Arrizabalaga, A.; Iriarte, M.J.; Villaluenga, A. (2010): “Labeko Koba y Lezetxiki (País Vasco)....

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Resumen Los yacimientos en cueva de Lezetxiki y Labeko Koba, muy próximos entre sí, completan la secuencia cronológica del Pleistoceno superior en el valle del río Deba, desde una posición estratégica. Ambos yacimientos comparten asimismo una problemática relacionada con las ocu- paciones alternas del mismo espacio por los seres humanos y diversos tipos de carnívoros. Palabras clave: Cubiles, Osos, Hienas, Pleistoceno, Paleolítico, Tafonomía. Abstract The cave sites of Lezetxiki and Labeko Koba, very close each other, complete the chronological sequence of the Upper Pleistocene in the valley of the Deba river, placed in a strategic position. Both deposits have also common problems related to the alternate occupations of the same space by the human beings and diverse types of carnivorae. Keywords: Dens, Bears, Hyenas, Pleistocene, Palaeolithic, Taphonomy.

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ResumenLos yacimientos en cueva de Lezetxiki y Labeko Koba, muy próximos entre sí, completan lasecuencia cronológica del Pleistoceno superior en el valle del río Deba, desde una posiciónestratégica. Ambos yacimientos comparten asimismo una problemática relacionada con las ocu-paciones alternas del mismo espacio por los seres humanos y diversos tipos de carnívoros.

Palabras clave: Cubiles, Osos, Hienas, Pleistoceno, Paleolítico, Tafonomía.

Abstract The cave sites of Lezetxiki and Labeko Koba, very close each other, complete the chronologicalsequence of the Upper Pleistocene in the valley of the Deba river, placed in a strategic position.Both deposits have also common problems related to the alternate occupations of the samespace by the human beings and diverse types of carnivorae.

Keywords: Dens, Bears, Hyenas, Pleistocene, Palaeolithic, Taphonomy.

IntroducciónLa problemática ocasionada por la convivencia en el regis-tro arqueológico de seres humanos y diversas especies decarnívoros ha dado lugar a una bibliografía y un debate cre-ciente. En paralelo con el cuestionamiento del espacio ocu-pado por los seres humanos en la pirámide trófica, los ins-trumentos de la Arqueología paleolitista han ido trasfor-mándose a gran velocidad. Por encima del interés en la tra-dicional clasificación paleontológica de las series arqueo-zoológicas, la aproximación tafonómica se ha convertidoen imprescindible, al igual que la visión tecnológica ha veni-do a matizar la clásica Tipología material, o al mismo ritmoen que la más amplia Geoarqueología ha dado cobijo a laSedimentología cuantitativa. Durante las dos últimas déca-das hemos vivido la circunstancia inédita de que no sólohan cambiado las preguntas que se formulan ante el regis-tro arqueológico, sino que también se ha amplificado con-siderablemente la gama y precisión de las analíticasempleadas para responderlas. Por todos estos motivos, noresulta ocioso volver a visitar yacimientos excavados deantiguo (y sus fondos en los museos) para explorar denuevo, con técnicas menos invasivas, los testigos sedi-mentarios allí conservados y tratar de recuperar informa-ción adicional que, a la luz de las nuevas perspectivas epis-temológicas, permitan una comprensión mejor del pasado.

Contexto geográfico: el Pleistoceno superior enel Alto Valle del Deba (País Vasco)Uno de nosotros reflexionó hace poco (Arrizabalaga, 2007)acerca de la pertinencia del empleo del marco de la llama-da “encrucijada vasca” (Arrizabalaga, 2005) como unidadde análisis aplicada al estudio del Paleolítico. En esencia,

el concepto de encrucijada parte de la constatación de queel País Vasco actual se encuentra en una zona de cruceentre grandes regiones “naturales” (el Cantábrico, el Valledel Ebro, el Pirineo Occidental o la depresión aquitana) delas que forma parte, parcialmente. Además de esta carac-terización como encrucijada de regiones, su propia ubica-ción geográfica a caballo entre la Península Ibérica y elcontinente europeo facilita también el desempeño de unpapel de corredor multidireccional por el que transitan laspoblaciones humanas (y su cultura material, sus presaspotenciales, muchas de sus materias primas y un flujo difí-cil de medir de símbolos e ideas) y las especies animales.Pues bien, como atestigua su rico y variado Patrimonioarqueológico, dentro de esta visión de encrucijada del PaísVasco, el valle del Deba guipuzcoano juega un papel deter-minante, al constituir la principal vía de comunicación entreel corredor litoral y las tierras altas del valle del Ebro, sepa-radas por varios collados de montaña de altitudes muymoderadas (600 a 700 m). A lo largo de este valle de orien-tación dominante SW-NE controlamos establecimientos detodas las fases del Paleolítico y aún postpaleolítico, inclu-yendo las recientemente localizadas manifestaciones dearte parietal de Praileaitz.

La mayoría del valle del río Deba se sitúa sobre mate-riales geológicos detríticos, destacando en particular lasnumerosas peñas de caliza arrecifal sobre la que se locali-zan áreas muy karstificadas, en altura sobre el valle princi-pal (Fig. 1). En dos de estas peñas (Kurtzetxiki y Bostate)se abren los yacimientos arqueológicos en cueva deLabeko Koba y Lezetxiki, respectivamente. La mayoría delas cuevas de ciertas dimensiones localizadas en el valle,tanto en su curso alto, como bajo, registran ocupacionesarqueológicas correspondientes a diversos momentos y enalgunos casos como los arriba señalados vamos a obser-var la alternancia en las ocupaciones entre humanos y car-nívoros. Algunos factores específicos, como la inclusión de

Labeko Koba y Lezetxiki (País Vasco). Dos yaci-mientos, una problemática común

Arrizabalaga, A., Iriarte, M. J., Villaluenga, A.*

toda la serie estratigráfica del Pleistoceno superior, la pre-sencia de restos fósiles humanos, una variada fauna, obje-tos ornamentales u otros de arte mueble, nos permiten fijar-nos en la “catena” cronológica establecida por la sucesiónde Lezetxiki y Labeko Koba como posible paradigma paracomprender la dinámica de alternancia entre humanos ycarnívoros en las redes kársticas durante el Paleolítico.

