PENDULO21 115

4
• PÉNDULO21 / 1 / DICIEMBRE2015 • La Jornada Aguascalientes / Aguascalientes, México. DICIEMBRE 2015 / Año 6 No. 115 CRÍTICA / MISCELÁNEA CONTENIDO: El arte de aparentar. CAROLINA SÁNCHEZ CONTRERAS Las expectativas del año nuevo: colorimetría para el 2016. LUCÍA CAROLINA MUÑIZ LEAL Retorno eterno de las costumbres. IGNACIO RUELAS OLVERA Nostalgia de lo absoluto. ENRIQUE LUJÁN SALAZAR –Es verdad –contestaron los edecanes, que nada veían puesto que nada había. Hans Christian Andersen E s curioso como ‘la educación’ es una de las respuestas más concurridas cuando de bus- car soluciones a los problemas de nuestra sociedad se trata. Esta observación la plantea el filósofo español, Fernando Savater, en su libro El valor de educar; atinadamente señala que a la edu- cación formal le damos el carácter de panacea al considerar que muchos de los problemas sociales que nos aquejan se deben a la falta de la misma -ya sea que entendamos esto como una especie de pobreza cultural o como una ausencia de valores y de humanismo-. Así, según un amplio sector de la sociedad, nuestros graves conflictos sociales se so- lucionarían gracias a una mejor educación, gratuita y accesible a todo aquel que la quiera. Ante tan maravillosa y obvia solución Savater plantea una serie de preguntas que considero im- portante mencionar: Si la educación es tan valiosa, ¿cuánto debería valer el trabajo de los docentes? Y, ¿Por qué está tan devaluada la figura del profesor? Y yo agregaría, ¿Cuánto dinero del PIB debería me- recer este segmento? Permítanme una breve digresión. Hace unos meses me topé de nuevo con el estupendo cuen- to de Hans Christian Andersen, «El traje nuevo del emperador». Además de resultar una delicia releer- lo, también me permitió valorar algunas de las joyas que se encuentran en sus líneas. Si bien el cuen- to habla de una estafa que ocurre ante las narices de todos porque nadie se atreve a decir las cosas como son, y de la simulación colectiva por temor a lo que los demás dirán, así como de las relaciones de poder; en esta ocasión encontré una especie de ‘antropología’ en la historia: una descripción del ser humano aparente, o mejor dicho, que aparenta y que habita el reino de los dobles discursos. Ahora pude ver en la historia el esbozo de un ser humano contradictorio, que dice una cosa pero hace otra, que ensalza lo mismo que destruye. Andersen comienza el cuento de manera for- midable: Vivió en tiempos pasados un emperador tan, pero tan aficionado a la ropa, que gastaba todo su di- nero en trajes nuevos. Cuando inspeccionaba las El arte de aparentar Carolina Sánchez Contreras tropas, cuando iba al teatro o cuando andaba de paseo, su único afán era mostrar sus nuevos ves- tidos. Se cambiaba a cada rato y así como suele decirse que el rey “está en el Consejo”, de él de- cían “el emperador está en el guardarropa”. ¡El emperador está en el guardarropa! Con una sola línea Andersen lanza una mordaz crítica. Y en ello me deja pensando: ¿Qué podríamos de- cir actualmente de nuestra clase gobernante, cómo quedaría esa línea en estos tiempos? ¿El presiden- te está en…? ¿El presidente está? No pude evitar relacionar las excentricidades del personaje del cuento con lo que pasa en nuestro país a propósi- to del escándalo de la “Casa”, el del avión, de los viajes del “emperador” y su gran séquito, sin olvidar el desorbitado presupuesto del guardarropa de la “emperatriz”. Regreso al inicio. A pesar de ser la “pana- cea”, el 2015 fue un año complicado para el sis- tema educativo -con convulsiones socio-políticas, reformas y recortes presupuestales- pero lleno de palabras y discursos que reconocen la extraordina- ria tarea de los maestros en todos los niveles de la educación. Lamentablemente el 2016 se presenta aún más austero con más recortes anunciados: al IPN le redujeron su presupuesto al 11.2%, a la UPN 18.3% y a la UNAM 4.8%, si esto está anunciado para las principales instituciones educativas de ni- vel superior en el país ¿qué podemos esperar para el resto de las universidades estatales? ¿Qué po- demos esperar de la educación superior en el 2016 si a las instituciones medulares para la generación de conocimiento y tecnología les quitan recursos? No obstante, lo que no disminuirá serán los grandi- locuentes discursos con su “sincero reconocimiento a la loable labor de los docentes”. Continuarán las apariencias y los dobles discursos. Es sin duda curioso que haya recortes ma- yores a la educación para el 2016, no tan curioso si recordamos que 2015 es el año en que termina el pacto por una “educación para todos” -Dakar 2000- 20115, UNESCO- para los países de Latino Améri- ca y el Caribe, entre ellos México, y donde uno de los objetivos a lograr era aumentar el porcentaje del PIB destinado a la educación. Supongo que es mejor continuar con la far- sa que reconocer el error, mantener el teatro que rectificar el rumbo. No por algo los seres humanos hemos desarrollamos el “arte de aparentar”. Ahora pagaremos el costo de ser cómplices del engaño colectivo al permitir que el “no hay recursos” sea el estandarte que justifica los recortes del PIB al rubro de la educación. Ciertamente la educación formal no es “La” respuesta a todos los problemas socia- les, no obstante, sí es pieza clave para el desarrollo de un país. Si el inicio del cuento de Andersen es bueno, el final es mucho mejor. Concluyo mi reflexión como él lo hace con su historia, deseando que esto no sea una profecía para nuestra lamentable situación: Nadie reconocía la verdad, temiendo ser tilda- do de tonto o de incapaz para desempeñarse en su empleo. Nunca traje alguno del empera- dor alcanzó tales niveles de admiración. Me parece que va sin ropa –observó un niñito. – ¡Señor, es la voz de la inocencia! –lo excusó el padre. Pero pronto se elevaron murmullos repitien- do las palabras del niño. – ¡Un niñito dijo que el emperador no llevaba ninguna ropa! – ¡No lleva ropa! –gritó por fin el pueblo. El emperador se sintió extremadamente mor- tificado, pues creía que estaban en lo cierto. Pero tras una reflexión, decidió lo siguiente: – Pase lo que pase, ¡debo permanecer así hasta el final! Se irguió con más orgullo aún y sus cham- belanes siguieron llevándole la cola que no existía.

