene suficiente vigor para vivir y

regirse por sí, debe separarse del tronco de donde procedió. Esta es la

verdadera razón de nuestra independencia: no absurdas reivindicaciones

94

“Entre todas las ciencias concurrentes de la sociología, la biología es la que más auxilio presta

para fijar el verdadero concepto filosófico que de la independencia mexicana debe tenerse, porque

es, en realidad, un fenómeno biológico el acto en virtud del cual un organismo humano, llámese

individuo o sociedad, se separa del ser de quien procedió, para hacer vida propia.

Desde luego se comprende que, siendo condición indispensable de toda emancipación la

realización del fin con que se ejecuta, esto es, la existencia por sí del organismo emancipado, debe

éste haber adquirido todos los elementos necesarios para cumplir el expresado fin. Si carece de

ellos, la emancipación no es viable, y será loco o criminal todo intento que, en el sentido de ella, se

ejercite. Mientras tales elementos no existan en el organismo nacido de otro, debe permanecer

dependiente de éste, recibir su dirección, y completar sus deficiencias con los recursos vitales que

le proporciona el organismo que le dio el ser. [...]

En la filogenia de una sociedad, lo mismo que en la ontogenia de un individuo (diré para la

inteligencia de mis ilustrados contradictores, que la primera palabra significa el génesis de la

especie, y la segunda el génesis del ente individual) la formación y el desarrollo del organismo

consiste en la consistencia que van adquiriendo los elementos heredados de la paternidad. […]

La independencia, pues, de nuestra patria tuvo por causa la formación definitiva, después de tres

siglos de vivir bajo la tutela de la nación que le dio el ser con la conquista (lanzando a la vida de las

agrupaciones humanas un organismo nuevo con sus condiciones características de

diferenciación), la formación definitiva, repito de una nacionalidad dotada de todos los elementos

de que necesitaba para vivir por sí y sin ayuda extraña. […] El régimen colonial supo aprovechar

hábilmente aquellos elementos capaces de ser parte de la constitución de una nacionalidad,

elementos que encontró la Conquista en nuestro suelo. Me refiero a la población indígena

principalmente, a cuya fusión con la raza europea se debió la obra de diferenciación realizada

entre nosotros. La mezcla de blancos e indios dio nacimiento a un pueblo nuevo, que ni era del

todo español, ni tampoco era indígena, aunque sobreponiéndose en la fusión de caracteres

intelectuales y morales de la raza superior.” G. de Cosmes, F. (1972 [1895]). "Vuelta a la Carga".

En A. Villegas, Positivismo y Porfirismo: Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio Parra,

Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes, Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez, Horacio

Barreda y Agustín Aragón. Secretaría de Educación Pública. Pp. 132-136.

45

de derechos indígenas, que nunca existieron, ni odio a la nación a quien

debemos cuanto somos.95

Aunque de forma menos radical, Justo Sierra también reflexiona en “La era

actual”96 (1900-1902) sobre la estructura de la sociedad, y asegura que la

influencia de la división de razas en la evolución social es cada vez menor gracias

a la mezcla que ha tenido lugar entre la población, que es además el origen de la

burguesía dominante. Sostiene que las concepciones sobre la distribución de la

sociedad no deben tomarse en un sentido absoluto, ya que existe una filtración

constante entre las divisiones; de manera que, por ejemplo, han llegado a la

burguesía los vicios del alcohol y la superstición.

A la proposición de que dichos males emanan de la raza indígena hacia la

nueva burguesía, Sierra agrega que ambos pueden resolverse por medio del

presupuesto y la escuela; sin embargo, concluye:

Nos falta devolver la vida a la tierra, la madre de las razas fuertes que han

sabido fecundarla, por medio de irrigación; nos falta, por este medio con

más seguridad que por algún otro, atraer al inmigrante de sangre europea,

que es el único con quien debemos procurar el cruzamiento de nuestros

grupos indígenas, si no queremos pasar del medio de civilización, en que

nuestra nacionalidad ha crecido a otro medio inferior, lo que no sería una

evolución, sino una regresión. Nos falta producir un cambio completo en la

mentalidad del indígena por medio de la escuela educativa. Ésta, desde el

punto de vista mexicano, es la obra suprema que se presenta a un tiempo

con caracteres de urgente e ingente. Obra magna y rápida, porque o ella, o

la muerte.

Es decir, que es imprescindible para el progreso superar la condición

inferior del indígena mediante dos medidas: por un lado la escuela (que implica

que el indígena es capaz de aprender), y por otro la cruza racial con los tipos

europeos (las razas fuertes).

95

Ibíd.

96 Sierra, J. (1972 [1900-1902]). "La era actual". Op. Cit., pp. 76-96.

46

De acuerdo con Raat,97 la mayoría de los positivistas ortodoxos expresaron

su simpatía por la raza indígena, e incluso varios educadores defendieron

públicamente que las aptitudes intelectuales del indio eran iguales a las de la

“gente civilizada”. Tal fue el caso de Manuel Baranda (1799-1861?), quien en la

Convocatoria al Primer Congreso Nacional de Instrucción Pública98 (1889)

expresó:

lo que hasta hoy se ha hecho a favor de la desvalida raza indígena han sido

esfuerzos aislados y por lo mismo de poco alcance. Unifórmese la

enseñanza primaria obligatoria para todos los ámbitos de la República y

pronto se verá por los hechos, que no existe la pretendida inferioridad de la

raza indígena y que sus hijos son capaces de rivalizar con el blanco y el

mestizo en la lucha por el saber.99

Sin embargo, como suele ser el caso, las ofensas pesaron más que los

halagos, y para 1906 “el positivismo era un símbolo de odio para muchos

mexicanos y la difusión real de la doctrina no tenía importancia para quienes se

sentían amenazados por el símbolo”100.

En otras palabras, como sostiene Abelardo Villegas,101 el positivismo se

introdujo a México como filosofía, como sistema educativo y como arma política; y

paradójicamente, además de servir para avivar el descontento social por ser “la

filosofía dominante de la clase dominante”, también posibilitó algunos enfoques

esenciales de las doctrinas de la Revolución.102

97

Raat, W. D. Op. Cit., pág. 122.

98 Granja Castro, J. (2010). Procesos de escolarización en los indios del siglo XX. La instrucción

rudimentaria en México. Perfiles Educativos, XXXII(129).

99 Debates del Congreso Nacional de Instrucción Pública. (1889). Citado en Granja Castro, J. Op.

Cit. Pág. 68.

100 Raat, W. D. Op. Cit., pág. 89.

101 Villegas, A. (1972). Positivismo y Porfirismo: Textos de Gabino Barreda, Justo Sierra, Porfirio

Parra, Francisco G. de Cosmes, Francisco Bulnes, Emilio Rabasa, Andrés Molina Enríquez,

Horacio Barreda y Agustín Aragón. México: Secretaría de Educación Pública, pág. 12.

102 Op. Cit., pág. 21.

47

El Maestro de América

De acuerdo con Susana Quintanilla (2012),103 no existe en realidad una biografía

histórica completa de José Vasconcelos, ya que su estudio se encuentra muy

limitado por la escasez de documentos históricos, y los expertos frecuentemente

se ven obligados a regresar a sus propias Memorias. Por fortuna, no es objeto de

este estudio retomar esa labor titánica a la que siguen abocados grandes

personajes, cuyos trabajos retomo para construir un esbozo histórico de la vida y

obra de José Vasconcelos, que permita establecer un contexto adecuado para el

análisis de la obra que nos ocupa.

José Vasconcelos nació en la ciudad de Oaxaca, Oaxaca el 27 de febrero

de 1882. Primer hijo de Ignacio Vasconcelos y Carmen Calderón; su abuelo

materno fue el médico liberal Esteban Calderón y Candiani, quien huyendo de

Antonio López de Santa Anna se refugió en Nueva Orleans a mediados del siglo

XIX. Allí conoció y se sumó a Benito Juárez.104

A su regreso a México, Esteban asistió a Porfirio Díaz y sus tropas, luchó

contra los franceses durante el imperio de Maximiliano y respaldó a Sebastián

Lerdo de Tejada. Tal fue la contribución del médico Calderón y Candiani al

régimen porfirista que fue nombrado senador vitalicio de Oaxaca, cargo en el que

permaneció hasta el día de su muerte, en 1893.105

La boda de su hija Carmen e Ignacio Vasconcelos —hijo ilegítimo de

comerciantes y un hombre humilde de clase media baja— tuvo que realizarse en

secreto, pues el senador desaprobaba la unión.106

Tras el matrimonio con Carmen, Ignacio consiguió un empleo como agente

aduanero y la familia tuvo que trasladarse con frecuencia. Residieron primero en

Soconusco, Chiapas, después en Sonora y finalmente se establecieron en Piedras

103

Quintanilla, S. “José Vasconcelos”. (2012). De Conversaciones sobre historia. México: Instituto

Mexicano de la Radio/INEHRM.

104 Lago Carballo, A. (1989). Prólogo. En M. J. Sarabia Viejo (Ed.), José Vasconcelos. Madrid,

España: Instituto de Cooperación Iberamericana. Pp. 19.

105 Ibíd.

106 Ibíd.

48

Negras, Coahuila, de 1887 a 1894. Como el lugar carecía de escuelas, José

Vasconcelos asistió a la Escuela Primaria de Eagle Pass, Texas. Cuando tenía

trece años se le ofreció una beca para estudiar en Austin, sin embargo, la familia

decidió permanecer unida y viajar rumbo a la Ciudad de México. Para entonces, el

joven Vasconcelos ya era un asiduo lector y practicaba el catolicismo.107

Los meses que siguieron a la mudanza Vasconcelos asistió al Instituto de

Toluca, antes de trasladarse con su familia al sureste mexicano, donde tuvo la

oportunidad de estudiar en el Instituto de Ciencias de Campeche durante un

periodo que coincidió con el auge henequenero en Yucatán,108 que trajo

prosperidad y riqueza a la región; y con los efectos en el Caribe de la guerra entre

Estados Unidos y España. Fue en Campeche donde experimentó sus primeros

encuentros con la literatura francesa y finalizó sus estudios de secundaria.109

En 1899, decidió separarse de su familia y continuar su educación en la

ciudad de México en la Escuela Nacional Preparatoria (ENP), bajo la filosofía del

positivismo.110 Durante su estancia en la ENP adoptó una postura decididamente

anti-porfirista “por la opresión [del gobierno] a los individuos concretos en general,

y más todavía, a los individuos con dotes especiales. Esta actitud es la misma que

107

Ibíd.

108 Ayuntamiento de Mérida, Y. (s.f.). Archivo Histórico del Ayuntamiento de Mérida, Yucatán.

Recuperado el 19 de Junio de 2014, de Mérida y su historia. Periodo Porfiriato:

http://www.merida.gob.mx/archivohistorico/merida_porfiriato.html

109 Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 20.

110 “La escuela Preparatoria fue inaugurada el lunes 3 de febrero de 1868 y sus actividades se

iniciaron el mismo día. Fue don Gabino Barreda su primer director, quien tuvo que hacer frente a

los ataques que le dirigieron no sólo los espíritus retardatorios sino aun [sic.] muchos de los

liberales de su tiempo. Cuando Barreda dejó la dirección de la escuela por él fundada, para partir a

Berlín como representante de México, quedaba en pie un centro de cultura que fue capaz durante

muchas décadas de resistir el embate de sus enconados adversarios. El positivismo como sistema

pedagógico subsistió más de cuatro décadas a la fecha de la Escuela Preparatoria”.

Díaz y de Ovando, C. (1972). La Escuela Nacional Preparatoria. 1867-1910 (Vol. I). México:

Instituto de Investigaciones Estéticas. UNAM. Pp. 14 y 15. En Rojas Garcidueñas, J. (1979). El

Ateneo de la Juventud y la Revolución. México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la

Revolución Mexicana. Pp. 30 y 31.

