El Grillo del Hogar

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El Grillo del Hogar Por Charles Dickens

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ElGrillodelHogar

Por

CharlesDickens

Primergrito

-I-

Empezó el puchero. No necesito que me contéis lo que la señoraPeerybingledijera;yomeentiendo.Dejadque laseñoraPeerybinglesepasehastalaconsumacióndelossiglosasegurandolaimposibilidaddedecidircuálempezó:yodigoquefueelpuchero.Tengomotivosparasaberlo.Elpucheroempezó cinco minutos antes que el grillo, según el relojito holandés decuadrantebarnizadosituadoenelrincón.

¡Comosielrelojnohubiesecesadodetocar!¡Comosielsegadorcidodemovimientosconvulsivosybruscosqueloremata,paseandolahozdederechaa izquierda y luego de izquierda a derecha ante la fachada de su palaciomorisco, no hubiese segado medio acre de césped imaginario antes que elgrillohubiesehechonotarsupresencia!

Adecirverdad,nofuinuncaterco,comotodoelmundosabe.PornadadelmundoopondríamiopiniónpersonalalaopinióndelaseñoraPeerybingle,sino estuviese perfectamente seguro de lo ocurrido. «Nada me induciría asemejantecosa.Perose tratadeunacuestióndehecho,yelhechoesqueelpucheroempezóporlomenoscincominutosantesqueelgrillohubiesedadoseñaldevida.Siinsistís,apostaréquetranscurrierondiezminutos.

Dejarmecontarelcasotalcomoocurrió.Esloquehubierahechodesdelaprimerafraseanoconsiderarquesicuentounahistoriadeboempezarporelprincipio,y¿cómoqueréisqueempieceporelprincipiosinoempiezoporlavasija?

Parecía que la vasija y el grillo luchaban. Una lucha musical,exclusivamentemusical.Vaisasabersuorigenysusconsecuencias.

La señoraPeerybinglehabía salido al obscurecerdeuna tardehúmedayfría,haciendosonarsuszuecossobreelempedrado llenode lodo;porciertoquesuspisadasreproducíangroseramentealrededordelpatiounaporcióndefiguras circulares de la primera proposición de Euclides. La señoraPeerybinglehabíaidoalafuenteallenarelpuchero.Devueltaya,yquitadoslos chanclos, que no era poco -por ser los chanclos muy altos y la señoraPeerybingle muy pequeña-, puso el puchero al fuego. Entonces perdió susangre fría, o por lomenos olvidó la paciencia que la caracterizaba; porqueestandoelaguafríacomoelhieloyhallándoseenformadegranizolíquidoyescurridizoqueseinfiltrahastalomásinternodetodasubstancia,inclusoloscírculosdehierroquesostienenloschanclos,nohabíarespetadolosdedosdel

pie de la señora Peerybingle, llegando a salpicar sus piernas. Y comoprecisamente, cuando estamos algo orgullosos de nuestras piernas, y conrazón, procuramos con empeño usar medias aseadas, claro está que enprincipiohallaríamosalgodurillasemejanteprueba.

Además,elpucheromostrabaunaobstinacióncreciente.Noqueríadejarseacomodar sobre la barra superior de la rejilla; no quería prestarsetranquilamentealasdesigualdadesdelcarbón;seinclinabahaciaadelanteconmodalesdeborracho,yvertíaentretantoelaguasobreelhogar,coninsufriblesandez.Haymás:latapadera,resistiendoalosdedosdelaseñoraPeerybingle,empezóporgirardearribaabajo,y luegoconingeniosatestarudez,dignademejor causa, se hundió de lado hasta el fondo del puchero. El cascarón delRoyal-GeorgenohizoparasalirdelagualamitaddelaresistenciamonstruosaquelatapaderaopusoalosesfuerzosdelaseñoraPeerybingle,antesqueéstapudiesesacarlaycolocarladenuevoensusitio.

Y aun entonces el desgraciado puchero se mostró huraño y gruñón,poniendo el asa en aire de desafío, y levantando el pico con burlonaimpertinenciahacialaseñoraPeerybingle,comosidijese:«Noquierohervir.Nadiemeforzaráahervir».

Pero la señora Peerybingle, cuyo buen humor había vuelto, se frotó lasmanos regordetasparasacudirelpolvo,ysesentó riendoanteelpucherillo.No obstante, la alegre llama se elevaba y caía sucesivamente, derramandoespléndidaclaridadsobreelsegadorcitocolocadoenloaltodelrelojholandés,demodoqueparecíaqueestuviesepegadoallí,inmóvilcomountroncoanteelpalaciomorisco,yquesólolallamaestuvieseenmovimiento.

Y a pesar de todo, el hombrecito se movía; sufría sus espasmosacostumbrados,porsegundo,siempreconlamismaregularidad.Perohayquenotar con preferencia que era verdaderamente terrible observar lospadecimientos de que era víctima apenas iba a sonar el reloj. Cuando elcuclillosacabalacabezafueradelaaberturadelcastilloycantabasunotaseisveces,cadaunodeaquellosgritos le trastornabacomosi fuese lavozdeunfantasmaocomosiletirasendeunalambreatadoasuspiernas.

Sólodespuésdeunaviolentasacudidaycuandoelalborotodelascuerdasy las pesas colocadas debajo de él habían cesado enteramente, el pobresegador, lleno de espanto, iba calmándose poco a poco. Y no temblaba sinrazón, porque los estrepitosos esqueletos de relojes, con sus algazarasinquietantes,lleganadesconcertaraunapersonamayor,ymeextrañamuchoque hayan existido hombres, pero sobre todo holandeses, que se hayancomplacido en inventarlos. En efecto; según la creencia popular, a losholandeses les gustan las vastas envolturas y los amplios vestidos paracubrirsedearribaabajo,demodoquehubieranobradomuybien,poranalogía,

nodejandosusrelojesdesnudosysinprotecciónenlasregionesinferioresdesuindividualidad.

Ahora bien; en aquel momento, notadlo bien, fue cuando el pucheroempezóelconciertodelavelada.Enaquelmomentoelpuchero,volviéndosetiernoymusical,empezóadejaroírensugargantamurmullosirresistiblesyapermitirse breves ronquidos, que detenía en la primera nota, como si noestuviesesegurodequeenlazasenbienconlosmurmullos.Enaquelmomento,después de haber realizado dos o tres vanas tentativas para ahogar sussentimientosexpansivos,sacudiótodomalhumor,todareserva,ydejóescaparde pronto un torrente de notas tan alegres, tan gozosas, que ni el ruiseñorestúpido tuvo de ellas la menor idea. ¡Y tan sencillas! Habríais podidocomprender aquel canto como un libro, mejor quizá que ciertos libros quevosotrosyyopodríamoscitar.Consucálidoaliento,exhaladoenuna ligeranube que subía graciosa y coquetona a una altura de algunos pies y luegoquedabasuspendidajuntoalángulodelachimenea,comoensucielofamiliar,elpucheroprosiguiósucancióncon tantoarranqueyenergía,quesucuerpozumbaba y se zarandeaba de placer sobre el fuego, y lamisma tapadera, latapadera poco ha rebelde -tan potente es la influencia del buen ejemplo-,ejecutó una especie de jiga haciendo un ruido semejante al de un címbaloadolescente,sordoymudo,quenuncaconocieraelsondesumellizo.

Indudablemente, el canto del puchero era un canto de invitación y debienvenida dirigido a alguien de fuera, a alguien que se dirigía en aquelmomentohaciaelgratorincóndoméstico,haciaelfuegoquechisporroteaba.La señora Peerybingle lo sabía perfectamente, mientras su imaginación seentregabaadulcesensueñosdelantedelhogar.

-La noche es negra -cantaba el puchero-; las hojas muertas cubren elcamino;arribareinanlabrumaylastinieblas;abajonohaymásquemiserablelodo;nosehallaenlaatmósfera,tristeysombría,unsolopuntoenquepuedadescansar lamirada, y apenas seveun fulgor rojo-obscuroy siniestro en ladirecciónenqueimperanelSolyelviento.Noesmásqueunfuegorojoquemarcalasnubesparacastigarlasporelmaltiempoquecausan.Elvastollano,entodasuextensión,estansólounalargafajanegruzcadelúgubreaspecto.Elposte indicador está cubierto de escarcha. La lluvia congelada haceresbaladizo el camino; más abajo el agua no se ha convertido del todo enhielo,peroyanoes libre;nadaconservasu formanatural;pero ¡élviene,élviene,élviene!

Aquí,precisamenteenestepunto,fuecuandoelgrilloentróenescenaconuncrrri,crrri,crrri,demagníficapotenciaacoroconelpuchero;peroconunavoztanasombradamentedesproporcionadaasuestatura-¡suestatura!,eracasiinvisible-, sobre todo comparándole con el puchero, que si por desgraciahubiese reventado como un cañón excesivamente cargado, cayendo, víctima

desucelo,sucuerpecitorotoenmilfragmentos,nohubieraparecidosinolaconsecuencianaturalyperseguidaconsutrabajoafanoso.

Elpucherohabíaterminadoelsolo.Perseveróconardorconstante;peroelgrilloseerigióenconcertinoysemantuvoensusupremacía.¡Diosmío,quémododegritar!Suvoz trémula,agudaypenetrantea lavez, resonabaen lacasa y parecía fulgurar como una estrella en medio de la obscuridad quereinaba en el exterior.Notábase en susnotasmás elevadasun indescriptibletemblorcillo que permitía creer que, arrebatado por la intensidad de suentusiasmo,nopermanecíaenequilibriosobresuspiernasyseveíaobligadoasaltar y brincar. No obstante, marchaban muy bien unidos el grillo y elpuchero. El estribillo de la canción era siempre el mismo, y, gracias a sumutuaemulación,lorepetíanconvozcadavezmásfuerte.

La linda oyente -hay que saber que la señora Peerybingle era joven ybonita,aunqueteníaunafiguradelasquesuelenllamarseregordetillas,loqueno es tacha apreciable, según mi gusto particular-; la linda oyente, pues,encendióunabujía,dirigióunamiradaalsegadorquerematabaelrelojyqueestaba haciendo una cosecha más que mediana de minutos, y miró por laventana;perolaobscuridadnolepermitióvermásquesucarareflejadaenelvidrio.Verdad es -segúnmi opinión, y según la vuestra también, lo juraría-que en vano habría buscado la señora Peerybingle por algunas leguas a laredonda algo tan agradable como lo que entonces pudo contemplar.Cuandovolvióasentarseensusitio,elgrilloyelpucheroseesmerabantodavíaenelcanto con cierta rivalidad furiosa, siendo indudablemente el lado flaco delpucherolapresuncióndevencerconstantemente.

Notábase entre los dos toda la animación de una carrera. ¡Crrri, crrri,crrri!... El grillo logra una milla de delantera. ¡Hum, hum, hum-m-m!..., elpucherozumbatrasélcomounagruesapeonza.¡Crrri,crrri,crrri!...,elgrillodobla la esquina. ¡Hum,hum,hum-mm!..., el puchero se le acerca cadavezmás,vasobresustalones;nohayquetemerquesueltesupresa.¡Crrri,crrri,crrri!...Elgrilloestámásflorecientequenunca.¡Hum,hum,hum-m-m!...,elpucherovapocoapoco,peroavanzasobreterrenofirme.¡Crrri,crrri,crrri!...El grillo va a triunfar. ¡Hum, hum, hum-m-m!..., el puchero no le dejarávencer.Hastaquepucheroygrillosemezclaronyseconfundierondetalmodoen el desorden y la precipitación de la carrera, que para decidir con algúnaciertosielpucherogritabaoelgrillozumbaba,osi,porelcontrario,elgrillogritabay el puchero zumbaba, o si ambosgritabany zumbabana lavez, senecesitabamejorcabezaquelamíayquizáquelavuestra.Peroloindudablees que el puchero y el grillo, en un solo y únicomomento y pormedio delpoder de una combinación que únicamente ellos conocen, enviaron susconsoladoras canciones desde las cercanías del fuego a un rayo de luz que,brillando a través de la ventana, iba a hundirse en el fondo del tenebroso

camino,y aquella luz, dandode lleno sobre ciertapersonaqueen elmismoinstante avanzaba por aquel lado entre la obscuridad, le explicó toda lacuestiónenunabrirycerrardeojos-alpiedelaletra-ylegritó:

-¡Bien venido seas a tu casa, antiguo compañero! ¡Bien venido seas,muchacho!

Logradoestefin,elpuchero,vencidoentodalalínea,derramófuriososucontenidohirviente,yfueapartadodelfuego.

-II-

LaseñoraPeerybinglecorrió inmediatamentea lapuerta.El ruidode lasruedasdeunacarreta,elpasodeuncaballo,lavozdeunhombre,lasidasyvenidas de un perro transportado de gozo, y la aparición, tan sorprendentecomomisteriosa,deunniñodemantillas,causabanunaconfusiónenmediodelacualeradifícilentenderse.

DedóndeveníaelniñoycómolaseñoraPeerybingleletomóenbrazosenmenosdeunsegundo,loignoroporcompleto;perolociertoesqueseveíaunniñosanoyrobustoenlosbrazosdelaseñoraPeerybingle,queparecíaestarnopocoorgullosadeél,cuandofuesuavementeconducidahaciaelfuegoporunhombrederobustamusculatura,demuchamayoredadyestaturaqueella,yobligadoaencorvarseenteramenteparabesarla.Peromerecíalapena.Yasepodíadescenderseispies,yaunpadeciendodelumbago.

-¡Cielo santo, John! -dijo la señora Peerybingle-. ¡En qué estado habéisllegadoporcausadeltiempo!

Erainnegable,enefecto,queelreciénllegadohabíasufridosuacción.Labrumaespesacolgabadesuscejasenformadegotascongeladas,semejandoestalactitas,ylaacciónsimultáneadelfuegoydelahumedadhacíaaparecerverdaderosarcosirishastaenlaspuntasdesubigote.

-Claroestá-respondióJohnlentamente,desenvolviendounamantaquelerodeaba el cuello y calentándose lasmanos-; claro está,Dot. Como que noestamosprecisamenteenverano,nadatienedeextraño,Dot.

-Deseo, John, que os acostumbréis a no llamarme Dot; no me gustasemejante calificativo -dijomistress Peerybingle, haciendo una lindamuecaquedemostrabaclaramentetodolocontrario.

-¿Cómoqueréis,pues,queos llame?-prosiguióJohn,dejandocaersobreellaunamiradaacompañadadeunasonrisayrodeandosutalleconunabrazotan suave como podía serlo un abrazo de su enorme mano y su brazo de

Hércules-.Miguapamozaconsu...No;noquierodecirsuguapomozo,portemordeecharaperderloqueteníameditado;peropocomehafaltadoparahacerunchiste;nocreoquenuncasemehayaacercadotantoaloslabios.

Segúnsusafirmaciones,estabafrecuentementepróximoadeciralgomuyingeniosoelalto,lento,macizoyhonradoJohn;perositeníaelcuerpopesado,nodejabadeconservarunhumorjuguetónyligero;sisusuperficieeraruda,no eramenos suave en el fondo; si estaba embotadoexteriormente, no cabedudaquesuinterioreravivoyágil;enconjuntoeraalgotorpe,¡perotanbuenmuchacho! ¡Madre naturaleza! Concede a tus hijos la verdadera poesía delcorazónqueseocultabaenelpechodelpobremandadero-porque,dichoseadepaso,noeramásqueunmandadero-,ynolosseguiremossinplacerensusconversacionesenvilprosa, lomismoqueen los episodiosde suexistenciatambién prosaica. ¡Aun tendremos que darte las gracias por el solaz queexperimentaremosensucompañía!

DabagustoveraDot tanpequeñitayconelniñoenbrazos,unmuñeco,mirandoelfuegoconaspectodecoqueteríasoñadora,einclinandoaunladosu delicada cabecita para hacerla descansar de un modo especial, en partenaturalyenparteestudiado,enlacurtidacarazadelmandadero.Dabagustoverle a él con tierna torpeza, mientras se esforzaba en adaptar su groseroapoyo a las necesidades de la ligeramujercita, convirtiendo su virilidad yamadura en un bastón de juventud para la edad delicada de su gentilcompañera.DabagustoveraTillySlowboy,laniñerabajitaqueenelfondodelahabitaciónesperabaqueleentregasenelniñoycontemplabaaquelgrupocon pura mirada de catorce años, cómo permanecía allí con la boca y losojazosabiertos,y lacabeza inclinadahaciaadelanteaspirandoconavidezelairesanodelavidadefamilia.

YaunfaltabaveraJohnelmandadero,que,aconsecuenciadeunaseñalque Dot le hizo a propósito del niño, retuvo su mano en el momento detocarle,comosihubiese temidodestrozarleentresusdedos,yconelcuerpoinclinadosecontentóconexaminarleatentamentearespetuosadistancia,conmezcladeorgulloycortedad.

-¿Verdad que es hermoso, John? ¿Verdad que es encantador cuando estádormido?

-Encantador,yalocreo-dijoJohn-,ynohacemásquedormir,¿noesasí?

-¡No,porDios,John!

-¡Bah! -murmuró John con aire pensativo-,me había parecido que teníacasisiemprelosojoscerrados.¡Eh,eh!

-¡Diosmío,John!¡Quémododesacudiralpequeñuelo!

-¡No debe de hacerle bien volver los ojos así! -dijo el mandaderoasombrado-.¡Miradcómoguiñaambosojosalavez!Miradsuboca;laabreycierracomounpez.

-Nomerecéisserpadre,nolomerecéis-dijoDot,contodaladignidaddeunamatronallenadeexperiencia-.Pero¿cómopodríaisconocerlosmalesqueafligenalosniños,John?¡Nisusnombressabéis,tontísimo!

Ydespuésdeponerotravezalniño sobre subrazo izquierdoydedarleuna ligera palmada en la espalda, para colocarle mejor, pellizcó, riendo, laorejadesumarido.

-No -respondió John quitándose el ropón-, ciertamente, Dot, no tengograndesconocimientosenasuntossemejantes.Loquepuedoaseguraresqueesta tarde he sostenido con el viento una lucha bastante ruda. Soplaba elnoroeste,yhapenetradoenmicarretadurantetodoelcamino,amiregreso.

-¡Dios mío! ¡Pobre John! -gritó mistress Peerybingle, que desplegóinstantáneamente una actividad prodigiosa-. ¡Aquí, Tilly! Tomad mipreciosísimotesoro,mientrasvoyahaceralgoútil.¡Cielosanto!¡Creoqueleahogaríaafuerzadebesarle!¿Quieresirte,perrazomío?¿Quieresirte,Boxer?Dejadqueempieceporhacerosel té,John;enseguidaosayudaréaarreglarlospaquetes.

Comolaabejadiligente,

comolaabejapequeñita...

yloquesigue,comosabéis,John.¿Aprendisteisenlaescuelalacanción:Comolaabejadiligente?

-No lo suficiente para dominarla por completo -respondió John-. Estuveunavezpróximoaaprenderlatoda,perocreoquenohubierahechomásqueestropearla.

-¡Ja, ja, ja! -exclamóDot, riendoa carcajada suelta, y su risa era lamásgraciosayalegrequepuedaimaginarse-.¡Soiselmásadorablebadulaquedelmundo!

Sin discutir en manera alguna semejante aseveración, salió John de laestancia para ver si elmozo, que llevaba una linterna, que desde largo ratodanzabaantelapuertaylaventanacomounfuegofatuo,habíalimpiadobienelcaballo,muchomásgordodeloquepodríaiscreer,ytanviejo,quelaépocade su nacimiento se perdía en la obscura noche de los tiempos. Boxer,comprendiendo que la familia entera tenía derecho a sus atenciones, quedebíanserrepartidasimparcialmenteentrecadaunodesusmiembros,entrabay salía con desordenada agitación, ora describiendo un círculo de bruscosladridosalrededordelcaballo,mientras leestregabana lapuertadelestablo;

orahaciendocomoqueselanzabaferozmentecontrasuseñora,parándoseporsu propio impulso delante de ella con aire ceremonioso; ora arrancando ungritodeespantoaTillySlowboy,sentadajuntoalfuegoensusillitadeniñera,aplicándole,cuandomenospodíaesperarlo,elhocicohúmedoalamejilla;orademostrando indiscreto interés por el niño; ora volteando sobre sí mismoinfinidad de veces delante del hogar antes de tenderse, como si quisierapermanecerallítodalanoche,yvolviendoluegoalevantarseyyéndosefueraaagitar lapuntadel raboal aire libre, comosi se acordasedeunacitay sealejaseatodaprisaparanofaltaralapalabracomprometida.

-¡Ea, ya está la tetera lista y al fuego! -exclamó Dot, tan seriamenteocupadacomounaniñajugandoaseñoradesucasa-.Aquíestáeljamoncillofrío.Aquílamanteca;allíelpanecilloytodolodemás.Aquíestálacestaparalos paquetes pequeñitos, por si habéis traído algunos. ¿Pero dónde estáis,John?PorDios,nodejéiscaerelchiquitínenelfuego,Tilly.

BuenoesquesesepaquemissSlowboy,apesardelavivacidadconquerechazóestaobservación,demostrabaun talento raroyasombrosoen loqueconcernía a colocar al chiquitín en posiciones dificilísimas; muchas veceshabíaexpuestosudébilexistenciaconunasangrefríapropiaypeculiarsuya.Lamuchachaeraaltayflaca,demodoquesutrajeparecíaestarenperpetuopeligrodedeslizarseporsuespalda,semejanteaunapercha,delaquependíanegligentemente. Su atavío era notable por las desigualdades quegeneralmentemostraban sus trajes de franela de hechura singular, así comoporenseñarporlaespalda,afaltadecorsé,dostrozosdecorpiñocolorverdeobscuro.Y comoTilly se hallaba en un estado perpetuo de admiración antetodaslascosas,ycompletamenteabsortagraciasalacontemplaciónincesantedelasperfeccionesdelaseñoraydelniño,puededecirsequelosdescuidillosdemissSlowboyhacíanhonorigualmenteasucorazónyasucabeza,aunqueno hiciesen tanto honor a la frente del chiquitín, puesta con demasiadafrecuenciaentalescircunstanciasencontactoconlaspuertas,losaparadores,losescalones,loshierrosdelacamayotrascosasheterogéneas.Pero,despuésdetodo,veíaseendichosacontecimientoselhalagüeñoresultadodelasombroque experimentaba sin tregua Tilly Slowboy al verse tan bien tratada einstaladaencasatancómoda.PorquelosSlowboy,deambasramas,paternaymaterna,eranmitosdesconocidoseneldecursodelahistoria.Tillyhabíasidoeducadaporlacaridadpública;eraexpósita,ycomolosexpósitosnosuelencrecerentremimosy ternezas,susituación,aunquemodesta, leparecíamuydichosa.

Os hubiera gustado casi tanto como al mismo John ver a la señoraPeerybinglevolviendoconsumarido,arrastrandoelcélebrecestoyhaciendolosmásenérgicosesfuerzossinresultadoalguno,porquealfinyalcaboeraJohn el que lo arrastraba. No es del todo imposible que semejante escena

hubiesedivertidoalgrillo;tengotentacionesdecreerlo.Loqueesprobadoesquesepusoacantarconnuevoardor.

-¡Vaya, vaya! -dijo John lentamente según su costumbre-; ¡hoy estámásalegrequenunca!

-Abuen seguro nos predice alguna ventura, John. Siempre nos ha traídofelicidad.Nohaynadatanalegrecomolapresenciadeungrilloenelhogar.

Johnlamirócomosiestuviesepróximoacreerqueenestecasoellaseríael grillo en jefe, con lo cual participaría por completo de su opinión. Peroprobablementeéstafueunadelasocasionesenquepocohubierafaltadoparaquehicieseunchiste,porquenodespególoslabios.

-Laprimeravezqueescuchésualegrecancioncillafuelanocheenquemecondujisteisaestacasa,minuevamorada,parahacermeseñoradeella.Prontoharáunaño.¿Osacordáis,John?

¡Sí,sí!Johnseacuerda,ynohayamiedoqueloolvide.

-Su gorjeo me daba la bienvenida del modo más expresivo que puedaimaginarse.Me pareció henchido de promesas y de consuelos; creí quemeaseguraba vuestra amabilidad y vuestra bondad, y que no tardaríais -yoentonceslodudaba,John-enhallarunaviejacabezasobreloshombrosdelaloquillaqueerayavuestramujer.

John, con aire pensativo, golpeó cariñosamente uno de los hombros ydespués la cabeza de Dot, como si quisiera decir: «No, no; no lo habíapensado,yestoycontentodeloquehallé».Yteníamucharazón;loquehabíaencontradonoeratanmalo.

-El grillo decía la verdad, John, cuando me hizo la promesa de que oshablo; porque siempre fuisteis paramí elmás atento y elmás afectuoso detodos losmaridos delmundo.Mehabéis hecho tan feliz en esta casa, John,queporelloamoalgrillocontodaelalma.

-Entonces, también yo le amo, Dot -dijo el mandadero-; también yo leamo.

-Leamoporlosbuenospensamientosquesumúsicahizonacerenmícadavez que le escuché. Algunas veces, por la tarde, al obscurecer, cuando mesentíaalgosola,algotriste,John,antesqueelniñohubieravenidoalmundoparahacermecompañíayalegrar lacasa;cuandopensabaeneldesconsueloque tendríais si yomuriese y en el que yo tendría si pudiese saber quemehabíais perdido, su crrri, crrri, crrri, llegado del hogar,me hablaba con unavocecita tandulce, tansimpáticaparamicorazón,queasuprimersonidosedesvanecíamipesarcomounsueño,ycuandotemía-lotemíalgunavez,¡erayo tan joven!- quenuestromatrimonio fueseunaunióndesigual, por ser yo

unaniñayparecervosmásbienmitutorquemimarido;cuandotemíaquenopudieseis llegar, a pesar de vuestros esfuerzos, a amarme tanto comodeseabais, su crrri, crrri, crrri me devolvía el valor y me llenaba de nuevaconfianza.Heaquíporquéamotantoalgrillo.

-Y yo también -repitió John-. Pero, Dot, ¿afirmáis que deseo y esperopoderllegaraamaros?¿Quéqueréisdecir?¿Cómopodéishablarasí?Lohabíalogrado mucho tiempo antes de conduciros aquí para que fueseis dueña yseñoradelgrillo,Dot.

Dotapoyóunmomento lamanoenelbrazodeJohny lecontemplóconaireconmovidocomosihubiesequeridodecirlealgo.Unmomentodespuéssearrodillaba ante el cesto, charlando con animación, ocupadísima con lospaquetes.

