Cuerpos que no importan: breve análisis del libro de Judith Butler

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Doctorado en Psicología Pontificia Universidad Católica de Valparaíso Análisis de Problemas Psicosociales Dra. Paula Ascorra Costa Dra. Carmen Gloria Núñez “LOS CUERPOS QUE NO IMPORTAN” YUVITZA REYES DONOSO RESUMEN En el presente documento se presenta un breve análisis del libro cuerpos que importa: sobre los limites materiales y discursivos del sexo’” de Judith Butler. Se intenta realizar una descripción de los conceptos de cuerpo, sexo y género, y discutir en torno a las preguntas ¿Cómo concibe el cuerpo esta autora? ¿Qué relación plantea entre género, sexo y cuerpo? ¿Cuáles son los cuerpos que no importan? En el desarrollo de estos análisis se discute la relevancia de los aportes de Butler al debate feminista, al cuestionamiento de la heteronormatividad y a la posibilidad de la construcción de sociedades más inclusivas. Palabras clave: Cuerpos que importan, género, sexo, heteronormatividad. Judith Butler,

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Doctorado en Psicología

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

Análisis de Problemas Psicosociales

Dra. Paula Ascorra Costa

Dra. Carmen Gloria Núñez

“LOS CUERPOS QUE NO IMPORTAN”

YUVITZA REYES DONOSO

RESUMEN En el presente documento se presenta un breve análisis del libro “cuerpos

que importa: sobre los limites materiales y discursivos del ‘sexo’” de

Judith Butler. Se intenta realizar una descripción de los conceptos de

cuerpo, sexo y género, y discutir en torno a las preguntas ¿Cómo concibe

el cuerpo esta autora? ¿Qué relación plantea entre género, sexo y cuerpo?

¿Cuáles son los cuerpos que no importan? En el desarrollo de estos

análisis se discute la relevancia de los aportes de Butler al debate

feminista, al cuestionamiento de la heteronormatividad y a la posibilidad

de la construcción de sociedades más inclusivas.

Palabras clave: Cuerpos que importan, género, sexo, heteronormatividad. Judith Butler,

.

I. Introducción

Preparando el presente documento realicé diversos ejercicios que me ayudasen a leer y a

interpretar lo que Judith Butler plantea en su libro “Cuerpos que importan: Sobre los

límites materiales y discursivos del ‘sexo’”. Uno de ellos, fue intentar (porque no lo

logré completamente) hacer una revisión de literatura feminista, y textos que de alguna

manera, me permitiesen ubicar a Judith Butler en un espacio, en una corriente o en

ciertos diálogos. Esta revisión me llevó por diversas autoras y autores, feministas y no

feministas que inspiraron la construcción de una interpretación de Butler.

Estos diálogos me permitieron ir esclareciendo en parte, el devenir de los conceptos de

género, sexo y cuerpo en el debate feminista. El filtro puesto en estos tres conceptos tal

vez limita la comprensión global de cada una de las corrientes presentadas, en su

especificidad, pero me ayudaron a crear un marco general que se presenta como una

síntesis en la sección de anexos (Ver anexo 1).

Una primera observación respecto de la revisión de literatura feminista, es la existencia

de dualismos que plantean la división entre sexo y género como un cimiento

fundacional, asociando el sexo a lo biológico natural y el género a lo cultural (Ortega,

2002). En general esta distinción destaca la variación histórica y cultural del concepto

de género, posicionándose en contra del esencialismo en la identidad de género, que fue

una importante labor de las primeras corrientes feministas. El concepto de género, se

cuestionó y se comprende como culturalmente construido, lo cual contrasta con el

concepto de sexo, que se entiende como algo natural que viene dado en el cuerpo de las

personas. Ambos conceptos -género y sexo- han formado el par sobre el cual las teorías

feministas han defendido perspectivas ‘desnaturalizadoras’, a fin de desafiar la

asociación de lo femenino con lo frágil y sometido.

