Entrevista a Don Mario Vargas Llosa

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1 CONVERSACIÓN CON DON MARIO VARGAS LLOSA Teatro Nacional Serbio Novi Sad, Serbia, 22 de junio 2015 BKP: Don Mario, a partir de este momento, si no me equivoco, Usted tiene 200 premios y distinciones, pero su premio más reciente, el de ProseFest, de hecho no es el suyo sino el nuestro: Usted nos lo ha otorgado estando con nosotros esta noche, y se lo agradecemos profundamente. Antes de hablar de su propia literatura, déjenos por favor saber cómo es Don Mario Vargas Llosa como un lector apasionado, sobre todo lector de novelas. MVLL: Ante todo, muchas gracias por este recibimiento tan cariñoso, y desde luego por este premio que recibo con toda la humildad debida, como un gran estímulo a mi trabajo del escritor. Respecto a su pregunta sobre la lectura y los libros, siempre he dicho que la cosa más importante que me ha pasado en la vida es haber aprendido a leer. Todavía recuerdo, allá en Cochabamba, Bolivia, donde pasé mi infancia, la extraordinaria transformación que significó para mi vida el poder descifrar esas palabras que aparecían en los libros y convertirlas en imágenes y gracias a ellas vivir las aventuras extraordinarias que no hubiera podido vivir jamás en la realidad. En esa época los niños no leíamos tiras? cómicas, sino pequeñas historias que nos obligaban a ejercer mucho la imaginación y hacer un esfuerzo intelectual. Y siempre recuerdo de una manera muy vívida a los personajes de las novelas de Salgary, de Julio Verne, luego más tarde las de Alejandro Dumas, las de Victor Hugo que fueron los escritores que marcaron profundamente mi infancia. BKP: Siempre le ha fascinado ese, como Usted dice, „ese curioso proceso que es el nacimiento de la ficción“. ¿Cómo es el eterno fuego de literatura, de dónde surge su poder mágico? (Que incluso nos quita el miedo al avión) ¿Es literatura su pasión o su profesión, su vocación? MVLL: Yo creo que es mi vocación, y creo que nació del placer extraordinario que me producían a mí los libros que leía desde niño. En esa época era muy difícil para un joven

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CONVERSACIÓN CON DON MARIO VARGAS LLOSA

Teatro Nacional Serbio

Novi Sad, Serbia, 22 de junio 2015

BKP: Don Mario, a partir de este momento, si no me equivoco, Usted tiene 200 premios y

distinciones, pero su premio más reciente, el de ProseFest, de hecho no es el suyo sino el

nuestro: Usted nos lo ha otorgado estando con nosotros esta noche, y se lo agradecemos

profundamente.

Antes de hablar de su propia literatura, déjenos por favor saber cómo es Don Mario

Vargas Llosa como un lector apasionado, sobre todo lector de novelas.

MVLL: Ante todo, muchas gracias por este recibimiento tan cariñoso, y desde luego por este

premio que recibo con toda la humildad debida, como un gran estímulo a mi trabajo del

escritor.

Respecto a su pregunta sobre la lectura y los libros, siempre he dicho que la cosa más

importante que me ha pasado en la vida es haber aprendido a leer. Todavía recuerdo, allá en

Cochabamba, Bolivia, donde pasé mi infancia, la extraordinaria transformación que significó

para mi vida el poder descifrar esas palabras que aparecían en los libros y convertirlas en

imágenes y gracias a ellas vivir las aventuras extraordinarias que no hubiera podido vivir

jamás en la realidad. En esa época los niños no leíamos tiras? cómicas, sino pequeñas

historias que nos obligaban a ejercer mucho la imaginación y hacer un esfuerzo intelectual. Y

siempre recuerdo de una manera muy vívida a los personajes de las novelas de Salgary, de

Julio Verne, luego más tarde las de Alejandro Dumas, las de Victor Hugo que fueron los

escritores que marcaron profundamente mi infancia.

BKP: Siempre le ha fascinado ese, como Usted dice, „ese curioso proceso que es el

nacimiento de la ficción“. ¿Cómo es el eterno fuego de literatura, de dónde surge su poder

mágico? (Que incluso nos quita el miedo al avión) ¿Es literatura su pasión o su profesión, su

vocación?

