INDIVISIÓN SUCESORIA
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LA INDIVISIÓNEN EL RÉGIMEN JURÍDICO PERUANO
Cabrera Colona LauraChávez Camacho ZairaHonorio Lirión HenryLázaro Mantilla RonaldVentura Portales Lady Paola
SUMARIO: 1. Introducción 2. Indivisión - ¿Comunidad patrimonial o copropiedad? 3.Bosquejo de una definición de la indivisión y precisiones indispensables 4.Indivisión Vs. Copropiedad 5. Régimen de la indivisión por las disposiciones
relativas a la copropiedad 6. ¿Es posible que exista una empresa dentro del
patrimonio hereditario del causante? 7. Pacto de indivisión 8. Inscripción y
efectos de la indivisión 9. Pago a herederos en desacuerdo con la indivisión
10. Partición judicial antes del vencimiento del plazo de la indivisión 11.¿Cómo corresponde la administración de la herencia indivisa? 12.Conclusiones, Referencias bibliográficas
RESUMENMediante el presente ensayo se aborda un contexto regulado de manera escasa en
nuestra legislación; destacando en un primer plano el anarquismo existente en cuanto a
su definición, así como el de precisar si efectivamente en una sucesión con varios
sucesores resulta acertado el término “copropiedad” utilizado por nuestro ordenamiento
jurídico, determinar la naturaleza jurídica y características de la indivisión, en un esbozo
de concepto entendida como aquella situación jurídica en la cual ciertos sucesores
(herederos o legatarios de cuota) tienen colectivamente un derecho conjunto sobre todo o
parte del patrimonio del causante, que se expresa en un derecho ideal, o sea, no
concretado, sobre el todo indiviso, sin directa titularidad sobre cada elemento singular.
Todo ello, con fines de establecer los lineamientos para su adecuado tratamiento en las
esferas del derecho sucesorio de nuestro régimen jurídico.
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ABSTRACTThrough this essay addresses a context regulated so scarce in our legislation;
emphasizing a foreground anarchism in terms of its definition, as well as the unclear
whether actually in succession with various successors the "co-ownership" term used by
our legal system is successful, determine the legal nature and characteristics of the
without divide in an outline of concept understood as the legal situation in which certain
successors (heirs or devisees of fee) have collectively a joint right of all or part of the
assets of the deceased which is expressed in a perfect right, or not complete, about the
whole undivided, without direct ownership of each unique element. All this, for the purpose
of establishing guidelines for appropriate treatment in the areas of probate law in our legal
system.
PALABRAS CLAVESIndivisión, coherederos, copropiedad, comunidad patrimonial.
KEYS WORDSWithout divide, heirs, co-ownership, equity community.
1. Introducción
Respecto a la indivisión se refiere una connotación de propiedad colectiva, la
misma que es impulsada en los sistemas que fomentan este tipo de propiedad;
siendo en el Perú un sistema ecléctico, ya que se norma ampliamente tanto la
indivisión como la participación.
Los artículos 844-845 de nuestro Código Civil regulan la indivisión regidos por las
disposiciones relativas a la copropiedad, en virtud del conocimiento que desde el
momento del deceso del causante que deja varios herederos la herencia será
trasmitida a estos últimos, por tal sentido en el supuesto de que el testador no hizo
una partición testamentaria habrá la necesidad de establecer un régimen
transitorio que permita el uso y disfrute de los bienes indivisos, así como su
administración sin perjuicio de los herederos que lo integran, hasta el momento de
la división y adjudicación.
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Sin duda la indivisión es una situación jurídica debatida en extenso por la doctrina
misma en función a su tratamiento en los distintos ordenamientos legales. Siendo
importante señalar que en el caso de nuestra legislación, el Código Procesal Civil
ya ha advertido que merece una consideración jurídica singular, a la que
denomina "patrimonio autónomo", por lo que consecuentemente resulta necesario
apuntar las principales diferencias respecto de la copropiedad, término utilizado en
nuestro régimen jurídico.
Por ello, en virtud a las pautas en párrafos precedentes, con el desarrollo del
presente ensayo buscamos esclarecer lineamientos que deberán ser de
consideración para una regulación adecuada del tema de indivisión en nuestro
ordenamiento jurídico, así como de esbozar una definición acertada que se derive
de sus características y naturaleza jurídica propia.
2. Indivisión - ¿Comunidad patrimonial o copropiedad?
En el vasto campo del Derecho Sucesorio de nuestro ordenamiento jurídico, la
indivisión hereditaria cuya naturaleza jurídica es de carácter real y está regulada
por las normas que rigen la copropiedad, hace necesario centrar nuestra atención
en considerar si efectivamente los herederos son o no copropietarios de los
bienes de la herencia.
La indivisión es una situación jurídica que se produce cuando respecto de un
derecho existen varios titulares. Esta situación se presenta naturalmente al abrirse
una sucesión, pues puede ocurrir que, al fallecer el causante, quede un solo
heredero y en tal caso éste será dueño de todos los bienes, desde el instante del
fallecimiento, y cargará con todas las deudas; pero puede ocurrir que haya varios
herederos, en cuyo supuesto nos encontraremos en un caso de indivisión. (Borda,
1991, pp. 193-194).
En esta misma vía de pensamiento, Fornieles señala que cuando los bienes que
componen la masa pertenecen a varios herederos, todos quedan propietarios en
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común de ella, lo que genera una comunidad hereditaria o estado de indivisión
(Fornieles, 1950, pp.276-278).
Como es de notarse de las definiciones planteadas se advierte una gran anarquía
entre los conceptos vertidos referente a los herederos como copropietarios o
condóminos, situación que se ha trasladado a nuestro ordenamiento jurídico y que
se revela, entre otros casos, en el art. 844º del CC. Empero, algunos autores se
han preocupado por otorgarle mayor fijeza a estos términos; como es el caso de
Somarriva Undurraga, que señala “copropiedad e indivisión designan la misma
situación jurídica, pero la expresión copropiedad tiene una significación más
restringida que la indivisión. La indivisión es el género y la copropiedad es una
especie de la indivisión. La propiedad se aplica únicamente a las cosas
materiales, susceptibles de propiedad. Por el contrario, la indivisión puede tener
por efecto toda especie de bienes, de cosas incorporales, como también
materiales (…)” (Somarriva, 2000, p.5).
Convenimos la opinión vertida por Somarriva en el sentido de considerar que
existen marcadas diferencias entre indivisión y la copropiedad; y por tanto el
hecho de existir una situación de indivisión entre los coherederos no implica que
exista necesariamente copropiedad, por lo que el término prescrito en nuestro
ordenamiento jurídico resulta incorrecto.
Por otra parte la copropiedad puede recaer sobre bienes, en cambio la herencia
como explica Valencia Zea, representa un conjunto o totalidad de derechos
subjetivos patrimoniales. Por tanto, según este autor en ningún caso la herencia
es un cuerpo cierto, no cosa corporal. Tampoco es una cosa compuesta, ni cosa
universal propiamente dicha, de que son ejemplo una biblioteca, un rebaño, etc.
(Valencia, 1977, pp.404-407).