49

llevaría después a Vasconcelos a ponerse también en contra de los regímenes

posrrevolucionarios [sic.] que no permitían la libertad de los individuos civiles”.111

Al salir de la ENP ingresó a la Escuela de Jurisprudencia, donde acreditó la

carrera de Derecho en 1905 con la tesis Teoría Dinámica del Derecho: un “alegato

metafísico antipositivista contra la pasividad de una sociedad estancada” en el que

proponía excluir a los caudillos y a la aristocracia, pues implicaban la explotación

de otros. Su planteamiento derivó en la confrontación entre razas metropolitanas y

razas coloniales, lo que marcó el punto de partida para sus obras posteriores más

conocidas,112 entre ellas La raza cósmica. En esta misma época empezó a

trabajar como amanuense en la notaría de Ignacio Aguilar y Marocho, y como

ayudante del senador porfiriano Jesús Uriarte. Asimismo, aunque siempre fue

adverso al matrimonio, en 1906 se casó con Serafina Miranda.113

En 1909, entró en contacto con Francisco I. Madero. Con él y al lado de

Gustavo I. Madero (1875-1913), Filomeno Mata (1845-1911), Roque Estrada

(1883-1966), Emilio (1858-1926) y Francisco Vázquez Gómez (1860-1933), Félix

Palavicini (1881-1952), Federico González Garza (1876-1951) y Luis Cabrera

(1876-1954), entre otros, fundó el Centro Antirreleccionista de México, el cual

defendía que se prohibiera al presidente Díaz reelegirse en el cargo, y de donde

fue secretario.114

Junto con Félix Palavicini editó el semanario El Antirreleccionista, órgano de

expresión del Centro, que salió a la calle por primera vez el 6 de junio de 1909. En

el primer número del periódico, Vasconcelos publicó el artículo “Nuestros Fines”,

en la que expresó su descontento con el régimen y que transcribo íntegro a

continuación:

NUESTROS FINES

111

Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 20.

112 Ibíd.

113 Ibíd.

114 Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 21.

50

La administración del Gral. Porfirio Díaz, con sus métodos de gobierno,

debe considerarse por terminada al final del corriente periodo presidencial.

Bueno o malo, el porfirismo ha dado ya todos sus frutos, y pretender

mantenerlo es querer mantener un cadáver fuera de sepultura.

El grupo pusilánime que por necesidades personales o cobardía desea ver

en la presidencia a un continuador de la política del general Díaz,

desconoce la verdadera situación del país y no comprende que la dictadura

como régimen morboso de gobierno debe ser transitoria y excepcional,

pues así como alguna vez fue necesaria para garantizar la paz, hoy que la

paz está cimentada, la Dictadura es un peligro para ella.

Ahora el Gobierno tiene una gran oportunidad para cubrirse de honor

devolviéndole al pueblo gradual, pero francamente, los derechos que se le

han arrebatado. Por ello, se le pide que salga al encuentro de los derechos

legítimos del pueblo y que se los dé antes de que se le arrebaten.

¡Sistemas nuevos para gentes nuevas!

Las publicaciones reeleccionistas, que reafirman su deseo de que un solo

hombre siga siendo dueño de los destinos del país, no se dan cuenta de

que la masa de esclavos a quienes se dirige ya no existen, pues fuera de su

cuerpo hay ilustración, valor y dignidad. Deben de saber que hay una clase

y un país a quien no se conquista con engaños y a quien sólo se puede

atraer con procederes honrados, por eso los mexicanos estarán, llegado el

momento, con el candidato o grupo que ofrezca mayor respeto a la ley.

Es deber de todos instruir al pueblo en sus derechos electorales y

convencerlo de que los ejercite a partir de la próxima elección, sin

importarle cada fracaso, sin que lo desaliente el fraude ni lo intimide la

fuerza. Que se demuestre que el pueblo mexicano puede hacer obra de

democracia si el Gobierno deja de impedirlo por la fuerza de las armas.

Sufragio efectivo. No reelección.115

J. Vasconcelos.

Por sus visiones radicales, el periódico sólo se editó durante seis meses,

pues Porfirio Díaz mandó cerrar sus oficinas y detener al equipo redactor.

Vasconcelos fue avisado a tiempo y pudo huir. Así fue como se convirtió por

primera vez en fugitivo, el mismo año en que nació su primer hijo, Juan Ignacio.116

El activismo político de Vasconcelos no se limitó a sus actividades en el

Centro Antirreleccionista. Gracias a su paso por la Escuela de Jurisprudencia, se

115

Vasconcelos, J. (06 de Junio de 1909). "Nuestros fines". Anti-Reeleccionista(1). Pp. 1.

116 Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 21.

51

unió a personajes como Antonio Caso (1883-1946), Pedro Henríquez Ureña

(1884-1946) y Alfonso Reyes (1889-1959),117 para crear en 1909 el Ateneo de la

Juventud.118 Tanto ellos como Vasconcelos tendrían más adelante un papel

decisivo en la vida política y cultural de México.119

Una de las actividades más destacadas del Ateneo de la Juventud fue la

realización en 1910 de las Conferencias del Ateneo de la Juventud, que cerró el

12 de septiembre con la conferencia de José Vasconcelos “Don Gabino Barreda y

las ideas contemporáneas”,120 que más que hablar de Gabino Barreda se trata de

una reflexión acerca de lo que debería construirse sobre las bases del positivismo,

descartando una filosofía que para él fue necesaria, pero que ahora debía ceder el

paso al verdadero entendimiento: el del espíritu.

Comienza su ponencia exponiendo, para el caso del positivismo, los cuatro

problemas que debe resolver una filosofía completa: el del conocimiento, el

cosmológico, el de los valores y el psicológico. Del primero afirma: de la edad

poética o teleológica del espíritu, en la que el ser humano concibe sus actitudes

reflejadas en el universo, el positivismo no logró entender que corresponde a la

117

La lista completa de socios numerarios y correspondientes y la mesa directiva, así como una

descripción detallada de sus actividades y funciones puede consultarse en Rojas Garcidueñas, J.

(1979). El Ateneo de la Juventud y la Revolución. México: Instituto Nacional de Estudios Históricos

de la Revolución Mexicana.

118 Garciadiego, J. (1996). Rudos contra científicos. La Universidad Nacional durante la Revolución

Mexicana. México: El Colegio de México/UNAM. Pp. 38.

119 De acuerdo con Samuel Ramos, “La obra cultural del ˂˂Ateneo de la Juventud˃˃… debe

entenderse como una lucha contra la desmoralización de la época porfirista. Este movimiento

intelectual revolucionario se adelantaba a la revolución política que estalló en 1910. […] La obra del

Ateneo en su totalidad fue una sacudida que vino a interrumpir la calma soñolienta en el mundo

intelectual de México. Propagó ideas nuevas, despertó curiosidades e inquietudes y amplificó la

visión que aquí se tenía de los problemas de cultura. Mediante su filosofía tendió a contrarrestar el

flujo creciente del utilitarismo, inculcando en la juventud el sentido de los valores del espíritu. El

resultado que dio aquella agitación en la década que comienza en 1910, fue elevar el tono y

ensanchar el radio de nuestra vida intelectual”.

Ramos, S. (1943). Historia de la Filosofía en México. México: UNAM, Imprenta Universitaria. En

Rojas Garcidueñas, J. (1979). El Ateneo de la Juventud y la Revolución. México: Instituto Nacional

de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana.

120 Vasconcelos, J. (2010 [1910]). "Don Gabino Barreda y las ideas contemporáneas". En C.

D. Michael (Ed.), Los retornos de Ulises. Una antología de José Vasconcelos (pp. 43-57). México:

Secretaría de Educación Pública/Fondo de Cultura Económica.

52

naturaleza misma del entendimiento; del segundo concluye que para el

positivismo, que describe los fenómenos del mundo, el por qué de las cosas está

vedado; de la moral (los valores), el positivismo incorpora tres elementos

fundamentales: la solidaridad, el altruismo y la inmortalidad; finalmente, sobre el

problema psicológico declara:

Por lo que se refiere al problema psicológico, baste recordar que el

positivismo creyó en la subordinación radical de lo psíquico a lo biológico,

de lo mental a lo orgánico; que el albedrío se explicó como lo es la caída de

los cuerpos según la ley de la atracción, sólo que misterioso en apariencia,

porque desconocemos las razones múltiples del querer, los motivos que

operan en lo que hoy se llamaría la subconsciencia.121

Una vez establecido el pasado filosófico de la nación, se pregunta qué es lo

que distingue a la modernidad, que se siente aun cuando no ha pasado medio

siglo de la enseñanza del positivismo. Dice entonces:

Creo que nuestra generación tiene derecho a afirmar que debe a sí misma

casi todo su adelanto; no es en la escuela donde hemos podido cultivar lo

más alto de nuestro espíritu. No es allí donde aún se enseña la moral

positivista, donde podríamos recibir las inspiraciones luminosas, el rumor de

música honda, el misterio con voz que llena de vitalidad renovada y profusa

el sentimiento contemporáneo. El nuevo sentir nos trajo nuestra propia

desesperación; el dolor callado de contemplar la vida sin nobleza ni

esperanza.122

De acuerdo a la conferencia de 1910, para Vasconcelos, la enseñanza del

positivismo promovida por Barrera, no dio al pueblo todo lo que necesitaba, pero sí

impidió que se retrocediera “en el camino del mejoramiento”.

121

Vasconcelos, J. (2010 [1910]). "Gabino Barreda y las ideas contemporáneas". En C. Domínguez

Michael, Los retornos de Ulises: Una antología de José Vasconcelos (pp. 43-57). México: FCE.

Pág. 47.

122 Op. Cit., pp. 47-48.

53

Sigue sus reflexiones tratando de salvar el espacio que separa a las

ciencias de las artes y buscando cuál es el mejor camino para encontrar el

significado de las cosas. Establece que en un principio la filosofía no se ocupaba

de la la cosa en sí,123 sino de su representación, y tras afirmar que “el impuso vital”

es inmaterial, asegura que cuando se obra con desinterés se desafían las leyes

naturales, en particular la biológica. Concluye:

El positivismo de Comte y de Spencer nunca pudo contener nuestras

aspiraciones; hoy que, por estar en desacuerdo con los datos de la ciencia

misma, se halla sin vitalidad y sin razón, parece que nos libertamos de un

peso en la conciencia y que la vida se ha ampliado. El anhelo renovador

que nos llena ha comenzado ya a vaciar su indeterminada potencia en los

espacios sin confín, donde todo aparece como posible. ¡El mundo que una

filosofía bien intencionada, pero estrecha, quiso cerrar; está abierto,

pensadores!124

A la luz de sus escritos posteriores, la conferencia de 1910 se lee sobre

todo como el principio de una filosofía que seguiría construyendo hasta el último

día de su vida; como la flama inicial de una pasión duradera.

También en ese año fue perseguido por la policía por publicar en México

Nuevo un artículo donde escribió, entre otras cosas, que “el porfirismo es un

cadáver y sólo hace falta enterrarlo”.125 Huyó a Nueva York y trabajó como

traductor durante tres meses. Cuando regresó a México, supo del fraude electoral

con el que Díaz perpetuaba su mandato y se unió al movimiento organizador de la

revolución (Plan de San Luis), que debía estallar el 20 de noviembre. Nuevamente

fue denunciado y viajó a Estados Unidos, donde fue representante del movimiento

maderista en Washington, mas no consiguió su reconocimiento oficial.126 En 1911,

123

El noúmeno del que se ocupa en Pitágoras. Una teoría del ritmo (1916), llevando a

mayores extremos sus reflexiones sobre la ciencia y el arte al afirmar “Por eso el misterio de todo

lo creado no lo resuelve la inteligencia ni la experiencia, cuyo ordenado conjunto constituye la

ciencia, sino sólo la intuición de belleza; sólo en el arte se contemplan y se funden los géneros, las

clases, los números, las ideas y los seres”.

