Rapisardi, Flavio - Para Animarse a Leer a Agustin de Hipona

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    Autor

    Flavio Rapisardi

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    CUADERNOS

    serie lecturas y reflexiones sobre filosofa

    PARA ANIMARSE A LEER AGUSTNDE HIPONA

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    PARA ANIMARSE A LEER AGUSTNDE HIPONA

    Direccin: Luis Mesyngier

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    coleccin cuadernos

    serie lecturas y reflexiones sobre filosofa

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    Presentacin y seleccin de textos: Flavio Rapisardi

    PARA ANIMARSE A LEER AGUSTNDE HIPONA

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    Rapisardi, FlavioPara animarse a leer Agustn de Hipona. - 1a ed. - Buenos Aires: Eudeba, 2012.88 p. ; 24x18 cm. - (Cuadernos. Lecturas y re exiones sobre floso a)

    ISBN 978-950-23-1989-6

    1. Filoso a.CDD 107

    EudebaUniversidad de Buenos Aires

    Primera edicin: julio 2012

    Revisin pedaggica: Norma P. Zanelli

    2012Editorial Universitaria de Buenos AiresSociedad de Economa MixtaAv. Rivadavia 1571/73 (1033) Ciudad de Buenos AiresTel.: 4383-8025 / Fax: 4383-2202www.eudeba.com.ar

    Diseo de coleccin:

    Mariana Piuma- [email protected] Aldegani- [email protected]

    Impreso en la ArgentinaHecho el depsito que establece la ley 11.723

    No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistemain ormtico, ni su transmisin en cualquier orma o por cualquier medio, electrnico, mecnico,

    otocopias u otros mtodos, sin el permiso previo del editor.

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    [] los clsicos sirven para entender quines somosy adnde hemos llegado []

    talo Calvino

    Calvino, talo. Por qu leer los clsicos. Barcelona, Tusquets, 1993

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    Qu es un clsico?

    El sentido comn que gua nuestra orma de pensar y la visin sobre el mundo quenos rodea se estructura a partir de ideas, imgenes y razonamientos condicionadospor dos cuestiones: lo trascendente de las relaciones humanas (a ectos, angustias,pasiones, sentimientos) y las circunstancias que el desarrollo social y tecnolgico

    nos brindan.Cada momento histrico genera su propio sentido comn; la orma, sutil, en quehombres y mujeres pensamos la sociedad en que nos toca vivir y a nosotros mismos.

    En ese devenir, las explicaciones mitolgicas, religiosas y/o intelectuales son unauxilio individual y colectivo.

    Un clsico es un pensador (un pensamiento o todo un sistema cientfco) queresiste el paso del tiempo y contina vigente. Sigue siendo parte de la cosmovisinsocial porque est incorporado en orma imperceptible y porque ha planteado tantodudas como incipientes respuestas orientadas de un modo tan pro undo como ntimo.

    En estosCuadernos se intenta el rescate de aquellos pensadores que, an pa-sados milenios, siglos o dcadas, con orman parte inseparable del pensamientocontemporneo.

    Es una invitacin a leerlos directamente. A dejarnos llevar por sus ideas paracuestionarlas, discutirlas, contrastarlas con el presente y con nuestra propia ex-periencia. A descubrir que lo que hoy parece obvio, razonable o inquietante, ueplanteado magistralmente por aquellos que ingresaron en la categora de Clsicosdel pensamiento.

    El presente libro propone una invitacin a la lectura de textos escritos por Agus-tn de Hipona, en los siglos IV y V. Los fragmentos seleccionados de sus distintasobras se han agrupado en apartados, en uncin de los temas que abordan.

    Leer textos autnticos es imprescindible para acceder a la complejidad de lasideas de un autor, para valorarlas y entablar un dilogo con ellas. Al mismo tiempo,contar con un acompaamiento en esta lectura puede ayudar a en rentar las dif-cultades que eventualmente se presenten, a evitar el abandono del intento. Es porello que cada apartado se inicia concomentarios que procuran introducir los temastratados, anticipar cuestiones, brindar claves para la comprensin e interpretacin,

    ormular interrogantes que inciten al encuentro con los textos originales.Por otra parte, los apartados culminan con preguntasacerca de los textos agus-

    tinianos, que apuntan a que el lector monitoree su comprensin, a travs de unarelectura tendiente a identifcar in ormacin relevante, establecer relaciones entreideas de un ragmento o entre ragmentos de distintas uentes, ejemplifcar, descu-brir la estrategia de argumentacin, justifcar las afrmaciones del autor.

    Finalmente, el libro presenta preguntasa partir de la lectura de los textos agusti-nianos. Responderlas supone un desa o mayor. Se trata de pensar desde las ideasdel autor y ms all de ellas, vincular los postulados de distintos ragmentos, eva-luarlos desde la perspectiva de los tiempos actuales, ponderar las consecuenciasde sostener sus argumentos o de discutirlos, elaborar opiniones y valoracionespersonales. Animarse, en fn, a pensar desde la floso a.

    Luis Mesyngier Direccin

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    I. Introduccin

    Vida de Agustn de Hipona

    Agustn naci en el ao 354, en Tagaste, ubicada en el norte de rica. Se orm enretrica en las ciudades de Tagaste, Madaura y Cartago. A los quince aos de edad

    comenz a convivir con una mujer de Cartago. Con ella tuvo un hijo, Adeodatus, queen latn signifca regalo de Dios.En su amilia se combin el paganismo y el cristianismo: su padre era pagano

    y su madre, una devota cristiana quien ue de una gran in uencia en su orma-cin.

    Si bien en un comienzo Agustn cedi a las presiones de su madre, luego sevolc al maniquesmo y a una vida alejada de los preceptos cristianos.Noche y da oraba y gema con ms lgrimas que las que otras madres derramaran junto al fretro de sus hijos, escribira despus Agustn en sus admirablesConfesiones.

    La lectura del tratado ciceronianoHortensius inspir en l una vocacin los- ca, que lo impuls al estudio de distintas posturas flosfcas. En un comienzo,adhiri al maniquesmo, secta cristiana de origen persa que sostena el dualismo,es decir, el en rentamiento entre los principios del bien y del mal.

    En el ao 383 Agustn se va de Cartago rumbo a Roma y luego a Miln, donde secontacta con el neoplatonismo y el avance del cristianismo. Inicia su lectura de lostextos bblicos y, a los 33 aos, se convierte al cristianismo. Se bautiza en el ao387, en la echa de Pascua. Poco despus de su conversin, su madre morira en unpuerto, en su viaje de vuelta a rica.

    A su regreso a rica, en el ao 391, Agustn se ordena como sacerdote cristianoy, en el 385 es nombrado Obispo de su ciudad, Hipona. Muere all en el ao 430.

    Finalmente, debemos hacer una importante aclaracin: Agustn no slo ue f-lso o, sino que ue y es considerado unsanto1 por varias tradiciones cristianas.

    1 Santo/a es toda persona distinguida por una tradicin religiosa. Para la Iglesia Catlica,santo/a es, adems, unapersona que intercede ante Dios. En este marco, esta tradicin religiosa distingue el culto dedula, que permitela adoracin de los/as santos/as, del culto delatra que slo debe dirigirse a Dios (distincin establecida por elConcilio de Nicea). Esto lleva a di erenciar entreadoracin yveneraciny al tema de las imgenes y el problema de laiconoclasta en la tradicin cristiana. Carlomagno y los rancos sostuvieron que slo Dios debe ser adorado y los/assantos/as venerados/as. El papa Adriano se opuso a Carlomagno y permiti el culto a las imgenes. Quin determinaque un sujeto puede ser santo/a? Esta pregunta abre una uerte discusin sobre los criterios para esta accin, ascomo un debate sobre la institucionalidad catlica autorizada para ello. En la prctica existe laCongregacin parala causa de los santos que inicia un proceso de tres etapas: venerabilidad, beatifcacin y canonizacin. La ltima esuna especie de juicio donde se debe demostrar la santidad del/de la candidato/a. En este sentido, el cristianismotiene unsantoral, es decir, un calendario litrgico en honor a los/as santos/as. Para la Iglesia ortodoxa un/a santo/aes uncristforoesto es, alguien que participa en la vida de Cristo. Esta rama del cristianismo desconoce el procesode canonizacin. El protestantismo, por su parte, se opone a la adoracin de santos/as. Para los mormones, santo/aes toda persona que ama a Cristo. Para la tradicin juda, un santo es una personaapartada , diferente y las personasse santifcan en uncin de una o renda especial. La tradicin islmica rechaza la nocin de santidad, sin embargosu versin chiita reconoce tumbas de distintas personas de su tradicin como objeto de peregrinaje, y la versin su utiliza el trminowali que puede ser considerada comosanto/a . Para el budismo existen los arahants (quien alcanzael Nirvana) y bodhisattvas (quien es iluminado). En el hinduismo estn aquellos/as que son considerados santos/asen uncin de su vida asctica: gurs.

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    Contexto: pensamiento medieval occidental y latino

    En principio, hay que ubicar a Agustn de Hipona en su contexto, el occidentelatino, que convivi con otras tradiciones como la juda y los sistemas religiosos deIndia, China, Japn, pases de oriente y, en nuestro continente que todava no habasido conquistado, las cosmovisiones originarias. Poner en perspectiva y reconocer

    la diversidad nos permite salir de una posicin ensimismada que nos convierte enetnocntricos.2En el occidente latino y previo a la floso a medieval, los grandes sistemas del

    platonismo y el aristotelismo ueron relegados en la vida intelectual por la deno-minada floso a helenstico-romana: la provincializacin de Grecia por parte delImperio Romano signifc una degradacin no slo en su vida poltica, sino tambinen el desarrollo de su dinmica produccin intelectual. El pensamiento helenstico-romano tuvo una clara orientacin prctica del saber: la bsqueda de la elicidad.El estoicismo y el epicuresmo se centraron en el problema de la tica como elobjeto privilegiado de re exin, aunque tambin se deben reconocer sus aportesa la lgica y a la meta sica, por ejemplo, los desarrollos de la lgica estoica3 y lameta sica materialista de Epicuro (quien ue discpulo de Demcrito, el atomista).En este sentido, el texto de CicernDel sumo bien y del sumo mal(1982, 7) es unaper ecta sntesis de las preocupaciones flosfcas de la poca:

    [] qu cosa hay ms digna de investigarse para la vida humana que el n, elextremo, la razn ltima adonde se han de referir todos los propsitos de bien vivir y de bien obrar; qu es lo que busca la naturaleza como lo sumo de lo apetecible;qu es lo que huye, como el extremo de los males?