Cuando se da el estado de indivisión los bienes pertenecen a todos los herederos
en común de manera que no podrán alegar derecho a ningún bien determinado,
sino a partes o porciones ideales de ellos; situación que es más propiamente
denominada comunidad patrimonial o sucesión indivisa.
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Borda explica que la testamentaria o sucesión no es otra cosa que una
comunidad, que será condominio cuando se trate de Derechos Reales, y
titularidad compartida en los demás. Agrega el autor, que “debe atenderse que el
condominio solamente afecta las cosas y nunca los bienes incorporales. Cada
sucesor es propietario proindiviso de los bienes comunes de la herencia, en
proporción a la parte a la que tenga derecho; salvo que, tratándose de una
sucesión testamentaria, el causante haya dejado hecha la partición….” (Borda,
1991, p. 195)
Somarriva explica que: “La diferencia entre comunidad y copropiedad es
manifiesta: se dan en relación de género y especie. La comunidad tiene sentido
amplio, comprende todas las relaciones en las que el sujeto de derecho sean
varias personas al mismo tiempo. La copropiedad es un concepto restringido de la
comunidad, cuando ésta tiene por objeto el derecho de propiedad sobre la cosa”
(Somarriva, 2000, p.4).
En tal sentido debe señalarse que antes de la partición lo que existe en una
sucesión con varios sucesores, es comunidad patrimonial, y no copropiedad. A lo
que Lohmann distingue entre comunidad hereditaria y comunidad patrimonial,
señalando que la primera se encuentra exclusivamente integrada por los
herederos que efectivamente acepten la herencia, mientras que la segunda
coexiste con la comunidad hereditaria y comprende a herederos y legatarios,
siempre que haya concurrencia de derechos o titularidad compartida de los
mismos sujetos, sobre el mismo complejo sucesorio (Lohmann, 2002, pp.139-
140).
Respecto a los acreedores de la sucesión la comunidad patrimonial no lo incluye,
a razón de que la nota característica de toda comunidad es que los derechos de
los titulares sean análogos, de igual naturaleza, por ejemplo cuando los herederos
tienen derecho de propiedad sobre la misma cosa. Cuando se trata de
acreedores, se trata de personas que tienen un crédito a favor, que coexiste con
el derecho de los herederos, y que puede estar referido a la misma masa
hereditaria pero en modo alguno comparten un derecho análogo. Observación
también aplicable a los legatarios, quienes solo pertenecerán a la comunidad
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patrimonial cuando sean legatarios de cuota parte, más no cuando sean legatarios
de bien o bienes determinados.
Referente a la naturaleza de la comunidad hereditaria se ha escrito mucho, en la
misma que (Borda, 1991, pp. 195-197) se pregunta: ¿Estamos en presencia de
una entidad distinta de los herederos o, por el contrario, no hay sino una forma de
condominio? Al respecto surgen dos teorías:
a. Teoría de la personalidad jurídica: El planteamiento de esta teoría parte de
considerar a la herencia como universalidad y unidad patrimonial, con lo cual
parte de la doctrina se ha conducido a simplificar los problemas que plantea la
indivisión, concibiendo a la sucesión indivisa o comunidad hereditaria como
dotada de personalidad jurídica, como un sujeto de derecho en el cual la
propiedad de las cosas comunes corresponde a la colectividad de los
partícipes que forman una entidad distinta de los copropietarios considerados
singularmente. (Ferrero, 1993, p. 180).
Esta unidad patrimonial antiguamente influyó en atribuir personalidad al
patrimonio hereditario; es decir a reputar que se estaría frente a un sujeto de
derechos al que se denomina sucesión, que los herederos solo administran y
representan. La idea habría sido tomada de la tradición romanista que
consideraría la herencia yacente como la continuadora de la persona del
causante; de modo que la herencia y sucesión mantendrían algo así como la
personalidad incorporada del difunto.
Sin embargo, los opositores de esta teoría, la objetan en el sentido que no se
debe confundir comunidad con sociedad, si bien toda sociedad supone una
comunidad no toda comunidad llega a ser sociedad la cual está dotada de
personalidad moral que nace de un acuerdo de voluntades de varios sujetos
expresada en un contrato mientras que la comunidad o sucesión indivisa es un
estado puramente pasivo en que los comuneros o coparticipes están unidos
más que por su voluntad por los bienes mismos, los que no pueden pertenecer
simultáneamente a personalidades distintas unas naturales y otra jurídica.
Finalmente el mayor inconveniente para sostener esta postura es que la
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comunidad hereditaria no tiene un patrimonio, ni un interés o un objeto propio,
distinto de los coherederos.
b. Teoría del condominio: Esta teoría discurre que la comunidad hereditaria no
es sino una forma de condominio, considerando que tanto el heredero y el
condómino, son dueños de una parte ideal de los bienes de la sucesión. Sin
embargo debe advertirse que la teoría no explica cómo si el condominio solo
puede recaer sobre cosas, la comunidad hereditaria pueda también recaer
sobre bienes que no son cosas.
Precisamente es en este contexto donde nuevamente cobra importancia la
distinción entre comunidad patrimonial y copropietarios; y donde se evidencia que
el coheredero pertenece al primer grupo, pues la comunidad hereditaria sí puede
también recaer sobre bienes que no son cosas.
Según lo prescrito por el art. 844º del CC, debe indicarse que se trata de una
norma limitada a la comunidad hereditaria y no a la comunidad patrimonial, ya que
ésta se refiere solo a herederos, entendiendo por tales a los que efectivamente
sucedan al causante por causa de muerte y con vocación universal. Asimismo, la
norma señala que cada heredero es copropietario de los bienes de la herencia, en
proporción a la cuota que tenga derecho a heredar; afirmación poco convincente
puesto que efectivamente los herederos tienen derecho a una cuota parte de la
herencia, entendida como patrimonio dejado por el causante pero no
necesariamente sobre todos y cada uno de los bienes que la componen.
Sin duda es de relevancia distinguir el derecho a la herencia, de los derechos que
puedan estar contenidos en la masa hereditaria; como explica Valencia Zea,
desde muchos puntos de vista la masa herencial objeto de la comunidad
hereditaria puede considerarse como un patrimonio autónomo frente a los
patrimonios particulares de los coherederos. Sin embargo, en el derecho moderno
esta regla no constituye otra cosa sino una ficción reñida con la realidad. La
comunidad herencial es un estado de derecho que produce importantes efectos
jurídicos que es imposible destruir retroactivamente, por lo que considera la
comunidad hereditaria como una masa autónoma, como un patrimonio separado
del patrimonio particular de cada uno de los coherederos. En este punto, el
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Código Civil alemán configura la masa herencial como una comunidad en mano
común (Gesamthander gemeinschalt). “En el sentido de que ningún heredero
pude disponer de su participación en los objetos sinuglares”, pero sí de su porción
hereditaria en su totalidad (Valencia, 1977, pp. 398-401).
