Quinto Certamen Literario Rosetta para personas …...5 prólogo Quinto Certamen Literario Rosetta....

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Quinto Certamen Literario Rosetta para personas con discapacidad intelectual o trastornos del espectro del autismo

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Quinto Certamen Literario Rosettapara personas con

discapacidad intelectual otrastornos del espectro del autismo

Quinto Certamen Literario Rosettapara personas con

discapacidad intelectual otrastornos del espectro del autismo

organizan:

colaboran:

Diseño y coordinación Fundación Orange:Angélica Bautista yVíctor Suárez Saa

Compone e imprime:Omanimpresores.com

Depósito Legal: M-28229-2012

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índice

prólogo 5

premio a la creatividad

LA NAVE ESPACIAL, Jesús Vázquez López, ASPANAES, Santiago de Compostela

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poesía individual

1er. premio LOS 7 PECADOS CAPITALES, María Sandra Sánchez Iglesias, Asociación ASPAVI, Redondela (Pontevedra)

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1ª. mención MULATOS, Pilar Álvarez Torrent, APAMP, Vigo 14

2ª. mención ODA A LAS CROQUETAS MELANCÓLICAS, Roger Franquesa Santos, APNABA, Badajoz

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3ª. mención YA NUNCA MÁS PASÓ, David Aragonés Gómez, ASPAMA, Campo de Criptana (Ciudad Real)

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poesía grupal

1er. premio LA VIDA ES CHOCOLATE, Centro Ocupacional Las Victorias-Afanias, Madrid

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1ª. mención ME GUSTA EL PESCADO, Centro Ocupacional La Jara, Afanas Sanlucar, Rota, Chipiona, Trebujena (Cádiz)

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2ª. mención ÁRBOLES DE LA VIDA, APROMIPS, Cuenca 20

3ª. mención SONETO DEL ALGARROBO, Fundació Els Garrofers, Barcelona 21

narrativa individual

1er. premio PLÁSTICO, Francisco Antonio Violat Bordonau, Cáceres 24

1ª. mención EL CARRO DE LAS PALABRAS, Victor Fernández Sainza, Aso-ciación Argadini, Madrid

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2ª. mención LA NIÑA Y LA LUNA, Maria Luisa Villarino Medina, Centro Edu-cación Especial Santa Teresa, Ávila.

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3ª. mención NATALIA, Ignacio Pantoja García , Madrid 48

narrativa grupal

1er. premio EL PIRATA ESCAYOLADO, Asociación Juan XXIII, Cangas de Morrazo (Pontevedra)

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1ª. mención LA SOMBRA MISTERIOSA, Centro Público Educación Especial Ciudad de Toledo, Toledo

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2ª. mención EL GRAN CIRCO, Centro Ocupacional La Jara, Afanas Sanlucar, Rota, Chipiona, Trebujena (Cádiz)

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3ª. mención LA TRIBU MÁS MODERNA DE ESTE PAÍS, Centro Ocupacional La Jara, Afanas Sanlucar, Rota, Chipiona, Trebujena (Cádiz)

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otros formatos individual

1er. premio LA HISTORIA DEL NIÑO PATATA Y EL PODER DE LA ESTRE-LLA, Alejándro Sánchez García, APNABA, Badajoz

CD

1ª. mención Y ACHÍS MOQUITOS, Jaime Martínez Alonso, Asociación Arga-dini, Madrid

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2ª. mención MARIO Y MARÍA, Pilar Blázquez Díaz, AFANDICE, Madrid 71

otros formatos grupal

1er. premio LA BRUJA QUE NADIE QUERÍA, Centro Ocupacional APAMA, Alcobendas (Madrid)

CD

1ª. mención EL LEÓN, EL RATÓN PASEAN POR CADA ESTACIÓN, Asocia-ción Argadini, Madrid

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prólogo

Quinto Certamen Literario Rosetta. Un sueño hecho realidad. Y este año me van a perdonar los escritores, habituales destinatarios de estas líneas, pero quiero dedicar este prólogo a todas las personas que tienen a su alrededor, parte imprescindible de este Certamen, y a todos los demás que lo hacen posible.

En primer lugar a todos los profesionales, a esas personas que están atentas a vuestros deseos y sueños. ¡Ellas mueven montañas! Día a día se interesan, buscan, crean, descubren nuevas formas y nuevos recorridos para que todos sigáis creciendo, aprendiendo, experimentando y disfru-tando. Personas que llegan a vuestras vidas y sin más se instalan en ellas, surgiendo unos lazos que me atrevería a decir son para siempre. Desde este prólogo os aplaudo y os doy las gracias por vuestra generosidad y vuestro buen hacer.

También se merecen nuestro aplauso las entidades que nos han respalda-do, creyendo en vosotros, en nosotros y poniendo todas las facilidades a nuestro alcance para poderlo llevar a cabo: Fundación Orange, Fundación Seur, Universidad Complutense, Fundación ONCE, Promoescena, Funda-ción Inquietudes, Mobilepoint y Notodohoteles.com. Y un aplauso especial a Víctor, Angélica y Ludi, del equipo de la Fundación Orange, por su perso-nal implicación en la organización del Certamen.

Y hablando de implicación, quienes han trabajado mucho también han sido aquellos que han ejercido de prejurado, fi ltrando las obras que en su opinión deberían ser sometidas al dictamen fi nal del jurado, personas, por cierto, siempre ajenas a los organizadores del Certamen. Y, por supuesto, a los miembros de cada jurado (se han ido modifi cando con el paso de los años para introducir visiones diferentes), que han tenido que tomar decisio-nes difíciles, pues siempre los premios han sido menos que los potenciales premiados.

A mis compañeras de la Asociación Argadini que año tras año trabajan y se preocupan de organizar, que todo esté disponible y que el acto de entrega de premios sea entrañable, que vosotros encontréis todo a vuestro gusto y disfrutéis ¡mil gracias compañeras; Marta, Paula, Cayetana, Carlota, Anita,

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Cristina, sin vosotras ese sueño que nació hace cinco años no hubiese sido posible. Pero me reconoceréis que no habéis estado solas: nuestros voluntarios han estado ahí haciendo más fácil vuestro trabajo.

Y no deben faltar en este recuento nuestros Azafatos/as, que os esperan con la mejor de sus sonrisas y con los brazos abiertos, ¡os queremos! Gra-cias, gracias, gracias.

Ya sólo me queda deciros que sigáis escribiendo, que sigáis buscando vuestras musas, que nos sigáis enriqueciendo y enseñando vuestro mun-do, rico y maravilloso, pues como podéis leer hay mucha gente que os apoya y os sigue.

Ha sido un placer y un honor disfrutar de vuestra compañía estos cinco años. Arrancar cada año en la Asociación Argadini con el Certamen Literario Rosetta es el mejor pistoletazo de salida que podíamos tener.

Queríamos celebrar de una manera especial el Quinto Certamen Literario Rosetta, pero luego pensamos que en este período con tantos problemas económicos, qué mejor manera que, simplemente, poder volver a celebrar-lo.

Todos los aquí citados, y alguno que con seguridad me he dejado en el tintero, “son”, en el sentido de la frase de Paulo Freire, cuando dice que “nadie es si prohíbe a otro que sea”. Gracias por ser.

Rebeca BarrónPresidentaAsociación Argadini

premio a la creatividad

9premio a la creatividad

la nave espacial

Es una montaña con el sol con la otra mitad escondida detrás de la montaña y que se ve sólo la otra mitad de color naranja que es una bola de fuego incandescente. Y hay un cohete espacial, una nave espacial, que lleva dentro un pensamiento roto mío. Y están contan-do la cuenta atrás desde diez hasta cero. Luego cuando dicen YA el cohete espacial, la nave espacial, vuela al sol y el pensamiento roto se quema en el sol con muchísimo o bastante, bastante, bastante fuego hasta hacerlo cenizas, hasta que ya no exista. Y el cohete espacial, la nave espacial, se hace un corazón de plomo hasta que ya no exista.

poesía individual

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los siete pecados capitales

Cuando estoy contigo el diablo se apodera de mí,pues cada pecado capital lo realizo pensando en ti.

Deseo tenerte cerca para tu cuerpo poder comer, pues la gula es mi alma y ya nadie la puede detener.

Mi perdición fue aquel día en que me empezaste a besar,desde entonces mi corazón avaricioso no quiere dejar de pecar.

De envidia yo ya pecaba antes de que fueras mío, porque mis ojos envidiosos solo abrazado a otra te veían. No solo eso, yo estaba enamorada de ti desde el primer dia.

Reconozco ser pecadora cuando de pereza hablamos, pues este pecado cometo cuando abrazados estamos.

Mi alma es oscura porque de soberbia suelo pecar, ya que más orgullosa no soy, cuando de ti puedo hablar.

Desde que contigo estoy, mi mente se llena de furia, porque ya no puedo controlar mis deseos de lujuria.

Ahora también se que peco de ira,cuando te digo te quiero, tú dices que es mentira.

poesía individual - 1er. premio

13poesía individual - 1er. premio

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mulatos

Si crees que vives en un mundo de incomprensión, egoismo e injusticias donde todos, incluso tú, estáis sordos, vacíos ypiensas que carece de sentido porque nadie busca ni da cosasque lo tengan, no te sientas solo, recuerda que un díahablamos el mismo lenguaje.Si ves uvas y la parra está demasiado alta para ti porque eresenano, no te baste que te den un racimo, lo harían porlimosna, se sentirían superiores. Únete a los que como tú noalcanzan la parra y lucha por conseguirla y aunque luchar esduro no te sientas solo, recuerda que un día hablamos elmismo lenguaje. Si el egoísmo y la incomprensión humana te aíslan de tal modoque no tienes a nadie con quien compartir el dolor de las llamas que te queman, los castillos que se te derrumbanlentamente, el poco pan que a veces comes, no te sientas solo, recuerda que un día hablamos el mismo lenguaje. Si después de haber buscado mucho, tienes la impresión de que nadie te comprende, de que ni siquiera te escuchan, de serel único mulato en un país donde solamente hay blancos ynegros, ven a mí, no te sientas solo, recuerda que un día hablétu mismo lenguaje.

poesía individual - 1a. mención

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oda a las croquetas melancólicas

Tu corazón es como una freidoraen la que salta el corazónque acoge las croquetasy las dora despaciocomo un congeladorque congela los recuerdosque enfría las botellasque guarda langostinos para que celebremosalguna que otra noche de juventud y sueños.Tu corazón es como una lavadora que limpia la ropay le quita lo malo de los díaslas manchas de aceiteel carmín de tus labiosy más allá de eso también limpia al hombre que la llevalo saca de la maldaddel egoismolo vacía del todocomo una nevera antes de una mudanza.Vuelca mi corazóntú corazónlo saltea por la tristeza y la alegríay después calla conmovidomientras degusta las croquetas de melancolíaa las que sabe mi alma.

poesía individual - 2a. mención

16 poesía individual - 3a. mención

ya nunca más pasó

Terminan ya las clases y el sol brilla. Salimos corriendo a toque de sirena. Es la hora de comer, el estómago cruje.

¡Mamá mamá. Estoy en casa!El silencio mudo en su respuesta.Choca con el grito de dolor en su voz.