    Sobre el terreno antropolgico y tico estructurado por la floso a helenstico-romana se produjo la progresiva expansin del cristianismo y de las religiones mis-tricas como la de los seguidores de Mitra.4 Esta expansin no ue lineal, sino quetuvo la orma de verdaderas batallas culturales que buscaban suplantar la paideia5 griega por el cristianismo como nueva orientacin del sentido comn dominante.Elactivismo del discpulo Pablo y la tarea intelectual de los denominados Padres

    2 El etnocentrismo es una postura ideolgica que considera a nuestra propia etnia o grupo cultural como superioral resto.3 Los estoicos di erenciaron entre signo o signifcante, la cosa signifcada y el signifcado. Tambin desarrollaron la

    lgica inductiva.4 El mitrasmo omisterios de Mitra ue una religin mistrica que se desarroll entre el siglo I y el siglo IV. Comotoda religin mistrica se transmita de manera oral y se basaba en una iniciacin secreta en cuevas, cavernas oconstrucciones oscuras. Segn este relato, Mitra naci cerca de un lago sagrado donde mont altoro primordial hastacansarlo y luego lo puso sobre sus hombros y lo llev a una cueva. All un cuervo sagrado le transmiti el mensajedivino de que deba sacrifcar al toro, lo que hizo con un cuchillo. De la sangre del toro se cre el vino y de su columnasurgi el trigo. Del semen purifcado del toro se crearon los animales tiles al hombre. En etapas avanzadas de estacreencia se promova el bautismo con la sangre del toro. Esta religin ue prohibida en el ao 391.5 Paideia ue la base de la educacin, slo para los varones, que implicaba la adquisicin de conocimientosy el desarrollo de una sensibilidad y una moralidad. Entre las disciplinas estudiadas encontramos la gimnasia, lamatemtica, la retrica, la poesa y la floso a. Era una ormacin necesaria para ormar parte de lapolis en tantociudad-Estado.

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    de la Iglesia (siglo I) ueron parte de este complejo proceso que reconoce una im-portante diversidad de herencias: postulados socrticos, platnicos, aristotlicosy estoicos ueron incorporados por la maquinaria intelectual que el cristianismopuso en uncionamiento a partir de la palabra del propio Cristo hombre. Desde sussermones, su prdica y su accin, lo pro ano ue resignifcado por distintas concep-ciones posteriores, con en oques diversos.

    Convertidos al cristianismo, los padres de la Iglesia de endieron la nueva re-ligin rente a los emperadores que la perseguan. Agustn es considerado, comopensador, el punto ms alto de la Patrstica.

    Lo que podramos llamar lalectura o cialde los textos de Agustn lo considerael idelogo del Imperio cristiano, es decir, de la vocacin de ciertos sectores cris-tianos de hacer de esta religin la nica verdad dominante que se opona no slo alpaganismo,6 sino tambin a otros grupos incon ormes con la preponderancia de laiglesia romana que era una entre otras (por ejemplo, la de Cartago, que tena una

    uerte predicacin en su tiempo, poca en la que la cristiandad no reconoca ningntipo de superioridad de Roma sobre otras ciudades e iglesias cristianas).

    Su obra

    LasConfesiones, su obra ms conocida, ueron escritas en el ao 400. All Agus-tn historiza su vida, su conversin y su posicin rente a la relacin entre e y razn.

    Sin embargo, su gran obra ueCiudad de Dios,escrita entre el ao 413 y el 426,donde desarrolla, en veintids libros, el pantesmo, la Iglesia, el origen y el destinodel hombre y la nocin de progreso.

    Sus otros escritos incluyen lasEpstolas, de las cuales 270 se encuentran en laedicin benedictina, echadas entre el 386 y el 429; sus tratadosDe libero arbitrio escritos entre los aos 389 y 395,De doctrina christiana,entre el 397 y el 428,Debaptismo, Contra donatistas, entre el 400 y el 401,De Trinitate,entre el 400 y el416,De natura et gratia, del ao 415 y lasRetracciones, del ao 428.

    El pensamiento de Agustn de Hipona es asistemtico, su obra no otorga undiseo flosfco claro y existen tensiones en sus escritos. Lo que en este libro o re-cemos es un acercamiento a temas y debates que se pueden poner en tensin conotras de las afrmaciones que Agustn hace en sus obras autobiogrfcas, flosfcas,apologticas, dogmticas, pastorales, monsticas, exegticas, polmicas, cartas yhomilticas.7

    6 Pagano/a era toda persona que no crea en la e cristiana, por lo que la connotacin de este trmino es negativapara el pensamiento cristiano universalista. De acuerdo con su etimologa, esta palabra signifcaaldeano.7 Estudio de otro discurso religioso.

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    II. Entre la filosofa y la teologa: cmo leer a Agustn?

    La floso a griega haba centrado su re exin sobre el universo bajo la orma deuna cosmologa, una antropologa y las grandiosas construcciones intelectualesmeta sicas, ticas, gnoseolgicas y polticas de Platn y Aristteles, que aborda-ron el estudio tanto del hombre como del universo en el momento ms sistemtico

    de la floso a antigua. En cambio, el pensamiento medieval centrar su inters enDios, aunque esta preocupacin no implicase el abandono de re exiones ticas,polticas, gnoseolgicas y, por supuesto, meta sicas, pero siempre apelando a Dioscomo undamento de ser y del pensar. En modos y grados di erentes, la humanidad

    ue pensada en uncin de Dios.Tal como ue mencionado en la introduccin, Agustn ue considerado un santo,

    por lo cual, sus textos pueden ser abordados desde una lectura flosfca, perotambin teolgica, la que se relaciona con la historia de la Iglesia.

    Agustn de Hipona, en tanto San Agustn, ue un pilar undamental en el desa-rrollo terico e institucional del cristianismo (catlico, ortodoxo y protestante).

    Agustn es estimado como uno de los ms importantes padres de la Iglesia.8 Yesta decisin no ue gratuita ya que la lectura de sus textos, la lectura que podemosllamaro cial,ya que existe ms un interpretacin de sus textos, ue la que mejorse acomod a las necesidades de la institucin catlica de establecerse como unaorganizacin universal, es decir, como la portadora de la nica verdad rente a otrasconcepciones religiosas.

    Junto y antes que Agustn hubo otros importantes padres de la Iglesia. Valga comoejemplo las interpretaciones teolgicas de los primerospadres, como Orgenes,9 que teorizaron un cristianismo ms horizontal, democrtico y optimista y, por lotanto, lejano alcristianismo mecnico, burocratizado y pesimista de la Iglesia delcristianismo medieval, que ue una creencia atada a una institucin articulada porlas necesidades polticas del emperador Constantino y el obispo Ambrosio. Estaalianza poco santa uni las pretensiones universales del poder terreno y de unasupuesta universalidad del pensamiento cristiano, que no es cil encontrar en laspalabras de Dios que slo se conocen mediadas por sus discpulos y escritas tiempodespus de su muerte. Lo que s ue y es evidente es que la proteccin imperial alcristianismo o cialpuede ser considerada como una contrapartida a la unifcacinideolgica y cultural que implicaba tener una religin de Estado. El enmeno se

    8 Padres de la Iglesia ueron un grupo de pastores y escritores que en los primeros siglos del cristianismo desarrollaron

    lo que luego ue considerado, por la institucionalidad cristiana, como parte de la base doctrinal y undamento de e.9 Orgenes ue, en el siglo III, parte de la Escuela de Alejandra, la que dirigi entre el ao 203 hasta el 231. Seconservan pocos de sus escritos. Redact el primer sistema de Dogmtica. Dio unidad y armona a las ideas cristianas,pero luego ue acusado de hereje, por ejemplo, al considerar la necesidad de una lectura alegrica de la Biblia y nohistrico-literal. Por otra parte, afrm la supremaca del Padre sobre el Hijo, lo que chocaba con la posicin ofcial.El Padre que me envi es mayor que yo. Y ninguno de nosotros es tan insano para a rmar que el Hijo del hombre es el Seorsobre Dios.Contra Celso LibroVIII, 15.[...] Y aunque podamos llamarlo segundo Dios (deuteros Theos), permtanos hacerles saber que por el trmino segundoDios no queremos decir nada ms que una virtud capaz de la inclusin de todas otras virtudes, y una razn capaz decontener toda la razn en absoluto que existe en todas las cosas [...] .Contra Celso Libro V , 39.

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    conoci comocesaropapismo, aunque esta relacin no dej de reconocer con ictosque tuvo en laQuerella de las investidurassu punto ms alto.10

    Sobre esa alianza entre Imperio e Iglesia, la tradicincristiana primitiva11 des-apareci en un proceso de burocratizacin e institucionalizacin en la que se creun clero, cuyo impulsor ue Clemente de Alejandra. Este clero luego se regul poruna ley cannica12 que se extenda, muchas veces y en con icto con las normati-

    vas civiles, sobre aspectos no religiosos de la vida, lo dio lugar a debates entre elpoder religioso y el poder civil de los reyes, emperadores y otras autoridades noreligiosas.

    Este proceso transitado por la Iglesia llev al desarrollo de prcticas y doctrinasausentes en la tradicincristiana primitiva, como ser el culto a las reliquias (popu-larizado por Ambrosio), el desarrollo de las prcticas deconfesin, el celibato (quees del ao 1073 con Gregorio VII como Papa) y la idea de inferno, tan cara a Agus-tn, por ejemplo.13 Estas cuestiones no estaban presentes en la tradicin cristianainaugural, sino que ueron un desarrollo propio de la Iglesia catlicaque se pensabaa s misma, a partir del siglo IV, como una institucin, que Agustn de ender te-rica y prcticamente. Esta tendencia a la universalidad puede, sin embargo, versedesde dos puntos de vista. Fue una intencin imperialista o solamente un modode rechazar el ritualismo del judasmo que converta a la religiosidad en signodistintivo de una etnia o un grupo cultural? En el ao 49, en un encuentro entre losdiscpulos Pablo y Pedro, este ltimo rechazaba sentarse en la mesa de los/as queno se haban purifcado, tal como lo estableca el ritualismo cristiano. Pablo deba-ti all, en Antioqua, con Pedro, entendiendo que el cristianismo no deba atenersea las costumbres de un grupo cultural como el judo. El cristianismo comenz conPablo a avanzar hacia los gentiles no cristianos como una concepcin que podaincluirlos/as. Agustn retomar esta tendencia universalizante hasta lmites de laintolerancia.

    En este proceso, Agustn ue considerado un aporte de relevancia, aunque ensus textos haya puntos de tensin que no permitiran una ubicacin tan automticaen esta historia eclesistica.

    Para lalectura o cialde los textos de Agustn, l ue y es quien consagr lasansias imperiales del cristianismo (hay elementos en sus textos que pueden demos-trar esto) y ue considerado un autor sombro (algo ms dudoso). Lo que s queda

    10 Con icto tardo medieval que en rent a distintos papas con reyes cristianos entre los aos 1073 y 1122 y que secentr en el tema de los benefcios y la capacidad de otorgar ttulos eclesiticos.11 La tradicincristiana primitiva se desarroll entre el ao 30 (muerte del Nazareno) y el siglo IV, Concilio de Nicea.Este cristianismo se basaba en la con ormacin de pequeas comunidades dedicadas a la lectura de la palabra (laBiblia). Se autodenominaban a s mismos/as como losnazarenos o los del camino. Muchas de estas comunidades sereunan en templos judos. Estas comunidades ueron la base de la expansin del cristianismo, pero luego ueronsuplantadas por un aparato burocrtico institucional.12 El derecho cannico es un conjunto de normativas que regula la Iglesia catlica. Como ordenamiento jurdicocuenta con tribunales, abogados, legislacin y jurisprudencia. Esta legislacin incluye los decretos papales que sedictan en Concilios.13 Por eso ue muy sabio San Esteban Grandinotensis que se excus de describirlo ya que los su rimientos leresultaban inenarrables. Y los que se animaron hacerlo pasaron de la mordida de feras salvajes, a la quemazn conoro undido o la auto agocitacin imaginada por Richard Rolle, a lo que sumaba vestidos de telas, sino de alimaas.

