O que fazem as escolas que dizem que fazem educacao ambiental
El héroe que fue al infierno y escuchó que cantaban allí su epopeya. Cantos épicos del pueblo...
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38. José María García López: El pájaro negro37. Josep M. Quintana: Los Nikolaidis36. Miquel Mas Ferrà: La Rosa de Invierno35. Baltasar Porcel: Los días inmortales34. Pedro A. González Moreno: Los puentes rotos33. Antoni Serra: La avenida de las sombras32. Iury Lech: La fabulación del plectro3i. Antònia Vicens: 39º a la sombra30. Antoni Vidal Ferrando: Las lunas y los sapos29. Alfonso Ruiz de Aguirre: El difamador28. Mercedes Chozas: Las horas náufragas27. Daniel Ruiz: Chatarra26. Ambrose Bierce: El monje y la hija del verdugo. Ed. bilingüe25. Francisco Romero: Papel carbón24. Gonzalo Hidalgo Bayal: El cerco oblicuo23. Félix Grande: Lugar siniestro este mundo, caballeros22. Margarita García: El camino del agua21. Santiago Miralles: Dos mil Madrid Cincuenta y Cuatro20. Ilia Galán: Todo19. Iury Lech: Las hélices del hipocampo18. Ana M.ª Navales: Cuentos de Bloomsbury. 2ª ed. ampliada17. Juan Pedro Aparicio, Luis Mateo Díez y José María
Merino: Las cenizas del Fénix, de Sabino Ordás16. Javier Martín: Paraguay no tiene mar15. Carlos Lencero: Retablo de Morales escrito por él mismo14. Daniel Pelegrín: Estragos13. Daniel Valdés: Báilame el agua12. Todo son cuentos. Diez años del Concurso Teruel de Relatos10. Jorge Cela Trulock: Sale el sol y ocho cuentos más9. Raúl Carlos Maícas: Días sin huella8. Alfonso López-Gradolí: Diccionario otro de lugares comunes7. Mário de Sá-Carneiro: La confesión de Lúcio6. Antonio Fernández Molina: Perro mundo5. Kalikatres: De cómo las bestias hacen el amor a lo humano
y de cómo los humanos hacen el amor a lo bestia4. Max Aub: Crímenes ejemplares. (Agotado, ver nº 52)3. Jorge Cela Trulock: Blanquito, peón de brega. 2. José López Pinillos, «Parmeno»: Las águilas (De la vida
del torero)1. Padres e hijos. Jonathan Swift: Una humilde propuesta /
Ambrose Bierce: El club de los parricidas y un crimen más
C A L A M B U R N A R R A T I V A
Otros títulos
La cultura oral de los hojalateros escoceses llega, por primeravez, a los lectores en español por medio de los dieciséis relatosque componen este volumen. Solo a mediados del siglo xx, fol-cloristas y poetas de Escocia y de diferentes partes del mundoempezaron a mostrar un vivo interés por esta tradición oral,cuyos cuentos ofrecen una riquísima variedad de motivos y depersonajes. Al desfile de princesas, sirenas y diablos se suma lapresencia de otros seres sobrenaturales, propios del folklore esco-cés, como son los hombres-foca (silkies) y los broonies. Los relatosde corte picaresco, en los que el héroe se impone gracias a suingenio, se alternan con cuentos de animales y con leyendas desilkies, caracterizados por un comprometido equilibrio ecológicoentre el hombre y su entorno. Pero este universo mágico estáíntimamente ligado al estilo de vida nómada de los hojalaterosescoceses o tinkers, de manera que también encontraremos aquíuna muestra de su cultura material y de su historia.
Esta edición se centra en el repertorio oral de Duncan William-son (1928-2007), hojalatero escocés, gran narrador y recopiladorde cuentos tradicionales. Junto a su esposa Linda, publicó varioslibros en los que dio a conocer esta literatura oral. Asimismo,grabó a otros grandes narradores, rescatándolos así del olvido.Su pasión por recuperar la preciada tradición de sus antepasadosy su prodigiosa memoria, capaz de retener cientos de cuentos, loconvierten en uno de los mejores embajadores de su cultura.
Javier Cardeña Contreras (Madrid, 1981) es especialista en lite-ratura oral de Escocia y de Irlanda. En 2009 viajó a Escocia,donde investigó la cultura oral de los hojalateros escoceses yregistró cuentos y leyendas a algunos de sus narradores.
