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DOCE ESCALONES PARA SER HUMILDE
Felipe Santos
LA ALEGRIA DE SER HUMILDE, EL
EJEMPLO DE MARIA
El cristiano que logra sentir alegría de ser
humilde ante Dios y los hombres, se regocija
en gozo, porque sabe que Dios se digna en
utilizarle para beneficio de sí mismo y todos
los hombres. Es un gran favor el que nos hace
Dios al regalarnos la virtud de la humildad,
por cuanto nos debemos alegrar por esto y los
muchos favores que no merecemos y que nos
regala Dios.
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María dijo: Mi alma canta la grandeza del
Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en
Dios, mi Salvador, porque él miró con
bondad la pequeñez de su servidora. En
adelante todas las generaciones me llamarán
feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí
grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su
misericordia se extiende de generación en
generación sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los
soberbios de corazón. Derribó a los
poderosos de sus tronos, y elevó a los
humildes. (Lc 1, 39-56)
El fragmento del evangelio, nos presenta el
cántico de María, El Magníficat, responde a
una explosión de júbilo en Dios, incubada
desde que se había realizado en ella el
misterio de la encarnación. Este canto es la
una expresión elevadísima del alma de María,
donde las lágrimas de alegría, gozo y
esperanzas, se encierran en su Corazón,
porque él miró con bondad la pequeñez de su
servidora. La humildad de la Virgen María,
es la causa de su grandeza, se humilla hasta
en lo más ínfimo y Dios la eleva a lo más alto
de la dignidad. La alabanza que hace María a
Dios por la elección que hizo en ella,
engrandeciendo a Dios, ella esta
profundamente agradecida, entonces le
bendice y le celebra.
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María atribuye esta obra a la pura bondad de
Dios, que miró la humanidad de su esclava.
Fue pura elección de Dios, que se fijó en una
mujer de condición social desapercibida,
aunque de la casa de David.
En adelante todas las generaciones me
llamarán feliz, por esa dignidad tan grande a
la cual María fue elevada. Desplegó la fuerza
de su brazo, dispersó a los soberbios de
corazón., Con esta metáfora, se expresa el
poder de Dios, que aplasta a los soberbios y
exalta a los humildes. Derribó a los
poderosos de sus tronos, y elevó a los
humildes, como enseñándonos a todos, que si
queremos ser grande a los ojos de Dios y ser
amados por El, debemos ser humildes ante
los hombres, reconociendo nuestra pequeñez
y miseria. Esta imagen celebra cómo Dios
quita a los poderosos de sus tronos y ensalza
a los que no son socialmente poderosos.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió
a los ricos con las manos vacías. Así María,
se coloca en la línea de todos los que son
pequeños y humildes, los hambrientos de
Israel, los que están vacíos de si mismos,
pero llenos de Dios.
La humildad nace en el alma que está
sinceramente maravillada del conocimiento y
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las experiencias de Dios, su grandeza y su
gran amor por los hombres.
Hemos de meditar en el ejemplo Maria como
sierva de Dios. Maria alaba a Dios por la
elección que hizo en ella, reconoce la
Providencia de Dios en el gobierno del
mundo. La clave de la humildad, es saber que
el mundo no gira y no esta a nuestra
disposición y que nosotros estamos a
disposición primero de Dios, luego de los
demás.
DEVENIR HUMILDE
1 Hermanos, la santa Biblia nos dice con
fuerza: « El hombre que se ensalza será
humillado y el que se humilla será enaltecido»
(Luc 14, 11).
2 Esta palabra nos muestra esto: cada vez que
uno se engrandece, se es de alguna manera un
orgulloso.
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3 El Profeta dice que desconfía de eso: «
Señor, no tengo el corazón altanero. No miro a
los demás con menosprecio. No he buscado
grandes cosas ni maravillas que me
sobrepasan. »
4 ¿Por qué pues? « Mira: si mi corazón no es
humilde, si quiero hacerme el grande, me vas a
tratar como a un niño al que su madre no
alimenta ya con su leche» (Salmo 130, 1-2).
