Consideraciones finales. José Ramón Ortega Pérez, Inmaculada Reina Gómez, Estefania Escandell...

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José Ramón Ortega Pérez

Inmaculada Reina Gómez

Gonzalo Martínez Español

Marco A. Esquembre Bebia

(Coords.)

Castellum y Raval del Aljau (Aspe, Alicante)Su recuperación tras siglos de silencio

© los autores, 2013

© Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2013

Edita: Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert

Maquetación: Marten Kwinkelenberg

Impresión: Quinta Impresión

ISBN: 978-84-7784-657-4

Depósito Legal: A 607-2013

Esta obra ha sido ganadora del X Premio de Investigación Manuel Cremades concedido por el Museo Histórico de Aspe

Coordinación de la colección: María T. Berná García (Directora del Museo Histórico de Aspe)

Jurado de esta edición: Joaquín Juan Penalva, Fernando E. Tendero Fernández y José Aniorte Pérez

ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN .................................................................................................... 11

2. MARCO GEOGRÁFICO DE ASPE ............................................................................. 15Antonio Prieto Cerdán

3. MARCO HISTÓRICO Y DOCUMENTACIÓN ............................................................... 19

3.1 Las fortificaciones medievales de Aspe (ss. XIV-XV) ............................................ 19Gonzalo Martínez Español

3.2 El último asedio al Castillo del Aljau. Vida cotidiana y configuración de la trama urbana en torno a sus ruinas .................................................................... 53Felipe Mejías López

4. INTERVENCIONES PATRIMONIALES ...................................................................... 71

4.1 Intervenciones arqueológicas ............................................................................... 71José Ramón Ortega Pérez, Inmaculada Reina Gómez y Marco Aurelio Esquembre Bebia

4.2 Intervenciones arquitectónicas ............................................................................ 97Francisco Belmar Lizarán y Fernando Pérez García

5. OTROS ESTUDIOS ................................................................................................. 105

5.1 Nombres en torno a un castillo: el Aljau ............................................................... 105Juan José Martínez Martínez

5.2 Material cerámico ................................................................................................ 117Inmaculada Reina Gómez, José Ramón Ortega Pérez y Marco Aurelio Esquembre Bebia

5.3 Material metálico ................................................................................................. 133José Ramón Ortega Pérez, Inmaculada Reina Gómez y Marco Aurelio Esquembre Bebia

5.4 Monedas en el Castillo del Aljau (Aspe) ............................................................... 149Carolina Doménech Belda

5.5 Caracterización de los materiales de construcción del Castillo del Aljau. Análisis de patologías .......................................................................................... 155Javier Martínez Martínez

5.6 Estudio antracológico y carpológico de las muestras recuperadas en el Castillo del Aljau (Aspe, Alacant) ...................................................................................... 163Yolanda Carrión Marco y Guillem Pérez Jordà

5.7 El entorno geográfico del Castillo del Aljau .......................................................... 171Carlos Ferrer García

5.8 ¿Musealizar el Castillo del Aljau? ¿Para qué? Pues, entre otras cosas, para darle utilidad social al patrimonio cultural ................................................ 177

Juan Antonio Mira Rico

5.9 Castellum Colorum .............................................................................................. 183Enric Ruscalleda

6. CONSIDERACIONES FINALES ................................................................................ 187José Ramón Ortega Pérez, Inmaculada Reina Gómez, Estefanía Escandell Jover y Marco Aurelio Esquembre Bebia

7. BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................... 203

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E n r i c r u s c a l l E d a

6. CONSIDERACIONES FINALES

José Ramón Ortega PérezInmaculada Reina GómezEstefanía Escandell Jover

Marco Aurelio Esquembre BebiaARPA Patrimonio

«Castellum» del Aljau

La primera reseña escrita del Castillo del Aljau data de 1492. En ese año, ante su inminente expatriación del territorio hispano tras el decreto de expulsión de los Reyes Católicos, el judío aspense Ayuda Gemel se ve obligado a escriturar la venta a tres sarracenos de Aspe de un moreral colindante por uno de sus lados con el Castillo del Aljau:

«…quoddam moreral meum situm et positum in termino ville de azp supra castellum dicte ville in rambla riu dicte ville pro ut confrontatur cum orto Cahat Alcadi, cum orto Rafe Abeheix

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et cum orto de Cereig Alla et cum camino de monfort cequia in medio et cum orto de Acem Manyar et cum bany dicte ville…»1.

Así pues, los documentos nos informan con certeza de la existencia del castillo a finales del siglo XV, pero ha sido la arqueología la que nos ha ayu-dado a acotar la horquilla cro-nológica de esta fortaleza indi-cándonos su probable origen en la segunda mitad del siglo XIV.