124 Vasconcelos, J. (2010 [1910]). Op. Cit., pág. 56

125 Vasconcelos, J. (06 de Junio de 1910). La enfermedad del Presidente. México Nuevo, pág. 3.

126 Lago Carballo, A. Op. Cit., pp. 21.

54

vuelve a México para formar parte del comité dirigente del ahora Partido

Antirreleleccionista, apoyando la designación de Francisco I. Madero como

presidente.127 Ese mismo año nace su hija María del Carmen y Vasconcelos

comienza su relación con Elena Arizmendi (1884-1898), con quien vivió y viajó los

tres años siguientes.128

En 1912, el Ateneo cambia su nombre por el de Ateneo de México, con un

sentido de empresa nacionalista que intenta llevar al país hacia el camino liberal y

democrático mediante misiones culturales como la Universidad Popular Mexicana,

antecedente inmediato de la Secretaría de Educación Pública, que Vasconcelos

impulsaría años después.129

En 1913, tras el asesinato de Madero, Vasconcelos decide unirse al

movimiento de Venustiano Carranza. Participó en la acción internacional contra el

empréstito solicitado por Victoriano Huerta, viajando por su cuenta a Londres y

París. Posteriormente aceptó el cargo de director de la ENP que le ofreció

Carranza.130

Al tiempo que Carranza y Francisco Villa se imponían militarmente en

México, el primero mostraba su deseo de poder. Esta actitud decepcionó a

Vasconcelos, quien apoyó la instauración del gobierno pacificador de Eulalio

Gutiérrez —rechazado por Carranza — y aceptó, en 1914, el cargo de Secretario

de Instrucción Pública y Bellas Artes. Sin embargo, el gobierno de Gutiérrez fue

breve, y al mes de su entrada en México se vio obligado a huir hacia el norte del

país, ante la presión de villistas y zapatistas.131

En 1915, coincide como emisario de Gutiérrez en Estados Unidos con los

de Villa y Carranza. Durante su estancia, Vasconcelos pide al país vecino la no

interferencia en la política interior mexicana; mientras tanto, Gutiérrez renuncia a

127

Lago Carballo, A. Op. Cit., pp. 22.

128 Es la “Adriana” que menciona en su Ulises Criollo, con quien se cree que tuvo una relación

entre 1911 y 1916.

129 Ibíd.

130 Ibíd.

131 Ibíd.

55

la presidencia, dejando el poder en manos de Carranza. La inesperada decisión

del Presidente frustró profundamente a Vasconcelos, por lo que decidió quedarse

en Nueva York y dedicarse al estudio de la filosofía griega,132 que sería de gran

importancia para su obra literaria.133

En 1915, la Conferencia Panamericana resuelve la necesidad de que

México cuente con estabilidad política y el 19 de octubre de ese año, el presidente

Woodrow Wilson de los Estados Unidos reconoce a Carranza como presidente de

México. Es entonces cuando Vasconcelos, siempre conciliador, se vincula

nuevamente con el carrancismo y poco después acepta el cargo de agente

confidencial del presidente ante el gobierno inglés para evitar que se otorgara a

Victoriano Huerta cualquier ayuda. Con este propósito viaja a Inglaterra, Francia y

España, y obtiene la promesa del gobierno francés de negar su apoyo a Huerta.

Al regresar a México acepta la dirección de la ENP de la Ciudad de México,

pero pronto renueva sus críticas a Carranza, lo que ocasiona su arresto y exilio a

los Estados Unidos.

En 1917, se dedicó a escribir Prometeo vencedor (1916), El monismo

estético (1918), y Estudios indostánicos (1920),134 en los que profundiza sobre el

desarrollo espiritual que debe prevalecer sobre la filosofía científica. Así lo expresa

en su introducción a El monismo estético:135

Fui educado en la creencia de que ya no es posible construir nuevos

sistemas de filosofía. La escuela inglesa, empirista, evolucionista y plagada

de cabezas menores de ensayistas, nos condenaba a concebir el mundo

como una sucesión de hechos que deben ser expresados en estilo narrativo

y detallista. La relatividad del conocimiento científico, invadiendo las

soberanas esferas de la filosofía, transformaba los principios lógicos, la

moral y el gusto; y todo el pensamiento ligado tan sólo por las leyes de la

132

Ibíd.

133 Ibíd.

134 Lago Carballo, A. Op. Cit., pág. 23.

135 Vasconcelos, J. (2010 [1920]). "El monismo estético". En Los retornos de Ulises. Una antología

de José Vasconcelos (pp. 128-151). México: SEP/FCE.

56

materia sensible asumía el aspecto inerte, equilibrado y profuso de un polvo

de nebulosa. 136

También en este escrito reafirma su desprecio por las teorías evolutivas

darwinistas, y la filosofía y el actuar de los positivistas; sin embargo, no descarta

del todo los conocimientos producidos por la ciencia, sino que propone, en

cambio, su incorporación en una nueva filosofía.

Durante su estancia en Estados Unidos residió en Los Ángeles y San Diego

ejerciendo como abogado hasta 1920, cuando Álvaro Obregón lo llamó a México

tras haber asesinado a Carranza. A su regreso, Vasconcelos fue nombrado rector

de la Universidad Nacional por el presidente provisional Adolfo de la Huerta,137

cargo que asumió —como todos los puestos públicos que ocuparía a partir de

entonces— con un profundo sentido nacionalista y un deseo insaciable de

construir una nueva sociedad, que enalteciera el espíritu de los hombres a través

de la cultura. Durante su discurso de toma de posesión como rector138 de

Universidad Nacional de México expresó:

136

“La mayor parte de las perplejidades que hemos padecido aquí en la América proceden de

nuestra educación imperfecta; de la ausencia de criterio histórico y de sentido de proporción. Sólo

así se explica que llegáramos a ser tan obtusos como los positivistas. Para estos señores la

experiencia humana, anterior a Bacon o a Comte, no tiene ningún valor; el saber comienza con los

análisis celulares de Darwin, y no obstante que se saquea a Kant para fundar el agnosticismo, se

habla en seguida de él como de un autor alemán “que leí después de escritos mis primeros

principios”. La filosofía, el cristianismo, el pensamiento oriental, los grandes movimientos históricos,

todo esto, era la letra muerta para los sabios miopes y para los spencerianos bizcos. En fin, una

filosofía primitiva y provinciana con pretensiones de universalismo, porque representaba el poderío

material de una raza de comerciantes, antimística, antiheróica y antirreligiosa.

Lamentable es que hayamos perdido veinte o treinta años de nuestra vida espiritual en todos estos

seudocientificismos de cretinos; pero si las filosofías fundadas en unas cuantas hipótesis científicas

no resultaron dignas de la historia del pensamiento humano, es muy distinto el juicio que debemos

formar de los postulados propiamente científicos; estos contienen grandes y definitivas verdades

que necesariamente han de formar parte de todo pensamiento de lo futuro. La verdadera ciencia

no nos dice que no hagamos más filosofía, que no hagamos más metafísica, sino que nos da

elementos firmes para hacer todo eso, con método más acertado que el de nuestros antecesores”.

Ibíd.

137 Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 23.

138 Una vez más, en sus palabras asoma la filosofía que desborda La raza cósmica; ese desprecio

irrenunciable por la opresión de unos sobre otros: “La Revolución ya no quiere, como en sus días

de extravío, cerrar las escuelas y perseguir a los sabios. La Revolución anda ahora en busca de

57

En estos momentos yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir

a la Universidad que trabaje por el pueblo.139

Y así lo hizo. Como rector inicia una gran actividad en pro de la educación y

la cultura del pueblo mexicano basada en la campaña nacional contra el

analfabetismo, la presentación del Proyecto de Ley para federalizar la enseñanza,

y la creación de la Secretaría de Educación Pública, que fue aprobada en 1921,

ocupando el cargo de secretario el propio Vasconcelos.140

Como secretario de Educación Pública instituyó misiones culturales que

pretendían llevar maestros a todos los rincones del país. También decidió impulsar

el arte, por lo que a partir de 1922, se empezaron a pintar los principales edificios

los sabios. Mas tengamos también presente que el pueblo sólo estima a los sabios de verdad, no a

los egoístas que usan la inteligencia para alcanzar predominio injusto, sino a los que saben

sacrificar algo en beneficio de sus semejantes. Las revoluciones contemporáneas quieren a los

sabios y quieren a los artistas, pero a condición de que el saber y el arte sirvan para mejorar la

condición de los hombres. El sabio que usa de su ciencia para justificar la opresión y el artista que

prostituye su genio para divertir al amo injusto, no son dignos del respeto de sus semejantes, no

merecen la gloria. La clase de arte que el pueblo venera es el arte libre y magnífico de los grandes

altivos que no han conocido ni señor ni bajeza. […] Los hombres libres no queremos ver sobre la

faz de la tierra ni amos ni esclavos, ni vencedores ni vencidos, debemos juntarnos para trabajar y

prosperar. Seamos los iniciadores de una cruzada de educación pública, los inspiradores de un

entusiasmo cultura semejante al fervor que ayer ponía nuestra raza en las empresas de la religión

y la conquista. No hablo solamente de la educación escolar. Al decir educación me refiero a una

enseñanza directa de parte de los que saben a favor de los que nada saben; me refiero a una

enseñanza que sirva para aumentar la capacidad productora de cada mano que trabaja y la

potencia de cada cerebro que piensa. […] Trabajo útil, trabajo productivo, acción noble y

pensamiento alto: he allí nuestro propósito”. Vasconcelos, J. (2009). Discursos 1920-1950. México:

Trillas. Pág. 12.

139 Ibíd.

140 Sobre su paso por las instituciones de educación —que es en definitiva su labor más conocida y

su más importante legado—, es mucho lo que puede decirse. Desde el reclutamiento de profesores

voluntarios y de mujeres que apoyaron la campaña de alfabetización, ya fuera en la escuela o en

sus casas; la amplísima labor de educación que se realizó sobre salud e higiene, y los comedores

escolares financiados por los propios profesores, para que los niños pudiesen estudiar sin la

distracción del hambre y la malnutrición, la labor impulsada por Vasconcelos fue titánica y merece

sin duda un estudio aparte. Para conocer a profundidad qué fue lo que aconteció entre 1920 y

1925 en la vida de José Vasconcelos y el impacto que tuvo en la sociedad y la cultura mexicanas,

puede consultarse Fell, C. (2009 [1989]). José Vasconcelos: Los años del águila (1920-1925).

Educación, cultura e Iberoamericanismo en el México Postrevolucionario. México: Instituto de

Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México.

58

adscritos a la Secretaría por los muralistas Orozco, Siqueiros, Rivera, y Alva del

Canal, por mencionar algunos.141

En 1921, fundó una editorial para publicar libros clásicos, la revista El

Maestro, y estableció los nuevos escudo y lema de nuestra Universidad, en los

que inmortaliza su convicción más profunda, que exploraría ampliamente en La

raza cósmica: la idea de que toda América Latina debe trabajar junta hacia el

bienestar y la unidad espiritual, para crear una nueva sociedad de hombres

verdaderamente libres. Así lo expresó en el Boletín de la Universidad publicado en

julio de 1921, con fecha del 21 de abril del mismo año:

Considerando que a la Universidad Nacional corresponde definir los

caracteres de la cultura mexicana, y teniendo en cuenta que en los tiempos

presentes se opera un proceso que tiende a modificar el sistema de

organización de los pueblos, sustituyendo las antiguas nacionalidades, que

son hijas de la guerra y la política, con las federaciones constituidas a base

de sangre e idioma comunes, lo cual va de acuerdo con las necesidades del

espíritu, cuyo predominio es cada día mayor en la vida humana, y a fin de

que los mexicanos tengan presente la necesidad de fundir su propia patria

con la gran patria hispanoamericana que representará una nueva expresión

de los destinos humanos, se resuelve que el escudo de la Universidad

Nacional consistirá en un mapa de América Latina con la leyenda “POR MI

RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU”. Se significa en este lema la convicción de

que la raza nuestra elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia

espiritual y libérrima. Sostendrán el escudo un águila y un cóndor, apoyado

todo en una alegoría de los volcanes y el nopal azteca.142

Como menciona la circular, en el nuevo escudo (Figura 1) se observan

orgullosos un águila mexicana y un cóndor andino, que representan la unidad

entre México y América Latina, así como un mapa en el centro que incluye a toda

la región; en oposición al escudo anterior (Figura 2), que rezaba “Patriae scientiae

que amor salus populi est”, el conocimiento y el amor a la patria son la salud del

pueblo.

141

Lago Carballo, A. Op. Cit. Pp. 23.

142 Vasconcelos, J. (2009). Op. Cit., pág. 15.

59

Figura 1. Nuevo escudo y lema de la Universidad Nacional de México. La palabra “Autónoma” se

agregó más tarde, cuando se alcanzó la autonomía universitaria (parcialmente en 1929 y de

manera total en 1933).143

143

UNAM. (2009). Acerca de la UNAM. Recuperado el 2014 de junio de 24, de UNAM en el tiempo.

Cronología histórica de la UNAM:

http://www.unam.mx/acercaunam/es/unam_tiempo/unam/antecedentes.html

60

Figura 2. Antiguo escudo y lema de la Universidad Nacional de México.