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    claro es que Agustn abog por la alianza entre Iglesia y Estado, que el obispo Am-brosio y el emperador Constantino supieron articular en su momento. Sin embargo,

    ue un autor contradictorio, ya que en sus textos hay elementos que tensionan estalectura o cial. Entre sus concepciones ms terribles se encuentran la idea de perse-cucin constructivay la decensura constructiva no slo de la hereja, sino tambinde las disidencias cristianas. En este sentido, teoriz sobre la relacin entre orto-

    doxia y heterodoxia de una manera autoritaria, lo que ue utilizado posteriormentecomo un arma contra los intentos de re orma que Agustn no lleg a conocer.

    Textos: Vivir la pureza en todos los estados Castidad / Agustn (Sermn 132)

    Segn hemos odo, al leerse el Santo Evangelio, Nuestro Seor Jesucristo nosexhorta a comer su carne y a beber su sangre (cfr. Jn 6, 56 ss), ofrecindonos porello la vida eterna. No todos los que osteis estas palabras las habris compren-dido. Los que ya habis sido bautizados, y sois fieles, conocis su significado.Los que todava sois catecmenos, y os llamis auditores, habis escuchado lalectura quiz sin entenderla. A unos y otros se dirige nuestro sermn. Los que yacomen la carne del Seor y beben su sangre, mediten lo que comen y beben, nosea que como dice el Apstol coman y beban su propia condenacin (cfr. 1 Cor11, 29). Los que todava no comen ni beben, apresrense a venir a este banquete,al cual han sido invitados [...].

    Si deben ser exhortados los catecmenos, hermanos mos, para que no sedemoren en venir a la gracia de la regeneracin, cunto ms cuidado hemos deponer en edificar a los fieles para que les aproveche lo que comen, y no comany beban su propio juicio cuando se acercan al banquete eucarstico! Para que noles suceda eso, lleven una vida recta. Sed predicadores no con sermones, sinocon vuestras buenas costumbres, a fin de que, los que aun no han sido bautiza-dos, se apresuren de tal manera a seguiros que no perezcan imitndoos. 242.

    Los que estis casados, guardad la fe conyugal a vuestras mujeres, y dadles loque de ellas exigs. Exiges de tu mujer que sea casta; pues t tienes obligacinde darle ejemplo, no palabras. Mira bien cmo te comportas, pues eres la cabezay ests obligado a caminar por donde ella pueda ir sin peligro de perderse. Msan: tienes obligacin de recorrer la senda por donde quieres que ande ella. Exi-ges fortaleza al sexo menos fuerte, y los dos tenis la concupiscencia de la carne:pues el que se considera ms fuerte, sea el primero en vencer.

    Sin embargo, es muy de lamentar que muchos maridos sean superados porsus mujeres. Guardan ellas la castidad que ellos se niegan a mantener, pensandoque la virilidad reside precisamente en no guardarla como si fuera ms fuerteel sexo que ms fcilmente es dominado por el enemigo. Es preciso luchar,combatir, pelear! El varn es ms fuerte que la mujer, es la cabeza de ella (cfr. Ef 5, 23). Lucha y vence ella, y sucumbes t ante el enemigo? Queda el cuerpo depie, y rueda la cabeza por el suelo?

    Los que todava sois solteros, y os acercis a la mesa del Seor, y comis lacarne de Cristo y bebis su sangre, si habis de casaros, reservaos para las quehan de ser vuestras esposas. Tal como queris que vengan ellas a vosotros, asos deben encontrar. Qu joven hay que no desee casarse con una mujer casta?

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    Si es virgen la que has de recibir en matrimonio, no deseas encontrarla total-mente intacta? Si as la quieres, s t como la quieres. Buscas una mujer pura?No seas t impuro.

    Te es acaso imposible la pureza que reclamas en ella? Si fuera imposiblepara ti, tambin lo sera para ella. Pero, si ella puede ser pura, con su pureza teensea lo que tienes obligacin de ser. Ella puede porque la gua Dios. Adems,

    ms gloriosa sera la virtud en ti que en ella. Sabes por qu? Porque ella estbajo la vigilancia de sus padres y la misma vergenza de su sexo la contiene;porque teme las leyes que t atropellas. Luego si t hicieras lo que ella hace,seras ms digno de alabanza, porque sera prueba clara de que temes a Dios.Ella tiene muchas cosas que temer adems de Dios; pero t slo temes a Dios.

    El que t temes es mayor que todos y es preciso que se le tema en pblico y enprivado. Sales de tu casa, y te ve; entras, y te ve tambin. No importa que tengasla casa iluminada o que la tengas a oscuras: te ve. Es lo mismo que entres en tudormitorio o en el interior de tu propio corazn, porque no podrs sustraerte asus miradas. Teme, por tanto, al que te ve siempre; tmele y s casto, al menospor eso. Pero si deseas pecar, busca si puedes un sitio donde Dios no te vea, yentonces haz lo que quieras.

    En cuanto a los que habis decidido guardaros totalmente para Dios, castigadvuestro cuerpo con ms rigor y no soltis el freno a la concupiscencia ni siquieraen las cosas que os estn permitidas. No basta con que os abstengis de relacio-nes ilcitas, sino que incluso habis de renunciar a las miradas lcitas. Tanto sisois hombres como si sois mujeres, acordaos siempre de llevar sobre la tierrauna vida semejante a la de los ngeles. Los ngeles no se casan ni son dadosen matrimonio, y as seremos todos despus de la resurreccin (cfr. Mt 22, 30).Cunto mejores sois vosotros, que comenzis a ser antes de la muerte aquelloque sern los hombres despus de resucitar?

    Sed fieles en el estado de vida que tengis, para recibir a su tiempo la recom-pensa que Dios tiene reservada a cada uno. La resurreccin de los muertos hasido comparada a las estrellas del cielo. Las estrellas dice el Apstol brillan dedistinta manera unas que otras. As suceder en la resurreccin de los muertos(I Cor 15, 41). Una ser la luz de la virginidad, otra la de la castidad conyugal, otrala de la santa viudez. Lucirn de distintos modos, pero todas estarn all. No seridntico el resplandor, pero ser comn la gloria eterna.

    Meditad seriamente en vuestra condicin, guardad vuestros deberes de es-tado con fidelidad, y acercaos confiadamente a la carne y a la sangre del Seor.El que no sea como tiene obligacin de ser, que no se acerque. Ojal sirvan mispalabras para excitaros al arrepentimiento! Algrense los que saben guardar parasu cnyuge lo que de su cnyuge exigen; algrense los que saben guardar cas-tidad perfecta, si as lo han prometido a Dios. Sin embargo, otros se contristancuando me oyen decir: que no se acerquen a recibir el pan del cielo los que seniegan a ser castos. Yo no quisiera tener que decir esto, pero qu voy a hacer?he de callar la verdad por temor a los hombres? Porque esos siervos no teman asu Seor, no habr de temerle yo tampoco? Pues est escrito: tenas obligacinde dar y sabas que yo era exigente (cfr. Mt 25, 26).

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    Ya he dado, Seor y Dios mo; he entregado tu dinero en presencia tuya y detus ngeles y de todo el pueblo, pues temo tu santo juicio. He dado lo que memandaste dar; exige t lo que tienes derecho a recibir. Aunque yo me calle, hasde hacer lo que conviene a tu justicia. Mas permite que te diga: he distribuido tusriquezas; ahora te suplico que conviertas los corazones y perdones a los pecado-res. Haz que sean castos los que han sido impdicos, para que en compaa de

    ellos pueda yo alegrarme delante de Ti, cuando vengas a juzgar.Os agrada esto, hermanos mos? Pues que sea sta vuestra voluntad. Todos losque no vivs limpiamente, enmendaos ahora, mientras an estis sobre la tierra.Yo puedo deciros lo que Dios me manda comunicaros; pero a los impuros que per-severen en su maldad, no podr librarlos del juicio y de la condenacin de Dios.

    El servicio episcopal (Sermn 340 A, 1-9)

    El que preside a un pueblo debe tener presente, ante todo, que es siervo demuchos. Y eso no ha de tomarlo como una deshonra; no ha de tomar comouna deshonra, repito, el ser siervo de muchos, porque ni siquiera el Seor delos seores desde el servirnos a nosotros. De la hez de la carne se les habainfiltrado a los discpulos de Cristo, nuestros Apstoles, un cierto deseo de gran-deza, y el humo de la vanidad haba comenzado a llegar ya a sus ojos. Pues,segn leemos en el Evangelio, surgi entre ellos una disputa sobre quin serael mayor (Lc/22/24). Pero el Seor, mdico que se hallaba presente, ataj aqueltumor. Cuando vio el mal que haba dado origen a aquella disputa, poniendodelante algunos nios, dijo a los Apstoles: quien no se haga como este nio noentrar en el reino de los cielos (Mt 18, 3). En la persona del nio les recomendla humildad. Pero no quiso que los suyos tuviesen mente de nio, diciendo elApstol en otro lugar: no os hagis como nios en la forma de pensar. Y aadi:pero sed nios en la malicia, para ser perfectos en el juicio (1 Cor 14, 20) [...].Dirigindose el Seor a los Apstoles y confirmndolos en la santa humildad,tras haberles propuesto el ejemplo del nio, les dijo: quien de vosotros quieraser el mayor, sea vuestro servidor (Mt 20, 26) [...].

    Por tanto, para decirlo en breves palabras, somos vuestros siervos, siervosvuestros, pero, a la vez, siervos como vosotros; somos siervos vuestros, perotodos tenemos un nico Seor; somos siervos vuestros, pero en Jess, comodice el Apstol: nosotros, en cambio, somos siervos vuestros por Jess (2 Cor4, 5). Somos siervos vuestros por l, que nos hace tambin libres; dice a los quecreen en l: si el Hijo os libera, seris verdaderamente libres (Jn 8, 36). Dudar,pues, en hacerme siervo por Aqul que, si no me libera, permanecer en unaesclavitud sin redencin? Se nos ha puesto al frente de vosotros y somos vues-tros siervos; presidimos, pero slo si somos tiles. Veamos, por tanto, en qu essiervo el obispo que preside. En lo mismo en que lo fue el Seor. Cuando dijoa sus Apstoles: quien de vosotros quiera ser el mayor, sea vuestro servidor (Mt20, 26), para que la soberbia humana no se sintiese molesta por ese nombreservil, inmediatamente los consol, ponindose a s mismo como ejemplo en elcumplimiento de aquello a lo que los haba exhortado [...].

