Curanderismo2

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NOTAS SOBRE UN RELATO DE CURANDERISMO DE LOS UITOTOS 1 Fernando Urbina Rangel He titulado La copa de los espíritus del bosque a un largo relato hecho por un indígena uitoto —del linaje Monanizaï 2 — de la Amazonia colombiana, 1 Los materiales de este escrito se presentaron originalmente como ponencia en el 45º Congreso Internacional de los Americanistas —Universidad de los Andes, Bogotá, julio de 1985—, y en agosto del mismo año como conferencia, acompañando la muestra fotográfica AMAZONIA: Naturaleza y Cultura, durante el “Ciclo sobre Vida y Cultura en la Amazonia colombiana” —Cámara de Comercio-Universidad de Antioquia, Medellín. En junio de 1986 se desarrolló el tema en la Asociación Médica de los Andes-Universidad Javeriana. Muchos de los problemas que aquí tan sólo se insinúan habían sido profundizados en el curso Mito y farmacopea indígena, fundado y mantenido por el autor durante alrededor de una década (a partir de 1976) en el Departamento de Farmacia de la Universidad Nacional de Colombia. El presente artículo conserva un tanto el estilo de charla, luego de ser transcrita la grabación de la conferencia. Con posterioridad a su publicación en el Boletín de Antropología de la Universidad de Antioquia en 1987, se le han venido introduciendo muchas correcciones y numerosos complementos, tales como una bibliografía mínima, y se duplicaron y ampliaron las notas de pie de página. Finalmente, el artículo, apareció en el libro Arqueología – Medicina – Curanderismo, Editor Amarey Nova Medical S.A, Bogotá, 205 (pgs. 63-93). Hoy día, cuenta con un triste epílogo que incluyo en la presente edición corregida y aumentada (2010), y en vísperas de publicarse en mi futura página WEB (2013): amazoniamitica 2 Clan de la Gente de Cielo. Este linaje pertenece a la nación denominada murui- muinane por los antropólogos Calle-Crooke, preferida por ellos a la de “uitoto”, de uso más extendido, y que ha sido acogida por la mayoría de los investigadores. La denominación murui-muinane tiene carácter ritual. En ocasiones el autor utiliza la 1

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NOTAS SOBRE UN RELATO DE CURANDERISMO DE

LOS UITOTOS1

Fernando Urbina Rangel

He titulado La copa de los espíritus del bosque a un largo relato hecho por un

indígena uitoto —del linaje Monanizaï2— de la Amazonia colombiana,1 Los materiales de este escrito se presentaron originalmente como ponencia en

el 45º Congreso Internacional de los Americanistas —Universidad de los Andes,

Bogotá, julio de 1985—, y en agosto del mismo año como conferencia, acompañando la

muestra fotográfica AMAZONIA: Naturaleza y Cultura, durante el “Ciclo sobre Vida y

Cultura en la Amazonia colombiana” —Cámara de Comercio-Universidad de Antioquia,

Medellín. En junio de 1986 se desarrolló el tema en la Asociación Médica de los

Andes-Universidad Javeriana. Muchos de los problemas que aquí tan sólo se insinúan

habían sido profundizados en el curso Mito y farmacopea indígena, fundado y mantenido

por el autor durante alrededor de una década (a partir de 1976) en el Departamento

de Farmacia de la Universidad Nacional de Colombia. El presente artículo conserva

un tanto el estilo de charla, luego de ser transcrita la grabación de la

conferencia. Con posterioridad a su publicación en el Boletín de Antropología de la

Universidad de Antioquia en 1987, se le han venido introduciendo muchas correcciones y

numerosos complementos, tales como una bibliografía mínima, y se duplicaron y

ampliaron las notas de pie de página. Finalmente, el artículo, apareció en el

libro Arqueología – Medicina – Curanderismo, Editor Amarey Nova Medical S.A, Bogotá, 205

(pgs. 63-93). Hoy día, cuenta con un triste epílogo que incluyo en la presente

edición corregida y aumentada (2010), y en vísperas de publicarse en mi futura

página WEB (2013): amazoniamitica 2 Clan de la Gente de Cielo. Este linaje pertenece a la nación denominada murui-

muinane por los antropólogos Calle-Crooke, preferida por ellos a la de “uitoto”, de

uso más extendido, y que ha sido acogida por la mayoría de los investigadores. La

denominación murui-muinane tiene carácter ritual. En ocasiones el autor utiliza la

1

que obtuve en diciembre de 1979, en el Río Caraparaná. Consta de

unas 24.000 palabras y en él se vertebra una serie de aspectos

relacionados con la medicina indígena.

Síntesis del relato

Inicialmente, Juvenal Flaviano Castilla3 narra una aventura amorosa

que tuvo lugar cuando recién salía de su adolescencia, y que lo hace

huir y dedicarse al trabajo de aserrío, actividad en que la

expresión murui, simplemente para referirse a los llamados por otros estudiosos

murui-muinanï, aclarando que en esta Nación se habla de “murui-propio”, o sea los

hablantes de los dialectos mïka y bue (Juvenal es hablante de bue), y de murui-muina,

llamados así por los primeros, a causa de ubicarse cerca de los muinanes; los

dialectos de los murui-muina son el nïpode y el mïnïka. Cuando se usa el término

“muinanes” se refiere a los integrantes de una etnia: la muinane, a cuyos miembros

los uitotos denominan “muinanes propios” o “verdaderos muinanes”, o sea los

hablantes del muinane-bora, quienes tuvieron como hábitat tradicional La Sabana, en

el río Cahuinarí. Cf. las aclaraciones que consigna al respecto Gasché. A partir

de 1990, lingüistas y comunidades (sus delegados) se pusieron de acuerdo en

adoptar definitivamente el nombre de uitotos, toda vez que su uso extendido hizo

perder el carácter peyorativo que tuvo originalmente. Tal como lo consigna Gumilla

en El Orinoco Ilustrado, itotos era la fórmula con que los karibes orinoquenses designaban

a los gentíos enemigos ubicados al sur del río Guaviare, y sobre los que ejercían

sus temibles razzias en orden a hacer prisioneros para venderlos como esclavos. Según

dicho cronista, aquellos formidables guerreros, dedicados al tráfico humano,

armaban expediciones que los llevaban hasta 600 leguas de sus asentamientos para

nutrirse de su preciosa mercancía; el producto de sus pillajes y correrías era

comerciado con los holandeses de Surinam.3 Este relato se hizo en su casa flotante —única en la región—, cerca de la

desembocadura del río Caraparaná, en el Putumayo.

2

movilidad y las lejanías le suministraban una defensa efectiva

frente a las autoridades que lo perseguían. Pasados varios años en

ese ajetreo, se mete nuevamente en un lío de faldas y termina por

robar una muchacha que, además, resulta necesaria como compañera de

trabajo (cocinera) para un mejor desempeño en su labor como

aserrador, responsable ya de un equipo de trabajadores. Es entonces

cuando comienzan sus padecimientos: perseguido, es finalmente cazado

y casado. Regresa a sus trabajos habituales como aserrador y también

como cazador4. Se le desencadena una serie de dolencias que durante

4 En la década del año 70, muchos indígenas continuaban dedicados a la cacería

profesional; se los llamaba pieleros o tigrilleros por constituir los tigrillos —en

especial la especie Felix pardalis—, su principal presa. Sucesivos gobiernos

fomentaron este renglón de las exportaciones menores —en especial el de Misael

Pastrana— sin parar mientes en el funesto deterioro del equilibrio faunístico.

Rotas muchas de las cortapisas rituales (conservacionistas) por causa de la anomia

propia de la comercialización mercantilista, numerosos indígenas cayeron en la

trampa de contribuir a destruir sus propios recursos vitales con la añagaza de un

beneficio pecuniario individual inmediato. La idealización ingenuamente

proindigenista de considerar al indio como el mayor conservacionista y mejor

guardián de los entornos naturales, merece revisión crítica. Muchas veces, la

“conservación”, resultante de su limitada acción predadora no es más que la

consecuencia de una carencia de tecnología destructiva mayor. El Occidente

“civilizado” se la ha estado proporcionando y generando en ellos las necesidades para

su utilización. Es evidente que en las mitologías y en los rituales se postula el

equilibrio como norma de conducta, basándose en una clara noción de no-desperdicio

(= no-exageración); pero son normas ideales que encuentran, entre el común de los

indígenas, ideas contradictorias como la noción de la inagotabilidad del entorno,

que lleva a prácticas irresponsables (= mal manejo = manejo en que no se tiene en

cuenta el conjunto). Esta última noción (inagotabilidad del entorno, unida al

beneficio individual inmediatista) prima sobre la anterior (noción de equilibrio

3

tres años lo llevarán de curador en curador, expertos algunos de

ellos, y otros tan sólo coyunturales. Recurrirá a los Sabedores de

su tribu y a los de otras etnias, incluyendo la medicina del blanco,

a la que desprecia, para tornar, sin embargo, a utilizarla;

infringirá dietas y otras prescripciones rituales propias de su

pueblo; creerá y no creerá; volverá a la tradición más estricta y se

apartará de ella; recurrirá a los espíritus ancestrales y a las

nuevas divinidades (Cristo); hará el viaje largo —bebedor de yajé y

virola— a la región donde los seres se ubican en el conjunto y se

como base para el buen manejo del conjunto, en función comunitaria), que sólo está

en la conciencia de los grandes Sabedores... aunque no siempre en su

comportamiento. De ahí que, por ejemplo, los angustiosos llamados de uno que otro

agente honesto del Inderena (hoy Ministerio del Medio Ambiente), acerca de no

consumir tal o cual especie en vías de extinción o merma grave, caen en el vacío

de la burla, sin que se pueda alegar la carencia de otros recursos. El problema

es muy complejo y discutible. Por fortuna, en el ámbito de organizaciones

indígenas regionales y nacionales se está trabajando en este sentido, tomando

conciencia de la no inagotabilidad de los medios tradicionales de subsistencia. La

conciencia de cuán limitados son los llamados recursos naturales es un correlato

de considerar la tierra (el único, hasta ahora, cuerpo celeste con vida) como un

sistema cerrado. En los patrones míticos (por desgracia abandonados paulatinamente

por muchos indígenas que han sido convencidos de que con un proceder de tipo

mercantilista se “civilizan”, pero felizmente mantenidos o recuperados por otros

que afianzan su identidad), se vislumbran soluciones a las crisis

medioambientales, que hoy son mayoritariamente la consecuencia de los intereses de

las transnacionales y los gobiernos que adolecen de marcada flexibilidad en la

cerviz. El relato de Juvenal ilustra el conflicto ideológico que surge al oponer

las pautas tradicionales en el manejo de los entornos naturales a las prácticas de

la cacería comercial y de la explotación maderera, propias de la economía de

mercado global, tan proclive a vulnerar los Derechos Ambientales.

4

logra la Fuerza; echará mano de los mitos de su tribu para

entrecruzarlos luego con las enseñanzas del evangelio cristiano;

estará inmerso en el tiempo fuerte de una Semana Santa, y en el tiempo

pesado de los bailes rituales; buscará la manera de llegar a Kuere,

raja de los mundos, túnel que los atraviesa y donde se cosechan las

formas de venganza; signará con cruces los ámbitos peligrosos de las

selvas sombrías de Jidïma5 y los rastrojos de sus antepasados en que

ocurren los hechos más notables, sitios llenos de historias

primordiales; verá el mundo pequeño y manejable desde la perspectiva

del saber total, y sentirá su cuerpo verde devorado por grillos verdes;

se valdrá de otros; terminará por recurrir a su propia Fuerza,

indagando en sí mismo, en sus sueños; examinará los signos que le

ofrecen los fenómenos naturales —en el ámbito inmenso del cazador

solitario—, para enfrentar en la soledad las acechanzas del enemigo;

acabará por confrontar al principal de ellos y derrotarlo en las

batallas verbales en que el saber es el arma eficaz, y con ayuda de

El que ve —el Sabedor de tradiciones— descubrirá, por fin, en el hecho

de haber robado su mujer, la fuente primigenia de sus males.

A lo largo del relato, Juvenal Flaviano Castilla irá

apareciendo poco a poco como otro de los tantos héroes míticos6... a

través de una lucha descomunal, en que se aúnan lo viejo y lo nuevo,

5 Ï: vocal alta, central o posterior no labializada. Sonido entre las

vocales e e i.6 Las aventuras de los héroes míticos constituyen los paradigmas sobre los

cuales se estructuran las aventuras personales. Son los moldes con los cuales se

organiza la experiencia, para darle sentido pleno.

5

será el hombre: esa dimensión en que la batalla cósmica no se

remansa... sino que se continúa.

Ésta sería la síntesis del relato. Voy a particularizar muy

pocos aspectos de esta relación que comprende casi un centenar de

temas, susceptibles de amplios desarrollos, tocantes a puntos

cruciales del edificio cultural de la etnia en cuestión, y que se

entrecruzan con elementos de la cultura dominante. Entre estos

últimos, algunos ya se encuentran constelados, y otros temas

permanecen aún, aparentemente, como cabos sueltos.

Sobre el sincretismo

Los uitotos y muinanes son naciones indígenas que ya han sido

bastante influenciadas por la sociedad mayor, de manera expresa por

la ideología cristiana. Estos influjos se organizan dentro de su

propia tradición que, necesariamente, se va modificando7.

Aunque todos los miembros de estas comunidades dicen ser

cristianos, y desde luego, están bautizados y practican algunos

otros ritos sacramentales, si se permanece un tiempo —incluso corto—

entre ellos, adelantando averiguaciones así sean superficiales, es7 Una cultura se reconoce (identidad) y permanece viva cuando es capaz de

acoger elementos externos e integrarlos. Sucede que cuando estos factores exógenos

llegan en forma masiva, imponen su propio esquema, su propio orden, siendo

portadores de los valores específicos del mundo que los gestó y de los que son

trasunto. Entonces, la esencia de la cultura invadida —su manera singular de

anudar elementos— cambia, para dar lugar a otras formas. La vida, que no espera,

lo impone. El tránsito puede ser muy acelerado o lento, pero el resultado nunca es

una copia totalmente fiel de lo otro.

6

posible percibir que la cultura tradicional todavía está vigente,

disimulada y camuflada en algunos casos, estrategias que al ponerse

en práctica permiten su sobrevivencia8. No obstante, las tradiciones

van modificándose ante la fuerte presión de la cultura dominante y,

a la larga, se obtienen resultados como éste, es decir, textos con

numerosas interpolaciones, fruto de actitudes contradictorias,

consecuencias de enfrentamientos, imposiciones y préstamos.

Respecto del sincretismo se pueden distinguir dos tipos: uno, el

natural, que ocurre siempre en toda cultura. No hay ninguna cultura

“pura”: todas son síntesis, imbricaciones de otras muchas

experiencias vitales, y la vida no es un camino que viene derecho

sino un sendero con muchos meandros, con muchas entradas y salidas;

se dan contaminaciones, interpolaciones de otros universos

ideacionales, de tal manera que las culturas son mezclas en

permanente acomodación. Sucede que cada cultura está siempre en

proceso de sintetizar, de organizar esos elementos nuevos que van

apareciendo, fruto de desarrollos endógenos, o bien motivados por

influencias externas. Cuando se pierde la capacidad de constelar, de

integrar, la cultura particular muere y sus sustentadores quedan

sumidos en la marginalidad propia de quien carece de contexto, de

horizonte en el cual ser a plenitud. El resultado es el hombre

desarraigado que ha perdido su identidad; desde luego, empieza a

generar otra manera de ser que da sus mejores frutos cuando se asume

como síntesis y se radicaliza. Cuando simplemente copia, cuando

8 Luego de haber entrado paulatinamente en vigencia la Constitución del 91 se

nota, en algunas comunidades indígenas, una actitud un tanto más inclinada a

recuperar la propia tradición ancestral.

7

simplemente adopta, hay raíces que quedan en el vacío... le ocurre a

la mayoría de los colombianos: de espaldas a la tarea de hacerse

cargo de su mestizaje racial y de asumir su multiculturalismo; con

esa actitud escapista se pierde la mayor oportunidad que ofrece la

historia nacional, la extraordinaria variedad que, de ser

interiorizada haría posible fraguar la más humanizante,

enriquecedora y dinámica de las síntesis9.

Existe otro sincretismo: el artificioso, que ha sido una de las

estrategias de manipulación ideológica más utilizada a lo largo de

la historia por los misioneros de las religiones evangelizadoras —

incluido cierto tipo de marxismo no autocrítico, el más extendido—

que predican una buena nueva. Consiste en tratar de identificar

elementos de la cultura evangelizada con factores de la religión

invasora, con el fin de crear conciencia de que esas mismas cosas —

pero con distintos nombres— están presentes en la buena nueva —o

viceversa. Así, el tránsito de la una a la otra resultaría menos

problemático. Aquí, el sincretismo se utiliza como una táctica

misional, expresa, consciente, y da frutos negativos para la cultura

9 Aparentemente más de un lustro después de escrito este texto se

entretejió la ilusión de que la nueva Constitución de Colombia -1991- iba por

fin a desencadenar en los frentes educativos –que son en los que supuestamente

se fragua más el país que se quiere– una serie de acciones contundentes que le

permitieran a las nuevas generaciones asumir sus raíces para hacer realidad lo

allí estipulado: ser una nación multiétnica y pluricultural. Este principio no

se ve reflejado en los curriculos de la enseñanza en sus diversos niveles.

Continuamos siendo un país con un sistema educativo de espaldas a nuestros

orígenes, a no ser los que proceden de la manipulación ideológica que postula

que nuestro comienzo está en la llegada de los primeros europeos.

8

dominada, minada desde adentro, pero beneficiosos para la cultura

dominante, que de esta manera extiende sus fronteras. Sucede también

que, a manera de estrategia, los “dominados” ingenian formas de

hacer pervivir sus tradiciones, especialmente las religiosas,

disfrazándolas con las fórmulas de los nuevos cultos.

Extraños giros éstos de la historia: el cristianismo subvirtió

un orden —el de la Roma imperial— predicando el amor y la igualdad

cuando era débil, pero cuando se hizo uno con el poder predicó el

odio a todo lo diferente y se convirtió, o lo convirtieron, en la

más eficaz punta de lanza de la civilización que hoy ostenta con

mayor fervor la idolatría del objeto: el consumismo, tan a contravía

a la expansión del espíritu.

¿Por qué se procede en esta forma? En definitiva porque nos

gusta, por un principio narcisista que se estructura en

conveniencias muy variadas, que los demás repitan nuestro propio

rostro. Nos place tener espejos a nuestro alrededor; nos choca que

haya rostros distintos. Algunos creen haber superado al menos un

poco ese narcisismo cultural y consideran que en la diversidad hay

belleza, grandeza y poder. Es bello que los rostros sean

diferentes... y fructífero que haya creencias distintas sin

pretender que exista sólo una válida: la propia, empobreciendo la

realidad de suyo tan extraordinariamente matizada, compleja,

cambiante. Desde luego, para explicar este comportamiento se deben

tener en cuenta otros factores como el afán de dominio, que busca

“uniformar” para ejercer un mayor control, cuando se tiene ganada

la batalla principal. Sin embargo, este mismo afán de dominio

9

utiliza sistemáticamente la dispersión y la diferenciación como

táctica, cuando se tiene al frente un enemigo poderoso10. Piénsese en

el gobierno de minoría blanca en Sudáfrica, que fomenta11 el

potenciamiento de ciertos aspectos de las culturas tribales —por

ejemplo las lenguas vernáculas— con el fin de mantener la división

en la gran comunidad negra.