-Nohaymuchospaquetesestanoche, John;perohevistoalgunos fardosdetrás del carruaje, y aunque embaracen más, rinden mayor provecho, demodo que no podemos quejarnos, ¿verdad? ¿Sin duda habréis distribuidobastantesalolargodelcamino?

-Yalocreo-respondióJohn-,muchos,muchos.

-Pero¿quéesestacajaredonda?¡Cielosanto!John,esunatortadeboda.

-Sólo las mujeres pueden adivinar estas cosas -dijo John lleno deadmiración-; un hombre no lo hubiera acertado nunca. En cambio, apuestocualquiercosaaquesiponéisunatortadebodaenunacajadeté,enuncatredetijera,enunabanastadesalmónoencualquierotrocontinenteinverosímil,unamujersabráadivinarloquehaydentrosinlamenorvacilación.Sí;esunatortadebodaquehetomadoencasadelpastelero.

-¡Y pesa horriblemente, algo así como... cien-libras! -exclamó Dothaciendo grandes esfuerzos para levantarla-. ¿A quién está destinada, John?¿Dóndeiráaparar?

-Leedladirecciónenelladoopuesto.

-¡John!¡Diosmío,John!

-¿Verdadquepareceimposible?-preguntóéste.

-No puede ser -prosiguió Dot, sentándose en el suelo y sacudiendo lacabeza-quevayadestinadaaGruffyTackleton,elcomerciantedejuguetes.

Johnhizounaseñalafirmativa.

MistressPeerybingle lo repitióunas cincuentaveces, perono era en ellaseñal de afirmación, sino de sorpresa muda y llena de compasión. Duranteaquel rato apretaba los labios imprimiéndoles una diminuta mueca, para lacualnoestabanhechosabuenseguro,ycontinuódirigiendoalmandaderouna

mirada distraída pero penetrante, mientras por su parte miss Slowboy, quetenía aptitud para reproducir fragmentos de conversación corriente paradistraeralniño,perodespojándolosdetodosentidoyponiendolossustantivosenpluralsinexcepciónalguna,preguntabaenaltavozalchiquitínsieranenverdad los Gruffs y Tackletons, comerciantes de juguetes; si se iría a lastiendas de los pasteleros para tomar las tortas de las bodas; y si lasmadressabíanreconocerlasenlascajascuandolospadreslasllevabanalascasas.

-¿Ycreéisqueesematrimonioseefectuará?-preguntóDot-.¡Diosmío!¡SiMayyyoíbamosalamismaescuelacuandoéramospequeñitas!-JohnibaapensarenDot,yarepresentárselatalcualdebiósercuandopequeñita,cuandoibaa laescuela;no faltómuchoparaque lohiciera.Lacontemplabayaconairedesatisfacciónsoñadora;perose limitóa lacontemplaciónynodijoniunapalabra.

-¡Yél tanviejo, tandistintodeella!Decid,John,¿cuántosañosmásquevostieneGruffyTackleton?

-¿Cuántasmás tazas de té beberé esta noche de una sola vez de las queGruff y Tackleton haya bebido jamás en cuatro? Ésta es mi pregunta -respondió en tono juguetón elmandaderomientras aproximaba su silla a lamesayprincipiabael asaltoal jamón-.En loque tocaacomer, comopoco,peromipocolocomoagusto.

EraunafraseritualdeJohn,quesolíarepetircadavezquecomía;unadesusilusionesinocentes,porquesuinsaciableapetitonodejabadedesmentirleni una sola vez. En aquella ocasión la fórmula consabida no hizo brotar lamenorsonrisadeloslabiosdesumujer,que,permaneciendoenpieentrelospaquetes,rechazólentamentelacajadelatortaconsupiececito,sinmirarniuninstante,aunquebajaselosojos,allindozapatitoquetantosolíainteresarla.Absortaensusensueños,sequedóallísinacordarsedelténideJohn,aunqueéstelallamaseygolpeaselamesaconelcuchilloparadespertarsuatención,hastaque,alfin,selevantóyletocóelbrazo;Dotlecontemplóentoncesuninstante, y corrió en seguida a colocarse en su sitio a la mesa, cerca de latetera,riéndosedesunegligencia.Peronofueaquéllalamismarisadeantes;ydeltonodependelamúsica,segúnesbiensabido.

El grillo había callado también. No podría explicaros por qué aquelcuartitonoteníaelmismoaspectogozosodeantes.

-III-

-¿Nohaymáspaquetes,John?-dijoDotrompiendounalargapausa,queel

honradomensajerohabíaconsagradoalademostraciónprácticadeunapartedesu frase favorita,probandoalmenosquecomíaconplacer loquecomía,aunquefueseimposibleadmitirlequecomíapoco-.¿Nohaymáspaquetes?

-No -dijo John-. Pero... no... me... -añadió abandonando el tenedor y elcuchillo y respirando a sus anchas-.Confieso que... ¡me había olvidado porcompletodelanciano!

-¿Delanciano?

-Estáenelcoche-añadióJohn-.Sehabíadormidosobrelapajalaúltimavezquelevi.Dosvecesestuvedispuestoallamarledesdequehellegado,peroloolvidélasdosveces...¡Arriba!¡Eh!¡Eh!¡Levantaos!¡Yahemosllegado!

John pronunció estas palabras fuera de la puerta, hacia la cual se habíaprecipitadoconlabujíaenlamano.

Miss Slowboy, convencida de que el nombre de anciano ocultaba algúnmisterio, y asociando a esta expresión en su imaginación, sacudida porcreenciassupersticiosas,ciertasideasdenaturalezapocotranquilizadora,llegóatalgradodeturbaciónqueselevantóatodaprisadelasillabajadelrincóndel hogar para ir a buscar protección tras las faldas de su señora. En elmomento preciso en que pasaba delante de la puerta entrevió a un viejodesconocidoylecayóencimainstintivamente,golpeándoleconlaúnicaarmaofensiva que llevaba en la mano. Como este instrumento resultó ser elchiquitín,seprodujounagranagitación,unavivísimaalarma,quelasagacidaddeBoxernohizomásqueaumentar,porqueelvalienteperro,queteníamásmemoriaquesudueño,había indudablementevigiladoalancianodurantesusueño, temiendo que se fugase con algunos plantones de chopo que veníanatados a la parte posterior del carruaje, y le apretaba todavíamuy de cerca,mordisqueandovalientementesuspiernas,ybatallandoconlosbotonesdesuspolainas.

-¡Pardiez! -exclamó John, cuando se hubo restablecido la paz-. Sois undormilónterrible-mientrastantoelancianopermanecíadepieenmediodelahabitación,inmóvilyconlacabezadescubierta-.¡Undormilónterrible!

El extranjero, hombre de larga cabellera blanca, bellas facciones,singularmentealtanerasyexpresivas,apesardeperteneceraunviejo,yojosnegros,brillantesyperspicaces,miróasualrededorsonriendo,ysaludóa lamujerdelmandaderoconunagraveinclinacióndecabeza.

Su traje, de colormoreno, ofrecía rara singularidad por sumoda y corteantiguos. Llevaba un sólido bastón de viaje, tambiénmoreno; cuando hubogolpeadoelsueloconelbastón,ésteseabrió,convirtiéndoseenunasilla,enlaquesesentócongrantranquilidadeldesconocido.

-Mira-dijoelmandadero,dirigiéndoseasumujer-.Enestamismaposturaleheencontrado,sentadoalbordedelcamino,inmóvilcomounguardacantón,ycasitansordocomoél.

-¿Sentadoalraso,John?

-Alraso-respondióelmandadero-;precisamentealcaerlanoche.«Asientopagado»,mehadicho,dándomedieciochopeniques;¡hasubidoenseguida,yheleaquí!

-Meparecequevaamarcharse,John.

Nadadeesto.Queríasolamentehablar.

-Dispensadme-dijoelextranjerocondulzura-.Acausademidolencianopuedoirsolo.Esperaréquevenganabuscarme.Nohagáiscasodemí.

Sacóluegodeunodesusvastosbolsillossusanteojos,ydeotrobolsillounlibro, y sepuso en seguida a leer tranquilamente, sinpreocuparsedeBoxer,comosielterribleguardiánfueseuncorderofamiliar.

El mandadero y su mujer cambiaron unamirada de duda. El extranjerolevantólacabeza,ypasandodelamujeralmarido,preguntóaesteúltimo:

-¿Esvuestrahija,amigomío?

-Mimujer-respondióJohn.

-¿Vuestrasobrina?

-¡Mimujer!-gritóJohncontodossuspulmones.

-¿Escierto?-prosiguiósuinterlocutor-.¡Cierto!Esmuyjoven.

Dicho esto volvió a hojear el libro y continuó la lectura. Pero antes dehaberpodidoleerdoslíneas,seinterrumpiódenuevoparadecir:

-¿Yelniño,esvuestro?

John le hizo con la cabeza una señal gigantesca, tan afirmativa como sihubiesetrompeteadosurespuestaconelauxiliodeunabocina.

-¿Unahija?

-¡Unmucha-a-a-acho!-gritóJohn.

-Muyjoventambién,¿noesverdad?

La señora Peerybingle se resolvió en seguida a tomar parte en laconversación.

-¡Dosmesesytresdía-as!¡Vacunadohaceseissema-a-nas!¡Lavacunahaido perfectame-e-nte! ¡Considerado por el doctor como un niñoadmirablementehermo-o-so!¡Deunainteligenciaverdaderamentemaravillo-

o-sa!¡Quiéncreeríaquesemantieneyaenpie-e-e!

-Y al llegar a esta exclamación final la diminuta madre, perdiendo elalientoporhabergritadoestascortasfrasesaloídodelanciano,hastatalpuntoque su lindo rostro tomaba tintas moradas, levantó al niño ante el viajero,poniéndose en pie como prueba irrefutable y triunfante que apoyaba susaserciones,mientrasqueTillySlowboy,conelgritoarmoniosode ¡Ketcher!¡Ketcher!,palabrasmisteriosasqueresonabanensuoídocomounestornudopopular, se puso a dar cabriolas como un becerro alrededor de la inocentecriaturilla.

-¡Oíd!Vienenabuscarle,lojuraría-dijoJohn-.Alguienllamaalapuerta.Abrid,Tilly.

-IV-

Peroantesquelamuchachahubiesepodidoobedecer,lapuertafueabiertadesde el exterior, pues era una puerta primitiva, de picaporte, que todo elmundo podía abrir a su antojo, y por cierto que no poca gente se dabasemejante gusto; a todos los vecinos les agradaba charlar un poquito con elmandadero,aunqueJohnnopecaseciertamentedehablador.Lapuertaabiertadejó el paso libre a un hombrecito delgado, con muestras de evidentepreocupación,derostromorenoyque,porlasseñas,sehabíaconfeccionadoelsobretodo con una tela de saco que debió envolver alguna caja en tiempolejano; porque al volverse el hombrecito para cerrar de nuevo la puerta,pudieron leerse claramente las iniciales G. y T. en su espalda, y la palabracristalconletrasgrandes.

-Buenas noches, John -dijo el hombrecito-. ¡Buenas noches, señora!¡Buenas noches, Tilly! ¡Buenas noches, desconocido! ¿Cómo sigue el niño,señora?¿Boxersiguebueno,verdad?

-Todosiguealasmilmaravillas,Caleb-respondióDot-.Paraconvencerosdemispalabras,notenéismásqueempezarporfijarosenelnenequeDiosmehadadoporhijo.

-Ofijarmeenvosmisma-añadióCaleb.

No obstante, no se fijó en su interlocutora; su ojo errante y preocupadoparecíasiempreestarmuylejos,yeraindudablequesualmaestabatambiénausente.

-OenJohn-siguióCaleb-,oenTilly,oenelmismoBoxer.

-¿Estáisatareado,Caleb?-preguntóelmandadero.

-Sí,John,bastante-respondióCaleb,conelairedistraídodeunsabioquebuscasepor lomenoslapiedrafilosofal-.Lascosasnovantanmalcomosecree.LagentecorreansiosatraslasarcasdeNoé.Yohubieradeseadomejorarun poco la especie; pero a ese precio no puede hacerse más. Mucho meagradaría haber logrado que se conociera quiénes eran Shem y Hams y lasesposas.Lasmoscasnopuedenhacerseaesaescalacomoloselefantes.Yapropósito,John,¿tenéisalgúnpaqueteparamí?

Elmandadero hundió lamano en uno de los bolsillos del ropón que sehabíaquitado,ysacódeéluntiestecitodeflores,cuidadosamenterodeadodepapeldemusgo.

-¡Tomad! -dijo, arreglando las hojas con gran cuidado-. ¡Ni una hojaestropeada!¡Cuántocapullo!

ElojosombríodeCalebse iluminóante laplanta.Elhombrecitodio lasgraciasasuamigo.

-Esraro,Caleb-dijoelúltimo-.Resultamuyraroenestaépoca.

-No importa.Cualquieraque seaelprecio, siempremeparecerámódico.¿Hayalgomás,John?

-Unacajita-dijoelmandadero-.Helaaquí.

-ParaCalebPlummer-deletreóelhombrecito-.Condinero,John.Nocreoquemelomandenamí.

-Concuidado-rectificóelmandaderomirandoporencimadelhombrodeCaleb-.¿Cómohabéispodidoleercondinero?

-¡Oh, tenéis razón! -dijoCaleb-. Esto es, con cuidado. Sí, sí;más arribatrae mi dirección. No quiere decir esto que no hubiese podido recibir cienfrancos,John,simipobremuchacho,quemarchóaCalifornia,vivieseaún.Leamabaiscomoaunhijo,¿verdad?Nohayqueasegurármelo;meconsta.«ACalebPlummer.Con cuidado.» Sí, sí, esto es; una caja de ojos demuñecasparalastareasdemihija.¡Ojalásusojospudieranencontrarsetambiénenelfondodeestacajita!

-Lodesearíacontodomicorazón.

-Gracias-repusoelhombrecillo-.Vuestrolenguajesaleverdaderamentedelcorazón.¡Cuandopiensoquenopodrávernuncalasmuñecasqueestánallí,fijandotodoeldíalosojosenellas!¿Noesestomuycruel?¿Quéosdeboporvuestrotrabajo,John?

-Buen trabajoosharépasarsi repetíssemejantepregunta. ¡Dot!Estuveapuntode...

-Os reconozco, John -dijo el hombrecillo-. Tal es vuestra bondad

acostumbrada.¡Vaya!,creoqueestamoslistos.

-Nolocreoyoasí-añadióelmensajero-.Hacedmemoria.

-¿Hayalgoparaelamo?-preguntóCalebdespuésdehaberreflexionadouninstante-.Tenéisrazón:porordensuyavine,peromicabezaestátanfatigadaconlasarcasdeNoé...yademás,¿nohavenidoélenpersona?

-¡Él!-respondióelmandadero-,nolocreáis;estádemasiadoatareadoconsucortejo.

-Noobstante,vendrá-dijoCaleb-,porquemerecomendóquesalieseporelcamino acostumbrado, añadiendo que a buen seguro le encontraría. Y apropósito;buenoseráquemevaya.Peroantes,señora,¿tendríaislabondaddedejarmepellizcarlacoladeBoxerporunsegundo?¿Melopermitís?

-¡Quépreguntataningrata,Caleb!

-Dispensadmeynohagáiscasodeloqueocurra,porquequizánoseamuydesugusto.Acaboderecibirunpedidoregulardeperrosrabiososydesearíaacercarme, en cuanto fuese posible, a la realidad, aunque la ganancia noexcedadedocesueldos.

Felizmente, Boxer, sin que fuese necesario aplicarle el estimulantepropuesto, se puso a ladrar con excepcional ardor. Pero como tales ladridosanunciabanlallegadadeunanuevavisita,Caleb,aplazandoparaunmomentomás favorable su estudio del natural, colocose la cajita redonda sobre elhombroy se despidió a toda prisa.Y seguramente hubiera podido ahorrarsetoda su agitación, porque encontró al recién llegado antes de trasponer lapuerta.

-¿Estáis aquí todavía?Pues bien; esperad un poco.Os acompañaré hastavuestracasa.JohnPeerybingle,estoyavuestradisposición,ysobretodoaladisposicióndevuestramujer.¡Cadadíamásbonitaymásbuena!¡Ymásjoventambién!¡Parececosadeldiablo!

-Me extrañaría de vuestros cumplidos, señor Tackleton -dijo Dot algofríamente-,sivuestranuevasituaciónnomelosexplicase.

-¿Losabéistodo?

-Heprocuradocreerloquemehandicho.

-¿Locreísteiscondificultad?

-Acertáis.

-V-

Tackleton,elcomerciantedejuguetes,casigeneralmenteconocidobajoelnombre de Gruff y Tackleton -era la razón social, aunque Gruff hubiesemuertohacíamuchotiempo,legandoelnombrealasociadoy,segúneldecirde la gente, el mal humor que el diccionario inglés atribuye a su nombremalsonante-;Tackleton,elcomerciantedejuguetes,habíasentidounasinceravocación desconocida de sus padres y su tutor. Si hubiesen hecho de él unusurero, un procurador codicioso o un policía, Tackleton, desahogando susmalasinclinacionesdurantelajuventud,despuésdeagotartodalamalignidaddesuserenlosdeberesnaturalesdesuestado,hubierallegadoaseramableaunquesólofueseporelatractivodelanovedad.Pero,obligadoaalmacenarlabilis,encadenadoasusapaciblesocupacionesdecomerciantede juguetes,habíallegadoaserunverdaderoogrodoméstico,que,viviendoaexpensasdelbolsillo de los niños, no cesaba un solo instante de ser su enemigomortal.Despreciabalosjuguetes,ynohubieracompradounosoloportodoelorodelmundo; hallaba, gracias a su mal carácter, singular placer en arreglar carashenchidas de expresión feroz a los labradores de cartón que conducían suspuercosalmercado,alospregonerosqueanunciabanunadignarecompensaalque encontrase la conciencia perdida de un abogado, a las viejasmecánicasque zurcíanmediasomodelabanpasteles, y a cuantospersonajesponía a laventa.Sesentíaverdaderamentefelizalimaginarmáscarasterribles,diablillosque aparecían por sorpresa, feos, crespos, de ojos colorados; cometas-vampiros, barqueros demoníacos que no podían colocarse patas arribalevantándose constantemente para correr hacia los niñosmuertos demiedo.Ésteerasuúnicoconsuelo,ypordecirloasí,laválvuladeseguridadporcuyomedio se escapaba su mal carácter. Tenía verdadero genio para semejantesinvenciones; y la idea de alguna nueva pesadilla le causaba un placerinenarrable.Llegóaperderdinero-ésteeraelúnicojuguetequelegustaba-paraprocurarseasuntosinfernalesdelinternamágicaenquelospoderesdelastinieblasestuviesenrepresentadosbajo la formadecrustáceossobrenaturalesde rostro humano; y había comprometido un capitalito para exagerar laestaturaterroríficadesusgigantes,yaunsinserpintor,indicabaalosartistasque empleaba, con ayuda de un yeso pizarra, ciertas miradas furtivasdestinadasamodificardeunmodoextrañolafisonomíadelosmonstruos,queasuvistasellenabandeespantolasalmasdelosjóvenesgentlemendeseisaonceañosdurantelasvacacionesenterasdeNavidadodeverano.

LoqueeraTackletonconrespectoalosjuguetes,loeraconrespectoatodoelmundo.Porlotanto,podéissuponerquesutrajeverde,abrochadohastalabarba, que descendía hasta las pantorrillas, envolvía al individuo másantipáticodelorbe;figuraoselpersonajemásdistinguido,másagradablequesehubiesepuestounpardeenormesbotasdebecerrocolorcaoba.

¡Ynoobstante,Tackleton,elcomerciantedejuguetes,ibaacasarse!Sí,apesardetodo,ibaacasarse,yconunajoven,yaunconunahermosajoven.

No parecía ciertamente un novio cuando apareció en la cocina delmandadero, con su cara seca y ceñuda como una cuerda de pozo; suextravagante figura, el sombrero echado hacia adelante sobre la punta de lanariz, lasmanoshundidashastael fondode losbolsillosycon todasumalanaturaleza henchida de sarcasmo, saliendo a la luz por un rinconcito de suojillo,comolaesenciaconcentradadeunabandadadecuervos.Noobstante,eraél,indudablemente,elnovio.

-Faltan tres días -dijo-. El jueves próximo, último día de enero, noscasaremos.

¿He anotado que tenía siempre un ojo grande y abierto, y el otro casicerrado,yesteúltimoerasiempreelojoexpresivo?Nocreohaberlodicho.

-Sí, nos casaremos -repitió Tackleton, haciendo resonar su dinero en elbolsillo.

-¡Pardiez!Elmismodíadelaniversariodenuestromatrimonio-exclamóelmandadero.

-¡Ja,ja,ja!-añadióTackletonriendo-.¡Vayaunacasualidad!Precisamenteformáisunaparejamuysemejantealanuestra.

LaindignacióndeDot,alescucharunaasercióntanpresuntuosa,nopuededescribirse.NohubierafaltadomássinoqueTackletonacogieselaposibilidadde un niño semejante también a su chiquillo. Tackleton estaba loco; eraindudable.

-¡Esperad, esperad! He de deciros dos palabras -murmuró Tackleton,empujando de nuevo a John con el codo-. ¿Vendréis a la boda?Estamos lamismabarca.

-¿Cómoenlamismabarca?-preguntóelcarrero.

-Muypocadiferencia -dijoTackleton,haciendounnuevoguiño-. ¿Antesdeesedía,iréisapasarunratoconnosotros?

-¿Por qué? -preguntó John, extrañado de la diligente hospitalidad de suinterlocutor.

-¿Por qué? -respondió éste-. ¡Buenmodo de recibir una invitación! ¿Porqué? Por el gusto de veros, por lo agradable que me fue siempre vuestracompañía,ypormuchasotrasrazonesquepasoensilencio.

-¡Nunca os había visto tan sociable! -dijo John con su simplicidad y sufranquezahabituales.

-¡Bah,bah,bah!Comprendoquenohayquevenirosconrequilorios-dijoTackleton-.Más vale ir sin rodeos hasta el fin. Pues bien, la verdad es queofrecéis...,yvuestramujertambién,cuandoestáisjuntos,loquelagentesuele

llamaraspectodelicioso.Biensabemosloqueocurreenelfondo,nosotroslosque...

-¡Cómo! ¿Lo que ocurre en el fondo? -interrumpió John-. ¿Qué queréisdecir?

-Bien,bien.Nolosabemos,siosgustaasí.Nodiscutiremosporunabriznade paja. Decía, pues, que, contando con cierta apariencia satisfecha que osnotatodoelmundo,creoquevuestracompañíaproduciráunefectoaltamentefavorableenlafuturamistressTackleton.Yaunqueyonojuzgueaestabuenaseñora-yeloradorsedirigióaDot-,muybiendispuestaenfavormíoenesteasunto, no dudo que aceptará mi ofrecimiento, porque sabe esparcir a sualrededorunaatmósferadesatisfacciónydetranquilidadquesiempreproducebuenefecto,seacualfuereelfondodelascosas.¿Vendréis,verdad?

-Habíamosdispuestosolemnizarelaniversariodenuestrocasamientoconla mayor pompa posible en nuestra casita -respondió John-. Nos lo hemosprometidohaceseismeses.Creemosqueennuestracasita...

-¡Bah! ¿Y qué es al fin y al cabo vuestra casita? -exclamó Tackleton-.Cuatro paredes y un techo. Y a propósito: ¿por qué no matáis ese malditogrillo?Tiempohalohubierahecho,aestarenvuestrolugar.Nodejounsologrilloconcabeza; ¡mecargasu ruido impertinente!Tambiénenmicasahaycuatroparedesyuntecho.¿Vendréisaverme?

-¿Matáislosgrillos?-preguntóJohn.

-Lospiso-contestóTackletondejandocaerpesadamentealsueloel tacónde su bota-. Vamos, prometedme que vendréis; a los dos nos interesa; yasabéisquenuestrasmujeressepersuadenunaaotradesufelicidadydequenoexisteenelmundoenteromayorsumadeventura.Conozcoalasmujeres.Loquelaprimeradiga,estáresueltoadefenderlolasegunda.Hayentreellasunespíritutaldeemulación,quesivuestramujerdicealamía:«Soylamujermásventurosadelmundo,ymimaridoeselmejorde losmaridos; leadorocon toda el alma»,mimujer dirá lomismo a la vuestra, o quizá vayamáslejos,yllegaráacreerlo.

-¿Creéis,pues-preguntóelmandadero-,quevuestramujernoos...?

-¡Que mi mujer no me...! -exclamó Tackleton con risa breve y aguda-.¡Quemimujernome...!¿quémás?

Johnestuvotentadodeañadir:«os...adorará?»PerohabiendoencontradoelojosemicerradodeTackletonenelmomentoprecisoenqueéstesefijabaenelmandaderoguiñándoleporencimadelcuellolevantadodelcapote,yviendolapuntadelojoqueparecíaprontaadestruirle,comprendióqueentodoelserdeaquelhombresingularhabíatanpoquitacosaquemerecieseadoración,que

substituyó la primera frase conotra nueva, y continuó así: «No creoqueosadoreenmodoalguno».

-¡Ah,buenpájaro!¿Bromeáis?-dijoTackleton.

Pero John, aunque lento para comprender todo el alcance de lo queTackletonhabíatenidolaintencióndedecir, lemirócontanseriogesto,queTackletonvioseforzadoaexplicarsemáscategóricamente.

-Tengo el capricho -dijo levantando su mano izquierda y golpeándoseligeramente el índice, como si dijera: «Aquí estoy yo,Tackleton»-, tengo elcaprichodecasarmeconunamujerjovenybonita-ygolpeóelmeñique,quesimbolizaba a su futura; así, pues, no lo golpeó con suavidad, sinoreivindicando sus prerrogativas de amo y señor-. Puedo satisfacer estecapricho,yloharéasí.Ahora,miradunmomento.

YleseñalóconeldedoaDot,quesesentabapensativaysoñadoradelantedel fuego, apoyando en la mano su linda barbilla adornada de un graciosohoyuelo; a Dot, que a la sazón contemplaba la brillante llamarada. Elmandadero la contempló, la contemplóde nuevoy volvió a contemplarla, ycesóensusobservaciones,sincomprenderabsolutamentenada.

-Os honra y os obedece, sin duda -continuó Tackleton-, y yo no soyhombredesensiblerías;nopidomásqueeso.

ElpobreJohnseturbó,experimentando,apesarsuyo,unararamezclademalestareincertidumbre.Nopudoimpedirquesumorenafazlorevelaseasumodo.

-Buenasnoches,amigomío-dijoTackletonconairecompasivo-.Mevoy.En realidad, somos, según veo, exactamente iguales. ¿No queréis visitarmemañanaporlanoche?Noimporta;vendréaldíasiguientedelabodaaveros,encompañíademifutura.Estoleharábuenefecto.Soisunhombreexcelente.

-Pero,¿quéesesto?

La mujer del mandadero había dado un fuerte grito, un grito agudo ypronto que hizo resonar la habitación como si fuera un vaso de vidrio. Sehabíalevantadodelasillaypermanecíaenpiecomopetrificadaporelterrorylasorpresa.Elextranjerosehabíaacercadoalfuegoparacalentarseyestabaadospasosdelasilla,perosiempretranquiloysilencioso.

-¡Dot!-exclamóelmandadero-.¡María!¡Tesoromío!¿Quéocurre?¿Quéhay?

-VI-

Enuninstanteseagruparon todosasualrededor.Caleb,queempezabaadormirse sobre la caja de la torta de boda, súbitamente despertado, en elprimer momento de turbación, había agarrado a miss Slowboy por loscabellos,peroapenashuborecobradoelsentido,lepidiómilperdones.

-¡Dot! -exclamó John con su mujer entre los brazos-. ¿Estáis enferma?¿Quéocurre?¡Hablad,queridamía!

Pero Dot, por toda respuesta, dio una palmada, y se puso a reírdesaforadamente; luego, dejándose caer de los brazos de John al suelo, secubrióelrostroconeldelantalyseechóallorar.Luegovolvióareír;lloródenuevo;sintiófrío,ysedejóconducirjuntoalfuegoporsumarido,sentándoseen el mismo lugar de antes. El extranjero permanecía en pie, tranquilo ysilencioso.

-Estoymejor,John-dijoDot-.Estoycompletamentebien.

PeromientrashablabaconJohn,mirabaalladoopuesto.

¿Por qué se volvía hacia el extranjero como si hubiera de dirigirse a él?¿PerdíaDotlacabeza?

-Me alegro mucho de que el lance haya concluido bien -murmuróTackletonpaseandolamiradaportodalahabitación-.Eh,Caleb,unmomento.¿Quiénesestehombredecabellosgrises?

-Nolosé,señor-respondióCalebenvozbaja-.Nolohevistonunca.Unabonita figura de cascanueces; unmodelo enteramente nuevo.Atornillándoleunaquijadaquebajasehastacaerencimadelchaleco,seríadelicioso.

-Noestámal-dijoTackleton.

-Obienparaunosavíosdeencender,¡quémodelo!-observóCalebsumidoenprofundacontemplación-.Selevacíalacabezaparacolocarlosfósforos;sele alzanal aire los talonespara labujía;mirad,mirad: enesta actitud. ¡Quéadmirableavíoparacolocarencimadelachimeneadeunprócer!

-Puededecirsequenoestámal-afirmóTackleton-.Peroenfin,elplanesirrealizable.Vámonos.Cargadconlacaja...Supongoqueyahaterminadoporcompletoelpercance.

-¡Por completo! ¡Por completo! -dijo la mujercita apresurándose adespedirleconunaseñalexpresiva-.Buenasnoches,muybuenasnoches.

-Buenas noches, señora -añadió Tackleton-; buenas noches, JohnPeerybingle. Cuidado con la caja, Caleb. ¡Si el paquete cae, os rompo lacabeza! La noche está negra como boca de lobo; el tiempo está peor quenunca.¡Diablo!Buenasnoches.

Tackletonsedirigióalapuertapronunciandoestaspalabras,nosinhaberpaseado por la habitación una segunda mirada escrutadora, y seguido deCaleb,quellevabalatortadebodasobrelacabeza.

Elmandaderohabíaquedadotanensimismadoacausadelaccidentequesumujercita había sufrido, tan ocupado en calmarla y cuidarla, que habíaolvidadocasienteramentelapresenciadelextranjero,hastaqueledivisó,enpietodavía.Eraelúnicoextrañoquepermanecíaaúnensucasa.

-Sehaquedado-dijoJohn-.Esprecisoqueledéaentenderqueyaeshorademarcharse.

-Ospidoperdón,amigomío-dijoelanciano,acercándosealmandadero-;con tanto más motivo cuanto temo que vuestra mujer se haya sentidoindispuesta; pero la persona que mi dolencia me hace indispensable -y almismotiempocondujolamanoaloídoysacudiólacabeza-nohallegadoaún,y temoquehayasufridoalgúnerror.Elmal tiempoqueestanochemehizoencontrartanagradableelabrigodevuestrocarruaje-¡ojalánolotenganuncapeor!-, es más crudo que antes. ¿Querríais tener la extremada bondad decedermeunacamaporestanoche?Ossatisfarépuntualmentesuimporte.

-¡Sí,sí!-respondióDot-.Sí;escosaresuelta.

-Bien,bien-dijoelmandaderosorprendidodeaquiescenciatanpronta-.Nohubierasidoyoquien...Noestoycompletamentesegurodeque...

-¡Chist,John!-interrumpióDot.

-¡Bah!Essordocomounatapia.

-Losé,pero...Sí,señor,decididamente.Decididamente.Voyaarreglarlelacamaenseguida,John.

Yalsaliratodaprisaparaprepararcuantoeranecesario,laturbaciónquela invadía era tan extraña, que el mandadero, que la seguía con la mirada,quedóconfuso.

-Ysusmadrecitasarreglan lascamas-gritómissSlowboyalniño-,ysuscabellosestabannegrosyrizadoscuandosehanquitadolosgorros,y¿quéesloquehadadomiedoaloschiquitinessentadosjuntoalfuego?

Por efecto de la inexplicable atracción que las más insignificantesbagatelasejercenfrecuentementeenunespíritudevoradoporvagarosasdudas,el mandadero, paseándose de arriba abajo de la habitación, sorprendioserepitiendomentalmentevariasveceslasabsurdaspalabrasdeTilly.Lasrepitiócontantafrecuenciaquellegóaaprenderlasdememoriaylasrecitabacomosifuesen una verdadera lección, cuando miss Slowboy, después de haberfriccionadoconlapalmadelamano-segúnlaañejaprácticadelasniñeras-lacabecitacalvadelniñodurantetodoeltiempoquejuzgóconvenienteparasu

salud,lepusodenuevoelgorroyleanudólacintadebajodelabarbilla.

-¿Quéesloquehadadomiedoaloschiquitinessentadosjuntoalfuego?¿QuéesloquehadadotantomiedoaDot?Megustaríasaberlo-murmurabaelmandadero,reanudandosusidasyvenidas.

Arrancaba de su corazón las pérfidas insinuaciones del comerciante dejuguetes,y,noobstante,sesentíallenodeunsentimientodemalestarvagoeindefinido; porque Tackleton era listo y vivo, mientras que él estaba tanpersuadido de su inferioridad, que cualquiera alusión directa o reticencia lealarmabansúbitamente.NoteníaintenciónalgunaderelacionarloquelehabíadichoTackletonconlaconductaextrañadesumujer;peroambosmotivosdereflexiónsepresentabansimultáneamenteasuespíritu,sinqueJohnpudieselograrsuseparación.

Lacamaestuvohechamuypronto;elextranjero,sinaceptarmásrefrigerioque una taza de té, se retiró. EntoncesDot, completamente tranquila, segúndecía,arreglóelsillonazoponiéndoloenelrincóndelachimeneaparaquesesentasesumarido:llenólapipadeJohn,seladioycolocósuacostumbradotaburetilloalladodeéljuntoalfuego.

Nuncahabíadejadode sentarseenaquel taburetillo; indudablementequecreía con firmeza que aquel taburetillo era delicioso, ymuy apropiado parahacerresaltarantesumaridosusseductoreshechizos.

Dotera,además,lamujermáshábilquesehubierapodidohallarentodoelorbe -hay que reconocerlo- para llenar una pipa.Nadamás delicioso que elespectáculo que ofrecía al introducir en el vientre de la pipa su deditoregordete,luegoalsoplarensuinteriorparalimpiareltubo,ydespuésdetandelicadasoperaciones,alafectar lacreenciadequerealmentehabíaquedadoalgoeneltubo,porcuyomotivosoplabaunadocenadevecesylaacercabaalojo a modo de telescopio, mirando hasta el fondo con gestillo de su caritaincomparable, era un precioso espectáculo. En cuanto a la colocación deltabaco,nadiehubierapodidoenseñarleungradonuevodeperfeccionamiento.Cuando tomaba un trozo de papel encendido para pegar fuego a la pipa sinchamuscar nunca la nariz delmandadero, en cuya boca permanecía aquélla,traspasabaelaciertoeinvadíayaelcampodelarte,omejoraún,delgenio.

Elgrilloyelpuchero,reanudandosucantata,asíloreconocían.Elfuego,reanimando sus llamaradas, así lo reconocía. El segadorcillo del reloj,persistiendoensulabormaquinal,asíloreconocía.Yelcarrero,consutersafrenteycomplacidafisonomía,eraelprimeroenreconocerlo.

Mientrasfumabasuviejapipaconairegraveypensativo,mientraselrelojholandés hacía oír sin interrupción su monótono tic tac, el fuego brillabaalegremente,yelgrillocantabaagritopelado;estebenignogeniofamiliarde

lacasa-porquetaleraelgrillo-evocóenelespíritudelventurosoJohn,bajoformasfantásticas,unamultituddeimágenesdesufelicidaddoméstica.VeíaDotsdetodaslasedadesyestaturasposiblesquellenabanlahabitación;Dots,niñas gozosas que corrían delante de él y que cogían las flores del campo;Dots,modestas,tanprontorechazándoleamediascomocediendoamedias,alas súplicas llenasde ternuraqueél lesdirigía enmediode su rudeza;Dotsrecién casadas, atravesando el umbral de la casa y tomandoposesión, comobuenasguardadorasdelhogar,de las llavesyde losarmarios.Dots,madres,servidasporSlowboysficticias, llevandoniñosa laceremoniadelbautismo;Dots, más maduras, aunque jóvenes y frescas todavía, vigilando comomatronas venerables a otras Dots, hijas suyas, que se entregaban a danzascampestres;Dots,regordetasyredonditas,acosadas,sitiadascomovenerandasabuelasporejércitosdeniños sonrosados;Dots, arrugadas,que seapoyabanensusbastonesyandabanlentaeinseguramente.Viotambiéndesfilarantesusojos ancianos mandaderos con Boxers viejos y ciegos, tendidos a sus pies;nuevoscarruajesconducidospornuevoscocheros-«Peerybinglehermanos»seleía en el toldo-,mandaderos ancianos y enfermos, cuidados por lasmanosmásdulcesdelmundo,ytumbasdemandaderosmuertos,muertostiempoha,cubiertasdeverdemusgoenelfondodeloscementerios.Ymientraselgrillolehacíaver todasestascosas -porque lociertoesque lasveíadistintamenteaunquesusojospermaneciesenfijosenlasllamasdelhogar-,elmandaderosesentía feliz y satisfecho y daba gracias con toda el alma a sus diosesdomésticos,sinacordarsemásdeGruffyTackleton.

¿Peroaquévieneesaimagendejovenqueelmismogrillo-hadacolocatancercadeltaburetedeDot,yquepermanecesoloyenpie?¿Porquésequedabajuntoaella,conelbrazoapoyadoenlacampanadelachimeneayrepitiendoconstantemente:«¡Casadaynoconmigo!»?

¡Dot, Dot! ¡Sospechar de Dot! No; semejante idea no puede ocupar unlugar entre las visiones de vuestro marido. Pero, en tal caso, ¿por qué lasombradesconocidahapasadoporsuhogar?

****

Segundogrito

-I-

Solitos en su rincón, como dicen los libros de cuentos -cuyas benéficasnarraciones habréis bendecido cien veces, por lo bien que saben disipar la

monotonía de estemundo prosaico-, vivíanCaleb Plummer y su hija ciega;solitosensurincón,estoes,enunacasuchademaderallenadehendeduras,enunverdaderocascaróndenuez,queeraalgoasícomounaverrugasituadaenlapreeminentenariz,deladrillo,deGruffyTackleton.LapropiedaddeGruffy Tackleton se extendía a lo largo de media calle; en cambio, la casita deCalebPlummersehubieraderribadofácilmentedeunmartillazoodos,ysusescombroshabríancabidofácilmenteenunacarreta.

SialgúntranseúntehubiesehechoalacasadeCalebPlummerelhonordenotar su desaparición, una vez realizada la expedición que acabamos deindicar, hubiera sido indudablemente con el único objeto de aprobar sinvacilación el derribo, calificándolo de mejora evidente. Estaba la casuchaadheridaa la casadeGruffyTackletoncomounmariscoa laquilladeunanave,comouncaracolaunapuertaounamatadesetasaltroncodeunárbol.En cambio, era el germen de que brotara el tronco vigoroso y soberbio deGruff y Tackleton; y bajo su ruinoso techo el antepenúltimo Gruff habíafabricado en pequeña escala juguetes para toda una generación de niños yniñasdesutiempo,que,empezandoporjugarconellos,habíanconcluidopordesmontarlosyromperlosantesdeirsealacama.

HedichoqueCaleby su hija ciegavivían allí;más exacto sería afirmarque el morador era Caleb, pero que su pobre hija tenía otra residencia, unpalacio de hadas adornado y amueblado por Caleb, en cuyo recinto lanecesidad y la estrechez eran completamente desconocidas, en cuyo recintojamás pudieron penetrar las angustias de la vida.No obstante,Caleb no eraningúnhechicero;erasencillamenteunmaestroconsumadoenlaúnicamagiaquelasedadesnosconservaron:lamagiadelamorabnegadoeimperecedero;lanaturalezahabíadirigidosusestudiosylehabíacomunicadoelartedehacermilagros.

Lacieguecitanosupojamásquelostechosamarilleaban,quelasparedesestabanmanchadas y dejaban al descubierto grandes extensiones de yeso, yque las vigas carcomidas se hundían cada vez más. La cieguecita no suponuncaqueelhierroseenmohecía,quelamaderaibapudriéndose,queelpapelse gastaba y que la misma casa perdía insensiblemente su forma, susdimensionesysusproporcionesregulares.Lacieguecitanollegóasaberqueencimadelaparadornohabíamásqueunamiserablevajilladebarro;queelpesaryeldesalientoreinabanenlacasayquelosescasoscabellosdeCalebseblanqueabanmásymásantelosojosapagadosdesuadoradacompañera.Lacieguecita ignoró constantemente que la mísera pareja tenía un amo frío,exigente, insensible; en una palabra, no supo jamás que Tackleton fueseTackleton.Lacieguecitacreía,porelcontrario,queTackletoneraunhombreoriginal, que gustaba de embromarlos, y que, desempeñando con respecto aelloselpapeldeángeldelaguarda,rechazabatodamuestradereconocimiento

quepudiesenofrecerle.

Y todo, todo se lo debía la cieguecita a Caleb, todo se lo debía a suexcelentepadre.PeroCalebteníatambiénungrilloensuhogar;ymientrasélescuchabamelancólicamentesucanto,cuandolaniñaciegayprivadayadesumadreeramuypequeñitatodavía,elbuenespíritudelhogarlehabíainspiradolaideadequeelgraninfortuniodesuhijacasipodríaserconsideradocomounamerceddelcielo,quepermitiríallevarlafelicidadasuexistencia.Porqueesdesaberquelosgrillosformanunatribudeespírituspoderosos,aunquelagente que con ellos se relaciona lo ignore casi siempre; y en el mundoinvisible no existen, a buen seguro, voces más dulces y verdaderas, sobrecuyas inflexiones se pueda contar con más fundamento y que nos den contantafrecuenciaconsejossuavesytiernos,quelasvocesdequesesirvenlosespíritusdelrincóndelfuegoydelhogardomésticoparacomunicarseconelgénerohumano.

Calebysuhija trabajaban juntosensu tallerhabitual,opormejordecir,pasabanencerradosenéltodalavida.Lahabitacióneraciertamentemuyrara.Veíanse en ella casas terminadas y sin terminar para muñecas de todos losrangos:moradasdearrabalparalasmuñecasdecondiciónmodesta;viviendascompuestas de una sola habitación, con su correspondiente cocina, para lasmuñecasde las ínfimasclases sociales; suntuosospalaciospara lasmuñecasdel granmundo.Algunas casas estaban amuebladas ya, siempre de acuerdocon la condición y fortuna de las muñecas que las habitaban; otras podíanquedarloenunmomentodelamaneramásricaydispendiosaamediarunsoloaviso; bastaba tomar lo necesario de los estantes cargados de sillas, mesas,sofás,camasytodoloqueconstituyeunmobiliariocompleto.Lospersonajesdelaaltanobleza,loshidalgosdeprovinciayelpúblicoengeneral,aquienesestaban destinadas tales habitaciones, yacían acá y acullá tendidos en loscestos, con los ojos inmóviles dirigidos al techo; pero sus rangos estabanmarcados, y cada individuo había sido colocado en el lugar que lecorrespondía.Laexperiencianosdemuestracuándifíciles,pordesgracia, laperfecta colocación en la vida real; pero los fabricantes demuñecas fueronsiempre mucho más hábiles que la naturaleza, que suele aparecer confrecuenciatancaprichosaeimperfecta.Losfabricantes,enlugardeatenersealasdistincionesarbitrariasdelaseda,laindianaolostejidos,habíanañadidoseñaladasdiferencias,segúnlasclases,quenopermitíanconfusiónalguna.Demodo,quelailustremuñecadealtolinajeteníamiembrosdeceradesimétricaperfección;enelsegundogradodelaescalasocialseempleabaelcueroyenelgradoinferior losretazosde telagrosera.Encuantoa lasgentesvulgares,teníanfósforosenlugardepiernasybrazos.Porconsiguiente,cadamuñecaseencontrabadefinitivamenteestablecidaensuesferaysinposibilidaddesalirnuncadeella,graciasaestasdisposicionespositivas.

Además de lasmuñecas, la habitación de Caleb Plummer contenía grannúmerodevariadasmuestrasdesu industria; taleseran lasarcasdeNoé,enlas cuales cuadrúpedos y volátiles aprovechaban el recinto lo que no esdecible;veíaselesunossobreotroscon inauditaconfusión,sinperderelmáspequeñoespacio.Porunalicenciapoética,pintorescayvaliente,casitodaslasarcasdeNoéteníanaldabonesenlapuerta,apéndicespoconaturalesquizá,encuantoparecíansuponervisitasmatinalescomoladelcartero;perosehabíanpuestoconelfindequenadafaltasealexteriordeledificio.Veíansetambiénen la habitación de Caleb Plummer docenas de melancólicas y diminutascarretas, cuyas ruedas exhalaban triste música al girar; muchos violines,tamboresyotrosinstrumentosdetortura;grandesmasasdecañones,escudos,espadas, lanzas y fusiles; saltimbanquisminúsculos con calzones rojos, queatravesabanincesantementeacuálmejoraltasbarrerasdecintasrojasycaían,alotrolado,decabeza;ancianosdeaspectorespetable,pornodecirvenerable,quesaltabanconstantementecomo locosporencimadeclavijashorizontalesqueaestefinhabíansidoclavadasensuspropiaspuertas.Veíanseanimalesdetodas suertes; particularmente caballos de todas las razas, desde el cilindrosalpicadosostenidoporcuatroestacasconunapanojaenvezdecrin,hastaelcaballo saltador pur sang animado de indomable ardor. Hubiera sido difícilenumerar todas las figurasgrotescas,siempreprontasacometer losmayoresabsurdosmedianteunavueltademanubrio.Nohubierasidofácilcitaralgunalocurahumana,algúnviciooalgunadolencia,cuyotipomásomenosexactono se hallase en la habitación de Caleb Plummer. No quiere decir esto queCalebhubieserecurridoaformasexageradas,porquenosenecesitangrandesmanubrios para hacernos ejecutar en elmundo a todos, hombres ymujeres,vueltasmuchomásrarasquelasdeljuguetemásextravagante.

Enmediodetanheterogéneosobjetos,Calebysuhijatrabajabansentados;lapobreciegaarreglabaunamuñecayélpintabaybarnizabalafachadaconcuatroventanasdeunhotelitoburgués.

Las zozobras que reflejaba la expresión del rostro de Caleb; su aspectosoñadorydistraído,quehubierasentadoperfectamentea la fisonomíadeunalquimista o de un adepto de las ciencias ocultas, formaban a primera vistaextraño contraste con la trivial naturaleza de sus ocupaciones y de lasfrivolidades que le rodeaban. Pero por más triviales que sean los objetos,cuandoseinventanyejecutanparaganarelpandecadadía,tomanuncaráctermuyserioygrave;y,además,nopodríaasegurarosquesiCalebhubiesesidolord chambelán, o miembro del Parlamento, o jurisconsulto, o especulador,hubiesejuzgadomenosfrívolossusnuevosjuguetes,alpasoqueesindudablequelossuyoseranmásinofensivos.

-¿Demodo que estabais fuera, amerced de la lluvia, ayer por la noche,padremío,conelhermosotrajenuevo?-preguntólahijadeCalebPlummer.

-Conmi traje nuevo -respondió éste, dirigiendo una rápidamirada haciauna cuerda, de la cual colgaba la tela de embalaje que describimos antes,puestacuidadosamenteasecar.

-¡Cuántomegustaquelohayáiscomprado,padremío!

-¡Y a un sastre tan celebrado! Un sastre enteramente a la moda. Esdemasiadohermosoparamí.

Lacieguecitainterrumpiósutrabajoyseechóareírdetodocorazón.

-¡Demasiado hermoso, padre mío! ¿Acaso puede haber algo demasiadohermosoparavos?

-No obstante, casi me da vergüenza usarlo -dijo el anciano, espiando elefecto que sus palabras producían en el rostro radiante de su hija-; puedescreerlo.Cuandooigoagrandesypequeñosquedicendetrásdemí:«¡Vayaunencopetado!»,noséquécaraponer.Yayerporlanocheunmendigonoqueríasoltarme, obstinado en perseguirme mientras yo le aseguraba que era unhombrevulgar:«No,no;vuestrohonornomeconvencerádesemejantecosa.»Experimenté verdadera confusión y creí en verdad que no tenía ningúnderechoalusodetanhermosotraje.

¡Cuánfelizeralacieguecita!¡Quéalegría,quétriunfoparaella!

-Os veo, padre mío -dijo cruzando las manos-, tan claramente como situviese losojos,cuya faltanosientonuncamientraspermanecéisami lado.Untrajeazul...

-Azulclaro-dijoCaleb.

-Sí,sí;azulclaro-exclamólajovenlevantandosuradiantefaz-:delcolorquemeacuerdohabervistoenelcielo...Unhermosotrajeazulclaro...

-Amplioycómodo-añadióCaleb.

-¡Sí,amplioycómodo!-repitiólacieguecita,riendoacarcajadasuelta-.¡Yllevando este traje, padremío,me parece veros con vuestramirada gozosa,vuestracarasonriente,vuestropasoligero,vuestroscabellosnegrosyvuestroaspectotanjovenytanbello!

-¡Basta,basta!-dijoCaleb-.Voyavolvermevanidoso.

-Creo que lo sois ya -exclamó su hija, dirigiéndole, en medio de suregocijo, una señal llena de malicia-. ¡Os conozco, padre mío! ¡Lo headivinado!¿Loveis?

¡PobreCaleb!Noteníagransemejanzaconelretratodelineadoporsuhijamientraspermanecíaensumíserasillacontemplandoaladesdichada.

Su hija había hablado del paso ligero deCaleb, y en lo que a esta parte

concernía tenía razón.HacíamuchosañosqueCalebnohabía atravesado lapuerta una sola vez con su paso natural, lento y pesado, sino con un pasoficticio,destinadoaengañareloídodesuhija;ynien lasocasionesenqueestuvieramásamargadosucorazónhabíaolvidadolamarchaligera,calculadaparahacermás ligera también la vidade suhija ymás fácil suvalor. ¡SóloDioslosabe!Peroyocreo,pormiparte,queelvagoextravíoquereinabaenlasmaneras deCaleb, era en parte originado por la ficción en que se habíavoluntariamentecolocado,enunióndetodoslosobjetosquelerodeaban;porlaficcióndeaquellaperpetuacomediaaquesecondenaraporamorasuhija.Forzosamenteelpobrehombrecitohabíadeconservarsuaspectoextraviado,despuésdetantosesfuerzoshechosdurantelargosañosconelfindedestruirsupropiaidentidadyladetodoslosobjetosqueleinteresaban.

-Estáconcluida-dijoCaleb,retrocediendounpasoodosparajuzgarmejorelméritodesuobra-,ytanpróximaalarealidadcomocincuentacéntimosaunapiezadediezsueldos.¡Lástimaquelafachadadelacasaseabradeunasolavez!¡Sipudiésemosponerunaescaleraypuertasregularesparapenetrarencadahabitación!...Heaquílosinconvenientesdeloficio;pasolaexistenciaenteraforjándomeilusiones,engañándomeamímismo.

-Habláisenvozmuybaja,padremío.¿Estáisfatigado?

-¡Fatigado! -repitió Caleb con vivaz empuje-. ¿Qué podría fatigarme?Nuncamefatigué,Berta.¿Quéquieresdecirconestaspalabras?

Yparadarfuerzaincontestableasusasercionesseinterrumpióasímismoen el momento en que involuntariamente iba a imitar a dos figurillasbonachonas que levantaban los brazos y bostezaban sobre el tapete de lachimenea,imágenesperfectasdelhastíoeternodesdelapuntadelospieshastalapuntadeloscabellos;yluegoempezóatararearelestribillodeunacanción.Lacanciónerabáquica;unapicardíaalamayorhonradelvinoespumoso,yCaleblaentonóconvoztansorprendente,contannotableanimación,queelgozoso canto hacía resaltar mil veces más la delgadez y la congoja de susemblante.

-II-

-¿Qué es esto? ¿Pues no me ha parecido oíros cantar? -dijo Tackletonasomandolacabezaporlapuerta-.¡Continuad!¡Continuad!Yonotengoganadecantar.

Enverdad,nadiehubierapuestoendudasuaserto.Notraíacaradecantarcancioncillas.

-Noseríayoquiensepermitiesecantar -dijoTackleton-.Meencantaquepodáis hacerlo vosotros. Espero que la canción no estorbará vuestra tarea,aunquenosobreeltiempoparahacerambascosasalavez.