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    Qu significan, pues, sus palabras: igual que el Hijo del hombre no vino aser servido, sino a servir? (Mt 20, 28). Escucha lo que sigue: no vino, dijo, a serservido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos (Ibd.). He aqu cmosirvi el Seor, he aqu cmo nos mand que furamos siervos. Dio su vida enrescate por muchos: nos redimi. Quin de nosotros es capaz de redimir a otro?Con su sangre y con su muerte hemos sido redimidos; con su humildad hemos

    sido levantados, cados como estbamos; pero tambin nosotros debemos apor-tar nuestro granito de arena en favor de sus miembros, puesto que nos hemosconvertido en miembros suyos: l es la cabeza, nosotros el cuerpo [...].

    Ciertamente es bueno para nosotros el ser buenos obispos que presidancomo deben y no slo de nombre; esto es bueno para nosotros. A quienes sonas se les promete una gran recompensa. Mas, si no somos as, sino lo queDios no quiera malos; si buscramos nuestro honor por nosotros mismos, sidescuidramos los preceptos de Dios sin tener en cuenta vuestra salvacin, nosesperan tormentos tanto mayores como mayores son los premios prometidos.Lejos de nosotros esto; orad por nosotros. Cuanto ms elevado es el lugar en queestamos, tanto mayor el peligro en que nos encontramos [...].

    As, pues, que el Seor me conceda, con la ayuda de vuestras oraciones, ser yperseverar, siendo hasta el final lo que queris que sea todos los que me querisbien y lo que quiere que sea quien me llam y mand; aydeme l a cumplir loque me mand. Pero sea como sea el obispo, vuestra esperanza no ha de apoyar-se en l. Dejo de lado mi persona; os hablo como obispo: quiero que seis param causa de alegra, no de hinchazn. A nadie absolutamente que encuentreponiendo la esperanza en m puedo felicitarle; necesita correccin, no confirma-cin; ha de cambiar, no quedarse donde est. Si no puedo advertrselo, me causadolor; en cambio, si puedo hacerlo, ya no.

    Ahora os hablo en nombre de Cristo a vosotros, pueblo de Dios; os hablo ennombre de la Iglesia de Dios, os hablo yo, un siervo cualquiera de Dios: vuestraesperanza no est en nosotros, no est en los hombres. Si somos buenos, somossiervos; si somos malos, somos siervos; pero, si somos buenos, somos servido-res fieles, servidores de verdad. Fijaos en lo que os servimos: si tenis hambre yno queris ser ingratos, observad de qu despensa se sacan los manjares. No tepreocupe el plato en que se te ponga lo que t ests vido de comer. En la grancasa del padre de familia hay no slo vajilla de oro y plata, sino tambin de barro(2 Tim 2, 20). Hay vasos de plata, de oro y de barro. T mira slo si tiene pan yde quin es el pan y quin lo da a quin lo sirve. Mirad a Aqul de quien estoyhablando, el Dador de este pan que se os sirve. l mismo es el pan: Yo soy el panvivo que he bajado del cielo (Jn 6, 51). As, pues, os servimos a Cristo en su lugar:os servimos a l, pero bajo sus rdenes; para que l llegue hasta vosotros, sea lmismo el juez de nuestro servicio. 246.

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    Invocacin al Seor (Soliloquios, libro I, cap. 1) Deseo/bsqueda /AgFuente:http://www.mercaba.org/TESORO/Agustin/vida_textoshtm#CuandoCristopasa

    Te invoco, Dios Verdad, principio, origen y fuente de la verdad de todas las

    cosas verdaderas. Dios Sabidura, autor y fuente de la sabidura de todos los quesaben. Dios verdadero y suma Vida, en quien, de quien y por quien viven todaslas cosas que suma y verdaderamente viven. Dios Bienaventuranza, en quien ypor quien son bienaventurados todos los que son bienaventurados. Dios Bondady Hermosura, principio, causa y fuente de todas las cosas buenas y hermosas.Dios Luz espiritual, que baas de claridad todo lo que brilla a la inteligencia.Dios, cuyo reino es todo el mundo inaccesible a los sentidos. Dios, que gobiernaslos imperios con leyes que se derivan a los reinos de la tierra.

    Separarse de Ti es caer; volverse a Ti, levantarse; permanecer en Ti es hallarsefirme. Alejarse de Ti es morir, volver a Ti es revivir, morar en Ti es vivir. Nadie tepierde sino engaado, nadie te busca sino avisado, nadie te halla sino purificado.Dejarte a Ti es ir a la muerte, seguirte es amar, verte es poseerte. Para Ti nosdespierta la fe, levanta la esperanza, une la caridad.

    Te invoco, oh Dios, por quien vencemos al enemigo, por cuyo favor no hemosperecido totalmente. T nos avisas que vigilemos, Dios, con cuya luz discerni-mos los bienes de los males, y con cuya gracia evitamos el mal y hacemos el bien.T nos fortificas para que no sucumbamos en las adversidades.

    Dios, a quien se debe nuestra obediencia y buen gobierno. Dios, por quienaprendemos que es ajeno lo que alguna vez cremos nuestro y que es nuestro loque alguna vez cremos ajeno. Dios, por quien superamos los estmulos y hala-gos de los malos. Dios, por quien las cosas pequeas no nos envilecen y nuestraporcin superior no est sujeta a la inferior. Dios, por quien la muerte ser ab-sorbida en la victoria. Dios, que nos conviertes. Dios, que nos desnudas de lo queno es y nos vistes de lo que es. Dios, que nos haces dignos de ser odos, que nosdefiendes y nos guas a la verdad. Dios, que nos muestras todo bien, dndonosla cordura y librndonos de la estupidez ajena. Dios, que nos vuelves al camino,que nos traes a la puerta y haces que sea abierta a todos los que llaman. Dios,que nos das el Pan de la Vida, que nos das la sed de beber lo que verdaderamentenos sacia. Dios, que arguyes al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Dios,por quien no nos arrastran los incrdulos, por quien reprobamos el error de losque piensan que las almas no tienen ningn mrito delante de Ti, por quienno somos esclavos de los flacos y serviles elementos. Dios, que nos purificas ypreparas para el divino premio, acude propicio en mi ayuda.

    Todo cuanto he dicho eres t, mi Dios nico; ven en mi socorro, una, eter-na y verdadera sustancia, donde no hay ninguna discordancia, ni confusin, nicambio, ni indigencia, ni muerte, sino suma concordia, suma evidencia, sobe-rano reposo, total plenitud y suma vida; donde nada falta ni sobra; donde el queengendra y el que es engendrado son una sola cosa [...]. T creaste al hombre atu imagen y semejanza, como lo reconoce todo el que a s mismo se conoce. ye-me, escchame, atindeme, Dios mo, Seor mo, Rey mo, Padre mo, principio

    http://www.mercaba.org/TESORO/Agustin/vida_textoshttp://www.mercaba.org/TESORO/Agustin/vida_textos
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    y Creador mo, esperanza ma, herencia ma, mi honor, mi casa, mi patria, misalud, mi luz, mi vida. Escchame, escchame, escchame segn tu costumbre,de tan pocos conocida.

    Ahora te amo a Ti solo, a Ti solo sigo y busco, a Ti solo estoy dispuesto aservir, porque t solo justamente seoreas; quiero estar bajo tu jurisdiccin.Manda lo que quieras, pero sana mis odos para or tu voz, cura y abre mis

    ojos para ver tus signos; destierra de m toda ignorancia para que te reconozca.Dime adnde he de dirigir la mirada para verte, y espero hacer todo lo que memandes.

    Recibe a tu fugitivo, Seor, clementsimo Padre; basta ya con lo que he sufri-do; basta con mis servicios a tu enemigo, hoy puesto bajo tus pies; basta ya de serjuguete de las apariencias falaces. Recbeme como siervo tuyo; vengo huyendode tus contrarios, que me retuvieron sin pertenecerles, porque viva lejos de Ti.Ahora comprendo la necesidad de volver a Ti: breme la puerta porque estoyllamando, ensame el camino para llegar a Ti. Slo tengo voluntad; s que locaduco y transitorio debe despreciarse para llegar a lo seguro y eterno. Esto hago,Padre, porque slo esto s, pero an no conozco el camino que lleva hasta Ti. En-samelo t, mustramelo t, dame t la fuerza para el viaje. Si con la fe llegan aTi los que te buscan, no me niegues la fe; si con la virtud, dame la virtud; si conla ciencia, concdeme la ciencia. Aumenta en m la fe, acrecienta la esperanza,ampla la caridad. Qu admirable y singular es tu bondad!

    A Ti se elevan mis suspiros, y vuelvo a pedirte alas para subir a Ti. Si me aban-donas, la muerte se cierne sobre m; pero t no abandonas, porque eres el SumoBien y nadie te busc del modo debido sin que te encontrara. Y debidamente tebusc quien recibi de Ti el don de buscarte como se debe. Que te busque, Padremo, sin caer en ningn error; que al buscarte a Ti, no me salga al encuentro otroen tu lugar. Ya que mi nico deseo es poseerte, ponte a mi alcance, Padre mo; ysi ves en mi algn apetito superfluo, lmpiame para que pueda verte.

    Con respecto a la salud corporal, mientras no me conste que es til para m opara mis amigos, a quienes amo, todo lo dejo en tus manos, Padre sapientsimoy ptimo, y rogar por esta necesidad segn oportunamente me indicares. Ahoraslo imploro tu clemencia para que me conviertas plenamente a Ti y destierrestodas las repugnancias que a ello se opongan. Y mientras lleve la carga de estecuerpo, haz que sea puro, magnnimo, justo y prudente, perfecto amante y co-nocedor de tu sabidura, y digno de la habitacin y habitante de tu beatsimoreino. Amn, amn.

    La Ciudad de Dios , Libro Decimonoveno, Captulo XIV Fuente: Agustn de Hipona:Ciudad de Dios, Buenos Aires,Editorial Poblet, 1945, pp. 473-475.

    Todo el uso de las cosas temporales en la Ciudad terrena se refiere y enderezaal fruto de la paz terrena, y en la Ciudad celestial se refiere y ordena al fruto dela paz eterna.

    Por lo cual si fusemos animales irracionales, no apeteciramos otra cosaque la ordenada templanza de las partes del cuerpo, y la quietud y descanso

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    de los apetitos; as que, nada apeteciramos fuera del descanso de la carne yla abundancia de los deleites, para que la paz del cuerpo aprovechase a la pazdel alma. Porque faltando la paz del cuerpo se impide tambin la paz del almairracional, por no poder alcanzar el descanso y quietud de los apetitos. Y lo unoy lo otro junto aprovecha a aquella paz que tienen entre si el alma y el cuerpo,esto es, la ordenada vida y salud. Porque as como nos muestran los animales

    que aman la paz del cuerpo cuando huyen del dolor, y la paz del alma, cuandopor cumplir las necesidades de los apetitos siguen el deleite, as huyendo de lamuerte, bastantemente nos manifiestan cuanto amen la paz con que se procurala amistad del alma y del cuerpo.

    Pero como el hombre posee alma racional, todo esto que tiene en comncon las bestias lo sujeta a la paz del alma racional, para que pueda contemplarcon el entendimiento, y con esto hacer tambin alguna cosa, para que tenga unaordenada conformidad en la parte intelectual y activa, la cual dijimos que era lapaz del alma racional.