Es la furia desatada de un remolino en un día de viento.Es el mar bravo que azota contra la orilla la excitación de sus olas. Es mi padre quien amordaza pegando violento a mi madre.

Cuando se ama, se mima, se da cariño, se protege. Cuando se ama se entrega el AMOR.Se entrega la vida y el AMOR.

¿Cómo curar mi corazón dividido?¿Cómo separar el daño a mi madre,del amor que mi padre me dio?

“No volverá a pasar”, dice una y otra vez.El miedo me atenazó,pero conté lo que sucedió.

Así mi alma se liberó,Conté lo que sucedióy ahora digo yo: “Nunca más pasó”

poesía grupal

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la vida es chocolate

El chocolate endulza los sueñosendulza la vidaes un manjar que saboreamosen nuestro día a día.

Lo hay blancolo hay negrolo hay de muchos saboresque provocan amores.

No hay ninguno maloy el que más nos gustaes el huevo kinderporque lleva regalo.

Mojado en lechebañado en natase nos cae la babaporque nos encanta.

En forma de bombonesfríos o calientesaniman los corazonescomo los toblerones.

Lo recomiendan los médicospara alimentarsepero está prohibido empacharse.

poesía grupal - 1er. premio

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me gusta el pescado

poesía grupal - 1a. mención

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árboles de la vida

Quiero un árbol de sol, que caliente cada rincón de nuestra vida. Quiero un árbol de ropa para vestirme de fi esta, de boda o salir a la calle. Quiero un árbol de frutos muy dulces para hacer tartas. Quiero un árbol perenne de vida para mí y mi padre, mi madre, mis hermanos…Quiero un árbol de limones con refrescos para beber en un parque. Quiero un árbol de chocolate con churros para desayunar cada ma-ñana. Quiero un árbol de helados con tronco de hielo para invierno y vera-no. Quiero un árbol de olor a fl ores que coja todo lo que huele mal. Quiero un árbol de navidad para celebrarla todo el año. Quiero un árbol de jamones y tortilla para que me quite el hambre. Quiero un árbol de agua y que nunca tenga sed. Quiero un árbol de besos que pueda cogerlos cuando quiera que me quieran.Quiero un árbol de abrazos y sus ramas me cojan.Quiero un árbol que saque sus raíces a pasear y me lleve con él.Quiero un árbol de teléfonos para hablar con mis padres siempre.QUIERO UN ÁRBOL QUE CADA VEZ QUE NECESITE ALGO PLANTE UNA SEMILLA Y CREZCA ESE ARBOL.

poesía grupal - 2a. mención

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soneto de algarrobo

Explícame tú, que es el sol. El Sol.Explícame tú, que es la luna. La Luna.

¿Y por qué Pedro llora con tanto desconsuelo?Porque en su vida no ha tenido fortuna.

¿Y las montañas, que son? ¿Y las estrellas?Nada más que estrellas y montañas.

¿Y estas cañas? ¿Y estas raíces?Nada más que eso: raíces y cañas.

¿Y esta mesa? ¿Y este balancín?¿Y estas manos detrás de las sombras chinescas?

¡Dime! ¿Y el mundo? ¿Y el hombre?He aquí, la otra cara de la sabiduría:

Mírate a fondo.Afi rma siempre lo que eres.Y aprende con paciencia que no puedes hacer más.

¿O sí?

poesía grupal - 3a. mención

narrativa individual

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plástico

Me encontraba en mi despacho evaluando unas pruebas, unos com-plicados test psicológicos destinados a nuestros nuevos empleados, cuando sorprendentemente me llamaron desde Dirección para darme una nefasta noticia: en nuestra sede de Barcelona habían detenido a Francesc, uno de nuestros principales jóvenes investigadores, acusa-do nada menos que de asesinato. Se me ordenaba que acudiese a la Ciudad Condal y allí a la comisaría en donde estaba detenido para asistirle, ya que además de ser nuestro principal investigador era el empleado más joven y rentable de la empresa.Sin más dilación ni demora, ya que incluso se me impidió pasarme por mi apartamento a por una sencilla maleta, se me llevó al aero-puerto en donde alcancé por los pelos el primer vuelo que me llevó en dirección a Levante. De allí un taxi me trasladó, raudo, hasta la dirección que me habían facilitado antes de salir. Entré en la comisa-ría y un agente uniformado no sólo me indicó dónde estaba la sala de interrogatorios, sino que tuvo la amabilidad de acompañarme hasta allí. Un hombre vestido de calle, en la treintena fi nal, me recibió cuan-do el agente (tocando con los nudillos) llamó y entró para anunciar mi presencia.- ¿Es usted el psicólogo de la F.A.O.? - me preguntó tendiéndome la mano amistosamente.- Sí, soy yo -le respondí estrechándola-. Perdone que sea tan brus-co, pero he volado desde Madrid con la máxima urgencia porque, al parecer, han detenido ustedes a uno de nuestros investigadores... Imagino que debe de ser un grave error, ¿verdad?- Sí y no -me contestó asintiendo tristemente con la cabeza-. Pero acompáñeme a mi despacho, por favor, en donde estaremos más cómodos. Su hombre está esperando al abogado de su empresa en compañía de uno de nuestros agentes... No se preocupe, no se le ha preguntado nada aunque ya se le han leído sus derechos y pare-ce que los entendió, aunque no dijo absolutamente nada.El agente me precedió hasta uno de los despachos por aquellos largos pasillos. Pese a que cerró la puerta podía escuchar, no muy

narrativa individual - 1er. premio

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lejano, el ruido de varias máquinas de escribir y de una impresora de agujas.- Francesc es un joven extraño, ¿no? -me preguntó cuando se sentó.- Francesc es un joven muy especial. No, no es retrasado: es la persona más inteligente y preclara de nuestra empresa. La Fundación Auctorys Ordo, como usted sabe, se dedica a la investigación más puntera en el campo de la bioingeniería, vacunas, prótesis genómi-cas y demás adelantos médicos... Lo lamento, como psicólogo no sabría decirle mucho más sobre qué es lo que fabricamos exacta-mente. Además, como usted puede suponer, tengo una cláusula de confi dencialidad...El agente asintió con la cabeza esbozando una leve sonrisa.- Secreto de confesión.Yo, a mi vez, sonreí por su extraña ocurrencia.- Secreto profesional, quiere decir: el secreto de confesión es el que obliga a un cura ante su feligrés y Dios...El hombre soltó una larga y sincera carcajada por su error.- Disculpe mi burrada, quería decir “secreto profesional”.¿Por qué lo dice? -le pregunté a mi vez, sin responder a su pregunta hasta no estar seguro de qué era lo que pretendía que yo le dijese.- Bueno. Me ha dado la impresión de ser algo raro... No creo que me explique bien: más bien parece algo retrasado.- ¿Retrasado?- Sí, como si tuviese algo de retraso mental. Su comportamiento cuando fue detenido fue extraño, como si no tuviese nada que temer o incluso fuese un alivio. Se le leyeron sus derechos y no se inmutó; luego se le trasladó hasta comisaría sin moverse del asiento, como si fuese de excursión. Lo más normal hubiese sido intentar escapar, patalear, dar puñetazos a los agentes o incluso mostrarse agresivo. En su caso no es así: ahí lo tiene, en la sala de interrogatorios, sen-tado en la silla tan formal como un colegial en un internado de curas. Además ha permanecido con la vista fi ja en el suelo en todo momen-to: desde que se le detuvo en su empresa hasta hace unos minutos. ¡Es como si le diese vergüenza mirar a la cara!Sonreí por su ocurrencia.- Sí es especial como usted ha notado. Pero no, no es retrasado:

narrativa individual - 1er. premio

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¡todo lo contrario! Es una persona muy inteligente, probablemente más que usted y yo juntos: su mente es privilegiada en muchos sen-tidos.El agente se movió en su silla dubitativo.- No es frecuente que una gran empresa nos haga esperar por un psicólogo -me dijo algo molesto-. Por un abogado para uno de sus empleados sí, ¡naturalmente!, pero por un psicólogo... ¡Además no entiendo qué es lo que se espera que haga usted aquí!Sonreí sin decir nada: él no sabía lo que yo sí conocía.- El abogado -continuó diciendo- vendrá para velar por los intereses legales de su cliente, el empleado de la poderosa F.A.O., pero no entiendo qué puede esperarse de usted. Curiosamente, pese a que usted ha volado desde Madrid, ha llegado antes que el abogado de su empresaLe miré a los ojos antes de hablar con él de modo informal.- ¿Lo que le diga ahora, sin la presencia de nuestro abogado, no va a perjudicar a Francesc?El hombre movió la cabeza negando con vehemencia.- No se preocupe, lo que me comente ahora no constará en el expe-diente; no hasta que se realice un interrogatorio como Dios manda, desde luego... Simplemente estamos hablando, si usted lo desea y no le parece mal: hacemos tiempo para que llegue su abogado. También puede pasar a verle sin más pero, sinceramente, preferiría conocer el secreto de ese chaval. ¡Me tiene intrigado su comporta-miento!- Francésc padece Trastorno de Asperger. No sé si usted conoce esta expresión: se encuadra dentro de los trastornos generalizados del desarrollo.- ¡Ah, sí! Asperger... Es un tema que está ahora de moda: en todos los medios se suelen mostrar reportajes, biografías de famosos y entrevistas de todo tipo; el último Sherlock Holmes televisivo, muy gracioso y algo payasete, parecía serlo también.- ¡Perdone que le corrija, caballero! Me parece poco respetuoso frivo-lizar con un tema tan delicado como éste.El agente empalideció al momento y su faz se volvió seria.- ¡Naturalmente, naturalmente! Le pido disculpas. A veces soy un

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poco bruto... Quería decir que es un tema candente, que está de actualidad, que aparece en todos los medios de comunicación, no que sea algo digo de un espectáculo circense ni yo lo tenga por tal... Además el tal Holmes me caía bien: extremadamente observador, sí señor, muy escrupuloso, minucioso y puntilloso en sus trabajos detectivescos.No me dio tiempo a añadir nada más. Tocaron con los nudillos con la puerta y un agente entró seguido de Jaume, nuestro abogado.- Subinspector -le dijo- aquí está el señor Jaume Estruch, el abogado que esperaban.- ¡Por favor, pase y siéntese! -le dijo al recién llegado.Jaume me reconoció, me estrechó la mano con una sonrisa y dejan-do su maletín en el suelo se sentó en la silla situada a mi izquierda.- Lamento el retraso, caballeros - se excusó buscando una postura adecuada en la silla- pero el tráfi co a esta hora de la mañana está fa-tal... ¡Y con las reducciones de velocidad de las narices se ha puesto mucho peor, evidentemente! ¡Reitero mis disculpas!- No se preocupe - dijo el policía- . Todavía no hemos comenzado el interrogatorio. En realidad estaba charlando con su colega sobre Francesc y me estaba ilustrando sobre su personalidad.- Si no le importa preferiría ver si mi cliente está bien y necesita algo -le dijo Jaume-. Puede que necesite hacer algunos trámites o pedir que nos asista mi compañera. Si no les importa...El subinspector comprendió la necesidad de mi compañero por ver a Francesc de manera que, precediéndonos, nos llevó hasta la sala de interrogatorio; abrió la puerta y dentro pudimos ver al joven: en la veintena media, pelo castaño claro con una impecable raya en la parte izquierda de su cabeza, vestido con ropa deportiva, vaqueros y zapatillas de deporte; estaba acompañado (escoltado, mejor dicho) por un agente vestido con su uniforme azul. En el momento en que Francesc nos vio entrar se levantó y dio un par de pasos hacia noso-tros tendiéndonos la mano; fue entonces cuando comprobé que algo no marchaba bien: el chico no sólo parecía tenso o incómodo, sino que al caminar lo había hecho levemente inclinado hacia su izquierda. Además presentaba un fuerte hematoma con enrojecimiento en la parte izquierda de su mandíbula. Algo no estaba bien.

