HARGREAVES Una Educación Para El Cambio Editable

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Una educación para el cambioReinventar la educación

de los adolescentes

Andy HargreavesLorna EarlJim Ryan

Biblioteca del Normalista

EDICIONES

OCTAEDRO

 

Una educación para el cambio

Reinventar la educación

: 4 : de los adolescentes

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Andy HargreavesLorna EarlJim Ryan

 

Esta edición de Una educación para el cambio. Reinventar la

educación de lo s ad ol e scent e s en la Biblioteca del  Normalistaestuvo a cargo de la Dirección Gener al de Materiales yMétodos Educativos de la Subsecr etaría de Educación Básica y Normal

Primera edición en la Biblioteca del  Normalista de la SEP, 2000

Título de la edición or iginal:

S choolin g for C hange: Reinventin g Education     f      or E arl  y

 Adol escents

Traducción: José M. Pomar es

© 1996 A. Har greaves, L.Earl y J. Ryan© 1998 Ediciones Octaedro© 2000 Primer a edición SEP / Octaedro

Coordinación editorialLazlo Moussong

D.R.© Secretaría de Educación PúblicaAr gentina 28, Centr o06020, México, D.F.

ISBN 970-18-4464-5Depósito legal: B . 43.659-2000

Impr eso en Es paña

DISTRIBUCIÓ N GRATUITA - PROHIBIDA SU VENTA

Prohibida su reproducción  por cualquier medio mecánicoo electrónico sin la autorización  previa de los coeditores

 

Presentación

e orno  parte del proceso de transformación y fortaleci-miento académicos de las instituciones formadoras demaestros, la Secretaría de Educación Pública edita la

Biblioteca del  Normalista, cuyo propósito es apoyar a directi-vos, maestros y alumnos de escuelas normales de todo el  país .

Los títulos que la forman han sido cuidadosamente seleccio-nados , con el objetivo fundamental de apoyar la reforma curricularde la educación normal. Algunos de ellos se relacionan directa-mente con la docencia y aportan herramientas para el desenvolvi-miento profesional de los maestros; otros se orientan a la com-

 prensión del desar r ollo del niño y del adolescente; otros más buscan ofrecer una visión actualizada sobre la escuela y su papelsocial.Todos ellos son producto de la investigación educativa endiversos campos.

Los libros de esta B i blioteca se distribuyen gratuitamente alos maestros y directivos de educación normal que los soliciten .Asim ismo, estarán a disposición de los estudiantes en el acervode la  bi blioteca de cada escuela normal.

La Biblioteca del Normalista se suma a otros materiales yac-tividades de actualizacióny apoyo didáctico puestos a disposiciónde maestros y alumnos de las escuelas nor males, de profesoresde la Universidad Pedagógica Nacional y de equipos técnicos es-tatales. La Secr etar ía de Educación Pública confía en que esta ta-

. r ea resulte útil y espera las sugerencias de los maestros para me- jorarla.

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I

 

Índice

Agr adecimientos - : 9

CA P I T U L O 1 : Tr ansiciones tri ples 13

CA P Í T U L O 2: Adolescencia y adolescentes 25

CA P I T U L O 3: Cultur as de la escolar ización 3 9

CA P I T u 1 .o 4 : E l  pr oceso de tr ansición 65

C A P I T U L O S : Atención y a poyo 93

CA P I T U L O 6 : 'Los  pro blemas del curr ículum 129

Cxrrnno 7: R esultados e integración 1 49

C A P I T U L O 8 : La evaluación 1 83

C A P I T U L O 9: Enseñanza y apr endiza je 223

C A P IT U 1 .o 1 0 : Llegar allí 253

R efer encias  bibl iográficas 283

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Guía para la lectura . Correspondencia entr e gr ados, edades y ciclos de laescuela norteamer icana .

Grado12

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98

7654

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Kinder garten

Edad

17-181 6-1715-161 4-15

13-1 412-1311-12

10-119-10

8-97-86-7

Ciclo

J . . E > cuel, _ me < l i,  _

Escue la secundariao superior senior

Escuela secundaria

o su perior  junior

Escuela elemental o  primaria

8

Escuelasecundar ia

superior

 

AGRADECIMIENTOS

Este l i br o se ha desarr ollado a l o lar go de un  proceso que ha dur adocasi cinco años: Todos nosotros hemos tr abajado en él y lo hemosde jado r e posar en nuestros des pachos y en nuestr as mentes. A pesarde todo, siem pr e ha sido consider ado un libr o que era necesarioescr i bir . Las conver saciones mantenidas con  prof esorado y estudian-tes, unidas a la insistencia de nuestros com pañeros de traba jo, noshan inducido a r eco pilar y consolidar  parte del tr a ba jo  previamenterealizado  par a  pr esenta rlo de for ma que r esultar a accesi ble al  pr of e-sorado es pecializado en este campo.

Dur ante este tiem po hemos  participado con va rios compañeros enun  programa de traba jo que ha contribuido y ayudado a evaluar losesfuerzos de  progr eso llevados a ca bo  por ]a r efor ma escolar en losllamados Años de Transición, en nuestra  provincia de Ontario. Unelemento clave de nuestr o  progr ama fue un inf or me titulado  Der e-chos de tr ansición (Hargreaves y Earl, 1 990), del que fuimos ca-auto-r es dos de nosotros , gracias a una ayuda concedida  por el M inister iode Educación de Ontario, Canadá.  Nuestr a tarea consistió en r evisaruna selección de un estudio internacional so br e la escolar ización enlos años de tr ansición (gr ados 7-9),  pr estando es pecial atención a los programas y servic ios innovador es intr oducidos en ese ámbito. S e nos pidió que deta lláramos cua lquier im plicación que afectara al desar ro-llo de las distintas  políticas a plicadas a dicho  per iodo escolar . Par anuestra satisfacción y sorpr esa , el inf orme fue analizado y difundidode inmediato en escuelas y sistemas escolar es de Ontario. Contribuyóde manera activa al desar r ollo de la  política destinada a la r eestruc-tur ación de la educación en los grados 7-9 de la  pr ovincia, y em pe-zó a ser utilizado y tomado como r eferente en otr as  jurisdicciones deCanadá y del extr an jer o, como ocurrió en las r evisiones estatales delfinal de la escuela  primar ia y el inicio de la secundar ia en Austr alia( por ejemplo, Eyer s, 1992). Como quiera que el inf or me es un docu-mento que  pertenece a l ministerio y no se encuentr a con facilidad, lohemos ampliado y actualizado  para este libr o, destinado a un mayornúmero de lectores . Estamos  particularmente agr adecidos al Ministe-rio de Educación de Ontario  por ha bernos inducido a tomar este

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U  N A E D U C A C I Ó  N P A R A E 1 , C A M ll I O

rumbo a la hora de investigar los cam bios acontecidos en una é poca particular mente interesante en las vidas de los  jóvenes.

Escr i bir so bre la investigación educativa nunca resulta fác il cuan-do la o bra va dirigida a un  pú blico  prof esional am plio y que habitauna extensa zona geogr áfica . Var ían los deta lles administr ativos de losdiferentes sistemas, así como la ter minología uti lizada  para describir -los .  No obstante, y a  partir de nuestro anális is internacional, hemosllegado a la conclusión de que los  problemas del cambio experimen-tado  por los adolescentes , y aquellos que surgen al tratar de cambiarnuestr as escuelas de modo que satisfagan las necesidades de esos  jó-venes de for ma más ef ectiva , son notablemente sim i lares en muchos países  por distintos que éstos sean . Así pues, si los términos emplea-dos le  pa recen  poco familiar es, o si los detalles de nuestra termino-logía no s iempr e son exactamente los mismos que usted utiliza en su propio sistema, rogamos su compr ensión ,  puesto que lo realmenteim portante para el sistema es el mensaje a l margen de las  pala brasempleadas  para descr ibir sus as pectos adminis trativos específ icos. Nuestr a ter m inología es norteamer icana. A menudo nuestro vocabu-lario tam bién es el correspondiente a los sistemas norteamer icanos,aunque hay momentos en los que r ealizamos una transposic ión aotros sistemas y utilizamos tér minos más genér icos cuando nos es po-sib le. Hablamos de estudiantes en cualquier edad 'escolar , en lugar dealumnos, escuelas elementale s y no  pr imar ias; descr i bimos las escue-las como dirigidas  por directore s , aunque esas  per sonas se denom i-nan rector es en otros sistemas ;  pr ef erirnos el tér mino di strit o escolaral de consejo escolar o autor idad educativa local ; nos r eferimos fre-cuentemente a est r at e gias de enseñanza , allí donde algunos lector esestadounidenses hablarían de estr ategias de instrucción, y hacemosde los gr ados 7-9 la pieza clave de nuestro traba jo, aunque los cu r-sos 8-1 0 serían el equivalente más a propiado en el sistema  br itánico,que empieza un año más tarde que en Amér ica del  Norte.

Aunque nuestr a intención es r ealizar un estudio de lar go alcance,es en la  provincia de Ontar io, Canadá, donde se centra nuestro pro-grama de tr aba jo, y en  particular el informe que representa la basedel mismo. En consecuencia, nos sentimos en deuda muy es pecial -mente con los numerosos docentes y administr adores de Ontar io quenos han animado y exhortado a viajar  por toda la  pr ovincia  para darcharlas a grupos de educadores, desafiado nuestras conclusiones einterpr etaciones y que, en definitiva , nos han estimulado a buscar unacompr ensión más  profunda de lo que  puede ser la escolar ización de

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AGRADECJMIF.NTOS

los adolescentes. Una búsqueda que continúa siendo fructífera y ocu- pando nuestro tiempo e imaginación. Ningún trabajo de esta magni-tud puede ser realizado exclusivamente por los autores. A lo largo delcamino hemos contado con la colaboración del equipo de investiga-ción original de  Derechos de Transición , y en especial de Mar gar etOldfield. Más recientemente, nuestro director de investigación, ShawnMoore, y Leo Santos , nuestro infatigable secretario, han trabajadohasta muy tarde en más de una ocasión para descifrar nuestros gara- batos y reelaborar -un  borrador rná s- .

Finalmente, como sucede siempre, hubiera sido imposible realizarel esfuerzo que requiere llevar a término este  proyecto sin el apoyoy ayuda  brindados  por nuestras familias, compañeros y amigos en el pr oceso que ha supuesto llevar este libro desde el terreno de las ideasy las conver saciones, al de las palabras impresas en papel. Sin elloses 'rnuy dudoso que este libro hubiera  podido ver la luz .

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CAPíruLO 1

Transiciones triples

EL PROBLEMA

En las sociedades occidentales, la adolescencia es, típicamente, un per íodo en el que la gente  joven experimenta una  profunda tr ansi-ción en su desarr ollo social , físico e intelectual. Es un tiempo de cam-

 bios r á pidos, de tr emendas dudas e intensa autor eflexión. Par a mu-chos adolescentes, la ex plicación del entusiasmo y el dolor que les pr oduce el hecho de cr ecer radica en que tienen mucha menos con-. fianza en aquello hacia lo que se dirigen que en aquello que de janatr ás .

Por extr año que  par ezca, a finales del siglo xx, las sociedades occi-denta les también se hallan inmer sas en cambios y tr ansiciones turbu-lentos y  plenos de incertidumbr e. La economía se vuelve más flexi-

 ble y, al mismo tiempo, más fr ágil. L a tecnología gana en compleji-dad. Las or ganizaciones  pr escinden de la  bur ocracia en favor de laflexibilidad y la fluidez . Las naciones se muestran  pr eocupadas y, enocasiones , abiertamente enfr entadas en la  búsqueda de su identidad,a la vez que se expanden sus economías, las fr onter as se hacen irre-levantes y sus habitantes más intr overtidos. Atrás han quedado losvie jos y evidentes antagonismos entre tr a ba jo y ca pital, entre el estey el oeste. Pero el mayor  pluralismo, la comple jidad y la diver sidadconllevan tam bién la desapar ición de las certidumbr es ideológicas del pasado, los fundamentos morales a par entemente firmes sobre los que

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

se asenta ba la educación, y confor me a los cuales la gente construíasus vidas y mantenía sus de ber es y o bligaciones.

Pr ecisamente cuando las sociedades industriales empiezan a alcan-zar la madur ez, las economías se muestr an a ptas  para una ex pansióninf inita y los estados del  bienestar  par ecen ca paces de extender los beneficios educativos y sociales a toda la po blación, r esulta que la vi-da social , económica y  pol ítica se ve abocada a la impr edecibilidad.

Es como si las  propias sociedades se vier an también condenadas aexper imentar una es pecie de adolescencia . Al igua l que los adoles-centes, todos vivimos unos años, a la vez estimulantes y ater rador es,de tr ansición y agitación. E l  pr efi jo  post, utilizado  par a descr i bir estaépoca calificada  por Daniel Bell (1 973) de sociedad  postindustr ia l , y por C. Wright M ilis (1959) de sociedad  postmoderna , término acuña-do por él , sugiere que existe mucha más confianza en el  pasado, queen el  porvenir (A . Har greaves, 1 994).

 Nuestr o futuro es en  buena medida como un libr o abierto en elque tuvier an ca bida una tr iunfante innovación, el descubr imiento deesti los de vida diver sos y autorr ealizador es , y aun así am bientalmen-te sosteni bles, gentes que viven y tr a bajan  juntos en comunidades enlas que  pr edomina la diver sidad. Pero .tam bí é n  podr ía tr atar se de unf uturo de antagonismos y deses per ación, donde quienes resultenafortunados se vean seducidos por un mundo tecnológicamente des-lum brante de consumismo super ficia l y multitud de posibil idades encuanto a estilos de vida se refier e, m ientr as que los que hayan teni-do  peor suerte se vean condenados a l desempleo, a l su bempleo o aun empleo mínimamente exigente que les ofr ezca  pocas alternativasr ea les. L a naturaleza de nuestro futur o depender á, en gr an  parte, decómo  pr e par emos a la gener ación que lo vivir á y le dar á for ma.

Los adolescentes se encuentran en un punto crítico de su desarr o-llo, en consonancia con el inesta ble mundo de los adultos del queentr an a for mar  parte. Eso ex plica , en  buena medida,  por qué loseducadores de todo el mundo  par ecen identificar los años de tr ansi-ción de la escolarización como el punto centr a l de la r efor ma educa-tiva. R efor mar estos años de tr ansición en el sistema escolar  podr íagar antizar una do ble r e par ación: evitar daños irrever sibles que af ec-ten a l futuro de nuestr a  juventud, y  prevenir del mismo  peligro almundo que her edar án.

Tr adicionalmente, las escuelas secundarias no han sido  particular -mente sensibles ni a las necesidades de tr ansición de los adolescen-tes ni a los gr andes cambios sociales. Los sistemas escolar es secun-

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l. 1 "RANSJ CIONE5 TRIPLES

dar ios evolucionar on a partir de pequeñas academias o institutos deespecialización temática destinados a una élite selecta,  par a conver -tirse en una extensión de los sistemas de educación de masas, simi-lar es a fá br icas, donde los estudiantes er an  pr ocesados en grandesgrupos y segr egados en cohortes o clases atendiendo a su edad. Enellas se les enseñaba (·instru ía ·) mediante currículos estandar izados yespecializados (o cur sos de instrucción). Habitualmente, la enseñan-za se basaba en un r ecitado o lectura, com plementado con la corr es-

 pondiente toma de notas, sesiones de  pr eguntas y res puestas y acti-vidades en el  pupitre (Goodson, 1 988 ; Cuban, 1 984 ; Hamilton, 1989).

Estas estructur as inicia les de escolarización, diseñadas  para una é pocacar acterizada  por las gr andes f á br icas, la industria mecánica  pesada ylas  bur ocracias es pecializadas, establecieron las condiciones  básicas par a  buena parte de la escolarización secundar ia actual. Aunque hayacambiado de apar iencia y estilo, estas estructuras  profundas de divi-sión, departamentalización y transmisión han  pervivido de gener a-ción en gener ación.

L a enseñanza en la escuela secundaria ·real· , la forma aparente-mente natural , normal y establecida de organizar la enseñanza y elcurrículo, es,  por tanto, un invento histórico-social muy es pecífico procedente de un  per íodo muy lejano (Metz, 1991) . A medida quenos adentramos en la era postmoderna, los esfuerzos de la reforma yla reestructur ación educativa han empezado a a bordar estas nor masde escolar ización secundaria inmuta bles y , de hecho, casi -sagradas- ,

según las calificó Sar ason (1971). La es pecia lización de partamental seha cuestionado a tr avés de  propuestas sobr e currículos nucleares eintegr ados (Drak e, 1 991) . L a inteligencia empieza a consider ar se unconcepto múlt i ple y no singular (Gar dner, 1 983). Comienzan a defen-der se enf oques flexib les en la enseñanza, que r espondan a la diver -sidad de estilos de apr endiza je de los estudiantes (M cCarthy, 1980) .S e buscan estrategias de valor ación más -auténticas- a la hor a de eva-luar los conocimientos adquiridos mediante una am plia gama demétodos , en lugar de hacerlo sólo mediante e jer cicios escr itos(Wiggins , 1 992) . En muchos lugar es se llevan a cabo esfuer zos  poragrupar a los estudiantes de un modo más heter ogéneo (Wheelock ,

1 992) . Las escuelas secundarias empiezan ahora a afr ontar las gran-des tr ansfor maciones que se están oper ando en la enseñanza, ela prendiza je, el currículo, la or ganización y la evaluación (S ize, 1992).

Éstas son,  pues, las tres tr ans iciones. En la adolescencia, la gente joven se encuentra en plena tr ansfor mación, al igual que las socieda-

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

des de finales de siglo, y lo mismo sucede con los  programas acele-rados de r eforma educativa, las escuelas secundarias y las escuelassuper ior es. En este libro queremos abordar esta tri ple transición yanalizar los desaf íos que plantea a los educadores de los adolescen-tes. Deseamos articular qué significa · realmente educar a estos ado-lescentes en las condiciones , sociales, cultur ales y económicas, decar ácter r enovador que nos es peran y a las que ya nos hallamos suje-tos .  Nuestr o deseo es ha blar con franqueza del desafío que ello r e pr e-senta, y ser pr ácticos e imaginativos , aunque razonadamente cir cuns- pectos , a la hor a de  plantear  posibles soluciones. Al tr atar se de unatar ea de gran enver gadura no siempre  podremos ser tan minuciososcomo quisiér amos,  pero confiamos en  poder  br indar algunas clavesimportantes, identificar algunas dir ecciones f ructíf er as y estimular undebate eficaz .

EL LIBRO

 Nuestr o  pr o pósito al escribir este li br o es el de consolidar la  bi blio-gr af ía r ef erida a los adolescentes y presentarla como un amplio r esu-men narr ativo de fácil lectur a y que r esulte accesi ble al  prof esor adoy demás pr of esionales de la enseñanza que deseen adquir ir un mayorconocimiento de aquellos temas que intervienen en la educación delos adolescentes. Por esta razón, no es pecif icamos en detalle los des-cu br im ientos r esultantes de  proyectos individua les, sino que citamosestudios y casos que tienen im portancia en r elación a las cuestiones planteadas. Dada la gama de temas inclu idos en este tr a ba jo, nuestr ar evisión ser á necesar iamente selectiva antes que exhaustiva , y ha s idodiseñada para identificar los temas clave dentro de cada uno de losámbitos de estudio.  Nuestr o equi po de r evisión concentr ó sus inves-tigaciones en Estados Unidos , Gran Bretaña, Canadá, Austr alia y Nue-va Zelanda. En la r evisión tam bién se ha incluido mater ia l de otr os

 países, en la medida en que nos ha sido  posi ble su per ar los  proble-mas de compr ensión y dificultad de l os id iomas.

Los temas que abor damos en este li bro se  basan  principalmente ennuestr o inf or me anter ior , y son:

• L as car acterística s clave de las escuelas elementa les (o pr imar ias)y de las escuelas secundar ias , y su impacto so br e el apr endiza je

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l. TRA NSICIONES TRIPLES

y el desarrollo de los estudiantes. De esta forma se da una ideade qué preadolescentes se transfiere, a dónde lo hacen, dedónde proceden y de lo que son en este periodo de tránsito .

• El propio proceso de transición, tal y como es comprendido yexperimentado  por los propios estudiantes, y gestionado pordocentes y administradores.

• El currículum para los adolescentes, y en especial aquellos temasrelacionados con el concepto de currículum nuclear , los criteriosque sostienen tal currículum, y las formas particulares que puedeadoptar un currículum nuclear.

• Las estrategias innovadoras de valoración y evaluación que apo-yan el  propio  pr oceso de aprendizaje y que se integran en éldurante los años de transición de la escolarización, en lugar deaquellas que se a plican como una sentencia judicia l , una vez ter -minado el apr endiza je.

Este libro también amplía nuestro inf orme original e incluye unavisión más amplia en temas de agrupamiento, a poyo a los estudian-tes, enseñanza y aprendiza je, y las implicaciones de toda esta bi blio-gr af ía en la r eestructur ación de las escuelas . A medida que analice-mos estos temas, nos ref erir emos también a los descubrimientos quehemos ido acumulando en fases  posteriores de nuestr a investigación .

Uno de esos estudios se centr ó en el  proceso de cambio a través delcual algunas  per sonas antici par on y llevaron a la  pr áctica r eformasr ecientemente desar rolladas  para los años de la transición (gr ados 7-9). Estas r eformas incluían una legislación que  permitía organizar el91 1 gr ado (14 años) en lugar de en tres grupos,  por niveles de. dificul-tad, en grupos heterogéneos. E ste estudio de Cult uras de traba    jo ycambio educativo en la escuela  secund aria (Har greaves, Davis, Fu-llan, S tager , Wignall y Macmillan, 1 992) describía cómo r es pondierona estos cambios los dir ector es y pr of esor es de ocho escuelas secun-darias distintas.

Una tercer a  parte de nuestr o  progr ama,  Lo s años de transición:

tiempo s para el cambio (Har gr eaves, L eithwood, Gérin-Lajoie, Cou-sins y Thiessen, 1993) evaluó los r esultados obtenidos en los años detransición, tal y como a parecen ejemplificados en sesenta  y dos pr o-yectos  piloto financiados  por el ministerio, con el o bjetivo de ex plo-rar las distintas  políticas seguidas  par a la  puesta en  práctica de lasr eformas en los llamados años de tr ansic ión. En nuestra valor ación dealgunas de las estrategias más ampliamente def endidas para la r efor -

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UNA EDUCACIÓN P ARA EL C AMBIO

ma educativa destinada a los adolescentes, nos basaremos en algunasde las conclusiones derivadas de este último estudio, además de acu-dir a la bi bliogr afía es pecífica, lo cual nos  permitirá comprobar el  pa-nor ama que ofrecen en la  práctica las r ealidades concretas de r ees-tru ctur ación que se pr oducen en los años de tr ansición de la escala-·r ización.

 No  pr entendemos con esta r evisión  plantear afirmaciones dema-siado contundentes sobr e los r esultados de dicha investigación. Tam- poco es nuestra intención que los r esponsables de la administr aciónla util icen con el afán de im poner nuevas  políticas al  prof esor ado.

Animamos en todo caso a hacer uso de este materia l , de la maner aen que el conocimiento y ex periencia  pro pios y ajenos les dicte, y ahacerlo de una for ma cr ítica y r eflexiva. ¡ La ciencia también  puede serfácilmente mani pulada  par a ser puesta a l servicio de un mayor  poderadministr ativo! Las conclusiones que se extr aen de una investigaciónr ar as veces son suficientemente sólidas, atemporales o incontroverti-

 bles como  par a  justif icar ese ti po de planteamientos. Tam poco desea-mos estimular convicciones y compr omisos demasiado entusiastascon los métodos mágicos de las escuelas r eestru ctur adas  par a los ado-lescentes que  pudier an ser tomados  por a lgunos como res puestas atodos nuestr os  problemas. Aunque no tenemos r azón a lguna  para sercomplacientes con los  progr amas actuales de educación, cas i todaslas soluciones a portadas son imper f ectas en sí mismas,  por  promete-dor as que  par ezcan. A  pesar de que la mayor ía de  pr o blemas tienensolución, cada solución tr ae cons igo más  pro blemas . E l cambio  pr o-ductivo es aquel que conlleva un  pr oceso continuo de me jor a, una

 búsqueda de res puestas a los  problemas que surjan, y no una inver -sión en las fa lsas certezas de la ciencia, o en huecas  pr omesas de unar eforma r á pida .

SUPOSICIONES INICIALES

A br igamos la es per anza de que este li bro ayude a estimular el de ba-te y la evaluación, que abra horizontes a la per cepción y nuevas  posi-

 bilidades, clarifique dir ectrices  par a el avance y la r efor ma, e identifi-que necesidades  para futuras investigaciones. Por esta r azón, nuestr otono no siem pre es a bsolu tamente neutro y desa pasionado . Tratamosde evitar la inconsistencia de un consenso su perficial, r emar cando

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l. TR ANSICIOll!ES TR IPLES

tanto aquellas fa lsas inter  pr etaciones que de nuestr as r ecomendacio-nes se  puedan der ivar , como su significado concreto.  Nuestro estilo, por lo tanto, a menudo  busca  provocar contr oversia , y  puede resul-tar en ocasiones un tanto contundente. Es algo deli berado. Estamosconvencidos de que ha llegado el momento de de jar hacer -cha pu-zas· con la educación de los adolescentes, de añadir inic iativas indi-viduales y ef ectuar  pequeños ajustes en unas estructuras y  pr ácticasya desfasadas . Es el momento de comprometer se a acometer los cam- bios necesarios que sitúen a los  jóvenes en  pr imer lugar , y r elegar asegundo tér mino nuestr os há bitos, tr adiciones y convencionalismosen nuestra forma de tra ba jar . Esto no significa, sin embar go, que sea-mos insensi bles a las necesidades  pro pias del  prof esor ado,  pero su- pone r econsiderar nuestr as  pr ior idades y, entr e ellas, dar un lugarestelar a los estudiantes.

Esto signif ica que nuestr a r evisión no es, ni  puede ser , del todoimparcial . Aunque  procuramos ser rigurosos a l .so pesar las conclusio-nes, nuestro análisis y r esumen se guían  por ciertos va lor es y suposi-ciones. En algunas r evisiones  bi bliogr áficas, esas suposiciones están amenudo implícitas, sin ser formuladas ex plícitamente.  Nosotros que-remos  plantearlas claramente desde el  princi pio, de modo que, comolector crítico ,  pueda no ya sólo identif ica r se con las evidencias pre-sentadas,  para ver hasta qué  punto r efuerzan nuestras suposiciones,sino también entablar un diálogo con esas mismas suposiciones, uti-lizándolas quizá  par a r econs ider ar sus  pr o pios  pr opósitos y com pr o-misos educativos. Tres son las su posiciones  básicas que han guiadonuestr o anális is.

Su posición 1 : Durante los años de tr ansición, los  pr ogr amas y serv iciosde berían  basarse fundamenta lmente en las características ynecesidades de los adolescentes.

Esto signif ica que esos  programas y servicios no de ber ían venir de-terminados  por la iner cia de la tradición histórica que ha ter minado por definir nuestr a com pr ensión actual de los temas · curricular es-apro piados- (Goodson, 1988; Tomk ins, 1 986) y de los métodos váli -dos y funcionales de enseñanza (Cuban, 1984 ; Curtís, 1 988; West bury ,

1 973). Tam bién significa que los  pr ogr amas y servicios  par a los ado-lescentes no de berían ser configur ados  básicamente  por el cur r ículumy las exigencias de titulación  poster ior , ta l y como sucede en la actua -lidad (Stillman y Maychell , 1984; Gorwood, 1 986; Har gr eaves, 1986).

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UNA EDUCACJÓ~ PARA E L CAMBJO

Las diferentes fases y sectores de los servicios educativos deberíanfuncionar juntos, en una asociación entre iguales, haciendo de la edu-cación un  pr oceso continuo que satisfaga las necesidades de la gente joven en todas y cada una de las fases que compr endan su desarr ollo .

Así  pues,  pr esumimos que el propósito  pr inci pal de la escolar iza-ción de los adolescentes no es el de  pr e par ar a los estudiantes  parala escuela super ior , sino ayudarles a convertir la educación en un pro-ceso evolutivo que afronte las necesidades  personales , sociales, físi -cas e intelectuales de la gente  joven en cada fase  particular de su de-sarr ollo.

Su posición 2: L os diferentes aspectos de la escolarización (es decir , elcurr ículum, la  pedagogía , la orientación, la evaluación y eldesarrol lo del  persona l docente), deberían afr ontar se comoun todo integr ado, no como su bsistemas aislados.

De  poco sirve animar al  prof esor ado a ser más flexible y a cen-tr arse más en el apr endizaje, en su actitud ante la enseñanza, s i luegose le obliga a traba jar dentro de s istemas de evaluación tradicionales ,conclu sivos y centr ados en los hechos . Resulta inútil  pedir a l  prof e-sor ado que sea más experimenta l, que asuma r iesgos en su forma deenseñar , si luego debe mover se en los estr echos már genes de guíascurricular es claramente definidas y en las que  pr ima el tratamiento delos contenidos. Tampoco sirve de mucho alentarlos a asumir más r es- ponsa bilidad en el desarr ollo  persona l y socia l de sus estudiantes , amenos que las r es ponsa bilidades que se der iven de lo que actualmen-te conocemos como -orientació n- sean distribuidas y asumidas  por to-do el con junto de la escuela de forma equitativa (Leví y Z iegler , 1 991 ;

Har greaves et al . , 1988 ; Lang, 1985) .En otras  pala bras, creemos , al igual que Sarason (1990), que los

 pr ogramas y servicios destinados a los adolescentes deben entender-se como un sistema integrado  par a que las mejor as r esulten ef ectivas .

En educación, los elementos funcionan en cohesión. Todo afecta alresto. E l cur r ículum, la evaluación, la  pedagogía, la orientación, el de-sarrollo del  per sonal educativo y otras cuestiones sim i lares se anali-zan me jor  juntas , s i las consideramos modos de  potenciar el apr en-diza je y el desarr ollo de los adolescentes.

Suposición 3 : E l desarrollo y  puesta en  práctica de cualquier cam biode bería tomar como  base y en cuenta las teorías y con-ce pciones ya existentes so br e el cam bio educativo .

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l. TR A NSICIO NF .S TRIPLES

Resulta f ácil aconse jar (¡aunque algo menos fácil de financiar') uncambio sencillo y r elativamente superficial, como  por ejemplo laado pción de nuevas guías curricular es, instalación de ordenadores,r educción del tamaño de las clases o puesta en pr áctica de gru pos he-terogéneos. Sinembar go, ya no lo es tanto cuando se trata de implan-tar un cambio complejo y duradero: nuevas estr ategias de enseñanzao una mayor atención a las necesidades  per sonales y sociales de losestudiantes (Miles y Hu ber man, 1 984). La r es puesta al cambio, el inte-r és  por el mismo y la voluntad  por ef ectuarlo se hallan  profunda-mente enr a izadas en el  propio desarr ollo  per sonal y prof esiona l delos docentes (Hunt, 1987) y dependen en gr an medida de que suscompañeros de traba jo, dir ector es y escuelas les  pr o por cionen unam biente o cul tur a que a poye o promueva dicho cambio (Fullan yHar greaves, 1991). En las escuelas, el cambio es más ef ectivo cuandono es visto como un problema que hay que arr eglar , una anomalíaque debe eliminarse, o un incendio a extinguir . Los cambios  particu-lares se pondr án en pr áctica con mucha más  pr obabilidad en aque-llas escuelas donde el  pr of esorado se comprometa a elabor ar y aca-tar nor mas que garanticen una cont inua mejor a como parte de susfunciones (Little, 1 984; R osenholtz, 1 989). En consecuencia, damos por sentado que, para que sea ef ectivo, el cambio en la escolar iza -ción de los adolescentes, como cualquier otr o cambio com plejo ydur adero, tiene que abordar cuestiones más profundas y genér icas dedesarr ollo del  per sona l docente, lider azgo escolar y cultura de laescuela, en una comunidad de apoyo, que esta blezca un compr omi-so claro de pro piciar un  progr eso constante. Sin eso, r esulta muyim probable que ese cam bio  profundo tr aspase los límites del papel .

L os lector es más astutos y los educador es experimentados ya seha br án dado cuenta de que nuestr as su posiciones contienen un acer -tijo.  Nuestra segunda su posición sugier e que,  par a que algunas cosascambien, todo tiene que cambiar . Estamos ha blando entonces de uncambio de gran magnitud. Por otro lado, nuestr a ter cera suposiciónapunta a que el cam bio asegur e el compromiso y la participación delos docentes, y sea conce bido como un proceso continuo. De modoque propugnamos un cambio rá pido y de am plio alcance y al mismotiempo es pecífico y gr adual. Ésta es una de las par ado jas fundamen-tales del cambio educativo y que pueden de jar  perple jos y enfur ecera algunos educador es. Ta l y como ver emos al fina l del libr o, sinembargo, no tiene  por qué tr atarse necesariamente de una  par adojasin solución. Ba jo un punto de vista constructivo, estas  par ado jas se

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

 pueden gestionar productivamente,y conducirnos por vías eficacesde progr eso. Según argumentaremos, el cambio educativo puede ser,de hecho, una  parado ja de esperanza a través de la cual  podemoscrear , y seguir creando, una educación y un mundo me jores para lagente  joven que constituirá las generaciones del futuro.

ESTRUCTURA DEL LIBRO

 Nuestr o li bro está dividido en diez capítulos. El ca pítulo 2 hace unrecorr ido  por las características y necesidades tanto comunes comovariables del inicio de la adolescencia. Examina la naturaleza del cam- bio que experimenta la gente joven al  principio de la adolescencia,

tanto en sí mismos como en el entorno de sus relaciones sociales yde sus escuelas.

El ca pítulo 3 describe los tipos de organización y cultur a escolarque se dan en las escuelas, elementales y secundarias r es pectiva-mente,  por las que pasan los estudiantes durante este per iodo de susvidas. Este ca pítulo plantea hasta qué punto y en qué medida la or ga-nización y la cultura de la mayoría de escuelas elementales y secun-dar ias satisfacen las características y necesidadesde los adolescentes .

E l ca pítulo 4 se centra en el proceso de transición. Analiza la inves-tigación sobr e la ex periencia de la tr ansición en la escuela secunda-ria, la natur aleza y duración de los distintos ti pos de ansiedad padeci-dos  por los estudiantes y que  pr eceden y acom pañan esa ex perien-cia, el gr ado de continuidad y discontinuidad car acterístico de latransición escolar y los as pectos  positivos y negativos de dichas con-tinuidades y discontinuidades. E l r esto del ca pítulo descr i be y evalúalos programas e innovaciones que se han intentado o suger ido paradir igir y me jorar la ex periencia de la tr ansición entr e los jóvenes.

E l capítulo 5 considera las necesidades de los adolescentes en loconcerniente a apoyo y or ientación en este per iodo crítico de su de-sarr ollo. Evalúa sistemas específicos de a poyo. Af ir ma a biertamenteque es necesar io un sistema integrado  para  pr oporcionar a la gente

 joven la inf ormación, segur idad y confianza que necesitan par a tomardecisiones acertadas.

E l capítulo 6 se concentra en el currículum para los adolescentes.Analiza los or ígenes y ef ectos del curr ículum utilizado actualmente enla escuela secundaria y cuestiona hasta qué  punto ese curr ículum

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l. TR A NSIC IONES TRIPLES

satisface las necesidades de los estudiantes en esta fase de sus vidas .

Expone los motivos  por los cuales el curr ículum basado en asignatu-r as r esulta deficiente  par a muchos estudiantes,  pero es r ealista alabor dar la dif icultad que entr aña r efor mar o eliminar ese cur rículum

 basado en asignaturas.El ca pítulo 7 analiza los ar gumentos a favor de un curr ículum bási-

co y de los r esultados del a pr endizaje común. También se r evisan loscr iterios seguidos  para esta blecer dif er entes tipos de currículos bási-cos. El ca pítulo aboga por una mayor integr ación del currículum, es-

 pecialmente en las escuelas secundar ias. Sin embar go, no escatimacr íticas.  Nuestr a r evisión  pone de manifiesto una confusión muyextendida so br e la auténtica ace pción de currículum integrado, asícomo el  peligroso fanatismo de algunos def ensor es del mismo, quedesean eliminar las fr onter as entr e asignatur as y disciplinas. E l ca pí-tulo clarif ica  por tanto dif er entes as pectos y o b jetivos del curr ículumintegr ado, examina de qué modo se lleva a la pr áctica e identificaa lgunos de los o bstáculos  per sistentes que dif icultan su introduccióny funcionamiento en las escuelas secundarias que uti lizan el curr ícu-lum basado en asignatur as.

El ca pítulo 8 aborda el tema de la evaluación. L a evaluación es laactividad que, según se afirma a menudo, determina  pr ácticamentecasi todos los ámbitos en la escuela . Es la -cola que mueve el  perr odel cur r ículum- . En este ca pítulo se r evisan los difer entes  pr opósitosde la evaluación, así como las estr ategias de que dis ponemos par a lle-varlos a ca bo. Se enumer an y analizan las estr ategias de eva luaciónmás am pliamente utilizadas en la actua lidad, atendiendo a su ca paci-dad  par a satisfacer las necesidades de los adolescentes. Finalmente,

el capítulo descr i be y analiza una ser ie de estr ategias de evaluacióninnovadoras que no se ha llan a l mar gen del  proceso de a prendiza je,

sino integr adas en el mismo. Hablar emos de estrategias que cons-tituyen una parte fundamental del  pr o pio proceso de a pr endiza je.

E l capítulo 9 a bor da el tema de la enseñanza y el apr endizaje. Elcurr ículum y la enseñanza van de la mano.  Ninguna de las direccio-nes  propuestas en el curr ículum tendr á im pacto a lguno so br e losestudiantes, a menos que se produzcan cam bios en la forma de ense-ñar de los docentes. En este capítulo examinaremos los cambios quese han ido o per ando en la for ma de entender el apr endiza je y susimplicaciones en la enseñanza. Aunque hay estr ategias concr etas deenseñanza que  par ecen  pr ometedor as, resaltamos la flexibilidad yconsideración como cualidades im prescindi bles a la hor a de enseñar .

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

El capítulo 10 analiza los descubrimientos del libro dentr o del con-texto que constituyen los procesos del cambio educativo y los  pro-yectos de reestructuración de la escuela. Compara estr ategias paraasegur ar el cambio educativo a través de la atención  pr estada a temasde  pr o pósito mor al , r eestructuración , -r ecultur ació n-,  política  positivay a pr endizaje organizativo. Este último ca pítulo ex plora la  parado jade la es per anza de la que ya hemos hablado anteriormente, al decirque el cambio de be ser amplio  per o es pecíf ico,  prudente y a la vezrá pido,  par a que tenga éxito . En este ca pítu lo se dan claves  par aaf r ontar es ta  par ado ja con eficacia al tiempo que construimos me jo-r es escuelas  par a que los adolescentes actuales se vean  beneficiadoscon un a pr endiza je de gran calidad, de modo que  puedan alcanzar eldía de mañana una me jor calidad de vida.

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C APITULO 2

Adolescencia y adolescentes

¿QUÉ ES LA ADOLESCENCIA?

S i el propósito  pr inci pal en la educación de los adolescentes es el de pr o porcionarles un currículum, una educación escolar y otr os servi-cios  basados en sus necesidades y caracter ísticas, r esulta impr escin-dible com pr ender la natur aleza de la adolescencia.

La adolescencia, en sí misma, si atendemos al modo en que seconcibe y vive en la mayoría de· 1 as sociedades industriales occiden-tales, es la tr ansición de la infancia a la edad adulta, que se inicia conla pubertad. Se tr ata de un período de desarr ollo más rá pido que nin-guna otr a fase de la vida, a exce pción de la infancia. E l desarrolloadolescente no es singular ni sencillo, y los as pectos del crecimientodurante la adolescencia r ar as veces se  pr oducen al unísono, ya seaentre individuos o entre  jóvenes de la misma edad (TFEYA, 1 989). Los

 preadolescentes (de edades com pr endidas entre los 10 y los 1 4 años)son com plejos, distintos entr e sí e impr edeci bles (Shultz, 1981 ; Thor n- bur g, 1 982). En este  período de sus vidas, los preadolescentes ya noson niños o niñas,  pero tampoco adultos. Por  primera vez, en susvidas se suceden una ser ie de hechos notables. Descu br en que suscuerpos cambian es pectacularmente, que em piezan a utilizar ca paci-dades menta les más avanzadas y se hacen extremadamente cons-cientes de sus r elaciones con los demás (Pa lomar es y Ball , 1980).

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UN A tDUC AClÓN ?ARA EL CAMllJO

DESARROLLO Y MADURACIÓN

L a adolescencia es un período de enormes cam bios físicos, car acteri-zado por aumentos en el tamaño y peso del cuerpo, la maduraciónde las car acterísticas sexuales primarias y secundar ias y un aumentoen la actividad mental formal. Los adolescentes son muy conscientesde los cam bios que van ex perimentando y tienen que ada ptarse psi-cológicamente a ellos , tanto a los que tienen lugar en sí mismos, co-mo a las variaciones de desarrollo que se  pr oducen en el grupo deadolescentes del que forman parte. Entr e ellos surge una fuerte pre-ocupación acer ca de cómo acoplarse a los estereoti pos físicos y decomportamiento más comunes (Thorn bur g, 1982) . También se com- paran con sus compañeros, que pueden no madurar al mismo r itmo(Ba bcock et al . , 1 972; Os borne, 1984; S immons y Blyth, 1987). Ade-más, los cam bios en la escuela traen consigo otr as alteraciones en elgrupo de compañeros, lo que hace aún más com ple jas las compar a-ciones sociales (S immons y Blyth, 1 987).

A l igual que sucede con la mad ur ación física, el índice de madu-r ación intelectua l .var ía según los estudiantes, e incluso en cada unode ellos en el tr anscur so del tiem po (TFEYA , 1989). La gama con-ce ptual de los adolescentes se extiende desde las  pr eocu pacionesoper ativas concr etas, el aquí y el ahora, hasta los as pectos hipotéti-cos , futuros y es pacialmente remotos del  pensamiento a bstr acto (Pa-lomares y Ball, 1 980). Los cambios conce ptuales se producen a medi-da que los estudiantes asimilan conocimientos sobre nuevos fenóme-nos y que sus ideas elementa les se ven sustituidas  por nociones más

 pr edictivas, a bstr actas o sólidas (Linn y Songer , 1991). Mientr as queniños y niñas en este grupo de edad tienen altos niveles de ener gíay, en ocasiones,  poca ca pacidad de concentr ación, también es ciertoque cada vez les r esulta más fácil centr ar su atención durante largos períodos de tiempo en aquellos temas que les interesan (E pstein,

1988).

Hemos visto que se producen var iaciones sustanciales en las dis-tíntas fases de la adolescencia . También- disponemos de un númeroconsider a ble de e jemplos que demuestran clar amente cómo los niñosen los últimos tiem pos entran en la pubertad antes que las genera-ciones  pr evias. En Estados Unidos,  por e jemplo, la edad media par ael inicio de la menstruación era de 1 6 años hace 1 50 años, en laactualidad es de 1 2,S años. E s im portante puntualizar , sin em bar go,

que aun cuando, en gener al , chicas y chicos madur an bioló gicarnen-

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2 . ADOLE SCE NC IA Y ADO!.ESCENTES

te a una edad más temprana que antes, muchos tardan más tiempoen alcanzar la madur ez intelectual y emocional (TFEYA, 1 989).'

IDENTIDADES Y VALORES

Como quiera que los adolescentes tienen la sensación de estar vivien-do una es pecie de escisión entre la infancia y la edad adulta, las cues-tiones de asociación e identidad se convierten en grandes pr eocupa-ciones  para ellos (Palomar es y Ball, 1 980) . Sus sistemas de valor es

 pasan de estar principalmente definidos por sus  padr es, a ver se mu-cho más influidos  por sus compañeros. Es te tema es particularmenteimportante en E .E . U.U. donde, según muestra un estudio inter cultu-r al sobr e los va lor es según los cua les se r igen los adolescentes, los

 jóvenes estadounidenses de 1 5 años son los que menos hablan consus famil ias de aquellas cuestiones que les  preocu pan,  pr efier enhacerlo con sus amigos (K ing, 1986). En consecuencia, los adoles-centes, especialmente los estadounidenses, se caracter izan por centr arla atención de forma primor dia l en los amigos, cuya amistad les resul-ta a la vez im prescindi ble. Los adolescentes necesitan cada vez más

 pertenecer a un grupo de iguales. Desarrollan un mayor inter és y re-laciones más estr echas con los miembr os del sexo opuesto. Participanen una gama de actividades más variada, que les ayudarán a esta ble-cer un concepto de sí mismos y de su identidad per sonal. En su meta-análisis de investigación so br e estudiantes en las escuelas medias,

M anning y Allen (1987) informan que tales estudiantes, en esta fasede su cr ecimiento, desar rollan sus funciones y valor es, ex plor an susidentidades e identif ican sus as pira ciones futur as: Los adolescentes

 buscan su identidad, y par a ello de ben establecer  primero quiénesson, cuál es el lugar que ocupan entr e sus compañeros y dónde enca-

 jan en el conjunto de la sociedad.

C risi s  psico social

A medida que se esfuerzan por r esolver sus  pr o blemas y efectúana justes  psicológicos a los distintos cam bios que ocurren en sus vidas,

los adolescentes se enfrentan inevitablemente a conflictos e incon-gruencias que se gener an entre las diver sas identidades y valor es que

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

se hallan a su dis posición. Las resoluciones negativas de estos con-flictos pueden dejar a los adolescentes con una abrumador a sensaciónde alienación o distanciamiento con respecto a sus familias, sus ami-gos y la sociedad en general. Calabrese (1987), en una r evisión delestudio so bre la adolescencia, analiza los  pr o blemas  psicológicos yemocionales que sufren los adolescentes estadounidenses y la rela-ción que éstos guar dan con un sentido de alienación (es decir , aisla-miento, ausencia de significado, de normas y de  poder ), y que semanifiesta en los altos índices de alcoholismo, drogadicción y suici-dio,  problemas de comportamiento y  promiscuidad sexual. SegúnCalabr ese, una de las  principales causas de alienación entre los ado-lescentes es la utilización que de ellos se hace par a fines meramenteeconómicos. Se les trata a menudo como un mer cado de consumido-r es, una fuente de mano de obr a barata, o ca pital humano. E l mate-rialismo ejer ce una influencia omnipr esente en los valores adolescen-tes. Por lo general , los adolescentes adoptan las modas consumistas ylos estilos de vida a los que seven ex puestos. La vestimenta y la músi-ca princi palmente les ofrecen una sensación de identidad que lesayuda a compensar la sensación de alienamiento (R yan, 1 995a).

Tam bién es evidente que los adolescentes ex per imentan una sen-sación de im potencia es pecialmente aguda, dada la necesidad, másque probada, que tienen de asumir un sentido de inde pendencia. Yaen 1953 ,  Noar (citado en K. Tye, 1 985), señaló que:

El desarr ollo de una per sonalidad inde pendiente im plica la emancipacióndel control de la familia y garantizar la igualdad de estatus en el mundo delos adultos. Es esta necesidad la que se encuentra en la r aíz de un buennúmero de malinterpr etaciones y conflictos que surgen en el hogar y en laescuela. Si la r ebelión contr a los adultos pudiera consider arse una prue ba demadur ez, éstos podrían verla con buenos o jos . . . El prof esorado que no com-

 prende  plenamente esta necesidad de inde pendencia tiende a lamentar laapar ente pér dida de respeto hacia su autoridad. . . En lugar de estimular elcrecimiento en esta dir ección, la escuela establece con demasiada fr ecuen-cia reglas y nor mas que  privan al alumnado de independencia de pensa-miento y acción.

Ta l y como indicó  Noar, las escuelas  pueden exacerbar el senti-miento de alienación del adolescente. Al pro porcionarle am bientesestructurados y anónimos, que r esaltan el logro cognitivo antes queel r econocimiento de las necesidades emocionales y físicas, las escue-las medias y secundar ias  promueven y refuerzan esa sensación de

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2 .  ADOLESCENCJA Y ADOLESCENTES

impotencia y aislamiento hacia la que los adolescentes ya se sientennaturalmente indiciados (Calabrese, 1987). Así, de forma implícita pero impositiva, una institución  burocrática e imper sonal transmiteuna falta de afecto, ese mismo afecto que,  pr ecisamente, tanto deseanmuchos estudiantes (Wexler , 1992).

Pertenencia al grupo de compafleros

La afiliación de grupo es una de las pr eocu paciones centr ales al iniciode la adolescencia . Todos los demás temas son secundarios ante lacuestión  prioritaria  par a el adolescente: su afán por  pertenecer y seraceptado entre los compañer os de su misma edad y también del desexo o puesto (Palomares y Ball, 1980; Shultz , 1 981 ; Thorn bur g, 1 982).

Las necesidades de índole  per sonal y socia l son  particularmente acu-ciantes  para los  pr eadolescentes (Thornbur g, 1982 ; Louns bury, 1982).L os estudiantes que se encuentran en este  período de sus vidas, nece-sitan ayuda  para construir su pr o pia autoestima e intensif icar su sensa-ción de  pertenencia a un grupo r econocido (Shultz, 1981 ; B a bcock et

al . , 1 972 ; K ear ns, 1 990). Precisan alcanzar un sentido de utilidad socialy de orientación par a tomar decisiones contando con la inf ormaciónde bida, es pecia lmente en lo ref erente a aquellas que r esulten crucia lesen su vida (TFEYA, · 1 989 ; Cheng y Zeigler , 1986). L a lealtad al grupode amigos y la importancia de un conce pto de sí mismos  positivo, sur-gen r e petidamente en la  bibliogr af ía como desarr ollos sociales cla ve,

car acterísticos de los adolescentes (Cala br ese, 1987 ; Ianni, 1 989 ;

Kenney, 1987 ; Manning y Allen , 1 987 ; Thornburg , 1 982) . Su ca pacidadde esta blecer conexiones sociales con los compañeros influye decisi-vamente eri el sentido de autoestima del adolescente y el desarr ollo desus habilidades sociales. E l proceso de convertirse en miembro de unoo más grupos de gente de su edad,  plantea a los adolescentes una seriede desafíos . Unido a su gran necesidad de gustar y ser ace ptado, eladolescente tiene que acla rar su mente·  par a decidir con quién deseaidentificarse, y evaluar las implicaciones sociales de su  pro pia  per so-nalidad (Palomar es y B all , 1980). Al acogerle, el grupo de iguales a por-ta una identidad al adolescente, ex pande sus sentimientos de autoesti-ma y lo  pr eviene de la soledad ( ibi d.). E l grupo  puede a portar a losadolescentes una fuente substancial de seguridad, atención y dignidad,

en un mundo y en unas escuelas que a menudo les resultan anónimos,complejos, insensibles y debilitantes (R yan, 1995a) .

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UNA EDUCACJÓN PARA EL CAMBIO

La cultura pr evaleciente en E.E .U .U. y en otros países  presu poneque los adolescentes, incluso los pr eadolescentes, em piezan a flirteary a citar se con miem bros del sexo o puesto, y a  probar alguna formade interacción sexual. E l aumento del inter és sexual , influido  por loscambios hormona les y anatómicos , así como  por las ex pectativassociales, se conv ierte en una de las  pr incipales  pr eocupaciones de lamayoría de adolescentes. Casi todos ellos  prueban alguna for ma deactividad sexual y, dur ante estos años, la ela bor ación de significativas

 pautas  per sonales de mora lidad y comportamiento es otr o tema cr íti-co par a los estudiantes (Pa lomares y Ba ll , 1 980) . Las escuelas se ha-llan en la necesidad de r econocer que el grupo de com pañeros esmuy influyente entre los  pr eadolescentes y que  puede ser , a l mismotiempo, tanto una gran distr acción como un  poderoso aliado en el proceso educa tivo.

 Relación con la sociedad

Las necesidades de los adolescentes no son sólo de ti po  per sona l osocia l en el ámbito de sus r elaciones inmediatas. También son socia-les en un sentido mucho más amplio. Cada vez dis ponemos de· másejemplos  procedentes de Gr an Bretaña y Estados Unidos que indicanque muchos de los que se encuentran en el  per íodo inicial o mediode la adolescencia tienen en consideración, no exenta de pr eocu pa-ción, temas contr overtidos como la amenaza nuclear y, más r eciente -mente, el medio ambiente. En la década de los ochenta, la som br a dela amenaza nuclear causó sufrimiento y gr an ansiedad entr e una

 buena  pro por ción de  jóvenes (Tizar d, 1983). Temas como la guerr anuclear y el medio ambiente quizá no sean la  pr incipal inquietudentr e los pr eadolescentes,  pero no  por ello de jan de ser im portantes.Por tanto, una de las necesidades fundamentales en los  pr eadoles-centes es la capacidad  para compr ender y afr ontar las controver sias ycom ple jidades del mundo que les rodea , y desarr ollar actitudes enconsonancia a ellas. Es esta también una é poca en la que los  jóvenesem piezan a imaginar y a « ado ptar » diver sos per sonajes y roles a losque  puedan as pir ar como adultos, así como a ex plor ar las exigenciasdel mundo la bora l y de las res ponsa bilidades adultas.

Las características de los  pr eadolescentes que hemos descr ito seven corr o bor adas  por una am plia  bibliografía. S i estas car acter ísticasse pr esentan en un lengua je que en ocasiones resulta poco comedido,

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2. ADOI.E SCENClA Y ADOLESCENTES

e incluso altisonante, las palabras de la Asociación de Directores deEscuelas Superior es de Illinois, las sitúan en su de bida per s pectiva:

L os  pr eadolescentes  pasan  por un  período crítico y a menudo tormento-so en sus vidas, confusos por las dudas sobr e sí mismos, ago biados por lafalta de memoria, adictos a modas extr emadas,  pr eocupados  por la posiciónque ocupan entre sus compañeros,  perturbados  por su desarr ollo físico,

movidos  por impulsos fisiológicos, estimulados  por los medios de comuni-cación de masas, reconf ortados  por sus ensoñaciones, irritados  por las r es-tricc iones, éolmados de un exceso de ener gía inútil , aburr idos de la rutina,

molestos  por los convenciona l ismos sociales, acostumbr ados a los comenta-rios des preciativos  por parte de sus mayores que no les permiten asumir r es- ponsabilidades, tachados de gam berros y delincuentes, obsesionados  por laautonomía  per sonal  pero destinados a so portar años de dependencia eco-nómica (Fram , Godwin y Cassidy, 1 976, citados en Oppenheimer , 1990) .

Aunque quizá un tanto negativa y tendente a una utilización exce-siva de imágenes  perturbadoras sin un  propósito claro, esta car acte-rización refle ja en buena medida a los  pr eadolescentes a los quemuchos de nosotr os enseñamos, que algunos de nosotros tendr emoscomo hijos y que en una ocasión todos fuimos.

La escolar ización de los  pr eadolescentes, con frecuencia acusadade no abordar sus problemas y  pr eocupaciones, también conduce amenudo a la supr esión de sus puntos positivos. La ener gía de la ado-lescencia  puede  parecernos or ganiza tivamente  peligrosa y de formainminente (de hecho liter almente) abrumadora, de modo que esta -

 blecemos un a pr endiza je individual estático y sedentario par a restrin-girla (Tye, B., 1985). El evidente placer que ex perimentan los adoles-centes  por la dimensión sexual de la vida  puede cr ear inquietud enaquellos de nosotr os que nos sentimos incómodos con nuestra pro-

 pia sexualidad. Como r esultado de ello, a menudo negamos inclusola exigencia , importancia y necesidad del deseo adolescente, o r odea-mos y sofocamos su sexualidad con imágenes de peligro, enferme-dad y muerte (Fine, 1993). E l emergente sentido de la ironía en eladolescente, su per s picacia car ente de r efinamiento alguno, hace que,

a veces, nuestr as normas y reglas  burocr áticas  par ezcan egoístas yestúpidas. Asíque convertimos la ir onía inteligente en astucia e inso-lencia y, de ese modo, la empequeñecemos y despr eciamos.

A lo largo de este libro tratar emos en amplitud los aciertos y desa-ciertos de las escuelas al abordar estas necesidades y característicascasi omnipresentes de la pr eadolescencia en las sociedades occiden-

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UNA EDUCACIÓN PAR A EL C AMBJO

tales. Aunque tampoco sería acertado afirmar que los  pr eadolescen-tes son todos iguales, que no existen entre ellos diferencias en cuan-to a necesidades,  pr eocupaciones o exper iencias.

VARIACIONES ENTRE ADOLESCENTES

L a adolescencia es un f enómeno r elativamente r eciente (Bennett yL eCom pte, 1990). También es car acterístico de las zonas más occi-dentales e industria lizadas del mundo. En otr as sociedades y en otr asépocas , la tr ansición de la infancia y la de pendencia a la edad adul-ta y la autosuficiencia ha sido a menudo compar ativamente  br eve . Enlas sociedades tr adicionales,  por ejemplo, el  periodo entr e la inf anciay la edad adulta se asimila ba con fr ecuencia al momento en el que la

 persona  joven alcanzaba la madurez física, la autosuficiencia econó-mica , y encontr a ba una  par e ja  par a casar se, acontecimientos que, amenudo, coincidían en el tiempo . Este tipo de transición er a comúna una serie de comunidades a borígenes. De forma habitual, los ancia-nos preparaban a los más jóvenes para la edad adulta, concediéndo-les el derecho a tomar decisiones sobre numerosas cuestiones(Reddíngton, 1988) . En contraste con muchos países del mundo occi-dental, a estos jóvenes se les permitía en buena medida ejercer suvoluntad cuando y donde quisieran, incluso tomar decisiones en elmomento en el que se sintieran  pr e par ados  par a obedecer a su s  pro-

 pios inter eses económicos y familiar es . Sin em bargo, a medida que elmundo occidental se fue industrializando, se retr asó dur ante muchomás tiempo la llegada a la edad adulta, que ha bitualmente se es-tablecía  bastante des pués de que los hombr es y las mu jer es  jóveneshubier an llegado a la madur ez física.

Bennett y LeC om pte (1990) también af ir ma ban que la forma  parti-cular ado ptada  por la escolar ización y la economía ha tenido un im -

 pacto sustancia l so br e ese r etr aso en la llegada a la edad adulta. La pr áctica común existente en muchos  países industrializados es quelos estudiantes  pasen  períodos de tiempo cada vez más  prolongadosmatr iculados en las instituciones educativas destinadas a pr e par arlos para ser económ icamente autosuficientes en un mundo la boral que,según muchos, exige hombr es y mujer es madur os y altamente cuali-f icados. A dif er encia de lo que sucedía con sus ante pasados , los  jóve-nes son distr i buidos en gr andes grupos , aislados de la mayor ía de los

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2 . ADOLE SCENCIA Y ADOLES CEl'\TE S

adultos , y privados de muchos de los derechos de los que disfrutanlos adultos. Esto ha tenido una serie de efectos inesperados. Entreotras cosas, las escuelas  pro porcionan ahora condiciones que im pul-san a los  jóvenes a desarrollar sus  propias subcultur as (que a menu-do defienden  postur as o puestas a la cultur a dominante), que ellos uti-lizan con frecuencia  par a r ecu per ar un cierto grado de dignidad enuna escuela (y en un mundo) en el que se les niega el derecho a to-mar decisiones  por sí mismos (Har gr eaves, 1982). L a extensión y na-tur aleza de la fran ja que separa el mundo de los  jóvenes del de losadultos y sus derechos y oportunidades económicas y socia les, tal ycomo son per cibidas,  puede variar , sin embargo, de pendiendo de losindividuos y de los distintos grupos de adolescentes. E l género, laclase socia l , la r aza , la etnia y el J ugar de nacimiento no son más queunas  pocas de las variables alr ededor de las cuales giran tales dife-r encias y que constituyen la base de toda una gama de r espuestasdiver sas a la escolarización .

E l género es una de las fuentes más importantes y s istemáticas devar iación en cuanto a las necesidades y car acter ísticas de los  pr eado-lescentes. En su estudio sobr e las adolescentes , Gil ligan (1989) des-cubrió que las chicas de hasta 11 años de edad desarr ollan una gr anseguridad en sí mismas y una saluda ble r esistencia a las in justiciasque per ci ben.  No obstante, a partir de esa edad  pasan por una crisisque erosiona esa seguridad que las acompaña dur ante su infancia. L aexplicación a esta cr is is se halla en su r espuesta a la adolescencia ya las estructur as y demandas de la cultura, que envían a las  jóvenesun mensaje clar o: como futuras mu jer es que son, deben - perrnanecercalladas- . Esta tendencia ha sido confir mada en una ser ie de estudios( por ejemplo King , 1 986 ; B i bby y Posterski, 1992). Gil ligan descu brióque, a los 1 5 o 16 años, la independencia de las chicas había pasadoa la clandestinidad. Empezaban a dudar de aquello de lo que anees

.habían estado tan segur as. Gílligan se pr egunta cómo  podrían fami-lias, profesorado y terapeutas que tra bajan con las  jóvenes evitar estacrisis y declive de la segur idad en sí mismas durante los  primerosaños de la adolescencia , con lo que no hace sino cuestionar y rede-finir el tipo de mu jeres y hom bres que debería  potenciar nuestrasociedad (Bib by y Poster ski , 1 992).

El géner o no es la única fuente de var iación entr e los adolescen-tes. La raza, la etnia y la clase social tam bién influyen. Ianni (1989) ysus asociados observaron y entr evistar on a adolescentes en diez co-munidades estadounidenses a lo lar go de diez años . Descubr ieron

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U NA P. DüCACJÓ N PAR A E L CAMBIO

que las nor mas y comportamientos de los adolescentes y de sus gru- pos de amigos venían deter minados fundamentalmente  por la  posi -ción socioeconómica y la cultura de sus comunidades. Indirecta-mente, y también  para dar testimonio de la natura leza var iable de laadolescencia, este estudio afirma la im portancia de la influencia y res- ponsabilidad de las fam ilias so br e la gente  joven. El Panel  Nacionalso br e Escuela Superior y Educación Adolescente (1 976) observó quela etnia y la clase social constituían var ia bles importantes en la deter-minación de las experiencias de aprendiza je de un estudiante fuer ade la escuela, sus ex pectativas de éxito y sus niveles de autoestima .

Otra causa de diversidad es la lengua materna de los estudiantes.

En sociedades cada vez más multicu ltura les y glo balmente cambian-tes, aumenta el número escuelas que tienen que afr ontar temas r ela-cionados con el a pr endizaje de una segunda lengua , que af ecta acomunidades donde se ha bla más de una lengua y existe más de unaminoría de estudiantes. E l apr endiza je de una segunda lengua supo-ne a menudo la existencia de comunidades grandes, comple jas y mul-tilingües (Cor son, 1993). Como quier a que la lengua es fundamental

 para la identidad y el conce pto que de sí mismos elaboran los ado-lescentes en desarr ollo, las escuelas se tienen que enfrentar cada vezmás con el r eto de sa tisfacer las necesidades de un número cr ecien-te de estudiantes que de ben a prender una segunda lengua en clase.

Las diferencias lingüísticas, sin em bar go, no son más que un  peque-ño e jemplo de las muchas que  pueden existir entr e el comporta-m iento de estudiantes de diver sas  procedencias no euro peas y los tra-dicionales convencionalism os de la escuela . En escuelas donde, enocas iones, se llega a enseñar a estudiantes  pr ocedentes de más desesenta her encias cu ltur a les difer entes, cada uno de esos gru posaporta a la escuela su  propio  bagaje cultura l , un bagaje que a menu-do no es r econocido o compr endido  por parte de  pr ofesor es y admi-nistrador es . Las dif erencias en las formas de comunicación (C orson,1992; Erick son, 1993 ; Er ickson y Mohatt, 1982; Phillips , 1 983 ; Ramírez,

1 983 ; Ryan, 1 992a) , estilos de a prendiza je (Appleton, 1 983; Phillips,1 983 ; Cazden y Leggett , 1973 ; R yan , 1992 b) , concepto de evaluación(Deyhle, 1 983 y 1986),  pr e par ación cognitiva (C ole y Scri bner , 1 973;Das et al. , 1 979), autoconcepto (Clifton , 1975) , tradiciones y compr o-misos famil iares (Divoky , 1 988; Gi bson, 1 986 ; Olson, 1 988), Centr osde contr ol (Tyler y Holsinger , 1 975) ,  pr edis posición a la cooperación(Goldman y McDermott , 1987 ; Ryan, 1992c), aspir aciones (Gue, 1975y 1 977), autoridad (R eddington, 1 988 ; Henrikson, 1973) y conce pcio-

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2. ADOLESCE NCIA Y ADOLESCE NTP.S

nes de espacio y tiempo (R yan, 1 991 ), no son más que un ejemplode la multitud de dimensiones alr ededor de las cuales se configuranlas diferencias. Aunque tales difer encias  puedan ser super adas  poralgunos estudiantes (Og bu, 1992), seguir án constituyendo un obs-táculo  par a un buen número de adolescentes que se esfuerzan  porreconciliar se con su vida en un ambiente escolar desafiante.

En consecuencia, los  pr o blemas y r etos de la adolescencia son fil-

tr ados y reela bor ados a través de la ex periencia cotidiana que poseela gente  joven so br e el historial de su clase, r aza, etnia, género y len-gua. Ser un preadolescente constituye una ex periencia muy difer ente para el estudiante de una familia blanca y r ica , que vive en un ele-gante  barrio residencial , que par a los miembros de las grandes comu-nidades afr icanas que viven en zonas ur  banas de aguda  po br eza.También es distinto el caso de las mujeres  jóvenes al de los hombr es

 jóvenes. Y plantea dificultades a los inmigr antes r ecientes con cono-cimientos rudimentarios del idioma dominante en la enseñanza , difi-cultades que los r esidentes desde hace tiem po y asimilados a la cul-tura dominante a penas si pueden imaginar . Todos los estudiantes, almargen de su r aza , etnia , clase social , género o lugar de nacimiento,

 pueden asumir una serie de identidades, que  pueden var iar de unasemana a otra, o de una situación a otr a. Y aunque estas categorías pueden influir en cómo r es ponden los adolescentes a la escola riza-ción, resulta difícil predecir cómo se entr ecruzan las una con las otr as,o se combinan con los recur sos culturales  po pular es existentes.

Todas estas var iaciones  plantean cuestiones serias y significa tivas para la educación de los preadolescentes . La ya titubeante segur idad .

en sí mismas de las adolescentes exige el empleo de estrategias ten-dentes al esta blecim iento de una equidad de sexo que suponga unaintervención activa, que estimule la seguridad en sí mismas, y no deestrategias que tr acen por igual a chicos y chicas, sean cuales fuer enlas dif erencias en sus necesidades (R obertson, 1 992). La des propor-cionada representación que se o bserva en los grupos de más  bajonivel de estudiantes de clase obr er a (We is, 1 993), estudiantes af roa-mericanos (Tr oyna , 1 993), y estudiantes nativos o a borígenes (R yan,1976) indica, tal como ver emos, no una educación deficiente o pr iva-ciones familiares, sino la existencia de vacíos significativos entr e elconocimiento y los estilos de aprendiza je e inter acción que son reco-nocidos y comunes en los hogares y comunidades de estos estudian-tes, y las formas de conocimiento, estilos de a pr endizaje e inclusoestructuras  básicas de tiempo y or ganización que caracterizan a la

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UNA EDUCAC IÓN PARA EL CAMBIO

mayoría de nuestras escuelas. Al mismo tiempo, algunas de las estra-tegias utilizadas  por las escuelas para a bordar los temas relacionadoscon la raza no hacen sino r eflejar , cuando no exagerar , los  pr o blemasantes que r esolverlos . Entr e ellos  podr íamos nombrar la canalizaciónde los estudiantes afr oamericanos hacia actividades deportiva s decompetición que refuerzan los ester eotipos racia les, ofrecen  pocas

 perspectivas  par a continuar las carreras de portivas des pués de la es-cuela , desalientan y o bstaculizan la consecución del éxito académiconecesar io  para o btener ganancias y dis poner de alternativas en elmundo labor a l r eal (Solomon, 1 992) . También incluyen el cr ear dudo-sas o pc iones y nor mativas r elajadas simplemente  par a gr aduar a losestudiantes, en lugar de  par a educarles (B ates , 1987 ; Cusick , 1983) .

 No se cons igue que los  jóvenes salten mas alto  ba jando el listón. S iquerernos logr ar de todos los  jóvenes un me jor r endimiento, tenemosque cuestionarnos la estructura misma de nues tro sistema escolar y suca pacidad  para r es ponder a la amplia gama de dif erencias relaciona-das con la lengua , la r aza , la etnia , la cultura y la clase social de la po blación estudiantil.

RESUMEN

La · adolescencia no la crean exclusivamente los adolescentes. Enmuchos aspectos es una ada ptación y un r efle jo de los  pr o blemas y pr eocupaciones de los adultos, y en ella intervienen  par cia lmente losadultos que se distancian de los  pro blemas de la adolescencia al afir -mar que existe una falta de influencia sobre sus normas y valores(Ianni , 1 989). Lasch 0979) argumenta que en una sociedad donde elnar cisismo  par ece ha ber se extendido  por amplios ám bitos de nuestr acultur a, muchos adultos también se muestran ávidos  por imitar losestilos y valor es adolescentes, como s i con ello quisier an simbolizarsu  pro pia y sem piterna  juventud e inmortalidad, antes que r eafir mar -se y guiar se mediante sus  propios valor es mor a les . Educar a los  pr e-adolescentes significa aceptar y partic i par en sus  pr eocupaciones, sinadmitir las ciegamente ni r echazarlas de maner a ta jante .

L os  pr eadolescentes han terminado  por ver se atr a pados en loscuernos de un dilema,  por un lado, su necesidad de independencia ,

y por el otro, su necesidad de seguridad. L as exigencias de los  pr ea-dolescentes son com ple jas , crucia les y desaf iantes  par a todos aque-

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2 . ADOI.ESCENC IA Y ADOI.ESCE Nl"ES

llosa quienes ha sido encomendada la onerosa tar ea de satisfacerla s.E l desaf ío consiste en dar r espuesta a sus necesidades  per sona les ,sociales y de desarr ollo, y en establecer las implicaciones que tienen par a ellos sus ex per iencias educativas como futuros ciudadanos adul-tos. E ste ca pítulo ha identificado algunas de las características y nece-sidades clave de los  pr eadolescentes , que son :

• Ada ptar se a  profundos cambios físicos, intelectuales , socia les yemocionales.

• Desarrollar un conce pto  positivo de sí mismos.

• Ex perimentar y cr ecer hasta conseguir su inde pendencia.• Desarr olJar un conce pto de identidad y de va lores  personales y

sociales.• Experimentar la aceptación social , la identificación y el afecto

entre sus iguales de ambos sexos .

• Desarr ollar enfoques  positivos con r es pecto a la sexualidad, queincluyan y valor en la consider ación, el  placer , la emoción y eldeseo en el contexto de unas r elaciones cariñosas y responsa-

 bles.

• Ser  plenamente conscientes del mundo social y  político que lesrodea, así como de su habilidad  par a afr ontarlo y de su ca paci-dad  par a r esponder de forma constructiva al mismo.

• Establecer r elaciones con adultos, en las que  puedan tener lugardichos procesos de cr ecimiento.

En el resto del li br o explor aremos hasta qué  punto las escuelasafr ontan en la actualidad estas necesidades, y cómo  podrían hacerlode un modo más ef ectivo en el futur o.

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CAPfTULO 3

Culturas de la escolarización

LA TRANSICIÓN COMOUN «RITO DE PASO»

La adolescencia, en general, y la ex per iencia de tr ansición a la escue-la secundaria, en  particu lar,  pueden ser consideradas de forma  pr ácti-ca como una especie de -rito de  paso- , En su estudio so bre tr ansiciónlongitudinal y ada ptación a la escuela secundaria, M easor y Woods(1984) describen la tr ansición  precisamente de ese modo. La transicióna la edad adulta y a la escuela secundar ia es uno de los más im por -tantes cambios de  posición que ex perimenta la gente a lo largo de suvida. Tanto si la per sona pasa de la niñez a la edad adulta en las socie-dades  pr ealfa betizadas, como si pasa de la categor ía de soltera a la decasada, del matrimonio al divorcio o de la escuela elementa l a lasecundaria , el movimiento señ ala un cambio de posición,  pasando deser un ti po de  per sona , con ciertos derechos y expecta tivas , a otr o.

Estos cambios de categor ía son importantes y a la vez traumáticos,

como es el caso de la transición escolar  por que, según ar gumentanMeasor y Woods (ibid.), el  paso a una escuela secundar ia su pone, noun cambio de  posición, sino tr es :

• El cambio físico y cultur al de la  pr o pia adolescencia que llama-mos  pubertad.

• El cam bio inf orma l que tiene lugar dentro y entr e las culturasestablecidas  por sus iguales y grupos de amistades, en los cua-

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

les el adolescente experimenta y es pera distintos tipos de r ela-ciones.

• E l cambio formal que se da entr e dos tipos diferentes de insti-tuciones, con reglamentos, exigencias curricular es y ex pectativasdiversas  por parte de los  prof esores .

Este cambio múltiple de  posición, que supone la transición  puedeser una causa concr eta de ansiedad  porque los mensajes y dir ectricesdel cambio no siempre son coher entes entre sí . E l  paso de la escue-la elementa l a la secundaria y de la inf ancia a la adolescencia , re pre-senta un aumento de categor ía. Pero  pasar de ocupar una  posición

 pr ivilegiada en una institución a formar  parte del nivel inferior deotr a , y de ser un niño mayor a convertir se en un adolescente  peque-ño repr esenta un descenso de categoría. Para el niño y la niña, latransici ónpuede ser buena o mala . A menudo se dan ambos casos ala vez, lo cual  puede resultar confuso y  preocupante. A l r eflexionarso br e el descubrimiento de estos cambios múltiples de posición y susimplicaciones, Measor y Woods (ibid .) comentar on que otr as investi-gaciones sobr e la transic ión que -se concentr an casi exclusivamenteen los as pectos forma les, como  por ejemplo los logros académicosdel alumno,  pasan muchas cosas  por alto y  pueden llegar a conclu-siones err óneas- .

E l siguiente ca pítulo centr a es pecial atenc ión en el  proceso detr ansición a la escuela secundaria y las formas mediante las cuales esy puede ser gestionado. Examinar emos entr e que ámbitos se muevenlos estudiantes al ef ectuar dicho tránsito (la cultur a de la escuela ele-mental y la de la escuela secundar ia ), así como las continuidades ydiscontinuidades que se dan entr e ambas cultur as .

¿DOS CULTURAS DE ESCOI.AR.IZACIÓN?

Las dif er encias entr e la escolarizaci ó n elemental y la secundaria , yentre la enseñanza elementa l y la secundaria,  pueden ser considera-das, en muchos as pectos , equiva lentes a las diferencias que surgenentr e dos culturas  bastante distintas (Har greaves, 1986). Trasladar sede una escuela a otra no significa simplemente cambiar de institu-ciones, sino también de comunidades , cada una de ellas con ideas propias acer ca de cómo aprenden los estudiantes, cómo se organiza

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3 . CULTUR AS DE LA ESCOL AR J Z AC!ÓN

el conocimiento, qué forma debería adoptar la enseñanza, etcétera.Por lo general,  pasar de la educación elemental a la secundaria supo-ne pasar de una pauta generalista del currículum y la enseñanza, enla que los docentes tienen res ponsabilidad sobre más de una asigna-tura y donde, a través de temas y proyectos,  pueden explorar las rela-ciones entre distintas asignaturas , a una pauta más es pecializada enla que el currículum y el  profesorado .se dividen en función de esaespecialización en las asignaturas (Gins burg et al ., 1977). E l  paso dela educación elemental a la secundaria supone que los estudiantesdejen atr ás el conce pto de relación con un solo enseñante que lesconoce bien,  para entablar relaciones menos frecuentes con una am-

 plia gama de  prof esor es es pecializados en asignatur as (Meyenn yTickle, 1 980). En r esumen, y según ha o bservado Ahola-S idaway(1988) en su estudio so br e la transición de estudiantes de la escuelaelemental a la escuela secundaria en Canadá, dicha tr ans ición supo-ne el a bandono de lo que, siguiendo a Tonnies (1887), la autora llamael mundo de la Gemeinscbaft, una comunidad  per sonal y de a poyo,

 para entr ar a formar  parte del mundo de la Gesellscbaft, una asocia-ción distante e imper sonal.

En lo que r es pecta al profesorado, las  principales dif er encias entr elas escuelas elementales y las secundarias r esiden en el estilo y la es-tr ategia de enseñanza. Hay ejemplos, sin embar go, de que tales dife-rencias son con frecuencia magnificadas. Una encuesta de la Autor i-dad Educativa del Interior de Londr es, ef ectuada entr e  profesor es deInglaterra ,  puso al descubierto que muchos de ellos alber ga ban ideasmuy estereoti padas del currículum y de los métodos de enseñanza ensectores distintos a los suyos . Muchas de esas ideas no se  basa ban enex periencias o compr o baciones directas (ILE A , 1 988). Stillman y May-chell 0984) llegaron a conclusiones similar es en su estudio so bre latransición desde la escuela media (de 9 a 1 3 años) a la escuela secun-daria, en dos distritos escolar es ingleses . Según sus descu brimientos,el  pr of esor ado de escuela secundaria mantenía -un ester eotipo de-gradante- de la enseñanza en la escuela medía que:

• r efle ja una vis ión de aulas ruidosas, con niños que deambulanlibr emente  por ellas. E l tra bajo es realizado en grupos  pequeñosy se basa en temas elegidos libremente. Supuestamente se hallanausentes las formalidades de la enseñanza escolar , el uso de li-

 bros de ref er encia, la ca pacidad de concentr ación, de tomar no~tas a  partir de la  pizarr a y procesar el traba jo.

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UNA EUUCACIÓ N PAR A El CAMBIO

S in embar go, cuando Stillman y M aychell ( ibí d .) compararon lasestr ategias de enseñanza en el último año de escuela media conalumnos de la misma edad en un sistema  par a lelo de escuelas secun-darias de otro distr ito escolar , no descubrier on -indicació n alguna dedif er encias r eales en la  pr áctica lectiva-. Atr ibuyeron esta malinter - pr etaci ó n a la fa lta de ex periencia  por parte del pr of esorado con cual-quier sector dist into a aquel en el que ellos tr a ba jan.

Desde todo punto de vista, r esulta err ónea la suposición de queen las escuelas elementales o  primarias r eina una gran activ idad deapr endizaje y de tr a ba jo en pequeños grupos.  Natur almente, una visi-ta r á pida, y un canto superficial , a  pr ácticamente cualquier escuelaelemental de plan a bierto contr adice claramente ta l afirmación: movi-miento, diver sidad, estudiantes que toman la iniciativa , colaboraciónen pequeños grupos. Fueron  pr ecisamente esta clase de impr esionessu per ficiales las que indujeron al nota ble autor educativo estadouni-dense Charles S ilberman (1970 y 1 973) a escr i bir , tr as su r egr eso deInglaterr a en la década de los sesenta, que en las escuelas  pr imariasinglesas se esta ba  pr oduciendo lo que él llamó una -r evolució n tr an-quila - .  No obstante, estudios más rigurosos sobre las estrategias deaula empleadas  por docentes de la escuela  primaria r evelaron unaimagen muy dif erente.

En una encuesta r ealizada a 468 docentes del nor oeste de Inglate-rra, Bennett0976) descubrió que la mayor ía utiliza ba una mezcla deestilos . Só lo el 9% del  prof esorado satisfacía los criterios de carácter

 pr ogresista definidos en tér minos del influyente y altamente conside-r ado I n     f      or me Pl owden sobr e la educación  pr imaria (C entr al AdvisoryCouncil for Education, 1 967). En un estudio llevado a cabo en 1 00escuelas  pr imarias a mediados de la década de los setenta, Galton y

sus colabor adores hallar on un  pr edominio a bsoluto de la enseñanzadirecta y a penas ejemplos de a pr endiza je  basado en el descu br i-miento o en el tr a ba jo en gru po (Galton et al . , 1980; Simon, 1 981) .

Este equi po de investigación concluyó, a l igual que otr os estudios,que el  pr ofesor ado de pr imar ia , contr a toda  previsión,  ponía es pecia lénf as is en las ha bil idades  básicas (Bassey, 1 978; Galton et al . , 1 980 ;

Her Ma jesty's Ins pector ate, 1978). Y aunque en muchos casos los es-tudiantes se senta ban  juntos, en gru pos , detectar on muy  pocos ejem- plos de que tr a bajaran r ealmente en común.

Estos r esu ltados concuer dan con los alcanzados en otr as zonas . Enlas escuelas elementales urbanas de Estados Unidos, la enseñanza deha bilidades  básicas sigue siendo una car acterística so br esaliente de la

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3. CULTUR AS DE LA ESCOLAR IZACIÓN

 práctica educativa. Goodlad (1984) observa que, de hecho, en susfamosas llamadas y esfuerzos por -volver a lo  básico", sus defensor es

 pasar on  por alto el hecho de que, en r ealidad, nunca nos habíamosalejado de ello en muchos aspectos.

En consecuencia, la pr áctica -pr ogresísta- o -innovador a- en las es -cuelas  primarias y elementales  par ece menos omnipr esente de · lo queha bitualmente se afirma . En muchos as pectos, en años r ecientes, tam-

 bién hemos asistido a iniciativas  por alejar se de ella en muchos dis-tritos. Otr a cuestión es que, incluso all í donde se a plican  prácticas- pr ogr esistas- o de -a pr endiza je abierto-, és tas no están tan -deses-tructur adas- como habitualmente imaginan sus detr actor es. En Irlan-da,  por e jem plo, el estudio de Sugrue (1996) sobre dieciséis docentesde escuela  primaria calificados por sus administrador es de e jem plos

 positivos en lo que r especta a la  pr áctica centrada en el niño, descu- brió que su enseñanza en el aula se hallaba muy estructurada. Estosdocentes dedicaban mucho tiem po al -andarnia je- del a pr endiza je consus estudiantes, a cr ear estructuras claras que los llevar an basta loslímites de su desarr ollo y compr ens ión, a ampliar todavía más esoslímites . También se dedica ban a - pastorear - a sus estudiantes, unametáfor a que combina la atención, el contr ol y la organización degrandes gru pos de niños  pequeños y a menudo vulner ables, mientr asson guiados a tr avés de su a pr endiza je y desarr ollo . Otras formas másr ecientes de enseñanza centrada en el alumno resultan, en todo caso,más estructur adas . El aprendizaje cooper ativo,  por e jem plo, aplicaestr ategias  para hacer r esponsa bles tanto a los individuos como a losgrupos de su rendimiento, y de cr ear tipos de inter dependencia  posi-tiva entr e los estudiantes (Iohnson y Johnson, 1990).

Las estr ategias de enseñanza en la escuela secundar ia se hallan tanf ácilmente estereotipadas como aquéllas utilizadas por los docentescon los más  pequeños. Bar  bar a Tye (1985),  basándose en una en-cuesta realizada a gran escala en las aulas de la escuela secundariaestadounidense, llegó a la conclusión de que . . rodas las au las de es-cuela secundar ia son desalentador amente símílares-, con  pautas idén-ticas de  pr esentación fr onta l ,  preguntas cerr adas y tr aba jos de mesa,a pesar de lo cual , tanto dentr o como alr ededor de esta unif or midadgener a l ,  se o bservan algunas variaciones im portantes.

