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Lineamientos y orientaciones para la Renovación de la Catequesis de

Iniciación Cristiana.Introducción:

Estamos en un cambio de época con profundas transformaciones, culturales, familiares, sociales, etc. La vida cristiana y eclesial necesita- y por ende, nuestra propuesta pastoral un urgente reajuste a esta realidad nueva; y a este análisis no escapa la catequesis, tarea primordial en la actividad de la Iglesia. (NMA 21-22)

Debemos mirar con mucho realismo y sinceridad nuestra situación. “Son muchos los creyentes que no participan de la Eucaristía dominical, ni reciben con regularidad los sacramentos, ni se insertan activamente en la vida eclesial… y esto nos interpela profundamente. “Tenemos un alto porcentaje de católicos si conciencia de su misión de ser sal y fermento en el mundo, con una identidad débil y vulnerable” (DA286)

El gran desafío hoy es la Iniciación Cristiana. “Un desafío que cuestiona a fondo la manera como estamos educando en la fe y como estamos alimentando la vivencia cristiana; una desafío que teneos que enfrentar con valentía y creatividad, ya que en muchas partes la IC hs sido débil o fragmentada. O educamos en la fe poniendo en contacto con Jesucristo e invitando a su seguimiento, o no cumpliremos nuestra misión evangelizadora. ( DA 287)

Misión que es esencial en la Iglesia, ella es su razón de ser. Como decía el papa Pablo VI si la Iglesia dejaría de ser misionera dejaría de ser la Iglesia de Jesucristo. Dentro de esta acción evangelizadora de la Iglesia la catequesis juega un papel prioritario. Los mismos lineamenta hablan a partir del número 18 de la IC como proceso evangelizador. “El campo de la iniciación es verdaderamente un ingrediente esencial del mandato evangelizador” “El futuro rostro de nuestras comunidades depende mucho de las energías envestidas en esta acción pastoral” (LNE 25).

Una comunidad que asume la IC “renueva su vida comunitaria y despierta su carácter misionero. Esto requiere nuevas actitudes pastorales de parte de los obispos, presbíteros, diáconos, personas consagradas y agentes de pastoral.”(DA 291).

Entonces “se impone la tarea irrenunciable de ofrecer una modalidad operativa de la IC que, además de marcar el qué, dé también elementos para el quién, el cómo y el donde se realiza. Así asumiremos de desafío de la Nueva evangelización, a la que hemos sido reiteradamente convocados” (DA 287).

La IC que incluye el Kerigma es la manera práctica de poner en contacto con Jesucristo y de iniciar en el discipulado. (DA 288).

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El Qué de la Iniciación Cristiana:La Iniciación cristiana propiamente hablando, se refiere a la primera iniciación en los misterios de la fe, sea en forma de catecumenado bautismal para los no bautizados, sea en la forma de catecumenado post bautismal para los bautizados no suficientemente evangelizados” (DA 288). La situación de nuestras parroquias se ve reflejada fundamentalmente en esta segunda modalidad.

1- La catequesis de iniciación en el marco de la Revelación.La iniciación cristiana es ante todo una obra de Dios, actualiza su amor. Se nos invita aquí a descubrir como decía Juan Pablo II la primacía de la Gracia. La obra es suya y nosotros llamados a ser instrumentos dóciles en sus manos. De tal modo que deberíamos decir con Pablo no soy yo sino Cristo en mí, claro que esto supone de nosotros los catequistas una profunda identificación con el Maestro. En este sentido siempre tenemos una figura que nos puede ayudar mucho la de San Juan Bautista, quien dijo “es necesario que yo disminuya para que él crezca”. El catequista es solo la voz… un susurro del aquel que es la Palabra. De aquí la centralidad de la Palabra de Dios en la catequesis.Una obra que actualiza su amor. Estamos hablando de un Dios que por el misterio de la Resurrección está vivo entre nosotros y actualizando entre nosotros su obra redentora que es amor. Si Dios es amor como dice el Evangelista San Juan lo que procede de El no puede ser más que amor. Por eso la catequesis es un ministerio de amor. Por tanto el catequista al pensar en su vocación lo de hacer bajo esta perspectiva, como un servicio de amor a Dios y a los hombres. Alguien que está llamado a narrar las obras de Dios que son que son los acontecimientos de la salvación y que, a su vez, ayude a los hombres a descubrir en sus vidas los pasos de este Dios amor.Y volviendo a aquello de la primacía de la gracia mostrarles a los hombres que El los amó primero, no poner el deber sobre la gracia. Yo solo puedo responderle a Dios con amor cuando sé que El me ha amado.Más que nunca el hombre de hoy necesita sentirse amado. Estamos en un proceso sociológico de desnutrición afectiva y es aquí donde más que nunca debemos mostrar el rostro de una iglesia madre con entrañas de misericordia. El amor sana… y hoy a la catequesis nos llegan muchos heridos por diversas situaciones Ante lo cual necesitamos una catequesis samarita más que maestra. Una catequesis de los gestos pero también de las palabras. Porque las palabras también sanan.El documente sigue diciendo que “Dios habla a los hombres como amigos, sale a su encuentro con obras y palabras”. La revelación misma en la historia de la salvación se llevó a cabo por obras y palabras. Es el motivo por los cual los judíos escuchaban a Jesús como quien tiene autoridad. El motivo es la profunda unidad entre los gestos y las palabras, la palabra y la vida. Las palabras revelan el sentido oculto de los signos y estos le daban fuerza a la palabra. El documento Navega Mar Adentro señalaba como una de las grandes dificultades para la Evangelización de hoy la dicotomía entre mensaje y vida, que se vuelve un escándalo para el pueblo de Dios.