Esta distinción puede ser analizada como un modelo dicotómico entre sexo y género,

que refuerza la dicotomía entre lo natural (el sexo) y lo cultural (el género), y

permaneciendo dentro de su marco epistemológico dualista en donde el cuerpo de

macho o hembra se corresponde con la diferenciación en el género masculino o

femenino, limitando las propias posibilidades del género. En palabras de Butler (2007)

“La hipótesis de un sistema binario de géneros sostiene de manera implícita la idea de

una relación mimética entre género y sexo, en la cual el género refleja el sexo o, de lo

contrario, está limitado por él” (p. 54)

Esta oposición binaria del género contrapone los dos términos de la oposición,

(masculino y femenino) ocultando las múltiples identificaciones entre los lados

opuestos, exagerando la polarización y ocultando el múltiple juego de las diferencias de

cada lado de la oposición. En este sentido, este dualismo polarizado puede ser un juego

de exclusión e inclusión. Con eso, cada lado de la oposición es presentado y

representado como un fenómeno unitario, que lleva a “insistir en la coherencia y la

unidad de la categoría de las mujeres [que] ha negado, en efecto, la multitud de

intersecciones culturales, sociales y políticas en que se construye el conjunto concreto

de ‘mujeres’” (Butler, 2007; p. 67).

Para Butler, esto constituye un aspecto crítico en algunas corrientes feminista, que

pretenden levantar y defender una única categoría de ‘mujeres’ como un fenómeno

unitario y globalizante. Categorías de este tipo, a juicio de Butler, se vuelven

normativas y excluyentes, ya que definen y regulan ‘lo femenino’ e ignoran otras

dimensiones que marcan privilegios, como las dimensiones de clase y etnia, entre otras.

Además posicionar esta categoría como opuesta a la categoría ‘masculino’ reproduce la

concepción de género concebido como esencia y sustancia, producto del sexo asignado

al cuerpo.

En esta línea Butler (2008) en su libro “cuerpos que importan” plantea una

reformulación en la materialidad de los cuerpos e invita a pensar en los cuerpos como el

efecto de una dinámica de poder, donde existen normas que regulan su materialización

y la significación de los efectos materiales. El poder es indisociable de ciertas categorías

discursivas que delimitan y circunscriben materias y contornos físicos, que marcan un

dominio de cuerpos abyectos. En este sentido el sexo es analizado como un efecto que

regula los términos que confirman la validez de los cuerpos, en donde unos cuerpos

importan más que otros.

Y es justamente la temática del cuerpo y su compleja relación entre género y sexo

(Martínez, 2011) una de las más relevantes en el debate feminista, y que comienza a

recibir progresivamente especial atención en las ciencias sociales y humanas.

Particularmente, en este trabajo se busca reflexionar en torno a las preguntas ¿Cómo

concibe el cuerpo Judith Butler? ¿Qué relación existe entre género, sexo y cuerpo en

Judith Butler? En este sentido, no se pretende responder de manera exhaustiva las

preguntas planteadas, sino más bien trazar líneas para una posible aproximación y

comprensión de Butler.

En esta aproximación al planteamiento de Butler, a propósito del análisis de las

transformaciones sociales, significó para mí derrumbamientos y (re) construcciones

constantes, sintiendo en el cuerpo que vienen a mi diversos análisis y posibles lecturas

del libro, y en este ejercicio, tal vez no me acerque a comprender qué quiere decir

Butler (2008), sino más bien a alcanzar el ejercicio reflexivo de cambiar de mirada, de

analizar lo social desde una perspectiva diferente.

De este modo las reflexiones en torno a las preguntas guía, comienzan con una

aproximación a la concepción del cuerpo en Judith Butler, luego se describen los

conceptos de género y sexo, para finalizar con los cuerpos abyectos, o los cuerpos que

no importan. La discusión gira en torno a la contribución de esta obra de Butler en el

ámbito de la exclusión y la discriminación.

¿Cómo concibe el cuerpo Judith Butler?

Judith Butler plantea que no existe un acceso directo a la materia, y reformula la idea de

la materialidad de los cuerpos, planteando que no se puede acceder a la ‘verdad’ o a la

‘materia’ del cuerpo de forma directa, sino que a través de discursos, prácticas y

normas. En esta comprensión, los sujetos se apropian o adoptan una norma corporal, en

una evolución en la que el sujeto, se forma en el proceso de asumir un sexo. Este

proceso de apropiación o performatividad, es entendido como un poder reiterativo que

posee el discurso para producir los fenómenos que regula e impone.

La performatividad del género implica que el género es una actuación reiterada y

obligatoria en función de unas normas sociales que excede al sujeto. La actuación que

se puede personificar con respecto al género estará signada siempre por un sistema de

recompensas y castigos, que se da en un contexto social. Es una práctica social, una

reiteración continuada y constante en la que se negocia la normativa de género. Cabe

señalar que en la performatividad del género, la persona no es dueño de su género, y no

realiza simplemente la “performance” que más le satisface, sino que existe una

normativa genérica que promueve y legitima o sanciona y excluye. En esta tensión, la

actuación del género que deviene es el efecto de una negociación constante con la

normativa.