Por tanto no consideramos acertado el texto de la norma cuando señala que
existe una copropiedad o cualquier otro derecho sobre cada bien en particular, de
los que conforman la herencia, por lo que en nuestra opinión la norma debe ser
interpretada en el sentido de considerar que el derecho sobre la cuota parte de la
herencia, considerada como un patrimonio debe coincidir con los bienes que
reciba; es decir que el reconocimiento de los derechos de cada heredero debe
encontrarse directamente vinculado con el porcentaje de su participación en la
masa hereditaria, mas no debe ser entendida en sentido de que existe un derecho
individual de cada heredero sobre cada uno de los bienes de la masa hereditaria.
Este punto lo explica Valencia Zea refiriendo que el derecho herencial del
heredero se ejerce sobre el patrimonio herencial. Si existe un solo heredero
solamente existirá un derecho herencial; si existen varios, cada coheredero será
titular de una cuota del patrimonio total: la mitad, un tercio, etc. Indica el autor que
lo interesante es que el derecho se tiene sobre el patrimonio como un todo, y en
ningún caso sobre los efectos singulares de la herencia, puesto que la comunidad
hereditaria no es una suma de comunidades singulares (Valencia, 1977, pp. 404-
407).
El mismo autor señala que la comunidad hereditaria en ningún caso es una suma
de copropiedades o comunidades de cosa singular. Así, si dentro de una herencia
existen tres herederos, tan solo puede decirse que cada coheredero es titular de
un derecho herencial que equivale a la tercer parte de la herencia, pero no puede
afirmarse que es titular de la tercera parte de cada una de las propiedades que
integran la mencionada herencia (Valencia, 1977, pp. 404-407).
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3. Bosquejo de una definición de la indivisión y precisiones indispensables
Como ya se refirió un aspecto a tenerse en cuenta es que el tema de la
indivisión aparece regulada de manera escasa por considerar que la
comunidad es una situación accidental, transitoria y no querida por el Derecho.
Como explica Fornieles, el legislador ha creído que el estado de indivisión es
siempre transitorio, que su fin inmediato es la partición, y por eso no se
ha preocupado de reglamentario, lo mira casi despectivamente (Fornieles,
1950, pp. 276278).
Establecido lo anterior y atendiendo las consideraciones vertidas en los punto 1 y
2 del presente ensayo podemos calificar como indivisión aquella situación jurídica
en la cual ciertos sucesores, llámese herederos o legatarios de cuota tienen
colectivamente un derecho conjunto no necesariamente en igualdad porcentual,
sobre todo o parte del patrimonio del causante; que se expresa en un derecho
ideal sobre el todo indiviso, sin directa titularidad sobre cada elemento singular.
En tal sentido es necesario las siguientes precisiones; que van a ser
indispensables para la justificación de la definición plasmada:
a. Pese a que el precepto de nuestro ordenamiento jurídico alude solamente a
"varios herederos" debe entenderse que no incluye a aquellos "herederos
forzosos" que no sean herederos, porque sin perjuicio de cobrar su legítima,
no llegan a suceder o no suceden con calidad de herederos. El concepto de
herederos comprende en nuestra definición de indivisión tanto a los que sean
forzosos como a los voluntarios, porque a éstos, como se entiende, ya se le ha
identificado su cuota en partición testamentaria parcial.
b. Que la indivisión también es situación que afecta a los legatarios de parte
alícuota.
c. La afirmación de que cada uno de los partícipes "es copropietario de los
bienes de la herencia" se sustenta en los puntos siguientes:
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La participación abstracta y por alícuota en la herencia no recae
concisamente sobre los bienes singulares en directa copropiedad para
todos y cada uno de los herederos, sino sobre un patrimonio unitario,
que es la herencia propiamente dicha, y esta participación de cuota en
la globalidad del derecho hereditario es perfectamente susceptible de
ser transferida (artículo 1209 C.C.), renunciable, gravable, o afectada a
un embargo, sin que ello importe en estricto un acto de disposición o
afectación directa sobre los elementos individuales que componen el
patrimonio común. En suma, que hay que distinguir entre derecho
sobre la herencia y derecho sobre aquellos elementos singulares que
la integran, sin que esto signifique que la comunidad hereditaria sea
"una suma de copropiedades o comunidades de cosa singular".
La herencia indivisa no solamente está compuesta de bienes o
créditos, esto es, activos, sino también de pasivos como se infiere del
artículo 871 y siguientes del C.C., lo cual se traduce en que respecto
de los pasivos existe una responsabilidad de todos los bienes afectos
al pago de las obligaciones y, por tanto de todos los copartícipes de
indivisión, hasta que se haga la partición. Sólo desde la partición la
responsabilidad es individual de cada coheredero.
No siempre la herencia está constituida exclusivamente por bienes
respecto de los cuales puede recaer derecho de propiedad; por lo en
sentido riguroso no estamos ante una copropiedad.
d. La referencia del artículo 844º del C.C., a la participación "en proporción a la
cuota que tenga derecho a heredar" cada partícipe, se entiende que dicha
proporción, según sean los casos será el resultado de lo que haya dispuesto el
testador, de lo que correspondiera por legítima, de los efectos divisorios por
estirpes que se derivan de la representación, de posibles exclusiones
sucesorias por indignidad, de renuncias o sustituciones, etc.
Efectivamente la proporción del derecho a participar en la herencia sólo
significa, en verdad, derecho a que al respectivo partícipe se le adjudiquen
elementos sucesorios por valor equivalente al de la cuota, pero insistimos en
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que la indivisión no equivale a copropiedad directa sobre todos y cada uno de
tales elementos singularizados porque el porcentaje en la comunidad no
siempre se reproducirá en la misma situación de cotitularidad sobre los
elementos concretos. Cuando se haga la partición se produce una especie de
reemplazo entre la cuota indivisa de cada partícipe y los derechos privativos
que recibe sobre bienes ciertos determinados, de modo tal que el adjudicatario
será considerado, respecto de lo que reciba como adquirente directo e
inmediato del causante, y no como adquirente mediato por mérito de una
transferencia patrimonial con los demás copartícipes. Es decir, no se hereda al
causante mediante los coherederos. Cada cuota se concreta y hace efectiva
solamente en lo que el titular de cada cuota llegue a recibir, como si esto que
recibe lo hubiera recibido desde el instante de la muerte (art. 660 C.C.). A la
inversa, respecto de aquello que no se le adjudique, se le tendrá, desde la
apertura de la sucesión, como si nunca hubiera tenido derecho alguno sobre
ello.
El sentido que prescribe nuestro ordenamiento jurídico es que la proporción de
la cuota a heredar confiere derecho a participar en la partición con el mismo
porcentaje, de tal modo que respecto del todo patrimonial de la sucesión, el
valor de lo adjudicado coincida con el del valor global de la cuota;
entendiéndose por tal que los derechos de los individuos en comunidad son de
naturaleza distinta al derecho en comunidad, que ostentan todos juntos; pues
el heredero tiene derecho a los bienes de la herencia, no sobre ellos.