Algunas de esas variaciones se hallan r elacionadas con la asignatu-r a , un tema en el que nos detendr emos en los capítulos ref erentes alcurrículum. Por ejemplo, B arnes y Shemilt 0974), en Inglaterr a , r ea-lizaron una encuesta entre profesores de enseñanza secundaria en la

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMB IO

que se reveló que sus orientaciones con respecto al estilo de ense-ñanza y otras cuestiones variaban según la asignatura, a lo largo deun cont inuum , desde un enfoque de «transmisión· o de cariz relativa-mente tradicional, a otr o de -ínterpretación- , basado en el proceso ycuyo foco de atención se situaba en el estudiante. En el extremo deesa transmisión del continuum se encontraban las matemáticas, elfrancés y las llamadas ciencias -duras- : la físicay la química. Agrupa-das en el extremo de la -interpretación- se hallaban asignaturas comoel inglés , mientras las ciencias sociales: la historia y la geografía ocu- paban algún lugar intermedio. El informe de Ball (1980) sobre lasactitudes de los  profesores con respecto a la enseñanza en gruposheterogéneos indicaba que los miembros del departamento de francésempleaban enf oques predominantemente didácticos, centrados en el profesor, pero no sucedía lo mismo con los profesores de matemáticase inglés. En otras zonas también  se han registrado diferencias en elenf oque pedagógico entre los departamentos de Inglés y Matemáticas(Siskin, 1994 ; S todolsky, 1988; McLaughlin y Talbert, 1993) y entreasignaturas académicas y  profesionales (Little , 1993) .  Nuestr o propioestudio  basado en la respuesta del  profesorado de ocho escuelassecundar ias a un inminente mandato para dejar de agrupar al alum-nado por capacidades (o deshomogeneizar ) el grado 9,  puso de re-lieve que los docentes de asignaturas más prácticas, de categoría infe-rior, como educación técnica y estudios so bre la familia, se conta banentr e los más f lexi bles en sus estrategias de enseñanza, en es pecialcon grupos extr emadamente heterogéneos (Har greaves et al . , 1 992).

Los distintos enfoques  pedagógicos r evelados  por los datos acu-mulados son com ple jos, tanto en las escuelas elementa les como enlas secundar ias. L as desigualdades en lo concerniente a estilo de en-señanza o bservadas entr e la escuela elemental y secundaria son me-nos es pectacular es de lo que se ha bía cr eído. Así pues, si la pedago-gía no es el factor clave difer enciador entr e las cultur as de la escolari-zación elemental y secundaria, ¿qué e s entonces lo que las distingue?¿Cuál es la dif er encia fundamental  par a los estudiantes que efectúanla tr ansición entr e lo que a bandonan y aquello de lo que entr an a for -mar parte? Hallar emos algunas  pistas echando un vistazo a las cultu-r as de la escuela elemental y secundaria , res pectivamente.

E l conce pto de cultura escolar ha sido definido de muchas formasy es todavía muy cr iticado entr e los autor es que escriben sobr e eltema. Corbett et al . (1987) definen la cultura como un conjunto com- partido de nor mas, valores y creencias. En su análisis de la cultur a de

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3 . CULTURAS DE l.A ESCOL AR IZACIÓN

dos escuelas secundarias diferentes y de su impacto so bre las inter- pretaciones del  profesor ado so bre la selección, Page (1987) ar gumen-ta que aunque las creencias, va lor es y suposiciones son a menudo tá-citos y se consider an evidentes en sí mismas  por parte de los miem- br os de una cultur a determinada , -a portan .un  poderoso fundamento par a compr ender el funcionamiento de sus miem br os y su organiza-ci ó n- ( pág. 82). Wilson (1 971) amplía la definición de cultura y ha blade conocimiento socialmente compartido y tr ansmitido de lo que esy lo que de bería ser , simbolizado en actos y artefactos. Ta les car acteri-zaciones de la cultur a son es pecialmente comunes en tr atados so br ecultur as corpor ativas y , más en gener al , or ganizativas (Deal y K enne-dy , 1 982 ; Ouchi, 1 980 ; Schein, 1984; Wilkins y Ouchi , 1 983), así comoen estudios que a plican estas estr uctur as más generales a la educa-ción (Davis, 1989 ; Deal y Peterson, 1990) . Su propósito se cifr a a me-nudo en apr ender cómo crear unas cultur as or ganizativas sólidas queconduzcan a _ una mayor ef ectividad.

En una cr ítica de dicho estudio, Bates (1987) argumenta que, al buscar las condiciones y  procesos que conducen a la existencia deculturas sólidas, los investigadores sitúan el interés del  pr ecepto  porencima de la necesidad de comprensión. Es más, afirma que culturasapar entemente comunes (incluso las más fuertes), no se limitan a sur-gir del grupo, o a representar de modo natural sus intereses colecti-vos. La cultura dominante de una organización es producto más biende la manipulación ejercida  por la dir ección (véase también Jeffcutt,

1993). A poya y promueve los intereses  primordiales de aquellos quemás  pueden  benef iciar se de la organización, y elimina o seduce aotros con intereses dif er entes y  puntos de vista alternativos  par a quesucumban a la  pauta dominante. L a cultur a,  pues, no brota de modonatur al , sino que constituye un  proceso activo de cr eación y de beim poner se a enfoques y valor es de signo contr ar io relativos a aque-llo que debe hacer la gente que for ma  parte de la or ganización.

Según ex presa Coo per (1987) en el título de su análisis de la cultur adel lugar de trabajo en las escuelas : .y en cualquier caso, ¿de quiénes la cultura en r ea l ídadi- .

Algunos autor es  prefier en el tér mino ethos al de cultur a (R utter et

al . , 1 979; D. Har gr eaves, 1995). L a idea de un ethos compartido o co-mún está más gener alizada,  pero resulta también más difíci l de defi-nir que la de cultura. La definición que da el diccionario de la  pala-

 bra ethos es la siguiente: -es píritu car acter ístico de una comunidad oera- . Es una es pecie de  zeitg eist, o es píritu de los tiempos, más vaga-

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U NA EDUCACIÓN PAR A F .I. CAMR JO

mente sentido que es pecíficamente identificado. Aunque es piritual-mente atractiva  par a algunos , la noción de ethos tiende, sin embargo,

a eludir la acción y la intervención. ¿ Cómo  puede crearse algo tanintangible como un -es píritu- ? Cultur a, en cambio ,  puede admitir conmás facil idad la  posi bilidad de crear , negociar , imponer o subvertirvalor es, cr eencias y otr os as pectos similar es. Pueden ha ber cultur asmayoritarias y minoritar ias; culturas dominantes y su bculturas dentrode ellas.  E thos , sin embar go, soslaya estos temas al a pelar a un es pí-ritu s ingular que  brilla a tr avés de todos nosotr os.

Un as pecto de las culturas, so bre el que ha hecho hinca pié Sar a-son (1971), es el hecho de que las normas culturales  poseen lo queél denom ina características sagr adas y pr ofanas. Esas normas que de-finen el pr opós ito  prof esional y que son fundamenta les  par a los sis-temas de creencias del  profesor ado (como  por ejemplo su especiali-zación en la asignatura) , se cons ider an -sagr adas- y , en gener al , noson sometidas a transfor maciones. Por el contr ar io , las nor mas - pr of a-nas- (como  por e jem plo una disciplina estudiantil) son definidascomo la for ma  particular de actuar en la or ganización, y se las consi-dera susce ptibles de cam bios .

Andy Hargreaves (1992 y 1993) añade otra dimensión al conceptode cultura de la escuela. Señala que la cultur a tiene contenido yfor ma . E l contenido de una cultur a se compone de aquello que pien-san, dicen y hacen sus miembr os. L a forma consiste en las pautas der elación entr e los m iem bros que com parten dicha cultur a , que  pue-den ado ptar ,  por e jem plo, la forma de ais lamiento, de grupos o fac-ciones en competencia , o de adscripción más amplia a una comu-nidad.

Aquí interpr etamos la cultur a como el contenido de con juntoscompartidos de normas, valor es y cr eencias de los miembros de unaor ganización, y la for ma que ado ptan las  pautas de r elación entreesos miem bros . Abordar emos tanto el contenido como la forma de lacu ltur a escolar , centr ándonos es pecialmente en la escuela secundar ia,y en sus cualidades -sagr adas- y - pr of anas- . Podernos hablar de la cul-tura de deter minadas escuelas (Page , 1987), e incluso dentr o de losdepartamentos de una escuela (Johnson, 1 990; McLaughlin y Talbert,1 993) . También  pueden caracterizar formas com pletas de escolar iza-ción, tales como la escuela  profesional , la privada o la s escuelas supe-rior es  junior. Queremos ex plorar, en particular, las cultur as de la esco-larización elemental y secundaria.

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3 . CULTURAS DE LA ESCOL ARIZACIÓN

CULTURA DE IA ESCUEIAELEMENTAL

L a cultura de la escuela elemental  se asienta so br e dos  pr incipios cen-trales e inter conectados, el primero ampliamente reconocido, no asíel segundo.  Nos referimos a los  pr incipios de atención y control.

Un estudio realizado en Quebec, Canadá, analizó las diferenciasclave entre las culturas de la escuela elemental y las de la secunda-ria, tal y como fuer on experimentadas  por un grupo de estudiantesen transición entr e las dos cultur as. Se utilizó la o bservación  partici-

 pante para r eunir información relativa a setenta y seis estudiantes delgrado 6 (escuela elementa l) , y setenta y ocho estudiantes que  poste-riormente ingr esaron en el gr ado 7 en escuelas super ior es católicasinglesas. Ahola -S ídaway 0988) llegó a la conclusión de que las escue-las elementales son como familias, mientr as que las escuelas secun-darias guardan más  par ecido con un contr ato forma l . L os estudiantesde escuelas elementales viven en la  bar riada donde está la escuela,mantienen fuertes conexiones con la comunidad escolar , son instala-dos en aulas es pecíficas, ocupan un  pupitr e designado y mantienenestr echos lazos con el prof esor ado, los compañer os de clase y el di-rector . Los estudiantes de secundar ia,  por su  parte , van a una escue-la situada fuer a de su comunidad, ocupan un edificio gr ande y com- ple jo, no tienen un aula,  pupitr e o  pr of esor concretos, son controla-dos  por tim br es, formularios y  pr ocedimientos, y sólo dis ponen deuna taquilla como territorio  per sonal. S us conexiones no se  basan enlas r elaciones que esta blecen con el  prof esor ado o los compañerosde clase , sino que entr an a for mar  parte de una  pandil la a la que lesune intereses comunes .

E l hogar , la familia y la comunidad son los símbolos de la atenciónal alumno que car acter iza a la cultur a de las escuelas elementa les. Laim portancia que su pone la atención  par a el  profesor ado de las escue-las elementa les y sus estudiantes también se  puso de manifiesto enotr o estudio que llegó a la conclus ión de que el control del estudianteen las escuelas elementales es más humanista que en las escuelassecundarias , donde cumple más una la bor de vigilancia (S medley y

Wil lower, 1981). En un estudio-cuestionar io so br e las car acterísticasdel nive l de entr ada de 174 docentes de escuelas elementales y 1 78de secundaria, Book y Fr eeman (1986) descubrier on que los candi-datos a la escuela elementa l tenían más ex periencia labor al con niñosen edad escolar y que esgrimían con más fr ecuencia r azones en lasque el sujeto  princi pal er a el niño  par a  pasa r a formar  parte de la

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U NA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

enseñanza, en comparación a sus homónimos de secundaria, cuyoenfoque se centraba más en la asignatura.

En un estudio llevado a cabo en cincuenta escuelas de primaria enLondres, Inglaterra (uno de los estudios más sistemáticos que se hanrealizado so bre efectividad escolar), Mortimore y sus colaboradores(1988) identificaron el cl ima escolar positivo como uno de los docefactor es clave asociados a resultados escolares  positivos. Este clima-positivo- sería en estos casos sinónimo de -agradable- , con un eleva-do énfasis en la alabanza y la recompensa. La gestión del aula erafirme,  pero equitativa. E l disfrute, la felicidad y la atención er an tam-

 bién caracter ísticas básicas de estos climas  positivos. Mortimore et al.

(1988) afirmaron que:

S e o btuvieron resultados positivos allí donde los  profesores disfrutabande forma evidente de la enseñanza en sus clases, valoraban el factor de ladivers ión y comunicaban su entusiasmo a los niños. El progreso también seveía fomentado  por el interés hacia los niños corno individuos, y no sólocorno educandos. Quienes dedicaban más tiempo a la charla no académicay mantenían  pequeñas conversaciones, aumentaban el progreso y el desa-rr ollo de los alumnos. Fuera del aula, entre las muestras de un clima positi-vo se incluían la or ganización de la hora del almuerzo y de los clubes a losque  podía acudir el alumnado después de la escuela, la participación deéstos en las asambleas, el hecho de que el profesorado com partiera mesacon los estudiantes a la hora del almuerzo, la or ganización de via jes y visi-tas y la utiliza~ión del am b iente local corno un r ecur so de a prendiza je.

· La felicidad no lo er a todo, natur almente. También importaba eltraba jo centr ado e intelectualmente estimulante, junto a toda una seriede factores. Pero la  pr esencia, per sistencia y omni presencia del cui-dado en la escuela pr imaria a par ecía clar amente asociada con la efec-tividad de estas escuelas.

Que la atención re pr esente un aspecto fundamental de la cultur aexistente en las escuelas elementales es, en  parte, producto de su ta-maño y estructura. Johnson0990) constata una sencilla dif er encia en-tr e las escuelas elemental y secundar ía: -aunque el  pr ofesor ado deescuelas elementales pueda llegar a tr abajar con los mismos veinte es-tudiantes dur ante el día, a l de escuela secundaria se Je asignan ruti-nariamente 1 25 estudiantes en cinco clases r otatorias- ( pág. 111).

El com ponente del género en la enseñanza de la escuela elemen-tal es otr o factor determinante de su or ientación hacia el cuidado. Laeducación elemental es  pr incipalmente tar ea de mujer es, y la aten-

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3. CULTUR AS DE L A ESCOL ARIZACIÓN

ción y la relación son car acterísticas centr a les en el tr a bajo y la vidade las mujer es (Noddings, 1992 ; Gilligan, 1 982). Aunque varios inves-tigador es han señalado que los  prof esor es de escuelas elementales par ecen pr estar la misma atención y estar tan unidos a sus alumnoscomo las pr of esor as ( Nías, 1989; Coulter y Mc Nay, 1 993), la gr an pr e-sencia f emenina en las escuelas elementales  puede ser todavía signi-ficativa a la hor a de conf igurar las cualidades de atención  propias deesa cultur a en r elación al géner o (Acker , 1995).

En un estudio canadiense, Andy Har gr eaves (1994) descubr ió que,

 par a el profesor ado de escuelas elementales, la atención r e presenta- ba un princi pio esencia l y positivo que a menudo se pasa ba por alto.A menudo sustenta ba su  pr efer encia activa  por un enfoque indivi-dua lista de su tr aba jo y por dedicar la mayor parte de su tiempo a tra-

 bajar en el aula, con sus  pr o pios estudiantes. Para estos docentes laética de la atención ocu pa ba un lugar tan pr imordial (Gil ligan, 1982) ,que un cierto número de ellos ex pr esa ba serias r eservas acer ca de sideseaban r ealmente tiempo adicional de preparación, ya que ello lesrestaría tiempo para estar en clase con sus alumnos. Este sentimientoqueda ejemplificado en las siguientes citas del estudio de Hargreaves0994):

Me pregunto sí no estaría perdiéndome algo con los niños en caso deque me alejara de ellos mucho más tiem po. Aunque,  por supuesto, ese tiem-

 po adiciona l me vendr ía muy bien.

S i aumentara la cantidad de tiempo adiciona l , llegaría un momento en elque echar íamos de menos a los niños. Eso fue lo que le di je el otro día (aldirector ). Está muy bien dis poner de todo ese tiem po,  pero, entonces , ¿cuán-do estar íamos con los niños?

Hargr eaves argumenta que aunque r esulta admir a ble el compro-miso que estos docentes adquier en de pr estar la de bida atención a laclase, éste no se mantiene  por sí solo. La atención no  puede desli-gar se de otr as dos condiciones a primer a vista menos desea bles: la pr o piedad y el control. El pr of esor ado de aula conf esó ser exces iva-mente posesivos con sus clases: -Se siente una muy maternal. .. por -que ellos vienen a ser como tu familia y el aula, tu  pequeña casa- .Esto causó a lgunas dificultades en su r elación con el  pr of esor adodedicado a la educación es pecial , ya que podían sur gir dis putas acer-ca de quién era el - pr o píetar io- de los estudiantes. Los docentes pr o-tagonistas de este estudio tam bién habla ban de la satisfacción que

 producía tener su propia clase, de tener el contr ol. Según confesó una

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UNA EDUCACIÓN PAR A EL CAMBIO

de las profesor as - buenas- según la definición de Johnson al tr atar lacuestión de los estudiantes de magisterio en prácticas:

Me encantan los estudiantes de magisterio  por que son  jóvenes, enér gi-cos , frescos, no tienen  pre juicios . . . ,  pero mis clases pierden cuando no estoycon ellos .  No quiero decir con ello que yo sea algo especial ( pero) sé lo quehago, sé adónde voy. Resulta difícil expresarlo por escrito y pedirle a alguienque acuda y traba je con la clase como lo haría yo misma, que a barque losmismos ám bitos y utilice el mismo material y de la misma forma. Soy muysus picaz con res pecto a eso. No me gusta compartirlo (Iohnson, 1990,  págs.

279-280).

Esta complicada interacción entre atención, control y pr opiedad enla actitud que mantiene el  profesor ado de las escuelas elementa les puede tener implicaciones importantes para los estudiantes y su avan-ce hacia la independencia a medida que se acer can a la adolescen-cia. La natur aleza del compromiso adquirido por los docentes puedeex plicar por qué muchos estudios sobr e educación  primaria y ele-mental han puesto de manifiesto que las imágenes de inde pendenciae iniciativa del estudiante son en cierto modo ilusorias, ya que losdocentes hacen ga la de una mayor prudencia a la hora de determi-nar cuándo se estudian las cosas de la que em plean  para establecercómo y qué cosas se estudian (Pollard, 1 985; Berlak y Berlak , 1981 ;

Har greaves, 1 977).Cuando se enta blan discursiones so bre la tr ansición a la escuela

secundaria es habitual que a ésta se le adscri ba el  pa pel de ma la. L osejem plos revisados indican ciertamente que entre el pr ofesorado de pr imar ia es más im portante la atención al alumno que entre los pro-f esores de secundar ia . Pero eso no tiene  por qué ser necesar iamenteuna buena noticia . Par a muchos docentes de escuelas elementales, laconjunción entre atención,  propiedad y control  puede r epresentar par a los estudiantes una seria dificultad en el momento de desarr ollarla inde pendencia , autonomía y seguridad necesar ias para cr ecer sinla ayuda directa de aquellos que les han atendido la mayor parte deltiempo. Puede crear en ellos la sensación de que la transición a laescuela secundar ia es más un salto terr orífico fuera del nido que unaserie de pasos cada vez más atr evidos y explorator ios que a le jan al

 joven de casa. Una de las mejores cosas que puede hacer el profeso-r ado de escuelas elementales  por sus alumnos es desarrollar en ellos,como buenos padres, forta leza y segur idad para crecer y distanciarsede ellos. Esto puede signif icar el abandono par cial de los conceptos

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3. CULTUR AS DE LA ESCOLARlZACJÓ N

de propiedad y control, y de los sentimientos concomitantes del ti poéstos son -rnis niños- en « mi clase- .

A lgunos de los  progr esos que se están  produciendo en la educa-c ión elemental y  pr imaria ya avanzan eficazmente en esta dir ección.

En un momento en que el conocimiento se hace cada día más com- ple jo y dif er enciado y ya no  puede ser afr ontado  por un solo docen-te generalista, las voces que se elevan en def ensa de una mayor espe-cialización en las asignatur as im partidas en la enseñanza elementa l ,

constituyen una  parte importante del  programa internacional destina-do a me jor ar la calidad de la enseñanza en las escuelas elementales(Har greaves, 1 989; De partament of Education and 'Scíence, 1983;Cam p bell , 1985 ). Eso su pone  proporcionar a los estudiantes de  pri-mar ia un am plio a banico de  posibilidades de contacto con  profeso-res más es pecializados, so br e todo en asignatur as como la música yel arte,  pero que conduce también a una mayor coordinación e inter-cambio de información entr e el  pr of esor ado, tanto dentro como fueradel aula. Por ejemplo, muchos sistemas escolar es funcionan con pro-fesorado especia lizado que tr a baja en un r égimen de cooperación ycolaboración con los docentes de aula,  para proporcionar currículosapropiados y flexibles que se adapten a las necesidades específicasde algunos alumnos o grupos de alumnos. En algunas escuelas, los profesores de aula mantienen una estrecha colaboración también conlos encargados de la  biblioteca, lo cual permite el acceso de los niñosa la fuente más am plia de ha bilidades y conocimientos que a porta la biblioteca de la escuela. Estas actividades compartidas han empezadoa que br ar el sentido exclusivista de pro piedad mantenido  por muchosdocentes de escuelas elementales con r es pecto a sus clases. Si se

 puede  preservar el princi pio de la atención al mismo tiem po que seintr oducen estos cam bios, y el  prof esorado  puede traba jar coo per an-do entre sí par a sa tisfacer la necesidad de  pr o porcionar una atenc iónadecuada, entonces los estudiantes encontr arán una  base más sana

 para el desarr ollo de su independencia, como  pr eparación  para laescuela secundaria, especialmente en los años superior es de la escue-la elemental . La r es ponsabil idad de llenar el hueco existente entr e lasdos cu lturas de escolar ización atañe tanto al pr of esor ado de la escue-la elemental como a l de la escuela secundar ia.

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UNA EDUCACIÓN PAR A EL CAMBIO

CULTIJRADE lA ESCUEIA SECUNDARIA

Cuando los estudiantes pasan a la escuela secundaria, o a la escuelamedia o superior , ¿ en qué ti po de cultura entr an y hasta qué  puntoes ésta dif er ente a la que acaban de a bandonar ? A parte de los facto-r es más evidentes, como ser ían el tamaño y la comple j idad, la inves-tigación y otr os informes sobre las escuelas secundar ias seña lan en

 particular hacia tres factores dominantes e interr elacionados de sucu ltur a: la orientación académica, la  polar ización del estudiante y elindividualismo fr agmentado.

Orientaci ónacad émica

Debido a su natur a leza com ple ja, la comprensión de la cultur a impe-rante en la escuela secundaria no es tar ea f ácil . Pink (1988) descr ibeel car ácter de la cultur a de la escuela secundar ia a l  pr esentarla comouna organización comple ja que gener a sus  propias normas y ethosoper ativo. Afirma que los progr amas conflictivos no sólo  provocandivisiones en la escuela, sino que también arr o jan una sombra deduda so bre las posi bilidades de alcanzar un consenso sobr e los o bje-tivos . Pink observa que la cultura de la escuela superior se car acteri-za  por la de partamentalización y el aislamiento (véase tam biénJohnson, 1990 ; S iskin y Little, 1995). Esta complejidad dificulta la tr an-sición al nivel secundar io (Rossman et al., 1985). Uno de los gr andeso bstáculos que se cruzan en el camino del paso a la escuela secun-daria es la orientación académica del  prof esor ado (Boyd y Crowson,1982).Algo que se halla estrechamente r elacionado con la orientacióndel  prof esorado hacia la asignatura y su contenido, y tiene  profundasimplicaciones en su enf oque  pedagógico, sus actitudes acer ca de latr ansición y su  pr edis posición a ado ptar un curr ícu lum integr ado.

Abordaremos este tema con mayor detalle en nuestro anális is  poste-rior del currículum. Aquí quer emos de jar constancia de dos conse-cuencias concr etas para la cultura más am plia de la escuela secunda-ria, en lo ref er ente a normas y valor es de los estudiantes y de sus rela-ciones sociales en la escuela . Las consecuencias son la  polarizaciónde los estudiantes a través del agrupamiento  por ca pacidades, y suaislamiento causado  por la negligencia con la que se afrontan susnecesidades  per sona les y de desarr ollo social.

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3. CULTURAS DF . L A ESCOL AR IZ AClÓN

 Polarlzaci6n del estudiante

La orientación predominantemente académica de las escuelas secun-darias  beneficia a una definición  bastante limitada de lo que seríanlogro y éxito. Ta l como veremos más tarde, hay otros muchos tiposde logro, además de los académicos, a los que las escuelas secunda-rias conceden un valor mucho menor . Dar por válida una visión estre-cha de lo que constituye el logro académico  provoca,  por definición,

altos índices de fr acaso (ILEA, 1984 ; Hargr eaves , 1989). Las escuelassecundarias en la mayoría de países todavía conceden mayor valor alos alumnos académicamente  brillantes (Lawton et al . , 1 988).

El  pr edominio y la  pr eeminencia del logro académico  persiste, a pesar de contar con numer osos indicios de que las necesidades futu-r as de la sociedad van mucho más all á del estrecho contenido acadé-mico (Snyder y Edwards, en pr ensa) y o bviando la o pinión, cada díamás genera lizada, de que la inteligencia es algo mucho más comple- jo y multidimensional de lo que se ha bía creído en otro tiempo. EnEstados Unidos, y sólo durante la  pasada década , ha ha bido  por lomenos siete comisiones nacionales de gr an prestigio que han  publica-do sombríos informes perfilando el fr acaso de las escuelas secundariasen su intento por satisfacer las necesidades de todos sus estudiantes(Brown, 1984) . Goodlad (1984), en un estudio que se llevó a cabodur ante ocho años so bre el estado en el que se encontraba el sistemade educación  pública en Estados Unidos, lo describió como -cer canoa l colapso- , Las escuelas se hacen cada vez más estratif icadas al exi-gírseles que for men a los estudiantes de acuerdo con sus ha bilidadesmentales y sus ha bilidades es pecíficas (Cr emin, 1 961 ) . A la mayoría deellos se les forma  par a satisfacer las exigencias de un ávido mer cado,mientras que sólo unos pocos van a la univer sidad o a escuelas uni-ver sitarias (Gr eene, 1 985). Adler (1982) se lamenta ba  por la  perviven-cia de una sociedad clasista en las escuelas, y  por la forma en queéstas hacen avanzar a los estudiantes en una dir ección en la que impe-ra la desigualdad. Ese sentimiento también se ve r efle jado en Goodlady Oak es 0988), quienes señalan el lamenta ble r egistr o alcanzado  porlas escuelas a la hora de promover la consecución de sus o bjetivos, ellogro, entre los niños de or igen negro o his pano o de clase social pobre. Continúan alegando que el logro o btenido  por aquellos estu-diantes que ha r eci bido una  peor educación  por  parte de la escuelaserá cada vez más importante y que las actuales  políticas de selecciónno hacen sino restr ingir el acceso de los estudiantes al conocimiento.

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

Si, como argumentaremos más adelante, el propósito adecuado enla educación de los adolescentes es el de proporcionar una educa-ción amplia y equilibrada a todos los estudiantes y estimular y reco-nocer una amplia gama de logros, entonces una política uniforme deagrupamiento  por capacidades o de selección resultaría inconsistente para tales objetivos. Es incoherente afírmar que formas de logrodif erentes tienen la misma importancia para luego agrupar a los estu-diantes de acuerdo únicamente con una o dos de esas formas. Laexistencia de vías de selección separadas y aisladas constituye unejemplo de tal incoherencia que se inscribe en el contexto de uncompromiso con objetivos educativos más amplios .

Se supone que la asignación de los estudiantes a itinerar ios o gru- pos debería  basar se justamente en el mérito y la ha bilidad. En la pr ác-tica, s in embargo, se trata de un proceso complejo y subjetivo, ya quelos asesor es y  profesor es utilizan las  puntuaciones alcanzadas en las prue bas, además de criterios sujetos al comportamiento y la actitud,

 para asignar los estudiantes a los distintos grupos (Cicourel y Kitsuse,1 963 ; Oakes, 1992 ; Tr aman, 1989). Ésta  podría ser una de las razones

 por las que los estudiantes de clase  po br e y los  pertenecientes aminorías étnicas a par ecen despr o porcionadamente r e pr esentados enlos grupos con menor es ca pacidades (Hout y Garnier , 1 979). Una vezanalizados todos los as pectos,  podernos concluir que los factor es deasignación de estudiantes son difíciles de clasif icar , y que su - justicia-es cuestiona ble (Oakes, 1992).

Un ar gumento r ecurrente a favor de la clasif icación es que, cuan-do se juntan con alumnos similares a ellos, los estudiantes se sientenmás  positivos con res pecto a sí mismos y consiguen mayor es logr os.

Las conclusiones que se derivan de la investigación, sin em bar go, noconfirman esta teoría. Colocar a los estudiantes en grupos con capa-cidades medias y ba jas  par ece disminuir su autoestima , y no elevar la(Esposito, 1973) . Los estudiantes situados en grupos con capacidadeselevadas se muestr an más entusiasmados, y los estudiantes de gruposcon menor nivel , más alienados (Oakes, Gamoran y Page, 1 991). Losestudiantes en grupos de capacidades más elevadas tienen una mayorseguridad en s í mismos, no sólo con respecto a su competencia aca-démica , sino también en general (Oakes, 1985) . Una ex plicación  po-dría ser que la baja autoestima y el menor nivel de los estudiantesquizá no se deba al hecho de que se les ·sitúe en un determinado ni-vel, sino a factores inherentes a los propios estudiantes.  No obstante,algunos estudios indican que las bajas aspiraciones entre estudiantes

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3 . CULTUR AS DE LA ESCOL AR IZACIÓN

de menor capacidad se mantienen incluso cuando los factores relati-vos a su ambiente familiar se han mantenido constantes (Alexander ,Cook y McDill, 1978).

Los estudiantes de niveles más ba jos reci ben una enseñanza másdeficiente por parte de pr of esores, a su vez menos cualificados (Mur-

 phy y Hallínger , 1989 ; Oakes, 1992). Las asignaciones mediante capa-cidades provocan difer encias en el ritmo de progreso. Las diferenciasresultantes en cuanto a co bertura se tr aducen en un retraso todavíamás agudizado entr e los estudiantes de los niveles más ba jos. Estasdiferencias tienden a esta bilizar la situación en los diversos niveles porque se han  pasado  por alto los  prerrequisitos  par a pasar de unnivel a otr o (Oakes, 1 992). Aunque existen sólidos argumentos peda-gógicos según los cuales los agrupamientos por ca pacidades deberían promover la movilidad entr e los grupos, lo cierto es que la investiga-ción indica que una vez los estudiantes han sido agrupados en un ni-vel, esa movilidad brilla por su ausencia (Murphy y Hallinger , 1989).Lawton et al . (1988) descu brieron que se ponía un mayor énfasis enla disciplina y el control en los progr amas de los niveles ba jos, encomparación a los programas de los niveles altos, en los cuales se.

acentuaba la calidad de la enseñanza. Tr adicionalmente, en las clasesde nivel bajo tampoco se hace es pecial hinca pié en los ob jetivos cu-rriculares, como  por e jemplo interés por la asignatura, conceptos y

 princi pios  básicos y r esolución de  pr o blemas, a pesar de que estoso b jetivos se consider an cada vez más esenciales para todos los estu-diantes (Oak es , 1992). En gener al , los estudiantes de nivel más ba jofor man subculturas que no son tan valor adas. El  buen estudiante esaquel que adquier e ha bilidades académicas y sociales  beneficiosas

 para él , además de tener una dis posición  positiva y de coo per ación(Lawton et al ., 1988). Los estudiantes que no satisfacen estos criter iosson propensos a ser excluidos de la imagen de la escuela . En gene-ral, los estudiantes de niveles más  ba jos dedican menos tiem po ala pr endiza je, se les enseña ha bilidades de dificultad inf erior , y se be-nef ician de una gama más reducida de materiales de enseñanza(Trimble y S inclair , 1 987; Murphy y Hallinger , 1 989; Oak es, 1 985). Enr esumen, no se les da tantas oportunidades de a pr ender (Oak es,

1 992).

Ex periencias como éstas ayudan a cr ear lo que David Har greaves(1982) llama una - pérdida de dignidad· que el s istema de escuela se-cundaria inflinge de un modo no intencionado a sus estudiantes.  Nor esulta sor  pr endente entonces que los estudiantes de los gru pos infe-

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lJ NA EDU CACJÓN PARA El CAMBIO

riores estén menos conectados con su escuela que aquéllos adscritosa los grupos superiores (Goodlad, 1984; Oakes, 1 985; Murphy y Ha-llínger , 1 989). En muchos casos, los estudiantes del nivel más  bajo pueden ir más lejos y pr otestar ante su  pérdida de dignidad forman-do contr aculturas de oposición (invirtiendo los valor es de la escuelay convirtiendo en  pr o pios esos valor es o puestos)  par a  pro porcionar

 posición e identidad a su grupo de nivel  bajo (Willis, 1977). En unestudio so br e los chicos de la escuela secundaria, David Har gr eaves(1967) descubrió que estos valor es opuestos incluían  pelear ,  jur ar ,vestir de cualquier modo, la  pr omiscuidad sexual y actitudes anties-colar es en gener al. L as  pr esiones que r eci be el alumno par a ada ptar-se a las normas imperantes en la cultura de sus iguales son fuertes.

En las escuelas superior es, si los estudiantes no se integr an, se arries-gan a ser considerados unos - perdedor es - (L awton et al . , 1988).

Es habitual  pensar que las actitudes, comportamiento y hábitos detrabajo de los grupos de niveles  bajos constituyen un reflejo, no de laclasificación, sino del tr asfondo social, el hogar y el ambiente de lacomunidad a la que pertenecen estos estudiantes. U no de los desafí-os más interesantes a los que debe enfrentarse esta argumentación esel estudio, considerado ya un clásico, de Lacey (1970) sobre unaescuela elemental inglesa. Lo interesante del estudio de Lacey es quese centr ó en estudiantes seleccionados para la escuela secundaria(una selección de carácter académico que abar caba entre el 10 y el20 por ciento de los alumnos más sobresalientes) que, al ingr esar enella, se veían a sí mismos como los -me jor es alumnos· en sus escue-las primarias anteriores. Los estudiantes fueron clasif icados  poco des-

 pués de su entr ada , a la edad de 1 1 años, y, al  princi pio, eso  pr odu- jo una amplia gama de manif estaciones de ansiedad individual entr enumerosos estudiantes situados en el nivel inf erior , que tr atar on deacomodar se a la nueva clasif icación a la que les ha bía sometido laselección. Apr oximadamente al cabo de un año, estas r es puestas indi-vidua les em pezaron a configur ar una cultur a com partida y protecto-r a (una es pecie de -gru po de apoyo- ), con fuertes elementos antíes-colar es que r echaza ban los valor es académicos, otorgaban una ele-vada  posición al ma l comportamiento, etcétera. La ex plicación deL acey fue que, una vez la escuela diferencia a los estudiantes en gru- pos se par ados mediante la a plicación de algún criter io de valoración,eso conduce a la  polarización entr e los grupos, en la que los de ma-yor éxito ado ptan los va lor es oficia les de la escuela, y los de menoséxito los invierten . L a clasificación es  por tanto un sistema de d ije-

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3. CULTUR AS DF . LA ESCOLAR IZACIÓN

renciacion que crea la polarización de los estudiantes y conduce, enlos nivelesinferiores, a una mayor incidencia del a bsentismo, la delin-cuencia y el abandono. La contribución de la selección a esta polari-zación ha sido rebatida en otros estudios (Hargreaves, 1967; Ball ,

1980). De hecho, Hammersley (1985) afirma que la investigaciónsobre la diferenciación y la polarización es uno de los ejemplos más

 poderosos de conocimiento acumulativo de la investigación en laeducación.

La selección o clasificación es producto de la orientación a bruma-doramente académicaque caracteriza la cultur a de las escuelas secun-darias. Esta cultura valora el logro académico por encima de todos losdemás y clasifica a los estudiantes en relación al mismo. Los estudian-tes que no sintonizan con este sistema de valores tan particular , res-

 ponden a la diferenciación mediante la polarización res pecto a losvalores de la escuela y los estudiantes mejor considerados que seidentifican con ellos. Se forman entonces contr aculturas, se crean

 pandillas y la escuelase divide en subgrupos de estudiantes muy dis-tintos y a menudo enfrentados entre sí. En la escuela secundaria noexiste una cultura única, sino muchas, y ello socava la ca pacidad dela escuela para lograr que los estudiantes aprendan y tra ba jen  juntoscomo en una comunidad. Durante los últimos años, los políticos y loslíderes de opinión de muchos países, movidos por la pr eocupaciónque generan los temas relacionados con la efectividad y la igualdaden las escuelas, han r espondido a estas situaciones con r ecomenda-ciones para a bolir la clasif icación (TFYEA, 1989 ; R adwanski , 1 987).

Estas declar aciones  políticas ofr ecen la  posibilidad de  paliar la polarización entr e grupos estudiantiles que caracteriza a muchas delas escuelas secundarias donde existe la selección, y de concebir lasescuelas secundar ias como comunidades más cohesionadas, tanto enlo que r especta al  per sona l docente, como a los pro pios estudiantes.Por desgracia, esta eliminación de la selección  pr escrita desde lasesf er as políticas no asegura la r esolución de estos pro blemas, se limi-ta a ofr ecer una o portunidad. Más adelante ex plorar emos algunos delos desafíos or ganizativos y  pedagógicos de enseñar en clases hete-rogéneas . De forma más gener a lizada , y basándonos en los estudiosexistentes , quer emos advertir a los lector es de los peligros de susti -tuir una cultur a pr o blemática de escuela secundaria (clasificada y po-lar izada)  por otr a que  pueda resultar igualmente problemática (frag-mentada e individualizada).

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UN" EDUCACIÓN P"RA E L CAMBIO

EL INDIVIDUAI..ISMO FRAGMENTADO

Aunque buena parte de la investigación educativa se muestra críticaacerca de muchas de las consecuencias de la clasificación, hemos dereconocer que, en términos de logro académico, los descubrimientosde la investigación sobre los respectivos méritos de los sistemas cla-sificatorios y no clasificatorios no son en modo alguno concluyentes(Reid et al. , 1981; Brophy y Good, 1974 ; Findley y Bryan, 1975; Kuliky Kulik, 1982 y 1987).

Bien  pensado, no debemos extrañarnos, como indica un impor -tante estudio de B all (1980) . Aunque e s ha bitual que escuelas y pro-fesores se muestr en de acuerdo con el  principio del agrupamientoheterogéneo, ya no es tan común cuando se trata de la enseñanza agrupos heterogéneos, es decir , acerca del modo en que de beríanimpartir se las clases. Esto explica dos im portantes conclusiones a lasque se ha llegado en com par aciones ef ectuadas entre clases heter o-géneas y homogéneas . Primer o, en una compar ación de gru pos cla-sif icados y no clasificados en escuelas  primarias se vio que el logr oestudiantil esta ba más estr echamente relacionado con la actitud del prof esor con r es pecto a la selección, que con la existencia de la  pr o- pia selección. En las clases heter ogéneas , los  pr of esor es a menudoseguían enseñando como si todavía fuer an clasif icadas (B ar ker-Lunn,1 970) . S egundo, según descu brió Ba ll (1980), al evitar el análisis so-

 bre el método de enseñanza a ado ptar en las clases ahor a heter ogé-neas, los  profesores continuar on haciendo uso de los mismos méto-dos de enseñanza utilizados habitualmente en sus asignatur as .

Estos descu br imientos nos recuer dan que el tema centr al de la des-clasificación no es tanto el modo de agrupar a los estudiantes, sino elde enseñarles. Los agrupamientos heterogéneos crean una  posibili-dad. Pero eso, por sí solo, no soluciona ningún  pro blema. L a investi-gación de Ba ll nos alerta acer ca del  peligro que  puede suponer ladesclasif icación si la escuela no afr onta directamente, y de maner aconjunta , los métodos de enseñanza adecuados y las condiciones ne-cesarias  par a que éstos se den . S i los métodos de enseñanza se de janal criterio del  pr ofesor , o incluso de los departamentos, muchos  pro-fesores  pueden tr atar el tema como un - pr oblerna . . de agru pamientoheterogéneo y resolverlo mediante ho jas de tr aba jo a tr avés de lascua les los estudiantes  progr esan a su r itmo, según sus  pro pias ca pa-cidades . Eso  podr ía solucionar a lgunos  pro blemas r elativos a la ges-tión del aula,  pero tam bién contribuir a l aislamiento de los estudian-

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3 . CULTURAS DE L A ES COLARIZACJÓN

tes, se par ados de sus profesores y segregados de sus compañeros,mientras traba jan en su pequeño espacio  particular , ayudados de susho jas .

En todo caso, la creciente disponibilidad de la enseñanza asistida por or denador no hace sino exacerbar estas tendencias hacia la indi-vidualización, aislando a los estudiantes delante de monitor es indivi-duales, mientr as  pr ogr esan a través de un apr endizaje que se a poyaen la resolución de ejercicios de habilidades básicas que r ealizan a su propio r itmo (Goodson y Mangan, 1 994; Stoll , 1995). L a individuali -zación, claro está, no tiene por qué ser una consecuencia de la ense-ñanza asistida  por ordenador . E l estudio de K utnick y Mar shall sobregru pos ex perimenta les y de control que se dedican a la enseñanzaasistida  por or denador demuestra que los estudiantes no cola borande forma es pontánea o efectiva en gru pos com puestos  por más dedos miem bros.  Necesitan una formación individualizada en técnicasde cooperación  par a que la cola boración en gru po, de  pr oducir se ,

sea ef ectiva , con ordenadores o sin ellos.

De esta for ma, las escuelas secundarías  pueden ver se af ectadas por una cu ltura  basada en el individualismo. Har gr eaves (1982) des-cri be cómo las escuelas secundarias se hallan  profundamente im bui-das de esa cultur a del individua lismo. Son lugar es donde el  prof eso-r ado es dueño de sus las aulas y los estudiantes se mueven  por laescuela como  pasajeros fr enéticos en un aeropuerto atestado degente. Denomina a este f enómeno - la  pér dida del terr itorio corpor a-tívo-. La ausencia de una sensación de hogar o de r es ponsa bilidadcolectiva , les lleva a sustituirlas por una dé bil sensación de or gulloinstitucional (véase también Rutter et al . , 1979). Har gr eaves (1982)descr i be la escolar ización secundaria como una « exper iencia curiosa-mente fragmentada·  para los estudiantes , com puesta  por sonidos detim bres que suenan cada cuarenta minutos para señalar un cam bio deguardia. E l aislamiento sigue siendo la constante entr e los estudiantesde escuela secundaria (Fir estone y Rosen blum, 1987). Y ese mundoen el que se hallan aislados  puede ser grande, com ple jo e intimida-torio. La experiencia resulta particular mente  pertur  bador a  par a losestudiantes  preadolescentes cuyas necesidades de atención, segur i-dad y adscr i pción a l grupo son, como hemos visto, cruciales en estafase de su desa rr ollo.

La imagen de sí m ismos es importante en el desarrollo  per sonal . delos adolescentes. L a adolescencia es una época  par a esta blecer y poner a  prue ba  per cepciones de uno mismo como un individuo

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UNA EDUCACIÓN PARA El C/\MBJO

digno de consideración (Carter, 1984; Seltzer, 1982). La interacción de profesores y alumnos con el adolescente como individuo constituyeun elemento esencial en la formación de la autopercepción. Sinembargo, Karp (1988) observó que quienes abandonaban los estudiosen Ontario, Canadá, carecían de autoestima y se sentían frustrados

 por un sistema escolar que, en su opinión, se preocupaba muy pocode ellos . La  presencia de profesores más atentos, y la existencia decursos más interesantes se designaron como dos de los ingredientesclave que habrían  podido mantenerlos en la escuela (véase tambiénWehlege y Rutter, 1986; Fine , 1986) .

La cultura del individualismo es una  preocupación constante en laexperiencia que los estudiantes tienen de la escuela, la satisfacciónsentida en la misma y su voluntad de  permanecer en ella. Tambiénr e presenta una  pr eocupación a lar go plazo r elativa al tipo de adultosen que se convertir án estos estudiantes aislados e individualistas.

¿ Constituirán una futura « generación-yo» , compuesta por  per sonasindividualistas, materialistas, hedonistas y egoístas? Un gr an estudior ealizado  por la U niver sidad de California concluyó que los estudian-tes univer sitarios de pr imer año son más materialistas y menos altruis-tas de lo que solían ser (Association of Univer sities and Colleges ofCanada , 1982). Aunque la  bibliografía sobre el tema sugiere que elcertif icado de graduación de la escuela superior estadounidense yano se  perci be como gar antía de éxito mater ial , el trabajo a tiem pocompleto o  par cia l es visto como una forma de cum plir o bjetivosmateria les. Etzioni (1982) afir ma que la  búsqueda materialista guar dar elación con una -rnentalidad centrada en el ego-, enr aizada en el tra -dicional individualismo estadounidense- , L a cultura actual de la esco-lar ización secundaria  puede refor zar en muchos aspectos el indivi -dualismo de una cultura más am plia, inculcando en los estudiantes ,de modo no intencionado, esos mismos valor es que los conducir án ala  búsqueda tem prana de un puesto de tr a ba jo, en luga r de aquellosotr os que asegurarán su vincu lación con la escuela y la comunidadde la enseñanza que ésta r epr esenta.

La -generació n-yo- se a plica  por igual a docentes, estudiantes yfamilias . La  búsqueda de la autorealización se ha visto sumida enmuchos aspectos en un mar de invididualismo y a is lamiento. El  pro-fesor ado se aís la de sus estudiantes y del público tr as una máscara dees pecialización y  pericia  pr ofesiona l (Hargreaves y Goodson, 1996).Muchos estudiantes de secundaria sufr en la desigualdad en un s iste-ma claramente decantado  por la va lor ación en función del mérito y

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3 . CULTUR AS DE L A ESCOLARIZ ACIÓN

que favor ece a los estudiantes académicamente  brillantes . Ex perimen-tan esta soledad en la cultur a del individualismo, o dentro del r efu -gio que r epr esenta una contracultur a estudiantil , y echan en falta másatención, des pertar  pr eocupación o un sentimiento de comunidad(Sergiovanni, 1994). Con su dignidad dañada y su vinculación r ota,no es extraño que estos estudiantes o pten  por las salidas más inme-diatas que les ofr ece el mer cado labor al.

Así , la cultura de la escuela secundaria se ha convertido más en unenigma que en una sociedad adolescente. Es com pleja , impredeci bley se ha desviado hacia un conjunto muy  particular de valor es acadé-micos.  No es que el  profesor ado de secundaria no se  preocu pe  porsus estudiantes, sino que las estructuras existentes y las culturassagr adas de la escolar ización secundaria ,  pr ofundamente enraizadasen una orientación académica tradicional , les im pide desarrollar omostr ar esa atención y pr eocu pación. La mayoría del  pr ofesor ado desecundar ia ve a demasiados estudiantes, con muy  poca frecuencia ydurante muy  poco tiempo (Johnson, 1990; Sizer , 1 992). Se tra ta de unsistema más inter esado en a bar car la asignatura que en  pro porcionarla adecuada atención al alumnado.

En último término ser á en el currículum y en la enseñanza dondese encuentren las soluciones a estos  pro blemas fundamentales, 'aestos fr acasos en la tar ea de sa tisfacer las necesidades  per sonales,sociales y de desarrollo de la adolescencia ; esas soluciones se encon-trarán en lo que enseñan las escuelas secundadas y en cómo lo ense-ñan. Además, las escuelas secundarias también  pueden ado ptar otr asmedidas  para  pr ocur ar mejor atención, más apoyo adulto y un mayorsentido de  pertenencia y res ponsabilidad a sus estudiantes. En ca pí-tulos  posterior es analizar emos estas medidas en detalle.

FIGURA 1

Pl.ANlr lCACIÓN PRESENO.V AUSENC IA DE CONTINUIDAD

Continuidad Discontinuidad

 Pl anificada Continuidad planificada Discontinuidad  planificada

 N o planif icada Continuidad no  planificada Discontinuidad no  planificada

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UN A EDUC ACIÓN P ARA EL CAMBIO

TRANSICIÓN Y CONTINUIDAD

Está claro que la tr ansición de la escuela  pr imaria a la secundaria su- pone efectuar una transición entr e culturas de escolarización diferen-tes. En esta tr ansic ión hay continuidades y discontinuidades, algunasde ellas  planificadas y otras no (Derr icott , 1 985). En consecuencia,son teóricamente  posi bles cuatr o as pectos de la transición entre lasdos cultur as (sintetizados en la figur a 1,  pág . 61) .

La d iscontinuidad no pl anificada es quizá el foco  princi pal  parala investigación y la  bibliogr afía so br e el tema . Las diferencias entrela escuela elementa l y la secundaria se descri ben aquí como dema-siado acusadas . El tamaño del sa lto ef ectuado en la transición puedeser demasiado gr ande, lo que quizá ex plique  por qué a par ecen sín-tomas de ansiedad estudiantil a corto  plazo des pués de ser realizada(Nis bet y Entwistle, 1 966 ; Youngman y Lunzer , 1977; Galton y Dela-mont, 1 980). Buena  parte de la cr ítica r elativa al cambio y a la tr ansi -ción ha a puntado hacia las escuelas secundarias. Se ha criticado sucurrículum, su cultur a y orientación  por estar abiertamente dir igidoshacia las necesidades académicas de sus estudiantes más antiguos,futuros univer sitarios, cr eando un currículum demasiado fr agmentadoy poco inter esante y estimulante  par a los estudiantes más  jóvenes ymenos ca paces (Hargreaves, 1 982; Goodlad, 1 984 ). Se ha hecho res-

 ponsa ble a l tamaño y a la com ple jidad  bur ocr ática de las escuelassecundar ias  por no insuflar en los estudiantes una sensación de hogaro lugar de  pertenencia, y vinculación a su escuela, dentr o de unacomunidad (Har gr eaves, 1 982 ; R adwanski , 1 987) . E l contacto limita-do y la ausencia de análisis en cuanto a los temas relacionados conel cur rículum o la enseñanza entr e los docentes de la escuela  prima-r ia y los prof esores de la secundar ia , ha hecho casi imposible que se

 pr oduzca una continuidad con cierta r egularidad.

S in embargo, la cr ítica a los gr ados excesivos de discontinuidad no planificada no se ha dir igido únicamente a la la bor r ealizada  por lasescuelas secundar ias. M uchas de las tendencias más recientes queapuntan a que los estudiantes de escuelas elementales sean enseña-dos por una gama más am plia de  prof esores es pecializados en asig-natur as , han de jado a l descubierto a lgunas su posiciones  problemáti-cas, mantenidas dur ante mucho tiempo, acer ca de la enseñanza ele-mental. Ya hemos visto que la atención que el  prof esor ado de laescuela elementa l muestr a de maner a admirable  por sus estudiantesa veces guarda una estr echa r elación con la for ma que tienen ta les

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3 . CULTURAS DE L A ESCOL AR IZ ACIÓN

 profesor es de valorar la  propiedad y el contr ol de -sus  propias· cla -ses, de -sus  pr o pios· chicos. En ocasiones, la atención otorgada a laclase  puede ser demasiado  preciosa e incluso interponerse en lanecesidad de los estudiantes  por desarr ollar su pr opia inde pendencia.Aquí encontr amos clar amente temas que las escuelas elementa les tie-nen que abor dar, so br e todo en r elación al  pr of esor ado que cooper amás estr echamente entr e sí y que a prende a com partir a lgunas de lasatenciones que r equieren sus estudiantes, que de otro modo ha br íandeseado mantener para sí mismos.

L a discontinuidad no  planificada quizá no sea la única fuente de problemas en la tr ansición. La continuidad planif icad a también plan-tea dificultades. Es posible que no se desee la continuidad en algu-nos as pectos . L a escolarización elemental no siempr e está tan enca-minada hacia un apr endiza je activo o una educación centrada en elniño, como se suele imaginar , y las estr ategias docentes fundamen-talmente centradas en la enseñanza separ ada de ha bilidades y ejer ci-cios  básicos  pueden  pr evalecer más de lo que se creía (Goodlad,

1984) . En este sentido, las escuelas elementa les o las escuelas supe-riores  junior  pueden funcionar más como escuelas secundar ias quelas  propias escuelas secundar ias (Tye, 1 985; Delamont y Galton,1980), llegando a ser así más  pa pistas que el  pa pa.

Un problema añadido que los administr ador es no de ber ían desde-ñar sería el de detectar dónde se halla excesivamente  planificado el

 pr oceso de tr ansición y continuidad. Measor y Woods (1984) argu-mentan que la cultura de los estudiantes constituye un  poderoso

 punto de r ef er encia  para los adolescentes. Sus mitos y mensajes nose  pueden err adica r , y quizá tampoco sea aconse jable intentarlo,  Noobstante, los mensa jes  provenientes de la cultur a estudiantil se pue-den complementar con información oficial mejorada , con un mayorcontacto informal entre los sectór es, e implicando de maner a  planifi-cada a los estudiantes en los diver sos aspectos del  pr oceso de transi-ción. Estos ser án los temas de nuestr o  pr óximo ca pítulo, donde r evi-samos y analizamos la investigación existente so bre el proceso mismode tr ansición.

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CAPÍTULO 4

El proceso de transición

PROBLEMAS DE LA TRANSICIÓN

En el ca pítulo anterior demostramos que la tr ansición a la escuelasecundaria es un cambio im portante de categor ía en la vida de los

 jóvenes. Ofrece la posibilidad de o btener una posición elevada, unamayor independencia, y más ex per iencias y oportunidades inter esan-tes. Tam bién implica pér dida de seguridad, encuentros amenazador esy expectativas desconocidas. La transición está plagada de mensajesvariados y de posi bil idades contr adictor ias. S ólo una cosa es cierta enla transición a la escuela secundaria: es inevita ble. Hayan r ecibido la

 pr e paración adecuada o no, todos los estudiantes tienen que  pasar por ella.

L a investigación r elativa a la transición de la escuela elemental o pr imaria a la secundaria varía según el  periodo de transición que seestudie. L a mayor ía de estudios parecen estar de acuerdo en que el

 periodo de transición se extiende desde el último año de la escuelaelemental o pr imar ia (la pr etr ansición),  pasando por el  pr imer mes osemanas en la escuela secundar ia (periodo de transición inmediato),

 para abar car hasta la última parte del  pr imer año de escuela secun-daria (la postransición). Los gr andes estudios, como los de Power yCotter ell 0981 ), Evans0983) y Measor y Woods0984), siguen a losestudiantes desde su último año en la escuela elemental hasta el fina lde su primer año en la escuela secundar ia. Como quiera que a lgunos

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U~/. EDUCACJÓ:S PAR A El. CAMB10

distritos escolares han instituido escuelas medias, los estudiantes  pa-san a veces  por múltiples transiciones dur ante el inicio de su adoles-cencia . Algunos estudios se han ocupado únicamente de las ex pecta -tivas de los estudiantes en su último año en la escuela elementa l, ode sus  per cepciones a l iniciar la escuela secundaria . Dichos estudios pasan  por a lto as pectos importantes en los cambios que se o per andur ante el primer año de secundaria.

Existen  por lo menos tr es ámbitos en los que la tr ansición a laescuela secundaria  puede  provocar la a par ición de  pr o blemas  poten-ciales:

• La ansiedad estudiantil r es pecto a la tr ansición y el alcance de lamisma .

• L a ada ptación a la escuela secundaria y las implicaciones de latr ansición a corto y largo  plazo en los logros académicos , lamotivación y el compromiso con la escuela .

• La continuidad o discontinuidad del currículum y las implicacio-nes de las lagunas o de la r epetición del currículum en el apren-diza je del estudiante.

 Ansied ad

La ansiedad del estudiante es la causa de  preocupación más eviden-te y citada en la tr ansición a la escuela secundaria . Tenemos e jemplosclar os de que muchos estudiantes , en su año final de escuela ele-mental, se s ienten ans iosos o recelosos ante a lgunos as pectos r ef e-r entes a la escuela secundar ia . Un estudio-cuestionar io rea lizado  porGarton (1 987 ) sugería que esta ansiedad r efleja ba la inquietud que enellos  provocan las r elaciones con los estudiantes mayor es, una mayorexigencia en el tr a bajo, edif icios escolar es más gr andes y ti pos dif e-r entes de pr ofesorado. Mertin , Haebich y Lok an (1989), detectaron un pr edominio de ra sgos negativos en unos dibujos r ealizados  por losestudiantes en los cua les mostr a ban la imagen que ellos tenían de laescuela secundaria. Esos r asgos se expr esaban en tér m inos de vulne-r abilidad, agr esión  por  parte de estudiantes mayor es y puntos de vistanegativos so br e el tr a bajo académico. Las  principales  pr eocupacionesde los estudiantes de grado 8 , ta l y como apar ecían en un estudio lle-vado a cabo en Ontario, Canadá, fueron las siguientes : sa ber desen-volver se en la nueva escuela, su ca pacidad  par a r esistir exámenes

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4 . F.L PROCESO DF. TRANSICIÚN

más largos , incertidumbr e ante las consecuencias que se derivan deno haber aca bado los deberes o del a bsentismo, una confusión anti-cipada  por la rotación en clase y lograr el ingreso en los  pr ogramasextracurricular es. U na vez en el grado 9, inscrito en la escuela secun-daria, los estudiantes todavía ex presaban preocupación  por su capa-cidad de r esistencia al enfrentar se a exámenes más largos, incertidum-

 bre ante las consecuencias que les podría acarrear no ha ber termina-do los de ber es, y el acceso a los  programas extracurr iculares (aunquela proporción de quienes  plantearon esta última  preocupación dismi-nuyó r es pecto al gr ado 8). L os estudiantes del grado 9 también ex pre-saron inquietud por su capacidad  par a comprender a los  profesor es(más  prevaleciente entr e estudiantes de nivel alto y medio) (Bulson,1 984). Al r evisar la  bibliogr afía r ecogida sobre la transición, Cheng yZiegler (1986) descubrier on que a un  buen número de estudiantes les

 preocupa ba su  pr ogr eso en la escuela , su disponibilidad y un ade-cuado conocim iento de las políticas escolar es más importantes .

Los estudios realizados en Inglaterr a conf ir man que la ansiedadque sufren los estudiantes viene motivada  por una ser ie de  pr eocu-

 paciones so br e la fa lta de familiar idad y la dif icultad del tr a ba jo a r ea-lizar , el tamaño de la escuela y las  posi bilidades de sentir se  per didosen ella, los de beres y las técnicas de intimidación ( Nea! , 1 975 ; D irec-tor es de escuela media en  Nor folk, 1 983). En su estudio longitudina lde la transición estudiantil a la escuela secundaria, Measor y Woods(1984), descu br ieron esas ansiedades generadas  por las relacionescon estudiantes mayores, el tamaño de la escuela, la dificultad del tr a-

 ba jo, una disciplina estricta , y la natura leza impersonal del  profesora-do. E l ob jeto de su estudio identificó tam bién una dimensión impor-tante en esta transf er encia de ansiedad, que otros estudios  basados enentrevistas y cuestionarios habían pasado  por alto. A esta dimensiónla llamar on -rnitos del alumno- , Measor y Woods 0984) com pro baronque los estudiantes inventaban sofisticadas historias y advertenciasexager adas , contadas con abundancia de detalles gráficos, so bre ladisección de r atas vivas, or ganismos inconce bibles conservados enformol , o la  pr áctica habitual de intr oducir la cabeza de los estudian-tes nuevos en el retr ete  para agasajar les en el día de su cum pleaños,etcétera. La mayor ía de estas historias, contadas una y otra vez de lamisma for ma y  por distintos alumnos, son en r ealidad falsas . Sinembargo, ningún argumento r acional esgr imido por el  profesoradodurante los  pr ogramas de iniciación y actividades similares fue sufi-ciente  para convencer a los estudiantes de que tales amenazas car e-

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UNA EDUC ACIÓN P ARA EL CA·MBIO

cían de fundamento (Fr eund, 1985). Su per sistencia en muchos y dif e-r entes  países es una  prue ba clar a de su r esistencia a desa par ecer.

Según Measor y Woods, estas historias  per sisten  porque sirven para potenciar sólidas funciones sim bólicas que af ectan a las emociones delos estudiantes y que llegan hasta su inconsciente. En ef ecto, adviertena los estudiantes so br e los cam bios futuros de  posición (ca beza a bajoen el lavabo), sobr e los ámbitos de la escuela contr olados  por los estu-diantes mayor es y que han de evitarse o fr ecuentar con pr ecaución (loslavabos), y acer ca del ambiente y expectativas, ' generalmente -m á sdur as» , que  pr esentar á la escuela secundar ia (disecciones en vivo). Lomás r evelador en la categoría m ít ica de estas historias, dicen Measor yWoods, es que a finales de ese  primer año de escuela secundaria losestudiantes transf er idos serán los que cuenten esas mismas historiasque  pr eviamente se vieron obligados a escuchar . Está clar o que la his-toria es más im portante que el narrador y cumple la misión de trans-mitir , a tr avés de la cultur a del estudiante, señales y advertencias acer-ca del cam bio que se avecina, su inver sión de  posición.

El pr of esorado tr ata a menudo estos mitos como  parte del  proble-ma , como una causa innecesaria de ansiedad entre los estudiantesque de bería ser racionalizada, explicada y eliminada. Measor y Woodssugieren que los mitos pueden representar en realidad una soluciónen la medida en que a portan una forma de tr ansmitir advertencias através de una cultur a que es cada vez más im portantes  para los ado-lescentes: la cultur a que  pr edomina entr e sus iguales.

L a escuela secundaria no siempr e su pone una  per spectiva impla-cablemente aterr ador a  par a los estudiantes. Es . un  per iodo en el quea bundan las emociones contr adictorias y conflictivas . En muchos as- pectos , los estudiantes también contem plan la. escuela secundaria conilusión, en  particular cuando se trata de estudiar nuevas asignatur as.Basándose en una ser ie de entr evistas con  padres y alumnos, Tr e bil-co, Atk inson y Atkinson (1977) sugir ieron quela tr ans ici ó n a la escue-la secundaria er a vista de manera  positiva . . For d '(1 985) o btuvo con-clusiones  parecidas que  pro ba ban la ausencia de ansiedad entr e losestudiantes de  primaria. Se tr ata de  perce pciones y  _ descu br imientosim portantes , como veremos cuando r evisemos el modo de r eor gani-zar las escuelas secundar ias  par a suavizar el  pr oceso de tr ansición ,

 podr ía ser un err or eliminar todo s los vestigios de discontinuidadentre la escuela elemental y la secundaria, al  pr iva r a los estudiantesde lo que ellos  per ci ben como su der echo a un cam bio clar o de cate-gor ía que r esulte sustancia l y signif icativo.

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4. EL PR OCESO DE TR A NSICIÓN

Los distintos resultados relativos a la ansiedad  provocados por elcambio refle jan la naturaleza de un proceso que suele evocar senti-mientos ambiva lentes entre los estudiantes. Pero también hay varia-ciones en el gr ado de ansiedad generado dependiendo de la escuelay del tipo de alumnado. En el ámbito escolar, Garton (1987) descu-

 brió que las actitudes y expectativas de los estudiantes refle jaban el

grado de contacto con la escuela secundaria y laexistencia de un pro-grama de pr e paración que comprendía efectuar visitas a esta institu-ción (véase también Breen, 1 983). Galton y Willcocks (1983) descu-

 br ier on que, en las escuelas elementales que exagera ban (de modono intencionado) la naturaleza tradicional de la escuela secundaria ala que serían transf eridos los estudiantes (utilizando advertencias delti po « con un tr a bajo como éste no te van a admitir -), la ansiedad delos estudiantes era su perior antes de la transición, que la que ex per i-mentaban los estudiantes de otras escuelas menos exigentes,  pero posterior mente disminuía considerablemente , una vez se descubríaque el  profesorado de la escuela secundaria resultaba menos amena-zador de lo que habían imaginado. En cierto sentido, estos -rnitos

so bre el  prof esorado· de la escuela superior pueden funcionar comolos -mitos del alumnado· descritos por Measor y Woods. No preten-demos def ender el uso de esos mitos sobr e prof esor es en el procesode transición, sino s implemente señalar que, una vez r econocida suexistencia , los -mítos de los a lumnos .. no r esultan en com par ación taninmaduros. Ambos sirven para tr ansmitir importantes advertencias enun contexto dominado por la emoción y no por la infor mación.

El grado de ansiedad creado  por la tr ansición también difier e se-gún el tipo de estudiantes. En Australia, Br een (1983) y R ichar ds(1980) descubrier on que la infor mación aportada por los docentes deescuelas elementales suele predecir con bastante  precisión qué estu-diantes pueden tener dificultades par a pasar a la escuela secundaria.La ansiedad suele ser mayor entre los chicos que entre las chicas(Garton, 1 987; Mertin, Hae bich y Lokan, 1 989) . Loschicos tienen ma-yores probabilidades que las chicas de verse arrastr ados a comporta-mientos escolares  problemáticos, no sólo en calidad de actores, sinotambién de víctimas (Simmons y Blyth , 1 987). La ansiedad varía de- pendiendo del -tipo- de estudiantes,  pero estas pautas de variación pr esentan un car ácter  bastante comple jo, y no muestr an una clar a dis-tinción por capacidades, como demostr ar on  por e jemplo (Youngmany Lu nzer , 1977). Como ver emos dentro de poco, las diferencias másimportantes entre estudiantes en cuanto a su actitud con respecto a

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U NA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

la transición no se centran principalmente en esa ansiedad experi-mentada a corto  plazo, sino en su adaptación a largo  plazo.

La ansiedad  provocada por la transición a la escuela secundaria pr esenta, de hecho, una corta duración. Power y Cotterell (1981)efectuaron un seguimiento de estudiantes desde el inicio de su últi-mo año de escuela elemental hasta el final de su primer año de escue-la secundaria. Mostraron diferentes tipos de ansiedad al  princi pio,

 per o éstos no  per sistieron durante mucho tiempo. En gener al, laescuela superior les  par eció a los estudiantes  bastante me jor de loque es pera ban: más inter esante y menos difícil , y con aulas menos es-tructuradas que implica ban menos compr omiso del que habían ex pe-r imentado en la escuela elemental. Otros estudios también han suge-r ido que la ansiedad r elacionada con as pectos sociales y or ganizati-vos de la escuela secundaria desapar ece al cabo de  poco tiempo(Br een, 1 983 ; K night, 1984; Mertin et al . , 1 989; Tre bilco, Atkinson yAtkinson, 1 977) .

Ga lton y Willcocks (1983) realizaron un estudio so br e alumnos deseis escuelas en  pleno  proceso de tr ansición, a los que administr ar onen dos ocasiones unos cuestionarios re lativos a la ans iedad de niñosy niñas dur ante ese año de transición. En conjunto , el gr ado de ansie-dad cr eada  por el cam bio fue elevado  justo antes de la transición, a lque siguió una disminución de la misma en noviembr e, hecho quevo lvió a repetir se a l siguiente mes de  junio (véase también Nisbet yEntwistle, 1 969; Youngman y Lunzer , 1 977).  No obstante, cuando losestudiantes fueron transferidos desde las escuelas con un ambientemás car acter ísticamente « pr imario», los niveles de ansiedad fuer on losmismos al  pr incipio que después de un año de  per manencia en laescuela secundaria. Quizá en este caso se habían minusva lorado lasdiferencias y minim izado la importancia del cam bio.

Sea cua l fuer e el grado de ansiedad, y a  pesar de lo tr aumática que pudiera r esultar en su momento, no debemos olvidar que, en todocaso, su dur ación es limitada . Es importante recor dar que en la tr an-sición también encontramos aspectos  posit ivos, como por ejem plo lasgrandes expectativas que de positan los estudiantes en su nuevaescuela , intens ificadas a menudo  por  progr amas de información  bienor ganizados. Pero es  justamente ese mismo car ácter  pr ometedor elque mayor  peligr o entraña: que las ex pectativas queden incumplidasy los estudiantes sean  pr esa del desencanto. Estos  peligr os nos aler -tan so bre las implicaciones de la transición a lar go  plazo.

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4. EL PROCESO DE TRAl':SICIÚN

 Adaptación

Quizá la implicación más importante del meticuloso estudio deGalton y Willcock sobre la transición del estudiante no sean sus r eve-laciones sobre la ansiedad del estudiante a corto plazo, sino su adap-tación a largo plazo a la propia escuela secundaria.

• Aunque casi todos los niños ob jeto de estudio  progr esaron deforma adecuada según demostr ar on las prue bas de ha bilidades

 básicas realizadas en los dos últimos años de la escuela ele-. mental, sólo el 63 por ciento demostró ciertos progr esos en lasmismas pruebas realizadas un año después de la transición , y

éstos fueron más pequeños que en los años anterior es.• Casi una tercera parte obtuvo resultados  peores en las pruebas

al final del primer año de la escuela secundaria, en compar acióna su último año de escuela elemental.

• Los estudiantes ex perimentaron una disminución en sus logrosdurante su  primer . año de escuela secundaria, acompañada deuna pérdida de motivación y un menor disfrute de la escuela .

• En el entorno gener al de - la clase de la escuela secundaria, mu-chos estudiantes se limitaban a hacer a penas lo suficiente parano llamar la atención del prof esor.

Estasdisminuciones inquietantes en el pr ogreso del estudiante fue-ron expuestas ante un influyente comité dedicado a revisar la calidadde la educación secundaria par a la Autor idad Educativa del Interior deLondres (ILEA, 1984). En Australia , Power y Cotter ell (1 981) tambiénencontraron una disminución en el grado de sa tisfacción que ese pri-mer año de escuela secundar ia pr o por ciona ba a l alumnado (véase tam-

 bién Breen, 1 983 ; Evans, 1983; Richar ds, 1980). Esta disminución alargo plazo del nivel de satisfacción en relación a la escuda suele serconsiderado un  pro blema más im portante y difícil de r esolver que laansiedad asociada al primer contacto mantenido con la nueva escuela.

Algunos grupos corren más riesgos que otr os en ese  pr oceso deadaptación a largo plazo a la escuela secundar ia (véase, por ejemplo,Karp, 1988; King et al . , 1988; Radwanski, 1 987; Wehlage y Rutter ,1986). Entre ellos se incluyen:

• Los estudiantes de posición socioeconómica más baja (Nis bet yEntwistle, 1966; Spelman, 1979; Wehlage y Rutter , 1 986). Esta

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UNA EOUCACION PARA E L CAMBIO

vinculación  plantea cuestiones no sólo relacionadas con las su- puestas deficiencias observadas en este tipo de estudiantes quenecesitan ser identificadas y r emediadas , sino también en lasnormas y orientaciones de la escolarización secundaria  basadasen o bjetivos y  pr o pósitos típicos de la clase media que, a  pesarde todo, forman la cultura dominante (Fine, 1986) . .

• Estudiantes (a menudo también de  posiciones socioeconó mícasmás  ba jas) que de ben soportar  prolongados des plazamientos enautobús hasta sus nuevas escuelas, es pecialmente en comunida-des a lejadas (Gorwood, 1 986; R yan, . 1976), . lo que  produce  pro-

 blemas de fatiga, reducción del tiempo · dis ponible  par a hacer losde beres en casa, · y r estr icción de· o portunidades  par a identificar -se y compr ometerse con una escuela de amplias dimensiones ,

más allá del hor ario escolar . · ·

• Estudiantes  pertenecientes a una gr an variedad de grupos etno-raciales (LeCompte y Dwor kin, 1 991) . Un estudio sobre las r azo-nes que mueven a los alumnos a abandonar los estudios reali-zados en las escuelas secundarias de Boston descubrió que las

 prácticas de asistencia, suspensión y retención (que exigen r e- petición de curso a los estudiantes) aumentaban la desvincula-ción del estudiante con res pecto a la escuela, y estimulaban el .

abandono de los estudios  por parte de los estudiantes que seencontraban en el grupo de riesgo. L os estudiantes negros e his- panos mostr aban índices más elevados de absentismo, repeti-ción y sus pensión que el resto de la  po blación escolar (véasetambién Wheelock , 1986; Wehlage y Rutter , 1986).

• Chicos con ba jo rendimiento. En su estudio ef ectuado en Cana-dá, King et al . (1 988) concluyeron que la mayoría de los queabandona ban la escuela er an chicos que se encontra ban  por de-tr ás de sus compañeros en cuanto a la consecución de cr éditos

 par a la graduación. Un estudio so bre los estudiantes de gr ado 9 puso de r elieve que los chicos formaban un grupo de mayorriesgo que las chicas. Muchos de ellos no ha bían sido identif i-cados como  pertenecientes a l gru po de r iesgo en el gr ado 8, ysólo el 23  por ciento r ecibieron servicios de orientación mientrascur saban el gr ado 9 (Stennett e Isaacs, 1 979) . . En el estudio deGa lton y Willcocks (1983) , los índices de r endimiento de chicosy chicas fuer on  prácticamente los mismos antes de la tr ansición pero, un año más tar de, el 45  por dento de los chicos ha bía des-cendido  por debajo de su  puntuación de la escuela elementa l ,

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4. EL PR OCESO DE TR A N SlClÓ N

mientras · que sólo un 15 .  por ciento de las chicas había sufridoese mismo proceso.

• Estudiantes con  pr o blemas académicos (Karp, 1 988 ; Ainley,1991), que a menudo cuentan con menor apoyo en las grandese imper sonales escuelas secundar ias, y cuya desviación haciagrupos de nivel más bajo puede cr ear determinadas dificultades .

• Chicos  poco atléticos (IL EA, 1988), que tienden a ser , no sólovíctimas de amenazas  por  parte de sus compañeros, sino quetambién corten el riesgo de ser marginados si la vida curricularde la escuela  se ve indebidamente dominada por las pr ior idadesatléticas.

• Chicas que corren el riesgo de abandonar la fuerza de la seguri-dad en sí mismas y del autoconce pto que se habían construidodurante la escuela elemental (Gilligan, 1989; Robertson, 1992;Simmons yBlyth, 1987). Simmons y Blyth 0987) descu brieronque, durante la transición, las chicas obtenían puntuaciones me-nos favorables· que los chicos en cuanto a autoimagen. Las chi-cas seguían· dando más valor que los chicos a la po pularidadentre miembr os del. mismo sexo. L a tendencia pr ioritar ia de laschicas a conceder un elevado valor a la imagen del cuerpo y ala  popular idad. entre· miembros dél mismo sexo, las hacía másvulnerables en 'el  periodo de tr ansición a la nueva escuela pues-to que el grupo de sus iguales según el cua l establecían juiciosde valor sobr e sí mismas quedaba desmembrado.

El informe de la Inner -London Education Author ity (1984) ar gu-menta que sería necesario realizar un mayor esfuer zo par a identificar

. a estudiantes con dificultades, antes· de la transición a la escuela se-cundaria ( particular mente en r elación con el nivel de lectura), y con-centrar los r ecursos en aquéllos· estudiantes que se incluyen en losgru pos de riesgo, antes de que se  produ jera su tr ansición. En estesentido, sugiere que el último año de la escuela primaria  podr ía sermás crucial de lo que pr eviamente sehabía r econocido (ILEA, 1988).

King et al . 0988) sugier en qué las escuelas deber ían ocupar se de as- pectos tales como invertir las pautas · pr evias de fr acaso académico,aumentar · la seguridad de los estudiantes en sí mismos, mejorar losservicios de orientación,  propor cionar  pr ogr amas alter nativos, esta- blecer políticas firmes de _ _ asistencia a clase, r educir los índices de fr a-caso escolar ; · y cr ear un ambiente escolar positivo que estimule en losestudiantes el sentírníento'de pertenecer a la escuela.

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U NA EDUCACIÓN PARA EL C!,MBJO

L a toma de medidas particulares de esta índole podría resultarexcepcionalmente importante, pero los enormes esfuerzos realizados por parte de iniciativas nacionales, estatales y de los distintos distri-tos escolares no han demostrado surgir efecto en la reducción del

 promedio de alumnos que abandonan los estudios a largo  plazo.Quizá , como sugieren Wideen y Pye (1989) , esto se deba a que talesmedidas dan excesiva importancia a las características es pecíf icas y alos factores de riesgo asociados con este último f enómeno, y no losuficiente a las políticas ,  prácticas, culturas y estructuras de la escola-rización, que gener an un descontento estudiantil, en general y , en

 particular , y el abandono de los estudios como una manifestación detal descontento. Esto  plantea cuestiones no sólo acerca de las necesi-dades de un conjunto de estudiantes en  particular , sino de la estruc-tur a gener a l de la educación secundaria actual , y cuestiona hasta qué

 punto satisface de manera a pr o piada y efectiva las necesidades de sus jóvenes clientes. Algunos de los temas que exigen atención abar canas pectos fundamentales y -sagrados - de las escuelas secundarias,como son,  por e jemplo, los temas · relativos al curr ículum.

La continuidad del currlculum

Power y Cotter ell (1981) descubr ier on que el mayor descenso en latasa de satisfacción estudianti l en el  primer año de escuela secunda-r ia tenía que ver con los conceptos de -utilidad-pertinencia - y de -cla-ridad-dificultad- en el traba jo escolar . Además, constataron haberdetectado dif erencias en el  pr oceso que conducía a un cambio deactitud con r es pecto a as ignaturas concr etas. Allí donde ha bía unacontinuidad en el curr ículum, no se  percibía apenas cambio ( porejemplo, en ciencias) ; allí donde el currículum y la enseñanza sufríanalter aciones  par a hacerse más expansivos, se  per cibía una mejora( por e jemplo, en inglés); y en aquellos casos que  presenta ban algu-na inconsistencia , se producía un deterioro ( por ejemplo, en mate-máticas y ciencias sociales). La extensión de la discontinuidad varíadependiendo de la r egión y el distrito. En general, sin embargo, exis-ten discontinuidades en muchos ámbitos (Cunningham, 1986 ; Ke-ff ord, 1981; · Knight, 1984 ; Píke, 1983 ; Powell, 1982) .

Muchos autores argumentan que el currículum debería constituiruna secuencia ininterrumpida y ordenada en la experiencia educati-va de los jóvenes ( por ejemplo, Gorwood, 1986; Derricott y Richards ,

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4 . EL PROCESO DE TR A NSICIÓN

1 980). Algunos  profesor es, sin embargo, se oponen a estar a expen-sas de lo que hayan hecho con anter ior idad los estudiantes, ya quecorr erían el peligro de ver se  perjudicados  por etiquetas a plicadas  pre-matur amente. Estos  pr ofesor es tienen la sensación de que a esos estu-diantes se les de bería  per mitir em pezar la secundar ia desde un -ini-cío fresco- , como una -ho ja en blanco· (ILEA , 1 984) .

S tillman y M aychel l (1984) señalan que esta filosofía de « ho ja en blanco- no es sosteni ble, al menos en lo concerniente al cur rículum.Aunque  pudier a dar se el caso de que el cam bio en el currículumfuese r e pentino en vez de  progresivo, esto, argumentan, de ber ía  pla-nificar se, con pleno conocimiento de la ex periencia  pr evia , en lugarde deja rlo al azar y a las cir cunstancias del momento. La decis ión deem pezar de nuevo o de basarse en el tr aba jo fundamental anterior , es

 producto, según ellos, no de una cuidadosa  planificación, sino de lafalta de comunicación. La r epetición no planificada de contenidos enalgunos casos, y de lagunas sustanciales en el a pr endiza je de otros,son las desafortunadas consecuencias que se derivan de la descoor-dinació n entr e escuelas elementales y secundar ias a la hora de  plani-ficar el curr ículum a tr avés de la divisor ia de tr as paso.

Gorwood (1986) descu brió que la fa lta de voluntad en el prof eso-rado par a consultar la continuidad del currículum es más f ruto de lareticencia que de la apatía . S ea cual fuere la razón, lo cierto es que elr esultado gener al es una atención deficiente o inconsistente a la conti-nuidad del curr ículum a tr avés de la divisoria de la escuela elemental.Allí donde se  pr esta la debida consider ación a esta cuestión, tiende asuceder sólo con ciertas asignatur as ( princi palmente en las ár eas degr an pr estigio académico, como matemáticas, inglés, f rancés y cien-cias),  per o no, por e jemplo, en arte, humanidades, música o educación

 para la salud (Stillman y Maychell , 1 984). Además, en su análisis de lasr euniones or ganizadas  par a esta blecer una continuidad del currículumen asignaturas  particular es, S tillman y M aychell o bserva ron una ten-dencia a  pr eci pitarse  pr ematuramente en la toma de decisiones es pe-cíficas sobre contenidos, antes que a discutir una -estructura  pr ofunda-de la asignatur a, ha bilidades, conce ptos, actitudes y conocimientosesencia les de los que los  pr of esor es de escuelas elementales y secun-darias deber ían ocu par se en difer entes eta pas. Esta conclusión fue r es-

 paldada  por una investigación llevada a ca bo so br e  proyectos  pilotosen un distrito escolar de Ontario (Manning, Fr eeman y Ear l, 1 991) .

Otr a for ma de a bor dar el  pro blema de la continuidad del cur r ícu-lum es no de jar su r esolución a l arbitrio de opciones  per sona les de

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UNA EDUCACIÓ N PAR A El CAMBIO

 profesor es o administradores, sino imponer un currículum común ouna estructura curricular  por decreto legislativo, de modo que el pro-gr eso de una fase, o año, al siguiente sea el mismo para todas lasescuelas y  pr ofesores . ¿ Necesitan los  profesor es asumir alguna res- ponsabilidad en cuanto a la continuidad del currículum de una fasea la siguiente, o pueden las estructur as esta blecidas hacerlo por ellos?

En el ca pítulo 6 a bordar emos estos temas .

 Resumen

Los pr oblemas de ansiedad que suf r en los estudiantes a corto  plazo,

los  problemas a largo  plazo r elativos a la disminución del r endimien-to y la motivación, y los  pro blemas que  per sisten so br e la continui-dad del curr ículum son los temas clave en el  pr oceso de tr ansición.

L as escuelas y los sistemas escolar es no son en modo a lguno ajenosa estas dif icultades, y muchos de ellos han hecho esfuerzos  positivos por me jor ar y ada ptar su  pr áctica , con o b jeto de res ponder más efi-cazmente a los temas fundamentales de la tr ansición. En el resto delca pítulo se r ev isan algunas de las medidas es pecíficas que ya se hantomado, así como otr as que han sido  pr o puestas en este importanteámbito de la r eforma escolar .

RESPUESTAS A 1A TRANSICIÓN

Las reformas diseñadas  par a me jor ar la experiencia y las consecuen-cias de la tr ansición  par ecen af ectar a cinco ámbitos de gr an alcance.

Estas reformas, sin embar go, no aca ban de r eorganizar las estru ctur as básicas de la escolar ización secundaria, que constituyen el tema delos últimos ca pítulos. Los ámbitos más específicos de la r eforma son:

• Elecc ión de escuela secundar ia .

• Planificación, comunicación y tr a ba jo conjunto entre el  profeso-rado de escuela secundar ia y el de  primar ia .

• Sistemas y pr ácticas par a garantizar el mantenimiento de registros.• Programas y procedimientos de iniciación.

• Reor ganización institucional,  basada es pecialmente en la utiliza-ción de escuelas medias .