-¡Sipudiesesverle! -murmuróCalebaloídode suhija-. ¡Cómoguiñaelojo,Berta!¡Nohevistohombremásgracioso!Sinoleconocieras,llegaríasacreerquehablaenserio,¿verdad?

Lacieguecitasonrióeinclinólacabezaafirmativamente.

-Cuando un pájaro sabe cantar y no quiere, hay que forzarle, según elproverbio-gruñóTackleton-;perocuandounmurciélago,quenosabecantar,quenodeberíacantar,cantaapesardetodo,¿quéhayquehacerle?

-¡Quémiradas tanpicarescasnosdirigeeneste instante!-dijoCalebasuhija-.¡Cielosanto!

-¡Siemprealegre,siempredebuenhumorcuandovieneavernos!-exclamóBerta,sonriendo.

-¡Ah!¿Estáisaquí?-respondióTackleton-.¡Pobreidiota!

Lacreíarealmenteidiota;ysefundabaparacreerlo,seaporinstintooporreflexión,enelamorqueellaleprofesaba.

-Pues bien; puesto que estáis ahí, ¿cómo os encontráis? -preguntóTackletoncontonomalhumorado.

-¡Bien,muybien!Tan felizcomopodáisdesear, tan felizcomoquerríaishaceratodoelmundo,sidependiesedevos.

-¡Pobreidiota!-murmuróTackleton-.¡Niunasomoderazón,nielmenorasomo!

Lacieguecitaletomólamanoylabesó;laestrechóunmomentoentrelassuyas,yapoyóenellasumejilla tiernamenteantesdesoltarla.Huboenestacariciatantoafecto,unaexpresióntanvivadereconocimiento,queelmismoTackleton seconmovióhastaelpuntodedecir conungruñidomenosbrutalquedecostumbre:

-¿Quétenéis?

-Lacoloquéalladodemialmohadahastaquemefuiadormirayerporlanocheylasoñé.Luego,cuandoeldíahallegado,allevantarseelSolentodosuesplendor...,elSolrojo,¿verdad,padre?

-Rojo mañana y tarde, Berta -respondió el pobre Caleb, dirigiendo unamiradallenadeprofundatristezaaTackleton.

-AllevantarseelSolymientrassubrillanteluz,conlaquetemosiempretropezar, ha entrado en la habitación, hacia la luz he colocado el pequeño

arbusto,bendiciendoalcieloquehacreadocosastanlindas,yavosquemelasenviáisparahacermedichosa.

«¡Loca desatada! -pensó Tackleton-. Pronto llegaremos a la camisa defuerzayalasesposas.¡Progresamos,progresamos!»

Caleb,conlasmanosjuntas,lanzabamiradasvagarosas,mientrashablabasuhija,comosirealmentesepreguntase-ycreoqueasíera-siTackletonhabíahecho algo para merecer la gratitud de Berta. Si al pobre Caleb, en aquelinstante,selehubieseconcedidolibertadcompletaparaescogerentreechardesu casa a puntapiés al comerciante de juguetes, o caer a sus plantasreconociendo susmercedes, creo que se hubiera podido apostar por los dosextremos con las mismas probabilidades de acierto. No obstante, sabíaperfectamentequeeraélmismoquienconsuspropiasmanoshabíatraídoasucasatancuidadosamenteelrosalparasuhija,yqueeransusmismoslabioslosquehabíanforjadoesteengañoparaborrarensuhijalamenorsospechadelasprivaciones numerosas, infinitas, que se imponía diariamente para ofrecerlealgunosgocesmás.

-Berta -dijo Tackleton afectando calculadamente un poquillo decordialidad-,acercaos.

-¡Oh, me acercaré a vos sin ir a tientas! -respondió Berta-. No tenéisnecesidaddeguiarme.

-¿Queréisqueosdigaunsecreto?

-Loquiero-respondióconentusiasmo.

¡Cuán radiante, cuán espléndida se puso aquella cara hundida en lastinieblas! ¡Qué aureola tan luminosa rodeó a aquella cabeza en posturainterrogante!

-Éste es eldía enque lapequeña... ¿Cómose llama? laniñamimada, lamujerdePeerybingle,osharálavisitahabitualparadisfrutarsuextravagantemerienda, ¿verdad? -añadióTackleton con pronunciada expresión de desdénhacialaagradableexpansióntradicional.

-Sí,eshoy-respondióBerta.

-Asíme lo ha parecido -repusoTackleton-. Pues bien; quisiera ser de lapartida.

-¿Looís,padremío?-exclamólacieguecitaenajenadayfueradesí.

-Sí,sí,loheoído-murmuróCalebconmiradafijadesonámbulo-;peronolocreo.Seráunadetantasilusionesquemecomplazcoenforjar.

-No; veréis... Es que... deseo aproximar un poco los Peerybingle aMayFielding...Querríaqueserelacionasen...¡VoyacasarmeconMay!

-¡Casaros!-exclamólacieguecitaalejándosebruscamentedeél.

-¡El diablo confunda a la idiota! ¡Ya preví que no podría hacerlecomprendermiidea!Sí,Berta,mecaso.Laiglesia,elministro,elsacristán,elpertiguero, la carroza de cristales, las campanas, el desayuno, la torta de lanovia,lascintasdeseda,losclarinetes,lostrombonesytodoelalboroto;unaboda,¿entendéis?,unaboda.¿Sabéisbienloqueesunaboda?

-Losé-dijolacieguecitadulcemente-,locomprendo.

-¿Deveras? -murmuróTackleton-. ¡Gran fortuna!Puesbien;he aquíporquédeseoserdelapartidaytraerconmigoaMayysumadre.Osenviaréporlamañanaalgunacosilla,unapiernafríadecarnero,uotragolosinacualquieradelamismaclase.¿Meesperaréis?

-Sí-respondióBerta.

Habíadejadocaerlacabezasobreelpechoysehabíavueltohaciaelotrolado;ypermanecíaenestaposturaenpie,conlasmanosenlazadas,inmóvilysoñadora.

-No creo queme esperaréis -murmuróTackleton echándole unamirada-.Parecequelohayáisolvidadotodo.¡Caleb!

-Supongo que puedo atreverme a creer que estoy aquí -pensó Caleb-.¡Señor!

-ProcuradqueBertanoolvideloquelehedicho.

-¡Oh,notemáis!Noolvidanunca.Eslaúnicacosaquenosabehacer.

-Cada cual llama cisnes a sus gansos -gruñó el comerciante de jugueteslevantandoloshombros-.¡Pobrediablo!

Después de esta observación maligna, emitida con actitud de soberanodesprecio,GruffyTackletonseretiraron.

Bertapermanecióenelmismolugarenqueél lehabíadejado,entregadaporcompletoasustristespensamientos.Laalegríahabíadesaparecidodesusemblante brumoso, lleno ya de profunda melancolía. Tres o cuatro vecessacudió la cabeza como si llorase el recuerdo de un bien perdido; pero susdolorosasreflexionesnoencontraronpalabraalgunaconqueexpansionarse.

Caleb,porsuparte,estabaocupadodesdealgúntiempoenfijarauncocheuntirodecaballospormediodeunprocedimientoexcesivamentesencillo,queconsistíaenclavarelarnésenlacarnevivadelanimal.Terminabaya,cuandosuhijaseaproximóasuescabeldetrabajoysesentóasulado,diciendo:

-Padremío,conozcoquehevueltoacaerenlasoledadyenlastinieblas.Necesitomisojos,misojospacientesyprontosatodashoras.

-Helosaquí-respondióCaleb-,prontosenverdada todashoras.Sonmástuyosquemíos,Berta,ypuedesdisponerdeellosencualquier instante.¿Dequémodopuedenserteútilestusojos?

-Miradalrededordelcuarto.

-Yaestoylisto-dijoCaleb-.Dichoyhecho,Berta.

-Describídmelo.

-Estácomosiempre -notóCaleb-, sencillo,peromuycómodo.Losvivoscolores de las paredes, las flores brillantes de los platos, la madera, queaparecelimpiaybrillantedondequieraquehayavigasytableros,yelconjuntodealegríayaseodelacasaledanunaspectolindísimo.

Enefecto:lacasaestabaaseadayalegreenelespacioaquepodíallegarlamanodeBerta;peroenningunaotrapartesenotabaalegría,niaseoposible,enelantiguosoportalagrietadoquelaimaginacióndeCalebtransformabaporartedeencantamiento.

-Lleváis la ropa de trabajo y no estáis vestido tan elegantemente comocuandolleváiselvestidonuevo-dijoBerta,tocandoasupadre.

-Notanelegantemente-respondióCaleb-;peroyaestoybienasí.

-Padremío-dijolacieguecitaacercándoseleypasándoleelbrazoalrededordelcuello-;habladmedeMay.¿Esmuyhermosa?

-Sí,ciertamente-dijoCaleb.

Yeraverdad.PocasvecesCalebtuvoquerecurrirmenosasuimaginación.

-Tienecabellosnegros-añadióBerta,pensativa-,másnegrosquelosmíos.Suvozesdulceyarmoniosa,losé;muchasvecesmehecomplacidooyéndola.Sutipo...

-¡Nohay en toda la habitación unamuñeca que pueda comparársele! ¡Ysusojos!...

Pero se detuvo, porque Berta se había colgado más estrechamente a sucuello,yelbrazoquelerodeabalehizosentirunapresiónconvulsiva,de laquecomprendiócondemasiadaclaridadelsignificado.

Tosióunmomento,dioalgunosmartillazosasuscaballitosvivarachos,yvolvió a tararear la canciónbáquicadelvino espumoso,que era su infaliblerecursoensemejantesdificultades.

-¡Nuestro amigo, nuestro padre, nuestro bienhechor!Nuncame cansodeoírhablardeél.¿Querréiscreerlo?¡Nuncamecanso!

-No;claroestá-respondióCaleb-,yconrazón.

-Sí,sí,conrazón-exclamólacieguecita.

Ypronunciócontantocalorestaspalabras,queCaleb,apesardelapurezade sus intenciones al engañar la simplicidad de su hija, no osómirarla a lacara; bajó, por el contrario, los ojos, como si Berta hubiese podido leer enellossuficción.

-Pueshabladmedeél,queridopadre-dijoBerta-,unavezyotra.Surostrobenévolo,bueno,tierno,honrado,llenodefranqueza;estoyseguradeello.Elcorazóngenerosoqueprocuraocultartodassusbondadesbajolaaparienciadelarudezaydelmalhumor,debehacersetraiciónencadaunadesusmiradas.

-Cosaqueleennoblece-añadióCalebcontranquiladesesperación.

-Queleennoblece-repitiólacieguecita-.¿TienemásedadqueMay?

-Sí-dijoCaleb,comoapesarsuyo-.EsalgomásviejoqueMay.Peronoimporta.

-¡Sí,sí,padremío!Sersupacientecompañeraenladolenciadelavejez,suguardiana atenta en la enfermedad, su amiga fiel en el sufrimiento y en laaflicción,trabajarporélignorandolafatiga,velarporél,consolarle,sentarsejuntoasucama,hablarlecuandoestédespierto¡quéprivilegiostandichosospara su mujer! ¡Qué ocasiones para probarle toda su fidelidad y surendimiento!¿Lacreéiscapazdehacertodoesto,padremío?

-Sindudaalguna-respondióCaleb.

-Si es así, amo a May, padre mío; ¡puedo amarla con toda el alma! -exclamólacieguecita.

Ypronunciandoestaspalabras,apoyósupobresemblante,privadodeluz,enelhombrodeCaleb,llorandodetalmanera,queéstequedócasipesarosodehaberlacausadounafelicidadacompañadadetantaslágrimas.

-III-

Nohubopoco alboroto al día siguiente en casa de JohnPeerybingle.Laseñora Peerybingle, naturalmente, no podía dirigirse a lugar alguno sin elchiquitín,ysenecesitabaalgúntiempoparacargarconél.Noquieredecirestoque la señora Peerybingle se hubiese de preocupar mucho de la susodichamercancía bajo el doble aspecto del peso y del volumen; pero eranindispensables para realizar semejante operación una multitud infinita decuidados y de precauciones sucesivas. Por ejemplo, cuando se hubo llegadopaso a paso a cierto punto de su toilette, en cuyo punto hubierais podido

suponerrazonablementequecondosotrestoquesmásnadalehubierafaltadoparaconsiderarsecomounodelosmuñecosmejorempaquetadosdelorbe,yapuntodedesafiarvalientementealmundoentero,huboqueponerledeprontoungorrode franelayconducirlea lacuna,haciéndoledesaparecerentredossábanasporespaciodeunahora.Arrancáronleluegoaeseestadodeinaccióny apareció coloradote y dando gritos atroces. Hiciéronle tomar... ¡vaya!,preferiría, sime lopermitieseis,hablardeunmodogeneral...,unpiscolabis;despuésdelocualsefueadormirdenuevo.LaseñoraPeerybingleaprovechóeste intervalo para ponerse tan rozagante como la que más; y durante estabrevetreguamissSlowboyvistioseuntrajecillodeformatansorprendenteeingeniosa, que no parecía haber sido confeccionado para ella ni paramujeralguna; era una cosa estrecha que caía en forma de orejas de perro, sinparecerseaningúnotrotrajeysinningunarelaciónconcualquieraotraprendadevestir.Luego,elchiquitín,vueltodenuevoa laexistencia, fueembozadopor los esfuerzos reunidos de la señora Peerybingle ymiss Slowboy, en unmantodecolorcrema; luego lepusieronunagorritade indianaen formadetarta.Terminadosestospreparativos,bajaronlostreshastalapuerta.Porciertoque el caballo había ya ganado con creces el importe de su trabajo diario,llenandoelsuelodeautógrafosimpacientes,mientraslejosdeél,perdiéndoseenlaobscuridad,elimpetuosoBoxersevolvíahaciasucamaradacomosileinvitaseapartirsinaguardarlaordendesuamo.

PococonoceríaisalhonradoJohnsicreyeseisquesenecesitóunasillauotro objeto semejante para ayudar a la señora Peerybingle a subir al carro.Antesquehubieseistenidotiempodeverlaensusbrazos,estabayasentadaensusitio,frescaycolorada,ydecía:

-¿Enquépensáis,John?AcordaosdeTilly.

Sisemepermitiesehablardelaspiernasdeunajoven,notaría,apropósitode las de Tilly Slowboy, que, a causa de una fatalidad singular, estabanexpuestassintreguaatodogénerodeaverías,yquesudueñanoefectuabaelmenormovimientodeascensoodescenso sin trazarseenellasuna raya,delmismo modo que Robinsón Crusoe señalaba los días en su calendario demadera. Pero como estas reflexiones podrían parecer inconvenientes, lasguardaréparamí.

-John -prosiguióDot-, ¿habéis tomado el cesto que contiene el pastel dejamón, algunas otras cosillas y las botellas de cerveza? Si no lo habéisrecogido,tenemosquevolverenseguida.

-Me gusta la cachaza que tenéis -dijo el mandadero- de hablarme dedesandarelcamino,despuésdehabermehechoretrasarmásdeuncuartodehora.

-Losientomucho,John-repusoDotmuy turbada-;perodeningúnmodo

meatreveríaapresentarmeencasadeBerta...,deningúnmodo,John...,sinelpasteldejamón,lasdemáscosillasylasbotellasdecerveza.¡Soo!...

Laúltimapalabrasedirigíaalcaballo,quenohizoelmenorcaso.

-¡Deteneos,John,oslosuplico!-exclamólaseñoraPeerybingle.

-Podríais pedir que me detuviese -respondió John-, si hubiese olvidadoalgo.Elcestoestáenelcarruaje,enlugarseguro.

-¡Qué corazón de monstruo tenéis, John! ¡Y no habérmelo dicho enseguida! Por todo el oro del mundo no hubiera ido a casa de Berta sin elpastel, las demás cosillas y las botellas de cerveza. Invariablemente, cadaquincedías,desdequenoscasamos,celebramosconCalebysuhijanuestrasfiestecillas. Si cualquier incidente turbase su regularidad, me parecería unfunestopresagio.

-Vaya, no tuvisteis mala idea el día en que se os ocurrió iniciar estacostumbre-dijoelmandadero-,yestooshonra,mujercita.

-QueridoJohn-respondióDotruborizándose-,nodigáisestascosas.¡Cielosanto!

-Apropósito-observóelmandadero-,eseanciano...

NuevaturbaciónporpartedeDot,yporciertomuyvisible.

-Es extraño, muy extraño -prosiguió John mirando hacia adelante-. Nopuedoexplicármelo.Sigosuponiendoquenadahemosdetemerdesuparte.

-No, no, de ningún modo... Estoy...,estoy enteramente segura de suhonradez.

-¿Deveras?-preguntóelmandadero,dirigiéndolesumirada,atraídaporlavivacidad de su lenguaje-. Me satisface que estéis tan convencida de ello,porque confirmáis mis ideas. De todos modos, es muy curioso que se leocurriesepedirnoshospitalidad.¡Sevencosastanrarasenelmundo!

-¡Quécosastanraras!-repitióDotenvozbaja,tanbajaqueapenasseoía.

-A pesar de todo, es un viejo gentleman -añadió John-, que paga comobuengentleman;demanera,quebiencreoquepuedafiarseunodesupalabracomodelapalabradeungentleman.Estamañanaheconversadolargamentecon él; me entiende mejor, lo cual, según dice, es debido a que se vaacostumbrandoamivoz.Mehahabladomuchodesímismo.¡Quépreguntastan particulares me ha hecho! Le he dicho que yo hacía dos viajes, comosabéis,obligadopormioficio;undía,aladerecha,salidadecasayvuelta,yaldíasiguientealaizquierda,salidadecasayvuelta-porqueélesextranjeroydesconoce los nombres de los pueblos-; me pareció quedar satisfecho. «Demodoqueestanochevolveréacasa-mehadicho-siguiéndoosavos,siendo

así que creía, por el contrario, que hoy tomaríais el camino opuesto. ¡Muybien!Quizáosmolestetodavíarogándoosquemeofrezcáisdenuevounlugaren vuestro carruaje; pero me comprometo a no caer otra vez en sueño tanprofundocomoelpasado».Porque,loqueeslaotravez,dormíaprofun...¿Enquépensáis,Dot?

-¿Enquépienso?Os...os...escuchaba.

-¡Bien,bien! -dijo elmandadero-.Temí, al vervuestro aspectodistraído,haberhabladocontantoexceso,queoshubiesellevadoapensarenotracosa.Heestadoapuntodecreerlo.

Dotnorespondióniunasolapalabra,yelcarruajesiguióporalgúntiempoavanzandoensilencio.PeronoeracosafácillamudezenelcarruajedeJohnPeerybingle, porque cuantos pasabanpor su camino tenían algoquedecirle,aunquesólofueseun«¿Cómoestáis?»,yrealmente,nosolíandecirlecosasdemucha más importancia. Y era necesario responder con toda la cordialidadposible, no sólo con una inclinación de cabeza o una sonrisa, sino con unsaludable ejercicio de pulmones, ni más ni menos que si se tratase de undiscursodegrandesalientos,pronunciadoenlaCámara.Algunoscaminantes,peatonesojinetes,acercábanseaunoyotroladodelcarro,marchandoasíunratoparacharlar,yentoncessehablabadelolindodeunayotraparte.

Luego,Boxerdabalugaraamistososreconocimientosrecíprocosmejordelo que hubieran sabido hacerlomedia docena de cristianos. Todo elmundoconocía al perro, especialmente las gallinas y los cerdos, que al notar queBoxer se aproximaba, mirando de soslayo, con las orejas levantadas paraescuchar junto a las puertas y con la extremidad de la cola en forma detrompeta,retirábanseinmediatamentealoslugaresmásescondidosdelacasa,sin aguardar el honor de trabar con él más íntimo conocimiento. Boxer secuidabadetodo:seperdíaenlosmásinsignificantesrecodos,mirabaelfondodelospozos,penetrabacongranempujeenelinteriordelaschozas,saliendoluegoconlamismapetulancia;hacíairrupciónenlascasasdelosmaestrosdeescuela, aterrorizaba los palomos, hacía encrespar la cola de los gatos y sepaseaba por los figones como persona bien enterada de los alrededores delcamino.

Dondequieraquefuese,seoíaunavozquedecía:«¡Ea,aquíestáBoxer!»,yeldueñodelavozsalíaenseguida,acompañadodedosotrespersonasporlomenos,parasaludaraJohnPeerybingleyasulindamujercita.

Los fardos y los paquetitos colocados encima del carruaje de John eranmuynumerosos,porcuyomotivoelmandaderosedeteníaconfrecuenciaparaentregarorecibir.Yestosmomentosnoconstituían,porcierto,lapartemenosagradable del viaje. Algunos esperaban los paquetes con gran impaciencia;otrossemaravillabanalrecibirlos,ylosdemásallánocesabanderecomendar

especialmentesuspaquetes.ElmismoJohnsetomabauninteréstanrealportodos los paquetes, que de él resultaban frecuentes escenas de comedia.Además,Johnnopodíaencargarsedealgunosartículossinmadurareflexión,sin discusión previa; y tenían lugar entre el mandadero y los expedidoreslargas conferencias en toda regla, a las que solía asistir Boxer, haciéndosenotar en ellas por breves accesos demuy seria atención, y, sobre todo, porlargos accesos de locura en que corría como un desesperado alrededor delgrave areópago ladrando hasta enronquecerse. Dot, inmóvil en su asiento,dentro del carruaje, se entretenía con todos estos incidentes, y al mirar alexteriorformabaunlindísimocuadro,bajoelmarcodeltoldo.Demodo,quepuedo aseguraros que los jóvenes, al verla, nunca dejaban de tocarse con elcodo,mirarseunosaotros,hablarbajoyenvidiarlasuertedelfelizJohn;yelfeliz John se arrobaba al notarlo, porque estaba orgulloso de sumujercita ysabía que Dot no hacía caso de los admiradores..., aunque tampoco ledisgustaseoírles.

Elviajecitonosehacíacontiempodespejado,porquecorríaalasazónelmesdeeneroyel tiempoera fríoy rudo.Pero,¿quiénse inquietabapor tanpoco?No seríaDot, seguramente; ni Tilly Slowboy, porque para ella, ir encoche, de cualquier modo que fuese, era el supremo grado de las dichashumanas, el colmo de las esperanzas del miserable mundo; ni el niño, meatrevería a jurarlo, porque jamás niño alguno, cualquiera que fuese sucapacidadbajoestedobleaspecto,estuvomáscalientenimásprofundamentedormidoqueelbienaventuradoPeerybinglemenor,durantetodalaruta.

No sepodíadivisar grandesdistancias a consecuenciade la bruma, peroéstanoeraimpenetrablenimuchomenos.Admiraciertamenteelgrannúmerode cosas que puedenverse entre una brumamás espesa todavía que aquéllapor poco que quiera tomarse el trabajo demirar. En fin: sólo el contemplardesde el asiento las rondas de hadas y los montones de escarcha, quepermanecían aún a la sombra de los vallados y los árboles, constituía unaagradable ocupación; esto sin contar con las formas impensadas quepresentabanlosárbolesdepronto,desprendiéndosedelabrumaparahundirseen ella de nuevo. Los setos, enmarañados, despojados de sus hojas,abandonaban al viento gran número de guirnaldas marchitas; pero esteespectáculo no era entristecedor. Resultaba, al contrario, agradable, porquehacía resaltarmuchomáselatractivodeun rincóndelhogarqueposeyeraisdurante el invierno, y os hacía más hermosa la esperanza de la próximaprimavera. El río parecía aterido, pero seguía corriendo y aun corríadulcemente;sóloqueelcursoeraalgolentoytorpe,peronoimportaba;noporesosehelaríaconmenosdilacióncuandoelfríosehiciesesentircontodosurigor, y entonces todo el mundo iría allí a patinar, a resbalar, y las viejasbarcazas, aprisionadas por el hielo junto al muelle, echarían humo por laschimeneasenmohecidas,disfrutandounpocodeagradableocio.

Más lejos, en el campo, ardía un montón de yerbajos y rastrojos. Losviajeroscontemplaronel fuegodepálidoaspectoquedejabavera la luzdeldía,atravésdelabruma,yaquíyallá,laclaridaddeunallamarojiza,hastaque Miss Slowboy, a consecuencia de la observación que hizo de que «elhumo le subía a la nariz» -era su costumbre cuando algo le molestaba-, sesofocóydespertóalniño,queyanoquisovolveradormirse.

-IV-

Boxer,quesehabíaadelantadocosadeuncuartodemilla,habíayapasadolosarrabalesdelpueblo,llegandoalrincóndelacalleenquevivíanCalebysuhija.DemodoquemuchotiempoantesquelosPeerybinglehubiesenllegadoala puerta de la casa, Caleb y la cieguecita estaban en la acera dispuestos arecibirlos.

Boxer, dicho sea de paso, en sus relaciones con Berta hacía ciertasdistinciones sutiles que nos permiten creer, sin duda alguna, que conocía suceguera. No procuraba nunca llamar su atención mirándola, como solíahacerlo con los demás; siempre se acercaba a ella para darse a conocer pormediodeltacto.Ignorolaexperienciaquepudiesehaberadquiridoacercadelacegueradeloshombresodelosperros;nohabíavividonuncaconningúnciego,nielseñorBoxerpadre,nilaseñoraBoxer,niningúnotromiembrodesu respetable familia, tanto de la rama paterna como de la materna, sufriósemejante dolencia, que yo sepa. Quizá había llegado a sus conclusionessorprendentespormediodeunproceso individual; pero lo indudable esquesabíacomunicarseperfectamenteconlosciegos.Sujetó,pues,aBertaporlosbajosdesuvestidosinsoltarlapresahastaquelaseñoraPeerybingle,elniño,missSlowboyyelcestohubieronentradoenlacasaunostrasotros.

MayFieldinghabíallegadoyaconsumadre,unamujercitavieja,gruñona,de faz malhumorada, que gracias a haber conservado una cintura flexiblecomo un junco, tenía fama de haber lucido durante su juventud uno de lostalles más distinguidos de su época. Sea porque en otro tiempo se hubiesevistoenmejorsituacióneconómica,seaporconservarlaideadequehubierapodidoalcanzarlasihubiesellegadoalgoquenollegónuncayquenoparecíatener lamenor probabilidad de llegar, afectaba losmodales de las personaselegantes y adoptaba aires de protección. Gruff y Tackleton estaba tambiénallí,haciéndoseelagradableconelaspectodeunhombrequeseencuentratana sugustoy tan incontestablemente en suelementopropiocomoun salmónreciénnacidoenlacimadelagranpirámide.

-¡May, amiga del alma! -exclamó Dot, corriendo a su encuentro-. ¡Qué

felicidad!

Su amiga del alma estaba tan gozosa como la misma Dot; era unespectáculodeliciosoelqueMayyDotdieronalabrazarse.HayqueconfesarqueTackletonerahombredebuengusto:Mayeraencantadora.

Aveces, cuandoestamosacostumbradosa admirarunacarabonita, yundía la vemos por casualidad junto a otra cara bonita, la comparación nosinclinaaencontrarlaprimeravulgarysosa.Puesbien;entoncesocurriótodolo contrario, tanto por parte deDot comopor la deMay, tanto por parte deMaycomoporladeDot;porquelacaradeDothacíasobresalirladeMay,ylacara deMay la deDot, de unmodo tan natural y tan agradable que, comoestaba pronto a decir John Peerybingle al entrar en la habitación, hubierandebidoserhermanas,aserciónque,adecirverdad,parecíamuyacertada.

Tackletonhabíallevadolapiernadecarneroy,¡casoprodigioso!,unatortaa modo de extraordinario -bien podemos permitirnos un poquillo deprodigalidad cuando se trata de nuestras novias; no nos casamos todos losdías-.Uniéronseaestasgolosinaselpastelde jamóny las«demáscosillas»,comodecíalaseñoraPeerybingle,estoes:nueces,naranjas,pastelillosyotrasmenudencias.Cuandosesirviólacomida,alaquesehabíaañadidoelescotedeCaleb,queconsistíaenunaenormecazuelallenadepatatashumeantes-unaconvenciónsolemneleprohibíaaportarotroscomestibles-,Tackletoncondujoa su futura suegra al lugar preferente. Para mostrarse más digna de él ensemejantesolemnidad,lamajestuosaancianasehabíaadornadoconungorrocalculado para inspirar sentimientos de respetuoso temor a los másindiferentes.Calzabaguantes.¡Antesmorirquerenunciaralbienparecer!

Calebsesentócercadesuhija;Dotalladodesuamigadelainfancia;elmandadero se sentó al extremo de la mesa. Miss Slowboy quedómomentáneamente aislada de todo mueble que no fuese la silla en que sesentaba,afindequenotuvieseasualcanceobstáculoalgunoenquepudiesetropezarlacabezadelniño.

Como Tilly contemplase a su alrededor con aspecto asombrado lasmuñecasy los juguetes, éstosa suvez lamiraron tambiénabriendo losojosdesmesuradamente. Los ancianos de aspecto venerable -todos en plenoejercicio de cabriolas contra la puerta de sus casas- demostraban sentirparticular interés por la fiesta; parábanse a veces antes de saltar, como siescuchasenlaconversación;luegoempezabandenuevoconenergíahercúleasuextravagante saltoun sinnúmerodeveces, como si susperpetuos tumbosles causasen frenético alborozo. Lo que es muy seguro es que, por pocodispuestosqueestuviesendichosancianosaexperimentarunmalignoplacerantelacómicasituacióndeTackleton,podíanhacerloasusaborconsobradomotivo. Tackleton estaba lejos de su esfera; cuantomás alegre se sentía su

futuraencompañíadeDot,menoslegustabaelcarizdelareunión,aunqueéllahubieseprovocado.PorquehayquenotarqueTackletoneraunverdaderohaz de espinas; cuando todos reían, sin que él comprendiese la causa,sospechabainmediatamentequesereíandeél.

-¡May de mi alma! -exclamó Dot-. ¡Cómo hemos cambiado! ¡Cuántorejuvenecehablardelosfelicestiemposdelaescuela!

-Meparecequenosoismuyviejatodavía-interrumpióGruffyTackleton.

-¡Miradquémaridotengotanserio,tangrave!Añade,porlomenos,veinteañosalosmíos,¿noesverdad,John?

-Cuarenta-respondióéste.

-Yvos -continuóDot riendo-,¿cuántosañosañadiréisa losdeMay?Nopuedodecirloexactamente;peroasupróximocumpleañosnotendrámenosdeunsiglo.

-¡Ja, ja! -exclamó Tackleton, pero con una risa hueca como un tambor,acompañándoladeciertamiradadirigidaaDotqueparecíarevelarlasiniestraideaderetorcerleelcuello.

-AmigaMay -añadióDot-: ¿os acordáis de quémodo charlábamos en laescuela sobre los maridos que llegaríamos a tener un día? ¡Cuán hermoso,joven,alegreyamablequeríayoalmío!¡Yelvuestro,May!Queridamía,nosésireírollorar,alacordarmedelaslocurasdenuestrajuventud.

Maypareció estar resuelta sobre elpartidoquedebía tomar; susmejillascoloreáronsevivamente,ylaslágrimasacudieronasusojos.

-¿Yaquellos jóvenesdecarneyhuesoenquehabíamospensadoalgunasveces pasándoles revista? -continuó Dot-. ¡Cómo podíamos figurarnos elcaminoque tomarían lascosas!NohabíayopensadonuncaenJohn,abuenseguro. Y si os hubiese dicho que os casaríais con el señor Tackleton, mehubieraisadministradounlindosoplamoco.¿Noesverdad,May?

AunqueMayno lo afirmara, no lo negó; nopensóni por un instante entomartalresolución.

Tackletonreía,reíadestempladamente,o,mejoraun,gritabaenvezdereír.JohnPeerybinglereíatambién,peroconsurisahabitualfrancaybonachona,demodoquesurisaeraunmurmulloalladodelarisadeTackleton.

-Y,apesardetodo-dijoéste-,nohabéispodidoescapar,nohabéispodidoresistir.Nosotros quedamos en pie; ¿dónde están vuestros jóvenes y alegresprometidos?

-Unoshanmuerto-respondióDot-,otrosfueronolvidados.Sialgunosdeéstospudiesencomparecerantenosotras,noquerríancreerquefuésemoslas

mismasmujeres; no darían crédito a sus ojos ni a sus oídos, y no querríanpersuadirsedequeleshayamosolvidado.¡No,noloquerríancreer!

-¡Dot,Dot,mujercita!-exclamóelmandadero.

Dot había hablado con tanta vivacidad y con tanto fuego, que sin dudaJohnobróacertadamentealllamarlaalorden.Laadvertenciadesumaridoeramuy dulce, y su intervención motivada por el único fin de proteger aTackleton; pero produjo el efecto deseado, porque Dot calló sin añadir unapalabramás.Peroadvertíaseunaagitación, aunen su silencio,queel astutoTackleton observó sagazmente y conservó en su memoria para la ocasiónpropicia.

May callaba también, y permanecía inmóvil, dirigiendo los ojos al sueloconaspectode indiferencia.Perosudistinguidaseñoramadre intervinoa suvez,observandoquelasmuchachaseranmuchachas,quelopasadoerapasadoy que, «mientras la juventud sea loca y aturdida, obrará con locura yaturdimiento».Despuésdehaberpronunciadodosotresproposicionesmásdesentidonomenossólidoycarácternomenosincontestable,declaró,inspiradaporunsentimientodepiedadreconocida,quedabagraciasalcieloporhaberhallado siempre en May una hija respetuosa y obediente, de lo cual no seatribuíaenmodoalgunoelmérito,aunquetuviesesólidasrazonesparacreerque tales resultados eran debidos a su perspicacia. En cuanto al señorTackleton, dijo que, «desde el punto de vista moral, era un individuopresentable,yque,desdeciertospuntosdevista,podíadarseporsatisfechadetenerle por yerno; sería necesario haber perdido la cabeza para afirmar locontrario»-ydijolaúltimafrasecontonoaltamenteenfático-.Encuantoalafamilia en que iba a ser admitido, después de haber solicitado este honor,juzgabaqueelseñorTackletonnoignorabaquesisubolsaeraalgoreducida,no por esto tenía menos justas pretensiones de nobleza, y que si ciertascircunstancias,referentesalcomerciodel índigo-accedióadecir,aunquesinentrarenmáspormenores-,sehubiesenpresentadodedistintomodo,hubierapodidohallarsealfrentedeunagranfortuna.Hizoluegohincapiéensufirmevoluntad de no querer aludir de nuevo al pasado, ni recordar que su hija,durante algún tiempo, había rechazado las peticiones del señorTackleton, ydijoquenoqueríahablardeotrosmuchosasuntos,sobreloscualesdisertó,noobstante, largo y tendido. Por fin, resumió sus aserciones, afirmando que elresultadogeneraldesuobservaciónydesuexperiencialehacíacreerquelosmatrimoniosenquemenosentraseloquesellamaamor,enelneciolenguajede las novelas, serían los más felices, y que, por lo tanto, profetizaba almatrimonio,cuyacelebraciónseacercaba,lamayorsumaposibledefelicidad;no una de esas felicidades que brillan y desaparecen como fuego desarmientos, sino una felicidad bien establecida y sólidamente apoyada. Yterminóadvirtiendoalospresentesqueeldíasiguiente,oseaeldelaboda,era

elquemáshabíaambicionadosiempre,yqueunaveztranscurridoestedía,nodesearía más que ser embalada y expedida para cualquier benévolo yhospitalariocementerio.

Comonohabíaabsolutamentenadaqueobjetaraestasafirmaciones,felizventaja de todas las afirmaciones caracterizadas por desenvolverse en elcampode lasgeneralidades,varioseel cursode laconversación,yderivó laatencióndelosconcurrentesalpastel,alapiernadecarnero,alaspatatasyalatorta.Conelfindequenosecometieseelyerrodedejarpasarinadvertidaslasbotellasdecerveza,JohnPeerybinglepropusounbrindisenhonordeldíasiguiente,o seaelde laboda,ypidióquese realizaseantesdeproseguir suviaje.

Porque bueno es que sepáis que John no hacía más que descansar uninstanteencasadeCalebyofreceruncelemíndeavenaa sucaballo.Teníaquehacertodavíacuatroocincomillasdecamino,yporlanoche,asuvuelta,alpasarporlacasadeCaleb,entraríaabuscarasumujer,segúnelprogramadelafiesta,fielmenteobservadodesdeeldíadesuinstitución.

AdemásdeTackletonysunovia,hubodospersonasmásquehicieronpocohonor al brindis. Fue una de ellas Dot, demasiado inquieta y turbada paratomar parte en todos los incidentes de la fiesta; la otra fue Berta, que selevantóprecipitadamenteantesquelosdemásyabandonólamesa.

-¡Adiós!-exclamóelrobustoJohnPeerybingle,cubriéndoselaespaldaconsuabrigoimpermeable-.Estarédevueltaalahoradecostumbre.

-¡Adiós,John!-respondióCaleb.

Caleb pronunciómaquinalmente esta despedida y le saludó con lamanopor rutina; en aquel mismo instante observaba a su hija con una miradainquietaquenuncaalterabalaexpresióndesufisonomía.

-¡Adiós, granuja! -prosiguió el mandadero, inclinándose para besar alchiquitínqueTillySlowboy,absorbidaentoncesporelusodesutenedorysucuchillo, había colocado, dormido aún -caso raro, sin accidente alguno-, enunacasitaamuebladaporlamismísimaBerta.Adiós.¿Cuándoirásadesafiarel fríoenmi lugar, amiguito,dejandoa tupadreel cuidadode lapipay losreumatismosenelrincóndelhogar?Vaya,¿dóndeestáDot?

-¡Aquíestoy,John!-exclamócomosidespertarasúbitamente.

-¡Vamos,vamos!-continuóelmandaderodandopalmadas-,¿dóndeestálapipa?

-¡Mehabíaolvidadoporcompletodelapipa,John!

-¡Olvidarsedelapipa!¡Viosenuncacasosemejante!¡Dot,Dot,lamismaDotolvidarsedelapipa!

-¡Laarreglaréenseguida!...Prontoestarálista.

No obstante, no estuvo lista muy pronto. La pipa estaba en su lugarordinario,enelbolsillodelimpermeable,conellindobolsodetabaco,obradeDot;perolamanodeDottemblabadetalmanera,quelamujercitallegóaunestado de completa turbación, aunque, a pesar de todo, tenía la mano losuficientementepequeñaparaquepudiesesalirdeallí.Hayquereconocerquesutorpezafueinaudita.Yo,queoshabíaelogiadosuhabilidadparallenarlapipa y encenderla, he de confesar que realizó pésimamente semejantesoperaciones. Durante aquellos azarosos instantes permaneció Tackletoncontemplándola maliciosamente con su ojo entornado, y siempre que ésteencontraba a losde lamuchacha, -o los cazaba,mejor dicho, porqueno eraposiblequeningunosotrososaranafrontarle,pueseraunaverdaderatrampa-aumentabahastaelextremolaconfusióndeDot.

-¡Diosmío!Dot,¡quédesafortunadaestáshoy!-advirtióJohn-.Creoquelahubierallenadomejoryomismo.

Después de estas palabras pronunciadas sin malicia ninguna, marchóacompañado de Boxer, del caballo y del coche, que empezaronconcertadamenteunaalegremúsicaalolargodelcamino.

-V-

Caleb, pensativo aún, contemplaba a Berta con la misma expresión deestuporretratadaensucara.

-Berta -dijo por fin dulcemente-: ¿qué ha ocurrido? ¡Cuánto has variadodesde estamañana! ¡Has estado triste y silenciosa todo el día! ¿Qué tienes?Dímelo.

-¡Padre,padre!-exclamólacieguecitahechaunmardellanto-.¡Quésuertetancruellamía!

Caleb,antesderesponderle,sepasólamanoporlosojos.

-Acuérdate, Berta, de lo alegre y feliz que has vivido, siempre buena yamadadetodoelmundo.

-Estoesloquemehiereelcorazón,padremío.¡Verossiempretansolícito,tanbuenoparaconmigo!

Calebnoacertabaacomprenderla.

-Ser..., ser ciega, Berta, querida hija mía -balbuceó-, es un gran pesar,pero...

-No lo he sentido jamás -exclamó la joven-, no lo he sentido jamás, almenosensuplenitud.¡Nunca!Sóloalgunasveceshedeseadoverosyverleaél, aunque no fuesemás que un instante, un instante rapidísimo, para poderconocer, pormedio demis ojos, las imágenes que conservo aquí -y puso lamano sobreel corazón- comoun tesoroprecioso,para tener la seguridaddequenomehabíaengañado.Yalgunasveces-peroentonceseraunaniña-hellorado durante mis oraciones de la noche, pensando que vuestras queridasimágenes,quesubíandemicorazónalcielo,podíannosermuysemejantesavosotros. Pero no he experimentado por largo tiempo tales sentimientos: sedisiparonya,dejándometranquilaysatisfecha.

-Yvolveráasucederlomismoahora-dijoCaleb.

-¡Pero,padremíoqueridísimo,tiernísimopadre,sedindulgenteconmigo!¡Soytanculpable!-continuólaciega-.Noesésteelpesarquemeafligehoy.

Caleb no pudo contener las lágrimas que inundaban sus ojos, ¡tanconmovidaestabalavozdeBertaytanpatéticoerasuacento!Noobstante,nolacomprendíaaún.

-Decidle que venga -prosiguióBerta-; no puedoguardar pormás tiempoestesecretoenelinteriordemipecho.¡Decidlequevenga,padremío!

Ynotandoquesupadrevacilaba,añadió:

-LlamadaMay.

Mayoyópronunciarsunombre,y,acercándoseaBerta, le tocóelbrazo.Lacieguecitasevolvióenseguidaylecogióambasmanos.

-Miradmirostro,amigamía-dijo-.Leedenélconvuestroshermososojosydecidmesilaverdadsereflejaenél.

-Sí,Bertamía...

Lacieguecita, levantandosurostrosinmirada,alolargodelcualcorríanabundanteslágrimas,lehabléasí:

-¡No han pasado pormi alma ni un deseo ni un pensamiento que no osdeseen la felicidad,May!No conservo enmi alma un recuerdo de gratitudmayor que el recuerdo profundamente grabado en mí de las numerosasmuestrasdeatenciónquedisteisvos,quepodríaisenorgullecerosdevuestrosojosydevuestrabelleza,alapobreciegaBerta,hastacuandoéramosniñas,sies que los ciegos tienen niñez. ¡Que todas las bendiciones del cielo caigansobre vuestra cabeza! ¡Que todos sus esplendores brillen en vuestro felizcamino!

Y en este momento se acercó más a su amiga, cuyas manos estrechó,redoblandosucariño.

-¡Mealegro,osloaseguro,aunquelanoticiadequevayáisasersumujerhaya torturado mi corazón hasta destrozarlo! ¡Padre mío, May, May,perdonadmeestesentimientotannatural!¡Acordaosdetodoloquehehechoparaaligerarlaspenasdemitristeexistenciasumergidaenlastinieblas!Puesbien;apesardetodo,podéiscreerlo,tomoalcieloportestigodequenopodíadesearleunaesposamásdignadesubondad.

Mientras pronunciaba estas palabras había soltado las manos de MayFielding para cogerle el vestido, al cual permanecía agarrada en una actitudmezcla de súplica y ternura; hasta que, tomando un aspecto cada vez máshumilde amedida que avanzaba en su extraña confesión, se dejó caer a lospiesdesuamigayocultósurostrociegoenlosplieguesdelvestidodeMay.

-¡Diosmío!-exclamóCaleb,sintiendosúbitamentequelaluzdelaverdadresplandecía ante sus ojos-. ¡La he engañado desde la cuna para llegar adestrozarleelcorazón!

Afortunadamenteparatodos,Dot,laradiante,oportuna,activaydiminutaDot -porquehayquereconocerquereunía todasestascualidades,apesardetodossusdefectos,yaunquemásadelantehayáisdeodiarla-estabaallí,ysinsu presencia no puede preverse cómo hubiera terminado el lance. Dot,recobrandosuánimo,intervinoantesqueMaypudiesereplicaroCalebdecirunapalabramás.

-¡Venid,venid,queridaBerta!Venidconmigo.Dadleelbrazo,May.Muybien. ¿Veis? Ya está más tranquila y pronta a escucharnos -dijo la alegremujercitabesándolaenlafrente-.Venid,venid,queridaBerta.Yheaquíquesupadrevendráconella.¿Verdad,Caleb?

-¡Bien,bien,bravo!

Dot se conducía en estas ocasiones con tanta nobleza, que se hubieranecesitadouncorazónmuyduropararesistirasuinflujo.Cuandohubohechoacercarse al pobre Caleb al lado de su hija Berta, a fin de que pudiesenconsolarseycomunicarsevalorunoaotro -bien sabíaque sóloellospodíanconsolarsemutuamente-,volvióenunabrirycerrardeojos,frescacomounarosa,segúnsueledecirse-yaunmásfrescaqueunarosa,segúnmiparecer-,amontar laguardiaalrededorde laalmidonaditaseñoraFielding, ladelcuelloalto,ladecabezacubiertaconelgorromajestuosoylasmanosenguantadas,temiendoquelapobreviejallegaseadescubriralgúndetalleenojoso.

-Traedmeelmuñequillo,Tilly-dijoacercandounasillaalfuego-.Mientrasestésobremisrodillas,Tilly,laseñoraFieldingmedirácómodebencuidarselosniños,ymeenseñaráunaporcióndecosasqueignoroenteramente.¿Vieneusted,señoraFielding?

Ninguna rata ha caído jamás en la ratonera con la facilidad con que la

ancianacayóenellazoqueletendíaDot.LamarchadeTackleton,quehabíasalidoparadarunavuelta,ysobretodolosmurmullosdedosotrespersonashablando juntas y sin contar con ella durante dos o tres minutos,abandonándolaasuspropios recursos,hubieranbastadopara renovarsuairedoctoralyhacerleempezardenuevolaexpresióndesuspesares-quehubieradurado veinticuatro horas-, debidos a la misteriosa y fatal revoluciónacontecida en el comercio de índigo. Pero una deferencia tan señalada paraconsuexperienciacomolarecibidadelajovenmadre,fuetanirresistible,quedespuésdealgunosalardesdemodestiaempezóailuminarlacabecitadeDotcon lamejor galantería delmundo. Sentada, erguida, y junto a lamaliciosaseñoraPeerybingle,fuedándoledurantemediahoratantasrecetasinfaliblesypreceptos domésticos, que hubieran bastado -si se la hubiese creído- paraarruinar completamente la salud del pequeño Peerybingle, aunque hubiesetenidolafortalezadeSansóndesdelacuna.

Paracambiardetema,Dotsepusoacoser;nohepodidocomprendercómose las componía; pero lo cierto es que siempre llevaba en el bolsillo elcontenidodeunenormesacodelabor;luegomecióunpocoalniño;volvióala labor por breves instantes y trabó conversación en voz baja con May,mientrassumadreechabaunasiestecita;demodoque,dividiendoel tiempoasí,terminólatarde.

Por la noche, según ordenaba una de las solemnes convenciones de lainstituciónde la fiesta,Dotdebíaencargarsede losquehaceresdelhogardeBerta;demodoqueseencargódelfuego,preparólamesitadeté,arreglólascortinillas y encendió una vela. Después de todo lo dicho, tocó una o doscancionesenunaespeciedearpagroseramentefabricadaporCalebysuhija;por cierto que tocómuybien, porque laNaturaleza le había dado una lindaorejita, tan a propósito para la música, como lo hubiera sido para lospendientes,siDothubiesequerido llevarlos.Aldar lahoradel té,Tackletoncompareció para tomar una taza y pasar la noche con ellos. Caleb y Bertahabían entrado de nuevo hacía algún tiempo. El buen hombre reanudó sutrabajointerrumpido;peroapenassabíaloquesehacía,taninquietoestabaytales remordimientos sentía por la suerte de su hija.Ofrecía un espectáculoenternecedorconlosbrazoscruzados,abandonandosutrabajosobreelescabely repitiendo incesantemente: «¡La he engañado desde la cuna paradespedazarleelcorazón!»

Cuandolaobscuridadfuecompletaytodoshubierontomadoelté;cuandoDothubolavadotazasyplatos,ycuandocadarumorlejanodelacalleparecíaanunciarle,alacercarse,lavueltadelmandadero,Dotcambiódeaspecto,ysecoloreaba y palidecía sucesivamente sin poder estar quieta un solo instante.Mas no era su azoramiento comparable al que experimentan las esposasbuenas cuando creen oír llegar a susmaridos.No, no, no. Su inquietud era

muyotra.

Se oye el ruido de las ruedas, el paso de un caballo, los ladridos de unperro.Ylosheterogéneossonidosseacercanpocoapoco.

-VI-

Boxergolpeólapuerta.

-¿Dequiénesesepaso?-preguntóBerta.

-¿Quépaso?-respondióelmandaderobajoeldinteladelantandoelrostrobronceado,enrojecidocomolaflordelagranadaporelairevivodelanoche-.¡Pardiez!,eselmío.

-Hablodelotro-respondióBerta-,delhombrequeandadetrásdevos.

-No haymedio de engañarla -dijo John riendo-. Entrad, caballero, seréisbienrecibido,notemáis.

Pronunció las últimas palabras con voz ensordecedora, y, entretanto, elcaballeroancianopenetróenlahabitación.

-Elcaballeronoosescompletamentedesconocido,Caleb; lehabéisvistouna vez en mi casa. Supongo que le ofreceréis hospitalidad hasta quepartamos.

-Yalocreo,John;mehonraréteniéndoleamilado.

-Por cierto, que es el compañero más cómodo que pueda hallarse en elmundo entero, cuando hay que decir algún secreto. Tengo los pulmonesbastante robustos; pero me los pone a prueba, os lo aseguro. Sentaos,caballero.Esgenteamiga,yquesecomplaceentenerosasulado.

Después de haber dado esta seguridad al extranjero, con una voz queconfirmabaampliamenteloqueacababadedecirdesuspulmones,añadiócontononatural.

-Conunasillajuntoalachimenea,yconqueseledejeenpazparapodermirarcon toda tranquilidada sualrededor, tiene loquenecesita.Noesmuydifícilcontentarle.

Berta había escuchado al mandadero con profunda atención. Llamó aCaleb, y cuando éste hubo acercado al fuego una silla para el extranjero, lerogóque ledescribierael semblantedeéste.CuandoCaleb lohubohecho -estavezsinmentiryconescrupulosafidelidad-,hizounligeromovimiento,elprimeroquese lepudonotardesdequeentraraeldesconocido,yparecióno

cuidarsemásdelanciano.

Elmandaderoestabademuybuenhumorymásenamoradoquenuncadesumujercita.

-¡Quétorpehasestadoestatarde!-ledijopasandoalrededordesucinturasu brazo rudo,mientras ella permanecía en pie, alejada de todo elmundo-.Pero,¡noimporta!,tequierodelmismomodo.Miradhaciaallí,Dot.

Yseñalabaalancianoconeldedo.

Dotbajólosojos.Creopoderasegurarquetembló.

-Es un buen muchacho. Me ha hablado muy bien de vos. Es un buenhombre.Meessimpático.

-¡Preferiría que hubiese escogido otro tema mejor! -respondió Dot,mirandoinquietaasuderredor,especialmenteaTackleton.

-¡Untemamejor!-exclamóJohnregocijado-.Seencontraríanmuypocos.Vamos, fuera el abrigo, abajo el pañuelo, abajo la pesadamanta de viaje ypasemos agradablementemedia hora junto al fuego.Avuestros pies, señoraFielding. ¿Queréis que hagamos una partida de cientos? Estoy a vuestradisposición.¡Dot,lascartasylamesa,ytambiénunvasodecerveza,sinooslabebisteistoda,mujercita!

Su proposición se dirigía a la anciana, que la acogió con graciosaprontitud, de modo que inmediatamente empezó la partida. Al principio, elmandaderomirabaaintervalosasualrededor,sonriéndose,ollamabaaDotdevezencuandoparaque leexaminasesuscartasporencimadelhombroy leaconsejase sobre algún problema difícil. Pero como su adversaria era unajugadorarígida,unaverdaderapuritanaenestepunto,yestaba,además,sujetaalaflaquezadeponersemáspuntosdelosquehabíaganado,forzóaJohnaejercerunavigilanciatanconstante,quenolebastabansuscincosentidosparaatenderasusintereses.LascartasabsorbierondetalmodosuatenciónquenopensabaenotracosacuandounamanoapoyadaensuespaldalehizorecordarqueenelmundoexistíauntalTackleton.

-Sientomuchotenerquedistraeros;peroescuchaddospalabras.

-Yodoylascartas-respondióelmandadero-.Ésteeselmomentocrítico.

-Tenéisrazón;elmomentocrítico-respondióTackleton-.Venid.

Se reflejabaen su rostropálido tal expresión,quehizo levantarsealotroinmediatamente,preguntándoleconansiedaddequésetrataba.

-¿Quéesello?-preguntóelcarreroconairedeasombro.

-¡Chist!, JohnPeerybingle -dijoTackleton-.Yo lo sientomucho, créame.

Mehasobrecogido,perolosospechédesdeelprimermomento.

-¿Peroquépasa?-volvióapreguntarJohn.

-¡Chist!Osloenseñarésivenísconmigo.

Johnlesiguiósindecirunapalabramás.AtravesaronunpatioalaluzdelasestrellasyporunapuertecitaposteriorentraroneneldespachomismodeTackleton,a travésdecuyoscristalessedivisabaelalmacén,cerradoya.Nohabíaluzalgunaeneldespacho;peroalgunaslámparasalolargodelestrechoalmacéniluminabanlaventana.

-¡Unmomento!-dijoTackleton-.¿Tendríaustedvalorparamirarporestaventana?

-¿Porquéno?-respondióelmandadero.

-¡Sólounmomento!-insistióTackleton-.Nadadeviolencias,quedenadaservirían. Además sería peligroso. Sois un hombre muy fuerte y podríaiscometerunasesinatosindaroscuentadeello.

Miróle el mandadero, y retrocedió un paso, cual si hubiese recibido ungolpe.Deunsaltoseplantóenlaventana,yvio...

¡Qué sombra sobre su hogar! ¡Adiós, grillo fiel! ¡Esposa pérfida!Sí quevioalanciano...

Vioalanciano,¡peroquédigo!,noeraelanciano;sehabíaconvertidoenunhermosojoven,tiesocomounaI,yllevabaenlamanolosfalsoscabellosblancosquelehabíandadoentradaenelhogardeJohn.

ViocómoleescuchabaDot,al tiempoqueélseinclinabaparamurmuraren suoído.Ycómo sedejaba ceñir el talle por el brazodel galán,mientrascaminaban dulcemente hacia la entrada de la galería. Los vio detenerse yvolverellalacabeza,mostrándoleaquelrostroquetantoamaba.Yviocómoellaclavabaensufrentelavilezaconsuspropiasmanos,yriendosucandidez.

Deprontocerrósumanoconrabia,cualsihubieraabatidoaunleón.Maslaabrióapoco,ylatendióantelosojosdeTackleton-puesaúnlaadoraba-;ynobiense internaroneneldespacho, sedesplomósobreelpupitre,débilyacomounniño.

Estaba ya embozado John hasta la nariz y atareado con el caballo y lospaquetes,cuandoDotentródenuevoenlahabitaciónparapartir.

-Vamos,John.Buenasnoches,May.Adiós,Berta.

¿Cómo pudo besarlas, cómo pudo mostrarse feliz y contenta al partir?¿Cómopudoexhibirsurostrosinruboralguno?Puestodoestolollevóacaboconserenidadperfecta.Sí.Tackletonlaobservóatentamente.

Tilly hacía dormir al niño, y pasó cien veces delante de Tackletonrepitiendoconsuarrastradavoz:

-Ysaberquelasdemásseríansusmujereslesdespedazabaloscorazones,ylospadreslasengañabandesdelascunasparadestrozarsuscorazones.

-Tilly,dadmeelniño.Buenasnoches,señorTackleton.¿DóndeestáJohn?

-Quiereirapie,delantedelcaballo-dijoTackleton-,ayudándolaasubiralcarruaje.

-¡John!¡Apieydenoche!

Lasombraembozadahizounaseñalafirmativa;elpérfidoextranjeroylaniñeraestabansentadosenelcarruaje,yéstesepusoenmovimiento.Boxer,que ignoraba completamente todo lo ocurrido, corrió delante del carruaje agalope;luego,deshaciendoloandado,volvióatrás;despuéscorrióaderechayaizquierdatrazandouncírculoalrededordelcarruaje,yladrandomásgozosoytriunfantequenunca.

CuandoTackletonhubosalidoparaacompañaralaseñoraFieldingyasuhijahastasucasa,elpobreCalebsesentó juntoal fuego,al ladodesuhija,con el corazón destrozado por la inquietud y los remordimientos, ymurmurandoconstantemente:

-¡Laheengañadodesdelacunaparadestrozarsucorazón!

Los juguetes puestos en movimiento para entretener al niño se habíanparadohacíatiempo.Enmediodelsilencio,alaluzinciertadelahabitación,las muñecas, con su calma imperturbable, los caballitos, tan agitados pocoantes,conlosojosfijosylasventanasdelanarizabiertas;losancianos,antelapuerta de sus casas, medio replegados sobre sí mismos, inclinadosprofundamente sobre sus rodillas desfallecidas; los cascanueces de muecaestrambóticayhastalosanimalesquesedirigíanalarcadeparejaenpareja,comolosalumnosdeunpensionadoquevandepaseo,teníantodoselaspectodemágica inmovilidad al ver undoblemilagro: John cabizbajo yTackletonamado.

****

Tercergrito

-I-

Daban las diez en el reloj holandés situado en el rincón de la cocina

cuandoelmandaderosesentó juntoal fuego, tan turbado, tanabatidoporelpesar,queelcuclillodebióquedaraterrorizado,porquedespuésdeapresurarseadar losdiezgritosmelodiososde la hora, se hundió inmediatamente en elpalaciomorisco,cerrandoconestrépitolapuertecilladetrásdesícomosinotuviesevalorsuficientepararesistirpormástiempotandesusadoespectáculo.

Elmismosegadorcito,aunquesehubiesearmadoconlahozmáscortantedelmundoentero,nohubierapodidotajartancruelmentecomoDotelcorazóndelmandadero.

Porque era el suyo un corazón tan lleno de amor a Dot, unido tanestrechamente,tansólidamentealdeDotporlosdulcesypoderososlazosdelrecuerdo, tejido precioso, cuyas cualidades tan innumerables comofascinadorastrabajanasiduamenteparahacerlomásestrechoaún;uncorazónenqueDotsehabíaencajado,pordecirloasí,tansuaveyprofundamente;uncorazón tan sencillo y tan sincero, tan firme en suVerdad, tan reciopara elbien, tan tolerante para el mal..., que al principio no pudo albergar cóleraalgunanipensamientosdevenganza,ynohallóensímismomássitioqueeldestinadoaguardarlaimagenrotadesuídolo.

Pero poco a poco, insensiblemente, a medida que el mandaderopermanecía pormás tiempo absorbido por sus reflexiones ante el hogar, yahelado y sombrío, surgieron en su espíritu pensamientos más fieros que elvientofuriosoqueselevantaenlaobscuridaddelanoche.

Allíestabaelviajerobajosutechoestrujado.Tresescalones,yyaestabaalapuertadesudormitorio.Ungolpeycaeríaportierra.«Podríaiscometerunasesinatosindaroscuentadeello», lehabíadichoTackleton.Mas,¿porquéasesinato,dandoalvillanotiempodeaprestarsealucharmanoamano?Alfin,eraésteelmásjoven.

Eraésteunpensamientoextemporáneo, importuno,para lanegruradesuestado moral. Un anhelo rabioso que le indujera a la venganza habría detransformar la alegre mansión en un lugar maldito, al que los caminantestemeríanacercarsealpasardenoche,yenelqueveríanlostimoratos,enlasnoches sin luna,una luchade sombrasyoirían ruidosespantososdurante latempestad.

Elextranjeroteníalaventajadelajuventud.¡Sí,sí!,eraalgúnenamoradoque encontró antes que John el camino de un corazón que él no habíaconmovido jamás; algún enamorado favorecido por ella, en quien habríapensado y soñado, por quien ella habría suspirado,mientras que él la creíadichosaensucompañía...¡Cómoseentristecíasóloalimaginarlo!

Dot había subido al piso superior para meter en la cama al chiquitín.MientrasJohnseabandonabaasustristesreflexiones,solo,juntoalfuego,Dot

se puso a su lado sin que él lo notara -porque las congojas que sufría conincesantetorturalehabíanhechoperderhastalapercepcióndelossentidos-ycolocóeltabureteasuspies.JohnnosefijóenellahastaquesintiólamanodeDotsobrelasuyayvioquesumujerlemirabafijamente.

¿Con extrañeza? No. Es lo que le sorprendió al principio; y en tan altogrado,quetuvoquevolveramirarlaparaasegurarsedesunaturalidad.Noconextrañeza,sinoconunamiradacuriosayescrutadora,peronoasombrada;unamirada inquieta, seria, seguida de una sonrisa extraña, salvaje, espantosa,como si le adivinara todos sus pensamientos, y nadamás; sólo haré constarquecruzólasmanossobrelafrente,dejándosecaerloscabellos.

Aun cuando John hubiese podido disponer en aquel instante de laomnipotenciadeDios,nohabíaquetemerquehiciesecaersobrelacabezadeDotelpesodeunapluma.Tanmisericordiosoera,que lepesabamuchísimoverla tan agobiada en el taburete en que tantas veces la había contempladoalegreeinocenteconamoryorgullo;ycuandoDotselevantóysealejódeélsollozando, se sintió más calmado al ver su lugar vacío junto al suyo. Lapresencia deDot, en aquelmomento, era para él la penamás amarga a quepudiese obligársele, porque le recordaba el abismo de desolación en queacababadecaerydequémodoacabaderomperseellazosupremoqueleuníaalavida.

Cuanto más meditaba sobre este punto, más persuadido estaba de quehubierapreferidoverlaheridaantesuspropiosojospormuerteprematuraconelchiquitínenbrazos,ymásredoblabasuviolencialairacontrasuenemigo.Miróasualrededorbuscandounarma.Unfusilestabasuspendidoenlapared.

Johnlodescolgóydiounpasoodoshacialapuertadelahabitacióndelpérfido extranjero. Sabía que el fusil estaba cargado; una idea vaga de queteníaelderechodemataraaquelhombrecomoaunafiera,dominósuespírituyleinvadióporcompletocomounlúgubredemonio,desterrandotodaideadeclemenciaydeperdón.

No,noesestoloquequeríadecir.Aquellaideanodesterródesucorazóntodaideadeclemenciaydeperdón,sinoquelastransformóconarteinfernal,convirtiéndolasenaguijonesqueleestimulabanmásaún,cambiandoelaguaen sangre, el amor en odio, la dulzura en ciega ferocidad.La imagen de sumujerdesolada,humillada,perorecurriendotodavíaasuternurayasupiedadconpoderirresistiblenosalíadesuespíritu;perolamismacontemplacióndeesta imagen le empujaba hacia la puerta, elevaba el arma a la altura de suhombro,adaptabayasegurabasudedoenelgatillo,gritándole:

-¡Mátale!¡Mátale,mientrasduerme!

Pero súbitamenteel fuegoquehastaentonceshabíadormidoen silencio,

iluminó la chimenea con un brillante chorro de luz, y el grillo del hogarreanudósucrrri...,crrri...,crrri...

Ningún sonido, ninguna voz humana, ni siquiera la de Dot, hubieraconmovidoycalmadoalpobre John taneficazmente.Laspalabras llenasdefranquezaconqueDotlehabíahabladodesuamorhaciaelfavoritodelhogarresonaban aún vibrantes en su oído; le parecía verla; su tono, de suavefranqueza,agitadoporelligerotemblor;sudulcevoz-¡quévoz!,opormejordecir, ¡qué música doméstica tan a propósito para seducir a un hombrehonrado juntoal fuego!- todoacudíaa reanimar susbuenospensamientos,aenvalentonarlos,adevolverleselcalorylavida.

Retrocedióantelapuerta,comounsonámbulodespertadoenmediodeunsueño terrible;dejóel fusilaun ladoycubriéndoseel rostrocon lasmanos,volvióasentarsejuntoalfuegoyhallóalgúnconsueloenlaslágrimas.

Elgrillodelhogaravanzóporlahabitaciónyllegóacolocarsedelantedeélenformadehada.

-Lequiero-dijolavozdehadarepitiendolaspalabrasqueJohnrecordabatanfielmente-;lequieroporlosbuenospensamientosquesumúsicainocentehizonacerenmícadavezqueleescuché.

-¡Sonsusmismaspalabras!-exclamóelmandadero.

-¡Mehabéishechofelizenestacasa,yamoalgrilloporladichaquemehaproporcionado!

-Sí, ha sido muy dichosa en esta casa, bien lo sabe Dios -añadió elmandadero-.Ellaeslaquecolmódefelicidadestacasa,siempre...hastahoy.

-¡Tangraciosa,de tanbuenhumor, tanocupadaen las tareasdomésticas,tanalegre,tanlista,decorazóntanamable!

-Sinolohubieracomprendidoasí,¿lahabríaamadoacasocomolaamaba?

-Decid«comolaamo»-repusolavoz.

-Comolaamaba-repitióelmandadero;perosuacentonoerayatanfirme;su lengua insegura resistía a su voluntad, y quería hablar a sumodo, en sunombreyaunennombredeél.

Laaparición,conaposturasolemne,levantólamanoydijo:

-¡Portuhogar!

-¡Elhogarsehaentristecidoparasiempre!

-¡El hogar que con tanta frecuencia ha... bendecido e iluminado -dijo elgrillo-;elhogarque,sinella,nohubierasidomásqueunamezcladepiedrasyladrillos con barrotes de hierro mohoso; pero que, gracias a ella, se ha

convertido en tu altar doméstico; el altar sobre el cual has sacrificado cadanochealgunamalapasión,algúnegoísmo,algúncuidado,paradepositarenéllaofrendadeunespíritutranquilo,deunanaturalezaconfiada,deuncorazóngeneroso, de suerte que el humo, al elevarse sobre su pobre chimenea, hasubidoalcieloconsuaveperfume,coneldelinciensoquemadoantelasmásricas urnas en losmagníficos templos de todo el orbe! Por tu hogar, por suapacible santuario, rodeadode cuantas dulces influencias te recuerda, óyela,óyeme,porqueaquí todo tehablael lenguajede tuhogaryde tuhogary tufamilia.

¿Ycreéisqueestelenguajehablaenfavordeella?-preguntóJohn.

-¡Sí; todo loquedigael lenguajede tuhogar,debeserenfavordeella -respondióelgrillo-,porqueestelenguajenomientejamás!

-II-

Ymientras elmandadero, apoyando la cabeza en susmanos, continuabasoñando, la imagen de Dot, que estaba presente, permanecía a su lado,sugiriéndole sus pensamientos por efecto de su poder sobrenatural, ycolocándoselosantelosojoscomoenunespejooenuncuadro.

Laimagenpresentenoestabasola.Delapiedradelhogar,delachimenea,delreloj,delapipa,delpucheroydelacuna;delpavimento,delasparedes,deltechoydelaescalera;delcoche,quedescansabafueradelaestancia;delaparador,queestabadentrodeella;detodoslosutensiliosdelhogar,decadarincón,decadaobjetofamiliaraDot,quellevaseconsigounrecuerdodeellaparaeldesgraciadoJohn,surgíanhuestesdehadas,noparaquedarinmóvilesasu lado, como hiciera antes el grillo, sino para correr y agitarse en todadirección, para rendir toda clase de honores a la imagen, para agarrar elvestidodeJohnymostrarlelafiguradeDot;paraagruparsealrededordeella,abrazarla amorosamente y arrojar flores a su paso; para ensayar con susmanecitas lacoronacióndesu lindacabeza,parademostrarlaque laamabantiernamenteyquenopodíaexistirniunasolacriaturafea,malayacusadoraque pudiese jactarse de conocerla bien... Sólo ellas, sólo sus compañerasfantásticasyfieles,podíancomprendertodasuvalía.

Los pensamientos de John se fijaban constantemente en la imagen quepermanecíaallí.

Sentada ante el fuego, cosía, cantando envozbaja. ¿Viosemujercita tanjuguetona,activaypacientecomoDot?Losrostrosde lashadasvolviéronsehacia él unánimemente, y concentrando unamirada dirigida aDot, parecían

decirle,orgullosasdesuídolo:«¿Éstaeslamujerligeraquehasacusado?».

Alolejosseoíanalgunossonesdeinstrumentosmusicales,vocesruidosasyrisasensordecedoras.Unejércitodemuchachosymuchachas,sedientosdediversión, penetró precipitadamente en la casa; entre las muchachas estabaMayFielding con otras veinte casi tan hermosas como ella.Dot era lamáshermosa y parecía la más joven. Invitáronla a tomar parte en la fiesta; setratabadeorganizarunbaile.Sialgunavezhanexistidopiececitosaptosparaladanza,lohansidolosdeDot.PeroDotseechóareír,inclinólacabezaylesmostrólacomidaenelfuego,ylamesayaaderezada,conairedesatisfacción,con muy poca envidia del placer ajeno, actitud que la hacía aún másencantadora. Despidió alegremente, saludándolos con la cabecita, a susbailarinespretendientesunotrasotro,amedidaqueibansaliendo,concómicaindiferencia. Después de tal escena, sus galanes, desengañados, debíanarrojarsealaguaimpulsadosporladesesperación;masnoeraenelladefectocapitallaindiferencia,porqueenaquelinstantecomparecióciertomandaderoyellalehizounaacogida...,¡unaacogidaadmirable!

LashadasvolvieronelsemblantehaciaJohnyparecieronpreguntarle:«¿Yésaeslamujerdequetequejas?».

Una sombra pasó por el espejo, o el cuadro, como os plazca. La gransombradelextranjero,talcomoaparecióporprimeravezbajosutecho,cubríatodalasuperficiedelcuadroyborrabatodoslosdemásobjetos.Perolaságileshadas trabajaron como abejas diligentes para disiparla, y Dot reaparecióhermosayradiante.

Mecíaalchiquitín,lecantabadulcementeunacanción,apoyandolacabezaen un hombro que formaba parte del hombre taciturno, junto al cualpermanecíaelgrillo-hada.

Lanoche -hablode lanoche real,node laque regulan los relojesde lashadas-,lanocheseguíasucurso;durantelafasedescritadelospensamientosdelmandadero, la luna se dejó ver en el cielo, resplandeciente de claridad.QuizáunaluzserenaytranquilasehabíalevantadotambiénenelespíritudeJohn, y este fenómeno le permitió reflexionar conmás sangre fría sobre loocurrido.

Aunquelasombradelextranjeropasaseaintervalosporelespejo,siempreprecisa,grandeyperfectamentedefinida,noparecíaya tansombríacomoalprincipio. Cada vez que surgía, las hadas exhalaban un grito general deconsternación y empleaban con inconcebible actividad sus bracitos y suspiececitosenlatareaprolijadeborrarle.Luego,alencontrardetrásdeellalade Dot -y se la hacían contemplar al mandadero una vez más, hermosa ybrillante-,lemanifestabansualegríadelmodomáscomunicativoposible.

Nunca lamostrabandeotromodo; siempreaparecíabrillanteyhermosa,porque las hadas pertenecen a la clase de genios domésticos que odian lamentira; de modo que Dot, en su concepto, no podía ser más que unacriaturilla activa, radiante, encantadora, el rayo de Sol de la casa delmandadero.

Lashadasredoblaronsuardoralmostrarlaconelchiquitínconversandoenmediodeungrupodeprudentesmatronas,dándosetambiénairesdematronaprudente,yapoyándoseconaspectoreposado,graveydignodeunaanciana,enelbrazodesumarido,procurando-¡ella,unamujerenflor,apenasabierta!-convencerledequehabíaabjurado lasvanidadesdelmundoengeneralydequepertenecíaalacategoríadepersonasmaduras,paralascualesnoexistenmásquelosdeberesdelamaternidad;ynoobstante,enaquelmismoinstante,las hadas la mostraban aún, riéndose de la torpeza del mandadero,levantándole el cuello de la camisa para darle aspecto de dandy, yarrastrándole alegremente con su faz risueña alrededorde lahabitaciónparaenseñarleabailar.

Las hadas se volvían más que nunca hacia él, y le miraban con ojazosdesmesuradamenteabiertosalmostrárselajuntoalacieguecita,porqueaunqueDotllevasesiempreconsigosuanimaciónysunaturalalegría,lasdesbordabaprincipalmente en casa de Caleb Plummer. El amor que le profesaba lacieguecita; su confianza absoluta en ella; su reconocimiento y la delicadezacon que Dot sabía rechazar el reconocimiento de Berta; sus ardidesdiplomáticos encaminados a aprovechar todos los momentos de su visita,realizandoacadainstantealgoútilenaquellacasa,procurándoseenrealidadmuchas fatigas con el pretexto de tomarse un día de descanso; su previsióngenerosaenloqueconciernealasgolosinasdelafiesta,elpastelylasbotellasde cerveza; su cara radiante al llegar a la puerta y despedirse, y aquellamaravillosaconvicciónquedominabatodasupersonadesdelaextremidaddelospieshastalapuntadelacabezayquelehacíacomprenderlaimportanciadesupapelen la fiestaquehabía fundado,y reconocerqueenella sehacíanecesaria, indispensable; todos eranmotivos que excitaban la alegría de lashadasy redoblaban el amorque sentíanpor ella.Demodo, quevolvieron acontemplar al mandadero, llamándole todas a la vez, como si le dijeran,mientrasalgunasseescondíanenlosplieguesdeltrajedeDotparaacariciarlamásdecerca:

-¿Éstaeslamujerquehasacusado?

Másdeuna,dedos,detresvecesduranteelcursodelossueñosdeaquellalarganoche,lemostraronlafiguradeDotsentadaensulugarfavorito,conlacabeza inclinada hacia adelante, las manos cruzadas sobre la frente, loscabellos en libertad, como John la había contemplado por última vez. Y alverladeaquelmodo,nosevolvíanmáshaciaél,nolemirabanmás,sinoque,

porelcontrario,seestrechabanalrededordeella,laconsolaban,laabrazaban,dándolemilpruebasdesimpatíaydeternurayolvidandocompletamenteasumarido.

Así pasé la noche. La luna descendió hasta el horizonte, las estrellaspalidecieron;lasprimerasclaridadesdelamañanaatravesaronlastinieblas;sehizosentirelfrescodelamadrugadayselevantóelsol.Johnestabasentadoaún junto a la chimenea y se encontraba en la misma posición que habíaadoptadolanocheanterior.Durantetodalanocheelgrillohabíacantadoenelhogar: crrri... crrri... crrri...; durante toda la noche John había oído su voz;durante toda la noche las hadas domésticas habían trabajado a su alrededor;durantetodalanocheDothabíapermanecidoamableysintachaenelespejodelashadas,exceptuandolosmomentosenqueciertasombrapasabaporél.

-III-

Cuandoresplandecióeldíaporcompleto,Johnse levantóysevistió.Nopodíaentregarsea susgozosasocupacionescotidianas; le faltabavaloren laocasiónpresente,peronoimportaba;tratándosedeldíafijadoparalabodadeTackleton, había procurado hacerse reemplazar en sus tareas. Habíasepropuesto, sin sospechar loque ibaaocurrir, ir a la iglesia alegrementeconDot,peronohabíaquepensarmásenello.Aqueldíacelebrábasetambiénelaniversario de sumatrimonio. ¡Quién le hubiera dicho que tal año había detenertanlastimosofin!

El mandadero esperaba una visita de Tackleton a primera hora y no seengañó.Apenasempezóapasearsedearribaabajojuntoalapuerta,vioalolejos el cochecito del comerciante de juguetes. A medida que ibaaproximándose,JohnpudonotarconmásprecisiónqueTackletonestabayadeveinticincoalfileresparalaboda,yquehabíaadornadolacabezadesucaballoconfloresycintas.

El caballo se parecía más a un novio que su mismo amo, cuyo ojosemicerrado ofrecía una expresión más desagradable que nunca. Pero elmandaderonoreparóentalcosa;otrospensamientoshurgábanleelcerebro.

-JohnPeerybingle-dijoTackleton,comosisecondolieradeJohn-;¿cómohabéispasadolanoche?

-Nomuybuena, señorTackleton -respondióelmandadero, sacudiendo lacabeza-;teníaelespírituturbado.Perotodohaconcluido.¿Podéisconcedermealgoasícomouncuartodehoradeaudiencia?

-He pasado por aquí expresamente para veros -respondió Tackleton,

bajando del coche-.No osmolestéis por el caballo. Semantendrá tranquiloconlasriendassujetasenelposte;siqueréis,dadleunpuñadodeheno.

Elmandadero fueabuscarhenoalestabloy lopusodelantedelcaballo;luegolosdoshombresentraronenlacasa.

-¿Supongoquenooscasaréisantesdelmediodía?-dijoJohn.

-No -respondió Tackleton-. ¡Tengo tiempo de sobra, tengo tiempo desobra!

En el mismo instante en que penetraron en la cocina, Tilly Slowboyllamaba a la puerta del extranjero, que sólo se hallaba separada por unoscuantosescalones.Unodesuscongestionadosojos-Tillyhabíalloradotodalanoche porque su señora lloraba- permanecía aplicado al agujero de lacerradura;Tillyredoblabasusgolpesyparecíamuyespantada.

-No puedo lograr que me oigan -dijo Tilly, mirando a su alrededor-.Supongoquenohabrápartidoparaelotromundo.

Formulandoestedeseofilantrópico,missSlowboydionuevospuñetazosypuntapiésalapuerta,obtenerresultadoalguno.

-¿Queréisquevayaallí?-preguntóTackleton-.Escurioso.

Elmandadero,quehabíaapartadolamiradadelapuerta,leindicóconungestoquepodíairallí,sigustaba.

Tackleton acudió, pues, en ayuda de Tilly; la emprendió también apuñetazosyapuntapiésconlapuertasinobtenerlamenorrespuesta.Vínolelaideadecogerlamanecilla,yhabiéndolavueltosintrabajo,metiólacabezaenlaestanciaporlapuertaentreabierta,entróysalióenseguidacorriendo.

-John Peerybingle -le dijo al oído-, supongo que aquí no habrá ocurridonadaestanoche...,ningunaviolencia.

Elmandaderosevolvióvivamentehaciaél.

-¡Hapartido! -añadióTackleton-,y laventanaestáabierta.Noveo rastroalguno...Bien se ve que la habitación está casi almismonivel del jardín...,perohetemidoalgo...,algúnincidente,¿eh?

Ycerró casi por completo suojo expresivo, que se había detenido sobreJohnconpersistenciasingular,ocasionándole tantoenelsemblantecomoentodoelcuerpounaviolentacontorsión;hubiérasedichoquequeríaarrancarlelaverdad.

-Tranquilizaos -dijo el mandadero-. Penetró ayer por la noche en estahabitaciónsinhaberrecibidodemiparteelmenormalnilamenorinjuria,ynadieentróaquídespuésdeél.Sehamarchadoporsupropioalbedrío.Capaz

seríadesalirporesapuertaymendigarelpandecasaencasatodamivida,contaldedeshacerelpasadoyqueesehombrenohubieravenido.Perovinoysemarchó.Asuntoconcluido.

