América y el Capital Mercantil Esclavista.
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Iraci del Nero da Costa y Julio Manuel Pires. América y el capital mercantil esclavista
Nueva corónica 3 (Enero, 2014) ISSN 2306-1715, pp. 403-419
Escuela de Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos
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AMÉRICA Y EL CAPITAL MERCANTIL ESCLAVISTA
Iraci del Nero da Costa1
Universidade de São Paulo, Brasil
Julio Manuel Pires2
Universidade de São Paulo e
Pontifícia Universidade Católica, Brasil
Recibido: 20/08/2013
Aprobado: 12/10/2013
Resumen
Este artículo propone la existencia de una forma específica de capital que hasta ahora no
había sido considerada por la literatura especializada: el capital mercantil esclavista. Se
estudian las limitaciones lógicas e históricas de este tipo de capital, así como los supuestos
y los resultados de su acción. Las articulaciones productivas entre el mundo colonial y la
economía europea, así como la acumulación de capital aportado por el comercio de
esclavos, fueron factores muy importantes en el proceso de acumulación primitiva de
capital. Finalmente, la importancia de tener en cuenta el capital mercantil esclavista se halla
en que sus elementos componentes se encuentran estrechamente vinculados con el
desarrollo del capitalismo a escala mundial.
Palabras clave: Capital mercantil esclavista; Esclavitud; Nuevo Mundo Colonial;
Capitalismo, historia
1 Profesor titular jubilado de la Universidad de São Paulo. Desarrolla estudios en demografía e historia
económica del Brasil. Sus trabajos abarcan también aspectos de la economía agrícola y la política fiscal, así
como planteamientos teóricos de la comprensión de la formación económica del Brasil desde la perspectiva
del pensamiento marxista. Principales libros publicados: Vila Rica: população (1719-1826); Populações
Mineiras: sobre a estrutura populacional de alguns núcleos mineiros no alvorecer do século XIX; Minas
Gerais: estruturas populacionais típicas; Arraia-miúda: um estudo sobre os não-proprietários de escravos no
Brasil. En coautoría: Minas Colonial: economia e sociedade; Escravismo em São Paulo e Minas Gerais; O
Capital Escravista-Mercantil e a escravidão nas Américas. 2 Profesor de la Universidad de São Paulo y de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo. Su
investigación se centra en las áreas de la historia económica, la economía del Brasil, la política social y el
mercado de trabajo. Principales libros y artículos publicados: A política social no período populista.
Desenvolvimentismo versus liberalismo econômico no período populista e gasto público social. Economia e
Sociedade, UNICAMP, v. 19, 2010: 529-556; Níveis de escolaridade e rendimentos do trabalho: evidências
para o Brasil nos anos 1990. Pesquisa & Debate, v. 19, 2008: 235-253; Uma Visão Histórica sobre o
Problema do Padrão de Financiamento da Economia Brasileira. Ensaios FEE, v. 25, 2004: 545-560. En
coautoría: Uma revisão da teoria da estagnação de Celso Furtado e a crise econômica dos anos de 1960.
Cadernos do Desenvolvimento, v. 6, 2011: 19-41; Incidência fiscal sobre os salários no Brasil:
progressividade e cotejo internacional. Ensaios FEE, v. 30, 2009: 829-862.
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AMERICA AND THE SLAVE-MERCANTILE CAPITAL
Abstract
This article proposes the existence of a specific form of capital, which has not been
contemplated so far in the specialized literature: the slave-mercantile capital. The article
explains the logical and historical limitations of this form of capital, as well as the
assumptions and the outcomes of its action. The productive articulation between the
colonial world and the European economy, and the capital accumulation facilitated by
slave-mercantile capital proved to be highly important in the process of primitive capital
accumulation. Finally, the importance of considering the slave-mercantil capital consists in
the fact that its componentes are closely connected to the development of capitalism on a
global basis.
Key words: Slave-Mercantile capital; Slavery; Colonial New World; Capitalism, history
A América e a presença do capital escravista-mercantil
Resumo
Neste artigo propõe-se a existência de uma forma específica de capital, forma essa que até
agora não havia sido considerada pela literatura especializada: o capital escravista-
mercantil. Contempla-se, ademais, as limitações lógicas e históricas desta forma de capital,
assim como os pressupostos e resultados de sua ação. A articulação produtiva entre o
mundo colonial e a economia europeia, assim como a acumulação de capital proporcionada
pelo comércio de escravos foram fatores de extrema importância no processo de
acumulação primitiva do capital; tais elementos, ademais, acham-se estreitamente
vinculados ao desenvolvimento do capitalismo em escala mundial, daí a relevância de se
tomar em conta o capital escravista-mercantil como caracterizado neste escrito.
Palavras chave: Capital escravista-mercantil; Escravidão; Novo Mundo colonial;
Capitalismo, história
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Introducción3
Los estudios históricos se pueden realizar en tres planos diferentes. Un primer plano es el
estrechamente ligado a lo factual, muy cerca de lo empírico. Aquí se ubican, por ejemplo,
los estudios desarrollados hasta ahora en el campo de la demografía histórica. A partir de
un conjunto de fuentes documentales, se intenta obtener el máximo de información o se
define el alcance de los trabajos sobre la base de algunos problemas específicos (familia,
hogar, propiedad de esclavos, formas de acumulación, etc.). En un nivel más elevado, los
objetivos que se persiguen son la búsqueda de patrones, regularidades o causas comunes a
posibles “excepcionalidades”. Ejemplos de este nivel son estudios relacionados a la
estructura esclavistas según ramas de la actividad de sus propietarios, la Guerra Civil de los
Estados Unidos y el Quilombo de Palmares. Por último, una tercera categoría abarca los
estudios que buscan establecer un panorama teórico de una sociedad dada, y estudios
referentes a la formación de una población determinada. Es en este último plano en el que
se sitúa nuestro trabajo, relacionado principalmente con la búsqueda de una solución teórica
apropiada para entender la constitución de la economía colonial que se estableció en las
áreas esclavistas de las Américas.
