Conectores, conjunciones Martí
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La distinción conjunciones y conectores discursivos y su
manifestación fraseológica1
Manuel Martí Sánchez
Universidad de Alcalá (España)
Lo que hace un problema de un problema es que contiene una contradicción (Ortega y
Gasset, La España invertebrada). Resumen
Los problemas terminológicos encierran a menudo problemas de fondo. Con esta idea, el propósito
del artículo es examinar las causas lingüísticas y metalingüísticas de la confusión que rodea las
categorías de la conjunción y los conectores discursivos (y sus correlatos fraseológicos),
incrementada tras la irrupción de los segundos en la bibliografía especializada. Sobre este examen,
se propone una caracterización de ambas clases de palabras. Para diferenciarlas, también, para
señalar sus zonas de indistinción. La oposición conjunción/ conector discursivo se cruza con la
existente entre palabra y unidad fraseológica, pues muchos de los conectores y algunas conjunciones
son locuciones. Aquí radica una clave para entender el significado procedimental de estas unidades.
Palabras clave
Clases de palabras, conjunción, conector discursivo, pragmagramática, locuciones adverbiales,
locuciones conjuntivas, sintaxis.
Abstract
Terminological issues often contain underlying problems. With this in mind, the aim of this paper
is to examine the linguistic and metalinguistic causes of confusion around conjunction categories
and discourse connectives –as well as their phrasal counterparts. Such confusion has increased since
the latter burst into specialized bibliography. In examining the above mentioned causes, a
characterization of both parts of speech is proposed with the aim of distinguishing them as well as
identifying those areas in which they do not differ. The opposition conjunction / discourse
connective intersects with the existing contrast between word and idiom since many of the
connectives and some conjunctions are in fact idioms. Herein lies a key to understand the procedural
meaning of these units.
Key words
1CADERNOS DE FRASEOLOXÍA GALEGA 15, 211-236, 2013. La versión preliminar
de este artículo se presentó como comunicación en el II Coloquio Internacional
“Marcadores discursivos en las lenguas románicas. Un enfoque contrastivo” (Buenos
Aires, 5, 6 y 7 de diciembre de 2011). Este trabajo está vinculado al Grupo de
Investigación UCM 930235 "Fraseología y Paremiología“(PAREFRAS); se enmarca en
el Proyecto de Investigación "Estrategias para aplicar las TIC al proceso de adquisición
de la competencia paremiológica en el marco de la enseñanza/aprendizaje de lenguas"
(Paremiastic, FFI2011-24962, 2012-2014, Ministerio de Ciencia e Innovación). Para
cerrar esta primera nota, quiero agradecer a Inmaculada Penadés una vez más sus sabios
y profundos comentarios, que tanto me ayudan siempre.
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Adverbial idiom, conjunction idiom, conjunction, discourse connective, parts of speech,
pragmagrammar, syntax.
1. Introducción
1.1. Presentación del problema
Desde los griegos, la clasificación de las palabras (µέρη λόγου) ha
sido tarea prioritaria para la Gramática2. Así ha sucedido hasta tal punto
que se ha dicho que la historia de la lingüística occidental está marcada
por la transmisión de un modelo centrado en torno a las clases de palabras
(Swiggers, 1999: 23). Al menos hasta casi mediados del siglo XIX, la
unidad fundamental del análisis gramatical ha sido la palabra (Gómez
Asencio, 2003: 329-330).
Una vez más, los griegos realizaron un gran trabajo que ha servido
de base a la clasificación de las locuciones (Penadés, 2012: 75; Montoro
del Arco, 2006: 100-105, 112-113). Esto ha sido muchos siglos después,
porque ni en ellos ni en la gramática tradicional se dio un reconocimiento
explícito de las locuciones, confundidas con unidades pluriverbales libres
inferiores a la oración (Gómez Asencio, 2003, 2004 y 2006) y otras
unidades fraseológicas (cfr. García Romero, 1999 y 2001; Montoro del
Arco, 2005: 1464 y ss.).
Ya con Aristarco de Samotracia (siglo II a. C.), su discípulo Dionisio
de Tracia (siglos II-I a. C.) y Apolonio Díscolo (siglo II d. C.), se estableció
el canon que, con la inclusión de la interjección y la eliminación del
participio, quedó formado por nombre, artículo, adjetivo, verbo, adverbio,
preposición, conjunción e interjección. Así han seguido las cosas hasta el
presente, a pesar de las reformas propuestas ya desde los comienzos (Lallot,
2001: 265 y 266. Cfr. Auroux, 1992; Colombat, 1999), algunas sumamente
radicales (Lagarde, 1988; Portine, 2001: 240-241) e interesantes como la
de E. Benot (de principios del siglo XX), cuyo funcionalismo extremo lo
lleva a afirmar que en Gramática no hay partes de la oración, sino
expresiones ó entidades elocutivas propias para determinadas funciones
(Hurtado, 2002: 84). Con otras palabras, para Benot, ninguna palabra
pertenece per se a una determinada clase, solo a través de su uso concreto
puede ubicarse en una clase.
2Escribimos con mayúscula el nombre de la disciplina para distinguirla de su objeto, la
gramática (con g minúscula). Lo mismo haremos en el caso de la Sintaxis.
3
La gramática griega no solo transmitió la base taxonómica, también,
sus principales problemas. Por ejemplo, el de aquellas clases cuyos
subgrupos dan lugar a clases cruzadas (RAE y Asociación de Academias
de la Lengua Española, 2009: 43). Es el caso del adjetivo, el adverbio y el
pronombre. Seguramente, esta última sea la máxima expresión de estas
clases superpuestas a otras, siempre entre su condición mostrativa
(compartida con determinantes y adverbios, por lo menos) y la nominalidad
de las muestras pronominales más representativas (Lallot, 2001: 269-274;
Barrenechea, 1969).
La RAE y Academias de la Lengua Española (2009: 46-52) han ido
más allá con las llamadas, con un adjetivo de moda, clases transversales,
que atraviesan algunas de las clases tradicionales de palabras, ahora
concebidas como clases sintácticas3. Fruto de la reagrupación de subclases
compartidas por clases sintácticas tradicionales, son las siguientes clases
transversales: cuantificadores, demostrativos, relativos, interrogativos y
exclamativos. Aunque no se incluyan en esta relación, podrían añadirse
también las palabras negativas.
En efecto, en las clases transversales han encontrado igualmente
acogida los marcadores del discurso, pero ya no como clase sintáctica, sino
como una clase discursiva que puede estar formada por adverbios,
preposiciones, conjunciones o incluso por segmentos más complejos (RAE
y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2009: 53). Ya veremos
la importancia de adverbios y estos últimos segmentos más complejos,
como fuente fundamental de la nueva clase. Ahora lo interesante es que,
para la gramática académica, una unidad puede ser marcador discursivo y,
al mismo tiempo, también pertenecer a una clase sintáctica.
3Esa es la denominación preferida por Bosque y Gutiérrez Rexach (2008: 101) y RAE y
Asociación de Academias de la Lengua Española (2009: 43), acorde con la idea
mayoritaria actual de que las palabras se clasifican en grupos sintácticos (RAE y
Asociación de Academias de la Lengua Española, 2009: 46) e incompatible con la idea
tradicional de que esta cuestión era tarea del análisis morfológico, todavía presente en
Martín Zorraquino (2010). Esta posición actual no ha desterrado los tradicionales criterios
morfológicos, semánticos, funcionales (de los que formaría parte el sintáctico) y
metalingüísticos (Auroux, 1992: 583-585. Cfr. RAE y Asociación de Academias de la
Lengua Española, 2009: 43). Para la clasificación de las palabras en la tradición gramatical
española, siguen siendo fundamentales Gómez Asencio (1981) o Calero Vaquera (1986).
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En las clases discursivas -o, si preferimos, funcionales (Martín
Zorraquino, 2010: 93-94)-, la transversalidad es distinta que en los
referidos cuantificadores, demostrativos, relativos, interrogativos y
exclamativos. Un millón es un cuantificador y un nombre. Es un caso de
policategorización (una forma pertenece a dos o más clases de distinta
naturaleza). Sin embargo, en los marcadores del discurso, hay
policategorización, pero también, descategorización (se abandona una
clase y se pasa a otra) (cfr. Colombat 1988: 8-9). Los marcadores
discursivos no son unidades primarias, sino el resultado de un cambio
categorial, a menudo, sin completar. De este modo, en un marcador
discursivo concurren una antigua categoría residual y la doble pertenencia
a una clase sintáctica (más o menos, en el caso, p.e., de la interjección) y a
la clase discursiva de los marcadores.