Oposiciones y alianzas

He hablado en otras oportunidades, y lo haré más adelante, sobre

cómo el indígena se complace en la diferencia, pero al estar —más

que nadie— consciente del conjunto, busca la alianza y se solaza en

ella. Bello esto de reflejar, en su cultura, lo propio del bosque

tropical húmedo: la infinita variación de especies sobre la base de

innúmeras interrelaciones.

Tanto las comunidades uitotas como las muinanes conciben la

realidad como un diálogo de Fuerzas, como un conjunto en que existen

poderes en oposición, una oposición que equilibra, que genera

armonía. Cuando una de esas Fuerzas prima sobre las otras, el

conjunto se desestabiliza y los individuos que integran cada una de

10 Las tácticas de los dominadores son extremadamente flexibles, toda vez que

la supuesta moral con que operan es tan acomodaticia que incurre en toda suerte de

contradicciones, al ritmo de la conveniencia inmediata. 11 El autor conserva algunos comentarios que ya resultan obsoletos,

pero que en el momento de la redacción inicial de este texto (mediados de la

década de los años 80) tenían plena validez.

10

las partes se perjudican. El éxito, entonces, consiste en mantener

el equilibrio12.

El hombre se entiende como un ser en oposición al animal. Es su

contendor natural como especie. Lo caza para sobrevivir, para

alimentarse; igual que tala el bosque para poder sembrar y nutrirse

con el fruto de los huertos. A su vez, al morir el hombre da su

cuerpo a la naturaleza —de la que se siente miembro y no amo—;

además, una parte de su labor agrícola es consumida por las plagas.

Es de esa manera como se mantiene el equilibrio. Cuando un cazador

cobra más piezas de lo necesario para su subsistencia y la de los

suyos, inclina la balanza, y entonces los animales atacarán más

abiertamente para matarlo o disminuirlo, y restablecer así el orden

y la armonía. Esto, digamos, ocurre entre el conjunto de los hombres

y el conjunto de los animales13. Ahora bien, en cada uno de estos

12 La obra de G. Reichel es rica y fecunda en el planteamiento y desarrollo de

estos tópicos y cuenta, en la actualidad, con muchos seguidores, aunque por

desgracia buena parte de ellos carece de actitud crítica, lo cual tiende a

convertir las enseñanzas del gran maestro en simple moda. Hasta el momento, el

mejor y más detallado estudio hecho en Colombia sobre el manejo del mundo por

parte de una comunidad indígena amazónica es el de Clara van der Hammen; aquí se

comprueba la validez de algunas de las hipótesis que Reichel, valiéndose de su

extraordinaria intuición, profunda capacidad de observación y amplísima

información, venía planteando desde hacía varias décadas. Véanse especialmente sus

obras Desana y el volumen póstumo Chamanes de la selva pluvial, donde se recogen 11 de

sus más importantes artículos sobre estos temas.13 La animadversión de los animales respecto del humano viene dada desde el

inicio de la diferenciación primordial, “cuando aún los animales eran gente y la gente era como

animal”. De esta situación de indeterminación emerge el hombre mediante la acción de

los demiurgos, quedando con unas características que lo apartan de la bestia. Son

11

grupos, ad intra, se dan oposiciones. Cada tribu tiene su contendora.

Incluso, algunos Sabedores indios ven en la gran tribu de los blancos a la

contendora natural de la gran comunidad indígena. Cada especie

animal tiene también su especie opositora. En definitiva, cada

hombre va a contar con un enemigo. Esto explica muchas de las

actitudes que se adoptan y los sucesos que vertebran el relato de

Juvenal. En la práctica cotidiana esa enemistad se inscribe en un

telón de fondo: no hay que perder de vista que el meollo de todo es

la búsqueda de la armonía14. Al lado de la oposición se da la

alianza. La contienda garantiza que las fuerzas se equilibren, que

se corrijan las exageraciones para no tornar al caos de la

aspectos considerados ventajosos, por lo que los animales terminan sintiéndose

excluidos de unas prebendas, situación que genera envidia y motiva la inclinación

permanente del animal a dañar al hombre. Los mitos cuentan cómo, aunque los

animales tuvieron la posibilidad de ser como la gente, perdieron este derecho al no

ser capaces de efectuar determinadas acciones. No obstante, poseen naturalmente

capacidades de las cuales carece el humano, si bien éste —es una de sus ventajas—

puede hacerse con ellas mediante procesos de transformación mágica, la cual se

logra retrotrayendo ritualmente la situación de indiferenciación original. Los

uitotos y muinanes ven en los animales la causa principal de las enfermedades: son

su venganza. El resultado de esta confrontación es una situación que llega a ser

de equilibrio: el hombre disminuye al animal al devorarlo, y éste controla el

crecimiento del grupo humano mediante la enfermedad.14 Esta búsqueda de la armonía es en buena parte inconsciente en la mayoría de

los individuos; sólo se hace plenamente consciente en algunos de los grandes

Sabedores, quienes se encargan de recordársela permanentemente a aquéllos. Es la

labor principal del Sabedor: el hombre sentado en el banco ritual durante las

sesiones del mambeadero (coqueadero), lugar de la Palabra que viene de antigua.

12

indefinición originaria. Las alianzas permiten que el equilibrio se

prolongue, dure.

El enemigo

La oposición se concreta en la figura del enemigo: es el complemento

ineludible de todo ser... fórmula que tiene resonancias

heraclíteas15.

Juvenal desencadena contra él tres fuerzas negativas: dos de

carácter social y otra de carácter cósmico, distinción que

introduzco por razón metodológica y no por razón de realidad, por

cuanto todas se implican, y más aún en las formas propias del

pensamiento indígena, tan poco dado a formular distinciones

excluyentes esenciales: todo es cuestión de grados es un mismo y

solo mundo.

El robo de la muchacha hace que el suegro lance su rabia

(candela) contra el raptor. Esa animadversión le queda a Juvenal

como una camisa, que además de producirle buena cantidad de dolencias

15 Se trata de Heráclito de Éfeso (h. 544-480), el más genial y discutido de

los primeros filósofos griegos, quien alcanza su madurez hacia la 69a. Olimpíada

(aquel certamen deportivo griego, ritual sacrificial mediante el cual alimentaban

la fuerza de sus dioses ofrendándoles el esfuerzo de sus mejores atletas). El oscuro,

como solía llamársele en razón de lo críptico de sus formulaciones, considera que

todo se encuentra en proceso de transformación debido a una esencial lucha de

opuestos; “el combate es el padre de todos” (fragmento 53); pánta rei = “todo fluye” , decía

Platón (Crat., 402 a) condensando la doctrina del efesio. Desde luego, en sus asertos

el gran pensador cosechaba mitologías muy arcaicas, pero que de ningún modo son

exclusivas del pomposamente autollamado Viejo Mundo.

13

—especialmente fiebre— se conforma como un escudo (antiescudo) que

impide a la curación penetrar y sanar. Luego de trajinar con muchos

curadores, descubre la causa del mal y hace lo conveniente. Pero no

bastó el haberse casado con la muchacha reparando así, en

apariencia, la contravención “no se debe robar muchachas”, sino que

es necesario un ritual de matrimonio que comprenda una serie de

ceremonias expresas que eviten, a su tiempo, que un conjunto de

Fuerzas atente contra la persona, toda vez que el ritual equilibra

esas potencias, en este caso las que se desencadenan al “inaugurar

una virgen”. El robar una muchacha sin más, constituye una

operación —carrera— mal hecha16. Entre la sistemática de los uitotos y

muinanes es muy claro que estos procesos rituales han de hacerse

completos, bien hechos, porque los defectuosos —y un robo de

muchacha es, en el fondo, un matrimonio incompleto— dejan cabos

sueltos que dentro del sistema de pensamiento de estos grupos, es lo

peor: las cosas que no concluyen desencadenan procesos negativos. El16 Un robo de esta naturaleza implica que el raptor no paga con su trabajo la

“fuerza sustraída”. Normalmente, el ritual de matrimonio entre los uitotos y

muinanes implica la permanencia transitoria del yerno en casa de sus suegros, en

orden a ayudar en tareas tales como la tumba y quema de un lote de selva, y

labores de caza, pesca y hechura de algunos utensilios, como por ejemplo el

matafrío y diferentes tipos de cernidores y coladores con destino a la suegra.

Todo esto se considera una especie de compensación por la fuerza laboral (de la

mujer) que resulta sustraída de la maloca de los suegros del hombre. Es esto lo

que motiva principalmente la animadversión del padre de la que fuera raptada por

Juvenal. Otro factor más es el siguiente: la obra del yerno, su trabajo, termina

por encerrar y hacer manejable —morigerar— la animadversión natural que desencadena

su acto, así sea ejecutado con plena legalidad. En el fondo, es convertir en obra

controlada la animadversión del padre de la esposa.

14

actor se desentiende de eso que quedó iniciado, suelto, resultando

desprotegido, sin conciencia del peligro que comienza a cernerse

sobre él.

Esa fue una de las causas de las enfermedades de Juvenal. Se

dio otro factor: Juvenal era cazador profesional. Mataba tigrillos

para comercializar su piel. Cazar con esa finalidad es

desequilibrante; no se cobra la pieza para ser consumida

directamente: es un desperdicio. Una acción tal provoca la furia de

los espíritus dueños de los animales. Como mínimo, es necesario

ritualizar la cacería, y Juvenal no lo hace. No obstante, la acción

vengativa del animal sólo se desencadena cuando un enemigo humano

dirige esa fuerza. Ese enemigo humano es un miembro de la comunidad

que le tiene envidia a Juvenal. Esta malquerencia se dio porque un

fulano, en una conversación, afirmaba que Juvenal es más poderoso

que él (el enemigo), y lo es, o lo aparenta, porque tiene más dinero

para derrochar a causa de su doble profesión: aserrador y

tigrillero17.

17 Ritualizar la cacería y la tala implica varios aspectos. Por un lado, es

necesario pedir permiso a los Dueños míticos de los árboles que van a ser talados

y de los animales que van a ser cazados. Por otra parte, se requiere enfriar los

instrumentos mediante los cuales se van a obtener estos productos, máxime si son —

como es el caso— provenientes del mundo del blanco, poseedor de un calor muy fuerte; se

trata de las armas de fuego y de la utilería metálica empleada en las labores de

aserrío. Un tercer factor sería el contacto con el cuerpo de las presas —madera o

bestias—; se impone la necesidad de endulzarlas, término equiparable a enfriarlas, pues

lo caliente se parangona con lo amargo. Un cuarto aspecto estaría constituido por

un producto en extremo caliente: el dinero —billetes y monedas. Para todo ello se dan

rituales de enfriamiento que hacen posible, sin mayores peligros, la incorporación de

15

Así, esta persona se vale de los espíritus de los animales para

atacar a Juvenal, para enfermarlo, para disminuirlo. Una infracción

de carácter cósmico como cazar o aserrar en exceso para vender,

resulta desequilibrante y es aprovechada por un enemigo social para

desencadenar males contra el infractor. La envidia, como mecanismo

social, genera acciones que le restan poder a quien se destaca, a

quien alardea con soberbia. La envidia llega a desencadenar efectos

que terminan por nivelar socialmente a quien surge. Contrapeso de la

hybris (soberbia), dirían los griegos.

La batalla

Mediante los curanderos, Juvenal averigua las causas de su

enfermedad y descubre a sus enemigos. Se enfrenta con el principal

de ellos, hijo de un gran brujo. Luchan verbalmente durante una

Semana Santa (un tiempo fuerte) y durante un Baile (otro tiempo

fuerte, peligroso, pesado18). Estas luchas verbales se pueden

tecnologías, productos y otros factores exógenos.18 El aumento de conflictos durante los días de preparación y ejecución de los

Bailes es notorio. Los uitotos y muinanes atribuyen este hecho a que “los animales

están prestos por estos días a atacar al hombre; su espíritu (Fuerza) está más inclinado a hacerlo”. Esto

tiene varias razones mitológicas. Una de ellas es que para efectuar un Baile se

han de destapar los canastos que contienen las Fuerzas. Entre otras cosas, al ser requeridos

los invitados para que lleven presas —especialmente en los Bailes·de·carne, que son los

que representan mayor peligro—, los espíritus de los animales son nombrados,

invocados, hecho por el cual se encuentran por esos días especialmente atentos.

Este espíritu se posesiona de los humanos haciéndolos proclives a la discordia. El

Dueño del Baile ha de tener ojo avizor para atemperar esta agresividad que puede

16

compendiar así: se empieza a dialogar sobre el problema específico —

que a veces se trae a cuento de manera indirecta, aunque no en este

caso— y en una rápida sucesión de preguntas y respuestas los

contendores tratan de avizorar indicios y fallas en el edificio

conceptual del contrincante. Lo que importa es llevar al oponente a

una situación en que no le quede más remedio que confesar un no

saber sobre algo que menciona en la conversa, sobre todo si antes ha

hecho ostentación de ser Sabedor. De esa manera se evidencia su

debilidad. Juvenal aprovecha, además, que como su enemigo está

borracho, tiene la guardia baja y no es capaz de dar razón cabal de

una fórmula que utiliza en el diálogo. Transcribo el fragmento

pertinente:“Al buen rato llegó NN19 el enemigo y saludó a la gente

que había en el patio. Habló con NX. Preguntó por mí,

que si estaba enfermo o si yo estaba sano. Al oír eso me

acerqué. El hombre me saludó:

—¿Cómo sigue? ¿Ya se siente mejor?

Le dije:

degenerar en serios enfrentamientos, con lo cual el rito resultaría

contraproducente..Cuando esto sucede se dice que el espíritu (Fuerza) de los

animales triunfó. El Baile es una reafirmación de la cultura, y por lo tanto

resulta una afirmación del factor humano. Un Baile bien hecho da como resultado

buenas cosechas, buena caza y pesca, y de modo muy especial, aumento de la gente,

por lo anterior, porque las mujeres resultan más fecundas y hay menos muertes. Por

supuesto, esto no es bueno para los animales, ya que nacen más cazadores, razón

por la cual ellos atacan mediante enfermedades, accidentes y fomento del rencor

entre las gentes.19 Me valgo de este recurso para respetar la privacidad de los actores,

toda vez que aún viven.

17

—Más o menos mi vida es así.

Entonces él se quedó admirado y dijo:

—Pues yo siempre estoy enfermo así.

Le pregunté:

—¿Qué enfermedad tienes? ¿Cómo sientes el dolor?

Me dijo:

—Me duele aquí.

Ahí descubrí algo más. Seguí preguntando:

—¿Cómo le duele?

Dijo:

—Como ardor, como quemado.

Ahí, comparando con los sueños que había tenido yo, me di

cuenta de que él se transformaba en mi papá, al que yo le

había pegado un tiro de escopeta, en un sueño, en la

misma parte donde le dolía a NN. Le dije:

—Eso siempre pasa con las enfermedades.

Se pusieron a tomar. Yo vigilaba todavía. Yo iba en los

oscuros. Al fin salí a la sala. El Dueño del Baile me

hizo sentar y me hicieron bailar20. Ante la bebida de los

blancos el paisano no puede21. Éramos unos veinte en la

sala. El hombre (NN) ya estaba jalado22. NN me trajo20 Si bien se trata de un Baile tradicional —Yuaï, de Frutas—, se dan en él

maneras propias de los blancos, como eso de traerle pareja. Quien ha escrito con mayor

profundidad sobre los Bailes entre la Gente de Murui es el antropólogo Benjamín

Yépez, seguido por Miguel Ángel Bernal.21 Se refiere a la creencia de que el indígena se siente incapaz de manejar con

propiedad el licor. Éste le hace perder el control. Se cree que el blanco lo maneja

mejor. Esto tiene que ver con los espíritus dueños de dichas sustancias, que al

ser propias de los blancos no los extrañan y los tratan más benignamente.22 Borracho, embriagado.

18

pareja para bailar. El hombre se sentó a mi lado y

comenzó a hablarme. Miré que el hombre estaba bien

jalado. Sabía que ese momento era el preciso para

atacarlo. Conversaba de las tradiciones diciendo que él

sabía muchas cosas. Al oírlo decir esas cosas le dije:

—Es mejor que conversemos los dos, pero fuera de aquí.

Entonces le dije que mi voz era suave, pero que por

dentro mis intenciones eran terribles. Nos retiramos por

un corredor, atrás, en la parte oscura. Yo comencé a

investigar, a través de mi conversa, la vida y la obra de

lo que él hace (tiene) y lo que ha hecho. Él me dijo:

—Yo soy el . A nadie le importa la vida mía. Yo soy yo y

no le temo a nadie.

Yo tomé la palabra antes que me ganara. Él, demostrando

poder, dijo:

—Creo en el verdadero Dios y tú en el Dios de la magia.

Yo decía las palabras buenas. Yo le hice preguntas. Dijo:

—Yo aprendí todas las tradiciones mías para defenderme

del mal.

Yo le pregunté:

19

—Entonces ¿qué es la coca, qué es el ambil23, y para qué

sirven?

Dijo:

—La coca y el ambil son para cuidar la familia. Eso es

Dios.

Le pregunté:

—¿Sí lo has cumplido así?

Dijo que sí, que él no hablaba de otra persona en su

enseñanza a los otros. Entonces yo le dije:23 Estas sustancias además de ser consideradas sagradas (plantas de Poder:

enteógenos, estimulantes, narcóticos), son tenidas por los indígenas como

alimentos de primer orden, cuando se sigue la pauta tradicional. Las hojas frescas

de coca (Eryhtroxylum coca var. ipadu), son tostadas y piladas; el polvo resultante es

mezclado con cenizas de hojas secas de yarumo (Cecropia sciadophylla) para ser, luego,

cernido a través de una talega. Este finísimo polvo final es consumido por vía

oral. Esta manera de consumo permite la asimilación de todas las múltiples

sustancias presentes en la hoja; entre estas sustancias figura la cocaína que

funge como óptimo estimulante, en tanto y en cuanto su consumo vaya equilibrado

con los otros componentes de las hojas, tanto de coca como de yarumo. Es ya un

lugar común -entre la gente medianamente enterada- la certeza de que la coca es

una de las plantas a nivel mundial con mayor contenido alimenticio, superior a

cualesquiera de las más utilizadas en el mercado internacional, tal como lo

estableció desde los años 70 la investigación adelantada en la universidad de

Harvard. Respecto del tabaco, la forma tradicional de consumirlo es como pasta;

ésta se obtiene luego de un prolongado cocimiento de las hojas de la planta; el

caldo resultante se deja mermar y se le agregan mucílagos para darle consistencia.

El ambil se obtiene una vez que se mezcla dicha pasta con sal vegetal. A su vez, esta

sustancia se obtiene de colar, y mermar al fuego –hasta cristalizar- un caldo de

diversas partes y especies de plantas que se escogen de acuerdo a fines puntuales.

Enriquecido así, el tabaco resulta otro excelente alimento, a la vez que

estimulante. También es consumido por vía oral.

20

─¿Por qué pronuncias esas palabras? No se dice que se es

Dios. Eso es prohibido.

Dijo, ocultándose:

—Sólo lo mencioné así.

Dije:

—Usted o yo o cualquiera siempre tenemos fallas, aunque

llevemos las tradiciones. Nunca puede cumplirse

[enteramente] con la tradición. Entonces, por otra parte,

tú niegas lo que haces, y dices que estás cumpliendo con

la tradición y crees en el verdadero dios.

Él me dijo:

—¿Por qué me dices así?

Le dije:

—Yo conozco tu vida y toda tu sabiduría [saber]. Yo sé de

dónde vienes; en cambio, tú no sabes lo mío. Como dices

que has visto al verdadero Dios, lo traes, pero no

cumples lo que está escrito y me dices que el mío es el

de la magia, y miro tu vida y digo con el poder del Dios

que me protege: lo que tú tienes es obra de tu padre NY.,

y con eso usted tira orgullo. En cambio, yo no. Yo no

entiendo de nuestra tradición y no escucho los consejos

de mi papá y nunca me siento a contestar cuando se sienta

mi papá, porque no como ni coca ni ambil.