4. Indivisión Vs. Copropiedad
Resulta necesario plasmar entre la indivisión y copropiedad, distinciones que nos
permitan verificar y esclarecer a la indivisión dentro de la perspectiva de
comunidad patrimonial; por las razones siguientes:
a. La copropiedad sirve a los intereses actuales de los copropietarios, mientras
que la comunidad hereditaria, por su carácter esencialmente temporal y
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transitorio, está pre ordenada a su liquidación de modo que su finalidad está
puesta en la utilidad posterior a la partición.
b. Las reglas de la copropiedad son pertinentes exclusivamente para la
institución de propiedad; en cambio, la comunidad propia de la indivisión
sucesoria no solamente recae sobre el derecho real de propiedad rectamente
dicho, sino sobre el total de activos (derechos reales de diverso tipo, derechos
de crédito, derechos intelectuales e incorporales), así como sobre el conjunto
de los pasivos del causante.
c. La comunidad patrimonial sucesoria es una sola (incluso cuando la partición
haya sido incompleta), que recae sobre un patrimonio en conjunto; no es una
inorgánica suma de tantas copropiedades como bienes y derechos haya. La
copropiedad significa la coexistencia de una suma de títulos diferentes y
autónomos en relación con cada uno de los bienes, considerados cada uno de
ellos separadamente. De esta manera, puede ocurrir perfectamente que un
sucesor, condómino del causante, tenga un derecho de copropiedad directo
sobre un bien determinado (por adquisición conjunta, por ejemplo), con
independencia de la cuota a que pudiera tener derecho en la sucesión y que
puede o no reflejarse, al momento de la partición, sobre el mismo bien.
d. De lo anterior se deriva la conclusión que mientras dure la indivisión los
acreedores de los herederos no pueden dirigirse con medida cautelar o en
ejecución de sentencia contra bienes singulares del conjunto de bienes,
derechos y obligaciones; resultantes del fallecimiento de una persona y que
constituyen todo su patrimonio, sino solamente contra la cuota hereditaria del
heredero deudor.
e. Salvo el caso de pacto de indivisión (art. 993º C.C.), la terminación de la
copropiedad por división y partición siempre es obligatoria cuando lo solicite
cualquier copropietario.
f. Conforme al artículo 1209º C.C., cada coheredero puede ceder libremente su
derecho a participar en una sucesión ya causada. Agrega el precepto que, en
este caso, el cedente solamente queda obligado a "garantizar" su calidad de
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heredero, lo que viene a significar, por tanto, que no está obligado a responder
por el contenido de activos y pasivos singulares de la masa sucesoria. Dicho
de otro modo, sólo asume responsabilidad por su derecho a participar en los
aspectos patrimoniales de la sucesión; porque, claro está, la calidad de
heredero en sí misma es intransmisible.
En cambio, en la copropiedad el régimen es diferente; por un lado aunque
cada copropietario puede disponer libremente de su cuota y de los frutos,
como autoriza el numeral 977º C.C., los demás copropietarios tienen derecho
de retracto a tenor del inciso 2 del 1599º C.C., Es muy dudoso que en la
cesión de herencia abarque derecho a retraer o algún tipo de preferencia legal,
pues no hay norma legal que lo establezca.
De otra parte, siendo claro que libremente y sin autorización de sus
coherederos, el coheredero puede disponer de su cuota de participación
sucesoria como un todo, resulta claro que no puede disponer directamente de
sus participaciones individuales sobre los bienes, ni suponer que sus derechos
se concretan en una cantidad cierta o de un modo determinado en tales o
cuales bienes individualizados equivalentes al mismo porcentaje que tiene en
la sucesión. Por ejemplo el coheredero de un 25% puede ceder sus derechos
sucesorios a un cuarto de la sucesión, pero no le está permitido ni transferir
una cuarta parte de los bienes (art. 978º C.C.), ni transferir una cuarta parte de
cada uno de todos los bienes singulares. Se podrá replicar que el art 977º C.C.
Faculta a cada propietario para disponer de su cuota ideal de copropiedad
pero hay que considerar que eso será luego de que se sepa que, por efectos
de la partición, le ha sido adjudicado dicho bien en copropiedad. Mientras eso
no ocurra, el heredero tiene una cuota cierta en la sucesión, pero respecto de
sus componentes singulares solamente tiene una expectativa, o un derecho
potencial, pues tales componentes pueden o no serle adjudicados. Por eso se
señala que el acto que se realice sobre el bien sólo será válido si el bien
respectivo le es adjudicado en todo o parte.
g. En correspondencia con lo anterior, los frutos pertenecen a la comunidad; si
algún coheredero recibiera frutos del patrimonio indiviso, unilateralmente no
puede pretender retenerlos en la proporción de su cuota e imputarlos a cuenta
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de lo que habría de tocarle. Como es evidente, todo ello está afecto
indivisamente, a responder por las obligaciones del causante y por aquellas
que se produzcan durante el período de indivisión.
h. La herencia indivisa y, por supuesto, su cesión, deja incólumes las posiciones
jurídicas que el heredero tenga a favor o en contra de la masa sucesoria,
cuando precedan o sean ajenas a la sucesión propiamente dicha; es decir la
comunidad puede mantener relaciones jurídicas con los patrimonios
particulares de los herederos.
i. Naturalmente, mientras que la copropiedad se extingue por la división y
partición del bien común, existiendo tantas particiones autónomas como
bienes haya, la extinción de la comunidad sucesoria por partición supone un
único acto como puntualiza el artículo 864º C.C., pues no alude a otra partición
sino a completar la realizada; sin perjuicio de que, como consecuencia del
cese del estado de indivisión sucesoria algunos activos o pasivos se
adjudiquen en común a varias personas, porque la comunidad universal puede
dar lugar a comunidades particulares.
j. Mientras subsista la indivisión sucesoria los bienes que sustituyen a aquellos
que sean transferidos quedan afectos de pleno derecho a las mismas
circunstancias y derechos en que se encontraban los bienes reemplazados.
k. Finalmente cabe agregar quela copropiedad siempre puede ser reconstituida;
mientras que la comunidad patrimonial sucesoria una vez extinguida, no hay
manera de recomponerla.
5. Régimen de la indivisión por las disposiciones relativas a la copropiedad
Pues como ya se ha venido señalando que el derecho herencial de cada
coheredero sobre la masa hereditaria no puede configurarse con el mismo
criterio que el derecho de cuota de los copropietarios en la cosa común; hemos
también indicado que el Código no distingue la comunidad de la copropiedad por
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lo que debe deducirse para todos los efectos que el Código intenta aplicar las
mismas reglas de la copropiedad a la comunidad hereditaria en atención a la
nota común de existir un estado de indivisión, en ambos casos. En tal sentido a
efectos de no aplicar equivocadamente las normas supletorias del Libro de
Derechos Reales, debe tenerse en cuenta que la comunidad hereditaria si bien
guarda ciertas analogías con la copropiedad, es en realidad de naturaleza
diferente.
Como explica Lacruz Berdejo; en la copropiedad el derecho de cada
coheredero recae directamente sobre una cosa singular, mientras que en la
comunidad hereditaria el derecho de cada coheredero recae sobre lo que hemos
denominado el patrimonio herencial y no sobre las cosas singulares que, si bien
lo forman, son distintos de él. (Lacruz, 1992, p. 200).