Presentación de datos. LezetxikiEl yacimiento. Estratigrafía y excavación. La cavidadpresenta una morfología de tipo túnel, con una orientaciónNorte-Sur y 20 metros de desarrollo longitudinal actual.Tanto en la superficie del sedimento no excavado, como enlos niveles excavados se observa un fuerte buzamiento delrelleno, de N a S. Desde el punto de vista espeleológicocabe indicar además tres fenómenos en el desarrollo de lacavidad. De una parte, en el extremo Norte del túnel de Le-zetxiki se abre una galería lateral secundaria, Lezetxe,cuya excavación no proporcionó materiales de tipo industri-al, aunque sí restos de fauna de Ursus spelaeus. Por otraparte, en las bandas 9 y 11 de la excavación (bajo el dintelsur del túnel), y en la base del depósito, se abre la boca deuna red de galerías inferiores, denominada cueva deLeibar. Finalmente, existe una pequeña galería, que hemos

bautizado como Lezetxiki II, colmatada de sedimento, ycuya excavación ha permitido conectar el exterior del túnelde Lezetxiki (por su lateral oriental), directamente con lacueva de Leibar.

La Carta Arqueológica de Guipúzcoa (Altuna et alii,1995) sitúa en 1927 el descubrimiento del yacimiento, porparte de Justo Jáuregui. La excavación del depósito diocomienzo en 1956, prolongándose en sucesivas campañasanuales hasta 1968, publicadas individualizadamente en larevista Munibe. En las campañas de excavación 1956-1968 se recuperaron materiales, muestras e informacióncontextual de una amplia superficie (unos 75 metros cua-drados de media). Esta superficie fue sometida a un trata-miento muy avanzado en el momento en el que se desarro-lló la excavación clásica (micro y grandes mamíferos, sedi-mentología, un primer ensayo –fallido- palinológico y unadatación de C14). El equipo interdisciplinar encargado deestudiar los distintos aspectos del depósito incluía algunosde los mejores especialistas de la Prehistoria europea delmomento. La estrategia con la que la excavación fue plani-ficada merece ser calificada de muy correcta, salvando lasdistancias lógicas entre quienes desarrollan en la actuali-dad esta modalidad de excavación y los parámetros vigen-tes hace ya medio siglo.

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Fig. 1. Lezetxiki (Lz) y Labeko Koba (LK) en el Alto Valle del Deba.

La actuación dirigida por uno de nosotros (desde 1996,hasta el presente) resulta mucho más limitada. Trabajamosen una superficie de unos diez metros cuadrados en el can-til sur de Lezetxiki, con lo que difícilmente contaremos connuevos materiales que obliguen a matizar lo que conocía-mos con anterioridad acerca de esta secuencia. Nuestroesfuerzo por recuperar informaciones novedosas de lasecuencia de Lezetxiki no partía de la tabula rasa con laque un arqueólogo se enfrenta siempre a un nuevo yaci-miento, sino que pretendía más bien poner en valor undepósito clásico e intentar resolver algunas cuestionesque, entendíamos en 1996, quedaban pendientes de acla-ración desde el cierre de las anteriores campañas de exca-vación. Igualmente, venimos desarrollando sucesivas cam-pañas de excavación en Lezetxiki II, con el objetivo de pro-porcionar un contexto estratigráfico adecuado al conocidohúmero de Lezetxiki-Leibar. Algunos de estos objetivos vanlográndose, si bien a costa de abrir nuevos temas de dis-cusión para años venidros.

La mayor parte de los estudios en relación con el yaci-miento de Lezetxiki son contemporáneos o próximos en eltiempo al desarrollo de las primeras campañas de excava-ción del depósito (1956 a 1968, ininterrumpidamente). Elpropio excavador, J. M. de Barandiarán, publica las obser-vaciones estratigráficas y materiales arqueológicos mássignificativos de cada campaña (vid. J. M. Barandiarán enla bibliografía). Durante la excavación fueron recogidasmuestras para los análisis sedimentológico (Kornprobst),polínico (Altuna) y radiocarbónico (Altuna). Antes de con-cluir la excavación se habían presentado ya diversos estu-dios referidos a datos puntuales (Antropología,Arqueozoología, industria ósea), por parte de diversosautores (vid. Basabe, Altuna o I. Barandiarán en la biblio-grafía). Pronto se publicará la síntesis de los datos paleon-tológicos (Altuna) y el análisis sedimentológico (Kornprobsty Rat, 1967). En esta primera fase el estudio polínico resul-tó estéril, al parecer por sondearse niveles estériles desdeesta perspectiva (Altuna, 1972). Una primera dataciónabsoluta tampoco proporcionó los resultados esperados.Durante una larga serie de años, el interés por el yacimien-to de Lezetxiki se centra básicamente en los materialesantropológicos hallados y en la supuesta antigüedad desus industrias.

