Conectores, conjunciones Martí

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1 La distinción conjunciones y conectores discursivos y su manifestación fraseológica 1 Manuel Martí Sánchez Universidad de Alcalá (España) [email protected] Lo que hace un problema de un problema es que contiene una contradicción (Ortega y Gasset, La España invertebrada). Resumen Los problemas terminológicos encierran a menudo problemas de fondo. Con esta idea, el propósito del artículo es examinar las causas lingüísticas y metalingüísticas de la confusión que rodea las categorías de la conjunción y los conectores discursivos (y sus correlatos fraseológicos), incrementada tras la irrupción de los segundos en la bibliografía especializada. Sobre este examen, se propone una caracterización de ambas clases de palabras. Para diferenciarlas, también, para señalar sus zonas de indistinción. La oposición conjunción/ conector discursivo se cruza con la existente entre palabra y unidad fraseológica, pues muchos de los conectores y algunas conjunciones son locuciones. Aquí radica una clave para entender el significado procedimental de estas unidades. Palabras clave Clases de palabras, conjunción, conector discursivo, pragmagramática, locuciones adverbiales, locuciones conjuntivas, sintaxis. Abstract Terminological issues often contain underlying problems. With this in mind, the aim of this paper is to examine the linguistic and metalinguistic causes of confusion around conjunction categories and discourse connectives as well as their phrasal counterparts. Such confusion has increased since the latter burst into specialized bibliography. In examining the above mentioned causes, a characterization of both parts of speech is proposed with the aim of distinguishing them as well as identifying those areas in which they do not differ. The opposition conjunction / discourse connective intersects with the existing contrast between word and idiom since many of the connectives and some conjunctions are in fact idioms. Herein lies a key to understand the procedural meaning of these units. Key words 1 CADERNOS DE FRASEOLOXÍA GALEGA 15, 211-236, 2013. La versión preliminar de este artículo se presentó como comunicación en el II Coloquio Internacional “Marcadores discursivos en las lenguas románicas. Un enfoque contrastivo” (Buenos Aires, 5, 6 y 7 de diciembre de 2011). Este trabajo está vinculado al Grupo de Investigación UCM 930235 "Fraseología y Paremiología“(PAREFRAS); se enmarca en el Proyecto de Investigación "Estrategias para aplicar las TIC al proceso de adquisición de la competencia paremiológica en el marco de la enseñanza/aprendizaje de lenguas" (Paremiastic, FFI2011-24962, 2012-2014, Ministerio de Ciencia e Innovación). Para cerrar esta primera nota, quiero agradecer a Inmaculada Penadés una vez más sus sabios y profundos comentarios, que tanto me ayudan siempre.

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La distinción conjunciones y conectores discursivos y su

manifestación fraseológica1

Manuel Martí Sánchez

Universidad de Alcalá (España)

[email protected]

Lo que hace un problema de un problema es que contiene una contradicción (Ortega y

Gasset, La España invertebrada). Resumen

Los problemas terminológicos encierran a menudo problemas de fondo. Con esta idea, el propósito

del artículo es examinar las causas lingüísticas y metalingüísticas de la confusión que rodea las

categorías de la conjunción y los conectores discursivos (y sus correlatos fraseológicos),

incrementada tras la irrupción de los segundos en la bibliografía especializada. Sobre este examen,

se propone una caracterización de ambas clases de palabras. Para diferenciarlas, también, para

señalar sus zonas de indistinción. La oposición conjunción/ conector discursivo se cruza con la

existente entre palabra y unidad fraseológica, pues muchos de los conectores y algunas conjunciones

son locuciones. Aquí radica una clave para entender el significado procedimental de estas unidades.

Palabras clave

Clases de palabras, conjunción, conector discursivo, pragmagramática, locuciones adverbiales,

locuciones conjuntivas, sintaxis.

Abstract

Terminological issues often contain underlying problems. With this in mind, the aim of this paper

is to examine the linguistic and metalinguistic causes of confusion around conjunction categories

and discourse connectives –as well as their phrasal counterparts. Such confusion has increased since

the latter burst into specialized bibliography. In examining the above mentioned causes, a

characterization of both parts of speech is proposed with the aim of distinguishing them as well as

identifying those areas in which they do not differ. The opposition conjunction / discourse

connective intersects with the existing contrast between word and idiom since many of the

connectives and some conjunctions are in fact idioms. Herein lies a key to understand the procedural

meaning of these units.

Key words

1CADERNOS DE FRASEOLOXÍA GALEGA 15, 211-236, 2013. La versión preliminar

de este artículo se presentó como comunicación en el II Coloquio Internacional

“Marcadores discursivos en las lenguas románicas. Un enfoque contrastivo” (Buenos

Aires, 5, 6 y 7 de diciembre de 2011). Este trabajo está vinculado al Grupo de

Investigación UCM 930235 "Fraseología y Paremiología“(PAREFRAS); se enmarca en

el Proyecto de Investigación "Estrategias para aplicar las TIC al proceso de adquisición

de la competencia paremiológica en el marco de la enseñanza/aprendizaje de lenguas"

(Paremiastic, FFI2011-24962, 2012-2014, Ministerio de Ciencia e Innovación). Para

cerrar esta primera nota, quiero agradecer a Inmaculada Penadés una vez más sus sabios

y profundos comentarios, que tanto me ayudan siempre.

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Adverbial idiom, conjunction idiom, conjunction, discourse connective, parts of speech,

pragmagrammar, syntax.

1. Introducción

1.1. Presentación del problema

Desde los griegos, la clasificación de las palabras (µέρη λόγου) ha

sido tarea prioritaria para la Gramática2. Así ha sucedido hasta tal punto

que se ha dicho que la historia de la lingüística occidental está marcada

por la transmisión de un modelo centrado en torno a las clases de palabras

(Swiggers, 1999: 23). Al menos hasta casi mediados del siglo XIX, la

unidad fundamental del análisis gramatical ha sido la palabra (Gómez

Asencio, 2003: 329-330).

Una vez más, los griegos realizaron un gran trabajo que ha servido

de base a la clasificación de las locuciones (Penadés, 2012: 75; Montoro

del Arco, 2006: 100-105, 112-113). Esto ha sido muchos siglos después,

porque ni en ellos ni en la gramática tradicional se dio un reconocimiento

explícito de las locuciones, confundidas con unidades pluriverbales libres

inferiores a la oración (Gómez Asencio, 2003, 2004 y 2006) y otras

unidades fraseológicas (cfr. García Romero, 1999 y 2001; Montoro del

Arco, 2005: 1464 y ss.).

Ya con Aristarco de Samotracia (siglo II a. C.), su discípulo Dionisio

de Tracia (siglos II-I a. C.) y Apolonio Díscolo (siglo II d. C.), se estableció

el canon que, con la inclusión de la interjección y la eliminación del

participio, quedó formado por nombre, artículo, adjetivo, verbo, adverbio,

preposición, conjunción e interjección. Así han seguido las cosas hasta el

presente, a pesar de las reformas propuestas ya desde los comienzos (Lallot,

2001: 265 y 266. Cfr. Auroux, 1992; Colombat, 1999), algunas sumamente

radicales (Lagarde, 1988; Portine, 2001: 240-241) e interesantes como la

de E. Benot (de principios del siglo XX), cuyo funcionalismo extremo lo

lleva a afirmar que en Gramática no hay partes de la oración, sino

expresiones ó entidades elocutivas propias para determinadas funciones

(Hurtado, 2002: 84). Con otras palabras, para Benot, ninguna palabra

pertenece per se a una determinada clase, solo a través de su uso concreto

puede ubicarse en una clase.

2Escribimos con mayúscula el nombre de la disciplina para distinguirla de su objeto, la

gramática (con g minúscula). Lo mismo haremos en el caso de la Sintaxis.

3

La gramática griega no solo transmitió la base taxonómica, también,

sus principales problemas. Por ejemplo, el de aquellas clases cuyos

subgrupos dan lugar a clases cruzadas (RAE y Asociación de Academias

de la Lengua Española, 2009: 43). Es el caso del adjetivo, el adverbio y el

pronombre. Seguramente, esta última sea la máxima expresión de estas

clases superpuestas a otras, siempre entre su condición mostrativa

(compartida con determinantes y adverbios, por lo menos) y la nominalidad

de las muestras pronominales más representativas (Lallot, 2001: 269-274;

Barrenechea, 1969).

La RAE y Academias de la Lengua Española (2009: 46-52) han ido

más allá con las llamadas, con un adjetivo de moda, clases transversales,

que atraviesan algunas de las clases tradicionales de palabras, ahora

concebidas como clases sintácticas3. Fruto de la reagrupación de subclases

compartidas por clases sintácticas tradicionales, son las siguientes clases

transversales: cuantificadores, demostrativos, relativos, interrogativos y

exclamativos. Aunque no se incluyan en esta relación, podrían añadirse

también las palabras negativas.

