Mito y Política: el caso de Hugo Chávez en Venezuela

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Mito y Política: el caso de Hugo Chávez en Venezuela por Juan Carlos Rey 1

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Mito y Política: el caso de Hugo Chávez en

Venezuela

por

Juan Carlos Rey

1

Sumario

1. Introducción: importancia las ideas-fuerza en tanto que mitos

2. Naturaleza y funciones de los mitos políticos

3. Los mitos políticos como patologías y como armas letales

4. Pragmatismo y sincretismo ideológico en el pensamiento mítico de Hugo Chávez

5. El mito de Bolívar

6. El mito de la Revolución Bolivariana

7. La visión mesiánica: “el Reino de Dios en la Tierra”

8. La visión militar: guerra y holismo estatal y social

9. Caudillaje carismático y aclamación popular

10. Una “utopía revolucionaria” ¿realizable?

11. Los instrumentos de la ingeniería utópica

12. Conclusiones

REFERENCIAS

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1. Introducción: importancia las ideas-fuerza en tanto que

mitos

Hugo Chávez se ha jactado de lo importantes que siempre

han sido las ideologías en su proyecto político. Pero se

trata de un tipo de ideologías que ha ido desarrollando

totalmente subordinadas a su voluntad personal e individual,

cambiando su contenido de acuerdo a lo que ha creído que era,

en cada momento, lo más conveniente para conquistar y

conservar el poder. De modo que, si bien el contenido de su

pensamiento político ha sufrido algunos importantes cambios,

para ir incorporando nuevos temas que podían contribuir al

éxito de su empresa política, ha mantenido, en lo esencial,

tanto su función como su forma, como un conjunto de ideas-fuerza

(que así es como Chávez gusta llamar a lo que son mitos

políticos), capaces de movilizar a la gente, y con un notable

menosprecio por sus contenidos propiamente teóricos y

racionales. De manera que, cualquiera que aspire a entender

el pensamiento político de Chávez, deberá empezar por tratar

de comprender —como vamos a tratar de hacer en este ensayo—

el papel fundamental que en dicho pensamiento han jugado y

juegan los mitos políticos.

Con evidente pragmatismo Chávez ha proclamado, en varias

ocasiones, que las ideas no le interesan por su valor

3

teórico, sino por su utilidad practica para la lucha

política. Según sus palabras, “la ideología para mi es un

conjunto de ideas que mueven a acción práctica, ideas-fuerzas”

(entrevista de Blanco (1998), p. 399, subrayado mío). De

manera que para Chávez, lo importante de un sistema

ideológico es “que sea capaz de motorizar, de mover fuerzas

sociales, si no, no hay ideologías” (Idem,, id., p. 358).

Se trata de un modo de pensar que guarda extraordinaria

semejanza con las ideas que sobre los mitos políticos desarrolló,

a principios del siglo XX, Georges Sorel. Al decir esto no

pretendo sugerir que Chávez haya sufrido la influencia

directa de este escritor francés, al que nunca nombra y al

que probablemente no conoce, pero no se puede descartar

alguna influencia indirecta, quizá a través del teórico

peruano José Carlos Mariátegui o de alguno de los seguidores

de éste.

En atención a tales componentes míticos, estamos en

presencia, no de una teoría política en sentido estricto,

sino de una especie de religión secular popular. Por

consiguiente, sería un grave error que, desconociendo este

carácter, nos limitásemos a criticar ese pensamiento desde un

punto de vista teórico, señalando sus muchas debilidades

factuales (en cuanto contiene hechos falsos o

simplificaciones abusivas de la realidad) o por sus

inconsistencias lógicas o teóricas (como la falta de

coherencia o incluso las contradicciones entre sus diferentes

4

partes), que en ocasiones lo hacen llegar al ridículo. Es

preciso que, más allá de una crítica puramente

intelectualista o teórica, mostremos el significado y la

funcionalidad de los mitos políticos.

Afortunadamente, para dicha tarea contamos en Venezuela

con la obra de nuestro maestro, Manuel García-Pelayo, quien,

además de haber aclarado las diferencias existentes entre el

pensamiento político mítico y el pensamiento político

racional, investigó los diferentes arquetipos míticos

utilizados a lo largo de la historia para explicar y

justificar la división de la sociedad en clases y las

distintas formas de gobierno; y examinó el interesante

proceso histórico por el cual, partiendo de una época de

predominio del pensamiento político mítico, se llegó a otra

en la que ha prevalecido el pensamiento político racional.

Pero, además, García-Pelayo subrayó que el estudio de la

mentalidad mítica debería ser de gran interés para el

politólogo que se preocupa de la época actual, pues, de

alguna manera, el mito, lejos de haber desaparecido, forma

parte permanente también del presente: “No creo que el estudio de los mitos políticos tenga sólo uninterés histórico, sino que, por el contrario, estimo que con mayoro menor patencia, manifiesto o soterrado, en formas simples ocomplejas, el mito está siempre presente o a punto de irrumpir comouna fuerza movilizadora de la acción política”1.

1 García-Pelayo (1981), p. 10. Sobre los mitos políticos, además de esaobra, se debe consultar (1968a) (1968b).

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De manera que el maestro siempre insistió en la

importancia que tienen, aun en el presente, las formas

irracionales de integración política, como son, además de los

mitos, los símbolos o el caudillaje.

En los análisis que siguen, además de varias ideas de

García-Pelayo, me valdré de las desarrolladas por los dos

autores que pueden considerarse como clásicos en la materia:

me refiero a G. Sorel [1908] (1976), quien es el iniciador y

defensor del uso del mito político, en el siglo XX; y al

gran crítico de ese uso y de su abuso, que es E. Cassirer

(1947). Con respecto a otras obras más recientes, aunque

abundan investigaciones de gran calidad sobre los mitos desde

el punto de vista antropológico o literario, así como sobre

algunos mitos históricos concretos, son escasos los estudios

valiosos desde el punto de vista peculiar y característico de

la Ciencia Política2.

2. Naturaleza y funciones de los mitos políticos

Frente a la acepción vulgar, según la cual los mitos son

narraciones falsas o ficticias o relatos fabulosos, partimos

de la concepción de Sorel, según la cual de los mitos

políticos no se puede decir que sean verdaderos o falsos, ya

que simplemente no son decidibles en esos términos, pues a

diferencia de las proposiciones teóricas, propias de las

2 Mencionaré dos: Tudor (1972) y Flood (1996)

6

ciencias, cuya verdad o falsedad es susceptible de

contrastación mediante el uso de la experiencia y de la

lógica, el pensamiento mítico no contiene conocimientos sobre

objetos reales, sino que se caracteriza por creencias, en el

sentido de hechos subjetivos o estados de alma individuales,

que no pueden ser sometidos a contrastación mediante

argumentos lógicos o comprobaciones empíricas. Frente al

pensamiento propiamente teórico, que se expresa por medio de

conceptos racionales que tienen como referencia realidades

objetivas, el pensamiento mítico lo hace a través de imágenes

o símbolos no racionales, que son expresión de sentimientos,

emociones, pasiones o creencias subjetivas. Como dice Sorel,

los mitos revolucionaros “no son descripciones de cosas sino

expresiones de voluntades” (Sorel (1976), p. 85). Y si la

función del conocimiento teórico es proporcionar

conocimientos acerca de la realidad, la función del mito

político es llamar a la unión y al combate de todos los

creyentes contra el enemigo común, de manera que su papel es

crear “un estado de ánimo épico”3.

Resulta, así, que se puede utilizar e, incluso, es

posible crear un mito con fines políticos, con plena

conciencia de que es falso. En Benito Mussolini (que con

razón reivindicó a Sorel como su padre espiritual y, a la

vez, fue calificado por éste como “genio de la política”)

podemos encontrar la cínica confesión de la creación de un

3 Isaiah Berlin, “Prefacio”, en Sorel (1976), p. 38.

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mito por su utilidad política, con plena conciencia de su

falta de verdad:

“Hemos creado nuestro mito. El mito es una fe, es una pasión. No esnecesario que sea una realidad. Es una realidad por el hecho que esun impulso, que es una esperanza, que es fe y que es valor. Nuestromito es la nación, nuestro mito es la grandeza de la nación. Y aeste mito, a esta grandeza que nosotros queremos convertir en unacompleta realidad, subordinamos todo lo demás”4.

Pero una actitud semejante podemos hallarlas en otros

creadores y manipuladores consciente de mitos políticos, como

es el caso, entre nosotros, de Hugo Chávez (vide Infra, p. 16).

Cassirer ha analizado el cambio de función del lenguaje

que ocurre cuando intervienen los mitos políticos.

Simplificando las cosas, podemos decir que las palabras

pueden cumplir dos funciones, según que su empleo sea

semántico o sea mágico. De acuerdo a su empleo semántico las

palabras sirven para describir cosas o relaciones entre las

cosas; pero, de acuerdo a su empleo mágico —que es el que

predomina abrumadoramente en las sociedades llamadas

primitivas— la función de las palabras es tratar de producir

efectos y cambiar el curso de la naturaleza (Cassirer (1947),

p. 334). Con los mitos políticos, creados en el mundo

contemporáneo, se produce una trasmutación de los valores del

lenguaje y una transformación del mismo, para darle un

sentido distinto a la que parecía ser la dirección general de

4 “Noi abismo creato il nostro mito. Il mito è una fede, è una passione. Non è necessario che siauna realtà. E una realtà nel fatto che è un pungolo, che è una speranza, che è fede, che è coraggio.Il nostro mito è la nazione, il nostro mito è la grandezza della nazione! E a questo mito, a questagrandezza, che noi vogliamo tradurre in una realtà completa, noi subordiniamo tutto il resto(Mussolini [1922] 1956, p. 457).

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la evolución moderna, pues ahora lo que se pretende

principalmente mediante las palabras es tratar de cambiar las

actitudes y el comportamiento de las personas a las que van

dirigidas. Para ello,

“palabras que antes se usaban con sentido descriptivo, lógico osemántico, se emplean ahora como palabras mágicas, destinadas aproducir ciertos efectos y a estimular determinadas reacciones.Nuestras palabras comunes están cargadas de significados; peroestas palabras de nuevo cuño están cargadas de sentimientos ypasiones violentas” (Cassirer, Ob. cit., p. 335)

Con las “palabras de nuevo cuño”, Cassirer se está

refiriendo a las creadas en la Alemania de su tiempo por la

mitología nazi5, pero un fenómeno análogo puede ocurrir

cuando impera cualquier otro mito político. Como veremos,

también el chavismo venezolano ha creado todo un nuevo

vocabulario o ha intentado dotar de nuevo contenido

valorativo a palabras que tradicionalmente tenían un uso

puramente descriptivo6.

Ocurre que los términos usados en el discurso mítico

llegan a perder casi todo su contenido descriptivo —aunque

pueden conservar la apariencia de que lo mantienen—, pues

5 Para más información sobre la Lingua tertii imperii, el lenguaje totalitariodel III Reich, se consultará el análisis pionero, basado en una multitudde fuentes (discursos de Adolf Hitler o de Joseph Goebbels, periódicos,libros y folletos, conversaciones, etc.) recogido en el diarioclandestino escrito entre 1993 y1945 por el filólogo judío VictorKlemperer (1996), destituido de su cátedra universitaria en Dresde. 6 Tanto es así, que entre nosotros hay quien ha considerado necesarioescribir un nuevo Diccionario que recoja esas novedades. Me refiero a Sanz(2004), pero, aunque la idea es interesante, se trata de un libroexclusivamente apologético de Chávez y de una obra carente de espíritucrítico y sin profesionalismo filológico.

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sirven, sobre todo, para expresar un sentimiento puramente

subjetivo de aprobación o de rechazo por parte de quienes los

utilizan, que, sin embargo, tratan de presentarse como si

estuvieran describiendo una cualidad objetiva de la realidad,

con la pretensión de incitar a que se produzca una actitud

semejante por parte de quienes les escuchan y a moverles a la

consiguiente acción política.

Palabras que originalmente, además de un significado

valorativo, podrían tener un claro significado descriptivo,

pueden llegar a perder totalmente este último para

convertirse en términos de un puro elogio o para el puro

vituperio. Para poner un destacado ejemplo, veamos lo ha

ocurrido entre nosotros con el término puntofijismo. Durante

muchos años este término se utilizó en Venezuela para

referirse al régimen democrático que se inicia a partir de

1958. Su uso implica una sinécdoque, pues para designar el

sistema político total se utiliza el nombre de una de sus

partes (el conjunto de pactos, acuerdos y arreglos entre

élites diversas de los cuales el prototipo fue el llamado

Pacto de Punto Fijo). Pero para buena parte de los chavistas, la

palabra puntofijismo pierde todo significado descriptivo, y se

convierte en un término que simplemente expresa un

sentimiento de condena y reprobación política7.

7 Así, la periodista Luisiana Colomine, en una entrevista (Diario ELUNIVERSAL. Caracas, jueves 10 de febrero, 2000) a Luís Miquilena, cuandoéste era el mentor político e intelectual reconocido por Chávez y lasegunda autoridad del Movimiento Va República, ante la pregunta: “¿Qué esel puntofijismo para usted?”, respondió:

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Al desarrollar la teoría de los mitos, y referirse con

tal término a las creencias de los revolucionarios (como eran

en aquel momento el socialismo, la revolución o, sobre todo, la

huelga general), y no a una realidad empírica, Sorel quiso

proteger dichas creencias, poniéndolas a salvo de toda

refutación8; pues, al igual que ocurre con las convicciones

religiosas, los mitos, así entendidos, se vuelven

invulnerables: no son susceptibles de ser destruidos por una

crítica racional. En efecto, cuando entramos en el terreno de

los mitos, nos dice Sorel, estamos prescindiendo de toda

discusión y refutación intelectualista, basada en la razón.

Debemos, por tanto, “dejar de lado todos los procedimientos de discusión que soncorrientes entre los políticos, los sociólogos o las personaspropensas a la ciencia práctica. Puede otorgarse a los adversariostodo aquello que se esfuerzan en demostrar, sin reducir, en maneraalguna, el vigor de la tesis que ellos creen que pueden refutar;poco importa que la huelga general [y lo mismo podríamos decir decualquier otro mito político] sea una realidad parcial o solamente el fruto de laimaginación popular” (Sorel (1976), pp. 185-186).

De modo que al usar esas categorías míticas (revolución,

socialismo, bolivarianismo o la que sea), a lo que nos

estamos refiriendo —en realidad, lo único que importa— es a

“Es esa línea de corrupción y de podredumbre. Hacer casas, teneruna vida que no se corresponda con lo que el individuo gana, serladrón, inmoral, aprovecharse de la gente, tener ventajismo frentea los demás, no aplicar la ley, el tráfico de influencia”.

Con lo que el término puntofijismo pierde gran parte de su contenidodescriptivo, para referirse fundamentalmente a un gobierno que condenamospor alguna de las muchas posibles formas de corrupción o de ilegalidad ensu ejercicio.8 “[C]uando nos situamos en ese terreno de los mitos, estamos a cubierto de toda refutación”. Sorel (1976), p. 88.

11

“cuáles son las representaciones que actúan sobre ellos [los

revolucionarios] y sus compañeros del modo más eficaz” (Sorel

(1976), p. 186).

3. Los mitos políticos como patologías y como armas letales

El uso de los mitos en la vida política contemporánea es

muy censurable, no necesariamente por ser expresión de

emociones o sentimientos, que en cuanto tales son

inobjetables e imprescindibles, sino porque constituyen

alarmantes patologías políticas, al menos por dos razones.

En primer lugar, porque suponen la involución del

pensamiento occidental, tal como se venía desarrollando a

partir del Renacimiento, que se basaba en el supuesto de que

los hombres eran libres y responsables para elegir entre

varias posibilidades políticas que se abrían ante ellos, y

que cuando elegían lo hacían por motivos inteligibles para sí

y para los otros, pues al tomar esa decisión estaban abiertos

a ser persuadidos mediante el uso de argumentos racionales.

Pero la intervención del mito en la vida política moderna, va

a significar que el hombre abandona la elección racional,

renunciando a su libertad y a su responsabilidad política,

para dejarse arrastrar por sentimientos, emociones o

pasiones.

Pero, en segundo lugar, los mitos políticos frecuentemente

son producto de una manipulación, pues, como vamos a ver, se

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puede y se suelen fabricar tales mitos a la medida de las

masas a las que van dirigidos, para ejercer sobre ellas una

influencia éticamente inadmisible, pues es independiente de

que sean ficticios o falsos. Thomas Mann, a través del

narrador de su novela Doctor Faustus, consideraba la obra de

Georges Sorel, Reflexiones sobre la Violencia (publicada en 1908), en

atención a su tratamiento del mito político, como ”el libro

capital de nuestra época”, por ser ”adivinación y profecía”

de una nueva era caracterizada por la regresión de los

valores políticos tradicionales de Occidente, en la que la

discusión racional entre los partidos resultará totalmente

fuera de lugar, pues en adelante las masas se alimentarán con

ficciones míticas susceptibles de desencadenar y estimular

las “energías políticas a modo de gritos de guerra”. De modo

que, de acuerdo a la profecía de Sorel, en adelante la

argumentación racional iba a ser sustituida por“[e]l mito político, o mejor dicho, el mito fabricado a la medidade las masas, la fábula, el desvarío, la divagación, como futurosvehículos de acción política […] que para ser fructífera ycreadora, no necesitaba tener nada que ver con la verdad, la razóno las ciencias” (Mann (1961), p. 579).

Aunque los mitos políticos contemporáneos tiene ciertos

rasgos comunes con los mitos de los pueblos primitivos

estudiados por los antropólogos, hay una importante

diferencia entre ambos. Estos últimos son, en general,

fenómenos de creación inconsciente y colectiva (aunque puede

haber un personaje, él mismo mítico, al que se puede atribuir

el relato original). En cambio, los mitos políticos

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contemporáneos son el producto de la elaboración consciente y

deliberada de uno o varios autores, muchas veces

identificables, con el propósito de conquistar o conservar el

poder. Según Cassirer,

“Siempre se ha descrito el mito como resultado de una actividadinconsciente y como un producto libre de la imaginación. Pero aquí[en el caso de los mitos políticos contemporáneos] nos encontramoscon un mito elaborado de acuerdo con un plan. Los nuevos mitospolíticos no surgen libremente, no son frutos silvestres de unaimaginación exuberante. Son cosas artificiales, fabricadas porartífices muy expertos y habilidosos. Le ha tocado al siglo XX,nuestra gran época técnica, desarrollar una nueva técnica del mito.Como consecuencia de ello, los mitos pueden ser manufacturados enel mismo sentido y según los mismos métodos que cualquier otra armamoderna, igual que ametralladoras o cañones” (Cassirer (1947), pp.333-334).

De acuerdo a Cassirer, los nuevos mitos políticos son

creaciones artificiales fabricadas por individuos concretos,

conforme a un plan, que se han convertido en armas que sirven

para la dominación de los pueblos, aunque a menudo pretenden

ser para su liberación. Frente a los auténticos mitos

tradicionales que dominaban a los hombres, pues eran, por así

decirlo, atrapados por ellos, los nuevos mitos políticos son

elaboración consciente y deliberada de uno o varios autores,

muchas veces identificables, con el propósito de conquistar o

conservar el poder. Pero aunque se puede hablar de la

existencia de “una nueva técnica del mito”, los que se

aprovechan de ella no gozan de una libertad total para

crearlos de la nada usando simplemente su talento y

imaginación. Para que sean eficaces, los mitos tienen que

prender en las masas, atraparlas, para lo cual tienen que

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basarse en elementos ya existentes en la mentalidad popular.

El talento del promotor y explotador del mito consiste en ser

capaz de captar en el alma popular los componentes capaces de

seducir a las masas, para impulsarlos, fomentarlos e incluso

desarrollarlos, adaptándolos a sus necesidades. Es evidente

que todo el talento de manipulación de Hitler y de Rosenberg

no hubieran bastado si en la psiquis del pueblo alemán no

hubieran existido, desde mucho antes, los sentimientos

conscientes e inconscientes de la superioridad de la raza

aria y del antisemitismo. De manera análoga, el

bolivarianismo, manipulado por los distintos gobernantes

venezolanos, desde Guzmán hasta Chávez, no hubiera podido

tener éxito si previamente no fuera un mito realmente

popular, que los políticos han sabido usar y manipular9.

Para quienes no aceptamos el relativismo de alguna

corrientes filosóficas posmodernas, para las cuales la

distinción entre verdad y falsedad, desde un punto de vista

racionalista, ha dejado de tener sentido, continúa plenamente

vigente la cuestión de, hasta qué punto los utilizadores y

manipuladores de los mitos políticos pueden creer

sinceramente en su veracidad. No faltan quienes sostienen que

el hecho de manipular conscientemente los mitos con fines

políticos no supone, necesariamente, una falta de sinceridad

9 Existen excelentes obras de nuestros historiadores políticos sobre lautilización del mito de Bolívar (vide Infra, nota 15), pero son muy escasoslos estudios, desde el punto de vista antropológico, del bolivarianismoen el imaginario popular. Véase, Salas (1987, 2001).

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o doblez por parte del manipulador, por lo que sería injusto

acusarle de ser un cínico. En realidad, habría que examinar,

caso por caso, hasta qué punto nos encontramos ante una

situación de fingimiento, análoga a lo que se dice de ciertos

buenos actores, que mientras actúan se identifican totalmente

con el personaje al que representan, hasta el punto que son

capaces de sentir realmente con él sus penas y gozar de sus

alegrías, como si fueran reales; o si nos encontramos, más

bien, con una situación de doble personalidad (trastorno

disociativo del yo), explicable por los psiquiatras, según la

cual, la persona alternaría momentos de lucidez, durante los

cuales sería consciente de la falsedad del mito, con otros

momentos —especialmente cuando está en contacto afectivo con

la muchedumbre de sus seguidores—, en los que participa con

ellos de sus creencias míticas.

4. Pragmatismo y sincretismo ideológicoen el pensamiento mítico de Chávez

Al analizar el pensamiento político de Hugo Chávez hay

que empezar por señalar que no estamos ante una verdadera

teoría política, en el sentido de un sistema coherente de

ideas, sino de la utilización oportunista y pragmática de

ciertas ideas reducidas a unos cuantos temas, entre los

cuales no hay coherencia teórica o lógica, y que son en gran

medida mitos. En el pensamiento mítico de Hugo Chávez aparecen

yuxtapuestos, como en un tótum revolútum o —si se prefiere

utilizar la expresión venezolana— como en un arroz con mango,

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distintos componentes, entre los cuales no existe ninguna

cohesión de orden lógico o teórico, pero sí afectiva. Se

trata de un discurso en que las palabras tienen un contenido

más emotivo que descriptivo, y en el que el ensamblaje entre

las ideas no responde a una coherencia lógica o teórica, pero

sí a una coherencia afectiva. Esta característica no es

exclusiva del pensamiento de Chávez, pues guarda asombrosa

semejanza con otras formas conocidas de pensamiento mítico

del siglo XX, aunque se diferencia de ellas en cuanto a su

contenido10.

Si el pensamiento de Chávez integrara un verdadero

sistema teórico, es evidente que no toleraría que sus

distintos componentes fueran contradictorios, pues el sistema

se autodestruiría lógicamente, pero cuando se trata del

pensamiento mítico el principio de contradicción no

constituye un obstáculo para su operación. Por el contrario,

el hecho de que reúna diferentes temas e ideas

contradictorias desde el punto de vista intelectual, hace

posible activar y despertar las energías de masas humanas

heterogéneas, pero que, sin embargo, actúan coherentemente en

el plano de la motivaciones. Aquí lo que importa no es la

compatibilidad lógica de las ideas, pues estamos más bien en

el dominio de la energía, de manera que lo que sería

contradictorio desde el punto de vista teórico, puede servir

para la movilización simultánea de las energías de quienes,

10 Véase, sobre dicha semejanza, Monnerot (1989), pp. 570-580.

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desde un punto de vista racional, mantienen ideas opuestas

(Monnerot, Ibidem. id.).

La misma idea fue expuesta por Cassirer, según el cual,

en general, los mitos se presentan como conjuntos cuyos

diversos componentes no están sistematizados sino amalgamados

y confusos. Pueden parecer un puro caos, una mera masa

informe de ideas incoherentes, a cuyo ensamblaje resulta

difícil buscar razones, como ocurre en el pensamiento

político de Chávez. Pues, como dice Cassirer, a propósito de

los mitos,“Su sustrato real no es de pensamiento sino de sentimiento, el mitoy la religión primitiva no son, en modo alguno, enteramenteincoherentes, no se hallan desprovistos de «sentido» o razón; perosu coherencia depende en mucho mayor grado de la unidad desentimiento que de reglas lógicas” (Cassirer (1965), p. 126)

De modo que, como vamos a ver, en Chávez, se trata de un

discurso que, en gran parte está dirigido especialmente a

ejercer su efecto sobre las zonas motivadoras del ser humano,

de manera análoga a los efectos que produce la música, y no

sobre los mecanismos utilizados para los razonamientos y las

demostraciones lógicas y matemáticas. En él las

contradicciones lógicas no importan, si es capaz de crear “un

estado de ánimo épico”, de crear un vínculo sentimental entre

los diversos creyentes que se oponen a un enemigo común.

Pese al reconocimiento verbal de Chávez de la

importancia de las ideologías políticas, él mismo se declara

ser un hombre de acción, más que un pensador: ”yo no soy un

pensador que va a generar una doctrina original, nueva. No.

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Prefiero hacer” (entrevista de Blanco (1989), p. 79). Y no

debe sorprendernos que profese un absoluto desprecio por el

saber propiamente teórico, de modo que confiesa, con un

descarnado pragmatismo, que lo que le interesa de las ideas

políticas es su utilidad práctica en la lucha por el poder.

