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Planos para construir un Refugio
Lineamientos de un modelo de atención para niños, niñas y adolescentes en explotación sexual comercial
Programa Internacional para la Erradicación
del Trabajo Infantil (IPEC)
Oficina Internacionaldel Trabajo
Copyright © Organización Internacional del Trabajo 2007
Primera edición 2007
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IPEC –Fundación Restrepo Barco
TOBON CORAL, Mónica
Planos para construir un refugio. Lineamientos de un modelo de atención para niños,
niñas y adolescentes en explotación sexual comercial. Bogotá: OIT/IPEC, 2007. 124 p.
Trabajo infantil, explotación sexual, juventud, modelo, prostitución, servicio social,
Colombia. 13.01.2
ISBN: 92-2-319530-6 & 978-92-2-319530-4 (impreso)
ISBN: 92-2-319531-4 & 978-92-2-319531-1 (Web pdf)
Datos de catalogación de la OIT
NOTA
La presente publicación integra la Serie Formación Tejiendo Redes y ha sido coordinada
por el personal del proyecto Tejiendo Redes contra la Explotación de Niños, Niñas y Ado-
lescentes.
Esta publicación de la OIT ha sido posible gracias a la financiación del Ministerio de Trabajo
de los Estados Unidos (Department of Labor). Su contenido no refleja necesariamente las
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tradas, productos comerciales u organizaciones no implica que el Gobierno de los Estados
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pueden solicitarse catálogos o listas de nuevas publicaciones a la dirección antes mencionada
o por correo electrónico a: [email protected].
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Impreso en Colombia
Editorial Gente Nueva
Gracias
En este texto palpitan muchas voces y momentos, algunos vienen del pasado, en la creación de ésta experiencia, otras del futuro de maneras que apenas podemos vislumbrar. Toda creación es libre y tiene su propio destino.
A todos aquellos que dieron su aliento a este intento.
A los niños, niñas y jóvenes que nos desafían cotidianamente preguntándonos si de verdad podemos aceptarlos y acompañarlos.
A los equipos de tutores y tutoras que capotean vendavales y cuidan retoños para que en primavera broten las flores.
A las instituciones que apoyaron y creyeron en la posibilidad de explorar nuevos caminos.
A María Consuelo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Patricia y Mónica de la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ), Margarita de la Fundación Restrepo Barco (FRB), que como faros de luz han orientado y animado el proceso.
A las funcionarias del Instituto Colombiano de Bienestar Fa-miliar (ICBF) y la Secretaría de Integración Social de Bogotá que han ido más allá de las fronteras, guiadas por su amor a los niños y niñas.
A las instituciones de Bogotá y Medellín que están completan-do y haciendo reales las intuiciones de este texto.
A Carlos Mario, por acompañarme en mis entusiasmos y mis desánimos.
La OIT considera la explotación sexual comercial como una forma de violación severa de los derechos humanos de las personas menores de edad, como una forma de explotación económica asimilable a la esclavitud y al trabajo forzoso, que además implica un delito por parte de quienes utilizan a niños, niñas y adolescentes en el comercio sexual.
Índice
Introducción 7
1. Boceto 19
2. Cimientos conceptuales 27
3. Vinculación al Refugio 49
4. Experiencias de Desarrollo Personal 53
5. Retejiendo redes protectoras 83
6. Recursos y oportunidades 87
7. Comunidad 93
8. Convivencia 111
Cierre de tejado 121
Bibliografía de consulta 123
A esa fuerza que nos habita y hace que cada día lo intentemos de nuevo.
A las tutoras y tutores quienes serán los que creen una realidad a partir de estas palabras.
A los niños y niñas que serán nuestros maestros.
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Introducción
Desde 1999 la OIT viene promoviendo la generación de tra-
bajo decente. Esta aspiración está asociada al logro de los siguientes
objetivos estratégicos: i) promover y cumplir las normas, principios
y derechos fundamentales en el trabajo; ii) crear mayores oportuni-
dades para las mujeres y los hombres con objeto de que dispongan
de unos ingresos y de un empleo decentes; iii) realzar el alcance
y la eficacia de la protección social para todos, y iv) fortalecer el
tripartismo y el diálogo social.
Así mismo, en el contexto de la aplicación de la Convención
de los Derechos del Niño, y en el marco de la Declaración de la OIT
relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo,
sobretodo en la aplicación del Convenio 182 sobre las peores formas
de trabajo infantil, el Programa Internacional de Erradicación del
Trabajo Infantil (IPEC) de la OIT, viene desarrollando desde 1989
una serie de proyectos en distintas partes del mundo para contribuir
a la creación de respuestas institucionales públicas y privadas con el
objetivo de poner en marcha políticas de prevención y eliminación
de dichas formas de explotación y vulneración de los derechos de
los niños, niñas y adolescentes.
Tejiendo Redes contra la Explotación de Niños, Niñas y
Adolescentes es un proyecto regional de la OIT-IPEC, financiado
por el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos. El objetivo
general es contribuir a la Prevención y Eliminación del trabajo infantil
doméstico (TID) y de la explotación sexual comercial de niños, niñas
y adolescentes (ESC) en Sudamérica a partir de intervenciones en
Chile, Colombia, Paraguay y Perú. Iniciado a fines de 2004 se espera
con su ejecución lograr los siguientes resultados: Información com-
parable y de calidad con respecto a las características y magnitud
del TID y la ESC en países seleccionados, disponible y utilizada por
actores claves; un marco legal, institucional y cultural propicio para
la puesta en marcha de una acción efectiva en contra del TID y la
ESC en Colombia, Chile, Paraguay y Perú; modelos piloto efectivos
desarrollados para la prevención y retiro de las niñas y de los niños
del TID y de la ESC.
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Este documento es resultado del compromiso asumido por un conjunto de instituciones de Colombia, particularmente, del Insti-tuto Colombiano de Bienestar Familiar, de la Secretaría Distrital de Integración Social de Bogotá (SDIS), de la Secretaría de Bienestar Social de Medellín, de la Fundación Restrepo Barco y de la Asociación Cristiana de Jóvenes de Bogotá y Cundinamarca que, en coordinación con OIT-IPEC/Proyecto Tejiendo Redes, decidieron contribuir a la puesta en marcha del Plan Nacional para la Prevención y Erradicación de la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes en Colombia, aportando los lineamientos de un modelo de atención novedoso, basado en el enfoque de Desarrollo Personal, que aborde de manera integral no solo a los niños y niñas explotados sexualmente sino a los actores y contexto donde la problemática cobra vida.
Por considerar que puede orientar la acción de las organizacio-nes públicas y privadas que buscan alternativas para la reparación del daño provocado a los niños, niñas y adolescentes sometidos a distintas situaciones de explotación sexual comercial no solo en Colombia, sino en la gran mayoría de los países de Sudamérica, la OIT/IPEC ha decidido publicarlo y difundirlo a nivel regional.
Esta publicación, inaugura la Serie Formación del Proyecto Tejiendo Redes y representa el aporte de las organizaciones de Colombia, escrito con la pasión poética y comprometida de Mónica Tobón, a las distintas organizaciones de Sudamérica concientes de la necesidad de aprender a amar a los niños, niñas y adolescentes para apoyarlos en la autoconstrucción de sus vidas.
Cuando en un grupo humano vivimos situaciones como la comercialización sexual de niños y niñas, debemos entender las maneras como colectivamente hemos llegado a producirlas. Creamos elementos culturales, económicos y sociales para que en algún mo-mento un niño o una niña sientan que vendiendo su cuerpo pueden obtener aquello que necesitan. ¿Cómo llegamos allí? ¿Cómo podremos salir? No abordaremos de manera amplia éstas preguntas, más bien las dejamos allí para que nos sirvan de telón de fondo. Nuestro ob-jetivo es el de presentar alternativas de recuperación para los niños y niñas que han vivido experiencias de explotación sexual.
A la base de esta propuesta está la idea de que la explotación sexual comercial de niños y niñas no es un tema individual donde
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personas aisladas cometen actos aislados sino que es creada por un modo colectivo de considerar la infancia, la sexualidad, las identi-dades y relaciones entre mujeres y hombres, el mercado, el cuerpo, el placer. Estos modos colectivos producen sujetos en los que se hace posible el deseo y la experiencia de la comercialización sexual de niños y niñas y trayectorias de vida que hacen posible que éstos chicos vean como una opción válida esta alternativa.
Más allá de un cliente concreto hay una sociedad que crea las coordenadas simbólicas donde se hace posible una transacción tan desi-gual como ésta. Entonces no se trata de señalar individuos culpables sino de destejer las múltiples fibras que se entrelazan en una realidad, de la cual todos formamos parte. De esta madeja tan solo abordaremos aquella fibra que se refiere a la construcción de alternativas de vida para niños y niñas1 que han vivido éstas experiencias. Sin embargo, asumimos que la atención no se puede agotar en los niños y las niñas concretas, hay que trabajar con la comunidad, con los clientes, con las personas que se benefician de este negocio, con las familias, con las instituciones relacionadas… con todas las personas que de manera conjunta hacen posible que esta realidad se produzca.
La necesidad de construir modelos de atención específicos para esta población nace de varias preocupaciones. La experien-cia acumulada ha mostrado la tremenda dificultad que entraña su vinculación a programas y su atención y aun estamos buscando modos más adecuados de hacerla. Esto no niega, mas bien recoge, la experiencia de personas e instituciones que han dedicado mucho tiempo a trabajar con el tema. Esta experiencia colectiva resulta indispensable y es desde ella que se aprecian aspectos que antes estaban escondidos y no permitían una mejor comprensión de la dinámica de ESC y su atención.
Desde esta experiencia se ha llegado a comprender que uno de los nudos más complejos de la intervención en ésta situación es la vinculación de los niños y niñas a cualquier propuesta que pretenda presentarles alternativas de vida. Esta encuentra una gran resisten-
1 Hablaremos a veces de niños y niñas, otras de jóvenes y de adolescentes con el fin de variar el lenguaje, mantener una perspectiva de género y de edad donde esté incluida la población que, tal como se aclara adelante se refiere a menores de 18 años de ambos sexos.
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cia y dificultades situacionales muy complejas. Abordaremos las que consideramos más importantes en el proceso de vinculación ya que es comprendiendo esta realidad que se puede entender el sentido de la propuesta que desarrollamos adelante.
Por un lado los niños y las niñas que están viviendo expe-riencias de ESC se encuentran en una situación interna de huida. Vienen de experiencias tempranas devastadoras donde ni la familia, ni la escuela, ni la comunidad han podido construirles cauces para canalizar su vida. Vienen de sufrir experiencias fuertes de violencia y abuso y eso ha hecho que su autoestima esté debilitada pero a la vez que asuman la vida como lucha e imposición de unos sobre otros – según las circunstancias- y no están dispuestos a confiar. Tal como lo confirma la investigación realizada por la Secretaría Distrital de Integración Social2, la ESC “contempla las trayectorias de los niños y niñas del estudio, como construcciones de temporalidades sociales y concluye que el punto de partida de todas las trayectorias de niños y niñas es la familia o el ámbito de los cuidadores/as, un segundo punto es la calle, la cual adquiere un significado diferente y se configura como un espacio de alivio, escape, encuentros y/o nuevas relaciones. Otro espacio que se define como punto nodal en las trayectorias es el colegio. El tipo de interacción y relación con los/as pares y los maestros/as determina en algunos niños y niñas su ingreso a la explotación sexual… Uno de los efectos más destructores es el deterioro de la autoestima”
La trayectoria de vida descrita, encontrada en múltiples ex-periencias, implica la disminución de dos aspectos claves para un proceso de recuperación: la autoestima y la confianza en el otro, ya se trate de personas o instituciones. Estos dos aspectos están conectados ya que en la medida en que se afecta una, se afecta la otra. En la medida en que se deteriora una, se deteriora la otra. Esta disminución es la que sirve de base para lo que llamamos una situa-ción interior de huida. Se ha optado por romper lazos, por depender sólo de sí, por defenderse pero a la vez se siente un merecimiento interior nulo, se siente poco amor por sí mismo. Esta posición interior es el caldo de cultivo para ingresar a una experiencia tan dolorosa como la explotación sexual.
2 Aponte, M y García, C. (2000) págs. 147-148
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Por otro lado, cuando aquellos que nos brindan las primeras experiencias de vínculo, personas e instituciones, no han cumplido de manera adecuada y amorosa su papel, la disposición a recibir, su confianza en el interés del otro está gravemente afectada. Esta pérdida de confianza en lo que una persona o institución les pueda ofrecer es profunda y hace que antes de aceptar cualquier cosa midan hasta el cansancio lo que les puede significar e intenten obtener los beneficios posibles sin tener que crear vínculos verdaderos y menos alternativas de cambio.
A esto se suma la fatalidad de que en el comercio sexual hay una alta valoración de los hombres y mujeres jóvenes lo que hace que estén en un momento donde les reporta más beneficios económicos. La mayoría cree además que se trata de una alternativa de vida tem-poral que dejarán después de ganar algún dinero. Por supuesto esta ilusión no es frecuentemente confirmada por la realidad. Entonces la postura interior de huida, la desconfianza, una apuesta en la po-sibilidad de autogestionar la vida, la aparente solución a problemas prácticos, la “valoración” que tienen en ese momento en el mercado de la prostitución, son factores que contribuyen para que rara vez entren en crisis con ese modo de vida, aunque sientan pronto sus efectos nocivos. De hecho, ellos y ellas mismas no van a acercarse activamente a ningún tipo de servicios por buenas que sean las intenciones de quienes los proponen.
Esta situación interior, apenas esbozada aquí3, se comple-menta con circunstancias asociadas a los mundos donde se des-pliega la dinámica de explotación sexual comercial de personas menores de edad. Al ser considerada ilegal y tener un carácter clandestino se asocia a múltiples situaciones que hacen aun más difícil el acceso. La ESC es un negocio y por tanto existen fuertes intereses de múltiples actores en que se mantenga lo que incluso crea situaciones de inseguridad para aquellos que pretenden abordar a la población y ofrecerles alternativas. Esto, sumado a la clandestinidad, los sistemas de vigilancia y control, los fenó-menos asociados como la participación de grupos al margen de la ley, circuitos de narcotráfico y trafico de armas… hacen que el
3 En “Aprendiendo a Amarlas” hay un abordaje más amplio de esta trayectoria de vida y de la situación interior. Ver bibliografía.
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contexto de la problemática y el acercamiento a los niños y niñas sean más que complejos.
Por otro lado, cuando hay intervención policíaca y estos niños y niñas son llevados a la fuerza a las instituciones, sus condiciones internas suelen ser poco apropiadas para abordar un trabajo de cambio de vida. Las diferentes fuentes consultadas afirman que un aspecto clave para permitir el inicio de un proceso debe ser un mí-nimo de voluntad propia. Este mínimo es el punto de apoyo para ir progresivamente generando nuevas visiones y estados que permitan construir alternativas de vida.
Es importante comprender que todo lo que se propone en el presente Modelo supone procesos con diversos tiempos y ritmos. Los cambios interiores, la construcción de redes personales e institu-cionales, el trabajo sobre los patrones culturales requieren tiempos adecuados para desenvolverse de maneras sostenibles y pertinentes. No se trata de acciones puntuales sino de una intención que se activa en el tiempo desde múltiples acciones, actitudes… y que poco a poco se va logrando realizar. Esta condición resulta la más complicada de tener en la realidad dada la idea de que un proceso de atención solamente es real en cuanto a la atención directa y cuantificable de niños y niñas. Este principio, si bien busca controlar los recursos del Estado y asegurar que se llega a la población definida, termina siendo un gran obstáculo para realizar procesos de contacto, vinculación y transformación de la realidad de la ESC y que hace que todo el trabajo de una institución esté destinado a conseguir la presencia de población y la intervención se hace completamente focalizada, desconectada, poco estructural.
Los centros de atención de ESC se ven, en términos generales, como sitios donde se atiende únicamente y no como centros desde donde se intenta comprender y transformar una problemática, así como atenderla por supuesto. El problema es que por llegar a visiones de corto plazo no se llega nunca a procesos más de largo alance, más estructurales, más enraizados en la realidad institucional y social. Mientras se atiende un determinado número de niños y niñas, en los lugares de explotación aparecen sus reemplazos sin pausa.
¿Qué hacer entonces? Es en esta encrucijada donde se propone el presente modelo. Sabemos que es necesario generar estrategias
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que realmente permitan entrar en contacto y vincular la población que está involucrada en explotación sexual y no solo la que está en riesgo que es la más fácil de contactar. La propuesta se basa en éstas consideraciones prácticas y en otras de índole teórica que se explicarán más adelante y plantea una alter-nativa que puede ser viable para subsanar las dificultades expuestas. Por ser una propuesta en construcción requerirá ajustes y cambios hasta que realmente podamos afirmar que hay una alternativa efectiva y pertinente de atención para niños y niñas que han vivido la situación de explotación sexual comercial y han sufrido un grave perjuicio a su proceso de desarrollo humano.
Acerca de las creencias sobre la población
Todo mundo se construye por las creencias que sostenemos colectivamente, igual sucede con su transformación. Las personas que estamos involucradas en el mundo de la explotación sexual de niños y niñas sostenemos colectivamente creencias que mantienen esta realidad, aún cuando pretendemos cambiarla. Estas creencias, como todas, recogen solo partes de las potencialidades de ser de dicho mundo. Al presentarlas nos situaremos en un nivel muy con-creto que es el de la recuperación de las niñas, niños y jóvenes que han vivido esta experiencia. No estamos por tanto discutiendo otros niveles tales como el legal, político, policiaco… donde entran a jugar aspectos de orden diferente a los tratados aquí. Nos acogemos a las posturas institucionales (tanto internacionales como nacionales) sobre el tema en las que se considera la explotación sexual comercial infantil como un delito, una forma extrema de explotación, un abuso y un grave perjuicio al desarrollo humano.
Quienes estamos tratando de crear alternativas de vida con los y las jóvenes que viven la experiencia de la explotación sexual co-mercial tenemos la indispensable tarea de revisar y decidir nuestras creencias para abrir verdaderos cauces de creación. La invitación que les hacemos para iniciar con esta propuesta es la de conversar
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sobre algunas creencias que hemos ido cristalizando a través del
tiempo y que se expresan una y otra vez en los documentos, en las
discusiones y, por supuesto, en la prestación de servicios.
Antes de mirar algunas creencias básicas sobre las dinámicas
de este mundo, contaremos un poco la historia en que se inspira
la visión que vamos a proponer. Se trata de una experiencia piloto
realizada en 1998 que fue publicada como el texto “Aprendiendo a
Amarlas”. Quizás su título sea la mejor manera de resumirla. Vivi-
mos un proceso de aprendizaje y de amor. Esa apertura permitió
asomarnos a posibilidades que seguramente habían sido avizoradas
muchas veces por personas que trabajaban en el tema, de hecho así
nos lo comentaron luego, pero haber tenido el regalo de explorar
sin muchas restricciones nos ayudó a romper esquemas y entrar a
lugares poco transitados en esta práctica.
Llevábamos instrumentos de navegación pero sobre todo no
teníamos muchas de las creencias que quienes conocen mucho el
tema han ido juntando. Este proceso es natural pero por eso mismo
hay que sacudirse de vez en cuando. Las creencias ayudan pero lue-
go enceguecen. Entonces fuimos bastante desprevenidas e hicimos
cosas que normalmente no se harían. Esa libertad fue el principal
ingrediente de las cosechas que tuvimos, porque sí, hubo cosechas
y aun las hay.
¿Cómo crear una experiencia institucional que permita man-
tener un margen suficiente de libertad y creatividad? Esa pregunta
taladra el corazón mientras creamos la visión presente. Creemos que
vale la pena mantenerla como faro no solo en el desarrollo de este
texto sino de la experiencia que emprenderemos.
Libertad, creatividad y amor incondicional son los ingredien-
tes que descubrimos como esenciales para crear una experiencia
que impulsara a las “magas guerreras” a movilizar su poder interior
hacia opciones de vida más enriquecedoras y amorosas. Libertad,
creatividad y amor incondicional son los cimientos de esta propuesta,
lo desarrollaremos más adelante.
Volvemos entonces a las creencias, hemos construido la idea
de que el hecho de que desde una perspectiva política y legal los
niños y niñas involucrados en explotación sexual comercial sean
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vistos como víctimas, esto es una postura ética básica e irrenunciable
en el marco jurídico actual, significa que ellos sean tratados como
víctimas en el nivel personal. Esta creencia anula su poder interior
y hace ver como si la totalidad de la situación fuera creada por lo
externo y ellos fueran pasivos frente a su realidad. Parece una pos-
tura justa pero en el fondo puede no serlo. Siempre hay un terreno
de libertad personal en cualquier situación que vivamos por más
destructiva que sea, es otra creencia posible y es la que proponemos
por considerarla más potenciadora de lo humano. Si de algún modo
hemos elegido, aun desde un margen muy estrecho de opciones, de
algún modo podemos modificar estas opciones. Somos creadores
también, no solo víctimas.
Esta afirmación no niega las limitaciones y aun la posible
coacción en las decisiones de un niño o niña que termina viviendo
una realidad de explotación sexual comercial, esto es indiscutible,
lo que quiere señalar es que hay una maniobra interior en la que se
van tomando caminos a partir de una realidad dada y que es esta
maniobra la que se debe relevar cuando se trata de un proceso de
recuperación. No deben confundirse los planos de análisis, una cosa
es cuando observamos la realidad colectiva de la explotación y tene-
mos que señalar responsabilidades y otra cuando nos acercamos a
una/un joven que lo ha vivido y debemos rescatar la parte suya que
ha ido asumiendo la situación y tratando de actuar como ha creído
necesario o posible en cada momento.
Otra consecuencia de verlos como víctimas, en el plano per-
sonal, es la de negar o minimizar sus fortalezas, sus visiones, sus
habilidades, sus opiniones y centrarse en sus carencias, sus desvia-
ciones, sus debilidades… aparte de que esto no ayuda al proceso de
reconocimiento y valoración personal, crea una relación muy com-
pleja de quien sí sabe, o quien sí está en el mundo y la vida correcta
con quienes no (es decir entre quienes los apoyan y los jóvenes).
Esta relación se funda en un poder de dominación que no solo sigue
la lógica en la que han vivido siempre sino que además desperdicia
tesoros para el proceso de aprendizaje y crecimiento mutuos.
Otra creencia no menos extendida y potente que la anterior
es que la situación en que se encuentran estos niños y niñas se debe
a una razón económica primordialmente. Las apariencias parecen
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dar total crédito a esta creencia pero si miramos un poco más allá
vemos un complejo tejido de realidades donde lo económico juega
un papel pero no es ni mucho menos el único ni el central. Propone-
mos entonces una creencia alternativa que es que somos seres que
vivimos una experiencia de vida donde es tan importante el amor
y el reconocimiento de nuestro ser profundo como el bienestar ma-
terial. Es decir somos seres con alma que requerimos alimentos de
muchos tipos para crecer y desplegar nuestra potencia. Esto implica
que los jóvenes que están en una situación como la de explotación
sexual comercial, y otras tan destructivas, han llegado allí creyendo
encontrar un mundo posible para sí o, lo más común, un atajo para
llegar algún día allí. Es decir hay renuncias profundas pero también
hay apuestas, esperanzas, ilusiones.
Lo que hemos visto es que aunque sea un mundo precario,
dejarlo implica no tener un lugar a donde ir. No se trata de un lugar
externo sino interior y eso nos pone frente a otra creencia. Muchas
veces creemos que cambiar el lugar cambiará la situación interior.
Es decir que si vivimos en un lugar mejor, necesariamente estaremos
mejor. Como toda creencia esto es cierto y no lo es. Proponemos
agregarle la idea de que el mundo externo refleja el interior. Es decir
si cambiamos lo interno, lo exterior se irá transformando. Eso no
excluye que estar en lugares más amorosos, por ejemplo, nos ayuda
también. Son ambos movimientos. No basta por tanto que alguien
ingrese a un lugar y se encierre allí para que su alma se sane.
También creemos que las-los jóvenes que ingresan a la explo-
tación sexual comercial y situaciones similares, se han “desviado” de
las rutas normales de la vida y bastaría reinscribirlos allí. Es decir que
vuelvan a la escuela, que vuelvan a una casa, que vuelvan a portarse
de manera “correcta” que trabajen… tal vez podríamos mirar desde
otra perspectiva esta creencia y ver algunos de estos retornos, si se
dan, como expresión de una construcción de alternativas de vida
posibles pero no como el fin en sí mismo. Cuando ellos y ellas aban-
donaron estos lugares y fueron expulsados de ellos (ambas fuerzas se
unen), lo hicieron porque no les posibilitaban un reconocimiento de
su ser. Puede ser que el miedo los lleve a volver allí pero sería desde
la derrota, no desde la libertad. La idea podría ser que las rutas de
vida que ellos y ellas construyan no necesariamente deben seguir
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las delimitadas socialmente, pueden ser otras, sus propios caminos.
Obviamente estos lugares (casa, escuela, trabajo) están allí como
fuertes referentes sociales pero no por ello deben ser asumidos como
única posibilidad.
Oponer mundos es otra creencia común en este trabajo. Ver el
mundo donde están contra un mundo bueno en el que deberían estar.
Como las anteriores esta creencia no es en sí falsa sino que tal vez
mirada de otra manera revelaría que no se trata de oposición nece-
sariamente, no se trata de un mundo totalmente malo vs. un mundo
bueno. El mundo en el que se da la experiencia de la explotación
sexual comercial es un mundo… es decir es una realidad compleja
que si bien no permite, por supuesto, un desarrollo armónico de las
personas que allí están, no está exento de sentidos, vivencias, víncu-
los, afectos, personajes, historias…. Se podría entonces matizar esta
creencia de oposición de mundos y permitir así que la experiencia
de paso por ese mundo sea resimbolizada en toda su complejidad
y no simplemente rechazada o vista como un mero error. Para el
alma es importante comprender y valorar sus pasos más allá de
juicios descalificadores. Eso no quita la posibilidad de ver el daño,
las decisiones inadecuadas o los errores pero desde la perspectiva
del aprendizaje y sin juicios devastadores.
Otra creencia muy arraigada es que se trata de jóvenes “muy
difíciles”. Eso está presente una y otra vez. Y claro, también es cierto
y no lo es. Lo que ésta creencia no permite ver es que son también
maravillosos y de una potencia desbordante… por eso también nos
cuesta relacionarnos con ellos. En una hora nos pueden hacer pasar
por los estados más extremos, mostrándonos también rostros propios
que no podemos o no queremos aceptar. Sí, es una experiencia fuerte
pero tal vez su manejo - eso proponemos- depende más de nuestra
capacidad de aceptación y reconocimiento que de un esfuerzo de
control y dominio.
Las creencias que hemos abordado se han creado en valio-
sas experiencias de trabajo, simplemente hay que removerlas y
renovarlas, ampliar la perspectiva para que no se conviertan más
en obstáculos que en posibilidades. Esto sucede en todo aconte-
cer humano ya sea en el plano individual o colectivo, tendemos a
cristalizar ideas y visiones para sentir que tenemos un piso firme
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donde pararnos. Afortunadamente la vida está presentándonos el desafío permanente de cambiar para ver más, para crecer y ampliar el potencial humano.