    Debe, pues, querer que no le moleste el dolor, ni le perturbe el deseo, no ledeshaga la muerte, para poder conocer alguna cosa til, y segn este conoci-miento, componer y arreglar su vida y costumbres. Mas para que en el mismoestudio del conocimiento, por causa de la debilidad del entendimiento humanono incurra en el contagio y peste de algn error, tiene necesidad del magisteriodivino, a quien obedezca con certidumbre, y necesita de su auxilio para queobedezca con libertad.

    Y porque mientras est en este cuerpo mortal, anda peregrinando ausente delSeor, porque camina todava con la fe, y no ha llegado an a ver a Dios claramen-te; por esto toda paz ya sea del cuerpo, ya la del alma, o juntamente del alma odel cuerpo, la refiere a aquella paz que tiene el hombre mortal con Dios inmortal,de modo que tenga la ordenada obediencia en la fe bajo la ley eterna. Y asimismoporque nuestro Divino Maestro, Dios, nos ensea dos principales mandamien-tos, es a saber, que amemos a Dios y al prjimo, en los cuales descubre el hombretres objetos, que son: amar a Dios, a s mismo y al prjimo, y como no yerra enamarse a s mismo el que ama a Dios, sguese que para amar a Dios haya de mirartambin por el prjimo, a quien ordenan que ame como a s mismo y para estoha de desear y querer, si acaso lo necesita, que el prjimo mire por l.

    De esta manera vivir en paz con todos los hombres, con la paz de los hom-bres, esto es, con la ordenada concordia en que se observa este orden: primero,que a ninguno haga mal ni cause dao, y segundo, que haga bien a quien pudiere.

    Lo primero a que est obligado es al cuidado de los suyos, porque para mirarpor ellos tiene ocasin ms oportuna y ms fcil, segn el orden as de la natu-raleza como del mismo trato y sociedad humana. Y as dijo el apstol: que elque cuida de los suyos, y particularmente de los domsticos, este tal niega la fe,y es peor que el infiel.

    Pero en la casa del justo, que vive con fe y anda todava peregrino y ausentede aquella Ciudad celestial, hasta los que mandan sirven a aquellos a quienesles parece que manda; puesto que no mandan por codicia o deseo de gobernara otros, sino por propio ministerio de cuidar y mirar por el bien de los otros; nipor ambicin de reinar, sino por caridad de hacer bien.

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    Sobre los textos agustinianos

    En el Sermn 132 Agustn sostiene que se deben seguir ciertas exhortaciones:Cules son? Cmo son considerados/as quienes no siguen estos preceptos?

    Di erencia Agustn entre deberes hacia el Estado y deberes hacia Dios?

    Hay una nocin de sociedad total que incluye e iguala lo terrenal a lo divino?O hay una trascendencia y supremaca de lo divino? Por qu?

    A partir de la lectura del Sermn 340 y el Soliloquio Libro ICul es la uente de la autoridad de sus palabras y sus exhortaciones?Se trata de un undamento inmanente o trascendente?

    A partir de la lectura del ragmento de laCiudad de Dios Plantea Agustn una supremaca de la Ciudad celestial sobre la terrena?De qu manera?

    La re erencia al amor al prjimo en laCiudad de Diospuede leersecomo una posicin mundana o slo como una apelacin a un ms all?

    Teniendo en cuenta las di erencias en la discusin entre los discpulos Pedroy Pablo en Antioqua, son todas estas exhortaciones comparables a lasnormas rituales del judasmo? Es decir, tienen una base tnica o son deplausible y deseable cumplimiento universal?

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    III. La filosofa medieval

    Algunos pensadores, Martin Heidegger entre ellos, consideran que no existi unafloso a medieval, pues la apelacin a Dios acercara el pensamiento medieval msa la teologa que a la racional actividad del saber flosfco. Sin embargo, desde unaperspectiva histrica, no podemos ms que reconocer la presencia de argumentacio-

    nes flosfcas al interior del pensamiento medieval. La apelacin dogmtica a Diosse di erencia del mundo de las ideas platnico y del motor inmvil de Aristteles; sinembargo, no podemos dejar de reconocer cierto parecido entre las actitudes del pen-samiento griego y el medieval de undar explicaciones, interpretaciones, creenciasy principios de la accin en una instancia que resulta inapelable y que debe unda-mentarse a s misma. La floso a moderna tambin establecer un tribunal ltimo:la razn y la ciencia como uente de verdad y justicia. En este marco, la nocin gram-sciana de floso a como concepcin del mundo es un concepto que puede aplicarsetanto al pensamiento antiguo como al medieval, al moderno y al contemporneo.

    En la Edad Media, algunos hombres de la primera poca de la Iglesia se mostra-ron reacios hacia la floso a como herencia cultural, al considerarla como enemigade los postulados centrales de la nueva e. En cambio, otros padres cristianos seconvirtieron en los continuadores de dicha tradicin ancestral, adaptndola mu-chas veces en sus versiones ms productivas desde el punto de vista intelectual alos postulados de la palabra del cristianismo. Entre estos es uerzos podemos re-saltar tanto los desarrollos y adaptaciones del platonismo como del neoplatonismode Plotino.

    En este marco, se desarrollaron cinco modelos de relacin entre la e cristianay las exigencias racionales de la tradicin flosfca:

    1. La e supeditada a la razn2. La razn supeditada a la e3. La bsqueda de coincidencias entre e y razn4. La teora de la doble verdad5. La e como presupuesto para la razn

    Los dos primeros modelos convirtieron al intercambio intelectual que se presen-taba bajo la orma de debates en un dilogo con ictivo, pero tambin productivo.Los ltimos tres modelos, en cambio, abrieron el horizonte re exivo, un mbito dedilogo que tampoco estuvo exento de disputas. Principalmente el modelo cinco,que gui el derrotero intelectual de Agustn, se convirti en un colosal intento deinterpretacin y de traduccincultural de postulados dogmticos, de los postuladoscatlicos, a un lenguaje racionalizado. Esta tarea apel a la lectura de met orasplatnicas en los textos cristianos. La e suministraba a Agustn de Hipona un con-junto de creencias a las que hizo dialogar con las exigencias de la razn.

    Di erente ser el camino que inici Toms de Aquino al reclamar la independenciade la razn y as colaborar en la articulacin de las bases del pensamiento moderno.

    Debe quedar claro que lo que llamamos Filoso a Medieval abarca una diversi-dad de debates y concepciones por ms de catorce siglos, en los que se encuentran

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    categoras antiguas, medievales y premodernas, cuya transmisin es ragmentariadebido a la carencia de uentes, materiales y textos de esta poca.

    Este pensamiento se puede historizar, a fnes prcticos, en cinco perodos:

    1. Perodo de los antecedentes o patrstica, que comienza a fnes del siglo I. Eltrmino patrstica proviene de padres de la Iglesia. El primer movimiento de

    la patrstica ueron los apologistas, personas ilustradas en lapaideia hele-nstico-romana. Convertidos al cristianismo, escribieron de ensas de la nue-va religin rente a los emperadores que perseguan a la nueva creencia, en-tre ellos, Justino y Taciano. Los temas abordados ueron el libre albedro, lasalvacin, la eternidad y la relacin con la trascendencia.

    2. Siglo II y siglo III. En esta segunda etapa se organizaron las primeras escue-las: la Escuela de Alejandra, con Orgenes como su principal representante,y la Escuela de Capadocia, con Basilio y Gregorio.

    3. Siglo IV y siglo V. Aqu irrumpe Agustn, que no dominaba el griego y tradujolas categoras de pensamiento al latn.

    4. Siglo V, VI, VII, VIII donde aparecen los tres grandes enciclopedistas: Boecio,Isidoro de Sevilla y Juan Damasceno.

    5. Siglo IX y mitad del siglo X, durante los cuales se desarroll el pensamien-to en una importante red de monasterios que protegan el saber rente a loscon ictos desatados por las invasiones germnicas.

    Textos: SoliloquiosCaptulo IV: La verdadera ciencia

    9. R. Pero dejemos esto a un lado; ahora respndeme a esto: Suponiendoque sea verdad lo que de Dios han dicho Platn y Plotino, te bastara su cienciadivina?

    A. No por ser verdaderas las cosas que ellos dijeron de Dios se concluye quelas poseyeran con ciencia. Pues muchos copiosamente hablan de lo que no sa-ben, como yo mismo las cosas que expres en la plegaria las he formulado comoun deseo, el cual sera irracional si tuviera ciencia de todo aquello; pero acasopor eso no deb expresarlo? Saqu a la luz tantos conceptos sin comprenderlos,recogidos de aqu y all, depositados en la memoria y armonizndolos con la fe,segn me era posible; pero el saber es otra cosa.

    R. Dime, pues, sabes en geometra lo que es una lnea?A. Ciertamente lo s.R. No temes a los acadmicos en esta persuasin?A. No del todo. Porque ellos no quieren que yerre el sabio, y yo no pertenez-

    co a esta categora. No temo, pues, confesar la ciencia de las cosas que conozco.Pero si, como deseo, despus llego a la sabidura, har lo que ella me aconsejare.

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    R. Nada rechazo; mas para continuar nuestra indagacin, como conoces lalnea, sabes lo que es la figura redonda que se llama esfera?

    A. Lo s.R. Conoces igualmente la lnea y la esfera, o una cosa ms que otra?A. Igualmente las dos, pues en ninguna me engao.R. Y ambas las has percibido con los sentidos o con la inteligencia?

    A. Los sentidos en este punto me han servido como nave. Pues cuando mellevaron al punto que me diriga, all los dej; y ya, como asentado en tierra firme,cuando comenc a pensar en estas cosas, me vacilaron por largo tiempo los pies.Por lo cual, antes creo se pueda navegar por tierra que alcanzar la ciencia geom-trica con los sentidos, aunque a los principiantes les prestan alguna ayuda.

    R. No dudas, pues, t llamar ciencia al conocimiento que tienes de estascosas?

    A. No, Con tal que me lo permitan los estoicos, segn los cuales slo el sabioposee la ciencia. Tengo la percepcin de estas cosas, que se compaginan con laestulticia; pero tampoco temo a los estoicos, y afirmo que tengo ciencia de lasverdades sobre las cuales me has interrogado. Sigue, pues, adelante y veamosadnde me llevas.

    R .No te apresures, pues tenemos tiempo. Procede con cautela para no hacerconcesiones temerarias. Quisiera verte gozar de la posesin de algunas verdadesciertas sin temor a yerro, y como si fuera poca ganancia, me espoleas a acelerarla marcha?