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- ¿Te duele algo? ¿Estás herido? -le pregunté; sabía bien que tenía una tolerancia muy alta al dolor y, aunque estuviese dolorido, no lo manifestaría motu proprio. El chico negó con la cabeza pero le costó trabajo ponerse derecho y aspirar aire, como si el simple hecho de ponerse de pie le hubiese fatigado. Además cuando nos estrechó la mano lo hizo con poca fuerza, como si no pudiese apretarla.- Por favor -dijo Jaume dirigiéndose al subinspector- me gustaría que antes de comenzar un médico examinase al chico: tengo la impre-sión que está herido y no lo dice, no puede expresarlo. ¿Te puedes levantar la camiseta, por favor?Francesc, sin levantar la vista del suelo, pareció dudar unos segun-dos pero luego obedeció la petición: al quitarse la camiseta (que lucía la llamativa leyenda: “Sí, soy un genio retrasado”) todos pudimos comprobar que varios hematomas violetas, amplios, aparecían en su costado izquierdo.- Sánchez, lleve al joven al médico forense de inmediato y ya sabe el resto... -ordenó el subinspector al agente. El policía obedeció: es-peró a que el chico se pusiese la camiseta, con trabajo y difi cultad, y le condujo hacia otra habitación en donde sería reconocido por un especialista. Nosotros, precedidos por el subinspector, regresamos a su despacho.- Todo esto me resulta muy extraño -comenzó a decir mi compañero en tono amoscado-. ¡Imagino que esas magulladuras y moretones no se los habrán hecho aquí, naturalmente, pero prefi ero que él nos lo confi rme!- Créanme si les digo que lo lamento mucho -dijo el policía con voz triste-: no tenemos por costumbre desatender a los sospechosos pero, como el chico no ha manifestado estar herido, no se le ha ocurrido a alguien que le examinase un médico; además, como han podido ver, tampoco se le notan los hematomas con la camiseta puesta.Mi compañero asintió arrugando la frente en señal de desaprobación.- ¿Podría ponernos al corriente de qué es lo que ha sucedido exacta-mente? - le pedí amablemente a nuestro anfi trión. Éste asintió con la cabeza y comenzó su relato.- Hace apenas unas horas alguien de su empresa, probablemente

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perteneciente al personal de seguridad, nos llamó denunciando un asesinato en sus ofi cinas: uno de sus empleados, al entrar en el aseo, encontró a Francesc sentado en el suelo respirando fatigosa-mente al lado de un cadáver, precisamente el de su otro empleado y compañero el señor Germán Pérez. Por lo que nos informaron Ger-mán era un empleado recién contratado hacía sólo dos meses: en la cuarentena inicial, simpático y sociable, acababa de presentar ciertos resultados a su jefe de departamento, el joven Francesc, y cuando parecía que iniciaba una prometedora carrera en su empresa apare-ce muerto en el aseo al lado de su joven jefe. ¡Muy sospechoso, me parece a mí! Parece el típico asesinato debido a los celos.Jaume y yo nos miramos en silencio.- Las apariencias engañan, me temo -añadió mi compañero.- Las apariencias engañarán, pero el fallecido era un prometedor subordinado cuarentón que, tras presentar unos resultados fabulosos a su joven jefe, aparece (¡casualmente!) muerto al lado del mismo... Es fácil sumar dos y dos: el joven sentía celos del nuevo empleado y, probablemente tras discutir con él, le asesinó a sangre fría.Negué en silencio moviendo la cabeza con convicción.-Francesc es alguien que no puede sentir celos de nadie, y menos de alguien tan mediocre como Germán. Desde el día en que fue con-tratado no tuvo más que problemas con él y el pobre chaval no dijo ni “mu”, tragándose todos los inconvenientes, malestares y difi cultades para no perjudicar al nuevo empleado. ¡No, no es eso! ¡De ninguna manera! Francesc habló conmigo en varias ocasiones y sólo porque insistí me confesó sus malestares, pero en todas las ocasiones fue él quien se alejó de Germán para no pasarlo mal...El subinspector me miró con curiosidad porque no sabía nada del tema.- ¿Podría hablarnos de esa confesión? -me pidió-. No se preocupen, todo es extraofi cial y no constará en el expediente policial: puede hablar como si estuviese con un buen amigo.Dudé algunos minutos, miré a Jaume pero cuando éste asintió con la cabeza, en silencio, me animé a contarles lo que sabía.- Germán Pérez, natural de Valencia, fue contratado hace dos me-ses por nuestra empresa ya que venía muy bien recomendado. En la

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cuarentena inicial, de sonrisa fácil, muy pálido y de complexión frágil, simpático pero muy sociable, pasó todos los test demostrando una inteligencia normal para su edad: demasiado normalita, a mi juicio, pero no todos podemos ser genios. Destinado al departamento que dirigía Francesc en la delegación de Madrid, precisamente el más avanzado de nuestra empresa, se le destinó a ser su asistente ya que parecía tener dominio sobre la misma materia en la que está especializado el chico.“Sin embargo el mismo día, sorprendentemente, me encontré a Francesc en el baño varias veces y durante la última de ellas compro-bé que estaba verde: su rostro estaba verdoso. Le pregunté qué le ocurría y me comentó que estaba muy mareado, con náuseas y que había vomitado el desayuno: no le dí mayor importancia y tras com-probar que parecía haberse repuesto regresé a mis tareas. Durante los siguientes días pareció que todo marchaba con normalidad pero, sorprendentemente, me encontré muchas veces con el joven en la sala de tomar café (que se suele emplear, además de para el coffe break, para hacer un descanso y cotillear o chismorrear a placer): era sorprendente, ya que no toma más que infusiones, pero no le di mayor importancia al hecho. Sin embargo uno de sus compañeros, que le conoce muy bien, me rogó que hablase con él ya que además de parecer anormalmente inquieto parecía moverse por la habitación, todas las mañanas de esos días, de un modo extraño y absurdo: al fi nal comprobó que, en cada habitación en la que estuviesen juntos, procuraba situarse en el punto más alejado de Germán. No tuve más remedio que hablar con él.“Le pedí que me visitase y volví a comprobar por mí mismo que esta-ba blanco como el papel. Cuando le pregunté qué era lo que le ocu-rría negó que le ocurriese algo, lo que ya me esperaba, pero al insistir y comentarle que parecía no encontrarse bien con su nuevo com-pañero de departamento, un subordinado de mayor edad, levantó la vista y (sorprendentemente en él) me habló mirándome a los ojos.-Germán no me agrada nada -me dijo-. Pero no en el sentido que puede suponer usted: que no me cae bien, que no me gusta o que no quiero que esté en mi departamento por algo que tiene que ver con su trabajo o su personalidad... ¡No, no! No me agrada porque

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me hace daño físico, me perturba extraordinariamente: huele a “plás-tico”. Huele a “nuevo”, a “sintético”. Su ropa suena a nueva, sus zapatos resuenan a nuevos... Todo en él huele a artifi cial, a no usado, a nuevo, a imitado... Me produce náuseas su inexplicable olor y por eso procuro alejarme de él todo lo posible.Los hombres que me acompañaban se miraron entre ellos sin decir nada, pero sus rostros refl ejaban una total extrañeza por mis pala-bras: no habían creído ni una sola de mis palabras.- Sí, ya sé que les sonará a algo dicho por un demente -me apresuré a aclarar- pero yo mismo he comprobado que si el chico está cerca de Germán se altera: primero se pone pálido, luego verde y si no puede alejarse de él tiene que ir al baño a vomitar... En dos reuniones sucedió esto mismo, todos los asistentes a la misma pueden corro-borarlo.-¿Cómo es posible que el chico diga “que huele a nuevo” o que “re-suenan sus zapatos”? -me preguntó el subinspector con interés.- Francesc, al padecer Asperger, tiene sus sentidos extraordinaria-mente aguzados: puede oler un ambientador que le moleste nada más entrar en un edifi cio aunque se encuentre instalado en la última planta... También nota cuándo unos zapatos son nuevos por el modo en que el cuero “chirría”. La agudeza de sus sentidos en ocasiones llega a producirle daño físico obligándole a vomitar: por eso en Ma-drid tuvieron que cambiar todos los ambientadores y las moquetas, pese a que costó bastante dinero y tiempo.- Precisamente hace poco solicitó su traslado a Barcelona sin que nadie, salvo los directivos más importantes, supiesen el por qué de esta decisión tan aparentemente absurda -añadió mi compañero frunciendo el ceño.- Yo puedo aclararte el por qué -le respondí-: fue porque no podía continuar por más tiempo trabajando junto a su nuevo subordinado, junto a Germán. Se le concedió el traslado a regañadientes y se le permitió cambiar de aires unos meses, mientras (pensaban) se adap-taba a la nueva situación.-Y entonces, ¿cómo es que ahora nos encontramos al nuevo em-pleado, a Germán Pérez, junto a Francesc trabajando otra vez juntitos en Barcelona? -me preguntó el policía-. Es evidente que uno de los

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dos movió hilos para forzar el reencuentro. ¿Fue el chico o fue Ger-mán?- Alguien de muy arriba, probablemente de la Presidencia, envió a Germán a trabajar nuevamente con el chico hace apenas una se-mana: supongo que sus investigaciones dependían tanto de las de Francesc que sólo trabajando junto a él, en su mismo departamento, podían obtenerse resultados viables y eso era precisamente lo que deseaban sus jefes.El policía iba a preguntarme algo cuando, bruscamente, tocaron en la puerta con los nudillos y un subordinado asomó la cabeza.- El sospechoso está ya nuevamente en la sala de interrogatorios, subinspector.El policía asintió con la cabeza y, con un gesto de su mano, nos pidió que le acompañásemos. Pocos minutos después estábamos nueva-mente en la sala junto al chico: éste permanecía sentado en su silla con la vista baja, fi ja en la pulida superfi cie de la mesa de interrogato-rios.- Aquí tiene el informe -le dijo uno de los hombres que permanecía junto a Francesc, probablemente un médico forense.- ¿Y bien? -le preguntó el subinspector.-El sospechoso -dijo- presenta un importante hematoma en la parte izquierda de su mandíbula, probablemente fruto de un fuerte dere-chazo: el puñetazo fue brutal. Tiene también dos costillas rotas en la parte izquierda de su tórax y al menos una, quizá dos, lastimadas en la parte derecha: se precisan radiografías para verifi carlo. También presenta un hematoma en el muslo izquierdo, probablemente por un rodillazo mal dirigido a su zona genital y marcas en ambas muñecas por haber sido agarrado con fuerza. Parece como si un grupo de pandilleros se hubiesen ensañado con él...Miré con un sentimiento de pena al chico que permanecía inmóvil y silencioso sentado frente a la mesa, mirando su lisa superfi cie metáli-ca sin decir nada.- Entonces, al parecer, el señor Germán Pérez le dio una soberana paliza antes de fallecer... -dijo entre dientes el subinspector-. Pese a su aspecto enfermizo el bueno de Germán se pasó de la raya sin controlarse.