Desde este espíritu se presentan las reflexiones sobre una manera de abordar el trabajo de atención con las jóvenes y los jóvenes que han vivido experiencias de explotación sexual comercial, como un desafío colectivo que nos exige creatividad, amplitud mental y valentía. Cada paso en este tema debe ser tomado con la conciencia de que estamos buscando, intentando con toda nuestra capacidad de encontrar más alternativas, más posibilidades. Este compromiso es el único que no podemos eludir, intentar, seguir intentando.
La invitación para todas las personas que rodean este proyecto, desde muchos lugares y tareas, es a abrir su corazón y poner su in-tento de manera conciente en la creación de este sueño colectivo que hemos llamado el Refugio. El texto que sigue quiere inspirar, sugerir, indicar, aportar pero sobre todo animar el trayecto y la búsqueda. El Modelo de Atención será lo que construyamos en la vida, lo que a partir de la experiencia, los aciertos, las dudas vayamos atesorando. Este texto tiene una vocación de compañía y guía, indica lugares para explorar mucho más ampliamente, tan sólo es el mapa y la palmada en el hombro para los momentos difíciles.
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1. Boceto
Un Refugio es un lugar de protección temporal que sirve
para renovar fuerzas y seguir el camino. Esas son las palabras que
lo definen: protección, temporal y renovación. Esas tres palabras
sintetizan bastante bien los sentidos que tendría un lugar donde
se ofrezca una alternativa de atención a los jóvenes que han vivido
experiencias de explotación sexual comercial. A esto se sumaría la
noción, que está implícita, de que uno se acoge a la protección de un
Refugio por voluntad propia, por elección, así sea en unas condiciones
que parecerían no admitir alternativa, quien se acoge a un Refugio es
por que así lo desea, porque cree que allí puede renovar sus fuerzas,
darse un tiempo para reflexionar, revitalizarse, comprender lo que
sucede o simplemente protegerse de un peligro inminente.
Desde esta noción vemos el Refugio como una experiencia
abierta y voluntaria de sanación y reorientación de la vida a partir
de procesos de Desarrollo Personal, retejido de las redes protecto-
ras y acceso a recursos y oportunidades que permitan la demanda
y restitución de lo derechos vulnerados a jóvenes que han vivido
experiencias de explotación sexual comercial. Vamos a recorrer las
palabras que usamos en esta conceptualización.
Primero hablamos de una experiencia. Esto supone que se
trata de una vivencia subjetiva en la que se encuentran y funden
diferentes fuerzas de manera singular en cada joven participante. Al
poner el énfasis en la experiencia y no en el cambio desde patrones
exteriores o la simple entrega de determinados servicios, estamos
asumiendo que la transformación de la vida proviene de una fuerza
de autodeterminación propia. Esta fuerza es inherente a cada ser,
pero es conformada, potenciada o minimizada, dependiendo de las
experiencias personales.
La fuerza de autodeterminación de los jóvenes que viven
experiencias de violencia, marginación, negación de su ser, exclu-
sión social, pobreza cultural… no ha podido expresarse en toda su
potencia. Esto no significa que no exista sino que ha sido debilitada
o restringida. La hipótesis es que una experiencia de sanación de
heridas y de ampliación de oportunidades de expresión de su ser
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puede fortalecerlos y permitirles crear alternativas existenciales más
creativas. Un Refugio debería permitir este proceso.
Esta perspectiva pretende modificar pero no negar el papel de
los recursos externos y de las redes protectoras de los y las jóvenes.
Se hablaría de una convergencia de estas fuerzas, la interior, los
recursos y las redes. Es este conjunto el que permite la posibili-
dad del cambio. Como muchas clasificaciones esta no se refiere a
realidades que se excluyan entre si. La experiencia subjetiva es el
crisol que funde a todas. Para un fortalecimiento de esta autodeter-
minación necesitamos reparar nuestro interior pero también contar
con recursos y redes que nos apoyen. Lo que en una propuesta de
Refugio se quiere enfatizar es que los recursos y las redes sin el
trabajo interior no son suficientes.
Esta definición tiene una importancia de carácter político.
El Desarrollo Personal no es un tema de abordaje individual sino
es la posibilidad de fortalecer la dimensión personal de poblacio-
nes que son discriminadas y excluidas socialmente. Por tanto una
intervención debe asegurar que la sociedad y el Estado asumen su
responsabilidad y no reducen el problema a una especie de fracaso
o enfermedad individual. Incluso la conciencia de esto es parte de
la posibilidad de sanar interiormente, es decir del carácter colectivo
del problema, de su vinculación con temas como la discriminación
de género, la represión de la sexualidad y la construcción de las
identidades masculina y femenina. Esta perspectiva determina
aspectos como el trabajo en grupo en el Desarrollo Personal que
abordaremos adelante.
Siguiendo con el desarrollo del concepto de Refugio, la se-
gunda palabra que miraremos es que se trata de una experiencia
abierta. Esta opción hay que entenderla en la historia de la pro-
tección tanto en Colombia como en el mundo. Ha habido muchos
momentos diferentes en la búsqueda colectiva de modos de tratar
con las poblaciones de niños y niñas que han roto sus vínculos
con los espacios de protección. Sin extendernos en esta historia
diremos que por mucho tiempo el modelo de “orfanato” impero
como referente. Con sus variaciones este modelo implica que los
niños son recluidos en una institución en la que se cubren sus ne-
cesidades básicas. La institución reemplaza así a la familia y a la
21
sociedad ya que desde sus canales los niños y niñas acceden a los
recursos y redes sociales.
Este modelo, con versiones más o menos represivas, permea
aún hoy el abordaje del tema de la Protección (término contem-
poráneo). La propuesta que presentamos se quiere situar en una
vertiente que parte de la crítica a la institucionalización – esto es
la dependencia de un mundo artificial, cerrado y burocrático – en
la que terminan viviendo los jóvenes “protegidos”. Se han ensayado
muchas alternativas en las que se busca abrir lo máximo posible la
institución de manera que los procesos de protección y recuperación
se realicen en la vida misma, en diferentes escenarios y de manera
singular según las personas participantes.
Un Refugio tendría esta característica, ser abierto y por tanto
en conexión con el mundo. Su protección no se hace a costa de la
marginación del suceder del mundo sino conectado a él de manera
activa y libertaria. La mira no está entonces en la adaptación a la
institución sino en el fortalecimiento de las posibilidades de parti-
cipación en la vida colectiva, en la interacción con grupos y lugares
variados, en la recuperación y creación de lazos y relaciones. La crea-
ción de perspectivas y opciones de vida se gestionaría con el apoyo de
otras instancias sociales: comunidad, familia, otras instituciones del
Estado, empresas, gestores culturales. Así, no pretendería resolver
todas las necesidades de los y las jóvenes participantes de manera
directa sino acompañar y crear redes para que así sea. Esto busca
dotar de herramientas para vivir la vida en el mundo real y no en
uno creado por la institución y la institucionalización.
Asociado al rasgo de ser abierto, el acceso a un Refugio debe
ser voluntario. Este punto es quizás el más difícil, pero su existen-
cia es también invaluable en un proceso de transformación vital.
La voluntad de intentar otros caminos, de abandonar formas de
existencia que consideramos dañinas o que ya llegaron a su límite,
la urgencia de sanar heridas interiores, de darle un viraje al camino
son los aliados irrenunciables para que cualquier alternativa de
cambio sea viable. Esto permite acentuar el sentido de que es la
fuerza interior la que está jugando el papel central en el proceso.
Al menos se necesita una pizca de esta fuerza para iniciar, si bien
en el camino tendrá que ser alimentada y acrecentada. Esta “pizca”
22
será el tesoro de autodeterminación sobre el cual se pueda apoyar
la experiencia y, por supuesto, puede ser ayudada a surgir en un
trabajo previo de acercamiento.
El carácter voluntario no se agota en el ingreso a la experiencia
del Refugio sino que está presente en todas las actividades y rela-
ciones que allí suceden. El hecho de que así sea no implica que no
se construyan acuerdos y se establezcan límites pero sí que no se
hacen a costa de la voluntad de ningún participante. Así se crea una
dinámica donde se respeta y se afirma el poder interior y, a la vez, la
capacidad de mantener acuerdos y respetar a los otros.
Hay un aspecto interesante en el tema de la voluntad de
entrar a un proceso que puede suponer cambios interiores y de
vida. Si bien es indispensable que alguien lo tenga para iniciar,
también es posible ayudar a que este emerja. Parecería contradic-
torio pero no lo es ya que no se darían condiciones preestablecidas
de tiempo ni espacio para que un joven exprese su decisión de
intentar un proceso interior, sino que se alimentaría la posibilidad
de confiar en sí mismo y en otro, de explorar actividades en las
que pueda ir sanando heridas y comprendiendo mejor su situación
hasta llegar a la determinación de intentar un cambio. A veces
confluyen fuerzas que ayudan a “despertar” la voluntad de crear
una vida en que nos sintamos mejor y despleguemos de manera
más libre nuestro ser, en la experiencia del Refugio se trataría de
fomentar esta convergencia de fuerzas a través de acercamientos
permanentes a los jóvenes en los que de hecho ya se den procesos
de sanación a través de la conversación y de actividades que pue-
dan realizarse en la calle. No se trata de esperar pasivamente a
que algún chico tenga la voluntad de acercarse sino que se trata
de estimular el encuentro.
La siguiente palabra que miraremos será sanación. Una ex-
periencia de vida como la de los y las jóvenes que participarán en el
Refugio ha producido un cúmulo de heridas interiores, y aun físicas,
que disminuyen las posibilidades de desarrollo y bienestar. Cuando
se habla de sanación se hace el énfasis en que se trata de un proceso
que procede del interior de la persona, no es algo que alguien hace
desde “afuera”. Es un proceso que implica comprensión, expresión,
perdón, elaboración… diferentes caminos que hacen que las expe-
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riencias vividas no solo puedan ser dejadas atrás sino que permitan aprendizajes y amor por sí mismo y por otros.
Al poner la sanación como el centro lo que se asume es que en el Refugio se parte del supuesto de que si este proceso se da lo demás va a ser posibilitado en gran medida. Ya que se está fortaleciendo a la persona desde su interior para que asuma las riendas de su vida, para que aumente su posibilidad de autodeterminarse, repare sus vínculos vitales y aproveche los recursos y oportunidades que le lleguen.
Cuando hablamos de reorientar la vida, estamos asumiendo que si por decisión propia una persona comprende la situación en la que vive, sana las heridas que ésta le ha causado y las que la llevaron allí, heridas mucho más antiguas, surgirá el espacio para crear nuevas visiones y alternativas para su existencia. De nuevo se trata más de un proceso interno que externo si bien se facilitaría con recursos y acceso a oportunidades que lo apoyen. La reorientación de una vida no necesariamente se ajusta a patrones socialmente aceptados, o puede hacerlo solo de manera parcial, más bien se trata de buscar como la vida se convierte en una expresión del ser singular de cada cual. Por supuesto esto no excluye caminos colectivos pero asumi-dos desde una perspectiva propia, desde el deseo y la proyección personal.
Retomamos entonces la noción de Refugio como una expe-riencia abierta y voluntaria de sanación y reorientación de la vida a partir de procesos de Desarrollo Personal y acceso a recursos y oportunidades que permitan la demanda y restitución de lo derechos vulnerados a jóvenes que han vivido experiencias de explotación sexual comercial. Definiremos más adelante qué entendemos como Desarrollo Personal, lo que queremos enfatizar en este punto es que se buscaría la convergencia del crecimiento interior, el acceso a recursos y oportunidades para crear condiciones de cambio y que esto lo vemos como un justo proceso de restitución de derechos y no como un apoyo dadivoso del Estado y la sociedad.
En términos concretos podemos decir que el Refugio funcio-naría a partir de la creación de espacios de Desarrollo Personal que
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serían trabajados tanto en los escenarios de la calle como de la casa. Estas experiencias tendrían un eje aglutinador que sería lo que lla-mamos “Columna de amarre” que es una experiencia de Desarrollo Personal a través de la fotografía – opción que será explicada más adelante -, y serían acompañadas por una serie de procesos de ac-ceso a recursos que la localidad brinda tales como nivelación de la educación, alternativas de vivienda, recreación, preparación para el trabajo… este acceso a recursos estaría diseccionado desde la gestión del Refugio pero siguiendo la lógica del desarrollo de cada uno de los participantes. Otra área paralela de trabajo sería la reconstrucción o construcción de redes de protección y apoyo que sería también adecuada a el momento y las posibilidades de cada cual. Los tuto-res serían los encargados de ir acoplando todos estos procesos de acuerdo a los ritmos del proceso de cada participante.
Estrategia
Tal como se ha dicho, el Refugio no se refiere tan solo a las ex-periencias vividas en la casa-sede sino que es un conjunto de acciones que se realizan tanto en el escenario de la casa como en la calle, la comunidad y los espacios institucionales. Dadas las consideraciones inicialmente presentadas la estrategia tiene diversos aspectos que abordaremos uno a uno en este documento y que presentaremos brevemente a continuación:
Los aspectos que nombraremos constituyen las áreas de tra-bajo del Refugio. Todas son igualmente importantes y en cada una se abordan diferentes actores, se utilizan determinadas estrategias y metodologías. La finalidad es lograr que la atención al problema de la ESC sea integral y sostenible y no puntual.
n VINCULACION Y ATENCION: se refiere a las actividades relacionadas con los procesos de vinculación al Refugio y recuperación interior a través del Desarrollo Personal de los y las jóvenes en el proceso de atención.
n RETEJIDO DE REDES PROTECTORAS: aquí se congregan las actividades que se llevan a cabo para identificar, acercar y potenciar vínculos protectores alrededor de cada niño, niña o joven que participe del proceso.
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n ACCESO A RECURSOS Y OPORTUNIDADES: son todas las actividades que buscan identificar, crear acceso, cualificar y ampliar la posibilidad de satisfacción de las diversas necesi-dades de cada niño o niña vinculada al proceso de acuerdo al proceso de recuperación interior que vaya viviendo.
Población
Hemos afirmado que el Refugio sería para jóvenes4, hombres y mujeres, que han vivido la experiencia de la explotación sexual. Allí se cubre una multiplicidad de historias y situaciones. La experiencia ha mostrado, además, que es una población muy difícil de contactar y vincular a un proceso. En la publicación de buenas prácticas del proyecto Prevención y Eliminación de la ESC en la Triple Frontera Argentina-Brasil-Paraguay5 se afirma que “uno de los aprendizajes más importantes de la experiencia… es la imposibilidad o gran difi-cultad de poder llegar a la diversidad de realidades que están dentro de la explotación sexual comercial de niños y adolescentes… Cada perfil de población-tipo de explotación precisa abordajes, tiempos, metodologías y procesos adecuados a sus diferentes necesidades objetivas y subjetivas”. En este mismo documento se muestra una realidad que es frecuente; se termina llegando a quien se puede llegar más que a quien se desea o define llegar.
No es una tarea fácil llegar a esta población, si bien su vida es dura, no necesariamente hay conciencia del abuso que supone, han lle-gado a una aparente independencia -incluso económica- de sus familias y mantienen una posición interior de huida como ya establecimos. De hecho la oferta institucional, de diverso tipo, cuenta con poca o nula demanda espontánea. Sin embargo, el intento es llegar justamente a la población de niños, niñas y jóvenes, entre 12 y 18 años, que está siendo explotada sexualmente con fines comerciales.
El intento desde esta propuesta es el presentar una invitación que sea interesante y atractiva para éstos jóvenes, también queremos
4 De acuerdo a las normas nacionales e internacionales se trata de niños y niñas hasta antes de cumplir los 18 años.
5 Ver IPEC. Casal, M.(2005)
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dotar la propuesta de un margen amplio de flexibilidad, capacidad y apertura para aprovechar los recursos del entorno y de ajustarse a los ritmos, situaciones, características variadas de la población y de cada uno de los niños, niñas y jóvenes que vivan las experien-cias propuestas y que nos vayan señalando los caminos a seguir, los errores cometidos, las oportunidades, las alternativas.
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2. Cimientos conceptuales
Llamamos Cimientos a aquellos conceptos que consideramos
básicos de la propuesta aquí presentada. Como su nombre indica,
los cimientos dan la base y la profundidad a la propuesta, sin ellos
no podría existir o sería otra cosa. Elegimos seis creando una forma
imaginaria para el trabajo del Refugio que sería algo así como el
diseño que se presenta adelante.
Al observar el diseño podemos ver que los cimientos son
campos que se vinculan entre sí generando nuevos campos y formas.
Esto se presenta para mostrar que no se trata de elementos aislados
sino de un tejido que busca armonía y unidad. Esa forma imagina-
ria se repite en todos los niveles de la propuesta, no hay elementos
aislados, se trata de construir un todo donde se dan muchas posi-
bilidades según los procesos vividos, los seres que participen, los
momentos de evolución de la propuesta, los elementos del entorno
que se movilicen.
Se busca crear formas en movimiento que asimilen y se trans-
formen en el cambio. Son circulares, no jerarquizadas, vinculados
y vinculantes, cada una puede ser centro en un momento dado y
periferia en otro, puede ser parte y todo. Esto significa que el intento
permanente en el Modelo es mantener la conexión entre todos los
elementos, entre los conceptos y la práctica, entre las creencias y las
actitudes cotidianas, entre los procedimientos específicos y las bases
filosóficas. También significa que en cada acción están implicados
todos los cimientos, se trata de hacer conciencia de las maneras
en que llevamos a cabo los haceres cotidianos para no construir
un actuar contradictorio donde afirmemos algo desde la teoría y lo
deshagamos desde las actitudes, por ejemplo.
En el centro de la figura está el Amor Incondicional ya que es
la sustancia que de algún modo amarra, conecta todo lo que sucede
en la experiencia. El verdadero núcleo del trabajo en el Refugio es el
VÍNCULO, es allí donde se repara la historia, donde se construyen
nuevas experiencias de vida, donde se puede refundar la confianza,
donde la autoestima, el amor a si, puede fortalecerse. A su vez es el
modo implícito en cualquier otro proceso como por ejemplo el que
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busca crear acceso a determinados oportunidades. Retomaremos
esta noción más adelante.
Visto desde otra perspectiva, pretendemos que los cimientos
sean dinámicos, se mantengan en una pregunta abierta, en cons-
trucción, ya que sabemos que la cotidianidad del trabajo mostrará
aspectos que aquí no podemos ni siquiera vislumbrar. Esta experien-
cia debería enriquecer los cimientos conceptuales.
A continuación cada cimiento es explicado de manera sucinta
ya que se trata de temas amplios que no pretendemos agotar sino
tan solo enunciar.
Amor incondicional
Lo que toda alma busca, lo que la sustenta es el amor.
El amor es la fuente más potente de sanación de las heridas
interiores ya que éstas han sido causadas justamente por una manera
de amar que no fue incondicional sino controladora. El amor al entrar
en una lógica de dominación pierde su esencia.
Yo te amo si eres como yo necesito que seas.
Yo te amo si no haces, dices, sientes, deseas como yo no
quiero.
Yo te amo si no me asustas con tus peculiaridades.
Yo te amo si te callas.
Enfoque de desarrollo personal
AMOR INCONDICIONAL
Libertad Arraigo local
Derechos y dignidad
Perspectiva de género
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Yo te amo si eres como todos dicen que debe ser una mujer
o un hombre.
Yo te amo si reflejas de mi lo que yo quiero ver.
Si no…
Te retiro mi amor, por un rato, por siempre, por ahora…
Rompo la corriente que nos une y te abandono.
Te castigo.
Hasta que te sometas y escondas esa parte tuya que no
quiero ver, que no acepto, que no admito.
Esa es la manera en que amamos muchas veces, desde el miedo, desde el control. Tememos ver en el otro algo que refleje lo que no aceptamos o que no queremos, o que tememos en nosotros. Amamos desde una proyección de lo que creemos que el otro debería ser, necesitamos que sea… y no desde lo que simplemente es, tal como es. Ese intento de controlar al otro es un reflejo de lo que nos hacemos a nosotros. Pretendemos mostrar aquellas partes que en la experiencia de vínculo hemos aprendido que son partes aceptadas y valoradas y a esconder o disimular aquellas que han sido rechazadas, negadas, ignoradas. En medio de este ejercicio, que no es totalmente conciente, se instala el miedo como fuerza de clasificación.
Es el miedo la fuerza que se opone al amor, tememos el recha-zo y el castigo porque hemos vivido experiencias donde a través de ellos nos han señalado aquello nuestro que debe ser y aquello que no, aquello que es valorado y lo que no, aquello que se considera bonito y lo que no. Este proceso es vivido de maneras muy diversas e intensidades variadas que pueden llegar a extremos increíbles de violencia y/o abandono.
El amor incondicional se vuelca hacia lo que es real, busca abarcar la totalidad de quien soy y de quien es el otro valorando su manera peculiar de expresar lo humano, su singularidad portadora de dones, su tono particular. Es una afirmación gozosa de la diversidad humana, no solo un ejercicio de tolerancia sino una fiesta.
Cuando alguien ha vivido fuertes experiencias de violencia, que es el extremo de la dominación, existen en su interior muchas
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partes en la sombra, partes silenciadas y castigadas que no sólo
limitan la posibilidad de desplegar su ser singular, sino que man-
tienen sofocados talentos, habilidades y capacidades encarnadas
en esas mismas partes negadas. Son fuerzas sometidas a un control
constante a costa de gran cantidad de esfuerzo inconciente y un
dolor callado.
Si estas partes logran emerger, así sea de maneras confusas al
comienzo, y encuentran una mirada de aceptación y comprensión, es
posible iniciar un proceso de integración, de sanación y potenciación.
Si de nuevo encuentran una mirada de reproche o simplemente de
control, volverán a esconderse y a resistir desde su guarida.
Las y los muchachos que llegan a la explotación sexual co-
mercial han vivido extremas experiencias de abandono y violencia
y han optado por huir y acallar las voces interiores a costa de lo que
sea. Esto Incluye formas extremas de embotamiento de la conciencia
(con sustancias psicoactivas, por ejemplo), soportar experiencias de
abuso haciendo caso omiso de sus sentimientos, ejercer violencia
sobre otros, repetir patrones destructivos…
En una experiencia de Refugio se trataría de permitir que
emerjan los múltiples rostros que han sido acallados a través de
vínculos de total aceptación y experiencias que contengan posibilida-
des de resimbolización, de recreación de la experiencia vivida. Esas
partes, por haber estado guardadas, encarceladas, son generalmente
inmaduras, infantiles, “salvajes”, eso es lo que produce temor de la
misma persona y del otro.
El amor incondicional implica aceptación total pero no signifi-
ca ausencia de límites. Incluso parte de la experiencia de abandono
y daño sufrida por muchas personas está causada por no haber
encontrado el límite del otro y no haber construido límites propios.
Esta debilidad conlleva una ignorancia cómo algo que expresamos o
recibimos puede dañar a otro o a nosotros mismos. Parece extraño
pero muchas veces el dolor y el daño se sufren porque se desconoce
que es posible vivir sin ellos y porque la tolerancia ha ido moviendo
fronteras que de manera natural deberíamos tener.
Una experiencia de amor incondicional requiere límites claros,
auténticos y firmes lo que excluye la posibilidad de poner en duda
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el amor mismo como consecuencia de una determinada situación.
Es decir, el amor no es negociable. Allí ha estado precisamente la
confusión, poner un limite no significa interrumpir de alguna manera
la corriente de amor y aceptación del otro para obligarlo a actuar de
determinada forma.
Como hemos dicho, para dar amor incondicional es necesario
abrirse a la totalidad del otro y de si, esta no esconde solo aquello
negado por ser inaceptable sino aquello desconocido, potencialida-
des, fuerzas, magia, habilidades. Muchas veces definimos al otro y
a nosotros mismos de maneras tan restringidas que nos perdemos
su belleza y disminuimos su potencia.
Esto suele suceder con aquellos que suponemos víctimas,
frágiles, carentes, necesitados, ignorantes… como puede ser el
caso de los muchachos y muchachas que han tenido experiencias
en explotación sexual comercial. No logramos reconocer, ni alimen-
tar sus potencialidades porque también nosotros las negamos. Así
los diagnósticos sobre su situación están cargados de problemas,
enfermedades, patologías, carencias, desviaciones de lo “normal”,
victimismo, incapacidades… y escasas de visiones sobre su fuerza
y su valentía, sus recursos interiores y las opciones que han toma-
do, su posibilidad expresiva y su fortaleza para recuperarse de las
adversidades. Y es todo, todo y no solo una parte.
Esa mirada minimizadora se transmite en el trato cotidiano, se
puede sentir y crea un reflejo constante donde se miran los jóvenes,
pasando así de ser quizás los “malos” a ser los “pobres”… sin mucho
avance en realidad. Se evalúan siempre desde lo que no son, lo que
no fueron y lo que deberían ser… así es difícil construir una visión
de lo posible y de lo singular de su ser.
Amar a alguien de manera incondicional supone admitir que
esa persona ha ido tomando opciones por más limitada que fuera
su vida, que ha construido su mirada, que ha atesorado sus recur-
sos, que ha interpretado su estar en el mundo, que ha luchado por
sobrevivir, que ha aportado al mundo, que brilla con una luz propia,
singular y única.
Esto no quiere decir que cualquiera de nosotros esté termi-
nado, siempre estamos en proceso de transformación y, ojalá, de
32
crecimiento. Pero sí que nunca se parte de la nada o de una deuda
eterna con lo que no se es. Hay que partir de las fuerzas, de lo “bai-
lao” y desde allí proseguir el camino ampliando las posibilidades,
dejando atrás el sufrimiento, amándose más, amando más al otro…
Por eso en la experiencia de “Aprendiendo a Amarlas” llamamos a
estas muchachas las “magas guerreras”. No era simple palabrería,
es un nombre que expresa lo que aprendimos a ver.
Como hemos dicho, el vínculo basado en el amor incondicional
es el centro de los procesos creados desde la acción del Refugio.
Significa que partimos de una visión de lo humano donde vamos más
allá del juicio hacia la aceptación y la comprensión de su realidad.
Enfoque de Desarrollo Personal
Desde el enfoque de Desarrollo Personal propuesto aquí enten-
demos a los seres humanos como seres libres, con múltiples poten-
cialidades, autónomos y con capacidad de crear su existencia. Esta
manera de comprender lo humano resulta esencial ya que no se trata
de “curar” personas enfermas o alinear personas “desviadas” sino de
apoyar experiencias de autoconocimiento y sanación que amplíen la
autodeterminación y la creatividad en la vida. Esto implica reconocer
el poder interior de cada persona y su capacidad de transformación.
