El arte en Cartagena a través de la Colección del Banco de la República

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Contenido Pág.

Presentación 5

Introducción 7

Primer fragmento: 12

Los inicios de la Colección y la importancia del Caribe en la consolidación del arte moderno en Colombia.

Segundo fragmento: 56

Artistas cartageneros en el circuito nacional en las

décadas de los 70, 80 y 90

Tercer fragmento: 96

El nacimiento de una colección regional

Conclusiones 112

Bibliografía 115

Inventario de obras de artistas cartageneros 121

en la Colección del Banco de la República

Inventario de obras en la Colección de la Sucursal de Cartagena 137

5

La actividad del coleccionista de arte es, casi por definición,

una obra en marcha. En el caso del Banco de la República,

la formación de una colección representativa del arte colombiano,

iniciada de manera un poco accidental en 1957, se ha beneficiado

de la persistencia y regularidad que muchos asocian con la

mentalidad de los banqueros. Sea esto verdadero o no, puede

afirmarse con cierta seguridad que cualquier labor realizada

con seriedad y consistencia durante más de medio siglo tiene,

necesariamente, que dejar una huella; dado el interés del Banco en

fomentar las artes plásticas en Colombia, la entidad ha construido

gradualmente un muestrario que ilustra muy bien tendencias y

momentos importantes de la historia de la pintura colombiana,

en particular en los dos últimos siglos.

Por medio de exhibiciones especializadas, los curadores

de la sección de artes plásticas ayudan al público a establecer

conexiones inexploradas entre diversos conjuntos de obras de la

colección, enriqueciendo su significado. Una exposición como

Presentación

6

la que registra este catálogo tiene el interés particular de mirar

un segmento de la pinacoteca del Banco desde una perspectiva

regional, y nos ayuda a constatar que Cartagena, tan admirada y

querida por los colombianos, ha tenido una importante presencia

–tal vez no suficientemente reconocida– en la pintura de nuestro

país, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX. En efecto, un

buen número de los pintores colombianos más importantes de

este período tienen alguna relación con la ciudad, aunque no

necesariamente se establecieron o trabajaron allí. Otro grupo de

artistas, curiosamente más reducido, encontró una rica veta de

inspiración en los paisajes y las gentes de esta ciudad única.

Las funciones monetarias, cambiarias y crediticias de un banco

central tienden a ser actividades relativamente centralizadas,

pero el Banco de la República tiene el firme propósito de que

su actividad cultural sea un factor de descentralización, que

fortalezca el contacto de la institución con muchos ciudadanos de

todas las regiones de nuestro país. La construcción y exhibición

de una muestra de pintura directamente vinculada con la

ciudad de Cartagena es una valiosa oportunidad de ratificar ese

compromiso de acercar a los colombianos a sus raíces culturales,

para que el legítimo orgullo que sientan las nuevas generaciones

al conocer mejor su herencia y tradiciones, se convierta en una

base firme para su creatividad y para el diálogo constructivo que

requiere la sociedad colombiana.

José Darío Uribe EscobarGerente General

7

La única historia que se puede construir a través de una

colección es la historia de la Colección misma. O mejor,

ella puede servir de insumo para construir muchas historias,

pero es necesario ser conscientes de las condiciones de la Co-

lección como punto de partida, pues ella tiene su propia histo-

ria, sus realidades internas, y sus contradicciones y limitantes.

Esto parece una obviedad, pero existe una peligrosa tendencia

a recurrir a las colecciones para recontar historias del arte pre-

tenciosamente concluyentes y totalizadoras.

Ya decía Mariangela Méndez, en una exposición realizada

por el mismo Banco de la República sobre sus adquisiciones re-

cientes en enero de 2010, que “normalmente una exposición valida

los contenidos de una colección, borra el proceso privado de ad-

quisición y esconde sus debilidades y carencias, incluye obras que

en conjunto solo muestran coherencia. Sin embargo, uno podría

decir que lo valioso de esta colección es la confusión y dispersión

con que se encuentran las cosas en el mundo.”1 En línea con este

Méndez, Mariangela. «Últimas Adqisiciones. Banco de la República.» Guia de Estudio N. 91. Bogotá: Banco de la República, Enero - Marzo de 2010.

1

Introducción

8

planteamiento, se parte de la comprensión de la Colección como

una realidad fragmentada en cuyas aristas encontramos múltiples

discursos y cuya conformación obedece a variados procesos que

involucran condiciones que no son exclusivamente estéticas, sino

que están permeadas por realidades de otros órdenes que com-

prometen desde lo político, lo histórico y lo económico, hasta lo

más cotidiano y práctico en donde incluso el azar puede llegar a

ser definitorio.

Como una colección es mucho más que la suma de los

objetos individuales que contiene2, se puede leer, escudriñando

en la historia de la Colección del Banco, mucho más que secuencias

cronológicas de obras realizadas por artistas cartageneros.

Precisamente estas secuencias nos engañan profundamente,

pues nos suelen mostrar sólo obras excepcionales o, por el

contrario, obras demasiado poco representativas. Es así como

esta investigación parte de la necesidad de enfrentar dos

elementos: por un lado, la Colección del Banco de la República

y los procesos de su conformación desde el año 1957; y por otro,

el arte cartagenero, sus protagonistas y su propia historia en los

momentos en los que éste se ve representado en la Colección. Este

cruce continuo de fragmentos de historias nos permitirá definir

e iluminar nuevas reflexiones en ambos ámbitos. A partir de este

análisis cruzado, podremos pensar tanto en el coleccionismo

institucional del Banco de la República y su comportamiento

histórico en relación, por ejemplo, con las realidades artísticas

de las regiones; como sobre el arte cartagenero y los modos como,

especialmente desde los años cincuentas, se ha enfrentado o ha

dialogado con las Instituciones y los circuitos centrales, o la

manera en que ciertos procesos regionales han sido consecuentes

Cfr. Ibid. 2

9

o, por el contrario, completamente contradictorios con los

procesos nacionales generados fundamentalmente desde Bogotá.

Nos concentraremos en la segunda mitad del siglo

XX porque la Colección ha tenido una tendencia impor-

tante, principalmente en sus inicios, a coleccionar arte

contemporáneo. De hecho, el noventa y nueve por ciento

de obras y artistas cartageneros presentes en la Colección

son de la mitad del siglo veinte en adelante. Sin embargo,

es necesario aclarar que encontramos obras de dos artistas

cartageneros del siglo XIX: Generoso Jaspe y José Gabriel

Tatis, y veremos en qué momento el Banco toma la decisión

de empezar a coleccionar arte histórico.

Por otro lado, se debe hacer una aclaración respecto a lo

que se ha considerado “arte cartagenero”, ya que esta es una ca-

tegoría equívoca que nos presenta muchos interrogantes sobre

la identidad de un arte regional o local. Se trata de una identi-

dad compleja, porque algunas de las batallas plásticas que han

librado artistas nacidos en Cartagena han tenido lugar por fuera

de la ciudad; de otra parte, otras manifestaciones del “arte car-

tagenero” sí responden a dinámicas locales (que han sido poco

estudiadas); y en tercer lugar, hay artistas no nacidos en Carta-

gena que han hecho y hacen parte fundamental de los procesos

desarrollados en la ciudad. En fin, este es un tema que merecería

una reflexión que no podemos entrar a desarrollar a fondo aquí,

pero se plantea para entender por qué se han incluido algunos

artistas que, a pesar de no haber nacido en la ciudad, han tenido

una cercanía substancial con ella y han sido piezas fundamenta-

les en sus procesos culturales y artísticos, a tal punto que sería

10

imposible construir una historia del arte de Cartagena que no

los incluyera. Estamos hablando de personajes como Pierre Daguet,

Alejandro Obregón o, un caso más reciente, Rafael Ortiz.

Esta lectura del arte cartagenero a través de la Colección

se ha estructurado en tres fragmentos. El primero responde

al nacimiento y primera etapa de la Colección en donde, por

coincidir con un momento dorado de la presencia de artistas

caribes en los más importantes procesos del circuito nacional,

existe una participación importante del grupo de los pioneros

modernos cartageneros en la Colección. El segundo analiza en

las décadas de los 70, 80, y 90, la presencia de artistas puntua-

les y el modo como estos llegan a la Colección por su inserción,

desde sus propios procesos, en el circuito nacional. Y en el

tercer fragmento se analiza una colección que está naciendo

en la seccional de Cartagena del Banco de la República, se ex-

pone allí el carácter de esta colección y la importancia de esta

iniciativa para el arte regional.

Esta investigación hace parte de un proyecto más amplio

que se ha gestado desde la sucursal de Cartagena del Banco de la

República. El proyecto incluye, además de esta investigación, la

realización en paralelo de distintas actividades como una exposi-

ción y algunas actividades académicas de sustento.

La curaduría de la exposición la ha realizado Eduardo

Hernández, quien tiene una amplia trayectoria en este campo

y quien ha acompañado muchos procesos del arte en Carta-

gena desde los años ochenta con su presencia en diferentes

instituciones de la ciudad como la Escuela de Bellas Artes (de

11

la cual ha sido profesor y directivo) y el Museo de Arte Moderno

de Cartagena (del cual ha sido curador desde hace algunos años).

Con esta iniciativa se propicia el conocimiento, estudio y

circulación de la Colección, y, paralelamente, se crean espacios

para la investigación de la historia del arte en la ciudad, cosa ab-

solutamente necesaria, visto que aún es muy poco lo que se ha

hecho en este sentido.

Este trabajo ha querido responder a la necesidad inaplaza-

ble de empezar a trabajar con fuentes primarias y rigor investiga-

tivo para consolidar en Cartagena un trabajo formal que aporte

a la historiografía del arte de la ciudad. Sin embargo, es necesa-

rio insistir en que el acercamiento que se hace aquí a la historia

del arte de Cartagena es una aproximación por fragmentos y de-

pende siempre del cruce con la Colección y los puntos que ella

va iluminando y por tanto, son muchos los artistas y las obras

que, a pesar de su importancia en los procesos del arte local, no

hacen parte de este estudio.

12

El periodo transcurrido entre el final del año 57 y el inicio del

58 es un momento importante para el Banco de la República

porque allí se concentran una serie de hechos que encarnan la

formalización y puesta en marcha de un compromiso explícito

y continuo de trabajo por las artes y la cultura en Colombia.

Estos hechos son la construcción y apertura de la Biblioteca

Luis Ángel Arango, la inclusión, en sus instalaciones, de una

sala de exposiciones y una sala de música y el nacimiento de la

Colección de obras de arte.

Que el Banco Central de Colombia se comprometiera con

la inversión en cultura es un asunto de gran importancia. Ya existía

una tendencia a pensar que los bancos de estas características,

sobre todo en países subdesarrollados, debían apostarle a asumir

un mayor número de funciones que contribuyeran a fomentar el

desarrollo y que no se podían limitar a lo que tradicionalmente se

había denominado política monetaria3.

Los inicios de la Colección y la importancia del Caribe

en la consolidación del arte moderno en Colombia.

Primer fragmento:

Tendencia que se hizo explícita en la V Reunión de Técnicos de los Bancos Cen-trales del Continente Americano que se realizó ese mismo año en Bogotá. Cfr. Mar-quez, Javier. «Informe del relator - coordi-nador de la V Reunión de Técnicos de los Bancos Centrales del Continente Améri-cano.» Revista del Banco de la República Vol XXX. N. 361. Bogotá: Noviembre 20 de 1957. Pag. 1257-1262.

3

13

El Banco le apuesta en su momento a un proyecto que está en

sintonía con los aires de modernización que se respiran en el

país. Además, la apertura de la Biblioteca se da en un momento

afortunado, recordemos que después de períodos de gran

incertidumbre, a partir de mayo de 1957, con el final de la dictadura

y la transición hacia el Frente Nacional, se inicia una etapa de

confianza en el país4. La osadía que representó para su momento

la arquitectura de la Biblioteca tiene un componente simbólico

que nos hace pensar en la posición de avanzada que estaba

asumiendo el Banco. La prensa de la época registraba el hecho

diciendo: “La modernización de Bogotá ha avanzado por un sector

que parecía destinado a representar por mucho tiempo a la ciudad

antigua. En el tradicional barrio La Candelaria, exactamente en el

cruce de la calle once con la carrera cuarta, ha sido terminado un

lujoso edificio de interesantes audacias arquitectónicas, con una

agradable combinación de piedra, mármol y granito. Se trata de

la Biblioteca “Luis Ángel Arango” construida por el Banco de la

República en un plausible intento de contribuir al desarrollo de la

cultura nacional”5.

Aunque el mega proyecto de la Biblioteca fue el eje a

partir del cual se articularon todos los proyectos culturales

nacientes, es importante dejar claro que la sala de exposiciones

tuvo siempre un protagonismo fundamental y, desde el primer

momento, gozó de una autonomía en el imaginario de la ciudad

y del circuito artístico de la capital.

Un hecho que evidencia esta situación es que el primer

espacio en ser abierto al público fue precisamente esta sala

que se inauguró el 19 de noviembre del año 57 (tres meses

Cfr. Suárez, Sylvia Juliana. Salón de Arte Moderno 1957: 50 años de arte en la Biblioteca Luis Ángel Arango. Bogotá: Banco de la República, 2007. Pag. 9

«Una información de “Cromos”.» Revista Cromos. Bogotá, 13 de Enero de 1958. Pag. 11.

4

5

Entrada principal Biblioteca Luis Ángel Arango

14

antes de la inauguración de la biblioteca), en el marco de la V

Reunión de Técnicos de los Bancos Centrales del Continente

Americano y con la intención de recibir a los más de 70

representantes de los Bancos que visitaron Bogotá. Para esta

inauguración se organizó el llamado “Salón de Arte Moderno”,

con la participación de 18 artistas que constituían, con algunas

excepciones, la generación que desde hacía aproximadamente

una década venía experimentando e instaurando una serie de

rupturas importantes en las artes plásticas del país6.

En la introducción del catálogo publicado para dicha

exposición podemos leer: “Desea el Banco de la República, con la

presentación de este Salón de Arte Moderno, llevar a conocimiento

de los señores delegados a la V Reunión de Técnicos de los Bancos

Centrales del Continente Americano, una muestra de lo que en

materia de pintura y escultura se ha realizado en Colombia en los

últimos años. Más que con un espíritu crítico, en la selección de

las obras se ha procedido con el manifiesto propósito de facilitar

a los ilustres visitantes una objetiva y directa apreciación del

desarrollo y características que dentro de esta tendencia ofrecen

nuestras artes plásticas.

Es entendido que el Salón de exposiciones de la Biblioteca

Luis Ángel Arango queda abierto desde ahora a todas las corrientes

y escuelas, y, por lo mismo, a todos los artistas que quieran presentar

en él sus obras, sin más consideraciones que las del merito positivo”7.

Aquí se pueden leer dos cosas, la primera es que con el

Salón existe la intención explícita de mostrar lo último, es decir,

de apostarle a una generación de artistas en pleno desarrollo

En este Salón participaron Alejandro Obregón, Alicia Tafur, Carlos Rojas, Cecilia Porras, Edgar Negret, Eduardo Ramírez Villamizar, Enrique Grau, Fernando Botero, Guillermo Widemann, Hernando Tejada, Hugo Martínez, José Domingo Rodríguez, Judith Márquez, Julio Abril, Julio Fajardo, Lucy Tejada, Luis Alberto Acuña y Marco Ospina.

«Catálogo Salón de Arte Moderno 1957». Fascimilar publicado en: Suárez, Sylvia Juliana. Op. Cit. Pag. 74

6

7

Paul BeerFotografía panorámica del Salón de Arte Moderno 1957

15

y por tanto involucrarse en procesos que estaban en acto y que

corresponden precisamente a la consolidación del arte moderno

en Colombia; y la otra, que se hace presente en el último párrafo

de la introducción, es que la nueva sala abre sus puertas con un

discurso, también muy moderno, de inclusión y participación de

artistas sin más filtros que el de la calidad.

Por otro lado, el circuito artístico colombiano estaba tam-

bién en un momento muy importante de consolidación, “alrede-

dor del año 1957, a la labor de difusión que realizaban el Museo

Nacional de Colombia y la Biblioteca Nacional, se sumaron es-

pacios privados como las Galerías El Callejón, El Caballito y Leo

Matiz, entre otras; las publicaciones especializadas en arte, como

Revista Plástica, dirigida por la pintora caldense Judith Márquez,

y la Revista Prisma, dirigida por la crítica de arte argentina Mar-

ta Traba, cumplieron una labor admirable en los procesos de

difusión del arte moderno colombiano, y también de la historia

del arte moderno occidental. A estos factores se suman otros del

período, como la aparición de escuelas para la formación artística

alternas a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional

de Colombia, la multiplicación de las voces en el ámbito de la

crítica de arte, y la aparición de ésta en medios masivos de co-

municación diferentes al impreso, con el programa radial Arte,

Música y Literatura de Casimiro Eiger. ” 8

En este contexto y bajo estas premisas viene a sumarse

entonces la nueva sala de exposiciones, que se pondrá, al

momento mismo de su nacimiento, en primera fila, a tal punto

que ese mismo año la revista Prisma seleccionó al “Salón de

Suárez, Sylvia Juliana. Op. Cit. Pag. 10

8

Paul BeerFotografía panorámica del Salón de Arte Moderno 1957

16

Arte Moderno de la Biblioteca Luis Ángel Arango” como

la mejor muestra colectiva del año, argumentando que allí

se podía encontrar una selección muy acertada de obras

representativas de los más altos valores de la plástica de ese

momento en Colombia9.

El nacimiento de la Colección del Banco de la República

está ligado a este primer Salón del 57. De las 18 obras expuestas,

cuatro pasan a ser propiedad del Banco. Existe una versión

bastante difundida en la historiografía sobre la Colección que

le atribuye estas cuatro obras a una donación realizada por los

técnicos de los Bancos Centrales del Continente Americano,

versión que ha sido puesta en duda por Beatriz González en

una publicación reciente10. Sobre este tema ella afirma:

“Una ocurrencia de los Bancos Centrales del Con-

tinente Americano, para corresponder a las atenciones que

habían sido objeto de parte del Banco de la República, se con-

virtió en la semilla del inicio de la Colección de arte de dicha

institución. Con relación a este tema existe cierta confusión.