Las normas de la copropiedad que se aplicarán a la comunidad hereditaria
supletoriamente; se centran en los puntos siguientes en conformidad con lo
establecido por nuestro Código Civil:
Presunción de igualdad de cuotas (Art 970 C.C.)Las cuotas de los coherederos se presumirán iguales, salvo prueba en
contrario.
En materia de indivisión sucesoria las excepciones pueden ser dos, de un
lado la disposición distinta del testador, de buscar favorecer a un heredero
voluntario más que a otro y, por otro lado el diferente orden al que
pertenecen los herederos, en caso de representación; en ambos casos las
cuotas podrían resultar diferentes.
En la misma norma se señala que el concurso de los copropietarios, tanto
en los beneficios como en las cargas, está en proporción a sus cuotas
respectivas; por el que debe distinguirse el concepto de cargas utilizado en
el Libro de Derechos Reales, el cual básicamente se refiere a los pasivos
que puedan generarse a consecuencia de la titularidad sobre un bien que
pertenece a más de uno, como es el caso de impuestos y otros gravámenes.
En cambio, en materia sucesoria las cargas tienen un alcance más
restringido, referido únicamente a aquellos pasivos que se generen con
motivo de la muerte del causante, mas no a otro tipo de concepto. Sin
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embargo ello resultará irrelevante en tanto el Libro de Sucesiones, en el
artículo 871º C.C. señala que los herederos responderán por las deudas
en proporción a sus respectivas cuotas hereditarias.
Decisiones sobre el bien común (Art 971 C.C.)Esta norma se refiere a la adopción de decisión sobre el bien común
indicando que se adoptará por unanimidad, para disponer, gravar o
arrendar el bien, darlo en comodato o introducir modificaciones en él;
y por mayoría absoluta, para los actos de administración ordinaria; siendo la
única excepción a este principio sería la establecida en el artículo 860º C.C.,
pues en el caso específico que es el de la venta de los bienes para
pagar su parte a los herederos, la decisión se podrá tomar por mayoría.
Asimismo el art. 971 C.C. señala que los votos se computan por el valor de
las cuotas, en tal sentido los representantes sumarán entre sí los votos que
le hubieran correspondido a su representado.
Administración judicial del bien común (Art 972 C.C.)Esta norma está referida a la adopción de reglas aplicables a la
administración de los bienes comunes, en estos casos la norma resultará
perfectamente aplicable, por lo que la administración judicial de los
bienes comunes se regirá por lo establecido en el Código Procesal Civil.
Administración de hecho del bien común (Art 973 C.C.)Esta norma se refiere a la administración del bien común por uno de los
copropietarios, señalando que cualquiera de los copropietarios puede
asumir la administración y emprender los trabajos para la explotación normal
del bien, si no está establecida la administración convencional o judicial y
mientras no sea solicitada alguna de ellas. Se indica que en este caso, las
obligaciones del administrador serán las del administrador judicial. Sus
servicios serán retribuidos con una parte de la utilidad, fijada por el juez y
observando el trámite de los incidentes.
Uso del bien común (Art 974 C.C.)Cada copropietario tiene de servirse del bien común, mientras no altere su
destino ni perjudique el interés de los demás, y el derecho de usar el bien
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común corresponde a cada copropietario. Se entiende que esta norma
resulta perfectamente aplicable a los coherederos. En caso de desavenencia
el artículo señala que el juez regulará el uso, observándose las reglas
procesales sobre administración judicial de bienes comunes.
Indemnización por uso (Art 975 C.C.)Esta norma se refiere a la indemnización por uso total o parcial de un
copropietario que usa el bien parcial o totalmente con exclusión de los
demás.
La norma indica que quien usa el bien deberá indemnizarles a los otros en
las proporciones que les corresponda, salvo lo dispuesto en el artículo 731º
C.C., que es precisamente el caso en el que el cónyuge opta por el derecho
de habitación vitalicio y gratuito.
Disposición de la cuota y sus frutos, y condicionalidad de la validezde los actos de la propiedad (Art 977-978 C.C.)Artículos que hacen referencia a la disposición de la cuota ideal; según la
aplicación supletoria de las mismas, cada coheredero puede disponer de su
cuota ideal y de los respectivos frutos, así como gravarlos. Esta situación es
correcta en la medida en que se trate de una cesión de derechos
hereditarios, tal como este contrato viene definido en el artículo 1209º C.C.,
la norma se complementa con la del artículo 978º C.C., que se refiere a
condicionalidad de la validez de actos de propiedad exclusiva, indicando
que si un copropietario practica sobre todo o parte de un bien, acto que
importe el ejercicio de propiedad exclusiva, dicho acto solo será válido
desde el momento en que se adjudica el bien o la parte a quien practicó el
acto.
Reivindicación y defensa del bien común (Art 179º C.C.)Al respecto debe indicarse que cualquier coheredero puede reivindicar el
bien común y puede promover las acciones posesorias, los interdictos,
las acciones de desahucio, los avisos de despedida y las demás que
determine la ley.
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Copropiedad y mejoras (Art 980 C.C.)Las mejoras necesarias y útiles pertenecen a todos los copropietarios, con la
obligación de responder proporcionalmente por los gastos. Esta norma
resulta perfectamente aplicable a los coherederos in proporción a su
participación de la cuota hereditaria.
Gastos de conservación y cargas del bien (Art 981 C.C.)Al respecto se establece el deber de todos los copropietarios que estén
obligados a concurrir, en proporción a su parte, a los gastos de conservación
y al pago de los tributos, cargas y gravámenes que afecten al bien común.
Saneamiento por evicción del bien común (Art 982 C.C.)Los copropietarios están recíprocamente obligados al saneamiento en
caso de evicción, en proporción a la parte de cada uno. En el caso concreto
de los coherederos la norma resulta aplicable durante la indivisión, durante la
partición la norma aplicable será la establecida en el artículo 866º C.C.
El derecho de retracto (Art 1592 C.C.)Esta norma se refiere al derecho de retracto del artículo 1599º, inciso 2 del
C.C. que le confiere al copropietario para subrogarse en el lugar del
comprador, y en todas las estipulaciones del contrato de compraventa,
debiendo el retrayente reembolsar al adquiriente el precio, los tributos y
gastos pagados por éste y, en su caso los intereses pactados (artículo
1592º C.C).
Finalmente debe indicarse que el artículo 976º C.C norma que no
resulta aplicable por estar referida al derecho de disfrute del bien que
corresponderá a cada copropietario y que los obliga a
reembolsarse proporcionalmente los provechos obtenidos del bien.
En el caso de los coherederos, esta norma no podrá ser aplicada de
modo estricto, ya que durante la situación de indivisión los frutos
pertenecerán a la comunidad, por lo que si los herederos recibieran frutos, no
pueden imputárselos unilateralmente, ni por convenio. Estos frutos
incrementarán la masa hereditaria para efectos de deducir los pasivos y
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obtener la masa hereditaria neta; y si bien los herederos suceden en el
pasivo y en el activo, es el neto obtenido el que finalmente será repartido
entre los herederos para su libre disposición.
6. ¿Es posible que exista una empresa dentro del patrimonio hereditario delcausante?