    A. Haga Dios lo que pides y, segn tu prudencia, corrgeme acremente siotra vez incurro en semejantes faltas.

    10. R. Es evidente para ti que la lnea longitudinalmente no puede dividirseen dos?

    A. No ha lugar a duda.R. Y se puede cortar en sentido transversal?A. Mil intersecciones se pueden hacer en ella.R. No es tambin evidente que del centro de la esfera no se pueden trazar

    ni dos crculos iguales?A. La misma evidencia tengo de esa verdad.R. Y la lnea y la esfera, son cosas idnticas o diversas?A. Muy diversas.R. Si, pues, igualmente conoces ambas cosas y tanto difieren entre s, segn

    afirmas, luego hay una ciencia indiferente de cosas diferentes.A. Quin lo niega?R. T lo has negado poco ha; pues preguntndote cmo quieres conocer a

    Dios hasta decir basta, me respondiste que no podas explicarlo, por no conocerninguna cosa con que se midiera el conocimiento de Dios, pues nada semejantea l te ofreca la ciencia. Ahora bien: la lnea y la esfera son semejantes?

    A. Quin dice eso?R. Pues yo no te he preguntado si conoces algo parecido a Dios, sino si

    conoces algo con una ciencia tan perfecta como la que quisieras tener de Dios.Lo mismo conoces la lnea que la esfera, siendo cosas diferentes entre s. Dime,

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    pues, si te bastar conocer a Dios como conoces una esfera geomtrica, esto es,con un conocimiento cierto y seguro.

    Captulo V: Cmo una misma ciencia puede abarcar cosas diversasFuente: http://www.mercaba.org/TESORO/Agustin/vida_textoshtm#CuandoCristopasa

    11. A. Por mucho que me apremies y convenzas, no me atrevo a decir quedeseo conocer a Dios como estas verdades. Porque no slo ellas, sino la mismaciencia, me parecen diferentes. Primero porque ni la lnea de la esfera difierentanto entre s, que no sean abarcadas ambas por una misma disciplina. En cam-bio, ningn gemetra blasona de ensear a Dios. Adems, si de cosas tan diver-sas, como son ellas y Dios, fuera idntica la ciencia, el gozo de su conocimientose igualara con el gozo de conocer a Dios. Ahora bien: todo lo menosprecio encomparacin de Dios, y a veces creo que, si llegare a conocerle y verle del modoque es posible, se desbandarn de mi mente todas las otras noticias de las cosas,pues ya ahora, por el amor que le tengo, apenas me vienen a la memoria.

    R. Te concedo que con el conocimiento de Dios sentirs un gusto que note dar el de las cosas, pero eso se debe a la naturaleza de las mismas, no a ladiversidad de noticia. O tal vez abrazas con diferente mirada la tierra y la sere-nidad del cielo, aunque te agrade ms la vista de la una que de la otra? Y si no seengaan los ojos, te he preguntado si es igual la certeza de tu visin del cielo y dela tierra, y tu respuesta debe ser afirmativa, aunque no te deleite la tierra comoel esplendor y magnificencia del cielo.

    A. Intersame esta analoga y me induce a afirmar que cuanto distan en suesfera el cielo de la tierra, otro tanto aquellas verdades seguras y ciertas de lasdisciplinas distan de la majestad inteligible de Dios.

    La Ciudad de Dios , Libro VIII, Cap. IFuente: Agustn de Hipona:Ciudad de Dios, Buenos Aires,Editorial Poblet, 1945, pp. 419-421

    Sobre la cuestin de la teologa natural, y que esta se ha de averiguar con losfilsofos ms excelentes y sabios.

    Ahora es preciso procedamos con ms circunspeccin y escrupulosidad queen la resolucin y explicacin de las cuestiones tratadas en los libros anteriores;pues hemos de hablar de la teologa natural, no con cualquiera especie de per-sonas (porque no es novelesca ni civil; esto es, teatral o urbana, que la una alabalas culpas de los dioses y la otra descubre sus apetitos abominables, y, por consi-guiente, deseos de espritus malignos antes que dioses), sino con filsofos, cuyonombre en latn significa amantes de la sabidura, y si la verdadera sabidurade Dios, que cri todas las cosas conforme a lo que le ense la autoridad divinay la misma verdad, el verdadero filsofo es el que ama a Dios; mas no hallndo-se la filosofa en todos los que se precian de este glorioso dictado (porque sonciertamente amantes de la verdadera sabidura todos los que se llaman filsofos),necesitamos escoger entre todos aquellos cuyas opiniones hemos podido tener

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    noticia por la lectura de los libros, con quienes muy al caso podamos tratar deesta materia; porque no pretendo en esta obra refutar todas las opiniones vanasde todos los filsofos, sino solamente las que se refieren a la teologa (expresingriega que sabemos significa los conocimientos que tenemos del Dios) y stosno los de todos, sino nicamente los de aquellos que, aunque conceden que hayDios, y que cuida y vigila sobre las cosas humanas, con todo, imaginan que nos

    es suficiente el culto y la religin de un solo Dios inmutable para conseguir unavida bienaventurada ms all de la muerte, sino que a este efecto aquel que esuno cri e instituy muchos para que los adorsemos. Estos ya dejan muy atrsla opinin de Varrn y se aproximan ms a la verdad; porque l solo pudo abarcaren su teologa natural el mundo o su alma; pero stos sobre toda la naturalezadel alma confiesan que hay Dios, que hizo no slo este mundo visible, que ordi-nariamente se comprende bajo el nombre de cielo y tierra, sino tambin todascuantas almas hay, y que con la participacin y comunicacin de su luz inmu-table e incorprea, la hace bienaventurada y dichosa, y ninguno que haya ledoeste punto con alguna reflexin ignora que estos filsofos son los que llamamosplatnicos, derivando su nombre del de su maestro Platn.

    Sobre los textos agustinianos

    Las categoras de pensamiento que se transmiten en los textos anteriores,son conservadas en su transmisin con su sentido original o se producealgn tipo de resignifcacin en su traduccin religiosa?

    Qu autores y concepciones flosfcas retoma Agustn de Hiponaen estos Soliloquios?

    Cmo califca a Agustn a esas tradiciones flosfcas?

    Qu relacin entre floso a y religin suponen las re erencias agustinianasa los pensadores griegos?

    Sobre la base del Captulo I del Libro VIII de laCiudad de Dios,cul es la actitud de Agustn rente a la floso a como saber racional?

    Por qu Agustn de Hipona sostiene en este pargra o de Ciudad queprefere a los flso os platnicos sobre los otros? Se puede afrmar que suargumentacin est undamentada?

    Qu modelo de relacin entre la razn (representada por el pensamientoflosfco) y la e (pensamiento religioso) se encuentra en estos textos?

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    IV. Agustn de Hipona: recorrido intelectual y disputas

    La floso a de Agustn de Hipona es una gran sntesis entre platonismo, neoplato-nismo y cristianismo. Esta empresa intelectual lo convirti en el Padre de la Iglesiams importante.

    Entre las posturas flosfcas que Agustn estudi, como ya adelantamos, el

    maniquesmo logr su primera adhesin terica. Se puede entrar a la floso a atravs de un camino racionalista o a travs de unaescuela de vida. En tal sentido,el maniquesmo es una teora de origen persa, de carcter dualista, que tena grancantidad de seguidores como modelo existencial en el Imperio Romano. Era unasecta cristiana, undada por Mani (200-277), hijo de unmogtasilah14 de Babilonia,que reconoca a Cristo como pro eta y se basaba en el en rentamiento de dos prin-cipios, el bien y el mal, lo que constitua una slida base sobre la cual desarrollaruna tica. Mani o Manes viaj por diversos pases y expandi el maniquesmo, hastaque el rey Bahram lo mand desollar vivo. Esta concepcin no era muy estricta detodos modos, pues no sostena ningn tipo de declogo, sino slo una apelacinabstracta a los principios mencionados, de los cuales el mal era encarnado por lamateria y el cuerpo.

    El maniquesmo ormaba parte de la gnosis persa y su concepcin se basaba enun dualismo de acuerdo con el cual existen dos reinos, el de la luz,Ormuz, y el delas tinieblas, Ahirimn. Cada mundo est ormado por eones que se en rentan entres. Las primeras partculas de luz que se sustrajeron se juntaron con la materia y

    ormaron el alma del mundo (Jesus patibilis). Otras partculas de luz ormaron losastros(Jesus impatibilis). Ahirimn orm a los dos primeros hombres cuyas almasson partculas de luz y los convenci de procrear: la primera culpa es dispersar laluz e imposibilitar la liberacin. El Jesusimpatibilisse hizo carne o cuerpo aparentey ense los tres sellos para redimir al alma:signaculum manus (abstencin deltrabajo servil),signaculum oris (abstencin de vino, carne y manjares impuros) ysignaculum sinus (abstencin de procrear, aunque no del uso sexual). Mani era elParclito, es decir, el que deba restaurar la doctrina de Jess alseada por los Aps-toles. ste rechazaba todo el Antiguo Testamento y parte del Nuevo. Lleg a desa-rrollar una Iglesia de la cual Mani era la cabeza y cont con 12magistri, 72episcopi,presbteros y diconos. La festa principal de esta religin ue la echa de la muertede Mani a la que se denominBema. La adhesin de Agustn al maniquesmo durnueve aos, entre 273 y 382 d.C.

    Culminada esta etapa y continuando con subsqueda de la verdad , llega a Ita-lia, donde se contacta con el neoplatonismo y con el obispo de Miln, Ambrosio,quien ser de gran importancia en su giro al cristianismo. Ambrosio (340-397)

    ue un verdadero guerrero de la religin cristiana para que se le reconociera supoder terrenal. En este marco de articulacin entre neoplatonismo y cristianismose produce laconversinde Agustn de Hipona. En esa ciudad ingresa a la escuelade catecmenos y reconsidera al cristianismo a partir de la lectura de laEnada I

    14 Miembro de un grupo de la Mesopotomia denominados los Sabios.

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    del pensador neoplatnico Plotino. Esta lectura lo convence de la existencia de unmundo inmaterial, rompiendo as con el dualismo meta sico de los maniqueos.

    En este contexto comienza la relectura de las Sagradas Escrituras a travs delas Cartas de Pablo, que lo conectan con los postulados morales paulinos, por loque se acerca a los temas del libre albedro y la oposicin hombre interno y hombreexterno.

    La lectura del Nuevo Testamento lo conduce a hacer de la sabidura un modelode vida que lo acerca al socrtico. Leemos en susConfesionesque una voz de niole dijo:Tolle et legge(toma y lee), a pesar de estar en la ms absoluta soledad. Ha-ciendo caso a ese pedido, abri la Biblia y ley al azar un pasaje:

    no deis vuestros miembros, como armas de iniquidad al pecado, sino ofreceos msbien a Dios como quienes, muertos, han vuelto a la vida, y dad vuestros miembrosa Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no tendr ya dominio sobrevosotros, pues que no estis bajo la Ley, sino bajo la gracia. (Rom 13, 13-14).

    Esta experiencia decide a Agustn a convertirse al cristianismo. A su regreso a rica se ordena como sacerdote cristiano y, cuatro aos despus, es nombradoObispo de su ciudad, Hipona.

    Mientras tanto, Roma era asediada por los brbaros. El cristianismo era culpadopor los males su ridos por Roma, por lo que Agustn emprender una serie de deba-tes contra los detractores del cristianismo, y tambin contra las herejas y cismasque amenazaban su unidad.

    En este marco, los paganos ueron el primer blanco de los ataques de Agustn,as como la ahorahereja maniquesta a la que haba adherido en su juventud.

