El monumento de Casimiro Biguá. Representaciones de nación y aboriginalidad en José de San...

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El monumento a Casimiro Biguá. Representaciones de nación y aboriginalidad en José de San Martín, Chubut Licencianda : Viviana Leonor Bórquez Granero Directora de Tesis : Dra. Susana Torres Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales Licenciatura en Historia 2010

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El monumento a Casimiro Biguá.

Representaciones de nación y aboriginalidad

en José de San Martín, Chubut

Licencianda: Viviana Leonor Bórquez Granero

Directora de Tesis: Dra. Susana Torres

Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales

Licenciatura en Historia

2010

2

AGRADECIMIENTOS

Mediante este espacio, quiero agradecer a todos aquellos que me ayudaron a

llevar a cabo esta investigación, que se alargó tanto en el tiempo.

En primero lugar, a los habitantes de José de San Martín que me atendieron

tan cálidamente. Por la hospitalidad a Ricardo González; por la información y el

acceso a Jorge Ámbar y Beltrán Beroqui; a Marita y Julieta Contreras por su

amabilidad, las charlas, la ayuda, la disponibilidad y la sinceridad. A Claudina

Quiroga por ser siempre el nexo desde que nos conocimos en 2007 con el

proyecto de ―Huellas‖. A María Kodzomán, Omar Bahamonde, Patricia Mera,

Odina Salles, Alejandro Martín (alférez de Gendarmería Nacional). A las

directoras de la escuela primaria y escuela secundaria de San Martín, y a los

alumnos de 5to grado de la primaria, y del último año de la secundaria.

En segundo lugar, a aquellos que me brindaron información y/o críticas: María

Andrea Nicoletti, Marta Penhos, Fabián Arias, Pablo Lo Presti, Sonia Ivanoff,

Sebastián Barros, Martina Calfú. Al igual que a esas personas ‗anónimas‘ que

hicieron comentarios, aportes y críticas a los avances que presenté en distintos

congresos.

En tercer lugar, a mis compañeros de carrera Williams y Lucas Cruz por todos

estos años que compartimos en el estudio, en los viajes y en la vida misma.

En cuarto lugar, a Silvana Dos Santos y a mi directora Susana Torres. Gracias

por todas las críticas constructivas a mis escritos durante todo este tiempo.

Y en último lugar (de orden mas no de sentimiento), a mi Familia y a mi Lucas,

por el apoyo, la contención y el amor que me dan.

Sin ellos no podría haber llevado a cabo esta investigación. Pero de ningún

modo son responsables de los errores que pude haber cometido.

Gracias.

3

INTRODUCCIÓN

La presente tesis es el corolario de un viaje, que comencé en 2007,

hacia José de San Martín – una pequeña localidad que no sólo era

desconocida para mí sino para gran parte de los chubutenses – el cual me hizo

cuestionarme, preguntarme y repreguntarme sobre las representaciones que

nosotros, como sujetos protagonistas de la historia, realizamos del espacio que

habitamos y sobre las prácticas que se suceden a partir de nuestros discursos.

Mi objeto de estudio es un monumento que se encuentra emplazado en

ese pequeño pueblo de aproximadamente 1.300 habitantes. ¿Por qué un

monumento? ¿Por qué ese monumento? Como toda población patagónica,

José de San Martín tiene bustos de próceres de la historia nacional (su

homónimo José de San Martín y Martín Miguel de Güemes); calles y una plaza

con sus nombres y fechas conmemorativas reconocidas como patrias en el

calendario nacional (25 de Mayo, 9 de Julio).

Pero a diferencia de otras localidades del país, la materialización de la

historia nacional, que se ha reproducido en la escuela, se ve acompañada por

un monumento dedicado al jefe tehuelche Casimiro Biguá que, a simple vista,

difiere del resto. No sólo no posee un busto ni constituye una escultura

abstracta, sino que consta de una pequeña pared y un dibujo del cacique. En la

pared hay una bandera argentina y una leyenda que explica los motivos por los

cuales un indígena1 posee un monumento en esta localidad: “al hecho histórico

1 Quiero antes que nada, realizar una aclaración con respecto al uso de determinados términos. A lo largo

de esta tesis, haré referencia a „indios‟, „indígenas‟, „aboriginalidad‟, y „pueblos originarios‟. La primera

palabra, „indio‟, la emplearé cada vez que en las fuentes con las que esté trabajando aparezcan

referenciados de este modo. Este término fue el primero con el que se denominó a los pobladores que

encontraron en América los primeros navegantes que llegaron a partir del viaje de Cristóbal Colón.

Precisamente, porque creían haber llegado a India y no a un „nuevo‟ continente. En tanto, „indígenas‟ es

una palabra que proviene del latín (inde: de allí, gens: población) que significa originario del lugar. Es

uno de los usos que más utilizaré a lo largo de este escrito. Con respecto a „aboriginalidad‟ es un concepto

teórico, una construcción de la que voy a dar cuenta más adelante ya que es de vital importancia para el

entendimiento de mi hipótesis. Por último, „pueblos originarios‟ es una denominación aceptada y

promovida por la mayoría de las organizaciones indígenas en la actualidad. Es por eso, que cuando me

refiero a los reclamos actuales de los indígenas utilizaré la categoría de „pueblos originarios‟, mientras

que, para hablar en general de los mismos, los mencionaré como indígenas o comunidades indígenas, o

4

del enarbolamiento del pabellón argentino por los tehuelches en noviembre de

1869”. Es, entonces, a partir de la observación del mismo desde donde inicié

mi investigación.

El monumento se realizó en dos etapas. La primera en 1979, a partir de

la iniciativa del señor Alberto Iannamico, presidente del Centro Cívico Luis

Piedra Buena, de la ciudad de Bahía Blanca. La segunda se concluyó en 1988,

a raíz de la gestión del mismo Iannamico. El monumento fue declarado por el

Senado y la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, ―Monumento

Histórico Nacional‖ (Ley Nº 24.975). En tanto, la localidad de José de San

Martín fue declarada también, por el Poder Legislativo de la nación, como

―Lugar Histórico Nacional‖ (Ley Nº 25.008), debido a su historia y el

monumento a Casimiro. La habitante de la localidad, Martina Calfú, entre 1997

y 1998 impulsó la declaratoria a nivel municipal y posteriormente nacional del

monumento, la cual fue gestionada telefónicamente por la entonces presidenta

del Concejo Deliberante2.

Mi objeto de análisis, entonces, tiene como eje espacial a la localidad de

José de San Martín, en la meseta patagónica, y como eje temporal el inicio de

la construcción del monumento a Casimiro Biguá en 1979, hasta el año 2009.

Teniendo en cuenta estos ejes y el monumento es necesario plantear el

problema de análisis y las hipótesis con las que trabajo.

El problema intenta comprender por qué se celebra la idea de nación en

un monumento a un indígena en un pequeño pueblo chubutense. La

importancia de la bandera argentina como parte de esa simbología de una idea

de nación determinada, teniendo en cuenta que, hacia 1869, no se puede

hablar ni de un Estado conformado ni nacional y, por ende, inexistente en lo

que se entiende por Patagonia hoy (territorio que el Estado argentino

―institucionaliza‖ luego de someter a la población indígena).

Me interesé, también, por indagar acerca de cómo esta representación

significa discursos que se visibilizan y discursos que no están presentes; cómo

se piensa este monumento y cómo se lo habita, o no se lo habita. Habitar en el

pueblos indígenas. 2 Entrevista realizada a Julieta Contreras, presidenta del Concejo Deliberante en esa fecha, José de San

Martín, 20/04/2009.

5

sentido de transitarlo, de vivirlo, y de las prácticas que se realizan en él, desde

celebraciones o actos oficiales hasta el estado de conservación en el que se

encuentra. Es decir, si el monumento está rayado, estropeado, cuidado,

olvidado o es ignorado. El monumento al cacique Casimiro Biguá, ¿constituye

un lugar de paso, de estadía? ¿Qué usos se hacen del mismo? ¿Cómo se lo

construye a partir de su historia, cómo es pensado él a través del monumento?

Mi problema entonces trata de dilucidar si su representación y sus usos ¿se

corresponden con construcciones de aboriginalidad que a su vez están ligadas

a ideas de nación?

A partir de este problema central, la hipótesis que guía la investigación

gira en torno a la afirmación de que el monumento a Casimiro Biguá constituye

una representación territorializada que está ligada a una determinada idea de

nación y de aboriginalidad. Estas ideas que constituyen discursos, conllevarán

determinadas prácticas en la vida cotidiana y en las políticas estatales, ya sean

sociales, culturales o educativas.

Para formulación del problema y la resolución de la hipótesis necesité

recurrir a una serie de conceptos y categorías de análisis para poder interpretar

la evidencia empírica encontrada o construida.

Comencemos entonces, analizando el concepto de nuestro objeto de

estudio: el monumento.

El monumento: una aproximación conceptual

El monumento es una representación y como tal una producción de

sentido realizada por los sujetos, la cual luego de un tiempo, se naturaliza3.

Este sentido no es inherente a las cosas sino que es una construcción que a su

vez, es histórica, por ende va cambiando (al igual que los sujetos y sus

interpretaciones). Asimismo, la representación trabaja tanto por medio de lo

que no está demostrado (ausencia) como de lo que sí está (presencia). Carlo

Ginzburg menciona la doble acepción de la palabra, ―por una parte, la

representación lo es de la realidad representada, de modo que evoca su

3 Stuart Hall, “El trabajo de la representación”, en Stuart Hall (ed.) Representation: Cultural

Representations and Signifying Practices, Londres: Sage Publications, 1997, pp. 13-74.

6

ausencia; por otra, hace visible la realidad representada, y por ello sugiere

presencia‖4. En tanto, para Roger Chartier la relación de representación se ve

alterada por la debilidad de la imaginación, que hace que se tome el señuelo

por lo real, que considera los signos visibles como índices seguros de una

realidad que no lo es5.

Los autores que trabajaron la categoría de ―monumento‖ lo han hecho

considerándolo una representación de memoria. En este sentido, el

monumento constituiría una memoria territorializada, ya que es una marca

física en un espacio restringido6. Este espacio es público y es transitado y

vivido cotidianamente. Kirk Savage dice que los monumentos públicos son

importantes porque ellos tratan de imponer, en cierta medida, una memoria

permanente en una localidad7. Son sitios que se ven; son construcciones, no

sólo materiales sino simbólicas. Son construcciones de memorias o lugares de

memoria al decir de Pierre Nora8. Estos lugares son aquellos donde se

cristaliza y se refugia la memoria, una sola memoria.

Por su parte, Elizabeth Jelin y Victoria Langland9 hacen hincapié en el

territorio y sus límites, como el espacio donde se ha manifestado

históricamente, no sólo una idea de nación, sino una materialización y

simbolización de la presencia estatal. Pero también, los reclamos y el punto de

identificación de los pueblos originarios. El territorio es donde ocurren las

luchas y conflictos para marcar fronteras. Y además, hay fronteras y límites que

son simbólicos, pertenecen al campo de la representación. Es allí donde se

encuentran los monumentos. La marca es un espacio físico que adquiere y

reafirma sentidos.

4 Carlo Ginzburg, “Representación. La palabra, la idea, la cosa”, en Ojazos de madera. Nueve reflexiones

sobre la distancia, Barcelona: Península, 2000, p. 85. 5 Roger Chartier, El mundo como representación. Historia Cultural: entre práctica y representación,

Barcelona: Gedisa, 1992, p. 59. 6 Elizabeth Jelin y Victoria Langland (comps.), Monumentos, memoriales y marcas territoriales, Madrid:

Siglo XXI, 2003. 7 Kirk Savage, “The politics of memory: black emancipation and the civil war monument”, en John Gillis

(ed), Commemorations: The politics of National Identity, New Jersey: Princeton University Press, 1994,

pp. 130-145. 8 Pierre Nora, “General Introduction: Between Memory and History”, en Pierre Nora (ed), Realms of

Memory: Rethinking the French Past, New York: Columbia University Press, 1996. 9 Elizabeth Jelin y Victoria Langland, ob. cit.

7

En esta tesis, el concepto de ―marcas territoriales‖, me sirve para pensar

el monumento de Casimiro Biguá, ya que el lugar donde se encuentra, también

es un escenario en disputa de memorias, o de representaciones de nación y

aboriginalidad.

También, utilizo a Nuala Johnson10 y Antoine Proust11 quienes hablan de

la importancia que hay que otorgarle a los monumentos que se encuentran en

los espacios públicos. La primera, señala la relación entre la proliferación

masiva de estatuas públicas – hablando del caso británico – y los proyectos de

construcción de la nación. Y afirma que hay un significado político y cultural

atado a ellos. Por su parte, Proust también resalta que el espacio donde se

erigen los monumentos está cargado de sentido. Y llama la atención acerca de

las esculturas (se podría hablar en este caso de imágenes) que pueden ser

realistas o idealistas, y que las inscripciones en el mismo son signos muy

importantes para abordarlos.

Si bien, la relación entre monumento y memoria es útil para comprender

determinadas cuestiones, me resultó insuficiente para pensar el monumento a

Casimiro Biguá. A mi entender, el monumento es una representación de una

historia, que a su vez es una construcción. Es unívoco, autoritario, es una

imposición. Ya que muestra una sola cara, un solo sentido. Asimismo, no

siempre es construido materialmente por consenso de los habitantes del lugar

donde se instala. En ocasiones, es una imposición política. No representa lo

mismo para todos, pero es una marca que queda plasmada en el ámbito

público que es el que recorremos habitualmente. Si no se cuestionan estas

representaciones, la historia que representan es asimilada y naturalizada como

verdadera y única; anulando de este modo las historias que subyacen al

monumento. No siempre tiene que ver con la activación de memorias sino por

la interpretación de la historia que se hace.

Asimismo, es pertinente poner en juego categorías de análisis que hasta

el momento, en Patagonia y con respecto a los monumentos, no habían sido

tratadas en forma conjunta y sistemática. El monumento como representación

10

Nuala Johnson, “Mapping monuments: the shapping of public and cultural identities”, en Visual

Communication, 2002, vol. 1, pp. 293-298. 11

Antoine Proust, “Monuments to the Dead”, en Pierre Nora (ed.), Realms of memory. Rethinking the

French Past, New York: Columbia University Press, 1996, vol. 2.

8

simbólica de una comunidad y lugar de memorias se presta para decodificarlas

partiendo de ideas como nación y aboriginalidad.

Las ideas de nación y aboriginalidad en Patagonia

La elección de analizar las construcciones de las ideas de nación en

Patagonia, se debió a la escasez de trabajos en la historiografía argentina.

¿Dónde está la ‗cuestión indígena‘ en el proceso de construcción de la

nacionalidad? ¿Dónde está el estudio de cómo se construyó la nación en

Patagonia como un proceso imbricado en la historia argentina general?

Este micro estudio intenta dar cuenta de otros procesos macro que

influyeron en la construcción de una idea de nación en Patagonia, que no se

corresponde con sus heterogeneidades, contradicciones y luchas de poder y

significados, propias de esta región.

Ideas de nación

La nación argentina fue pensada históricamente y resignificada a la hora

de incluir a la Patagonia dentro de este imaginario12. En este sentido, Susana

Torres señala que, cuando se comenzó a imaginar a la nación argentina, se la

pensó desde la tradición moderna y republicana que planteaba Juan Bautista

Alberdi13. A diferencia de los románticos europeos que buscaban la nación en

12

La Patagonia fue igualmente construida históricamente a partir de 1520, fecha de la expedición de

Hernando de Magallanes – buscando un camino hacia el océano Pacífico – y de su cronista, Antonio

Pigafetta quien fue el primero en escribirla de acuerdo a la nominación que le dio el propio Magallanes.

Las representaciones sobre Patagonia se hicieron a partir de momentos históricos e intereses específicos.

Por ejemplo, Philippe Grenier señala tres visiones generales que se le otorgaron y que en varias

ocasiones, estas visiones se imbrican. Estas son, la Patagonia como obstáculo, como recurso y como

espectáculo. A partir del siglo XVI, se debía bordear sus peligrosas y hostiles costas para llegar a otros

destinos; recién en el siglo XIX se la recorre en su interior, se envían expediciones científicas y se la

domina territorial y discursivamente por parte de los dos estados nacientes: Argentina y Chile. En tanto, a

partir del siglo XX, la Patagonia entra en el imaginario como un espectáculo, debido a sus paisajes y su

naturaleza (Phillipe Grenier, "Historia para ver", en Graciela Madanes, Patagonia. Una tormenta de

imaginario, Buenos Aires: Edicial, 1998, pp. 118-126). 13

Susana Torres, “La Patagonia en el proceso de construcción de la Nación Argentina”, en Esteban

Vernik (comp.) ¿Qué es una nación? La pregunta de Renan revisitada, Buenos Aires: FCE, 2002, p. 85.

Si bien Alberdi pertenecía a la llamada Generación del ‟37, un movimiento intelectual que tradujo el

romanticismo europeo en el Río de la Plata, no dejaba de tener rasgos de la “Ilustración”, corriente en la

cual habían sido educados.

9

la herencia, en un pasado remoto, en la raza, lengua, para los románticos de la

incipiente Argentina, la nación constituía una apuesta hacia el futuro. Es decir,

que a la nación había que construirla, era un proyecto de futuro ya que el

pasado del territorio era negado. Como dice Ernest Renan ―el olvido, e incluso

diría que el error histórico, son un factor esencial en esa creación de una

nación‖14; esto es, que todos los individuos deben tener cosas en común pero a

su vez, tienen que haber olvidado muchas cosas más.

En el caso argentino, lo que se debía olvidar era la colonización

española y los indígenas. Estos elementos eran considerados como la barbarie

frente a una nación que se pretendía civilizada15. En este sentido, Renan

también señala que una nación es una dinastía que representa una antigua

conquista que es ―aceptada primero y olvidada después por la masa del

pueblo‖16.

De acuerdo a la idea de nación cívica, ―los argentinos estaban en el

futuro, el Estado debía crearlos‖17; es por eso que había que transformar las

costumbres y hábitos locales trayendo europeos – considerados sinónimo de

civilización – para que trasplantaran sus propias costumbres en la Argentina. Y,

de acuerdo a los planteos de Sarmiento, a través de la educación se podrían

construir ciudadanos. Argentina era considerada un desierto al que había que

transformar mediante el progreso que supondrían estos cambios estructurales

no sólo en el plano cultural sino también en el económico y político18.

La historiadora Lilia Ana Bertoni, señala cómo el emergente Estado

argentino a finales del siglo XIX, demuestra una gran preocupación por el tema

de la construcción de la nación. En este contexto de inmigración y

cosmopolitismo surge la necesidad de hacer que el Estado sea omnipresente.

Esto es, en la escuela, en la calle, en las fiestas:

14

Ernest Renan, “¿Qué es una nación?”, en Álvaro Fernández Bravo (comp.), La invención de la nación.

Lecturas de la identidad de Herder a Homi Bhabha, Buenos Aires: Manantial, 2000, p. 56. Este texto fue

leído por su autor en 1882. 15

Susana Torres, ob. Cit., p. 85. 16

Ernest Renan, ob. Cit., pp. 55-57. 17

Susana Torres, ob. Cit., p. 85. 18

Oscar Terán, “Acerca de la idea nacional”, en Carlos Altamirano (ed.), La Argentina en el siglo XX,

Buenos Aires: Ariel, 1999, pp. 280.

10

…procuró despertar adhesiones a través de una práctica de lo nacional, supuso una compleja tarea: la construcción de escuelas y ámbitos históricos, como plazas o museos, la ritualización de las celebraciones escolares y la realización de manifestaciones patrióticas, la definición de los símbolos patrios y la creación de representaciones materiales y monumentos en los cuales apoyar esa reelaboración del pasado19.

Así se desarrolla un afán constructor de monumentos y santuarios para

conservar una idea de nación que se inicia en 1887. En este sentido la

memoria que se busca representar es la nacional, rescatando a los héroes, a

los símbolos patrios para homogeneizar a una población muy diversa y que

será la misma política empleada en la Patagonia cuando comiencen a

asentarse extranjeros y criollos, en territorio indígena.

Hacia 1910, este modelo va a estar consolidado. Al decir de Hilda

Sábato, ―a fines del XIX y principios del XX fue ganado terreno un modelo

identitario de nación. Este proponía la uniformización y la homogeneización

culturales y la subsunción de diversas identidades individuales o grupales en

favor de una única identidad nacional argentina‖20. Esta idea de nación a la que

se refiere, podemos llamarla ―cultural‖. Se revaloriza la figura del gaucho, se

instituye el ―Martín Fierro‖ como libro canónico de la Argentina. Terán habla del

―paquete nacionalizador‖, es decir, el modelo de toda nación que se precie de

serlo, que incluye una lengua oficial, una historia que establezca continuidad

con el pasado; héroes con virtudes, folclore, paisaje típico, monumentos y

museos, una mentalidad particular, símbolos oficiales.

De este modo, la Patagonia fue resignificada a fines del siglo XIX e

incorporada dentro de esta idea de nación, como pura territorialidad, es decir,

un espacio lleno de riquezas y en peligro de ser tomada por un enemigo

extranjero (que no sería europeo sino chileno). Para esto, había que delimitarla,

poblarla y modernizarla21.

Para llevar a cabo esta labor el estado en conformación realizó distintas

expediciones científicas para conocer el territorio por dentro22 y tomar posesión

19

Lilia Ana Bertoni, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construcción de la nacionalidad

argentina a fines del siglo XIX, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 98. 20

Hilda Sábato, “La nación del pasado en el presente: apuntes para pensar el futuro”, en José Nun

(compilador), Debates de Mayo. Nación, cultura y política, Buenos Aires: Gedisa, 2005, p. 164. 21

Susana Torres, ob. Cit., p. 86. 22

También fomentó la creación de colonias y la radicación de población extranjera para trabajar la tierra.

11

del mismo a través de las campañas militares que llevaron al sometimiento de

la población indígena y la destrucción de sus circuitos económicos y de

circulación. Muchas de estas tierras fueron entregadas por el Estado a manos

privadas permitiendo así el desarrollo económico23. A partir de esto, se

establecen los límites con Chile (que a su vez llevaba a cabo un proceso

similar), se crearon los territorios nacionales en el sur (1884-1955). Para

incorporar una población patagónica heterogénea a la idea de nación, se

construyeron lugares de memoria, se ―nacionalizó‖ la toponimia y se crearon

instituciones estatales.

Es en este período – finales de siglo XIX y principios del XX – en el cual

la ―nación‖ comienza a ser el criterio de legitimidad del Estado. Terán,

parafraseando a K. H. Silvert, menciona que la Argentina se definió como una

nación cultural, lo cual significó que los grupos dominantes que tenían el poder

político y económico, consideraran como una ―herejía‖ a las voces de disenso.

Si bien los conservadores instalaron esta idea, los radicales la continuarían con

un agregado: el partido es el representante de la nación. Por lo tanto,

cuestionarlo significaría cuestionar a la patria. Tanto Perón como los distintos

gobiernos militares que le siguieron, lo retomarían24.

Cada uno de estos gobiernos hablaba de una identidad nacional que en

teoría debía sobrevivir a las divisiones partidarias. Pero esto era sólo

discursivo. Estos elementos – reivindicados como propios de cada partido o

gobierno – nunca sirvió como elemento identitario. En la década del ‘70, ―cada

contendiente volvió a adjudicarse la representatividad de la verdadera manera

de ser argentino‖25. Pero en este período de mayor violencia política y social de

la historia del país, el gobierno de facto, que por un lado, despojó de

―nacionalidad‖ a los contrarios al régimen (la figura del detenido-desaparecido),

también utilizó los símbolos nacionales como aglutinadores durante el Mundial

de Fútbol de 1978 y la Guerra de Malvinas de 1982.

La primera colonia extranjera en asentarse en Patagonia, son los galeses quienes llegaron al norte de la

provincia de Chubut en 1865. 23

Ernesto Bohoslavsky, La Patagonia (de la guerra de Malvinas al final de la familia ypefiana), Buenos

Aires: Universidad Nacional de General Sarmiento, 2008, p. 11. 24

Oscar Terán, ob. Cit., pp. 283-284. 25

Íbidem.

12

Con respecto a Patagonia, desde la década del ‘20, fue ―formateada,

diseñada, imaginada y construida siguiendo un patrón productivo y político

centrado en la noción de soberanía estatal-nacional‖26. Esto es, por un lado un

espacio vulnerable estratégicamente, y por otro lado, rico en recursos

energéticos. Dada su población heterogénea – ya sea por inmigrantes

limítrofes, transatlánticos o migrantes de otras provincias argentinas – se

realiza durante el primer y segundo gobierno peronista, una nacionalización de

estos territorios a través de las escuelas y de la simbología peronista27.

Recién en 1955 se provincializaron los entonces territorios nacionales

del sur. A partir de entonces, sus habitantes pudieron participar políticamente

como en el resto del país.

Con la vuelta definitiva de la democracia en 1983 y hasta la actualidad,

hay varias ideas de nación que siguen dando vuelta. Por un lado, si bien hubo

una revisión crítica de la historia oficial y de cómo se construyó la idea nacional

en Argentina, en las escuelas se sigue enseñando una historia muy parecida a

los planteamientos mitristas28. Por otro lado, son muchos los movimientos

surgidos en este período o que cobraron fuerza y que reivindican una identidad

distinta a la evocada en los manuales de historia. Es el caso de los pueblos

originarios, invisibilizados y hasta negados en sus reclamos de tierra, de

identidad y autodeterminación; pero reconocidos como parte de un pasado

lejano del país.

Como señala Morita Carrasco,

…a pesar de que en los últimos años irrumpe con fuerza relativa un discurso de diversidad cultural y respeto por los derechos humanos, la conciencia dominante de la nación argentina ha sido elaborada en base a una concepción monocultural, monolingüe y blanca29

26

Ernesto Bohoslavsky, ob. Cit, p. 11. 27

Susana Torres, ob. Cit., p. 94. 28

Bartolomé Mitre es considerado fundador de la historiografía argentina por la escritura de los libros

acerca de la historia de Belgrano y de San Martín, otorgándoles el grado de “héroes de la patria” y

señalando los verdaderos valores que debía tener un patriota. Esta versión de la historia será la que se

impondrá en las escuelas argentinas, hasta la actualidad. 29

Morita Carrasco, Los derechos de los pueblos indígenas en Argentina, Buenos Aires: Vinciguerra,

2000, 15-16.