description

SUPLEMENTO DE LA JORNADA AGUASCALIENTES

Transcript of PENDULO21 115

• PÉNDULO21 / 1 / DICIEMBRE2015 •

La Jornada Aguascalientes / Aguascalientes, México. DICIEMBRE 2015 / Año 6 No. 115

CRÍTICA/MISCELÁNEA

CONTENIDO:El arte de aparentar. CAROLINA SÁNCHEZ CONTRERAS

Las expectativas del año nuevo: colorimetría para el 2016. LUCÍA CAROLINA MUÑIZ LEALRetorno eterno de las costumbres. IGNACIO RUELAS OLVERA

Nostalgia de lo absoluto. ENRIQUE LUJÁN SALAZAR

–Es verdad –contestaron los edecanes, que nada veían puesto que nada había.

Hans Christian Andersen

Es curioso como ‘la educación’ es una de las respuestas más concurridas cuando de bus-car soluciones a los problemas de nuestra

sociedad se trata. Esta observación la plantea el filósofo español, Fernando Savater, en su libro El valor de educar; atinadamente señala que a la edu-cación formal le damos el carácter de panacea al considerar que muchos de los problemas sociales que nos aquejan se deben a la falta de la misma -ya sea que entendamos esto como una especie de pobreza cultural o como una ausencia de valores y de humanismo-. Así, según un amplio sector de la sociedad, nuestros graves conflictos sociales se so-lucionarían gracias a una mejor educación, gratuita y accesible a todo aquel que la quiera.

