Capitulo 08

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CAPITULO 8 ANTICOLINESTERASAS Palmer Taylor Este capítulo se dedica a las sustancias que prolongan la existencia de la acetilcolina des- pués de su descarga desde las terminaciones nerviosas colinérgicas. Tales sustancias inhi- ben a la acetilcolinesterasa, que se concentra en las regiones sinápticas y es la causa de la hidrólisis rápida de la acetilcolina. Las anticolinesterasas tienen utilidad terapéutica para tratar el glaucoma y otras indicaciones oſtalmológicas (cap. 65), facilitar la motilidad gas- trointestinal y vesical (cap. 38), e influir en la actividad a nivel de la unión neuromuscular del músculo estriado, aspecto conveniente en la miastenia grave. Podría ser una aplicación naciente el empleo de anticolinesterasas en la enfermedad de Alzheimer (cap. 22). El trata- miento con antídotos contra los efectos tóxicos de los inhibidores de la colinesterasa que se emplean como insecticidas y agentes en la guerra química tiene por finalidad bloquear los efectos de la estimulación excesiva de la acetilcolina y reactivar a la enzima inhibida. En los capítulos 7 y 9, respectivamente, se analiza la modcación de la actividad a nivel de las sinapsis colinérgicas mediante activación o bloqueo de los receptores colinérgicos mus- carínicos o nicotínicos. En el capítulo 6 se describe la función de la acetilcolines- terasa (AChE) para suprimir la acción de la acetilcolina (ACh) en las uniones de diversas terminaciones nerviosas colinérgicas con sus órganos efectores o en los sitios posinápticos. Los fármacos que inhiben a la AChE se de- nomjnan anticolinesterasas (anti-ChE) y hacen que se acu- mule ACh a nivel de los sitios receptores colinérgicos y, por tanto, pueden producir efectos equivalentes a la esti- mulación excesiva de los receptores colinérgicos a lo lar- go de los sistemas nerviosos central y periférico. En vista de la distribución generalizada de las neuronas colinérgicas, no es de extrañar que los agentes anti-ChE hayan recibi- do, como grupo, aplicación extensa como agentes tóxicos, en la forma de insecticidas agrícolas y de "gases nervio- sos" de la guerra química. De todas maneras, diversos com- puestos pertenecientes a esta clase se emplean mucho como sustancias terapéuticas; se han aprobado otros en el trata- miento de la enfermedad de Alzheimer o se encuentran en pruebas clínicas a este respecto. Antes de la Segunda Guerra Mundial, sólo se conocían en general los agentes anti-ChE "reversibles", cuyo ejem- plo más sobresaliente es la fisostigmina. Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, y durante la misma, Schrader, de 1. G. Farbenindustrie, desarrolló sobre todo una clase relativamente nueva de productos químicos muy tóxicos, los organofostos, primero como insecticidas agrícolas y más tarde como agentes potenciales de la guerra química. La toxicidad extrema de estos compuestos se debe a la inactivación "irreversible" de la AChE, lo que dio por re- sultado actividad inhibidora duradera. Como las acciones farmacológicas de ambas clases de agentes anti-ChE son similares desde el punto de vista cualitativo, se tratarán aquí como grupo. En el capítulo 9, se describen algunos efectos de los agentes anti-ChE y sus interacciones con otros fármacos a nivel de los ganglios autonómicos y de la unión neuromuscular. Historia. fisostigmina. Hamada también eserina, -es un alcaloide obtenido del Calabar o nuez de ordalía, semilla cruda desecada de Physostigma venellosufIl Balfour, planta perenne que se encuentra en la parte tropical de Africa Occidental. El haba de Calaba" llamada también nuez de Esére o nuez de Etu Esére, era empleada por las tribus nativas de Africa Occidental como "veneno de ordalía" en sus ritos de brujería. Daniel!, oficial médico inglés residente en Calabar, fue el que llevó el haba de este nombre a Inglaterra en 1840, y Christioson (1855), Fraser (1863) Y Argyll-Robertson (1863) fueron los pri- meros en efectuar las investigaciones sobre sus propiedades far- macológicas. Jobst y Hesse aislaron en 1864 un alcaloide puro, y lo denominaron fisostigmina. Laqueur fue el primero en dar aplicación terapéutica a este fármaco en 1877 para tratar el glau- coma, que es uno de sus usos actuales. Karczmar ( 1 970) Y Holms- tedt (1 972) han publicado revisiones interesahtes sobre la histo- ria de l a fisostigmina. Como resultado de l a ihvestigación básica de Stedman y cola- boradores ( 1 929a, 1929b) para aclarar las bases químicas de la actividad de la físostigmina, otros iniciaron investigaciones sis- temáticas de una serie de ésteres fenílicos sustituidos de los áci- dos alquilcarbámicos. La neostigmina, el miembro más pro- misorio de esta serie, fue incluida en la terapéutica en 1931 por su acción estimulante del tubo intestir.al. Más tarde se informó su eficacia en el tratamiento sintomático de la miastenia grave. Llama la atención que el primer infonne sobre la síntesis de un compuesto muy potente de la serie organofosforada de anti- 171 Digitalizado para www.apuntesmedicos.com.ar www.apuntesmedicos.com.ar

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CAPITULO 8

ANTICOLINESTERASAS

Palmer Taylor

Este capítulo se dedica a las sustancias que prolongan la existencia de la acetilcolina des­pués de su descarga desde las terminaciones nerviosas colinérgicas. Tales sustancias inhi­ben a la acetilcolinesterasa, que se concentra en las regiones sinápticas y es la causa de la hidrólisis rápida de la acetilcolina. Las anticolinesterasas tienen utilidad terapéutica para tratar el glaucoma y otras indicaciones oftalmológicas (cap. 65), facilitar la motilidad gas­trointestinal y vesical (cap. 38), e influir en la actividad a nivel de la unión neuromuscular del músculo estriado, aspecto conveniente en la miastenia grave. Podría ser una aplicación naciente el empleo de anticolinesterasas en la enfermedad de Alzheimer (cap. 22). El trata­miento con antídotos contra los efectos tóxicos de los inhibidores de la colinesterasa que se emplean como insecticidas y agentes en la guerra química tiene por finalidad bloquear los efectos de la estimulación excesiva de la acetilcolina y reactivar a la enzima inhibida. En los capítulos 7 y 9, respectivamente, se analiza la modificación de la actividad a nivel de las sinapsis colinérgicas mediante activación o bloqueo de los receptores colinérgicos mus­carínicos o nicotínicos.

En el capítulo 6 se describe la función de la acetilcolines­terasa (AChE) para suprimir la acción de la acetilcolina (ACh) en las uniones de diversas terminaciones nerviosas colinérgicas con sus órganos efectores o en los sitios posinápticos. Los fármacos que inhiben a la AChE se de­nomjnan anticolinesterasas (anti-ChE) y hacen que se acu­mule ACh a nivel de los sitios receptores colinérgicos y, por tanto, pueden producir efectos equivalentes a la esti­mulación excesiva de los receptores colinérgicos a lo lar­go de los sistemas nerviosos central y periférico. En vista de la distribución generalizada de las neuronas colinérgicas, no es de extrañar que los agentes anti-ChE hayan recibi­do, como grupo, aplicación extensa como agentes tóxicos, en la forma de insecticidas agrícolas y de "gases nervio­sos" de la guerra química. De todas maneras, diversos com­puestos pertenecientes a esta clase se emplean mucho como sustancias terapéuticas; se han aprobado otros en el trata­miento de la enfermedad de Alzheimer o se encuentran en pruebas clínicas a este respecto.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, sólo se conocían en general los agentes anti-ChE "reversibles", cuyo ejem­plo más sobresaliente es la fisostigmina. Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, y durante la misma, Schrader, de 1. G. Farbenindustrie, desarrolló sobre todo una clase relativamente nueva de productos químicos muy tóxicos, los organofosfatos, primero como insecticidas agrícolas y más tarde como agentes potenciales de la guerra química. La toxicidad extrema de estos compuestos se debe a la inactivación "irreversible" de la AChE, lo que dio por re­sultado actividad inhibidora duradera. Como las acciones farmacológicas de ambas clases de agentes anti-ChE son

similares desde el punto de vista cualitativo, se tratarán aquí como grupo. En el capítulo 9, se describen algunos efectos de los agentes anti-ChE y sus interacciones con otros fármacos a nivel de los ganglios autonómicos y de la unión neuromuscular.

Historia. La fisostigmina. Hamada también eserina, -es un alcaloide obtenido del Calabar o nuez de ordalía, semilla cruda desecada de Physostigma venellosufIl Balfour, planta perenne que se encuentra en la parte tropical de Africa Occidental. El haba de Calaba" llamada también nuez de Esére o nuez de Etu Esére, era empleada por las tribus nativas de Africa Occidental como "veneno de ordalía" en sus ritos de brujería.

Daniel!, oficial médico inglés residente en Calabar, fue el que llevó el haba de este nombre a Inglaterra en 1840, y Christioson (1855), Fraser (1863) Y Argyll-Robertson (1863) fueron los pri­meros en efectuar las investigaciones sobre sus propiedades far­macológicas. Jobst y Hesse aislaron en 1864 un alcaloide puro, y lo denominaron fisostigmina. Laqueur fue el primero en dar aplicación terapéutica a este fármaco en 1877 para tratar el glau­coma, que es uno de sus usos actuales. Karczmar ( 1970) Y Holms­tedt (1 972) han publicado revisiones interesahtes sobre la histo­ria de la fisostigmina.

Como resultado de la ihvestigación básica de Stedman y cola­boradores ( 1929a, 1929b) para aclarar las bases químicas de la actividad de la físostigmina, otros iniciaron investigaciones sis­temáticas de una serie de ésteres fenílicos sustituidos de los áci­dos alquilcarbámicos. La neostigmina, el miembro más pro­misorio de esta serie, fue incluida en la terapéutica en 1931 por su acción estimulante del tubo intestir.al. Más tarde se informó su eficacia en el tratamiento sintomático de la miastenia grave.

Llama la atención que el primer infonne sobre la síntesis de un compuesto muy potente de la serie organofosforada de anti-

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172 Sección II F armacos con acciones en las uniones sinapticas y neumefectoras

ChE, el tetraetilpirofosfato (TEPP) haya sido publicado por Clermont en J 854, 10 años antes del aislamiento de la fisos­tigmina. Más notable aún es que el investigador viviera para informar del sabor del compuesto tras haberlo probado; bastan unas gotas para que sea lelal. Las investigaciones modernas de los compuestos organofosforados datan de la publicación de 1932 de Lange y Krueger acerca de la síntesis de los dimetil y dietilfos­forofluoridatos. Al parecer, resultó cruciai la afirmación de los autores de que la inhalación de estos compuestos producía una sensación persistente de ahogamiento y visión borrosa, para que Schrader empezara a explorar la actividad insecticida de las sus­tancias de esta dase,

Tras la sintesis de casi 2 000 compuestos, Schrader (1952) definió los requisitos estructurales para la actividad insecticida (y, como se supo a continuación, para las anti-ChE) (véase más adelante; Gallo y Lawryk, 1991). Otro compuesto de esta serie inicial, elparatión (un fosfotionato) se convirtió más tarde en el insecticida más utilizado de esta clase. El malatión. que se em­plea mucho, contiene también el enlace P=S que se encuentra en el paratión. Antes de la Segunda Gut!rra Mundial y durante la misma, los esfuerzoS" del grupo de Schrader se dedicaron al de­sarrolle de sustancias para la guerra química. El gobierno ale­mán guardó en secreto la síntesis de d'lversos compuestos de mucho mayor toxicidad que el paratión, como sarín. sumán y tabún. Los investigadores de los países aliados siguieron tam­bién las direcciones establecidas por Lange y Krueger en la bús­queda de compuestos potencialmente tóxicos; el diisopropilfosfo­rofluorhidrato (dlÍsopropilfluorofosfato; DFP), sintetizado por McCombie y Saunders (1946), fue el compuesto organofosforado más estudiado por los científicos ingleses y estadounidenses.