13

Ideas de aboriginalidad

Pensando a partir de los planteos de Claudia Briones, utilizo la noción de

aboriginalidad para ver cómo fueron cambiando las construcciones del indígena

como ‗otro interno‘ por parte del Estado. En este sentido, la aboriginalidad es

una construcción cambiante, ―un proceso de marcación y auto marcación de

ciertas prácticas como „aborígenes‟ o „no aborígenes‟ a través de relaciones

sociales y contextos cambiantes‖30.

Claudia Briones y Walter Delrio31 trabajan cómo fueron cambiando estas

construcciones de aboriginalidad. En un primer momento, cuando el Estado

argentino estaba en plena conformación, los ―indios‖ eran concebidos en

general, como ‗amigos‘. Para justificar y llevar adelante el avance sobre las

tierras habitadas por los indígenas, se los comenzó a ver como ‗salvajes‘ que

debían ser eliminados o civilizados. Luego de la ‗conquista‘, se les dio

‗pertenencia a la nación‘, comenzaron a ser ‗indios argentinos‘ o ‗indios

chilenos‘32. Asimismo, hubo distintos tipos de mecanismos de negociación por

parte de algunos grupos indígenas para lograr una mejor suerte, de acuerdo a

las construcciones de alteridad impuestas por el Estado. Como existían y

coexistían distintas construcciones de aboriginalidad, las políticas que se

llevaron a cabo fueron dispares pero siempre teniendo en cuenta el grupo

indígena o el jefe con el cual se estaba lidiando. Entonces, teniendo en cuenta

cuán ‗civilizados/civilizables y argentinizables‘ se creía que fueran esos

contingentes, se los confinó en distintos destinos: misiones, reducciones,

colonias, reservas, radicaciones de individuos dispersos.

Durante el siglo XX, se generan problemas con respecto a la propiedad

privada de las tierras que les fueron otorgadas a los indígenas y que – en la

30

Walter Delrio, Memorias de expropiación. Sometimiento e incorporación indígena en la Patagonia,

1872-1943, Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2005, p. 22. 31

Claudia Briones y Walter Delrio, “Patria sí, Colonias también. Estrategias diferenciadas de radicación

de indígenas en Pampa y Patagonia (1885-1900)”, en Ana Teruel, Mónica Lacarrieu y Omar Jerez

(comps.) Fronteras, ciudades y estados, Córdoba: Alción, 2002; Walter Delrio, “Indios amigos, salvajes o

argentinos. Procesos de construcción de categorías sociales en la incorporación de los pueblos originarios

al estado-nación (1870-1885)”, en Lidia Nacuzzi (comp.) Funcionarios, diplomáticos, Guerreros.

Miradas hacia el otro en pampa y Patagonia, Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología, 2002. 32

Es importante señalar que no todos los indígenas fueron considerados del mismo modo. Existían

algunos más „civilizables‟ que otros. Por ejemplo, los mapuches y tehuelches estaban vistos como más

“civilizados”, siendo los indígenas australes – como los selk‟nam y yámanas – los más “primitivos”.

14

mayoría de los casos – nunca se les concedieron las escrituras de las mismas.

Es por eso que, muchos de ellos al verse expropiados (expropiación que se dio

de diversos modos) parten hacia las ciudades o se convierten en peones de

sus propias tierras. Además, en las primeras décadas, se buscó efectivizar

prácticas sedentarias para civilizarlos, específicamente, inculcarles hábitos de

trabajo productivo y escolarizarlos33.

En tanto, la emblemática revista Argentina Austral34 – dedicada a temas

patagónicos, durante las décadas del ‘30 y parte del ‘40, solía escribir acerca

de una problemática de radical importancia: los indígenas. En un artículo de

noviembre de 1937 decían que el ‗elemento indígena‘ de Río Negro, constituía

un ―grave problema social y deficiente situación económica que entorpece el

progreso de este importante territorio de la Patagonia‖35. Un año después, se

proseguía en esta línea: ―Aparte de su absoluto estancamiento, es innegable

que ellos causan, por la incomprensión administrativa que existe en esta

materia, trastornos ingentes a la población civil y a los establecimientos

ganaderos asentados a inmediaciones de lo que en lenguaje oficial se

denomina una Reserva indígena‖36.

Los primeros reclamos indígenas que se realizan con respecto a la

posesión de la tierra han sido mayoritariamente individuales, es decir, casos

particulares. Recién en 1946 se realizó una marcha llamada ―malón de la paz‖

en la cual el pueblo kolla se dirigió a Buenos Aires para reclamar la propiedad

de sus tierras. En esta primera época peronista (1946-1955) hay un cambio

importante en lo que son los derechos de los indígenas. Se da una

incorporación masiva a la vida política. No se tornaron relevantes por su

‗condición‘ indígena sino por ser parte de los sectores populares. Los mismos

33

Morita Carrasco, ob. Cit. 34

Revista de la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia, propiedad de las familias

Menéndez Behety, Braun Menéndez, grandes propietarios de las tierras australes de la Patagonia tanto

argentina como chilena. Era distribuida mediante su comercio “La Anónima”, y se editó entre 1929 y

1964. 35

Pedro Pugno, “El elemento indígena del territorio de Río Negro”, en Revista Argentina Austral, Nº 101,

noviembre de 1937, pp. 28-32. 36

Lorenzo Amaya, “Los indígenas de Patagonia”, publicado originalmente en “La Prensa”, 18 de enero

de 1938. Reproducido en la revista Argentina Austral, Nº 92, 1938, pp. 22-23.

15

sectores que fueron incorporados como electores en la escena política

nacional37.

Por otra parte, cabe mencionar que los golpes militares que se

sucedieron en la historia del país, siempre fueron acompañados por un

retraimiento en las políticas estatales frente a las cuestiones indígenas. Es por

eso que los mayores cambios que se dieron en el modo de verlos y ejercer

determinadas prácticas, ocurrieron durante los gobiernos democráticos38.

En la década del ‘60 – y como consecuencia del desarrollismo que

caracterizó este período – el indígena se convirtió en un sujeto activo de su

propia integración a la nación. Es así como, en 1965, se realiza un censo

indígena en todo el país con el fin de iniciar una ―política indigenista coherente

y continua‖39, la cual buscaba investigar la realidad que ellos vivían.

Asimismo, a principios de los ‘70, comienza a aparecer con más fuerza

un interés por llevar a cabo una ‗reparación histórica‘ debido al despojo y

marginación que sufrieron desde el siglo XIX. Esto coincide, y tiene que ver,

con un proceso de organización indígena que se estaba dando a nivel nacional.

Por ejemplo, en 1972, se realiza el Primer Parlamento Indígena Nacional (Futa

Trawn). En este período, comienza a surgir una dirigencia indígena que inicia

proyectos de ley que no verán la luz hasta pasada la última dictadura militar

argentina.

A finales de la década del ‘80 y a raíz del nuevo contexto político y

social, comienzan a haber nuevos cambios en la concepción que se tiene del

indígena. Por un lado, se sancionan más leyes y firman tratados

internacionales, donde se reconocen a los pueblos originarios como

comunidades ancestrales y con derechos. Son varias leyes indigenistas que se

dictan en el país entre 1984 y 1993, pero recién con la reforma de la

Constitución en 1994, es cuando se les reconoce la preexistencia étnica y

cultural a la nación argentina40. Si bien algunas comunidades se organizan y

37

Morita Carrasco, ob. Cit., p. 30. 38

Morita Carrasco, ob. Cit., p. 31. 39

Decreto Nº 3998, 1965. Citado en: Morita Carrasco, ob. Cit., p. 31. 40

Artículo 75, inciso 17, capítulo cuatro, Constitución de la Nación Argentina de 1994. El inciso dice:

“Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a

su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus

16

hacen demandas con respecto a sus derechos durante el siglo XX, es a finales

del mismo cuando se comienza a visibilizar públicamente las reivindicaciones y

reclamos de respeto a la diversidad indígena y a la autodeterminación de los

pueblos41.

Estas construcciones cambiantes de aboriginalidad con respecto al

indígena, relacionadas con una idea de nación preponderante – ya sea por el

estado o por los indígenas mismos – son las que me interesa rescatar a la hora

de analizar las imágenes de Casimiro y su monumento en José de San Martín.

Esta propuesta de trabajo – si bien se inscribe en el marco de los

trabajos que analizan monumentos – tiene la particularidad de que lo hace

desde dos conceptos analíticos: la nación y la aboriginalidad, que combinadas

son originales para abordar posibles lecturas materiales y simbólicas. Para ello,

fue necesario recurrir a los dos paradigmas – el cualitativo y el cuantitativo –

para convertir la información en datos y poder interpretarlos a la luz de los

supuestos teóricos con los que trabajo.

La metodología

Las características de la problemática planteada implicaron recurrir a

técnicas de análisis cualitativas y cuantitativas. Entre las primeras, tiene un

lugar destacado la problematización de las imágenes – es decir – colocar a las

imágenes en el centro del estudio, vinculándolas con otras fuentes, con otros

discursos y con otras representaciones42.

La imagen no es una mera ilustración, es un discurso. Y cuando uno las

analiza comprende que está ante una zona de conflictos, entre lo que muestra

y lo que representa, lo que visibiliza y lo que invisibiliza. ¿Cómo son

construidas, usadas y percibidas? ¿En qué trama cultural e ideológica se

insertan? Sergio Caviglia dice al respecto que:

comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y

regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable,

transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a

sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer

concurrentemente estas atribuciones” (Constitución de la Nación Argentina, Buenos Aires: Adrograf

Argentina, 1995, p. 29). 41

Morita Carrasco, ob. Cit., pp. 11-16. 42

En la tesis trabajo imágenes, ya sean estas dibujos o fotografías.

17

…el poder de la fotografía […] radica en que al ser ‗mirada‘ produce sentimientos y emociones (imágenes mentales) […]. El dominio de la imagen es muchas veces más fuerte que la letra pues convoca y suscita en forma más directa las pulsiones más primarias del psiquismo y remiten a un lenguaje más universal y primario (orden de lo imaginario) que el pensamiento abstracto (orden de lo simbólico)43.

Es por eso que hablamos de algo que se representa, que se muestra,

que se dice a simple vista. Pero las interpretaciones que se hacen de ese

objeto, suelen distar mucho de esa representación original.

Estas imágenes suelen ser constructoras de estereotipos. Al respecto,

Camila Cattarulla señala que los estereotipos son un sistema perceptivo que

dan lugar a un conjunto de informaciones rígidas – a menudo con valor

negativo – y que son atribuidas a un determinado grupo social por otro grupo

social44. Esto es, una marcación del otro.

En el tema de este trabajo, se hablan de ideas de nación y

construcciones de aboriginalidad que tienen que ver precisamente con estas

relaciones de alteridad. Marta Penhos dice que las fotografías indígenas

condensan elementos de la sociedad blanca, que en su época fueron

considerados como datos objetivos y que para nosotros, en la actualidad

representan huellas, creencias y sentimientos del blanco acerca del indígena45.

En este sentido, cita a Annateresa Fabris al decir que muchos retratos se

ubican „lejos del individuo y cerca de la máscara social en una parodia de

autorrepresentación en que se funden el realismo de la fotografía y la

idealización intelectual del modelo‟46.

En esta tesis dedico un capítulo al análisis de las imágenes de Casimiro

Biguá, intentando comprender y explicar que su representación – ya sea

fotográfica o ilustrativa – fue una construcción vinculada a la conjunción de

43

Sergio Caviglia, “El mundo a través de uno mismo. La fotografía etnográfica en Patagonia”, en IV

Congreso de Historia Social y Política de la Patagonia argentino-chilena. El rescate de la memoria en la

construcción de la historia, Rawson: Secretaría de Cultura de Chubut, 2001, p. 144. 44

Camilla Cattarulla, “Donde se construyen los estereotipos: la revolución mexicana en la prensa

ilustrada italiana”, en Entrepasados, Nº 23, 2003, p. 31. 45

Marta Penhos, “Frente y perfil. Una indagación acerca de la fotografía en las prácticas antropológicas y

criminológicas en Argentina a fines del siglo XIX y principios del XX”, en Marta Penhos y otros, Arte y

Antropología en la Argentina, Buenos Aires: Fundación Espigas, 2005, p. 20. 46

Annateresa Fabris (org), Fotografia. Usos e funções no século XIX, São Paulo, EDUSP, 1991, citado en

Martha Penhos, ob. Cit., p. 23.

18

determinados modos de percibir al indígena y a la idea preponderante de

nación de ese momento histórico.

Con respecto al resto de las fuentes, también focalizo mi atención en las

representaciones escritas que se hicieron de Casimiro. Es decir, selecciono a

determinados autores que se han referido a él y lo relaciono con las imágenes

del cacique que fueron realizadas o reproducidas en ese momento. Los relatos

son de: George Musters (1873); Armando Braun Menéndez (1935); Milcíades

Vignati (1945); Alberto Iannamico (1979); Manuel Llarás Samitier (c. 1980).

De especial importancia es lo narrado por el señor Alberto Iannamico –

quien, como mencioné previamente, es el autor y gestor del monumento a

Casimiro Biguá – que muestra claramente qué idea de nación y de

aboriginalidad poseía para darle forma al monumento. Esta documentación fue

suministrada por Gendarmería Nacional de José de San Martín y por el

intendente de dicha localidad, Beltrán Beroqui. Iannamico, les entregó copias

de una recopilación de textos escritos por él o por otras personas acerca de

Casimiro, e imágenes del cacique y de la inauguración del monumento.

Asimismo, entre la documentación que trabajo se encuentra todo lo que

pude recabar sobre las declaraciones como monumento histórico y como lugar

histórico a la localidad; las notas enviadas por el Centro Indio Mapuche

Tehuelche de la provincia de Chubut a la presidencia y a la intendencia de San

Martín con motivo de establecer la importancia de dicho monumento (aunque

con un significado distinto del de Iannamico). Estas fuentes las fui contrastando

entre sí para reconstruir las interpretaciones que se le imprimieron al

monumento.

También realicé entrevistas a habitantes de la localidad. Entre ellos, a

Claudina Quiroga, la entonces Directora de Turismo; a Julieta Contreras, la ex

presidenta del Concejo Deliberante en la época de la declaración patrimonial

del monumento; a María Kodzomán, concejal en ese entonces; a Marita

Contreras, la vicedirectora de la escuela primaria; a Patricia Mera, docente de

la escuela primaria y descendiente indígena; y a Odina Salles, maestra de 4º

grado. También, tuve charlas con una profesora de historia de la escuela

secundaria y con distintas personas del pueblo que fui conociendo a partir de

mis recorridos. El interés por estos últimos testimonios se debió a la necesidad

19

de ahondar en la forma en que se percibe al monumento, a la historia que

narra, a la historia que se conoce de la localidad y a los usos que se hacen de

estos elementos. La importancia de las entrevistas realizadas a Julieta

Contreras y María Kodzomán radican en sus tareas como gestionadoras y

testigos de la declaración nacional de monumento y lugar histórico, que marca

un antes y un después con respecto a la idea que se tiene de la localidad y de

Casimiro. Las entrevistas en las escuelas fueron realizadas para conocer la

historia que se enseña, si está vinculada o no con la localidad y si es así qué

puntos importantes se resaltan y qué usos se le da.

Además, trabajé con fuentes cuantitativas. Realicé encuestas a los

alumnos de 4to. año de la escuela primaria y a los alumnos del 6to. año de la

escuela secundaria de José de San Martín. Lo que quería saber es qué

conocían ellos de la historia de la localidad (el interés central era si sabían

quiénes habían sido Casimiro y Valentín Sayhueque) y cómo lo sabían: si por

la educación recibida en la escuela, por lo que se les contaba en sus casas o

por algún otro medio, como la lectura personal. Utilicé, también, algunos

resultados de 300 encuestas que fueron realizadas en 2007 por el equipo de

investigación de ―Huellas de Pioneros‖ 47, enmarcado en el programa provincial

―¿De qué va a vivir mi pueblo?‖. Rescaté los resultados concernientes al

monumento de Casimiro y la importancia que le daban los encuestados al

mismo.

Todas estas fuentes fueron analizadas junto a la observación del

monumento y de los lugares más relevantes de la localidad. Se intentó – a

partir de ellos – comprender los usos que se hicieron y se hacen del

monumento, considerado en esta tesis como una representación territorializada

de ideas de nación y aboriginalidad relacionadas a contextos históricos

específicos.

47

Directora de “Huellas de Pioneros”: Ana Stingl. El equipo estaba conformado por: Prof. en Historia

Alejandra Coicaud, Lic. en Turismo Laura Quintana, Lic. en Historia y Turismo Pablo Blanco, alumna de

la Lic. en Turismo Paula Diez y alumna en Lic. en Historia Viviana Bórquez. La confección de las

encuestas y su posterior análisis fue llevado a cabo por el equipo de investigación. En tanto, la realización

de las encuestas a los 300 habitantes de José de San Martín, fueron hechas por la entonces Directora de

Turismo de la localidad, Claudina Quiroga. Para consultar el trabajo final: Alejandra Coicaud (comp.),

Tres lugares históricos como sitios turísticos en la meseta central chubutense: José de San Martín, Río

Pico y Aldea Apeleg, Trelew: edición del autor, 2010.

20

Antes de iniciar la lectura

Para este estudio se trabajó con tres ejes temporales: el primero va

desde la creación de la colonia San Martín en 1895 y su posterior fundación

como pueblo en 1901 (se remonta hasta mediados del siglo XIX, en busca de

Casimiro, de Sayhueque y de las construcciones de aboriginalidad y de nación

por el inminente estado argentino que se estaba conformando); el segundo, va

desde la construcción del monumento a Casimiro Biguá hasta su culminación

1979-1988; y en el tercero, se rastrean esas representaciones, de nación y

aboriginalidad, en los habitantes de José de San Martín en 2009.

En el capítulo primero voy a describir la localidad de José de San Martín

profundizando su iconografía urbana, y por otro lado, su vinculación con los

caciques Casimiro Biguá y Valentín Sayhueque. Voy a utilizar mucho la

descripción y el relato, que si bien subjetivos, intentan situar al lector en la

narrativa histórica. En esta primera parte, mi interés se centra en mostrar cómo

se fue construyendo una determinada idea de nación en Patagonia y

específicamente en la localidad de José de San Martín, lo que llevó a

determinadas prácticas políticas y sociales, en este espacio.

En el segundo capítulo, analizaré las imágenes – ya sean dibujos como

fotografías – del cacique Casimiro Biguá, y los relatos que se hicieron de su

vida, para mostrar cómo se construyeron determinadas representaciones del

cacique y cómo fueron sus usos. Siempre siguiendo las nociones de nación y

aboriginalidad en los distintos momentos históricos.

Finalmente, en el tercer capítulo, mostraré cómo convergen las

construcciones de nación y aboriginalidad en el monumento a Casimiro Biguá,

que es el objeto de estudio de este trabajo. Asimismo, analizaré la historia la

escolar y la historia cotidiana en José de San Martín con respecto al

monumento, pero cruzados por la interpretación desde la historia académica

(siguiendo los lineamientos de Mario Carretero)48.

48

Mario Carretero, Documentos de identidad. La construcción de la memoria histórica en un mundo

global, Buenos Aires: Paidós, 2007.

21

Dicho esto, inicio esta narración que más allá de la hipótesis que intento

demostrar, busca comprender al monumento y a las representaciones en

general en su triple historicidad: la historia que cuentan, la historia en que

fueron hechas y la historia que se hace de ellas.

22

CAPÍTULO PRIMERO

En este primer capítulo voy a plantear cómo se fueron construyendo

determinadas ideas de nación en Patagonia y en particular, en José de San

Martín, provincia del Chubut. Este modo particular de ver el territorio

patagónico, llevará a modos de hacer (políticas determinadas) y de marcar el

territorio (representaciones).

A su vez, estas ideas de nación estarán vinculadas al modo en que se

fueron construyendo ideas particulares de indígena y a las prácticas que se

llevaron a cabo en torno a estas construcciones que llamé aboriginalidad.

Para poder dar cuenta de ellos, es necesario visualizar la localidad, es

decir, su distribución urbana, su iconografía y su historia, para poder

contextualizar y poder interpretar el monumento a Casimiro Biguá.

La localidad

‗José de San Martín‘ es una pequeña localidad del oeste de la provincia

de Chubut, a 420 kilómetros del lugar desde donde escribo, Comodoro

Rivadavia. Hasta allí se llega por la ruta nacional Nº 40 hasta el empalme con

la ruta provincial Nº 63; tiene un pórtico de ingreso y un cartel donde se

destaca que estamos arribando a un ―Lugar Histórico Nacional‖.

El surgimiento de esta localidad se enmarca dentro de las políticas que

llevó a cabo el Estado-argentino-en-consolidación, luego de la llamada

―Conquista del Desierto‖49. Luego de la ocupación de la Patagonia mediante el

49

Si bien en esta tesis no trabajo con ese proceso histórico, me interesa definir qué entiendo por este

término acuñado a finales de siglo XIX y utilizado en la actualidad – a veces sin pensar en lo que se dice,

a veces por comodidad. Si bien “conquista del desierto” fue el modo por el cual se conoció a este proceso,

habría que hacer una reflexión al respecto. En primer lugar, por la palabra „desierto‟. El uso de este

término denotó un modo de justificar el por qué del avance sobre los territorios del sur pues al estar

23

sometimiento indígena, el gobierno centralizado en Buenos Aires – a partir de

1885 – decidió en algunos casos crear colonias agrícola-ganaderas para

integrar a los indígenas junto a las poblaciones blancas y en otros entregar

lotes de tierras a caciques que las habían solicitado50. Con el fin de radicar a

las parcialidades indígenas en el territorio para que lo pusieran en producción,

nace la Colonia agrícola pastoril General San Martín, en la zona del valle del

Genoa. Es así como, el Boletín Oficial Nº 691, correspondiente al miércoles 6

de noviembre de 1895, decreta la creación de dicha colonia en el territorio de

Chubut. Dicha colonia, ―se compondrá de una superficie de 50 leguas

kilométricas, divididas en 200 lotes de 625 hectáreas‖ para argentinos naturales

o legales sin bienes raíces51.

En ella se confinaron a las tribus del cacique manzanero Sayhueque52.

Por la ley Nº 3814, de 1899, el Poder Ejecutivo Nacional concede la propiedad

al cacique Valentín Sayhueque y su tribu de un terreno de doce leguas

kilométricas de tierra (62,4 km) en el Chubut. De las cuales, cuatro leguas

desiertos, están deshabitados, es una forma de negar la existencia de los indígenas que los habitaban. Por

otra parte, sí sería factible hablar de conquista pero sería más adecuado hablar de „guerra de conquista‟.

Porque la guerra de conquista constituye una acción violenta que establece un vínculo entre vencedores y

vencidos; esto es, le otorga visibilidad a los habitantes de ese espacio territorial. Este vínculo generará

una relación asimétrica entre dominadores y dominados, relación que denota que esta „guerra‟ genera

„secuelas‟ y no es un hecho con un principio y un fin, sino que constituye un proceso de larga duración,

aún no terminado. Esto es, porque no hubo un exterminio total de aquellos pobladores del sur, sino que si

bien hubo matanzas, también hubo desmembramiento de las tribus (con la consiguiente pérdida en

muchos de los casos de las prácticas identitarias, religiosas, familiares, económicas), confinamientos en

reservas o colonias, venta de indígenas para servicio doméstico o para trabajar en los ingenios azucareros

del norte del país. En la actualidad, indígenas de las urbes se autorreconocen como tales y vuelven al

ámbito rural – en algunos casos – y luchan por sus derechos y los de sus antepasados al intentar recuperar

las tierras que antaño habitaron. 50

Para ampliar este tema recomiendo la lectura de: Enrique Masés, Estado y cuestión indígena. El destino

final de los indios sometidos (1878-1910), Buenos Aires: Prometeo Libros/Entrepasados, 2002; Claudia

Briones y Walter Delrio, “Patría sí, Colonias también. Estrategias diferenciadas de radicación de

indígenas en Pampa y Patagonia (1885-1900)”, en Ana Teruel, Mónica Lacarrieu y Omar Jerez (comps.).

Fronteras, ciudades y estados, Córdoba: Alción Editora, 2002; Walter Delrio, Memorias de expropiación.

Sometimiento e incorporación indígena en la Patagonia, 1872-1943, Buenos Aires: Universidad

Nacional de Quilmes, 2005. 51

Boletín Oficial de la República Argentina. Buenos Aires, miércoles 6 de noviembre de 1895. Año II, Nº

691. El proyecto para la creación de la colonia, fue propuesto por el entonces gobernador interino de

Chubut, Alejandro Conesa. El objetivo era proteger y radicar a los pobladores indígenas “que tanto

derecho tienen a un pedazo de tierra que se le concede a cualquier extranjero que llega, mientras esos

seres desgraciados viven hasta hoy errantes, convertidos en bohemios de la Patagonia” (Clemente

Dumrauf, Historia de Chubut, Buenos Aires: Plus Ultra, 1992, p. 337). 52

Utilizo el término „confinar‟ para referirme al hecho de que fueron desterrados de su lugar de origen y

llevados a asentarse en esta colonia con sus límites marcados.

24

corresponderían al cacique y las ocho restantes a las familias que se

trasladaron con él53.

Sayhueque fue uno de los caciques más importantes de Patagonia en la

segunda mitad del siglo XIX. Su territorio era el llamado ―País de las

Manzanas‖, ubicado al sur de la actual provincia de Neuquén, y su pueblo solía

desplazarse por las inmediaciones del curso del río Negro. Julio Vezub lo

delimita entre los ríos Collon-Cura y Limay por el este, la cordillera de los

Andes al oeste hasta el volcán Lanín, al norte por el río Malleo y al sur por el

lago Nahuel Huapi54.