Más recientemente, las aproximaciones al tema deLezetxiki se han establecido en el marco académico. LaTesis Doctoral de Bernaldo de Quirós (Bernaldo de Quirós,1982), habiéndose centrado en un seguimiento delPaleolítico superior inicial cantábrico, trata marginalmente lasecuencia de Lezetxiki. Uno de sus alumnos, elaborará una

síntesis sobre Lezetxiki como memoria de licenciatura(Esparza, 1985, 1986 y 1993), a partir de las industrias delos niveles que considera corresponden al Paleolítico supe-rior. Por otro lado, en una tesis doctoral sobre el Paleolíticomedio en el País Vasco (Baldeón, 1987 y 1993) se estudiade modo extenso la secuencia de los niveles VII a III deLezetxiki que incluyen, en su opinión, materiales musterien-ses. Entre los años 1985 y 1990 tiene lugar una serie de ini-ciativas encaminadas a la elaboración del análisis polínicopor parte de Sánchez: recogida de muestras en 1985, rein-terpretación litológica de la secuencia en 1986(Arrizabalaga y Barrutiabengoa, 1986), estudio de lasecuencia polínica y revisión de la cronología absoluta a tra-vés de nuevas dataciones. En la tesis doctoral de Sánchez(1992) se incluyen los datos correspondientes. Por último,en 1995 lee su tesis doctoral uno de los firmantes de estetrabajo (Arrizabalaga, 1995), incluyendo el estudio de laindustria lítica de los niveles IV a I, ambos inclusive.

Las excavaciones que se vienen desarrollando bajo ladirección de uno de nosotros en Lezetxiki desde 1996 tie-nen por objeto clarificar algunos de los aspectos estratigrá-ficos, cronológicos, materiales y de reconstrucción ambien-tal que quedan pendientes de resolver tras la lectura delanterior apartado. En varios trabajos recientes pueden con-sultarse algunas de las principales incógnitas que sugiereel actual estado de nuestro conocimiento sobre Lezetxiki,en un amplio entorno (Arrizabalaga, 2005 y 2006;Arrizabalaga et alii, 2005). Concretamente desde la pers-pectiva de la reconstrucción geocronológica de su secuen-cia, tres han sido las objeciones que ha planteado tradicio-nalmente el yacimiento de Lezetxiki:

Las dificultades manifiestas que se deben afrontar decara a la obtención de fechas, debido a las circunstanciaspostdeposicionales del yacimiento.

La falta de sintonía entre las diversas informacionesambientales, estratigráficas y cronológicas que provienende distintas fuentes.

Las aparentes discordancias entre las dataciones obte-nidas a partir de una misma muestra, desde diversos pro-tocolos metodológicos.

Venimos excavando dos áreas diferenciadas, a saber,el perfil sur de la trinchera abierta en la excavación clásica(que llegó hasta la banda 18, cuando nosotros trabajamosen las bandas 20, 22 y 24) y un locus que denominamosLezetxiki II, en el que intentamos localizar el auténtico con-texto estratigráfico del húmero humano de Lezetxiki. El pro-tocolo analítico y de excavación aplicado a ambas áreas esidéntico, y comprende la repetición de numerosos análisis(Sedimentología, Palinología, Macro y Micromamíferos) y

ARRIZABALAGA, A., IRIARTE, M. J., VILLALUENGA, / Labeko Koba y Lezetxiki (País Vasco). Dos yacimientos, una problemática común 255

la ejecución de otros nuevos (Micromorfología,Antracología o Carpología, entre otros). Algunos avancessobre aspectos puntuales o de síntesis sobre la excavaciónhan sido ya publicados (Arrizabalaga, 2006; Arrizabalaga et

alii 2005; Arrizabalaga, Álvarez e Iriarte, 2008; Falguères,Yokoyama y Arrizabalaga, 2006).

Avance al análisis faunístico del complejo estratigráfi-co M-N (excavación Arrizabalaga-Iriarte). Vamos a dar aconocer un primer avance de los datos taxonómicos y tafo-nómicos obtenidos tras la excavación y análisis provisionalde los restos faunísticos del yacimiento de Lezetxiki recu-perados durante las campañas de excavación correspon-dientes a los años 2006, 2007 y 2008. En las citadosfechas han sido identificados dos niveles arqueológicoscon creciente presencia de Ursus sp. niveles denominadosM y N. Estos conjuntos corresponden a grandes rasgos conlos en su día estudiados por J. Altuna (1972) en su TesisDoctoral procedentes de los niveles VI y VII de la primeraintervención dirigida por José Miguel de Barandiarán entre1956 y 1968.

Determinación taxonómica. Vamos a limitarnos a hacerreferencia a las especies de mamíferos identificados en losniveles estudiados del yacimiento de Lezetxiki, si bien escierto que hemos observado la presencia tanto de avescomo de microfauna (salvo la Marmota marmota que hasido incluida). Podemos afirmar que los agentes acumula-dores en estas unidades fueron básicamente los carnívo-ros y en particular el Ursus spelaeus, el cual supone el 95%del registro.

NIVEL MLa excavación de este nivel comenzó en la campaña de2006 y se prolongó durante 2007, para realizar la separa-ción entre el nivel inmediatamente superior llamado L, en elcual se ha destacar una importante presencia antrópicareflejada en una alta tasa de restos de herbívoros, asícomo por los patrones de fractura y marcas de corte pre-sentes en múltiples fragmentos óseos. Entre los herbívorosidentificamos cuatro taxones, Cervus elaphus, Equus caba-

llus, Capreolus capreolus, y Rupicapra rupicapra. Todosellos representados por un número muy escaso de restosen su mayoría piezas dentarias, salvo en el caso del caba-llo del cual existen tres restos, epífisis distal de un metacar-po junto con la 1ª y 2ª falanges las cuales al hallarse en unmismo emplazamiento creemos probable su atribución a laextremidad de un solo animal. El modelo de fractura pre-sente en el metatarso, inmediatamente superpuesto a la

epífisis, así como el abandono de las falanges intactas, noshacen pensar en un aprovechamiento de la médula atribui-ble al ser humano. Por el contrario, no hemos apreciado laexistencia de marcas de corte u otras afecciones similaresatribuibles a la acción humana. (Yravedra, 2002) El segun-do taxón mejor representado en el conjunto, tanto por can-tidad de restos como por la completa distribución esquelé-tica de los mismos es la Marmota marmota, tanto con ele-mentos apendiculares, axiales y craneales. Debido a esteamplio conjunto es probable la introducción de los mismospor parte de los carnívoros que frecuentaban la cavidaddurante este periodo.