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La catequesis misma es sígnica. El misterio del cual el catequista es servidor se mostró bajo el velo de los signos. Los signos no siempre pueden ser explicados y el catequista debe renunciar a ser una enciclopedia que lo explique todo… ni Cristo se metió en semejante empresa.La catequesis pone en comunión con el misterio de Dios… y ante el misterio muchas veces ayuda más el silencio que las palabras. El gesto del silencio es Evangelizador y en un mundo cargado de ruidos de un modo especial. Un hermoso ejemplo lo tenemos en los pastores de Belén, nadie les explica el misterio ante El se arrodillan y oran.Cristo es signo del Padre y el catequista debe ser signo de Cristo, signo transparente. Pero también el catequista debe ser signo de Dios para la comunidad y signo de la comunidad para los catequizandos.La Iniciación Cristiana, fiel a esta pedagogía de Dios, con la palabra y los signos sacramentales, es la oportunidad para que el hombre que ha sido tocado por la gracia, de vivir la primera participación sacramental en la muerte y resurrección de Cristo. Y es también participación en el misterio de la Iglesia y de su misión.Desde las épocas apostólicas se tiene claro aquello de Tertuliano, un cristiano no nace sino que se hace.La Iniciación Cristiana es el modo práctico que encontró la Iglesia para llevar a delante esta tarea. Por su parte Aparecida N 288 dice que es el modo práctico de poner en contacto con Jesucristo e iniciar en el discipulado” Siempre es un camino que consta de varias etapas. Este camino puede ser recorrido lento o rápidamente. Y comprende siempre algunos elementos que son esenciales: el anuncio de la Palabra, la acogida del Evangelio que lleva a la conversión, el Bautismo, la efusión del Espíritu Santo y el acceso a la comunión eucarística” (CEC 1129).Si bien la expresión no se encuentra en todo el nuevo testamento, sin embargo aparece referido el proceso por el cual quienes tienen cierta inquietud por el misterio del Señor Jesús van asumiendo para sí este proyecto de vida.Siempre es un proceso de transformación que quien lo realiza, asume una nueva identidad y desarrolla una nueva vida que se manifiesta tanto en el orden personal como comunitario.Se trata de un proceso global caracterizado por el anuncio y por la escucha de la Palabra, por la celebración de los sacramentos de la iniciación y por el testimonio de fe, esperanza y caridad.“La originalidad de la Iniciación Cristiana es la acción e iniciativa de Dios, mediante la ministerialidad de la Iglesia, que transforma interiormente el corazón de quien responde haciéndolo partícipe en el misterio pascual de Cristo, identificándolo progresivamente con El e integrándolo en la comunión con la Iglesia que es su Cuerpo.”

Toda la Iniciación Cristiana es como un gran sacramento. Si bien cada uno de los sacramentos que se celebran son distintos entre sí, sin embargo todos ellos conforman una gran acción simbólica, más aún el mismo catecumenado es

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parte de este gran sacramento, no instrucción preliminar, sino parte constitutiva del sacramento mismo. (Ratzinger. Teoría de los principios teológicos).Los momentos que componen esta iniciación guardan entre sí una íntima unidad, constantemente reclamada por el magisterio, muy insistentemente desde el Concilio Vaticano II y expresado de un modo elocuente en el catecismo de la Iglesia católica cuando afirma que:“Mediante los sacramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la confirmación y la Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda la vida cristiana. La participación de la naturaleza divina, que los hombres reciben como don mediante la gracia de Cristo, cierta analogía con el origen, el crecimiento y el sustento de la vida natural. En efecto, los fieles renacidos en el bautismo se fortalecen con el sacramento de la confirmación, y finalmente son alimentados con la Eucaristía con el manjar de la vida eterna, y así por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez más con abundancia los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad”Sabemos que los sacramentos de la Iglesia son ni más ni menos que 7, así lo señala el concilio de Trento. Entonces en qué sentido la IC es un gran sacramento. Entendemos sacramento no de modo equívoco sino análogo ya que el mismo magisterio nos habla de la Iglesia “como sacramento universal de salvación” (LG48).“Esto implica un proceso de crecimiento y maduración de la fe inicial y del compromiso de vida. El conjunto de las acciones que celebra la iglesia a lo largo de este gran sacramento no es una acumulación de ritos aislados, o autónomos, sino una sinfonía, una pluralidad de acciones que forman un símbolo conjunto” ( 20).La pérdida de este sentido de unidad ha llevado a la noción de los sacramentos como finalidad de la catequesis y a la catequesis como mera exposición doctrinal.

La Iniciación Cristiana y el catecumenado.“El catecumenado es un tiempo prolongado de formación, en el que, quiénes libremente participan, van transitando un itinerario litúrgico-catequístico, realizado en el ámbito de una comunidad cristiana, camino gradual y por etapas, no como peldaños que se suceden, sino como procesos de maduración en la vida de fe.”Aquí creo importante remarcar el tema de la gradualidad en la catequesis. El mismo Señor con sus discípulos llevó adelante una catequesis gradual. La gradualidad es inherente a todo proceso humano como a la misma revelación. La Pedagogía de Dios que es la pedagogía de la Iglesia es gradual. Esta gradualidad hace también a que el proceso sea personalizado.La renovación de la catequesis a la luz de la iniciación cristiana.Los obispos en Aparecida proponen que el proceso catequístico formativo adoptado por la iglesia sea asumido por todo el continente como la manera ordinaria e indispensable de introducir a la vida cristiana, y como la catequesis básica y fundamental.Esto requiere de todos una conversión pastoral.