En (1) Hombre ya no es propiamente un sustantivo, aunque conserve
algunas de sus propiedades. Lo que parece ser conjuntamente es una
interjección y un marcador discursivo, dos clases transversales. Es
interjección por su aislamiento y por dar lugar a un acto verbal. Es
marcador discursivo por su función coordinadora en el intercambio
discursivo, su pérdida de contenido léxico así como por su independencia
sintáctica y fónica.
1. A: -No aguanto a mi suegra. B: -¡Hombre, no será para tanto!
En (2), el proceso y la transversalidad aneja de En cambio son
distintos:
2. Abraham y Moisés se saludaron afectuosamente; en cambio, Abelardo y Eloísa
ni se miraron.
Aquí la descategorización no afecta a las clases de palabras, sino al paso de
un sintagma libre a la locución En cambio. La transversalidad se manifiesta
en la doble pertenencia de En cambio a los conectores discursivos (dentro
de los marcadores) y, seguramente, a los adverbiales4.
Dejando para § 4.3. la relación de conectores discursivos y
adverbiales, la irrupción de los conectores discursivos (CD), como subclase
de los marcadores, ha afectado bastante a la identificación de las
conjunciones, independientemente de que admitamos o no la
4 Emplearemos este término de la gramática inglesa como el hiperónimo de adverbios,
locuciones adverbiales y oraciones adverbiales (Leech, 1989: 24).
5
transversalidad de los CD en el sentido académico que abre la puerta a que
pueda haber unidades simultáneamente CD y conjunciones.
Desde una perspectiva historiográfica, el problema es viejo (nada hay
nuevo bajo el sol). Ya aparece con la doble función que le atribuye a la
conjunción la gramática tradicional desde los griegos: enlace de palabras y
ordenación discursiva, pie para la presencia en el inventario conjuntivo de
unidades como Por consiguiente, por último, es decir, no obstante… A
ellas se refiere en un artículo imprescindible Gómez Asencio (2004: 7)
como unidades especialmente molestas que se desplazan: ‘unidades’
tránsfugas, almas en pena que vagan de clase en clase sin encontrar reposo
categorial.
En los tiempos modernos, el problema se presentará meridianamente
con la apertura a lo pragmático-discursivo y a lo oral de la Sintaxis en el
último tercio del siglo XX. Tal evolución llevó en un primer momento,
cuando las gramáticas transoracionales, a la extensión de las conjunciones
en la misma línea, aunque más conscientemente, de la gramática
tradicional. En una segunda etapa, al repliegue de estas en beneficio de la
nueva clase emergente de los CD. También ha favorecido el empuje de los
CD el desarrollo paralelo de disciplinas como la Sociolingüística
interaccional y la Pragmática. Adoptando la terminología de Lakatos,
diríamos al día de hoy que los CD se comportan como una categoría
progresiva y las conjunciones, regresiva (ver, más abajo, n. 11).
1.2. Su interés para la Fraseología
Movidos por los problemas de descripción y de aplicación docente
que genera la confusión entre conjunciones y CD, queremos mejorar la
comprensión de ambas categorías. Desde luego, para no confundirlas al
menos conceptualmente, pero también para indagar en las causas
lingüísticas y metalingüísticas de que así pueda suceder. Con ello,
avanzaremos en la línea de nuestro anterior Martí Sánchez (2011b).
Dado que la mayoría de los CD y bastantes conjunciones son
locuciones, el objetivo que nos proponemos afecta a la Fraseología, en dos
sentidos: uno terminológico y otro, icónico y genético, en la medida en que
la abundancia de CD que son locuciones proporciona información sobre su
naturaleza y el mecanismo decisivo para su constitución. El examen de
estos dos puntos será un motivo más para sentir la fuerte interrelación entre
6
marcadores discursivos en general y unidades fraseológicas, también en
general. Será también el reconocimiento de la luz aportada por los
fraséologos en la preocupación objeto de estas páginas.
1.2.1. Dimensión terminológica
En la distinción conjunción/ CD se dan los tres tipos de problemas de
la terminología lingüística señalados por Swiggers (1999: 12-14):
a) Historiográfico, relacionado con la formación de ambas categorías
metalingüísticas.
b) Metodológico, centrado en los requisitos para su formación y uso.
Además de la sistematicidad derivada del Principio de empirismo
de Hjelmslev5, Swiggers (1999: 30-31) habla de las exigencias
formales de transparencia, adecuación, coherencia y economía.
c) Epistemológico, relativo a su correspondencia con el objeto
observacional.
De los tres tipos de problema, el b) será el que tenga una mayor
presencia en estas páginas. Así sucede por nuestra decisión de explorar la
posibilidad de una definición operativa de conjunción y CD como
categorías del análisis gramatical, bajo la forma de ideas claras y distintas,
en un sentido próximo a Descartes6, aunque bastante modesto. Si la
Lingüística quiere ser una ciencia rigurosa, su terminología debe serlo (cfr.
Lazard, 1999).
Como ya se ha dicho, numerosos CD son locuciones cuyo estatuto,
como señala Penadés (2012: 176, aunque, 162), nunca ha estado claro, lo
que desencadena que tampoco lo esté el de las locuciones conjuntivas (cfr.
Montoro del Arco, 2006: 149-151). No lo estaba en la tradición española
5La descripción habrá de estar libre de contradicción (ser autoconsecuente), ser
exhaustiva y tan simple como sea posible. La exigencia de falta de contradicción tiene
preferencia sobre la de exhaustividad. La exigencia de exhaustividad tiene preferencia
sobre la de simplicidad (Hjelmslev, 1974[1943]: 23-24). 6Claras, en el sentido de que se representan como evidencias a la mente; y distintas, en el
sentido que no se confunden con las categorías vecinas. La connaissance sur laquelle on
peut établir un jugement indubitable doit être non seulement claire, mais aussi distincte.
J'appelle claire celle qui est présente et manifeste à un esprit attentif; et distincte, celle
qui est tellement précise et différente de toutes les autres, qu'elle ne comprend en soi que
ce qui paraît manifestement à celui qui la considère comme il faut (Descartes Principes
de la Philosophie, I, 43 y 45).
7
con sus problemas de identificación y clasificación de estas unidades
complejas, en un batiburrillo en el que, a veces, algunas de ellas se
adscribían doblemente a las expresiones (locuciones o modos) conjuntivas
y a los modos (o locuciones) adverbiales (Gómez Asencio, 2004: 7-9).
A pesar de o/y a causa de tanta investigación, la naturaleza de estas
locuciones sigue sin estar clara en la actualidad, pues persisten las
discrepancias, si es que no se han agudizado. Las dos posturas más
interesantes las representan quienes, por un lado, defienden que son
locuciones marcadoras (Ruiz Gurillo, 2010), dentro de la macrocategoría
de las locuciones particulares (Montoro del Arco, 2006: 241-270); y por
otro, como la nueva gramática académica, que son adverbiales. Desde los
conceptos de clase transversal y discursiva (ver, arriba, § 1.1) de la nueva
gramática académica, la oposición entre ambas posiciones se reduce mucho
puesto que una de estas unidades puede ser a la vez marcadora y adverbial
(ver, abajo, § 4.3).
Un ejemplo recurrente de esta problemática taxonómica, comentado
por autores como Corpas, García Page o Ruiz Gurillo, es el de Sin embargo.
Locución adverbial en el Diccionario panhispánico de dudas, locución
adverbial y conector discursivo adverbial en la nueva gramática académica;
pero sigue apareciendo como locución conjuntiva adversativa en el DRAE.
Antes bien, ahora bien o ahora que son, para García-Page (2008: 133),
locuciones conjuntivas; mientras que las dos primeras para la nueva
gramática académica son adverbiales y CD. En su diccionario de
locuciones adverbiales, Penadés (2005) no recoge Antes bien, ahora bien,
ahora que o sin embargo. Sí, lo hace con otros conectores
contraargumentativos como Al contrario, Por el contrario o En cambio.
1.2.2. Dimensión icónica y genética
En segundo lugar, la cuestión que nos ocupa es de interés
fraseológico porque la distinción entre conjunciones y CD es parcialmente
una oposición entre categorías funcionales/ categorías léxicas y formas
simples/ formas complejas. Las conjunciones cuentan con formas
generalmente más simples y gramaticales, mientras que la mayor parte de
los CD son locuciones (cfr. Montoro del Arco. 2006: 243-244) y están más
próximos al léxico. Esta diferencia posee un carácter icónico. Apelando a
la iconicidad de la cantidad, esta diferencia entre CD y conjunciones refleja
8
el carácter marcado7 y el residuo conceptual de los primeros. No parece
casualidad que las conjunciones léxicas, las más próximas semánticamente
a los CD, sean también mayoritariamente locuciones (Pavón, 2003: 211-
213). Este predominio fraseológico de CD y conjunciones léxicas apunta
al núcleo de nuestro problema y a la función de las UF.
