Feminismo e intertextualidad en La mujer habitada

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Feminismo e intertextualidad en La mujer habitada de Gioconda Belli Como la crítica ha señalado en repetidas ocasiones, la intertextualidad es un concepto que se origina con la lectura que Kristeva realiza de Bakhtin en 1966. En "Word, Dialogue, and Novel," Kristeva indica que "any text is constructed as a mosaic of quotations, any text is the absorption and transformation of another" (66). Pero como Susan Stanford Friedman nos recuerda, esta intertextualidad así conceptualizada supone ya la supresión del sujeto agente de la escritura que luego Barthes también va a desarrollar y a ampliar. Al respecto, Friedman hace notar: "For both Barthes and Kristeva, the text--an 'it'--draws, makes, enters, and dialogues with its intertexts. The subject of these verbs is the anonymous, impersonal 'it' that engages in intertextual play" (150). Si bien este concepto de intertextualidad es el que ha predominado durante las últimas décadas, recientemente algunas críticas feministas han comenzado

Transcript of Feminismo e intertextualidad en La mujer habitada

Feminismo e

intertextualidad en La mujer habitada

de Gioconda Belli

Como la crítica ha señalado en repetidas ocasiones, la

intertextualidad es un concepto que se origina con la lectura que

Kristeva realiza de Bakhtin en 1966. En "Word, Dialogue, and

Novel," Kristeva indica que "any text is constructed as a mosaic

of quotations, any text is the absorption and transformation of

another" (66). Pero como Susan Stanford Friedman nos recuerda,

esta intertextualidad así conceptualizada supone ya la supresión

del sujeto agente de la escritura que luego Barthes también va a

desarrollar y a ampliar. Al respecto, Friedman hace notar: "For

both Barthes and Kristeva, the text--an 'it'--draws, makes,

enters, and dialogues with its intertexts. The subject of these

verbs is the anonymous, impersonal 'it' that engages in

intertextual play" (150). Si bien este concepto de

intertextualidad es el que ha predominado durante las últimas

décadas, recientemente algunas críticas feministas han comenzado

2

a reevaluar esa noción de intertextualidad, apuntando que el

concepto de sujeto autorial es "strategically valuable to a kind

of criticism that attemps to situate writing in relationship to

constructs such as gender, race, and class" (Draine 319). Así,

Lynn Keller observa el uso consciente que algunas escritoras

hacen de la intertextualidad como una estrategia autorial para

subvertir la autoridad patriarcal.1 Dentro de esa misma línea,

Nancy Miller también rechaza la intertextualidad anónima que

sostienen Barthes y Kristeva, pronunciándose más bien por una

"intertextualidad política" (111), que enfatiza la importancia

del sujeto que escribe. Desde esta postura, y refiriéndose a

escritoras como Hélène Cixous, Luce Irigaray y Monique Wittig,

Miller observa en "Changing the Subject" cómo estas escritoras se

sitúan desde un "oblique (or textual) angle" (111) para actuar

sobre los textos de su cultura, reapropiándose de ellos. Y luego

indica: "Troped as a subversion--a political intertextuality--

this positionality remains necessarily a form of negotiation

within the dominant social text" (111). Por su parte, Susan S.

Friedman sigue a Miller en la reintroducción del Autor "as a

3

writer situated in history" (162) en la discusión de la

intertextualidad y, a la vez, extiende esa "intertextualidad

política" de Miller a otros campos al apuntar:

Miller "political intertextuality" offers a model . . .

for reading the political in the textual and the

intertextual not only in women's writing, but also in

men's writing. . . . not only in "first world," but

also in "second world" and "third world" writing.

(159)

Siguiendo las posturas de Miller y de Friedman, en este

trabajo me interesa examinar la utilización que la escritora

nicaragüense Gioconda Belli hace de la intertextualidad en La

mujer habitada para reflexionar sobre el feminismo en Nicaragua.

