Estudio bio-antropológico de los restos humanos del sitio El Cortijo- Jardines de Las Fuentes....

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Estudio bio-antropológico de los restos humanos del sitio

El Cortijo- Jardines de Las Fuentes Mtra. Sandra Damas

AF. Juan Joel Hernández Olvera

Arqlga. Maritza Cuevas Sagardi

Arqlga. Laura Almendros López

Arqlgo. Rafael Platas Ruiz

El análisis de restos óseos humanos es un proceso en la investigación y reconstrucción de

las poblaciones antiguas, en el cual, se trata de recuperar la mayor cantidad de información

biológica y cultural, a partir de la evaluación de características tanto biológicas (sexo, edad,

estatura, patologías y marcadores musculo-esqueléticos) y como de origen cultural (deformación

cefálica intencional, modificación intencional de dientes, huellas de corte en hueso, exposición

térmica, etc.).

Este trabajo tiene como fin dar a conocer los resultados del análisis bioantropológico de los

restos óseos humanos recuperados durante la investigación del Salvamento Arqueológico El

Cortijo- Jardines de Las Fuentes, efectuado en el año 2011 en un predio situado al suroeste de la

ciudad de Colima. El escenario geográfico donde habitó el grupo de individuos objeto de este

análisis, se ha caracterizado por ser un área con alto potencial cultural a partir de los recursos de

que dispone su entorno.

Esta zona fue ocupada y reocupada constantemente por los diferentes grupos culturales que

habitaron el valle de Colima, quienes, a partir de su economía basada en el modo de producción

agrícola, aprovecharon la presencia de las fuentes hidrológicas que surcaban suelos ricos en

sedimentos y minerales, permitiendo así una agricultura intensiva. La topografía que presenta el

sector sur de la ciudad forma parte de una planicie aluvial antiguamente irrigada por la creciente

de agua de los arroyos Los Trastes y Pereyra (Fig. 1 y 2).

En términos espaciales el predio explorado se sitúa a una altura promedio de 455 msnm bajo las

coordenadas 21 275 057 norte y 13 0631 663 este, específicamente hacia el sector suroeste de la

ciudad de Colima. Propiamente dentro de la zona conurbada, la cual nos remite al

fraccionamiento Jardines de Las Fuentes.

Figuras 1 -2. Ubicación del predio El Cortijo y su posición en relación a la mancha urbana de las ciudades de Colima y Villa de

Álvarez. En el segundo gráfico podemos ver la disponibilidad de recursos hidrológicos con que cuenta el área donde se sitúo la

investigación. Los trazos en color azul representan los cauces de los arroyos Los Trastes y Pereyra.

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Uno de los sectores del predio con más huellas de alteraciones recientes se debe a la extracción

de tierra efectuada por ladrilleros, además de la deposición de una gran cantidad de escoria y

materiales de desecho por la constructora durante construcción del complejo habitacional; fue

donde se encontró un alto porcentaje de los materiales cerámicos, lo que advertía una fuerte

ocupación en este espacio situado aproximadamente en la parte centro-norte del terreno.

La sospecha de que se trataba de una área donde se habían suscitado eventos culturales

importantes durante largos periodos de tiempo fue corroborada por las características de los

tiestos distintivos de las fases Ortices, Comala, Colima y Armería. A estas evidencias se

sumaron un conjunto de piedras que aparentaban guardar cierto orden figurando un pequeño

alineamiento, que a la postre nos percatamos que eran los cimientos de una vivienda

prehispánica. No obstante, las pruebas que vinieron a corroborar el potencial arqueológico del

lugar fueron los restos humanos.

Métodos y técnicas de exploración

En el entendido de que ya se contaba con un área claramente definida que resguardaba una serie

de evidencias de orden funerario y arquitectónico, se consideró pertinente tomar como parte de la

metodología de trabajo a este espacio como una unidad de excavación, bajo las coordenadas 21

27 957.01 norte y 13 630 634.32 este, quedando emplazada a partir del desplante este de una

extensa plataforma natural de pendiente apenas pronunciada cuyo abordaje estuvo determinado,

como ya se dijo, por las características de los contextos que presentó.

Figuras 3-4. Ilustraciones que nos permiten ver las labores que implicó el establecimiento de la cuadricula.

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Se estableció, para la recuperación del dato arqueológico una retícula con cuadros de 2m x 2m

orientada norte/sur sobre una superficie de 720m². Los cuadros fueron señalados de sur a norte

por medio de números arábigos progresivos del 1 al 12, mientras que de oeste a este de manera

alfabética de la A a la O formando un total de 180 cuadros. Esta técnica nos permitió contar con

un mejor control y ubicación espacial de los elementos arqueológicos a lo largo del proceso de

excavación.