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El catecumenado de Iniciación Cristiana y la Renovación de la catequesis.El modelo inspirador es el dado por el RICA. Pensado en etapas jalonadas de celebraciones y ritos litúrgicos que habrá que adaptar respondiendo a cada realidad (bautizados, bautizados no suficientemente evangelizados, alejados de la vida cristiana, jóvenes, adultos, niños, etc.).-El pre-catecumenado (RICA 9-13). Etapa kerigmática, de primer anuncio, misionera. Esta etapa siempre es necesaria e imprescindible.-El catecumenado (RICA 14-20). Un tiempo suficientemente prolongado donde los candidatos reciben la formación pastoral y se ejercitan en la vida cristiana. Es como un noviciado para la vida cristiana.-El tiempo de purificación e iluminación (RICA 21-36). Coincide generalmente con la cuaresma. En esta etapa tienen lugar los escrutinios, exorcismos y bendiciones.-La celebración de los sacramentos de la iniciación. (RICA 27-36) En general el ritual los ubica en la vigilia pascual.-El tiempo de la mistagogia (RICA 37-40). Donde hay una mayor profundización de los sacramentos recibidos.

Mirando la realidad de nuestra catequesis de iniciación.- La soledad pastoral de la catequesis. No hay un proyecto pastoral y eclesial que de

sentido y finalidad a lo que se hace. Al no contar con una cosmovisión eclesial definida la catequesis no tiene rumbo o no cuenta con objetivos claros.

- La falta de unidad del proceso. Se ha perdido el sentido de la gradualidad y el respeto a la madurez del candidato para recibir el sacramento.

- Una catequesis que oscila entre lo presencial-emotivo o lo conceptual-doctrinario como excluyentes entre sí. Hay que recuperar la enseñanza de la fe, una fe que pide ser conocida, celebrada, vivida y hecha oración.

- La participación de los niños especialmente en la misa dominical y la integración en la comunidad parroquial.

- La poca participación de los padres en el acompañamiento de sus hijos.- Debemos remarcar lo que señala DCG 172-176 que el adulto es el primer destinatario

de la catequesis.- Por último dice las líneas una problema que es preocupante: la improvisación de

catequistas ligado a la pobreza en el acompañamiento pastoral y espiritual de los mismos.

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El Quién de la Catequesis.Los responsables de la Iniciación cristiana son Dios, la Iglesia y el creyente. Detrás de la Iniciación cristiana está la acción de Dios (siempre salvífica), la acción de la Iglesia (cuando hablamos de

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iglesia nos referimos a una comunidad concreta); y la acción del creyente que acoge en su fe el anuncio.

a) La Acción de Dios siempre es gratuita, es Él quien inicia el diálogo de la salvación. El nos amó primero; o como nos lo va a decir Jesús “nadie va al Padre si el Padre no lo atrae”

b) La Interacción de la Iglesia. Ella actúa como sujeto integrador, por un lado es agente evangelizador pero al mismo tiempo es interlocutora de ese mensaje. Ella misma es destinataria del Evangelio que anuncia.La Iniciación Cristiana concierne a toda la Iglesia, es en, por y para la Iglesia. Nunca es un acto privado entre el catecúmeno y Cristo. La Iniciación Cristiana corresponde antes a la comunidad que al individuo. (DGC 220,254). La Iniciación Cristiana no la procuran solo los sacerdotes y catequistas, sino toda la comunidad de fieles (AD Gentes 14).Es verdad que en la Iglesia no todos tienen la misma responsabilidad. El documento señala en primer lugar a toda la comunidad cristiana. Luego los Padres de Familia que son los primeros transmisores de la fe de sus hijos, los catequistas laicos, los obispos ( de quien depende la acción evangelizadora), los sacerdotes y entre ellos en primer lugar a los párrocos, los diáconos y la comunidades religiosas. Todos se deben integrar e involucrarse activamente en la comunidad.

El cómo de la Iniciación Cristiana.

El catecismo de la Iglesia Católica habla de un itinerario, de un camino que se recorre en etapas, ya sea lenta o rápidamente. Etapas que constan de los siguientes rasgos esenciales: Anuncio de la Palabra. Acogida del Evangelio que lleva a la conversión, profesión de fe, Bautismo, efusión del Espíritu Santo y comunión Eucarística. (1229). Este itinerario lleva a hacer un discípulo que es un don a crecer.En este proceso o camino es muy importante respetar la gradualidad, que por un lado nos habla de la acción prudencial y maternal de la Iglesia como de la respuesta de los catecúmenos-catequizandos. La gradualidad ayuda a respetar tanto los tiempos de Dios como del discípulo.

Si preguntamos al directorio catequístico general elaborado por la conferencia episcopal argentina nos va a responder que el objetivo de la catequesis es poner al catequizando en comunión con la persona de Jesucristo. A la luz del documento de Aparecida podemos afirmar que es hacer del cristiano un discípulo-misionero con todo lo que esto supone y que no viene ahora al caso desarrollar. Pero sí podemos decir que tanto la comunión con Jesucristo como hacer del cristiano un discípulo misionero es un proceso que se lleva adelante en el tiempo. Hacer un cristiano o llevar a un hijo de Dios a la madurez de la fe es un itinerario que no se logra de la noche a la mañana.

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Pensar en la catequesis bajo esta perspectiva nos invita a pensarla en etapas, niveles o grados. Por eso mismo el modelo de catequesis es la de iniciación cristiana, cuyo catecumenado está pensado en etapas: Etapa pre-catecumenal caracterizada por el primer anuncio en orden a la conversión y a la adhesión a Jesucristo y al Reino de Dios. Esta termina cuando el simpatizante pide entrar en el catecumenado.