55. Mercecedes Chozas: Los abecedarios52. Max Aub: Crímenes ejemplares. 3ª ed. ampliada. Prólogo de
Eduardo Haro Tecglen. Epílogo de Fernando Valls51. Guillem Frontera: Viejo corazón50. Javier Villán: Los toros furtivos. Relatos de la clandestinidad
taurina. Prólogo de Pere Gimferrer. Ilustraciones a color de Gonzalo Torné
49. El cuento en las Baleares. Antología48. Elías Moro: El juego de la taba47. Xavier B. Fernández: Un trabajo nocturno46. Jaume Pomar: Un día u otro acabaré de legionario y otros relatos45. Francisco Balbuena: El jardín de ajenjo44. Mercedes Chozas: Sus labores43. Daniel Ruiz García: La canción donde ella vive42. Elías Moro: Me acuerdo41. Juan Tomás Ávila Laurel: Arde el monte de noche40. Miquel Ferrà Martorell: El misterio del Cant Z-50639. María José Codes: Control Remoto
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ISBN 978-84-8359-349-3
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Este libro no canta (porque las letras son mudas y los lectoressordos), pero sí cuenta, algunas de las hazañas de cuatro delos notables más recordados por la memoria oral del pueblodjerma del sur de Níger: el tirano Da Monzón, que poseía unamuleto hecho con una cabeza de perro que sembraba la muertepor donde pasaba; los colosales y desdichados guerreros BákariDia (quien persiguió a un ejército de genios hasta las profundi-dades de un río y nunca regresó) y Gorba Dikko (muertodurante días, erguido sobre un caballo también muerto, en lainmensidad de la sabana, puesto que el infierno no fue capaz dederrotarlo); y Samba Soga, el músico que hechizaba a los muypocos que tenían la fortuna de escucharlo, y que robó su jovenesposa a un viejo rey de piel de cocodrilo.
Quiere trasvasar este volumen, a la letra impresa y a unalengua muy distinta de la suya, el arte inmemorial de los jasarey,la casta de siervos músicos que, mientras tañían sus mooley detres cuerdas, cantaban las hazañas, las alabanzas y las genealo-gías de sus señores. Legando al mundo el tesoro de una litera-tura oral y de un mundo tradicional que se apagan, puestoque solo sigue cantando hoy el último anciano jasare queguarda la memoria de estas asombrosas epopeyas, grandiosasIlíadas injertadas dentro de coloreadas Odiseas.
Safiatou Amadou es doctora en Filología Hispánica, pro-fesora y traductora de español en París.
José Manuel Pedrosa es profesor de Literatura Comparadaen la Universidad de Alcalá.
El héroe que fue al infiernoy escuchó que cantaban allí su epopeyaCantos épicos del pueblo djerma de NígerTraducción, edición y estudio de Safiatou Amadou y José Manuel Pedrosa
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54. La sirena de Alamares y otros cuentos popularesportugueses. Traducción yedición de José Luis GarrosaGude
53. Duncan Williamson:La bruja del mar y otros cuentosde los hojalateros escoceses.Traducción y edición deJavier Cardeña Contreras
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El héroe que fue al infi erno y escuchó que cantaban allí su epopeya
Cantos épicos del pueblo djerma de Níger
traducción, edición y estudio de
safiatou amadou y josé manuel pedrosa
prólogo de
sandra bornand
C A L A M B U R N A R R A T I V A , 56madrid, 2014
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índice
Presentación por safiatou amadou y josé manuel pedrosa . . . . 9
Los guardianes de nuestra memoria por safiatou amadou . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
El arte verbal del jasare: tradición y modernidad por sandra bornand . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
*moolo de da monzón
el rey tirano que hizo un pacto mágico
y sometió el reino de segu . . . . . . . . . . . . . . 37
moolo de bákari diael héroe que venció al monstruo biliss i
y persiguió a un ejército hasta el fondo
de un río . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
moolo de gorba dikkoel héroe que hizo un pacto mágico
y fue al infierno y escuchó que cantaban
allí su epopeya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
moolo de samba sogael músico que le robó la esposa al
rey viejo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
* Epílogo
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261
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PRESENTACIÓN
por
Safiatou Amadou y José Manuel Pedrosa
Este libro no canta (porque las letras son mudas y los lectores
sordos), pero sí cuenta, algunas de las hazañas de cuatro de los
notables más recordados por la memoria oral del pueblo djerma1
del sur de Níger (aunque algunos de ellos fueran, en realidad, hé-
roes de los bambara del reino de Segu, en la vecina Malí): el tirano
Da Monzón, que poseía un amuleto hecho con una cabeza de
perro que sembraba la muerte por donde pasaba; los colosales y
desdichados guerreros Bákari Dia (quien persiguió a un ejército de
genios hasta las profundidades de un río y nunca regresó) y Gorba
Dikko (muerto durante días, erguido sobre un caballo también
muerto, en la inmensidad de la sabana, puesto que el infi erno no
fue capaz de derrotarlo); y Samba Soga, el músico que hechizaba
a los muy pocos que tenían la fortuna de escucharlo, y que robó
su joven esposa a un viejo rey de piel de cocodrilo.