MVLL: Yo creo que es mi vocación, y creo que nació del placer extraordinario que me

producían a mí los libros que leía desde niño. En esa época era muy difícil para un joven

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peruano o latinoamericano decidir que en el futuro se iba a dedicar solo a escribir. Parecía

imposible. Nadie que yo conociera vivía de la literatura, y entonces no me atrevía yo a pensar

de niño que más tarde sería solo un escritor. Entonces pensaba en alguna profesión

alimenticia, que me permitiera escribir. Pensaba en la abogacía, pensaba en el periodismo,

pensaba en la enseñanza... pero creo que desde muy niño sentí que mi verdadera vocación era

la literatura. Entré en la universidad a estudiar por eso dos carreras – una de letras, que era mi

vocación, y una de derecho, pensando que como abogado podría ganarme la vida. Pero en

esos años realmente es donde yo descubrí que mi gran pasión era la literatura, y que debía

tratar de organizar mi vida de alguna manera para que la mayor parte de mi tiempo, y mi

mayor energía las volcara en la literatura.

BKP: Los años de cierta manera cruciales de su vida fueron los años barceloneses, los años

sesenta, cuando publicó su primera novela La ciudad y los perros (1963) e inició la explosión,

el boom de la literatura hispanoamericana (hasta entonces prácticamente desconocida) en el

mundo. ¿Tenía Usted la sensación, la noción en ese momento de lo que estaba ocurriendo, del

nacimiento de ese único fenómeno literario?

MVLL: Yo creo que al principio nadie advirtió lo que significaría este movimiento. Creo que

a muchos escritores les ocurrió lo que a mí, que descubrieron que eran latinoamericanos al

llegar a Europa. Mientras yo vivía en el Perú casi no sabía nada de lo que ocurría en América

Latina desde el punto de vista literario, con la excepción de dos países, que eran Argentina y

México, que tenían editoriales, que publicaban revistas literarias. Prácticamente los escritores

del resto de los países latinoamericanos solo eran conocidos en sus países, sus libros no

circulaban por todo el continente, de tal manera que los escritores – colombianos, peruanos,

chilenos, no se sentían latinoamericanos, se sentía los escritores de su país. En realidad, yo

comencé a sentirme latinoamericano en Europa, en Fancia, donde viví varios años. Allí

conocí a otros escritores latinoamericanos, decubrí que había toda una problemática que

compartíamos los latinoamericanos, y además, que había una literatura que estaba

publicándose en distintos lugares del continente latinoamericano que era novedosa, que era

interesante, que era ambiciosa. Creo que realmente lo que se llamó „el Boom“, ese

movimiento de narradores latinoamericanos, nace en cierta forma en Europa, porque gracias a

Europa, gracias a la distancia, los escritores latinoamericanos se conocen entre si, empiezan a

sentirse miembros de una familia común, de tal manera que Europa tuvo un papel, yo creo,

muy importante en la cercanía, en la fraternidad que se creó entre escritores e intelectuales

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latinoamericanos, muchos de los cuales o vivían en Europa, o pasaban por Europa en

determinados momentos.

BKP: En sus novelas hay mucha biografía, mucha ficción y mucha investigación. ¿Cómo

consigue tanta variedad en todo lo que escribe? Y además con un lenguaje tan rico y tan

natural...

MVLL: Prácticamente todo lo que he escrito en ficción, novelas, obras de teatro, relatos, ha

tenido como punto de partida alguna experiencia personal. Lo cual no quere decir que todos

mis libros de ficción sean autobiográficos, autobiografías disimuladas, no, me refiero como

un punto de partida. Prácticamente todos los libros que he escrito de ficción comenzaron

siendo algo que oí, algo que vi, algo que leí, algo que me contaron, algo que me dejó en la

memoria una imagen o unas imágenes que poco a poco, sin que yo me diera cuenta, iban

generando una pequeña fantasía en torno. Hasta que de pronto me encontraba tomando notas

sobre este pequeño recuerdo, y en un momento dado había esbozado como el proyecto de una

historia. Creo que ese ha sido el proceso que han seguido prácticamente mis cuentos, mis

novelas y mis obras de teatro.

Luego, no comienzo escribir hasta pasado un buen tiempo luego de esa primera idea.