Etapa catecumenal propiamente dicha destinada a una catequesis integral en la cual se profundiza en el camino de la conversión y de la profundización de la fe y que finaliza con el rito de la elección o inscripción del nombre.

Etapa de purificación e iluminación que es el tiempo inmediato a la recepción de los sacramentos de la iniciación cristiana en la Vigilia pascual; que coincide generalmente con el tiempo de la cuaresma. En el mismo se da una catequesis más profunda de los misterios y se celebran varios ritos como los escrutinios.

Etapa mistagógica que es el tiempo que sigue a la recepción de los sacramentos de la iniciación en el cual la iglesia con solicitud materna no abandona a sus nuevos hijos sino que los acompaña para el fortalecimiento e interiorización de la vida sacramental y comunitaria. Coincide con el tiempo pascual; el cual al concluir con pentecostés, pedagógicamente lo está invitando al nuevo discípulo de Jesucristo a ser misionero. En definitiva este tiempo se prolonga a lo largo de toda nuestra vida, porque siempre seguimos necesitando de la iglesia o de la comunidad cristiana para avanzar en el itinerario de la formación de nuestra fe que nos interpela a una constante conversión.

El magisterio de la iglesia ha invitado con fuerza a renovar la catequesis en estilo catecumenal, el cual lleva la impronta de la gradualidad. La gradualidad o las etapas no son meramente un elemento temporal de la iniciación cristiana sino que la constituyen en su esencia. Y esto lo digo por varias razones que trataré de explicar.

Primero porque el mismo Dios ha llevado adelante la historia de la salvación en etapas. El misterio de Dios Uno y trino es un misterio que se fue revelando progresivamente en el tiempo. Así en el Antiguo Testamento se mostró Dios Padre, en el Nuevo se reveló su Hijo Jesucristo, y definitivamente en la última etapa de la historia se manifestó el Espíritu Santo. De esta manera podemos aseverar que la gradualidad es constitutiva a la revelación del misterio de la fe. Esta fe que confesamos en el credo y que es al mismo tiempo la meta de la catequesis es una verdad eterna pero que al entrar en la historia asume una dimensión procesual.

En segundo lugar los evangelios nos muestran como Jesucristo lleva adelante su catequesis gradualmente. Pues a aquellos que llamó para ser apóstoles les fue progresivamente a lo largo de tres años mostrándoles los misterios de reino y revelándoles los secretos del Padre. Aquellos que veneramos como columnas de la Iglesia también tuvieron que pasar por una especie de catecumenado.

Además podemos fundamentar esta pedagogía de Dios que se manifiesta a lo largo de un camino analizando tres textos bíblicos.

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A) El encuentro de Jesús con la Samaritana ( Juan 4,1-42) al que llamaremos catecumenado del Jesús terreno o histórico.

B) El encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús ( Lucas 24,13-35) al que llamaremos catecumenado del Jesús Resucitado.

C) Bautismo del Etíope ( Hechos 8,26-40) que denominaremos catecumenado de la Iglesia.

En los tres episodios podemos reconocer a grandes rasgos las etapas de la iniciación cristiana, a saber:

Pre-catecumenado: Momento podríamos llamar en latín de la captatio benevolentae, en el cual la Iglesia, el misionero o catequista debe mostrar la acogida del amor y el interés por el otro. Etapa profundamente misionera y Kerigmática destinada a suscitar y sembrar la fe, primero por el testimonio y segundo por el anuncio explícito de Jesucristo Muerto y Resucitado. Tiempo este que no puede cronometrarse ni regularse porque entra más que cualquier etapa ulterior en ese maravilloso juego que se da entre la gracia de Dios y la libertad del hombre.

A) (Jn. 4, 1-26). Fácilmente reconocemos aquí la gratuidad del catecumenado, el mismo es obra de Dios; pues Jesús, el Dios con nosotros se adelanta a esperar a la samaritana. Gesto en el cual descubrimos la paciencia amorosa de un Dios que siempre sale al encuentro para comunicarnos el don de la vida nueva. Aquí el Nazareno con su palabra va abriendo el corazón de la mujer, su diálogo para nada apresurado genera la confianza necesaria para que la pecadora muestre toda su vida. Sólo en este momento el Mesías pronuncia su “soy yo” kerigmático.

B) (Lc. 24,13-26). En este caso el episodio se enmarca precisamente en el camino. En el camino de la vida los discípulos se encuentran con Aquel que es el Camino (Jn.14,6 ); o mejor dicho el Camino se les aparece en el camino de la vida. Nuevamente la gratuidad y la iniciativa de Dios que en Cristo se acerca y les dirige su palabra, que los saca de la mudez en la que los ha sumergido la tristeza. El maestro se muestra interesado por lo que les pasa y como gran pedagogo logra que abran sus corazones y expresen el motivo de su angustia y desilusión. Pues sabemos que hablando el hombre comienza a sanar sus heridas. Este interesarse por el otro es el primer testimonio evangelizador que la comunidad cristiana debe recuperar; y que Juan Pablo II en el documento Novo Milennio Ineunte, recalcó como el modo ordinario de la santidad y por eso mismo presupuesto necesario de todo proceso catequizador. Aquí también Jesús el forastero del camino una vez que le expusieron su realidad aprovecha para anunciar el kerigma, es decir a ese “Mesías que debía resucitar”.