Quiere trasvasar este volumen, a la letra impresa y a una len-
gua muy distinta de la suya, el arte inmemorial de los jasarey, la
casta de siervos músicos que, mientras tañían sus mooley de tres
cuerdas, cantaban las hazañas, las alabanzas y las genealogías de
sus señores. Legando al mundo el tesoro de una literatura oral y
1 En este libro hemos optado por utilizar la denominación y la grafía djerma, que suena algo más arcaica que la denominación zarma, más innovadora, que otros usan. A veces se emplea también la denominación djerma-songhay o zar-ma-songay, que equivale funcionalmente, en la actualidad, a las anteriores. Hoy, el pueblo djerma se halla esencialmente establecido en el suroeste de Níger, el sureste de Malí y el norte de Benín. En Níger, en cuatro zonas principalemente: Zarmaganda, Zarmatarey, Songay y Dendi. En la República de Níger, la población está formada por aproximadamente un 54% de personas de la etnia hausa, un 22% de población djerma, un 8,5% de peul o fulani, un 8% de tuaregs y un 4% de bereberes.
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de un mundo tradicional que se apagan, puesto que solo sigue
cantando hoy el último anciano jasare que guarda la memoria
de las viejas epopeyas: Djibo Badje, alias Djeliba Badje, o simple-
mente Djeliba, el intérprete de nuestros dos primeros mooley. Los
demás maestros de este arte venerable (incluidos Koulba Baba y
Djado Sekou, cantores de los otros dos mooley incluidos en este
libro) hace tiempo que partieron para reunirse con los héroes a los
que dedicaron sus alabanzas.
El lector sordo, mudo e inmóvil que se ponga frente a lo que
aquí queda reducido a mero texto escrito difícilmente podrá ha-
cerse una idea de lo que es el arte del jasare y de lo que es la poé-
tica del moolo. Un arte y una poética esencialmente musicales,
sonoros, rítmicos, gestuales, parateatrales, abiertos a las variantes
y a la improvisación, a los excursos, a las exclamaciones e inter-
jecciones, a la intercalación de otras voces, a las preguntas y res-
puestas, a la participación eventual de más músicos, a los arrobos
y angustias que el jasare siente que provoca en su auditorio y que
merecerán de él tal quiebro inesperado o tal énfasis añadido o tal
chiste en el instante siguiente. Un torrente de expresividad fulgu-
rante, ingobernable, que nunca se repite igual que la vez anterior,
y que la página impresa reduce a simples blanco y negro y es in-
capaz de recoger y domesticar sin graves pérdidas. Por más que al
lector convencional pueda dejarle satisfecho (incluso maravillado)
el sucedáneo escrito y traducido. Hay en Internet algunos registros
sonoros y visuales del arte de algunos jasarey djerma y de algunos
griots de otros pueblos de África. Asomarse a ellos no será dar un
paso muy grande, pero sí uno apreciable, hacia una comprensión
mejor de este arte.
El lector occidental sabrá mucho más acerca de Ulises, o del
Cid, o de Indiana Jones, que acerca de los héroes que exaltan las
epopeyas del pueblo djerma. El pueblo djerma, y África en gene-
ral, no están en las cartas de navegación literaria del común de los
lectores, de los espectadores ni de los críticos, como no sea para
servir de fondo pintoresco (a veces rudo y hasta amedrentador) de
las gestas protagonizadas, por supuesto, por héroes blancos (por
Livingstone, Tarzán o el Humphrey Bogart de The African Queen).
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Por eso, tener nuevas de las proezas de Bákari Dia, o de Gorba
Dikko, o de Samba Soga, héroes negros de pueblos negros, será
una auténtica revelación para muchos: ¿de África salen epopeyas
tan extensas y complejas como estas, de fi nura y tensión tan aca-
badas? ¿Y héroes tan profundos, torturados, psicológicamente
matizados como los que transitan por estas páginas, que dan la
impresión (sobre todo en sus momentos de soledad y angustia)
de que los tenemos ahí al lado? De África salen, y por los mis-
terios de las sabanas africanas, pobladas de leones, demonios y
espíritus, nos conducen. Sentimos, de hecho, a medida que les
seguimos los pasos, que nos llevan, esos guerreros cuyos nombres
eran hasta hoy desconocidos para nosotros, por territorios en que
marciales Ilíadas se injertan dentro de coloreadas Odiseas, sobre
un fondo de vacas y de baobabs, en tanto que a los lados se avis-
tan y se sienten fantasmas y ecos de mil y una mitologías más.
Sorprende, muy en especial, encontrar en estas epopeyas la
fi gura recurrente del héroe desdichado, insatisfecho, deprimido,
que busca su propio fi n después de haber salvado épicamente
a su pueblo. Con un temblor comparable al que nos trasladan
los versos homéricos que cantaban al infeliz Aquiles abandonado
por los suyos, y con una psicología tan contrastada como la de
las epopeyas de hoy acerca del incomprendido Batman, siempre
ninguneado por sus vecinos de Gotham.