El hecho de que CD y conjunciones léxicas sean, en su mayoría,
locuciones obliga a poner los ojos ante el proceso metonímico constitutivo
para el que se han propuesto diversos términos: gramaticalización,
lexicalización o pragmaticalización (cfr. Estellés, 2009: 16-33). Nosotros
preferimos hablar de pragmalexicalización y pragmagramaticalización.
Pragma-, porque el proceso en muchos casos no está concluido, de modo
que coexisten lecturas fraseológicas y literales; y –lexicalización o -
gramaticalización, por el destino del cambio. En el caso de los CD, el
mencionado residuo conceptual y su vinculación con el adverbio (ver,
abajo, § 3.1 y 4.3) nos lleva a compartir la opinión de Elvira (2009: 220-
227) acerca de que el proceso que constituye los CD no es gramatical, sino
léxico (ver, abajo, n. 22).
1.3. ¿Problema o pseudoproblema?
Concluye esta introducción con una cuestión de principio. La
distinción entre conjunciones y CD no se halla resuelta. Aunque lo
comprobaremos con más detalle seguidamente en § 2.3., ya se infiere
cuando se alude al límite muy escurridizo entre ciertos usos conjuntivos y
conectores (RAE y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2009:
7 El carácter marcado de estas formas se plantea muy bien en Timofeeva (2012: 112). En
los procesos de cambio semántico, Geeraerts (1997: 92) observa dos grandes causas: la
expresividad y la eficiencia. La eficiencia apunta al papel que ejercen en el proceso
constitutivo las necesidades generales de mejora del conjunto de la lengua, satisfaciendo
nuevas necesidades o solucionando problemas de homonimia y sinonimia. La
expresividad continúa por los mismos derroteros de mejora de la lengua, pero se explica
más que por las consideraciones abstractas de esta, por necesidades comunicativas
concretas, básicamente, interpersonales, relacionadas con la actividad discursiva. Lo que
parece suceder en el proceso constitutivo de los CD es una combinación de eficiencia y
expresividad, donde esta última, por su relación con la subjetividad, parece más básica y
explica su carácter marcado.
9
2365) o cuando se presenta la distinción como una cuestión de especial
complejidad (Pons Rodríguez, 2010: 535).
Sin embargo, no parece que estén consagrándose muchas energías a
la distinción entre conjunciones y CD en las áreas disciplinares donde más
se esperaría el esfuerzo, frente al realizado, lo que es motivo de reflexión,
en la Fraseología.
Aunque la condición transversal y discursiva de los CD ha arrojado
alguna luz abriendo la posibilidad de la doble pertenencia de una unidad a
dos categorías, la situación se parece a la de los años ochenta cuando surgió
el debate (cfr. Fuentes, 1987a: 41-45), si es que no queremos remontarnos
a la gramática tradicional.
Todo hecho tiene su lógica y esta falta de avance, también. Los
gramáticos formalistas declaran muy popperianamente que las
desavenencias de terminología y nomenclatura son poco menos que
espuma hueca (Bosque, 1997. Cfr. Lazard, 1999: 111-112) e instan a que
la investigación se libere de la continua vuelta a los fundamentos (Bosque
y Gutiérrez-Rexach, 2008: 6). Ya en su primera etapa y en un orden
distinto, los chomskianos se referían despectivamente al distribucionalismo
como lingüística taxonómica8.
Tampoco se ve una particular preocupación en las filas
funcionalistas, en las que se ubica la mayoría de los estudiosos de los
marcadores discursivos. En ellas el problema se atenúa, si no desaparece,
cuando se propugna partir de las funciones, y no de las formas (Borreguero
y López Serena, 2011: 177. Cfr. Fuentes, 1987a: 51). Sobre todo si, entre
esas funciones, están la cosubordinación (ver, abajo, n. 11) o la hipotaxis.
Esta última ya se entienda como subordinación semántica (Portine, 2001:
242), relación interoracional entre la independencia y la subordinación
(Espinosa, 2010: 292-296), o, directamente, como relación pragmático-
discursiva (López García, 1999: 3517-3518).
Esta actitud, común a formalistas y funcionalistas, se fortalece con
los supuestos de que conjunciones y CD desempeñan funciones distintas y
de que a los segundos es precisamente la función la que los define, como
8Con la vista puesta en las clases tradicionales, Colombat (1988: 3-4) se pregunta por la
esterilidad de estudiar las partes del discurso. Su respuesta es que, al menos, existen
razones de tipo práctico que lo justifican.
10
corresponde a su carácter discursivo. Así las cosas, no puede suscitar tanto
problema la distinción: conjunciones y CD son categorías de naturaleza
distinta que no entran en colisión al moverse en territorios diferentes.
Por si fuera poco, está la tendencia tan humana de no complicarse la
vida, racionalizada entre los lingüistas con macrocategorías como las
partículas (Martí Sánchez, 2011b: 10, n. 13) o con el tópico del centro y la
periferia y las categorías intermedias como las medioconjunciones (half
conjunctions) (Cuartero, 2002: 31) o los adverbios conjuntivos de
Greenbaum (Fuentes, 1987b: 62; Conti, 2012) (ver, abajo, § 4.3). Otro buen
recurso para soslayar la distinción es el argumento de Humboldt de que
toda acción terminológica es un acto de violencia sobre la lengua ordinaria
(Trabant, 1992: 91-107), en consecuencia, contra la realidad lingüística.
Pese a todo, sin embargo, creemos que existe un problema, que es
importante y que, en consecuencia, hay que solucionar (al menos,
intentarlo), porque las discusiones terminológicas no siempre son
bizantinas.
En primer lugar, porque una actividad científica requiere de una
terminología sistemática, transparente, adecuada, coherente y económica
(ver, arriba, § 1.2.1), que satisfaga su triple función de distinguir, clasificar
y nombrar (Portine, 2001: 239). Desgraciadamente, el metalenguaje
gramatical está lejos de estas exigencias (Lazard, 1999: 113-114).
En segundo lugar, hay un problema porque los términos
metalingüísticos representan la guía para conceptualizar y ordenar el
universo factual. Más que como flatus vocis, se comportan como ideas en
el sentido platónico. Mientras conservan su capacidad categorizadora y a
pesar de posibles modificaciones en su intensión y extensión, siguen
sirviendo para clasificar una muestra dentro de una categoría.
Finalmente, existe un problema importante que hay que solucionar
(al menos, intentarlo), porque, para nosotros, CD y conjunciones son objeto
de estudio de la Gramática, tal y como la entendemos, aunque operen en
niveles diferentes9. La Gramática debe diferenciar y estudiar unos y otras
9Para nosotros la Gramática es la disciplina que estudia el sistema por el que los hablantes
construyen e interpretan eficientemente los enunciados. Dentro de ella, los marcadores
discursivos son una categoría propia del nivel pragmagramatical, espacio en el que se
11
en los enunciados. Quizá cuando alguien considera única y aisladamente
los CD como marcadores discursivos, le basta con constatar que a veces las
tradicionales conjunciones se marcadorizan, sin entrar en más detalles,
porque estas son una categoría gramatical y, por tanto, ajena a sus intereses.
2. Examen
2.1. Escena del conflicto
La confusión terminológica y, en consecuencia, conceptual entre
conjunciones y CD se deja sentir en los tres órdenes del trabajo lingüístico:
teórico, descriptivo y aplicado10. Es lógico: las terminologías son sistemas,
por lo que cualquier cambio en él, por ejemplo, la introducción de un nuevo
miembro, afecta a los demás y al conjunto entero11.