    En lo que respecta a los debates internos al propio cristianismo, tres ueron losgrupos con los que debati Agustn:

    a.-Los maniqueosb.-Los donatistasc-.Los pelagianos

    En estos debates Agustn desarroll sus posiciones sobre predestinacin, gra-cia, pecado y libre arbitrio.

    Escritos anti-maniqueos Agustnquera recuperar a sus antiguos amigos maniqueos para trans ormar-

    los al cristianismo. En estos escritos l se consider culpable de abandonar a susantiguos camaradas de creencias y responsable de guiar su conversin a la verdadcristiana. En ellos atac a las creencias maniqueas antes desarrolladas como unahereja.

    Escritos anti-donatistasEl donatismo haba implicado un cisma en la iglesia nora ricana. Sin todava ser

    sacerdote, Agustn ue parte del cisma catlicos-donatistas. El cisma ue importan-te, se contaba con trescientos sacerdotes por cada una de las partes.

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    Los donatistas consideraban que los catlicos eran traidores e impuros. Estecon icto constituy un en rentamiento civil. Sostenan una uerte oposicin aRoma en uncin de una reivindicacin nacionalista, antiimperial y antirromana.Por otra parte, eran uertemente rigoristas rente a las interpretaciones y compor-tamientos laxos de la Iglesia Romana.

    Las ideas rigoristas de los donatistas ueron atacadas por Agustn. Para esta

    divisin del cristianismo, la efcacia de los sacramentos dependa no slo de laortodoxia, sino de la moralidad del ministro. Esto llev a la necesidad de rebautizaral clero donatista ya que deban ser rigurosamente cumplidores de las normas. Eneste marco, los donatistas se consideraban a s mismos hijos de mrtires, mientrasque los catlicos eran considerados hijos de los traidores a la e.

    En esta concepcin, la poltica religiosa se superpuso a la poltica de la econo-ma, la geogra a y la etnia. Mientras el catolicismo tena seguidores en las ciudadesy entre los acaudalados, los donatistas tenan su grey entre los pobres y las llanurasinteriores de rica. Frente a los postulados donatistas, Agustn impuls el Imperiocristiano universal, es decir, procuraba superar el localismo, la etnicidad y el clasis-mo en los que se basaba el donatismo. Esta lucha no slo ue doctrinaria: catlicosy donatistas tenan sus propios ejrcitos. Agustn califcaba a los donatistas dere-baos locos de hombres abandonados.Una ventaja de los donatistas era el conoci-miento del idioma pnico y el latn, rente a los catlicos que slo utilizaban el latn.

    El Concilio de Arls, en el ao 314 conden a los donatistas.

    Escritos anti-pelagianosAgustn discuti en el ao 414 con Pelagio, un sacerdote que acentuaba la un-

    cin del papel del libre albedro y de la capacidad humana para alcanzar la per ec-cin de manera obligatoria.

    Los pelagianos negaban la necesidad de la gracia ya que no compartan la ideadel pecado original. Segn esta concepcin, slo haba pecados personales, por losque los recin nacidos se encontraban en igual estado que Adn antes del pecadooriginal, y el pecado de Adn slo a l conden. Para este en oque, la gracia sobre-natural no es necesaria para la salvacin sobrenatural, ya que el hombre posee unagracia natural: el libre albedro y la razn.

    Contrariamente a los pelagianos, para Agustn la humanidad es una cualidadcompleja, su libertad no es un componente esttico, sino que est en un constantecambio y devenir, pero siempre en el horizonte delimitado por el pecado originalque alcanza a todos y todas. De igual modo, Agustn de endi la idea de la gracia yaque el hombre era pecador desde su nacimiento por herencia del pecado originalde Adn.

    El pelagianismo ue condenado como hereja por los decretos de los papas Ino-cencio I y Zsimo.

    Textos: Confesiones, Libro III, Cap. IV Fuente: Agustn de Hipona,Confesiones, Madrid, Sarpe, 1985, pp. 69, 70.

    Cmo se encendi en amor a la filosofa, leyendo el tratado de Cicern quese intitula Hortensio

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    7. En compaa de stos (estudiantes de Crtago) estudiaba entonces, siendoan de poca edad, los libros que trataban de la elocuencia, en la cual deseaba yosobresalir por un fin tan reprensible y vano, como era el deseo de la vanagloriay aplausos de la vanidad humana.

    Siguiendo el orden acostumbrado en mi estudio, haba llegado a un librode Cicern, cuyo lenguaje casi todos admiran, aunque no tanto su nimo y su

    espritu. Aquel libro contiene una exhortacin del mismo Cicern a la filosofa, yme mud del tal modo, que me hizo dirigir a Vos, Seor, mis splicas y ruegos,y que mis intenciones y deseos fuesen muy otros de lo que antes eran. Luego, alpunto se me hicieron despreciables mis vanas esperanzas, y con increble ardorde mi corazn deseaba la inmortal sabidura, y desde entonces comenc a levan-tarme en hablar bien (como juzgaran todos los que supiesen que para este finestaba yo estudiando a expensas de mi madre, teniendo ya entonces diecinueveaos y habiendo ms de dos que mi padre haba muerto); no le lea, pues, ni leestudiaba para ejercitarme y perfeccionarme en la elocuencia, no me haba lpersuadido a seguir lo que bien hablaba, sino lo bueno que deca.

    8. Con cunto ardor, Dios mo, deseaba volver a tomar vuelo y elevarmesobre estas cosas terrenas hasta llegar a Vos! Y no conoca lo que ejecutabais con-migo por medio de semejantes afectos y deseos, porque en Vos est la sabiduraen cuyo amor me encendi tanto aquel libro, persuadindome lo que en griegose llama filosofa, que es lo mismo que amar de la sabidura

    Por lo que a m me toca, bien sabis, luz de mi corazn, que an no tenanoticia de estas palabras del apstol; y lo que me encenda en deseos no de esta oaquella determinada secta de filsofos, sino a que amase y buscase, consiguiesey abrazase fuertemente la sabidura, tal cual ella era en s misma; y solamenteuna cosa me templaba aquel ardor y deseos, y era el no encontrar all el nombrede Jesucristo. Porque este nombre, por misericordia vuestra, Seor, este nom-bre de vuestro hijo y mi Salvador, an siendo y nio de pecho, le haba bebido ymamado con la leche de mi madre, y le conservaba grabado profundamente enmi corazn; y todo cuanto estuviese escrito sin este nombre, por muy erudito,elegante y verdadero que fuese, no me robaba enteramente el afecto.

    Captulo VI

    De este modo vine a dar con unos hombres que deliraban soberbiamente,carnales y habladores en demasa, en cuya boca hay lazos diablicos y una ligaviscosa hecha con las slabas de tu nombre, del de nuestro Seor Jesucristo y delde nuestro Parclito y Consolador, el Espritu Santo. Estos nombres no se apar-taban de sus bocas, pero slo en el sonido y ruido de la boca, pues en lo demssu corazn estaba vaco de toda verdad.

    Decan: Verdad! Verdad!, y me lo decan muchas veces, pero jams sehallaba en ellos; antes decan muchas cosas falsas, no slo de ti, que eres verdadpor esencia, sino tambin de los elementos de este mundo, creacin tuya, sobrelos cuales, aun diciendo verdad los filsofos, deb haberme remontado por amorde ti, oh padre mo sumamente bueno y hermosura de todas las hermosuras!

    []

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    Libro VIII, Captulo XIIFuente: http://www.augustinus.it/spagnolo/confessioni/index2.htm

    28. Mas apenas una alta consideracin sac del profundo de su secreto yamonton toda mi miseria a la vista de mi corazn, estall en mi alma unatormenta enorme, que encerraba en s copiosa lluvia de lgrimas. Y para descar-

    garla toda con sus truenos correspondientes, me levant de junto Alipio puesme pareci que para llorar era ms a propsito la soledad y me retir lo msremotamente que pude, para que su presencia no me fuese estorbo. Tal era elestado en que me hallaba, del cual se dio l cuenta, pues no s qu fue lo que dijeal levantarme, que ya el tono de mi voz pareca cargado de lgrimas.

    Quedse l en el lugar en que estbamos sentados sumamente estupefacto;mas yo, tirndome debajo de una higuera, no s cmo, solt la rienda a las lgri-mas, brotando dos ros de mis ojos, sacrificio tuyo aceptable. Y aunque no conestas palabras, pero s con el mismo sentido, te dije muchas cosas como stas: Yt, Seor, hasta cundo! Hasta cundo, Seor, has de estar irritado! No quierasms acordarte de nuestras iniquidades antiguas. Sentame an cautivo de ellasy lanzaba voces lastimeras: Hasta cundo, hasta cundo, maana!, maana!?Por qu no hoy? Por qu no poner fin a mis torpezas en esta misma hora?

    29. Deca estas cosas y lloraba con amargusima contricin de mi corazn.Mas he aqu que oigo de la casa vecina una voz, como de nio o nia, que decacantando y repeta muchas veces: Toma y lee, toma y lee.

    De repente, cambiando de semblante, me puse con toda la atencin a con-siderar si por ventura haba alguna especie de juego en que los nios soliesencantar algo parecido, pero no recordaba haber odo jams cosa semejante; y as,reprimiendo el mpetu de las lgrimas, me levant, interpretando esto comouna orden divina de que abriese el cdice y leyese el primer captulo que hallase.

    Porque haba odo decir de Antonio que, advertido por una lectura del Evan-gelio, a la cual haba llegado por casualidad, y tomando como dicho para s loque se lea: Vete, vende todas las cosas que tienes, dalas a los pobres y tendrsun tesoro en los cielos, y despus ven y sgueme, se haba al punto convertido ati con tal orculo.

    As que, apresurado, volv al lugar donde estaba sentado Alipio y yo habadejado el cdice del Apstol al levantarme de all. Tomle, pues; abrle y le ensilencio el primer captulo que se me vino a los ojos, y deca: No en comilonasy embriagueces, no en lechos y en liviandades, no en contiendas y emulacionessino revestos de nuestro Seor Jesucristo y no cuidis de la carne con demasia-dos deseos.

    No quise leer ms, ni era necesario tampoco, pues al punto que di fin a lasentencia, como si se hubiera infiltrado en mi corazn una luz de seguridad, sedisiparon todas las tinieblas de mis dudas.

    30. Entonces, puesto el dedo o no s qu cosa de registro, cerr el cdice, ycon rostro ya tranquilo se lo indiqu a Alipio, quien a su vez me indic lo quepasaba por l, y que yo ignoraba. Pidi ver lo que haba ledo; se lo mostr, y pusoatencin en lo que segua a aquello que yo haba ledo y yo no conoca. Seguaas: Recibid al dbil en la fe, lo cual se aplic l a s mismo y me lo comunic. Y

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    fortificado con tal admonicin y sin ninguna turbulenta vacilacin, se abraz conaquella determinacin y santo propsito, tan conforme con sus costumbres, enlas que ya de antiguo distaba ventajosamente tanto de m.