Tomo muchas notas, hago muchos esquemas para estar seguro de que quiero dedicarme a

trabajar en esa historia, en ese tema. Y desde luego, cuando comienzo hacerlo, pues ya sé que

no voy a parar hasta que termine. Pero, el punto de partida siempre suele ser algún

acontecimiento vivido, que luego incluso llega a desaparecer en la obra que estoy escribiendo.

BKP: Entre los personajes de sus novelas – incluso hay unos que digamos prefiere, o quiere,

que están presentes en varias obras suyas, narrativas y teatrales – ¿cuáles eran los más

obedientes y cuáles los más rebeldes cuando los creía?

MVLL: Bueno, como a muchos escritores, pues cuando escribo una historia siempre me llevo

sorpresas. Al principio tengo una idea bastante clara de que personajes van a ser los

principales, que personajes van a ser secundarios, pero luego, en el proceso de escribir,

muchas veces hay ciertos personajes que van perdiendo protagonismo, hay personajes que

eran muy secundarios que de pronto cobran mucho relieve. Van surgiendo ideas respecto a los

personajes que hacen que algunos pasen a primera posición y otros queden más bien

rezagados, y a veces algunos desaparecen completamente en ese proceso, y otros que eran

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personajes como de relleno de pronto se convierten en los principales protagonistas. Es un

proceso que me fascina, y que nunca he acabado de entender del todo. Y yo creo que la

explicación es que cuando uno escribe, escribe con todo lo que tiene adentro, con sus

conocimientos, con su razón, pero también con sus instintos, con sus pasiones, y con esas

materias que uno tiene siempre muy reprimidas en el fondo de la conciencia y que en el

trabajo creativo salen a la luz y a veces orientan la historia de una manera que uno mismo no

podía sospechar.

BKP: ¿Cuál es, en su opinión, el papel del escritor en la sociedad? ¿Qué es lo que podría, y

debería, hacer un escritor o un intelectual hoy y siempre? ¿De qué manera la literatura y el

arte nos dan la libertad y afectan nuestra consciencia?

MVLL: Yo creo que la primera obligación del escritor es escribir bien, escribir de una

manera rigurosa, original, con una forma que sea capaz de persuadir al lector de aquello que

cuenta. Creo que es su obligación artística. Ahora, creo que un escritor también tiene una

obligación cívica, como todos los miembros de una sociedad, y creo que su participación en la

vida pública, sin necesidad de convertirse en un político profesional, ni mucho menos, es muy

necesaria, porque creo que un escritor, un intelectual puede mostrar la importancia que tienen

las ideas y los valores en el debate público, y también creo que el escritor puede contribuir a

que el lenguaje de la política, que suele convertirse muy rápidamente en un lenguaje muerto,

de lugares comunes, de clichés, de eslogans, podría ser un lenguaje mucho más auténtico, que

sirviera para decir verdades, para denunciar mentiras, y para dar a la política también un

sentido de comunicación entre los dirigentes y los ciudadanos, un lenguaje que permitiera a

los ciudadadanos creer en los políticos. Algo que por desgracia en nuestro tiempo ocurre cada

vez menos.

A veces se cree que la literatura es una actividad sin consecuencias, que produce placer,

que entretiene, que enriquece la vide de los lectores, pero nada más. Y yo creo que eso no es

verdad. Creo que desde luego la literatura, la gran literatura produce un enorme placer, pero

creo que además cumple una función cívica y social muy importante. Porque creo que nada

nos enseña como los buenos libros que el mundo tal como es está mal hecho. Creo que

enfrentados a la belleza, a la coherencia, a la profunidad, complejidad de una gran novela, es

algo que nos permite contrastar esa perfección con la realidad tal como es... lo que nos hace

descubrir cuán imperfecta, cuán deficiente es esa realidad, y cuánto le faltaría para alcanzar la

perfección que tiene el mundo cuando se vuelve arte o literatura. Y creo que eso genera en los

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lectores una actitud muy crítica frente al mundo, que es muy imporante para que haya

progreso humano. Creo que ho hay progreso cuando empezamos a pensar que el mundo está

bien hecho y que no puede ser mejor que es.

BKP: Esta noche estamos en el teatro. Usted escribió diez obras teatrales, todas puestas en

escena, y actuó en varias. El primer premio que obtuvo fue el por su obra de teatro La huida

del Inca. Teatro ha sido su primer amor, del que sigue enamorado. ¿Qué es lo que le atrae al

teatro?