En el decenio de 1950, se sintetizó una serie de carbamatos heterocícJicos, aromáticos y naftílicos, que se vio tenían un grado elevado de toxicidad sdectiva contra los insectos y que eran agentes anti-ChE rot�ntes. Entre los que hoy se cmplean como insecticidas están el I-naftil N-meti1carbamato (carhari/� SEVIN) y el 2-isoproxilenil N-meti/carbamato (BAYuON; Baron, 1991 ).

Estructura de la acetilcolinesterasa. La AChE existe en dos clases generales de formas moleculares: oligómeros homomé­ricos simples de subllnidades catalíticas (es decir, monómeros, dímeros y tetrámeros) y asociaciones heteroméricas de subuni­dades catalíticas con subunidades estructurales (Massoulié y col., 1993; Taylor y Radié, 1994). Las formas homoméricas se en­cuentran como especies soluhles en la célula, destinadas posi­blemente a la exportación, o relacionadas con la forma exterior de la célula por medio de una secuencia de aminoácidos hidrófo­bos intrínseca o de un glucofosfolípido unido. Una forma heteró­loga es un tetrámero de subunidades catalíticas enlazado con disulfuro a una sllbunidad enlazada a lípidos de 20 000 Da y, al igual que a la fomla glucofosfolipídica unida, se encuentra en la superficie exterior de la membrana. La otra está constituida por tetrámeros de subunidades catalíticas, enlazados con disulfuro a cada una de tres bandas de una sub unidad estructural del tipo de la colágena (Massouli¿ y coL, 1993; Taylor y Radié, 1(94). Esta especie molecular, cuya masa molecular se aproxima a 1 O� Da, se relaciona con la lámina basal exterior de la sinapsis. Es abun­dante en las áreas de unión del músculo estriado.

El establecimiento de la secuencia de aminoácidos y la clona­ción molecular muestran que un solo gen codifica a las acetilco-

linesterasas de los vertebrados. Sin embargo, se encuentran múl­tiples productos génicos; esta diversidad se origina en un proce­samiento alternado del mRNA. Las formas diferentes difieren sólo en sus terminaciones carboxilo, y manifiestan especificida­des idénticas hacia los inhibidores (Schumacher y co1.. 1986; Gibney y col., i 988).

Un gen distinto, pero de estructura similar, codifica la buti­rilcolinesterasa, que se sintetiza en hígado y se encuentra primordialmente en el plasma (Lockridge y col., 1987). Las colinesterasas constituyen una superfamilia de proteínas que incluye diversas esterasas, otras hidro lasas que no se en­cuentran en el sistema nervioso y, curiosamente, protelnas sin actividad de hidrolasa, como tiroglobulina y miembros de las familias de la tactina y la proteinneuroligina (Taylor y Radié, 1994).

La estructura tridimensional de la acetileolinesterasa mani­fiesta un centro activo que es casi centrosimétrico en relación con cada subunidad, y que reside en la base de una garganta estrecha de cerca de 20 Á de profundidad (Sussman y co1., 1991). En la base de esta garganta se ep.cuentran los residuos de la tría· da catalítica: serina 203, histidina 447 y glutamato 334 (fig. 8-1). El mecanismo catalítico es similar al de otras hidrolasas, en las cuales el grupo hidroxilo de la serina se vuelve muy nucleófilo, por medio de un sistema de relevo de carga que abar­ca al grupo carboxilglutamato, al imidazol que hay en la histidi­na y al hidroxilo de la serina (fig. 8-2, A).

Durante el ataque enzimático sobre el éster, se fomla un inter­mediario tetrahédrico entre la enzima y aquél (fig. 8-2, B), que entra en colapso hasta un conjugado enzimático acetilo con des­carga concomitante de colina (fig. 8-2, C). El grupo acetilo es lábil a la hidrólisis, y esta da por resultado formación de acetato y enzimn activa (fig. 8-2. D; Froede y Wilson, 1971; Rosenberry, 1975). La AChE es una de las cnzimas más eficaces que se co­nocen, y tiene habilidad para hidrolizar 6 X IO� moléculas de ACh por molécula de enzima por minuto; esto indica un tiempo de recambio de 150 fls.

Mecanismo de acción de los inhibidores de la AChE.

En la figura 8-2 (E-L) se indican los mecanismos de ac­ción de b� compuestos característicos de estas tres clases de agentes anti-ChE.

Tres dominios definidos sobre la acetilcolinesterasa constitu­yen sitios de fijación para ligandos inhibidores, y fundamentan las diferencias de especificidad entre la acelilcolinesterasa y la butirilcolinesterasa: el saco acilo del centro activo, el subsitio de la colina sobre el centro activo y el sitio aniónico periférico (Taylor y Radié, 1994). Se fijan inhibidores reversibles, como edrofonio y tacrina, sobre el subsitio de colina en la vecindad del triptófano 86 y del glutamato 202 (Harel y col., 1993) (fig. 8-2, E). El edro jonio tiene acción breve, a causa de la reversi­bilidad de su fijación a la AChE y la eliminación renal rápida después de la administración por vía general. La lacrina es más hidrófoba, cruza la barrera hematoencefálica con mayor facili­dad, y su acción es más duradera.

Olros inhibidores reversibles, como el propidio y la toxi­na peptídicafasdcu/ina, se fijan al sitio aniónico periférico so­bre la acetikolinesterasa. Este sitio reside en el labio de la gar­ganta, y lo dcfínen el triptófano 286 y las tirosinas 72 y 124 (fig. 8-1 ).

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Capítulo 8 Anticolínesterasas 173

Fig. 8-1. E.\'tereovi.�ión de la garganta central activa de la acl!filcolineslerasa del mamífero.

La acetilcolina fija se ilustra con la estructura punteada que señala sus radios de van der Waals. La estructura de la enzima fue modelada a partir de la anticolinesterasa de Torpedo (Sussman y col., 1991) mediante la adición de las cadenas laterales de aminoácIdos _que se encuentran en la enzima de mamífero, al esqueleto amídico, ilustrado por los listones (Taylor y Radié, 1994). Se incluyen las cadenas laterales de: a) la tríada catalítica, Glu334' His44" SerlO) (los enlaces de hidrógeno se identifican por líneas interrumpidas); h) el saco acilo, Phe"J\ y PheH7; e) el subsitio de colina, TrpR6' GlU102 y Tyrm, y d) el sitio periférico, TrplR6' Tyrn, Tyrl1. y ASP14_ Se retiran además las tirosinas 341 y 449 del centro activo, pero es probable que contribuyan a la estabilización de ciertos ligandos. Tríada catalítica, subsitio de la colina y saco acilo estan localizados e-n la base de la garganta, en tanto que el sitio periférico se halla a nivel del labio de esta última, La garganta tiene una profundidad dc 18 a 20 A, y es ecntrosimétrica en relación con la subunidad.

La AChE hidroliza los fármacos que tienen un enlace estérico carbamoil, como fisostigmina y neostigmina, pero con mucho mayor lentitud que para hidrolizar a la ACh. Tanto la amina cuaternaria neostigmina como la amina terciaria fisostigmina se encuentran como cationes a pH fisiológico. Al servir como sus­tratos alternativos con orientación de fijación semejante a la de la acetilcolina (tíg. 8-2, F, G), el ataque del centro activo por la serina origina la enzima carbamoilada. La mitad carbamoil resi­de en el saco acilo definido por las fenilalaninas 295 y 297. En contraste con la enzima acetílica, la AChE metilcarbamoílica, o dimetllcarbamoil AChE, es mucho más estable (t1/2 para la hidrólisis de la enzima dimetilcarbamoílica en 15 a 30 min; tig. 8-2, H). El secuestro de la enzima en su forma carbomoila­da impide, por tanto, la hidrólisis de la ACh catalizada por la enzima durante periodos prolongados. In vivo, la duración de la inhibición de los agentes carbamoilantes es de tres a cuatro horas.

Los jnhibtdores organofosforados, como el diisopropilfluo­/"ojo4ato (DFP), funcionan como verdaderos semisustratos, pues­to que el resultante conjugado con las serinas del centro activo fosforilaJa o fosfonilaJa es extremadamente estable (fig. 8-2, 1, J, K). Los inhibidores organofosforados son de configuración tctrahédrica, la cual cs similar al estado de transición formado

en la hidrólisis de los ésteres del carboxilo. Al igual que dichos ésteres, el oxigeno del fosforilo se fija dentro del agujero oxia­niónico del centro activo, pero en estos inhibidores el grupo de salida está orientado hacia la abertura de la garganta. Si los gru­pos alquílicos de la enzima fosforilada son etilo o metilo, la re­generación espontánea de la enzima activa requerirá varias ho­ras. Los grupos alquilas secundarios (como en el DFP) o terciarios propician en mayor grado aún la estabilidad de la enzima fosfo­rilada, y no se observa regeneración importante dc la enzima activa. De ahí que el retomo de la actividad de AChE dependa de la sintesis de nueva enzima. La estabilidad de la enzima fosforilada es fomentada aún más por "envejecimiento", que es resultado de la pérdida de uno de los grupos alquilo (tig 8-2K; A1dridge, 1976).

De 10 anterior resulta evidente que los términos "rever­sible", e "irreversible", según se aplican al éster del carba­moilo y a los agentes organofosforados anti-ChE, respec­tivamente, reflejan sólo diferencias cuantitativas en las tasas de desacilación de la enzima acílica. La reacción covalente de ambas clases químicas con la enzima es esen­cialmente la misma que la de ACh.

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Intermediario tetrahédrico

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envejecida

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I MOLECULA: O Carbono • Oxígeno O Nitrógeno O Hidrógeno • Fósforo ® Flúor I Fig. 8·2. Principales etapas de la hidrólisis de la acetilcolillo por la acetilcolinesteraso, y de la inhibición y reactivación de la enzima.

L�s etapas ilustradas son: A. Fijación del sustrato de acctilcolina. B. ataque por el hidroxilo de serina, con [annación del intennediario letrahédrico transitorio. C. Pérdida de la colina y [annación de la acetilenzima. D. Desacilación de la enzima por ataque con H20. E. Fijación del inhibidor reversible edrofonio en el sitio activo. F. Fijación de la neostigmina. G . .

Fonnación de la enzima carbamoilada. H. Hidrólisis de la enzima carbamoilada. I. Fijación del diisopropilfluorofosfato. J. Fonnación de la fosforilenzima. K. Fonnación de una forma envejecida de la fosforilenzima. L. Ataque por la pralidoxima (2-PAM) para regenerar a la enzima activa.