En este sentido, el cuerpo es un efecto de una dinámica de poder, indisociable de las

normas reguladoras que gobiernan la materialización y la significación de aquellos

efectos materiales. De este modo el sexo que se asigna a las personas tiene efectos en la

materialidad del cuerpo. En este sentido, la construcción del ‘sexo’, no es un dato

corporal dado sobre el cual se impone artificialmente la construcción del género, sino

que es una norma cultural que gobierna la materialización de los cuerpos. Así, Butler

(2008) afirma que el sexo no es una descripción estática de lo que uno es, sino que es

una de las normas mediante las cuales ese ‘uno’ puede llegar a ser viable, es una norma

que califica un cuerpo para toda la vida dentro de la esfera de la inteligibilidad cultural.

En este sentido, Butler (2008) plantea que “las normas reguladoras del ‘sexo’ obran de

una manera performativa para constituir la materialidad de los cuerpos y, más

específicamente, para materializar el sexo del cuerpo, para materializar la diferencia

sexual en aras de consolidar el imperativo heterosexual” (p.18). Lo que constituye el

carácter fijo del cuerpo, sus formas y sus movimientos, es material. Es una materialidad

concebida como el efecto más productivo del poder.

De este modo los cuerpos se construyen en una negociación constante con la norma

social reguladora, que es heterosexual y cuya estabilidad radica en la práctica de normas

establecidas, repeticiones regularizadas y obligadas que realizan los sujetos.

Conceptos de Género y sexo en Judith Butler

En Butler, el género y el sexo, no son conceptualizados como una propiedad de los

cuerpos, algo preexistente e independiente, de las normas reguladoras que gobiernan su

materialización. Para Butler son el efecto de una dinámica del poder que produce,

demarca, diferencia, jerarquiza los cuerpos que controla, abriendo y cerrando, de esta

manera, las posibilidades de determinadas representaciones de los mismos. En su idea,

ser hombre o ser mujer son cuestiones internamente inestables. Como dice la autora, la

estabilidad del género, que es la que vuelve inteligibles a los sujetos en el marco de la

heteronormatividad, depende de una alineación entre sexo, género y sexualidad, una

alineación ideal que en realidad es cuestionada de forma constante y falla

permanentemente.

En este sentido, Butler cuestiona la idea de un “sexo natural” organizado en base a dos

posiciones opuestas y complementarias, ya que esta comprensión la considera como un

dispositivo mediante el cual el género se ha estabilizado dentro de la matriz

heterosexual que caracteriza a nuestras sociedades. En otras palabras, que la idea del

“sexo” como algo natural se ha configurado dentro de la lógica del binarismo del

género. De este modo, el sexo es un imperativo dado desde la heteronormatividad.

En este sentido, la concepción de “sexo” implica afirmar que un sujeto es interpelado y

producido por un poder regulador que materializa los cuerpos como un efecto de ese

mandato. Esta materialización no es completamente estable. Porque para que el

imperativo llegue ser sexuado requiere una producción y una regulación diferenciada

de la identificación masculina y femenina que no se sostienen efectivamente y que no

pueden ser completamente exhaustivas. La fuerza normativa de la performatividad se

ejerce mediante la reiteración y la exclusión. Pero no se puede establecer una identidad

segura o coherente, como se ha pretendido desde enfoques esencialistas. Por tanto, no

existiría ‘lo femenino’ como una única categoría universal, esencial y estática, sino que

la actuación que podamos personificar con respecto al género es una práctica social,

inscrita dentro de una normativa genérica en constante tensión, ser mujer u hombre es

algo internamente inestable.

Los cuerpo abyectos

En su planteamiento, Butler (2008) devela el marco heteronormativo y patriarcal de la

sociedad occidental. Este planteamiento, a partir del cual el sexo y el género son

radicalmente desencializados, desestabiliza la categoría de ‘mujer’ o ‘mujeres’. Al

mismo tiempo, esta desencialización del género, incorpora en su discurso a minorías

sexuales, que junto a las mujeres, continúan siendo excluidos, segregados y

discriminados por esta normativa binaria del género.

De hecho, en la revisión que hace Ortega (2002) sobre el concepto de género en las

autoras feministas – a su juicio- más relevantes, ubica a Butler dentro de una corriente

“contra la heterosexualidad”. La heteronormatividad es una matriz excluyente, que

forma a los sujetos normados y que simultáneamente produce seres abyectos, que

forman el exterior constitutivo del campo de los sujetos normados (los que si importan).

