INDIVISIÓN SUCESORIA

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UNIVERSIDAD PRIVADA ANTONIO GUILLERMO URRELO-CAJAMARCA --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- - LA INDIVISIÓN EN EL RÉGIMEN JURÍDICO PERUANO Cabrera Colona Laura Chávez Camacho Zaira Honorio Lirión Henry Lázaro Mantilla Ronald Ventura Portales Lady Paola SUMARIO: 1. Introducción 2. Indivisión - ¿Comunidad patrimonial o copropiedad? 3. Bosquejo de una definición de la indivisión y precisiones indispensables 4. Indivisión Vs. Copropiedad 5. Régimen de la indivisión por las disposiciones relativas a la copropiedad 6. ¿Es posible que exista una empresa dentro del patrimonio hereditario del causante? 7. Pacto de indivisión 8. Inscripción y efectos de la indivisión 9. Pago a herederos en desacuerdo con la indivisión 10. Partición judicial antes del vencimiento del plazo de la indivisión 11. ¿Cómo corresponde la administración de la herencia indivisa? 12. Conclusiones, Referencias bibliográficas RESUMEN Mediante el presente ensayo se aborda un contexto regulado de manera escasa en nuestra legislación; destacando en un primer plano el anarquismo existente en cuanto a su definición, así como el de precisar si efectivamente en una sucesión con varios sucesores resulta acertado el término “copropiedad” utilizado por nuestro ordenamiento jurídico, determinar la naturaleza jurídica y características de la indivisión, en un esbozo de concepto entendida como aquella situación jurídica en la cual ciertos sucesores (herederos o legatarios de cuota) tienen colectivamente un derecho conjunto sobre todo o parte del patrimonio del causante, que se expresa en un derecho ideal, o sea, no concretado, sobre el todo indiviso, sin directa titularidad sobre cada elemento singular. Todo ello, con fines de establecer los lineamientos para su adecuado tratamiento en las esferas del derecho sucesorio de nuestro régimen jurídico.

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LA INDIVISIÓNEN EL RÉGIMEN JURÍDICO PERUANO

Cabrera Colona LauraChávez Camacho ZairaHonorio Lirión HenryLázaro Mantilla RonaldVentura Portales Lady Paola

SUMARIO: 1. Introducción 2. Indivisión - ¿Comunidad patrimonial o copropiedad? 3.Bosquejo de una definición de la indivisión y precisiones indispensables 4.Indivisión Vs. Copropiedad 5. Régimen de la indivisión por las disposiciones

relativas a la copropiedad 6. ¿Es posible que exista una empresa dentro del

patrimonio hereditario del causante? 7. Pacto de indivisión 8. Inscripción y

efectos de la indivisión 9. Pago a herederos en desacuerdo con la indivisión

10. Partición judicial antes del vencimiento del plazo de la indivisión 11.¿Cómo corresponde la administración de la herencia indivisa? 12.Conclusiones, Referencias bibliográficas

RESUMENMediante el presente ensayo se aborda un contexto regulado de manera escasa en

nuestra legislación; destacando en un primer plano el anarquismo existente en cuanto a

su definición, así como el de precisar si efectivamente en una sucesión con varios

sucesores resulta acertado el término “copropiedad” utilizado por nuestro ordenamiento

jurídico, determinar la naturaleza jurídica y características de la indivisión, en un esbozo

de concepto entendida como aquella situación jurídica en la cual ciertos sucesores

(herederos o legatarios de cuota) tienen colectivamente un derecho conjunto sobre todo o

parte del patrimonio del causante, que se expresa en un derecho ideal, o sea, no

concretado, sobre el todo indiviso, sin directa titularidad sobre cada elemento singular.

Todo ello, con fines de establecer los lineamientos para su adecuado tratamiento en las

esferas del derecho sucesorio de nuestro régimen jurídico.

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ABSTRACTThrough this essay addresses a context regulated so scarce in our legislation;

emphasizing a foreground anarchism in terms of its definition, as well as the unclear

whether actually in succession with various successors the "co-ownership" term used by

our legal system is successful, determine the legal nature and characteristics of the

without divide in an outline of concept understood as the legal situation in which certain

successors (heirs or devisees of fee) have collectively a joint right of all or part of the

assets of the deceased which is expressed in a perfect right, or not complete, about the

whole undivided, without direct ownership of each unique element. All this, for the purpose

of establishing guidelines for appropriate treatment in the areas of probate law in our legal

system.

PALABRAS CLAVESIndivisión, coherederos, copropiedad, comunidad patrimonial.

KEYS WORDSWithout divide, heirs, co-ownership, equity community.

1. Introducción

Respecto a la indivisión se refiere una connotación de propiedad colectiva, la

misma que es impulsada en los sistemas que fomentan este tipo de propiedad;

siendo en el Perú un sistema ecléctico, ya que se norma ampliamente tanto la

indivisión como la participación.

Los artículos 844-845 de nuestro Código Civil regulan la indivisión regidos por las

disposiciones relativas a la copropiedad, en virtud del conocimiento que desde el

momento del deceso del causante que deja varios herederos la herencia será

trasmitida a estos últimos, por tal sentido en el supuesto de que el testador no hizo

una partición testamentaria habrá la necesidad de establecer un régimen

transitorio que permita el uso y disfrute de los bienes indivisos, así como su

administración sin perjuicio de los herederos que lo integran, hasta el momento de

la división y adjudicación.

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Sin duda la indivisión es una situación jurídica debatida en extenso por la doctrina

misma en función a su tratamiento en los distintos ordenamientos legales. Siendo

importante señalar que en el caso de nuestra legislación, el Código Procesal Civil

ya ha advertido que merece una consideración jurídica singular, a la que

denomina "patrimonio autónomo", por lo que consecuentemente resulta necesario

apuntar las principales diferencias respecto de la copropiedad, término utilizado en

nuestro régimen jurídico.

Por ello, en virtud a las pautas en párrafos precedentes, con el desarrollo del

presente ensayo buscamos esclarecer lineamientos que deberán ser de

consideración para una regulación adecuada del tema de indivisión en nuestro

ordenamiento jurídico, así como de esbozar una definición acertada que se derive

de sus características y naturaleza jurídica propia.

2. Indivisión - ¿Comunidad patrimonial o copropiedad?

En el vasto campo del Derecho Sucesorio de nuestro ordenamiento jurídico, la

indivisión hereditaria cuya naturaleza jurídica es de carácter real y está regulada

por las normas que rigen la copropiedad, hace necesario centrar nuestra atención

en considerar si efectivamente los herederos son o no copropietarios de los

bienes de la herencia.

La indivisión es una situación jurídica que se produce cuando respecto de un

derecho existen varios titulares. Esta situación se presenta naturalmente al abrirse

una sucesión, pues puede ocurrir que, al fallecer el causante, quede un solo

heredero y en tal caso éste será dueño de todos los bienes, desde el instante del

fallecimiento, y cargará con todas las deudas; pero puede ocurrir que haya varios

herederos, en cuyo supuesto nos encontraremos en un caso de indivisión. (Borda,

1991, pp. 193-194).

En esta misma vía de pensamiento, Fornieles señala que cuando los bienes que

componen la masa pertenecen a varios herederos, todos quedan propietarios en

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común de ella, lo que genera una comunidad hereditaria o estado de indivisión

(Fornieles, 1950, pp.276-278).

Como es de notarse de las definiciones planteadas se advierte una gran anarquía

entre los conceptos vertidos referente a los herederos como copropietarios o

condóminos, situación que se ha trasladado a nuestro ordenamiento jurídico y que

se revela, entre otros casos, en el art. 844º del CC. Empero, algunos autores se

han preocupado por otorgarle mayor fijeza a estos términos; como es el caso de

Somarriva Undurraga, que señala “copropiedad e indivisión designan la misma

situación jurídica, pero la expresión copropiedad tiene una significación más

restringida que la indivisión. La indivisión es el género y la copropiedad es una

especie de la indivisión. La propiedad se aplica únicamente a las cosas

materiales, susceptibles de propiedad. Por el contrario, la indivisión puede tener

por efecto toda especie de bienes, de cosas incorporales, como también

materiales (…)” (Somarriva, 2000, p.5).

Convenimos la opinión vertida por Somarriva en el sentido de considerar que

existen marcadas diferencias entre indivisión y la copropiedad; y por tanto el

hecho de existir una situación de indivisión entre los coherederos no implica que

exista necesariamente copropiedad, por lo que el término prescrito en nuestro

ordenamiento jurídico resulta incorrecto.

Por otra parte la copropiedad puede recaer sobre bienes, en cambio la herencia

como explica Valencia Zea, representa un conjunto o totalidad de derechos

subjetivos patrimoniales. Por tanto, según este autor en ningún caso la herencia

es un cuerpo cierto, no cosa corporal. Tampoco es una cosa compuesta, ni cosa

universal propiamente dicha, de que son ejemplo una biblioteca, un rebaño, etc.

(Valencia, 1977, pp.404-407).

Cuando se da el estado de indivisión los bienes pertenecen a todos los herederos

en común de manera que no podrán alegar derecho a ningún bien determinado,

sino a partes o porciones ideales de ellos; situación que es más propiamente

denominada comunidad patrimonial o sucesión indivisa.

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Borda explica que la testamentaria o sucesión no es otra cosa que una

comunidad, que será condominio cuando se trate de Derechos Reales, y

titularidad compartida en los demás. Agrega el autor, que “debe atenderse que el

condominio solamente afecta las cosas y nunca los bienes incorporales. Cada

sucesor es propietario proindiviso de los bienes comunes de la herencia, en

proporción a la parte a la que tenga derecho; salvo que, tratándose de una

sucesión testamentaria, el causante haya dejado hecha la partición….” (Borda,

1991, p. 195)

Somarriva explica que: “La diferencia entre comunidad y copropiedad es

manifiesta: se dan en relación de género y especie. La comunidad tiene sentido

amplio, comprende todas las relaciones en las que el sujeto de derecho sean

varias personas al mismo tiempo. La copropiedad es un concepto restringido de la

comunidad, cuando ésta tiene por objeto el derecho de propiedad sobre la cosa”

(Somarriva, 2000, p.4).

En tal sentido debe señalarse que antes de la partición lo que existe en una

sucesión con varios sucesores, es comunidad patrimonial, y no copropiedad. A lo

que Lohmann distingue entre comunidad hereditaria y comunidad patrimonial,

señalando que la primera se encuentra exclusivamente integrada por los

herederos que efectivamente acepten la herencia, mientras que la segunda

coexiste con la comunidad hereditaria y comprende a herederos y legatarios,

siempre que haya concurrencia de derechos o titularidad compartida de los

mismos sujetos, sobre el mismo complejo sucesorio (Lohmann, 2002, pp.139-

140).

Respecto a los acreedores de la sucesión la comunidad patrimonial no lo incluye,

a razón de que la nota característica de toda comunidad es que los derechos de

los titulares sean análogos, de igual naturaleza, por ejemplo cuando los herederos

tienen derecho de propiedad sobre la misma cosa. Cuando se trata de

acreedores, se trata de personas que tienen un crédito a favor, que coexiste con

el derecho de los herederos, y que puede estar referido a la misma masa

hereditaria pero en modo alguno comparten un derecho análogo. Observación

también aplicable a los legatarios, quienes solo pertenecerán a la comunidad

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patrimonial cuando sean legatarios de cuota parte, más no cuando sean legatarios

de bien o bienes determinados.

Referente a la naturaleza de la comunidad hereditaria se ha escrito mucho, en la

misma que (Borda, 1991, pp. 195-197) se pregunta: ¿Estamos en presencia de

una entidad distinta de los herederos o, por el contrario, no hay sino una forma de

condominio? Al respecto surgen dos teorías:

a. Teoría de la personalidad jurídica: El planteamiento de esta teoría parte de

considerar a la herencia como universalidad y unidad patrimonial, con lo cual

parte de la doctrina se ha conducido a simplificar los problemas que plantea la

indivisión, concibiendo a la sucesión indivisa o comunidad hereditaria como

dotada de personalidad jurídica, como un sujeto de derecho en el cual la

propiedad de las cosas comunes corresponde a la colectividad de los

partícipes que forman una entidad distinta de los copropietarios considerados

singularmente. (Ferrero, 1993, p. 180).

Esta unidad patrimonial antiguamente influyó en atribuir personalidad al

patrimonio hereditario; es decir a reputar que se estaría frente a un sujeto de

derechos al que se denomina sucesión, que los herederos solo administran y

representan. La idea habría sido tomada de la tradición romanista que

consideraría la herencia yacente como la continuadora de la persona del

causante; de modo que la herencia y sucesión mantendrían algo así como la

personalidad incorporada del difunto.

Sin embargo, los opositores de esta teoría, la objetan en el sentido que no se

debe confundir comunidad con sociedad, si bien toda sociedad supone una

comunidad no toda comunidad llega a ser sociedad la cual está dotada de

personalidad moral que nace de un acuerdo de voluntades de varios sujetos

expresada en un contrato mientras que la comunidad o sucesión indivisa es un

estado puramente pasivo en que los comuneros o coparticipes están unidos

más que por su voluntad por los bienes mismos, los que no pueden pertenecer

simultáneamente a personalidades distintas unas naturales y otra jurídica.

Finalmente el mayor inconveniente para sostener esta postura es que la

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comunidad hereditaria no tiene un patrimonio, ni un interés o un objeto propio,

distinto de los coherederos.

b. Teoría del condominio: Esta teoría discurre que la comunidad hereditaria no

es sino una forma de condominio, considerando que tanto el heredero y el

condómino, son dueños de una parte ideal de los bienes de la sucesión. Sin

embargo debe advertirse que la teoría no explica cómo si el condominio solo

puede recaer sobre cosas, la comunidad hereditaria pueda también recaer

sobre bienes que no son cosas.

Precisamente es en este contexto donde nuevamente cobra importancia la

distinción entre comunidad patrimonial y copropietarios; y donde se evidencia que

el coheredero pertenece al primer grupo, pues la comunidad hereditaria sí puede

también recaer sobre bienes que no son cosas.

Según lo prescrito por el art. 844º del CC, debe indicarse que se trata de una

norma limitada a la comunidad hereditaria y no a la comunidad patrimonial, ya que

ésta se refiere solo a herederos, entendiendo por tales a los que efectivamente

sucedan al causante por causa de muerte y con vocación universal. Asimismo, la

norma señala que cada heredero es copropietario de los bienes de la herencia, en

proporción a la cuota que tenga derecho a heredar; afirmación poco convincente

puesto que efectivamente los herederos tienen derecho a una cuota parte de la

herencia, entendida como patrimonio dejado por el causante pero no

necesariamente sobre todos y cada uno de los bienes que la componen.

Sin duda es de relevancia distinguir el derecho a la herencia, de los derechos que

puedan estar contenidos en la masa hereditaria; como explica Valencia Zea,

desde muchos puntos de vista la masa herencial objeto de la comunidad

hereditaria puede considerarse como un patrimonio autónomo frente a los

patrimonios particulares de los coherederos. Sin embargo, en el derecho moderno

esta regla no constituye otra cosa sino una ficción reñida con la realidad. La

comunidad herencial es un estado de derecho que produce importantes efectos

jurídicos que es imposible destruir retroactivamente, por lo que considera la

comunidad hereditaria como una masa autónoma, como un patrimonio separado

del patrimonio particular de cada uno de los coherederos. En este punto, el

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Código Civil alemán configura la masa herencial como una comunidad en mano

común (Gesamthander gemeinschalt). “En el sentido de que ningún heredero

pude disponer de su participación en los objetos sinuglares”, pero sí de su porción

hereditaria en su totalidad (Valencia, 1977, pp. 398-401).

Por tanto no consideramos acertado el texto de la norma cuando señala que

existe una copropiedad o cualquier otro derecho sobre cada bien en particular, de

los que conforman la herencia, por lo que en nuestra opinión la norma debe ser

interpretada en el sentido de considerar que el derecho sobre la cuota parte de la

herencia, considerada como un patrimonio debe coincidir con los bienes que

reciba; es decir que el reconocimiento de los derechos de cada heredero debe

encontrarse directamente vinculado con el porcentaje de su participación en la

masa hereditaria, mas no debe ser entendida en sentido de que existe un derecho

individual de cada heredero sobre cada uno de los bienes de la masa hereditaria.

Este punto lo explica Valencia Zea refiriendo que el derecho herencial del

heredero se ejerce sobre el patrimonio herencial. Si existe un solo heredero

solamente existirá un derecho herencial; si existen varios, cada coheredero será

titular de una cuota del patrimonio total: la mitad, un tercio, etc. Indica el autor que

lo interesante es que el derecho se tiene sobre el patrimonio como un todo, y en

ningún caso sobre los efectos singulares de la herencia, puesto que la comunidad

hereditaria no es una suma de comunidades singulares (Valencia, 1977, pp. 404-

407).

El mismo autor señala que la comunidad hereditaria en ningún caso es una suma

de copropiedades o comunidades de cosa singular. Así, si dentro de una herencia

existen tres herederos, tan solo puede decirse que cada coheredero es titular de

un derecho herencial que equivale a la tercer parte de la herencia, pero no puede

afirmarse que es titular de la tercera parte de cada una de las propiedades que

integran la mencionada herencia (Valencia, 1977, pp. 404-407).

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3. Bosquejo de una definición de la indivisión y precisiones indispensables

Como ya se refirió un aspecto a tenerse en cuenta es que el tema de la

indivisión aparece regulada de manera escasa por considerar que la

comunidad es una situación accidental, transitoria y no querida por el Derecho.

Como explica Fornieles, el legislador ha creído que el estado de indivisión es

siempre transitorio, que su fin inmediato es la partición, y por eso no se

ha preocupado de reglamentario, lo mira casi despectivamente (Fornieles,

1950, pp. 276­278).

Establecido lo anterior y atendiendo las consideraciones vertidas en los punto 1 y

2 del presente ensayo podemos calificar como indivisión aquella situación jurídica

en la cual ciertos sucesores, llámese herederos o legatarios de cuota tienen

colectivamente un derecho conjunto no necesariamente en igualdad porcentual,

sobre todo o parte del patrimonio del causante; que se expresa en un derecho

ideal sobre el todo indiviso, sin directa titularidad sobre cada elemento singular.

En tal sentido es necesario las siguientes precisiones; que van a ser

indispensables para la justificación de la definición plasmada:

a. Pese a que el precepto de nuestro ordenamiento jurídico alude solamente a

"varios herederos" debe entenderse que no incluye a aquellos "herederos

forzosos" que no sean herederos, porque sin perjuicio de cobrar su legítima,

no llegan a suceder o no suceden con calidad de herederos. El concepto de

herederos comprende en nuestra definición de indivisión tanto a los que sean

forzosos como a los voluntarios, porque a éstos, como se entiende, ya se le ha

identificado su cuota en partición testamentaria parcial.

b. Que la indivisión también es situación que afecta a los legatarios de parte

alícuota.

c. La afirmación de que cada uno de los partícipes "es copropietario de los

bienes de la herencia" se sustenta en los puntos siguientes:

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La participación abstracta y por alícuota en la herencia no recae

concisamente sobre los bienes singulares en directa copropiedad para

todos y cada uno de los herederos, sino sobre un patrimonio unitario,

que es la herencia propiamente dicha, y esta participación de cuota en

la globalidad del derecho hereditario es perfectamente susceptible de

ser transferida (artículo 1209 C.C.), renunciable, gravable, o afectada a

un embargo, sin que ello importe en estricto un acto de disposición o

afectación directa sobre los elementos individuales que componen el

patrimonio común. En suma, que hay que distinguir entre derecho

sobre la herencia y derecho sobre aquellos elementos singulares que

la integran, sin que esto signifique que la comunidad hereditaria sea

"una suma de copropiedades o comunidades de cosa singular".

La herencia indivisa no solamente está compuesta de bienes o

créditos, esto es, activos, sino también de pasivos como se infiere del

artículo 871 y siguientes del C.C., lo cual se traduce en que respecto

de los pasivos existe una responsabilidad de todos los bienes afectos

al pago de las obligaciones y, por tanto de todos los copartícipes de

indivisión, hasta que se haga la partición. Sólo desde la partición la

responsabilidad es individual de cada coheredero.

No siempre la herencia está constituida exclusivamente por bienes

respecto de los cuales puede recaer derecho de propiedad; por lo en

sentido riguroso no estamos ante una copropiedad.

d. La referencia del artículo 844º del C.C., a la participación "en proporción a la

cuota que tenga derecho a heredar" cada partícipe, se entiende que dicha

proporción, según sean los casos será el resultado de lo que haya dispuesto el

testador, de lo que correspondiera por legítima, de los efectos divisorios por

estirpes que se derivan de la representación, de posibles exclusiones

sucesorias por indignidad, de renuncias o sustituciones, etc.

Efectivamente la proporción del derecho a participar en la herencia sólo

significa, en verdad, derecho a que al respectivo partícipe se le adjudiquen

elementos sucesorios por valor equivalente al de la cuota, pero insistimos en

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que la indivisión no equivale a copropiedad directa sobre todos y cada uno de

tales elementos singularizados porque el porcentaje en la comunidad no

siempre se reproducirá en la misma situación de cotitularidad sobre los

elementos concretos. Cuando se haga la partición se produce una especie de

reemplazo entre la cuota indivisa de cada partícipe y los derechos privativos

que recibe sobre bienes ciertos determinados, de modo tal que el adjudicatario

será considerado, respecto de lo que reciba como adquirente directo e

inmediato del causante, y no como adquirente mediato por mérito de una

transferencia patrimonial con los demás copartícipes. Es decir, no se hereda al

causante mediante los coherederos. Cada cuota se concreta y hace efectiva

solamente en lo que el titular de cada cuota llegue a recibir, como si esto que

recibe lo hubiera recibido desde el instante de la muerte (art. 660 C.C.). A la

inversa, respecto de aquello que no se le adjudique, se le tendrá, desde la

apertura de la sucesión, como si nunca hubiera tenido derecho alguno sobre

ello.

El sentido que prescribe nuestro ordenamiento jurídico es que la proporción de

la cuota a heredar confiere derecho a participar en la partición con el mismo

porcentaje, de tal modo que respecto del todo patrimonial de la sucesión, el

valor de lo adjudicado coincida con el del valor global de la cuota;

entendiéndose por tal que los derechos de los individuos en comunidad son de

naturaleza distinta al derecho en comunidad, que ostentan todos juntos; pues

el heredero tiene derecho a los bienes de la herencia, no sobre ellos.

4. Indivisión Vs. Copropiedad

Resulta necesario plasmar entre la indivisión y copropiedad, distinciones que nos

permitan verificar y esclarecer a la indivisión dentro de la perspectiva de

comunidad patrimonial; por las razones siguientes:

a. La copropiedad sirve a los intereses actuales de los copropietarios, mientras

que la comunidad hereditaria, por su carácter esencialmente temporal y

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transitorio, está pre ordenada a su liquidación de modo que su finalidad está

puesta en la utilidad posterior a la partición.

b. Las reglas de la copropiedad son pertinentes exclusivamente para la

institución de propiedad; en cambio, la comunidad propia de la indivisión

sucesoria no solamente recae sobre el derecho real de propiedad rectamente

dicho, sino sobre el total de activos (derechos reales de diverso tipo, derechos

de crédito, derechos intelectuales e incorporales), así como sobre el conjunto

de los pasivos del causante.

c. La comunidad patrimonial sucesoria es una sola (incluso cuando la partición

haya sido incompleta), que recae sobre un patrimonio en conjunto; no es una

inorgánica suma de tantas copropiedades como bienes y derechos haya. La

copropiedad significa la coexistencia de una suma de títulos diferentes y

autónomos en relación con cada uno de los bienes, considerados cada uno de

ellos separadamente. De esta manera, puede ocurrir perfectamente que un

sucesor, condómino del causante, tenga un derecho de copropiedad directo

sobre un bien determinado (por adquisición conjunta, por ejemplo), con

independencia de la cuota a que pudiera tener derecho en la sucesión y que

puede o no reflejarse, al momento de la partición, sobre el mismo bien.

d. De lo anterior se deriva la conclusión que mientras dure la indivisión los

acreedores de los herederos no pueden dirigirse con medida cautelar o en

ejecución de sentencia contra bienes singulares del conjunto de bienes,

derechos y obligaciones; resultantes del fallecimiento de una persona y que

constituyen todo su patrimonio, sino solamente contra la cuota hereditaria del

heredero deudor.

e. Salvo el caso de pacto de indivisión (art. 993º C.C.), la terminación de la

copropiedad por división y partición siempre es obligatoria cuando lo solicite

cualquier copropietario.

f. Conforme al artículo 1209º C.C., cada coheredero puede ceder libremente su

derecho a participar en una sucesión ya causada. Agrega el precepto que, en

este caso, el cedente solamente queda obligado a "garantizar" su calidad de

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heredero, lo que viene a significar, por tanto, que no está obligado a responder

por el contenido de activos y pasivos singulares de la masa sucesoria. Dicho

de otro modo, sólo asume responsabilidad por su derecho a participar en los

aspectos patrimoniales de la sucesión; porque, claro está, la calidad de

heredero en sí misma es intransmisible.

En cambio, en la copropiedad el régimen es diferente; por un lado aunque

cada copropietario puede disponer libremente de su cuota y de los frutos,

como autoriza el numeral 977º C.C., los demás copropietarios tienen derecho

de retracto a tenor del inciso 2 del 1599º C.C., Es muy dudoso que en la

cesión de herencia abarque derecho a retraer o algún tipo de preferencia legal,

pues no hay norma legal que lo establezca.

De otra parte, siendo claro que libremente y sin autorización de sus

coherederos, el coheredero puede disponer de su cuota de participación

sucesoria como un todo, resulta claro que no puede disponer directamente de

sus participaciones individuales sobre los bienes, ni suponer que sus derechos

se concretan en una cantidad cierta o de un modo determinado en tales o

cuales bienes individualizados equivalentes al mismo porcentaje que tiene en

la sucesión. Por ejemplo el coheredero de un 25% puede ceder sus derechos

sucesorios a un cuarto de la sucesión, pero no le está permitido ni transferir

una cuarta parte de los bienes (art. 978º C.C.), ni transferir una cuarta parte de

cada uno de todos los bienes singulares. Se podrá replicar que el art 977º C.C.

Faculta a cada propietario para disponer de su cuota ideal de copropiedad

pero hay que considerar que eso será luego de que se sepa que, por efectos

de la partición, le ha sido adjudicado dicho bien en copropiedad. Mientras eso

no ocurra, el heredero tiene una cuota cierta en la sucesión, pero respecto de

sus componentes singulares solamente tiene una expectativa, o un derecho

potencial, pues tales componentes pueden o no serle adjudicados. Por eso se

señala que el acto que se realice sobre el bien sólo será válido si el bien

respectivo le es adjudicado en todo o parte.

g. En correspondencia con lo anterior, los frutos pertenecen a la comunidad; si

algún coheredero recibiera frutos del patrimonio indiviso, unilateralmente no

puede pretender retenerlos en la proporción de su cuota e imputarlos a cuenta

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de lo que habría de tocarle. Como es evidente, todo ello está afecto

indivisamente, a responder por las obligaciones del causante y por aquellas

que se produzcan durante el período de indivisión.

h. La herencia indivisa y, por supuesto, su cesión, deja incólumes las posiciones

jurídicas que el heredero tenga a favor o en contra de la masa sucesoria,

cuando precedan o sean ajenas a la sucesión propiamente dicha; es decir la

comunidad puede mantener relaciones jurídicas con los patrimonios

particulares de los herederos.

i. Naturalmente, mientras que la copropiedad se extingue por la división y

partición del bien común, existiendo tantas particiones autónomas como

bienes haya, la extinción de la comunidad sucesoria por partición supone un

único acto como puntualiza el artículo 864º C.C., pues no alude a otra partición

sino a completar la realizada; sin perjuicio de que, como consecuencia del

cese del estado de indivisión sucesoria algunos activos o pasivos se

adjudiquen en común a varias personas, porque la comunidad universal puede

dar lugar a comunidades particulares.

j. Mientras subsista la indivisión sucesoria los bienes que sustituyen a aquellos

que sean transferidos quedan afectos de pleno derecho a las mismas

circunstancias y derechos en que se encontraban los bienes reemplazados.

k. Finalmente cabe agregar quela copropiedad siempre puede ser reconstituida;

mientras que la comunidad patrimonial sucesoria una vez extinguida, no hay

manera de recomponerla.