Por sus acciones en pro de la educación y su marcado iberoamericanismo,

en 1923, estudiantes de Colombia, Perú y Panamá le otorgaron el título de

Maestro de la Juventud de América.144 Sin embargo, los roces y rompimientos con

varios de sus colaboradores —Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso, Lombardo

Toledano, y Diego Rivera—, y los cambios en la política de Álvaro Obregón, que

limitaron el presupuesto de la Secretaría a tal grado que ya no sería posible

continuar varios de los proyectos educativos, llevaron a Vasconcelos renunciar a

la Secretaría en julio de 1924. De acuerdo con Claude Fell:

Su partida frenaría —por cierto menos en lo cuantitativo que en lo

cualitativo— el impulso de la educación y la difusión cultural en México. Le

144

“La Cuarta Asamblea de Estudiantes, ansiosa de dar una prueba definitiva e inequívoca de

solidaridad hispanoamericana, y profundamente entusiasmada por la obra admirable realizada

desde México y con proyecciones sobre el sur del continente por el señor licenciado Vasconcelos,

acuerda: proclamar su nombre como Maestro de la Juventud de Colombia y hacer un llamamiento

a las federaciones estudiantiles de América para que sigan su ejemplo.” "Instalación de la Cuarta

Asamblea de Estudiantes, Proclamó a Vasconcelos Maestro de la Juventud". (15 de mayo de

1923). El Diario Nacional. En Fell, C. (2009 [1989]). Op. Cit., pág. 570.

61

faltó tiempo. Su obra habría tenido alcances aún mayores si hubiese podido

continuar algunos años más. Según revela Pedro Henríquez Ureña en una

carta inédita a Alfonso Reyes —17 de noviembre de 1923—, Vasconcelos

hubiere querido continuar a la cabeza de la SEP tras el periodo de Obregón

para proseguir su trabajo, pero también para presentar en condiciones

óptimas su candidatura a la presidencia de la República en 1928. Mas,

según Henríquez Ureña, Vasconcelos no pudo soportar el aislamiento

político en que se encontró a su regreso de Sudamérica: “La realidad es

que él se sintió aislado, postergado, y deshechos sus sueños de

candidatura presidencial, y hasta quizás de poder continuar en el gobierno,

con lo cual su candidatura, de no ser en 1924, sería en 1928.”145

El mismo año que dejó la Secretaría contendió como candidato al gobierno

del Estado de Oaxaca, pero la campaña fue un fracaso y decidió nuevamente

dedicarse a escribir. Aceptó la corresponsalía en el extranjero de El Universal y se

exilió voluntariamente hasta 1929.146

Durante esos años recorrió Europa, llegando hasta Estambul, y residió un

tiempo en París, desde donde enviaba artículos llenos de insultos contra Plutarco

Elías Calles por haber llevado a México, decía, a un nivel más degradado que el

Porfiriato.147 También imparte conferencias en universidades y publica La raza

cósmica (1925), Indología (1927) y Tratado de metafísica (1929).

La raza cósmica intenta definir el lugar de América Latina en el marco de la

cultura mundial y la importancia del mestizaje para la creación de una nueva raza,

descendiente directa del pueblo atlante, que significará la unidad y culminación

espiritual de la humanidad. Indología es una ampliación de La raza cósmica que

propone el ascenso hacia la quinta raza, para lo cual las civilizaciones deben

atravesar primero los estados de barbarie, democrático, económico, técnico y

estético, del que emana la raza cósmica.

En el capítulo siguiente se describe y analiza el contenido de La raza

cósmica, bajo una perspectiva biológica, basada en lo propuesto por Ruiz y Ayala

en El núcleo duro del darwinismo, a fin de explorar la influencia de la teoría de la

145

Fell, C. (2009 [1989]). Op. Cit., pág. 668.

146 Lago Carballo, A. Op. Cit., pág. 23.

147 Ibíd.

62

evolución de Charles Darwin en el pensamiento del filósofo mexicano José

Vasconcelos. Aunque sumamente interesante, Indología no será objeto del

análisis del presente trabajo.

63

Capítulo III. La raza cósmica: un darwinismo literario

La raza cósmica es un ejemplo de la influencia de la teoría de la evolución de

Darwin en la literatura mexicana. En ella, Vasconcelos expresa su rechazo al

darwinismo como justificación de la superioridad de las razas europeas, sin

oponerse a la evolución; y propone, en cambio, el mestizaje como camino hacia

una quinta raza universal, que supere a todas las anteriores.

Con base en lo anterior, este tercer capítulo explora la relación entre ciencia

y literatura, mediante un análisis retrospectivo de La raza cósmica, desde una

perspectiva biológica.

De la obra

En 1922, el presidente Álvaro Obregón (1880-1928) designó a Vasconcelos como

embajador especial para representar a México en la celebración del aniversario de

la Independencia de Brasil y la ceremonia de toma de posesión del presidente

argentino Marcelo Alvear (1868-1942), quien sustituye a Hipólito Yrigoyen. Así, de

agosto a diciembre de ese año, el entonces secretario de Educación recorre

ambos países latinoamericanos, así como Chile y Uruguay.148 A su regreso,

después de abandonar su cargo en la Secretaría de Educación Pública en 1924,

Vasconcelos revisa sus notas de viaje, y tras complementarlas con los artículos

publicados en la prensa de los países visitados —la mayoría de los cuales habían

sido reproducidos en el Boletín de la SEP—, y añadir un breve ensayo

introductorio sobre el surgimiento de una quinta raza,149 publica La raza cósmica,

en 1925.

La raza cósmica consta principalmente de dos secciones: “El mestizaje”, en

la que expone su teoría sobre la conformación de una quinta raza universal que

llevará a la humanidad hacia un estado superior del espíritu; y “Notas de viaje”,

148

Fell, C. (2009 [1989]). Op. Cit., pág. 595.

149 Op. Cit., pág. 639.

64

que alberga la descripción de su viaje por América Latina y las reflexiones que lo

llevaron a concebir “la raza cósmica”.

Para el presente trabajo, se consultó la cuarta edición de la obra (1948),150

que incluye un breve prólogo de escritura posterior al término de la Segunda

Guerra Mundial, en el que Vasconcelos afirma:

Es tesis central del presente libro que las distintas razas del mundo tienden

a mezclarse cada vez más, hasta formar un nuevo tipo humano, compuesto

con la selección de cada uno de los pueblos existentes. Se publicó por

primera vez tal presagio en la época en que prevalecía en el mundo

científico la doctrina darwinista de la selección natural que salva a los aptos,

condena a los débiles; doctrina que, llevada al terreno social por Gobineau,

dio origen a la teoría del ario puro, defendida por los ingleses, llevada a

imposición aberrante por el nazismo.

Contra esta teoría surgieron en Francia biólogos como Leclerc de Sablon y

Nöuy, que interpretan la evolución en forma diversa del darwinismo, acaso

opuesta al darwinismo. Por su parte, los hechos sociales de los últimos

años, muy particularmente el fracaso de la última gran guerra, que a todos

dejó disgustados, cuando no arruinados, han determinado una corriente de

doctrinas más humanas. Y se da el caso de que aun darwinistas

distinguidos, viejos sostenedores del espencerianismo, que desdeñaban a

las razas de color y las mestizas, militan hoy en asociaciones

internacionales, que como la Unesco, proclaman la necesidad de abolir toda

discriminación racial y de educar a todos los hombres151 en igualdad, lo que

no es otra cosa que la vieja doctrina católica que afirmó la aptitud del indio

para los sacramentos y por lo mismo su derecho de casarse con blanca o

con amarilla.

Queda claro entonces que Vasconcelos no desconoce ni está en

desacuerdo con la idea de la evolución, pero sí con su utilización para justificar la

opresión de los pueblos, que él asocia directamente con Darwin y sus teorías.

150

Vasconcelos, J. (2007 [1925]). La raza cósmica (4 ed.). México: Porrúa.

151 Cuando se habla de “hombres” en la obra de Vasconcelos y en el presente trabajo se utiliza la

acepción patriarcal en la que la palabra engloba tanto al hombre como a la mujer, y que significa

en realidad “la humanidad” o “el ser humano”.

65

Cabe resaltar que, aunque las premoniciones de Vasconcelos tienen una

carga fuertemente espiritualista —que ya ha sido analizada por otros autores152—

este trabajo no se ocupa de dicho aspecto de la filosofía vasconceliana; y se

aboca, en cambio, a identificar cuál fue la influencia de los planteamientos

evolutivos de Darwin en el discurso de Vasconcelos; aún cuando queda claro que

sus concepciones distan de ser darwinistas.

El Mestizaje

La primera sección del libro comienza con el “Origen y objeto del continente.

Latinos y sajones. Probable misión de ambas razas. La quinta raza o raza

cósmica”, y la afirmación de que de acuerdo con “geólogos autorizados” el

continente americano alberga zonas tan antiguas que preceden a los pueblos de

Oriente y Europa. En particular se refiere a la región de los Andes y a los

asentamientos mayas, quechuas y toltecas, que dice son descendientes de la

civilización atlante, de la que se habla en los diálogos de Platón.153

152

Amador Saavedra, B. (Octubre de 2013). La cultura y la misión iberoamericana en La raza

cósmica: Un acercamiento al espiritualismo de José Vasconcelos. Tesis para obtener el título de

Licenciada en Filosofía. México: Facultad de Estudios Superiores Acatlán, UNAM.

153 “… los dioses echaron suertes sobre las diferentes partes de la tierra; que los unos obtuvieron

un territorio grande, otros uno pequeño, y que todos establecieron templos y sacrificios. Neptuno, a

quien correspondió la Atlántida, colocó en una parte de esta isla los hijos que había tenido de una

mortal. […] Hizo muros y fosos con tierra y agua del mar alternativamente, unos más pequeños,

otros más grandes, dos de tierra y tres de agua, ocupando el centro de la isla, de manera que

todas sus partes se encontraran a igual distancia del mismo. La hizo por lo tanto inaccesible,

porque entonces no se conocían ni las naves ni el arte de conducirlas. […] Estos hijos de Neptuno

y sus descendientes; sometieron en estos mares otras muchas islas y extendieron su dominación

más allá, según hemos dicho, hasta Egipto y la Tirrenia. […] Era tal la inmensidad de riquezas que

ninguna familia real ha poseído ni poseerá jamás una cosa semejante. […] todos los perfumes que

la tierra produce hoy, en cualquier lugar que sea, raíces, yerbas, plantas, jugos destilados por las

flores o los frutos, se producían y criaban en la isla […]; todos estos divinos y admirables tesoros

se producían en cantidad infinita en esta isla, que florecía entonces en algún punto a la luz del sol.

[…] No se podía, sin llenarse de admiración, contemplar tanta grandeza y belleza tanta. […] Pero

cuando la esencia divina se fue aminorando por la mezcla continua con la naturaleza mortal;

cuando la humanidad superó en mucho; entonces, impotentes para soportar la prosperidad

presente, degeneraron.” (1872). “Critias”. En Platón, Obras completas de platón (P. d. Azcárate,

Trad., ed. facsimilar, Vol. 2, pp. 265-291). Madrid: Medina y Navarro Editores.

66

De acuerdo con Vasconcelos, en un principio, todas las razas estaban

unidas en un solo continente: la negra del Sur (lemurios), la de los hombres rojos

(atlantes), los amarillos y los blancos. Para él:

Explica mejor el proceso de los pueblos esta profunda hipótesis legendaria

que las elucubraciones de geólogos como Ameghino, que ponen el origen

del hombre en “la Patagonia”, una tierra que desde luego se sabe es de

formación geológica reciente. En cambio, la versión de los Imperios étnicos

de la prehistoria se afirma extraordinariamente con la teoría de Wagner de

la traslación de los continentes.154

Entonces, afirma, es de suponer que “en determinada región de una masa

continua se desarrolla una raza que después de progresar y decaer era sustituida

por otra”,155 y al separarse esta gran masa de tierra se generó la distribución

actual de las razas humanas; por lo que no sería necesario recurrir a la hipótesis

de migraciones de un continente a otro, que, en su pensamiento, son absurdas.156

Para él, la teoría de Wagner también implica que los pueblos

latinoamericanos sean descendientes del imperio atlante —cuyas huellas, según

el autor, aún son visibles en sitios como Chichén Itzá y Palenque—, ya que “la

comunicación entre Australia, la India y Madagascar se interrumpió antes que la

comunicación entre América del sur y el África”,157 lo que confirma que “el sitio de

la civilización lemuriana”158 se desvaneció antes del florecimiento de la Atlántida,

dado que éste es el último continente que desapareció, como lo demuestra el que

el Atlántico sea el mar de formación más reciente.159

En Timeo, se narra también cómo los dioses “purificaron la tierra por medio de las aguas”,

destruyendo lo que fuera el imperio atltante; y de los pocos que se salvaron fue que surgió la gran

ciudad de Atenas. (1872). “Timeo”. En Platón, Obras completas de Platón (P. d. Azcárate, Trad.,

Facsimilar ed., Vol. 2, pp. 148-264). Madrid: Medina y Navarro Editores.