El Desarrollo Personal NO es un proceso homogéneo donde
las personas viven determinadas etapas prefiguradas, aunque pue-
de haber rasgos comunes. Es más bien un camino singular donde
cada persona va reconociendo lo que ha vivido, lo que siente, la
manera como vive, su visión y actuar singular para luego, a través
de la aceptación y valoración de todas las experiencias, ir sanando
heridas y transformando miedos. Este proceso de reconocimiento
y aceptación es el que va liberando el poder interior, y permitiendo
una mayor autodeterminación y creatividad.
Esta perspectiva relativiza el papel de la razón como motor de
cambio y pone el énfasis en la recuperación del alma, de una sensa-
ción de sí mismo/a donde el miedo pueda dar paso al reconocimiento,
la duda permanente a la intuición, la inconciencia de sí a un mayor
conocimiento y valoración de la propia singularidad.
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Se trata de un camino experiencial o vivencial de recuperación en el que se pone la confianza en las fuerzas de la persona misma y en la calidad del vínculo que se establece, guiado por el amor incondicional. Lo que buscamos es crear experiencias que ayuden a reconocerse y aceptarse. En la medida en que vamos permitiendo la emergencia de partes de nosotros, generalmente negadas y reprimidas, vamos ganando capacidad de crear una vida más plena y amorosa.
Las experiencias que se crean para estimular procesos de Desarrollo Personal se caracterizan por dos rasgos, su posibilidad de crear una expresión de un aspecto interior y un marco de aceptación total de lo que emerja. Esta aceptación se permite a través de una perspectiva de respeto y ausencia de juicio, constante y profunda por parte de quienes acompañan el momento, tanto los tutores/as como el grupo.
En este enfoque se trabaja desde lo personal pero no desde lo individual. Es decir, si bien cada persona va a su ritmo, procesa aspectos totalmente propios, busca la emergencia de su singularidad, lo hace en un contexto colectivo, representado por el grupo, ya que la experiencia individual está firmemente conectada a la cultura, a la sociedad donde vivimos y crecemos y este contexto no solo ayuda a comprender sino que permite ir más allá de la sensación de fracaso personal hacia la de verse como parte de colectivos con sucederes y potencialidades comunes. Por ejemplo, si soy mujer, niño, negra, homosexual, mi historia tiene que ver con ese grupo - con varios - y no es meramente individual.
En cuanto a las experiencias se busca aquellas que permiten a la persona expresar, poner en juego su ser de manera creativa y amorosa, que estimulen la emergencia de lo guardado, lo negado, lo prohibido. Estas experiencias no se restringen a unas diseñadas para tal fin, proponemos que el Refugio sea una experiencia que en conjunto permita el Desarrollo Personal donde cada aspecto de la vida cotidiana apunte en este sentido. Para ello se debe trabajar concientemente para que aspectos como los vínculos, el espacio, los tiempos, la estética, la normatividad, el lenguaje, los cuerpos apoyen
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posibilidades de expresión, autonomía, amor incondicional y empo-
deramiento. Estos aspectos se abordan en una sección aparte.
Las experiencias creativas han mostrado ser muy potentes
para expresar y sanar la vida, ayudan a “sacar” de manera simbólica
nuestra visión y voz propia, ya sea de aspectos reconocidos como
de aquellos que no conocemos o que no aceptamos. En este tipo de
experiencias se basaría la actividad de atención en el Refugio. Se
trataría de experiencias creativas, realizadas en espacios colectivos,
que faciliten la expresión y comunicación de los jóvenes. Buscamos
más la expresión y narración que el análisis y la interpretación. Es
decir privilegiamos el lenguaje del alma sobre el de la razón que
tampoco está excluido. Lo importante en estas experiencias es fa-
cilitar la expresión y ayudar a la aceptación y valoración de lo que
va surgiendo.
En el Refugio habría una experiencia central, que hemos
llamado Columna de Amarre, como eje de la atención y muchas
más que nutrirán el proceso. Esta experiencia sería el camino más
explicito de participación de los y las jóvenes, la presentaremos en
detalle en apartado que se encuentra adelante. Aunque desarro-
llaremos un ejemplo de una actividad que mostró ser muy potente
en “Aprendiendo a Amarlas”, la fotografía, es de anotar que no es
la única posibilidad, sino una de aquellas que hemos identificado
como posibilitadora de muchos de los procesos más importantes
del Desarrollo Personal. Así mismo podría ser el teatro, el video, la
pintura, la danza expresiva…
Otro ingrediente de una experiencia de Desarrollo Personal es
la actitud de quienes participan en él. Se requiere una gran apertura
y atención amorosa. No basta asumir una supuesta técnica, se debe
expresar un interés y aceptación honesta y genuina porque esa es
la sustancia con la que se crea la posibilidad de sanación. Atención,
no juicio, aceptación, valoración e integración son las actitudes que
crean una posibilidad de vivir una experiencia de Desarrollo Per-
sonal, es esto lo que hemos llamado amor incondicional. Para que
sea posible es necesario el trabajo interior por parte de los tutores
y tutoras ya que no es posible entregar otro lo que no se ha dado a
sí mismo/a. Algunas sugerencias en este sentido se aportan en la
sección sobre la formación de tutores.
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En síntesis el Desarrollo Personal es una experiencia de cre-cimiento interior a través de la expresión y aceptación de la propia existencia y de la singularidad propia, liberando así el poder para crear el camino de la vida. En la parte que hemos llamado aspectos del Desarrollo Personal ampliamos facetas prácticas de este tipo de experiencias y los “temas” interiores que allí se focalizan.
Definir que el eje de la atención del Refugio son los procesos de Desarrollo Personal crea un movimiento hacia un centro donde convergerían todas las demás actividades – sean de nivelación es-colar o de nutrición… – un centro donde el crecimiento interior de cada uno de los y las participantes es el criterio que determina las elecciones a tomar, los ritmos de los procesos, la manera de relacio-narse el Refugio con las demás instancias sociales, el acercamiento a la familia y a los demás elementos de la red de relaciones… ante las diferentes decisiones que tomar la pregunta es cómo se relaciona esta circunstancia con el crecimiento interior de los participantes, más allá de conveniencias políticas, institucionales, económicas o de cualquier tipo (por supuesto sin ignorarlas pero sin que sean la prioridad).
Los tutores y tutoras, como abordaremos adelante, son los vínculos concretos entre cada joven y la experiencia, quienes, con apoyo del equipo y participación de la persona involucrada, van siguiendo cada proceso y ayudando a ajustarlo a las necesidades individuales.
Libertad
Proponemos que la libertad sea un cimiento de la propuesta del Refugio ya que creemos necesario enfatizar que cualquier cambio en la vida de una persona debe partir de su elección, de su posibilidad de autodeterminación. En el contexto de la explotación sexual de niños y jóvenes esto no deja de ser complejo ya que muchas veces su realidad cotidiana es de total sometimiento e incluso a veces de confinamiento forzado. Sin embargo debemos separar las instancias de actuación en el tema. Los procesos de atención no pueden cumplir labores que le corresponden al sistema legal, aunque lo apoyen, se trata de tareas y lógicas de actuación muy diferentes.
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Por este motivo el reto más importante en el tema de la ex-plotación sexual infantil ha sido el de la detección y el retiro de ese mundo. Allí se mezcla el problema legal, el tema de derechos huma-nos, el problema policíaco y el proceso de recuperación personal. Es un nudo difícil de desatar e incluso de visibilizar. La acción debería ser conjunta y coordinada. Esta complejidad no se debe perder de vista y desde el nivel de la atención, que es el caso de esta propuesta, se deben abrir los canales de comunicación y apoyo6.
La idea sería hacer atractiva la propuesta del Refugio para ayudar a crear una fuerza que ayude al retiro de la explotación sexual comercial, sin embargo la experiencia ha mostrado que si las chicas y chicos no están decididos, así sea de manera muy básica, a emprender un camino de transformación de su vida, todo esfuerzo se torna inútil. Esta realidad la encontraremos una y otra vez. En el seguimiento de historias de vida se ve como muchas veces incluso existiendo la decisión, no es posible el cambio hasta que se acumula más experiencias dolorosas, frustración, intentos fallidos… ésta claridad debe permitir un trabajo basado en la libertad de elección y pleno de aceptación, presencia y fe.
Desde este punto de vista el Refugio sería tan abierto como sea posible. El compromiso debe surgir del interior. Esto no excluye un trabajo sobre acuerdos, límites, responsabilidades pero sí determina el modo de realizarlo, como se verá adelante. Implica aceptar que puede haber fluctuaciones en la presencia de los jóvenes, idas y veni-das, avances y retrocesos. Hay que ver este movimiento como parte del camino y mantener abierta la comunicación y las posibilidades de participación.
En otro sentido la libertad se relaciona con el trabajo interior que se realiza. El Desarrollo Personal busca liberar fuerzas estancadas, reprimidas, desvalorizadas e integrarlas a la conciencia. También pro-cura que la toma de opciones parta de la aceptación de la singularidad propia y del otro. No se trata de imponer una visión determinada de vida, felicidad, moral, sino de acompañar la emergencia, reflexión,
6 Es importante mantener en foco que esta intervención forma parte de un esfuerzo interinstitucional amplio que se expresa en un Comité de Trabajo sobre explotación sexual en el que participan el ICBF, SDIS, ONG relacionadas con el tema y que por otro lado forma parte de un Programa de Acción de la OIT con acciones en niveles legales y culturales.
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fortalecimiento de visiones propias y concientes. Tampoco se trata de
un proceso autista sino compartido, en movimiento y conversación.
Entendemos la libertad, entonces, como una oportunidad de
optar y crear la existencia, la visión del mundo, los caminos en contacto
con el interior y también con los otros y con el mundo. Esta sensibilidad
a las necesidades y deseos interiores se conjuga con la sensibilidad
al otro, a la libertad y proceso del otro y al devenir colectivo del cual
formamos parte. La libertad es la posibilidad que tenemos de expresar
concientemente nuestra verdad interior en una corriente donde están
los demás y la vida en todas sus expresiones.
En términos concretos, la libertad en la vida cotidiana del
Refugio y en las experiencias allí vividas implica un arduo trabajo
de fortalecimiento de la conciencia de la propia visión, de apertura
y sensibilización al otro y de construcción colectiva y explícita de
acuerdos, límites y oportunidades. No podemos confundir libertad
con realización inmediata e inconciente de deseos personales,
en términos de desarrollo interior la libertad se busca a través de la
conciencia de sí y del otro, lo cual no excluye actuaciones egocéntri-
cas, a veces incluso destructivas, pero las asume como experiencias
a ser comprendidas y trascendidas.
Finalmente, el énfasis en la libertad quiere marcar una di-
ferenciación con la manera tradicional de prestar atención a una
población como la de jóvenes que están involucrados en explotación
sexual comercial. Esta corriente tradicional, superada por muchos
actores sociales pero aún vigente, se nutrió de una visión carcelaria
y represora que le apuesta al confinamiento como modo de recupe-
ración. Creemos que este camino ya mostró lo que podía y no podía
crear y que en este momento ha sido trascendida por muchas expe-
riencias que muestran que en un contexto de libertad es mucho más
potente y sostenible la creación de alternativas de vida.
Perspectiva de género
Tener una perspectiva de género para comprender y trabajar
en la creación de alternativas a la explotación sexual infantil es otro
de los cimientos que proponemos. Esta manera de mirar la realidad
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va más allá de una teorización, necesaria, hasta llegar a la posibilidad de tener elementos para ayudar a sanar el alma de los niños y las niñas participantes. ¿Cómo más se puede entender una relación tan desigual, violenta y devastadora como el sometimiento de un niño o una niña por parte de un hombre mayor7?
Sin querer, se ha disimulado esta realidad bajo la idea que trabajar con la perspectiva de género es tomar en cuenta que hay niños y niñas prostituidos, eso es insuficiente y riesgoso porque crea una pantalla que esconde la gran complejidad en términos de las identidades y relaciones de género que se dan en este mundo. Recorreremos algunas de estas tramas.
Por una parte, el cliente, en una abrumadora mayoría, es hombre y es en la construcción de su noción de ser hombre que habría que buscar los elementos para entender el establecimiento de la relación que implica la comercialización sexual de niños y niñas8 Es allí donde podemos comprender las variaciones en la búsqueda de niñas, niños travestidos o transexuales… como las expresiones de una masculinidad en cambio y en crisis. Una masculinidad que ha sido removida por la transformación de las mujeres pero que aún no se replantea a sí misma – salvo esfuerzos muy aislados –.
En esta misma trama, podemos entender cómo la manera rígida y limitante de definir las identidades de género crea un caldo de cultivo para la construcción de modos de vida y mundos clan-destinos, prohibidos, “oscuros”. Nos referimos, por ejemplo, a temas como la homosexualidad. Estos mundos clandestinos se conectan con otros del mismo tipo y crean submundos donde la explotación sexual infantil encuentra su nicho y guarida.
Siguiendo otro hilo de esta trama encontramos los modos de construcción de identidades femeninas aun permeadas por el
7 Las investigaciones demuestran que en una abrumadora mayoría los clientes de niños y niñas explotadas son hombres adultos o jóvenes (mayores de edad) y que sólo en casos aislados se trata de mujeres.
8 Los elementos preliminares que arroja la Investigación sobre el cliente que forma parte del presente proyecto permiten comprender la manera como la construcción de masculinidades entra a ser un factor determinante en la existencia de la ESC. Ver IPEC. Moncada, R., et al., (2007)
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sometimiento al otro como modo de construir un lugar en el mundo.
Este aprendizaje se sella en casi todos los casos con experiencias de
abuso sexual de las niñas y muchas veces de los niños (generalmente
realizadas por hombres). En aras de la claridad vale la pena decir que
tener tendencias o deseos homosexuales no tiene ninguna conexión
necesaria con temas tales como el abuso o la promiscuidad. Estas
conexiones se establecen por otras razones como la no aceptación
personal o social, por ejemplo.
Ahora, el abuso sexual de niñas y niños ha sido identificado
como un antecedente casi omnipresente en la explotación sexual
comercial que involucra niñas así como en una gran cantidad de
problemas que implican el sometimiento de las mujeres o de unos
hombres por otros. Una hipótesis que parece bastante factible de
ser comprobada es que el abuso sexual “prepara” el terreno para
otras formas de abuso y sometimiento. Digamos que una niña o un
niño abusados tienen una herida tan profunda que su poder interior
ha sido disminuido y su capacidad de poner límites al abuso está
nublada.
El tema del abuso sexual es un tema de género. Involucra for-
mas de construir identidades y relaciones entre mujeres y hombres
(así como mujeres entre sí y hombres entre sí) que allí encuentran
un extremo de su expresión. Igual sucede con la explotación sexual
comercial de niñas y niños y ambos están conectados. Las diferentes
experiencias, incluida la de Aprendiendo a Amarlas, han mostrado
que en las familias de las niñas y niños que llegan a la explotación
sexual hay relaciones muy conflictivas entre hombres y mujeres,
marcadas por el abuso y la violencia. En términos generales las mu-
jeres representan una permanencia en las vidas de los niños y niñas
mientras que los hombres tienen un carácter transitorio y muchas
veces violento. Las madres son un hilo de continuidad pero la relación
que ofrecen no está exenta de abuso y violencia.
La sexualidad, en términos generales, ha sido vivida y por
tanto transmitida, cargada de una moral contradictoria que aunque
prohíbe una serie de comportamientos, no sirve como real paráme-
tro de vida. Así, es una moral rígida con poca correspondencia con
la vida real no sólo en su familia sino en sus entornos vitales. En
muchos casos la participación en las dinámicas de prostitución se da
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en varios miembros de una familia así sea en formas soterradas. El intercambio de la sexualidad por determinadas ganancias materiales o reconocimiento personal y social puede asumir múltiples formas, en todas ellas el mensaje queda claro.
Un tema que está presente en la vida de los niños, más explí-citamente que en el de las niñas, es el relacionado con las diferen-tes expresiones de la identidad sexual. Este es un mundo amplio y complejo que tan sólo señalaremos aquí. La homosexualidad no se vive en el mundo de la explotación sexual de niños – ni en general en el mundo – de una manera simple. Hay variaciones grandes en los papeles asumidos. Existen muchas variantes en las expresiones y los lugares asumidos por los travestis, transexuales, transformis-tas que muestran las búsquedas en las identidades masculinas y en los encuentros sexuales. Este tema deberá ser trabajado en mayor profundidad a través de la experiencia del Refugio, sin embargo, nos arriesgamos a decir que en lo profundo los huecos del alma, los temores, la desconfianza, la manera conflictiva de relacionarse, la búsqueda de reconocimiento a cualquier precio… no son caracterís-ticas ajenas a cualquiera de estos chicos, sin importar la expresión de su identidad sexual.
El factor que hemos observado como más determinante en la experiencia de vida temprana de los niños y las niñas que viven experiencias de explotación sexual (se trata de una experiencia continua pero debe ser sistematizada para ofrecerla con mayor cer-teza, sin embargo es importante mencionarla como elemento a ser observado) es una manera en que se da el pacto entre las madres y los hombres que comparten su vida. Este pacto mezcla elementos difíciles de procesar interiormente por los niños y niñas. De un lado la madre es una línea de continuidad y representa un gran poder en la vida de ellos, pero de otro lado los hombres (padres o susti-
tutos) pueden tomar este poder, violentar a la madre, abusar de los demás miembros de la familia y desaparecer de la escena. Esta secuencia a veces se repite en la vida de los niños y niñas varias veces. La consecuencia es una pérdida profunda de confianza en los vínculos, un terror a los hombres adultos, un deseo de encontrar algún día un hombre
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redentor que verdaderamente les de reconocimiento y afecto y un sentimiento muy ambivalente hacia la madre y por tanto hacia las mujeres adultas. Creemos que esto constituye un paisaje interior propicio – no determinante – para la explotación sexual.
Esta trayectoria ha dejado marcas profundas que las niñas y los niños reproducen no solo en el mundo de la explotación sexual sino en la construcción de sus propias relaciones. Se observa cómo el escenario de relaciones desiguales, el abuso, la manipulación emocional, la violencia son presencias permanentes en las diferentes relaciones vividas.
Un proceso de recuperación y construcción de alternativas de vida debe partir de una conciencia muy clara de los procesos de construcción de identidades y relaciones de género vividos por los niños y jóvenes participantes. No se abordaría como un tema aparte sino que atravesaría toda la experiencia y la mirada sobre ella. De hecho siempre emerge cuando se aborda cualquier aspecto de la vida y del ser de los niños ya que no es un aspecto específico y separado sino que forma parte de la trama de la vida cotidiana.
Esta claridad en la perspectiva de género es importante tanto para comprender el tema como para incidir en su transformación. En gran medida un trabajo de Desarrollo Personal es un proceso de conectar con el poder interior y este es un poder que proviene de la conciencia y por tanto de experiencias de respeto y amor. Desde esta perspectiva una experiencia como la de la explotación sexual comercial es claramente devastadora para el propio poder ya que involucra una relación de sometimiento.
El tema de género involucra al análisis y transformación de identidades y relaciones de y entre hombres y mujeres, así como entre hombres y entre mujeres, más allá de las opciones sexuales. Es un entramado que está presente en todos los intercambios sociales y cuya transformación ha sido el motor del cambio cul-tural contemporáneo. En este espacio hemos enunciado los temas de reflexión pero es en el trabajo cotidiano donde emergerán las oportunidades de hacernos concientes de la manera como las identidades y las relaciones de género pueden constituir un campo de construcción de libertad y equidad o, frecuentemente, de dominación y violencia.
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Derechos y dignidad“la orientación trazada el respecto por la Corte Constitu-cional, que, al respecto de la dignidad se pronuncia así: “al tener como punto de vista el objeto de protección del
enunciado normativo <dignidad humana>, la Sala ha identificado a lo largo de la jurisprudencia de la Corte, tres lineamientos claros y diferenciables: (i) la dignidad humana entendida como autonomía o como posibilidad de diseñar un plan vital y de determinarse según sus características (vivir como quiera). (ii) la dignidad hu-mana entendida como ciertas condiciones materiales concretas de existencia (vivir bien). Y (iii) la dignidad humana entendida como intangibilidad de los bienes no patrimoniales, integridad física e integridad moral (vivir sin humillaciones).” �
“lo político no se agota en la gestión, en las labores de la administración, sino que centralmente tiene que ver con crear mundos con condiciones en que el desarrollo de las potencialidades humanas, tanto como la vida misma, sean posibles”10
“Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la seguridad social, la ali-mentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener una familia y no ser separados de ella, el cuidado y el amor, la educación y la cultura, la recreación, la libre expresión de su opinión. Serán protegidos de toda forma de abandono, la violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos. Gozarán también de los demás derechos con-sagrados en la constitución, en las leyes y en los tratados internacionales ratificados por gran parte de los países..
9 Continúa la Corte: “De otro lado, al tener como punto de vista la funcionalidad del enunciado normativo <dignidad humana>, la Sala ha identificado tres lineamientos: (i) la dignidad humana entendida como principio fundante del ordenamiento jurídico y por tanto del Estado, y en este sentido la dignidad como valor. (II) La dignidad humana entendida como principio constitucional. Y (iii) La dignidad humana entendida como derecho fundamental autónomo”. Sentencia T – 881 de 2002. Ver Jiménez C (2006).
10 Ver Jiménez, C (2006)
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La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de
asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo
armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos.
Cualquier persona puede exigir a la autoridad compe-
tente su cumplimiento y la sanción de los infractores.
Los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos
de los demás”
Estas citas nos permiten iniciar la reflexión sobre el tema de
los derechos en esta propuesta. La primera de ellas desarrolla el
concepto de dignidad, como, por ejemplo, la Corte Constitucional
Colombiana lo ha definido. La dignidad, así entendida constituye el
fondo de la manera como creemos que se deben entender los derechos
de los niños y las niñas, y en general humanos. La dignidad como
condición ineludible de lo humano habla de la soberanía del ser, de
su libertad y su capacidad de gestionar un proyecto de vida para
si. Cuando se habla de adultos parece fácil admitir el principio de
dignidad, cuando se habla de niños y niñas tendemos a enfatizar la
protección, igualmente esencial, sobre la dignidad y la libertad.
Proponemos aquí un enfoque positivo de derechos que parta de
una confluencia de los conceptos de dignidad, protección y libertad.
Como enfoque positivo nos referimos a ver los derechos no solo como
una manera de garantizar determinados insumos frente a determi-
nadas carencias, sino de permitir la creación de mundos donde sea
posible gestionar de manera autónoma una vida digna y plena.
Esta perspectiva, acorde con los demás planteamientos que
hemos presentado, requiere explicitar y trabajar sobre el fortale-
cimiento de sujetos de derechos. Es decir, no se trata de que una
fuente externa restituya un determinado derecho (generalmente
traducido en un servicio estatal concreto), sino que se establece un
vínculo diferente entre el sujeto y la colectividad donde la persona
sabe de su merecimiento como humano y en su interacción demanda
para sí y apoya a otros, en la construcción de formas de convivencia
donde sea posible la experiencia de la dignidad. Esta sensación de
merecimiento, dadas las condiciones actuales, requiere casi siempre
ser reparada o construida ya que hemos aprendido a aceptar tratos
denigrantes y violentos en muchos ámbitos de la vida e incluso a
ejercerlos sobre otros en la medida en que tengamos poder.
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Esta sensación de merecimiento va aparejada con el fortale-
cimiento de un poder interior que no es entendido como poder de
dominio, como usualmente lo vemos, sino como poder de autodeter-
minación y creación de la vida. La recuperación del poder interior se
refiere a todos los ámbitos de actuación en la vida. Significa asumir
que somos actores, creadores y encontrar los cauces para que así sea
en las diversas instancias en que participamos. Profundas y múlti-
ples experiencias de violencia, que no es otra cosa que la negación
del poder interior, rompen la sensación interior de conexión con la
propia vida, de sabernos creadores y nos llevan a sentir que la vida
es producida por otros, ajena, sin sentido. Para reparar este abismo
interior se hace necesario vivir experiencias de recuperación del
poder interior, de reconocimiento, sanación y creación. La vía pro-
puesta aquí es la de un vínculo basado en el amor incondicional así
como experiencias cotidianas de fortalecimiento del poder propio
(que las llamamos Desarrollo Personal).
Esta concepción debe estar presente en todos los intercambios
y en la matriz misma del Refugio, no es un tema adicional que se
resuelve con una simple remisión interinstitucional. En este sentido
consideramos que la visión de derechos humanos que sostengamos
en la vida cotidiana en el Refugio y las acciones que de allí se des-
prendan, están conectadas a las experiencias de Desarrollo Personal
y no son un anexo aparte, por así decirlo.
A los niños y las niñas que viven experiencias de explotación
sexual comercial se les han vulnerado todos sus derechos. Lo que
está a la base es la ruptura o inexistencia de la certeza interior de ser
sujetos de derechos, seres dignos y libres que deben ser respetados
en todo momento. Esta certeza debe ser reparada interiormente,
retejiendo los hilos que las desgarraduras causadas por el abuso y
el abandono han ido dejando. No basta dar servicios para restituir
derechos, el servicio es apenas un momento del proceso y la mane-
ra como este sea prestado puede incluso ser contradictorio con el
intento de restituirlos como sujeto.
Esta perspectiva señala muchos campos de trabajo en el tema
de los derechos. Para empezar en el Refugio toda interacción debe
propender por el fortalecimiento de sujetos concientes de su digni-
dad, capaces de demandar sus derechos y debe estar enmarcada en
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un absoluto respeto a la libertad y la dignidad de los y las jóvenes. La protección misma estará dada en este marco, no como asistencialismo o generosidad sino como restitución de lo justo. No se trata de algo condicional sino un principio de equidad simple y básico.
Los recursos – servicios, formación, cosas - a los que accedan los jóvenes en el proceso pueden ser parte de la construcción de un sujeto de derechos si son entregados de esta manera. Esto requiere acciones de trabajo interinstitucional, formación y capacitación a las personas involucradas en el proceso y una voluntad política fuerte que permita crear un marco general de respeto al Refugio en la zona donde este se localice y garantizar que las relaciones con institucio-nes o personas estén mediadas por un trato dignificante.
Arraigo Local11
Al proponer el tema del arraigo local como uno de los cimien-tos del modelo de atención, queremos enfatizar varios aspectos que caracterizarían esta propuesta. Por un lado, partimos de la idea de que los lugares también nos constituyen. Como las palabras, los gestos, los tiempos, los lugares alimentan el alma. Darle al Refugio un carácter local, concreto, vivido es permitir que se territorialice la experiencia, que se llene de rostros, sitios, calles, nombres… singu-lares. Creemos que esto apoya procesos de sanación en jóvenes que han hecho de la huida y el desarraigo una manera de vivir.
Justamente lo que define un Refugio es que es un lugar. Esto no quiere decir que estemos hablando solo del espacio exterior, estamos hablando de una experiencia total pero inscrita en un lugar y en un territorio. Así es siempre, todo lugar está creado por su configuración pero sobre todo por las experiencias que permite, las que convoca.
Entonces proponemos que el Refugio sea instalado y asumido por una localidad zona o comuna – según la situación - de la ciudad de manera concreta y que sean sus servicios, recursos, instituciones,
11 En Bogotá se llaman localidades las divisiones administrativas de la ciudad, a esto tam-bién apunta el nombrar como arraigo local esta categoría. Esto varía en otras ciudades, en Medellín – también participante de esta implementación – se referiría a Comunas. En cada país y ciudad habría que atender la división administrativa o cultural del caso.