Ante tan maravillosa y obvia solución Savater plantea una serie de preguntas que considero im-portante mencionar: Si la educación es tan valiosa, ¿cuánto debería valer el trabajo de los docentes? Y, ¿Por qué está tan devaluada la figura del profesor? Y yo agregaría, ¿Cuánto dinero del PIB debería me-recer este segmento?

Permítanme una breve digresión. Hace unos meses me topé de nuevo con el estupendo cuen-to de Hans Christian Andersen, «El traje nuevo del emperador». Además de resultar una delicia releer-lo, también me permitió valorar algunas de las joyas que se encuentran en sus líneas. Si bien el cuen-to habla de una estafa que ocurre ante las narices de todos porque nadie se atreve a decir las cosas como son, y de la simulación colectiva por temor a lo que los demás dirán, así como de las relaciones de poder; en esta ocasión encontré una especie de ‘antropología’ en la historia: una descripción del ser humano aparente, o mejor dicho, que aparenta y que habita el reino de los dobles discursos. Ahora pude ver en la historia el esbozo de un ser humano contradictorio, que dice una cosa pero hace otra, que ensalza lo mismo que destruye.

Andersen comienza el cuento de manera for-midable:

Vivió en tiempos pasados un emperador tan, pero tan aficionado a la ropa, que gastaba todo su di-nero en trajes nuevos. Cuando inspeccionaba las

El arte de aparentar

Carolina Sánchez Contreras

tropas, cuando iba al teatro o cuando andaba de paseo, su único afán era mostrar sus nuevos ves-tidos. Se cambiaba a cada rato y así como suele decirse que el rey “está en el Consejo”, de él de-cían “el emperador está en el guardarropa”.

¡El emperador está en el guardarropa! Con una sola línea Andersen lanza una mordaz crítica. Y en ello me deja pensando: ¿Qué podríamos de-cir actualmente de nuestra clase gobernante, cómo quedaría esa línea en estos tiempos? ¿El presiden-te está en…? ¿El presidente está? No pude evitar relacionar las excentricidades del personaje del cuento con lo que pasa en nuestro país a propósi-to del escándalo de la “Casa”, el del avión, de los viajes del “emperador” y su gran séquito, sin olvidar el desorbitado presupuesto del guardarropa de la “emperatriz”.

Regreso al inicio. A pesar de ser la “pana-cea”, el 2015 fue un año complicado para el sis-tema educativo -con convulsiones socio-políticas, reformas y recortes presupuestales- pero lleno de palabras y discursos que reconocen la extraordina-ria tarea de los maestros en todos los niveles de la educación. Lamentablemente el 2016 se presenta aún más austero con más recortes anunciados: al IPN le redujeron su presupuesto al 11.2%, a la UPN 18.3% y a la UNAM 4.8%, si esto está anunciado para las principales instituciones educativas de ni-vel superior en el país ¿qué podemos esperar para el resto de las universidades estatales? ¿Qué po-demos esperar de la educación superior en el 2016 si a las instituciones medulares para la generación de conocimiento y tecnología les quitan recursos? No obstante, lo que no disminuirá serán los grandi-locuentes discursos con su “sincero reconocimiento a la loable labor de los docentes”. Continuarán las apariencias y los dobles discursos.

Es sin duda curioso que haya recortes ma-yores a la educación para el 2016, no tan curioso si recordamos que 2015 es el año en que termina el pacto por una “educación para todos” -Dakar 2000-

20115, UNESCO- para los países de Latino Améri-ca y el Caribe, entre ellos México, y donde uno de los objetivos a lograr era aumentar el porcentaje del PIB destinado a la educación.

Supongo que es mejor continuar con la far-sa que reconocer el error, mantener el teatro que rectificar el rumbo. No por algo los seres humanos hemos desarrollamos el “arte de aparentar”. Ahora pagaremos el costo de ser cómplices del engaño colectivo al permitir que el “no hay recursos” sea el estandarte que justifica los recortes del PIB al rubro de la educación. Ciertamente la educación formal no es “La” respuesta a todos los problemas socia-les, no obstante, sí es pieza clave para el desarrollo de un país.