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- Me limité a defenderme sin hacer nada -dijo, en voz muy baja, Fran-cesc.- ¿Cómo? -preguntó el policía levantando la vista de los papeles.- Aprovechando que me propinó el rodillazo entre las piernas -le respondió-, cuando me soltó las muñecas le empujé con fuerza para alejarle de mí: me estaba asfi xiando con su olor a “nuevo”. Fue enton-ces cuando pisó una pequeña mancha de agua en el suelo situada junto al lavabo, resbaló y se golpeó en la cabeza sin demasiada fuer-za: cayó al suelo y quedó inmóvil dejando de “rechinar” por dentro. Dejó de tintinear y molestarme con su ruido chirriante que tanto daño me hacía; casi más que su extraño y penetrante olor a “plástico”, a “sintético”, a “artifi cial”...Todos los presentes le miraron asombrados, extrañados, como si estuviesen delante de un loco de atar.-El chico tiene un olfato mejor que el de “Chucho”, nuestro mejor perro -dijo sonriendo el forense-. Ha sido capaz de identifi car las colonias y desodorantes de todos las personas con las que se ha ido cruzando.El subinspector se sentó frente a Francesc, le tomó de la barbilla y con mucha suavidad le obligó a levantar la cabeza para verle los ojos. No sé exactamente qué buscaba, si un indicio de sinceridad o ver cómo era su alma, pero fuese lo que fuese lo que vio creo que desde ese momento confi ó plenamente en sus palabras: en todas y cada una de ellas.- ¿Podrías describir, de memoria, cómo va vestido el doctor? -le pre-guntó con suavidad-. No te preocupes si fallas en algo o se te olvida algún mínimo detalle: lo importante es corroborar lo que se dice de ti.El chico no se inmutó ni, como podía esperarse, se volvió para dar un rápido vistazo al forense.- En el despacho más grande -comenzó a decir con tranquilidad-, por el que hemos pasado, hay doce mesas, quince personas, tres relojes de pared y ninguno tiene la hora correcta: el que está situado sobre la mesa de madera, la que tiene una esquina manchada, lleva nueve minutos de adelanto, el que está colocado encima del archiva-dor que empieza con las letras “Horta-Sabadell” presenta un retraso de cuatro minutos y el que está en su despacho, en la pared opuesta

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a la que muestra el retrato del Rey (tomado en 1992, a juzgar por la fecha que aparece al pie de la fotografía) tiene un adelanto de tres minutos. Falta un libro en una de sus estanterías, la de la derecha, que está ahora mismo sobre una de las mesas situadas en la pared del fondo de la sala grande, la misma que tiene dos botes para lápi-ces con seis bolígrafos todos distintos, uno de ellos con la capucha mordida.El subinspector enarcó las cejas de incredulidad. ¿Era cierto lo que decía? Podrían comprobarlo con facilidad, pero...- Esta mañana usted salió de su casa tarde porque tenía que llevar a su hija al dentista y la niña estuvo llorando, pero luego adelantó tiempo porque no se detuvo a comprar la prensa que todos los días adquiere en el mismo quiosco: es un puesto callejero, de madera, al lado de una panadería y de un locutorio poco limpio...El subinspector abrió la boca del asombro pero no pudo articular palabra alguna.- No tengo la capacidad de leer la mente ni veo el futuro, pero re-conozco el olor a colonia de niña, el de las lágrimas, el del papel de periódicos y las distintas tintas de las rotativas en periódicos y publi-caciones seriadas, la madera del quiosco, los distintos tipos de pan y el olor a ordenadores calientes y sudor rancio de un locutorio... En su coche tiene un ambientador de pino con, al menos, seis meses de edad: ya apenas emite olor... También detecto aroma a vainilla, quizá de la colonia de su madre.- Tengo que dejarles -dijo el médico forense-. Mis obligaciones me reclaman y el cuerpo no se va a autopsiar solo.Salió de la habitación y se despidió con la mano, en silencio, de los presentes.- Por favor caballeros -nos pidió el subinspector iniciando la rutina policial- tomen asiento porque vamos a comenzar el interrogatorio. Ya sabe usted, señor Estruch, cómo es el procedimiento...Mi compañero asintió tomando asiento y sacando su libreta de notas, sobre la cual iría anotando todo lo que considerase de interés para defender a su cliente.-Veamos, Francesc, cuéntanos todo lo que ha ocurrido sin omitir detalle. Cálmate, toma aire y con esa memoria prodigiosa ilústranos

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sobre qué ocurrió en el aseo de caballeros y cómo tu compañero Germán terminó en el suelo, muerto bien muerto.Francesc se sentó mejor en la silla, intentó ponerse cómodo pese a sus costillas fracturadas y comenzó en relato.- No sé exactamente quién o qué era Germán Pérez, pero desde el primer momento en que se me acercó me produjo daño. Cuando le vi acercarse, sonriente y normal, parecía una persona exactamente igual que las demás aunque de aspecto enfermizo, pálido y debilu-cho: alguien ajeno a mí, distinto a mí porque es neurotípico y “nor-mal” pero que no me hacen daño ni me molestan en absoluto. Sin embargo antes de acercarse a seis pasos de mí pude olerle: olía a “plástico”, a “nuevo”, a algo raro que jamás había olido antes ni pue-do reconocer aunque soy bioquímico. Además sus zapatos rechi-naban de un modo desagradable porque eran nuevos, nunca antes habían sido utilizados; su ropa también sonaba, siseaba, se frotaba al moverse como si fuese completamente nueva: incluso podía oler el aroma del apresto que las impregnaba recién compradas en un caro gran almacén.“Cuando me estrechó la mano lo hizo con fuerza, con bastante fuer-za, pero controlando muy cuidadosamente la potencia muscular: el tacto de su piel me pareció extraño e inusual; cálido, como una mano humana, pero demasiado suave: como si no tuviese imperfecciones y llevase puesto unos guantes de látex extraordinariamente suaves. Además me dejó la mano impregnada a un olor a “sintético” que me mareó y no desapareció hasta que me la lavé dos veces... Un olor desagradable por ser extraño, por ser sintético: “plástico” es lo único que se me ocurre decir aunque no es exacto del todo en su defi ni-ción. Sintético, antinatural, artifi cial... ¡No lo sé!“Había sido contratado porque, decían, era experto en el mismo campo en el que yo trabajo y, me avisaron con satisfacción, sería un compañero insustituible con quien no sólo podría discutir de tú a tú sino compartir mis investigaciones, ya que decían que tenía amplia experiencia en el campo. ¡Era completamente falso, naturalmente! Todo en él era falso. ¡Todo!“Germán, a los pocos días de trabajar conmigo, me demostró que no sólo no estaba a mi altura sino que lo único que podía hacer era co-

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piar y remedar, de modo muy pobre, lo mismo que yo hacía. Incluso el trabajo que presentó a la dirección, a mis espaldas y sin mi permi-so, fue sólo un resultado mediocre extraído y pergeñado directamen-te de mis resultados aún no publicados. No era más que un “quiero pero no puedo”. No le dije nada a nadie, naturalmente, ya que ade-más de raro no deseaba que pensasen de mí que era un paranoico, un celoso envidioso sin pruebas: el tiempo pone a cada uno en su sitio, y sería él mismo quien demostrase su incompetencia absoluta. Como decía Confucio: “La manzana madura indefectiblemente cae al suelo cuando se le seca el rabito”.“Ya el primer día comprobé que su presencia, su olor, me mareaba hasta llegar a la náusea si permanecía junto a él a corta distancia, de manera que procuré situarme lo más lejos de él para evitar su ema-nación pensando que al siguiente día, cuando se duchase y cambia-se de ropa, el olor desaparecería. No fue así. Incluso recién duchado (podía reconocer el olor a champú y gel) y cambiado de ropa a diario seguía emanando un olor que al principio me molestaba, pero que al cabo de los días se transformó para mí en un tufo insoportable que me hacía daño corporal: primero me ponía blanco, luego verde y cuando las náuseas eran insoportables tenía que ir a los aseos a vomitar una y otra vez, aunque tuviese ya el estómago vacío tras seis o siete visitas al baño. Ha sido una tortura inconcebible.“Absolutamente todo en él era extraño y desconcertante, incluso aunque intentase bloquear esas sensaciones que me transmitían mis sentidos: sus zapatos rechinaban porque, indudablemente, nunca habían sido usados antes de ahora; sus ropas siseaban al frotarse entre ellas las nuevas e impolutas telas impregnadas con apresto; su tacto era extrañamente “sintético” y todo en él apestaba a “plástico”, a “sintético”, a “artifi cial”: algo que me resulta imposible de describir pese a que domino el lenguaje hablado con una pedantería digna de Camilo José Cela y Francisco Umbral juntos... Además tenía un “chirrido”, un sonido interior que me ponía nervioso: un chirrido tan leve que nadie de mi entorno podía escuchar aunque resonase en mis oídos y me torturase hora tras horas, día tras día.“Su trabajo, que aparentemente era de calidad, en realidad no era nada: no, no lo digo comparándolo con el mío (que, en palabras de

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mis superiores, es “genial” o “insuperable” por su imaginación, pro-fundidad, profesionalidad y enfoque innovador: algunos de mis traba-jos pueden encontrarse en revistas profesionales o repartido por todo Internet) si no porque, en realidad, sólo era pura fachenda. Germán no pudo extraer del excelente material puesto a nuestra disposición ningún resultado de utilidad: ningún avance, ninguna investigación, ningún nuevo proyecto, ningún descubrimiento, ninguna nueva línea de trabajo... Se limitó a seguir mi estela e imitarme con la pericia del copista medieval que reproduce un delicado texto griego, letra a letra, sin saber leer qué dice ni de qué trata. Germán, desde mi punto de vista, no era más que un “hombre vacío” que no sé qué pintaba en nuestro grupo de trabajo. Además, para intentar ganar méritos ante la dirección, se atrevió a usar mi material más avanzado, privado y sin publicar, presentándolo como suyo con la vana intención de simular que sabía qué estaba haciendo cuando era evidente que no sólo no era competente, sino que sobraba en la empresa porque no estaba cualifi cado para ello.“Como su presencia me hacía daño físicamente y me ponía enfermo, solicité el traslado a Barcelona para alejarme de él; funcionó durante unos días hasta que, no sé cómo, consiguió que se le trasladase nuevamente junto a mí. Entonces volví a sentirme enfermo hasta tal punto que en mi mesa, en el segundo cajón de la derecha, está el documento de renuncia a mi puesto de trabajo: no podía seguir sin-tiendo daño por más tiempo. Me marchaba, renunciaba a mi puesto de trabajo, a mi vida: no podía más.“Esta mañana, cuando fui al baño para vomitar por quinta vez en dos horas, él entró por la puerta con su sonrisa fácil que utiliza para semejar ser una persona simpática, afectuosa, sociable y amigo de todos; para que todos le deseen como amigo y él se pueda acercar a ellos, no sé exactamente para qué, con intenciones que desco-nozco pero que no pueden ser honradas, ni éticas ni sanas. Con su fi na ironía se burló de mí, una vez más y me hizo daño nuevamente. Le dije que no era más que un “parásito psíquico”, un “hombre vacío” que no tenía nada dentro y era incapaz de crear nada salvo a costa de parasitar a otros porque, además de mediocre, era incompetente al carecer de imaginación y espíritu propio; que olía a “plástico” y que

