Cuento para red fotograma
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Transcript of Cuento para red fotograma
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Escuela Interamericana
de Bibliotecologa
Coordinacin de
Bienestar EIB
Concurso de cuento En la escuela te cuento
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Autor: Alejadro Vesga
Vinchira.
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Alejandro Vesga Vinchira
Resea Biogrfica:
Nacido en Bogot en 1982, es Tecnlogo en
Administracin de Sistemas de Informacin y
Documentacin. Culmin sus estudios en
Bibliotecologa y esta prximo a graduarse.
Toda su vida ha trabajado con las bibliotecas
y la informacin. Integra sus conocimientos
profesionales a su vida personal, al ser
tambin coleccionista de libros, msica,
imgenes, videos, juguetes y controles
remotos usados. En su tiempo libre fomenta
el desarrollo y el conocimiento de la
literatura de ciencia ficcin en la ciudad,
participando en la creacin de comunidades
de entusiastas del gnero. Es tambin
bloguero ocasional, con varios blog activos:
totalinterferencia.tumblr.com.
fuckyeahsciencfiction.tumblr.com.
librarycartoons.wordpress.com
Correo electrnico: [email protected]
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En el momento en que Rodrigo descargaba su pesado maletn sobre el sof, la ltima luz del
da entraba por el inmenso ventanal del apartamento. Normalmente no alcanzaba a
llegar a ver el atardecer despus de una sesin de fotos, pero normalmente tampoco llegaba solo a
su apartamento.
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La modelo del da de hoy era nueva en el negocio, sin experiencia y juguetona. Mientras tomaba las fotos iba pensando cmo le gustara
besar su piel, degustar de su boca y verla entornar sus ojos. Pero a ltimo momento,
cuando se dispona a entablar la conversacin que debera de llevarla a su cama, apareci su
novio.
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Le deba llevar 15 aos de ms a ella, y 5 a Rodrigo, todo msculos; celular en
mano y una actitud de estar perpetuamente a diez minutos de su situacin actual. Haba tomado de la
mano a la modelo y la haba arrastrado fuera del estudio, dejando en claro su
derecho de posesin sobre ella.
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Rodrigo se senta levemente molesto. La modelo (cmo se llamaba? Adriana,
Adela?) era un ejemplar delicioso y se haba hecho muchas esperanzas acerca de lo que
sucedera esa noche. Se dijo a s mismo que la prxima vez sera. Nunca haran falta
mujeres vidas de quitarse sus ropas mientras miraban seductoramente hacia el
objetivo de su cmara.
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Desempac esta ltima y sac la tarjeta de memoria. Mientras el computador realizaba su ciclo de
inicio, se sirvi un trago y prendi un cigarrillo. Introdujo la memoria y empez a revisar las
fotos. All estaba el nombre, Amelia. Amelia sonrea y
jugueteaba desde las imgenes del computador. Le recordaba un poco a su ex. Hace ya cinco aos que no la vea y sola juguetear sobre
su cama de igual manera.
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Pero espant ese recuerdo como si de un insecto volador se
tratara. No quera pensar ms en ella, quera enfocarse en su
trabajo. Mientras cada fotografa pasaba, Rodrigo iba
pensando si esta o aquella sera la adecuada para la portada de la revista. Tan
absorto estaba y tan mecnico resultaba el proceso, que casi no repar en la fotografa que
no deba estar all.
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Frunci el ceo y se devolvi unas cuantas fotos. All, entre una foto que mostraba a
Amelia acurrucada y otra que la mostraba acostada, se encontraba otra imagen. No era de Amelia, ni siquiera era de otra modelo o haba
sido tomada en el estudio. Una calle, una interseccin urbana. Era una fotografa
absolutamente normal, nada se destacaba en ella.
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Apuntaba hacia una serie de peatones apostados en una acera, aparentemente esperando a que los autos se detuvieran para empezar a cruzar por la cebra. La mitad del cuadro era oscurecido por un vehculo transitando a gran velocidad,
reducido a una mancha borrosa. Junto a los peatones se encontraban vendedores
ambulantes y uno de esos guardas de trnsito quien pareca estar a punto de levantar la mano y detener a los autos.