C) (Hch. 8, 26-31). Sin lugar a dudas también aquí el catecumenado se desarrolla en el camino. Pues el texto por tres veces evoca la palabra camino. “ponte en camino” v26, “El se puso en camino” v 27 y el etíope que iba en “peregrinación a Jerusalén” v 28 lo cual ciertamente se lleva a cabo a través de un camino. El mandato que recibe Felipe a través del ángel remarca la iniciativa de Dios, pero en este caso de Dios que actúa a través de una mediación. La mediación de Felipe representa la mediación de la Iglesia y la de todo catequista. ¿Pero qué detalle tan interesante? no es la Iglesia la que en una actitud pasiva

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espera que vengan, es ella la que al mandato de Jesús ( Mt. 28,19-20) sale al encuentro del hombre que como decía Redemptor hominis “es el camino de la Iglesia”. El hombre inmerso en un contexto concreto. Allí debe llegar el anuncio misionero. La misión no se da fundamentalmente de las puertas de la Iglesia hacia adentro sino hacia afuera. En los tiempos actuales la Iglesia no puede como en épocas gloriosas de cristiandad soñar a que los hombres vengan a sentarse sobre su regazo materno sino que deberá ponerse de pié y recorrer los pueblos y aldeas como hacia su maestro para atraer a los hombres a Dios. Quizás aquí no podamos descubrir el anuncio explícito del Kerigma pero se da en la acogida y en el interés por ayudar al etíope a entender. De hecho enseñar es una obra de misericordia y en el amor se proclama el Kerigma.

Catecumenado: Aquí nace propiamente la catequesis o enseñanza sistemática de la doctrina de la fe. Si bien hoy la Iglesia de acuerdo a cada conferencia episcopal o iglesia local establece el tiempo de duración de esta etapa; en realidad tampoco se debería regular, porque nos estaríamos olvidando de que es un proceso personal, único e irrepetible que no se puede estandarizar. Pero siguiendo nuestro análisis tratemos de reconocer en los episodios anteriores esta etapa:

A) (Jn.4,27-39). No siempre podremos reconocer explícitamente en los versículos de un episodio evangélico las etapas bien definidas del proceso evangelizador. Si bien aquí el kerigma aparece con nitidez en este Jesús que se proclama Mesías en el versículo 26, antes de esto ya hubo Kerigma y al mismo tiempo una catequesis sobre Dios. Porque la misma catequesis no puede nunca olvidar el Kerigma. El mismo no es algo que aparezca solamente al principio como fuerza motora que impulsa todo proceso ulterior, sino que es fundamento que siempre está. La catequesis edifica a partir de él pero desarrollándolo. El Kerigma suscita la fe de esta mujer y la respuesta a este es siempre la conversión. Por eso ella deja el cántaro en el cual queda representada toda su vida pasada. Ha descubierto en verdad el agua viva. Claro que aquí no hay un bautismo ritual pero ella se ha sumergido con su fe en el mismo autor del bautismo.

B) (Lc.24,27-28) En este episodio emerge con claridad meridiana Jesús el catequista del Padre. Aquel que es la plenitud y el cumplimiento de las escrituras comienza a explicárselas. Al mismo tiempo descubrimos lo que los documentos de la iglesia constantemente nos están diciendo, que la Palabra de Dios es la fuente de la catequesis. Aparecida 247 dice: “la sagrada escritura es fuente de vida para la Iglesia y al mismo tiempo alma de toda acción evangelizadora”, y la catequesis es un momento privilegiado de esta acción. Benedicto XVI por su parte en su discurso inaugural decía que hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios.

C) (Hch.8,31-36) Aquí vemos como esa Palabra de Dios que es viva y eficaz va suscitando en el mensajero de la reina de Etiopía la fe y el deseo de conocer más. La palabra está en el inicio y al mismo tiempo en el proceso de la catequesis despertando y madurando la fe. La cual llega a su plenitud en la confesión de Jesús como Hijo de Dios. Y no solo en la confesión sino fundamentalmente renovando la vida a la luz de esa fe. Este simpatizante

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de la Palabra, que equivale a decir simpatizante de Jesús el verbo hecho carne pide que por favor les expliquen las escrituras. El hombre por el hecho mismo de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios es siempre alguien sediento de verdad y de vida. La Samaritana necesitó de Jesús para llegar a esa verdad y a esa vida, el etíope de Felipe. Así el reclamo del hombre se dirige a la catequesis de hoy pidiendo que les expliquen y les hagan gustar este misterio lleno de verdad y de vida que es Jesucristo.

El fin de la catequesis era como dijimos anteriormente hacer del iniciado un discípulo misionero. Aquel que descubrió a Jesús no puede dejar de anunciarlo. La respuesta al Kerigma es el seguimiento y este se desarrolla en el camino mientras se va proclamando a aquel que se ha visto y oído ( 1 Jn. ).

A) ( Juan 4,39) La Samaritana realizó a los pies de Jesús todo un itinerario de crecimiento y maduración de su fe que la transformó en misionera. Primero se encontró como un judío más v8 con quienes incluso no se hablaban, luego a la luz de la catequesis lo proclamó profeta v 19 hasta que finalmente lo acepta como mesías y así lo testimonió y anunció v39.

B) (Lucas 24,32-35) A estos dos discípulos el camino de la catequesis los llevó a la Eucaristía, experiencia suprema del Resucitado. La Eucaristía manifiesta todo su dinamismo misionero. El encuentro con el resucitado que como siempre se manifiesta al partir el pan les hace replantarse su incredulidad, los mueve a la conversión y los transforma en el mismo instante cf. v33 en misioneros de la más grande noticia de la historia.

C) (Hechos 8,36-40). Como en un verdadero proceso catecumenal es el mismo iniciado que llegado a un punto del camino pide el bautismo v36, el cual es administrado por Felipe. De esta manera por el agua y el espíritu se sumerge en el Misterio Pascual. El nuevo hijo de Dios experimentó la alegría de la salvación v v39. Alegría que lo transformó en misionero en el camino de la vida.