Las antropólogas María Teresa Boschín y Leonor Slavsky resumen su

vida:

(…) Valentín Sayhueque o Seminahuel Sayhueque como se consigna en el expediente sucesorio de su hija Rosa, nació en 1818 en Neuquén, y falleció a la edad de 85 años el 8 de septiembre de 1903, en Piedra Sotel, Chubut. Durante su jefatura en la segunda mitad del siglo XIX se advierte con nitidez la consolidación de los fueros territoriales sobre la Patagonia Septentrional, heredados de su padre, y el prestigioso lugar que ocupa encabezando una alianza de jefaturas que se extiende desde el sur de Mendoza hasta la zona de Tecka, en Chubut55.

Durante dos décadas (entre 1860 y 1881), Sayhueque había llevado

adelante una política conciliatoria con el gobierno nacional, aún cuando otros

caciques y jefes del ejército lo instigaban a la confrontación, como es el caso

de Calfucurá56. Negoció en varias oportunidades con el gobierno para

53

Ley Nº 3814, “Entrega de tierras al cacique Valentín Sayhueque en el territorio del Chubut”, 1899, p.

1301. 54

Julio Vezub, “Redes comerciales del País de las Manzanas. A propósito del pensamiento estructural de

Guillermo Madrazo”, en: Andes, Nº 16, Universidad Nacional de Salta, 2005. Versión digital:

http://redalyc.uaemex.mx 55

María Teresa Boschín y Leonor Slavsky, “La saga de los Sayhueque: legislación y mecanismos de

acceso y despojo de tierras. Desde la ley 215 de 1865 hasta la Constitución Nacional de 1994”, en XII

Congreso Internacional de Derecho Consuetudinario y Pluralismo Legal, Arica, 2000, p. 2. 56

Aquiles Ygobone dice: “En esos momentos, los principales caciques de la precordillera habían

recibido mensajes de Calfucurá, cacique principal de la tribu acampanada en las salinas, al norte del río

Negro, invitándolos para unirse a él en su inminente malón contra varios importantes núcleos poblados

de la provincia de Buenos Aires, al mismo tiempo que instaba a los jefes araucanos a asegurarse el

concurso de los tehuelches y agregando al final del mensaje esta advertencia: „Tengo el caballo pronto,

el pie en el estribo y la lanza en la mano y voy a hacer la guerra a los cristianos que me tienen cansado

con su falsía”. Citado por Jorge Fondebrider, Versiones de Patagonia, Buenos Aires: Emecé, 2003, p.

108.

25

conseguir sueldos, ganado y raciones a cambio de paz y apoyo57. El

establecimiento de acuerdos era una práctica ancestral que se daba entre

tribus, y que se concretaba a través de un parlamento y un acuerdo, que

implicaba un compromiso verbal58. La preexistencia de esta práctica social

debió facilitar los acuerdos interétnicos con la sociedad blanca que incluían

una instancia de negociación – en cierta medida equivalente al parlamento –

que se concretaba en forma de tratado y daba como resultado un compromiso

escrito59.

El poder y el prestigio del Cacicato de la Cordillera, junto con el control

de las rutas y de los pasos cordilleranos que conectaban el Atlántico (por

medio de Argentina) con el Pacífico (por parte de Chile), permitían el negocio

de ganado que fue aumentando significativamente gracias a la política de

negociación que llevó a cabo Sayhueque. Esto es, acuerdos de no agresión,

beneficiarse con ciertas facilidades para ejercer el comercio sin impedimentos,

e incorporar bienes por medio de las raciones que recibía anualmente por

parte del Estado.

La política indígena de los manzaneros se había basado en la intención

de mantener la autonomía territorial y el control de los recursos y sus vías de

circulación y comunicación. Asimismo, se reconocían ―argentinos‖ ante el

gobierno chileno. Es por eso que, cuando se inicia la guerra de conquista,

hacia 1879, el cacique manzanero esperó que se reconociera su voluntad

pacífica. Cuando se pretendió cambiar su posición de cacique subordinado a

cacique sometido, Sayhueque abandonó su política conciliatoria y decidió

resistir. En 1882, se sumó a la lucha junto al cacique Namuncurá – hijo de

Calfucurá – y peleó hasta 1884 en la batalla de Apeleg. Es considerado el

57

Sayhueque firmó distintos tratados asegurando el reconocimiento del gobierno argentino ante el

chileno; la defensa del territorio en contra de otros indígenas considerados “enemigos”, y apoyando las

exploraciones que se hicieron en la zona. 58

Los ejemplos acerca de esta forma de actuar son numerosos. Musters lo describe perfectamente en su

bitácora por Patagonia. Ver George Musters, Vida entre los patagones. Un año de excursiones por tierras

no frecuentadas desde el Estrecho de Magallanes hasta el Río Negro, Buenos Aires: El Elefante Blanco,

2005 [1873]. 59

Liliana Pérez, “Hilando recuerdos… tejiendo memorias. El rol de la memoria en comunidades rurales

indígenas”, en: IV Congreso de Historia Social y política de la Patagonia argentino-chilena. El rescate

de la memoria en la construcción de la Historia, Rawson, Secretaría de Cultura de la Provincia de

Chubut, pp. 11-18.

26

último cacique en rendirse al Gobierno Central, acto que realizó el 1° de enero

de 1885.

Después de la derrota militar de Valentín Sayhueque, su tribu comenzó

a sufrir la pérdida de sus territorios, la desaparición de su base económica, la

dispersión geográfica, el sometimiento político, y la transformación de su

identidad. A mediados de 1885 se instaló con parte de su tribu en la reserva de

Nahuel Pan, cerca de Esquel, y diez años después se trasladaron a la recién

creada colonia pastoril General San Martín. Su familia y descendientes aún

viven en la zona, aunque ya no poseen esas tierras, perdidas en manos de la

Sociedad Anónima de Exportación e Importación Lahusen y Compañía

Limitada60.

En tanto, el pueblo de José de San Martín fue creado como localidad el

11 de noviembre de 1901, fecha en que los pobladores festejan su aniversario.

Los primeros habitantes, entonces, eran indígenas de distintas tribus (ya que

no sólo se asentó Sayhueque con su gente) pero también pobladores blancos,

europeos y chilenos. Su trazado se concluyó el 7 de noviembre de 190861.

En 1926 se constituyó la Comisión de Fomento, que tuvo a su cargo

varias obras edilicias como Correos y Telecomunicaciones (el edificio y la

gestión del servicio), la escuela primaria, el Juzgado de Paz, la antigua

comisaría. También, tuvo a su cargo juntar fondos para colocar el busto de

San Martín que se encuentra en la plaza, y que fue el primer monumento del

pueblo erigido en 1941. Es precisamente en ese año en que por Decreto

Nacional (Nº 96.871) se le asigna a la Colonia San Martín, el nombre de ―José

de San Martín‖62.

Existen dos hechos que marcarán la vida económica y social del pueblo.

Por un lado, el asentamiento del inmigrante español, Ángel Torres, y por el

otro, la creación de una Cervecería. Torres fue un emprendedor que comenzó

60

María Teresa Boschín y Leonor Slavsky, ob. Cit. 61

Carta enviada al Sr. Director de Tierras y Colonias por la Comisión de Fomento de Colonia San Martín,

20 de septiembre de 1926. 62

“Art. 1º: Se denominará “JOSÉ DE SAN MARTÍN”, en forma oficial y uniforme en el futuro, la

población del Territorio del Chubut situada en los lotes 39 a 44 y 47 a 65 de la colonia “GENERAL SAN

MARTÍN”, cuyo trazado aprobárase por Decreto dictado en el Ministerio de Agricultura el 6 de

Noviembre de 1907” (Copia del Decreto Nacional Nº 96.871 con fecha 26 de julio de 1941, José de San

Martín, 20 de agosto de 1941).

27

su actividad en el comercio, fue dueño del Ramos Generales más importante

de la zona, en la cual pobladores y productores se aprovisionaban y acopiaban

mercancías.63 Con los beneficios de esa actividad, compra terrenos y luego la

cervecería. La cervecería de Herman Schreyer64, comenzó a funcionar en

1923, y si bien el lugar en la actualidad se encuentra en ruinas, aún se

conservan antiguas maquinarias en el boulevard de la localidad. Esta industria

generó un movimiento económico muy importante ya que cubría la demanda

del mercado regional. Torres, participó, además, activamente en la vida social

de la localidad y fue presidente de la Comisión de Fomento. Su familia aún

posee campos allí.

Testimonios de antiguos pobladores de José de San Martín señalan que

la localidad supo ser muy importante ya que tenía mucho movimiento comercial

y de transporte. Así, Arnaldo Iturrioz – habitante del pueblo y propietario de un

ramos generales – cuenta que:

… en los años 1939 y 1938 toda la producción lanera se llevaba en carro, toda las mercaderías venían en carros de Comodoro Rivadavia, de Madryn. Las tropas de carros, la mínima eran cinco a seis personas, además los carros necesitaban 100 caballos, hablando de 30 a 40 personas, un viaje de dos meses, necesitaban higienizarse, descansar, comer bien, acá tenía importancia por eso‖.65

El 17 de febrero de 1941 se asentó el Escuadrón 37 de Gendarmería

Nacional66, el primero que se creó en Patagonia. Si bien la intención era

63

Este ramos generales ofrecía – además de productos de almacén – distintos acopios del país, kerosén,

créditos; tenía una tienda, mercería, ferretería, bazar y perfumería. Para más información consultar:

Alejandra Coicaud (comp.), Tres lugares históricos como sitios turísticos en la meseta central

chubutana: José de San Martín, Río Pico y Aldea Apeleg, Trelew: edición del autor, 2010. 64

La cervecería tuvo distintos nombres de acuerdo a su dueño. Comenzó llamándose “La Andina”, luego

se llamó “San Martín”, y finalmente, “San Gambrinus”. Para su elaboración se utilizaba avena y trigo de

la zona de Río Pico. 65

Entrevista a realizada por la profesora Alejandra Coicaud a Arnaldo Iturrioz, José de San Martín, 17 de

noviembre de 2006. En Alejandra Coicaud (comp.), ob. Cit, p. 22. 66

Las reseñas que me suministraron en el Escuadrón 37 – que fueron confeccionadas por gendarmes que

estuvieron en José de San Martín – manifiestan que este primer destacamento estuvo bajo las órdenes del

inspector de la zona sur Wenceslao Aleu, del mayor Ernesto Pedernera como jefe, y como segundo jefe el

comandante Samuel Somoza. Integraban este contingente cinco oficiales, catorce suboficiales y cien

hombres de tropa. Estaban provistos de armamento, material motorizado, elementos sanitarios y de

administración. Como por falta de fondos no se habían iniciado las tareas de construcción de los

cuarteles, todos ellos fueron alojados por los vecinos de la Colonia quienes ofrecieron cinco casas. El

Escuadrón 37 tenía subunidades y grupos: “Gobernador Costa”, “Río Pico”, “Tecka” y “Languiñeo” y

28

hacerlo en Gobernador Costa, Ángel Torres fue quien les donó un terreno para

que se asentaran en el pueblo de José de San Martín.

Hacia 1949, José de San Martín poseía cuatro hoteles, farmacia, bares,

carnicerías, tres casas de ramos generales, una cervecería, una calera, una

fábrica de antisárnicos, hornos ladrilleros, sodería y una pista aérea67. En tanto,

la escuela primaria se creó en 1921 (el edificio actual data de 1951), si bien

desde 1916 funcionaba una escuela ambulante.

José de San Martín estuvo muy vinculado a la ciudad puerto de

Comodoro Rivadavia, creada en 1901,68 debido a que los caminos carreteros

eran más transitables que los que la conectaban con Trelew y Puerto Madryn.

Esta situación se modificó cuando las rutas se mejoraron y aparecieron los

camiones69. La creación de Gobernador Costa en 1925 (distante a 10 km.) y el

trazado de la ruta 40 por dentro del mismo poblado, provocó un cambio en la

historia del pujante José de San Martín.

En 1968, se crea el Aeroclub General San Martín, llegando vuelos de

LADE a la localidad homónima. En tanto, en la década del ‘70 se construye el

hospital. La falta de asistencia médica hacía que gran cantidad de enfermos se

fueran a atender al Hospital municipal de Comodoro Rivadavia, motivo por el

cual – en la década del ‘40 – suscitó el malestar del Comisionado municipal de

dicha ciudad70. En la actualidad, poseen un solo médico que también atiende el

ámbito rural. Para hacerse estudios o atenderse con especialistas, deben

concurrir a Esquel.

los Puestos “Pampa de Agnia”, “Nueva Lubecka”, “Río Frías”, “Arroyo Arenoso”, “Las Pampas”,

“Corcovado” y “Carrenleufú” que ejercían funciones policiales.

En la actualidad, el escuadrón pasó a ser una Sección Reforzada y se limita a acciones tendientes a

prevenir y/o reprimir ilícitos del Fuero Federal y los provistos en las Leyes y Decretos especiales,

infracciones de carácter migratorio y aduanero en el Paso Internacional habilitado. También previene en

caso de hurto o contrabando de ganado. 67

“José de San Martín. Principio de colonización‟, en Anuario Diario Esquel, 1949, pp. 113-116. 68

El motivo principal de la fundación de Comodoro Rivadavia estuvo vinculada a la necesidad de

encontrar una salida para los productos agrícola-ganaderos provenientes de las colonias y estancias del

interior, como Sarmiento, Río Senguer y José de San Martín, entre otras. 69

Comodoro ‟70, Comodoro Rivadavia: El Patagónico, p. 333. 70

Archivo Histórico Municipalidad José de San Martín. Nota emitida por el Comisionado Municipal de

Comodoro Rivadavia Coronel Ángel Solari, al Presidente de la Comisión de Fomento de Colonia San

Martín, 7 de septiembre de 1943.

29

Tres instituciones han tenido un rol preponderante en la vida comunitaria

de la localidad: la Gendarmería, la Escuela y la Municipalidad (o Comisión de

Fomento, en un primer momento). La escuela es la que nuclea al pueblo: no

sólo brinda clases, también participa de la recreación y el tiempo libre de los

habitantes. En más de una oportunidad, la gente la pide para celebrar

cumpleaños, se han prestado sillas, bancos, y la cocina, que es la más grande

del pueblo71. La gendarmería, además de ser la presencia más visible del

estado nacional y la fuerza que garantiza la seguridad, es un elemento

movilizador en la sociedad local. En conjunto, las tres instituciones son las que

organizan y participan en los actos patrios, o en la inauguración del monumento

a Casimiro Biguá en 1978.

En la actualidad, José de San Martín no posee industrias. Sus habitantes

– alrededor de 1.300 – son trabajadores rurales o empleados públicos. El

asistencialismo por parte del Estado es muy significativo y ha sido escaso el

crecimiento poblacional de la localidad desde la década del ‘40 hasta el 2009.

En este contexto urbano-rural, los monumentos tradicionales, se

corresponden con momentos de auge de la localidad – como los de San Martín

y Güemes – mientras que el monumento a Casimiro Biguá, es una iniciativa

privada en el marco político de una dictadura.

A continuación, mostraré cómo se relaciona la iconografía, la distribución

urbana y la organización espacial de las calles y casas, con las construcciones

de nación y aboriginalidad que se corresponden con la historia de la localidad.

Iconografía urbana de José de San Martín

Las calles son amplias, la mensura fue planificada y respetada [imagen

1]. Las casas son muy antiguas, la mayoría con gran deterioro. Sobresalen las

casas que tienen las chimeneas pintadas de colorado y que están diseminadas

por la parte más antigua del pueblo. Son las casas de los gendarmes. Como

mencioné anteriormente, José de San Martín es el primer lugar de Patagonia

71

Entrevista a Marita Contreras, José de San Martín, 20 de abril de 2009.

30

donde se asienta Gendarmería Nacional, y es la principal causa de llegada de

población al pueblo, además de ser una vía de ascenso social.

El centro de referencia es la plaza principal (y única con estas

características). Es amplia y está toda arbolada. Tiene caminos que conectan

con el busto a José de San Martín, en el centro de la misma. Frente al busto de

San Martín, se construyó una pared en la cual se colocaron placas de bronce

colocadas por personas e instituciones, en homenaje al centenario de la

localidad acaecido en el 2001. Se pueden ver, también, placas de bronce

alrededor del busto a San Martín. No existen otros monumentos, a excepción

de uno pequeño sobre la guerra de Malvinas (donde se ven los contornos de

las islas y dos palomas de la paz). Hay una glorieta en uno de sus costados,

Imagen 1. Vista satelital de la localidad de José de San

Martín. Fuente: Google Earth.

31

bancos y un mástil principal para izar banderas. Tiene poca iluminación, siendo

la parte central la única que posee.

La gente suele transitar por la plaza. Es frecuente verlos cruzarla para

acortar camino o sentados en los bancos. Los más jóvenes suelen reunirse en

la glorieta, pero también pasean por sus bordes. Alrededor de la plaza o cerca

de ella, se encuentran las instituciones públicas como la municipalidad, la

policía, la iglesia, el concejo deliberante, el hospital, el correo. La radio local y

la farmacia, también, se encuentran allí.

La plaza es el espacio convocante. Es en torno a ella donde se dan

circuitos cotidianos que recorren los habitantes. Si bien no todas las veredas

están hechas o terminadas, se camina por las anchas calles de doble mano

existentes en todo el pueblo. Los caballos también las transitan sin ningún tipo

de sanción o molestia. Además se ubica, en uno de sus laterales, la avenida

San Martín con un extenso boulevard con máquinas que pertenecieron a la

histórica cervecería y distintos monumentos: a San Martín, a Güemes y a

Casimiro Biguá. En particular, el monumento a Casimiro Biguá72 está por fuera

de la plaza y justo detrás del busto a San Martín, como se observa en las

imágenes 2 y 3.

72

Está emplazado concretamente sobre la avenida San Martín, entre las calles Rivadavia y Belgrano.

Imagen 2. Croquis de la plaza San Martín y ubicación con respecto al

monumento a Casimiro Biguá, en el boulevard. Realizado por Viviana

Bórquez.

32

Lo primero que llama la atención del monumento [imagen 4] es, por un

lado, que parece ser la única presencia material de un pasado indígena; y por

el otro, que se encuentra ‗rodeado‘ de una fuerte presencia de bustos como en

nombres de calles de ―próceres argentinos‖. Esto es, ―San Martín‖73,

―Belgrano‖, ―Güemes‖74, ―Urquiza‖, ―Rivadavia‖, ―Sarmiento‖; y las fechas

73

Tanto el boulevard como la Avenida donde se encuentra el monumento, llevan este nombre. 74

A Martín Miguel de Güemes se lo toma como un símbolo del „gaucho patriota‟ en clara alusión a la

ruralidad que compone la sociedad de José de San Martín. El gaucho es una figura de lo criollo, de lo

rural, asociado a otros íconos argentinos como el mate, el folklore y las costumbres. Fue un personaje

utilizado por el Estado para abarcar a una población que históricamente fue considerada marginal, en un

determinado contexto histórico y político. El gaucho fue un personaje excluido de la definición de la

tradición nacional hasta el siglo XX. Y, mientras se construía esta imagen del gaucho – capaz de

simbolizar la tradición argentina – se organizaba una visión colectiva del pasado desde donde se comenzó

a insistir con perseverancia (y no solamente desde el Estado) en la necesidad de consolidar el sentimiento

de nacionalidad, ante la llegada continua de grandes contingentes de inmigrantes y los problemas que

suscitaba su integración en la sociedad receptora. Esta concepción de identidad nacional se impuso en la

década del ‟30 en clave étnica, con un eje en formas culturales a las que se atribuía tanto un carácter

popular como una antigüedad que las hacía verdades argentinas. Jorge Gelman, “El gaucho que supimos

conseguir. Determinismo y conflicto en la historia argentina”, en Entrepasados, Buenos Aires, año V, Nº

9, 1995; Alejandro Cattaruzza y Alejandro Eujanian, “Héroes patricios y gauchos rebeldes. Tradiciones

en pugna”, en Políticas de la Historia Argentina 1860-1960, Buenos Aires: Alianza Editorial, 2003, pp.

Imagen 3. Monumento a San Martín dentro de la plaza. Véase el monumento a

Casimiro Biguá, fuera de la plaza, en el fondo de la imagen y dentro del círculo.

Fotografía tomada en 2009, por Viviana Bórquez

33

patrias, como ―25 de mayo‖, y ―9 de julio‖. Todas ellas, nombres de las calles

del pueblo.

Los monumentos, los nombres de calles y la enseñanza en las escuelas

funcionaron como eslabones de la memoria oficial de la nación75. El Estado

argentino en su afán por lograr una homogeneización histórico-cultural en todo

el país – pero más específicamente en Patagonia – impuso bustos de los

―héroes‖ nacionales tales como San Martín, Roca, Sarmiento, entre otros. En

este sentido, Brígida Baeza señala que estos son los nombres que eran

colocados en primer término a calles y avenidas, junto con las fechas del

‗panteón nacional‘. Además de estas nominaciones, también se instalaban

monumentos y plazas en honor a los próceres76.

217-262. 75

Lilia Ana Bertoni, “Construir la nacionalidad: héroes, estatuas y fiestas patrias”, en Boletín del Instituto

de Historia Argentina y Americana „Dr. E. Ravignani‟, tercera serie, Nº 5, 1992, pp. 77-111. 76

Brígida Baeza, “Las prácticas sociales de conmemoración en el Departamento Tehuelches. Los actos

cívicos en la época Territoriana”, en Brígida Baeza y Daniel Márquez (comps.), Resistir en la frontera.

Memoria y desafíos de la sociedad de Gobernador Costa y del Departamento Tehuelches, Municipalidad

de Gobernador Costa. Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Chubut, 2003, pp. 83-97.

Imagen 4. Monumento a Casimiro Biguá. Detalle. Fotografía tomada por Viviana

Bórquez, 2007.

34

Otra de las medidas que tomó el gobierno central para ‗argentinizar‘ a

las poblaciones indígenas e inmigrantes, fue la creación de escuelas en los

pueblos patagónicos. Se le dio mucha importancia tanto a la educación formal

– la escuela – como a la educación informal ejercida a través de los

monumentos, las celebraciones, los nombres de calles y las plazas, entre otros.

Estas políticas fueron generales para todo el territorio argentino77. Nominar,

nombrar, implica también dominar, y es una forma de controlar el nuevo

territorio y a los sujetos que lo habitan. Es señalar la presencia del Estado

desde lo cotidiano.

Siguiendo con el recorrido por la iconografía urbana, se podría decir que

al igual que las calles, el boulevard de José de San Martín es un conector. Por

un lado, es una avenida que lleva a la salida del pueblo desde dos ópticas:

conduce al cementerio y a la ruta hacia Tecka. Además, hacia un costado se

ubican las escuelas primaria (Nº 88) y el jardín de infantes provincial, y hacia el

otro, la secundaria (Nº 709). También, une la mayoría de casas que se

encuentran de ese lado del pueblo con el centro del mismo.

Las viejas paredes de las construcciones de la localidad suelen estar

pintadas con leyendas que van desde la propaganda política (con los apodos

de los candidatos) hasta denuncias al gobierno municipal por la inacción en

obras públicas [imagen 7]; como así también, dibujos que marcan una identidad

indígena [imagen 6].

77

Así lo demuestran los estudios de Lilia Ana Bertoni, para el caso de Buenos Aires en, Patriotas,

cosmopolitas y nacionalistas. La construcción de la nacionalidad argentina a fines del siglo XIX, Buenos

Aires: FCE, 2007 y Carina Silberstein para el de Rosario en “Mutualismo y educación en Rosario: las

escuelas de la Unione E‟ Benevolenza y de la Sociedad Garibaldi (1874-1911)”, en Estudios Migratorios

latinoamericanos, Nº 1, diciembre de 1985, pp. 77-97.

Imagen 5. Entrada a la localidad

de José de San Martín. Véase el

cartel que señala que está

declarada como Lugar Histórico

Nacional. Tomada por Viviana

Bórquez, 2009.

35

A mi entender, el monumento a Casimiro se encuentra en un lugar que

es dual. Si bien, está ubicado en un espacio céntrico frente a la plaza, a su vez

está marginado de aquella. Es decir, se encuentra fuera de la plaza y del busto

principal de San Martín. Al mismo tiempo, es un monumento que sobresale por

Imagen 6. Detalle del dibujo e inscripción en una de las paredes de un bar

de la localidad. Tomada por Laura Quintana, 2006.

Imagen 7. Vista de una casa con inscripciones de queja ante la desidia de las

autoridades. Tomada por Viviana Bórquez, 2007.

36

su forma distintiva; no es un busto, hay una imagen, hay color. La gente pasa

cotidianamente por allí, para llegar a la municipalidad, al hospital o hacia el otro

lado del pueblo: hacia las escuelas, la Gendarmería. Se encuentra de paso,

pero descentrado del espacio que concentra, que es la plaza.

Los habitantes de José de San Martín en la actualidad

José de San Martín es una sociedad cultural y étnicamente diversa,

dado que coexisten descendientes de Sayhueque y de otros grupos indígenas,

descendientes de Torres y otros inmigrantes europeos, migrantes internos

provenientes en su mayoría del norte argentino, descendientes de chilenos,

entre otros.

Como población de frontera, ha sido considerada un espacio estratégico,

por lo cual fue la primera localidad patagónica en la cual se estableció dicha

institución militar. Asimismo, al ser una localidad rural, tiene un asentamiento

policial que juega un rol importante allí. Los policías al igual que los gendarmes

provienen – en su mayoría – de otras provincias. Es importante señalar a su

vez, que varias de las maestras que enseñan o han enseñado en la escuela

primaria son las esposas de esos policías, pero en especial de los gendarmes.

Gran parte de la población actual es descendiente indígena mapuche

tehuelche. Pero esto es invisibilizado por ellos mismos, siendo muy pocos los

que se autorreconocen como tales. El testimonio oral de una maestra de la

escuela primaria de San Martín, señalaba que no hay mucho interés por parte

del ―pueblo, de la escuela, de nadie‖ en cuanto a la temática indígena. Ella

opina que no se reconocen como tales por toda la carga histórica, ―quién va a

querer hacerlo con esa carga‖, se pregunta. No ha nacido en José de San

Martín pero ha vivido gran parte de su vida aquí. Es descendiente de wichi y

mapuche78.