A la vez, empleo algunas de las ideas sobre la intertextualidad

expuestas por el crítico Laurent Jenny en "The Strategy of Form."

Uso a Jenny debido a la definición rigurosa de intertextualidad

que maneja este crítico al diferenciar esta noción de la mera

alusión o reminiscencia textual, así como también por el énfasis

que éste pone en la intertextualidad como mecanismo generador de

4

nuevas ideologías. Como muestro en mi estudio, en La mujer

habitada Belli postula un feminismo que implica una revisión

crítica del feminismo occidental desde la realidad

centroamericana y aporta la inscripción textual de un feminismo

propio, fundado en las condiciones históricas y geopolíticas del

área. Este proyecto se construye a partir de la relación

intertextual que como estrategia intencional, consciente y

crítica, y desde una específica posición histórica y política,

Belli establece entre su texto y los principios feministas que la

autora inglesa Virginia Woolf expone en A Room of One's Own.2

Con ello, puede decirse que La mujer habitada es una de las pocas

obras centroamericanas que se sitúa dentro de la discusión

teórica que últimamente se ha producido entre el feminismo

occidental y los llamados feminismos tercermundistas,

especialmente en lo que respecta al cuestionamiento de la

pretensión universalizante del primero y a la búsqueda que

emprenden los segundos por destacar las preocupaciones feministas

locales sin caer en un relativismo paralizante.3 En las páginas

que siguen examinaré primero el marco contextual que genera el

5

proyecto de Belli, para luego analizar la revisión del feminismo

liberal que la obra plantea así como el nuevo feminismo que se

articula en el texto a partir de la subversión y transformación

de los principios woolfianos.

El proyecto feminista que Belli emprende en La mujer

habitada y su interés crítico en Virginia Woolf se explican muy

bien si se tiene en cuenta la situación específica por la que

atravieza el feminismo nicaragüense en la década de los ochenta y

la posición de Woolf en el feminismo occidental. Como es bien

sabido, a pesar de la activa participación de muchas mujeres

nicaragüenses en la lucha contra el régimen de Somoza, la llegada

de la revolución sandinista al poder no erradica totalmente la

subordinación genérica ni los patrones ideológicos machistas que

relegan a la mujer al espacio privado de la familia. Debido a

ello, durante los primeros años de los ochenta el movimiento

feminista nicaragüense pugna por abrirse paso, y tiene lugar un

debate muy intenso y polémico sobre lo que debe ser este

feminismo y sobre su viabilidad dentro de la revolución.4 Pesa

sobre este debate la opinión generalizada que se tiene en América

6

Latina ya desde los setenta sobre el feminismo occidental, con el

cual se identifica a priori todo movimiento que se nombre

"feminista." Producto en la mayoría de los casos de un

movimiento de mujeres blancas de clase media, y centrado

exclusivamente en el género y en la adquisición de derechos

igualitarios, este feminismo se percibe en Latinoamérica como

una desviación burguesa. Lo mismo sucede en Nicaragua. Así, en

1981 la comandante Mónica Baltodano advierte sobre los peligros

desviacionistas que tiene la lucha contra posturas machistas e

insta a subordinar los intereses de género a la lucha política

(Murguialday 118). Sin embargo, dentro del mismo panorama

nicaragüense, otras voces de mujeres feministas expresan la

posibilidad de crear un feminismo basado en la problemática local

y que desde allí se articule con los feminismos de otros

lugares.5 A esto se refiere Ivonne Siú al señalar: "Tenemos que

estar claras de que la responsabilidad histórica de la vanguardia

de las mujeres es hacer una teoría feminista nicaragüense, que no

sale del aire lógicamente, sino de la práctica cotidiana . . . "

(Murguialday 236).

7

Un feminismo dentro de esa línea es el que Belli articula en

su obra.6 Pero dada la importancia que el feminismo occidental

tiene en el debate anteriormente mencionado, la construcción del

proyecto de Belli no se halla ajena a un diálogo crítico con el

mismo. Ahora bien, si ese diálogo con el feminismo occidental

que Belli realiza se lleva a cabo a través de los principios

feministas de Virginia Woolf, ello se produce por varias razones.

