EL MODELO NAZI

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Hale, Julian. El modelo nazi. En La radio como arma política. Barcelona; Madrid; Vigo; Bilbao; Sevilla; Buenos Aires; México; Bogotá; Santiago de Chile : Gustavo Gili, S.A., 1979. Mass Media. Pág. 23-38 Primera parte 1. El modelo nazi En 1933, cuando el Partido Nazi llegó al poder en Alemania, la radio era una novedad. Su potencial de propaganda no había sido siquiera probado. Pero la fe de los líderes nazis en ella no tenía límites. En su biografía, el jefe de la radio alemana, Eugene Hadamowski, escribió: «Adjudicamos a la radio tres signos de admiración porque poseemos con ella un poder milagroso —el arma más poderosa que se haya dado al espíritu—, que abre los corazones y que no se detiene en los límites de una ciudad ni se vuelve ante las puertas cerradas; que salta sobre ríos, montañas y mares, que es capaz de dar fuerza a los pueblos bajo el hechizo de un espíritu poderoso.» Y Hitler escribió sobre la radio en Mi lucha: «Es un arma terrible en manos de quienes sepan hacer uso de ella.» En 1933, al inaugurar la Exposición sobre la Radio en Berlín, Goebbels declaró que en el siglo xx la radio habría de asumir el papel que la prensa jugó en el siglo xix. Si la televisión hubiera sido asequible como medio nacional de propaganda en la década de 1930, no hay duda de que Goebbels habría dado su bienvenida a la combinación de sonidos e imágenes. En un momento en que los políticos británicos

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Hale, Julian. El modelo nazi. En La radio comoarma política. Barcelona; Madrid; Vigo;Bilbao; Sevilla; Buenos Aires; México;Bogotá; Santiago de Chile : Gustavo Gili,S.A., 1979. Mass Media. Pág. 23-38

Primera parte

1. El modelo naziEn 1933, cuando el Partido Nazi llegó alpoder en Alemania, la radio era unanovedad. Su potencial de propaganda nohabía sido siquiera probado. Pero la fede los líderes nazis en ella no teníalímites. En su biografía, el jefe de laradio alemana, Eugene Hadamowski,escribió:«Adjudicamos a la radio tres signos de admiraciónporque poseemos con ella un poder milagroso —el armamás poderosa que se haya dado al espíritu—, que abrelos corazones y que no se detiene en los límites deuna ciudad ni se vuelve ante las puertas cerradas; quesalta sobre ríos, montañas y mares, que es capaz dedar fuerza a los pueblos bajo el hechizo de unespíritu poderoso.»

Y Hitler escribió sobre la radio en Milucha:«Es un arma terrible en manos de quienes sepan haceruso de ella.»

En 1933, al inaugurar la Exposición sobrela Radio en Berlín, Goebbels declaró queen el siglo xx la radio habría de asumirel papel que la prensa jugó en el sigloxix.Si la televisión hubiera sido asequiblecomo medio nacional de propaganda en ladécada de 1930, no hay duda de queGoebbels habría dado su bienvenida a lacombinación de sonidos e imágenes. En unmomento en que los políticos británicos

estaban menos al tanto, o aun noenterados, de las derivaciones políticasde la televisión, Goebbels estabamanifestando a uno de los directores dela Baird TV lo magnífico que habría23

sido para el pueblo alemán tener a Hitlery a él mismo en cada hogar.Pero la guerra detuvo el desarrollo de latelevisión, dejando que la radiocondujera el asalto de la propaganda. Sinembargo, pese a todos sus poderespeculiares y a su papel conductor, laradio fue sólo uno de los instrumentos enel arsenal de la propaganda. Fue parte deuna red firmemente integrada, organizaday coordinada por elPropagandaministerium. Las técnicas y losmedios utilizados por el Partido Nazi contanto éxito para llegar al poder enAlemania fueron, después de 1933,ajustados a todo el aparato coercitivodel Estado. Como lo escribiera Zeman:«[Goebbels] interfirió con la vida de la gente hastaun grado sin paralelo en la historia. Las noticias yaun los comentarios de los periódicos eran provistosdesde una fuente central; una opinión disidente nuncahabría alcanzado la forma de palabra legalmenteimpresa. Los films que los alemanes veían y lastrasmisiones que escuchaban tenían un indeleble sellonazi. El Partido se ocupaba de su tiempo libre, de susviajes, de sus actividades sociales; llegó a regalarcopias de Mi lucha a las parejas de recién casados.»1

Bajo el control de Goebbels estaba todolo que pudiera ser usado como propaganda:no sólo los medios de comunicación, sinola organización de los locutores y lasreuniones del Partido, más el turismo, laliteratura, las artes en general, el ciney el entretenimiento para las tropas. Lapropaganda fue quizá la contribuciónnueva de los nazis a la ciencia de lapolítica. Los trabajadores de lapropaganda, sea en las Cámaras de la

Cultura del Reich, laReichsrundfunkgeselischaft, o encualquiera de los'otros cuerpos queformaban la pirámide cuya culminación eraGoeb-beis, fueron especialmenteseleccionados, examinados y preparados.Todos estaban obligados a pertenecer alas federaciones nazis. La propaganda eraconsiderada como una ciencia, como unamezcla de política, psicología yelocución. Las personas que deseabantrasmitir pero no estaban en el elenco dela RRG, eran probadas por un Comité deExamen Microfónico que formaba parte dela Cámara de Radio del Reich y que emitíacertificados de competencia.Una de las razones por las que la radioera considerada con particular estima enel Ministerio de Propaganda era la peri-cia y el entusiasmo para los discursosmicrofónicos que mostraba el mismoGoebbels. Ya avanzada la guerra, cuandola situación era ya obviamenteinsalvable, las tropas y los ciudadanosdel asediado Berlín recuperaban el ánimocuando escuchaban los tonos convincentesdel ministro. Cuando hablaba de la radioy de su poder, Goebbels había sobresalidoen elocuencia:24