Según Chávez, “la ideología para mi es un conjunto de ideas

que mueven a acción práctica, ideas-fuerza” (Ibidem, p. 399,

subrayado mío, J.C.R.)11. De manera que lo importante en un

sistema ideológico es “que sea capaz de motorizar, de mover

fuerzas sociales, si no, no hay ideologías” (Ibidem, p. 358).

Pues de poco sirven grandes ideas si son inútiles (Ibidem,

p. 400).

Ya en los primeros años, cuando Chávez y sus compañeros

militares iniciaban la construcción de su movimiento,

decidieron que era necesario superar la “desideologización”

por la que atravesaba la política venezolana12. Convencidos,

además, de que el “buscar modelos en otras latitudes para

importarlos y tratar de implantarlos de nuestra sociedad”,

llevaba a que nuestros pueblos se apartasen cada vez más de

sus raíces históricas y a su abandono de la política,

decidieron buscar inspiraciones en nuestras tradiciones. Por

eso —dice Chávez— “nos hemos atrevido a invocar un modelo11 Aquí, el concepto de idea-fuerza está usado en una acepción vulgar, muycomún en la literatura periodística, y no en su acepción originaltécnico-filosófica, creada por el filósofo francés Alfred Fouillée, alque Chávez nunca nombra y al que probablemente no conoce.12 Se referían al creciente pragmatismo y abandono de sus ideologías queocurre, a partir de la segunda década del régimen democrático, sobre todoen los dos principales partidos políticos, AD y COPEI,

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autóctono y enraizado en lo más profundo de nuestro origen, y

en el subconsciente histórico del ser nacional” (Ibidem, p.

91). Se trataba del llamado “árbol de las tres raíces” (Simón

Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora), pues pensaban

que a partir de tales pensadores se podía comenzar a definir

una ideología de “lo autóctono”, ya que “las tres líneas de

pensamiento convergen y producen una resultante perfectamente

compatible con el carácter social venezolano y

latinoamericano” (Ibidem, p. 97), que proporcionarían las

“ideas-fuerzas” que requerimos, y actuarían como “motores

revolucionarios” para transformar el país (Ibidem, p. 401).

Pero, las tres personalidades nombradas no son las

únicas fuentes posibles, pues el “árbol de las tres raíces”

hay que interpretarlo como una metáfora que se puede ir

enriqueciendo, y que permite un sincretismo prácticamente sin

límites. Así, ha dicho Chávez:

del marxismo hay que beber, del planteamiento liberal, delestructuralismo hay que beber, de muchas corrientes. Delcristianismo hay que beber, de los pensadores clásicos de laantigüedad. Son fuentes. Cuando nosotros hablamos de estas tresfiguras, hablamos de tres raíces (Ibidem, pp. 74-75)

De modo que, si alguien quiere incluir entre las fuentes

ideológicas a Francisco Miranda, o al cacique Guaicaipuro, o

incluso a un cantante popular contemporáneo, como Alí

Primera, las puertas del chavismo están abiertas, pues para

Chávez “no hay una intención excluyente” (Ibidem, pp. 74-75).

Pero no hay que engañarse: el chavismo ha mostrado gran

amplitud y tolerancia para cualquier pensamiento, siempre que

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parta de la aceptación del “proyecto revolucionario

bolivariano”, tal como Chávez lo define. Así, por ejemplo,

puede acoger en su seno lo mismo la religiosidad popular,

tanto de la iglesia católica (preferentemente en alguna de

las versiones de la teología de la liberación), como de las

iglesias evangélicas protestantes, sin excluir las prácticas

de brujería de origen africano o indígena, como el culto a

María Lionza y al negro Felipe, así como el indigenismo y el

ecologismo radical. De lo que puede resultar las más extrañas

amalgamas ideológicas13.

Pero hay más. Chávez, cómo revolucionario, confiesa que

está dispuesto a aceptar las ideas y experiencias de

cualquier país, tendencia o época histórica que puedan ser

útiles para sus fines: ideas “de la derecha, de la izquierda,

de las ruinas ideológicas de estos viejos sistemas

capitalistas o comunistas [….]” (Ibidem, p. 295), incluyendo

las de “ese militarismo con nuevo signo y que hace dos

décadas trató de imponerse y implantarse en América Latina”

(Ibidem, p., 71), con lo cual se está refiriendo a los

“militarismos populistas”, como el de Velasco Alvarado en el

Perú, o el de Torrijos en Panamá. No le importa que tal

heterogeneidad de ideas implique contradicciones desde el

13 Así un conocido ideólogo del chavismo, Carlos Lanz Rodríguez, ha podidodescribir su pensamiento así: “Soy gramsciano desde el punto de vistafilosófico y mis ideas son un compromiso de la teología de la liberación,el marxismo, el bolivarianismo, la indianidad y el cimarronismo”. (SegúnPedro Llorens/Alfredo Meza, “Programa educativo del chavismo: Ideólogo deMinEducación se inspira en Bolívar, Marx y Gramsci”. Diario EL NACIONAL, 27de agosto de 2000).

21

punto de vista teórico: “Todos los pensamiento

revolucionarios serán bienvenidos, aceptando que tengan

contradicciones entre sí, pero bienvenido el pensamiento que

se oriente a la revolución necesaria en este momento para

Venezuela” (Ibidem, p. 85). Y en un pasaje, en el que muestra

su total desprecio hacia la teoría, Chávez dice:

“¿Contradicciones, incoherencias? Sí, pero creo que, así como

dijo un jefe del Pentágono, en los Estados Unidos: ése es un

hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta “ (Ibidem, p.

400)14.

5. El mito de Bolívar

De los tres pensadores que formaban originalmente el

“árbol de las tres raíces” no voy a detenerme en Simón

Rodríguez ni en Ezequiel Zamora, por varias razones. Simón

Rodríguez es un pensador interesante, aunque nada fácil, del

cual lo único que saben la casi la totalidad de los

venezolanos, es que fue el maestro del Libertador y que se

preocupó mucho por la educación de los niños pobres e

indígenas de América. De su complejo pensamiento lo único que

parece haber utilizado el chavismo es su conocido adagio: “O

inventamos o erramos”, con lo cual se refería a la necesidad

de que los pueblos de América desarrollen un conocimiento

14 En realidad Chávez se está refiriendo a un famoso dicho sobre eldictador de la República Dominicana Rafael Leónidas Trujillo, atribuido aCordell Hull, Secretario de Estado de los Estados Unidos (1933-1944): “Hemay be a son-of-a-bitch, but he is our son-of-a-bitch”.

22

propio, imprescindible para hacer frente a los problemas que

les son peculiares, pero que en ningún caso significaba, como

parecen creer sus modernos propagandistas, que rechazase los

conocimientos universales ni que otorgase una especie de

carta blanca a la improvisación y el aventurerismo. En cuanto

a Ezequiel Zamora, se trata de un general de la guerra

federal que Venezuela sufrió durante el siglo XIX, en el que

algún historiador comunista ha querido ver un precursor del

socialismo y una versión venezolana de Emiliano Zapata. Pero

Zamora, pese a sus indiscutidos méritos militares, no es

ningún pensador y su única obra intelectual se limita a

algunas proclamas y arengas muy primitivas, de manera que

sólo se han podido recuperar de él algunas consignas de

escasísimo valor teórico, como por ejemplo: “Viva la libertad, viva el

pueblo soberano, elección popular, horror a la oligarquía, tierras y hombres

libres”.

La primera y más poderosa fuente ideológica para Chávez

es el pensamiento de Simón Bolívar. Todos quienes saben algo

de Venezuela conocen el culto, a veces rayano a la idolatría,

que en el país se ha rendido al Padre de la Patria, y varios

de nuestros más destacados historiadores han estudiado en

profundidad el “mito de Bolívar”15 . Pero, aunque parezca

mentira, con Chávez la exaltación del Libertador aumenta

hasta bordear el ridículo, llegándose, por un capricho del

15 Sobre todo y antes que todos Carrera Damas (1969; 1986, Caps. 4, 6 y 7;2001).

23

Presidente. a cambiar el nombre tradicional del país, que ha

pasado a designarse como “República Bolivariana de

Venezuela”16. Además de la glorificación de Bolívar, mediante

la identificación de su nombre y los derivados del mismo con

Venezuela y con la venezolanidad, Chávez y sus seguidores han

tratado de equiparar el chavismo con el bolivarianismo (y por

tanto con la venezolanidad), con lo cual parecería que se

pretende excluir de la patria a los no chavistas.

Sin embargo, pese a la vehemencia con que ha tratado de

exaltar en todas formas el nombre de Bolívar, parecería que

Chávez, al menos en ocasiones, es consciente de las

limitaciones de tal figura histórica, pues en una

conversación más privada ha afirmado:

“No somos una sociedad bolivariana que anda exaltando el mito deBolívar. Quizá por nuestra misma formación militar del estudio dela historia, del fenómeno de la historia, Bolívar no es paranosotros un santo” (entrevista de Blanco (1998), p. 353).

Además, está al tanto del uso interesado que de tal

figura han hecho los tendencias políticas más reaccionarias

de Venezuela y ha declarado expresamente que su intención es

que “ese mito de Bolívar” no sirva para “seguir explotando al

16 Debe recordarse que el cambio de nombre figuraba en el Proyecto deConstitución que Chávez presentó a la Asamblea Constituyente, en la cualhabía una aplastante mayoría de sus partidarios. Sin embargo, talpropuesta, que había sido objeto de un abrumador rechazo de los másdiversos sectores del país, no fue aceptada por la Asamblea de mayoríachavista, pues sólo pudo obtener dos o tres votos a favor. IndignadoChávez por tal rechazo, que se produjo cuando se encontraba ausente delpaís, a su regreso obligó a una segunda votación en la que impuso a suspartidarios su voluntad, de manera que ahora el cambio nombre fueaprobado con todos los votos chavistas a favor, sin que se molestaran enexplicar las razones por la abrupta mudanza de opinión.

24

pueblo, sino para transformarlo” (Ibidem, id.). Confiesa que un

paso importante de la revolución ha sido “lograr sembrar el

concepto bolivariano en el alma de un pueblo hasta tal punto

que los oligarcas que antes se llamaban bolivarianos ahora no

se quieren llamar así. Ellos habían secuestrado a Bolívar,

ahora Bolívar es del pueblo. Yo creo que —repito— ese es un

paso importantísimo” (entrevista de Harnecker 2003, p. 126, §

292)

En todo caso, es evidente que Chávez no se preocupa por

las cuestiones históricas o de índole teórica, tales como

cuál era el verdadero pensamiento de Bolívar, pues como lo ha

reconocido en más de una ocasión lo que le interesan son las

ideas-fuerzas, capaces de mover los hombres a la acción, a la

manera de los mitos de Sorel. Aquí no podemos detenernos a

examinar los numerosos casos de manipulación y

tergiversación, por parte de Chávez, de diversos aspectos del

pensamiento de Bolívar, de acuerdo a sus propósitos

políticos17, pero el siguiente ejemplo, que nos relata el

propio Chávez, es suficientemente ilustrativo. Es sabido que

Bolívar defendió la igualdad jurídica o igualdad formal, a la

que llama igualdad ficticia, frente a la desigualdades reales

(físicas, morales, etc.) de los hombres (en el Discurso de

Angostura, v. gr.), y jamás pretendió que estas últimas pudieran

ser eliminadas. Pero, según relata Chávez, cuando estaba

17 Pueden verse numerosos ejemplos de tal manipulación y tergiversación, en mi ensayo, Rey (2005), especialmente pp. 169-177.

25

preparando a sus oficiales para la insurrección del 4 de

febrero de 1992, en vísperas de la misma, utilizo un pasaje

conocido de ese Discurso, en el que Bolívar defiende la

igualdad formal o igualdad puramente ficticia y legal, para

hacerles creer que el Libertador estaba propugnando la

necesidad de que el gobierno suprimiera las desigualdades naturales y

sociales, por medio de políticas del Estado y mediante leyes.

De modo que —ha dicho Chávez— en vísperas del intento de

golpe de Estado del 4 de febrero de 1992, “al preparar la

insurrección buscando la igualdad, lo usé [el pasaje ya citado

del Discurso de Angostura] como un arma para decirle a los

oficiales que Bolívar planeaba la igualdad. Creo que todo es

válido hoy en día para buscar la igualdad“ (entrevista de Blanco

(1998), p. 97. Los subrayados míos, J.C.R.).

6. El mito de la Revolución Bolivariana

La Historia, la Sociología y la Ciencia Política

intentan proporcionarnos, desde sus respectivas perspectivas,

definiciones de lo que es una revolución, por medio de

conceptos y de descripciones de ciertos cambios que se

producen en el mundo real; pero también existe una definición

mítica de ese término, que se basa en las intenciones, fines

proclamados o sueños de quienes se dicen revolucionarios, y

que utilizan, en vez de conceptos, representaciones de

naturaleza religiosa o escatológica. Cuando esto ocurre, el

término revolución pierde su sentido descriptivo y se convierte

26

en una palabra mágica (Cassirer), en un mito (Sorel) o en una

idea-fuerza (Chávez).