Según una publicación de la época, los banqueros donaron

solo una obra Ondina del escultor Hugo Martínez (1923). Que-

da la duda de si fueron ellos también los que adquirieron-

las pinturas El Dorado 2 de Eduardo Ramírez Villamizar

(1923-2004), Ángel volando en la noche de Cecilia Porras

(1920-1971) y En Rojo y Azul de Fernando Botero (1932), o

de si fue el Banco de la República para seguir el generoso

ejemplo” 11.

«Salón de arte moderno de la biblioteca». Prisma, Revista de estudios de crítica del arte N. 11-12. Bogotá, 1957.

González, Beatriz. Arte Internacional. Colección del Banco de la República de Colombia. Bogotá: Villegas Editores, 2009.}

Ibid. Pag. 23

9

10

11

Imagen del artículo aparecido en Prisma sobre el Salón del 57 ilustrado con las obras de Obregón y Cecilia Porras.

17

A este respecto, en el desarrollo de esta investigación y a partir

de una búsqueda de archivo, se ha podido confirmar la versión

según la cual las obras de Botero, Porras y Ramírez Villamizar

fueron compradas por el Banco, ya que existen los tres recibos

con fecha del 26 de noviembre de 1957 firmados por los tres artis-

tas en los que consta que el banco pagó 1.200, 1.000 y 1.500 pesos

respectivamente por las obras. La confirmación de este dato no

es irrelevante, ya que de esta manera se puede ratificar que en la

génesis de la Colección existe una decisión explícita por parte del

Banco que hizo que, al final del año 1957, se apuntalara la compra

de obras de arte como otra modalidad de apoyo a la cultura.

Ya el entonces director de la Biblioteca, Jaime Duarte

French, en un texto en el que se refería a la labor cultural que se

estaba iniciando y a los propósitos futuros dice: “Crear una Pina-

coteca allí mismo, es otra de las actuales aspiraciones del Banco

de la República. Para conseguir este objetivo, y estimular de paso

a los artistas, se ha impuesto la obligación de adquirir uno o más

cuadros de las exposiciones que se realizan en sus dependencias”12.

Efectivamente el posterior desarrollo de la Colección

estuvo vinculado, hasta el inicio de los años 80, a la actividad

expositiva de la sala y, en cualquier modo, al apoyo y apertura

hacia los procesos artísticos más activos en el país en esos años.

Se inicia un periodo de la Colección que Carolina Ponce y

Beatriz González han definido como la etapa de “compromiso

con la contemporaneidad”

Esta etapa inicial ha sido un momento privilegiado de

relación de la Colección con el arte cartagenero, ya que este

Duarte French, Jaime. «El más extraño Banco del mundo.» Revista Américas. Washington, Febrero de 1960. Pag. 20

12

Recibo de compra de la obra Ángel volando en la noche de Cecilia Porras.Archivo oficina de artes plásticas, Banco de la República

18

último estaba atravesando un período dorado dada la alta

representatividad que tuvo en los procesos nacionales de las

décadas del final del 40, 50 y parte del 60. Ante la pregunta por

lo que en este momento estaba sucediendo en Cartagena y en

qué medida esto podría estar estimulando la creación artística

de vanguardia la respuesta es que en realidad no existió una

correspondencia directa. Los procesos locales tuvieron unas

dinámicas diferentes, cambiantes, y, en ocasiones, contrarias

a lo que estaba sucediendo con los artistas cartageneros en el

circuito nacional (muy concentrado en Bogotá) e incluso con el

contexto regional que, por este periodo, tuvo un foco muy vivo

en la ciudad de Barranquilla. Por este motivo es importante,

antes de analizar esta presencia de arte cartagenero en la primera

etapa de la Colección, contextualizar mostrando el panorama de

lo que estaba sucediendo en Cartagena en ese momento.

Podemos decir que para Cartagena, después de la

situación tan crítica que vivió la ciudad durante el siglo XIX, la

primera mitad del siglo XX en lo económico fue un momento

de crecimiento; pero no un crecimiento dinámico, sino lo

que Adolfo Meisel definió como una especie de “somnolienta

recuperación, a remolque de la economía nacional”13 . En lo

cultural, la ciudad era bastante conservadora; de hecho ha sido

definida, por algunos estudiosos que se han referido a este

periodo, como parroquial y bucólica, donde las instituciones

culturales estaban anquilosadas y fuertemente influenciadas

por la Iglesia.14 En algunas ocasiones estas instituciones

incluso habían desaparecido como es el caso de la Academia

de Bellas Artes, que después de ser fundada por el gobierno

departamental en 1891, y fusionada a un Instituto musical que

Cfr. Meisel Roca, Adolfo. «Cartagena, 1900-1950: A remolque de la economía nacional.» En: Calvo, Haroldo y Adolfo Meisel. Cartagena de Indias en el siglo XX. Cartagena: Banco de la República, Universidad Jorge Tadeo Lozano. Seccional Caribe, 2000. Pag. 55.

“La ciudad de entonces permanecerá hasta mediados del siglo XX ante la influencia ostensible e impredecible de la Iglesia, que intenta fijar –y hacer cumplir- las normas morales, los hábitos personales, las costumbres familiares, la propia lucha entre los partidos políticos, y trata de regular las artes y las letras. Y lo consigue en forma predominante pero no única, gracias a un circuito de dominio cultural, que eslabona instituciones culturales, como la Academia de Historia, creada en los años diez, publicaciones como el Porvenir o las revistas dirigidas por la propia academia o por el historiador Gabriel Porras Troconis, y por eventos culturales como los Juegos Florales”. García Usta, Jorge. «Periodismo y literatura en Cartagena en el siglo XX: Muros y rupturas del orden y risas de la modernidad.» En: Calvo, Haroldo y Adolfo Meisel. Cartagena de Indias en el siglo XX. Cartagena: Banco de la República, Universidad Jorge Tadeo Lozano. Seccional Caribe, 2000. Pag. 223.

13

14

19

había sido creado dos años antes, se cerró por un periodo de 60

años; o el Teatro Heredia, sujeto a una serie continua de cierres

y reaperturas15.

En efecto, al observar la primera mitad del siglo XX,

encontramos que en las artes plásticas es un periodo bastante

pobre e inactivo. Existe, además, una clara tendencia por parte

de las instituciones culturales hegemónicas a oponerse a eso que

incluso definen con desdén como “El llamado arte moderno” y

se toma a menudo posición a favor de un arte tradicionalista, a

partir de sublimaciones románticas del arte e incluso se recurre a

un idealismo cristiano de corte neoplatónica. Por ejemplo en 1955

en la revista local América Española, dirigida por Gabriel Porras

Troconis quien será por mucho tiempo miembro y director de

la Academia de Historia, se publica el artículo “El llamado arte

moderno” en el cual toman apartes de un texto extraído de una

revista portuguesa y los publican con algunos comentarios. Este

artículo, después de criticar duramente a los artistas modernos

tildándolos de falsos artistas dice: “Todo lleva a suponer que

contra esta invasión de bárbaros petulantes e irresponsables,

que nuestro arte, en sus diversos aspectos, está padeciendo de

algunas décadas para acá, comienza a levantarse, felizmente, la

buena crítica, aquella que cultiva los verdaderos ideales estéticos,

frutos de la belleza eterna, que es un reflejo de la verdad infinita

de Dios y nunca del desvarío de ciertos hombres”16. Al final del

artículo se hace énfasis en que el peligro para Colombia es aún

mayor, dado que los daños pueden ser más funestos para un país

que aún no tiene una tradición artística, y además se invita a los

jóvenes artistas y escritores a informarse leyendo las columnas de

Calibán para no dejarse “arrastrar por una pérfida corriente de

Para entender la situación de adormecimiento general son útiles las palabras del secretario de educación departamental Aurelio Martínez Canabal en el año 1958: “Sin que pretenda entrañar el menor cargo para ninguna administración anterior, lo cierto es que en los últimos veinticinco años el movimiento cultural en Bolívar, y como expresión de él, en la ciudad de Cartagena, acusaba una notoria decadencia. Aún aquellos centros que por su naturaleza debieron ser los focos desde los que se fomentara e irradiara la cultura, se vieron sumidos en una especie de decadente rutina. El movimiento intelectual no se manifestaba a través de ninguna de sus naturales inquietudes, y el pueblo vivía ajeno y ayuno al pan espiritual que debían proporcionarle los que a ello estaban obligados. Nulas eran, por otro lado, las manifestaciones artísticas, que ningún estímulo recibían, y casi que llegamos al triste caso de confundir el verdadero arte con grotescos desplantes”. En: Martínez Canabal, Aurelio. Informes del Gobernador de Bolivar y sus Secretarios a la Asamblea Departamental. Cartagena, 1958. Pag. 19

«El llamado “Arte Moderno”.» Revista América Española. N. 56. Cartagena de Indias, Abril de 1955. Pag. 77

15

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20

mal gusto, que los hará fracasar si no saben alejarse de ella antes

de ser absorbidos por su fuerza devastadora”17.

A mediados de los años 50 se presenta un momento de

despegue. Un despegue progresivo que parte después de este

adormecimiento profundo y que por tanto da pié a muchas paradojas,

la primera de ellas es que este historiador tradicional Gabriel Porras

Troconis18, que mencionamos antes, es el mismo padre de Cecilia

Porras. Este hecho no solo nos plantea cuestionamientos sino

que nos da claves de lectura de la situación de la ciudad en esos

años que se desarrollará más adelante.

Obviamente no se puede atribuir la revivificación

cultural que empieza a darse en la ciudad a un solo hecho, pero

un elemento muy importante es que desde la Universidad

de Cartagena, con la rectoría de Eduardo Lemaitre, se

empezaron a dar impulsos a las artes y la cultura que se fueron

intensificando con su posterior mandato como gobernador de

Bolívar a través de la Secretaría Departamental de Educación.

Ya desde el año 1955 se empiezan a activar espacios desde la

Universidad; especialmente en las áreas de literatura y música, a

través del Departamento de Extensión Cultural y del Instituto

Musical. En una revisión de la prensa local de estos años salta

a la vista que la Universidad de Cartagena es la institución que

mueve la oferta cultural y que empieza a promover con cierta

continuidad la realización de conferencias y cursos libres sobre

literatura, historia y filosofía; conciertos, recitales de música y

de poesía, e incluso se promueve la fundación de la Seccional

Cartagena de la Asociación de artistas y escritores19.

Ibid. Pag. 78

Ya Alberto Abello y Jorge García Usta han descrito en su artículo “En busca de Cecilia Porras” la posición y visión de su padre el intelectual Porras Tro-conis en la ciudad, su defensa de la herencia hispánica y nuñista y la fuerza de sus creencias religiosas. Cfr. Abello Vives, Alberto y Jorge García Usta. «En busca de Cecilia Porras.» Re-vista Aguaita. N. 2. Cartagena, Noviem-bre de 1999. Pag. 114

Para la conformación de esta aso-ciación el mismo Eduardo Lemaitre convocó y presidió una reunión pre-liminar el primero de abril de 1955 en la rectoría de la Universidad, y se pro-gramó la instalación de la Asociación para el 23 de abril en el centenario del nacimiento de Marco Fidel Suárez, a la que invitaron a 3 delegados de la Aso-ciación Nacional: los dos escritores Clemente Airó y Fernando Charry y el pintor Ignasio Gómez Jaramillo. Cfr. «Escritores y artistas fundan aso-ciación en la Universidad.» Diario de la Costa 31 de Marzo de 1955.

17

18

19

21

En las artes plásticas esta reactivación se empezará a sentir un

poco más tarde, específicamente hacia octubre del año 195720

con la fundación de la Galería de Arte Moderno del Palacio de

la Inquisición. Éste será el espacio de exposiciones desde donde

la misma Secretaría de Educación Departamental, con el apoyo

de Miguel Sebastián Guerrero20, iniciará la promoción de

exposiciones con una intención deliberada de empezar a “corregir

la grave ausencia” de este tipo de actividades en la ciudad21. La

secretaría de educación de Bolívar además decidió empezar a

comprar un cuadro por cada exposición que se realizara22.

Las otras dos evidencias y a su vez motores fundamentales de

la reactivación de este momento en las artes plásticas de la ciudad son,

por un lado, la reapertura de la Escuela de Bellas Artes y, por el otro, el

nacimiento del Museo de Arte Moderno de Cartagena.

Eduardo Lemaitre, desde su rectorado en la Universidad,

será el gran promotor de la reapertura de la escuela de Bellas Artes.

De hecho, este fue uno de sus proyectos bandera y lo promovió

incluso públicamente desde el año 1955. Será hasta diciembre

del 57, siendo ya Lemaitre gobernador que se concretará este

proyecto23. En febrero de 1958 se iniciarán las clases con los

profesores Pedro Ángel González y Juan Antonio Horrillo de

dibujo, Pierre Daguet y Hernando Lemaitre Román de colorido,

Héctor Lombana de modelado y Donaldo Bossa de Historia del

Arte24 y esto bajo la asesoría técnica del mismo director de la

sala de exposiciones Miguel Sebastián Guerrero. El inicio de

labores de la Escuela, a juzgar por el seguimiento de la prensa

local, fue muy entusiasta y desde allí empiezan a crearse nuevos

espacios de contacto de la academia con la ciudad a través de

Miguel Sebastián Guerrero fue la per-sona encargada de dirigir las labores de restauración que se estaban ade-lantando del Palacio de la Inquisición. Además fue quien, en colaboración con la Secretaría de Educación Depar-tamental se encargó directamente de la gestión de la sala de exposiciones y unos meses más tarde, de la asesoría técnica de la Escuela de Bellas Artes.

En los primeros diez meses de actividad de la sala se registraron las siguientes exposiciones: “exposición de artistas san-tandereanos, exposición de aficionados, exposición fotográfica de Fernando Matiz, exposición de mapas antiguos de la Gale-ría de Arte de la Inquisición, y exposiciones de los pintores José Rocka y José Luis de Fi-gueroa, Carlos Rojas, Jorge Valencia, Pedro González Vergara, Cecilia Porras, Vicente Pastor, Hernando Lemaitre y Luis Alberto Acuña” . Cfr. Martínez Canabal, Aurelio. Op. Cit. Pag. 20

Stern, Eric. Op. Cit.

Mediante la resolución N. 755 del 19 de diciembre de 1957 se transforma el Instituto ya existente, en “Instituto Musical y de Bellas Artes” cuyo objeto principal es la enseñanza y el fomento de las artes en general “especialmente de la música, el dibujo, la pintura, la escultura y el teatro”.

«En función la escuela de Bellas Artes después de sesenta años de cerrada.» El Universal 19 de Febrero de 1958.

20

21

22

23

24

Aviso de prensa Instituto Musical y de Bellas Artes. El Universal, noviembre 7 de 1957

22

la realización de actividades culturales que vinculaban tanto a

profesores como a estudiantes.

En el año 1959 la actividad de la sala del Palacio de la

Inquisición tuvo un momento particularmente importante. En

febrero se organizó un Salón de Arte Contemporáneo en el que

participaron los artistas de vanguardia en Colombia25, en su

mayoría, los mismos que participaron en el Salón de Arte Moderno

del Banco de la República del 57. De esta manera, se realiza en

Cartagena una exposición a nivel de las mejores que se estaban

realizando en Bogotá y por primera vez Grau, Obregón y Porras

pudieron exponer juntos en la ciudad. En una nota de la revista

Semana se celebraba la ejecución de este tipo de actividades en

la costa argumentando que “el arte colombiano no solo tiene

que viajar de Bogotá al extranjero, sino de la capital hacia las

demás ciudades de Colombia, en parte para crear una verdadera

conciencia de los valores plásticos colombianos, y en parte para

salvar al público de las exposiciones locales donde aprovechadas

estudiantes exhiben floreros con orquídeas o retratos de sus

distinguidos árboles genealógicos”26.

Cuatro meses más tarde, a propósito de la realización

de la novena versión del Festival de Música, que se realizaba

desde los años 40, se da el nacimiento del Museo de Arte

Moderno de Cartagena. En medio del despegue cultural que

estamos aquí esbozando, el IX Festival de Música se propuso

como una actividad cultural de gran envergadura promovida

por la Secretaría de Educación, La Universidad de Cartagena

y Pro-Arte Musical27 con el apoyo de la Unión Panamericana

de Washington. Para este Festival se destaca la invitación a

Participaron los artistas Luis Alberto Acuña, Fernando Botero, Julio Castillo, Aníbal Gil, Ignacio Gómez, Carlos Granada, Enrique Grau, Álvaro Herrán, David Manzur, Judith Márquez, Alejandro Obregón, Marco Ospina, Cecilia Porras, Eduardo Ramírez, Antonio Roda y Carlos Rojas. En esta exposición se entregó un premio único a la obra El Dorado N. 3 de Eduardo Ramírez Villamizar. Cfr. «Hoy será clausurada la exposición de arte.» El Figaro 23 de Febrero de 1959.

«El Arte en la Costa.» Revista Semana N. 640. Bogotá, Del 7 al 13 de Abril de 1959.

Pro-Arte Musical fue una sociedad de amantes de la música creada desde el año 1945 por iniciativa de la junta cívica femenina. Esta sociedad con el estímulo y apoyo del Maestro Guillermo Espinosa, músico cartagenero de relevancia nacional, propuso la realización de festivales musicales anuales en Cartagena. Cfr. Álvarez, Moisés. El Teatro Heredia / Adolfo Mejía de Cartagena de Indias 1911-1960. Proyecto de Investigación programa de Becas Colcultura. Cartagena: Inédito, 1993.