«La verdadera radio es auténtica propaganda. La propa-ganda supone pelear en todos los campos de batalla delespíritu, generando, multiplicando, destruyendo,exterminando, construyendo y deshaciendo. Nuestrapropaganda está determinada por lo que nosotrosllamamos raza, sangre y nación alemanas.»2

Volveremos después a los temas de lapropaganda radiofónica alemana. Hablemosahora de la fe que se depositaba en elmedio de comunicación. Era una feconfirmada ya en 1934, por la prueba deuna campaña radiofónica para reincorporara Alemania el territorio del Sarre.Goebbels había instalado una oficina

especial para coordinar las trasmisiones,para lo cual se distribuyeron equiposreceptores baratos en la zona declaradacomo objetivo. El mensaje no era el de unrazonamiento político, sino un francollamamiento emocional a los sentimientosalemanes. En enero de 1935, el 91 porciento de quienes votaron en el plebis-cito optaron por la devolución del Sarrea Alemania. A partir de ese momento losdirigentes nazis sintieron que podríanconseguirlo casi todo con el usoplanificado de la propaganda por radio.Visto con mirada retrospectiva, estáclaro que el efecto era mayor dentro delas fronteras del mismo Reich. Dentro deAlemania, todos los medios hablaban conuna sola voz, se colocaban obstáculos enel camino de las fuentes exterioresdesinformación, y con su conocimientoexacto del público local los pro-pagandistas pudieron adaptar susinstrumentos psicológicos para ajustarsea los miedos, las esperanzas y losprejuicios del público. La mismanaturaleza de la propaganda alemana leexigía que fuera monopolista y unitaria.Como lo expresara Hitler en Mi lucha:«Tan pronto como en la propaganda propia se admite si-^ quiera una sombra del derecho del otro bando, se hacolocado la causa para dudar del derecho propio.» .

El objetivo era crear una audienciacautiva, que podía ser manipulada por eldirigente y por el ejército depropagandistas cuyo trabajo erainterpretar y publicitar su voluntad.Irónicamente, fue la radio la quepresentó el mayor peligro al monopoliodel Ministerio de la Propaganda. Aunquela BBC no comenzó hasta 1938 su servicioen lengua alemana, y los nazis triunfaronen negociar pactos temporales de noagresión con la Unión Soviética y Poloniaque incluían el uso de la propaganda

mutua, las señales de la radio extranjeraque penetraban a pesar de lasinterferencias alemanas, especialmentedurante los últimos años de la guerra,fueron una constante preocupación paralos nazis. En cuanto al pueblo alemán,sin embargo, la inmensa mayoría no fuedesviada de un esquema de conductadictado por25

los medios nazis de comunicación yrespaldado por las sanciones del poderfísico.Pero el Servicio Exterior nazi,trasmitiendo desde Zeesen, estaba enabierta competencia con las fuenteslocales de información y con laproducción radiofónica de todo un grupode naciones hostiles. La respuestaalemana fue concentrarse en el públicoforáneo al que conocían mejor: losalemanes que vivían en el extranjero.Durante la campaña contra Checoslovaquia,por ejemplo, la propaganda nazi sedirigía solamente hacia la minoríaalemana y lo hacía en el idioma alemán.Eso no significa que ignoraran latrasmisión en otros idiomas. Por locontrario, Zeesen estaba emitiendoprogramas en cincuenta y cinco idiomashacia el fin de la guerra. Pero elobjetivo principal era crear una quintacolumna de creyentes convencidos de lacausa nazi y usarlos como un cuerpo deintermediarios para respaldar la tarea delas embajadas alemanas (Goebbels mismohabría preferido no tener embajadas quecompitieran con su control personal sobrela proyección exterior de la Alemanianazi). Durante la guerra, desde luego, elénfasis en los países enemigos debía sermodificado para minar en su conjunto la

moral de los ciudadanos. Pero aunentonces la lógica de una propagandainterna, encaminada a entusiasmar a unpúblico adicto con las frases pegadizasde un poder fascista total, se extendíana la esfera de la propaganda extranjera.No existió un intento consistente de com-prender la psicología del públicoextranjero antifascista, y sí sólo unpequeño intento de modificar el lenguajedel odio y las apelaciones racistasemocionales que caracterizaban a laproducción de la RRG. Cuando el tonodescendía alguna vez a un coloquialismoamistoso, o a empinados monólogos sobrela cultura alemana, la intención eraúnicamente la de hacer más relevante ymás respetable un mensaje políticodecidido.Aunque el tratamiento variaba de un paísa otro y de un momento a otro, los temasde la propaganda nazi exterior eran pocomás que un eco de la línea interna:antisemitismo, anticomunismo, lasuperioridad de la raza aria y de lanación alemana, la sabiduría y la energíadel Führer. No podía existir un mensajepositivo que se basara en la ideologíadel nacional-socialismo o del fascismo.«El Nacional-socialismo era básicamente una invitacióndeclarada a que una nación elegida se dedicara a laobtención y al ejercicio del poder total. Y lapropaganda era un instrumento para obtener esto. Notransportaba una doctrina consistente, sino un juegoamorfo y oportunista de ideas.» 3

El objetivo de Goebbels era solamentereforzar el poder del Estado por losmedios más efectivos, no importa lo queeso26

requiriera. Era un admirador de todapropaganda «ingeniosa», aunque viniera delos bolcheviques. Su profundo compromiso

con el nazismo se debía en parte al campoque ese particular sistema político ledejaba libre para desarrollar y lucir sutalento como propagandista total.¿Qué entendía Goebbels por propaganda«ingeniosa»? Ante todo, debía estarplanificada hasta el detalle y diseñadapara crear o mantener estados emocionalesespecíficos. Tras los éxitos de lapropaganda británica en la Primera GuerraMundial, los dirigentes nazis habíanestado obsesionados por el papel de lapropaganda, considerándola como la causaprincipal de aquella derrota alemana. Laidea de un «plan maestro», construido deacuerdo a sus propias teorías sobre lapropaganda, se encuentra tras todo elpensamiento de Hitler sobre la cuestión.En Goebbels encontró a alguien quecompartía esta obsesión.En primer lugar, ambos hombres creían quela propaganda debía ser dirigida a lasmasas. EL' público no era más que unamultitud que se podía manipular.Idealmente, el objetivo era crear unefecto hipnótico, una reaccióninvoluntaria. Las personas queresistieran al mensaje seríanpreferiblemente eliminadas y nopersuadidas. A los convencidos, Goebbeisles proveería con los símbolos del podernazi. La radio igualaría la atracción delas banderas y de las cruces svásticas.Habría de identificar y atacar losblancos del odio: los judíos, loscomunistas, «Windsy» Chur-chill, losplutócratas seniles. Goebbels se veía así mismo como el alto sacerdote delnazismo, presidiendo los ritos y lasceremonias, dirigiendo los himnos,mostrando la cabeza del dios y apos-trofando a las legiones de los demonios.Quedaba poco lugar para la razón en ese