En primer lugar, Virginia Woolf ha llegado a ser considerada uno

de los símbolos más importantes del feminismo surgido en Europa

durante las primeras décadas de este siglo. Aunque como indica

Alex Zwerdling, a la escritora inglesa le disgustaba el término

"feminista" y más bien rehuía la participación activa en el

movimiento sufragista inglés, de tendencia liberal, desconfiando

del poder del voto y de los cambios que éste podía traer a la

vida de las mujeres de su tiempo (214), su preocupación por los

problemas enfrentados por la mujer en la sociedad patriarcal,

especialmente la falta de acceso a la educación y la dependencia

económica, la ubican dentro de esta línea de pensamiento.7 Por

otra parte, el interés que las ideas de Woolf despiertan en Belli

8

al punto de establecer con ellas una relación intertextual en su

obra, se explica muy bien si se toman en cuenta no sólo los

aspectos que ambas tienen en común sino también áquellos que las

diferencian. Como Woolf, Belli es una escritora feminista

perteneciente a la clase media alta. Sin embargo, a diferencia

de Woolf, quien defiende a lo largo de su vida la renta y la

posición social que le permiten ejercer su creatividad sin

comprometer su libertad crítica (Zwerling 103-104), Belli

renuncia a sus privilegios de clase, teniendo una activa

participación en la revolución sandinista. También la postura en

relación a la política las diferencia: para Belli la actividad

política es incluso anterior a la actividad literaria;8 para

Woolf, ni el activismo feminista ni la participación política de

ningún tipo entran en su consideración. Tampoco un cambio

político y social es contemplado por Woolf ya que para ella la

política no es más que otra de las manifestaciones de la sociedad

patriarcal.9 Por último, debe señalarse que Woolf pertenece a

una cultura hegemónica como es la occidental y profesa un

feminismo centrado en el género; Belli, en cambio, escribe desde

9

un país marginal que en la década de los ochenta busca liberarse

del neocolonialismo y afirmar su propia cultura. Esta diferente

posicionalidad le permite a Belli situarse de manera crítica ante

su antecesora y construir un feminismo que, sin romper

definitivamente con los principios woolfianos liberales, se

adapte a la realidad nicaragüense y conceptualice la problemática

de sus mujeres. Para llevar esto a cabo, Belli se vale, como ya

dijimos, de la intertextualidad como una estrategia intencional y

política.

En A Room of One's Own, Virginia Woolf explora los factores

que desde su punto de vista posibilitan la creatividad femenina,

especialmente la literaria, afirmando al mismo tiempo el derecho

que tienen las mujeres al cultivo de la mente y de sus facultades

intelectuales. Esos factores son la existencia de un "cuarto

propio" que le permita a la mujer creadora desarrollar un espacio

síquico independiente, y una solvencia económica que le

posibilite dedicarse a la actividad creativa con entera libertad

de criterio (4).