Él ahí dijo:

—Por no oír lo que yo digo, tú dices esas cosas. Tú eres

como NJ., se cree con mano poderosa, que eso es Dios, que

es obra de la magia y con eso él dice que sabe más que

yo; y así está usted, que eso es obra de falso dios.

21

Al decir NN así, yo quedé pensativo: ¿este hombre de qué

está hablando? Le dije:

—¿Qué es una “mano poderosa”?

Él dijo que no sabía. Le dije:

—¿Para qué nombras sin saber? Cristo cuando vino en este

mundo hacía milagros; con su mano curaba a los enfermos

paralíticos y apartaba espíritus malignos de un

endemoniado, sólo con levantar la mano. Y entonces,

¿cuál es el dios que usted tiene si no cree [sabe] en

eso?

Ahí, como quien dice, lo atecé ya. El hombre quedó

descontrolado y me dijo así:

—Siempre hablan ustedes así.

Le dije:

—Más bien no conversemos.

Y me fui”.

Juvenal se levanta de esa sesión en que el otro está ya a su

merced por haber nombrado algo que desconocía: la “mano poderosa”.

Baile: torneo de Saber

Las pujas verbales permiten descubrir brechas configuradas por un no

saber; a través de ellas el perdedor queda a merced del contendor.

Este modo se puede ejemplificar de muchas maneras. Llamaré la

atención especialmente sobre el caso del Baile, que consiste en una

gran ceremonia que por lo general requiere de una larga preparación.

La puesta en obra de lo anunciado durante la preparación, su

concreción en el evento puntual, permitirá “visualizar lo dicho”. Por eso,

22

este tipo de eventos recibe, en general, el nombre de Rafue: la

palabra de poder que se ha de concretar en obras; que se ha de “hacer

amanecer”.

Digamos, primero que todo, que el poder24 está residenciado en

el saber, no en las armas físicas, incluida la propia fuerza

corporal25. Para que este saber tenga validez ha de exhibirse y

confrontarse; de otra suerte se tornaría aire, palabra sin

concreción, historia que no se materializa: ïïgaï. La forma de

aquilatarlo y demostrarlo tiene lugar fundamentalmente en la

organización y realización de un Baile. ¿Cómo se muestra ese saber,

cómo se concreta, y cómo se formula el reto?

Cuando se mantiene la tradición más estricta, el Abuelo26

Sabedor acuerda con sus asesores la realización del Baile, evento

previsto dentro de su ciclo ritual generacional. Al asistir con su

gente en calidad de invitado a alguna ceremonia similar en otra

maloca, aprovecha la concurrencia para anunciar la probable fecha de

realización de tal o cual Baile (lo nombra expresamente) en su

propia residencia. Cuando se aproxima el momento, con algunas

semanas de antelación envía al emisario ritual, portador del ambil

de la invitación (tabaco sagrado) a las malocas de los aliados. De

esta manera los convidados saben la fecha un tanto más precisa, y24 Propiamente, la Fuerza. El Poder emana del reconocimiento que se hace de la

presencia de esa Fuerza en el Sabedor; es deudor de la fama que se logre dentro

del clan, y que se va extendiendo a otras naciones.25 Aquí se ha de tener en cuenta que, ante todo, las armas resultan efectivas

porque se cargan con la Fuerza espiritual del Sabedor.26 Título de respeto: anciano Sabedor, Dueño de la tradición ancestral de

su clan.

23

así tienen tiempo para ir alistando lo que les corresponde en su

calidad de invitados. Esto implica revisar las tradiciones

relacionadas con esa fiesta específica, y hacer memoria de los

rituales propios de la carrera ceremonial del Abuelo anfitrión.

Generalmente, las tradiciones se concretan en canciones cuyo

contexto se da en los mitos propios de esa línea o especialización

del Saber. Preparar un Baile incluye, no sólo aprontar las ofrendas

solicitadas en el discurso del emisario, sino también repasar los

mitos y ensayar las canciones y coreografías propias de dicho

festejo.

Un rito fundamental de algunas de esas ceremonias lo constituye

la formulación de las adivinanzas que son llevadas por cada uno de

los grupos invitados. El Abuelo —Dueño del Baile—, apoyado por sus

asesores, debe responderlas. Las adivinanzas son un reto formidable,

porque en ellas las pistas son mínimas. Por lo común, las palabras o

los hechos que mientan se encuentran en los mitos, pero también en

el hacer cotidiano. Si el interlocutor no sabe el mito con todo lujo

de detalles, y no maneja el copioso cúmulo de sentidos (metáforas)

que reposan en los seres, utensilios y acciones cotidianas,

seguramente no podrá responder.

Se da una gama enorme de adivinanzas; muchas de ellas se

construyen sobre la relación entre animales y plantas: en la

sistemática de los uitotos y muinanes a cada animal corresponde una

especie vegetal. Así, si se nombra una variedad botánica, quien

responde la adivinanza debe dar el nombre del animal

correspondiente; a veces el acertijo es doble y hasta triple, por

24

cuanto los seres que se traen a cuento no se nombran directamente

sino aludiendo a una característica específica mínima, o bien con

frases o términos que sólo aparecen en los mitos27 o en otros

discursos rituales, o que dentro de esos eventos especiales

adquieren una connotación distinta a la cotidiana, pero sin llegar a

configurar un lenguaje diferente del habitual.

Todo esto implica que quien hace un Baile debe estar muy seguro

de su saber: ha de repasar e indagar para saber con plena certeza

toda la tradición relativa a ese evento y, así, no correr el riesgo

de introducir o admitir elementos ajenos al mismo28. Para tal efecto,

el Abuelo cuenta con asesores. En la situación ideal —que en algunos

casos se mantiene—, cada Sabedor se apoya en un conjunto de ancianos

27 . Preuss en el Vol. II, p. 659 (de la trad. esp.), trae a cuento varios cantos-

acertijos. Veamos dos ejemplos tomados del Baile·del·Uuikï (Juego de Pelota):

a) Ahí yace él. Traedlo y ponedlo aquí

Ya que no está en parte alguna.

b) Ponedlo arriba, sobre las buenas hojas

—él no está en ninguna parte— ponedlo.

Preuss, no consigna las respuestas, pero algunas expresiones del mito básico que

se actualiza en ese ritual permiten colegir que en esa adivinanza se hace

referencia a la pelota de caucho, símbolo del corazón del Padre Creador.28 En el Baile durante el cual tiene lugar el enfrentamiento verbal, pelea con

otro paisano porque éste introduce una canción que mienta a la danta (tapir).

Hacerlo dentro de un Baile ligero (suave) como es el de Frutas, equivale a

introducir un elemento pesado que echaría a perder la ceremonia, por cuanto en ésta

se carece de los controles necesarios para encerrar la Fuerza de la danta

convocada en la canción. Los enemigos están prestos a utilizar este tipo de trucos

para dañar los Bailes. El Abuelo y sus asesores deben estar vigilantes para

rechazar estas intromisiones malintencionadas.

25

que lo asesoran. Entre ellos se encuentran parientes ancianos —sobre

todo tíos—, pero también suelen figurar en este grupo de respaldo

los otros aprendices, aquellos compañeros que hicieron con el

anfitrión

—Dueño·del·Baile— el estudio29 respectivo; sólo que entre estos últimos

suelen darse sus mayores opositores.

Desde luego, el saber que se pone en juego no es sólo el de la

tradición compendiada en la mitología: se requiere de un profundo

conocimiento del entorno natural, que en el caso amazónico es de una

especial complejidad30, y también del entorno social y su transfondo

histórico. Las dos vertientes —tradición y cotidianidad entornante—

van indisolublemente juntas, de ahí que cuando la tradición decae se

pierde el conocimiento y manejo correcto del entorno, y viceversa.

El Baile coadyuba de modo muy efectivo a actualizar la tradición, lo

cual revierte sobre la cotidianidad dándole profundidad de sentido.

Parafraseando un tanto a Preuss (Vol. I: 77) —minucioso etnógrafo que

en 1914 convivió, por espacio de algunos meses, con una comunidad

uitota—, la gente bailaba para vivir y vivía para bailar. Los

trabajos cotidianos se orientaban a la preparación de los Bailes.

Una forma tan ritualizada de existencia llena de sentido la vida,

hasta los bordes.

29 Sentarse con un Sabedor para recibir las enseñanzas tradicionales.30 No sólo la complejidad del conocimiento sino la extraordinaria forma de

sistematizar este saber, hecho que aparece palpable en las sutiles y muy

funcionales formas de clasificar los elementos del entorno. Véase el estudio de

Townsend, y el de Garzón & Macuritofe.

26

La secuencia en la sucesión de los distintos Bailes que

configuran el ciclo ritual generacional de un Abuelo Sabedor implica

una escalada en el Saber. Se comienza con los más sencillos y se

termina con los más graves, pesados, que son el remate de la carrera

ritual del Sabedor. Se dice que quien llega al final cumpliendo con

todos los requisitos, cierra su ciclo; tapa su olla, o su canasto;

éstos se destaparán y vaciarán cuando los poderes le sean entregados

al sucesor.

Se ha de enfatizar en el acto educativo que implican los

preparativos de los Bailes, ya sea dentro del clan anfitrión o entre

los invitados. El hecho de repasar y poner a punto las tradiciones

respectivas, constituye el momento educativo ideal en el que las

nuevas generaciones van interiorizando la sabiduría de la tribu.

Un Baile es un torneo de Saber en que cada acción fallida tiene

implicaciones generalmente graves. Si un Abuelo llega a equivocarse

en alguno de los factores que intervienen en el evento, hará

perceptible una brecha en su Saber; por esa grieta los enemigos

pueden introducir la brujería, debilitando o hasta destruyendo a ese

líder y su linaje. Porque un grupo que tiene un Sabedor incapaz de

responder, resulta sin amparo, defensa o cobijo y, por tanto, de

inmediato se puede desencadenar una serie de traumatismos en su

interior, que bien puede terminar por deshacerlo. La organización

interna, cuya piedra angular está conformada por el Poder-Saber del

Abuelo, se rompe con consecuencias funestas para todos. El simple

malestar, el mero percibir que se está a merced de los enemigos,

causa una baja en las defensas de la persona o del grupo: sobreviene

27

la enfermedad, el desastre. El Abuelo es la concreción del Poder. Es

aquí donde más se llega a transparentar la eficacia de lo simbólico.

El Saber: diversificación y especialización

El curanderismo es, entre las etnias amazónicas, una

especialización. Lo es dentro de los uitotos y muinanes. Lo fue más

en el pasado, cuando las etnias no habían sufrido la avalancha

exterminadora de la paz blanca. Esto nos lleva al tema de la

diversificación y especialización del Saber en estas culturas.

Entre estas comunidades el Saber es tan polifacético, que al

tratar de visualizarlo la imagen que viene a la mente es la de la

selva amazónica misma, con su extremosa complejidad. Es un hecho que

en una hectárea de selva amazónica se dan más especies juntas que en

un bosque europeo; lo corriente es una trabazón de individuos de

especies muy variadas. Es un mundo eminentemente diversificado que

se apoya en la interrelación, siendo ésta la estrategia que ha

permitido que una región con suelos muy pobres sea escenario de una

frondosidad vegetal tan extraordinaria31. En el interior del país

proliferan los bosques más o menos homogéneos, ya que la riqueza de

los suelos lo hace posible, como también permite que el sistema

agrícola sea intensivo, permanente y no diversificado. En cambio, si

en el suelo amazónico se tala una porción de selva y luego de la

quema se siembra yuca, arroz o maíz, se puede obtener una muy buena

31 El factor determinante no es el tipo de suelo, sino el tipo de clima, y la

estrategia natural que juega en la evolución y diversificación de las especies no

es tanto “la victoria del más fuerte” sino la flexibilidad en la capacidad de interactuar.

28

cosecha; a la tercera resiembra ya prácticamente no hay

fructificación, a no ser que se abone el terreno, lo que implicaría

unos costos muy altos. El colono llegado del interior andino suele,

una vez agotada la capacidad del suelo, plantar pastizales —antesala

de los desiertos—, muchas veces con el único propósito de asegurar

la propiedad del terreno. No procede así el indígena amazónico,

quien a escala de sus chagras imita en parte a la selva, sembrando

infinidad de especies (alrededor de 3032) entre transitorias y

permanentes (frutales), usufructuando el huerto por un lapso que no

excede los tres años —para el caso de las transitorias, que son las

más—, y abandonándolo luego, lo que permite que la selva recupere

32 Esto hoy. Se habla de cómo en el pasado la diversidad en una chagra

corriente podía alcanzar hasta las 60 y más especies cultivadas. La acelerada

disminución que se viene notando es una lamentable muestra de deculturación. Decía

un indígena: “¿Para qué ponerse en tantos trabajos si hoy se puede comprar en la tienda muy buen ají en

tarros?”. Con los tantos trabajos aludía al profundo, detallado y delicado saber mítico

que es necesario manejar cuando se trata de cultivar cualquier especie vegetal,

pues no se trata de la simple técnica agrícola, sino ante todo del manejo de la

Fuerza de esa planta que resulta convocada al manipularla. No saberla contener en

el conocimiento y en la obra acarrea el riesgo de dejarla suelta generando

problemas, especialmente enfermedades. Parecería, entonces, que la producción

industrial que nutre el comercio, carece de espíritu, de fuerza, que pueda dañar.

¡No es así!: banaliza, introduciendo una pérdida de sentido cósmico; empobrece la

vida del espíritu al restarle complejidad a la operación (plantar, cuidar,

cosechar, procesar, utilizar, exorcizar y tener en cuenta los sentidos morales de

cada una de estas operaciones). En el fondo, perjudica todavía más pues rebaja la

cultura tradicional, de suyo más compleja como cosmovisión integral y más

consciente en el indígena no deculturado que en el hombre corriente de la sociedad

consumista.

29

sus antiguos dominios revitalizando el suelo, que sólo después de

varias generaciones humanas podría ser reutilizado con plena

efectividad.

Se ha de tener muy en cuenta que la selva amazónica nos llega

hoy modificada, intervenida. No se ha de olvidar que el poblamiento

de la Panamazonia excede con mucho los diez milenios, y que la

población aborigen a la llegada de los conquistadores europeos y

criollos se encontraba alrededor de los 5’000.000 de efectivos,

desperdigados por toda la cuenca. Es necesario inferir, por tanto, el

alto impacto ejercido sobre las condiciones naturales de la región.

Desde hace ya varias décadas se viene evaporando esa ilusión

paradisíaca de la permanencia de la selva virgen. Y es que buena parte de

los grupos nómadas tenidos por cazadores recolectores son también

cultivadores a escala menor, y también lo fueron muchos en el pasado,

antes de elaborar las estrategias que dieron paso al semi-

sedentarismo y sedentarismo. En primer lugar, concentran en los

sitios de campamento diversas semillas, inicialmente como simple

desperdicio, de modo imprevisto, para luego —cosechada la experiencia

— plantarlas ex profeso con el fin de beneficiarse con los frutos en el

transcurso de otro periplo nomádico. Otra técnica, inclusive menos

compleja, pero que requiere de una penetrante observación de los

entornos y el comportamiento de ciertas especies vegetales, consiste

en talar mínimos sectores del bosque primario, para dar lugar a la

proliferación de palmáceas —muy utilizadas en la dieta de los nómadas

de la selva. Las palmáceas son algunas de las primeras especies en

colonizar los mínimos espacios que quedan libres de la cúpula

30

vegetal, luego de la caída de un gran árbol por causa de procesos

naturales, o derribado intencionalmente. Esta última técnica fue

reportada por el arqueólogo Gerardo Ardila en 1998, quien la observó

entre los nukak, nómadas de las selvas de los ríos Guaviare e

Inírida. Tampoco hay que olvidar que los cazadores siembran y cuidan

determinadas especies vegetales que son aprovechadas por ciertos

animales apetecibles, pues así los abaten con mayor facilidad.

La copiosa proliferación e intrincada trabazón de la selva

húmeda tropical, en cuanto a especies vegetales y animales, se

corresponden con las complejas elaboraciones culturales –

especialmente intrincadas, ricas y consistentes- en el ámbito de las

ideas y constelaciones conceptuales. Las tradiciones asociadas a las

plantas cultivadas y a los utensilios empleados en su

aprovechamiento difieren mucho de Nación a Nación, si bien las

plantas y la utilería son denominadores comunes. No obstante, se ha

de atender a lo que ha destacado Searing: una notoria

especialización en la utilería, pues algunos grupos perfeccionaron y

decantaron técnicas de hechura en serie (artesanal), lo que permitió

un activo intercambio comercial.

No obstante que en cada grupo se da una manera propia de

organizar conceptualmente la realidad total —cosmovisión—, muchos

indígenas tienen conciencia de que cada grupo se especializa en el

conocimiento de un gran tema, alrededor del cual arma el conjunto,

teniendo en cuenta que las otras etnias hacen lo propio. Esto da

como resultado una visión en la que se postula que los otros conocen

mejor, con mayor profundidad, los restantes aspectos de ese gran

31

todo, pero se prefiere no asimilar lo extraño porque la mezcla de

tradiciones resultaría perjudicial.

Éste es un punto muy sensible que toca la diferenciación entre

ciertos modos de saber indígenas y el modo de saber académico

occidental moderno, en el que la acumulación de conocimientos —sin

importar de dónde vinieren— se acoge en principio, y se integra

dentro del corpus de un saber general, con pretensiones de

universalidad. La diferencia radica en que para el indígena, el Saber

efectivo está asociado con el concepto de Poder, y éste excede el

simple conocimiento de las operaciones técnicas, relacionadas con el

manejo correcto de un asunto. El Poder es un plus, un algo más, don

de alguien que lo guarda –y en ocasiones aquilata– y que sólo se

confiere cuando se han cumplido los requisitos puntuales para

entregarlo y acogerlo. El Poder rezuma y trasciende de la persona

que lo detenta. Los pasos requeridos no sólo implican la asimilación

progresiva de unos conocimientos, sino el hecho mismo de la

recepción de ese Poder que, entre otras características, se logra de

modo instantáneo. En principio, no es posible obtener el Poder sin

el conocimiento, pero sí al contrario; por supuesto, con alguna que

otra excepción. La preparación para obtener el Poder resulta

indispensable, pues se trata de capacitar al receptor para guardar

en él una Fuerza; cuando el recipiendario no está convenientemente

preparado (purificado y potenciado), el Poder puede romperlo. La

asimilación progresiva de los conocimientos sistemáticos capacita a

la persona para recibir el Poder. De todas maneras en la cultura

occidental, en la academia misma, se mantienen comportamientos y

32

creencias arcaicas, que no por serlo dejan de tener una plena

validez. Al contrario, la tienen y en grado sumo: poseen efectividad

por ser tan arcaicas. Es el caso del médico que no puede ejercer si no

se ha graduado, así haya terminado toda su preparación teórica y

práctica. La graduación es el acto (rito) en que se confiere un Poder.

Es una “consagración”. La diferencia entre el seminarista que ya

está en posesión de toda la teoría, y que ha ensayado y conoce

perfectamente los rituales, y el sacerdote que a lo anterior agrega

el haber sido consagrado (recibido el Poder), es igual a la que

existe entre el estudiante de medicina y el médico. El término

posesionarse (ser investido) para poder ejercer un cargo, guarda

resonancias míticas33.