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lugares los que constituyan el territorio de la experiencia de trabajo.
Este arraigo creemos que haría que la experiencia del Refugio fuera
más sostenible y real.
Desde otra perspectiva, el arraigo local está basado en la
idea – ya mencionada antes – de que una intervención que pretenda
disminuir el impacto de la ESC debe estar diseñada de acuerdo a las
diferentes modalidades de ésta. Este punto es vital para darle sentido
y sostenibilidad al trabajo del Refugio. Si partimos de la idea de que
la ESC no es un hecho aislado que involucra personas desarticuladas
de la sociedad sino que se trata de una realidad construida colec-
tivamente, entonces entenderemos que la intervención debe tocar
muchos actores sociales que participan de modos muy diversos. Esto
se hace mucho más claro y concreto cuando se trabaja de manera
diferencial en una determinada zona de la ciudad.
Para empezar diremos que el arraigo local permite delimitar
una zona concreta de intervención, en la cual se puede definir mejor
tanto los escenarios de ESC que se van a abordar como el tejido social e
interinstitucional con el que se va a trabajar. Permite también darle un
contexto a la caracterización de modalidades y dinámicas específicas
de ESC, determinar cómo participan diferentes instancias sociales,
definir una red institucional una comunidad de referencia con la que
se trabajaría de manera mancomunada, sólo entendiendo esto será
posible formular estrategias pertinentes a la realidad concreta y no
alternativas masivas que pasen por encima de las dinámicas reales y
que no usen los recursos institucionales y sociales que existen.
Este es el sentido del arraigo local, crear estrategias adecuadas,
pertinentes e inclusivas (que incluyan los diversos actores sociales)
para trabajar los procesos alrededor de la ESC y no limitarse a procesos
de atención desconectados de lo colectivo y por tanto poco sostenibles
y con poca potencia de transformación de la problemática.
Para lograr la identificación y el establecimiento del Refugio
en una localidad se requieren varios procesos que identificaremos
a continuación:
1. Identificación de la localidad de acuerdo a varios criterios:
interés de las autoridades e instituciones locales, disponibi-
lidad de recursos para apoyar el Refugio, ser una localidad
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importante para la población ya sea como comunidad de salida (donde vivieron su historia familiar) o de llegada (donde están los establecimientos), tener posibilidades de ofrecer servicios en salud, educación, recreación…
2. Negociación política con las autoridades locales tanto guber-namentales como de las instancias comunitarias relevantes para el tema para asegurara un buen nivel de voluntad política frente a la gestión del Refugio.
3. Identificación de recursos y servicios locales relacionados con la Atención de los jóvenes tanto gubernamentales como no gubernamentales, comunitarios, privados en las diversas necesidades que presenta la población (ver adelante el con-cepto de Desarrollo a Escala Humana).
4. Establecimiento de pactos y alianzas con las instancias que puedan prestar apoyo al proceso de Atención en cualquiera de sus aspectos (salud, educación, recreación, cultura…)
5. Búsqueda de alternativas y recursos diversos para ir ali-mentando el proceso de los participantes en el contexto local (posibilidades de vivienda, participación en actividades comunitarias, deporte, cultura, formación laboral, grupos juveniles, familias “amigas”, escuelas de oficios, colegios..)
6. Seguimiento y enriquecimiento de pactos y alianzas.
7. Sensibilización y capacitación a instituciones, núcleos sociales, personas, que por su actividad o habilidades puedan aportar a la prevención y erradicación de la Explotación sexual comercial de niños y niñas en la localidad (grupos comunitarios, funcionarios/as de dife-rentes áreas, autoridades, grupos juveniles, policías, clientes de ESC, artistas, profesionales…que puedan aportar su experiencia, uni-versidades, escuelas, dueños/as de establecimientos, mujeres y hombres adultos que trabajan en explotación sexual comercial…).
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3. Vinculación al Refugio
Debido a las características de la población involucrada en
la explotación sexual comercial infantil, a las de las situaciones con
la que está entretejida y a otras ya expuestas, el tema más complejo
en el trabajo es el de vinculación de los jóvenes a cualquier proceso
de reflexión o creación de alternativas. Esta vinculación requiere
estrategias y propuestas apropiadas a cada momento y lugar donde
se planee trabajar. Para esto es necesario seguir algunos pasos
que no son secuenciales sino interconectados. Los delinearemos a
continuación:
1. Identificar y conocer las diferentes modalidades de ESC
en la zona donde se decida trabajar. Con esto nos referi-
mos a los modos de operación y las dinámicas y actores de las
mismas. Este conocimiento debe ser directo, cotidiano, rela-
cional, no simplemente estadístico e indirecto. Muchas veces
llegar a obtener esta información requiere procesos largos
de establecimiento de vínculos e investigación cualitativa.
Conocer estas dinámicas es la base para formular propuestas
de acercamiento a los jóvenes y para comprender los mundos
de donde vienen. También da información importante sobre
tiempos, intereses, lugares de contacto, elementos de apoyo a
un acercamiento, posibles obstáculos y peligros. Este último
punto es muy importante para la seguridad del equipo de
tutores ya que no es necesario asumir riesgos y el descono-
cimiento puede producir situaciones muy complejas en este
sentido.
Algunas preguntas que orientan esta caracterización son:
n ¿Cuáles son las zonas en donde se concentra el ejercicio
de la prostitución en general y de la ESC en particular?
n ¿Por qué se da en estas zonas? ¿Qué sucede allí para
que así sea? (presencia de comercio, zonas deterioradas
y abandonadas, determinados actores,…)
n ¿Se trata de una modalidad de establecimiento cerrado?
¿De calle? ¿De contacto directo a través de algún medio
como el teléfono celular?
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n ¿Cómo llegan allí las niñas y los niños?
n ¿Quiénes son los clientes más frecuentes?
n ¿Qué modalidades de intercambio sexual se da?
n ¿Quiénes son los actores que sostienen la dinámica?
n ¿Qué papel cumplen las instancias de control como la
policía?
n ¿Quiénes ganan con el negocio?
n ¿A qué redes están conectados estos actores? (redes
ilegales generalmente, relación con otros mercados
ilegales como droga y armas).
n ¿De dónde provienen generalmente los niños y las ni-
ñas?
n ¿Cómo es la relación entre los niños y las niñas y los
demás actores?
n ¿Cómo es la relación entre las diferentes instancias de la
comunidad y estas dinámicas de prostitución y ESC?
n ¿Cómo son los horarios de ejercicio tanto de prostitución
como de ESC?
2. Diseño de estrategias de acercamiento a los niños, niñas
y jóvenes involucradas en ESC: a partir de la información
anterior y la que se considere pertinente en la zona, se trata
de buscar modos de creación de vínculos con los jóvenes que
buscamos interesar en el proceso del Refugio. Sin embargo
estos vínculos deben estar mediados por una estrategia que
permita ingresar de manera segura en el medio donde se
ejerce la ESC y hacer contacto con actores claves que deben
ser aliados o al menos no deben ser obstáculo del trabajo. Para
esto es esencial que el Refugio vaya creando una identidad en
las zonas donde trabaja, que cree una manera de presentar su
trabajo y que aclare cómo es la convocatoria inicial que quiere
presentar.
Estos vínculos tienen características especiales ya abordadas
– particularmente en el apartado sobre Amor Incondicional -
pero en un inicio requieren mover el interés, la curiosidad, una
base mínima de confianza para luego poder ser construidos y
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profundizados. Lo que podemos recomendar en este momento inicial es ir creando un contacto y conocimiento donde los y las tutoras se conviertan en personas cotidianas y accesibles a los niños y niñas. Esto requiere tiempos de conversación y actividades iniciales sencillas como paseos, invitaciones a actividades en la casa (cine, juegos, música…), actividades en la calle relacionadas con las propuestas creativas del Refugio (fotografía, teatro…). Muchas veces se hará necesario entrar a crear el contacto con temas de interés de actores del proceso (como dueños/as o administradores/as de establecimientos) que permitan tener espacios de acercamiento tales como temas de salud, recreación…
3. Invitación a la programación de actividades del Refugio: esta invitación debe estar abierta permanentemente, es posible que los niños y niñas participen de manera discontinua en esas actividades hasta ir logrando mayor estabilidad y profundidad en el vínculo.
4. Vinculación de personas claves: en el camino se irán esta-bleciendo vínculos con personas que ayuden al proceso de vin-culación. En algunas experiencias se ha contado con el apoyo de mujeres y hombres vinculados al trabajo sexual, adultos por supuesto, líderes comunales, jóvenes de la zona…
5. Establecimiento de un contacto estable: una vez se logre, se puede considerar culminado este primer momento aunque probablemente sea necesario repetirlo en un nuevo ciclo si se pierde el contacto por diversos motivos usuales en la vida de estos jóvenes. Normalmente si se da el caso de volver a establecer este vínculo, será en un tiempo más corto ya que lo ganado se mantiene latente.
6. Establecimiento de la situación de base de cada niño
o niña: una vez que se ha logrado un vínculo inicial es im-portante establecer aspectos generales de la situación de los niños/as tal como su estado de salud, su nivel de escolaridad, si tiene algún problema agudo que requiera atención inme-diata o alguna condición que demande atención especializada que no esté en las competencias del Refugio (este es el caso de niños/as que padecen trastornos mentales graves, SIDA,
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conductas adictivas, problemas legales…). Es indispensable resolver éstas situaciones a tiempo y canalizarlas hacia donde sea necesario para recibir adecuada solución. Muchas veces estos niños pueden participar en las actividades del Refugio pero requieren apoyo especial.
Es muy importante mantener claridad de que estar en un momento de vinculación NO significa romper los principios de tra-bajo que se han elegido y buscar cualquier manera de atraer a la población. Se está trabajando, al menos si se asume el modelo aquí propuesto, desde una perspectiva de Desarrollo Personal basada en la creación de vínculos y la generación de oportunidades de sanación interior, esto debe ser coherente en este primer momento aunque la escala y la profundidad en que se logre hacer sea menor. Si es necesario acudir a estrategias puntuales, pertinentes al lugar y a los tiempos disponibles – como seguramente será el caso – los tutores deben mantener una claridad en su intención, en lo que intentan conectar y mover en el contacto con los niños y niñas. Esta claridad hará que sin importar la manera de llegar, el tema elegido… se construya en el sentido definido y se avance poco a poco hacia la visión propuesta.
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4. Experiencias de Desarrollo Personal
Como tal vez ya va quedando claro, crear un lugar cuyo centro sea el Desarrollo Personal, significa que todo allí debe propender en este sentido. En últimas diríamos que se trata de crear oportunida-des de reconocimiento, valoración, aceptación y fortalecimiento de la interioridad singular de cada persona. Una experiencia de Desa-rrollo Personal puede realizarse de muy variadas maneras, en ella se mezcla lo que está dado en determinado contexto y con determi-nado grupo con unas intenciones y una metodología definidas pero no rígidas. Puede tratarse de talleres relativamente estructurados, paseos, actividades lúdicas, experiencias en la vida “real”, activida-des creativas. También de procesos como la definición de normas y límites, la manera de desarrollar los oficios diarios, de interactuar, de conversar…
A este material se anexarán algunos materiales12 que dan ideas concretas de experiencias de Desarrollo Personal y contienen además indicaciones metodológicas, conceptuales y pedagógicas adicionales. Más adelante se describirá paso a paso una experiencia creativa que se propone como eje del trabajo que hemos denominado “Columna de Amarre”. Es importante entender que aquí estamos abordando el Modelo General y que muchas actividades concretas serán diseñadas acudiendo a fuentes diversas.
A continuación describiremos algunos aspectos que son impor-tantes en las experiencias más explícitas de Desarrollo Personal.
n Las experiencias de Desarrollo Personal se guían en co-nexión con el corazón, no con la razón: Esta es la primera condición para que podamos guiar procesos de Desarrollo Personal, conectarnos a nuestro corazón y al de las personas que participan. Esto significa aceptar la guía intuitiva más que la racional, sentir más que pensar, mantenernos sensibles y abiertos, flexibles y amorosos. Significa aprender a reconocer
12 Ver Tobón, M (1997) que contiene 80 talleres y Tobón, M (2002) que está dirigido a jóvenes.
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qué es lo verdaderamente importante en un momento dado y dejar de lado las arandelas o las necesidades del propio ego. Así se crean los espacios de sanación y reparación interior.
n Partir de la expresión de deseos, gustos, intereses del
grupo: esto no necesariamente es explícito, puede serlo, muchas veces retomamos lo que hemos percibido en determi-nadas situaciones y sobre ello proponemos una experiencia. Lo importante es que adecuemos el sentido del proceso a los intereses que un grupo tiene en ese momento, en ese ciclo vital. En el caso de las personas jóvenes, esto es determinante. Hay muchos temas y situaciones que para las personas adultas pueden ser importantísimos y para ellos carecer totalmente de interés. La insistencia en estos temas destruye el núcleo de una posibilidad de Desarrollo Personal ya que se trata de alimentar el alma de acuerdo al alimento que esta necesita, no de meterle vitaminas de manera forzada. Esto no quiere decir que el punto de vista, la experiencia vital, las lecciones que una persona adulta puedan aportar sobren, pero ocupan ese lugar, no son el centro del escenario ni la verdad. Muchas veces esta premisa rompe el esquematismos y la rigidez adultas o de otro tipo (clase, etnia, cultura) y abren posibilidades de goce y aprendizaje para los tutores mismos. En este momen-to debemos cuidarnos mucho de las opiniones que tenemos sobre “los jóvenes” ya que vivimos en una cultura que juzga y demerita sus visiones y potencias. Como dice la canción “la vida te da sorpresas” y detrás de cosas que parecen tontas o superficiales y que fácilmente demeritamos se encuentran oportunidades de trabajar el alma y de comprender la vida.
n Permitir una apertura suficiente para que los participan-
tes determinen el camino a seguir durante la experiencia:
Una vez proponemos una determinada experiencia, a veces nos aferramos a seguirla como la imaginamos, como nos parece adecuada. Gastamos tiempo en diseñarla, prever los caminos que seguirá, preparar materiales… lo que hace que nos apeguemos a lo imaginado. Los planes solo son el punto de partida, la realidad tendrá la palabra y a la vida le gusta jugar, no ser estrictamente encauzada. Esta flexibilidad risueña es la que crea el espacio para que surja la magia. Muchas veces
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veremos el plan de trabajo tirado en la caneca, los materiales usados como nunca imaginamos, los tiempos cambiados y los resultados transformados. No importa, lo único que vale es que durante la experiencia se haya movido el alma, se haya podi-do reconocer algo interior, las voces de cada cual hayan sido expresadas, los susurros de la vida se hayan colado. Ese es el objetivo, no cumplir determinados planes y cronogramas. Para esto ayuda tener a disposición una gama amplia de materiales, opciones y propuestas y no apegarse a uno determinado.
n Buscar experiencias ricas en posibilidades creativas y ex-
presivas: para que el Desarrollo Personal pueda tener espacio, las actividades y la manera de hacerlas no pueden ser rígidas, racionales ni excesivamente verbales. Hay que jugarle a la razón, dejarla de ladito, romper sus modos habituales de ver la realidad para que asome el alma, la historia de vida, la imagen, los sueños. Esta posibilidad la dan las experiencias creativas donde la visión es simbólica y no racional. No se trata de racionalizar la vida, darle explicaciones, sino de dejarla salir, cantar, gritar, pintar la pared, bailar, echarse una canita al aire… vivimos en un exceso racional que seca las posibilidades de que el alma tenga espacios y haga los procesos que requiera. Tememos esta expresión porque creemos que se va a desbordar y no sabremos, por ejemplo como tutores, qué hacer con ella, como “controlarla”. Ese tema se repite en la formación de facilitadotes de Desarrollo Personal, la realidad ha mostrado que es un mito. La vida busca sus cauces por sí solita, al grito desgarrador sigue el llanto y cuando menos pensamos la risa liberadora. A la ira expresada contra una pared puede seguir una tristeza tranquila y liberadora, a la locura de saltar y jugar como cachorros puede seguir la ternura…o al revés. Debemos confiar en la vida y no tratar de antemano de controlarla o cargarla con miedos y seguridades que solo llevan a que nos volvamos a desco-nectar de aquello que estamos tratando de reconocer y aceptar.
n Romper los esquemas mentales, estéticos y morales propios
para abrirse a nuevas posibilidades: Aunque implícito en lo dicho, lo relevamos porque estos aspectos son los que gene-ralmente se atraviesan en nuestra posibilidad de abrir espacio para el crecimiento interior. La mente quiere controlar, quiere organizar, proyecta miedos y terribles consecuencias si no nos
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guiamos por sus instrucciones, hay que oírla pero no darle
el lugar hegemónico que usualmente ha tenido. La vida no
sigue a la razón. La vida es más allá de la razón, de la estética
establecida, de la moral… solo si abrimos este espacio podrá
emerger lo que tenemos escondido y negado. Partes nuestras
que durante la infancia fueron rechazadas, por ejemplo, y que
se expresan de maneras poco convencionales o incluso “feas”.
Puede que no sea bonito que alguien vomite cuando recuerda
una escena en que sufrió mucho pero qué importa? El vómito
debe salir, detrás está el dolor, detrás está el miedo, detrás
está la imagen de la situación, detrás están las voces, detrás
quizás está la niña asustada pero detrás -siempre- está tam-
bién la fuerza interior, la capacidad de resistencia, las propias
elaboraciones para sobrevivir, los silencios llenos de magia…
hay que tener paciencia para llegar allá y de verdad, vale la
pena.
n Mantener una actitud de profundo respeto, contención y
apreciación y guiar al grupo para que también lo haga:
Aquí está el lugar más fuerte de amor incondicional. Se trata
de crear un ambiente de aceptación, respeto y aprecio por el
interior de cada uno que está siendo expresado. Estas fuerzas
son sanadoras, no son simple cortesía o una actitud adecuada
técnicamente. Cuando alguien está expresando algo propio,
de alguna manera está permitiendo que todos los presentes
lo expresen y lo sanen. Todos estamos conectados y no hay
sufrimiento humano que nos sea totalmente ajeno. De muchas
maneras hemos experimentado lo de cada uno, de muchas
maneras hemos sufrido abusos y violencias aunque sea de
maneras más sutiles o en montos menores. Esta continuidad
es la que nos permite escuchar, atender, valorar lo del otro
y agradecerle que sea capaz de expresarlo y darle un lugar.
Hay que cuidar que este campo colectivo no se rompa por ac-
titudes de desprecio, huida, juicio… Sin embargo crearla lleva
tiempo, sobre todo cuando se trabaja con personas jóvenes.
Hay que dar espacio y tiempo para que poco a poco vayan
siendo capaces de conectarse con el otro, de entender sus
sensaciones, de apreciar su manera peculiar de ver la vida.
Este ejercicio es un proceso de Desarrollo Personal y por eso
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mismo hay que proponerlo y alimentarlo. Muchas veces nos desalentamos cuando los jóvenes no asumen una posición de respeto y soporte pero si consideramos que es un proceso y le dedicamos el tiempo y la atención necesarias, cambia su sentido, sabemos que es de eso que se trata y que en la medida en que un grupo avance en esta actitud está mostrando que tiene más espacio para el otro, más capacidad de amar y por tanto que interiormente se ha liberado y está más centrado.
n Jugar: El juego ocupa un lugar importante en el crecimiento interior, no se trata de el juego estructurado, normatizado, sino de la actitud de juego, la alegría, la “mamadera de gallo”13 la fiesta, el goce. No hablamos de hacer actividades recreativas donde divertirse parece más una obligación que una invita-ción. Hablamos de que se permita un cierto espíritu festivo y risueño que ayude a sentir más espacio, más aire en las experiencias. Esto no quiere decir que a lo triste o dramático se le quite su lugar y tono sino que se equilibre. En realidad esto lo he aprendido justamente de los jóvenes y creo que es importante al trabajar con ellos y ellas. Entre las lágrimas sueltan tremendos chistes negros o de la historia más dura hacen un desvío para volverla una comedia o después de tocar lo más profundo salen con una expresión de lo más tonta y la risa da espacio para respirar. También es una invitación a que muchas actividades tengan como único fin el goce y la fiesta. La vida demasiado seria asfixia. Por más dolor que haya en una vida siempre hay espacio para el goce y esa fuerza es sanadora. Hay que invitar el goce al Refugio, dejarle espacio, alimentarlo. En medio de situaciones y territorios tan cargados de bruma debemos mantener encendida la luz juguetona de una vela. Muchos jóvenes vendrán si perciben que allí hay ese espacio y querrán nutrirse de él.
n Darle un lugar privilegiado a la experiencia directa y minimizar la explicación racional: la vida discurre en la vida misma no en los discursos sobre ella. Alguien decía que había visto a una profesora en una escuela rural, explicando
13 En Colombia esta expresión se usa para una actitud juguetona, burlesca, generalmente no destructiva. Seguramente en todas partes existe una expresión equivalente.
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en el tablero a los niños las características de las gallinas,
mientras una de ellas correteaba justo por la mitad del salón.
Esto es frecuente, queremos hablar de la vida más que vivir
la experiencia de sentirla. En el Desarrollo Personal tratamos
con la vida misma, sin guantes ni mascarillas. Nos hemos acos-
tumbrado a tomar distancia de los avatares de la vida, como si
nos fuéramos a contagiar o su naturaleza se fuera a desbordar.
Le tememos, eso es todo. No hay NADA de lo que sucede en
la existencia que no podamos sentir y recibir. Puede que sea
muy doloroso, inexplicable, que lo sintamos injusto, que sea
absurdo, que parezca demasiado, que no entendamos… pero
si está es porque no nos es ajeno y tenemos interiormente
la posibilidad de asumirlo y darle un lugar. Este lugar no es
el de la explicación racional o al menos no centralmente. La
costumbre de buscar explicaciones nos quita muchas alterna-
tivas que pueden ser mucho más eficaces como simbolización
e integración de la experiencia. Algo excesivamente doloroso,
por ejemplo, tal vez nunca entenderemos su razón de ser pero
si podemos permitir que el dolor sea expresado, las imágenes
que quedaron pintadas, las voces reproducidas en el interior
para comprenderlas mejor, la historia narrada, los reclamos
expresados, el llanto llorado, los olores sentidos de nuevo, los
rostros recordados, las heridas limpiadas y aireadas… tantas
cosas! Al no permitir todos estos caminos las personas se
quedan muchas veces en una eterna pregunta sin respuesta,
¿por qué?, una pregunta que bloquea e impide que lo que nos
vino a traer la experiencia, lo que nos vino a enseñar o señalar
se pierda y a que el sentimiento de victimización aumente y
nos quite aun más poder que la experiencia misma.
n Combinar lo individual con lo grupal de modos flexibles y
variados: En el Desarrollo Personal se trabaja en grupo pero
con individuos. El grupo es importantísimo de muchas maneras.
Por un lado da apoyo y ayuda a crear espacios de sanación, por
otro permite comprender el proceso individual dentro de una
realidad colectiva, como parte de una cultura, de una época,
de un país, potencia cada aspecto al ser compartido y trabajado
con otros. Sin embargo esto no debe llevar a trabajar el grupo
ni grupalmente. Es decir es un trabajo personal hecho en gru-
59
po. El grupo como tal no se aborda ni se considera el sujeto de
trabajo como sucede en algunos enfoques. El grupo se disuelve
continuamente y solo se retoma como herramienta de sanación
y soporte. La experiencia es personal. Así las actividades que se
propongan deben tener un amplio espacio para que cada per-
sona se encuentre consigo misma, explore su interior, exprese
lo que encuentre y haga contacto con la vida desde sí misma.
El grupo será el lugar de comunicación pero tan solo de lo que
cada persona quiera compartir, de lo que le resulte adecuado
comunicar. El grupo no se trabaja aquí ni como vehículo de
interpretación, ni como tema en sí mismo. El grupo se crea y
disuelve en la medida en que se necesita. Por esto los grupos
no tienen que ser fijos ni cerrados. La persona es el centro
gravitacional de las experiencias de Desarrollo Personal y esto
se crea permitiendo espacios de soledad y trabajo individual y
restringiendo la posibilidad de que sea el conflicto grupal lo que
ocupe el lugar de la escena. Para esto lo que se hace frecuente-
mente es combinar momentos de interiorización con momentos
de expresión, puesta en colectivo pero siempre volviendo al
interior de nuevo, a la elaboración de la experiencia.
Igualmente se trata de aprovechar todo lo que brinda el grupo
y el entorno como posibilidad de conciencia y expresión desde
lo personal. Lo que sucede con el grupo no hay que negarlo
sino retomarlo desde el interior, verlo como el reflejo de mi
vínculo con el otro, de mi historia, de mi manera de estar en el
mundo. En el caso del Refugio esto resulta importante desde
otra perspectiva ya que los grupos van a variar y el esfuerzo
de estabilizar un grupo puede generar un desgaste de energía
inútil e innecesario. Los grupos pueden cambiar y en cada uno
se generaran experiencias valiosas que puedan enriquecer el
proceso personal de quienes las vivan.
Aspectos del Desarrollo Personal
Los aspectos que se abordan en el Desarrollo Personal son
facetas que se revelan y relevan en las experiencias y no son temas
separados que den origen a experiencias diferentes. Lo que queremos
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es señalar lugares a donde mirar, fuentes de elaboración y sanación. Generalmente estos aspectos aparecen en conjunto durante una experiencia y se conectan unos con otros. Eso no excluye darle prioridad al trabajo sobre uno o varios de ellos según como se vea evolucionar el proceso.
Vamos a presentar una descripción de cada aspecto, al final se incluye un listado de posibilidades de algunas experiencias que pueden ser útiles como base para crear las que se adapten al grupo, al momento y al lugar14.
Reconocimiento
El reconocimiento como su nombre lo indica compromete dos movimientos, el recordar y el valorar como propio algún aspecto de si. El reconocimiento viene de adentro y también del otro. Muchas veces es una experiencia de ser reconocido por otro, otro significativo, lo que nos permite vernos a nosotros mismos y sobre todo valorarnos.
Se trata de experiencias o aspectos de estas que nos permiten “ver con claridad amorosa los recorridos de nuestra vida, sus raíces, ciclos y movimientos. Sentir las líneas del rostro, la manera como nos movemos, el color de lo que sentimos… esto exige limpiarnos de juicios: tenemos tanto miedo de vernos tal como somos que nos llenamos de ruidos e imágenes simplificadoras. Tenemos pavor de mirarnos con detenimiento, cómo si fuéramos a descubrir algo te-rrible, como si hacerlo fuera la muerte”15.
“Por eso el reconocimiento requiere aceptación plena, abo-lición de juicios y exigencias, supone amor. Es imposible vernos plenamente al espejo si a cada rasgo le imponemos una medida, un parámetro, un deber ser. Tenemos que volver a una mirada abierta que permita no sólo vernos sino que partes agazapadas y asustadas de nosotras/os, mismas/os emerjan a la luz”.