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Acción en los órganos efectores. Los efectos farmaco­lógicos característicos de los agentes anti-ChE se deben primordialmente a la prevención de la hidrólisis de la ACh por la AChE en sitios de transmisión colinérgica. Por tan­to, se acumula transmisor, y se intensifica la reacción a la ACh que se libera a consecuencia de los impulsos colinér­gicos o que se descarga de manera espontánea desde la terminación nerviosa. A esta acción se pueden atribuir virtualmente todos los efectos agudos de las dosis mode­radas de la mayor parte de los agentes organofosforados, como el DFP. Por ejemplo, la miosis característica que ocurre después de la aplicación local de DFP al ojo no se observa después de desnervación posganglionar cróni­ca de éste, porque no hay una fuente que descargue ACh endógena. Las consecuencias de las concentraciones in­crementadas de ACh a nivel de las placas motrices termi­nales son exclusivas de estos sitios, y se describen a conti­nuación.

Entre los agentes anti-ChE clásicos, la fisostigmina, amina terciaria, estimula también a los receptores nico­tínicos en un sitio distinto, aunque no se ha valorado su importancia en el animal intacto (Maelicke y col., 1993). Los compuestos anti-ChE del amonio cuaternario tienen acciones directas adicionales en algunos sitios receptores colinérgicos como agonistas y como antagonistas. Por ejemplo, los efectos de la neostigmina sobre la médula espinal y la unión neuromuscular se basan en una combi­nación de su actividad anti-ChE y estimulación colinérgi­ca directa.

Capítulo 8 Anlicolineslerasas 175

Química y relaciones entre estructura y actividad. Se han revisado a fondo las relaciones entre estructura y actividad de los fánnacos anti-ChE (Long, 1963; Usdin, 1970). Se conside­rarán aquí sólo los compuestos que presentan interés terapéuti­co o toxicológico general. Inhibidores del carbamato "reversibles". En la figura 8-3, se ilustran los fánnacos de esta clase que tienen interés terapéuti­co. Los estudios iniciales de Stedman (1929a, 1929b) mostraron que la mitad esencial de la molécula de fisostigmina era el metilcarbamato de un fenol simple sustituido de manera básica. El derivado de amonio cuaternario llamado neostigmina es un compuesto de mayor estabilidad, y de igual o mayor potencia. La piridostigmina es un congénere cercano que se emplea tam­bién para tratar la miastenia grave. Los análogos de la neostig­mina que carecen de grupo carbamoilo, como el edrofonio, son agentes anti-ChE menos potentes y de acción más breve.

Puede producirse incremento de la potencia y de la duración de la acción anti-ChE a causa del enlace de dos núcleos de amo­nio cuaternario. Un ejemplo de esta clase es el agente miótico demecario, que en esencia consiste en dos moléculas de neostig­mina conectadas por una serie de 10 grupos metileno. El segun­do grupo cuaternario confiere estabilidad adicional a la interac­ción, al enlazarse con una cadena lateral de carga negativa cerca del labio de la garganta. Otra clase de compuestos bis-cuater­narios es el representado por el ambenonio, que se emplea para tratar la miastenia grave. El ambenonio no muestra reacción covalente con la AChE, pero se fija de modo reversible con gran afinidad.

El insecticida carbaril, de uso común en productos parajardi­nería, inhibe a la ChE en fonna idéntica a como lo hacen los otros inhibidores carbamoilantes. Los signos y síntomas de il1-

EDROFONIO

NEOSTIGMINA PIRIDOSTIGMINA

C� lQr -or /

CH3

CH3-N

O o-C-N-ICH.llO-N-C-O

O N-CH,

/ 11 1 - 1 11 " . CH3 O CH3 CH3 o CH3

DEMECARIO 6C1 T2H. T;H5 -oCI

2 1 2 2 1 11 11 1 2 2 1 2 O

'CH -N+-CH CH -N-C-·-C-N-CH CH -N+-CH

O C2H5 H O O H C2H5

AMBENONIO

Fig. 8-3. Anticolinesterasas "reversibles" representativas de las que se utilizan en clínica.

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176 Sección l/ Fármacos con acciones en las uniones sinápticas y neuroejectoras

toxicación son muy similares a los de los organofosfatos (Baron, 1991). El carbarilo tiene una toxicidad particularmente baja por absorción dérmica. Se emplea en aplicación local en el control de los piojos de la cabeza en algunos países.

Se usan diversos análogos del carbarilo como insecticidas agrí­colas y de jardinería, y tienen propiedades inhibidoras semejan­tes (Baron, 199 1). Sin embargo, no todos los carbamatos que se encuentran en las fórmulas para jardín son inhibidores de la colinesterasa; los ditiocarbamatos son fungicidas. Compuestos organofosforados. En el cuadro 8-1, se ofrece la fórmula general de los inhibidores de la colinesterasa de esta clase. Es posible una gran variedad de sustitutivos: R, y R2 pue­den ser de los grupos alquilo, alcoxilo, ariloxilo, amida, mercap­tan o o de otros tipos, y X, el grupo de salida, una base conjuga­da para un ácido débil, se encuentra como grupo halido, cianido, tiocianato, fenoxilo, tiofenoxilo, fosfato, tiocolino o carboxilato. Gallo y Lawryk ( 1991) ofrecen una recopilación excelente de los compuestos organofosforados y su toxicidad.

El DFP es, quizás, el compuesto mejor estudiado de esta clase general, como resultado de la valoración toxicológica durante la Segunda Guerra Mundial. Produce.inactivación irreversible de AChE y otras esterasas, por alquilfosforilación. Su gran solubi­lidad en Jípidos, su peso molecular bajo y su volatilidad facilitan la inhalación, la absorción transdérmica y la penetración en el sistema nervioso central (SNC).

Los "gases nerviosos", tabún, sarín y somán, se encuentran entre los agentes tóxicos sintéticos más potentes que se cono­cen; son letales para los animales de laboratorio a dosis mucho menores de I mg.

A causa de su baja volatilidad y su estabilidad en solución acuosa, el paratión (ETloN, FOUDOl, NIRAN) se usó mucho como insecticida. Sus efectos tóxicos agudos o crónicos han impedido su aplicación agrícola en Estados Unidos y en otros países; se han puesto en boga compuestos menos peligrosos para uso en el hogar y en el jardín. El propio paratión es, en sí mismo, inac­tivo para inhibir a la AChE in vitro; el paraoxón es el metaboli­to activo. La sustitución de azufre por oxígeno se efectúa pre­dominantemente en hígado por las oxigenasas de función mix­ta. Esta reacción ocurre también en el insecto, a veces con ma­yor eficacia. Al parecer, el paratión ha causado más casos de intoxicación accidental y muerte que cualquier otro compuesto organofosforado. Otros insecticidas que poseen la estructura fosforotionato se utilizan ampliamente para aplicaciones en el hogar, el jardín y la agricultura. Entre ellos están dimpi/ato (diazinon), jentión y c1orpinjos.

El malatión (CIIFMATION, MALA-SPRAY) requiere también susti­tución de un átomo de azufre por oxígeno in vivo. Este insectici­da se puede eliminar mediante la hidrólisis del enlace éster carboxílico por acción de la carboxilesterasa plasmática, y la actividad de esta enzima depende de la resistencia de las espe­cies al malatión. La reacción de eliminación es mucho más rápi­da en mamíferos y aves que en los insectos (Costa y col., 19R7). F:n los últimos años, el malatión se ha empleado en nebulización sobre regiones relativamente pobladas, para el control de la mosca mediterránea de la fruta y los mosquitos. Se encuentran sólo prue­bas de intoxicación aguda en los intentos de suicidio o de intoxi­cación deliberada (Bardin y col., 1994). La dosis letal para el mamífero es de casi I g/kg. La exposición de la piel da por re­'iultado la absorción general de una fracción pequeña « 10%). El malatión es el principal ingrediente de diversos preparados

dermatológicos que se emplean para tratar la pediculosis (infes­tación por piojos; cap. 64).

De los compuestos organofosforados del amonio cuaternario (grupo E en el cuadro 8-1), sólo el ecotiofato tiene utilidad para la aplicación clínica. Por tener carga positiva, no es volátil y no penetra con facilidad por la piel.

PROPIEDADES FARMACOLOGICAS

En general, las propiedades farmacológicas de los agentes anti-ChE resultarán evidentes si se conocen los sitios don­de se descarga ACh de manera fisiológica por acción de los impulsos nerviosos, por el grado de actividad de di­chos impulsos y por las reacciones de los órganos efecto­res correspondientes a la ACh (cap. 6). Los agentes anti­ChE pueden producir todos los efectos que siguen: 1) estimulación de la reacciones de los receptores musca­rínicos a nivel de los órganos efectores autonómicos; 2) estimulación, seguida de depresión o parálisis, de todos los ganglios autonómicos (vegetativos) y del músculo es­triado (acciones nicotínicas), y 3) estimulación, con de­presión subsecuente ocasional, de los sitios receptores colinérgicos en el SNC. Puede observarse la mayor parte de sus efectos después de dosis tóxicas o letales de agen­tes anti-ChE (véase más adelante). Sin embargo, con dosis más pequeñas, en particular las que se emplean en tera­péutica, tienen importancia diversos factores modificado­res. Los compuestos como paratión se vuelven más tóxi­cos cuando se distribuyen por vía general, a causa de su conversión en la forma activa paraoxón. En general, los compuestos que contienen un grupo de amonio cuaterna­rio no penetran por las membranas celulares con facili­dad; de aquí que las anti-ChE de esta categoría se absor­ban mal por el tubo digestivo o por la piel, y que las excluya del SNC la barrera hcmatoencefálica después de adminis­trarse a dosis moderadas. Por otra parte, estos compuestos son relativamente selectivos para las uniones neuromus­culares del músculo estriado y ejercen una doble acción, como agentes anti-ChE y como agonistas directos. Tienen un efecto relativamente menor en los sitios efectores auto­nómicos; casi siempre sus acciones ganglionares son in­termedias. En contraste, los compuestos más liposolubles se absorben por vía oral, y generan efectos universales en los receptores colinérgicos tanto periféricos como centra­les. Los agentes organofosforados liposolubles se absor­ben bien por la piel, y los agentes volátiles atraviesan con facilidad la membrana alveolar.

La atropina bloquea las acciones de los compuestos anti­ChE sobre las células efectoras autonómicas y en los sitios corticales y subcOlticales del SNC, en los cuales los recep­tores son, sobre todo, dcl tipo muscarínico. De igual modo, bloquea algunas de las acciones excitadoras de los agentes anti-ChE en los ganglios autonómicos, puesto que partici­pa la estimulación de los receptores tanto nicotínicos como muscarínicos en la ncurotransmisión ganglionar (cap. 9).

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Grupo

A

B

e

D

E

Capi/ulo 8 An/icolincs/cra.ws 177

Cuadro 8-1. Clasificación química de compuestos organofosforados representativos, de interés farmacológico o toxicológico particular

Fórmula general (Schrader, 1952):

Grupo A, X = halógeno, cianuro o tiocianato; grupo B, X = alquiltio, ariltio, alcoxilo o ariloxilo; grupo e, compuestos tiofosfonados o tionofosfonados; grupo D, pirofosfatos y compuestos similares; grupo E, com­puestos del amonio cuaternario.

Fórmula estructural Nombres comunes. químicos

y de otros tipos

DFP; isoflurofato (véanse marcas registradas en el texto); diisopropilfluorofosfato

Tabún Etil N-dimetilfosforamidocianidato

Sarín (Inglaterra) Isopropilmetilfosfonofluoridato

Somán Pinacolilmetilfosfonofluoridato

Paraoxón (M1NTACOL), E 600 O,O-Dietil 0-(4-nitrofenil)-fosfato

Paratión (véanse marcas registradas en el tex­to)

0,0- Dietil 0-( 4-nitrofeni 1)-fosforotionato

Fentión O,O-DimetiI0-(4-metiltio-m-tolil

fosforotionato)

Dimpilato, diazinon O,O-Dietil 2-isopropil-6-metil-4-piridinil

fosforotionato

Malatión O,O-Dimetil S-(I,2-dicarbetoxi­

etil)fosforoditionato

TEPP Tetraetilpirofosfato

Ecotiofato (PHOSPHOLlNE IODlDE), MI-217 Yoduro de dietoxifosfiniltiocolina

Comen/arios

Inactivador potente irreversible

"Gas nervioso" de alta toxicidad

"Gas nervioso" de alta toxicidad

"Gas nervioso" de alta toxicidad

Metabolito activo del paratión

Insecticida agrícola, causante de gran nú­mero de casos de intoxicación acciden­tal

Insecticida muy liposoluble, de uso agrí­cola

Insecticida de uso común en jardinería y agricultura

Insecticida muy utilizado, menos peligro­so que el paratión ti otros agentes. por su rápida supresión de efectos tóxicos en organismos superiores

Uno de los primeros insecticidas

Derivado muy potente de la colina, em­pIcado en el tratamiento del glaucoma; relativamente estable en solución actlo-sa

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178 Sección If Fármacos con acciones en las uniones sinápticas y neuroefectoras

Los principales efectos de los agentes anti-ChE que tie­nen importancia terapéutica se relacionan con el ojo, el intestino y la unión neuromuscular del músculo estriado; la mayor parte de los demás efectos tiene interés toxi­cológico.

Ojo. Cuando se aplican localmente en la conjuntiva, los agentes anti-ChE producen hiperemia conjuntival y cons­tricción del músculo del esfinter de la pupila, alrededor del borde pupilar del iris (miosis), y a nivel del músculo ciliar (bloqueo del reflejo de acomodación, con el resul­tante enfoque para la visión de cerca). La miosis es apre­ciable en unos cuantos minutos, se vuelve máxima en me­dia hora y puede durar varias horas o incluso días. Aunque la pupila puede tener un tamaño "puntiforme", por lo ge­neral se contrae en mayor grado aun cuando se exponga a la luz. El bloqueo de la acomodación es más transitorio y suele desaparecer después de terminar la miosis. Cuando está elevada, la presión intraocular suele disminuir como resultado de la facilitación del flujo de salida al humor acuoso (cap. 65).

Tubo digestivo. Son indistinguibles las acciones de los diversos agentes anti-ChE sobre el tubo digestivo. En el ser humano, la neostigmina intensifica las concentracio­nes gástricas y aumenta la secreción de ácido gástrico. El fármaco tiende a contrarrestar la inhibición del tono y la motilidad del estómago que induce la atropina, y fomenta el efecto estimulante de la morfina. Después de vagotomía bilateral, se reducen en gran medida los efectos de la neostigmina sobre la 'llotilidad gástrica. La neostigmina estimula la porción inferior del esófago; en pacientes con acalasia notable y dilatación del esófago, el fármaco pue­de generar un incremento saludable del tono y el peristal­tismo.

La neostigmina incrementa la actividad motora de los intestinos delgado y grueso; lo hace en particular sobre el colon. Puede superarse o prevenirse la atonía, se incre­mentan la amplitud y frecuencia de las ondas propulsoras y, por tanto, se favorece el movimiento del contenido in­testinal. El efecto global de los agentes anti-ChE sobre la motilidad intestinal constituye, tal vez, una combinación de acciones a nivel de las células ganglionares del plexo de Auerbach, y a nivel de las fibras de músculo liso, como resultado de la preservación de la ACh descargada por las fibras colinérgicas pre y posganglionares, respectivamen­te (cap. 38).

Unión neuromuscular del músculo estriado. La ma­yor parte de los efectos anti-ChE que ejercen los fármacos potentes en el músculo estriado se pueden explicar razo­nablemente con base en su inhibición de la AChE en las uniones neuromusculares. Sin embargo, se cuenta con bue­nas pruebas de una acción accesoria directa de la neostig­mina y otros agentes anti-ChE del amonio cuaternario en

el músculo estriado. Por ejemplo, la inyección intraarterial de neostigmina en un músculo con desnervación crónica, o en uno con inervación normal en el cual se ha inactivado prácticamente toda la AChE mediante administración pre­via de DFP, evoca una contracción inmediata, a diferencia de la fisostigmina.

En condiciones normales, un solo impulso nervioso en una rama motora axoniana terminal libera la suficienteACh para generar despolarización localizada (potencial de pla­ca terminal) de una magnitud tal que inicia un potencial de acción muscular propagado. La ACh descargada se hidro­liza con rapidez por acción de la AChE, de modo que la vida de la ACh libre dentro de la sinapsis (-200 ¡ts) es más breve que la desaparición del potencial de la placa termi­nal o del periodo refractario del músculo. Por tanto, cada impulso nervioso origina una sola onda de despolarización. Después de la inhibición de la AChE, el tiempo de resi­dencia de la ACh en la sinapsis se incrementa, lo cual per­mite que el transmisor se fije de nuevo a receptores múlti­ples. La estimulación sucesiva a nivel de los receptores vecinos da por resultado prolongación del tiempo de des­aparición del potencial de la placa terminal. Dejan de ser aislados los cuantos liberados por los impulsos nerviosos individuales. Esta acción anula la sincronía entre las despo­larizaciones de la placa terminal y el desarrollo de los po­tenciales de acción. Por tanto, se observan excitación y fibrilación asincrónicas de las fibras musculares. Cuando es suficiente la inhibición de laAChE, predomina la despo­larización de la placa terminal y sobreviene bloqueo a causa de despolarización (cap. 9). Cuando la ACh persiste en la sinapsis, puede también despolarizar la terminación axonia­na, lo que dará por resultado disparo antidrómico de la motoneurona; este efecto contribuye a las fasciculaciones, que abarcan toda la unidad motora. El efecto puede ser resultado de acción directa en los sitios presinápticos o de descarga de K+ en la sinapsis.

Los agentes anti-ChE revertirán el antagonismo causa­do por los agentes de bloqueo neuromuscular competi­tivos. En condiciones normales, la neostigmina es inefi­caz contra la parálisis del músculo estriado causada por la succini\colina, puesto que este compuesto produce tam­bién bloqueo neuromuscular por despolarización. Sin em­bargo, en muchos casos es posible lograr reversión par­cial si se prolonga el tiempo de acción de la succinilcolina y es evidente el bloqueo de fase 11 (Futter y col., 1983; cap. 9).

Acciones en otros sitios. Las glándulas secretoras inervadas por fibras colinérgicas posganglionares son las bronquiales, lagrimales, sudoríparas, salivales, gástricas (células G antrales y células parietales), intestinales y pan­creáticas acinares. Las dosis bajas de agentes anti-ChE producen, en general, incremento de las reacciones secre­toras a la estimulación nerviosa, y las altas generan, en realidad, un aumento de la tasa de secreción en reposo.

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Los agentes anti-ChE producen contracción de las fi­bras del músculo liso de bronquiolos y uréteres, y estos últimos pueden manifestar actividad peristáltica incremen­tada.

Son complejos los efectos cardiovasculares de los agen­tes anti-ChE, puesto que manifiestan acciones tanto gan­glionares como posganglionares de la ACh acumulada en corazón y los vasos sanguíneos. El efecto predominante en corazón, por la acción periférica de la ACh acumulada, consiste en bradicardia, que a su vez ocasiona disminu­ción del gasto cardiaco. Las dosis altas suelen disminuir la presión arterial, a menudo a consecuencia de los efectos de los agentes anti-ChE en los centros vasomotores bulba­res del SNC.

Los agentes anti-ChE incrementan las influencias vagales en el corazón. Con ello se acorta el periodo refractario efectivo de las fibras del músculo auricular, y se alarga el periodo refracta­rio y el tiempo de conducción de los nodos SA y AV. Por lo general, se dilatan los vasos sanguíneos, aunque las circulacio­nes coronaria y pulmonar pueden manifestar una reacción opues­ta. A nivel ganglionar, la ACh que se acumula al principio es excitadora en los receptores nicotínicos, pero a concentraciones altas sobreviene bloqueo ganglionar, resultante de despola­rización persistente de la membrana celular. El efecto excitador de las células ganglionares parasimpáticas tendería a reforzar la disminución del gasto cardiaco, en tanto que la acción de la ACh en las células ganglionares simpáticas tendría el efecto con­trario. La ACh produce también excitación, seguida de inhibi­ción a nivel de los centros vasomotores bulbares y cardiacos. Todos estos efectos se complican más por la hipoxemia incre­mentada resultante de las acciones broncoconstrictora y secre­tora de la ACh en el aparato respiratorio; a su vez, la hipoxemia reforzaría tanto el tono simpático como la descarga de adrenali­na desde la médula suprarrenal, inducida por la ACh. Por ello no es de extrañar que ocurra un incremento de la frecuencia cardia­ca en caso de intoxicación grave con inhibidores de la coli­nesterasa.

De igual modo, los efectos de los fármacos anti-ChE sobre el SNC se caracterizan por estimulación o facilitación en diversos sitios, a lo que siguen inhibición o parálisis en concentraciones más altas. La hipoxemia es, quizás, un factor de primera im­portancia en la depresión del SNC que surge después de ad­ministrar grandes dosis de agentes anti-ChE. Los efectos es­timulantes son antagonizados por la atropina, aunque no tan completamente como los efectos muscarínicos a nivel de los si­tios efectores autonómicos periféricos.

Absorción, destino y eliminación. La fisostigmina se absorbe con facilidad por el tubo digestivo, los tejidos sub­cutáneos y las mucosas. La instilación conjuntival de so­luciones del fármaco quizá genere efectos sistémicos si no se toman medidas (p. ej. , presión sobre el canto interno) para prevenir su absorción por la mucosa nasal. El alcaloide se destruye en gran medida en el cuerpo, sobre todo por segmentación hidrolítiea efectuada por las esterasas plas­máticas; la excreción renal desempeña sólo una función de menor importancia en su eliminación. En el ser huma-

Capítulo 8 Anticolinesterasa.1 179

no, la dosis de 1 mg de fisostigmina inyectada por vía sub­cutánea se destruye casi en su totalidad en plazo de dos horas.

Neostigmina y fármacos relacionados con el amonio cuater.1ario se absorben mal por la vía oral, de modo que se requieren dosis mucho mayores que por vía parenteral. En tanto la dosis parenteral eficaz de neostigmina es de 0.5 a 2.0 mg, la dosis oral equivalente puede ser de 15 a 30 mg o más. Las grandes dosis orales pueden resultar tóxi­cas si se intensifica la absorción intestinal por cualquier motivo. Las esterasas plasmáticas destruyen la neostigmina, y el alcohol cuaternario y el compuesto original se excre­tan por la orina; la vida media del fármaco es sólo de una a dos horas. La piridostigmina y su alcohol cuaternario son también las sustancias que se encuentran predominante­mente en la orina después de la administración de este fár­maco en el ser humano (Cohan y col., 1976; apéndice II).