En efecto, en las clases transversales han encontrado igualmente

acogida los marcadores del discurso, pero ya no como clase sintáctica, sino

como una clase discursiva que puede estar formada por adverbios,

preposiciones, conjunciones o incluso por segmentos más complejos (RAE

y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2009: 53). Ya veremos

la importancia de adverbios y estos últimos segmentos más complejos,

como fuente fundamental de la nueva clase. Ahora lo interesante es que,

para la gramática académica, una unidad puede ser marcador discursivo y,

al mismo tiempo, también pertenecer a una clase sintáctica.

3Esa es la denominación preferida por Bosque y Gutiérrez Rexach (2008: 101) y RAE y

Asociación de Academias de la Lengua Española (2009: 43), acorde con la idea

mayoritaria actual de que las palabras se clasifican en grupos sintácticos (RAE y

Asociación de Academias de la Lengua Española, 2009: 46) e incompatible con la idea

tradicional de que esta cuestión era tarea del análisis morfológico, todavía presente en

Martín Zorraquino (2010). Esta posición actual no ha desterrado los tradicionales criterios

morfológicos, semánticos, funcionales (de los que formaría parte el sintáctico) y

metalingüísticos (Auroux, 1992: 583-585. Cfr. RAE y Asociación de Academias de la

Lengua Española, 2009: 43). Para la clasificación de las palabras en la tradición gramatical

española, siguen siendo fundamentales Gómez Asencio (1981) o Calero Vaquera (1986).

4

En las clases discursivas -o, si preferimos, funcionales (Martín

Zorraquino, 2010: 93-94)-, la transversalidad es distinta que en los

referidos cuantificadores, demostrativos, relativos, interrogativos y

exclamativos. Un millón es un cuantificador y un nombre. Es un caso de

policategorización (una forma pertenece a dos o más clases de distinta

naturaleza). Sin embargo, en los marcadores del discurso, hay

policategorización, pero también, descategorización (se abandona una

clase y se pasa a otra) (cfr. Colombat 1988: 8-9). Los marcadores

discursivos no son unidades primarias, sino el resultado de un cambio

categorial, a menudo, sin completar. De este modo, en un marcador

discursivo concurren una antigua categoría residual y la doble pertenencia

a una clase sintáctica (más o menos, en el caso, p.e., de la interjección) y a

la clase discursiva de los marcadores.

En (1) Hombre ya no es propiamente un sustantivo, aunque conserve

algunas de sus propiedades. Lo que parece ser conjuntamente es una

interjección y un marcador discursivo, dos clases transversales. Es

interjección por su aislamiento y por dar lugar a un acto verbal. Es

marcador discursivo por su función coordinadora en el intercambio

discursivo, su pérdida de contenido léxico así como por su independencia

sintáctica y fónica.

1. A: -No aguanto a mi suegra. B: -¡Hombre, no será para tanto!

En (2), el proceso y la transversalidad aneja de En cambio son

distintos:

2. Abraham y Moisés se saludaron afectuosamente; en cambio, Abelardo y Eloísa

ni se miraron.

Aquí la descategorización no afecta a las clases de palabras, sino al paso de

un sintagma libre a la locución En cambio. La transversalidad se manifiesta

en la doble pertenencia de En cambio a los conectores discursivos (dentro

de los marcadores) y, seguramente, a los adverbiales4.

Dejando para § 4.3. la relación de conectores discursivos y

adverbiales, la irrupción de los conectores discursivos (CD), como subclase

de los marcadores, ha afectado bastante a la identificación de las

conjunciones, independientemente de que admitamos o no la

4 Emplearemos este término de la gramática inglesa como el hiperónimo de adverbios,

locuciones adverbiales y oraciones adverbiales (Leech, 1989: 24).

5

transversalidad de los CD en el sentido académico que abre la puerta a que

pueda haber unidades simultáneamente CD y conjunciones.

Desde una perspectiva historiográfica, el problema es viejo (nada hay

nuevo bajo el sol). Ya aparece con la doble función que le atribuye a la

conjunción la gramática tradicional desde los griegos: enlace de palabras y

ordenación discursiva, pie para la presencia en el inventario conjuntivo de

unidades como Por consiguiente, por último, es decir, no obstante… A

ellas se refiere en un artículo imprescindible Gómez Asencio (2004: 7)

como unidades especialmente molestas que se desplazan: ‘unidades’

tránsfugas, almas en pena que vagan de clase en clase sin encontrar reposo

categorial.

En los tiempos modernos, el problema se presentará meridianamente

con la apertura a lo pragmático-discursivo y a lo oral de la Sintaxis en el

último tercio del siglo XX. Tal evolución llevó en un primer momento,

cuando las gramáticas transoracionales, a la extensión de las conjunciones

en la misma línea, aunque más conscientemente, de la gramática

tradicional. En una segunda etapa, al repliegue de estas en beneficio de la

nueva clase emergente de los CD. También ha favorecido el empuje de los

CD el desarrollo paralelo de disciplinas como la Sociolingüística

interaccional y la Pragmática. Adoptando la terminología de Lakatos,

diríamos al día de hoy que los CD se comportan como una categoría

progresiva y las conjunciones, regresiva (ver, más abajo, n. 11).

1.2. Su interés para la Fraseología

Movidos por los problemas de descripción y de aplicación docente

que genera la confusión entre conjunciones y CD, queremos mejorar la

comprensión de ambas categorías. Desde luego, para no confundirlas al

menos conceptualmente, pero también para indagar en las causas

lingüísticas y metalingüísticas de que así pueda suceder. Con ello,

avanzaremos en la línea de nuestro anterior Martí Sánchez (2011b).

Dado que la mayoría de los CD y bastantes conjunciones son

locuciones, el objetivo que nos proponemos afecta a la Fraseología, en dos

sentidos: uno terminológico y otro, icónico y genético, en la medida en que

la abundancia de CD que son locuciones proporciona información sobre su

naturaleza y el mecanismo decisivo para su constitución. El examen de

estos dos puntos será un motivo más para sentir la fuerte interrelación entre

6

marcadores discursivos en general y unidades fraseológicas, también en

general. Será también el reconocimiento de la luz aportada por los

fraséologos en la preocupación objeto de estas páginas.

1.2.1. Dimensión terminológica

En la distinción conjunción/ CD se dan los tres tipos de problemas de

la terminología lingüística señalados por Swiggers (1999: 12-14):

a) Historiográfico, relacionado con la formación de ambas categorías

metalingüísticas.

b) Metodológico, centrado en los requisitos para su formación y uso.

Además de la sistematicidad derivada del Principio de empirismo

de Hjelmslev5, Swiggers (1999: 30-31) habla de las exigencias

formales de transparencia, adecuación, coherencia y economía.

c) Epistemológico, relativo a su correspondencia con el objeto

observacional.

De los tres tipos de problema, el b) será el que tenga una mayor

presencia en estas páginas. Así sucede por nuestra decisión de explorar la

posibilidad de una definición operativa de conjunción y CD como

categorías del análisis gramatical, bajo la forma de ideas claras y distintas,

en un sentido próximo a Descartes6, aunque bastante modesto. Si la

Lingüística quiere ser una ciencia rigurosa, su terminología debe serlo (cfr.

Lazard, 1999).

Como ya se ha dicho, numerosos CD son locuciones cuyo estatuto,

como señala Penadés (2012: 176, aunque, 162), nunca ha estado claro, lo

que desencadena que tampoco lo esté el de las locuciones conjuntivas (cfr.

Montoro del Arco, 2006: 149-151). No lo estaba en la tradición española

5La descripción habrá de estar libre de contradicción (ser autoconsecuente), ser

exhaustiva y tan simple como sea posible. La exigencia de falta de contradicción tiene

preferencia sobre la de exhaustividad. La exigencia de exhaustividad tiene preferencia

sobre la de simplicidad (Hjelmslev, 1974[1943]: 23-24). 6Claras, en el sentido de que se representan como evidencias a la mente; y distintas, en el

sentido que no se confunden con las categorías vecinas. La connaissance sur laquelle on

peut établir un jugement indubitable doit être non seulement claire, mais aussi distincte.

J'appelle claire celle qui est présente et manifeste à un esprit attentif; et distincte, celle

qui est tellement précise et différente de toutes les autres, qu'elle ne comprend en soi que

ce qui paraît manifestement à celui qui la considère comme il faut (Descartes Principes

de la Philosophie, I, 43 y 45).

7

con sus problemas de identificación y clasificación de estas unidades

complejas, en un batiburrillo en el que, a veces, algunas de ellas se

adscribían doblemente a las expresiones (locuciones o modos) conjuntivas

y a los modos (o locuciones) adverbiales (Gómez Asencio, 2004: 7-9).

A pesar de o/y a causa de tanta investigación, la naturaleza de estas

locuciones sigue sin estar clara en la actualidad, pues persisten las

discrepancias, si es que no se han agudizado. Las dos posturas más

interesantes las representan quienes, por un lado, defienden que son

locuciones marcadoras (Ruiz Gurillo, 2010), dentro de la macrocategoría

de las locuciones particulares (Montoro del Arco, 2006: 241-270); y por

otro, como la nueva gramática académica, que son adverbiales. Desde los

conceptos de clase transversal y discursiva (ver, arriba, § 1.1) de la nueva

gramática académica, la oposición entre ambas posiciones se reduce mucho

puesto que una de estas unidades puede ser a la vez marcadora y adverbial

(ver, abajo, § 4.3).