Entre los carnívoros hemos identificado restos aisladosde Panthera pardus y Vulpes vulpes. Al igual que para losherbívoros estas especies se encuentran pobrementerepresentadas, solo en cantidades y restos axiales sufi-cientes para indicarnos su presencia y posible contribucióna la composición del conjunto. Finalmente nos referiremosa la presencia de Ursus spelaeus en este nivel M deLezetxiki, sin duda la especie mejor representada con 88restos identificados, procedentes de al menos un NúmeroMínimo (NM) de 4 ejemplares. De los cuales hemos podidoidentificar y agrupar dos de ellos ya que el escaso despla-zamiento que han sufrido los estratos han contribuido engran medida a preservar agrupados los restos de cada ani-mal, originando conjuntos fácilmente aislables entre símediante el análisis de la distribución espacial de cadaejemplar y registro taxonómico de los restos. En este nivel,entre los cuatro animales individualizados, ha sido posiblesexar tres machos y una hembra gracias a la buena con-servación de los caninos, (Torres, 1984)

NIVEL NEste nivel denominado N, ha comenzado a excavarsedurante la campaña de 2008 y la separación estratigráficacon respecto al anterior, Nivel M, no presenta grandesdudas, debido a que ambos los separa un importante nivelde plaquetas y bloques calizos. Las diferencias respecto alnivel anterior son notables en cuanto a la representacióntaxonómica presente en el conjunto. El número de espe-cies de herbívoros representadas se reduce sensiblemen-te viéndose limitada a los taxones Bos/Bison y Cervus ela-

phus. El primero de ellos se encuentra representado pordos astrágalos y un fragmento de epífisis distal de una tibiaderecha perteneciente a un individuo que debido a su tallalo consideramos como inmaduro. Por otra parte la presen-cia de Marmota marmota decrece con respecto al conjuntoanterior, aunque no se había citado este taxón en el anti-guo nivel VII (Altuna, 1972)

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En este mismo nivel, entre los Carnívoros hemos detec-tado la presencia de Panthera leo spelaea, Panthera par-

dus y Vulpes vulpes. Del primero de ellos hemos hallado unmetatarso, del segundo una mandíbula derecha y del ter-cero tres piezas dentarias. La presencia, tanto de León delas cavernas, (Castaños, 1990 y 2005; Diedrich, 2007)como de Leopardo, tampoco hallado en la excavación anti-gua en el nivel VII. Por otra parte deseamos destacar elimportante conjunto de restos de Ursus spelaeus, que pro-bablemente presenten rasgos de Ursus deningeri, (Torres,1984; Torres et alii 2004 y 2007; Nestares, 2001; Pinto-Llona, Andrews y Etxebarria, 2005; García, 2003) halladosnos hace intuir un importante descenso de la actividadantrópica en el nivel N, si bien ésta queda constatada porlos restos de industria lítica existentes en este mismo con-texto. No son únicamente los osos quienes pudieran llegara alternar ocupaciones con grupos humanos, posiblemen-te en función de la estacionalidad; a ellos debemos añadirla presencia de ambas especies de félidos mencionadas,grandes carnívoros con los cuales la convivencia, tanto deosos, como de humanos, era menos probable, si bien en laliteratura ha sido largamente mencionada los usos esporá-dicos y puntuales que harían de las cavidades los felinos,frente a ocupaciones más estables y largas en el tiempo delos úrsidos (Kurtén, 1976). Hemos de referirnos también ala importante presencia de úrsidos, Ursus spelaeus/denin-

geri en el Nivel N de Lezetxiki. Hemos podido identificar unNúmero Mínimo (NM) de 14 animales, entre los cualesprácticamente la totalidad del conjunto se corresponde aanimales de avanzada edad; por otra parte se ha detecta-do escasez de animales inmaduros. Precisamente por suescasez, la identificación de piezas de menores dimensio-nes y frecuentemente carroñeadas destaca entre el monó-tono conjunto que forma el resto del conjunto. En este nivelN hemos identificado entre 350-400 restos de Ursus spe-

laeus/deningeri del total de los aproximadamente 500 iden-tificados en ambos niveles

Análisis tafonómico. Ya hemos hecho referencia a algu-nos aspectos específicos de la Tafonomía durante el análi-sis taxonómico de los niveles M y N, a pesar de lo cualvamos a centrarnos en otros presentes en Lezetxiki paracomprender correctamente el conjunto.

FENÓMENOS FÍSICOSEn primer lugar, ha de contemplarse la naturaleza del yaci-miento. Se trata de un tubo cárstico cuya visera se fue des-mantelando durante el proceso de depósito de sedimentosen su interior. En la presente intervención, creemos que

durante la campaña de 2008 ha sido alcanzado el nivel dedesprendimiento de la bóveda de la cavidad, punto en elque se localiza la separación entre los niveles M y N. Porello y para realizar una correcta interpretación del conjuntoha de comprenderse que sólo los últimos restos óseoshallados fueron depositados en un contexto interpretablecomo de cueva; como consecuencia de ello, el conjuntopresente en el Nivel N es el más rico de toda la estratigra-fía, al depositarse en un entorno cerrado y sufrir un rápidoenterramiento. A ello ha de añadirse la presencia de restosóseos en toda la superficie excavada, junto con la recupe-ración de tres esqueletos de Ursus spelaeus/deningeri enconexión anatómica.