5Entonces, hermanos, si queremos llegar a lo
más alto de la humildad y a la altura del cielo,
el único medio de llegar, es llevar una vida
humilde en la tierra.
6 Para eso, debemos levantar la escalera de
Jacob y subir a lo más alto de nuestras
acciones. Sí, mientras que él dormía, Jacob vio
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a los ángeles bajar y subir a lo largo de esta
escalera (Gn 28, 12).
7 Descender y subir, es seguro, y quiere decir
esto: cuando se hace grande, se desciende;
cuando se hace pequeño, se sube.
8 Esta escalera que está de pie, es nuestra
vida en la tierra. Y cuando nuestro corazón es
humilde, el Señor levanta nuestra vida hasta el
cielo.
9 En nuestra opinión, los dos lados de la
escalera representan nuestro cuerpo y nuestra
alma. Hay varios peldaños entre estos lados.
Son los peldaños de la humildad y de una
buena conducta. Es Dios quien los ha fijado y
nos invita a subirlos.
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El PRIMER ESCALÓN
Huye del olvido, Dios te mira
10 El primer escalón de la humildad de una
persona, que tiene ante sí el respeto confiado
hacia el Señor, es huir absolutamente del
olvido.
11 Se acuerda en todo momento de lo que Dios
manda. Piensa sin cesar: los que desprecian a
Dios estarán lejos de él para siempre a causa
de sus pecados, y un gran sufrimiento los
quemará como el fuego. Al contrario, los que lo
respetan con confianza Dios los prepara para
vivir con él para siempre.
12 En todo momento, esta persona evita los
pecados y los defectos graves: los de
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pensamiento, lengua, manos, pies, de la
voluntad egoísta. Evita también los malos
deseos del cuerpo.
13 El hombre debe estar completamente
seguro que en cada instante Dios lo mira desde
los cielos. Por todas partes, Dios ve lo que
hace el hombre y sin cesar los ángeles le dan
cuenta.
Vigila tus pensamientos
14 El Profeta nos hace ver eso. Muestra que
Dios está siempre presente en nuestros
pensamientos y dice: « Dios mira en lo más
profundo de los corazones» (Salmo 7, 10).
15 Y más todavía: « El Señor conoce los
pensamientos de los hombres» (Salmo 93, 11).
16 También dice: « De lejos, conoces mis
pensamientos»(Salmo 138, 3).
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17 Y: « Los pensamientos del hombre son muy
claros para ti» (Salmo 75, 11).
18 Entonces, para vigilar sus pensamientos, la
verdadera persona dirá siempre en su corazón:
« Estaré sin falta delante de Dios, si presto
atención a no pecar» (Salmo 17, 24).
Vigila tu voluntad
19 Dios nos prohíbe seguir nuestra voluntad
egoísta. La Biblia nos dice: «Vuelve la espalda
a tus voluntades» (Eclesiástico 18, 30).
20 Y en la oración del Señor nos preguntamos:
« Haz que tu voluntad se realice en nosotros »
(Mateo 6, 10).
21 Con razón se nos enseña a no hacer
nuestra voluntad. Prestemos atención a las
palabras de la Biblia: «Algunos caminos
parecen rectos a los hombres. Sin embargo,
nos alejan de Dios para siempre » (Pr 16, 25).
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22 Tengamos miedo de esta palabra que la
Biblia dice a los negligentes: « A fuerza de
hacer sus voluntades, se han convertido en
malos y totalmente corrompidos» (Salmo 13,
1).
Vigila tus deseos
23 Cuando nos tienten los malos deseos del
cuerpo, creamos firmemente que Dios está
siempre cerca de nosotros. En efecto, el
Profeta dice al Señor: « Todo mi deseo está
ante ti » (Salmo 37, 10).
24 Por eso debemos desconfiar del deseo
malo. Sí, la muerte está ahí, justo a la entrada
del camino que lleva a los placeres.
25 A causa de eso, la Biblia nos da este
mandamiento: « No sigas los malos deseos»
(Eclesiástico 18, 30).