Durante una experiencia de Desarrollo Personal, el reconoci-miento se expresa de muchas formas. De un lado siempre se trabaja
14 Ver Tobón, M (1997) y Tobón, M (1999)
15 Ver Tobón, M (1999)
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en la expresión de aspectos de sí que han permanecido ocultos, nega-
dos o simplemente poco desarrollados. Se buscan situaciones en las
que las personas puedan ir dentro de si, identificar algún elemento
que normalmente no es explícito en la vida cotidiana, expresarlo de
algún modo y compartirlo con el resto del grupo. Lo importante es
que las situaciones sean de una riqueza expresiva tal que permitan el
contacto y la emergencia de estos aspectos y que la actitud generada
en el grupo sea de respeto y aceptación de manera que la persona
pueda sentir que eso que mostró de sí es algo valioso y aceptable.
Esos aspectos que mencionamos van desde partes completas
de una persona que han sido rechazadas, juzgadas, violentadas, hasta
aspectos sutiles que la persona misma ni sabe que existen y menos que
permanecen anhelantes de emerger. Un ejemplo, en una experiencia de
danza expresiva (o sea que no busca regirse por parámetros externos
sino permitir la emergencia del movimiento interior, propio), muchas
veces el cuerpo se suelta hasta el punto de permitir que alguien que
siempre ha escondido su expresión por haber sido calificada como
excesiva, “femenina” (para el caso de los chicos) o solo relacionada
con lo sexual… puede sentir que su cuerpo “saca” gestos y movimien-
tos que parecen guardados, que nunca esperó tener o que aunque
sabía que estaban allí no permitía que salieran.
En el caso de los niños y niñas con experiencia en explotación
sexual suelen existir partes muy importantes de sí mismos sometidas
a un control y negación o sobrevaloradas de modos muy distorsiona-
dos. Esto último está casi siempre relacionado con lo sexual, con la
atracción. El problema en esta sobrevaloración es que no se refiere a
aspectos profundos sino a adecuaciones a estereotipos. Un ejemplo
es la belleza. Muchos de ellos y ellas le dan gran valor a la belleza
física dentro de parámetros muy rígidos y lejanos generalmente
de su verdadero ser. En las experiencias de Desarrollo Personal se
procura que hagan contacto con lo que son, lo puedan ver, sentir y
celebrar.
Expresión y placer
Expresar es simplemente plasmar una señal de mi ser en el
mundo, crear una huella y poder mirarme en ella. Es el goce de verme
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a través de una extensión de mi cuerpo y mi forma de mirar. Es el
alma creando y explorando las posibilidades de existir.
El placer no vale la pena definirlo, es una sensación más que
un pensamiento. La asociamos con la expresión porque en las ex-
periencias de Desarrollo Personal suele ser así, pero va mucho más
allá ya que hay tantas maneras de gozar!
En la experiencia de “Aprendiendo a Amarlas” descubrimos el
inmenso poder sanador del goce, la risa, la aventura. Allí narramos
cómo muchas de las actividades fueron por el placer mismo aunque
se manifestaran muchos aspectos más como el reconocimiento, la
expresión, la creatividad. En ella permitimos la emergencia de la
curiosidad, el asombro, el juego. Lo importante es permitir el goce
como prioridad, lo demás que llegue será bienvenido pero no buscado,
aprendizajes, moralejas, lecciones…
El goce y la expresión han sido particularmente ausentes de
la vida de los y las jóvenes que participarían en el Refugio, por eso
las buscan y las atesoran en su alma. A los adultos nos cuesta mucho
permitir y gozar este tipo de experiencias, por eso son sanadoras para
todos. Tenemos que renunciar a formas acartonadas y predecibles de
gozar y, muy importante, conocer los modos en que la gente joven con-
temporánea lo hace, más allá de nuestros prejuicios e ignorancias.
Como todos los aspectos, la expresión y el placer pueden ser
protagonistas de una experiencia de Desarrollo Personal o puede ser
un componente más de ellas. En cualquier caso se trata de explorar
y aprender formas nuevas de goce. Hay dos aspectos que suelen
emerger en los jóvenes que han vivido la explotación, por un lado
su infancia ha sido casi nula en términos de goce y juego, por otra,
han aprendido en los mundos donde han transitado, modos muy
estereotipados y nocivos de gozo.
Una buena parte del trabajo es permitir que esa infancia que
no se vivió, ese niño o niña interior, encuentre espacio, tiempo y
aceptación para expresarse. En este caso el goce y el contacto
con ese ser interior están acompañados de sentimientos difíciles
de procesar, de imágenes de maltrato y abandono, de historias
de terror y abuso. No se puede separar una cosa de otra, vienen
juntas y se pueden procesar como partes de sí. Nos referimos a
63
que al contactar la infancia – así sea de manera indirecta con un juego – la niña o niño interior va a emerger y a mostrar sus heridas con la esperanza de esta vez, poder sanarlas. Este proceso no es nece-sariamente conciente, claro, lineal. Puede ser simplemente una actitud huraña de una niña ovillada en un rincón… negándose a jugar, a llorar, a mirar, a todo. Puede ser un niño que en un juego se torna brusco y agrede a otros, puede ser un llanto, un grito… tantas maneras! Por supuesto los límites son necesarios, pero la posibilidad de expresar, comprender, aceptar es lo que permite sanar y reconciliarse interiormente.
Muchas veces organizamos tanto una actividad que perdemos la esencia de lo que significa. En el caso del goce y el placer, basta con un contexto, un pretexto y fácilmente se crean experiencias de risa, juego, fiesta que aunque contienen todo lo que hemos dicho o precisamente porque lo hacen, ayudan a que ese niño o niña salgan, se diviertan y perciban que en el mundo hay otras posibilidades de vínculo.
Viviendo
Esta vertiente de trabajo es a veces muy cercana a la anterior ya que significa vivir experiencias en la vida real, no “como si” sino de verdad. Son experiencias que se prestan para los procesos de reconocimiento y reparación interior, pero vividos en lugares y con personas reales involucradas.
Cuando iniciamos la experiencia de “Aprendiendo a Amarlas” hicimos un recorrido por lugares donde las niñas hubieran vivido partes importantes de su historia, sus casas, barrios, parques, establecimientos… y simplemente los recorrimos conversando, sintiendo lo que sus paredes guardaban, escuchando voces y llantos susurrados, viendo los rostros de padrastros, hermanas, madres, oliendo, mirando. Estos recorridos fueron fuente de muchos proce-sos, historias, llantos y risas. Su valor fue el de darle una realidad a lo contado y ponernos todas en un lugar común, sin temor ni engaño. A ellas les costó mucho abrir así su historia pero al hacerlo
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de un modo amoroso y lúdico, pudieron observar con perspectiva y
comprender muchas cosas. Al hacerlo con otras y ver sus escenarios
entre los de ellas, pudieron ver las tramas comunes de las historias,
las diferencias, matices…
Aquí se trata de entrar en contacto con lo real y ayudar a
comprenderlo pero no racionalmente, o al menos no como énfasis,
sino de manera vivencial. Contactar lugares, personas y situaciones
reales que han formado o no parte de la vida de los niños y niñas
permite ir ampliando las posibilidades de aceptación de sí, de
reconocimiento y valoración. Un sentimiento que va emergiendo
es el de que somos humanos, tenemos una historia, todos hemos
pasado situaciones difíciles, todos tenemos cosas que amamos
y otras que no… eso que parece tan simple constituye una gran
fuente de sanación.
La mayoría de las personas – no solo la población de la que
hablamos – tiene un cierto sentimiento de que su vida y su ser es
insuficiente, equivoco, incompleto…que en cambio la vida y el ser de
otros es mejor. Así esto no se exprese de manera clara casi siempre
está allí. Vivenciar el mundo real con una actitud de aceptación,
de compasión – entendida desde el amor incondicional, no desde
la lástima – permite comprender que la esencia de la experiencia
humana es el aprendizaje, la evolución y que todo lo que hemos
vivido tiene un valor, forma parte irrenunciable de nosotros y nos
fue dado porque podíamos vivirlo y trascenderlo.
También se encuentran aquí experiencias cuyo énfasis es estar
en el mundo, conocerlo, explorarlo. Esto tiene muchos sentidos. El
mundo que construimos a través de la vida refleja quienes creemos
que somos. Muchas veces conocemos sólo determinadas partes de
una ciudad, aun de un barrio, frecuentamos solo determinados tipos
de lugares, tratamos determinadas personas, creemos que podemos
o no podemos hacer determinadas actividades… por la idea que
tenemos de nosotros mismos. Entre más cerrado es el interior, más
cerrado es el mundo del que nos sentimos parte. Abrirse a conocer
aquellos lugares, personas y situaciones sobre los que tenemos mu-
chas veces prejuicios y miedos, nos permite ampliar la sensación
de pertenencia, bajar murallas defensivas, aceptar más al otro y a
sí mismo/a.
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Esta vivencia de lugares y situaciones reales se puede dar
de infinitas maneras. Dentro de la ciudad existen muchísimas po-
sibilidades – de fácil acceso – de vivir experiencias interesantes
y sanadoras. Un ejemplo, visitar una zona de la ciudad que no se
conoce, que se considera ajena “de otra gente”, recorrerla y dejar
que la realidad permita comprender que somos diferentes pero com-
partimos lo esencial de las preguntas vitales. Un ejemplo al revés,
visitar de un modo más conciente una zona donde se han vivido
muchas experiencias, como la de la explotación sexual, permite
ver de nuevo escenarios, situaciones, rostros y redimensionarlos,
comprenderlos de nuevas maneras y con ello comprender la propia
experiencia mejor.
Ahora, Viviendo, no solo se refiere a ir a lugares determinados,
también es vivir experiencias donde el lugar sea secundario pero lo
que allí sucede sea importante. En este caso está la cotidianidad
misma del Refugio, por ejemplo, permite tener experiencias sanado-
ras en la medida en que se viven relaciones que ayudan a consolidar
interiormente una sensación diferente a las usuales, como la de
aceptación, límites claros, apoyo…
Mundo interior
Este aspecto siempre forma parte, en mayor o menor inten-
sidad, de las experiencias de Desarrollo Personal. Se trata de pro-
poner experiencias y modos de realizarlas que tengan la suficiente
capacidad de movilizar procesos de autoconocimiento y exploración
del espacio interior, que permitan la introspección, el viaje por la
propia alma.
Esto les cuesta demasiado a los jóvenes que han vivido expe-
riencias como la de la explotación sexual comercial, aunque vale la
pena decir que es una limitación bastante común. Creemos necesario
ayudarlos a emprender este viaje y a gozarlo hasta que se convierta
en una travesía cotidiana, en un viaje deseado. La riqueza que brin-
da un mundo interior es la de tener un lugar donde ir a nutrirse, a
descansar de las demandas externas, a comprender los caminos
tomados o que se ven a futuro…
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El principal ingrediente para entrar en contacto con este mundo interno es el silencio. Un silencio de afuera pero sobre todo un silencio de las voces interiores. Un silencio que deje escuchar las voces del alma, hecho de aceptación y relajación.
Para ir enriqueciendo estas experiencias hay que proceder poco a poco, de manera tranquila, sin forzar, sin violentar ya que en el silencio y la introspección surgen aspectos acallados que casi siempre están cargados de dolor y confusión.
Durante mucho tiempo en el proceso de atención de los niños y las niñas, será casi imposible lograr un instante de sosiego y soledad que no sea depresiva o rabiosa. De algún modo esto va cambiando en la medida en que vayan aflorando en las experiencias los aspectos más complejos de la vida de cada uno.
Durante el contacto con los niños y niñas hay que ir buscando cuándo y cómo fortalecer este contacto con el mundo interior. Como es tan difícil hay que apoyarlo con experiencias de expresión como la escritura o la pintura, e incluso con la ejecución de oficios rutina-rios que ayuden a estar a solas con un sentimiento de tranquilidad y seguridad.
Cuerpo
El cuerpo es un texto, un testimonio de lo vivido. En las magas guerreras observamos la rigidez que dejan el dolor y la violencia, las máscaras de protección, los movimientos y poses aprendidos en el mundo de la explotación sexual comercial, la falta de fortaleza y elasticidad de cuerpos sin ninguna posibilidad de entrenamiento o simple ejercicio gozoso, las espaldas curvadas por malas posturas y bloqueos energéticos, el envejecimiento pre-maturo, la obesidad y/o desnutrición latentes. También allí está expresada la luz, la mirada aguda y sabia, la palabra cortante y reveladora, la fortaleza para resistir, la seducción, la alegría y el humor (negro con frecuencia).
El cuerpo es quizás el lugar donde se pueden anudar todas las experiencias de Desarrollo Personal. Es donde se expresa la histo-ria, donde quedan registrados los eventos, los vínculos, los miedos
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y las fuerzas. Trabajarlo es un proceso que también debe proceder con cautela, como el silencio y la introspección allí se revelan las heridas más dolorosas y por tanto las que hay que tratar con mayor respeto y cuidado.
El cuerpo se aborda siempre, no solo en experiencias determi-nadas. Somos cuerpo, existimos y nos expresamos por su mediación, por tanto no hay nada que podamos vivir en este mundo sin cuerpo (aun aquello virtual lo supone).
El cuerpo ha sido el territorio del intercambio vivido en la explotación sexual comercial, por tanto es un territorio cargado, muchas veces invadido y violentado. Por eso en principio debemos atender lo que se propone en el Refugio en la dimensión corporal, en lo que expresamos con nuestros cuerpos, lo que reflejan las imágenes que lo adornan o con las que trabajamos. Allí se cruza el tema de género, derechos, historia. Allí se esconden las fuerzas y los dolores.
En el trabajo corporal se abordan muchos procesos, muchos niveles. En primera instancia se busca sensibilizarnos hacia la pre-sencia del cuerpo, crear un poco de amistad con él… suena extraño decirlo así pero la cultura, la religión, las experiencias tempranas suelen crear un abismo entre la conciencia y el cuerpo hasta que perdemos el saber que emana de él y nos desconectamos de sus necesidades y enseñanzas.
A continuación describimos brevemente los principales sende-ros de acercamiento a la conciencia corporal. Los modos de hacerlo varían mucho, lo que importa es que cualquier experiencia de Desa-rrollo Personal centrada en el cuerpo o con este como componente importante, lleven a tomar conciencia de él. Al igual que los aspectos definidos antes, estos senderos NO se refieren a actividades sepa-radas, pueden estar varios e incluso todos presentes en una misma experiencia. Se señalan para comprender los procesos que se pueden movilizar en el trabajo corporal. Estos senderos son: 16.
n Apertura: se trata de buscar que el cuerpo literalmente se abra, se estire de maneras en que los músculos y demás partes comprometidas en el movimiento amplíen su radio de acción.
16 Ver Tobón, M. (1997) módulo “El cuerpo habitado”
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La apertura del cuerpo ayuda a la apertura de las emociones, de la mente, del corazón. Esta apertura debe ser, como todos estos procesos, paulatina, delicada, llevando lentamente a tocar un limite y sobrepasarlo poco a poco.
n Flexibilidad: al igual que la apertura ayuda a ganar matices en el movimiento corporal. La rigidez está conectada a las defensas, a las corazas con que nos vestimos para afrontar la vida. Entre más dura sea, más gruesa es la coraza. No se trata, como en ninguno de estos senderos, de realizar haza-ñas corporales sino de generar experiencias de conciencia y potenciar la capacidad de ser flexible en la medida de cada cual. La flexibilidad está relacionada con la capacidad de vivir las experiencias de la vida desde una aceptación conciente, sabiendo que cada una trae aprendizajes importantes.
n Fuerza: cuando los cuerpos están acorazados muchas veces parecen fuertes, pero no lo son. La coraza es superficial y es-conde una gran fragilidad. La fuerza debe provenir de adentro, de la certeza de quien soy. Cultivar esto en el trabajo corporal requiere que poco a poco las personas se hagan concientes de la manera como habitan su cuerpo, de lo que hacen para debilitarlo. También implica vivir experiencias en las cuales puedan sentir el poder corporal, el gozo de ser capaz de de-terminados movimientos, esfuerzos. Subir una montaña, por ejemplo, requiere este tipo de fuerza. No se trata de la fuerza de destruir, como comúnmente creemos, sino de la de cons-truir, resistir, ir dentro y sacar un poco más de presencia.
n Contacto: Se trata de enriquecer el contacto con el propio cuerpo y con el de los otros. Es un proceso MUY difícil cuando se ha padecido abuso físico, sin embargo se puede ir logrando que las defensas se bajen y se de un acercamiento. Es impor-tante no confundir el contacto con una “melosería” muy común en quienes han estado privados de un contacto amoroso. Esta no es verdadero contacto, es más bien su negación aunque sea paradójico. Más vale que el contacto sea poco pero real y conciente a que sea excesivo y engañoso.
n Relajación: al igual que los procesos anteriores se va logrando poco a poco. No es lo mejor hacer sesiones de relajación, esto
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resulta aburrido y genera muchas defensas. Hay que buscar
juegos, situaciones que lleven a la relajación e ir señalando
poco a poco lo que esta produce. La prueba máxima de la
confianza es la relajación y en el caso de los niños y niñas
con los que estarán trabajando en el Refugio, es justamente el
sentimiento más deteriorado. La mayoría de ellos han buscado
relajarse a través de medios muy dañinos como las sustancias
psicotrópicas. Es tal su necesidad de hacerlo, de bajar un rato
las defensas, que pagan costos muy altos. Pero cuando lo
intentan salen a relucir los peores miedos, los recuerdos más
dolorosos, las sensaciones más devastadoras. Por eso no hay
que forzar la relajación, hay que convocarla y dejar que vayan
aprendiendo que es posible relajarse sin hacerse daño y sin
que otros lo aprovechen.
n Movimiento: el movimiento refleja lo que llevamos adentro,
quienes somos. Tener experiencias de movimiento libre, expre-
sivo, gozoso, libera fuerzas interiores y crea impresiones en el
cuerpo que ayudan a completarnos, a explorar no solo quienes
somos sino quienes queremos ser. Es importante aquí jugar
con la música para sacarlos de sus aprendizajes estereotipados
de movimiento y danza. Experimentar músicas diferentes o
movimientos diferentes con músicas conocidas. Como en todo
lo importante es generar una experiencia de goce.
n Desbloqueo: El trabajo de desbloqueo corporal requiere un
poco más de conocimiento, sin embargo trabajar con masaje y
lo que ya se ha dicho en los demás procesos ayuda al desblo-
queo de zonas corporales que por la historia han sido desco-
nectadas o sobrecargadas. En los chicos de esta experiencia
hay que buscar principalmente un desbloqueo del corazón a
través de masajes y apertura de esta zona. Igualmente de la
zona de la cadera y de las piernas.
n Autocuidado: Este sendero es un indicador fuerte de todo
el Desarrollo Personal. A medida que el amor por sí mismo
va creciendo buscamos cuidarnos con más atención. Esto
no se refiere tampoco a una estética estereotipada, que
suele ser la que los niños y las niñas tienen asimilada, sino
a un verdadero cuidado que junta salud y belleza, que está
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relacionado con la búsqueda de bienestar. Casi siempre es necesario iniciar por información básica de hábitos de higiene y belleza e ir trabajando hacia su internalización conciente. El autocuidado se va logrando a la par que la autoestima se fortalece.
n Reconocimiento y aceptación: todos los senderos apuntan a este. Aceptar quien soy implica aceptar la constitución y la imagen particular de mi cuerpo. En esta época las chicas y los chicos están cargados de imágenes ideales, estereotipadas y lejanas a su realidad lo que produce sentimientos de desva-lorización, rechazo e incluso agresión al propio cuerpo. Por otro lado, en el ejercicio de la ESC han sido sometidos a una valoración parcializada del cuerpo, solo desde su erotismo. Es necesario ir trabajando imágenes, experiencias de verse y ver a los demás, crítica a los modelos de los medios masivos, reconciliación con quien soy… para lograr que la aceptación sea gozosa y real.
n Conocimiento: como complemento permanente de lo anterior está el que ellos/as vayan conociendo más su cuerpo desde las dimensiones más simples y concretas como la anatomía hasta lo más profundo como su funcionamiento energético. No se trata de dar clases sobre el cuerpo sino de ir poco a poco suministrando información y facilitando el contacto directo con el propio cuerpo.
n Expresión y goce: es una dimensión relacionada con lo que ya expresamos antes, sólo que ahora hacemos énfasis en el cuerpo. Se trata de crear experiencias donde el cuerpo pueda expresar todas sus posibilidades y constituirse en fuente de placer y goce… desde la rumba hasta la pintura corporal… caben muchas posibilidades.
El abrazo es un vehículo privilegiado de acceder al cuerpo propio y del otro. Es simple y directo lo que permite trabajar el contacto de manera continua. En general en el abrazo de estos jóvenes hay poco contacto, hay temor, sobre carga sexual, rigidez, huida. No se trata de hacer talleres de abrazos (por favor!) sino de explorar este momento como una oportunidad de crear una experiencia de reconocimiento y expresión.
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A través de experiencias como la del teatro y la fotografía es posible que se fortalezcan profundos procesos de reconoci-miento corporal. Hay muchas otros caminos. Lo importante es comprender el sentido del trabajo corporal. Somos el cuerpo, por tanto en la medida en que logremos habitarlo de manera más conciente estamos integrando más la totalidad de nuestro ser.
Historia y río
En Aprendiendo a Amarlas decíamos: “la historia contada de ésta manera (por compromiso o presión) no tiene valor sanador. No basta decirla, hay que darle nuevos significados y esto no se logra cuando la narración viene precedida por una presión exterior o una pretensión terapéutica que plantea que decir es suficiente, no importa la manera ni el sentido en que brote esta palabra. Esto resulta aún menos cierto en el caso de ellas, ya que han construido versiones “comerciales” de su historia, en las que dicen los más horripilantes sucesos sin conmoverse. Creemos que la narración de los hechos en sí misma, no es importante para que una experiencia sea sanadora, sino la posibilidad de recorrerlos de nuevo para sí mismas y a veces para otras personas, cuando eso sea sentido como necesario, cuando sea deseado, no por otros con deseos de salvarlas o – no faltan-, de curiosear su vida.
Por eso, aunque la vida de las guerreras fue fluyendo a través de experiencias que las llevaban a contactar su casa, sus raíces, su territorio, su rostro, su cuerpo, sus creaciones poéticas y gráficas, sus recuerdos de amor, sus experiencias sexuales, sus aventuras en la calle, sus terrores… en ningún momento partió de un interrogatorio o de una necesidad nuestra de información”17
Seguimos con el texto “entonces si hay que ir al pasado desde vivencias conectadas al presente, permitiendo la expresión con palabras del corazón, apertura y aceptación incondicional. Recorrer la experiencia vivida sin juzgarla ni explicarla, saber que es parte de nuestro ser y conectarnos con ella pero, a la vez,
17 Tobón, M (1999) pág. 137
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dejarla ir, descargarla. Entonces entra a formar parte de nuestra biografía, y sin sernos indiferente, no nos atormenta, la podemos mirar cara a cara”.
Contar la vida es quizás la herramienta terapéutica más usa-da, existen multitud de caminos para hacerlo posible. Lo importante es que una persona encuentre maneras de sacar a la luz aquéllas historias, aquéllos episodios que por haber sido tan difíciles de asimilar por diferentes razones, permanecen escondidos, ocultados ante sí. Se trata a veces de instantes que parecen insignificantes pero al penetrarlos permiten ver todo un tejido de la realidad de esa persona.
Lo más importante en estas experiencias o en los momentos en los que la historia surja de manera espontánea, es la escucha que seamos capaces de dar. Es en esta unión – historia y escucha – donde se crea la alquimia que permite sanar lo que vaya sur-giendo. La escucha, tal como ya lo dijimos, debe ser de aceptación y profunda compasión. Simultáneamente debe ser una escucha aguda, capaz de identificar cuando surge un material importante, cuando una frase dicha sin mucho énfasis esconde algo importante, cuando un silencio o un cambio de tono está señalando algo. Esto requiere entrenamiento y apertura de quien escucha. Tanto los tutores como los demás jóvenes deben ir aprendiendo a escuchar, es un arte infinito donde cada vez se aprende a percibir de manera más profunda y sensible.
Por eso una misma historia puede volver varias veces a ser contada y siempre estará revelando algo más de lo que significa, del sentido que tiene. Cuando una historia agota sus posibilidades, sim-plemente deja de emerger o lo hace de un modo totalmente diferente, como algo verdaderamente pasado, sin cargas.
Parte importante de contar las histo-rias es escucharse entre sí. Oír la historia de otro/a nos permite entender mucho más la propia e ir comprendiendo cómo se des-pliega la vida humana situando la mía en un conjunto. Cuando esto sucede la propia historia se llena de nuevos sentidos, la po-demos comprender mejor y conectarla con
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las de otros, con una época, con un grupo social, con lugares…
esta conexión ayuda a digerir la propia historia, a situarla y a
entenderla más.
Por supuesto habrá muchos momentos en que una historia
solo pueda emerger ante una determinada persona, esto es valioso
y necesario. No se trata de forzar a confesiones colectivas por la idea
de que esto va a ayudar por obligación. En la medida en que alguien
se sienta más cómodo con su historia, la podrá contar de manera
más tranquila y abierta.
Es muy importante para los tutores ir escuchándose en la
medida en que oye una historia. Esto significa ser concientes de lo
que va despertando en sí mismos las cosas que se narran. Muchas
veces se trata de experiencias tan dolorosas, violentas o extrañas
que cuesta asimilarlas, cuesta no llenarse de sentimientos de ra-
bia, tristeza… es importante ser capaz de escuchar con empatía
y comprensión pero sin cargarse de reacciones interiores sobre
lo sucedido. Esto no es nada fácil pero se puede ir logrando en la
medida en que se sea sensible a sí mismo/a. Lo importante es no
llegar al extremo de insensibilizarse, se debe buscar un equilibrio
entre sensibilidad y protección para que realmente estemos pres-
tando un apoyo.
Decimos en el título Historia y Río porque la metáfora
del río es muy interesante para comprender lo que sucede con la
historia. Mientras esta permanezca internamente estancada, se
va dañando y va dañando a la persona que la ha vivido. Permane-
cer estancada significa que la hemos guardado por tanto tiempo,
por temor, vergüenza… que se ha ido aislando de la totalidad de
mi ser. Es necesario mover esos recuerdos, revisarlos, revivirlos
hasta que podamos comprender mejor cómo sucedieron, podamos
perdonarnos y perdonar a quienes participaron en él y aprender
lo que vinieron a traernos a la existencia. Todo lo que nos sucede
tiene algún sentido porque es nuestro, no es ajeno, pertenece a
mi paso por esta vida y por tanto puedo hacer algo con ello. Por
más doloroso o incomprensible que algo sea, puedo abordarlo y
llenarlo poco a poco de expresión y sentido vital. En la medida en
que esto sucede, la historia vuelve correr como el río y a revivir,
a oxigenarse.