Lo abyecto designa las zonas invivibles, inhabitables de la vida social que, sin embargo,

están pobladas por quienes no gozan de jerarquía, pero cuya condición de vivir bajo el

signo de lo invivible es necesaria para circunscribir la esfera de los no excluidos. Esta

zona de inhabitabilidad constituirá el límite que defina el terreno del sujeto normado;

constituirá ese sitio de identificaciones temidas contra las cuales –y en virtud de las

cuales- el terreno del sujeto circunscribirá su propia pretensión a la autonomía y a la

vida. En este sentido, pues, el sujeto se constituye a través de la fuerza de la exclusión y

la abyección, una fuerza que produce un exterior constitutivo del sujeto, un exterior

abyecto que, después de todo, es interior al sujeto.

II. Discusión final: Sobre los cuerpos que no importan

Al develar el marco heteronormativo y patriarcal de la sociedad occidental, Butler

evidencia el carácter excluyente y jerarquizador de la sociedad, en donde unos cuerpos

importan más que otros. En este contexto, plantea que no solo las mujeres han sido

excluidas, sino que también existen minorías sexuales, que junto a las mujeres,

continúan siendo segregadas y discriminadas.

La dinámica de la heteronormatividad transfiere significados que configuran a los

individuos, y reproduce la significación de lo que se considera un cuerpo valuado y

valorable. En este planteamiento se nota la huella de Foucault (1998), sin embargo el

aporte que realiza Butler es tomar en cuenta el género en el entendimiento de los

dispositivos de la sexualidad.

El género, según Butler es determinado por las normas sociales que regulan la

performatividad del género. En este sentido, el género ya no va a ser la expresión de un

ser interior o la interpretación de un sexo inscrito en el cuerpo, sino que el efecto de una

dinámica de poder. Es así como la performatividad materializa el cuerpo, y son las

normas, prácticas y sanciones sociales las que constituyen el sexo y no las diferencias

anatómicas en los cuerpos.

Para Butler, el discurso de la diferencia sexual como hecho natural, apela a un aspecto

particular de la biología: la reproducción sexual. De este modo, el discurso de la

reproducción sexual, constituye el soporte sustancial de la esencia del sexo natural

(Martínez, 2011). Por tanto los cuerpos valorados son aquellos que actúan su sexualidad

de acuerdo a la norma de reproducción, y los excluidos, los cuerpos que no importan,

son aquellos que practican sexualidades que se consideran socialmente anómalas y

teóricamente insondables.En este sentido, Butler busca reivindicar e incluir, a los

individuos designados como anómalos, expandiendo la significación misma de lo que

en el mundo se considera un cuerpo valuado y valorable (Martínez, 2012)

Respecto del análisis de las estructuras de poder que definen qué sexo, qué cuerpo, qué

sexualidad manifestamos, la autora invita a la creación de una configuración cultural

alternativa, que pueda mirar de frente e incluir a estos cuerpos que no importan, que aun

están fuera de los patrones del régimen simbólico hegemónico. En este sentido, Wittig

(1978) plantea la heteronormatividad como un régimen político que administra los

cuerpos y sus usos, y caracteriza ciertas zonas como órganos sexuales, encasilla a las

personas un sexo determinado, da el género correspondiente y normaliza el deseo que

debe sentir cada persona. Plantea además que los discursos que asumen que la base

fundadora de la sociedad es la heterosexualidad son una forma de violencia hacia las

minorías.

De este modo, en este régimen social heterosexual, se excluye a quienes no están dentro

de la norma, y se ejerce violencia en nombre de la naturaleza: lo natural es la

reproducción de la especie y por tanto la heterosexualidad en pro de la reproducción, y

dentro de un marco normas sociales. En este sentido, y siguiendo el planteamiento de

Foucault (1998) el sexo en general está destinado a la prohibición, a la inexistencia y al

silencio, y el solo hecho de hablar de sexo, posee como un aire de trasgresión.

Esta trasgresión permite relevar y poner en el debate la discusión sobre el cuerpo, y

como las categorías de género y sexo han discriminado entre cuerpos valorados y

cuerpos abyectos. En consistencia con esta trasgresión, el libro de Butler permite traer

de frente e incluir en los diálogos académicos y políticos a estos cuerpos que no

importan, que aún están fuera de los patrones del régimen simbólico hegemónico

III. Referencias

Butler, J. (2007). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad.

Barcelona: Paidós.

Butler, J. (2008). Cuerpos que importan sobre los límites materiales y discursivos del

sexo. Buenos aires: Paidós

Foucault, M. (1998). La voluntad de saber. Historia de la sexualidad Vol 1. Madrid:

Siglo XXI.

Martínez, J. (2012). Judith Butler Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y

discursivos del ‘sexo’. Aisthesis, (52), 497-500. Recuperado en 1 de diciembre

de 2013, de http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-

71812012000200027&lng=es&tlng=es. 10.4067/S0718-71812012000200027.

Martínez, A. (2011). Los cuerpos del sistema sexo/género. Aportes teóricos de Judith

Butler. Revista de psicología (12) 127-144

Ortega, C. (2002). Miradas de género: de Woolf a Haraway. UOC estudis literaris.

IV. Anexos

CORRIENTE

FEMINISTA

AUTORA Y

OBRA en

ANÁLISIS

PRINCIPALES

ELEMENTOS QUE

CONFORMAN SU

PLANTEAMIENTO

GÉNERO SEXO CUERPO

Feminismo de

la igualdad

Orígenes (feminismo moderno)

Simone de Beauvoir “El segundo sexo”(2000) escrito entre

1948-1949

La sociedad patriarcal condiciona colectivamente a las mujeres e impide que puedan realizarse

como seres autónomos. En su planteamiento lucha por la igualdad y exige para las mujeres los mismos derechos y las mismas oportunidades que lo hombres. De este modo la igualdad destruirá la diferencia entre sexos

porque de esa manera las diferencias individuales podrán revelarse en toda su diversidad.

Beaviour reconoce las diferencias biológicas entre hombres y

mujeres pero no culpabiliza al hecho biológico sino al ámbito histórico-cultural como responsable de la presencia de una serie de valores que hacen que la

mujer claudique en su autonomía, que se convierta en el “segundo sexo”.

Para Beauvoir En ambos sexos se vive el mismo drama de la carne y el espíritu, de la finitud y la trascendencia; los

dos están devorados por el tiempo, los acecha la muerte, tienen una misma necesidad del otro; Plantea que siempre habrá diferencias entre el varón y la mujer; al tener una figura singular, su erotismo, y por tanto su mundo sexual, no podrían dejar de

engendrar en la mujer una sensibilidad singulares: sus relaciones con su propio cuerpo, con el cuerpo masculino, con el hijo, no serán jamás idénticas a las que el varón sostiene con su propio cuerpo, con el cuerpo femenino y con el hijo;

los que tanto hablan de 'igualdad en la diferencia' darían muestras de mala voluntad si no me concedieran que pueden existir 'diferencias en la igualdad'" (p. 417).

Feminismo angloamericano

Liberal

Radical

LIBERAL Betty

Friedan La mística de la femenidad

Para Friedan, el problema es la exclusión de la mujer

de la esfera pública y propugna reformas relacionadas con el mercado laboral. La igualdad económica es su prioridad para lograr la igualdad a fin de que la mujer forme parte del sistema. Friedan arremete contra la

concepción paternalista de la vida femenina a la que llama “confortable campo de concentración” y contra la mística de la feminidad “que define a la mujer solamente como la esposa de su

marido, la madre de sus hijos, la servidora de las necesidades

físicas de su marido, hijos, casa.

RADICAL Kate Millet Política Sexual (1969)

Para Millet, la revolución feminista no debe fundarse en la reestructuración económica o política, sino que debe trascender esos factores en una

“verdadera reeducación y maduración de la personalidad”. Por tanto, los planteamientos que defiende no se limitan sólo a la esfera pública sino a la esfera privada y a la conciencia individual. Además afirma que el

sexo tiene una dimensión política entendiendo política en donde las relaciones y compromisos están estructurados de acuerdo con el poder, en virtud de los cuales un grupo de personas queda bajo el control

de otro grupo, en este caso las mujeres bajo el control de los hombres.

El género se adquiere culturalmente. En los niños la identidad de género, se establece con la adquisición

del lenguaje que marca las pautas para la actuación posterior de los seres humanos donde va implícita toda la carga del sistema patriarcal. En principio, el

género es arbitrario y es el patriarcado, y las normas impuestas por el sistema patriarcal, quien establece el papel de los sexos, pues al nacer no hay

ninguna diferencia.

En su obra, el sexo tiene una dimensión política, en donde se establecen relaciones y compromisos

estructurados de acuerdo con el poder, donde se da prioridad al macho sobre la hembra, logrando el primero una “colonización interior”. La autora afirma que el sexo tiene

dimensiones políticas que casi siempre se desconocen.