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Rodrigo se rasc la barbilla, tratando de entender cmo se
podra haber colado una imagen de ese tipo en su memoria. No recordaba haberle prestado su
cmara a nadie, y l ciertamente no haba tomado esa foto. Ni
siquiera poda reconocer la calle o alguna de las personas. Y la
numeracin de las fotografas coincida.
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Las cmaras digitales como esa nombran los
archivos de imgenes con un nmero consecutivo, y el orden no se rompa. 135: una modelo mirando a la cmara. 136: una escena urbana de poco inters.
137: una modelo mirando a la cmara.
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Decidi que ya terminara de revisarlas, as que pas las fotos de la sesin a una carpeta
especial. La foto extraa la puso en el escritorio, resuelto a descifrar el misterio. Volvi a abrir la
imagen y la ampli lo mximo que pudo. Poda distinguir al guarda, una mujer de edad
agarrando a un nio pequeo, un hombre de traje, unos jvenes estudiantes que parecan
hablar entre s.
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Ms a la derecha deban encontrarse otros peatones sobre la acera, pero la sombra del carro
en movimiento los ocultaba. Estuvo un buen rato mirando la foto, tratando de recordar de donde
poda haber salido. Finalmente cerr los ojos y se alej de la pantalla, cuyo brillo le empezaba a
molestar. Cuando los volvi a abrir se pregunt si el trago que se haba servido era demasiado
fuerte.
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Con una breve mirada, confirm que apenas si lo haba tocado, y el hielo ya no flotaba en el licor.
Pero, de qu otra manera se poda explicar que la foto se hubiera movido? Hasta hace un momento solo se poda ver a los estudiantes, pero ahora ya
apareca el brazo del siguiente peatn a la derecha. La mancha del carro se haba movido.
No puede ser, pens, seguramente se haba confundido.
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Fue a la cocina y se prepar una cena ligera para aclarar su mente. Mientras coma, dejaba escapar algunas miradas hacia el computador,
cada vez ms extraado. Al volver al computador, un escalofri recorri su espalda al
comprobar que pareca estar volvindose loco. La imagen se haba movido nuevamente. No
solo mostraba el brazo, sino la cara del siguiente peatn, una mujer de gafas.
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Frenticamente, lo comprob todo. El archivo, la fecha, el tamao, apag y prendi el
computador, hizo una copia. Pero la imagen insista en moverse. Era un movimiento muy
lento, ya que el vehculo deba estar desplazndose a altsima velocidad. Las
expresiones de los peatones no haban cambiado. Se qued largo rato mirando la imagen, los ojos
fijos sobre la pantalla.
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Quera ver el movimiento, ver el cambio, as fuera mnimo. Pero a todas luces la fotografa
pareca ser completamente normal, una de miles que haba visto y manipulado en su vida.
Cansado del brillo de la pantalla, cerr los ojos por un momento. La imagen se movi! S,
ahora estaba seguro.
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Esta ilusin o sueo, o lo que fuera que estaba sucediendo, pareca seguir ciertas reglas.
La imagen nunca se mova mientras la miraba, deba de apartar o cerrar los ojos para que se produjera el efecto. Pero no era suficiente con
abrir y cerrar los ojos rpidamente. El movimiento se produca solo cuando dejaba
pasar cierto tiempo entre miradas.
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La fotografa se mova a su propio ritmo, independiente de si la mirara o no.
Contando ese descubrimiento como un logro, exhausto y desconcertado, Rodrigo se
durmi. Tres das ms tarde, Rodrigo termin por aceptar la existencia de la fotografa, sin
embargo todava no era capaz de explicarla.
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Obsesionado con la imagen, la llevaba a todas partes, luchando entre el deseo de
mirarla y el de no mirarla para poder ver el siguiente cambio .
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El movimiento se replicaba a travs de todas las copias de la imagen, en su computador, en
su celular, en Internet, etc. Todava no se atreva a mostrrsela a alguien ms, un poco
temiendo que los dems no vieran los cambios, pero ms aun temiendo que los
cambios tambin cesaran para l.
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Que la fotografa se congelara y no pudiera apreciarla ms que como una imagen
normal, pedestre y aburrida. Al principio crea que era una escena urbana, un paisaje. Pero en realidad era un retrato, una persona
era el foco y el centro de la fotografa. La mujer de gafas, quien originalmente haba
permanecido oculta por el vehculo en movimiento, ahora dominaba el cuadro.