Desde el punto de vista mítico, la revolución se puede

concebir como un acto o una serie de actos, por medio de los

cuales se produce un cambio total y radical en el estado de

cosas existente, y que introduce un nuevo principio vital en

la historia, pues supone la eliminación definitiva no de éste

o de aquel mal particular, sino de todo mal de una manera

integral y hasta sus últimas raíces. De acuerdo con una

visión milenarista, se trata de un proceso de salvación o

liberación total, obra de un verdadero Mesías, capaz de

asegurar, después de una lucha titánica y descomunal contra

las fuerzas del mal, la instauración del “Reino de Dios en la

Tierra”. A este “modelo” mítico responden, en lo sustancial,

muchos ejemplos históricos, incluyendo el de Hugo Chávez18.

Chávez siempre ha concebido su revolución como un cambio

total, que supone mucho más que la conquista de todos lo

poderes del Estado e, incluso, va más allá de un cambio de

Constitución. Ya en vísperas de las primeras elecciones

presidenciales, en las que fue el ganador, utilizaba un

concepto integral de revolución (que probablemente no era muy

distinto del que tenía como militar conspirador). Según sus

palabras, mediante ella se iba a producir un cambio radical y

total del modelo político, económico, social, etc., que

18 Pueden verse otros muchos ejemplos históricos, en M. García-Pelayo, ”Elreino feliz de los tiempos finales”, en Las mitos políticos, pp. 64-110.

27

abarcaría todas las dimensiones de la vida del país, y que

entrañaría, además, una revolución moral y cultural

(entrevista con Blanco (1998), p. 115). Y a medida que Chávez

se ha consolidado en el poder ha ido desarrollado un proyecto

muy ambicioso, que ha sido denominado “la utopia

revolucionaria realizable”, que se propone culminar con la

creación de un “hombre nuevo”, fruto de la revolución

educativa que está en marcha19. Este “hombre nuevo”, es un

ente verdaderamente mítico, adornado con toda clase de

virtudes, pues será un ser comunitario, generoso,

cooperativo, solidario e igualitario, que despreciará las

riquezas, y que sustituirá al hombre actual que está en gran

parte corrompido, por ser el producto del puntofijismo y del

capitalismo, que lo ha hecho individualista, egoísta,

competitivo, desigual y ávido de riquezas. Cuando tal

sustitución se realice plenamente, la revolución será ya

irreversible.

Pero Chávez se ha jactado frecuentemente de que la suya

es una “revolución pacífica” (y añade de inmediato: “pero

armada”), con lo cual, además de alejarse de los estereotipos

de otras revoluciones, a las que el uso de la violencia las

hace especialmente condenables, parecería indicar que en

realidad no estamos ante un verdadero mito, pues la idea

mítica de revolución no puede prescindir del uso de la

19 Sobre la importancia que se atribuye a la revolución educativa en la construcción de la utopia posible, véase mi ensayo, Rey (2001).

28

violencia, que le es consustancial, pues consiste en una

lucha dramática, de carácter metafísico, entre los poderes

totalmente opuestos del bien y del mal, que entran

inevitablemente en conflicto hasta que uno de ello destruya

al otro. Pero, aunque es cierto que Chávez llegó a la

Presidencia por los votos de los ciudadanos, y no por la

violencia, esto no significa que haya reanuncia a su uso en

el futuro, ni que no la haya utilizado en el pasado, tanto

para intentar conquistar el poder, como ya desde el gobierno,

aunque en una escala más reducida que otras revoluciones

conocidas. En todo caso, conviene recordar que cuando Chávez

salió de la cárcel, tras el fracaso de su intento de golpe de

Estado, si bien decidió utilizar la vía electoral como la

táctica para llegar a la Presidencia, mantuvo, incluso

entonces, una clara conciencia y disposición sobre la

posibilidad de utilizar de nuevo la violencia armada como

medio de conquistar, mantener y desarrollar el poder. Así, en

vísperas de las elecciones de 1998, dijo que, si bien era

cierto que la decisión de participar en las elecciones había

significado la sustitución de la guerra armada por la guerra

meramente política, sin embargo:

“no sabemos si más adelante pasaremos a la guerra armadanuevamente”. [En todo caso] “el Movimiento [MBR-200] en sí, debetener la posibilidad de hacerlo, debe tener en su esencia, en suscomponentes, en su planes, en sus precisiones y en su escenario esaposibilidad [de guerra armada], debe ser capaz de preverla y dehacerla, bien sea en fase de un proceso hacia el poder, o bien seaen el proceso de control del poder o incluso después de haberllegado a ese control” (Blanco, Ibidem, pp. 344-345).

29

Y ya como Presidente, Chávez ha repetido una y otra vez, que

aunque la revolución pretende ser pacífica, está armada. Es

más, no ha dudado en usar dichas armas contra quienes se

oponen a la revolución. Pues para Chávez, su revolución, a

diferencia de las clásicas revoluciones que se han dado en

América Latina, es un proceso continuo y progresivo, que se desarrolla

indefinidamente en el tiempo. Utilizando la expresión de Trostsky

ha dicho que se trata de una “Revolución permanente”, en la cual

el poder constituyente originario —esto es, el poder

revolucionario— esta permanentemente activo (Rey 2007).

Este poder constituyente originario es un nuevo mito, que no

tiene nada que con la concepción que sobre el mismo han

desarrollado los constitucionalista clásicos. Pues para

éstos, el poder constituyente pertenece a todo el pueblo, en

tanto que soberano, que sólo actúa ocasionalmente, por cortos

periodos y en forma preferentemente institucionalizada,

cuando se consulta su opinión sobre una nueva Constitución,

por medio de un referéndum, o cuando tiene que elegir una

Asamblea Constituyente, en la que delega la elaboración de

una nueva Carta Magna. Pero, una vez que el mismo pueblo

aprueba la Constitución, el poder constituyente originario

cesa en sus funciones y entra en una especie de hibernación,

para que a partir de entonces sólo actúen los poderes

constituidos, conforme a la Constitución y las leyes. Pero,

según Chávez, ese mítico poder constituyente originario, que

se supone permanentemente activado, no corresponde a todo el

30

pueblo sino que coincide con las masas chavistas, de manera

que lo ha identificado en el pasado con los círculos bolivarianos

o, más recientemente, con los consejos comunales (vid Infra, pp. 39

y 41), o incluso con las turbas que se manifiestan a su

favor en la calle o que lo aclaman en los mítines políticos.

De manera que las masas chavistas, como poder constituyente

originario, o los distintos poderes constituidos, por su

mandato, pueden aplicar la violencia revolucionaria, al

margen de la legalidad formal, sin división de poderes, ni

ningún tipo de control institucional, contra los enemigos

recalcitrantes de la revolución, que encarnan el Mal y deben

ser aniquilados.

No es esta la oportunidad para que intentemos seguir el

desarrollo del mito de la Revolución hasta sus episodios más

recientes. Contentémonos con recordar que la visión

inequívocamente mítica que ha desarrollado Chávez respecto a

ella, le ha llevado a declarar, con aparente resignación, su

disposición a aceptar ejercer, durante los años que sean

necesarios, el papel que la Providencia y el pueblo

venezolano le ha asignado, como el único Mesías capaz de

llevarla a término.

7. La visión mesiánica: “el Reino de Dios en la Tierra”

En el mito de la revolución de Chávez también están

presentes yuxtapuestos componentes milenaristas, propios de

31

un mesianismo que pretende ser cristiano. Pero es curiosa la

utilización política, por parte de Chávez, de la religión

cristiana. En su entrevista con Blanco, en1998, Chávez se

preguntaba a sí mismo acerca de sus creencias religiosas, y

daba una respuesta inmediata y contundente: “¿Soy cristiano?

No, no conozco la teoría cristiana ni la practico”

(entrevista de Blanco (1998), p. 398). Pero poco tiempo

después, a partir del inicio de su campaña electoral a la

Presidencia y, especialmente, después de su triunfo en la

misma, Chávez empezó a pregonar un fervoroso catolicismo y a

predicar la paz y un fervoroso amor hacia sus semejantes, que

se debía, según confesión propia, a ese espíritu religioso.

Las repetidas y a veces exageradas manifestaciones del amor a

todos sus semejantes, que —según repite de vez en cuanto—

inspiran toda su vida, no le impide desatar con frecuencia su

ira contra sus enemigos políticos, a quienes considera

encarnación de todos los males, y a ejercer frente a ellos la

violencia, proclamando como su justificación que Cristo no

había venido a este mundo a traer la paz sino la guerra y a

luchar por la justicia; y a comparar sus bruscos choques con

la jerarquía de la Iglesia Católica, con Jesucristo cuando

usó un látigo para expulsar a los mercaderes del templo. De

modo que las frecuentes violencias de Chávez se justificarían

por estar al servicio de un proyecto político que asume un

carácter verdaderamente mesiánico, pues significa la

implantación del Reino de Dios en este mundo, en función del

32

cual se justifican incluso las muertes. Así, por ejemplo, en

un discurso en la Universidad de Buenos Aires, el 19 de

agosto de 2003 decía: Bienaventurados los pobres, dijo Cristo, porque de ellos es elReino de los Cielos, el Reino de los Cielos pero aquí en la Tierra,no allá en otro mundo, no, el mundo es éste, en eso comparto latesis de la teología de la liberación, tenemos que liberarnos aquí,no creo por supuesto en ese cuento que algunos católicos inmoraleshicieron correr por América para justificar la esclavitud, ledecían a los esclavos algunos sacerdotes católicos que no importaque sean esclavos, no, ese fue tu destino, Dios quiso que fuerasesclavo, pero como eres esclavo aquí en el otro mundo serás libre yese que te explota, el rico, aquí es rico pero en el otro mundo vapara el infierno. Esa tesis no la cree nadie, el Reino de Dios estáaquí en la Tierra, la liberación es aquí en este mundo y para esofue que vino Cristo a este mundo.

Y hablando a una multitud de sus partidarios, el 13 de

Octubre de 2003, terminaba diciendo que el camino de los

revolucionarios bolivarianos “es el camino que señalo Jesús

de Nazaret. El camino, el Reino de los cielos pero en la

tierra, el camino de la vida”; y les arengaba a continuar

adelante: “a la lucha, a la batalla, a la ofensiva y a la

victoria, que es nuestro camino y es nuestro destino”.

Se trata de un extraño cristianismo bastante heterodoxo,

pues sus repetidas advertencias de que mediante su revolución

va a instaurar el “Reino de Dios en la Tierra”20, están en

20 Una de las últimas y más solemnes declaraciones ese mismo sentido,aparece en el “Proyecto de exposición de motivos” del Anteproyecto para la1era. Reforma constitucional propuesta por el Presidente Hugo Chávez, (Agosto 2007) (quecomo se recordará, fue rechazado en referéndum por el pueblo,) en la quese dice que la revolución bolivariana se propone, como estrategiapolítica, “la construcción del Reino de Dios en la Tierra” (Proyecto deReforma de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.Despacho del Presidente. Miraflores, 15 de agosto de 2007, p. 40, de unafotocopia del original).

33

contra del Jesucristo de los Evangelios, que rechazó

rotundamente el mesianismo político, pues el reino que

anunciaba no tenía carácter político, ya que se trataba de

una renovación religiosa y moral. La heterodoxia de Chávez

resalta en el siguiente episodio. Cuando en una entrevista

alguien le preguntó sobre los muertos que se produjeron en el

intento de golpe de Estado de 1992, Chávez confesó : “tengo

en mi conciencia esas vidas […] porque yo soy muy católico y

más cristiano todavía”. Pero añadió que, como cristiano, su

creencia era que “la muerte será absorbida por la victoria,

como dice la Biblia: la victoria de estos proyectos

[revolucionarios] absorberá esas muertes, se justificará, no

serán muertes” (entrevista de Dieterich (2001), p. 72). Se

entiende, pues es un lugar común de la mitología

revolucionaria, la afirmación de que las muertes de quienes

participan en una rebelión se justifica por el triunfo final

de la causa. Pero no se comprende que, desde un punto de

vista cristiano, pueda decirse lo mismo de las víctimas que

murieron inocentemente por la acción de los golpistas. La

afirmación de que tales muertos pueden justificarse según la

Biblia, sólo se explica por la ignorancia de Chávez en

materia de cristianismo (confesada en la entrevista de

Blanco), unida al desparpajo con que acostumbra a hablar

sobre todo lo divino y humano. Pero queda una duda, que surge

por la discrepancia entre su primitiva afirmación de que no

era cristiano y las posteriores aseveraciones de serlo y aun

34

con fervor. Los más indulgentes piensan que se puede explicar

por una sincera conversión religiosa que se ha producido

recientemente; pero no faltan otros que tratan de explicarlo

como un puro maquiavelismo, pues creen que se trata de un

cambio sólo aparente, fruto de la sensibilidad que muestra

Chávez hacia las ideas-fuerzas que pueden ser útiles a su

proyecto revolucionario.