Sobre la base de la propuesta del concepto de capital mercantil esclavista, proponemos
presentar una contribución teórica original a la comprensión de la formación y la
consolidación de la periferia del sistema capitalista que se desarrolló en el proceso de la
Europa occidental. La articulación productiva entre el mundo colonial y la economía
central europea, así como la acumulación de capitales proporcionados por el capital
mercantil esclavista se presenta como de gran relevancia en el proceso de acumulación
primitiva de capital, al mismo tiempo que sus condiciones de existencia están
estrechamente relacionadas con el desarrollo del capitalismo a nivel mundial. Esta
contribución centrada en el pensamento marxista, se puede extender a las tres Américas a
pesar de ocuparse principalmente del caso brasileño. Así, en nuestra opinión, con el
establecimiento en las Américas de economías esclavistas dirigidas y dependientes
básicamente del comercio externo, se configura una nueva forma de capital: el capital
mercantil esclavista; forma ésta que fue superada cuando en cada país o región del Nuevo
Mundo, se extinguió la esclavitud imponiéndose posteriormente la producción capitalista.
Este artículo ha de ser seguido por un estudio específico dedicado a esta superación y a sus
diferentes implicaciones.
Con respecto a la formación del capitalismo en América existen varias corrientes divergentes en el
campo marxista. En el caso del Brasil, la principal visión es la de Caio Prado Júnior, retomada de
forma diferente por Jacob Gorender. En nuestro trabajo, analizamos las virtudes y limitaciones de
los enfoques teóricos de estos dos autores. Todavía en el campo marxista, Fragoso (1992) y Fragoso
& Florentino (2001) procuran también formular una perspectiva alternativa para analizar esta
cuestión. Sin embargo, su solución basada en el concepto de “formación social” –que no está
debidamente explicada en su trabajo– omite la discusión referente a la categoría de modo de
producción, lo que sería fundamental toda vez que no se puede hablar de formación social sin
3 Una versión abreviada de este artículo ha sido publicada en inglés con el título Slave-mercantile capital and
slavery in the Americas. Canadian Journal of Latin American and Caribbean Studies (Revue canadienne dês
etudes latino-américaines et carïbes), vol. 37, n. 73 (2012): 155-171. Traducción del portugués de Francisco
Quiroz Chueca.
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considerar de manera explícita la categoría de modo de producción. Igualmente insatisfactoria se
presenta la perspectiva sugerida por Ciro Flamarion S. Cardoso (1975) sobre la existencia de un
modo de producción dependiente pues un modo de producción sólo se define como tal si es
independiente.
Por consiguiente, lamentablemente ninguna de las propuestas mencionadas es capaz de encuadrarse
plenamente en términos teórico-metodológicos en el ámbito del pensamiento marxista. En este
trabajo presentamos a manera de avance una propuesta para resolver la cuestión, a saber, el
desarrollo de un marco teórico explicativo de la esclavitud moderna tal como se desarrolló en las
Américas en absoluta conformidad con las categorías explicativas abarcadoras que ofrece Carlos
Marx. Para ello, nos servimos no solo de la evidencia empírica y de la obra de Marx, sino también
de la manera de pensar que puede ser atribuida a G. F. Hegel.
Una forma específica de capital
Como es sabido, Marx consideraba explícita y ampliamente tres formas de existencia del capital. La
correspondiente al capital comercial fue caracterizada así: “(...) el comercio e incluso el capital
comercial son anteriores al régimen de producción capitalista y constituyen en realidad la
modalidad libre del capital más antigua de que nos habla la historia” (Marx, 1965: III: 314). La
segunda se refiere al capital usurerio (préstamos) y también era vista como autónoma e
independiente: “El capital a interés o capital usurario, para emplear el término arcaico, figura con su
hermano gemelo, el capital comercial, entre las formas antediluvianas del capital que preceden
desde muy lejos al régimen de producción capitalista y con las que nos encontramos en las más
diversas formaciones económicas de la sociedad”. Y añade más adelante, “La usura, como el
comercio, explota un régimen de producción dado, no lo crea, se comporta exteriormente ante él”
(Marx, 1965: III: 555 y 569). La última concierne al capital industrial y es propia del modo de
producción capitalista:
“Si el dinero puede invertirse en esta forma es, sencillamente porque la fuerza de trabajo se
halla separada de sus medios de producción (incluyendo los medios de vida, como medios
de producción de la propia fuerza de trabajo) y porque este divorcio sólo puede remediarse
de un modo: vendiendo la fuerza de trabajo al poseedor de los medios de producción”
(Marx, 1965: II: 33).
A nuestro parecer, además de las tres formas arriba señaladas, Marx sugiere una cuarta forma de
existencia del capital. Así, al tratar de los efectos surgidos en el desenvolvimiento del comercio y
del capital comercial, afirma:
“En el mundo antiguo, los efectos del comercio y el desarrollo del capital comercial se
traducen siempre en la economía esclavista; y según el punto de partida, conducen
simplemente a la transformación de un sistema esclavista patriarcal, encaminado a la
producción de medios directos de subsistencia, en un sistema orientado hacia la producción
de plusvalía” (Marx, 1965: III: 321).
Estaríamos, pues, frente a la exploración de la plusvalía en el marco de la esclavitud antigua. Esta
producción de la plusvalía se haría presente, de la misma manera, en áreas del Nuevo Mundo
inmersas en la esclavitud:
“Por eso en los Estados norteamericanos del Sur el trabajo de los negros conservó cierto
suave carácter patriarcal mientras la producción se circunscribía sustancialmente a las
propias necesidades. Pero, tan pronto como la exportación de algodón pasó a ser un eje vital
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para aquellos Estados, la explotación intensiva del negro se convirtió en factor de un
sistema calculado y calculador, llegando a darse casos de agotarse en siete años de trabajo
la vida del trabajador. Ahora, ya no se trataba de arrancarle una cierta cantidad de productos
útiles. Ahora, todo giraba en torno a la producción de plusvalía por la plusvalía misma”
(Marx, 1964: I: 181-182).
Se trata pues de la misma forma de existencia del capital, ahora en vigor en el contexto de la
esclavitud moderna, también identificada como esclavitud colonial4. En fin, la plusvalía, el valor
que se aprecia y, por tanto, capital. Sin embargo, es una forma específica de existencia del capital
por modelarse en una producción de mercancías basada en la esclavitud5. En este avance de
investigación, establecemos algunas de las principales características de esta forma particular de
capital, a la que llamaremos capital mercantil esclavista.
Limitaciones lógicas e históricas
El capital mercantil esclavista tiene restricciones de carácter lógico e histórico, que deben ser
tomadas como facetas de un mismo fenómeno. Vale decir, deben ser entendidas como lógico-
históricas o histórico-lógicas en función de las condiciones específicas.