Los críticos literarios de Occidente nos han hablado, con cier-
to aire de sufi ciencia, del trastorno genial que supuso la irrupción
de Hamlet sobre las tablas del canon literario mundial. Alguno,
con más arrogancia aún que sufi ciencia, ha puesto en relación a
Hamlet, y a Shakespeare en general, con la invención de lo hu-
mano. Nada menos. Otros nos han hablado de la originalidad de
Fausto, en quien muchos han visto la chispa precursora de lo que
ha sido etiquetado como el individualismo moderno. Pues bien,
el Hamlet que, mientras moría, pedía a su amigo Horacio, en dos
versos atravesados de agonía, que contase las circunstancias de su
muerte, se queda muy pálido ante la escena larguísima y majes-
tuosa en que el paladín Gorba Dikko cabalga hacia su fi nal acom-
pañado por un jasare, un alfaquí, un tejedor y un herrero cuya
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función será comunicar a la eternidad cómo fue aquella muerte.
Mientras que el pacto mágico de Fausto, el gran sabio que se que-
dó completamente solo y condenado por su afán irreprimible de
saber más, palidece no menos ante los pactos diabólicos apabul-
lantes de Da Monzón, con sacrifi cio de toro y decapitación de per-
ro incluidos, y sobre todo, de Gorba Dikko, quien hizo escribir su
conjuro sobre el lomo de una gigantesca cobra viva. Nada que ver
con los rutinarios y previsibles papel, pluma y sangre de Fausto. El
caso es que los dos desconocidos —en Occidente— héroes djerma
ambicionaron tener más poder, cayeron en las redes de la magia
negra y se quedaron al fi nal tan solos, desencantados y vacíos
como el mucho más famoso que ellos —aunque no superior en
carisma literario— Fausto.
El leit-motiv que más suena y más se reconoce en estas pági-
nas es, sin duda, ese: el de la ilicitud de la magia. El héroe al que
le parece poco su carisma natural y busca el refuerzo de la magia
negra, se ve condenado a quedarse solo sobre su pedestal, a no
poder recuperar nunca la amistad ni la confi anza de los suyos, a
desear la muerte. Excepto cuando la magia la utiliza no para lo-
grar más poder, sino para conquistar el amor, según nos muestra
el único héroe feliz de este libro, Samba Soga, quien solo utilizó
el poder encantatorio de su música —lo que le disculpaba— para
alcanzar a la mujer que amaba.
La condena de la magia que atraviesa como tema esencial
estos mooley es una cuestión de alcances mayores, porque toca
también, aunque desde otra orilla, al rápido proceso de extinción
en que está inmersa la tradición épica de los djerma, asfi xiada por
ciertas corrientes cada vez más extendidas de un islam rigorista
que repudia la veneración de la memoria de los antiguos héroes y
la práctica —o la evocación de la práctica— de los ritos de la reli-
gión tradicional; y que hasta prohíbe la música e incluso la poesía
que no sean de signo religioso. La otra gran amenaza que pende
sobre la conservación de la cultura ancestral de los djerma, la de la
globalización occidentalizante que vuelve a arrasar sobre el terre-
no previamente arrasado por la colonización, es también otra en-
emiga declarada de la magia, de sus prácticas y de sus metáforas.
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Los grandes héroes-magos de nuestros mooley, que nos ha-
blan de tiempos anteriores a la colonización, a la globalización, a
la re-islamización fundamentalista de hoy, no sabemos si alguna
vez intuirían, mientras se enfrentaban a amuletos diabólicos, a
cobras inmensas y a hordas de demonios, que el tiempo de la
magia, y en consecuencia su tiempo, acabaría escapándose por
muchas heridas: no solo por las que sufrían ellos, épicamente,
sobre sus cuerpos, sino también por otras que estaban aún por
abrirse en el cuerpo torturado de África.
NUESTRA EDICIÓN
Trasladar una amalgama de músicas, palabras, gestos y complici-
dades e interacciones con un auditorio que está presente a la su-
perfi cie plana del papel y a la comprensión diferida de un lector si-
lencioso y foráneo es labor que solo se puede cumplir a medias, o
menos que a medias. Si hay, además, que pasar de una lengua, de
una cultura, de un mundo de conceptos y de metáforas a otro que
es completamente diferente, las difi cultades de la empresa ob-
viamente se agudizan. Nuestra traducción-edición solo pretende
acercar lo más posible, con los limitados medios que tenemos a
nuestro alcance (el infi el libro escrito), la trama puramente verbal
(desprovista de músicas y de gestos, que tan relevantes son) de las
epopeyas del pueblo djerma a la lengua española.
Una primera transliteración en la lengua djerma fue la base
para la traducción en verso libre al español. El verso djerma origi-
nal no tiene rima silábica equiparable a la del español, ni se ajusta
a ninguna medida fi ja ni a ningún molde estrófi co convencional.
Se solapa, más bien, con la línea musical (mejor dicho, con las dos
líneas musicales) de la voz del jasare y de la melodía de su moolo.