Si el inicio del cuento de Andersen es bueno, el final es mucho mejor. Concluyo mi reflexión como él lo hace con su historia, deseando que esto no sea una profecía para nuestra lamentable situación:

Nadie reconocía la verdad, temiendo ser tilda-do de tonto o de incapaz para desempeñarse en su empleo. Nunca traje alguno del empera-dor alcanzó tales niveles de admiración.

– Me parece que va sin ropa –observó un niñito.

– ¡Señor, es la voz de la inocencia! –lo excusó el padre.

Pero pronto se elevaron murmullos repitien-do las palabras del niño.

– ¡Un niñito dijo que el emperador no llevaba ninguna ropa!

– ¡No lleva ropa! –gritó por fin el pueblo.

El emperador se sintió extremadamente mor-tificado, pues creía que estaban en lo cierto. Pero tras una reflexión, decidió lo siguiente:

– Pase lo que pase, ¡debo permanecer así hasta el final!

Se irguió con más orgullo aún y sus cham-belanes siguieron llevándole la cola que no existía.

• PÉNDULO21 / 2 / DICIEMBRE2015 •

Las expectativas del año nuevo:colorimetría para el 2016

Lucía Carolina Muñiz Leal

¿Qué es el ser ante el color del mundo?El color del mundo es mayor

que el sentimiento del hombre.

Juan Ramón Jiménez

1999 fue el último año sin color, antes de que Pantone Inc. comenzara a editar “el color del año” en el 2000. Así, el inicio del nuevo mi-

lenio resulto ser Azul claro. Pero, a qué nos refe-rimos con “azul claro”, cómo distinguirlo del azul cielo, del celeste o del azul pastel. ¿Cómo evitar el equívoco?

Con base en mi experiencia no puedo tener la certeza de que el color que observo sea visto de la misma manera por todos. Luego, cuando me refiero al color azul claro, éste no coincidirá con la referen-cia azul claro de otras personas. Entonces, el nom-bre azul claro es una convención social inexacta que abarca una gama de matices. En estos términos, el color azul claro resulta ser un color indeterminado al igual que el “verde botella”, el “vino”, el “tinto”, “mo-rado obispo” o el “color garambullo” por mencionar solo algunos de los colores que he escuchado nom-brar desde mi infancia; incluso en casa, mi madre hacía referencia al “color chicle” y yo pensaba –¿chi-cle de qué sabor?, ¿chicle pisado?, ¿chicle mastica-do?- Las posibilidades eran muchas.

Pero ello cambió a partir del año 2000, cuando Pantone puso fin al equívoco del color “Azul claro” al estandarizarlo en su sistema como Pantone 15-4020

-aunque antes las personas podíamos vivir en el equívoco- ¿Pero, en qué consiste ese equivocismo?

Al parecer de algunos autores, entre ellos Mauricio Beuchot la tendencia al equivocismo es un mal de la posmodernidad y por otra parte, el univo-cismo es una consecuencia negativa de la moderni-dad. Beuchot en su obra filosófica lucha contra todo tipo de univocismo y equivocismo. En hermenéuti-ca, el univocismo se define como objetivista y se-ñala que solo existe una interpretación para lo que cada cosa es; en el otro extremo, el equivocismo se define como relativista, en pocas palabras sugiere que la interpretación es libre y que cada cual puede tener una diferente.

Al igual que el filósofo regiomontano, la em-presa Pantone se dio a la tarea de evitar el equivo-cismo de nuestra percepción visual con su sistema de identificación cromática desde 1963, cuando la empresa Pantone fue fundada y Mauricio contaba con tan solo 13 años.

La diferencia entre ambas tareas es que Beuchot busca evitar los excesos, ya sea el univo-cismo o el equivocismo, por ello sitúa entre ambos extremos su famosa propuesta: la hermenéutica analógica que se opone a todo relativismo y en la cual, no obstante, predomina la diferencia. En cam-bio Pantone tiende al univocismo con la elección anual de sus colores.