En el estrato superior, nivel M, constatamos por el con-trario un fenómeno de conservación diferencial, así como lapresencia del charriage à sec en la zona a techo de estenivel (Koby, 1941 y 1942). Este fenómeno, originado por eldesplazamiento de los paquetes sedimentarios, da lugar ala fractura longitudinal de las diáfisis y su posterior erosióngenerando unas características formas con cierto pulido yredondeado. En cuanto a la conservación diferencial en lasuperficie de la cavidad, estaría producida por la ausenciaen las bandas exteriores de cobertura, unida a la naturale-za ácida del contexto sedimentario, origina la existencia detres zonas de conservación; la más alejada de la pared enla que prácticamente no conserva o de manera muy defi-ciente material óseo. Una segunda zona es la situada amedio camino entre el exterior y el abrigo rocoso en el quese transformó la cavidad tras el derrumbe de la techumbre,con materiales aceptablemente conservados, junto conotros erosionados y apenas reconocibles. Finalmenteaquellos materiales, mejor preservados son los situadosbajo la pared de la cavidad, protegidos de la constantehumedad y acidez del sedimento, (Yravedra, 2006)

FENÓMENOS BIOLÓGICOSEn cuanto a los fenómenos biológicos, hemos podido cons-tatar la fractura por agentes biológicos del material óseo.En ausencia de grandes carroñeros como la Hiena de lasCavernas, Crocuta crocuta o carnívoros, Canis lupus, inter-pretamos que es el propio Ursus spelaeus quien procedióa la destrucción de parte del conjunto óseo (Pinto-Llona,Andrews y Etxebarria, 2005) Es relativamente frecuentehallar marcas de dientes, tanto en forma de punciones,como acanaladuras en las epífisis proximales de huesoslargos y vértebras, así como la destrucción completa deepífisis (principalmente proximales de huesos largos dandocomo resultado un característico perfil almenado en la zonade fractura) (Fosse el alii, 1997) En este mismo conjunto

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también han sido identificadas marcas producidas por roe-dores, especialmente en restos anteriormente consumidospor otros carnívoros o sobre fragmentos de costilla(Yravedra, 2006). Las trazas de estos animales se compo-nen de una serie de marcas paralelas de escasa profundi-dad y perfil plano a lo largo del borde anguloso de las cos-tillas, aquel de superficie más propicia para el desgaste delos incisivos de estos animales. A pesar de estos fenóme-nos tafonómicos de naturaleza destructiva, hemos de decirque una parte significativa del material óseo se encuentraen situación prácticamente primaria, es decir desde lamuerte del animal el contexto no ha sido alterado y portanto es posible reconstruir en su totalidad o en parte elesqueleto de cada ejemplar. El mejor ejemplo de conserva-ción es el integrado por los restos de un Ursus spelaeus

identificados durante campaña de 2008, en la que fue par-cialmente excavado un esqueleto completo.

Presentación de datos. Labeko KobaEl yacimiento de Labeko Koba (Arrasate, País Vasco) fueexcavado bajo la dirección de A. Arrizabalaga durante elperíodo 1987-1989, en el curso de una actuación de urgen-cia, tras la cual desapareció. En esta cueva fue descubier-ta una interesante secuencia, extensamente publicada ya(Arrizabalaga y Altuna, dirs., 2000) y a cuya memoria remi-timos al lector cara a una eventual revisión de la faunarecuperada en cada nivel. Entre las unidades más signifi-cativas de la excavación, destacaremos el subnivel IX infe-rior (Castelperroniense), el VII (Protoauriñaciense), el V y elIV (ambos, atribuidos al Auriñaciense antiguo). Sin embar-go, a excepción de los niveles I, II y VIII, todos contienenmateriales arqueológicos. Una modificación significativa deaquel estado de la cuestión es el que se debe de produciren breve plazo, como consecuencia de la incorporación deun nuevo aparato geocronológico para interpretar el yaci-miento, con fechas AMS obtenidas mediante el novedososistema de la ultrafiltración. Estas fechas están en marchay deben envejecer considerablemente el marco cronológi-co que en su día publicamos.

Muy brevemente, podemos repasar las circunstanciasde cada unidad estratigráfica. El nivel IX, en su conjunto,representa un depósito de restos paleontológicos genera-dos por la utilización de la cavidad por parte de grandescarnívoros y carroñeros, como osos y hienas. Tiene unapotencia considerable, alcanzando los dos metros en algu-nos puntos del depósito. De acuerdo a criterios de ordenambiental, hemos diferenciado en su seno dos tramos, elIX inferior (apenas los cuarenta centímetros basales) y el IXsuperior, ambos separados ocasionalmente por una colada

estalagmítica. Las indicaciones sedimentológicas, arqueo-zoológicas y arqueobotánicas para el subnivel inferior per-miten considerarlo templado y húmedo. Contamos para elmismo con una datación radiocarbónica del 34215 ± 1265.En este tramo han sido detectados restos de industria óseay lítica, adscritos al Castelperroniense y que identificamoscon prácticas de carroñeo de carne y materias primas bió-ticas en el cubil de las hienas, efectuadas de modo muyesporádico. La caracterización del tramo superior (queapenas presenta industria) es más fría, según se deduce,tanto de la fauna, como de la Sedimentología o el polen. Elnivel VIII está constituido por lentejones de arcillas estéri-les, cuya presencia es esporádica. En cuanto al nivel VII,marca una inflexión clara con respecto a los niveles subya-centes. Por primera vez en la secuencia de Labeko Koba,el ser humano cobra protagonismo, rivalizando con los car-nívoros (en este nivel, fundamentalmente osos) para ocu-par el pequeño espacio disponible. Parece haberse dadouna alternancia entre ocupaciones humanas de cierta esta-bilidad en el tiempo, con el aprovechamiento de la cuevacomo cubil de osos. De hecho, la industria lítica pareceindicar que este nivel es el único de Labeko Koba que pre-senta un conjunto relativamente completo y cerrado, en elque están incluidos todos los segmentos de la cadena ope-rativa lítica. Contamos con una datación que sí considera-mos válida, referida a este nivel VII (31455 ± 915), queapoya las observaciones producidas en los estudios tipoló-gicos. En particular por la composición de su industria líti-ca, este nivel se conforma como claramenteProtoauriñaciense, en concreto de la variedad con abun-dantes laminitas de retoque semiabrupto (frecuentemente,tipo Dufour). Las fuentes de aprovisionamiento del sílexson sustancialmente las mismas (como en el resto de lasecuencia), aunque se percibe un avance del aprovisiona-miento desde los afloramientos del sur en los niveles deocupación estable, frente a una mejor representación delsílex del Flysh septentrional, común en las presencias másesporádicas. Sin embargo, la proximidad física de los aflo-ramientos y su conocimiento no parecen presuponer com-pleta accesibilidad, puesto que el aprovechamiento de lamateria prima en toda la secuencia es de tal grado que per-mite detectar una grave escasez de recursos líticos.