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Poder interior
La noción de poder que ha prevalecido en nuestra cultura es la
de dominación. Decimos que tiene poder quien puede ejercer control
sobre otros y someterlos a sus deseos o usarlos para la satisfacción
de sus necesidades. Aún muchos enfoques de Desarrollo Personal
continúan portando esta noción aunque sea de manera velada. Lo que
proponemos es una noción de poder que no suponga la dominación del
otro sino la posibilidad de realización interior, de creación de la propia
vida. Este es el poder interior y supone la ampliación de la conciencia
de sí mismo/a, de la vida, del cuerpo, de la manera singular de cada
cual de asumir la existencia, del aporte de cada uno al conjunto.
El poder interior se recorta cuando vivimos experiencias
de dominación, abuso y violencia, cuando nuestro yo autentico es
negado o cercenado por las exigencias externas y por los propios
miedos. Perdemos partes de nosotros mismos mientras tratamos de
adaptarnos a las exigencias de los seres que amamos o simplemente
tratamos de sobrevivir al maltrato y al abandono.
De la misma manera cuando logramos reconocer y liberar
esas partes escindidas, vamos recreando y completando la totalidad
de quienes somos y ganando poder para construir la existencia y
determinar nuestro camino. La libertad es de algún modo hija de
este poder interior. Entre mayor conciencia tenemos, más libertad
de elegir y más claridad tenemos. En últimas esto es lo que buscan
todos los procesos de Desarrollo Personal.
Curiosamente la misma estructura de poder social, basado
en la dominación, prevalece en el interior. Hemos escogido y privile-
giado partes nuestras que son aceptables socialmente, que han sido
reafirmadas, incluso premiadas, por otros. Partes que aparentemente
nos dan algún poder o al menos nos evitan más abuso. Las demás
partes permanecen desvalorizadas, acalladas lo que requiere un
gasto considerable de energía. Es esta la energía que se libera en la
medida en que integramos nuestro ser, aceptamos la totalidad de lo
que somos, de las experiencias que hemos vivido, de los caminos que
hemos recorrido.
Así como al inicio decíamos que en el nivel personal ver a los
jóvenes que han vivido situaciones de explotación sexual comercial
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como meras víctimas es inútil en el proceso de recuperación, reite-ramos aquí la necesidad de que en el proceso de Desarrollo Personal vayan identificando y reconociendo los modos en que han usado su poder personal para ir participando en la creación de las diferentes situaciones de su vida.
Reconocer este nivel es importantísimo para entender que siempre hemos sido activos en la construcción de la vida por más estrechos que parecieran los márgenes. En la experiencia con las “magas guerreras” resultó claro que eran poderosas, que habían tomado muchas determinaciones en su vida, que habían incluso sometido a otros en su camino, que la experiencia de calle les había dado habilidades y “atajos” para manipular al otro, que de algún modo si permanecían en determinada situación era porque creían –equívocamente o no- que esa situación les iba a permitir lograr sus objetivos. Ellas querían ser libres, tener medios económicos para ganar autonomía, no repetir historias de sometimiento de sus madres… aunque no tenían muy claro cómo, ni los costos que tal vez estaban pagando.
Ese poder es un aliado del proceso, puede resultar a veces desconcertante pero es un elemento vital del crecimiento de los jóvenes. Observar, hacer conciencia de las maneras como han usado su poder, mucho o poco, en sus vidas es el camino para validarse, para conocerse y aceptar responsabilidad sobre su vida pasada, presente y futura.
Este tema se entrecruza con el de derechos y con el de género, entre otros. Si bien en la explotación sexual comercial de menores de edad hay relaciones totalmente desiguales, de algún modo los niños y las niñas deben reconocer cómo y en qué vínculos – seguramente en su familia- aprendieron a aceptar este tipo de relaciones como modo de sobrevivir. Por otro lado el sometimiento siempre tiene otras caras, la venganza soterrada, el odio hacia quien somete, el desprecio18 y es repetido en otras relaciones donde cambian los roles de quien domina y quien es dominado o abusado.
18 En la investigación sobre la dinámica de la demanda, se han recogido estos sentimientos y evidencias de múltiples formas de revancha frente al “cliente”. (Ver IPEC. Moncada, R., et al., (2007)
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En un proceso de Desarrollo Personal buscamos la compren-sión de todas estas dinámicas y la creación de vínculos y miradas sobre sí mismos/as en las que no se creen jerarquías y sistemas de abuso. Es de este trabajo que se van rescatando montos de poder interior perdido durante la vida y que se van afianzando modos de vivir que generen verdadera autonomía: Ese es un proceso de em-poderamiento.
Los diferentes aspectos del Desarrollo Personal confluyen en la recuperación del poder interior para usarlo creativa y amorosa-mente.
A continuación les damos algunas sugerencias de activida-des, sin embargo existen infinitas posibilidades y deben crearse de acuerdo a la situación y al momento:
Narrar la historia de vida a través de elementos como el recorrido de lugares, el trabajo con fotografías, pintura… o la evocación a través de la imaginación.
Identificar los ciclos y las reiteraciones en la vida.
Autorretrato, escritura autobiográfica, representación de la propia historia y vida.
Recorrido del árbol genealógico, origen del propio nombre, per-sonas de la historia.
Reconocimiento de lugares vitales. Paseos, fiestas, disfraces, pintura, baile, canto…
Juegos virtuales y de roles (esta es una modalidad no psicológica sino lúdica creada por los jóvenes)
Recorridos por lugares propios y por otros que son desconocidos o producen curiosidad.
Conocer gente con experiencias de vida interesantes para ellos/as.
Cocinar y comer de manera especial, ritual.
Viajar.
Visitar lugares y recorrerlos con algún propósito de observación específico.
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Experiencias de soledad, escritura personal, paseos a la natura-leza en actitud de contemplación, relajación, escucha a otros y al entorno en general…
Experiencias de movimiento, juego, exigencia física (escalar, nadar, caminar largos trechos), rutinas de estiramiento, yoga, deporte. Masajes, relajación, observación de cuerpo propio y de otros, historias del cuerpo, abrazos…
La columna de amarre: una experiencia creativa
Hemos propuesto que en el Refugio se centre el proceso de atención en una experiencia creativa definida que sería su columna de amarre. Esta experiencia serviría para reunir múltiples corrientes de acciones y procesos pero NO debe ser pensada como la actividad única o la más importante. Es necesario no perder la noción de que el Refugio es una experiencia de recuperación interior basada en la conjunción del Desarrollo Personal, el retejido de redes protectoras, el acceso a recursos y oportunidades y la reconstrucción de redes sociales.
Creemos que estructurar esta experiencia creativa como columna ayuda a los proceso de vinculación y permanencia de los jóvenes ya que da algo concreto a que convocarlos/as y permite es-tructurar los proceso de atención alrededor de una actividad definida. Es en ese sentido que la llamamos columna de amarre.
Hay en ellos, por edad y generación, un gusto por lo expresivo, por la imagen, por lo concreto que serían elementos que ayudarían a potenciar un acercamiento, estos elementos hacen atractiva una convocatoria en actividades expresivas. Partimos de la idea de que es más fácil invitar a un joven a una actividad que le gusta y le atrae a tener que partir de que acepte o comprenda que “tiene un problema”. La apuesta que queremos hacer es que una invitación en “positivo”, a algo que interese y pueda constituir en fuente de aprendizaje y goce para ellos/as.
Ahora, la actividad elegida debe potenciar procesos de creci-miento interior, de reconocimiento y sanación, no se trata de cual-
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quier actividad “lúdica”, divertida o artística, así tenga todos estos
elementos. Estamos convocando las fuerzas sanadoras del arte, de
la expresión y no acudiendo a ganchos fáciles pero poco potentes y
con baja posibilidad de generar procesos. No basta encontrar algo
que “les guste” o “los entretenga” sino procesos que por su capacidad
para simbolizar la experiencia propia puedan ayudar a la sanación
y a explorar la capacidad creativa.
En esta línea se encuentran artes como el teatro, la danza ex-
presiva, la fotografía... trabajadas desde una perspectiva de verdadero
contacto interior y no como simples técnicas. Significa que el alma
encuentra lenguajes, símbolos, materiales donde concretar la expre-
sión de su peculiaridad, de su historia, de sus heridas y fuerzas. Ese
es el sentido del arte como espacio de sanación. La perfección de una
obra pasa a segundo plano o, mejor, es reemplazada por un criterio
de calidad que juega más con la densidad emocional y simbólica que
con el seguimiento de estándares determinados. De acuerdo a todo
lo expresado hasta aquí, el arte como sanador implica que lo que
una persona expresa es aceptado, reconocido sin tomar en cuenta
criterios estéticos, morales o técnicos.
Cuando una persona encuentra maneras de plasmar sensacio-
nes y sentimientos, visiones y perspectivas, recuerdos y fantasías,
de una manera libre, puede reconocer mejor quién es de integrar
partes de sí que han quedado vetadas, olvidadas, castigadas por
diferentes eventos de la vida o que simplemente no han encontrado
el momento y el lugar de manifestarse. Este enriquecimiento de
sí va permitiendo sanar el pasado y también comprender y valorar
el propio punto de vista, lo que cada cual tiene para aportar al
mundo.
Esta apuesta exige que el equipo de trabajo del Refugio
integre aspectos de Desarrollo Personal con las actividades ele-
gidas. No se trata de dos líneas paralelas sino de un cauce que las
recoge e integra. En el caso de esta propuesta se explica adelante
el caso de la fotografía y se intenta mostrar los amarres entre
esta y el Desarrollo Personal. Estas uniones deben ser cotidianas
e implican un trabajo conjunto de las personas del equipo con
experiencia artística y aquellos más especializados en el trabajo
terapéutico.
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Selección de alternativas
En la experiencia del Refugio hemos optado por la fotografía
como apuesta inicial de esta actividad eje. Esta selección viene de
la vivencia en “Aprendiendo a Amarlas” y de muchas observaciones
e intercambios con personas que han participado en procesos de
diversos con grupos en situaciones criticas. La fotografía reúne una
serie de facetas y posibilidades que permiten mediar los procesos
de Desarrollo Personal que hemos descrito.
Por un lado la fotografía permite trabajar sobre la imagen,
el alma funciona con imágenes, ese es su lenguaje. La fotografía
permite verme, ver el mundo, ver al otro, expresar esa manera de
mirar, construir posibilidades creativas desde la imagen, inventar
mundos, hacer conciencia de sí y del otro, jugar…
Por otro lado la fotografía ayuda a desarrollar nociones y
habilidades como la observación, la capacidad de espera, la noción
de proceso, la percepción de detalles y contextos, la relación entre
las partes y el todo, la sensación de armonía, la noción de belleza…
habilidades matemáticas y geométricas básicas, estética, capacidad
de percibir al otro, sensibilidad al cambio sutil, capacidad de estar
en presente, noción de historia y proceso, conocimientos mecánicos
y electrónicos básicos.
Una vez que se aprenden las bases de la fotografía se gana
un medio de expresión personal pero también habilidades básicas
para múltiples trabajos y ocupaciones. En sí misma la fotografía
y los procesos adyacentes a ella pueden ser fuente de trabajo
futuro.
Se trabajaría en algún momento con fotografía digital lo que
ampliaría todas estas posibilidades al sumar aquellas derivadas del
uso del computador.
En términos de Desarrollo Personal se trata de una media-
ción de una riqueza incalculable que ofrece muchas alternativas de
trabajo, algunas de ellas son:
n Me veo, me reconozco a través de la imagen.
n Miro al mundo, miro que miro.
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n Creo mundos.
n Reconozco mi historia a través de fotos (álbumes o recons-trucciones).
n Autorretrato (ver experiencia en Aprendiendo a Amarlas).
n Miro mis lugares.
n Miro mis personas queridas.
n Miro la ciudad.
n Miro el barrio.
n Miro la calle.
Lo importante es el proceso, no los resultados. Sin embargo el obtener resultados y mostrarlos es parte de las virtudes de una mediación como la fotografía. Es posible comunicar lo que se siente, compartirlo, sentir algo de lo de los otros, verme entre otros.
Como ya mencionamos estos procesos no son exclusivos de la fotografía, pueden ser permitidos con otros procesos creativos como el teatro, el circo, la pintura, el video… escogimos la fotografía por experiencias previas y por ser posible montarla de una manera manejable desde el punto de vista técnico y financiero. También consideramos su cercanía para la gente joven actual y el atractivo para aquellos que han habitado mundos como el de la explotación sexual donde circulan imágenes y se crean estereotipos fuertes sobre la belleza, la apariencia, la seducción…
Veremos ahora una descripción de las etapas de trabajo que proponemos:
La curiosidad
Sería este el primer momento, es el juego con la cámara, la exploración inicial. Allí la aliada es la curiosidad. Se pueden organizar pequeños encuentros con la cámara y luego mostrarles los resultados de sus exploraciones. Este trabajo se puede hacer tanto en la calle como en la casa. Aquí es importante crear momentos muy definidos para la experiencia y un contexto para que tenga sentido. Se puede
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invitar a un proceso de fotografía de algo concreto como los ami-gos, por ejemplo o un lugar que les guste… y luego mostrarles las fotos en grupo para ver qué les producen. Puede haber aquí trabajo individual o de grupo.
Experimentar
Si se logra interesar a un grupo se pasaría a esta fase en la que ya más explícitamente construirían un pequeño proyecto con la cámara. Aquí habría un poco más de compromiso y los temas a elegir se trabajarían en grupo para permitir otros procesos de acercamiento y comunicación. Esta fase también se puede trabajar en la calle o en la casa (o en ambas con diferentes grupos). En la experimentación se debe trabajar en el tema y los requerimientos técnicos mínimos para lograr lo que desean. Generalmente la imaginación va más lejos que sus posibilidades técnicas por lo que hay que irlos llevando a precisar y conocer las limitaciones de la cámara o de ellos mismos/as. En esta fase es muy útil conocer experiencias de fotógrafos o ver muchas fotos para que aprendan a observar y nutran su imaginación. La selección de imágenes forma arte del proceso de trabajo, se deben elegir tomando en cuenta lo que les transmiten, los sentimientos que les producen.
Los resultados de la experimentación deben ser expuestos de alguna manera y deben quedar en sus manos copias de recuerdo de su experiencia.
Hacer
Sería la siguiente fase y ya implicaría el compromiso con cla-ses y experiencias de trabajo más estructuradas. Por supuesto esto quiere decir que ya los procesos de trabajo han ido dando frutos y que ellos/as están en condiciones de hacer un pequeño proyecto que implique aprendizajes y responsabilidad.
Este proyecto debería estar conectado a sus procesos de De-sarrollo Personal, a la experiencia vivida, a el camino recorrido y sería mucho más explicito en su mediación como elemento sanador y potenciador de un proceso.
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Esta fase tendría necesariamente espacios de presencia y tra-bajo en la casa, combinados con la calle si así se requiere y tiempos de atención y dedicación mayores.
Por supuesto el proyecto debe prever momentos de exposición de resultados más públicos que lo anterior en los que puede haber invitados de familias, de la comunidad, de empresas…
Perfeccionar y vender
Esta fase implica un verdadero interés en aprender fotografía y posiblemente solo involucre a unos grupos de los que vivieron las fases anteriores. Tendría un sentido ya más ligado al aprendizaje de un oficio y a la preparación para el trabajo (así sea otro diferente) y podría estar vinculado a instituciones relacionadas con el tema. Aquí sería interesante que compartieran con grupos diferentes a los que han estado y se abrieran a mundos relacionados con la foto-grafía artística, comercial, publicitaria, periodística… Habría que explorar formas en que lo aprendido les ayude a tener una fuente de ingresos o a formar parte de una opción en este sentido (así sea como complemento).
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5. Retejiendo redes protectoras
En este apartado vamos a abordar el tema de la reparación de vínculos significativos de los niños y niñas. Para empezar dire-mos que la noción de red busca ampliar la de familia y así generar nuevas alternativas ya que la experiencia ha mostrado que ésta es un recurso que no siempre es identificable, benéfica o con posibilidades de reparación. Esa es una realidad, no un principio teórico o ideal. La verdad desnuda es que en muy pocos casos la familia representa una posibilidad real de protección y retorno a un mundo de sentido, a un referente de identidad.
La familia en muchos casos está destrozada, en otros esta pérdida y sin posibilidades de ser retomada, en otros está tan dañada que difícilmente puede ser reparada o al menos no dentro del plazo que necesitaría una niña o niño en esta situación.
Sin embargo no se trata de eliminar el trabajo con la fami-lia19 sino de ampliarlo a los núcleos de relación y vínculo que sean posibles en cada historia. Estos núcleos pueden estar formados por relaciones diversas, desde amigos hasta familiares más lejanos, desde un grupo de solidaridad establecido en el trabajo del Refugio hasta una asociación de madres dispuestas a prestar apoyo… las alterna-tivas pueden ser muchas y deben ser identificadas y trabajadas en la situación concreta.
El trabajo de reparación y construcción de redes debe ser paralelo al trabajo de Desarrollo Personal ya que la fuente de indi-caciones de cómo trabajar este tejido proviene de allí. Es necesario identificar en la historia de vida de los jóvenes, quiénes han sido las personas cercanas, el papel que han cumplido en su vida y los recursos afectivos o de otro tipo que pueden proporcionar.
En un segundo momento se trata de precisar la situación de los vínculos así como la situación de estas personas en el presente. Este trabajo es arduo ya que muchas veces se ha perdido el contacto o existen graves conflictos que no permiten abordar tan fácilmente
19 Para el trabajo con las familias se cuenta con un material de apoyo desarrollado por la OIT y la ACJ (ejecutora del proyecto del Refugio). Ver IPEC; Asociación Cristiana de Jóvenes, (2005)
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a las personas. Sin embargo es importante ir tejiendo lentamente una red afectiva para cada joven.
El trabajo con estas personas, sea familia o no, implica apo-yar procesos de sanación de las diferentes personas que rodean a un joven que ha vivido experiencias de explotación sexual ya que generalmente uno de los factores que ha precipitado esta situación es la debilidad en la protección y apoyo afectivo necesarios para fortalecer su autoestima…
Tal como se puede comprender al estudiar las trayectorias de vida de esta población, la falla interior que da origen a las vivencias de desarraigo, huida y apego a situaciones destructivas para sí mis-mos está estrechamente relacionada con experiencias tempranas de violencia y abuso, incluido el sexual, así como con situaciones de desamparo de diverso tipo (material, afectivo, social) y exclusión. Ese conjunto de fuerzas no solo expulsan a los jóvenes de sus nichos de crecimiento sino que les crean una fragilidad interior profunda que muchas veces está enmascarada con actitudes defensivas hostiles.
También se encuentra al revisar éstas trayectorias de vida una repetición de ciclos generacionales. Es decir, tanto las niñas como los niños continúan ciclos de sus padres y madres donde el abuso, la violencia y la desprotección han estado presentes. Romper estos ciclos requiere intervenciones sanadoras tanto individuales como grupales desde el enfoque de Desarrollo Personal presentado. Pue-den diseñarse diferentes experiencias en grupos de madres (que son casi siempre las más accesibles), por ejemplo, donde al contactar y expresar la propia historia, sanar heridas que las hacen reaccionar violentamente, compartir vivencias… puedan remontar el círculo vicioso y comenzar a mejorar la propia autoestima y con ello a sanar el vínculo con su hijo o hija.
Por otro lado existen a veces otros vínculos que han sido aga-rres interiores de los jóvenes durante su vida. Se trata de familiares (una tía, una prima, una abuela o tío, primo…) u otras relaciones (vecino, amigo o amiga, una maestra o maestro…) que han mostrado interés y los han apoyado en diferentes momentos. Estas personas son valiosísimas para un proceso de recuperación. Muchas veces su presencia es la única real, concreta para un niño o niña. A veces se trata de vínculos esporádicos otros más continuos pero que se
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caracterizan por permitir experiencias de reconocimiento y amor. Estas personas deben ser vinculadas a los procesos en la medida de las posibilidades de tiempo y lugar. Para ello se pueden crear alterna-tivas diversas, desde acudir a un intercambio de cartas hasta apoyar un viaje si es necesario… no se trata de hacer de toda intervención un taller, se trata de propiciar encuentros en los que la noción de amor incondicional sea la guía.
El trabajo de retejido de redes protectoras debe ocupar un lugar importante dentro de la actividad del Refugio ya que exige procesos de identificación, ubicación, contacto, recuperación, seguimiento… Los procesos que se logre activar en este sentido son los que van a sembrar posibilidades de hacer más sostenible la recuperación de los niños y niñas a mediano plazo. El Refugio, tal como se ha afirmado, es temporal, debe dar paso a formas de apoyo y solidaridad más integradas socialmente.
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6. Recursos y oportunidades
Entendemos como recursos y oportunidades el acceso a los satisfactores de las necesidades que cada niño o niña presente. Vale la pena aclarar que no se trata de un proceso masivo y homogéneo. Se trata de reunir el proceso de Desarrollo Personal, lo que va surgiendo allí como necesidad sentida, con lo que se puede ir identificando en el medio social en el que el Refugio ha construido sus redes.
Como guía conceptual para el trabajo recursos y oportunida-des proponemos la matriz de necesidades y satisfactores de la teoría del “Desarrollo a Escala Humana” de Manfred Max Neef y col. Este enfoque es coherente con lo que venimos proponiendo ya que coloca el desarrollo humano como centro y las necesidades las ve no como carencias sino también como potencias20.
En una apretada síntesis se puede decir que este enfoque plantea que existen dos grandes categorías de necesidades, las existenciales: ser, hacer, tener y estar y, las axiológicas: subsisten-cia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad. Estas necesidades son las mismas en todos los seres humanos y en todas las culturas y épocas de la historia. Lo que varía es la manera en que cada grupo humano las satisface. A esto se llaman satisfactores.
Los satisfactores no son unívocos, es decir un mismo satisfac-tor puede llenar varias necesidades o varios satisfactores apuntar a una necesidad. Por otro lado, las necesidades son todas igualmente importantes. Una persona necesita tanto construir una identidad y ser reconocida como comer o dormir.
Esta manera de ver las necesidades y su satisfacción está muy cercana al enfoque de Desarrollo Personal propuesto, sirve como base. En términos de un Modelo de Atención implica generar simul-táneamente y de acuerdo a la situación el acceso a satisfactores que permitan avanzar en la actualización de las necesidades. De igual manera implica que no es un proceso estático donde de una vez queda una necesidad satisfecha sino que hay una espiral evolutiva
20 Max Neef, M y col (1985)
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donde a partir de un nivel alcanzado se abren nuevas posibilidades. Los satisfactores “no son los bienes económicos disponibles, sino que están referidos a todo aquello que, por representar formas de estar, ser, tener y hacer, contribuye a la realización de las necesidades hu-manas. Pueden incluir formas de organización, estructuras políticas, prácticas sociales, condiciones subjetivas, valores y normas, espacios, comportamientos, actitudes; todas en una tensión permanente entre consolidación y cambio.”21
En términos del Desarrollo Personal implica que las personas van avanzando no solo en reconocer sus necesidades y buscar de manera cada vez más autónoma su actualización, sino en refinar o enriquecer los satisfactores. Un ejemplo, cuando alguien empieza a descubrir su potencial creativo, a expresar su propia voz, se crea una fuerza para ir cada vez más allá, para explorar nuevas posibilidades. Lo mismo sucede con cualquiera de las necesidades.
Lo importante es llegar a ver tanto las necesidades como los satisfactores, y la relación entre ambos, de manera subjetiva, holís-tica, interrelacionada y dinámica. La pregunta permanente debe ser: ¿Cuál sería el/los satisfactor/es que permitiría una más amplia y adecuada actualización de las necesidades de cada uno de los niños y niñas, en determinado momento de su proceso?. Este sería el criterio para ir conectando el proceso personal con los recursos que se identifiquen en la comunidad.
Esto implica que aunque se cuente con algunos recursos básicos, tales como acceso a determinados servicios de salud, por ejemplo, no se trata de hacer un proceso estándar, rígido de remisión de cada niño a determinados servicios sino de ir comprendiendo el proceso de cada cual y facilitando el encuentro de las necesidades con satisfactores brindados por el medio. Así como cualificando los satisfactores mismos para que cada vez sean más sinérgicos en su capacidad de realizar las diferentes necesidades. Siguiendo con el ejemplo de los servicios de salud, se trataría de que a través de un determinado servicio el niño/a no solo satisfaga lo relacionado con su subsistencia sino que la manera en que reciba la atención le aporte a la realización de sus necesidades de participación (al sentirse parte del proceso y no solo recibirlo pasivamente), de entendimiento (si
21 Idem nota 20
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el servicio es dado de una manera que ayude a comprender mejor
su condición), de identidad (si recibe reconocimiento y elementos
para conocerse más a sí mismo/a, a su cuerpo, emociones…).
Para facilitar el seguimiento de cada niño y niña se podría
utilizar el siguiente cuadro:
SER HACER ESTAR TENER
Subsistencia
Protección
Afecto
Entendimiento
Participación
Ocio
Creación
Identidad
Libertad
Este cuadro debe ser utilizado de manera dinámica, no se
trata de que el Refugio de manera mecánica vaya llenando cada
cuadrito sino de irse preguntando qué necesita cada niño o niña y
qué satisfactores se le pueden ir brindando en cada momento del
proceso.
El trabajo del Refugio en este tema sería a dos grandes ni-
veles:
1. Identificación, establecimiento de acuerdos y el segui-
miento de las fuentes de recursos y oportunidades para
los jóvenes que va vinculando: Estos procesos se deben
priorizar a nivel local, con posibilidades reales de acceso y de
trabajo conjunto. En este nivel se contactarían instituciones
y grupos que ofrezcan alternativas en aspectos como: salud,
educación, vivienda, formación para el trabajo, realización
espiritual, cultura, participación comunitaria, entre otros.
En este sentido no basta con asegurar el acceso, es necesario
trabajar hacia la comunión en los procesos, hacia la posibilidad
90
de que en esos espacios los niños y niñas sean tratados con
respeto, no sean estigmatizados y se apoye su recuperación
de autoestima. Si esto no se busca activamente, experiencias
como, por ejemplo, la nivelación escolar, pueden tornarse tan
devastadoras como las ya vividas. Es necesario que las per-
sonas que entren en contacto con los niños/as tengan alguna
posibilidad de comprender su historia, el proceso que están
viviendo y ayuden a animarlos.
En este sentido se abre una gran tarea de trabajo interinstitu-
cional que es de carácter permanente. Implica reconocer las
ofertas institucionales así como entablar relaciones, acuer-
dos, alianzas de diversa índole según lo que se encuentre
disponible. Es importante señalar que la oferta no se tiene
que restringir a las organizaciones gubernamentales de la
zona, bien se puede hacer intercambios con organizaciones
no gubernamentales, comunitarias, profesionales, culturales
independientes, artísticas…
2. Identificación del estado de las necesidades en el proceso
de cada niño o niña atendido: durante el proceso de vin-
culación y los de Desarrollo Personal se deben ir identificando
el estado de realización de todas las necesidades de los niños
y niñas. Para esto se recomienda usar el cuadro propuesto,
que puede adaptarse como una herramienta de apreciación
de la situación y de su progreso. No se trata de ir buscando de
manera mecánica satisfactores para cada necesidad sino de
identificar satisfactores lo más sinérgicos posibles. Esto sig-
nifica buscar actividades, por ejemplo, que sean tan potentes
para sanar a un niño/a que satisfagan varias necesidades a la
vez. Un ejemplo es el de las actividades de formación que fun-
den aspectos artísticos y laborales como el diseño de modas,
gráfico… estos aprendizajes ayudan a que se encaucen varias
demandas internas y necesidades de subsistencia, creación,
entendimiento e identidad.