El color del año Pantone, es seleccionado por un grupo de 40 personas y su principal motivación es el contexto. Por ejemplo, en 2012 el color elegido fue el Tangerine Tango, un color mandarina rojizo, por-

que éste es revitalizante y consideraron que dicha característica era necesaria para el contexto de Es-tados Unidos, cuando el país se encontraba en una recesión económica. Sin embargo, el “color del año” asignado por Pantone es anualmente una tendencia mundial que todos los ámbitos del diseño y la moda esperan para incorporar en sus colecciones.

Vale la pena preguntarnos cuál es el crite-rio que seguimos cada año y si éste coincide con nuestro contexto. Cada año nuevo, en masa, se-guimos tendencias y cumplimos con estándares previamente seleccionados como el Azul claro y el Tangarine Tango.

Este año Pantone reveló una innovación al “destapar” dos colores para el 2016, el Rose Quartz Pantone 13-1520 y Serenity Pantone 15-3919. Fue-ron elegidos por la situación que actualmente vive Europa, la amenaza de más ataques terroristas por parte de ISIS y el conflicto que actualmente se libra en Siria. Pantone apela a la fuerza psicológica del color para tratar de mejorar nuestra vida a través de estos dos colores, a los cuales define como un cálido abrazo y tranquilidad respectivamente.

El pensamiento analógico propone una racio-nalidad autocrítica, para Beuchot esta razón nos es natural, en tanto que seres humanos, y es la que nos permite crear cultura. Siendo estas fechas de-cembrinas las más propicias para reflexionar sobre lo ocurrido a lo largo del año y si observamos con atención nuestra conformación cultural, podemos redefinirnos en las expectativas del año nuevo con base, incluso, en los colores Pantone.

• PÉNDULO21 / 3 / DICIEMBRE2015 •

Retorno eterno de las costumbres

Ignacio Ruelas Olvera

Nuestro calendario social se ahoga en lo mis-mo, un circuito temporal. Estamos en plena temporada de aparadores, incitación a las

compras, padecemos un tsunami de consumo; pa-ralelamente llegamos cíclicamente al tiempo de los propósitos, delos parabienes, nos invade una mise-ricordia y solidaridad sin compromiso. Nos olvida-mos en este boato que los impuestos son la única cara de cumplimientos colectivos: además del IVA, prediales, placas, tenencias…, después de los des-medidos ataques propagandísticos y manipulado-res saqueadores de nuestros salarios. Habrá que acreditar a la religión católica que de alguna ma-nera la navidad y el año nuevo son efemérides que estimulan la idea y su reflexión sobre los “Otros” de manera solidaria, en medio de una ambiente pos-moderno de frivolidad posibilitan el fortalecimiento del humanismo, a pesar de los excesos y la pérdi-da del control en muchos aspectos. Por ejemplo, el perdón se hace factible merced a la necesidad de ser en el otro; la misericordia se apodera de no-sotros en virtud de un enigma de la vida: Dios; los arrepentimientos se muestran por el hecho de que se nos hace patente el porvenir. En fin, accedemos a estados de ánimo que se visten con la solidaridad y se mudan con valores aptos para la convivencia.

Dije que estamos en tiempo de propósitos, ¿qué es eso?; propósito es intención, designo, re-sultado que se desea, meta, objetivo; es también participio pasivo de proponer, ofrecer para su consi-deración. Sin que suene a didáctica cursi, el primer propósito debe ser el festejo de nuestra vitalidad, es decir la vivencia, pues la única justicia que le pode-mos hacer a la vida es vivirla; vivir la vida es convivir,

ahí la circunstancia compañera del yo, la fatalidad. La contingencia que enfrentamos en el vivir y el con-vivir es lo que nos coloca en el camino adecuado para descubrir o redescubrir los propósitos, en ese punto hallamos sentido y significado de esa vida. El propósito no es algo que se obtiene con sólo desear-lo, tampoco nadie puede adjudicar a otro un propó-sito, tenemos que encontrarlo nosotros mismos, el tiempo y el pensamiento nos permitirá descubrirlo. En sentido contrario, el aburrimiento es la expresión más clara del des-propósito, es la pérdida del sen-tido, la forma pasiva del vivir, no saber por dónde; también es la perdida de la intención, la forma activa de la vida; entonces debemos tener cuidado si des-activamos nuestra vida, el aburrimiento, como los malos pensamientos, se ocupara de nosotros. Los propósitos debemos atenderlos de manera sencilla, encontrarlos en el transcurrir cotidiano de la vida, en lo personal y en lo social, poner de manifiesto la insa-tisfacción de nuestras necesidades. Hacer necesaria la satisfacción: cumplir el propósito.