25

26

27

23

la Orquesta Sinfónica de Washington y la realización de una

exposición de Arte Latinoamericano Contemporáneo con el

apoyo entusiasta de José Gómez Sicre que en ese momento

era el Director de la Sección de Artes Visuales de la Unión

Panamericana (OEA). La exposición se realizó en el mes de

junio de 1959 y fue registrada como un evento de primerísima

calidad incluso a nivel Latinoamericano en donde se expusieron

47 obras de artistas de 16 países de América Latina, entre los

que podemos destacar José Luis Cuevas (México), Guayasamín

(Ecuador), Armando Morales (Nicaragua), Sarah Gilo

(Argentina), De Szyszlo (Perú), además participaron algunos de

los artistas colombianos que habían estado en la exposición de

febrero y de nuevo el trío local Grau, Porras y Obregón.

Esta significativa exposición representó el punto más alto

de este periodo de despegue cultural y su aporte más importante

fue el del inicio de la Colección del Museo de Arte Moderno de

Cartagena. En una entrevista realizada en ese momento por El

Tiempo, el secretario de educación y promotor de estas iniciativas,

Aurelio Martínez además de destacar la importancia de la muestra

anuncia: “consecuencia directa de esta exposición, es la iniciación

del Museo de Arte Contemporáneo que será el primero del país.

Como premio especial para los mejores cuadros, hemos resuelto

adquirirlos, para que ellos sean parte del Museo aludido”28.

A partir de la gestión de Gómez Sicre y de Guillermo

Espinosa –jefe de la sección de música de la Unión Panamericana–,

se consiguió concretar la donación de las obras que dan origen

al Museo. Aunque en realidad aún no es muy claro si se trató

de una donación total o parcial de las obras, estas llegan a

«Los festivales fomentarán el turismo cultural en la Costa.» El Tiempo 7 de Junio de 1959.

28

Imagen de El Tiempo, junio 7 de 1959Cuyo Pie de Foto dice:

“Los niños se extasiaron en Cartagena ante el arte figurativo y rieron a carcajadas ante los abstractos”.

24

consolidar una colección que la Secretaría de Educación había

iniciado en sus exposiciones anteriores. Habían ya adquirido

algunos cuadros de artistas como Carlos Rojas, Ignacio Gómez

Jaramillo y Ramírez Villamizar29.

Como vemos, Cartagena pasó en muy pocos años de

un adormecimiento extremo en las artes plásticas a una

euforia que la puso en muchos casos en primerísima fila a

nivel nacional respecto a eventos realizados e iniciativas

emprendidas como la del Museo naciente. Y aquí volvemos a

las paradojas porque, no obstante lo expuesto y la aparente

euforia, surgen muchas polémicas que ponen de manifiesto

una división considerable entre un grupo de personas que está

jalonando las nuevas dinámicas del arte y los conservadores

herederos de una visión tradicional que se oponen, incluso

desde lo institucional, a estos nuevos empujes. En la prensa,

Eric Stern y Jaime Gómez O’Byrne han empezado a publicar

habitualmente columnas culturales, defendiendo y tratando

de contextualizar las iniciativas modernizadoras, o el

mismo gobernador Lemaitre dictó conferencias sobre cómo

interpretar el arte moderno30, pero por otro lado, existe una

fuerte resistencia de algunos periodistas e intelectuales que

también escriben continuamente artículos de oposición al arte

moderno31. En lo institucional, hubo una lucha muy fuerte

entre la Secretaría de Educación Departamental y la Academia

de Historia que había sido designada por el gobierno municipal

como institución encargada de administrar el Palacio de la

Inquisición. Mientras periódicos como el Tiempo o Semana y

críticos como Marta Traba aplaudían en la prensa nacional32

el nacimiento del Museo de Cartagena, en la prensa local se

Stern, Eric. «Notas de Arte.» El Figaro 25 de Mayo de 1959.

«Hoy dicta su conferencia el Dr. Eduardo Lemaitre.» El Universal 29 de Julio de 1958.

Solo por citar algunos ejemplos un periodista solicitaba, recién abierta la galería del Palacio de la Inquisición, que se le negara este espacio a todo

“artista con tendencia moderna”; o Miguel Fernández Piñeres, después de realizada la exposición del 59, en varios artículos hace referencia a la gran impopularidad de este tipo de arte “deshumanizado que no produce ninguna emoción estética” y, además al final de uno de sus artículos da gracias a Dios por poseer aún “los sentimientos burgueses que le permiten gozar del buen arte y de la buena música”. Esto solamente ilustra una discusión mucho más amplia y aguerrida pero que en últimas hace parte de estos procesos de ruptura y se dio en distintos momentos en los diferentes contextos tanto a nivel nacional como a nivel local. Fernández Piñeres, Miguel. «Exposiciones y Arte Moderno.» El Figaro 25 de Mayo de 1959. Y —. «Más sobre los festivales.» El Figaro 11 de Junio de 1959.

Traba, Marta. «Un laurel para Cartage-na.» Revista Semana. Bogotá, 9 de Junio de 1959.

29

30

31

32

Eduardo Lemaitre dictando una con-ferencia sobre arte moderno. Al lado, el arzobispo de Cartagena, uno de los asistentes. Imagen de El Universal, julio 30 de 1958

25

desataba un escándalo por una resolución emitida en agosto

del año 59, por parte de la Academia de Historia, mediante

la cual le retiraban a Miguel Sebastián Guerrero el permiso

para seguir usando el Palacio de la Inquisición como espacio

de exposiciones33.

Obviamente este incidente tiene muchas aristas que sería

muy largo entrar a detallar aquí. Los académicos se defendieron

argumentando que les debía ser respetada su “autoridad como

administradora única del edificio, facultada para reglamentar

el uso de las dependencias del Palacio”, que el edificio tenía

una destinación especial “para uso de la Academia, el Museo

Histórico y la Agencia Nacional de Turismo” y que el permiso se

había retirado por “actos arbitrarios por parte del Señor Miguel

Sebastián Guerrero, con autorización de altos funcionarios del

Municipio, primero, y del Departamento después, haciendo caso

omiso de la autoridad de la academia”34. Después de muchas

disputas, cartas y reuniones, la Academia cede ante las presiones

y hace una nueva resolución en la que, por acuerdo con la

Gobernación, le asignan el salón N. 7 al Museo Interamericano

de Arte Moderno35. De todas formas al poco tiempo el Museo

perdería su espacio y se vería abocado a un cierre temporal.

Esta caracterización de la historia del arte local nos es

útil para entender algunos asuntos importantes en relación

con la presencia de arte cartagenero en la Colección del Banco

de la República.

Lo primero es que a pesar de las evidentes coincidencias

temporales entre el nacimiento del área cultural del Banco y el

En algunas actas de las reuniones de la academia ha quedado registrada la indignación por parte de los académicos porque se han enterado de que por autorización del Secretario del Departamento “en la planta baja del Palacio, donde anteriormente estuvo la galería de arte, se va a abrir una nueva exposición de pinturas de las llamadas modernas, sin que se le haya dado noticia alguna a la academia ni se le haya solicitado el correspondiente permiso” y deciden “clausurar el gran salón, asegurando sus puertas con candados nuevos, de modo que nadie más que los académicos puedan tener acceso a él”. Acta N. 114 Academia de Historia. 23 de Septiembre de 1959.

Carta enviada al Doctor Aurelio Martínez Secretario de Educación Departamental de parte de la Academia de Historia. Agosto 1 de 1959.

Acta N. 115 Academia de Historia. 2 de Octubre de 1959.

33

34

35

Imagen de del artículo en el que Marta Traba elogia el nacimiento del Museo en Cartagena.

26

surgimiento de ciertos espacios e instituciones para el arte en la

ciudad de Cartagena (nótese que entre la apertura de la sala de

exposiciones del Banco y la sala del Palacio de la Inquisición hay

menos de un mes de diferencia), esta coincidencia temporal no

se debe ni mucho menos a procesos paralelos. Mientras la sala

del Banco responde a un circuito artístico en pleno desarrollo

y acoge una generación de artistas que desde hacía más de una

década estaba trabajando profusamente en la consolidación de

ciertas rupturas plásticas, la sala en Cartagena surge como una

iniciativa jalonada desde un grupo de personas de avanzada que,

desde ciertas instituciones, quisieron propiciar un acercamiento

en Cartagena al arte de vanguardia; pero estos procesos estaban

lejos de estar interiorizados en la ciudad, tanto así, que en esos

momentos no existía un circuito artístico activo y, por el contrario,

los artistas locales habían tenido que salir buscando espacios

propicios para adelantar sus propias búsquedas. Esto explica el

rechazo, las discusiones, el poco público en las salas, y también la

imposibilidad de que ciertas iniciativas se sostuvieran como es el

caso del Museo de Arte Moderno, que deberá esperar veinte años

para encontrar un espacio propio.

En realidad la generación de los modernos cartageneros

no hizo su escuela en Cartagena; todo lo contrario, el ambiente

era muy conservador y estéril en los años 40 para un artista en

formación. Obregón, Grau y Cecilia Porras construyeron sus

propias rupturas y consolidaron sus propias carreras plásticas por

fuera de la ciudad. Por un lado, en la ciudad de Barranquilla que, a

nivel regional, era un polo cultural rico y fecundo desde mediados

de los años 40; donde, precisamente desde el 45, se fueron

agrupando artistas y escritores en lo que hemos conocido como el

Nereo López.Álvaro Cepeda, Cecilia Porras, Alejandro Obregón y un amigo alrededor de un cuadro de Antonio Roda en el que retrató a varios integrantes del grupo de Barranquilla.

27

círculo de Barranquilla o el Grupo de la Cueva. Podemos entender,

a partir de los estudios que ha hecho Álvaro Medina, en qué

modo la riqueza de este momento y los intercambios propiciados

allí fueron un estímulo fundamental en las búsquedas de

estos artistas. En Barranquilla, y como iniciativa del mismo

grupo, se realizaron diferentes salones de artistas. Desde 1945

y hasta 1953 se hicieron siete versiones de un Salón de Artistas

Costeños, en el 55 y el 59 hicieron un Concurso Nacional de

Pintura y en el 60 y el 63, siguiendo la experiencia del año

anterior de Cartagena, y también con la ayuda de Gómez Sicre,

realizaron dos Salones Interamericanos. A diferencia de lo

sucedido en Cartagena, vemos como en Barranquilla este tipo

de eventos tuvieron continuidad, y Obregón, Grau y Porras

participaron muy activamente y ganaron diferentes premios.

En el caso de Porras tuvo allí su debut y empezó a tener el

reconocimiento y la confianza para continuar su carrera36.

El otro polo de desarrollo de las carreras artísticas de la

generación de modernos cartageneros fue Bogotá37, allí ellos

hicieron parte estructural de los procesos que se desarrollaron

en el circuito nacional desde la segunda mitad de la década del

40 y se convirtieron en verdaderos protagonistas. Es famoso

el trío Obregón, Grau, Ramírez Villamizar, que Marta Traba

consideraba y señalaba como los tres del triunvirato38, y es

notorio que dos de estos tres artistas sean de origen Caribe.

Por otro lado, Cecilia Porras es al lado de Judith Márquez y

Lucy Tejada, una de las mujeres abanderadas en la plástica

colombiana para esos años, en un momento en donde se da un

giro fundamental en la participación de la mujer en diferentes

ámbitos de la vida nacional. Así pues, desde el propio epicentro,

Cfr. Medina, Álvaro. Poéticas visuales del Caribe colombiano al promediar el siglo XX. Bogotá: Molinos Velásquez, 2008.

Los tres artistas fueron llegando a la capital del país y, de hecho muy prematuramente como en el caso de Grau (quien de apenas 20 años participó en el I Salón Nacional), empezaron a participar en el circuito artístico en diferentes ámbitos. En el 45 Grau y Obregón realizaron sus primeras individuales en el Museo Nacional, en el 48 Obregón fue nombrado director de la escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional, Grau profesor y Cecilia Porras llega para ese año como alumna, allí dentro propiciaron cambios fundamentales en la estructura de la academia. Ese mismo año organizaron en el mismo Museo Nacional una exposición que denominaron el “Salón de los 26” que ha pasado a la historia como un momento clave en la aparición de la generación de relevo. A partir de la segunda mitad de la década del 50 empiezan a participar con cierta continuidad en los Salones Nacionales y a ser protagonistas en las exposiciones organizadas en los espacios alternativos que surgen por esos años.

Traba, Marta. «La pintura de hoy en Colombia.» Revista Plástica. N. 17. Bogotá, Mayo-Diciembre de 1960. Pag. 2

36

37

38

Cecilia Porras, Lucy Tejada y Judith Márquez. Imagen publicada en la revista Plástica N. 17 de 1960

28

se dio esta alta representatividad al arte del Caribe en ese

momento de la historia del arte del país.

Ante la pregunta sobre de qué manera y en qué medida

el arte cartagenero tuvo participación en la primera etapa

de la Colección del Banco de la República se puede afirmar

que fue muy importante, dada esta presencia fundamental de

estos artistas en la consolidación de la modernidad artística en

Colombia y dado el interés del Banco por apoyar precisamente

los procesos más vivos del arte colombiano para ese momento.

De hecho los tres artistas mencionados hicieron parte del salón

de Arte Moderno del Banco del 57; como vimos antes, una de

las cuatro obras que dan origen a la Colección es Ángel volando

en la noche de Cecilia Porras y una vez terminada e inaugurada

la Biblioteca se le encargó a Alejandro Obregón un mural para

el vestíbulo de la que en ese momento era la sala principal de

lectura, hoy hemeroteca. Este mural se convertiría en el símbolo

de identificación del área cultural del Banco.

Podemos confirmar, partiendo del inventario que se ha

realizado para esta investigación; una hipótesis que era bastante

previsible, y es que esta es la generación de artistas cartageneros

mejor representada en la Colección, y esto no sólo por la cantidad

de obras, sino por su calidad y sus características.

Obregón es un punto de referencia muy importante de la

Colección. Sus obras han entrado en ella en diferentes momentos

desde el año 1959 hasta el año 2002. Además de las obras adquiridas por

el Banco algunas, muy importantes, llegaron a través de la donación

que hizo Casimiro Eiger de su colección personal en el año 1988.

29

En total son trece obras que cubren diferentes etapas de su

producción, distintas técnicas y formatos, y, además, nos muestran

los principales temas de interés trabajados por este artista; temas

que Carmen María Jaramillo ha sintetizado muy bien en tres

aspectos fundamentales de su propuesta plástica: la reformulación

del espacio pictórico, el replanteamiento de la noción de paisaje, y

la relación de su obra con el país político a través del tratamiento

de temas como el de la violencia39.

Toldo y Bodegón (s.f) y Les Colombes (1953) pertenecen a

un periodo inicial bastante geométrico en el que Obregón está

indagando y reformulando su relación con el espacio. Toldo y

Bodegón, es una obra sin fecha, ha sido catalogada en el inventario

de la Colección como de 1954, pero parece más cercana a las

obras que Obregón presenta en la exposición que realiza en mayo

del 49 en las galerías de Arte de Bogotá40 antes de un viaje a

Europa donde permanecerá hasta el año 1954. En esta obra hay

una búsqueda de una nueva forma de composición a partir de

la “descomposición” de la perspectiva lineal pero aún tiene una

estructura mucho más elemental respecto a lo que empezará a

plantear a partir de su estancia en Europa y principalmente desde

el año 51 en obras como Puertas y El Espacio.

El mural de la Biblioteca del 59 desafía el carácter narrativo

del muralismo que se había realizado en la primera mitad del

siglo en México y por influencia suya en la generación de los

“americanistas” colombianos. Obregón rompe y propone allí

algunos de los elementos que caracterizarán estilísticamente su

obra por esos años; nos referimos a una fusión entre abstracción y

figuración. Alterna zonas de abstracción, que le permiten el juego

Jaramillo, Carmen María. Alejandro Obregón. El mago del Caribe. Bogotá: Asociación de Amigos del Museo Nacional, 2001. Pag. XIII

«Pintura en discusión.» Semana. Bogotá, 14 de Mayo de 1949.

39

40

30

con el espacio y la modulación de la superficie, y define algunos

referentes figurativos que aluden simbólicamente al tema del libro.

De 1961 Laguna de Saturno es un ejemplo del tratamiento

novedoso que Obregón le da al paisaje “como espacio de

gestualidad y expresión de emociones”41 y junto a Homenaje

a Jorge Gaitán Duran (1962) representan un momento más lírico

y menos geométrico, en donde la paleta de colores cambia y se

percibe una cercanía con el expresionismo abstracto.

En cuanto a la relación de Obregón con la realidad

política del país y su compromiso con temáticas como la de

la violencia encontramos en la Colección varias obras que lo

ilustran. En primer lugar el grabado Violencia (s.f), en blanco y

negro y bastante geométrico, en él existe un leve eco del Guernica

de Picasso; otro grabado El Grito de Galán (1977), alude a un

tema histórico-político e hizo parte del Portafolio “Graficario

de la Lucha Popular en Colombia”42. Pero, sin duda, la obra de

carácter político más importante es Violencia (1962), una de las

obras emblemáticas de la Colección y del arte colombiano. Con

ella Obregón ganó el primer premio de pintura en el XIV Salón

Nacional de Artistas del año 62; muestra un momento cumbre

en la carrera del artista en el que había alcanzado una madurez

y un reconocimiento extraordinarios. La obra perteneció por

muchos años a la Colección de Hernando Santos y solo hasta el

2002 entró a ser parte de la Colección del Banco.

La obra Ícaro Calcinado (1967) hizo parte de una

exposición dedicada al tema del mito de Ícaro que realizó en

la sala del Banco en junio de 196743. Esta serie inicialmente

Jaramillo, Carmen María. Op. Cit. Pag. XXXII

Este fue un proyecto que se realizó en 1978 por iniciativa de algunos artistas gráficos como Pedro Alcántara y Carlos Granada que buscó reflexionar sobre arte y política. Reunió 32 artistas que de alguna manera se habían acercado al tema y se expuso en diferentes salas como El Museo de Arte de la Universidad Nacional, el círculo de periodistas de Bogotá y la Casa Colombo-Checa. Cfr. Ibid. Pag. 159

«Los Ícaros de Obregón.» El Tiempo 30 de Junio de 1967.