El interior del recinto fortifi-cado se caracteriza por la pre-sencia de dos muros perpendi-culares de forma cuadrangular en fábrica de tapial. Justo en el

interior del mortero de cal del muro (UE. 1003) apareció material arqueológico, del que des-taca un fragmento de plato con cubierta melada al interior y repie marcado2, con una clara cronología entre 1350 y 1400. En torno a la fortificación también han aparecido varios frag-mentos de cerámica en verde y manganeso, así como producciones de loza azul de Paterna, que nos indican las cronologías más antiguas del castillo entre la segunda mitad del siglo XIV y principios del siglo XV.

La técnica constructiva de estos muros interiores de la fortificación, y su orientación en línea con las primeras casas del arrabal, nos plantean otras preguntas. Es curioso compro-bar que los muros de tapial y los de las viviendas tienen una orientación respecto al norte de

1. APCCV. Protocolo de Guillem Periç nº 23815, 1492. Escritura de venta de un moreral, propiedad de Ayuda Gemel, judío de Aspe, a tres sarracenos situado junto al río. Aspe, 15 de julio de 1492.

2. Que correspondería a la familia A1 tipo 3 de Lerma, ver Fig. 1, nº 5 del capítulo 5.2 Materiales cerámicos.

Fig. 1. Plano en planta del yacimiento con las orientaciones de sus

estructuras

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320º, y su perpendicular 50º. Mientras el lienzo de mura-lla que une a la torre junto al río y el cubo semicircular presentan una significativa variante, con una orienta-ción respecto al norte de 330º y su perpendicular 36º.

Las diferentes orientaciones constatables entre los muros interiores de tapial y los exteriores de mampos-tería podrían estar indicándonos también cronologías diferentes para su construcción.

Además, la arquitectura de la torre, el cubo y su lienzo de muralla parecen contener una serie de elementos di-ferenciadores que nos llevan a pensar que esta parte del castillo es ya del siglo XV, de la época de los Corella, inclu-so algo más tardía. Elementos como la aparición de torres circulares y la incorporación del alambor, vinculados a la generalización de la artillería y la necesidad de mejorar los sistemas de defensa pasiva (MORA FIGUEROA, 1996).

El lienzo de muralla presenta un alambor defensivo hasta media altura; se trata de un elemento vinculado a los cambios en el arte de la guerra. La llegada de la pólvo-ra con la difusión de la nueva pirobalística basada en la artillería, obligará a las fortificaciones a realizar impor-tantes cambios en las fortalezas. El alambor de las mu-rallas, más que reforzar el grosor de los muros exteriores, favorece el rebote de los proyectiles al provocar un ade-cuado ángulo de incidencia (MORA FIGUEROA, 2002, 652).

Llama la atención la arquitectura de las torres cir-culares, un elemento más propio de finales del siglo XIV y que se generaliza a lo largo del siglo XV en zonas de Castilla (COOPER, 2002, 667). En la mayoría de los castillos en los que se han construido torres circulares, estas formaban parte del lienzo de la muralla (como su-cede con el cubo Aljau), o también podían ser puntos

Fig. 2. Muralla exterior del castillo, con sus torres circulares y alambor o escarpa

Fig. 3. Acceso en recodo a la fortificación

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defensivos de los ángulos de la muralla (torre Aljau).

Las estructuras encontradas son escasas, por lo que es muy difícil co-nocer la magnitud de la fortificación. El castillo estaría rodeado por un recinto amurallado del cual solo hemos loca-lizado un cubo semicircular macizo, de medianas dimensiones, constituido por hileras de mampuesto de tama-ño medio y mortero de cal. El cubo se une a una torre circular por un lienzo de muralla construida de mampostería irregular careada al exterior y con es-carpa o alambor. Desconocemos el tipo de remate de estas tres estructuras, pero, debido a su finalidad defensiva, estarían rematadas con almenas y pre-sentarían troneras3. Este tipo de vanos pudo disponerse en la parte medio-superior de la torre del castillo4 o en los paños de la muralla exterior (Fig. 10).

Adosada al cubo encontramos una entrada o acceso al recinto amurallado en recodo. Desconocemos si se trata de la entrada principal o secundaria (puerta trasera). Una vez traspasado el acceso se organiza un pasillo en recodo que circunda la planta del patio, des-conociendo dónde termina. Este tipo de entrada se asemeja al acceso de la domus maior del Castell de Castalla, fechado en la segunda mitad del siglo XIV (MENÉNDEZ, 2010).