Lo que sucede a escala de etnias, ocurre en el interior de las

mismas. Es grande la divergencia, a escala de linajes, entre el

Saber de un Dueño de tradiciones y otro de la misma etnia. Las

diferencias son tales que el Saber de un Abuelo, que para él posee,

por supuesto, bondad, belleza y verdad, no sólo es considerado

diferente por el rector de otro clan, sino perjudicial, y esto

precisamente por ser distinto... “Cada uno tiene su manera de venir

(camino)”... “Este Saber que yo tengo me lo dio mi padre para

protegerme y proteger a mi gente y defenderme de los otros”... “Si

yo cojo y uso el Saber de otro me perjudico porque no lo sé

33 En varias conferencias, el profesor Páramo (Universidad Nacional de

Colombia) ha ahondado sobre este tópico. Conviene establecer distinciones entre

poder y fuerza. Mientras que la fuerza puede detentarse individual y ocultamente, el

poder requiere de la publicidad, del reconocimiento.

33

manejar”... “Uno nunca termina de saber su propia tradición, mucho

menos la de los otros... las cosas quedan incompletas... uno se

perjudica cuando coge cosas (Poderes) que no le pertenecen

(corresponden)... los espíritus (guardianes, servidores) de los

demás, cuidan de sus cosas”: son formulaciones que se oyen con

frecuencia. De ahí la grave indiferencia de la que se hace gala

dentro de estas culturas indígenas a las que nos venimos refiriendo,

cuando un Sabedor de un clan ajeno muere sin dejar depositario

expreso de su tradición. No obstante, se ha de tener en cuenta que

en la cultura de los uitotos y muinanes se da la posibilidad del

aprendiz solitario. Es el caso de personas que deciden fraguarse una

carrera ritual sin atenerse a la norma hereditaria. Se trata por lo

general, de huérfanos (jaïenikï), cuyos padres no eran dueños de

tradiciones, o sí lo eran pero murieron antes de legarla

formalmente. Desde luego, estos personajes son mal vistos por los

herederos formales de las tradiciones, quienes los tienen como

usurpadores. De todas maneras, para actuar con propiedad estos

arrivistas requieren del respaldo de un Sabedor consagrado. Se dice que

el manejo apropiado (siembra, cuidado, recolección y uso) de la coca

y el tabaco (plantas rituales) permitiría descubrir —llegar a ver y

poseer— los Saberes fundamentales, por cuanto “somos sus hijos y los

padres no le mezquinan nada a los hijos”. Creo que esta fórmula

mítica contiene un elemento que equivale, en la llamada cultura

occidental, a la capacidad de deducción a partir de unos asertos

claves, comunes a todos los miembros de una cultura, o de una

inducción que permite construir un todo coherente a partir de

34

reflexionar sobre las implicaciones morales de las operaciones

técnicas34.

El saber profundo acerca de lo propio no conlleva un desinterés

total respecto del saber de los otros, que también se busca, aunque

comúnmente no se utiliza motu propio: se solicita su aplicación, para

evitar los riesgos que su uso directo implica. La averiguación por

el saber de los otros tiene, en el presente caso, otra finalidad:

descubrir las fallas del contendor para poder atacarlo; no conlleva

el factor de aprenderlo para beneficiarse enriqueciendo el propio

saber35.

El Saber familiar

En el relato que hace Juvenal se insiste, de manera muy

significativa, en la necesidad de mantener y utilizar la propia

tradición familiar para poder medrar a plenitud. Con estas palabras

comienza su narración:

“Para andar bien llevo una fe: respeto de las

tradiciones. Estas tradiciones me las dejó mi papá;

como una sabiduría que él me dejó; con eso ando para

librarme de todo mal, de todo peligro”.

34 Véase infra la nota 36.35 Un punto que amerita investigación es el impacto en esta ideología de las

mercancías del blanco. ¿Cómo utilizar lo de otros sin perjudicarse? No olvidar que

entre los uitotos y muinanes se daban rituales de enfriamiento para emplear sin

perjuicio las cosas del blanco.

35

En numerosos apartes se consignan las amonestaciones de varios

curadores para que sea fiel a su camino, a su tradición familiar,

abandonando el recurso a los blancos, e incluso, rechazando el valerse

de curadores de otras etnias indígenas; los inganos, por ejemplo.

Manuel Hernández, uitoto, igual que juvenal, lo aconseja así:“...nosotros estamos en una casa (en lo propio). Esas

obras (palabras) son como estar en la casa, porque uno

en la casa está bien, limpio, y al mirar afuera ve uno

sucio y lleno de peligro. Eso es de fuera de la casa.

Esos peligros no los debe recoger, los debe dejar allá

mismo porque están en su lugar. Es una basura: espinas,

zancudos, mosquitos. Es lo contrario de la casa. Cada

cosa que hay en el mundo tiene su lugar y tiene de qué

alimentarse, y así mismo nosotros estamos en un lugar

desde nuestra creación y pertenecemos a eso. Por eso

cuando el Señor nos dejó en este mundo, para poder

defender (nos), para poder invocarlo nos dejó la insignia

[signo = cosa] de coca y ambil. Esto es un significado

(signo) de Dios que por medio de eso puede invocarse y

pensar en él y pedirle lo que uno necesita. En eso tiene

que pensar usted; que usted es hijo de ambil y de coca y

resultó que te engañaste a ti mismo por no creer. ¿Qué

secretos has utilizado de los blancos en el tiempo que has

andado fuera de la casa?

Yo le dije que no había llevado fe en eso. Él me replicó:

—Y ¿qué te enseñaba tu papá? ¿En qué forma debes andar?

¿Qué te decía? Eso fue un golpe al (del) mundo.

—Me regañaba. Dije:

36

—Cuando yo era muchacho, antes de ir a la escuela mi

padre me daba muchas enseñanzas para respetar al prójimo

y así poder andar tranquilo, sin enfermedad y

dificultad36, y me decía que así, en cualquier parte me

estimarían sin dificultad.

Me preguntó:

—Eso, ¿lo has cumplido?

Yo dije:

—Una parte no porque cometí error.

Me dijo:

—Todas las cosas que hay en este mundo, las cosas que

hacemos, vienen de Dios. En el peligro, en toda obra,

primero hay que pedir a Dios y después se puede obrar. Y,

¿por qué ha hecho [practicado] cosas de esos inganos si

usted tiene sus tradiciones? No lleve creencia en ello,

piense en ellas y no se ponga a mirar allá, que usted con

eso no se sana. Busque las palabras que usted escuchó

primero, que con eso usted se levanta. Usted ha sido como

quien dice agua de ambil y de coca, y olvidó eso37. Usted36 Es una creencia muy manifiesta en estas comunidades que, si una persona se

comporta correctamente, tendrá salud y podrá allanar facilmente las dificultades. 37 La esencia humana está constituida por la asimilación de esas dos sustancias

básicas. Son ellas las que humanizan. Desde luego, no se trata sólo de su

materialidad inmediata: con ellas han de asimilarse las palabras que les son propias;

es decir, el sistema de sabiduría aparejado a ellas. Esa sabiduría consiste en un

comportamiento altamente moral (hacer lo propio del hombre), que ha de contrastar

con la amoralidad propia del animal. Acompañando a dichas plantas sagradas se suele

agregar el discurso moral que proviene de la yuca, paradigma del alimento humano,

en cuanto es cultivado y procesado (cocido, purificado por el fuego, apto para

comer luego de la alquimia transformadora de la manipulación cultural.). Dichas

37

abandonó esas creencias y busca lo que no es cierto. Las

verdaderas oraciones o formas para curar, toda esa obra

viene de Dios. Para eso él ha puesto en este mundo, para

servicio de nosotros38, las yerbas, los animales, los

árboles y, además, algunos espíritus que circulan por el

espacio y por la tierra, y todo eso es cierto, y usted no

lo creía, por eso le pasó este caso, para que usted

piense en todo eso, y lo que usted sufre viene de eso. De

ahí en adelante tiene que llevar esas obras para que

pueda recuperarse otra vez, de que usted no se va a

morir, sino que le está indicando todo eso a usted39”.

Juvenal trae una tradición propia. Viene por un camino que

trazaron sus ancestros y que debe desembocar en la inmediatez de su

propia coyuntura. De las tradiciones que configuran ese camino, echa

mano Juvenal en el momento más crítico, cuando lucha con su enemigo

principal, NN. En una segunda ronda de esa puja, contienden así:“Comenzó a preguntarme que cómo me protegía o curaba de

las enfermedades que sufría. Le dije que eso iba pasando

así no más, solo. Después me trajo su pipa, su coca y su

Palabras provienen de los sentidos metafóricos asociados a las formas de esas

sustancias y a los procesos mediante los cuales el hombre las transforma. Véanse

los poemas que figuran en el libro de Urbina, Las hojas del poder y, especialmente, las

obras de Pineda (1986) y de Echeverri & Candre. 38 No se ha de descartar aquí una interpolación derivada del sentido cristiano

tradicional, correspondiente a la superioridad esencial del hombre sobre las otras

criaturas.39 El sentido —un tanto difuso por la redacción— es que las cosas negativas que

le suceden van a ser el camino para encontrar los verdaderos rumbos (afincarse en

su propia tradición) y que no corre, por tanto, peligro de muerte.

38

ambil, y me llevó a una pieza. Taqueó tabaco y me dijo

que fumara. Yo, más cabreado (desconfiado), fumé. Comí

coca. Aguardiente con coca y ambil es débil. Comenzó a

hablarme preguntándome cómo me protegía, qué oración

usaba, si es por parte de blanco o de tradiciones, por qué

revivía de los ataques que me hacía. Le dije:

—La vida mía está en juego. Es como un misterio. Nadie lo

sabe, o sea, no sé los pagos que hago. Vivo como en el

aire.

Él me dice:

—Tiene que haber alguna defensa que hacer; por eso no te

pasa nada.

Y me pidió que le enseñara con qué me protegía de los

males que la gente me hacía.

Le dije:

—No hay. No existe [no hay nada que pueda enseñarle].

Y por mi parte le pregunté:

—¿Usted cómo se defiende?

Él dijo:

—Tengo muchos medios.

—¿Cuáles? ¿Con qué mira a otras personas o pone cuidado a

las conversas?

Dijo:

—Hay un medio para saber o mirar a la gente que me habla,

la gente que me maldice o que me odia: tomo úkuaï40 , y

con eso alcanzo a mirar todo; queda como una televisión.

Ojo de buey... oye y ve. Recorre con el pensamiento.

—Y ¿qué otro medio para curarse?

40 Variedad de Virola spp.

39

—Otro son oraciones, con eso me protejo de todo el mal

que mandan las otras personas contra mí. Y usted, ¿cuál

es el secreto que lleva? Yo necesito saber porque

necesito curarme y me siento malo.

Le respondí:

—La única defensa mía es no cometer errores de acuerdo

con las tradiciones que tenemos, lo que está indicado en

cuestiones de picardía y males que eso pertenece a la

leyenda [tradición oral negativa: ïïgaï] de nuestras

tribus, que eso me enseñaba mi papá y con eso ando41.

Le dije:

—Mi papá me daba orientaciones, ponía ejemplos para

explicar las ofensas que cometían los antiguos

Él borracho. Yo sobrio. Le dije:

—En esa forma nos explicaba para que el mal no le entre a

uno y lo maten los espíritus malignos. Si no tocas o

utilizas cosas malas.

Yo le expliqué una parte de nuestra leyenda que prohíbe:

el obsequio que le dio uno a otro. Comienzo de las

41 La propuesta de los Sabedores uitotos y muinanes para defenderse con plena

eficacia de la brujería, es la impecabilidad en los actos. Esta impecabilidad

consiste en adecuar el acto a lo que la más alta tradición moral manda. En este

mismo párrafo se condena recurrir a la tradición mítica (las historias de castigo: ïïgaï,

jagaï, bakakï) en las que figuran los actos condenables que dieron lugar a fracasos;

son de estas historias de las que se valen los hechiceros para hacer el mal. Son

las leyendas de que habla Juvenal. Veladamente también se condena el uso de una

planta como la ukuna (Virola spp.), llamada “tabaco de monte”, “tabaco de los

animales”. Los uitotos y muinanes consignan en su tradición oral una frecuente

condena al uso de plantas de Poder distintas de la coca y del tabaco·de·gente.

40

tradiciones de Monanizaï42. La historia de la tribu,

donde están las leyes.

Buiñoigïema hijo de Dios, ancestro de nuestra tribu, tenía mujer y su mujer

concebía culebra cada vez, y no gente. Al ver que su criatura era boa,

entonces la convirtió en Yadiko43, o sea que en la tradición de nosotros lo

pintan en forma de boa. Ese Yadiko lo guardaban en la maloca en el sitio

donde se sientan. Todo el palo es hueco por debajo, para que suene. Él

transformó en Yadiko al hijo y hacía Baile-de-Yadiko. El Baile ese es un

arrullar al hijo44. Hace bailar al hijo; lo alza como en juego. Eso ya quedó así.

Quedó así en la tradición. Después de eso él llamó al hermano para que lo

ayudara a formar al hijo en persona [verdadero]. Llegó donde él. Llegó al

sentadero.

A la mujer le habían puesto un pegote con el que, si el hombre hacía uso de

ella quedaría pegado y moriría45. Era el principio del mandamiento sobre

42 Linaje al que pertenece Juvenal.43 El yadiko es una gran talla de madera, consistente en una viga de hasta 15

mt, acanalada a todo lo largo con excepción de los extremos. Constituye un icono

ritual que simboliza a la Serpiente del Origen. Da nombre al Baile más pesado; lo

es por tratarse de una ceremonia donde se renueva el establecimiento de los grupos

que salen de los segmentos de la Serpiente Ancestral. Este rito representa la

vuelta al origen —cuando todos eran Uno—, y al paso diferenciador posterior.44 En una escena del Baile de Yadiko los bailarines apoyan su pie en el tronco

que se encuentra suspendido con base en dos soportes colocados en sus extremos, y

lo hacen cimbrar hasta golpear con la parte acanalada el suelo de tierra. Este

mecer es visto como un arrullar al hijo.45 El tema de la vagina asesina es ampliamente desarrollado en otros relatos de

los uitotos y muinanes. Muy especial es el de Nofïniyaikï –El-hombre-de-piedra, un caníbal

y formidable Dueño de territorio –Cañón de Araracuara-, cuya hija, dotada de un

pavoroso sexo repleto de mortales bichos ponzoñosos, le servía de trampa donde

perecían los innumerables y ansiosos pretendientes. Figura en los textos que

41

que no se debe tocar mujer ajena. Él se sentó allá y comenzó a hablar de

pura abundancia, de aumento. Siguió hablando y dando aliento para poder

vivir uno a través de sus palabras, nombrando todo. Entonces ahí, ya, a la

noche siguiente, la mujer sintió que estaba embarazada y así, ya fue

creciendo la criatura hasta que nació. En tanto él hablaba de las

tradiciones46.

Al ver el hermano que el otro le había hecho el favor, formando al primer

hijo con quien podía hablar, entonces se puso contento.

—¡Ya hay quién me conteste!47

De alegría, él buscó ya para pagarle al hermano, un loro, que es espíritu de

Dios convertido en eso48. Se lo entregó al hermano, diciendo:

integran la exposición fotográfica ─itinerante─ sobre esa comarca del río Caquetá,

hecha por el autor en 1988.46 Estas tradiciones son el Rafue, la palabra sagrada por excelencia que

comunica vida, “que hace amanecer” = hacer que las cosas aparezcan.47 Esta bella fórmula se refiere a cómo la mayor satisfacción que tiene un

Sabedor es poder contar con un hijo con quien entablar el contrapunteo ritual que

tiene lugar en el mambeadero (= coqueadero: “lugar de la palabra”) cuando se

transmite la tradición. El aprendiz responde repitiendo la última palabra de las

frases del recitativo rítmico del preceptor. 48 Juvenal explica que este personaje es el Espíritu Santo, la tercera persona

de la Trinidad en el cristianismo. Este sincretismo es una sabrosa demostración de

la coherencia del pensar indígena, en tema de tan delicada y sofisticada teología.

Cuando los misioneros cristianos predicaron la buena nueva entre los uitotos les

hablaron, por supuesto, de la Santísima Trinidad. Para sorpresa de los sectarios,

los indígenas no encontraron mayor problema en eso de un dios trino y uno. Figuras

por el estilo se dan en sus profusas tradiciones religiosas, sobre todo las

atinentes a las transformaciones chamánicas. El caso de Dïïjoma, por ejemplo, cuya

metamorfosis le permite reunir el ser hombre, serpiente y águila. Pero los

indígenas objetaron dos aspectos de la prédica, insospechados para los

evangelizadores cristianos en quienes se había diluido ya la existencia de la

42

—No tengo más que esto.

Entonces se despidió del hermano y se fue arriba. Llegó en esta tierra. Era

Arede Yaire49. Anidaba sobre esta tierra; fue el que trajo Rafue, religión,

prohibiendo todo. Llegó aquí sobre la tierra y soltó el toei (mascota). Era

muy bonito, resplandeciente. El pájaro ese comenzó a hablar. Figura de lora.

Llegó a la tribu de Maraca y allá comenzó a comer pepa de maraca como

consorte primordial del Yahvé bíblico. El primero tenía que ver con la

incongruencia de la serie Dios Padre —macho— Dios Espíritu Santo —macho— y Dios

Hijo —macho también. ¿Y dónde quedaba, entonces el ineludible principio femenino?

Éste, el femenino, es en las más vetustas tradiciones de los uitotos y muinanes el

más fundamental de los principios creadores, toda vez que el Padre es una emanación

(aire) de la Madre Primordial, que es, en definitiva, un nombre para aquel ser que

sustenta, en el doble sentido de fundamentar y alimentar: la Tierra. El Hijo emerge

de la cópula de estos dos principios, y será el encargado de hacer obra las

palabras del Padre, quien a su vez las ha recibido de la Madre. La segunda objeción

por parte de los Sabedores indígenas apuntaba al símbolo del Espíritu Santo. “¡Cómo

es posible que ustedes, que dicen representar a ese Dios, a ese ser tan poderoso, lo vean como una pinche

paloma, presa de caza de niños o de incapaces! Es la mayor falta de respeto que hemos oído”. Y agregaban:

“Si ese ser es tan poderoso como ustedes dicen que es, merece representarlo de una manera respetuosa, digna.

Será en una lora real como queda bien figurarlo, esa con cuyas plumas construimos las coronas sagradas.

Además, ustedes dicen que Él es quien confiere el ‘don de las lenguas’ y ¿acaso hay alguien que haya oído

hablar a una paloma? En cambio, todos han oído hablar a las loras reales, que pueden hablar todas las

lenguas del mundo”. Los misioneros, por supuesto, plantados en el absolutismo de su

cultura, en el que la lora es un símbolo jocoso, se perdieron la grandiosidad de la

metáfora propuesta por los adoctrinados. Éstos sí lo consignaron así en el mito...

además, los indígenas amazónicos también aceptan la jocosidad de la lora, pues para

ellos la extrema seriedad ha de llevar aparejado el buen humor para resultar

realmente eficaz. 49 Buiñoigïema es de abajo, en este caso, el mundo del agua. Su hermano Arede Yaire

es de arriba, en este caso, la superficie de la tierra. Los términos abajo y arriba resultan

ambiguos en otros contextos, pues con ellos se hace referencia a orientaciones:

43

cualquier lora. Ellos, con mucho cuidado, lo espantaron. De ahí pasó a otra

tribu: Umarí-negro; él comió esa pepa y lo espantaron con cuidado, con

respeto, y se fue. Al día siguiente, a la tribu de Anón; ahí comió al lado de la

casa; también sucedió igual. De ahí fue donde Umarí-verde y también pasó

lo mismo. El pájaro se fue a otra parte, a otra región. Llegó a la tribu de

Cortadera-de-bejuco: con ese gancho lo agarraron, pegaron en la cola y el

pájaro se regresó. No lo trataron con respeto. Le quitaron una pluma de la

cola. Se fue al lado del Padre, abajo, de donde lo trajeron.