El sistema de excavación fue extensivo y se enfocó a la exploración de los cuadros y la

realización de calas de aproximación situadas sobre el arranque de la elevación, esto con la

intención de buscar los desplantes de los elementos arquitectónicos. Una vez encontrados se

realizaron excavaciones encaminadas a seguir el perímetro de los cimientos con el objeto de

realizar su liberación total, y así poder conocer su distribución y conformación estructural.

Figura 5. Gráfico que representa la ubicación espacial del área que abarcó la Unidad 1dentro del polígono del predio.

El resultado de estas excavaciones nos permitió documentar a través de la apertura de 110

cuadros, de los 180 que conformaban la retícula, inicialmente 65 osamentas, treinta y cinco

ofrendas constituidas por varios elementos, también se registraron los cimientos de una unidad

habitacional constituida por varios espacios cerrados que conformaban cuartos, además de

algunos instrumentos de molienda y una buena cantidad de fragmentos cerámicos que en

conjunto permitieron definir la temporalidad y filiación del contexto, dando cuenta que este no

pertenecía únicamente a un mismo momento cultural.

Los contextos arqueológicos que se documentaron mostraron un potencial de información

relevante, la cual se ligaba con algunas de las hipótesis planteadas como los objetivos

primordiales de la investigación. Las evidencias subyacían en una pequeña y desplayada

elevación cuyo desplante apenas perceptible arrancaba de este a oeste.

No obstante, esta variación topográfica que visualizamos en el paisaje se derivaba de un

acondicionamiento cultural por parte del hombre mesoamericano, no en un mismo momento sino

que este se dio desde épocas tempranas y en diferentes etapas culturales, corroborando lo que ya

hemos documentado como una constante en el patrón de asentamiento de los pueblos

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prehispánicos de Colima, la reocupación de los mismos espacios, ya sea con fines funerarios o

habitacionales.

Figuras 6-7. La primer ilustración nos muestra los cimientos que constituyeron la base una unidad habitacional. En la segunda

toma se aprecia el área donde se recuperaron los restos óseos.

El caso del sitio El Cortijo- Jardines de Las Fuentes no fue la excepción, las evidencias señalan

que los primeros eventos suscitados en el área explorada, y específicamente dentro de la retícula,

se llevaron a cabo durante el preclásico tardío, todo parece indicar que a principios de nuestra era

el lugar fue seleccionado como un área de enterramiento por individuos que se encontraban

inmersos en un momento particular ocurrido en el valle de Colima, el cual giraba en la transición

de estilos cerámicos de la fase Ortices a la Comala1.

1 La etapa de transición quedó definida a partir de los entierros que mostraron asociados elementos cerámicos de

ambos estilos culturales, cuyo empalme parece indicar un “continuum” de una misma tradición cultural.

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Figuras 8-20. El grupo de gráficos ejemplifica las evidencias que pertenecían a la fase Ortices.

A partir de este momento consideramos que aproximadamente en el primer siglo d.C fue cuando

se llevaron a cabo los primeros depósitos de restos humanos. Ya sacralizado el lugar se mantuvo

vigente en el imaginario social de la población asentada en la región fungiendo como lugar de

reposo para personajes que sucumbieron en un determinado momento del esplendor cultural de

la fase Comala. No obstante la concepción de un área de enterramiento fue reconocida por los

grupos que aproximadamente para el año 400 d.C empiezan a hacer su arribo al valle de Colima,

eligiendo el lugar como un punto de referencia donde podían sepultar a los miembros de la

comunidad y mantener así un contacto con los ancestros de la región.

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Figuras 20-35. La serie fotografica muestra alguna de las caractersiticas de inumación de los entierros de la fase Comala, así

como las objetos ceramicos que les fueron ofrendados.

La llegada de estos nuevos individuos refleja un cambio radical en la estructura social y

cosmogónica local imperante durante varios siglos. Prácticas funerarias totalmente diferentes

empiezan a desarrollarse, el acto y la forma de colocar los cuerpos cobra nuevo significado, es

para esta gente que representa a la fase Colima una necesidad recurrente guardar una estrecha

relación entre sus espacios de vivienda y de enterramiento, al grado que los panteones se

encuentran a un lado o debajo de sus viviendas.