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en unos días dejaría de oler su tufo, que me mareaba hasta ponerme enfermo, porque dimitía de mi puesto de trabajo. Jamás volvería a ponerme enfermo. Jamás volvería a copiarme ni usar mi material más personal y avanzado.“Supongo que se sintió amenazado porque puse al descubierto algo que le alertó o le aterrorizó ya que, sin ningún aviso y sin que yo tuvie-se tiempo de cubrirme o defenderme, me propinó un puñetazo en la mandíbula, dos puñetazos en el lado izquierdo del pecho y otros dos más en el derecho, con menos fuerza, tras lo cual intentó desarmar-me de un rodillazo en la entrepierna. Soporté todo el dolor sin inmu-tarme y fue cuando, agarrándome de las muñecas, me golpeó contra una de las paredes sin cambiar su amistosa sonrisa. Con todas mis fuerzas me zafé de sus garras, que me apretaban las muñecas como tenazas y fue cuando, al verme libre y advertir que pretendía estran-gularme, le dí un empujón: no tenía fuerzas (todo me dolía terrible-mente) pero, no sé cómo, debido a su escaso peso y constitución tan débil se desplazó hacia atrás, pisó un charco de agua y resbalan-do se golpeó la cabeza levemente con uno de los lavabos. El golpe, que les aseguro fue sin fuerza alguna, hizo que cayese al suelo inerte: quedó boca arriba, parado, detenido, con los ojos muy abiertos. Algo dentro de él se detuvo y el odioso chirrido tintineante que me había atormentado durante semanas, quebrándome los tímpanos y lleván-dome a un estado de nervios lamentable, dejó de escucharse para siempre. Para siempre.“Sin fuerzas, completamente lleno de dolores, sólo pude dejarme caer en el suelo para recuperarme; fue entonces cuando entró Jordi y al ver lo ocurrido salió corriendo para llamar a seguridad o a un médico, lo ignoro. Es todo. No tengo nada más que contarles. Esa es toda la verdad.Los presentes nos miramos los unos a los otros sin decir nada: nues-tras miradas, elocuentes en su intensidad, declaraban con mudas voces que todo nos parecía antinatural en el relato. Era evidente que el chico había perdido el juicio, mentía por primera vez en su vida (aunque eso fuese imposible) o que, al borde de la locura, deliraba antes de ser encerrado para toda su vida en una institución mental.Francesc se había quedado inmóvil, pensativo, mirando nuevamen-

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te la brillante superfi cie metálica de la mesa: todavía respiraba con difi cultad por sus costillas rotas y contusiones que tendrían que curar más tarde. No me quedaba más remedio que pensar que había perdido la cordura, que se había vuelto loco debido a los celos, al exceso de trabajo, a la presión o a cualquiera sabía qué motivo que yo desconocía.Estábamos a punto de levantarnos para marcharnos, una vez termi-nada la increíble sesión del interrogatorio, cuando la puerta se abrió nuevamente y por ella volvió a entrar el hombre que un rato antes se había marchado: el médico forense. Su rostro, blanco como el papel, mostraba un estupor similar al de un pobre obrero de la construcción, con seis hijos y parado de larga duración, que comprueba asombra-do que el boleto de su primitiva de dos euros está premiada con mil quinientos millones de pesetas y que, además, su tío de América le ha dejado une herencia multimillonaria...- ¿Le ocurre algo, doctor? - le preguntó con suspicacia el subinspec-tor.- ¡Es lo más extraño que he visto en mi vida, y eso que he visto co-sas increíbles! -nos respondió el hombre tomando aire y recuperán-dose de la impresión-. El joven tenía razón cuando hablaba antes y mencionó las palabras “nuevo”, “sintético”, “rechinar” y “plástico”.Los presentes nos miramos sin comprender nada, aunque noté que Francesc levantaba la vista y la clavaba en el doctor, como buscando respuestas a sus extrañas palabras.- ¿Ha obtenido algún resultado en la disección del cadáver? -volvió a preguntar el subinspector poniéndose de pie.- ¡No hay cadáver! ¡Ya no hay cadáver! Dudo mucho que el chico sea culpable de ningún asesinato, máxime cuando no hay cadáver ni cuerpo exánime que examinar, enterrar o incinerar... ¡Ha sido la expe-riencia más asombrosa y aterradora de mi vida, y eso que he visto de todo!El silencio se extendió, denso y ruidoso, por la habitación. El subins-pector iba a abrir la boca cuando el forense habló nuevamente.- Lo habíamos desnudado y estaba sobre la mesa, muy blanco y níveo al haberse escurrido la sangre hacia la parte posterior de su cuerpo, hacia la espalda y las nalgas cuando, al clavar el bisturí en el

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pecho, ocurrió de repente: lo que no era más que un minúsculo ras-guño en su piel se abrió bruscamente, comenzó a alargarse en todas direcciones, a extenderse, a ampliarse y sólo puedo decir que ante nuestros atónitos ojos (¡gracias a Dios está grabado en la cámara de vídeo de las autopsias!) un polímero se despolimerizó... En cuestión de medio minuto lo que parecía un cuerpo humano, un varón cau-casoide de unos cuarenta años, quedó reducido a unos sesenta kilos de polímero plástico, bolitas de un material sintético color carne, con fi nísimas fi bras ópticas blancas que parecían nervios o algo así y que, al tocarlas, se disgregaban en cenizas calizas que no pueden analizarse sin desmoronarse en polvo... Un puñado de polímeros, fi nas fi bras ópticas calizas y lo que parecía blanca leche de soja que se escurrió de su cráneo dejándolo lleno de cenizas blancas que se desmoronaron en polvo.Nadie se atrevió a decir ni añadir nada: ninguno podía asimilar sus palabras; parecía que ahora teníamos dos locos en la habitación.- El difunto señor Germán Pérez era un “hombre vacío”, de “plástico” y con mecanismos artifi ciales de una extraña y avanzada tecnología que desconozco y de la que jamás he oído hablar: quizá espionaje industrial de alguna empresa japonesa, quizá sea un viajero pro-veniente del futuro o quizá un extraterrestre, lo ignoro y dudo que alguien sepa jamás la verdad. Lo poco que se podía analizar es sólo ceniza, polímero despolimerizado del que no creo que se extraiga ya ninguna información. Con razón Francesc decía que todo en él olía a plástico, a nuevo y “chirriaba”...

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el carro de las palabras

Había un pueblo entre montañas. Había poca gente, estaban Pablo, Paco, Manuel y Crisitina.

Se llamaba Villamontaña. El pueblo es muy pequeño.

En el pueblo hablaban con los signos de lenguaje. No tienen pala-bras.

Don Diego es un señor que vive fuera del pueblo, vive en la Sierra.

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Se le ocurrió llevar un carro de caballos lleno de palabras.

Don Diego aparcó en la plaza y todos se acercaron.

Don Diego dice:

- Os traigo un regalo, traigo el carro cargado de palabras. Don Diego fue repartiendo palabras a toda la gente y todos cogieron algunas. Se las llevaban para utilizarlas.

La gente del pueblo ya podían escribir y hablar con los amigos. Aun-que al principio no sabían cómo utilizarlas, ahora ya lo saben.

Aprendían a estudiar y leer. También a dibujar y hacían versos como por ejemplo:

“El bosque está verde, el agua del mar es azul, las nubes son blancas, los ríos que llevan agua clara”.

Todas las palabras les sirvieron para que formaran cada frase, tam-bién palabrotas y equipos de fútbol.

Antes no tenían palabras y no podían hacer frases, y ahora si. Se peleaban con las palabras porque todos querían coger palabras

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bonitas, por ejemplo: mariposa, amor, paz y libertad. Y las palabras feas no las querían nadie, las dejaban en el carro.

Ahora Pablo hacía cosas divertidas como por ejemplo: Ir a ver un par-tido de fútbol y gritar gol con su compañero Paco. Manuel y Cristina cuentan sus cosas: Lo que han hecho este fi n de semana, porque ahora van a un club de ocio y hacen actividades como ir al planetario o al karaoke con la pandilla. Ahora son felices cantando y estaban todos contentos.

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la niña y la luna

Hace muchos años una familia pertenecía a la luz, la primogénita, podría crearse en un espacio que procedía de mucha luz, su capaci-dad era tan inmensa que no le quedó más remedio que crearse con la luna. Era realmente única en su especie, la niña llamada Petrura fue elegida para vivir en la luna, procedía de una minúscula partícula muy potente y ella fue la elegida, su familia se quedó desolada y no tuvo más remedio que quedarse a vivir en la tierra donde allí con el tiempo fue perdiendo su luz y se convirtieron en unas personas nor-males, pero la niña se enteró de lo sucedido y según cuentan, ella no quería quedarse con la luna quería irse con su familia y no ser aquel fenómeno extraño que habitara dentro de un círculo redondo don-de todos, por cierto, querían ir, pero tenía suerte porque ella viajaba constantemente donde rotaba la luna. Ella iba a diferentes lugares, países y ciudades se movía por donde quería, pero Pretura se em-pezaba a aburrir y con el paso de los años se empezó a entristecer, siempre estaba con la luna y con sus amigos los meteoros, satélites, astros, etc.

A veces cuando la luna viajaba en verano, Pretura tenía unas ami-gas cerca de ella, Pretura se deslizaba por una cuerda transparente, llegaba a la charca donde revoloteaban varias luciérnagas y poco a poco se acercaba a ellas, Pretura con su dulce voz les decía: hola mis amigas las luciérnagas os traigo un poquito de “luz y energía”. Ella abrió la boca y empezó a desprender un polvo de color blanco, así las luciérnagas podían ser más hermosas. Empezaron a sentir cada vez más necesidad de aquel elixir que desprendía de su boca de aquellos polvos blancos mágicos, para todas ellas eran una pequeña droga que ellas necesitaban. Cada día iba aumentando la necesidad de su elixir más y más pero Pretura se dio cuenta que no la querían como a ella le hubiera gustado, quería ser amiga de ellas pero las luciérnagas la querían por su propio interés y lo que Pretura sentía por sus amigas era un amor verdadero hacia ellas, cada vez que las iba a visitar Pretura pensaba que había encontrado una familia o al menos

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eso creía, se dio cuenta de que estaba equivocada. Pretura pensaba que había encontrado a la familia que a ella le hubiera gustado tener y la que nunca tuvo por eso pensó en bajar a la tierra en busca de su verdadera familia y decidió escapar, ya que las luciérnagas empeza-ron a envidiarla, porque siempre querían ser más hermosas. No sólo les hacía brillar ¡no! también les hacía hermosas.