154 Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 3.

155 Ibíd.

156 Ibíd.

157 Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 4.

158 Ibíd.

159 Ibíd.

67

Tras estos sucesos, de acuerdo con Vasconcelos, la raza de los atlantes

floreció y prosperó en América, hasta que cumplió su ciclo y decayó en los

imperios azteca e inca. Fue entonces cuando “la civilización intensa se trasladó a

otros sitios; deslumbró en Egipto; se ensanchó en la India y en Grecia injertando

razas nuevas.160 Este proceso de mestizaje, según Vasconcelos, consistió de

cuatro etapas y generó cuatro troncos (Figura 3): el negro, el mongol, el blanco y

el indio.

Figura 3. Etapas de mestizaje y troncos raciales.

El recuento del autor demuestra, en primer lugar, que estaba convencido de

la existencia de las diferentes razas humanas; y en segundo, que atribuye su

“evolución” por hibridación, principalmente, a motivos biogeográficos. No existe

para él un aislamiento reproductivo, pero sí uno geográfico, que se mantiene

vigente hasta que las razas se volvieron a encontrar tras el descubrimiento de

América.

Es en la civilización blanca, la colonizadora, en la que se concentran todos

sus esfuerzos de análisis, ya que —según su pensamiento— es emigradora y,

aunque se cree llamada a predominar, como otras razas se creyeron antes que

ella, ha sentado “las bases materiales y morales para la unión de todos los

160

Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 5.

68

hombres en una quinta raza universal, fruto de las anteriores y superación de todo

lo pasado”,161 a la que él denomina “la raza cósmica”.

Es evidente que el desprecio de Vasconcelos por los aires de superioridad

del “hombre blanco” no le impide establecer, quizá de manera inconsciente, la

superioridad espiritual de la raza que nacerá de América. Procede a explorar la

relación entre latinos (españoles y portugueses) y sajones (ingleses y

holandeses), analizando la historia como una pugna entre ambos pueblos por el

dominio del mundo, que “ha llegado a ser, sigue siendo nuestra época, pugna de

instituciones, de propósitos e ideales”.162 Uno de estos ideales, el más

representativo para Vasconcelos es el pensamiento científico, y muy

particularmente el darwinismo, que el sajón utiliza para respaldar su superioridad

sobre todas las demás razas.163

Camino al presagio que constituye la tesis central de esta obra, habla sobre

cómo el latino se ha dejado vencer por el sajón, sobre todo, por falta de unidad:

Despojados de la antigua grandeza, nos ufanamos de un patriotismo

exclusivamente nacional, y ni siquiera advertimos los peligros que

amenazan a nuestra raza en conjunto. […] Se perdió la mayor de las

batallas el día que cada una de las repúblicas ibéricas se lanzó a hacer vida

propia, vida desligada de sus hermanos, concentrando tratados y recibiendo

beneficios falsos, sin atender a los intereses comunes de la raza. […] Ni

siquiera se ha podido lograr la unidad nacional de los cinco pueblos

centroamericanos, porque no ha querido darnos su venia un extraño, y

porque nos falta el patriotismo verdadero que sacrifique el presente al

porvenir.164

No es entonces que Vasconcelos no sienta un “instinto” patriótico, sino que

su patriotismo es regional y se limita a Latinoamérica, ya que Norteamérica, con

161

Ibíd.

162 Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 6.

163 Op. Cit., pp. 28, 29, 31.

164 Op. Cit., pág. 7.

69

sus pretensiones de dominación —que han resultado más que ciertas— le

incomoda lo mismo que los ingleses, que en ella establecieron colonias.

En su visión del mundo, el sajón ha prosperado porque ha sabido

mantenerse unido y trabajar hacia un fin común, con ideales comunes:

La separación política nunca ha sido entre ellos obstáculo para que en el

asunto de la común misión étnica se mantengan unidos y acordes. La

emancipación, en vez de debilitar a la gran raza, la bifurcó, la multiplicó, la

desbordó poderosa sobre el mundo.165

Sobra decir que cuando se elige un enemigo común, es imposible ver en el

los diferentes matices, aun cuando estos se hayan dejado o archivado para más

tarde por el establecimiento de alianza políticas. El gran obstáculo para la unión de

los latinos, dice Vasconcelos, es la geografía accidentada del continente; y para

vencer las barreras es necesario, primero, poner el orden el espíritu. Es su

convicción que todas las razas cumplen sobre la tierra un propósito, y una vez

completada su misión desaparecen para no regresar más. Es ese el destino que él

ve para el sajón cuando afirma:

Los días de los blancos puros, los vencedores de hoy, están tan contados

como lo estuvieron los de sus antecesores. Al cumplir su destino de

mecanizar al mundo, ellos mismos han puesto, sin saberlo, las bases de un

periodo nuevo, el periodo de la fusión y la mezcla de todos los pueblos. El

indio no tiene otra puerta hacia el porvenir que la puerta de la cultura

moderna, ni otro camino que el camino ya desbrozado de la civilización

latina. También el blanco tendrá que deponer su orgullo, y buscará progreso

y redención posterior en el alma de sus hermanos de las otras castas, y se

confundirá y se perfeccionará en cada una de las variedades superiores de

la especie, en cada una de las modalidades que tornan múltiple la

revelación y más poderoso el genio.166

El párrafo anterior sugiere que para Vasconcelos, la evolución es

teleológica, tiene un fin y un propósito. Cada raza cumplió un papel en la historia, y

165

Op. Cit., pág. 10.

166 Op. Cit., pág. 13.

70

cuando se llegue al fin último, su existencia y la división en variedades ya no serán

necesarias. Por supuesto, todo ello será posible gracias a las características de

hermandad que definen a la cultura latinoamericana.

El fin último de la historia, dice, “es lograr la fusión de los pueblos y las

culturas”. Y es por eso que nuestra civilización (la latina) está llamada a asimilar y

fusionar a todas las razas para crear un nuevo tipo de hombres, alega

Vasconcelos, una quinta raza. De acuerdo con su teoría, el español tiene una

“abundancia de amor” que le permitió cruzarse con el indio y con el negro para

crear una raza nueva; a diferencia del inglés, que sólo se cruza con el blanco y

logró así el exterminio del indígena.167

Para el autor, la estética y el espíritu van ligados, y será así como se

conformará esa raza superior que será unión de todas las anteriores: mediante

una selección que permitirá el cruce de lo bello con lo bello, siguiendo una “ley del

gusto”:

el cruce de sangre será cada vez más espontáneo, a tal punto que no

estará ya sujeto a la necesidad sino al gusto; en el último caso a la

curiosidad. El motivo espiritual se irá sobreponiendo de esta suerte a las

contingencias de lo físico. Por motivo espiritual ha de entenderse, más bien

que la reflexión, el gusto que dirige el misterio de la elección de una

persona entre la multitud.168

También la estética en el arte y la cultura tendrán un papel central en la

nueva civilización, pues significan la exaltación del espíritu. Habla por ejemplo de

la nueva arquitectura:

La conquista del trópico transformará todos los aspectos de la vida; la

arquitectura abandonará la ojiva, la bóveda, y en general, la techumbre, que

responde a la necesidad de buscar abrigo; se desarrollará otra vez la

pirámide; se levantarán columnatas en inútiles alardes de belleza y quizá

construcciones en caracol, porque la nueva estética tratará de amoldarse a

167

Op. Cit., pág. 14.

168 Op. Cit., pág. 23.

71

la curva sin fin de la espiral, que representa el anhelo libre; el triunfo del ser

en la conquista del infinito.169

En la forma de las construcciones, él ve reflejada la opresión que deriva de

la división. La libertad que ha de venir de la hibridación que producirá una sola

raza homogénea significa libertad. De allí las construcciones abiertas que profetisa

para el futuro.

La ley del gusto y la estética corresponde al tercero de tres periodos que

establece en la historia de las civilizaciones: el periodo estético. El primero es el

de la violencia (el material), en el que un pueblo trata de imponerse a otro por

medio de la fuerza; y el segundo es el de la razón (el periodo intelectual), que

coloca a la lógica como guía principal de las conductas humanas, y que es, de

acuerdo con el autor, el periodo en el que se encuentra la humanidad actualmente.

Concluye la sección con el planteamiento de que los tres periodos de la

historia simbolizan “la ley de los tres estados”, y mediante el ejercicio de esta triple

ley se llegará en América, antes que en ningún otro sitio, “a la creación de una

raza hecha con el tesoro de todas las anteriores, la raza final, la raza cósmica”.170

Notas de viaje

Continúa la obra con sus “notas de viaje”, que son en esencia una descripción de

su visita a Brasil y Argentina en 1922; enfocada principalmente al enorme placer

estético y espiritual que sintió durante el recorrido. Aquellas reflexiones que son

pertinentes para el tema que nos convoca se detallan más adelante, por lo que

esta sección consiste en un trazo general del recorrido de Vasconcelos, a modo

de contexto.

La sección comienza con una “premonición”, en la que explica que años

antes de iniciado su viaje, durante su destierro a Nueva York, se sintió llamado a

169

Op. Cit., pág. 20.

170 Op. Cit., pág. 35.

72

visitar América del Sur, y desde entonces soñaba con recorrer sus paisajes; hasta

que dos o tres años más tarde fue nombrado embajador en una misión especial a

Brasil y Argentina, y finalmente pudo presenciar sus maravillas.

El recorrido de Vasconcelos por Sudamérica (Figura 4) inicia en Brasil, a

donde llegó por barco al puerto de Bahía. Destaca al leer su experiencia que aún

antes de desembarcar estaba convencido de que al sur del continente encontraría

la promesa de un futuro. En esos términos narra su discusión a bordo con un

antropólogo del Instituto XX de Washington D.C.:

Hablamos de Río de Janeiro, que nos aguarda luminoso y risueño; pero él

se acuerda de Nueva York y asegura, con toda la autoridad de su ciencia

evolutiva que hacia el tipo neoyorquino tienden o deben tender todas las

ciudades futuras. […] Pocas noches antes el darwinista había afirmado, en

conferencia pomposa, que la evolución no ha terminado, continúa su

proceso en el cerebro humano. Según los datos más recientes, decía, el

peso del cerebro sigue aumentando; el tipo humano se perfecciona, siendo

lo más adelantado en la raza blanca, y ya dentro de la raza blanca, lo más

perfecto está en los Estados Unidos, y ya dentro de los Estados Unidos, allí

donde es más pura la cepa, más o menos por el Tennessee; estos

recuerdos me provocan una carcajada, y le digo:

—Desengáñese, profesor, la civilización fracasó en Norteamérica y se está

trasplantando como siempre, hacia el Sur. Esto lo va usted a comprobar

cuando regrese a Nueva York, después de conocer Sudamérica.171

De Bahía se traslada a Río de Janeiro, que describe como una gran y

hermosa ciudad, y donde visita “la punta más hermosa de todo el planeta”: el

Peñón de Pan de Azúcar; y observa playa Botafogo.

171

Op. Cit., pág. 44.

73

Figura 4. Principales zonas visitadas por Vasconcelos durante su viaje por América del Sur, en

1922. La numeración corresponde al orden de visita. El viaje comienza en Bahía con el número 1 y

termina en Buenos Aires con el 21.