En el pasado lejano, esta forma se presenta como una excepción en virtud de la esclavitud patriarcal
inclusiva. Según Marx:
“Sin embargo, es evidente que en aquellas sociedades económicas en que no predomina el
valor de cambio, sino el valor de uso del producto, el trabajo excedente se halla circunscrito
a un sector más o menos amplio de necesidades, sin que del carácter mismo de la
producción brote un hambre insaciable de trabajo excedente. Por eso donde en la
Antigüedad se revela el más espantoso trabajo sobrante es allí donde se trata de producir el
valor de cambio en su forma específica de dinero, es decir, en la producción de oro y plata.
En estas ramas, la forma oficial del trabajo excedente son los trabajos forzados llevados
4 Sobre el término esclavismo colonial, ver Gorender (1992: 157 y siguientes). Se debe decir, por otra parte,
que si bien no tomamos la esclavitud colonial como un modo de producción como lo hace Gorender, de todas
maneras concordamos en gran medida con él por lo acertado de su análisis. 5 Creemos que Barros de Castro ha estado muy cerca de establecer la categoría de capital mercantil esclavista.
Sin comprometerlo con nuestra formulación, nos permitimos mostrar la cita siguiente: “El proceso de trabajar
en una plantación de esclavos en el siglo XVI, es similar al de una plantación capitalista contemporánea. Más
aún, se asemeja más al proceso de trabajo en una fábrica inglesa grande de principios del siglo XIX que al
[processo de trabajo] de la Europa de los siglos XVI y XVII. Por esto, es lícito afirmar que, inserto en el
proceso de producción material, el esclavo constituye una anticipación del proletario moderno. Por otro lado,
el señor de la plantación se encuentra inmerso en un engranaje que determina su comportamiento en función
de “necesidades” que nada tienen que ver con sus propios deseos y necesidades personales.
“Estas características indican, en suma, que la esclavitud moderna tiene rasgos importantes en común con el
capitalismo y, más aun, que estas características pertenecen a su constitución interior. Por tanto, no hay
necesidad de recurrir a conexiones “externas” –mucho menos a una simple “prueba de mercado”– para dejar
señaladas las fuertes similitudes existentes entre la esclavitud moderna y el capitalismo, proximidad que
puede ser resaltada si tenemos en cuenta que la organización productiva aquí concentrada surge asociada a los
inicios del capitalismo, crece y se multiplica acoplada a él” (Castro, 1980: 92-93). A su turno, a pesar de que
tomó nota de la presencia de capital bajo la esclavitud colonial, Gorender no llega a las mismas conclusiones
y esto se debe, en nuestra opinión, al hecho de que el autor privilegia la categoría modo de producción
esclavista colonial: “Dado su carácter comercial, la esclavitud colonial encierra categorías como mercancía,
dinero y capital –categorías adaptadas, todavía, a una estructura esencialmente distinta de aquella inherente a
un modo de producción capitalista. La esclavitud colonial cuenta con leyes específicas, cuya vigencia no
tendría razón de ser bajo el capitalismo” (Gorender, 1983: 13).
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hasta la muerte. (…) Sin embargo, en el mundo antiguo esto no pasa de ser excepcional”
(Marx, 1964, vol. I: 181).
En nuestro punto de vista, esta restricción de carácter lógico-histórico ha sido perfectamente
elucidada por Gorender:
“El dilema de la esclavitud romana surgió de la imposibilidad de un modo de producción
esclavista patriarcal de producción de convertirse en modo de producción esclavista
mercantil en las condiciones del mundo antiguo. (...) Roma no podía implantar una
economía exportadora en su propio territorio o en los territorios de las provincias
conquistadas. La única excepción, considerada por Marx, fue Sicilia, donde los latifundios
esclavistas cultivaban trigo para abastecer a la metrópoli. (...) Para que la esclavitud
mercantil se convirtiese en dominante, era preciso que la producción esclavista se acoplase
a un mercado externo muy grande que las ciudades antiguas estaban muy lejos de alcanzar.
(...) Roma no podía convertirse en su propia colonia económica y generar una esclavitud
colonial. De ahí surge un dilema histórico sin solución, manifiesto en el estancamiento
tecnológico y la creciente importancia de la producción hecha con esclavos, cada vez menos
capaz de constituir la base del Estado imperial” (Gorender, 1992: 160-161).
Aunque se podría admitir, hipotéticamente, la existencia de polos esclavistas autónomos
productores de mercancías y que comercian entre sí –y esto sería la única manera de superar la
limitación lógica aquí expuesta– debemos renunciar a esta conjetura, ya que como se sabe la
esclavitud antigua se vio superada sin conocer el caso hipotético aquí debatido. En cuanto a las
zonas del mundo moderno donde resurge la esclavitud existen restricciones de orden histórico-
lógico, pues ahora la existencia de capital mercantil esclavista se ve condicionada por la ampliación
de los mercados mundiales ocurrida en la fase final del tránsito del feudalismo al capitalismo. La
aparición y maduración de este modo de producción se define pues como el contexto en el que se
amplía y consolida el capital mercantil esclavista en los siglos XVI y siguientes. A su vez, el
establecimiento del capitalismo como modo de producción dominante en Europa occidental
condujo a la subordinación de esa forma de existencia del capital al capitalismo. La evolución de
este último, vale decir, el proceso de desarrollo del capital industrial (que como es propio de su
naturaleza, echa raíces en todo el planeta) y de la sociedad burguesa, impone además un límite
absoluto al capital mercantil esclavista, que conoce su superación en los marcos y como
consecuencia de ese desarrollo. Así, para Marx a medida que el capital industrial
“se va apoderando de la producción social, revoluciona la técnica y la organización social
del processo de trabajo, y con ellas el tipo histórico-económico de la sociedad. Las otras
modalidades de capital que aparecieron antes de ésta en el seno de estados sociales de
producción pretéritos o condenados a morir, no sólo se subordinan a él y se modifican con
arreglo a él en el mecanismo de sus funciones, sino que ya sólo se mueven sobre la base de
aquél, y por tanto viven y mueren, se mantienen y desaparecen con este sistema que les
sirve de base” (Marx, 1964: II: 51).
Aunque el autor se esté refiriendo aquí, probablemente, al capital comercial y al capital usurero,
entendemos que tales consideraciones se muestran plenamente aplicables al caso del capital
mercantil esclavista. Además, parece que las mismas echan luces sobre referencias explícitas
efectuadas por Marx con respecto a la esclavitud moderna. Veámoslas:
“La esclavitud de los negros –una esclavitud puramente industrial– que desaparece sin más
y es incompatible con el desarrollo de la sociedad burguesa, presupone la existencia de tal
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sociedad: si junto a esa esclavitud no existieran otros estados libres con trabajo asalariado,
todas las condiciones sociales en los estados esclavistas asumirían formas precivilizadas”
(Marx, 1980: 159).
En la misma obra, el autor retoma el tema: “Esto no excluye que dentro del sistema burgués de
producción sea posible la esclavitud en tal o cual punto. Pero la misma sólo es posible porque no
existe en otros puntos, y se presenta como una anomalía frente al sistema burgués mismo” (Marx,
1980: 425). El mismo tono se utiliza cuando se trata de los propietarios de esclavos: “El que los
dueños de plantaciones en América no sólo los llamemos ahora capitalistas, sino que lo sean, se
basa en el hecho que ellos existen como una anomalía dentro de un mercado mundial basado en el
trabajo libre” (Marx, 1980: 476).
Así, en el mundo moderno la producción de mercancías basada en la mano de obra esclava solo se
tornó posible por tratarse de producción dirigida esencialmente al mercado externo, la cual por su
lado se destinaba sobre todo a los mercados europeos, donde llegaba a su término la transición del
feudalismo al capitalismo, que pasaba a afirmarse como la producción dominante.
Otros tres puntos deben ser todavía establecidos: a) la esclavitud localizada no es incompatible con
el modo de producción capitalista pero sí con el desarrollo del capitalismo y por lo tanto está
irremediablemente condenada a la desaparición; b) estamos frente a una esclavitud productora de
mercancías (esclavitud puramente industrial) y dependiente de los mercados mundiales a los que
debe su existencia6; c) los esclavistas son capitalistas, es decir, personifican el capital mercantil
esclavista.
De las consideraciones expuestas en la introducción a este caso, y de las conclusiones arriba
indicadas inferimos de imediato que la forma de capital mercantil esclavista no puede existir de
manera autónoma e independiente, porque su existencia se subordina en la antigüedad a un modo de
producción esclavista y en el pasado más reciente al modo de producción capitalista. Además, su
subsistencia también se revela condicionada y subordinada a tales modos de producción. Como en
el caso del capital comercial y el capital usurero, estamos frente a una forma de capital que no lleva
en sí las condiciones de su existencia y subsistencia. Las dos primeras formas de capital, justamente
por mostrarse libres, autónomas e independientes con respecto a un modo de producción específico,
se definen como dependientes de modos de producción que para las mismas se revelan como dados
y, en esta medida, cada una de estas formas es incapaz de crear las condiciones necesarias para su
existencia y subsistencia, operando pues de modo parasitario con respecto a los modos de
producción aludidos. Repasemos aquí la afirmación de Marx: “La usura, como el comercio, explota
6 Con respecto a este punto, también podemos contar con la esclarecedora interpretación de Gorender: “La
esclavitud colonial solo posibilita un mercado interno estrecho, poco elástico, inadecuado a los fines de la
producción mercantil, que tiende a la especialización. Pero este problema estaba de antemano resuelto pues su
solución constituye una de las premisas del establecimiento de la plantación colonial. La producción de esta
última se destina a un mercado externo ya existente y en ampliación, con una demanda creciente de productos
tropicales: el mercado de Europa (Gorender, 1992: 163). Más adelante añade el autor: “Estaban creadas las
condiciones objetivas para que la esclavitud mercantil asumiese la única forma en que puede desenvolverse
con amplitud: la esclavitud colonial, esto es, un modo de producción dependiente del mercado metropolitano.
(...) La esclavitud colonial no significaba la mercantilización total pues subsiste un sector de economía
natural, porque el comercio intensificado no ejerce un efecto desagregador en su estrutura. La esclavitud
colonial nace y se desarrolla con el mercado como su atmósfera vital. La explicación ya se ha señalado arriba:
un modo de producción basado en la esclavitud es compatible con la finalidad comercial si se adhiere a un
mercado externo apropriado. La existencia previa de un mercado externo constituye una premisa ineludible”
(Gorender, 1992: 163-164).
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un régimen de producción dado, no lo crea, se comporta exteriormente ante él” (Marx, 1965: III:
569). Como queda evidenciado, el capital mercantil esclavista, por no llevar implícita la plasticidad
del capital comercial y usurero es inmediatamente dependiente de una relación específica de
producción (la esclavista) e igualmente dependiente de modos específicos de producción (esclavista
o capitalista).
Por lo tanto, aunque no se defina como parasitaria por ser productora de mercancías, esta forma de
capital no trae consigo sus premisas y por eso no es capaz de ponerlas o sustituirlas por sí misma;
vale decir, las condiciones objetivas de su existencia e subsistencia le son externas y dadas por los
modos de producción arriba señalados. Por lo tanto, la forma de capital mercantil esclavista es
incapaz de servir de base a un modo de producción que le sea propio y del que derive. Como se
sabe, lo mismo no ocurre con el capital industrial que Marx estudia de manera explícita y detallada.
He aquí pues delineadas algunas de las principales características de la forma del capital bajo
estudio; otras más serán expuestas a continuación.
Un punto a discutir
A nuestro juicio, existen razones suficientes y plenamente aceptables para explicar por qué Marx no
se detuvo más en el estudio de la esclavitud antigua y, en particular, en la esclavitud moderna.
Interesado esencialmente en analizar la lógica del capital industrial y en establecer las vías teóricas
y prácticas para concretizar la superación del modo de producción capitalista, el autor desenvuelve
un método frente al cual se torna prescindible el estudio de la esclavitud antigua:
“(...) nuestro método pone de manifiesto los puntos en los que tiene que introducirse el
análisis histórico, o en los cuales la economía burguesa como mera forma histórica del
proceso de producción apunta más allá de sí misma a los precedentes modos de producción
históricos. Para analizar las leyes de la economía burguesa no es necesario, pues, escribir la
historia real de las relaciones de producción. Pero la correcta concepción y deducción de
las mismas, en cuanto relaciones originadas históricamente, conduce siempre a ecuaciones
–como los números empíricos por ejemplo en las ciencias naturales– que apuntan a un
pasado que yace por detrás de este sistema. Tales indicios, conjuntamente con la
concepción certera del presente, brindan también la clave para la comprensión del pasado;
un trabajo aparte, que confiamos en poder abordar alguna vez” (Marx, 1980: 422).
Lamentablemente, como sabemos, el autor no pudo efectuar el trabajo prometido. Hay que tener en
cuenta que una discusión pormenorizada de la esclavitud moderna sería ociosa en la medida que se
le trata tan solamente de una anomalía dentro de un mercado mundial basado en el trabajo libre,
anomalía que desaparece sin más y es incompatible con el desarrollo de la sociedad burguesa (Cfr.
Cita arriba).
Tales argumentos podrían ser esgrimidos para explicar el hecho de que el autor no contemplara de
manera explícita la forma del capital mercantil esclavista; además, también justificarían la
afirmación: “El capital industrial es la única forma de existencia del capital en que es función de
éste no sólo la apropiación de la plusvalía o del producto excedente, sino también su creación”
(Marx, 1964: II: 51). A nuestro parecer, el capital industrial no es la única forma de capital que
cumple ese papel pues entendemos que tal función también es desempeñada por el capital mercantil
esclavista, el cual, empero, no deja por esto de ser dependiente y subordinado al modo de
producción capitalista inclusivo.
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Así, en el caso de la colonia portuguesa en tierras americanas, la creación de la plusvalía resultante
de la acción del capital mercantil esclavista, es decir, aunque aislado de los mercados extranjeros y
por lo tanto de la órbita de circulación –lo que discutiremos en el siguiente punto– la esfera de la
producción interna se colocó totalmente en su órbita y estaba dominada por el capital mercantil
esclavista. Este dominio, que no debe ser entendido en términos absolutos, incluye la producción de
mercancías (exportables o no), de valores de uso y de servicios, abarcando también la asignación de
factores y recursos y difundiéndose por la circulación interna. También afectó la generación y la
distribución de la renta, los montos de producción, el tamaño de las fábricas instaladas, las técnicas
utilizadas y los elementos que afectan la calificación de la fuerza de trabajo. En fin, su presencia
condicionaba toda la economía colonial así como las relaciones establecidas en el processo de
producción, proyectándose además a la vida social y política de la colonia. De esto debe inferirse
que los sectores sociales y económicos no vinculados de manera directa a la esclavitud también se
veían influenciados y, en gran medida, determinados sobre todo en la definición de los límites del
espacio económico en el que les era dado actuar por el capital mercantil esclavista.
Nos parece ocioso recordar que es precisamente en este dominio en que se basa el engaño de los
que piensan encontrar aquí la llamada “esclavitud capitalista” o defienden la existencia de un
supuesto modo colonial de producción.
La presencia del capital comercial
Tanto en el pasado más distante como en el más reciente, el capital comercial desempeña un papel
crucial en la génesis de las condiciones objetivas que harán posible la constitución y subsistencia
del capital mercantil esclavista. En cuanto al período más próximo, y con respecto al Brasil,
debemos tejer algunas observaciones adicionales.
Como sabemos, sería difícil sobreestimar el papel del capital mercantil (aliado en este caso al
capital usurero) en cuanto a la ocupación, la colonización y la valoración de los territorios
pertenecientes a los portugueses en el Nuevo Mundo. Así, la colonia puede ser vista como una
creación conjunta del poder real y el capital comercial. El primero, además de la estructuración y
disposición de los cuerpos burocráticos y administrativos, garantiza el acceso a la tierra –el medio
fundamental de producción– a quienes demostraran tener las posibilidades necesarias para
explotarla en beneficio de los interesses metropolitanos. La generación de las demás condiciones
que comprende el proceso, estuvo a cargo del capital comercial. Así, el capital comercial se encargó
del financiamiento de la actividad agrícola en el Brasil, del suministro de la mano de obra africana y
bienes de consumo y de produtos provenientes de Europa, así como monopolizó la colocación de la
producción colonial en los mercados mundiales. Es en esta medida en que la colonia puede ser vista
como un simple apéndice de la economía europea por funcionar como un enclave en permanente
expansión de manera aislada. Es esto pues el locus en el que se desarrolla el capital mercantil
esclavista, el que solo puede comunicarse con el mundo que le es externo mediante la
intermediación del capital comercial. Esta cuestión fue estabelecida con entera propiedad por
Gorender: “El capital mercantil en expansión se involucraría en la función de intermediario entre
los extremos, autonomizando la esfera de circulación de las fuentes de producción, sin determinar el
carácter dado de las relaciones de producción vigentes en cada uno de los extremos (Gorender,
1992: 163).
La disposición constituida de esta manera, en la que el capital comercial funcionaba como interface
entre la colonia y los mercados externos, trajo al menos cuatro consecuencias que marcarán
indeleblemente nuestra historia y nuestra historiografía. Primeramente, de ahí derivó el “sentido de
la colonización” caracterizado por Caio Prado Júnior:
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“En su conjunto, visto en el plano mundial e internacional, la colonización del trópico
asume el aspecto de una vasta empresa comercial, más completa que la antigua factoría,
pero siempre con el mismo carácter que era estar destinada a explotar los recursos naturales
de un territorio virgen en provecho del comercio europeo. Es este el verdadero sentido de la
colonización tropical, de que el Brasil es uno de sus resultados; y esto explicará los
elementos fundamentales tanto en lo económico como en lo social de la formación y la
evolución histórica de la América tropical. (...) Si vemos la esencia de nuestra formación,
veremos que en realidad nos constituimos para proporcionar azúcar, tabaco y algunos otros
géneros; posteriormente, oro y diamantes; después algodón y en seguida café para el
mercado europeo. Nada más que esto. Es con tal objetivo, objetivo externo, volcado hacia
fuera del país y sin atender a consideraciones que no fuesen los intereses de ese comercio,
que se organizó la sociedad y la economía brasileñas. Todo se desprende de aquel sentido:
la estrutura, así como las actividades del país. Llegó el blanco europeo para especular,
realizar negocios; invirtió sus recursos y reclutó la mano de obra que requería: indígenas o
negros importados. Con tales elementos, articulados en una organización puramente
productora, industrial, se constituirá la colonia brasileña. Este inicio, cuyo carácter se
mantendrá dominante a través de tres siglos hasta el momento en que ahora abordamos la
historia brasileña, se grabará profunda y totalmente en las características de la vida del país”
(Prado Júnior, 1987: 31-2)7.