Hasta aquí hemos visto como la gradualidad es inherente tanto al mensaje cristiano, como a la pedagogía de Jesús y de la Iglesia reflejados en los textos precedentes. Pero además decimos que la misma gradualidad responde a la psicología evolutiva de la persona como al modo como se acoge y asimila el mensaje cristiano. Ahora bien, llegados a este punto podemos preguntarnos si en nuestras comunidades parroquiales esta verdad de la catequesis como camino es reconocida y admirada a tal punto de hacer de ella el modo habitual de la acción catequística. O para decirlo de un modo más claro y sencillo si hemos asumido la catequesis en estilo catecumenal. Ciertamente que a este interrogante puedo dar una respuesta basada en la experiencia de mi Iglesia particular por lo cual no puedo generalizar.

En muchos casos el tema de la gradualidad se reconoce como pedagogía divina y modo habitual del catecumenado primitivo. Al mismo tiempo lo hemos adoptado al optar por un itinerario de maduración de la fe que dura tres años. Al final de los cuales se administra el sacramento de la confirmación para llegar a la cima y cumbre de la vida cristiana que es la Eucaristía. Pero lo que permanece ausente en nuestra catequesis tal cual hoy la llevamos adelante es una etapa de pre-catecumenado y de anuncio Kerigmático. Es verdad que suponemos que estos se dan en la familia,

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y ojalá así fuese. Que mejor que la familia, iglesia doméstica a través de los padres ejerza esta función de primera evangelización. Pero en los tiempos que corren no podemos dar por supuesto esto. Por lo cual comenzamos un proceso de iniciación cristiana en aquellos que nunca han sido evangelizados. Queremos llevar a la maduración en la fe a quienes nunca han hecho una opción consciente y libre por Jesucristo. Bien sabemos que catequesis significa hacer eco, hacer resonar el hermoso nombre de Jesucristo. Pero como pretender hacer resonar aquello que nunca fue proclamado.

Al mismo tiempo a nuestros catecismos le damos el nombre de iniciación en la fe, pero resulta que cuando nosotros creemos que los hemos iniciado la realidad indica que los sacramentos de iniciación resultan de finalización, y la que debiera ser la primera eucaristía se transforma al mismo tiempo en la última. ¿Qué pasa entonces? Simplemente que nos hemos olvidado del primer anuncio sin el cual no se sostiene todo el edificio del discipulado y la misión. Administrar los sacramentos de la Confirmación y Eucaristía, por el hecho de haber recorrido un camino de tres años o haber terminado el libro de catequesis, sin tener en cuenta la conversión inicial resultante del primer anuncio es como edificar sobre arena. Por otro lado tampoco reconocemos que cada catequizando es una persona única e irrepetible que tiene tiempos propios de maduración de la fe. Y es así que ya de antemano establecemos en nuestras comunidades las fechas de los sacramentos de la iniciación para todos por igual.

Después de la recepción de los sacramentos se propone como ocurría en la iglesia primitiva una catequesis mistagógica que trata de acompañar a los recién iniciados. La idea es no abandonarlos en esta nueva vida que han recibido por la gracia de Dios en una comunidad concreta. Porque la gracia de los sacramentos siempre son eclesiales y por tanto para ser vividos en una comunidad. No obstante hasta el presente no hemos incursionado en esta práctica tan necesarios para seguir recorriendo el itinerario de la formación de la fe de los iniciados. Si bien es mucho lo que ya hemos recorrido y damos gracias a Dios por los pasos que hemos dado supliquemos a María, la primera evangelizadora de nuestro continente, que nos ayude a seguir en esta acción eclesial de hacer de los hombres discípulos y misioneros enamorados de su hijo Jesús.

En este proceso no podemos olvidar la unidad de los tres sacramentos de la Iniciación cristiana. Sacramentos que se complementan entre sí y manifiestan la unidad del Misterio Pascual de Cristo. La recepción de estos sacramentos de la iniciación cristiana conducen al desarrollo total de los fieles para que realicen en la iglesia y en el mundo la misión encomendada ( RICA 34)El magisterio conciliar vela más allá del orden de los sacramentos por la unidad de la iniciación cristiana. (SC 71).Otro aspecto de este camino es que se trata de un itinerario litúrgico-catequístico. Catequesis y liturgia se vinculan y se refieren mutuamente. Esto lo expresa muy bien el

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Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos que debemos estudiar y aplicar creativamente a los distintos destinatarios de la catequesis.Recibido los sacramentos de la Iniciación cristiana la fe del discípulo debe seguir creciendo y es entonces donde aparece el itinerario catequístico permanente.

El Dónde de la Catequesis.Aquí nos referimos a los lugares. El Directorio General de la Catequesis en el número 254 dice que “la comunidad Cristiana es el Hogar de la catequesis. La comunidad cristiana es el origen, lugar y meta. De la comunidad cristiana nace siempre el anuncio del evangelio, invitando a los hombres y mujeres a convertirse y a seguir a Jesucristo. Y es esa misma comunidad la que acoge a los que desean conocer al Señor… Ella acompaña a los catecúmenos en su itinerario catequético con solicitud maternal…”

La catequesis es una acción eclesial.La catequesis es una acción esencialmente eclesial (DGC 78) Esto nos quiere decir en primer lugar que el sujeto o agente de la catequesis es la Iglesia, animada por el espíritu, la catequesis por tanto es responsabilidad y tarea de toda la comunidad eclesial. En segundo lugar es un acto vivo de tradición eclesial, porque transmite la fe de la iglesia, es decir todo lo que ella cree, celebra, vive y ora.