Un día se negó a darlas ese polvillo que tanto anhelaban tanto así las luciérnagas empezaron a tenerla odio por no darle lo que ellas querían y la envidia empezó a ser cada vez más grande, aumenta-ba como si estuviéramos infl ando un globo que nunca tenía fi n y así decían las luciérnagas: ¿Por qué ella puede tener ese elixir que nadie tiene? en ese preciso momento una de ellas plantó cara y les dijo: que pasa que sólo la queréis por lo que tiene, no por lo que os da, (amor) pero Mandis era la única luciérnaga que no tenía pelos en la lengua, las demás de su especie le dijeron: fuera de aquí, vete con ella si tanto la quieres a ver si a ti te da lo que nosotras tanto anhe-lamos, está bien dijo Mandis y alzó su patita al nivel de su cabeza y dijo en forma de promesa: me marcho porque yo quiero, no por que vosotras me echéis y quiero que sepáis que lo que tiene se nace con ello y me avergonzáis por ser tan crueles y por no tener sentimientos y ser tan egoístas, eso es un don lo tiene como otro insecto como nosotras tenemos un poco de luz. Todas se echaron encima de Mandis la luciernaga se levantó estaba magullada por la paliza que le había metido su propia familia y decidió prender vuelo y desaparecer. Las otras luciérnagas la gritaban eso vete con ella y no vuelvas. Se fue triste pero no perdió la esperanza de encontrar a otra familia que la quisiera aunque no fuera de su especie. La luciérnaga pensó, aho-ra tengo otro propósito tengo que ir a hablar con la luna antes de que sea tarde ella sabía perfectamente que Pretura se había ido a la tierra y salió zumbando hacia la luna, la luna no podía quedarse sola nece-sitaba estar cerca de Pretyura porque sólo ella podía darle la luz y la energía que ella necesitaba porque si Pretura desapareciera la tierra perdería la noche y Mandis tenía que evitar aquella catástrofe, la luna se estaba echando la siesta cuando llegó la luciérnaga se sobresaltó y pegó un brinco al oír el revoloteo de Mandis ¿Quién eres? ¿y por

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qué haces tanto ruido? Mandis dijo sin aliento, te estaba buscando, la luna le dijo a Mandis ¿qué te pasa que vienes tan fatigada? mira señora luna me voy a presentar soy amiga de Pretura hace tiempo se pasaba por el estanque para darnos un elixir que soltaba por su boca y nos daba luz y energía, pero mi familia siempre quería más y más, pero Pretura pensaba que mi familia la quería como una más de nosotras y como vio que no fue así decidió marcharse a la tierra. Mi familia también me ha echado de sus vidas por defender a Pretura yo soy una luciérnaga con suerte porque la pobre chica me tiene mucho aprecio, la luna se echó sus pequeñas manos a la cabeza y dijo: Pre-tura no puede irse ¡no! voy a buscar a mi amiga la estrella fugaz ella es muy rápida y tú Mandis entre mi amiga la estrella fugaz y tu podéis ir a buscar a Pretura lo más rápido posible, traerla de vuelta a casa.

Cuando la luna mandó a sus amigas las estrellas a buscar a su ma-dre la estrella fugaz no tardaron mucho en aparecer. La luna presen-tó a Mandis a la estrella fugaz y le dijo ir lo más rápido posible. La estrella fugaz le dijo: yo desde aquí arriba te ilumino cuando llegue la noche, y tu como insecto ten cuidado y revolotea los más rápido posible, de acuerdo contestó. No tardó mucho en encontrar a Pre-tura ella estaba sentada en una roca junto al río, estaba llorando y su luz se iba apagando, cuando oyó el revoloteo de la luciérnaga Man-dis ya era inconfundible Pretura pegó un salto de alegría. Al ver que era Mandis le preguntó ¿tú que haces aquí amiga mía? he venido a buscarte la luna está muy triste tu eres la vida de la luna y del mundo si no vuelves con tu luz y energía los humanos no tendrían noche, tu eres nuestra salvación por favor vuelve conmigo nos está esperando la estrella fugaz no tenemos mucho tiempo, he bajado para buscar a mi familia, le dijo Pretura pero no la he encontrado y aquí abajo en la tierra hay mucha gente en ese preciso momento. Un niño se les acercó y preguntó por una niña a Mandis y pretura le dijo ¿a qué niña buscas? me acuerdo perfectamente éramos una familia muy extraña teníamos un don todos brillábamos pero una de mis hermanas se quedó atrapada con la luna, ella se quedó triste cuando nos separa-mos, ella fue la elegida la privilegiada y nosotros volvimos a la tierra y nos convertimos en personas normales, Pretura al escuchar esto

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le dijo: yo soy a la quién buscas soy Pretura, ¡hermana! exclamó el niño ¿por qué estás en la tierra en vez de estar donde te dejamos? porque os echaba de menos, Mandis les interrumpió, bueno, no te-nemos mucho tiempo dijo, si tu hermana no sube antes del anoche-cer vosotros los humanos no tendréis noche. Pretura dijo a Mandis espera solo una cosa más y regresaré, te lo prometo. Diego, dijo Pretura ¿dónde está mamá? todos estamos bien, no te preocupes. Dile que os quiero mucho dijo Pretura, se lo diré pero vuelve con la luna, vamos dijo Mandis no queda mucho tiempo pretura abrió sus alitas transparentes y regreso a la luna más contenta que nunca esa noche brillaba mas que nunca y esa noche fue muy especial, porque la luna le dijo que cuando amaneciera podía reunirse con su familia y que no tendría que viajar con ella siempre, que en esa pequeña ciu-dad donde se puede buscar en un mapa estaría Pretura para cargar a la luna de luz y energía y así también podría disfrutar de su familia. Mandis tuvo suerte porque su familia la fue a buscar donde también estaba Pretura les pidió perdón a ambas Mandis volvió con su familia y Pretura también aunque solo fuera por el día ya que por la noche estaría muy ocupada con su luna todo se arregló y los humanos nun-ca, nunca se quedaron sin noche.

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natalia

Natalia miró hacia el horizonte, aquellas motas de color morado anunciaban que en breve saldría el sol por donde el color negro de la noche empezaba a convertirse en azul.El conducto de alta velocidad que recorría el océano Atlántico en me-dia hora iba a llegar a su destino, a lo lejos veía las inmensas torres de Lisboa, después cogería un bulsko a Madrid que estaría en diez minutos. Natalia tenía muchísimas ganas de llegar pues allí encontra-ría a su novio y deseaba verle. - Natalia - dijo una voz dentro de su bolso - ¿Cuánto falta?- Muy poco… estate tranquilo, Arkpi - dijo ella con dulzura.Nada más llegar empezaban a aparecer los primeros rayos, pero el sol aún no había salido. Por fi n llegó a la ciudad de Lisboa, se había levantado muy pronto desde Nueva York, había estado deseando toda la noche que llegase el alba y casi no había dormido, por un lado estaba esperanzada pero por otro tenía miedo. Caminó tranqui-lamente hasta que vio la parada de los bulskos. Observó Lisboa, las ciudades-edifi cios que se perdían entre las nu-bes del cielo, las subterráneas, las enormes plazas llenas de palomas gigantes en las que a veces se montaban los niños, los perros de múltiples razas, los gusanos gigantes que jugaban con la gente y sobre todo la cantidad de árboles de colores, los de carne, etc. Cuando cogió el bulsko, éste sintió adonde quería ir y en poco me-nos de diez minutos llegó al hospital. Cuando entró, un insecto inteligente le dijo que su novio estaba en el cuarto piso y lo siguió. Anduvo triste y cabizbaja por los pasillos del gran hospital y, por fi n, guiada llegó a la habitación. Desde que sus padres murieron en su infancia, su único amigo y ahora novio había estado a su lado siempre y de manera fi el. Vio la sala donde estaba su novio metido en una cápsula dónde unos robots trabajaban por su vida. Su cabeza había sido seccionada cuando iba a Marte, un accidente de trabajo. Ahora mismo su cuerpo se encontraba sin ella y los robots trataban de regenerarla mientras hacían latir su corazón y sus órganos.

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- Señorita Natalia- dijo alguien a su espalda. Era un hombre con una bata blanca, canoso con gran bigote blanco y ojos azules-, lamento decirle que no van bien las cosas…

Miró a su novio otra vez de manera triste y después se alejó de la ha-bitación por los pasillos y puso la mano encima de su vientre donde algo se movía, algo humano y se puso a llorar.

Natalia salió del hospital por la puerta principal. Ya había amanecido completamente y la muchedumbre, los niños que iban al colegio, los ejecutivos que acudían a las ciudades-empresa, los enamorados que salían al sol, empezaban a llenar la calle. Sabía adónde tenía que ir: se acercó al puesto de las palomas gigantes, pidió una al empleado y se montó, se apretó el casco y el cinturón y murmuró algo que la noble ave entendió y con suavidad emprendió el vuelo hacia arriba, en pocos minutos la dejó sobre el edifi cio-ciudad más alto e impor-tante de Madrid, a 5.000 metros de altura. Allí otro empleado la recogió en la última planta, recorrió el largo pasillo, una vez más adentro, sin llamar a la puerta entró en un gran despacho del fondo, una docena de pares de ojos la miraron.

- Nos vamos –dijo una mujer y los demás se fueron, pasaron a su lado como fantasmas y desaparecieron tras la puerta solo un hom-bre canoso, fornido y de mirada severa se quedó en un gran sillón al fondo. - Ya era hora, Natalia – dijo. Mi bisnieto no está bien, ya lo sé. No sobrevivirá.- Hizo una pausa-. ¿Quieres vino?.- No gracias, no bebo.- Él debía de hacerse cargo de la empresa, en él deposité todas mis acciones. Natalia asintió.- Ahora mismo las acciones te pertenecen, ya que llevas un hijo suyo; te harás cargo de todas las responsabilidades que eso conlle-va. Natalia lo miró asustada.-¡Me escuchas, Natalia!

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- Sí, señor – respondió temerosa, de manera automática. - Si no haces lo que te digo conseguiré las acciones cuando nazca el bebé también te lo quitaré – la increpó duramente-, pero de momen-to tu fi rma me es necesaria. Natalia suspiró. -¡Nadie quiere comprar mis acciones de la empresa! –gritó el ancia-no- Ni mis hijos ni mis nietos, y ahora todo depende de una desco-nocida. Quiero que vayas a Marte cuanto antes – su voz sonaba más a una orden que a una petición- Los árboles de carne pronto darán sus frutos y alguien tiene que dirigir las cuentas. - De acuerdo- dijo ella sin ninguna gana de cumplirlo – Date prisa – dijo Agul, todo depende de ti, mi vida y el futuro de todos.