41

42

43

31

había sido escogida para participar en la Bienal de Sao Paulo,

pero Obregón, como protesta a la expulsión de Marta Traba

del país44, decide renunciar a su participación en la Bienal y

accede a exponer las obras en la Biblioteca. En estas obras,

empieza a experimentar con el acrílico y hay un nuevo giro muy

notorio en el uso del color. Finalmente, los cuadros viajaron

a Sao Paulo y le valieron el gran premio Latinoamericano

Francisco Matarazzo45.

Enrique Grau es el otro artista cuya obra tiene una amplia

representación en la Colección. También en este caso la presencia

de la obra de este artista se ha visto muy bien complementada

gracias al legado de Casimiro Eiger. Es notorio que las obras de

Obregón y Grau de los periodos iniciales, cuando los artistas

estaban en una búsqueda y no habían consolidado aún sus

lenguajes, llegaron a través de esta donación46. En el caso de Grau,

estamos hablando de Ángel escultor (1946), el dibujo Joven flautista

(1951) y Tobías y el Ángel (1955). De este periodo inicial de la obra de

Grau el Banco adquirió, ya muy posteriormente (1989), una muy

representativa; se trata de Sin título de la serie de las Jaulas que

Grau había desarrollado en 1949.

Grau participó en el Salón de Arte Moderno del Banco

con una obra que hacía parte de una etapa geometrizante que

vivió el artista entre el año 57 y el 60 (tras una estancia en Italia)

en la que abandonó temporalmente la figuración explorado una

abstracción que no fue muy bien recibida por la crítica, Marta

Traba en el artículo publicado en la revista Plástica sobre el Salón

del 57 lo criticó con vehemencia.

La crítica argentina Marta Traba fue expulsada del país durante el gobierno de Carlos Lleras Restrepo mediante resolución del 22 de junio de 1967 por razones políticas. Marta Traba, que para ese momento era directora de la facultad de Bellas Artes y de extensión cultural de la Universidad Nacional, se había pronunciado en contra de las acciones represivas del gobierno en la Universidad. Las razones que decretaba su expulsión del país eran las de “alentar la subversión”.

Jaramillo, Carmen María. Op. Cit. Pag. 150

Es importante poner en evidencia que esto muestra algo muy característico de la diferente conformación de las co-lecciones dependiendo de la persona o institución que colecciona. Es evi-dente que el tipo de acompañamiento que hace un cr í t ico (como Eiger) responde a intereses y relac io -nes dis t intos a los de una Institu-ción que de todas formas busca adquirir obras “representativas” de los mejores momentos de los artistas.

44

45

46

32

La primera obra de este artista que entró a la Colección es

Gran Bañista, de 1962. El Banco la adquiere ese mismo año

apenas terminado el XIV Salón Nacional en el que la obra

obtuvo el segundo premio. Esta, junto a Mujer Dormida (1960) y

Verano (1964) hacen parte de la etapa más representativa de Grau.

Es entonces que regresa a la figuración, se empiezan a redondear

sus figuras e introduce un cierto barroquismo en sus cuadros.

De la década de los 70, además de algunos grabados,

es importante mencionar Fayum (1971), obra representativa

de una serie en la que Grau hace un giro en la composición

y, sin abandonar sus personajes, rompe el espacio y crea

especies de compartimentos donde juega con alusiones

simbólicas de mundos interiores.

De Cecilia Porras, la Colección cuenta con dos obras,

ambas muy representativas de su producción que muestran

los temas con los que mejor se le ha identificado. La primera es

Ángel Volando en la Noche (1957), en la cual desarrolla ese mundo

poético de “pájaros y doncellas”47 que Porras había explorando

dese su primera exposición en Bogotá, en el año 1955. La

segunda es Torre Blanca (1960), uno de los muchos cuadros

en los que explora el tema de su ciudad, Cartagena, tratada

con el lirismo que la caracterizó en su aproximación al paisaje

urbano, con la luz como protagonista.

Héctor Rojas Herazo es un artista que en esta primera

etapa de la Colección tuvo una relación muy importante con el

Banco de la República. Es una figura difícil de definir porque a

pesar de que su trabajo estaba desarrollándose paralelamente

Esta es una definición original de Héctor Rojas Herazo que Álvaro Medina retoma para referirse a las obras de este periodo. Cfr. Medina, Álvaro. Op. Cit. Pag. 111

47

33

al de los artistas que ya hemos mencionado, sus búsquedas e

intereses nunca se encontraron ni se articularon. Rojas Herazo

se dio a conocer principalmente como escritor y se le admiró por

esa doble capacidad creadora del “pintor poeta”48. Su propuesta

plástica se ubica con un cierto anacronismo respecto a los

cambios que estaban en acto en el arte colombiano; mientras la

nueva generación (Obregón, Grau, Porras) está rompiendo con

la generación anterior, Rojas Herazo se declara expresionista y

americanista y sostiene que su cometido es “Enraizar en Colombia

la expresión plástica americana que comienza en México con

Orozco, continúa en Brasil con Portinari y se extiende con

Guayasamín en el Ecuador. Pintura americanista auténtica que

ha conseguido reflejar el sentimiento folklórico, la savia racial,

el sabor costumbrista y el acento autóctono de nuestros pueblos

que no cuentan con acentos artísticos y que apenas comienzan a

imponer su mensaje”49. Este era un discurso bastante cuestionado

para ese momento y esto lo ubicó siempre en tensión respecto al

circuito artístico. Sin embargo, este fue el artista que primero

expuso individualmente en la sala de la Biblioteca, y además, el

que lo hizo con más frecuencia; en los años 59, 62 y 68 realizó

exposiciones personales y para cada una el Banco adquirió uno

o dos cuadros que muestran el colorido y el barroquismo que

caracterizaron su figuración.

Volvamos a la situación de Cartagena de final de la década

del 50. El despegue artístico que sufrió la ciudad desde el año 57

y la creación de nuevos espacios permitió por un lado, el regreso

artístico del grupo que hemos mencionado hasta ahora a su propia

ciudad50. Por otro lado, se empieza a gestar en el panorama local el

nacimiento de lo que será la generación de relevo.

En muchos artículos de prensa de la época se le celebra como un caso revelador del arte innato: “esta dualidad artística, perfecta en ambos terrenos, hacen de Rojas Herazo un caso extraordinario de sensibilidad e inteligencia. En su poesía sabe jugar con las metáforas, la musicalidad y la expresión y en sus cuadros, vierte las ideas a través del pincel como si estuvieran estereotipadas en su pensamiento”. En: «Hector Rojas Herazo. Pintura enraizada en el drama humano.» Revista Cromos. Bogotá, 26 de Noviembre de 1956.

Ibid.

Ya dijimos que en el Sala de exposiciones del Palacio, pudieron tener sus primeras exposiciones individuales en Cartagena Porras (59), Grau (62) y participaron en las colectivas de Arte Moderno colombiano y latinoamericano en las que hacían parte de la representación Nacional. Walter Engel en una nota de prensa anunciaba con sorpresa la exposición de Grau en Cartagena:

“Dentro del programa de la Semana Estudiantil, celebrada a mediados de septiembre, Enrique Grau tuvo su primera exposición individual en Cartagena. Es sorprendente que este prestigioso artista, varias veces premiado en los Salones Nacionales, incluyendo dos primeros premios, no se haya presentado antes en su ciudad natal”. Engel, Walter. «Enrique Grau en Cartagena.» El Espectador 11 de Noviembre de 1962. También es importante decir que el recién nacido Museo de Cartagena fue el proyecto en el que posteriormente, desde los años 70, Grau y Obregón se empeñarán con mucha fuerza y esto los mantendrá muy ligados al circuito artístico de la ciudad.

48

49

50

34

En la Escuela de Bellas de Cartagena tuvieron eco las iniciativas

que en esos años se emprendieron en la ciudad. Dentro de la

nómina de profesores habíamos visto la vinculación de Pierre

Daguet, pintor francés que había llegado al país en 1932 y había

permanecido en Bogotá hasta 195151; cuando se traslada a

Cartagena. Seis años después se vinculará al nuevo proyecto de la

Escuela de Bellas Artes como profesor de dibujo. La Biblioteca en

Bogotá organiza dos muestras individuales de Daguet, una en 1963

y otra en 1977, y adquiere dos óleos (Jurel, 1963 y Contraluz en Verde,

1977) y un dibujo (Estudio para Ondina, 1975) de los expuestos en

sala. Todos evidencian el giro temático que hace la obra de Daguet

en Cartagena y su exploración sobre temas marinos. A Daguet se

le ha reconocido como uno de los más entusiastas estimuladores

del grupo de jóvenes estudiantes que empezará a formarse en la

Escuela, al que se ha reconocido como el Grupo de los 15.

En Bogotá Daguet tuvo un contacto considerable con el medio artístico del momento, en 1937 realizó con Luis Alberto Acuña el foyer del Teatro Colón, en 1941 obtuvo la medalla de oro al mejor expositor extranjero en el II Salón Nacional de artistas y en 1950 realizó una gran retrospectiva en el Museo Nacional . Cfr. A .A .V.V. Pierre Daguet. Bogotá: Mayr y Cabal editores, 1995. Pg. 12

51

35

Alejandro Obregón Toldo y bodegón

Sin fechaÓleo sobre tela39 x 56 cm. Registro AP2052

Alejandro Obregón Les Colombes

1953Grabado 45 x 35 cm. Registro AP0537

36

Alejandro Obregón Sin título

1959 Mural al fresco690 x 471 cm. Registro AP1313

37

Alejandro Obregón Violencia

1962Óleo sobre tela155 x 187.55 cm. Registro AP3848

38

Alejandro Obregón Laguna de Saturno

1961Óleo sobre tela155.5 x 187.5 cm. Registro AP0231

39

Alejandro Obregón Homenaje a Jorge Gaitán Durán

1961Óleo sobre tela155.5 x 187.5 cm. Registro AP2051

40

Alejandro ObregónÍcaro calcinado

1967Acrílico sobre lienzo160 x 140 cm. Registro AP0401

41

Alejandro ObregónBoceto para un cóndor

1969Grabado en metal60 x 52 cm. Registro AP2048

42

Enrique Grau AraujoEl ángel escultor

1946Grabado sobre madera43 x 32 cm. Registro AP2044

43

Enrique Grau AraujoJoven flautista

1951Dibujo, lápiz sobre papel42 x 52 cm. Registro AP2049

Enrique Grau AraujoTobías y el ángel (Arcángel Rafael)

1955Dibujo, crayola sobre papel85 x 60 cm. Registro AP2043

44

Enrique Grau AraujoSin título (De la serie jaulas)

1949 Óleo sobre tela49 x 46 cm. Registro AP1474

45

Enrique Grau AraujoMujer dormida

1960Óleo sobre tela49 x 46 cm. Registro AP2053

46

Enrique Grau AraujoGran bañista

1962 Óleo sobre tela132.5 x 106.5 cm. Registro AP0222

47

Enrique Grau AraujoVerano

1964Grabado, litografía60 x 50 cm .Registro AP0396

48

Enrique Grau AraujoFayum

1971Collage y témpera113 x 68.5 cm. Registro AP0334

49

Enrique Grau AraujoMusa ornitológica

1978Grabado67 x 51 cm. Registro AP0947

50

Cecilia PorrasÁngel volando en la noche

1957Óleo sobre tela130 x 90 cm. Registro AP0002

51

Cecilia PorrasLa torre blanca

Ca.1960Óleo sobre tela131.3 x 68.6 cm. Registro AP2943

52

Héctor Rojas HerazoGallo diurno

1962Cera raspada sobre papel70 x 51 cm. Registro AP0226

Héctor Rojas HerazoMitografía del comedor

1958Óleo sobre tela75 x 143.5 cm. Registro AP0187

53

Pierre DaguetJurel

1963Óleo sobre tela37.5 x 75 cm. Registro AP0237

54

55

Pierre DaguetEstudio para Ondina

1975Dibujo, carboncillo sobre papel68.5 x 48 cm.registro AP0781

56

Se establece una diferencia clara entre la primera parte del análisis

y esta porque de alguna manera así lo indica la Colección. Es

decir, el inicio de la Colección coincidió con un momento en el que

la participación de artistas cartageneros en el circuito nacional fue

muy importante, de tal manera que existe una confluencia entre una

generación de artistas cartageneros (Obregón, Grau, Porras que a pesar

de haber librado batallas individuales tuvieron muchos puntos de

contacto) y la historia e intereses de la Colección del Banco. Mientras

que en esta segunda etapa veremos que la presencia de arte cartagenero

en la Colección del Banco de la República se da a través de artistas y

obras aisladas que, en algunos casos, llegaron a ella de forma tardía, y

su inclusión respondió generalmente a la inserción de estos artistas de

manera individual en procesos del circuito nacional.

De tal manera que aquí este planteamiento hace un giro con la

intención de responder al diálogo con la Colección. Haremos menos

énfasis en los procesos regionales que, como tales, no parecen estar

reflejados en la Colección, y nos concentraremos en el modo como los

Artistas cartageneros en el circuito nacional

en las décadas de los 70, 80 y 90

Segundo fragmento:

57

artistas cartageneros presentes en ella se insertaron en el panorama

artístico nacional y en muchos casos fueron protagonistas.

A partir de mediados de los años sesentas el compromiso

original de la Colección con la contemporaneidad empezó a ser cada

vez menos claro. A mediados de esa década empiezan a darse una serie

de nuevas rupturas en las artes plásticas en Colombia que el Banco

no absorberá con soltura. En el país empezó a configurarse un nuevo

relevo generacional. Los artistas cartageneros que con sus propuestas

artísticas fueron protagonistas de este momento de fractura en la

plástica nacional fueron Norman Mejía y Álvaro Barrios. Pero para

estos años ninguna obra de estos dos artistas entró a la Colección del

Banco de la República; es más, pasó mucho tiempo antes de que esto

sucediera52 y solo se dio con la distancia histórica que los ubicó en

una posición importante frente a los procesos del arte colombiano de

esos años. El primer cuadro de Norman Mejía que entró a la Colección

fue La reina del mundo (1966) y lo hizo en 1995, mientras que el primer

grabado de Álvaro Barrios en hacerlo fue Instalación de un monumento

público en Venecia (1983), comprado en 1990.

La posición del área cultural del Banco fue bastante

conservadora y siguió estando mucho más cerca de la generación

anterior, a juzgar por las obras de cartageneros que entraron a

la Colección y por las exposiciones realizadas en la sala desde

mediados de la década del 60, cuando empieza a evidenciarse este

distanciamiento entre la obra de los artistas ya consagrados y unas

propuestas nuevas que ponen en discusión los valores establecidos y

generan la nueva fractura en la plástica nacional.

Esto sucedió en una etapa distinta de la Colección, en donde se enfrentó a un revisionismo histórico y se asumió un compromiso en la adquisición de obras de importancia para la historia del arte nacional, en un ejercicio que podría definirse como de empezar a llenar vacíos.

52

58

No obstante en la Colección se privilegió a los ya consagrados,

hubo un punto de contacto con los jóvenes artistas que fue el Salón

Nacional del que, por esos años, se realizaron varias versiones en la

Sala de la Biblioteca.

En 1965, a solo siete años de su inauguración, se hizo la primera

ampliación de la Biblioteca Luis Ángel Arango; se duplicaron sus

espacios y sus servicios y se construyó una nueva sala de exposiciones.

Para la reapertura e inauguración de los nuevos espacios, en febrero del

66, se programaron dos exposiciones. Una, en la que se reunían las obras

ganadoras de los 17 Salones Nacionales que se habían realizado en el país

desde el año 1940. Se expusieron desde La Madre del Artista (1939)

de Ignacio Gómez Jaramillo ganadora del primer Salón, hasta La

Horrible Mujer Castigadora (1965) de Norman Mejía, que cinco meses

antes había ganado el XVII Salón. Esta exposición fue presentada

como un balance de los últimos veinticinco años de pintura en

Colombia53, ya que el Salón Nacional tenía un protagonismo

fundamental en el circuito artístico nacional; de hecho, Marta Traba

siempre insistió en que se trataba de un termómetro infalible. En la

otra sala de la Biblioteca se realizó simultáneamente una exposición

de escultura con una selección de seis artistas, entre ellos: Eduardo

Ramírez Villamizar, Edgar Negret, Carlos Rojas y Feliza Bursztyn.

Vemos entonces como, al lado de los maestros reconocidos, empiezan

a figurar nuevos nombres como los de Norman Mejía y Feliza Bursztyn.

Norman Mejía y Feliza Bursztin habían ganado el último Salón

en medio de una polémica en donde la discusión generacional fue la

protagonista. Allí, con la venia de los jurados, se puso en evidencia la

fuerza de los jóvenes que se llevaron los primeros premios. Además del

gran premio de pintura de Norman Mejía y el de escultura de Feliza

Parra Martínez, Nohra. «Los últimos 25 años de pintura. Con los 17 premios nacionales se inaugura Salón Luis Ángel Arango.» El Tiempo 24 de Febrero de 1966.

53

Imagen de El Tiempo febrero 24 de 1966

59

Bursztyn otros de los artistas premiados fueron nuevos nombres que,

para la fecha, entraban a figurar en el ambiente del arte nacional:

Beatriz González, Carlos Rojas y Pedro Alcántara. Esta nueva situación

produjo un desconcierto tanto en el público como en la crítica más

tradicional, ya que los más jóvenes enfatizaban en su posición crítica, en

donde la ironía y el humor empezaban a ser protagonistas, las técnicas

y materiales se salían de los formatos tradicionales, se abandonaba el

purismo en la ejecución y se hacía alusión explícita a temas que no

habían sido tratados por la generación anterior.

La discusión no tardó en presentarse, el Salón fue diagnosticado

por muchos como “en crisis”; Carlos Medellín lo definió como el

“último instante de una larga agonía” o “un explicable espectáculo

de defraudaciones” y lamentó la ausencia de los “grandes y medianos

maestros del arte colombiano”54.

Por otro lado, Marta Traba fue la gran defensora del Salón y de los

artistas jóvenes. Escribió varios artículos en los que defendió las nuevas

tendencias y lamentó que se pensara en una crisis o un fraude cuando lo

que en realidad estaba sucediendo era una necesaria “renovación radical

de valores” que no podía darse a través de un “retorno hacia formas cuya

vigencia haya caducado”. En la introducción del catálogo argumentaba:

“Pienso que hay que celebrar en la pintura y en la escultura colombiana la

presencia de una generación joven que se manifiesta por su inconformismo,

su ruptura abierta con las obras nacionales que les preceden, su intención

de resolver a fondo los problemas y muchas veces su franca, brutal

virulencia”55.