En el nivel VII han sido recuperados varios restos (uncanto con líneas grabadas, una pequeña bola de ámbar yvarias evidencias de decoración sobre soporte óseo) quetestimonian que, al menos desde el Protoauriñaciense,estos grupos disponían de un universo simbólico similar alque se observará a lo largo del Paleolítico superior. Comoconsecuencia de la irregular presencia de este tipo de res-

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tos en los inicios del Paleolítico superior cantábrico, nospodemos encontrar ante algunos de los primeros testimo-nios de este tipo descritos para el norte peninsular. Desdeel punto de vista ambiental, la lectura del nivel VII no esunívoca a la luz de las diferentes analíticas. LaSedimentología, registra una intensificación del frío. En elregistro polínico, la base del nivel evidencia un manteni-miento o incremento del frío observado en el subnivel IXsuperior, en paralelo a una reducción de la humedad. Sinembargo, en el tramo superior del nivel VII se revela unamejoría notable, presentándose un paisaje más atempera-do y húmedo, del que desaparecen los taxones estépicos.Finalmente, el análisis arqueozoológico detecta un impor-tante cambio en la representación de ungulados, probable-mente relacionada con la generalización del aporte huma-no. Desde el punto de vista ambiental, aunque no se handiscriminado distintos tramos, se observa una disposiciónpredominante de los restos de rinoceronte lanudo en labase del nivel, del mismo modo que corzo y jabalí se ubi-can preferentemente en su zona superior, lo que puedecontribuir a confirmar la hipótesis planteada por laPalinología.

En Labeko Koba, los niveles VII y V se encuentranseparados por un nivel VI, muy pobre, que parece bascularculturalmente más hacia el nivel V que hacia el VII por sucomposición industrial. Aunque la industria lítica no es sig-nificativa, en este nivel existe una evidencia ósea que hasido identificada como azagaya de base hendida, testimo-nio que nos acota la ocupación como una primera presen-cia de gentes del Auriñaciense antiguo. Caracteriza a estenivel VI una gran cantidad de cantos y pequeños bloques,a menudo cementados por una reactivación de la cavidadque ha disuelto y precipitado parte de los carbonatos con-tenidos en los propios cantos. Resulta sugerente ver enesta masa brechificada el resultado de la última fase decolapso importante de la visera de la cueva. El manteni-miento o incremento de la humedad está certificado porSedimentología y Palinología, aunque se registra menorunanimidad en la caracterización de la temperatura domi-nante durante la deposición de esta unidad. Mientras quela Sedimentología observa una remisión del frío en el nivelVI, el registro polínico parece evidenciar un empeoramien-to climático, que se cierra con un paisaje plenamente esta-dial. El análisis arqueozoológico no aporta demasiadainformación desde el punto de vista ambiental, aunque símuestra una regresión en los aportes de carnívoros (queahora son de pequeña talla) sobre el conjunto del nivel, encorrelación con la mayor importancia de la caza humana.En este sentido, el gran incremento en la presencia de

bovinos (seguido de ciervos y caballos) marca la pauta delresto de la secuencia, que llama la atención por diversascaracterísticas recurrentes. Entre éstas, citaremos la espe-cialización en la caza de bovinos que se evidencia si expur-gamos los restos de carnívoros del conjunto, la prácticaausencia de animales de roquedo entre las especies caza-das, o la determinación de un área probable de explotaciónpreferente sobre la vega del río Aramaio, en cuyo otroextremo se localiza el yacimiento de Lezetxiki.

La adscripción cronológica del nivel V también se pre-senta como cierta, a la vista de la existencia de una azaga-ya de base hendida casi completa en esta unidad. Tambiénexisten otros fragmentos de azagaya de sección aplanadaque pueden corresponder a restos de este tipo óseo. Lostecnocomplejos líticos apuntan en la misma dirección, alpresentarse los niveles modal y grupal dentro de los pará-metros observados para el Auriñaciense antiguo en otrosniveles del Cantábrico (Cueva Morín o la Cueva delPolvorín, entre otros). Contamos con una datación, ennuestra opinión aceptable, para este nivel (30615 ± 820).En el nivel V, todavía se dispone de cierto grado de infor-mación paleoambiental, si bien los datos polínicos proce-den de muestras aisladas. La Sedimentología vuelve aregistrar una situación de frío intenso, del mismo modo quelas citadas muestras de polen, en las que también es rele-vante la caída de la humedad ambiental. En el registroarqueozoológico vuelve a presentarse el mamut, atesti-guando el deterioro climático. Respecto a sus variableseconómicas, este nivel permite observar una todavíamayor especialización en la caza de bovinos, a los quesiguen en preferencias caballos, ciervos y otros ungulados.