Fruto de su evolución ideológica más reciente, cuando a

partir de 2005 Chávez declara su conversión al socialismo, es

la aberrante amalgama en la que presenta a Judas como el

primer capitalista y como la encarnación de ese sistema, en

tanto que Cristo sería el primer socialista de la historia, y

el prototipo y arquetipo de ese espíritu socialista21. Pero

además, como manifestación del mito del antisionismo, en su

versión más tradicional, posible legado de su antiguo mentor

Norberto Ceresole, Judas encarna tanto al capitalismo como al

espíritu del pueblo judío, que se ha desarrollado

enriqueciéndose a costa de la explotación y el engaño de la

humanidad.

21 Existen muchas referencias sobre el particular. La primera que heencontrado se produce en el Primer Encuentro Latinoamericano de EmpresasRecuperadas, en Caracas, en Octubre de 2005, cuando después de decir que“el capitalismo es el camino al infierno”, afirmó que "Cristo fue elprimer socialista de nuestra era y Judas fue el primer capitalista denuestra era. Allí están el socialismo y el capitalismo personalizados enCristo y en Judas”. Vuelve a insistir en la misma idea al mes siguiente,en su Discurso en Mar del Plata, durante la III Cumbre de los Pueblos. Yun año más tarde, la noche del 16 de septiembre de 2006, la repite en unaMesa Redonda de la Televisión Cubana.

35

8. La visión militar: guerra y holismo estatal y social

Chávez no sólo usa constantemente imágenes y términos

militares, sino que piensa y actúa con categorías militares

que se van a amalgamar, sin mayores dificultades, con los

otros elementos míticos presentes en su pensamiento. De esta

fusión nace la manera en que va a percibir la realidad

sociopolítica, como un conflicto o guerra entre dos enemigos

irreconciliablemente enfrentados en los que cada parte trata

de destruir a su contrario. Como hemos visto, es propio de la

percepción mítica, la visión dramática de la realidad como

enfrentamiento o lucha inevitable entre dos potencias que

encarnan respectivamente el Bien y el Mal. Se trata de una

visión próxima a la de algunos destacado pensadores

políticos, como Carl Schmitt, que para la formación militar

de Chávez resulta sumamente atractiva.

Chávez confiesa que su visión militar le ha ayudado

mucho en la política: “durante años estuve pensando y

actuando [en política] en función de lo que es un combate. Me

siento un combatiente en la guerra política” (entrevista de

Dieterich (2001), p. 91). Partiendo de la conocida definición

de la guerra de Clausewitz (la guerra no es sino la continuación de la

actividad política por otros medios), que en realidad se refería a la

política exterior, Chávez —como lo habían hecho antes que él

Lenin y Mao Tsetung—, la va a aplicar también a la política

interior. De manera que la política se concibe, en forma que

36

nos recuerda a Carl Schmitt, como una oposición

irreconciliable amigo-enemigo.

Pero al mismo tiempo, frente a esta concepción de la

realidad política actual, Chávez parte de una visión holista o

totalista de la organización ideal del Estado y la sociedad,

según la cual ambos deben ser totalmente homogéneos, bajo una

sola unidad superior de propósitos y de acción, sin que se

admita la existencia de disensiones o conflictos internos,

considerados como procesos patológicos, resultados de la

existencia de intereses particulares contradictorios, que son

inadmisibles y que hay que eliminar. Se trata de una visión

que rechaza el pluralismo social o cultural y que propugna un

totalitarismo. Esta visión política propia de Chávez, que era

nueva en un país como Venezuela, donde desde 1958 se había

llegado a concebir las relaciones políticas en términos de

negociaciones, conciliación y acuerdos entre intereses

diversos y como la expresión de un pluralismo político y

social (aunque, ciertamente, cada vez más restringido a unas

élites), va a producir, un gran impacto y conmoción del que

todavía no se han repuesto ni los políticos profesionales

tradicionales ni gran parte de la población.

En realidad, el pensamiento militar de Chávez más que

inspirarse en Clausewitz, se asemeja a otro general prusiano,

Erick von Ludendorff, quien probablemente es una de sus

fuentes de inspiración, que a partir de la primera de la

primera guerra mundial, teorizó sobre la guerra total, y

37

teniendo en cuenta las necesidades de movilización total que la

misma exigía, planteó la necesidad de un cambio en el

pensamiento político y militar, que iba a justificar la

instauración de un Estado totalitario, en el cual es

fundamental que la integración política se fundamente en una

cohesión psíquica, basada en creencia míticas22. Invirtiendo

la idea clásica de Clausewitz, según el cual la dirección y

el punto de vista militar debían estar subordinados a la

dirección y punto de vista políticos, Ludendorf llega a la

conclusión de que el nuevo tipo de guerra total exige todo lo

contrario: que la dirección militar, el comandante en jefe,

asuma la suprema conducción del Estado. La guerra total,

significa, entre otras cosas, la participación de toda la

nación en el esfuerzo bélico, la adaptación del sistema

económico y social a los requerimientos de la guerra y la

necesidad de fortalecer la unidad moral y la cohesión

psíquica del conjunto de la población; y si la preparación

que se exige para todo ello ha de ser permanente y anterior

al inicio mismo del conflicto, entonces es necesario que se

instaure un nuevo tipo de Estado, distinto del tradicional

democrático-liberal, que puede ser llamado Estado total o

totalista. En realidad lo que propugnó Ludendorff fue una política

total, que en muchos de sus rasgos está prefigurado el futuro

22 El libro, traducido al castellano, a partir de una versión francesa,por una conocida editorial argentina (Ludendorff 1964), alcanzó grandifusión y acogida entre los militares latinoamericanos, y concretamentelos venezolanos, a partir de mediado de la década de los 60, pues fue muyvendido en nuestras Academias militares.

38

Estado totalitario. En la política total, defendida por

Ludendorff, todos los poderes (militares, políticos,

económicos, o de cualquier género) están concentrados en el

comandante en jefe, quien decide sobre todos los aspectos de

la vida estatal y debe ser obedecido sin reservas. Como dice

Ludendorff en el último Capítulo VII de su libro, el

comandante en jefe sólo puede contar consigo mismo, esta

obligado a permanecer en soledad, (Chávez ha usado palabras

muy semejantes para referirse a la función de comande en jefe

que el desempeña en Venezuela), y por dignos e inteligentes

que puedan ser los hombres que le rodean, nadie puede tratar

de interferir en el curso interno de sus pensamientos. En él

se encarna el mito del superhombre, no tanto por sus

conocimientos (aunque se supone que debe controlar todos los

dominios de la posible acción estatal), sino por su carácter

que exige cualidades extraordinarias.

Según Ludendorff, en la guerra total, en la que participa

toda la Nación, el pueblo y el Ejército se fusionan hasta

hacerse uno (otro de los ideales propugnados por Chávez).

Pero la unidad no es el resultado de la simple coerción

mediante el uso de medidas mecánicas. Sin duda que se trata

de un Estado con grandes poderes coactivos y capaz de

aplicarlos sin vacilaciones contra los disidentes y los

miembros corrompidos de la comunidad, pero lo que más

interesa, según el general alemán, era lograr una unidad

espiritual en torno a una ideología fuertemente emocional y

39

movilizadora. Se trata de producir una cohesión psíquica de

toda la población, para la cual Ludendorff toma como ejemplo

al pueblo japonés, gracias a la creencia religiosa, que le

proporciona el shintoismo, sobre la divinidad del emperador.

Para el caso del pueblo alemán debe ser la religión de la

raza aria. Aunque lo ideal es que dicha unidad espiritual sea

el producto de una fe de tipo religioso, el Estado debe usar

todos los instrumentos a su alcance (naturalmente, además de

la represión), incluido el control de la educación y de los

medios (prensa, radio, cine, publicaciones de todo género), y

el manejo de la propaganda y la censura.

Lo esencial de las ideas de Ludendorff sobre la guerra

total y la consiguiente necesidad de una movilización total y de

una política total, van a aparecer de nuevo, aunque escondidos

bajo los conceptos, en apariencia más modernos, de guerra

asimétrica, guerras de cuarta generación o guerras de liberación nacional,

que se pretende incorporar al nuevo pensamiento militar de la

llamada Fuerza Armada Bolivariana. Una vez que se toma

conciencia de que los enemigos internos que se oponen a la

revolución bolivariana, no son sino agentes de principal

enemigo externo, que es el Presidente Bush y el Imperio

norteamericano, que representa una continua amenaza —no sólo

porque fomenta continuamente golpes de Estado y atentados

para asesinar a nuestro Presidente, sino por sus planes de

una invasión armada en toda regla contra nuestro país— se

justifica la necesidad de plena militarización, aumento de la

40

seguridad interna y de una movilización permanente y total

del pueblo.

9. Caudillaje carismático y aclamación popular

En sus discursos públicos, Chávez ha llegado a proferir

las más exageradas y demagógicas expresiones de adulación al

pueblo23; y no se ha cansado de repetir el viejo aforismo: “la

voz del pueblo es la voz de Dios”. Pero como quiera que sus

partidarios no han dudado en proclamar, tanto en sus

manifestaciones como a través de “pintas” que aparecen en los

muros de la ciudades, que “la voz de Chávez es la voz del

pueblo”, es obvia la deducción lógica que resulta al unir los

dos dichos: para ellos, “la voz de Chávez es la voz de Dios”.

Sin embargo, en ocasiones Chávez se muestra convencido —

quizá debido a su formación militar— de la necesidad de

liderazgo en cualquier movimiento. De modo que en

conversaciones más privadas no ha vacilado en preconizar la

necesidad de los caudillos políticos, porque, según sus propias

23 Una ocasión en que colmó toda medida fue cuando dirigiéndose a suspartidarios en la Marcha por la Paz y la Democracia, en la Avenida Bolívar, el 13de octubre de 2002, dijo:

“¡Bendito sea este pueblo! ¡Que grandes son ustedes!Verdaderamente, yo me arrodillo ante el pueblo venezolano, le besola mano al pueblo venezolano, le lavo los pies al pueblovenezolano, cada día amo más al pueblo venezolano, ¡qué bravíopueblo!, ¡qué grande pueblo!, ¡qué inmenso pueblo!“.

41

palabras, “las masas son acríticas e inmóviles” (entrevista

con Blanco (1998), p. 103). Y aunque se ha defendido de

quienes le han acusado de ser un caudillo o un Mesías (“No me

considero ni caudillo ni Mesías”, ha dicho a Blanco, p. 296),

ese rechazo, como dice en esa misma entrevista, se debe al

sentido peyorativo que esas palabras tiene en Venezuela, pues

“aquí decirle caudillo a alguien es echarle a la basura de la

historia, como un estigma” (Blanco, p. 103). De modo que, en

otra entrevista posterior, siendo ya Presidente de la

República, reconocía: “A mí me han dicho caudillo, Mesías. Desde la cárcel recuerdo quese me criticaba el mesianismo. Me preguntaba un periodista ¿ustedse siente un Mesías, un caudillo? O me decían «usted es un mito,una leyenda». Yo decía: no, no soy un mito. Ahora, si lo fuera, sien la calle hubiera un mito, yo soy el núcleo de verdad de ese mitotal cual decía Aristóteles: todo mito tiene un núcleo de verdad.Entonces, el hombre que soy es el núcleo de verdad” (entrevista deDieterich (2001), p. 101).

De modo que Chávez aunque rechaza ser un mito, en la acepción

vulgar que tiene ese término, acepta serlo en cuanto

verdadero impulsor de un movimiento social, en tanto que idea-

fuerza.

Por otra parte, Chávez confiesa que los primeros líderes

políticos en los que se inspiró, cuando todavía era un joven

cadete, fueron caudillos de origen militar, como el General

Torrijos de Panamá y Velasco Alvarado de Perú (entrevista de

Dieterich (2001), p. 81). Relata, además, complacido, cómo al

visitar varios países diversas personas han reconocido el

parecido que existe entre él y otros notables caudillos

42

militares latinoamericanos. Así, cuenta que en Buenos Aires,

un obrero de un barrio le dijo: “usted me recuerda al general

Perón, por la forma como habla”. También, en Panamá, una

persona le comentó: “usted me recuerda a Torrijos”; y en

Santo Domingo, alguien le dijo: “usted me recuerda al coronel

Francisco Camaño”. Ante lo cual Chávez reconoce que está

seguro de que “hay algo de ellos” en su persona (entrevista

de Dieterich (2001), pp. 100-101).

Un periodista británico, autor de una monografía muy

elogiosa sobre el comandante, ha llamado la atención sobre el

tipo de vínculos afectivos que se crean entre Chávez y sus

seguidores, que recuerda al de otros caudillos

latinoamericanos, resaltando sus fuertes componentes míticos:“El apoyo a Chávez proviene de los sectores empobrecidos ypolíticamente inarticulados de la sociedad y de los barrios deranchos de Caracas y de las grandes regiones olvidadas del país. Élles habla día a día, con palabras que ellos entienden, en ellenguaje vívido, casi bíblico, del predicador evangélico. Dios ySatanás, el bien y el mal, dolor y amor forman las amalgamas deideas que utiliza con frecuencia. Como resultado, la masa delpueblo está con Chávez, como en otros países de América Latina y enotros tiempos, han estado con Perón, con Velasco, con Torrijos, conAllende y con Fidel” (Gott (2000), p. 21).