La obra de Norman Mejía irrumpió de esta manera en el

panorama, oponiéndose a los valores que ya para esos años se habían

Medellín, Carlos. «En el XVII Salón, un espectáculo de fraude.» El Tiempo 5 de Septiembre de 1965. En: Calderón Schrader, Camilo, ed. 50 años Salón Nacional de Artistas. Bogotá: Colcultura, 1990. Pag. 133

Traba, Marta. «Presentación catálogo.» El Espacio 21 de Agosto de 1965. En: Ibid.

54

55

Imagen del artículo de Carlos Medellín publicado en El Tiempo. En las fotografías vemos a Feliza Bruszty junto a su escultura y la obra de Norman Mejía.

60

convertido en modelo. Estudió artes en España y, a su regreso a

Colombia, expuso en el Museo de Arte Moderno de Bogotá en 1965,

donde mostró por primera vez sus figuras desgarradas. Los artistas de

esta nueva generación empiezan a capitalizar muchas de las búsquedas

de las neovanguardias norteamericanas y europeas que desde los años

50 estaban explorando diversos caminos. En Norman Mejía son claros

algunos referentes artísticos como el neo expresionismo de Willem

de Kooning quien tuvo un periodo en el que, como Mejía, se dedicó

a pintar mujeres; o el neofigurativismo de artistas como Dubuffet o

Francis Bacon. Norman Mejía se apropia y reinventa un lenguaje y

trasgrede la estética y el orden imperante en la plástica colombiana.

Opta por lo feo, lo terrible, lo desordenado y lo sucio, y une estas

formas a contenidos de violencia consecuentes con la situación del

país. La Reina del Mundo (1966) y Sin título (1964), las dos obras que

entraron en la Colección en la década de los 90, son dos ejemplos

claros de su posición y su desarrollo plástico de estos años.

El choque generacional y el desconcierto por las propuestas

de los artistas de la nueva generación siguieron patentes56. Esto

se evidenció en diferentes escenarios57, y muy especialmente en

las tres versiones siguientes del Salón Nacional (1966, 1967 y 1969)

que se realizaron en las salas de exposiciones de la Biblioteca.

Igual que en el 65, en estas tres versiones era evidente el relevo

generacional por la participación de unos y otros, y además porque

las posiciones de la crítica y de los jurados tendió a polarizarse a

favor o en contra de los ya maestros, bastante reconocidos y con

reputación afirmada; o los jóvenes inquietos y bastante osados

en sus propuestas experimentales. Esta misma discusión ha sido

analizada con distancia histórica como el momento en el que

empiezan a presentarse las rupturas que definen en el arte nacional

Marta Traba a este respecto aseguraba en el Salón del 67: “Ya no hay que combatir con nadie para defender a Obregón, a Negret, a Ramírez Villamizar o a Botero. Ahora se presentan otros problemas y el público rehace sus infinitas reservas de desconfianza ante proposiciones que vuelven a desconcertarlo”. Traba, Marta. «Dice Marta Traba.» El Tiempo 23 de Noviembre de 1967. En: Ibid. Pag. 133

Es importante recordar otras iniciativas y concursos en los que se empiezan a hacer patentes las propuestas de la nueva generación y que en ningún caso estuvieron exentos de polémicas. En el 66 la Embajada de Italia convocó al concurso “Homenaje de los artistas colombianos a Dante” para celebrar el séptimo centenario de su nacimiento. El jurado otorgó el primer premio a Bernardo Salcedo con su obra Lo que no supo Dante: Beatriz amaba el control de la natalidad y el segundo premio Álvaro Barrios por un collage: Comedia. Esto provocó bastante desconcierto y el jurado delegado de la Embajada protestó por el premio. Por otro lado, en 1968, por iniciativa de Marta Traba, se realizó la exposición Espacios Ambientales en el Museo de Arte Moderno. En esta ocasión la exposición estuvo sometida a protestas de los estudiantes de la Universidad Nacional y a actos vandálicos la misma noche de la inauguración en los que se destruyeron algunas obras.

56

57

61

la superación del paradigma moderno y el nacimiento de nuevos

horizontes que introducen los parámetros de lo que ha sido

considerado desde la historiografía como arte contemporáneo58.

En el Salón del 66 participan por primera vez los artistas

Álvaro Barrios y Darío Morales. En el de 1969 Álvaro Barrios obtiene

el tercer premio. Estos años marcan el inicio de su carrera artística, su

incorporación en diferentes dinámicas del circuito artístico nacional y

su aporte contundente a la serie de nuevas reflexiones sobre la obra de

arte que están rompiendo los paradigmas del arte moderno59.

Barrios usa el dibujo y lo incorpora en técnicas como el collage

y el grabado. Desde los primeros collages que mostró en la Sala de la

Biblioteca en el Salón Nacional del 66 empieza a reunir formas, imágenes

y personajes de diferente proveniencia como de las tiras cómicas, la

historia del arte y las ilustraciones publicitarias. A partir de allí, y

durante las décadas de los 70 y 80, Barrios usó diferentes estrategias

para proponer en sus obras interrogantes sobre el arte mismo en lo que

él ha denominado “el arte acerca del arte”.

En su propuesta hace múltiples cuestionamientos de la

noción tradicional de obra de arte, y Duchamp se convertirá tanto

en referente artístico como en una fuente para la apropiación y

reinterpretación de imágenes y de conceptos. De forma irónica, y

por medio de una estética muy ecléctica pero mucha veces cercana

al pop, traza en sus obras reflexiones sobre el arte bueno y el arte

malo; la pureza, sea formal, técnica o estilística; y la función del

artista en la elaboración material de la obra.

Cfr. Giraldo, Efrén. «La construcción del concepto de lo contemporáneo en la crítica de arte en Colombia, de Marta Traba a Esfera Pública.» A.A.V.V. Moderno/Contemporáneo: un debate de horizontes. Medellín: La Carreta editores, 2008.

Este sentido de inconformidad y de búsqueda es claro en la forma como Álvaro Barrios definía su posición frente al arte en esos años: “El arte no puede ser concebido sino como un asalto a lo desconocido. Ni siquiera a lo correcto o lo incorrecto, sino a lo que está por venir dentro de nosotros. (…) ¿Cuándo más podremos fracasar con la frente en alto? Si a los treinta años no somos capaces de inventar un camino, un lenguaje, una forma insolente de vida, para cuando esperamos hacerlo”. En: Barrios, Álvaro. «Álvaro Barrios rechaza limitación artística.» El Heraldo 10 de Julio de 1974.

58

59

62

Otro elemento que Barrios cuestiona de manera contundente es el de

la circulación y acceso al arte. En este sentido, desde el año 1972 realizó

una serie de grabados que empezó a publicar en los periódicos y que

denominó “Grabados populares”. Esta idea nació, según ha dicho

Barrios en diversas ocasiones60, a partir de una experiencia que tuvo

en la publicidad, en el año 72, cuando le fueron comisionadas unas

ilustraciones para promocionar café colombiano. De allí parte entonces

su diálogo con los medios masivos de comunicación con la idea de

oponerse a la pieza única y de popularizar el arte61.

Como se mencionaba antes, las obras de Álvaro Barrios tardaron

en entrar en la Colección, lo hicieron solamente a partir de 1990. La

primera fue Instalación de un Monumento público en Venecia (1983),

grabado que representa la instalación del Gran Vidrio de Duchamp en la

plaza de San Marcos. La segunda El Pollock que le gustaba a Pluto (1996)

muestra, sobre un paisaje retomado de una obra del artista colombiano

de final del siglo XIX Francisco Antonio Cano, a Pluto cargando sobre

sus espaldas una obra de Pollock. Esta obra hace parte de la serie Los

cincuenta caminos de la vida en la que Barrios usó el mismo paisaje de

Cano y lo intervino de múltiples maneras. En ambas obras, aunque son

de momentos diferentes, se destacan los elementos que más lo definen.

Primero, la creación de una escena discordante llena de ironía y

humor donde se mezclan los personajes y las situaciones más disímiles;

segundo, la “impureza” del lenguaje y la mezcla fragmentaria de formas

de representación; y tercero, la utilización e inclusión en la escena de

obras de la historia del arte como fragmentos descontextualizados que

usa para cuestionar conceptualmente al arte y su naturaleza.

A mediados de los 70 Barrios alternó su uso del dibujo y

el grabado con la realización de una serie de ensamblajes en cajas

Cfr. Barrios, Álvaro. Orígenes del arte conceptual en Colombia. Bogotá: Alcaldía de Bogotá, 2000. Pag. 98

Además de la distribución de la obra por este medio Barrios ofrecía públicamente su firma gratuita.

60

61

Álvaro Barrios.Tres generaciones de buen café. Aviso publicitario. Linotipo sobre papel propalcote.

63

tridimensionales. Al interior de las cajas juega en el espacio con la

misma estrategia de creación de escenas que mezclan referentes muy

variados, desde cuentos de hadas hasta esoterismo y ciencia ficción. De

estas cajas existe una en la Colección, Paisaje Nocturno (1975). Se trata

de la construcción de un paisaje lunar con diversos objetos plásticos

y de aluminio, con luces al interior y con una reproducción a lápiz de

la obra Nocturno de Coriliano Leudo. Esta obra surge a partir de una

variación que le hizo a una de las obras que el artista expuso en 1975,

cuando representó a Colombia en la XIII Bienal de Sao Paulo62.

En el año 1997 el Banco de la República organizó una muestra

itinerante de la obra gráfica de Barrios curada por Eduardo Vides.

Más adelante, en el año 2000, adquirió para la Colección un grupo

de 46 obras. En este gran grupo hay grabados y “grabados populares”

realizados desde el año 1972 hasta el año 1997. Esta importante

adquisición hace que Barrios sea de los artistas cartageneros mejor

representados en la Colección y permite valorar su producción de

manera mucho más amplia y completa.

Otra muestra de la posición conservadora y moderada del

Banco de la Republica respecto del arte nuevo en su programa

de exposiciones y adquisiciones durante la década de los 70,

atendiendo a su relación con el arte cartagenero, es que entre los

años 72 y 81 los artistas jóvenes que lograrán exponer y entrar a

la Colección del Banco, contemporáneamente al momento en

el que sus indagaciones están vigentes, son los artistas que están

más cercanos de la figuración y de un arte que conserva, al menos

aparentemente, unos ciertos rasgos distintivos del arte tradicional.

Me refiero a personajes como Darío Morales y Alfredo Guerrero.

La versión de esta misma caja que presentó en Sao Paulo tenía otro título y una pequeña variación. El título era Angelus y el dibujo a lápiz en el centro del ensamblaje reproducía al Angelus de Millet.

62

Álvaro Barrios firmando sus grabados populares. El Espectador marzo 10 de 1997

64

Otra forma de exploración plástica que inquieta a los artistas

en la década de los 70 está definida por el regreso al realismo

en la representación. En el panorama internacional, a partir del

hiperrealismo y el pop, se empezaron a trazar nuevas formas de

abordar este tema; en Colombia empieza a ser visible esta tendencia

en la obra de artistas como Santiago Cárdenas.

En los años 70 en Cartagena se afianzó un predominio

significativo del realismo. Entre los artistas jóvenes que empezaron

a frecuentar la Escuela de Bellas Artes de la ciudad en el momento

de su apertura en el año 1959 se va consolidando un grupo de

alumnos alrededor del profesor Pierre Daguet, que era el profesor

que se ocupaba del nivel más avanzado en la Escuela63. Este grupo de

estudiantes, que el mismo Daguet empezó a llamar El Grupo de los 15,

fue protagonista de la activación de variados intereses en la formación

artística en la ciudad para esos años. A él pertenecieron artistas como

Darío Morales, Alfredo Guerrero, Cecilia Delgado, Libe de Zulategi,

Blasco Caballero, Heriberto Cogollo, Gloria y Escilda Díaz, Augusto

Martínez, Hamlet Porto, entre otros.

Este periodo de formación fue muy importante para los artistas

de este grupo. Son frecuentes las crónicas en las que algunos de ellos

relatan la euforia de esos años de estudio y la importancia de la figura

de Daguet como el maestro que motivó el trabajo continuo dentro y

fuera de la Escuela. A pesar de las diferencias que caracterizaran las

búsquedas de cada uno de estos artistas, existe un factor común

dominante, y es el interés por el realismo en la representación.

Los artistas del Grupo de los 15 poco a poco se fueron yendo de

Cartagena a estudiar a Bogotá o a Europa. Los dos primeros en salir

Cfr. Stern, Eric. «Notas de Arte.» El Figaro 5 de Noviembre de 1959.

63

De izquierda a derecha: Blanca de la Espriella, Darío Morales, Alfredo Guerrero, Marcel Lombana y Eduardo Lemaitre. 1958

65

fueron Alfredo Guerrero en 1960 y Darío Morales en 1961. Ambos

partieron para Bogotá, terminaron su carrera de Bellas Artes en la

Universidad Nacional de Colombia, y posteriormente se fueron a

Europa donde continuaron sus estudios. Estos dos artistas, aunque

con rutas e intereses en el fondo distintos, desarrollaron la perfección

técnica y la representación realista.

Morales pintó el cuerpo femenino de manera meticulosa

y defendió siempre el derecho a aproximarse a la realidad sin

más pretensiones que las de “ver en la superficie” usando la

fotografía como medio. De esta manera se empeñó en destacar

un erotismo directo y franco.

A pesar de haber pasado gran parte de su vida profesional

en París tuvo contacto con el circuito colombiano principalmente

en la década de los 70. En 1968, antes de salir de Colombia, realizó

una gran exposición individual en el Museo Nacional; y en 1970

regresó para participar en la Exposición Panamericana de Artes

Gráficas del Museo de Arte Moderno La Tertulia de Cali donde

obtuvo el primer premio. Sobre las obras que Morales mostró en

este certamen Santiago Cárdenas afirmó: “Causaron gran impacto

aquellas figuras que se entrelazaban con una silla Thonet sobre un

escueto piso de madera, con sombras fuertes, cada detalle pintado

con precisión asombrosa, “hiperrealista” si se quiere, o fotográfica,

pues tenían esos cuadros un parentesco claro con la fotografía, la

cual constituía un doble delito contra la moral y el arte; el desnudo

femenino sin tapujos, y además un cuadro que se atreve a dejar ver

la fotografía que le sirvió de inspiración, tanto como la modelo. Esta

fue una posición osada y valiente para el medio. Con esta idea de

observar y mostrar la realidad del cuerpo femenino y de valerse de

66

la foto como “boceto” preparatorio para el cuadro final, Morales

conquistó su público y afianzó su prestigio artístico en Francia y en

los Estados Unidos”64.

La primera obra de un artista de la nueva generación en entrar

a la Colección del Banco fue el dibujo Figura (1971), de Darío Morales,

en 1972; una obra que representa precisamente una de esas figuras

femeninas entrelazadas con la silla Thonet que menciona Cárdenas.

Alfredo Guerrero vuelve a Colombia en 1970, después de

estar seis años en Europa. A su regreso participa en los principales

eventos vigentes en ese momento en el país, como la Bienal de

Coltejer en Medellín y el Salón Nacional de Artistas. Además, en

estos años tuvo ocasión de exponer en las salas de la Biblioteca, ya

que fue invitado a participar en las dos versiones de la exposición

Dibujantes y Grabadores Colombianos realizadas por el Banco de la

República en julio de 1971 y marzo de 1973.

Guerrero, a través del dibujo, se ha concentrado en dos temas sobre

los que ha trabajado insistentemente desde los inicios de su carrera: el

desnudo femenino y el autorretrato. En su obra se acerca a la realidad y

al objeto representado de forma minuciosa y detallada. Y la reiteración

en los temas podría interpretarse como la apuesta de un artista que

entiende el acto de dibujar y de pintar como un acto reflexivo.

En 1974 obtuvo la mención de honor en el XXV Salón Nacional

de Artistas con una obra que hoy hace parte de la Colección. Se trata de

un autorretrato en gran formato en el que Guerrero hace alarde de su habi-

lidad técnica. En este dibujo, además del retrato, representa (de forma muy

realista) el papel, la cinta y los ganchos que lo sujetan sobre otra superficie.

Cárdenas, Santiago. «Darío Morales 1944-1988.» Revista Viva el Arte. N. 12. Mayo de 1988.

64

67

En este juego, que será frecuente en sus obras de esos años, aparece la idea

de mostrar de manera abierta la proveniencia del retrato en una búsqueda

que, como ha dicho Álvaro Medina, remite a cuestiones como “la del arte

versus la realidad y la presentación versus la representación”65.

En 1975, pocos meses después del Salón, realizó una

exposición en la Galería Belarca de Bogotá en la que mostró una

serie importante de retratos anónimos. Esta ha sido una de las pocas

ocasiones en las que Guerrero ha trabajado sobre temas distintos

a los mencionados antes. La serie que denominó Gentes (1974) es

del mismo año del autorretrato y está muy sintonía con la forma

de abordar el tema de la representación, solo que en esta ocasión a

partir de personajes desconocidos66. De esta manera “armó en poco

tiempo una galería de cartageneros anónimos, cuyos rostros exhumó

de ese archivo olvidado”67. Al momento de su primera exposición en

Belarca, dos de estos grabados N. 5 y N. 11 fueron adquiridos por la

Colección del Banco.

Del conocido como el Grupo de los 15 solo Guerrero y Morales

tuvieron un contacto directo con la Colección del Banco; sin embargo,

a través del portafolio denominado “Libertad Colombia” editado por

Gaceta II en el que se incluían grabados de 19 artistas colombianos,

llegaron a la Colección dos grabados más de artistas del grupo: Sin título

(1979) de Heriberto Cogollo y Almohada (1979) de Arnulfo Luna.