-¡Oh!... Perfectamente -repuso Tackleton-. Se hamarchado sin elmenortropiezo.

Laobservaciónnofueoídaporelcarretero,quesesentóenunasillaysecubriólacaraconlamanoantesdeproseguir.

-Anochememostrasteisamimujer,amiadoradaesposa,ensecreto...

-Ybienenternecida-insinuóTackleton.

-Encubriendo la superchería de ese hombre y ofreciéndole ocasiones dehablarlaasolas.Cualquierotracosahubieravistomejorqueésa.Nadiemásquevosquisieraquelehubierahechover.

-Confiesoquesiemprehesospechado-dijoTackleton-,yporesohevenidoobservando.

-Porlomismoqueustedmelohadescubierto-prosiguióelcarretero,sinhacerlecaso-;yasícomohavistoamiesposa,amiadoradaesposa-yeltonodesuvozserobustecíaaldeciresto,ysumanosecerrabaconfirmeza,comoindicando un propósito formado-, en esa situación, es justo y razonable queveáisahorapormisojosparaqueleáismis intencionessobreesteparticular.Porque me he trazado una línea de conducta -añadió el mandadero,contemplándoleatentamente-,ypornadadelmundomeapartarédeella.

TackletonmurmuróentérminosgeneralesalgunaspalabrasdeaprobaciónsobrelanecesidadenquesehallabaJohndeejecutarunavenganzacualquiera;perolaactituddesuinterlocutorledominó.Pormássencillayrudaquefuese,tenía cierta nobleza y una dignidad natural que sólo podían derivar de unfondodehonorydegenerosidadbienarraigadoensualma.

-Soy un hombre sencillo y rudo -prosiguió John- y no tengo grandesméritos,¡bienséaquéatenermesobreelparticular!Nosoyingenioso,comosabéismuybien;nosoyjoven;améaDotporquelavicrecerdesdesuniñezencasade supadre;porqueconocía todo suvaler; porquehabía llenadomivida durante años enteros. Con muchos, muchísimos hombres, no podrécompararmejamás;¡peronadiehubieraamadotantoaDotcomoyolaamo!

Detúvose y golpeó suavemente el suelo con el pie durante algunosmomentosantesdeproseguirsuperoración.

-Hepensadofrecuentementeque,aunquenoformaseconellalaparejamásproporcionadadelmundo,llegaríaaserunbuenmaridoyaapreciarquizásuvalíamejorquecualquierotro;yporestemotivocreíquenuestromatrimonionoseríadisparatadoporcompleto.Ynoscasamos.

-¡Ah!-exclamóTackletonmoviendolacabezaconademánintencionado.

-Me había estudiado, la había puesto a prueba; sabía cuánto la amaba ycuán feliz sería -añadió el mandadero-. Pero no había reflexionadosuficientemente,yhoylosientocontodaelalma,sobrelasconsecuenciasqueresultaríanconrespectoaella.

-A buen seguro -dijo Tackleton-. ¡El aturdimiento, la frivolidad, laligereza!¡Nolohabéisreflexionado!¡Habéisperdidodevista!...¡Ah!

-Os agradecería que os abstuvieseis de toda interrupción -repuso Johnseveramente-hastaquemecomprendieseis,yestáislejosdeentenderme.Ayerhubieramuertodeunpuñetazoalhombrequesehubiesepermitidolanzarunasolapalabracontraella;hoylepisaríaelrostro,aunquefuesemihermano.

El comerciante de juguetes le contempló asombrado. John prosiguió contonoalgomássuave:

-¿Había yo reflexionado alguna vez que a su edad la arrebataba,resplandeciente de alegría y de belleza, a sus jóvenes compañeras, a lasvariadasybrillantesescenasdelascualeseraDoteladornoprincipal,lamásespléndida estrelladel firmamento, para encerrarlapara siempre enmi tristecasayencadenarlaamienojosacompañía?¿Habíareflexionadocuándistanteestabade suvivacidad, y cuánpenosahabía de sermi condición chabacanapara un espíritu tan pronto como el suyo? ¿Había reflexionado que norepresentabaenmítítuloniméritoalgunoelamarla,quecuantoslaconocíandaban en concebir el mismo afecto? ¡Nunca, nunca! Me aproveché de sucarácter juguetón confiado en el porvenir, y me casé con ella. No quisierahaberlohechojamás;¡porella,Diosmío,porella,ynopormí!

El comerciante de juguetes le contempló sin guiñar el ojo, y aun su ojosemicerradoseabriócompletamenteporestavez.

-¡Dios la bendiga -dijo John- por la generosa constancia con que haprocuradoapartardemíestedolorosodescubrimiento!Yperdónemeelcielosimipesadainteligencianocomprendiómásprontoloqueocurría.¡Pobreniña!¡PobreDot!¡Ynolaheadivinadoyo,quehevistosusojosllenosdelágrimascuando sehablabadematrimonios semejantes alnuestro! ¡Pobremuchacha!¡Haber podido esperar que me amaría, haber podido creer que me amabarealmente!

-Esloquehaprocuradofingir,ytanbienlohafingido,que,adecirverdad,estohasidoloprimeroquemehizoentrarensospechas.

E hizo valer la superioridad deMayFielding, a quien a buen seguro nopodíaacusarsedefingirleamor.

-Lo intentaba -dijo el pobre John con emoción mayor de la que hasta

entonces había demostrado-, y sólo ahora empiezo a comprender cuánto lehabrácostado. ¡Cuánbuenahasido! ¡Cuántohizopormí! ¡Quécorazón tanvaliente y enérgico el suyo!Pruebade ello es la felicidadquehe alcanzadobajoestetecho,yqueserásiempremiconsuelocuandoquedesoloaquí.

-¿Solo?-preguntóTackleton-.¿Piensasdarteporenteradoacaso?

-Tengo la intención -respondió elmandadero- dedarle lamayormuestraposibledeternuraydeofrecerlelareparaciónmáscompletaquehellegadoaimaginar. Puedo librarla de un diario sufrimiento; del que resulta de unmatrimoniodesigual,ydelosesfuerzosqueellahaceparaocultarmesupena.Dottendrátodalalibertadqueyopuedadarle.

-¡Ofrecerle una reparación! ¡A ella! -exclamó Tackleton llevándose lasmanosalasorejasyponiéndolasgachas-.¿Estaréequivocado?¿Lohabréoídomal?

Johncogióporelcuelloalcomerciantede juguetesy lesacudiócomosifueseunacaña.

-Oídme -dijo- y procurad comprenderme bien. Oídme. ¿Acaso no habloconclaridad?

-Congranclaridad-respondióTackleton.

-¿Comohombreresuelto?

-Abuenseguro,comohombremuyresuelto.

-Toda la noche pasada, toda la noche estuve sentado ante este hogar -exclamóelmandadero-,enelsitioenquefrecuentementepodíacontemplarlaamilado,mientrasellamemirabaconsulindosemblante.Pasérevistaasuvidaentera,díapordía;hevistodenuevosuquerida imagenpresentándoseantemisojosen todas lassituacionesdesuvida.Juroquees inocente,siesquehayalguiencapazdejuzgarsobreinocenciasyculpas.

¡Noblegrillo!¡Lealeshadasdomésticas!

-Yaestoylibredecóleraydesconfianza-prosiguióelcarretero-ysólomequedaeldolor.Enuninstantemalhadadovolvióalgúnantiguoadorador,másenarmoníaqueyoconlosgustosylaedaddeella;unamantedesdeñadotalvezpormíyapesardeella.Enun instantedesventurado,sorprendidaysintiempoparadecidir,sehizocómplicedelatraición,encubriéndola.Anochelevio,enaquellaocasiónenquelosobservamos.Malhecho.Perosihayverdadenlatierra,denadamáspuedeacusársela.

-Siopináisasí...-empezóabalbucearTackleton.

-Queparta,pues-prosiguióelmandadero-.Quepartaconmibendiciónportodas las horas de felicidad queme ha proporcionado, ymi perdón por las

congojasdequehasidoparamílacausa.Quepartaconlapazdelcorazónquele deseo.Nome odiará jamás; por el contrario, aprenderá a amarmemejor,cuando no la arrastre a remolque de mi destino. Entonces llevará másligeramentelacadenaaquelaatétandesgraciadamenteparaella.Hoyharáunaño que la arrebaté a su hogar, sin preocuparme de si sería o no feliz.Hoyvolveráaélynolaimportunarémás.Supadreysumadrellegaránenseguida;habíamos formado cierto planpara celebrar juntos este día; sus padres se lallevarán a su casa. Puedo confiar en ella, allí y en todas partes. Me dejadespués de haber vivido pura, y así vivirá siempre. Si me muriese -puedomorirquizámientrasella sea joven;enpocashorasconozcoqueheperdidomisfuerzas-,Dotcomprenderáquemeheacordadodeellayquelaheamadohasta elúltimodía.Heaquí la conclusiónde loquemehicisteisver.Ahoratodohaterminado.

-IV-

-No,John,nohaconcluidotodo.Nodigáisaúnquetodohaconcluido.Nolo digáis aún.He oído vuestras nobles palabras, y no quieromarcharme sindecirosquemehanllenadodehondoreconocimiento.Nodigáisquetodohaconcluidoantesqueelrelojhayasonadootravez.

Dot, que entró poco después de Tackleton, había permanecido en lahabitación.NisiquieramirabaaTackleton;conlosojosfijosensumarido,semantenía fuera de su alcance, dejando entre ella y él la mayor distanciaposible; y aunque hablase con el entusiasmo más apasionado que puedaimaginarse,noseacercóaJohnnisiquieraenaquellosinstantesdevivacidad.¡CuándiferentesemostróenestedetalledelaDotdeantes!

-No hay reloj que pueda hacer sonar paramí por segunda vez las horaspasadas,desgraciadamente-replicóelmandaderocondébilsonrisa-.Peroyaqueloqueréis,seaasí.Prontosonarálahora;notendremosqueaguardarlargotiempo.Debuengradorealizaríacosasmásdifícilesporcomplaceros.

-Muy bien -murmuró Tackleton-. Es preciso que me marche, porquecuandolahorasuene,deboestarencaminoparalaiglesia.Buenosdías,JohnPeerybingle. Siento privarme de vuestra compañía. Tanto por dejaros comoporlascircunstancias.

-¿Hehabladoclaramente?-preguntóJohnacompañándolehastalapuerta.

-¡Oh,muyclaramente!

-¿Yosacordáisdeloqueoshedicho?

-Sí, y si queréis que os lo exprese con claridad -dijo Tackleton, no sinhaber tomado previamente la prudente precaución de empezar a subir alcoche-,debodecirosqueha sidoparamí tan inesperadoel lance,quenoesprobablequeloolvide.

-Tantomejorparalosdos-repusoJohn-.Adiós.Buenasuerte.

-Querríapoderdeciroslomismo-dijoTackleton-;peroyanoesfactible,osdoyporlomenoslasgracias.Ydichoseaentrenosotros-creoqueyaoslohesignificado-,nocreopasarlopeorenmimatrimonio,aunqueMaynomehayahechograndesdemostracionesdecariño.Adiós.Cuidaosmucho.

John le siguió con la mirada hasta que la distancia le hizo aparecer losuficientementepequeñoparaquedarocultoentrelasfloresylascintasdesucaballo.Entonces,exhalandounprofundosuspiro,fueseavagarcomoalmaenpenaa lasombradeunosolmosvecinosconelpropósitodenoentrarensucasahastaquedieselahora.

Su mujercita, que había quedado sola, sollozaba amargamente; pero seenjugaba los ojos con frecuencia y detenía el curso de sus lágrimas paradecirse:

-¡Diosmío!¡Québuenoes!¡Quéexcelente!

Yluego,unaodosvecesseechóareírcontantacordialidad,conunairede triunfo tan raro y de unmodo tan incoherente -puesto que no cesaba delloraralmismotiempo-,queTillyseespantósobremanera.

-¡OhporDios,nohagáistalcosa!-dijo-.¡Podríaismataralniño,porDios!

-¿Letraerásalgunavezasupadre,Tilly,cuandoyonopuedaviviraquíymehayavueltoamicasa?-lepreguntósuseñoraenjugándoselosojos.

-¡Oh,porDios! ¡Nohagáis talcosa! -exclamóTillydesencajadaydandounaullidoatroz,exactamente iguala losdeBoxer-. ¡PorDios,nohagáis talcosa!¡PorDios!,¿quéhabráhechotodoelmundoatodoelmundoparaquetodoelmundoseatandesgraciado?¡Uh,uh,uh,uh!...

La sensible Slowboy iba a lanzar un aullido tan terrible, a causa de losmismosesfuerzosquehabíahechoparaahogarlo,queelchiquitínsehubieradespertado infaliblemente, experimentando un terror enorme, seguido delamentables consecuencias -de convulsiones probablemente-, si sus ojos nohubiesen hallado aCaleb Plummer, que entraba con su hija. Llevada por laaparición de la visita al sentimiento de la mutua conveniencia, quedó ensilenciodurantealgunosminutos,abriendo labocaza; luegocorrióalgalopehacialacamaenquedormíaelchiquitínysepusoabailarunadanzadebrujaobailedeSanVito, almismo tiempoquehundía la caray la cabeza en lassábanas,hallandogranconsuelosindudaentanextraordinariosejercicios.

-¡Cómo!-exclamóBerta-,¿nohabéisasistidoalaboda?

-Ledije,señora,quenoasistiríaisaella-dijoCalebenvozbaja-.Sabíaaqué atenerme en cuanto a vos. Pero os aseguro, señora -dijo el hombrecitotomándole ambasmanos con ternura-, que no doy importancia a nada de loque dicen. No les creo. Nada puedo hacer; pero esta insignificancia dehombre, antes se dejaría hacer pedazos que tolerar una sola palabra contrausted.

RodeóaDotconsusbrazosylaestrechócomounaniñahubieraacariciadoaunadesusmuñecas.

-Bertanohapodidoquedarseencasaestamañana.Temía,estoysegurodeello,elsondelascampanasynopodíasoportarlaproximidaddelaboda.Demodo,quehemossalidotempranodecasayhemosvenidoinmediatamente.

-He reflexionado sobre cuanto hice -dijo después de un momento desilencio-.Mereproché,hastaelpuntodenosaberquéresolucióntomar,todala pena que le he causado, y he resuelto quemás vale -si queréis quedarosconmigo por breves instantes, señora- enterarla de toda la verdad. ¿Queréisquedaros conmigo estos instantes? -le preguntó Caleb, temblando de pies acabeza-.Ignoroelefectoquelevoyaproducir;ignoroloquepensarádemí;ignoro si después de la revelación amará aún a su pobre padre. Pero esenteramentenecesarioparasubienquequededesengañada,yencuantoamí,seancualesfueranlasconsecuencias,esjustoquelassufra.

-María-dijoBerta-,¿dóndeestávuestramano?¡Ah!Aquí,aquíestá. -Lallevóasuslabiosconunasonrisa,ypasándolaluegobajosubrazo,continuó-:Lesoíhablaranochedeciertaacusacióncontraustedes.Eraninjustos.

Laesposadelcarreteroguardabasilencio.Calebrespondióporella:

-¡Eraninjustos!-dijo.

-¡Estabasegura!-exclamóconorgullo-.Yaselodijeaellos.Meneguéaoír en absoluto. ¡Acusarla con justicia! -apretaba entre las suyas la manoaprisionadayjuntabasumejillaconladeDot-.¡No!Noestoytanciegacomoparaeso.

YCalebestabaaunladodelacieguecita,mientrasqueDotpermanecíaalotroconsumanocogida.

-Osconozcoatodosmejordeloqueosfiguráis.Peroanadiemejorqueaella.Niavos,padremío.Nadaperciboamialrededorcontantarealidad,contantaverdadcomoaella.¡Sienesteinstanterecobraralavista,sinquesemedijeraunasolapalabra,lareconoceríaentreunamultitud!¡Hermanamía!

-Berta, hijamía -dijoCaleb-, necesito decirte algo queme pesa sobre laconciencia, ahora que estamos solos los tres. Debo hacerte una confesión.

¡Encantomío!

-¿Unaconfesión,padremío?

-Me alejé de la verdad y me perdí -prosiguió Caleb con expresióndesgarradoraquelealterabaelsemblanteporcompleto-.Mealejédelaverdadportuamor,yesteamormehizocruel.

Berta volvió hacia él su rostro, en que se reflejaba profundo asombro, yrepitió:

-¡Cruel!

-Se acusa con harta severidad, Berta -añadió Dot-, lo reconoceréis vosmisma;vaisareconocerloenseguida.

-¡Él!¡Cruelparaconmigo!-exclamóBertaconincrédulasonrisa.

-Sinquerer,hijamía-dijoCaleb-.Perolohesido,aunquehastaayernolonotara.Hijamía, óyeme y perdóname.Elmundo en que vives no existe talcomoteloherepresentado.Losojosdequetefiastehanmentido.

Berta volvió de nuevo hacia él su semblante, que mostraba crecientesorpresa,peroretrocedióyseestrechócontrasuamiga.

-Elcaminode lavida tehubierasido rudo,hijademicorazón -continuóCaleb-,yhequeridoendulzártelo.Healteradolosobjetos,desnaturalizadoelcarácterdelaspersonas,inventadomuchascosasquenoexistieronjamás,parahacertemásdichosa.Heguardadosecretoconrespectoati,teherodeadodeilusiones,¡perdónemeDios!,ytehecolocadoenmediodeunaexistenciallenadeensueños.

-¡Pero las personas vivientes no son ensueños! -exclamó Bertaprecipitadamente,palideciendoyalejándosemásaúndesupadre-.¡Nopodíaisvariarlas!

-Asílohice,noobstante,Berta-confesóCaleb-.Unapersonaqueconocestiempoha...,mipaloma...

-¡Oh,padremío!-respondióBertaconacentodeamargareprensión-;¿porqué decís que la conozco? ¿Acaso conozco algo? ¡Si no soy más que unamiserableciegasinguía!

Dominadaporsudesdicha,extendiólasmanoscomosibuscasesucaminoatientas,yluegolascondujohaciasurostroconungestodetristezaysombríadesesperación.

-Elquehoysecasa -prosiguióCaleb-esegoísta,avaro,déspota,unamocruelparatiyparamí,hijamía,hacemuchosaños;repugnanteenlafazcomoenelcorazón,siemprefrío,siempreduro;distintoporcompletodelretratoque

tetracé,Bertamía,¡distintoporcompleto!

-¡Oh!-exclamólacieguecita,visiblevíctimadeunatorturaqueestabamuypor encimade sus fuerzas-; ¿por qué habéis obrado así? ¿Por qué llenasteissiempremi corazón hasta el borde para venir luego a arrancarme, como lamuerte, los ídolos de mi amor? ¡Cuán ciega soy, Dios mío! ¡Cuán sola ydesamparadaestoy!

Su padre, desconsolado, bajó la cabeza sin responder más que con suaflicciónysuremordimiento.

Bertaseentregabahacíaunmomentoapenasasusviolentostransportesdepesar, cuando el grillo del hogar, que sólo ella pudo oír, empezó su crrri...crrri... crrri,noconalegríaporestavez, sinoconacentodébil,melancólico,tan triste y tan lúgubre, queBerta se echó a llorar; y cuando la imagenquehabíapermanecido toda lanoche al ladode Johncompareciódetrásde ella,mostrándoleasupadreconeldedo,Bertaderramólágrimasatorrentes.

Enseguidaoyómásclaramenteelcantodelgrillo,yaunquesusojosnopudieronverlaimagenmisteriosa,sualmalasintiórevolotearalrededordesupadre.

-Dot-preguntólacieguecita-,decidmeloqueesmicasaenrealidad.

-Esunapobrehabitación,Berta,muypobreymuydesnuda.Difícilmentepodrá abrigaros el invierno próximo del viento y la lluvia. Está tan malprotegidacontraelmal tiempo,Berta-siguiódiciendoDotenvozbaja,peroclara-,comovuestropadreconsusobretododeteladesaco.

Lacieguecita,muyagitada,selevantó,ycondujoaunladoalamujerdelmandadero.

-Lospresentesdequetantomecuidaba-dijotemblando-,lospresentesquesatisfacían mis menores deseos y recibía yo con tanta gratitud, ¿de dóndeprocedían?¿Eraisvoslaquemelosenviaba?

-No.

-¿Quiénera?

DotcomprendióqueBertaloadivinabayguardósilencio.Lacieguecitasecubriódenuevoelsemblanteconlasmanos,peroestavezdeunmodomuydistinto.

-¡Uninstante,Dot!¡Unsoloinstante!Acercaosunpoco.Habladmásbajo.Soissincera,losé.¿Nomeengañaréis?

-No,Berta;osloprometo.

-Estoyseguradequenoloharéis.Hartoosapiadáisdemíparaengañarme.

Dot,miradellugarenqueestábamosunmomentoha,endondemipadre...,mipadre,tanamanteycompasivo,está...,ydecidmeloqueveis.

-Veo -respondióDot, que la comprendíaperfectamente- unviejo sentadoenunasilladejándosecaersobreelrespaldo,conlacaraapoyadaenlamanocomosinecesitaseelconsuelodesuhija.

-Sí,sí,suhijaleconsolará.Continuad.

-Esunviejogastadoporeltrabajoylospesares;unhombreflaco,abatido,pensativo, cuyos cabellos blanquean. Le veo en este instante desesperado,inclinadoprofundamente, ahogadopor elpesode suspenas.Pero,Berta, notemáis; otras veces le he visto luchando con valor y constancia por un finnobleysagrado.Porellorindohomenajeasucabezagrisylabendigo.

Lacieguecitaladejóbruscamente,yarrodillándoseantesupadre,tomósucabezablancaylaestrechócontrasupecho.

-¡Yamehavueltolavista!¡Yatengovista!-gritó-.Heestadociega,peroyasehanabiertomisojosalaluz.Hastaahoranolaheconocido.¡Pensarquepodíahabermuertosinhabervistobienalpadrequetantomeamaba!

Calebnohallabapalabrasbastantesparaexpresarsuemoción.

-Nohayenelmundounacabezahermosaynoble-exclamólacieguecitapermaneciendo en la misma actitud- que yo pudiese amar tan tiernamente,quererconafectotangenerosocomoésta;cuantomásblancaytristesea,máslaquerré.Quenomediganmásquesoyciega.¡Nohabráunaarrugaenestesemblante,niuncabelloenestacabezaqueenelporvenirseaolvidadoenlosruegosyenlasaccionesdegraciasquedirijaalcielo!

Calebquisobalbucear:

-¡Bertamía!

-Yenmicegueralecreía-murmurólajoven,mezclandoconsuscariciaslágrimas de verdadera ternura-, ¡le creí tan distinto! ¡Tenerle junto amí díatrasdía,siemprepreocupadopormicausa,ynohaberpensadonuncaenello!

-Elhombrefuerteycoquetóndeblusaazulhadesaparecido-dijoelpobreCaleb.

-Nada se ha marchado -respondía Berta-, queridísimo padre. Todopermanececonvos.Elpadreaquientantoamaba,elpadreaquiennuncaheamadoniconocidobastante,yelbienhechorqueempecéareverenciaryamarporquemanifestabatantiernasimpatíapormí:¡Elalmadecuantomefuemáscaropermaneceaquí,aquí,conelrostromarchitoylacabezablanca!Yyaseacabómiceguera,padre.

-V-

TodalaatencióndeDot,duranteestediscurso,sehabíaconcentradoenelpadrey lahija;peroaldirigir lamiradaalsegadorcitoquepermanecíaenlapraderamorisca,vioqueibaadar lahoradentrodealgunosminutosycayóinmediatamenteenunestadopronunciadísimodeagitaciónnerviosa.

-Padremío-dijoBerta,vacilando-;María...

-Sí,hijamía-respondióCaleb-;aquíestá.

-Nohabrá variado. ¿Nomehabéis dicho nada de ella que no sea cierto,verdad?

-Temoquelohubierahecho,hijamía-respondióCaleb-,sihubiesepodidofigurármela mejor de lo que realmente es. Pero, por poco que la hubiesecambiado,lahubierahechodisfavor.Noeraposiblemejorarla.

Aunque la cieguecita preguntase a su padre por Dot con la mayorconfianza, era delicioso ver la alegría y el orgullo que manifestó al oír larespuestadeCalebylasnuevascariciasqueprodigóaDot.

-Noobstante,amigamía-insinuóésta-,puedenocurrirmásvariacionesdelasqueos imagináis.Variacionesparamayorbiende todos;variacionesquecausarán gran alegría a algunos de nosotros. Si alguna variación debeconmoveros,hadeserlaqueocurrirá;yesnecesarioquenoosdejéisarrastrarporunaemocióndemasiadoviva.¿Noesunrumorderuedasloqueseoyeenel camino? Vos, que tenéis tanta delicadeza de oído, Berta, decidme si sonruedas.

-Sí,yavanzancongranrapidez.

-Bien..., bien..., bien sé que tenéis gran finura de oído -dijo Dot con lamanosobreelcorazónyhablandoevidentementetanaprisacomopodíaparadisimularmejorsuslatidos-,yloséporquelohenotadoconfrecuencia,sobretodo ayer por la noche, al veros reconocer con tanta prontitud aquel pasoextraño, aunque no sepa por qué dijisteis, yme acuerdo bien de ello: «¿Dequién es este paso?»y por qué lo notasteis conmás atenciónque otro pasocualquiera.Sí;comoosdecíaahoramismo,ocurrengrandesvariacionesenelmundo,grandesvariaciones,ylomejorquepodemoshaceresdisponernosanoasombrarnosdenada.

CalebsepreguntabaquéquerríadecirDot,alnotarquesedirigíatantoaélcomoasuhija.Violaconextrañezatanturbada,tanagitada,queapenaspodíarespiraryleeraprecisoapoyarseenunasillaparanocaer.

-Sonruedas-exclamójadeante-;sonruedasyseacercan.Estánpróximas;más próximas ya.Dentro de un instante habrán llegado aquí. ¿Oís cómo sedetienen a la puerta del jardín? ¿Y este paso que se acerca a la puerta deentrada?Elmismopasodeayer,Berta,¿noesverdad?...Yahora...

Dot lanzó un grito de alegría, uno de esos gritos que ningún obstáculopuededetener,y,dirigiéndosehaciaCaleb,lepusolamanoantelosojosenelmismomomentoenqueunjovenentrabaprecipitadamenteenlahabitación,yarrojandoelsombreroalaire,seacercabaalgrupo.

-¿Haterminado?-preguntóDot.

-Sí.

-¿Felizmente?

-Sí.

-¿Os acordáis de esta voz, Caleb? ¿Habéis oído alguna vez una vozsemejanteaésta?

-¡Simihijo,quemarchóalasAméricasdeloro,vivieseaún!-dijoCaleb,temblando.

-¡Vive! -exclamó Dot, apartando sus manos de los ojos de Caleb ypalmoteando-¡Miradle!¡Vedleenvuestrapresencia,fuerteysano!¡Esvuestroqueridohijo!¡Vuestroqueridohermano,Berta,queviveyosama!

¡Ensalcemosalacriaturillaporsustransportesdejúbilo,porsuslágrimasyporsusrisas,mientraselpadreylosdoshijosseabrazanapasionadamente!¡Ensalcemoslaefusiónconquemarchóalencuentrodelatezadomarinero,dehirsuta y negra cabellera, y la santa confianza con que, lejos de apartar susrojos labios, permitiole besarlos libremente y estrecharla contra su corazón.¡Peroensalcemostambiénelcuclillo-¿yporquéno?-porhaberseprecipitadofuera de la trampa del palaciomorisco y por haber saludado dos veces a lasimpáticareuniónconsuestribillointermitente,comositambiénélestuvieseborrachodealegría!

El mandadero, que entró entonces, retrocedió un poco; no esperaba porciertohallartanbuenacompañía.

-Mirad,John-dijoCalebfueradesí-;miradle.¡EsmihijoquehavueltodelasAméricas!¡Mihijo,mipropiohijo!¡Elqueequipasteisyembarcasteisvosmismo;aqueldequienfuisteissiempretanbuenamigo!

Elmandaderoseleacercóparatenderlelamanoysedetuvobruscamenteal parecerle reconocer en él las facciones del sordo que había traído en elcoche.

-¡Eduardo!-exclamó-.¿Eraisvos?

-¡Contádselo todoahora -dijoDot-,ynomecompadezcáis,porqueestoyresueltaanoserindulgenteconmigomisma!

-Soyelancianodelcoche-dijoEduardo.

-¿Ycómohabéis tenidoelvalornecesarioparaentrarclandestinamenteygraciasaundisfrazencasadevuestroantiguoamigo?-repusoelmandadero-.Había hallado en vos, en otro tiempo, un muchacho leal... -¿cuántos añospasaron, Caleb, desde que creímos haber oído decir que había muerto yjuzgamos tener la prueba de su defunción?-, un muchacho leal, que nuncahubieraobradoasí.

-Tambiényoconocíenotrotiempoaunamigogeneroso,quefueparamíunpadremásqueunamigo-dijoEduardo-yquenuncahubieraqueridojuzgaraunhombre,sobretodoamí,sinoírleantes.Estehombreeraisvos.Esperoquemeescucharéisahora.

El mandadero, dirigiendo una mirada llena de turbación a Dot, que semanteníaalejadadeél,respondió:

-Sea.Nadamásjusto;osescucho.

-EsprecisoquesepáisquecuandopartídeInglaterra,muyjovenaún-dijoEduardo-,estabaenamoradoymiamoreracorrespondido.Setratabadeunajovencitamuy niña aún, que quizá -es lo queme objetaréis- no conocía supropiocorazón.Peroyoconocíaalmío,ysentíavivísimapasiónporella.

-¡Vos!-exclamóJohn-.¡Vos!

-Sí -respondió su interlocutor-; y ella me correspondía. Siempre lo hecreídoasí,yahoraestoysegurodeello.

-¡Cielosanto!-dijoelmandadero-.¡Sóloestofaltaba!

-Permaneciéndolefiel-añadióEduardo-,yvolviendoaInglaterrallenodeesperanzas, despuésdegrannúmerodepeligrosy sufrimientospara realizarcuantoestabademiparteconrelaciónanuestrocompromiso,supe,aveintemillasdeaquí,quemiamadahabíasidoperjura,quemehabíaolvidadoyquese entregaba a otro, a un hombre más rico que yo. No intenté dirigirlereprimendaalguna;sólodeseéverlayconvencermepormispropiosojosdelaverdaddelaacusación.Confiabaenquepodíanhaberlaobligadoatomarestaresoluciónapesardesusruegosysusrecuerdos.Seráunconsuelomuyligero-pensé-,peroalmenosmeconsolaríaunpoco.Porestovine.Afindeconocerla verdadera verdad, de observar libremente por mí mismo, de juzgar sinobstáculoalgunoporpartesuyaysinusarmiinfluenciapersonalsobreella-suponiendoquelatuviese-medisfracé...,yasabéiscómo,ymedetuveenelcamino..., ya sabéis dónde.Vos no sospechasteis demí, ni... ella tampoco -señalandoaDot-;hastaqueallí, juntoalhogar, ledijeunacosaaloído,ya

pocomedescubre.

-PerocuandotumujercitasupoqueEduardovivíayqueestabaderegreso-añadióDot, dirigiéndose a John, con la voz interrumpida por los sollozos,hablando por su propia cuenta como había ansiado hacerlo durante toda lanarracióndelmarinero-,ycuandohuboconocidosuproyecto, le recomendóexpresamente que mantuviese el secreto, porque su viejo amigo JohnPeerybingle era demasiado francote y demasiado torpe para ocultar el másmínimo detalle; sí, torpe, torpísimo para todo, incapaz de ayudarle en suproyecto, y cuando ella, es decir, yomisma, John, se lo hube contado todo,explicándolequesuamadalecreíamuerto,quealfinsehabíadejadoinclinarpor su madre a un matrimonio que la pobre anciana llamaba ventajoso, ycuandoella,esdecir,yomisma,John, lehubedichoquenoestabancasadosaún,aunquemuypróximosaserlo,yquesise realizabaestematrimonionoconsistiríamásqueenunsacrificio,porque la futuranosentíaamoralguno,comoélsepusocasilocodealegríaaloírestanoticia,entoncesella,esdecir,yomismaaún,dijequeintervendríacomoanteshabíahechotantasveces,quesondearíaelánimodesuamada,ypodríaasegurarsedequenoseengañaríaencuantoyodijese.Yasíes;¡nosehaengañado,John!¡Ysehanreunido,John!¡Ysehancasado,John,haceunahora!¡Yaquíestálareciéncasada!¡YGruffy Tackleton en buen peligro queda de morir soltero! ¡Y soy una mujerenteramentefeliz,May,yqueDiososbendiga!

Ya sabéis, y abramos un paréntesis, que Dot era seductora hasta loirresistible;peronuncaestuvotanirresistiblecomoenlostransportesdegozoaqueseentregóenaquelinstante.Nuncasevieronfelicitacionestantiernas,tandeliciosascomolasqueseprodigabaasímismayalareciéncasada.

En medio del tumulto de emociones que se levantaban en su pecho, elhonradomandadero experimentaba honda confusión.De pronto corrió haciaDot; peroDot extendió lamano para detenerle y retrocedió, conservando lamismadistanciadeantes.

-No,John,no;oídlotodo.Nomeaméis,John,hastaquehayáisescuchadotodoloquetengoquedeciros.Obrémalnoconfiándoosmisecretoylosiento.Nocreíhaberobradotanmalhastaelinstanteenquevineasentarmejuntoavos en el taburete ayer por la noche; pero cuando pude leer en vuestrosemblante que me habíais visto paseando con Eduardo por la galería ycomprendí lo quehabíais llegado a pensar,mehice cargode lo atolondradaqueestuveylagravedaddemierror.

¡Pobremujercita!¡Cómosollozabaaún!Johnqueríaestrecharlaentresusbrazos;peroellanolopermitió.

-¡Nomeaméisaún,John!Cuandoelpróximomatrimoniomeentristecía,era porqueme acordaba deMay y de Eduardo, que se habían amado tanto

durante su juventud, y porque sabía que el corazón de May estaba a cienleguasdesentiramorporTackleton.¿Locomprendéisahora,verdad?

Johnibaaprecipitarsehaciasumujer;peroDotledetuvoaún.

-No;esperadunpoco.Cuandobromeo,comolosuelohaceralgunasveces,John,llamándoostorpe,gansoydándoosotrosnombressemejantes,esporelmismoamorqueostengo,John,ynoquerríacambiarosenunátomo,aunquefueseparaconvertirosenelmonarcamásgrandedelatierra.

-¡Bravo, bravísimo! -exclamó Caleb con desusado vigor-. Ésta es miopinión.

-Ycuandohablodepersonasdemedianaedad,depersonasmaduras,John,ycuandopretendoquelosdoshacemosmalapareja, lodigoporquesoyunacriaturillayporlamismarazónquemehacejugaradamas;sóloenbromayparareírunpoco,creedme.

Bien conocíaDot que John iba a aproximarse de nuevo y le detuvo porterceravez;perobienpróximaestuvoapararelgolpedemasiadotarde.

-¡No,nomeaméisaún;dejadmeunmomento,John!Loquedeseodecirossobretodo,loheguardadoparaelfin.Querido,bueno,generosoJohn,cuandohablábamosciertodíadelgrillodelhogar,sentímariposearjuntoamislabiosunaconfesión,quebiencercaestuvodeescaparse,yeraquealprincipionooshabía amado tan entera y tiernamente comoos amoahora; que cuandovinepor primera vez a esta casa temí no llegar a amaros tanto como deseaba ycomo rogaba aDios queme hiciese amaros; ¡era tan jovencita, John! Pero,John, cada día, cada hora os he amado con más entusiasmo. Y si hubierapodidoamarosmásdeloqueosamo,lasnoblespalabrasqueosoípronunciarestamañanahubieranbastadoparaello.Peroyanopuedoamarosmás.Todalaafecciónqueenmíconservaba-yteníamuchaafección,John-oslahedado,comomerecéis,hace tiempo,mucho tiempo,ynopuedodarosmás. ¡Ahora,abrazadme,Johnmío! ¡Éstaesmicasa, John,ynopenséis jamás, jamás,enhacérmelaabandonarparaenviarmeaotra!

Jamás sentiréis, al ver unamujer en brazos de sumarido, el placer quehubierais experimentado al contemplar aDot corriendo hacia los brazos delmandadero. Fue lamás completa, lamás ingenua, lamás franca escena deternurayemocióndequepodáissertestigosdurantetodavuestravida.

Podéis estar seguros de que John se hallaba en un estado de éxtasisindecible,asícomotambiéndequeaDotlesucedíalomismo,ydequetodoelmundosesentíafelicísimo,inclusomissSlowboy,quellorabadealegría,yque,deseandohacerpartícipedelcambiogeneraldefelicitacionesalchiquitín,lepresentabasucesivamente,porrigurosoturno,acadaunodelosasistentes,exactamenteigualquesisehubiesetratadodeunabandejaderefrescos.

Perounnuevorumorderuedasseoyóalexterior,yalguiengritóqueGruffy Tackleton volvía. Y en seguida, el digno caballero apareció con el rostroinflamadoyllenodeemoción.

-Veamos:¿quédiablosocurre, JohnPeerybingle? -preguntóalentrar-.Esprecisoquehayaalgúnerrorentodoesteasunto.HecitadoparalaiglesiaalaseñoraTackleton,yjuraríaquenoshemoscruzadoporelcamino,cuandoellavenía hacia aquí. ¡Pero si está con vosotros!Os suplico queme dispenséis,caballero,notengoelhonordeconoceros;peroporsiqueréishacermeelfavordedejarenpazaesta señorita,osadviertoque tieneuncompromiso formalparaestamañana.

-Puesnoseñor,notengoelmenordeseodedejárosla-respondióEduardo-.Nopiensotalcosa.

-¿Quéqueréisdecir,vagabundo?-repusoTackleton.

-Quiero decir -respondió sonriendo su interlocutor-, que os perdonovuestromal humor, porque conozcoque estáis exasperado; por estamañanapermanecerésordoavuestrasfrasesgroseras,delmismomodoqueayerporlanoche lo estaba para todas las frases que se pronunciasen, fuesen las quefuesen.

¡QuémiradalelanzóTackleton,ycómotembló!

-Sientoenelalma,caballero-prosiguióaquélreteniendolamanoizquierdadeMay,ysobretodosudedodelcorazón-,yconparticularísimosentimiento,queestaseñoritanopuedaacompañarosalaiglesia;perocomoyahaestadoenellaunavezestamañana,supongoquelaexcusaréis.

TackletonmiróconfijezaeldedodelcorazóndeMayysacódelbolsillodesuchalecounpedacitodepapeldeestaño,que,ajuzgarporlasapariencias,conteníaunanillo.

-MissSlowboy-dijo-,¿tendréislabondaddeecharestoalfuego?Gracias.

-Notadlo -prosiguió Eduardo-, se trata de un compromiso anterior alvuestro, un compromiso muy antiguo que ha impedido a mi mujer suasistenciaalacitaquelehabéisdado.

-ElseñorTackletonmeharálajusticiadereconocerquelehabíaconfiadomi situación con toda fidelidad, y que más de una vez -añadió Mayruborizándose-lehedichoquemeseríaimposibleolvidarnuncaaEduardo.

-Ciertamente -asintióTackleton-,ciertamente.Es justísimo;nadahayqueañadir.¿SoiselseñorEduardoPlummer,noesasí?

-Ésteesminombre-respondióelreciéncasado.

-No os hubiera reconocido, caballero -dijo Tackleton examinándole con

mirada inquisitorial y saludándole profundamente-; os doy la enhorabuena,caballero.

-Gracias.

-Señora Peerybingle -añadió Tackleton volviéndose súbitamente hacia ellado en que permanecían Dot y su marido-; nunca me habéis tratado conbenevolencia, pero he de confesar valéis más de lo que creía. JohnPeerybingle,dispensadme.Mecomprendéis;estomebasta.Nohaynadamásquedecir,caballerosyseñoras.Todoestáperfectamente.Adiós.

Después de haber pronunciado estas palabras, partió sinmás ceremonia;sólo se detuvo un instante junto a la puerta para despojar la cabeza de sucaballo de las cintas y flores que la adornaban, y darle al pobre animal unviolentopuntapié, sindudaconel findeanunciarlequehabía surgidoalgúnobstáculoenelcursodelosacontecimientos.

-VI-

Yquenohabíandepermanecerociososniunsoloinstante,porquedebíanpensarseriamenteencelebraraqueldíademodoquedejaseunaestelaeternaenel calendariode fiestasy regocijosde la casaPeerybingle.DemodoqueDotsepusoalaobraparaprepararunfestínquecubriesedehonorinmortalasuhogaryalosinteresados.Enunabrirycerrardeojoshundiósusbrazosenlaharinahastaelcodo,incluyendolosdeliciososhoyuelosyprocurándoseelmalignoplacerdeblanquearelvestidodeJohncadavezqueésteseacercabademasiado,deteniéndolaparadarleunbeso.Johnlavólaslegumbres,mondólosnabos,rompiólosplatos,derribólasmarmitasdehierrollenasdeaguafríasobreel fuego,yenresumen,sehizoútilpor todos losmedios imaginables,mientrasqueunaparejadeayudantas,llamadasatodaprisadealgunoslugaresdel vecindario, daban contra todas las puertas y chocaban en todos losrincones. En cuanto aTilly Slowboy, con el niño en brazos, todo elmundopodíaestarsegurodeencontrarladondequieraquefuese.Tillynohabíadadonunca hasta entonces tales muestras de actividad; se multiplicabaprodigiosamente y su ubicuidad era objeto de la admiración general. Se lahallabaenelcorredoralasdosveinticincominutos,comoescolloparalosqueentraban;en lacocinaa lasdoscincuentaminutos,amodode trampa;enelgranero,comounarmadijo,a las tresmenosveinticincominutos.Lacabezadel chiquitín ejerció de piedra de toque respecto de toda materia animal,vegetalomineralque tuvieseasualcance,o,pormejordecir,noestuvieronaqueldíaenmovimientopersonas,mueblesniutensiliosquenotrabasenenunmomentodadoíntimaamistadconlacabezadelniño.

Luego se formó una gran expedición destinada a ir a buscar a la señoraFielding para darle conmovedoras muestras de pesar por su ausencia, yconducirla, de grado o por fuerza, a sentirse feliz y a perdonarlo todo. Ycuando la expedición exploradora hizo su primer reconocimiento, la señoraFielding no quiso oír ni una palabra al principio; repitió un númeroincalculable de veces que había vivido hasta entonces con el único fin dellegar hasta aquel día; que no se le pidiese nada más; que sólo debíanconducirla a la tumba, cosa que parecía absurda porque estaba viva, ymuyviva; y al cabo de algún tiempo cayó en un estado de tranquilidad de malaugurio, y observó que en la época de la famosa catástrofe ocurrida en elcomercio de índigo, había previsto ya que durante toda su vida quedaríaexpuestaatodaclasedeinsultosyultrajes;que,porlotanto,noseextrañabadeloocurrido,yquesuplicabaquenadieseocupasedeellaenlomásmínimo-¿quéeraellaenrealidad?¡Diosmío,nada!¡Unceroalaizquierda!-.Y,porfin,queprocurasenolvidarqueunacriaturatanmíserahubieseexistido,yquetodoelmundosiguiesesucaminocomosiellanohubiesevividojamás.

Pasandode este tono amargoy sarcástico a un lenguaje inspiradopor lacólera,hizoescucharlanotablefrasesiguiente:«Queelvilgusanilloseyerguecuandolepisan»;despuésdelocualexpresóuntiernísimopesar.Sisiquierahubiesendepositadosuconfianzaenella,¡quéideastandistintaslehubieransugerido!

Aprovechándosedeestacrisisoperadaensussentimientos, laexpediciónlaabrazó;entonceslaseñoraFieldingsepusolosguantesysedirigióacasade John Peerybingle con actitud irreprochable, como mujer de mundo,llevandoenlacintura,envueltoenunpapel,ungorrodeceremonia,casitanaltoyseguramentetanrígidocomounamitra.

Elpadrey lamadredeDot,quedebíanacudirenotrocarruaje, tardabanmásdeloregular;huboalgunainquietudysemiróconfrecuencialacalleporsiselesveía.MayFieldingmirabasiempredesdeunpuntodevistaopuestoalde todosy endirecciónmoralmente imposible; y cuando se lohacíannotar,decíacreerquepodía tomarse la libertaddemirardondemejor lepareciera.Porfinllegaronlosdos;formabanunaparejitagordinflonaqueandabaabuenpaso, menudo y firme, verdadera señal peculiar de la familia Dot. Dot separecíamuchísimoasumadre.

EntonceslamadredeDottuvoqueentablarnuevaamistadconlamadredeMay;éstasedabacontinuamenteairesdesoberana,mientrasquelamadredeDot no hacíamás quemover sus ligeros piececitos. Y el viejo Dot -quierodecir,elpadredeDot;heolvidadosuverdaderonombre,peronoimporta-setomabaciertaslibertadesconrespectoalaseñoraFielding;estrecholelamanoinmediatamente,singranreverenciahaciaelgorrodeceremonia,enelcualnoparecióhallarmásqueunamezcladeengrudoymuselina,ynomanifestóla

menor sensibilidad hacia la catástrofe del índigo, en vista de que no podíaremediarseya;enresumen:según ladefiniciónde laseñoraFielding,eraunhombrebonachón,¡perotangrosero!...

Por nada delmundo quisiera olvidar aDot, que hacía los honores de lacasa con su traje de boda. ¡Bendito sea su lindo semblante! Tampoco meolvidarédelmandadero,quetanjovialytanrubicundosesentóalacabeceradelamesa,nidelmorenoyaudazpiloto,nidesugraciosamujer,nideningúnotroconvidado.Encuantoalacomida,sentiríamuchonopoderhablardesuesplendidez.Nuncasehasaboreadocomidatansubstanciosayapetitosa,ynodejarédemencionarlosrebosantesvasosquesehicieronchocarenhonordelasbodas;olvidoqueseríaindudablementeelpeordetodos.

Despuésdelacomida,Calebentonósucanciónbáquicaenhonordelvinoespumoso.Ylacantódurantetodoelrestodelaño,creedme.

Y casualmente ocurrió, en elmismo instante en que Caleb terminaba lacanción,unincidenteimprevisto.

Llamaron ligeramente a la puerta; un hombre entró vacilando sin decir«convuestropermiso»,o«¿sepuede?»Llevabaalgomuypesadoenlacabezaydejósufardoenelcentrodelamesa,sindesordenarsusimetría,enmediodelasmanzanasylasnueces.

-ElseñorTackleton-dijo-ossaluda,ycomononecesitaparaéllatortadeboda,suponequeleharéiselhonordecomérosla.

Despuésdehaberpronunciadoestaspalabrassefue.

Todoelmundoquedóalgosorprendido,comopodéis suponer.LaseñoraFielding, que era persona de infinito discernimiento, insinuó que la tortaestaba envenenada y contó la historia de cierta torta que había amoratado atodouncolegiodeseñoritas;perounánimesreclamacionesdecidieronelsitiodelaplaza.Mayhundióelcuchilloenlatorta,muyceremoniosamenteyentrelaalegríageneral.

No creo que nadie la hubiese probado aún, cuando alguien golpeó denuevo la puerta; abrieron, y compareció elmismohombre, que traía bajo elbrazounenormepaqueteenvueltoenpapeldeestraza.

-El señorTackletonossaludayosenvíaestos juguetesparaelchiquitín.Nosonmezquinos.

Ydichoesto,seretirócomolaprimeravez.

Gran dificultad hubieran experimentado los concurrentes para hallarpalabrasapropiadasconqueexpresarsuasombro,aunquehubiesentenidomástiempoparabuscarlas.Peronopudierontomárselo,porqueapenaselenviadocerrólapuerta,sonóuntercergolpe,yelmismoTackletonpenetróenlacasa.

-SeñoraPeerybingle-dijoelcomerciantedejuguetesconelsombreroenlamano-: siento mucho lo ocurrido, mucho más de lo que lo he sentido estamañana. He pensado largamente en ello, John Peerybingle; mi carácter esbastantemalopornaturaleza;peronopuedemenosdemejorarseun tantoalladodeunhombrecomovos.Caleb,laniñeramedioinconscientementeayerpor la noche cierto consejo enigmático, cuya clave he podido hallar. Mesonrojoalpensarcuánfácilmehubierasidoasegurarmevuestrocariñoyeldevuestrahija,ycuánidiotahesidoalcreerlaidiota.Amigosmíos-permitidmequeos llameasí-;micasaestámuysolitariaesta tarde.No tengoniunsologrilloenmihogar.Apiadaosdemisoledadypermitidmequepermanezcaenvuestrafelizcompañía.

Alcabodecincominutosestuvocomoensupropiacasa.¡Habíaqueverle!¡Cómo se las había arreglado toda su vida para disimular en tanto tiempoaquella inmensa jovialidad! ¡Oh, qué no habrían hecho las hadas paracambiarledeaquellamanera!

-¡John! ¿Queréis mandarme, o no, esta noche, a casa de mis padres? -murmuróDotenvozbaja.

-¡Biencercahabíaestadodedisponerlo!

Sólo faltaba un ser viviente para completar el cuadro; pero llegó en unabrirycerrardeojos,sediento,muyalteradoporlacarreraquehabíahechoyprocurando con inútiles esfuerzos meter la cabeza en el gollete demasiadoestrechodeuncántaro.Habíaseguidoelcochehastaeltérminodelviaje,muycontrariado por la ausencia de su amo y prodigiosamente rebelde hacia elsustituto.Despuésdehaberdadoalgunavueltaporlosalrededoresdelestablo,había procurado inútilmente excitar al caballo a que volviese solo y por unactopositivoderebeliónsehabíatendidodelantedelfuegoenlasalacomúndelfigónvecino.PerocediendosúbitamentealaconviccióndequeelsustitutodelhonradoJohnnovalíalapenadequeseletomaseenserio,selevantó,levolviólaespaldayprosiguióelcaminodesucasa.

Luegoempezóelbaile.Mehubieracontentadoconmencionardeunmodogeneralestadiversión,sindecirniunapalabramás,sinotuviesealgúnmotivoparasuponerquefueunbailemuyoriginalydecarácterpococomún.Heaquícómosepusieronalaobralosconcurrentes:

Eduardo, que era unmuchacho bondadoso y francote, les había contadomilmaravillas de los loros, lasminas, losmejicanos, el oro en polvo, etc.,cuandodeprontoseleocurriólaideadesaltardelasillayproponerunbaile,yaqueel arpadeBertaestabaallí,yBerta la tocabaprimorosamente.Dot -¡buenapieza!, ¡bastantehipocritona algunasveces!- pretendióque el tiempodelbailoteohabíapasadoparaella;peroyopresumoquelacausaverdaderadesureservafuequeelmandaderofumabasupipa,yellapreferíapermanecera

su lado. Con este precedente, la señora Fielding no podía aceptar bailarínalguno, y quedó obligada a decir que el tiempo de la danza también habíapasadoparaella,ytodosdijeronlomismo,exceptoMay;Mayestabaprontaabailar.

DemodoqueEduardoyMayselevantaron,entreelaplausogeneral,parabailarsolos,yBertatocólapiezamásarrebatadoradesurepertorio.

Pues bien; creedme o no, apenas hubieron bailado cinco minutos,súbitamenteelmandaderotira lapipa,cogeaDotporlacintura,selanzaenmedio de la habitación y voltea rápidamente con ella haciendo piruetas, orasobre los talones, ora sobre la punta del pie. Apenas les vio Tackleton, sedeslizósuavementehacialaseñoraFielding,lacogióporlacinturaysiguióelvaivén.AlnotarloelviejoDot,sepusoenpieyarrebatóa laseñoraDotenmedio del grupo, poniéndose a su cabeza; Caleb, al verlos, tomó a missSlowboy por ambas manos y partió en seguida con ella, y miss Slowboy,convencida por completo de que las únicas reglas de danza consisten enpenetrarvivamenteentrelasdemásparejasyejecutarasucostaciertonúmerode choques más o menos violentos, se entregó a estos ejercicios conentusiasmo.

¡Escuchad!Elgrilloacompañalamúsicaconsucrrri...crrri...crrri...yelpucherozumbacontodassusfuerzas.

Pero ¿qué es esto? Mientras les escucho con vivísimo sentimiento defelicidad yme vuelvo hacia el lado deDot para contemplar otra vez aquelsemblantequetantomegusta,Dotylosdemássehandesvanecidoenelaireymehandejadosolo.Ungrillocantaenelhogar;unjuguete,roto,yaceenelsuelo.Noveonadamás.

FIN

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