El problema se sitúa en la discriminación de las categorías ubicadas
en el continuo constituido por las conjunciones subordinantes (funcionales
y léxicas) (3 y 4), coordinantes y cosubordinantes (5 y 6)12, no marcadas y
convencionalizan los efectos de la explotación pragmática de la gramática. El nivel de las
conjunciones es el gramatical estricto (Martí Sánchez, 2011a). 10En el Plan Curricular del Instituto Cervantes, concurren como CD conjunciones
prototípicas como Y, pero o porque, conectores con usos adverbiales y conjuntivos como
Como, junto a claros adverbios como También, tampoco o Asimismo. Es una
manifestación de la posición funcional aludida en § 1.3 y de una confusión multisecular
(ver, arriba, § 1.2.1). Todo ello es aceptable, si se aplica de modo coherente a todos los
fenómenos lingüísticos. Justamente, esto es lo que no se hace, ya que alternan como
herramientas básicas de análisis funciones y clases formales. 11No es este el único frente abierto a las conjunciones. Otros dos hechos han alterado
bastante el inventario tradicional conjuntivo en la misma línea de su debilitamiento. El
primero es la irrupción de complementante como equivalente de conjunción subordinante
funcional de las subordinadas sustantivas (que, si) (Bosque y Gutiérrez-Rexach, 2008:
192-193). El segundo, la disolución de las conjunciones subordinantes léxicas en una
preposición u otra unidad inicial (porque, para que, puesto que…), tomadas como núcleo
de un sintagma complementante (Pavón, 2003: 301-302). 12Este último término procede del concepto de cosubordinación de van Valin y LaPolla
(1997: 450. Cfr. Espinosa, 2010: 249-251 y 292 n. 96). La cosubordinación es asimilable
a la interdependencia de Hjelmslev y a la hipotaxis en el sentido de § 1.3. Las conjunciones
léxicas (apenas, como, conque, dado que, luego, mientras, puesto que, si condicional…)
son aquellas que conservan un residuo conceptual de su significado original (Pavón, 2003:
204-205, 220-225 y 302-305). Muchas de estas conjunciones son cosubordinantes, pues
forman parte de esas construcciones explicativas, ilocutivas o ilativas, tan resistentes, no
por casualidad, al análisis sintáctico. En el análisis de Pues que se hará en § 2.3.2.
volveremos sobre los problemas de las ilativas. Acerca de esta cuestión es muy
12
marcadas (7 y 8)13, y los CD más estrictos. Esto es, aditivos (9),
contraargumentativos (10) y consecutivos (11) (más quizá algún otro), que
dan lugar a las relaciones argumentativas (Martín Zorraquino y Portolés,
1999) o, si se prefiere, lógicas de causa-efecto (Halliday, 1994[1985]: 310,
323-327):
3. Le ha contado que se le olvidó llamarlo.
4. Como no estabas, se lo dije a Laura.
5. Está en la oficina o visitando a un cliente.
6. Ya que me obligas, se lo dejaré.
7. Aunque lo maten, no lo hará.
8. No dirá la verdad así lo cuelguen de un palo.
9. Antonio está enfermo. Además, no va bien su matrimonio.
10. Me quedará en casa, eso sí, estaré disponible si me necesitas.
11. Papá está dormido, por tanto, dejad de hacer ruido.
El siguiente esquema refleja este complejo donde se alinean las
categorías mencionadas:
recomendable el análisis de De manera que de Montoro del Arco (2006: 228-238) y el
cuadro de García Izquierdo (1998: 48-49). 13Esta cuestión es importante en la tarea que nos ocupa, pues las conjunciones y locuciones
conjuntivas marcadas se cargan de valores pragmático-discursivos que las acercan a los
CD. La oposición entre formas neutras/ marcadas se superpone a la existente entre
conjunciones funcionales y léxicas, y, parcialmente, a la que se da entre conjunciones y
locuciones conjuntivas. De aquí se extrae una interesante observación: las conjunciones
más próximas a los CD son las marcadas y léxicas, que son locuciones. En § 4.1 se volverá
a esta cuestión, a la que ya se aludió en § 1.2.2., n. 7.
13
Figura 1
Afinando, el problema se concentra en la frontera donde coliden
adverbios que cumplen funciones conectoras (12 y 13), conjunciones y
locuciones conjuntivas léxicas (14-16), conjunciones con usos pragmáticos
y extraoracionales (17-24), así como las combinaciones incompletamente
fijadas que cumplen una función cohesiva (25-28): 12. A: - Laura ha llamado para decir que su padre está enfermo. B: -Entonces, ¿no
viene?
13. A: - Laura ha llamado para decir que su padre está enfermo. B: -Luego no viene.
14. Ya que estamos en el centro, podemos aprovechar para hacer unas compras.
15. Isabel no dio de comer a los periquitos y eso que lo había prometido.
Conjunciones coordinantes
y cosubordinantes
Conjunciones
subordinantes funcionales
CD
Marcadas
léxicas Extraoracionales
14
16. En aquellos meses de verano a verano apenas si pensó en algo más, de ahí que
aceptara el papel de esperar (RAE y Asociación de Academias de la Lengua
Española 2010: 894).
17. Pero, ¡qué interesante es lo que acabas de decir!
18. ¡Pero si no he abierto la boca!
19. A: -Prometiste venir a la fiesta. B: -Ya, pero, no sabía que empezaba tan tarde.
20. Es impresionante ver que muchas universidades forman a cientos de
profesionales en áreas en las que no hay trabajo. Y así mucha gente está
trabajando en funciones para las cuales no estudiaron y eso ha producido
frustración [ejemplo adaptado de una entrevista a un profesor chileno].
21. ¿Conque fumando?
22. A:- Los hombres no mienten. B: -¿Que los hombres no mienten?
23. Dice que qué puede hacer.
24. A: –Tu hermano está ya casado y con dos hijos. B: -¿Y?
25. Hacía mucho calor. Aun así, seguimos andando.
26. A pesar de todo, pudo llegar a tiempo al aeropuerto.
27. Se me rompió la computadora y perdí toda la información del disco duro. {Por
añadidura/ Por si fuera poco}, era un día antes del comienzo del congreso.
28. Por eso, rompimos nuestra amistad.
2.2. Diferencia de análisis: gramática académica y estudios sobre
conectores discursivos
No hay acuerdo en el análisis de estos ejemplos. En concreto, se
detecta un cierto enfrentamiento entre la nueva gramática académica y los
especialistas en marcadores discursivos. Una de las novedades de la
primera ha sido la inclusión en ella de los CD, pero manteniendo con más
firmeza la separación entre estos y las conjunciones, que los especialistas
en marcadores discursivos. Curiosamente, la firmeza académica es menor
que en algunos expertos en marcadores a la hora de rechazar como CD
complejos léxicos que desempeñan funciones semejantes14. Detrás de ello,
14 Esta postura laxa de la gramática académica es aún mayor en algunos expertos en CD
como Santos Río (2003), sobre todo, o Fuentes (2009).
15
sin duda, está la postura académica de considerar los CD como un área
marginal de la gramática (ver, más abajo, § 3.1).
Para la nueva gramática académica, en (12) el adverbio Entonces
funciona como un CD consecutivo (RAE y Asociación de Academias de la
Lengua Española, 2009: 2366)15. Sin embargo, Luego es solo una
conjunción ilativa en (13) (RAE y Asociación de Academias de la Lengua
Española, 2009: 2397 y 3514)16. No se entra en las razones del distinto
análisis. Posiblemente, el criterio subyacente para considerarlo como
adverbio sea la mayor independencia de Entonces frente a Luego, que suele
escribirse sin coma (ver § 4.1.)17. Que este no es un criterio del todo seguro
lo demuestra que se incluya el temporal Luego entre los adverbios que
funcionan como CD de ordenación (RAE y Asociación de Academias de
la Lengua Española, 2009: 2359 y 2369). También, que se denomine al
Luego consecutivo y a Conque, partícula (RAE y Asociación de
Academias de la Lengua Española, 2009: 3514).
En (14) Ya que se analiza como locución conjuntiva causal en RAE
y Asociación de Academias de la Lengua Española (2009: 3464), así se ha
procedido habitualmente en Sintaxis. Sin embargo, para Domínguez (2007:
148-149) o Borzi y Detges (2011), Ya que es un CD causal, como lo es
Porque. En opinión de las dos últimas investigadoras, Ya que es un
15Este es el mismo parecer de Martín Zorraquino y Portolés (1999) y Portolés (2007).
Admitiendo esta condición adverbial, los problemas del análisis de (12) no concluyen
aquí. Entonces presenta un contenido anafórico que lo habilita para funcionar como un
sintagma condicional fáctico (‘en ese caso’, ‘siendo esto así’), representante de la causa
que justifica la consecuencia que introduce (Pavón, 2003: 208, n. 13). Tal contenido
conduce a la duda de por qué no es un CD condicional y no consecutivo. 16Este análisis choca con el de Domínguez (2007), que lo considera CD de causalidad. 17Seguramente, la independencia sintáctica es el criterio para tomar Así como conjunción
ilativa (Además, cuando come no conoce a nadie, así que por favor dime qué te pasa)
(RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española 2010: 894) o conjunción
concesiva en (8). La pausa parece ser también la razón para que Así que sea, para la
gramática académica, una locución conjuntiva y Así pues, locución adverbial y CD. Un
problema de este análisis es el que plantean ejemplos como este del DRAE en que la
conjunción Así la antecede otra conjunción: Nadie quiso ayudarle, y así tuvo que desistir
de su noble empeño. Estos ejemplos son distintos de estos otros en los que pueden
concurrir dos conjunciones (Dice que si viene tu hermano) o una conjunción y otro
complementante, en este caso, un interrogativo como en los ejemplos (22-23). A pesar de
las diferencias, la impresión que se tiene es que si es una conjunción lo es de modo más
débil (cfr. Demonte y Fernández Soriano, 2007).
