20.El valor del culto en el paisaje doméstico. El caso hispano
El espacio doméstico en el ámbito rural del centro de la península Ibérica entre los siglos V y...
-
Upload
independentresearcher -
Category
Documents
-
view
2 -
download
0
Transcript of El espacio doméstico en el ámbito rural del centro de la península Ibérica entre los siglos V y...
1
EL ESPACIO DOMÉSTICO EN EL ÁMBITO RURAL DEL CENTRO DE LA PENÍNSULA
IBÉRICA ENTRE LOS SIGLOS V Y IX D.C.1
A. Vigil-Escalera Guirado (UPV/EHU)
[Congreso Internacional “El espacio doméstico en la península Ibérica medieval. Sociedad, familia,
arquitectura, ajuar. Granada, 3-6 octubre 2013. Escuela de Estudios Árabes, CSIC]
1. La arqueología de lo doméstico en el ámbito rural
La configuración de la casa urbana y su evolución diacrónica ha centrado la
atención de los medievalistas durante mucho tiempo, lo que resulta comprensible dada la
penuria de los datos concernientes al medio rural. Por fortuna, el panorama arqueológico
ha cambiado bastante durante los últimos veinte años en algunas partes de España y de
Europa, y la información disponible sobre los espacios domésticos del campesinado
altomedieval abre interesantes líneas de investigación. El análisis arqueológico de la
esfera doméstica rural del periodo altomedieval se mueve en unas coordenadas en
principio bastante similares a las manejadas por los prehistoriadores o los antropólogos
en esta subdisciplina.
El espacio doméstico rural es fundamentalmente un espacio productivo. La unidad
doméstica es la más pequeña agrupación humana con el máximo nivel de funcionalidad
corporativa, y su diseño incluye una combinación de producción, consumo, reproducción y
corresidencia (ASHMORE, WILK 1988: 6). El abastecimiento es su principal objetivo, y
desempeña esta tarea de forma tan agresiva como sea necesario, utilizando para ello todas
las posibles formas de interacción económica y social, comercial y no comercial, que
contribuyan a asegurar su supervivencia (HIRTH 2010: 245-6). Se trata de la célula
elemental de la producción y todo el entramado social descansa sobre ella (YANAGISAKO
1979; WILK, NETTING 1984; NASH 2009; CUÉLLAR 2013).
Los límites espaciales de la unidad doméstica tal y como pueden ser aprehendidos
por la investigación arqueológica exceden considerablemente del perímetro que
conforman los muros de la vivienda. Habremos de manejar, pues, un concepto extenso de
la ‘casa’ rural. La parcela doméstica se convierte en la unidad básica de cualquier análisis
arqueológico puesto que sus límites son los de la ‘casa’ campesina. Una lectura
descontextualizada de cualquiera de sus elementos constitutivos entraña obvios riesgos.
A continuación examinaremos algunos registros recientes relativos a la
configuración de la parcela doméstica, a los distintos elementos que contiene y a las
actividades allí desempeñadas. Veremos también la clase de dificultades que afronta el
estudio de todo lo anterior a través de algunos ejemplos. El sitio de La Vega, ocupado en el
1 Se recoge aquí la ponencia presentada en el congreso y parte de las ilustraciones, en una versión distinta a la ofrecida en las preactas. El trabajo ha sido desarrollado en el marco de los proyectos de investigación “Desigualdad en los paisajes medievales del norte peninsular: los marcadores arqueológicos” ref. HUM2012-32514 y “Proyecto del Plan Nacional de I+D+I, ref. HAR2010-21950-C03-01”, así como de la actividad del Grupo de Investigación en Patrimonio y Paisajes Culturales/Ondare eta Kultur Paisaietan Ikerteta Taldea (IT315-10), financiado por el Gobierno Vasco.
2
siglo VIII, nos servirá para aludir a las dificultades que entraña el reconocimiento
arqueológico de las desigualdades sociales entre grupos familiares o unidades domésticas
(en adelante UD). Finalizaremos con algunas cuestiones referentes al tamaño de las
unidades domésticas en estos yacimientos. El número de individuos que las integran
puede llegar a inferirse a partir de los datos proporcionados por la excavación conjunta
del asentamiento y su cementerio.
2. Ámbito del estudio y particularidades del registro arqueológico
Los datos sobre los que se basa esta exposición proceden de actuaciones
arqueológicas en extensión derivadas de la implementación de proyectos urbanísticos o de
infraestructuras en el marco de relaciones contractuales entre promotores (institucionales
y privados) y arqueólogos. Todas se ejecutaron en los últimos quince años, al margen del
ámbito académico o de proyectos de investigación. Los yacimientos en los que se ha
excavado, la amplitud e intensidad de las intervenciones o los medios humanos y
materiales empleados para ello no fueron seleccionados por razones científicas sino como
resultado de un azaroso compromiso entre el imperativo legal que concierne a la
salvaguardia de bienes públicos de interés arqueológico, el desarrollo urbanístico y una
contingente mezcla de criterios de profesionalidad y rentabilidad económica por parte de
empresas dedicadas a la arqueología comercial. Buena parte de los trabajos permanecen
inéditos o sólo cuentan con publicaciones parciales o simples noticias. Por lo general
presentan obvias carencias tanto desde un punto de vista de la calidad de la
documentación generada como de los presupuestos metodológicos seguidos a lo largo de
su desarrollo. La documentación arqueológica disponible, dadas las circunstancias,
conforma un corpus de rasgos específicos y difícil tratamiento.
Figura 1. Ámbito geográfico del trabajo.
3
Los sitios que veremos se localizan en la Comunidad de Madrid, concentrándose
especialmente en la comarca limitada por los ríos Jarama y Guadarrama, al Sur de la
capital (Figuras 1-2). Su extensión aproximada es de unos 800 km2, y geográficamente se
puede dividir en dos partes: el corredor de la vega del Jarama al Este y un amplio sector de
campiña de relieve ondulado, surcado por arroyos de escasa entidad. Por lo general tienen
suelos ligeros bien drenados, especialmente aptos para la cerealicultura. La cubierta
forestal en el pasado debió estar reducida a algunas manchas de encinar y pequeñas
dehesas en los espacios liminales entre asentamientos. Limitadas zonas de pradera en
algunos tramos de los arroyos jugaron un papel destacable en la localización de los
asentamientos.
Figura 2. Densidad de yacimientos altomedievales conocidos en las comarcas objeto de estudio.
La principal característica del paisaje rural de los primeros siglos altomedievales
es la alta densidad de pequeños establecimientos abiertos de carácter aldeano (QUIRÓS,
VIGIL-ESCALERA 2006). Aunque no en todos se hayan logrado identificar secuencias de
ocupación pluriseculares, una mayoría de esos asentamientos desarrolló su actividad de
forma coetánea, especialmente entre finales del siglo quinto y el octavo de la Era. Varios
ofrecen secuencias que enlazan con el periodo romano bajoimperial, y algunos llegan en su
desarrollo hasta finales del siglo IX d.C. La implantación del Estado cordobés en este
territorio supuso en menos de un siglo una radical concentración de la población en torno
a un puñado de enclaves, ya sean pequeñas medinas, como Madrid o Talamanca, o
fortificaciones de muy diversa entidad, como Calatalifa, Alcalá la Vieja, Rivas o Paracuellos.
Entre mediados del siglo IX e inicios del X se reconfiguraron por completo las coordenadas
del paisaje anterior. La conversión al Islam de las comunidades nativas parece que fue
rápida a partir de finales del siglo VIII d.C.
4
Todos los antiguos asentamientos fueron tarde o temprano reconvertidos en
tierras de cultivo y su superficie sometida a labores agrícolas durante siglos. Sólo los
emplazamientos con más suerte se libraron de la reja del arado mecánico. Los rasgos más
persistentes de la arquitectura rural tradicional, con sus zócalos de mampostería menuda
o cantos rodados y alzados de tierra, ofrecen escasa resistencia al laboreo agrícola. A esto
deben sumarse unos patrones cíclicos de construcción y reconstrucción de los espacios
residenciales a escasa distancia de las estructuras amortizadas. El carácter abierto de
todos los enclaves y la amplia disponibilidad de suelo edificable en las campiñas favorecen
el carácter extendido de la mayor parte de los asentamientos, que muestran una baja
densidad del número de estructuras por hectárea2. En consecuencia, un segmento
mayoritario de los yacimientos de este periodo libra un registro arqueológico compuesto
casi en exclusiva por distintas clases de fosas. Muchas veces son la parte rehundida de
estructuras con porte aéreo, otras la porción más profunda de estructuras con un
importante desarrollo vertical, como son los silos y los pozos. Cuando aparecen evidencias
de estructuras previsiblemente interpretables como de uso residencial, el estado de
conservación suele ser deplorable y un elemento tan importante como el hogar aparece
muchas veces descontextualizado respecto a los muros de la casa o no aparece en
absoluto. El análisis arqueológico del espacio doméstico en yacimientos con tan precario
estado de conservación se ve seriamente limitado.
Así las cosas, poco tiene de extraño que del medio centenar de yacimientos
susceptibles de estudio en la comarca, el análisis deba recurrir a un restringido grupo que
proporciona una documentación algo más densa y con un nivel de detalle por encima de la
media.
3. La parcela doméstica: estructura, dimensiones, componentes
Como ya se ha señalado, en el medio rural altomedieval del centro peninsular la
casa es mucho más que el espacio comprendido por los muros de la vivienda. Una imagen
recurrente es la que ofrecen los asentamientos aldeanos formados por varias de esas UD
yuxtapuestas, por lo general a lo largo de la ribera de un arroyo, separadas habitualmente
por parcelas agrarias. Son excepcionales, de momento, casos como el representado en el
sector P09 de El Pelícano (Arroyomolinos), donde una densa agrupación de edificaciones
se reconstruye durante varias generaciones en el mismo emplazamiento entre finales del
siglo V y finales del VI d.C. (VIGIL-ESCALERA 2009: 326, Fig. 10).
A pesar de las lagunas empíricas e interpretativas que se ciernen sobre estos
registros, puede comprobarse que en el seno de cada UD, las estructuras con hornos se
encuentran segregadas en construcciones situadas a cierta distancia de la vivienda (VIGIL-
ESCALERA 2012). También puede constatarse que sólo una parte de sus almacenes se
encontraban en el interior de la misma, ya sea en forma de silos subterráneos o de trojes.
Dentro de los límites de la parcela doméstica se disponen, pues, tanto la vivienda como
2 En las vegas (por ejemplo la del Jarama) se observa un mayor aprovechamiento del espacio agrario, usándose de forma intensiva el espacio reservado a fines residenciales. La superposición de estructuras y la intersección de fosas a lo largo de los siglos también complica extraordinariamente la lectura de estos enclaves.
5
otras estructuras auxiliares directa o indirectamente relacionadas con la economía y la
cotidianeidad del grupo doméstico: graneros, almacenes, lagares, cocinas, establos o áreas
para tareas específicas. Anejos a la cerca de la parcela se encuentran con frecuencia otros
espacios de uso agrícola intensivo también cerrados.
La aldea de Gózquez (San Martín de la Vega) proporciona un buen testimonio
sobre el formato de la estructura parcelaria reconocible a la escala del asentamiento
(Vigil-Escalera 2000; 2007; 2009; 2010). Se trata de uno de los pocos sitios de los que
conocemos una parte apreciable de su desarrollo espacial y además su necrópolis
completa. En el barrio oriental, cuatro parcelas de uso doméstico alternan con otras de uso
previsiblemente agrícola durante toda la secuencia de ocupación (ca. 525-750 d.C.) Las
parcelas agrarias presentan formatos no del todo rectangulares y se encuentran
orientadas oblicuamente respecto a la pendiente de la ladera. Miden en torno a los 78
metros de largo por 34 de ancho (lo que en terrenos pesados equivaldría a dos días de
bueyes o a dos fanegas) (Figura 3). Los límites parcelarios se encuentran señalados por
zanjas rectilíneas o se intuyen a partir de la alineación de estructuras de diversos tipos a
ambos lados de unos elementos de demarcación cuya materialidad no se ha conservado.
La especificidad del yacimiento reside en que esas lindes son respetadas durante toda su
secuencia de actividad, si bien las parcelas de uso doméstico podrían haberse dividido en
lotes menores con el transcurso del tiempo.
Figura 3. Interpretación de la estructura parcelaria reconocida en Gózquez.
Los cálculos efectuados sobre las dimensiones de las parcelas domésticas cuyos
límites son reconocibles no deparan resultados homogéneos, aunque resulta difícil de
discernir si esto puede deberse en parte a las modificaciones habidas en la trama a lo largo
de la secuencia de ocupación. La parcela 1b tiene unos 2480 m2; 2a mide unos 1300; 2b
alrededor de 1800; y 2c ocupa unos 2080 m2. Sí parecen más estables, en cambio, las
dimensiones de los bloques originales de las parcelas 1 y 2, con 5300 y 5200 m2
respectivamente. La parcela 2 está dividida en tres lotes con una anchura estándar de unos
32 metros, que es también la anchura de la parcela 1b. Se puede apreciar también como la
estructura residencial principal no suele ocupar un extremo de la parcela, sino que reserva
espacio delante y detrás, ladera arriba y abajo, para usos diversos. El reconocimiento de
6
un camino delimitado por zanjas entre una parcela de uso doméstico y otra agraria ofrece
alguna pista sobre la forma de gestionar el paso del ganado evitando el daño a los
sembrados, aspecto éste que merece alguna mención en el código legislativo de época
visigoda (Forum Iudicum).
Figura 4. Interpretación de la estructura parcelaria en el sector P02 de El Pelícano.
En el yacimiento de El Pelícano, sector P02, la parcela de la unidad doméstica
central mide unos 45 metros de largo por 35 de ancho, lo que supone una superficie de
unos 1540 m2. Como en varios casos sucede en Gózquez, la estructura residencial principal
es doble y dispone tanto de un espacio trasero como de un amplio patio delantero con
estructuras compartimentadas a lo largo de sus alas Este y Oeste, donde se concentran
grupos de silos y varias cabañas (Figura 4). El reconocimiento de los límites parcelarios
entre unidades domésticas en otros sectores del yacimiento es bastante más difícil, y debe
basarse en la dispersión en planta de estructuras asignadas a un mismo segmento
temporal o en la constatación de grupos con fechas bien diferenciadas. No son sencillos de
discernir aquellos casos en los que podemos estar ante la reconstrucción de una sola UD
con leves desplazamientos, como podría ser el caso en los sectores P04_P05_P06 de este
mismo yacimiento (VIGIL-ESCALERA 2009: Fig.13).
La parte excavada del yacimiento de Congosto (Rivas-Vaciamadrid) ha
proporcionado evidencias de ocupación a cargo de no más de tres unidades domésticas
que previsiblemente fueron desplazándose ladera abajo a lo largo del tiempo (QUIRÓS,
VIGIL-ESCALERA 2006; VIGIL-ESCALERA 2009). Las dos más antiguas arrancan del último
cuarto de la quinta centuria, y estuvieron en activo durante buena parte del siglo VI d.C. La
meridional, fundada a continuación, se abandonó previsiblemente a finales del siglo VII
d.C.
7
En el caso de la UD situada en el extremo Norte del área excavada parece posible
plantear la existencia de una parcela de planta ovalada cercada por una zanja. De ésta,
únicamente se han preservado algunos tramos discontinuos (Figura 5). Tiene unos 56
metros en su eje largo y 35 en el corto, y previsiblemente su acceso se realizaba desde el
Suroeste, ladera abajo. La vivienda es un edificio de planta rectangular dividido en dos
ambientes de pequeñas dimensiones, cada uno de ellos con un hogar en el suelo,
delimitado por lajas de piedra, y queda situada casi en el centro del óvalo. Sus muros,
como los del resto de los edificios documentados en este sitio, presentan una técnica
constructiva particular, poco frecuente en la comarca, a la que nos referiremos más tarde.
En el extremo Norte de la parcela se ubican dos cabañas con hornos domésticos adosados
(HD1 y HD2) dentro de un recinto con forma de cuarto de círculo, funcionalmente
delimitado y con una zanja recta en su lado meridional. En el extremo opuesto, al Este del
acceso a la parcela, se yuxtaponen varias estructuras de suelo rehundido con plantas poco
regulares, tal vez destinadas a cobijar el ganado.
Figura 5. Interpretación de la parcela de la unidad doméstica septentrional de Congosto.
4. Casas, cabañas, tradiciones constructivas, contenido y función
Revisado muy esquemáticamente el formato de las parcelas domésticas, veremos
ahora algunos registros aprovechables a la hora de determinar el formato, el contenido y
la posible articulación funcional de la vivienda y otras construcciones auxiliares. Los
contextos de destrucción violenta o repentina de estructuras son escasos en el conjunto de
los yacimientos analizados. La reconstrucción de la vivienda al lado de la anterior suele ir
acompañada de un aprovechamiento intensivo del material constructivo, especialmente
8
de la teja y posiblemente de las vigas de madera. Incluso la mampostería empleada en los
zócalos puede ser objeto de expolio. Las huellas de las edificaciones de las primeras fases
de ocupación de un determinado enclave ofrecen habitualmente las mayores dificultades
para su lectura y restitución.
Las construcciones domésticas documentadas en el ámbito de estudio pueden en
principio reducirse a dos tipos principales3.
1. En primer lugar tenemos un amplio y heterogéneo grupo de construcciones
ligeras, construidas fundamentalmente de materia vegetal y tierra. La impronta
arqueológica de las mismas ha sufrido especialmente el arrasamiento horizontal
provocado por el laboreo agrícola, salvo que sus cubiertas fueron vegetales. Solamente
suele conservarse la parte rehundida de las mismas, y muy esporádicamente alguna roza
perimetral (VIGIL-ESCALERA 2003: Figs. 2-3) o huellas de poste alrededor de su perímetro
exterior, como se puede apreciar en algunos yacimientos catalanes coetáneos (ROIG 2009:
246, Fotos 2-6). A veces se trata de un ligero rebaje en el terreno producido por el
desgaste en su interior, pero en otras ocasiones se aprecia la excavación de una profunda
fosa en cuya base son reconocibles las improntas o las huellas de poste de sus elementos
sustentantes. Reciben habitualmente el nombre de fondos de cabaña (VIGIL-ESCALERA
2000) y se identifican por regla general con estructuras auxiliares a la vivienda, con muy
variada funcionalidad y formatos. No puede descartarse que en algunos casos hayan
servido de lugar de habitación, como demostraría el hallazgo de algún hogar en su interior.
Al margen de algunos casos problemáticos, parece que no fueron diseñadas para recibir
cubiertas de teja. La presencia de pellas con improntas vegetales en algunos estratos de
relleno indicaría el probable alzado de las mismas con entramados vegetales manteados
de arcilla, paja y estiércol.
2. En segundo lugar se encontrarían las que podrían definirse como construcciones
pesadas, identificadas habitualmente como las estructuras residenciales principales. En las
campiñas madrileñas se documentan dos subtipos distintos en cuanto su factura.
El primero y más abundante (2.1) presenta un zócalo perimetral de piedra trabada
con arcilla, ya sean cantos rodados o mampostería someramente careada, sin zanja de
cimentación. Sus alzados son de adobe y la cubierta de teja curva. Es un tipo de
construcción bien documentado desde época romana en la región, y continúa siendo
habitual en la arquitectura rural tradicional. Podría preverse que estas construcciones se
mantuvieran en pie durante más tiempo que las ‘ligeras’ cabañas, pero tampoco se libran
de los generalizados procesos de sustitución y reedificación cíclica, como testimonian los
yacimientos con ocupación plurisecular. Sufren además con frecuencia el expolio del
material constructivo, de forma que sólo a veces pueden documentarse en detalle.
En algún yacimiento (p.ej. Congosto) se documenta un segundo tipo de esquema
constructivo. La estructura portante consiste en postes o pies derechos de madera. La base
de los muros viene careada con lajas o bloques de piedra a modo de refuerzo, y los hoyos
para encajar los postes no son especialmente profundos. En sus alzados se recurre
esencialmente al adobe, con el que se rellenan los huecos en el armazón de madera, siendo
sus cubiertas de teja curva. Este tipo de arquitectura se ha documentado en varios
3 Hemos recuperado aquí la distinción realizada por Bazzana (2001) en su pionero trabajo.
9
yacimientos altomedievales de la cara Norte del Sistema Central, como por ejemplo Diego
Álvaro, Monte el Alcaide o Las Henrenes (GUTIÉRREZ PALACIOS et alii 1966; PARICIO, VINUESA
2009; DÍAZ DE LA TORRE et alii 2009; VIGIL-ESCALERA e.p.) y posiblemente también en
Navalvillar (Colmenar Viejo, al Norte de la ciudad de Madrid) pero es poco habitual en las
campiñas del Sur de la región.
El reconocimiento de esta dualidad de modos constructivos para la ejecución de la
vivienda principal en una misma comarca (y con las mismas materias primas a
disposición) bien podría servir para argumentar la existencia de sendas tradiciones
técnicas peculiares, aunque sea difícil establecer por ahora las causas o naturaleza de esas
diferencias.
Veamos a continuación dos casos de viviendas cuya particular secuencia de
abandono o destrucción nos permite acercarnos a su contenido original.
Figura 6. Edificio E7 de Gózquez.
Una única estructura residencial (edificio E7) aparece abandonada con parte de su
mobiliario doméstico in situ en la aldea de Gózquez (VIGIL-ESCALERA 2000; 2009). Bajo el
derrumbe de la cubierta de teja curva pudo documentarse un fino estrato de abandono
con residuos relacionados esencialmente con la alimentación. Se recuperaron fragmentos
de pequeño tamaño de dos vasijas cerámicas y abundantes esquirlas de hueso de
ovicápridos. La puerta presenta señales de haber sido tapiada antes de que se produjera el
colapso de la techumbre4. Todas las pertenencias, utensilios y mobiliario del interior
habían sido retirados. Del estado original de la estancia sólo se conserva la pieza
durmiente de un molino manual de rotación en una de las esquinas de la pared trasera, a
la derecha del vano de acceso (Figura 6). No se aprecia un hogar construido en una
ubicación específica, pero sí varias zonas ligeramente rubefactadas que podrían estar
indicando el frecuente cambio de ubicación del mismo. El edificio presenta una planta
4 Dos edificios documentados con estrato de derrumbe de las cubiertas de teja conservado en su interior se encuentran muy próximos: el lagar E6 y esta vivienda E7. No se descarta que sean eventos coetáneos, acaecidos en torno a medio siglo antes de que se consumara el abandono definitivo de la aldea.
10
rectangular con una superficie interior útil de 32 m2 (6.6 metros de largo por 4,8 de
ancho) y parece formar el núcleo de un complejo construido a su alrededor, muy
deteriorado al Norte, ladera abajo.
En el sector P10 del yacimiento de El Pelícano encontramos una vivienda que
conserva algunos de sus elementos internos en posición casi original. Tiene su interior
dividido en dos partes (A01 y A02) por un estrecho tabique, aunque sólo ha podido
documentarse de forma parcial en su extremo meridional (Figura 7). La habitación
oriental (de unos 4 m de largo por 2,85 m mín. de ancho) conserva las huellas de un gran
hogar de planta rectangular adosado al muro Este, a la derecha del vano de acceso. En la
occidental, pegado al zócalo Sur, se dispone un silo. Su embocadura estrecha parece haber
colapsado en el mismo momento en que lo hicieron los muros de la vivienda, deteriorando
el tramo de zócalo al que se hallaba anejo. Aplastados por la caída de los muros, sobre el
suelo de la estancia principal, se han recuperado varios vasos cerámicos completos y
varias herramientas. Dos vasijas de almacenamiento apoyaban sobre el suelo, volcadas
hacia el Norte, cada una a un lado de la puerta. El resto de los objetos probablemente se
encontraban colgados de la pared o sobre tarimas de madera. El estrato sellado por el
derrumbe de los alzados deparó dos ollas, un jarro con pitorro, una podadera, un cuchillo
y una cuchara de mango largo en hierro, además de algunos clavos.
Figura 7. Ajuar cerámico y metálico de una vivienda del sector P10 (El Pelícano).
5. Actividades domésticas
Indicios relevantes sobre algunas actividades desarrolladas tradicionalmente en el
ámbito doméstico, como la molienda del cereal o el hilado y el tejido se localizan en
muchas ocasiones disociadas de los contextos residenciales. El ejemplo del edificio E7 de
Gózquez al que se acaba de aludir no constituye precisamente algo habitual en estos
yacimientos. Los dos elementos que componen el molino manual de rotación aparecen
casi siempre fuera de su emplazamiento habitual una vez amortizados, empleados como
tapaderas de silos o reaprovechados como material constructivo, incluso en sepulturas.
11
Por extraño que pueda parecer, apenas son reconocibles huellas relacionadas con
la actividad textil en las viviendas o en las estructuras auxiliares de las aldeas madrileñas.
Los restos faunísticos confirman que en todos estos asentamientos se criaba ganado lanar.
Sin embargo, mientras son bien reconocibles las actividades de hilado y tejido en los
asentamientos romanos de la comarca (aparición de fusayolas, pesas de telar y agujeros
pareados de poste en ciertas estancias), éstas son casi inexistentes en los contextos
residenciales altomedievales. Fragmentos de cerámica, teja o piedra, recortados en forma
de disco con o sin perforación central, han sido asociados a veces con este tipo de
actividades. La interpretación de algunas cabañas de suelo rehundido, pequeño formato,
planta rectangular o casi cuadrada y con horno u hogar, como espacios de trabajo
femenino aparece en la literatura arqueológica desde antiguo (CHAPELOT, FOSSIER 1980). El
hallazgo de pesas de telar en la base de algunas estructuras de este tipo y ciertas
referencias textuales sostuvieron esta lectura en competencia con otras varias (TIPPER
2004). Esa interpretación ha sido reivindicada nuevamente a partir de datos
geoarqueológicos y el análisis de microrresiduos (MILEK 2012). Las escasas referencias
documentales disponibles sugieren que toda una serie de tareas desempeñadas por
mujeres se desarrollaban en un espacio propio, ya fuese en una construcción
independiente de la casa o en una habitación separada, y que ésta disponía de banco,
entrada de luz y algún elemento de calefacción.
Artefactos interpretados como husos o ruecas aparecen sin embargo con cierta
asiduidad en contextos funerarios durante el siglo quinto, aunque no consta el hallazgo de
estas herramientas en los lugares donde efectivamente se desarrollaban a diario tales
actividades. Estos materiales se asocian a enterramientos femeninos en necrópolis como
La Olmeda o Almenara de Adaja (ABÁSOLO et alii 1997; GARCÍA MERINO, SÁNCHEZ SIMÓN
2011).
6. La Vega, ¿un espacio doméstico de élite?
Diversos indicios parecen señalar que el asentamiento de La Vega (Boadilla del
Monte) representa el espacio doméstico correspondiente a una unidad doméstica en cierta
forma excepcional respecto a los estándares del resto de enclaves (VIGIL-ESCALERA 2007;
ALFARO, MARTÍN 2000, 2006). De acuerdo a nuestra interpretación, en el sitio se suceden
dos fases constructivas parcialmente solapadas antes de su completo abandono durante la
segunda mitad del siglo VIII d.C. Entre los materiales recuperados sobresalen los restos de
la hoja de una espada larga de hierro, diverso utillaje agrícola y un lote bastante
homogéneo de cerámica. Aparte de lo inusual de la presencia de ese tipo de arma,
reservado en los contextos funerarios a individuos con una posición social poco corriente,
el yacimiento restituyó también un triente de oro acuñado durante el correinado de Egica
y Vitiza, aproximadamente hacia el 700 d.C. Como han señalado diversos autores, la
circulación de estas monedas debió limitarse a circuitos restringidos (MARTÍN VISO 2008,
2011).
El yacimiento de La Vega tiene una datación claramente dentro del periodo
islámico. Como en otros sitios rurales coetáneos de la región madrileña (Fuente de la
Mora, El Soto, La Huelga, El Pelícano), la ocupación de cronología emiral se caracteriza por
12
sus fuertes vínculos con la tradición inmediatamente anterior tanto en los rasgos de su
arquitectura doméstica como en la tipología cerámica.
Figura 8. Propuesta de interpretación de la secuencia de La Vega (a partir de ALFARO, MARTÍN 2000).
La estructura del asentamiento original se articula en ambas fases de acuerdo a la
precisa disposición de cuatro construcciones con zócalo de piedra (Figura 8). La
estructura residencial principal es un edificio de planta rectangular con orientación Este-
Oeste. Se divide interiormente en dos ambientes, posiblemente con accesos
independientes. En el de más amplitud se identifica un hogar esquinero. Dispuesto
perpendicularmente al anterior se advierte con claridad en las dos fases otro edificio de
dimensiones bastante semejantes, con la particularidad de que el ambiente menor (el más
alejado de la vivienda, de planta casi cuadrada) presenta un tabique interno. A falta de los
detalles registrados durante el proceso de excavación la interpretación de este ambiente
es arriesgada. Puede tratarse de una alcoba, con el tabique como soporte de un
entarimado, pero igualmente podría servir de apoyo para una estructura de combustión.
En la esquina Suroeste del posible patio se levanta un edificio exento de planta
rectangular, algo más ancho que las anteriores. Resulta difícil de esclarecer si pudo
tratarse de un almacén, un establo o ambas cosas a la vez. El cuarto elemento es un edificio
de notables dimensiones, orientado Este-Oeste y situado en el extremo occidental del
conjunto. Su interpretación más plausible como establo no sería incompatible con el de
alojamiento para los dependientes de la explotación. La construcción de la granja más
moderna no comportó el expolio de la piedra de los zócalos de la anterior, aunque sí el de
la teja de sus cubiertas. La organización del complejo doméstico de La Vega reincide en el
aspecto señalado por la profesora Gutiérrez Lloret en su intervención: la “marcada
preferencia por construir las estancias principales (cocinas, despensas y alcobas) en los
flancos septentrional y occidental de los patios, situando las puertas en los muros
meridionales y orientales de las mismas”.
La repetición en ambas fases del esquema de distribución de los elementos que
componen el conjunto señala el escaso margen real existente para introducir novedades
en un diseño que debe sobre todo atender exigencias funcionales específicas de cada tipo
13
de explotación. El yacimiento ilustra igualmente las dificultades de interpretación que
entraña en innumerables ocasiones la lectura del palimpsesto arqueológico.
Hace tiempo ya que viene debatiéndose la problemática identificación de las
eventuales desigualdades sociales en el seno de las comunidades rurales altomedievales.
Siendo difícil negar su existencia, parece comprobarse que éstas son bastante limitadas en
los yacimientos conocidos de tipo aldeano. Lo cierto es que cuando son arqueológicamente
reconocibles, las unidades domésticas de elite conforman núcleos de asentamiento
individualizados, como parece el caso de La Vega, espacialmente segregados del resto. La
consideración de este asentamiento como residencia de una unidad doméstica privilegiada
supone el reconocimiento de un esquivo eslabón entre la residencia de grupos
aristocráticos de la más alta posición y los espacios domésticos aldeanos, relativamente
homogéneos desde un punto de vista social.
7. Proyecciones demográficas
La excavación conjunta del asentamiento y la necrópolis de Gózquez y el análisis de
la singular estructura parcelaria allí reconocida permiten ensayar estimaciones sobre la
demografía de las aldeas altomedievales, sobre el número de individuos que integran cada
UD y los posibles procesos de fisión o integración que tienen lugar a lo largo del tiempo.
En función de la trama parcelaria se ha estimado que la aldea de Gózquez podría
haber estado formada por entre diez y doce unidades domésticas. El cálculo resulta de una
proyección de los datos del barrio oriental sobre el conjunto. En esa parte del yacimiento
se presumen establecidas cuatro grandes unidades originales que posiblemente fueron
divididas en dos o tres porciones menores a lo largo de la ocupación. Dado que la
superficie ocupada por el barrio occidental es mayor que la del oriental, aquel bien podría
hacer albergado entre seis y ocho unidades domésticas equiparables a las del otro lado.
El cementerio comunitario presenta un total de 357 sepulturas identificadas
(CONTRERAS, FERNÁNDEZ 2007; CONTRERAS 2011). Si tenemos en cuenta la posible
desaparición de unas treinta y cinco en su lado Norte por causa de la construcción del
camino actual y de algunas inhumaciones infantiles muy superficiales que pueden haber
desaparecido, cuya cifra es más difícil de estimar, podría establecerse que el cementerio
pudo alojar originalmente no menos de 450 sepulturas (357 más 35 destruidas más 35
infantiles). El NMI de individuos de las 247 excavadas ofrece un valor cercano a los 350
individuos, lo que supone una media en torno a los 1,42 individuos por sepultura. Aplicado
este índice a las 390 sepulturas previstas y sumando a esta cifra la de los 30-40 infantiles
desaparecidas a causa de la escasa profundidad de sus fosas podríamos llegar a establecer
como hipótesis razonable que en la necrópolis se inhumaron unos 600 individuos.
Tomando para la esperanza de vida al nacer unos valores mínimo y máximo de 25
y 35 años y una ocupación continua de 225 años, la proyección sobre la estructura
demográfica de la aldea de Gózquez apuntaría a que, como media, su población pudo
oscilar entre los 90 y los 120 habitantes (Tabla 1). A ellos deberíamos añadir la cifra de
aquellos residentes que no pertenecían a la comunidad política y que, por tanto, no
recibieron inhumación en la necrópolis. En la parte excavada del asentamiento se
14
identificaron once individuos cuyos restos mortales fueron arrojados al interior de silos
(VIGIL-ESCALERA 2013). Puede parecer un valor escaso, aunque extrapolando ese segmento
conocido al resto del asentamiento la cifra podría rebasar los 30 individuos. Tampoco
puede descartarse que los restos de una parte de los fallecidos objetivamente excluidos de
la comunidad se hayan perdido sin llegar a formar parte del registro arqueológico.
Como resultado de los cálculos anteriores podría deducirse que cada unidad
doméstica estaría formada por entre 7 y 12 individuos. Estimaciones similares efectuadas
con el número de estructuras sugieren, por otra parte, que cada unidad dispondría
durante cada ciclo generacional (25/35 años) al menos de un edificio principal con sus
cocinas convenientemente separadas del bloque de la vivienda, de tres a cinco cabañas de
suelo rehundido y entre cuatro y seis silos en uso. Su capacidad de almacenamiento sería
ligeramente superior al del consumo de esa misma unidad doméstica durante un año.
Tabla 1. Proyecciones demográficas a partir del número estimado de inhumaciones y 225 años de ocupación
Ind. Inhumados
Esp. Vida 25 Esp. Vida 30 Esp. Vida 35
600 85 93 101 600+10% 94 103 111 600+15% 98 107 117 600+20% 102 112 122
8. Conclusiones
La arqueología de los espacios domésticos altomedievales de carácter rural tiene
por delante un buen puñado de retos. Ha podido comprobarse que debe comenzar
lidiando con la general penuria en el estado de conservación del registro arqueológico.
Una concisa revisión de algunos contextos excavados apenas es capaz de reunir un puñado
de datos cuyo principal rasgo en común es precisamente el carácter extremadamente
fragmentario de la evidencia material. Son ineludibles tanto una adecuada renovación de
la metodología como un mayor rigor de los trabajos de campo. Para lograr algún avance en
el conocimiento crítico de los espacios domésticos altomedievales ha de asegurarse la
adquisición de una documentación arqueológica de calidad.
No debieran soslayarse otras trabas de trasfondo conceptual. La investigación
reciente sobre las estructuras del poblamiento rural altomedieval en la península Ibérica
tiende a dividirse en dos grandes bloques con trayectorias historiográficas y recorridos
que apenas interactúan entre sí: la del ámbito andalusí y la del resto de territorios
peninsulares. No combatir este tipo de inercias dificulta cualquier posibilidad real de
avance.
Los yacimientos altomedievales rurales aquí presentados pueden, en mi opinión,
contribuir a matizar o cuestionar algunas categorizaciones que sobre el espacio doméstico
campesino andalusí ha volcado la historiografía tradicional, todavía a menudo constreñido
por rígidos paradigmas atemporales. Lo mismo sucede con la ingente masa de tópicos con
que otro sector de la historiografía ha venido ocultando la auténtica complejidad del
campesinado tardoantiguo, visigodo, altomedieval o preislámico, etiquetas todas ellas
15
nacidas a la sombra de unas compartimentaciones del análisis histórico que poco han
ayudado a revelar las verdaderas facciones de nuestros sujetos históricos.
Bibliografía
Abásolo J.A., Cortés J., Pérez F. 1997, La necrópolis Norte de La Olmeda (Pedrosa de la Vega, Palencia). Palencia: Diputación Provincial de Palencia.
Alfaro Arregui M., Martín Bañón A. 2000, “La Vega, asentamiento visigodo en Boadilla del Monte (Madrid)”, en E. Ruano (coord.), La arqueología madrileña en el final del siglo XX: desde la Prehistoria hasta el año 2000, Boletín de la Asociación Española de Amigos de la Arqueología, 39-40. Madrid, pp. 225-237.
Alfaro Arregui M., Martín Bañón A. 2006, “La Vega: un modelo de asentamiento rural visigodo en la provincia de Madrid”, Zona Arqueológica 8, Vol. II, pp. 402-417.
Bazzana A. 2001, “La maison rurale dans la péninsule ibérique: un atelier d’ethno-archéologie”, Památky Archeologické, Supplementum 15, Ruralia IV, pp. 216-231.
Bermejo Tirado J. 2008, “Arqueología de las actividades domésticas: una propuesta metodológica para el mundo romano”, Anales de Prehistoria y Arqueología 23-24, pp. 131-151.
Cánovas Ubera A., Castro del Río E., Moreno M. 2008, “Análisis de los espacios domésticos en un sector de los arrabales occidentales de Qurtuba”, Anejos de Anales de Arqueología Cordobesa 1, pp. 201-220.
Cañavate Castejón V. 2008, Estructuras domésticas de época altomedieval en el Sureste peninsular: el Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete), Albacete: Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan Manuel”.
Contreras Martínez M. 2011, La necrópolis altomedieval de Gózquez de Arriba (San Martín de la Vega). Memoria Final, 2 vols. Memoria inédita, depositada en la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid.
Contreras M., Fernández Ugalde A. 2007, “El espacio funerario en el poblado de época visigoda de Gózquez de Arriba (San Martín de la Vega, Madrid)”, Zona Arqueológica 8, Vol. II (2006). Alcalá de Henares, pp. 516-534.
Cuéllar A.M. 2013, “The archaeology of food and social inequality in the Andes”, Journal of Archaeological Research (2013) 21, pp. 123-174.
Chapelot J., Fossier R. 1980, Le village et la maison au Moyen Âge. París.
Devroey J.-P. (e.p.), “Foyers, communautés domestiques et exploitations paysannes de la Mer du Nord à l'Italie septentrionale”, LX Settimana di Studio della Fondazione Centro italiano di studi sull'alto Medioevo, Spoleto, 12-17 aprile 2012.
Díaz de la Torre J., Bores Ureta M., Caballero Arribas J., Cabrera González B. 2009, “El despoblado de San Cristóbal o Las Henrenes (Cillán, Ávila): una aproximación al paso de la Edad Antigua a la Edad Media en tierras abulenses”, en I. Martín Viso (ed.), ¿Tiempos oscuros? Territorios y sociedad en el centro de la Península Ibérica (siglos VII-X), Madrid: Ed. Sílex, pp. 159-180.
16
García Merino C., Sánchez Simón M. 2011, “Una tumba femenina con ajuar de la villa romana de Almenara de Adaja (Valladolid)”, Zephyrus 68 (julio-diciembre 2011), pp. 239-255.
Gutiérrez Lloret S. 2012, “Gramática de la casa. Perspectivas de análisis arqueológico de los espacios domésticos medievales en la península Ibérica (siglos VII-XIII)”, Arqueología de la Arquitectura 9, pp. 139-164.