Natalia salió del despacho entristecida, bajó a la calle en la paloma, luego cogió un buslko hasta Lisboa. Llegó a la estación de conducto de alta velocidad que cruzaba el Atlántico, una vez en el conducto se sentó sola y comenzó a llorar. -No llores- dijo una voz dentro de su bolso una criatura como un gato pero de color azul y morado la hablaba-el futuro es prometedor. - Pero yo no quiero esto, es demasiada responsabilidad – respondió a Arkpi.- No te veía así desde que murieron tus padres – dijo su mascota – Tienes que seguir siendo fuerte. - ¡Pero podría abortar! – gritó.- Eso no lo harás mientras yo esté aquí ¿me oyes, Natalia? No pue-des hacer eso, el bebé, … llevas tres meses, sería horrible. - Pero me convertiré en su esclava – sollozó. Natalia siguió llorando durante todo el viaje del conducto de alta velocidad. - Arkpi la miraba sin saber qué hacer, una vez llegó a Nueva York, cogió un bulsko hacia su pequeña casa en medio del campo, en la ciudad había dos torres enormes las cuales se iluminaban a la misma hora, la estatua de la libertad no estaba …- ¿Qué te ha dicho ese demonio? – preguntó Arkpi una vez llegaron. -Tengo que hacerme cargo de todo, creo que no tengo escapatoria, ni aunque me fuera a Selenia, la capital de la Luna. - Arkpi se quedó mirándola:

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- No puedes hacer nada. El tataranieto es suyo. - La familia de Agul es la más poderosa aquí y en Marte – dijo ella atemorizada-, si se enteran de que pienso en abortar, me matarán. - Hay gente –dijo su fi el mascota-que tiene más responsabilidad que cuidarse de sí mismos, hay gente que tiene una misión mayor en la vida. Natalia se quedó llorando a la entrada de su casita. Entonces llamó a un vehículo. - Vamos a escapar de él – dijo.- Si es lo que quieres yo estaré para protegerte.

Natalia hizo las maletas y se dispuso a huir, no tenía escapatoria y la idea de abortar era una carga, un dolor que le parecía insufrible.

Así que pronto llegaron a Japón para coger un vuelo a Selenia.

- No te preocupes-le dijo su mascota –protector – dentro de poco serás libre.- No puedo seguir así, me voy a volver loca – gimió ella. - Tienes que acordarte de todo por lo que te has esforzado en tu vida, desde la muerte de tus padres. Recuerda cómo te sacaste la carrera, como superarte tu ingreso en el psiquiátrico, como a pesar de los problemas has ido avanzando, estoy muy orgulloso de ti, Na-talia, todo se solucionará, ya lo verás.

Entonces por el pasillo pasaron dos hombres, uno era grande como un armario y el otro era un anciano. -Creíste que podrías escapar de mí. Es intolerable – dijo con voz severa. - Señor Agul – dijo ella asustada – yo no quería…- Por supuesto que querías. Lo que más detesto es tu cobardía: eres una niña miedosa y estúpida. ¡Una vergüenza para mi familia! Natalia lo miró.- Ahora mismo vas a ir a Marte y cuando tengas el hijo te lo quitaré y desaparecerás de nuestras vidas ¿me escuchas? – Natalia asintió sin hablar-. Si ahora mismo viviese mi bisnieto le desheredaría. ¡Sois una vergüenza los dos! Y seguro que tu hijo será igual de despreciable.

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Entonces Arkpi desde el bolso de Natalia, su apariencia había deja-do de ser la de la amable mascota y ahora era de color negro y rojo, tenía el pelo encrespado y unas uñas enormes; saltó sobre Agul y le clavó las uñas en el cuello de improvisto. Agul intentó agarrarlo, pero Arkpi ahora mismo era una bestia, empezó a arañarle por todo el cuerpo con violencia hasta que cayó desangrado. - Natalia- dijo Arkpi mirándola y un segundo después fue desintegra-do por un arma del guardaespaldas.

Tras esto Natalia fue detenida y obligada a volver a Madrid, una vez en el despacho de Agul encontró a una mujer de más de cien años sentada, que con un tono muy serio la dijo:

- Mi marido era un hombre sin escrúpulos. Sé que tú no lo has matado … a veces es cuestión de nuestras mascotas el ayudarnos a salvar nuestro destino …-suspiró- Quiero que desaparezcas de nuestras vidas, tomarás una nueva identidad y criarás a tu hijo sin el apellido de nuestra familia, ¿me entiendes?- Si,- dijo Natalia.

Cuando Natalia bajó en la paloma, vio el mundo verde y a los gusa-nos gigantes jugando con los niños, la noche empezaba a llegar y por primera vez en muchos años se sintió feliz, pese a haber perdido a su mejor amigo, por fi n era libre.

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el pirata escayolado

Aquel día me quedé en la biblioteca, tenía una pierna rota. La sema-na pasada fui de excursión y me caí en la nieve, donde quedó una huella grande. Escogí el libro de “La isla del tesoro” que es mi favorito. No sé cuanto tiempo estuve leyendo. Fuera ya estaba oscuro y dentro estaba todo en silencio. Salí cinco minutos a descansar y vi a una mujer rubia rodeada de un montón de papeles. Abrí una ventana para respirar y la corriente hizo que todo volara por el aire. No sabía como ayu-dar a aquella mujer. Ella sonrió, me miró de abajo a arriba y me dijo: “Será mejor que sigas descansando” y me dio una entrada para ir al teatro. Decidí ir, mi pierna rota y escayolada no me dejaba hacer otras cosas. Al llegar me senté cómodamente en la butaca nº 27 . Mi sorpresa fue que el espectáculo empezaba con un ballet de piratas. En el escenario había un barco enorme y dentro estaban los dos protagonistas. El argumento trataba de un pirata que se enamoraba de una donce-lla y luchaba por conseguirla hasta llevarla con él a una isla desierta. Cuando todo acabó y la gente empezó a aplaudir, me di cuenta de que acababa de ver una hermosa historia de amor. Una voz me sacó de mis pensamientos “Número 27”. Mi compañe-ro de butaca me dio un codazo, me dijo que había comenzado un sorteo y que yo había ganado. Uno de los actores bajó del escena-rio a traerme un regalo, dos estuches. Uno contenía una libreta y el otro una alfombrilla para el ratón del ordenador. Le di un beso y las gracias. Todos los actores fi rmaron en mi escayola. Al llegar a casa me senté a disfrutar de mis regalos. En la libreta había un poema con partes en blanco:

que es mi…… tesoroque es mi ……la libertadmi ……la fuerza y el viento,mi única…… la mar.

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Quise copiar este poema roto en el ordenador. Lo encendí y puse el ratón encima de la alfombrilla nueva. El ratón empezó a escribir solo. ¿La alfombrilla era mágica?.Empezaron a aparecer palabras que completaban el poema roto. El ratón estaba haciendo un poema nuevo por minuto:

21:00:00

que es mi bici mi tesoroque es mi paseo la libertad, mi voluntad, la fuerza y el viento, mi único destino la mar.

21:01:00

que es mi amigo mi tesoroque es mi amistad la libertad, mi sentimiento, la fuerza y el viento, mi único voluntad la mar.

21:02:00

que es mi música mi tesoroque es mi oído la libertad, mi voz, la fuerza y el viento, mi único hogar la mar.

21:03:00

que es mi rap mi tesoroque es mi anillo la libertad, mi chico, la fuerza y el viento, mi única amiga la mar.

narrativa grupal - 1er. premio

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21:04:00

que es mi amigo mi tesoroque es mi camino la libertad, mi pie, la fuerza y el viento, mi única búsqueda la mar.

21:05:00

que es mi ordenador mi tesoroque es mi habitación la libertad, mi gracia, la fuerza y el viento, mi única amistad la mar.

21:06:00

que es mi corazón mi tesoroque es mi sentimiento la libertad, mi camino, la fuerza y el viento, mi única palabra la mar.

21:07:00

que es mi ojo mi tesoroque son mis gafas la libertad, mi vista, la fuerza y el viento, mi única mirada la mar.

21:08:00

……….……….....

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21:30:00

que es mi cuerpo mi tesoro, que es mi espacio la libertad,mi movimiento, la fuerza y el viento, mi única danza la mar.

Me asusté. Pensé que le había entrado un virus al ordenador y lo desenchufé. El ritmo del poema era muy familiar para mí. Me dormí pensando en todo lo que había pasado aquel día. A la mañana siguiente, al ducharme me acordé de que mi padre, cuando yo era pequeño, se ponía un parche en el ojo y me cantaba la famosa canción del pirata de Espronceda:

Con diez cañones por bandaviento en popa a toda vela ………….…….que es mi barco mi tesoroque es mi Dios la libertad, Mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.

Emocionado me fui al teatro a dar las gracias a los actores por tan extraordinario regalo. Al llegar estaba vacío. El conserje de la entra-da me habló cómo si me conociera de toda la vida y me entregó un sobre que llevaba mi nombre. estaba tan nervioso que no pude ir a casa. Cogí un autobús y me fui a mi playa. Caminé con mi pata de pirata y me subí a una barca. Me puse un pañuelo en la cabeza y con un trozo de tela me tapé un ojo. Abrí el sobre. Dentro estaba el plano de cómo llegar a la “Isla del tesoro”. “Sólo me quedan tres días para que me saquen la escayola. Mi viaje está a punto de empezar”.

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la sombra misteriosa

Erase una vez dos muchachas, María y Elena, de 10 y 11 años, que paseaban por un bosque silencioso, misterioso y oscuro. De repente, vieron una sombra negra que se movía entre los árboles. Las chicas se asustaron y salieron corriendo. Gritaban y gritaban…De tanto que corrieron… se perdieron. A lo lejos vieron una luz y se acercaron. Al llegar a allí comprobaron que era una vieja casa de madera que parecía abandonada. Tenía las ventanas rotas, telarañas, mucho polvo … y una chimenea. Decidieron pasar allí noche. Encontraron un armario con una puerta manchada de sangre. Lo abrieron y … allí había una manta blanca llena de sangre seca.El suelo estaba cubierto de paja y pensaron dormir ahí. Encontraron otra manta que no tenía manchas de sangre y se taparon con ella. A las pocas horas, cuando ya estaban durmiendo, algo las despertó. Era un extraño ruido que procedía del bosque. María y Elena tenían muchísimo miedo pero también curiosidad por averiguar qué era aquel ruido. Se levantaron y salieron de la casa. Había mucha oscuridad pero, por suerte, encontraron una vieja linterna en el cajón del armario. Cami-naron lentamente por un sendero cubierto de hojas manchadas de sangre. Y volvieron a oir ese extraño ruido cada vez más fuerte. Con lo cual pensaron que se estaban acercando. Siguieron andando muy despacito. Y de repente, María piso una rama que estaba tapando un agujero, la rama se partió y ella se cayó dentro. Tocó a su alrededor y tocó algo blando que olía muy mal. Elena, desde arriba, alumbró con la linterna. Y gritaron al mismo tiempo al ver lo que había: una vieja que parecía estar ¡MUERTA!Cuando dejaron de gritar y ya estaban más tranquilas, se pusieron a observar detenidamente a aquella mujer. Era una anciana, con el pelo blanco, con muchas arrugas, un vestido azul roto, un delantal rojo y estaba descalza. Se le veían heridas en los pies, de las que salía sangre. La cogieron por los hombros y la movieron … y de repente