3. Las troneras de cruz y orbe darían paso a las de buzón, consistente en una tronera con abocinamiento o derrame hacia fuera, con lo que las piezas de artillería podían tener un ángulo de tiro mayor. Buzones que pudieron estar en la fortificación del Aljau al ser una fortificación de transición.

4. Torre de la que solo hemos hallado el pavimento de su primera sala.

Fig. 4. Plano de planta de la fortificación del Aljau

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Por tanto, estamos ante un recinto amurallado formado esencialmente por un cubo, lienzo de muralla y torre circular, pero que probablemente estaría compuesto por más lienzos de muralla limitados por cubos circulares o semicirculares.

No hay indicios suficientes, pero podríamos suponer que toda esta estructura se situaría en torno a un patio interior, de planta rectangular, donde se dispondría una serie de depen-dencias para asegurar la defensa del castillo así como para dar cobijo a la población ante cualquier amenaza. De esta forma repetiría los parámetros establecidos para las fortificacio-nes de primera época tras la conquista: de planta rectangular, con patio interior que organiza las estancias perimetrales y con torres en las esquinas.

Este tipo de fortificación residencial se ha venido denominando como castillo gótico de transición o de planta aragonesa; se inicia a finales del siglo XIII y se generaliza, sobre todo, en el siglo XIV. Presenta una planta cuadrangular o rectangular, vertebrada por un patio cen-tral, organizándose en plantas altas las habitaciones y en las estancias inferiores los esta-blos y almacenes, como ocurre en la domus maior del Castell de Castalla (MENÉNDEZ, 2010, 58), diseño que se repite en el Castell de Forna (Fig. 5), el Castillo de Cox, o el de Olimbroi. Este modelo va modificando su morfología según se introducen las nuevas defensas contra las armas de fuego (MENÉNDEZ, 2010, 58). Algo que se observa perfectamente en el Castillo del Aljau, donde se combina la planta rectangular del recinto interior en tapial del siglo XIV con las torres circulares y el alambor en el lienzo exterior, ya más propio del siglo XV.

Fig. 5. Ejemplos de plantas de castillos aragoneses, como el palau o domum maiorem del Castell de Castalla (en MENÉNDEZ, 2010) o el Castell de Forna (L’Atzúvia) (A partir de planimetría de J. M. Segura y S. Varela)

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Fig. 8. Palacio de Altamira en Elche. Fotos de Antonio Passaporte (entre 1927 y 1936)5. Se observa el rejuntado de los mampuestos con el llagueado

5. PASSAPORTE, A (1901-1983): Antiguo Palacio de los duques de Altamira. Después cárcel del partido (Material gráfico) / Loty; (António Passaporte) Publicación  entre 1927 y 1936.

Fig. 6. Llagueado en vitola en la torre sur del castillo

Fig. 8. Palacio de Altamira en Elche. Fotos de Antonio Passaporte (entre

1927 y 1936)5. Se observa el rejuntado de los mampuestos con el llagueado

Fig. 7. Llagueado en vitola en el Castillo de La Atalaya en Villena (Alicante)

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Otro elemento vinculado a la técnica constructiva es el mortero de cal, utiliza-do tanto en el recinto interior como en el exterior, y que nos ha servido también para plantear una diferencia cronológica entre las estructuras de tapial del recinto interior y la mampostería trabada del recinto exterior. El estudio realizado sobre la caracterización de los materiales de construcción del castillo6 nos desvela que en ambos recintos el revo-co se realizó con yeso, aunque hay pequeñas diferencias: el revoco utilizado sobre los mu-ros de tapial del recinto interior es muy puro, sin arcillas ni otro mineral; en cambio, en el revoco del recinto exterior se han detectado cantidades significativas de arcilla. Además, en la cortina exterior del castillo y en su torre sur se aprecian restos de llagueado en vitola (Fig. 6), un rejuntado con mortero de cal que deja ver parte de los mampuestos. Para nuestra sorpresa, dicho rejuntado presenta restos de una lechada de cal aplicada sobre el tendido de yeso previo. Es un dato muy interesante, que debemos constatar en el futuro en otras fortifi-caciones coetáneas del ámbito del Vinalopó.

Este llagueado parece generalizarse con ciertas singularidades en muchas fortificaciones cristianas a lo largo de los siglos XV y XVI. También son una realidad en ambientes nazaríes del siglo XIV y XV7. Se trata de rejuntados más o menos en círculo que dejaban a la vista parte de los mampuestos, como se observa en el Castillo de la Atalaya en Villena (Fig. 7), elemento decorativo que debió realizarse a partir de las reformas de los Pacheco (1445 en adelante),

6. Apartado 5.5 Caracterización de los materiales de construcción de Castillo del Aljau. Análisis de patologías, de Javier Martínez Martínez.