En el otoño de 2009, realicé mi última visita a la localidad. Haciendo una

recorrida por la plaza, me senté frente al busto de San Martín, en el centro de

78

Entrevista a Patricia Mera, José de San Martín, 20/04/09.

37

la misma, alcanzando a ver también el monumento a Casimiro Biguá, por fuera

de la plaza pero en la misma alineación. Una mujer atravesó la plaza para

llegar a otro lugar; era descendiente indígena, tenía una cinta celeste y blanca

en la coleta. Rengueaba y caminaba mirando para abajo. Levantó la cabeza

para mirarme, le sonreí y la bajó nuevamente. Mientras seguía caminando alzó

su mano en forma de saludo y siguió su rumbo.

Me resultó interesante esta conjunción de lo indígena y lo nacional (la

cinta celeste y blanca) porque está presente en ella un símbolo de la nación

Argentina pero en este caso elegido por ella misma. Podría decir que asimila a

su subjetividad un modo de pensar la nación y de pensarse a sí misma como

indígena.

Por lo señalado a lo largo de este primer capítulo, podemos avizorar

cómo la historia de la localidad de José de San Martín ha estado vinculada a

distintas ideas de nación, que se fueron instaurando desde el nacimiento

mismo como colonia agrícola pastoril.

Esto es, luego de la llamada conquista del desierto, el Estado debía

transformar las costumbres y los hábitos de los pobladores y de los indígenas

que vivían en los territorios del sur, trayendo europeos para instaurar sus

modos de vida y sus costumbres – considerados como civilizados – y de este

modo desarrollar económicamente las nuevas zonas que poseía la incipiente

argentina. El valle del Genoa, un espacio de posible riqueza, sirvió para la

confluencia de inmigrantes europeos, indígenas, chilenos y población criolla.

Asimismo, José de San Martín posee desde sus orígenes una población

indígena que no siempre ha sido visibilizada, en consonancia con las distintas

construcciones de aboriginalidad que se han dado en la historia argentina. La

decisión del Estado de otorgarle tierras a Sayhueque y a su familia en la zona

del Genoa, viene a mostrar una política de asentamiento de las poblaciones

indígenas luego de la conquista, pero a su vez, el hecho de que no se haya

desmembrado a su familia, muestra que Sayhueque era considerado ‗amigo‘.

Mientras que, en las primeras décadas del siglo XX, sus descendientes no

correrán la misma suerte con respecto a sus tierras. Como señalaba

anteriormente, las perdieron en manos de la Sociedad Anónima de Exportación

38

e Importación Lahusen y Compañía Limitada y, a pesar de los reclamos que

realizaron en Buenos Aires, no lograron una solución favorable.

Los indígenas fueron asimilados como ―argentinos‖ o ―chilenos‖ y en el

caso de José de San Martín, muchos de ellos pasaron a ser peones en los

campos y las mujeres trabajaron como servicio doméstico. Si bien,

invisibilizados como indígenas dentro de la localidad, sí se conoció y se conoce

la presencia de comunidades indígenas en las cercanías del pueblo. Ellos han

podido conservar – a través de la transmisión oral de sus miembros más

ancianos – parte de su cultura y su lengua.

Pero, finalizando la década del ‘70, aparece un nuevo modo de

aboriginalidad. Se impone el monumento a Casimiro Biguá – desconocida su

vinculación con la zona en aquel entonces – y se visibiliza un indígena en

particular, un tehuelche, argentino y defensor de la soberanía estatal en la

temprana fecha de 1869. Por este motivo, se declaró veinte años más tarde, a

la localidad como Lugar Histórico Nacional y al monumento como Monumento

Histórico Nacional. Este indígena que se piensa y se reivindica, poco tiene que

ver con los indígenas que habitan el Genoa: mapuches-tehuelches,

descendientes de Sayhueque y otras familias, que debieron someterse a las

políticas estatales, perdiendo a lo largo de las distintas generaciones parte de

su cultura, lengua y creencias79.

A partir de esto, intentaré buscar estas construcciones de aboriginalidad

e ideas de nación en el monumento mismo a Casimiro Biguá, en los relatos que

se han hecho y en las imágenes que se han difundido de él.

79

En la actualidad, varios descendientes, han comenzado a visibilizarse en sus reclamos, en su interés por

buscar sus raíces, y volver a su cultura y sus prácticas. Acerca de esto, ver el capítulo 3.

39

CAPÍTULO SEGUNDO

En este capítulo, mi intención es mostrar cómo se construyó la imagen

de Casimiro Biguá y se lo representó en tanto indígena que vivió con

anterioridad a las guerras de conquista, y además ver los ‗usos‘ que se hicieron

de su figura a posteriori. Las construcciones de aboriginalidad a lo largo del

siglo XX, también influirán en el modo en que será construido, representado y

entendido su monumento en José de San Martín.

Voy a dividir en tres partes el capítulo, con el fin de ‗desarmar‘ a

Casimiro. Esto es, analizar el modo en que fue narrado, cómo fue representado

y cómo fue monumentalizado. En cada una de ellas la finalidad es indagar las

ideas de nación y aboriginalidad en cada una de estas construcciones.

Narrando a Casimiro

Casimiro Biguá fue un cacique tehuelche que habitó el sur de Patagonia

durante parte del siglo XIX. Investigadores, intelectuales, viajeros,

exploradores, comunidades indígenas han hablado de él de algún u otro modo.

Casimiro no ha pasado desapercibido y ha sido inmortalizado por el viajero

inglés George Musters quien convivió con él y otros caciques y tribus

tehuelches, cerca de un año, hasta llegar al País de las Manzanas y conocer a

Sayhueque80.

Fue cacique de algunas tribus tehuelches, y su espacio de movilidad se

extendía, concretamente, desde el sur de Río Negro hasta el estrecho de

Magallanes81. Además, fue un hábil comerciante, cultivó excelentes relaciones

80

George Musters, Vida entre los patagones. Un año de excursiones desde el estrecho de Magallanes

hasta el río Negro (1869-1870), Buenos Aires: El Elefante Blanco, 2007. 81

Los tehuelches eran nómades, y existían varias familias y jefes de las mismas. Casimiro fue importante

durante la época en que Musters visita el territorio patagónico (década del ‟60), ya que fue elegido como

cacique principal de los tehuelches para representarlos en el parlamento con Sayhueque en el País de las

Manzanas. Este parlamento se realizó a fin de tomar la decisión de defender Carmen de Patagones ante el

ataque del cacique Calfucurá y su gente (1870). Los tehuelches tenían jefes elegidos como representantes

de un colectivo más amplio, mediante el consenso de otros jefes tehuelches, para decidir acerca de

40

con los barcos que atravesaban el estrecho y supo negociar con los Estados

chileno y argentino, al punto de haber sido nombrado capitán por Chile y

teniente coronel por Argentina. En 1864, el capitán Luis Piedra Buena82 – de

quien se había hecho amigo – lo llevó a Buenos Aires para gestionar ante el

presidente Bartolomé Mitre la autorización de un enclave tehuelche en la zona,

que afirmara la posición argentina ante las pretensiones chilenas. Es así como,

Biguá regresó al sur como teniente coronel del ejército argentino.

Los Estados necesitaron de un cacique mediador sociabilizado con el

blanco para asegurar la articulación entre ‗mundos diferentes‘, y además, con

el interés de que protegieran la zona ante el avance del otro Estado limítrofe.

Casimiro colocaría la bandera de Buenos Aires sobre su toldo en cada parada

que hiciese por Patagonia. A su vez, para no perder los privilegios de provisión,

declinó – junto con Sayhueque y otros caciques – participar del malón de

Calfucurá (quien estaba enfrentado con el ejército de Buenos Aires). Su rastro

se perdió antes del inicio de la campaña de Julio Argentino Roca – se estima

que hacia 1873 – desconociéndose las circunstancias de su muerte,

probablemente relacionado al abuso de alcohol.

Casimiro era conocido en su época y siguió siendo narrado durante el

siglo XX por los ‗blancos,‘ pero su rastro se pierde en la historia oral. En 1979,

el presidente del Centro Cívico Luis Piedra Buena, de Bahía Blanca, construyó

la primera parte de lo que sería el monumento a Casimiro Biguá, en la localidad

de José de San Martín. Tuvo como fundamento en que hacía

aproximadamente un siglo – en los alrededores de la localidad – se había

llevado a cabo el parlamento en el cual nombraron a Casimiro como jefe de los

tehuelches, en el camino hacia el País de las Manzanas83.

En su ―Vida entre los Patagones‖ [1873], George Musters relata lo que

Casimiro le contó acerca de su vida. Según éste, su padre había sido muerto

cuestiones políticas. Estas decisiones eran temporales y por asuntos específicos. 82

Luis Piedra Buena fue el primero en asentarse en el territorio de Santa Cruz en 1859. Nacido en

Carmen de Patagones, llegó a ser comandante de la Marina argentina. Se instaló en la Isla Pavón (en la

actual localidad que lleva su nombre, Piedra Buena, donde pone en funcionamiento una factoría, y se

dedica a comerciar con los indígenas, a la caza de anfibios y la extracción de sal. También, se dedica al

rescate de náufragos y a salvaguardar las costas argentinas. Reconocido por el estado centralizado en

Buenos Aires, fue un promotor de la zona y logró crear un pequeño poblado que terminó fracasando por

el desinterés del incipiente estado (Elsa Barbería, “Los dueños de la tierra en la Patagonia Austral”, en

Todo es Historia, Nº 318, enero de 1994, pp. 16-40). 83

Musters señala la localización como Valle del Henno, hoy conocido como Genoa.

41

por araucanos o manzaneros, su madre – que era una ‗ebria consuetudinaria‘ –

lo había vendido por un barril de aguardiente en Río Negro, y Casimiro terminó

criándose junto al gobernador del fuerte, de apellido Viba84. Él lo hizo bautizar,

lo nombró Viba y aprendió a hablar castellano. A los trece años, se escapó de

allí y se fue a vivir con ‗indios tehuelches‘ de los cuales terminó siendo cacique

varios años después. Quedó instalado en Puerto Hambre – en el extremo sur

de la Patagonia – hasta que este poblado fue devastado, ‗volvió a viejos

hábitos de vagancia‘ y regresó a Río Negro donde se puso al servicio del

gobierno de Buenos Aires85. Lo reconocieron como jefe de los tehuelches y le

dieron grado y paga de teniente coronel del ejército. Bebía mucho y, a pesar de

la paga y el grado, no tenía riquezas. Piedra Buena lo solía ayudar e incluso

tenía una habitación para él y su familia en la isla Pavón. Musters dice de

Casimiro:

… Cuando no estaba ebrio, este hombre era vivo e inteligente, astuto y político. Sus extensas vinculaciones matrimoniales con todos los jefes, inclusive Rouque y Callfucurá, le daban mucha influencia. Era también obrero diestro en varias artes indígenas (…).Era muy corpulento, de seis pies cabales de estatura; con sus botas de potro y su expresión fisionómica no era desagradable, aunque tenía una que otra cicatriz que no realzaba su belleza

86

En tanto, Milcíades Vignati, al hacer la ‗bioiconografía‘ de Casimiro en

1945, menciona dos fechas en las que el cacique tehuelche viaja a Buenos

Aires, una en 1864 y la otra en 1866. Por su parte, Sergio Caviglia comenta

que Casimiro concurrió a Buenos Aires en el navío ‗Espora‘ de Luis Piedra

Buena. El entonces presidente Bartolomé Mitre le concede el título de ‗Jefe

Encargado por el gobierno para guardar las costas y el territorio patagónico‘ y

el ‗Jefe de los tehuelches‘ se compromete a fundar un pueblo y a enarbolar la

bandera argentina87.

Por otro lado, Armando Braun Menéndez [1935], haciendo uso de las

memorias de Doroteo Mendoza, secretario de Casimiro designado por el

84

Estudios posteriores dirán que en realidad, Viba no era el apellido sino el sobrenombre de Francisco

Fourmantin. Significa, en francés, “doble vía” y correspondía a la doble actividad que tenía Fourmantin:

marino de profesión y comandante militar en Patagones entre 1852 y 1854 (Vignati; Biedma; Braun

Menéndez-Cáceres Freyre; Rey Balmaceda). 85

George Musters, ob. Cit., p. 65. 86

George Musters, ob. Cit., p. 67. 87

Sergio Caviglia, “El mundo a través de uno mismo. La fotografía etnográfica en Patagonia”, en IV

Congreso de Historia Social y Política de la Patagonia argentino-chilena. El rescate de la memoria en la

construcción de la historia, Rawson: Secretaría de Cultura de Chubut, 2001, p. 67.

42

gobierno de Buenos Aires88, dice que Piedra Buena conoció y forjó una amistad

con Casimiro durante uno de sus viajes al estrecho de Magallanes. Por ese

entonces, Casimiro era jefe de unas tolderías que estaban instaladas cerca de

la bahía de San Gregorio. Braun Menéndez, desde una posición de desdén

hacia Casimiro, dice que hasta la fecha en que conoce a Piedra Buena, había

demostrado ―una inclinación ferviente hacia el gobierno de Chile‖. En 1846,

habría viajado a Santiago de Chile para hacer un pacto de fidelidad con el

entonces presidente Manuel Bulnes. En esa oportunidad, se le dio grado y

paga de capitán del ejército. La relación fue desmejorando a raíz de una serie

de asesinatos y saqueos en el estrecho, hechos que se le sindicaron a

Casimiro.

Es por eso que comenzó a relacionarse con Piedra Buena, quien lo llevó

hacia Buenos Aires para reunirse con el entonces presidente Bartolomé Mitre,

quien estaba interesado en tener a alguien en el Estrecho. Haciendo mención a

las memorias de Mendoza – quien lo transcribe a su vez del relato de Casimiro

– el cacique tehuelche le comenta a Mitre que si él había aceptado el grado y la

pensión del gobierno chileno había sido porque creyó que Chile pertenecía al

mismo gobierno argentino. Es así como deciden otorgarle un secretario a

Casimiro, Doroteo Mendoza, no sólo para este cargo administrativo sino

también como medida de control al cacique.

Casi medio siglo después, Manuel Llarás Samitier89 (en la década de

1980), escribe en la ‗Revista Patagónica‘, ―muchos de sus biógrafos lo acusan

de ser un instigador, taimado, borracho, mentiroso, bárbaro, asesino,

saqueador, campeón del oportunismo y perfecto camandulero que, por

añadidura, se jactaba de haber despachado media docena de esposas‖. Se

cree que murió hacia 1873, cerca de la bahía San Gregorio. Si bien no hay

documentación al respecto, el escritor menciona a un ingeniero chileno llamado

Alejandro Bertrand quien – a fines del siglo XIX – visitó la toldería de un hijo de

Casimiro, el cacique Papón. En esta visita es donde se entera que Casimiro

había sido sepultado junto a una laguna que – por la descripción que hace – es

probable que esté situada en la zona de la bahía Gregorio.

88

Armando Braun Menéndez, “Las memorias de don Doroteo Mendoza. Capitán de Guardias

Nacionales”, en Revista Argentina Austral, Nº 73, 1935. 89

Manuel Llarás Samitier, “El cacique Casimiro, un tehuelche famoso”, en Revista Patagónica, Nº 25,

década de 1980.

43

Como vemos, Casimiro transitó y vivió en el sur de la Patagonia de

modo nómade. Es decir, a partir de sus rastrilladas, se movían de acuerdo a la

disponibilidad de la caza, de la recolección y de la necesidad del trueque con

las poblaciones blancas. Sobre todo habitó la actual provincia de Santa Cruz y

en algunas oportunidades, llegaba a movilizarse junto a su tribu hasta la

norpatagonia (por ejemplo, en el episodio que narra Musters). En cambio,

Sayhueque que provenía de la actual provincia de Río Negro, debió trasladarse

junto a su pueblo, hacia el valle del Genoa en el territorio chubutense. Es aquí

donde se le otorgan tierras y vive sus últimos años. Sus descendientes

siguieron poblando la zona. Entonces, sorprende la construcción de un

monumento a Casimiro Biguá, en vez de uno vinculado a Sayhueque.

El monumento a Casimiro Biguá en José de San Martín, fue construido

en 1979, y quedó conformado tal cual está hoy en día, en 1988. Como

mencionaba en el capítulo anterior, su creador fue el presidente del Centro

Cívico Luis Piedra Buena, Alberto Iannamico. En su discurso – plasmado en

documentación que él mismo elaboró y donó a distintas instituciones de la

localidad – aparece el motivo por el cual Casimiro es merecedor de un

monumento. Rescata a Casimiro como ―cacique tehuelche argentino Casimiro‖

frente a ―sus enemigos mapuches‖. Este monumento, y otros erigidos en

Argentina, representan el ―agradecimiento de la nación, a la gloriosa lucha

mantenida en la historia patagónica, por esta etnia vernácula, contra la

penetración mapuche, por entonces orgullosos aborígenes patriotas chilenos,

que impidiera la toma irrestricta de toda la geografía argentina sureña‖90.

En tanto, en la actualidad, son pocos los que conocen quién fue

Casimiro más allá del relato de la jura de la bandera que se narró a partir del

monumento. Encuestas y entrevistas realizadas a distintos miembros de la

comunidad de José de San Martín dan cuenta del desconocimiento de quién

fue Casimiro Biguá, por la gran mayoría de la población91.

Como vemos, se han hecho distintas aproximaciones a Casimiro desde

lo escrito y oral. Pero ¿cómo se lo ha representado iconográficamente? ¿Hay

relación entre estos tipos de representaciones?

90

Escritos varios de autoría del señor Alberto Iannamico recopilados en el Concejo Deliberante de José

de San Martín, la Escuela Nº 88 y Gendarmería Nacional de la localidad. 91

Ampliaré este tema en el capítulo 3.

44

Casimiro representado en imágenes

En este apartado me interesa relacionar esas narraciones hechas sobre

Casimiro con las imágenes que se han hecho de su persona.

Como mencionaba anteriormente, Casimiro realizó un primer viaje a

Buenos Aires en 1864. Allí, aceptó posar para unas fotografías de estudio. Una

de las fotografías más conocidas de Casimiro Biguá es aquella en la que posa

junto a uno de sus hijos, Sam Slick92 [imagen 8]. Fue publicada en primer

término como heliograbado93 en una revista francesa de 1875, y reproducida

por Milcíades Vignati en 194594.

En esta fotografía de cuerpo entero, se encuentran Casimiro y su hijo de

pie y mirando a la cámara. El fondo es blanco y no hay ningún tipo de

escenografía o elemento. Están vestidos con quillangos, usan vinchas, el pelo

les llega hasta los hombros, están despeinados y descalzos. La piel de

guanaco les cruza uno de los hombros, dejando desnudo el hombro contrario.

Casimiro tiene su mano izquierda sobre el pecho y con la derecha se sostiene 92

Si bien se le atribuye esta imagen al italiano Benito Panunzi, Luis Príamo señala que probablemente sea

Esteban Gonnet quien la tomó, aunque prefiere mantener cautela al respecto. En Buenos Aires ciudad y

campaña. Fotografías de Esteban Gonnet, Benito Panunzi y otros, 1860-1870 (Buenos Aires, Fundación

Antorchas, 2000), Luis Príamo y Abel Alexander dicen que la confusión surgió a partir del libro de José

María Paladino Gómez, El gaucho. Reseña fotográfica 1860-1930 (Buenos Aires, Palsa, 1971), en la cual

publicó varias fotografías de paisanos e indígenas tomadas originalmente por Gonnet pero que Gómez

atribuye a Panunzi. Este error lo comete al generalizar, ya que sólo una foto de todas las que él logró

recoger llevaba el nombre de Panunzi. Otras, en cambio, llevaban el nombre Fotografía de Mayo, que era

la dirección del estudio fotográfico de Gonnet. 93

Una de las primeras técnicas fotográficas; el heliograbado es un procedimiento para obtener grabados

en relieve mediante la acción de la luz solar. 94

El artículo es del francés Theoph Bermondy – según lo narra Milcíades Vignati – titulado “Les

Patagons, les Fuegans et les Araucans”, en Archives de la Société Américaine de France, en 1875. El

epígrafe de la fotografía dice: „C‟est le portrait, photographié à Buenos-Ayres par un excellent artiste, M.

Mayo, du cacique Casimiro et de son fils àgé de 18 ans, patagons-tehuelches de la côte, arrivés à

Buenos-Ayres par le navire de guerre argentin l‟Espere, commandant Don Luis Piedra Buena‟.

(Milcíades Vignati, “Iconografía aborigen II. Casimiro y su hijo Sam Slick”. Extracto de la Revista del

Museo de La Plata, Nueva Serie, Sección Antropología, Tomo II, La Plata, 1945, p. 232). Milcíades

Alejo Vignati fue un antropólogo que trabajó en el Museo de La Plata. Sus trabajos y monografías giraron

en torno a los pueblos indígenas de la Argentina, a partir del material documental, físico y fotográfico con

el cual se contaba en el museo. Llevó a cabo „bioiconografías‟ de distintos caciques patagónicos, entre

ellos, Casimiro, Sayhueque, Orkeke e Inakayal. A partir de la iconografía de los mismos procuraba

desentrañar cuestiones psicológicas de sus sujetos. Con respecto a Casimiro, Vignati señala que le

interesa ahondar en su personalidad psíquica y en los “rasgos de su desastrada existencia” (p. 228).

Asimismo, Sergio Caviglia cita a Vignati: “En ningún momento he tenido la intención de realizar

exclusivamente un muestrario de tipos indígena; […] he querido, por el contrario, restituir a este

conjunto un poco de vida, derivada de la honda simpatía que – malgrado sus taras raciales – provoca su

conocimiento a través de las crónicas de quienes los trataron” (Milcíades Vignati, “Iconografía aborigen

I. Los caciques Sayeweke, Inakayal y Foyel y sus allegados”, La Plata: UNLP, 1942, p. 15. Citado en

Sergio Caviglia, ob. Cit., p. 153).

45

el quillango. Por su parte, Sam Slick tiene ambas manos debajo del pecho, una

de las cuales queda oculta dentro del ropaje.

Imagen 8. Anónimo. Casimiro y Sam Slick, c. 1864. Extraída de Vignati [1945].

46

Con respecto a esta pose armada, Marta Penhos marca una diferencia

entre las fotografías tomadas antes de la guerra de conquista de aquellas

tomadas con posteridad a la misma. Las primeras se tomaron en el marco de

una situación pacífica, ya que los indígenas arribaban a Buenos Aires y –

concretamente, a las casas fotográficas – de visita o por invitación, y no como

prisioneros de guerra95. Existe una segunda fotografía, donde se lo ve a

Casimiro en solitario, mirando de frente a la cámara. Se podría suponer que

pertenece a la misma sesión fotográfica que la anterior [imagen 9].

Imagen 9.

Anónimo.

Casimiro

Biguá, c.

1864.

Extraída de

Príamo

[2000].

95

Aunque también hubo fotógrafos como Panunzi y Gonnet, que salieron de la ciudad de Buenos Aires y

retrataron a los habitantes de la campaña.

47

En este caso, el recorte llega hasta debajo del pecho y Casimiro tiene la

misma pose: su mano derecha en el pecho sujeta el quillango. El fondo es el

mismo y su vestimenta también.

… a simple vista, los retratos de Casimiro Biguá (o Bibois) y del mismo con su hijo, muestran a estas figuras tal como son, como parecen indicarlo la ubicación frontal y el fondo neutro. Pero si observamos atentamente las fotos, se advierte que el cacique y su hijo se hallan en idéntica posición frente a la cámara, con sus pieles dispuestas a modo de túnicas antiguas, lo que da por resultado elaboradas composiciones de taller que

combinan sabiamente la intención realista y el uso de convenciones visuales96

.

Es decir, que se construye una ‗naturalización‘ del indígena. El indígena

como salvaje y primitivo, mostrando su barbaridad a partir de su semi

desnudez, la vincha en el pelo despeinado, los pies descalzos. Como señala

Penhos, se trata de ―un tipo de imagen escenificada‖, un estereotipo de lo que

se entendía que era un indígena y cómo debería estar vestido.

Por otro lado, la autora compara un dibujo realizado 70 años antes por

José del Pozo a un indígena tehuelche. Analizando su figura erguida, segura,

sus pieles dibujadas cual túnica antigua, sus cabellos sueltos, señala que el

boceto remite ―a un digno personaje de la antigüedad clásica‖97. Observando la

fotografía de Casimiro destaca que existen pautas similares en la toma. Se

puede ver en la disposición de las pieles y la robustez de los cuerpos.

Esta imagen fue popularizada a partir de 1900 cuando comenzó el auge

de las tarjetas postales en el país. Carlos Masotta dice al respecto que

…en la Argentina, durante las primeras décadas del siglo XX, la tarjeta postal llevó adelante la creación del primer y más completo mapa visual del país. Paisajes, calles y edificios, indígenas, gauchos y pobladores rurales fueron los temas predominantes a través de los cuales, casi imperceptiblemente, la postal divulgó imágenes de la Argentina

en una proporción hasta entonces inédita98

.

En las postales indígenas se publicaban imágenes de grupos familiares,

parejas o individuos solos. Pero se los identificaba a todos con una referencia

colectiva: ‗indio‘ y su grupo particular (por ejemplo, ‗tehuelche‘ o ‗toba‘). Incluso

se los denominaba de este modo cuando habían sido identificados en décadas

anteriores. Es el caso de la fotografía – atribuida a Benito Panunzi – que fue

96

Marta Penhos, “Frente y perfil. Una indagación acerca de la fotografía en las prácticas antropológicas y

criminológicas en Argentina a fines del siglo XIX y principios del XX”, en Marta Penhos y otros, Arte y

Antropología en la Argentina, Buenos Aires: Fundación Espigas, 2005, p. 39. 97

Marta Penhos, Ver, conocer, dominar. Imágenes de Sudamérica a fines del siglo XVIII, Buenos Aires:

Siglo Veintiuno, 2005, p. 315. 98

Carlos Masotta, “Representación e iconografía de dos tipos nacionales. El caso de las postales

etnográficas en Argentina 1900-1930”, en Marta Penhos y otros, Arte y Antropología en la Argentina,

Buenos Aires: Fundación Espigas, 2005, p. 67.

48

transformada en postal99, en la cual sólo reza como epígrafe: ‗Indio Tehuelche,

Santa Cruz, Rep. Argentina‘100. El antropólogo señala este hecho como

‗borramiento de la identidad‘. Si bien hubo excepciones, en la mayoría de casos

se los identificaba con términos generales.

Al ser utilizada a principios del siglo XX – y teniendo en cuenta las

construcciones de aboriginalidad en cada época – se puede señalar cómo el

borramiento de su nombre y la generalización de su origen tienen que ver con

una percepción y estereotipo del indígena propio de la época. Durante este

período se resaltaron las características ‗pintorescas‘, su barbaridad frente a la

civilización que lo había dominado y amansado (aún cuando Casimiro no había

llegado a vivir/morir la guerra de conquista en 1879).

En 1866, Casimiro visita nuevamente Buenos Aires y se toma otras

fotografías. En esta oportunidad, su atuendo cambia; el quillango se transforma

en un traje de capitán del ejército101 [imagen 10]. Tiene una ‗gorra de manga‘

con una franja de oro y borlas; y una chaquetilla de paño azul con cuello

bordado, pero no tiene las presillas reglamentarias102. El traje es cerrado, con

botones en el medio y lleva puesto un sombrero que cae hacia el lado izquierdo

de su cara. En vez de una vincha sobre su pelo, tiene un gorro y se puede

adivinar que el pelo lo tiene largo pero aparece atado. Esta vez no mira de

frente a la cámara, sino que su mirada está perdida hacia uno de los lados. El

fondo es nuevamente blanco y no hay escenografía. En la imagen sólo se ve

su rostro y luego se difuma, esto supone que debe ser un grabado sobre la

imagen, como era costumbre hacer. Vignati compara la imagen de 1864 junto a

Sam Slick, y esta última fotografía y señala:

…hay en aquélla cierta airosa distinción que no puede suponerse creada espontáneamente, muy diferente, por cierto, a la melancólica expresión sin prestancia alguna, que muestra en este otro, tomada a poco de su llegada a esta ciudad; sin que

99

Masotta señala que, a partir del auge de la postal, se reprodujeron fotografías de los primeros fotógrafos

que trabajaron en la Argentina, en la década de 1860. Es el caso de Benito Panunzi, Samuel Rimathe y

Antonio Pozzo (quien retrató la avanzada del ejército hacia la Patagonia en la guerra de conquista, 1879). 100

Masotta, Carlos, ob. Cit, p. 67. 101

Según Vignati, la fotografía es de Meeks y Kelsey, una casa de fotografía ubicada en Buenos Aires. Si

bien Vignati señala que es Neeks y Kelsey, el fotógrafo se llamaba Francis Joseph Meeks, de acuerdo al

libro de Gómez, “La fotografía en la Argentina” (Rodolfo Casamiquela et al, Del mito a la realidad.

Evolución iconográfica del pueblo tehuelche meridional, Viedma, Fundación Ameghino, 1991). 102

Rodolfo Casamiquela citando a Milcíades Vignati, p. 244.

49

sea parte en la apreciación el galoneado uniforme de una y la miserable manta que

viste en la otra103

.

Imagen 10. Meeks y Kelsey, Casimiro Biguá, c. 1866. Extraída de Vignati [1945].

103

Milcíades Vignati, “Iconografía aborigen II. Casimiro y su hijo Sam Slick”, p. 226.

50

Esta imagen fue utilizada en dos épocas muy diferentes que me interesa

destacar. Fue utilizada en la década de 1930 en la revista Argentina Austral en

cuyo epígrafe se señala que la imagen corresponde a: ―Casimiro Biguá, el

cacique tehuelche, ladino y aprovechado, entre cuyas „hazañas‟ figura la de

haber arrendado el estrecho de Magallanes‖104. La noción que se tenía en la

década del ‘30, sobre todo por parte de quienes eran dueños de la tierra105, era

la del ‗indio como problema‘ y así lo sugiere un editorial de la revista en esa

época. Suponían además, un trastorno y un entorpecimiento al progreso que

traían los inmigrantes. Es la imagen del indígena ‗incivilizado‘, que no

comprende el mecanismo de la propiedad privada, acostumbrado a regirse por

una cosmovisión de la tierra y de sí mismo como indivisible. Los escritores-

editores de la revista, exteriorizan una postura relacionada a los intereses

económicos del grupo que representan (la Sociedad Anónima Importadora y

Exportadora de la Patagonia), y ven a los indígenas y sus prácticas, como

contrarios al modelo económico vigente a nivel nacional. Ellos construyen una

idea del indígena como inferior e incivilizado, rasgos que atentan contra su

mentalidad capitalista.

Recientemente, este retrato fue utilizado por el Correo Argentino para

una tirada de estampillas de la serie ―Caciques Argentinos‖106 [imagen 11]. La

serie se completó con una fotografía muy difundida de Sayhueque donde viste

camisa, traje oscuro y sombrero. Lo llamativo de estas dos viñetas es el

significado del título de las mismas. En él, Casimiro y Sayhueque son

argentinos, cuando ninguno de los dos vivieron como ciudadanos argentinos.

Los grupos indígenas de los que ellos fueron jefes no habitaron territorios

argentino o chileno. Para ellos, las fronteras que impusieron los Estados, eran

inexistentes. Al igual que la propiedad privada, y la productividad de la tierra

dentro de un sistema capitalista. Es importante señalar que, los pueblos

originarios son preexistentes a los Estados, y por eso, no pueden considerarse

argentinos o chilenos, por haber habitado territorios que, recién desde fines del

siglo XIX, pasaron a formar parte de estos Estados nacionales.

104

Revista Argentina Austral, Nº 96, 1º de junio de 1937. 105

Es decir, de los Braun Menéndez y familia, dueños de „La Anónima‟ y de varias leguas de las actuales

provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego. Eran los editores de la Revista „Argentina Austral‟. 106

Día de emisión: 2 de diciembre de 2006. Tirada: 100.000 de cada viñeta.

51

Imagen 11. Serie Caciques Argentinos, 2006. Viñetas: Valentín Sayhueque y Casimiro Biguá.

En la actualidad, los indígenas están siendo reconocidos, en tanto

sujetos preexistentes étnica y culturalmente a la creación del Estado argentino.

Esto se ha dado desde dos ámbitos: el mundo académico que ha producido

una vasta bibliografía sobre la temática, y el mundo indígena que ha

reivindicando y conseguido varios de sus reclamos. Aunque los reclamos sobre

la propiedad de las tierras, que surgiera con el siglo XX, aún no han concluido.

Es por eso que conviven distintos modos de ver al indígena. Por un lado, el

indígena que ya no existe (el que desapareció luego de la guerra de conquista);

por otro lado, los pueblos originarios que se reivindican como tales pero que

para algunos – y esto cuando se trata de reclamos sobre la tierra – son

descendientes y oportunistas, o chilenos (como se los considera vulgarmente a

los mapuches).

Existe otra imagen de Casimiro, que aquí se reproduce como grabado

[imagen 12]. Aparecen representados Casimiro Biguá y una indígena a su lado.

Según Teodoro Caillet-Bois y Rodolfo Casamiquela – basándose en Vignati –

se trataría de una de sus hijas, Juana. El antropólogo del Museo de La Plata la

obtuvo de la revista Correo de Ultramar y luego la reproduce Teodoro Caillet

Bois en un artículo que publicó en Argentina Austral en 1945 y quien se la

suministró fue, el entonces, director del Museo Nacional de Historia, González

52

Garaño107. Vignati señala como autor de esta fotografía a Lucien Choquet,

quien dijo acerca de su representado que estaba ‗disfrazado de coronel‘108. La

fotografía correspondería a 1866.

Imagen 12. Lucien Choquet, Casimiro y Juana, c. 1866. Extraído de Caillet-Bois [1945].

Casimiro se encuentra sentado, ataviado con un traje de coronel, y tiene

un sombrero distinto al de la fotografía anterior. Además, sostiene en una de

sus manos una suerte de sable. Mira de frente y su pose es altiva; está calzado

107

Teodoro Caillet-Bois, “Los últimos caciques de la Patagonia”, Argentina Austral, Nº 167, 1945, p. 10. 108

Rodolfo Casamiquela et. al., ob. Cit., p. 246.

53

y su pelo está recogido. De pie se encuentra su hija que, a diferencia de su

padre, está vestida con pieles de guanaco, tiene el pelo largo, raya al medio y

hechas dos coletas a los costados de su rostro. Al parecer tiene un rosario

colgando de su cuello, pero no se vislumbra nítidamente. Sus manos

sobresalen a la altura de su pecho. Norma Sosa dice que Casimiro aceptó

posar ‗disfrazado‘ con el uniforme de coronel, no así su hija que rechazó

ataviarse con un miriñaque109.

Hacia mediados del siglo XIX y principios del XX, los indígenas

comenzaron a utilizar la vestimenta de los blancos como modo de afirmar su

presencia en una sociedad ajena a ellos. Margarita Alvarado Pérez señala que,

tanto el gobierno chileno como el argentino durante sus respectivos procesos

de ocupación de los territorios indígenas, entregaron uniformes militares,

bastones y sombreros – entre otros – como forma de reconocimiento al poder

de los caciques110.

Esta imagen muestra a Casimiro en su doble alteridad. Es un otro

indígena para el gobierno y para los habitantes de los territorios al norte de la

Patagonia (y de las poblaciones alóctonas), pero al mismo tiempo es un otro

teniente coronel del ejército para los otros indígenas y autoridades chilenas.

En tanto, su hija representa al indígena estereotipado, como habíamos

visto en las fotografías anteriores donde se ve al tehuelche ataviado con sus

quillangos característicos. En cambio, Casimiro representa al indígena

―civilizado‖, aceptado por el incipiente Estado quien lo reconoce y le da un

status propio. Casimiro es doblemente reconocido por sus pares tehuelche y

por el Estado ‗blanco‘.

No sólo las narraciones representan a los sujetos sino también las

imágenes – ya sean dibujos o fotografías – ya que ambas son construcciones,

como toda representación lo es. Las representaciones conllevan distintos

imaginarios históricos con respecto al indígena. Si bien existió un estereotipo

de indígena, también existían ―distintos modos de ver‖ de acuerdo a las

construcciones de aboriginalidad. Casimiro era considerado como indio

109

Norma Sosa, Mujeres indígenas de la Pampa y la Patagonia, Buenos Aires: Emecé, 2001. Agradezco

a Pablo Lo Presti la facilitación de este material. 110

Margarita Alvarado Pérez, “Indian Fasion. La imagen dislocada del „indio chileno‟”, en Estudios

Atacameños, Nº 20, Chile, 2000, p. 138.

54

civilizado o civilizable, en su rol de negociador y, como conductor de su tribu,

ganó el reconocimiento tanto de los indígenas como del Estado.

Tenemos la época en la que las fotografías fueron tomadas para analizar

la mirada a partir de la cual se construyó una imagen y se representaron ideas

de nación y aboriginalidad. Y tenemos las épocas en las cuales esas

fotografías fueron publicadas y llevadas a otro público con otros sentidos y

propósitos en distintos contextos. ¿Qué se ve cuando se ve a Casimiro? ¿Qué

se ve y qué se entiende hoy por Casimiro? Todas las imágenes que se

publicaron de Casimiro son retratos. Estos constituyen una fuente que muestra

un rostro o un cuerpo, la apariencia del sujeto fotografiado pero también la

mirada del fotógrafo.

Por otra parte, Mariana Giordano y Patricia Méndez señalan que el

retrato fotográfico, cuando se origina por decisión del retratado, es una

manifestación de la identidad del mismo. En cambio, cuando se origina por

decisión de quien fotografía, se convierte en una manifestación de alteridad111.

Es decir, que los fotógrafos que han tomado las imágenes de Casimiro han

representado el modo en que percibían al indígena, que a su vez, se

correspondía con un determinado contexto histórico. En el mismo, como

veíamos, los indígenas eran percibidos como ‗amigos‘ para el estado en

formación, pero también se mostraba su carácter de ‗salvaje‘ e ‗incivilizado‘.

Y si bien los retratos de Casimiro – solo o en compañía de sus hijos –

pretende mostrar cómo eran, también hay que considerar los elementos de

montaje que poseen estas tomas. Estos son: la ubicación de frente sobre fondo

neutro, las pieles como túnicas y la vincha como un atributo simbólico, además

del vestuario, del escenario y la pose. Estas disposiciones no son propias de

los indígenas (¿ellos habrán querido fotografiarse de este modo?

¿Comprendían lo que era o lo que significaba la fotografía?), sino que están

imbuidos dentro del paradigma estético del blanco, ―el indio ha perdido todos

los patrones de identidad, permaneciendo solamente los rasgos

fisonómicos‖112.

Casimiro, siempre fotografiado, retratado y nombrado por otros distintos

a él, aparecerá siempre representado como un otro interno dentro de una

111

Margarita Alvarado Pérez, ob. Cit., p. 128. 112

Margarita Alvarado Pérez, ob. Cit., p. 130.

55

nación que se construye como blanca y europea, negando o eliminando a los

habitantes primigenios del territorio. Ya sea como amigo, enemigo, civilizado,

incivilizado, problema o aprovechador, Casimiro representa a lo que es distinto

a la nación, pretendidamente homogénea y soberana.

Casimiro ‘monumentalizado’

La última imagen que se ha realizado de Casimiro y que fue el detonante

de esta tesis, es la que se encuentra en el monumento emplazado en José de

San Martín. En este apartado veremos dos imágenes, si bien no hay gran

diferencia entre ambas, fueron las dos iconografías que se colocaron en el

monumento. Una estuvo desde 1988 hasta 2007 [imagen 13]; y la otra, está

desde el 2007 hasta la actualidad [imagen 14]. El cambio se produjo debido al

deterioro que sufrió la primera durante casi diez años.

Imagen 13. 1988-2007 Imagen 14. 2007-hasta la actualidad

En piedras estilo azulejos, se pintó el rostro de Casimiro en primer plano.

Se ve su rostro y algo de su ropa hasta el pecho. Su pelo es corto, oscuro, con

raya al medio. Es joven, no tiene surcos en la cara, su tez parece bronceada.

Su expresión es seria, su mirada está perdida hacia uno de sus lados. Tiene

56

una camisa y una corbata. El fondo es de un marrón claro difumado. En tanto,

el epígrafe que lleva escrito esta imagen dice:

(CACIQUE PRINCIPAL)

CASIMIRO

Como señala Susan Sontag, “también un epígrafe perfectamente exacto

es sólo una posible interpretación‖113. En la imagen vemos a una persona que

tranquilamente podría ser un ‗pionero‘ de la zona, por su vestimenta y peinado,

pero el epígrafe es bien claro, se trata de un cacique. Y no cualquier cacique,

es cacique principal. Está identificado, se llama Casimiro.

Comparando esta imagen con las fotografías y dibujos analizados en el

capítulo anterior, notamos que difiere totalmente con ellas. Este cacique

principal no viste con pieles de guanacos, o está semidesnudo, ni tampoco usa

ropas militares. Simplemente, camisa y corbata. Su rostro tampoco se parece

al de las fotografías: su piel se ha blanqueado y sus rasgos se han suavizado.

Siguiendo a Caviglia, se podría hablar de una equiparación simbólica del rango

cacique con su integración a la política estatal, a su civilización. Esta imagen

escenificada supone un borramiento de su identidad tehuelche114.

El dibujo tuvo como base la siguiente fotografía:

113

Citado por Camilla Cattarulla, “Donde se construyen los estereotipos: la revolución mexicana en la

prensa ilustrada italiana”, en Entrepasados, Nº 23, 2003, p. 38. 114

Al mismo tiempo que es mencionada su identidad tehuelche en una de las placas de bronce.

Imagen 15. Casimiro (Gísgo), 1905. Extraído de

Casamiquela et al. [1991]

57

Esta fotografía pertenece a Casimiro, pero no al cacique Biguá, sino a su

sobrino o nieto115. Fue tomada en el Museo de La Plata en 1905, luego del

arribo de Casimiro junto a otro grupo de tehuelches que habían concurrido a la

Exposición de Saint Louis en Estados Unidos116. A la vuelta de la travesía, en

febrero de 1905, vestidos con ropas occidentales, fueron fotografiados en el

Museo. Casimiro estuvo trabajando allí durante quince días con el investigador

Roberto Lehmann Nitsche, quien estaba preparando un libro sobre lingüística

tehuelche, para lo cual grabó textos y canciones que cantó Casimiro; y les tomó

a él y a sus compañeros medidas corporales y craneales117.

No se sabe si por equivocación o convencimiento de ser el descendiente

del cacique tehuelche, pero Iannamico seleccionó esta imagen para que sea

instalada en el monumento de José de San Martín. ¿Qué quiso representar con

esta imagen?

Las imágenes – ya sean dibujos o fotografías – son construcciones. En

este caso, las imágenes de indígenas de mitad de siglo XIX y principios de

siglo XX pueden ser pensadas como elaboraciones de estereotipos acerca del

indígena. Mariana Giordano y Patricia Méndez señalan que, si bien los

fotógrafos tenían un interés documental en lo que fotografiaban, es decir,

pretendían mostrar lo que es, hay dentro de ellos una visión ‗exotista‘ hacia el

fotografiado. Es por eso que afirman que, las fotografías que se han tomado a

indígenas durante este período, deben ser analizadas no como registros

documentales que reproducen la realidad, sino como rostros que representan

un ―mundo exótico y salvaje‖, actores de una realidad que ha sido enfocada

desde ―visiones paradigmáticas de la sociedad occidental‖118.

115

Los tehuelches solían colocarle el mismo nombre del tío y del abuelo, al sobrino o nieto. Norma Sosa

(2006) afirma que “en su mayoría los tehuelches conservaban su nombre personal en lengua aónik-aish,

generalmente heredado de abuelos o tíos paternos. Casimiro (Gísgo) era nieto del célebre Casimiro

Biguá (…)”. 116

La exhibición se llamó Louisiana Purchase Exhibition y se realizó para festejar los 100 años del

tratado por el cual Estados Unidos había comprado el territorio de Louisiana, perteneciente a Francia.

Desde el 30 de abril hasta el 1º de diciembre de 1904, se congregaron en Saint Louis (estado de Missouri)

más de cincuenta países que trajeron sus propias exposiciones. Argentina armó en su pabellón una

pequeña réplica de la Casa Rosada. En el sector de Antropología de la Feria se instalaron „aldeas‟ en las

cuales estuvieron presentes sesenta y cinco grupos étnicos de distintos lugares del mundo. Entre ellos, se

encontraba un grupo de tehuelches – promocionados como los „gigantes de la Patagonia‟. En Norma

Sosa, “Tehuelches en la Feria de Saint Louis (Lousiana, 1904)”, en Tefros, vol. 4, Nº 2, 2006. 117

Norma Sosa, ob. Cit. 118

Mariana Giordano y Patricia Méndez, “El retrato fotográfico en Latinoamérica: testimonio de una

identidad”, en Tiempos de América, nº 8, 2001, p. 128.

58

En el monumento a Casimiro Biguá, su iconografía no pertenece a una

imagen de él, Casimiro no está representado como indígena tehuelche, ni

como capitán del ejército. Sino que se ha elegido una imagen en la que está

occidentalizado: ya es un ciudadano de la nación argentina. Hacia 1905, el

Estado ya estaba consolidado, los indígenas ya no figuraban en los censos

como tales, sino como ciudadanos argentinos o chilenos. Ya no existían los

indígenas, eran ciudadanos y como tales parte de la nación119.

En un trabajo anterior120 – cuando desconocía la existencia de esta

fotografía de Casimiro (Gísgo) – postulaba que la imagen que se reproduce en

el monumento era muy similar a la imagen construida de Ceferino Namuncurá.

Llamaba a este proceso ―ceferinización‖. Ceferino era el hijo del cacique

Manuel Namuncurá y nieto de Juan Calfucurá. Luego de las guerras de

conquista y el sometimiento indígena al estado argentino, su padre estrechó

relaciones con los salesianos quienes se llevaron a Ceferino a Italia para que

se convirtiera en seminarista. Enfermo de tuberculosis, falleció en 1905, al año

de haber llegado a Roma. Los salesianos fueron quienes se interesaron por

narrar su historia e iniciar una causa para su santificación, siendo beatificado

en 2007 por la iglesia católica.

María Andrea Nicoletti – quien ha trabajado sobre la construcción de

Ceferino Namuncurá por parte de los salesianos en imágenes y textos –

muestra cómo su rostro también fue modificado a partir de las distintas

construcciones de aboriginalidad [ver imágenes 16 y 17]. En uno de sus

análisis dice que “la transformación visual de Ceferino, de un niño con

marcados rasgos indígenas, que en algunos casos hasta asemeja a los simios,

termina en la de un joven blanco con rasgos suaves y hasta gardeleanos”121.

Es por eso que, cuando hablo de ―ceferinización‖, me refiero a un

proceso mediante el cual se invisibilizan los rasgos indígenas de Casimiro – en

este caso – y se transforma visualmente en un modelo, ejemplo de ―ciudadano

119

Este fue un modo de invisibilización hacia las comunidades indígenas. 120

Viviana Bórquez, “Las representaciones de nación y de aboriginalidad en los rostros de Casimiro

Biguá”, ponencia presentada en XII Jornadas Interescuelas-Departamentos de Historia, Bariloche, 2009. 121

María Andrea Nicoletti, “Un concurso abierto para todos: Aproximaciones a la iconografía

ceferiniana”, en Revista Tefros N° 2, Vol. 5, Primavera 2007, p. 5.

59

argentino‖ como Ceferino, quien se convierte en un modelo ‗virtuoso‟ al decir de

Nicoletti122.

La intención del monumento fue la de ensalzar la figura de Casimiro por

haber enarbolado la bandera argentina en 1869 frente a tribus tehuelches.

Casimiro debía ser un indígena argentino, y no un ‗salvaje‘ sin gobierno (en lo

que se entiende como gobierno en las culturas occidentales). En el

monumento, existen dos placas que nos ayudan a ‗entender‘ esa

representación de Casimiro. La primera que se colocó en 1979 por el señor

Alberto Iannamico junto a las autoridades de la localidad de José de San

Martín, dice:

VALLE DE HENNO (HENNOKAIK) HOY, JOSÉ DE SAN MARTÍN

PRIMER TESTIMONIO DE RECONOCIMIENTO EFECTUADO EN ESTE LUGAR HISTÓRICO. EN HOMENAJE A LA DESAPARECIDA RAZA AUTÓCTONA DEL ABORIGEN PATAGON O

TEHUELCHE (TSONECA), QUE AL ENARBOLAR EN ESTE EX PARADERO EL 3 DE NOVIEMBRE DE 1869 NUESTRA BANDERA, RATIFICARON SU ACATAMIENTO E

IDENTIDAD ARGENTINA EL CENTRO CIVIL ARGENTINO

LUIS PIEDRA BUENA 122

María Andrea Nicoletti, en su artículo “Ceferino Namuncurá: un indígena virtuoso”, muestra cómo

mediante los textos católicos y las imágenes que se realizaron de Ceferino (ya sean ilustraciones como

retoques de las fotografías originales), se construyó una idea de „infiel converso‟, un modelo de virtud y

santidad para seguir. María Andrea Nicoletti, “Ceferino Namuncurá: un indígena virtuoso”, en Revista

Runa. Un archivo para las Ciencias del Hombre, Nº 27, Universidad de Buenos Aires, 2007.

Imagen 16. Ceferino Namuncurá,

ilustración extraída de la Revista

Ceferino Misionero, 1983.

Imagen 17. Ceferino Namuncurá,

fotografía tomada en Italia en

1905. Extraída de Nicoletti [2007].

60

DE BAHÍA BLANCA EN EL 110º ANIVERSARIO DE AQUEL MEMORABLE HECHO 3-11-1979

La otra placa, que se encuentra debajo de una bandera argentina

pintada sobre azulejos, dice: ―Al hecho histórico del enarbolamiento del

pabellón argentino por los tehuelches en noviembre de 1869‖.

A partir de estas leyendas que acompañan a la imagen en el

monumento, podemos decir que se marca una línea de interpretación del

mismo. Se habla de un cacique principal, de los tehuelches como raza extinta,

quienes enarbolaron la bandera argentina en 1869 en esa zona, ratificando una

identidad argentina (y no indígena).

El discurso que se traduce de esto, tiene que ver con una

‗nacionalización‟ del indígena. Es decir, se considera a Casimiro como defensor

de la soberanía argentina de los territorios patagónicos, por haber llevado

consigo y haber enarbolado la bandera azul del gobierno de Buenos Aires, en

una fecha tan temprana para hablar de un Estado argentino como lo es

1869123.

Estas representaciones marcan una forma de construir al otro, en este

caso al otro indígena. Las narraciones – ya sean escritas u orales – constituyen

representaciones, construcciones de alteridad, y al marcar al otro indígena,

están representando construcciones de aboriginalidad e ideas determinadas de

nación.

¿Cuál era la idea de nación cuando se levanta el monumento? La

primera parte del monumento se levanta en 1979, esto es, la colocación de la

placa de bronce que explica el motivo del homenaje. En esa fecha gobernaba

la dictadura militar (1976-1982) con su autodenominado ―Proceso de

Reorganización Nacional‖. Su nombre hace referencia a una forma de pensar

la nación o lo nacional. Para los militares en el poder, era necesario reorganizar

la nación y recuperar un determinado orden.

123

Los historiadores coinciden en señalar que la consolidación del estado argentino fue un proceso y que

no se puede hablar del mismo, sino a partir de 1880, cuando se puede ver un proyecto unificador del

territorio actual, ya sea en su geografía, su economía, en sus leyes, y también, una invención de símbolos

e instituciones que tuvieron como fin darle una homogeneización cultural a la población de criollos,

indígenas e inmigrantes de múltiples orígenes.

61

Estaba encabezada por las fuerzas armadas y sectores de la burguesía

que buscaban normalizar la economía124; excluía al sector popular y se

caracterizaba por privar a la ciudadanía de su identidad de ‗ciudadanos‘. Para

el poder militar, el otro era símbolo de lo extranjero, lo ajeno a la nación, lo no-

nacional. Pretendía una nación homogénea, con un sólo orden posible, el que

ellos imponían, ya que eran los ‗custodios de los valores de la argentinidad‘125.