El nivel IV de Labeko Koba se presenta más problemá-tico de datar. Carecemos de información aceptable desdeel punto de vista de la cronología absoluta. Nuestro princi-pal apoyo para la adscripción del nivel IV consiste en sufuerte similitud con el nivel V, a todos los efectos (ambien-tal, sedimentario, industrial, comportamental). Si observa-mos el registro lítico comprobamos que en la mayor partede los tests empleados en la dinámica estructural de laindustria lítica, ambos niveles tienden a asociarse. Laestructura lítica más diagnóstica a efectos culturales (lamodal) muestra una gran similitud entre ambos modelos, apesar de que el retoque semiabrupto, todavía fuertementepresente en el nivel V, casi desaparece en el nivel IV.También resulta fácil referir este modelo de Auriñacienseantiguo con otros posibles paralelos regionales (unidadesde Gatzarria o Cueva Morín). La industria ósea no aportainformaciones determinantes a efectos de cronología cultu-ral. En consecuencia, consideraremos a este nivel IV como

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una fase más avanzada del Auriñaciense antiguo. Debe deprecisarse en este punto que no nos referimos a unAuriñaciense evolucionado o évolué en su nomenclaturafrancesa, que reúne una serie de características que lohacen diferenciarse netamente del Auriñaciense antiguo.En su conjunto, en la caracterización del nivel IV parecepredominar la proximidad al modelo del nivel V. El análisissedimentológico detecta para el nivel IV una remisión pro-gresiva del frío. No contamos con otras informaciones rele-vantes para conocer la climatología paralela a la deposi-ción del nivel, ni los posteriores, puesto que el registro polí-nico se encuentra muy alterado y los restos de unguladossiguen manteniendo unas circunstancias similares a las delnivel V, con gran predominio del gran bóvido, seguido enesta ocasión de caballo y ciervo.

Las últimas ocupaciones del yacimiento se detectan enel nivel III, con la cueva casi colmatada. No existen datacio-nes, ni prácticamente materiales susceptibles de ser data-dos en este nivel. Además, las industrias localizadas en elmismo son particularmente pobres. Por estos motivos, elúnico elemento de juicio para aproximarse a la posibledatación del mismo deriva de la continuidad entre los nive-les III y IV, tanto por cuanto se refiere a la estratigrafía,como a otras circunstancias (la fauna recuperada es muysimilar, la escasa industria lítica, coherente, y laSedimentología indica que prosigue el atemperamiento ini-ciado en el nivel IV). A juzgar por ello y teniendo en cuentaque no parecen registrarse hiatus sedimentológicos entreel inicio de la estratificación y la colmatación de la cavidad,podemos deducir que el nivel III no se ubica cronológica-

mente lejos del Auriñaciense antiguo al que adjudicábamoslos niveles V y IV.

A efectos, tanto tafonómicos, como taxonómicos, ladinámica de la fauna recuperada en el yacimiento registrauna abrupta inflexión entre el nivel IX superior y el VII. Siprescindimos de los restos de carnívoros presentes encada nivel, las tendencias de los conjuntos de la sima y elnivel IX, en el que el vector de aportación parecen ser car-nívoros (en especial, la hiena) son radicalmente diferentesde los que afectan al tramo superior de la estratigrafía (conla curva de carnívoros dominada por osos, lobos, zorros ygatos monteses). Interpretamos que el vector que aporta lamayoría de estos restos óseos es el ser humano a partir delnivel VII (Fig. 2).

Un aspecto metodológico relevante de la investigaciónpluridisciplinar de Labeko Koba fue el de la aportaciónambiental del contenido esporopolínico de los coprolitos dehiénidos. La aplicación del estudio del contenido esporopo-línico de los coprolitos en contextos arqueológicos es unatécnica de progresiva implantación. La experiencia en estetipo de análisis, ha puesto de manifiesto la validez de losregistros obtenidos en este tipo de material (Carrión et alii

2004, Bryant, Dean 2006), independientemente de su pro-cedencia (humana, animales carnívoros, herbívoros, etc.).En el caso de la Península Ibérica, y en el ámbito cronoló-gico que nos ocupa, los análisis se realizan fundamental-mente sobre coprolitos de hiena (p.e. Carrión et alii 2001,2005, Fernández et alii 1995, González-Sampériz et alii

2003). El estudio de Labeko Koba no ha sido una excep-ción, y se analizaron diversos coprolitos de hiena como

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Fig. 2: Restos de ungulados (filtrados los carnívoros) en la secuencia de Labeko Koba.

complemento del registro paleopalinológico obtenido de lasecuencia sedimentaria (Iriarte, 2000). La deficiente con-servación esporopolínica de algunas de las muestras deeste análisis, se contrarrestó con la información obtenidade los coprolitos. Pese a que el número de palinomorfosrecuperados no fue elevado (salvo en algunos casos con-cretos), los resultados fueron coincidentes con los de lasecuencia sedimentaria y la evolución paleoambiental defi-nida junto a otro tipo de analíticas (Paleontología,Sedimentología, etc.). Valoramos además este registrocomo de alta resolución cronológica, a diferencia de lo quesucede con las muestras tradicionales de polen, cuya lec-tura cronológica resulta mucho más complicada de estable-cer, toda vez que puede corresponder a la lluvia polínica deun periodo muy dilatado.