En segundo lugar, la preeminencia del capital comercial en lo que atañe a la articulación entre los
distintos mercados permitió la emergencia y subsistencia de un complejo económico que tenía sus
bases productivas en la colonia, su fuente básica de mano de obra en África y que contaba con los
mercados europeos para la realización de la producción exportable. En tercer lugar, el aislamiento
propiciado por el capital comercial y por las prácticas mercantilistas permitió a la economía europea
beneficiarse de los efectos dinámicos originarios del Nuevo Mundo y garantizó la solidez y robustez
de la esclavitud moderna, elementos estos de la mayor relevancia para el pleno funcionamiento y
permanencia en el tiempo de la explotación desarrollada por el capital mercantil esclavista.
Finalmente, dado el referido aislamiento, el capital mercantil esclavista no solo significó en el
ámbito de su dominio la existencia de articulaciones que iban mucho más allá de los estrechos
límites del capital comercial, sino también propició el surgimiento de muchas de esas
articulaciones, que operaban para garantizar la persistencia del capital mercantil esclavista y
enriquecían y diversificaban el marco económico y social en el que se desenvolvía la población del
Brasil esclavista.
Capital mercantil esclavista: presupuestos y resultados de su acción
Conscientes de que nuestros postulados pueden ser tomados como un ejercicio eludible de
“pronosticar el pasado”, nos proponemos establecer los presupuestos necesarios para la existencia
del capital mercantil esclavista, además de identificar los resultados inmediatos de su acción.
Así, la aludida forma de capital solo puede aparecer porque, de manera concomitante, se hicieron
presentes las condiciones siguientes: a) existencia previa de esclavitud y de fuentes de
abastecimiento de cautivos; tales fuentes se presentan según una naturaleza doble: las
institucionales –poder del Estado– que fundamentan política y jurídicamente la reducción y sujeción
de personas a la condición de cautiverio y las físicas o biológicas que garantizan la constitución,
7 Cabe señalar que Caio Prado Júnior se detiene sobre todo en la forma en que la valoración de las nuevas
tierras aparece para el observador desde el punto de vista del comercio externo, sin tener en cuenta la
existencia del capital mercantil esclavista basado en la explotación del trabajo esclavo, que cumplía además
de la apropiación de una parte sustancial de la plusvalía, su creación misma.
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reposición y el eventual aumento de los contingentes; b) ausencia de alternativas, válidas desde el
punto de vista económico, a la utilización de la mano de obra esclava; c) existencia de mercados
capaces de absorber las mercaderías producidas en base a la explotación de la mano de obra
esclava; d) individuos que se dediquen, con los recursos necesarios, a abastecer de mano de obra
cautiva mediante la captura y venta y/o como intermediarios (compra y reventa); e) individuos que
busquen agregar valor basado en la explotación del trabajo esclavo y que tengan disponibilidad de
recursos necesarios para movilizar los medios de producción y la mano de obra cautiva.
La conjunción de estos presupuestos dio lugar a la aparición del capital mercantil esclavista. De su
acción sigue, de imediato, la reposición de algunos de esos supuestos, ahora derivados de la propia
existencia del capital mercantil esclavista: a) los esclavistas se apoderan de una parte substantiva de
la plusvalía generada en el processo de producción, viendo así realizado su deseo de agregar valor;
b) el esclavo, trabajador directo, emerge en la misma condición de sujeción en la que entra al
proceso productivo. También de inmediato, y derivado de a) y b), se da la aparición y la
cristalización del sector esclavista produtor de mercancías, de intereses económicos vinculados a la
esclavitud, hecho este que proporciona fortaleza al sistema de explotación y actúa en el sentido de
su mantención y ampliación. Recuérdese en este punto que no se han producido en los tiempos
modernos casos en que el simple crecimiento vegetativo de la población cautiva perteneciente a
quienes personifican el capital mercantil esclavista, haya sido suficiente para cubrir sus necesidades
de mano de obra esclava8.
Por otra parte, el capital mercantil esclavista solo podía actuar de manera indirecta sobre sus otros
presupuestos sin poder, por lo tanto, remplazarlos pues tales presupuestos le eran externos y para él
se definían como dados. Nos referimos, de manera específica, a las fuentes de abastecimiento de
esclavos al mercado mundial. De estos elementos dependía, como va señalado, la permanencia en el
tiempo del capital mercantil esclavista. Con respecto a lo segundo, valgámonos del argumento
definitivo de Gorender, pues así como “Roma estaba impedida de hacerse colonia económica de sí
misma y engendrar el esclavismo colonial” (cfr. Cita arriba), el mundo colonial moderno no podría
haberse hecho colonia de sí mismo. Ya en lo que respecta a las fuentes anteriormente mencionadas
de suministro de mano de obra cautiva recordamos –para mostrar que no estamos tratando la
existencia de los recursos materiales necesarios para la compra de esclavos– las palabras de Marx:
“La compra y venta de esclavos es también, en quanto a su forma, compra y venta de
mercancías. Pero el dinero no podría ejercer esta función si no existiese la esclavitud. Hay
que partir de la existencia de la esclavitud, para que el dinero pueda invertirse en comprar
esclavos. En cambio, para hacer posible la esclavitud no basta con que el comprador
disponga de dinero” (Marx, 1964: II: 33).
Se evidencia de manera palmaria pues que el capital mercantil esclavista, en cuanto tal, se presenta
incapaz de proporcionar todos los elementos necesarios para su reproducción, no pudiendo por tanto
dar soporte a un modo de producción específico. Este mismo argumento puede ser aducido para
descalificar la opinión según la cual a partir de determinado momento de nuestra historia, la
economía esclavista brasileña podía reproducirse de manera autónoma. Esta tesis se presenta aún
más equivocada si recordamos que el processo de acumulación propia del capital mercantil
8 “Hasta en los Estados Unidos, después de que la zona intermedia entre los estados del Norte, en que regía el
sistema de trabajo asalariado, y los estados esclavistas del Sur, se transformó en una zona de abastecimiento
de esclavos, en que, por tanto, el esclavo lanzado al mercado esclavista se convertía a su vez en elemento de
la reproducción anual, llegó un momento en que esto no bastaba y fue necesario recurrir por el mayor tiempo
posible a la trata de esclavos africanos para tener el mercado abastecido” (Marx, 1964: II: 426).
