Enseñanza en la arquitectura

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Universidad Autónoma del Estado de México Facultad de Arquitectura y Diseño La Cultura como objetivo y enseñanza en el siglo XXI Ponencia Alumno: Lenin Valdés Tarango 0320521 [email protected]

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Universidad Autónoma delEstado de México

Facultad de Arquitectura y Diseño

La Cultura como objetivo y enseñanza en el siglo XXI

Ponencia

Alumno: Lenin Valdés Tarango 0320521

[email protected]

La Cultura como objetivo y enseñanza

en el siglo XXI

Lenin Valdés Tarango

Sea en Oriente como en Occidente, es posible revisar un camino

que en el curso del tiempo a

llevado a la humanidad a

encontrarse progresivamente

con la historia y con las

divergencias en su que

hacer diario. Tales caminos

han quedado resueltos y

enmarcados en los llamados

“Ismos”, a los cuales hemos

catalogado en sus

diferentes tiempos

(oscurantismo, romanticismo, neoclasicismo, modernismo, etc.).

Esta cualidad clasicista nos ha permitido estudiar la historia,

y ubicarla como razón de estudio a fin de enriquecer el

conocimiento mismo, que es la razón de la filosofía y la

ciencia.

No podemos, de ninguna manera, hacer caso omiso a la necesidad

de hacer un alto en cada escala, para valorar en su justa

medida este objeto de estudio a lo cual hemos llamado “memoria

histórica”. No es posible, ni resulta positivo hacer un corte

en este trascurso, ya que esto a marcado aun más las

diferencias sociales, y no representa los verdaderos orígenes

de la tendencia posmodernista ,en donde alguna vez se aspiro a

la diversidad, más no la indiferencia ante nuestros objetivos

comunes.

Iniciar nuestra historia únicamente a partir de la caótica

condición de la posguerra, y del Tercermundismo eternizado, nos

ha llevado a una verdadera crisis de identidad. En la educación

por ejemplo, tenemos una gran indiferencia por lo esencial y,

aunque sin generalizar, se tiene una gran simulación y falta de

vocación entre educadores y alumnos.

Parece ser que esta visión pesimista no

es sino una condición subjetiva de

algunos sectores, y que no trascenderá

en nuestro entorno, pero hoy los retos

son mayores que antes, y lo son porque

nos corresponden. Por ello, debemos de

mirar una vez más hacia a tras, hacia

lo que dejamos ir por falta de valor

para retenerlo, y para saber comprender

lo que no nos conviene olvidar, para no repetirlo como estigma

eterno de nuestra imperfección humana.

El camino de las aulas

Viendo hacia las aulas, allí donde miles de jóvenes llegan con

la esperanza de encontrar sus ilusiones, allí, donde no hay

sino juveniles esperanzas, también hay confusión ante el reto

de nuestra sociedad. Muchos hemos tenido que vivir la necedad

de algunos educadores que imaginan que el ejercicio mental

requiere de pesos dogmáticos e inflexibles. Allí donde una

calificación puede decidir la excelencia, también se puede

truncar un futuro.

Este grave problema no sólo se tiene en la

arquitectura, no es exclusivo de una área

académica ni de un estado, por ello vale la

pena abundar en la necesidad real de las

carreras, y de su validez actual ante la

sociedad, que es el objetivo real, y la causa

que le exige la licencia legal. Debemos comprender que esa

causa final, es un derecho que debemos defender a toda costa,

pues lo amparan las garantías individuales a las cuales tenemos

derecho. Con esto podemos confirmar que nada ni nadie nos puede

decir si se sirve o no para una profesión, y que lo más

importante deberá de ser la calidad humana del individuo.

Olvidar todo esto es negar la tesis “Ética” de Aristóteles, la

cual ha sido fundamento de la Sociedad Occidental.

Todo lo anterior parecería una ambigüedad si estuviéramos en un

mundo donde sólo algunas clases tuvieran el derecho a la

educación, pero en una sociedad en

donde se pretende la democracia no

se puede cuartar ese legitimo

derecho. No debemos olvidar que el

objetivo de la educación no sólo es

la creación de mentes hábiles para

resolver problemas complejos. Por lo tanto, nuestros educadores

están obligados a cumplir su función e inspirar en cada uno esa

necesidad de ser mejores y optimistas.

No debemos permitirnos la indiferencia ni pretextar un

constructivismo en la educación para crear barreras y olvido,

todos somos responsables de que esta empresa fructifique o

fracase. No podemos permitir que esa indiferencia se siga

extendiendo a cada lugar adonde vamos, ni podemos cerrar los

ojos para cruzar por encima de los demás para encontrar nuestro

propio camino.