El monumento a Casimiro fue creado bajo este contexto histórico y

político, en 1979. En ese mismo año, se conmemoraba el centenario de la

llamada ‗Conquista del Desierto‘. El entonces Ministro del Interior, General de

División Albano Harguindeguy, expresó en la inauguración del Congreso

Nacional de Historia dedicado a este hecho, que ―la conquista de 1879 logró

expulsar al indio extranjero que invadía nuestras Pampas‖126. En tanto, el señor

Iannamico escribe con respecto a la construcción del monumento

… el agradecimiento de la nación, a la gloriosa lucha mantenida en la historia patagónica, por esta etnia vernácula, contra la penetración mapuche, por entonces orgullosos aborígenes patriotas chilenos, que impidiera la toma irrestricta de toda la

geografía argentina sureña127

.

Queda claro quién es el ‗nosotros‟ que representa a la ‗nación‘ y quién

es el ‗otro‟, el extranjero, el distinto. Hacia fines de la década del ‘70, Chile y

Argentina estaban discutiendo cuestiones de límites. Brígida Baeza señala que,

ambos implementaron políticas nacionalistas que fortalecieron la imagen del

otro/vecino como enemigo de la nación128. Y marca como punto culminante, al

conflicto limítrofe de 1978 (denominado ―la cuestión del Beagle‖), por la cual

ambos estados podrían haber llegado a la confrontación bélica. Asimismo, esta

imagen del otro enemigo continuó durante la década del ‘80 debido al conflicto

de Malvinas.

Si bien en la década del ‘70, se habla de una enemistad entre lo chileno

y lo argentino – constituyéndose como un ‗otro‘ al extranjero – los indígenas

constituyeron un otro interno para el Estado en formación, un siglo antes. A

124

Citado en: Rosana Guber, “Nacionalismo y autoritarismo: algunas lecciones de la experiencia de

Malvinas”, en Ciclos Nº 31/32, 2007, pp. 239-263. 125

Ídem, p. 260. 126

En Academia Nacional de la Historia, 1980, tomo I: 42-3. Citado por Claudia Briones, “Pueblos

Originarios en Argentina. Depredación y Ninguneo”, en Encrucijadas UBA, Revista de la Universidad de

Buenos Aires. Volumen “Identidad. Los Unos y los Otros”, 2001, p. 56. 127

Compilación de textos realizada por Alberto Iannamico. 128

Brígida Baeza, Fronteras e identidades en Patagonia central (1885-2007), Rosario: Prohistoria, 2009,

p. 32.

62

partir del siglo XX, cuando se le otorgue ‗nacionalidad‘ al indígena, su identidad

será invisibilizada y se los considerará argentinos o chilenos, la otredad estará

marcada por el lugar que ocupen: trans-cordillerano o cis-cordillerano. Sin tener

en cuenta que, los indígenas, son preexistentes a los Estados argentino y

chileno. La idea de nación que trata de imponerse tiende a imaginar que todos

los habitantes comparten una identidad y una misma historia en común. Esta

idea romántica de la nación, no niega a los indígenas, directamente no los

menciona. Y si lo hace, se los coloca al comienzo de la historia argentina, como

primeros pobladores del territorio argentino – como si hubiese estado con estos

límites desde siempre – y desaparecen luego de la llamada ‗conquista del

desierto‘.

¿Qué relación existe, entonces, con el interés de crear un monumento al

indígena Casimiro Biguá, en un lugar tan distante de todo tipo de centro

administrativo como lo es José de San Martín? Iannamico, a partir de su

investigación sobre la historia de Luis Piedra Buena129, descubre al cacique

Casimiro y comienza a ahondar en su vida. Es por esto, que llega a José de

San Martín buscando el lugar concreto en el cual se enarboló la bandera

argentina. Siguiendo la descripción que hace Musters de este paradero, le

otorga un significado que antes había pasado desapercibido.

En su relato, Musters menciona el episodio del enarbolamiento [3 de

noviembre de 1869], pero no lo destaca. Cuenta que como se estaban

preparando para recibir la llegada de visitas – indígenas del norte al mando de

Hinchel – se realizó un ceremonial de bienvenida. ―Por nuestra parte se

desplegó orgullosamente la bandera de Buenos Aires, mientras los del norte

hacían flamear una tela blanca”130. Se celebró un parlamento donde los jefes

Casimiro, Orkeke e Hinchel eligieron a Casimiro como jefe principal de los

tehuelches, para el encuentro que iban a tener con Sayhueque en Las

Manzanas. Luego de esto, se realizó una gran fiesta. En tanto, Iannamico

remarca este acontecimiento como el ―Hecho Histórico más Patriótico y como

el ―magistral hecho soberano tehuelche, contra la penetración del trasandino

mapuche‖. Señala que Musters registra

129

Es considerado un defensor de la soberanía argentina sobre los territorios del sur, y también, como el

primer patriota patagónico, ya que había nacido en Carmen de Patagones. 130

George Musters, ob. Cit, p. 135.

63

…el instante supremo, de vida o muerte en aquel 3 de noviembre de 1869 en ese valle del río Genoa, cuando ante la incertidumbre de un nuevo combate con sus mortales enemigos, los mapuche, ancestrales vernáculos de Chile, desnudaron su argentinidad, enarbolando la bandera azul y blanca, que recibiera Casimiro en el Magallanes de manos de Luis Piedra Buena, en 1863.

Con respecto a una de las figuras que componen el monumento – dos

mujeres talladas en piedra – el constructor dice que representan dos mujeres

―esperanzando la continuidad de aquellos fértiles vientres de una raza nacional,

que supo sostener el suelo nativo‖.

Por un lado, tenemos entonces: ―mortales enemigos, los mapuche,

ancestrales vernáculos de Chile”; “contra la penetración mapuche, por

entonces orgullosos aborígenes patriotas chilenos”; “contra la penetración del

trasandino mapuche”. Con estas palabras Iannamico representa una

construcción histórica.

Por otro lado, hablando de los tehuelches, el creador del monumento,

hace mención a ellos como ―etnia vernácula”; “raza nacional que supo sostener

el suelo nativo”; ―desnudaron su argentinidad, enarbolando la bandera azul y

blanca”; lo que constituye para él, ―un magistral hecho soberano tehuelche”.

Iannamico buscó extender la nación en tiempo y espacio. Remontó la

nacionalidad argentina hasta 1869 entre los indígenas tehuelches.

En tanto, en la actualidad, hay otra idea de nación, aunque esto no

significa que hayan desaparecido las ideas anteriores. La nación como

comunidad imaginada y sin conflicto frecuentemente sufre alteraciones cuando

se intenta explicar la nación argentina en vista de los conflictos sociales – sobre

todo los de los pueblos originarios en pos de la preservación de la tierra – que

han venido surgiendo durante tantas décadas, y sobre todo hoy llegando al

llamado ―bicentenario de la patria‖.

La antropóloga Claudia Briones sostiene que Argentina como un estado-

nación moderno no sólo fue homogeneizante sino blanqueador y europeizante,

tendencia que fue naturalizada como algo propio de la idiosincrasia nacional. Y

llama a reparar en la ―consistencia con que la argentinización trabajó

extranjerizando selectivamente a aquellos considerados ‗inapropiados

64

inaceptables‘ – en el sentido en que los define Brackette Williams [1993] – para

el ‗nosotros nacional‘ que se buscaba imponer‖131.

Esta construcción histórica ha invisibilizado y negado las diferencias que

son legítimas o se los ha confinado en la zonas rurales. Por ejemplo, se suele

pensar a los indígenas como habitantes del campo y no de las ciudades,

desconfiando entonces de aquellos que se reivindican como indígenas urbanos

(espacio donde debieron radicarse la gran mayoría para poder sobrevivir). Dice

Briones: esta proposición reinscribe una geografía simbólica de nación en la

cual la alteridad fue siempre quedando –como vimos- alojada en los márgenes

o periferia del territorio nacional”132. Por otro lado, en cuanto a la lejanía

temporal, se piensa a los indígenas (sobre todo a los tehuelches, en este caso)

como de otra época, inexistentes hoy en la vida cotidiana. Estos argumentos

son los que se utilizan en los procesos judiciales que se le inician a los pueblos

originarios por las supuestas ‗usurpaciones‘.

El concepto de aboriginalidad conlleva no sólo la forma en que el

indígena es construido por otros, sino también cómo los indígenas son

construidos por ellos mismos. En la actualidad y como mencionaba

anteriormente, los pueblos originarios iniciaron desde hace muchos años varios

movimientos de autorreconocimiento de sus identidades. Los más politizados

han surgido en las ciudades, donde han ido descubriendo – en muchos casos –

su identidad y su historia. Así es como no sólo se organizan para reclamar por

sus derechos, sino también para aprender la lengua de sus antepasados, su

cultura y sus creencias.

Todas estas miradas, contextos, interpretaciones de la historia, de las

ideas o construcciones de nación y aboriginalidad están de alguna forma

referenciadas en el monumento, pero cruzadas por el tiempo y la memoria.

Elizabeth Jelin y Victoria Langland, siguiendo a James Young sobre los

distintos sentidos de los monumentos afirman que

… inevitablemente, el paso del tiempo, la presencia de nuevos sujetos y la redefinición de escenarios y marcos interpretativos traerán nuevos sentidos (a veces inclusive

131

Claudia Briones, “La nación Argentina de cien en cien: de criollos a blancos y de blancos a mestizos”,

en José Nun y Alejandro Grimson (comps), Nación y diversidad. Territorios, identidades y federalismo,

Buenos Aires: Edhasa, 2008, p. 41. 132

Claudia Briones, ob. Cit., p. 47.

65

contrarios a los originarios). Otras veces, la indiferencia será el destino de esa marca, a

veces tan laboriosamente conseguida133

.

En el monumento a Casimiro Biguá ocurre algo llamativo. Su memoria

fue activada por Alberto Iannamico, un ciudadano ajeno a la vida de José de

San Martín. La memoria que él quería resaltar era la vinculada a un ‗indígena

tehuelche argentino que había defendido la soberanía de esas tierras frente al

indígena chileno usurpador‘. Con los años, otros pobladores comenzaron a

reunirse en el monumento pero para resaltar otra memoria, la del indígena

patagónico mapuche-tehuelche, y de quienes los nuevos activadores eran

descendientes. Estos dos sentidos distintos – y hasta en un punto, opuestos –

conllevaron una lucha de memorias.

¿Qué marca prevalece hoy en el monumento? ¿Qué sentido o sentidos

se le otorga al monumento? Por un lado, no fue abandonado, incluso en la

actualidad se realizan conmemoraciones oficiales y se han llevado a cabo

rogativas. Pero se observa que, en lo discursivo, se rescata la figura del

indígena tehuelche, como verdadero indígena argentino. Por otro lado, según

varios testimonios orales, a la mayoría de la población sanmartiniana el

monumento y su significado le resulta indiferente.

Tanto Iannamico como Martina Calfú134 (al retomar el interés por el

monumento y su significado para la declaración patrimonial del mismo), pueden

ser tomados como emprendedores de memoria135, ya que marcan el espacio

físico, y tratan de conectar el presente, con el pasado que buscan homenajear,

para transmitir un mensaje a las nuevas generaciones. Ellos promueven la

marca y le otorgan sus propios sentidos, que pueden variar, desaparecer o

renovarse. Esto se debe a que los sentidos nunca quedan incrustados en el

monumento sino que son construcciones que van más allá de lo físico y lo

territorial. Al decir de Hugo Achugar, el monumento no otorga un mensaje

unívoco, consensuado sino que despliega un escenario de luchas de sentidos

133

Elizabeth Jelin y Victoria Langland, “Introducción: Las marcas territoriales como nexo entre pasado y

presente”, en Monumentos, memoriales y marcas territoriales, Madrid: Siglo XXI, 2003, p. 3. Sobre

James Young consultar su artículo “Cuando las piedras hablan”, Revista Puentes, Año 1, Nº 1. 134

Martina es quien inicia los trámites en el Concejo Deliberante de José de San Martín, para que el

monumento a Casimiro sea declarado Monumento histórico nacional, en 1997-98. 135

Término tomado de Elizabeth Jelin y Victoria Langland, ob. Cit, p. 4.

66

donde aparecen distintos ‗nosotros‘ que compiten en pos de imponer distintas

memorias136.

A modo de conclusión, las memorias son activadas a partir de ideas de

nación y de aboriginalidad particulares, propias de cada época y construidas

por los sujetos. En el caso de Casimiro y la construcción de su monumento, la

idea de la de una nación diferenciadora de un ‗otro‘ que ya no existe (la idea de

que el indígena fue exterminado luego de las guerras de conquista). Pero que

se le ha cargado con otros significados, y reclamado posteriormente, como un

lugar donde ese ‗otro‘ está presente aún, mas no con esos rasgos ni con ese

mensaje patriótico.

Y así como para algunos, el monumento está cargado de significados y

representaciones, para gran parte de la población éste pasa desapercibido. Es

precisamente, acerca de las distintas maneras de percibir el monumento en la

actualidad y el modo en que se hace ―uso‖ del mismo, lo que voy a trabajar en

el siguiente capítulo.

136

Elizabeth Jelin y Victoria Langland, ob. Cit., p. 11. Además, ver el capítulo del autor en el mismo

libro: Hugo Achugar, “El lugar de la memoria, a propósito de monumentos (Motivos y paréntesis)”, pp.

191-216.

67

CAPÍTULO TERCERO

En este tercer y último capítulo trabajo con los distintos registros de la

historia – que propone Mario Carretero – para analizar el modo en que es

percibido en la actualidad el monumento a Casimiro Biguá, en la localidad de

José de San Martín. Explicitaré también, cómo estas percepciones íntimamente

relacionadas con las distintas memorias alrededor del monumento y sus

significados, tienen que ver con las ideas latentes acerca de la nación, y las

construcciones historizadas del indígena.

Para la organización de este capítulo, me basé principalmente en

entrevistas y encuestas realizadas en la localidad de José de San Martín, como

se explicitó en la introducción. La intención fue buscar las voces de los

pobladores actuales de José de San Martín y escuchar sus interpretaciones

con respecto al monumento. Además, saber cómo se identifican con la historia

de Casimiro, de Sayhueque y con la historia de la ―nación argentina‖.

Primero, me referiré a los registros de la historia – escolar, cotidiana y

académica – que postula Carretero, para después poder analizarlos en los

habitantes de José de San Martín en la actualidad. Esto cierra un período largo

de estudio que comenzó con la creación del monumento en 1979, se retrotrajo

a la segunda mitad del siglo XIX, para continuar en el 2009.

Monumento, historia e idea de nación

Mario Carretero habla de tres representaciones del pasado. La primera

es el registro de la ‗historia escolar‘137; la segunda, el registro de la ‗historia

cotidiana‘; y la tercera, la ‗historia académica‘ que llevan a cabo los

137

Carretero define a la escuela como “una institución oficial cuya función es formar ideológica y

cognitivamente a alumnos de corta edad”, en: Mario Carretero, Documentos de identidad. La

construcción de la memoria histórica en un mundo global, Buenos Aires: Paidós, 2007, p. 38.

68

historiadores y cientistas sociales. Estos registros presentan versiones muy

distintas en sus contenidos y a veces se contradicen o entran en conflicto. La

historia escolar incluye valores que tienen como finalidad formar una imagen

positiva de la identidad nacional, pero transmite una visión estática de ella, que

tiene escasas conexiones con las producciones académicas. En tanto, la

historia cotidiana – al ser un elemento de la memoria colectiva – se ―inscribe en

la mente y en los cuerpos de los miembros de la sociedad‖, articulando relatos

compartidos, sistemas de valores y creencias comunes138. En cambio, la

historia académica, se construye a partir de una lógica “disciplinaria de un

saber instituido bajo condiciones sociales e institucionales específicas”139.

En este capítulo mi interés se centra en pensar el monumento a

Casimiro desde la historia escolar y la historia colectiva140. Es decir, cómo se

han ido imbricando el saber que se imparte (o que no se imparte) en la escuela,

con los saberes que los sujetos aprenden en el seno familiar, de los libros que

leen, o de los espacios que transitan cotidianamente como calles, plazas, y

espacios públicos en general.

Es por eso que recorrí la localidad de José de San Martín, transité sus

calles, su plaza, recorrí los monumentos, hablé con algunos habitantes, fui a la

municipalidad, a la gendarmería, a las escuelas, al jardín de infantes y al

hospital. También realicé entrevistas y encuestas a docentes y alumnos, a

personas que están relacionadas con el quehacer cotidiano del pueblo. En

primer lugar, mi intención era saber qué se conocía sobre Casimiro Biguá, su

monumento, la relación histórica del pueblo con Sayhueque, y cómo habían

llegado a saber de ellos. La finalidad consistía en comprender cómo se

construye el conocimiento acerca de la propia historia y cómo repercuten estas

construcciones en el modo de configurar sus prácticas.

Para ello, elaboré una serie de preguntas destinadas a los maestros de

cuarto grado de la escuela primaria, ya que en el programa de ese año está

contemplada la enseñanza de la historia local y provincial. Asimismo,

confeccioné encuestas con preguntas sencillas para los alumnos de quinto

138

Mario Carretero, ob. Cit., p. 36. 139

Íbidem. 140

Teniendo en consideración que, desde mi lugar de licencianda en Historia, trabajo desde la historia

académica.

69

grado, ya que ellos – supuestamente – habían estudiado esa historia el año

anterior. Realicé, también, un cuestionario para los alumnos del último año de

la secundaria, para saber si había cambios en las nociones en cuanto a la

historia de la localidad y mis sujetos de análisis.

El monumento y la historia escolar

En la escuela primaria fui muy bien recibida por la vicedirectora, la

directora y los docentes. Entrevisté primeramente a la vicedirectora, Marita

Contreras141. Ella me habló acerca de la particularidad que tiene su escuela.

Por un lado, ―retoma las cuestiones de los primitivos, aborígenes, y las

actividades que se hacen tienden a fortalecer y a recuperar esa identidad de

los chicos‖, pero por el otro lado, la escuela recibe docentes de muchos

lugares, ―de pronto el docente que viene tiene que ponerse al tono con la

historia del lugar‖142. Las docentes que provienen de otras provincias – del

norte del país – en su mayoría son esposas de gendarmes. Pero existen,

también, docentes que se resisten a lo nuevo, como por ejemplo la

incorporación en la currícula del tema de los pueblos originarios.

Me comentó que en el 2009 estaban implementando un programa de

interculturalidad bilingüe, ya que la comunidad de José de San Martín se

caracteriza por tener descendientes indígenas. Manifestó que no es casual que

el fracaso escolar se dé en el grupo de personas descendientes de indígenas,

―porque evidentemente falta una interconexión entre esto nuevo o más

moderno y las costumbres que ellos tienen”. Además, dice que ―esto de que

haya chicos tímidos, que no sociabilicen mucho es propio de su identidad, de la

idiosincrasia de sus pueblos”. La idea no es sólo respetar su identidad sino

también la de todos aquellos que provienen de otros lugares, quienes en

muchas ocasiones, también son descendientes de pueblos indígenas. Para

ella, la escuela debe tomar esa particularidad y debe trabajar en la

141

Debo aclarar que si bien comenzó siendo una entrevista semi-estructurada, derivó posteriormente en

una amena charla, en la cual se fueron incorporando otras personas relacionadas al ámbito educativo. 142

Entrevista personal, Marita Contreras, José de San Martín, 20/04/09.

70

diversidad143. Vemos que aparece desde el discurso directivo escolar, el tema

de la alteridad pero también de la búsqueda de trabajar la diversidad y las

identidades. Con respecto a la historia de la localidad, Marita la ordenó a partir

de las instituciones significativas para el desarrollo y la vida de los habitantes

de José de San Martín. El relato incluye el nacimiento como colonia,

continuando con la historia de la cervecería, la escuela, la gendarmería y el

hospital. Aparecen, también, los conflictos inherentes a cada una de estas

instituciones, no tanto al interior de ellas sino en su relación con la comunidad.

Por último, cuando le pregunté acerca del monumento a Casimiro, me

respondió que era el más importante que tenía la localidad.

Otra de las entrevistadas, la maestra de 4º grado Odina Salles144, me

habló acerca de la historia local que enseña a sus alumnos. Contó que José de

San Martín nació como una colonia agrícola-pastoril por necesidad de los

mismos pobladores que se autoconvocaron y la formaron. Luego recibió el

nombre del prócer en 1901. Antes de esta fecha, señala que vivían

―poblaciones autóctonas de acá los mapuches y tehuelche, con el winka que le

llaman el mapuche al blanco‖. Respecto al 3 de noviembre de 1869 dice que

―las comunidades tehuelches y mapuches… el 3 de noviembre hacen un

enarbolamiento de la bandera argentina y la bandera blanca de paz entre las

comunidades y ellos se reconocen y se identifican a sí mismos‖.

Manifestó también que, en San Martín, no hay nada específico sobre la

historia de Sayhueque, pero que sí quedan descendientes de ellos en

Gobernador Costa. A su vez, señaló que, el cacique manzanero, sí estuvo en

José de San Martín y que su tumba todavía permanece oculta en la zona del

Shaman, a unos 20 ó 30 kilómetros ―para adentro‖ de Costa. Sus

descendientes no han querido revelar el lugar donde se encuentra la misma.

Contó que hay un ‗mestizaje de razas‟ hoy en la zona. En tanto, en ‗El

Molle‘ quedan descendientes de una comunidad mapuche tehuelche cuyo

cacique es don Secundino Huenullán. Ellos realizan un camaruco todos los

años hacia el mes de febrero. También, indicó que para el 3 de noviembre, se

143

Asimismo, comentó que el trabajo desde la diversidad también incluye a los chicos con capacidades

diferentes quienes poseen un aula especial donde comienzan a trabajar y luego se integran a los niños de

su edad. 144

Entrevista personal, Odina Salles, José de San Martín, 20/04/09.

71

hacen rogativas en el monumento a Casimiro Biguá, ―que fue uno de los

pioneros que vivió en las comunidades acá en la zona de José de San Martín y

sus alrededores‖. Explicó que la rogativa es un ritual mucho más sencillo que el

camaruco donde se agradece a la tierra, a todo lo que sea natural.

Comenzó a trabajar con la lengua mapuzungun hace unos años con el

lingüista de Esquel, Antonio Díaz Fernández. Este proyecto tiene como fin

trabajar la interculturalidad bilingüe. La docente manifestó que enseña a sus

alumnos la lengua y trabaja con ellos – y con el permiso de don Secundino,

aclara – sus costumbres, como el camaruco. Con los alumnos de cuarto grado

del 2007, han realizado un libro de fotos acerca de cómo se celebra el

camaruco, donde se ven los rituales, los elementos que utilizan, entre otras

actividades. Además, este libro contiene la historia de José de San Martín145.

Hablando de la localidad, dice que tiene ―mucha de su cultura tehuelche

mapuche arraigada. Muchos de los chicos que vienen a la escuela forman

parte de esta comunidad, y muchas veces no lo revelan o sienten vergüenza

por el mismo… problemas sociales donde a veces ser descendiente mapuche,

tener un apellido paisano es vergüenza‖. Asimismo, la historia de San Martín es

muy rica y fue declarada como lugar histórico nacional por ―estos datos de

gente pionera que fue construyendo, no sólo por pueblos originarios, era un

centro muy interesante en cuanto a comercio‖.

Con respecto a la escuela – y en consonancia con la vicedirectora – dice

que tiene una identidad muy particular y la interculturalidad es una seña de esa

identidad. Tienen colegas descendientes de wichi y mapuche, que participan de

los camarucos y de encuentros nacionales e internacionales de

interculturalidad. Reconoce que ha habido cambios, mayor aceptación ―en

cuanto a estas cosas de la interculturalidad‖, como la lengua mapuche. Ella

enseña desde lo cotidiano y a partir de lo que el lonko Huenullán le permite

mostrar.

Es importante señalar, algunos errores históricos que la docente comete

con respecto a la fundación de la colonia. En realidad, fue una decisión política

radicar a las poblaciones indígenas en el territorio. Asimismo, fue pensada

145

Lamentablemente, no pude ver el libro ya que la docente lo había enviado al Ministerio de Educación

de la provincia, en Rawson.

72

como colonia mixta, esto es, con el fin de incluir población extranjera, la cual,

se suponía, sabían cómo se trabajaba la tierra, y serían una buena influencia

para los mismos indígenas. Además, no existió una bandera blanca de la paz

en noviembre de 1869, como afirma la docente.

A diferencia de Odina, Patricia Mera146 - una maestra con ascendencia

wichi y mapuche – señaló que no existe un interés concreto por el tema

indígena ni por parte de la sociedad, ni por parte de la comunidad educativa.

Ése es uno de los motivos por el cual se dejaron de llevar a cabo las rogativas

en el monumento a Casimiro Biguá. Dice que en la escuela desde que ella está

– doce años aproximadamente – las cosas no han cambiado, les cuesta

romper con los cánones oficiales.

Patricia no es de la localidad, pero vive en ella hace quince años. Si bien

no conoce mucho su historia, señala que fue en San Martín donde se reconoció

como mapuche. Muy crítica con respecto a la historia oficial y de cómo desde

las instituciones se reproducen sus discursos, Patricia manifestó que ella había

nacido en una ciudad y había comenzado de grande a revalorizar su cultura

porque la conoció y se identificó con ella. Al preguntarle acerca del monumento

a Casimiro Biguá, señala que desde que ella vive en el pueblo, la postura frente

al mismo estaba más vinculada a una identidad mapuche-tehuelche (como lo

es para muchos habitantes de la localidad), pero desde el 2009, se lo reconoció

más como tehuelche. Relata que la mayoría de la población es aborigen y que

si bien era una zona tehuelche, en la actualidad, los habitantes son mapuches.

Como indígena reivindica el reclamo sobre las tierras y la autodeterminación de

los pueblos.