74

Sigue su trayecto a São Paulo, una de las dos regiones cercanas a la

capital que se compromete a visitar, debido a la limitación de tiempo. Allí visita una

Escuela Normal, una cárcel, el Instituto Butantan de investigación biomédica, el

Teatro Municipal, un parque y una biblioteca en las campiñas, y la hacienda

“Fazenda de Chapadao”. También viaja brevemente con sus anfitriones a

Paranaíba172 a visitar los talleres donde se elaboraban las piezas de ferrocarril. A

donde va lo acompañan muestras de hermandad y honores al pueblo mexicano,

actitud que lo complace y conmueve profundamente. De São Paulo dice “… cuna

de brasileños ilustres, fecundo en la historia del país y colmena del presente. […]

Su escudo podría ser el martillo de forja, el cafeto que despierta el espíritu y la

estrella que orienta la civilización”.173 Hay que recordar que todas estas visitas se

inscriben en un “tour” oficial organizado por el Estado, por lo que si había pobreza,

injusticia o desigualdades no llegó a presenciarlas; y en su mente, el Brasil no

albergaba sino maravillas.

Viaja después a Santos para presidir el final de la sesión de la “Bolsa de

café”, tras lo cual logra escaparse de las comitivas y recorre la playa. A su regreso

a São Paulo visita la Universidad Paulista, antes de retornar a Río de Janeiro para

celebrar el Centenario de la Independencia brasileña, que es uno de los dos

grandes objetivos oficiales de su viaje.

Tras observar los preparativos para el Centenario, antes de la fiesta visita

Minas Gerais, que describe como el Guanajuato de Brasil, cuyo exterior es pobre,

“aunque su interior sea muy rico”; y después de visitar tres poblaciones llega a

Bello Horizonte, la capital del Estado. Esa ciudad la encuentra grande y próspera,

aunque, a su juicio, aún hace falta que llegue más gente para poblarla. El día

172

Aunque existe registro histórico del recorrido de Vasconcelos por Brasil y Argentina, ya que la

prensa lo seguía fielmente, el recorrido aquí trazado se basa únicamente en lo que él declara en La

raza cósmica, por lo que se marcó la ciudad de Paranaíba creyendo que se trata de la población a

la que se refiere el autor cuando dice: “¿Fue en Paranahybo, o en algún sitio de nombre semejante

cercano a San Paulo?”. Op. Cit., pág. 65.

173 Op. Cit., p. 54.

75

siguiente a su llegada lo dedica a visitar escuelas, en compañía del ministro de

Instrucción Pública, Alfonso Penha.

También en Bello Horizonte realiza su visita oficial a Artur da Silva

Bernardes, presidente saliente de Minas Gerais y el doceavo presidente electo de

Brasil.

De Bello Horizonte se dirige a Ouro Preto. Allí conoció la Escuela de Minas

y el Museo de la Escuela, cuya colección de minerales lo dejó complacido. De esta

ciudad concluye que “quizá sea Ouro Preto la única ciudad del Brasil que recuerda

el pasado. En todas las demás, como en sus bosques y cielos, el Brasil es

porvenir”.

Continúa su recorrido pasando por Queluz —que recorre a pie por unas

horas—, hasta llegar a Barbacena. En las afueras inaugura un manicomio, cuya

estética, al estilo holandés, lo ofende profundamente. Regresa luego a la ciudad

principal y sigue su viaje hacia el Oriente. Pasa por Juiz de Fore, Copacabana,

Petrópolis y Corcovado, hasta llegar de nuevo a Río de Janeiro, donde asiste al

desfile militar que celebra el Centenario de la Independencia. La Escuela Militar de

Brasil no fue parte del programa, y a los mexicanos se les concedió el honor de

escoltar al Presidente, lo que conmovió a Vasconcelos.

En Río de Janeiro visita también la isla de Paquetá, antes de partir por tierra

en ferrocarril hasta Uruguay. Durante la trayectoria aprecia Passo Fundo, el

Paraná, Río Grande, Puerto Alegre y Santa Ana do Livramento, antes de llegar,

finalmente, a Buenos Aires, Argentina.

De Argentina se expresa con el placer esperado, aunque con menos candor

que de Brasil. Su primera visita oficial es a Yrigoyen, el presidente saliente.

Después se dirige a Córdoba y hace una breve parada de sólo cuarenta minutos

en la ciudad de Rosario, que le recuerda a Tampico. Al llegar a Córdoba elogia la

arquitectura, mezcla de coloniaje y modernidad; pero sobre todo señala las

virtudes del movimiento universitario estudiantil en Argentina.

De regreso en Buenos Aires atiende compromisos políticos y asiste gustoso

a una fiesta teatral organizada por la Unión Nacional Argentina, que le parece

76

similar a los eventos llevados a cabo en México por el entonces Secretario de

Educación Pública; y a una celebración en la Universidad de La Plata.

Quizá el sitio argentino que guardaba para Vasconcelos mayor interés

fueron las cataratas de Iguazú, que quería visitar desde que se encontraba en Los

Ángeles. En sus propias palabras “el Iguazú es la mayor fuerza virgen y libre que

hasta hoy se conoce; el pueblo que domine el Iguazú será el pueblo de América”.

De tal manera que insiste en visitar las cataratas, aún en contra de los deseos de

sus huéspedes, que deseaban que pasara más tiempo en Buenos Aires.

Inicia el camino en ferrocarril y continúa en un ferry que atraviesa el Paraná.

Durante el recorrido divisa el puerto uruguayo de Salto y visita Concordia por

treinta minutos. Asimismo, aprecia la región de Entre Ríos, se detiene brevemente

en Paso de los Libres, y asiste a un desfile de alumnos y maestros en Posadas.

Desde este poblado ve a lo lejos el puerto paraguayo de Concepción, que no visita

por falta de tiempo y porque entonces se hallaba situado por los rebeldes que se

levantaron en armas contra el gobierno durante la guerra civil paraguaya.

Finalmente, el barco atraca en Puerto Aguirre, desde donde se dirige a las

cataratas y se maravilla con el peñón Bella Vista; los saltos Lanusse, Bossetti, Los

Tres Mosqueteros, Unión, Belgrano, Floriano Peixoto; la Garganta del Diablo, y

todos los demás elementos que componen el paisaje.

El viaje termina de regreso en Buenos Aires, que califica como “nuestro

París, la capital de nuestra América”, en “el pensamiento argentino”: el último

subcapítulo de la obra.

Vasconcelos y el problema de la raza

Al leer en ensayo de Vasconcelos, salta a la vista que la raza para él es una

entidad no sólo importante, sino primordial para explicar la evolución cultural del

ser humano. Siendo “la raza” la unidad principal en la que se expresa la profecía

vasconceliana de la raza cósmica, es preciso definir qué es aquello a lo que se

refiere como “raza”.

77

Aunque, como ya se mencionó, el autor considera cuatro razas que

coexisten al momento de escribir su obra y cuatro troncales, delimitadas entre

ellas por el color de la piel, habla también de otras razas, que se caracterizan por

su ubicación geográfica, cultura, religión y alianzas políticas. De acuerdo con

Claude Fell “en la mente de Vasconcelos, [la raza] es una amalgama de conceptos

de ‘cultura’, ‘civilización’, ‘pueblo’, ‘costumbres’, ‘lengua’”.174 Así, habla, por

ejemplo, de la raza de los egipcios, las razas europeas, el negro, el blanco, el

hombre rojo, el amarillo, la raza latina, la raza iberoamericana, y la raza hebrea,

por mencionar algunas.

Para él las razas parecen ser “variedades”, en las que no existen barreras

biológicas para la reproducción; aunque cuando habla del surgimiento de las razas

actuales sí menciona barreras geográficas. Para Vasconcelos, las barreras son

más bien intelectuales, ya que menciona que “el mestizaje de factores muy

disimiles tarda mucho en plasmar”.175 Con “disímiles” se refiere a las diferencias

culturales. Sin embargo, no se trata de barreras impenetrables, pues afirma que

“los mestizajes más contradictorios pueden resolverse benéficamente siempre que

el factor espiritual contribuya a levantarlos”.176 En el componente espiritual

menciona a la religión, específicamente a la religión católica.

Esto significa que el autor da mayor importancia a la cultura, la educación y

la religión como definitorios de la raza que al color de la piel y otros rasgos físicos.

Lo que concuerda con lo propuesto por Fell.

Vasconcelos y el darwinismo: el caso de La raza cósmica

A la luz del pensamiento expresado en el resto de su obra, no es de sorprender

que el desprecio de Vasconcelos por el positivismo —y por el darwinismo en

particular— asome reiteradamente a lo largo de La raza cósmica. En una época

174

Fell, C. Op. Cit., pág. 639.

175 Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. XVII.

176 Ibíd.

78

de definiciones nacionalistas, en México como en toda América Latina,177 el

darwinismo es para el autor el estandarte del enemigo cuando afirma:

En la época contemporánea, cuando el orgullo de los actuales amos del

mundo afirma por la boca de sus hombres de ciencia la superioridad étnica

y mental del blanco del Norte, cualquier profesor puede comprobar que los

grupos de niños y de jóvenes descendientes de escandinavos, holandeses

e ingleses de las universidades norteamericanas son mucho más lentos,

casi torpes, comparados con los niños y jóvenes mestizos del Sur.178

Estas declaraciones parecen provenir de un odio casi irracional y un

prejuicio profundo hacia los sajones que nubla el pensamiento, ya que aunque

habla de unidad y de algo que cada raza puede aportar al porvenir, al mismo

tiempo descalifica deliberadamente al blanco y, en particular al europeo.

Es curioso también que pese a su rechazo verbal al positivismo adopta

frecuentemente “el método” en sus elucubraciones, como al iniciar el análisis

sobre el destino de la raza, cuando dice: “ensayemos, pues, expl icaciones, no con

fantasía de novelista, pero sí con intuición que se apoya en los datos de la historia

y la ciencia”,179 ya que, en su pensamiento, “sólo un salto del espíritu, nutrido de

datos, podrá darnos una visión que nos levante por encima de la microideología

del especialista”.180 La explicación tan criticada por él mismo cuando se expresa

en boca de los “hombres de ciencia” se convierte en válida e indispensable para

sus propias reflexiones.

Más adelante, al dividir la historia en tres periodos, sostiene que durante el

primero y el segundo —el material y el intelectual— “a causa del aislamiento y de

177

Rodriguez de Magis, M. E. (Oct de 1964). "México y las Corrientes Nacionalistas en América

Latina". Journal of Inter-American Studies, 6(4), 521-527.

178 Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 28.

179 Op. Cit., pág. 5.

180 Ibíd.

79

la guerra, la especie humana vive en cierto sentido conforme a las leyes

darwinianas”;181 y del último asevera que:

Los ingleses, que sólo ven el presente del mundo externo, no vacilaron en

aplicar teorías zoológicas al campo de la sociología humana. Si la falsa

traslación de la ley fisiológica a la zona del espíritu fuese aceptable,

entonces hablar de la incorporación étnica del negro sería tanto como

defender el retroceso. La teoría inglesa supone, implícita o francamente,

que el negro es una especie de eslabón que está más cerca del mono que

del hombre rubio. No queda por lo mismo, otro recurso que hacerlo

desaparecer. En cambio, el blanco, particularmente el blanco de habla

inglesa, es presentado como el término sublime de la evolución humana.182

Destaca en estas reflexiones que no hay un rechazo explícito a las teorías

zoológicas, sino a su aplicación al campo de la sociología humana; lo que sugiere

además que conoce la diferencia entre darwinismo y lo que hoy llamamos

darwinismo social —que él refiere en más de una ocasión como spencerianismo—,

aunque la distinción no siempre se hace evidente.

Al expresar su opinión sobre lo que juzga son los ideales del pueblo inglés,

habla de cómo la teoría de Darwin sirvió para justificar la superioridad de los

pueblos europeos:

La misma ciencia oficial es en cada época un reflejo de esa soberbia de la

raza dominante. Los hebreos fundaron la creencia de su superioridad en

oráculos y promesas divinas. Los ingleses radican la suya en observaciones

relativas a los animales domésticos. De la observación de cruzamientos y

variedades hereditarias de dichos animales fue saliendo el darwinismo,

primero como una modesta teoría zoológica, después como biología social

que otorga la preponderancia definitiva al inglés sobre todas las demás

razas. Todo imperialismo necesita de una filosofía que lo justifique. […] Los

británicos predican la selección natural, con la consecuencia tácita de que

el reino del mundo corresponde por derecho natural y divino al dolicocéfalo

de las Islas y sus descendientes. […] Nosotros nos hemos educado bajo la

filosofía ideada por nuestros enemigos, si se quiere de una manera sincera,

181

Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 28.