El dueño, al ver que no regresó, comenzó a buscarlo al día siguiente. Fue a

las diferentes tribus preguntando por él.

—¿No ha llegado aquí mi mascota?

—Sí. Vino aquí y comió al lado de nuestra casa y lo espantamos con mucho

cuidado.

Así decían, hasta que llegó donde le arrancaron la cola. Ahí le contestaron:

—Aquí está su cría.

Le decían así mostrándole los brillosos (testículos). Entonces se fue a

otra tribu, a la de Cortadera, y preguntó lo mismo. Le respondieron:

—Sí, aquí está.

Y le mostraron el blanco del ojo, en juego. Fue a otra tribu y preguntó lo

mismo. Allí le respondieron:

—Aquí está.

Y le hicieron pistola50. Entonces él volteó y se vino otra vez a la casa.

Comenzó a preparar su ambil y comenzó a invitar a todas las gentes, buenas

y malas; por eso hay diversión para los buenos y para los malos.

Cuando llegó la gente comenzó a hacer el Baile. Comenzó a hablar en su

sentadero, sacando a un lado las palabras buenas y las malas, las de

arriba: cabeceras, Occidente; abajo: bocanas, Oriente; esto por razón del curso que

siguen los ríos amazónicos.50 Gesto obsceno.

44

maldición. Ahí fue cuando comenzó a llover, rayos y relámpagos, parecía

que la tierra se ablandaba. Alrededor de la casa cayó mucha agua; hasta las

rodillas de hondo. En medio de los relámpagos se abrieron los cielos y

comenzó a llover y llover. Al abrirse cayó una niña pequeñita, con un

canastico en la espalda y una totuma pequeña en la mano y andaba por el

patio entre el agua. La gente de adentro decía:

—¿Criatura de quién está por ahogarse? ¡Tráiganla adentro!

Nadie respondía. La criatura comenzó a cantar así:

No es ninguna criatura de nadie,

sino que soy la hija del cielo, cantando.

La gente insistía. La criatura siguió andando así. Al rato todo quedó otra vez

calmado. Después la gente se fue, cada cual a su casa, los buenos y los

malos. Llegando a su casa se acostaron en sus hamacas y todos los malos

quedaron muertos.

Después de pasar mucho tiempo volvió el hombre por todas las tribus,

invitando a otro Baile, como mirando a la gente, disimulando. Todas las

casas quedaron vacías. Así iba mirando a todos. Por último, encontró a un

flaquito: Nofue Igaidama (Rama de piedra) y éste dijo:

—¿A quiénes está invitando si la gente toda se acabó?

Él significa: es el pescado chiquito, guarajita, que vive en cabeceras de

quebrada. Él regresó otra vez a su casa. Se reunió con los que quedaron y

comenzó a explicarles a ellos que cumplieran las palabras del Padre si

querían vivir sin ningún dolor ni enfermedad. Fue mandamiento, explicando

de todo. No tocar cosa ajena sin permiso del dueño, ni maltratar sin motivo.

No hablar groserías ni jugar con vulgaridades, porque eso envicia y lleva a

la perdición. Andar con respeto. Si se encuentra con un viejo en el camino,

saludarlo con voz suave. No quebrar piñas ajenas. No tocar mujer ajena. No

hablar del prójimo. No abandonar a una mujer dejándola preñada; y de

todas esas otras picardías, que no las cometieran, porque si no les pasa

45

como a esa gente. Ésta es demostración. Después de todos esos consejos y

mandatos que dio, cambió su nombre(51).

—Seré de ahora en adelante Castigador-del-cielo.

Él cambió a sus hijos buenos; les cambió los nombres. Al que primero se

llamaba Buinaizaï (Gente-pez) lo cambió por Monanizaï. Diciendo todas esas

palabras se fue al lado de su Padre.

Hasta ahí.

─Esas fueron las palabras con que me defiendo y vivo;

porque si cometo lo que está escrito (prohibido) en estas

tradiciones tengo que morirme. Es la única defensa que yo

tengo.

Él me dijo que si sabía oraciones de parte de blancos. Le

respondí:

—Quizás existan, pero yo no las sé.

—¿Y para que le tengan miedo sabes alguna oración?

Le dije que no sabía tampoco.

—Entonces, ¿por qué le teme a usted la gente cuando usted

llama la atención? Cuando pelean le hacen caso.

Le dije:

—Es muy sencillo explicarlo: ¿Usted me ha visto

ofendiendo, sacando un arma o intentando pegar?

—Que no; que nunca— me respondió.

51 En la escalada del Saber, cada momento crucial del ciclo ritual generacional

del Abuelo dueño de una tradición se remata con la “postura de un nuevo nombre”

que ha de corresponder y equipararse con el poder acopiado y evidenciado

(demostrado). “Hay quienes toman nombres poderosos, pesados, sin tener fuerza para sostenerlos. Esos

se enferman”.

46

—En eso está mi defensa. Como yo respeto, me respetan.

Hacen caso. No ven la lata52 que yo hago. Por otra parte,

si me ha visto molestando mujer casada, o hija del otro.

Dijo que no.

—En eso está mi defensa. Entonces, para yo librarme del

peligro, siempre ruego a Dios y pongo las palabras para

rechazar. Por eso es que no me pasa nada.

Entonces quedó admirado de no poder sacar cosas

importantes de mi defensa. Seguí diciendo que existían

oraciones y secretos para poder librarse del mal:

—Para eso necesita, si usted quiere aprender los secretos

que llevo yo, lo primero tiene que ir a confesar, después

perdonar a la persona que ha hecho mal y no tomar úkuaï

ni manue53, que usted cree obra de Dios, que eso no es

obra de Dios, que con eso usted no aprendería lo que yo

sé. Primero abandone esa vida que tiene y después le diré

lo mío.

No me dijo nada. Nos salimos y nos sentamos afuera. Hizo

conversa de otra. Después me fui”.

El corto mito traído a cuento constituye el meollo de la

tradición que detenta Juvenal. Hay que tener en cuenta que no nos

encontramos frente a un especialista del saber. Los grandes Dueños

de tradiciones, que mantienen la línea de los legendarios Sabedores

del pasado, reportan mitos básicos de mucha mayor complejidad y, por

lo general, de mayor extensión. Pero todo indígena posee algo de lo52 Pereque, molestia.53 Yerbas medicamentosas; pero en general remedios distintos de la palabra

curadora. Prescripción tradicional, precedida de una expresa interpolación

cristiana.

47

que puede echar mano en momentos de apretura, para recurrir tan

pronto se tenga ocasión a los especialistas; es lo que hace Juvenal.

Tipos de Sabedores

Como el tema es en extremo amplio y complejo, estoy muy lejos de

haber estructurado el conjunto de personajes que detentan el Saber54;

tanto más por cuanto la degradación de la cultura tradicional ha

traído aparejado el fenómeno de asunción de varios roles por parte

de los Sabedores que se habían especializado, siguiendo la pauta

tradicional, en tal o cual tipo de conocimiento. La necesidad social

lo impone. Atenderé casi exclusivamente a lo que se vislumbra en el

relato.

54 Abordé el tema al elaborar el informe final (1978) de un trabajo patrocinado

por FINARCO, que consistía en la trascripción de un buen número de los mitos que

había logrado reunir desde 1971 entre los uitotos y muinanes. Estos materiales

venían sirviendo en mis cursos de Mitología de la Universidad Nacional y en los

programas de Radio Nacional y T.V. Educativa que tuve a mi cargo (1974-5). Se

hicieron varias ediciones en fotocopia –lecturas para estudiantes- de la

introducción y cuatro mitos; estos materiales fueron finalmente publicados en una

edición, muy limitada, por el Programa ORAM (Orinoquia-Amazonia, U. Nal., en

1982, con el título Amazonia - Cuatro Mitos de los Murui-Muinane. El segundo trabajo

patrocinado por FINARCO (1979) permitió ampliar la transcripción y recolección de

otros relatos, además de un inventario de petroglifos en el río Caquetá. Los dos

informes suman alrededor de 600 cuartillas que contienen 31 relatos míticos, y 16

carpetas con las ampliaciones fotográficas de alrededor de 800 grabados rupestres.

El trabajo de recopilación y transcripción ha continuado. Se espera, en breve,

evacuar editorialmente estos materiales.

48

En la relación de sus aventuras Juvenal enumera once curadores,

incluido el sacerdote católico, cura de San Rafael de El Encanto. El

grupo de los profesionales está representado por dos inganos y dos

uitotos; los siete restantes son ocasionales, personas del común que

poseen un conocimiento general y ofrecen al paciente una suerte de

primeros auxilios, que comprenden la utilización de algunas plantas

curativas, ciertas recomendaciones y prácticas rituales tomadas de

la tradición básica. Algunos actúan como en juego y logran, sin

embargo, aportar soluciones parciales. Es uno de estos no-

especialistas quien termina por dar con la solución definitiva. Es

como decir: “Vuelve a lo básico de tu cultura y allí, en lo que tú

aprendiste de niño y en lo que todo el mundo sabe

—sin necesidad de convertirse en un gran Sabedor, o recurrir a uno

de ellos—, encontrarás la solución de tus problemas”.

La medicina occidental está representada por el sacerdote

católico, director del Internado Indígena del lugar, a quien Juvenal

recurre en primera instancia. A diferencia de lo que se muestra en

otros relatos, este sacerdote no aparece administrando agua bendita

o cosas por el estilo, si bien es el propio paciente quien la hace

traer por conducto de su mujer. En el curso de sus dolencias,

Juvenal vuelve a la Misión en busca de fármacos de los blancos, que

desde luego no logran curarlo. Hoy esta labor farmacéutica se cumple

en la zona por medio de un enfermero.

Los curanderos especialistas

49

Dos curanderos inganos, padre e hijo, residentes en la banda

peruana, son consultados por Juvenal. Esa etnia es famosa por sus

habilidades médicas, y entre algunos uitotos se dice que quienes

desean profundizar en el saber curativo concurren a ella para

“graduarse”. En la primera visita el curandero ingiere y fuma

tabaco; saca el dolor chupando (succionando) y silbando; prescribe

dietas alimenticias y recomienda no hacer fuerza. Además, “... No cobró.

—No se puede cobrar. Sólo lo hacemos en el nombre de

Dios—, me dijo. —Hacemos servicio a cualquier persona

que lo necesite”.

En una segunda visita, acontece el siguiente diálogo entre

Juvenal y uno de los médicos inganos: “Yo le pregunté de qué sufría (yo). Si sería por haber

tocado alguna hierba y no lo dicté (dije), o si era mal

de los mismos familiares; si sería un hechizo, o una mala

hora. El viejo se rió mirándome y me dijo:

—Usted no sabe nada, ni su papá.

Me preguntó si yo era aserrador y manejaba fierro55 y

tigrillaba.

Le dije que sí. Él me dijo:

—En eso está su enfermedad. Por la primera parte, usted

trabaja en aserrío y se baña todo acalorado, y eso le va

55 El uso de hachas y sierras metálicas ha resultado desequilibrante —y no sólo en

términos rituales— tanto más por cuanto la finalidad no es el uso directo de la

madera aserrada en las necesidades domésticas inmediatas, sino su mediatización

comercialista. El fierro es terrible para los Dueños·del·bosque, personajes míticos

que representan la Fuerza de un sector de la naturaleza.

50

haciendo perjuicio porque la sangre está caliente y se

mete en agua fría. La sangre se va cuajando y va

encogiendo su tendón. Por lo segundo, hay una envidia

por la cacería que usted hace. Está matando mucho

tigrillo. Algunos de sus paisanos comprenden (saben)

hechicerías y están ordenando a algún espíritu maligno.

Entonces el Espíritu del Monte56, ese espíritu lo flechó

porque está acabando con las criaturas de él, y eso lo

hace por orden de uno de los paisanos suyos. En su cuerpo

está como en la forma de un calor. Su sangre está

caliente. Eso es lo que bota calor en su cuerpo. Esos s

no avisan.

No dijo quién es. Me dijo que eso sanaba poco a poco. Me

dio a tomar una hierba que siembran ellos y que llaman

tirisapiri; es muy amarga. Me quitó mi sentido. Pensé que me

estaba muriendo. Me dijo que con eso se quitaba todo el

dolor que tenía en mi cuerpo, y que me cuidara siempre.

Que no comiera animales con muelas. Sólo pájaros,

Regresé”.

Manuel Hernández es el segundo curandero uitoto consultado por

Juvenal. Ya he transcrito (supra) algunas de sus palabras, en las que

se destaca su desacuerdo con Juvenal por haber recurrido a los

inganos y por haberse contaminado con su permanencia entre los

blancos. El otro especialista de su propia etnia —primero en el relato

— es Remigio Ruzitofiama, a quien conoce Juvenal con ocasión de las56 Madremonte, Bambero: Dofïi. Lo de bambero viene de la creencia en un ser

mítico que llama la atención en la selva golpeando las bambas, nombre que se le da

a los arbotantes de los grandes árboles. Se dice “eso es su maguaré” (tambor

sagrado).

51

Olimpíadas Indígenas, en El Encanto, río Caraparaná. Este

destacadísimo curandero oficiaba como tal en la selección deportiva

de su comunidad, Santa Rosa de Codué. Dentro de su prédica se

destaca el hecho de atribuir la enfermedad a una acción incompleta:“Entonces me dijo que me tenía que cuidar, porque

eso no era cualquier enfermedad; que es ziekoteya, y eso

es que uno se está preparando, pero al no terminar el

estudio o carrera, fracasa; entonces viene esa

enfermedad”.

Por otra parte, en una segunda sesión este especialista conduce

a Juvenal por el mundo de las plantas que confieren el don de ver.

Retomo el hilo de esta madeja:“Después, a los días, me dijo:

—Tiene que tomar ukuaï para que usted mismo pueda ver lo

que tiene, porque todo el mal que está en el cuerpo de

uno es visible a través de eso, y usted mismo lo puede

quitar.

Al día siguiente nos fuimos con él, de mañanita, a

preparar esas cosas en el monte. Allá me explicaba la

forma de prepararlo y me mostró los palos y me indicó una

oración para poder revivir otra vez, después de tomar.

Oración perteneciente cuando una persona se muere y poder

llamar al espíritu desde el trono de Dios, y después,

cuando ya estaba preparando, me mandó probar y me dijo:

—Esta noche, a las tres de la mañana, cuando nadie haga

bulla, usted va a tomar.

Llevó el maní, una parte de unao (yajé); echó hoja de pui

(palma de techar) y hoja de yarumo especial. Es el yarumo

52

de lloro [llanto]; se utiliza cuando uno sufre, para hacer

sufrir al otro; cuando un malhechor hace sufrir, para que

él sufra también. Él coronó [concluyó] todo. Él preparó

el ukuaï en el monte; es el principal, así: sacaba la

cáscara por pedazos, del asiento, como a un metro.Sacaba la tira y la raspaba y la amontonaba en una

ollita. Después se tumba el palo y saca la cáscara de

todo el palo y la va sacando. Es delgado, como 40

centímetros. Como 15 metros de altura; la hoja parece de

de yuca. La baba de todo el palo es poquita. Se exprime

y lo cierne y lo cocina al pie del palo de ... [manuscrito

ilegible]. Es agua espesa como mermelada rojiza. Cuando

estaba colando sacó calculando para cada síntoma,

poquitico. Al cocinarla le echa maní; le echa unao

raspado, hoja de pui, cenicita; si hay le echa feai, que es

un árbol balsoso, que no pesa, para que el espíritu se

eleve suavemente y baje suavemente, porque si no, choca

en la profundidad y no vuelve más. El espíritu de cada

humano pertenece o se alimenta de maní. Pui para llamar:

suena taca... taca... taca... cuando hay viento, para que

el espíritu esté alegre elevándose.

Unao para profundizar, para ver todo. Yarumo, porque uno

está sufriendo, entonces llora. Se lleva a la casa. A las

tres el hombre me llamó allá. Quemó el yarumo y echó en

agua ese preparado, en pocillo pequeño, y ahí echó la

ceniza. Ya me dijo:

—Vea su vida y tómela y acuéstese boca abajo y resista.

No mire para otro lado, para que mire derecho donde está

la raíz de su enfermedad, sin distraerse. Eso es muerte.

53

Estuve acostado un rato; yo no sentía nada. Después el

cuerpo parece crecer. El espíritu de uno se va aflojando.

Al rato sentí como un escalofrío que me recorrió desde

los pies a la cabeza, y como un soplo, y como que uno se

desmaya. El aire entra por los pies, hasta la cintura

queda uno muerto. Sólo siente de la cintura para arriba.

Después otro soplido y queda uno sin sentido, queda uno

como elevado. Así uno va perdiendo el conocimiento, poco

a poco, en medio de ruido. Hay mucho ruido en esta tierra

y uno no se da cuenta. Comienza a sonar como en forma de

maquinaria, taca... taca... taca... de animales; no se

puede entender de cuál es; de todos, como machucando.

Así uno, poco a poco el espíritu se va aflojando del

cuerpo, y ese ruido se va alejando poco a poco, hastaque el espíritu se eleva del cuerpo. Como en una luz

clara. Es diferente de la luz de este mundo. El espíritu

ya comienza a llegar alto. Entonces volteé a mirar y me

vi abajo, tendido boca abajo mi cuerpo; yo estaba arriba,

como pájaro, a dos metros estaba arriba. En ese momento

mi cuerpo se transformó en ceniza; quedé como un puñado.

Ahí es que se fracasa, porque se puede asustar el

espíritu cuando ve uno el cuerpo en ceniza. Dice:

—Soy padre y soy hijo de rayo, y en rayo me convierto.

En ese momento ese espíritu se va a recorrer. Ahí ya no

ve la ceniza. En ese rato, como un espíritu comenzó a

chillar, como abejón que comienza a zumbar; pero el

sonido es raro, que hace como ensordecer, enloquecer. Y

ese abejón se acomodó como en la dirección de mi oído,

atracito, y no lo podía localizar. Eso me comenzó a hacer

54

volar. Ya comencé a andar. Iba volando como un pájaro,

como por un camino ancho, como en forma de calle. Hay

hierba, verdecito se veía. Y comencé a volar por un

camino ancho y bonito, limpio, de para abajo. Los lados,

el monte se veía verde como cuando hacía viento. Y el

ruido que zumba a la distancia y que decimos que es

comienzo de verano, desde el principio, donde está Dios.

Eso que suena es desde el principio57 que Dios lo manda.

Seguí volando y el abejón me guiaba siempre. Llegaba en

una parte oscura; en otra parte medio azul y otra parte

como en la oscuridad, brilloso, porque en la oscuridad a

veces es brilloso, hasta que fui pasando de esos

[lugares]. Llegaba en una parte donde hay gente, como

ciudades, pueblos grandes. Ahí se ve todo lo que es la

maldad. Uno está matando al otro; pasa de ahí, de pueblo

en pueblo. En otra parte están criticando de otro; en

otra tomando [emborrachándose], en otra bailando, en otra

peleando, agarrados; en otra parte están preparando ambil

para hablar mal de otra persona con hechicería: ambil

preparado en totumita para hablar mal; ahí se nombra el

ïïgaï de los antiguos; ambil y coca es sólo para hablar

bien, no para mal, sólo para cuidar. Hasta que por último

[se] va llegando en otra parte donde el cuerpo de uno

parece otra vez echado en tierra. Lo vuelve a ver. Ahí,

en esa parte, se muestra que la tierra no es grande. Uno

pasa un rato por ahí, donde está echado, y observa.