Sé vigilante ,pues Dios te mira
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26 « Por tanto, los ojos del Señor miran con
atención a los buenos y a los malvados»
(Proverbios 15, 3).
27 « Desde el cielo, el Señor mira siempre a los
hijos de los hombres para ver si hay alguno
sabio que busque a Dios» (Salmo 13, 2).
28 Y los ángeles que están encargados de
velar por nosotros presentan sin cesar todos
nuestros actos al Señor, día y noche.
29 Así pues, hermanos, desconfiemos. Como
el Profeta dice en el Salmo, Dios podría
sorprendernos en un momento cayendo en
pecado y ser malas personas (Salmo 13, 3).
30 Es paciente con nosotros actualmente
porque es bueno, y espera que seamos
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mejores. Pero, más tarde, nos dirá quizá: «
Mira lo que has hecho, y no he dicho nada»
(Salmo 49, 21).
El SEGUNDO ESCALÓN
31 El segundo escalón de la humildad para una
persona, es detestar su voluntad egoísta. Por
eso ya no le gusta satisfacer sus deseos.
32 Al contrario, imita mediante sus acciones al
Señor quien dijo: «No he venido para hacer mi
voluntad, sino la del que me ha enviado» (Jn 6,
38).
33 Se ha escrito: «Hacer su voluntad lleva
consigo el castigo. Estar obligado a obedecer a
otro hace ganar la recompensa» (Hechos de
los Mártires).
EL TERCER ESCALÓN
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34 El tercer escalón de la humildad para una
persona, es obedecer perfectamente a un
superior porque así se ama a Dios. Por eso se
imita a Cristo. En efecto, el apóstol Pablo dice
del Señor: «Quiso obedecer hasta la muerte»
(Flp 2, 8).
EL CUARTO ESCALÓN
35 El cuarto escalón de la humildad para ti, es,
en este camino de obediencia, ser muy
paciente, con un corazón que guarde el
silencio, incluso cuando se le manden cosas
penosas y contrarias, incluso si hay que sufrir
la injusticia.
36 Es también no perder el valor y echarse
para atrás cuando hay que soportar todo eso.
La Biblia dice: « El que se mantenga fiel hasta
el final, ése se salvará» (Mt 24, 13).
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37 Y todavía más: « Fortalece tu corazón y
espera en el Señor» (Salmo 26, 14).
38 La Biblia quiere mostrar esto: el que cree en
Dios debe soportarlo todo por el Señor, incluso
las cosas que no le gusten. Por eso dice a los
que sufren: « Por tu causa, se nos condena a
muerte todos los días.
Se nos trata como ovejas a las que se va a
sacrificar en seguida» (Salmo 43, 22 ;
Romanos 8, 36)
39 Pero estos hermanos están completamente
seguros de la recompensa que esperan de
Dios. Y, llenos de alegría, añaden: «En todos
estos sufrimientos, llevamos la victoria por
causa del que nos ha amado» (Romanos 8,
37).
40 En otro lugar, la Biblia afirma: « Oh Dios,
nos has puesto a prueba, nos has hecho pasar
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por el fuego, como se pasa la plata por el
fuego. Nos has hecho caer en la trampa. En
nuestra espalda has colocado pesos pesados»
(Salmo 65, 10-11).
41 Y para mostrar que debemos estar bajo la
autoridad de un superior, la Biblia continúa
diciendo: « Ha puesto a hombres por encima
de nuestras cabezas» (Salmo 65, 12).
42 Por obediencia es como las personas
cumplen el mandamiento del Señor en medio
de sufrimientos e injusticias. Se les golpea en
una mejilla y ellos presentan la otra. Se le quita
el vestido, y dan el que les queda. Se les pide
que hagan un kilómetro, y hacen dos (Mt 5, 39-
41).
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43 Con el apóstol Pablo, soportan a los falsos
hermanos (2 Corintios 11, 26). Y a quienes les
maldicen , responden con bendiciones (1
Corintios 4, 12).
EL QUINTO ESCALÓN
44 El quinto escalón de la humildad, es
confesar humildemente al confesor los malos
pensamientos que vienen al corazón o las
faltas cometidas en secreto, sin ocultarle nada.