16
marcador polifónico cuya misión consiste en justificar o legitimar actos de
hablantes (Borzi y Detges, 2011: 264). En (15) (Y) eso que es una locución
conjuntiva concesiva, para la nueva gramática académica o para Montoro
del Arco (2006: 259); mientras que es un CD de oposición para Domínguez
(2007: 120-121). Esta locución no debe confundirse con (Y) eso (Empezó
a contar sus muchas actividades y eso) que analiza como marcador
discursivo Montoro del Arco (2006: 262-267) o con el que suma un
argumento de mayor fuerza negativa a otro del mismo signo (Adopta un
silencio negativo en las reuniones y eso cuando no le da por criticar a la
gente).
En (16) De ahí que es una locución conjuntiva ilativa según la RAE
y la Asociación de Academias de la Lengua Española (2010: 894). Martín
Zorraquino y Portolés (1999: 4072, 4103-4104) y Portolés (2007 [1998])
lo consideran, en cambio, CD consecutivo. Por su parte, Domínguez (2007:
167-170) la ve como un CD dudoso, no porque pueda ser una conjunción,
sino porque conserva su literalidad.
Buena prueba de las dificultades que plantea esta locución es que,
en el análisis académico, De ahí que remite como forma más básica a De
ahí, que se sigue situando entre las locuciones conjuntivas ilativas. Ante
ejemplos como (29-31), la gramática académica defiende con buenas
razones que la locución es realmente De ahí y que la conjunción Que
introduce una subordinada en función de sujeto, por lo que no formaría
parte de la locución ilativa:
29. Le dijeron que tenía que repetir el trabajo, de ahí su enfado.
30. De ahí, que muchos, cuando se encuentran en presencia de un rostro nuevo, es
como si de pronto, tuvieran ante los ojos un mapa (RAE y Asociación de
Academias de la Lengua Española 2010: 894).
31. En aquellos meses de verano a verano apenas si pensó en algo más, de ahí se sigue
que aceptara el papel de esperar (RAE y Asociación de Academias de la Lengua
Española 2010: 894).
El análisis nos convence, lo que nos cuesta más trabajo es aceptar que
De ahí sea una locución conjuntiva. Más bien parece -sobre todo si
marcamos una pausa tras ella, como en el poco normativo (21)- una
locución de esas que las academias consideran adverbiales y que funcionan
como CD.
17
En los ejemplos (12-16), que acaban de examinarse, se observa la ya
aludida diferencia entre académicos y expertos en marcadores discursivos.
Frente a la tendencia de los gramáticos a limitar la extensión de los CD
respecto a las conjunciones, se yergue el expansionismo de los segundos.
Como se ha visto también, tal posición por parte de los gramáticos no
supone un rechazo de la categoría de CD. Más bien sucede todo lo contario.
En su renovada gramática, las Academias no solo contemplan los CD, sino
que afirman que algunos, como clase transversal, pueden ser también
conjunciones (RAE y Asociación de Academias de la Lengua Española,
2010: 595). Es grande el número de expresiones que pueden caracterizarse
como conectores discursivos (RAE y Asociación de Academias de la
Lengua Española, 2009: 2357)18.
Así pues, las conjunciones son simultáneamente CD cuando
funcionan como enlaces extraoracionales (RAE y Asociación de
Academias de la Lengua Española, 2009: 2405)19. Es lo que sucede en
ejemplos como (17) y (18), en que Pero inicia un enunciado independiente
que funciona como reacción ante una información implícita.
Para (17) y (18), la nueva gramática académica señala que Pero se
usa como conector discursivo (RAE y Asociación de Academias de la
Lengua Española, 2009: 2454). Lo mismo podría decirse de Y u O en
ejemplos como
32. A: -Los compañeros quieren cambiar la fecha del examen. B: -¿Y qué quieres que
haga?
33. Si esto no dijo (…), no es culpa mía, sino de él… O será culpa de los dos (RAE y
Asociación de Academias de la Lengua Española, 2009: 2447).
En (17-18) y en (32-33), la gramática académica cree que Y, o, pero
funcionan como CD y como conjunciones (RAE y Asociación de
Academias de la Lengua Española, 2009: 2399 y 2454).
18 Es interesante en la cita el empleo del término Expresión por la continuidad de una vieja
tradición académica (Gómez Asencio, 2004: 14) y por la imprecisión que refleja a la hora
de referirse a unidades fraseológicas, en este caso, las locuciones que funcionan como
conjunción o CD (ver, arriba, § 1.2.1). 19El término procede de S. Gili Gaya y lo recupera de este modo esporádico la gramática
académica. Es un ejemplo más de la hermosa tendencia del máximo responsable de la
nueva gramática académica, I. Bosque, de recuperar viejos términos de nuestra tradición.
También, es signo de que la terminología no está completamente fijada.
18
No sabemos si el Pero de (19) entraría en este grupo de conjunciones
CD, dado su carácter anómalo. Entre pausas y equivaliendo al CD
contraargumentativo Sin embargo, no parece muy lejano del Pero adverbial
arcaico (Seco, 2011 [1961]: 467).
Dejando aparte este ejemplo, parece que, para las academias y
muchos otros, la ruta que lleva las conjunciones a los CD es la función
extraoracional. Como veremos, no es este el camino principal hacia los CD
para los académicos, ni un camino muy seguro. Lo testimonia que en el
Conque de (21) RAE y Asociación de Academias de la Lengua Española
(2010: 517) solo ve conjunción ilativa y no, también CD, pese a su evidente
carácter extraoracional.
Por otra parte, (21) sirve de de transición entre los usos
extraoracionales y pragmáticos de una conjunción (22-24). En el caso de
Conque, estos usos pragmáticos se basan en las instrucciones que contiene
para procesar como marcado afectivamente (por la ironía o la sorpresa) el
enunciado que introduce.
Ante ejemplos como (21) o (24), la gramática académica sostiene que
el valor de conector de la conjunción
se atenúa en estos contextos, de forma que las expresiones que introduce pueden
expresar reticencia, ironía o contrariedad, entre otros valores (RAE y Asociación
de Academias de la Lengua Española, 2009: 2405).
El reconocimiento de este fenómeno no conduce a las academias a
contemplar, como entidad propia ni en relación con el problema
taxonómico que nos ocupa, estos usos pragmáticos de las conjunciones, en
que se modalizan y se apartan de su empleo habitual conectivo (10-13)
(Porroche, 2003; Martín Zorraquino, 2010: 115-120)20.
En (22-23) nos encontramos ante esos ejemplos en los que suelen
reparar los cultivadores de la hipótesis cartográfica (Escandell, 2012: 642).
20Si la idea de que las conjunciones se convierten en CD cuando funcionan como enlaces
extraoracionales suscita, como se verá, en nosotros reserva, coincidimos con la postura
académica en que en (10-13) no se hable de CD. Al ser el ámbito de la conjunción un solo
miembro discursivo, si se ha convertido en un marcador discursivo, solo puede ser en un
operador pragmático. A semejante conclusión llega Alarcos (1994: 230) cuando,
refiriéndose, a ejemplos con Y o Ni (Pepi, ¿y mamá?; Iban con mucha prisa. Ni se
detuvieron un momento), sostiene que las conjunciones se convierten en unidades
enfáticas con función adverbial.
19
Según esta hipótesis, la conjunción Que se sitúa en la periferia izquierda
del enunciado desde la que realiza funciones pragmáticas que orientan
acerca de la intención del hablante. Significativamente, Demonte y
Fernández-Soriano (2007) evitan el término conjunción en favor del de
partícula, en un importante estudio dedicado a ella.
Los problemas continúan en los últimos ejemplos de la lista (25-28).
Sin embargo, en ellos se observa una mayor tolerancia en las academias a
la hora de admitir los CD. En (25) Aún así es un CD concesivo para la RAE
y la Asociación de Academias de la Lengua Española (2009:2364), a pesar
de conservar cierta composicionalidad y de que esta clase de CD no existe
en muchas taxonomías de los CD, lo que no parece importar a los
académicos.
El estatuto de A pesar de que es también complejo. Para García
Negroni y Ramírez Gelbes (2010: 927), A pesar de que es un conector
propio de los discursos transgresores. Semejantemente, Montolío (2001:
54) lo había considerado, dentro de los CD contraargumentativos, como
una expresión (o secuencia) conectiva especializada en introducir
argumentos débiles. Más compleja es la postura de la nueva gramática
académica. Para ella, A pesar de todo, que vemos en (26), es un CD
parcialmente lexicalizado (RAE y Asociación de Academias de la Lengua
Española, 2010: 374), que, quizá por esto, no aparece en la relación de CD
(RAE y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2009: 2361). Por
su parte, A pesar de se analiza como locución prepositiva en las
construcciones concesivas. Este distinto análisis de A pesar de todo y A
pesar de no es necesariamente contradictorio, porque no son estrictamente
la misma forma y porque siempre es posible apelar a la transversalidad de
los CD. Más contradictorio es que A pesar (de) se califique locución
conjuntiva en el DRAE, al igual que Pese a. En el también académico
Diccionario panhispánico de dudas de la lengua española, más
prudentemente, se habla solo de locución, sin adjetivos.