7. Ver el trabajo sobre castillos en época nazarí de Antonio Malpica (1998, 271-272), o el artículo de Manuel Acién (1999) en el Castrum 5. Murcia.

Fig. 9. Recreación hipotética de la planta del Castillo del Aljau y su ubicación entre los viales tradicionales

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o los llagueados que se observan en fotografías antiguas del Palacio de Altamira en Elche (Fig. 8), dentro de las reformas que realizaría don Gutierre de Cárdenas a partir de 1480.

En cuanto a los límites del castillo, al estudiar los caminos medievales que lo rodean encontramos que el camino de Monfor-te bordeaba por el norte nuestra fortificación8; esta vía se cruzaría con el ca-mino de Novelda, que a su vez apuntaría en dirección oblicua hacia el actual

Puente del Baño, pasando por la parte oriental de la fortificación (Fig. 9). Por ello, pensamos que la fortificación debe tener una forma rectangular, con una superficie que rondaría los 900 m2 y un perímetro de unos 120 m, sin llegar el castillo a la actual línea de carretera que pasa junto al Puente del Baño.

Las recreaciones en planta (Fig. 9) y virtuales en alzado (Fig. 10) que aquí presentamos son algo arriesgadas, pero consideramos que la información arqueológica que nos ha dado la excavación, así como la que ofrecen los documentos históricos, nos permiten en gran medida acercarnos a lo que pudo ser esta fortificación bajomedieval y moderna, inédita hasta hace muy poco en la bibliografía arqueológica.9

8. Ver documento de 1492: APCCV. Protocolo de Guillem Periç nº 23815, 1492. Escritura de venta de un moreral, propie-dad de Ayuda Gemel, judío de Aspe, a tres sarracenos situado junto al río. Aspe, 15 de julio de 1492.

9. Ilustración realizada por Juan Antonio López Padilla.

Fig. 10. Vista recreada de la fortificación del Aljau en el siglo XV,

desde el río Tarafa9

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«Raval» del Aljau

En varios documentos del siglo XVI10 tenemos constancia de la existencia del «Raval del Aljau». Uno de ellos es de 1560 y dice:

«Noverint Universii como yo Pedro Alpeip vehi de la present vila de Asp gratis etc, ¿per mi en? venhen a vos Pere Lombairi qui sou present etc, una caseta que yo tinch en lo raval del aljau de dita vila confrontada de una part ab casa de francecs Laymen y de altra lo riu y de altra ab casa de la viuda de Perot Pelillo»…11.

En otro documento, unos años más tarde, Joan Valero realiza una donación en 158912 a su futura esposa, Gracia Bolat, aumentando la dote en concepto de virginidad, expresando:

«E mes vos fa donació de la mitat de la casa que yo tinch en lo raval del aljau de la present vila e de la mitat de un bancal que tinch en la orta del aljau de una tafulla ab un azumen (pasa a la siguiente) de aygua de día de la martava del dijous que ve de vint y dos a vint y dos dies».

¿Cuándo surge este arrabal y dónde se ubica? De nuevo la arqueología ha sido fun-damental, y junto a los documentos históricos nos lleva a considerar que dicho arrabal se encuentra justo en el entorno del Castillo del Aljau. Nos hallamos ante un barrio extraurbano de «Azpe el Nuevo», que debió surgir unido a dicha fortaleza. Un arrabal mudéjar-morisco, del que hemos documentado alguna de sus casas, así como otro tipo de instalaciones que creemos están vinculadas a unos baños.

La toponimia siempre da pistas, nos hallamos justo al lado del Puente del Baño, por lo que se ha pensado que hace referencia a un baño medieval o moderno de Aspe, que se creía que estaba en el lateral derecho del río Tarafa, en la calle San Pascual. De nuevo el primer documento que hace referencia al Castillo del Aljau nos sorprende con la afirmación de que el

10. Documentos facilitados por Gonzalo Martínez Español.11. AHN, Sección Nobleza. Casa de Baena nº 166, Capbreo de la Rentas Pechos y Derechos, Regalías y otras cosas perte-

neciente a la Señoría en la villa de Aspe, 1560.12. AME. Protocolo nº 89, Petrus Sepulcre 1593. Folio 142 y 07-06, folio 143.

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citado moreral colindaba entre otras partes con el Castillo del Aljau y con el Baño13.