Discusión: humanos y animales en un mismomedioDe modo intencionadamente forzado hemos superpuestosobre un mismo plano dos yacimientos que presentan algu-nas similitudes y notables diferencias. En primer término,se trata de dos yacimientos “en cueva” sobre un mediogeográfico muy próximo. Apenas cinco kilómetros de dis-tancia separan ambas cavidades, que comparten tambiénuna circunstancia tafonómica poco afortunada: grandessuperficies del depósito se ubican fuera del abrigo rocosode la cueva y han resultado intensamente lixiviadas por elagua de lluvia. Es así como presentan graves problemasde conservación diferencial, tanto en un gradiente vertical(entre diferentes niveles), como sobre todo en horizontal:zonas del yacimiento protegidas bajo cueva tienen unaconservación aceptable, mientras que otras –sólo bajoabrigo- han resultado más afectadas y en gran medida seha destruido el registro expuesto a las circunstancias clima-tológicas del aire libre. Los patrones de sedimentación deambas cavidades también presentan, como no podía serde otro modo, algunos puntos de conexión (medio kárstico,algún componente eólico, aportes de ladera y de colapsosparciales y sucesivos de la visera). En ambos supuestos,esto ha dado origen a problemas derivados de conserva-ción de parte del registro arqueobotánico (pólenes) oarqueozoológico (micromamíferos), así como ha dificultadola obtención de un soporte geocronológico preciso y fiable.Sobre todo, a efectos de la discusión que aquí queremospropiciar, comparten la utilización del mismo espacio enrégimen de alternancia (en diferente rango) entre los sereshumanos y grupos de carnívoros.

Dicho esto, se trata de dos yacimientos muy diferentes,entre otros motivos por su superficie (Labeko Koba tenía

unos 20 m2 de superficie máxima y Lezetxiki resulta, almenos, seis veces mayor), por sus ritmos de sedimenta-ción (muy rápido y continuo en Labeko Koba, frente al dis-continuo y prolongadísimo de Lezetxiki). También presen-tan patrones de ocupación radicalmente distintos: enLabeko Koba las ocupaciones por unos y otros parecen sercontinuas (cuatro metros de estratigrafía a lo largo de unoscinco mil años), mientras que en Lezetxiki la presencia dehumanos y carnívoros es muy irregular y se prolongamucho en el tiempo (ocho metros de estratigrafía deposita-dos en unos 140.000 años). La densidad de hallazgos esparalela a la anterior variable, de modo que es muy supe-rior en el caso de Labeko Koba (tanto en términos cuanti-tativos, como de diversidad de materiales), en tanto queresulta entre baja y muy baja en Lezetxiki. Incluso el res-ponsable de lo principal de la acumulación de cada depósi-to corresponde a sendas especies humanas, el humanomoderno en Labeko Koba, por el Neandertal en Lezetxiki.

Una percepción rápida de ambos yacimientos nosapuntaría hacia la siguiente dirección: las ocupaciones decarnívoros y humanos en Labeko Koba aparentan regis-trarse en términos de sucesión, mientras que en Lezetxikiparece observarse una convivencia entre especies anima-les y humanas. Si estudiamos con detenimiento el registro,sin embargo, comprobaremos que ello puede ser fruto deun espejismo arqueológico, fruto de las diferentes circuns-tancias de ambos yacimientos. Los prehistoriadores debe-mos interpretar como acontecimientos de rango históricoun registro de resolución geológica, lo cual conlleva en oca-siones relativizar términos con contenido tan preciso como“convivencia” o “alternancia”. ¿Cómo se valora la conviven-cia estricta en un yacimiento paleolítico, aunque restosdejados por los seres humanos y animales como las hienasse recuperen en un “mismo” contexto estratigráfico?. ¿Quérango cronológico tiene la supuesta alternancia en elempleo de un espacio por humanos y osos o hienas (dece-nal, secular...)?

Hecha esta salvaguarda (nuestro escepticismo acercade la resolución real del registro pleistoceno), aún se obser-van claras diferencias entre las circunstancias de LabekoKoba y Lezetxiki. El nivel IX de Labeko Koba es, casi ínte-gramente, fruto de la acumulación de carnívoros. Los esca-sos restos de industria lítica y ósea presentes en el nivel,adjudicados al Castelperroniense, unidos a los reducidostestimonios de actividad antrópica sobre restos de fauna(cut marks) sólo permiten atribuir al ser humano un papelmuy secundario, testimonial, en la acumulación de esteimpresionante paquete de hasta dos metros de altura derestos acarreados básicamente por las hienas hasta su

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cubil. El nivel VII y sucesivos muestran una inflexión clarasobre este modelo, ya que aunque existe una presenciaimportante de otros carnívoros y úrsidos (que dejan sushuesos), el papel de la hiena es secundario, y la interven-ción humana sobre el registro de los ungulados es masivay demostrable. Se diría que la mayor incompatibilidad en eluso alterno del espacio se produce con las hienas.

Frente a estas circunstancias, Lezetxiki es un depósitode grandes dimensiones, con una baja densidad de hallaz-gos de todo tipo. La serie estratigráfica inferior (pero nosólo), desde el nivel J aproximadamente, muestra una dis-tribución discrecional de restos industriales y de fauna porel espacio de la cavidad, pero los restos de ungulados pre-sentan con mucha más frecuencia trazas de carnívorosque de la actividad humana. Lo que no comporta obligato-riamente que estas últimas no hayan destruido o desfigura-do las primeras. Sin embargo, la valoración de los vectoresde aportación de restos de ungulados a Lezetxiki van arelacionarse más con estudios de fragmentación de huesoso parámetros de desarticulación anatómica o dispersiónespacial que con la determinación de improntas humanaso animales, muy deterioradas por la conservación diferen-cial descrita. En esta misma línea, queremos hacer una últi-ma reflexión: superada la visión antropocéntrica del regis-tro arqueozoológico, la mayor visibilidad de los propios res-tos óseos de hiena, de sus coprolitos y de las característi-cas erosiones de sus presas nos puede llevar a sobrevalo-rar el papel acumulador de las hienas, respecto a otros car-nívoros. En este sentido, el mejor candidato para interpre-tar los numerosos mordiscos y roídos de los huesos deungulados y de otros osos en las unidades revisadas deLezetxiki son otros osos, que dominan de modo aplastanteel zoograma. Parece acreditado el consumo de restos deoso por parte de miembros de su misma especie en estasunidades de Lezetxiki.

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