Resulta interesante lo prescrito por el art. 846º del C.C. civil vigente, en razón de
que el Código Civil de 1936 solo se refería a actividades agrícolas o fabriles y no
a empresa. Torres y Torres Lara señaló, en su oportunidad, que el artículo 846º
del C.C. de 1984 había significado una innovación en la legislación sucesoria
peruana en varios aspectos, pues había introducido una nueva terminología al
utilizar la expresión "empresa" en sustitución de "explotación agrícola o fabril"
que usaba el Código Civil de 1936, y además se ha trasladado el centro
de la protección que era antes el heredero menor de edad, para encontrar un
nuevo núcleo, que es la protección de "la empresa en sí”, en vista del beneficio
que ella genera no solo para los menores, sino para todos los herederos y la
comunidad en general (TORRES Y TORRES, 1986, pp. 491502).
Planteamos una postura contraria a las opiniones de quienes consideran que
existe un gran mérito al haberse incorporado la expresión "empresa"; amparada
en nuestro punto de vista que no es posible que exista una empresa dentrodel patrimonio hereditario del causante; pues la empresa entendida en su
acepción más amplia como organización o unidad productiva destinada a vender
bienes o servicios con el fin de obtener un provecho económico, podremos
ultimar que en estricto no se es propietario de una empresa, sino que se es
titular de sus acciones, si hablamos de una persona jurídica o se es propietario
de los bienes destinados a la actividad económica que realiza la empresa,
incluyendo a las acciones que representen partes alícuotas del capital.
En el supuesto de que una persona natural no puede ser propietaria de una
empresa, análogamente tampoco es posible que exista una empresa dentro
de la herencia; por lo que surgiría un nuevo dilema de considerar cómo es que
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nuestro ordenamiento jurídico señala un plazo de indivisión. Pues bien,
debemos entender que la intención del legislador ha sido otorgar al testador la
facultad de imponer la indivisión por cuatro años respecto de todos aquellos
bienes que se encuentren destinados a que la empresa continúe cumpliendo con
la actividad económica para la cual fue creada; sin embargo esta consecuencia
no resulta aplicable puesto que la indivisión de los bienes destinados para la
operatividad de la empresa no garantiza que los bienes continúen siendo
aplicados a la actividad empresarial, del mismo modo que la indivisión de las
acciones de las que el causante era titular tampoco garantiza que el voto sea
ejercitado de modo tal que permita la continuidad de la empresa. Entonces
se puede tener un conjunto de acciones u otro tipo de bienes indivisos, sin que
ello garantice la continuidad de la actividad empresarial que en vida del causante
se realizaba.
En este panorama resulta acertado lo señalado por Lohmann, la herencia se
constituye en sí como un beneficio gratuito, es decir que los herederos no han
realizado ninguna acción concreta para recibirla. Por tanto, de ordinario; no
existe un incentivo para seguir haciendo producir a los bienes heredados,
salvo que la pérdida reportada por la falta de actividad productiva de los bienes
indivisos o los cuantiosos beneficios que reporte su actividad, analizados
considerando la adversión al riesgo de cada heredero, sean de tal magnitud
que los herederos decidan continuar con el negocio. Si ello fuere así, podemos
afirmar que los herederos, como sujetos racionales, tendrían un incentivo
natural para decidir continuar con la empresa, aun sin que el testador hubiere
impuesto la indivisión. (Lohmann, 2002, pp. 160-162).
Considerando que los individuos son limitadamente racionales y les puede
resultar costoso decidir entre continuar o no con la empresa, deriva en
importancia que el testador imponga la indivisión de los bienes de los
cuales dependa la permanencia de la misma y adicionalmente nombre un
albacea con el encargo específico de continuar con la actividad empresarial
mientras dure la indivisión; solo así logrará el testador que su voluntad de dar
continuidad a la empresa luego de su muerte, se cumpla. Si bien la
indivisión impuesta es el primer paso para garantizar la continuidad de la
empresa, no logra por sí sola su objetivo.
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Finalmente, referente al plazo coincidimos con lo señalado por Lohmann,
resulta corto e implica una innecesaria restricción a las facultades dispositivas
del testador (Lohmann, 2002, p. 167).
Puesto en lo que se refiere a la sucesión de los herederos voluntarios el
testador podría en su interés disponer de una indivisión por un plazo mayor;
situación que se refuerza al dejar abierta la posibilidad de imponerse todo tipo de
modalidades a los herederos forzosos, en el que podría también intentar
sostenerse un plazo mayor. En cambio esta situación no se presenta así
respecto de los herederos legitimarios, a quienes de cierta forma se les estaría
condicionando su cuota legitimaria, por lo que no correspondería interpretar
que sea posible establecer un plazo mayor.
7. Pacto de indivisión
Rómulo Lanatta señalaba que el artículo 459º del C.C. de 1936, relativo al
pacto de indivisión entre los coherederos, se trataba simplemente de una
comunidad de bienes en que todos los herederos que la constituyen son
propietarios de todos y de cada uno de los bienes que forman la herencia
indivisa y cuya duración se prolonga por razones de conveniencia (Lanatta,
1985, p. 86).
El pacto de indivisión entre coherederos o copropietarios es una consecuencia
de la facultad del indivisario para solicitar la partición, puesto que si bien el
legislador protege y promueve hasta cierto punto la partición; de otra parte no se
puede dejar de reconocer que en algunos casos ésta pudiera resultar perjudicial
para los herederos, siendo un ejemplo importante el referido a fundos agrarios
dedicados a la cosecha, donde el número de hectáreas puede resultar
importante para lograr determinado nivel de producción aceptable.
Al pacto de indivisión en nuestro Código Civil se le considera algo excepcional
y transitorio, pues se le ha estipulado un plazo no mayor de cuatro años. Si bien
no se estipulan consecuencias para el caso en que se estipule un plazo
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mayor, se debe entender que hasta por los cuatro años el pacto sería
perfectamente lícito y solo por el exceso habría objeto ilícito (Somarriva
UNDURRAGA, p. 78) por lo que el acto devendría en nulo y cualquier heredero
estaría en disposición de solicitar la partición con éxito.
Cabe resaltar así mismo que nuestra normativa jurídica tampoco se refiere a la
capacidad necesaria para celebrar el pacto de indivisión, por el que sin duda
cabría preguntarnos si sus representantes legales cuentan con suficientes
facultades para celebrar este pacto. Considerando que en buena cuenta se trata
de un caso de postergación de la partición, entonces resultará de aplicación el
artículo 991º del C.C. que señala que puede diferirse o suspenderse la
partición por acuerdo unánime de los copropietarios, y agrega que si hubiese
copropietarios incapaces, se requerirá autorización judicial, observándose las
reglas previstas en el artículo 987º C.C. que rotula, ante la existencia de
incapaces la partición convencional debe someterse a aprobación judicial,
acompañando a la solicitud tasación de los bienes por tercero, con firma
legalizada notarialmente, así como el documento que contenga el convenio
particional, firmado por todos los interesados y sus representantes legales.