Figuras 36-49. El grupo de gráficos nos permiten ver las prácticas de enterramiento efectuadas durante la fase Colima, de igual

manera podemos apreciar las características formales de los objetos cerámicos que le fueron colocados como ofrendas. La

manera de inhumar a los individuos y los elementos cerámicos que distinguieron esta fase se ve una clara influencia externa de

otras regiones de Mesoamérica, principalmente del altiplano central.

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En lo señalado queda expuesto que el contexto presentó en los mismos niveles estratigráficos

restos humanos relativos a las fases Ortices, Comala y Colima lo que nos habla de una

reocupación del lugar desde el año 0 d.C. al 500 d. C2, tomando como referencia el método

propuesto por Cuevas y Platas (2011), sobre la clasificación y asociación de los entierros dentro

de una fase cultural determinada a partir de los elementos cerámicos que mostraron ofrendados,

aunado a algunos rasgos diagnósticos que los distinguen, por lo que continuación nos

enfocaremos a hablar de manera cronológica de las particularidades bio-antropológicas

documentadas de la población que vivió en cada fase.

Figura 50. Tabla cronológica donde se muestran las temporalidades que comprende cada fase cultural de Colima.

Autores como Henri Duday (1997:98) mencionan que a partir del registro minucioso de la

evidencia ósea y la correspondencia cronológica-cultural, es posible establecer elementos

propios de un evento ritual, o si éste se trata de un evento aleatorio o aislado, en este sentido, la

información que se presenta se enfoca únicamente a los datos obtenidos del análisis de los restos

en laboratorio.

Generalmente, el análisis de restos humanos inicia en campo con el fin de recuperar la mayor

cantidad de datos preservados, ya que en ocasiones el material óseo puede dañarse no solo por

factores humanos sino por cambios bruscos en el micro ambiente en el que están depositados.

Entre los objetivos generales del análisis de restos humanos se encuentra la determinación del

sexo, la estimación de edad, la talla, la obtención de datos métricos, la identificación de

patologías esqueléticas, posibles signos de estrés, musculo esquelético, además de la descripción

de modificaciones intencionales, entre otros.

Para llevar a cabo estas identificaciones, previamente los huesos reciben un tratamiento o en su

defecto una serie de pasos para su evaluación, esto es, la limpieza, la restauración, el marcado e

inventario de todos los elementos óseos que corresponden a un individuo o a un grupo de

elementos óseos. Para posteriormente, describir, analizar y fotografiar dichos elementos óseos o

dentales significativos, y finalmente embalar los huesos en cajas debidamente protegidos

2 Cuevas, Sagardi, Maritza y Rafael Platas Los sistemas de enterramiento de las fases Ortices y Comala, una aplicación

metodológica en los contextos funerarios del sitio Los Tabachines, Villa de Álvarez, Colima , Tesis de Licenciatura en

Antropología, UV, Jalapa, Ver, 2011.

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Las técnicas y métodos empleados en este trabajo fueron aplicados de acuerdo a las necesidades

o dificultades que presentaron los materiales esqueléticos recuperados, ya que provienen de

diversos contextos estratigráficos, resultado que en ocasiones se encontrará muy fragmentado o

sin un contexto arqueológico bien definido. La primera parte de este estudio consistió en el

proceso de limpieza, restauración, consolidación, embalaje e inventario del material esquelético.

La limpieza consistió en retirar completamente residuos de sedimentos adheridos a los

fragmentos óseos, este proceso se lleva cabo por medio de la limpieza en seco, utilizando un

cepillo de dientes suave, perilla, exploradores, aguja de disección, entre otros. En los casos

donde se encontraron concentraciones fúngicas, se procedió a limpiar el material con una

solución de alcohol y agua destilada en proporción 1:1, con el fin de eliminar total o

mayoritariamente la propagación de hongos. Posteriormente se dio paso al proceso de

restauración y consolidación, donde se unieron los fragmentos óseos que estaban sueltos o fuera

de su región anatómica.

Para el inventario y registro gráfico se utilizaron seis fichas de inventario óseo (no nato,

perinatal, infante, subadulto, adulto y ficha de elementos óseos aislados) en las que se describen

los elementos óseos presentes e indicando con colores las características patológicas,

tafonómicas, de estrés músculo-esquelético, además de las observaciones generales.