Alcanza [uno] a darse cuenta que el mundo comienza a

57 Comienzo, origen en sentido tanto temporal como espacial; así equivale a

fondo, fundamento, base.

55

girar, girar, verde, como una bola, hasta que va mermando

un poco —esto va en parte de Rafue— hasta que queda en

forma de una bola —superbola. Encima está uno, echado

boca abajo. Ahí hay un hombre sentado, con la bola entre

las dos piernas. Ese es la figura [imagen] de Dios. La

tierra es pequeñita. Él es más grande que la tierra y por

eso lo ve todo. De ahí comienza a desaparecer, volando,

como sumergiéndose hacia abajo. Se llega a una parte que

tiene forma como de una maloca, como un quiosco. Aparece

otra vez el hombre sentado a la puerta, mirando hacia

fuera. Se llega ante él. El hombre pregunta:

—¿Qué buscas? ¿Qué vienes a hacer?

Entonces uno contesta:

—Estoy buscando lo que yo sufro.

Él dice:

—Aquí no hay nada. Aquí todo es alegría. Aquí no hay

dolor, no hay sufrimiento.

Ahí le indica todo.

—Es allá donde estás, donde está todo. Vaya allá y mire.

Me muestra. En ese rato otra vez el [mi] espíritu se

eleva y cuando venía en medio camino, como quien dice:

¡no terminó mi viaje! porque fue en ese momento cuando el

hombre que me cuidaba utilizó la oración, llamándome. Él

me dijo que durante un buen rato quedé como muerto. Él se

asustó. No alcancé a llegar bien. Entonces el espíritu

mío se detuvo ahí. Al oír eso uno oye una voz, muy lejos,

que le pide volver a su lugar. Me paré en medio del

camino. Ahí me llamó. En ese rato el espíritu no quiso

regresar, no quería volver, quería irse del todo. Es lo

56

peligroso. Ahí se cambió. Ya no era el espíritu que

viajaba primero. Mi cuerpo era como que ya no pertenecía

a este mundo. Yo mismo buscaba otra vez regresar a la

maloca (donde estaba el hombre); entonces ese abejón que

me acompañaba, ese aire, me detuvo. Yo iba poco a poco

regresando, y miraba como una luz más clara, como

edificios, veía como visiones. El abejón quería traerme

arriba [donde estaba el cuerpo] y así, poco a poco, iba

de para allá, de para allá; no podía hacer esfuerzo, algo

me obligaba a profundizar. Por último, poco a poco, iba

frenando en una parte y comencé a retroceder hacia

arriba; yo no oía la voz que me llamaba hacia arriba.

Así, poco a poco, hasta que volví a oírla, como en el

cerebro de uno, así se oye. Y eso me iba trayendo, así;

la voz iba sonando más y más duro, hasta que ya se oía

bien claro, como de aquí al puerto. De ahí el espíritu

subió ligero; cogió fuerza, hasta que oía así no más. No

me di cuenta a qué horas se encarnó otra vez. Cuando me

di cuenta, el hombre estaba encima de mí, diciendo

oraciones, sentado. Me levanté sano. Me dio a tomar agua

dulce, de yuca. Ahí llegué otra vez”.

En la práctica chamánica de los uitotos y muinanes, el yajé58 no

ocupa un puesto preferencial, pero se utiliza de tanto en tanto, en

casos extremos, para beneficiarse de sus posibilidades visionarias.

Han sido los grupos tukanos (occidentales y orientales, como los

kofanes) e inganos quienes se han especializado en ese camino. El58 En la toma descrita se utiliza el ukuaï (Virola spp.), según parece revuelto con

yajé (Banisteriopsis caapi). Ninguno de los dos se utiliza con frecuencia entre los

uitotos y muinanes. Lo que sí ocurre con el yajé entre los kofanes, por ejemplo.

57

hecho de estar plenamente constelado en mitos tenidos por los

uitotos y muinanes como los más graves, por referirse a las primeras

etapas del cosmos, hace pensar que el uso del yajé viene de muy

atrás. El que este complejo no se haya desarrollado en mayor medida

ha de buscarse en la especialización de los sabios uitotos y

muinanes en la Palabra, más que en el Ver59, sin que se excluyan, por

supuesto. Para ellos, el Saber estriba fundamentalmente en la

Palabra. Saber es saber las Palabras. Conocer con profundidad es

recordar lo dicho alguna vez en el mambeadero, donde el Abuelo

sentado en el banco ritual, se constituye en el ordenador, y lo es

porque es orador. Palabra: un hombre sentado que habla y que repite

el acto arquetípico del Kosmokrátor del Origen, el que conformó las

primeras Palabras, primera concreción, alada ciertamente, de los

primordiales y fundantes murmullos —y vibraciones— femeninos.

La tradición amazónica del hombre sentado60 en su banco de Sabedor

tiene una importancia capital, vertebral61. Se alude a quien está

59 Especulando sobre esta especialización se podría barruntar que en la cultura

de los grupos que manejan el yajé, habría una disposición especial para las artes

visuales, en tanto que aquellos que se especializan en las plantas que tienen que

ver con la verbalización, la disposición estaría del lado de las artes que manejan

la palabra. El autor piensa así al meditar en la obra de Carlos Jacanamijoy en

contraste con la espléndida poética de los uitotos y muinanes.60 Véase al respecto las obras de Pineda (1994) y Urbina (1994), dedicadas a la

exploración del tema.61 La idea viene de muy antiguo y está muy extendida. Se han localizado

representaciones del “hombre sentado”

—abstractas y figurativas— en los petroglifos hallados en el río Caquetá, y no

sólo allí.

58

hablando en el mambeadero, en el ámbito ritual de la maloca —la

Morada de la Coca62—, donde los hombres se reúnen a consumir la hoja del

saber, hoja que sirvió para conformar la lengua (órgano), y el tabaco

—ambil de vuelos largos— para poder hablar de la tradición, para

conjugar el ayer con el hoy, el espacio del aquí con el total del

universo que se concibe como el conjunto de muchos mundos

coopresentes. La figura del Sabedor por excelencia, el verdadero

hombre63, es la del hombre sentado que está firme, pleno, vertebrando

la realidad con su palabra y su gesto... por eso puede enseñar y

armonizar, corregir y aconsejar, equilibrar y ordenar en su doble

acepción de introducir orden y mandar. El Sabedor calma. Lleva

frescura donde hay ardor y violencia. Todo Sabedor gesta alianzas.

Para volar, los uitotos y muinanes prefieren el tabaco64. En la

construcción del vuelo, Dïïjoma el ensimismado, en otro bello

relato65, confecciona sus alas con ayuda de la paloma, empleando en

la operación hojas a manera de plumas. ¿Qué hojas? Las terceras son62 Comunicación personal de Blanca de Corredor, quien ha logrado la mejor

información sobre Maloca recogida hasta ahora en Colombia, y que es base de su

monografía (tesis de grado en curso -1986- cuando se estaba elaborando el presente

texto) en el Departamento de Antropología de la U. Nacional (resultó la primera

laureada en la historia del Departamento). 63 Con esta breve cita quiero rendir agradecido homenaje al autor de Jaibanás: los

verdaderos hombres. Su autor, Luis Guillermo Vasco, logró el escrito más hondo,

honesto y cálido que haya leído al respecto.64 Distinguen los uitotos y muinanes varios tipos de tabaco, si bien todos no

corresponden a la especie Nicotiana. Kaïkomuya Dïona corresponde a la Nicotiana tabacum;

el Okaina Dïona, llamado tabaco de los animales, y el Jananï Dïona, Tabaco del Diablo

(espíritu del monte) corresponden al úkue, Virola spp., con el que se prepara el

llamado ambil de monte.

59

las del tabaco, las fuertes penas que permiten el vuelo largo; las

segundas, las azuladas de la coca, y las primeras las de yuca, la

planta que alimenta y que nos sumerge de inmediato en las tareas

femeninas, labores que suministran el sustento, alimento que no es

sólo físico; sustento cósmico, porque en definitiva, la mujer —la

generadora— es el fundamento de todo, incluso del saber. Las mujeres

se mueven en la penumbra discreta, lejos del mambeadero —sitio del

hombre—, pero oyen, aprenden, saben... y cuando un hombre, así sea

el Abuelo, se equivoca, ellas —sobre todo las Abuelas—, lo corrigen

desde allá, desde el envolvente y sombrío entorno de su hacer

generador y mantenedor. La madre es la vigilante de la tradición,

quien fiscaliza la transmisión del Saber. En la práctica social de

los uitotos y muinanes, el padre es la figura preeminente, pero en

las más secretas mitologías, las más fundacionales, aquellas que se

actualizan en la construcción de la maloca (síntesis materializada

de la Historia-Universo), la Madre aparece como la figura más

importante, hasta el punto de ser ella quien da origen al Padre, y

quien le exige entregarle al Hijo lo que de ella ha recibido: las

Palabras, para que el Hijo las convierta en Obras y haga, a su vez,

donación de ellas a los hombres (Urbina 1999). Pero esa es otra

historia de la que el relato de Juvenal nada dice; quizá la ignore

porque sólo la cuentan los grandes Sabedores, aquellos que han

logrado llegar, en su búsqueda, a las raíces, al ámbito fontal que

es, y siempre será, un principio femenino.

65 El autor ha presentado, en varias oportunidades, el resumen de este mito y

finalmente completo en prosa poética en 2004. Ha insistido mucho en él por su

particular riqueza simbólica, en especial en lo que respecta a los vuelos chamánicos.

60

Un curador ocasional

Se trata de un hermano de Juvenal, quien ante los padecimientos de

éste se presta a ejecutar una práctica curativa:“Cuando me di cuenta era que estaba acostado en la

hamaca, quejándome, y recobré, como quien dice, el

sentido, bien; se me quitó un poquito el escalofrío;

quedó mi cuerpo todo sin fuerza. En ese momento fue

llegando mi hermano Julián. Me preguntó qué tenía. Le

dije que me hiciera un favor, que pusiera en mi cuerpo

cualquier cosa bendita, que me estaba muriendo. Él fue

inmediatamente a buscar albahaca y me preguntaba cómo

sentía en el cuerpo el ardor y el dolor. Le dije que

estaba como quemado, en la candela. Él contestó:

—Para el Señor no hay candela; para él todo es fresco,

todo es dulce, todo es bueno.

Y diciendo así se sentó a hacer oración hasta que al buen

rato terminó. Era oración de apagar candela y atraer el

corazón de la persona otra vez. Mi hermano continuó

diciendo:

—Porque el significado de la albahaca es: al principio,

cuando nuestro Padre existió, el corazón de él le ardía;

entonces él con la albahaca lo refrescó66. El corazón de66 La fórmula más corriente que utilizan los curadores, cuando echan mano a las

acciones curativas de Áñïraima, el Demiurgo que hace visible la realidad (es el

Hijo de la gran pareja integrada por la Madre y el Padre Primordiales), consiste en

mostrar cómo éste convertía en plantas curativas los terribles padecimientos a que

estuvo sujeto en aquel momento dramático de los orígenes absolutos.

61

él es frío, liviano, alegre. Y ese [mismo] soplo y esa

voz de aliento yo [se] los doy a usted para que se

refresque su corazón y calme ese calor.

Diciendo así él se levantó, sacó albahaca de la taza que

tenía, soplada67, y se puso a rociarla, en forma de

cruz68, en mi cuerpo. Después me hizo sentar y roció todo

mi cuerpo: cabeza, pecho, manos, pies, con esa agua. Con

eso fui cogiendo fuerza otra vez. Y él dijo:

—Ahora se refrescará, sanará todo ese calor y se irá

apagando poco a poco.

67 Soplar: equivale a conjurar; el aire de la palabra fuerte (oración: jira) y el soplo

(aire, aliento de vida: jagïyï) permiten desencadenar las fuerzas curativas de las

substancias, fuerzas que estuvieron presentes en el origen del tiempo, quedando

encerradas en los seres recién creados. 68 Aquí, desde luego, se trata del signo cristiano y la imitación del ritual de

aspersión del agua bendita por parte de los sacerdotes de ese culto. No obstante,

se ha de tener en cuenta que la figura de la cruz está presente en estas culturas,

e incluso se puede rastrear en los petroglifos del río Caquetá que,

incuestionablemente, se remontan a un pasado remoto, previo a la evangelización.

Entre los muinanes y uitotos llega a significar maloca por tratarse de una

representación de los cuatro segmentos de la Serpiente Ancestral —origen de las

etnias— equivalentes a los cuatro ancestros que pueblan los cuatro puntos

cardinales, y que en las malocas conforman las cuatro grandes columnas en donde se

sustenta toda la estructura. El dibujo del petroglifo en

cuestión es el siguiente . Es muy frecuente encontrar el diseño

en las decoraciones hechas sobre

tela de corteza (véase Urbina, 1992a: 140-1; 1993: fotografía p. 35, supra).

62

Ese man, alguna vez, revivió a mi papá finado con yerbas.

Después de eso yo ya me acosté mientras que él se iba a

su casa. Ya era tarde. Llegó mi mujer. Ya más o menos

fresco mi cuerpo; pasaba poco a poco ese calor. Ella

había traído droga y esa agua bendita. Le dije:

—Mientras tú andabas, de no ser por mi hermano, yo ya

estaría muerto...”

Sobre la formación del Sabedor

Entre los murui y muinanes se pueden distinguir dos grandes

categorías de Sabedores: los que detentan un saber positivo, y aquellos

que se fundamentan en el negativo y lo ejercen. En la organización

ideal —en un pasado ya remoto—,en cada grupo existía un gran Sabedor

positivo, que se identificaba con Buinaima69, encargado de proteger,

69 Este tema está más detallado en Yépez op. cit., cap. III. Cabe anotar, sin

embargo, que en los mitos la acción positiva o negativa es asumida indistintamente

por el héroe que se asimila a Buinaima. Este hecho plantea el problema de la

personalidad cambiante. Un mismo ser adopta diversas funciones, a veces

contrapuestas, simplemente cambiando de nombre. Más que designar personajes, lo

que hace el nombre es describir funciones. Viejo problema éste que se ventila muy

a menudo cuando se discute acerca del politeísmo, que poco a poco se está

considerando no como la coexistencia de varios dioses, sino como la manifestación

personificada de las diversas facetas propias de la Fuerza divina, que sería una

sola. En el caso de los uitotos y muinanes, el Abuelo asume, en determinadas

ocasiones, el papel de Buinaima (ordenador, procreador, defensor), y en otras el

papel de Aima (desorganizador, matador, atacante). En suma, esto del politeísmo y

del monoteísmo parece ser una diferenciación que se da en el interior de cada

cultura y no entre una cultura en oposición a otra. Los más finos pensadores en

63

de alimentar la Fuerza del grupo para que éste aumentara. Es el

Generador: su palabra permite que haya salud y aumento de gente, que

las chagras medren, que las mujeres sean muy fecundas y sobre todo,

que procreen varones, porque si en un clan (exógamo) nacen más

mujeres que hombres, se empobrece70.

Este Sabedor positivo, Nïmairama, se forma fundamentalmente en el

mambeadero, donde aprende la tradición, las buenas cosas de la

tradición (Rafue) y el cómo controlarlo todo para organizar la

sociedad y, a través de ésta, el cosmos mismo, mediante la Palabra y

el Gesto. Aprende gestos y palabras primordiales del anciano

preceptor, cuyos años viejos lo avecindan a los orígenes antes de

entrar en el silencio. Su lugar es el mambeadero. Su ámbito, la

maloca.

Al lado de este Sabedor positivo aparece el negativo: el Aima,

el hechicero, el encargado de atacar a los enemigos del grupo,

mientras el Sabedor positivo defiende. Es él quien lanza el vampiro,

tragador de corazones, contra las malocas enemigas; él, quien,

metamorfoseado, siembra el terror; él, quien deshace con sus

palabras-flecha el secreto-muralla del enemigo. También tiene su

ámbito ideal de aprendizaje, ámbito solitario, al que va solo. Es

cada cultura (supuestamente politeísta) terminan por percibir ese monismo

fundamental; en tanto que el común de la gente (incluso en la culturas

supuestamente monoteístas) se mueve en lo diverso. 70 Bien dice el Abuelo don Noé Rodríguez, que “la mujer es cernidor de otra maloca

mientras el hombre es estantillo de la propia”. El hombre se queda y la mujer se va. Esto

permite que haya alianzas. Un grupo sin alianzas no puede subsistir fácilmente, y

esto, ante todo, debido a la frecuencia en un pasado no muy remoto de las guerras

interclaniles.

64

una raja entre los mundos. Se llama Kuere. Ese lugar es buscado por

Juvenal. Kuere: grieta que intercomunica los mundos superpuestos...

se habla de sitios muy miedosos en las sabanas del Cahuinarí, en las

cabeceras de ciertos quebradones donde aparecen grutas, cavernas...

y se dice que es Kuere... allí se averiguan las cosas maleficiosas71.

He recogido algunos relatos sobre Abuelos que han ido a kuere.

Han hecho ese viaje combatiendo un espíritu, luchando hasta vencerlo

y pasando por todos los mundos: por el mundo del agua, por el del

fuego, por el del rayo, por el de las raíces, por todos los mundos,

aprendiendo y llevando a cabo una batalla descomunal que termina con

la derrota del espíritu, cuyo poder queda a merced del vencedor. Se

sabe de los vencedores. No de los buscadores derrotados.

¡Qué distinto este kuere, este ámbito desolado en que dos

fuerzas se miden sin testigos, al ámbito comunitario del mambeadero,

sitio en que también se da la comunicación entre los mundos; lugar

en donde el Abuelo Sabedor vertebra, con su gesto de hombre sentado,

las muchas dimensiones, ascendiendo, bajando, conociendo, viviendo,

recordando, atesorando saber para que su gente esté sana y alegre!

Los Sabedores positivos —los Nïmairanï, entre otros— se basan

fundamentalmente en el Rafue: es la Palabra buena, eficaz, la

historia buena que comporta rituales que permiten ver lo que se

mienta, concluir algo, visualizar, encerrando y controlando la

Fuerza en la concreción de la obra ritualizada. El Aima afianza su

Poder en la historia negativa, ïïgaï (jagaï en dialecto nïpode) historia

71 A título de hipótesis, Kuere es al universo lo que un Saber maléfico es al

edificio conceptual del Abuelo dueño de tradición que hace medrar; o que el ïïgaï

al Rafue.

65

que narra fracasos, historia de castigo, relación de acciones incompletas

generadoras de desastres; o es la misma historia y Palabra

positiva, el Rafue, que termina por tornarse ïïgaï cuando simplemente

se sabe y dice, pero no se actúa cuajándose en obra72: “haciéndola

amanecer”.

Tipos de enfermedad

En el relato, Juvenal habla de enfermedades con madre; se supone que

hay otras sin ella, aunque no las detalla. Las con madre o Dueño son

las que preocupan más al relator. Busca su causa. Son las

susceptibles de ser dominadas mediante el Saber. Su etiología es

externa. Juvenal se detiene en describir cómo él se encontraba a la

expectativa, pendiente de la forma en que llegaba la enfermedad.

Ésta se manifestaba inicialmente como un golpe de viento, el

resplandor de un relámpago, un ruido que lo traspasaba, sensación de

chuzos, flechas o punzadas, y también, de manera muy recurrente,

calor, fiebre; el calor que quema, no el que abriga y conforta.

El diagnóstico

En algunos textos se afirma: “Se sabe qué enfermedad es, poniéndole

cuidado a lo de dentro y a lo de fuera”; buscando los signos

visibles: ruidos, rayos, un trueno... “Los truenos que se oyen de

pronto son contra uno; los que vienen subiendo, lentamente, son de

tempestades comunes y provienen de Dios”, es decir, son naturales, no72 Moralidad y verdad son correlatos de la eficacia.