Un ejemplo recurrente de esta problemática taxonómica, comentado

por autores como Corpas, García Page o Ruiz Gurillo, es el de Sin embargo.

Locución adverbial en el Diccionario panhispánico de dudas, locución

adverbial y conector discursivo adverbial en la nueva gramática académica;

pero sigue apareciendo como locución conjuntiva adversativa en el DRAE.

Antes bien, ahora bien o ahora que son, para García-Page (2008: 133),

locuciones conjuntivas; mientras que las dos primeras para la nueva

gramática académica son adverbiales y CD. En su diccionario de

locuciones adverbiales, Penadés (2005) no recoge Antes bien, ahora bien,

ahora que o sin embargo. Sí, lo hace con otros conectores

contraargumentativos como Al contrario, Por el contrario o En cambio.

1.2.2. Dimensión icónica y genética

En segundo lugar, la cuestión que nos ocupa es de interés

fraseológico porque la distinción entre conjunciones y CD es parcialmente

una oposición entre categorías funcionales/ categorías léxicas y formas

simples/ formas complejas. Las conjunciones cuentan con formas

generalmente más simples y gramaticales, mientras que la mayor parte de

los CD son locuciones (cfr. Montoro del Arco. 2006: 243-244) y están más

próximos al léxico. Esta diferencia posee un carácter icónico. Apelando a

la iconicidad de la cantidad, esta diferencia entre CD y conjunciones refleja

8

el carácter marcado7 y el residuo conceptual de los primeros. No parece

casualidad que las conjunciones léxicas, las más próximas semánticamente

a los CD, sean también mayoritariamente locuciones (Pavón, 2003: 211-

213). Este predominio fraseológico de CD y conjunciones léxicas apunta

al núcleo de nuestro problema y a la función de las UF.

El hecho de que CD y conjunciones léxicas sean, en su mayoría,

locuciones obliga a poner los ojos ante el proceso metonímico constitutivo

para el que se han propuesto diversos términos: gramaticalización,

lexicalización o pragmaticalización (cfr. Estellés, 2009: 16-33). Nosotros

preferimos hablar de pragmalexicalización y pragmagramaticalización.

Pragma-, porque el proceso en muchos casos no está concluido, de modo

que coexisten lecturas fraseológicas y literales; y –lexicalización o -

gramaticalización, por el destino del cambio. En el caso de los CD, el

mencionado residuo conceptual y su vinculación con el adverbio (ver,

abajo, § 3.1 y 4.3) nos lleva a compartir la opinión de Elvira (2009: 220-

227) acerca de que el proceso que constituye los CD no es gramatical, sino

léxico (ver, abajo, n. 22).

1.3. ¿Problema o pseudoproblema?

Concluye esta introducción con una cuestión de principio. La

distinción entre conjunciones y CD no se halla resuelta. Aunque lo

comprobaremos con más detalle seguidamente en § 2.3., ya se infiere

cuando se alude al límite muy escurridizo entre ciertos usos conjuntivos y

conectores (RAE y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2009:

7 El carácter marcado de estas formas se plantea muy bien en Timofeeva (2012: 112). En

los procesos de cambio semántico, Geeraerts (1997: 92) observa dos grandes causas: la

expresividad y la eficiencia. La eficiencia apunta al papel que ejercen en el proceso

constitutivo las necesidades generales de mejora del conjunto de la lengua, satisfaciendo

nuevas necesidades o solucionando problemas de homonimia y sinonimia. La

expresividad continúa por los mismos derroteros de mejora de la lengua, pero se explica

más que por las consideraciones abstractas de esta, por necesidades comunicativas

concretas, básicamente, interpersonales, relacionadas con la actividad discursiva. Lo que

parece suceder en el proceso constitutivo de los CD es una combinación de eficiencia y

expresividad, donde esta última, por su relación con la subjetividad, parece más básica y

explica su carácter marcado.

9

2365) o cuando se presenta la distinción como una cuestión de especial

complejidad (Pons Rodríguez, 2010: 535).

Sin embargo, no parece que estén consagrándose muchas energías a

la distinción entre conjunciones y CD en las áreas disciplinares donde más

se esperaría el esfuerzo, frente al realizado, lo que es motivo de reflexión,

en la Fraseología.

Aunque la condición transversal y discursiva de los CD ha arrojado

alguna luz abriendo la posibilidad de la doble pertenencia de una unidad a

dos categorías, la situación se parece a la de los años ochenta cuando surgió

el debate (cfr. Fuentes, 1987a: 41-45), si es que no queremos remontarnos

a la gramática tradicional.

Todo hecho tiene su lógica y esta falta de avance, también. Los

gramáticos formalistas declaran muy popperianamente que las

desavenencias de terminología y nomenclatura son poco menos que

espuma hueca (Bosque, 1997. Cfr. Lazard, 1999: 111-112) e instan a que

la investigación se libere de la continua vuelta a los fundamentos (Bosque

y Gutiérrez-Rexach, 2008: 6). Ya en su primera etapa y en un orden

distinto, los chomskianos se referían despectivamente al distribucionalismo

como lingüística taxonómica8.

Tampoco se ve una particular preocupación en las filas

funcionalistas, en las que se ubica la mayoría de los estudiosos de los

marcadores discursivos. En ellas el problema se atenúa, si no desaparece,

cuando se propugna partir de las funciones, y no de las formas (Borreguero

y López Serena, 2011: 177. Cfr. Fuentes, 1987a: 51). Sobre todo si, entre

esas funciones, están la cosubordinación (ver, abajo, n. 11) o la hipotaxis.

Esta última ya se entienda como subordinación semántica (Portine, 2001:

242), relación interoracional entre la independencia y la subordinación

(Espinosa, 2010: 292-296), o, directamente, como relación pragmático-

discursiva (López García, 1999: 3517-3518).

Esta actitud, común a formalistas y funcionalistas, se fortalece con

los supuestos de que conjunciones y CD desempeñan funciones distintas y

de que a los segundos es precisamente la función la que los define, como

8Con la vista puesta en las clases tradicionales, Colombat (1988: 3-4) se pregunta por la

esterilidad de estudiar las partes del discurso. Su respuesta es que, al menos, existen

razones de tipo práctico que lo justifican.

10

corresponde a su carácter discursivo. Así las cosas, no puede suscitar tanto

problema la distinción: conjunciones y CD son categorías de naturaleza

distinta que no entran en colisión al moverse en territorios diferentes.

Por si fuera poco, está la tendencia tan humana de no complicarse la

vida, racionalizada entre los lingüistas con macrocategorías como las

partículas (Martí Sánchez, 2011b: 10, n. 13) o con el tópico del centro y la

periferia y las categorías intermedias como las medioconjunciones (half

conjunctions) (Cuartero, 2002: 31) o los adverbios conjuntivos de

Greenbaum (Fuentes, 1987b: 62; Conti, 2012) (ver, abajo, § 4.3). Otro buen

recurso para soslayar la distinción es el argumento de Humboldt de que

toda acción terminológica es un acto de violencia sobre la lengua ordinaria

(Trabant, 1992: 91-107), en consecuencia, contra la realidad lingüística.

Pese a todo, sin embargo, creemos que existe un problema, que es

importante y que, en consecuencia, hay que solucionar (al menos,

intentarlo), porque las discusiones terminológicas no siempre son

bizantinas.

En primer lugar, porque una actividad científica requiere de una

terminología sistemática, transparente, adecuada, coherente y económica

(ver, arriba, § 1.2.1), que satisfaga su triple función de distinguir, clasificar

y nombrar (Portine, 2001: 239). Desgraciadamente, el metalenguaje

gramatical está lejos de estas exigencias (Lazard, 1999: 113-114).

En segundo lugar, hay un problema porque los términos

metalingüísticos representan la guía para conceptualizar y ordenar el

universo factual. Más que como flatus vocis, se comportan como ideas en

el sentido platónico. Mientras conservan su capacidad categorizadora y a

pesar de posibles modificaciones en su intensión y extensión, siguen

sirviendo para clasificar una muestra dentro de una categoría.

Finalmente, existe un problema importante que hay que solucionar

(al menos, intentarlo), porque, para nosotros, CD y conjunciones son objeto

de estudio de la Gramática, tal y como la entendemos, aunque operen en

niveles diferentes9. La Gramática debe diferenciar y estudiar unos y otras

9Para nosotros la Gramática es la disciplina que estudia el sistema por el que los hablantes

construyen e interpretan eficientemente los enunciados. Dentro de ella, los marcadores

discursivos son una categoría propia del nivel pragmagramatical, espacio en el que se

11

en los enunciados. Quizá cuando alguien considera única y aisladamente

los CD como marcadores discursivos, le basta con constatar que a veces las

tradicionales conjunciones se marcadorizan, sin entrar en más detalles,

porque estas son una categoría gramatical y, por tanto, ajena a sus intereses.