De modo que la palabra, la voz y el acompañamiento se funden
en un continuum poético-musical que está regido más por las re-
glas inestables del énfasis que el jasare quiera poner en cada verso
y en cada escena que por ningún corsé métrico al uso. Hemos
marcado cada pausa al fi nal de cada verso intentando que refl eje
cada pausa verbal-musical de las que hace el jasare en la versión
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concreta que hemos transcrito. Porque en otras versiones intro-
duce todas las variantes y cambia todas las pausas que quiere,
según la inspiración o el calor del momento.
No hemos marcado, porque eran muchos y no teníamos
forma de concretar su duración ni de dar información acerca de
su melodía, los lugares en que el jasare interrumpe la narración
oral e introduce interludios instrumentales. El lector en español
ha de saber, en todo caso, que las que aquí presentamos como
epopeyas articuladas en una sola tirada de versos están llenas,
en sus versiones oral-musicales, de pausas y de interpolaciones
instrumentales, más o menos largas o enfáticas.
La lengua djerma convencional, y también la lengua djerma
de estos mooley, contiene abundantes extranjerismos (palabras
e incluso frases enteras importadas, a veces deformadas, desde
las lengua árabe, bambara, peul, etc.). Tras dar muchas vueltas a
la cuestión, hemos decidido traducir la gran mayoría de ellas al
español, proponiendo las equivalencias más concretas y afi nadas
que hemos sido capaces de encontrar. Marcar, anotar correcta-
mente y dar cuenta de las raíces de todos los extranjerismos hu-
biese requerido conocimientos muy profundos, que no tenemos,
de varias de las lenguas de la sabana.
Hemos marcado en cursiva algunos de los proverbios que con
cierta frecuencia aparecen intercalados en la trama de los textos. Y
hemos explicado, en notas a pie de página, las palabras, conceptos
o escenas que hemos creído que podían presentar más resistencias
a la comprensión de los lectores españoles no especializados.
Tenemos contraída una deuda inmensa con José Luis Garrosa
y con Óscar Abenójar, quienes leyeron con gran cuidado y perspi-
cacia varios borradores de nuestro trabajo, hicieron correcciones y
dieron indicaciones fundamentales. También con Sandra Bornand,
que tuvo la gentileza de escribir su iluminador prefacio. Con Gus-
tave Deghilage, quien nos hizo el regalo de sus hermosas foto-
grafías. Y con Bushara Ahmed y Mohamed Abdelkefi , quienes nos
iluminaron acerca de unos cuantos arabismos, con Pepe Rey, quien
nos orientó sobre algunos términos relacionados con la música, y
con Chet van Duzer, quien nos proporcionó ayuda documental.
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Pero con quienes tenemos contraída una deuda inmensa es
con los insignes jasarey Koulba Baba, Djado Sekou y Djibo Badje
(Djeliba), artistas irrepetibles, maestros últimos de uno de los artes
de cantar y de contar más refi nados y emotivos que ha conocido
la humanidad.
A ellos y a los trabajadores del IRSH (Institut de Recherches en
Sciences Humaines) de Niamey y de la ORTN (Offi ce de Radiodif-
fusion Télévision du Niger), quienes se empeñaron en inmortalizar
aquellos maravillosos mooley, gracias infi nitas.
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moolo de da monzón
el rey tirano que hizo un pactomágico y sometió el reino de segu
Este moolo de Da Monzón fue grabado al gran jasare
Djibo Badje, alias Djeliba Badje, o Djeliba, en el año
1978, en la ortn (Offi ce de Radiodiffusion Télévision
du Niger).
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El dueño de este moolo se llama Da Monzón.Se le murió el padre cuando era niño.Y su padre era el rey de Segu.Cuando se murió su padre,
tenía solo siete años.Cuando se murió su padre,
el hermano pequeño de su padre se apoderó del trono.Su tío se convirtió en el rey, y no quería ver para
nada a Da Monzón.Le odiaba tanto que les dijo a todos los habitantes
del reino que, quien se atreviese a hablar con Da Monzón, no podría quedarse en aquellas tierras.
Aquel decreto llegó a todo el mundo.Y, ¿sabéis?,
en aquel entonces un rey era todopoderoso, por lo cual, en todo el reino, nadie le hablaba a Da Monzón; ni siquiera cuando hacía el saludo a algún muchacho de su edad aquel le contestaba, ni menos aún podía intercambiar palabras con personas que no fueran de su edad.Nadie le tenía ninguna consideración.
Nadie le tenía el menor respeto dentro del reino.Hasta por las noches,
cuando las muchachas se reunían en la plaza grande del pueblo para cantar y bailar y veían venir a Da Monzón,
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se dispersaban al instante y cada una se iba a su casa.Da Monzón no podía ya más con aquella humilla-
ción. Sufría enormemente. Un día
decidió marcharse de su pueblo. Se adentró en la sabana. Anduvo días y días por la espesura.Encontró por allí a un gran alfaquí 5 que vivía solo;
en aquella sabana había pasado quince años de su vida.Durante aquellos quince años que había pasado en
la sabanasu único empeño había sido el de adquirir poderes sobrenaturales.