Son interesantes las diferencias de contenidos en los discursos

escolares de los directivos y las docentes. La voz de Patricia muestra lo que

está ocurriendo en la actualidad con respecto a la reivindicación de los pueblos

originarios; y si bien ella no milita en ningún grupo, sí se junta con indígenas

para conocerse, aprender la cultura y la lengua. Tiene una postura crítica hacia

cómo se estudia la historia en las escuelas de la localidad, hacia cómo participa

la comunidad de José de San Martín en los actos que se desarrollan en el

monumento y hacia los lineamientos de la dirección de la escuela con respecto 146

Entrevista personal, Patricia Mera, José de San Martín, 20/04/09.

73

al tema indígena. Por otro lado, desde el ámbito directivo se habla de respeto y

de interculturalidad, y de proyectos que se están llevando a cabo para integrar

todas las identidades. Un proceso que es largo y que recién está comenzando.

Es a los alumnos de 4º grado del nivel primario, a quienes les

corresponde aprender la historia provincial. Por este motivo, el gobierno de

Chubut, le regala a cada alumno de toda la provincia, el libro que el Ministerio

de Educación edita, titulado Chubut, pura naturaleza147. En el título se define la

idea que se tiene de Chubut: no hay sujetos, hay naturaleza. El libro se divide

en tres partes principales: ―Los ambientes‖, ―El tiempo y el espacio‖, y

―Población y economía‖.

Es en la segunda parte del libro donde aparecen los pueblos originarios.

Se hace la división entre tehuelches y mapuches, señalando que los primeros

―siempre han vivido en la región patagónica‖148, mientras que los mapuches se

desplazaron hacia la Patagonia argentina a fines del siglo XVIII desde la

República de Chile. Otro dato interesante, es que en el texto se señala que

originalmente se llamaban ―araucanos‖, y al establecerse en Neuquén se

renombran a sí mismos como ―mapuches‖149.

En el apartado ―Los jefes indígenas‖, aparecen las imágenes de

Sayhueque y de Casimiro, publicadas en las estampillas del Correo Argentino

en 2006, a partir de la serie llamada ―Caciques Argentinos‖ [imagen 11].

Sayhueque es presentado como el cacique más importante que habitó al sur

del Neuquén. En cambio, de Casimiro no se dice nada. Si bien llamativo,

Sayhueque ha tenido mayor trascendencia histórica que Casimiro, sobre todo,

por haber sido el cacique más importante de su tiempo (al enfrentarse por años

al ejército argentino y rendirse recién en 1885). A diferencia de Casimiro, que

no llegó a vivir este proceso. Asimismo, los descendientes de Sayhueque aún

viven en Chubut y es fácil de identificar y reconocer.

No es de mi interés hacer un análisis exhaustivo del contenido del libro,

pero sí quería hacer mención al mismo, ya que me resultó bastante sugestivo

que, al ser un ―regalo-obligación‖ de leerlo y trabajarlo en clase, se plantea un

147

Chubut, pura naturaleza. Manual 4º EGB 2. Chubut: Ministerio de Educación de Chubut, 2006. 148

Chubut, pura naturaleza, p. 73. 149

Chubut, pura naturaleza, p. 75.

74

modo de ver y comprender el territorio y su historia. El indígena que considera

como originario es el tehuelche, siendo el mapuche un extranjero. Si bien,

señala la mezcla étnica de ambos pueblos, hace mención en las actividades

que deben realizar los alumnos, a ―cuáles fueron los cambios introducidos por

los araucanos en nuestro país‖ y al ―país del que provienen‖150.

El relato sobre los pueblos originarios y su cultura carece de situaciones

conflictivas entre ellos entre sí o entre ellos y los blancos. El único episodio que

se menciona es el combate entre tehuelches y mapuches en lo que se conoce

como Languiñeo (―lugar de los muertos‖). Incluso, cuando se menciona que

aún existen 70.000 aborígenes en las ciudades más importantes de Chubut y

4.000 en las zonas rurales, señalan los reclamos pacíficos que hacen por sus

tierras, mostrando de este modo esa idea de ―son civilizados‖, pero que

también podría considerarse como una falta de resistencia y de lucha a las

imposiciones del blanco. Los pueblos originarios serían entonces sumisos y

estarían integrados a la sociedad blanca, sin cuestionamientos.

Como dicen Carretero y Kriger, ―los textos escolares siguen

promoviendo la formación de visiones estereotipadas de “los otros” y en la

producción de historias nacionales con un alto sesgo político‖151.

En cuanto a las encuestas que realicé a los alumnos de 5º grado del

nivel primario, me sorprendió el desconocimiento general acerca de la historia

de su localidad, incluso de ciertos nombres que ellos visualizan diariamente

pero que no se reflejan en lo que han escrito en las respuestas. Por ejemplo,

de 29 entrevistados, 11 no respondieron ninguna de las preguntas formuladas.

Las preguntas fueron:

1) ¿Qué sabés de la historia de “José de San Martín”?

2) ¿Sabés quién fue Casimiro Biguá?

3) ¿Sabés por qué hay un monumento a Casimiro Biguá en José de San Martín?

4) ¿Quién te contó quién fue Casimiro? ¿Tu maestra, tu familia, lo leíste?

5) ¿Sabés quién fue Sayhueque?

150

Chubut, pura naturaleza, p. 76. 151

Mario Carretero y Miriam Kriger, “Enseñanza de la historia e identidad nacional a través de las

efemérides escolares”, en Mario Carretero y José Antonio Castorina, La construcción del conocimiento

histórico. Enseñanza, narración e identidades, Buenos Aires: Paidós, 2010, p. 62.

75

6) ¿Quién te contó quién fue Sayhueque? ¿Tu maestra, tu familia, lo leíste?

Con respecto a la pregunta relacionada a la historia de la localidad, hubo

diversas respuestas, entre ellas: ―donde se izó por primera vez la bandera

argentina‖, ―pueblo histórico‖, ―localidad más histórica del Chubut‖, ―fue fundada

hace mucho tiempo‖, ―tenía una cervecería, era la más rica del mundo‖, ―tenía

un negocio re grande donde encontrabas todo lo que querías‖, ―primero era una

colonia”. Dos se confundieron con el prócer San Martín (al mencionar que era

el ―padre de la patria‖) y cuatro no sabían nada de la historia.

Las respuestas no nos muestran un pasado indígena pero sí, un pasado

muy vinculado a la idea de nación homogénea, y a José de San Martín, como

el padre de la patria. En cuanto a quién fue Casimiro, doce dijeron que no

sabían quién había sido, y cinco contestaron que fue un cacique. Uno de ellos

agregó que fue un mapuche que se encontró con ―Saigueque‖. Otro alumno

manifestó ―creo que fue el fundador de José de San Martín‖. Y en relación al

motivo del monumento, dieciséis no sabían y dos respondieron ―porque fue el

fundador‖.

Vemos como algunos alumnos, señalaron la condición de indígena de

Casimiro y también una relación con Sayhueque. Pero también, se lo ubica en

los inicios del pueblo, como fundador del mismo. Esta característica está muy

relacionada con la valoración que se tiene de los próceres de la historia

nacional. Se los reconoce como fundadores de la nación argentina. En este

sentido, tienen el valor de ser ―los que estuvieron al principio‖; al igual que los

pioneros en la historia patagónica. Entonces, el hecho de ser fundadores es de

por sí una valoración positiva.

Ante la consigna acerca de Sayhueque, los únicos dos que respondieron

dijeron: ―un cacique‖ y ―un aventurero‖. Las personas que les habían

comentado quién fue Sayhueque, a tres alumnos fueron sus familias, dos lo

leyeron y a otros dos se los comentó su maestro. Es de destacar entonces que,

los alumnos conocen la historia local y su propia historia, en muchos casos, a

través de la educación informal—familiar y no a través de la escuela. Pues, si

bien los docentes me dijeron que los alumnos habían visto historia local el año

76

anterior (2008), los alumnos mismos me comentaron que no habían visto nada

sobre la historia indígena de la zona.

¿Cómo pensar estas respuestas contradictorias? Puede haber habido

múltiples factores al respecto. Algunos chicos son nuevos en la escuela ya que

provienen de provincias del norte (los padres pertenecen a Gendarmería

Nacional); otros, pueden conocer de nombre a Sayhueque pero no comprender

aún quién era o si era alguien digno de recordar (no tiene un monumento en la

localidad). El hecho de que los maestros enseñen quién fue Casimiro y los

familiares quién fue Sayhueque, implica pensar en distintos registros de

historia. Por un lado, la historia escolar con un relato basado en el

ensalzamiento de una idea de nación, y por otro lado, una historia familiar (un

rasgo de la historia cotidiana) que se enseña de generación en generación o

bien, no se enseña con un propósito sino que es parte del bagaje identitario de

los niños indígenas, es parte de sus vivencias cotidianas en su hogar.

En el nivel secundario, tuve una experiencia totalmente distinta a la

vivida en la primaria, que tiene que ver con las diferencias en el funcionamiento

de ambos niveles. La directora – que se encontraba muy ocupada – me facilitó

el acceso al aula y la consiguiente distribución de las encuestas entre los

alumnos del último año. Cabe señalar que no les realicé la entrevista a los

docentes de Historia, ya que uno de ellos me comentó que ninguno enseñaba

historia de la localidad. Además, ambos residían en Gobernador Costa, por

ende, no sabían mucho sobre la historia de José de San Martín.

Las preguntas para los alumnos del nivel secundario tenían algunos

cambios con respecto a la de los del primario y fueron:

1) ¿Sabés cuándo se funda José de San Martín?

2) ¿Quiénes fueron los primeros habitantes de la zona?

3) ¿Sabés quién fue Sayhueque? ¿Tiene alguna relación con José de San Martín?

4) ¿Sabés quién fue Casimiro Biguá? ¿Qué relación tiene con José de San Martín?

5) ¿Cómo sabés de ellos? ¿Te lo enseñaron en el colegio, te lo contaron en tu familia, lo leíste en algún libro?

6) ¿Viven indígenas o descendientes de indígenas en la localidad o en la zona?

7) ¿Qué significa el monumento a Casimiro Biguá para vos?

8) ¿A qué o a quién le harías un monumento?

9) ¿Qué es para vos ser argentina/o?

77

10) ¿Qué resaltarías como parte de la identidad argentina?

Los encuestados fueron trece alumnos. La mayoría ubica la fundación de la

localidad en 1901, el resto un año después, o simplemente, el 11 de

noviembre. El conocimiento de las fechas fundacionales tiene mucho que ver

con las efemérides escolares y la participación en los actos de la localidad. Si

bien, no todos responden con exactitud, tienen una noción general de cuándo

se conmemora esta fecha.

Con respecto a la pregunta sobre los primeros habitantes, sólo

responden cinco alumnos y reconocen a la familia Torres o a los gendarmes, y

solo dos señalan a Valentín Sayhueque y a los húngaros ―que fundaron la

cervecería‖. Es llamativo ver como las respuestas apuntan a los ―pioneros‖ (que

son extranjeros, como el español Torres y los húngaros) o a los indígenas.

Considero que se relaciona con las identidades que tiene cada uno de ellos. Al

igual que la respuesta acerca de la Gendarmería, que si bien llegan 40 años

más tarde de la fundación, gran parte de la población se asienta en José de

San Martín, a raíz de esta institución.

De los cuatro que responden sobre quién fue Sayhueque, señalan que

fue ―un cacique que vivía en la Colonia San Martín, lo que hoy es José de San

Martín‖, ―que llevaba la tribu tehuelche de la zona‖, ―cacique que se encontró

con otra tribu‖, ―un cacique pero que no influyó en el desarrollo de nuestro

pueblo‖. Todos lo señalan como cacique y alguno lo confunde con Casimiro

(―cacique que se encontró con otra tribu‖). Si bien son pocos los que

responden, coinciden en el ―vivía‖ [en la colonia], o ―llevaba‖ [una tribu], pero no

―influyó‖ en el pueblo. Esto es, Sayhueque vivió en lo que hoy es José de San

Martín, pero antes de que sea el pueblo, por ende no tuvo mayor protagonismo

en el desarrollo del mismo.

De los cinco que responden sobre quién fue Casimiro, señalan que fue

un cacique, mientras que uno de ellos agrega que también fue ―quien izó un 3

de noviembre la bandera mapuche‖. Aquí también, está expresada la confusión

con respecto a la identidad indígena. Casimiro era tehuelche y la bandera que

se izó era la de Buenos Aires. Pero es cierto que en la actualidad, la bandera

que se iza además de la argentina, es la wiphala (mapuche-tehuelche). Por

78

otra parte, se resalta la jerarquía de Casimiro como cacique, no fue un indígena

anónimo.

Al preguntarles sobre cómo sabían acerca de ellos, algunos mencionan

que lo han leído, uno dice que se lo contaron, y otro señala que lo aprendió en

el colegio. Pero uno de los cinco que responde, dice que ―en el colegio nunca

nos enseñaron nada sobre el pueblo, lo poco que sabemos es por actos que se

han hecho, que no tienen mucha importancia‖. Se resalta, entonces, el registro

de la historia cotidiana, que veremos más adelante.

Con respecto a la sexta pregunta, ocho alumnos dicen que sí hay

indígenas y descendientes y uno señala que viven en Gobernador Costa. Es

decir, reconocen la existencia de grupos étnicos, pero lo llamativo es aquel que

los señala fuera de José de San Martín.

Ante la pregunta acerca del monumento, nueve de ellos no responden,

uno señala que ―no tengo ni idea”, otro manifiesta que no lo conoce. Y dos

dicen que es ―algo importante para respetar” y ―es un recuerdo de su vida”. No

puedo decir con estas respuestas que no sepan o quizá no les haya interesado

responder la encuesta. Pero me hace preguntarme acerca de este desinterés o

ignorancia, pues el monumento se estableció antes que ellos nacieran y se

encuentra en un lugar del espacio público, transitado habitualmente por la

población. Es posible también, que los docentes no les hayan enseñado nada

al respecto, pero alguna vez deben haber leído los carteles del monumento o

bien, haber conocido acerca de los actos que se realizan en torno al mismo.

Es interesante contrastar estas respuestas, con las encuestas realizadas

en 2007 (pertenecientes al equipo de ―Huellas de Pioneros‖) en las cuales más

de la mitad de los entrevistados – 300 en total – destacan al monumento a

Casimiro como el más importante de la localidad. Si resulta tan importante, se

podría deducir que conocen a qué o a quién hace referencia el monumento.

Mientras tanto, las respuestas que surgieron a partir de la persona o

cosa a la que le harían un monumento fueron: ―al intendente Beltrán Beroqui

por la representación y el ejemplo que les da a los adolescentes‖, cuatro se lo

dedicarían a algún antiguo poblador y uno a Huracán, el equipo del pueblo.

Seis no responden. Estas respuestas están muy relacionadas con sus propias

79

identificaciones, en las cuales no se menciona a ningún indígena o

descendiente. Sí a un antiguo poblador y extranjero, Ángel Torres.

Con respecto a qué significaba para ellos ser argentinos los verbos que

resaltan en las siete respuestas son: pertenecer y compartir. Compartir

identidad, costumbres; pertenecer a un país, formar parte. Algunos, también

mencionan la palabra orgullo. En sus respuestas se vislumbran verbos muy

emparentados a la historia escolar, la necesidad de mostrar que la nación es

un grupo homogéneo de personas que comparten costumbres y pertenecen a

una misma identidad. Esto es algo que va en perjuicio de las propias

identidades que trató de imponer el Estado Argentino a lo largo de su historia.

En la última pregunta, lo que destacan de la identidad argentina son: ―las

costumbres‖, ―la cultura‖, ―las tradiciones‖, ―la identidad (la corrupción)‖,

―Alfonsín‖152. En sus respuestas se observa esa vinculación a la historia oficial,

al hablar sobre lo que significa la identidad argentina. Pero no hay elementos

que remitan a lo indígena como parte de ella.

Como vemos en este apartado – y a partir de lo que señala Carretero –

la escuela actúa como institución encargada de formar ideológica y

cognitivamente a sus alumnos, y a su vez, busca imprimir una imagen positiva

de la identidad nacional, una suerte de cohesión nacional a los futuros

ciudadanos. Así, Casimiro como Sayhueque, no surgen espontáneamente del

relato histórico que brindan los docentes al hablar de la historia de José de San

Martín. Sayhueque es reconocido como parte de la historia inicial de la

entonces colonia agrícola pastoril, en cambio, Casimiro no forma parte del

relato de la historia de la localidad, aparece a partir del monumento, el cual le

da la presencia a Casimiro en el pueblo.

Se podría decir que Casimiro y Sayhueque no son protagonistas que

puedan ser factores para la cohesión nacional, quizá a futuro, como parte del

proyecto de la interculturalidad que están desarrollando en la escuela primaria.

En cambio, sí lo son los próceres clásicos de la historia oficial argentina. Esto

152

Cabe mencionar que el ex presidente argentino, Raúl Alfonsín, había fallecido el 31 de marzo de 2009

y fue ampliamente homenajeado en distintas ciudades del país. Asimismo, fue póstumamente reconocido

como “padre de la democracia”, al haber sido el primer presidente elegido mediante elecciones en 1983,

luego de la última dictadura militar en Argentina, y el primero en juzgar a las juntas.

80

‗ultimo se refleja, también, en la escuela secundaria, donde las respuestas de

los alumnos estuvieron las relacionadas, en su mayoría, con la identidad

argentina. Ellas muestran el ‗éxito‘ de la formación ideológica de la escuela: la

identidad argentina está más relacionada a todo aquello que los hace formar

parte de un todo, son los puntos en común, no se apunta a la diversidad

identitaria.

Los conocimientos de las historias locales y de la existencia de la

diversidad cultural, cuando se manifiestan, lo hacen a partir de la educación

informal, en la mayoría de los casos.

El monumento y la historia cotidiana

Para hablar acerca de la historia cotidiana – y siguiendo los planteos de

Mario Carretero – voy a trabajar a partir del proyecto de ley por el cual se

reconoce al monumento como monumento histórico nacional, con la entrevista

realizada a una de las docentes de la escuela primaria descendiente de

indígenas, y los resultados de las encuestas realizadas a trescientos habitantes

de José de San Martín en 2007.

En 1998, y con diferencia de dos meses, se declara al monumento de

Casimiro Biguá ―Monumento Histórico Nacional‖, primero; y a José de San

Martín como ―Lugar Histórico Nacional‖, después.

Este es un gran acontecimiento para la localidad, postergada durante

muchas décadas por el Estado (ya sea nacional como provincial). Luego de

haber sido un pueblo pujante y conocido, pasó al olvido y quedó al costado de

la ruta Nº 40, que une las principales ciudades de Chubut con el resto del

país153.

Revisando los fundamentos que se esgrimen para declarar al

monumento como Monumento Histórico Nacional, se observan ciertas

cuestiones a tener en cuenta. En primer lugar, se hace referencia al ―hecho

histórico acontecido en el valle de Genoa en noviembre de 1869‖. Se dice que

allí se realizó el primer parlamento donde se designó como principal cacique a

153

Actualmente, la ruta nacional Nº 40, es la avenida principal de Gobernador Costa. Parada obligatoria

de los viajeros que la transitan.

81

Casimiro Biguá, por parte de otros caciques tehuelches que estuvieron allí. El

hecho fue trascendental, ya que se erigió allí por primera vez la bandera

argentina, ―reafirmando la soberanía argentina sobre tales tierras‖.

Como los acontecimientos son de gran trascendencia, se le otorga el

rango de monumento nacional. En segundo lugar, se menciona que el

monumento ya ha sido declarado monumento histórico municipal y patrimonio

cultural por parte del Concejo Deliberante de José de San Martín. Revisando la

mencionada ordenanza, se desprende que los fundamentos que utilizaron los

diputados nacionales son exactamente los mismos que los que realizaron los

concejales.

Las gestiones para declarar el monumento a Casimiro como monumento

histórico nacional – como cuenta la entonces presidenta del Concejo

Deliberante, Julieta Contreras154 – surgen a raíz de una solicitud que presenta

una pobladora de la localidad, Martina Calfú155. Esta solicitud se gestionó ante

los distintos organismos este pedido para su declaración como monumento y al

pueblo como lugar histórico nacional. ―Por eso está declarado así, por iniciativa

de ella y por gestión personal mía‖. Julieta aclara que la gestión fue ardua ya

que no tenían datos precisos y tuvieron que recopilar a los datos suministrados

por Martina, por Antonio Gil (del Centro Indio Mapuche Tehuelche de Chubut),

y por Alberto Iannamico. El creador del monumento no estuvo conforme con

dichos fundamentos porque se contraponían con los que él había hecho. El

señor Iannamico seguía una línea de pensamiento por la cual diferenciaba

entre tehuelche-argentinos y mapuche-chilenos, estos últimos, enemigos de la

‗nación argentina‘156. Al contrario de Martina, descendiente de mapuches y en

154

Entrevista personal, Julieta Contreras, José de San Martín, 20/04/09. 155

Martina es Licenciada en Trabajo Social y vive actualmente en Comodoro Rivadavia. Ella fue uno de

mis primeros contactos y le agradezco infinitamente el haberme facilitado copias de fuentes muy

relevantes para este trabajo. 156

… “Porque Iannamico dice que, que algunos incluyen a los mapuches en este parlamento. Pero

Iannamico dice que no, que los mapuches eran los peores enemigos de los tehuelches. Él se declara más

bien nacionalista. Todos sus escritos, sus recopilaciones de materiales, manifestaciones públicas, él se

manifiesta nacionalista y casi rozaría la enemistad con Chile. Ahí es donde surgen las diferencias con

otros centros que son generalmente mapuches primero y después tehuelches. En José de San Martín los

descendientes son más mapuches. Hubo algún descendiente de tehuelches, pero más mapuche. Había

más por la zona de Río Pico algún descendiente tehuelche, pero no, más mapuche” (Entrevista a Julieta

Contreras).

82

la línea de los planteos de Gil y del Centro Indio Mapuche Tehuelche que no

identificaban a los indígenas por su lugar de residencia, argentina o Chile.

Resalta también que Iannamico llegó a querellar a Gil por los materiales

brindados. En ellos había un rescate de memorias orales ya que su familia

Casarosa también era descendiente de mapuche-tehuelche y era de largo

arraigo en la zona.

A su vez, Julieta menciona un hecho significativo:

…en realidad no tuvo demasiada trascendencia en la comunidad, esto de que se declare lugar histórico, que se instale el monumento, porque tampoco hubo discusión, de cómo es el hecho que… Esto no venía como historia de José de San Martín, viene como al margen. Hay distintas versiones […] porque había un señor que era de un Centro Mapuche Tehuelche de Trelew, que era quien o dentro de otros voceros de la historia que nos mencionaron que los mapuches también estuvieron en ese parlamento y él lo menciona como un parlamento. Y este señor Iannamico dice que no, que fue una reunión de las distintas tribus.

Manifiesta que la comunidad sólo cita este hecho el 3 de noviembre,

porque se lleva a cabo un acto al cual ―no concurre demasiada gente‖ y

tampoco tiene mucha difusión. Además, afirma que se sabe más acerca de

Sayhueque que de Casimiro ya que ―el apellido todavía está presente‖. Incluso

ella misma reconoce que el tema no le suscitó mucho interés, sólo lo hizo por

―cumplir con la solicitud de la ciudadana‖. Antes de la declaratoria, no se

celebraba el acto, salvo cuando iba Iannamico. Era sólo un acto formal, luego

comenzaron a hacerse rogativas y colocaron la bandera mapuche tehuelche,

hecho que molestó al creador del monumento.

Estas reflexiones de Julieta se contraponen con las opiniones de los

pobladores de San Martín respecto al monumento, obtenidas a partir de 300

encuestas realizadas por Claudina Quiroga, por entonces Directora de Turismo

de José de San Martín. Fue casa por casa para realizarlas a partir de una

selección al azar sobre un total de 1.300-1.500 habitantes, es decir,

aproximadamente un 20% de la población. Respondieron personas entre los 18

y los 50 años. De los datos de los encuestados se extrae que:

El 46% de ellos nacieron en José de San Martín;

El 35% nació en Chubut, en los alrededores de la localidad;

El 18% nació en otra provincia argentina (en su mayoría son del norte del país);

83

El 46,5% vivió toda su vida en la localidad;

El 30% vivió más de 15 años en José de San Martín;

El 14,5% vivió de 5 a 15 años allí;

El 39% tiene el secundario terminado;

El 32% tiene hasta el primario;

El 15,5% no tiene estudios;

El 13% tiene estudios terciarios o universitarios.

Dos preguntas en particular son las que me interesan de la encuesta:

―Diga qué monumentos y lugares históricos conoce en la localidad” y ―De los

mencionados anteriormente ¿cuáles son los más importantes para Ud.?”

Cuando se le preguntaba acerca de qué monumentos o lugares históricos

podía mencionar de su zona, el 71% de los mismos destacó el monumento a

Casimiro, en tanto el 26,5% mencionó el del General San Martín. Con respecto

a cuál pensaba que era el más importante, el 43% dijo que el de Casimiro y el

12% el de San Martín.

Las personas que no son de la provincia, y que residen en la localidad

hace menos de un año o un máximo de 15 años, son los que consideraron a

los monumentos a San Martín, Güemes y la Madre como más significativos. En

tanto, los nativos y chubutenses eligieron más las edificaciones antiguas, el

patrimonio histórico de la localidad: la antigua cervecería, las casas de

comercio, los hoteles, casas antiguas, el viejo hospital, entre otros. Esto no

quiere decir que no eligieron el monumento a San Martín, pero el porcentaje es

reducido. En cambio, la mayoría de los nativos de José de San Martín y una

proporción importante de chubutenses consideraron el monumento de

Casimiro. Otro dato interesante, es que los chubutenses son los únicos que

eligen los chenques (lugar de entierro de los indígenas) y las pinturas rupestres

de la zona.

Se podría sugerir que los habitantes que provienen de las provincias del

norte (más antiguas y tradicionales que las patagónicas) tienen una idea de

nación muy arraigada que es la que aprenden en la escuela, la cual está muy

influida por el discurso acerca de los héroes y fechas patrias, las virtudes y

símbolos argentinos; la idea de una nación homogénea y sin conflictos. Son

84

ellos, entonces los que destacan como monumentos históricos a San Martín,

Güemes, el monolito a Gendarmería. En cambio, quienes vivieron toda su vida,

o gran parte de ella, en esta zona, resaltan la importancia del monumento a

Casimiro y a otros edificios o espacios que tuvieron que ver con la ―edad

dorada‖ de José de San Martín (primera mitad del siglo XX). En este sentido,

los chubutenses y nativos tienen un interés central en la antigua cervecería

(ícono de la localidad, que le dio renombre e importancia).