Cuando se retoma el concepto de necesidad del enfoque de
Desarrollo a Escala Humana, se amplía en gran medida el
concepto mismo de lo que concebimos como necesidad ya
que se engloban aquellos anhelos humanos de trascendencia
91
y de reconocimiento, tal como explicamos antes. Esto resulta importante en este momento ya que si bien buena parte del trabajo de atención debe centrarse en permitir el acceso a satisfactores de necesidades evidentes como las relacionadas con el bienestar y la subsistencia lo que proponemos es pres-tar atención a esos otros niveles de realización humana que permiten ir construyendo una proyección vital.
En los jóvenes que han vivido experiencias de ESC hay mu-chos anhelos latentes, muchos deseos de vivir experiencias, de expresar su ser, de sentirse parte de una comunidad, de producir algo importante para otros, permitir que esto emerja y encuentre un cauce de expresión y realización es el sentido del quehacer del Refugio.
93
7. Comunidad
Aquí hablaremos de las relaciones entre los habitantes del
Refugio. La comunidad son las y los jóvenes que participan en las ex-
periencias y el equipo de trabajo que se compone de la coordinación,
los tutores y las personas de apoyo (aseo, cocina…). Todos deben
estar integrados al sentido del trabajo, formar parte de actividades
desde su propio aporte y especificidad.
Al llamar comunidad a las personas participantes del Refugio,
tanto el equipo de trabajo como los y las jóvenes, estamos optando
por un término que tiene significados definidos. Lo que queremos
relevar es que se buscaría la constitución de un espacio de relaciones
democráticas, basado en el absoluto convencimiento y afirmación de
la igualdad esencial en la diferencia enriquecedora.
Las diferencias de historia, roles, edades, miradas, orienta-
ciones sexuales, género, posición social, recursos económicos…
no se pueden ni deben negar, se requiere una mirada que pueda ir
más allá de ellas, recogerlas, acrisolarlas y ver la igualdad básica
de lo humano y la variedad infinita de su expresión. Esta concep-
ción no es una postura teórica solamente, es y debe ser un actuar
cotidiano.
El territorio de los encuentros cotidianos, sea en la calle o en la
casa, es el que hace que la propuesta de trabajo del Refugio sea una
u otra, se haga real. Las relaciones que se vayan estableciendo entre
los miembros del equipo, entre los tutores y los niños y niñas, entre
los mismos niños, son la materia de trabajo más importante.
Lo que se ha roto o se ha cargado de experiencias dolorosas
es precisamente el vínculo, con los otros, consigo mismo, con el
mundo. Generalmente los niños y niñas someten a grandes tensiones
el vínculo con ellos. Suele haber manipulación afectiva, variaciones
extrañas, exceso de apego, demanda agobiante, hostilidad… toda
esta expresión es una puesta en escena que ellos necesitan para
verificar lo que pueden encontrar en el otro/a. Se buscaría crear
experiencias que permitan reparar la confianza pero se debe tener
claro que eso tarda mucho tiempo y es un proceso cíclico con subidas
y recaídas, no es lineal.
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La verdadera escuela para los tutores/as es justamente el establecimiento de vínculos – en principio con los niños y niñas pero no solamente – ya que dada la habilidad de los niños para poner al desnudo los límites interiores del otro, permanentemente se requieren procesos de toma de conciencia, de trabajo interior, de comprensión del significado de los sentimientos y comportamientos que la interacción les moviliza.
Los niños y niñas en general y los que han vivido experiencias límite en particular, son maestros para los tutores, son quienes pue-den señalarle sus huecos interiores, sus miedos, sus límites mentales y afectivos, sus incapacidades. Esto es a veces agobiante, pero lo es más cuando se opone resistencia y no se hace conciencia de lo que sucede. Como se retomará adelante, los y las tutoras deben hacer permanentes procesos de Desarrollo Personal para servir como guías para los niños/as y para sacarle el máximo provecho a la situación.
Se mencionó también la relación entre los tutores y en general de todo el grupo que trabaja en el Refugio. Es muy frecuente que allí esté la mayor fuente de conflicto y contradicción en un proceso como este. Aparte de las tensiones normales de todo equipo de trabajo, los procesos como los que se realizarán en el Refugio crean situaciones de gran angustia y temor. Se trata de un trabajo en el que a menudo se tocan los límites de la experiencia humana y no es nada fácil procesar el impacto que esto causa.
Es necesario que el equipo trabaje permanentemente sobre los sentimientos, creencias, sensaciones… que van surgiendo con la experiencia. Muchas veces sólo contar lo vivido, lo visto, ayuda a aliviar la angustia y a comprender mejor. Esto contribuye a aliviar las cargas cotidianas y por tanto las relaciones. Sin embargo es ne-cesario también que se haga conciencia sobre la manera como se dan estas relaciones, lo que cada cual pone en ellas, los vínculos entre los miembros del equipo, la forma en que se ejerce el poder – no solo el explícito y formal, sino el implícito.
Este proceso puede requerir apoyo externo al Refugio y sería muy saludable tener espacios permanentes para reciclar tanto lo que produce la experiencia con los niños como lo que va sucediendo en el equipo de trabajo. Más adelante se sugieren algunos elementos para el trabajo del equipo.
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Más allá de ellos y nosotros
El sentido general de los vínculos en la experiencia del Re-fugio es el de acercar los polos en los que comúnmente se viven las relaciones. No se trata de negar que las diferencias sino de trascen-der la dinámica en la cual éstas necesariamente crean jerarquías y antagonismos. La frase que proponemos como guía para establecer el vínculo es “jamás usaríamos nuestro poder para devastar su espíritu, costara lo que costara respetaríamos su alma de magas guerreras”22. Y cuesta, estamos acostumbrados a relaciones donde quien sustenta un poder lo ejerce como modo de domina-ción y control. Más allá, creemos que determinadas condiciones o características otorgan poder. El intento es poner en cuestión esos parámetros y fundar un tipo de relación solidaria.
¿Qué significa esto? En las relaciones basadas en un principio de solidaridad se considera que lo que cada uno es, hace, parece… constituye su identidad y su proceso vital, tan legítimos como cualquiera. Así se rompe con la idea de que determinados criterios relacionados con la edad, clase, raza, cultura, riqueza, género, orientación sexual, procedencia… son en sí mismos generadores de poder y sumisión. En su lugar se instala la noción de dignidad e igualdad humana. En la vida cotidiana esto se traduce en que por ningún motivo alguien que esta en una posición de poder, según los parámetros sociales, usaría esa posición para someter y manipular al otro. Sin embargo para que eso sea posible no basta tener el con-cepto, es necesario vivir de acuerdo a una convicción profunda en la igualdad, no hacer como si fuéramos iguales creyendo con eso ser generosos y justo.
Igualdad y gozo por la diferencia son dos conceptos insepa-rables. Decimos gozo y no tolerancia para enfatizar que la fuente de esta actitud no es una simple adecuación a un discurso políti-camente correcto, es una convicción sentida y encarnada de que la vida está constituida por el flujo y el reflujo de una increíble gama de diferencias que danzan y crean la belleza y la armonía. Cada ser es una chispa de ese todo vibrante y tiene su parte esencial en el concierto. Es esa convicción la que nos permite gozar cada
22 Esta frase cierra la experiencia de Aprendiendo a Amarlas
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posible expresión de lo humano y comprender aún aquellas que parecen inadmisibles.
Esta posición es retada en la vida cotidiana una y otra vez. En el caso de las y los jóvenes que vivirán la experiencia del Refugio es de esperar que su comportamiento sea provocador al máximo. La pregunta implícita es “de verdad puedes contenerme y aceptarme sin usar tu poder para devastarme? mmm… veamos”. Quieren probar nuestros limites, rompernos, manipularnos para ver hasta donde pueden confiar y también si podemos contenerlas. Este es el centro de todos los intercambios. Dada su historia es fácil entenderlo, han vivido experiencias en las que el poder ha sido usado sin escrúpulo para someterlas y violentarlas. Estas experiencias han estado pre-sentes en todos los espacios de su vida y no conocen otra manera de relacionarse.
En el Refugio las relaciones estarán mediadas por diferen-cias notorias: adultos- jóvenes, mayor educación-menor educación, posición económica más privilegiada-menos privilegiada, vidas “aceptadas” socialmente-no aceptadas socialmente, menos mal-trato sufrido -mucho maltrato… por esto la permanente reflexión sobre el uso del poder entre las personas del equipo y con los y las jóvenes es vital. Lo que permite tener una actitud de aceptación es vernos reflejados en ellos y ellas. Entender que no somos especies separadas sino que expresamos la vida y lo humano de maneras diferentes pero totalmente conectadas. Sus heridas son nuestras y estamos relacionados con lo que sufren y con la valentía que tienen, sus caminos no son tan diferentes a los nuestros. No hay separación real, solo aparente.
Todos tenemos poder así elijamos usarlo para perpetuar una situación de víctima o abuso. Este principio es muy difícil de acep-tar pero es el que permite hablar de igualdad. El problema es que ese poder muchas veces no ha podido ser expresado, fortalecido y usado de maneras abiertas y claras por las situaciones de extrema violencia. La idea es crear condiciones en las que el poder de los niños y jóvenes pueda emerger y hacer presencia en las relaciones y determinaciones de la vida cotidiana.
Esto implica la creación de espacios de verdadera participación de los jóvenes en las definiciones que afectan su vida. Espacios donde
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reciban información y expresen sus puntos de vista e intervengan
en aquellas decisiones que pueden ser modificadas con su actuar. Es
importante que exista esa posibilidad, de otra manera es un juego
sin sentido de generar expectativas de participación que luego se ven
frustradas por la realidad. Aquí se deben determinar que ámbitos
de la vida son modificables por la acción de ellos y cuales no (por
razones administrativas, legales, económicas…). Esto genera unos
límites claros y expectativas razonables.
La igualdad en una relación no significa voltear la situación
y permitir que alguien que ha sufrido abuso y dominación pase a
ocupar el rol de dominador. Esto sucede cuando no se ponen lími-
tes claros y se permite una manipulación afectiva de la situación,
cuando se confunde libertad con capricho, cuando se acepta la
falta de respeto y la agresión como posibilidades de expresión sin
consecuencias. Como se aclaró al hablar de amor incondicional,
los límites claros son parte del amor, son los que permiten generar
una sensación profunda de que existo y el otro existe y somos dos
(mínimo) negociando la existencia.
Tutores y tutoras
La figura que proponemos como expresión de la concepción del
Refugio es la de Tutor. Para llegar allí pasamos por varias reflexio-
nes. Una se refiere a repensar el esquema de interdisciplinariedad,
muy importante por cierto, para llevarlo a la noción de comunidad.
Creemos que hablar de comunidad, donde cada cual aporte su saber
específico pero además forme parte de una intención colectiva, de-
vuelve al centro lo verdaderamente importante que es la búsqueda
de alternativas para apoyar los procesos de crecimiento de los y
las jóvenes, más allá del ejercicio desintegrado y a veces rígido de
labores disciplinarias determinadas.
Cuando retomamos el concepto de comunidad, ya trabajado
desde algunas perspectivas terapéuticas, ampliamos la posibili-
dad de actuación tanto del grupo como de cada persona ya que se
desbordan las fronteras disciplinares, sin perder sus aportes, y se
motiva la presencia de dones, talentos, habilidades múltiples de
cada persona.
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Así surge la figura de tutor, todas las personas que apoyan el trabajo en el Refugio lo serían. Esto es un reto pero creemos que también es un regalo ya que ayuda a que la percepción de los jóvenes sea más totali-zante y la intervención sea más creativa y cercana.
Un tutor o tutora es alguien que acompaña activamente un proceso de crecimiento personal. Es un facilitador, un apoyo, un espejo, un guía. Es un rostro concreto y real con el cual se relacionan los jóvenes y con quien van mirando el proceso en su conjunto.
El equipo de tutores estará constituido con personas que en conjunto (no se trata de que todos tengan todas las características sino que se acerquen al perfil y en grupo lo cubran) reúnan las si-guientes características:
n Que puedan aportar desde su disciplina pero sobre todo desde su experiencia de vida al proceso de crecimiento personal de los jóvenes.
n Creativos desde diferentes aspectos como el arte, el trabajo corporal, la comunicación, la recreación y el deporte…
n Con habilidades comunicativas y expresivas, espontaneidad.
n Interesados/as por su propio Desarrollo Personal, con algún nivel de autoconocimiento y reconocimiento.
n Con una actitud positiva y alguna experiencia de trabajo en calle.
n Con una perspectiva comprensiva del tema del trabajo infantil en general y de la ESC en particular.
n Capacidad de trabajo en grupo.
n Interés por esta propuesta.
n Con apertura a las culturas juveniles actuales.
n Con una visión democrática.
n Sensibilidad a los procesos interiores propios y de otros.
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n Con conocimiento técnico de la fotografía (en este caso particular) o de las actividades que se definan como eje de trabajo.
Las funciones de un tutor o tutora son:
n Diseñar y realizar estrategias de acercamiento y contacto en calle o en los lugares identificados.
n Diseñar y realizar experiencias de Desarrollo Personal tanto en la calle como en la casa.
n Formar parte del equipo de tutores y contribuir a su fortale-cimiento.
n Participar en la planeación, a la gestión, a la evaluación del Refugio.
n Aportar los saberes que tenga por su disciplina y experiencia vital.
n Acompañar a un grupo específico de jóvenes durante todo su proceso y definir, con el apoyo de otros tutores y participa-ción de los mismos jóvenes, sugerencias para los procesos de recuperación.
n Dar cuenta de las actividades, procesos interiores, avances, dificultades y necesidades de los jóvenes del grupo asignado a su cuidado.
n Participar en procesos de reconocimiento, negociación y es-tablecimiento de alianzas locales.
n Trabajar continuamente en su propio Desarrollo Personal.
n El equipo debería tener una proporción igual de hombres que de mujeres.
En cuanto a las relaciones que se proponen crear al interior del Refugio de manera que aporten en el sentido general del trabajo, señalaremos algunos procesos que deben estar presentes de manera continua y ser trabajados en el grupo:
n Mantener el contacto con el interior y con los otros.
n Identificar y trabajar sobre los juegos de poder que surjan.
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n No juzgar, desvalorizar, sobreproteger, asustar como modos de obtener poder o someter.
n Ser auténticos y respetuosos aun sí se trata de expresar los límites interiores.
n Ser coherentes en el uso del lenguaje verbal y corporal con las intenciones del Refugio.
n Hacer un ejercicio permanente de establecimiento de prioridades manteniendo el sentido del trabajo en el Refugio como centro.
Estas actitudes son fruto de la experiencia y la reflexión con-tinua del grupo. Para iniciar se debe hacer una capacitación sobre el sentido del proyecto del Refugio donde se trabaje además sobre el propio Desarrollo Personal del equipo y sobre las implicaciones y sentidos de los diferentes elementos que configuran la acción del Re-fugio. Esta capacitación y los espacios de reflexión y procesamiento de la experiencia deben ser continuos.
La construcción de comunidad
El trabajo con poblaciones que han vivido historias tan dolo-rosas es desgastante, es fácil desanimarse, perder el rumbo, asus-tarse, confrontarse interiormente, deprimirse, dudar… por esto la formación del equipo de trabajo no puede ser racional y puntual, debe ser continua y acoger todas las áreas de la vida y del ser que son afectadas por la experiencia así como los aprendizajes, hallazgos y gozos que traiga.
Parte de la construcción de comunidad es esta labor conti-nua de formación, apoyo y comunicación del equipo de trabajo, otra parte es la constitución de espacios de encuentro entre el equipo y los jóvenes que participan en la experiencia. Es obvio que dadas las actividades del proceso habrá un continuo encuentro, lo que quere-mos señalar es que se deben crear algunos espacios donde los y las jóvenes puedan participar de las discusiones referentes al destino mismo del proyecto.
Esta participación es la que permitirá mantener abierto el proceso de aprendizaje y ajuste de la propuesta del Refugio además
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de ir recogiendo la experiencia desde puntos de vista diversos. Este
espacio deberá ser planeado y desarrollado buscando que también
aporte al proceso de crecimiento personal de los jóvenes ya que les
va a permitir sentir que su participación es valiosa. Además les va
a permitir desarrollar habilidades como el análisis de situación, la
generación de alternativas, la comprensión de la complejidad de un
proceso social, las relaciones humanas, la expresión de su punto de
vista, la capacidad de crear colectivamente… Este espacio es en
sí mismo un aporte al empoderamiento del grupo participante del
Refugio pero además un elemento enriquecedor permanente.
Formación de tutores
A continuación describiremos las líneas de formación y re-
flexión de los tutores como temas de trabajo continuo. Inicialmente
se trabajarán en talleres pero deberán ser retomadas en los espacios
de trabajo en grupo y por cada uno en su proceso personal.
Creencias
Esta línea de reflexión se refiere a las ideas, conceptos,
creencias, pensamientos que tenemos frente a aspectos esenciales
en un trabajo de Desarrollo Personal en general y de la población
de ESC en particular. Lo que pensamos suele ser una mezcla de
creencias que hemos ido acumulando procedentes de fuentes diver-
sas: la cultura familiar, la interpretación de la experiencia de vida,
las creencias comunes de la sociedad y el tiempo donde vivimos,
la generación a la que pertenecemos, la religión o cualquier otro
sistema de creencias al que hayamos estado vinculados, la escuela
donde estudiamos…
Lo que pensamos se ve reflejado en las actitudes y gestos co-
tidianos. No solo lo que sabemos que pensamos sino, quizás más, lo
que no sabemos que pensamos. Suena extraño pero muchas veces
portamos una gran cantidad de creencias y no somos concientes de
ellas. Creencias que pueden ser incluso contradictorias con ideas
que nos suenan más aceptables o que parecen mejores pero que en
el fondo no son las que guían el comportamiento cotidiano.
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En un tema como la explotación sexual comercial de personas
menores de edad hay un cúmulo inmenso de creencias y prejuicios
– mezclados con temores- que influyen a la hora de trabajar en un
proyecto como el Refugio. Por ésta razón es importante explorar,
comprender, ampliar, clarificar y hacerse conciente de estas creen-
cias para desprenderse de aquellas que no son creativas y no ayudan
al papel de los tutores/as y construir o reforzar aquellas que pueden
ayudar.
Se trabajarían preguntas (entre muchas posibles) como:
n ¿Por qué creo que un niño o niña llega a la experiencia de
explotación sexual comercial?
n ¿Cómo creo que afecta a un niño/a esta experiencia?
n ¿Qué pienso de los clientes que acuden a los niños y niñas en
esta situación?
n ¿Cómo contribuye la sociedad a crear y mantener esta situa-
ción?
n ¿Qué pienso sobre la sexualidad entre adultos y niños/as?
n ¿Qué creo que ayuda a sanar en una situación así?
n ¿Cómo creo que me afecta trabajar en estas circunstancias?
n ¿Tiene algún sentido una trayectoria de vida como la de los
niños y niñas que han vivido estas experiencias?
Miedos
El principal obstáculo y a la vez maestro del crecimiento inte-
rior es el miedo. Comprender los propios miedos, sus orígenes, sus
maneras de expresión, sus consecuencias nos permite ir despejando
el camino de fortalecimiento interior. Los miedos están muchas veces
escondidos tras racionalizaciones, sentimientos, historias… pero
actúan de manera eficaz para impedirnos vivir plenamente.
En el tema de ESC los miedos están presentes de muchas ma-
neras. Los lugares mismos donde sucede, las maneras, las imágenes
de sus situaciones, las consecuencias, producen temores compren-
sibles y muy humanos. Es difícil procesar una experiencia donde
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se rompen las mínimas condiciones de justicia y respeto. De algún
modo nos vemos reflejados en las situaciones y los temores propios
se mezclan con los de los demás.
Sentir y reconocer los miedos es necesario para estar en un
trabajo como el del Refugio. Estos miedos no son estáticos, cambian,
mutan, surgen de situaciones inesperadas. El trabajo sobre los propios
miedos es una guía muy rica para comprender el camino a seguir
en el desarrollo interior y ayuda a apoyar a otros en el mismo. Un
miedo es una señal, un aviso de un lugar a explorar, de un tema a
trabajar.
En la relación con los y las jóvenes los miedos son el aviso
también de los límites interiores, de lo que esa relación nos está
movilizando y de las trampas que podemos estar afrontando en su
búsqueda insistente de asegurarse si pueden o no confiar en noso-
tros. Por eso hay que ponerles atención y trabajarlos. Esto significa
expresarlos, a veces jugar con ellos, reconocerlos y comprenderlos.
Así el miedo parece desvanecerse y dar lugar a nuevas fuerzas y
comprensiones.
Sentimientos
Aparte de los miedos hay muchos sentimientos y emociones
que se mueven durante un proceso como el Refugio. Aprender a
identificarlos y diferenciar lo que suscitan en el cuerpo y en las reac-
ciones propias enriquece mi capacidad de verme y ver al otro. Muchas
veces somos reactivos de manera inconciente a lo que sentimos lo que
nos lleva a justificar y actuar de maneras inconcientes que repiten
patrones profundamente arraigados de relación. Estos patrones no
necesariamente permiten y crean situaciones de crecimiento para mí
y los otros. Nos dejamos arrastrar por las emociones sin comprender
que su origen puede estar lejos de la situación actual y corresponder
más bien a la propia historia, a miedos, a resistencias.
De nuevo el camino es la conciencia, aprender a reconocer lo
que sentimos, cómo lo sentimos, en que partes del cuerpo, con qué
colores y sensaciones lo asociamos, que necesidades d estuación nos
producen No es un proceso de racionalización, es un trabajo más
corporal que racional. Es un proceso de conciencia que al igual que
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los demás se hace a partir de el reconocimiento, la expresión y la elaboración de lo que nos señalan.
Al igual que los miedos, las emociones y los sentimientos hacen parte del material a trabajar cuando se está facilitando procesos de Desarrollo Personal. Debemos saber qué sentimos para ser claros con quienes estamos apoyando, Aceptar lo que sentimos es quizás el paso esencial para trascenderlo, en el caso de emociones “nega-tivas” como el rechazo, la ira, temores, apegos, rivalidades, celos, depresión… en el caso de sentimientos “positivos”, reconocerlos nos ayuda a volverlos más transparentes y útiles al proceso.
Obviamente reconocer las propias emociones permite que podamos comprender mucho mejor las de los demás y podamos diferenciar cuando sea necesario si se tratan de emociones perso-nalizadas, dirigidas a mi, o tan profundas que van mucho más allá del presente y de la relación conmigo.
Historia personal23
Trabajar sobre la propia historia de vida es una de las fuentes vitales de crecimiento personal y por supuesto de capacidad de apoyo a otros. En la trayectoria vital están las pistas que me indican los temas importantes de mi vida, aquellos que vine a aprender en esta experien-cia, las maneras en que he ido construyendo mi ser y mi existencia, las opciones que he tomado, las herencias que he recibido, las raíces milenarias y cercanas de quien soy, los ciclos de la existencia…
Cuando se facilitan procesos de Desarrollo Personal este pro-ceso es indispensable, mirar la propia historia me permite compren-der y aceptar la historia de otros. Es la mayor fuente de compasión y entendimiento de cómo la existencia se construye de maneras misteriosas pero siempre reveladoras y sabias.
Al mirar la historia es clave comprender que somos en gran medida sus creadores, que somos responsables de lo que hemos he-cho y dejado de hacer, esta responsabilidad no se debe traducir en culpa u orgullo sino en comprensión del propio poder, de la capacidad creadora, de la libertad cotidiana.
23 Tobón, M (1997) modulo “Historias de la vida”.
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Cuerpo
Gran parte de un proceso de Desarrollo Personal se da en el territorio corporal. Por un lado la historia, los sentimientos, los pensamientos, los miedos… se reconocen a partir del cuerpo, de las sensaciones que nos transmite, de las señales que da.
Por otro lado trabajar desde el cuerpo es un camino potente de crecimiento personal. La liberación, reconocimiento, expresión corporal nos permiten ampliar el campo de Ser, de existir, aumentan el poder personal y la propia estima.
Un equipo de personas que facilita procesos de Desarrollo Personal debe trabajar en el reconocimiento de su propio cuerpo y aprender a mantener conciencia sobre sus sensaciones ya que es el apoyo fundamental para guiar a otros. Los demás “leen” nuestro cuerpo y son sus mensajes lo que realmente llegan al otro, más allá de las palabras y los intentos fallidos de simulación. Esto es cierto en general y mucho más en el caso de los niños y niñas con experiencias tan fuertes como la explotación sexual.
Tanto el mundo de la calle como la explotación sexual comer-cial misma comportan un universo corporal donde aprender a leer los signos del cuerpo del otro se vuelve una premisa para sobrevivir. Engañar a estos jóvenes con simulaciones y actuaciones no funciona para nada, ellos “ven” en cuerpo, descifran su lenguaje, sus señales más sutiles. Están buscando razones para desconfiar, para quebrar nuestros límites, manipular el afecto y probarse a sí mismos/as que una vez más son engañados o abusados.
Es preferible la honestidad de un límite que la mentira de una simulación. Es mejor mostrar que estamos confundidos o dudosos, por ejemplo, que aparentar no estarlo y que se sienta la contradicción y la mentira.
Además de esto hay sensaciones que queremos transmitir y es posible hacerlo desde el cuerpo: empatía, respeto, escucha, aceptación, límites claros, poder personal, claridad, seguridad, comprensión… estas sensaciones no pueden obviamente ser simuladas pero si estamos conectados al
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cuerpo podemos transmitirlas con mayor claridad y pocas o ninguna
palabra. Estas son quizás las principales herramientas para facilitar
los procesos que nos interesan.
Hacer vacío, escuchar
Para facilitar procesos de Desarrollo Personal hay que dejar
de lado el propio ego, la necesidad de ser el centro de atención,
las tentaciones de dominar y ejercer control, los propios miedos y
abrirse a la contemplación y recepción del otro. Parte de este vacío,
por llamarlo de algún modo, se logra al trabajar sobre sí mismo y
tener espacios de elaboración personal, parte se logra a través de la
experiencia. Es importante comprender que el hecho de que parta-
mos de la igualdad fundamental entre humanos y de nosotros con
los jóvenes con los que trabajamos, no significa que el papel y las
funciones en el proceso sean las mismas.