Al margen de la voluntad de los herederos, la indivisión también puede
presentarse en los siguientes casos:
a. Patrimonio familiarÉste solo termina con la extinción del mismo, la cual conforme al artículo
499º C.C., es declarada por el juez cuando todos los beneficiarios dejan de
ser tales, cuando, sin autorización del juez, los beneficiarios dejan de
habitar en la vivienda o de trabajar el predio durante un año continuo,
cuando, habiendo necesidad o mediado causa grave, el juez, a pedido de
los beneficiarios, lo declara extinguido y cuando el inmueble fuera
expropiado y transcurrido un año no se hubiere constituido o promovido la
constitución de un nuevo patrimonio familiar.
b. Derecho de habitación del cónyugeEn el caso del cónyuge que tiene un derecho de habitación en forma
vitalicia y gratuita sobre la casa habitación en que existió el hogar conyugal,
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conforme el artículo 731º C.C., mientras la casa habitación esté afectada
por este derecho tiene la condición legal de patrimonio familiar por lo que
no se podrá proceder a la partición del bien hasta que se encuentre
extinguido el derecho. La extinción solo ocurre en caso de que el cónyuge
sobreviviente contraiga nuevo matrimonio, viva en concubinato o muera.
c. Usufructo del cónyugeEl cónyuge puede optar por el usufructo de la tercera parte de la herencia,
siempre que no ejerza el derecho de habitación, tal como lo prevé el artículo
823º C.C., al igual que en el derecho de habitación vitalicio y gratuito,
mientras la casa habitación en que existió el hogar conyugal esté afectada al
usufructo tendrá la condición legal de patrimonio familiar, por lo que
será indivisible.
d. Cuando la partición pudiere causar perjuicioEl artículo 857º del C.C., señala que la partición se diferirá respecto de todos
los bienes o de parte de ellos, por acuerdo de todos los herederos o por
resolución judicial y por un plazo no mayor de dos años cuando la
ejecución inmediata pueda ocasionar notable perjuicio al patrimonio
hereditario, o si es preciso para asegurar el pago de deudas o legados.
e. Cuando el concebido no ha nacidoEl artículo 856º del C.C., señala que la partición que comprende los
derechos de un heredero concebido será suspendida hasta su nacimiento; y
en el intervalo, la madre disfruta de la correspondiente herencia en cuanto
tenga necesidad de alimentos.
8. Inscripción y efectos de la indivisión
Consideramos que lo prescrito en el art. 848º del C.C., debería interpretarse
como aplicable tanto para el caso de la indivisión que impone el testador como
para aquella que es convenida por los herederos; en consecuencia, resulta
evidente que luego de la muerte del causante, la indivisión se presume para
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todos los efectos salvo que se haya verificado la partición; por tanto carece
de sentido que se deba de proteger a los terceros mediante la inscripción
en registros públicos de una situación que debe ser presumida por ley. En tal
sentido de hecho existirán, contra lo previsto por la norma, muchas situaciones
de indivisión que no obstante no encontrarse inscritas serán perfectamente
oponibles a terceros.
En cambio, en lo que respecta al pacto de indivisión la norma sí tendrá una
utilidad práctica, puesto que podrá encontrarse referida a extenuar los derechos
de quienes soliciten la partición, principalmente suponiendo que los herederos se
encuentran conformes con la indivisión pactada, de los acreedores de la
sucesión.
En el art 854 del C.C., se señala que los acreedores tendrán derecho a solicitar
la partición judicial de la herencia; caso en el que se podría oponer el pacto de
indivisión, siempre que éste se encuentre inscrito. Este derecho de solicitar la
partición, es independiente del derecho que tiene el acreedor a recibir el
pago de la deuda hereditaria oportunamente. Como explica Holgado Valer, la
deuda hereditaria se halla garantizada con los bienes dejados por el testador o
causante, mientras subsistan los estados de indivisión testamentaria extrajudicial
o judicial debidamente establecidos, en consecuencia solo una vez que se hayan
pagado esas deudas, es posible la partición de tales bienes, pero si la
operación particional se ha realizado sin estar pagadas las deudas
hereditarias, todos los herederos asumen también la responsabilidad de tal
pago, en la misma proporción que les correspondió la herencia. (Holgado, 1985,
pp. 235-236).
Finalmente en tanto la norma alude a un Registro que no existe, consideramos
que el precepto referido en el art 848º del C.C., resulta incompleto como bien
hace notar Lohmann que: En el Perú no existe ningún Registro en el cual
corresponda inscribir las indivisiones, lo que supone un grave vacío de la
norma, puesto que no habrá posibilidad de cumplir con este requisito de
inscripción. Podría suponerse que dicha inscripción se hará en la partida
registral de cada bien, sin embargo ello no es exactamente lo que la norma
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exige. De otra parte este requisito resultaría de imposible cumplimiento
tratándose de bienes no registrables. (Lohmann, 2002, p. 245).
9. Pago a herederos en desacuerdo con la indivisión
Resulta bastante discutible lo puntualizado en nuestra legislación referente al
pago de herederos en descuerdo con la indivisión, puesto no permite entender a
cabalidad en qué casos el heredero podría no aceptar la indivisión, aclarando
además que lo prescrito en el art. 849º del C.C., no resultará de aplicación cuando
la indivisión es impuesta por el testador, ni tampoco cuando la indivisión es
producto de determinadas circunstancias que corresponden a la naturaleza de
las cosas, por ejemplo cuando se ha constituido un patrimonio familiar o se
ejerce el derecho de habitación o el usufructo del cónyuge sobre el único bien de
la herencia; por lo que en estos casos los herederos tendrán que aceptar la
situación de indivisión necesariamente, no encontrándose en aptitud de
rechazar la misma.
Por el contrario, cuando hablamos del pacto de indivisión la situación será
diferente ya que en este supuesto sí existe la posibilidad de que el heredero no
acepte el pacto de indivisión que se le proponga, siendo en este sentido
que deberá entenderse de aplicación la norma referente al pago a herederos
en desacuerdo. Es el caso en el cual todos los coherederos se encuentran de
acuerdo con pactar la indivisión por un plazo no mayor a cuatro años pero uno de
ellos no acepta este pacto.
Del art. 849º C.C., Lohmann señala que la redacción no es correcta al afirmar
que se pagará su porción a los herederos que no acepten la indivisión, pues lo
que se ha debido indicar es que se pagará a quienes no deseen continuar
con el estado de indivisión (Lohmann, 2002, p. 179). Objeción que consideramos
correcta si nos ubicamos en una perspectiva de continuidad de una situación de
indivisión que ya se venía dando y que va a continuar en el tiempo a través de
un pacto; sin embargo, creemos que si se considera el término aceptación que
usa el artículo, como referido a la no aceptación de la oferta realizada por los
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demás herederos para efectos de pactar la indivisión, entonces la redacción
podría entenderse como correcta.
10. Partición judicial antes del vencimiento del plazo de la indivisión
En el contexto del artículo 850º del C.C., que prescribe la partición judicial
antes del vencimiento del plazo de la indivisión, consideramos como un
inconveniente la utilización de término "circunstancias graves" puesto que se
trata de un concepto que deberá ser evaluado por el juez en atención a sus
propios criterios subjetivos en cada caso.