enfoque y no había necesidad de decir la«verdad». En la propaganda nazi, laverdad no era ni siquiera la versiónsubjetiva e ideológica de ella queprocuran, por ejemplo, los agitadorescomunistas, prefiriéndola a la«objetividad burguesa». Era eloportunismo descarnado. Lo que era ciertopara un público no era necesariamentecierto para otro, a menos que suexposición arriesgara la inversión delefecto. Lo que era verdad ahora podía nohaberlo sido en el pasado, y podíaconvertirse en otra cosa en el futuro.Hitler fue notoriamente el abogado de la«gran mentira», pero no era descuidadocon la verdad. «Junto con la declaraciónde Hitler sobre la mentira debe colocarsela insistencia de Goebbels en que loshechos que se diseminen deben serexactos.» 4 La mentira era algo que debíaser usado con discreción, como armatáctica. Los nazis no procuraban, comolos ingleses, que a largo plazo seestableciera una reputación deconfiabilidad, sino que estaban tras laconquista a plazo corto. Ése fue elmotivo de que dependieran tanintensamente del éxito militar paraconva-27

lidar su propaganda. La propaganda nazino se mantenía o se caía por sí misma, yera un arma de guerra que podía funcionarcon eficacia sólo cuando el públicoestuviera físicamente cautivado. Igualque todas las armas, no era caballerescani razonable. Estaba hecha para dañar.Como dijera Hitler a Rauschning: «Laconfusión mental, las contradicciones delsentimiento, la indecisión, el pánico,ésas son nuestras armas». Tal como para

Clausewitz la guerra era una ampliaciónde la política, así para los nazis lapropaganda era inseparable delfuncionamiento del Estado, en la guerra yen la paz. No trazaban una diferenciareal entre el uso de la propaganda entiempo de paz y su papel como arma deguerra. En realidad, la comparaban amenudo con una instalación de artillería,como medio de ablandar al enemigo antesde lanzar las tropas al ataque.El ejemplo bélico más claro de unaartillería radiofónica eficaz fue lacampaña nazi contra Francia, entre elestallido de la guerra y la caída deParís.. Asa Briggs menciona cinco razonespara su éxito: el derrotismo existente enFrancia; un equipo altamente profesionalde locutores conducidos por su estrella,Paul Ferdonnet; la anglofobia francesaque dividiera a los aliados; laoportunidad de las etapas de la blitzkriegmilitar para crear el máximo de miedo yde terror; y la mezcla de propagandafrancesa exagerada o evasiva, que podíaser fácilmente desacreditada por la radionazi.5

Mirando a través del Canal el efecto quetodo esto producía, E. Tangye Lean,figura prominente de la BBC durante ydespués de la guerra, vio en ese momentoque:«Desde el comienzo de la guerra, la radio alemanaformó una gran masa de oyentes franceses, que sehabían hecho desconfiados sobre las declaraciones dela prensa y radio nacionales. Cuando la invasióncomenzó, el arma estaba ya en contacto con su blanco.»6

Lean comparaba a la radio alemana con uninsecto, la mantis religiosa, que, al separarlas partes traseras de sus patas,aterroriza tanto a su presa que ya noencuentra resistencia.Y sin embargo el profesor Briggs se

pregunta si el éxito de la campaña depropaganda no era más aparente que real,dado el papel abrumador desempeñado porel ejército. Una descarga de artillería,como un ataque de propaganda, puede notener un efecto duradero y propio, ni seintenta que lo tenga. Esto fue probadopor la campaña radiofónica alemana paraablandar a los ingleses previa a unainvasión que nunca ocurrió. Ciertamente,los ingleses, incluyendo a los delServicio Europeo de la BBC, habíanquedado impresionados por la campañafrancesa y temieron que, cuando llegarala invasión, la propaganda nazi contraellos pudiera28

resultar no menos devastadora. En una desus charlas por la BBC, J. B. Priestileydijo que «esta idea del poderío nazi, quesu propaganda ha alentado, ha sido máseficaz hasta ahora que todos susbombarderos en picado y sus divisionesarmadas». Afortunadamente, el grado enque las trasmisiones nazis hubieraninfluido a la opinión británica es algoque nunca fue puesto a prueba.La blitzkrieg radiofónica era una técnicaque sólo podía ser utilizada parareforzar la acción militar paralela. Ensu mayor parte, la propaganda nazidirigida a públicos extranjeros seguíalas técnicas ya experimentadas, basadasen principios también experimentados, quecontrolaban las ideas y la conducta delos mismos alemanes.Bajo toda la teoría nazi sobre el temahabía una creencia instintiva en laremisión primitiva, femenina, dijeronalgunos críticos, a las emociones.Incluso cuando los dirigentes mismos erancínicos, creían que las masas debían ser