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esclavista no estaba exento de los presupuestos que le eran externos y, al contrario, se hacía más
dependiente de ellos pues a medida que se ampliaba la producción mercantil esclavista, mayores
eran sus requerimientos en términos de suministro de cautivos y de flujo de la producción afectada.
Se puede pues concluir que la constitución en el Brasil de una economía dependiente no se debió
simplemente a la exploración metropolitana o al hecho de que la colonia debía abastecer de
produtos el mercado europeo, sino que derivó esencialmente de la misma entraña del capital cuyo
predominio marcó nuestra historia hasta 1888.
Además, tal como ya digimos, creemos que el surgimiento y desarrollo de una vida económica
relativamente autónoma, “volcada hacia adentro”, no solo se mostraba compatible con la fórmula
capital mercantil esclavista, sino en buena medida de ella se deduce. Como sabemos, varios autores
se han pronunciado ya sobre la cuestión aquí tratada, no obstante, frente a las conclusiones de este
artículo, se hace necesario retornar a las siguientes afirmaciones de Gorender:
“La deconstrucción metodológica impone la inversión radical del enfoque: las relaciones de
producción de la economía colonial precisan ser estudiadas desde dentro hacia fuera, al
contrario de lo que se ha hecho, esto es, de fuera hacia dentro (tanto a partir de la familia
patriarcal o el régimen jurídico de la tierra, cuanto a partir del mercado o del sistema
colonial). La inversión de enfoque es lo que permitirá correlacionar las relaciones de
producción a las fuerzas productivas existentes y elaborar la categoría de modo de
producción esclavista colonial en su determinación específica” (Gorender, 1992: 7).
Como bien dice el autor, se impone un nuevo enfoque pero tal cambio no nos debe llevar
directamente a formular un pretendido modo de producción esclavista colonial, pues en nuestra
opinión, esto pasa necesariamente por la discusión de la categoría capital mercantil esclavista y por
el establecimiento de las consecuencias surgidas de su existencia.
La fórmula del capital mercantil esclavista
A pesar de tenerlos presentes, no serán considerados aquí los elementos de economía natural
propios de la esclavitud para centrarnos en la fórmula del capital mercantil esclavista en sus
términos estrictamente lógicos. De ello se desprende que tampoco tendremos en cuenta a los
asalariados igualmente presentes en las tramas de la esclavitud moderna, así como a las personas
libres que como agregados de manera directa o indirecta se vinculaban a las actividades económicas
desarrolladas por los esclavistas. De este modo esperamos establecer en términos abstractos por
supuesto, la misma fórmula del capital mercantil esclavista.
Contemplado en los términos más simples y abstractos posibles, es decir, si tenemos en cuenta
únicamente los desembolsos monetarios efectivamente realizados por el propietario en la compra,
en efectivo, de cautivos y mercaderías –incluyendo medios de producción y bienes de consumo
destinados al mantenimiento de los esclavos– a ser utilizados exclusivamente en la producción de
bienes destinados al mercado, la representación del capital mercantil esclavista debe cumplir con las
siguientes condiciones:
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D2
D < Me
D1 — M < . . . P . . . M' — D'
Mp
Donde:
D = capital-dinero
D1 = recursos para la compra de mercaderías
D2 = recursos para la adquisición de esclavos9
M = capital-mercaderías
Me = mercaderías destinadas al sustento de esclavos10
Mp = medios de producción
P = capital productivo
M' = capital-mercaderías en términos concretos: mercaderías resultantes del proceso
productivo
D' = capital-dinero valorizado, resultado de la realización del precio de M'
9 “Aunque 'atada' como capital-dinero, la inversión inicial en la compra del esclavo no está incorporada en
ningún elemento concreto del fondo productivo del esclavista. Dicho en otras palabras, la inversión inicial de
compra de esclavos no funciona como capital. En el proceso real de producción esclavista, esta inversión se
convierte en no-capital. Sería incorrecto decir que se inmoviliza, porque entonces podríamos incluirla en el
capital fijo. Lo correcto es concluir que el capital-dinero aplicado a la compra de esclavos se convierte en
capital-estéril, en capital que no interviene en la producción y deja de ser capital” (Gorender, 1992: 182-183). 10
“El esclavo recibe en especie los medios necesarios para su mantenimiento y esa forma natural se encuentra
establecida en valores de uso tanto por su calidad como por su volumen. El trabajador los libre recibe en
forma de dinero, en forma de valor de cambio; de forma social abstracta de la riqueza. Aunque el salario no
sea, en realidad, más que la forma permanente de manifestarse en oro, plata, cobre o papel –y el dinero opera
aquí únicamente como forma efímera de valor de cambio, como simple medio de circulación– en la
imaginación (del trabajador) el objetivo y el resultado de su trabajo continúan siendo, sin embargo, la riqueza
abstracta, el valor de cambio, no un valor de uso determinado, tradicional y localmente limitado” (Marx,
1975: 87).
“A fin de ser productiva, la fuerza de trabajo tendrá que ser utilizada. El trabajo constituye el proceso vivo de
uso de la fuerza de trabajo. La compra del esclavo se limita a poner a disposición del dueño, sin darle incluso
el uso productivo de la fuerza de trabajo. Para utilizarlo, el plantador no puede limitarse a los gastos
realizados en la compra, sino que tendrá que llevar a cabo un nuevo gasto: el sustento del esclavo. El esclavo
precisa recibir cada día alimentos, vestido, casa, tiempo de descanso, remedios en caso de dolencias, etc.”.
(Gorender, 1992: 167). “El gasto en sustento diario del esclavo –diferente del de su precio de compra– es el
que podría ser identificado como el capital variable... si permanecemos obstinados en la tesis de que la
esclavitud colonial constituye una especie de capitalismo” (Gorender, 1992: 182). Como ya hemos señalado,
no consideramos a la esclavitud colonial una “especie de capitalismo”, pero entendemos que en el contexto de
la esclavitud colonial se dio una forma de capital: el capital mercantil esclavista.
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Siendo:
M = Me + Mp
D = D1 + D2
D' = D1 + d
d = D2 + L siendo: d = plusvalía
L = lucro del esclavista, libre de gastos de adquisición de los esclavos11
Donde:
D' = D1 + D2 + L
Visto en términos de sus etapas, el proceso cíclico del capital mercantil esclavista no difiere del
presentado por Marx para el capital industrial (Cfr. Marx, 1964: II: cap. I). En nuestro caso también
podemos verificar la existencia de tres etapas definidas por las que pasa el capital mercantil
esclavista.