10

Desde el comienzo de La mujer habitada es posible advertir

el uso de la intertextualidad como una estrategia que Belli

emplea para evaluar el feminismo occidental woolfiano dentro del

marco de un país como Nicaragua. De acuerdo a Laurent Jenny, la

intertextualidad se produce--a diferencia de la simple alusión--

cuando "there can be found in a text elements exhibiting a

structure created previous to the text" (40), y la función

temática de la unidad textual está relacionada en los dos textos,

reteniéndose su significado inicial ya sea para contradecirlo,

transformarlo o invertirlo. (40) En el caso de La mujer habitada

lo primero que hace Belli en su obra es caracterizar a su

protagonista con los rasgos más importantes del feminismo

woolfiano. Al inicio de la obra Lavinia representa a la mujer

que, luego de estudiar en el extranjero, al volver a su país

sigue y practica conscientemente un feminismo liberal muy

semejante al postulado por Woolf. No sólo posee un "cuarto

propio," que en el caso de Lavinia "es toda una casa" (Kaminsky

24), sino también un trabajo profesional como arquitecta. Tanto

la casa que Lavinia posee como su trabajo conservan al comienzo

11

de la obra el mismo sentido que el "cuarto propio" y la renta

tienen en Woolf. Así como para Woolf estos dos elementos

significan la liberación y la independencia de la mujer creadora,

este mismo sentido conservan en la obra de Belli: por medio del

"cuarto propio" la protagonista puede vivir sola y en control de

su propia vida. Al mismo tiempo, el trabajo remunerado que

Lavinia desempeña como profesional también contribuye a esta

liberación: al ser independiente económicamente, Lavinia no tiene

que someterse a los dictados que la sociedad les impone a las

mujeres de clase alta como ella, ni aceptar el control que el

patriarcado realiza de la sexualidad de la mujer. Además,

siguiendo la apoliticidad del feminismo woolfiano, a su regreso a

"Faguas" la lucha de Lavinia como mujer y arquitecta se limita a

defender su independencia y privacidad, y a demandar en su

trabajo profesional un trato libre de sexismo y de discriminación

genérica. Desde ese contexto, el activismo político no tiene

cabida en su vida y es por ello que Lavinia prefiere mantenerse

al margen de la problemática nacional: "Transmitían el juicio al

alcaide de la prisión La Concordia. El juicio había sido la

12

plática obligada de los últimos días y ella estaba cansada del

tema, no quería oír más aquellas atrocidades . . ." (11).

Como Laurent Jenny observa, "Analysis of intertextual

processing shows rather clearly that pure repetition does not

exist, or, in other words, that this processing has a critical

function . . . "(59). En la La mujer habitada esta función

crítica comienza a producirse desde el momento en que Belli

contextualiza el feminismo de su protagonista dentro de la

realidad social y política de "Faguas," haciendo que los

elementos feministas woolfianos presentes en la caracterización

de Lavinia se articulen con otros signos propios de la realidad

social presentada en el texto como son la represión, la tortura,

la pobreza y la injusticia social y, debido a ello, se carguen de

nuevos significados. Como resultado, lo que se produce es un

feminismo elitista y foráneo, que no responde a las necesidades

del país ni conceptualiza la problemática de sus mujeres. Por

ejemplo, como Belli deja ver en su texto al contraponer las

figuras de Lavinia y de su sirvienta Lucrecia, en "Faguas" sólo

una mujer de una clase privilegiada como lo es Lavinia puede

13

darse el lujo de tener "un cuarto propio," independencia de los

roles genéricos y la opción de trabajar en una profesión que la

realiza como ser humano. Lucrecia carece de una opción

semejante. Su "cuarto propio" es un cuchitril: "A través de las

puertas vio los interiores pequeños e insalubres de las viviendas

de una sola habitación. En ese pequeño recinto, vivían familias

de hasta seis o siete miembros, hacinadas" (144). Y si esta

mujer renuncia a la maternidad mediante un aborto que casi le

cuesta la vida, ello no se debe a principios ideológicos ni a un

rechazo del rol materno sino a la situación de pobreza en que se

encuentra: "No podía mantener un hijo. No quería un hijo para

tener que dejarlo solo, mal cuidado, mal comido. . . . El

problema era que la hemorragia no se le contenía" (147). Igual

limitación en sus opciones, debido a la pobreza y a la situación

de injusticia social en que viven, tienen las mujeres que habitan

con sus familias en los asentamientos que van a ser demolidos

para construir un moderno Centro Comercial: "Niños de

pantaloncitos cortos llenando baldes de agua en un grifo común.