tocadas por la fe. Convencido de supropia misión, Hitler declaró que «sóloaquel que albergue la pasión puededespertar la pasión ajena». Goebbeisestaba preparado para fabricar pasión sifaltaba el producto auténtico. En todocaso, el público habría de recibir laimpresión de unidad, de fuerza, de lavictoria indiscutible al final de lalucha.Ésta era, como he dicho, una remisiónencaminada principalmente a las masas.Los pueblos eran considerados como dis-cípulos del Führer, y, donde fueranecesario, como sus esclavos, que podíanser manipulados para servir a suconductor y al Partido Nazi. Eranmaleables, incluso corruptibles.De allí siguen todos los otros principiosen los que se basaba la propaganda nazi.La fabricación y la manipulación de lapasión eran una verdad más alta que la«objetividad exangüe», porque promovía lacausa nazi y por tanto la causa alemana.Se podían decir mentiras en su nombre, nosólo porque las masas son lo bastantecrédulas como para aceptarlas, sino que,si se las demuestra como mentiras, puedenser atribuidas a los enemigos delnacismo, a los judíos o a los comunistas.La propaganda positiva era siemprepreferible a la negativa. Debía existirun ataque permanente. El Partido essiempre fuerte, el ejército siempreinvencible. El mejor tiempo de verbo esel futuro: lo que se predice habrá deocurrir. Esto funcionó bien hasta 1943,cuando Goebbels tuvo que invertir lacuestión. Entonces comenzó una campaña depesimismo positivo para asegurar laresistencia hasta el último aliento: tanespantosas serían las consecuencias deuna derrota. Las masas debían tener unenemigo concreto e identificable, un

objeto de odio al cual dirigir suagresividad natural. Por tanto, losjudíos son «sucios», los bolcheviques sonUntermenschen [sub-hombres] despiadados ylujuriosos. Los ingleses son hipócritas,crueles, dominados por los plutócratas.Los norteamericanos son29

jactanciosos, incultos, obsesos por eldinero. Pero debía haber tambiénconceptos positivos simples a los queatenerse y con los cuales identificarse,como la «fortaleza europea» y la sangrearia.Como vehículo de propaganda positiva yapasionada, los nazis preferían lapalabra hablada a la escrita. Era másinmediata, más vibrante, más personal. Laocasión ideal para crear la emoción pormedio de la voz humana era conglomerar alas masas, y después de ello la radio eralo mejor. Hitler era consciente delpoderío de su propia voz. Deliberadamentemantenía esperando a su público y despuéssatisfacía su impaciencia acumuladadándole una salida emocional. Esterecurso funcionaba mejor cuando aparecíaél en persona. Nunca estuvo satisfecho desu labor radiofónica. Pero la técnica dela preparación previa fue aplicada a susdiscursos radiofónicos, aunque la genteno pudiera ser mantenida esperando yhambrienta en un estadio, sino quecontinuaba entretanto con su vida normal.La técnica opuesta era la «charla junto ala chimenea» de Roosevelt. Pero ésa noera la táctica de Hitler, quien queríaexcitar y no calmar a su público,inspirarlo y no razonar con él. Para eso,incluso una pequeña preparación detensión artificial previa era útil.Otro principio de la propaganda nazi era

que debía conducir a la acción, a uncambio de conducta, y no sólo a un estadoprovisorio de ánimo. Goebbels comprendióque era relativamente fácil influir sobreel Stimmung de la gente, su ánimo, sibien era más dificultoso cambiar suHaltung, su conducta. Esto explica por quéla propaganda nazi estaba tanestrechamente ligada al aparato de lacoerción civil y militar. No sólo lagente estaba obligada a actuar de acuerdoa los planes publicados por los órganosde propaganda, sino que la políticaquedaba coordinada con la propaganda. Losprogroms y los campos de exterminio ibande la mano con la difusión delantisemitismo.En la propaganda nazi es difícil saberqué es un principio y qué es una técnica.El antisemitismo, por ejemplo, era unapiedra angular del credo nazi, pero eratambién una táctica para atraer a unpúblico y persuadirle a que siguiera elresto del mensaje. Como lo escribieraGoebbels en su Diario, el 10 de mayo de1943, «Los bacilos antisemitas existen entoda Europa: sólo debemos hacerlos másvirulentos.» 7 Hitler creía que elantisemitismo era la más potente de todaslas armas nazis de propaganda. En muchaszonas de Europa, y particularmente en lazona Oriental, tenía razón. Pero como losnazis eran incapaces de formular unaclara distinción entre sus públicos, supropaganda también distanció a oyentes enpaíses extranjeros donde el «bacilo» eramenos común. En Norteamérica,particularmente, la campaña antisemitafue contraproducente.La creación de estereotipos era tanto unprincipio como30

una técnica. Por un lado, era parte de lamitología nazi y de la fabricación deritos. Pero también tenía usos tácticos.El enemigo podía ser volcado contra otroenemigo, los polacos y los francesescontra los ingleses, los norteamericanoscontra los ingleses, los aliadosoccidentales contra los soviéticos, etc.Era también un recurso para volcar a lospueblos contra sus gobernantes: Churchilly los plutócratas de la banca eran, porejemplo, objetivos naturales para lossocialistas británicos, quienes, porcierto, mostraron la fuerza de sussentimientos apenas terminó la guerra.Por otro lado, la creencia ciega en losestereotipos nacionales y étnicos influyóa los nazis mismos, hasta un grado talque el ejército alemán en Ucrania no suposacar debida ventaja a la antipatía exis-tente contra los soviéticos. El tratoduro al pueblo ucraniano, porque todoslos eslavos eran Untermenschen, dañó elintento de Rosenberg de crear allí unestado títere. Era imposible calificar aun pueblo enemigo de subhumano y tratarrazonablemente con él al mismo tiempo. Lapropaganda había desarrollado su impulsopropio.Para hacer penetrar el mensaje nazi enlas mentes y sobre todo en los corazonesde los pueblos, los propagandistas utili-zaron una cantidad de técnicasespecíficas que se basaban más o menosconscientemente en la teoría psicológica.Una de las más importantes era larepetición. El público era bombardeado ysaturado con la misma información, elmismo slogan, las frases interminablementerepetidas. Esto fue hecho en parte parareforzar los estereotipos, en parte paradistribuir la propaganda en capas tangruesas que ninguna otra voz pudieracompetirle. La gente comenzaba a creer

cosas que inicial y razonablementerechazaba, porque sería demasiadoesfuerzo rechazar el bombardeo concen-trado.Por baja que fuera su estimación de lainteligencia de las masas, lospropagandistas no corrían riesgos. Latrasmisión radiofónica en Alemania «nocontenía nada, sino, por un lado, lapropaganda concentrada que martilleaba laorientación diaria del Ministerio dePropaganda, y por otro la distracción quelibera a la mente de sus pensamientos».8

El único peligro era que los elementosmás resistentes y discriminatorios seríanempujados a descreer de todo lo queescucharan y que, a pesar de todos losesfuerzos para impedirlo, se volcaran afuentes extranjeras para su información.Existieron algunos inconformistas quesiguieron tal recurso, y fue mayormentepara ellos que la BBC y otros dirigieronsu propaganda en idioma alemán. Pero losnazis estaban menos preocupados por lapérdida de algunos disidentes entre losintelectuales que por mantener suaprehensión de las masas.El slogan fue un elemento importante de latécnica de repetición o ritual. Algunosde los métodos publicitarios más tos-31

cos de la primera Madison Avenue 9 fueronaprovechados por los nazis. Hitlersiempre se refería al Diktat de Versalles.Otros slogans variaban desde los máspegadizos —Sieg Heil!— hasta los mássocarrones: Austria antes del Anschiussera sólo una «alucinación».El concepto de la propaganda a través dela intimidación se ampliaba hasta el usode la obscenidad y de la difusión deatrocidades. Los judíos eran descritos en

términos reminiscentes de rostroscaricaturales y de ratas de albañal quepululaban en el film El judío Süss (1940),de Veit Harlan. A los soviéticos se lesatribuía haber cometido crímenes queservían para reforzar la idea de que eraninfrahumanos.' A veces la crudeza era talque despojaban de todo sentido elprofesionalismo del resto de lapropaganda nazi. Antes de la guerra, porejemplo, en un programa de la radioalemana que se titulaba Aquí habla Moscú —yque presentaba los resúmenes menosagradables de los periódicos soviéticos—,cualquier nombre judío era pronunciado entérminos sarcásticos y seguido por unruidoso «¡Ja, ja, ja!».La manipulación psicológica era a menudomuy explícita, como lo demuestra ellenguaje en este extracto de una tras-misión radiofónica en inglés del 26 defebrero de 1941:«Todos sabemos que el miedo transformará a la criaturamás tímida en un animal peligroso y desconfiable. Losperros a veces atacan por miedo y por ninguna otracausa. Y la rata acorralada es un ejemplo que todosconocemos. (...) La minoría belicista de Inglaterra esde hecho una rata acorralada en nuestra actual épocade porfía sin descanso. El pueblo británico, habiendosido preparado y conducido a la guerra por laconvocatoria del miedo, es ahora sistemáticamentepreparado y educado por quienes tienen la mentalidadde la rata acorralada, quienes están formulandollamadas aún más voluminosas y más urgentes alinstinto más bajo y peligroso del ser humano: elmiedo, el puro miedo.»

Esto no impedía a los nazis utilizartécnicas que estaban en un totalcontraste y aun en la contradicción. Depronto el tono se hacía dulce y amistoso.Existió el caso del locutor que demostróla confianza que tenía con sus oyentes,levantándose para cerrar una ventanaporque los ladridos de un perro queestaba fuera podían ser recibidos por elmicrófono. Las trasmisiones interna-cionales en alemán, especialmente las

dirigidas a Norteamérica, procurabancrear un clima de todos los alemanesjuntos alrededor de la hoguera campestre.La música suave —no demasiado dulzona nidemasiado jazzística— ponía al público enun ánimo receptivo. Antes de la guerra,un setenta por ciento de la producción deZeesen era música, y otrosentretenimientos dominaban en el resto. Através de los años, la radio simuló latécnica probada y32

demostrada de los encargados deinterrogatorio en todo el mundo: primeroel hombre que ofrece el cigarrillo y lasonrisa amistosa, después la presiónamenazante, y así hasta que la víctimaqueda confusa y desmoralizada. Sólo enlos últimos y desesperados años de laguerra desapareció la variante amistosa.Podría parecer que, dada la variedad detonos, cada uno de los individuos podríaser capaz de desarrollar ante el micró-fono su propio estilo. Pero no fue así.Aparte de personalidades de altacategoría como Hans Fritsche, todos loslocutores estaban entrenados parautilizar el tono apropiado al «papel» queestaban desempeñando. Cuando el textopedía desprecio, el locutor adoptaba eltono nazi standard del desprecio, y sipedía respeto, el locutor eraadecuadamente respetuoso. Existía unaforma aprobada de trasmitir todas lasemociones y todos los estilos. Estoposeía la ventaja adicional de permitirque los mensajes de propaganda fueran másfácilmente insertados en programas quepor otros conceptos eran anodinos ysimples. Goebbels estaba al tanto delefecto «subliminal», una técnica que sehabría de hacer notoria con la

implantación de la televisión.A medida que pasaban los años, yparticularmente cuando las victoriascomenzaron a convertirse en derrotas,Goebbels se volvió más impaciente con losintentos directos de persuadir a supúblico. O los oyentes debían creerle almomento o debían ser engañados. Estoaparece reflejado en su énfasis en unboletín de noticias desfiguradas. Como loescribiera en su Diario del 15 de abril de1942:«Estoy destacando las noticias en nuestros serviciosde trasmisión en otros idiomas, pero cuido que lossueltos noticiosos sean debidamente desfigurados.»

Y el 10 de mayo del mismo año:«Las noticias son un arma bélica. Su propósito esluchar en la guerra, no el de dar información.»

En su forma más obvia, esto puede serilustrado por la comparación entresueltos noticiosos aportados por la BBCde su lado y la Radio Alemana del otro.Éste es relativo a la designación de SirStafford Cripps para el Gabinete deGuerra:«La formación de un nuevo Gabinete de Guerra fue anun-ciada esta mañana. Sir Stafford Cripps se incorpora alGobierno como Lord del Sello Privado y líder de laCámara 'de los Comunes» (BBC).«Al fin, el agente de Stalin, el Kerensky deInglaterra, ha recibido el puesto que le fueraasignado por su amo y señor. Reuter

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anuncia que el comunista de salón, el receptor desumas astronómicas, Sir Stafford Cripps, ha sidodesignado Lord del Sello Privado (Deut-schiandsender).» w

Nótese especialmente la atribución a laagencia Reuter de la información sobreinfamias políticas y financieras deCripps.De la misma manera, las opiniones falsaseran puestas en boca del enemigo. A veceshabía un ápice de verdad en la

atribución, como cuando la opinión de unnazi norteamericano era transferida a «seha dicho en Norteamérica...». Otras vecesera más simple mentir o inventar.Tal como los propagandistas nazis estabanpreparados para mentir, deformar,inventar y dar color, sin referencia a laverdad, también lo estaban para arreglarinformes y programas que aducían serreales. Una de las más poderosas yadmiradas de sus técnicas era laFrontberichte, los informes del frente deguerra que recontaban las hazañas de lasfuerzas armadas durante la batalla. Dehecho eran montajes, imágenes sonoras quese colocaban juntas en el estudio. Aunquelos informes de los corresponsalesprocedían del frente y algunos de losefectos sonoros eran registrados en lamisma ocasión, el programa era producido—manipulado— con un ojo puesto en elmáximo efecto dramático. Cuando la BBCcomenzó a informar acerca de los desem-barcos de Normandía durante 1944,estuvieron tentados de adoptar la mismatécnica, por lo brillantemente evocativasdel calor de la batalla que habían sidolas Frontberichte. Al final, sin embargo,decidieron no hacer más que un montajedel material recogido sobre el terreno."El periodismo bélico nazi era una mezclade hecho, drama y manipulaciónpsicológica. Para dar un sabor de estaclase de producción en inglés, he aquí unbreve extracto del despacho de unperiodista describiendo el hundimiento deun carguero inglés por un submarino:«Nos acercamos a una pila de desechos. [...] Nuestroequipo de cañones se activa y una lluvia de metralla[...] comienza a sembrar incendios en todo el barco.[...] Marineros (¿de color?) levantan sus brazos conhorror [...] mientras esperan que el barco en llamastermine por hundirse. Hacemos señas a uno de losbotes, llenos de negros asustados, para que venganhacia aquí. Tras unas pocas preguntas, comprenden que

no serán (¿castigados?), y ríen y charlan como monos.[...] La vida en la Marina Mercante Británica debehaber llegado a una etapa penosa [...] ¿para quésirven las modernas armas de defensa si los equiposque atienden los cañones corren en estampida hacia losbotes cuando deberían estar en acción? ¿Estarán con-tentos estos negros con volver a la selva después dela guerra, o formarán parte de la población(¿flotante?) de los (¿pueblos?) británicos, para elhorror de toda mujer blanca que allí viva?»

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El punto culminante de la propagandaradiofónica nazi —y la técnica queninguna radio ha superado desde entonces—era el Sondermeldung. Una atmósferapervertida de religión renacida hacaracterizado a buena parte de lastrasmisiones nazis, pero ésta era suapoteosis. Las noticias de cada frenteeran a menudo precedidas por sus propiasfanfarrias, cantos y redoblar detambores; el Sondermeldung mismo era unmontaje preparado de antemano conmelodías clásicas ruidosas y cantosbélicos, en el que se intercalabandramáticos silencios. Acompañabansolamente a los anuncios más importantesde los logros nazis. Estaban bienmontados, pero eran usados con prudencia,para asegurarse de que el públicoesperara algo que se saliera de lo común.El 29 de junio de 1941, no menos de doceSondermeldiingen [comunicados] anunciaronel éxito de los primeros días en lacampaña soviética.Esta técnica estaba dirigida primero yprincipalmente al público interno. Pero,en su mayor parte, las técnicas que hemosconsiderado eran también aplicables paralos programas de Zeesen dirigidos a losoyentes del exterior, particularmente sieran de habla alemana. Por otro lado,existían ciertos tipos de programa quesólo eran adecuados para el ServicioExterior. Por ejemplo, los nazis fueron

adelantados en la utilización delprograma Buzón de Correo, en el que lascartas de los oyentes o preguntas que sesuponían provenientes de oyentes, erancontestadas a través de las ondas.Cualquier Servicio Exterior tiene ahoraalguna variante de tal programa.Los locutores de Zeesen tenían quecumplir asimismo ciertas funciones que noeran aplicables de la misma forma en elpaís. Dedicaban mucho tiempo adesacreditar las fuentes locales deinformación, en las zonas para las queemitían con su propia onda. Esto eraacompañado de intentos de crear y agravarlas amenazas de la quinta columna, y dereclutar a pequeños grupos de personasque propagaran el mensaje nazi a unpúblico más amplio que aquel al que podíallegar la onda original.La formación de grupos y clubs deadherentes era un objetivo primario de lapropaganda exterior nazi. Una de lasrazones por las que obtuvo tan pocoimpacto en Estados Unidos fue la de queno formó allí más que unas pocasorganizaciones. Lo mismo fue cierto parala Unión Soviética. Por otro lado, enLatinoamérica existió amplia oportunidadpara que los miembros de las grandescomunidades alemanas se reunieran yayudaran a la causa nazi (había 600.000alemanes en el Brasil al comienzo de laguerra y 150.000 en la 'Argentina).También Sudáfrica fue un terreno fértilpara la propaganda nazi y allí seestablecieron muchas «células» deoyentes.En Norteamérica, durante la guerra, sehicieron algunos intentos de analizar elimpacto de la propaganda radiofónicanazi.35