En la reunión ASINEA de Monterrey, el director de la facultad

de arquitectura clausuro las actividades, con las siguientes

palabras: “Que el gran arquitecto del universo los ilumine”. A

lo cual quiero añadir, que de ser

posible, no sólo deberíamos permitirnos

la contemplación, y reconocer que tal

visión idealizada debería al menos

infundir respeto ¿Qué mejor forma de glorificar la vida sí no

es enseñando a otros lo que la adversidad les ha negado? ¿Para

qué hacer soberbia una labor tan humana como lo es la

enseñanza?

Sin conductivismo hacia la conciencia

Muchos somos testigos, no sólo como alumnos, sino como

maestros, que ciertos programas de estudio no cumplen con la

finalidad de toda enseñanza, que es, aprender.

Nuestras materias de historia son un

ejemplo claro de ello, aprendemos fechas

y movimientos arquitectónicos, pero no

profundizamos en los medios que se

tienen para lograr tales movimientos. ¿A

cuantos de nosotros nos han enseñado a

reflexionar acerca de ese pasado? ¿quien

nos cuenta alguna anécdota de Grecia?

¿quien nos dice que después de

construida la gran Atenas se perdió una

guerra por la necedad de su gobierno? ¿quién nos dice que cada

maravilla arquitectónica tuvo como cimiento la sangre de seres

humanos? ¿por qué hablar entonces de una ética profesional, si

lo primero que se hace es ocultar el polvo bajo la alfombra?

La arquitectura no es quizás sólo arte, como lo dijeran los

funcionalistas, pero sí es una expresión humana, por tanto

influye irremediablemente en el curso

de la historia. Juan O´Gorman es un

ejemplo muy claro de cómo se aplica la

noción de la historia en la arquitectura, pues, como figura

admirable, nos deja un testamento de cuan equivocados podemos

estar en radicalizar posturas estéticas; porque más allá de su

funcionalismo, trasciende el icono universal de la Universidad

Nacional Autónoma de México, que es, La Biblioteca Central, que

a lo mucho es una expresión artística del México que fue, el

que persiste y el que avanza.

Si esto no es cultura, entonces todos tenemos el derecho de

destrozar la historia y manejarla a conveniencia de las modas.

Entonces todos tenemos derecho de destruir nuestros monumentos

y hacer de nuestras ciudades la imagen y semejanza de cualquier

ciudad del mundo, menos de nuestro entorno, nuestra historia y

nuestra razón de ser. Entonces nos privaremos a nosotros mismos

de esa libertad de construirnos como individuos convergentes

con su propia historia.

Con ello daremos paso a las

nefastas ilusiones de los

seres más aberrantes del

mundo, aquellos que cegaron a

las culturas más grandes sobre

la tierra, a aquellos que nos

decían que los pueblos

pequeños no tenían derecho a

su propia voluntad, sino a la obediencia. Por ello quemaron

libros e incendiaron a la humanidad, para crear algo que a su

juicio sería perfecto y definitivo.

Esa cultura estética, la cual planteaba las Secciones áureas de

la belleza occidental, no ha sido vencida aun. Aun nuestras

modas tienen la tendencia de crear virtuosismos, y parecen

ganar terreno a cada

fracaso que tenemos en la

vida profesional, en donde

nos siguen etiquetando por la

ropa que usamos, el costo de

nuestro auto, o la Universidad en que nos educamos, como si la

educación por sí misma no tuviera ya el valor de transformarnos

desde los cimientos de nuestra conciencia.

No es conveniente amputar a nuestra profesión de estos matices

de la realidad, no podemos seguir aprendiendo una historia

maniatada. La Bauhaus que ha sido nuestra inspiración fue

testigo de una historia, la

cual sufrió de

persecuciones. Se nos ha

dicho que fue cerrada para

ser trasladada a Weimar,

pero, por falta de necesidad

para recordar, no se nos ha

expuesto que fue presa de persecuciones a causa de su idealismo

de libertad. Ese oscurantismo de la historia amputada, nos hace

ver lo endeble de la educación que hasta hoy hemos recibido.

Más que aprender de la Bauhaus, a veces pareciera que queremos

resucitar a esos colegios exclusivos de mentes iluminadas.

La arquitectura es un vinculo con nuestras enseñanzas

La arquitectura ha sido siempre nuestro mejor testigo, no

podemos corromperla a través de teorías que nos dicen que la

historia ha terminado,

porque la arquitectura no

guarda silencio, la

arquitectura nos habla en

voz baja, nos recuerda nuestras propias voces y nos devuelve

instantes al caminar entre un lugar y otro. Caminemos por

cualquier templo antiguo, erradiquemos su sentido de antaño , y

veremos que no queda nada sino ruinas. Así mismo nos

reflejaremos en ese futuro que amenaza con llegar al olvido.