La dimensión eclesial pertenece a la esencia de la catequesis y configura sus elementos constitutivos: la selección de los contenidos, la formación de los agentes, las opciones metodológicas…La opción comunitaria de la catequesis.Después del concilio vaticano II y su eclesiología de comunión, la comunidad cristiana se coloca en el centro de la catequesis, por lo que la comunidad es el lugar, el sujeto y la meta de la catequesis.El sínodo de 1977 afirmó que el lugar o ámbito normal de la catequesis es la comunidad cristiana. Por su parte el DGC señala que la comunidad es el hogar de la catequesis. De la comunidad nace el anuncio y es la misma comunidad la que acoge a los que se convierten al Señor, los incorpora a su seno y los acompaña hasta la madurez de la fe (DGC254).Si la comunidad es el lugar de referencia de la acción catequizadora, entonces se puede decir que todo ámbito comunitario, en donde exista realmente calidad comunitaria, y donde la fe pueda expresarse y comunicarse, es un lugar de catequesis.La comunidad Cristiana la primera catequista.“La catequesis es responsabilidad de toda la comunidad cristiana” (DGC 200). La acción catequética no es una acción individual o aislada sino profundamente comunitaria. El primer anuncio es “miren cómo se aman” ¿quién? La comunidad. De aquí nace una de las

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características fundamentales de la espiritualidad del catequista: debe ser el hombre de la comunión, de la fraternidad. El verdadero sujeto de la catequesis, y por tanto el primer catequista es la comunidad, aunque ésta de hecho se apoye en personas o estructuras particulares para el ejercicio de la catequesis.De esta manera se supera la visión individualista, verticalista y magisterial de la catequesis, ya que en esta tarea, que es comunitaria, no hay propiamente destinatarios sino interlocutores. Francisco Merlos, catequista y pastoralista mexicano va a decir: “En la catequesis todos somos al mismo tiempo catequistas y catequizandos, comunicadores del mensaje evangélico y oyentes de la Palabra”.La construcción de la comunidad: meta de la catequesis.La catequesis se dirige esencialmente a la comunidad sin descuidar a cada fiel en particular, ella es la primera interlocutora. Podemos decir que la acción catequética, en último término pretende formar comunidades eclesiales maduras en la fe. “la catequesis no solo conduce a la madurez de la fe de los catequizandos, sino a la madurez de la misma comunidad como tal” (DGC 221). Señalemos una vez más que los sacramentos no aparecen nunca como la meta de la catequesis. La catequesis no termina con la recepción de los sacramentos, es un itinerario que dura toda la vida. Por otra parte, un cristiano sacramentalizado no es signo de evangelizado y convertido, de hombre maduro en la fe e inserto en una comunidad.Podemos decir que la catequesis hace a la Iglesia, construye la comunidad cristiana. El documento de Puebla dice que: una de las metas de la catequesis es precisamente la construcción de la comunidad” “todo el que catequiza sabe que con su labor edifica continuamente la comunidad”.Una conclusión lógica: sin comunidad no hay catequesis.El primer texto de la catequesis es la comunidad misma. San Pablo va a revelar la existencia de otra carta y esta es la comunidad en la medida que vive de la Palabra de Dios. La comunidad es Palabra de Dios y por tanto contenido de la catequesis. Antes que los textos de la catequesis y los mismos catequistas está la comunidad. “La comunidad cristiana es en sí misma catequesis viviente, siendo lo que es anuncia, celebra, vive y permanece siempre como el espacio vital indispensable y primario de la catequesis” (DGC141) Sin comunidad sencillamente no habría catequesis.

Los lugares de la catequesis.La Familia CristianaLa catequesis siempre es la misma, los distintos lugares la colorean.Dentro de la misma comunidad en primer lugar debemos señalar la Familia Cristiana, ella es la iglesia doméstica y como lugar de la iniciación cristiana tiene un carácter único; además enriquece toda otra forma de catequesis.(CT 68).“La Catequesis familiar es instrumento de integración familiar cuando se respetan ciertos parámetros metodológicos: Que participe de ser posible el matrimonio, que sea un proceso integral de evangelización, que haya acompañamientos por parte de catequistas y sacerdotes y que apunte a integrarlos en la comunidad (LORCIC)

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El tema de la Familia como lugar de la catequesis puede ampliarse en los números 226-227 del DGC.La Parroquia.Otro Lugar es la Parroquia. Ella es la expresión visible e inmediata de la Iglesia, la última localización de la Iglesia, lugar donde se debe asegurar la iniciación cristiana. Ella es el ambiente natural y ordinario.Las Escuelas Católicas.El documento también señala a las escuelas católicas que por su naturaleza son lugar de formación tanto humana como cristiana. Pero cabe aclarar que hay una indisoluble y clara distinción entre Enseñanza religiosa y catequesis. La catequesis es la transmisión del Evangelio y etapa de la Evangelización y presupone la aceptación del mensaje evangélico y además dura toda la vida.Piedad PopularDa lugar a verdaderas vivencias y expresiones de fe y es de por sí transmisora de la fe, de costumbres y prácticas religiosas. “La piedad popular es un imprescindible punto de partida para el crecimiento y profundización de la fe que se expresa en la piedad popular”

Los interlocutores de la catequesis de Iniciación Cristiana.