No tenía ni mujer ni hijos: lo único que hacía era vivir solo en la sabana.
Cuando se encontró con el alfaquí, se saludaron tal y como es obligado hacer.
Le preguntó el alfaquí:—Muchacho, ¿adónde te diriges?Da Monzón le contestó:—Ni yo mismo sé adónde voy. Le contó que se había marchado del reino de los
suyos obligado por alguien; que había decidido marcharse de su patria; pero que, para su desgracia, ni siquiera sabía en qué lu-gar se encontraba el confín del reino.
El alfaquí le preguntó:
5 Alfaquí, alfaga en lengua djerma, especialista y conocedor del Corán y de la religión islámica; no tiene el rango de especialista religioso institucional que tiene el imán, pero desarrolla un papel social y cultural relevante en el seno de las comunidades musulmanas del norte de África. Se diferencia del adivino, astrólogo o mago (zima, en lengua djerma), en que este utiliza los recursos de la magia negra, que la religión islámica condena. Aunque nuestro moolo denomina alfaquí (alfaga) a este personaje con el que se tropezó Da Monzón en la sabana, lo cierto es que actúa como un adivino o mago (zima), y que sus operaciones místicas le adscriben más bien al mundo de la magia negra.
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—¿Y quién [es el que te ha obligado a irte]?Él le contestó:—Dios,
pues ha sido Dios el que ha mostrado por mí menos consideración que la que ha mostrado hacia ningún otro ser humano de este mundo.
Le contó que él era el hijo del rey de Segu, el cual se había muerto; y que desde el momento de su muerte el hermano pequeño de su padre se había convertido en el nuevo rey; y que, como Dios no sentía ningún aprecio por él, había dispuesto que en todo el reino no le hablara nadie;si saludaba, incluso, a un muchacho de su edad, no habría de recibir contestación por medio de la pa-labra, ni de un simple gesto de la cabeza siquiera; y lo peor era que, cuando las muchachas del pueblo andaban juntas y le veían venir, se dispersaban todas para no tener que hablar con él. Y que él se había hartado de aquella humillación; y que lo cierto era que, si Dios quería a una persona, no permitía que sufriera humillaciones como las que sufría él; esas eran las razones que le habían llenado de ira, y por eso había decidido marcharse de sus tierras; y, como no sabía dónde estaba el confín de su reino, no sabía hasta qué lugar habría de caminar; por esa razón había contestado al alfaquí que no sabía adónde iba; si le había contestado de esa manera era porque de ver-dad no sabía adónde iba, no porque quisiera dirigirse a él de manera poco res-petuosa.
Y le dijo también que le perdonara porque le tenía
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que dejar y seguir su largo camino, para no perder más tiempo.
El alfaquí le pidió que se esperase para hablar un poco, y que, después de que hablasen, acaso él no tendría ya tantas razones para seguir ade-lante, y hasta podría darse el caso de que pudiera volver a su casa.
El alfaquí le dijo:—Da Monzón. El le contestó:—Sí.El alfaquí le dijo:—Da Monzón,
si fabrico para ti amuletos mágicos que permitan que vuelvas a vivir en tu reino con tu familia, ¿estarías dispuesto a asumir las consecuencias del pecado que supone utilizar una magia tan poderosa?
Él le contestó al alfaquí que, si le daba aquellos amu-letos mágicos, cargaría sobre sí no solo con los pecados de todos los miembros de su propia familia, sino también con los del alfaquí; y que sería capaz de sobrellevar el peso de todos aquellos pecados, igual que el de los suyos propios.
El alfaquí dijo que, en ese caso, se los fabricaría.Le pidió a Da Monzón que fuera a buscar algún talla-
dor de esos que se dedicaban a hacer morteros.Da Monzón buscó a los talladores;
ellos abatieron el tronco de un gran baobab, y en él tallaron un mortero.
Le pidió luego que le trajera un toro negro.Se lo trajo.Cuando le trajo el toro,
el alfaquí, durante siete días,
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no hizo sino dar de beber al toro un irkoye-koirey 6.Y el toro estuvo encerrado todo el tiempo dentro de
una casa. Al séptimo día
pidió el alfaquí que fuera sacado el toro. El toro fue sacado fuera
y lo mataron. El alfaquí pidió que se guisara toda la carne del toro
dentro de una olla nada más.Dijo después que pusieran toda la carne en el mor-
tero. Pusieron toda la carne del toro negro en el mortero. Pidió que le fuera traído un perro negro. Le trajeron un perro macho negro. Pidió que fuera puesto el perro negro en el mortero
en el que estaba ya la carne del toro negro.Cuando pusieron el perro negro en el mortero,
pidió que fuera cubierto el mortero con la piel del toro negro.
Contando desde aquel momento en adelante,solo se abrió el mortero cuando llegó el octavo día.