Mujeres descalzas tendiendo ropas de telas delgadas y curtidas en

14

los alambres" (21). Ese elitismo y su desconexión con la

realidad social de "Faguas" señalan, además, el carácter foráneo

del feminismo woolfiano de la protagonista. Como la moda

"hippie," la música rock, la mariguana y la arquitectura salida

de revistas como House and Garden, signos de "la modernidad . . .

de principios de los setenta" (9), este feminismo aprendido en

Europa es inscrito por Belli en su texto como otro producto

cultural de exportación de los centros de poder: "Sí, se dijo . .

. ella estaba a tono con la época. . . . Era mujer sola, joven e

independiente" (9). Por otra parte, dentro de la realidad social

y política que se vive en "Faguas," donde predomina el control

dictatorial, la represión y la tortura, el trabajo profesional de

la protagonista resulta ser también una práctica que apoya,

aunque indirectamente, esas acciones represivas. En otras

palabras, si bien en Inglaterra la opción de un trabajo

profesional para la mujer dentro del sistema establecido no

necesariamente conlleva el apoyo a prácticas antidemocráticas, en

"Faguas" esto no ocurre así. El primer trabajo profesional que

se le asigna a la protagonista implica ya la colaboración con el

15

poder dominante, en cuanto supone la construcción de un Centro

Comercial en un asentamiento habitacional que debe ser

desalojado: "Y la gente? Qué pasaría con la gente?, se

preguntó. Más de alguna vez había leído de desalojos en el

periódico. Jamás pensó que le tocaría participar en uno" (21).

A la vez que Belli utiliza la intertextualidad para mostrar

las deficiencias que presenta un feminismo liberal como el de

Virginia Woolf al insertarse dentro del marco centroamericano, la

autora nicaragüense también se vale de ella para inscribir en el

texto un feminismo propio. En La mujer habitada Belli realiza

este proyecto llevando adelante la siguiente fase del proceso

intertextual, como es la subversión y transformación de los

principios woolfianos de la protagonista a partir de su

articulación con dos elementos propios de la realidad histórica

que se presenta en la obra: el discurso de Itzá y el discurso del

Movimiento de Liberación Nacional.

Como ya hemos señalado anteriormente, en La mujer habitada

Gioconda Belli nos presenta una realidad histórica y social

compleja, caracterizada en el presente por la dictadura, la

16

represión, la pobreza y por un rápido proceso de modernización.

Esa realidad, sin embargo, se halla atravezada "de otros planos

espacio-temporales que en vez de corresponder al concepto

cronológico lineal del mundo occidental, corresponden al de la

cronovisión maya . . ." (Salgado 232). Ello permite que el

pasado viva y se continúe en el presente de manera que tanto la

conquista como la colonización españolas se perpetúan en la

dictadura y en la penetración cultural foránea, de la cual, el

feminismo de Lavinia es otra manifestación. En el espacio

textual, el discurso de la indígena Itzá y el del Movimiento de

Liberación Nacional representan la resistencia pasada y presente

contra la penetración extranjera, la dominación y el pillaje.

Mediante la ficcionalización de Itzá--la mujer que acompañara al

cacique Yarince en las batallas--Belli sienta las bases de una

tradición feminista y revolucionaria en el suelo nicaragüense al

introducir otras categorías como la etnia y la opresión cultural,

además del género, en la conceptualización del sujeto femenino:

Itzá es caracterizada como una mujer que ocupa una posición

subjetual doble: como mujer, se halla sujeta a la división

17

genérica que su tribu le impone y a la marginación de toda

actividad que se desarrolle fuera de los umbrales de la casa.