Con algunas excepciones (p. ej., ecotiofato), los agen­tes anti-AChE organofosforados más comunes son líqui­dos muy solubles en lípidos; muchos tienen grandes pre­siones de vapor. Los compuestos menos volátiles, que a menudo se usan como insecticidas agrícolas (p. ej., para­tión, fentión, diazinon, malatión), por lo general se disper­san como aerosoles o como polvos constituidos por el com­puesto organofosforado adsorbido en material inerte en partículas finas. De esa manera, los compuestos se absor­ben con rapidez y eficacia, prácticamente por todas las vías, incluso el tubo digestivo, lo mismo que a través de piel y mucosas después del contacto con humedad, y por el pulmón después de inhalarse.

Una vez absorbidos, la mayor parte de los compuestos organofosforados se excretan casi del todo por la orina como productos de hidrólisis. Las esterasas plasmáticas y tisulares son la causa de la hidrólisis hasta los ácidos fosfóricos y fosfónicos correspondientes. Sin embargo, en el metabolismo de algunos compuestos organofosforados participan también enzimas oxidativas. Por ejemplo, los citocromos P450 son los encargados de convertir a los fosforotionatos, que contienen un enlace P=S, en fosfo­ratos, con un enlace P=O, lo que da por resultado su acti­vación. Estas oxidasas de función mixta desempeñan tam­bién una acción en la desactivación de algunos agentes organofosforados.

Los agentes anti-ChE organofosforados se hidrolizan en el cuerpo por acción de un grupo de enzimas que se denominan esterasas A, o paraoxonasas. Estas enzimas se encuentran en plasma e hígado, e hidrolizan a gran número de compuestos organofosforados (paraoxón, DFP, TEPP, clorpirofosoxón, tabún, sarín) mediante segmentación de los enlaces fosfoestéricos anhidridos P-F o P-CN. Las paraoxonasas no se relacionan en estructura con las colincsterasas, ni parecen formar intenne­diarios estables con los organofosfatos (Adkins y col.. 1993: Humbert y col., 1993). El recambio del paraoxón en seres hu­manos depende de un polimorfismo genético (Argl92GI), y su­cede lo mismo con la sensibilidad a este agente. Existen varia-

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180 Sección If Fármacos con acciones en las uniones sinópticas y neuroefectoras

ciones amplias en la actividad de paraoxonasa entre las especies animales.

Además, los compuestos organofosforados inhiben con carác­ter irreversible a las carboxilesterasas plasmática y hepática (aliesterasas); la habilidad depredadora de los organofosfatos puede ofrecer protección parcial a la acetilcolinesterasa en el sistema nervioso. Las carboxilesterasas catalizan también la hidrólisis del malatión y otros compuestos organofosforados que contienen enlaces carboxilestéricos, lo cual los vuelve menos activos o incluso inactivos. Como los organofosfatos inhiben a las carboxilesterasas, puede ocurrir intoxicación sinérgica por exposición a dos insecticidas organofosforados.

TOXICO LOGIA

Los aspectos toxicológicos de los agentes anti-ChE son de interés práctico para el médico. Además de los múltiples casos de intoxicación accidental por empleo y elaboración de compuestos organofosforados como insecticidas agrí­colas, estas sustancias se han utilizado en muchos casos con finalidades homicidas y suicidas, sobre todo por su accesibilidad. Los agentes organofosforados originan hasta 80% de los casos de hospitalización relacionados con pla­guicidas. La Organización Mundial de la Salud cataloga la intoxicación por plaguicidas como un problema global generalizado; la mayor parte de los envenenamientos se producen en países en desarrollo (Bardin y col., 1 994). La exposición ocupacional ocurre más a menudo por las vías dérmica y pulmonar, en tanto que la intoxicación no ocu­pacional se debe más bien a ingestión oral.

Intoxicación aguda. Los efectos de la intoxicación aguda por agentes anti-ChE se manifiestan en forma de signos y síntomas muscarínicos y nicotínicos y, salvo en el caso de los compuestos de solubilidad extremadamente baja en lípidos, como signos que se pueden referir al SNC. Los efectos locales se deben a la ac­ción de los vapores o aerosoles en su sitio de contacto, por ejem­plo, los ojos o las vías respiratorias, o a absorción local después de contaminación de la piel o mucosas, entre ellas las del tubo digestivo, con la forma líquida. Los efectos generales se mani­fiestan en cuestión de minutos después de la inhalación de va­pores o aerosoles. En cambio, el inicio de los síntomas se retra­sa después de la absorción gastrointestinal y percutánea. La duración de los efectos depende en gran medida de las propieda­des del compuesto: de su solubilidad en lípidos, de si se debe activar, de la estabilidad del enlace entre el compuesto organo­fosforado y la AChE, y de si ha ocurrido "envejecimiento" de la enzima fosforilada.

Después de la exposición local a vapores o aerosoles, o des­pués de su inhalación, casi siempre aparecen en primer lugar los efectos oculares y respiratorios. Entre los primeros están miosis notable, dolor ocular, congestión conjuntival, visión disminui­da, espasmo ciliar y dolor en las cejas. En caso de absorción por vía general, quizá no sea apreciable la miosis, a causa de la des­carga simpática por reacción a la hipotensión. Además de rino­rrea e hiperemia de las vías respiratorias superiores, los efectos en estas vías consisten en "opresión" del tórax y respiración sibilante, causadas por la combinación de broncoconstricción y

aumento de las secreciones bronquiales. Ocurren síntomas gas­trointestinales, con mayor prontitud después de la ingestión, que consisten en anorexia, náusea, vómito, cólico y diarrea. En caso de absorción percutánea de la forma líquida, las primeras mani­festaciones suelen ser sudación local y fasciculación muscular en la vecindad inmediata. Entre otros efectos muscarínicos es­tán los descritos en el apartado de propiedades farmacológicas; la intoxicación grave se manifiesta por salivación extrema, de­fecación y micción involuntarias, sudación, epífora, erección del pene, bradicardia e hipotensión.

Los efectos nicotínicos a nivel de las uniones neuromuscula­res del músculo estriado suelen consistir en fatiga y debilidad generalizada, fasciculaciones involuntarias, fasciculaciones di­seminadas y, por último, debilidad y parálisis graves. La conse­cuencia más grave de las acciones neuromusculares es la paráli­sis de los músculos respiratorios.

El amplio espectro de los efectos del SNC consiste en confu­sión, ataxia, habla farfullante, pérdida de los reflejos, respira­ción de Cheyne-Stokes, convulsiones generalizadas, coma y parálisis respiratoria central. Las acciones en los centros vaso­motores y cardiovasculares de otros tipos en el bulbo raquídeo producen hipotensión.

El tiempo para que sobrevenga la muerte después de una sola exposición aguda puede variar entre menos de cinco minutos y casi 24 h, según dosis, vía, agente y otros factores. La causa de la muerte es, primordialmente, insuficiencia respiratoria, que suele traer consigo un componente cardiovascular secundario. Las acciones muscarínicas, nicotínicas y centrales contribuyen al trastorno respiratorio. Los efectos consisten en laringospas­mo, broncoconstricción, aumento de las secreciones traqueobron­quiales y salivales, trastorno del control voluntario del diafrag­ma y de los músculos intercostales, y depresión respiratoria central. La presión arterial puede disminuir hasta valores alar­mantemente bajos, y se combina con irregularidades de la fre­cuencia cardiaca. En muchos casos estos efectos, que suelen ser resultado de hipoxemia, se suprimen mediante ventilación pul-monar asistida.

.

Se han observado también síntomas de duración intermedia (de unos cuantos días), caracterizados por disminución de la collnesterasa sanguínea (Marrs, 1993; DeBleeker y col., 1991). Los agentes organofosforados acumulados pueden retardar la

partida desde los sitios del cuerpo en los que se secuestran hacia la circulación general.

Diagnóstico y tratamiento. El diagnóstico de intoxicación agu­da intensa por anti-ChE se establece con facilidad a partir de los antecedentes de exposición y de los signos y síntomas caracte­rísticos. En sujetos con sospecha de intoxicación aguda o cróni­ca más leve, el diagnóstico se establece por lo general al detec­tar las actividades de ChE en los eritrocitos y el plasma. Aunque estos valores varían considerablemente en la población normal, a menudo están bastante por debajo del margen normal antes que se pongan de manifiesto los síntomas.

El tratamiento es específico y muy eficaz. La atropina, a do­sificación suficiente (véase más adelante), antagoniza con efi­cacia los efectos a nivel de los sitios receptores muscarínicos, incluso las secreciones traqueo bronquiales y salivales incremen­tadas, la broncoconstricción, la bradicardia y, en grado modera­do, las acciones ganglionares periféricas y centrales. Se rcquie­ren dosis mayores para lograr concentraciones apreciables de

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atropina en el SNC. Esta sustancia carece virtualmente de efec­to contra la activación neuromuscular periférica y la parálisis subsecuente. La última acción mencionada de los agentes anti­ChE, lo mismo que de otros efectos periféricos, se puede corre­gir administrando pralidoxima. reactivador de la colinesterasa que se describe en detalle a continuación.

En caso de intoxicación moderada o grave con un agente anti­ChE organofosforado, la dosis de pralidoxima recomendada para el adulto es de 1 a 2 g, en solución intravenosa, administrada en plazo no menor de cinco minutos. La dosis podrá repetirse si la debilidad no se elimina o si reaparece después de 20 a 60 mino El tratamiento oportuno es muy importante para garantizar que esta oxima actúe sobre la AChE fosforilada, mientras esta úl­tima se pueda reactivar aún. Muchos de los alquilfosfatos son liposolubles en extremo, y si se han distribuido de manera ex­tensa por la grasa corporal, puede retrasarse el inicio de la in­toxicación y sobrevenir recurrencia de los síntomas después del tratamiento inicial. En algunos enfermos ha sido necesario pro­seguir con el tratamiento a base de atropina y pralidoxima du­rante varias semanas.

Son importantes, además, algunas medidas generales de sos­tén, que consisten en: 1) interrumpir la exposición (retirar a la víctima del ambiente nocivo o aplicar una mascarilla antigás si persiste contaminada la atmósfera, además de quitarle y destruir la ropa contaminada, lavar a conciencia con agua la piel o mu­cosas contaminadas, o efectuar lavado gástrico); 2) conservar permeables las vías respiratorias, incluso con aspiración bron­quial; 3) dar respiración artificial si se requiere; 4) administrar oxígeno; 5) aliviar las convulsiones persistentes con diazepam (5 a 10 mg por vía intravenosa) o tiopentotal sódico (solución al 2.5% por vía intravenosa), y 6) tratamiento del choque (Wills, 1 970; Marrs, 1 993; Bardin y col., 1 994).