La visión de la postmodernidad implementada por algunos

sectores de influencia no es la misma que se visualizo en la

arquitectura, y hay que dejarlo claro; el final de la historia

solamente se comprende a partir de la caída de los muros que

nos aislaron de los avances del mundo, y que nos sumergieron en

conflictos intestinos, pero no es una renuncia a nuestra

herencia cultural.

La cultura no puede ser pasada por alto en nuestra educación,

porque es la base que dignifica la herencia de todo un pueblo,

y se enriquece con nuestros pasos. Un pueblo con cultura es un

pueblo con conciencia, y con ello el tiempo nos revela de donde

se viene y hacia donde se va, como lo pensaban los filósofos

griegos, quienes a la entrada del templo de Delfi esculpieron

“conócete a ti mismo”.

Hoy vivimos en un mundo que acorta las distancias gracias a la

tecnología, y también vivimos en un mundo que

nos ha mecanizado, al grado de arrebatarnos

esa sensibilidad que, tuvieron aquellos grandes que trazaron

nuestras ilusiones. Como imaginar a un Walter Gropius sin esa

conciencia de sí mismo, sin esa férrea defensa contra los

nazis; o al gran L´corbusier sin hacer una reflexión sobre el

marxismo, y su apasionamiento por “Así hablaba Zarathustra”, de

Federico Nietzsche. Vale la pena hacer este examen de

conciencia, para definir nuestros objetivos, que al mismo

tiempo pueden ser muchos y no sólo en un sentido.

El reto de la enseñanza en la

arquitectura no radica en

imitar los avances del mundo,

sino en asimilarlos,

perfeccionarlos y unirlos a

nuestras necesidades reales. No

podemos pretender que

construyendo casas con Internet

inalámbrico estemos dando un gran salto, cuando seguimos

perdiendo lugares de trabajo a causa de la gran maquinaria del

dinero, a la cual poco le importa el bienestar de la humanidad.

La enseñanza en la arquitectura exige un trato Ético

No podemos ser cómplices de aquellos que explotan nuestros

recursos sin

conciencia, ni

seguir entregando la

riqueza que tanta

sangre le ha

exigido a nuestra

patria. Seamos

concientes que en un

futuro no dependeremos sólo de nuestros resultados en las

aulas, sino que debemos ser íntegros y capaces de enfrentarnos

a toda adversidad.

Para ello debemos comprender que somos parte de una sociedad

sumergida en profundas diferencias tanto políticas como

sociales. Y que el reconocimiento de ello debe ser parte de la

cultura que se difunde en las aulas, por lo que no debe de

causar asombro, como en un caso muy particular que viví en la

universidad de donde provengo.

En cierta ocasión, un maestro hacia referencia a la necesidad

de racionalizar nuestros proyectos, y nos decía, es necesario

analizar factores urbanos, es necesario analizar factores

legales; hoy investigan esto y mañana leen esto otro. En tanto

el decía esto, la mirada de todos era de espanto...

Entonces un día analizábamos un terreno, y ese mismo arquitecto

dijo: revisen la planimetría, y midan la distancia que hay

entre los árboles, y otro arquitecto nos dijo: para qué si es

tan fácil tirarlos... la respuesta fue una risa. En cambio

aquel que hablaba de trato ético y, hasta de momentos políticos

y sociales como variantes, se le tenia cierto recelo, aun

cuando sus criticas eran siempre constructivas. Porque ante

todo, sus preocupaciones se pueden justificar ante el momento,

y la crisis ética, como emocional y política a la cual estamos

siendo arrastrados sistemáticamente.

Mi razonamiento hacia este ejemplo es que se puede hacer mucho

desde las aulas para tomar conciencia de nuestra actualidad

política y social, todo esto sin llegar al trazo o imposición

de las líneas a seguir en nuestra conciencia. Peor sería

guardar silencio ante estos problemas que exigen solución

oportuna, ya que muchas veces terminan por agobiarnos más allá

de las aulas. Tal es el caso del desempleo, la corrupción, la

discriminación, y cualquier tipo de agravio contra nuestro

derecho a la existencia. Todas esas contrariedades exigen

unión y ocupación más que prejuicios, con ello garantizaremos

una sociedad realmente sustentable en cada tarea diaria,

incluyendo esta profesión que nos hace valorar la capacidad

creadora del ser humano, y que aun tiene mucho que ofrecer a la

sociedad que, todos queremos construir.

Así, concluyo esta ponencia con algo más para el bagaje

cultural de todos ustedes y que hace referencia a este tipo de

pensamiento paranoico, donde la pasión ha sido concebida por la

necesidad de ser. Es una fase de Juárez, una de tantas para

nuestra herencia y que habla de la fundación de la Escuela

Nacional Preparatoria: “Esta debe ser la mejor enseñanza que pueda dar un

maestro: la perseverancia y el triunfo de la razón sobre cualquier perversidad”.