Figura 51. Código de registro para las fichas de inventario óseo

Cada entierro se embaló de acuerdo a sus características de conservación, en algunas ocasiones

en cajas individuales, pero en ocasiones se guardaron en cajas conjuntas, ya que el estado de

conservación y la representación ósea de la colección así lo permitió, se renovaron las bolsas de

papel, por bolsas de cierre hermético. Durante esta investigación se utilizaron los siguientes

métodos para estimar la edad: brote dental (BD) (Ubelaker 1999), desgaste dental (DD) (Lovejoy

1985), sínfisis púbica (SP) (Todd 1920), superficie auricular (SA) (Buckberry and Chamberlain,

2002), cierre de suturas craneales CSC (Meindl and Lovejoy 1985:63). En el caso de fetos y

neonatales se utilizó el método propuesto por I.G. Fazekas y F. Kosa (1978).

Con respecto a la determinación de sexo se llevó a cabo mediante la observación de indicadores

óseos de segundo grado o secundarios, los cuales se basan en las características morfológicas de

ciertos indicadores del análisis óseos y que están retomados de White y Folkens (2012), además

de utilizar la propuesta de Bruzek (2002) y Murail et al. (2005).

La mayor parte de los individuos que caracterizaron el contexto funerario del sitio El Cortijo-

Jardines de Las Fuentes, fueron identificados como depositados en sepulturas primarias e

individuales, inicialmente se detectaron seis individuos atribuidos al fin de la fase Ortices

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transición Comala, treinta correspondientes a la fase Comala y veinte nueve a la Colima sin

embargo, en el proceso de análisis en laboratorio se identificaron varios esqueletos en el mismo

lugar de inhumación. Estos individuos, ausentes de los datos de terreno, han sido contabilizados

durante el estudio de laboratorio, y fueron tratados en el análisis como “individuos

suplementarios” y se otorgó una letra del abecedario consecutiva, siendo la letra A, el

individuo principal y las consecuentes como los esqueletos suplementarios.

Finalmente, entre individuos principales y suplementarios se contabilizaron un total de 118

individuos, de los que solo se logró determinar el sexo de 17 de ellos, cinco masculinos y doce

femeninos, además de 38 esqueletos inmaduros y 63 indeterminados (Fig.52).

Figura 52. Frecuencia de individuos respecto al sexo.

Para fines prácticos se retomaron como un solo resultado las fases Ortices y Comala, respecto a

la distribución del sexo por fases no se observó ninguna tendencia relacionada con este

indicador, es decir, los resultados son muy similares (Fig.53).

Figura 53. Distribución de los individuos respecto al sexo y la fase cultural.

Masculino, 5

Femenino, 12

Inmaduro (0-15

años), 38

Indeterminado, 63

1

8

19

32

4 4

19

31

Masculino Femenino Inmaduro (0-15años)

Indeterminado

Ortices-Comala Colima

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Ahora bien, en la distribución de la muestra esquelética de acuerdo al grupo de edad, notamos un

alto porcentaje de individuos que fallecieron antes de concluir la primera década de vida, este

parámetro demográfico desempeña un papel importante en el proceso de comprensión e

interpretación de las poblaciones antiguas.

Estos resultados nos indican la alta tasa de mortalidad en esta etapa temprana, lo cual,

teóricamente, podría ser “normal” en poblaciones donde no se habían desarrollado los medios

profilácticos y paliativos para las enfermedades que se manifiestan en la niñez.

Los datos obtenidos de los individuos que fallecieron después de los 30 años, no nos permiten

establecer con precisión la esperanza de vida de estos pobladores, esto se debe a que los

indicadores osteológicos para determinar la edad, asigna un intervalo muy amplio, por lo que si

se tomara este dato se extrapolaría este tipo de información (Fig.54).

Figura 54. Distribución de la muestra esquelética por grupo de edad.

Se comparó la misma distribución para cada fase y, el resultado muestra una tendencia muy

similar en cuanto a los datos, es decir, que se tiene una alta mortalidad antes de la primera

década de vida en estas tres fases culturales (Fig.55).

Figura 55. Distribución de la muestra esquelética por grupo de edad

3.40%

14.40%

7.60%

1.70% 2.50% 6.80%

23.70%

0 [1-4] [5-9] [10-14] [15-19] [20-29] [30-60]

Distribución de la muestra esquelética por grupo de edad

2

8

4 1 1

4

17

2

9

5

1 2

4

11

0 [1-4] [5-9] [10-14] [15-19] [20-29] [30-60]

Ortices-Comala Colima

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En cuanto a las características biológicas de la muestra esquelética, se tomó en cuenta la métrica

de algunos elementos óseos con el fin de conocer si existe variación entre los sujetos del mismo

periodo temporal o entre los individuos de las diferentes fases, notando que si existen elementos

óseos con variaciones métricas.

En la gráfica observamos que cada variable métrica se establece como un vector situado a lo

largo de los ejes cartesianos, los cuales representan factores de correlación entre las distintas

variables, en el caso de los datos analizados se observó una correspondencia positiva y negativa,

es decir, que las medidas están correlacionadas positivamente con las demás variables. Para

interpretar mejor este dato, nos valimos de un gráfico complementario, en donde se pueden

ubicar a los individuos de acuerdo a la contribución de sus variables.

En resumen, la muestra de esqueletos asociados a la fase Ortices es muy pequeña para arrojar

datos certeros, mientras que la fase Comala muestra una tendencia a tener valores más altos para

el fémur y la tibia, mientras que las medidas del grupo de Colima, presentan un valor mayor para

el radio y el cúbito, es importante tomar en cuenta que a pesar de dicha distinción además de

tener una relación genética, debe considerarse el aspecto de la modificación cultural, en el

sentido de que ciertas actividades diarias pudieron contribuir al cambio en el tamaño de los

huesos (Fig. 56).

Figura 56. Análisis de componentes principales de los huesos largos

Consideraciones finales

Hoy, gracias al auge de la arqueología de salvamento, el valle de Colima revela haber sido un

lugar privilegiado para la instalación de los primeros grupos humanos en la región. La

organización de este espacio por las primeras poblaciones se realizó sobre un período de tiempo

muy vasto (más de 1000 años) y los indicios cronológicos y culturales encontrados, provienen en

su mayoría de numerosos espacios funerarios. A pesar de todo, es difícil de volver a trazar la

sucesión exacta de estas diferentes culturas.

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Con el fin de aplicar nuevas metodologías al estudio de estos contextos funerarios, procedimos al

análisis bioantropológico de los individuos del sitio El Cortijo-Jardines de las Fuentes. Nuestra

ambición era estudiar la transición crono-cultural Comala / Colima, ya que ésta era considerada

como un momento de cambio en las prácticas culturales (cerámicas y funerarias), es decir, poder

definir la existencia de una correlación entre los datos arqueológicos con la información del

análisis bioantropológico, para así determinar si estas modificaciones culturales, eran también

visibles sobre los restos óseos de este sitio.

Al respecto, se obtuvieron diferentes puntos de interpretación, primero, los datos obtenidos por

los perfiles de mortalidad y las proporciones de individuos adultos/inmaduros y el cálculo de las

distancias biológicas tenderían a subrayar una homogeneidad de la población sobre ambas fases.

Así, la ruptura cultural observada en materia de gestos funerarios (fin de las tumbas a pozos,

ofrendas cada vez menos presentes), y de tipología de mobiliario funerario, no se percibe a nivel

del acceso al espacio funerario, esto quiere decir que el acceso de los individuos al espacio

parece similar a ambas fases. En la interpretación de los cálculos de distancias biológicas se

observó una homogeneidad de los individuos de Comala y los de Colima, por lo tanto, ambas

fases no presentan distancias biológicas importantes.

Los individuos estudiados sobre ambos grupos presentarían pues una similitud biológica, por

otra parte los resultados obtenidos por el análisis de componentes principales permite vislumbrar

pequeñas diferencias entre los grupos, focalizadas sobre todo en las extremidades inferiores

como superiores, sin embargo no es posible distinguir una diferencia categórica entre los grupos

analizados, por lo que hablaríamos de un continuo en la población y no de una población

totalmente diferente durante la fase Colima. Aunque que existen algunos puntos factibles

completar este análisis a futuro, como los impactos culturales visibles en el esqueleto,

actividades ocupacionales, deformaciones craneanas y costumbres alimentarias, entre otros.

Los aspectos que aquí se discuten podrían ser el punto de partida para el análisis de otros restos

óseos del valle de Colima, por lo que este trabajo es un primer enfoque del estudio de

poblaciones de estas dos fases crono-culturales. La contribución de otras colecciones

proviniendo de contextos funerarios similares y/o geográficamente próximos, como El Zalate, El

Manchón y El Tropel, podrían permitir reevaluar y complementar los datos del sitio de El

Cortijo-Jardines de las Fuentes.

Finalmente, dejamos abiertas algunas líneas de investigación que podrían ayudar a comprender

mejor las características biológicas y culturales de estas poblaciones como por ejemplo el

intentar saber cómo el efecto cultural afectó al biológico, esto podría permitir diferenciar quizás

de forma distinta estas fases culturales y así enriquecer los conocimientos actuales que

conciernen a las poblaciones prehispánicas de Colima.

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