Sin embargo, no se trata del caudillismo al estilo más

tradicional latinoamericano, sino de uno más moderno en el

que resalten los componentes carismáticos. Norberto Ceresole,

un sociólogo argentino, peronista, pro nazi y antiguo

consultor del gobierno de Velasco Alvarado, que fue asesor de

Hugo Chávez y que ejerció una importante influencia sobre su

pensamiento político hasta poco después de llegar a la

presidencia, ha desarrollado en un librito (Ceresole [2000])

43

un modelo caudillista posdemocrático, inspirado en el nazismo

alemán y en el fascismo italiano, basado en la aclamación

pública, en el cual el poder del líder emana de una relación

directa caudillo-masa y en la que el partido gubernamental

juega un papel muy secundario, puramente logístico, en el

proceso revolucionario. Se trata de un modelo que se asemeja,

en muchos aspectos al régimen de Chávez, aunque resulta

difícil determinar hasta qué punto el caudillo venezolano se

ha inspirado en este libro, o si, más bien, es el autor

argentino el que ha escrito el libro describiendo el sistema

chavista. En realidad, como quiera que sea, por mucho que

Chávez repita que “la voz del pueblo es la voz de Dios”, el

pueblo se limita a aclamar, pues la verdadera voz es la del

caudillo. El método de decisión de este caudillismo es unaversión latinoamericana del Führerprinzip, pues no hay

deliberación por parte del pueblo, ni verdadero protagonismo

o participación del mismo. Douglas Bravo, ex-guerrillero,

antiguo aliado de Chávez, ha comentado el papel participativo

que éste atribuye a los civiles, que se limita a la

aclamación: “Chávez no quiere la participación de la sociedad civil actuandocomo fuerza concreta. Que la sociedad civil lo aplauda, pero que noparticipe, que es otra cosa. Un millón de hombres aplaudiendo enuna plaza es una participación pasiva. Mientras que 50 mil personasactivas es políticamente mucho mejor que ese millón de personaspasivas” (Garrido (1999), p. 30). Es cierto que Chávez no ha llegado a eliminar las

formas racionales de integración política propias de la

44

democracia, que operan a través de la representación política

mediante elecciones y por medio de los partidos, pero,

mediante sus repetidas críticas a la democracia

representativa, trata de impulsar una modalidad de

integración política que considera más auténtica, que es

irracional y que se establece por medio de una relación

directa, de contacto personal, entre el caudillo y sus

seguidores, como es la que se realiza en las grandes

concentraciones políticas, en las que se establece una

relación directa, cara a cara, y en las que se expresa una

adhesión emotiva y carismática entre el líder y la masa. En

ellas, el líder arenga al pueblo con un discurso de bajo

contenido informativo, muy simple y repetitivo, y cuyo fin

principal es enardecer el ánimo de sus seguidores frente a un

enemigo común, real o supuesto (los nazis decían que en los

mítines de Hitler, sus discursos no se oían sino que se vivían). El

pueblo, por su parte, responde mediante la aclamación. La

aclamación es la manifestación del sentimiento popular de

entusiasmo hacia el caudillo y de su total asentimiento, que

se expresa por medio de gritos, aplausos y gestos diversos24,

sin necesidad de un votación formal y sin previa discusión ni

24 En las manifestaciones y los mítines políticos se desarrollan diversosritos que pueden resultar de primera importancia para comprender algunosmitos, que muchas veces consisten más en acciones que en imágenes orepresentaciones. Como ha escrito Cassirer, los ritos no son simples“representaciones” o “ideas”, pues lo que se manifiesta en ellos sontendencias, apetitos, afanes y deseos. Y esas tendencias se manifiesta enmovimientos rítmicos y solemnes o en danzas desenfrenadas; en actosregulares y ordenado, o en violentos estallidos orgiásticos” (Cassirer(1965), p. 37).

45

deliberación25. Incluso los procesos de elecciones, cuando se

producen, aunque respeten los procedimientos formales de las

votaciones, se asemejan a verdaderas aclamaciones, pues o son

plebiscitos o tienen el carácter plebiscitario, ya que en

ellos no se toman decisiones sobre políticas alternativas,

pues lo que se vota es la aprobación o el rechazo de la

personalidad del caudillo.

El Führerprinzip y la aclamación de sus seguidores son,

también, las formas de decisión que han prevalecido en los

distintos “aparatos políticos” usados por Chávez para sus

empresas políticas. Él mismo ha reconocido que en el MBR-200

—son sus palabras textuales— “Chávez era el 99 por ciento y

el MBR uno por ciento” (entrevista de Blanco (1998), p. 296).

Pero la situación no ha mejorado mucho posteriormente. Chávez

fue líder indiscutido y la autoridad suprema del MVR, cuya

Presidencia ocupó permanentemente, sin necesidad de ninguna

elección interna. Sólo en el 2005, tras seis años de su

fundación, se celebraron las primeras elecciones internas de

ese partido, limitadas a la selección de algo menos de la

mitad de sus dirigentes de segunda fila. Chávez fue quien

decidió, en última instancia, sin elecciones internas, los

nombres de los candidatos del partido a todos los puestos

electorales, incluyendo a los aspirantes a gobernadores,

alcaldes, diputados a la Asamblea Nacional y a las de los

25 Cuestión aparte, que merecería un desarrollo especial, pero que aquí nopodemos intentar, la constituye lo cambios que supone el uso de la nuevatecnología de la televisión, de la que Chávez tanto usa y abusa.

46

Estados. Fue él quien ha decidido, en primera y última

instancia, las cuestiones políticas más importantes, sin

necesidad de consultar a nadie, pero dando por seguro el

asentimiento a posteriori de sus seguidores. Así, por ejemplo,

cuando el 25 de abril de 2001, preocupado por la situación en

la que estaba el MVR, anunció el relanzamiento del MBR-200,

Chávez reconoce que no consultó con nadie para tomar tal

decisión. Según ha confesado: “El anuncio lo hice producto de

reflexiones no consultadas con el Partido, estoy de acuerdo”,

e incluso “tomando a todo el mundo por sorpresa”. Pero

inmediatamente ha tratado de justificarse diciendo: “recuerdo

que cuando lo dije se paró todo el mundo a aplaudir allá en

la Asamblea y esa gente es del Partido […]” (entrevista de

Harnecker (2003), p. 194, §§ 497-498). De modo que la

aclamación, tras la decisión tomada por el líder sin consulta

ni discusión, previa, sustituye perfectamente los ideales

proclamados de protagonismo y a la participación democrática.

Otro ejemplo notable es cuando Chávez anunció, en un

acto público en enero de 1995, que en adelante el proyecto

revolucionario iba a consistir en construir el socialismo del siglo

XXI. También fue una decisión tomada por sorpresa y sin que

hubiera una discusión publica previa de los militantes que,

sin embargo, han manifestado de muchas formas su

asentimiento, aunque sea a posteriori. Y lo mismo ocurrió con la

decisión sustituir el MVR por un nuevo partido (Partido

Socialista Unido), cuya presidencia pasó a desempeñar por

47

aclamación, sin necesidad de votación formal, con

vicepresidentes designados libremente por él mismo y con una

directiva cuya previa selección y designación final también

fue obra suya.

10. Una “utopía revolucionaria” ¿realizable?

Finalmente, debo referirme a algunos componentes

utópicos del pensamiento político de Chávez, que se suelen

mezclar y hasta llegan a confundirse con los elementos

propiamente míticos. Es importante diferenciar estos dos

géneros, que son frecuentemente confundidos, tanto por los

teóricos de la política como por los prácticos

revolucionarios. Se trata de una confusión que, como vamos a

ver, no es nada inocente.

Corresponde a Sorel el haber llamado la atención sobre

esta distinción, desarrollada posteriormente por García-

Pelayo26. Según Sorel, los mitos sólo en escasas ocasiones se

dan puros, pues la mayoría de las veces aparecen mezclados

con utopías; y en aquellos raros casos de darse casi puros,

“no son descripciones de cosas sino expresiones de

voluntades” y de sentimientos de las masas que luchan contra

el orden existente (Sorel (1976), p. 85). En cambio, la

utopía, por ser el “producto de una labor intelectual”,

“es obra de teóricos que, tras observar y discutir los hechos,tratan de establecer un modelo con el cual se pueden comparar las

26 Quien ha diferenciado la utopía y el mito en el mundo moderno, especialmente en García-Pelayo (1981), pp. 83-89

48

sociedades existentes para sopesar el bien y el mal que encierran;es una composición hecha de instituciones imaginarias, pero quepresentan analogías lo suficientemente grandes con ciertasinstituciones reales como para que los juristas puedan elucubraracerca de ellas; es una construcción desmontable de la cualdeterminados trozos han sido labrados de manera que puedan encajar(con algunas correcciones de ajuste) en una próxima legislación.Mientras que nuestros mitos actuales conducen a los hombres aprepararse para el combate con el fin de destruir todo lo queexiste, la utopía siempre ha causado el efecto de orientar a lasmentes hacia reformas que podrán ser llevadas a cabo fragmentandoel sistema […]” (Sorel (1976), pp. 85-86)

A diferencia del mito, las utopías tienden a ordenarse

en sistemas de conceptos, pues aunque dentro de la

literatura utópica se albergan muchas formas míticas o

simbólicas, todas ellas se integran en una concepción

conjunta de carácter lógico-racional (García-Pelayo (1981),

p. 83). Pero la utopia puede ser la forma encubierta que toma

el mito, cuando quiere aparentar ser racional. Es más, según

García-Pelayo, en el fondo de toda utopía subyace una idea

mítica (García-Pelayo (1981), p. 85). Lo cual tiene tanto sus

ventajas pero también sus inconvenientes. Las ventajas, según

Sorel, consisten en que el mito protege a la utopía con la

cual se ha mezclado, pues “cuando nos situamos en ese terreno

de los mitos estamos a cubierto de toda refutación” lógica,

pues, al igual que ocurre con las convicciones religiosas,

los mitos no son susceptibles de ser destruidos con la

crítica racional (Sorel (1976), p. 88). Pero, por otra parte,

sus desventajas consisten en que las utopías, en la medida

que llegan a tener una construcción lógica y racional, que es

susceptible de ser comparada con la realidad empírica,

49

difícilmente pueden escapar a la crítica de quienes las

analicen con algún cuidado.

Hugo Chávez ha desarrollado un ambicioso proyecto de

ingeniería social holística y utópica27, mediante la creación de un gran

sistema de redes y de círculos sociales, por medio del cual

pretende modificar radicalmente no sólo el aparato

institucional del Estado venezolano sino también la

estructura social del país, para así construir la “utopia

realizable” que se propone. La cual se trata de justificar a

partir de los enunciados de la Constitución de 1999 sobre la

democracia participativa y protagónica, y que fue esbozada,

por primera vez, en el Programa de Gobierno que el Comándate

Hugo Chávez presentó al electorado para su reelección en el

año 2000. Uno de los propósitos declarados por el presidente

con tal proyecto es crear la nueva cultura política, por

medio de la cual combatir la burocratización de la praxis

política y superar el conflicto o contradicción entre los

dirigentes y los dirigidos. El medio para ello es crear,

partiendo de ciertas organizaciones de base, un conjunto de

redes sociales que permitan acercar el gobierno a la gente,

pues al participar en ellas, el ciudadano irá asumiendo la

gestión de los asuntos públicos, hasta que, finalmente —según

palabras textiles del citado Programa— "la sociedad política es

reabsorbida por la civil". Se trata, evidentemente, de un intento de

27 Utilizo el concepto de ingeniería social holística y utópica, como opuesto a laingeniería fragmentaria, en el sentido desarrollado por Popper (1961), pp.78-84; y Popper (1981), Cap. 9, pp. 157-166.

50

reformular la vieja utopía de la absorción de la política por

la administración y la desaparición del Estado, que se

origina en Saint-Simon y que fue acogida posteriormente por

Engels y los marxistas. Pero, como tendremos ocasión de ver,

se trata, más bien, una deformación de esa utopía.

Según el Programa de Gobierno del Comandante Chávez, el

alcance de las redes sociales es muy grande, pues son

concebidas como instituciones en que se va a fundir el Estado

y la sociedad. Tales redes sociales pretenden ser mecanismos

de enlace y de interacción social, que corresponden a la

nueva estructura social más justa e igualitaria que, según

los chavistas, la Constitución de 1999 nos ordena construir;

pero también representan el nuevo orden político y la nueva

institucionalidad republicana que, según sus autores,

estamos obligados a realizar por mandato de la misma

Constitución.28

Para los autores del Proyecto, las redes sociales son la

“expresión del tejido social en construcción que constituirá

la forma de organización molecular del Estado, rebasando la

estructura gubernamental de los ministerios y demás

instituciones públicas tradicionales”. Pero el desarrollo de

28 De todos los posibles redes sociales la única que desarrollo elgobierno, hasta muy recientemente, fue la red escolar, a través delProyecto Educativo Nacional (PEN). Esta propuesta debería actuar comoproyecto piloto, asumiendo interinamente las funciones que finalmentedeberán desempeñar el conjunto de redes. De manera que a través delexamen de los planes para la red de educación podemos tener una visióngeneral de lo que se proponía para el conjunto de las redes. Véase, Rey(2001), pp. 280-288.