La zona se halla también delimitada por el camino de Monforte y una acequia, que se encuentra justo unos metros al norte del límite de nuestra intervención arqueo-lógica. Todo nos lleva a pensar que junto al mismo Castillo del Aljau, y dentro del arra-bal, se hallaba el Baño.

En la fase de sondeos se localizó en la cata 1 (Fig. 11), a 20 metros al oeste de la fortificación, una estructura rectangular, amplia, pavimentada con ladrillos macizos y en la que apareció parte de un suelo, así como su tejado derruido sobre dicho pavi-mento. Se trata de un espacio alargado, abierto, con una canalización semiente-rrada realizada con tejas curvas puestas al revés, posible canal para llevar agua dentro de una instalación termal. Con to-das las reservas posibles, ¿no podríamos

estar justo en el Baño que dio nombre al puente que se halla junto al Castillo del Aljau? Está claro que falta por excavar el espacio colindante con el Sondeo 1 para poder reafirmar adecuadamente que nos hallamos ante una instalación de esa entidad. Pero hay otro dato que no nos ha dejado indiferentes y que, también con la prudencia que es necesaria en las investigaciones arqueológicas, nos puede dar más pistas: en el sondeo 6 se localizó un muro de mampostería, con dirección este-oeste, restos de yeso y unido a una superficie

13. Documento de 1492: APCCV. Protocolo de Guillem Periç nº 23815, 1492. Escritura de venta de un moreral, propiedad de Ayuda Gemel, judío de Aspe, a tres sarracenos situado junto al río. Aspe, 15 de julio de 1492: «…quoddam moreral meum situm et positum in termino ville de azp supra castellum dicte ville in rambla riu dicte ville pro ut confrontatur cum orto Cahat Alcadi, cum orto Rafe Abeheix et cum orto de Cereig Alla et cum camino de monfort cequia in medio et cum orto de Acem Manyar et cum bany dicte ville…».

Fig. 11. Plano de la planta del sondeo 1, donde se localizó la pavimentación de una sala, posiblemente de un baño

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de adobe ennegrecido, que hemos planteado como estructura de combustión. ¿No podría-mos estar en la zona de calderas o fogón del baño, que permite calentar la sala caliente del mismo?14

Otro elemento a tener en cuenta es la ex-tensión del arrabal a lo largo del tiempo. En junio de 2010 se realizaron unos sondeos15 a la altura de la calle Guzmán el Bueno 24, donde, mezclado con material más moderno, apareció material de época Bajomedieval. Se encontraron diferentes fosas (una de ellas probablemente de combustión, otra reutili-zada como vertedero y otra sin determinar), lo que nos hizo concluir que nos encontramos en una zona periférica del núcleo de hábitat bajomedieval y moderno del Arrabal del Aljau. Esto supone que el arrabal mudéjar-morisco pudo localizarse junto al Castillo del Aljau, y que se encontraba tanto al sur del camino de Monforte, junto a la fortificación y lindando con el río, como al norte de la línea del camino en cuestión, sobrepasando posiblemente la actual calle Poniente.

La cita de 156016 indirectamente nos plantea que hay casas pegadas al río, sin lindar con el Castillo del Aljau, por lo que el arrabal también se extendería hacia el oeste de la fortificación en el siglo XVI.

Otro elemento toponímico interesante es el de «La Mezquita», que persiste en la memoria oral (GARCÍA, 2008, 112), y que también ha sido ubicado en el Barrio de El Castillo. No es de

14. Ver figuras 13 y 14 del capítulo 4.115. Sondeos realizados por ARPA Patrimonio.16. Ver cita nº 11.

Fig. 12. Plano de situación de las actuaciones en el castillo y en la calle Guzmán el Bueno, que enmarcarían el arrabal bajomedieval y moderno del Aljau

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extrañar que dentro del Arrabal del Aljau existiera una mezquita para dar servicio de culto a la población mudéjar-morisca17.

«Castellum» y «Raval» del Aljau dentro de Aspe

Tras la conquista castellana de las tierras de Aspe alrededor del año 1244, los mudéjares aspenses fueron conminados a abandonar el promontorio fortificado del Castillo del Río, tal como nos relata Gonzalo Martínez Español en el capítulo 3.1. Dicha fortificación quedaría de-finitivamente despoblada en torno al año 1270 (AZUAR, 1994), siendo la población sarracena forzada a reinstalarse en el piedemonte que conforma la actual población de Aspe –deno-minada Azpe el Nuevo–, sobre la margen derecha del río Tarafa e inmediato a las zonas de huertas irrigadas del Fauquí y el Aljau.