5. Régimen de la indivisión por las disposiciones relativas a la copropiedad

Pues como ya se ha venido señalando que el derecho herencial de cada

coheredero sobre la masa hereditaria no puede configurarse con el mismo

criterio que el derecho de cuota de los copropietarios en la cosa común; hemos

también indicado que el Código no distingue la comunidad de la copropiedad por

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lo que debe deducirse para todos los efectos que el Código intenta aplicar las

mismas reglas de la copropiedad a la comunidad hereditaria en atención a la

nota común de existir un estado de indivisión, en ambos casos. En tal sentido a

efectos de no aplicar equivocadamente las normas supletorias del Libro de

Derechos Reales, debe tenerse en cuenta que la comunidad hereditaria si bien

guarda ciertas analogías con la copropiedad, es en realidad de naturaleza

diferente.

Como explica Lacruz Berdejo; en la copropiedad el derecho de cada

coheredero recae directamente sobre una cosa singular, mientras que en la

comunidad hereditaria el derecho de cada coheredero recae sobre lo que hemos

denominado el patrimonio herencial y no sobre las cosas singulares que, si bien

lo forman, son distintos de él. (Lacruz, 1992, p. 200).

Las normas de la copropiedad que se aplicarán a la comunidad hereditaria

supletoriamente; se centran en los puntos siguientes en conformidad con lo

establecido por nuestro Código Civil:

Presunción de igualdad de cuotas (Art 970 C.C.)Las cuotas de los coherederos se presumirán iguales, salvo prueba en

contrario.

En materia de indivisión sucesoria las excepciones pueden ser dos, de un

lado la disposición distinta del testador, de buscar favorecer a un heredero

voluntario más que a otro y, por otro lado el diferente orden al que

pertenecen los herederos, en caso de representación; en ambos casos las

cuotas podrían resultar diferentes.

En la misma norma se señala que el concurso de los copropietarios, tanto

en los beneficios como en las cargas, está en proporción a sus cuotas

respectivas; por el que debe distinguirse el concepto de cargas utilizado en

el Libro de Derechos Reales, el cual básicamente se refiere a los pasivos

que puedan generarse a consecuencia de la titularidad sobre un bien que

pertenece a más de uno, como es el caso de impuestos y otros gravámenes.

En cambio, en materia sucesoria las cargas tienen un alcance más

restringido, referido únicamente a aquellos pasivos que se generen con

motivo de la muerte del causante, mas no a otro tipo de concepto. Sin

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embargo ello resultará irrelevante en tanto el Libro de Sucesiones, en el

artículo 871º C.C. señala que los herederos responderán por las deudas

en proporción a sus respectivas cuotas hereditarias.

Decisiones sobre el bien común (Art 971 C.C.)Esta norma se refiere a la adopción de decisión sobre el bien común

indicando que se adoptará por unanimidad, para disponer, gravar o

arrendar el bien, darlo en comodato o introducir modificaciones en él;

y por mayoría absoluta, para los actos de administración ordinaria; siendo la

única excepción a este principio sería la establecida en el artículo 860º C.C.,

pues en el caso específico que es el de la venta de los bienes para

pagar su parte a los herederos, la decisión se podrá tomar por mayoría.

Asimismo el art. 971 C.C. señala que los votos se computan por el valor de

las cuotas, en tal sentido los representantes sumarán entre sí los votos que

le hubieran correspondido a su representado.

Administración judicial del bien común (Art 972 C.C.)Esta norma está referida a la adopción de reglas aplicables a la

administración de los bienes comunes, en estos casos la norma resultará

perfectamente aplicable, por lo que la administración judicial de los

bienes comunes se regirá por lo establecido en el Código Procesal Civil.

Administración de hecho del bien común (Art 973 C.C.)Esta norma se refiere a la administración del bien común por uno de los

copropietarios, señalando que cualquiera de los copropietarios puede

asumir la administración y emprender los trabajos para la explotación normal

del bien, si no está establecida la administración convencional o judicial y

mientras no sea solicitada alguna de ellas. Se indica que en este caso, las

obligaciones del administrador serán las del administrador judicial. Sus

servicios serán retribuidos con una parte de la utilidad, fijada por el juez y

observando el trámite de los incidentes.

Uso del bien común (Art 974 C.C.)Cada copropietario tiene de servirse del bien común, mientras no altere su

destino ni perjudique el interés de los demás, y el derecho de usar el bien

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común corresponde a cada copropietario. Se entiende que esta norma

resulta perfectamente aplicable a los coherederos. En caso de desavenencia

el artículo señala que el juez regulará el uso, observándose las reglas

procesales sobre administración judicial de bienes comunes.

Indemnización por uso (Art 975 C.C.)Esta norma se refiere a la indemnización por uso total o parcial de un

copropietario que usa el bien parcial o totalmente con exclusión de los

demás.

La norma indica que quien usa el bien deberá indemnizarles a los otros en

las proporciones que les corresponda, salvo lo dispuesto en el artículo 731º

C.C., que es precisamente el caso en el que el cónyuge opta por el derecho

de habitación vitalicio y gratuito.

Disposición de la cuota y sus frutos, y condicionalidad de la validezde los actos de la propiedad (Art 977-978 C.C.)Artículos que hacen referencia a la disposición de la cuota ideal; según la

aplicación supletoria de las mismas, cada coheredero puede disponer de su

cuota ideal y de los respectivos frutos, así como gravarlos. Esta situación es

correcta en la medida en que se trate de una cesión de derechos

hereditarios, tal como este contrato viene definido en el artículo 1209º C.C.,

la norma se complementa con la del artículo 978º C.C., que se refiere a

condicionalidad de la validez de actos de propiedad exclusiva, indicando

que si un copropietario practica sobre todo o parte de un bien, acto que

importe el ejercicio de propiedad exclusiva, dicho acto solo será válido

desde el momento en que se adjudica el bien o la parte a quien practicó el

acto.

Reivindicación y defensa del bien común (Art 179º C.C.)Al respecto debe indicarse que cualquier coheredero puede reivindicar el

bien común y puede promover las acciones posesorias, los interdictos,

las acciones de desahucio, los avisos de despedida y las demás que

determine la ley.

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Copropiedad y mejoras (Art 980 C.C.)Las mejoras necesarias y útiles pertenecen a todos los copropietarios, con la

obligación de responder proporcionalmente por los gastos. Esta norma

resulta perfectamente aplicable a los coherederos in proporción a su

participación de la cuota hereditaria.

Gastos de conservación y cargas del bien (Art 981 C.C.)Al respecto se establece el deber de todos los copropietarios que estén

obligados a concurrir, en proporción a su parte, a los gastos de conservación

y al pago de los tributos, cargas y gravámenes que afecten al bien común.

Saneamiento por evicción del bien común (Art 982 C.C.)Los copropietarios están recíprocamente obligados al saneamiento en

caso de evicción, en proporción a la parte de cada uno. En el caso concreto

de los coherederos la norma resulta aplicable durante la indivisión, durante la

partición la norma aplicable será la establecida en el artículo 866º C.C.

El derecho de retracto (Art 1592 C.C.)Esta norma se refiere al derecho de retracto del artículo 1599º, inciso 2 del

C.C. que le confiere al copropietario para subrogarse en el lugar del

comprador, y en todas las estipulaciones del contrato de compraventa,

debiendo el retrayente reembolsar al adquiriente el precio, los tributos y

gastos pagados por éste y, en su caso los intereses pactados (artículo

1592º C.C).

Finalmente debe indicarse que el artículo 976º C.C norma que no

resulta aplicable por estar referida al derecho de disfrute del bien que

corresponderá a cada copropietario y que los obliga a

reembolsarse proporcionalmente los provechos obtenidos del bien.