2. Examen

2.1. Escena del conflicto

La confusión terminológica y, en consecuencia, conceptual entre

conjunciones y CD se deja sentir en los tres órdenes del trabajo lingüístico:

teórico, descriptivo y aplicado10. Es lógico: las terminologías son sistemas,

por lo que cualquier cambio en él, por ejemplo, la introducción de un nuevo

miembro, afecta a los demás y al conjunto entero11.

El problema se sitúa en la discriminación de las categorías ubicadas

en el continuo constituido por las conjunciones subordinantes (funcionales

y léxicas) (3 y 4), coordinantes y cosubordinantes (5 y 6)12, no marcadas y

convencionalizan los efectos de la explotación pragmática de la gramática. El nivel de las

conjunciones es el gramatical estricto (Martí Sánchez, 2011a). 10En el Plan Curricular del Instituto Cervantes, concurren como CD conjunciones

prototípicas como Y, pero o porque, conectores con usos adverbiales y conjuntivos como

Como, junto a claros adverbios como También, tampoco o Asimismo. Es una

manifestación de la posición funcional aludida en § 1.3 y de una confusión multisecular

(ver, arriba, § 1.2.1). Todo ello es aceptable, si se aplica de modo coherente a todos los

fenómenos lingüísticos. Justamente, esto es lo que no se hace, ya que alternan como

herramientas básicas de análisis funciones y clases formales. 11No es este el único frente abierto a las conjunciones. Otros dos hechos han alterado

bastante el inventario tradicional conjuntivo en la misma línea de su debilitamiento. El

primero es la irrupción de complementante como equivalente de conjunción subordinante

funcional de las subordinadas sustantivas (que, si) (Bosque y Gutiérrez-Rexach, 2008:

192-193). El segundo, la disolución de las conjunciones subordinantes léxicas en una

preposición u otra unidad inicial (porque, para que, puesto que…), tomadas como núcleo

de un sintagma complementante (Pavón, 2003: 301-302). 12Este último término procede del concepto de cosubordinación de van Valin y LaPolla

(1997: 450. Cfr. Espinosa, 2010: 249-251 y 292 n. 96). La cosubordinación es asimilable

a la interdependencia de Hjelmslev y a la hipotaxis en el sentido de § 1.3. Las conjunciones

léxicas (apenas, como, conque, dado que, luego, mientras, puesto que, si condicional…)

son aquellas que conservan un residuo conceptual de su significado original (Pavón, 2003:

204-205, 220-225 y 302-305). Muchas de estas conjunciones son cosubordinantes, pues

forman parte de esas construcciones explicativas, ilocutivas o ilativas, tan resistentes, no

por casualidad, al análisis sintáctico. En el análisis de Pues que se hará en § 2.3.2.

volveremos sobre los problemas de las ilativas. Acerca de esta cuestión es muy

12

marcadas (7 y 8)13, y los CD más estrictos. Esto es, aditivos (9),

contraargumentativos (10) y consecutivos (11) (más quizá algún otro), que

dan lugar a las relaciones argumentativas (Martín Zorraquino y Portolés,

1999) o, si se prefiere, lógicas de causa-efecto (Halliday, 1994[1985]: 310,

323-327):

3. Le ha contado que se le olvidó llamarlo.

4. Como no estabas, se lo dije a Laura.

5. Está en la oficina o visitando a un cliente.

6. Ya que me obligas, se lo dejaré.

7. Aunque lo maten, no lo hará.

8. No dirá la verdad así lo cuelguen de un palo.

9. Antonio está enfermo. Además, no va bien su matrimonio.

10. Me quedará en casa, eso sí, estaré disponible si me necesitas.

11. Papá está dormido, por tanto, dejad de hacer ruido.

El siguiente esquema refleja este complejo donde se alinean las

categorías mencionadas:

recomendable el análisis de De manera que de Montoro del Arco (2006: 228-238) y el

cuadro de García Izquierdo (1998: 48-49). 13Esta cuestión es importante en la tarea que nos ocupa, pues las conjunciones y locuciones

conjuntivas marcadas se cargan de valores pragmático-discursivos que las acercan a los

CD. La oposición entre formas neutras/ marcadas se superpone a la existente entre

conjunciones funcionales y léxicas, y, parcialmente, a la que se da entre conjunciones y

locuciones conjuntivas. De aquí se extrae una interesante observación: las conjunciones

más próximas a los CD son las marcadas y léxicas, que son locuciones. En § 4.1 se volverá

a esta cuestión, a la que ya se aludió en § 1.2.2., n. 7.

13

Figura 1

Afinando, el problema se concentra en la frontera donde coliden

adverbios que cumplen funciones conectoras (12 y 13), conjunciones y

locuciones conjuntivas léxicas (14-16), conjunciones con usos pragmáticos

y extraoracionales (17-24), así como las combinaciones incompletamente

fijadas que cumplen una función cohesiva (25-28): 12. A: - Laura ha llamado para decir que su padre está enfermo. B: -Entonces, ¿no

viene?

13. A: - Laura ha llamado para decir que su padre está enfermo. B: -Luego no viene.

14. Ya que estamos en el centro, podemos aprovechar para hacer unas compras.

15. Isabel no dio de comer a los periquitos y eso que lo había prometido.

Conjunciones coordinantes

y cosubordinantes

Conjunciones

subordinantes funcionales

CD

Marcadas

léxicas Extraoracionales

14

16. En aquellos meses de verano a verano apenas si pensó en algo más, de ahí que

aceptara el papel de esperar (RAE y Asociación de Academias de la Lengua

Española 2010: 894).

17. Pero, ¡qué interesante es lo que acabas de decir!

18. ¡Pero si no he abierto la boca!

19. A: -Prometiste venir a la fiesta. B: -Ya, pero, no sabía que empezaba tan tarde.

20. Es impresionante ver que muchas universidades forman a cientos de

profesionales en áreas en las que no hay trabajo. Y así mucha gente está

trabajando en funciones para las cuales no estudiaron y eso ha producido

frustración [ejemplo adaptado de una entrevista a un profesor chileno].

21. ¿Conque fumando?

22. A:- Los hombres no mienten. B: -¿Que los hombres no mienten?

23. Dice que qué puede hacer.

24. A: –Tu hermano está ya casado y con dos hijos. B: -¿Y?

25. Hacía mucho calor. Aun así, seguimos andando.

26. A pesar de todo, pudo llegar a tiempo al aeropuerto.

27. Se me rompió la computadora y perdí toda la información del disco duro. {Por

añadidura/ Por si fuera poco}, era un día antes del comienzo del congreso.

28. Por eso, rompimos nuestra amistad.

2.2. Diferencia de análisis: gramática académica y estudios sobre

conectores discursivos

No hay acuerdo en el análisis de estos ejemplos. En concreto, se

detecta un cierto enfrentamiento entre la nueva gramática académica y los

especialistas en marcadores discursivos. Una de las novedades de la

primera ha sido la inclusión en ella de los CD, pero manteniendo con más

firmeza la separación entre estos y las conjunciones, que los especialistas

en marcadores discursivos. Curiosamente, la firmeza académica es menor

que en algunos expertos en marcadores a la hora de rechazar como CD

complejos léxicos que desempeñan funciones semejantes14. Detrás de ello,

14 Esta postura laxa de la gramática académica es aún mayor en algunos expertos en CD

como Santos Río (2003), sobre todo, o Fuentes (2009).

15

sin duda, está la postura académica de considerar los CD como un área

marginal de la gramática (ver, más abajo, § 3.1).

Para la nueva gramática académica, en (12) el adverbio Entonces

funciona como un CD consecutivo (RAE y Asociación de Academias de la

Lengua Española, 2009: 2366)15. Sin embargo, Luego es solo una

conjunción ilativa en (13) (RAE y Asociación de Academias de la Lengua

Española, 2009: 2397 y 3514)16. No se entra en las razones del distinto

análisis. Posiblemente, el criterio subyacente para considerarlo como

adverbio sea la mayor independencia de Entonces frente a Luego, que suele

escribirse sin coma (ver § 4.1.)17. Que este no es un criterio del todo seguro

lo demuestra que se incluya el temporal Luego entre los adverbios que

funcionan como CD de ordenación (RAE y Asociación de Academias de

la Lengua Española, 2009: 2359 y 2369). También, que se denomine al

Luego consecutivo y a Conque, partícula (RAE y Asociación de

Academias de la Lengua Española, 2009: 3514).

En (14) Ya que se analiza como locución conjuntiva causal en RAE

y Asociación de Academias de la Lengua Española (2009: 3464), así se ha

procedido habitualmente en Sintaxis. Sin embargo, para Domínguez (2007:

148-149) o Borzi y Detges (2011), Ya que es un CD causal, como lo es

Porque. En opinión de las dos últimas investigadoras, Ya que es un

15Este es el mismo parecer de Martín Zorraquino y Portolés (1999) y Portolés (2007).