MVLL: Yo era muy joven, muy niño en realidad cuando vi una obra de teatro, de Arthur

Miller, La muerte de un viajante. Era una compañía argentina que pasaba por Lima. Y a mí

me causó una tremenda impresión porque hasta entonces no había visto teatro moderno, y al

ver esta obra descubrí que el teatro podía tener la complejidad, la diversidad de una gran

novela, que la historia podía saltar del presente al pasado, luego del pasado regresar al

presente, y que todo esto podía dar como una visión poliédrica, totalizadora de la historia. Y

al mismo tiempo ver eso en escena, encarnado en personajes reales, que tenían cuerpos,

voces, que funcionaban exactamente como en la vida real, a mí me impresionó

tremendamente. Y siempre he dicho que si en el Perú hubiera habido en estos años un

movimiento teatral importante, probablemente hubiera sido sobre todo dramaturgo, antes que

narrador. Pero no lo había, el teatro era muy esporádico. Pero desde entonces quedé fascinado

por el teatro y de cuando en cuando, como Usted ha recordado, pues he escrito obras de

teatro.

Creo que la novela y el teatro son dos formas de la ficción, el teatro de una manera mucho

más sintética o apretada; la ficción puede expandirse indefinidamente. En cambio, el teatro, si

uno quiere verlo representado, pues tiene que ser muy sintético, y además es una historia

contada solo a través de las palabras que salen de la boca de los personajes, lo que exige al

novelista un esfuerzo de rigor muy grande. Pero no he visto ninguna incompatibilidad entre

escribir al mismo tiempo novelas y escribir teatro. Lo que sí me intriga, es por qué ciertas

historias yo siento que son para el teatro y otas historias que son para una novela. Tal vez

porque las historias del teatro son mucho más condensadas, están mucho más entradas o en un

personaje o en una pequeña anégdota. En cambio, la novela puede expandirse

indefinidamente, tiene una libertad que no tiene jamás el autor de teatro. Pero me gusta

mucho alternar entre ambos géneros, porque son dos maneras de contar muy diferentes,

aunque ambas construyen ese mundo riquísimo que es el mundo de la ficción.

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BKP: Esta noche aquí, entre sus lectores de todas las edades, hay muchísimos estudiantes,

inteligentes y trabajadores, aficionados a buena literatura; algunos de ellos tal vez serán

buenos escritores. ¿Qué consejos les daría Usted?

MVLL: Yo creo que un escritor no necesita consejos, va descubriendo poco a poco el tipo de

escritor que quiere ser, y también la manera de escribir que conviene más a él dada su

psicología, dada su idiosincrasia, Creo que sobre el manejo mismo del trabajo literario, el

escritor va descubriendo mediante la práctica lo más importante. Lo que creo que se puede

decir, digamos, es que hay dos tipos de escritores. Hay el escritor que parece haber nacido

genial, el caso extremo es de Rimbaud. Pues, Rimbaud a los trece años, a los catorce años

escribía ya obras maestras. Ese caso es un caso que es admirable y al mismo tiempo es muy

deprimente, porque si uno no nació genio, pues no tiene posibilidades ya de ser un escritor de

talento. Pero hay, afortunadamente, el caso de otros escritores, que no nacen genios, y que van

construyendo su genio a base de perseverancia, de disciplina y de esfuerzo, como Flaubert. A

mí me ayudó muchísimo el caso de Flaubert porque yo descubrí muy pronto que no había

nacido como un genio y esto tendía a desmoralizarme. Y luego leí a Flaubert, que es un

escritor que me deslumbró desde que leí su primera novela, Madamme Bovary. Estudié su

caso y su caso es el caso de un escritor que no solo no nació genio sino que escribió unas

primeras obras que eran malas, que eran muy poco auténticas, que eran reflejos sobre todo de

las lecturas que eran los modelos literarios de su época. Pero, Flaubert fue un escritor que no

se contentaba con la mediocridad, que quería alcanzar la genialidad. Y entonces, como no

había nacido genio, reemplazó ese genio con el trabajo, con la disciplina, con la terquedad,

con la perseverancia. Y poco a poco, efectivamente fue brotando el talento, el genio, hasta

llegar a ser uno de los grandes escritores del siglo XIX nueve, un siglo que produjo escritores

deslumbrantes. A los escritores que permitan deprimirse cuando han descubierto que no son

genios yo les sugeriría que siguieran el ejemplo de Flaubert: que insistieran y que insistieran y

que trabajaran mucho y verían como el talento puede ser también no solo obra de una

inspiración que nace con uno, sino del esfuerzo, del amor a la literatura, del tener una

consciencia crítica muy aguda que lo lleve a uno a corregir incansablemente aquello que no

encuentra bien, y creo que el caso de un escritor como Flaubert resulta mucho más

estimulante que el de Rimbaud para la inmensa mayoría de los escritores que no hemos

nacido genios.