51

tales redes no se limita a una modificación de la estructura

constitucional vigente (es decir, a la Constitución

bolivariana de 1999), pues también implica un intento de

controlar, a través de ellas, todo el tejido social. En

efecto, de acuerdo a la aspiración de sus promotores, “las

redes sociales van a constituir una organización integral e

integración de todos los sistemas sociales para la articulación de

políticas y estrategias en función del desarrollo humano

sustentable”, por medio de “la organización, articulación y coordinación

de todos los componentes de la sociedad y sus recursos, a través de

coordinaciones integrales, que integran a todos los sectores sociales”.29 De

modo que bajo el pretexto de que la sociedad va a absorber al

Estado, el peligro es que se vaya a desembocar en un control

totalitario de la misma.

Pero, si hablamos de democracia directa o de democracia

participativa y protagónica, tenemos que empezar por

establecer cuáles son las organizaciones sociales y políticas

básicas por medio de las cuales se va a ejercer.

11. Los instrumentos de la ingeniería utópica

29 Los subrayados son míos, J.C.R.. Los principales textos del Ministeriode Educación en los que se desarrolla el PEN, son los siguientes: Aspectospropositivos del Proyecto Educativo Nacional, Propuesta de la nueva resolución para lasComunidades Educativas y Las Propuestas para el Ensamblaje de la Asamblea de Ciudadanos(as),las Redes Sociales y la Nueva Resolución de Comunidades Educativas, texto multicopiadoque el Ministerio de Educación ha hecho circular en algunas reunionesformales de las comunidades educativas de varias escuelas públicas(Véanse las referencias, en Rey (2001)).

52

Los documentos elaborados por el gobierno venezolano

sobre esta cuestión se referían a distintas organizaciones

sociales, que ya existían en el ámbito de las comunidades,

como, por ejemplo, las juntas de vecinos, los comités de

salud, los comités de tierras, los clubes deportivos y

culturales, las asambleas populares, y colectivos diversos

(como agrupaciones de docentes, padres, obreros, religiosos,

etc.). Pero el gobierno no estaba dispuesto a confiar en

ellas, fundamentalmente por dos razones. Por un lado, acusaba

a muchas de las organizaciones existentes de ser oligárquicas

y antidemocráticas; por otro lado, denunciaba la falta de

organización política y social por parte de los grupos mas

pobres y con menos cultura. Por tanto, la construcción de las

redes sociales no se iba a basar en los grupos sociales

organizados existentes, y el gobierno se proponía emprender

un ambicioso plan de ingeniería utópica para transformar

radicalmente esa situación.

En efecto, cuando Chávez, tras ganar las elecciones,

ocupó el gobierno, su debilidad organizativa, tanto política

como social, era muy grande. Como partido contaba con el MVR,

una agrupación evidentemente personalista, fundada con fines

electorales, que no disponía de una organización permanente

ni contaba con una ideología común, y que había atraído a

gentes muy diversas, fascinadas por la personalidad de

53

Chávez, pero hacia la cual el Comandante no ha ocultado su

desprecio30.

Tampoco podía disponer de grupos sociales significativos

que le sirvieran de apoyo, pues de las organizaciones

sociales preexistentes a su triunfo electoral, sólo contaba

con algunos grupos indígenas y evangélicos, unas cuantas

asambleas de barrios y de un grupo armado ilegal y

semiclandestino, el de los Tupamaros, del barrio “23 de

Enero” de Caracas. Un veterano dirigente comunista, que desde

el principio se unió al Comandante, reconocía las debilidades

organizativas del chavismo

“Yo diría que la falla fundamental es la falta de organización delpueblo, de su participación organizada en la gestión de gobierno ylas debilidades en cuanto a la formación política e ideológica dequienes concurren a ese proceso […] Hasta ahora el proceso sedesarrolla apoyándose en las Fuerzas Armadas, en el caráctercarismático del Presidente y su gran poder de convocatoria;apoyándose una exigencia nacional de cambio, pero le falta elpueblo organizado, unido y consciente” (Diario El Mundo, 30 de julio2001)

La Fuerza Armada, en efecto, fue el instrumento en el

que más confió, al principio de su gobierno, encargándola del

diseño y ejecución del primer gran plan social de emergencia,

el Plan Bolívar 2000. Pero no le bastaba, porque a lo que

aspiraba era a reconstruir totalmente la sociedad civil, para

30 Sobre el origen de ese partido, Chávez ha dicho: “Como nació de unaavalancha [de apoyos a Chávez], ahí se montó mucha gente interesada,ambiciosa, camaleones, etc.” , Y en relación a su desarrollo posterior:“fuimos sintiendo que el MVR se fue burocratizando y alejando de lasmasas”. Finalmente, como muestra de lo que Chávez espera de un partido yque el MVR no satisfacía: “Yo sentía el Partido como cuanto tu tienes unvehículo y le aprietas el acelerador y no arranca” (entrevista aHarnecker (2003), pp. 192-193, §§ 488, 490-491)

54

lo cual era necesario transformar muchos de sus componentes

básicos, e incluso crear e introducir otros nuevos.

Ya en el Programa de Gobierno del Presidente, se trataba de

la necesidad de “la democratización de los organismos de

intermediación entre la sociedad y el Estado” (entre los que

incluye a “las asociaciones gremiales, las ONG y

organizaciones de intereses”), y con tal fin se propone

desarrollar “un sistema de leyes en las que se estipulen los

términos de la democratización de estos organismos de

intermediación, que evite, que limite, la tendencia a la

oligarquización de las organizaciones voluntarias”. La idea

ya había sido recogida en el PEN, que pretendió que las

normas y controles que la Constitución establece para el

ejercicio del derecho al voto en las elecciones públicas y

para regular las relaciones entre los electores y los

elegidos, “no sólo impregnan el espacio público de la

sociedad política, sino que deben normar todas las

estructuras organizativas de la sociedad civil: sindicatos,

gremios, asociaciones, ONGs”31. No se trata de una creencia

aislada, sino que va a ser proclamada en muchas otras

oportunidades y de varias formas, por diversas instancias

oficiales y que va a orientar la acción gubernamental. Se

trata de la idea de que el Estado, a través del gobierno,

tiene el derecho a reconocer o negar la existencia de las

organizaciones sociales de base y, en general, de las

31 Véase, por ejemplo, el documento titulado Aspectos propositivos [sic] delProyecto Educativo Nacional, Loc. cit. p. 4.

55

asociaciones privadas; y tiene también derecho a regular la

forma de organización y funcionamiento interno de tales

organizaciones.

La plena libertad de estas organizaciones resulta negada

porque el gobierno se atribuye un derecho a interferir en la

creación, organización y regulación de las mismas, así como

el de crear otras nuevas. Pero además, se les pueden llegar a

atribuir ciertos poderes que suponen una intromisión inaceptable en la esfera

de las libertades sociales o individuales.32

De modo que por medio de la nueva ingeniería utópica, en

vez de lograrse el propósito contemplado en el Plan de

Gobierno del Presidente Chávez (2000), de que “la sociedad

política sea reabsorbido por la civil”, o —lo que es lo mismo

— que el Estado se disuelva en la Sociedad, lo que pretende

es instaurar una nueva forma de corporativismo estatizante, muy

distinto del semi-corporativismo privatista que existió bajo el

llamado puntofijismo, que significaba una participación de los

intereses privados en el ámbito de los intereses y de las

actividades del Estado.33 Este nuevo corporativismo estatizante va

a significar un aumento del control estatal sobre la sociedad

32 Así, por ejemplo, según el PEN, las escuelas van a ser gobernadas porgrupos extraños a la comunidad educativa tradicional, que asumen las másdiversas funciones estatales, entre las cuales está la responsabilidad dela formación política y espiritual de la comunidad, y que se encargaránde elaborar listas de los ciudadanos que pueden ser posibles disidentes.Véase, por ejemplo, Las Propuestas para el Ensamblaje de la Asamblea de Ciudadanos(as),las Redes Sociales y la Nueva Resolución de Comunidades Educativa, Págs., 11 y 17.33 Sobre el semi-corporativismo privatista durante el puntofijismo, véase Rey(1991), pp. 554-555

56

civil, a través de distintos medios. En primer lugar, en la

medida que desde el gobierno no es posible capturar las

viejas asociaciones o grupos sociales, que estaban bajo el

control de los partidos tradicionales (como AD y COPEI) y de

las clases medias que se oponen al proyecto chavista, se

intenta desplazarlos, mediante la creación de otros nuevos

bajo el control o influencia oficial y, en última instancia

eliminarlos. Es lo que ocurre con la antigua organización

sindical, como la CTV, o con la empresarial, como

FEDECAMARAS, que se pretende que sean sustituidas,

respectivamente, por organizaciones como Unión Nacional de

Trabajadores, por lado sindical, y por la Unión de

Empresarios Venezolanos (EMPREVEN), la Confederación Nacional

de Agricultores y Ganaderos (CONFAGAN) y la Cámara

Bolivariana de la Construcción, del lado empresarial. Pero en

cuanto a las Asociaciones de Vecinos, se procede

jurídicamente a su eliminación y su sustitución forzosa por

los “consejos comunales”.

Por otra parte, amparándose en la norma constitucional

que obliga al gobierno a “facilitar las condiciones más

favorables para la participación del pueblo” en las funciones

públicas, Chávez se sintió autorizado a crear desde la

Presidencia de la República, con los recursos de la misma y

bajo su directa dependencia, nuevas organizaciones sociales.

De ellas los círculo bolivarianos son el caso más destacado y

conocido.

57

Los círculos bolivarianos fueran originalmente la pieza

fundamental pensada para reconstituir la sociedad civil, por

lo que merece la pena que nos detengamos en ellos (pese a que

hoy parecen haber perdido su importancia inicial), porque su

análisis sirve para hacer transparente lo que se pretende con

tal tipo de ingeniería. Para Chávez iban a ser los círculos —y

no los partidos, a los que veía con desprecio— los

instrumentos para la construcción de la “utopía revolucionaria

realizable” a la que aspiraba el chavismo. Ellos debía

constituir un verdadero embrión de poder popular y

revolucionario, por medio de una organización del pueblo, que

según sus proponentes, estaría por encima de los partidos

políticos, gremios sindicales, asociaciones vecinales y

cualquier otro tipo de organización política conocida hasta

estos días en Venezuela. Estas organizaciones, según Chávez,

“transcienden y desbordan a los partidos”, pues, según él,

las fuerzas bolivarianas han crecido en gran parte con gentes

sin partido, ya que “nuestro pueblo se fue alejando de los

partidos y muchos han tenido dificultades para aceptar al MVR

porque lo ven como un partido más” (Harnecker (2003), p. 196,

§§ 503-504).

Los círculos se justificaban a partir de las disposiciones

de la Constitución que consagran la democracia participativa

y protagónica, y basándose en la norma constitucional que

obliga al gobierno a “facilitar las condiciones más

favorables para la participación del pueblo” en las funciones

58

públicas. Pero se reconocía expresamente que por medio de

ellos no sólo se aspiraba a elevar la conciencia social y la

formación política e ideológica del pueblo, sino muy

principalmente, a formar los cuadros revolucionarios, y a

defender la revolución bolivariana de sus enemigos abiertos o

solapados, con lo cual se excluía toda posibilidad de

pluralismo político

Se trataba ciertos organismos de base, impulsados desde

diciembre del 2001, que con el pretexto de llevar a cabo una

acción social y comunitaria —y sin descartar que una parte de

ellos realizan, efectivamente, acciones de tal tipo—, iban a

tratar de cumplir simultáneamente varias funciones diversas:

mecanismos para el adoctrinamiento político, instrumentos

para el clientelismo populista, formas de ejercer el control

social y fuerzas de choque para mantener el dominio de las

calles frente a los enemigos del proceso revolucionario. En

este último sentido sus enemigos afirmaba que estaban

inspirados en los Comités de Defensa de la Revolución Cubana,

y según repetidas acusaciones —aceptadas por una de sus más

famosas dirigentes, Lina Ron— estaban “armados hasta los

dientes”.

Se trataba de grupos auspiciados y controlados por Hugo

Chávez, organizados desde el Palacio de Miraflores, donde

tenían su comando general, bajo la dirección suprema del Jefe

de Estado y, por delegación suya, bajo la jefatura de

Diosdado Cabello, antiguo teniente que le acompaño en la

59

insurrección, y hombre de su absoluta confianza, que en esta

ocasión ocupaba la Vicepresidencia ejecutiva de a República.