Debe administrarse atropina a dosis suficientes para que cru­ce la barrera hematoencefálica. Después de la inyección inicial de 2 a 4 mg, por vía intravenosa si es posible, o bien por vía intramuscular, han de aplicarse 2 mg cada cinco a l O min hasta que desaparezcan los síntomas muscarínicos que hubieran re­aparecido, o hasta que surjan signos de intoxicación por atropi­na. Pueden requerirse más de 200 mg durante el primer día. A continuación ha de conservarse un grado leve de bloqueo con atropina, hasta por 48 h o por todo el tiempo en que sean mani­fiestos los síntomas. Aunque los reactivadores de la AChE pue­den ser de gran beneficio en el tratamiento de la intoxicación por agentes anti-ChE (véase más adelante), su empleo debe con­siderarse un complemento de la administración de atropina.

Reactivadores de la colinesterasa. Aunque el sitio es­teárico fosforilado de la AChE presenta regeneración hidrolítica con una rapidez baja o insignificante, Wilson ( 1 9 5 1 ) observó que agentes nuc1eófilos como la hidroxi­lamina (NH20H), los ácidos hidroxámicos (RCONH-OH) y las oximas (RCH-NOH) reactivan a la enzima con ma­yor rapidez que la hidrólisis espontánea. El dedujo que podría lograrse reactivación selectiva mediante un nucleó­filo dirigido hacia el sitio, en el cual la interacción de un nitrógeno cuaternario con el subsitio negativo del centro activo colocaría al nucleófilo en contacto estrecho con el fósforo. Wilson y Ginsburg lograron esta finalidad en gra­do notable mediante metilcloruro de piridina-2-aldoxima

Ca¡n'ru/o 8 Antico!illestcrasas 1 8 1

(2-PAM, pralidoxima; véanse fig. 8-2, L , Y más adelante). La reactivación de este compuesto ocurre a una velocidad de un millón de veces más que la que se produce con la hidroxilamina. La oxima se orienta en sentido proximal para efectuar un ataque nuc1eófilo sobre el fósforo; a con­tinuación se desdobla el compuesto de oxima y fosfonato, lo cual deja a la enzima regenerada (Wilson, 1 959).

Más tarde se demostró que diversas oximas bis-cuater­narias son incluso más potentes como reactivadores y como antídotos en la intoxicación por gas nervioso (véase más adelante); un ejemplo es el cloruro de obidoxima. Las es­tructuras de la pralidoxima y la obidoxima son las siguien­tes:

CH, I . o-CH=NOH

PRALlDOXIMA (2-PAM)

/CH20CH2 ,

Q Q CH=NOH CH=NOH

OBIDOXIMA

La velocidad de reactivación de la AChE fosforilada por las oximas varía, en general, según la naturaleza del grupo fosforilo, y sigue la misma secuencia que el orden de la reactivación hidrolítica espontánea; es decir, dimetilfosforil-AChE > dietilfos­foril-AChE > diisopropilfosforil-AChE, y así sucesivamente. Más aún, las AChE fosforiladas pueden presentar un proceso muy rápido de "envejecimiento", de modo que en plazo de minutos u horas se vuelven totalmente resistentes a los reactivadores. El envejecimiento se debe, tal vez, a la pérdida de un grupo a1coxilo, lo que deja una monoalquil o monoalcoxi-fosforil-AChE más estable (Fleisher y Harris, 1 965; fig. 8-2 K). Los compuestos organofosforados que contienen grupos a1coxilo terciarios son más proclives al "envejecimiento" que los congéneres secunda­rios o primarios (Aldridge, 1 976). Las oximas no son eficaces para antagonizar la toxicidad de los inhibidores carbamoiles­téricos más rápidamente hidrolizables, y como la actividad an­ti-ChE de la propia pralidoxima es débil, aquéllas no se reco­miendan para el tratamiento de la sobredosis de neostigmina o fisostigmina y están contraindicadas en la intoxicación por carbaril.

Fármacologla, toxicología y eliminación. La acción reactivadora de las oximas y los ácidos hidroxámicos in vivo es más notable a nivel de la unión neuromuscular del músculo estriado. Después de una dosis de un compuesto organofosforado que produce bloqueo total de la transmi­sión, la inyección intravenosa de una oxima puede resta­blecer la reacción a la estimulación del nervio motor en plazo de unos cuantos minutos. Son menos notables los efectos de antídoto a nivel de los sitios efectores autonó­micos, y resultan insignificantes en el SNC.

Por sí solas, las dosis altas de pralidoxima y compues­tos relacionados producen bloqueo neuromuscular y otros efectos, incluso inhibición de la AChE; estas acciones son mínimas a las dosis recomendadas para la aplicación clí­nica, 1 a 2 g por vía intravenosa. Si la pralidoxima se in-

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182 S'ccción 11 Fármacos con l1cciones en las uniones sinápticas y nellroefectoras

yecta por vía intravenosa con una rapidez mayor de 500 mg ¡min, puede producir debilidad leve, visión borrosa, diplopía, mareos, cefalalgia, náusea y taquicardia.

En conjunto, las oximas se metabolizan en gran medida a nivel hepático, y los productos del desdoblamiento se excretan por el riñón.

Neurotoxicosis crónica por compuestos organofosforados. Ciertos compuestos de agentes anti-ChE alquilorganofosforados que contienen flúor (p. ej. , DFP, mipafox) tienen en común con los triarilfosfatos -cuyo ejemplo clásico es el triortocresilfosfato (TOCP)-, la propiedad de inducir neurotoxicosis retrasada. Este síndrome recibió por primera vez atención generalizada después de la demostración de que el TOCP, un adulterante del jengibre de Jamaica, había causado un brote de miles de casos de paráli-, sis que se produjeron en Estados Unidos durante la época de la Prohibición.

El cuadro clínico es el de una polineuritis grave que se inicia varios días después de una sola exposición al compuesto tóxico, Se manifiesta al principio por trastornos sensoriales leves, ataxia, debilidad y fatiga fácil de las piernas, y conlleva reducción de los reflejos tendinosos y presencia de fasciculaciones muscula­res, e hipersensibilidad a la palpación. En los casos graves, la debilidad puede degenerar en una parálisis fláccida completa que, semanas o meses después, suele ir seguida de parálisis espástica, con exageración concomitante de los reflejos. Durante estas eta­pas, los músculos manifiestan emaciación notable. La recupera­ción puede requerir muchos años y podría ser incompleta.

Como sólo algunos triarilfosfatos y alquilfosfatos a base de flúor manifiestan gran proclividad a producir neurotoxicosis re­trasada, no parecen dependientes de la inhibición de la AChE u otras colinesterasas. La lesión patológica, que se ha estudiado más a fondo en el pollo, se caracteriza por tumefacción, segmen­tación e incluso desintegración de los axones en desechos granulosos; la desmielinización notable parece ser ulterior a los cambios axonianos mencionados. Las pruebas con que se cuen­ta señalan a la inhibición de una esterasa diferente, denominada esterasa neurotóxica, como un fenómeno vinculado con las le­siones (DeBleeker y col., 1991; Johnson, 1 993). Es probable que para la génesis de la enfermedad se requiera envejecimiento del conjugado de esterasa y alquilfosfato, de manera semejante a lo que se ha descrito en el caso de la AChE. No se conoce trata­miento específico. Las miopatías experimentales que dan por resultado lesiones necróticas generalizadas y cambios en la citoestructura de la placa terminal se encuentran también des­pués del tratamiento prolongado con organofosfatos (Dettbarn, 1984; DeBleeker y col., 1 991).

APLICACIONES T ERAPEUT lCAS

Aunque se han recomendado agentes anti-ChE para el tra­tamiento de gran variedad de trastornos, su aceptabilidad generalizada se ha establecido principalmente en cuatro campos: atonía del músculo liso del tubo digestivo y de la vejiga urinaria, glaucoma, miastenia grave y supresión de los efectos de los fármacos de bloqueo neuromuscular com­petitivo (cap. 9). La fisostigmina es también útil para tra­tar la intoxicación por atropina (véase más adelante), así

como por fenotiazinas y antidepresores tricíclicos (caps. 1 8 y 19); está indicada también para tratar la ataxia de Friedreich y otras de tipo hereditario. El edrofonio se pue­de emplear para suprimir crisis de taquicardia supraven­tricular paroxística.

Agentes terapéuticos disponibles. Los compuestos que se des­criben aquí son los empleados a menudo como fármacos an­ti-ChE y como reactivadores de la colinesterasa en Estados Uni­dos. En el capítulo 65, se analizan los preparados de uso pura­mente oftalmológico. En el apartado sobre las aplicaciones tera­péuticas de estos agentes (véase más adelante), se señalan las posologías ordinarias y las vías de administración.

El salicilato defisostigmina (ANTILlRIUM) se encuentra en pre­parado inyectable. Se cuenta también con pomada oftálmica de sulfato de fisostigmina y solución oftálmica de salicilato de fisostigmina. Existe bromuro de piridostigmina para adminis­tración oral (MESTINON) o parenteral (REGONOL). El bromuro de neostigmina (PROSTIGMIN) se expende en un preparado para uso oral. El metilsul(ato de neostigmina (PROSTIGMIN) que se encuentra en el mercado en inyección parenteral. El cloruro de ambenonio (MYTELASE) es un preparado de administración oral. El cloruro de edrofonio (TENSlLON, otros preparados) se expende en forma inyectable parenteral. La tacrina (COGNEX) es un preparado para uso oral. La dosis de l 000 mg de clorhidrato de tacrina equivale a 80 mg del preparado base.

El cloruro de pralidoxima (PROTOPAM CHLORIDE) es el único reactivador de la AChE con que se cuenta en la actualidad, y se puede obtener en presentaciones oral y parenteral. Otros reacti­vadores de la AChE, que a la fecha no existen en el mercado estadounidense, son cloruro de obidoxima (TOXOGONIN), su aná­logo cloruro de trimedoxima (TMB-4) y diacetilmonooxima. Los primeros dos agentes son más potentes que la pralidoxima, en tanto que la diacetilmonoxima cruzará la barrera hematoence­fálica.

lIeo paralítico y atonía de la vejiga urinaria. En 'el trata­miento de ambos trastornos, el agente anti-ChE más eficaz es, en general, la neostigmina, Se recurre con los mismos fines a los agentes parasimpaticomiméticos directos que se describen en el capítulo 7.

La neostigmina se utiliza en el alivio de la distensión abdomi­nal por diversas causas médicas y quirúrgicas. La dosis subcutá­nea ordinaria de metilsulfato de neostigmina en el íleo paralítico posoperatorio es de 0.5 mg, administrada según se requiera. La actividad peristáltica se inicia l O a 30 min después de la admi­nistración parenteral, en tanto que se requieren dos a cuatro ho­ras después de la administración oral de bromuro de neostigmina (15 a 30 mg). Debe colocarse una cánula rectal para facilitar la expulsión de gases, y quizá sea necesario ayudar a la evacua­ción con una pequeña enema baja. El fármaco no debe adminis­trarse en casos de obstrucción del intestino o la vejiga urinaria, peritonitis, viabilidad dudosa del intestino, o disfunción intesti­nal consecutiva a enfermedad inflamatoria. Otras medidas de sostén consisten en intubación y aspiración.

Cuando se utiliza neostigmina para tratar de la atonía del músculo detrusor de la vejiga urinaria, se alivia la disuria pos­operatoria y se acorta el intervalo entre la operación y la mic­ción espontánea. El fármaco se emplea a igual dosis y de la mis­ma manera que en el íleo paralítico.