La primera etapa:
D2
D < Me
D1 — M <
MP
El esclavista aparece como comprador de mercancías destinadas al proceso productivo. En este
momento se definen diferencias marcadas con respecto al capital industrial, que se derivan de la
especificidad de la esclavitud en el tratamiento de la mano de obra.
Para iniciar la producción y reproducirla en períodos subsecuentes, el esclavista se obliga a destinar
parte del capital inicial (D) para adquirir la mano de obra. Esta fracción, representada por D2, indica
el costo en que incurre el esclavista para tener a su disposición la mano de obra de que carece. Para
esto, tendrá que acudir al mercado de esclavos. El otro lado de la oferta lo constituyen los negros
apresados en el continente africano y traídos a América o los esclavos ya residentes en la colonia y
puestos a la venta por sus propietarios. El asentamiento de la relación de esclavitud tiene como
presupuesto básico la constitución de tal mercado pues la simple necesidad de este tipo de
trabajador, aunque conjugada con la disponibilidad de recursos, se presenta insuficiente para
11
Por consiguiente, cabe concluir también que la inversión inicial en la compra del esclavo solamente puede
ser recuperada por el esclavista a expensas del sobretrabajo del esclavo, de su producto excedente. Es un
descuento inevitable del pago o lo que se llamaría ganancia esclavista. Desde el punto de vista contable, no
hace ninguna diferencia que sea considerada una parte del costo de la producción o la deducción obligatoria
de los ingresos, a semejanza de un impuesto. Desde el punto de vista de la teoría económica, la única solución
correcta consiste en incluirla en el producto excedente y considerar que se reduce la renta efectiva del
esclavista en proporción a la amortización de la inversión hecha al adquirir los esclavos” (Gorender, 1992:
183).
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consubstanciar tal relación de sujeción en bases estables y en la amplitud necesaria. Una vez
comprado, el esclavo puede constituir “parte integrante del capital productivo de su comprador” de
la misma manera que la fuerza de trabajo vendida al capitalista por el trabajador asalariado.
La parte restante del capital (D1) se destina a comprar y/o mantener los equipos e instalaciones
imprescindibles para la producción (Mp) y para los gastos en habitación, vestido y alimentación
necesarios para mantener vivos y productivos a los esclavos (Me). Aquí, en lugar de un pago en
dinero como en el caso de un trabajador asalariado, el esclavista mismo se ocupa de la provisión de
bienes destinados al mantenimiento del trabajador. El origen de estos bienes puede ser externo,
sobre todo de Europa, o incluso la producción dentro de la colonia o la propia unidad de producción
local.
En la segunda etapa, el propietario de esclavos combina los elementos adquiridos en la primera; a
través del uso productivo de tales elementos, se genera una quantum de productos que excede el
valor del inicio del proceso. En esta etapa productiva –en la que los elementos están “en estado o en
forma de capital productivo”– se crea valor suficiente para la reposición de los gastos producto de la
depreciación de los medios de producción y del sustento de los esclavos y, además, se genera la
plusvalía.
La plusvalía generada en el processo productivo del capital mercantil esclavista (d) debe ser capaz,
por lo tanto, de proporcionar no solo ganancias líquidas para el esclavista, sino también el monto de
capital necesario para la adquisición/reposición de esclavos (D2). Vale decir, al igual que Gorender,
nosotros tratamos el gasto hecho en la adquisición de la mano de obra como una deducción de la
plusvalía total.
Más aún, sin la realización de las mercancias, esto es, sin la tercera etapa (M' — D'), no podría
proseguir el proceso productivo. Por tanto, se hace necesario que el capital-mercancía asuma la
forma de capital-dinero al final del proceso para ingresar nuevamente al ciclo de valorización. Así
como capital-dinero, el capital toma la forma de “medio general de compra y medio general de
pago”, haciéndose capaz de conseguir elementos para el ciclo productivo siguiente.
Consideraciones finales
Creemos que, además de haber evidenciado la relevancia e importancia del concepto, es preciso
destacar algunas de las principales propiedades del capital mercantil esclavista, así como algunas de
las implicaciones de la existencia de esta forma específica del aumento del valor.
Creemos también haber mostrado que gran parte de lo que se afirma sobre el modo de producción
esclavista se refiere, de hecho, a la forma de capital aquí postulada. Así, tanto la economía
esclavista moderna en general, como la sociedad brasileña en particular, deben su existencia y
conformación estructural al capital mercantil esclavista, no pudiendo ser vistas por lo tanto ni como
una mera proyección del capital comercial en el ámbito de la producción, ni como un simple
apéndice de la economía europea, destinado exclusivamente a complementarla y a servir tan
solamente a intereses foráneos. No está demás insistir en que al no considerar al capital mercantil
esclavista se distorsiona la naturaleza y el carácter esencial de la economía y la sociedad
establecidas en las Américas. Explorar estas últimas afirmaciones, profundizar nuestra comprensión
de sus implicaciones con respecto a nuestra formación económico-social y promover un amplio
debate sobre el tema –lo que procuramos provocar con este ensayo– no sólo es fundamental para
dilucidar definitivamente los problemas centrales aquí tratados sino que, ciertamente, echará nuevas
luces sobre antiguas divergencias teóricas relativas a la esclavitud.
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En vista de las conclusiones anteriores, creemos que se impone señalar algunos aspectos puntuales.
Así, en caso de ser aceptada la categoría planteada, se hace necesario en primer lugar mejorarla y
limpiarla de posibles errores. Esta es sin duda la tarea más importante y difícil que nos espera en el
futuro inmediato.
También será necesario establecer con precisión, y para cada una de las áreas del Nuevo Mundo que
conocieron la esclavitud, las implicaciones históricas y socioeconómicas debidas a la existencia del
capital mercantil esclavista.
Una discusión paralela pero no menos importante, seguramente girará en torno a la revaluación de
la tesis según la cual a partir de determinado momento de su formación histórica, ciertas economías
esclavistas en las Américas adquirieron autonomía y tendieron a reproducirse de manera
independiente de los supuestos que le eran externos.
Además, también se debe iniciar a la luz de nuestras proposiciones teóricas, el estudio de las
condiciones empíricas involucradas en la superación de la esclavitud en cada área y/o país en las
Américas, para que podamos evaluar, en términos de acontecimientos concretos que marcaron esta
superación, el poder explicativo de nuestras tesis.
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