En el caso de los coherederos, esta norma no podrá ser aplicada de

modo estricto, ya que durante la situación de indivisión los frutos

pertenecerán a la comunidad, por lo que si los herederos recibieran frutos, no

pueden imputárselos unilateralmente, ni por convenio. Estos frutos

incrementarán la masa hereditaria para efectos de deducir los pasivos y

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obtener la masa hereditaria neta; y si bien los herederos suceden en el

pasivo y en el activo, es el neto obtenido el que finalmente será repartido

entre los herederos para su libre disposición.

6. ¿Es posible que exista una empresa dentro del patrimonio hereditario delcausante?

Resulta interesante lo prescrito por el art. 846º del C.C. civil vigente, en razón de

que el Código Civil de 1936 solo se refería a actividades agrícolas o fabriles y no

a empresa. Torres y Torres Lara señaló, en su oportunidad, que el artículo 846º

del C.C. de 1984 había significado una innovación en la legislación sucesoria

peruana en varios aspectos, pues había introducido una nueva terminología al

utilizar la expresión "empresa" en sustitución de "explotación agrícola o fabril"

que usaba el Código Civil de 1936, y además se ha trasladado el centro

de la protección que era antes el heredero menor de edad, para encontrar un

nuevo núcleo, que es la protección de "la empresa en sí”, en vista del beneficio

que ella genera no solo para los menores, sino para todos los herederos y la

comunidad en general (TORRES Y TORRES, 1986, pp. 491­502).

Planteamos una postura contraria a las opiniones de quienes consideran que

existe un gran mérito al haberse incorporado la expresión "empresa"; amparada

en nuestro punto de vista que no es posible que exista una empresa dentrodel patrimonio hereditario del causante; pues la empresa entendida en su

acepción más amplia como organización o unidad productiva destinada a vender

bienes o servicios con el fin de obtener un provecho económico, podremos

ultimar que en estricto no se es propietario de una empresa, sino que se es

titular de sus acciones, si hablamos de una persona jurídica o se es propietario

de los bienes destinados a la actividad económica que realiza la empresa,

incluyendo a las acciones que representen partes alícuotas del capital.

En el supuesto de que una persona natural no puede ser propietaria de una

empresa, análogamente tampoco es posible que exista una empresa dentro

de la herencia; por lo que surgiría un nuevo dilema de considerar cómo es que

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nuestro ordenamiento jurídico señala un plazo de indivisión. Pues bien,

debemos entender que la intención del legislador ha sido otorgar al testador la

facultad de imponer la indivisión por cuatro años respecto de todos aquellos

bienes que se encuentren destinados a que la empresa continúe cumpliendo con

la actividad económica para la cual fue creada; sin embargo esta consecuencia

no resulta aplicable puesto que la indivisión de los bienes destinados para la

operatividad de la empresa no garantiza que los bienes continúen siendo

aplicados a la actividad empresarial, del mismo modo que la indivisión de las

acciones de las que el causante era titular tampoco garantiza que el voto sea

ejercitado de modo tal que permita la continuidad de la empresa. Entonces

se puede tener un conjunto de acciones u otro tipo de bienes indivisos, sin que

ello garantice la continuidad de la actividad empresarial que en vida del causante

se realizaba.

En este panorama resulta acertado lo señalado por Lohmann, la herencia se

constituye en sí como un beneficio gratuito, es decir que los herederos no han

realizado ninguna acción concreta para recibirla. Por tanto, de ordinario; no

existe un incentivo para seguir haciendo producir a los bienes heredados,

salvo que la pérdida reportada por la falta de actividad productiva de los bienes

indivisos o los cuantiosos beneficios que reporte su actividad, analizados

considerando la adversión al riesgo de cada heredero, sean de tal magnitud

que los herederos decidan continuar con el negocio. Si ello fuere así, podemos

afirmar que los herederos, como sujetos racionales, tendrían un incentivo

natural para decidir continuar con la empresa, aun sin que el testador hubiere

impuesto la indivisión. (Lohmann, 2002, pp. 160-162).

Considerando que los individuos son limitadamente racionales y les puede

resultar costoso decidir entre continuar o no con la empresa, deriva en

importancia que el testador imponga la indivisión de los bienes de los

cuales dependa la permanencia de la misma y adicionalmente nombre un

albacea con el encargo específico de continuar con la actividad empresarial

mientras dure la indivisión; solo así logrará el testador que su voluntad de dar

continuidad a la empresa luego de su muerte, se cumpla. Si bien la

indivisión impuesta es el primer paso para garantizar la continuidad de la

empresa, no logra por sí sola su objetivo.

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Finalmente, referente al plazo coincidimos con lo señalado por Lohmann,

resulta corto e implica una innecesaria restricción a las facultades dispositivas

del testador (Lohmann, 2002, p. 167).

Puesto en lo que se refiere a la sucesión de los herederos voluntarios el

testador podría en su interés disponer de una indivisión por un plazo mayor;

situación que se refuerza al dejar abierta la posibilidad de imponerse todo tipo de

modalidades a los herederos forzosos, en el que podría también intentar

sostenerse un plazo mayor. En cambio esta situación no se presenta así

respecto de los herederos legitimarios, a quienes de cierta forma se les estaría

condicionando su cuota legitimaria, por lo que no correspondería interpretar

que sea posible establecer un plazo mayor.

7. Pacto de indivisión

Rómulo Lanatta señalaba que el artículo 459º del C.C. de 1936, relativo al

pacto de indivisión entre los coherederos, se trataba simplemente de una

comunidad de bienes en que todos los herederos que la constituyen son

propietarios de todos y de cada uno de los bienes que forman la herencia

indivisa y cuya duración se prolonga por razones de conveniencia (Lanatta,

1985, p. 86).

El pacto de indivisión entre coherederos o copropietarios es una consecuencia

de la facultad del indivisario para solicitar la partición, puesto que si bien el

legislador protege y promueve hasta cierto punto la partición; de otra parte no se

puede dejar de reconocer que en algunos casos ésta pudiera resultar perjudicial

para los herederos, siendo un ejemplo importante el referido a fundos agrarios

dedicados a la cosecha, donde el número de hectáreas puede resultar

importante para lograr determinado nivel de producción aceptable.

Al pacto de indivisión en nuestro Código Civil se le considera algo excepcional

y transitorio, pues se le ha estipulado un plazo no mayor de cuatro años. Si bien

no se estipulan consecuencias para el caso en que se estipule un plazo

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mayor, se debe entender que hasta por los cuatro años el pacto sería

perfectamente lícito y solo por el exceso habría objeto ilícito (Somarriva

UNDURRAGA, p. 78) por lo que el acto devendría en nulo y cualquier heredero

estaría en disposición de solicitar la partición con éxito.

Cabe resaltar así mismo que nuestra normativa jurídica tampoco se refiere a la

capacidad necesaria para celebrar el pacto de indivisión, por el que sin duda

cabría preguntarnos si sus representantes legales cuentan con suficientes

facultades para celebrar este pacto. Considerando que en buena cuenta se trata

de un caso de postergación de la partición, entonces resultará de aplicación el

artículo 991º del C.C. que señala que puede diferirse o suspenderse la

partición por acuerdo unánime de los copropietarios, y agrega que si hubiese

copropietarios incapaces, se requerirá autorización judicial, observándose las

reglas previstas en el artículo 987º C.C. que rotula, ante la existencia de

incapaces la partición convencional debe someterse a aprobación judicial,

acompañando a la solicitud tasación de los bienes por tercero, con firma

legalizada notarialmente, así como el documento que contenga el convenio

particional, firmado por todos los interesados y sus representantes legales.