45 La Biblia nos invita a hacer eso cuando dice:
« Descubre tu conducta al Señor y espera en
él» (Salmo 36, 5).
46 También dice: « Confiesa tus faltas al
Señor, porque es bueno y su ternura dura
siempre» (Salmo 105,1).
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47 El Profeta dice: « Te he dado a conocer mi
pecado y no he ocultado mis faltas.
48 He dicho: En voz alta presentaré mis faltas
ante ti, Señor, y tú has perdonado mi corazón
culpable» (Salmo 31, 5).
EL SEXTO ESCALÓN
49 El sexto escalón de la humildad, es estar
contento con la condición más alta, normal o
baja. Todo lo que se le ordene que haga,
piensa que es alguien malo e incapaz.
50 Dice con el profeta: « No soy absolutamente
nada. Soy como una bestia ante ti. Sin
embargo, yo siempre estoy contigo» (Salmo 72,
22-23).
EL ESCALÓN SÉPTIMO
51 El séptimo escalón de la humildad, no es
solamente decir con la boca: «Soy el último y el
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más miserable de todos», es también creerlo
en lo profundo del corazón.
52 La persona se hace pequeña con el Profeta:
« Y soy un gusano y no un hombre. La gente
se burla de mí, el pueblo me rechaza» (Salmo
21, 7).
53 « Me he elevado, después se me ha
abajado, y estoy cubierto de vergüenza»
(Salmo 87, 16).
54 El profeta dice más: « Me has abajado. Para
mí, es una buena cosa. Así, aprendo tus
mandamientos» (Salmo 118, 71).
EL OCTAVO ESCALÓN
55 El octavo escalón es seguir los
mandamientos y ningún otro.
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EL NOVENO ESCALÓN
56 El noveno escalón de la humildad, es
controlar la lengua, guardar el silencio y
callarse hasta que le pregunte.
57 En efecto, la Biblia enseña esto: « Cuando
se habla mucho, no se evita el pecado»
(Proverbios 10, 19).
58 Y: « El charlatán no sabe comportarse en
esta tierra» (Salmo 139, 12).
EL DÉCIMO ESCALÓN
59 El décimo escalón de la humildad, es no reír
a tontas y a locas. La Biblia dice: «Es el
hombre estúpido el que se ríe así»
(Eclesiástico 21, 23).
EL ESCALÓN ONCE
60 El escalón once de la humildad, es hablar
suavemente y sin reír, humildemente, con
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pocas palabras y que tengan sentido. Nunca
dará gritos.
61 Alguno dice: «Se reconoce a un hombre
sabio por lo poco que dice. »
EL ESCALÓN DOCE
62 El escalón doce de la humildad, es no
solamente ser humilde en el corazón, sino
mostrarlo con la actitud ante los que lo ven
vivir.
63 Durante la jornada, inclina alguna que otra
vez la cabeza a la tierra para darte cuenta de
que te puede ayudar a ser humilde.
64 En todo momento pide perdón de sus
pecados y piensa que está ante el tribunal de
Dios.
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65 En su corazón repite las palabras del
publicano del Evangelio. Decía mirando a la
tierra: « Señor, no soy digno de levantar los
ojos hacia el cielo, porque soy pecador» (Luc
18, 13).
66 Con el profeta dice también: «Estoy
encorvado y soy muy pequeño» (Salmo 37, 7 et
9).
67 Así pues, cuando la persona ha subido
todos los escalones de la humildad, llega
pronto a amar a Dios con un amor perfecto. Y
cuando el amor de Dios es perfecto, echa fuera
el miedo (1 Jn 4, 18).
68 Cuando la persona ama de este modo, todo
lo que hacía antes con algún miedo, comienza
a practicarlo sin ninguna pena, como si fuera
natural y por costumbre.
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69 Ya no es porque tenga miedo de estar lejos
de Dios para siempre, sino porque ama a
Cristo, ha tomado buenas opciones y goza de
la dulzura de hacer el bien.