Es loable de notar el cambio de terminología que se ha dado desde el DGC de 1997 y el documento lineamientos y orientaciones para la renovación de la catequesis de IC. El directorio en el capítulo II de la Cuarta parte habla de destinatarios mientras que ahora hablamos de interlocutores. Se recupera toda la dimensión comunitaria de la catequesis y la centralidad de la Palabra de Dios ante la cual todos somos interlocutores.“Jesús concluye su vida terrena invitando a sus discípulos a predicar el Evangelio a toda creatura, a todas las gentes (MT28,19; Lc 24,47), hasta los confines de la tierra (Hch1,8) y para siempre, hasta el fin del mundo (Mt28,20).Esta es la misión que la iglesia lleva a cabo desde hace dos mil años, con una inmensa variedad de modalidades de anuncio y catequesis, urgida continuamente por el Espíritu de pentecostés para llevar el evangelio a los “griegos y a los bárbaros, a los sabios y a los ignorantes” (Rm1,14).Se configuran así los rasgos de una pedagogía de la fe, en la que conjugan estrechamente la apertura universal de la catequesis y su ejemplar encarnación en el mundo de los destinatarios” (DGC 163-164).A) Catequesis de Adultos: Es la principal forma de catequesis. La catequesis con

adultos debe ser catequesis adulta y para adultos, esto es mirar la realidad en la cual viven, escuchar sus inquietudes, necesidades, expectativas, responder a sus

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cuestionamientos, con fundamentaciones, iluminaciones, enseñanzas coherentes y adecuadas.Uno de los grandes desafíos de nuestra pastoral evangelizadora es evangelizar integrando a los adultos a la comunidad eclesial.El DGC en el Número 272 distingue entre:

- Adultos creyentes, que viven con coherencia su opción de fe y desean sinceramente profundizar en ella.

- Adultos bautizados que no recibieron una catequesis adecuada, o que no han culminado realmente la IC, o que se han alejado de la fe…

- Adultos no bautizados que necesitan, en sentido propio un verdadero catecumenado

En el número 174 el DGC señala los criterios que aseguran de modo eficaz una catequesis de adultos y que hay que recordar.

- La atención a los destinatarios en cuanto adultos, como hombres y como mujeres, teniendo en cuenta por tanto sus problemas y experiencias, sus capacidades espirituales y culturales, con pleno respeto a las diferencias

- La atención a la condición laical de los adultos, que por el bautismo tienen la misión de buscar el reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios, y así mismo que están llamados a la santidad

- La atención por despertar el interés de la comunidad, para que sea lugar de acogida y ayuda de adultos.

B) Catequesis con niños. La implementación del catecumenado de iniciación cristiana para niños es todo un desafío a la creatividad catequística. Un tema al que siempre tendremos que volver y pensar es el de la edad apropiada.Los niños hoy están inmersos en un mundo materialista tremendamente influenciado por los medios de comunicación social, muchos de ellos en situaciones familiares conflictivas, niños especialistas en el manejo de la electrónica, internet, celulares, etc.

¿Habrá que comenzar la catequesis a edad más temprana? Es todo un desafío metodológico y pastoral. Un elemento metodológico que se debe incorporar es la recreación: el niño aprende jugando.

Características de esta catequesis “-La infancia y la niñez representan el tiempo de la llamada primera socialización y de la educación cristiana y humana en la familia, en la escuela y en la comunidad cristiana, y por eso hay que considerarlas como un momento decisivo para el futuro de la fe.- Con la recepción de los sacramentos, se inicia la primera formación orgánica de la fe del niño y su incorporación en la vida de la iglesia.- Por eso el proceso educativo en el tiempo de la infancia será eminentemente educativo, atento a desarrollar las capacidades y aptitudes humanas, base antropológica de la vida de

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la fe, como el sentido de la confianza de la gratuidad, de la invocación, de la gozosa participación. La educación a la oración y la iniciación a la Sagrada Escritura son aspectos centrales de la formación cristiana de los pequeños” (DGC178)

C) Con adolescentes y jóvenesLa catequesis en esta edad es fundamental, dado que es la etapa en que se forja y hacen su opción vocacional. No solamente debe ser una catequesis adecuada a la edad, que responda a sus inquietudes y cuestionamientos y que los oriente a una opción libre por Jesucristo y a una vida cristiana plena en comunión eclesial y comprometida en el mundo en el que el joven vive. El adolescente y el joven necesitan una comunidad acogedora, donde puedan crear vínculos para compartir la vida, la fe, los proyectos, los ideales, sus actividades apostólicas.No debemos menospreciar la sed de espiritualidad profunda que tienen tanto los adolescentes como los jóvenesCaracterísticas de la catequesis para jóvenes-Se han de tener presente las distintas situaciones religiosas: jóvenes no bautizados; jóvenes bautizados que no han completado la IC; jóvenes que atraviesan crisis de fe muy graves…_ La catequesis debe incorporar elementos tales como el análisis de la situación, la atención a las ciencias humanas y de la educación y la colaboración de los laicos y de los mismos jóvenes._ Y son mediaciones útiles para una catequesis eficaz: Una acción de grupo bien orientada, una pertenencia a asociaciones juveniles de carácter educativo, y un acompañamiento personal del joven, en el que se destaca el acompañamiento espiritual.

D) Con Ancianos (DGC 186)El número creciente de personas ancianas representa una nueva y específica tarea pastoral de la Iglesia… Ellas son un Don de Dios a la Iglesia y a la sociedad, a las que hay que dedicarles también el cuidado de una catequesis adecuada. En ella la familia cumple una función primaria, porque en ella el anuncio de la fe puede darse en un clima de acogida y de amor que confirman, mejor que ninguna otra cosa, el valor de la Palabra…Es una catequesis de la plenitud y de la esperanza, de la sabiduría y del diálogo.Pensar en la catequesis para los ancianos nos recuerda el itinerario catequístico permanente. La catequesis al igual que la fe es un camino que dura toda la vida. El último encuentro de catequesis es el encuentro con el Padre, por Cristo en el Espíritu Santo.No debemos olvidar de manera especial en esta etapa de la vida el anuncio del Evangelio del dolor, el valor redentor del sufrimiento.