Millet destaca y acentúa la idea de que no tiene por qué existir una correspondencia biunívoca y necesaria entre sexo y género, y, por tanto, sus desarrollos pueden tomar caminos

independientes. Lo que llamamos conducta sexual es el fruto de un aprendizaje que comienza con la temprana socialización del individuo y queda reforzado por las experiencias del adulto.

Feminismo de

la diferencia

Feminismo Francés

Helene Cixous La risa de la medusa (1975)

Plantea la necesidad de encontrar grietas en el sistema creado por la filosofía occidental y por el carácter falocéntrico del lenguaje para que

pueda surgir un discurso femenino. Cuestiona en primer lugar la existencia de tan sólo el “sujeto masculino” en la metafísica. Cixous propone la existencia de un “sujeto universal femenino” pero sin ser definido

como femenino o masculino pero más cercano a la mujer en tanto su riqueza de singularidades. La autora exhorta a las mujeres a que escriban de acuerdo a un lenguaje

Plantea el concepto de bisexualidad o economía femenina (capacidad de integrar los

binarios). Piensa que la mujer debe restablecer la bisexualidad que ha podido conservar debido a la represión histórica y cultural que ha

sufrido(Villar, 2006). Y mientras que el hombre se quedaría anclado en su monosexualidad fijada en su pene, la mujer

Cixous está muy empeñada en liberarse de lo masculino y de lo femenino, incluso de los términos en sí y

es firme su creencia de la naturaleza inherentemente bisexual de todo el mundo. Bisexualidad no en el sentido de ser dos sexos que aspiran a su totalidad, sino

un ser fragmentario que abriga dos sexos que no borran la diferencia entre sí, más bien la animan. Ser bisexual

Para descubrir y expresar lo que son, las mujeres deben comenzar por su sexualidad y a partir del redescubrimiento de su cuerpo/sexualidad deben

crear una escritura que desafíe el orden simbólico represivo y determinante, ya que sólo en un orden de significado diferente será posible construir una representación positiva de la identidad femenina. Las mujeres deben encontrar una

nueva forma de relacionarse con aquellos signos culturales que fueron elaborados por los hombres y que mantiene en una situación de dominación a las mujeres. Se pretende,

exclusivamente femenino para que las mujeres puedan

aflorar a la superficie lo que la historia masculina ha reprimido en ellas.

podría sentir la sexualidad en todas las partes

de su cuerpo, teniendo la capacidad de fundirse totalmente con el otro. Y es por ello que puede intercambiar papeles y cuerpos,

separándose de esa manera de la tradicional dialéctica entre hombre y mujer.

significaría aceptar en mí la presencia de otra

sexualidad.

pues, deshacer la ideología falocéntrica y proclamar a la mujer

como fuente de vida, poder y energía, dando lugar a un lenguaje femenino que derribe los esquemas machistas en los que el falocentrismo oprimie y silencia a las mujeres .Se trataría de escribir con el cuerpo femenino representado en su voluptuosidad, en

su espontaneidad.

Luce Irigaray

Speculum (1974)

En su obra explica que el mundo es una representación de la proyección del sujeto

masculino. Entonces, se pregunta... ¿Cómo ser sujeto femenino en un mundo de representación masculina?¿Espejo o Especulum?, ¿Se trata de reflejar el mundo (con el espejo) para hacer una crítica feminista o de

explorar la caverna (con el especulum) de la diferencia sexual? El feminismo de la igualdad se enfrentó a un mundo androcéntrico con un espejo crítico mientras que el de la diferencia exploró con un speculum la

diferencia de las mujeres para desde ahí crear un mundo.

El feminismo de la diferencia plantea igualdad entre

hombres y mujeres pero nunca con los hombres ya que eso significaría aceptar su modelo, ser como ellos y no es lo que se pretende.

Se pretende ser mujer, sin más, tener un espacio propio.

Para Irigaray sólo existe un sexo y es el masculino que

evoluciona mediante la producción del “otro”. Las mujeres son la diferencia que no debe ser entendida como diferencia del masculino, sino diferencia

respecto a la dicotomía hombre mujer que es una estrategia para el dominio de los hombres. Para Irigaray las mujeres son el “sexo” que no es “uno”. Dentro

del lenguaje falogocéntrico, las mujeres son lo no-representable, lo que no tiene discurso para ser designado.