66

conllevan presagios. Viajero permanente en los ríos, escenarios de

sus peripecias, Juvenal presta mucha atención al ruido que produce

su quilla (canoa) al deslizarse cortando el agua; ausculta el tipo

de oscuridad: la hay como transparente y la hay opaca,

atemorizante... a todo le ponía cuidado para saber si se trataba de

algo natural o de algo maligno que lo estaba persiguiendo.

Para diagnosticar la enfermedad, los curacas utilizan el

palpar, pero de manera especial, el ensoñar, el viajar, y con esto se

alude a la toma del yajé, del tabaco y de la ukuaï, que permiten ver

más allá de lo cotidiano, y remontarse hasta donde está ese hombre

sentado, Dueño-de-los-remedios, ante cuya presencia no alcanza a llegar

Juvenal, y por eso su vuelo le resulta infructuoso.

La curación

En la crónica se mientan muchas cosas curativas. Los curanderos las

conocen y emplean, pero se recurre más asiduamente a la Palabra como

elemento curador. Para los uitotos y muinanes la Palabra es lo más

fuerte. Esta práctica le da al enfermo una notoria sensación de

seguridad, lo cual favorece su recuperación al coadyuvar el

desencadenamiento de las fuerzas defensivas propias del organismo;

de esa manera, cuando luego se suministra la planta medicinal, la

persona está en una mejor situación vital para superar la dolencia.

Las dos prácticas —Palabra y medicamento (manue)— por lo general van

unidas, pero se da una insistencia mayor sobre la primera.

67

Hay otro punto muy interesante en esto de la curación por la

Palabra. Una de las técnicas consiste en declarar —por parte del

curador— que el cuerpo es, en definitiva, un microcosmos que

contiene todo lo que hay alrededor: rayo, candela, agua, piedra,

árbol, viento... de todo. De tal manera que si la enfermedad es

producida por alguno de estos elementos, el curandero dice:“A ti no te puede pasar nada porque tú también eres rayo,

tú tienes luz de rayo... Tú tienes también candela, así,

la candela de los animales no te puede perjudicar porque

tú también eres candela; tienes la candela de las buenas

palabras, la candela dulce, la candela que abriga, la

candela que cura...”

Se trata de mostrar que si se es idéntico, conformado con las

mismas substancias, sería contradictorio el daño que provenga de

ellas. En este mismo orden se da una metodología de curación que

consiste en dejarse guiar por los sueños, y recorrer el bosque al

día siguiente en busca de lo soñado que es, por lo general, muy poco

explícito, mediatizado como está por particulares metáforas: el

soñar con tal cosa equivale a tal otra. En cierta medida, este

recorrer indagando sin saber propiamente qué, es un estar abierto a

cualquier influjo proveniente del exterior; es como mostrar sin

velos mi desequilibrio, para que algo en el entorno se muestre en

plan de mejorarlo. El marco conceptual en que se configuran estas

ideas, responde a la noción de que un organismo, en caso de perder

su equilibrio (enfermedad), ha de encontrar en el ámbito que le es

propio los elementos imprescindibles para recuperarse. El secreto

está en saber buscar. Las pistas están en el paciente mismo, por

68

cuanto el entorno es parte de su propio cuerpo. “Yo me entrego al bosque

con la mediación del ensueño que, en últimas, me sumerge de nuevo en el origen, cuando

las cosas estaban indiferenciadas. La selva, que es la suma de todos los equilibrios, sabrá

armonizarme”; ésta es, en mi opinión, la fórmula, el trasunto de todo

este asunto del curar. Quisiera agregar que es muy marcada la

insistencia de los Sabedores indígenas en eso de que “todas las

soluciones a todos los problemas están en uno mismo, pues cada uno es

todo”.

Se prescriben dietas. Un individuo que tiene fiebre no debe

comer determinados alimentos, sobre todo aquellos de carne roja,

porque son animales calientes que muchas veces, con sólo percibir su

presencia, producen calentura. Se da una relación estrecha entre

calor y enfermedad.

En las prácticas curativas se encuentran igualmente los gestos.

Por ejemplo, sacudir los brazos haciendo la mímica de alejar algo:

la enfermedad. Se señala de pasada la medicación por el baño, una

práctica con que antaño se protegía a los niños y adolescentes, y

que ahora se aconseja a algunos pacientes, y que consistía en

hacerlos bañar muy temprano, en la quebrada, con el fin de “coger la

fuerza del agua antes que la mariposa blanca toque tres veces, al amanecer, la superficie del

agua, o antes que el camarón saque su dedo”73. Es entonces cuando se deben

bañar, pues de no hacerlo, quienes roben la fuerza del agua serán el

camarón y la mariposa. La Fuerza del agua se interioriza golpeando

la corriente, con violencia, rebotándola con la mano sobre el

cuerpo. “Así queda uno protegido de las enfermedades. Era como vacuna de antigua”.73 Texto suministrado por Blanca de Corredor, quien lo recogió del Abuelo

Florencio en Los Monos, arriba de Cuemaní, río Caquetá, en 1981.

69

Desde luego, entre las técnicas de los curanderos profesionales

está el succionar la parte adolorida. La enfermedad se concibe, en

ocasiones, como algo que penetra en el cuerpo, y ese cuerpo extraño

debe ser extraído por quien tenga la Fuerza —el chamán. A Juvenal le

estaban tratando de extraer un bïgï, o sea un mazo, una macana que se

había incrustado en su pecho. En eso se había materializado la

brujería de su enemigo principal. De igual manera, se trataba de

despojarlo de esa camisa de candela que lo enferma continuamente, y

que impide que las palabras buenas y los medicamentos penetren en su

interior.

Para finalizar, diré simplemente que la salud se manifiesta

como una sensación de frescura y ligereza.

***

La ponencia fue ampliada con una proyección de diapositivas en que

se complementó una serie de aspectos de la exposición y se atendió

luego a las preguntas del público. Entre varias cuestiones, se dio

explicación acerca del título de la ponencia: La copa de los espíritus del

bosque. Reconstruyo la intervención:

Ante el fracaso de Juvenal en su viaje de yajé, Remigio, el

curandero uitoto profesional, le recomienda tomar, y también echarse

en el cuerpo, el agua de lluvia depositada en una variedad de hongo

que se yergue en forma de copa. Retomo el relato:“El hombre me comenzó a explicar una parte acerca

de los espíritus que Dios ha hecho primero, de las

70

enfermedades, y que buscara según la enfermedad que

sentía. Dijo:

—Debes buscar la yerba perteneciente a cada animal,

porque la enfermedad viene de los animales, o sea lo que

el Espíritu que Dios hizo en este mundo, o sea lo que

nosotros llamamos Ïïgaï74, eso es Espíritu Antiguo, que

vive hasta ahora, y nosotros no nos damos cuenta de cómo

una enfermedad choca. Ellos [esos espíritus] primero han

sido como nosotros, que tienen su comida y bebida

propias. Eso se les da otra vez a ellos; eso está en el

monte.

—Eso es significado [seña] de obra principal que

Dios hizo, y eso como no estaba bien, lo dejó, lo

rechazó, lo dejó para ellos cuando hizo esta tierra,

cuando él buscó para hacer esta tierra. Él sufrió. Él ahí

se convirtió en fantasma (janaba), y la gente que ya

había hecho nacer obró mal, y él la rechazó hacia el

monte y esos espíritus son los que existen y hacen

perjuicios: son un grupo de janaba.

Esos son los pertenecientes al calor que yo sufría.

Él dijo:

74 Resulta particularmente interesante este sentido del término. Aquí es el

espíritu o personaje que reúne la Fuerza negativa que reposa en los ïïgaï, las

historias de castigo que narran lo que no debe hacerse, a las que tan bellamente llama

Yépez “historias para olvidar” y que, sin embargo, no se olvidan.

71

—Con la cauana75 se refresca, y con la yuca dulce se

endulza. Pero

eso es lo que hay en el monte: el hongo, olla de barro de

ellos. Ahí preparaban su cauana para refrescar el calor

que ellos tenían en el cuerpo. Su corazón se endulzaba.

Entonces el hombre me dijo que tenía que tomar un

poquito de esa agua y juntar y bañarme el cuerpo con eso

cada vez que me sintiera mal, que padeciera ese calor.

Dijo así:

—Así viene esa enfermedad que usted sufre”.

Al estar enfermo, Juvenal se convierte en uno de esos seres que

fueron rechazados. Ese calor que ellos tienen, y que es bueno para

ellos, equivale a fiebre en el humano. Pues bien: si el calor que

ellos sienten se refresca se endulza con la cauana de ellos lo que

se deposita en el hongo, Juvenal debe tomar de ese líquido para

calmar enfriar su fiebre... Variaciones amazónicas del principio

Similia similibus curantur.

***

Nota final sobre las posibilidades de lograr una reducción racional de

la brujería

75 La cauana es una bebida que se prepara con almidón de yuca y zumo de alguna

fruta. Es alimento propio del hombre, lo humaniza, lo refresca en contraposición

con la cauana de los espíritus que fueron rechazados.

72

Frente a la posibilidad de que el brujo posea efectivamente el poder

de actuar a distancia, manipulando un cierto tipo de fuerzas, se

podrían digitar otras alternativas, toda vez que tales prácticas no

son explicables racionalmente para ciertos conventículos académicos,

que tienen la pretensión de estar y tener las llaves de acceso al

único mundo posible, y al único saber válido.

1. La persona victimada sabe que le están haciendo brujería. La

brujería resulta efectiva por obra de la sugestión a que es

inducida la víctima.

2. La víctima no es consciente de que es objeto de la acción brujeril

o hechiceril; no obstante, resulta afectada.

El operario —el hechicero— le hace ingerir alguna substancia,

sin que la víctima lo sepa; de esa manera desencadena la

afección.

La víctima capta, en forma subliminal, las operaciones a que

está siendo sometida y desencadena la afección

correspondiente. Es, también, el caso de la persona que es

consciente de encontrarse bajo el efecto de alguna acción

hechiceril, pero que afirma “no creer en eso”, sin tener en

cuenta que la labor de zapa del inconsciente (deudor de la

cultura entornante) es tanto más efectiva cuanto más sutil.

Ante la contundencia de tal o cual hecho insólito —atestiguado

por cada quien—, y de no aceptarse alguna de las anteriores

alternativas se impone, cuando menos, admitir la existencia paralela

de otros mundos, obedientes a otras lógicas, y con poder suficiente

73

para interferir y generar distorsiones en este mundo –presuntamente

tan hegeliano (racional76)– al que nos hemos tratado de acomodar a

partir de la llamada modernidad ilustrada.

ROBERTO: INCLUYO COMO EPÍLOGO (MOVIMIENTO MOLTO TRISTISIMO) UN

APARTE DE MI ÚLTIMO LIBRO (LAS PALABRAS DEL ORIGEN, VOL. 4,

BIBLIOTECA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE COLOMBIA, MINISTERIO DE

CULTURA, 2010, PGS. 217-224).

12.- JUMA― HISTORIA DEL RAUDAL DE JIDÏMA ―

Relator: Juvenal Flaviano CastillaEl Encanto, Río Caraparaná, 1979

Introito

76 Cada lectura del mundo es un mundo. Lo más interesante no es que en el mundo

de los uitotos ocurran acciones no reductibles a la racionalidad llamada occidental;

por ejemplo: el convertirse en un animal chamánico (cosa distinta a convertirse en

un animal común y corriente). Lo intrigante es que pueda ocurrir una intrusión de

ese mundo en otros, como el académico, cientificista y racionalista. Que la magia

uitoto opere entre los uitotos y sus vecinos, es lo propio de su mundo; lo extraño

consistiría, ante todo, que operara en otro u otros. Es posible que opere si

encuentra individuos que mediaticen el asunto. Tener muy en cuenta que la mayoría

de las cosas raras a quien siempre le ocurren es a otro. Se saben de oídas... pero en

la vida de casi toda persona acontece alguna experiencia, muy contundente, sin

marco conceptual que dé razón suficiente de ella; la racionalidad siempre

procurará encontrar una forma de escamotearla. Véase el libro de VARIOS autores, y

allì, muy especialmente, la entrevista hecha a Vasco.

74

Una mañana, en que la neblina apenas si permitía vislumbrar no muy lejos la curva del río, avanzamos desde el Encanto –caserío uitoto asentado un poco adentro de la margen oriental del Caraparaná– hacia el primer raudal del quebradón Jidïma, desde donde se planeaba batir esas selvas en una partida en que nos empeñaríamos ocho cazadores. Esperábamos estar en esa actividad no menosde una semana, cobrando piezas y ahumando la carne.

Nos precedía la poderosa oración con que el Abuelo Belisario Hichamón, jefe espiritual de la comunidad y uno de los nucleadores, en una parte del territorio ancestral, de su dispersa etnia, luego de la deportación a que fuera sometida por los caucheros peruanos. La noche antes de la partida el Abuelo solicitó a los Dueños de los animales cedieran las presas necesarias para que supueblo pudiera alimentarse; cada miembro de su comunidad al morir pagaría su tributo, compensando y equilibrando la Fuerza.

Fue claro en advertir que no podíamos asechar en ningún salado, barriales en donde afloran sustancias minerales. Son frecuentados por infinidad de especies animales que se acercan a consumir dichas elementos. Los cazadores suelen armar asechanzas en sus inmediaciones; pero como son sitios cargados de Poder, frecuentarlos está sujeto a una serie de restricciones rituales muy especiales, muchas de las cuales estructuran un correcto y equilibrado manejo del entorno; por ejemplo, cazar determinados animales de difícil consecución sólo en determinadas y muy cruciales ocasiones, como al hacer los preparativos de una gran ceremonia (baile), o abatir sólo una cantidad muy restringida de individuos de una especie que ya esté escaseando. Estas normas, tan convenientespara asegurar la no extinción de especies y guardar el equilibrio ecológico, sonrecordadas e impuestas por los chamanes, personajes encargados de dialogar con las Fuerzas que controlan los flujos de energía de los entornos naturales para solicitar los permisos de caza, y establecer acuerdos. Estas Fuerzas se personifican en los Dueños míticos. Los chamanes pueden llevar a cabo esta delicada y riesgosa labor de intermediación, porque “saben negociar” y esto por ser muy buenos conocedores del medio natural (elementos, especies vegetales y animales y sus complejas interacciones) y social (normas que rigen la organización social, mitología, crónicas y el manejo religioso), conocimientos ymanejos rituales que los potencian agregándoles un plus a su humanidad, convirtiéndolos en los «verdaderos hombres», los máximos exponentes de la especie humana. Por desgracia, la presión de la cultura occidental cristiana (especialmente en cabeza del misionero), margina y hasta persigue a los chamanesy banaliza y condena esos sabios acuerdos; además, predicando que el hombre es rey de la creación y llamado a cumplir un destino final sobrenatural (individual), rompe los diálogos cósmicos con que las culturas comunitarias interiorizan la necesidad de equilibrio. En general, la peste del consumismo, que también va llegando a los indígenas, hace que esas normas de buen manejo ecológico (ecosofía) vayan perdiendo vigencia dentro del paulatino abandono de la tradición estricta, contribuyendo con ello al colapso faunístico por exceso predatorio. Quizás las sociedades contemporáneas, como conjunto reponsable, lleguen finalmente a asumir el gran principio de la Arcaica Sabiduría Indígena Amazónica: «Los seres humanos no somos los reyes ni los dueños de la Vida como

75

para disponer de ella a nuestro antojo. Sólo somos una parte de la Vida: la parte que se hace responsable de ella para que perdure».

Cayendo la tarde vimos, saliendo del recodo del río, una extraña embarcación. –¡Ese es el Diablo!– exclamaron varios de los que nos desplazábamosen la gran canoa de la comunidad. Venía el personaje de un largo e infructuoso acecho de tigrillos, que ya empezaban a escasear en la región, entre otras cosaspor causa de él mismo. Pero resolvió acompañarnos, amarrando a la nuestra, y a la que ya llevábamos en remolque, su pequeña embarcación, equipada inusualmente con una techumbre de tejido de palma que le permitía pernoctar cómodamente sin necesidad de bajar a tierra. Seguro pensó que una partida de ese tipo, con sieteexpertos en reírse todo el tiempo, era una sabrosa compañía que había que aprovechar. El octavo era aquel de quienes se burlaban y lo hicieron de mil maneras pero sin ninguna ofensa y mucho menos cuando con mi carabina 22 me gané en algo su respeto. Claro que el respeto se erosionó un tanto cuando la gran babilla, a la que disparé fallando el disparo, saltó desde el barranco de la orilla a zambullirse en el agua protectora, con grabe riesgo de voltear la pequeña y celosa canoa en que nos desplazábamos, cautelosamente, en una de esas noches de cacería ribereña al ojeo, con linterna.

Pernoctamos al pie del primer raudal, donde tuve tiempo de planear y tomar algunas de mis mejores fotografías de cachiveras (raudales). Fue una aventura inolvidable. Cazamos, pescamos, comimos sabrosuras (bueno: en el muslo de un paujil viejo, una de las muchas presas que me tocó en turno, rebotaron misdientes) y regresamos una semana después cargados de buena carne.

Y lo más importante. En charla con José Octavio García (o Jitoma Zafiama hijo del Abuelo José quien fuera mi preceptor) y compañero en esa y en muchas otras aventuras, el Diablo, como llamaban a Juvenal Flaviano Castilla77, se mostró interesado en compartir una parte de su biografía, que prometía, por ciertos detalles, estar llena de datos interesantes. Y así fue. Al regreso de lacacería, durante cinco días me dictó pacientemente en un fluido castellano la historia de cómo pasó por manos de muchos curadores (chamanes), antes de superarsus dolencias, fruto de sus exageraciones como aserrador y talador sin atenerse a los permisos rituales para no ofender a los Dueños de las especies silvestres y, sobre todo, por causa de haberse robado su mujer sin haber cumplido con los rituales propios de la tradición al formar hogar: contribuir con trabajo tumbando una parcela de selva para que los suegros puedan hacer una chagra nueva. Es la retribución por sustraer la fuerza que en una maloca constituye unamujer activa. El relato de sus aventuras estuvo salpicado con los mitos propios de su

tradición. Uno de éstos es la Historia de Juma, un poderoso personaje mítico que aquí funge como Dueño de un territorio y con quienes ciertas gentes descuidadas se comportan en forma impropia, rompiendo viejas alianzas. El castigo será convertir a los bailarines irrespetuosos en las rocas que emergen peligrosamenteentre las espumas del raudal, quedando allí como ejemplo de las consecuencias que trae un comportamiento sacrílego.

77 Del clan Monanizaï –Gente-de-cielo–. Juvenal llegó a ser capitán de su

comunidad.

76

He de aclarar que este mito lo transladan los uitotos cuando en su diásporahan ocupado lugares con raudales. La tradición oral se estructura con base en los lugares sagrados; estos priman sobre los mitos. Por eso es necesario transladar tradiciones orales para acomodarlas al «nuevo hábitat», cuyos hitos sagrados han de ser una réplica de los hitos del hábitat original. De otra formala vida quedaría sin el verdadero marco espacial que le dé sentido. En el pensamiento de los uitotos, frente al binomio categorial espacio-tiempo, el tiempo queda supeditado al espacio78. Varían un tanto los detalles, pero ver las rocas, entre los borbollones de agua, como los bailarines malditos por un baile “mal hecho”, es la enseñanza principal.