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Glaucoma y otras indicaciones oftalmológicas. El glauco­ma es un complejo patológico que se caracteriza en particular por un aumento de la presión intraocular, la cual, si es alta y persistente, producirá lesión del disco óptico a nivel de la unión entre nervio óptico y retina; el resultado puede ser ceguera irre­versible. De los tres tipos de glaucoma, primario, secundario y congénito, los agentes anti-ChE tendrán valor considerable en el tratamiento del tipo primario, lo mismo que de algunas categorías del tipo secundario (p. ej., glaucoma afáquico, pos­operatorio de excisión de cataratas); es infrecuente que el tipo congénito reaccione a cualquiera otra terapéutica que no sea la inten/ención quirúrgica. El glaucoma primario se subclasifica en tipos de ángulo cerrado (congestivo agudo) y ángulo abierto (crónico simple), según la configuración del ángulo de la cáma­ra anterior en el cual ocurre la resorción del humor acuoso.

El glaucoma de ángulo cerrado es, casi siempre, una urgencia médica en la cual los fármacos resultan esenciales para contro­lar la crisis aguda, pero el tratamiento a largo plazo suele ser quirúrgico (p. ej., iridectomía periférica o completa). Por otra parte, el glaucoma de ángulo abierto es de inicio gradual e insi­dioso y no suele ser accesible a la mejoría quirúrgica; en los casos de este tipo, el control de la presión intraocular suele de­pender de tratamiento tamlacológico sostenido.

Como los agonistas colinérgicos y los inhibidores de la colin­esterasa bloquean también la acomodación, estos fármacos pro­ducen borramiento transitorio de la visión de lejos cuando se instilan en el ojo. El bloqueo de la acomodación suele ocurrir después de que se aplican dosis relativamente altas. Esta reac­ción disminuye tras la administración a largo plazo de agonistas colinérgicos y agentes anti-ChE.

Los agentes anti-ChE se han utilizado en aplicación local para tratar diversos trastornos oftalmológicos de otros tipos, entre ellos esotropía acomodativa y miastenía grave confinada a los múscu­los extraoculares y palpebrales. El síndrome de Adie (o pupila tónica) es resultado de disfunción del cuerpo ciliar, tal vez a causa de degeneración de los nervios locales. Se informa que las con­centraciones bajas de fisostigmina disminuyen la visión borrosa y el dolor que conlleva este trastorno. Administrados de manera alternativa con un fármaco midriático como la atropina, los agen­tes aoti-ChE de acción breve hao resultado útiles para romper las adherencias entre iris y cristalino o córnea (Véase cap. 65 para obtener una descripción completa del empleo de los agen­tes anti-ChE en el tratamiento oftalmológico).

Miastenia grave. La miasteoia grave es una enfermedad neu­romuscular que se caracteriza por debilidad y fatiga notable del músculo estriado (Drachman, 1 994). En muchos sujetos, ocu­rren exacerbaciones y remisiones parciales. Jolly ( 1 895) obser­vÓ las semejanzas entre los síntomas de miasteoia grave y el envenenamiento por curare en animales, y sugirió que podría tener valor terapéutico la fisostigmina, agente que se sabía anta­gonista de la acción del potente tóxico. Pasaron 40 años antes que su sugerencia se sometiera a investigación sistemática (Walker, 1934),

El defecto en la miastenja grave se encuentra en la transmi­sión sínáptica a nivel de la unión neuromuscular. Las reacciones eléctricas y mecánicas se conservan bien cuando se estimula a 25 Hz un nervio motor de un sujeto nonual. Existe un margen adecuado de seguridad para la conservación de la transmisión neuromuscular. Las reacciones iniciales en el paciente miasténico

CajJíw/o 8 Al1flco!inn-ll!msas 183

pueden ser normales, pero disminuyen pronto, lo que explica la dificultad para conservar la actividad muscular voluntaria du­rante algo más que periodos breves.

La importancia relativa de los defectos pre y posinápticos de la miastenia grave fue motivo de debates considerables, hasta que Patrick y Lindstrom (1973) demostraron que conejos inmu­nizados con el receptor nicotínico purificado de anguilas eléctri­cas desarrollaban con lentitud debilidad muscular y dificultad respiratoria, que recordaban los síntomas de la miastenia grave. Los conejos mostraron, además, reacciones decrecientes después de estimulación nerviosa repetitiva, incremento de la sensibi­lidad al curare y mejoría sintomática y electrofisiológica de la transmisión neuromuscular después de la administración de agentes anti-ChE. Aunque esta miastenia grave alérgica experi­mental y la enfermedad natural difieren en cierto grado, este de­sarrollo de importancia crítica de un modelo animal generó in­vestigación intensa para saber si la enfermedad natural era una reacción autoimnunitaria dirigida contra el receptordeACh. Pron­to se identificó un anticuerpo antirreceptor en los pacientes con miastenia grave (Almon y col., 1974). En la actualidad, se des­cubren anticuerpos de fijación del receptor en los sueros de 90% de los pacientes que prespntan la enfennedad, aunque el estado clínico del enfermo no se correlaciona de manera precisa con el título de anticuerpos (Lindstrom y col., 1976; Drachman y col., 1982). Fambrough y colaboradores (1973) lograron identificar, mediante el empleo de a-neurotoxinas de víbora que se fijan con gran afinidad al receptor nicotínico (cap. 9), una reducción de 70 a 90% del número de receptores por cada placa terminal en los pacientes miasténicos.

Lo anterior parece validar el concepto de que la miastenía gra­ve se debe a una reacción auto inmunitaria dirigida primordial­mente contra el receptor de ACh a nivel de la placa terminal posináptica. Los anticuerpos, que se encuentran también en el plasma, reducen el número de receptores identificables, ya sea mediante pruebas de fijación de toxina o por mediciones elec­trofisio1ógicas de la sensibilidad a la ACh (Drachman, 1994). La reacción autoimnunitaria intensifica la degradación de los receptores (Drachman y col., 1982). Se han identificado com­plejos inmunitarios a nivel de la membrana posináptica, junto con anomalías ultraestructurales notables del surco sinápti­co. Estas últimas parecen ser consecuencia de lisis de los plie­gues sinápticos de la placa terminal, mediada por complemento. Una enfermedad relacionada que también trastorna la transmi­sión neuromuscular es el síndrome de Lambert-Eaton. En este caso, los anticuerpos están dirigidos contra ros canales del Ca.:' que se requieren para la descarga presináptica de ACh (Kim y Neher, 1988).

En un subgrupo de aproximadamente J 0% de los pacientes que manifiestan síndrome miasténico, la debilidad muscular tie­ne una base congénita más que autoinmunitaria. La identifica­ción de las bases bioqUímicas y genéticas del trastorno congéni­to pone de manifiesto que en el receptor de acetilcolina ocurren mutaciones que afectan la fijación de ligando y la cinética de abertura de los canales (Engel, 1994). Ocurren otras mutacio­nes, a manera de deficiencia en la forma de la acetilcolinesterasa que contiene la unidad de cola del tipo de la colágena (Camp y coL, 1995). Como cabría esperar, en los pacientes miasténicos con deficiencias de acelilcolinesterasa en la placa terminal, no se observa mejoría subjetiva después de la administración de agentes anti-ChE (véase más adelante).

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184 Sección 11 Fúrmv('os con acciones en la.\' ¡/ilIOnes únáptica,\ .1' Ill'ul'(lekelVrIIS

Diagnóstico. Aunque el diagnóstico de miastenia grave se de­duce a menudo de la historia clínica y de los signos y síntomas, suele ser un verdadero desafio el distinguirlo de ciertas enfer­medades neurasténicas, infecciosas, endocrinas, neoplásicas y neuromusculares degenerativas. Sin embargo, la miastenia gra­ve es el único trastorno en el que se pueden mejorar en un gra­do impresionante las deficiencias mencionadas con medicación anti-ChE. La prueba del edrofonio en la valoración de la posible miastenia grave se efectúa mediante la inyección intravenosa rápida de 2 mg de cloruro de edrofonio, seguida 45 s después por 8 mg adicionales si la primera dosis carece de efecto; la reacción positiva consiste en mejoría breve de la fuerza, no au­nada a fasciculación lingual (que ocurre por lo general en los pacientes no miasténicos).

La dosis excesiva de un agente anti-ChE da por resultado cri­sis colinérgica. El trastorno se caracteriza por debilidad, resul­tante de despolarización generalizada de la placa motora termi­nal; otros aspectos se deben a sobreestimulación de los receptores muscarínicos. La debilidad resultante del bloqueo de la despolari­zación puede semejarse a la debilidad miasténica, que se toma evidente cuando resulta insuficiente la medicación anti-ChE. La distinción es de una evidente importancia práctica, puesto que el primer tipo de caso se trata interrumpiendo el fármaco, y el último con la administración del agente anti-ChE. Cuando se efectúa con cuidado la prueba del edrofonio, con limitación de la dosis a 2 mg y con acceso inmediato a medios para la reani­mación respiratoria, la disminución ulterior de la fuerza indica crisis colinérgica, en tanto que la mejoría significa debilidad miasténica. Debe administrarse de inmediato sulfato de atropi­na, a dosis de DA a 0.6 mg o más, por vía intravenosa, si sobre­viene una reacción muscarínica grave (para obtener detalles com­pletos, véanse Osserman y col., 1972; Drachman, 1 994).

Aunque se han realizado pruebas estimuladoras con 0.5 mg de tubocurarina con el fin de desencadenar debilidad muscular para confirmar el diagnóstico, esta prueba entraña peligro. En la actualidad se ha difundido el uso de la identificación de los anti­cuerpos antirreceptores en biopsias musculares o plasma.

Tratamiento. Los fármacos anti-ChE de uso común en el tra­tamiento sintomático de la miastenia grave son neostigmina, piridostigmina y ambenonio. Todos pueden incrementar la reac· ción del músculo miasténico a los impulsos nerviosos repetiti­vos, primordialmente al preservar la ACh endógena; parece ser que, con una descarga equivalente de ACh, los receptores de una zona de corte transversal más amplia de la placa terminal quedan expuestos a concentraciones de ACh que son suficientes para la estimulación.

La dosis oral óptima de agente anti-ChE se puede calcular de manera empírica cuando se ha establecido el diagnóstico de mias­tenia grave. Se efectúan registros de referencia de la fuerza de prensión manual, capacidad vital, y diversos signos y síntomas que reflejan la fuerza de diversos grupos musculares. El pacien­te recibe a continuación una dosis oral de neostigmina (7.5 a 15 mg), piridostigmina (30 a 60 mg) o ambenonio (2.5 a 5 mg). Se vigilan a intervalos frecuentes la mejoría de la fuerza muscular y cambios en otros signos y síntomas, hasta que sobrevenga el retorno al estado de referencia. Después de una hora o más en este estado, se proporciona de nuevo el fánnaco, con incremen· to ele la dosis a una y media veces la cantidad inicial, y se repiten dichas observaciones. Se prosigue así, con aumentos crecientes

de la mitad de la dosis inicial, hasta lograr la reacción óptima. El resultado se puede confirmar con la prueba del edrofonic. Si la dosis del agente anti·ChE de acción más prolongada fue insufi­ciente, se producirá Uf,a mejoría ulterior de la fuerza muscular. Si la dosis fue suficiente o excesiva, no habrá cambios ulteriores o se pondrá de manifiesto una reducción de la fuerza muscular. La dosis oral única óptima puede variar entre las dosis iniciales ya mencionadas y más de cinco veces estas cantidades.