182 Op. Cit., pág. 28.

80

pero con el propósito de exaltar sus propios fines y anular los nuestros. De

esta suerte, nosotros mismos hemos llegado a creer en la inferioridad del

mestizo, en la irredención del indio, en la condenación del negro, en la

decadencia irreparable del oriental. La rebelión de las armas no fue seguida

de la rebelión de las conciencias.183

Más aún, incorpora en su argumento las teorías del científico anti-darwinista

contemporáneo Jakob von Uexküll (1864-1944),184 y el pensamiento de Gregor

Mendel (1822-1884) para justificar la existencia de un plan en la naturaleza, y

aclara que esto “contraría el darwinismo, por lo menos, en la interpretación de los

darwinistas que niegan que la Naturaleza obedezca a un plan”.185 Es decir que

conoce la diferencia entre la teoría de la evolución como la expresó Darwin y el

uso político-ideológico que se hizo de ella; además de que claramente se

mantiene al tanto de los avances científicos. Tal vez por ello no adopta el

darwinismo en su discurso, sino que sostiene una postura evolucionista no

darwiniana que pareciera incluso más cercana —como él mismo afirma— al

mendelismo, por basarse en la hibridación.

De la “ley de Mendel” afirma que debe formar parte del nuevo patriotismo,

pues de la defensa de “la intervención de factores vitales en la rueda motriz físico-

química”186 interpreta que “las distintas facultades del espíritu toman parte en los

183

Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 29.

184 En 1920, el biólogo y estético estonio-alemán Jakob Johann von Uexküll desarrolla el concepto

de Umwelt para explicar la relación entre el animal y el medio con base en la percepción, de

manera que cada animal reconoce su propio mundo de forma diferente a la del ser humano. El

círculo funcional de la relación del animal con el medio se compone de un mundo de percepción

(Merkwelt) y uno de acción (Wirkwelt), en los que se comprende al sujeto y la cosa. El animal sólo

percibe lo que debe percibir y todo el resto es ignorado, por lo que su interacción con el mundo se

limita a las elementos que le son relevantes.

A lo largo de su carrera, Uexküll ataca abiertamente al darwinismo en incontables ocasiones,

declarando incluso en 1951 que “hay que borrar al darwinismo de la serie de las teorías

científicas”. Para mayor referencia se puede consultar: Heredia, J. M. (2011). “Etología animal,

ontología y biopolítica en Jakob von Uexküll”. Filosofia e História da Biologia, 6(1), 69-86.

185 Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 32.

186 Ibíd.

81

procesos del destino”,187 y se convierte para él en una de las tendencias del futuro:

mendelismo en biología y socialismo en el gobierno, que junto con los factores

espirituales llevarán al surgimiento de la quinta raza.

Es tal su rechazo al darwinismo —que asocia con el dominio sajón y

norteamericano del mundo— que provoca fricciones en su recorrido por Brasil y

Argentina. La primera sucedió en el barco que lo llevaría a Bahía, con un

antropólogo norteamericano; y la segunda durante su conferencia en la ciudad de

Córdoba, en respuesta a las palabras de un profesor europeo que habló sobre la

moral fundada en la ciencia de los positivistas. Sobre su propia conferencia afirma:

Mis odios científicos se desbordaron; me burlé del darwinismo spenceriano,

juzgándolo como una moral zoológica, que debe ser superada mediante las

dotes de la conciencia y la revelación cristiana. Expliqué cómo toda la

educación pública de México había sido reorganizada conforme a la tesis

de la igualdad del indio y el blanco, y en consciente oposición de la doctrina

contraria que ciertos países profesan como una parte de la campaña del

imperialismo para la conquista de los mercados.188

De manera que, durante su viaje por América Latina, siempre que

Vasconcelos se siente adverso a algo o a alguien tiene que ver uno con dos

motivos, que además para él se encuentran interconectados: el darwinismo y la

injusticia.

En términos darwinistas: nociones evolutivas en el pensamiento

vasconceliano

Aunque Vasconcelos no formula una teoría sobre la evolución del hombre y los

animales ni se expresa, por lo general, en términos estrictamente darwinistas, para

efectos del presente trabajo, se interpreta la “teoría” de la raza cósmica bajo una

mirada biológica —inserta en el darwinismo— a fin de analizar su contenido en los

187

Ibíd.

188 Vasconcelos, J. Op. Cit., pág. 124.

82

términos que se establecen en El núcleo duro del darwinismo de Ruiz y Ayala

(Capítulo I), que evidentemente no abarcan la obra de Vasconcelos, aún cuando

es claramente evolucionista.

El caso del hombre

En La raza cósmica poco se habla de las especies zoológicas —y aún menos de

las que componen otros reinos— como algo más que elementos que embellecen

el paisaje. Sin embargo, en el caso del hombre hay un esfuerzo importante por

determinar los procesos que llevarán a la creación de una quinta raza.

En cuanto al surgimiento primero del hombre y de otras especies,

Vasconcelos afirma que todo fue creado por una “fuerza que asciende”. Gracias a

ella todo en la creación es hermoso, y el único error es el hombre, a menos que

sólo sea un tránsito. Asimismo, al visitar las playas más allá de Copacabana

reflexiona que “la Naturaleza crea por géneros, no por individuos”.

A lo largo de la obra no se aprecian conceptos centrales para el

darwinismo; pero sí secundarios, que aunque con modificaciones, pueden

identificarse dentro de la explicación vasconceliana de la formación de razas. Por

ejemplo, al tratar de explicar el mestizaje, cómo ha venido sucediendo a lo largo

de la historia y cómo será en el futuro, considera el factor de la variación y piensa,

tal vez sin advertirlo, en términos de cuasi-selección natural, artificial y sexual;

como se explica a continuación.

Variación

Para Vasconcelos hay variedades entre los hombres, que se identifican sobre todo

con el color de piel, el instinto y las inclinaciones del espíritu. Como se vio en el

apartado de Mestizaje, clasifica los tipos humanos en cuatro troncos iniciales

(negro, rojo, amarillo y blanco) y cuatro razas actuales (negro, oriental, blanco e

indio), que son diferentes de las iniciales. Dos de las razas actuales (blanco e

83

indio) descienden del tronco de la raza blanca, mientras que la raza de los

hombres rojos se extinguió en América.189

Pese a las diferencias identificadas, es claro que para Vasconcelos la

especie humana es una sola cuando declara: “el blanco tendrá que deponer su

orgullo, y buscará progreso y redención posterior en el alma de sus hermanos de

otras castas, y se confundirá y se perfeccionará en cada una de las variedades

superiores de la especie”;190 pero el que sea una sola no le impide ver en la

variedad que ubica en América Latina una raza superior a las demás.

Con las variedades de hombres que se encuentran en la naturaleza,

Vasconcelos vaticina una mezcla que llevará a una raza universal, que ya no se va

a definir sólo por el color de la piel o por rasgos particulares. Esta raza, la raza

definitiva, culminación de todo lo pasado, requiere de ciertas condiciones para

surgir. En sus propias palabras:

Para acercarnos a este propósito sublime es preciso ir creando, como si

dijéramos, el tejido celular que ha de servir de carne y sostén a la nueva

aparición biológica. Ya fin de crear ese tejido proteico, maleable, profundo,

etéreo y esencial, será menester que la raza iberoamericana se penetre de

su misión y la abrace como un misticismo.191

Es decir, que, aunque no habla de eliminar deliberadamente las razas

inferiores, éstas sí tenderán a desaparecer, de manera natural, al unirse —o

diluirse— con la raza latina.

Habla también de la aparición de variaciones por el “cruce de contrarios”, lo

que amplía las posibilidades disponibles para la cruza humana. Este concepto se

explora a mayor detalle en la sección de selección sexual; sin embargo, es preciso

189

Cuando Vasconcelos habla del “indio” se refiere a veces al indígena latinoamericano y otras al

indostán; sin embargo, no parece considerar al indígena como una raza, ya que, aun cuando dice

que desciende del hombre rojo, queda fuera en el recuento de los tipos humanos.

190 Op. Cit., pág.13.

191 Op. Cit., pág.17.

84

destacar que en este punto se manifiesta el concepto de azar, entendido como el

surgimiento de variedades sin un rumbo ni un propósito determinado.

En el pensamiento de Vasconcelos, durante el proceso de mestizaje que

llevará a la quinta raza, las variaciones al azar que surgieron por el cruce de

contrarios se seleccionarán conforme a la ley del gusto. Es decir que las

variaciones no aumentan la posibilidad de supervivencia, pero sí la de

reproducción.

Selección artificial

Al hacer un recuento de los procesos de la historia, Vasconcelos habla del

esfuerzo infructífero de los sajones por construir castas de raza pura. Al respecto,

afirma:

La Historia demuestra que estas selecciones prolongadas y rigurosas dan

tipos de refinamiento físico, curiosos, pero sin vigor; bellos con una extraña

belleza, como la casta brahmánica milenaria, pero a la postre

decadentes.192

Esta selección rigurosa para perfeccionar la raza y mantener su pureza, no

es sino la selección artificial del hombre sobre sí mismo para favorecer los

caracteres que le resultan más dignos mediante limitaciones arbitrarias y barreras

sociales en la selección de parejas reproductivas.193

192

Ibíd.

193 En 1904, Francis Galton definió la eugenesia como “la ciencia que se ocupa de todas las

influencias que mejoran las cualidades innatas de una raza y también de aquellas que las

desarrollan hasta su máximo provecho” (Galton, F. (Jul de 1904). "Eugenics: Its Definition, Scope,

and Aims". The American Journal of Sociology, 10(1), 1-25). A partir de la década de 1920, el

movimiento cobró fuerza en México, siendo Vasconcelos uno de sus clásicos representantes. Para

un análisis más amplio sobre el movimiento eugenético en el México de la primera mital del siglo

XX se puede consultar: Urías Horcasitas, B. (2007). Historias Secretas Del Racismo en México

(1920-1950). México: Tusquets Editores.

85

Selección natural

Una vez expuesto el planteamiento del surgimiento de una quinta raza en el

continente iberoamericano, Vasconcelos procede a analizar cómo y por qué

prosperará el mestizaje en América, y declara:

Después de examinar las potencialidades remotas y próximas de la raza

mixta que habita el continente iberoamericano y el destino que la lleva a

convertirse en la primera raza síntesis del globo, se hace necesario

investigar si el medio físico en el que se desarrolla dicha estirpe

corresponde a los fines que le marca su bioética. La extensión de que ya

dispone es enorme; no hay, desde luego, problema de superficie. La

circunstancia de que sus costas no tienen muchos puertos de primera

clase, casi no tiene importancia, dados los adelantos crecientes de la

ingeniería. En cambio, lo que es fundamental abunda en cantidad superior,

sin duda, a cualquiera otra región de la tierra; recursos naturales, superficie

cultivable y fértil, agua y clima. Sobre este último factor se adelantará,

desde luego, una objeción: el clima, se dirá, es adverso a la nueva raza,

porque la mayor parte de las tierras disponibles está situada en la región

más cálida del globo. Sin embargo, tal es, precisamente, la ventaja y el

secreto de su futuro. Las grandes civilizaciones se iniciaron entre trópicos y

la civilización final volverá al trópico. La nueva raza comenzará a cumplir su

destino a medida que se inventen los nuevos medios de combatir el calor

en lo que tiene de hostil para el hombre, pero dejándole todo su poderío

benéfico para la producción de vida. El triunfo del blanco se inició con la

conquista de la nieve y del frío. La base de la civilización blanca es el

combustible. Sirvió primeramente de protección en los largos inviernos;

después se advirtió que tenía una fuerza capaz de ser utilizada no sólo en

el abrigo, sino también en el trabajo; entonces nació el motor, y de esta

suerte, del fogón y de la estufa procede todo el maquinismo que está

transformando el mundo. […] La lucha ruda contra el medio obligó al blanco

a dedicar sus aptitudes a la conquista de la naturaleza temporal, y esto

precisamente constituye el aporte del blanco a la civilización del futuro. […]

La ciencia de los blancos invertirá alguna vez los métodos que empleó para

alcanzar el dominio del fuego y aprovechará nieves condensadas o

corrientes de electroquimia, o gases casi de magia sutil, para destruir

moscas y alimañas, para disipar el bochorno y la fiebre. Entonces la

Humanidad entera se derramará sobre el trópico, y en la inmensidad

solemne de sus paisajes, las almas conquistarán la plenitud.194

194

Op. Cit., pág. 19-20

86

La lucha contra el medio que se pretende ganar con ayuda de la tecnología

blanca determina la supervivencia o perecimiento de los individuos. Para el autor,

entonces, el mantener condiciones favorables permitirá el desarrollo gradual del

proceso de mestizaje, hasta alcanzar esa raza universal a la que debe aspirarse.