La copa de los espíritus del bosque, larga crónica de Juvenal, en la que está

incluido este relato, habrá de esperar para ser publicada. Y ya no podré

sentarme con El Diablo en su maloca de El Encanto, donde ya era Capitán, a hacer

unas buenas sesiones recordando esa aventura de caza y las muchas horas que

pasamos, él dictando y yo escribiendo. Pensaba pedirle al Sabedor que me

volviera a narrar la crónica de esa parte epifánica de su vida. Mi intención era

tratar de percibir lo que ocurre en la mente de un relator treinta años después

de haber hecho una narración tan sentida. Estoy seguro que, de hacerlo, se

podrían percibir aspectos claves de cómo opera la «máquina mitológica» jugando

con la memoria y el olvido, cuando su materia la constituyen experiencias

profundas, sueños, ensueños y relatos tradicionales. Pero ya no será posible.

Hace unos pocos años, uno de mis alumnos de Filosofía, Claudino, del río

Caraparaná, me trajo la arrasadora noticia: el Abuelo había muerto a causa de

una de esas minas antipersonales que siembran haciendo ostentación de cobardía y

crueldad los señores de la guerra. Algún día aparecerá este libro que condena la

infamia y que rescata las enseñanzas de un cazador y aserrador arrepentido. El

programa gubernamental que se ocupa de ese problema (víctimas de las minas), no

le dio ninguna importancia a la publicación de esa obra. Que las víctimas tengan

rostro real parece importar muy poco; importan las estadísticas.

78 Parece ser una constante en las cosmovisiones indígenas. En la «civilización

hebreo-greco-cristiana (occidental), se le da primacía al tiempo. Al fin de

cuentas, se trata de una religión mistérica de salvación; en ella cuenta más el

transcurrir que el dónde. La importancia extrema que se le da al tiempo en la

sociedad consumista, es un correlato de dicho imaginario. Es lo que más afecta

al indígena al tratar de instalarse en la cultura dominante.

77

Juvenal Flaviano Castilla, Capitán de los uitotos de El Encanto, murió

cuando con su comunidad limpiaba de malezas el aeropuerto, ése que algún día

habría de utilizar para volver a sentarme con él, como se sientan los hombres

verdaderos, aquellos que son capaces de hablar pacíficamente de belleza, de

respeto y de amor por la vida.

EL MITO Ahí hay una roca negra en medio del chorro. Humea. Hay una persona:esa persona en sueños se me apareció. Hay una mujer que es como diosa de ahí. Al principio esos eran los dueños de ese baile que estaban haciendo allí. La historia es esta.

Del Cotué viene un hombre. Se llama Juma. Ese hombre es muy poderoso; es como un profeta antiguo, de los que viven en la Escritura (Biblia), hace milagros y todo.

En ese entonces ese hombre vivía por allí, por el lado de Chorrera; ahí estaba su residencia.

Mientras él se fue a bañar (otros dicen que a mirar rïgï: nasade bejuco) la capa, como sotana79, la dejó afuera y esa capa la robaron y se la trajeron hasta acá, hasta el chorro de Jidïma. Ahí había una tribu: Jidïma Ninairaï. Cuando él salió del agua ya no encontró su capa; entonces, comenzó a buscarla. Quedó desnudo y tapó su cuerpo con hojas de zigobe; es larga, sirve para tapar el sexo: es el comienzo del guayuco. Ahí fue cuando se inventó esa prenda.

Con eso él comenzó a andar, así, buscando. En una parte iba como en forma de anciano; en otra en forma de joven, en otra parte 79 Abeï ïgï: atuendo. El término sotana, utilizado por Juvenal, hace evidente el

carácter ritual del atuendo. Tal parece que los uitotos y muinanes utilizaron,

en un pasado reciente, una plumaria similar a la que se estila aún entre los

grupos tukanos (occidentales y orientales, especialmente entre los kofanes), en

la cual se incluyen gruesos colgantes de plumas («capas») que, adosados a la

parte trasera de la corona de plumas, caen desplegándose profusamente por la

espalda. Presumiblemente el atuendo que figura en el mito fue confeccionado con

plumas de garza blanca, permitiendo así establecer la metáfora con las espumas

blancas que se forman en la raudalera.

78

como hombre, en otra como mujer, y en otra como niño muy pequeño. Vino hacia el chorro de Jidïma cruzando por aquí: llegó entre la tribu de Ezi Ninairaï y por ahí pasó cuando estaban midiéndose disfraces, probándoselos. En ese rato, o sea cuando llegó él, quedóen desorden todo lo que ellos hacían. Siempre uno lleva embolates. Ahí quedó maldita, encantada, la gente que hacía eso.

De ahí pasó a otra tribu que estaba haciendo disfraces80 y a todos ellos los iba encantando convirtiéndolos en piedras. Por esoson seres vivientes encantados. Pasó por allí adelante y se encontró con una mujer que sacaba camarones con cernidor en una quebrada. Ahí la encantó a ella, como piedra y en figura de una mujer patas arriba81. Desde ahí cruzó hacia el chorro de Jidïma. Al llegar a esa tribu encontró a los muchachos que se estaban bañando.Apareció en forma de un viejo ante ellos y preguntó qué estaban haciendo. Respondieron: –Estamos probando la sotana (abeï ïgï) de quien sabe qué viejo.

Entonces el viejo les dijo: – ¡Ustedes sí que son simpáticos! Entonces llamó a los muchachos y les pintó los pies y las

cejas y ahí mismo los maldijo:–Algún día, cuando nazca la gente82, ellos se alimentarán con

ustedes; se convertirán en palomas. Ellos quedaron ahí hablando, cantando ya como palomas. Él ya se fue hacia la tribu. Cuando estaba cerquita de la

maloca notó que allí adentro había dos hombres lamiendo ambil. Uno se llamaba Aïmaïdoraï –Quijada·larga– y el otro Jurasefïi. Ellos sintieron que algo iba a pasar. Uno de ellos comenzó a decir así:

–Mi corazón siente un fastidio. El otro dijo:

80 Jïgae: baile de mostración de disfraces.81 Eso es el Canal·del·rayo. La brecha es el sexo de esa mujer.82 La primera humanidad queda relegada, encantada, pero conserva una virtualidad

peligrosa. Su poder puede ser evocado y convocado. Puede emerger causando

problemas. Odian a la nueva gente. Están vinculados con el caos original, cuando

aún el mundo no había sido plenamente organizado y humanizado, hecho cosmos, por

héroes culturales tales como Juma.

79

–Presiento un peligro, ten mucho cuidado, que algo ha de suceder.

Comentaban así. En ese momento se ponían la capa bailando en grupos, disfrazándose, jugando con ella. Tan pronto asomó el viejo,todo quedó en desorden, se embolataron; ya no quedaron bien en el baile; quedaron como descontrolados. Él los descontroló con su poder.

En ese momento iba entrando por la puerta un hombre como viejón y les preguntó a los dos que estaban sentados. La gente no hablaba, quedaron súpitos, embolatados al entrar el dueño de la capa. Preguntó:

– ¿Qué disfraces (jïgaï) están probando? Esos dos que estaban sentados respondieron: –Estamos probando para disfraz la capa de un viejo extraño. El viejo contestó: –Bueno.Y ellos comenzaban a bailar otra vez en grupo, prendidos de

la capa.Dijo él:– ¡Háganlo a ver! Cuando probaron otra vez ya no servía: se embolataron ya.

Entonces le dijeron ellos al viejo:–A nosotros no nos sirve, pero pueda que a ti sí te luzca.

Pruébatela. Entonces él dijo que bueno, poniéndose su capa sin que ellos

se dieran cuenta que eso era de él. Le quedó conforme, le casó bien, a su medida. Entonces dijo:

–Vamos a probar. Comenzó a arrastrar esa capa y dijo que todos tenían que

prenderse de ella. Comenzó a arrastrarla hacia el lado de abajo de la maloca. De ahí los trajo hacia el lado del coqueadero y de ahí hacia el lado izquierdo, después a la derecha y así probó. Eso quedó todo perfecto. La tierra se mecía como si fuera temblor y todos bailaban alegres. No quedaba ninguno sin bailar. Entonces él dijo:

–Vamos a probar otra vez. La tierra se estaba ablandando, se movía y todos los que bailaban se iban uniendo (pegando), los unos con los otros, de tal manera que no podían separarse, alegres; ya les estaba dando trastorno.

80

Ese es Baile·de·comer·gente83. Habían traído un venado colorado y lo tenían en el patio. Las mujeres estaban haciendo cauana y salía humo84. Entonces el viejo comenzó a arrastrar nuevamente la gente con su capa y les dijo que todos tenían que bailar, desde niños a viejos, que todo estaba bien. Todos decían que sí. No quedó nadie. Comenzó otra vez a arrastrar los bailarineshacia abajo y hacia arriba de la maloca, luego hacia el lado del sentadero y llegando a los extremos los arrinconaba, de lado a lado. Entonces, los sacó fuera de la maloca, y los llevaba por el contorno, y entró nuevamente por última vez. Iban aplaudiendo, gritando. Los llevó hacia abajo de la maloca y otra vez hacia arriba, hacia el sentadero; de ahí a un lado y al otro, de ahí afuera. Ahí ya era como un viaje a la carrera. La tierra ya como que daba vueltas. Desde ahí, finalmente, los arrastró de un solo jalón, con un rayo hacia el río, diciendo así:

–Por robar la capa de un viejo, quedarán convertidos en piedras. Sólo cantarán las nuevas generaciones la historia de ustedes por ser pícaros. Dirán:

–La tribu de Jidïma, por pícara, por robarle la capa a un viejo quedó convertida en piedra. Cuando se llegue aquí se oirán las voces de lo que ellos gritaron en otro tiempo.

El viejo sacó su capa y se fue nuevamente a donde vivía85.83 Ritual de canibalismo. Con esto se refuerza el carácter negativo de esta

gente, toda vez que se da una expresa condena por parte de muchos Abuelos

sabedores de este tipo de ritual. La antropofagia aparece severamente condenada

en los mitos, pero asombra su frecuencia en relatos y crónicas.84 Ese humo quedó convertido en el vapor que sale cuando el agua golpea

violentamente las piedras en el raudal.85 En una de las tantas variables de este discurso mítico, referente a un lugar

específico y, no obstante, extrapolable a los raudales que en su diáspora han

ido ocupando los uitotos, se desarrolla un tema que refuerza la razón del

castigo. La gente una vez que se dedicó a preparar y a ejecutar el baile, se

olvidó de cultivar la tierra y de reparar la maloca; pasaron años sin hacerlo,

sólo dedicados a lo lúdico del baile. Con un proceder tan impropio contradecían

lo que ha de ser la esencia del rito: culminación de trabajos, cuando se ha de

compartir lo cosechado; o bien, propiciando el restablecimiento de los ritmos

81

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MITO Y FARMACOPEA

Fernando Urbina Rangel

Asociación Colombiana pro Enseñanza de la Ciencia –BUINAIMA–

La ponencia se divide en cuatro partes. En la primera se hacen

aclaraciones muy puntuales acerca del concepto mito –y de paso se

toca el asunto del rito–, para pasar luego a mostrar la estrecha

trabazón que se da en muchas culturas entre las tradiciones

míticas y las famacopeas. Fue en el ámbito del mito en donde las

85

farmacopeas fueron establecidas originalmente, y en donde, en

muchos casos, aún perduran. En la segunda se trae un ejemplo

tomado de una cotidianidad indígena colombiana (amazónica); se

trata de resumir los pormenores más significativos de la crónica

en que un indígena uitoto narra un proceso de curación en el que

estuvo inmerso por espacio de tres años; en dicho proceso fue de

curador a curador, hasta topar con uno que encuentra la solución

de sus persistentes dolencias En este relato figuran, como es

natural, algunos remedios aborígenes. La tercera parte estará

consagrada a destacar una manera de proceder de los curanderos

uitotos y muinanes, que parece cimentarse en la idea de que todo

organismo puede encontrar su equilibrio –y por tanto restablecer

su salud– con algún elemento de su entorno natural. La cuarta

parte se referirá a la urgente necesidad de investigar

sistemáticamente las farmacopeas indígenas, antes de que la

avalancha de la globalización termine con exterminar los saberes

locales, a los que tanto debe la ciencia pomposamente llamada

universal, que con mucha frecuencia olvida sus propios humildes

pero fundamentales orígenes. Lo fundamental en el nexo entre

palabra mítica y medicamento estriba en la eficacia de la

palabra.

Palabras claves: mito, rito, farmacopea indígena, curanderismo,

globalización, educación.

86

MITO Y FARMACOPEA

Fernando Urbina Rangel«BUINAIMA» Asociación Colombiana pro Enseñanza de la Ciencia

Voy a comenzar contando una brevísima experiencia de mi infancia,para centrarme luego en la narración de una historia que obtuvede labios de su protagonista, durante mi trabajo de campo de1979, en el río Caraparaná, afluente del Putumayo, en la Amazoniacolombiana. Este trozo de vida pletórico de experiencias límite,toda vez que se trata de una lucha contra la enfermedad y lamuerte, nos dará el telón de fondo para elaborar una aproximación–más práctica que teórica– a lo que es el mito y el rito y a loque se considera enfermedad y salud, y al sentido delmedicamento. Se trata, por supuesto, de asomarnos a otro mundo, aotra dimensión cultural, representada en una nación indígena dela Amazonia colombiana, la uitoto, con el fin de establecer ladiferencia y similitud con lo que habitualmente hacemos en lasacademias científicas y en el gremio de los productores demedicamentos, es decir, en nuestra cultura.

SÍNTESIS DEL RELATO

Inicialmente, Juvenal Flaviano Castilla, del clan Gente-de-Cielo,narra una aventura amorosa que tuvo lugar cuando recién salía desu adolescencia, y que lo hace huir y dedicarse al trabajo deaserrío, actividad en que la movilidad y las lejanías lesuministraban una defensa efectiva frente a las autoridades quelo perseguían. Pasados varios años en ese ajetreo, se metenuevamente en un lío de faldas y termina por robar una muchachaque, además, resulta necesaria como compañera de trabajo(cocinera) para un mejor desempeño en su labor como aserrador,responsable ya de un equipo de trabajadores. Es entonces cuando

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comienzan sus padecimientos: perseguido, es finalmente cazado ycasado. Regresa a sus trabajos habituales como aserrador ytambién como cazador. Se le desencadena una serie de dolenciasque durante tres años lo llevará de curador en curador, expertosalgunos de ellos, y otros tan sólo coyunturales. Recurrirá a losSabedores de su tribu y a los de otras etnias, incluyendo lamedicina del blanco, a la que desprecia, para tornar, sin embargo,a utilizarla; infringirá dietas y otras prescripciones ritualespropias de su pueblo; creerá y no creerá; volverá a la tradiciónmás estricta y se apartará de ella; recurrirá a los espíritusancestrales y a las nuevas divinidades (Cristo); hará el viajelargo —bebedor de yajé y virola— a la región donde los seres seubican en el conjunto y se logra la Fuerza; echará mano de losmitos de su tribu para entrecruzarlos luego con las enseñanzasdel evangelio cristiano; estará inmerso en el tiempo fuerte de unaSemana Santa, y en el tiempo pesado de los bailes rituales;buscará la manera de llegar a Kuere, raja de los mundos, túnel quelos atraviesa y donde se cosechan las formas de venganza; signarácon cruces los ámbitos peligrosos de las selvas sombrías deJidïma y los rastrojos de sus antepasados en que ocurren loshechos más notables, sitios llenos de historias primordiales;verá el mundo pequeño y manejable desde la perspectiva del sabertotal, y sentirá su cuerpo verde devorado por grillos verdes; sevaldrá de otros; terminará por recurrir a su propia Fuerza,indagando en sí mismo, en sus sueños; examinará los signos que leofrecen los fenómenos naturales —en el ámbito inmenso del cazadorsolitario—, para enfrentar en la soledad las acechanzas delenemigo; acabará por confrontar al principal de ellos yderrotarlo en las batallas verbales en que el saber es el armaeficaz, y con ayuda de El que ve —el Sabedor de tradiciones—descubrirá, por fin, en el hecho de haber robado su mujer, lafuente primigenia de sus males.

MITO Y RITO

De tanto hablar de mito y de rito, y de tanto escribir sobre esosdeliciosos tópicos, terminé por elaborar unos versos que resumen,

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creo que con alguna propiedad, lo fundamental de mi punto devista; hacen parte de un poema sobre un hacedor de máscaras:

El mito es un decir siempre confiadoQue alguien nos trae de un ayer difuso;Está en su esencia relatar comienzos,Retrayendo en palabras, trazo o gesto

Los arquetipos con que se hace mundo.

FARMACOPEA

Siempre ha resultado inquietante que la palabra farmacia tengaque ver con la expresión phármakon, que en el griego que utilizaHomero en la Ilíada significó veneno. Poderosa palabra y poderosoconcepto que nos pone de presente que la actividad propia de lafarmacia guarda el cerrojo tras del cual está la muerte, perotambién la vida. Curiosamente uno de los episodios en que semienta un personaje peligrosamente femenino que lleva el nombrede Farmacia, se da en el delicado entramado de un mito griego quetiene que ver con algo de profundas repercusiones en el mundocontemporáneo y en Colombia en especial. Este factor de tanhondas repercusiones figura también en el relato de JuvenalFlaviano Castilla, crónica que acabamos de relatar. Se trata deun tema central en la farmacopea actual: los enteógenos, tambiénllamados alucinógenos, psicotrópicos, narcóticos, y en generaldrogas, término mucho más elemental y sencillo, muy apropiado paralas sencillas y elementales mentes de nuestros gobernantes y dequienes manejan los medios masivos de comunicación. Esto es muygrave pues los que a este meritorio Congreso asisten dedican suvida profesional a la producción, comercialización y hastaconsumo de drogas. ¡Como si fuera poco ya el ser envenenadores!Hablemos de ello.

[Lo anterior se concreta en el mito griego de «El rapto dePerséfone» doncella secuestrada –cuando jugaba con la ninfaFarmacia– por el Señor del Inframundo –el dios de los muertos–,quien la hace su esposa. La madre de la muchacha –Deméter, diosadueña de las cosechas– logra que su hija reparta su tiempo entre

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el vivir en el inframundo y en la superficie de la tierra.Perséfone es el símbolo de la semilla que ha de descender aloscuro seno de la tierra para luego brotar y dar fruto. El cultoa estas dos diosas se instituyó en Eleusis (desde por lo menos el2000 a.C.), en donde se celebraban rituales en los que seconsumían enteógenos. En los desarrollos de estos ritualesaparece la figura del dios que muere y resucita, antecedentemilenario del culto cristiano. Los adeptos mediante lassustancias enteogénicas atestiguaban en el rito la presenciamilagrosa del dios. Una tal experiencia, tan directa, hizo que lospracticantes de estos cultos mistéricos se contaran entre los quemás efectivamente se resistieran a la predicación delcristianismo, otra religión de misterios, con un dios que luegode una “última cena ritual” –en que se consume su propio cuerpo,con la eficacia contundente del símbolo–, padece, muere yresucita. No olvidemos las correspondencias Cristo-Dionysos,entre otras, el uso del fruto de la vid.

FARMACIA INDÍGENA

La necesidad de investigación en este ámbito del saber indígenano obedece a un capricho: es un imperativo constitucional. Cadaprofesión debe cumplir con el mandato constitucional de construirpaís desde el frente en que actúa. Si Colombia se constituye comopaís multiétnico y pluricultural, el reto mayor consistirá enprofundizar en la multiculturalidad y en la plurietnicidad. En elmundo de la academia y de la investigación –fundamento de laprofesión que hoy nos congrega– tal reto se responde asimilandoel saber aborigen y campesino, para aprovechar sus experiencias,frutos de un quehacer inteligente dentro de ese laboratorio milenarioque es cada cultura.

***¿Cómo hubieran resonado sus palabras –cargadas de la Sabiduría que dan los muchos años- treinta años después?

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