A mediados de la década de los 70, cuando ya la Colección

y la Sala de Exposiciones del Banco estaban a punto de cumplir 20

años, se hizo manifiesta una crítica a la Colección que ponía en

evidencia las condiciones aleatorias y la ausencia de políticas de

compra sobre las que se había ido configurando. El autor de tal

Ayala Cortés, Juan Pablo, ed. Alfredo Guerrero y su mundo pictórico. Bogotá: M.V. Limitada, 1998. Pag. 17

Según lo relata Álvaro Medina, Guerrero empezó a trabajar estos retratos después de descubrirlos en una visita a Foto Delgado en Cartagena (propiedad de los padres de su esposa, la pintora Cecilia Delgado). Cfr. Ibid. Pag. 53

Ibid.

65

66

67

Heriberto Cogollo. Sin título, 1979. Grabado sobre papel, 100 x 70 cm.

68

crítica fue Germán Rubiano Caballero, quien en el primer número

de la Revista Arte en Colombia puntualizó sobre distintos aspectos

de la Colección del Banco y le atribuyó una gran falta de criterio en

las adquisiciones. Con respecto al arte colombiano, Rubiano aludía a

la presencia de un “conjunto confuso y contradictorio lleno de vacíos

y equivocaciones.”68 La puntualización de este problema tiene un

precedente en el año 59, cuando a tan solo dos años de la apertura

del Salón, ya Marta Traba se refería al del Banco como un “disparejo

mecenazgo por el arte nacional”69.

En 1982 el Banco creó la Subgerencia Cultural, y entre 1984 y 1985

evaluó la Colección y trazó una estrategia de compras con el objetivo

de “hacer del conjunto una representación del desarrollo artístico

colombiano y latinoamericano, preferiblemente de los siglos XIX y XX”70.

Definieron tres frentes principales a los cuales apostarle: el primero,

el arte colombiano del siglo XIX; el segundo, creaciones del siglo XX

que tuvieran un interés histórico artístico, con la idea de lograr mayor

representatividad del panorama plástico nacional; el tercer frente, obras

de las nuevas generaciones. Para solventar y sostener esta intención de

comprometerse con el arte joven, el mismo año 85 el Banco creó un

programa que denominó Nuevos Nombres71.

Mirando solamente la presencia de arte cartagenero en

la Colección, se podría decir que estos objetivos empezaron muy

pronto a verse reflejados en resultados concretos. Un año después,

el Banco adquiere la primera obra de un artista cartagenero del siglo

XIX. Se trata de una miniatura de José Gabriel Tatis en la que retrata

al acuarelista inglés Edward Wahlhouse Marck (1853), esta compra

inicial será complementada diez años después con otra miniatura

de Tatis, un retrato de Manuel Uribe Ángel (1844) realizado en óleo

Rubiano Caballero, Germán. «La Colección de la Biblioteca Luis Ángel Arango.» Arte en Colombia Junio de 1976. Pg. 33

Traba, Marta. «Obregón y la pintura colombiana.» El Tiempo 15 de Marzo de 1959.

Ponce de León, Carolina. Antología. Obras de la Colección permanente. Bogotá: Banco de la República, 1990. Pag. 4

Cfr. Ibid. Pag. 4

68

69

70

71

69

sobre marfil. Estas dos obras son un muy buen ejemplo del arte de

la miniatura, tan difundido en Colombia en el siglo XIX. Además

de estas obras, en el 2003 el Banco compró Sin título (s.f.), un óleo

de Generoso Jaspe, otro artista cartagenero del siglo XIX, que

representa un fragmento de la muralla de Cartagena.

Por otro lado, en el intento de cubrir los vacíos y de obtener

obras de calidad y de importancia histórica, entre 1985 y el 2003

llegaron a la Colección obras muy importantes. Se adquirieron otras

obras claves de artistas que ya estaban presentes en la Colección como

la Violencia de Obregón, el Autorretrato de Alfredo Guerrero o la Jaula

de Grau. También, ya se había mencionado, llegaron obras de artistas

que a pesar de su importancia en los procesos del arte nacional, aún

no estaban representados en la Colección como Álvaro Barrios y

Norman Mejía.

Respecto al arte joven, el programa Nuevos Nombres72,

promovido por Carolina Ponce de León73, significó un espacio

institucional en el que se apoyaron a los artistas emergentes. Con

regularidad este espacio empezó a posibilitar la visibilización y

circulación de las nuevas propuestas y efectivamente marcó algunas

pautas en la adquisición de obras para la Colección.

Los artistas cartageneros que en diferentes momentos

hicieron parte de las exposiciones de este programa fueron Bibiana

Vélez, Delcy Morelos, Martha Amorocho, Helena Martín, Carlos

Gómez, Osvaldo Maciá y Lisette Urquijo. Sin embargo, solo obras

de las tres primeras entraron en la Colección del Banco en Bogotá.

Desde el 85 hasta el 95 las exposiciones se llamaron Nuevos Nombres, del 95 en adelante cada exposición empezó a adquirir nombres específicos definidos por la curaduría.

Carolina Ponce de León fue nombrada en el 84 como curadora de la sala y jefe de la sección de Artes Plásticas del Banco, cargo que desempeñó por 10 años. Su gestión hizo énfasis en el apoyo a las nuevas generaciones.

72

73

Plegable de la exposición Nuevos Nombres, 1990

70

Bibiana Vélez, Martha Amorocho y Delcy Morelos hacen parte de

la generación que en los años 80 retomó la pintura como medio de

expresión. “A finales de los años setenta, la reivindicación de la pintura

a nivel mundial, transmitida por movimientos como la transvanguardia

italiana y el neoexpresionismo alemán, influyen notablemente en

el arte producido en Colombia. Es una época en la que prevalece la

pintura por encima de cualquier otro medio plástico. En contraste

con la experimentación artística de los años setenta, la pintura parece

intentar recuperar su soberanía histórica, seguramente en reacción

a la «desmaterialización» y al carácter efímero del arte conceptual

desarrollado a lo largo del decenio anterior”74.

Bibiana Vélez retoma algunos aspectos que parecían ser parte

de la tradición artística como es el tema del paisaje y el autorretrato,

pero lo hace de forma novedosa. La novedad consiste precisamente en

que une estas dos dimensiones y se aproxima al paisaje a través de la

representación de su propia presencia y, por tanto, “el paisaje parece ser

una extensión de su cuerpo y de su mundo interior”75. Crea así en sus

pinturas una atmósfera completamente subjetiva e intimista.

En 1989 Bibiana Vélez obtuvo un premio en el Salón Nacional

de Artistas que en ese año se trasladó por primera vez a la ciudad de

Cartagena. Este premio, como sucedía muy a menudo en esos años,

insertó a Vélez en el circuito nacional. Al terminar el Salón, el Banco

compró su obra premiada Dificultad Inicial (1988).

Los otros artistas cartageneros que participaron del programa

Nuevos Nombres son un poco más jóvenes, y cuando Bibiana Vélez ganó

el Salón estaban empezando a afirmarse en el circuito local. Todos ellos

hicieron sus primeros estudios en la Escuela de Bellas Artes de Cartagena

Ponce de León, Carolina. El efecto mariposa. Ensayos sobre arte en Co-lombia. 1985-2000. Bogotá: Alcaldía Mayor de Bogotá, 2004. Pag. 36

Ibid. Pag. 165

74

75

71

y encontraron un espacio para darse a conocer en el Salón de Arte Joven

de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Seccional del Caribe76. Este

Salón, que empezó a existir desde el año 1981, se convirtió en un espacio

de referencia muy importante para la circulación del arte del Caribe

colombiano y de apoyo a los artistas jóvenes de la Región. Allí, Delcy

Morelos y Carlos Gómez, en 1988; Marta Amorocho, en 1990; y Lisette

Urquijo, en 1995, obtuvieron sus primeros premios.

Delcy Morelos, después de haber ganado el premio de la Tadeo,

fue seleccionada para participar en las exposiciones del programa

Nuevos Nombres de la Biblioteca Luis Ángel Arango en 1990 y 199277.

Estas exposiciones le permitieron mostrar sus obras en Bogotá e

irse vinculando al circuito nacional. En 1994 Morelos se trasladó

definitivamente a la capital donde continuó su trabajo y su obra empezó

a tener desarrollos significativos en lo técnico y en lo conceptual.

Morelos ha trabajado la pintura desde una dimensión

conceptual particular. Se ha interesado por temas específicos,

pero a partir de formas de representación indirectas, casi siempre

abstractas. Su estrategia consiste en crear, a través de un estudio

muy juicioso de las formas, las texturas y los colores, una serie

infinita de asociaciones que remiten a temas como los de la violencia,

la discriminación, el racismo y la incomprensión.

Su exploración plástica es una apuesta que reflexiona

continuamente sobre las múltiples dimensiones de lo humano, sobre lo

que está adentro de cada individuo y sobre el modo en que ese mundo

interior se revela en el exterior y se hace conflictivo. Esto lo ha mostrado

de múltiples formas y por eso han sido frecuentes en sus pinturas e

instalaciones la representación de interiores, recipientes, celdas, en fin,

Este Salón se creó por iniciativa de Marcela Piedrahita desde la dirección de Integración de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Su directora en la celebración de los primeros diez años definía la trayectoria y los objetivos del Salón así: “El Salón de Arte Joven Blasco Caballero, (…) fue tomando vida ante el anhelo de la Dirección de Integración, de vincular a los alumnos de las diferentes unidades docentes, muy especialmente a los de la Facultad de Arquitectura, a una gran programación artística, que enriqueciera la formación integral que aspiramos darle al profesional Tadeista. Posteriormente, ante la inmensa respuesta de los alumnos de Bellas Artes y pintores autodidactas, pudimos verificar que el objetivo del Salón tenía que ser más ambicioso y, que también debía ser dirigido para estimular las artes plásticas de la Costa Atlántica y ofrecer una visión anual de conjunto sobre las generaciones de artistas jóvenes de la Región, integrando todo este objetivo, a una programación complementaria de conferencias de arte, homenajes a artistas reconocidos de la Región, y a toda expresión cultural del momento”. En: Piedrahita, Marcela. Memoria de diez años. Cartagena: Universidad Jorge Tadeo Lozano. Seccional Caribe, 1992.

La curaduría de 1992 se llamó Pintar no es una sola cosa y giró alrededor de la pintura como medio expresivo vivifica-do por la nueva generación. En ella par-ticiparon además de Morelos, Bibiana Vélez y Carlos Gómez.

76

77

Plegable de la décima versión del Salón de Arte Joven e la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Seccional Caribe, 1992

72

contenedores que muestran simbólicamente esta dimensión interior

pero que en últimas se desborda y crea conflictos. Ella lo explica

diciendo: “Lo que hago con la pintura es manifestar una problemática

que no es estética sino social. Los orígenes de los problemas que tiene

el ser humano, la convivencia, eso es lo que me interesa”78.

Delcy Morelos encuentra la manera de hablar de la

violencia79 desde la abstracción. Y por eso los títulos en sus obras,

que generalmente desarrolla por series, son muy importantes

y sugerentes: Interiores, De lo que somos, Color que soy, Rojos por

Naturaleza, Adentro, La Base Oscura, etc.

Desde muy temprano el Banco empezó a comprar algunas de

sus obras y esto ha contribuido a que en la Colección se encuentren

obras características de diferentes momentos de su proceso creativo.

Por ejemplo, de sus inicios tienen dos Interiores (1990) que son obras

que Morelos empezó a desarrollar cuando aún se encontraba en

Cartagena y con las que participó en su primera exposición en la

Biblioteca en 1990. Estas obras están mucho más cercanas a una

preocupación por la definición de espacios, por las arquitecturas y

la creación de atmósferas particulares al interior de dichos espacios.

De momentos posteriores son las obras Sin título (s.f) y Paradigmas

del ser calcinado 1 y 2 (1994) en la que ya se hace patente la exploración

a partir de texturas y contenedores.

En el 2005 el Banco adquirió una obra de Alfredo Piñeres,

artista autodidacta de gran talento que se ha dedicado a retratar en

sus cuadros escenas cotidianas populares de Cartagena. En su obra

César el todero (2005), con gran dominio del color y del espacio, y con

gracia y humor, recrea nueve escenas en las que se ve involucrado

Garzón, Diego. Otras voces otro arte. Diez conversaciones con artistas colom-bianos. Bogotá: Planeta, 2005. Pag. 258

Delcy Morelos nació en Tierra Alta una zona bastante afectada por la violencia. Por otro lado, ha declarado que el problema del racismo y la discriminación fueron temas que empezaron a preocuparle a partir de sus años en Cartagena.

78

79

73

su personaje César desempeñando distintos oficios. En cada escena

se hace evidente la franqueza de la representación y la sensibilidad

para ser consecuente con los detalles. Con esta adquisición el Banco

da un paso en la aproximación al trabajo de artistas populares

empíricos de la ciudad.

Del arte de los últimos años no hay ningún registro en la

Colección del Banco en Bogotá. En 1995 se creó el programa Imagen

Regional, que ha funcionado como un espacio de acercamiento al arte

regional, pero este no ha propiciado nuevas adquisiciones de arte

cartagenero.

Vemos entonces de que manera la Colección del Banco se

ha ido configurando atendiendo a una serie de altibajos que hacen

parte de su propia historia. Desde su evaluación en el año 84 y la

postulación de unas ciertas prioridades de adquisición empezaron

a ser más claros los criterios y, en efecto, se ha ido conformando

un panorama más completo y representativo de obras y de artistas

cartageneros que han tenido presencia en el circuito nacional. Sin

embargo, es evidente que a la fecha hay un desbalance entre los

maestros de los años 50, 60 y 70 y las generaciones más recientes,

que se encuentran menos representadas en la Colección.

75

A la Izquierda:Norman MejíaLa reina del mundo

1966 Vinilo sobre tela 72 x 58 cm. Registro AP2113

Abajo:Norman MejíaSin título

Ca 1964 Pintura óleo sobre madera. Registro AP3106

76

Álvaro BarriosPaisaje nocturno

1975 - 1976Ensamblaje36 x 100 x 72 cm. Registro AP3035

77

Álvaro BarriosSin título

1977Grabado popular, offset sobre papel periódico25 x 18.5 cm. Registro AP3151

Álvaro BarriosSueños con Marcel Duchamp

1978Grabado popular, offset sobre papel bond25 x 35 cm. Registro AP3157

78

Álvaro BarriosInstalación de un monumento público en Venecia

1983Grabado, serigrafía sobre papel 54 x 73.5 cm. Registro AP3132

79

Álvaro BarriosLa creación del hombre

1979Grabado, serigrafía sobre papel37.5 x 59 cm. Registro AP3130

Álvaro BarriosLa telaraña mágica

1991Grabado, litografía sobre papel64 x 96 cm. Registro AP3140

80

Álvaro BarriosEl demonio mostrándole a Cristo las delicias del mundo

1996Grabado, litografía69 x 99 cm. Registro AP3141

Álvaro BarriosEl Pollock que le gustaba a Pluto

1996Técnica mixta sobre papel140 x 60 cm. Registro AP2904

81

Álvaro BarriosEl Mar Caribe

1997Grabado, serigrafía sobre cartulina70 x 50 cm. Registro AP3174

82

Darío MoralesFigura

1971Dibujo, grafito sobre papel107 x 73 cm. Registro AP0397

83

Alfredo GuerreroNúmero 11 de la serie gente

1974Grabado, heliografía100 x 70 cm. Registro AP0551

Alfredo GuerreroNúmero 5 de la serie gente

1974Grabado, heliografía100 x 70 cm. Registro AP0552

84

Alfredo GuerreroAutorretrato

1974Dibujo, grafito sobre papel135 x 104 cm. Registro AP3433

85

Alfredo GuerreroAutorretrato (De la serie grabado en Colombia No. 2)

1977Grabado, sobre metal 50 x 40 cm. Registro AP0874

86

Bibiana VélezDificultad inicial

1988 Acrílico sobre tela 150 x 240 cm. Registro 1706

87

Delcy MorelosInterior

1990Óleo sobre papel152.5 x 120 cm. Registro AP2371

88

Delcy MorelosInterior

1990Óleo sobre papel152.5 x 120 cm. Registro AP2370

89

Delcy MorelosParadigmas del ser calcinado (1 y 2)

1994 Acrílico sobre papel161 x 164 cm. Registro AP2159

90

Martha AmorochoBodegón con Patilla

1995Óleo sobre tela80 x 100. Registro AP2928

91

Alfredo PiñeresDe la serie César el todero: (César el tintero, César el impresionado, César el albañil), (César el cívico, César vendiendo agua, César descansando), (César pescando, César correteando el puerco, César vendiendo carne)

2005Acrílico sobre tela 3 trípticos. 9 piezas de 30x50 cm c/u. Registro AP4253

(Detalle).

92

José Gabriel Tatis, 1823Retrato del acuarelista inglés Edward Wahlhouse Marck

1853 Aprox. Pintura miniatura, acuarela sobre laminilla de marfíl 7 x 5.5 cm. Registro AP 1308

93

José Gabriel TatisManuel Uribe Ángel

1844 Óleo sobre marfíl 9 x 7 cm. Registro AP2166

94

95

Generoso JaspeSin título

F S XIX – p S XXÓleo sobre tela50,5 x 84,5 cm. Registro AP4092

96

En esta última parte se hará referencia a una colección que se

ha venido conformando en los últimos años en la sucursal de

Cartagena del Banco de la República. Se trata de una colección que

apenas está en gestación y que por tal motivo resulta prematuro

evaluar. Pero, sin duda, es importante para esta investigación

enunciar de forma muy general las características a partir de las

cuales se consolida esta idea.

Lo primero que hay que decir es que esta iniciativa viene a

cubrir un vacío importante en el coleccionismo regional y se perfila

como una manera fundamental de contribuir al circuito del arte

local, a la conservación del patrimonio artístico, y a la divulgación y

estudio del mismo.

Es importante enfatizar la importancia de la creación de este

tipo de colecciones desde las sucursales, ya que es natural e inevitable

que la Colección de Bogotá privilegie el panorama artístico nacional

y por tanto haga invisibles las historias locales. Por otro lado, sin la

El nacimiento de una Colección Regional

Tercer fragmento:

97

existencia de colecciones regionales se corre el peligro de que, al no

contar con referentes propios, el arte local solo pueda reconocerse en

esos relatos generales construidos desde el centro.