Aunque considera una lucha contra el medio que determina la

supervivencia y el éxito de la especie humana, Vasconcelos no es claro en cuanto

a la reproducción diferencial de individuos, por lo que no podría hablarse de

selección natural per se.

Selección sexual

Quizá el tipo de selección más importante para la premonición de Vasconcelos de

una quinta raza sea la selección sexual, ya que la teoría depende del

favorecimiento de ciertos caracteres sobre otros para la reproducción, como puede

apreciarse cuando dice:

Una mezcla de razas consumada de acuerdo con las leyes de la comodidad

social, la simpatía y la belleza, conducirá a la formación de un tipo superior

a todos los que han existido. El cruce de contrarios conforme a la ley

mendeliana de la herencia, producirá variaciones discontinuas y

sumamente complejas, como son múltiples y diversos los elementos de la

cruza humana. Pero esto mismo es garantía de las posibilidades sin límites

que un instinto bien orientado ofrece para la perfección gradual de la

especie. […] Uniones fundadas en la capacidad y la belleza de los tipos,

tendrían que producir un gran número de individuos dotados con las

cualidades dominantes. Eligiendo en seguida, no con la reflexión, sino con

el gusto, las cualidades que deseamos hacer predominar, los tipos de

selección se irán multiplicando, a medida que los recesivos tenderán a

desaparecer. Los vástagos recesivos ya no se unirán entre sí, sino a su vez

irían en busca de mejoramiento rápido, o extinguirían voluntariamente todo

deseo de reproducción física. La conciencia misma de la especie irá

desarrollando un mendelismo astuto, así que se vea libre del apremio físico,

de la ignorancia y de la miseria, y de esta suerte, en muy pocas

generaciones desaparecerán las monstruosidades; lo que hoy es normal

llegará a parecer abominable. Los tipos bajos de la especie serán

87

absorbidos por el tipo superior. […] Se operaría en esta forma una selección

por el gusto, mucho más eficaz que la brutal selección darwiniana, que sólo

es válida, si acaso, para las especies inferiores, pero ya no para el

hombre.195

De acuerdo con Vasconcelos, “los muy feos no procrearán, no desearán

procrear”196; de manera que sólo lo que es bello será deseable y se procederá

conforme a la ley del gusto, resultando en una reproducción diferencial que

favorecerá aquellos caracteres que se consideren favorables para los fines

superiores de la especie, y producirá una suerte de eugenesia natural.

El reino animal

Aunque en el caso del ser humano Vasconcelos habla de mestizaje y de cambios

graduales que bien orientados pueden llevar al mejoramiento de la especie, no es

sino hasta que reflexiona sobre los animales cuando considera la posibilidad de

cambios acumulativos que llevan a la transformación de una especie en otra. Este

no es el tema de su obra, por lo que no es de sorprender que se exprese poco

sobre el asunto; sin embargo, cuando visita las playas brasileñas de camino a

Santos reflexiona:

Por enfrente pasa el misterio del ave, que, según dicen los biólogos

contemporáneos, es posterior al mamífero; pero mirad cómo es ciego su

vuelo; no es un paso adelante. Si el ave ha llegado la última, la evolución

está contradicha. O se trata de un ser que se desvió de la corriente porque

ya no puede superar al hombre, o se apresuró demasiado y no ha logrado

su objeto. De todas maneras es un caso fallido. La potencia se impacientó,

tal vez, de la larga y estéril experiencia del hombre, y se echó a vencer la

sola resistencia física, sin cuidarse de superar el ingenio. Se adelantó sin

tino, fabricó el ala, pero se quedó sin terminar una mente digna del vuelo.

Siguió la corriente física y descuidó el impulso trascendental; por eso el

mirar de las aves es triste o simplemente bestial. El pensamiento es un

ensayo más poderoso que el vuelo; supera el poder del ala. Aunque esto

195

Op. Cit., pág. 27-28.

196 Op. Cit., pág. 26.

88

último no sea mucha ventaja, el pensamiento cuenta también con otra

aventura. Un día escapará de esta vida para ir a insertarse en un organismo

menos torpe que el nuestro, y más afín del espíritu.

Queda claro entonces que para Vasconcelos la evolución es un proceso

lineal —o de cadena del ser— con un propósito y una potencia o fuerza superior

que lo guía, pero sobre todo destaca que, por más tergiversado que conceptualice

el proceso, abraza la idea de transmutabilidad de las especies.

Vasconcelos y el núcleo duro del darwinismo

Si se analiza el pensamiento expresado por Vasconcelos en La raza cósmica bajo

el microscopio de El núcleo duro del darwinismo de Ruiz y Ayala (Tabla 2) que se

encuentra resumido en el capítulo primero de esta tesis, se observa que no

cumple con ninguno de los parámetros esenciales, pero sí con dos de los

secundarios (variación y extinción) y dos de los puntos a considerar (selección

sexual y diferenciación clara entre selección natural y selección artificial); por lo

que no podría ser considerado como darwinista, ya que no existe una aceptación

clara de los conceptos de selección natural y azar, aun cuando se consideran

otros factores (de manera quizá accidental o incluso inconsciente).

Tabla 2. Elementos esenciales que deben considerarse en el análisis de las concepciones darwinistas

El núcleo duro del darwinismo La raza cósmica

Parámetros esenciales

Selección natural Entendida como proceso acumulativo oportunista, no azaroso, con capacidad creadora; y no direccional (diseño sin proyecto).

No

Azar Surgimiento de variedades sin un rumbo ni propósito determinados.

No

Parámetros secundarios

Variación Causada por la acción directa del medio, el uso y desuso de los órganos o la variación espontánea.

Lucha por la existencia

Sobreproducción de descendencia que junto con la limitación de recursos genera competencia.

No

Divergencia de carácter

Especialización en la explotación de recursos. No

89

Especiación Producción de nuevas especies por aislamiento geográfico o aislamiento en un mismo ambiente debido a las preferencias de tipo ecológico.

No

Extinción Gradualidad estricta del proceso evolutivo. Sí

Progreso Rechazo explícito a la "tendencia al progreso". No

Puntos a considerar

Argumento

"Todas las especies se reproducen en mayor proporción de la que es posible sobrevivir en un territorio. Esta sobreproducción, aunada a una limitación de recursos, provoca una lucha por la existencia en la que los organismos portadores de alguna variación que mejora sus posibilidades de aprovechamiento del lugar (nicho) aumentan su número de descendientes. Los descendientes modificados orientarán la transformación de la especie en ese nuevo sentido".

No

Diferenciación clara entre

selección natural y selección artificial

Entendiendo que la selección natural no sigue un rumbo determinado y la selección artificial está direccionada por el ser humano para su propio beneficio.

Selección sexual Competencia en una población entre individuos del mismo género que resulta en la reproducción diferencial y no en la muerte del competidor.

90

Conclusiones

Gracias a la confrontación político-ideológica entre los intelectuales del Porfiriato y

la nueva generación de revolucionarios, en el México de principios del siglo XX, el

darwinismo se convirtió en el estandarte de la opresión y la desigualdad. En una

amenaza para el creciente sentido nacionalista que caracterizó al país una vez

concluida la etapa armada de la Revolución Mexicana.

Para Vasconcelos, el positivismo era motivo de desprecio, y el “darwinismo

spenceriano” la justificación filosófica —errada, por supuesto— de la superioridad

sajona. Era tal su odio por la filosofía de los “científicos” y por el darwinismo —

aplicado a la sociología humana—, que moldeó su pensamiento e influenció su

obra intelectual y su trabajo como Secretario de Educación.

En La raza cósmica cristalizan sus ideas sobre la formación de una cultura

universal que signifique la expresión máxima y libre del espíritu, no mediante la

superioridad de un pueblo sobre otro, sino a través del mestizaje; argumento que

Vasconcelos venía desarrollando desde tiempo atrás, e incluso se manifiesta en la

conferencia sobre Gabino Barreda que impartió en 1910.

Destaca en el ensayo que Vasconcelos no se opone a la teoría de la

evolución de Darwin aplicada a las especies zoológicas, pero sí a todo aquello que

concierne al ser humano. Pese a ello, mantiene un pensamiento marcadamente

evolucionista, que no puede clasificarse como darwiniano. Para Vasconcelos, el

mecanismo principal para el surgimiento de nuevas variedades es la hibridación;

de manera que se observa un discurso más acorde con el mendelismo que con las

teorías de Darwin. Con base en estas observaciones, en mi opinión, la influencia

de las teorías evolucionistas no darwinianas en los intelectuales mexicanos de

principios del siglo XX es un ángulo que valdría la pena explorar en futuras

investigaciones; y para hacerlo, salta a la vista que hace falta desarrollar

herramientas metodológicas adecuadas que permitan clasificar los discursos

evolucionistas que se separan de la corriente darwinista. Un “núcleo duro” de

mayor espectro, o algún otro criterio definitorio.

91

Cabe resaltar que, al pensar en el proceso que llevará a la formación de la

quinta raza, aunque tergiversados, Vasconcelos piensa en términos de cuasi-

selección natural, selección artificial y sexual. Asimismo, considera factores como

la variación, pero no en el sentido estrictamente darwiniano, ya que poco

reflexiona sobre el azar.

Esto es consistente con lo establecido por Thomas F. Glick y Mark G.

Henderson197, pues Vasconcelos experimenta cierta ansiedad o resistencia como

resultado de su exposición al darwinismo —o a lo que él entendía como

darwinismo—, mientras que hay una adaptación o apropiación del discurso del

darwinismo spenceriano por parte de los intelectuales y políticos del Porfiriato.

Bajo el modelo de Glick y Henderson, en el caso de Vasconcelos, la

recepción se da bajo una lógica correctiva, es decir “como limitación o revisión

cuasi-científica del contenido teórico original de una idea, y/o como combinación

de resistencia y apropiación”. Es gracias a su papel e influencia como figura

pública que se traslapa otra lógica: la extensional, que implica “apropiaciones

culturales o artísticas en los ambientes políticos y sociales, incluyendo

apropiaciones más restringidamente literarias y artísticas”.

De acuerdo con el propio Vasconcelos, la educación en México fue

reorganizada siguiendo una tesis contraria a la del darwinismo de los sajones, lo

que significa que el darwinismo, como él lo entendía, jugó un papel central en la

conformación de la educación en México y en los planes y programas de estudio,

ya que Vasconcelos fue el impulsor y promotor por excelencia de la educación y la

cultura en el territorio nacional. Su marcado iberoamericanismo y su pensamiento,

guiado por un rechazo profundo al darwinismo spenceriano, fijaron el rumbo que

seguiría lo que ahora es la Universidad Nacional Autónoma de México, que hoy

carga todavía en su escudo la marca del deseo de conformar una raza universal,

culminación de todo lo pasado. En el propio edificio de la Secretaría de Educación

197

Glick, T., & Henderson, M. (1999). “Las recepciones científicas y populares de Darwin, Freud y

Einstein: Hacia una historia analítica de la difusión de las ideas científicas.” En R. Ruiz, T. Glick, &

M. Á. Puig-Samper (Edits.), El darwinismo en España e Iberoamérica (pp. 289-297). CSIC/Doce

Calles/UNAM.

92

Pública aún pueden verse los tableros esculpidos por Manuel Centurión, que

representan las culturas griega, española, azteca e indostánica, que Vasconcelos

piensa deberán unirse para crear una cultura universal y armoniosa, amorosa y

sintética.198

De esta forma, se comprueba que, si bien Vasconcelos no era darwinista, la

teoría de la evolución de Darwin y, sobre todo, su aplicación al campo de la

sociología humana, influenciaron el pensamiento y la filosofía del autor, así como

su vida y obra; y mediante su conducto, contribuyeron a moldear la educación en

el país y lo que hoy conocemos como “la cultura mexicana”.

198

Vasconcelos, J. (2009). Discursos 1920-1950. México: Trillas. Pp. 39.

93

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