Pero como indígena, y al igual que los hombres de su tribu, ella

también se encuentra inserta en una relación estructural de

dominación impuesta por los invasores. Esa doble posicionalidad

la lleva a reclamar para sí el derecho a romper los límites

genéricos que su cultura le impone y a participar activamente en

la guerra de liberación de su pueblo. En otras palabras, a

articular en la práctica tanto la lucha política como la lucha

genérica. Por su parte, el Movimiento de Liberación Nacional

representa la resistencia armada que se da en el presente como

continuación de la lucha anticolonialista. Compuesto por hombres

y mujeres, mediante la lucha armada esta organización busca la

creación de una nueva nación y de una nueva sociedad. Como

afirmación de que todo feminismo debe nutrirse de las

circunstancias históricas y locales del país de donde emerge,

tanto Itzá como el Movimiento son las fuerzas subversivas más

importantes del feminismo woolfiano de la protagonista y aquellas

de que más se alimenta el nuevo proyecto textual.

18

El "cuarto propio," representado por la casa de Lavinia es

el primer elemento del feminismo woolfiano que resulta subvertido

en el texto. Esa subversión se inicia con la irrupción de Itzá

en el árbol de naranjo plantado en el jardín de la casa de la

protagonista, y se continúa con su presencia en el interior de

Lavinia a través del jugo de naranja. Mediante esa irrupción,

Belli hace saltar en añicos la ahistoricidad del "cuarto propio"

señalando su pertenencia a una historia y a una geografía

específicas. Como el análisis textual deja en claro, la

presencia de Itzá en el espacio exterior e interior de Lavinia

rompe varios de los aspectos que el "cuarto propio" woolfiano le

proporciona, como son la soledad, y una supuesta independencia de

criterio. Si en el "cuarto" de Woolf la mujer que está dentro de

él se representa sola, aislada de los demás y de su influencia,

en plena libertad intelectual para crear y producir mejor, en el

"cuarto" de Lavinia, una vez que Itzá lo comparte, la mujer

creadora ya no está sola sino "habitada" por una herencia

cultural de lucha que le habla desde la sangre e influye en sus

decisiones. Esa herencia cultural de lucha hace que Lavinia

19

supere la desconexión que hasta ese momento ha mantenido con su

memoria histórica y oponga, al espacio cerrado de la casa, el

amplio espacio del país, haciéndolo suyo: "Este también era su

país. También lo soñaba diferente" (124). Al mismo tiempo, la

presencia de Itzá en su interior la conecta con una herencia

femenina que combina la rebelión genérica con la lucha

anticolonialista. Ello hace que Lavinia pueda tomar conciencia

de que la opresión genérica no es la única opresión que amerita

un movimiento de resistencia por parte de las mujeres de

"Faguas," y logre definirse no sólo a partir del género sino

también a partir de su pertenencia a una nación y a una historia

específicas: "Lloró su indefensión ante el amor, ante la

disyuntiva de la violencia, la responsabilidad que ya no podía

seguir evadiendo de ser una ciudadana más" (114). Más importante

aún, la influencia de Itzá desde el interior de su sangre permite

que Lavinia pueda apreciar con claridad la diferencia que se da

entre su feminismo woolfiano y la praxis de las mujeres como

Flor, llegando por primera vez a cuestionar su feminismo:

20

Con el auricular en la mano . . . imaginó la

conversación intrascendente a punto de suceder y se

preguntó qué era lo que realmente amaba de esta

'tranquilidad': sería que realmente la amaba o era que

la noción de independencia, de mujer sola con trabajo y

cuarto propio, eran opciones incompletas, rebeliones a

medias, formas sin contenido? (86)

A partir de este cuestionamiento, el espacio de su casa se

transforma en una "isla" y en "una cueva" (86) para Lavinia,

donde, como ella misma advierte, "el dominio de la soledad" es

"su más brillante conquista" (86). La pregunta de "si no debía

ella darle más a la vida que independencia personal y cuarto

propio" (91), encuentra pronto respuesta en su decisión de

construir otros y diferentes espacios: la casa y el "cuarto

secreto" del General Vela como forma de contribuir a la

reapropiación del espacio del país.

Al mismo tiempo que la fuerza de Itzá transforma el "cuarto

propio" de Lavinia, su trabajo profesional también es subvertido

y transformado por el discurso del Movimiento de Liberación

21

Nacional. Como ya se indicara, a su llegada a "Faguas" el

trabajo profesional viene a ser para la protagonista el medio

idóneo de obtener su independencia personal y de luchar contra el

sexismo y la desigualdad genérica que impera en su sociedad.