Hablemos de balance; seguramente a Usted le será regalado un perfume, una bufanda, un sué-ter, una pulsera, catorce tarjetas de navidad. Con toda seguridad Usted obsequiará un perfume, una bufanda, un suéter, una pulsera y enviará catorce tarjetas navideñas. Usted participará en cuatro in-tercambios en los cuales, estoy cierto, recibirá: un disco del Coque Muñiz,el libro “memoria de mis pu-tas tristes” de García Márquez, una agenda y un pañuelo; en sentido inverso regalará un disco del Coque Muñiz, una novela del Gabo, una agenda y un pañuelo. El balance es: sumas iguales. Sin em-bargo, a Usted le quedará una deuda en su tarjeta

de crédito, dinero que no podrá recuperar, a pesar de haber recibido lo mismo que regaló. De manera que no solo los impuestos que le debe al gobier-no además de la deuda externa y eterna (es como Dios), sino que el Estado institucionalmente permi-ten que lo secuestren los nuevos señores feudales, la banca. Su aguinaldo que es un derecho ganado con trabajo de alguna manera u otra no fue emplea-do para atender gastos que tienen una razón vital, necesaria y a veces impostergable, le queda el con-suelo del propósito: el próximo diciembre no volverá a cometer los mismos errores.

En algún tiempo se escuchó con pasión la sentencia: “regale afecto no lo compre”, lo cual es una verdad. Se trata de educarnos para la convi-vencia solidaria con humanismo, la verdad no re-querimos presionarnos con las compras compulsi-vas e irracionales. Los regalos se pueden hacer por nosotros mismos, para ello necesitamos invocar la creatividad, la imaginación que nos asegurará la satisfacción propia y ajena. Lamentablemente los productos de una enseñanza y una inteligen-cia emocional no están en el sistema educativo. También el Estado ha permitido que los sindicatos educativos secuestren nuestra niñez y juventudes, que los mantengan encerrados en mazmorras de la ignorancia.

Las fiestas de navidad y año nuevo son en sí mismas un regalo, un obsequio; el festejo no es fácil, pues la fiesta se hace cuando los convocados están satisfechos y alegres con hacer la fiesta. La fiesta es un obsequio que nos podemos hacer a no-sotros mismos: vivir la vida. Donde se hace la fiesta se hace el amor, esto es irrefutable.

• PÉNDULO21 / 4 / DICIEMBRE2015 •

La Jornada AguascalientesPÉNDULO 21Publicación mensualDiciembre 2015Año 6, No. 115

115EDITOR

Enrique Luján Salazar

DISEÑOGenaro Ruiz Flores González

Nostalgia de lo absolutoEnrique Luján Salazar

Envueltos en la vorágine de estos días decem-brinos, debido a las fiestas que se aproximan, me pregunto si verdaderamente reconocemos

el significado y la relevancia de estas fechas.¿Qué o a quién estamos festejando? ¿Por

qué dar los buenos deseos de paz y felicidad a todo conocido? ¿Por qué regalamos presentes a familia-res y amigos? ¿Por qué sentimos la necesidad de ser solidarios con los que menos tienen? En fin, las preguntas podrían continuar y continuar sobre los aconteceres presentes.

Sin duda, la propaganda abrumadora del co-mercio hace mella en el ánimo de todos, en particu-lar, de los infantes. Todo se vende, todo da felicidad, todo es necesario. No importa quién lo compre o quien lo dé; sea el Niño Dios o Santa Claus; los padres o los amigos. Lo importante es tener algo nuevo o reciente, en particular, si se trata de algo relacionado con la tecnología.