Contra la

heterosexualida

d

Teorías gays, lésbicas y queer

Monique Wittig

El

pensamiento

heterosexual (1978)

Wittig analiza la heterosexualidad (“heteronormatividad

”) como régimen político que administra los cuerpos, sus usos, caracteriza ciertas zonas como órganos sexuales, encasilla en un sexo determinado, da el género

Con el género, el hecho de ser mujer u

hombre implica la construcción de la identidad de acuerdo con el pensamiento heterosexual y Wittig comparte con

El pensamiento heterocentrado instaura

heteronormas en materia de sexo, género y filiación por lo que para conseguir la libertad se debe romper el contrato

correspondiente y normaliza el deseo que debe sentir cada

persona. Los discursos que oprimen a las minorías son las que dan por sentado que la base fundadora de la sociedad es la heterosexualidad. Estos discursos no permiten hablar a los que no hablan en el

mismo idioma que ellos y además son una forma de violencia hacia esas minorías.

Beauvior la afirmación que el sexo

femenino está marcado mientras que el masculino no. Las lesbianas, al estar fuera de la lógica heterosexual, son lesbianas en cuerpo de lesbianas. La

construcción de esa identidad, su lógica de pensamiento... es diferente a la lógica heterosexual. De ahí, su célebre frase: “Las lesbianas

no somos mujeres”. no se nace del género femenino, se llega a serlo; y da otro paso: Si uno quisiera no sería ni de género

femenino ni de género masculino, ni hombre ni mujer: lesbiana

heterosexual mediante nuevas prácticas

sociales. La categoría de sexo, por ejemplo, se anularía y desaparecería a través de la alteración y el desplazamiento de la hegemonía heterosexual.

Judith Butler

El género en

disputa

(2007)

Butler plantea que el feminismo equivoca si considera que las mujeres son un grupo homogéneo ya que

ello refuerza la regulación y elaboración de las relaciones de género, fortaleciendo la división binaria en la que los humanos son divididos: hombre y mujeres. Critica el origen biológico del sexo y defiende la opción

que el género debería ser una variable fluida que debería cambiar en diferentes contextos y en diferentes tiempos.

Deconstruye la dualidad entre sexo y género, argumentando que el sexo es

ya de por sí una construcción social y que, por tanto, ha sido género todo el tiempo. Si el género es el significado cultural que acepta el sexo, desde esta

premisa no puede afirmarse que un género sea producto nicamente de un sexo. Afirma el

El sexo se nos asigna arbitrariamente antes de nacer. A partir de ahí,

las tecnologías de género actúan para que imitemos repetidamente (“actos performativos”) aquello que se supone propio del sexo que se nos ha asignado. El sexo resulta

entonces normativo (no es de libre elección) ya que cuando el médico dice si es niño o niña, es cuando

carácter performativo del género:

“no hay una identidad de género detrás de las expresiones de género” Si el género es la construcción variable del sexo, significaría que

hay múltiples vías abiertas de significado cultural a partir de un cuerpo sexuado.

comienza el proceso de masculinización

o feminización en el cumplimiento de una norma para ser así un sujeto normativo aceptable, para que seamos alguien.Butler cuestiona la idea de un “sexo

natural” organizado en base a dos posiciones opuestas y complementarias, lo considera como un dispositivo mediante el cual el género se ha estabilizado

dentro de la matriz

heterosexual que caracteriza a nuestras sociedades. Butler plantea que el “sexo” entendido como la base material o natural del

género, como un concepto sociológico o cultural, es el efecto de una concepción que se da dentro de un sistema social ya marcado por la normativa del

género. En otras palabras, que la idea del “sexo” como algo natural se ha configurado dentro de la lógica del

binarismo del

género

Beatriz

Preciado Manifiesto Contrasexual (2002)

“La contra-

sexualidad no es la creación de una nueva naturaleza, sino más bien el fin de la Naturaleza como orden que legitima la sujeción de unos cuerpos a otros. La

Desarrolla un

análisis de los sistemas de género y sexo con el fin de desnaturalizar el sexo y desvelar el carácter

Se interesa mucho sobre

el dildo, una modalidad de prótesis que puede utilizarse en muchos tipos de relaciones sexuales diferentes y que pone en cuestión la creencia de que el placer sexual sólo procede del

contra-sexualidad es en primer lugar: un análisis crítico de la

diferencia de género y de sexo” En segundo lugar la contra-sexualidad apunta a sustituir este contrato social que denominamos naturaleza por un contrato contra-sexual. (Preciado, 2002; p.18)

En el marco del contrato contra-sexual, los cuerpos se reconocen a sí mismos como cuerpos parlantes, no limitados a ser hombres o mujeres, sino con la posibilidad de acceder a todas las prácticas y posiciones de

enunciación que la historia ha denominado como masculinas, femeninas o perversas. Por consiguiente, renuncian no solo a una identidad sexual cerrada y determinada.