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4. HL PROCESO DE TRANSICIÓN

 Elección de escuela

Algunos de los temas 'que. intervienen en la transición de la escuelaelemental a la secundaria se complican por cuestiones relacionadascon la elección de escuela. En un estudio de Gorwood (1986) sobrela transición en un distrito escolar de Inglaterra, el  promedio deescuelas de las que salían los futuros alumnos de escuelas secunda-rias era de dieciocho, la gama podía abarcar de siete a veintiochoescuelas. En la gr an zona metropolitana que for ma la AutoridadEducativa del Interior de Londres, en Inglaterra, los estudiantes deuna escuela ' secundaria  podían  proceder de tr einta o cuar enta escue-las  primarias difer entes (ILE A , 1984). En Ontario, Canadá, hay unamedia de cinco escuelas elementales de origen  por cada escuela se-cundaria, per o - en muchas zonas urbanas los estudiantes  pueden asis-tir a la escuela secundaria que elijan. En las zonas rur ales quizá ten-gan que recorrer lar gas distancias  par a acudir a la única escuela se-cundaria dis ponible . . La comple jidad tiene visos de aumentar si setiene en cuenta qué los estudiantes pueden efectuar el cambio de laescuela católica  por un sistema escolar  público, y entr ar y salir de

 pr ogr amas es pecializados, como  por e jem plo la inmersión en fr ancés.Las cr ecientes tendencias hacia la descentr alización administr ativa, lagestión localizada, una mayor li bertad en la elección de la escuela  por

 parte de las familias y los modelos de escolarización de mer cado, en .

general, ·  plantean todavía más desafíos a los as pectos de la coordina-ción y la continuidad.

Para los dir ector es y prof esor es seriamente com pr ometidos en lacr eación de unas bases de coordinación constructivas entr e las escue-las elementales y la secundaria hacia la que dirigen a sus alumnos,esta comple jidad  puede llegar a r esultar descor azonadora. Sin em bar-go, no afecta por igual a todos los ámbitos. Las alternativas se r edu-cen mucho fuer a de las zonas metropolitanas , sobr e todo en las ciu-dades  pequeñas y comunidades rurales, y me jor an bastante las  posi-

 bilidades teóricas  para establecer una conexión (a  pesar de los problemas que pr esenta la distancia). Incluso allí donde las alternati-vas se hallan más dispersas y es elevado el número de escuelas im pli-cadas en conseguir que sus estudiantes se trasladen a cualquierescuela secundaria, siguen existiendo posibilidades para manteneruna coordinación centralizada en· una determinada escuela. En la práctica, la mayoría de estudiantes de secundaria proceden de unreducido y determinado número de escuelas elementales, y sólo unos

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UNA ~DUCACIÓN PARA !L CAMB IO

 pocos , de otras partes. La coordinación centr alizada y los esfuerzoscontinuados de lo que podríamos definir como una     f      amilia coheren-te de escuelas que alimentan a una institución de enseñanza secun-daria contribuyen a satisfacer las necesidades de la mayor ía de losestudiantes en  proceso de transición. Además, una vez  puesta enmar cha la coordinación activa, el proceso se realiza por sí solo, yaque las escuelas elementales crean una imagen y una identidad comolas que aportan de modo -natural- sus estudiantes a una determinadaescuela secundar ia (Fr eund, 1985).

L a elección y la continuidad en algunos casos se contr a ponen,

aunque algunos afirman que este problema se ve soslayado por uncurrículum esta blecido y obligatorio, impuesto en todas las escuelas(más adelante vo lveremos a tratar este problema). De for ma más ge-ner al, sin embargo, nos atrevemos a afirmar que los o bstáculos que pr esentan la coexistencia de elección y continuidad no son insupera- bles , y que se pueden esta blecer procedimientos coherentes de coor-dinación, de manera que afronten las necesidades de la mayoría deestudiantes que entr an en una escuela secundar ia. En las ciudadesmás  pequeñas y en zonas rurales,  puesto que en estos casos lasescuelas se agru pan geográficamente en -pir ámides- más natur a les, la puesta en práctica de esta coordinación podr ía ser mucho más inme-diata, aunque ladistancia y el tiempo plantean dificultades incluso allí(Walsh, 1 995) .

 Planifi cación,comunicación y trabajo conjunto

Una for ma de remediar la r epetición y las discontinuidades no plani-ficadas de la tr ansic ión consiste en estimular el contacto dir ecto entreel prof esor ado de ambos niveles escolares (IL EA, 1988). Estos con-tactos pueden ado ptar cuatro modalidades:

• Intercambio de información, es pecialmente en for ma de r egis-tros estudiantiles (que analizaremos  por separado).

• Reuniones entr e el  profesorado de ambos niveles.• Ex periencia compartida y traba jo con junto entre el pr of esorado

de ambos sector es.

• Educación y formación inicia l y permanente del prof esorado, detal modo que les permita fam il iarizar se con los temas que pr eocu- pan tanto a los educadores de pr imaria como a los de secundaria.

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4. EL PROCESO DE TRANSICIÓN

Las reuniones son una forma de establecer mayor compr ensión ycontinuidad entre los sistemas elemental y secundario. A partir de suanálisis de reuniones en las que se tr ataban los temas del cur rículumy la coordinación, Stillman y Maychell (1984) descubr ieron que losfactores siguientes contribuían a lograr una mayor efectividad endichas reuniones:

• Compromiso adquirido por parte del per sona l docente del distri-to escolar para otorgar autoridad y dirección a las r euniones.

• Presencia de dir ectores  participantes. Sin una implicación clar ade los res ponsa bles de la escuela, los prof esor es no suelen sen-tirse suficientemente capacitados para tomar decisiones impor -tantes por sí mismos.

• Alcanzar un equilibrio entr e el  per sonal de la escuela elementaly el de la secundar ia, de modo que ninguno de los dos gruposimponga su criterio en el  proceso de toma de decisiones.

• Implicación de los  prof esores que  practiquen la docencia y nosimplemente del  personal que realiza la bor es de orientación oadministrativas, de modo que participen en las discusiones queinevita blemente afectar án a su manera de traba jar .

• Un -circuíto- rotativo de lugares donde cele br ar esas r euniones.

Esto no constituye tan sólo un astuto acto de diplomacia, sinoque también contr ibuye a aumentar la familiaridad y com pren-sión entr e los  partici pantes de las otr as escuelas.

• Intimidad necesar ia par a generar una discusión a bierta. R eunir seen el rincón de una sala llena de actividad no contr ibuye a crearun buen ambiente.

• Tiempo, es pecialmente tiempo progr amado en la  jornada la bo-r al. Así aumentan las pr o ba bilidades de garantizar el compromi-so, hacer que la tarea r esulte más mane jable y asegurar la serie-dad de la tarea a r ealizar .

• S i las cuestiones del curr ículum estuvieran incluidas en la agen-da, dedicar algún tiempo a discutir los principios gener a les delos ámbitos del curr ículum en cuestión. Dedicar a lgún tiempo(cronometr ado) a tr atar el modo de compartir o bjetivos y  pro-

 pósitos, antes de tratar los aspectos prácticos 'v específ icos, quesuelen estar más def inidos.

• Una gestión adecuada de la r eunión, incluido el nom br amientode un presidente con experiencia en este ti po de actividades(quizá un coordinador escolar del distrito), con un  pr ogr ama

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U NA EDUCACIÓ N PAR A EL CAMB IO

definido. Sería también r ecomenda ble hacer cir cular la docu-mentación corres pondiente con anter ioridad, incluidas lectur as profesionales.

• Paciencia ,  porque estas r euniones entr e  prof esor es de los dossectores se inician a menudo con pr ecaución. Como hemos vistoen el último ca pítulo, los  prof esor es suelen tener una visión untanto ester eoti pada de las  prácticas del otro sector , y en las  pri-mer as fases se mueven con cautela los unos alr ededor de losotr os O L E A , 1 984) . L a conf ianza y una actitud a bierta necesitantiempo  para desarr ollar se. Las  pr imer as r euniones de  planif ica-ción no siempre obtendr án el éxito es perado. De ber án antici-

 par se los prolegómenos,  por su perficiales que sean , y ser á nece-sa rio tolerarlos.

Una últ ima condición indispensa ble y habitualmente necesaria  pa-r a alcanzar éxito en las reuniones de contacto es el establecimientode nor mas de coor dinación y colabor ación. L ittle (1984 y 1 989) ar gu-menta que,  pro bablemente, sólo se pr oducir án cambios y me jor as sig-nificativas en la educación allí donde  pr evalezcan en la escuela lo queella denomina -nor mas de coor dinación . . , lo que signif ica que el  pr o-fesor ado de· ambos sector es  planif ique  junto, se ayude y se a poyemutuamente, inter cam bie materiales y r ecur sos, y tr abaje  junto conlos niños. Por desgr acia, la mayoría de escuelas siguen sometidas anor mas que aconse jan la r eserva, la autonomía y la no interf er enciaentr e  pr ofesor es de  pr imar ia y de secundaria (L ortie, 1975; Johnson,

1 990 ; A. Hargr eaves, 1994). Estas -norrnas de r eserva - tienen  profun-das implicaciones en las r elaciones de tr aba jo entr e el  pr ofesorado delos dos sectores r elativas a los temas de la transición . En primer lugar ,restringen la  profundidad y apertura de la c bmunicación y la discu-sión entr e los  prof esor es de secundar ia y los de  primaria,  porque lasescuelas de secundar ia no desean dar la im pr esión de que « se im po-nen- a sus homónimas elementa les (Gorwood, 1 986; Stillman yMaychell , 1 984) . En segundo lugar , en las escuelas secundarias r ar asveces ex iste una comunicación fluida entr e de partamentos, los  prof e-sor es r eci ben muy  poca información so br e lo que hacen sus colegasy les resulta difícil actuar de for ma conjunta y consistente cuando setr ata de desar rollar una  polít ica que  pueda af ectar a toda la escuela(Iohnson, 1 990; Hargr eaves y Macmillan, 1 995) . S tillman y M aychell(1984) tam bién han descu bierto que esta descripción tam bién  puedea plicar se, aunque en menor gr ado, a sus colegas de la escuela ele-

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4. EL PROCESO DE TRANSI CIÓN

mental . Este as pecto de la coordinación y la colaboración entr e pr o- ·

fesores de primaria y de secundar ia es excepcionalmente importante, pero muy poco compr endido. Para que los profesor es puedan comu-nicar se y cola bor ar de maner a eficaz a tr avés de las escuelas, tam biéntienen que comunicar se y colaborar con eficacia dentr o de ellas. Eneste sentido, celebrar r euniones ef ectivas de transición y coordinaciónes mucho más que una simple cuestión de  progr amas y  pr ocedi-mientos. Af ecta directamente a la cultur a de cada escuela que  parti-ci pa en la tr ansición, y a las r elaciones de tr aba jo que configur an ta lescultur as (Har greaves, 1 992).

El  prof esorado de primaria y de secundaria que tr a baja  junto ejer-ce un poder oso efecto so bre la transición.  No se trata simplemente deha blar , lo que r ealmente une al  profesor ado de ambos sector es en el

desarr ollo y consecución de unos o bjetivos comunes es el tr a bajo(Measor y Woods, 1984 ; Wood y Power , 1984).Los  profesores apr en-den más de la experiencia que de la persuasión (Fullan, 1982) . Lasactividades son más elocuentes que las discusiones (L ieberman,1986).

Entre las propuestas que ayudan a desarrollar una experiencia com- partida entre los profe sores de primaria y de secundaria, se incluyen:

• Visitasa la escuela  por parte de los profesores que toman parteen las r euniones.

• Progr amas compartidos de orientación.• Visitas de docentes de  primaria y secundaria junto con· estu-

diantes a sus (escuelas) -socios-.• Que los  prof esor es de secundaria asuman r esponsabilidades de

enseñanza en una o más escuelas elementales de origen, ya seade forma tempor a l ,  poco antes de iniciar se la tr ansición, o comouna tar ea r egular .

•  Nombr amiento conjunto de ciertos pr of esor es tanto en la escue-la elemental como en la secundaria que  puedan actuar de -enla-ces- .

• Formación conjunta del  per sonal.• Inter cambios de per sonal entr e escuelas elementa les y secunda -

rias . . r elacionadas- , dur ante un  periodo compr endido entr e unsemestr e y un año.

• Proyectos y ex per iencias  planificados e impartidos de formaconjunta en los centros (como  por ejemplo ferias de ciencias oex per iencias de car ácter per manente).

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UNA P. OU CACIÓ N PARA E l. CAMBIO

Este tipo de medidas ayudan a descomponer los estereotipos y a promover la apertura y conf ianza que  permitan atr avesar la línea divi-soria elemental-secundaria (Gorwood, 1 986; ILEA , 1984 ; Stillman yMaychell, 1984 ; Freund, 1 985 ; Cheng y Ziegler , 1 986).

La formación del  profesor ado también  puede ayudar a fomentar laamplitud de compr ensión y experiencia capaz de mejor ar la conexióny continuidad entre la educación elemental y la secundaria . El hechode que la mayor ía de  pr of esor es de am bos sector es cuenten actual-mente con titulación  par a tr a ba jar sólo en escuelas elementales o ensecundarias, aumenta la distancia entr e las dos cultur as de escolari-zación. Una titulación  par a tr aba jar en am bos nive les  podría  paliaralgunos de los  pr o blemas (aunque quizá exigiera un pr oceso más pr olongado de for mación del  prof esor ado). Otr a manera de animar a

los prof esor es a adquir ir experiencia en ambos niveles (y no sólo cua-lif icaciones adicionales) ser ía exigir ta l ex periencia como r equisitoesencia l  par a ocupar el  puesto de dir ector .

Otra  posi ble estr ategia ser ía la de for mar a l  prof esorado en ha bi-lidades y cualidades es pecíficas necesarias  par a tr a ba jar con  pr eado-lescentes, una estrategia def endida en es pecial  por quienes a poyanla cr eación de escuelas medias establecidas de forma separ ada. Porejemplo, una encuesta realizada entr e m iembr os de la Asociación Naciona l de Escuelas Medias, descr ibió a l  prof esor modélico  paraimpartir clases en una escuela media, como una  per sona a la quer ealmente le guste la gente y la r es pete, que se comprometa a tr a-

 ba jar con gente  joven inmer sa en el periodo de tr ans ición de la niñeza la adolescencia, a escuchar y a ha blar con los estudiantes y a ayu-darles en el desar rollo de conceptos  positivos so br e sí mismos (S teer ,1 980) .

En Estados Unidos, el Gru po de Tr abajo encar gado de la Educa -ción de los Pr eadolescentes r ecomendó que los  prof esor es de nivelmedio se acostum braran a tra bajar como miembros de un equi po,que se les  brindar a la oportunidad de conocer en  profundidad el de-sarr ollo  pr eadolescente y adolescente a tr avés de cur sos y de la expe-r iencia directa en las escuelas de gr ado medio, y que recibier an unafor mación  basada en los  pr incipios de orientación que les  permitier aactuar como asesores. E l gru po de traba jo defendió la titu lación en laenseñanza de los grados medios con o bjeto de legitimar a los  prof e-sor es de estos gr ados. Según explicaron, este tipo de titulación tam-

 bién animaría a las univer sidades a ofrecer cursos especializados en pedagogía a plica ble a los grados medios (TFEYA , 1 989).

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4 . EL PR OCESO DE TR A NSIC IÓ N

Sea cual fuere la estr ategia a seguir (la titulación y la for mación di-rigidas es pecíficamente a los años medios, o estimular una más am- plia exper iencia y .compr ensi ó n en el seno del  prof esorado),  par ecea pr opiado r ea lizar una r ev isión del  pr oceso de titulación como unmodo de esta blecer una cola bor ación entr e los  prof esor es que gar an-tice la continuidad de la experiencia de los estudiantes .

En resumen, un calendar io de reuniones y la  planificación con- junta del curr ículum entr e los niveles de la escuela elementa l y secun-daria ,  pueden ayudar a construir un puente mucho más firme entrelas dos cultur as ·de la escolarización. No obstante, el  profesorado deescuelas elementa les y el de secundaria  pueden necesitar en últimotérmino - poner se durante un tiempo en la piel del otr o- , es decir ,dedicar algún tiem po a trabajar en y con las escuelas del otro sector , para logr ar así una comprensión suficientemente profunda de esa cul-tur a que no es la suya.

 Realización de informes

Otra forma mediante la que el  pr ofesorado de am bos sector es se r ela-ciona es inter cambiando infor mación sobre el  progr eso de los estu-diantes . Los ex pedientes estudiantiles constituyen uno de los aspectosclave de información que los prof esores  pueden inter camb iar . Cheng yZiegler (1986) ar gumentan que los expedientes de los estudiantes queabandonan la escuela elementa l de berían  poner se a dis posición de los pr of esor es de secundaria,  para  ponerles a l corriente de los conoci -mientos ya adquiridos  por los alumnos que llegan a sus aulas. Debe-rían ser enviados,  junto con una selección del tr a ba jo realizado  por losestudiantes, con tiempo suficiente  par a que los  prof esor es de secunda-ria  planificasen el primer semestre. L a escuela secundar ia,  por su  parte,deber ía enviar inf ormes del  progreso experimentado  por los alumnosa las escuelas elementales de las que pr oceden. Según estos autor es, el

 pr oceso de inter cambio de bería funcionar en am bas dir ecciones.

E l comité que  pr esentó el inf orme so bre la ca lidad de la educaciónsecundaria a la Autor idad Educativa del Inter ior de Londr es (ILEA,1 984) descu brió que la utilización de los ex pedientes estudianti lesresultaba más  beneficiosa cuando:

• Los expedientes se envían antes de que transcurr a la mitad delas vacaciones de ver ano, de modo que los prof esor es de secun-

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMB IO

daría tengan tiempo suficiente para consultarlos y pr ogramar enconsecuencia.

• Se facilitan los expedientes, además de a l  per sonal administr ati-vo, a los mismos  profesor es que enseñarán a los estudiantes. És-ta ser ía ia manera más corr ecta de actuar en todos los casos enlos que se diera una tr ansición.

• L a información concerniente a as pectos delicados de la vida delalumno no se distr i buye de for ma gener a l , sino restrictiva : al per sonal del de partamento de orientación y a a lgún car go admi-nistr ativo .

• Los ex pedientes se completan con infor mes so bre el  perfil de losniños y expedientes más amplios sobr e el traba jo r ealizado conellos,  para tr ansmitir una idea clara de los as pectos más, y me-nos, desarr ollados en los niños.

E l  punto más importante en este tema consistir ía en determinarcuándo y cómo deberían utilizar esos expedientes los profesores de se-cundaria.  No importa lo elaborado y sistemático que pueda ser el ex- pediente de un estudiante, no servirá de nada si nadie lo utiliza . Still-man y Maychell (1984) descubrieron que muchas escuelas no hacenuso alguno de esos expedientes. Creen en la filosofía de la - pá gina en blanco- . S i llegan a consultarlos, no lo hacen hasta  Navidad. Esto, segúnobserva el comité que preparó el informe,  puede  provocar rechazoentre los  propios  profesores de escuelas elementales si  perciben quesus colegas de secundaria hacen  poco uso de los expedientes que ellosles envían, es  posi ble que no vean ninguna utilidad en  pre par arlos aconciencia. En términos generales, el comité descubrió que:

Las escuelas entr e las que se tr ansmite con ma yor éxito la inf or maciónsobre los a lumnos son aquell as en las que los ex pedientes se  pasan y dis-tri buyen de modo a pr opiado,  per o que también esta blecen un contacto  per -sonal con aquel los niños cuyas car acterísticas r equieren una especial elabo-r ac ión (ILE A , 1984).

Los ex pedientes no son un sustituto  bur ocr ático de la comunica-ción, sino una  parte integr ante en el  pr oceso más amplio de com-

 pr ensión y unión entre las escuelas elementa les y las de secundaria .

Los pr of esor es de secundaria que con mayor  proba bilidad tendr án encuenta los expedientes estudianti les a la hora de  planificar sus clasesser án aquellos que:

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4 . F .L PROCESO DE TRANSICIÓ N

• Conf íen en el  profesor ado de escuelas elementales. Como he-mos visto, esta conf ianza no se basa en el procedimiento buro-cr ático, sino en la ex periencia compartida y el tra bajo conjuntoque crea  puentes que cruzan la divisoria cultural (Stillman yMaychell , 1 984).

• Sean conscientes de que los  prof esores de  primaria obedecencr iterios de tipo  per sonal a l  pr e parar dichos ex pedientes. Poresta razón, el comité de la Inner -L ondon Education · Authority(1984) r ecomendó a los  jef es de los de partamentos de inglés yde matemáticas de secundaria que, hacia la primavera, se pusie-r an en contacto con las escuelas elementales de las que  pr o-cedían los estudiantes  par a informarles sobre los logros y  pro-gresos de los que se ha bían matriculado durante el año anterior ,de modo que a l  p~e par ar la nueva ronda de expedientes se pu-dier a tener en cuenta estos factores comunicados  por escrito(IL EA, 1 984; véase tam bién Cheng y Z iegler , 1 986).

• E l sistema de redacción de infor mes está integr ado con el deevaluación como un r egistro continuo del  progreso del estu-diante, par a dar así un peso específico a la inf or mación que setr ansmite (Har gr eaves et al . , 1 988 ; Broadfoot et al . , 1 988). En elcapítulo 8 se descri ben for mas de conseguirlo.

• La información se comparte mediante el contacto per sona l y elde bate (ILEA, 1984).

Los inf ormes sobre los estudiantes tienen que estar bien redacta-dos per o, en último tér mino, ser án buenos en la medida en que losean sus lector es . Amenudo el diseño de estos ex pedientes r equier eun esfuer zo consider a ble. E l  pr of esor de escuela  pr imar ia empleatodos los años innumer ables hor as a com pilarlos. S i esos infor mes noencuentr an lectores o sólo se leen en casos de emergencia, se ha br ádesper diciado toda esa valiosa ener gía . S i  pudiera dedicarse a la uti-lización consciente de los expedientes tanto esfuerzo como se dedi-ca a su compilación, los estudiantes se beneficiarían muchísimo de lame jora en la  progr amación que, inevitablemente , se derivar ía de ello.

 Programas  y sist emas de ori entación

Como hemos visto, la tr ansición es un fenómeno que se  pr oducetanto a corto como a lar go plazo. A corto plazo, el esfuerzo por ayu-

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

dar a los estudiantes se centra en el  proceso de transición entre es-cuelas y, más específicamente, en aconse jar a los estudiantes sobre elnuevo ambiente con el que se van a encontrar. A medida que los es-tudiantes se acostumbran al cambio que supone  pasar de la escuelaelementa l a la secundaria, ellos y sus  padr es necesitan ex plor ar susalternativas, dis poner de oportunidades  par a  pro bar las instalacionesde la escuela secundaria, or ganizar encuentr os con el  per sona l de laescuela secundaria y hacer un recuento de los as pectos más sólidosen la formación del alumno y también de sus  puntos dé biles  par aenfr entarse a las o pciones y selecciones que les ofr ece el nuevo

-cur so. U no de los objetivos de los programas de or ientación es pr eci-samente el de disminuir los sentimientos de recelo y alienación delestudiante (Ascher , 1987). Al  pensar en los estudiantes que ingresanen la escuela superior , solemos  plantearnos si la preparación que hanrecibido ha sido la adecuada para la elección de cur so (Levi y Z iegler ,1991) . . Las actividades de transición, sin embargo, tienen como fun-ción  proporcionar una formación más general al alumno  para su pri-mer año en la nueva escuela, haciendo especial hincapié en los temassociales y personales.

E l informe de la Autoridad Educativa del Interior de Londres reco-mienda implicar más al  pr ofesorado de escuelas elementales en la

 planificación de visitas previas a la transición, aleccionando a los es-tudiantes y luego acompañándolos a la nueva escuela. Sugier e vis itasmás  prolongadas, lo cual permitiría incor  porar exper iencias más act i -vas y conocer el funcionamiento rea l de la escuela secundaria (ILEA,

1 988). B ulson (1984) sugier e que a los estudiantes  protagonistas deesta tr ansic ión se les ofr ezca la  posi bilidad de verse expuestos a loscurr ículos de la escuela super ior mediante visitas a las escuelas secun-darias . Para aliviar sus  pr eocupaciones, los estudiantes también nece-sitan inf or mación clar a so br e los deberes a r ealizar en casa, las  polí-ticas de as istencia y formación en habilidades  par a los exámenesescr itos. D is poner de alguna ex periencia  pr evia en clases r otativas yexámenes escritos  puede ayudarles a acostumbr arse más f ácilmente alas  prácticas de la escuela secundaria.

Otr os  pr ogr amas de orientación tam bién han demostrado _ ser úti-les . Un  pr ograma que desde marzo a nov iembr e s iguen los estudian-tes a  punto de ser transf er idos, sus familias y los  prof esor es que lesdan clase en  primaria, diseñado  por una escuela media de Indiana,

tuvo como resultado una me jora significativa en las relaciones entr e padres y escuela (Deller , 1980). Cheng y Ziegler (1 986)  pusier on de

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4 . El PR OCESO DE TRANSIC IÓN

manifiesto que los progr amas iniciados en verano y los campamentosde verano, a los que asistían los estudiantes que ingr esarían en laescuela secundaria ese mismo año, r ecibieron evaluaciones  positivasen los estudios empíricos.

De bería consider ar se a las familias como fuentes  potencialmentevaliosas de información so bre el progreso y ada ptación de sus hijosen periodo de tr ansición (ILEA , 1988). Las confer encias individua lesentr e  padr es y asesores, llevadas a ca bo antes de la tr ansición, hanrecibido críticas positivas, al igual que los  programas de orientacióncentrados en el grupo de iguales, y la a plicación de políticas claras,equitativas y de las que el alumno haya sido corr ectamente informa-do so bre el comportamiento de los estudiantes, los tr a ba jos a real izaren casa, la disci plina y los nive les académicos (Cheng y Ziegler ,1986) . Estos mismos autor es defienden que la tr ansición de be ser untema del que debe ocupar se toda la escuela :  prof esor es, administr a-dor es, cuidador es, estudiantes ... , y no sólo el  per sonal de asesor a-miento y orientación (ibid.).

Tra s r econocer la im portancia que para los estudiantes en pr ocesode tr ansición repr esenta la cultura infor mal que se crea en su gru pode iguales, Measor y Woods (1984) sugier en que las escuelas  permi-tan y estimulen a los estudiantes a participar m á s activamente. en la ·

gestión del  pr oceso de transición , no sólo dur ante el  periodo deorientación. Los estudiantes de secundaria,  por ejemplo,  pueden cr earun - pr ogr arna de orientación alternativo·  para ayudar a sus com pa-ñer os tr ansf eridos a mane jar se con más soltura en la escuela secun-daria .

Los pr ogramas de desarr ollo  per sonal y socia l , dirigidos  por  pro-fesor es esta blecidos en su lugar de tr aba jo a principio de cur so, tam- bién  permiten la  partici pación activa de los estudiantes en el  procesode orientación ( por e jem plo, enviándolos con ma pas, en grupos ,  paraque se orienten en los alrededor es de la escuela) (Hamblin, 1978;

B aldwin y Wells , 1 981) . Ta les  pr ogramas  pueden ser una va liosa con-tribución al tr a ba jo administr ativo  básico y a la s -charlas- gener alesque, tradicionalmente, forman parte de los  primer os días de estanciaen la escuela secundaria (Galton y Willcocks , 1 983) .

Ho (I992) describe un pr ogr ama de tr ansición que se centra en lacomunicación interescolar (establecida a través del  per sonal clave), laorientación estudiantil (llevada a ca bo  por una unidad de  planifica-ción educativa, y a tr avés de entrevistas individuales con un orienta-dor , un programa de orientación para el gr ado 9 que aborde los temas

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UN A EDUC ACIÓN P AR A F .L CAMBIO

r elacionados con las técnicas de estudio y las cuestiones soc iales yacadémicas, y un programa de puertas a biertas en la escuela secun-daria), así como de or ientación de las familias (a tr avés de reunionesinformativas, entr ev istas con los profesores y una política de puertasabiertas de la escuela secundaria).

Las actividades más comunes en los  pr ogramas de orientaciónconsisten en logr ar que los estudiantes visiten la escuela secundariadurante una - jornada de orientació n- , acom pañada  por descr ipcionesdel progr ama de la escuela secundaria en r euniones orientativas des-tinadas a padr es y alumnos, y en visitas a la escuela elemental  por parte de asesor es o administr ador es de la escuela secundaria . Éstas pueden ado ptar multitud de for mas y se pueden complementar ,  pore jemplo , con guías  par a los estudiantes, vis itas a las clases y pr ogr a-mas en los que se aborden los temas de la tr ansición en los que secontemple la posi bilidad de que estudiantes de la escuela elementalasistan a clases r egular es en la escuela secundar ia , el inter cam bio decartas entre estudiantes de la escuela  pr imar ia y la secundaria, o res- ponsa bilizar al a lumnado más antiguo de los nuevos estudiantes. To -das estas actividades están pensadas  par a dar a los pr eadolescentes ya sus famil ias la o portunidad de tomar decisiones inteligentes ,  basa-das en una información exacta y am plia so br e sí mismos y los  pr o-gr amas escolares en su comunidad.

Aunque los integr antes del de partamento de or ientación son confr ecuencia los r esponsa bles de coor dinar los pr ogr amas de transición ,

no tienen  por qué so portar todo el peso de la planificación y organi -zación de estas actividades. L os adm inistrador es, secr etar ios,  pr ofeso-res,  bi bliotecar ios, familias , miem bros de la comunidad y hasta los

 pro pios estudiantes son colabor ador es  potenciales en una la bor quecom pr ende un conocimiento más pr ofundo de la escuela secundar iay una ada ptación más suave a l nuevo am biente.

A veces, las  jornadas de orientación constituyen una parte espec-tacular e incluso estelar del  programa de orientación gener al de unaescuela secundar ia . Estos días es peciales, con actividades deslum- brantes en las que se hace todo un des pliegue de mater ia l científ ico,actuaciones gimnásticas im pr esionantes y otr as actividdaes similares,

 pueden cr ear una verdadera sensación de avidez e im paciencia entr elos estudiantes que van a ser tr ansf er idos y que anticipan todo el inte-r és y el entusiasmo que les aguar da. En cierto sentido, esos días ins-titucionales  pueden consider ar se una es pecie de -calentarniento-  pr e-vio al cam bio que ex perimentar á el estudiante, haciéndolo atr activo

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4 . EL PROCESO DE TR ANSICIÓN

y deseable (Freund, 1985). En la medida en que contribuyen a aliviarla ansiedad y a crear actitudes  positivas con res pecto a la transición,las jornadas de orientación conllevan auténticas ventajas,  pero tam-

 bién  peligros. El principal de ellos es el desencanto. En un estudio basado en entrevistas so br e la transición de los estudiantes a unaescuela secundaria, Thomas (1984) descubrió que la impaciencia y elentusiasmo generados acer ca de las per s pectivas de un aprendizajemás independiente, pronto se vier on frustr ados cuando los estudian-tes se encontr aron con que en la nueva escuela pr evalecían las ho jasde trabajo y los dictados, la escuela no pudo cumplir con aquello quehabía prometido. Esto indica de nuevo la importancia de que no exis-ta una dif er encia abismal entr e lo que ven los estudiantes en su . . jor-nada de orientación· y lo que más  pr o ba blemente ex perimentarándur ante el r esto de su estancia en la escuela secundaria.

 Reorganizaciones Institucionales

Una solución que suele  plantear se  par a dar cumplimiento a las nece-sidades es pecia les de los años de tr ansic ión, consiste en cr ear unainstitución es pecialmente destinada a este  periodo crítico en el desa-rr ollo de la gente  joven; una institución que sea ca paz de pr otegerla ,

aislarla y suavizar el  paso de la infancia a la adolescencia . La institu-ción que se ha pro puesto es la escuela media .

La investigación y la bi bliogr af ía so br e las escuelas medias r esul-tan difíciles de eva luar . Buena  parte de la  bibliogr afía favor able seasocia a or ganizaciones que han defendido a biertamente la creaciónde escuelas medias, como la Asociación  Na ciona l de Escuelas Mediasen Estados Unidos, y la Asociación de Escuelas Medias de Sask atche-wan, en Canadá (Geor ge y Oldak er , 1 985 ;  National Middle SchoolAssociation, 1 982) . Otr as  publicaciones son menos consistentes ensus argumentaciones a favor de la escuela media. Por ejemplo, un es-tudio de K . Tye (1985) so br e las  pautas del currículum y la enseñan-za en las escuelas super ior junior y media evidenció muy pocas dife-r encias entr e ambas instituciones.

Varios investigador es (Hawkins et al . , 1 983 ; Ear l , 1987; Pugh, 1 988;Eccles y L ord, 1991) han r evisado la  bibliogr afía existente so br e elagru pamiento  por edad y ciclo, en un intento por ilustrar sus ef ectosso br e el r endimiento de los alumnos, la satisfacción de familias yalumnos, los costes del progr ama curricular , las actitudes de los estu-

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IJ NA EDUCACIÓN PAR A E L CAMll!O

diantes y el concepto que tienen de sí mismos. Los resultados sugie-ren que las  prácticas de los profesores en sus aulas son las que conmás  pr o babilidad a portarán las claves sobre el a prendizaje y desarro-llo del estudiante, y no las disposiciones mecánicas, como la duracióndel ciclo (Epstein y Peterson, 1991).

Los investigadores de la escuela media inglesa han constatado quesu as pir ación de ofr ecer a los estudiantes una tr ansición suave es másr etór ica que r eal. Aplicando diversas metodologías y tomando comoo bjeto de estudio casos y localizaciones dif er entes, todos estos auto-r es han llegado a la conclusión de que en la línea centr al, exacta-mente en el  punto divisor io entre  primaria (elemental) y secundaria,no se  producía una transición suave en a bsoluto, sino una ruptura

 brusca. La fr ecuencia con la que se o pta ba  por la clasificación  porgrupos homogéneos aumentaba nít idamente, al mismo ritmo que elnúmero de  prof esores es pecializados en una as ignatur a, y de  pr ofe-sor es con los que entr a ban en contacto los estudiantes (Ha rgreaves ,1 986 ; Har gr eaves y Tickle, 1 980 ; Taylor y Gar son, 1982; Meyenn yTickle, 1980). E l estudio de Har gr eaves (1 986) atribuye esta ruptura alhecho de que las escuelas medias sur gier on no tanto  por r azones deidealismo educa tivo como  por conveniencia administrativa (¡er an más

 bar atasl), que las escuelas tenían  pocos  profesores que hubier an sidofor mados es pecíficamente para dar clases durante los años medios , yque la mayoría de los  pr ofeso res de escuela media ha bían sido r eclu-tados de antiguas escuelas elementales o secundarias,  par a ser asig-nados a aquellos años de escuela media que más se adecua ban a suexperiencia anterior. K. Tye (1985) y otros (como  por e jemplo Ale-xander et al . , 1 978) también afirmaron que las escuelas medias sur -gieron en Estados Unidos debido en gr an  parte a r azones de conve-niencia administr ativa.

Algunas va lor aciones de la escolarización media son más  posit ivas.Una encuesta nacional ef ectuada entre dir ector es y  prof esorado degrado 7 en Estados Unidos,  puso de manifiesto que el prof esor ado desé ptimo en las escuelas medias que comprendían los grados 6, 7 y 8,

en compar ación al mismo ciclo en las escuelas superior es  junior quecompr endían los grados 7, 8 y 9; se veía algo más ex puesto a estruc-tur as or ganizativas y  pr ácticas de enseñanza que, en teoría, son másapr opiadas  par a la enseñanza y el desarrollo social en gr ados supe-riores (Br addock et al . , 1988). Tras la introducción de las escuelasmedias en St. Louis , en 1980, mejoró la asistencia a clase de los estu-diantes, éstos o btuvieron mejores  puntuaciones en las  pruebas de

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4 . EL PROCESO DE TRANSICIÓ N

rendimiento, y se dieron menos  problemas disciplinar ios y ex pulsio-nes de estudiantes (Wiles et al . , 1982). No o bstante, como quiera quela evaluación se llevó a cabo sólo dos años después de su intr oduc-ción, se desconoce el impacto de las escuelas medias a largo  plazo.

L a investigación de Simmons y B lyth (1987) indica algunas des-venta jas  per durables en la transición a la escuela superior  junior enuna gr an ciudad, es pecialmente para las chicas, y a punta algunas ven-ta jas de los sistemas de escuela media o K-8 1 • Ar gumentan que lasescuelas medias facil itan la tr ansición  porque ésta se  produce antesde la  pu bertad y supone el tr aslado a un edificio que suele ser más

 pequeño que el de una escuela secundaria . La tr ansición  pr ecoz tienela ventaja de coincidir en menor medida con otr os cambios que expe-rimenta . el adolescente, Jo que reduce la acumulación de éstos ysupone un aumento menos es pectacular del númer o de com pañerosy estudiantes mayor es.

Quizá 'exista un compromiso en la elección entre escuelas mediasy escuelas super iores  junior . Al comparar los efectos de la enseñanzaen un aula dir igida por un solo profesor y la departamentalización,

McPartland (1987) descubrió que la primera se  beneficia ba de lasrelaciones entre estudiante y  profesor en detrimento de una mayorcalidad en la enseñanza de la asignatura,· mientras que la departa-mentalización me joraba la calidad de la enseñanza de la asignatura acosta de sacrificar la fluidez de las relaciones entre el estudiante y el

 profesor .Así  pues , las  prue bas aportadas por la investigación de los siste-

mas de escuela media no parecen ser lo suficientemente concluyen-tes como  par a  justificar su introducción completa o su eliminacióncomo respuesta al  pr o blema de la transición. Las escuelas mediasofrecen  posibilidades , no garantías. El hecho de que no siempre cum-

 plan sus o b jetivos,  puede estar motivado no tanto por la introducciónde unos ob jetivos ina pro piados , como por su im posibilidad de satis-facerlos -debído a la escasez de  personal de bidamente formado, a la

 pr esión externa que exige r esponsa bilidades, a las ex pectativas r ea-les o percibidas como ta les de las escuelas que acoger án a los estu-diantes de escuela media , etcétera (Hargreaves, 1986) . Lo más im-

 portante  para los estudiantes que se encuentr an en esta fase no sonlos mur os dentro de los cuales tr a ba jan, ni s iquiera el nombre que sele dé al edif icio que contiene esos muros , sino la calidad de la ense-

l. Escuela s a las que asiste el alumnado desde los 6 años a los 14 años. (Nota de la r evisión).

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U NA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

ñanza, del apr endiza je y de la atención per sonal que se alcanza den-tro de ellos. En este sentido, los cambios en los primer os años de laescuela secundaria  pueden ser tan efectivos  para el  pr ogr eso yla ada ptación del estudiante, como los que se pr oduzcan en toda lainfraestructura de la escolarización.

RESUMEN

La tr ansición es un proceso al que es necesar io r estar dificultad y alque también hay que desarrollar y mejorar . Hemos analizado formas pr ácticas de realizar ambas tareas; algunas de ellas son muy es pecífi-cas, otras, sin em bargo, más amplias y ambiciosas.  No obstante, cr ee-mos que, en gener a l , existe la necesidad de abordar los  princi piosintrínsecos sobr e los que se sostiene, incluso en el caso de cambiosmuy específ icos. Que las reuniones entr e pr ofesores de pr imaria y desecundaria r esulten efectivas no sólo depende de los as pectos pr ácti-cos del  papeleo, sino también del grado de confianza y conocimien-to que ambos sectores mantienen sobre la práctica del otro, no sim-

 plemente a través de la divisoria de la enseñanza elemental-secunda-ria, sino tam bién dentro de su propio ámbito. Esto signif ica que un prerr equisito importante  par a lograr una comunicación ef ectiva queatr aviese la divisoria de la enseñanza elemental-secundaria,  puedehallar se en la implantación de formas muy  bien desarrolladas decoor dinación entr e pr of esor es de ambos sector es, ¡ todo un desafío!

Lo más pr obable es que los administr ador es que andan a la bús-queda de r á pidas soluciones de procedimiento a los problemas plan-teados por el cam bio y la transición se sientan desilusionados. Más pronto de lo es per ado, sus intentos de cam bio tendr án que a bordarlos pr incipios  profundos que su byacen en las innovaciones es pecífi-cas que tratan de  poner en  pr áctica. L os administrador es, convenci-dos de que sólo tenían que ef ectuar unos pocos cam bios de pr oce-dimiento, se han tenido que enfr entar a menudo con la disyuntiva decam biar toda su escuela . Par a asegurar unas mejor as sustancia les ysignificativas en cuanto a la educación de los pr eadolescentes, habráque afr ontar , en último término, los pr inci pios su byacentes, las estruc-tur as  profundas y, en  particular , las cultur as más arr aigadas de laescolarización secundaria .

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CAPíTIJLO 5

Atención y apoyo

IA NECESIDAD DE APOYO

Como ya hemos visto, los pr eadolescentes deben superar var ios -r ítos

de transició n- . Pasan  por la  pubertad; a bandonan los ref er entes deorientación  pr o porcionados  por la familia  para identificar se más  ple-namente con su gru po de iguales; se les traslada de una escuela a otray empiezan a tomar decisiones  per sonales y educativas que tendr ánun ef ecto dur adero sobre sus vidas. Par a estos adolescentes, el micr o-cosmos de la autoex ploración se halla inserto en el macr ocosmos másamplio de una cultur a mundial en  proceso de tr ansformación, conuna economía nacional y mundia l, unas comunidades sociales y étni-cas y unas estructur as  políticas glo bales que cambian a un ritmo ver-tiginoso. Los pr eadolescentes son la imagen de su sociedad y reflejantodos sus  pro blemas (como,  por ejemplo, las dif icultades de a pr endi-za je , los malos tratos, la po br eza, el r acismo). También ex perimentanuna gran inquietud por lo que les depara el futuro y por el lugar queocupar án en él. Al afr ontar lo que para ellos es su  primer a gr an -cr í-sis de identidad- , los  jóvenes necesitan una infor mación clara , unaorientación y un a poyo sin r eservas, aunque de  baja intensidad,  paraque sean ca paces de desarrollar un conce pto  positivo de sí mismos,adaptar se a  profundos cambios de orden  per sonal y adquirir la for-mación adecuada que les  permita afrontar su nueva situación con laindependencia y el  juicio crítico necesar ios par a asumir el lugar quevayan a ocupar en el conjunto de la comunidad.

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

Ofrecer a poyo a los preadolescentes es una tarea desalentadora.Cada escuela pr esenta una enorme variabilidaden cuanto a las nece-sidades y requerimientos de sus estudiantes, según la edad, madurez,logros , cir cunstancias familiares, intereses, ambiciones, etnia, géneroy toda una serie de factores diversos. Lasescuelas no sólo de ben ocu- parse de aquellos estudiantes en situación -de r iesgo- , sino del amplioespectr o de estudiantes que constituye la -corriente  pr inci pal- , y quetambién necesita a poyo. De hecho, veremos que una de las falaciasde laescolarización secundaria y de la escuela superior junior es quela escuela se convierta en un lugar neutro e inhós pito para la mayo-ría de sus estudiantes que deben arreglár selas por sí solos, al tiem poque organizan  programas especiales y adicionales  par a los estudian-tes -de r iesgo- que no parecen adaptar se. Apoyar y atender bien a losestudiantes de riesgo significa tener las escuelas or ganizadas y estruc-tur adas de modo que sean capaces de proporcionar apoyo y atencióna todos los estudiantes. Una de las razones más convincentes  par areestructurar la escuela es la que propugna crear or ganismos que fun-cionen como comunidades acogedoras, glo bales y estimulantes  paratodos sus estudiantes , tanto los de la corriente princi pal como los deriesgo, y no centr os  preocupados únicamente  por seguir la estelade jada  por aquellos que alcanzan mayores logros académicos (Stoll yFink , 1 996) .

En el ca pítulo 2 explicamos por qué es tan importante tener encuenta las necesidades  per sonales y sociales de los pr eadolescentes.

Analizamos los dos  polos contra puestos que conforman el dilema deladolescente: la neces idad de inde pendencia y la necesidad de aten-ción, y demostramos cómo la mayoría de las escuelas· secundar ías yde las escuelas super ior es  junior  parecen descuidar e incluso a vecessocavar el cum plimiento de estas exigencias . Según o bservamos, esen los grados 7 y 8 de la escuela su perior  junior donde la disci plina,el contr ol y la organ ización estr icta par ecen ser mayores que en nin-gún otro esla bón del sistema . Por otro lado, muchas escuelas secun-darias son como aer o puertos atestados, donde el tim br e de la escue-la señala los cambios de vuelo cada cincuenta . o setenta minutos,mientr as los estudiantes acuden en tro pel a sus taquillas  para cam- biar se y  pr e par arse  para la clase siguiente (Har gr eaves, 1982).

Los estudiantes de escuela secundaria, y en es pecial aquellos queno están destinados a entrar en la univer sidad, tienden a ver a sus pr of esor es como  per sonas car entes de inter és (Wehlage y R utter,1986). Los estudiantes que han abandonado los estudios son cansí-

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5.  ATENCIÓN Y  APOYO

derados de modo menos favorable por sus antiguos profesores que por parte de padres, compañeros o superiores (Karp, 1988;Gedge,1991). Cuando a estos estudiantes se les  pregunta si existe algunarazón que los hubiera decidido a continuar en la escuela, a menudodan como respuesta «la  presencia de profesores más atentos-, el quehubiera un adulto que les conociera bien y se preocupara por ellos(Karp, 1988). En cualquier caso, la mayoría de estudiantes deseancontar con profesores que les preste la debida atención, al margen delos antecedentes, el género o la clase social (Ryan, 1994).

Hace décadas, Emile Durkheim 0956) argumentó que con la dis-minución de la responsabilidad de la Iglesia en el cuidado y la socia-lización de los niños, la educación estatal había recogido el testigo dela educación moral de los jóvenes. Según argumentó, la educaciónera moralmente importante para crear un conjunto de valores y sen-timientos comunes en los jóvenes, más allá de los intereses particu-lares a los que se intentaría dar cumplimiento si esta tarea se dejara por completo en manos de la familia. Desde los tiempos en los queDurkheim elaboró su estudio, las propias familias han evolucionado.

El concepto habitual de familia era el de dos progenitores en su pri-mer matrimonio, con hijos propios y dependientes, un concepto queestá cada vez más en desuso (Elkind, 1993).

Muchos  preadolescentes en la actualidad llevan vidas  postmo-dernas, en familias desestructuradas, pertenecen a comunidades cul-turalmente diversas y que avanzan muy rápido en el mundo de laimaginería visual. Sin embargo, esas vidas  postmodernas se ven atra- padas en la jornada escolar, en unas instituciones modernas con ho-rarios burocráticos, conocimientos compartimentados y que hacengala de una deficiente atención hacia los jóvenes. Etzioni 0993) estáconvencido de que para poder restaurar la infraestructura moral denuestras comunidades, las escuelas tendrán que intervenir allí dondeotras instituciones han fracasado. Para que esto suceda, en las escue-las secundarias actuales deberá llevarse a cabo una profunda trans-formación.

Sergiovanni 0994) aduce que las escuelas tienen que representarun papel mucho más vital y central en la construcción de la comuni-dad, procurar la debida atención, desarrollar las relaciones, crear un propósito común y fomentar un vínculo de unión entre la gente quevaya más allá de ella misma. Siguiendo a Tonnies (1887),  proponeque las escuelas enfoquen la construcción de la comunidad en tr esdirecciones:

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMOIO

• Comunidadde afinidad, como una unidad de ser similar a la quese produce entre familia, vecinosy amigos , en la que se crea unasólida sensación de -nosotros- en el seno del grupo social.

• Comunidad de lugar, como ocurre con los conce ptos de « mi cla-se- , -rni  barrio· o -rni escuela-, donde se dé cabida a una amplia participación y se desarrolle un sentido de pertenencia.

• Comunidad de pensamiento, donde la gente establezca vínculosmediante la creación de objetivos, valores y conceptos del sercomunes ( pág. 6).

Cómo convertir se en comunidades de estudiantes , en comunida-des  para los estudiantes, y establecer conexiones con comunidadessituadas más allá del conjunto de estudiantes más cer canos  planteaalgunos de los más grandes desafíos a la estructura y or ganización delas escuelas secundarias, así como a los métodos mediante los cuales pueden y de ber ían prestar apoyo a sus estudiantes.

REFORMAS QUE INCUMPLEN EL PRINCIPIODE ATENCIÓN AL ESTUDIANTE

El fracaso de gran número de escuelas secundarias y escuelas supe-r ior es  junior a la hor a de pr estar apoyo y atención efectivos a los pr e-adolescentes constituye uno de los temas más frecuentes de estudioen las publicaciones que tr atan las razones que motivan el abandonode los estudios y la natur aleza de la escuela secundaria en gener al(Wideen y Pye, 1989) . Y, sin embar go, las necesidades  per sonales y

sociales de los preadolescentes son fundamentales  par a su actual  bie-nestar y  para aumentar sus posib ilidades de éxito académico, asícomo par a asegur ar su r esponsabilidad social y satisfacción per sonalen el futuro.  No obstante,  buena parte de la r etór ica utilizada par aex plicar la r eforma educativa par ece no dar se cuenta de ello o en el peor de los casos, muestra una actitud abiertamente hostil a estasnecesidades , demostrando un clar o r echazo a todo aquello que no seencuadr e en estr echos már genes disci plinar ios, no sea estrictamenteacadémico y se centr e en la tar ea inmediata del a pr endiza je.

En Estados Unidos ,  por e jem plo, la -Ley Ob jetivos para el 2000:

Educar a América· identif ica ocho o bjetivos naciona les  par a la educa-ción. Dos de ellos se r efier en a la formación del pr of esorado y al

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;.  ATENCIÓN Y  APOYO

desarrollo  prof esional, y uno a la  partici pación de los  padres . Loscinco restantes guardan relación con los r esultados del apr endizaje yla  productividad académica . Recuerdan la necesidad de un ambienteescolar disci plinado,  per o  por ello se entiende un am biente li bre de

 peligros y seguro, y no uno que contribuya  positivamente al  bienes-tar y el desarr ollo de los estudiantes. Apar ece,  pues, una tenaz con-formidad con la disci plina,  pero no así con el inter és  por el a poyo yla atención al estudiante.

Afortunadamente, algunas de las numerosas reformas educativasintroducidas en los estados .ni  ponen tanto énfasis en las cuestionesacadémicas; ni dejan totalmente de lado los as pectos a par entementemás difíciles de la atención al alumnado. Por e jem plo, dos de los seiso bjetivos de apr endizaje y de sus r esu ltados es pecíficos  para el esta-do de Kentucky resaltan de forma ex pr esa la confianza del alumnoen sí mismo y una actitud r esponsable como miem bro del grupo. Demodo similar , los diez resultados esenciales de a prendizaje que debenobtener los estudiantes de la provincia canadiense de Ontario cuan-do finalicen el gr ado 9 incluyen:

• -Solucionar pro blemas y tomar decisiones r es ponsa bles con unaactitud cr ítica y cr eativa . »

• -Aplicar las técnicas necesar ias  para tr abajar y mantener una buena relación con los demás· (entr e ellas se incluyen el traba- jo en común, el respeto de las difer encias culturales, y el  poderresolver conflictos de forma con junta).

• -Participar como ciudadanos r es ponsables en la vida de las co-munidades local , nacional y glo bal-

• • Tomar decisiones inteligentes y sensatas  par a llevar una vidasana- (Ontario Ministry of Educa tion and Training, 1995,  págs.27-29).

En Inglaterr a y Ga les,  por el contr ario, el Curr ículum  Nacional hadefinido un currículum o bligator io, detallado y nacional ,  basado enasignaturas, que en gran  parte ha suprimido como as pecto esencia l laatención al alumno. Las asignatur as -esenciales- de este currículum,estr echamente vinculadas a los r esultados del aprendiza je en -f asesclave· es pecíficas de la educación, son en una abrumadora mayor íalas asignaturas que cuentan con mayor prestigio en el curr ícu lum con-vencional de la escuela secundaria . Las asignatur as estéticas,  pr ácti-cas ,  personales y sociales se han visto des plazadas y mar ginadas  por

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UN A P . l)UC AClÓN PAR A H L CAMB10

este currículum (Hargr eaves, 1989 ; Goodson, 1994) . Ago biados por elexceso de contenidos que aumentan la demanda de evaluación y la

 presión constante que supone destinar el tiempo adecuado a las asig-natur as  base o bligatorias, los  profesor es del Curr ículum  Nacional sehan declar ado inca paces de dedicar el tiem po y esfuerzo necesariosa los otr os ámbitos (Hels by y McCulloch, 1996).

Dur ante un tiempo, a finales de la década de los 70 y  pr inci piosde los 80, dio la impr esión de que a las asignatur as cenicientas de laescolarización secundaria inglesa se les hubiera  permitido acudirfinalmente al  baile,  junto con sus hermanas de más alto r ango. Movi-das  por una necesidad emer gente y básica , en consonancia con loscambios socia les que se  producían a su alr ededor , y a las necesida-des e inter eses de los adolescentes, un número cada vez mayor deescuelas secundarias  británicas empezó a intr oducir los correspon-dientes  programas de educación social y  per sonal para todos los es-tudiantes. No se tr ata ba sólo de  programas so br e ha bilidades  per so-na les  par a afr ontar situaciones, o de supervivencia  par a los menoscapacitados, aquellos con los que el sistema anterior ya ha bía fr aca-sado. Los progr amas se extendier on a la educa ción  política y a la dis-cusión de temas r elacionados con la paz , la raza , el medio ambientey una amplia gama de cuestiones sociales que inter esa ban a todos losestudiantes.

Buena  parte del impulso cr eativo que  pro pició la a parición de unCur rículum  Naciona l y su dieta de as ignatur as académicas impuestas

 procedía de gru pos de  presión conservadores que convencieron a lgobierno  británico de que las cuestiones  personales y sociales -nor elativas a las asignatur as- , que se centr aban en -ternas candentes- , noer an materia adecuada de enseñanza en la escuela (Scruton et al . ,

1986; S cruton, 1 985 ; Cox y Scruton, 1 984) . Según ar gumenta ban , estascuestiones -no relativas a las asignatur as- , a barca ban temas de grancomple j idad social y política, situados muy  por encima de la capaci-dad de  juicio y madur ez  pr o pia de la mayor ía de adolescentes meno-r es de 1 6 años; se di jo, además , que muchos  pr ofesor es no poseíanlos conocimientos suficientes  par a afrontarlos de una maner a impar-cial , y que su inclusión -des plazar ía- del curr ículum escolar otr as asig-natur as -m á s importantes-.

L os cr íticos respondieron que los  jóvenes debían desarr ollar lascapacidades de r azonamiento, una inquietud afectiva y  puntos devista inde pendientes y críticos  para afr ontar y reflexionar so bre estostemas ante los cuales la humanidad se halla dividida y que, de todos

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5 .  ATENCIÓN Y  APOYO

modos, ya representan una  preocupación  para muchos jóvenes (Har -greaves et al . , 1988 ; Stradling et al . , 1984). Sean cuales fueren los ar-gumentos, está claro que el Currículum  Nacional inglés y galés consi-guió detener el avance de la corriente de educación  personal y socia l,des plazándola hacia la periferia de las pr ioridades de profesores y es-cuelas.

Best 0994),  por ejemplo, aporta  pruebas de que el nivel de aten-ción  prestada a los estudiantes  por parte de los profesores de secun-daria se resintió como consecuencia de la implantación del Currícu-lum  Nacional. Su prepar ación distrajo a los  profesor es de su funciónen el aula-hogar , e indujo al profesorado de asignatur as a dar todavíauna mayor prioridad a las mismas. La exigencia constante de evalua-ciones y exámenes significó que la educación  per sonal y social , asícomo la atención, en general, - chocar an contr a un muro-  paramuchos  prof esores . Se aparcar on las cuestiones r elativas a la coor-dinación entre las escuelas elemental y secundaria, al tener que con-centrar se cada sector en las nuevas exigencias que les  planteaba elCurrículum  Nacional. Además , el Currícu lum  Nacional y la compe-tencia académica entr e escuelas, que tomaban como valor de clasifi-cación los resultados o btenidos, afectaron a las  pers pectivas  pr ofe-sionales de los  pr ofesores, hasta el  punto de que el aspecto  pastor alo de atención dejó de ver se como un criter io importante para pro-gr esar en el ter reno la boral (véase Watkins , 1994).

Los esfuerzos que se realizan actualmente para redefinir los nive-les  pr of esionales de los  pr ofesor es también pueden poner en  peligr osu compromiso  par a  proporcionar la de bida atención a los estudian-tes . Estos esfuerzos tienden a imitar a las  profesiones clásicas , def i-niendo la pericia de los  profesor es  principalmente en tér minos deconocimientos es pecializados y ha bil idades técnicas (Har greaves yGoodson, 1 996) . Dichos niveles  profesionales tienden a r esaltar eldominio de la asignatura , los conocimientos técnicos (también llama-do -conocirniento  pedagógico del contenido-) acer ca de cómo ense-ñar la pro pia asignatura, y la reflexión r aciona l. La atención a los  jóve-nes, el compromiso y la implicación emociona l son las gr andesausentes en las definiciones emer gentes sobre los niveles  profesiona-les  para la enseñanza en Estados Unidos, y tampoco aparecen en loscriterios que definen a un -docente de ha bilidades avanzadas· enAustr alia (Ingvar sson, Chadbourne y Culton, 1994).

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UNA EDUCACIÓ~ PARA F . L CAMBIO

DEFENSA DE IA ATENCIÓN AL ALUMNO

Buena  parte de la r eforma escolar  parece dar a entender que la aten-ción dedicada a l adolescente ya· no im porta. E l tr a ba jo de carácteremociona l rar as veces es reconocido como fundamental para indicarla profesionalidad del docente. Y , sin em bargo, ta l como ar gumentanautor es como  Noddings (1992), la atención no sólo es un r equisitovital  par a el a pr endiza je del estudiante, sino también una for ma esen-cial de a prendiza je:

S i la escuela tuvier a un o b jetivo  princi pal , éste de bería ser el de  promo-ver el desarrollo de los estudiantes como per sonas sanas , competentes y conun sentido de la mor alidad . .. El desarr ollo intelectual es im portante,  per o no puede ser la  prioridad fundamental en las escuelas (pág. 10) .

Los estudiantes, concluye la autor a, ~ e preocupan poco  por lo quetienen que apr ender (un pr o blema de currículum). También se quejade que los  profesores se - pr eocupan-  poco  por los estudiantes (un

 pr o blema de atención). Según sugier e su obr a , el tema a de batir enlas escuelas no es el de  bailar a l r itmo de ef ectividad or questado  porla escuela , obsesionada  por cum plir · el o bjetivo de que -todos losniños  puedan a prender - , sino el de pr eguntar se qué es lo que de be-rían estudiar los niños. La atención, tanto en el contenido del currí-culum for mal como en las r elaciones humanas a través de las cualesse estudia, es una de las cuestiones  prioritar ias a a pr ender  por losa lumnos, asegura  Noddings.

Según esta autor a, existen var ias f ór mulas par a que las escuelas ylos educador es amplíen sus hor izontes más a llá de lo estrictamenteacadémico y conciban un es pacio más diáfano donde  pudiera  pres-tar se la atención de bida a l apr endiza je de la gente  joven. Algunos deesos ámbitos clave o centros de atención, según los denomina ella,son:

• Cent r ar la at ención en uno mismo , en el  pr opio ser físico (nosólo mediante el e jer cicio autoindulgente, sino también a travésdel servicio a los demás), en la pr opia vida espir itual , el tr aba joy el ocio.

• Cent rar la atención en lo s más al legados, en compañeros y alle-gados, mientr as los  jóvenes se  pr e paran para establecer lazos deintimidad a largo plazo; en los amigos y vecinos y, no en menormedida, en los niños (los más inmaduros),  buscando maner as

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5 .  ATENCIÓN Y  APOYO

estructur adas  para traba jar con niños más pequeños en el ám bi-to escolar , y brindarles apoyo.

• C ent rar la atención en cole g asy conocidos , en compañeros detr a ba jo y comunidades esta bleciendo compromisos de ayuda ya poyo recíprocos, lo que constituye una  pr e par ación vital parael comportamiento  positivo (y product ivo) en el  puesto de tra -

 ba jo,  par a prestar servicio a la comunidad.

• Cent rar la atención en lo sanimales , en particular en los animalesdomésticos y en el amplio mundo de los ser es vivos, en general.

• C entrar l a atención en las plant as y en el entorno fisico ,  porejem plo cuidando el pro pio  jar dín, mostrando interés en preser-var el equilibrio local y global de la natur aleza y el medio am- biente en gener al.

• Centrar l a atención en el mund o de los ob    jet ose in strumentoscr eado s porel hombr e , es decir , en el mantenimiento concienzu-do de las  posesiones mater ia les (en lugar de un materialismooportunista), así como por el am biente estético y arquitectónicodel  país y de la ciudad.

· • C ent rarla at ención en l as id eas , es decir , en las pasiones del in-telecto y de la creatividad de la mente, no mediante el trata-miento de hechos  presentados de forma suave, sino atendiendoa los as pectos de per ce pción e imaginación que  pueden a portarel conocimiento y reflexión.

 No es que las cuestiones académicas no sean importantes y que laatención lo sea todo. De hecho, las escuelas urbanas y las destinadasa los más  po bres, que tr atan de  propor cionar a sus estudiantes unr efugio de afecto sin estimularlos intelectualmente, les hacen un flacofavor a lar go  plazo (Har gr eaves, 1 995). Per o, en la mayor ía de loscasos, la relación entr e la atención a l alumno y su pr e paración acadé-mica se extiende  por desgr acia en la dir ección o puesta. M uchos  jóve-nes no adquir irán los niveles básicos académicos si no les pr eocu pa yatienden a lo que a pr enden. Perder án la vinculación con su a pr endi-zaje si se sienten aislados ,  per didos y desatendidos en sus escuelas. Ysin las habilidades, r esponsa bilidades y r ecom pensas que se derivande la atención y cooper ación con y par a los demás, todos los progr e-sos intelectua les del mundo no conseguir án convertirlos en personasme jores o en ciudadanos más éticos (como muy bien han demostr a-do tantos líderes total itarios altamente inteligentes). La atención,  pues,importa y mucho.  No podemos  permitirnos el lu jo de descuidarla.

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UNA EDUCACIÓN PAKA Rl CAMBIO

TRADICIONES DE ATENCIÓN Y APOYO

A  pesa r de sus deficiencias para apoyar a los estudiantes, las escue-las secundarias y las escuelas superiores junior no se hallan total-mente des provistas de estructuras  par a  proporcionar una atenciónque, en cierta medida, también se  practica . De hecho, en EstadosUnidos y en el R eino Unido se han institucionalizado con firmeza , enel seno de las escuelas , dos tr adiciones de a poyo muy es pecíficas ,una en cada  país .

Tr adicionalmente, las funciones de atención al alumno en la escue-la secundaria estadounidense han estado en manos de orientador es yasesores es pecia lizados. Dicho  per sona l aconse ja a los estudiantes so- br e selección de cur sos y toma de decisiones que af ectan a su tr a-yectoria estudiantil. Aconsejan sobre  problemas  per sona les que  pue-dan interf erir en el a prendiza je de los estudiantes y se ocu pan deaquellos alumnos con  pro blemas de com portamiento 'demasiado gr a-ves como  par a ser abordados en el aula . En aquellos casos en que los pro blemas de los estudiantes se agudizan :  po br eza, maltr ato en elhogar , disfunciones familiares, embarazo, alcohol, dr ogas o delin-cuencia, el per sonal de orientación y asesor amiento coo per a con losservicios sociales y los tribuna les de menores ajenos a la escuela, asícomo con los  prof es ores r es ponsa bles de la enseñanza a estos jóve-nes. Allí donde se han establecido enlaces con las escuelas de origende los estudiantes (elemental y su perior  junior ),  buena  parte de r es-

 ponsabilidad cae a menudo en manos del  persona l de orientación yasesor amiento. Con fr ecuencia, este  personal tr a baja con estudiantesde forma individualizada, a veces con  pequeños grupos que les sonenviados  para desarrollar con ellos  pr ogramas es peciales de tra ba jo,y con clases a las que enseñan módulos de cursos de enseñanzasobr e carr er as  prof esionales, etcétera. La orientación y el asesor a-miento se consideran traba jos es pecializados que r equier en una cua-lificación  prof esional a parte de las exigidas  par a la enseñanza r egularen el aula.

La or ientación y el asesor amiento son los ámbitos en los que lasescuelas su per ior es se ocu pan de forma f ehaciente de atender a susestudiantes en Estados Unidos. Ponen a disposición de los estudian-tes per sonal de bidamente formado y cualificado  para afr ontar  proble-mas no académicos y se asegur an, mediante la atención de bida y laasignación de recur sos a este ámbito, de que la escuela y sus  profe-sor es no descuiden sus de ber de brindar atención y a poyo al alum-

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5 . ATENCIÓN Y APOYO

no. No obstante, en el transcur so del tiempo , ha quedado clar o quela existencia de un sistema se parado que  pr o por cione orientación y

asesor amiento ha traído consigo muchos más  pro blemas que  benefi-cios.

• La  prof esionalización de los servicios de or ientación y asesor a-miento, que conlleva a menudo su  pro pio lenguaje clínico, tien-de a resaltar a veces los  pro blemas -má s  profundos· de natura-leza  psicodinámica,  por encima de los a parentemente -rná s sim- ples· que  pr esentan los estudiantes (Cicour el y Kitsuse, 1 963) .

• La  pr of esional ízació n de los servicios de orientación y asesor a-miento tiende a dudar de la ca pacidad de los docentes, al asu-mir una mayor r es ponsa bilidad  para tr atar los  problemas de losestudiantes.

• La institucionalización de los servicios de orientación y asesora-miento como una función se par ada y es pecializada  puede esti-mular en los  pr of esores de aula la idea de que la atención, elapoyo y las r elaciones no so~ de su incum bencia ,  puesto queésos son temas de los que se ocu pan otros.

• El gr an númer o de contactos individuales que mantiene el  per-sona l de orientación  y asesoramiento con los estudiantes  puedesobrecargar a dicho  per sonal de traba jo,  y reducir la calidad ge-neral de su atención, ya que se concentr an en los casos más- pro blemá ticos- de entr e unos  pocos. Todos los adolescentes se benefician de las o portunidades que se les brindan  par a discutirsobr e temas  persona les con un adulto sensi ble  y que les de-muestr e afecto. En r ealidad, suele haber un número r elativamen-te pequeño de estudiantes -de r iesgo-, cuyas circunstancias sonlas que con mayor fr ecuencia demandan la utilización de estosservicios. Los conse jer os-or ientadores tienen que afr ontar conti -nuamente el di lema de elegir entre satisfacer las necesidades-nor rnales- de muchos, o las demandas ur gentes,  pr oducto deuna situación de crisis , de unos  pocos (maltrato, dolor  por lamuerte de un ser quer ido, intimidación, etc.).

• E l  per sonal de orientación y asesoramiento  puede dedicar  pocotiempo a los individuos, un tiem po que em plearían me jor de-sempeñando  papeles de a poyo en clase con grupos más gr an-des. Corren el  peligr o de dedicar demasiado tiempo a tratar de-a pagar incendíos- , en lugar de ayudar a crear un clima que  pr e-venga la a parición de los mismos.

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U N . t . . EDUC.t..CIÓ N PARA ti. C.t..MBIO

L a « buena orientación· es una actividad colaborativa y glo bal de laescuela que· ofrece un apoyo sistemático a los estudiantes (L evi yZeigler , 1 991 ; Asociación de Consejos Escolares del Estado de NuevaYor k , 1 987) . Este programa de apoyo escolar total incluye a menudola  pr esencia de secr etarios y guardianes (que en Gr an Br etaña sedenominan -cuidadores-) , así como de  profesores que colaboran acti-vamente con el cuerpo estudiantil  par a crear una -sensación de hogar -en la escuela. Esto no elimina el papel del conse jero-orientador . E l programa de orientación sería más bien una parte integral de laescuela, que r ecibe un fuerte apoyo administr ativo, y que implica unaresponsabilidad compartida por asesores, administradores,  profesor esde educación regular y especial, estudiantes y familias, todos ellos tra- ba jando conjuntamente (Levi y Zeigler , 1991 ; Cheng y Zeigler , 1986).Los preadolescentes necesitan ayuda para remediar sus  puntos dé bi-les y desarr ollar sus puntos fuertes sin ser estigmatizados, etiquetadoso se par ados de sus compañer os mediante  progr amas de tr atamientoindividual y aislado (Maclver y Epstein, 1991). El  papel del  per sonalde orientación y asesoramiento empieza a cambiar en muchas escue-las secundarias y superiores  junior ,  per o  precisa todavía de unamayor transformación.

L a tendencia actua l en los servicios de orientación a punta hacia laexistencia de orientador es que pasan menos tiempo con un  pequeñonúmero de estudiantes con  problemas  personales,  para des plazar laatención de una pr ogramación reactiva a otr a  proactiva (B ailey et al.,

i989) . Según este modelo, todos los  pr ofesores son or ientador es. Los prof esores específicamente formados como orientadores  pueden ayu-dar a muchos más estudiantes si tr a ba jan siguiendo un esquema deactuación  preventiva , que  pr etende atender las necesidades de  pe-queños grupos con  problemas similar es sobr e temas es pecíf icos (co-mo,  por e jemplo, dr ogadicción,  pr o blemas familiares, em bar azo)(Bailey et al . , 1989; Aubrey, 1985 ; Ca puzzi, 1988; Cole , 1988 ; Tenny -son et al . , 1 989). Un pr ogr ama de a poyo escolar glo bal en el que  par-ticipen todos los  pr ofesor es (y a menudo todo el  per sonal, incluidoslos secretarios y cuidadores) , en colabor ación con el cuerpo estu-diantil , consigue avanzar mucho más en el o bjetivo de cr ear una sen-sación de hogar y de comunidad, lo que  permite a la gente  jovenafr ontar los  pro blemas y desafíos que encuentran en sus vidas.

Los emer gentes pero todavía insuficientes cambios de dir ección enlos servicios de orientación y asesoramiento, se pueden sintetizar delsigu iente modo:

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).  ATENCIÓN Y  A?OYO

• Pasar de trabajar con estudiantes de forma individualizada ahacerlo con pequeños grupos y clases enter as de estudiantes.

• Ado ptar una  postura de  prevención, y no de reacción, ante los problemas.

• Pasar de tr aba jar fuer a de las aulas a hacerlo dentro de ellas.• Ofr ecer · asesor amiento es pecializado a los  pr of esor es de au la,

que luego pueden tr a bajar mejor con los estudiantes, en lugar deofrecer ayuda individualizada a los alumnos sin contar con el

 pr of esorado.• Tra ba jar con el grupo de clase, en lugar de hacerlo con casos

individua les.

R econce ptualizar el  pa pel del asesor -or ientador no sólo es impor -tante  par a me jorar la calidad del servicio de orientación en particular ,también es esencial en las escuelas secundarias, a medida que las or-ganizaciones y el des pliegue del personal que las componen vayansiendo r eestructur ados siguiendo modelos que aporten una educa-ción más válida y efectiva a los preadolescentes. Tal reestructuración

 presupone la desa parición de la separación estricta entre  profesoresde aula y asesor es-orientadores, de modo que los recur sos de perso-nal se puedan desarrollar con mayor flexibilidad para satisfacer lasnecesidades de los estudiantes.

En Estados Unidos, el sistema de orientac ión se creó par a a poyar alsistema académico. En el R eino Unido, esta función entró a formar parte de un sistema denominado atención  pastoral . Hasta los añossesenta y setenta, las escuelas secundarias del Reino Unido se dividíanen escuelas secundar ias académicas para estudiantes muy capacitados,

y escuelas secundarias modernas para el r esto.  A menudo estas escue-las fuer on r elativamente  pequeñas, es pecializadas en o pciones acadé-micas y pr of esiona les, r es pectivamente. La llegada de las escuelas com-

 pr ensivas, que aunaban todas las ca pacidades en muchos ám bitos , sig-nif icó el fina l de la escuela secundar ia académica , de las escuelasmodernas secundarias y el de muchas otr as escuelas secundarias más pequeñas. L as escuelas comprensivas se convirtier on en grandes or-ganizaciones im persona les , dif íciles de administr ar , a menos que elsector secundar io  pudier a ser dividido mediante la uti lización de es-cuelas medias o escuelas secundarias  junior . Se temía que, entr e todasaquellas  bur ocr acias de nuevo cuño, se  pasar a  por alto la necesidad-de pr ocur ar el bienestar . individual a los estudiantes, y que los lím itesde r es ponsa bilidad del  personal docente en las tareas de potenciar el

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UNA EDUCACIÓ~ PARA El CAMBIO

 bienestar y la disciplina entre los estudiantes terminaran por hacer se borrosos e incluso por desaparecer (Reynolds y Sullivan , 1987).

Al mismo tiempo, la reor ganización de la escuela secundaria plan-teó grandes problemas para las carreras y categorías de los profeso-res de la escuela secundaria moderna. Estos profesores, que proba- blemente se verían superados  por sus homónimos de la escuela se-cundaria académica, mejor cualificados que ellos, al competir por los puestos de jefe de departamento de asignatura muy deseados y lucra-tivos en el Reino Unido, requerían nuevos  puestos de responsabili-dad que estuvieran a la altura de la posición y el salario acumuladosdurante su experiencia en la escuela secundaria moderna (Burgess,1987 ; Hargreaves, 1980).

Irónicamente, el problema que representaba garantizar la discipli-na y el bienestar estudiantil en las grandes escuelas, y los intereses profesionales de los  profesor es de la escuela secundaria moderna,condujeron a las escuelas comprensivas a adoptar y modificar un sis-tema que al principio alcanzó popularidad en el sector privado deélite: el sistema domé stico de atención pastoral (Lang, 1983) . Los estu-diantes de estas escuelas eran divididos en varios -hogares- o -casas-,cada uno de los cuales tenía un nombre y era dirigido por un profe-sor senior, considerado el - jefe del hogar - , En estos hogares se incluíaa miembros de todos los grupos de edad de la escuela. El sistema do-méstico constituía un agrupamiento vertical que coordina ba la admi-nistración, se ocupa ba de la disci plina, afr ontaba los problemas de losestudiantes y pro porcionaba una base par a la competencia de portivadentro de la escuela. Estos sistemas domésticos verticales fueron sus-tituidos  paulatinamente por sistemas anuales laterales, dirigidos porun jefe distinto cada año, que a menudo dedicaban un  periodo detiempo al comienzo de uno o de más días por semana a que los estu-diantes se reunier an con los compañeros de su misma edad, en elsalón de su hogar , acompañados de su profesor del aula-hogar. Estasaulas-hogar se com ponían del conjunto de estudiantes de ese año enconcreto. Yase basara en el sistema doméstico o en el sistema anual ,

la atención pastoral se convirtió en una práctica muy difundida en laorganización de la escuela secundaria en Gran Bretaña.

La "sabiduría convencional- pro pia de la atención  pastoral en lasescuelas compr ensivas reconocía como  pr ioridades la atención, el bienestar y las necesidades  per sonales de los estudiantes (véase,  pore jemplo, Marland, 1 974; Blackburn, 1 975), ya fuera  porque ese bie-nestar es importante en sí mismo, o por que ayuda a eliminar escollos

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5 .  ATENCIÓN Y  APOYO

en el funcionamiento del sistema académico. En la  práctica, los estu-dios sobr e la atención  pastor al revelaron otro tipo de preocupacionescomo la administr ación, el  pa peleo, los  procedimientos de tras pasode estudiantes, la disciplina y los castigos (Burgess, 1983). Los auto-res de uno de los estudios, en el que se recogían las distintas  per -cepciones del  prof esor ado so bre la atención  pastor al , llegaron a laconclusión de que:

 No hay una evidencia clara ... de que la institucionalización de los rolesdentr o de la atención  pastor a l conduzca necesariamente y de forma dir ectaa una mayor  pr eocupación por el  b ienestar del alumno. De hecho, los  pro-f esores  par ecen  per ci birl a de manera más ex plícita en el modo de r esolver pr o blemas de contr ol y administr ación que af ectan a los  propios  profesor es(Best, Ri bbins , Jarvis y Oddy , 1980 ,  pág. 268) .

Según ar gumentan, la necesidad de mantener ese contr ol sur gió,en gran medida,  provocado  por la ex pectativa de que el  pr o pósito principal del sistema  pas tor al era el de pro por cionar -a poyo- al siste-ma académico de la escuela ( págs . 257-258). S in em bar go, a menudoes  pr ecisamente ese sistema académico y sus carencias lo que cons-tituye un problema par a los estudiantes. E l currículum y las tar eas quetienen que r ealizar los estudiantes cr ean muchos de los  pr o blemas alos que tiene que enfr entar se el sistema  pastor al. El resu ltado es loque Williams (1980) denomina  pastor alizaci ó n, donde

el rutar (en la atención  pastor al) utiliza la relación de conf ianza mutua . . .

 para desviar que jas legítimas so br e la aplicación de tipos inadecuados deexperiencia de a prendiza je ofr ecida en la escuela ( págs . 172-1 73) .

En consecuencia, los  pro blemas que  presenta un sistema  pastor alse parado son que:

• Promueve y conlleva que la importancia otor gada a la adminis-tr ación y a l  papeleo sea excesiva.

• Sacr ifica la atención en beneficio del control , en un sistema esta- blecido  para administr ar el castigo y la disci plina.

• L a existencia de un sistema  burocr ático de r ef er encias disci pli-narias anima a los  pr ofesor es de aula a asumir una r es ponsa-

 bilidad menor so br e sus  pr o pios  problemas de disci plina en e1momento en el que se  producen(Reynolds y Sullivan, 1987; Ga-lloway, 1985).

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UNA EDUCACIÓN PARA E L CAMHIO

• El sistema  pastor a l  puede a poyar y proteger a l sistema académi-co y la ace ptación del mismo por  parte de los estudiantes, cuan-do es el propio sistema académico el que quizá  pr esente caren-cias.

• E l sistema  pastor al ofr ece más  posibilidades de solucionar pro- blemas de orden  pr ofesiona l a los  profesor es -no acadé rnicos- ,

que aquéllos r elativos a l ·  bienestar de los estudiantes.

En la atención  pastoral el conse jero-or ientador y el tutor  personifi-can los pr o blemas que pr esentan tanto la función de la atención fuer adel aula, como el intento de solucionarlos cr eando un sistema sepa-rado a su alr ededor . Las mentes de los  jóvenes no se hallan estr ic-tamente divididas en componentes af ectivos y cognitivos, y tampocode bería estarlo la or ganización de las escuelas. El buen a pr endizaje seda en un contexto de relaciones ordenadas, constructivas y af ectuo-sas . Cuando estas relaciones de aula no son las deseadas , ningún sis-tema se parado de atención y a poyo  podr á sustitu irlas ,  por muy ela-

 borado que sea. La atención debe  pr ocur ar se  principalmente en elaula , y el  pr o pósito de la or ganización escolar no debería ser el decr ear unas r elaciones sust itutor ias de atención que se  pr oduzcan enotr a  parte, sino el de desarr ollar sistemas que hagan  posible el esta-

 blecimiento de r elaciones constructivas en el aula, tanto  para los estu-diantes como  par a los  prof esor es .

El asesor amiento or ientativo continúa sólidamente institucionaliza-do en las escuelas su per ior es de Estados Unidos, aunque en a lgunoslugar es se han iniciado tímidos esfuerzos  par a r eestructurar la educa-c ión secundar ia, de modo que los  pr of esor es de los  preadolescentes

 puedan tr aba jar en miniescuelas o su bescuelas más  pequeñas , dondela atención a l estudiante no sea una función es pecializada, sino quese halle integrada en la dinámica cotidiana del aula, como  parte de lar es ponsabilidad del  prof esor. En Gr an Bretaña hace ya algunos añosque las estructuras es pecializadas de atención  pastor al han quedadodesacreditadas. En su lugar han sur gido una serie de alternativas  pro-metedor as. Entr e ellas se incluyen cur sos de educación  per sonal ,social y ética, impartidos  por especialistas adecuadamente formados(aunque éstos suelen estar dir igidos a los adolescentes de edad másavanzada) (David, 1983); sistemas ampliados de aula-hogar que inclu-yen a veces un  progr ama de enseñanza de ha bilidades  per sonales ysociales, y que im plica la ace ptación  por  parte de los  profesores dela escuela de alguna r es ponsa bilidad que garantice el bienestar de los

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5 .  A T E N C •l'.;Ó N Y  A P O Y O

estudiantes (Baldwin y Wells , 1981) ; y sistemas de autova loración yrealización de inf ormes que estimulan a estudiantes y pr of esor es a

 participar en un de bate sobre el a pr endiza je y el progreso (Munby,1989; Har greaves et al . , 1 988). El alcance de estos avances, sin embar-go, se ha visto limitado por la introducción  posterior de pruebas eva-luativas del Curr ículum  Nacional, que no asignan tiempo legal  par a laeducación per sonal y social de los niños, ni califican esa educacióncomo  parte va liosa de su aprendiza je.

Se .ha asignado un lugar par a el asesor amiento especializado de los pr eadolescentes,  per o su influencia necesita ser más modesta.  Al

mismo tiempo, hay que f ortalecer .otr os sistemas de a poyo que im pli-quen a más prof esores en latar ea de brindar la atención de bida a susestudiantes. Estos sistemas  pueden ser de dos tipos: medidas es pecí-ficas  para ofr ecer consejo y cr ear una . . sensación de hogar · entre losestudiantes, y reorganizaciones más fundamentales del agrupamientoestudiantil , de la tr ansmisión del curr ículum y de otr os aspectos quehacen que la experiencia de la escolarización sea, en términos gene-rales , más estimulante y per sonalizada.

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SOLUCIONES ESPECÍFICAS

Una for ma de logr ar que los estudiantes se sientan parte de su escue-la en una comunidad consiste en cr ear un inequívoco -sentido dehogar -, de un tiempo y un lugar en el que la gente se pr eocupa porel desar rollo  per sonal y socia l de los estudiantes. Esta blecer la figuradel mentor es una manera de conseguirlo (McPartland et al . , 1987) .

 Mentores

Muchas fuentes citadas en la  bibliogr afía especializada recom iendanque los  prof esores se r eúnan con los estudiantes por se parado par aaconse jarles so br e asuntos de tipo académico y per sona l . E l o b jetivoconsiste en ayudar a los estudiantes,  pro por cionándoles el a poyo deun adulto que se interese  por cada uno de ellos y los conozca  bien(TFEYA , 1989; Lak e, 1 988a) .

Cuando estudiamos las escuelas . piloto que introdu jeron innova-ciones en los gr ados '7 , 8 y 9, r ecogimos el caso de una escuela que

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U  N }. P. D U C A C I Ó  N P.!A R }. E L C A M ll I O

había establecido un sistema de mentores. Aquí, los estudiantes dije-ron que les era más fácil hablar de ciertas cosas con su mentor quecon sus padres, que disfrutaban con el -carnbio de ritmo· en la jor-nada escolar, y que les gustaba la idea de contar con un mentor alque podían recurrir en caso necesario. En otro de los casos estudia-dos, la existencia del mentor también incluía la ampliación de opor -tunidades en el aprendizaje (recuperación y enriquecimiento) y unamayor práctica en la manera de distribuir el tiempo, a medida que losestudiantes negociaban y planificaban sus necesidades  personales yde aprendizaje con sus mentores (Hale , 1 990). Las relaciones con elmentor parecían funcionar mejor cuando éste ya mantenía otro ti pode contacto con el estudiante, ya fuera en el curso o en una actividadextracurricular. Los estudiantes se quejaban a menudo de que su rela-ción con el mentor les parecía artificialy, en consecuencia, acudían poco a él en busca de ayuda. La tarea del mentor también consumíatiempo, especialmente en aquellas escuelas donde ya se habían pues-to en práctica otro tipo de innovaciones (Hargreaves et al. , 1993).L aexistencia de esa sensación de artificialidadindica una falta de sensi- bilidad en la forma de establecer ese intercambio. Las limitaciones detiempo pueden sugerir la necesidad de hacer un uso menos frecuen-te. Per o éstos son  problemas que cabe esperar si las relaciones conel mentor se hallan fuertemente vinculadas a las estructuras existen-tes en la escuela (donde los estudiantes mantienen un contacto frag-mentado y desigual con los  pr ofesor es) , y a las actuales obligacionesdel  profesor ado. Los  problemas sur gidos sugier en la necesidad decambiar la estructura de la escuela , no de añadirle algo.

 Profesores-orientadores

El Task For ce on Education of Young Adolescents (TFEYA) (1989)describe cómo puede funcionar un programa de prof esor-orientador .Este grupo de trabajo defiende la conveniencia de contar con prof e-sor es-orientadores como  parte de una estructur a de enseñanza enequipo (es decir , diferente a la norma ·existente en la escuela secun-daria). Los conse jer os recibirían una formación  pr áctica en temas rela-tivos al desarr ollo del adolescente y a los  princi pios  básicos de laorientación. Los pr of esor es-or ientadores no realizar ían tar eas de ase-sor amiento formal (que seguir ía siendo el ámbito de actuación de los pr of esionales en salud mental),  pero actuarían como mentor es y

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5. ATENCJÓN Y APOYO

defensores de los estudiantes. Los consejeros-orientadores empren-derían tar eas de asesoramiento profesional,  y constituirían el contac-to fundamental entre la escuela y las familias, función que les obli-garía a cotejar gr ados y comentarios de otros miembr os del equipo deenseñantes, introducirlos en los expedientes de los estudiantes yana-lizarlos  junto con las familias. Cuando surgieran  pr o blemas de com-

 portamiento, el director consultaría con el asesor que se hubier a asig-nado al estudiante en cuestión, antes de emprender ninguna acción(TFEYA , 1989). Louns bury y Clark (1991) sugier en que ofrecer a losestudiantes la posibilidad de analizar temas de gr an importancia paraellos, durante un  per iodo de asesoramiento en grupo, contr i buye amantener a los estudiantes en la escuela. Eso permite difundir sanos principios de orientación en el contexto más am plio de las relacionesde aula . El éxito de ta les medidas supone cambiar las estructur as dela enseñanza y el a pr endizaje.

La escuela media de Cr ittenden, en Armonk ,  Nueva Yor k,  pore jemplo, ha  puesto en  pr áctica un  pr ogr ama  para que un r educidogru po de estudiantes, ayudados de un  prof esor-orientador , repasenuna guía de discusión  basada en un índice so br e temas im portantes

 para la ex periencia de los estudiantes. Además, O'R ourk e 0990) des-cribe una var iedad de métodos y r ecur sos ( por e jemplo, el teatro,

 juego de r ol , la escritura de un diario) para que conse jeros y pr of eso-r es los utilicen de for ma conjunta con los  pr eadolescentes, ayudán-doles así a expr esar se y a explor ar temas contr overtidos .

 .  Salas-hogar

Fortalecer el pa peld el  profesor de la sa la-hogar contri buye a cr ear unam biente de af ecto y una sensación de hogar en la escuela secunda-r ia (McPartland et al . , 1 987 ; K efford, 1 981) . La función del  profesor dela sala-hogar no suele ser la de fomentar el desarr ollo  per sonal ysocial de los estudiantes. Buena  parte del tiempo transcurrido en lasala-hogar se consume con fr ecuencia en tar eas de administr ación,r ellenar formularios, tr ansmitir inf or mación y mensa jes, y dar -charlas-de carácter gener al ,  poco estructuradas (Blackburn, 1 975). Las nece-sidades de desarr ollo per sonal y social de los preadolescentes no hansido tradicionalmente una de las prioridades del profesor de la sala-hogar . El fortalecimiento de la figura del profesor de la sala-hogar noconsiste simplemente en proporcionarle más tiempo. Encontrar algo

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U NA EDUCACIÓN PAR A EL CAMBIO

con lo que llenar el tiempo en un  periodo de sala-hogar  puede con-vertír se en un  problema, a menos que se desarrollen unos o bjetivosclar os en sus tar eas (Baldwin y Wells, 1 981 ; Button, 1981 ; Hargreaveset al . , 1 988) .

Un -curr ículum- de sala-hogar centr ado en las necesidades dedesarr ollo  per sona l y socia l de los  preadolescentes, en un contextodeterm inado  por gru pos de a poyo, es una forma de utilizar el tiem- po de la sa la-hogar de modo constructivo. En Estados Unidos, S im-mons y Blyth (1987) argumentan que una for ma de r efor zar la autoes-tima consiste en ayudar a los estudiantes a conseguir el r econoci-miento  por  parte de sus compañeros, y en ofrecerles un r efuerzosocia l. En Gr an Br etaña se ha lanzado comercialmente toda una gamade sofisticados  progr amas de -tutoria-  par a su uso en la sala-hogar .Ta les  pr ogr amas dedican una cantidad considerable del tr a ba jo acti-vo y coo per ativo de gru po en horario de sala-hogar a l desarr ollo de.

habilidades y actitudes genéricas, y de otra índole, como las re lativasa la capacidad de sa ber escuchar , lider azgo y confianza. Tambiéna bordan cuestiones es pecíficas de la escuela, como la intimidación olos deber es a r eal izar en casa, y tr atan además otr os temas socia les, por e jem plo, los ester eotipos de raza y géner o (Button, 1 981 ; Harn- blin, 1978; Ba ldwin y Wells, 1981 ). L as va lor aciones críticas de estos progr amas han sido ampliamente  positivas (Bolan y Medlock , 1985).

 No o bstante, los  prof esor es de asignatur as  pueden sentir se angustia-dos y amenazados cuando se les exige tratar mater ias con las que noestán fam i l iarizados (como,  por e jemplo, ha blar so br e intimidación),

en formas que  pueden a partar se del estilo que utilizan ha bitualmen-te en su aula. Por estas r azones, no sería  prudente instituir tales  pr o-gramas de sala -hogar sin que antes se llegaran a establecer compr o-m isos sustancia les con el  pr of esor ado en lo que r es pecta a su desa -r rollo  pr of esional ( ibid.).

 Actividades extr acurri cular es

Las actividades extr acurr icular es ofr ecen oportunidades  par a que laescuela y los  pr ofesor es  pr esten la de bida atención al alumnado. Elambiente a menudo informa l que caracteriza estos entornos  pro por-ciona, tanto a estudiantes como a  prof esor es, la o portunidad de inte-r actuar sin una r efer encia constante a la  jerarquía ha bitua l que suelecar acterizar el am biente de la relación estudiante- pr of esor . E l hecho de

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5. ATENCIÓN Y APOYO

que tanto uno como otro puedan  partici par en tareas que compartenun  propósito común (la conf ección de un  periódico escolar ,  por e jem-

 plo), también contribuye a formar entr e ellos una alianza a menudoimposible de conseguir en las actividades r ealizadas en el aula.

Los estudiantes quizá tengan sus  pr o pias ideas acerca del modo enque esa atención que es per an r eci bir en la escuela de be manifestar-se. En un am biente de escuela multi é tnica, . por ejemplo, los estu-diantes se mostr aron convencidos de que los  pr of esor es  podíandemostrar su atención de dos formas (R yan, 1 994). L a primer a, esfor-zándose continuamente en su enseñanza. L os estudiantes tenían laimpr esión de que los  profesores que invertían tiempo y esfuer zo ensus lecciones lo hacían, en  parte,  porque se  pr eocupaban  por susestudiantes, al igual que los  pr ofesor es que se tomaban tiempo  par aconocerlos  per sonalmente. Para los  prof esor es, el me jor momento

 par a mostr ar esa atención a sus alumnos er a antes y des pués de quesonar a el timbr e. En los  pasil los, a la hora del almuerzo, en la caf e-ter ía, en los  pocos minutos que  pasaban en el aula antes de que seiniciar a la lección formal y des pués de que ésta terminara , los pr ofe-sores dis ponían de oportunidades  para interactuar con los estudian-tes de modo más informal. Estos momentos, sin embargo, son fuga-ces y, en muchos casos, los profesores se resienten por la presión queles su pone la obligación de supervisar a los estudiantes y asegur ar sede que éstos se ada pten a ciertas normas de comportamiento. Los pr ofesor es sostienen que las mejor es oportunidades  para conocer a

los estudiantes se dan en las actividades extr acurricular es . Aunque es posible que dur ante las mismas los  prof esores todavía tengan quecumplir con algunos de beres de su pervisión, el hecho de que tantoellos como los estudiantes se encuentr en mutuamente im plicados- enactividades comunes, actúa en favor de esta relación de natur alezahabitualmente diferenciada. Tanto el  pr ofesor como el estudiante. dis- ponen también de mucho más tiempo  par a interactuar y conocerse eluno al otro en estas situaciones.

 Relaciones con la comunidad

El Gru po de Trabajo sobre la Educación en la Pr eadolescencia def ien-de la implicación del adolescente en un servicio a la comunidad, que pueda desarrollar se dentro o fuer a de la escuela, como otra forma deaumentar su autoestima (TFEYA, 1989) . Este ti po de servicio es un

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UNA EDUCACIÓN PARA E L CAMB JO

modo de ayudar a los adolescentes a avanzar en su camino hacia laindependencia ampliando su experiencia de apr endiza je fuera de laescuela. Son muchos los autor es que ven a la comunidad, en gener al,

no simplemente como un r ecur so  para fomentar el apr endiza je , sinotambién como una fuente de vinculación, conexión y motivación enla vida de los estudiantes (Marx y Gr ieve , 1 988). L awton et al . (1 988)resaltan la im portancia de es tablecer fuertes vínculos entr e la co-munidad y la escuela, como medio de asegur ar la efectividad deambas. Ha r greaves (1 982) ar gumenta que. la cr eación de la escuelacomunitaria  puede ser el vehículo  par a llenar el vacío existente entr eel hogar y la escuela, especialmente en aquellos casos en los que elaula de la escuela comunitar ia contenga gente de diver sas edades eintereses, que ayudan a descomponer la cuidadosa gr adación  por eda-des actualmente existente en la mayor ía de las escuelas secundar ias .

Cheng y Ziegler (1986) animan a los administr ador es a mostr arseaccesibles a los estudiantes y a sus  padr es , y a cr ear o portunidadesque estimulen las r elaciones socia les de carácter inf or mal entr e el  per-sona l de la escuela , los estudiantes y los  padr es . Licata (1987) sugie-re tr es for mas muy específicas de hacerlo: que el dir ector almuer cecon los estudiantes de forma individualizada, un campamento de unasemana de dur ación  par a establecer lazos socia les en la escuela , yunas olimpiadas de educación f ís ica .

Epstein (1988) introduce el conce pto de -escuelas en el centr o- , atr avés del cual las escuelas  pueden  promover la inter acción con lacomunidad de las s iguientes maner as :

• Estimulando r elaciones de ayuda mutua entr e estudiantes y ciu-dadanos adultos.

• Pr opor cionando infor mación a los padres sobre el desarr ollo deladolescente, los  progr amas y o bjetivos escolar es, cómo ayudar alos niños a tener éxito en la escuela, distintos enfoques so br e latarea a desarr ollar como  padres, r ecursos comunitarios para lasfamil ias e invitando a los  padr es a a portar sus conocimientos ala escuela.

• For mando asociaciones con empresarios locales que  per mitan alos estudiantes explor ar las opciones  profesiona les .

Todo esto  plantea una cuestión más gener al : cómo for jar relacio-nes entr e el conjunto de las escuelas, los  padr es y las comunidades ,

con o bjeto de cr ear un contexto de a poyo en el que  puedan desa-

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5 . A TENCIÓN Y A POYO

rrollarse las relaciones entre los estudiantes y sus comunidades. Lasrelaciones con la comunidad son exce pcionalmente importantes, a pesar de que, con frecuencia, son tratadas con superficialidad. Har-greaves (en prensa) describe cuatro modelos de relaciones entre laescuela y la comunidad:

• Relaciones basadas en el mer cado , cu ya el ección recae en los padres, en las que éstos son clientes y consumidores que pue-den enviar a sus hi jos a la escuela que escojan (Kenway et al . ,1993). Las escuelas y los  padres establecen relaciones individua-les contractuales. Éstas tienden a minimizar otras r elaciones máscolectivas entre escuelas y comunidades (Blackmore, en prensa ;

Wells, 1993) . Además, los padres que influyen so br e la direcciónde la escuela tienden a ser  pequeñas facciones, aunque alta-mente organizadas, de la comunidad más amplia, compuesta  poruna población blanca, articulada,  bien organizada y de clasemedia que no representa en modo alguno los intereses de clien-telas más amplias (Delhi, 1994 ; Wells , 1993).

• Relaciones de gest ión , según las cuales las escuelas son organi-zaciones racionales dentro de un sistema descentralizado. -Los

objetivos y  prioridades son establecidos de forma centralizada para su interpretación y  puesta en práctica de manera loca l. Latoma de decisiones es vista como un  proceso lógico en la reso-lución de problemas- (Logan, Sack s y Dem pster , 1 994,  pág. 10).

A la hora de establecer conse jos de padres y conse jos escolar esy planificar el desarrollo escolar, el enfoque de gestión es me joren la tarea de crear comités que en la de construir comunidades.

Influye negativamente en aquellos  padres atípicos, desvía lasenergías de profesores y directores hacia la r es ponsa bilidad  pr o-cedimental antes que per sona l y, hasta el momento, ha obteni-do un beneficio escaso, y en algunos casos nulo, en las  pr ácti-cas de enseñanza y aprendizaje o en los resultados estudianti les(Taylor y Teddlie, 1992 ; Weis, 1 993 ). En este sentido, los conse-

 jos de padres y medidas similares de gestión son, en el mejor delos casos, simplemente -la  punta del iceber g mucho más com- plejo y  poderoso- de las relaciones entre la escuela y la comu-nidad (Fullan, 1996).

• Relaciones personal esentre profes or es y padres que se centran,

en contraste, en el interés  prior itario de los  padr es en la escue-la: el rendimiento y bienestar de sus hi jos. Pocos son los padres

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UNA EDUCACIÓN l' ARA EL CAMJIIO

que esperan ansiosos a que les llegue  por corr eo el nuevo planescolar . Pero se muestran extremadamente impacientes por leerlos informes sobre sus hijos. Lo que importa aquí es la calidadde la información que cir cula entr e la escuela y el hogar , y cuáles el desarrollo de los encuentr os con las familias. Hargreaves(en  prensa) descr ibe un caso, que  podríamos consider ar ejem- plar , de niños, alumnos del grado 8, que dirigieron una veladacon los padr es, mostr ándoles  portafolíos de tr aba jo y realizandoentrevistas con ellos, utilizando su  pro pio modo de ex pr esar se ,

mientr as los  pr ofesores se encar ga ban de supervisar las reunio-nes padres-hi jo, aconse jando, am pliando información ,  prestandoa poyo y haciendo comentarios cuando lo cr eían oportuno.

•  Relaciones cul t ur ales ,  basadas en la cola bor ación sincera entr egrupos de  padr es y otr os miem bros de la comunidad. Las escue-las o btienen más a poyo de las comunidades cuando las hacen partíci pes de los  posi bles  pr oblemas der ivados de la tr ansición,

en lugar de informarles más tar de de las decisiones tomadas  porlos  prof esionales (Ainley, 1 993). Las fr ecuentes relaciones decar ácter informa l que se establecen con miem bros de la comu-nidad funcionan mejor que las ocasionales reuniones  burocráti-cas. En su def ensa de un cam bio que conlleve la inclus ión de principios más feministas de tr a ba jo con los  padr es y la comu-nidad, Henry (1 994) sugiere que -un auténtico contacto causal ouna relación informa l entr e padr es y educador es  pueden ser másimportantes que los acontecimientos for males· ( pág. 18).

Uniendo todas estas  piezas, E pstein (1995) pr opone que tengamosen cuenta y r ealicemos dif er entes tipos de  pr ogr amas a desa rrollarentre la escuela y la comunidad, así como  pautas de im plicación que

 pr omuevan una mayor :

• For mación de los  padr es sobr e el tema , que  permita intr oducirme jor as en el am biente familia r .

• Comunicación  bidir ecciona l entr e el hogar y la escuela.• Apoyo or ganizado de los  padres mediante su cola boración vo-

luntaria como ayudantes de los  pr of esor es.• Apr endizaje en el hogar a tr avés de intervenciones es pecíficas de

tutoría familiar.• Toma de decisiones en las que intervengan los  padres , incluida

la elección de sus  pr opios re pr esentantes.

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5.  ATENCIÓN Y  APOYO

• Coordinación con los servicios de la comunidad, a los que ca bríaañadir formas de integr ar la escuela y servicios comunitar ios enla escuela.

 Apoyo por parte de los compañeros

 No r esulta sor  pr endente que aquellos  progr amas en los que los  pro- pios alumnos ejercen una labor de asesoramiento y · a poyo a sus com- pañeros se estén convirtiendo en  parte integral del esfuerzo globalque llevan a cabo las escuelas  por  brindar una atención adecuada alos  pr eadolescentes. En esta fase de su desarr ollo , los adolescentesconceden un .gr an valor a la r elación con sus compañeros, y acudena ellos en  busca de ayuda (Palomar es y Ba l l , 1980 ; Cheng y Ziegler,1 986; M anning, 1 992). En la evaluación que Gutmann (1985) hizo deuno de estos  pr ogramas, descu brió que éstos tenían éxito a la horade estimular ac titudes favorables crecientes en lo r elativo al tr a ba jo enla escuela y que ayudaban a los estudiantes a enfrentar se con  pro-

 blemas tales como la soledad, la-sexualidad, las citas con miembr osdel sexo opuesto, la familia, las amistades y el trabajo.

Los compañeros  pueden e jer cer un  pa pel im portante en los  progra-mas de transición  para los estudiantes que entr an en la escuela, y a lavez facilitarles la labor . Pueden actuar como comité de  bienvenida orece pción, dirigir asa m bleas, r eci bir formac ión como ayudantes de con-se jer os y mantener entrevistas inicia les con los estudiantes recién llega-dos; también  pueden enseñar técnicas de estudio, ser tutores de suscompañeros y propor cionar un víncu lo  per sonal con la vida interna de

.la escuela . Muchas escuelas que r eciben a estudiantes inmigrantes asig-nan un compañero a cada estudiante  para que le ayude a familiarizarsecon la escuela y tam bién con el idioma. En el  proceso, el compañeroconsejero también apr ende sobr e sí mismo y desarr olla habil idades quevan más allá del  progr ama or dinario. Las venta jas  para la escuela y par aambos grupos de estudiantes  pueden ser signif icativas (Bowan, 1986) .

 Educación para la elección de profesión

Los  preadolescentes de nuestra s escuelas actuales e jer cer án por términomedio cinco prof esiones dif erentes a lo lar go de su vida; La mayoría delos trabajos que desempeñarán ni siquiera existen en la actualidad. Ya

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UNA RDUCACION PARA E L CAMBIO

no hay puestos de traba jo en los cuales  personas sin educación ni unacualificación adecuada  puedan desarr ol lar una vida laboral satisfactoria .La salud social y económica y la riqueza de las naciones dependen dela futura pr oductividad de estos  jóvenes.  No es extraño  pues que la edu-cación y la orientación en la elección de una  prof esión sean funda-mentales en la educación de los pr eadolescentes de nuestr o tiempo. L os

 preadolescentes necesitan clarificar su pr o pio concepto de sí mismos ytraducir su com prensión en té rminos laborales ; necesitan adquirir unconocimiento de los  puestos de tr aba jo que  permitan esta interpreta-ción, y explorar diver sos autoconceptos vocacionales  para ser cons-cientes de hasta qué  punto enca jan en el los. A medida que los  pr eado-lescentes van madurando, adquieren tam bién madurez vocacional , queconsiste en una vis ión más dif er enciada del mundo la boral y una mayorca pacidad  para com pr ender y desarr ol lar diversos pr ocesos y conce ptosr elacionados con la carrer a  pr of esiona l . Una inf ormac ión r elevante yaccesible es esencia l  para que tomen decis iones educativas Inteligentesque eviten descartar  pr ematuramente o pciones  prof esionales futuras .

La autoevaluación y la ex plor ación de la carr era la bor al constituyen parte de un  pr oceso recurr ente que exige  pr estar una esmer ada aten-ción a la elección  prof esiona l y a las ha bilidades asociadas a ella ,como  parte integr a l del currículum  pr o pio de las edades compr endi-das entre los 1 2 y los 1 4 años. E l curr ícu lum de la educación  prof e-siona l se ale ja de  progr amas añadidos o inde pendientes y tiende haciala integración de las materias que contengan inf or mación so br e las dis-tintas  prof esiones , así como hacia el desarr ollo de ha bil idades socialesy or ganizativas clave  par a la for mación la bor al (Levi y Ziegler , 1 991).Este cam bio tiene una serie de im plicaciones, que se tr aducen en:

• Pr ogramas educativos  basados en la práctica , que brindan o portu-nidades más tempr anas y amplias de examinar muchas o pciones.

• Una atención especial a las mujeres  jóvenes , estimulándolas a pensar de forma más a bierta y no de un modo ester eotipado.

• L a debida atención a los diver sos antecedentes cultur a les: rur a-les , de  po br eza , multicultur ales, de  pueblos nativos o indígenas.

• Conse jer os-orientador es y prof esor es que hayan r eci bido una for-mación adecuada so br e las distintas tendencias laborales dentr o deun mer cado la boral cam biante, en el que todos los docentes seanex pertos en carreras  pr of esionales r elacionadas con su campo.

• Inf or mación labor al incluida en cada una de las materias delcurrículum.

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5 . A TENC IÓN Y A POYO

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• La ace ptación de que la mayor ía de estudiantes no as isten a launiversidad.

La bi bliogr afía a porta e jemplos inter esantes de currículos educati-vos so bre carreras  profesiona les, que  per miten la im plicación activade los estudiantes en el mundo que se extiende fuera de la escuela.

L os  programas de educación coo per ativa, la  proyección del tr a ba jo ylas visitas al  puesto de tr a ba jo se están convirtiendo en una  parteimportante de la escolar ización. Sin em bar go, con demasiada fr e-cuencia, sólo disfrutan de ellas aquellos estudiantes que hayan esco-gido asignatur as de car ácter  prof esional ,  por la su posición de que losestudiantes -acadé rnícos- necesitan concentrarse en sus cur sos regu-lar es  para conseguir su acceso a la univer sidad. Las r elaciones entr ela escuela y el mundo la boral son impor tantes  para todos los  pr ea-dolescentes, como vehículo  par a el desarr ollo de habilidades y acti-tudes a propiadas, al tiem po que les  permite familiar iza r se con lasalternativas  pr of esionales (Green ber g y Hunter , 1982; Gould, 1981).

 Apoyo académico

L a diver sidad evidente entr e los  pr eadolescentes tiene como resu lta-do, inevitablemente, que algunos de ellos aprendan más lentamenteque otr os. Las escuelas y  pr ofesor es tienen que or ganizar y ofr ecerclases de a poyo  par a asegur arse el éxito de todos los estudiantes ,incluidos aquellos que corr en el riesgo de sufrir un fracaso académi-co o aquellos otr os que necesitan ayuda de for ma r egular . El apoyoacadémico  puede  pro por cionar se mediante educación es pecial ,  pr o-gr amas de r ecu peración, tutoría de clase,  periodos extr a de enseñan-

, · za , escuelas de verano, tr a ba jo en la comunidad, tutor es comunitariosy mu chos otros enf oques .  No o bstante,  pr ácticamente todos los de ba-tes so br e a poyo académico se centr an en cómo mejor ar y am pliar laenseñanza o las o portunidades  para que los estudiantes  pr actiquensus habilidades. E l Task Force on Education of Young Adolescents(TFE YA)0989) r ecomendó que todas las escuelas medias satisf acie-r an de maner a activa las necesidades de estos estudiantes a tr avés dela enseñanza es pecia lizada,  pr e paración extr a y tiempo adiciona l de-dicado al a pr endiza je.

Los pr ogr amas mentor / conse jero antes descritos r ealizan a menudouna función académica, además de  per sonal. Los  prof esor es que tie-

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L JN A EDUC ACIÓII: P.~ R A EL CAMBIO

nen estas a ptitudes o que sirven como prof esores de aula-hogar  pue-den ser una ayuda inestima ble par a r esolver  problemas académicos y

 preparar a sus estudiantes. Un progr ama inter esante designó un  perio-do de tiempo diario dur ante cuatro días a la semana  para supervisióndel mentor . En este progr ama, los estudiantes  programar on su  pr o piaactividad par a este periodo y o btuvieron la a pro bación de su prof esormentor . L os estudiantes que pr ogr esa ban favora blemente  podían o ptar por asistir a sesiones lectivas ofr ecidas por los  pr ofesor es de la escue-la, o trabajar en  pr oyectos inde pendientes, mientr as que quienes te-nían dificultades reci bían ayuda adicional de los  prof esor es corr es- pondientes (Hale, 1990). Este tiem po  programado  par a la actividadindividualizada no sólo  pr o porciona ba o portunidades rutinar ias dereci bir a poyo académico, sino que tam bién r efor za ba la autoevalua-ción del estudiante, y estimula ba el control  personal de su tiempo.

Una vez más, sin embargo, quedó compro bado que la ayuda espe-cífica de r ecuper ación funciona mejor cuando el aula y el currículumya están diseñados  par a  proporcionar también elevados niveles deapoyo en clase. Este principio se cum ple igualmente cuando nos refe-rimos al a poyo  brindado por la educación especial, en general, dondelos modelos regeneradores, diseñados  para sacar a los niños de laclase,  procurar su recuperación y devolverlos de nuevo a la clase, 'hansido sustituidos gradualmente  por modelos integradores, que propor-cionan apoyo dentr o del contexto de aprendiza je en el que el niñorecibe su clase (Wilson, 1983). Estos modelos integr adores , ya seande asesoramiento o de apoyo educativo especial,  plantean desafíos ala hora de cam biar nuestr as actuales estructuras de escolarización y laforma en que agrupamos a los estudiantes  por edad, dividimos elcurr ículum  por asignatur as, y asignamos a los  pr ofesor es de formaindividualizada a las clases.

REESTRUCTURACIÓN DE LA ESCUELA

El tema de la reor ganización o r eestructuración escolar y la forma delogr arla es tan importante que le dedicamos todo nuestro ca pítulofina l. Per o aquí debemos antici par algunas de las im plicaciones de lar eestructur ación escolar  para  propor cionar un mejor a poyo a l estu-diante. En la bibliogr afía se r ecomienda encarecidamente dos o pcio-nes de reestr uctur ación  para educar a los  preadolescentes.

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5. ATENCIÓN Y APOYO

• Reducir el tamaño de la escuela para cr ear un ambiente más ínti-mo y de mayor apoyo.

• Crear minicomunidades dentro de las escuelas,  por la razónanteriormente citada.

 Reducir el tamaño de la escuela

Un estudio sobr e la transición escolar en la ciudad de Nueva Yor kconstató que algunos de los problemas causados  por la tr ansición te-nían su or igen en las dimensiones desproporcionadas del sistema es-colar y en su rígida estructura  bur ocr ática (Cohen y Shapir o, 1979).Del mismo modo, S immons y Blyth (1987) descubr ieron que el grantamaño de la escuela supone un impacto dir ecto,  pequeño y negati -vo en la autoestima de los estudiantes de grado 7 en los de la escue-la secundaria junior, tanto masculinos como femeninos. El cambio,

 bastante frecuente, de una escuela pequeña e íntima a otra de am- biente menos íntimo, más grande y más heter ogénea , cr ea dificulta-des  para los niños (Walsh, 1995). M cPar tland et al. (1987) infor mar onde que las escuelas  pequeñas , con un per sonal organizado  por clasesindependientes y un funcionamiento basado en equipos inter discipli-nar es, estimulaba r elaciones más  positivas entr e  pr of esor y estudian-te que las escuelas grandes y de partamentalizadas (apoyado  porDavis , 1988; Pinkey, 1 981 ; Johnson, 1 990) . La r evis ión de la  biblio-grafía ef ectuada por Fowler (1992) sobr e el tamaño. de la escuela, puso de r elieve que la s grandes escuelas de secundaria, con unnúmer o de alumnos superior a los 750 ,  parecía e jer cer ef ectos perju-dicia les so br e las actitudes de los estudiantes , su rendimiento y su participación voluntaria .  No o bstante, es preciso puntualizar que estasventa jas  per sonales y socia les se consiguen, en cierta medida, a costade la elección curricular , al ser la gama de programas mucho más res-tringida en las escuelas superior es  pequeñas (Barker, 1 985).

C reaci ón d e mtniescuelas

Aunque quede demostr ado que son me jor es, las escuelas  pequeñasson pr ohibitivamente caras de construir y pueden plantear  problemas para establecer la suficiente diversidad en el  pr ograma. El mismo cli-ma de apoyo ofrecido  por una escuela  pequeña se puede cr ear  por

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UNA EUlJCACIÓN PAR A f. l. CAMBIO

otr os medios. Para reducir la discontinuidad entr e la escuela elemen-ta l y el sistema de partamentalizado de la escuela secundar ia , gr an parte de la  bibliogr afía so br e el tema r ecomienda la creación de

· -escuelas dentr o de las escuelas· (Lak e, 1 988a). Además de pro por-cionar un clima menos imper sona l , esta dis posición  per mite el man-tenim iento de los gru pos de amigos for mados entr e compañer os, loque minimiza otr o de los aspectos de la discontinuidad en la tr ansi-ción escolar OLEA, 1988).

E l Task For ce on Education of Young Adolescents (TFEYA) (1 989),sugier e que los estudiantes sean divididos  por escuelas en grupos de200 a 300 estudiantes, lo cua l a barcar ía una sección tr ansver sal de la po blación esco lar (es decir , antecedentes étnicos y socioeconómicos,niveles de madur ez física , emociona l e intelectual) . Los estudiantesse mantendr ían en el mismo grupo mientr as estén matr iculados en laescuela, y se cr ear ía de ese modo una po blación estable de com pa-ñeros y profesor es. Cada uno de estos -hogar es- o - casas- , como losdenomina el Grupo de Tra bajo, sería supervisado  por un -responsa- ble del hogar - . La escuela es dirigida a su vez por un administradordel edificio (el antiguo director), ayudado  por un comité compuesto por  profesores, administradores, personal de apoyo,  padr es, estu-diantes y representantes de la comunidad (TFEYA , 1 989) . Estos-hogar es-  podrían organizarse anualmente o mantener la mismaestructura durante todo el  periodo que abarque la estancia del estu-diante en la escuela (Simmons y Blyth, 1 987) . Aunque los estudian-tes as istan a la mayor ía de sus clases dentro de su -hogar - ,  puedena bandonarlo  par a asistir a clases de asignaturas es pecializadas, comomúsica, idiomas, ciencias , salud y educación física (Burk e, 1 987) . ElTask For ce on Education of Young Adolescents (TFEYA) (1989)sugier e un mínimo de cinco  pr ofesor es  por cada 1 25 estudiantes(uno  por cada veinticinco estudiantes). Estos  pr of esor es de beríancom partir la r es ponsa bil idad so br e el mismo gru po de estudiantes,

cr eando lazos inter  personales entr e los estudiantes de un mismo edi -ficio, entr e  prof esor es y estudiantes y ,  por qué no, entr e los pr o pios pr of esor es.

Otr as fuentes  bi bliogr áf icas es bozan dif er entes dis posiciones. Enlos pr imer os años de la escuela secundar ia, los estudiantes  puedenser asignados a l mismo gru po de clase y tener los mismos pr of esoresdurante unos cuantos  per iodos de tiem po (Simmons y Blyth, 1 987 ;Cheng y Ziegler , 1 986) . Según este sistema , la estructura escolar enlos años  posterior es  podr ía recor dar aún más a una dis posición

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5. AT !NCIÓN Y APOYO

secundaria tradicional , con departamentos orientados  por asignaturasy hor ar ios individuales para los estudiantes.

Ex isten casos concluyentes de que -las escuelas dentro de las es-cuelas· producen un aumento significativo del rendimiento, una ma-yor r egularidad en la asistencia, menos  pr oblemas de comporta-m iento  y generan satisfacción entre los estudiantes , el  per sonal  y los padr es (Burke, 1987 ; McGanney et al ., 1989; M oon, 1983). Se ha de-mostrado que esta intensa inter acción entr e  profesor  y estudiante me-

 jor a la motivación de este último (Cheng y Ziegler, 1986) . Evans(1 983) investigó la efectividad de las su bescuelas de tr ansición, y lle -gó a la conclusión de que ayudaban a los nuevos estudiantes a inte-gr ar se en la escuela más grande.

Uno de los nueve  principios comunes de Theodor e S izer a losm iembros de  La coalición d e e scuelas esenciales que  puede ser utili-zado como base para una reestructur ación que sa tisfaga sus necesi-dades y situaciones locales, es el pr inci pio de  per sonalización.

La enseñanza y el a pr endizaje deber ían ser personalizados en la mayormedida  posi ble. Con ese fin , el ob jetivo a per seguir ser á el de que ningún profesor tenga más de ochenta estudiantes a su car go (S izer, 1 992).

Hewitt 0994)  perf ila tres modelos difer entes  para r eestructuraruna gran escuela secundar ia que acoja entre 1 500 y 1 800 estudian-tes, con el pr o pósito de crear escuelas dentr o de las escuelas, utilizan-do equipos disciplinares heterogéneos y unos hor ar ios más flexibles.

E scue lasuper ior,

grados 11 , 12

Escue lainfer ior ,

gra dos 9, 1 0

Cada-escuela- tiene

un dir ectora parte

Hogar Hogar A B

grados 9-12 grados 9-1 2

Hogar Hogare D

gr ados 9-12 grados 9-12

Cada -hogar - esdir igido por un

asistente o v iccdir ectoro  jef e de de partamento.

Grado 12 Esrudiantesde la familia F F F

Grado 11 Familia F F F

Grado 10 Familia F F F

Grado 9 Familia F F F

Cada grupo fam i l iarde 100 estudiantes

es dirig ido  por un equi pode  pr of esor es

· En una selección de casos , minuciosamente explicados, de escue-las r eestructuradas r eunida  por Lie ber man 0995 ), encontr amos vivasdescripciones del as pecto que  pueden ofr ecer estos modelos a bstrac-tos en la vida cotidiana de las escuelas. Whitfor d y Gaus (1995) des-

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UNA EDUCACIÓN PARA El CAMBIO

cr i ben,  por e jemplo, una escuela elemental cuya estru ctur a  pasó deseguir - la tr adicional dirección de arriba aba jo , en un ambiente estric-to y ordenado,  puntuaciones en las prue bas r azona bles y un  per sonalex perirnentado- , con  profesores que tr a baja ban en aulas inde pendien-tes , siguiendo guías curricular es deta lladas y ho jas de traba jo prácticor e partidas diariamente, a ado ptar las siguientes dis posiciones:

L a or ganización gira ahora alr ededor de tres equipos heter ogéneos  pri-marios y dos inter medios de distintas edades, que com pr enden entr e 88 y120 estudiantes y de cuatr o a cinco docentes . En los equi pos  primarios seencuentran los niños cuyas edades los situar ían tr adicionalmente en los gr a-dos K-3 ; los equi pos intermedios están com puestos  por aquel los estudiantesque en otr o tiempo estuv ieron agrupados en los gr ados 4 y 5 . Gener almente ,los niños se mantienen en un equi po  pr imario durante cuatr o años , y en unequi po intermedio durante los dos años siguientes. Uno de los r esultados deesta distribución no gr aduada de los niños es la eliminación de la repeticiónanual, más conocida como -fr acaso en un gr ado- . En su lugar , los niñoscuentan con  periodos de tiempo más  prolongados  par a desarr ollarse ydemostr ar las habilidades necesarias que les  per mitirán  progr esar desde el

 pr ograma primario a l inter medio, y de éste a la escuela media.

En estos equipos , los docentes hacen agrupamientos flexibles , es decir ,organizan a los estudiantes siguiendo distintos criterios, no sólo a tendiendoa las habilidades demostradas. Al no depender exclusivamente del agrupa-miento por ha bilidades , los estudiantes disponen de o portunidades  par a tra-

 bajar ,  jugar y a prender con muchos compañeros dif er entes.

Los adultos que tr a bajan en el edificio también ado ptan nuevos modosde interacción. Los pr of esores que pertenecen a l mismo equipo tienen asig-nado un tiempo de  planificación común diar io. También envían r epresen-tantes al comité de gestión  participativa de la escuela .

 A  pesar de que este e jemplo ha sido extr aído del ám bito de losgr ados elementales e intermedios, los  princi pios de r eestructuración,que  posibilitan a los pequeños equipos de  per sona l docente traba jarcon cohortes de estudiantes de formas más tr ansver salmente discipli-nar es, son muy similar es a los def endidos  para las escuelas secunda-rias. E stos  pr incipios  básicos son:

• Que los estudiantes se conozcan me jor entr e ellos. Ex perimen-ten la sensación de comunidad y tr abajen mejor como equipo.

• Que los estudiantes conozcan me jor a los  prof esor es. Esta blez-can una relación de confianza con ellos más r á pidamente y sesientan más cómodos en clase .

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5.  ATENCIÓN Y  APOYO

• Que los profesores conozcan mejor a los estudiantes. Puedanatenderlos de manera más adecuada,  planificar y personalizar suaprendizaje con mayor efectividad, y valorar e informar sobre su progreso de modo más sustancial.

• Que los  profesor es se conozcan me jor entre ellos . Se ofrezcana poyo moral mutuo,  planifiquen en común los progr amas  paralos estudiantes, y compartan ideas y  per cepciones acer ca de lostemas que afectan a estudiantes concr etos, así como en lo relati-vo al materia l académico.

• Que el programa se haga menos fr agmentado, más coherente yse ada pte más a las necesidades de los estudiantes, a quienes los

 pr of esor es llegan a conocer en profundidad.

Este ti po de reestructuraciones en la or ganización de la escuelasuperior para ofr ecer una me jor atención y apoyo a los estudiantes .

(así como al curr ículum y la evaluación) r esultan muy esper anzado-ras. Aunque tampoco son  perfectas y quienes las desarrollen tendránque afr ontar los  pr o blemas todavía vigentes .

Uno de estos  pr o blemas es el de mantener una r elación efectivacon las escuelas de donde  proceden los estudiantes. Según informóla Inner London Education Authority (1 988), en Inglaterr a, dondeexisten varios -hogar es- , agrupamientos o cohortes en una escuelasecundaria, no siempr e hay un  profesor con el que sus homónimosde las escuelas  primaria/elemental o secundar ia  junior  puedan esta-

 blecer una conexión. En consecuenc ia , es indispensa ble  procurar unaatención esmerada a las escuelas r eestructur adas,  para esta blecer ymantener claras dis pos iciones que facil iten una r elación con las es-cuelas de donde  proceden los estudiantes .

Un segundo  pro blema sur gió en nuestr a  pro pia evaluación de lasescuelas que tr ataban de establecer agrupamientos nuclear es de estu-diantes en miniescuelas o subescuelas en el gr ado 9 . Var ias de las es-cuelas que estudiamos ha bían situado a los estudiantes del gr ado 9en gr upos heterogéneos de habilidades que seguían un currículumcomún, su pervisados por un pequeño grupo de  prof esores . Los  pro-f esor es se mostraron sa tisf echos con esa r eforma. R educía el númerode estudiantes con los que entr a ban en contacto, y eso les  per mitíaconocerlos me jor , atenderlos con mayor ef ectividad,  planificar defor ma más apropiada su propio tr a ba jo, y evaluar e infor mar sobr e su progr eso de un modo más s ignificativo y amplio. Estos descubrimien-tos enca jan con la bi bliogr af ía existente so br e el tema.

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UNA EDUCACJÓN PARA E L CAMBIO

La mayoría de los estudiantes, sin embargo, veían las cosas demodo muy diferente. Se sentían condenados a repetir una experien-cia similar a la que ya ha bían vivido en el grado 8, y tenían la sensa-ción de que se les nega ba las o portunidades  para afr ontar un desafíomayor, se les r educía el mar gen de elección y se resta ba así impor-tancia al rito de tr ansición que, según cr eían, era la característica  prin-cipal de la escuela secundaria. Alegaron sentir se cansados de ver - la smismas caras de siernpr e- . Una r es puesta dada durante una entr evis-ta r esume las  per cepciones de muchos estudiantes:

 E ntr evistad or : ¿Te gusta la idea de  permanecer dur ante todo el año conel gru po?

 Estud iante: En r ealidad, no,  porque no se conoce a gente nueva.Quiero decir que  por muy agradables que sean, unotiene que quedar se con ellos durante todo el año y laverdad es que uno se acaba cansando de ver a la mismagente al cabo de un tiempo, ya sabe. Si se cambia declase y se conoce a gente diferente, se amplían horizon-tes , se conoce a gente nueva y tienes la posibilidad deaprender con otros y ver cómo aprenden ellos, ¿sabe?Porque si , como pasa en nuestra clase, nos sientan conun compañero, estás casi siem pr e con esa misma perso-na (Hargreaves et al ., 1993,  pág. 109) .

Estas res puestas son saludables. Definen a los estudiantes como poderosos  protector es del pasado, que desean conservar las diferen-cias tr adicionales entre escuelas elementales y secundarias y mante-ner las  pautas de la vida en el aula, con las que están familiarizadosy que, de hecho, están acostumbr ados a gobernar y mani pular(Rudduck , 1 991) . E l cambio constituye un  pr o blema tanto  para alum-nos como  par a  prof esor es, lo que indica la necesidad de implicar alos estudiantes en la fase inicial de cualquier innovación . . Al mismotiempo, es  posible que muchas de las r eformas empr endidas enescuelas  pequeñas no hayan conseguido todavía un equilibrio  per -f ecto entr e comunidad y monotoní a. El desafío que queda  por a bor-dar aquí es el de cr ear una ex periencia común e integrada  para los

 pr eadolescentes que a la vez les  preste la atención de bida  par a con-trarr estar los  pro blemas tr adicionales de fr agmentaci ó n e impersona-lidad que  pr esenta la escolarización secundaria . Y al mismo tiempoincorpor e elementos suficientes de elección y diver sidad, e introduz-ca los cam bios y desafíos necesarios en el programa y en las estrate-

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5 . ATENCIÓN Y APOYO

gias de enseñanza y aprendiza je,  para tr ansmitir a los estudiantes lasensación de que han progr esado de forma sustancia l desde los últi-mos años de la escuela primar ia .

CONCLUSIÓN

Una de las r efor mas fundamentales que necesita la educación secun-daria es la de logr ar que las escuelas se conviertan en comunidadesque  propor cionen atención y apoyo a la gente  joven. Tradicional-mente, las escuelas superiores grandes o bien han descuidado estasnecesidades , o bien las han canalizado hacia sistemas es pecializadosde orientación y atención  pastor a l , que dejan intacto el sistema aca-démico y las pautas prevalecientes de apr endiza je en el aula, que dis-

 ponen de poco tiem po  para cu brir las necesidades  personales de lamayoría de los estudiantes, y que tienden a reaccionar de forma exa-gerada a los  pro blemas que  pr esentan una minor ía (mediante siste-mas de castigo, tera pia o normas de comportamiento). Algunas inno-vaciones es pecíficas, como la adscripción de un mentor o el a pren-dizaje asistido por compañeros,  pueden contrarrestar estas tendenciashasta un cierto  punto,  per o J o que más importa en definitiva es laatención que el alumno r eci be en el aula y las r elaciones cotidianasentr e prof esor es y estudiantes. Atender estas necesidades exige unareestructuración fundamental de la vida en la escuela superior , que

 per mita a los profesor es de aula de los  preadolescentes conocer yatender me jor a sus estudiantes, y vicever sa. Eso exige un menornúmero de contactos entre prof esores y alumnos, enfoques más inter-disciplinar es y  basados en el trabajo en equipo con r especto a laenseñanza y el aprendizaje, mayor importancia a la figur a del orien-tador cuya labor deber á desar rollar se  principalmente en el aula, y

 pr ofesores de educación es pecial  par a intensificar la integridad, la fle -xi bilidad y los r ecursos humanos de los equipos, así como una mayor participación en las aulas de per sonal no estrictamente docente :  pro-fesorado en formación inicial , adultos de la comunidad y estudiantesmayor es que r ealicen tar eas de a prendiza je asistido,  para conseguirque los equi pos sean  pr oductivos y via bles.

Una vez que se apr ecie la necesidad de estas medidas de rees-tructuración, la atención y el a poyo ya no ser án ámbitos indepen-dientes y especializados, que deban ser tr atados con soluciones espe-

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U NA EDUCACIÓN PARA El. CAMllIO

cíficas que de jen incólumes las prioridades académicas  pr evalecien-tes de la escuela. L a atención y el a poyo reper cuten y tienen r amifi-caciones a lo lar go de todo el camino que recorr e el curr ículum y laeva luación en las escuelas secundarias .

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CAPÍTULO 6

Los problemas del currículum

TRES PROBLEMAS DEL CURRÍCULUM

En los capítulos anter iores vimos que lo que en la actualidad muchosconsideran una gran crisis de la educación secundaria es, en muchosaspectos; una crisis de comunidad. L a formada  por los estudiantesque se sienten desvinculados de sus compañeros, de sus profesoresy de sus escuelas. Esta crisis de la educación secundaria también tieneotra vertiente: la crisis del currículum. El currículum de la escuelasecundaria no ha logrado captar o r espetar los intereses de muchosestudiantes, en particular de aquéllos con menor r endimiento acadé-mico. Para demasiados estudiantes, la escuela secundaria r esulta -s í m- plemente aburrida· y se sienten impacientes por abandonarla . Al mar-gen de los desacuerdos existentes so bre la definic ión de -abandono- ,o la manera empleada para calcular el por centaje de estudiantes quedejan los estudios (Lawton et al ., 1 988), una de las razones  principa-les es su insatisfacción res pecto al currículum y la forma en que éstese presenta.

E l estudio de Goodlad (1984) so bre 525 aulas de escuelas secun-darias en Estados Unidos , r eveló que una clase típica consta ba de unafranja lectiva que se hallaba generalmente dividida en cinco activida-des:  prepar ación para las tareas, ex plicación/exposición/lectura envoz alta por parte del  pr ofesor , análisis, e jercicios y realización de pruebas. En el estudio que elabor ó  basándose en ocho escuelas de

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

secundaria , Metz (1988) también observó la naturaleza generalizadade las aulas de la escuelas secundarías, con muy  poca variabilidadentre edificios y escenarios de clase, enseñanza secuencial de mate-rias, textos y métodos de enseñanza. El aná lisis histórico de la educa-ción estadounidense realizado  por Cuban (1984) muestra que, desde

 princi pios de siglo, las escuelas secundar ias se han mantenido esen-cialmente sin alteraciones en aspectos tales como la duración de los

 períodos de clase, la duración del  progr ama y la es pecialización delas asignaturas. Descubrió que incluso elementos como la dis posicióndel mobiliario, el criterio seguido para la agrupación de estudiantes ylos límites de movilidad física impuestos a éstos dentr o de la claseha bían ex perimentado muy  pocos cambios.  A las escuelas del primertr amo de la secundaria no les han ido las cosas mucho mejor . En suestudio de doce escuelas de este tipo de Estados Unidos, Tye (1985)llega a la conclusión de que:

Según los infor mes de estudiantes y  profesores y los datos o btenidosf ruto de la observación, los estudiantes del primer ciclo de la escuela secun-daria , en todas las asignaturas de nues tra selección ,  pasaban gran  parte deltiem po transcurr ido en clase escuchando al  profesor . Además de ésta , queer a la actividad más común, contestaban por escrito a infinidad de  pregun-tas  y se sometían a menudo a  prue bas o exámenes. Dedica ban muchomenos tiempo a r edactar traba jos, leer o  participar en debates . En r esumen,la mayor  parte de su apr endizaje cons i stía en actividades pasivas y tradicio-na les .  No ex istían actividades como la s imulación o el  juego de roles.

Para David Hargr eaves (1982), el ef ecto acumulativo de este tipode ex periencias es similar al que  pr oduce ver sin descanso viejos pro-gr amas de televisión, o r e posiciones. Tye (1985) hace la misma com-

 par ación  pero  poniendo como ejemplo las películas intermina bles deAndy Warhol , incr eíblemente tediosas, que r elatan acontecimientos

 banales, como un corte de pelo, cori planos  prolongados de detallesnada ins pirador es. Tye llega a la conclusión de que  buena  parte dela vida en el pr imer ciclo de la escuela secundar ia tiene ese valor par ael estudiante, y que un típico periodo de seis días es como una  pelí-cula interminable que dura 330 minutos.

Dado este contexto,  podemos empezar a compr ender algunas delas dificultades con las que tropiezan en la escuela secundaria los es-tudiantes con a ptitudes o ca pacidades dif er entes, es pecialmenteaquéllos de  bajo rendimiento o que  pertenecen a grupos de riesgo.

Pero, ¿ significa · eso que sus compañeros -con mayor ca pacidad· se

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6 . LOS PROBLEM AS !)F .L CURR(CULUM

encuentran en una  posición más cómoda o que la  presentación delcurrículum r esulta más interesante y motivadora  para ellos? Cuandoel esrudiante capacitado  pr ogr esa, tendemos a suponer que no hayningún  problema . Y , sin embargo, hay evidencias· de que muchosestudiantes capaces y con  buenos r esultados académicos se sientenigualmente desilusionados con la calidad de su ex periencia escolar .En un amplio estudio so bre las escuelas secundar ias escocesas, Gr ayy sus cola bor ador es (1983)  presentar on un cuestionario a más de4 .000 alumnos de secundaria que ha bían r ealizado su -r eválida-, unexamen de car ácter universitario al que de ben  presentarse hacia elfinal de la escuela secundaria. Se pr eguntó a los estudiantes que ca li -f icaran diez métodos difer entes de estudio o tipos de actividades deenseñanza y a prendiza je,  basándose .en la frecuencia de su a plicaciónen clase y del disf rute que de ellos se ha bía derivado. E l método deesrudio más común fue el de «e jer cicios , e jemplos ela bor ados,  prosas,traducciones- (72%), seguido de -tomar notas en clase, dictado· (60%),-utilizació n de fotoco pias· (49%), y -lectur a- (47%). Los métodos deestudio menos utilizados fueron -activídad pr áctica- (17%), -discusi ó nen clase o en grupo- (14%) y -actividad cr eativa · (12%), a  pesar deque éstos fueron calificados como los métodos con los que más dis-frutaban.

En un estudio longitudinal so br e estudiantes con un buen ex pe-diente académico que ingresaron en la denominada enseñanza  post-obligatoria inglesa (que corr esponder ía a los grados 11-13), Thomas(1984) descu brió que, a  pesar de ha ber sido sometídós a un - preca-lentamíento- antes de afr ontar este cambio de  posición  por  parte desus  profesor es, que les aseguraron que all í encontrarían el estímulointelectual y relaciones tutoriales similar es a las universitarias, la  pr e-sentación del currículum y la estructura del aprendizaje fueron  pr ác-ticamente las mismas que las encontradas en su  paso  por la escuelasecundaria. En gener a l , los  pr of esores se limita ban a dicta r , entr egarhojas de tra bajo y hacer demostr aciones  pr ácticas en el labor atorio.

Muchos de estos  prof esor es er an lo que Thomas denominó -tediosos parlanchines- que lanzaban largos monólogos fr ente a los estudiantesnegándoles al mismo tiem po la  posibilidad de  participar . La autor adescribe cómo, de bido a la ausencia de una  partici pación real , estos

 pr of esor es tr ata ban de gener ar entusiasmo mediante una - partici pa-ción imaginaria-, interrumpiendo su monólogo con r es puestas a  pr e-guntas imaginarias , e insertando frases como: -No, r ealmente, esto escierto-, o ·Sé que ustedes no lo cr eerán,  pero ... - ,

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UNA EDUCACIÓN PARA E L CAMBIO

Entr e los estudiantes que alcanzan unos resultados académicossatisfactorios, la confor midad se confunde fácilmente con el com pr o-miso. E l traba jo dur o se interpreta a menudo como un sustituto delinter és. Y , sin embar go, muchos de estos estudiantes no se s ienten tanentusiasmados como a burridos, indif er entes, a páticos o únicamenteinter esados en hallar la manera de conseguir el título.

Da la im pr esión de que los estudiantes de alto rendimiento en laescuela secundar ia estuvieran motivados no tanto por la calidad de laenseñanza o del mater ial empleado, sino  por el im pulso o necesidadinterior de conseguir el éxito en los estudios, algo que ha quedado

 bien documentado por psicólogos como McClelland (1987). Esta mo-tivación es  pr oducto de los historia les cultur ales de los estudiantes.

Su necesidad de éxito es tan acuciante que se su perpone incluso a unambiente educativo menos productivo. Las escuelas secundarias quecuentan entr e sus alumnos con muchos de estos estudiantes, y quedan  por sentada su ca pacidad de motivación, no son escuelas e jem-

 plar es, ni siquiera ef ectivas. S e limitan a cumplir el ex pediente. SegúnS toll y F ink 0996), este ti po de escuelas

 par ecen  poseer muchas de las cualidades que corr esponder ían a unaescuela efectiva. Por lo gener a l , se hallan situadas en zonas de alto nivel eco-nómico y social, donde los alumnos o btienen a menudo  buenos resultadosa pesar de la  baja calidad de laenseñanza. E l éx ito o btenido en las prue bascom petitivas y otras clasif icaciones basadas más en el logro absoluto que enel -valor añadido- dan a menudo la apar iencia de ef ectividad. Sin embar go,si queremos que las escuelas sean efectivas par a todos los alumnos, tenemosque elevar tanto el techo como el suelo . . . L as escuelas que o bservan sutiem po con  presunción, y no hacen el esfuer zo de preparar a sus alumnos par a el mundo cam biante en el que van a tener que vivir , les están hacien-do un flaco servicio.

L os índices de estudiantes que abandonan los estudios no son máselevados entr e aquéllos con ba ja ca pacidad, sino entr e alumnos conun nivel de inteligencia medio (Lawton et al . , 1 988) . Unos indices dea bandono en aumento, incluso entre estudiantes académicamentemás eficientes (Wehlage y Rutter , 1986), es una señal más que evi-dente de que esta necesidad interior de logro quizá ya no sea sufi-ciente. Los tipos de curr ícula y estrategias de enseñanza que hanconstituido un obstáculo  par a los estudiantes académicamente menos

 brillantes de la escuela secundaria , también  pueden llegar a ser pr o- blemáticas  par a los más  brillantes. Quizá las escuelas secundar ias no

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6 . t o s r a o o t, e · M A s 1 > 1: t, e u R R t e u L u M

consiguen retener a los estudiantes  porque nunca se molestaron enfomentar en ellos un interés auténtico .

En tér minos gener ales, los  pr o blemas con los que a menudo seencuentran las escuelas secundarias y sus currícula cuando intentanhacer  partici par a los estudiantes del com promiso intrínseco con ela prendizaje son tr es. Los describir emos como:

• El  problema de la pertinencia.

• E l  problema de la imaginación.

• El pro blema del desafío.

 El problema de la pertinencia

En un estudio r ealizado en Terranova so bre estudiantes de escuelasecundaria y su experiencia de la misma, la fami l ia y la vida comuni-taria, Gedge (1991) descu brió que los estudiantes  procedentes decomunidades de clase obr era , cuya vida y tr abajo se sustentaban prin-cipalmente en la  pesca, extraían de su experiencia en la escuelasecundaria  bien poca cosa que los animar a o interesara . La vida en elhogar y en el tr a bajo les r esultaba más interesante y gr atif icante.Aunque los padres de estos estudiantes valoraban la educación, enabstr acto, y las oportunidades que -ésta  podía  br indar , sus hi jos nohallaban valor alguno en la educación tal y como la exper imentabanen las rutinas concretas y cotidianas de la escuela . Connell y sus cola-

 bor adores (1982) encontr aron  pautas de pensamiento simi lar es entrelos  jóvenes australianos de clase o brera.

Un descubrimiento interesante del estudio de Gedge fue el hechode que los pr ofesor es calif ica ban a estos estudiantes , tanto en lo rela-tivo a su comportamiento como a su capacidad, con notas inf erioresa las empleadas  por los  propios estudiantes, sus padres y otras  per-sonas de la comunidad que los conocían  bien . De modo similar , enOntar io, Canadá, Karp0988) descubrió que cuando se les pedía a los

 padres,  patr onos y profesoresde los estudiantes que ha bían abando-nado la escuela que los evaluaran en términos de responsabilidad,curiosidad y ambición, sólo sus  profesores lo hacían negativamente.

Algoque quizá fuer a debido a que los profesor es eran estr ictos y crí-ticos, aunque es más proba ble que fuer a el r esultado de observacio-nes concr etas acerca de cómo se com portaban estos  jóvenes en elcontexto de sus escuelas y aulas. Y ésa es una per ce pción importan-

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UXA EDUC ACIÓN P AR A EL C AMBIO

te. Lo que  puede  par ecer un  problema genérico de los estudiantes ysu histor ia l ,  bien  podr ía tratar se de una cuestión muy específica rela-cionada con la res puesta de esos estudiantes a su experiencia de laescolarización secundaria y a su curr ículum. Ta l y como señalan Kingy sus cola boradores (1988), el curr ículum es en buena  parte respon-sa ble de que muchos alumnos dejen sus estudios inacabados. L osestudiantes que -a bandonan- tienen la impr esión de que -lo que estu-dian no merece la  pena ni les inter esa lo suficiente como  para  per -severar en el esfuerzo a la vista de las díf ícultades- (Radwanski , 1987) .

Conocemos este dato  porque así fue como res pondier on los estu-diantes en todos los ámbitos del currículum. Gedge (199 1 ),  por ejem- plo, o bserva que los estudiantes de clase o br er a ob jeto de su estudior es pondían mucho más  positivamente a las clases de inglés, en lasque  partici paban de forma más dinámica aportando su  pr o pia ex pe-r iencia , que a otr os ámbitos del curr ículum. En Australia, Power yCotterell (1981) también constataron que los estudiantes al  pasar a laescuela secundaria se ada ptaban con mayor facilidad al currículum deinglés que a otr as muchas asignaturas.

Las experiencias adversas que tienen los estudiantes del currículumde la escuela secundar ia son, en  parte,  producto de conce pcionesestrechas acer ca de la natura leza de ese curr ícu lum. También se basanen conce pciones no diferenciadas acerca de cómo apr enden los jóve-nes y qué se les exigir á en el mundo del que formarán parte comoadultos. Las r ecientes teorías so br e la inteligencia , y las investigacio-nes llevadas a ca bo  para descr ibir las diferentes formas en las que puede desarr ollarse el proceso de a prendizaje en los  jóvenes han ayu-dado a  poner de manifiesto el carácter r estrictivo de las  pr o puestasque su byace en el curr ículum tradicional . En  Estructur as de la mente,

Gar dner (1983) ha  puesto en entr edicho la noción de que la inteli-gencia es un r asgo fi jo. y unitario. Cuando la inteligencia es conside-r ada singular e inmuta ble, el curr ículum queda configurado de formaesca lonada: a pr endiza je sencillo en los cur sos iniciales y escolariza-ción  para los menos capacitados en los  primer os tramos, a los queseguir án ha bilidades complejas introducidas en los niveles  posterior es par a los más capacitados. Este conce pto de la inteligencia no sólo cla-sifica a los estudiantes, según r egistr os muy determinados y simplistas,sino que tam bién favor ece algunos tipos de conocimiento so bre otr os,dentr o de una  jerarquía de status y valoración (Wolf et al., 1 991 ).

Gardner (1983)  pr o puso una compr ensión más amplia de Jo queconstituía la capacidad de r eflexión y la inteligencia, y reconoció

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6 . L o s r R o s L R M " s o r: L e u R R r e u L U ·M

siete dimensiones independientes de inteligencia que componen lostalentos ·de los seres humanos. La teoría de la existencia de inteli-

. gencias múltiples defiende que todos los que apr enden, indepen-dientemente de edades y grados, elabor an el conocimiento dentr o desu  pro pia y particular estructur a mental (Wolf et al . , 1 991 ) . L os estu-diantes  pueden tener unos aspectos de la inteligencia más desarr o-llados que otr os . Todos los as pectos necesitan ser cultivados si que-remos estimular y acr editar el logro del estudiante. E l reconocimien-to de esta diver sidad de inteligencias y estilos de apr endiza je entr elos estudiantes hace que la  pertinencia sea todavía más cr ítica  par ael apr endizaje.

La  pertinencia también es importante en la  pers pectivas de futurode un mundo que los adolescentes actua les ha bitarán como· adultos .

S i uno de los ob jetivos de la escolarización es el de  pr e parar a losestudiantes  par a su futuro, es necesar io sa lvar la enorme distanciaexistente entr e el conocimiento y las ha bilidades que necesitar án y loque actualmente les  propor cionan las escuelas (Schlechty, 1990). Lacapacidad de antici par las exigencias de ese futuro está en la raíz delmovimiento educativo  basado en los resu ltados, que trata de enlazarlos resultados deseables y mensura bles del aprendizaje con las habi-lidades que necesitarán los alumnos una vez ter minen sus estudios(Spady, 1994) . Esto no significa que el curr ículum debería estar  basa-do, sin cuestionamiento alguno, en las afirmaciones de L a s gr andesempr esas (exager adas a menudo) acer ca de nuestro futuro económi-co y tecnológico. S i las tendencias actuales constituyen un indicadorfiable,  buena  parte de la of erta labor al que es pera a los futuros gr a-duados de la escuela secundaria ser á de semiba ja o ba ja cualificación,en puestos de traba jo temporales e inseguros (A. Har greaves, 1 994 ;

Livingstone, 1 993 ; Bar low y Robertson, 1 994; Lash y Urry, 1 994).  Node bemos so br eestimar las venta jas de la flexi bil idad. Aun así, laso portunidades  par a tener acceso a un tra ba jo más altamente cualifi-cado y flexi ble se ver án incr ementadas a l gar antiza r su acceso a todos

 por igual. Además, una educación que estimule la crítica y la r efle-xión so br e nuestro futuro socia l y tecnológico conducir á a la gente joven a cuestionar , desafiar y ayudar a cr ear su  pr opio futuro.

S i una de las causas de los casos  potenciales de estudiantes queabandonan los estudios es su exposición continua a un currículumacadémico -descafeinado- (Hargr eaves, 1982 ; Adler , 1 982 ; LeCompte,1 987) , fr agmentado y que resu lta  poco atractivo  para los inter eses,entusiasmo, talento y futuro de los estudiantes , es evidente que el

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UNA EDUCACIÓN PAMA EL CAMBIO

 princi pio de  pertinenc ia merece quedar incluido en cualquier  pro-gr ama de reforma curr icular de la escuela secundaria.

 El  problema de la imag inaci ón

Lapertinencia no es el único princi pio importante del a pr endiza je que pasa por alto un curr ículum a biertamente didáctico y académicamen-te descaf einado. En un suger ente análisis de los  princi pios de la  pla-nificación del currículum, Egan (1 988) ar gumenta que la imaginaciónes uno de los elementos más descuidados en la planificación del currí-culum. Según Egan, la imaginación, ha bitualmente situada en los már-genes, consider ada  poco más que un adorno, o confinada a ámbitosconcr etos del currículum, como la enseñanza del idioma o el tea tr o,de ber ía constituir uno de los  pr inci pios centrales en la  planificacióndel curr ículum. Según ar gumenta este autor , el curr ículum de beríaverse, no como un conjunto de ob jetivos que de ben ser cum plidos,sino como un conjunto de histor ias que de ben ser contadas. La narr a-ción, en ef ecto, deber ía hallarse situada en el núcleo mismo de laenseñanza, no en función de la forma que ado pta el  pr of esor a l darsu ex plicación, sino en la for ma de estructur ar la enseñanza .

Egan  justif ica este  punto de vista al o bservar que aquello que amenudo inter esa a la gente  joven no es su mundo inmediato,  _ ni lacomunidad local ni la contam inación de las aguas del lago vecino.

L o que llama más su atención es un mundo imaginario de fantasía,como atestiguará una reflexión momentánea so br e la  po pularidad delos videojuegos o de los  juegos de r ol , como  M az morr as y d r a gones.

 A través de esta atr acción  por el mundo de la imaginación, s iguediciendo Egan, los  jóvenes ca ptan de un modo fundamental lasestructur as gener ales  básicas del  pensamiento, y alcanzan a com-

 pr ender conce ptos como el conflicto entr e el  bien y el ma l , el con-tr aste entr e la luz y la oscuridad, y la estructur a  básica de las  pr o pias-histor ias- como for mas de des pertar un es pectacular inter és  por  pro-

 blemas y conflictos a par entemente irr esolubles que, f ina lmente, que-dan r esueltos.

La im portancia de la narr ación como  pr incipio en la  planificacióndel curr ícu lum, argumenta Egan, estriba en el uso de ese mundo defantasía e imaginación como contenido de estudio, y en la uti l izaciónde las  propiedades  básicas de la narración m isma como una estruc-tura  par a la  planificación. En el  pr imer caso, sugier e este autor , se

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6. LOS PROBLEMAS DEL CUR~[CULUM

 pueden establecer enlaces con lo fantástico, que servirían de puntode partida para el aprendizaje en otros muchos ámbitos distintos alde la enseñanza del idioma materno. Los estudios sociales constitu-yen un ejemplo evidente, pero la ciencia también puede utilizar en

 beneficio propio esta atracción que sienten los jóvenes por lo mara-villoso haciendo uso de la fantasía. La popularidad que ha alcanzadoen todo el mundo el libro de Stephen Hawking (1988) Una breve his-

toria del tiempo ilustra cómo se puede asegurar el interés del público,incluso por los aspectos más esotéricos de la ciencia física, apelandoa la fascinación imaginativa que ejerce en la gente la naturaleza deltiempo. Resulta mucho más gratificante enfocar el tema aparentemen-te mundano de la -luz- en la física mediante discusiones sobre ladimensión del tiempo, o historias de viajes a través del tiempo, quehacer demostraciones con cámaras y prismas. Como punto de parti-da para la enseñanza, la imaginación es uno de nuestros recursos másinfravalorados.

Del mismomodo también se subestima la capacidad para dominarel poder de la imaginación, en la segunda acepción que le da Egan.Como veremos, el currículum se presenta, con excesiva frecuencia,como un hecho, no como un problema. El material curricular equi-vale a unos contenidos que han de cubrirse, sin indicaciones sobrelas posibles incertidumbres que pueda generar. Son prácticamentenulas las sensaciones de conflicto, entusiasmo, anticipación y satis-facción última en el descubrimiento científico, en particular en asig-naturas como las ciencias. Una encuesta efectuada entre profesoresde ciencias de escuelas secundarias indicaba que éstos se veían a símismos fundamentalmente como proveedores de contenidos (Beatonet al., 1988).La encuesta también recogía una gama limitada de estra-tegias de enseñanza y métodos de evaluación.

La argumentación general de Egan no hace sino añadir un segun-do y poderoso ingrediente a los métodos para captar el interés delestudiante por el currículum. L a  pertinencia es el mecanismo que hatenido una repercusión más popular. Pero, según señala Egan, el

 principio de la pertinencia puede degenerar a veces en estudios des-criptivosmediocres o en tediosos temas sobre el propio individuo, lafamiliay la comunidad (véase también Woods, 1993). La imaginaciónes un principio de enseñanza igualmente importante que afecta alcurrículumy que debería tenerse en cuenta en la reforma del mismo.

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMB IO

 El problema del desafio

En un estudio r eal izado en cinco distritos escolar es de Estados Uni-dos, Fir estone y R osenblum (1987) llegaban a la conclusión de quecon frecuencia se hacían -tr atos- entre  prof esores y estudiantes en losque los  primer os se comprometían a exigir niveles académicos  bajosa cambio de disciplina . Los estudios de Cusick (1983) en tres escue-las secundarias estadounidenses reve laban una  pr ol iferación de ofer-tas de cur sos -f áci les-  par a -ayudar - a los estudiantes a cum plir con lasexigencias for males. Mientras tanto, los prof esor es desar rollaban r ela-ciones  persona les más fluidas con los estudiantes que r educían los

 problemas disciplinar es y mantenían a los  jóvenes en la escuela .

Goodlad (1984) y B . Tye (1985) informan de descubr im ientos simila-res . En la investigación sobre la efectiv idad de la escuela , el hecho deque las ex pectativas de los estudiantes, a  pesar de ser ambiciosas,resulten factibles es uno de los factores más citados en la o btenc iónde r esultados académicos  positivos (Purkey y Smith, 1 983 ; Mortimor eet al., 1 988).  A la inver sa , las  ba jas expectativas van asociadas amenudo con resultados negativos.

La ausencia de -reto- es la tercera causa habitual de fracaso en lasescuelas secundar ias a la hora de captar el inter és y la im plicación delos estudiantes. Por reto entendemos lo que en el lengua je cotidianose conoce a menudo  por dominio o maestría. No nos ref er imos amaestr ía en el sentido de -a prendizaje de maestrías· del que hablabaBloom (1971) , y en el que la maestría se identifica con ob jetivos edu-cativos concretos que se es per a que los estudiantes cu br an y alcan-cen. M aestría, en ese sentido, significa en r ealidad únicamente cubriro completar algo.  Nosotros, en cambio,  pref er imos  pensar en algomás afín a la definición dada  por el diccionario: -habilidad evidente,destreza super íor - . L a maestría, aquí, es algo sustancial y significativo,y no simplemente algo a completar . Se tr ata de un  proceso de con-frontación y su peración de importantes desafíos per sonales, el ti po de

 participación que Csikzentrníhalyí (1990) define como -flujo- . E l -f lujo-es un estado de concentración ta l que supone la inmer s ión absolutaen una actividad, y es el ingrediente necesario que gar antiza unaex periencia ó ptima y una calidad de vida. Según Csikzentmihalyi ,

 buena  parte de lo que etiquetamos como -delincuencía  juvenil · vienemotivada  por una necesidad acuciante de tener ex periencias de. . flu]o- , imposibles de vivir llevando una existencia normal. Mantieneque, mientr as un segmento significativo de la sociedad tenga  pocas

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6. LOS PROíll.EMAS DEL CUR~fCULUM

oportunidades de enfrentarse a desafíos significativos, y pocas posi- bilidades de desarrollar las habilidades necesarias para beneficiarsede ellos, es de esperar que la violencia y la delincuencia atraigan aquienes no encuentren su camino hacia actividades de «flujo· máscomplejas.

Este tipo de desafío dentro de la educación secundaria puede apre-ciarse a veces en el ambiente que se .vive fuera de la escuela. Enunarevisión de programas que comprendían experiencias fuera y dentrode la escuela (incluidos programas de educación comunitaria y coo- perativa), Hargreaves et al. (1988) señalan el sentido significativo dedesafío y logro al que se enfrentan muchos estudiantes académica-mente menos capaces cuando escalan la ladera de una montaña o seenfrentan a una crisis en el lugar de trabajo. Estas experiencias condesafíos reales, no artificiales, tienen a menudo efectos espectacular esen la autoestima del estudiante y su actituden la escuela. Por desgra-cia, estos efectos suelen ser de corta duración, ya que la experiencia particular se olvida y, una vez más, se impone la rutina de clase.

Algunas escuelas soslayan estas dificultades intentando que laenseñanza de la escuela se aproxime a los desafíos de la vida r ea l.Woods (1993) utiliza el término -verosimilitud-  para describir estaforma de estimular el desafío entre la gente joven, y documenta casosde lo que denomina -acontecimientos críticos·en la enseñanza y el

· aprendizaje, donde los chicos y chicas sienten que su aprendiza je esestimulante y -real-. En uno de estos casos, una clase emprendió un proyecto de arqueología con un arqueólogo profesional, y conoció el

entusiasmo (y el esfuerzo) que genera el descubrimiento. En otr ocaso, una clase escribe, ilustra y publica su propio libro, que luego escomercializado con éxito en las librerías. Otros trabajos han def endi-do orientaciones similares con respecto a la enseñanza y el apr endi-zaje. Uno de los nueve principios comunes a la Coalición para l as

escuelas esenciales, de Theodore Sizer, por ejemplo, es el del diplo-ma de exposición, que -se concede después de una demostraciónfinal de maestría, llevada a cabo con éxito ... , una exposición de lashabilidades básicas y de los conocimientos adquiridos del progr amade la escuela· (Sizer, 1992). Una selección importante de casos quedescriben escuelas reestructuradas también documenta ejemplos decómo se  puede organizar el aprendizaje de forma que éste resultemás cercano a la -vida real» (Lieberman, 1995).

Sea cual fuere el enfoque adoptado, está claro que el tema clave para las escuelas de secundaria en la reforma del currículum no es

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U~A EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO.

sólo el de crear amplias expectativas en el sentido difuso que defien-den las escuelas eficaces, . sino la manera de  propiciar exper ienciasregular es de · desafío real y significativo en el currículum de los estu-diantes de secundaria.

EL CURRÍCULUM BASADO EN IA ASIGNATURA

Orientación académica de la escuela secundarla

Las iniciativas actuales  para reestructur ar la educación secundaria entodo el mundo sur gen ante la  preocupación de que los estudiantesno estén siendo  pr e parados adecuadamente  par a el mundo labor al o

 par a el nivel exigido en los estudios  postsecundarios. L as univer sida-des, las escuelas univer sitarias y los empr esar ios han · percibido quelos estudiantes que de jan la escuela secundaria no han adquirido losfundamentos necesar ios de a lfa betización, las ha bilidades  básicas ylas -actitudes adecuadas-. Estas  per ce pciones r eflejan en  parte loscambios operados en la  po blación de la escuela secundaria (Barlowy R obertson, 1994). Ahor a existe una gran diver sidad cultur al y lin-güística entr e nuestr os estudiantes. Por e jem plo, en todos los distritosescolar es de la ciudad de Tor onto, se calcula que más del 5 0% de losestudiantes tienen el inglés como segunda lengua. Otr o tema de inte-rés . es el cr eciente númer o de estudiantes que  permanecen en laescuela  por el simple hecho de que se ha r etrasado socialmente suingr eso a tiempo completo en el mer cado la bor al. En consecuencia ,tal y como señala  Noddings (1992 ), lo que antes se enseña ba a unos pocos se enseña ahora a todos. E l curr ículum de élite se ha converti-do ahor a en un currículum estándar . Esta extensión del currículumacadémico no ha br ía tenido lugar de no ha bérsele  pr acticado unaser ie de ajustes, un  proceso que muchos autor es califican de aguadoo descaf einado.

En su estudio a gran escala de la educación secundaria, Gray et al .

(1983) ex plican que este debilitamiento del currículum académico se ha producido, en muchos as pectos, por una buena causa: permitir que elmayor número  posi ble de estudiantes tuvier an acceso a estudios su pe- ·

rior es . El ingreso de un número cada vez mayor de estudiantes en los programas educativos favorece además, el pr opósito de lograr la igual-dad de oportunidades educa tivas. También se ve fomentado  por lo que

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6 . 1.0S PR OBI.r.MAS OEI. CUR R!CULUM

Dor e (1976) ha llamado -credencialismo-,El cr edencialismo se producecuando un número elevado de estudiantes obtiene la calificació n nece-saria  par a ocu par un  puesto de traba jo concreto. Los requisitos  par aconseguir ese  puesto aumentan de forma signif icativa . La búsqueda denotas se hace entonces más frenética, lo que acentúa el énfasis en lascalif icaciones educativas , en un mecanismo similar al del trinquete. Estecr edencial ismo, s in em bar go , no  puede dur ar indefinidamente . L legaun  punto en el que la dif icultad de lograr calificaciones se hace tangrande, que las exigencias del cur so ter minan  por ser abrumador as.

Entonces, lo más  probable es que los estudiantes abandonen física-mente la escuela o se desconecten de el la mentalmente.

· Razones  par a la  per si stencia del curriculum académico

Por deba jo del dominio constante de los curr ícula académicos, hay procesos mucho más  profundos que son los res ponsables de la espe-cialización  por asignatur as , las estructuras de partamenta les y su resis-tencia al cambio en las escuelas secundaria s . Todos estos procesosestán conectados con lo que hemos descrito en el ca pítu lo 3 como - laor ientación académica de las escuelas secundar ias- . En su am plioresumen de los cam bios que han tenido lugar en la educación euro- pea, Wak e et al. (1979) señalan que existe cada vez más la concien-cia de que tanto el contenido actual de la educación secundar ia comola disposición del m ismo han quedado desfasados, o que ya no sonimportantes en el mundo contemporáneo. También o bservan, sinem bargo, que los cambios no se producen con facilidad.

McPartland et al . (1987) hacen refer encia a una -orientaci ó n  pormaterias· en las escuelas secundar ias, a tr avés de la cual los  pr of eso-res se ven a sí mismos como ex pertos en determinadas asignatur as.

Observan que los métodos de enseñanza tienden a seguir un corui -

nuum, desde la -or ientaci ó n del alumno» en el nivel elementa l , hastala -or ientaci ó n  por la materia· en el nive l secundar io. Cor bett et al .

0987) argumentan que la es pecialización  por asignaturas se conside-ra una « norma sagrada· en el nivel secundario. Según sugirió EmileDur kheim 0956) hace muchas décadas, interferir en esas normas

 puede cr ear una sensación de pánico entre los  profesores, que con-sideran lo - sagr ado- incuestionable.

Aunque esta s normas -sagradas- de escolarización  par ecen intem- porales, -natur ales- o -divínas-, en muchos sentidos r esultan sencilla-

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U NA EDUCACIÓN PARA EL CAMBJO

mente arbitrarias, y fueron desarrolladas con otr os  propósitos y enotra época. Sin embargo, cuanto más tiempo  persisten, más intempo-rales  parecen. Se han hecho inamovibles, y constituyen un conjuntode estrategias que guían y limitan nuestras disposiciones de escolari-zación y nuestr os intentos  por cambiarlas. Tyack y Tobin 0994) de-nominan a este fenómeno la gramática de l a escolari z ación.  Argu-

mentan que, al igual que el idioma, la escolarización  posee una gra-mática fundamental. La gramática del idioma determina cómo

 podemos hablar , la gramática de la escolarización cómo  podemoseducar . Cada gramática tiene sus orígenes. Pero, una vez establecida,difícilmente sufren variaciones, y se adaptan muy lentamente al cam- bio. Tyack y Tobin apoyan su afirmación en una investigación cro-nológica de cinco reformas educativas en Estados Unidos. Dos deellas, la escuela  por grados (con su agrupación  por edades) y las uni-dades Carnegie basadas en créditos de curso que han constituido loscr iterios de titulación en la escuela secundaria y el ingreso en la uni-versidad, quedaron institucionalizadas hace décadas y ahor a configu-ran la gramática contemporánea de la escolarización. Otr os tres cam-

 bios educativos, el plan Dalton, la reforma de los Ocho Años y las Es-cuelas Superiores Flexibles, disfrutaron sólo de un éxito temporal omuy localizado,  porque contravinieron la gramática fundamental dela escolarización. En cierto modo, fueron como dialectos locales noestandarizados del cambio, utilizados sólo durante un corto  periodode tiempo o en los márgenes de la vida educativa.

Una serie de factores contribuyen a la solidez y  persistencia deesta -grarná tíca- fundamental en las escuelas de secundar ia , caracteri-zada  por su énfasis en la especialízación y la departamentalizaciónacadémica:

• La selección del profesorado. La formación del  prof esorado parala educación secundaria se halla más orientada hacia la asigna-tura que la recibida  por sus homónimos de educación  primar ia(Book y Freeman, 1986; Lacey, 1977) .

• Id entidad del profesorado. Durante su aprendizaje en la escuelasecundaria, la universidad y otros cursos, los profesores se vin-culan a sus asignaturas, y desarrollan una especie de lealtad ha-cia ellas. Las asignaturas pasan a formar parte importante de suidentidad (Bernstein, 1971; Siskin, 1994). Cuestionar ,  por tanto,su asignatura y la integridad de la misma es como cuestionar-se su  pro pia identidad.

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6 . LOS PROBLEMAS DEL C-URR ICULUM

•  L a t r ayect oria bist orica de las materias. Existe una amplia  biblio-grafía so bre la historia de las distintas materias escolares (como,

 por ejemplo, Tomkins, 1986 ; Goodson, 1988; Goodson y Ball,1985), lo cual revela que las mater ias · escolares cr ean no sólocomunidades intelectuales, sino también comunidades sociales y

 políticas (Hargr eaves, 1 989). En muchos as pectos, las fronter asdisci plinares de la escuela han sido definidas ar  bitr ar iamente. Loque se entiende como asignatur a y como contenido válido  par aesa misma asignatura es algo que cam bia con el tiempo, a medi-da que las dif er entes comunidades y tr adiciones luchan  por con-seguir influencia dentro de la misma (Ball , 1 983). Este procesoha .sido meticulosamente documentado, incluso en el caso deasignatur as como las matemáticas (Cooper , 1985). El m ismo tipode procesos se  ponen de manifiesto en las luchas que existenactualmente entre las dis tintas tendencias de la -liter arura- y dela -comunicacíó n- del cur r ículum de inglés. Con r especto al esta- blecimiento y defensa de las fr onteras que limitan una mater iaescolar, Goodson (1983) describe la ironía que encierr a la cate-gor ía dada a la asignatur a de geogr afía, algo a lo que inic ial-mente se r esistieron los  prof esores de otr as asignaturas , ar gu-mentando que no constituía « una ver dadera asignatur a en símisma - . La geografía se resistió a su 'vez al esta blecimiento  pos-ter ior de otr as asignatur as, como los estudios medioam bientales,esgrimiendo el mismo ar gumento: que no er an -verdaderas asig-naturas-,

En la  práctica, la mayoría de las asignaturas actua les· de laescuela secundaria son un legado que data de  princi pios delsiglo xx, una época en la que los estudiantes de la clase o br er aem pezaban a aprovechar las o portunidades que les  brinda ba laeducación secundaria. Las deli beraciones de 1893 del Comité delos D iez de Estados Unidos, y las Regulaciones Inglesas de laEducación Secundaria de 1 904 , fueron los hitos curricularesclave de la época (Goodson, 1988; Har gr eaves, 1989 ; Tomkins,1 986). E l establecimiento de las unidades Carnegie en la décadade 1920 consolidó la  pr eeminencia de las asignaturas académi-cas en el curr ículum de la educación secundar ia en EstadosU nidos (Tyack y To bin, 1994). Estas def iniciones académicas delcurrículum de secundaria limitaron las as pir aciones de la claseo br er a . L as asignatur as que fuer on conce bidas, desarr oU adas y

esta blecidas , en buena medida,  par a servir a los intereses de las

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IJ NA El)UCACIÓN l'AR A H L CAMU IO

clases media y alta terminaron  por ser consideradas como ladefinición válida del· currículum de secundaria  par a todo el con-

 junto de alumnos. En este sentido, el actual currículum -natural-es, en muchos aspectos, un currículum históricamenteespecífi-co que no satisface las necesidades de todos los estudiantes(Wake et al., 1979).

• Las políticasde departamento . En las escuelas secundarias, las asig-naturas se imparten normalmente  por departamentos.Estos depar-tamentos tienen territorios que defender y r ecursos que proteger.Compiten entre sí por aulas y estanterías, horarios favorables, cate-goría de currículum obligatorio y número de estudiantes(Goodsony Ball, 1 985). También ofrecen salidas  pr ofesionales  para susmiembr os (Siskin y Little, 1995). Los departamentos están alta-mente politizados . Ésta es una de las razones  por las que la inte-gración del currículum y la colaboración del personal a través delos departamentos resulta tan difícil de conseguir en las escuelassecundarias (Hargreaves et al., 1992). Los cambios no sólo ame-nazan las identidad de los profesores, sino también sus intereses .

• El ing r e so del e stud iante en centro s de e stud io s postsecundarios.

Las calificaciones  basadas en las asignaturas pueden -r evertír - en beneficio de losestudiantes en forma de o portunidades  profe-sionales y educativas. Constituyen una especie de -ca pítal cultu-r al· (Har greaves, 1 989). Las universidades son poderosas institu-ciones que abren las  puertas al curr ículum académico de lasescuelas secundarias. Por tanto, el desafío planteado al currícu-lum académico podr ía considerar se una amenaza dir igida tam- bién contra las universidades, e incluso contr a los padr es (ha bi-tualmente más aventa jados), que desean que sus hi jos e hi jasingr esen en esas univer sidades .

•  E l ran god e la asig natur a. E l currículum de la escuela se divide enlo que  podría denominarse ámbitos de conocimiento de -altorango· y de -ba jo rango0 (Young, 1 971). El conocimiento de -altorango· es académico, teórico y, habitualmente, o bligatorio, se leasigna gran cantidad de tiempo, alta  prioridad en los horar ios yr esultaatr activo para muchos estudiantes. El conocimientode - ba jorango· no es académico, s íno más bien práctico, el tiem po que sele asigna es menor , no se le concede la misma prioridad en loshorarios y des pierta inter és en un númer o inf erior de estudiantes.

La dif er encia entr e el conocimientode alto y de ba jo r ango equi-vale a la diferencia existente entr e el r igor y la pertinencia.

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6. !.OS PROBLEM AS DF.l CURR1CULUM

Los pr ofesores, las escuelas y las asociaciones según asignatu-ras son conscientes de las reglas implícitas que apuntalan estasdiferencias en el  prestigio de la asignatura. Tratan de elevar el prestigiode las asignaturasmás favor ecidas, haciéndolas más teó-ricas y académicas . Muchos de los avances que han experimen-tado las asignaturas de educación física y los estudios sobre lafamilia pueden ex plicar se por esta razón (Hargreaves et al . , 1992;Little,1993).  No o bstante, el coste de me jorar el rango de la asig-natura podría ser la pérdida de esa misma pertinencia que cons-tituía el mayor atractivo para los estudiantes con menos or ienta-ción académica. De este modo, vemos que la supremacía de losvalores académicos en las escuelas representa no sólo un desa-rrollo interno de las asignaturas, sino incluso interdisciplinar.

• El curriculum d isciplinar  sobr ecarg ad o. Debido a la solidez delcurrículum académico, que a su vez res palda los intereses de lasasignaturas que lo integr an, cada vez que se solicita de las es-cuelas que asuman nuevos mandatos; como la educación sobreel sida o las drogas, se suele utilizar el currículum como unavie ja estantería familiara la que se añaden continuamente nue-

' vos libros,  pero de la que no se extrae ninguno (Gray et al. ,

1983). Seañaden componentes a la estructura existente,  pero nose altera dicha estructura  para acomodar los cambios, lo que provoca una sobrecar ga que se tr aduce en desorden yfalta decoher encia (Wideen y Pye, 1989).

• El curriculum disciplinar  sobr ecarg ado de cont enid o. El currícu-lum de la escuela secundaria ha sido diseñado para -cubrir - lasasignaturas requeridas, y garantizar que la infor mación es trans-mitida a los estudiantes. En consecuencia , los profesores debentener en cuenta el nivel intelectual medio de la clase a la horade enseñar (Carr oll , 1990). El currículum basado en asignaturastiende a pr o piciar clases más centr adas en el contenido que enel proceso, dirigidas a enseñar asignaturas, no a enseñar a losestudiantes. Los propios documentos del currículumreflejan esteénfasis, según descubrió Pratt (1987) al analizar los contenidosde 100 guías curricular es a pr o badas  por consejos escolares deCanadá. Se ha demostrado que una fuerte orientación de conte-nido en la enseñanza puede tener efectos adver sos sobre la cali-dad de la misma. En un estudio r ealizado para determinar cuálera el concepto de eficacia que prevalecía entre los profesores yla incidencia de éste en el logro de los estudiantes, Ashton y

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UNA EDUCACIÓN PAR A EL CAMBIO

We b b (1 986) descubrieron una fuerte y significativa r elaciónentr e el  ba jo sentido de eficacia de los  pr of esor es (cómo  per ci- bían su capacidad para mejorar el logro de los es tudiantes , almargen de sus historiales  particular es), su  preocupación  porcu br ir el contenido, y su dependencia de métodos de enseñan-za segur os y poco exigentes.

 Impactode la orientación académica

L as asignaturas académicas y la orientación académica de las escue-las secundarias están fuertemente institucionalizadas , tanto históricacomo  políticamente. R eci ben el a poyo de las univer sidades y consti-tuyen para muchas fam ilias y comunidades la -única enseñanza r eal-o -una escuela de ver dad· (Metz, 1988), al tiempo que e jercen un poder oso influjo en el carácter que determina a l con junto de lasescuelas secundarias y su capacidad para ofrecer servicios ef ectivos yapropiados a todos sus estudiantes. No  podemos hablar de err or esinherentes a la enseñanza académica o a las asignatur as académicas ,

y hay en ellas muchas cosas dignas de alabanza,  pero la extensión desu influencia sobr e el curr ículum parece tener una ser ie de conse-cuencias negativas de gran alcance:

• Fa lta de equilibrio, amplitud y coherencia en el currículum ge-neral.

• Tendencia a centra r se en el contenido más que en los métodosde enseñanza o en la exigencia de habilidades  pr ácticas  para elfuturo, lo que afecta de modo desfavor a ble a la ca lidad y diver -sidad de la enseñanza.

• Cr eación de un curr ículum con  ba jo nive l de  pertinencia , que puede r esultar innecesar iamente difícil y desalentador paramuchos estudiantes. ·

• Fragmentación de la experiencia del estudiante, lo que im pideuna continuidad de compromiso con el curr ículum , los  profeso-res e incluso los compañer os.

• Balcanización de las escuelas y departamentos de la educaciónsecundaria , lo que dificulta la la bor de responder como un todoa las influencias y cambios externos, y de establecer temas yobjetivos intercurricular es  por  parte de las escuelas (Har gr eavesy Macmillan, 1 995).

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6. LOS PROBLEMAS DEL CURR !CULUM

Se han diseñado muchas iniciativas de reestructuración para desa-fiar a la «gramática· de la escolarización secundaria, para debilitar eldominio absoluto que el compromiso excesivo con una orientaciónacadémica ha tenido. sobre ella y sobre aquellos estudiantes cuyasnecesidades no han sido cumplidas de forma satisfactoria por el currí-culum académico,  basado en asignaturas . Un vehículo que  posibilita-ría el cambio sería una or ganización distinta del curr ículum que gira-ra alrededor de un núcleo común de contenido, o de un conjuntocomún de resultados de apr endizaje.

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C APÍTULO 7

Resultados e integración

CURRÍCULUM COMÚN Y BÁSICO

Criterios que justifican la cr eaci ón de

uncurrl cul umcomún o basteo

Un curr ículum común o  básico  puede adoptar numer osas formas yser desarr ollado según cr iterios distintos.  No hay una única  justifica -ción. Se han esgrimido muchos argumentos a favor de tal currículum.

Algunos son excluyentes, otros simplemente com plementar ios. Losdifer entes tipos de currícula comunes o básicos que se han desarro-llado suelen ref lejar los criter ios que se han seguido  par a  justificar sucreación. Hemos localizado seis de esos criter ios, utilizados como jus-tificación en diver sas administraciones , que han aconsejado la crea-ción de un curr ícu lum  básico.

 I  gual dad de oportunidades: Esta  justificación es ha bitual en lamayor ía de los  países de Euro pa occidental (Wake et al. , 1979). Laselección o elección  prematura entre cur sos,  puede incidir de mane-ra peligrosa en el a banico de oportunidades futuras que la vida ofre-cer á a los estudiantes. Un currículum común o  básico su pone  par aalgunos de jar a biertas algunas opciones durante el mayor tiempo

 posible, lo que ayudaría a igua lar el número de o portunidades sin dis-tinción de clase, cultur a o sexo (Hargreaves, 1 982 ; !LEA, 1 984 ; Adler ,1982; Boyer, 1983).

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UNA EDUCACIÓN PARA P.L CAMBIO

Calidad educativa: Uno de los o bjetivos de los s istemas escolaresmás a menudo citado es el de conseguir que todos los estudiantesalcancen el nivel  básico de competencia, mediante un grado  particu-lar , de tal modo que  puedan funcionar como ciudadanos de  plenoderecho en una sociedad (Radwanski , 1987 ; Sullivan, 1988; Go biernode Terranova y Labr  ador , 1 989). A estos niveles mínimos de ha bilida-

 pes  básicas suelen adscribírseles elevadas expectativas.Transmisión  y desarrollo de la cultura: Un curr ículum común o

 básico se convierte a veces en un vehículo  para transmitir y desarro-llar valores comunes, conocimientos y otras enseñanzas a las que seles otorga especial importancia en la cultura dominante. Aunque sereconocen las -subculturas-, la necesidad de desarrollar una culturaunificada a través de un currículum común o nuclear, se consideraimprescindible para que la gente pueda convivir de forma armonio-sa y productiva (Barrow, 1979; Lawton, 1975; Williams, 1961).Hargreaves (1982) relaciona los currícula comunes o básicos con eldesarrollo y restauración del sentido de comunidad, y  propone quelos estudios centrados en la comunidad formen parte esencial de losmismos. Griffiths (1 980) insiste en que el r e juvenecimiento de lacohes ión nacional se alcanzar á a través de un curr ículum común onuclear que deber á enseñar se a todos los estudiantes.

 Derecho s educativos: Un currículum común o  bás ico garantiza elacceso a formas fundamentales de conocimiento que  permiten a losestudiantes no sólo alcanzar un nive l mínimo de competencia , sinotambién desarr ollarse  plenamente como seres humanos «bien pre pa-rados-. Aunque este criterio fue un factor decisivo en la r eforma delcurrículum en Gran Br etaña a  principios de la década de 1 980 , fuea bandonado finalmente en favor de o bjetivos más seguros que esti-mulaban la coherencia entre escuelas, la competencia básica en 1 : 1

enseñanza y una atención centrada en los aspectos académicos. Cons-truir un currículum común o básico so bre la base de los derechos edu-cativos supone r econocer diferentes tipos de inteligencia (Gardner ,1983), formas de conocimiento (Hirst, 1975) o ámbitos de experienciaeducativa. En Gran Br etaña, Her M ajesty's Inspector ate (1983 ) perfilóocho ámbitos de experiencia educativa , que fueron: el estético y cr ea-tivo , el lingüístico, el físico, el soc ia l y político , el ético, el matemáti-co, el científico y el es pir itual. Según afirmó el S ervicio de Ins pección,todos los estudiantes de berían tener acceso a estos ámbitos esencialesde ex periencia, como  parte de una educación equilibrada. El CentroAustr aliano de Desarr ollo del Curr ículum, al tratar de establecer la

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7 . RESULTADOS E INTEGRACIÓN

 base par a la cr eación de un currículum  básico, Je designó nueve gr an-des dominios .a tr avés de los cuales se han organizado y repr esenta-do la ex periencia y la comprensión humanas· (Skilbeck , 1 984). Estosdominios fueron: artes y oficios; estudios medioam bientales; habilida-des matemáticas, capacidad de razonamiento y sus a plicaciones; estu-dios sociales, cultur ales y cívicos; educación  par a la salud; métodoscientíf icos y tecnológicos de aprendizaje y sus a plicaciones sociales;comunicación, r azonamiento y acción mor ales, sistemas de valores ycreencias, tr a bajo, ocio y estilo de vida.

 Est imulací ón y reconocimiento del logro: Otr o ar gumento que  jus-tificaría la cr eación de un currículum común o  básico ser ía el de de-sarr ollar un currículum que estimulara, reconociese y recompensaseuna gama de logr os educativos, no sólo académicos,  para aumentaral máximo las  posibi lidades de éxito y motivar a la  po blación estu-diantil. Se aspira con ello a fomentar el logr o estudiantil no sólo refor-zando en un  pequeño número de estudiantes aquellos  puntos del progr ama en los que más flaquean, sino alimentando el éxito a travésdel fortalecimiento de su  propia autoestima. Al reconocer y recom- pensar las capacidades más descuidadas, el currículum común o bási-co  puede desarr ollar la fuerza de voluntad que necesitan los estu-diantes  par a tr a ba jar en aquellos ámbitos que más dificultades lescrean. En su análisis del  pr oblema que suponía el  ba jo rendimientoen las escuelas de secundaria, la Autoridad Educativa de la ciudad deLondres OLEA) (1 984) identif icó cuatro vertientes en el logro:

•  Lo gr o intel ect ual -cognit ivo. Se  pr eocu pa  por el conocimiento- pro posiciona l-, que r esulta fáci l escr i bir , r ecor dar y r elativamen-te sencillo valorar . Tiende a resaltar el conocimiento  por encimade la ha bil idad, y da más importancia a la memorización que lasolución de  pro blemas. Este as pecto del logro a par ece sólida-mente r e pr esentado en el currículum secundar io y es, en mu-chos as pectos, el que  pr evalece.

• L ogro  pr áctico. Se  pr eocupa por la aplicación  pr áctica del cono-cimiento. Es más or al que escrito. A par ece r epr esentado de mo-do más evidente en asignaturas no académicas, . aunque  puedeser desarr ollado en cua lquier  parte del currículum. E l logro  pr ác-tico r esulta más difícil de evaluar , y no cuenta con la misma r ele-vancia en el curr ículum que el conocimiento  proposicional.

•  Lo g ro personal y social. Se pr eocupa  por el desarr ollo de habili-dades tales como la coo per ación, la iniciativa, el lider azgo y la

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U N A f.DUCACIÓN PARA EL CAMBIO

ca pacidad de tr a ba jar en gru po. Aunque este as pecto del logr o pasa generalmente desa percibido, y no recibe estímulo ni r eco-nocimiento a lguno en el aula convencional , ello no im pide quese manif ieste en otros am bientes ajenos a la escuela, como se-r ían las actividades educativas r ealizadas fuer a del centro escolaro el ám bito labor a l. A  pesar de ser habilidades que muchos em-

 pr esarios valoran cada día más, siguen mer eciendo menos con-sider ación en el curr ículum y r esultan más difíciles de va lorar .

• M otivación. Subsume las otras formas de logro y es quizá la másinteresante. Los pr ofesores y las escuelas  presumen que la moti-vación es un aspecto que depende exclusivamente del estudian-te. E l hecho de contar con estudiantes motivados a los que ense-ñar es una simple cuestión de suerte. La motivación suele valo-rarse en función al -esfuerzo- . Muchas escuelas, afirma el comitéde la ILEA,  prestan poca atención a la motivación. Algunas lleganincluso a obviarla. Sin embargo, continúa el comité, la voluntady el compromiso de a pr ender son en sí mismos un logro a desa-r rollar sobr e el que la escuela ostenta una r esponsabilidad . El fra-caso en la consecución de este logr o conducirá  probablemente alfracaso en los tres ámbitos antes nombrados. Uno de los diezresultados de aprendizaje más comunes en el grado 9 en Ontar io,Canadá, e jemplifica este  pr incipio del logro, según el cual losestudiantes de berían - utilizar las ha bilidades del apr endizaje par aaprender con mayor efectivídad-, estableciendo objetivos queincidieran dir ectamente en su apr endizaje, evaluando su  progre-so y reflexionando sobre el  pensamiento propio y ajeno (Minis-terio de Educación y Formación de Ontario, 1995).

Al igual que sucede con el criterio  basado en los der echos educa-tivos, la necesidad de estimular y r econocer el logr o constituye un cri-terio que figur a entre los más destacados a la hor a de  justif ica r la crea-ción de un currículum común, que tendr ía como resultado el desarr o-llo de un currículum am plio, en luga r de uno centrado  principalmenteen un solo ámbito de aprendizaje o aspecto del logro.

 A  poyo a otr os pr opósitos ed ucativos. Esta  justificación tiene comoob jetivo conciliar y asegurar la coherencia entre currículum, va lora-ción, enseñanza y apr endizaje, así como el de apoyar a los estudian-tes. Un cur r ículum común o básico, definido en términos que vanmás a llá de las asignaturas,  puede favor ecer la mejora de otr os aspec-tos de la escolar ización, a l ofrecer la flexi bilidad suficiente para que ·

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7 . RESULTADOS E INTEGR ACIÓN

sufran las necesarias reestructuraciones, mientras que un currículumdepartamentalizado y  basado en las asignaturas, obstaculiza en granmanera esa reestructuración.

Un e jemplo de este  planteamiento en la creación del currículumcomún o  básico y su integración con otros objetivos educativos apa-rece  perfilado en el informe realizado  por un grupo de tr a bajo de laLiga de Escuelas Medias de California (Lake, 1 988b). E l informe reco-mendó que se asignara tiempo dentro del currículum para la incor- poración de cur sos básicos y cur sos ex ploratorios, y se diera cabida aun tipo de enseñanza de carácter independiente que estimular a lacolaboración. Según este grupo de trabajo, tal curr ículum  básico satis-faría las necesidades de los estudiantes de los primeros años de laescuela superior que se hallaran en periodo de transición. L a existen-cia de un - bloque  básico . . de tiempo dentro del curr ículum  permitiríaa los educadores  proporcionar a sus alumnos una tr ansición suave, al :

• Permitir a los alumnos un contacto continuado con uno o dos pr ofesores que acabarían conociéndolos bien y  por tanto po-drían apoyarlos, valorarlos e informar sobre ellos.

• Crear una base de acogida para los estudiantes que mejoraría deforma cuantitativa y cualitativa el apoyo que recibieran.

• Desarrollar en los estudiantes un sentimiento de pertenencia a laescuela, una actitud positiva hacia ella y su propia autoestima.

• Fomentar la cooperación entre los profesores mediante la plani-ficación conjunta del curso, la enseñanza en equipo y un enfo-que interdisciplinar de la enseñanza.

• Asegur ar el tiempo y flexibilidad necesarios  para incr ementar lavariedad de métodos de enseñanza.

• Garantizar a todos los estudiantes el acceso a las mismas expe-r iencias de aprendizaje.

Existen numerosos ejemplos de la forma que ado ptan en la prác-tica los  progr amas de curr ículum or ganizado en  bloques  básicos(véase,  por e jemplo, Lieberman , 1995).  Nuestra va lor ación de los dis-tintos  proyectos  piloto que so bre reestructuración de la escuela sehan llevado a cabo describe casos detallados de organización degrupo  básico, aunque, como ya hemos ex plicado en el capítulo ante-rior , también señala los r iesgos que acarrea esta disposición, al crearmás un sentimiento de monotonía , que de comunidad, si se _ lleva alextremo (Hargreaves et al . , 1993).

1 5 3

 

UNA EDUCACIÓN PARA E L CAMBIO

 Estructura de un currlculum básico

Según Skilbeck (1984) hay tres formas características de interpretar yorganizar un currículum común o nuclear, y son:

• Un conjunto de asignatur as obligatorias o materias recogidas enun determinado  plan de estudios centralizado, que debe ense-ñarse a todos los estudiantes.

• Un conjunto de asignaturas obligatorias o materias determinadas por una escuela, con cursos y actividades obligatorios para todoslos estudiantes.

• Una declaración ampliamente  perfilada del nivel de aprendizajemínimo exigible a los alumnos, definida tanto  por or ganismoscentrales como locales, cuya interpretación corresponderá a lasescuelas.

A éstas añadir íamos una cuarta forma que ha ido a briéndose cami-no de forma imparable en los últimos años:

• Una declar ación (deta llada o amplia) de los · r esultad os de esenivel de a pr endiza je mínimo obligatorio que deben o btener losalumnos, definidos tanto  por or ganismos centr ales como  porlocales , y cuya inter  pr etación corr esponder á a las escuelas .

Par a S kilbeck , la difer encia  princi pa l entr e estas formas de or gani-zar un curr ículum viene determinada  por la capacidad de r esoluciónde las escuelas en la toma de decisiones .  Nuestra  pro pia definiciónadicional señala otra diferencia: el grado de im portancia concedido alos r esultados del apr endiza je (inde pendientemente de cómo se con-s igan), en  perjuicio de los ti pos de o portunidades de apr endiza je a lasque se ver án ex puestos los estudiantes. La segunda definición deSkil beck no  par ece demasiado factible si se toma en serio la necesi -dad de gar antizar el cumplimiento,  por  parte del cur rículum  básico,de los o bjetivos r elativos a der echos educativos y desarr ollo de la cul-tur a de la escuela. Podría  provocar ,  por ejemplo, que algunas escue-las de comunidades  blancas descuidar an sus r esponsa bilidades en loconcerniente al desarr ollo de una comprensión multicultur al (Tr oyna,1 993). De jar la or ganización del cur rículum  básico completamente enmanos de las escuelas  puede conducir f ácilmente a incons istencias ydesigualdades en el logro de r esultados curriculares valorables.

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]. R ESULT ADOS E INTEGR ACIÓN

Las otras tr es definiciones son más factibles en este aspecto. Al revi-sar , evaluar y desarrollar estas definiciones, tendremos en cuenta hastaqué punto satisface cada una de ellas los criterios a seguir par a la ela-

 boración de un curr ículum común o básico, tal como los hemos defi-nido anter iormente. Haciendo una reca pitulación, estos criterios son:

• Igualdad de oportunidades.

• Calidad educativa .

• Cultur a común y comunidad. ·

• Der echos educativos.

• L ogro y motivación.

• Apoyo a otr os  pr o pósitos educativos.

1 . U n currí culum común o básico concebido como un conjunt odeasi g naturas obl i g at orias o mat erias ha sido  planteado en unaserie de  países y  jurisdicciones . En general, consta de las si-guientes características:

• E l currículum común o básico se compone de asignaturas o bli-gatorias, como matemáticas, inglés, ciencias, idioma moderno,

geografía , historia, artes creativas , educación física y tecno-logía (como ocurr e en el curr ículum nacional inglés y galés).

En algunos casos, estas categor ías de materias son definidasde maner a más amplia, aludiendo a términos como humani-dades, bellas artes, ciencias y artes pr ácticas ,  pero siguen a bar -cando las materias tr adiciona les . Este tipo de agrupamientosde categorías deja  poco es pacio en el cur rículum  par a queéste des place su inter és fuera de las materias definidas tr adi-cionalmente (Goodson, 1 994).

• El curr ículum tíende a centrar se en el contenido académico,aunque tam bién  puede desviar liger amente su atención haciaotr as actitudes, ha bilidades y exper iencias.

• Aunque  puede estimular en cierta medida el traba jo inter cu-rricular y la integr ación de las materias, de bido a su inter és

 por cumplir la ex pectativa de que todas las materias desarr o-llen más actitudes y ha bilidades genéricas en los estudiantes,las mater ias y contenidos convencionales tenderán a  predo-minar (Har gr eaves, 1989).

• Los curr ículos comunes o  básicos,  basados en asignaturas, pueden caer en la tentación de llenar el curr ículum  pr escrito

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UNA EDUCACIÓN PARA E L CAMBIO

con contenidos detallados de la asignatura, provocando asíuna sobrecarga  par a los estudiantes, un exceso de trabajo paralos  profesor es y dificultades  para lograr  propósitos educativosque vayan más allá del tr a ba jo  básico que r equiere cubr ir elcurr ículum (Helsby y M cCulloch, 1996) .

• S e considera que los cur sos comunes de cualquier tipo inten-sifican la igualdad de o portunidades ya que todos los alumnos por igual tienen acceso a los mismos materia les y  partici pande las mismas ex per iencias .  No obstante, al definir los comocontenidos es pecíf icos, este currículum quizá resulte demasia-do inflexible  para ada ptar se a los contextos locales y a lasvidas e intereses de dif erentes grupos etnocultur ales y r acia-les. L a historia, la literatur a y otr as materias son especialmen-te  proclives a esta clase de sesgos r aciales y etnocultur ales(Tr oyna, 1 993) .

• Se cr ee que el objetivo de la calidad educa tiva se intenta al-canzar mediante la práctica cada vez más común de adscribirvaloraciones detalladas y estandarizadas a determinados nive-les o -fases clave· del aprendizaje de los alumnos.

• L a cultura y la comunidad son objetivos posibles de conseguiren el currículum común o básico, pero resultan más difícilesde alcanzar sistemáticamente dentro de categorías de materiasespecíficas y separadas que en categorías mucho más ampliasde asignatur as .

• La extensión limitada de la asignatura o de su definición impi-den que este modelo satisfaga varios de los  posi bles  propósi-tos del curr ículum común o básico que hemos revisado antes.La extensión limitada  pone en peligro el cum plimiento de loso bjetivos re lativos a d er echos educativos, como el reconoci-m iento de múlti ples ti pos de inteligencias, o a los d if erent es

aspect os d el l ogro , y a l mismo tiem po resulta un obstáculo a lahor a de cr ear la coher encia y flexi bilidad necesar ias para a po-yar otros  pr opósitos educativos que  beneficien a los adoles-

. centes en los ámbitos de evaluación, enseñanza, aprendiza jey orientación.

2. Curriculum común o básico como un perf  il o est ruct ura amplia

especificado por organismos tanto cent rales como locale s , y defi-

nido por l as escuel as.  Normalmente, tal currículum  plantea lassiguientes car acterísticas:

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7. RESULTADOS E INTf.GR ACIÓN

• E l curr ículum se define atendiendo no al conocimiento de laasignatura , cur sos de estudio o contenido detallado, sino a losdistintos ti pos de inteligencias (Gar dner , 1 983) y a ampliosám bitos de experiencia y compr ensión humanas (Her Ma jes-ty's Ins pector ate, 1983; Skilbeck , 1 984) .

• Definir un currículum común o  básico atendiendo a los dis-tintos tipos de inteligencias o a amplios ám bitos de ex perien-cia satisface la mayor ía , si no la totalidad, de los criterios  par aestablecer tal curr ículum. En compar ación con los modelos basados en las asignatur as, los organizados alrededor de inte-J igencias múlt i ples o ám bitos de exper iencia a bordan dos cri-terios de un modo  particular mente ef ectivo: el derecho de losestudiantes a una gama am plia y equili br ada de exper ienciaseducativas, y su acceso a un mayor númer o de oportunidadesde logro educativo.

• Un curr ículum común o básico defin ido como una estructur aamplia deja es pacio y flexi bil idad suficientes  para el desarr o-llo del currículum y del  prof esor en el ámbito escolar. El desa-rrollo del curr ículum utilizado en la escuela y el del prof esorconstituyen factores vitales en el éxito del currículum y lavaloración de la reforma (Har greaves, 1 989 ; Skilbeck , 1 984 ;

Rudduck , 1991). Como hemos visto, el desarr ollo del prof esor ,en buena  parte  producto de unas r elaciones de trabajo másestr echas con sus compañeros, crea un compr omiso colectivode cum plir con las normas y de contr ibuir a la mejora conti-nua, que hace a los  pr of esor es sens i bles al cambio educativoy estimula su inter és en el mismo (Little y Bird, 1984).  No o bs-tante, el desarr ollo del  profesor va unido al desarr ollo delcurr ículum (Stenhouse, 1980). Es poco  pr o ba ble que los pro-fesor es cola bor en, a menos que haya algo sustancial que leso bligue a hacerlo, o que el curr ículum contenga elementossignificativos sobr e los que ellos puedan asumir una res ponsa- bilidad (A. Har greaves, 1994). Para que estos importantes de-sarr ollos tengan lugar , es necesar io un curr ículum común o básico que de je un es pacio consider able  para la toma de de-cisiones so br e el curr ículum en la misma escuela (Darl íng-Hammond, 1995).

• Encomendar el desar rollo del currículum totalmente al ar  bitr iode la escuela  puede crear omisiones e inconsistencias dif íci lesde  justif icar . Hemos visto, sin em bargo, que una estricta pr es-

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UNA F.DUCACIÓN PARA EL CAMBIO

cripción del contenido a través de guías curriculares escritas puede crear una cultura de dependencia entre los profesores,lo que provocaría una preocupación por abarcar el currículumen su totalidad. ¿Cómo puede ayudarse, entonces, a profeso-res y escuelas a satisfacer unas guías curriculares ampliamen-te definidas, sin que por ello  pierdan su propia particularidad?Andy Hargreaves (1989) sugiere que los sis temas de ins pec-ción, apoyo y r evisión, administrados  por los distritos escola-res,  pueden garantizar que las escuelas traten de satisfacer sin-ceramente las exigencias que  presenta la estructura del currí-culum común o nuclear . A tr avés del  pr oceso del desarrollodel curr ículum establecido en la escuela, tales sistemas ayudana los  pr ofesores a seguir a su manera las amplias dir ectricesque se les exigen , y en la medida en que éstas se· adapten asu  pro pio contexto. Los orientadores y administr adores deldistr ito escolar  pueden asumir de forma eficaz esta función,

destinándole  parte del tiem po y de la ener gía que emplean enlas comisiones ,  par a r edactar guías curricular es detalladas queen la actualidad  parecen restringir muchas de las  posi bilidadesde desarrollo del currículum en las escuelas. O quizá el análi-sis de la escuela  puede ser un anális is de los profesor es reali-zada  por sus compañeros . Per o sin amplias estructuras orien-tador as del curr ículum, sin la  pr esión y el apoyo de la ins-

 pección o el anális is, y sin las culturas  prof esionales de lacola boración del  pr of esor, que dan significado a la  planifica-ción y al currículum esta blecidos en la escuela, el desarrollodel mismo es muy  proba ble que sea insuficiente, despilfarra-dor y nada concluyente.

3 .  El currí culum común o básico como una afirmación (  d et allada

o amplia) d e lo s r esultados d e apr endi z aje requerid o s para t od o s

los e studiant e s , d e finidos por organismo s tanto centrales como

local e s , e int erpretad o s por las escuelas.

• Un currículum  basado en los resultados viene determinado por lo que los estudiantes demostrarán haber asimilado deforma satisfactoria cuando finalice su escolarización, y no sóloal finalizar la semana o el curso académico (Spady, 1994). Esteenfoque desplaza el centro de atención desde los objetivosextraídos del contenido o de los libros de texto a los cambios

158

 

7 . R E ·S U L TA !) O S E I  N T E G R A C I Ó  N

deseados que hayan ex perimentado los estudiantes (King yEvans, 1991) .

• En un curr ículum definido por los resultados, se crean a ltasex pectativas para todos los estudiantes ; además , el tiempo ylos métodos de enseñanza varían (S pady, 1 991 ).

• Este modelo incluye muchos de los criterios seguidos  par a laelabor ación de un currículum  básico. Se centr a en el der echode los estudiantes a reci bir un am plio con junto de ex per ien-cias y exige que se les ofr ezcan amplias oportunidades quegaranticen el logro educativo, a l tiempo que refuer za las  posi-

 bil idades de éx ito  para todos y da cabida a las necesidadeslocales. ·

• Lo hace estableciendo los ob jetivos en tér minos claros y  pre-cisos,  per o deja la interpretación de los o bjetivos y del conte-nido que los contiene en manos de los pr of esionales del aula.

• A l igual que sucedía con el modelo anterior , és te corr e el ries-go de que se  produzcan omisiones e inconsistencias en latr ansmisión del  progr ama.  No o bstante, el hecho de centrar seen los r esultados y de uti lizarlos  para or ganizar el curr ículumconlleva la pr omesa de aplicar coher encia e integr ación en lasgrandes ideas y competencias , en lugar de hacerlo en el con-tenido de la materia y habilidades de  bajo nivel. Todavía noestá clar o hasta qué punto esta teoría funciona en la  pr áctica.

• Un cur r ículum basado en los r esultados corr e el  peligro de fra -casar en sus ambiciosos objetivos y deteriorar se  para conver-tir se en un contenido  poco imaginativo y escasamente defini-do .que limite el aprendizaje, en lugar de am pliado. Esto

 podr ía obligar a los profesores a esfor zar se  por abrirse cami-no a través de innumer ables r esultados insignificantes, en lu-gar de ocu par su tiempo en cr ear de manera activa las condi-ciones necesarias  para la enseñanza y el aprendizaje dentro deunos resultados más ampliamente definidos.

• De modo similar, si los resultados  pr escritos del apr endizajeson excesivos, o aparecen definidos de for ma minuciosa , los

 prof esores terminar án  por sentir se abrumados  por el esfuerzoque r equiere  ponerlos todos en práctica e integr arlos en suquehacer diario.

• En algunos lugares, este modelo ha generado una consider a- ble contr over sia, tanto en sentido mora l como  político. Los in-tentos  por establecer amplios inf ormes de r esultados  par a los

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UNA EDUCACIÓN PAR A EL CAMBIO

estudiantes han provocado un gran debate sobre el papel delas escuelas para definir los valor es. La discusión también secentra en determinar si los resultados son obligaciones oguías, quién tiene que valor arlos y cuáles son las sanciones encaso de no haber sido éstos satisfactorios. Par a algunos con-servador es y re pr esentantes de la der echa r eligiosa, la educa-ción  basada en resu ltados viene a ser la encarnación del dia-

 blo (Z latos, 1993).

 Resumen

Un curr ículum común o  básico  puede ado ptar numerosas for mas ydesarrollar se de acuerdo a muchos criter ios. Si lo que se  pr etende esayudar a los estudiantes a adaptarse a lar go  plazo de forma más posi-tiva y eficaz a la escuela secundaria, es importante que el currículumsea amplio y que reconozca una extensa gama de logros educativos.Este punto de vista sugiere un currículum que no se articule de acuer-do a asignaturas y materias específicas, sino a amplias estructuras deexperiencia educativa o de resultados de aprendizaje comunes. Tam-

 bién sugiere que los orientadores del distrito escolar tengan un come-tido, así como los inspectores o los profesores que trabajen estrecha-mente con pequeños grupos de escuelas,  para ayudarles a satisfacerestas amplias guías y asegurar una dedicación sincera a dicha tar ea .

Un currículum común o básico de este tipo es probable que aleje,

e incluso contrarr este, los ef ectos desmotivadores del actual currícu-lum académico  basado en las asignaturas. Tam bién es  posi ble que procur e el es pacio y flexi bilidad suficientes a la s escuelas y a los  pro-fesor es  par a desarrollar la  parte esencial de sus  propios currícu la,

cr eando una cultur a de docentes seguros de sí mismos, com prometi -dos con el cam bio y la me jor a del s istema. Esta clase de currículum,

definido am pliamente,  per o desarr ollado localmente, ofr ece unaimportante oportunidad de sustituir los modelos de desarrollo curri-cular tr adicionales impuestos centra lmente y establecidos en la escue-la, modelos que han disfrutado hasta el momento de  poco éxito a lahora de  penetrar en la fortaleza de la influencia académica sobre laeducación secundaria .

1 60

 

7 . R P . S U l. T A D O S E I  N T E G R A C. 1 Ó  N

EL CURIÚCULUM INTEGRADO

Una estrategia cada vez más po pular  par a pro porcionar una educaciónefectiva a los adolescentes es la integr ación del curr ículum . La estrate-gia es r ecomendada,  por e jemplo,  por muchos def ensor es de las escue-las medias (véase,  por e jemplo, Beane, 1991) . La integr ación constitu -ye una pr opuesta atr activa par a todos aquellos que desean que el curr í-culum y la forma en que los estudiantes lo reciben r esu lten menosfragmentados . Pero el currículum integrado y los estudios interdisci pl i-nares también han s ido 'muy criticados. A menudo se ataca la integr a-ción por r educir los niveles y se le acusa de falta de rigor al someter alos niños y las niñas a materias mezcladas , en un -r evoltí jo- de of ertascurricular es mal conce bidas. El concepto de la integr ación del currícu-lum es tan elusivo como atractivo. Tiene . rnú ltip les vertientes,  puede serseguido  por motivos  bastante dif er entes , variar muchís imo en cuanto asu  pr áctica, y obtener resultados des iguales. El significado de la inte-gración del currículum y el valor que se le da no es algo que  puedao bviarse. Por lo tanto, nuestr o análisis de la integración del currícu lumabor da los diver sos signif icados que se le han otor gado, los dlf er entes propósitos hac ia los que  puede ser dirigido, las clases de condicionessociales y educativas que dan lugar a estos  pr o pósitos, y las conse-cuencia s y realidades de ta l integr ación en la  pr áctica .

La  bibliogr afía sobre la integr ación del curr ículum es  bastanteam plia. La integración del currículum ha sido r evisada y analizada endistintos niveles del sistema educativo, como  por e jem plo en el con-texto de la educación  primaria (Pa ppas et al . , 1 990; Williams , 1 980),

de las escuelas medias (Kasten et al. , 1 989; Quattr one, 1 989), de laeducación secundaria (Watts, 1980), de la educación  par a adultos(Dickinson et al . , 1980), de la educación es pecial (Hamr e-N ietu pukiet al., 1989; Gir e y Poe, 1988; K er sch et al . , 1 987) y en los am bientesmulticultu ra les (Haase, 1 980). Tam bién ha s ido investigada en el con-texto de una gama de dif er entes asignatur as, incluidas los dif er enteslengua jes (Norton, 1 988; Duncan, 1 987 ; Allen y K eller , 1983; Good-man et al . , 1 987; Stahl y Mil ler , 1 989), las ciencias y las matemáticas(Shainline, 1987 ; Friend, 1 984 ; Hunter , 1 980), las ciencias socia les ylas humanidades (Atwood, 1989; Ka ltsounis , 1 990 ; Cra ig, 1987 ; Heath,

1 988; Ber g, 1 988; Cardinale, 1988; Wolf, 1 988, Rudduck , 1 991), la for-mación  profesional (Gr eenan y Tuck er , 1990; S tevens y L ichtenstein,

1 990; Rutger s , 1981 ; Gir e y Poe, 1 988), los ordenador es y la tecnolo-gía de la inf ormación (Komski, 1 990; Brent et al . , 1985), la ecología

161

 

UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMB IO

(T ewen y Ennis , 1 990) , y los progr amas básicos más amplios (Hair ston ,

1983).Las ex pos iciones más comunes so bre la integr ación del curr ículum

son descr ipciones de iniciativas  particulares, escritas , a menudo  por per sonas r es ponsables de desarrollar esas mismas inicia tivas y,  pr e-sumi blemente, también de su éxito o fr acaso (como,  por e jemplo,M ansfield , 1 989 ; Hunter , 1 980). Por lo gener a l , existe algún elementode evaluación en todas esas exposiciones aunque, lógicamente, éstetiende a ser superficial.

Existe un segundo con junto de ex posiciones más conce ptua l y fi-losófico so br e la integración del currículum. Este ti po de  bibliografíase remonta en algunos casos a la  primer a mitad del siglo xx (North-western Educacional Service D istrict 1 89 , 1 989 ; Barnes, 1 982 ; Betts,1 983 ; Conklin, 1 966 ; Connelly , 1 95 4; Dr essel , '1958 ; Hirst, 1 974 ; Pring,

1973; R ichmond, 1975). Estos análisis conceptuales a menudo danlugar a estructuras o tipologías de las dif erentes formas que  puedeado ptar la integración del currícu lum (véase,  por e jemplo, Case, 199 1 ;

Drake, 1991; Fogarty, 1991).Un tercer conjunto de ex posic iones se compone de estudios que

centran su atención en la interpretación y consecuencias de la inte-gr ación del currículum en la  pr áctica (véase,  por ejemplo, Weston,1979; Olson, 1 983 ; Musgrave, 1973; Hamilton , 1975). Estas evaluacio-nes de lo que en realidad r e presenta la integración del curr ículum y

de sus ef ectos en la  pr áctica son menos comunes en la  bibliogr af ía .

 Nuestr o anális is de la integr ación del curr ículum y de su  pertinencia para los adolescentes se  basa en tres  bloques dif erentes de  bibliogr a-fía, que se examina  para determinar los distintos ti pos de integraciónexistentes , cuáles son sus venta jas y desventa jas y cómo se r esuelvenlos esfuerzos  por llevar la integración del currículum a la  pr áctica .

 Significado y propósito de un currículum integrado

Una condición esencial  para que cualquier innovación o btenga eléxito deseado es que su significado sea expuesto con claridad

(Fullan, 1 991). L a integr ación del curr ícu lum no es una exce pción . Un pro blema fr ecuente en la integr ación del curr ícu lum es que su s igni -ficado a menudo r esulta vago, confuso, am biguo e incluso r idículo.

Werner Cl991 a y 1991 b),  por e jem plo, ha descu bierto que la impr eci-s ión es un rasgo r ecurrente en los análisis de la integrac ión que reco-

1 6 2

 

7 . R E S U L T A l> O S E I  N 1 · ~ G R A C I Ó  N

ge la documentación registr ada so bre la política seguida en las recien-tes reformas educativas emprendidas en la Columbia Británica , enCanadá. Según af ir ma, la confusión a parece cuando se tr ata de deter-minar si la integración alude a una integración de tiem po, de prof e-sor es, de estudiantes o de currículum. E l alcance y ambigüedad deeste enfoque ha permitido a muchos  pr ofesores -descu brír - en la prác-tica de su enseñanza ejem plos de integración que  pueden enca jar enla amplia definición  prescr ita  por la  política educativa seguida en eltema. En este sentido, la integración del currículum ha a portado amenudo nuevas retóricas  para  justif icar  prácticas ya existentes, enlugar de ser la  palanca conce ptua l ca paz de intr oducir otr as nuevas.En r ealidad, no ha cambiado nada. Para Case 0994), las  políticas quedefienden la integración del curr ículum son a menudo poco más quemeros eslóganes. Según señalan Bro phy y Alleman 0991), la prácti-ca r esultante puede estar -mal conce bida· ( pág. 66) . Estos autores nosrecuerdan que -la integr ación del currículum no es un fin en símismo, sino un medio  para conseguir o b jetivos educativos  bá sicos- .

Clar ificar el significado y el pro pósito de la integr ación del curr ículumresulta,  por tanto, extr emadamente importante, tanto  por r azones deíndole conceptual como  pr áctica.

El significado de la integració n del currículum ha sido ex puesto enla bi bliogr af ía atendiendo a tres modelos distintos en lo que res pectaa su conce pción: como una de las caras de una dicotomía, comoas pectos que forman un cont inuum , y como  parte de una ti pologíamultidimensional.

l. Int egración     f      rent e a especialización. Aunque existen def inicio-nes anter ior es so br e una  posible integr ación del cur r ículum(como,  por ejem plo, Dressel, 1958), uno de los análisis concep-tualmente más elaborados es el que hace Bernstein (1971) sobr ela clasificación y mar co del conocimiento educativo. La clasifi-cación se r ef iere a la -vigencia de fronter as entr e contenidos- . Elmar co, a l -gr ado de control que  poseen los  prof esor es y alum-nos so br e la selección, or ganización, ritmo y tiem po del conoci-miento tr ansmitido y revisado en el inter cambio  pedagógico-.

Las distintas combinaciones entr e clasificación y mar co dan lugara diversos tipos de curr ículum, o lo que Bernstein llama códigosde conocimiento educativo. Bernstein reconoce dos ti pos fun-damentales de códigos de conocimiento: los currí cul o s de códi-

 go d e. col ección y de lo s currículo s código int egrado.

1 63

 

UNA RDUCAC!ÓN ?ARA E l CAMBIO

•  Los currí culo sd e código de col ección se car acterizan  por unafuerte clasificación y un sólido mar co . Las fr onteras entre loscontenídos o mater ías están muy definidas y los pr of esor es tie-nen pocas oportunidades  para tr ansgredirlas . Los estudiantes

 poseen un escaso contr ol so bre la enseñanza. Un curr ículumacadémico,  basado en las asignatur as vendr ía a ser , en ciertomodo, un curr ículum de código de colección, tanto sí se tratade un currículum altamente especializado, con un  pequeñonúmero de materias que se imparten a un r educido grupo dealumnos seleccionados, como ha venido sucediendo durantelos últimos años en la escolarización secundaria  brítánica,como si nos r ef erímos a uno de car ácter gener a l , en el que unamplio número de estudiantes  pueden elegir entr e una exten-sa gama de opciones y créditos de asignaturas , que es lo quesucede en el sistema norteamericano.

•  L os currí cul o s d e códig o integ rad o se caracterízan  por una cla-sificación y mar cos más débiles. Las fr onter as entr e los conte-nidos o mater ias son fr ágiles y a par ecen difumínadas. L osestudiantes tienen mucha mayor ca pacidad de elección so br elas mater ías que desean apr ender . Los prof esor es,  por el con-tr ario, ven limitado su campo de acción, ya que tienen quecola borar con sus compañeros r es ponsa bles de otr as disci pli-nas acerca de lo que se enseña.

La definición que Bernstein da de integración es bastante pre-cisa. Integración no significa aquí supr imir materias o incluirtemas vagamente  perfilados. Supone subordinar  pr eviamente lasmater ias o cur sos aislados a una concepción aglutinadora quedifumine las fr onteras entre las distintas disci plinas.

L a integr ación del currículum puede dar se dentro de las mis-mas 'mater ias o a tr avés de ellas. Lo  pr inci pa l es que exísta un

 príncipio aglutinador de alto nivel. Por e jemplo, los códigos ge-nético y cultur al  pueden  pr opor cionar una  base para integr ar lasociología y la  biología. Resulta em po br ecedor elaborar temas ycontenidos sin buscar ninguna conexión entre ellos. Tal y comosugier e C ase (1994) , deberían ev itarse las r eferencias su per-ficia les a las «conexiones y corres pondencias naturales . . habitua-les en la bi blíogr afía ( pág. 84) . La concepción rigurosa y consis-tente que defiende Bernstein so bre la integración contiene variasim plicaciones:

. 1 64

 

7 . RESU LTADOS E I NTP.GR ACIÓ N

• Tiene que haber un alto consenso ideológico entr e los  pr of e-sor es que  participan en la integr ación.

• Este acuerdo r educir ía la capacidad de elección de los  prof e-sores so br e las materias a impartir y el método de enseñanza, per o aumentaría la capacidad de elección de los estudiantesso br e esos mismos as pectos.

• Las materias a portadas de ben hallarse vinculadas a un alto ni-vel conce ptual y no mediante temas  pr agmáticos de  ba jo ni-vel (como,  por e jem plo : - los fer r ocar riles-) , o conexiones arti-ficiales y distor sionadas entr e ám bitos de estudio totalmentedistintos (como,  por ejemplo, confeccionar modernos cartelesanunciador es con  jer oglíficos  par a esta blecer una conexión es- púrea entre el estudio de los medios de comunicación eninglés y el estudio de la civilización egipcia).

• De ber ían existir criterios de eva luación clar os y distintivos.• -La integr ación reduce la autor idad de los contenidos separ a-

dos lo cual tiene consecuencias en las estructur as de autoridadexís tentes.. La integr ación del cur r ículum amenaza las estruc-turas existentes de poder y control , tanto dentr o como, quizá,incluso fuer a del ámbito educativo.

La teor ía de Bernstein ha sido a poyada  por estudios  poster io-r es r elativos a las  políticas de los distintos de partamentos y a ldesarr ollo histórico de sus asignatur as. Éstas han demostradocómo y  por qué sur gen y  per s isten fuertes clasif icaciones delcurrículum. L a teor ía de Bernstein ha ayudado a clarificar nues-tr a compr ensión de la integr ación . También ha ex pr esado a lgu-nas teor ías que ex plicar ían  por qué, motivado  por la a par iciónde unas condiciones sociales concr etas, sur ge el interés por laintegr ación . R esulta  particularmente cur iosa la suger encia quehace Bernstein de que el inter és  por la integración  se  pr oducecuando hay una cr isis en -las clas ificaciones y estructur as  bási-cas· de la sociedad. Tal cr is is  provoca que las  jer arquías de  pr es-tigio de la sociedad sean cuestionadas y sufr an un des plaza-miento, que af ecta a las  pautas de contr ol y a la distri bución der econocimientos.  A medida que las fr onter as sociales se hacen pr o blemática s , sucede Jo mismo con las fr onter as temáticas en elcurrículum . Mientras que un currículum de clar a orientación aca-démica y centrado en la s asignaturas ayuda a r e producir mode-los de  privilegios sociales en las gener aciones siguientes , cua l-

1 6 5

 

UNA ~OUCA~IÓN PARA EL CAMí l lO

quier inestabilidad o cambio que se  produzca en esas estructu-r as, ya sea en su vertiente  política, económica o, de forma másgeneralizada, social, tr ae consigo un cam bio  paralelo en el modode organizar y gestionar el currículum. Así pues, no r esulta difí-cil comprender el inter és emer gente  por la integr ación del currí-culum  justo cuando entr amos en la era  postmoderna inmersa enuna vorágine de tr ansformaciones.

De modo similar , y aunque la aparición de la integración delcurrículum  pueda verse aceler ada  por un cambio social más am- plio, tal integración puede  plantear a su vez desafíos a l ordensocial existente. Esto es lo que sucede cuando la integración delcurrículum va más allá de experiencias aisladas con grupos urba -nos  po br es o de clase media que abogan  por estilos de vida al-ternativos ,  par a convertir se en una  política aplicada a todos losalumnos, sin distinción de origen y ca pacidad. La integracióntambién supone un reto par a el orden dominante cuando su apli-cación no se limita a los alumnos más  jóvenes, sino que se con-vierte en una exigencia  para los estudiantes de la escuela secun-daria, más  pr óximos a ingresar en la univer sidad o a optar  poruna formación  profesiona l . Cuando af ecta a casi todos los alum-nos , incluidos los mayor es, la integración del currículum empie-za a representar una amenaza  para - las clasificaciones y mar cos

 bá sicas- de la sociedad, sus estructuras de  poder y control, y lasformas de conocimiento hasta entonces va lor adas a tr avés de lascuales los  poderosos  perpetúan la vigencia de sus  privilegios.Descomponer las  barr er as entr e el conocimiento escolar y elconocimiento no escolar ,  pr omoviendo una mayor  pertinencia, yaca bar con la se paración entre as ignaturas académicas de altorango y asignaturas  pr á cticas de  bajo rango (reconociendo for -mas diferentes de logro y de inteligencia), amenaza las ventajasde aquellos grupos que se han  beneficiado tr adicionalmente delcurrículum académico y del c ódigo de acumulac i ón. Es habitual-mente en este punto donde la integración se ve atacada  por los

 políticos conservadores y por las asociaciones de  padr es de clasemedia , mediante cr íticas que acusan a la integr ación de disminuirlos niveles , desmembr ar las -asignaturas de ver dad· y exponer alos estudiantes y  prof esores a un curr ículum de -revolti jo- com-

 puesto  por - asignatur as mezcladas· (Delhi, 1995).La integr ación falla y la política se r eplega hacia categorías más

tr adicionales de currículum no sólo  por que se haya fr acasado en

1 66

 

7 . RESULTAl)OS E INTEGRAC IÓN

el intento de conseguir la claridad necesaria  par a definir ade-cuadamente la integr ación, sino también  porque la integr aciónamenaza las estructur as exis tentes de poder y contr ol. La inte-gración del currículum es,  por tanto, un tema político, ademásde filosófico. Esta  percepción es una de las contri buciones máss ignificativas de Bernstein .

A pesar de tales  per ce pciones, la teor ía de Bernstein también presenta ciertos  problemas. U no de ellos es su natura leza estric-ta, según la cual sólo existen el  blanco o el negro. Establece unaclara dicotomía entr e integr ación y no integr ación ( véase tam-

 bién Shoernak er , 1989). Esto cr ea una  polar idad de va lor es . Su-gier e que la integr ación y la no integr ación equivalen, res pecti-vamente, a una  buena y a una ma la  pr áctica de la misma . Am basson mutuamente excluyentes. Así, cuando se ha tomado la teo-r ía de Bernstein como guía de un estudio empír ico o puesta en pr áctica del currículum, la imposibilidad de satisfacer todos loscr iterios del ideal integrador ha sido interpr etada como una inte-gración -fr acasada- o -f alsa- , e incluso como una -acurnulació ndisfrazada· (Walker y Adelman, 1972). Este ti po de dicotomíasestablece distinciones escuetas y simplistas. L a integr ación delcurrículum y la es pecialización en la asignatura no son alterna-tivas absolutas , mutuamente excluyentes . Lo más importante esdefinir el tipo de integración del cur rículum deseado  por lasociedad, los  pro pósitos  para los que ha sido diseñado, y hastaqué  punto se adecua a l ám bito en que se va a utilizar .

2. El continuum d e la inte g ración. Algunos análisis de la integr a-ción del curr ículum no lo ven como la mitad de una  polaridad,sino como una disposición de  puntos a lo largo de un conti-nuum. Fogarty (1991),  por ejemplo, ha ela bor ado un cont i-

nuum de integración del curr ículum con diez modelos dispues-tos a lo lar go del mismo. En un extr emo se encuentr an losmodelos organizados a lr ededor de disci plinas sueltas, como el

mod el o  fr a g mentado , cuya visión  per iscopica se centr a exclusi-vamente en una sola asignatur a , dentro de una sucesión de dis -ci plinas se par adas y de  poco alcance. En el centro se ha llan losmodelos que integran varias disciplinas, como el mod el o com-

 part id o d e visión binocul ar  , en la que dos disciplinas inter cam- bian conce ptos y habil idades que se superponen dentr o de unaestructur a de  planificación y enseñanza compartidas entr e am bas

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

disci plinas. L uego está el mod el o ent retejido d e inte g r ación , cuyanaturaleza telescó pica ca pta toda una constelación de disci plinasal mi smo tiempo. A lo largo del continuum hay modelos quelogran la integración de los educandos mismos, no del material .Un ejemplo lo constituiría el mod elo de inmersión , cuya natura-leza micr o scópica expone todo el contenido a las lentes de losintereses y ex periencia de los estudiantes. En el otr o extr emo delcont inuum se sitúa el modelo d e r ed de la integr ación, de natu-raleza  prismática  porque crea múltiples dimensiones y direccio-nes de enfoque, entr e las r edes de educandos que dirigen el

 proceso de integración.

Dr ake 0991) utiliza otro continuum  par a descri bir las fases por las que ella y otr o grupo de educador es pasaron mientrastr ataban de crear curr ículos interdisci plinar es. Al  princi pio, loscurrícula fuer on concebidos de for ma multidisci plinar , comocontr ibuciones de ámbitos  particular es de las materias a un tema

 previamente acordado e identificado. En una segunda fase ínter -disci plinar el equipo descubrió que -existían menos diferenciasentre los ám bitos de materias de las que ha bíamos  pensado·( pág. 21). L as conexiones se establecían con más frecuencia através del tema que a través de las r elaciones formales entr e losám bitos de mater ias, aunque las unidades de a pr endiza je se-guían divididas en distintas secciones que guar da ban una cone-xión con la as ignatura . En la fase interdisci plinar final , se aban-donaron  por completo las etiquetas de ámbito de mater ia  para- perrnítir que las actividades se mantuvier an  por sí mismas· ( pág.22) y para brindar la posi bilidad de que el equipo identif icar a las-conexiones natur ales- .

El cont inuum es una herr amienta muy  popular  para r epr e-sentar var iaciones en la  pr áctica educativa. Permite efectuar dis-tinciones más precisas que las per mitidas  por los o puestos  pola-res dir ectos. Este es el caso, ciertamente, de la integración delcurrículum. En la integr ación intervienen muchos otr os factor esademás de los calificativos  bueno-malo, ver dadero-falso, autén-tico-disfr azado.

Un cont inuum de integración del currículum conlleva el com- promiso de esquematizar y estimular el pr ogreso hacia interpr e-taciones y ejecuciones más elabor adas de la integr ación. Per o, enocasiones, la urgencia de valor ar y gestionar llega a obstaculizarla  búsqueda de significado, f enómeno que  puede  pr oducirse de

1 68

 

7 . RESULTADOS E I1'"TEGR ACIÓN

dos formas con los continua educativos. Primero, los comporta-mientos complejos y dispares se agrupan torpemente en un soloescenario, nivel o punto del continuum , lo que favorece unavaloración simplista y cómoda cuando, en la  práctica, los com- portamientos es pecíficos no aparecen  juntos . Es concebible,  porejemplo, un enfoque integrado del currículum cuyo contenidosea filtrado a través de los intereses de los estudiantes, mientr asque los estudiantes elijan ese contenido como lo haría un es pe-cialista en la materia. Esto nos llevar ía a  plantearnos hasta qué

 punto los estudiantes contr olan la integr ación de su conocimien-to, lo cual situaría el escenario de la integr ación en un extr emodel cont inuum. Para determinar hasta qué  punto está integradala  propia materia de la asignatur a, el grado de integración sedecantaría hacia el otro extr emo. Un solo continuum de la inte-gración del currículum no permite ca ptar estas dif er encias en nin-gún  punto a islado. La ur gencia  por delimitar hasta qué  punto

 pr ogresan adecuadamente las escuelas y los  prof esor es a lo lar godel continuum de la integr ación llega a oscurecer estas difer en-cias sutiles,  pero importantes, entr e los diferentes as pectos quecom ponen la integración.  Al r evisar los esfuerzos r ealizados  par adesarr ollar  programas de estudio interdisciplinar en Escocia,Munn y Morr ison (1984) llegar on a la conclusión de que las var ia -ciones entr e estos intentos eran tan comple jos y de pendían en talmedida de los lugar es en los que se desarr olla ban, que ser íaimposi ble cr ear cualquier continuum r eal de integración delcurrículum a lo lar go del cua l  pudier an ser dis puestos.

Un segundo  punto a tener en cuenta es que los continua edu-cativos encarnan a menudo valor es implícitos en los que elmovimiento a lo largo del continuum a parece descrito como uncr ecimiento o  pr ogr eso hacia un estado mejor .  No obstante, elavance a lo lar go de un continuum no garantiza la consecucióndel  pr ogreso. Dados los múltiples tipos existentes de integracióndel cur rículum, no siempre una mayor integr ación resulta más beneficiosa. En ocasiones,.  puede ser nociva . Cuando los artícu-los· que  promueven la integración hablan de la necesidad quetienen  pr of esores y administradores · de despr ender se de vie jascategorías, y de la seguridad que les proporcionan unas fr onte-ras  bien definidas, se utiliza un lenguaje casi terapéutico o evan-gélico, más  pr o pio de una arenga para librar de una adicción asus víctimas o apartar a los fieles del pecado que de un plantea-

169

 

UNA F .DUC ACION P ARA El. C AMBIO

miento riguroso que enumere las desventajas que conlleva laes pecialización de la asignatura. E sta clase de lengua je hace queel cont inuum de la integración sea  prescr i ptivo, · antes que des-criptivo, y destruye las  posibilidades de logr ar una compr ensiónmás  pr ofunda, una definición más sutil y un enfoque menosdoctrinario. L a consecuenc ia lógica es que la mayor ía de los  pr o-f esor es de la asignatur a se sientan alienados.

3 . Ti pol ogías d e integración. L a  pauta fina l seguida en la elabor a-ción de los distintos conce ptos de la integración es la de unatipología. Las tipologías  permiten que la integración se dis pon-ga a lo lar go de múltiples dimensiones difer entes. Una tipologíaútil ha sido la desar rollada  por Case (1991). La pr imer a dimen-sión de esta tipología consiste en formas dif er enciadas de inte-gr ación. De este modo pr o pugna la integr ación de:

• Contenido (por ejemplo, en los estudios medioambientales).• Habilidades/  procesos (como,  por ejemplo, afrontar las habili-

dades de escritura en los estudios sociales).

• La escuela y la pro pia identidad (es decir , la pertinencia).• Los principios subyacentes so bre los que se sustenta todo el

currículum ( por ejemplo, los  principios del catolicismo).

Seguidamente, Case descri be dos dimensiones de integr aciónque son:

• Horizontal (entr e contenidos, en un momento dado).• Vertical (que se o per a dentr o de los contenidos a lo largo del

tiem po,  por e jem plo de un cur so a otro).

La tipología de Case tam bién incluye cuatr o ob jetivos o  pr o pó-sitos de la integr ación que son:

• Abordar temas im portantes que no siem pr e  pueden afr ontar -se de forma nítida en las asignatur as existentes.

• Desar r ollar visiones más amplias de las asignatur as entr e losestudiantes.

• R efle jar un -entr arnado sin fisuras· del conocimiento.• Aumentar la eficacia y r educir la r edundancia de los conteni-

· dos.

1 70

 

7. R E SULTADOS E IJl:TEGR ACIÓl'I

Basándonos en nuestr a investigación sobre los  proyectos  pilotode r eestructuración de la escuela para adolescentes (Har greaveset al . , 1 993) , añadir íamos otr o  pro pósito a la lista de Case. Endicho estudio descubrimos que allí donde las escuelas secun-dar ias tr ataban de forjar una colabor ación más estr echa entr elos  profesor es, éstos cr eían que el pr ograma u hor ar io existen-te y la estructur a de partamental de la escuela constituían unobstáculo decisivo. Los pr of esor es no  podían or ganizar r eunio-nes dentr o del horario , de modo que se veían o bligados a cele-

 br arlas des pués de un horario escolar agotador . Eso les cansa- ba y tendía a debilitar la colaboración con el tr anscur so deltiempo. En consecuencia, otro  pro pósito de la integración delcurr ículum es :

. • R eunir a los  pr ofesor es, para que compartan el mater ial.

Case  perfila cuatr o modos de integración.  No los sitúa , sin em- bargo, en un cont inuum: Se trata, simplemente, de ti pos dif e-rentes de integración, ninguno de los . cuales es me jor o peor quelos otros. Los cuatro modos son:

• Fusión de elementos enseñados hasta entonces  por se par ado( por ejemplo, inglés y estudios sociales).

• Inser ción de un elemento en un conjunto más amplio (pore jemplo, el estudio de una novela en las clases de histor ia).

• Corr elación entre elementos que se siguen enseñando  porsepar ado ( por e jemplo, r eferencia al conce pto de hipótesis enel estudio de la historia y de las ciencias).

• Armonización de dif er entes ha bilidades , conce ptos, actitudes,etc., a través de elementos enseñados por separado ( por ejem- plo, la em patía). .

Finalmente, Case o bserva que la integr ación se puede or ganizar yorquestar en lugares dif er entes. En este sentido, hay tres entornos deintegración:

•  Nacional , estatal o r egional.• L a escuela o el distrito.• El aula.

1 71

 

UNA f.l)UCACIÓN PAR A f.L CAMBIO

Case concluye que los elementos situados en las dimensiones deesta tipología no siempre son compatibles (por ejemplo, amenudo entran en conflicto las necesidades de integración ver -tica l y horizontal) y ,  por lo tanto, no siempr e mer ece la  penar eforzar la compr ensión de las mismas (por e jemplo, es aconse-

 jable que algunos contenidos queden confinados dentro de lasasignaturas ex istentes, en lugar de difundirlos a tr avés de ellas),y que no todas las combinaciones de los difer entes elementosconducen necesar iamente a la coher encia curr icular .

La ti pología de Case, y otr as similares, reconoce las dif iculta-des que acarrea la  puesta en  pr áctica de la integración. Además,no subor dina la necesidad de un significado complejo y de unacuidadosa descripción a un coruinuum único, a lo largo del cualse  pueda evaluar y controlar el -progreso- de los  profesores .  Noobstante, las tipologías de la integr ación sólo ex plican qué tiposde integr ación son  posibles.  No aclaran, sin embargo, cómo y porqué determinados aspectos de la integración suelen agruparse deformas determinadas, ni qué es lo que configura estas pautas.Tampoco nos dan la clave de por qué algunas pautas de la inte-gración son comunes y otras no, o por qué algunas resultan fáci-les y otras difíciles. Estas cuestiones sólo se pueden contestarexaminando la investigación existente sobre las realidades que

 presenta la integración del currículum y su puesta en práctica.

Currlculum integrado en la práctica

Cuando las  políticas de reforma del curr ículum y los  planes  par a su puesta en  práctica llegan a un acuer do, suelen ado ptar formas queasumen condiciones escolar es r elativamente ideales y f ácilmentere plica bles allí donde deben llevar se a ca bo dichas r efor mas. E l mun-do de las escuelas, sin embar go, dista mucho de ser ideal . Es más

 bien confuso, impr edecible y muy varia ble. Esta com ple jidad tampo-co se puede desg losar fácilmente en variables separadas que  puedanser descr itas y controladas a su vez como «problemas específicos dee jecución· (Ball y Bowe, 1992). En ocasiones, se trata de  problemaso circunstancias locales , específicos y de idiosincrasia . Es  posible, pore jem plo, que no exista suficiente material de labor atorio  par a todoslos pr ofesor es que tr atan de desarr ollar una ciencia integr ada de ense-ñanza en equi po. O quizá haya demasiados  pr ofesor es a tiem po  par -

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7 . RESU L TADOS E INTEGR ACIÓN

cial que intervienen en la iniciativa del currículum integrado, demodo que r esulta difícil conseguir que todos ellos se reúnan (Hamil-ton, 1 973 y 1975) . Algunos problemas y circunstancias están más ge-neralizados que otros. Indican los desafíos que implica la e jecuciónde la integr ación, y se aplican a numerosos escenar ios distintos. Que-r emos llamar la atención so bre algunos de los  pr oblemas de ejecu-ción más comunes que entorpecen la integración del curr ículum, eidentificar las  pr ecauciones que deben tomar se·  par a superar estos

 pro blemas o, a l menos, mitigarlos. Al hacerlo así, nos basamos en unaserie de estudios clave de la investigación so br e la e jecución de laintegración del currículum. Entre nuestr as fuentes  pr inci pales seencuentr an Weston 0979), Olson (1983), Munn y Morrison (1984) ,

Sk elton (1990) , R udduck 0991), Werner0991a), S iskin 0994), Lie- berman (1995) , y Tyack y To bin 0994). También nos  basamos ennuestr o estudio so bre los esfuerzos  por r eestructur ar la educación par a los adolescentes en Ontario, Canadá (Har greaves et al . , 1 993).

Tomando como  punto de  partida este tr aba jo, hemos llegado a laconclusión de que los problemas más comunes de la  puesta en pr ác-tica son :

• La coexist encia d e e xig encia s curricul ares más convencional e s yespecializadas , en un nivel má s el evad o de la escuel a o del sist e-

ma educat ivo. Este hecho  podr ía r educir el compromiso de los pr ofesor es con la integración, y presionarlos  par a que ada ptar ansu pr áctica a normas académicas más convencionales. Este  pr o- blema exige en parte una r esistencia colectiva  par a contr arr estardichas  pr esiones. También indica la necesidad de incluir en los pr ogramas de reforma educativa a las univer sidades, un conoci-miento exhaustivo de las mismas y sus exigencias de acceso.

También existe la necesidad de que un númer o mayor de  pro-f esor es de escuelas secundarias tr a ba jen en los niveles extremostanto inf erior como superior de la escuela, o sean nombradoscon juntamente  por escuelas secundarias y medias,  par a ayudara estimular la com pr ensión entre ellas.

•  P ersist encia de paut as tradicional e s d e eval uación y r equi sitos

d e eval uación. Lo cual produce una sensación de ansiedad en el pr of esor acer ca de los resultados y la r es ponsabilidad que con-lleva la integr ación. L as corrientes que tienden hacia evaluacio-nes más auténticas, como las basadas en el rendimiento, contri-

 buyen a aliviar estas  presiones, pero sólo si se apacigua la exi-

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1 1  N A F. D U C A C I Ó  N P A fl A E L C A M 1 1 1 O

gencia política y  pública que propugna  puntuaciones de exá-menes cada vez más estandarizadas.  No puede es per arse que los profesores solucionen este problema  por sí mismos. L os  políti-cos y administradores deben reunir el valor suficiente parahacerlo y las universidades deben estar  pr e paradas  par a r econ-sider ar la definición de sus propios criterios de acceso.

•  Pr esión de l o s padres favorable al mant enimient o de niveles aca-

d émicos tradicionales  y calificaciones basada s en las a si gnatu-

r as. L os  padres desean algo que sea lo más  par ecido a una « es-cuela real-. E l temor de que la integración someta a sus hi jos ehijas a una disminución de niveles se  puede evitar comunicán-doles a los  padres con claridad y desde el  principio qué supon-dría la integr ación y por qué es necesaria, así como aumentan-do el flujo de informes y otr as comunicaciones dirigidas a · los padres so bre sus  pro pios hijos, de modo que tengan la a bsolu-ta certeza de que los estándar es se mantienen con regular idad.Según los e jemplos que hemos o btenido de estudios de escue-las que han intentado la r eestructur ación, aquellas que hacen partícipes a los  padr es de las incertidumbr es derivadas del cam- bio que  pr etende implantarse, logr an esta blecer mucha mayorempatía y a poyo, que aquellas otras escuelas que hacen del  pro-

 blema un tema de de bate en el que únicamente  partici pan ungrupo a islado de  prof es iona les encerr ados en sí mismos, quesólo informan a los  padres una vez se han tomado todas las de-cisiones (Har gr eaves et al., 1 993) .

· •  P ersonal d ocente que ha ya d e sar r ollad o r elacione s pr ol on g ad as

con sus r es pectivas d i scipl inas. Eso puede cr ear r esistencia a laintegr ación. Se r ecomienda utilizar las o por tunidades de nuevascontr ataciones  par a atr aer a un per sonal con un variado historialdisciplinar , o incluso con una cierta ex periencia en educación primaria, lo cual contri buir ía a r educir en cierta medida unaexcesiva identificación con las asignatur as, y a portaría una solu-ción administr ativa. También serviría  para impedir Jo que Hunt(1987 ) denomina un -endur ecimiento de las caregor ías- . Pero para los prof esor es que han esta blecido una sólida identificacióncon su asignatura , se  pr ecisar án enfoques es pecialmente sensi- bles con r especto a la  puesta en  pr áctica de la integración, del

tipo que r evisamos más adelante.•  L a. im port ancia par a la id ent idad  personal d e mant ener un con-

cept o d e  fr ont er a s. Apar entemente, los cambios triviales concer -

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7. RESUI.TADOS E I NTF.G!lACIÓ N

nientes a la res ponsabilidad sobre el contenido pueden conver-tir se en grandes tr ansfor maciones que afecten a la identidad  per -sonal. Las afirmaciones hechas  por algunos def ensor es de laintegr ación, en el sentido de que deberían disolver se las fronte-ras y abolirse las asignaturas, son tan idealistas como irres pon-sables. L a convicción de la existencia de fr onteras constituye unaspecto central  para la identidad  personal y  para el fortaleci-miento del ego (Fuller , 1969). En último término, abolir todas lasfr onter as puede conducir a la abdicación de la res ponsa bil idad persona l ( puesto que ya no está claro qué lugar ocupa la propiares ponsa bilidad), y a la pérdida de propósitos y dirección ( pues-to que ya no existen límites, ni una def inición clara de los pro-

 pios o bjetivos).  No se trata aquí de demoler las fr onter as de lasasignaturas , ni de disolverlas, sino de redefinidas de modo quese adecuen a los actuales propósitos educativos , y tam bién desuavizarlas , de manera que la gente  pueda comunicarse y mo-verse más fácilmente a través de ellas. Como hemos visto, la in-tegr ación no siempre es deseable y puede lograrse dentr o de lasasignaturas existentes así como a través de ellas . Lo importantees r eflexionar y r eestructurar asignaturas escolar es (quizá inclu-so inventando algunas nuevas), para ver hasta qué  punto sirvena nuestros  propósitos, y encontrar formas de establecer cone-xiones entr e ellas, a llí donde esté justificado y sea necesar io.

• V el ocid adexcesiva de ejecución. Lastradiciones de las asignatu-ras configuran de forma decisiva la identidad de los profesores.

El  proceso de cambio de la identidad es lento. En consecuencia,los pasos hacia la integración también deben dar se con lentitud

 para que no despierten inquietud. Es prefer i ble iniciar la inte-gración con dos o tres profesores o asignatur as, antes que contodo un currículum. Puede limitarse al pr incipio a un solo curso,o a algunas parcelas de la labor del profesor , en lugar de afec-tar al mismo tiempo a toda la escuela o al conjunto de tareas querealiza el pr ofesor .

•  E l pel ig r o de cursos iruerdisciplinares o de pr og ramas que balea-

nicen al personal  , d ividiéndolo en -incluid o s- y -excluidos- . Esto podr ía cr ear resentimiento entre aquellos que se sientan exclui-dos o marginados  por las experiencias de integración. Es posi- ble soslayar esta dificultad si los prof esores del progr ama inter-disciplinar dedican  por lo menos una parte de su tiempo, fuer adel mismo, a cola borar con otros  profesores y estudiantes, en

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llNA EDUCACIÓN PAR A EL CAMBIO

alguna otra tarea de la escuela. De forma generalizada, los· esfuerzos continuos y concertados por llegar desde el programaa otros miembros de la escuela, informarles sobre el mismo y pedirles ayuda para hacerlo funcionar permitirán que los profe-sores se comuniquen a través de las fronteras . y comprendanmejor la labor del otro.

-•  Problemas de burocracia y exceso de trabajo. A los profesores deasignatur as diferentes les resulta difícil reunirse, planificar y tra- bajar juntos en el horario escolar. Los programas integradosnecesitan tiempo para que los profesores planifiquen y revisensu trabajo conjunto. Eso exige una pequeña inversión inicial,  pormodesta que sea, que puede obtenerse del presupuesto asigna-do al distr ito o a la propia escuela, de modo que al menos una parte de la planificación pueda llevarse a cabo durante la jorna-da laboral regular . Una programación inteligente por horariostambién permite que los profesores de diferentes asignaturas puedan disfrutar de periodos comunes de  planificación. Comoveremos en el capítulo final, las necesidades más ambiciosas de planificación y trabajo compartido de los profesores se puedensatisfacer incluyéndolas en las nuevas estructuras a  pequeñaescala de la integración del currículum y en el ámbito general dela educación para los adolescentes. .

• El riesg o de desgaste. Los  profesores pueden llegar a sentirse abru-mados por la necesidad continua de pr e parar materialesnuevos,

instrumentos de evaluación, etcétera. La integración r esulta inefi-caz si sólo pueden estar a la altura r equerida los profesor es quehayan asumido un com promiso vital y tengan una ca pacidad detraba jo extr aordinaria , y si su desarr olio sólo es posible en escue-las puntuales y exce pciona les que atr aigan a esa clase de profe-sor es. Una vez más, una inver sión inicial y una progr amación inte-ligente  por horarios contribuirá a disminuir el riesgo de que .los prof esor es normales se sientan a brumados. También permite dis-minuirel ritmo y limitar el alcance inicial de la innovación, hacién-dola mane jable, aunque no por ello mediocre ( por e jemplo, em- pezar con un cur so, con dos o tres asignaturas, u ocupando sólo parte de las r esponsa bilidades lectivas de los prof esor es).

• Amenaz a  par a l as carr eras pr o fesionalesde l os pro       f        esor es.Laimplicación en la integración puede socavar las o portunidades de pr omoción de los  profesor es y su traslado a otras escuelas quevaloren la ex periencia es pecializada en una determinada asigna-

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7. RESULTADOS E I NTEGRAC IÓN

tura. Este pr o blema sólo se r esolver á de forma apr o piada a medi-da que la integración se ex panda desde la ex periencia escolarindividualizada y atí pica, hasta abar car cam bios que af ecten atodos los sistemas y a las pautas de  promoción existentes en ellos.

•  Necesidad de un clar o sent id o práctico. Par a asegur ar el com- promiso de la mayor ía de los  profesores con la integración esesencial que se introduzcan me jor as en la enseñanza y el r endi-miento de los estudiantes. Como sucede con la mayor ía de lasrestantes innovaciones, la integración de be ofr ecer com pensa-ciones clar as y visibles para la enseñanza en el aula, de modoque los  pr ofesor es  puedan aceptarla (Fullan, 1 991) . Una integr a-ción mal conce bida, que establezca conexiones artificiales y dis-tor sionadas, o que se vea r educida aun pr oyecto de ba jo nivelo a temas  poco elabor ados, ofrece a los  prof esor es  pocas es pe-r anzas de me jor a entre sus alumnos.

•  N ecesidad d e cr ear una cultur a de colaboración escol ar . Éste esun factor esencial  par a la integr ación del curr ículum. Cuando los profesores de una escuela traba jan  prácticamente solos  y noestán acostumbrados a ayudar se y ofrecer se apoyo mutuamente,aquellos  progr amas es peciales que exi jan colaboración, comolos que contemplan la figur a del tutor para ayudar a los nuevos prof esores (Little, 1990a), o los interdisciplinar es en los nivelesinferior es de la escuela secundaria,  pueden  par ecer , en compa-ración, inusuales y ser considerados desviaciones res pecto a lanorma. En estas cir cunstancias el hecho de necesitar ayuda

·  puede perci bir se como algo insólito, e incluso un indicativo dedebilidad y deficiencia. En consecuencia, los  pr ofesor es puedensentirse  presionados a r echazar la colabor ación y acer car se a posiciones de autonomía e independencia aparentemente -másfuertes-. En este sentido, los currícula integrados y los programasínterdíscipl inares deben ser consider ados  por prof esor es y admi-nistradores como  parte de un esfuerzo a largo  plazo  por cr earuna cultura de colaboración a lo lar go y ancho de la escuela,mediante la cual los  prof esor es puedan tr abajar con juntamentecon naturalidad (Fullan y Hargr eaves, 1991 ;  A. Har gr eaves,1994).  Nuestr a investigación indica que las r eformas encamina-das a me jorar la enseñanza de los adolescentes tendrán mayor probabilidad de éxito allí donde ya exista una cultura de cola- bor ación, ya que apoyan y estimulan la coo peración y la acep-tación de riesgos entr e los  prof esores (Har greaves et al. , 1993).

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U NA EDUCACIÓN PAR A !;L CAMBIO

CONCLUSIÓN

Tanto en este capítulo como en el anterior hemos r ev isado el ef ectoque ejercen las pautas del curr ículum sobre la capacidad de las escue-las para sa tisfacer las necesidades de los adolescentes . L as escuelassecundar ias son lugar es donde  preva lecen las asignatur as, sus identi-dades,. intereses y or ganizaciones departamenta les. Las asignaturasescolares no sólo constituyen comunidades intelectuales . Tambiénson comunidades sociales y políticas. L a mayor ía de las asignaturasescolares tienen sus r aíces en categor ías establecidas a  principios delsiglo xx, que fueron definidas y diseñadas  par a satisfacer las necesi-dades de una élite académica. Persisten, en  parte, por razones deiner cia histór ica, pero tam bién por la manera en que a tr avés de ellase forjan las identidades y alianzas de los  profesor es de escuelasecundaria, por las políticas departamenta les que las  protegen y man-tienen, y  por las  presiones de las universidades y de otr os gruposinfluyentes cuyos inter eses quedan gar antizados al  pr eservarlas . L asasignatur as se han convertido en elementos centrales de la organiza-ción de la escolarización secundaria, en una  parte fundamental de la-gramática- básica de la escolarización. Son uno de los fundamentos-sagrados- de su cultura.

La estructura de la asignatura puede r esultar en cierto modo apro- piada  par a los últimos años de la escuela secundaria, aunque de be-mos indicar aquí que, en conjunto, las asignatur as de la escuelasecundaria son menos atrevidas, directas e innovador as que la gamade asignatur as ofr ecidas en la educación superior. Lo que ya es máscuestiona ble es si las estructuras de la asignatura tradicional son apro-

 piadas  par a los adolescentes. Las estructuras de la asignatura con-vencional desvían el currícu lum hacia contenidos académicos , de unmodo que  puede ser desmotivador para muchos estudiantes menoscapaces, para qu ienes ese traba jo , según su ex per iencia , entraña unadificultad innecesaria y ajena a ellos. L as es tructuras de la asignatur aconvencional también tienden a  balcanizar las escuelas secundar iasen departamentos se parados y , en ocasiones, incluso competitivos.

Eso  puede cr ear gr aves o bstáculos  par a el desar r ollo de los objetivoseducativos compartidos y para lograr una coher encia en el estilo deenseñanza y cumplir las expectativas de los estudiantes. L a escolari-zación secundaria  basada en las asignaturas también  puede fr agmen-tar el tiempo y el espacio de los estudiantes en la escuela, socavan-do su seguridad y arre batándoles la sensación de -hogar - . Por estas

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7. R ESU LTADOS E I NTEGR AClÓN

razones, el currículum convencional , dividido  por asignaturas, r esul-ta insuficiente para satisfacer las necesidades de la adolescencia.

Desarrollar un curr ículum común o básico ha constituido una for-ma de a bordar este  pro blema,  per o los  puntos de vista difier en encuanto a las razones que r ecomiendan su puesta en práctica y los cri-terios que deber ían seguir se  par a definir cualquier ver sión  particulardel mismo. Atendiendo a las exigencias de los adolescentes , hay tr escr iterios que  par ecen  particularmente importantes. Un curr ículumcomún o básico:

• Pro por ciona a los estudiantes acceso a un curr ículum amplio yequili br ado, cr eando más  posibilidades  par a la  pertinencia , laimaginación y el desafío en su apr endiza je.

• Amplía nuestras definiciones de logro y aumenta las o portuni-dades de éxito de los estudiantes.

• Permite una mayor flexibilidad en las dis posiciones horar ias y deenseñanza , mediante la or ganización de equi pos de enseñanzaque a borden - bloques  bá sícos- . Este curr ículum puede aumentarasí la cola bor ación y continuidad entr e los prof esor es, me jor ar lacalidad de la or ientación y la atención  pr estadas a los estudian-tes, y  permitir a los  prof esor es ex perimentar nuevas  pautas deenseñanza con grupos más r educidos o dur ante  periodos detiem po más prolongados.

Un curr ículum nuclear , or ganizado de for ma  pr edominante alr e-dedor de asignatur as escolar es convenciona les de alto r ango, cas i contoda pr o ba bilidad no satisfar á estos criter ios clave. Dicho curr ículumno hará sino r efor zar las pr ioridades académicas y las for mas estr ic-tamente definidas del logro intelectua l en las escuelas secundar ias.

Ser á entonces más difícil establecer la  pertinencia y desarr ollar lamotivación. L as ex periencias de los estudiantes  per manecer án fr ag-mentadas mientr as  per sista la balcanización en la escuela secundar ia.La refor ma del cur r ículum en los años de tr ansición de be abordar por ·

tanto la nor ma más sagr ada de la escolarización secundar ia : una orga-nización que gir a alr ededor de asignatur as escolar es de alto r econo-cim iento.

Sehan r evisado variaciones del curr ículum nuclear que tr ataban desuper ar estas dif icultades. Estos currícula fueron or ganizados  basán-dose en ám bitos am plios de la ex periencia y la comprensión huma-na a las que todos los estudiantes tienen derecho. Fueron amplios y

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U NA EDUCACIÓ N PARA F .l CAMR JO

equilibrados, definían detalladamente el concepto de logro y permi-tían y estimulaban el desarrollo de la integración del currículum. Estoscurrícula son los que de manera más amplia y firme se definen comolos más elaborados de la educación basada en los resultados.Deber ían establecer direcciones y ex pectativas claras y al mismo tiem-

 po dejar un espacio considerable  par a su desarr ollo a escala local,sobre todo en la escuela. También sería aconsejable no prestar unaexcesiva importancia a las guías detalladas  por escrito, llenas de con-tenidos que van más allá de cada escuela, y,  por el contrario, reco-mendamos una mayor atención al desarr ollo de sistemas de apoyo y

revisión que ayuden a asegur ar que las escuelas siguen los criteriosseñalados adaptándolos a sus características  propias. El campo deaplicación que a bar ca el desarrollo del curr ículum  basado en laescuela debería respetar , dentr o de unos amplios márgenes, la valo-ración discr ecional dictada por la prof esionalidad del docente, debe-ría permitir a los profesores la flexibil idad para responder con efecti-vidad a las necesidades de sus estudiantes, dentr o de comunidadesde gran diver sidad, y también ofrecer verdaderas oportunidades parala colaboración y el intercambio entre el personal docente.

Estos desarrollos hallarán ciertos obstáculos y r esistencia a su rea-lización. A la vista de estas dificultades, es necesario llegar a defi-niciones claras y firmes de elementos comunes y de la propia inte-gración del currículum. Es esencial el mantenimiento y la mejora deniveles altos de conocimiento. Es un imper ativo mantener l a - comu-nicación con los padr es, estudiantes y otr os grupos que puedan sen-tirse amenazados por la pérdida de categorías que les son familiares,así como por la desaparición de la -escuela real- . También serán nece-sarias grandes dosis de valor y fortaleza a la vista de la resistencia queoponen los grupos· que tradicionalmente han prosperado con el currí-culum académico y sus asignatur as de alto r ango, y que pueden veramenazadas las ventajas de sus hijos e hijas ante la apr o bación de esecurrículum.

Es esencial desarrollar un curr ículum común, con una mayor inte-gración que opere entr e los ámbitos de las materias y que los sobre-

 pase,  para crear una educación más efectiva y un futuro mejor paratodos los adolescentes. Estanecesidad no significa que haya que abo-lir las asignaturas,  pero sí reflexionar sobr e ellas y r einventarlas. Lasfronteras de la asignatur a también deberían ampliarse significativa-mente y crear se, allí donde fuera necesario, nuevas asignaturas esco-lares como psicología, antr o pología y astronomía. La reforma del cu-

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7. RF.SULTADOS INTEGRACJÓN

rrículum será controvertida, cuestionará suposiciones, desafiará iden-tidades y amenazará los intereses de aquellos que se benefician · delorden curricular existente. No resulta fácil lograr la equidad, y la equi-dad de calidad todavía es más difícil. No debemos desfallecer a lahora de afrontar este profundo desafío curricular. La reforma delcurrículum debería ser una prioridad máxima en los esfuerzos paralograr un cambio escolar que beneficie a los adolescentes, por gran-de que sea la conmoción que cause.

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CAPÍTULO 8

La evaluación

La evaluación es « la cola que menea el  perr o» del curr ículum (Har -gr eaves, 1 989). Amenudo vemos la evaluación como a lgo que si g ue

al aprendiza je, que a par ece des pués de la enseñanza (Bur gess yAdams, 1 985). S in embar go, y según ar gumenta Br oad.f oot (1979), laevaluación suele tener un efecto de « rechazo» so bre el curr ículum ylos  pr ocesos de la enseñanza y del a prendiza je que lo acompañan.

En consecuencia, la evaluación es tanto el mecanismo que hace fun-cionar nuestr os o b jetivos educativos como un r efle jo de los mismos -

(Murphy y Torr ance, 1 989). En este sentido, cualquier cam bio en laevaluación educativa de ber ía  planificar se en consonancia con loscambios que se pr o pongan para el curr ículum. L a r ef orma del currí-culum y de la evaluación es una labor que de bería em pr ender se deforma conjunta, coher ente y pr eviamente  planificada. De otro modo,la r eforma de la evaluación se limitar á a configurar el currículum pordef ecto (Har gr eaves, 1 989).

S i nuestr os o bjetivos educativos  promueven una amplia gama der esultados y reconoce una amplia variedad de logros educativos, esoso bjetivos de ber ían quedar reflejados en una  política de evaluaciónque contar a con la misma amplitud (Leithwood etal . , 1 988). Dado el poder de la evaluación par a configur ar el currículum, la enseñanza yel apr endizaje, los desequilibrios de ésta cr earán muy probablemen-te desequilibr ios en los tr es últimos as pectos nombr ados. Algunostipos de evaluación, como los exámenes escritos y las pruebas estan-

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UNA EDUCACIÓN PARA E L CAMBIO

darizadas, son comúnmente criticados por sus efectos negativos sobreel currículum, la enseñanza y el aprendizaje (véase,  por ejemplo,Hargreaves, 1982 ; Haney y Madaus, 1 989). Esto ha inducido a algu-nos a defender la abolición de estrategias concretas de evaluaciónque parecen e jercer estos ef ectos (véase,  por e jemplo, Whitty, 1985).

Per o la evaluación, como conce pto general, no puede ser eliminada.Es una  parte constitutiva de la enseñanza. Los  pr ofesores evalúancontinuamente. Contr olan el progreso y la respuesta de sus estudian-tes dur ante el tr anscur so de los acontecimientos que tienen lugar enel aula . Al escudriñar las expr esiones faciales, al compro bar el tr a ba- jo de los estudiantes, al hacer pr eguntas par a compr o bar el nivel decomprensión, los  prof esor es empr enden una tar ea de evaluación in-formal como parte rutinaria de su tra ba jo (Jack son, 1988). S i no lohicier an así, no estar ían enseñando. La evaluación,  pues, no se puedesuprimir ,  pero sí r eformar . A la vista de nuestr a argumentación ante-rior ,  parece sensato suger ir que la fuer za impulsor a que anima larefor ma de la valor ación debería ser el pro pósito de satisfacer de unmodo más ef ectivo los o bjetivos de nuestro curr ículum y nuestraenseñanza.

L a evaluación cumple muchas funciones. Entr e ellas se incluyenfomentar la r es ponsabilidad, la titulación, el diagnóstico y la motiva-ción del estudiante. Todas estas metas no pueden a bar car se con unasola estrategia de evaluación (ése ser ía el caso de las  pruebas estan-darizadas o los  portafolios) (Haney, 1991 ; Har gr eaves, 1 989; Br oad-foot, 1 979). Algunas estr ategias de evaluación,  por ejemplo los porta-folios, útiles  par a estimular la motivación del estudiante, r esultan poco eficientes como instrumentos para satisfacer las exigencias der es ponsa bilidad pública. Del mismo modo, algunas estr ategias, comolas prue bas o exámenes nacionales que pr opor cionan datos asequi-

 bles y concisos a audiencias externas, no r esultan de gr an ayuda a lahora de diagnosticar los  problemas del estudiante. En consecuencia,es más pro ba ble que podamos satisfacer los diver sos pr o pósitos de laevaluación mediante el empleo de una extensa gama de estr ategiasde evaluación. El o bjetivo último de todo esto es que si invertimos enuna serie limitada de estr ategias de valoración, sólo cumplir emosalgunos de nuestr os pro pósitos en ese ámbito, a ex pensas del r esto.

Desarrollar y des plegar una amplía gama de estr ategias de evalua-ción es una pr áctica ha bitualmente criticada ya que, según sus detrac-tores, ocupa una por ción importante del tiempo asignado al prof esor para r ealizar sus funciones (Stiggins y Bridgeford, 1 985; Br oadfoot et

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8. LA EVALUACIÓ N

al . , 1 988). L as demandas de evaluación adicional  planteadas al  pro-fesor  pueden representar una carga considerable allí donde las tareasde evaluación, como las pruebas escritas, son administr adas  por sepa-r ado con r es pecto al resto. del currículum . Sa bemos, sin embar go, quelos  prof esor es va lor an continuamente a sus estudiantes de modo , in-for ma l , como  parte integr al de su enseñanza. S i quer emos desar rollary des plegar una gama más am plia de estrategias de evaluación, y queéstas no mantengan ocupado un tiempo excesivo a l  prof esor , de be-r án ser incluidas en el a pr endiza je que se imparte en el aula, y dejarde ser algo a lo que se a plica un criterio o clasificación similar es a losutilizados  par a or denar las estanterías que contienen los libr os detexto, una vez que haya terminado el a prendiza je. La integración delas nuevas estr ategias de evaluación en el currículum y el apr endiza-

 je es uno de los mayor es avances  prácticos y conceptuales que  pr e-cisa la reforma de la evaluación. En r esumen,  basamos nuestr a r evi-sión de la evaluación educativa en los s iguientes  pr incipios :

• La reforma de la evaluación y la reforma del curr ículum estánestr echamente relacionadas y deberían emprenderse  juntas .

• Los amplios objetivos del currículum deberían tener su reflejo eno bjetivos de evaluación a su vez más amplios.

•  No se puede abolir la evaluación educativa, sino sólo refor marla.

• La evaluación educativa cumple diversos  propós itos que no pue-den ser a bar cados adecuadamente  por una sola estr ategia deevaluación, sino  por una amplia gama de estrategias.

• L a evaluación de ber ía constituir una  parte integral del  pr ocesode apr endiza je , y no a lgo que se  pone en  pr áctica una vez ter -minado éste.

En el r esto del ca pítulo ampliar emos estos  puntos, clarificando lanatura leza de la evaluación educativa,  perfilando sus pr o pósitos  pr in-ci pales y descr i biendo los ti pos es pecíficos de evaluación que los pr of esor es  pueden utilizar y  pr actican en sus aulas. Examinar emosdes pués las  pautas tradicionales de evaluación y sus implicaciones enla enseñanza y el aprendizaje. Finalmente, analizaremos una gama deestr ategias alternativas de evaluación,  junto con algunas  posi bilidadesy pr o blemas que  pueden sur gir en su a plicación.

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U N A tD UCACIÓN PAR A f. L CAMBIO

DEFINICIONES DE IA EVALUACIÓN

Según Bloom (1 970), la evaluación es uno de los tr es as pectos de lala bor examinador a , s iendo los otros dos la medición y la valoración.Bloom definió la evaluación como « un intento de valor ar las car acte-r ísticas de los individuos r es pecto a un ambiente, tar ea o situaciónde car ácter  particular - . Sa tterly (1981) definió la evaluación másampliamente como « un término que incluye todos los  procesos yresultados que descri ben el aprendizaje de los estudiantes-, y Woody Power (1984) expresaron la necesidad de separar el término -eva-luació n- del de -rnedició n-. La evaluación se define  por otro ladocomo el  proceso que valora la evolución del estudiante hacia losob jetivos educativos establecidos, e incluye juicios de valor (Stennett,

1987). En este capítulo, la evaluación será definida como los méto-dos utilizados  para describir y diferenciar lo apr endido por los estu-diantes en la escuela.

Es razonable que aquellos que están implicados en el  pr oceso deaprendiza je quieran com pr ender sus r esultados (Murphy y Torr ance,1988). En consecuencia, y por definición, la buena evaluación no sóloforma una  parte esencial de la enseñanza y el a pr endiza je, sino quees inher ente a la  pr opia enseñanza (S hipman, 1 983).

La va loración  puede ser dif er enciada atendiendo a aquellos as pec-tos que los  pr of esor es va lor an: el pr oceso de traba jo (de qué manerael estudiante asimila , or ganiza e interpr eta la inf ormación), o el pro-

ducto (la  pr esentación de las ideas y la calidad y cantidad del tr a ba- jo). Por lo gener a l , se da pr efer encia a la evaluación del  pr oducto ter-minado,  puesto que, comúnmente, se la considera un intento  porcuantificar r endimientos, dentro de una visión del aprendiza je or ien-tada hacia el pr oducto (Shipman, 1983).

La evaluación  puede ser diagnóstica, formativa o reco pilador a,

dependiendo del motivo que r equiera su aplicación. La evaluacióninicial se lleva a ca bo  par a descubrir si un estudiante tiene dificulta -des o par a identificar la natur aleza de su comprensión, con ob jeto detomar decisiones acerca de  posibles modificaciones en cuanto a suasignación a un grupo o a l  progr ama. Buena  parte de este tipo deva lor aciones se hace de modo infor ma l y continuado. L a eva luacióninf orma l tiene lugar al interactuar el  pr ofesor con los estudiantes enel aula , interpr etar las respuestas de éstos y r es ponder a ellas median-te la modificación de su estilo de enseñanza, ya sea ada ptando eltema o cam biando el curr ículum.

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8 . L A EV ALU ACIÓN

Los términos de evaluación formativa y recopiladora se utilizan,res pectivamente,  para distinguir entre evaluación continuada a lo lar-go del cur so, cuyo  propósito fundamental será me jorar la enseñanzay el a pr endizaje, y la evaluación que se  produce una vez terminadala enseñanza y cuyo o bjetivo consiste en valorar los logros del alum-no. Ta l y como sucede con la distinción entr e  proceso y producto, se pone es pecial énfasis en determinar en qué medida la evaluaciónayuda al  pr of esor a identifica r los  pr o blemas del que a pr ende,  pro- porcionándole a poyo inmediato, en comparación con la descripcióndel r endimiento final (Scr iven , 1 978).

Finalmente, la evaluación también se  puede diferenciar en lo querespecta a su  punto de r ef er encia , eval uación basada en el crit erio o

en el r esultad o , y que r egistr a el logro de ob jetivos curriculares espe-cíficos alcanzados  por el estudiante. Esta evaluación equipara a losestudiantes con un nivel. L a ventaja de este método es que  permite alos  profesores identificar hasta qué  punto un estudiante ha alcanzadoun nivel de r endimiento predeterminado, de modo que se les puedaofrecer la ayuda a pr o piada (Rowntree, 1980). Cuando la comparaciónse establece con los compañeros y no con niveles específicos, la eva-luación  pasa a tomar como referencia la norma. Broadfoot (1979)argumenta que el predominio de la evaluación que toma como ref e-rente la norma es de poca ayuda para los profesores a la hora demejorar su enseñanza y refleja la competitividad que caracteriza nues-tra sociedad. Además de estos dos  puntos de referencia ampliamen-te discutidos en la evaluación, hay un tercero, analizado de formamás super f icia l : la eva luación -ipsatíva- o autore  fer enciada. Derivadadel latín ip se (que s ignifica -uno mismo-), esta  pauta de valor ación esaquella en la que el rendimiento y los logros  pr o pios no se midenatendiendo a ninguna nor ma o promedio, ni res pecto a ningún crite-rio  pr eesta blecido, sino tomando como r ef er encia los r endimientos ylogros del alumno en el  pasado.

Uno de los  pro blemas del tr ánsito a la escuela secundaria es eldesconcertante descenso que se  produce en las notas de algunosestudiantes cuando  pasan de ser valorados  por r ef er encia -ipsativa- enla escuela elementa l , a ser lo atendiendo a nor mas o cr iterios estable-cidos en la escuela secundar ia (ILEA , 1984). Este  pro blema generali-zado indica la importancia de  procurar una coher encia según el

 punto de r ef er encia ado ptado en la  pr áctica de la evaluación, dadoque los estudiantes  pasan de una institución a otr a . En síntesis :

187

 

UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

• L a evaluación ha sido definida como los pr ocesos utilizados paradescribir y diferenciar los conocimientos adquiridos por los estu-diantes en la escuela.

• L a evaluación puede valorar el proceso de trabajo o su  producto.• La evaluación  puede ser de naturaleza diagnóstica, formativa o

recopiladora .

• La evaluación puede tomar como punto de ref er encia criterios y

normas, o ser de carácter -í psativo- autoreferencial.• Puesto que la incoher encia en la práctica de la evaluación  puede

conducir a confus ión y desilus ión, a medida que los estudiantesefectúan el tránsito entre las escuelas (primaria a secundar ia) , es

 prioritario para la evaluación establecer con claridad y coheren-cia su  punto de referencia.

OBJETIVOS DE IA EVALUACIÓN

La evaluación educativa cubre una serie de objetivos diferentes. Cua-tro de ellos se analizan ampliamente en la bibliografía: responsabili-dad, titulación, diagnóstico y motivación.

 Responsabtlización

Para el público, en general, la evaluación puede legitimar la existenciade un sistema educativo dado y comunicar a la sociedad hasta qué puntose están satisfaciendo las expectativas que ésta tiene depositadas en laescolarización. Puesto que los contribuyentes invierten dinero en la edu-cación, quieren estar seguros de que su dinero se emplea  bien. A medi-da que aumenta la  pr o porción de contribuyentes que no .tienen hijos ehi jas en edad escolar , también aumenta la demanda pública de rendi-miento de la res ponsa bilidad educa tiva. La calidad del trabajo que los propios estudiantes llevan consigo a casa o describen no es suficiente para este  público más amplio, que exige criterios de res ponsa bilidadgeneralizados y  perceptibles. Según este  punto de vista, las escuelas tie-nen que producir - bienes- lo que, en términos educativos , equiva le aconseguir que los estudiantes alcancen un cierto nive l (Broadfoot, 1984).

Esta presión que exige dar cuentas a la sociedad no es nada nuevo.Ya se daba,  por ejemplo, en la Inglaterra del siglo XJX , cuando se paga-

1 88

 

8. LA EVALUACIÓN

 ba a las escuela s -según los r esultados- , es decir , 'si los estudiantes o b- ·

tenían niveles es pecíficos y perce ptibles. Incluso en la actualidad, enHolanda, las becas estatales sólo se conceden a aquellas escuelas cu-yos estudiantes  pueden demostrar un mínimo de competencia en ha- bil idades numér icas y básicas de car ácter general (Maguir e, · 1 976) .

Titulaci6n

Éste es quizá el propósito más comúnmente reconocido de la evalua-ción escolar , sobre todo en los últimos años de la educación secun-daria (Broadfoot, 1979). La titulación constata la competencia de losestudiantes en un ámbito particular del aprendiza je, una vez han ter-minado su trayectoria escolar o un tramo importante de la misma.Esta competencia se demuestra en  prue bas o exámenes en a parien-cia imparciales y o b jetivos, conf eccionados ha bitualmente  por los pr of esores. Los r esultados de esta evaluación se compar an con el r en-dimiento de otr os estudiantes, clasif icando por tanto a los estudiantesatendiendo a unos criterios  pr edeterminados v . en ocasiones , esta- bleciendo comparaciones entr e sí. El o bjetivo  princi pal de esta clasi-ficación es el de permitir que los dos - príncí pales consumidor es· delsistema educativo, es decir , los empresarios y las instituciones de edu-cación superior , seleccionen a aquellos que, en su opinión, han teni-do un rendimiento satisfactorio (McLean , 1 985).

Al igual que sucede con el pr ecepto de r es ponsabilidad, la titula -ción ha cr ecido en importancia a lo lar go de los años a l ser conside-r ado un  propósito clave de la evaluación. Su cr eciente influenciasobre los sistemas de evaluación y los sistemas educativos  puede seratribuida en general a lo que Dore (1976) , en su revisión internacio-nal de las tendencias de la evaluación, califica como -inflació n de cali-ficacíones- , - la enfermedad del diploma- o -titulití s- . Este  pr oceso hasupuesto, a lo lar go del tiempo, una escalada en las exigencias decalificación  par a un mismo puesto de tra ba jo, aun cuando las ha bili-dades r equer idas  para realizar la tarea se hayan mantenido r elativa - ·

mente estáticas . En la búsqueda de equidad dentr o de un sistemadonde  pr evalece la igualdad formal de oportunidades , aumenta elnúmero de estudiantes que se someten a exámenes,  prue bas y otr asva lor aciones, en niveles cada vez superiores, con o bjeto de sacar el.máximo rendimiento a sus  posibilidades de éxito.  A medida que unmayor número de estudiantes alcanza con éxito el nivel exigido en

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U NA EDllCAClóN PAR A F . I . CAMllló

los centr os educativos y aumenta la r eserva de candidatos aptos  para puestos de tr a ba jo concr etos, aquel los que abren las puertas de acce-so a dichos  puestos elevan sus estándares de admisión  par a r educirla r eserva y conseguir as pir antes me jor calificados. Por su  parte, losque abr en las  puertas de acceso a otr os tr a ba jos  para lelos hacen lomismo  para no r eba jar su  posición, lo que da como r esultado unainflación. E l ef ecto inmediato de dicha inflación es la cr eación de  pr o-gramas de nivel más elevado  par a satisfacer la demanda de un cr e-ciente númer o de estudiantes, y la de pendencia de otr os  pr ogramasa titulaciones que antes no tenían , con o b jeto de dotarlos de mayorcr edibilidad  pú blica . En gener a l , la titulación aca ba  por e jer cer unainfluencia cada vez más amplia , lo que la convierte en uno de los  pro- pósitos más  poderosos de la va lor ación educativa.

 Diagnostico educativo

La evaluación  permite al  profesor va lor ar el  pr oceso de a prendizaje,identificar los niveles de comprensión de los estudiantes, localizar pro-

 blemas y ofrecer ayuda individualizada o ajustar el progr ama en con-secuencia. Este tipo de evaluación no sólo es ventajosa para el públi-co externo, obsesionado  por la r es ponsabilidad, o el reclutamiento de per sonal competente, sino también  par a los  propios  prof esores , yaque de este modo  pueden ayudar a sus estudiantes ajustando su  pro-gr ama y me jorando su enseñanza. En este sentido, la evaluación me jo-r a la ca lidad de la enseñanza y el a pr endizaje (Rowntree, 1 980) .

 Mott vact ón del estudiante

Es evidente, la evaluación motiva , según el  princi pio del - pa lo y lazanahoria » , allí donde los estudiantes están dis puestos a r ealizar elesfuer zo necesar io  par a lleva r a ca bo una tar ea  por la que van a serrecom pensados ( Natr iel lo, 1 987). También se estimula la motivacióncuando el logr o del estudiante es oficia lmente r egistr ado y r econoci -do (Mun by, 1 989). En aquellos casos en que los estudiantes  partici -

 pan en el  pr oceso de evaluación, ésta  puede r esultar un acicate  por -que ayuda a fomentar entr e los estudiantes un sentido de res ponsa-

 bilidad so bre su  pro pio a pr endiza je (Bur gess y Adams, 1 985 ). L avalor ación tam bién  puede e jer cer un ef ecto positivo en la motivac ión

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8. LA EV,'.LUAClÓ N

del estudiante de forma indirecta, al conllevar mejoras en el currícu-lum y la enseñanza, así como en la calidad del aprendizaje que expe-rimentan los estudiantes (Hargreaves, 1989). Utilizar la valoración en beneficio de la motivación es, sin embargo, una espada de doble filo.Stiggins (1988) señala que las  puntuaciones o categorías no son moti-vadores  para los que rinden poco, que se protegen a sí mismos mos-tr ándose menos  persistentes y poco motivados.

En un sentido gener al , la responsabilidad y la titulación son pro- pósitos importantes e inevitables dentro de la evaluac ión educativa.Per o, desde nuestr o  punto de vista, los  propósitos clave de la eva-luación son aquellos que a bordan las necesidades de los  preadoles-centes durante los años de transición. El diagnóstico y la motivaciónson,  por lo tanto,  pro pósitos fundamentales de la evaluación si aten-demos a las necesidades del estudiante. S i estas necesidades  pr edo-m inan realmente en un sentido tanto  pr áctico como retórico, enton-ces la prior idad  principal en la reforma de la evaluación ser ía el cum-

 plimiento adecuado a los  pro pósitos del diagnóstico y la motivación.

Éste sería el criterio seguido en nuestra revis ión de las estrategias deevaluación.  No se tr ata de un análisis so br e las venta jas y desventajasque  pr esentan las dif er entes  pautas de evaluación en un sentido am-

 plio. Abordar emos la evaluación como un aspecto a tener en cuenta ala hora de satisfacer las necesidades de los  preadolescentes. En con-secuencia , se considerar án dif er entes pautas de evaluación, atendiendoa su ca pacidad  para intensif icar o disminuir la motivación del estudian-te , de mejorar o inhibir el diagnóstico efectivo, y de r econocer y esti -mular una gama amplia o limitada de logros y ex periencias educativas.

PAUTAS TRADICIONALES DE EVALUACIÓN

Históricamente, las formas de evaluación dominantes y  públicamentevisibles han sido las prue bas estandarizadas, los exámenes externos y

las  pruebas y exámenes supervisados por los  profesores. En una revi-sión de la  bibliografía so br e los  procesos de evaluación en las escue-las y aulas,  Natriello 0987) llegó a la conclusión de que - la técnicadominante para reunir información sobr e el rendimiento del estu-diante es siempre algún tipo de exarnen-, ya sea nacional, estatal, dedistrito o de aula, en el que los profesores confían ampliamente(Herman y Dorr-Bremme, 1984; Wilson, 1989).

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UNA EDUCACIÓN PAR A EL CAMBIO

 Efectos de la evaluadón tradicional

En todas las sociedades industriales occidentales , los exámenes se ini-ciar on como un medio de asegurar el ingreso en ciertas  profes ionesde élite, contr olando así el reclutamiento de sus miembros (Br oadfoot,

1979). Ya desde el principio,  por tanto, los exámenes formaron partede un  proceso de clasificación y selección que  puso de relieve los fru-tos concretos de la educación. Dos tipos de exámenes han  pr evaleci-do en la bibliograf ía de los últimos años : de competencia mín ima yexámenes es pecíf icos de gr ado (Nagy , Tr aub y MacRury, 1 986). Las

 prue bas de competencia han sido muy utilizadas en Estados Unidos .

Aunque fuer on introducidas originalmente  para  proteger los interesesde estudiantes cuyas necesidades estaban siendo descuidadas, han

 pr ovocado innumer a bles de bates sobre su imparcialidad y el impactoque tienen so bre los  programas educativos (Cor cor an, 1 985) .

Además de exámenes y  prue bas estandarizadas confeccionadosfuera de la escuela, los profesores también se han valido, en granmedida, de sus propias pruebas escritas, como base para calificar elrendimiento del estudiante (Gullickson, 1982). De hecho, Stiggins ysus colaboradores (1989) descubrieron que los profesores consideranlas evaluaciones de aula hechas por ellos mismos como la fuente fun-damental de información sobre el logro del estudiante, y manifiestansu preferencia por desarrollar sus propias evaluaciones . Varios estu-dios sobr e las  pr ácticas de evaluación realizados en escuelas cana-dienses han descubierto que los prof esores  pr efier en ser ellos los que

 pr e par en sus  pruebas (Wahlstrom y Daley, 1 976 ; Ander son, 1 989 ;

Wilson et al . , 1989).Las pautas tr adicionales de examen y evaluación tienen en común

las siguientes car acterísticas:

• S e a plican  pr edom inantemente fuera de contexto, una vez com- pletado el a pr endiza je r equerido.

• S uelen ser  prue bas escritas .

• S uelen tomar como r ef er entes normas o cr iterios.• Pr o porcionan la  base  par a las puntuaciones o notas, que  pueden

utilizarse como mediciones del r endimiento individua l , de laescuela , del distrito, del estado/  provincia o del  plano nacional.

L os ar gumentos a favor y en contr a de los exámenes  públicos yafueron  planteados hace cas i ochenta años de modo elocuente, aun-

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8. LA EVALUACIÓN

que un tanto singular ,  por parte del Consejo de Educación (191 1 ), enInglaterra. Aná1 isis más recientes so br e los efectos de los exámenes yotra s  pautas similar es de evaluación han añadido consider ables deta-lles,  pero poca sustancia a aquellos argumentos expr esados concisa-mente.

Losefectos positivos de los exámenes so br e el alumno son:

• Le o bligan a pr eparar se a tiem po (sic) a l exigir le que alcance ungr ado de conocimiento determinado en una fecha fi jada.

• Le incitan a asimilar sus conocimientos de for ma r epr oduci ble ydisminuye el riesgo de imprecisión.

• Le exigen asimilar  partes de un estudio que, aunque im portan-tes, pueden resultarle  poco interesantes o incluso desagradarle profundamente.

• Desarr ollan la capacidad de abordar una asignatura par a un pro- pósito definido, aun cuando no le par ezca necesar io recordarlamás tarde; un entrenamiento útil  par a algunas de las tar < = :as  pro-f esionales que de ber á e jer cer en el cam po de la abogacía, laadministración, el periodismo y los negocios.

• En algunos casos, estimulan una cierta constancia en el tr aba jodur ante un  per iodo de tiempo  pr olongado.

• Permiten que el alumno tenga una idea  precisa sobr e su verda-dero logro mediante:

i) el estándar requerido  por los examinador es externos;

ii) la com paración con los logr os de sus compañeros , yiii) la compar ación con los logros de alumnos  pertenecientes a

otr as escuelas.

Por otr o lado, los exámenes  pueden causar un ef ecto negativoen la mente del alumno a l :

• Pr emiar únicamente la capacidad de r eproducir las ideas deotr os y los métodos de pr esentación de los demás , desviandoasí la ener gía del  proceso cr eativo.

• R ecom pensar las for mas más evanescentes del conocimiento(que desa par ecen con ra pidez).

• Favor ecer a un ti po de mente en cierto modo  pasiva.• Conceder una in justa venta ja a aquellos que, al contestar a las

 pr eguntas  por escr ito,  pueden hacer un uso inteligente delogros quizá más tenues.

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UNA eouCACIÓN PARA EL CAMBIO

• Inducir a l a lumno, en su  preparaci ó n  par a un examen, aabsorber la información transmitida  por el  prof esor , antes quea formar se un juicio independiente aquellos temas impartidosen clase.

• Estimular el es píritu competitivo en la adquisición de conoci -miento, un es píritu que, en el  peor de los casos,  puede llegara ser mer cenario.

L os ef ectos  positivos que un examen  bien ela bor ado tiene so br eel  prof esor son :

• L o inducen a tratar meticulosamente su asignatur a.• Le obligan a organizar sus lecciones de modo que  puedan

abar ca r con esmero intelectual un cur so de estudio  previa-mente determinado, dentro de unas limitaciones concretas detiempo.

• Le impulsan a prestar atención no sólo a sus me jores alumnos,

sino también a aquel los que van más retrasados o son máslentos y que también están siendo  preparados  para el examen.

• Lo familiar izan con el nivel que de la misma asignatur a soncapaces de alcanzar otros  profesores y sus alumnos, en otroslugares de la educación.

En contrapartida , los exámenes e jer cen un ef ecto negativo en el pr of esor en la medida en que:

• L e o bligan a vigi lar las manías del examinador y a tomar notade su idiosincrasia (o tradición del examen), con el pr o pósitode dotar a sus a lumnos de la clase de conocimientos r equer i-dos para afr ontar con éxito las cuestiones que  pr o bablementese les  plantear án .

• Limitan la li bertad del  profesor  para elegir el camino quedesea seguir a la hora de tr atar su asignatur a .

• L e animan a asumir una tar ea que, de otr o modo, ha brían rea-lizado sus alumnos  por sí solos, lo que le induce a filtrar lainfor mación antes de im par tirla, o a seleccionar hechos oas pectos concretos de la asignatur a que cada alumno de beríar ecoger o descubrir adecuadamente  por sí mismo.

• Pr edis ponen a l  profesor a sobr eva lor ar ese tipo de desarr ollomental que asegur a el éxito en los exámenes.

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8. LA EVALUACIÓN

• Pr ovocan que el  profesor centre su atención en aquellosaspectos que atañen dir ectamente al . .examen- , desviándole deaquellas otr as tareas en su la bor educativa que no quedanr eflejadas en una prueba escr ita.

Por muy persuasivo que resulte este documento, y a pesar de suutilidad par a estimular el debate acer ca de los beneficios y desventa-

 jas que ofrece la pauta tradicional de evaluación, no debe olvidarseque fue escrito en otr a é poca , cuando la gama de estrategias de eva-luación era bastante más limitada de la que existe en la actualidad. Aldis poner de otr as estrategias de evaluación, muchos de los llamadosef ectos - positivos- del examen no serían exclusivamente atr ibuibles aéste. A los estudiantes se les puede exigir que -alcancen un grado deconocimiento deter minado en una f echa f i jada· con la  pr eparación,

 por e jemplo, de  pr esentaciones  par a una f eria so bre ciencia . Demodo similar, -el r iesgo de impr ecisión· en el examen  por escr ito

 puede disminuir mediante la evaluación formativa de una serie de borr adores, como sucede en el  proceso de escritur a utilizado ahor aam pliamente en los programas ingleses de escuela elemental y secun-daria . De igual maner a, muchos de los supuestos ef ectos adver sos delos exámenes también se  pr oducen en las evaluaciones, llevadas aca bo por el  pr of esor .

Aunque  buena  parte de la investigación aquí analizada se r efierea los efectos  pr oducidos  por los exámenes, no son sólo éstos los quenos  pr eocu pan, sino también otr as  pautas tr adiciona les de evalua-ción, como las prue bas estandarizadas que comparten muchas carac-ter ísticas con los exámenes convencionales,  pautas de evaluación, en buena medida, descontextualizadas, escr itas y o bligatorias a la term i-nación de una unidad o  progr ama de estudio. Consider ar emos lasconsecuencias que tienen estas  pautas tradiciona les de evaluaciónso br e el curr ícu lum y el estudiante.

 E  fect o s sobre el currí culum. El de bate so br e los ef ectos de las pau-tas tr adicionales de evaluación en el currículum se ha centr ado en dos puntos: la restr icción del curr ículum y la im portancia otor gada a lasasignatur as de las que se examina a los alumnos. Aunque la mayor íade exámenes se r ealizan cuando finaliza el año escolar , han sido cr i-ticados  porque influyen so bre el currículum desde mucho antes(Br oadf oot, 1979).  Nuestra mayor inquietud es que esos exámenes

 puedan llegar a dictar el cur r ículum (Nagy, Traub y MacR ury, 1986).Enuna cr ítica al sistema de la educación secundaria en Gran Br etaña,

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UNA EDUCACIÓN PARA E L CAMBIO

claramente dominado por valores y  preocupaciones académicas,

Hargreaves (1982) afirmó que el sistema de exámenes públicos trans-mitía a los estudiantes el mensaje de que sólo aquellas asignaturas delas que tenían que  presentarse a examen er an r ealmente importantes,a l igual que los conocimientos, habilidades y capacidades que  pudie-r an evaluar se con facilidad, es pecialmente en una  prue ba por escr ito.

Ar gumentó que los exámenes filtraban sistemáticamente la ex perien-cia cotidiana de mucha gente  joven, ale jándola del curr ículum. Enmúsica,  por e jemplo, el énfasis  puesto en el as pecto intelectual-cog-ni tivo de la asignatur a,  por encima de la habilidad par a interpr etar lanotación dentro de una estructur a clásica, excluía a mucha gente

 joven de disfrutar y de alcanzar el éxito en esta asignatur a dentr o dela escuela . L a valoración tr adicional de la música tr ansfor maba unaasignatura  potencialmente accesib le en otra inaccesible y a jena  par amuchos estudiantes, a l resaltar sus componentes intelectual-cogniti-vos. Br esler (1 993) ha detectado r eacciones similar es entr e los estu-diantes de música en el conservator io .

Las pautas tr adicionales de evaluación tienden a r esaltar los as pec-tos intelectual-cognitivos del logro y las asignatur as en las que  pre-dominan estas formas de logro. S ólo reconocen una fracción de lasmúltiples inteligencias descritas  por Gar dner (1983). Al limitar de estemodo el curr ículum y las  posibilidades de logr o, las  pautas tr adicio-na les de valor ación, que dominan el sistema de eva luación de unaescuela, r educen las posi bilidades de éxito y tienden a cr ear un curr í-culum académicamente or ientado, ale jado de la r ealidad cotidiana delos estudiantes, y desmotivador  para muchos de los que podríamoscalif icar como -rnenos ca paces-. E l formato de elección múltiple de las prue bas estandarizadas tam bién estimula los  pr ocesos de r econoci-miento y memor ia de  ba jo nivel, en lugar de  pr ocesos de  pensa-miento desde las estrategias. En un estudio naciona l so br e los usos y per ce pciones de las  prue bas educativas r ealizado entr e dir ector es y prof esor es en Estados Unidos, Herman y Dorr -Br emme (1984) descu- br ieron que el aumento de las  prue bas tenía como consecuencia unmayor énf asis en las ha bilidades  básicas de la enseñanza. Al  par ecer ,las habilidades  básicas consumían más tiem po y más r ecursos educa-tivos, so bre todo en aquellas escuelas con estudiantes  pr ocedentes deambientes socioeconómicos más  po bres . En este contexto, r eci bíanmenos atención las asignaturas que r esulta ban más difíciles de valo-rar mediante  pruebas escritas, como los estudios de carácter social(Rimmington, 1 977).

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8. LA EVAL UACIÓN

Allí donde imper an las  pautas tr adiciona les de evaluación, resultaimproba ble que los objetivos del curr ículum y de la enseñanza selogr en en su totalidad, y es muy  posible que los estudiantes se veanex puestos a un cur r ículum desmotivador , académicamente or ientadoy ale jado de su exper iencia,  pr ecisamente cuando se encuentran enun momento vita l de su desarr ollo.

 E  fect os sobre e l pro     f      esor . Los ef ectos que la evaluación tr adicionaltienen so br e el  pr ofesor han sido extensamente documentados en elR eino Unido, donde los exámenes  públicos constituyen una car acte-rística im portante del sistema educativo. Se ha afir mado que los ef ec-tos de tales exámenes sobr e el  pr of esor son a brumador amente nega-tivos (M ortimor e y M ortimor e, 1984). En una encuesta efectuada  porel servicio de Inspección de Su Ma jestad entr e escuelas secundar ias0979),  pudo constatarse que:

el tra bajo a bordado en el aula se veía lim itado a menudo  por la impor -tancia otorgada al  progr ama  para el examen, es decir , a aquellos temas quese  pensa ba ser ían elegidos  por el examinador.

Este estilo dominante de enseñanza, observó la ins pección -carecíade sentido crítico, r esultaba  poco estimulante y pr esentaba serias de-ficiencias-. En su estudio so br e los alumnos que abandonaban la es-cuela superior en Escocia, Gr ay y sus colabor ador es (1983) llegarontambién a la conclusión de que los métodos tr adicionales de ense-ñanza  predomina ban en los r ecuer dos que tenían muchos estudiantesde su  paso  por la escuela. Gray et al . escr i bieron: •Se  puede inf erir detodo ello que el hecho de estudiar  par a apr ender entr ó en conflictocon la tónica gener a l de estudiar  para a probar los exá menes-.

Las  pautas tradicionales de evaluación tam bién  pueden frenar losintentos de innovación en el aula . En distintos estudios llevados acabo  por el Proyecto de C iencia Integr ada del Conse jo Escolar , enGr an Br etaña, tanto Olson (1982) como Weston (1979) descu brieronque los  prof esores no se atenían a las guías del  proyecto y per sistíanen enseñar desde la  pizarra, invitando a los estudiantes al r e paso ,

 pr ácticas éstas que los  pr of esor es atribuían a las lim itaciones im pues-tas por los exámenes. Las evaluaciones so bre el método utilizado  para poner en práctica los nuevos  progr amas de matemáticas en las escue-

las elementa les de Ca lifornia mostr ar on ef ectos similares.  A los  pro-fesores les resultaba difícil acometer de forma adecuada los  proyec-tos que r ecomenda ban un enfoque de solución de  pro blemas en el

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U NA EDUCACIÓN PARA F.~ CAMBIO

estudio de las matemáticas ,  puesto que el rendimiento matemático desus estudiantes seguía valorándose mediante  pruebas estandarizadasque  pr emia ban las habilidades  básicas (Darling-Hammond, 1 990) .

L os profesor es no siempre se muestr an r eacios a atener se a las con-diciones im puestas por los exámenes y las  pruebas estandar izadas.

Muchos de ellos acogen los exámenes con entusiasmo, a l cons iderar -los un r ecur so clave  par a motivar a sus estudiantes en un  periodo enel que, de otr o modo, ese entusiasmo  brillar ía  por su ausencia (Sikes,Measor y Woods, 1 985) . En una  pr of esión en la que son constantes lasdudas de los  prof esor es sobr e la consecución de sus ob jetivos , las

 puntuaciones favor a bles de las  pruebas estandarizadas les  pro porcio-nan una cierta tr anquilidad r es pecto a la ef ectividad de su tra ba jo.

Los ef ectos de las evaluaciones tr adicionales sobr e los  prof esor esno siempr e  pueden calificarse de  positivos o negativos. En un estu-dio inter esante y detallado r ealizado  por Hammer sley y Scarth 0986),se  plantearon algunas cuestiones  polémicas relativas a los efectossupuestamente negativos de los exámenes  pú blicos sobr e la ense-ñanza y el apr endizaje. Los autores compar aron  programas sometidosa evaluación y progr amas no sometidos a evaluación, utilizados  pordiferentes  profesores. También recogieron las diferencias observadasen los mismos profesores al enseñar programas diferentes, algunos delos cuales serían preguntados en examen y otros no. En consecuen-cia,  pudieron estudiar las variaciones en la enseñanza causadas tanto por el prof esor , como  por la categoría del  programa, que venía deter-minado  por la existencia de un examen  posterior . Los investigador esno descu brieron variación signif icativa en las  pautas de enseñanzaentr e los cur sos examinados y los no examinados .  No o bstante, unalectur a atenta del estudio r evela que el  bar emo que escogier on  paracalcular los ef ectos de la enseñanza fue la cantidad y  pro porción decharla intr oductor ia utilizada  por el  pr of esor. Ca be argumentar queéste es un cr iterio ina propiado o insuficiente  para hacer distincionesentr e los diver sos estilos de enseñanza. Otros criterios  pueden darr esultados dif er entes, como el númer o de estudiantes que com ponenel grupo de tr aba jo o debate.

Par a a lgunos  prof esor es, los exámenes son una imposición, mien-tr as que  par a otr os , una o portunidad. Par a la mayor ía, sin em bar go,s implemente están ahí, son un . .hecho· que se da por sentado, y haciael que orientan invar ia blemente su enseñanza (Scarth, 1 987) . Lomismo ca bría decir de la actitud de los  prof esores norteamericanoscon r especto a la calif icación y las  prue bas a las que someten a sus

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8. L A EV ALU ACIÓN

alumnos , especialmente cuando son ellos mismos los que establecentales evaluaciones. En una encuesta r ea lizada entr e  prof esores deDak ota del Sur , Gullickson (1982) encontr ó que el 82% de los pr of e-sores elementales y el 99% de los  profesor es de secundar ia se apo-yaban en algún ti po de examen, y la mayor ía de ellos ef ectua ban prue bas  por lo menos una vez a la semana (95%) o cada quince días(98%). S tíggins (1988) r eveló que los  prof esores dedicaban habitual-mente una ter cera parte, o incluso más, de su tiempo  prof esiona l aact ividades r elacionadas con la eva luación. Las  pruebas constituyenuna parte s ignificativa de la cultura escolar . Par a la mitad de los pro-fesor es encuestados en el estudio de Gullickson (1984), estas prue basaportaban la base fundamental  par a la calificación de los estudiantes.Her man y Dorr-Br ernme (1984) descubrier on que un estudiante me-dio de gr ado 10 ocupa aproximadamente una octava parte del tiem- po empleado en apr ender inglés y matemáticas realizando  pruebas.

Traub y  Nagy 0988) descubr ieron que, en una selección de variasclases de gr ado 1 3 en Ontario, Canadá, el 12% del tiempo de clasededicado al estudio del cálculo se emplea ba en realizar prue bas . Lasinvestigaciones de Gu l J ick son (1982) y la de Herman y Dorr -Brernme0984)  plantearon cuestiones importantes acerca de la calidad de las prue bas efectuadas  por el profesor y sus im plicaciones negativas  par ala enseñanza y el apr endizaje (que fueron res paldadas  por Stiggins,1988; Crooks, 1988; Wilson, 1 989) . Se descu brió que las prue bas  pr e-sentadas  por el  profesor :

• Prefier en la respuesta  breve y los elementos concordantes.• Rar as veces son exámenes en los que los alumnos tengan que

hacer algún comentario o ex pr esar una o pinión.

• Exigen principalmente de los estudiantes que recuerden datos ytérminos.

• R aras veces o bligan a los estudiantes a interpretar o aplicar susconocimientos.

• Se lim itan a constatar una com prensión cognitiva de bajo nivel.•  No son me jor adas con regularidad  por los  profesores de una

forma sistemática que sea producto de un anális is llevado a ca boso bre la calidad de los temas.

• Son a menudo ilegibles o no asignan directrices clar as.

Es o bvio que muchas de las cr íticas comúnmente  planteadas a losexámenes en lo que concierne a sus efectos sobr e el  profesor y a la

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UNA tDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

calidad de la enseñanza ofrecida al estudiante son igualmente atri- buibles a las pruebas y calificaciones hechas en el aula. L a supr esiónde los exámenes o de las  pruebas estandarizadas no supone una

 panacea para la reforma de la evaluación.La amplia revisión de Crooks (1988) so br e el impacto que tienen

en el estudiante las  pr ácticas de evaluación realizadas dentr o del aulallama la atención so bre la falta de formación formal de los  pr of esor esen técnicas de valor ación educativa, y so bre el riesgo de que, a l noseguir importantes  pr ocedimientos de evaluación, esos mismos  pro-fesor es  puedan elabor ar infor mes  poco fia bles y no válidos  para losestudiantes (temores compartidos por Stiggins y Bridgeford, 1 985).

L a r ealización de  prue bas y las calif icaciones, ya sea un instru-mento ideado  por el pr ofesor , o impuesto externamente por el siste-ma, se hallan  profundamente enraizadas en la cultura de nuestrasescuelas y ejercen una  poder osa influencia sobre los  profesor es y suconcepción de la enseñanza. Está claro que la práctica tradiciona l delas pruebas y ca lificaciones tienen en la actualidad demasiado  pesodentro de la estructur a general de valor ación del estudiante, y que elobjetivo de propor cionar un ambiente de apr endiza je más a propiado par a las necesidades de los  preadolescentes se alcanzar á con muchamayor efectividad mediante el desarrollo de unas estructur as devalo-ración más amplias, flexib les y equilibr adas.

 Efectos sobre el estudiante. E l Informe del Consejo de EducaciónBritánico de 1911 argumentó que los exámenes recompensaban lareproducción del conocimiento, provocaban la pasividad de la mentey estimulaban el espíritu competitivo entre los estudiantes. En EstadosUnidos, Bloom 0970) sugirió que, en su deseo de superar los siste-mas tr adicionales de evaluación, los estudiantes se limita ban a -ernpo-llar . . y memorizar . Muchos autores han afirmado que los tipos tr adi-cionales de valoración, ya sea en forma de pruebas o exámenes, nofomentan la capacidad crítica ni la inde pendencia de  pensamientoque las instituciones de enseñanza superior  pr etenden inculcar a susestudiantes (Makins, 1977 ; Entwistle, 1981) . Existe ,  pues, el peligr o deque las formas tr adicionales de evaluación gener en en los estudian-tes una actitud cínica , calcu ladora e instrumenta l con res pecto a sua pr endiza je. Deutsch (1979) o bserva que los s istemas de evaluaciónex plícita pueden conducir a algunos estudiantes a limitar su esfuer zoa conseguir estrictamente aquello que va a ser va lor ado. L os estu-diantes conscientes de sus logros  pueden llegar incluso a influir sobresus  pr of esor es, haciéndoles r egr esar a terr eno más seguro cuando sus

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8. LA EVALUACIÓN

digresiones y es peculaciones  parezcan desviar a los estudiantes de suobjetivo centrado en los exámenes (Atkinson y Delamont, 1977 ;

Turner , 1983).Uno de los ef ectos más destacados que producen los exámenes en

los estudiantes, más incluso que las  prue bas, es la ansiedad. É sta puede variar , dependiendo del estudiante. Algunos ex per imentan unaligera ansiedad que incluso los estimula a ser más com petitivos y arendir me jor (Ligon, 1 983). Otr os, sin embar go, sufr en un alto nivelde ansiedad que  puede llegar a de bil itarles (Sarason , 1 983). Así pues,la ansiedad  puede ser una ayuda o un o bstáculo  par a que los estu-diantes demuestren su verdadero nivel de ha bilidades. El temor al fra -caso es un factor clave a la hora de analizar la ansiedad  producida

 por las prue bas de evaluación. El verdadero fracaso puede tener ef ec-tos nocivos so br e el conce pto que de sí mismo y de su propia valíatiene el estudiante (Mortimore y Mortimor e, 1984), que se tr aducenen un alto índice de alumnos que abandonan los estudios, pr o blemasde disciplina y una disminución de la autoestima (Ra tsoy, 1983).

Las  pruebas y los exámenes también e jer cen su influencia sobre lamotivación y los hábitos de a pr endizaje. Los estudiantes pueden sen-tirse motivados a estudiar  par a los exámenes y las  pruebas,  puestoque serán recompensados con buenas notas y calificaciones. No obs-tante, los casos recogidos en los estudios so br e el impacto de las pruebas estandarizadas sugier en que la motivación provocada portales  prue bas varía según la capacidad del estudiante. Parece existiruna r elación curvilínea! entr e el rendimiento del estudiante y los nive-les o estándares de un cur so. Mientras los estudiantes de mayor capa-cidad encuentr an un desafío en las asignaturas de estándares eleva-dos, los de menor ca pacidad  pueden llegar a rendirse (Natriello,1 987). Además, el va lor motivador de los títulos como poder de reten-ción que e jer ce la escuela sobr e sus estudiantes va r ía con r elación alas oportunidades del mer cado labor al. A llí donde se encuentr a tr a- ba jo con r elativa facilidad, sin necesidad de títulos, o allí donde es tanescaso que cua lquier titulación car ece de valor (Hargr eaves, 1 989),

disminuye el efecto motivador extr ínseco de los títulos. Además , latendencia gener alizada que obliga a un pr omedio cada vez mayor deestudiantes a pr esentar se a exámenes, hace que aumente el númerode aquel los que ingresan en  programas de alto nivel . académico, locua l , con el tr anscurso del tiempo,  puede r esultar desmor alizador ydesmotivador (Gray et al . , 1983). Además, de ber íamos  pr eguntarnosqué motiva r ealmente a los estudiantes. S i las for mas tr adicionales de

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Ui'I A EDUCAClór-; P ARA EL C AMBIO

evaluación recompensan la aceptación  pasiva del conocimiento  pre-valeciente, entonces los estudiantes se ver án motivados a convertirseen rece ptor es  pasivos en el  proceso de a prendizaje, y se inclinarán avalor ar las habilidades cognitivas  por encima de las demás.

Esto  plantea algunas cuestiones importantes relativas a valor es yobjetivos. Se ha o bservado que las  prue bas y las calif icaciones querecompensan « la excelencia· ayudan a los estudiantes a esta blecerex pectativas -reali stas- (Ebel, 1 980) y los  pr e par an  para una sociedadcompetitiva (Simon, 1 972). Muchas  per sonas valoran estos ob jetivosy consider an a pr opiado que las  pautas tr adicionales de evaluación lesestimulen a cumplirlos. Per o, tal y como hemos sugerido con ante-rioridad, es importante que nuestr as  pr ácticas de evaluación se hallenen consonancia con los o bjetivos educativos más amplios que  pro-

 ponemos  para los preadolescentes en  particular , y para la escolariza-ción en general. Los resultados obtenidos siguiendo  pautas tradicio-nales de evaluación parecen discrepar con res pecto a tales ob jetivos.Al contrario de lo que podría parecer, las pautas tradicionales de eva-luación parecen afectar a los estudiantes al :

• Fomentar un enfoque instrumental con respecto al aprendizaje, particularmente entre los estudiantes de alto rendimiento.

• Crear una sensación de ansiedad en los estudiantes, es pecial-mente entr e los de menor rendimiento, sobre todo dentr e de uncontexto de exámenes y pruebas -finales- .

• Frustran y desmotivan a los estudiantes de menor capacidad.

• Promueven cualidades tales como la competitividad individual,que mantienen una relación más que cuestionable con o bjetivoseducativos más amplios.

Técnicas tradicionales de evaluacldn

 y el propostto de ésta

¿ Hasta qué  punto satisfacen las  pautas tr adicionales de evaluación losdifer entes  propósitos de la misma?

 Re sponsabilidad : Generalmente, las pautas tr adicionales satisfacenlas exigencias de res ponsa bilidad,  puesto que las notas y puntuacio-nes derivadas de las  prue bas y exámenes  permiten esta blecer com-

 paraciones entre estudiantes , escuelas y sistemas . Estas demostr acio-nes de r es ponsabilidad han sido abordadas a través de comparado-

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8. LA EVALUACIÓN

nes internacionales de los logros estudiantiles obtenidos en asigna-turas como ciencias y matemáticas. Tales comparaciones han impul-sado y  justificado el establecimiento de nuevos y ambiciosos ob jeti-vos nacionales  par a la educación, en muchos países que se ven a símismos,  basándose en las cifras, académicamente deficientes, lo quelos convierte a su vez en deficientes competidores económicos a un plano internacional. Uno de los recientemente creados O b jetivosEducativos  Nacionales de Estados Unidos,  por ejemplo,  proclamaque,  par a el año 2000, -Estados Unidos ser á el pr imer país del mundoen logros matemáticos y científicos».Lossuecos,  por su parte, as pi-ran a ser , sim plemente, ¡ los mejores de Europa! Las com par acionesde  prue bas internacionales, sin embargo, no suelen esta blecer seentre países de car acter ísticas similares. Un país puede ver se im pul-sado,  por cuestiones de equidad, a incluir el estudio de las cienciasy las matemáticas en el progr ama general de a prendizaje im partido aun gr an número de estudiantes en los últimos años de escolarización.Otro quizá sólo induzca a una minoría selecta a estudiar estas asig-naturas (Barlow yRobertson, 1994). Por tanto, el pr incipio de r es-

 ponsabilidad contenido en dichas compar aciones es a menudo mássim bólico que real.

Las  puntuaciones de las pruebas también han servído  par a darcumplimiento a propósitos que determinan el grado de r es ponsa bili-dad, al comparar el logro de las escuelas , de modo más controverti-do mediante concursos de r endimiento, que facilitan la labor de cla-sificación de los mismos dentro de un distrito o incluso de toda unanación, como criterio par a la elección de centr o escolar por parte delos padres. Esta pauta de r es ponsa bilidad ha sido seguida en varioslugares, como Australia , Inglaterr a y Gales . Aunque esta práctica decomparar escuelas de acuerdo a los r esultados o btenidos en prue basestandarizadas o exámenes no tiene en cuenta la inmensa variedadde estudiantes que acogen dichas escuelas . Esta comparación desi-gual no sólo r esulta profundamente injusta, sino que además, segúndemuestra un estudio de Glatter (1994) sobr e algunas escuelas deInglaterra que ocu pan lugar es difer entes en las ligas de competición por r esultados, los efectos de éstos  pueden ser devastador es  para lamoral del  pr of esor . Por e jemplo, los  profesores que mantienen unsólido compromiso con las escuelas,  por ingr ato que r esulte su tra- ba jo en las de los grandes vecindar ios socialmente  bendecidos delestado de bienestar , siguen quedando los últimos en los concur sos,donde sus esfuer zos se ven pú blica y ver gonzosamente calif icados de

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UKA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

abyectos fracasos, en comparación con las escuelas de altos standing

situadas en comunidades más socialmente favor ecidas.En respuesta a las críticas dirigidas contra estos bur dos concur sos,

se ha intentado satisfacer las exigencias de responsabilidad mediantela cr eación de medidas de -valor añadido- con res pecto al rendi-miento escolar . En estos casos se utilizan los datos de las  prue basestandar izadas  para establecer  baremos  básicos de r endimiento esco-lar , con la esperanza de que las escuelas los mejor en con el trans-curso del tiempo. Esta práctica compara a las escuelas con su propior endimiento, en lugar de hacerlo con el de los demás, y las estimulaa mantener el compromiso de lograr una me jor a constante. En algu-nos casos, las recompensas, como los fondos adicionales, son asig-nadas a escuelas que hayan mejor ado su record, mientras que las san-ciones o castigos se aplican a las escuelas cuyo r ecor dno haya sidomejor ado o que incluso haya empeor ado. S egún la Ley de la R eformaEducativa de K entucky,  por ejemplo, las escuelas de esta última cate-goría de ben contar con un -educador eminente- , cuya tarea consisteen -dar le la vuelta a la escuela· en menos de dos años, identificandodónde están los fa llos y poniendo en práctica soluciones apr o piadas.E l  poder de estos educadores eminentes es inmenso e incluye la des-titución del director s i lo consideran o portuno (Guskey, 1 994).

A pesar de las venta jas que a portan las medidas de valor añadido par a estimular a las escuelas a hacer un seguimiento de su  pro pior endimiento a lo lar go del tiempo, la vinculación de recompensas ysanciones con el r endimiento otor ga a la evaluación una importanciatan exce pcional que las escuelas  pueden ver se inducidas a falsificardatos, r ela jando intencionadamente los  bar emos  básicos ( para facili-tar así posterior es -rnejoras-), enseñar atendiendo únicamente a aque-llos aspectos que  puedan gar antizar una  buena calificación en las

 prue bas, etcéter a, con o bjeto de evitar los resultados negativos y lasconsecuencias  punitivas. También sur gen gr aves dificultades al com- par ar los cocientes de me jor ía  basados en la escuela , sin ha ber ajus-tado antes sus  puntuaciones mediante la inclusión de medidas que permitan compar ar -serne jantes entr e sf- (Sammons, 1 993). A pesar detodos los  pro blemas que r odean las evaluaciones de valor añadido y

estandarizadas de cualquier otro tipo, está claro que las demandas deres ponsa bilidad pública son tan grandes que conducirán a su utiliza-ción continuada y aumentada en los  pr óximos años.

Titulacion: El segundo gran  propósito de la evaluación es  propor -cionar a los estudiantes un r egistro de sus logros educativos al aban-

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8. LA EVALUAC!Ó~

donar la escuela. L os mayores consumidores de estos certificados hansido, tr adicionalmente, las instituciones de educación superior y lasempr esas.

Los estudios r ealizados en Canadá han  puesto de r elieve que lascalificaciones del grado 1 3 guar dan una clara conexión con las o bte-nidas durante el  pr imer año en la univer sidad (Tr aub et al. , 1977), yque las univer sidades siguen teniendo en cuenta las notas de los can-didatos a la hor a de admitir sus solicitudes de ingreso (McLean, 1 985).A pesar de todo, incluso en las univer sidades, empieza a observarseuna tendencia a a le jar se de las notas par a acercar se a una evaluaciónmás holística de los estudiantes ( por e jem plo, a menudo se solicitainformación so br e los logros extr acurriculares de los estudiantes, quedebe acom pañar a la solicitud enviada a una institución de educaciónsuperior ).

De modo similar, los empr esarios se muestr an a menudo más inte-resados en las cualidades  per sonales, como entr ega y r es ponsa bilidad,que en las notas obtenidas en la escuela secundaria (Br oadfoot, 1 986;McL ean, 1 985). S on muchos los que tienen la im presión de que lascalif icaciones de la escuela secundaria no dan indicación alguna sobr eel compromiso de los estudiantes con el tr a bajo, y se quejan de que-la mayoría de los graduados no tienen sentido común .. . y lo únicoque saben es lo que han memorizado de un libr o· (McLean, 1 985) . ElConse jo Cor  por ativo de Educación Canadiense,  por ejemplo, describe-la combinación de habilidades, actitudes y com portamientos necesa-rios par a conseguir , mantenerse y progresar en un  puesto de tr abajo ylogr ar los me jores resultados-, entr e los que se incluyen los siguientes:

• Autoestima y segur idad en uno mismo.

• Honestidad, integridad y ética per sonal.• Una actitud  positiva hacia el a pr endizaje, el desar rollo y la sa lud per sonal.

• Iniciativa, energía y per sistencia en la r ealización del trabajo.

• Capacidad  par a establecer o b jetivos y pr ioridades en el tr a ba jo y

en la vida  per sonal.• Capacidad  par a  planificar y r e partir el tiempo, el dinero y otr os

r ecursos para conseguir cumplir los o b jetivos.• R esponsabilidad so br e las acciones empr endidas.

• Actitud  positiva ante el cambio.• R econocimiento y r es peto de la diver sidad y dif erencias indivi-

dua les.

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

• Capacidad para elaborar y sugerir nuevas ideas en la realizacióndel trabajo: creatividad.

Y entre -las habilidades necesarias para colaborar con los demásen el puesto de trabajo y lograr los mejores resultados- , se incluyenla habilidades para:

• Comprender y contribuir a lograr los objetivos de la organiza-ción.

• Compr ender la cultura del grupo y trabajar de acuerdo a ella .

• Planificar y tomar decisiones con los demás, y apoyar los resul-tados .

• Res petar la s ideas y opiniones de los otros miembr os del grupo.• Mantener una actitud de « toma y daca- par a logr ar los o bjetivos

del grupo .

• Buscar un enf oque de equi po apr o piado.

• Tomar el mando cuando sea necesario, movilizar al grupo  paraalcanzar un r endimiento su per ior (C onfer ence Board of Canada,1 991) .

L os empresar ios que otor gan una especia l importancia a las califi-caciones suelen ser aquellos que necesitan traba jadores  par a realizartar eas que guardan cierta r elación con los conocimientos adquiridosen la escuela, como  bancos, ca jas de ahorr o y com pañías de seguros.

En consecuencia, el  propósito de la titulación sólo se cumple  par -cialmente en las actuales  pr ácticas de evaluación. Tal y como hemosdemostr ado en nuestr o análisis del ca pítulo 5 ,  par ece aumentar lademanda de titulaciones que refle jen logros o resultados  per sonalesy sociales, además de cognitivos, que las actuales  pr ácticas de valo-r ación no contemplan.

 Diagnóstico: Las pruebas y exámenes estandarizados que expr esan principalmente estimaciones finales , en lugar de identificar as pectosconcretos que  puedan requerir ayuda, no son instrumentos válidos ala hora de dar un diagnóstico. Las pruebas preparadas  por los  pr ofe-sores son más útiles par a diagnosticar las necesidades de habilidades

 básicas e identificar las lagunas y deficiencias que se producen en elaprendizaje cognitivo real de  ba jo nivel (Crooks, 1988; Stiggins et al.,

1989). Pero como quiera que raramente se centran en el razonamien-to cognitivo superior, estas pruebas no suelen ser útiles a la hora de ·

aplicar el concepto de diagnóstico a estos ámbitos del aprendizaje. Es

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8. LA EVALUACJÓ~

más, puesto que las pruebas sólo se hallan, en el mejor de los casos,

débilmente relacionadas con las tareas del aula, el sus penso que pue-dan indicar significa un suspenso en la prue ba, no en la tar ea (Natrie-llo, 1987) .

 M otivación: La motivación se puede intensificar aplicando el  prin-cipio del - palo y la zanahor ia · a las  pruebas o exámenes cuando setrata de estudiantes de alto r endimiento. Los estudiantes de ba jo ren-dimiento, sin em bargo, tienden a mostrar una falta de motivacióndebido al estr és que les produce la  prueba o examen , y un programaexcesivamente dif íci l o desequil i br ado, de clar o enfoque académico.Broadfoot (1979) s intetiza del siguiente modo los err ores en los quehan incurr ido las  pautas tradicionales de evaluación en lo que res-

 pecta a la motivación:

En nuestr a sociedad . . . elegimos valor ar ,  principalmente la ha bilidad aca-démica.  No elegimos va lor ar de modo formal alguno las cualidades no cog-nitivas: el esfuerzo, la coo per ación, el lider azgo, la r es ponsabil idad o laexper iencia útil en actividades extr acurr icular es, como la partic i pación enobr as teatr ales de la escuela , las unidades de serv icio social, actividades a lair e li br e o grupos de debate ... Puesto que la evaluación de tales activida-des y ha bilidades no forma  parte del sistema for mal de eva luac ión, cuyainfluencia llega incluso hasta el sistema de evaluación informa l , r esu lta queestas ac tividades no  pr o por cionan una fuente a lternativa de motivación o deau toevaluación a los alumnos. En consecuencia, se descuida una fuente

 potencia l de motivación  par a alumnos no académicos y un mecanismo potencial que  podría ayudar a l desarr ollo de muchas cua lidades  per sonalesque la mayoría de nosotr os consideraríamos deseables en los m iembros futu-ros de la sociedad.

Una solución al  problema de la motivación causado  por la ínf r a-valoración de los logros no académicos en el sentido convencional ,sería por tanto valorar los. Este capítulo se centr a ahora en el tema dela evaluación, el r econocimiento y la recompensa del logro del estu-diante, más allá del ám bito cognitivo-inte lectual , mediante el aná lisisde los enf oques alternativos a la evaluación convencional y sus im pli-caciones. Esta r evisión de la evaluación alternativa también mostr ar ácómo estamos a pr endiendo a r econocer logros . . cognitivos· más con-vencionales de un modo más -auténtico- y efectivo.

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

ESTRATEGIAS ALTERNATIVAS DE EVALUACIÓN

En años r ecientes hemos asistido a la rá pida emer gencia de una ser iede estr ategias a lternativas de evaluación. Habitualmente , han sido de-sarrolladas más como complemento que como sustituto de los mode-los más tr adicionales. ¿Qué  principios animan este movimiento haciaformas alternativas de evaluación? ¿ Qué necesidades abordan?

El término que se util iza en E stados Unidos para identificar estanueva dirección en la eva luación del estudiante es el de -evaluació nauténtíca- . L a evaluación auténtica alude a formas de tra ba jo del estu-diante que r eflejen situaciones de la vida r eal y que desafíen la ha bi-lidad de los estudiantes  para  poner a  prueba en esas situacionesaquello que han apr endido (Archi bald y  Newman , 1 988 ; Wiggins,1 989 ; Sheppar d, 1989). La va lor ación auténtica :

• Se basa en demostraciones r eales de aquello en lo que desea-mos que sean  buenos los estudiantes (como  por e jemplo escri-tur a , lectura, discur so, creatividad, ca pacidad de investigación,

r esolución de  problemas).

• Exige  procesos menta les más complejos y estimulantes.• Reconoce la existencia de más de un enf oque o r es puesta correcta.• Pr esta es pecial importancia a las ex plicaciones no  pautadas y a

los pr oductos r eales.• Promueve la tr ansparencia de criterios y estándares.

• Implica el dictamen de un asesor experimentado.

Revisar emos ahora tres de los principales ti pos de evaluación -au-téntica . . y evaluaremos sus implicaciones en la educación de los  pre-adolescentes. Se tr ata de evaluaciones basadas en el r endimiento , los portafolios y los r egistros  per sonales y de logro.

 La evaluaci ón basada en el rend i miento

L a evaluación  basada en el rendimiento supone evaluar a los estu-diantes en el contexto de las tareas del aula. Las tar eas están diseña-das  par a  pr opor cionar cr iter ios y objetivos que constituyan una  base par a la eva luación. L os estudiantes son evaluados en el contexto delas actividades de a pr endiza je en el aula. L a evaluación  puede a bar -car un amplio es pectr o de habilidades y conocimientos, algunos ex-

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8 . LA EVALUACIÓN

 puestos  por escrito pero otros de forma  práctica y -maní pulativa-, ·

también en la interacción social con otros estudiantes. Las habilida-des or ales o compr ensivas, de pr esentación y or ganización, de parti-cipación y lider azgo se ha llan expuestas a la eva luación en la mismamedida que las habilidades des plegadas sobr e el  papel.

La evaluación  basada en el r endimiento tiene una serie de venta- jas características sobr e las pautas tradicionales de evaluación:

• Esta blece una estr echa r elación entr e la evaluación y las tar easdel aula. Los criterios su byacentes a la evaluación también esta-

 blecen la base par a desarr ollar las tar eas del aula que han de servalor adas. Este hecho constituye un  paso importante a la vistadel descubrimiento ya comentado de que los exámenes y prue-

 bas estandarizadas diseñados  por el  prof esor mantienen escasarelación con las tar eas que empr enden los estudiantes en el aula( National Institute of Education, 1 979;  Natriello, 1987). La eva-luación  basada en el r endimiento establece una clara conexiónentre lo que se pone a prueba y lo que se enseña.

• Debido al vínculo esta blecido entr e la enseñanza y la prueba, laevaluación basada en el rendimiento ayuda a que la evaluaciónforme parte del pr oceso de aprendizaje.

• La existencia de una estrecha relación entre la prueba y el apren-dizaje también anima a los prof esor es a poner mayor énfasis enlas habilidades que se van a  poner a  prue ba y las tar eas queencomiendan a sus alumnos.

• Este ef ecto de -r echazo-  pro pio de la evaluación  basada en elr endimiento,  puede conducir a que se valore e imparta una prendiza je de or den super ior .

• Al guardar una clar a r elación con la tar ea, la evaluación basadaen el r endimiento tiene ca pacidad  par a reconocer y pr omoverunaamplia gama de ha bilidades y logros, incluidos los de car ác-ter per sonal y pr áctico, así como los de or den cognitivo e inte-lectual. Esta ampliación del concepto de logr o  puede estimularla motivación del estudiante.

• La evaluación  basada en el r endimiento también me jora el diag-nóstico de los  problemas de apr endiza je, a l ana lizar esos  pro-

 blemas en su contexto.

A través de una encuesta r ealizada a prof esor es de escuelas ele-menta les y de secundaria en cinco distritos escolar es, S tiggins y

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UNA EDUCAC IÓ N PAR A EL CAMBIO

Bridgeford (1985) constataron que entre los profesores existe unaconciencia clara de lo que significa la evaluación basada en el rendi-miento y de su utilización. Sus resultados indican que el 78% de losencuestados reconocen haber utilizado algunas  pruebas estructuradasde rendimiento, y casi la mitad de ellos lo hicieron sin  problemas.Esto indica que la evaluación basada en el rendimiento es conociday puesta en  práctica  por un gran número de  prof esores.  No o bstan-te, las r es puestas más detalladas a las cuestiones so br e los usos  pr e-cisos de tal evaluación señalan algunos as pectos  pr eocupantes:

. • L as evaluaciones son utilizadas más am pliamente en algunosámbitos temáticos , es pecialmente- en aquellos r elacionados conla pr oducción ora l y escrita, que en otr os, como ser ía el caso delas matemáticas y las ciencias.

• En el 30% o 40% de los casos, las eva luaciones son r egistr adasde forma no sistemática. Los criterios de puntuación no suelenanotarse, los  juicios se  basan con fr ecuencia en la o bservación ylos  pr of esor es a menudo sólo mantienen un registr o mental dela evaluación.

• L os profesor es tienden a desar r ollar estos cr iterios de evaluación por se parado, no con juntamente, lo que  podr ía  pr ovocar ciertaincongruencia y desconfianza en la política de evaluación. E l ais-lamiento y el indiv idualismo en la enseñanza son a menudocausa de incertidumbr e entr e los docentes acer ca de su ef ectivi-dad, incertidum br e que, según se ha pro bado, tiene su r efle jo enlos estándares académicos más ba jos (R osenholtz, 1989) . S tigginsy Bridgef or d (1985) descu brieron dicha incertidum br e en suestudio so br e  profesor es que desarr olla ban y a plica ban indivi-dualmente sus criter ios de evaluación. Par ece,  pues, necesario,esta blecer una base más sólida de planificación con junta  par a eldesarrollo de la valor ación  basada un el r endimiento.

• En un tercio de los casos , los cr iter ios de rendimiento no soncompartidos con los estudiantes , lo que constituye a menudouna dificultad, en es pecial con las  prue bas diseñadas  por el pro-f esor ( Natriello , 1982). También es a menudo la causa del recha-zo que muestr an los estudiantes hacia el  proceso de evaluación, puesto que tienen la sensación de haber comprendido mal loscriterios según los cuales se les valora. Una de las ventajas querepresentan las pruebas estandarizadas y los exámenes  públicoses que los criterios de valoración son públicos y, en este sentí-

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8. LA EVALUACIÓN

do, justos. S i los criterios de valoración no se comparten con losestudiantes, éstos no saben cómo rendir bien y la evaluación seconvierte para ellos en algo privado e injusto. Aunque eso brin-de cierta protección a los estudiantes con tendencia a la ansie-dad, también les dificulta el logro de buenos resultados, y si ade-más sienten el temor de ser valorados de forma injusta o podríadisminuir su motivación (Natriello, 1982).

• Amenudo, con el tiempo, los prof esor es alegan encontr arse conserios problemas en el desarr ollo y aplicación de evaluaciones

 basadas en el r endimiento, y tienen la sensación de que esto in-ter fiere en su horario lectivo. Algunas de las preocupaciones r e-lativas al tiem po plantean importantes cuestiones concernientesa los r ecur sos utilizados, es pecialmente  por lo que se refier e altiempo empleado en el desarr ollo conjunto de la evaluación  ba-sada en el r endimiento. Ése podría ser ,  por e jemplo, el centr o deatención a pr opiado  para los días dedicados al desarr ollo  pr ofe-sional. El tiempo dedicado a la evaluación tam bién exige dar unsalto conce ptual y admitir que esta evaluación forma parte con-sustancia l del aprendizaje y no es a lgo adiciona l. Per o un segui-miento r iguroso de las actividades de un gru po quizá exi ja que,en algunas ocasiones, otro pr of esor enseñe a l r esto de la clase.Y eso ya resultaría a lgo más difícil de conseguir en un ambien-te de clase a islada, que no puede dedicar demasiado tiempo ala pr endiza je de una asignatur a es pecífica. Un am biente de ense-ñanza más integr ado, en el que los  prof esor es enseñan  juntos,del tipo de los descritos en ca pítulos anter ior es,  proporcionar íala flexibilidad necesaria par a llevar a ca bo la evaluación  basadaen el rendimiento.

Los pr of esores también  pueden utilizar parte de su tiempo de prepar ación  para valor ar y tra bajar con estudiantes de for maindividualizada o distribuidos en  pequeños grupos, mientrasotr o profesor asume la responsa bilidad so bre el r esto de la clase(A. Hargr eaves, 1994). Esta estrategia  podr ía estar justificada s i elequilibrio de la evaluación exigiera alejar se del examen escritoy de las pruebas calificadas en grupo, que en la actualidad con-sumen gran parte del tiempo de  pr e paración, especialmente enla escuela secundaria. S i uno de los propósitos fijados en el tiem-

 po de preparación es el de evaluar el trabajo realizado en el con-texto de las tareas desarrolladas en el aula, sería lógico utilizar

 parte de ese tiempo en efectuar evaluaciones basadas en el ren-

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UNA EDUCACIÓN P,'.RA El. CAMl\10

dimiento de los alumnos en clase. Para que ese caso pudieradarse con efectividad tendría que producirse un cambio real enel equilibrio de las prioridades de evaluación, y no simplemen-te añadir la evaluación basada en el rendimiento al concepto deevaluación general existente.

• Una dificultad final, no mencionada  por Stiggins y Bridgeford(1985), pero que es motivo de preocupación en la investigaciónactual sobre la puesta en  práctica del aprendizaje activo (Neu-feld, 1991), son los peligros que acarrea la so brevalorac ión resul-tante al multiplicar las responsa bilidades de los  pr ofesores  par aconseguir una observación ef ectiva y estructurada. En el aula senecesitan  pequeños intervalos de tiem po durante los cuales el

 profesor tenga la  posi bilidad de  pr estar la atención adecuada asus alumnos ,  pr e parar a su cla se  para una historia o consolar aun alumno concr eto . Tales acciones son  parte esencia l de lalabor del  pr of esor , y es pecialmente del que tr a baja en la escue-la elementa l (Fullan y Har gr eaves, 1991).' L os resultados o bteni-dos en el estudio de  Neuf eld sugiere que el tiem po exigido  porla evaluación  basada en el r endimiento  puede conducir a los prof esores a -r o bar - tiempo de otr a  parte, casi siempre del tiem- po -rnuerto- que utilizan  para atender adecuadamente y deforma más cercana a sus estudiantes. Como ya hemos argumen-tado, la atención es una importante cualidad humana de la quelos estudiantes se hallan muy solicitados en la  preadolescencia .

L as aulas con un exceso de  progr amación  pueden llegar a sertan frenéticas e infructuosas como las familias donde siempr e

·hay demasiadas cosas que hacer . Esto sugiere que, aun cuandola evaluación  basada en el r endimiento a porta venta jas impor -tantes , es me jor utilizarla con moder ación, incluyéndola en unabanico más amplio de estr ategias de evaluación . .

 Portafotios y registros personales

El sistema de  portafolios goza de gran  prestigio entre los  prof eso resde escuela elemental y también en ciertas asignaturas de la escuelasecundaria,  por ejemplo el inglés, como una forma de reunir y selec-cionar el trabajo de los estudiantes para que la evidencia de sus lo-gros pueda ser constatada por sí mismos, sus profesores y sus fami-lias. En Gran Bretaña, una serie de escuelas secundarias han utiliza-

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8. L A EVALUACIÓN

do para el mismo propósito sistemas agrupados bajo el nombre de-registros  personales de los alumnos- . En general, estos registrosofrecen a los estudiantes la oportunidad de archivar , de forma con-tinuada, experiencias y logros que sean significativos para ellos.Estos registros suelen ser propiedad de los estudiantes,  pero tambiénse pueden compartir y discutir con los profesores si el estudiante asílo desea. Seescriben normalmente en un tiempo ya designado a este propósito, y se pueden utilizar para hacerlo hojas en blanco o en lasque aparezcan palabras inductoras opcionales o cuestiones clave alas que los alumnos deban responder. Otra opción  para elaborardicho registro sería rellenar una· serie de tarjetas con títulos como-Aficiones- o -Tra bajo en común- , Es habitual que los registros per-sonales sean compilados en ficheros o carpetas y se pueden añadira la colección fotogr af ías, muestras de trabajos realizados o cualquierotro material de importancia par a el estudiante. Al dejar la escuela,los registros pasan a ser propiedad de los estudiantes y pueden sermostrados a empresarios  potenciales si así lo desearan los jóvenes(Stansbury, 1980).

Existen algunas diferencias entr e portafolios y registros per sonales.En los portafolios se suelen reunir muestras del trabajo del estudian-te tomadas del currículum, que e jemplifica una gama de experienciasy logros. Los registros per sonales, en cambio, suelen poner más énfa-sis en aquellos aspectos de carácter per sonal o social, y a menudo serecopilan en tiempo  programado, aunque también  pueden guardaruna estrecha relación con su experiencia del tr a ba jo realizado en elaula, individualmente o en gru po (Further Education Currículum,1982), o reflejar actividades realizadas dentro y fuer a de la escuela(Hargreaves et al . , 1988),  para documentar y anotar todas aquellasexperiencias en las que ha partici pado el estudiante. A pesar de estasdiferencias entre  por tafolios y registr os  personales, ambas a bordanuna serie de propósitos comunes :

• Tratan de motivar a los estudiantes menos capaces al propor-cionarles -algo que mostrar como f ruto de sus esfuer zos- , de losque, de otro modo, sólo quedar ía constancia en un con junto degrados y notas desmoralízante.

• Proporcionan a los estudiantes la o portunidad de expresar suidentidad, de documentar y dar a conocer cuestiones que sonimportantes para ellos , lo que constituye otra fuente de motiva-ción.

213

 

UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

• Ofrecen a los estudiantes la posibilidad de reflexionar sobre susexperiencias y logros, tanto dentr o como fuera de la escuela,asumiendo así mayor res ponsabilidad sobre los mismos .

• Estimulan y otorgan un r econocimiento a los resultados y logr os,

más allá del ámbito académico.• Ofrecen muestras más elocuentes de las habilidades y logros del

estudiante a un público externo, constituido principalmente por padres y empresarios.

Algunas de las limitaciones y desventajas que  presentan los siste-mas de portafolios y registros per sonales son:

• No constituyen, en sí mismas, una forma de evaluación. Simple-mente aportan un registro, una gama de pruebas más amplias,que  puede servir de base  par a la evaluación educativa. La eva-luación se efectúa al seleccionar los tra bajos a incluir en un por -tafolios o registro personal, así como al juzgar la calidad y carac-terísticas de los mismos. Pero estas  pr ácticas no son,  por sí solas,

formas de evaluación.

• Los portafolios y los registros  per sonales pueden tener un gr anvalor para el estudiante individual ,  pero no son f áciles de cote- jar con el resto del grupo. Resultan incómodos, difieren en cuan-to a la for ma y han sido compilados  bajo demasiadas circuns-tancias diferentes.

• Los porta folios no suelen resultar de utilidad para aquellos propó-sitos relativos al rendimiento de res ponsa bilidad; r e pr esentan unadificultad a la hora de ser puntuados, especialmente en una formaque todos los evaluador es consider en coher ente y fia ble (K or etz,1 994) , y r esultan casi im posi bles de analizar cuando  se trata de unnúmero desorbitado de estudiantes y escuelas. Esto no pretendeser un argumento contra los  portafolios,  pero señala sus limita-ciones en lo que r es pecta a la vertiente bur ocr ática del s istema .

• Debido a las dificultades que plantea su utilización, los r egistros personales, en  particu lar , tienen  par a los empr esario menosvalor del que cabía esperar en un pr incipio, lo cua l disminuyede forma considera ble sus efectos beneficiosos so br e la motiva-ción (Swales, 1 980).

• Los portafolios pueden tener consecuencias tanto adversas como positivas en la forma de enseñar de los prof esor es. Puede ha beruna presión r eal , o supuesta ,  par a valorar o pr estar únicamente

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8. LA EVALUACIÓN

atención a aquellos aspectos del aprendiza je que  puedan serr egistrados o exhibidos. S e  pone entonces menos énfasis en ela pr endizaje, también im portante , más individual y contemplati-vo , o menos deslum br ante en apar iencia. La enseñanza y ela pr endiza je corr en el riesgo entonces de ser su peditados a laconsecución de un registr o impactante y no al r evés. La imagi-ner ía su per ficia l  puede disminuir , antes que intensif icar , la sus-tancia del a pr endiza je.

En r esumen, los r egistros  per sonales y los  portafolios  pueden  pr o- por cionar e jemplos de una gama más am plia de logros estudiantilesde la que suelen  permitir las evaluaciones convencionales. Estos  por -tafolios y r egistros  personales son un motivo de orgullo  par a el estu-diante y le  pro por cionan la  posibilidad de r eflexionar so bre su pro-

 pio aprendiza je y logr o. Llegan a ser muy valiosos a la hora de comu-nicar a los padr es los logros y actividades de a pr endiza je del estudiante,

 pero tienen menos éxito cuando se tr ata de hacer lo mismo con losempresarios.

El  proceso de compilar y reflexionar que implica la utilización de portafolios y registros personales puede representar, en sí mismo, unaevaluación formativa notable, que a porte la base para establecer undiálogo, entre estudiantes,  profesores y familias, sobre el progreso. E lvalor clave de los portafolios y los r egistros personales  puede muy bienr esidir no tanto en los  productos , como en los  procesos formativos dela evaluación, que or ganizan las formas en las que éstos son r ecogidos.Tam bién  par ecerían útiles algunos  procesos mediante los cuales se sin-tetizan sucintamente estos registros voluminosos, tanto desde el  puntode vista de un  pú blico externo, empr esarios en  busca de informaciónútil que se  pueda leer con relativa ra pidez , como de los  propios estu-diantes, que se ver án estimulados a r eflex ionar so br e sus logr os a l tenerque r ealizar una síntesis de los mismos. Esto nos conduce a nuestra ter -cer a pauta alternativa de eva luación: los regis tr os del logr o.

 Registros del logro

Conocidos antiguamente como -perfiles del alumno- , los registros dellogro emer gieron  por  primer a vez en Escocia en la década de 1970 ,

como formas de documentar y descri bir las cualidades, ha bilidades ylogr os de los estudiantes destinados a de jar la escuela sin ningún títu-

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO

lo o calif icación (Scottish Council for R esear ch in Education -SCRE-,

1977). Los r egistr os tenían como  pro pósito  propor cionar a los empr e-sarios una información útil y sucinta sobr e las cualidades y logros delos estudiantes, e intensificar la motivación de los estudiantes hacia elautoconocimiento, y su ca pacidad  para establecerse ob jetivos.

En la década de 1980, se desarr ollar on numer osospr oyectos loca-les  para r egistr ar el logro y, con el apoyo del m inisterio, a  principiosde la década de 1990 se defendió la utilización de r egistr os de logr oen todas las escuelas secundarias de Inglaterr a y Ga les (De partmentof Education and S cience, 1984). Aunque cales registr os ado ptan for-mas diversas , todos ellos ofrecen en la  práctica un método  para  pre-sentar una inf ormación am plia y, a l mismo tiem po, sucinta , sobr e lascapacidades, habilidades y logros de los estudiantes, a tr avés de unaserie de va loraciones (Murphy y Torr ance, 1 988). L os r egistr os delogros se car acter izan  porque:

• Documentan una serie de r esultados y logros estudiantiles den-tr o y fuer a del ámbito académico, ya sea mediante una gr áficaen la que se mar can con una señal las casil las que indican lascualidades corr espondientes, un r egistro o lista de habilidades ylogros, o un inf orme descr i ptivo so br e los logros r eales, en elque tam bién se destaquen las cualidades  per sonales.

• Pr esentan toda esta inf or mación de una forma lo suficientemen-te sucinta como para ser utilizada e inter  pretada fácilmente porfamilias, empresar ios y todos aquellos que  puedan estar inter e-sados . .

• Se compilan, no en base a un examen final r ea lizado al terminarla escolar ización del estudiante, sino a través de un  proceso derevis ión continua y per sonal del progr eso efectuado  por el a lum-no a lo largo de toda la escuela secundar ia . E l r eg istro final alterminar la escuela no es más que la última de una serie demanif estaciones que el estudiante desar rolla ,  pr evia consulta ynegociación con su  pr of esor , durante el curso de su educación.El  pr oceso for mativo de la r evisión es a l menos tan importantecomo la declaración sintética fina l . Constituye una forma de con-tr olar el  proceso y reflex ionar sobre él , de asegurar un mayorcompr om iso del estudiante con el a prendiza je, me jor ar el diag-nóstico educativo e im pulsar cam bios en el curr ículum y la ense-ñanza, de modo que éstos satisfagan las necesidades del estu -diante.

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8 . L A EVALUACIÓN

• Muchas de las valor aciones, y en  particular aquellas referidas alos logros per sonales y sociales, no son sólo ela bor adas  por los pr of esor es, sino desarr olladas  por pr of esor es y estudiantes con- juntamente, mediante entrevistas  personales. Los r egistros dellogr o están diseñados  para hacer  participar a los estudiantes enel  pr oceso de evaluación y, por tanto, también en el  proceso dea pr endiza je .

Enuna versión  particularmente sofisticada de r egistros de logro, elOxford Certif icare of Educational Achievement (OCEA) (1984), elr egistr o se dividió en tr es componentes: E , G y P. E l com ponente ·E ·recogía todas las calificaciones y títulos del estudiante reconocidosoficia lmente, e incluía los r esultados de los exámenes  públicos, lastitulaciones en música y natación, y las menciones especiales en pri-meros auxilios . El componente ·G· r ecogía los r esultados der ivadosde habilidades, conocimientos y actitudes conforme a unos nivelesestablecidos en una serie de ámbitos temáticos, que se documenta- ban a través de la evaluación basada en el rendimiento. Finalmente,el componente . p. contenía un sucinto informe en el que se registra- ba de for ma posit iva los logros y experiencias  per sonales y sociales,

 producto de charlas  periódicas entre estudiantes y aquellos  prof eso-res que los conocier on bien durante el curso de su escolarización.Este certificado y los  procesos subyacentes al mismo tenían como propósito ca ptar y estimular la diversidad de ex periencias y logr osque son valor ados formalmente en la educación secundaria.

Los r egistr os de logros han sido diseñados y desarr ollados  par asatisfacer una serie de o bjetivos educativos, aunque han  pr ovocadonumerosos de bates acer ca de si esos propósitos son complementarioso contr adictorios (Har gr eaves, 1989 ; Broadfoot et al . , 1988):

• Reconocen toda la gama de logros de los estudiantes, y no sólolos académicos.

• Al r econocer otr os logr os , ayudan a que se les dé un mayor én-f asis en el curr ículum.  No se puede va lor ar y registrar algo queno se enseña.

• Al ampliar la definición de logro, a portan mayor es o portunida-des de éxito r eal y no artificia l.

• Ayudan a los estudiantes a ser conscientes de sí mismos y de suautonomía, al  brindarles la oportunidad de exponerse y r egistr aras pectos im portantes  para ellos.

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UNA F .DUCACIÓN PA RA f . L CAMBIO

• Animan a los estudiantes a asumir más r esponsabilidad sobre su propio aprendiza je, a l im plicarlos en el proceso de evaluación.

• Al proporcionar a los profesores una inf ormación más detalladaacerca de sus estudiantes, mejor an la capacidad de los primer os para diagnosticar con ef ectividad las necesidades de aprendiza- je de su alumnado.

• Cuando estos r egistr os se compilan dentro del ámbito de lasasignaturas, integran la eva luación en el  pr opio proceso deaprendizaje, ofreciendo a los profesores una información útil ya los estudiantes una retr oalimentación constructiva  para mejo-rar su rendimiento.

• Al proporcionar una r etroalimentación so bre la respuesta delestudiante al curr ículum y a la for ma en el que éste se enseña ,

estimulan a los prof esor es a generar cambios en el currículumyla enseñanza  por vol unt ad pr o pia. Fomentan cambios en elcurrículumy la enseñanza  basada en el  prof esor y en la escue-la, ya que los profesores se hacen más conscientes de las nece-sidades de sus estudiantes y tr atan de darles res puesta

• Utilizados dentro del contexto de la sala-hogar , otorgan a losestudiantes el derecho a efectuar revisiones  periódicas de  pro-greso y desar rollo  per sonal , ayudados  por un profesor que losconozca bien. Aportan contenido, además de un contexto ade-cuado para la atención  per sona l que los  profesores de la sa la-hogar prestan a sus estudiantes.

• Cuando se utilizan en el contexto de las asignatur as escolar es, pueden or ganizar y dar coherencia al sistema de información.Consiguen que los informes a bandonen el modelo de síntesiscondensada y estructur ada de  progreso, escr ita a intervalos, amenudo  bajo condiciones estr esantes. Estos informes  puedenverse sustituidos por declar aciones  periódicas al final de cadaunidad de tra ba jo, discutidas con los estudiantes y enviadas a l os

 padres,  junto con ejem plos del tr a bajo realizado sobre esa uni-dad. De este modo, el pr oceso formativo de la valoración inclui-da en los registr os de logros puede ser utilizada para propor cio-nar a los padres un flujo continuo de inf ormación sobre el pro-greso de sus hi jos , quizá contem plando también la posibilidadde que los padres den su parecer por escrito o en persona a ese progreso (o a la ausencia del mismo), en aquellas ocasiones enque sea apro piado.

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8. LA EVALUACIÓN

En el mejor de los casos, los registros de logros pueden integrar laevaluación con el aprendizaje, la atención personal y el sistema deinformación, implicando a estudiantes, profesores y  padres, para quetodos ellos colaboren en un continuo proceso de aprendizaje.

Los registros de logros también encuentran obstáculos. Cada solu-ción trae consigo nuevos problemas y los registros de logros no sonuna exce pción. Algunos de los aspectos clave que exigen atenciónson:

•  Nece sidad es d e de sarroll o pr o     f      esional . El hecho de que los  pro-fesor es  puedan enseñar en el aula no significa que se pan cómoaconse jar y mantener reuniones de forma individualizada. Ennuestr o estud io so bre la s escuelas secundarias que ado ptaronfor mas alternativas de evaluación e infor mación, señalamos quecon demasiada fr ecuencia se  presu ponía en los  pr of esor es laca pacidad de r edactar nuevos inf ormes  basados en anécdotas,

 pero lo cierto es que la r edacción de tales infor mes r esultó todoun r eto  par a ellos (Har greaves et al . , 1993). La ca pacidad  par amoder ar una reunión, la r edacción de informes  basados enanécdotas y otr as nuevas clases de conocimientos de evaluaciónnecesitaban cr ear un foco de atención en la for mación del  pr o-fesor ado.

• N ecesidades de desarr ollo del e st udiant e. L os estudiantes tam- bién necesitan desarrollar ha bilidades ef ectivas r elativas a confe-r encias y autoevaluación. No puede asumir se que ya las  poseen.Al principio cabe esperar ,  por  parte de los estudiantes, cierta tor- peza, falta de destr eza y tosquedad en la forma de ela borar losr egistros de logr os, ya que a menudo fanfarr onean, se sientencohibidos, se su bestiman, les falta discr eción, hablan con dema-s iada franqueza y cometen toda clase de error es. Sin em bar go, par a que una conf er encia y autoevaluación sean ef ectivas, lashabilidades  per sonales y socia les y la capacidad de r eflexión nodeben ser consideradas r equisitos esenciales a la hora de poneren  práctica el registro de logr os . Estos aspectos también forman parte del resultado del registr o de logros .

• Escasez de tiempo. Compilar registros de logros puede ocupar untiempo excesivo, especialmente cuando se hace a través de unareunión individualizada. No obstante, la escasez de tiempo para poner en práctica los registros de logros puede verse mitigadahasta cierto  punto. En ocasiones , la evaluación por parte de los

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Ur<A EDUCACIÓN PAR A EL CAMBIO

compañeros  puede complementar la del profesor (Munby,1989). Para que este sistema funcione, sin embargo, es muy im-

 portante, casi esencial, el tipo de disposiciones de agrupamien-to nuclear descritas en el capítulo 5 , lo que reduce a una cifrarazonable el número de estudiantes por año con los que un pr o-fesor mantiene contacto. Este sistema de agrupamiento nucleartambién permite cierta flexibilidadde tiempo a otros miembrosdel equipo docente, lo que brindaría la posibilidad al profesorde trabajar con los estudiantes por separado, mientras los demásse encargan del resto del grupo.

• Tentaciones de control. En ocasiones, lo que se registra y sevalora pueden ser meros sustitutos de un control del comporta-miento y de una gestión del aula que convenga a los interesesdel profesor, en lugar de a portar oportunidades para satisfacerlas necesidades de desarrollo de los estudiantes. Hemos visto,

 por ejemplo, que aquellos sistemas que califican a los estudian-tes atendiendo al aspecto que presentan -los libros y el materialque traen a clase- , tienden a ser considerados por los estudian-tes no sólo restrictivos, sino también triviales y degradantes(Hargreaves et al. , 1993).

•  Peligros que entraña la vigil ancia. Los registros de logros am- plían los ámbitos de rendimiento y desarrollo del estudiante quese hallan expuestos a la evaluación. Ahora, ante la vista omni- potente del  profesor, se hallan su jetos a evaluación, valor acióne intervención no sólo el r endimiento, sino también las emocio-nes, el comportamiento y las relaciones personales.  Naturalmen-te, uno de los objetivos princi pales de los r egistros de logr osconsiste en r econocer, r ecompensar y r egistrar las me joras en elámbito personal y socia l. Esto significa que los pr of esor es nece-sitar án saber qué ocurr e si quier en ganar puntos ante sus estu-diantes. Pero hay momentos en los que esta pr eocupación lógi-ca  puede extender se hasta invadir  par celas estrictamente ínti-mas. Hay un matiz en cierto modo siniestro en el hecho de quelos estudiantes estén ex puestos a evaluaciones vayan dondevayan, y hagan lo que hagan (Har gr eaves et al . , 1 988). Por estasrazones, es esencial que los límites de a plicación del r egistr osean establecidos con claridad. E l hecho de que la pro piedad delregistr o de logros esté en último término en manos del estu-diante,  puede resultar ser también una  pr otección contr a lasinvasiones de la intimidad.

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8 . LA EVALU ACIÓN

Estas dificultades son reales. Quizá expliquen  por qué, en nuestr oestudio de los  pr oyectos  piloto de r eestructuración de la escuelasecundaria en Ontario, Canadá, descubrimos que, aun cuando la eva-luación del estudiante era una de las iniciativas más elegidas por lasescuelas como foco de atención (83%), casi todas las escuelas desa-rrollar on nuevos sistemas de enjuiciamiento en los que los estudian-tes seguían siendo o bjetos de valoración y evaluación, en lugar decrear sistemas de evaluación que hicieran participar a los estudiantesen el  pr oceso (Hargr eaves et al., 1993). Hemos constatado, de hecho,que los esfuerzos  por efectuar una evaluación alternativa  puedenconvertirse a veces en complicados procesos de juicios interminablesminuciosamente detallados que siguen excluyendo a los estudiantesde las decisiones que influyen sobre el proceso de aprendizaje, y queademás r equieren demasiado tiempo de dedicación a los profesores.Todavía queda mucho por hacer para cumplir plenamente el objetivode implicar a los estudiantes más ampliamente en la autoevaluación yen la evaluación de sus cursos y de su currículum. Tales desarrollos,sin embar go, serían bien recibidos, porque las prue bas sugier en que pueden estimular la motiva ción del estudiante y el entusiasmo del pr of esor, a .medida que éstos aprenden más sobr e sus estudiantes y partici pan con ellos en el proceso de a pr endiza je (Br oadf oot et al. ,- 1 988).

RESUMEN

Este capítulo ha señalado la importancia de establecer una gama am- plía y equilibrada de estr ategias de evaluación para abar car los nume-rosos y difer entes  propósitos de la misma: responsabilidad, titulación,motivación del estudiante y diagnóstico ef ectivo. Hemos revisado la

 bibliografía que sugiere que algunas estrategias de evaluación son uti-lizadas más ampliamente que otras y que las primeras, que ado ptanla forma de grados, prue bas y exámenes, reconocen, r ecom pensan y prestan una mayor importancia a los logros intelectua les-cognitivos por encima de todos los demás, lo que r educe las  posibilidades deéxito y supone una amenaza  para la motivación de los estudiantes.

Hemos descrito y revisado a continuación una serie de estr ategiasalternativas de evaluación, incluida la  basada en el r endimiento, los portafolios y r egistr os de logros que r econocen, recom pensan y pr es-

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U NA El)UCAClÓN PARA F .L CAMBIO

tan importancia a una gama más am plia de logros . Estas alternativasaumentan la  pr obabilidad de estimular la motivación del estudiante.

Sugerimos que ta les estra tegias alternativas, utilizadas conjuntamentecon las ya ex istentes , tam bién contr ibuyen a pr o por cionar un am bien-te adecuado  par a  pr opor cionar la atención y el a poyo necesar ios a l

 pr eadolescente , me joran la calidad del diagnóstico del  pr of esor, eintegran con mayor eficacia la evaluación en el  proceso de a prendi-za je y en el sistema de información. Todo ello da una mayor cohe-r encia a la educación del adolescente , y ayuda a las escuelas en susesfuerzos  por satisfacer las necesidades de la gente  joven en esta fasecrucial de su desarrollo.

Muchas de las estrategias alternativas de evaluación descritas yaestán siendo ampliamente utilizadas,  pero a menudo han sido desa-rr olladas y empleadas  por profesores de forma aislada, de modo quelos criterios no son suficientemente compartidos con los estudiantes.

La evaluación estimula el currículum. Para que las necesidades de los pr eadolescentes sean satisfechas  por un  progr ama coherente y r ele-vante, y por un sistema que  promueva la atención y ayuda entr e unacomunidad de  pr ofesores que conozcan  bien a sus estudiantes, debe-r ía  planifica r se el sistema de eva luación de tal modo que apoyar a los

 progr amas y  procesos requeridos  par a gar antizar esa atención. He-mos visto que los sistemas inflexibles de evaluación socavan muchosde nuestros objetivos curriculares y de or ientación. Los esfuerzosr eformadores de la escuela  pr opor cionan importantes o portunidades

 par a cambiar esta situación,  para desarr ollar un sistema de va lor aciónque haya sido fundamentalmente diseñado  par a cumplir las necesi-dades curr icular es y de or ientación de la  pr eadolescencia. Integrar losdif er entes as pectos de la esco larización, como el currículum, la eva -luación y el apoyo al estudiante, es imprescindible para determinarhasta qué  punto se educa  bien a los estudiantes en los años de latr ansición. Todos estos as pectos  juntos  pro porcionan un contextoesencia l que nos  permite calibr ar en qué medida los estudiantes r eci- ben una enseñanza ef ectiva durante los años de la tr ansición. Y esostemas de la enseñanza y el a pr endizaje serán  pr ecisamente el centr ode atención de nuestr o s iguiente capítulo.

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C APÍTULO 9

Enseñanzay aprendizaje

S i se han de tr ansfor mar las escuelas par a satisfacer las necesidadesde los adolescentes, la refor ma del curr ículum y de la evaluación noson más que una  pieza del r ompeca bezas. En último tér mino, elúnico currículum y evaluación que cuentan son los exper imentados

 por el estudiante, es decir , los que se utilizan ef ectivamente. ¿ Cómotr ansforman los prof esores y estudiantes los r ecur sos, horar ios e ideasen la enseñanza y el a prendizaje? Tal y como hemos mencionado, yde acuerdo con otr os muchos autores, los modelos de cambio sobreel agru pamiento, la or ganización escolar o los resultados del currícu-lum es  pro ba ble que no tengan ningún impacto  positivo relevantesobr e las aulas o los estudiantes, a menos que incluyan también cam- bios en la for ma que tienen de enseñar los  pr of esor es (Leithwood et

al . , 1 988; S lavin, 1 987c; E pstein, 1990).La enseñanza, como cua lquier otr a em pr esa humana, no es estáti-

ca . E l  proceso de conf igurar a la que ser á la siguiente gener ación seencuentra en evolución, a l igual que el con junto de la sociedad. L anaturaleza y el  pa pel de la enseñanza se hallan inexora blemente uni-dos a las expectativas que tenemos  par a nuestros estudiantes , a nues-tr a for ma de entender el proceso de a pr endiza je humano y a nuestrasconvicciones acer ca de cómo los adultos, y en es pecial los  pr ofeso-r es ,  pueden or ientar a la gente  joven en su a pr endiza je. Ya hemos

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-----UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO-----

analizado muchas de las crecientes demandas impuestas a nuestra so-ciedad y a sus jóvenes. Según han explicado, con insistencia, unaserie de autores, las escuelas del futuro guardarán muy poca seme-

 janza con las del pasado (Schlechty, 1990; Fullan, 1993) y los profe-sores tendrán que enseñar de un modo muy diferente (McLaughlin yTalbert, 1993). Esto quizá sea difícil de aceptar cuando son tan  pocoslos cambios que han experimentado nuestras estructur as escolares

 básicas en el último siglo. A pesar de todo, las fuerzas del cambio que·

se ciernen sobre nuestr as escuelas  parecen es tar alcanzando unasdimensiones críticas y las escuelas , como los  países y las grandesempresas, empiezan a contemplar finalmente la  posibilidad de unareestructuración fundamental. Al menos parte del ímpetu en favor dela refor ma escolar  procede del r econocimiento de que el modelomoderno de es pecialización y estandarización ha sido r echazado enotras or ganizaciones y lugares de tr abajo, y tam bién está siendo cues-tionado en la educación. Y a no es suf iciente que las escuelas  propor-cionen ha bilidades básicas a los estudiantes. Además de las ha bilida-des fundamentales que gar anticen la alfa betización y unos conoci-mientos  básicos de álgebra, los estudiantes, en general , y no sólounos  pocos, necesitarán a pr ender ha bilidades de más alto nivel ,  porejemplo, cómo desarr ollar un  pensamiento cr ítico y com ple jo, nuevasf órmulas  para la resolución de  pr o blemas, so pesar alternativas, reca- bar la información necesaria  para emitir  juicios de valor, desarr ollaridentidades flexibles , a pr ender a tr a bajar de modo independiente y

en común y discernir acciones apropiadas en situaciones ambiguas(Earl y Cousins, 1995 ; Peter son y Knapp, 1993). El desafío  par a lasescuelas consiste en ca pitalizar los nuevos métodos de enseñanza ylos ambientes de a pr endiza je que se sustentan so br e lo que ahoraconocemos so bre el a pr endiza je y el desarr ollo humano,  par a  pr e pa-r ar a nuestros estudiantes adolescentes a afr ontar las cr ecientes de-mandas de la sociedad futur a.

Dur ante estos años de transición los estudiantes necesitan experi-mentar y tener acceso a un mayor número posible de las estrategiasemergentes en la enseñanza y el aprendiza je. Hemos visto que losadolescentes son muy activos física , emocional e intelectualmente, amedida que ponen a prueba sus cuerpos y habilidades durante el cr e-cimiento. Son muy conscientes de la importancia de las relacioneshumanas y, en consecuencia, se muestran muy preocupados por lalucha en favor de la igualdad social. Son inseguros y vacilantes encuanto a su poder y capacidad para adaptarse y abrirse camino en el

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------9. ENSER ANZ A Y APRENDIZ AJE------

mundo. Los investigadores, sin embargo, han mostrado de forma re- petida que la enseñanza que reci ben habitualmente los adolescentesreclama una absor ción  pasiva, en lugar de una implicación activa , hasituado el intelecto y los elementos cognitivos  por encima de las emo-ciones y la atención, subordina la vida real y la  pertinencia a la tr ans-misión de los contenidos académicos y del libro de texto, y sacrificala inde pendencia de los estudiantes en favor del contr ol.

A medida que conocemos más acer ca de cómo a prende la gentey qué hace que la enseñanza sea efectiva, también encontr amos mo-dos mejor es de abordar las necesidades de los adolescentes , que seencuentr an con un mundo sumido en la confus ión y la crisis. Este ca- pítulo descri be algunos de los conce ptos emergentes y más influyen-tes sobre los  pr ocesos de a pr endiza je en los adolescentes, ex plora susimplicaciones en la enseñanza y la pr áctica en el aula , y también con-sidera hasta qué  punto  pueden contri buir estas estrategias a  prepa-rarlos  para una realidad social cam biante en un mundo  postmodernode natur aleza comple ja e incierta .  No  pretendemoshacer que los  pro-fesores se sientan culpables  por def inir un conjunto -perfecto- deestrategias de enseñanza, que luego r esultan ser invia bles en sus cla-ses. Las estrategias cr eativas de enseñanza no arraigarán  bien allídonde las pruebas estandarizadas exigen que los  profeso res enseñende un modo determinado, que trabajen aislados en sus clases, odonde los horar ios obliguen a los prof esor es a limitar la extensión desus lecciones, lo cua l supone dedicar demas iado tiempo a inic iar y

des pejar el camino, sin la flexibilidad necesaria  par a tr a ba jar más alládel sonido del timbre que anuncia el fin de las clases. R esulta tristeque se siga r e pitiendo la vieja historia. Se exhorta a los  profesor es aa pr ender y a poner en  pr áctica nuevas estr ategias de enseñanza abo-cadas al fr acaso  porque las estructur as de la escolarización se man-tienen incólumes. Par a que  pueda acometerse con éxito un cam bioen las  pr ácticas a plicadas en el aula, es im perativo que  se  pr oduzcaen las escuelas unos cam bios estructurales y cultura les que r esultenútiles a los adolescentes. En cualquier caso, la enseñanza y el a pr en-diza je no me jor arán a menos que se pamos con cl ar idad cuáles son las

 pr ácticas que  parecen me jor es, y se com pr endan los  princi pios quehicieron  posi ble que tal enseñanza y a pr endizaje funcionaran. Así pues, no incluir emos aquí una lista interm ina ble de estrategias alter-nativas de enseñanza y a pr endiza je, sino que abor dar emos en todocaso, los  pr inci pios que deber ían ado ptar los  pr ofesor es a la hor a deconsider ar las alternativas  pedagógicas.

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UNA F .DUC ACIÓN P ARA F .L C AMllJ Q-----

APRENDER PARA COMPRENDER

La especie humana es la única que puede reflexionar sobre su pro- pia existencia. El misterio de la mente humana y su funcionamientonos ha fascinado desde siempre. A pesar de que ese interés se hamantenido durante siglos, r esultan paradójicas nuestra ignorancia so- bre el aprendizaje humano y la dificultad que implica traducir el nue-vo conocimiento a la pr áctica .

A lo largo de todo el siglo xx, las concepciones dominantes sobreel mecanismo de aprendizaje han sido de carácter incremental y con-ductista. Las escuelas han funcionado como si el aprendizaje pudieradividirseen habilidades y hechos es pecíficos y discretos, que puedenadquirirse de forma fragmentada y ordenada (Cole, 1990). La  prácti-ca escolar tradicional se ha basado en la asimilación, habitualmentede modo mecánico, la repetición y la corrección de procedimientosy datos, y tam bién se ha apoyado en las reglas y en los contenidosde las disciplinas, con ob jeto de fortalecer las conexiones y hábitosmentales corr ectos (Peterson y Kna p p, 1 993) .

Durante los últimos treinta años, sin embargo, una sutil revoluciónque ha tenido lugar en las ciencias sociales ha desafiado el modelo deaprendiza je mantenido por nuestras escuelas. Los psicólogos cogniti-vos han pr o puesto una visión constructívísta del aprendiza je, al queya no se concibe lineal, sino inter activo. Afirman que existe un mundoreal que ex perimentamos  pero que el significado que Je damos vieneim puesto  por nosotros, en J ugar de ser algo que existe en el mundo,

inde pendiente de nosotros. Existen muchas formas de estructur ar elmundo, y para cualquier acontecimiento o conce pto hay muchos sig-nificados o per spectivas (Duf fyy Jonassen, 1 992). Ateniéndose al prin-ci pio de que las cosas deber ían tener sentido, los constructivistas hansugerido que el a prendiza je es un  pr oceso en el que los estudiantesabsor  ben infor mación, la interpr etan, la conectan con lo que ya sabeny, si es necesar io , reorganizan su comprensión  para acomodarla (She- par d, 1991). Esto s ignifica que los estudiantes ela boran su propia com- pr ensión  basándose en nuevas ex per iencias que aumentan sus cono-cimientos. Gardner (1985) lo descri be del siguiente modo:

. . . los sujetos humanos no r ealizan tar eas como quien llena  pizarr asvacías: tienen expectativas y esquemas  bien estructurados, dentr o de loscuales abordan diver sos materia les .. . , el or ganismo, con sus estructur as ya pr edispuestas a l estímulo, mani pula y reordena la infor mación nueva queencuentr a ( pág. 126).

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------9 . ENSE1'1ANZA Y APRENDIZ AJE------

Uno de los descubr imientos más significativos en esta exploracióndel a prendizaje como un proceso de ela boración es la increíble igno-rancia y la comprensión superficial que so bre las ideas, el , conoci-miento y los conce ptos demuestr an los estudiantes, y no sólo en unadisci plina ,  país o nivel de enseñanza , sino en todas  partes donde sehan llevado a ca bo estos estudios (White, 1992) . L os estudiantes soncapaces de r e producir información que han memorizado,  pero son yamenos competentes cuando se tr ata de actuar ba jo condiciones nuevasque exi jan su aplicación. En !A ment e n o e scolarizada', Ga rdner (1 991)argumenta que a pr ender  para compr ender supone mucho más que

 pr oducir una r espuesta -corr ecta- . Cuando un indiv iduo a pr ende a lgode un modo que haya su puesto una compr ensión  profunda, esa  per -sona  puede asimilar el conocimiento, los conce ptos , las estrategias ylos datos, y a plicarlos a situaciones nuevas y apropiadas (Gardner ,1994). Las escuelas están llenas de estudiantes ca paces de com binarnúmeros en una f órmula ,  pero inca paces de utilizar esa misma fórmu-la para solucionar un  pro blema que no se les haya presentado antes, yen las universidades a bundan los  jóvenes que estudian física,  per o queestán convencidos de que all í donde no hay air e, no existe la grave-dad; todos estos estudiantes son ca paces de ex pr esar un f enómenocom plejo que han estudiado en la escuela , sin embar go sólo ofr ecenr es puestas simpl istas cuando sucede a lgo comple jo en el mundo r eal .

Gardner (1991 ) describe lo que él llama la mente -no escolarizada · odel -níño de cinco a ñ os - , que se ha desarr ollado sin ninguna educaciónformal. Es una mente maravil losa que ela bor a teorías acer ca de todoaquello con lo que se encuentra , teor ías sobr e la materia , la vida, su

 pr o pio ser , los demás, etcétera. Por desgracia , muchas de las ideas gra- badas en nuestra mente a  partir de esas  primeras experiencias son err ó-neas. Tal y como Gar dner (1994) ex pr esa de manera evocadora :

. . . en la escuela , esos gr a bados están r ecu biertos con un polvo muy f ino,la materia que la escuela tr ata de enseñar . Si en la escuela se o bserva lamente,  parece, a primera vista ,  bastante adecuado,  porque sólo se ve el

 polvo. Pero,  por de ba jo del polvo, el gr a bado no se ha visto af ectado en lomás mínimo. Y cuando se de ja la escuela y se cierr a la puerta de gol pe  porúltima vez, el  polvo se disipa y el gra bado inicial sigue allí ( pág. 27) .

Si no se hace un esfuerzo  por alcanzar una com pr ensión genu ina,

el a prendiza je superf icia l sigue imper ando hasta que desa par ece la

• B i blioteca del  Normalista, SEP/ Coo peraclón Española , México, 1 997 .

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----- UNA F.OUC ACIÓN P ARA EL CAMBIO-----

neces idad del mi smo (como,  por e jemplo, una vez terminado el exa-men) y se  puede descartar . El -conocimiento escola r - ayuda a  progr e-sar en la escuela,  per o su r elación con la vida r ea l , más al lá de la escue-la , no es  bien compr endida  por el estudiante, y quizá ni siquiera  porel  pr ofesor . La gente extrae sus  puntos de vista cotidianos de la expe-riencia, y aunque esos puntos de vista no sean exactos con r elación alconocimiento escolar , a menudo hacen un gran servicio a quienes los poseen (Whíte, 1 992) .  No r esulta extraño,  pues, que  buena  parte de loque se enseña en las escuelas no sea r etenido  por los estudiantes.

Per o as pir ar a a pr ender  par a com pr ender evoca una imagen com- pletamente nueva de las  piezas que for man el r ompecabezas de laenseñanza y el a pr endizaje . Par a que los adultos de mañana  puedanadquir ir una compr ensión auténtica , la enseñanza de hoy de be conte-ner muchas más  piezas, conectadas entr e sí de un modo enr evesado.Este tipo de enseñanza en  particular r econoce una am plia gama deconocimientos, inteligencias y estilos de a pr endizaje; ve en el cono-cimiento  pr evio un  punto de  partida crítico  para adquirir nuevosconocimientos, se centra en el apr endiza je y el  pensamiento de altonivel ,  presta atención a la natur aleza social y emocional del a pr endi-za je , vincula éste con la vida real y  pr o porciona a los estudiantes un

 pa pel efectivo dentr o de su propio a pr endizaje . Los investigadores detodo el mundo analizan cada una de estas  piezas  par a tr atar de com- pr ender las múltiples y dif er entes facetas de esta conce pción muchomás com ple ja , dif er enciada y glo balizadora de la enseñanza y elapr endiza je .

 . Diferentes formas de conocimiento, inteligencia

 y modos de aprendizaje

Leinhar dt (1992) llama la atención so br e dif er entes ti pos de conoci-mientos y estr ategias que esper amos sean desar rollados  por los estu-diantes. Dentr o de cada disci plina hay una dis posición única de da-tos, conce ptos, citas y  pautas de razonamiento.

A pr ender ·  para com pr ender su pone conectar la inf or mación y

tr ansmitir , de muy diver sos modos, los  pr incipios gener ales a tr avésde las disci plinas. A lgunos de esos modos han sido muy utilizados ynos r esultan ya famil iar es,  per o otr os son más novedosos e imagina-tivos. L os estudiantes necesitan  poseer ambas clases de conocimien-tos: acciones y ha bilidades , así como conceptos y  princi pios, de

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------9 . ENSEÑ ANZA Y APRENDIZ AJE------

modo que puedan conectar la acción estratégica con el conocimien-to de contenido. es pecíf ico, en situaciones nuevas y que im pliquen par a ellos un desafío.  Necesitan una base de conocimientos que esta- blezca interconexiones en su cabeza, con estrategias o rutinas deacceso al conocimiento dur ante la r esolución de pro blemas, y dis po-siciones o há bitos mentales que les  per mitan echar mano de susdiver sos r ecur sos intelectuales a medida que surjan las situaciones(Pr awat, 1989).

E l hecho .de va lorar muchas formas de conocimiento cuestionanuestras cr eencias más  básicas sobr e la naturaleza de la inteligencia.

Gardner0993) ha cuestionado el punto de vista según el cual la inte-ligencia es unidimensiona l e inmutable.  No llegamos a este mundo conuna cantidad fija de inteligencia y ninguna escala  puede ca ptar lasdiversas formas que ésta  puede  pr esentar . Gardner define la inteligen-cia como la ha bilidad  para solucionar pr o blemas o extraer r esultadosen situaciones dadas. Ha identif icado (hasta el momento) siete inteli-gencias: musical, cinestés ico-corporal, lógica-matemática, lingüística,

espacial, interpersonal e intrapersonal. Desde su punto de vista, todosnacemos con potencial  para desarr ollar una multiplicidad de inteligen-cias que  pueden ser enseñadas y a pr endidas. Aunque estas inteligen-cias se inician con una habilidad en bruto, se pueden desarr ollar y esti-mular mediante la enseñanza y la práctica. Cada uno de nosotros tienesu  propio y singular modelo de inteligencia, que desarr ollamos deforma constante y rutinaria, utilizando innumerables com binaciones.Las escuelas, sin embargo, se han centrado  princi palmente en dos (lalógica-matemática y la lingüística) y han infr avalor ado el r esto. Engenera l , las escuelas han ace ptado un único conce pto de inteligenciaque r esalta la clasificación  por encima del logro, aquello que  puedeva lorar se con facilidad por encima de la confusa com ple jidad, el a pr en-diza je individua l  por encima del a pr endiza je en gru po, y la selección

 por encima del r econocimiento de la heter ogeneidad de los estudian-tes. La importancia que se le otorga a la  posición r elativa de los indi-viduos en una escala fija nos ha im pedido darnos cuenta de que todoslos estudiantes a prenden, e identificar el nivel singular de compr ensiónde cada estudiante, en lugar de fijamos sólo en su posición r elativa. L aca pacidad de r eflexión se halla ampliamente difundida, y no es unaca pacidad exclusiva de quienes alcanzan una elevada calificación.

Movilizar las múltiples formas de inteligencia es un modo mediante elcual la sociedad  puede dar cabida a nuestr a diversidad humana  par aalcanzar una gama . más amplia de o bjetivos (Wolf et al . , 1991).

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-----UNA P .OUC ACIÓN P ARA El C AMBIO-----

E l término -estiios de a prendizaje· comprende muchas teoríasso br e las dif erentes formas en que los estudiantes enfocan e interac-túan con el materia l , con ob jeto de comprenderlo. Hay referencias aestilos cognitivos (Messick, 1969), habilidades de mediación (Gre-gor c, 1 979), estilos conce ptuales , ti pos de apr endiza je (McCarthy,1980) y elementos del esti lo de aprendiza je (Dunn y Dunn, 1982). Bá-sicamente, todas estas teor ías afirman que la gente crea su propiaconce pción del mundo de muy diver sas maner as: considerando dife-r entes as pectos del entorno, enf ocando los  problemas desde múlti-

 ples  perspectivas, utilizando claves distintas y  pr ocesando la infor -mación de modos dif er entes  pero coherentes con ellos m ismos . Esesta combinación de cómo  perci be la gente y cómo  procesa lo que per cibe lo que constituye la singularidad del esti lo de a prendiza je, ytam bién la forma de aprendiza je individual más cómodo. En cual-quier grupo de  pr eadolescentes encontr aremos un amplio es pectrode estilos de apr endizaje : a lgunos que necesitan tocar , sabor ear y olerlas cosas, otr os que ha blan y sólo  par ecen ca paces de  pensar en vozalta, el típico niño cal lado que se lleva el li bro y r eflexiona so bre lasideas antes de ha blar . Cada uno de ellos explora el mundo siguiendosus  pr o pios criterios. En su mayor  parte, las escuelas han soslayadola existencia de dif er entes esti los de apr endiza je y no han hecho nin-gún esfuer zo  por ajustar las actividades de la enseñanza a éstos.

Aunque los que defienden los esti los de a prendiza je consideranim portante que los  prof esor es  presten atención a los estilos singula -r es de sus estudiantes , siempr e advierten contr a los  peligros que podr ía acarr ear una mala utilización de los conce ptos del estilo dea pr endizaje, lo cua l convertir ía estas ideas en estereotipos  par a enca-sillar a los  jóvenes, o incluso conducirlos dir ectamente hacia ambien-tes educativos que r ef lejen sus habil idades más desar rolladas . Los profesor es deber ían compr ender que el o bjetivo de utilizar una gamade enfoques de enseñanza es brindar a todos los estudiantes la o por-tunidad de apr ender mediante nuevas f ór mu las que  pongan de r elie-ve sus logros y tr aten de mitigar sus car encias.

 El conocimiento   pr evio

En el caso de que los estudiantes  puedan elaborar su  pr opia com- pr ensión del mater ial y de las ideas nuevas , su conocimiento previoser á esencial  par a determinar cómo lo hacen y las estrategias que uti-

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------9 . ENSER ANZA Y APRENDIZAJE------

lizan. El impacto del conocimiento  pr evio no es una cuestión de  pr e- par ación o de fases de desarr ollo de la com pr ens ión. Es más un temaque tiene que ver con la interconexión, el acceso y la  pr ofundización(Leinhardt, 1 992) . El conocimiento y las cr eencias sostenidas  por unestudiante configur an una com pleja r ed de ideas, datos,  principios yacciones que constituyen algo más que sim ples  bloques de infor ma-ción. Pueden facilitar , inhibir o tr ansformar el aprendiza je en for mas

 pr oductivas o disfuncionales. Cuando son  pr ecisas, las convicciones pr eexistentes de los estudiantes so br e un tema facilitan el a pr endiza- je y pro por cionan un  punto de  partida natur al  par a la enseñanza. Lasconce pciones falsas de los estudiantes, sin embargo,  pueden distor -sionar el nuevo a pr endiza je de for ma es pectacular (Br o phy , 1992).

S i el modelo constructivista es · una r e pr esentación fidedigna del pr oceso de a pr endizaje en los chicos, no r esulta sorpr endente quetengan a menudo dificultades en la escuela. De hecho, la falta de co-nexión entr e los conocimientos adquiridos  por los adolescentes a par -tir de su experiencia, y aquello que los curr ícula su ponen que sabense encuentra en la r aíz misma de gr an  parte de los logr os deficientesde nuestros estudiantes . Ésta es una de las vertientes del  problemaque  plantea el sentido de  pertinencia. Los estudiantes no sólo cr eenque su escolarización es irr elevante  para sus vidas , sino que tambiéndesarr ollan conceptos distor sionados y confusos so br e el material delcurrículum, de bido,  pr ecisamente, a que éste no  presenta coherenciaalguna o no esta blece ningún vínculo con lo apr endido  pr eviamente.Este f enómeno se da con excesiva frecuencia ya que muchas aulasacogen a estudiantes  procedentes de una gama de ambientes muydiver sos .

 El pensamiento de orden superior

E l  pensamiento de orden su perior , en otr o tiempo  privilegio exclusi-vo de los estudiantes más capacitados o su per dotados, em pieza a serr ecomendado  para todos los estudiantes,  puesto que todo apr endiza-

 je r equier e extr aer un sentido a aquello que tratamos de a pr ender(Costa , 1991) . Resnick y R esnick (1992) lo descri ben como:

.. .los tipos de  procesos mentales asociados con el  pensamiento no estánr estringidos a la fase avanzada o de -orden su per ior· del desarrollo mental.

 Al contrario , el  pensamiento y el razonamiento se hall an íntimamente im pli-

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-----UNA EDUCACIÓN PARA EL CJ\MBIO-----

cados en el pr oceso de aprendizaje  pr oductivo, incluso en los niveles ele-mentales de lectura, matemáticas y otras asignaturas escolares . . . A prenderlas tres disciplinas  básicas su pone im portantes com ponentes de inferencia ,

 juicio y construcción mental activa.  Nu estra educación ya no  puede seguirde jándose guiar  por un  punto de vista tradiciona l , según el cua l la base debeser tr atada y enseñada como una ha bilidad  básica rutinar ia , mientras que el pensamiento es un  proceso que apar ece más tarde.

Esta noción de que el  pensamiento no es un  producto, sino un prerr equisito  para adquirir habilidades  básicas ha dado lugar a múlti- ples teorías y o bservaciones sobr e la natura leza del  pensamiento.

Marzano 0992) af irma que el apr endiza je es  pr oducto de cincodimensiones o tipos de  pensamiento: actitudes y per cepciones  posi-tivas so bre el a prendiza je ;  pensamiento implicado en la adquis ición eintegr ación del conocimiento;  pensamiento implicado en la amplia-ción y depuración del conocimiento;  pensam iento implicado en lautilización del conocimiento de modo significativo, y los há bitos  pr o-ductivos de la mente. Estos tipos de  pensamiento no funcionan porsepar ado o siguiendo un orden lineal. Interactúan, r e botan los unoscontr a los otr os y giran los unos en torno a los otr os. A veces actúancoor dinadamente,  pero en otras ocasiones crean disonancias. Todoesto sucede a la velocidad de la luz, mientras, el  pensador tiene queocu par se de los  pro blemas y decis iones, siempre com plicados y con-fusos,  pr opios de la vida real, en un mundo incierto donde el empleode una sola f órmula no es suficiente.

En la misma línea, Bar ell (1991) argumenta que uno de los r esul -tados clave de la escolarización deber ía ser la capacidad de reflexión.

Según ex plica , la reflexión combina dos as pectos de nuestr as vidas:

las operaciones intelectuales o cognit ivas, y los sentimientos, actitu-des y disposiciones . Ser reflexivo significa  poseer un  pensamientoesencialmente cognitivo. También sign if ica ser consider ado y  pru-dente en términos de dis posición (C lar k , 1 996). Las o per aciones cog-nitivas son intentos de  buscar significado a situaciones complejas yno rutinarias, aventur ar soluciones e interpr etaciones y, dur ante todoel proceso, intentar tomar decisiones y hacer  juicios razonables, queresulten úti les. La r eflexión integr a el  pensamiento con el sentimien-to. Es una unión del cor azón y de la mente; un coinponente impor -tante del apr endiza je y del desarr ollo de los  preadolescentes, que seesfuer zan  por encontr ar su identidad y un lugar a l que  pertenecer .

Perkins 0995) a porta una serie de e jem plos de lo que él denomi-na  pensamiento o r azonamiento -dé bil- . Su investigación demuestra

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------ 9, F . NS·E Ñ ANZ A Y APRENDIZ  AJE------

que cuando nos enfrentamos a cuestiones cotidianas, la gente nosuele r azonar  bien, comete una amplia gama de err or es lógicos, ymuestr an tendencia a poner se -de mi parte-. Esta  propensión es co-mún a todo el mundo, a l mar gen del coeficiente de inteligencia quetengan. Aunque muchos de estos sujetos fuesen, más tarde, cognitiva-mente ca paces de gener ar ideas más equili br adas y amplias al ser in-terr ogados, hasta ese momento se ha bían contentado con  pensar lo

 justo so br e el tema y se habían mostr ado satisf echos con sus r es- puestas. La ca lidad del pensamiento no es una consecuencia natur alde la habil idad. Como r esultado de ello, las gr andes def iciencias de

 pensamiento en la escuela y en la vida se dan en estudiantes de todoti po. Con demasiada frecuencia asumimos que la habilidad de altonivel es sinónimo de sa biduría y buen  juicio. Nos equivocamos, todoslos estudiantes necesitan a pr ender a utilizar bien sus mentes: a inves-tigar, inventar, desafiar , r econsider ar y mantener su atención en latarea que r ealizan, al tiempo que interpr etan la información que lesrodea e intentan dar le un sentido.

 La enseñanza y el aprend izaj e como fenómenos sociales

Una de las teorías más radicales surgidas del enfoque constructivistaen la enseñanza y el a prendiza je es la naturaleza social de estos ámbi-tos. L a psicología, tal y como se ha desarr ollado en las cu lturas occi-dentales, funciona  ba jo la suposición de que su o bjeto de estudio esel individuo, que o pera en un vacío sociocultur al. Como quier a queen  psicología estos enf oques, fundamentados en el individualismo,han ter minado  por im poner se,  pocas son las teor ías que han expli-cado de qué maner a se encuentr an los pr ocesos mentales inher ente-mente vinculados al entorno cultur al, histórico e institucional(Wertsch, 1 991 ). La investigación más r eciente en este ámbito se hains pir ado en los hallazgos del notable científico social ruso Vygotsky,quien defendió la teoría de que el a pr endiza je humano se produce enlas distintas situaciones sociales que  ja lonan la vida de la gente .

Desde su punto de vista, el a prendiza je no es un pr oceso solitario, niviene pr escrito por condiciones genéticas o de desarr ollo. Es el r esul-tado de la actividad que se genera en las condiciones externas de lavida. Los  jóvenes a pr enden  por que constituyen y conforman la cu l-tura colectiva que les r odea y funden su compr ensión  per sonal enesta visión cultur al más amplia (Davydov, 1 995). Cuando las per sonas

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UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO-----

interactúan entre sí, aprenden del grupo y también influyen sobr e él.Su comprensión se encuentra en constante proceso de creación ytransformación, al compartir ideas con los miembros del grupo(Leinhardt, 1992). El conocimiento colectivo del grupo es mayor queel conocimiento individual de cualquiera de sus miembros, y juega unimportante papel en la configuración del pensamiento, las actividadesy habilidades de sus miembros. Como quier a que el aprendizaje enlos indi~iduos es producto del contexto social en el que viven, media-tizado por los signos y símbolos de la cultur a que los rodea, los estu-diantes son potencialmente más inteligentes en grupo de lo que  pue-dan serlo individualmente. Aprenden mejor cuando se acostumbran a

 pensar  juntos , a cuestionar las suposiciones del otr o y a elaborar nue-vas compr ensiones . Esto  plantea a los  prof esor es muchos tipos dedesafíos. En su función de dir ectores y orientador es del apr endizaje,los pr of esor es necesitar án utilizar el ambiente social en el que vive lagente  joven para  pr opiciar una mejor comprensión (Davydov, 1995) .

Per o los gru pos de adolescentes, con toda su ener gía, sexualidad y prepotencia , asustan con frecuencia a los  prof esores, que quizá ten-gan que esforzar se  por super ar sus  pro pios temor es y que, en oca-siones , detestan tener que des prenderse del  poder que e jer cen so br eel grupo  par a ganarse su confianza . Al mismo tiem po, las escuelasacogen a estudiantes que reflejan muchos ámbitos sociales y cultura-les diversos, cada uno de ellos con su  pro pio historial , valor es e idio-ma . Los  prof esor es necesitan encontr ar f órmulas que les  permitantender  puentes entr e las dif erencias y ayudar a los esrudiantes a esta- blecer conexiones.

 Hacer que la enseñanza y el aprendizaje

sean como la vida real

A estas alturas ya de bería ha ber quedado claro que los esrudiantesson los ar quitectos , ingenier os y constructor es de su  propia com- pr ensión. Pero la enseñanza y la esco larización no han sido organi-zadas fundamentalmente  par a r econocer y destacar la forma que lagente  joven tiene de a pr ender. La construcción de su propia com- pr ensión  por  parte de los chicos y la chicas ha sido er igida sobreunos cimientos dé biles, asentados so br e la r oca ina pela ble de nues-tr o sistema escolar actual. Los  jóvenes y, de hecho, toda la gente,

a pr ende de forma adecuada cuando  pr esta atención a su aprendiza-

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------9. E NSE NA NZA Y  APRENDIZAJE------

 je, contr ola su  propia comprensión,  pone de manifiesto· sus cualida-des y trata de solventar sus carencias (White, 1 992; Per kins y Blythe,1994). Las escuelas tienen que buscar métodos adecuados que les

 permitan tener un papel activo en este tipo de apr endizaje.

El aprendiza je  puede resultar  particularmente efectivo, no sólocuando se relaciona con la vida real que se extiende más allá de laescuela, sino también cuando se asemeja a la  pro pia -vida r eal- oforma parte integral de ésta . En el ca pítulo 6 nos r ef erimos al con-ce pto de verosimilitud de Woods 0993). Lo que este autor llama-acontecim ientos cr íticos· en la enseñanza y . el a pr endiza je se hallan

 pr óximos y a menudo se asimilan a otr os ti pos de a prendizaje y logrofuer a de la escuela, y que o btienen reconocimiento dentr o de esemundo real más amplio. Woods narr a de manera clara un  proyectoescolar de arqueología dirigido conjuntamente con una arqueóloga;la conf ección,  por parte de niños y niñas de primaría, de un li bro queellos mismos escr ibier on , ilustraron y luego comer cializaron  par a quefuera leído por otros niños; la producción de un vídeo elaborado cony  par a una amplia comunidad, y otr os muchos  proyectos. En todoslos acontecimientos cr íticos descritos  por Woods:

Podemos considerar al a prendiza je que tiene lugar como auténtico a pren-dizaje. S e construye conf orme a las pr o pias neces idades y  pert inencias (delos es tudiantes) , y so br e sus estructur as cognitivas y af ectivas ya existentes .Se  pone es pecia l énfasis en la r ealidad, en  pr oblemas r eales , en temasim portantes y de inter és, en la r econstrucción de situaciones que son las mis-mas que se pro ponen r epr esentar ;  busca la colabor ación de ver dader os pro-fes ionales,  prefiere la utilización de pruebas y materiales de  primer a mano,y pr ocur a que los estudiantes hagan las cosas por sí mismos y tengan uno b jetivo realista .

Los acontecimientos críticos en la enseñanza y el a pr endizaje  pue-den convertir se en magníficas -experiencias so br esalientes- , y ser  per -ci bidos  por los estudiantes como verdader os  progr esos y logros(Woods, 1994),  pues de hecho, constituyen auténticos logros  paraellos. Crearlos exige liberar se de las exigencias de cubrir el conteni-do y poseer la flexi bilidad suficiente  para  programar y estructurar laescuela de modo más amplio. Pero,  por encima de todo, estos a po-yos estructurales esenciales, estos «acontecimientos cr íticos· positivostambién exigen un -agente crítico» , -un profesor , o prof esor es, con losconocimientos, vocación, fe, habilidades y relaciones necesarios  paraconceptualizar y  planificar el proyecto, orquestarlo,  pr omoverlo y lle-

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UNA EDUC AC IÓN P AR A EL CAMBJQ-----

vario a la  pr áctica, a menudo superando considerables dificultades- .

Según Woods, ta les  profesores mantienen un fuerte compromiso consu labor . S ienten que - la enseñanza es el centr o de sus vidas, que susidentidades se ven intensificadas con su tr aba jo, que les hace sentir-se - r ealizados- y les  per mite ser -ellos mismos» .

La verosimilitud , o consegu ir que la enseñanza y el apr endiza je seaseme jen más a la vida r eal , no tiene  por qué ser siempre tan inten-sa y espectacular . Muchos  profesor es de escritur a han r econocidodesde hace tiem po que la escritur a deber ía tener un pro pósito y unosdestinatarios que le otor garan más significado y valor que el de unasimple tarea escolar -incor  pó r ea- (Barnes, 1 976) . Escribír cartas a los periódicos, comunicar se con  per sona jes famosos, inventar historiasque luego sean leídas a los niños y niñas más  pequeñas y mantenercorr es pondencia  por corr eo electr ónico con  jóvenes de otra s ciuda-des y  países no hacen sino añadir finalidades y -realidad- a la tar eade escri bir . Otr os e jem plos de verosimilitud como  principio de a pr en-diza je incluye la educación cooperativa del tr aba jo escolar (confina-da con excesiva fr ecuencia a los estudiantes de enseñanzas  pr ofesio-nales de - ba ja ca pacídad- , en lugar de  ponerla a dis posición detodos), la educación al aire li br e, los estudios medioam bientales, la

 posibilidad de com partir con otr as escuelas la recopilación y el aná-lisis de datos  por or denador , la adquisición de conocimientos sobr e política a través de tri bunales de estudiantes. Hay muchas for mas deintr oducir el - princ í pio de realidad· en la enseñanza y el a pr endiza je,algunas muy ambiciosas , y otr as  bastante más modestas. Los pr ofe-sores no tienen  por qué sentirse intimidados ante la  per s pectiva deinvalidar todo un curr ículum o cambiar toda su enseñanza con o bje-to de exper imentar estas f órmulas.

 La evaluaci 6n como aprendizaje

E l autocontr ol del  pro pio conocimiento y  pensamiento, y la autova-lor ación se encuentran en el núcleo mismo de un a pr endiza je ef ecti-vo. Por e jemplo,  para leer , los estudiantes utilizan su conocimiento per sonal  par a cr ear un signif icado a  partir de los textos con los quese enfrentan. También utilizan estrategias de autocontr ol y autoco-rrección  par a guiar este proceso (Cole, 1 990). Sólo cuando se dancuenta de que no comprenden algo y cuentan con r ecur sos  par aidentificarlo,  pueden pasar de la  palabr a leída a la compr ensión de

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------9 . E NSH NA NZA Y APR ENDIZAJE

las ideas que transmite el texto. Esto también es cierto  por lo que serefiere a los adultos. ¿Con qué fr ecuencia ha leído un  párrafo, hacompr endido individualmente cada pala br a, par a dar se cuenta al fina lde que no ha sido ca paz de ca ptar la idea gener al que transmitía? Estoes autocontr ol. Pr esumiblemente, se vuelve a leer el texto, . se  buscamás infor mación, se pr egunta a alguien, se tr ata de vincular el  pasa-

 je con el texto más amplio o se utiliza cualquier otr o enfoque que pueda ayudar a mejorar la comprensión (Earl y Cousins, 1 995).Apr ender es una búsqueda de significado. Es imposi ble apr ender sinr econocer e investigar aquello que se hace y aquello que no se com-

 pr ende, qué tiene y qué no tiene sentido . Ésta es la r azón de que ha-yamos destacado la evaluación como parte esencia l del a pr endiza je.

La evaluación efectiva  propor ciona a los estudiantes las estr ategias pr ecisas para plantear  pr eguntas reflexivas e ir en  busca de aquelloque necesitan  par a ampliar su a prendizaje.

Implicar activamente a los estudiantes en el aprendizaje tambiéntrae a colación cuestiones r elativas a la motiva ción y la atribución.

¿Cuáles son las condiciones que ayudan a los estudiantes a convertir-se en sus mejor es monitores y a asumir un papel responsable y acti-vo en lo que aprenden y en cómo lo a prenden? ¿Qué hace que algu-nos estudiantes asuman retos, mientr as otros los evitan? ¿Qué motivaa algunos a volcar se en el apr endizaje, mientras otros sólo hipotecanuna mínima parte de sí mismos? Desarr ollar la motivación del estu-diante es un proceso complejo y dinámico que de pende de muchascondiciones.

Los estudiantes tienen o piniones distintas cuando se trata de expli-car el motivo que les hace fr acasar o tener éxito en el cum plimientode sus o b jetivos ( por e jemplo, ha bilidad, suerte, esfuer zo, dificultadde la tar ea). Estas o piniones influyen so br e su motivación. En oca-siones, las creencias de los estudiantes están  pr ofundamente arr aiga-das en valor es culturales. En la sociedad estadounidense,  por e jem-

 plo, a los estudiantes - brillantes- se les supone la ca pacidad mínima para comprender cierto material , cosa que no sucede con los estu-diantes -medíocr es- . Las sociedades asiáticas, por su parte,  plantean ela prendiza je como algo gr adual, que se incr ementa y se adquiere a lolargo de un  prolongado  per iodo de tiempo, mediante un esfuerzoconsidera ble y gracias a la constancia (Stevenson y Stigler , 1 991).

Per o la motivación no reside únicamente en el estudiante y en lacultura. L os  prof esor es  pueden ser catalizadores clave en la motiva-ción del estudiante (Brophy, 1 987). Tal y como hemos mencionado

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-----UN/. EDUCAClÓN PARA EL C AMBIO-----

antes, la motiva ción es una forma de logro en sí misma, y no sóloalgo que los estudiantes aportan. E l desarr ollo de este logr o deberíaser una res ponsabil idad ca pital  par a las escuelas. Si, ta l y como  pro- pone Prawat (1989), el a prendiza je  puede  pr esentar se como un me-dio  par a conseguir un fin que  permita hacer el tr aba jo con la mayorr a pidez  posible , o como una forma de aumentar la competencia, sien-do el aprendizaje un f in en sí m ismo, resultaría que la for ma en quelos  profesor es definen el apr endiza je  puede e jer cer una fuerte in-fluencia so br e la motivación de los estudiantes. Las  per sonas compro-metidas con su tr a ba jo se ven im pulsadas  por cuatro necesidadesesenciales: éxito, compr ens ión, expresar se a sí mismos, y por último,implicarse con otros o  prestarles la de bida atención (Strong , Silver yRobinson, 1 995) . Estas cuatro necesidades  proporcionan una base ex-celente par a que los profeso res puedan estructur ar su tr a bajo con pr e-adolescentes curiosos, imaginativos , que anhelan el éxito y que dis-fru tan r elacionándose con los demás.

IMPLICACIONES PARA LOS PROFESORESY LA ENSEÑANZA

Puesto que los  pr ofesores , al igual que sus estudiantes, ca ptan el sen-tido de la nueva información integrándola en lo que ya sa ben, hemos

 pref erido no lanzarnos a una serie de r ecomendaciones acerca de losva liosos cambios que podrían acometer los prof esor es en sus métodosde enseñanza. En lugar de eso, r evisar emos cómo se  plasman en larealidad algunos de los elementos necesarios para que los  pr of esor escambien su pr áctica , antes de identificar algunas  pr ácticas  prometedo-r as que los  prof esor es  pueden consider ar , a medida que em piecen atransf ormar o ex pandir su enfoque con r es pecto a la enseñanza.

Los  pr of esor es son quienes en definitiva r efor man la escuela. L osintentos  por cambiar las escuelas tendrán  poco o ningún impactoso br e los estudiantes, a menos que af ecten a la maner a de enseñarde los  prof esor es y a la forma de apr ender de los  jóvenes. Par a queeso suceda, los  pr of esor es tienen que ela bor ar su  propia com pr en-sión de los diver sos intentos de r eforma llevados a ca bo. Al igual quelos estudiantes, los pr of esor es se ven influidos en su a pr endiza je  porsus  pr o pios enf oques con res pecto a l  pensamiento, su base de cono-cimientos, sus modelos de inteligencia,  su proceso de aprendiza je , su

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------9 . ENSf.~ANZA Y APRENOIZAJf.

ambiente social y su voluntad y posibilidad de  participar activamen-te en cualquier tipo de aprendizaje nuevo. S i los esfuerzos de refor-ma descuidan las necesidades de aprendizaje activo y de compren-sión constructivista de los profesores, las consecuencias ser án tan gra-ves como las resultantes de descuidar en el aula los estilos dea prendizaje de los estudiantes y sus necesidades de apr endiza je . Pe-ter son y Knapp 0993) argumentan que:

AJ  poner los  pr of esores en práctica las reformas sugeridas, éstas se ven pr ofundamente influidas por las teorías y creencias que mantienen actual-mente ... , así que interpr etan las recomendaciones de refor ma , a la luz de sussuposiciones y mar cos mentales. Si no están enter ados de las suposicionesy compr ensiones su byacentes del autor , los  pr of esor es pueden intentar in-cor  porar la -nueva información" sin analizar su com prensión  pr evia . Aque-l los educador es a los que únicamente se exige que  pongan en  pr ácticaas pectos su perficia les de las r eformas constructiv í stas, sin dar les tiempo nioportunidad  para considerar e interpr etar  por sí mismos las su posiciones eideas sobr e el apr endizaje que su byacen en en las mismas,  pueden  pasar poralto el  princi pal signif icado de la r eforma, y atenerse a la descripción de los pr ocedimientos sugeridos (págs. 137-138).

Un ejem plo elocuente de la cantidad considera ble de tiempo, y

alto nivel de compromiso y desarr ollo del  per sona l docente necesa-rios par a cam biar las pr ácticas de los prof esores mediante los pr inci-

 pios del a pr endiza je activo y de la com pr ensión constructivista , sur -gió a partir de las iniciativas  planteadas recientemente par a tr ansfor -mar la enseñanza de las matemáticas impartida a los estudiantes,

 pasando de la memorización a una com pr ensión  profunda de su fun-cionamiento. Pr onto se puso de manifiesto que ta l  pr oceso exigir ía unnotable esfuerzo de a pr endizaje  por  parte de los  prof esor es de laescuela elemental. El simple hecho de producir nuevos li br os de textoy a portar nuevos r ecur sos (aunque no hubieran sido probados por los pr of esor es) no ser ía suficiente. La mayor ía de  prof esor es de los  pri-meros cur sos sa bían muy poco de matemáticas, y lo que sa bían er ade car ácter rutinar io y algor ítmico, y no  poseían una compr ensión pr ofunda sobr e el tema . De modo que no ca bía es per ar que fuer anca paces de ayudar a los niños y las niñas a desarr ollar una compren-sión más pr ofunda y comple ja de las matemáticas, a menos que ellosmismos la adquir ier an (Cohen y Barnes, 1 992).

Este e jemplo nos permite echar un fugaz vistazo a los cambios ydilemas con los que se encuentr an los profesores en sus esfuerzos de

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-----UNA EDUCACIÓN PARA F ,L C AMBIO-----

reforma. S i tienen que -enseñar  par a estimular la compr ensió n- , los profesor es tienen que ace ptar que sus estudiantes, adolescentes, son pensadores reflexivos y dignos de tener en cuenta, ca paces de traba- jar activamente y de utilizar su inteligencia para ampliar e intensificarsu compr ensión. Consider ado de este modo, muchos  profesores seenfrentan a la coyuntura de adoptar un enf oque completamentenuevo en la enseñanza, convirtiéndose en or ientador es,  pr e parado-r es, mentor es y canalizador es del a pr endiza je de sus estudiantes, al

 plantear  pr eguntas, desafiar el  pensamiento de los estudiantes, esti-mular los a examinar ideas y r elaciones, y centrar su atención en lacomprensión conceptual (McLaughlin y Talbert, 1993). Es te tipo deenseñanza resulta mucho más difícil que ati borr ar a los estudiantes decontenidos extr aídos del libro de texto. Los prof esores no sólo tienenque a prender una nueva for ma de enseñar , sino tam bién « olvidar loapr endido· y dejar de lado  buena  parte de lo que sabían y que contanta seguridad exponían en el aula hasta ese momento (Cohen yBarnes, 1992). E l desafío para los  prof esor es es que ahor a tienen queapr ender a enseñar mediante formas que nadie les ha bía enseñado(McL aughlin y Tal bert, 1994). Está clar o que ef ectuar cam bios de estamagnitud no es una tar ea r ápida ni fácil , y que no existen sendas do-radas que conduzcan de inmediato a l éxito. Los  prof esor es deambu-lar án de un lado a otr o, tropezar án, avanzarán tr es pasos  par a retr o-ceder dos, en su intento por asim i lar e integr ar estas nuevas ideas y

convertirlas en  prácticas funcionales dentro del aula. No hay un camino ideal. Tal y como o bservó Smith 0987): -Siem-

 pr e que se intente r educir la enseñanza a un modelo, a parecerán  pr o- blemas  por que los modelos nos dan fórmulas, y las f órmulas extr aenla vida de la enseñanza- . Cada uno de los as pectos que se incluyen acontinuación describe una estrategia o enfoque pedagógico sur gidosde la tr adición constructivista y que contribuye al esta blecimiento deuna -enseñ anza para la comprensión» . Esta selección no es en modoalguno exhaustiva y los enf oques no se  pr esentan como modelosincuestionables a seguir . Se trata más  bien de o pciones es peranzado-ras o de estr ategias útiles que han sido desarrolladas para uso de los

 prof esores. S i no se  ponen en  práctica con sabiduría y r eflexión, deforma que r espeten y apr ecien la com plejidad del a pr endiza je y ladiver sidad de antecedentes, experiencias e inteligencias de los ado-lescentes a los que se enseña , lo más pr obable es que conduzcan a una prendiza je su perf icial y a una interpr etación err ónea, en lugar deconseguir un a pr endiza je y una autodirección auténticos.

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------9 . ENSEil ANZA Y AP R ENDIZ AJE------

Utilizar el aprendizaje cooperativo

El aprendizaje coo perativo, en el que los estudiantes trabajan en pequeños grupos para investigar y compartir sus descubrimientos , esun enf oque natur al en la enseñanza de los adolescentes . S eñala la

 pr eocupación de éstos  por el mundo social que les r odea y su de pen-dencia del grupo de compañeros . Cr ea un contexto  para el a pr endi-za je en el que los estudiantes ex plor an nuevas ideas, examinan sus

 pro pias  posiciones y desaf ían sus cr eencias  previas al contr atarlas conotr as  per sonas. Les  pro porciona un f ó rurn  par a que  puedan desarr o-llar un sentimiento de identidad  per sonal y de autoestima, y  partici-

 pen activamente en su aprendiza je . Por estas razones, se la mencio-na fr ecuentemente como una estrategia a propiada a emplear con gru-

 pos heterogéneos de estudiantes en los cur sos de gr ado medio(Gar cía, 1 990; Lyman y Foyle, 1989) . Se han  pr e par ado numerosos li-

 bros y recursos  par a los  pr ofesor es interesados en el aprendiza je coo- perativo (Gar cía , 1990), y no hay motivo  par a detallar aquí sus carac-terísticas . Sólo queremos indica r que limitar se a sentar a los estudian-tes en mesas, y darles instrucciones  para que trabajen en grupo noconstituye un -aprendizaje coo perativo» . Las lecciones del apr endiza-

 je cooperativo efectivo son diseñadas muy cuidadosamente  por partedel  profesor , de modo que  planteen  pr o blemas  propios de la vidareal, con toda su car ga de confu sión y desafío, a los que  puedandarse múlti ples soluciones. Al mismo tiempo el  pr of esor de be  plan-tear cómo tr a bajar án  juntos los estudiantes  para crear un  productofinal en un contexto en el que todos tengan un papel que cumplir(Nystr and et al ., 1992; Lyman y Foyle, 1 989). El  profesor diseña la lo-gística que configur ará la forma de tr aba jo común que ado ptar án losestudiantes. El  profesor los or ganiza, determina las tareas y pa pelesque r e pr esentar án, tratando de equilibr ar  per sonalidades, habilidadesy resultados que se pr etende alcanzar ,  par a estimular la máxima canti-dad de aprendiza je en todos los estudiantes. Esta  planificación  per-mite una considerable flexi bilidad en el funcionamiento de los gru- pos, y les induce a afrontar  pr o blemas r eales que se les  plantean a lo

largo del camino. La estructur a es,  por tanto, rígida y flexible a untiempo. Estimula y  per mite a los estudiantes utilizar conjuntamentesus mentes  par a elabor ar su  pro pio conocimiento, tanto de maner aindividual como colectiva.

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UN A F .DUC AC IÓN PAR A EL C AMBIO-----

 La enseñanza de un currlculum para pensar

S i aceptamos que el  pensamiento de orden super ior es esencial  par atodos los estudiantes y que se puede enseñar y a pr ender , las aulas delos adolescentes son los lugar es más apropiados  par a r eivindicar y

generar entusiasmo  por a pr ender formas nuevas y más com ple jas de pensamiento. La cur iosidad natur a l y el rápido crecimiento intelectualde los estudiantes en estas edades pr o porcionan un tr am polín idóneo

 par a intentar alcanzar (y conseguir) nuevas metas en el  pensamiento.Existen una serie de libr os , materiales y r ecur sos par a enseñar a

 pensar mediante la util ización de una am plia var iedad de enf oques.Aunque se ha de batido s i enseñar a  pensar como elemento comple-mentario de las clases normales es más im portante que infundir ta lenseñanza en todo un curr ículum (White, 1 992), los diver sos enfo-ques se fundamentan en la creencia de que el pensamiento se puedeme jor ar con entr enamiento y una enseñanza explícita y  pr áctica.Costa (1991) describe un proceso de enseñanza - par a- pensar , ense-ñanza -del -  pensamiento y enseñanza -sobre- el  pensamiento. Enlugar de definir un  programa  prescrito, a porta esta estructura triple,

además de una amplia gama de cuestiones, e jemplos y r ecur sos des-tinados a ayudar a los profesores a esta blecer un  programa de pen-samiento. Marzano 0992) ofrece lo mismo: una estru ctura clara concinco -dimensiones de a prendizaje· y una ser ie de pr eguntas y ejem-

 plos a utilizar cuando se planifica una unidad de trabajo. B ar ell 0991)a porta una visión gener a l conceptua l , e jemplos y muchas estr ategiasdeta lladas a emplear en el aula par a intensif icar el desarr ollo inte lec-tual . Otros sistemas, como el de Bono 0990) o el de Fogarty 0994)

 presentan enf oques más estructur ados con res pecto a la enseñanzadel  pensamiento en las aulas . Inde pendientemente de los materialesque se utilicen, el  pro pósito común estri ba en r ealizar un esfuer zoconsciente  para desarr ollar las ha bilidades cognitivas y metacognit i-vas de los estudiantes, ayudándoles a tomar res ponsabilidades so br esu propio a pr endizaje.

 Desarrollar la independencia del estudiante

Puesto que los estudiantes tienen que convertirse en pensador es cr íti-cos, ca paces de solucionar  pro blemas y de utilizar sus talentos y co-nocimientos en situaciones ines per adas, se ven o bligados a desarr o-

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------9. ENSF.ÑANZA Y APRENDIZAJE

llar habilidades de autovaloración y reajuste. No pueden esperar aque sea el profesor el que decida cuál es la respuesta correcta, sinoque deben adquirir una mayor seguridad en sí mismos y acostum-

 brarse a emitir sus propios juicios (Earl y Cousins, 1995). Hemos mos-trado cómo desarrollar la independencia es particularmente impor-tante en la preadolescencia, cuando los estudiantes abandonan laseguridad de la escuela elemental para ingr esar en el ámbito másimpersonal de la escuela secundaria. Pero no es éste el momento ade-cuado para arrojar los corderos a los lobos, sino  para estimular laasunción de riesgos, afinar. las habilidades, extender los horizontes ycelebrar el éxito. Según describen Purkey y  Novak 0984), es elmomento de emprender una educación que  podríamos denominar-de invitación"en la que el profesor crea las condiciones ideales deaprendizaje adoptando una -actitud invitadora- y fomentando unasensación de confianza, implicándose con los estudiantes para atraer-los hacia el proceso de aprendizaje.

E l aprendizaje mediante la experiencia es una maner a eficaz y esti-mulante de hacer participar a los estudiantes en el mundo situadomás allá de la escuela. Los progr amas de educación coo perativa, lasdemostraciones de cómo se realizan algunos tr a bajos, los centros deeducación informa l , el voluntariado y los programasextracurriculares

 proporcionan a los estudiantes la oportunidad de enfrentarse con losdesafíos que le pr esenta la vida rea l en muchos ámbitos distintos, sintener que ver se en la necesidad de elegir demasiado  pr onto unadir ección a seguir en el futuro. Pueden aventur ar se por el mundola bor al y los am plios es pacios abiertos que se extienden más allá dela jungla de asfalto. El teatr o, los de portes y todos aquellos lugar esadonde pueda llevarles la imaginación les brindan la o portunidad deex perimentar y,  por lo tanto, de a pr ender, al tiem po que se les sigueofreciendo protección y a poyo.

Cuando los  pr of esores se esfuer zan en promover la inde penden-cia del estudiante, lo que realmente le están enseñando es a ser r es- ponsable de su pro pio a prendizaje y también le están dotando de lasherr amientas necesarias par a hacerlo con inteligencia. L as estr ategiasmás ef ectivas par a intensificar la motivación son aquellas en las quese tr ata a los estudiantes como personas ca paces, y se consigue queel material sea pertinente al sacar partido de sus inter eses y conoci-mientos, e im plicarlos en la determinación de los o bjetivos, los méto-dos de apr endiza je y los criter ios seguidos par a alcanzar el éxito(Levin, 1994). Cuando los estudiantes  participan activamente en su

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-----UN A EDUCACIÓN P ARA El CAMBIO-----

 propio aprendizaje y la autoevaluación es real, aumenta la concien-cia de sí mismos y empiezan a comprender que los errores, los  pr o- blemas difíciles y hasta los fracasos constituyen una parte natural delaprendizaje y de la vida (Earl y Cousins, 1995) .

 Aportar experiencias que seanamplias  y profundas

Dada la ingente cantidad de conocimientos dis ponibles y las dif eren-cias inher entes entr e individuos, es evidente que nadie  puede apren-derlo todo y que ser ía absurdo intentar enseñar a todo el mundoexactamente lo mismo, o enseñar a todo el mundo de la mismaforma. En lugar de eso, los profesores tienen que a provechar la ener-gía en  bruto de los adolescentes e inducirles a  participar en unaamplia gama de actividades que aprovechen el conocimiento exis-tente, amplíen sus horizontes y utilicen sus talentos e intereses.

En La mente no escolarizada, de Gardner 0991), se describen dosinstituciones que ayudan a los estudiantes a ampliar su comprensióndel mundo y de la gente: el traba jo de aprendiz y los museos paraniños y niñas. Atribuye el  poder  potencial de estas instituciones a lasabiduría educativa arraigada en ellas, no a su existencia fuera de laescuela, y sugiere una serie de métodos  para que esos valores seanfomentados también dentr o de las escuelas. En las tareas de apren-diz, el estudiante -acornpaña- a alguien, gener almente un experto yun mentor, a quien observa y asiste mientras éste pone en  pr ácticasus conocimientos. En un museo  par a niños y niñas; los estudiantes

 preguntan, ex plor an, experimentan, se aproximan a las cosas de unmodo  propio y r eflexionan so br e lo que está  pasando (Gardner ,1994). Dentr o de las escuelas, la teoría de Gardner so br e las inteli-gencias múltiples se ha tr aducido en una serie de actividades y mate-ria les a r ealizar en el aula (L azear, 1 991 ; Gardner , 1 993; Armstr ong,1994), diseñados  par a su  posterior utilización  por  parte del  pr of esor .

E l sistema 4 M A T , desar rollado  por M cC arthy 0980)es otr o enfo-que de la  planif icación de la enseñanza y el a pr endiza je, ideado  par agarantizar que los estudiantes con distintos pr ocesos de a pr endizajer eciban enseñanza y a pr endan de acuerdo a fórmulas que r esultencompatibles con su estilo de a prendiza je. Para ello ha utilizado unmodelo de cuatr o cuadr antes con el que construye una estructura parala planificación de la enseñanza y el a prendiza je, y que identifica cua-tr o tipos de estudiantes según a pr endan fundamentalmente de un

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------9. f.NSE~ ANZ A Y APRENDIZ AJE------

modo -innovador -, -analítico- , de -sentido común· y -diná mico-. Estaestructura ofrece un extenso abanico de actividades que serían apro- piadas  para cada uno de estos tipos. Aunque la autora aísla estas cate-gorías y ofr ece estrategias de enseñanza asociadas a ellas, se apresuraa seña lar que la intención no es la de encasillar a los estudiantes olimitar su acceso al a pr endizaje, sino ampliarlo mediante la utilizaciónde todas las estrategias en el conjunto de la clase, asegurándose deque todos los estudiantes se  beneficien a l experimentar una variedadde enfoques en la enseñanza. É stos no son más que unos pocos ejem-

 plos de lo que tienen a su disposición aquellos  prof esor es que quie-r an hacer  potenciar un a pr endizaje signif icativo y r elevante, amplian-do y enriqueciendo las experiencias de los estudiantes.

Uttll.zación de la tecnología

Es imposi ble imaginar el futuro sin una tecnología todavía más avan-zada, fácil de mane jar y transportar . Par a muchos niños y niñas decinco años el funcionamiento de los or denadores, hornos micr oondasy videos resulta más familiar y  pr esenta menos  problemas que  parala mayoría de los adultos. M uchos  preadolescentes se  pasan hor as-navegando  por la red· y han establecido contactos y desarr olladointer eses mucho más allá de los límites de su  pro pia comunidad(Cummins y Sayer , 1 995). Las comunidades de a pr endiza je ya no ten-dr án  por qué quedar conf inadas al aula , tam bién  podr án constituir sea tr avés del es pacio virtua l de la tecnología (Har gr eaves, en  pr ensa).

La tecnología es un com ponente ace ptado en el mundo de los estu-diantes,  porque capta su imaginación y les asusta mucho menos quea sus  prof esor es.

Los pr of esor es hacen un uso cr eciente de la tecnología en el aula.Con la tecnología es mucho más fácil cr ear am bientes  productivos deaprendiza je en los que se  puedan abor dar simultáneamente las inte-ligencias y los estilos de aprendiza je múltiples. La tecnología de losordenadores, en  particu lar ,  puede suponer un acceso r á pido a másinformación. S irve par a me jor ar la composición, edición, ilustr ación y

 presentación  prof esiona l de los textos (y no sólo de aquéllos que tie-nen dif icultades con las ha bilidades motor as). Y  per mite la r eco pila-ción de datos, su análisis y tr ansmisión con mayor facilidad.

Es importante tener en cuenta, sin em bar go, que no toda la tec-nología me jor a la educación. Si sólo se tr ata de añadir imágenes y

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-----UN A EDUCACIÓN PAR A EL CAMBIO-----

sonidos a las pala bras y los númer os. E l uso de la tecnología sigue basado en un modelo de a pr endizaje que ve la mente como un reci- piente que debe llenar se. El va lor añadido se consigue cuando losestudiantes son más - pr oactivos- en el  planteamiento de pr eguntas yen la adquisición de inf ormación que  puede ser utilizada  para solu-cionar pr o blemas. Bien a provechada, la tecnología pro porciona a los

 prof esor es la o portunidad de cumplir sus sueños dorados: individua-lizar la enseñanza y el apr endiza je, cr ear el estímulo necesa rio queconduzca a l descubrimiento de importantes conexiones, dar a losestudiantes el contr ol so br e su pr o pia enseñanza, intensif icar la moti-vación y or ganizar y  pr esentar cualquier clase de infor mación. Malutilizada, la tecnología  puede limitar el conocimiento, a is lar a losestudiantes y convertir las ha bilidades r elacionadas con la escrituraemociona l y cr ítica que r equiera la ins piración e intervención del pr o-f esor en una simple técnica de comunicación asé ptica (Thornbur g ,

1994; Postman, 1 992). Según ex pr esa de maner a elocuente S toll(1 995):

Todos quer emos que los niños ex perimenten una interacción humanacálida, la emoción del descu br im iento y la solidez de unos fundamentos enaquellos as pectos que consideramos esencia les: la lectura , las r elaciones conlos demás , la for mación en los valor es cívicos ... La ins pir ación necesariasólo  puede encontr ar se en la figura de un  pr ofesor en clase , no en un ora-dor , un telev isor o una  panta lla de or denador ( pág . 116) .

Es im portante no ace ptar con euforia y de forma incondiciona ltoda la nueva tecnología , ni ser un ludista que des pr ecia todas sus

 posi bles y va liosas venta jas. Lo que de ber íamos exigirnos a nosotr osmismos y a nuestros com pañer os es una relación constru ctiva y cr íti-camente selectiva, no sólo con r especto a la nueva tecnología, s ino atodos los nuevos métodos de enseñanza.

También de bemos consider ar el tema de la equidad con r elaciónal uso de la tecnología. En una é poca de escasez de r ecur sos , ¿cómolograr que todos los estudiantes tengan acceso a l maravilloso mundode la tecnología? Si no encontr amos una solución, la distancia entr elos estudiantes  pr ivilegiados y los que están en clara desventa ja ser áinsalva ble. Quizá llegue el día en que el acceso no sea un pro blemay el uso del or denador sea tan habitual como lo es actualmente elteléfono. Pero,  por el momento, los profesor es se enfr entan a l gr avedesafío que r epr esenta un acceso muy desigua l .

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------9 . E NSE~A NZA Y APRE NDIZAJE

A pesar de estos pro blemas, la tecnología, quizá más que ningunaotra innovación, es un poder oso r ecurso  par a acometer una  pr ofun-da reestru ctur ación de las escuelas. Deber ía ser utilizada no sólo  par ar ealizar me jor el traba jo ha bitual, sino par a crear exper ienc ias dea pr endizaje com pletamente nuevas . Apenas si hemos empezado aexplor ar las posi bilidades que este ter reno nos  br inda.

PELIGROS Y DIFICULTADES

 Nuestr a br eve r evisión de algunos de los métodos más prometedores pretendía animar a los pr ofesores a ex plor ar las posibilidades de pue-den ofrecernos éstas y otras innovaciones de la enseñanza.  No o bs-tante, y aunque hemos destacado algunos modelos de enseñanza yaprendiza je que par ecen garantizar r esultados positivos par a el a pren-dizaje y el cr ecimiento del estudiante, queremos concluir con unaadvertencia contra la ado pción rá pida y total de tales métodos.Hacemos esta advertencia por las siguientes razones:

Obsesiones con la formacion  permanente

L as estrategias de apr endizaje constituyen un foco susceptible decambio tentador . En algunos as pectos, r esulta apropiado ya que, atr avés de esas estrategias, los estudiantes  pueden experimentar el cu-rrículum. Pero los  jef es de de partamento, los dir ector es y los adminis-tradores del sistema escolar tienden a veces a concentrar todos susesfuer zos de cambio en las estr ategias de enseñanza , en el ám bito del pr ofesor individual, con exclusión de otr os ámbitos de r eforma.Aunque se trata de una tar ea delicada y difícil , me jor ar las estr ategiasde los pr ofesores en el aula constituye una  pro puesta atractiva  paralos reformador es . Las nor mas que cuestionan son menos sagradasque las que se ven amenazadas  por los cam bios en el cur r ícu lum oen las asignaturas escolares. Y , sin em bargo, son las asignatur as y laor ganización de éstas las que apoyan, en muchos as pectos, el man-tenirniento de unos modelos tr adicionales de enseñanza, y las quehacen que ésta sea tan dif íci l de cam biar . Las definiciones so br e elfuncionamiento del a pr endiza je en muchas asignaturas respaldan losmodelos tr adicionales de la enseñanza. Y la fragmentación del hor a-

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-----UN A EDUC ACIÓN P ARA F .L C AMBIO-----

rio, resultante casi siem pr e de un curr ículum  basado en las asignatu-r as, r estr inge igua lmente las  posibilidades de llevar a ca bo un tr aba jotemático continuado o un  proyecto que  permitir ía una mayor flexibi-lidad en los métodos de enseñanza . L os cambios en cuanto a estilo yestr ategia de enseñanza no  pueden em pr ender se con ef ectividad amenos que se introduzcan cam bios par a lelos en otros as pectos de laescolar ización secundaria.

Los cam bios en la enseñanza, como la  puesta en  pr áctica dela pr endiza je coo perativo, se inician a menudo a tr avés de  progr amasintensivos de formación relativos a las habil idades y actitudes del  pr o-f esor ado. L os  progr amas de for mación en  pr ácticas, el uso de coor -dinador es de distrito escolar y el desarrollo de estr ategias de ense-ñanza  por  parte de los compañer os  par a  poner en  práctica nuevosmétodos , son algunos de los enf oques ado ptados en este tipo de for-mación dirigido al  prof esor ado. Esos enfoques, sin embar go,  pr esu-

 ponen que los  prof esor es  per sisten en mantener los modelos tr adi-cionales de enseñanza  porque car ecen de los conocimientos necesa-rios sobr e las alternativas, no saben cómo utilizarlas o no estándispuestos a  probarlas (Hargr eaves y Dawe, 1990). Hemos visto, sinembargo, que en el mantenimiento de los modelos tradicionales deenseñanza no influyen tan sólo las  preferencias de un  pr of esor en particular , sino también otros as pectos -sagr ados- de la escolarizaciónsecundaria, y en  particular su or ganización alrededor de asignatur asacadémicas y el uso continuado de modelos tradiciona les de evalua-ción.

Mientras no se a bor den los as pectos más -sagrados. . de la escolari-zación secundar ia,  predecimos,  basándonos en las  prue bas de quedis ponemos, que los esfuerzos  por me jor ar la enseñanza ser án inefi-caces . En el me jor de los casos, los esfuer zos aislados  por  poner en

 pr áctica nuevos métodos, como el a pr endizaje coo perativo, e jer ceránun im pacto a corto  plazo, que ser á más ef ectivo entr e aquellos queya hayan esta blecido un com pr omiso con esta la bor y sean fie lesdef ensor es de la misma , del mismo modo, cr eemos que esos méto-dos sólo se ado ptar án en unas pocas as ignatur as que sean -sol ídar ías-con el método. En el  peor de los casos,  provocar án la desviación deunos r ecursos ya de por sí escasos, lo cual  puede suponer un desem-

 bolso innecesar io, enfocar án el cam bio y la mejor a como a lgo queatañe únicamente a las habil idades y actitudes de los  prof esor es, enlugar de hallarse arr a igado en las estructur as -sagr adas- en las que tr a-

 bajan los  prof esor es.

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------9. ENSE~,'.NZ A Y  AP~ENDIZAJE------

No existen los milagros

Cuando se descubr e el valor de las nuevas estrategias de enseñanza ,

como el aprendizaje coo perativo , el  per sonal de la Administr acióneducativa y otros agentes del cam bio se inclinan a def enderlas y ponerlas en  pr áctica con demasiado entusiasmo, r a pidez y dogmatis-mo. Los ejemplos que nos ofr ece la investigación sugier en que losenf oques más efectivos en la enseñanza son aquellos  para los cualeslos  pr of esor es han echado mano de un amplio re pertor io de estrate-gias que a plican flexible y selectivamente a dif er entes situaciones deapr endizaje (véase,  por ejemplo, Galton, Simon y Croll, 1 980;

Mortimor e et al ., 1 988). Cambiar la menta lidad de los  prof esores y susmodelos de enseñanza no es como  practicar lobotomías fr ontales.Des pués de muchos años de ex periencia, la mayoría de los profeso-r es no van a dar un giro de 1 80º sólo  por acudir a unas  pocas sesio-nes de for mación  permanente o por haber sido instruidos en las nue-vas técnicas de enseñanza.  No cabe esperar que cambien de talmodo. La utilización de un repertorio amplio y flexible es más ef ec-tivo que depender de una sola estrategia. Es  posible incluso que unainsistencia excesiva en que los profesores reacios adopten sin condi-ciones las nuevas estrategias de enseñanza los haga menos y no máseficaces (Hargreaves, 1994).

Además, los estudios realizados sobre aquellos  pr ofesor es que seencuentr an en mitad de su trayectoria  prof esional sugier e que, tr asha ber pasado ya por varias innovaciones importantes a lo largo de suvida  pr of esional , muchos de entr e los más ex per imentados se mues-tran lógicamente reacios a abdicar una vez más y cambiar  por com- pleto su enf oque de la enseñanza (Hu berman, 1993). Pero lo queesos mismos  prof esor es sí están dispuestos a hacer , si se les concedeel tiempo y la f lexi bil idad suficientes, es a - pr o bar - nuevos métodos ya am pliar un  poco su r e pertor io.

S i atendemos a aquellas estr ategias que  pr obablemente r esultenmás ef ectivas, y a las r ealidades vividas  por los pr of esores dur ante sutr ayectoria  pr ofesional, el estudio sugier e que es aconse ja ble animar -los a am pliar sus re pertorios y a  pro bar nuevos mé todos. Per o lo queno r esulta aconse ja ble en a bsoluto es insistir en que ado pten com- pletamente estilos distintos de enseñanza y se conviertan en un tipode  pr of esor es muy dif er ente .

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-----UN A EDUC ACIÓN PARA El CAMBIO-----

 La velocidad mata

Una nota f inal de advertencia, el nuevo modelo de enseñanza node ber ía ser  puesto en  pr áctica con demasiada r apidez. Como ya he-mos ar gumentado, los prof esores no son simples muestr arios de ha bi-lidades y técnicas. Su forma de enseñar no se debe tan sólo a las ha-

 bilidades que han a pr endido, sino también a las estructuras en lasque traba jan y a su evolución  per sonal. Cam biar a los prof esor es su-

 pone cambiar a la gente y ése es un tr a bajo lento (Goodson, 1 992 ;

Fullan y Hargr eaves, 1 991 ) . Esto significa que las nuevas estrategiasde enseñanza de ber ían  ponerse en  pr áctica a un ritmo deter minadoy con la flexi bilidad suficiente como  para que los  pr ofesores  puedanadoptarlas y adaptar se a ellas con comodidad.

Sería injusto,  poco r ealista e inútil es per ar que los  prof esor es cam- bien es pectacu lar mente su for ma de enseñar, y que lo hagan, además,en un corto es pacio de tiempo. Pero lo que sí es  justo, r ealista y , pr o- ba blemente, demostr ar á ser más efectivo, es esperar que se compr o-metan a  pr ocurar una continua me jora en su comunidad de compa-ñer os, y que sean ca paces de exper imentar con las nuevas estr ategiasde enseñanza como  parte de ese compr omiso. Al tr atar de me jor ar lasestr ategias de enseñanza, a menudo nos inclinamos de maner a entu-siasta hacia la conver s ión, cuando hacerlo hacia la extensión ser ía unob jetivo mucho más  pr áctico y pr oductivo.

CONCLUSIÓN

En este ca pítulo hemos r esaltado que, una vez li berada de todo loque la cu br e, la escolarización tr ata so br e el a pr endiza je y la ense-ñanza . Pero no sirve cua lquier ti po de enseñanza y a pr endiza je. S iquer emos  pr e parar a los adolescentes  par a el  pr óximo siglo, sua pr endiza je tiene que ir mucho más allá de un aprendiza je su perficialy una memorización de a lgor itmos, y  basarse en un  profundo y dur a-der o -a pr endiza je  par a la corn prensí ó n- . Este ti po de a pr endiza je  pr o-fundo encuentra su  pr emisa en dif erentes visiones del conocimiento,la inteligencia , los r esu ltados del a prendiza je, la  partici pac ión de losestudiantes y, más en  part icu lar , los modos de enseñar .

Los  prof esor es se enfr entan a grandes cam bios en sus  pr ácticas prof esionales, que los convertirán en orientador es,  pr e parador es,

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------9. ENSEÑANZ A YA?RENDIZAJE------

mentor es y -catalizador es-, mientras que los estudiantes ca ptar án lasnuevas ideas y se esfor zar án  por encontrarles sentido y cr earse unaimagen coherente de todo lo que les rodea. Al mismo tiem po, reali -zan continuos esfuerzos por integrar nuevas teor ías y enf oques consus  pr opias creencias y ex periencias. Los ejem plos y dilemas que des-cri bimos ya están teniendo lugar en muchas aulas,  per o br il lan por suausencia en muchas otr as . Si no se intr oducen cambios fundamenta-les en la enseñanza y el aprendiza je, así como en los s istemas dea poyo, del currículum, la evaluación y las culturas de la escuela, losadolescentes no serán los  beneficiarios de todo lo que sabemos. Asíque -llegar allí· es lo que importa.

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C APÍTULO 10

Llegar allí

LA NECESIDAD DEL CAMBIO

S i queremos mejores perspectivas para los adolescentes actuales y unfuturo mejor para el mundo que heredarán mañana, no cabe la menorduda de que nuestras escuelas necesitan efectuar cam bios funda-mentales y de lar go alcance. Son demasiados los estudiantes que danfísicamente la es palda a las escuelas, o que se desconectan emocio-nal e intelectualmente de ellas . Cuando los adolescentes exigen unamayor inde pendencia, lo que hacemos es apretarles más los tornillosmediante el control del aula. Cuando r eclaman la atención y el a poyonecesar ios que les guíen a través de los turbulentos años que condu-cen a la edad adulta, nos centr amos en la enseñanza de asignatur as,les r etiramos la atención a cambio de compensaciones infanti les ydejamos la satisfacción de sus necesidades emocionales en manos delgrupo de compañeros o de su  pandil la. Los adolescentes necesitanindependencia,  pero nosotr os les mostramos indif er encia.  Necesitancom prens ión,  per o los acallamos con nuestr o control. Están rebosan-tes de críticas y curiosidad,  per o nosotros los abrumamos con el con-tenido y la necesidad de completar los cur sos escolar es.

En los .t iempos en que muchos  jóvenes a bandona ban  pronto laescuela , había  puestos de trabajo para ellos, y esperábamos  poco delos estudiantes, los negros o los pobres, de modo que estas dis par i -dades no er an tan evidentes ni tan grandes . Pero ahor a es mayor el

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UN A EDUCACIÓN !'AR A EL C AMBIO-----

número de estudiantes que permanecen en las escuelas, sus o pcionesson menor es y las ex pectativas que  ponemos en todos ellos muchomás elevadas. La escuela,  pues, importa más,  par a más estudiantes ydur ante más tiempo. La  presión aumenta en las escuelas y no hay vál-vulas de segur idad  para que salga. En la actualidad, si la gente  jovenno r ecibe la calidad de escolarización que necesita, si ésta no logr aim plicarlos o f rustr a la satisfacción de sus necesidades, los  prof esor esson los  pr imer os en sa berlo. La violencia, la falta de res peto  por laautoridad y la implaca ble indifer encia de los estudiantes por asumircualquier cosa que su ponga la más mínima exigencia académicarecuer dan diariamente a los prof esor es cuál es la r esistencia que o po-nen sus estudiantes a lo que ellos tienen que ofrecerles.

Las actuales escuelas secundarias afr ontan nuevos y significativosdesa fíos.  No se tr ata de vagas necesidades, abstr actas y futur istas ante lallegada de un nuevo s iglo. L os cambios ya están ocurriendo en el inte-rior de las aulas de los  pr of esor es, aunque sólo sea  por que esos cam-

 bios se están  produciendo  por todas  partes , fuer a de ellas. Las escuelasy los pr of esores se encuentran sumidos en una transformación mundialde la  política , la economía, la tecnología, la cu ltura , la mora l y la vidacotidiana. Las estructur as f amil iares están cambiando, las r elaciones sonmás tempor a les y frágiles, y el conce pto de sí mismos y las identidadesde los niños y niñas corr en ahora más riesgos que nunca . Los pr of eso-r es dicen que enseñar actualmente supone asumir muchas más r es pon-sa bilidades de .asistente socia l que en el  pasado (A . Har gr eaves, 1 994).

Los cr ecientes  pr o blemas de seguridad y violencia no hacen sinoaumentar la naturaleza oner osa de esas res ponsa bilidades.

La diver sidad multicultur a l de muchas aulas urbanas es otr a r eali -dad cambiante  par a los pr ofesor es . En un gr an distr ito escolar dondetra baja actualmente uno de nosotr os,  pr ecisamente so br e temas de

 política lingüística, más del 50% de los estudiantes del distrito tienenel inglés como segunda lengua, y en sus escuelas se hablan más desetenta idiomas. Estas tendencias ya han  producido  profundos cam-

 bios en los materiales que utilizan los  prof esor es en sus clases, en laelección de las  palabr as y los e jemplos que constituyen el lengua jede aula de los  prof esor es, así como en las mismas estructuras de laenseñanza y el a prendiza je que utilizan los  profesor es  para  permitirque los dif erentes idiomas , cultur as y tradiciones de los niños y lasniñas encuentr en un sitio entr e sus compañeros.

En el tr a bajo, también se están  produciendo cam bios importantesen el  paso de una cultur a escr ita a otr a visual, dentro de un mundo

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10. [,LEGAR ALLf

de mayor complejidad tecnológica. Tal como hemos visto, las nuevastecnologías  plantean cuestiones im portantes para las r elaciones entr e

 prof esor es y estudiantes, escuela y hogar, vida en el aula y el mundoque se extiende más allá de ésta. Fr ente a toda esta imaginería de altatecnología, la vie ja  pizarr a y el viejo discur so ofr ecen muy  poca com- petencia.

Estas fuer zas de cam bio están disolviendo las fr onteras entreescuela y comunidad (E lkind, 1 993). L as escuelas y los  pr of esor es yano son is las . El cam bio ya no llama a las  puertas de las aulas de los

 pr ofesores. Está  justo allí, en las mismas aulas, en la vida , en  plenatr ansformación, de los  jóvenes que las ocupan. Ésa es la realidad quetienen que afr ontar los  profesores y las escuelas.

Debe decir se que muchos  prof esor es ya han r espondido de formae jemplar ante estos cambios . Han asumido más res ponsabil idades,han diver s ificado y adaptado sus métodos de enseñanza, r evisado yampliado la mater ia que enseñan. Per o con fr ecuencia han tenido quehacerlo rodeados de circunstancias adver sas, y esas cir cunstanciashan  pasado factura. Los  pr of esor es a menudo han emprendido esoscambios a título  per sonal , en sus  pr opias clases, sin  buscar ayuda enla ex per iencia , el a poyo y las ideas de  planificación de sus colegas.Han tr aba jado en una cultura aislada e individualizada. Con frecuen-cia también han tenido que ef ectuar los cambios dentr o y alrededorde las estructuras existentes, sorteando las dif icultades estructur ales

 planteadas  por asignaturas,  per iodos de tiempo y clases dir ig idas  porun solo  pr of esor , que no se adecuan  precisamente a sus  pr o pósitos .

Han tenido que r eunir se con sus compañer os en su tiempo li br e,

fuera de la  jornada escolar ,  pr acticar el apr endiza je cooperativo var iasveces al día, durante  periodos fijos, con gru pos dif er entes de secun-daria, en lugar de poder hacerlo dur ante más tiempo y contando conla cola boración de los  prof esor es de otras asignatur as (Har gr eaves etal., 1 993), y han tenido que r ea lizar verdaderos milagros administr a-tivos  par a  poder sintonizar sus hor arios con los  profesor es de otr asasignaturas con los que desea ban enseñar en equi po o desarr ollarcurrículos integrados.

L as escuelas secundar ias y las escuelas su per ior es  junior están lle-nas de magníficos  prof esores que tra ba jan en estructur as terr ibles quedisminuyen su efectividad o los derrotan con el paso del tiempo. Elesf uerzo individual  por poner en  práctica esos cambios, dentro de lasestructuras existentes, conduce a una sensación de culpabilidad, unaf án de  perfeccionismo y al agotamiento (A. Har greaves, 1 994) .

2 5 5

 

-----UNA EDUCACIÓN PARA EL CAMBIO-----

Obliga a los prof esores a adoptar el principio que uno de ellos al queentrevistamos calificó como -puesta en  práctica  por resistencia»

(Har greaves et al. , 1993). Como ya dijo un prof esor innovador , entre-vistado en el mismo estudio: -No creo que todo el mundo tenga quehacer tanto trabajo- , es pecialmente -los profesores más viejos, que yatienen una familia de la que ocuparse y una vida per sonal. ¿Quiénestá dispuesto a sacrificar todo esoi-,

En este libro hemos trazado un ambicioso programa de cambiosfundamentales que hay que abordar, y que algunos ya han intentado, para alinear las estructuras actuales de la escuela secundaria con lasnecesidades de sus estudiantes y con el tiempo que les ha tocadovivir . Ese pr ograma incluye el desarrollo de:

• Procesos y sistemas de atención  y apoyo, en los que cada pro-fesor asuma la responsa bilidad sobre el bienestar socia l y emo-ciona l de sus estudiantes, además del correspondiente a su desa-rr ollo intelectual .

• Un currículum y un conjunto de estrategias de enseñanza cuyanaturaleza rel evante , imaginativa  y d esafiante estimule la parti-cipación de todos los estudiantes.

• Una amplia estructura curricular de r esul t ado s comune s d e

apr end i zaje (no de contenidos detallados de asignaturas) queaborde múltiples inteligencias y formas de logr o dentr o de po- blaciones estudiantiles cultur almente diver sas, al tiempo que seda a los  prof esor es un mar gen consider able  par a decidir sobrecontenidos concretos del currículum que sean más adecuados

 par a la ama lgama de estudiantes de orígenes diver sos que convi-ven en su aula.

•  Evaluación auténtica  y d e am plia g ama , que ca pte las diver sasformas mediante las cuales los estudiantes pueden rendir , y quetambién  permita a los  profesor es r es ponder con rapidez a cual-quier problema de aprendizaje que pr esenten sus estudiantes yque las evaluaciones hayan sido ca paces de identificar .

• Una enseñanz a para la compr ensión que utilice un am plio re- pertorio de estr ategias de enseñanza que los  prof esor es tratencontinuamente de me jor ar y ampliar .

•  Estructur as d e escolarización tales como miniescuelas o progr a-mas nuclear es basados en el tr a ba jo en equi po, que  permitan alos  pr ofesores estar  pr eparados, dis puestos y ser ca paces deatender y r elacionar se adecuadamente con sus estudiantes, diag-

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• ,

10. LLEGAR ALLf

nosticar sus necesidades de apr endizaje, infor mar de su  progre-so con conocimiento de causa y dar ca bida a sus inteligenciasmúlt i ples y a sus diver sos estilos de a prendiza je con sentido co-

· mú n,

La necesidad de un cam bio educativo es evidente. L a  presión  par aque eso suceda,  pr ocedente de refor madores disem inados  por todoel mundo, es intensa y constante. La pro puesta que hemos  planteadono es única, y ni siquier a original.  Numer osas iniciativas de r eformashan  per sonificado uno o más de los  princi pios que contiene. El  pro-

 blema no es cómo imaginamos o pr etendemos establecer unas estruc-tur as y  poner en marcha unos  pr ocesos de escolar ización  par a losadolescentes que sean difer entes o mejor es . El  pr o blema cons iste más bien en averiguar cómo convertir las as piraciones incluidas en nues-tra pr o puesta en una r ealidad viva dentro de nuestr as aulas y escue-las. Es ,  por tanto, la puesta en  práctica lo que nos hace desistir con-tinuamente, no la imaginación. ¿Dónde está  por tanto la dificu ltad?¿ Por qué r esulta tan dif ícil convertir las as pir aciones de un cambioeducativo en r ealidad? En años r ecientes hemos llegado a es bozar unaidea clara de la dir ección que de bería seguir la educación de los ado-lescentes. Pero llegar hasta allí es algo que nos r esulta difícil.

LA DIFICULTAD DEL CAMBIO EDUCATIVO

Hay muchas r azones  por las que el cambio educativo r esulta unaem pr esa tan difícil , y que explican por qué - llegar all í·  puede ser unaem presa ardua. Entre ellas se encuentran:

• La razón  par a el cambio está isuficientemente conceptualizada ono ha sido expuesta con claridad.  No resulta evidente quién se

 beneficiará y cómo.  No se ex pr esa de for ma  pr ecisa qué logr osconllevar á el cambio , en es pecial  par a los estudiantes.

• E l cambio es demasiado am plio y ambicioso, de modo que los pr of esor es tendrán que tr a bajar en demasiados frentes a la vez;

o.r esulta demasiado lim itado y es pecífico, de modo que, en últi-mo término, el cambio r eal ser á insignificante.

• El cam bio es demasiado r á pido  para que las  per sonas  puedanafr ontarlo, o demasiado lento, de modo que la impaciencia se

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-----UNA EDUCACIÓN P ARA El C AMBIO-----

a podera de muchos , o se a burr en y desvían su atención haciaalguna otr a cosa.

• El cambio está deficientemente f inanciado, o los r ecur sos se ler etir an una vez ha pasado el primer conato de innovación.  Nohay suficiente dinero para materia les, o tiempo par a que los pr o-f esor es puedan  planificar . El cam bio r epr esenta una car ga paralos docentes, que no pueden so portar durante mucho tiem po s ino cuentan con a poyo adicional.

• Falta de com promisos a lar go plazo con el cambio que puedan permitir a la gente superar la ansiedad, la frustración y la deses- peración de las pr imeras ex periencias e inevitables reveses.

• E l  per sonal clave que puede contri buir al cambio, o que puedeverse afectado  por él, no se com promete con ta l cometido. O

 bien, a la inver sa, el  per sonal clave  puede estar demasiadoimplicado, y mostrar se como una élite administrativa o innova-dora, de la que se sienten excluidos los demás  profesores. Encualquiera de los dos casos , las consecuencias son la r esistenciay el r esentimiento.

•  No se estimula la partici pación de los estudiantes en el cambio,o no se les ex plica lo bastante bien, de modo que anhelan y seaferr an a for mas de apr endiza je con las que están familiarizados ,

y dan la bienvenida a los defensor es más poderosos de la escue-la tr adicional.

• L os  padr es se oponen a l cam bio por que se les mantiene a le ja-dos del mismo. Alternativamente, los grupos o individuos influ-yentes pueden negociar con la escuela para conseguir un acuer -do ca paz de pr oteger a sus hijos de los efectos de la innovación(como,  por e jem plo, situ ándolos en -clases de su per dotados- oasignándoles los mejor es pr of esor es).

• L os líderes son demasiado. controlador es, demasiado ineficaces ,

o aprovechan los primeros frutos de la innovación  par a olvidarese pro pósito y ocupar se de asuntos .m á s importantes .

• El cambio es algo que se  busca de forma aislada y se ve soca-vado  por otras estructuras inamovi bles (como,  por ejemplo, layuxta posición de los tr adiciona les informes o prue bas estanda-r izadas 'a los resultados del curr ículun  básico); o bien el cam-

 bio puede estar deficíentemente coordinado, de modo que ter-mina por ser a bsorbido en una ver dader a mare jada de cambios paralelos, lo que im pide a los profesores concentrar sus esfuer -zos.

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10. LLEG AR  ALL(

Estas causas comunes de fracaso para producir el cam bio educati-vo están  bien documentadas en la bibliografía existente sobre el tema(véase,  por ejem plo, Fu llan, 1 991 y 1993 ; Ber man y McLaughlin , 1977 ;

M cL aughlin, 1 990; Rudduck, 1991; M iles y Huberman, 1 984; Louis yMiles, 1990; Sar ason, 1990; Stoll y Fink, 1 996). E l cambio educativocomo  pr oceso -técníco- de  planificación adecuada , como diseño y ali -neación estructur a l , o como  pr oceso -cultural - en el establecimientode r elaciones ef ectivas de cola boración y consulta, es algo que ahoracom prendemos mucho me jor que hace una década. Sin em bar go, y a

 pesar de todo este cúmulo impr esionante de conocimientos y expe-r iencias r elativas a los aspectos técnicos y cultur ales del cambio edu-cativo, son demasiados los esfuerzos de cambio que siguen sin darr esultados efectivos o que resultan desmor alizantes. El cam bio esco-lar realizado con éxito, y de for ma amplia, s igue siendo a lgo tan elu -sivo que incluso llega a causar irritación. ¿ Por qué?

Una de las razones es que el cambio educativo no es simplemen-te un proceso técnico de eficiencia en la gestión, o un  proceso cul -tur al de compr ensión e im plicación. Se tr ata también de un  proceso político y paradójico. A lo lar go de este libro, hemos demostrado quelas  pr o puestas de cambio educativo que  prometen  benefic iar a todoslos estudiantes en los años de transición de la adolescencia, amena-zan muchos intereses soterr ados . Los  padr es  privilegiados se r esistena los intentos de una reestructur ación que parece a partar se de losmodelos convenciona les de escolarización en los que sus hijos e hijashan tenido tradicionalmente éxito (Oak es , Lipton y Jones, 1 992). Los profesor es de asignaturas defienden sus de partamentos (y, en conse-cuencia , sus identidades con la asignatur a y sus carr er as  pr ofesiona-les) en contra de los intentos  por desmantelarlas en beneficio de losr esultados comunes y de la integr ación (S iskin, 1994) .

La gente teme el cambio no sólo  porque les  plantea a lgo nuevo,incierto y que no está del todo claro. El  pr ogr ama del cambio educa-tivo también es contr overtido. La educación es el as pecto que más posibilidades abre y un  poderoso distribuidor de o portunidades en lavida. En una sociedad socialmente dividida y culturalmente diver sa ,lo que r e pr esente la educación y cómo se la defina tender á a favore-cer siempr e a a lgunos grupos e inter eses  por encima de otr os. Así

 pues, los intentos  por cambiar la educación de formas fundamenta lesson, en último término, gestos  políticos, intentos  por r edistribuir el

 poder y la o portunidad dentro de una cultur a más amplia. Las teoríasgeneralizadas del cambio educativo que se concentran en sus as pee-

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----- U N A P . D U C  A C 1 0 N P  A R  A E , . C  A M B I O-----

tos técnico y cultural ,  por desgr acia , tienden a ignorar estos elemen-tos esencia lmente  políticos del  pr oceso de cam bio,  pues es  pr ecisa-mente la dimensión  política del cambio educativo fundamental la quemás oposición  pr ovoca.

En las  primeras fases de la reforma educativa , las dif er encias ydivisiones  políticas no siempr e son evidentes . A primera vista , lanecesidad de la r eforma educativa  par ece ser ampliamente com pr en-dida y a preciada. La gente  par ece estar de acuer do en que las escue-las no funcionan  bien. Pero están de acuer do en este  punto  por r azo-nes dif erentes . El consenso es  pr ofundamente dece pcionante. Hay almenos dos ampl ios con juntos de ar gumentos , intereses y cir cunscr ip-ciones socia les que  parecen intervenir aquí. A unque no siempr e seexcluyan mutuamente, indican la existencia de fuerzas significativa-mente antagónicas que sustentan el cam bio educativo . L a coexisten-cia de es c as fuerzas , como ya veremos , tiene im portantes consecuen-cias  par a los  pr of esor es.

Uno de esos grupos ve que las escuelas secundarias ya no son loque eran. É l curr ículum tr adicional  basado en asignatur as  pervive,

 pero ha quedado cada vez más diluido para acomodar habilidadesapar entemente más modestas de estudiantes que  permanecen en laescuela durante más tiem po. Además de diluido , el curr ículum con-venciona l también  par ece com primido  por la imposición de incluir ensus  pr ogramas la educación sobre el a buso de drogas, el sexo y otros pr ogr amas socia les que des plazan el tiempo dedicado a las asignatu -r as académ icas. Par a este grupo, las escuelas secundarias se hanada ptado a exigencias socia les a jenas, y han ace ptado a una  po bla-ción más amplia de estudiantes , hasta el  punto de  poner el  peligr olos niveles de calidad y las estr ucturas existentes , que ya no  puedenso portar la tensión cr eada  por es ta nueva situación. En un per iodo der ecesión en el que la competencia  por un  puesto de tr a ba jo es enor-me, los padr es dotados de venta jas económicas muestran una actitudangustiada ante la educación escolar . Temen que los cam bios que yahan ocurrido en las escuelas secundarias aca ben  por  perjudicar laso portunidades de éxito de sus hi jos e hi jas, y que eliminen los  bene-ficios adicionales de los que ya disf rutan , al r estar im portancia o des-truir aquello en lo que so br esalen (Delhi , 1 995).

El anhelo nostálgico  por las destr ezas  básicas y los niveles tr adi-ciona les de las asignaturas ,  junto con una nueva atracción  por el mer-cado educativo , la elección de escuela y las nuevas tecnologías sonlos inverosím iles compañeros de viaje de las as pir aciones r efor mistas

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10. LLEG AR  ALLÍ

de este grupo. El retorno a las ha bilidades  básicas y a los niveles tra-dicionales de las asignaturas r estaura el currículum convenciona l y

 protege los  privilegios adquiridos. E l apoyo a la libr e elección deescuela y a los mer cados educativos  permite a estos  padres encontrary formar sus propias escuelas , o influir sobre las ya existentes con susaportaciones en metálico y sus valor es (K enway et al . , 1993). Las nue-vas tecnologías añaden un gir o a esta creencia tr adicional, a l  prome-ter el acceso a un aprendizaje mejor y al éxito pr ofesional .

U na segunda orientación con res pecto a la r efor ma ha sido r eite-r ada a lo largo de nuestro libr o. R esalta la enseñanza  par a la com-

 pr ensión, los currículos comunes e integr ados, y las formas diver sasde logro y valor ación, dentr o de comunidades más pequeñas de aten-ción y apoyo, como  base  par a el éxito de todos los estudiantes . Setr ata de una or ientación movida por la búsqueda de la equidad, y queambiciona el éxito de la gente  joven, sea cual fuer e su pr ocedencia.

Esta orientación no  presupone que exista un modelo tr adiciona l deescolarización eficaz  para todos. El desafío cons iste más  bien enr efor mar el sistema escolar de modo que pueda conectar con las cul-tur as, los antecedentes y los estilos de aprendiza je de los estudiantescon vidas y necesidades diver sas.

En principio, las dos orientaciones son prudentes y se contradicenmutuamente. En la pr áctica, sin embargo, el  pragmatismo de la polí-tica r eformista a gr an esca la conjunta elementos de las dos orienta-ciones en actuaciones que  per siguen la intención de logr ar compr o-miso y consenso,  pero que sólo conducen a la confu sión y a la con-tr adicción. L os  prof esor es se encuentr an atra pados entonces en unmovimiento de  pinza a causa de las exigencias de cambio.

E l desafío para los prof esor es que se a justan a este contexto con-cr eto de cambio consiste en tr a ba jar dentro de un mundo dominado por la  par adoja (Handy, 1994). L as  parado jas (afir maciones o situa-ciones apar entemente a bsurdas o contradictorias) son cada vez másobvias en la educación actual , y tir an de los  prof esor es en dir eccio-nes dif er entes y a la vez. Se pide a los prof esor es que sean integr a-dos y es pecializados, estandarizados y variados, locales y glo bales ,

autónomos y responsables , que a bracen el cambio y la continuidad aun tiempo. Resulta difícil traba jar inmer so en una  perpetua contra-dicción,  per o es esencial que los prof esor es y los r es ponsables edu-cativos lo hagan (Deal y Peterson, 1 994). Esto no signif ica que espe-remos que todos los  prof esores asuman de buena gana todas y cadauna de estas contradicciones,  por desmor alizantes o educativamente

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-----UNA EDUCACIÓN P ARA EL CAMBIO-----

indef endibles que resulten algunos as pectos de éstas  pr esenten. L os prof esores y gestor es educativos deberían asumir  postur as mor ales ycomprometida s allí donde las  políticas son crueles, ca pr ichosas o, encualquier caso, nocivas  par a los a lumnos . Buena  parte de la bi bliogr a-fía consultada so br e el cambio educa tivo  permanece en s i lencio omuestra una tímida cur iosidad a la hora de abordar estos temas . Per ootras  parado jas se  pueden asumir y abordar de forma  positiva y concr eatividad , lo que conducir ía a los educadores a técnicas más sofisti-cadas, a través de soluciones que supongan asumir ambas cuestiones,en lugar de adoptar otras que su pongan alternativas excluyentes(D eal y Peterson, 1994) . L os  prof esores  pueden apoyar se en tradicio-nes de cambio,  planif icar  para estimu lar la es pontaneidad, demostr arescepticismo en la labor , afir mar su forta leza de jando al descubiertosu vulner abilidad, aumentar su  poder al despr ender se del mismo, et-céter a.

La mayoría de los enfoques actuales con res pecto al cambio edu-cativo ofr ece una ayuda lim itada a quienes se enfr entan a las  par a-dojas que aca bamos de descr ibir .

• Las estrat egias escolar es e fect ivas pueden habernos resultado deutilidad  par a las escuelas de la década de 1 960,  pero no  pr e pa-ran  bien a los a lumnos de la década de 1 990 (Stoll y Fink , 1 996).E l aumento de las ex pectativas del logro, el  pr está r se le más aten-ción en la enseñanza y dedicarle más tiempo, la a plicación rigu -rosa de la política so br e disciplina , la cr eación de un clima esco-lar segur o y or denado, capaz de ofrecer apoyo, y el fortaleci-miento del lider azgo escolar  puede haber consegu ido que lasescuelas convencionales funcionen de for ma más eficaz y ha bermejorado su rendimiento en las prestaciones de las  prue bas, lashabilidades  básicas y la asistencia a la escuela . Per o las escuelasque son efectivas en estos términos convencionales y restringi-dos no lo son en modo a lguno a la hora de desarr ollar la capa-cidad  par a solucionar  problemas, la coo per ación, la flexibilidadcreativa y la asunc ión de r iesgos. Además, los modelos -cerr a-dos· de or ganización que  producen las escuelas efectivas quizáno sean suficientemente flexi bles ni tengan en cuenta los cono-cimientos del  prof esor ado  par a r es ponder r á pida y creativamen-te a las demandas contradictorias y a la exigencia constante decambio (R eynolds y Sullivan, 1987) . Para satisfacer estos desa -f íos , los esfuerzos de r eforma tienen que acometerse contra las

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lQ . LLEGAR Al.LI

estructuras fundamentales o la escolarización -elernental-  básica ,en lugar de limitar se a hacer funcionar esas mismas estructur asde un modo más unifor me (Tyack y To bin, 1 994 ; Schlechty ,1 990).

• L os esfuerzos por me jorar la escuela nos han enseñado a mejo-rar las escuelas mediante la  promoción de un líderazgo com par-tido, una continua r esolución de  pr o blemas, un elevado desa-rrollo de la calidad  pr of esional vinculado con la  práctica en elaula, y procesos de autoevaluación y revisión escolar . Per o toda-vía no sabemos con qué gar antías contamos  par a que ese  pr o-greso en las escuelas r esista el paso del tiempo y las pr ote ja con-tr a el agotamiento de los  pr ofesor es , la rotación del  per sona ldocente, los líderes que a bandonan o dejan de apoyar a l siste-ma. De modo similar , y aunque hemos aprendido mucho acer-ca de cómo cr ear is las exce pcionales de cam bio, sa bemos  pocoacerca de cómo construir ar chi piélagos , y mucho menos todavíacontinentes enteros (A. Hargr eaves, 1994 ). Las escuelas innova-doras son tratadas a menudo  por los sistemas como una especiede vanguar dia selecta, sometida a un tratamiento es pecia l , a lasque se dota de r ecur sos adiciona les, so br e las que se guar da unatotal discreción en lo ref erente a la contratación y des pido de su personal , etcéter a . E stos argumentos son difíciles de r e plicar enotr os entornos. De hecho , las escuelas que han acometido elcam bio con éx ito  bien  pueden agotar los r ecur sos , el personal yla atención que  podr ían dedicarse a otros centros.

Quizá el defecto fundamenta l al extr a polar los  princi pios deléxito escolar individual al cambio ef ectivo en todo el sistema seaque los e jemplos de me jor a escolar individual asumen con fre-cuencia que los dir ector es  pueden y de ben tr ansf erir a otr asescuelas a aquel los  pr of esores que no com partan la mis ión de laescuela (véase,  por e jemplo, Deal y Peter son, 1994) . E sta  prácti-ca puede funcionar r azona blemente  bien en el mar co com petiti-vo de la gr an empr esa, del que se ha tomado  pr estada,  porquelas gr andes em pr esas individuales sólo están inter esadas en su propio éxito, no en el de la esf er a corporativa. Pero el  principiono es a plicable a todas las escuelas , ya que nuestr o inter és nodebería ser el de me jor arlas únicamente  par a nuestros  pro piosestudiantes (sean cuales fuer en los costes que r e pr esentar an  pa-r a los de otr as escuelas), sino el de mejor ar la escolar ización engener al.

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UNA !:OUC ACJÓN P ARA El. C AMBIO-----

Un problema final de la me jor a escolar es que la mayor ía delos esfuerzos de cambio a la lar ga son incompatibles con lafor ma y el entr amado fundamental de la escolarización secun-daria, que se hallan históricamente arraigados en sus estructur asy pr ocedimientos. Como ya hemos ar gumentado con anter iori-dad, los esfuerzos de cam bio suelen arr emeter contra los obso-letos entresijos estruc _ tur ales , en lugar de presentar unos nuevos .

Si somos rigurosos en nuestr o intento  por conseguir una mejorescolarización  para los preadolescentes, en un mundo cam bian-te, tenemos que abordar estas cuestiones estructurales funda-mentales.

• Las escuelas modélicas constituyen un caso extremo de las limi-taciones de la me jor a escolar . Como instituciones -símbolo- o-escaparate- , sus pr ácticas innovador as  pr etenden ser e jem plar escon el o bjetivo de que otros las imiten. En la práctica, ta l y comoha o bservado no exento de ir onía L ortie0975), -los gr andes sis-temas escolares utilizan a veces nuevos enfoques en escuelasescaparate, al tiem po que se r es isten a una ado pción generali-zada de los mismos ; esta táctica puede -enf ríar - a los entusiastas,

hasta terminar por a pagar su ar dor - ( pág. 218). De jando al mar-gen este tipo de engaños activos, es casi imposible que lasescuelas existentes dis pongan de los r ecur sos de .los que nor-malmente se dota a las nuevas escuelas desde su cr eación, locual r esulta incuestiona ble si pasamos r evista a los instrumentoselectr ónicos utilizados en estas escuelas, que las convierten en pioneras de la nueva era de la informática,  pero que tam bién ser efleja de for ma general en las dimensiones y diseño de edifi-cios, libr os de texto y otr os recursos. A menudo, las nuevasescuelas tam bién tienen la o portunidad de contar con los me jo-r es r ecur sos humanos, atr aídos como por un imán a los am bien-tes innovadores, que sólo aquellos que em piezan a tr a ba jar a

 partir de cero pueden ofr ecer . Según reconoció Sa rason (1972)hace muchos años, crear un entorno nuevo no es como cambiaruno ya existente. Las nuevas escuelas tienen la venta ja de dis- poner de me jores r ecursos y de un per sonal excepcionalmentemotivado. Al mismo tiem po, el hecho de ser el centr o de aten-ción puede o bligarlas a vivir bajo una intensa pr esión  por ador -nar sus éxitos y disfr azar sus error es (Har greaves y Macmillan,

1995). A las nuevas escuelas les r esulta mucho más f ácil br il larcon luz propia,  pero no todo lo que reluce es or o y, en ocasio-

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1 0. LLEG AR  ALLf

nes, estas nuevas escuelas son « demasiado  buenas  para ser c ier -tas-. En cualquier caso ,  pueden dar alguna que otr a lección  pro-vechosa so bre el cambio a aquellos que se esfuer zan  por pro-ducir lo con el  per sonal y los materia les disponibles en ambien-tes mucho más modestos.

• E l . l iderazgo excepcional comparte algunas miser ias con lasescuelas excepcionales. Al ado ptar la for ma de liderazgo car is-mático, visionario o tr ansformador , es visto a menudo como elsalvador  brillante y heroico de aquellas escuelas a las que elcambio ha resultado difícil. Por importante que sea el  pa pel quer e presenta el lider azgo en cualquier esfuerzo de cambio, node bemos olvidar que estas conce pciones del liderazgo lo equi- paran con líder es, cuyas cualidades son propias de los humanos ,

y los convierten en su per héroes a los que  pocos de nosotr os podríamos imitar . Aunque se af irm a que son eficaces a la hor ade aunar esfuer zos, teóricamente, a estos líderes se les otorgatodo el mér ito individual. Las cualidades car ismáticas son atri-

 buidas a los líderes visionar ios y empr endedores,  pero el con-ce pto de carisma tiene sus r aíces en líderes dictatoriales que ins-

 pir aron una devoción religiosa o un culto irr acional a su perso-na , y que desecharon fór mulas democr áticas (Gronn, 1995) .

Estos hér oes, que hicier on his tor ia , constituyen  pobr es modelos par a el cam bio democrático.

Pero es que, además , hay pruebas de que estos líder es visio-narios no lo son indef inidamente. Sus cualidades carismáticas nosoportan el  paso del tiempo ni un mismo escenario. Los líder esvisionarios tienden a trasladar se a otros lugar es, de jando atrás asus leales seguidores, enfr ascados en la ar dua tar ea de institu-ciona lizar las cualidades carismáticas en otras personas . E l car is-ma , sin embargo, es a lgo que,  por definición, sólo  poseen loslíderes excepciona les (Tichy y Devanna, 1990). En consonancia,el impacto tr ansfor mador de tales líder es suele ser temporal. Sedesvanece una vez cambian las condiciones; al igual que suce-de con los límites im puestos  por la vida, la salud y la paciencia ,cuanto más elevados son los niveles de esfuerzo exigidos a lafuer za la boral , menos  pueden éstos mantenerse; o bien (comosucede con muchos innovadores «de éxito-), simplemente estos·

líder es  pasan a ocu parse de otros asuntos más inter esantes  par aellos . El éxito depende de individuos atípicos que  pueden serensalzados  por circunstancias temporales y pro picias ,  per  _ o que

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UKA EDUC,1 .CIÓN P AR,1. EL C AMBlo-----

no  poseen las cualidades genér icas ca paces de transfor mar nin-guna or ganización, sin importar el lugar o el momento (Gronn,

1995).• L a r eforma por mandat o es una  prioridad  po pular  para aquellos

que se han sentido fr ustr ados  por oleadas de innovacionesinfructuosas o que se muestr an impacientes  por la exacer  bantelentitud de un cambio que de ber ía impulsarse desde la  base y

af ectar a todos los ám bitos educa tivos.  No o bstante, la refor maim puesta -no  puede im poner lo que r ea lmente inter esa en la

 pr áctica efectiva- (M cLaughlin , 1990) . En último término, lasme jor as de la enseñanza y el a pr endiza je sólo  pueden dejar se al

 juicio discr eciona l y cualificado de los  prof esor es, que deber ándecidir si están dis puestos a intr oducirlas teniendo en cuenta lascircunstancias  particular es de su au la . - L o que más importa es lamotivación loca l , las habilidades , el conocimiento y el compro-miso· (Fullan, 1 994 ,  pág. 1 87). Y ésas no son cosas que se  pue-dan imponer , s ino sólo desarr ollar .

Dar ling-Hammond (1 995) afirma que lo que ella denomina políticas de -viejo  par adigma· de r eforma  por mandato hanrepr esentado más un o bstáculo que un estímu lo  para el cambioeducativo  positivo entr e diver sas comunidades de  profesores yestudiantes .

L a tendencia dominante entre los r es ponsa bles de la políticaeducativa enlas últimas décadas ha sido la de dudar de los conocim ientos, ca pacidad ocom promiso ético del cuer  po docente escolar , y  pr escr i bir las pr ácticas deacuerdo a esta actitud , es pecificando con exactitud qué escuelas de beríanhacerlo y cómo. Aunque muchas de esas  prescr i pciones entr an en conflictoentre sí. . . el enf oque en su con junto r esulta r econfortante  para los  políticos

 porque  pr eserva la ilusión de control y la  pretensión de responsa bil idad( pág. 160).

La  política  basada en el -vie jo  par adigma- no logr a afrontar el pro blema de que - los determinantes comple jos y contextual-mente difer entes que hacen  posib le una  pr áctica adecuada y lautil ización de estr ategias ef icaces  para el cambio no  pueden a pli-car se en el enfoque monolítico que r equier en las  políticas estan-dar izadas· (ibid . , véase tam bién Cor son, 1993) . La  política del-vie jo paradigma · es  jer ár quica . Sitúa el tr azado y el desarr ollo dela r es ponsa bilidad en la élite administr ativa (con mayores o me-nor es grados de -consulta-) . Exige que los  pr ofesor es « pongan en

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10. LLEGAR ALLl

 práctica· (es decir, se conviertan en los instrumentos) de los sis-temas diseñados por otros, en lugar de desarrollar los suyos pro- pios. Este paradigma cuenta con un promedio muy bajo de éxito porque es incapaz de afrontar los compromisos  personales y lascontingencias locales que forman parte integral de la enseñanza.

Las dificultades del cambio educativo  pueden  parecer abrumado-ras. El cambio educativo es difícil porque  pr etende la transfor maciónde sofisticadas r elaciones, no de comportamientos sencillos, que tie-nen como escenario complejas situaciones de aula y sistemas or gani-zativos cuyo  pro pósito y dir ección se hallan  políticamente compro-metidos y r esultan controvertidos . A · la vista de todo esto, la tragediaque acompaña al cambio es que los  políticos y los administrador es semueven a ciegas entre distintas estr ategias de cam bio, en una  bús-queda deses per ada de soluciones. Los pr ofesor es, mientr as tanto, ter -minan por agotar se a causa de los innumer a bles cambios, y tambiénse vuelven cínicos y escépticos ante el constante giro de rum bo desus exigencias, sufr en estados de ánimo maníaco-de presivos que ha-ce peligr ar la ideología  política que se supone de ber ían asumir (Hu-

 berman, 1 993) . La tr iste consecuencia de todo ello es que son dema-siados los  profesores que de jan al mar gen los  pr o pósitos de cambio

 pr ecisamente cuando, en r ealidad, necesitarían asumirlos más quenunca.

PRINCIPIOSDEL CAMBIO

Buena  parte de la  bibliograf ía existente so br e el cambio educativoofrece sólo una ayuda limitada a los  prof esor es que tr a ba jan sumidosen un mundo de par adojas. Hemos visto que o  bien aborda los pro-

 blemas del cambio  propios de una é poca ya pasada, que quizá noshaya pro porcionado escuelas ef ectivas  para la década de 1 960,  per oque ciertamente no pr e paran de forma adecuada a los estudiantes dela década de 1 990, o depende en exceso de los modelos de cambioque han gozado de mayor  po pularidad en el mundo de la granempresa, y que son transferidos de modo bastante deficiente al ámbi-to educativo, donde la atención es el propósito fundamental, y dondeel cambio no pretende proporcionar el éxito a las grandes empr esasindividuales a expensas de las demás, sino en todo el conjunto del

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UNA EDUC ACIÓI': PAR A EL CAMBIO-----

sistema. Las nuevas orientaciones en la cr eación de mejor es escuelas par a los adolescentes , en un mundo en continua tr ansformación co-mo es el nuestr o, no sur gir án de la a par ente segur idad que  brindanuna ser ie de medidas o fases  pr edeter minadas a través de las cualesde ben abrir se camino los esf uerzos par a  pr oducir el cam bio. Los  pr o-

 blemas y las cir cunstancias educativas son demasiado com ple jos yvar iables  par a eso. Pero sí  par ece existir una ser ie de  princi pios im-

 portantes que de ber ían atender los educador es que desean me jor ar laescolar ización de los  pr eadolescentes. También hemos identificadounos  pocos  puntos de  partida que  pueden resultar  pr ometedor es .

Incluimos aquí seis  princi pios en los que de bería sustentar se el cam- bio escolar si quier e alcanzar el éxito en los tiempos  postmodernos.

 Propósito

Muchos  prof esor es entran en la enseñanza  porque se  pr eocupan  porlos niños y las niñas, en  particular , o por una me jor a social, en gene-ral. Esos propósitos ter minan por quedar relegados a medida que los

 profesores caen  presa de las presiones y rutinas cotidianas que impo-ne el aula (Fullan, 1 993) . Los objetivos de los prof esores también pue-den diferir entr e sí, lo que  produce una sensación de confusión y defalta de coher encia entr e los alumnos, y  provoca relaciones difícileso su perficiales entr e el  per sona l docente. En consecuencia, los  pro-f esor es y las escuelas de ber ían r evisar y renovar sus  pro pósitos amedida que transcurr e el tiempo.

 No obstante, a la gente no se le puede dar un  propósito. Los pr o- pósitos sur gen en el inter ior de cada uno.  Nuestro estudio de las cul-tur as de trabajo im per antes en la escuela secundaria y del cam bioeducativo en ocho escuelas  puso de manifiesto que los  pr of esor esque casi con toda  pr oba bilidad se r esistirían a los cambios impues-tos  por la legislación  para or ganizar el grado 9 mediante gru posheter ogéneos serían los de las escuelas suburbanas que habíanalcanzado un éxito académico (Har gr eaves et al . , 1 992) . Para ellos,esta ley pr etendía a bor dar temas r ef eridos a la equidad de los estu-diantes en comunidades mult icultura les del centr o de la ciudad.  A

menudo, los  políticos im ponen o bjetivos de este modo. L o mismohacen a lgunos director es de escuela . Par afr aseando a Fullan 0993) ,-no es una  buena idea tomar  pr estado el  punto de vista de otr o-( pág. 13).

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: } 0- . LLEG AR  ALLf

 No o bstante, y aunque los  propósitos de pendan en último tér mi-no de la per sona , no todos los  pr o pósitos ser án válidos. Aquellos  pro-fesores cuyo único ob jetivo sea transmitir la materia de una as ignatu-r a no tienen cabida en la educación de los adolescentes  pues, comohemos visto, la atención y el a poyo  por  parte de todos los  pr of eso-r es son factor es esencia les  par a que el estudiante alcance el éxito .

Tam bién es im portante adquirir un cierto compr omiso de unir esfuer-zos  par a impartir una enseñanza  para la comprens ión,  por difícil queésta sea de alcanzar , es pecia lmente cuando se trata de enseñar -a loshi jos de otr os-, a estudiantes que a menudo no comparten los ante-cedentes, la cultur a o las su posiciones de aquellos que les enseñan(Del pit, 1994). Además , aunque los  profesor es deber ían enor gulle-cer se de sus logros , tam bién de berían estar a lerta  par a no dor mir seen los laureles. Mostrar se siempr e a bierto a un nuevo método dea pr endizaje e incluso ávido  por me jor ar la calidad de su enseñanzaes un tercer  pr o pósito fundamental en una  prof esión tan exigente ycompleja como es ésta .

Todos los r estantes  pro pósitos educativos  pueden ser negociablesen mayor o menor medida,  per o es importante que los  prof esor esestablezcan un diálogo so br e ellos, y que sus  pro pósitos no intentenabarcar más de lo que puedan manejar. E l diá logo so bre los  pr o pósi-tos y la fusión de los mismos  puede asegurar una tr ansición muchomenos traumática  para los estudiantes hacia la escuela secundar ia , yunas experiencias de a pr endiza je más consistentes a tr avés de lasdiferentes asignaturas, una vez ter minada la tr ansición .

Per o la búsqueda de coher encia moral tam bién  puede resultar exa-. ger ada. Una misión común que exi ja un consenso com pleto, como lade . . estimular en los niños y las niñas la  plena utilización de su  poten-cia l · llegan a  per der consistencia y a vaciar se de contenido  por quetienen que contentar o atender a demasiados inter eses dif er entes. Almismo tiem po, las afirmaciones r elativas a la misión que se esté lle-vando a ca bo llegan a ser tan taxativas que no  permiten la flex i bili-dad suficiente  par a adaptarse a los cam bios de los mandatos  políti-cos, el  per sonal docente o las  po blaciones es tudiantiles . De modosimilar , la  planificación estr atégica  puede com pr ometer a los  pr of eso-r es con o b jetivos concretos durante un  per iodo de hasta cinco años ,

lo que no de ja espacio  par a que se desa rr ollen nuevos  pr o pósitos amedida que cam bien las cir cunstancias , surjan nuevos desarr ollos ose  pr oduzcan tr ansformaciones en la comunidad local. Esto no signi-fica que de bamos  pr escindir de las misiones, las vis iones y la  planifi-

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UNA EUUC ACIÓN PARA El. C AMBIO-----

cación en un mundo complejo que se mueve con rapidez, sino serconscientes de que las misiones tendrán más posibilidades de ser lle-vadas a ca bo si tienen un carácter temporal y no demasiado  preciso,no exigen un consenso completo y están explícitamente abiertas acontinuar la renovación mediante la investigación, el diálogo y lar evisión. Si los  prof esores continúan r eflexionando,  pensando yha blando sobre sus  pro pósitos de enseñar mejor a los  pr eadolescen-tes éstos empezar án a tomar forma.

 Administración  y toma de decisiones

Para que los  pr of esores puedan revisar y r enovar constantemente sus propósitos, tienen que disponer del es pacio suficiente  par a hacerlo. L amayor ía de las  políticas educativas inhi ben estas o portunidades der enovación. Sus lengua jes y  prácticas de a plicación convierten a los pr of esor es en meras herr amientas  par a cumplir los pr opósitos de otr os.

Las decis iones  políticas deber ían ser tomadas, en la medida de lo posi ble, en el nivel inmediato a l que la gente  pueda acceder all ídonde tenga que afr onta rlas (Corson, 1993) . En un mundo comple jo,incierto y muy varia ble, el cambio  planificado que sigue ciclos siste-máticos de desar rollo,  puesta en  práctica y revisión resulta demasia-do inflexi ble y bur ocr ático como  par a adecuar se a las cir cunstanciaslocales (Louis, 1994). Además, los documentos detallados que conge-lan a las  políticas en los textos, los dejan anticuados y son super adosincluso dur ante su misma redacción, debido a las comunidades cam- biantes, las tecnologías innovador as, la nueva legislación, los r esulta- ·

dos de la investigación y la apar ición de  pr oblemas no  previstos(Dar ling-Hammond, 1 995). Como sucede con todos los textos escri-tos, las  políticas escritas también son inter  pr etadas de modo dif er en-te dependiendo de quienes las leen. Ba jo el  prisma de los propósitosy perce pciones de los prof esores, los textos en - blanco y negr o- de la

 política educativa se dis persan des pués en toda una gama de color esy matices de interpr etación .  Ninguna  política escrita puede ser lo bas-tante clara o liter a l como para asegur ar un ver dadero consenso. Enconsecuencia, la  política se establece me jor a tr avés de comunidadesde gente dentr o de las escuelas que las crean, hablan sobr e ellas, las procesan, las investigan y las reformulan, teniendo en cuenta las cir-cunstancias y a los estudiantes, que ellas mismas conocen mejor quenadie.

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10. LI.EGAR ALLI

Las bur ocr acias  públicas tienden a inhibir el diá logo sobr e el desa-rr ollo de  políticas cercanas a la gente, im poniendo mandatos y  pr o-cedimientos que los  pr of esor es se ven obligados a poner en pr áctica.L a tendencia a ado ptar s istemas de mer cado en la elección de laescuela y de la gestión local  pueden li berar a las escuelas de la inter-f er encia  bur ocr ática , . per o tam bién corren el r iesgo de negar a los pr o-fesor es la  posibilidad de acceder a las nuevas ideas y a la exper ien-cia acumulada en este campo  por su  pr opia escuela o  por otr os cen-tros. Algunos sistemas, como el adoptado por Inglaterra tras la Ley deReforma Educa tiva de 1 988 , donde ha quedado esta blecida la gestiónescolar individual, acompañada de detalladas  pr escripciones  par a elcurrículum y la convocatoria de pruebas, no dejan a los  prof esor esmucha li bertad de actuación, lo cual no impide que se les res ponsa-

 bilice de las consecuencias que ésta pueda tener.E l desafío cons iste en cr ear estructuras a través de las escuelas que

tr asciendan los vie jos antagonismos entre mer cados competitivos yestados controladores . Para Giddens 0995 ,  pág. 1 5) eso supone  pr o-

 piciar las condiciones materiales y las estructur as or ganizativas loca-les ca paces de ayudar a la gente a partici par en el diálogo y a tomarsus  pr opias decisiones . Los contactos con el mundo de los negocios,las agencias de desarr ollo  profesional , los equipos de r evisión esco-lar, la reco pilación de datos y las encuestas , así como las conexionescon las facultades univer sitarias de educación  pueden estimular ya poyar a los  pr ofesor es cuando éstos debaten, apr enden, r eflexionany avanzan de forma conjunta.

Cultura

Antes de que  puedan darse una acción y un diálogo colectivos, de benesta blecer se ciertas relaciones entre los  profesor es y todos los demás.

Estas relaciones son las que conforman la cultura de la escuela. E ldesarrollo o a lter ación de las mismas signif ica r eplantear la cultur a dela escuela (Hargr eaves , 1991 ; Fullan, 1993).

Hemos visto que, tr adicionalmente, han  prevalecido dos ti pos decultur as entr e los  profesores. En las cultur as del individualismo, los

 prof esores han tra ba jando en  buena medida ais lados, han ado ptadouna actitud socia ble con sus com pañeros,  per o apenas han compar-tido con ellos r ecursos e ideas, raras veces han visitado la s aulas delos demás, y sólo muy ocasionalmente han  partici pado en la  planíf í-

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-----UNA EDUC ACIÓN PAR A EL C-"MBJQ-----

cación o la resolución conjunta de problemas (Little , 1 990b). En lasculturas  balcanizadas, los profesores han trabajado en subgrupos,como los departamentos de asignaturas, relativamente aislados entr esí , y que compiten  por la obtención de recursos y el favor de losdirector es (A. Hargr eaves, 1994) . Tanto el individualismo como la bal-canización fr agmentan las relaciones profesionales en las escuelas, loque impide a los profesores construir basándose en la exper iencia delos otros. También sofocan de este modo el a poyo moral necesario para asumir riesgos y atr everse a experimentar .

Esta dinámica se invierte al replantear la cultur a de la escuela  par acr ear una cultura de colaboración entre los profesor es y con la comu-nidad más amplia. Ayuda a los profesores a construir tomando como base la ex periencia de los demás, a compartir los r ecur sos,  propor-cionar a poyo mor al y cr ear un clima de confianza en el que se pue-dan comentar a biertamente los problemas y reveses y cele brar loséxitos. La cola boración reúne los recursos humanos necesarios  paraabordar  problemas comple jos y no previstos. Permite a los profeso-res inter actuar de forma más apropiada con los sistemas que les r o-dean, y con la multiplicidad de reformas que proceden de ellos, yasean r azona bles o irr azonables. A través de la renovación de su pr o- pósito fundamental , la colaboración puede propor cionar la r esolución par a ado ptar r eformas externas, la prudencia para r etr asarlas si fueranecesario y la fortaleza moral para resistirse a ellas siem pr e que seaaconse jable (Wideen et al. , 1996). De este modo, las cultur as colabo-radoras pueden lograr que las paradojas de la er a postmoderna sean psicológicamente significativas y políticamente mane jables  par a los pr of esor es.

 Estructura

L as culturas no existen en el vacío. Tienen sus r aíces en las estructu-r as de tiempo y espacio. Esas estructuras conf igur an las relaciones.Enmar can las posibilidades para la interacción. Las culturas del indi-vidualismo de los profesores han surgido de las estructuras decimo-nónicas de -compartimentos estanco· que fomentan el aislamiento del profesor y que ya hemos descrito en capítulos anter ior es. De modosimilar , las cultur as de  balcanización propias de muchos  profesoresson a menudo producto de las estructuras de partamentales de lasasignaturas.

2 7 2

 

10. 1. 1.f.GAR ALLI

Hemos demostrado cómo los esfuerzos  por crear culturas colabo-radoras, o por introducir otros cambios importantes pueden versefácilmente derrotados  por estructuras que se mantienen incólumes einflexibles , desarrolladas para otros propósitos en tiempos anteriores.Los horarios rígidos ,  por ejemplo,  pueden llevar a los prof esor es alagotamiento al no dejarles más o pción que reunir se fuera del horarioescolar regular . Se convierten entonces en cautivos de su  jornadalaboral, en - prisioner os del tiempo· (National Cornmission on Timeand Learning, 1 994). La enseñanza y el a pr endizaje también tienenlugar en lo que  podríamos denominar -def ormaciones del tiem po- .

Las actuales estructur as de tiempo deforman las posibilidades  para laenseñanza y el a pr endizaje, en lugar de o ptar redistr i buir el tiempoteniendo en cuenta las necesidades de apr endizaje d~ los preadoles-centes.

L a r eestructur ación trata la  posibilidad de cambiar los límites detiempo y es pacio, las r eglas y las r elaciones, las funciones y las r es- ponsabilidades en las escuelas,  par a satisfacer los retos inmediatosque  plantea la distribución del tiempo actual. Murphy 0991) argu-menta que la -reestructur aci ó n ... supone intr oducir alteraciones fun-damentales en las r elaciones entre los sujetos implicados en el  pr o-ceso educativo· ( pág. 15) , es decir , entre  pr of esores, estudiantes, fa-milias, administr ador es y comunidades.

El capítulo 4 ex plor ó una ser ie de estructur as alternativas que par ecían ayudar a l aprendiza je del adolescente. Entre ellas se incluíala  programación de tiempo  por  bloques, la construcción de minies-cuelas o subescuelas donde  pequeños equipos de  pr ofesor es  pudie-ran trabajar conjuntamente y donde ningún pr of esor tuvier a que aten-der a proximadamente a más de ochenta estudiantes a la semana. Perotambién hemos demostr ado cómo las estructur as de la miníescuela ,

creada  para satisfacer las necesidades comunitarias de los estudiantes, pueden ser per ci bidas  por éstos como  planteamientos que conducenúnicamente a la monotonía. Los profesores también se resentir án delas nuevas estructuras si éstas se les imponen sin su  pr evio consenti-miento, y tendr án  pocas di ficultades  par a subvertirlas , como  porejemplo enseñando en sus clases par alelamente, a pesar de que no-minalmente constituyan un equipo, o r ecr eando poco a poco sus  pro- pios espacios de tr abajo departamental, una vez que la administr aciónhaya tratado de fusionarlos o abolirlos (S iskin, 1 994) .

Reestructurar puede ser administr ativamente atractivo ,  pero tam- bién peligroso y engañoso, lo que constituir ía una amenaza para el

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-----UN A oOUC ACIÓN P AR A F .L CAMUJQ-----

compromiso adquir ido por los profesores, e incluso de los estudian-tes, si la reestructur ación se les impone sin su compr ensión y acep-tación. L os intentos de cambios culturales en las actitudes y r elacio-nes se ven r e petidamente frustrados  por las estru cturas existentes . Lastransformaciones estructur a les  pueden destruir las cualidades cultur a-les de colabor ación, compromiso y a poyo de las que de pende suéxito. Ambas son importantes,  per o da la impr esión de que unaexcluye a la otr a. Cambiar sólo la cultur a ser ía un err or lamenta ble,como también lo ser ía cam biar únicamente la estructur a. S i se hacengrandes cambios en la cultur a y en la estructura a l mismo tiem po, los pr of esor es se sentir án abrumados y no se o btendr á ningún  benef icio .

En nuestr a sección f ina l volver emos a tratar so br e esta  par adoja.

 Aprendi  z aj e org aniz ati vo

Trabajar con juntamente no es simplemente una forma de construir re-laciones y buscar una r esolución colectiva . También es una fuente dea pr endizaje . E l apr endizaje es  probablemente el recur so más im por-tante para la renovación organizativa en la era postmoderna . Ayuda ala gente a ver los  problemas como cuestiones que han de r esolver se,

no sólo como pretextos para cul pabilizar se, y también para va lorar laso piniones diferentes, e incluso disidentes, de miembros más margina -les de la organización, y para se par ar el trigo de la paja en las deman-das  políticas.

Las cultur as de la colabor ación convierten el apr endiza je indivi-dual en aprendiza je compartido. Este ti po de a pr endizaje se difunde por toda la organización al  pr estar atención a las estructuras quemejor  pueden ayudar a la gente a esta blecer r elaciones, y a l diseñarlas tareas de forma que aumenten nuestra ca pacidad y las o portuni-dades  par a a pr ender . A esto es a lo que se ref iere Senge (1990) cuan-do habla de apr endizaje or ganizativo. Según este autor , las or ganiza-ciones de apr endiza je son

organizaciones en las que la gente am plía constantemente su ca pacidad par a lograr los r esultados que r ea lmente desean, de las que se nutren losmodelos de pensamiento nuevos y ex pansivos, donde se establecen libr e-mente las as pir aciones colectivas y donde la gente a pr ende continuamentea apr ender de forma conjunta (pág. 3).

274

 

10. 1.LEGAR Atlf

El a pr endizaje  profesiona l es importante  para crear una concíencia .

y fortalecer la ca pacidad entr e los  pr of esores, mediante ex perienciasque les ayuden a ser más efectivos· con sus estudiantes. Ta l a pr endi-zaje incluye los ha bituales seminarios, conf erencias y « sesiones de for-mación  perrnanente- . Per o tras pasa los límites de estas pr ácticas par aa bar car muchas otr as, incluso la f ormació n  por parte de compañer os,la investigación de la iniciativa de cola boración, el inter cambio devisitas de aulas, la revisión de la calidad de la escuela, el conse jo de·

amigos críticos, los portafolios  personales de a pr endizaje  profesional,la planificación conjunta, las redes profesionales de aprendiza je asis-tido por ordenador , los grupos de apoyo al profesor, las conexionesentre las escuelas, las universidades y los centros de  prof esor es. E lcambio escolar viene acompañado a menudo de intentos es pecíficosde formación permanente cuyos efectos son cuestionables en elmejor de los casos. E l aprendizaje  pr ofesional significativo es mássutil y elabor ado que todo eso. Estimula a los profesores a que r ef le-xionen, r enueven y me joren sus métodos rutinarios de enseñanza . Elapr endiza je  profesional patrocina el cambio iniciado por los prof eso-r es. La formación  per manente  pone en marcha los cam bios concebi-dos por los demás.

Pero el a prendiza je organizativo en las escuelas no sólo aumentala capacidad del  prof esor, sino que también me jor a la capacidad dela escuela par a  progr esar y solucionar los pro blemas en un mundo de

 parado jas e incertidum bres, lo que  provoca que la gente asuma los pro blemas como  pro pios, en lugar de considerarlos una r es ponsa bi-lidad ajena a ellos, va lorando las diversas  pers pectivas y capacidadque cada cual tiene que aportar a la resolución del pro blema, e inclu-yendo a aquellos que son parte del problema en la tar ea de hallar unasolución al mismo (incluidos los padres, estudiantes o  pr ofesor esmarginados).

El aprendizaje or ganizativo se está convirtiendo r á pidamente enuna de las ins piraciones intelectuales más sólidas del cambio educa -tivo (véase,  por ejemplo, Louis , 1994;Fullan, 1 993) . Pero la teor ía delapr endiza je or ganizativo también tiene sus limitaciones. Por e jemplo,

el admir able com pr omiso con la búsqueda de una mejora cont inua

 puede degener ar fácilmente en una mejora perpetua o en un cam bioconstante en el que no se concede valor a lguno a la herencia, la con-tinuidad, la consolidación y la tr adición (que son ingr edientes vitalesde la escolarización), donde sólo  prosperen y al que únicamenteso br evivan los adictos incura bles al cambio. Algunos  prof esor es son

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-----UN A EDUCAClON P ARA EL C AMBIO-----

ex perimentadores habituales, lectores voraces, asiduos entusiastas alos congr esos, las confer encias , dis puestos a  presentarse voluntar ios

 par a las comisiones, los equipos de tra ba jo y de r edacción (aunque,a menudo, eso les lleva a ale jar se demasiado de la escuela) . Otr os,especia lmente los  prof esores de aula que se encuentr an en la mitado a l f ina l de su carr era,  prefier en cultivar sus  pro pias  par celas, ef ec-tuar  pequeños cambios en sus clases, donde sa ben que ser án susesfuer zos los que realmente marquen la diferencia (Richar dson, 1 991 ;

Huber rnan, 1 993).  Nadie de bería quedar excluido del cam bio y dela prendiza je continuo. Per o en las instituciones que va lor an la tr ans-m is ión cultur al y la socialización se esta blece entr e sus muchos obje-tivos , hay tam bién momentos y lugar  par a la consolidación y la ruti-na. E l a pr endiza je or ganiza tivo es un  principio fundamental del cam-

 bio  posit ivo. Pero nuestro compromiso con el mismo, así como contodos los demás  princi pios del cambio, siempr e debería contar conuna dosis de esce pticismo y nunca ser euf órico y ciego.

 Políticas positivas

La dimensión  política forma parte de la escolarización tanto como ela prendiza je. E l  poder cubr e todos los ámbitos de la educación. L os

 prof esor es e jer cen  poder sobre sus estudiantes, el  per sonal de laadministración lo e jercen so br e sus  prof esores y, los  profesor es másastutos sa ben cómo mani pular a los representantes de la administr a-ción o manio br ar alr ededor de ellos. En unos tiem pos  postmodernostan com plejos como los nuestr os , estas r ealidades  políticas se hacenmás inevita bles y nítidas que nunca. Las escuelas se ven cada vez mássometidas a las  pr esiones de los diver sos grupos con inter eses unila-ter ales y a una competencia caótica por las mentes de los  jóvenes. Lasor ganizaciones empr esar ia les, las empr esas de informática , los padr esque desean nive les educativos tr adicionales, y los grupos de pr esióno puestos a l sexismo, el racismo y la violencia contr a las mujer es com-

 piten  por hacer se un lugar y e jer cer su influencia en las escuelasactuales (Em berley y  Newel l , 1 994) . Los movimientos que pr o pugnanla autogestión del centr o también hacen que las escuelas se vuelvanmás com petitivas y que sus manif estaciones tengan un s igno mása biertamente  político. Y cuando los esfuer zos  por el cam bio amena-cen a quienes detentan el  poder , éstos tr atar án de socavar los cimien-tos so br e los que se sustenta el cam bio o de  proteger a sus hi jos con-

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10. LLEGAR ALLÍ

tra él. La  política es ahora responsabilidad de todos. Resulta inevita- ble.

Muchos  pr ofesores tienen la sensación que implicarse en políticaes egoísta y está fuera de lugar. Sin embargo, no toda la política esmala. Blase (1988) describe lo que llama política positiva en la que el

 poder se e jerce conjuntamente con la gente, no sobre ella. ¿Cómo pueden aplicar los profesores una política positiva capaz de  benefi-ciar a sus estudiantes? Algunas de las estrategias clave son:

• C omprender las confi g uracione s micropoliticas d e su e scuela:

¿Quién detenta el poder forma l y el informa l ? ¿Cómo lo ejer cen?¿Cómo se asignan los recur sos? Esto le ayudar á a alejarse de laencrucijada moral que se le plantea, a evitar seguir causas no bles pero inútiles sin considerar a qué inter eses amenazan y de quié-nes  buscar án a poyo, etcéter a.

•  Act uar polít icament e  para ase gurarse el a po yo y lo s r ecursos d e

 sus  pro pios estud iant e s y, de hecho, de todos los estudiantes.

Utilizar la influencia, la  per suasión, hacer valer los  pr o pios der e-chos, la diplomacia, el encanto, ironizar so br e uno mismo ( para

 ba jar se del  pedestal) y la adulación (no infundada). Inter cambiarfavores, influir so br e los inter mediarios del  poder, cr ear coali- .

cienes, implicar a otros,  presionar  par a conseguir a poyo, hacersondeos  par a conocer las  posibilidades de éxito de una  pr o- puesta antes de  pr esentarla con detalle, y descubrir en quémedida lo que usted desea satisface los inter eses de otros. Elaltr uismo y el o portunismo no son necesariamente o puestos. L osar gumentos  brillantes cons iguen  bien  poco  por sí m ismos. E l tr a-

 ba jo emocional y político que conlleva el cambio es, en últimotérmino, lo que lo hace  per suasivo.

•  Aumentar la autoridad d e l os otr o s y ayudarl es a  ser más com-

 petent es y a com pr omet erse más. Ampliar la autor idad de losestudiantes a tr avés de estrategias de a pr endiza je coo per ativo ,de implicación activa en la innovación, haciéndolos  participar ensu valoración a tr avés de la autovalor ación y de la valoraciónefectuada  por los  propios compañeros. Ampliar el  poder de lasfamilias estableciendo asociaciones con ellas (aunque  puedanrepresentar un problema), comunicarse con ellas en un lengua-

 je sencillo, y compartir con ellas las incertidumbres del cambio(en lugar de convertir el cambio en una actividad profesionalsecreta). Autorizar a los compañeros a colaborar con ellos, impli-

277

 

-----UN A EDUC ACIÓN PAR A EL CAMBIO-----

car los en la toma de decisiones, compartir con ellos el lider azgoy tam bién las vulnerabilidades e incertidumbres  propias del

líder , así como sus éxitos. Esto también funciona con los  pr of e-sores marginados si se les sitúa en equi pos encargados de lame jor a de la escuela (en lugar de  per mitir que esos equi posestén compuestos casi exclusivamente  por la ha bitual élite inno-vadora) y se les implica desde un  princi pio en los esfuerzos delcambio, en lugar de comunicár selos en último lugar , y en for masque confir man su mar ginación.

•  A sumir el con flict o como parte nece saria del cambio. S i no exis-te ningún conflicto , el cambio será  probablemente su per ficial . Elconflicto  productivo hace sur gir las dif er encias a la luz ,  permiteque se escuchen otr as muchas voces que de otr o modo se ha-

 br ían silenciado, muestr a sensi bilidad  par a con los inter eses y postur as o puestas , evita el consenso fa lso o pr ematur o y estimu-la el impulso innovador  por encima de las ansiedades inicia les (yquizá infundadas) acerca de los  pr o pios inter eses amenazados.

•  Rescatar el di scurso de l a educación. Explíquese en  pú blico ante padr es y a lumnos. Ev ite los euf emismos  prof esionales que deno-tan una actitud defensiva . En lugar de eso, transmita sus  princi- pios mediante fr ases memor a bles, e jemplos atr activos e historiassencillas. L os  prof esor es son muy ingeniosos a la hora de ex pli -ca r el mundo a sus estudiantes,  per o no lo suelen ser tanto  par aexplicar al mundo lo que hacen con sus estudiantes. E l lengua-

 je es  poder . Tener un dominio so br e su  pr opio lengua je le ayu-dará a mantener sus  pro pósitos.

Éstos son sólo algunos de los pr inci pios clave del cam bio que pue-den ayudar a los  profesores y a otros a me jor ar la educación de los

 pr eadolescentes , a través de las  par ado jas  propias de la er a  postmo-derna . Los  prof esor es  pueden ser los r es ponsa bles del cambio, enlugar de meros su pervisor es o víctimas. Son capaces de desarrollar elapr endiza je colectivo, la forta leza mor al y el lenguaje común  paraex poner y resistir se a los as pectos más irra zona bles y menos mane ja -

 bles que -pr esenten las  par ado jas. Pueden des plegar la cr eatividad yel virtuosismo necesarios  par a  paliar la com ple jidad que conlleva uncam bio r ápido. Pueden r enovar sus  pro pósitos como  prof esores de pr eadolescentes, convertir se en agentes , antes que en instrumentos,de una  política deter minada, tra ba jar  buscando una mayor cola bor a -ción con los a lumnos, los com pañeros y la comunidad en general,

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10. LLF.GAR  ALLf

diseñar y ex perimentar con estructur as más eficaces que a poyen susiniciativas, mostr ar se tan interesados y comprometidos con su pr o pioa pr endiza je como lo están con el a pr endizaje de sus estudiantes, yseguir políticas positivas con aquellos que más importan: los  jóvenesa los que enseñan.

LA PARADOJA DE LA ESPERANZA

Aunque hemos es bozado cuál de ber ía ser el destino último de la edu-cación de los adolescentes, seguimos sintiéndonos desconcertadosacerca de cómo llegar a él. L legar allí puede ser  parte del aliciente, pero sólo si se conocen los modos via bles de trans porte. Ago biadas por las dificultades, a lgunas  per sonas experimentan  pánico y tratande efectuar cam bios en demasiados fr entes a la vez: cam biar el curr í-culum y la valoración, las pr ácticas en el aula y las estructuras de laescuela, convocar r euniones de enlace entr e la escuela elemental y lasecundaria, y convertir a todos los  pr of esores en mentores de estu-diantes individuales.  Nuestr a exper iencia de los intentos de las escue-las por intr oducir cam bios en demasiados frentes durante los años dela tr ansición, antes de que estuvier an  pre paradas, es que son  presaf ácil del agotamiento y la desilusión, de bido a los esfuer zos r ealiza-dos en vano y a l  poco éxito visible alcanzado.

Otr as  personas desarr ollan a menudo una visión que  podr íamosllamar de -tú nel- y tr atan de simplificar las cosas concentrándose enuna sola estr ategia de cambio cada vez. Quizá tr aten de l levar a ca bogr andes misiones o de desarr ollar  planes estr atégicos, sólo para des-cu brir que las voces que se a lzan en contr a de sus pr o puestas no sonacalladas y que nada de todo eso su pone en último termino ningunadiferencia para el aula (las facultades univer sitar ias de educación, consu adicción al de bate y a la ar gumentación, tienden aún más a come-ter este err or ). O pueden diseñar cambios en la estructura  par a o bli-gar a los profesores a tr a ba jar de manera distinta , y descubrir a l finalque,  por e jemplo, los  prof esor es asignados a estructuras  basadas enequipo no han desarr ollado la suficiente confianza como  par a tr a ba- jar conjuntamente.

Hemos visto que el cambio escolar alcanzado con éxito es necesa-riamente multidimensiona l y exige una atención es pecial a la estruc-tura y a la cultur a, a la política y los o b jetivos, al a prendiza je continuo

2 7 9

 

UN A EDUC ACIÓN PARA EL CAMBIO-----

y la discreción administrativa.  No obstante, cambiarlo todo a la vezsólo  parece  provocar el caos y el agotamiento. A la inversa, efectuarcambios modestos o ado ptar un enfoque limitado  puede s ignificar queal fina l no se intr oduzca cambio alguno, o que ese cambio se veasocavado  por todos aquellos as pectos que han  permanecido inaltera -

 bles en la escuela, que no han sido de bidamente atendidos.

Se trata de una  parado ja  profunda que conduce a muchos líder eseduca tivos a la mayor de las deses peraciones. Pero hay· formas de r esol-ver la : ser a la vez modesto y am bicioso, concentrando y ampliando almismo tiem po los esfuerzos. Al em pezar , es im portante tener en cuen-ta todos los  princi pios del cam bio que hemos r evisado, sin  pr etenderhacer de todos ellos una innovación o incluirlos en un  plan de acción.Estos  princi pios deberían ayudar a conformar el  planteamiento y la ges-tión de los esfuerzos de cambio, y ser un recor datorio constante de quetodo tiene un ef ecto en lo demás. Pero no deben convertir se en esfuer -zos de cambio a islados que  pr etendan tener sentido por sí mismos.

Estas compr ensiones multidimens ionales  pueden ser útiles guías par a los esfuer zos de cam bio, siem pr e y cuando se a pliquen  juntas aámbitos es pecíficos del tr a bajo escolar , como el nivel de grado, laintegración entr e dos o tr es de partamentos de asignatur as, los enla-ces entre las escuelas elementales y las su periores , etcéter a.Habitualmente se  pueden encontrar voluntarios  par a llevar a ca boeste ti po de  pr ogramas; a veces, hasta los miembr os más inverosími-les del  per sona l r esponder án de forma  positiva a las invitaciones a

 partici par activamente. Al r ev isar la  bi bliograf ía so br e este as pecto,Fullan 0994) ha descubierto que:

los focos ais lados de cam bio r eflejan nuevos com portamientos que con-ducen a un nuevo  pensamiento que, finalmente, termina  por empujar haciael cambio a las vie jas estructur as y  pr ocedim ientos . L a gente a pr ende nue-vos com portamientos, so bre todo mediante su inter acción con los demás , noa tr avés de diseños de for mación l ineales. La for mación se construye so br esí misma y ado pta un nuevo im pulso ... La r efor ma r esulta mucho más pode-rosa cuando  pr ofesor es y per sonal de la adm inistr ación em p iezan a trabajaren métodos nuevos , y acaban  por descubrir que es más ef ectivo a lter ar lasestructuras de la escuela que a la inver sa ( pág. 194) .

. . L legar allí· es a lgo que  pro ba blemente se conseguir á me jor fun-damentando el  pensamiento multidimensional en una o más iniciati-vas localizadas. A pr ender y cam biar a raíz de estas inic iativas exigeinvestigación y diálogo sobr e la ef ectividad, a tr avés de líneas de

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10. J,1.f.GAR ALLf

comunicación a biertas con el resto del  per sonal docente, así comocon los estudiantes y los padres. E s necesario cr ear suficientes estruc-tur as or ganizativas que se centren en el diálogo y en la toma de deci-siones  par a  permitir que se  produzca esta comunicación. Eso cr earíael ti po de  política generativa que hemos descrito antes.

Par a llevar a ca bo esta la bor , la constancia es esencial, y la pacien-cia, una virtud. L os r e pr esentantes de la administr ación,  por ejem plo,quizá quieran que los  prof esores enseñen en equipo,  pero no debe-r ían desanimar se si , al  princi pio, sólo se lim itan a  planif icar en equi- po. Tal y como hemos visto en un  pr oyecto actual con  prof esores de7 . Q y 8. Q grados, quizá quier an que éstos desarr ollen un cur rículum in-tegr ado que les  per mita llegar a un acuerdo  para enseñar un conte-nido común,  pero no deber ían desesper ar se si, inicialmente, los  pr o-fesor es sólo llegan a acuerdos 'en lo relativo a princi pios y resultadoscomunes. S i una vez iniciado el diálogo, éste se  puede mantener , sesuele  profundizar en la acción más tarde.

Así  pues, la  parado ja del cambio educativo necesita ser rá pida ylenta a un tiempo, estr echa y amplia, pero no tiene  por qué llevar aldesaliento. Puede convertirse en una paradoja esperanzador a en la que- llegar allí· se logr e mediante la acumulación de iniciativas  pequeñas

 pero significa tivas, conformadas por un pensamiento multidimensiona l ,que conduzca a  profesores y estudiantes no al nirvana de la educación perf ecta para los adolescentes, sino a mejoras significativas en marcha,

en un mundo cuyas imperfecciones pueden resultar estimulantes y losmayor es éx itos se encuentran siempre a la vuelta de la esquina.

Las últimas  pa la br as de este libro han sido escr itas  por uno denosotros en un avión a  punto de aterr izar . La azafata sabe que tr atode terminar el manuscrito durante este vuelo. Hace a penas unmomento, se inclinó y  pr eguntó animosamente: · ¿ Consigue llegaradónde se  pr oponía j- . Ahor a, tanto yo como los otr os autor es hemos-llegado allí-. Pero eso no significa que ya no quer amos ir a ningunaotr a  parte, ya sea desde una  pers pectiva geogr áfica o educativa.Conseguir llegar a muchos -allís- es un trabajo duro,  pero tam biénconstituye un gr an aliciente, y así debería ser  para los estudiantesadolescentes y par a quienes les enseñan, en la misma medida en quelo ha sido  par a nosotros. Tenga el valor de viajar hacia nuevos y esti-mulantes destinos, donde la escolarización  puede ofrecer un as pectomuy diferente, tanto par a usted como para sus estudiantes. Su per e losobstáculos o sortéelos, Disfrute del via je. L legar allí le supondr á másde la mitad de la diversión , y habr á valido la  pena  par a todos.

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Una educaci6 n para el cambio

se imprimió en los talleres deLiberduplex

con domicilio enCons titución, 19 - 08014 Barcelona - Es paña

durante el mes de octubre de 2000.El tiraje fue de 30 000 ejemplares.