Pero estos intentos llegaron a poco másque a señalar los temas de la propagandamisma; no se descubrió prácticamente nadasobre sus efectos en los oyentesnorteamericanos ni sobre el tamaño de esaaudiencia.12 Tras la incorporación deNorteamérica a la guerra, y especialmentetras la derrota de Hitler, se hacía másdifícil medir su eficacia. Nadie queríaadmitir haber sido persuadido por larazón de lo que, con el conocimiento dehechos posteriores, resultó ser una causaperdida.Existe alguna prueba para creer que lapropaganda alemana contra los ingleses,durante 1939-1940, estaba dañando a lamoral, más de lo que al Gobierno lehabría gustado. Pero en la UniónSoviética, a pesar de las pruebas decierta colaboración, particularmente enUcrania, no se podrá encontrar el impactode la propaganda nazi. Lo mismo escierto, por diferentes motivos, respectoa Norteamérica.Así que nos quedan las técnicas y elprincipio de que la propaganda «total»debe ser acompañada por el éxito políticoy militar para poder triunfar a largoplazo. Ningún país fue tan lejos comoAlemania hacia el corolario lógico deeste concepto. Goebbeis fue el únicoejemplo de la propaganda total. Mussolinitrató de imitar al maestro, pero elmodelo que trató de copiar no se adaptabaa la condición azarosa de la organizaciónitaliana, ni era resistente contra elcinismo italiano. Radio Roma no teníaningún «plan maestro». En su lugar,seguía la línea fascista como lo hacía elresto de la burocracia, mecánica yarbitrariamente a un mismo tiempo. Trasun buen principio en el Norte de África

antes de la Guerra Mundial —se hicieronprogramas en dieciocho idiomas en 1936—,el servicio sufrió un deterioro a medidaque la suerte de la guerra se apartó deItalia.Radio París, y las otras estacionescapturadas y apropiadas en la Europaocupada por los nazis, eran versionesrebajadas del servicio nacional alemán. Adiferencia de los programas alemanes, sinembargo, su intención era mantener unatemperatura baja y evitar que seprovocaran incidentes hostiles contra lasfuerzas de ocupación. Radio París fue lamejor de todas, lo que en parte fuedebido al refinamiento de su director,Friedrich Sieburg, antiguo corresponsalen París de la Frankfurter Zeitung y amantede la vida elegante y de la culturafrancesa. Satisfizo a la mayoría delpúblico francés oyente, por lo menoshasta que la Liberación se convirtió enuna realidad.Los japoneses nunca desarrollaron supropaganda radiofónica internacional algrado en que lo hicieron los alemanes,pero consiguieron un uso eficaz de lostemas raciales.13 El tratamiento desigualhacia los negros en los Estados Unidos —por ejemplo, las barreras de color dentrodel ejército, o los motines raciales deDetroit en junio de 1943—, fue explotadoal máximo y utilizado36

como medio de separar a losnorteamericanos de sus amigos en elPacífico y en Asia. Las trasmisioneshacia Filipinas insistían en el tema deque los norteamericanos trataban a losfilipinos como racialmente inferiores, ylas dirigidas a la India subrayaban latensión racial entre hindúes y

británicos. Los japoneses se enfrentabansin embargo a un dilema con su propagandahacia China. Por un lado, los chinos eransus hermanos de raza; por otro, el Japónera una potencia ocupante.Pero el dilema principal estaba motivadopor la paradoja de que los japoneses secreyeran racialmente superiores a todoslos otros, mientras al mismo tiempoinsistían en su slogan: «Asia para losasiáticos.» En todas sus apelaciones porla solidaridad asiática contra losnorteamericanos blancos se hacía difícilocultar su intención subyacente deapropiarse del Extremo Oriente.Las trasmisiones japonesas en idiomasextranjeros carecían del profesionalismoy de la inteligibilidad de susequivalentes nazis. En particular seequivocaban sobre el ánimo de los EstadosUnidos. Los programas se basaban en lapresunción de que el pueblonorteamericano había sido forzadamentearrastrado a la guerra por susdirigentes, y subrayaban la debilidad yla decadencia norteamericanas frente a lafuerza japonesa. Esto llevaba a un excesode complacencia y a una interpretaciónexcesivamente ingenua de lo que pudieraser una disensión normal dentro de losEstados Unidos. Sus ataques máselocuentes versaban sobre la desuniónaliada.14 Sin embargo, Thomas Grandininformó que los programas hablados enjaponés obtuvieron considerableinfluencia en Hawai, antes de la guerra,entre la abundante población japonesa(casi un 40 por ciento) de las islas.15

Para los propagandistas radiofónicos dela posguerra, el contenido de las radiosnazis, fascistas y derivados se hacemenos relevante con el paso del tiempo.Pero el tono y las técnicas son todavía

influyentes. Veremos, por ejemplo, cómoel llamamiento estridente y emocional alas masas del Deutschiandsender de Goebbelsreaparece en los primeros días de la Vozde los Árabes. El oportunismo y elracismo de la radio nazi tienen hoy sueco en la propaganda de África del Sur,tanto para públicos locales comoextranjeros. La radio israelí parecehaber aprendido de Zeesen, por lo menosparcialmente, el valor de crear yvigorizar a pequeños grupos de oyentesque conservan un lazo étnico con la MadrePatria mientras viven en el exterior. Enmuchas situaciones bélicas, lospropagandistas radiofónicos consultanmanuales sobre la guerra psicológica,para la cual la radio nazi hizo unacontribución tan valiosa como la de susenemigos. Es natural que todo golpe depropaganda sea comparado con las técnicasadelantadas por su mismo maestro: JosefGoebbels. En realidad, cuanto más fuertesea la fe de alguien en la «propaganda»por sí misma —distinta37

a la persuasión, la educación, laagitación u otras variantes—, más cercase encontrará del pensamiento deGoebbels. Una marca del éxito de Goebbelses haber convertido a la propaganda enuna ciencia que, aunque no searespetable, es sin embargo digna deestudio.Goebbels llevó al extremo la idea de quela propaganda podría cambiar no sólo loscorazones y las mentes, sino la conducta.Es lo contrario de este concepto lo quesubyace a la filosofía de la BBC sobre lapropaganda radiofónica: o sea que, lejosde ser un tema digno de estudio y deanálisis, debe ser ignorado, y toda

tendencia a incorporar principios«científicos» de propaganda en la radiodeberá ser firmemente resistida.Es valor admitido que las sospechas de laBBC están bien fundadas. En su momento demayor éxito, bajo la dirección de EdMurrow, la Voz de América también avanzólejos en esa dirección. Y es innegableque en los largos períodos de paz, unareputación de intentar decir la verdad esmás valiosa que la capacidad de despertaruna pasión temporal. Pero la «ventaintensiva» de la propaganda nazi era elúnico complemento posible a un sistemapolítico que se basaba en lo queMussolini describió como «primero elpoder, después los principios».Como lo sugiere el profesor Briggs,Goebbels puede haber exagerado el valorde la radio. ¿Pero acaso, en sus propiostérminos, no llegó al éxito? Briggscontesta que no:«La máquina que él creó era menos eficiente de lo queparecía ser, y las debilidades tras todo su enfoque dela propaganda terminaron por quedar al descubierto.» 16