Al margen de la voluntad de los herederos, la indivisión también puede

presentarse en los siguientes casos:

a. Patrimonio familiarÉste solo termina con la extinción del mismo, la cual conforme al artículo

499º C.C., es declarada por el juez cuando todos los beneficiarios dejan de

ser tales, cuando, sin autorización del juez, los beneficiarios dejan de

habitar en la vivienda o de trabajar el predio durante un año continuo,

cuando, habiendo necesidad o mediado causa grave, el juez, a pedido de

los beneficiarios, lo declara extinguido y cuando el inmueble fuera

expropiado y transcurrido un año no se hubiere constituido o promovido la

constitución de un nuevo patrimonio familiar.

b. Derecho de habitación del cónyugeEn el caso del cónyuge que tiene un derecho de habitación en forma

vitalicia y gratuita sobre la casa habitación en que existió el hogar conyugal,

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conforme el artículo 731º C.C., mientras la casa habitación esté afectada

por este derecho tiene la condición legal de patrimonio familiar por lo que

no se podrá proceder a la partición del bien hasta que se encuentre

extinguido el derecho. La extinción solo ocurre en caso de que el cónyuge

sobreviviente contraiga nuevo matrimonio, viva en concubinato o muera.

c. Usufructo del cónyugeEl cónyuge puede optar por el usufructo de la tercera parte de la herencia,

siempre que no ejerza el derecho de habitación, tal como lo prevé el artículo

823º C.C., al igual que en el derecho de habitación vitalicio y gratuito,

mientras la casa habitación en que existió el hogar conyugal esté afectada al

usufructo tendrá la condición legal de patrimonio familiar, por lo que

será indivisible.

d. Cuando la partición pudiere causar perjuicioEl artículo 857º del C.C., señala que la partición se diferirá respecto de todos

los bienes o de parte de ellos, por acuerdo de todos los herederos o por

resolución judicial y por un plazo no mayor de dos años cuando la

ejecución inmediata pueda ocasionar notable perjuicio al patrimonio

hereditario, o si es preciso para asegurar el pago de deudas o legados.

e. Cuando el concebido no ha nacidoEl artículo 856º del C.C., señala que la partición que comprende los

derechos de un heredero concebido será suspendida hasta su nacimiento; y

en el intervalo, la madre disfruta de la correspondiente herencia en cuanto

tenga necesidad de alimentos.

8. Inscripción y efectos de la indivisión

Consideramos que lo prescrito en el art. 848º del C.C., debería interpretarse

como aplicable tanto para el caso de la indivisión que impone el testador como

para aquella que es convenida por los herederos; en consecuencia, resulta

evidente que luego de la muerte del causante, la indivisión se presume para

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todos los efectos salvo que se haya verificado la partición; por tanto carece

de sentido que se deba de proteger a los terceros mediante la inscripción

en registros públicos de una situación que debe ser presumida por ley. En tal

sentido de hecho existirán, contra lo previsto por la norma, muchas situaciones

de indivisión que no obstante no encontrarse inscritas serán perfectamente

oponibles a terceros.

En cambio, en lo que respecta al pacto de indivisión la norma sí tendrá una

utilidad práctica, puesto que podrá encontrarse referida a extenuar los derechos

de quienes soliciten la partición, principalmente suponiendo que los herederos se

encuentran conformes con la indivisión pactada, de los acreedores de la

sucesión.

En el art 854 del C.C., se señala que los acreedores tendrán derecho a solicitar

la partición judicial de la herencia; caso en el que se podría oponer el pacto de

indivisión, siempre que éste se encuentre inscrito. Este derecho de solicitar la

partición, es independiente del derecho que tiene el acreedor a recibir el

pago de la deuda hereditaria oportunamente. Como explica Holgado Valer, la

deuda hereditaria se halla garantizada con los bienes dejados por el testador o

causante, mientras subsistan los estados de indivisión testamentaria extrajudicial

o judicial debidamente establecidos, en consecuencia solo una vez que se hayan

pagado esas deudas, es posible la partición de tales bienes, pero si la

operación particional se ha realizado sin estar pagadas las deudas

hereditarias, todos los herederos asumen también la responsabilidad de tal

pago, en la misma proporción que les correspondió la herencia. (Holgado, 1985,

pp. 235-236).

Finalmente en tanto la norma alude a un Registro que no existe, consideramos

que el precepto referido en el art 848º del C.C., resulta incompleto como bien

hace notar Lohmann que: En el Perú no existe ningún Registro en el cual

corresponda inscribir las indivisiones, lo que supone un grave vacío de la

norma, puesto que no habrá posibilidad de cumplir con este requisito de

inscripción. Podría suponerse que dicha inscripción se hará en la partida

registral de cada bien, sin embargo ello no es exactamente lo que la norma

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exige. De otra parte este requisito resultaría de imposible cumplimiento

tratándose de bienes no registrables. (Lohmann, 2002, p. 245).

9. Pago a herederos en desacuerdo con la indivisión

Resulta bastante discutible lo puntualizado en nuestra legislación referente al

pago de herederos en descuerdo con la indivisión, puesto no permite entender a

cabalidad en qué casos el heredero podría no aceptar la indivisión, aclarando

además que lo prescrito en el art. 849º del C.C., no resultará de aplicación cuando

la indivisión es impuesta por el testador, ni tampoco cuando la indivisión es

producto de determinadas circunstancias que corresponden a la naturaleza de

las cosas, por ejemplo cuando se ha constituido un patrimonio familiar o se

ejerce el derecho de habitación o el usufructo del cónyuge sobre el único bien de

la herencia; por lo que en estos casos los herederos tendrán que aceptar la

situación de indivisión necesariamente, no encontrándose en aptitud de

rechazar la misma.

Por el contrario, cuando hablamos del pacto de indivisión la situación será

diferente ya que en este supuesto sí existe la posibilidad de que el heredero no

acepte el pacto de indivisión que se le proponga, siendo en este sentido

que deberá entenderse de aplicación la norma referente al pago a herederos

en desacuerdo. Es el caso en el cual todos los coherederos se encuentran de

acuerdo con pactar la indivisión por un plazo no mayor a cuatro años pero uno de

ellos no acepta este pacto.

Del art. 849º C.C., Lohmann señala que la redacción no es correcta al afirmar

que se pagará su porción a los herederos que no acepten la indivisión, pues lo

que se ha debido indicar es que se pagará a quienes no deseen continuar

con el estado de indivisión (Lohmann, 2002, p. 179). Objeción que consideramos

correcta si nos ubicamos en una perspectiva de continuidad de una situación de

indivisión que ya se venía dando y que va a continuar en el tiempo a través de

un pacto; sin embargo, creemos que si se considera el término aceptación que

usa el artículo, como referido a la no aceptación de la oferta realizada por los

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demás herederos para efectos de pactar la indivisión, entonces la redacción

podría entenderse como correcta.

10. Partición judicial antes del vencimiento del plazo de la indivisión

En el contexto del artículo 850º del C.C., que prescribe la partición judicial

antes del vencimiento del plazo de la indivisión, consideramos como un

inconveniente la utilización de término "circunstancias graves" puesto que se

trata de un concepto que deberá ser evaluado por el juez en atención a sus

propios criterios subjetivos en cada caso.

