F. Cobo Martínez, B. Gil Extremera y A. Maldonado Martín

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MEDICINA CLÍNICA. VOL. 114. NÚM. 19. 2000

gilia-sueño reales (que no tienen por qué coin-cidir con los referidos por el paciente), la cali-dad del sueño del paciente, los hábitos tóxicosno reconocidos o la propia relación médico-paciente. Esta última es fundamental para po-der inferir mejor las otras variables y, así, to-mar decisiones diagnósticas y terapéuticasadecuadas.

Ernest Vinyoles y Mariano de la Figuera

CAP La Mina. Unitat Docent de Medicina Familiar i Comunitària de Barcelona.

1. Cobo F, Gil B, Maldonado A, Luna JD, Muñoz F,Huertas F et al. Presión arterial nocturna y facto-res de riesgo cardiovascular en pacientes con hi-pertensión arterial. Med Clin (Barc) 2000; 114:85-88.

2. Vinyoles E, De la Figuera M, Ferrer-Vidal D. Co-municación a la XV Reunión Nacional de la Ligapara la Lucha contra la Hipertensión Arterial: «In-tervalos horarios sueño-vigilia en la monitorizaciónambulatoria de la presión arterial (MAPA): ¿fijospor igual en todos los hipertensos o a cada hiper-tenso su intervalo?» Santiago de Compostela: del18 al 21 de mayo de 1994.

3. Vinyoles E, Garaikoetxea A, De la Figuera M. Re-producibilidad de la curva tensional nocturna enpacientes hipertensos. 4.a Reunión Nacional, So-ciedad Española de Hipertensión, Liga Españolapara la Lucha contra la Hipertensión Arterial. Hi-pertensión 1999; 16 (Supl): 172.

4. Omboni S, Parati G, Palatini P, Vanasia A, Muie-san ML, Cuspidi C et al. Reproducibilidad y valorclínico de la hipotensión nocturna: evidenciasprospectivas del estudio SAMPLE. IberoamericanJournal of Hypertension 1998; 3: 459-464.

5. Roca-Cusachs A. La presión arterial, la luna, lasestrellas... Med Clin (Barc) 2000; 114: 91-93.

Gasto energético y anorexia nerviosa

Gasto energético; Anorexia nerviosa.

Sr. Editor: Uno de los problemas médicosmás importantes de los adolescentes y adultosjóvenes es el de la anorexia nerviosa. Este tras-torno de la conducta alimentaria está alcan-zando niveles epidémicos y afecta, sobre todo,a mujeres de países occidentales. Es de causadesconocida, aunque se conocen múltiplesfactores que influyen en su aparición, entre loscuales, la moda, divulgada con profusos me-dios visuales, ocupa un lugar preferente1-3.El tratamiento de esta enfermedad debe sus-tentarse en neurolépticos y ansiolíticos y en larecuperación nutricional del paciente, con fre-cuencia gravemente desnutrido, lo cual expli-

ca las causas de muerte en este tipo de enfer-mos. La nutrición se llevará a cabo mediantela administración de una dieta suficiente encalorías, principios inmediatos, minerales y vi-taminas y se completará con una disminuciónde la actividad física, especialmente tras lascomidas, con el fin de reducir el gasto energé-tico diario del paciente4-8. Sin embargo, a me-nudo, se olvida cuantificar realmente la ener-gía perdida cuando el paciente camina opasea, ya sea por el pasillo del hospital o en supropio domicilio.

Hemos podido verificar y valorar el gasto energético re-alizado por las dos últimas pacientes con anorexia ner-viosa ingresadas en nuestra unidad. La primera pacien-te recorría el pasillo del hospital 4,8 km en una hora, locual supone 28,8 km recorridos en las 8 h que esta pa-ciente caminaba a esta velocidad. Comprobamos quepresentaba un gasto energético por esta actividad dealrededor de 1.200 kcal/día, lo cual puede suponer lapérdida del 50% de la energía necesaria para cubrirsus necesidades. La segunda paciente mantenía lamisma velocidad y caminaba el mismo número de ho-ras; sin embargo, dado que su peso corporal era me-nor, su pérdida calórica suponía unas 1.000 kcal/día.

Ambos casos son ejemplos que demuestran laexistencia de situaciones no bien valoradassiempre por los profesionales que atendemosa estos pacientes, que se valen, además, demúltiples artimañas para dejar de comer o in-crementar su gasto energético. En definitiva,hay que tener en cuenta esta posibilidad enaquellos pacientes que no ganan peso sufi-cientemente y no se encuentra una explica-ción satisfactoria que lo justifique.

Jesús Fleta Zaragozano

Unidad de Escolares y Adolescentes. Departamento de Pediatría.

Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa. Zaragoza.

1. Garner DM. Pathogenesis of anorexia nervosa.Lancet 1993; 341: 1631-1634.

2. Becker AE, Grinspoon SK, Klibanski A, HerzogDB. Eating disorders. N Engl J Med 1999; 340:1092-1098.

3. Morandé G. Trastornos de la conducta alimentariaen adolescentes: ¿una epidemia? An Esp Pediatr1998; 48: 229-232.

4. Fleta J, Tello LM, Velilla M, Jiménez A, Bueno M.Aspectos nutricionales de la anorexia nerviosa.Rev Esp Pediatr 1999; 55: 523-532.