Además de lo anterior, al transplantar sus conocimientos de

Europa a "Faguas" y poner en práctica su profesión, la motivación

que la guía es realizar su praxis en armonía con el ambiente y la

naturaleza del país. Ni la historia ni el tipo de sociedad donde

esta praxis tiene lugar reciben ninguna consideración por parte

de Lavinia. Sin embargo, su contacto con Felipe y Sebastián y el

discurso del Movimiento, como fuerza histórica que impulsa un

proyecto utópico colectivo, transforman el trabajo profesional de

Lavinia, hasta ese momento individualista y centrado en su

bienestar personal, en un trabajo político que se inserta en la

realidad histórica de "Faguas" y recibe de ella su sentido. Ello

se produce desde el momento en que Lavinia acepta diseñar y

construir la casa del General Vela, ya no como parte de su

realización como arquitecta sino como parte de su colaboración

con el Movimiento. A partir de ese compromiso, el trabajo

22

profesional de Lavinia deja de orientarse hacia la búsqueda de

una renta y de la armonía en el paisaje y se convierte en una

actividad que, inversamente, se orienta a socavar los cimientos

del edificio social en búsqueda de la liberación colectiva de

todo un pueblo.

Al referirse a la función que la intertextualidad tiene en

la creación de nuevas ideologías, L. Jenny observa que cuando un

discurso no puede olvidarse o neutralizarse, es mejor

subvertirlo: "Then, the posibility of a new 'parole' will open

up, growing out of the cracks of the old discourse, rooted in

them" (59). Esto mismo hace Belli en su texto al subvertir el

feminismo liberal woolfiano, dando paso a un nuevo feminismo que

se le opone pero que a la vez lo asimila. Este feminismo, que se

inscribe textualmente en el asalto que Lavinia realiza a la casa

y al cuarto secreto del general Vela durante la operación "Felipe

Iturbe," presenta varios rasgos distintivos que se hace necesario

señalar: en primer lugar, el feminismo que Belli inscribe en su

texto presenta una re/semantización de los signos del feminismo

woolfiano desde un contexto histórico y político: a través de "la

23

casa" y del "cuarto secreto" del general Vela, construidos por

Lavinia, la apropiación de un espacio y el trabajo profesional de

la mujer se encuentran presentes. No obstante, sus significados

originales se hallan transformados y adaptados a las necesidades

locales: si la mujer penetra y se reapropia de esos espacios ya

no es para crear una obra que afirme su yo individual, ni para

aislarse en ellos, sino para participar con los otros en la

creación colectiva de un nuevo país que, como la elegía final de

Itzá lo articula, sea un "espacio propio" de los hombres y

mujeres que lo habitan. Con ello, Belli articula un feminismo

que ya no se funda en principios ni en categorías universales

aplicables a diferentes culturas y regiones indistintamente, ni

en el género como única categoría de análisis, sino en la

realidad concreta y local, y en la específica posicionalidad de

sus mujeres dentro de la misma. De esa manera Belli realiza dos

importantes tareas: establece el carácter orgánico que debe tener

el feminismo nicaragüense y, al mismo tiempo, afirma su

diferencia con respecto al feminismo hegemónico occidental. En

segundo lugar, este feminismo que Belli postula conserva del

24

feminismo liberal occidental el principio de la participación

igualitaria de las mujeres y la lucha contra la discriminación

genérica. En el texto, la participación de Lavinia en la

operación guerrillera se realiza en igualdad de condiciones con

los miembros masculinos de la unidad insurgente. Esta igualdad

de condiciones, determinada en última instancia por la capacidad

y entrega de la protagonista y no por la muerte de Felipe, es

algo que Flor y Lavinia consiguen como resultado de su lucha en

contra de la discriminación sexista dentro del movimiento