Al respecto la doctrina interpreta que "circunstancias graves" debe entenderse

desde un punto de vista objetivo como un hecho ajeno al sujeto peticionante y

que implique un cambio de circunstancias de naturaleza tal que se haga

impostergable la partición. En nuestro punto de vista el referido cambio de

circunstancias implica que no se tratará de un cambio de opinión del

peticionante, sino de un cambio de circunstancias externas que requieren que él

acceda a la partición y reciba lo que le corresponde en virtud de la misma;

entonces su petición no necesariamente deberá llevar a la partición total cuando

los demás coherederos pudieren pagarle su porción, en cuyo caso se verificará

una suerte de partición parcial, pero los demás coherederos en la medida de lo

posible, podrían continuar con la indivisión.

Pero solicitar la partición es en realidad un acto de disposición, siendo que en

éste último la regla general de la copropiedad es que estos actos deban

realizarse por unanimidad, para ejercer el derecho de solicitar la partición y

que ésta se verifique a favor del solicitante; no obstante esta solicitud no

siempre va a implicar la partición de toda la masa hereditaria, en la medida en

que se le pague su porción al peticionante y que los demás coherederos decidan

continuar con el estado de indivisión.

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11. ¿Cómo corresponde la administración de la herencia indivisa?

Respecto a la administración de la herencia indivisa nuestro Código Civil no

tiene una norma como la del Código Civil argentino que expresamente

señala que “ninguno de los herederos tiene el poder de administrar los

intereses de la sucesión”; sin embargo es claro que cada heredero por su

cuenta se encuentra incapacitado de tomar decisiones sobre la administración de

la masa hereditaria.

Quién ha de administrar la herencia en tanto ésta permanezca indivisa, la

decisión en primer lugar la tiene el testador, el mismo que puede nombrar un

albacea para que en virtud de las atribuciones que le asisten, conforme al

inciso 4 del artículo 787º del C.C., administre los bienes de la herencia que

no hayan sido adjudicados hasta que sean entregados.

En cambio, en el caso de que el testador no hubiere indicado nada al respecto la

decisión corresponderá a los herederos, por lo que el artículo 971º del C.C.,

norma supletoriamente aplicable, señalando que la adopción de decisiones para

los actos de administración será por mayoría absoluta de los herederos

como ya se ha comentado anteriormente. En tal sentido todos los herederos

podrían administrar la herencia por este mecanismo, sin tener necesidad de

nombrar a un administrador.

Valencia Zea señala que: Cuando la administración de la herencia no se ha

conferido a un heredero, ni el testador ha nombrado albacea con tenencia

de bienes, ni se ha pedido el secuestro de los bienes, la administración de los

bienes hereditarios corresponde conjuntamente a los herederos (Valencia, 1977,

pp. 405­410).

De no existir administrador nombrado por testamento, ni apoderado nombrado

por los herederos, estos últimos podrían interesarse en el nombramiento de un

administrador judicial, cuyas reglas se encuentran en el art. 772º del Código

Procesal Civil, que señala que si concurren quienes representen más de la mitad

de las cuotas en el valor de los bienes y existe acuerdo unánime respecto de

la persona que debe administrarlos, el nombramiento se sujetará a lo acordado.

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Por el contrario en caso de no existir acuerdo al respecto, el juez nombrará al

cónyuge sobreviviente o al presunto heredero, prefiriéndose el más próximo al

más remoto, y en igualdad de grado, al de mayor edad. Sólo en el caso de

que ninguno de ellos reuniera condiciones para el buen desempeño del cargo el

juez nombrará a un tercero.

Sobre la figura de la administración judicial, debe tenerse en cuenta que el

administrador no es un representante de la herencia, ni de los herederos,

salvo que cada heredero lo nombrase adicionalmente como su representante.

Tampoco se trata de un mandatario del testador, pues como señala Pérez

Lasala, desde que éste fallece comienza su misión y su labor se realizará

conforme a las reglas procesales (Pérez, 1989, p. 301). Sin embargo debe

advertirse que las normas procesales regulan de forma incompleta las facultades

de los administradores judiciales, a tal punto que en el artículo 773º del C.C.,

al tratar de las atribuciones del administrador, vuelve a realizar una remisión al

Código Civil, señalando que sus atribuciones serán aquellas que les conceda

esta norma.

La doctrina reconoce hasta tres grupos de actos que los administradores pueden

realizar:

a. Actos conservatorios: Que comprenden todos los actos destinados a

proteger los bienes de la masa hereditaria, como son todos los actos que

realiza el heredero y que no implican aceptación; se comprende entre estos

actos aquellos referidos a la continuación del giro comercial a fin de evitar

perjuicio, la recolección de frutos, la venta de la producción, el cobro de

las deudas, el pago de reparaciones urgentes, los servicios de vigilancia,

etc.

b. Actos de administración ordinaria: Que comprenden los actos

correspondientes a la continuación del giro comercial cuando su

paralización no implique perjuicio, la compraventa de mercaderías, el pago

de deudas del causante que corresponda a gastos de producción de los

bienes hereditarios.

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c. Actos de administración extraordinaria: Que comprende una serie de

actos que en teoría exceden los límites de la administración ordinaria y que

solo pueden realizarse con expresa autorización de los herederos o del juez;

siendo un caso típico el arrendamiento, que conforme al artículo 1667º del

C.C., puede otorgarse siempre que se cuente con facultad expresa para ello.

12. Conclusiones

Debe tenerse en cuenta concurrencia de distinciones y semejanzas que demarcan

la frontera entre la indivisión y la copropiedad, básicamente porque ambas recaen

sobre un patrimonio común; sin embargo, la comunidad sucesoria otorga a los

interesados un derecho nebuloso, en el sentido que pesa sobre un todo no

diferenciado en razón de sus componentes. De otro lado, la copropiedad brinda a

los copropietarios un derecho más concreto ya que, si bien persisten las cuotas

ideales, existe claridad respecto al bien sobre el cual recae el derecho real.

La indivisión se extingue en un solo acto que es la partición, que causa la pérdida

del carácter abstracto de la comunidad patrimonial, elemento esencial del cual se

compone; muy por el contrario el régimen de copropiedad se extingue

parcialmente en razón de que con cada partición no se hace más que materializar

el supuesto base de la copropiedad; esto es, otorgar un derecho concreto

respecto a un bien singular.

Un estado de indivisión se configura cuando el causante dejara más de un

heredero e inmediatamente después de la apertura de la sucesión se dará

origen a un estado de comunidad hereditaria, siendo en virtud de esta comunidad

y puesto que el llamamiento a la herencia tiene carácter universal, el derecho

sobre los bienes que la constituyen pertenece al conjunto de los coherederos.

Mientras dure la indivisión y no se concrete la partición de la herencia, será sin

duda la comunidad hereditaria la que mantendrá autonomía respecto del

patrimonio personal de cada uno de los herederos y se sujetará aun régimen

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especial en cuanto a la administración, uso y disposición de los bienes

particulares.

El legislador debe tomar en cuenta las imprecisiones de términos, que llevan a

confundir y crean una disyuntiva de determinar si la indivisión es una entidad

distinta de los herederos o si lo que existe es una forma de condominio.

UNIVERSIDAD PRIVADA ANTONIO GUILLERMO URRELO-CAJAMARCA---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

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