Todavía no existe un trabajo riguroso sobre el proceso de fundación de «Azpe el Nuevo» que haya indagado sobre su origen y desarrollo, su trama primigenia, características de su parcelario o las modificaciones de los espacios agrarios colindantes, etc. Ni la arqueología ni los trabajos históricos han permitido hasta hoy responder a estas incógnitas.

A falta de líneas de investigación que nos lleven a tener las claves de la construcción de este nuevo asentamiento, sí que debemos reseñar ciertas pautas genéricas que se repiten en otras tantas fundaciones post conquista:

a. Esta nueva villa se llama como el anterior hisn islámico, de ahí la denominación de «Azpe el Viejo» para el Castillo del Río y «Azpe el Nuevo» para el actual Aspe.

b. El nuevo asentamiento se localiza en uno de los principales espacios de cultivo de época andalusí, en áreas enmarcadas por las acequias de riego, en definitiva en los espacios agrarios más idóneos y productivos (TORRÓ, 1990, 75; TORRÓ, 2012, 25). Nos hallamos junto al río Tarafa, como ya se ha indicado, colindando con zonas irri-gadas de las huertas del Fauquí y el Aljau.

c. La nueva villa, aun siendo organizada por el colonizador cristiano, será ocupada por población andalusí en su gran mayoría, algo que será más propio de la zona bajo

17. Gonzalo Martínez Español en el cap. 3.1 (ver nota 57, pp. 44-45) hace referencia a un documento del siglo XVIII, en el que se cita la partida o la huerta de La Mezquita en las inmediaciones del camino de Monforte. Futuras actuaciones arqueológicas podrían sacar a la luz el resto del arrabal, con sus baños, casas, calles y, por qué no, su mezquita

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dominio aragonés (TORRÓ, 2012, 10). De todas formas que Aspe estuvo bajo dominio castellano18 durante la segunda mitad del siglo XIII, pero a partir del siglo XIV, salvo en momentos puntuales, estará ya bajo el control de la Corona Aragonesa.

d. Este proceso de concentración de la población tras la conquista cristiana supuso la desaparición de multitud de pequeñas alquerías y la unificación de nuevos núcleos de residencia (GUINOT, 2010, 326). En el caso de Aspe, claramente se trata de una nueva agrupación urbana que sustituye a varias alquerías islámicas que se hallaban dispersas en el entorno del río Tarafa. En los últimos años la investigación arqueoló-gica en torno al Tarafa ha permitido localizar casi una decena de yacimientos, entre alquerías y alguna de sus necrópolis, desde época califal-taifal (ss. X-XI) a la etapa almohade (ss. XII-XIII)19, lo que ha supuesto todo un avance en el conocimiento del poblamiento andalusí de Aspe.

e. El diseño de los nuevos asentamientos suele ser de planta octogonal, con criterios geométricos más o menos rigurosos, fortificados o no20. En el caso de Aspe, observan-

18. Bajo el dominio castellano, en Aspe y otras posesiones de Don Manuel se intentó mantener a la población mudéjar, ya que de ellos dependía la cuantía de las rentas, siguiendo el modelo de colonización del Reino de Valencia. Por ello las villas en manos de Don Manuel se acrecentaron y consolidaron en la frontera con Aragón (RODRÍGUEZ, 1985, 116-117). En cambio en el territorio murciano de Castilla se produjo una crisis general a fines del siglo XIII se frenó la expansión territorial fracasó la colonización y muchas familias cristianas regresaron al norte todo unido a un amplio éxodo de población mudéjar que produjo la despoblación de aldeas y alquerías y el abandono de tierras cultivadas (RODRÍGUEZ 1985, 115 y 124).

19. Entre esas alquerías citar el Sector E del Aljau, las parcelas en torno al C.P. El Castillo con materiales de época almohade (ss. XII-XIII) (GARCÍA, 2008, 112), o la necrópolis del camino Arena (GARCÍA, 2008, 116-117). Gracias al seguimiento arqueológico realizado por ARPA Patrimonio en las obras de restauración medioambiental del río Tarafa han salido a la luz otra serie de asentamientos, en la margen derecha del río a la altura de la Rafica, con materiales almohades del siglo XII-XIII, o en el talud izquierdo antes de llegar a la rafa superior, a la altura del camino Arena. Destaca la aparición de materiales del siglo X-XI en las inmediaciones de la calle Lepanto, en el talud derecho a la altura de la estación de autobuses, algo novedoso que nos podría hablar de una alquería más antigua. En los denominados sectores C y D del Aljau citados por José Ramón García Gandía (2008, 112), parece reconocerse un cementerio almohade, y una alquería al este del conocido como «estrecho-senda de Novelda –Sector A», de García Gandía (2008, 112). Además, se ha constatado la existencia de otro yacimiento islámico con cerámicas del siglo X-XI más al norte, siguiendo la carretera de Monforte en la margen izquierda del río Tarafa. Los resultados preliminares de este seguimiento arqueológico se presentaron en la revista La Serranica por parte de Felipe Mejías López (2012).