En (27), Por añadidura y Por si fuera poco son incluidos por la
gramática académica entre los conectores discursivos que introducen
información añadida a la ya presentada (RAE y Asociación de Academias
de la Lengua Española, 2009: 2362). Martín Zorraquino y Portolés (1999:
4096-4097) solo consideran el primero entre los CD aditivos. Este es el
mismo parecer de Fuentes (2099: 260-261), quien, sin embargo, admite el
20
Por eso de (28) como CD consecutivo incompletamente gramaticalizado.
También lo recogen en su diccionario de partículas Briz, Pons y Portolés
(coords.) (2000). Ni en la gramática académica ni en Martín Zorraquino y
Portolés (1999) aparece en la nómina de los CD.
2.3. El análisis de Pues
Para concluir el examen del problema de la separación de
conjunciones y CD a través de estos análisis, querríamos detenernos en
algunos ejemplos de Pues. Lo hacemos porque es la única conjunción
recogida en el inventario académico de los conectores discursivos
adverbiales; pero es una inclusión engañosa, porque lo que escoge no es la
conjunción sino el adverbio Pues.
Efectivamente, en esta partícula, se distinguen el adverbio y la
conjunción21. Por su tonicidad y posición parentética, el adverbio Pues
suele considerarse mayoritariamente, entre los que hablan de ellos, como
un CD consecutivo (34):
34. Está nevando fuera, no podremos, pues, salir a pasear.
Aunque no se declare, este análisis del Pues, tónico y parentético, como
adverbio y como CD parece fundamental en la postura académica de
relacionar adverbiales y CD.
Respecto a Pues conjunción, es necesario distinguir entre sus usos
causales explicativos (35) e ilativos (36-37). En los segundos, los lazos
sintácticos a que da lugar se debilitan progresivamente y se pasa de lo
oracional a lo discursivo, de modo significativo cuando inicia una reacción
en una intervención conversacional.
35. Anímala, pues acaban de darle una mala noticia.
36. Si no estás de acuerdo, pues vete.
37. A: -He estado tomando un café con Beatriz. B: -¡Pues antes no podías ni verla!
En (38) Pues establece una relación entre el tópico, que funciona también
como sujeto, y su comentario, al que enfatiza (RAE y Asociación de
Academias de la Lengua Española 2009: 3524):
21En el DRAE no se sigue la distinción, pero se habla también de un Pues interjectivo para
estos empleos enfáticos en los que introduce un enunciado independiente (¡Pues, lo que
yo había dicho! ¡Pues, se salió con la suya!).
21
38. A: -¿Qué tal tu hijo? B: El chico, pues, intentando abrirse camino.
Existe vacilación e imprecisión terminológicas en el análisis de
ejemplos como los de (36-38). Así pueden escucharse o leerse conector
(discursivo) o partícula. La RAE y Asociación de Academias de la Lengua
Española (2009) alternan la denominación de partícula ilativa con la de
conjunción ilativa. Los editores del Archivo Gramatical de la Lengua
Española de Salvador Fernández Ramírez (AGLE,
http://cvc.cervantes.es/lengua/agle/) lo denominan partícula conectiva y lo
analizan como CD. Como vemos, algunas cosas no han cambiado en siglos
(ver, arriba, § 1.2.1), por algo será.
3. Causas
El examen realizado nos ha proporcionado las suficientes evidencias
de que estamos ante un problema, también las pistas para su comprensión.
Identificado este, es preciso profundizar más en la realidad factual sobre la
que se fundan las categorías de conjunción y CD, así como en el modo de
conocerlas. Por eso, hablaremos de los factores lingüísticos y
metalingüísticos del problema. De paso, haremos un balance de lo
observado en § 2.
3.1. Factores lingüísticos
Las dificultades a la hora de distinguir entre conjunciones y CD
deben mucho a la indudable intersección entre ambas categorías. Esta
intersección se produce, en primer lugar, por la semejanza estructural de
las relaciones de coordinación y cosubordinación dentro de las oraciones
compuestas y las que se dan entre los enunciados independientes que se
suceden en el discurso (cfr. López García, 1994: 30; Garrido Medina, 2009:
227-233). Una manifestación muy clara de esta semejanza y de sus
consecuencias en la distinción entre las dos clases es el concepto de
conjunción en la gramática sistémica como procedimiento de cohesión, no
como clase sintáctica (Halliday, 1994[1985]: 310).
A la semejanza de algunas relaciones oracionales y las
extraoracionales se suma otro factor para oscurecer aún más las cosas.
Como consecuencia de la naturaleza mixta, entre la gramática y la
pragmática, de los enunciados (López García, 1994: 12), se da en estos la
superposición de las relaciones sintácticas sobre las pragmático-
22
discursivas. Esto se traduce en que un mismo constituyente pueda
funcionar en ambos niveles.
Es lo que creemos que ocurre con algunas de las unidades objeto de
nuestro análisis, claros ejemplos de polifuncionalidad sintagmática. Detrás
de las discrepancias en los análisis de § 2.2., hemos sentido este hecho. Ya
que en (14) es un buen ejemplo. Además, de introducir un adjunto
periférico (función sintáctica), presenta este como un argumento que
justifica la enunciación del primer miembro (función pragmático-
discursiva). Otro ejemplo es el de la locución conjuntiva condicional A
menos que: 39. No asistiré a menos que me lo pidan.
En (39) A menos que también introduce un adjunto periférico, pero, al
mismo tiempo, comunica que la condición que introduce constituye
requisito imprescindible. En § 4.1 se tratará este asunto con motivo del
significado procedimental de CD y conjunciones léxicas.
No siempre se produce la superposición que da lugar a la
polifuncionalidad sintagmática, sino la yuxtaposición de unidades y
funciones como en (40) con Pero y Sin embargo, donde el segundo realiza
un comentario sobre la primera: 40. No parecía que su lesión fuera muy importante, pero sin embargo le va a impedir
jugar (CREA).
Ejemplos como (40) han constituido un argumento clásico para
diferenciar conjunciones y CD, así como para defender que la función
primaria de los CD no es la conectora (Portolés, 2007[1998]: 31). Sin
embargo, no puede dejar de comentarse cómo estos CD pueden llegar a
reemplazar la conjunción a la que acompañan funcionando como esta:
41. No parecía que su lesión fuera muy importante, sin embargo, le va a impedir
jugar.
Este es el origen de las conjunciones adversativas Más, pero o sino,
históricamente adverbiales (Espinosa, 2010: 281, 288).
Tampoco puede obviarse el caso de presuntas conjunciones como Así
combinadas con otra conjunción como en (42) en la posición propia de los
CD, lo que compromete el análisis como conjunción de la primera, al
ocupar la posición propia del CD:
42. Nadie quiso ayudarlo y así tuvo que desistir de su noble empeño (ver, arriba, n.
17).
23
Lo que acaba de decirse con motivo de (41) conduce a una nueva
causa lingüística de las dificultades relativas a la distinción entre
conjunciones y CD. Se trata de la inestabilidad estructural del sistema
lingüístico manifestada, en nuestro caso, en la permeabilidad de las
fronteras entre las categorías del complejo de § 2.1. Tras esta borrosidad de
los límites, se descubre el movimiento de unidades que se alejan del centro
de su categoría para acercarse al de otra, que ejerce de atractor, si se nos
permite este empleo analógico del término matemático.
Aquí hay que hablar de las rutas del cambio lingüístico. Algo se dijo
en §1.2.2 con motivo de las locuciones que pueden ser CD y conjunciones.
Nuestra opinión, coincidente con la de la nueva gramática académica, es
que la ruta fundamental para la creación de CD no son las conjunciones,
sino los adverbiales (volveremos a ello en § 4.3). Ya sean adverbios, ya
sean, mayoritariamente, sintagmas libres que, en virtud de su carácter
anafórico (RAE y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2009:
2366-2367. Cfr. Rodríguez Ramalle, 2005: 75) y tras un proceso de
fraseologización, cumplen funciones cohesivas de deixis discursiva.
Que los adverbiales sean la ruta privilegiada ilumina el referido
escaso interés de la gramática académica por las conjunciones que
funcionan como CD y que en la nueva gramática de las Academias alternen
como sinónimas las denominaciones de CD y de conectores discursivos
adverbiales22.