Al respecto la doctrina interpreta que "circunstancias graves" debe entenderse
desde un punto de vista objetivo como un hecho ajeno al sujeto peticionante y
que implique un cambio de circunstancias de naturaleza tal que se haga
impostergable la partición. En nuestro punto de vista el referido cambio de
circunstancias implica que no se tratará de un cambio de opinión del
peticionante, sino de un cambio de circunstancias externas que requieren que él
acceda a la partición y reciba lo que le corresponde en virtud de la misma;
entonces su petición no necesariamente deberá llevar a la partición total cuando
los demás coherederos pudieren pagarle su porción, en cuyo caso se verificará
una suerte de partición parcial, pero los demás coherederos en la medida de lo
posible, podrían continuar con la indivisión.
Pero solicitar la partición es en realidad un acto de disposición, siendo que en
éste último la regla general de la copropiedad es que estos actos deban
realizarse por unanimidad, para ejercer el derecho de solicitar la partición y
que ésta se verifique a favor del solicitante; no obstante esta solicitud no
siempre va a implicar la partición de toda la masa hereditaria, en la medida en
que se le pague su porción al peticionante y que los demás coherederos decidan
continuar con el estado de indivisión.
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11. ¿Cómo corresponde la administración de la herencia indivisa?
Respecto a la administración de la herencia indivisa nuestro Código Civil no
tiene una norma como la del Código Civil argentino que expresamente
señala que “ninguno de los herederos tiene el poder de administrar los
intereses de la sucesión”; sin embargo es claro que cada heredero por su
cuenta se encuentra incapacitado de tomar decisiones sobre la administración de
la masa hereditaria.
Quién ha de administrar la herencia en tanto ésta permanezca indivisa, la
decisión en primer lugar la tiene el testador, el mismo que puede nombrar un
albacea para que en virtud de las atribuciones que le asisten, conforme al
inciso 4 del artículo 787º del C.C., administre los bienes de la herencia que
no hayan sido adjudicados hasta que sean entregados.
En cambio, en el caso de que el testador no hubiere indicado nada al respecto la
decisión corresponderá a los herederos, por lo que el artículo 971º del C.C.,
norma supletoriamente aplicable, señalando que la adopción de decisiones para
los actos de administración será por mayoría absoluta de los herederos
como ya se ha comentado anteriormente. En tal sentido todos los herederos
podrían administrar la herencia por este mecanismo, sin tener necesidad de
nombrar a un administrador.
Valencia Zea señala que: Cuando la administración de la herencia no se ha
conferido a un heredero, ni el testador ha nombrado albacea con tenencia
de bienes, ni se ha pedido el secuestro de los bienes, la administración de los
bienes hereditarios corresponde conjuntamente a los herederos (Valencia, 1977,
pp. 405410).
De no existir administrador nombrado por testamento, ni apoderado nombrado
por los herederos, estos últimos podrían interesarse en el nombramiento de un
administrador judicial, cuyas reglas se encuentran en el art. 772º del Código
Procesal Civil, que señala que si concurren quienes representen más de la mitad
de las cuotas en el valor de los bienes y existe acuerdo unánime respecto de
la persona que debe administrarlos, el nombramiento se sujetará a lo acordado.
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Por el contrario en caso de no existir acuerdo al respecto, el juez nombrará al
cónyuge sobreviviente o al presunto heredero, prefiriéndose el más próximo al
más remoto, y en igualdad de grado, al de mayor edad. Sólo en el caso de
que ninguno de ellos reuniera condiciones para el buen desempeño del cargo el
juez nombrará a un tercero.
Sobre la figura de la administración judicial, debe tenerse en cuenta que el
administrador no es un representante de la herencia, ni de los herederos,
salvo que cada heredero lo nombrase adicionalmente como su representante.
Tampoco se trata de un mandatario del testador, pues como señala Pérez
Lasala, desde que éste fallece comienza su misión y su labor se realizará
conforme a las reglas procesales (Pérez, 1989, p. 301). Sin embargo debe
advertirse que las normas procesales regulan de forma incompleta las facultades
de los administradores judiciales, a tal punto que en el artículo 773º del C.C.,
al tratar de las atribuciones del administrador, vuelve a realizar una remisión al
Código Civil, señalando que sus atribuciones serán aquellas que les conceda
esta norma.
La doctrina reconoce hasta tres grupos de actos que los administradores pueden
realizar:
a. Actos conservatorios: Que comprenden todos los actos destinados a
proteger los bienes de la masa hereditaria, como son todos los actos que
realiza el heredero y que no implican aceptación; se comprende entre estos
actos aquellos referidos a la continuación del giro comercial a fin de evitar
perjuicio, la recolección de frutos, la venta de la producción, el cobro de
las deudas, el pago de reparaciones urgentes, los servicios de vigilancia,
etc.
b. Actos de administración ordinaria: Que comprenden los actos
correspondientes a la continuación del giro comercial cuando su
paralización no implique perjuicio, la compraventa de mercaderías, el pago
de deudas del causante que corresponda a gastos de producción de los
bienes hereditarios.
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c. Actos de administración extraordinaria: Que comprende una serie de
actos que en teoría exceden los límites de la administración ordinaria y que
solo pueden realizarse con expresa autorización de los herederos o del juez;
siendo un caso típico el arrendamiento, que conforme al artículo 1667º del
C.C., puede otorgarse siempre que se cuente con facultad expresa para ello.
12. Conclusiones
Debe tenerse en cuenta concurrencia de distinciones y semejanzas que demarcan
la frontera entre la indivisión y la copropiedad, básicamente porque ambas recaen
sobre un patrimonio común; sin embargo, la comunidad sucesoria otorga a los
interesados un derecho nebuloso, en el sentido que pesa sobre un todo no
diferenciado en razón de sus componentes. De otro lado, la copropiedad brinda a
los copropietarios un derecho más concreto ya que, si bien persisten las cuotas
ideales, existe claridad respecto al bien sobre el cual recae el derecho real.
La indivisión se extingue en un solo acto que es la partición, que causa la pérdida
del carácter abstracto de la comunidad patrimonial, elemento esencial del cual se
compone; muy por el contrario el régimen de copropiedad se extingue
parcialmente en razón de que con cada partición no se hace más que materializar
el supuesto base de la copropiedad; esto es, otorgar un derecho concreto
respecto a un bien singular.
Un estado de indivisión se configura cuando el causante dejara más de un
heredero e inmediatamente después de la apertura de la sucesión se dará
origen a un estado de comunidad hereditaria, siendo en virtud de esta comunidad
y puesto que el llamamiento a la herencia tiene carácter universal, el derecho
sobre los bienes que la constituyen pertenece al conjunto de los coherederos.
Mientras dure la indivisión y no se concrete la partición de la herencia, será sin
duda la comunidad hereditaria la que mantendrá autonomía respecto del
patrimonio personal de cada uno de los herederos y se sujetará aun régimen
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especial en cuanto a la administración, uso y disposición de los bienes
particulares.
El legislador debe tomar en cuenta las imprecisiones de términos, que llevan a
confundir y crean una disyuntiva de determinar si la indivisión es una entidad
distinta de los herederos o si lo que existe es una forma de condominio.
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