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BKP: Su próxima novela se va a titular Cinco esquinas, como un barrio limeño. ¿Cómo

nacen los títulos de sus novelas? ¿Nos descubriría algún detalle de la que está escribiendo?

MVLL: Es una pregunta muy interesante porque el título tiene para mí una gran importancia.

Mientras no encuentro el título que siento que corresponde a la historia que quiero contar, esta

historia permanece en una niebla, en una confusión de la que solo va saliendo cuando

encuentro el título, que es como un emblema, como una síntesis de aquella historia que pienso

escribir. En muchos libros el título ha venido prácticamente con la primera idea, y eso me

fascilita a mí mucho las cosas. En cambio, en este caso, pues he trabajado toda una primera

versión sin tener el título, y buscando mucho un título que pudiera ser como esa síntesis, en lo

que sería el espíritu, el alma misma de la historia que daría cifrado. Y de pronto encontré el

nombre de este barrio, que es un barrio muy especial, fue un barrrio muy importante en la

época de la colonia, era el centro de la vida social, política, cultural. Luego fue decayendo y

luego, a fines del siglo XIX y en el siglo XX recuperó mucho prestigio en la clase bohemia

entre compositores, músicos, porque se convirtió en el barrio de la música criolla, la música

peruana: los falsesitos, los corridos, los tonderos. Allí nació uno de los grandes compositores

de la música criolla, y vivió allí prácticamente toda su vida en ese barrio, se llamaba Felipe

Pinglo. Entonces eso le dio una cierta leyenda, una cierta mitología al barrio, que luego ha ido

decayendo mucho, se ha convertido en un barrio muy marginal, muy violento, es un barrio

vinculado al tráfico de drogas, a la prostitución. El centro mismo del barrio es una plaza, un

rincón donde confluyen cinco calles, y por eso se llama Cinco esquinas. Y de pronto, cuando

tuve la idea de ponerle como título a esa novela Cinco esquinas, se me aclaró

extraordinariamente la historia, que había allí una especie de punto donde se encontraban los

personajes, las distintas historias. Así que tengo la impresión de que a partir de ahora el

trabajo será mucho menos penoso que hasta ahora.

BKP: Don Mario, gracias por darnos todos sus libros, por dejarnos conocer todos los

personajes que creó, por ofrecernos un enorme placer de su literatura. Le agradecemos

profundamente la oportunidad de verle y hablarle esta noche. Ha sido un enorme placer. Nos

toca adoptar una pose hermosa y leer los libros de Vargas Llosa.

MVLL: Déjeme decir unas cuantas frases más. Quisiera decirle al público que asiste esta

tarde a este diálogo que me ha conmovido mucho ver que se reunía tanta gente, y sobre todo

entre ella tantos jóvenes para escuchar una charla sobre literatura. Créanme que en pocos

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lugares la literatura pueda atraer a tanta gente, como aquí en Novi Sad. Me alegro mucho

desde luego por mí que he tenido placer de tener un auditorio tan nutrido, pero también por

Ustedes porque creo que la literatura no solo es uno de los grandes placeres del que podemos

gozar en este mundo, sino también una fuente riquísima para la constitución del ciudadano

moderno, del ciudadadno libre, democrático, que no se deja manipular por los poderes, que

tiene una consciencia crítica, clara de aquello que anda bien y de aquello que anda mal. El

tipo de ciudadadano que pueda garantizar supervivencia a la sociedad libre y democrática.

Ojalá en todas partes del mundo hubiera un auditorio tan grande para escuchar hablar de

literatura. Muchas gracias.

Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=fWcXGRhMCK4

http://www.laguna.rs/v3742_vest_nezapamcena_poseta_na_dodeli_nagrade_mariju_vargasu_

ljosi_u_novom_sadu_laguna.html

Bojana Kovačević Petrović

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