Pero ése es un juicio duro, ya que suponeque su eficiencia es la regla por la quedebe ser medido. Es cierto que la maqui-naria de propaganda estaba en constanteconflicto con el Ministerio de AsuntosExteriores, y que la propaganda no erauna ciencia exacta como la Física, quepudiera ser aplicada al mundo real deacuerdo con los modelos previos delaboratorio. En realidad, bajo el doctorGoebbels, existió tanta charlataneríacomo ciencia verdadera. Pero él era lobastante político como para saber que lapropaganda depende asimismo del arte dela transacción. Lo que se propuso fuecrear una organización que complementaralos grandes planes políticos y militaresde Hitler. Sabía que no podría captar asu público argentino de la misma manera

que la Wehrmacht [Ejército Alemán] lohizo con los austríacos. Sin embargo,cuando la propaganda fue manejada enestrecha combinación con las operacionesmilitares, pudo aducir su éxito en obje-tivos limitados: Polonia, Austria,Checoslovaquia, Francia. Y, des-38

de luego, consiguió casi completamente suobjetivo inicial y algo aún másimportante: subyugar a los propiosalemanes.Los mayores fracasos de Goebbelscoinciden con los fracasos militares. Lapropaganda total exigía que amenazara alos ingleses con el temor a la invasióninminente. Cuando ésta no se produjo, supropaganda representó un perjuicio contraél. Similarmente, la BBC consiguió unanotable victoria de la propaganda alregistrar los pronunciamientos sobre lasfechas en que se produciría el colapsototal de la Unión Soviética. Cuando Moscúy Stalingrado sobrevivieron y cuando seinvirtió la suerte de la guerra, esasgrabaciones fueron trasmitidas.Es difícil separar las críticas a laeficacia de la propaganda nazi, y a laradio en particular, de la crítica moralmás amplia a las tácticas y métodos delos nazis. Está generalmente aceptado queel nazismo era el mal. Pero los juiciosde valor nos dicen poco sobre laeficacia, dentro del contexto de unsistema dedicado al mal, de una parte deese sistema.En perspectiva, la propaganda fue uno delos elementos de mayor éxito del nazismo.El hecho de que ni siquiera elPropagandaministerium pudiera medir sueficacia a pesar de los intentos

vigorosos por hacerlo —Goebbels deseabadesesperadamente probar su propaganda enuna forma científica—, sólo prueba que lapropaganda es inconmensurable por símisma. La radio como vehículo de lapropaganda es un tema no menos esquivo alanálisis científico. Aun así, Goebbelsestaba orgulloso de su organización y delpapel que jugaba. A la luz de la pruebaexistente sobre sus técnicas y suimpacto, se trataba de un instrumentotosco y feo, pero no por ello menosamenazador y peligroso.El efecto internacional de la propagandaradiofónica / alemana se había reducido,hacia el fin de la guerra, a práctica-mente nada. La derrota no puede serexplicada. ¿Pero qué habría ocurrido silos resultados de la guerra hubieran sidolos contrarios? Si la expansión militaralemana se hubiera extendido tanto comosus ondas de radio, mucha más genteestaría pendiente de cada palabra deGoebbels que la que había en abril de1945 entre los ciudadanos vencidos peroaún esperanzados de Berlín.

Notas - Capítulo 11. Z.A.B. Zeman, Nazi Propaganda, Oxford University Press,Londres, 1964, p. 183.

2. Cit. por Derrick Sington y Arthur Weidenfeld, The GoebbelsExperiment, John Murray, Londres, 1942, p. 139.

3. Z.A.B. Zeman, op. cit., p. 2.

4. Jacques Ellul, Propaganda, Vintage Books, Nueva York, 1973,p. 53.

5. A. Briggs, A History of Broadcasting in the United Kingdom, vol. III:The War of Words, Oxford University Press, Londres, 1970, pp.221 y ss.

6. Voices in the Darkness, Secker and Warburg, Londres, 1943, p.194.

7. Goebbeis' Diaries, ed. al cuidado de P. Lochner, HamishHamilton, Londres, 1948.

8. D. Sington y A. Weidenfeld, op. cit., p. 150.

9. Madison Avenue es la expresión tradicional con que sesimboliza a la publicidad norteamericana, por ser en esaavenida donde están instaladas varias importantes agencias.La expresión alcanzó el honor de ser incluida en el

Diccionario Webster's (N. de T.).

10. Cit. por D. Sington y A. Weidenfeld, op. cit., p. 156.

11. A. Briggs, op. cit., p, 328.

12. Véase, por ejemplo, Jerome S. Bruner, «The Dimensions ofProgaganda: Germán Short-Wave Broadcasts to América», en Jour-nal of Abnormal and Social Psychology, Vol. XXXVI, n.0 3, Washington,D. C., 1941, reproducido por Daniel Katz, Dorwin Cartwright,Samuel Eidersveid y Alfred McCIung Lee (eds.), Public Opinión andPropaganda, Henry Holt and Co., Nueva York, 1954, y Harwood L.Childs y John B. Whitton (eds.). Propaganda by Short Wave, Prin-ceton University Press, 1942.

13. Saúl K. Padover, «Japanese Race Propaganda», en PublicOpinión Quarterly, No 2, Columbia University Press, Nueva York,1943.

14. Joel V. Berreman, «Assumptions about América in JapaneseWar Propaganda to the United States», en William E. Dau-gherty y Morris Janowitz, A Psychological Warfare Casebook, JohnsHopkins University Press, Baltimore, 1958, p. 439.

15. The Political Use of Radio, vol. X, N.° 3, Geneva Studies.Ginebra, agosto de 1939.

16. A. Briggs, op. cit., p. 8.