Muchas conjunciones y locuciones conjuntivas tienen también un
origen adverbial total (Si, luego, pues) o parcial (Ya que, antes que, siempre
que…). Sin embargo, el destino en ambas rutas es diferente como estamos
intentando mostrar, así como el mayor grado de conclusión del cambio en
las conjunciones.
3.2. Factores metalingüísticos
22Esta sinonimia está ligada a la afirmación académica de que el estudio de los CD afecta
únicamente de modo tangencial a la gramática (en cuanto que no se considera objetivo
de esta disciplina la descripción del léxico), pero es sumamente pertinente para analizar
la estrecha relación que existe entre la gramática y el diccionario (RAE y Asociación de
Academias de la Lengua Española, 2009: 2357). Detrás de esta postura, hallamos el interés
académico por separar conjunciones y CD y, por otro lado, su despreocupación por marcar
el límite entre las locuciones que funcionan como CD y las combinaciones léxicas menos
convencionalizadas, próximas a ellas.
24
Como categorías metalingüísticas, conjunciones y CD son
constructos teóricos surgidos a partir de una intuición fundada en una
realidad cuya complejidad ya conocemos, en gran medida mental. Esta
intuición categorizadora, que surge y se desarrolla dentro de una tradición,
supone fijarse en algunos aspectos del universo de muestras considerado y
dejar fuera otros. A las consecuentes diferencias de postura que de ello se
derivan, hay que añadir la distorsión que experimenta necesariamente toda
intuición cuando se transforma en una categoría teórica. Por si fuera poco,
la actuación de los investigadores está mediatizada por siglos de confusión
terminológica. Conjunción, partícula (estudiada por Haβler, 2011), CD,
conector, enlace o nexo han sido siempre términos afectados por una
notable indefinición, que han servido no solo de ayuda, sino también de
obstáculo en el trabajo gramatical riguroso23.
4. Propuesta de solución
Llegamos a la hora de la verdad, la de la definición de conjunción y
CD. Si una definición es una proposición que expone con claridad y
exactitud los caracteres genéricos y diferenciales de algo (DRAE), esta
definición debe establecer límites entre ambas categoría para que sean
herramientas seguras y estables en el análisis. El reto es hacerlo sobre una
realidad, lingüística y metalingüística, tan endiabladamente compleja que
empuja a confundir lo que nosotros necesitamos separar.
Para ello el medio no puede ser otro que una definición modesta, que
no oculta su limitación, pero tampoco, su aspiración de proporcionar ideas
claras y distintas (ver, arriba, § 1.2.1). Su modestia viene obligada por dos
razones. Por un lado, depende de un marco teórico y del prototipo desde el
que se contemplan y ajustan los hechos. Por otro, es una definición factorial
constituida por un haz de criterios graduales. Es lo que sucede en cualquier
categoría, fuera de las de las ciencias formales, sobre todo, de las ciencias
del hombre. En cuanto se desciende al mundo de los fenómenos, es una
23A la ambigüedad originaria del término conjunción (§ 1.1) y de las locuciones que
funcionan como CD y conjunciones (§ 1.2.1), hay que sumar su empleo especial en
influyentes autores y escuelas, p.e., la gramática sistémica de Halliday, como se ha
indicado en el subapartado. Recordemos que inicialmente las conjunciones Y, Pero,
Pues…fueron los CD prototípicos (Portolés, 2007 [1998]: 51), lo que ahora, desde luego,
no se piensa (Briz, 2011: 86).
25
evidencia el principio cognitivista de que, junto a los prototipos, existen los
malos ejemplos y subclases fronterizas.
Hecha esta declaración, relevante solo en la medida en que limita el
alcance de nuestra propuesta, el supuesto de partida es que, siendo ambos
conectores (ver, a continuación, § 4.2), la conjunción constituye una clase
sintáctica, por tanto, gramatical; y los CD, una clase discursiva (o
funcional), consecuentemente, pragmagramatical (ver Martí Sánchez,
2011a). De aquí se derivan las propiedades que aparecerán en el esquema
del próximo subapartado y la relación de los CD con los adverbiales (ver,
abajo, § 4.3) y, en la que destaca por su valor distintivo la independencia
sintáctica y fónica. Con las limitaciones derivadas de la modestia de esta
caracterización, el conjunto formado por el supuesto de partida y estas
propiedades conforma una categoría coherente que ordena y da sentido
suficiente a la mayoría de las muestras.
4.1. Criterios distintivos
Desde estos presupuestos, asignamos a cada categoría un conjunto de
propiedades distribucionales, semánticas y funcionales, que representamos
en el esquema de la figura 2.
26
Figura 2
Los CD constituyen una clase pragmagramatical. Esto advierte de
una insuficiente fijación y, por tanto, de posibles problemas de
indeterminación de inventario. Dada la condición sintáctica de las
conjunciones, su lista es más precisa, aunque no debemos ignorar las
dificultades de fijar también el paradigma de las conjunciones léxicas.
Como venimos insistiendo, ambos problemas de identificación son en gran
CONJUNCIONES
Clase sintáctica
Inventario más cerrado
Integradas
Atonicidad
Inmovilidad
Mayor significado funcional, mayor
convencionalización
Coordinación, DEPENDENCIA,
cosubordinción
Función IDEATIVA
e interpersonal
CD
Clase discursiva
Inventario
más abierto
Aislados,
Tonicidad,
Movilidad
Menor significado funcional, menor
convencionalización
Argumentación
Función ideativa e INTERPERSONAL
27
medida deudores del hecho de que la mayoría de los CD y conjunciones
léxicas son locuciones.
De todas estas propiedades y a pesar de lo observado en § 2.2 con
motivo de Entonces, Luego o de De ahí que; la de aplicación más evidente
y, por tanto, más concluyente para la discriminación entre una y otra
categoría es la que gira en torno a la independencia, fónica y sintáctica de
las distintas muestras. La integración de estas con el miembro que introduce
es indicio claro de conjunción; el aislamiento, de CD24. Ambas propiedades
se unen al carácter átono de la primera y al tónico de los CD.
Las conjunciones pertenecen a la sintaxis, mientras que los CD es una
categoría pragmagramatical. De aquí se derivan otras importantes
consecuencias sobre la identidad de ambas categorías, pero también sobre
su frontera, cuya existencia se garantiza por la interrelación entre todas las
propiedades, la fuerza entre ellas del criterio de independencia sintáctica y
fónica, y el supuesto de partida sobre la distinta naturaleza de ambas
categorías.
Las conjunciones funcionan en el ámbito de la oración, la unidad
sintáctica por excelencia y representación del suceso que conforma la
proposición semántica. De este modo, las relaciones que establecen son las
propias de la sintaxis, coordinación y, sobre todo, la dependencia. Aunque
esto suscite algún conflicto con las preposiciones (ver, arriba, n. 11), ya
sabemos que las conjunciones más claras son las que intervienen en la
relación de dependencia, que, no por casualidad, se circunscribe a los
24 A pesar de lo comentado en § 2.2, este criterio es válido hasta cuando el CD se integra
por medio de la completiva Que (Encima, que me calle; Haz lo quieras, ahora, que no
cuentes con mi apoyo), pues entre CD y conjunción existe una pausa, inexistente en las
locuciones conjuntivas con Que: La coherencia que da origen a los conceptos verbales
(incluyendo palabras y oraciones) es el resultado de una selección darwiniana supuesto
que las muchas asociaciones que se establecen compiten entre sí y son seleccionadas solo
las de más calidad (CREA). Que tras el CD haya una pausa quizá refleje una liberación
de estos de la función conectiva, lo que favorecería sin duda su distinción de las
conjunciones. No es nada seguro, no obstante, que este sea un buen argumento. En la
alternancia construcciones asindéticas/ sindéticas, la pausa en la yuxtaposición parece
desempeñar una función semejante a la de la conjunción (Espinosa, 2010: 255-256). Esto
es cierto, pero también que cuando la conjunción se combina con CD, no aparece tras él
(donde la pausa), sino delante de él.
28
límites oracionales, sin invadir posiblemente el del enunciado oracional,
donde caben también los constituyentes periféricos.
Por el contrario, cuando las conjunciones dan lugar a relaciones de
coordinación y cosubordinación (ver, más arriba, n. 12), surge el conflicto
con los CD. Sobre todo, si la conexión se produce entre enunciados
independientes. Este problema puede resolverse si la relación conjuntiva se
describe, en estos casos, en términos formales, los más propios de la
sintaxis; y si se describe la relación de los CD, pragmática y
discursivamente, como bien señala Montoro del Arco (2006: 249-250). A
este respecto, la relación argumentativa es fundamental (ver, arriba, § 2.1).