5. Mardomingo MJ. Tratamiento farmacológico delos trastornos de la alimentación. Acta Pediatr Esp1999; 57: 208-216.

6. Bueno M, Velilla M, Jiménez A, Fleta J. Trastornosde la conducta alimentaria. Medicine (Madr)1999; 7: 6234-6239.

7. Lázaro L, Toro J, Canalda G, Castro J, Martínez E,Puig J. Variables clínicas, psicológicas y biológicasen un grupo de 108 pacientes adolescentes conanorexia nerviosa. Med Clin (Barc) 1996; 107:169-174.

8. Bueno M, Sarría A, Moreno L, Fleta J. Nutrition ineating disorders: anorexia nervosa and bulimia.En: Ghraf R et al, editores. Infant nutrition in spe-cial situations. Madrid: Ergón, 1995; 111-118.

Salpingitis bilateral por Haemophilusinfluenzae en una paciente sin factoresde riesgoSalpingitis; Haemophilus influenzae.

Sr. Editor: Haemophilus influenzae es un ba-cilo gramnegativo colonizante habitual de lasvías respiratorias superiores especialmente enniños. De forma esporádica, se han descritoinfecciones ginecológicas como la salpingitis oendometritis por este microorganismo asocia-

Sr. Editor: En respuesta a la carta de Vinyolesy De la Figuera, queremos manifestar lo si-guiente:La actividad física, además de otras variables,también fue estudiada y tenida en cuenta ennuestro trabajo, pero debido a las limitacionesen la extensión no se incluyeron en él. Los re-sultados que obtuvimos en este capítulo nomostraban diferencias significativas entre hi-pertensos dipper y no dipper. A pesar de quees verdaderamente difícil estandarizar esta va-riable (ejercicio físico), tras una anamnesis ex-haustiva agrupamos a nuestros pacientes enaquellos que realizaban ejercicio físico nor-mal/moderado y los que preferentemente te-nían una vida sedentaria.Encontramos 31 (62%) hipertensos dipperfrente a 28 (56%) no dipper que realizabanejercicio físico normal/moderado (tabla 1). Apesar de lo realmente subjetivo de esta varia-ble, logramos constatar que en ningún caso elejercicio físico realizado era excesivo, por loque consideramos que el hallazgo de una ma-yor frecuencia cardíaca en los hipertensos dip-per no parece estar en relación con la activi-dad física, por lo menos en los pacientesincluidos en este estudio.En cuanto a la conveniencia de individualizarlos períodos vigilia-sueño, si bien la tendenciaactual es a individualizarlos y a definirlos aposteriori1, consideramos que no resulta fácil,pues incluso en cada individuo se producenvariaciones y oscilaciones en estos períodosque hacen difícilmente reproducibles estos es-tudios. Debido a estas dificultades, en nuestrotrabajo decidimos utilizar el período que pro-porciona el documento de consenso de 19902,que aconseja dar al período nocturno una du-

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TABLA 1

Distribución de frecuencias respecto a la actividad física

SedentarismoEjercicio normal

Total/moderado

No dipper 22 (44%) 28 (56%) 50Dipper 19 (38%) 31 (62%) 50

Total 41 (41%) 59 (59%) 100

ración media de 9 (DE, 2) horas (entre las23.00 y las 07.00 h). Siguiendo este crite-rio, todos nuestros pacientes se adecuaban aeste período, y no hubo ninguno con ciclos vi-gilia/sueño invertidos que obligaran a indivi-dualizarlos. Además, en un principio no nosplanteamos ese objetivo en el estudio, y com-probamos mediante búsqueda bibliográficaque otros autores como Marín Ballvé et al3 yahabían obtenido estos resultados discordantescomparando el período nocturno prefijado conel período de sueño individualizado.En otro orden de cosas, consideramos que la re-petición del registro de monitorización ambulato-ria de presión arterial (MAPA) debe realizarsepreferentemente en aquellos casos en que sehaya producido un fallo en la técnica o en losque los resultados sean dudosos. De otro modo,además de variar las condiciones de dicha moni-torización y disminuir la reproducibilidad, au-mentamos los costes, la incomodidad para el en-fermo, y se prolongarían los tiempos de estudio. Por otro lado, en nuestra unidad nos plantea-mos la repetición de la MAPA en este mismogrupo de hipertensos para realizar un segui-miento, con el propósito de confirmar el mayorgrado de afectación visceral en los pacientesno dipper, en un futuro no muy lejano.

Fernando Cobo Martínez, Blas Gil Extremera y Antonia Maldonado Martín

Unidad de Hipertensión y Lípidos. Servicio de MedicinaInterna A. Hospital Clínico San Cecilio. Granada.

1. Gatzka CD, Schmieder RE. Improved classificationof dippers by individualized. Analisis of ambula-tory blood pressure profiles. Am J Hypertens1995; 8: 666-671.

2. Consensus document on non-invasive ambulatoryblood pressure monitoring. J Hypertens 1990; 8(Supl): 135-140.

3. Marín Ballvé A, Cía Gómez P, Martínez-BerganzaAsensio A, Boldora Aguar R, Mozota Duarte J, Ri-vas Jiménez M et al. Período de sueño individuali-zado frente a protocolizado en la MAPA. Su rela-ción con el daño de órgano diana. Hipertensión1997; 14: 151-156.