Gutiérrez Lloret S., Cañavate Castejón V. 2010, “Casas y cosas: espacios y funcionalidad en las viviendas emirales del Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete)”, Cuadernos de Madinat al-Zahra 7, pp. 123-148.
Gutiérrez Palacios A., Díaz M., Maluquer de Motes J. 1958, “Excavaciones en la Lancha del Trigo, Diego Álvaro (Ávila)”, Zephyrus 9, pp. 59-78.
Hirth K.G. 2010, “Finding the mark in the marketplace: the organization, development and archaeological identification of market systems”, in C.P. Garraty, B.L. Stark (eds.), Archaeological approaches to market exchange in ancient societies. Boulder: University Press of Colorado, pp. 227-247.
Martín Viso I. 2008, “Tremisses y potentes en el nordeste de Lusitania (siglos VI-VII)”, Mélanges de la Casa de Velázquez 38/1, pp. 175-200. http://mcv.revues.org/1017
Martín Viso I. 2011, “Circuits of power in a fragmented space: gold coinage in the Meseta del Duero (sixth-seventh centuries)”, in J. Escalona, A. Reynolds (eds.), Scale and scale change in the Early Middle Ages. Exploring landscape, local society and the world beyond, The Medieval Countryside 6, Turnhout: Brepols, pp. 215-252.
Milek K. 2012, “The roles of pit houses and gendered spaces on Viking-Age farmsteads in Iceland”, Medieval Archaeology 56, pp. 85-130.
Nash D.J. 2009, “Household archaeology in the Andes”, Journal of Archaeological Research (2009) 17, pp. 205-261.
Paricio Alonso F., Vinuesa Chao M. 2009, “Monte el Alcaide: un yacimiento altomedieval en el alto valle del Alagón (Monleón, Salamanca)”, en I. Martín Viso (ed.), ¿Tiempos oscuros? Territorios y sociedad en el centro de la Península Ibérica (siglos VII-X), Madrid: Ed. Sílex, pp. 45-67.
Pluckhahn T.J. 2010, “Household archaeology in the Southeastern United States: history, trends and challenges”, Journal of Archaeological Research 18, pp. 331-385.
Quirós Castillo J.A. 2012, “Archaeology of architecture and archaeology of houses in Early Medieval Europe”, Arqueología de la Arquitectura 9, pp. 131-138.
Quirós Castillo J.A., Vigil-Escalera Guirado A. 2006, “Networks of peasant villages between Toledo and Uelegia Alabense, Northwestern Spain (V-Xth centuries)”, Archeologia Medievale XXXIII, pp. 79-128.
Roig Buxó J. 2009, “Asentamientos rurales y poblados tardoantiguos y altomedievales en Cataluña (siglos VI al X)”, en J.A. Quirós Castillo (ed.), The archaeology of early medieval villages in Europe, Documentos de Arqueología e Historia, 1. Bilbao: Servicio editorial de la Universidad del País Vasco, pp. 207-251.
Tipper J. 2004, The Grubenhaus in Anglo-Saxon England: an analysis and interpretation of the evidence from a most distinctive building type. Landscape Research Center, North Yorkshire.
17
Vigil-Escalera Guirado A. 2000, “Cabañas de época visigoda: evidencias arqueológicas del Sur de Madrid. Tipología, elementos de datación y discusión”, Archivo Español de Arqueología 73, pp. 245-274.
Vigil-Escalera Guirado A. 2007, “Granjas y aldeas altomedievales al Norte de Toledo (450-800 d.C.)”, Archivo Español de Arqueología Vol. 80, pp. 239-284.
Vigil-Escalera Guirado A. 2009a, “Apuntes sobre la genealogía política de aldeas y granjas altomedievales”, en I. Martín Viso (ed.), ¿Tiempos oscuros? Territorios y sociedad en el centro de la Península Ibérica (siglos VII-X), Madrid: Ed. Sílex, pp. 31-44.
Vigil-Escalera Guirado A. 2009b, “Las aldeas altomedievales madrileñas y su proceso formativo”, en J.A. Quirós Castillo (ed.), The archaeology of early medieval villages in Europe, Documentos de Arqueología e Historia, 1. Bilbao: Servicio editorial de la Universidad del País Vasco, pp. 315-339.
Vigil-Escalera Guirado A. 2010, “Formas de parcelario en las aldeas altomedievales del Sur de Madrid. Una aproximación arqueológica preliminar”, en H. Kirchner (ed.), Por una arqueología agraria. Perspectivas de investigación en las sociedades medievales hispánicas. Oxford: BAR IS 2062, pp. 1-9.
Vigil-Escalera Guirado A. 2012, “Apuntes sobre la arquitectura de los hogares y hornos domésticos altomedievales del centro de la Península Ibérica (siglos V-VIII d.C.)”, Arqueología de la Arquitectura 9, pp. 167-182.
Vigil-Escalera Guirado A. 2013, “Comunidad política aldeana y exclusión. Una revisión de las formas de inhumación altomedievales (ss. V-VIII d.C.)”, Reti Medievali 14/1 http://www.rmojs.unina.it/index.php/rm/article/view/386
Vigil-Escalera Guirado A. (e.p.), “Congosto”, en J.A. Quirós Castillo (ed.), El poblamiento rural de época visigoda en Hispania. Arqueología del campesinado en el interior peninsular. Documentos de Arqueología e Historia 6. Bilbao.
Wilk R., Netting R.M. 1984, “Households: changing form and function”, in R.M. Netting, R. Wilk, E. Arnould (eds.), Households: comparative and historical studies of the domestic group. Berkeley: University of California Press, pp. 1-28.
Yanagisako S.J. 1979, “Family and household: the analysis of domestic groups”, Annual Review of Anthropology 8, pp. 161-206.