De esa condición pragmagramatical de los CD se sigue también la
conservación parcial de un contenido conceptual originario que lo habilita
para transmitir contenidos interpersonales. En este residuo conceptual,
radica gran parte de las instrucciones de los CD que caracterizan su
significado procedimental. Además, es una posible pista sobre su carácter
adverbial (§ 4.3).
También las conjunciones son signos procedimentales, pero la
gradualidad hace un momento señalada se manifiesta en el modo en que
esa condición varía según el tipo conjuntivo de que se trate (3-8). La
procedimentalidad no es igual en las conjunciones funcionales que actúan
como complementantes, en conjunciones como Pero, ejemplo típico de
implicatura convencional, o en las conjunciones léxicas. En estas últimas,
sobre todo, cuando la conjunción léxica es una locución conjuntiva que
constituye la forma marcada de una oposición (p.e., la que se da entre las
causales Porque y Conque) y que da lugar a relaciones de coordinación y
cosubordinación.
En las conjunciones léxicas se observa un contenido de la misma
naturaleza que el descrito en los CD, donde las instrucciones que
caracterizan su significado procedimental dependen bastante del contenido
conceptual que ha quedado como residuo. Podemos verlo en (43), donde la
locución conjuntiva Siempre que introduce un requisito que debe
satisfacerse para cumplir cierto estado de cosas considerado posible,
factible o deseable (RAE y Asociación de Academias de la Lengua
Española, 2010: 913):
43. Podrán ir a la fiesta, siempre que dejen arregladas antes sus habitaciones.
29
Estas conjunciones y locuciones conjuntivas que comparten con los CD
este contenido procedimental con residuo conceptual no son las
conjunciones que funcionan como enlace extraoracional (arriba, § 2.1). Por
otro lado, siguen siendo unidades integradas en el enunciado en que se
insertan. Ambos datos favorecen la distinción conjunción/CD, en el terreno
de los hechos concretos.
4.2. La condición conectora de conjunciones y conectores
discursivos
Conjunciones y CD son conectores, por su condición de marca de una
determinada relación entre dos segmentos y su capacidad de habilitarla.
Acerca de esta última, casi nunca ni unas ni, sobre todo, otros son condición
necesaria para la existencia de la relación, como manifiesta la existencia de
la asíndeton y la yuxtaposición. La existencia de ambas es un poderoso
argumento para justificar conjunciones y CD por la necesidad de guiar la
tarea interpretativa del destinatario en los casos en que el emisor siente que
debe ser más explícito.
Como ya hemos hablado de la distinta naturaleza de las relaciones
asociadas a conjunciones y CD, queremos decir algo sobre la posición de
ambos en las construcciones de las que forman parte. Seremos muy breves.
En la sintaxis formal, las conjunciones que se reconocen como tales
(ver, arriba, n. 11) son núcleos funcionales de su sintagma. Existen buenos
argumentos para admitirlo. En cambio, los CD y las conjunciones
débilmente conectoras como las de los ejemplos (22-23) se ubican en la
periferia izquierda del miembro que introducen (cfr. Rodríguez Ramalle,
2005: 76, 83 y 87). Desde tal posición de inciso, los CD realizan una doble
función en relación con los dos miembros cuyo procesamiento conjunto
exige para dar lugar a una función superior descrita en términos
argumentativos. Con el primer miembro, la relación se establece gracias a
la deixis discursiva que establece por su condición anafórica. Al segundo
lo modifica gracias a un contenido procedimental derivado del significado
conceptual originario, que lo faculta para la transmisión de contenidos
intersubjetivos (ver, arriba, § 4.1).
4.3. Conectores discursivos y locuciones adverbiales
El último asunto que nos queda es la relación entre los CD y los
adverbiales, especialmente sentida por la nueva gramática académica y no
30
tanto, desde luego, por los gramáticos del texto ni por los expertos en
marcadores discursivos. Si los primeros han sentido la relación entre los
CD y la conjunción, los expertos en marcadores defienden la independencia
de los CD como categoría discursiva funcional (ver, arriba, § 1.1).
Semejante ha sido el proceder de los fraseólogos, del que es prueba el
concepto ya referido de locuciones marcadoras (ver, arriba, § 3.1).
Detrás de ambas posiciones subyacen dos razones. La primera es que
quienes hablan de locuciones marcadoras consideran en su conjunto todos
los marcadores discursivos (Montoro del Arco, 2006: 250-256), lo que
favorece la idea del carácter poco definido de la clase y, al mismo tiempo,
la necesidad de constituir con ella una clase locucional y así controlarla
(Montoro del Arco, 2006: 158-169). Frente a ellos, la nueva gramática
académica solo se centra en los CD, lo que, desde luego, favorece un trato
más unitario en aras a relacionarlos, empujados por su condición de clase
transversal (ver, arriba, § 1.1), con alguna clase sintáctica. La segunda
razón estriba, justamente, en que los fraseólogos postuladores de las
locuciones marcadoras no manejan esta categoría de clase transversal.
Naturalmente, es imposible terciar en la relación entre los CD y los
adverbiales sin una definición rigurosa de la categoría adverbial y, a partir
de ella, de las locuciones adverbiales. Para los académicos, los adverbios
carecen de flexión y modifican a otras categorías (RAE y Asociación de
Academias de la Lengua Española, 2010: 575). Tal postura es apta para
cubrir la gran versatilidad sintáctica del adverbio y la considerable
heterogeneidad que presentan sus variedades (RAE y Asociación de
Academias de la Lengua Española, 2010: 575). Sin embargo, es
insuficiente para incluir los CD en los adverbiales.
Para conseguirlo, hay que recurrir a planteamientos más
comprehensivos del adverbio como los de Greenbaum y Quirk (2005:190)
o Fuentes (1987a y b), en los que caben los adverbios conjuntivos como el
del ejemplo (12), dentro de la categoría de adverbios de frase.
El problema es que esta solución es altamente circular. Puesto que los
adverbios conjuntivos son lo mismo que los CD, los adverbios conjuntivos
presentan lógicamente las propiedades de estos. Además de circular, la
solución no permite avance alguno, pues nos conduce al punto al que nos
encontramos respecto a los puntos en común entre conjunciones y CD. Lo
único bueno es que la propia etiqueta (adverbio conjuntivo) acerca los CD
31
a los adverbios y los aleja de la categoría, las conjunciones, de la que
queremos separar. Lamentablemente, es todo lo que podemos decir.
5. Final
Estas páginas se han escrito movidas por la necesidad de distinguir,
clasificar y nombrar las expresiones examinadas representadas por las
muestras (3-8 y 12-28). La mejor opción encontrada ha sido mantener el
viejo término de conjunción y el nuevo de CD, como los atractores en torno
a los cuales se ordena el continuo de la figura 1.
Para ello ha habido que realizar un notable esfuerzo, habida cuenta
de que conjunción y CD son términos aquejados de una ambigüedad inicial,
en absoluto sorprendente por su origen intuitivo y el entramado en el que
se han formulado, cuya complejidad han aumentado los avances actuales
en Sintaxis, Análisis del discurso o Pragmática.
El examen de las causas lingüísticas y metalingüísticas del problema
nos ha llevado a proponer como solución una caracterización factorial de
las categorías de la conjunción y los CD. En las propiedades atribuidas a
cada una, sigue siendo la dependencia o la independencia, fónica y
sintáctica, el criterio distinguidor más evidente. En esto coincidimos todos,
pero en este escrito hemos defendido también diferencias en la naturaleza
de la conexión a la que dan lugar. Aquí ya no hemos encontrado el mismo
apoyo, pues abundan quienes sienten que las relaciones de coordinación y
cosubordinación oracionales y extraoracionales son semejantes (Cuartero
2002: 31). Desde esta perspectiva, no influye, pues, en la naturaleza de la
relación que la represente una conjunción o un CD.
Las diferencias en el contenido de ambas clases, una sintáctica y la
otra pragmagramatical, en fin, nos ha servido para sentir con más fuerza la
relación entre los CD con los adverbiales, pero no para diferenciarlos de las
conjunciones más marcadas y léxicas, que son casi siempre locuciones.
Este artículo se presenta en una revista de Fraseología. Aunque las
unidades fraseológicas no han sido su foco de atención, es imposible
ocuparse de conjunciones y CD sin tener en cuenta las unidades
fraseológicas, puesto que la mayoría de CD y conjunciones son locuciones.
Así lo han sentido muchos fraseólogos (Ruiz Gurillo 2010). Este hecho
tiene que ver con las rutas constitutivas de ambas clases, así como con el
contenido de CD y de algunas conjunciones. Estas importantes
32
coincidencias, sin embargo, no conducen a la fusión de ambas clases, sino
a su posible separación.
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