20. Para el caso de la Corona de Aragón ver: GUINOT, E y TORRO, J., (eds.) 2006: Repartiment Medievals a la Corona d’Aragó. València. Universitat de València.

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do la planta de la zona del casco antiguo21, parece reconocerse cierta regularidad en las calles que rodean la plaza Mayor.

Aquí se construyó en cierta manera una «villa nueva» que, sin tener una «carta puebla»22, se basó en criterios de ordenación espacial diferente, fruto de la irrupción de una nueva sociedad feudal, más allá de si se trataba de población cristiana o musulmana la que se asentará en el nuevo núcleo poblacional, tal y como opinan Enric Guinot y Javier Martí (2006, 193) para diferentes poblaciones medianas y pequeñas, que no fueron fundaciones de villas nuevas o pueblas (poblas) entre el siglo XIII y el XIV.

En este contexto histórico23 se encuadra el origen de la fortificación y el arrabal del Aljau, que podría circunscribirse a los años tras la Guerra de los Dos Pedros24. Aspe se encontraba en esos momentos dentro de la Corona Aragonesa después de varios años en manos castella-nas25. En la propia Guerra de los dos Pedros, en algunos momentos vuelve la villa de Aspe a formar parte de Castilla, pero en el año 1366 Pedro IV de Aragón el Ceremonioso la recupera.

Para superar la fragilidad defensiva de Aspe, puesto que carecía de un recinto conve-nientemente amurallado, se edificaron dos recintos fortificados. Uno de estos recintos sería el Castillo del Aljau, por lo que es muy posible que se construyese durante dicha guerra o pro-bablemente en fechas inmediatamente posteriores a esta. De forma paralela se construiría el denominado Castillo del Calvario26, al oeste de Aspe, que custodiaba la entrada a la población

21. Ver plano fig. 33 en NAVARRO MARTÍNEZ, C., 2006: Aspe el Nuevo. Creación y Evolución de un espacio urbano (Siglos XIII-XIV). III Premio de Investigación Manuel Cremades 2005, p. 69.

22. La «Carta puebla» es un documento por el cual el señor del lugar (o el rey) otorgaba en los siglos medievales una serie de privilegios a grupos de población, con el fin de poblar un asentamiento y su territorio. Aspe recibió esta carta ya en Época Moderna, tras la expulsión de los moriscos (1609), en concreto el 22 de mayo de 1611 por parte del Duque de Maqueda (MARTÍNEZ ESPAÑOL, G., 2011: «La Carta Puebla de Aspe. Características del régimen señorial tras la repoblación». Revista del Vinalopó nº 14. Centre d’Estudis Locals del Vinalopó, pp. 133-163).

23. Ver capítulo 3.1 Las fortificaciones medievales de Aspe (S. XIV-XV) de Gonzalo Martínez Español.24. La guerra castellano-aragonesa de 1356-1369, llamada Guerra de los Dos Pedros, fue una serie de enfrentamientos

que mantuvieron Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón entre 1356 y la muerte del primero en 1369.25. En 1244, con el Tratado de Almizra, las coronas de Castilla y Aragón fijaron los límites del Reino de Valencia, donde

Aspe quedaba en manos de la Corona de Castilla, hasta 1304, que con la sentencia arbitral de Torrellas y el posterior acuerdo de Elche en 1305, Aspe quedó dentro del Reino de Valencia.

26. Ver apartado 3.1 Las fortificaciones medievales de Aspe (S. XIV-XV), en el que Gonzalo Martínez Español ha podido ubicar correctamente el Castillo del Calvario en la margen derecha del antiguo camino que partía desde la calle Mayor hacia Orihuela –hoy calle San Pedro–, en el tramo final de la calle cuando confluye con el Barranco de Mira.

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desde Elche, Crevillente, Orihuela, etc., ubicado junto a una rambla y un puente, hitos que había que cruzar para entrar o salir de la villa, convir-tiéndose en otro punto privilegiado de control de acceso al núcleo urbano de Aspe. La existencia de estos dos fortines enmar-cando dicha villa le otorga a dicho asentamiento una singularidad manifiesta, lo que lo diferencia de otras villas medievales valencianas, como aque-llas que presentan mura-llas y fortaleza en su tra-zado urbano27.