Los pueblos y las ciudades se animan y las luces multicolores que delinean esferas, ángeles o faroles dan un nuevo rostro a calles y caminos. No nos importa el frío invernal anticipado, no nos intere-sa la impertinente lluvia que no termina por irse, no importa la pobreza en la que viven la mayoría de los mexicanos, no importan los recortes presupuestales a cultura y educación… Hay que comprar, hay que gastar aunque se deba, aunque no se tenga con qué.

¿Qué hay detrás de estos comportamien-tos rituales y consumistas de diciembre y de fin de año? ¿Late alguna religiosidad que conmemora sus fechas fundacionales o la presencia conmovedora de lo absoluto que une lo divino con lo efímero de nuestra existencia?

Si consideramos que los humanos somos seres deseantes y fundamentalmente incomple-tos, que continuamente buscamos afirmar existen-cialmente nuestra voluntad y nuestra libertad, toda la parafernalia navideña y de fin de año es insufi-

ciente, vivida de manera consumista o meramente hedonista, para poder realizar nuestros anhelos y desarrollar nuestra frágil condición humana. Los re-galos y la comida, las luces y los adornos son eso y nada más. Habrá que buscar una manera de sacar mayor provecho de estos días, podremos pregun-tarnos y reflexionar sobre el sentido de éstos. Sin este trabajo interpretativo todo se vuelve insignifi-cante y la cotidianeidad se torna banal; a tal punto que, un día después, cuando las fiestas terminan, regresa más de lo mismo pero aumentado por los excesos, las deudas y la falta de previsión cometi-dos estos días, sumado a los cúmulos de basura de envoltorios y restos de comida puestos sobre los contenedores. Así que habrá que transformar la al-garabía y el bullicio de estos días en un gozo más amplio y profundo, recuperando no sólo lo más au-téntico de nuestras tradiciones sino ahondando en la experiencia que se nos presenta, ya sea en la re-memoración de la unión de lo divino con lo humano y el mensaje de paz, amor y bienestar que conlleva la Navidad; o, por otro lado, reconociendo en este fin de año nuestra propia historicidad y finitud como especie humana, que se configura precisamente en el tamiz de la temporalidad.

¿Es posible la paz y la felicidad tan deseadas en estos días? En un mundo secularizado, tecnolo-gizado y positivista ¿es posible preguntarse acer-ca del misterio que implica la trascendencia? ¿No estamos cerrando los ojos frente a una realidad

humana que se muestra refractaria a tales concep-tos? ¿Es que las noticias locales y mundiales no nos convencen de lo contrario? ¿Cómo alcanzar la armonía con medios humanos demasiado huma-nos en momentos en los que impera la violencia? ¿Cómo demorarnos en aspectos reflexivos tan abs-tractos como los mencionados más arriba?

No tengo respuestas a todas estas cuestio-nes. Lo que sostengo es que las maneras consumis-tas y mercantilistas poco abonan para la realización de una experiencia de amor, bienestar o unidad que deseamos en estos días. Lo que me gustaría es que estos momentos que transcurren nos dieran la fuerza para continuar en la brega de la vida y que nuestra incompletud humana se hiciera menor cuando nos apropiamos de las experiencias vitales y las com-partimos con los demás. En particular, es pertinen-te retomar la experiencia del absoluto con relación a nuestras vidas; ése que todavía late tras las con-ductas atávicas que renacen continuamente y que indican que hay algo más en el mundo que la mera presencia humana; abrir los ojos para ver esa reali-dad que se esconde tras el misterio. De esta manera, sentiremos que nuestra oquedad ontológica se com-pleta, no de manera enajenada y consumista, sino que nuestro ser y nuestra existencia expanden com-prensivamente sus propios horizontes y que, desde ahí, podremos repartir y dar nuestros parabienes a los demás, a los otros que también configuran mi propio horizonte y mi propia experiencia del mundo.

COMITÉ EDITORIALIgnacio Ruelas OlveraRamón López RodríguezCarolina Sánchez ContrerasWalkiria Torres SotoLucía Carolina Muñiz Leal