Admitiendo esta condición adverbial, los problemas del análisis de (12) no concluyen

aquí. Entonces presenta un contenido anafórico que lo habilita para funcionar como un

sintagma condicional fáctico (‘en ese caso’, ‘siendo esto así’), representante de la causa

que justifica la consecuencia que introduce (Pavón, 2003: 208, n. 13). Tal contenido

conduce a la duda de por qué no es un CD condicional y no consecutivo. 16Este análisis choca con el de Domínguez (2007), que lo considera CD de causalidad. 17Seguramente, la independencia sintáctica es el criterio para tomar Así como conjunción

ilativa (Además, cuando come no conoce a nadie, así que por favor dime qué te pasa)

(RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española 2010: 894) o conjunción

concesiva en (8). La pausa parece ser también la razón para que Así que sea, para la

gramática académica, una locución conjuntiva y Así pues, locución adverbial y CD. Un

problema de este análisis es el que plantean ejemplos como este del DRAE en que la

conjunción Así la antecede otra conjunción: Nadie quiso ayudarle, y así tuvo que desistir

de su noble empeño. Estos ejemplos son distintos de estos otros en los que pueden

concurrir dos conjunciones (Dice que si viene tu hermano) o una conjunción y otro

complementante, en este caso, un interrogativo como en los ejemplos (22-23). A pesar de

las diferencias, la impresión que se tiene es que si es una conjunción lo es de modo más

débil (cfr. Demonte y Fernández Soriano, 2007).

16

marcador polifónico cuya misión consiste en justificar o legitimar actos de

hablantes (Borzi y Detges, 2011: 264). En (15) (Y) eso que es una locución

conjuntiva concesiva, para la nueva gramática académica o para Montoro

del Arco (2006: 259); mientras que es un CD de oposición para Domínguez

(2007: 120-121). Esta locución no debe confundirse con (Y) eso (Empezó

a contar sus muchas actividades y eso) que analiza como marcador

discursivo Montoro del Arco (2006: 262-267) o con el que suma un

argumento de mayor fuerza negativa a otro del mismo signo (Adopta un

silencio negativo en las reuniones y eso cuando no le da por criticar a la

gente).

En (16) De ahí que es una locución conjuntiva ilativa según la RAE

y la Asociación de Academias de la Lengua Española (2010: 894). Martín

Zorraquino y Portolés (1999: 4072, 4103-4104) y Portolés (2007 [1998])

lo consideran, en cambio, CD consecutivo. Por su parte, Domínguez (2007:

167-170) la ve como un CD dudoso, no porque pueda ser una conjunción,

sino porque conserva su literalidad.

Buena prueba de las dificultades que plantea esta locución es que,

en el análisis académico, De ahí que remite como forma más básica a De

ahí, que se sigue situando entre las locuciones conjuntivas ilativas. Ante

ejemplos como (29-31), la gramática académica defiende con buenas

razones que la locución es realmente De ahí y que la conjunción Que

introduce una subordinada en función de sujeto, por lo que no formaría

parte de la locución ilativa:

29. Le dijeron que tenía que repetir el trabajo, de ahí su enfado.

30. De ahí, que muchos, cuando se encuentran en presencia de un rostro nuevo, es

como si de pronto, tuvieran ante los ojos un mapa (RAE y Asociación de

Academias de la Lengua Española 2010: 894).

31. En aquellos meses de verano a verano apenas si pensó en algo más, de ahí se sigue

que aceptara el papel de esperar (RAE y Asociación de Academias de la Lengua

Española 2010: 894).

El análisis nos convence, lo que nos cuesta más trabajo es aceptar que

De ahí sea una locución conjuntiva. Más bien parece -sobre todo si

marcamos una pausa tras ella, como en el poco normativo (21)- una

locución de esas que las academias consideran adverbiales y que funcionan

como CD.

17

En los ejemplos (12-16), que acaban de examinarse, se observa la ya

aludida diferencia entre académicos y expertos en marcadores discursivos.

Frente a la tendencia de los gramáticos a limitar la extensión de los CD

respecto a las conjunciones, se yergue el expansionismo de los segundos.

Como se ha visto también, tal posición por parte de los gramáticos no

supone un rechazo de la categoría de CD. Más bien sucede todo lo contario.

En su renovada gramática, las Academias no solo contemplan los CD, sino

que afirman que algunos, como clase transversal, pueden ser también

conjunciones (RAE y Asociación de Academias de la Lengua Española,

2010: 595). Es grande el número de expresiones que pueden caracterizarse

como conectores discursivos (RAE y Asociación de Academias de la

Lengua Española, 2009: 2357)18.

Así pues, las conjunciones son simultáneamente CD cuando

funcionan como enlaces extraoracionales (RAE y Asociación de

Academias de la Lengua Española, 2009: 2405)19. Es lo que sucede en

ejemplos como (17) y (18), en que Pero inicia un enunciado independiente

que funciona como reacción ante una información implícita.

Para (17) y (18), la nueva gramática académica señala que Pero se

usa como conector discursivo (RAE y Asociación de Academias de la

Lengua Española, 2009: 2454). Lo mismo podría decirse de Y u O en

ejemplos como

32. A: -Los compañeros quieren cambiar la fecha del examen. B: -¿Y qué quieres que

haga?

33. Si esto no dijo (…), no es culpa mía, sino de él… O será culpa de los dos (RAE y

Asociación de Academias de la Lengua Española, 2009: 2447).

En (17-18) y en (32-33), la gramática académica cree que Y, o, pero

funcionan como CD y como conjunciones (RAE y Asociación de

Academias de la Lengua Española, 2009: 2399 y 2454).

18 Es interesante en la cita el empleo del término Expresión por la continuidad de una vieja

tradición académica (Gómez Asencio, 2004: 14) y por la imprecisión que refleja a la hora

de referirse a unidades fraseológicas, en este caso, las locuciones que funcionan como

conjunción o CD (ver, arriba, § 1.2.1). 19El término procede de S. Gili Gaya y lo recupera de este modo esporádico la gramática

académica. Es un ejemplo más de la hermosa tendencia del máximo responsable de la

nueva gramática académica, I. Bosque, de recuperar viejos términos de nuestra tradición.

También, es signo de que la terminología no está completamente fijada.

18

No sabemos si el Pero de (19) entraría en este grupo de conjunciones

CD, dado su carácter anómalo. Entre pausas y equivaliendo al CD

contraargumentativo Sin embargo, no parece muy lejano del Pero adverbial

arcaico (Seco, 2011 [1961]: 467).

Dejando aparte este ejemplo, parece que, para las academias y

muchos otros, la ruta que lleva las conjunciones a los CD es la función

extraoracional. Como veremos, no es este el camino principal hacia los CD

para los académicos, ni un camino muy seguro. Lo testimonia que en el

Conque de (21) RAE y Asociación de Academias de la Lengua Española

(2010: 517) solo ve conjunción ilativa y no, también CD, pese a su evidente

carácter extraoracional.

Por otra parte, (21) sirve de de transición entre los usos

extraoracionales y pragmáticos de una conjunción (22-24). En el caso de

Conque, estos usos pragmáticos se basan en las instrucciones que contiene

para procesar como marcado afectivamente (por la ironía o la sorpresa) el

enunciado que introduce.

Ante ejemplos como (21) o (24), la gramática académica sostiene que

el valor de conector de la conjunción

se atenúa en estos contextos, de forma que las expresiones que introduce pueden

expresar reticencia, ironía o contrariedad, entre otros valores (RAE y Asociación

de Academias de la Lengua Española, 2009: 2405).

El reconocimiento de este fenómeno no conduce a las academias a

contemplar, como entidad propia ni en relación con el problema

taxonómico que nos ocupa, estos usos pragmáticos de las conjunciones, en

que se modalizan y se apartan de su empleo habitual conectivo (10-13)

(Porroche, 2003; Martín Zorraquino, 2010: 115-120)20.

En (22-23) nos encontramos ante esos ejemplos en los que suelen

reparar los cultivadores de la hipótesis cartográfica (Escandell, 2012: 642).

20Si la idea de que las conjunciones se convierten en CD cuando funcionan como enlaces

extraoracionales suscita, como se verá, en nosotros reserva, coincidimos con la postura

académica en que en (10-13) no se hable de CD. Al ser el ámbito de la conjunción un solo

miembro discursivo, si se ha convertido en un marcador discursivo, solo puede ser en un

operador pragmático. A semejante conclusión llega Alarcos (1994: 230) cuando,

refiriéndose, a ejemplos con Y o Ni (Pepi, ¿y mamá?; Iban con mucha prisa. Ni se

detuvieron un momento), sostiene que las conjunciones se convierten en unidades

enfáticas con función adverbial.

19

Según esta hipótesis, la conjunción Que se sitúa en la periferia izquierda

del enunciado desde la que realiza funciones pragmáticas que orientan

acerca de la intención del hablante. Significativamente, Demonte y

Fernández-Soriano (2007) evitan el término conjunción en favor del de

partícula, en un importante estudio dedicado a ella.

Los problemas continúan en los últimos ejemplos de la lista (25-28).

Sin embargo, en ellos se observa una mayor tolerancia en las academias a

la hora de admitir los CD. En (25) Aún así es un CD concesivo para la RAE

y la Asociación de Academias de la Lengua Española (2009:2364), a pesar

de conservar cierta composicionalidad y de que esta clase de CD no existe

en muchas taxonomías de los CD, lo que no parece importar a los

académicos.

El estatuto de A pesar de que es también complejo. Para García

Negroni y Ramírez Gelbes (2010: 927), A pesar de que es un conector

propio de los discursos transgresores. Semejantemente, Montolío (2001:

54) lo había considerado, dentro de los CD contraargumentativos, como

una expresión (o secuencia) conectiva especializada en introducir

argumentos débiles. Más compleja es la postura de la nueva gramática

académica. Para ella, A pesar de todo, que vemos en (26), es un CD

parcialmente lexicalizado (RAE y Asociación de Academias de la Lengua

Española, 2010: 374), que, quizá por esto, no aparece en la relación de CD

(RAE y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2009: 2361). Por

su parte, A pesar de se analiza como locución prepositiva en las

construcciones concesivas. Este distinto análisis de A pesar de todo y A

pesar de no es necesariamente contradictorio, porque no son estrictamente

la misma forma y porque siempre es posible apelar a la transversalidad de

los CD. Más contradictorio es que A pesar (de) se califique locución

conjuntiva en el DRAE, al igual que Pese a. En el también académico

Diccionario panhispánico de dudas de la lengua española, más

prudentemente, se habla solo de locución, sin adjetivos.

En (27), Por añadidura y Por si fuera poco son incluidos por la

gramática académica entre los conectores discursivos que introducen

información añadida a la ya presentada (RAE y Asociación de Academias

de la Lengua Española, 2009: 2362). Martín Zorraquino y Portolés (1999:

4096-4097) solo consideran el primero entre los CD aditivos. Este es el

mismo parecer de Fuentes (2099: 260-261), quien, sin embargo, admite el

20

Por eso de (28) como CD consecutivo incompletamente gramaticalizado.

También lo recogen en su diccionario de partículas Briz, Pons y Portolés

(coords.) (2000). Ni en la gramática académica ni en Martín Zorraquino y

Portolés (1999) aparece en la nómina de los CD.

2.3. El análisis de Pues

Para concluir el examen del problema de la separación de

conjunciones y CD a través de estos análisis, querríamos detenernos en

algunos ejemplos de Pues. Lo hacemos porque es la única conjunción

recogida en el inventario académico de los conectores discursivos

adverbiales; pero es una inclusión engañosa, porque lo que escoge no es la

conjunción sino el adverbio Pues.

Efectivamente, en esta partícula, se distinguen el adverbio y la

conjunción21. Por su tonicidad y posición parentética, el adverbio Pues

suele considerarse mayoritariamente, entre los que hablan de ellos, como

un CD consecutivo (34):

34. Está nevando fuera, no podremos, pues, salir a pasear.

Aunque no se declare, este análisis del Pues, tónico y parentético, como

adverbio y como CD parece fundamental en la postura académica de

relacionar adverbiales y CD.

Respecto a Pues conjunción, es necesario distinguir entre sus usos

causales explicativos (35) e ilativos (36-37). En los segundos, los lazos

sintácticos a que da lugar se debilitan progresivamente y se pasa de lo

oracional a lo discursivo, de modo significativo cuando inicia una reacción

en una intervención conversacional.

35. Anímala, pues acaban de darle una mala noticia.

36. Si no estás de acuerdo, pues vete.

37. A: -He estado tomando un café con Beatriz. B: -¡Pues antes no podías ni verla!

En (38) Pues establece una relación entre el tópico, que funciona también

como sujeto, y su comentario, al que enfatiza (RAE y Asociación de

Academias de la Lengua Española 2009: 3524):

21En el DRAE no se sigue la distinción, pero se habla también de un Pues interjectivo para

estos empleos enfáticos en los que introduce un enunciado independiente (¡Pues, lo que

yo había dicho! ¡Pues, se salió con la suya!).

21

38. A: -¿Qué tal tu hijo? B: El chico, pues, intentando abrirse camino.

Existe vacilación e imprecisión terminológicas en el análisis de

ejemplos como los de (36-38). Así pueden escucharse o leerse conector

(discursivo) o partícula. La RAE y Asociación de Academias de la Lengua

Española (2009) alternan la denominación de partícula ilativa con la de

conjunción ilativa. Los editores del Archivo Gramatical de la Lengua

Española de Salvador Fernández Ramírez (AGLE,

http://cvc.cervantes.es/lengua/agle/) lo denominan partícula conectiva y lo

analizan como CD. Como vemos, algunas cosas no han cambiado en siglos

(ver, arriba, § 1.2.1), por algo será.

3. Causas

El examen realizado nos ha proporcionado las suficientes evidencias

de que estamos ante un problema, también las pistas para su comprensión.

Identificado este, es preciso profundizar más en la realidad factual sobre la

que se fundan las categorías de conjunción y CD, así como en el modo de

conocerlas. Por eso, hablaremos de los factores lingüísticos y

metalingüísticos del problema. De paso, haremos un balance de lo

observado en § 2.

3.1. Factores lingüísticos

Las dificultades a la hora de distinguir entre conjunciones y CD

deben mucho a la indudable intersección entre ambas categorías. Esta

intersección se produce, en primer lugar, por la semejanza estructural de

las relaciones de coordinación y cosubordinación dentro de las oraciones

compuestas y las que se dan entre los enunciados independientes que se

suceden en el discurso (cfr. López García, 1994: 30; Garrido Medina, 2009:

227-233). Una manifestación muy clara de esta semejanza y de sus

consecuencias en la distinción entre las dos clases es el concepto de

conjunción en la gramática sistémica como procedimiento de cohesión, no

como clase sintáctica (Halliday, 1994[1985]: 310).

A la semejanza de algunas relaciones oracionales y las

extraoracionales se suma otro factor para oscurecer aún más las cosas.

Como consecuencia de la naturaleza mixta, entre la gramática y la

pragmática, de los enunciados (López García, 1994: 12), se da en estos la

superposición de las relaciones sintácticas sobre las pragmático-

22

discursivas. Esto se traduce en que un mismo constituyente pueda

funcionar en ambos niveles.

Es lo que creemos que ocurre con algunas de las unidades objeto de

nuestro análisis, claros ejemplos de polifuncionalidad sintagmática. Detrás

de las discrepancias en los análisis de § 2.2., hemos sentido este hecho. Ya

que en (14) es un buen ejemplo. Además, de introducir un adjunto

periférico (función sintáctica), presenta este como un argumento que

justifica la enunciación del primer miembro (función pragmático-

discursiva). Otro ejemplo es el de la locución conjuntiva condicional A

menos que: 39. No asistiré a menos que me lo pidan.

En (39) A menos que también introduce un adjunto periférico, pero, al

mismo tiempo, comunica que la condición que introduce constituye

requisito imprescindible. En § 4.1 se tratará este asunto con motivo del

significado procedimental de CD y conjunciones léxicas.

No siempre se produce la superposición que da lugar a la

polifuncionalidad sintagmática, sino la yuxtaposición de unidades y

funciones como en (40) con Pero y Sin embargo, donde el segundo realiza

un comentario sobre la primera: 40. No parecía que su lesión fuera muy importante, pero sin embargo le va a impedir

jugar (CREA).

Ejemplos como (40) han constituido un argumento clásico para

diferenciar conjunciones y CD, así como para defender que la función

primaria de los CD no es la conectora (Portolés, 2007[1998]: 31). Sin

embargo, no puede dejar de comentarse cómo estos CD pueden llegar a

reemplazar la conjunción a la que acompañan funcionando como esta:

41. No parecía que su lesión fuera muy importante, sin embargo, le va a impedir

jugar.

Este es el origen de las conjunciones adversativas Más, pero o sino,

históricamente adverbiales (Espinosa, 2010: 281, 288).

Tampoco puede obviarse el caso de presuntas conjunciones como Así

combinadas con otra conjunción como en (42) en la posición propia de los

CD, lo que compromete el análisis como conjunción de la primera, al

ocupar la posición propia del CD:

42. Nadie quiso ayudarlo y así tuvo que desistir de su noble empeño (ver, arriba, n.

17).

23

Lo que acaba de decirse con motivo de (41) conduce a una nueva

causa lingüística de las dificultades relativas a la distinción entre

conjunciones y CD. Se trata de la inestabilidad estructural del sistema

lingüístico manifestada, en nuestro caso, en la permeabilidad de las

fronteras entre las categorías del complejo de § 2.1. Tras esta borrosidad de

los límites, se descubre el movimiento de unidades que se alejan del centro

de su categoría para acercarse al de otra, que ejerce de atractor, si se nos

permite este empleo analógico del término matemático.

Aquí hay que hablar de las rutas del cambio lingüístico. Algo se dijo

en §1.2.2 con motivo de las locuciones que pueden ser CD y conjunciones.

Nuestra opinión, coincidente con la de la nueva gramática académica, es

que la ruta fundamental para la creación de CD no son las conjunciones,

sino los adverbiales (volveremos a ello en § 4.3). Ya sean adverbios, ya

sean, mayoritariamente, sintagmas libres que, en virtud de su carácter

anafórico (RAE y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2009:

2366-2367. Cfr. Rodríguez Ramalle, 2005: 75) y tras un proceso de

fraseologización, cumplen funciones cohesivas de deixis discursiva.

Que los adverbiales sean la ruta privilegiada ilumina el referido

escaso interés de la gramática académica por las conjunciones que

funcionan como CD y que en la nueva gramática de las Academias alternen

como sinónimas las denominaciones de CD y de conectores discursivos

adverbiales22.

Muchas conjunciones y locuciones conjuntivas tienen también un

origen adverbial total (Si, luego, pues) o parcial (Ya que, antes que, siempre

que…). Sin embargo, el destino en ambas rutas es diferente como estamos

intentando mostrar, así como el mayor grado de conclusión del cambio en

las conjunciones.

3.2. Factores metalingüísticos

22Esta sinonimia está ligada a la afirmación académica de que el estudio de los CD afecta

únicamente de modo tangencial a la gramática (en cuanto que no se considera objetivo

de esta disciplina la descripción del léxico), pero es sumamente pertinente para analizar

la estrecha relación que existe entre la gramática y el diccionario (RAE y Asociación de

Academias de la Lengua Española, 2009: 2357). Detrás de esta postura, hallamos el interés

académico por separar conjunciones y CD y, por otro lado, su despreocupación por marcar

el límite entre las locuciones que funcionan como CD y las combinaciones léxicas menos

convencionalizadas, próximas a ellas.

24

Como categorías metalingüísticas, conjunciones y CD son

constructos teóricos surgidos a partir de una intuición fundada en una

realidad cuya complejidad ya conocemos, en gran medida mental. Esta

intuición categorizadora, que surge y se desarrolla dentro de una tradición,

supone fijarse en algunos aspectos del universo de muestras considerado y

dejar fuera otros. A las consecuentes diferencias de postura que de ello se

derivan, hay que añadir la distorsión que experimenta necesariamente toda

intuición cuando se transforma en una categoría teórica. Por si fuera poco,

la actuación de los investigadores está mediatizada por siglos de confusión

terminológica. Conjunción, partícula (estudiada por Haβler, 2011), CD,

conector, enlace o nexo han sido siempre términos afectados por una

notable indefinición, que han servido no solo de ayuda, sino también de

obstáculo en el trabajo gramatical riguroso23.

4. Propuesta de solución

Llegamos a la hora de la verdad, la de la definición de conjunción y

CD. Si una definición es una proposición que expone con claridad y

exactitud los caracteres genéricos y diferenciales de algo (DRAE), esta

definición debe establecer límites entre ambas categoría para que sean

herramientas seguras y estables en el análisis. El reto es hacerlo sobre una

realidad, lingüística y metalingüística, tan endiabladamente compleja que

empuja a confundir lo que nosotros necesitamos separar.

Para ello el medio no puede ser otro que una definición modesta, que

no oculta su limitación, pero tampoco, su aspiración de proporcionar ideas

claras y distintas (ver, arriba, § 1.2.1). Su modestia viene obligada por dos

razones. Por un lado, depende de un marco teórico y del prototipo desde el

que se contemplan y ajustan los hechos. Por otro, es una definición factorial

constituida por un haz de criterios graduales. Es lo que sucede en cualquier

categoría, fuera de las de las ciencias formales, sobre todo, de las ciencias

del hombre. En cuanto se desciende al mundo de los fenómenos, es una

23A la ambigüedad originaria del término conjunción (§ 1.1) y de las locuciones que

funcionan como CD y conjunciones (§ 1.2.1), hay que sumar su empleo especial en

influyentes autores y escuelas, p.e., la gramática sistémica de Halliday, como se ha

indicado en el subapartado. Recordemos que inicialmente las conjunciones Y, Pero,

Pues…fueron los CD prototípicos (Portolés, 2007 [1998]: 51), lo que ahora, desde luego,

no se piensa (Briz, 2011: 86).

25

evidencia el principio cognitivista de que, junto a los prototipos, existen los

malos ejemplos y subclases fronterizas.

Hecha esta declaración, relevante solo en la medida en que limita el

alcance de nuestra propuesta, el supuesto de partida es que, siendo ambos

conectores (ver, a continuación, § 4.2), la conjunción constituye una clase

sintáctica, por tanto, gramatical; y los CD, una clase discursiva (o

funcional), consecuentemente, pragmagramatical (ver Martí Sánchez,

2011a). De aquí se derivan las propiedades que aparecerán en el esquema

del próximo subapartado y la relación de los CD con los adverbiales (ver,

abajo, § 4.3) y, en la que destaca por su valor distintivo la independencia

sintáctica y fónica. Con las limitaciones derivadas de la modestia de esta

caracterización, el conjunto formado por el supuesto de partida y estas

propiedades conforma una categoría coherente que ordena y da sentido

suficiente a la mayoría de las muestras.

4.1. Criterios distintivos

Desde estos presupuestos, asignamos a cada categoría un conjunto de

propiedades distribucionales, semánticas y funcionales, que representamos

en el esquema de la figura 2.

26

Figura 2

Los CD constituyen una clase pragmagramatical. Esto advierte de

una insuficiente fijación y, por tanto, de posibles problemas de

indeterminación de inventario. Dada la condición sintáctica de las

conjunciones, su lista es más precisa, aunque no debemos ignorar las

dificultades de fijar también el paradigma de las conjunciones léxicas.

Como venimos insistiendo, ambos problemas de identificación son en gran

CONJUNCIONES

Clase sintáctica

Inventario más cerrado

Integradas

Atonicidad

Inmovilidad

Mayor significado funcional, mayor

convencionalización

Coordinación, DEPENDENCIA,

cosubordinción

Función IDEATIVA

e interpersonal

CD

Clase discursiva

Inventario

más abierto

Aislados,

Tonicidad,

Movilidad

Menor significado funcional, menor

convencionalización

Argumentación

Función ideativa e INTERPERSONAL

27

medida deudores del hecho de que la mayoría de los CD y conjunciones

léxicas son locuciones.

De todas estas propiedades y a pesar de lo observado en § 2.2 con

motivo de Entonces, Luego o de De ahí que; la de aplicación más evidente

y, por tanto, más concluyente para la discriminación entre una y otra

categoría es la que gira en torno a la independencia, fónica y sintáctica de

las distintas muestras. La integración de estas con el miembro que introduce

es indicio claro de conjunción; el aislamiento, de CD24. Ambas propiedades

se unen al carácter átono de la primera y al tónico de los CD.

Las conjunciones pertenecen a la sintaxis, mientras que los CD es una

categoría pragmagramatical. De aquí se derivan otras importantes

consecuencias sobre la identidad de ambas categorías, pero también sobre

su frontera, cuya existencia se garantiza por la interrelación entre todas las

propiedades, la fuerza entre ellas del criterio de independencia sintáctica y

fónica, y el supuesto de partida sobre la distinta naturaleza de ambas

categorías.

Las conjunciones funcionan en el ámbito de la oración, la unidad

sintáctica por excelencia y representación del suceso que conforma la

proposición semántica. De este modo, las relaciones que establecen son las

propias de la sintaxis, coordinación y, sobre todo, la dependencia. Aunque

esto suscite algún conflicto con las preposiciones (ver, arriba, n. 11), ya

sabemos que las conjunciones más claras son las que intervienen en la

relación de dependencia, que, no por casualidad, se circunscribe a los

24 A pesar de lo comentado en § 2.2, este criterio es válido hasta cuando el CD se integra

por medio de la completiva Que (Encima, que me calle; Haz lo quieras, ahora, que no

cuentes con mi apoyo), pues entre CD y conjunción existe una pausa, inexistente en las

locuciones conjuntivas con Que: La coherencia que da origen a los conceptos verbales

(incluyendo palabras y oraciones) es el resultado de una selección darwiniana supuesto

que las muchas asociaciones que se establecen compiten entre sí y son seleccionadas solo

las de más calidad (CREA). Que tras el CD haya una pausa quizá refleje una liberación

de estos de la función conectiva, lo que favorecería sin duda su distinción de las

conjunciones. No es nada seguro, no obstante, que este sea un buen argumento. En la

alternancia construcciones asindéticas/ sindéticas, la pausa en la yuxtaposición parece

desempeñar una función semejante a la de la conjunción (Espinosa, 2010: 255-256). Esto

es cierto, pero también que cuando la conjunción se combina con CD, no aparece tras él

(donde la pausa), sino delante de él.

28

límites oracionales, sin invadir posiblemente el del enunciado oracional,

donde caben también los constituyentes periféricos.