La contra-sexualidad supone que el sexo y la sexualidad deben comprenderse como tecnologías socio-políticas complejas; que es necesario establecer conexiones políticas y teóricas entre el estudio de los aparatos y los

artefactos sexuales”.(Preciado, 2002 ) En este libro se exponen 13 principios en los que desmonta todo el sistema heterocéntrico y propone una resignificación del cuerpo donde no es válida la asignación

de masculino o femenino (el cuerpo contiene multiplicidad de expresiones) a partir de criterios visuales en base a la estética del cuerpo.

protésico del mismo. Usa el concepto de

prótesis basándolo en “una re-lectura de la historia de la sexualidad desde las ciencias y tecnologías del control y transformación

del cuerpo”, para Preciado el género es protésico y se da en la materialidad de los cuerpos.

cuerpo, realizando un estudio sobre las tecnologías del sexo.

Con el uso del dildo (objeto plástico que acompaña la vida sexual de ciertos ciertos gays-queer) y que, hasta ahora se había considerado como una "(...) simple prótesis inventada para paliar la incapacidad sexual de las lesbianas" desaparecería el sexo y

el género y la sexualidad se volvería plástica, no permanente ya que nos construiríamos sexualmente según momentos, deseos, circunstancias y siempre bajo el contexto de relaciones sexuales contractuales. Se debe aceptar la plasticidad del cuerpo, no se puede

reducir sólo a hombre y mujer (Preciado habla de Bio-mujer y bio-hombre). La categoría del género se inventa para reducir esa plasticidad solo a ese binarísmo. Propone unas prácticas contra-sexuales para dar una visión diferente

sobre la sexualidad y el cuerpo, que salgan del sistema y del aburrimiento que produce el sexo actual. La contra-sexualidad afirma que el deseo, la excitación sexual y el orgasmo, no son sino los productos retrospectivos de cierta tecnología

sexual que identifica los órganos reproductivos como órganos sexuales, en detrimento de la totalidad del cuerpo. Critica la heteronormatividad en cuanto a asignación de sexo al nacer y defiende la libertad de vivir en un “orden anatómico-político” distinto del

heteronormativo ya que la asignación masculino - femenino se hace desde simples criterios visuales sin conocer la carta cromosómica.

Fuente: Elaboración propia en base al trabajo de Ortega (2002)

Cyber feminismos o cyber cultura

Donna Haraway Manifiesto

para Cyborg

Usará la metáfora del Cyborg, que es un hibrido entre máquina

y organismo, para proponer que tanto nuestros cuerpos e identidades de género, raza o sexualidad, son producidas por técnicas de dominación. Con la figura del cyborg, se desmantelan las dicotomías que

caracterizan el pensamiento occidental: hombre/mujer, maquina/organismo, naturaleza/cultura.

Según Haraway el concepto de

género es una categoría impuesta por un sistema de dominación masculina que se basa en el patriarcado. Haraway plantea un feminismo, no

que solo defienda a la mujer, sino que abogue por un mundo cyborg que permita la fluctuación de identidades y la absoluta indefinición con su consecuente

libertad:

Sobre el sexo, plantea que no hay nada acerca

de ser hembra que una naturalmente a las mujeres. Ni siquiera existe tal estado como el de “ser” hembra, que de por sí es una categoría altamente

compleja construida en discursos científicos sexuales debatidos y otras prácticas sociales. “Las feministas del cyborg tienen que decir que nosotras no

queremos más matriz natural de unidad y que ninguna construcción es total” El cyborg huye de esencialismos que propician una visión única del individuo y

provocaría la maleabilidad suficiente para poder ejercer un cambio dentro del sistema. Seriamos nodos en un sistema de redes con una retroalimentación

continua.

Plantea que nuestro cuerpos son producidos por biopolíticas, por

técnicas de dominación. Con la figura del cyborg, se encuentra un punto de encuentro del feminismo y la red, desmantelando las dicotomías que caracterizan el pensamiento Occidental:hombre/mujer, maquina/organismo, naturaleza/cultura. Estas

fronteras eran inamovibles e indiscutibles, y hoy se han vuelto borrosas y difusas, por lo que propone utilizar esa confusión para generar nuevos modos de actuación y relación. Esta deconstrucción y (re)construcción resulta muy interesante para

sectores como el feminismo.