Esta Colección Regional nace por iniciativa del gerente de

la Sucursal de Cartagena, Adolfo Meisel, quien en 1999 adquirió la

primera obra: Mirando al Cielo (1998) de Bibiana Vélez. A partir de

entonces se empezaron a comprar esporádicamente algunas obras de

artistas locales para que hicieran parte del mobiliario del edificio del

Banco en Cartagena. Muy pronto el mismo Meisel, al entender que esto

podría convertirse en una iniciativa cultural de importancia para la

ciudad, empezó a darle la dimensión de colección a estas adquisiciones.

Hasta este momento la Colección Regional cuenta con 17

obras. Con la única excepción de la pieza Sin Título, un tapiz de

Olga Amaral, adquirida en los inicios de la Colección, las dieciséis

obras restantes son de artistas del Caribe colombiano, catorce de

los cuales son cartageneros.

No se puede dejar de insistir en que, vistas las condiciones

actuales de la Colección Regional y su reciente conformación, aún no

tiene sentido hacer un balance. Sin embargo, se puede decir que se trata

de un conjunto heterogéneo, donde empieza a sentirse un interés mixto

por obras de artistas que hacen parte de la historia del arte cartagenero

y artistas jóvenes que están en pleno proceso de construcción de sus

carreras plásticas. Dicho de otra manera, se siente un compromiso

doble de apoyar la contemporaneidad y de empezar a coleccionar obras

de artistas claves de la tradición artística de la ciudad.

98

Dentro del grupo de obras que ya hacen parte de la tradición artística

podemos ver que existe una representación de diferentes momentos de

la historia del arte local. Hasta hoy la obra más antigua en la Colección

Regional es Fuerte Santa Cruz (s.f), acuarela de Daniel Lemaitre, uno

de los personajes insignes de la ciudad en el siglo XX por sus diferentes

actividades como dirigente cívico y empresario; actividades que alternó

con la poesía, la música y la pintura.

De la generación de los pioneros modernos cartageneros existe

un óleo de Cecilia Porras: Mimi (s.f), que es un retrato de Rosario Castillo

representativo de una serie de retratos que Porras realizó hacia el año

50. Enrique Grau está representado por una pieza bastante particular

de su producción, se trata de un plano ilustrado de Cartagena que el

artista realizó en 1940 para un hotel. Esta obra, además de remitirnos a

los inicios artísticos de Grau, es un documento histórico que indica la

manera como la ciudad empezaba a perfilarse desde el turismo.

De la generación de relevo encontramos dos obras de artistas

que participaron en el Grupo de los 15. Mujer en el Balcón (2002) de

Alfredo Guerrero y Ventana (2007) de Cecilia Delgado, que es

una artista que se ha dedicado a la figuración y que ha usado la

arquitectura como pretexto para pintar la luz.

Otros artistas cercanos a esta figuración tan presente en la

ciudad durante las décadas de los 70 y 80 son Arnulfo Luna y Roberto

Angulo. De Arnulfo Luna la Colección ha adquirido una obra: Puerta

con Muro Amarillo (2005), que hace evidente que este artista es quizás,

del grupo de los figurativos locales, el que más abiertamente declaró y

asumió un interés por el hiperrealismo como movimiento. Por su parte,

del barranquillero Roberto Ángulo, quien también se ha dedicado

99

a representar arquitecturas principalmente, en la Colección se

encuentra una acuarela que representa la fachada de la sucursal del

Banco en Cartagena.

De las generaciones más recientes la Sucursal ha adquirido

Mirando al Cielo (1998), óleo de Bibiana Vélez que, ya se mencionó,

fue la obra que abrió la Colección en 1999.

Otro artista representado aún activo en su producción plástica

es Mario Zabaleta. Fue premio en el Salón de Arte Joven de la Tadeo y a

partir de allí empezó a consolidar una carrera artística hoy ya madura.

Ha trabajado la pintura y el grabado con gran destreza técnica. La

Pesca Milagrosa (2001), el cuadro que compró la Sucursal en el 2001

hace parte de un primer periodo de su producción, en el que Zabaleta

alternaba fondos y zonas abstractas con objetos figurativos que se

encontraban allí en lo que define como “una cita imposible de objetos

discordantes”80 con alusiones sueltas que insinúan posibilidades

infinitas de interpretación. En su trabajo actual, sin dejar de alternar

abstracción y figuración, sus obras se han hecho menos herméticas y

son más patentes sus intereses temáticos.

Dentro de las más recientes adquisiciones de la Colección

Regional, encontramos a algunos artistas que se han caracterizado

por estar construyendo formas diversas de aproximación a la creación

artística, definiendo y respondiendo a una reestructuración importante

de los límites del arte81 y llevando a cabo una serie de nuevas

mediaciones desde las artes plásticas en el contexto. Estamos hablando

de Rafael Ortiz, Ruby Rumié, Lisette Urquijo y Wilger Sotelo82.

Cfr. Medina, Álvaro. El arte del Caribe colombiano. Cartagena: Secretaría de Educación y Cultura de la Gobernación de Bolivar, 2000.

Estas nuevas tendencias han encontrado en el arte del Caribe colombiano una repercusión bastante contundente y tienen referentes muy importantes en el contexto internacional y nacional. Tanto en lo teórico como en lo práctico se han empezado a definir nuevos campos de acción en las artes plásticas que van más allá de lo que se consideraba tradicionalmente como sus propios límites. Así, los artistas han empezado a cuestionarse sobre su relación con las comunidades y han extendido sus mecanismos de acción en un contexto determinado. De esta manera han empezado a realizarse e interiorizarse conceptos como el de arte procesual, prácticas artísticas, la estética relacional, los trabajos colaborativos, el artista como mediador, el artivismo, etc. Fundamentos de esta ruptura son los conceptos de la Estética Relacional de Nicolas Borriaud.

Importante recordar que en este trabajo solo se hace referencia a los artistas presentes en la Colección y por este motivo no se mencionan artistas como Manuel Zúñiga, Alexa Cuesta y muchos otros artistas jóvenes que vienen trabajando en esta línea

80

81

82

100

Todos ellos se han aproximado al contexto de diferentes maneras.

Rafael Ortiz, es bogotano y en los 90 participó en el programa Nuevos

Nombres de la Biblioteca Luis Ángel Arango. Hace siete años vive en

Cartagena y se ha integrado de múltiples formas al circuito local (como

curador, gestor, tallerista y artista mediador). Su obra, además de

explorar estas nuevas posibilidades de creación desde lo relacional, se

ha dejado permear por el contexto. La obra presente en la Colección

de la Sucursal es Damas Internacionales (2006). Esta obra nació del

trabajo del artista con un grupo de niños y jóvenes en una institución

dedicada a la asistencia en casos de abuso sexual; Ortiz realizó un taller

de muñecas con estos niños y de allí surgió este trabajo colaborativo. La

obra adquiere una doble dimensión social, por un lado el trabajo en el

taller con el grupo de niños; y por otro, el producto busca puntualizar

y si se quiere denunciar, desde el lenguaje del arte, un problema social

tan complejo como el del abuso sexual.

Ruby Rumié y Lisette Urquijo han explorado insistentemente

sobre la ciudad, sus habitantes y sus cuerpos desde diferentes

perspectivas. Rumié ha realizado varias obras sobre sus vecinos en el

Barrio de Getsemaní a los que ha retratado insistentemente buscando

“visibilizar el patrimonio intangible que ellos representan”83. La obra

que adquirió el Banco Getsemaní: Sujeto Objeto (2003), hace parte de esta

serie de registros que ha hecho Rumié de los habitantes del barrio.

Urquijo, por su parte, ha trabajado siempre desde la fotografía.

Su obra Escenario para Interpretaciones Cortas (2004) hace parte de una

serie de obras que la artista ejecutó a partir del seguimiento y registro

fotográfico, realizado desde la ventana de su casa, a los acontecimientos

y los cuerpos en movimiento en el sector del Camellón de los Mártires,

que ha sido en Cartagena una de las zonas principales del ejercicio de

Rumié, Ruby. Ruby Rumié. <http://www.rubyrumie.cl/>. Consultado: 1 de Junio de 2010

83

101

la prostitución. La artista usa estas fotografías para construir unas

series en las que define relatos que aluden al tema de la prostitución

desde lo territorial, lo corporal y lo icónico, y visibilizan una realidad

llena de tensiones y conflictos.

Por último, encontramos la obra de Wilger Sotelo, un artista

joven en pleno proceso de consolidación. Sotelo trabaja alrededor

de problemáticas de grupos de jóvenes en los barrios marginales de

la ciudad. Su trabajo sobre las pandillas lo ha llevado a investigar

sobre temas que hacen evidente la crudeza de sus realidades. En Los

Vivos de Olaya (2006) Sotelo es contundente, de forma directa nos

muestra la realidad de las lápidas de los jóvenes pandilleros de uno

de los barrios más deprimidos de la ciudad.

Vemos como esta Colección Regional está realmente en

pleno proceso de consolidación. Es interesante vislumbrar un interés

por, además de incluir a la tradición, asumir el riesgo de incorporar

nuevos nombres que están comprometidos con la exploración en los

límites del arte, tanto a nivel temático como formal, y que expresan los

procesos vivos del arte local. Se debe recordar que se trata del Banco

de la República y el peso institucional que su nombre representa y por

eso mismo es elocuente el esfuerzo por tener una colección de arte

auténticamente actual y local. La Colección Regional es un capítulo

abierto y esperanzador que afortunadamente sigue en marcha.

103

Daniel LemaitreFuerte Santa Cruz

Sin fecha Acuarela8 x 15 cm. Registro 22009954

Enrique GrauPlano de Cartagena

1940 Mixta sobre papel55 x 82 cm.Registro 22009955

104

Cecilia PorrasMimi

Sin fecha Óleo sobre lienzo 90 x 65.5 cm.Registro 22009892

105

Cecilia DelgadoVentana

2007 Óleo sobre tela95 x 75 cm. Registro 22009903

Arnulfo LunaPuerta con muro amarillo

2005 Pastel y lápiz42.5 x 58 cm.Registro 22009904

106

Mario ZabaletaLa pesca milagrosa

2001 Óleo sobre tela150 x 270 cm. Registro 22008812

107

Ruby RumiéGetsemaní: Sujeto - Objeto

2003Laca y resina sobre madera200 x 230 cm.Registro 22009870

108

Lisette Urquijo Escenario para interpretaciones cortas

2004 Instalación fotográfica280 x 130 cm. Registro AP4833

109

Rafael OrtizDamas Internacionales

2006 Fotografía300 x 300 cm. Registro 22009978

110

111

Wilger SoteloLos Vivos de Olaya

2006Fotografía sobre metal 18 piezas de 30 x 35 c/u Sin Registro

112

Al afrontar este análisis cruzado entre el arte cartagenero y la

Colección de Arte del Banco de la República, se hacen evidentes

los grandes vacíos de la historiografía del arte en Cartagena que hacen

mucho más difícil la realización de este tipo de trabajos, pero que, por

otro lado, le dan también mayor justificación a su ejecución.

Por tanto, es ineludible empezar a cubrir el vacío que ha

propiciado el desconocimiento de la propia historia con miras

a consolidar la historiografía del arte de la ciudad. Este piso

historiográfico es necesario para obtener herramientas que permitan

futuras reflexiones y estudios que superen la mera especulación

sobre la identidad, la realidad artística actual, y el abordaje de obras

y artistas puntuales.

La Colección del Banco de la República es la colección institucional

más representativa del arte nacional y, aunque naturalmente de manera

fragmentaria e incompleta, define algunas rutas que han seguido los

procesos del arte colombiano, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX.

Conclusiones

113

Después de este análisis cruzado con el arte de Cartagena se han

vislumbrado algunas situaciones que permiten sostener que en muchos

casos no ha existido una correspondencia entre los distintos procesos

nacionales, por ejemplo, el de la consolidación del arte moderno en

Colombia, y los procesos locales, que han tenido unas dinámicas

diferentes, cambiantes, y, en ocasiones, contrarias a lo que estaba

sucediendo en el “centro” del país.

Cartagena es una ciudad llena de contradicciones y paradojas

en su historia y en su realidad actual. En el terreno artístico y cultural,

ha fluctuado entre momentos de un adormecimiento generalizado

con un conservadurismo limitante, y momentos importantes y

ricos de despegue que, paradójicamente, han llegado a ubicarla en

primera línea respecto a eventos realizados, iniciativas emprendidas y

participación de artistas locales en procesos nacionales. Pero eventos

e instituciones artísticas se han visto sometidos a una alternancia

continua entre cierres y reaperturas, entre momentos de clímax y

momentos de decadencia, y esto ha definido un circuito artístico local

que ha carecido de continuidad.

Esta discontinuidad también ha propiciado una relación

ambigua de muchos artistas cartageneros con su ciudad natal, porque

precisamente han salido y entrado, artísticamente hablando, de manera

intermitente, y han estado ellos mismos fluctuando entre la necesidad

de escapar de un contexto árido y la de regresar para jalonar los procesos

artísticos en su propia ciudad.

Este trabajo pone de manifiesto la necesidad de seguir

reflexionando sobre lo que se considera “arte cartagenero”. Esta se revela

de nuevo como una categoría equívoca que debe ser problematizada

114

desde reflexiones sobre la identidad del arte local y regional. Es evidente

que no se puede seguir pensando en que el criterio sea la ciudad de

nacimiento de los artistas y se debe asumir otros parámetros que se

correspondan con filiaciones culturales y artísticas. Esto también

como consecuencia de las importantes conexiones que han existido

entre los procesos artísticos de la ciudad y los de otras ciudades de la

región Caribe. No se puede negar la dificultad que supone pensar en

clasificar a artistas como Alejandro Obregón o Álvaro Barrios como

cartageneros o como barranquilleros y esto vislumbra la necesidad de

construir nuevas posibilidades.

Finalmente, se puede decir que el nacimiento de una nueva

colección en la sucursal de Cartagena es una iniciativa que da un paso

importante en la aproximación del Banco de la República a otro tipo

de coleccionismo; esto es, un coleccionismo con unos criterios de

selección que se hallan más cerca de los procesos artísticos locales y

que por esto mismo dinamizan más claramente el fortalecimiento de las

instituciones artísticas y culturales de la región. También es una apuesta

a entender, que los relatos que se han ido construyendo de la historia

del arte colombiano necesitan ser completados con aproximaciones a lo

regional que puedan cuestionar la tendencia a simplificar con criterios

que unifican. Esta Colección de la Sucursal además de entrar a aportar

desde múltiples perspectivas al circuito artístico de Cartagena y del

Caribe, con su consolidación deberá ir revelando panoramas mucho

más complejos y diversos, y abriendo espacio a nuevas conexiones

dentro de la historia del arte en Colombia.

115

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Artículos sin autor

120

Inventario Obras de artistas cartageneros en

la Colección del Banco de la República

1957

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

Cecilia Porras, 1920Ángel volando en la noche1957Óleo sobre tela130 x 90 cm.Registro AP0002

1959

Alejandro Obregón, 1920Sin título1958 Mural al fresco690 x 471 cm.Registro AP1313

Héctor Rojas Herazo, 1921Insecto1958Óleo sobre tela55 x 92 cm.Registro AP0177

Héctor Rojas Herazo, 1921Mitografía del comedor1958Óleo sobre tela75 x 143.5 cm. Registro AP0187

• Nov. 26

• Junio• Jun. 1• Dic. 1

122

Alejandro Obregón, 1920Laguna de Saturno1961Óleo sobre tela155.5 x 187.5 cm.Registro AP0231

Héctor Rojas Herazo, 1921Gallo diurno1962Cera raspada sobre papel70 x 51 cm. Registro AP0226

1962

1963

1968

• Abr. 18• Sept. 1• Sept. 3

• Dic. 1

• Jul. 11

Enrique Grau Araujo, 1920Gran bañista1962 Óleo sobre tela132.5 x 106.5 cm .Registro AP0222

Pierre Daguet, 1903Jurel1963Óleo sobre tela37.5 x 75 cm.Registro AP0237

Héctor Rojas Herazo, 1921El jinete1968Pintura collage, óleo sobre tela99 x 68 cm. Registro AP0286

1971• Oct. 26

Enrique Grau Araujo, 1920Fayum1971Collage y témpera113 x 68.5 cm. Registro AP0334

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

1972• Nov. 1• Nov. 1• Nov. 1• Nov. 1• Nov. 1

Alejandro Obregón, 1920BarracudaSin fechaGrabado, aguafuerte en metal60 x 50 cm.Registro AP0399

Alejandro Obregón, 1920Dos cóndoresSin fechaGrabado, aguafuerte sobre metal60 x 50 cm.Registro AP0398

Enrique Grau Araujo, 1920Verano1964Grabado, litografía60 x 50 cm. Registro AP0396

Darío Morales, 1944Figura1971Dibujo, grafito sobre papel107 x 73 cm. Registro AP0397

Alejandro Obregón, 1920Ícaro calcinado1967Acrílico sobre lienzo160 x 140 cm.Registro AP0401

1974• Ene. 1

Hernando Lemaitre, 1925El BoquetilloSin fechaAcuarela sobre papel68 x 104 cm. Registro AP0470

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

124

1975

1976

1977

• May. 5• Jun. 17• Jun. 17

• Mar. 11

• Oct. 10• Oct. 10

Alejandro Obregón, 1920Les Colombes1953Grabado, mixta45 x 35 cm.Registro AP0537

Alfredo Guerrero, 1936Número 11 de la serie gente1974Grabado, heliografía100 x 70 cm. Registro AP0551

Alfredo Guerrero, 1936Número 5 de la serie gente1974Grabado, heliografía100 x 70 cm. Registro AP0552

Héctor Rojas Herazo, 1921Mujeres en visita1975Técnica mixta, óleo y acrílico135 x 170 cm. Registro AP0614

Pierre Daguet, 1903Estudio para Ondina1975Dibujo, carboncillo sobre papel68.5 x 48 cm. Registro AP0781