Según Chávez:

Un círculo bolivariano puede ser de 7 persona, 10 personas, 15personas; deben existir en cada esquina, en las bodegas, en losliceos, en las escuelas bolivarianas, en las escuelas técnicas, enlas fábricas, en los poblados indígenas. En todas partes debe habercírculos bolivariano y deben construirse redes sociales de círculosbolivarianos y varias redes sociales van confirmando una corrientede círculos bolivarianos que se van transformando como en un río.Las varias corrientes deben ir conformando las fuerzasbolivarianas. Hay muchas que ya existen, pero hay que fortalecerlasmucho mas, como por ejemplo la fuerza bolivariana de lostrabajadores. Existen fuerzas bolivarianas de las mujeres, de lajuventud y de los campesinos, y todas ellas unidas conforman elgran Movimiento Bolivariano Revolucionario 200. Es este movimientoel que va a garantizar, por encima de todos los riesgos y peligros,la consolidación del proceso revolucionario. Los núcleos básicosdel MBR-200 son los círculos bolivarianos y las fuerzasbolivarianas. (entrevista de Harnecker (2003), p.195)

La exaltación de tales entidades llegó al máximo, al

afirmar Chávez que “los círculos bolivarianos no son más que

una manifestación del poder constituyente en organización, en

movimiento” (entrevista de Harnecker (2003),p. 196, § 505)).

Pero los círculos bolivarianos no han llegado a cumplir

las fantásticas tareas que, de acuerdo a la ingeniería social

utópica del Presidente Chávez, se les habían asignado, y el

hecho es que, sin haber sido nunca formalmente disueltos, a

partir de 2004 su importancia comenzó a declinar

sensiblemente, para ser en gran parte sustituidos por otros

nuevos organismos, tan artificialmente creados como los

círculos, pero a los que se les atribuyen objetivos mas

inmediatos y realistas, aunque siempre con el mismo propósito

60

esencial: el de aumentar los apoyos inmediatos al gobierno y,

a más largo plazo, el de asegurar un total control de la

sociedad por parte del Presidente.

Al declinar los círculos bolivarianos, son reemplazadas

por otro tipos de organizaciones, como la Unidades de Batalla

Electoral, las Unidades de Batalla Endógena, o las distintas

Misiones, más realistas y de carácter evidentemente

utilitario, en las que los elementos utópicos no se excluyen,

pero se reducen a incitar a los revolucionarios contra el

enemigo común. Así ocurre, por ejemplo, con las Unidades de

Batalla Electoral, creadas para el combate en el Referéndum

del año 2004, pero que, una vez visto su éxito, se

convirtieron en estructuras más permanentes, de carácter

productivo, pensadas para absorber el desempleo y constituir

una base de economía social, pero sin que desaparezcan los

elementos míticos que en uno y otro caso van a estar

presentes, pues siempre se trata de exaltar el ánimo de los

revolucionarios en la lucha constante contra el enemigo

común34. En el caso de las Misiones, más allá de sus

34 Según Chávez:“el trabajo de la participación popular, la participación colectivaes fundamental para la revolución, los comités de tierra urbana,los comités de salud, las mesas técnicas del agua, todas esasorganizaciones, las patrulla deben seguir trabajando más allá delas elecciones, como ya lo he dicho, las Unidades de BatallaElectoral, después que pasen las elecciones las vamos a llamarUnidades de Batalla Endógena, las UBE, para que se inserten en lalucha, palmo a palmo del territorio, casa a casa, esquina aesquina, trabajando muy duro los próximos meses, los próximos años[…]” (Discurso del Presidente Chávez en el Estado Vargas, 28 de octubre de2008)

61

propósitos altruistas, frecuentemente proclamados por el

gobierno, está claro que constituyen un exitoso instrumento,

típico del clientelismo populista, para aumentar los apoyos

al gobierno por parte de los sectores populares que se

benefician de ellas35. El mismo Chávez, en un arranque de

sinceridad, no exento de cinismo, ha confesado sus

motivaciones electorales, que están tras el impulso que en

cierto momento dio a las Misiones: “Hay una encuestadora internacional recomendada por un amigo quevino a mitad del 2003, pasó como 2 meses aquí y fueron a Palacio yme dieron la noticia bomba: «Presidente, si el referéndum fueraahorita usted lo perdería». Yo recuerdo que aquella noche para mífue una bomba aquello, porque ustedes saben que mucha gente no ledice a uno las cosas, sino que se la matizan. Eso es malo: «No,estamos bien, estamos sobrados». Entonces fue cuando empezamos atrabajar con las Misiones, diseñamos aquí la primera y empecé apedirle apoyo a Fidel. Le dije: «Mira, tengo esta idea, atacar pordebajo con toda la fuerza», y me dijo: «Si algo sé yo es de eso,cuenta con todo mi apoyo». Y empezaron a llegar los médicos porcentenares, un puente aéreo, aviones van, aviones vienen y a buscarrecursos, aquí la economía mejoró, organizar los barrios, lascomunidades. Aquí en Caracas empezaron con Freddy, con José Vicenteallá en Sucre, en Miranda con las guarniciones militares, enaquellos estados críticos. Y empezamos a inventar las Misiones.Aristóbulo, ¿cómo se llama? Robinson. Y aquella avalancha de genteque se nos vino encima, y de Ribas y Vuelvan Cara, y empezamos ameternos todos, Pdvsa, Rafael Ramírez con Alí Rodríguez, todo elequipo de Pdvsa, el Frente Francisco de Miranda, formamos elcomando político, lo ajustamos un poco más, y entonces empezamos,mire, a remontar en las encuestas, y las encuestas no fallan, lasencuestas no fallan. No hay magia aquí, es política, no es magia, yvean cómo hemos llegado”. (Documento del Taller de Alto Nivel: «El nuevomapa estratégico», 12 y 13 de noviembre de 2004. Intervención delPresidente el día 12 de noviembre de 2004. Teatro de la AcademiaMilitar)

Pero, pese al realismo del que en momentos como este

hace gala Chávez, la ingeniería utópica no desaparece de su

35 Véase, por ejemplo, Penfold-Becerra (2005)

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gobierno. Persiste, entre otras formas, en su proyecto de

establecer y desarrollar los consejos comunales, que van a

tratar de cumplir muchas de las funciones de los antiguos

círculos bolivarianos, y que constituye un nuevo intento de

ejecutar su Programa de gobierno para la reelección de 2000,

según el cual, el ciudadano va a ir asumiendo la gestión de

los asuntos públicos, hasta que, finalmente, "la sociedad política

es reabsorbida por la civil" (vid. supra, pp. 32-33). Con la creación de

estas entidades desaparecen las Asociaciones de Vecinos,

organizaciones típicas de la clase media que fueron

determinantes en las luchas por la reforma del Estado, y a

las que se debió, en gran parte, los éxitos que se lograron

en favor de una mayor democratización y en pro de la

conquista de la autonomía de los municipios y de los Estados,

pero que ahora van a ser sustituidas por unas nuevas

entidades con atribuciones que son, a la vez, excesivamente

amplias e imprecisas, y que estarán bajo el control del

Presidente de la República36. En efecto, entre las

atribuciones de las Asambleas de Ciudadanos, máximas

autoridades de los consejos, están “aprobar las normas de

convivencia de la comunidad”, “aprobar el Plan de Desarrollo

de la Comunidad” y “adoptar las decisiones esenciales de la

vida comunitaria” (Art. 6 de la Ley de Consejos Comunales de

2006). Se trata de unas entidades que, al parecer se

inspiran en los Consejos populares de Cuba y cuyo carácter

36 Para un análisis más detallado de los consejos comunales, tanto en susaspectos jurídicos como políticos, véase, Rachadell (2007), pp. 87-104.

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jurídico, incluyendo su constitucionalidad, es muy

discutible, pues no están previstos en la Constitución de

1999. Estos consejos no están ligados a los Estados ni a los

municipios en los que están situados, pero se nutren

fundamentalmente de importantes fondos que

constitucionalmente pertenecerían a esas entidades, pero que

ahora, por una ley, se les arrebatan para destinarlos

directamente a ellos. Con respecto a los consejos comunales,

todo el proceso necesario para la iniciativa, el registro, la

evaluación del funcionamiento, la aprobación de sus proyectos

y la concesión de su financiamiento, depende del Presidente

de la República, por intermedio de la Comisión Presidencial

del Poder Popular37.

Ahora bien, a diferencia de las antiguas Asociaciones de

Vecinos, que expresamente no tenían carácter estatal, los

consejos comunales son verdaderos gobiernos, que administran

dineros públicos en sus respectivas localidades, y están

articulados al Presidente de la República. Además de las

amplias y vagas competencias que la ley les atribuye —y que

pueden ser interpretadas arbitrariamente— pueden pedir que se

les transfieran servicios públicos. Sin embargo, en las leyes

que las crean son presentadas como si fueran organizaciones

de la sociedad civil en el ámbito comunitario, que “permiten

37 Salvo una insignificante minoría, elegida indirectamente por la base,el resto de los integrante de esta Comisión son de su libre nombramientoy remoción del Presidente de la República, quien, además, debe aprobarpreviamente las designaciones que hace dicha Comisión.

64

al pueblo organizado ejercer directamente la gestión de las

políticas públicas” (Art. 2 de la Ley respectiva). Si esto

fuera cierto se estaría cumpliendo la utopía a la que se

refiere el Programa de Gobierno presentado por Chávez para la

reelección de 2000, pero en realidad se trata, más bien, de

la creación de un nuevo órgano a través del cual el

Presidente puede extender su control sobre la sociedad. De

manera que, en vez de una utopía deseable pero irrealizable,

estamos ante una antiutopía, indeseable por lo peligrosa,

pero lamentablemente posible.

12. Conclusiones

Cuando al salir de la cárcel Chávez se propuso, en unión

con sus antiguos compañeros de armas, conquistar el poder

mediante el apoyo de las masas y a través de elecciones, la

antigua logia militar golpista iba a experimentar un cambio

fundamental, para convertirse en un nuevo movimiento cívico-

militar que se propondría una reorganización del orden

sociopolítico de Venezuela, mediante la movilización de masas

hasta entonces pasivas y excluidas y su integración en la

nación, tanto desde del punto de vista de su participación

política como económica y social. Se trata de lo que suelo

llamar un movimiento populista de movilización38. Como es típico de

tales movimientos, los mecanismos de cohesión y unidad de que

38 Para un desarrollo de tal concepto, como opuesto al de sistema populista deconciliación, véase Rey (1976), pp. 137-150

65

se va a valer, con el fin de obtener la necesaria integración

política, son predominantemente irracionales, con fuerte

presencia de componentes míticos (Rey (1976), pp. 142-144).

Estos son los elementos componentes del pensamiento político

de Chávez, en cuyo análisis detallado nos hemos detenido e

insistido en las páginas que preceden. Sin embargo, sería

absurdo desconocer que en el chavismo también están presentes

importantes componentes de naturaleza racional y de carácter

predominantemente utilitario, que difícilmente pueden faltar

en cualquier movimiento político de nuestro tiempo —si bien

en un sistema político predominantemente movilizador pueden

pasar a segundo plano.

Es muy conocida y comentada la exclamación de Chávez,

que provocó el asentimiento entusiasta de los activistas a

quienes iba dirigida: «No importa que andemos desnudos, no importa

que no tengamos ni para comer, aquí se trata de salvar a la revolución». Pero

es evidente que un pueblo que tradicionalmente ha sido

excluido y está empobrecido, y que ha confiado en quienes le

han ofrecido la redención, no puede aceptar esperar

indefinidamente la llegada de un porvenir radiante en un

futuro lejano e indefinido. Por tanto, los gobiernos

populistas que quieran mantener, a largo plazo, la unidad y

cohesión necesaria entre sus seguidores, no les va a bastar

con el uso de instrumentos emocionales y míticos, y tendrán

que valerse de mecanismos utilitarios, como son el

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patronazgo, el clientelismo burocrático e incluso el uso de

la corrupción.

Ya hemos visto cómo Chávez usa la ingeniería utópica no

sólo para crear, entre sus seguidores, la ilusión de un

futuro ideal, sino también —y muy especialmente— como un

instrumento para conseguir un mayor control social. Pero si

bien es cierto que no podemos desconocer la presencia de

elementos racionales e incluso utilitarios, que no pueden

faltar en cualquier sistema político contemporáneo, como nos

advirtió el maestro García-Pelayo: “si queremos depurar el pensamiento político de sus componentesmíticos, si queremos depurarlo científicamente, si queremos trazarla línea de separación entre lo que hay de mítico y lo que hay deracional en las distintas manifestaciones de dicho pensamiento,hemos de conocer como supuesto previo qué es y como se despliegahistóricamente el mito. Por otro lado, sólo conociendo laestructura del pensamiento mítico y reconociendo su importancia setendrá el instrumento gnoseológico adecuado para captar plenamentela praxis política en la que, como hemos afirmado reiteradamente,la mentalidad mítica puede estar más o menos presente en funciónde las distintas épocas históricas y de los grupos socialesconvertidos en sujetos activos de la política, pero que siempreestá presente potencial o actualmente, presta a saltar oconfigurando ya una realidad política concreta” (García-Pelayo(1968b), p. 206).

Ciertos sistemas políticos resultan totalmente

ininteligibles si no tenemos en cuenta sus componentes

irracionales y, fundamentalmente, sus elementos míticos, y

esta es la advertencia que hemos tenido en cuenta para

analizar el pensamiento político de Hugo Chávez.

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