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¡ABRIÓ LOS OJOS Y LAS MIRÓ!Se asustaron muchísimo y María intentó escalar la pared del hoyo. Pero la señora la agarraba por los pies. Ella gritaba ¡NO…! Pero no conseguía salir del agujero. Elena la agarraba de la mano para ayu-darla, pero nada, no podía. Entonces Elena decidió buscar ayuda, pero María le decía ¡no! ¡no me dejes sola, por favor!.Lo siento, no hay más remedio, le dijo Elena a María. María, se quedó sola, en el agujero con la vieja Hortensia, que así se llamaba la señora, y a oscuras, temblando de miedo, porque Elena se llevaba la linterna. Había pasado un rato en el hoyo cuando aparecieron cientos de murciélagos, ellas gritaban mientras recibían picotazos: ¡SOCOROO! ¡Elena, por favor, ven!Al fi nal se calmaron, y los murciélagos fueron posándose en la pared del agujero. Mientras tanto, Elena, llegó a la casa y encontró una cuerda. Enton-ces emprendió el camino por el bosque hacia el agujero. Al llegar, lanzó la cuerda al interior del hoyo, y por fi n, María subió y entre las dos ayudaron a salir a la señora Hortensia. Cogieron a la anciana y la apoyaron en los hombros, así la consiguie-ron llevar a aquella casa que resultó ser la suya. La tumbaron sobre su cama y le curaron las heridas que tenía por todo el cuero. Ellas se sentaron a su lado. Fue entonces cuando la señora Horten-sia les contó lo ocurrido:

“Resulta que un día, a los pocos meses de la muerte de su marido Juan, ella salió al bosque a visitar la tumba de su esposo. Estando cerca de ese lugar, oyó crujir las ramas sobre las que pisaba, las cuales se rompieron y ella cayó a un gran agujero. Esa caida le pro-vocó muchos daños físicos, como heridas que estuvieron sangrando durante varios días. Y fue entonces cuando se produjo el encuentro con Elena y María”.

Al terminar su parte de la historia, la señora Hortensia les preguntó ¿cómo llegaron ellas hasta allí? Y ellas se lo explicaron.

narrativa grupal - 1a. mención

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Así, las tres ya comprendieron lo que había ocurrido, menos en una cosa que la señora Hortensia les aclaró. Les dijo ¿sabéis qué era aquella sombra que visteis? Pues… era el espíritu de mi difunto esposo que os llamaba la atención para que vinieseis al bosque a ayudarme y no muriese sola en ese agujero. ¡Ah! exclamaron sorprendidas las dos chicas. De repente, se oyó un sonido como un pitido: pi-pi, pi-pi, pi-pi. Era el despertador que sonaba en la mesita de noche de la habita-ción de María. ¡VAYA! ¡SI TODO HA SIDO UN SUEÑO! Parecía tan real…

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el gran circo

Había una vez un circo. En el circo trabajaban trapecistas, domado-res de leones, monos, caballos y jinetes, elefantes, tigres, serpientes, payasos, equilibristas, malabaristas, la mujer barbuda, el hombre invi-sible, animadoras… era un circo muy completo.El circo abría los sábados y domingos. Era un circo muy grande y bonito porque su carpa era de todos los colores del arco iris. Era muy barato, entrar costaba sólo tres euros y por eso siempre había mucha gente y todos los sillones estaban llenos. Dentro también trabajaba un vendedor que llevaba agua, pipas, latas de refrescos, palomitas, chucherías…Un sábado hubo una función a las seis de la tarde. Salió el presenta-dor: ¡Señoras y señores presentamos a los trapecistas! ¡Hoy tendre-mos a la Mujer Barbuda, el Hombre sobre la Cuerda Floja y como gran actuación: el Hombre Invisible! Todo el público aplaudió y actuaron los artistas. El espectáculo fi nal fue el del Hombre Invisible. Este espectáculo era muy emocionante, emoción para todos los públicos, hacía cosas que ponía los pelos de punta y muchos lloraban de emoción. Cuando salió el Hombre Invisible todo el mundo aplaudió con fuerza diciendo ¡Bravo, bravo!El famoso Hombre Invisible primero se metió en una cortina y desapare-ció, después se metió dentro de un baúl y un invitado del público clavó espadas en ese baúl, el Hombre Invisible también había desaparecido, después se metió en una caja de regalo, y también desapareció.Por último se metió dentro de una caseta de playa y desapareció. Pero, ¿qué pasó? El Hombre Invisible había desaparecido y tras varias horas no supimos nada de él. Pasaron días y días y no aparecía. Pusieron la noticia en el periódico, lo dijeron por la radio, por la tele, en Facebook… A todas horas lo estaban diciendo y pusieron una buena recompensa por él. Ofrecían 300 euros a quien lo encontrara. Al fi nal encontraron al Hombre Invisible, estaba en el circo del pueblo de al lado. ¿Qué hacía allí el Hombre Invisible? ¡Qué sorpresa! Está actuando con otro artista. El Hombre Invisible se había enamorado.

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Era la trapecista y presentadora que se llamaba Jandra. El Hombre Invisible pidió perdón públicamente y demostró su amor en televisión. Había encontrado su amor verdadero y quisieron celebrarlo por todo lo alto. Lo celebraron, como no, en el circo y fue una fi esta espectacular.

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la tribu más moderna de este país

Érase una vez en un lejano país, existía una reserva india donde habi-taban 130 mujeres indias con sus esposos indios. Este país estaba en la Reserva del lago Azul. Era un país muy bonito y alegre, lo habían construido hace poco con todas las tecnologías y avances de la época. Se modernizaron todas las cabañas. El jefe de la tribu, llamado Pluma Roja, llamó con su teléfono móvil a los mejores trabajadores que exis-tían y buscaron a ingenieros, pintores y decoradores para construir las casas. Eran casas de ladrillos que parecían chalets y tenían hasta piscina privada. Un día Pluma Roja quería que su hija mayor se casara. Quería que fuera una boda en un bonito lugar y que se celebrara en un salón de arte. La hija, Mara Luna, quería casarse con el mejor indio de los Garapajoe, él se llamaba Alianza Dorada. Alianza Dorada tenía 25 años, era el más guapo y fuerte de la tribu y un día se conocieron por Internet.Una vez a la semana, Mara Luna y Alianza Dorada, hablaban por Internet, se decían cosas bonitas, se mandaban fotos, chateaban….Después de un mes de conocerse, decidieron quedar para comer en un restaurante de lujo llamado Río Blanco. Mara Luna fue a una boutique a comprarse un traje que le hiciera juego con las plumas de su cabeza y se compró uno precioso, era blanco y dorado y le costó 50 euros. Por otra parte, Alianza Dorada, se encargó de limpiar y dar brillo a su moto de 125 para ir a recoger e impresionar a la que iba a ser su futura esposa. Los dos estaban muy nerviosos y cuando se vieron, se quedaron alucinados. Él pensó: “Esa preciosa india va a ser mi mujer”. Los dos muy educados y amables se saludaron con dos besos en la mejilla y fueron dando un paseo hacia el restaurante. Él le llevaba un regalo a ella, era un casco rosa para la moto con un agujero para que entraran las plumas de su pelo. Él la dijo: “Mara Luna, quiero hacer-te este regalo porque quiero llevarte conmigo en mi moto al fi n del

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mundo y quiero que te lo pongas cada vez que te subas a mi moto”. Mara Luna se puso muy colorada y estaba muy agradecida. Estuvieron hablando un buen rato y era tanto su amor que iban a dar un gran paso. Estaban pensando en boda. Defi nitivamente, los dos mandaron un mensaje a sus padres para que fueran preparando la boda. Tenían que buscar un lugar para la celebración, preparar el banquete que sería por cubierto, buscar un música que trajera canciones románticas, rumbas, boleros, reggae-ton, buscar una limusina adornada con rosas rojas,….Se casaron y todo salió maravilloso. En la ceremonia fueron a hacer-se fotos con un fotógrafo profesional que llevaba una cámara de 28 megapixel y les hizo un álbum digital de mucha categoría. También colgaron fotos de su boda en Internet y todos sus amigos los felicita-ban por la ceremonia.

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Fueron de viaje en avión a un parque de atracciones muy famoso, porque Mara Luna quería conocer a su hermana gemela. Allí había muchas atracciones, la noria, la montaña rusa, un carrusel de caba-llitos… pero la mayor sorpresa fue cuando entraron en el parque y … ¡allí estaba! ¡allí estaba! ¡era ella! ¡la hermana de Mara Luna! ¡era la guapísima y hermosa Pocahontas!. Se abrazaron y lloraron de emo-ción. Dieron un paseo los tres, les presentó a su esposo, estuvieron un rato hablando y acabaron comiendo en el buffet. Después se despidieron de Pocahontas, cogieron un taxi y se fueron a dormir a la suite del hotel con jacuzzi privado. Al poco tiempo Mara Luna se quedó embarazada y tuvieron una niña a la que llamaron Blanca Luna.

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otros formatos individual

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y achís moquitos

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mario y maría

VIÑETA 1: Érase una vez un niño que se llamaba Mario que le gustaba jugar al balón.

VIÑETA 2:Y una niña que se llamaba María que también la gustaba jugar al balón.

VIÑETA 3:Mario y María se pasaban los días discutiendo por el balón.

VIÑETA 4: Un día bajaron al parque.

otros formatos individual - 2a. mención

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VIÑETA 5:Y conocieron a una niña que se estaba columpiando en un columpio. La niña se llamaba Diana.

VIÑETA 6:A Diana también la gustaba jugar al balón.

VIÑETA 7:Diaña les enseñó a compartir el balón.

VIÑETA 8:Y los tres niños se hicieron muy buenos amigos y jugaron siempre al balón.

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otros formatos grupal

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el león, el ratón pasean por cada estación

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Este logo identifi ca los materiales que siguen las directrices internacio-nales de la IFLA (Internacional Federation of Library Associations and Institutions) para personas con difi cultades lectoras. Lo otorga la Aso-ciación Lectura Fácil.

La versión adaptada a Lectura Fácil se encuentra disponible en:www.argadini.es y www.fundacionorange.es

audiolibro

LA NAVE ESPACIAL: Teresa Soria Ruano, actriz.

LOS 7 PECADOS CAPITALES: Poema musical, Pablo Puyol, actor, bailarín y cantante.

MULATOS: Fernando Soto, actor.

ODA A LAS CROQUETAS MELANCÓLICAS: Berta Collado, periodista y presentadora.

YA NUNCA MÁS PASÓ: Esmeralda Moya, actriz.

LA VIDA ES CHOCOLATE: Miguel Óscar Menassa, director de la escuela de psicoanálisis y poesía de Grupo Cero.

ME GUSTA EL PESCADO: Luis Luque, director de escena.

ARBOLES DE LA VIDA: Mabel del Pozo, actriz y “vidista ojiplática”.

SONETO DEL ALGARROBO: Fernando Martínez (Fernandisco), presentador de radio y TV, especializado en música.

PLÁSTICO: Miguel Gallardo, ilustrador y autor de “María y yo”, galardonada en el año 2008 con el Premio Nacional de Cómic de Cataluña.

EL PIRATA ESCAYOLADO: Javier Luengo, director gerente de Feaps Madrid.

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Colaboran: