Una Brecha para la Revolucion en España - Javier Morillas

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA

    TEXTOS FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS

    AUTNTICA

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA

    "Los que vienen detrs tienen ya ganado el aprendizaje de los errores. Otros brazos

    con golpes ms simples y fuertes seguirn la tarea. Al final, acaso en un final no previsto en los instantes de la critica precursora, los que lleguen tendrn un recuerdo de gratitud para los que, si no vieron del todo la verdad o no tuvieron fuerzas para entronizarla, al menos destruyeron a cuchilladas muchos espantapjaros armados con mentiras."

    Jos Antonio (o. c., pg. 748)

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA

    NDICE PRLOGO Pgina 4 NOTA PRELIMINAR Pgina 5 I PARTE EL NACIMIENTO DE LA LUCHA POPULAR ORGANIZADA EN EL SIGLO XIX Y LA CONTINUACION DE LA LUCHA EN EL SIGLO XX Pgina 6 II PARTE NACIMIENTO Y PLANTEAMIENTOS DE FE DE LAS JONS Pgina 14 -EL HOMBRE, BASE Y META DE NUESTRA REVOLUCIN -LA INTERPRETACIN DE UNA FRASE PROSTITUIDA -LA PROPIEDAD -LA PATRIA, VALOR REVOLUCIONARIO Y SOLIDARIDAD -LA EMPRESA -TRABAJO Y SOCIEDAD -LA BANCA: EL PUNTAL DE LA BURGUESA III PARTE FE DE LAS JONS, DE LAS ELECCIONES DE 1936 A LAS DE 1977 Pgina 42 - Manifiesto oficial del Comit Central del Frente Nacional de Alianza Libre. 1974 - DECLARACIN DEL I CONGRESO DE FE DE LAS JONS AUTNTICA (27, 28, 29 de mayo de 1.976) - II CONGRESO NACIONAL DEL FRENTE SINDICALISTA UNIFICADO - FE DE LAS JONS AUTENTICA ANTE EL REFERENDUM - LLAMADA A LA JUVENTUD (1973) - FUERA LAS MANOS DE JOS ANTONIO! - Manuel Luis del Riego. Publicado en la revista "Cambio 16" en noviembre de 1976 - Narciso Perales. Revista "Opinin", diciembre 1976

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA

    PRLOGO Siempre las justificaciones tericas en las luchas sociales de la humanidad han ido a la

    zaga, y, en ocasiones, muy a la zaga, de los momentos en que esas luchas se producan. Caba la intuicin, la agudeza, los anlisis comparativos o la perspectiva derivada del conocimiento y examen de ejemplos o recuerdos anteriores.

    La lucha del hombre frente a una situacin por l Juzgada como de injusta o abusiva surge de forma espontnea y directa contra la ms elemental muestra de esa situacin en su inmediato entorno personal. Y en este sentido no slo en el caso del hombre aislado, sino en el de los grandes grupos humanos, la prctica ha ido siempre por delante del carro de la teora, aun en la educativa pugna recproca.

    As ha sido tambin en la historia espaola. Los motines, las revueltas, los estallidos populares o los conatos revolucionarios han sido afloramientos dramticos y espontneos a la superficie de una realidad sangrante que se intentaba ocultar y que peridicamente hacia estallar alguna o algunas de las costuras del uniforme social oficial. La predisposicin, la inspiracin, los bagajes o las formulaciones tericas para atajar esa realidad, han sido varias. La mayora han ido quedando -por diversas razones- en las cunetas de la carretera de la historia. Algunas siguen en pie. Hay una que sigue en pie y adems permanece indita: la de Jos Antonio Primo de Rivera.

    Pero, qu puede justificar la dura labor de rehabilitacin de Jos Antonio a nivel popular, despus de la gran mentira montada por el franquismo en torno a su figura? Muchas veces nosotros nos hemos planteado crticamente esta pregunta. Para nosotros, como revolucionarios, como luchadores conscientes y para el resto de los trabajadores de nuestro pas, poco valor tendra una simple aclaracin histrica o una presencia testimonial si sta no llevara en su seno una proyeccin revolucionaria de futuro. Durante los ltimos ciento ochenta aos, el pueblo espaol ha tratado de cambiar su destino por todas las formas y maneras posibles. Ha utilizado todas las teoras, todas las doctrinas, todas las plataformas internacionales que podan provocar o favorecer un cambio social, llegando hasta lmites y extremos no ensayados en ningn otro pas del mundo. Desde las luchas liberales, las carlistas o las federales, pasando por las marxistas, las anarquistas, las fascistas, las leninistas... Se han ensayado todas y nuestra oligarqua se reproduce y adapta de tal forma que enhiesta permanece erguida e intocable: contina, en definitiva, "tan campante". Sorprende ver el coste tan grande que slo en vidas humanas las luchas sociales han provocado en nuestro pas en comparacin con otras naciones. Y asombra ver este pueblo, un pueblo de grandes luchadores revolucionarios y de grandes hroes nacionales, permanentemente frustrados, permanentemente engaados.

    Los que de una forma consciente y consecuente quieran dar un vuelco a la realidad social espaola, mandando a la sociedad capitalista al bal de los recuerdos de la historia e inaugurar una nueva era que desde aqu se puede alumbrar al mundo, deben detenerse un instante a analizar, estudiar o reconsiderar las formulaciones y el camino apuntado por Jos Antonio.

    J. M. Tenerife, septiembre de 1977

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA

    NOTA PRELIMINAR Condicionamientos particulares que no vienen al caso mantienen a Javier alejado de la

    lucha social directa. Conocedora de sus variados escritos, le suger que -dndoles alguna forma- quiz fuese sta una buena ocasin para su publicacin. Mejor servicio prestaran as que no dormitando entre las carpetas de su casa. Fruto de esta sugerencia es el presente libro, en el que se han incluido tambin una serie de declaraciones pblicas y de trabajos tericos. De stos conviene advertir que, dado el tiempo transcurrido desde su elaboracin -efectuada, en muchos casos, hace bastantes aos y por colectivos annimos- puede que algunos de sus datos numricos resulten hoy inexactos y su actualizacin quede, por tanto, pendiente para una prxima edicin.

    Marzo de 1978. Consolacin LOPEZ

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA

    I PARTE

    EL NACIMIENTO DE LA LUCHA POPULAR ORGANIZADA EN EL SIGLO XIX Y LA

    CONTINUACION DE LA LUCHA EN EL SIGLO XX

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA Los primeros aos del siglo XIX marcan en Espaa el inicio de una nueva poca. La

    intervencin del pueblo en el motn de Aranjuez de marzo de 1808 motivaba la abdicacin de Carlos IV -a favor del prncipe Fernando- y el fin del rgimen dictatorial de Godoy. De esta forma, y todava bajo la presencia napolenica, por primera vez en nuestra historia un rey era destronado por una accin popular.

    Era la irrupcin del pueblo. Era la aspiracin de ste -desde entonces ya tensa y persistente- a penetrar en todas las esferas para l prohibidas de la vida nacional.

    A las Cortes convocadas por Napolen en Bayona asisten Grandes de Espaa, obispos, arzobispos y representantes de todos los estamentos dominantes de la sociedad espaola, as como de las posesiones americanas. La corrupcin y la ineptitud en las alturas del poder slo era comparable en intensidad a la miseria en que estaban sumidas las clases populares. En las trgicas jornadas de aquel legendario mes de mayo, esas clases se convierten en primer sujeto de la vida poltica espaola. Derrumbado el aparato burocrtico de la monarqua, la presin popular se revel en toda su plenitud. En aquellos das, las clases medias, los intelectuales, los hidalgos, asumieron el poder entre el fervor de artesanos y campesinos dispuestos a todo para combatir a las autoridades que, siguiendo el ejemplo madrileo, colaboraban con los franceses.

    Los magnates y los seores jurisdiccionales, entre tanto, haban desaparecido prudentemente del teatro de la guerra, retirndose a las Baleares, Ceuta, Gibraltar y otros lugares; con razn, en las Cortes de 1821, un diputado valenciano, de nombre Ciscar, sugiri "el derecho del pueblo no slo a privar a tales seores de sus seoros, sino a extraarlos a perpetuidad del suelo de la Patria". Todo pareca indicar que aquellas circunstancias podran ser aprovechadas, al menos, para dar a la monarqua una nueva orientacin que hiciera imposible el despotismo ministerial y la humillacin que todos venan sufriendo.

    Con esta creencia y al amparo de la Constitucin de 1812 y de la lucha temeraria del pueblo espaol, que acab por derrotar a los franceses y liberar al pas, volvan los Borbones al trono que nunca se merecieron. La contrapartida tiene su expresin en el absolutismo de Fernando VII y la consiguiente persecucin de todos los patriotas que haban hecho posible su retorno.

    Comienza una era de conspiraciones y luchas clandestinas, en las cuales tambin estn concertados los oficiales del Ejrcito que haban regresado de las crceles francesas o de luchar junto a los guerrilleros. Mientras a todos ellos se les relegaba a una posicin secundaria, se daban prebendas a los supervivientes del viejo rgimen, entusiastas godoyistas que haban sido anteriormente vapuleados por las tropas invasoras, como bien dice Abad de Santilln. Daoz y Velarde se haban rebelado en Madrid sin ni siquiera imaginar que se pudiese haber firmado un pacto entre Napolen y los Borbones. Los campesinos, que tanta sangre haban dejado en la lucha, soaban con el reparto de las tierras de los ricos, de los afrancesados, de los latifundistas.

    As, entre la reposicin de las viejas prebendas, el cierre de las Universidades y la sangrienta represin -en los paredones de ejecucin quedaron los legendarios "Chaleco", el "Empecinado", el cura Merino...-, qued ahogada la supuesta esperanza fernandina.

    Pero el pueblo, que con tanta fuerza haba entrado en la historia del pas durante estos aos, no estaba ya dispuesto a volverse atrs. Conocedores de esta predisposicin, a l acudiran en adelante todos los arribistas polticos y cortesanos para utilizar tan preciado brazo, como mera fuerza material, en todas sus conspiraciones.

    La burguesa quiso ser liberal y reclam la adhesin popular en nombre de determinadas ideologas polticas; pero cuando ms tarde comprendi que el pueblo -ya escamado- no se resignaba a ser mera comparsa, comenz a reclamar orden en la calle y Gobiernos firmes.

    Hacia los aos 30, Barcelona tiene ya una industria textil importante y es en esta ciudad donde surgen las primeras asociaciones obreras, de tejedores concretamente, en 1840. Son la Asociacin Mutua de Obreros, inspirada por Muns, y la Sociedad Patritica, que tuvo por secretario a Abdn Terradas. Ambas no tardaran en vincularse.

    La lucha por el derecho de asociacin fue dura, como duras fueron las manifestaciones que reclamaban mejores condiciones de vida. Sordo el Gobierno de Isabel II y la reina madre Mara

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA Cristina a las reclamaciones obreras, hubo, en 1854, violentas manifestaciones en distintos lugares de Espaa. En julio de ese ao diversas fuerzas polticas se coaligan en sus intrigas palaciegas contra Sartorius, que era, a la sazn, el favorito de turno de Isabel II. O'Donnell, que capitanea la resistencia a ste y jefe militar de prestigio, es buscado por la polica y halla escondite seguro en casa del hojalatero madrileo Aller y del sastre Aguirre. El pueblo madrileo, con sus sociedades secretas, hace circular panfletos contra la reina y su Gobierno y contra Mara Cristina. Las deportaciones y las prisiones no le atemorizan. Batidos en Viclvaro los militares de la oposicin, fueron precisamente los trabajadores los que resolvieron la situacin echndose como un alud a la calle en Madrid y expresando su irritacin contra los bienes y residencias de los personajes ms odiados: Sartorius, el banquero Salamanca, la reina madre... En Barcelona se incendiaron y se destruyeron fbricas de hiladoras mecnicas. En Zaragoza, en noviembre de 1855, grupos armados de hambrientos intentan quemar las barcas que conducen trigo por el Ebro; parte de la milicia nacional se une a los amotinados y la ciudad queda dos das en su poder.

    Estos y otros acontecimientos conducen al alejamiento del poder de Espartero, subiendo O'Donnell, a quien no tarda en suceder Narvez. En verdad que todos estos nombres poco importan, pese a que hoy todava sigan frescos en nuestra memoria por las numerosas calles que tienen dedicadas en muchas ciudades espaolas. "Espaa es una nacin que se halla no arriba, donde debe estar, sino debajo, explotada y no directora, sometida y no gobernante." Cul no sera la situacin real del pueblo cuando palabras como estas eran dichas por un ministro de Fomento y Ultramar (1), todava aos antes de que finalizara el siglo.

    Los trabajadores se decepcionaron de la poltica al uso, de los polticos y de los partidos, y los ms despiertos comprendieron que solamente se les quera como instrumentos para el logro de finalidades ajenas a sus aspiraciones. De ah la favorable acogida que muy pronto tuvieron las ideas y perspectivas que ofreca la Asociacin Internacional de Trabajadores a travs de la interpretacin de Miguel Bakunin. La Internacional haba sido fundada en Londres en septiembre de 1864 y, en 1868, acudi a uno de sus Congresos una Legin Ibrica representada por Sarro Magalln. Pese a todo no se mantenan ningn tipo de relaciones con Espaa, en donde ya existan importantes ncleos obreros organizados. La llegada de Fanelli fue decisiva y en el Congreso de Barcelona, el 19 de julio de 1870, queda fundada la Federacin Regional Espaola como seccin de la Internacional.

    Pronto se desata la represin gubernativa. Algunos miembros del Consejo Federal, como Anselmo Lorenzo y Morago, pasan a Portugal. Su breve permanencia all fue fecunda y equivali para los portugueses a lo que para los espaoles supuso la llegada de Fanelli. En reuniones secretas celebradas en una barca del Tajo perteneciente a uno de los lusitanos, con Antero de Quental, Fontana, Maia y algunos ms, se fund el ncleo organizador de la Internacional portuguesa. Poco a poco iban quedando definitivamente alineados hombres que ya antes alentaban aproximadamente las mismas ideas.

    En septiembre de 1871 se celebra en Londres una conferencia convocada por el Consejo General de la Internacional. Anselmo Lorenzo asiste nombrado por la conferencia de Valencia. En su obra "El proletariado militante" nos describe cul fue el efecto que caus en su nimo todo aquel ambiente de intrigas, personalismos y ruindades, en especial contra Bakunin, ausente, y todos sus seguidores, por parte de Carlos Marx y sus amigos.

    Comparados estos textos de Lorenzo con los escritos de Angel Pestaa, recogidos en sus "Consideraciones y juicios acerca de la III Internacional", en la memoria presentada por ste al Comit de la Confederacin Nacional del Trabajo en 1922, se observan unas similitudes y una lnea de conducta que luego floreceran en el rgimen bolchevique tras la Revolucin de Octubre y el aplastamiento de los verdaderos soviets -caso de Kronstad-. Al igual que el fruto es producto de la simiente que se siembra, de la misma forma, todo esto, incluido el propio Stalin y sus sucesores, sera su consecuencia lgica.

    La Internacional se disuelve a causa de sus tensiones internas en 1874. Ya antes Marx haba mandado a su yerno Laffarge a Espaa, y un pequeo ncleo forma el germen de la corriente

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA marxista en nuestro pas, la cual se separa de la primitiva organizacin obrera ante la imposibilidad de dominarla. Como consecuencia, en el ao 1879 queda constituido el Partido Socialista Obrero Espaol y en el ao 1888 la Unin General de Trabajadores.

    La vida "oficial" continuaba, entre tanto, por sus derroteros habituales. En el ao 1896, el general Martnez Campos regresa de Cuba y pronuncia un discurso en el Senado, en el que termina dirigiendo un recuerdo "a aquellos valientes soldados que estn sufriendo en la Antilla toda clase de privaciones y cuyas madres se desprenden de ellos por puro patriotismo". Daba la casualidad que slo las madres de las clases populares haban dado tales seales de patriotismo, pues las clases dirigentes haban echado la llave a las Cortes el da en que iba a discutirse el servicio militar obligatorio, guardando, una vez ms, a sus hijos en casa, los cuales se eximan de dicho servicio mediante el pago de unas cuantas pesetas.

    El denso siglo XIX terminaba para Espaa con la guerra del 98. Cuando Mackinley pasa a ser presidente de los Estados Unidos, un hombre llamado Teodoro Roosevelt pasa a dirigir su Departamento de la Armada. Este empieza a funcionar muy activamente, inspirado por Roosevelt, quien nunca antes haba ocultado a nadie su deseo de ver a todas las naciones europeas arrojadas de sus posesiones en el hemisferio occidental. Luch por la anexin de las islas Hawai, por la construccin de un canal en Amrica Central y por el desarrollo de una potente armada. En diciembre de 1897 escribe a un oficial naval no ocultndole que sus deseos eran poder tener la oportunidad de usar la flota contra "alguna potencia extranjera, preferiblemente Alemania, pero yo no soy exigente y la usara contra Espaa si no aparece nada mejor" (2).

    As, pues, cuando la lucha por la independencia cubana empieza a despertar inters, Roosevelt est preparado. La guerra hispano-norteamericana de 1898 sera la primera agresin del expansionismo y del imperialismo yanqui en el mundo.

    A principios del siglo XX, y pese a cualquier apariencia, la verdadera "Constitucin" del Estado espaol segua siendo la oligarqua. Lo era ya antes del siglo XIX y lo seguir siendo en el XX. Sus componentes -como bien esquematizaba Joaqun Costa- eran tres: primero, los oligarcas: que eran los prohombres o notables de cada bando, que integraban su plana mayor y residan ordinariamente en el centro; segundo, los caciques: de primero, segundo o ulterior grado diseminados por el territorio; tercero, el gobernador civil: que les serva de rgano de comunicacin y de instrumento.

    A esto se reduca fundamentalmente todo el artificio "constitucional", tan "estable" desde 1876, bajo cuya pesadumbre yaca rendido y postrado el pas.

    Mientras, las divisiones internas y la represin hacan la vida difcil a las organizaciones obreras. Una nueva fase ms organizada empieza hacia 1911 con la creacin de la Confederacin Nacional del Trabajo. Los primeros aos del siglo haban coincidido con un progresivo afianzamiento de la UGT; pero la CNT se acabara, con el tiempo, convirtiendo en corriente mayoritaria del movimiento obrero espaol, y esto tanto en zonas rurales y agrcolas, como Andaluca, como en zonas industriales y desarrolladas, como Catalua.

    Son aos de lucha sin tregua, de accin directa, de huelgas, atentados. El da de la boda de Alfonso XIII, una bomba haba matado a varias personas, pero la pareja real haba salido ilesa.

    Desde el comienzo del desarrollo del capitalismo, con el que la lucha de clases, ms o menos encubierta hasta entonces, haba quedado al desnudo con toda su crudeza, slo los sindicatos horizontales -tal como ms tarde sealara Jos Antonio- eran los instrumentos de ataque y defensa del proletariado.

    Ni el incipiente capitalismo espaol ni las clases dirigentes podan ya sorprender en nada a los trabajadores. Cuando espordicamente y como fenmeno local el capitalismo de un pas sufra una expansin, su reaccin era, sin ms, la de sacar la mxima tajada inflando sus beneficios y la de fortalecerse como clase dominante y explotadora junto a todo su sustentador aparato poltico-estatal.

    As, en concreto, durante el perodo de 1914 a 1918, y gracias a la neutralidad espaola mantenida en la I Guerra Mundial, hay una breve etapa de recuperacin general y de auge

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA particular para el capitalismo espaol. Pese a la acumulacin de importantes reservas de oro y, en general, frente a las fuertes fortunas que se amasaron, ni an en esta poca los trabajadores recibieron ms que apenas unas migajas, generadas y casi absorbidas por el aumento del coste de la vida. Y es que el capitalismo tan desdeoso, tan refractario a una posible socializacin de las ganancias, es slo cuando vienen las cosas mal -como expresar Jos Antono a este respecto-, cuando se pone a solicitar una socializacin de las prdidas.

    La Revolucin rusa tiene por su parte un amplio eco en Espaa. Era como una luz que apareca en el horizonte. No se conocan exactamente sus caractersticas, ni su desarrollo, ni cmo terminara el ensayo de Lenin, pero era la primera gran revolucin y en un primer momento y durante sus primeros aos los trabajadores se solidarizaron con ella y la miraron con simpata y esperanza.

    Se abri de nuevo una poca de gran agitacin social y un recrudecimiento de los atentados... En los primeros meses de 1923, las "fuerzas vivas" catalanas (dirigentes de la industria y del comercio) manifiestan su adhesin al capitn general de la regin, Primo de Rivera. Es la seal para un reagrupamiento de los "partidos de orden".

    La CNT lanzara la convocatoria de huelga, pero se quedara sola, resultando apartada de la legalidad.

    Primo de Rivera, a quien Alfonso XIII se refera como "mi Mussolini", trat de ensayar un neocorporativismo a la italiana. Cre la Unin Patritica como partido nico y una asamblea corporativa nica. Pretendi suprimir "por decreto" la lucha de clases y elimin el derecho de huelga. El 26 de noviembre de 1926 estableca, mediante un decreto-ley, una organizacin corporativa del trabajo, creando unos comits paritarios obligatorios mediante los cuales entr en colaboracin con los socialistas y la UGT, que haban conservado su legalidad. Todo esto le acarre algunos inconvenientes, pues los hombres de negocios, que iban "viento en popa", no vieron ms que los efectos desventajosos del intervencionismo del Estado. El rgimen les empezaba a resultar caro y lo abandonaron. La ingenuidad y la falta de preparacin para el gobierno del general, su indisposicin con algunos sectores del ejrcito, la actitud siempre mezquina de la monarqua, la persistente oposicin de la CNT, la marginacin de los intelectuales y la agitacin estudiantil, provocaron su cada en enero de 1930.

    La semidictadura del general Berenguer pona un nuevo baln de oxgeno a la corona. El Pacto de San Sebastin aglutina entonces a gran parte de la oposicin, la cual mantuvo

    fuera de sus contactos a la CNT, que de forma tan consecuente haba luchado durante todos los aos anteriores. Las intenciones del Pacto, limitado a la participacin de los representantes de la burguesa -que ya vea agotadas sus perspectivas en el seno de la cerril institucin monrquica fueron las que descartaron a la CNT por miedo a las condiciones que esta organizacin impondra.

    Fue esa misma oposicin la que de forma poco honrosa permiti sacrificar a los esforzados capitanes Galn y Garca Hernndez, al sealarles una accin de fuerza en diciembre de 1930, que luego frenaron por medio de un emisario, el cual no lleg a poner en conocimiento de los capitanes la contraorden de suspender el alzamiento. Las excelentes relaciones que la CNT y sus comits revolucionarios nacionales mantuvieron con algunos militares, y especialmente con Galn, quedan patentes en unos textos recientes de la CNT, en los que sta comenta los acontecimientos que nos ocupan: "La oposicin burguesa le sacrific por temor a que el empuje transformador de la CNT, por un lado, y la capacidad militar de Galn se soldaran por un levantamiento de las masas obreras y campesinas del pas y dieran al traste con la sociedad corrompida" (3).

    Tras el fusilamiento de Galn y Garca Hernndez, con las elecciones municipales de 1931 y con la actitud del general Sanjurjo poniendo la Guardia Civil del lado de la Repblica, caen los Borbones entre el jbilo popular y la alegra incontenible de aquellas jornadas del 14 de abril de 1931. "Aquel simulacro -con palabras de Jos Antonio- cay de su sitio sin que entrara en lucha siquiera un piquete de alabarderos..."

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA En el marco secular de una realidad social hiriente se iba a desarrollar ahora una compleja

    trama de personajes, partidos y organizaciones de todo tipo, cuyo solo anlisis en sus protagonistas y sus pugnas internas bastaran, en gran parte, para explicar lo que fue la II Repblica espaola.

    Desde el advenimiento de sta y hasta 1936, los corrimientos de las distintas fuerzas polticas son incesantes y evidente el progresivo deterioro de los partidos conservadores. As, el de Alcal-Zamora y Maura; el Liberal Demcrata, de Melquiades lvarez -defensor de los intereses financieros y de las Cajas de Ahorro-, quien sera encarcelado y muerto por sus actitudes ultraderechistas al estallar la guerra civil; el Partido Agrario, que con su tenaz oposicin a la reforma agraria fue uno de los partidos ms claramente clasistas de la II Repblica... En el ao 1933, el gran Partido Radical del demagogo Alejandro Lerroux -ya definitiva y polticamente decantado- es el partido omnmodo de la derecha.

    La situacin nacional no es, entre tanto, ajena al contexto internacional y ms concretamente al contexto europeo. La onda expansiva de la crisis mundial, nacida con el crack" neoyorquino de 1929, llegaba a Espaa precisamente en los aos de 1930 y 1931... La II Repblica no contara con el marco oportuno para su consolidacin y los aos de 1931 al 1936 coincidiran precisamente con ese bache crtico.

    Tampoco es ajena Espaa a la subida de Hitler al poder en marzo de 1933, que junto con el afianzamiento del fascismo en Italia, comienzan a generar en el horizonte espaol una nueva fuerza que trae sus velas infladas por las corrientes de aire que vienen del exterior.

    En septiembre de 1933, Gil-Robles asiste al Congreso del Partido Nazi, en Nremberg, y se siente a la vez especialmente influenciado por el canciller austraco Dollffus. El primitivo Partido de Accin Nacional, que casi desde su formacin tuvo al frente a aquel joven diputado, se convierte en las elecciones de noviembre de ese ao en ncleo de una nueva alianza que naci con las siglas de CEDA. Estas lograran una gran implantacin entre las clases medias y los sectores rurales castellano-leoneses. Ya antes, Gil-Robles al explicar las finalidades que persegua su primitivo partido -que luego asumira la CEDA-, en su objetivo tercero haba dicho: "Acostumbrarlas la las derechas) a enfrentarse con la violencia izquierdista y a luchar cuando fuera necesario por la posesin de la calle." Su hasta entonces leve despegue resulta, a partir de este ao de 1933, espectacular. Se suceden las magnas y multicolores concentraciones en El Escorial, Covadonga, Ucls..., en las que se hace aclamar a los gritos de "Jefe!, Jefe!, Jefe!" y en las que se reclama "ITODO EL PODER PARA EL JEFE!". "DADME LA MAYORIA ABSOLUTA Y OS DARE UNA ESPAA GRANDE", transcriba arrogante en sus enormes cartelones electorales. Sus juventudes, ataviadas con camisas verdes -lo mismo que los socialistas las llevaban rojas y otros grises o azul celeste, etc.-, con sus modos y maneras inequvocamente fascistas, tienen toda una liturgia especifica. Entre su ritual, figuran lemas como el de "LOS JEFES NO SE EQUIVOCAN" y el famoso juramento masivamente efectuado -por ejemplo, en el Congreso de las JAP, de El Escorial, en 1935-: "Prometis obediencia a vuestro jefe supremo, Jos Mara Gil-Robles, siguiendo con paso firme el camino que nuestro jefe seale, sin discusiones y sin dilaciones?"

    Sin embargo, el lder de las CEDA-JAP no poda salir del crculo que la escuela herreriana haba tejido en torno a l, y en contra de cuya opinin muchas veces actu. Estaba incapacitado para dar una salida consecuente a las clases que le apoyaban y que en otros pases haban llevado al poder al fascismo. Un nuevo hombre surga en el panorama para recoger todo lo sembrado y llevarlo hasta sus ltimas consecuencias. Este hombre era Calvo Sotelo. Si Gil-Robles no haba llegado a ser exactamente un Degrelle, Calvo estaba dispuesto a serlo.

    Calvo Sotelo haba participado, con relativa eficacia como ministro de Hacienda, en el tmido intento corporativista del general Primo de Rivera. Ahora, en 1934, regresaba de su exilio en Francia imbuido por las ideas de Charles Maurras y su Action Frangaise, partidario de un autoritarismo coronado de corte fascista, tal como privaba en Italia con el rey Vctor Manuel y Mussolini. Entenda que el matiz de alguna forma monrquico no poda faltar en los ingredientes de los que saliera el fascismo espaol, como poso de la tradicional y longeva monarqua espaola.

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA No hay que dejar tampoco al margen de este anlisis el dbil grado de desarrollo industrial en que se hallaba nuestra sociedad, en comparacin con el de otros pases, donde el fenmeno en cuestin haba -por necesidad- adoptado otros caracteres. No en vano, l saba ya perfectamente que la composicin de cada fascismo deba ser una mezcla propia de cada pas que deba provocar, si la frmula haba sido acertada, una alternativa de masas que frenara la revolucin y amortiguara temporalmente la crisis del maltrecho capitalismo nacional, formando luego al servicio del gran capital con cuya ayuda se haba levantado. El haba tenido tiempo de palpar de forma bastante exacta la realidad y el pulso europeo. El audaz reformismo de los fascismos consegua, en efecto, frenar la marea proletaria poniendo unos parches al capitalismo y adormeciendo a las masas.

    El NSDAP, en Alemania; el Partido Fascista, en Italia, etctera, haban ido incorporando en su irresistible ascenso todas las viejas fuerzas derechistas y nacionalistas. Calvo saba que el partido de Gil-Robles no poda lograr esto en Espaa; saba que no era exactamente el autoritarismo de derechas lo que haba triunfado en Europa. No valan, por eso, las Juventudes Mauristas, que se propusieron "la regeneracin nacional, denunciando las irregularidades del sistema parlamentario y propugnando una reforma profunda de la nacin", ni la Unin Patritica, del general Primo de Rivera, ni el Partido Nacionalista Espaol, de Albiana -diputado por Burgos en 1933-, ni tampoco las siempre conspiratorias y antiparlamentarias filas del Tradicionalismo -a las que, dicho sea de paso, se incorpor el partido anterior en enero de 1937, Calvo se dispone a capitalizar todas esas fuerzas, s; pero creando una nueva organizacin; es decir, dentro de unas coordenadas ms amplias y modernas conforme la moda reinante en Europa.

    As surgir el BLOQUE NACIONAL, que se propone "la conquista del poder para estructurar un Estado autntico, integrador y corporativo". Su Comit Ejecutivo estaba constituido por cinco miembros, entre los que se encontraba Juan Antonio Ansaldo, expulsado por Jos Antonio de la Falange, y quiz fuera tambin a sus filas el inefable Gimnez Caballero, quien en cualquier caso es seguro que se present en las candidaturas del Frente Nacional por Madrid -al igual que Bermdez Caete, que militaba en el Bloque- en las elecciones de febrero de 1936. La organizacin de choque del BLOQUE NACIONAL la constituiran las llamadas GUERRILLAS DE ESPAA. Jos Antonio, escribiendo sobre el nacimiento del BLOQUE NACIONAL, expresar en abril de 1935: "Unas declaraciones del seor Calvo Sotelo dieron al aire su opinin, acorde con la de Spengler, de que la hora en que vivimos no es para hombres como Gil-Robles, sino que es "la hora de los Csares". Modestamente, el seor Calvo Sotelo pareca ofrecerse a asumir el papel de Csar."

    El paso de los meses y el rumbo de los acontecimientos no cambian, sino que ratifican las previsiones de Calvo Sotelo. El estalinismo va proyectando lentamente su reflejo en nuestro pas. El Partido Comunista, escindido del Partido Socialista en 1921, por la lnea de fondo reformista que ya se adivina en ste, apenas contaba al proclamarse la Repblica con 3.000 militantes. Afiliado a la III Internacional, mismamente Tamames hablando de "la grandeza y servidumbre de! PCE", hace expresa mencin de "su indudable subordinacin a los intereses de Mosc" (4) en aquella poca. En las elecciones de febrero de 1936, al fraguarse el Frente Popular, en parte por las sugerencias de la Komitern, pasa de tener un diputado a tener diecisiete. Su militancia haba pasado de 1935 a 1936 de 30.000 a 102.000 afiliados, frente a los 60.000 que posea el Partido Socialista. Este partido haba pasado de 117 diputados en las elecciones de 1931, a 58 en las de 1933 y, recuperndose, aunque slo ligeramente, en las de 1936 obtuvo 88, dentro de la coalicin del Frente Popular. En el seno de ste, Izquierda Republicana obtendra 81 diputados.

    Entre tanto, la coalicin radical-cedista se descompone. En enero de 1936, la Comunin Tradicionalista se incorpora al BLOQUE NACIONAL de cara a las elecciones. Por el contrario, las aspiraciones de Calvo Sotelo resultan inadmisibles para la CEDA, a la que no logra incorporar. En cambio, se forma entre ambas la coalicin del FRENTE NACIONAL para concurrir juntas a los comicios.

    Al margen quedarn los clsicos partidos conservadores de la II Repblica, cuyo deterioro ya habamos reseado. El Partido Radical, de Lerroux, tena 93 diputados en 1931, 80 en 1933 y

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA slo ocho en 1936. El Partido Agrario haba pasado de 26 diputados en las elecciones de 1931, a 29 en las de 1933 y a 13 en las de 1936. El Partido Republicano Conservador de 27 a 18 y a slo tres. El Liberal Demcrata de cuatro a nueve y a uno. Los monrquicos tambin haban descendido.

    Pero la derrota ms estrepitosa la sufre la CEDA, que iba "A POR LOS TRESCIENTOS!", segn la triunfal propaganda gilroblista, y se queda en 84, frente a los diputados obtenidos en las elecciones de 1933. Su suerte est echada (5).

    Calvo Sotelo tiene perfectamente cohesionado el buen puado de escaos obtenido por su BLOQUE NACIONAL (6). La opcin y la estrella del "Csar" brillan entonces con sugestivos destellos. Gil-Robles ha perdido tras las elecciones gran parte de su credibilidad, de cara a millones de electores. En una importante sesin de las Cortes, Calvo manifiesta, ya entrados en 1936, que est dispuesto a aceptar el calificativo de "fascista", si se insiste en atriburselo a su pensamiento poltico. Su prematuro asesinato, el 13 de julio, frustraba sus proyectos y dejaba el camino libre a Franco. Este quedaba, adems, con la leccin aprendida.

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA

    II PARTE NACIMIENTO Y PLANTEAMIENTOS DE

    FE DE LAS JONS

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA

    El 4 de marzo de 1934 haba iniciado su andadura un nuevo movimiento poltico-social. Era

    la Falange Espaola de las JONS. Lo haca cuando los partidos socialistas -ya en la inflexin del reformismo- tenan una

    densa historia que se remontaba -como hemos visto- al ltimo tercio del siglo XIX. Cuando los partidos comunistas -con la URSS en pleno estalinismo- la tenan desde el primer cuarto de nuestro actual siglo XX. Cuando las derechas tenan sus portavoces claros y sus campos delimitados. Cuando ya los fascistas -supuestas alternativas- empezaban a mostrar su verdadera faz.

    Era cuando en Espaa se programaba una reforma agraria para ciento sesenta aos, mientras arbitrariamente se heran una serie de sentimientos populares, de tipo nacional y moral, sanamente albergados por muchos. Era cuando otros apelaban mezquinamente a esos mismos sentimientos para abanderar con ellos la proteccin de sus intereses de clase. Era, en fin, cuando todo esto configuraba el panorama poltico del momento, cuando surge un nuevo movimiento que an hoy es el ms joven de Espaa. Surge la Falange Espaola de las JONS en un intento que en aquel momento, presuroso por las circunstancias -y tornndose desesperado y heroico a fuerza de suicida-, intentaba ofrecer, frente al tradicional movimiento pendular espaol conservacin-desorden, una valiosa sntesis revolucionaria. Un intento que asumiendo slo las razones objetivas y ms positivas esgrimidas por cada uno de los bandos en pugna, lograra, partiendo de unos presupuestos peculiares, una revolucin social en la que "el pueblo espaol -en palabras de Jos Antonio-, tan rico en buenas cualidades entraables, encontrara definitivamente la Patria, el pan y la justicia".

    Ciertamente que la empresa propuesta era una empresa muy grande y que era muy difcil triunfar al primer intento. Se hubieran necesitado, por lo menos, dos o tres aos ms, para lo que hasta entonces era una organizacin incipiente; con un desarrollo apenas embrionario, hubiera madurado suficientemente. Qu otra organizacin con slo dos aos de vida y sin otros recursos que los de sus escasos militantes -todos trabajadores y estudiantes- no se hubiera dislocado ante unos acontecimientos ya desbocados, en los que FE de las JONS fue tan slo un sujeto pasivo y no activo?

    A pesar de su corta vida y de su corto perodo de lucha social, Jos Antonio pudo llegar a tiempo de pasar revista crtica a todos los modelos sociales de su poca, tanto al capitalismo privado como al capitalismo de Estado, como al fascismo. Es una de esas pocas personas capaz de llegar al fondo de las cosas por inefable intuicin. Pero de poco nos hubiera servido si no hubiera orientado tambin sus esfuerzos a plasmar sus criterios y orientaciones de forma concreta y coherente. Entiende que slo se consigue la conciencia revolucionaria que todo movimiento de este signo conlleva, cuando se ponen fundamentos racionales y objetivos claros, cuando se dispone de una teora revolucionaria.

    "Cuando unos cuantos nos lanzamos a fundar lo que ahora parece... realidad preocupadora, nos impusimos como el ms estricto deber el de conservar sobre todo... dos cosas que casi son una: el rigor intelectual... Nuestro movimiento es el nico movimiento poltico espaol donde se ha cuidado intransigentemente de empezar las cosas por el principio. Hemos empezado por preguntarnos qu es Espaa."

    El empezar as trajo, indudablemente, a la corta algunos errores. El remontarse a tal ente metafsico en momentos tan crticos para el pas supona una distorsin en el cuadro social de la poca, semejante al que introducira un erudito e impaciente historiador que se metiera en el fragor de una batalla, con todos sus enseres profesionales, a escribir la historia sobre el terreno, mientras a su lado cayeran los obuses y zumbara la metralleta. Pero es as como Jos Antonio se encuentra crudamente y frente a frente con una Espaa explotada, oligrquica y corrompida.

    Inmediatamente, y llegado "al torrente bronco de la revolucin", se da cuenta de que para la empresa que es necesario acometer no valen los meros parches tcnicos, sino que es necesario todo un nuevo orden y que ste ha de arrancar del hombre. Se hace, pues, necesaria una operacin quirrgica en la que habr "que sajar y extirpar sin contemplaciones, no importando -dice- que el

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA escalpelo haga sangre, lo que importa es estar seguros de que obedece a una ley de amor". Es importante esta instrumentacin consciente del amor con fines polticos. "Luchaba por el amor y le mat el odio", repetir en el entierro del camarada Corpas, modesto trabajador.

    Y por la misma razn que el odio separa y el amor une, Jos Antonio critica a los que con un revolucionarismo de palabra y un reaccionismo de hecho estn, durante el proceso prerrevolucionario, echando abiertamente a toda una serie de sectores -tcnicos, funcionarios, profesionales, intelectuales, militares...- a los brazos de la burguesa, del gilroblismo o del corporativismo calvosoteliano. El cree que la autntica poltica de los trabajadores es no aquella que margina de principio a aquellos sectores y a sus valores consciente o inconscientemente asumidos, sino que es la poltica que lleva a la integracin de esas capas sociales en la corriente de los intereses obreros, porque -en definitiva- no son slo criterios egostas o materiales lo que hay en las filas de la revolucin, sino tambin criterios de JUSTICIA. Qu se pondr -con este planteamiento- enfrente de la justicia, el patriotismo solidario y el pan para todos?

    Con estos criterios y abundando por nuestra parte en el tema -que creemos ha sido malinterpretado-, Jos Antonio ofrece en varias ocasiones, de forma abierta a los privilegiados, la posibilidad de regeneracin que su revolucin no quiere negar a nadie. Es as como manifiesta una amplitud de miras y de coordenadas dentro de las cuales no es slo la clase obrera -aunque sea ella fundamentalmente- la que va con un carcter cerrado y rencoroso a su autoliberacin en un sentido material, sino que al hacerlo tambin en un sentido moral no deja al margen a los hoy privilegiados o burgueses en cuanto hombres.

    Si el ao 1931 haba supuesto un fuerte aldabonazo en la sensibilidad social de Jos Antonio, octubre de 1934 no lo fue menos, y el estudio profundo de la Revolucin rusa le deja tambin una fuerte huella (7). Su visin social se va transformando en l en una teora revolucionaria que va madurando entre el pensamiento -que "sin l la accin es pura entelequia"- y la accin -que "sin el pensamiento es pura barbarie".

    Hilvanando conceptos y criterios a velocidad increble, el ao 1935 se halla ya prcticamente entroncado y ensamblado a los estratos ms oprimidos y marginados del cuerpo social. En el primer acto importante que FE de las JONS realiza en ese ao, plantea que es precisamente tras este acto cuando se inicia la etapa definitiva y verdadera del movimiento; etapa que deber culminar en el triunfo de ste precisamente en la lnea y no en otra. Al parecer durante el acto se haba hecho alguna alusin al primitivo del 29 de octubre en el Teatro de la Comedia. Sus primeras palabras son un jarro de agua fra: "Camaradas, el acto de la Comedia, del que se ha hablado aqu esta maana varias veces, fue un preludio. Tena el calor y todava, si queris, la irresponsabilidad de la infancia. Este de hoy es un acto de gravsima responsabilidad; es un acto de rendicin de cuentas... principio de una nueva etapa... "

    As, sobre la inmensa pirmide de las revoluciones fracasadas en nuestra Patria, se dispone a poner el firme que permita ir levantando -por fin!- nuestra revolucin inesquivable, y tiene ya en su teora los asideros precisos para que no encalle ni se estrelle con malecn alguno. Mientras tanto, l, en adelante, preferir estar ms al lado de las vctimas que al lado de los ejecutores.

    Todos los que conocieron a Jos Antonio coinciden en afirmar hasta qu punto esto era cierto. Y coinciden, igualmente, en sealar que cuando se cala con ese sentido humanista y directo, con ese amor profundo y sentimental, con ese patriotismo crtico y sincero, no cabe ya otra causa que la de los desposedos. Por eso nosotros, trabajadores y estudiantes, hoy le reivindicamos para nuestro movimiento de liberacin, a pesar de quienes le han tachado, por ignorancia o superficialidad, con mil eptetos despectivos. Reclamamos hoy su memoria poltica, porque creemos que frente a la desmemorizacin deliberadamente practicada por el sistema, frente a la deshumanizacin capitalista y frente a los valores consumistas y alienantes de la sociedad burguesa, la memoria poltica es un arma de primera mano.

    Jos Antonio sabe que frente a la exaltacin hegeliana del idealismo, con desprecio de todo lo dems, el marxismo opuso la exaltacin del materialismo con desprecio igualmente de todo lo dems, y que la siembra fra, egosta y materialista efectuada por el propio capitalismo era el

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA terreno abonado para la siembra del marxismo. Ante este fenmeno, Jos Antonio es tremendamente claro y objetivo.

    "Desde el punto de vista social -dice- va a resultar que sin querer voy a estar de acuerdo en ms de un punto con la crtica que hizo Carlos Marx. Como ahora... hemos tenido todos que declararnos (aade no sin ocultar cierto fastidio) marxistas o antimarxistas; se presenta a Carlos Marx, desde luego no por ninguno de vosotros, como una especie de urdidor de sociedades utpicas... Sabis de sobra que si alguien ha habido en el mundo poco soador, ste ha sido Carlos Marx: implacable, lo nico que hizo fue colocarse ante la realidad viva de una organizacin econmica, de la organizacin econmica inglesa de las manufacturas de Manchester y deducir que dentro de aquella estructura econmica estaban operando unas constantes que acabaran por destruirla. Esto dijo Carlos Marx en un libro formidablemente grueso, tanto que no lo pudo acabar en vida, pero tan grueso como interesante, esta es la verdad; libro de una dialctica apretadsima y de un ingenio extraordinario; un libro, como os digo, de pura crtica, en el que, despus de profetizar que la sociedad montada sobre este sistema acabara destruyndose, no se molest siquiera en decir cmo iba a destruirse ni en qu forma iba a sobrevenir la destruccin. No hizo ms que decir: dadas tales y cuales premisas, deduzco que esto va a acabar mal, y despus de esto se muri, incluso antes de haber publicado los tomos segundo y tercero de su obra."

    Ms tarde, volviendo sobre el tema, dice que "Marx vaticin todo este espectculo a que estamos asistiendo de la crisis del capitalismo. Ahora todos nos hablan por ah de si son marxistas o si son antimarxistas. Yo os pregunto, con ese rigor de examen de conciencia que estoy dando a mis palabras, qu quiere decir el ser antimarxista? Quiere decir que no apetece el cumplimiento de las previsiones de Marx? Entonces estamos de acuerdo. Quiere decir que se equivoc Marx en sus predicciones? Entonces los que se equivocan son los que le achacan ese error" (8).

    Superar los estrechos lmites del egosmo de clase como palanca revolucionaria y propugnar en el frontispicio social la JUSTICIA y la LIBERTAD, con maysculas, se torn una empresa difcil en aquella poca en una sociedad que no estaba preparada todava para tal afn. Por eso muchos han sealado que Jos Antonio libr una batalla prematura en aquel entonces, que se anticip en el planteamiento y que por ello estaba destinado al fracaso. En efecto, y como luego pas, algunos de sus criterios se prestaron a la demagogia fcil, a la superficialidad ignorante, a la simpleza, y se comprob una vez ms que el enemigo mortal de lo que pretenda ser una sntesis es la alteracin -o la no valoracin exacta en cada momento- de los elementos de esa sntesis.

    Los espantapjaros de una sociedad hipcrita que esgrima y pretenda asumir valores tales como la cristiana hermandad, la Patria, el honor o la tica, cuando ella misma representaba todo lo contrario, encendan el coraje de Jos Antonio. Cmo extraarse luego de que los trabajadores y la juventud, al darse progresivamente cuenta de la estafa a que estaban sometidos, experimentaran la legtima y justificadsima reaccin de barrer no ya slo a esas clases dominantes, sino tambin todos esos valores que como seuelos haban sido esgrimidos por stas en su propio provecho? Jos Antonio retoma esos mismos valores en sus formulaciones tericas y los lanza contra esas clases dominantes. Paralelamente observa cmo muchos de los seguidores de su padre, que al principio le prestaron su colaboracin, se apartan de l. Sin duda, ellos tambin estaban objetivamente implicados y comprometidos en la falsedad y en el carcter vaco de lo que decan representar y de lo que verdaderamente representaban a nivel real. Jos Antonio experimenta de seguro un gran desengao al no poder movilizar en torno a su organizacin a aquellos en cuya conciencia lata de seguro la certeza de que servan a modelos caducos e injustos y a los que, pese a todo, servan con lealtad.

    Entonces Jos Antonio mira a su alrededor y se encuentra slo con los trabajadores y con los estudiantes. Y se encuentra tambin con otro hombre que siguiendo una trayectoria distinta ha llegado a similares conclusiones: ngel Pestaa.

    En el mitin celebrado en el ao 1934 en Carpio del Tajo haba dicho: "Cuando venamos aqu, por esas calles, hubo quien, sin duda con nimo de molestarnos, nos dijo: "Salud y revolucin!" Pues bien, eso lejos de molestarnos, es lo que queremos nosotros, salud para nosotros

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA y para vosotros y para vuestros hijos, y revolucin, la profunda y verdadera revolucin... Por eso cuando nos dicen: "Salud y revolucin!" contestamos en la misma forma... Y esto no lo lograris vosotros ni lo lograremos nosotros, mientras estemos divididos." Diego Abad de Santilln, miembro por aquel entonces del Comit Confedera de la FA, recuerda: "En diversas ocasiones se acercaron a nosotros gentes de la Falange para que tuvisemos un encuentro con Primo de Rivera y se nos hizo llegar cartas y manifiestos en los que haba muchos objetivos comunes. No quise acceder... Lo nico que puedo decir es que estoy arrepentido de no haber querido aceptar el encuentro que se me propuso en varias oportunidades, pero es historia que pudo ser y no lo fue" (9).

    El hecho de que entonces no pudiera ser no implica que la propuesta haya sido retirada. Muy por el contrario. Hoy sigue planteada y conforme pasen estos prximos e inmediatos aos se decantara con su carcter ntido y sugestivo.

    Jos Antonio critica "el desdeoso "Libertad, para qu?", de Lenin, frente al cual nosotros comenzamos -dice l- por afirmar la libertad del individuo". Critica ese falso humanismo que pretende controlar millones de vidas como en un "gigantesco hormiguero", cerrando el paso a la larga a toda moral del entusiasmo. Un supuesto humanismo que ataja toda posibilidad de escape espiritual, en una sociedad en la que tericamente ese escape ya no puede servir "de opio" ni para olvidar las estructuras opresoras que se padecen en las sociedades capitalistas.

    Cuando Lenin, en su opsculo "Qu hacer?", dice que (10) "la historia de todos los pases testimonia que por sus propias fuerzas, la clase obrera no puede llegar ms que a la conciencia tradeunionista" -reformista- y recurre al testimonio de Kautski -autoridad muy prestigiada entre los bolcheviques y terico oficial de la 11 Internacional- para luego apostillar que "las masas obreras son incapaces de elaborar por ellas mismas una ideologa independiente en el curso de su movimiento" y que por ello la conciencia socialista debe ser un elemento importado y elaborado desde fuera de la lucha de clases del proletariado e inyectado en l, puesto que -como sealaba Kautski- "el portador de la ciencia no es el proletariado, sino los intelectuales burgueses". Cuando Lenin teorizaba de esta forma decimos: Lenin estaba ignorando, evidentemente, toda la tradicin del movimiento obrero en Espaa. La inmensa leccin que posteriormente, durante el transcurso de la guerra civil, dio con sus realizaciones prcticas la CNT, proporcion al movimiento obrero mundial una de las lecciones ms importantes de su historia (11).

    Frente a los criterios de la revolucin dogmtica, Jos Antonio propone una revolucin sin dogmas. Sin dogmas predeterminados a los que haya que estar sometido o sobre los que haya que estar corrigiendo el proceso social que se inicie. Dentro de este contexto negar todo valor a la lucha antirreligiosa; si la religin haba podido ser utilizada en ocasiones y pocas como opio del pueblo -lo

    cual es distinto a la conocida afirmacin de Marx de que "la religin es el opio del pueblo"-, l propone ir directamente a subvertir la base econmica; directamente a ella viendo -sin condicionamiento apriorstico previo- lo que se lleva por delante. Nosotros pensamos que de esta forma todo lo que haya de ganga en las sociedades capitalistas ir resquebrajndose y diluyndose -por s solo- si su nica base era una determinada estructura econmica.

    "Nuestro movimiento -haba declarado Jos Antonio- empalma con la revolucin del 14 de abril. Pocas veces se habr tenido un instante ms propicio para iniciar, concluido uno, un nuevo y gran captulo de la historia patria. Cabalmente, aquel sentido incruento del 14 de abril... colocaba de cara a una ancha llanura histrica donde galopar... Se abra por delante una clara esperanza para todo un pueblo; vosotros recordis la alegra del 14 de abril y seguramente muchos de vosotros tomasteis parte en aquella alegra. Como todas las alegras populares, era imprecisa, no perciba su propia explicacin; pero tena debajo, como todos los movimientos populares, muy exactas y hondas precisiones. La alegra del 14 de abril, una vez ms, era el reencuentro del pueblo espaol con la vieja nostalgia de su revolucin pendiente." Antes haba dicho, refirindose al comportamiento de destacados altos polticos de la Repblica, que "todo el que se lanza a hacer una revolucin se compromete a concluirla; lo que no puede hacer nunca es escamotearla".

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA Sin embargo, tras cinco aos de Repblica y llegados a las elecciones generales de 1936, no

    haba ninguna organizacin que con una lnea clara se ofreciera como alternativa efectiva y directa para poder llevar a cabo esa revolucin con posibilidades de xito.

    La campaa electoral se presenta polarizada en torno al FRENTE NACIONAL y al FRENTE POPULAR. Al margen queda la Falange Espaola de las JONS que enjuicia la situacin. De los primeros dice que: "Todo son gritos: "que se hunde esto, que se hunde lo otro; contra esto, contra lo otro". El grito que se da al rebao en la proximidad del lobo para que el rebao se apie, se apriete..." Del manifiesto de los partidos firmantes de la coalicin del Frente Popular dice: "El manifiesto de las izquierdas -esto convendra que los obreros lo supieran- se mantiene en los trminos del ms cicatero conservatismo. Nada que se acerque a la nacionalizacin de la tierra, nada que se acerque a la nacionalizacin de la Banca, nada que se acerque al control obrero, nada que sea avance en lo social."

    Despus de repetir una vez ms los criterios de FE de las JONS, seala: "Para esta gran tarea os convocamos. Para eso levantamos nuestra candidatura suelta, que puede triunfar si lo queris." Pero creemos que como acertadamente ha sealado el profesor Velarde Fuertes refirindose a los planteamientos joseantonianos -que aparecern ms desmenuzados en las hojas siguientes-: "El golpe era duro y tal extravagancia decidi aplastarla la gran burguesa espaola. Repsese la prensa de finales de 1935 y principios de 1936, y se ver dnde y cmo surge el aislamiento de Jos Antonio... La firme resolucin de que fueran borrados del mapa l y su organizacin. Es el profeta que va a ser destruido" (12).

    Quiz slo al final de su vida se diera cuenta Jos Antonio de que el mito del juego limpio era un seuelo hipcrita esgrimido por una conciencia culpable que es la de las clases dominantes de la sociedad. Jos Antonio no se equivoca en cuanto al valor que asigna al juego limpio en s, sino en no tener en cuenta y aprehender exactamente el valor que los dems le asignaban en su particular comportamiento. Luego fue tarde, y la "ardorosa ingenuidad" de bastantes militantes s sera aprovechada y conducira a su pequea organizacin a su primer naufragio histrico.

    FE de las JONS obtiene en estas elecciones una votacin reducidsima y, en consecuencia, ningn diputado.

    Durante los meses siguientes, los acontecimientos se fueron desarrollando de forma rpida y dramtica. Jos Antonio, desde una posicin limpia y sincera, seala que: "El Gobierno no anuncia la sustitucin del rgimen capitalista por otro rgimen total, orgnico, como seran el socialista o el sindicalista. Conserva el capitalismo, pero se entretiene en echarle arena en los cojinetes a ver si lo estropea. Con lo cual, ni habr economa revolucionaria, probablemente mejor que la que existe, ni siquiera la que existe se tendr en pie, habr simplemente un caos econmico."

    Treinta aos antes de que en los frontispicios universitarios del Pars de mayo del 68 aparecieran las pintadas de "la imaginacin al poder", Jos Antonio haba indicado ya que "la revolucin es la obra de todo un pueblo que resuelve imaginativamente su propio destino".

    Una asociacin humana slo ser fecunda cuando no destruya a sus individuos -como ocurre en las actuales sociedades capitalistas o en las burocrtico-estatizadas-, sino cuando de forma solidaria fomente su iniciativa y su energa creadora. En este intento estamos. De ah la expresin utilizada por algunos autores para definir la opcin formulada por Jos Antonio como la de "UN SOCIALISMO DE HOMBRES LIBRES". No se pueden seguir castrando y abortando energas. Hay que lograr la autoliberacin de los hombres. Y aqu y ahora. En Espaa y en los inminentes aos 80 vamos a librar esta batalla. Romperemos las ataduras del sistema capitalista!

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA EL HOMBRE, BASE Y META DE NUESTRA REVOLUCIN "Cuando el mundo se desquicia no se puede remediar con parches tcnicos; necesita todo

    un nuevo orden. Y este orden ha de arrancar otra vez del individuo. Oiganlo los que nos acusan de profesar el pantesmo estatal, nosotros consideramos al hombre como unidad fundamental."

    (Jos Antonio. Valladolid, 3 de marzo de 1935.) 1. EL HOMBRE, BASE DE LA REVOLUCION Para nosotros es el hombre -en cuanto ser social- y no una clase o un partido el sujeto de la

    revolucin. Asumiendo la existencia evidente en la sociedad actual tanto de unos como de otros, no creemos que la capacidad revolucionaria se deba buscar ms all de l mismo.

    1.1. El planteamiento marxista, el materialismo histrico. Para los marxistas es la clase proletaria el elemento activo de la accin revolucionaria

    contra la clase burguesa explotadora, y toda la historia humana no es ms que la historia de la lucha de clases cuya evolucin dialctica lleva necesariamente a la sociedad sin clases comunista mediante el triunfo del proletariado (que no puede liberarse de la clase que le oprime a menos que al mismo tiempo libere a la sociedad).

    El origen de esta lucha de clases se encuentra en una acumulacin primitiva del capital en manos de unos pocos que se hacen con l mediante "la conquista, la servidumbre y la rapia a mano armada", esta expoliacin inicial se ve consolidada e institucionalizada mediante el derecho de propiedad.

    A partir de esta situacin, los hombres, a la hora de establecer las relaciones de produccin necesarias para fabricar los bienes que la sociedad necesita, se ven divididos en poseedores y no poseedores, en explotadores y explotados (los que se ven obligados a arrendar su fuerza de trabajo).

    As pues, estas clases sociales se estn definiendo a partir de la propiedad, de los medios de produccin -tierra, capital, medios de trabajo en general- y de las relaciones de produccin que con ello se establecen.

    El conjunto de las relaciones de produccin que se establecen forman la estructura econmica de la sociedad, base sobre la que se desarrollarn la superestructura poltica, cultural, etc.

    Por otro lado, el desarrollo de las fuerzas productivas -medios de produccin, tcnicas de trabajo, nmero de trabajadores y experiencia acumulada- con que la sociedad cuenta para producir los bienes que necesita, hace que poco a poco las relaciones de produccin existentes resulten inadecuadas al desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas. Ello da lugar a una etapa de transformacin social con la aparicin de nuevas clases sociales que vencen a la anterior clase dominante, pero que siguen enfrentadas entre s, en un antagonismo de intensidad cada vez mayor (burguesa y proletariado se unieron en la lucha contra los restos del feudalismo, para enfrentarse luego entre s).

    Hoy, segn Marx, el proletariado es la nica clase revolucionaria, debido a que, nacida de la burguesa, es la nica clase apta para sobrepasarla. El proletariado ser el que sepa asegurar el funcionamiento de estas fuerzas productivas que escapan a la direccin de la burguesa y que causarn su desaparicin en un plazo ms o menos largo. Este es el papel que le corresponde al proletariado y la historia misma le obligara, aunque no quisiera asumir esa responsabilidad, pues como veremos son las propias contradicciones del sistema econmico capitalista las que la convierten en clase revolucionaria y le aseguran su triunfo final sobre el capitalismo.

    Dentro de este proceso el papel del partido comunista es el de parte ms consciente de la clase obrera, que por haber captado el verdadero sentido dialctico de la historia se convierten en la vanguardia del proletariado. Tal como seala Lenin, el proleteriado por s mismo slo es capaz de

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA tener conciencida "tradeunionista" (reivindicativa), pero no revolucionaria. El proletariado puede llegar a tener conciencia de clase -lo que, segn Marx, es una superestructura cuyas bases se encuentran en las contradicciones econmicas-, pero la direccin en una accin revolucionaria est en manos del partido comunista, bajo cuya direccin debe actuar la clase obrera.

    La misin del partido, en cuanto organizacin poltica, es la conquista del poder poltico del Estado, para implantar la dictadura del proletariado y estatalizar los medios de produccin eliminando la propiedad privada.

    El triunfo de la clase proletaria y el advenimiento de la sociedad comunista est garantizado, tal como sealamos antes, por el propio desarrollo econmico de la sociedad capitalista, cuyas leyes internas llevan tanto a convertir al proletariado en la nica clase revolucionaria como a asegurar su triunfo y con l, el del socialismo. Tal como seala Lenin: Marx deduce la inevitabilidad de la transformacin capitalista en sociedad socialista nica y exclusivamente de la ley de desarrollo de la sociedad moderna.

    1.2. Anlisis crtico: el planteamiento humanista joseantoniano. Para los joseantonianos resulta evidente la actual divisin de la sociedad en clases, aunque

    las contradicciones econmicas no llevan a la conversin de una de estas clases en sujeto revolucionario mesinico tal como pretendi descubrir Marx a partir del anlisis de la economa capitalista.

    Las leyes econmicas marxistas: la proletarizacin creciente, pauperizacin, acumulacin del capital, choque final entre burguesa y proletariado, no se han confirmado en la realidad. Tal como seal Bernstein, las contradice deben no a una rigurosa observacin de los hechos, sino a la aplicacin apriorstica de un mtodo filosfico a los fenmenos econmicos. No hay leyes econmicas dentro del capitalismo que lleven implcito, pues, la conversin de una clase en clase revolucionaria -nica capaz de asegurar el funcionamiento de las fuerzas productivas- y mucho menos asegure su triunfo. La frase de Marx en "La Sagrada Familia", "la misin del proletariado est irrevocablemente predeterminada", pierde su sentido.

    Por ello mismo, la lucha de clases no se puede tanto considerar como sinnimo de proceso hacia la sociedad sin clases, como la batalla que cada clase libra a las dems para mejorar su situacin o defender la que ya tiene. A lo mximo puede promover una alteracin de las factores que, como en aritmtica, no cambiara el resultado. La lucha de clases no presenta, pues -y ms en la medida en que no sigue la lnea marcada por el desarrollo de las contradicciones econmicas del capitalismo, al no ser stas las previstas por Marx-, una solucin vlida al problema social. La lucha de clases no se soluciona, pues, con su radicalizacin hasta el triunfo de la dictadura del proletariado, sino que es un conflicto social que debe ser superado eliminando los resortes que lo originan, en una transformacin revolucionaria y general de la sociedad.

    La solucin est en la transformacin mental de los hombres, en ir diluyendo las actitudes burguesas que castran al hombre y lo alinean de los valores que en l se encarnan. La misma calificacin de burgus merece el patrn que el oficial que se cree superior al pen, es cuestin de posibilidades, no de intenciones, que son las mismas en ambos. Se trata de despertar la capacidad revolucionaria que no queda ya adscrita a una determinada clase social, sino que queda generalizada a cualquier hombre. Esta transformacin de la consciencia de los hombres, este despertar revolucionario, surge tanto desde un imperativo tico como econmico.

    Desde el punto de vista tico el origen de la conciencia revolucionaria se encuentra en el derecho inalienable de respeto a la dignidad y libertad de cada uno de nosotros (valores eternos en la terminologa joseantoniana) y el pisoteo continuo a que se ven sometidos en la actual sociedad de explotacin. El motor de la historia humana se encuentra, no en las contradicciones econmicas, sino en la contradiccin entre las aptitudes altruistas metafsicas del hombre (valores de justicia, dignidad, libertad, etc., que el hombre asume) y su negacin en la realidad social.

    Desde el punto de vista econmico, resulta evidente que es entre los hombres ms oprimidos por la actual explotacin capitalista en los que ms se agudizan las contradicciones entre

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA los valores como hombre y los derechos que stos implican, y la realidad. Ahora bien, de un estmago vaco puede salir un rebelde, pero para que salga un revolucionario es preciso que tenga, adems, conciencia revolucionaria, es decir, conciencia HUMANISTA.

    Ahora bien, la crtica que realizamos es ms amplia que la referida al papel de la clase y la garanta econmica de su triunfo. Es el materialismo histrico el que cuestionamos y consideramos un humanismo falso. Evidentemente, la finalidad de este esquema marxista tiene visos humanistas: la liberacin del hombre de todas sus alienaciones, pero ese humanismo se vuelve nominal cuando las fuerzas productivas y las estructuras econmicas detentan el primado normativo con respecto a la liberacin individual del hombre.

    Es decir, la iniciativa creadora no corresponde fundamentalmente al hombre, pues el advenimiento del comunismo est ya determinado por las leyes econmicas y productivas (que, por otro lado, ya hemos visto que en la praxis no existen con esa virtualidad). Pero Marx absolutiza esa capacidad intrnseca de las fuerzas de produccin y cae con ello, necesariamente, en una interpretacin tendenciosa y unilateral de la historia. Las fuerzas de produccin adquieren, en cierto modo, el significado metafsico que en la filosofa del pasado tenan conceptos como dios, sustancia, causa primera, etc. Sera desvirtuar a Marx si confundiramos su concepcin histrica con un automatismo objetivista, pero ello no implica que en su esquema la transformabilidad del mundo ya no dependa en lo fundamental de la voluntad del hombre, sino de circunstancias exteriores a ste, las fuerzas de produccin. El hecho de que estas fuerzas de produccin sean un producto humano, no impide que Marx las asigne una funcin objetiva separada de la empresa voluntad del hombre.

    El papel que la libertad del hombre puede jugar en este proceso queda entonces totalmente limitado. Tal como seala el propio Engels, la libertad queda entonces reducida para los marxistas al reconocimiento de esa necesidad dialctica y liberadora, a descubrirla y a tratar de acelerar el desenvolvimento de las leyes de evolucin de la historia, sometindose a ellas. Triste libertad es sta, la libertad es mucho ms que eso, la libertad es autonoma a nivel individual y autogestin a nivel colectivo. La libertad es protagonismo y responsabilidad en las decisiones individuales y colectivas. En definitiva, en estas condiciones, la accin poltica del proletariado para acelerar el camino es -como suele sealar- predicar la accin poltica con el fin de favorecer una evolucin que se cree ineluctable, equivalente a querer fundar un movimiento para facilitar la salida del sol.

    Por ltimo, es interesante sealar cmo Marx cifra el origen de todo el proceso dialctico del materialismo histrico, en un origen no dialctico como es la "acumulacin primitiva del capital"; es lgico, pues es lo que impide que una vez que el proceso dialctico haya llegado al fin de la lucha de clases (comunismo), se no pueda de nuevo surgir por una nueva "rapia o expoliacin".

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA LA INTERPRETACIN DE UNA FRASE PROSTITUIDA UNIDAD DE DESTINO EN LO UNIVERSAL Una idea: la Patria, como unidad de destino en lo Universal. En ella dos conceptos:

    UNIDAD y DESTINO EN LO UNIVERSAL. Primero, la unidad: unidad social de los hombres y unidad Nacional de los pueblos que

    integran, en su diversidad, a la Nacin. "UNIDAD SOCIAL DE LOS HOMBRES": En nuestro orden sindicalista no existirn las

    clases sociales, por cuanto no existirn las causas econmicas que las engendran. La arquitectura econmica no se montar sobre supuestos capitalistas; no existirn, como algo distinto, la clase capitalista propietaria y la clase que vende o alquila su trabajo. El sistema LIBERAL da la propiedad y la plusvala al capital privado. El sistema COMUNISTA da la propiedad y la plusvala al Estado, convertido en gran capitalista y en manos de la minora dirigente del partido -"la Nueva Clase-. En el orden SINDICALISTA la propiedad y su disfrute estarn en manos de cuantos trabajan, organizados en SINDICATOS DE EMPRESA.

    Es esta una organizacin sindical vertical que exige una sola lnea representativa -y no la doble actual, propia no de sindicatos verticales (13), sino de corporaciones-, en la que se proyectan estructuralmente conciliados todos los elementos de la produccin. Pero para ello es necesario superar en su base la contradiccin original entre capital y trabajo.

    Parece que para restablecer la ecuacin de equilibrio entre trabajo y renta del mismo no cabe ms solucin que la nacionalizacin de la propiedad privada, de la propiedad de los medios de produccin. Para en seguida agregar que con ello slo se consigue que la plusvala, en vez de dirigirse al capitalista privado, se dirija al capitalista estatal.

    Sin embargo, cabe la solucin sindicalista, en la cual la plusvala, ni vaya al privado, extrao al proceso productivo, ni al Estado, igualmente extrao, sino al propio trabajador, encuadrado en su sindicato.

    Concebida la empresa como una institucin, en cuyo seno ha de operarse la transformacin definitiva de la sociedad, tendremos que cimentar en ella toda la construccin sindical. Se trata, por tanto, de configurar un sindicalismo que acoja como sindicados no a hombres individualizados, no a personas fijas, sino a las personas jurdicas que se presentan en los grupos de hombres socialmente comunalizados por su insercin en una empresa, organizados como tales grupos.

    Toda la problemtica econmico-social contradictoria debe as plantearse y resolverse en el seno de la empresa y a travs del sindicato de empresa.

    Este nuevo concepto de sindicato asume todas las exigencias del sindicalismo revolucionario, propugna la transformacin de la empresa, acelera el dinamismo de la sociedad, compromete a los trabajadores en el Gobierno y planificacin de la economa nacional y fundamenta su revolucin socio-econmica en la libertad y dignidad de la persona humana.

    La organizacin econmica capitalista desune y enfrenta a los hombres en las relaciones de produccin. "Hace enemigos a los hombres en la disputa del trozo de pan que les dejan." La propiedad mancomunada y directa sindicalista les unir en la diaria tarea de su trabajo.

    El sindicalismo joseantoniano resuelve el enfrentamiento irremisible entre capital y trabajo. Se da al capital un valor puramente instrumental, siendo -como todo instrumento de produccin- propiedad de los productores a travs de su sindicato de empresa; los embalses de capital -deca Jos Antonio- son como embalses de agua, que no se han hecho para que unos cuantos privilegiados hagan deportes nuticos, sino para producir energa elctrica y fertilizar tierras de cultivo.

    Se considera al trabajo nico y legtimo sujeto de derecho a la propiedad, pues el productor, con su trabajo, adquiere la propiedad de su empresa y con los beneficios adquiere la propiedad de los bienes de consumo que quiera.

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA Armonizar el capital con el trabajo -como hace el sistema fascista- es un disparate

    semejante a querer hermanar una zorra con una gallina. Desde el punto de vista econmico, el fascismo no elimina las contradicciones, limitndose, por el contrario, a arbitrarlas, armonizarlas y preservarlas.

    Esto ocurre por querer equiparar el capital con el trabajo, ya que esta falsa armona -en contra de su propsito- no dignifica al trabajo, sino que lo iguala a una mercanca. Al trabajo hay que armonizarlo con valores que el capital -instrumento material- no puede reunir. En nuestra propuesta, al no producirse el enfrentamiento econmico en la base de la produccin, es decir, al desaparecer el esquema clasista patrono-asalariado, la sociedad no se escinde en clases. No es posible la lucha de clases: nos encontramos ante la superacin de la lucha de clases.

    Se supera tambin la lucha de partidos, stos se devoran unos a otros en la disputa del pequeo pedazo de poder que les deja el liberalismo poltico. Entendemos la democracia como el reparto total, sin minoras mediatizadoras, del poder poltico. No cabe duda que, en su mayor parte, ste reside en el poder econmico; por tanto, slo es posible la democracia en el seno de una sociedad que, como la sindicalista, est basada en el reparto total, sin minoras mediatizadoras, repetimos, de los bienes de produccin: de las riendas del poder econmico len consecuencia, de las riendas del poder poltico). No debemos olvidar que los partidos polticos estn casi enteramente determinados por las clases sociales, por su psicologa y, lo que es peor, por sus intereses. Son un medio de conservar y difundir las ventajas adquiridas por unos miembros de una sociedad frente a otros que no las disfrutan. Estas ventajas se consolidan apoyadas en sus opiniones, y estas opiniones constituyen el programa poltico del partido bajo el que se unen y actan: sus opiniones al servicio de sus intereses. En resumen, la sociedad queda sometida a la subordinacin parcial y de clase por parte de un grupo de personas.

    En la nueva sociedad que proponemos -sobre el eje del sindicato de empresa, de la representacin municipal y de la participacin poltica a travs de los distintos consejos revolucionarios- ser innecesaria la aplicacin del esquema de partidos polticos, el partidismo conocido estar sin funcin alguna, queda superado. "El hombre no se sentir disperso, contradictorio, entre lo que, en realidad, es y lo que en la vida pblica representa."

    "UNIDAD NACIONAL DE LOS PUEBLOS QUE INTEGRAN LA PATRIA" La Nacin es lo nativo, lo local, lo geogrfico. "La Nacin es respecto a la Patria lo que el

    individuo respecto a la persona", deca Jos Antonio. Nuestro sentido nacional no es, ni mucho menos, nacionalismo. Nacionalismo es la afirmacin de la superioridad de un pueblo, de una raza, sobre otros. Para nosotros, lo nacional es, en definitiva, la negacin de esto, es la rotunda afirmacin del derecho de todos los pueblos a su propia autodeterminacin, sin intromisin alguna, sin imposiciones de ningn tipo, frente a cualquier forma de imperialismo, sea poltico o econmico.

    La Patria la entendemos en dos dimensiones: interior y exterior. Dimensin interior: La Nacin se hace Patria cuando el pueblo se encuentra unido a una

    marcha comn hacia un destino que cumplir. Destino que no es otro que la realizacin del hombre como tal, como portador que es de valores espirituales. Por otra parte, este destino a realizar impide limitar esta afirmacin de la Patria a nuestra Nacin, entrando aqu en juego la dimensin exterior de nuestra Patria.

    Dimensin exterior: Se afirma la Patria cuando en un momento histrico un conjunto de pueblos se sientan llamados por "un proyecto sugestivo de vida comn" y se agrupan en un destino, en una misin que realizar. Este concepto de Patria es la negacin del concepto fascista de Patria, como unidad aislada y nacionalista.

    No cabe, por tanto, en el pensamiento joseantoniano la idea de COLONIA militar o de explotacin econmica. En aquel viejo concepto de colonialismo (que obviamente tambin repudiamos) no se engaa, al menos, a la colonia hablando de libertades y derechos internacionales. Se saba sierva de la metrpoli. Pero hoy no se le reconoce ni aquel derecho de

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA saberse sometida y esclavizada. Hoy, para mayor escarnio, se le proclama libre, al tiempo que se sueldan bien las cadenas econmicas, polticas y hasta militares de su esclavitud. Este fenmeno es el IMPERIALISMO. Dos sistemas -capitalismo privado y capitalismo estatal; esto es, democracia capitalista y dictadura comunista- igualmente materialistas e inhumanos, se han repartido el mundo por zonas de influencia y dominio.

    Los pueblos que ocupan esas zonas quedan bajo la explotacin econmica de la metrpoli que le haya cado en suerte en el reparto de los "grandes". "Los norteamericanos desembarcaron sus "marines" en Santo Domingo." "Luchan por la independencia de Vietnam", "ayudan al desarrollo econmico de Hispanoamrica", etc. Los soviticos dan testimonio de la "virtud explicativa del cientifismo marxista" con la masacre de Hungra, la "liberacin de Checoslovaquia" o la "defensa del paraso comunista" en el muro de Berln. A menor escala, una en auge y otra en decadencia, estn China e Inglaterra.

    Frente al imperialismo, los pueblos levantan la bandera de la REVOLUCION NACIONAL. Como, frente a la explotacin clasista, los trabajadores levantan la bandera de la REVOLUCION SINDICALISTA. La REVOLUCION NACIONAL-SINDICALISTA es la respuesta espiritual, tica y social de los hombres y los pueblos a las formas materialistas de opresin y explotacin humana que suponen el liberalismo capitalista y el totalitarismo marxista-leninista.

    Concluyendo: No tendremos Patria sin previa revolucin. Nuestra Patria es la Espaa zarzuelera y de rigod palaciego. Ante la Espaa de fantasmones y mangantes con camisa azul, de banqueros con levita, del compromiso y la "amistad" norteamericana, Falange dice escuetamente: frente a esa poltica, otra poltica; frente a esa sociedad, otra sociedad; frente a esa "revolucin", otra REVOLUCION, para que Espaa, que no se ha justificado nunca sino por el cumplimiento de un universal destino, pueda ahora cumplir el suyo.

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA LA PROPIEDAD La propiedad se halla en el centro de las preocupaciones polticas del mundo occidental, al

    menos desde la Revolucin Liberal burguesa de finales del siglo XVIII y principios del XIX. En realidad, toda la polmica actual en torno a la JUSTICIA SOCIAL se halla centrada sobre este problema: la admisin o no de la propiedad privada y, en este caso, de los lmites a establecer respecto a la misma. En efecto, aunque la cuestin se plantee tan slo respecto de los medios de produccin, lo que se halla en tela de juicio en el momento actual es esa institucin a la que denominamos PROPIEDAD.

    LA CONCEPCION BURGUESA El pensamiento poltico burgus atribua una gran importancia a la cuestin de la propiedad.

    Ya Hobbes, terico del Estado absoluto, seala como una de las condiciones que al destruir la seguridad justifican el derecho de rebelin, la violacin de la propiedad por parte del soberano.

    Para Locke, que es, no lo olvidemos, el pensador poltico de la Revolucin inglesa de 1688, "los hombres abandonan el arcaico estado de naturaleza por el de sociedad civil, precisamente para..." "La mutua conservacin de sus bienes, libertades y estados, que generalmente se denomina con el nombre de propiedad". La propiedad nace del trabajo, aunque, naturalmente, el autor no se molest en buscar los lmites cualitativos y cuantitativos de esa propiedad. La PROPIEDAD, en fin, es el "gran principal fin" por el que los hombres se renen en la sociedad poltica; razn por la cual el parlamento puede "imponer impuestos" sin consentimiento del pueblo. Por ltimo, y dado que los derechos naturales entre los que, como hemos dicho, se incluye la propiedad, son anteriores al ESTADO, ste no puede limitarlos sin consentimiento del ciudadano y, naturalmente, sin previa indemnizacin en cuanto al dominio se refiere.

    Rousseau sealar, asimismo, que el origen de la sociedad se halla precisamente en la propiedad: "El primer hombre que, habiendo cercado un terreno, pens: esto es mo, y encontr gente lo suficientemente sencilla como para creerle, ste fue el verdadero inventor de la sociedad civil. "

    En esta perspectiva, marcada especialmente por la teora ya citada de Locke, se van a desenvolver el pensamiento y la prctica poltica de la burguesa: la propiedad se va a configurar como el "ius utendi, fruendi et abutendi" -el derecho a usar, a tomar los frutos y abusar-; es decir, a usar a capricho los bienes. La propiedad va a convertirse en una institucin cerrada, en un dominio exclusivo en el que ni siquiera el Estado va a poder intervenir, salvo -como dice la ms liberal de las Constituciones espaolas-: "Por causa de utilidad comn y en virtud de mandamiento judicial, que no se ejecutar sin previa indemnizacin", concepcin que hallar su ms prctica expresin en el Cdigo de Napolen, y en los textos que, como el Cdigo Civil espaol, de l se inspiran.

    LA CONCEPCION SOCIALISTA El socialismo, que nacer como una protesta ante la situacin de desarraigo creada por el

    Estado liberal y la cruel explotacin de campesinos y obreros por obra del primer capitalismo, atacar la concepcin burguesa de la vida desde los ideales planteados por el radicalismo democrtico burgus: Libertad, Igualdad y Fraternidad, y sostendr estos ideales con especial hincapi en la idea de IGUALDAD, atacando la ms notoria y aguda de las causas de desigualdad existente: la PROPIEDAD, que haba sido elevada por el liberalismo a requisito de capacidad poltica.

    La postura socialista es conocida popularmente segn la famosa frase de Proudhom: La propiet c'est un vol

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA ("La propiedad es un robo). Como consecuencia, la propiedad debe ser abolida, porque el

    dominio -como vendr a decir Marx- atribuye la direccin de los medios de produccin y la plusvala al capitalista y, por tanto, es la clave de la explotacin del proletariado por la burguesa, provoca el extraamiento de los productos respecto de su autor y transforma al mundo en el reino de la mercanca. En otras palabras, porque el dominio, la propiedad privada de los medios de produccin, es la causa y en ella se encuentra la raz de todas las "alienaciones".

    Consecuentemente con esta postura, el socialismo propugna que los bienes de produccin sean propiedad de la sociedad, de los trabajadores todos, atribuyendo en la prctica la titularidad al conjunto de los mismos bajo la forma de un Estado socialista.

    Sin embargo, notemos que la concepcin socialista, que parte de la negativa absoluta a considerar la propiedad privada, ni la niega ni la destruye. En primer lugar, no niega la propiedad privada de los bienes de personal uso y consumo, tan susceptibles de propiedad como los dems, sin que d explicacin satisfactoria alguna. Tampoco niega la propiedad en tanto institucin, limitando a trasladar la vieja concepcin liberal del "ius utendi..." a un nuevo titular: el ESTADO. Por tanto, mal puede destruir la propiedad considerada como institucin, reconociendo la propiedad privada de los bienes (de un amplio sector) y trasladando la titularidad del dominio a un ente colectivo. Buena prueba de ello la tenemos en el hecho hiriente y llamativo de que la situacin estructural de los trabajadores en una empresa capitalista y en una socialista sea tan similar que algn socilogo ha podido comparar a unas y otras formando parte de un mismo sistema social del que ambas son simples manifestaciones llamadas a converger.

    LA PROPIEDAD COMO INSTITUCIN Este es el elemento implcito en la teora joseantoniana de la propiedad: LA PROPIEDAD,

    EL DOMINIO, NO ES UN DERECHO. La propiedad es algo anterior al derecho de la misma. Propiedad y derecho hacen referencia a dos momentos diferentes: la propiedad es un "prius" respecto del derecho, de la misma manera que son diferentes la LIBERTAD y el derecho a ser libres es condicin indispensable para que surja mi derecho a ser libre, que previamente exista la LIBERTAD.

    Nos explicamos: la propiedad hace referencia a un modo determinado de relacin entre el hombre y las cosas, es una relacin entre el hombre y la naturaleza, entre el ser humano y una concreta y determinada porcin del mundo exterior. El contenido de esta relacin determina forzosamente las formas jurdicas que la misma adopte. Al fin y a la postre, esta forma jurdica es meramente el ropaje de aqulla.

    Examinaremos eso que denominamos PROPIEDAD. El dominio se nos aparece como una relacin hombre-cosa, caracterizada por los siguientes rasgos: exclusiva y excluyente respecto al exterior y es, al mismo tiempo, una vinculacin personal y concreta de una cosa a un hombre, traducida en una posicin personal del seoro sobre la misma. Todo ello en orden a una finalidad: satisfacer las necesidades del individuo. Entendiendo por tales no slo las fsicas, sino tambin -y primordialmente- las espirituales. Esta vinculacin tiene el carcter de personal, de ah el sentido individualizado, ntimo, de "lo mo". En suma, la propiedad se nos aparece como una relacin personal y exclusiva de seoro de un hombre sobre las cosas. El hecho radical, la diferenciacin ltima de la propiedad, consiste precisamente en ese carcter de vinculacin personal y no en la existencia o no de una facultad o de un haz de facultades determinadas, punto de vista este ltimo que, adoptado por buena parte de los juristas, se ha revelado como un callejn sin salida.

    Ahora bien, la naturaleza de la propiedad determina cules son los cauces por los cuales puede adquirirse el derecho sobre la misma: el cambio, la compra-venta, la donacin, la herencia, etc., son, en ltima instancia, formas derivadas, pues suponen en el origen que el transmitente posee el derecho que transmite (lo que mantiene siempre, salvo en aquellos casos en los que el inters del adquiriente cede ante el inters comn o de la seguridad del trfico, que no es sino una forma del primero). La adquisicin originaria slo puede provenir de esa personalizacin de las

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  • TEXTOS DE FALANGE ESPAOLA DE LAS JONS - AUTNTICA cosas que el vnculo con un ser humano comporta y se halla en la naturaleza misma de la propiedad, hasta el punto de que si esa personalizacin falla, la propiedad caduca. Por ello, Jos Antonio afirmaba:

    "La propiedad privada es lo contrario del capitalismo: LA PROPIEDAD ES LA PROYECCION DIRECTA DEL HOMBRE SOBRE LAS COSAS, ES UN ATRIBUTO ELEMENTAL HUMANO."

    O en otro lugar: "La propiedad... es como una proyeccin del individuo sobre sus cosas." Y slo se mantendr en tanto en cuanto esa vinculacin se mantenga, como la misma

    legislacin burguesa no ha tenido ms remedio que reconocer respecto de los bienes que sus propietarios abandonan.

    Y sobre esta concepcin de la propiedad monta Jos Antonio su crtica del capitalismo. LA CRITICA DEL CAPITALISMO En efecto, en un texto fundamental que figura en la conferencia del Crculo Mercantil, tras

    afirmar su concepto de propiedad, Jos Antonio realiza una magnfica diseccin del capitalismo; en primer lugar, el capitalismo, es un enemigo de la propiedad privada:

    "Cuando se habla de capitalismo, no se hace alusin a la propiedad privada; estas dos cosas no slo son distintas, sino que casi se podra decir que son contrapuestas. Precisamente, uno de los efectos del capitalismo fue el aniquilar casi por entero la propiedad privada en sus formas tradicionales."

    En segundo lugar, la definicin del alma misma de la propiedad capitalista: "El capitalismo es la transformacin ms o menos rpida de lo que es el vnculo directo del

    hombre con sus cosas, es un instrumento tcnico de ejercer el dominio." Esta mediacin de un instrumento tcnico, en principio subsidiario, se transforma poco a

    poco en un aparato deshumanizado de explotacin porque lo es de denominacin: "Pero a medida que el capitalismo se perfecciona y se complica fija en que va alejndose la

    relacin del hombre con sus cosas y se van interponiendo una serie de instrumentos tcnicos de dominio, y lo que era esta proyeccin directa, humana..., se complica; empiezan a introducirse los signos que cada vez van sustituyendo mejor la presencia viva del hombre, y cuando llega el capitalismo a sus ltimos perfeccionamientos el verdadero titular de la propiedad antigua ya no es el hombre..., sino que es una accin representada por trozos de papel..."

    Aparato de dominacin que adems se halla totalmente separado de la persona, que ha sido sustituida por la ficcin de la sociedad annima:

    "La sociedad annima es la verdadera titular de un acerbo de derechos y hasta tal punto que le es indiferente ya el titular humano de esos derechos, que el que se intercambien los titulares de las acciones, no vara en nada la organizacin jurdica, el funcionamiento de la sociedad entera. "

    En otras pa