insurgente. Sin embargo, en lugar de una participación

igualitaria en el sistema social establecido, lo que Belli afirma

en su feminismo es la participación igualitaria de la mujer con

respecto al hombre en la construcción de la historia y en la

creación de un nuevo "imaginario nacional." Como Mary Louise

Pratt observa, tradicionalmente la mujer ha sido excluida de ese

"imaginario," negándosele no sólo su participación dentro de él

sino también su derecho a imaginarlo (51-62). En su texto Belli

rompe con esta tradición y recupera para la mujer su carácter de

hacedora de la historia y de la nación e, incluso, el derecho de

25

la mujer a encarnar la figura que mejor representa "el poder de

este imaginario" (Pratt 51): "la figura del ciudadano-soldado, el

que está dispuesto 'no tanto a matar sino a morir' (Anderson, 15)

en su nombre" (Pratt 51).

En conclusión, a partir de la intertextualidad intencional

que Belli establece con los principios feministas woolfianos

planteados en A Room of One's Own, y desde su posición de

escritora revolucionaria, Belli realiza una lectura política y

crítica de estos principios feministas y, a partir de su

transformación, llega a postular un feminismo histórico y local,

que afirma su diferencia con el feminismo hegemónico occidental y

deconstruye su posición de centralidad.

26

Notas

1 Para un estudio de esta problemática, véase el artículo de

Lynn Keller en el libro de Clayton y Rothstein.

2 En el artículo "La intertextualidad en La mujer habitada

de Gioconda Belli" Vicente Cabrera explora la

intertextualización que algunas figuras de la literatura, de la

historia y del cine reciben en el texto de Belli, refiriéndose

entre las primeras, por ejemplo, al Quijote, a Penélope y a Julio

Verne. Aunque Cabrera también menciona a Virginia Woolf como una

de las figuras que se intertextualizan, en su artículo este

crítico no explora la importante función que esta última

intertextualización tiene en La mujer habitada, ni su relación

con el proyecto feminista que la autora postula en su obra.

3 Para un planteamiento de esta problemática véase Fraser y

Nicholson; Mohanty et al; Anzaldúa; Alarcón; Sandoval y Kaminsky

(xi-xvi).

4 Véase el libro de Murguialday para un estudio de este

debate, especialmente sus dos primeros capítulos.

27

5 En su libro Nicaragua, revolución y feminismo (1977-89)

(208-248), Murguialday presenta las opiniones de ocho feministas

nicaragüenses con respecto al feminismo en su país. Ellas son:

Ileana Rodríguez, Vilma Castillo, Olga María Espinoza, Ana

Criquillión, Milú Vargas, Gioconda Belli, María Lourdes Bolaños

e Ivonne Siú.

6 Para una diferente interpretación del feminismo en La

mujer habitada ver el artículo de Henry Cohen, "A Feminist Novel

in Sandinista Nicaragua: Gioconda Belli's La mujer habitada.

7 Para un estudio del feminismo de Virginia Woolf y su relación

con el feminismo liberal de su tiempo véase el artículo de Naomi

Black, "Virginia Woolf and the Women's Movement" y el capítulo

titulado "Woolf's Feminism in Historical Perspective" (210-242)

del libro de Alex Zwerling.

8 En el libro de Margaret Randall, Belli señala lo

siguiente con respecto a la relación entre su escritura y la

política:

I came to political militancy and to poetry at more or

less the same time in my life. But the former was

28

always more important than the latter. . . . I always

believed that intellectual work was important, but that

what really counted was concrete action, concrete and

practical personal commitment. (144)

9 Al respecto, Marder observa refiriéndose a Woolf:

"'Improving the world she would not considered,' E. M. Foster

recalled, 'on the ground that the world is man-made, and that

she, a woman, had no responsability for the mess'" (Marder 97).

29

Obras Citadas

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Called My back and Anglo-

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