La duración de la acción de esto� fármacos permite que el intervalo entre las dosis orales requeridas para conservar un ni­vel razonablemente uniforme de potencia suela ser de dos a cua­tro horas para la neostigmina, de tres a seis horas para la pirido­ximina o de tres a ocho horas para el ambenonio. Sin embargo, la dosis necesaria puede variar de un día a otro, y suele requerir­se incremento de la frecuencia o tamaño de las dosis en caso de estrés físico o emocional, infecciones intercurrentes y menstrua· ción. Además, las exacerbaciones y remisiones impredecibles del estado miasténico pueden necesitar ajustes ascendentes o descendentes de la dosificación. Aunque todos los pacientes de miastenia grave deben ser tratados por un médico a intervalos regulares, se puede enseñar a la mayoría a modificar sus regí­menes posológicos según sus necesidades cambiantes. La piri­dostigmina se surte en comprimidos de liberación sostenida que contienen en total 180 mg, de los cuales 60 mg se liberan de inmediato y 120 mg en el transcurso de varias horas; este prepa­rado es de utilidad para conservar a los pacientes durante perio­dos de seis a ocho horas, pero debe limitarse el empleo en el momento de acostarse a dormir. Por lo general es posible con­trolar los efectos muscarinicos cardiovasculares y gastrointesti­nales colaterales de los agentes anti-ChE, mediante atropina u otros fármacos anticolinérgicos (cap. 7). Sin embargo, debe re­conocerse que estos compuestos encubren los efectos adversos de dosis excesivas de cualquier anticolinesterasa. En la mayoría de los pacientes acaba por desarrollarse tolerancia a los efectos muscarínicos, de modo que no es necesaria la medicación anti­colinérgica. Diversos fánnacos, entre ellos agentes curariformes y ciertos antibióticos y anestésicos generales, interfieren en la transmisión neuromuscular (cap. 9); su administración a pacien­tes de miastenia grave es peligrosa sin ajuste apropiado de la dosificación del agente anti-ChE y otras precauciones apropia­das.

Deben considerarse otras medidas terapéuticas cuando la ad­ministración de agentes anti-ChE a dosis óptimas no promueve una actividad motora cercana a lo normal. Estudios controlados revelan que los corticosteroides favorecen la mejoría clínica en un alto porcentaje de pacientes. Sin embargo, cuando se prosi­gue con el tratamiento a base de esteroides durante periodos pro­longados, aumenta mucho la incidencia de efectos colaterales (cap. 59). Se recurre a disminución gradual de las dosis de sos­tén y regímenes en días alternos de esteroides de acción breve, para volver mínimas estas complicaciones. El inico del trata­miento con esteroides incrementa la debilidad muscular; sin embargo, será posible reducir las dosis de fármacos anti-ChE conforme el paciente mejore con la administración sostenida de esteroides (Drachman, 1 994). En los casos más avanzados han sido beneficiosos otros agentes inmunosupresores, como aza­tioprina y ciclosporina.

Debe considerarse la conveniencia de efectuar timectomía en

caso de miastenia relacionada con un timoma, o cuando la en­fermedad no se controle de manera adecuada con el uso de agen-

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tes anti-ChE y esteroides. Los riesgos y beneficios relativos del procedimiento quirúrgico, en comparación con el tratamiento a base de anti-ChE y corticosteroides, requieren valoración cuida­dosa en cada caso. Como el timo contiene células mioides con receptores nicotínicos (Schtuep y col., 1987) y es predominante el número de pacientes con anomalías tímicas, quizás esta glán­dula sea la causa de la patogenia inicial. Es también el origen de las células T auxiliadoras autorreactivas. Sin embargo, no se re­quiere el timo para que se perpetúe el trastorno.

Como consecuencia de la causa autoinmunitaria supuesta de la miastenia grave, se ha efectuado plasmaféresis con buenos resultados en sujetos que se han conservado incapacitados a pe­sar de la timectomía y el tratamiento con esteroides y agentes anti-ChE (Drachman, 1994). La mejoría de la potencia muscular se correlaciona con la reducción del título de anticuerpo dirigido contra el receptor colillérgico nicotínico.

Profilaxia de la intoxicación con inhibidores de la colines­terasa. Los estudios en animales de experimentación han mostrado que el tratamiento previo con piridostigmina reduce la incapacidad y la mortalidad aunadas a la intoxicación con "agen­tes nerviosos". La primera administración a gran escala de piridostigmina en seres humanos se produjo en 1990, antici­pando el ataque con agentes nerviosos en la guerra del Golfo Pérsico. Con una dosificación oral de 30 mg cada ocho horas, la incidencia de efectos adversos fue casi de 1%, pero menos de 0 . 1 % de los sujetos tuvo reacciones suficientes para exigir la interrupción de la administración del fánnaco en caso de acción militar (Keeler y col., 1991). Con esta dosis, cabe esperar que la piridostigmina reduzca las reacciones periféricas adversas a la inhibición aguda de la colinesterasa por agentes alquilfosforados, pero no debe cruzar la barrera hematoencefálica.

Intoxicación por fármacos anticolinérgicos. Es posible su­primir muchos de los efectos periféricos y centrales de la intoxi­cación con atropina y fármacos antimuscarínicos relacionados (cap. 7) mediante inyección intravenosa de fisostigmina. Otros fármacos, como fenotiazinas, antihistamínicos y antidepresores tricíclicos tienen actividad anticolinérgica central, lo mismo que periférica, y el salicilato de fisostigmina puede ser útil para eli­minar el síndrome anticolinérgico central producido por sobre­dosificación o una reacción insólita a estos fármacos (Nilsson, 1982). Se ha comprobado con claridad la eficacia de la fisos­tigmina como antídoto contra los efectos anticolinérgicos de es­tos compuestos. Sin embargo, la fisostigmina no elimina otros efectos tóxicos de los antidepresores tricíclicos y las fenotiazi­nas (caps. 1 8 y 19), los déficit de la conducción intraventricular y las arritmias ventriculares. Además, el fármaco puede desen­cadenar actividad convulsiva; de ahí que su pequeño efecto be­neficioso potencial deba cotejarse contra este riesgo. La dosis intravenosa o intramuscular inicial de fisostigmina es de 2 mg, con administración de dosis adicionales, si se requie­re. Esta amina terciaria cruza la barrera hematoencefálica, en contraste con los fánnacos anti-AChE de tipo cuaternario. En el capítulo 9 'se analiza el empleo de los agentes anti-ChE para suprimir los efectos de los agentes de bloqueo neuromuscular competitivos.

Enfermedad de Atzheimer. En pacientes con demencia pro­gresiva del tipo de Alzheimer, se ha observado una deficiencia

lapilll/O R Anfi,n!incsferasa\' 185

de neuronas colinérgicas estructuralmente intactas, en parti­cular las que se extienden desde áreas subcorticales como el núcleo basal de Maynert (Katzman y Jackson, 1991). Con un criterio semejante al que se aplica a las otras enfermedades degenerativas del SNC (cap. 22), se sometió a investigación el tratamiento para intensificar las concentraciones de neuro­transmisores colinérgicos en el sistema nervioso central. La anti­ChE estudiada con mayor amplitud para el posible tratamiento restitutivo ha sido la tacrina (tetrahidroaminoacridina). Las prue­bas multicéntricas con este agente han incluido a cerca de 2 000 pacientes de enfermedad de Alzheimer. Con base en estudios menos completos en esa época, la FDA, en Estados Unidos, apro­bó en t 993 el empleo clínico de la tacrina para tratar demencias de Alzheimer de leves a moderadas.

En estudios comparativos de rendimiento cognoscitivo entre los grupos tratados y los de placebo se emplearon dosis hasta de 160 mgldía durante periodos de 2 a 1 2 meses (Knapp y col., 1994; Maltby y coL, 1 994). Los resultados más importantes medidos por el miniexamen del estado mental, la escala de valo­ración de la enfermedad de Alzheimer y {os puntos terminales subjetivos de los conductores de la prueba ponen de manifiesto mejoría en 1 5 a 30% de los pacientes. Se ha estimado que esta mejoría es equivalente a la impresión de la declinación cognos­citiva y funcional durante un periodo de seis meses. La mejoría de las capacidades cognoscitivas fue más importante que la de los déficit de orientación. Como la tacrina no parece alterar el proceso neurodegenerativo, es probable que persista sin abatir­se la degeneración subyacente. La tacrina no parece ser útil en demencias que no son de Alzheimer, como tampoco en el con­trol de los síntomas conductuales propios de las etapas más avan­zadas de la enfennedad; no se ha autorizado su empleo con es­tos fines.

Dada la variabilidad en la reacción y la incidencia elevada de efectos adversos (véase más adelante) las dosis deben estable­cerse mediante titulación, a partir de 40 mgldía administrados en dosis divididas entre los alimentos. Si no se observa reacción clínica después de cuatro a seis semanas, y la función hepática se ha normalizado según las mediciones semanales de transami­nasas, se pueden aplicar incrementos de 40 mg.

La hepatotoxicosis es el efecto colateral más frecuente e im­portante del tratamiento con tacrina. Casi 30% de los pacientes que reciben dosis bajas de tacrina tiene valores de alanina ami­notransferasa tres veces mayores que lo normal. Este incremen­to se observa dentro de los tres primeros meses de tratamiento; al interrumpir el fármaco, los valores de la función hepática se normalizan en 90%, de los pacientes. La readministración des­pués de haberse recuperado la función hepática ha dado muy buen resultado en algunos pacientes. Otros efectos colaterales son característicos de los inhibidores de la acetilcolinesterasa.

La tacrina manifiesta una biodisponibilidad relativamente baja después de la administración oral, a causa del metabolismo de primer paso. Surgen concentraciones máximas después de dos horas, con una semieliminación cercana a tres horas. Cruza con facilidad la barrera hematoencefálica y se retiene en el sistema nervioso central durante periodos prolongados.

Aunque la tacrina es la única opción terapéutica actual en el tratamiento de la enfennedad de Alzheimer, hay que reconocer que ni siquiera los pacientes mejor elegidos se beneficiarán en grado importante de estos regímenes terapéuticos. Los regíme­nes posológicos, la vigilancia semanal de la alanina amino-

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186 Sección ¡¡ Fúrma('os con acciones en las uniones sinápticas l" neurue!cc/urus

transferasa y las limitaciones de los efectos colinérgicos adver­sos, requieren supervisión importante por parte del médico.

A mediados de 1994, se encontraba en diversas fases de inves­tigación clínica, para el tratamiento de la enfermedad de Alzhei­mer, por lo menos una docena de otros inhibidores de la colines­terasa (Giacobini y Cuadra, 1994). Un agente de este tipo es el

metr{fonato, que se ha empleado en una gran población de pa­cientes para el tratamiento de la esquistosomiasis (cap. 40). Las estrategias terapéuticas con nuevos compuestos tienen como fina­lidad llevar al máximo la tasa de inhibición de la colinesterasa a niveles central y periférico, y el empleo de inhibidores de ésta en conjunto con agonistas y antagonistas colinérgicos selectivos.

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