Pierre Daguet, 1903Contraluz en verde1977Óleo sobre tela97 x 130 cm.Registro AP0782

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

1978• May. 5• May. 5• May. 5• Agos. 1• Dic. 18• Dic. 18

AnónimoEl fusilamiento de los mártires de Cartagena (Del portafolio graficario de la lucha popular en Colombia)Siglo XIXGrabado, litografía sobre papel40 x 55 cm. Registro AP0821

Alejandro Obregón, 1920El grito de Galán (Del Portafolio graficario de la lucha popular en Colombia)1977Grabado, serigrafía40 x 55 cm.Registro AP0832

Enrique Grau Araujo, 1920Pájaros carniceros entre Chile y la Argentina (Del portafolio graficario de la lucha popular en Colombia)1977Grabado, serigrafía55 x 40 cm. Registro AP0831

Alfredo Guerrero, 1936Autorretrato (De la serie grabado en Colombia No. 2)1977Grabado, sobre metal50 x 40 cm.Registro AP0874

Alejandro Obregón, 1920Sin título1978Grabado70 x 80 cm.Registro AP0945

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

Enrique Grau Araujo, 1920Musa ornitológica1978Grabado67 x 51 cm. Registro AP0947

126

1979

1980

• Dic. 17

• Ene. 24• Ene. 24• Ene. 24• Jun. 9• Ago. 28

Augusto Martelo Martínez, 1950Esperando (de la carpeta Diners 79)1979Grabado, serigrafía50 x 70 cm.Registro AP1020

Alfredo Guerrero, 1936Desnudo de espaldas1979Grabado100 x 70 cm. Registro AP1040

Heriberto Cogollo, 1945Sin título1979Grabado sobre papel100 x 70 cm.Registro AP1032

Arnulfo Luna, 1946Almohada1979Grabado100 x 70 cm.Registro AP1046

Gonzalo Zúñiga Ángel, 1957Rostro de ciudad, carreta1980Acuarela sobre papel55 x 75 cm.Registro AP1099

Enrique Grau Araujo, 1920Hambre y sed de justicia1980Grabado - mixta, litografía96.5 x 68 cm.Registro AP1128

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

Héctor Rojas Herazo, 1921Gallo dividiendo el alba1980Óleo y acrílico sobre tela150 x 150 cm.Registro AP1197

1981

1986

1987

• Jun. 23

• Jun. 1

• Todas en Dic. 15

José Gabriel Tatis, 1823Retrato del acuarelista inglés Edward Wahlhouse Marck 1853 Aprox. Pintura miniatura, acuarela sobre laminilla de marfíl 7 x 5.5 cm.Registro AP1308

Alejandro Obregón, 1920Boceto para un cóndor1969Grabado en metal60 x 52 cm.Registro AP2048

Alejandro Obregón, 1920Homenaje a Jorge Gaitán Durán1962Óleo sobre tela155 x 188 cm.Registro AP2051

Alejandro Obregón, 1920Toldo y bodegónCa. 1954Óleo sobre tela39 x 56 cm.Registro AP2052

Enrique Grau Araujo, 1920El ángel escultor1946Grabado, sobre madera43 x 32 cm.Registro AP2044

Enrique Grau Araujo, 1920Joven flautista1951Dibujo, lápiz sobre papel42 x 52 cm. Registro AP2049

Enrique Grau Araujo, 1920Mujer dormida1960Óleo sobre tela81 x 130 cm. Registro AP2053

Enrique Grau Araujo, 1920Tobías y el ángel (Arcangel Rafael)1955Dibujo, crayola sobre papel85 x 60 cm. Registro AP2043

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

Donación Casimiro Eiger

128

1989

1990

1993

1995

• Ago. 10• Ago. 18• Ago. 18

• Ene. 9

• Dic. 15

• Feb. 20•May. 5•Jul. 31

Enrique Grau Araujo, 1920Sin título(De la serie jaulas)1949 Óleo sobre tela49 x 46 cm. Registro AP1474

Alejandro Obregón, 1920La violenciaSin fecha Grabado, xilografía65 x 93 cm.Registro AP1637

Enrique Grau Araujo, 1920Castillo1954Pintura , aguada y pastel sobre papel67 x 44 cm.Registro AP1638

Bibiana Vélez, 1956Dificultad inicial 1988 Acrílico sobre tela 150 x 240 cm.Registro AP1706

Delcy Morelos, 1967Sin títuloSin fechaPintura sobre papel149.5 x 210.5 cm.Registro AP2054

Norman Mejía, 1938La reina del mundo1966Vinilo sobre tela 72 x 58 cm.Registro AP2113

Delcy Morelos, 1967Paradigmas del ser calcinado (1 y 2)1994 Acrílico sobre papel161 x 164 cm.Registro AP2159

José Gabriel Tatis, 1823Manuel Uribe Ángel1844Óleo sobre marfíl 9 x 7 cm.Registro AP2166

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

1996

1997

1999

• Sept. 16• Sept. 16

• Jun. 27• Dic. 26• Dic. 29

• Abr. 22• Dic. 14

Delcy Morelos, 1967Interior1990Óleo sobre papel152.5 x 120 cm. Registro AP2371

Delcy Morelos, 1967Interior1990Óleo sobre papel152.5 x 120 cm. Registro AP2370

Álvaro Barrios, 1945El Pollock que le gustaba a Pluto1996Técnica mixta sobre papel140 x 60 cm. Registro AP2904

Cecilia Porras, 1920La torre blancaCa.1960Óleo sobre tela131.3 x 68.6 cm.Registro AP2943

Martha Amorocho, 1971Bodegón con Patilla1995Óleo sobre tela80 x 100 cm.Registro AP2928

Álvaro Barrios, 1945Paisaje nocturno1975 - 1976Ensamblaje36 x 100 x 72 cm. Registro AP3035

Norman Mejía, 1938Sin título Ca 1964 Pintura óleo sobre maderaRegistro AP3106

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

130

2000• Todas enOct. 13

Álvaro Barrios, 1945Recuerdos de nuestro jardínen Bellavista1977Grabado, linotipo sobre papel coloreado a mano12.5 x 33 cm.Registro AP3129

Álvaro Barrios, 1945La creación del hombre1979Grabado, serigrafía sobre papel37.5 x 59 cm. Registro AP3130

Álvaro Barrios, 1945El juego de la pelota1980Grabado, serigrafía sobre papel57 x 84 cm. Registro AP3131

Álvaro Barrios, 1945Instalación de un monumento público en Venecia1983Grabado, serigrafía sobre papel 54 x 73.5 cm. Registro AP3132

Álvaro Barrios, 1945Llegada de una obra de Marcel Duchamp a Venecia1983Grabado, serigrafía sobre papel43 x 73 cm.Registro AP3133

Álvaro Barrios, 1945Marcel Duchamp y su ready-made felíz y desdichado "En Bue-nos Aires el día que me quieras" 1984Grabado, serigrafía sobre papel 44 x 62 cm.Registro AP3134

Álvaro Barrios, 1945El artista y su musa1985Grabado, serigrafía retocada a mano sobre papel41 x 61 cm.Registro AP3135

Álvaro Barrios, 1945La ascención de Remedios, la bella1986Grabado, serigrafía sobre tela147 x 97 cm. Registro AP3136

Álvaro Barrios, 1945Sueños con anémonas1989Grabado, serigrafía sobre papel41 x 62 cm. Registro AP3137

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

2000• Todas enOct. 13

Álvaro Barrios, 1945El mar recordó depronto los nombres de todos sus ahogados1990Grabado, litografía sobre papel35 x 56 cm.Registro AP3138

Álvaro Barrios, 1945Plegaria del jardín sediento1990Grabado, litografía sobre papel 64 x 96 cm.Registro AP3139

Álvaro Barrios, 1945La telaraña mágica1991Grabado, litografía sobre papel64 x 96 cm.Registro AP3140

Álvaro Barrios, 1945El demonio mostrándole a Cristo las delicias del mundo1996Grabado, litografía69 x 99 cm. Registro AP3141

Álvaro Barrios, 1945Tres generaciones de buen café1972Grabado, aviso publicitario, linotipo sobre papel propalcote39 x 23 cm.Registro AP3142

Álvaro Barrios, 1945Sin títuloSin fechaGrabado, clisé sobre zinc28 x 24 x 3 cm.Registro AP3143

Álvaro Barrios, 1945El martirio de San Sebastián I1980Grabado, litografía comercial sobre papel para grabado48 x 64.5 cm.Registro AP3144

Álvaro Barrios, 1945Sin título (grabado popular para la IX bienal de Tokio)1974Grabado popular, offset sobre papel periódico50.5 x 34 cm. Registro AP3145

Álvaro Barrios, 1945Sin título (grabado popular para la IX Bienal de Tokio)1974Grabado popular, offset sobre papel periódico50,5 x 34 cm.Registro AP3146Fecha en la que la obra llegó

a la Colección del Banco

132

2000• Todas enOct. 13

Álvaro Barrios, 1945Sin título (grabado popular para las gacetillas del Centro de arte y comunicación de Buenos Aires)1975Grabado popular, offset sobre papel periódico25 x 20 cm.Registro AP3147

Álvaro Barrios, 1945Sin título (grabado popular para la VI Bienal de Cracovia)1976Grabado popular, linotipo sobre papel periódico28 x 35,5 cm.Registro AP3148

Álvaro Barrios, 1945Sin título (grabado popular para la III Bienal de Cali)1976Grabado popular, offset sobre papel periódico20 x 34 cm. Registro AP3149

Álvaro Barrios, 1945Sin título (grabado popular para la exposición Latin America 76)1977Grabado popular, offset sobre papel bond26.7 x 21.7 cm.Registro AP3150

Álvaro Barrios, 1945Sin título (grabado popular para la exposición en el Museo de Arte Moderno de Bogotá)1977Grabado popular, offset sobre papel periódico25 x 18.5 cm.Registro AP3151

Álvaro Barrios, 1945Estudio para San Sebastián atado a la columna de estrellas1977Grabado popular, offset sobre papel periódico31 x 20.5 cm. Registro AP3152

Álvaro Barrios, 1945Sin título (grabado popularpara la Edición 7.000 del diario del Caribe)1978Grabado popular, offset sobre papel periódico42 x 34 cm.Registro AP3153

Álvaro Barrios, 1945Sin título (grabado popular para la Edición 7.000 del diario del Caribe)1978Grabado popular, offset sobre papel periódico42 x 34 cm.Registro AP3154

Álvaro Barrios, 1945Sin título (grabado popular para la Edición 7.000 del diario del Caribe)1978Grabado popular, offset sobre papel periódico42 x 34 cm. Registro AP3155

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

2000• Todas enOct. 13

Álvaro Barrios, 1945Sin título (grabado popular para la edición 7.000 del diario del Caribe)1978Grabado popular, offset sobre papel periódico42 x 34 cm. Registro AP3156

Álvaro Barrios, 1945Sueños con Marcel Duchamp (grabado popular para la exposición "Sueños con Marcel Duchamp")1978Grabado popular, offset sobre papel bond25 x 35 cm. Registro AP3157

Álvaro Barrios, 1945Grabado popular

"El martirio de San Sebastián"1979Grabado popular, offset sobre papel propalcote27 x 42 cm.Registro AP3158

Álvaro Barrios, 1945Grabado popular para la I Trienal latinoamericana de grabado de Buenos Aires1979Grabado popular, offset sobre papel periódico29 x 25 cm. Registro AP3159

Álvaro Barrios, 1945Grabado popular "El martirio de San Sebastián I"1980Grabado popular, offset sobre papel bond14 x 18 cm. Registro AP3160

Álvaro Barrios, 1945Lama Sabactani (hoja de presentación del álbum

"Martirio de San Sebastián")1980Grabado popular, litografía sobre papel para grabado28 x 21 cm. Registro AP3161

Álvaro Barrios, 1945El martirio de San Sebastián II1980Grabado, litografía comercial sobre papel para grabado28 x 21 cm.Registro AP3162

Álvaro Barrios, 1945El martirio de San sebastián III1980Grabado, litografía comercial sobre papel para grabado28 x 21 cm.Registro AP3163

Álvaro Barrios, 1945Grabado popular, "El martirio de San Sebastián"1980Grabado popular, offset sobre papel bond28 x 21 cm.Registro AP3164

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

134

2000• Todas enOct. 13

Álvaro Barrios, 1945Grabado popular para la exposición "Sueños con Marcel Duchamp"1980Grabado popular, offset sobre papel bond12 x 15 cm.Registro AP3165

Álvaro Barrios, 1945Grabado popular para la exposición "Sueños con Marcel Duchamp"1980Grabado popular, offset sobre papel bond21 x 28 cm. Registro AP3166

Álvaro Barrios, 1945Grabado popular para la exposición "Sueños con Marcel Duchamp"1980Grabado popular, offset sobre papel bond21 x 28 cm. Registro AP3167

Álvaro Barrios, 1945Grabado popular, "Llegada de la colección Arensberg a Venecia"1981Grabado popular, offset sobre papel periódico24 x 34 cm.Registro AP3168

Álvaro Barrios, 1945Sin título1983Grabado popular, offset sobre papel periódico13.6 x 33.40 cm. Registro AP3169

Álvaro Barrios, 1945Grabado popular para la trienal de artes gráficas de Berlín "Intergrafik 84"1983Grabado popular, offset sobre papel periódico13.6 x 33.4 cm.Registro AP3170

Álvaro Barrios, 1945Grabado popular "Alegoría de la paz" para la gran jornada nacional de paz1984Grabado popular, offset sobre papel periódico18.3 x 21.5 cm. Registro AP3171

Álvaro Barrios, 1945Sin título (grabado popular para la exposición retro-spectiva en el Museo de Arte Moderno de Cartagena)1987Grabado popular, offset sobre papel periódico31 x 25 cm.Registro AP3172

Álvaro Barrios, 1945Le Baiser Matinal (El seso matinal) Grabado popular para la exposición

"Do it - Hágalo usted" En la Biblioteca Luis Ángel Arango1997Grabado popular, offset sobre papel periódico24 x 30 cm.Registro AP3173

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

Álvaro Barrios, 1945El Mar Caribe1997Grabado, serigrafía sobre cartulina70 x 50 cm. Registro AP3174

2000

2001

2002

2003

2005

Oct. 13

• Abr. 6

• Jul. 26• Dic. 26

• Nov. 18

• Dic. 27

Alfredo Guerrero, 1936Autorretrato1974Dibujo, grafito sobre papel135 x 104 cm.Registro AP3433

Muriel Angulo, 1952MemoriaSin fechaSerigrafía sobre papel105,2 x 37,6 cm Registro AP3678

Alejandro Obregón, 1920Violencia1962Óleo sobre tela155 x 187.55 cm.Registro AP3848

Generoso Jaspe,Sin títuloF S XIX – p S XXÓleo sobre tela. 50,5 x 84,5 cm.Registro AP4092

Alfredo Piñeres, 1957De la serie César el todero: (César el tintero, César el impresionado, César el albañil), (César el cívico, César vendiendo agua, César descansando), (César pescando, César correteando el puerco, César vendiendo carne)2005Acrílico sobre tela 3 trípticos. 9 piezas de 30 x 50 cm. c/uRegistro AP4253

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

136

Obras en la Colección de la Sucursal

de Cartagena del Banco de la República

Inventario

1999

2001

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

• Abr. 28

• Jul. 16

Bibiana Vélez, 1957 Mirando al cielo1998Acrílico sobre tela100 x 300 cm.Registro 22008811

Mario Zabaleta, 1962La pesca milagrosa2001Óleo sobre tela150 x 270 cm.Registro 22008812

138

2003

2004

2005

2006

• Nov. 4

• Jun. 10

• Abr. 26• Dic. 14

• Ene. 30

Roberto Angulo, 1946Si título2003Acuarela54 x 74 cm.Registro 22009188

Cristo Hoyos, 1952De cerca N. 52000Óleo sobre tela230 X 36 cm.Registro 22009823

Alfredo Guerrero, 1936Mujer en el balcón2002Óleo sobre tela95 x 76 cm.Registro 22009843

Olga de Amaral, 1932TapizSin fechaTapiz tejido150 x 98 cm.Sin Registro

Ruby Rumié, 1958 Getsemaní: Sujeto - Objeto2003Laca y resina sobre madera200 x 230 cm.Registro 22009870

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

2007• Feb. 27• Feb. 27• May. 31• May. 31

Cecilia Porras, 1920MimiSin fechaÓleo sobre lienzo 90 x 65.5 cm.Registro 22009892

Cecilia Delgado, 1941Ventana2007Óleo sobre tela95 x 75 cm.Registro 22009903

Alfredo Piñeres, 1957El trabajo de los hombres pobres2005Acrílico sobre tela100 x 134 cm. Registro 22009893

Arnulfo Luna, 1946 Puerta con muro amarillo 2005Pastel y lápiz42.5 x 58 cm.Registro 22009904

Daniel Lemaitre, 1884 Fuerte Santa CruzSin fechaAcuarela8 x 15 cm.Registro 22009954

2008•Feb. 29•Feb. 29•May. 28

Enrique Grau, 1920Plano de Cartagena1940Mixta sobre papel55 x 82 cm.Registro 22009955

Juan Diego DuqueSin título 2002Fotografía48 x 69 cm.Registro 22009975

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco

140

2008

2009

• Jul. 30• Jul. 30

• Jul. 31• Jul. 31

Rafael Ortiz, 1960 Damas Internacionales2006Fotografía300 x 300 cm.Registro 22009978

Wilger Sotelo, 1980 Los Vivos de Olaya2006Fotografía sobre metal 18 piezas de 30 x 35 c/uSin Registro

Lisette Urquijo, 1972 Escenario para interpretaciones cortas2004Instalación fotográfica.280 x 130 cm.Registro AP4833

Antonio Castañeda, Casas Monteverde. Calle Pedro Romero, Getsemaní.2008Fotografía1 Pieza de 50 x 107 cm. y 3 piezas de 50 x 40 cm.Registro AP4834

Fecha en la que la obra llegó a la Colección del Banco