Retomando el interés por el monumento a Casimiro, la mayoría de todos

los grupos eligió este monumento, pero como mostraba recién, en el resto de

las elecciones hay divisiones. Mientras los no-chubutenses eligen otros

monumentos patrios o edificios militares, los nativos priorizan los monumentos

relacionados a la historia de José de San Martín.

A pesar de seleccionarlo como el más importante, el monumento no

suscita un interés general por parte de la población, como señalaba Julieta

Contreras. Es decir, la mayoría no conoce quién fue Casimiro, o no participa de

los actos que se realizan en él. En uno de mis paseos por el pueblo, le

pregunté a un señor que estaba sentado en uno de los bancos externos a la

plaza, en diagonal al monumento a Casimiro, si sabía a quién estaba dedicado

el monumento y quién había sido. Me respondió que era a Casimiro Biguá pero

titubeó al responder la segunda pregunta. Agregó que sus descendientes

hacían celebraciones en el monumento y que venían de El Molle, pero no supo

decir quién era. También me dijo que en Gobernador Costa hay descendientes

de Sayhueque y que allí realizan otras celebraciones, mejores que las de San

Martín, hay otros indígenas y tienen un monumento ―mucho más lindo‖.

En este mismo sentido, la maestra Patricia Mera me comentaba que,

antes, el 3 de noviembre sólo se realizaba un acto oficial, pero con el tiempo

las comunidades indígenas comenzaron a participar de él, el municipio les dio

el espacio para hacerlo. Hasta 2007, se hacían rogativas mapuche en él y

después se realizaba el acto oficial. Luego de esa fecha los indígenas se

alejaron y es nuevamente sólo un acto oficial. Me contó que los indígenas de la

zona lo dejaron de hacer porque vieron que no había mucho interés por parte

del pueblo o de la escuela. Participaban pobladores en la rogativa pero luego

no se volvían a interesar por lo indígena, ―era ese sólo momento y nada más‖.

85

Señaló, también, que se tiene más en cuenta a los pioneros, a los que

―vinieron a hacer la historia de José de San Martín, y no se dan cuenta que

antes hubo una historia previa a esa‖157. Ella destaca que en la actualidad, ―la

mayoría del pueblo son mapuche-tehuelche pero no lo reconocen,

seguramente, por toda la carga histórica‖. Y agrega que si bien era zona

tehuelche, la mayoría de la población de San Martín es mapuche.

Cuando le pregunté acerca del monumento, me respondió que ese año

(2009) se reconoció más al monumento como tehuelche, antes lo hacían como

mapuche-tehuelche. En este sentido, Claudina Quiroga me había comentado

que en 2008 para el acto del 3 de noviembre, había participado la diputada

nacional por el justicialismo, Rosa Chiquichano158 quien manifestó su interés de

darle un alcance nacional a esta conmemoración. Ella es descendiente del

cacique tehuelche Jackechán, que menciona Musters, y que había participado

del parlamento de que da cuenta el inglés en su libro.

Otros testimonios, también mencionan el desconocimiento y falta de

interés por la historia de Casimiro. María Kodzomán159 contó que lo único que

sabe es que ―Casimiro acá en el valle del Genoa – y aclara que se enteró en el

Concejo de esto – que enarbolaron el pabellón nacional por primera vez”.

Señaló que ―el relato de Casimiro salió “supuestamente, de un tal Musters”,

pero mucho no sé, no he leído”. Incluso mencionó que el 3 de noviembre se

hacen las celebraciones en el monumento y que al acto asiste la comunidad de

El Molle (distante a 60 kilómetros de allí). Si bien invitan a la población de ahí a

que concurra, ella no participa como tampoco la mayoría del pueblo. Dijo que

hay indígenas, pero no han conformado un movimiento organizado porque no

quieren mostrarse.

157

Entrevista personal, Patricia Mera, José de San Martín, 20/04/09. 158

Cabe señalar, que la diputada es oficialista del gobierno dasnevista. El actual gobernador de la

provincia de Chubut, Mario Das Neves, ha venido llevando a cabo una política de reconocimiento de los

pueblos originarios, pero haciendo hincapié en el paradigma de los tehuelches como argentinos y

pobladores de la provincia. En tanto, los mapuches no aparecen mencionados. Además, propulsa el mito

fundacional de la provincia con la llegada de los “pioneros de la provincia”, los galeses, quienes arribaron

en 1865 y fueron muy bien recibidos por los tehuelches con quienes compartieron lazos de amistad. 159

Entrevista personal, María Kodzomán, José de San Martín, 19/04/09. Ella fue concejal suplente por el

partido justicialista cuando el monumento fue declarado “monumento histórico municipal”.

86

Un dato que salió en varias de las entrevistas que realicé en el pueblo,

Casimiro no entra en la historia oficial de José de San Martín hasta que no se

hace el monumento en su honor. Antes de este episodio, no se sabía nada

acerca de Casimiro Biguá. Citando a Paul Ricoeur:

―Cada uno de nosotros no recuerda solo: recuerda con el aporte o la ayuda

de los recuerdos de otros, de modo tal que „nuestros recuerdos se

encuentran inscritos en relatos colectivos que, a su vez, son reforzados

mediante conmemoraciones y celebraciones públicas de los

acontecimientos destacados de los que dependió el curso de la historia de

los grupos a los que pertenecemos‖160.

Todo parece indicar entonces que la construcción de la idea de Nación

se ha hecho a partir de olvidos y de errores históricos. El Estado, en nuestro

caso el argentino, ha hecho ―una deformación‖ o una selección de elementos

de la historia para construir, a lo largo de su existencia, ideas de nación que ha

tratado de imponer como la ‗única valedera‘161.

Por su parte, la historiadora Susana Torres al referirse a la construcción

de la idea de nación en Patagonia, dice que “La Nación había que construirla,

era un proyecto a futuro sin posibilidades de referentes en un pasado que se

negaba como elemento fundante de la Nación”162. A la Argentina había que

construirla de cero, ya que no tenía un pasado. Esto es, la negación del

indígena, símbolo de la barbarie que se contradecía con la idea de ‗civilización

moderna‘ que se pretendía imponer.

Torres señala que la Patagonia fue incorporada a la idea de Nación

como pura territorialidad163. Y en el territorio se crearon monumentos, escuelas,

se colocaron nombres a las calles, plazas e instituciones. Al respecto dice:

―Había que construir sitios de memoria que ayudaran a inculcar la idea de

nación en sus habitantes, para lo cual utilizaron mecanismos de discriminación

en contra de naciones competidoras [léase Chile] y segmentos de la propia 160

Citado por Waldo Ansaldi, “Una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición. La

memoria y el olvido como cuestión política”, en Ágora. Revista de Ciencias Sociales, Nueva Época, N° 7,

Valencia, diciembre 2002, p. 5. 161

Ernest Renan, “¿Qué es una nación?”, en Álvaro Fernández Bravo (comp.), La invención de la nación.

Lecturas de la identidad de Herder a Homi Bhabha, Buenos Aires: Manantial, 2000. 162

Susana Torres, “La Patagonia en el proceso de construcción de la nación argentina”, en Esteban

Vernik (comp.), Qué es una nación. La pregunta de Renan revisitada, Buenos Aires: Prometeo, 2004, p.

85. 163

Susana Torres, ob. Cit., p. 86.

87

población‖ [léase pueblos originarios] 164. Al tener que ser construida esta idea

de nación en un territorio heterogéneo, tanto en lo geográfico como en lo étnico

y lingüístico – no sólo por la población indígena sino por la masiva llegada de

inmigrantes europeos – se apeló a lo simbólico y a aquello que diera una

unidad de sentimiento y brindara una idea de patria.

En José de San Martín – como en el resto de las localidades

patagónicas – la nación fue incorporada al imaginario de la sociedad. Mediante

la creación de lugares de memoria y la incorporación de determinados mitos

fundacionales, se le dio un sentido de pertenencia a la ―nación argentina‖.

Los símbolos que se consideran como argentinos fueron ―importados‖,

pero al mismo tiempo, se ―acondicionaron‖ símbolos propios que justificaron su

inclusión como localidad plena de argentinidad.

El indígena en la historia de José de San Martín fue construido como un

―indígena tehuelche y argentino que ya no existe como tal‖. El indígena que

vive actualmente en la localidad, es un otro que no está visibilizado; todos

saben que existe pero este no se reivindica como tal. De a poco, algunos van

conociéndose, aprendiendo su cultura, su lengua; y tratando de posicionarse

desde un lugar particular frente a la sociedad.

Este proceso entra en consonancia con las nuevas formas de

construcción de la alteridad y de la reivindicación de los pueblos originarios

frente al Estado argentino. La diferencia comienza a ser visible, en palabras de

Claudia Briones

… hablar de las diferencias y los diferentes […] comporta simultáneamente

construir un lugar de enunciación para hablar de y desde un ‗nosotros‘ que se

erige en legítimo portador de las características del colectivo nacional. De no

hacerse explícitas, estas operaciones ideológicas conducen a menudo a

silenciar los privilegios materiales y simbólicos en que se basan –

operaciones que recrean la potestad de fijar asimétricamente coordenadas de

autodefinición y de acabar extendiéndolas al conjunto, de maneras de incluir a

algunos y excluir a los restantes165

164

Susana Torres, ídem. Sin corchetes en el original. 165

Claudia Briones, “La nación Argentina de cien en cien: de criollos a blancos y de blancos a mestizos”,

en José Nun y Alejandro Grimson (comps), Nación y diversidad. Territorios, identidades y federalismo,

Buenos Aires: Edhasa, 2008, p. 38.

88

En una Argentina que, a pesar de sus distintos proyectos de nación, se

construyó y se definió a sí misma como blanca, europea y homogénea, nuevos

modos de construcción de la alteridad y de aboriginalidad discuten ese modelo

de nación que si bien hoy reconoce la diferencia quiere controlarla o hacerla

formar parte de un mismo conjunto.

En 1979 cuando se construyó el monumento, la nación se pretendía

homogénea, con un solo orden, con unos valores propios. El otro se construyó

como lo extranjero, lo extraño y enemigo de la nación. En ese año también se

festejaron los cien años de la ―conquista del desierto‖. El simple hecho de

celebrar tal acontecimiento, muestra una idea específica de nación y sobre todo

de aboriginalidad. Según se recordó, el ejército había podido expulsar al ‗indio

extranjero‘ que invadía el territorio pretendidamente argentino. En consonancia

con este discurso, el creador del monumento a Casimiro, justificaba la

construcción del mismo ensalzando la figura del cacique y diciendo que

defendió la soberanía argentina de la penetración mapuche, ‗orgullosos

patriotas chilenos‘.

En tanto, en la actualidad, estos discursos no han desaparecido166, lo

que sí ha cambiado es la auto-visibilización de los indígenas y sus posturas

frente a las ideas de nación y de sus propias construcciones de aboriginalidad.

Han comenzado a organizarse y a mostrar los atropellos que sufren sus

comunidades, y a exigir la restitución de sus tierras. Además, de construir un

‗nosotros‘ a partir de la búsqueda de sus culturas, lenguas y creencias. Y estas

prácticas, están íntimamente relacionadas con las nuevas generaciones, que

son quienes las protagonizan. Igualmente, esto no es visible aún en el caso de

José de San Martín.

Si bien la escuela y el espacio público imponen representaciones de

nación y aboriginalidad, en la actualidad, comienzan a haber nuevas

representaciones que a veces conviven con las tradicionales, otras veces están

enfrentadas. Estos enfrentamientos o luchas – podríamos decir – son los que

166

Una editorial titulada “La cuestión indígena” escrita por Rolando Hanglin en el diario La Nación, del

22 de septiembre de 2009, da muestra de esto, al intentar demostrar que los mapuches son chilenos y que

no tienen ningún derecho sobre la tierra que muchas comunidades en la actualidad reclaman. No

sorprende tanto su discurso, sino la gran cantidad de comentarios a favor y en contra que aparecieron en

torno a esto. Puede ser consultada en: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1177580

89

se reflejan en las prácticas realizadas en torno al monumento a Casimiro Biguá.

Por ejemplo, el hecho de que no se realicen más los camarucos, pero sí que se

lleven a cabo los actos oficiales.

Las tomas de sentido, de apropiación de la historia común y personal, y

las reflexiones o desinterés en torno a esto, configuran también las identidades,

las alteridades y sus consiguientes prácticas. Esto fue lo que intenté mostrar

mediante el análisis de la historia – vista desde la escuela y desde la vida

cotidiana – de los pobladores de José de San Martín, mediante la historia

académica al decir de Carretero.

90

CONCLUSIONES

El detonante de esta tesis fue el monumento a Casimiro Biguá y su

iconografía, en José de San Martín. En la búsqueda de respuestas a las

preguntas que me surgieron, recorrí un camino guiado por una teoría particular,

sobre la nación, la aboriginalidad, sobre los monumentos y las

representaciones.

La hipótesis que me acompañó durante todo el análisis, fue que el

monumento a Casimiro Biguá constituía una representación territorializada que

estaba ligada a una determinada idea de nación y de aboriginalidad. Estas

ideas que constituyen discursos, conllevaban determinadas prácticas en la vida

cotidiana y en las políticas estatales, ya sean sociales, culturales o educativas.

El monumento significó abrir el arco temporal, rastrear sus orígenes pero

también los orígenes de lo que mostraba – Casimiro Biguá – y la historia y

representaciones que se hicieron del mismo, desde la segunda mitad del siglo

XIX. Rastrear estas representaciones y vincularlas a su vez, con las ideas de

nación y aboriginalidad que se construyeron hasta la actualidad, me permitieron

ver los cambios y las permanencias en la larga duración. Asimismo, los

distintos usos que se le dieron y se les dan, y cómo hoy se siguen

construyendo ideas del indígena a partir de una idea más compleja de nación.

Trabajé cómo la construcción de esos conceptos fue cambiando en el

tiempo, pero siempre con una idea de homogeneizar e imponer un solo

discurso. Mientras que, en los últimos años, esto se ha ido modificando ya que

hablamos de una idea de nación al interior del estado argentino, al igual que

una idea de aboriginalidad.

Es por eso que elegí trabajar con tres períodos que me resultaron

importantes para rastrearlas y compararlas. Estos son: al crearse la colonia y el

pueblo, cuando se erige el monumento, y la actualidad.

91

En primer lugar, la creación de la colonia y el pueblo (1895-1901,

respectivamente), se construye a partir de una necesidad de radicar a las

poblaciones indígenas – ‗amigas‘ o vencidas con determinados

reconocimientos por parte del Estado nación argentino – en un territorio

específico. El indígena derrotado había dejado de considerarse ―enemigo‖, y se

iría convirtiendo en ―ciudadano‖ (argentino o chileno). Pero la idea que subyace

acerca de él es su barbarie y sus prácticas contrarias a lo que se consideraba

―civilización‖. Es por eso que en la colonia San Martín, confluyen indígenas,

como la tribu de Sayhueque, con extranjeros que serían los que traerían ese

componente civilizatorio, necesario para la producción de la tierra.

En segundo lugar, en plena dictadura militar (1979) se erige el

monumento a Casimiro Biguá en José de San Martín. La idea de nación

hegemónica, estaba basada en el rechazo del otro como extranjero y a todo

aquel que se configurara como enemigo a los valores nacionalistas. Ese mismo

año se celebró el centenario de la ―conquista del desierto‖, por ende, la idea

acerca del indígena era la de su no existencia actual (la campaña de Roca

había terminado con todos ellos). La civilización se había impuesto por sobre la

barbarie. Asimismo, el monumento a Casimiro, fue creado desde una lógica

nacionalista y de recuperación del tehuelche como indígena argentino en

contraposición con el mapuche ―chileno‖.

Y por último, la búsqueda de los usos y significados del monumento en

la actualidad – como los actos políticos o las rogativas mapuche-tehuelches –

muestran discursos diferenciales con respecto al indígena, a su vez,

relacionados a una idea de nación multicultural. Esto es, ideas de un indígena

tehuelche que vuelve a resignificarse como indígena argentino en el discurso

político actual, y por otro lado, las propias comunidades indígenas que

muestran su identidad indivisible tehuelche-mapuche.

En estos contextos, Casimiro Biguá y Sayhueque tuvieron distintos

significados y niveles de importancia en el discurso y los usos que se hicieron

de su figura. En el primer período, lo característico es la ausencia de Casimiro

y la presencia de Sayhueque. El cacique manzanero y su tribu fueron

confinados en las cercanías de la recién creada Colonia San Martín a finales de

siglo XIX. En tanto, Casimiro – que no sufrió las campañas militares – no

92

aparecía en ningún discurso vinculado a la colonia. Y era entendible, ya que

nunca había vivido en la zona, sólo la había transitado. En tanto, en el segundo

período, Sayhueque no aparece en los discursos ni en las representaciones de

la localidad de José de San Martín. Es Casimiro el protagonista de un

monumento en su memoria. Reconociéndose su calidad de tehuelche

(Sayhueque era considerado ‗mezcla‘ entre araucano y tehuelche), y por ende

argentino. Su representación muestra esa nacionalidad otorgada a Casimiro en

su paso por el valle del Genoa y que relata Musters en 1969.

Por último, en el tercer período estudiado, el monumento es reconocido

a nivel nacional como monumento histórico, pero los habitantes de la localidad

– si bien lo reconocen al monumento como importante a partir de la declaratoria

– desconocen la historia de Casimiro y su relación con el pueblo. En el caso de

Sayhueque sigue sin tener ‗representaciones territorializadas‘ en José de San

Martín, pero sí en Gobernador Costa. Allí se crea un monumento por el

centenario de su fallecimiento en 2003. Este fue construido por la municipalidad

pero también por sus descendientes que aún habitan en la zona. Ambos, con

las banderas argentinas, representan las ideas vigentes acerca del indígena.

Por un lado, las reivindicaciones de una identidad mapuche-tehuelche por el

lado de Sayhueque, y la de Casimiro sólo como tehuelche. Pero que, en los

usos que se hacen del monumento a Casimiro aparece una identidad

mapuche-tehuelche en las rogativas, pero una reivindicación a la identidad

tehuelche en los actos oficiales.

En cada uno de estos contextos hubo un pensamiento nacionalista

particular y por eso las determinadas construcciones de aboriginalidad. A

principios de siglo había una intención de homogeneizar las poblaciones tan

diversas que componían el país. No sólo los indígenas sino también los

inmigrantes que llegaron en gran número. Por esto se los radica, se los censa,

se los educa, se les otorga una nacionalidad, entre otras medidas llevadas a

cabo por el Estado nacional. En la década del ‘70, la nación tiene un enemigo y

son aquellos que atentan contra la soberanía estatal. Este enemigo tomará

forma de chileno. Así los mapuches serán clasificados como tras-cordilleranos,

y los tehuelches cis-cordilleranos.

93

En este contexto, se construye el monumento a Casimiro y su

representación por una persona externa a la comunidad y que poco conoce su

historia. Sayhueque en su calidad de ―mestizo‖, no aparecerá en los discursos

ni en las representaciones. Asimismo, lo indígena a lo largo del siglo simbolizó

lo marginal, lo atrasado, lo que había dejado de existir. En la figura de Casimiro

como cacique se busca un relato de grandeza pero que no se relaciona con el

presente. Es decir, los indígenas no existían en el presente, sólo en el pasado.

A pesar de que los descendientes de Sayhueque han vivido en la zona durante

todo el siglo XX y aún en el XXI.

En la actualidad, en cambio, existe una nueva construcción de lo

indígena debido a las nuevas reivindicaciones de los pueblos originarios, las

nuevas leyes del Estado argentino respecto a lo indígena y, los nuevos

estudios académicos. Pero, dicha construcción convive con otras ideas de

décadas anteriores que están presentes en los discursos políticos que buscan

reivindicar lo tehuelche como propio de la provincia (diferenciándolo de este

modo de lo mapuche). Esto está relacionado con los intereses sobre la

propiedad de la tierra. Si los tehuelches son los ―originarios‖, los reclamos

mapuches no deberían tener asidero.

Así, el monumento a Casimiro es utilizado políticamente por

determinados sectores de la sociedad, es elegido para rogativas por parte de

grupos mapuche-tehuelches, es visto como carente de relevancia por la

mayoría de los habitantes de José de San Martín y es ignorado por muchos

indígenas que no se reconocen como tales. Todos estos discursos conviven en

la actualidad, donde la nación se piensa como multiétnica, pero que en la

práctica cuesta aceptar la diversidad.

La imagen de Casimiro, entonces ha tenido distintos significados o

interpretaciones, a partir de sus usos en determinados contextos. Fue una

representación de la barbarie, del ‗otro‘. A fines de siglo XIX no interesa saber

cómo era su cultura, sino mostrar por oposición, cuán lejos estaba de los

cánones de la época, de lo que era civilizado. Esto se refleja en las fotografías

en las que aparece ataviado con pieles, vincha y el pelo suelto y despeinado.

Su fotografía vestido como capitán argentino será utilizado en las primeras

décadas del siglo XX para hablar sobre el problema del indígena con respecto

94

a los intereses económicos y la soberanía estatal. Esa misma imagen será

usada en el siglo siguiente, para vincularlo al Estado argentino como uno de los

caciques más importantes del país (introduciéndolo de ese modo en la historia

de Argentina). En tanto, la imagen (que no es la de él y fue retocada) del

monumento representa a un indígena civilizado porque es argentino, ya que en

la década del ‘70, lo bárbaro, lo contrario a la nación es lo extranjero.

Estos análisis fueron hechos desde la historia académica, pero me

interesó mostrar cómo ven a Casimiro, a su monumento, y a Sayhueque en la

historia escolar y cotidiana – entendida ésta como memoria colectiva que

construye identidades – en José de San Martín. En la historia escolar – que

surge de las entrevistas a los alumnos y profesores – la idea de nación es la

que se transmite en las escuelas del país, con sus símbolos, sus próceres y

sus mitos de origen. No está referenciada a la historia local, a los pueblos

originarios ni a las propias identidades de los alumnos que asisten a la escuela.

Si bien existe un interés por implementar un programa de interculturalidad, esto

no se percibe en los conocimientos que los alumnos han adquirido acerca de la

historia del pueblo.

En la historia cotidiana apareció el reconocimiento patrimonial del

monumento a Casimiro pero no así su identificación con los habitantes de la

localidad. Esto se relaciona con su diversidad poblacional, pues habitan

descendientes indígenas junto a ciudadanos provenientes del norte del país.

Estos últimos, con una idea de la nación y lo nacional que es la que reproduce

el sistema escolar, donde lo nacional homogeneizador se impone sobre la

diversidad regional. Esta diversidad en los modos de comprender la historia

local y la indígena, es lo que diferencia las percepciones del monumento y su

valor representativo de las identidades locales.

El espacio público donde se encuentra el monumento, también, sirvió

como lugar de disputa entre dos construcciones particulares de nación y

aboriginalidad. Por un lado, el constructor del monumento y su intención de

reivindicar lo tehuelche-argentino frente a lo enemigo mapuche-chileno, y por el

otro lado, los miembros del CIMT (Centro Indio Mapuche Tehuelche) y su

reivindicación de Casimiro como indígena y de una identidad mapuche-

tehuelche. Asimismo, en los actos políticos se desarrollaron discursos que

95

buscan reivindicar lo tehuelche como propio de la provincia (diferenciándolo de

este modo de lo mapuche).

Para concluir, considero que el análisis crítico de los monumentos

permite desandar lo cotidiano, lo que es transitado y se encuentra inmerso en

el espacio público. Este espacio es importante porque está cargado de

representaciones que configuran nuestros modos de pensar y entender la

historia. Esto fue lo que intenté mostrar con esta investigación. Considero

también, que esta tesis contribuye a pensar cómo las ideas de nación y

aboriginalidad se ven materializadas y representadas en los espacios públicos

que configuran.

96

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Testimonios:

.Charla telefónica con Claudina Quiroga, 2007٭

:Entrevistas a٭

.Julieta Contreras, José de San Martín, 20 de abril de 2009٭

.Marita Contreras, José de San Martín, 20 de abril de 2009٭

.María Kodzomán, José de San Martín, 19 de abril de 2009٭

.Patricia Mera, José de San Martín, 20 de abril de 2009٭

.Claudina Quiroga, José de San Martín, 21 de abril de 2009٭

.Odina Salles, José de San Martín, 20 de abril de 2009٭

Fotografías tomadas por:

.Viviana Bórquez٭

.Laura Quintana٭

104

ÍNDICE

AGRADECIMIENTOS ................................................................................. 2

INTRODUCCIÓN ........................................................................................ 3

El monumento: una aproximación conceptual .................................. 5

Las ideas de nación y aboriginalidad en Patagonia .......................... 8

Ideas de nación ....................................................................... 8

Ideas de aboriginalidad .......................................................... 13

La metodología ................................................................................. 16

Antes de iniciar la lectura .................................................................. 20

CAPÍTULO PRIMERO ................................................................................. 22

La localidad ....................................................................................... 22

Iconografía urbana de José de San Martín ....................................... 29

Los habitantes de José de San Martín en la actualidad ................... 36

CAPÍTULO SEGUNDO ............................................................................... 39

Narrando a Casimiro ......................................................................... 39

Casimiro representado en imágenes ................................................ 44

Casimiro monumentalizado .............................................................. 55

CAPÍTULO TERCERO ................................................................................ 67

Monumento, historia e idea de nación .............................................. 67

El monumento y la historia escolar ......................................... 69

El monumento y la historia cotidiana ...................................... 80

CONCLUSIONES ........................................................................................ 90

BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................... 96

105

Esta tesis fue presentada en diciembre de 2010 y defendida oralmente el 17 de marzo de 2011

en Comodoro Rivadavia, siendo aprobada con la calificación 10 (diez).

El jurado estuvo conformado por la Dra. Brígida Baeza, la Mg. Graciela Ciselli

y la Lic. Silvana Dos Santos.