En aquel día octavo, cuando abrieron el mortero, vieron que el perro se había comido toda la carne, y que andaba lamiendo incluso el mortero.
El perro ni se había muerto, ni había cagado ni había orinado.
Le dijo el alfaquí:—Da Monzón.
6 Irkoye-koirey, literalmente, «ruego a Dios», en lengua djerma. Oración que se pone por escrito (entre los djerma, si se pronuncia de viva voz se denomina fatiya), y que combina la recitación de versículos del Corán con ruegos particu-lares. En ocasiones, se escribe la oración, con los versículos coránicos, sobre una tablilla que después se lava en agua. La persona que pide el favor mágico bebe tal agua. Este tipo de rituales combina elementos de la religión islámica y de la magia tradicional.
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Él le contestó:—Sí.Le dijo:—Algo ha pasado; vente conmigo.Cogieron al perro y se lo llevaron a las profundi-
dades de la sabana. El alfaquí se llevó consigo una piel muy dura;
envolvió la cabeza del perro vivo dentro de aquella piel y la cosió fuertemente.
Pidió después que fuera separada la cabeza del perro vivo del resto de su cuerpo.
A continuación terminó el alfaquí de cerrar el amu-leto, cosiendo el resto de la cabeza7 del perro vivo dentro de la piel, y cerró la parte de la piel abierta que aún quedaba.
Cuando terminó de coser la cabeza del perro dentro de la piel,cuando el alfaquí terminó de coser la cabeza del perro, la depositó un momento encima del suelo.
Cuando volvió a coger la cabeza del perro,pesaba más de tres kilos, y la cabeza del perro ladraba dentro de la piel curtida, entre el crepitar del fuego: ¡tcharr, tcharr, tcharr!
Volvió a ponerlo todo encima del suelo.Le dijo:—Da Monzón. Él le contestó:—Sí.Le dijo:—¿Ves esto que te he hecho?—Sí que lo veo.
7 Los amuletos y talismanes son muchas veces fabricados cosiendo papeles con inscripciones coránicas que se meten dentro de trozos de piel curtida, los cuales quedan pendientes de collares.
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Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del
Ministerior de Educación, Cultura y Deporte
Primera edición: 2014
© 2014 Safiatou Amadou y José Manuel Pedrosa
© Del prólogo: Sandra Bornand
Fotografías: El jasare Djeliba. © Gustave Deghilage
Diseño gráfico: &
© De la presente edición: calambur editorial, sl .
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38. José María García López: El pájaro negro37. Josep M. Quintana: Los Nikolaidis36. Miquel Mas Ferrà: La Rosa de Invierno35. Baltasar Porcel: Los días inmortales34. Pedro A. González Moreno: Los puentes rotos33. Antoni Serra: La avenida de las sombras32. Iury Lech: La fabulación del plectro3i. Antònia Vicens: 39º a la sombra30. Antoni Vidal Ferrando: Las lunas y los sapos29. Alfonso Ruiz de Aguirre: El difamador28. Mercedes Chozas: Las horas náufragas27. Daniel Ruiz: Chatarra26. Ambrose Bierce: El monje y la hija del verdugo. Ed. bilingüe25. Francisco Romero: Papel carbón24. Gonzalo Hidalgo Bayal: El cerco oblicuo23. Félix Grande: Lugar siniestro este mundo, caballeros22. Margarita García: El camino del agua21. Santiago Miralles: Dos mil Madrid Cincuenta y Cuatro20. Ilia Galán: Todo19. Iury Lech: Las hélices del hipocampo18. Ana M.ª Navales: Cuentos de Bloomsbury. 2ª ed. ampliada17. Juan Pedro Aparicio, Luis Mateo Díez y José María
Merino: Las cenizas del Fénix, de Sabino Ordás16. Javier Martín: Paraguay no tiene mar15. Carlos Lencero: Retablo de Morales escrito por él mismo14. Daniel Pelegrín: Estragos13. Daniel Valdés: Báilame el agua12. Todo son cuentos. Diez años del Concurso Teruel de Relatos10. Jorge Cela Trulock: Sale el sol y ocho cuentos más9. Raúl Carlos Maícas: Días sin huella8. Alfonso López-Gradolí: Diccionario otro de lugares comunes7. Mário de Sá-Carneiro: La confesión de Lúcio6. Antonio Fernández Molina: Perro mundo5. Kalikatres: De cómo las bestias hacen el amor a lo humano
y de cómo los humanos hacen el amor a lo bestia4. Max Aub: Crímenes ejemplares. (Agotado, ver nº 52)3. Jorge Cela Trulock: Blanquito, peón de brega. 2. José López Pinillos, «Parmeno»: Las águilas (De la vida
del torero)1. Padres e hijos. Jonathan Swift: Una humilde propuesta /
Ambrose Bierce: El club de los parricidas y un crimen más
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Otros títulos
La cultura oral de los hojalateros escoceses llega, por primeravez, a los lectores en español por medio de los dieciséis relatosque componen este volumen. Solo a mediados del siglo xx, fol-cloristas y poetas de Escocia y de diferentes partes del mundoempezaron a mostrar un vivo interés por esta tradición oral,cuyos cuentos ofrecen una riquísima variedad de motivos y depersonajes. Al desfile de princesas, sirenas y diablos se suma lapresencia de otros seres sobrenaturales, propios del folklore esco-cés, como son los hombres-foca (silkies) y los broonies. Los relatosde corte picaresco, en los que el héroe se impone gracias a suingenio, se alternan con cuentos de animales y con leyendas desilkies, caracterizados por un comprometido equilibrio ecológicoentre el hombre y su entorno. Pero este universo mágico estáíntimamente ligado al estilo de vida nómada de los hojalaterosescoceses o tinkers, de manera que también encontraremos aquíuna muestra de su cultura material y de su historia.