    Despus entramos a ver a la madre, indicndoselo, y llense de gozo; cont-mosle el modo como haba sucedido, y saltaba de alegra y cantaba victoria, porlo cual te bendeca a ti, que eres poderoso para darnos ms de lo que pedimos o

    entendemos, porque vea que le habas concedido, respecto de m, mucho msde lo que constantemente te peda con gemidos lastimeros y llorosos.Porque de tal modo me convertiste a ti que ya no apeteca esposa ni abrigaba

    esperanza alguna de este mundo, estando ya en aquella regla de fe sobre la quehaca tantos aos me habas mostrado a ella. Y as convertiste su llanto en gozo,mucho ms fecundo de lo que ella haba apetecido y mucho ms caro y casto queel que poda esperar de los nietos que le diera mi carne.

    Carta a los catlicos sobre la secta donatista

    Dnde est la iglesia

    II. 2. La cuestin que se debate entre nosotros es ver dnde est la Iglesia,si en nosotros o en ellos. La Iglesia es una solamente, a la que nuestros antepa-sados llamaron Catlica, para demostrar por el solo nombre que est en todaspartes; es lo que significa en griego la expresin k a y l o n. Pero esta Iglesiaes el Cuerpo de Cristo, como dice el Apstol: En favor de su cuerpo, que es laIglesia. De donde resulta claro que todo el que no se encuentra entre los miem-bros de Cristo, no puede tener la salvacin de Cristo. Ahora bien, los miembrosde Cristo se unen entre s mediante la caridad de la unidad y por la misma estnvinculados a su Cabeza, que es Cristo Jess.

    De esta suerte, todo lo que se dice de Cristo se refiere a l como cabeza y cuer-po. La Cabeza es el mismo unignito Jesucristo, el Hijo del Dios vivo, Salvador desu Cuerpo, que muri por nuestros pecados y resucit para nuestra justificacin;su cuerpo es la Iglesia, de la cual se dice: A fin de presentarse a s una Iglesiagloriosa, sin mancha, o arruga o cosa semejante.

    Entre nosotros y los donatistas se ventila la cuestin de dnde est este cuer-po, esto es, dnde est la Iglesia. Qu es, pues, lo que tenemos que hacer? Lahemos de buscar en nuestras palabras o en las palabras de su Cabeza, nuestroSeor Jesucristo? Yo pienso que debemos buscarla ms bien en las palabras deaquel que es la verdad y conoce perfectamente a su Cuerpo, pues el Seor conocea los que son suyos.

    3. Parad la atencin ahora en nuestras palabras, en las cuales no se ha debuscar la Iglesia, y ved tambin qu diferencia hay entre las nuestras y las deellos. Y con todo, no pretendemos que se busque a la Iglesia en nuestras pala-bras. Cuanto nos echamos en cara unos a otros sobre la entrega de los Librosdivinos, sobre la ofrenda de incienso a los dolos, sobre las persecuciones, todoson palabras nuestras. Y en esta materia nosotros nos atenemos a esta norma:o se consideran verdaderas o falsas las palabras que ellos y nosotros decimos, ose consideran verdaderas las nuestras y falsas las de ellos, o falsas las nuestras y

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    verdaderas las de ellos. Vamos a demostrar que, en cualquiera de estos casos, esajeno a toda culpa el pueblo cristiano, con el que estamos en comunin.

    En efecto, si son verdaderas las acusaciones que les achacamos nosotros aellos o ellos a nosotros, cumplamos lo que dice el Apstol: Perdonndonos mu-tuamente, como tambin Dios nos ha perdonado en Cristo. As, ni los malosque ha podido haber o hay entre nosotros, o los que ha podido haber o hay entre

    ellos, han de impedir nuestra concordia y el vnculo de la paz, si logran corregirsu nico delito, el de separarse de la unidad del orbe de la tierra.Si, en cambio, son falsas las acusaciones que mutuamente nos lanzamos

    unos a otros sobre la entrega de los Libros o la persecucin de inocentes, noveo causa alguna de discordia; slo veo motivo para que se corrijan los que sesepararon sin motivo.

    Si, por el contrario, somos nosotros los que decimos la verdad, puesto queapoyamos las actas que presentamos no slo en las cartas del emperador, a quienfueron ellos los primeros en escribir y al que luego apelaron, sino tambin en lacomunin del orbe entero; y, a su vez, de ellos se demuestra que es falso lo queellos afirman, ya que no pudieron sacar adelante su causa en aquellos mismostiempos en que se debata la cuestin; si esto es as, queda de manifiesto quees mayor el delirio de su clera sacrlega y la persecucin de almas inocentesque si se les acusase slo del crimen del cisma. Las otras acusaciones puedenatribuidas no a todos los suyos, sino a los que les parezca; en cambio, el cismaes delito de todos.

    Adems, si pretenden que son verdaderas las acusaciones sobre la entregade los Libros y la persecucin que nos imputan, y falsas las que nosotros lesimputamos, ni aun as quedan libres de la acusacin de cisma. En efecto, esasacusaciones pueden afectar a algunos, pero no a todo el mundo cristiano. []Por esto, como dije, es inocente el orbe entero, que desconoce las acusacionesque lanzan stos contra algunos, aunque sean verdaderas. Y por eso los que sesepararon de esos inocentes perdieron la inocencia por el mismo crimen de laseparacin y del cisma; y ahora pretenden demostrarnos que son verdaderaslas acusaciones que lanzan contra algunos, con el fin de separarnos de aquelloscontra los cuales no tienen nada verdadero que decir.

    []

    El nico recurso vlido: el recurso a la Escritura

    III. 5. Pero, como haba empezado a decir, dejemos ya de escuchar t dicesesto, yo digo esto otro, y digamos: Esto dice el Seor. Ciertamente hay Li-bros del Seor cuya autoridad aceptamos unos y otros; ante la cual, unos y otroscedemos, a la cual unos y otros servimos. Busquemos en ellos la Iglesia, discu-tamos nuestra causa apoyndonos en ellos.

    []6. [] No quiero acudir a testimonios humanos, sino a los orculos divinos

    para poner de relieve a la Iglesia santa. En efecto, si las santas Escrituras hansealado a la Iglesia slo en frica y en los pocos Cutzupitanos y Montenses deRoma, y en la casa o el patrimonio de una sola mujer espaola aunque se aporte

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    lo que se aporte de otros escritos, sern los donatistas los nicos que poseen laIglesia. Si la Sagrada Escritura la seala entre los pocos moros de la provinciacesariense, hay que pasarse a los rogatistas. Si en los escasos habitantes de laTripolitana o Bizacena o de la Proconsular, entonces han llegado a ella los maxi-mianistas. Si est en slo los orientales, hay que buscarla entre los arrianos, loseunomianos, los macedonianos y cualesquiera otros que se encuentren all.

    Quin podr enumerar todas las herejas de cada uno de los pueblos? Ahorabien, si la Iglesia de Cristo fue sealada presente en todos los pueblos por lostestimonios divinos y certsimos de las Escrituras cannicas, a pesar de lo quepuedan aducir, tomndolo de donde sea, los que dicen: Cristo est aqu, Cristoest all, si somos ovejas suyas, escuchemos ms bien la voz de nuestro Pastorque dice: No lo creis, pues ninguna de esas sectas se encuentra en los muchospueblos donde est sta; y sta, en cambio, que est en todas partes, se encuentratambin donde estn aqullas. Por tanto, busquemos la Iglesia en las Escriturassantas y cannicas.

    Cristo, Cabeza de su Iglesia, que es su Cuerpo

    IV. 7. El Cristo total es Cabeza y Cuerpo: la Cabeza es el Hijo unignito deDios, y su Cuerpo, la Iglesia; Esposo y Esposa, dos en una misma carne. Quienesdisienten de las santas Escrituras sobre la misma Cabeza, aunque se encuentrenen todos los lugares en que se seala a la Iglesia, no estn en la Iglesia. A suvez, quienes estn de acuerdo con las santas Escrituras acerca de la Cabeza y noestn en la comunin de la unidad de la Iglesia, no estn en la Iglesia, porque di-sienten del testimonio de Cristo sobre el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. [].

    Ahora bien, como nuestra discusin con los donatistas no se refiere a la Ca-beza, sino al Cuerpo; es decir, no trata de la Cabeza, sino del Cuerpo; esto es, nodel mismo Salvador Jesucristo, sino de su Iglesia, sea la misma Cabeza, en la queestamos de acuerdo, la que nos muestre su Cuerpo, sobre el cual disentimos,a fin de que por sus palabras dejemos ya de hacerlo. l es, en efecto, el Hijounignito y Palabra de Dios y, por tanto, ni los mismos santos profetas hubieranpodido proclamar las verdades si la misma Verdad, que es la Palabra de Dios, noles manifestara lo que tenan que decir y no les mandara decirlo. As, pues, la Pa-labra de Dios reson en los primeros tiempos por medio de los profetas, luego lohizo por s mismo, cuando la Palabra se hizo carne y habit entre nosotros; des-pus por los apstoles que envi a predicarle, para que llegara la salvacin a losconfines de la tierra. En todos stos, por consiguiente, hay que buscar la Iglesia.

    Recurrir slo a textos claros

    V. 8. Pero los maldicientes tantas veces cambian muchos textos aplicndolosa quienes o a lo que les place. Igualmente, a muchos otros que, para ejercitarlas mentes racionales, aparecen en lenguaje figurado y oscuro, se les considera,recurriendo a imgenes enigmticas o de sentido ambiguo, como en armona yal servicio de una interpretacin errnea. Por eso, de antemano digo y propongo

  • 7/27/2019 Rapisardi, Flavio - Para Animarse a Leer a Agustin de Hipona

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    que escojamos algunos textos claros y manifiestos, pues si stos no se encontra-sen en las divinas Escrituras, no habra manera de sacar a luz lo encerrado ni deesclarecer lo oscuro.

    Ved, por ejemplo, qu fcil nos sera a nosotros aplicar contra ellos o a elloscontra nosotros lo que dice el Seor de los fariseos: Vosotros os asemejis a lossepulcros blanqueados: por fuera parecen bonitos, pero por dentro estn llenos

    de huesos de muertos y de porquera. As tambin vosotros, por fuera parecisjustos ante los hombres, pero por dentro estis llenos de hipocresa y de maldad.Si nosotros aplicamos estas palabras contra ellos o ellos contra nosotros, si nose demuestra antes con documentos irrefutables quines son los que siendoinjustos se tienen por justos, quin medianamente sano puede ignorar quetodo eso se dice a impulso ms bien de una ligereza insultante que de unaverdad convincente? El Seor deca todo eso contra los fariseos en calidad deSeor, esto es, como conocedor del corazn y conocedor y juez de todos lossecretos humanos; nosotros, en cambio, debemos primero hallar y demostrarlas imputaciones, a fin de que no seamos inculpados de la gravsima acusacinde insana temeridad.

    []

    La universalidad de la Iglesia, anunciada a los patriarcas

    VI. 11. Donatistas, leed el Gnesis: He jurado por m mismo, dice el Seor,que, por haber hecho esto y no haber perdonado a tu hijo amadsimo por m, tecolmar de bendiciones y multiplicar inmensamente tu descendencia, como lasestrellas del cielo, como la