Para que un proceso de Desarrollo Personal se de es impor-
tante que existan lugares diferentes y diferenciados, que la persona
que guía mantenga su lugar con claridad y que así el permita al otro
hacerlo. El lugar para trabajar el propio proceso NO es el de los jóve-
nes, debe ser otro. Esa diferencia se crea en gran medida cuando el
o la facilitadota logra hacer espacio para escuchar y recibir lo que el
otro está procesando. Esta recepción no significa cargar lo del otro
sino servirle de espacio de expresión, de espejo, de eco. Así es como
se realiza el rol de facilitador, haciendo este papel.
Escuchar es un acto de creación de espacio vital para el otro,
va mucho más allá de oír, más allá de entender, más allá de interpre-
tar o analizar, más allá de ser empático. Es una alquimia que se da
cuando de verdad me dispongo a dejar que lo del otro me recorra,
me atraviese y a sentir lo que me mueve y me suscita diferenciando
lo mío de lo del otro. Este ejercicio suena complejo pero en realidad
es simple. Es apertura, mucha apertura.
Al igual que los otros temas de formación de tutores/as, este
requiere ser continuamente trabajado de manera cotidiana y amorosa.
Aprender a recibir y escuchar al otro es un arte y como tal su aprendi-
zaje es infinito y sutil. Siempre estamos aprendiendo porque siempre
estamos ampliando las posibilidades de comunicación con el otro.
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Amar
Como ya mencionamos unos de los cimientos de esta propuesta
es el amor incondicional. Ya expresamos lo que entendamos por esta
noción. Aquí lo que tocaremos será el llamado a que esta es una pos-
tura interior que se debe trabajar activamente, no se produce porque
de buenas a primeras decidimos hacerlo. Es un fruto que proviene
de una fuente muy profunda donde confluye mi propia sanación que
se traduce en capacidad de amar incondicionalmente.
Para avanzar en esta postura son necesarios todos procesos
de crecimiento personal descritos, es la conciencia ganada la que
permite que amemos de esa manera. Esta conciencia no solo se
refiere a sí mismo sino a la relación con todo, a la sensación de que
somos parte de un tejido sagrado y que tanto yo como el otro, y todo
lo que es, somos sagrados por el simple hecho de existir. Para esto
necesitamos haber comprendido la propia historia, hecho conciencia
del cuerpo, hacer conciencia de nuestros pensamientos y emociones y
de la manera como contribuyen a crear la vida y las relaciones, haber
perdonado a quienes se han cruzado de una manera “negativa” en
el camino y haber recuperado las partes que a través de todos esas
vivencias hayan quedado recortadas o debilitadas.
El trabajo para afianzar la capacidad de amar incondicional-
mente está vinculado a una conexión con una dimensión espiritual,
no religiosa. Esta dimensión forma parte del Desarrollo Personal
ya que implica sabernos parte de un todo y poder respetarnos y
respetar a todo lo que es. En un sentido es un trabajo individual
pero puede ser apoyado por otros de una manera flexible y muy
cuidadosa.
Relaciones cotidianas
Aprendemos por el ejemplo mucho más que por las palabras.
Si pretendemos transmitir posibilidades de que la vida se construya
de manera democrática, esto solo será creíble si somos capaces de
hacerlo entre los tutores mismos. Igual con todas las dimensiones
que hasta ahora hemos mencionado. La manera como ejerzamos el
poder personal y en el grupo será la manera en que estemos ense-
ñando a hacerlo en toda la experiencia del Refugio, particularmente
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a quienes se vinculen. Este ejercicio cotidiano debe ser realizado de manera conciente y fortalecido constantemente.
De igual manera transmitimos temas como el de género, más allá de las palabras y los conceptos lo que se exprese en las actitudes de mujeres y hombres, en las relaciones entre hombres y entre mu-jeres será lo que verdaderamente permita, o no permita, crear alter-nativas posibles para la vida de los niños y jóvenes que se acerquen a la experiencia del Refugio. Este tema es particularmente sensible en cuanto a la masculinidad24, no solo se necesita la presencia de hombres en el equipo sino que estos hombres propongan relaciones amorosas no sexuadas con los niños y las niñas, relaciones de reco-nocimiento, valoración y apoyo. Tanto para los niños como para las niñas esta puede ser una oportunidad única de cruzarse con hombres diferentes y replantearse sus aprendizajes sobre la masculinidad y sobre las relaciones entre hombres y mujeres.
Si en el equipo del Refugio reproducimos las mismas formas de dominación, manipulación afectiva, violencia, abuso… que han experimentado los niños y las niñas en su historia, no importa lo que queramos transmitirles con palabras, será lo que vean lo que sea recibido y valorado.
Sexualidad
Si bien la sexualidad forma parte de muchos de los temas abor-dados, resulta importante que los tutores/as revisen sus creencias y sanen sus vivencias al respecto. La seducción, la manipulación a través del sexo, la exacerbación de lo sexual… son realidades que los niños y las niñas han aprendido y han desarrollado en su forma de vincularse al otro. Si los tutores y tutoras no aclaran este aspecto de su vida, se enredarán fácilmente en las relaciones con los chicos/as.
Sanar la sexualidad significa tomar conciencia de lo que apren-dimos tanto mental, emocional y corporalmente sobre su significado y sobre el lugar que ocupa en la vida. En nuestra cultura la sexualidad ha sido sometida a un doble condicionamiento, de un lado se la ha
24 Este aspecto fue señalado y alimentado por Bernardo Puente Coordinador de Tejiendo Redes de la OIT en Paraguay y se retoma hasta donde fue posible en varios apartes del documento, sin embargo se debe profundizar en la práctica.
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recluido como oscuridad y pecado pero del otro se la ha exacerbado como expresión máxima (o única) de lo placentero. Estas dos fuerzas se dan simultáneamente y operan como importantes resortes en la creación de la ESC.
En lo que abordamos aquí, señalaremos simplemente la ne-cesidad de que los y las tutoras trabajen en la toma de conciencia sobre su sexualidad: sus vivencias más significativas, sus miedos, sus tabúes, sus fantasías… y reconozcan aspectos que deben aclarar y fortalecer.
Herramientas básicas para no sucumbir
Como ya dijimos el trabajo de apoyar procesos de sanación y recuperación de niños y niñas en situaciones tan duras es muy desgastante y estremecedor. La siguientes son algunas recomenda-ciones básicas25:
n Cuide su respiración, aprenda a respirar de manera profunda y pausada y utilice la respiración como herramienta para centrarse, descargarse, conectarse con su interior, limpiarse, diferenciarse del otro y entrar de manera más clara en el presente.
n Sea conciente lo más frecuentemente de las sensaciones de su cuerpo, identifíquelas, aprenda a reconocerlas y a dejarlas correr libremente.
n Practique algún trabajo corporal que le ayude a relajarse y ganar conciencia corporal, se recomienda Yoga, Tai Chi, artes marciales, Pilates… aprenda además una secuencia básica de estiramiento y hágala con frecuencia (aun en el día).
n Cuide lo que descansa y lo que come.
n Trabaje en su postura cotidiana, busque que su columna este rec-ta, sus piernas bien plantadas en el suelo y el cuello relajado.
25 Estas recomendaciones deben en lo posible ser trabajadas en una práctica durante la formación de los tutores/as y de vez en cuando durante la vida cotidiana. Se incluyen aquí pero sería ideal que alguien que trabaje este tema lo apoye.
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n Tome momentos del día para respirar profundo y relajarse.
n Salga de paseo al aire libre.
n Busque medios de expresión de lo que siente frente a lo que está ayudando a otros a procesar, no se lo coma!
n No cargue lo que no le corresponde, cada cual es capaz de hacerse cargo de su vida y el pretender “salvar” a otro no es sino temor a asumir lo propio.
n No se deje arrastrar por identificaciones con el otro, hágalas concientes y trabájelas.
n Duerma lo suficiente.
n Cuide su mirada, observe cómo está, si refleja cansancio, está opaca, dura…
n Alimente su vida espiritual, allí está la fuente para apoyar a otros.
n No se deje invadir, mantenga una sana distancia con las per-sonas a las que apoya.
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8. Convivencia
En este apartado veremos como se va delimitando la expe-riencia cotidiana del Refugio, dándole forma y limites. Abordaremos los ritmos del proceso de Atención, la manera como se estructuraría el espacio, el tiempo, los límites y las normas que darían una forma a la convivencia cotidiana.
Para el alma humana es necesario conocer donde están los límites y cómo funcionan. Límite no es coerción, o al menos no tiene que serlo, es simplemente lo que genera el espacio, el vínculo, la otre-dad. En la vida de los niños y jóvenes que participarán en el Refugio, los límites han sido confusos, marcados con violencia, estrechos o inexistentes, sin explicación y definidos desde una relación de autoritarismo vertical. Esta definición no necesariamente significa límites fuertes, muchas veces son muy frágiles, casi inexistentes, generando experiencias de abandono y deriva simbólica.
En el desarrollo humano los límites permiten ir encontrando las posibilidades de crear una identidad, un rostro y voz propia. Incluso si luego trascendemos esta singularidad o la ampliamos, primero es importante establecerla, reconocerla. Por esto en el trabajo del Refugio se propone crear un equilibrio entre la apertura y los límites. Creemos que ambos son necesarios y han faltado a los y las jóvenes.
Por supuesto los elementos aquí propuestos guardan relación con los Cimientos Conceptuales, lo que significa que propenden por el Desarrollo Personal, respetan la libertad, buscan construir sujetos de derechos, ayudan a explicitar y reflexionar sobre las relaciones y las identidades de género y son realizadas dentro del espíritu del amor incondicional. Es así como se va estableciendo también la identidad del Refugio ya que no “todo cabe” allí.
Espacios
Las disposiciones del espacio y la manera como transcurren los tiempos hacen un lugar, le confieren un rostro, unos ritmos, unas posibilidades y limites. Así es cualquier casa, cualquier lugar de vida.
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Buscamos lugares para existir. Somos lugares. El Refugio quiere ser
un lugar significativo, un lugar que permita ver la vida desde nuevas
perspectivas, enriquecer sus posibilidades, danzar con ella. Por eso
sus espacios y tiempos son esenciales.
Antes que todo se trata de romper la idea de confinamiento y
separación y crear un lugar de libertad y conexión con el interior y el
mundo. Este lugar está tanto en la casa como en la calle. Lo crea la
manera de estar. El Espacio del Refugio se extiende a la calle, a los
lugares donde se vaya estableciendo una presencia y una posibilidad
de acompañamiento.
Los espacios de la casa del Refugio deben permitir estar de
una manera relajada, no desordenada. Un lugar armónico que ayuda
a contactarnos interiormente y a fluir en una experiencia es aquel
que me permite estar, expresarme, relacionarme con otros. Se pro-
pone que los espacios sean básicamente cómodos y calidos, amplios
y luminosos, funcionales pero bonitos.
En términos ideales la casa del Refugio debería tener los si-
guientes espacios: Un espacio para comer en grupo, una cocina, un
salón amplio para talleres, una sala de descanso y para actividades
audiovisuales (televisión, video, juegos…), cuartos adecuados para
dormir en los momentos en que transitoriamente se requiera, inde-
pendientes o al menos con pocas camas, un jardín o algo de área verde
y baños suficientes para el grupo que participa en la experiencia.
En cuanto al área de talleres se recomienda un salón amplio
donde quepan grupos de entre 15 y 20 jóvenes, con piso cálido o
tapete, ventanas que den aire y luz, mobiliario móvil y liviano que se
pueda retirar cuando sea necesario, posibilidades de instalar apoyos
audiovisuales música y que no tenga obstáculos para el movimiento
(como columnas, muros…).
La casa es un lugar de encuentro, expresión, descanso, soledad
reparadora y trabajo en actividades que ayuden a reconocerse y a
crear vínculos de solidaridad y respeto. Estas funciones deben ser
reflejadas y estimuladas por el espacio. En particular puede ofrecer
lugares de expresión creativa libre. Paredes que se pueden escribir
(algunas determinadas y con acuerdos sobre su uso), lugares para
pintar, oír música o bailar.
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A veces la casa servirá básicamente para apartarse del mundo exterior, tener un rato tranquilo y renovar fuerzas. Esa es la idea de un Refugio, que se adapte a las necesidades del momento. Esta manera de estar inicial puede ser profundizada poco a poco hacia la posibilidad de que el o la joven se involucre en las actividades que se proponen.
Los espacios del Refugio son colectivos, comunitarios. Esto requiere ser claramente establecido y acordado. Deben por tanto ser cuidados y tratados con respeto. Sus cosas, paredes, muebles, utensilios, adornos, material de trabajo… son compartidos y pú-blicos por lo que las normas de uso y cuidado deben ser claras, conocidas por todos/as y exigidas en la vida cotidiana. Es muy importante para el proceso de los grupos, sentir que ese espacio no destruye ni puede ser destruido. Los daños accidentales son parte de la vida, los intencionales también, pero pueden ser ma-teria de reflexión.
La destrucción es la expresión de su interior, de fuerzas encontradas, dolores acallados, iras intensas y frustración. Se propone que ante ella se asuman dos estrategias. La primera, permitirla abiertamente en momentos y lugares destinados para ello: juegos de romper cosas, papel, madera…, procesos expre-sivos relacionados con lo destructivo, la violencia, los recuerdos de oscuridad, la expresión de imágenes densas y temibles… La segunda, cuando sucedan hechos destructivos del espacio o de otros, permitir su simbolización, su puesta en escena de maneras no dañinas como representaciones, pinturas, palabras en la pared destinada para ello…
Los espacios van de la mano de los tiempos. Aquí se trataría de encontrar equilibrios entre las necesidades de los jóvenes y la del equipo de trabajo. Si bien el Refugio debe tener posibilidades amplias de acceso, el equipo también debe tener tiempos de reciclaje de su energía, de descanso, de elaboración de las experiencias y de estar en los espacios que conforman el resto de su existencia. Esta consideración ayuda a regular la definición de tiempos.
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Tiempos
El Refugio ha sido definido como lugar de paso, qué significa
esto en términos de los tiempos de permanencia? Esta pregunta
como muchas otras que surgirán y que están entre las líneas de este
texto, solo será desarrollada en al camino, desde las experiencias.
Creemos que hay varios tipos de permanencia y por tanto de defi-
niciones de sus tiempos.
Tiempo del proceso: El proceso de recuperación interior
no es definible desde parámetros rígidos, de hecho es inagotable.
Creemos que el Refugio será un lugar de referencia para el proceso
interior por mucho tiempo para algunos jóvenes, mientras que para
otros puede ser momentáneo y fugaz. Esto no es determinable ni
debe ser acotado. Aquí la disposición debe ser continua. A veces
una persona puede pasar periodos de mucho avance en su proceso,
a veces detenerse e incluso devolverse, a veces parece que nada
sucede y hay saltos de conciencia y comprensión súbitos, a veces se
dan procesos que parecen no producir nada y sus frutos se perciben
años después. Son ciclos muy personales y el Refugio debe tener la
flexibilidad y la apertura para permitirlos.
Se recomienda pactar tiempos con cada participante de la
experiencia de acuerdo a lo que se vaya observando y requiriendo
e ir renovando estos pactos según avance el proceso. Estos tiempos
deben tener metas concretas asociadas y propuestas inicialmente por
parte de los tutores de actividades y logros. Pasado un punto de la
recuperación estas actividades y logros pueden ser también pactados,
por supuesto desde el comienzo se harían en acuerdo.
Tiempos diarios de atención: Tal como dijimos antes, éstos
deben ser acordados con el equipo y de acuerdo a la situación que se
presente. Lo importante aquí es romper el esquema de estar esperando
que lleguen los jóvenes dentro de los tiempos propuestos. Se trata de
ir donde están, proponerles acercamientos, actividades, conversa-
ciones. Por esto, repetimos, el Refugio es un modo de estar y no la
casa en sí misma. La casa siempre debe ofrecer alguna posibilidad,
disponibilidad. Si no es una actividad o un acompañamiento, un rato
de tranquilidad, una taza de algo caliente, un poco de televisión. Esto
dentro de los horarios que se definan (tan amplios como se pueda).
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Se recomienda establecer programaciones mensuales de ac-
tividades en días fijos de manera que al invitar a los niños y niñas
contactados se pueda invitarlos a determinadas actividades que
serían relacionadas con lo que hemos llamado “Columna de Amarre”
– en principio la fotografía y con actividades que sean atractivas
para ellos. Esto permite crear vínculos con la casa, con los tutores
y con otros jóvenes.
Tiempos de permanencia: Aquí nos referimos a las situa-
ciones en que uno o varios jóvenes duerman en el Refugio. Esta
situación debe ser presentada siempre como transitoria mientras se
buscan maneras más integradas socialmente de resolver el tema de
la vivienda. Se propone como límite seis meses si bien esto debe ser
experimentado y ajustado desde la práctica. Durante este tiempo
serán “anfitriones” de lo demás jóvenes que participen y podrán
apoyar las actividades y la gestión de la vida cotidiana en la casa.
Al igual que los tiempos de proceso se recomienda que esta
permanencia sea pactada con cada joven relacionándola con logros y
actividades del proceso. Este pacto inicial debe ser revisado y seguido
por los tutores para que la estadía en la casa no se convierta en otra
forma de huida sino en un motor de transformación. Al terminar el
período se puede definir la necesidad de otro más –también de seis
meses máximo– pero sujetándolo también a un proceso y a unos
acuerdos establecidos.
Límites
Habíamos mencionado la necesidad de límites, ahora amplia-
remos su noción y sugeriremos algunos aspectos para su estableci-
miento. El límite es una demarcación necesaria para la convivencia
pero también para el desarrollo interior. En la etapa de desarrollo
en que están los chicos y chicas que participarán en la experiencia
del Refugio, los límites les permiten tener claridad de cómo funciona
el mundo, sentirse cuidados y protegidos y explorar su identidad
singular dentro de un marco de referencia.
Un límite expresa una frontera y aunque no es rígida, si es
definida. Muchas veces nos cuesta saber donde están nuestros límites
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interiores lo que nos lleva a actuar sin hacer caso de ellos. El abuso es ir más allá de los límites de alguien y sucede porque ni la persona que los trasciende ni la persona a la que le son vulnerados expresa su necesidad o lo hace de manera débil y confusa.
Aprender a reconocer, expresar y aún exigir el respeto a nuestros límites forma parte de un proceso de Desarrollo Personal. Muchas veces en la infancia hemos aprendido de modelos de abuso, de manipulación afectiva o indolencia lo que no nos permite conocer de manera sanas nuestros límites y los de los demás. La ausencia de límites es tan dolorosa como su exceso, genera una experiencia de abandono y desprotección. Esto es común en la vida de los jóvenes que queremos invitar al Refugio. Han estado muchas veces a la deriva, tomando decisiones desde muy temprano, narrándose a sí mismos lo que van descubriendo del mundo.
Este abandono es combinado con formas autoritarias de establecer los límites. Allí sólo cuenta el límite impuesto (esto en realidad no es casi nunca un verdadero limite en el sentido que estamos proponiendo, más bien se trata de reglas o decretos para someter al otro) por quien detenta el poder. Es una relación unilateral que tampoco permite descubrir el propio límite y que generalmente genera situaciones de desbordamiento de poder y abuso.
El camino que proponemos para guiar las decisiones del Refugio sobre los límites parte de trabajar con esmero sobre el reconocimiento de los límites personales de los tutores y de los límites grupales de la experiencia considerando que se debe abrir espacio para la expresión, la creatividad, la participación activa pero sin permitir el abuso, el autoritarismo ni el daño. Aquí estamos trabajando en el campo del manejo de las emociones y resulta importantísimo hacerlo de manera conciente y continúa. Una vez se van estableciendo límites personales y grupales, hay que cuidar que no se vuelvan rígidos y se cubran de autoritarismo. Los límites deben ser flexibles en el sentido de irse adaptando a los momentos, las situaciones, los vínculos.
¿Qué sería por ejemplo un límite? Imaginaremos una situación cotidiana como la necesidad de que la agresión sea expresada en un proceso terapéutico. Cuando un juego agresivo, por ejemplo, está sobrepasando los límites? La respuesta es simple y a la vez compleja, cuando alguno de los que está participando en el juego sienta que
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lo que está haciendo ya no le gusta, le hace sentir mal, le genera ira
o daño. En la vida cotidiana del Refugio se debe animar de manera
continua a identificar y respetar los límites propios y los del otro.
Este proceso hace que nos sensibilicemos a las sensaciones interiores
propias y de las demás personas.
En la experiencia del Refugio probablemente sintamos muchas
veces que los límites grupales son vulnerados por situaciones o actua-
ciones de jóvenes que participan de la experiencia (o aún de los tutores).
Es muy importante prestar atención a esta situación, hacerla conciente
para comprenderla y definir la manera de actuar frente a ella.
Normas
En cuanto a las normas, se diferencian de los límites en que
regulan la vida colectiva de manera más o menos general y no son tan
flexibles y cambiantes como los limites. Las normas son también ne-
cesarias y ayudan a crear la noción de comunidad, parte importante
del Desarrollo Personal. La comunidad me ayuda a sentirme parte
de un grupo humano lo que crea pertenencia, protección y posibili-
dades de interacción. Más adelante ahondaremos este aspecto. Las
normas, sin embargo, tampoco tienen que ser impuestas de manera
vertical ni tienen que ser inamovibles.
Cuando un lugar asume sus normas, lo puede hacer a partir
de la conversación y el acuerdo por parte del grupo que allí parti-
cipa. Esta dinámica permite crear normas valiosas para el grupo,
con sentido y por tanto con mayor probabilidad de ser respetadas.
El tiempo que se le dedica a crear las normas de convivencia y
funcionamiento al Refugio es un tiempo que luego se recupera en
la posibilidad de una vida colectiva más fluida. La idea es que entre
el grupo de tutores y los jóvenes participantes en ese momento se
conversen y definan las normas y éstas sean comunicadas de manera
clara a quienes vayan llegando.
Al establecer un acuerdo participativo cada persona asume su po-
der personal, bien sea que exprese sus puntos de vista o que calle, puede
influir en el destino colectivo en el cual vivirá y plasmar sus visiones,
necesidades y deseos. Esta objetivación colectiva permite tener claridad
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en la interacción pero no debe convertirse en una camisa de fuerza o en herramienta de represión. El acuerdo grupal es sagrado pero eso no lo hace inamovible, la condición es que para cambiarlo debe hacerse de manera tan explicita y directa como fue establecido, asumiendo de nuevo que el poder personal es algo que es válido ejercer.
Al establecer una norma, por ejemplo, es posible que no se tome en cuanta determinada situación personal. ya sea porque en ese momento no existía o por que la persona no la expresó o lo hizo sin demasiada fuerza – esto puede producir una constante ruptura de la norma pero de manera soterrada. Hay una fuerte tendencia humana a aplicar la excepción de una norma de manera inconciente a la propia situación, sin cuestionar o poner en discusión la norma misma. El problema es doble, por un lado las normas grupales son erosionadas en la práctica pero por otro la persona no asume que tie-ne un poder personal y puede hacer uso legítimo de él para proponer alternativas a la norma. Toda norma puede ser modificada siempre y cuando se haga de manera consensuada y colectiva.
Este es un ejercicio de Desarrollo Personal que muchas veces es tremendamente arduo para quienes han crecido en am-bientes autoritarios. Hay temores ha expresar el propio punto de vista, hay incluso confusión sobre lo que se necesita o desea… lo importante es tener claro que el tiempo que se trabaje en el tema de las normas y los limites es parte del proceso, permite creci-miento interior y experiencias con el poder diferentes a las que casi todos hemos tenido.
Como base de la experiencia se propone definir las normas de convivencia básicas y mantenerlas como referencia para todo el proceso y para cada joven que ingrese a la experiencia. Según las recomendaciones recogidas estas deben ser claras y concisas. En un ejercicio pueden ser definidas por el equipo de tutores y luego revisadas al ingreso de cada joven.
Como ejemplo se presentan las de “La Casa”, experiencia de Luna Nueva en Paraguay26:
26 La Casa de “Luna Nueva” Paraguay es una experiencia muy interesante de trabajo con niñas que han vivido la experiencia de ESC. Aunque la retomamos en un asunto puntual como el de las normas, vale decir que está presente de muchas maneras a lo largo de esta propuesta ya que hemos aprendido mucho de su proceso.
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1. En la casa no se permitirá violencia física. Si ocurriese un caso de agresión física, no se podrá permanecer en La Casa.
2. No está permitida en La Casa la ingesta de alcohol ni de sus-tancias psicoactivas.
Estas son normas claras y definidas que deben ser, por supues-to, asumidas tanto por los jóvenes como por los tutores y comunicadas claramente durante la experiencia.
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Cierre de tejado
En Colombia cuando se termina la primera parte de una construcción, es decir cuando se culmina el techo que delimita el espacio y crea la forma definitiva, se hace una gran fiesta. En este momento se dice que la construcción está en obra negra. A ella se invita a las personas cercanas a quienes van a habitar la casa, se brinda comida y bebida y se lanzan cuetes y voladores27. Se marca así el final de una etapa y el inicio de la siguiente que consiste en completar y pulir todos los detalles interiores de la casa y llevarla así a su real terminación.
Este cierre es algo así. Mientras estaba escribiendo la última versión de este documento sucedieron muchos procesos que incluyen la creación de dos experiencias del Refugio con dinámicas completa-mente diferentes28 y una gran cantidad de procesos de negociación interinstitucional que han ido creando las bases del desarrollo de este modelo. El contacto con la realidad ha sido fuerte. Ha confir-mado muchas de las ideas aquí presentes, ha enriquecido otras y ha cuestionado profundamente algunas. Sin embargo por ahora esta etapa se debe cerrar. El tiempo dirá qué va configurándose como la realidad de los planos aquí propuestos.
Cuando se trabaja con una realidad como la explotación sexual de niños y niñas tenemos que afrontar realidades muy oscuras de la condición humana. Para todos los que estamos caminando por esta senda resulta desalentador contemplarla, ver la inutilidad de los esfuerzos, verla reproducirse sin parar, ver los rostros de aquellos que muy temprano han perdido la oportunidad de despegar su ser plenamente.
Surgen muchas preguntas y muchos sentimientos. La incerti-dumbre se acrecienta y dudamos del sentido que tienen esta tierra y esta humanidad. ¿Cómo no?
Pero entonces viene a nosotros una fuerza que siempre nos acom-paña, tal vez la llamamos esperanza o fe, o terquedad. Es aquella que en
27 Este es el modo popular de nombrar algunos artificios de pólvora.
28 Una en Bogotá y otra en Medellín.
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esos días en que no tenemos ninguna gana de poner un pie en la tierra, que no comprendemos para qué estamos aquí, que no encontramos sentido o que el dolor nos abruma, nos permite seguir intentándolo. Ante nuestra propia sorpresa, nos levantamos, echamos agua sobre las brumas y seguimos. Esa fuerza infinita del intento es la que nos ayuda a completar los viajes y luego a recordarlos como lo que son, una exploración asombrosa de las posibilidades de la vida.
Deseo que a quienes estén trasegando estos caminos, los que por una razón u otra lleguen a éstas líneas, que la fuerza del intento puro los acompañe y que cuando sea necesario un destello de lo sagrado les ilumine el camino.
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