Esta edición se centra en el repertorio oral de Duncan William-son (1928-2007), hojalatero escocés, gran narrador y recopiladorde cuentos tradicionales. Junto a su esposa Linda, publicó varioslibros en los que dio a conocer esta literatura oral. Asimismo,grabó a otros grandes narradores, rescatándolos así del olvido.Su pasión por recuperar la preciada tradición de sus antepasadosy su prodigiosa memoria, capaz de retener cientos de cuentos, loconvierten en uno de los mejores embajadores de su cultura.
Javier Cardeña Contreras (Madrid, 1981) es especialista en lite-ratura oral de Escocia y de Irlanda. En 2009 viajó a Escocia,donde investigó la cultura oral de los hojalateros escoceses yregistró cuentos y leyendas a algunos de sus narradores.
55. Mercecedes Chozas: Los abecedarios52. Max Aub: Crímenes ejemplares. 3ª ed. ampliada. Prólogo de
Eduardo Haro Tecglen. Epílogo de Fernando Valls51. Guillem Frontera: Viejo corazón50. Javier Villán: Los toros furtivos. Relatos de la clandestinidad
taurina. Prólogo de Pere Gimferrer. Ilustraciones a color de Gonzalo Torné
49. El cuento en las Baleares. Antología48. Elías Moro: El juego de la taba47. Xavier B. Fernández: Un trabajo nocturno46. Jaume Pomar: Un día u otro acabaré de legionario y otros relatos45. Francisco Balbuena: El jardín de ajenjo44. Mercedes Chozas: Sus labores43. Daniel Ruiz García: La canción donde ella vive42. Elías Moro: Me acuerdo41. Juan Tomás Ávila Laurel: Arde el monte de noche40. Miquel Ferrà Martorell: El misterio del Cant Z-50639. María José Codes: Control Remoto
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ISBN 978-84-8359-349-3
9 7 8 8 4 8 3 5 9 3 4 9 3
Este libro no canta (porque las letras son mudas y los lectoressordos), pero sí cuenta, algunas de las hazañas de cuatro delos notables más recordados por la memoria oral del pueblodjerma del sur de Níger: el tirano Da Monzón, que poseía unamuleto hecho con una cabeza de perro que sembraba la muertepor donde pasaba; los colosales y desdichados guerreros BákariDia (quien persiguió a un ejército de genios hasta las profundi-dades de un río y nunca regresó) y Gorba Dikko (muertodurante días, erguido sobre un caballo también muerto, en lainmensidad de la sabana, puesto que el infierno no fue capaz dederrotarlo); y Samba Soga, el músico que hechizaba a los muypocos que tenían la fortuna de escucharlo, y que robó su jovenesposa a un viejo rey de piel de cocodrilo.
Quiere trasvasar este volumen, a la letra impresa y a unalengua muy distinta de la suya, el arte inmemorial de los jasarey,la casta de siervos músicos que, mientras tañían sus mooley detres cuerdas, cantaban las hazañas, las alabanzas y las genealo-gías de sus señores. Legando al mundo el tesoro de una litera-tura oral y de un mundo tradicional que se apagan, puestoque solo sigue cantando hoy el último anciano jasare queguarda la memoria de estas asombrosas epopeyas, grandiosasIlíadas injertadas dentro de coloreadas Odiseas.
Safiatou Amadou es doctora en Filología Hispánica, pro-fesora y traductora de español en París.
José Manuel Pedrosa es profesor de Literatura Comparadaen la Universidad de Alcalá.
El héroe que fue al infiernoy escuchó que cantaban allí su epopeyaCantos épicos del pueblo djerma de NígerTraducción, edición y estudio de Safiatou Amadou y José Manuel Pedrosa
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54. La sirena de Alamares y otros cuentos popularesportugueses. Traducción yedición de José Luis GarrosaGude
53. Duncan Williamson:La bruja del mar y otros cuentosde los hojalateros escoceses.Traducción y edición deJavier Cardeña Contreras
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