En 1385, Pedro IV en-tregará a su esposa Sibila de Fortià (1350-1406) Aspe, Elda, Novelda y el Castillo de la Mola28. Pero, tras su muerte en 1387, su hijo Juan I entregará los alodios de dichas villas a su esposa Violante de Bar (1365-1431), la cual venderá Novelda y el Castillo de la Mola, en 1392, a Pere Maça de Liçana, y en 1424 Aspe y Elda a Ximén Pérez de Corella (primer Conde de Cocentaina)29.

27. Normalmente, en el caso de las villas amuralladas, estas presentan dentro de su recinto castillos o fortalezas, como ocurre en Elche (LÓPEZ, 2001, 165-174), Cocentaina (TORRÓ, 1990, 69), Callosa d’Ensarrià (MENÉNDEZ, 2011, 237); o fortaleza exterior adosada a la muralla del segundo recinto, como el caso de Alcoi (TORRÓ y SEGURA, 1991, 158); o castillo exterior cerca de la muralla como la Vila Joiosa (MENÉNDEZ, 2011, 235).

28. También Cocentaina, Planes, Margarida, Lombo, Gaianes, Torre de les Maçanes, Ibi y Lombo. 29. En 1478 los Corella son señores de Cocentaina, Elda, Petrer, Aspe, Salinas y Castillo de Sax.

Fig. 13. Vista de una de las viviendas del arrabal y la esquina suroeste del Castillo del Aljau

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En el año 1497, los Corella (el conde Joan Roiç de Corella) vende Aspe a don Gutierre de Cárdenas30, conformando con Elche y Crevillente31 el marquesado32. Su hijo, Diego de Cárde-nas y Enríquez, fue el que recibió el título de primer Duque de Maqueda.

El Castillo del Aljau debe entenderse como una fortaleza de prestigio para el poder feudal del momento, como un lugar de control de paso desde el corredor del Vinalopó hacia Aspe. Control impositivo para el trasiego de personas y transporte de mercaderías. La encrucijada de caminos (Monforte y Novelda –Fig. 9–) nos dirige hacia el puente (o zona de vadeo) que permitía sortear el río Tarafa y acceder a «Azpe el Nuevo» por su frente norte. De ahí la im-portancia de su ubicación, sin perder relevancia como fortaleza defensiva.

Los datos arqueológicos e históricos nos llevan a confirmar que tanto el arrabal como el castillo surgen en la segunda mitad del siglo XIV y perduran como tales a lo largo de los siglos XV y XVI. La actuación arqueológica sobre el yacimiento nos ha ofrecido una foto, en especial, del último momento de esta fortificación; así, en la segunda mitad del siglo XVI parece que parte del castillo está inutilizado, ya que su acceso se convierte en un área de fragua o taller metalúrgico para trabajar el hierro. El nivel de suelo en este momento se encuentra por debajo de los zócalos del mismo castillo. Mientras, el arrabal se halla todavía en plena actividad, incluyendo tanto su baño como sus viviendas. Pero un acontecimiento de gran repercusión demográfica, la expulsión de los moriscos en 1609, supondrá el abandono definitivo tanto del barrio extraurbano como de la fortificación del Aljau, hecho que también afectó al resto de la villa de Aspe33.

A partir de ese momento la destrucción y el olvido serán las señas de identidad de este yacimiento arqueológico, que, gracias a las excavaciones del año 2010, hemos podido recu-perar en parte34 y poner en valor. Falta mucho por hacer, pero este trabajo, como ya hemos indicado, debe suponer el principio para su rehabilitación patrimonial y social.

30. Primer señor de Elche, quien construyó el Palacio de Altamira a finales del s. XV y reconstruyó el Castillo de Maqueda y el Castillo de San Silvestre, ambos en Toledo.

31. Ambas villas, Elche y Crevillente, fueron donadas a don Gutierre de Cárdenas por la reina Isabel la Católica (RAMOS, A., 1970: Historia de Elche, p. 151).

32. Las tres villas junto a Torrijos (Toledo).33. Hay que pensar que en el año 1609 se contabilizan en Aspe 440 moriscos (88% de la población) y 60 cristianos viejos

(12 %), según las actas capitulares de 1672 (Archivo Municipal de Aspe) (MARTÍNEZ, 2009, 184).34. Tan solo se ha actuado arqueológicamente en un 20 % del yacimiento, el resto aguarda para salir a la luz en los

próximos años.

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