Por el contrario, cuando las conjunciones dan lugar a relaciones de

coordinación y cosubordinación (ver, más arriba, n. 12), surge el conflicto

con los CD. Sobre todo, si la conexión se produce entre enunciados

independientes. Este problema puede resolverse si la relación conjuntiva se

describe, en estos casos, en términos formales, los más propios de la

sintaxis; y si se describe la relación de los CD, pragmática y

discursivamente, como bien señala Montoro del Arco (2006: 249-250). A

este respecto, la relación argumentativa es fundamental (ver, arriba, § 2.1).

De esa condición pragmagramatical de los CD se sigue también la

conservación parcial de un contenido conceptual originario que lo habilita

para transmitir contenidos interpersonales. En este residuo conceptual,

radica gran parte de las instrucciones de los CD que caracterizan su

significado procedimental. Además, es una posible pista sobre su carácter

adverbial (§ 4.3).

También las conjunciones son signos procedimentales, pero la

gradualidad hace un momento señalada se manifiesta en el modo en que

esa condición varía según el tipo conjuntivo de que se trate (3-8). La

procedimentalidad no es igual en las conjunciones funcionales que actúan

como complementantes, en conjunciones como Pero, ejemplo típico de

implicatura convencional, o en las conjunciones léxicas. En estas últimas,

sobre todo, cuando la conjunción léxica es una locución conjuntiva que

constituye la forma marcada de una oposición (p.e., la que se da entre las

causales Porque y Conque) y que da lugar a relaciones de coordinación y

cosubordinación.

En las conjunciones léxicas se observa un contenido de la misma

naturaleza que el descrito en los CD, donde las instrucciones que

caracterizan su significado procedimental dependen bastante del contenido

conceptual que ha quedado como residuo. Podemos verlo en (43), donde la

locución conjuntiva Siempre que introduce un requisito que debe

satisfacerse para cumplir cierto estado de cosas considerado posible,

factible o deseable (RAE y Asociación de Academias de la Lengua

Española, 2010: 913):

43. Podrán ir a la fiesta, siempre que dejen arregladas antes sus habitaciones.

29

Estas conjunciones y locuciones conjuntivas que comparten con los CD

este contenido procedimental con residuo conceptual no son las

conjunciones que funcionan como enlace extraoracional (arriba, § 2.1). Por

otro lado, siguen siendo unidades integradas en el enunciado en que se

insertan. Ambos datos favorecen la distinción conjunción/CD, en el terreno

de los hechos concretos.

4.2. La condición conectora de conjunciones y conectores

discursivos

Conjunciones y CD son conectores, por su condición de marca de una

determinada relación entre dos segmentos y su capacidad de habilitarla.

Acerca de esta última, casi nunca ni unas ni, sobre todo, otros son condición

necesaria para la existencia de la relación, como manifiesta la existencia de

la asíndeton y la yuxtaposición. La existencia de ambas es un poderoso

argumento para justificar conjunciones y CD por la necesidad de guiar la

tarea interpretativa del destinatario en los casos en que el emisor siente que

debe ser más explícito.

Como ya hemos hablado de la distinta naturaleza de las relaciones

asociadas a conjunciones y CD, queremos decir algo sobre la posición de

ambos en las construcciones de las que forman parte. Seremos muy breves.

En la sintaxis formal, las conjunciones que se reconocen como tales

(ver, arriba, n. 11) son núcleos funcionales de su sintagma. Existen buenos

argumentos para admitirlo. En cambio, los CD y las conjunciones

débilmente conectoras como las de los ejemplos (22-23) se ubican en la

periferia izquierda del miembro que introducen (cfr. Rodríguez Ramalle,

2005: 76, 83 y 87). Desde tal posición de inciso, los CD realizan una doble

función en relación con los dos miembros cuyo procesamiento conjunto

exige para dar lugar a una función superior descrita en términos

argumentativos. Con el primer miembro, la relación se establece gracias a

la deixis discursiva que establece por su condición anafórica. Al segundo

lo modifica gracias a un contenido procedimental derivado del significado

conceptual originario, que lo faculta para la transmisión de contenidos

intersubjetivos (ver, arriba, § 4.1).

4.3. Conectores discursivos y locuciones adverbiales

El último asunto que nos queda es la relación entre los CD y los

adverbiales, especialmente sentida por la nueva gramática académica y no

30

tanto, desde luego, por los gramáticos del texto ni por los expertos en

marcadores discursivos. Si los primeros han sentido la relación entre los

CD y la conjunción, los expertos en marcadores defienden la independencia

de los CD como categoría discursiva funcional (ver, arriba, § 1.1).

Semejante ha sido el proceder de los fraseólogos, del que es prueba el

concepto ya referido de locuciones marcadoras (ver, arriba, § 3.1).

Detrás de ambas posiciones subyacen dos razones. La primera es que

quienes hablan de locuciones marcadoras consideran en su conjunto todos

los marcadores discursivos (Montoro del Arco, 2006: 250-256), lo que

favorece la idea del carácter poco definido de la clase y, al mismo tiempo,

la necesidad de constituir con ella una clase locucional y así controlarla

(Montoro del Arco, 2006: 158-169). Frente a ellos, la nueva gramática

académica solo se centra en los CD, lo que, desde luego, favorece un trato

más unitario en aras a relacionarlos, empujados por su condición de clase

transversal (ver, arriba, § 1.1), con alguna clase sintáctica. La segunda

razón estriba, justamente, en que los fraseólogos postuladores de las

locuciones marcadoras no manejan esta categoría de clase transversal.

Naturalmente, es imposible terciar en la relación entre los CD y los

adverbiales sin una definición rigurosa de la categoría adverbial y, a partir

de ella, de las locuciones adverbiales. Para los académicos, los adverbios

carecen de flexión y modifican a otras categorías (RAE y Asociación de

Academias de la Lengua Española, 2010: 575). Tal postura es apta para

cubrir la gran versatilidad sintáctica del adverbio y la considerable

heterogeneidad que presentan sus variedades (RAE y Asociación de

Academias de la Lengua Española, 2010: 575). Sin embargo, es

insuficiente para incluir los CD en los adverbiales.

Para conseguirlo, hay que recurrir a planteamientos más

comprehensivos del adverbio como los de Greenbaum y Quirk (2005:190)

o Fuentes (1987a y b), en los que caben los adverbios conjuntivos como el

del ejemplo (12), dentro de la categoría de adverbios de frase.

El problema es que esta solución es altamente circular. Puesto que los

adverbios conjuntivos son lo mismo que los CD, los adverbios conjuntivos

presentan lógicamente las propiedades de estos. Además de circular, la

solución no permite avance alguno, pues nos conduce al punto al que nos

encontramos respecto a los puntos en común entre conjunciones y CD. Lo

único bueno es que la propia etiqueta (adverbio conjuntivo) acerca los CD

31

a los adverbios y los aleja de la categoría, las conjunciones, de la que

queremos separar. Lamentablemente, es todo lo que podemos decir.

5. Final

Estas páginas se han escrito movidas por la necesidad de distinguir,

clasificar y nombrar las expresiones examinadas representadas por las

muestras (3-8 y 12-28). La mejor opción encontrada ha sido mantener el

viejo término de conjunción y el nuevo de CD, como los atractores en torno

a los cuales se ordena el continuo de la figura 1.

Para ello ha habido que realizar un notable esfuerzo, habida cuenta

de que conjunción y CD son términos aquejados de una ambigüedad inicial,

en absoluto sorprendente por su origen intuitivo y el entramado en el que

se han formulado, cuya complejidad han aumentado los avances actuales

en Sintaxis, Análisis del discurso o Pragmática.

El examen de las causas lingüísticas y metalingüísticas del problema

nos ha llevado a proponer como solución una caracterización factorial de

las categorías de la conjunción y los CD. En las propiedades atribuidas a

cada una, sigue siendo la dependencia o la independencia, fónica y

sintáctica, el criterio distinguidor más evidente. En esto coincidimos todos,

pero en este escrito hemos defendido también diferencias en la naturaleza

de la conexión a la que dan lugar. Aquí ya no hemos encontrado el mismo

apoyo, pues abundan quienes sienten que las relaciones de coordinación y

cosubordinación oracionales y extraoracionales son semejantes (Cuartero

2002: 31). Desde esta perspectiva, no influye, pues, en la naturaleza de la

relación que la represente una conjunción o un CD.

Las diferencias en el contenido de ambas clases, una sintáctica y la

otra pragmagramatical, en fin, nos ha servido para sentir con más fuerza la

relación entre los CD con los adverbiales, pero no para diferenciarlos de las

conjunciones más marcadas y léxicas, que son casi siempre locuciones.

Este artículo se presenta en una revista de Fraseología. Aunque las

unidades fraseológicas no han sido su foco de atención, es imposible

ocuparse de conjunciones y CD sin tener en cuenta las unidades

fraseológicas, puesto que la mayoría de CD y conjunciones son locuciones.

Así lo han sentido muchos fraseólogos (Ruiz Gurillo 2010). Este hecho

tiene que ver con las rutas constitutivas de ambas clases, así como con el

contenido de CD y de algunas conjunciones. Estas importantes

32

coincidencias, sin embargo, no conducen a la fusión de ambas clases, sino

a su posible separación.

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