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No haba duda alguna de su protagonismo, ya que era la nica persona mirando directamente a la cmara. En este momento los peatones ya
haban empezado a caminar y lentamente cruzaban la calle. La mujer de gafas era
excepcionalmente normal, vestida con un traje de oficina, pelo corto y una cartera pequea
colgando de su hombro izquierdo.
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No era ni siquiera convencionalmente atractiva, ciertamente no era el tipo de mujer a la cual Rodrigo usualmente le
tomaba fotos y llevaba a su apartamento. Pero algo tena ella, su mirada, su actitud, la forma de caminar. Apenas si se podan detectar esas cualidades en una fotografa que se mova 43 mil veces ms lentamente
que la realidad.
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Razn por la cual Rodrigo deseaba que la imagen continuara movindose, quera
seguir viendo a la mujer de gafas y anhelaba que ella llegara a un primer plano. Ella rezumaba confianza, pareca sentirse a gusto en su propia piel, en su propio cuerpo y
no necesitar nadie que le validara o justificara esos sentimientos. Y l se senta
indefenso ante el poder de atraccin que emanaba de la imagen.
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Estaba en medio de un almuerzo de trabajo cuando una furtiva mirada hacia la fotografa en su celular hizo que Rodrigo finalmente se decidiera a encontrar a la mujer de gafas, sin
importar las consecuencias. Estaba sonriendo! Su boca ahora se entornaba y dibujaba una
pequea sonrisa, del tipo que ocurre cuando tu da ha pasado bien o cuando te encuentras con
alguien a quien quieres.
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Su urgencia alcanz un nuevo nivel, inusitado incluso para s mismo. En ese
momento, su asistente se encontraba ocupado hablando con una modelo. Rodrigo
no se haba dado cuenta, pero ahora recordaba haberla invitado a su apartamento
haca unas cuantas semanas.
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Un poco apenado, logr saludarla incmodamente antes de pasar a hablar con
su asistente, visiblemente molesto por la interrupcin durante su estrategia de
seduccin. Le mostr la foto y le pregunt si conoca el lugar donde fue tomada. Le tom un momento recordar, aunque a Rodrigo le
parecieron varios minutos.
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Finalmente le dio una direccin por la parte norte de la ciudad, y Rodrigo le pidi que se disculpara con todos de su parte, mientras
escapaba de all con todo el sigilo y apuro que su impaciencia le permiti.
Habiendo comprobado que la imagen
continuaba su movimiento aun despus de habrsela mostrado a alguien ms, Rodrigo lleg a la interseccin tratando de recuperar
su aliento.
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Primero, porque haba corrido la mayor parte del trayecto. Y segundo, por la excitacin que le produca la posibilidad de encontrarla. No
estaba seguro de que ella se hallara precisamente en ese lugar, en ese momento, pero en su imaginacin ella trabajaba cerca
de all, y poda transitar por esa calle a menudo.
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Al acercarse pudo identificar la escena que tantas veces haba examinado. Era una
avenida muy transitada, carros, servicio pblico, motos, etc. Doble va, un separador en
la mitad. Revis su celular de nuevo: los peatones estaban a punto de llegar a ese
separador, y junto a ellos la mujer de gafas continuaba sonriendo.
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Estaba a punto de llegar, y su mirada pasaba del celular a la calle, comparando los detalles.
Y de pronto, as como as, se encontr all.
El estaba sobre la acera, justo frente a la cebra, y al otro lado de la calle, pasando el
separador, all se encontraban todos. La mujer con el nio, el hombre de negocios, los
estudiantes, las amigas conversando. Y la mujer de gafas.
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Era exactamente el momento en que presenci por vez primera la escena, el
primer cuadro de una locura de cinco das. En un momento iba a pasar el vehculo que
originalmente oscureca la mitad de la imagen, y por supuesto, all estaba. Un camin abrindose paso entre las motos,
llevando quien sabe qu mercanca.
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Al pasar, fue como si alguien hubiera gritado Accin! en un set de pelcula y las cosas empezaron a sucederse rpidamente. El
guarda de transito levant su mano y toc su silbato, los autos se detuvieron, los peatones
saltaron de la acera a la calle. Rodrigo se encontraba en un trance, ensimismado por la
improbabilidad de la coincidencia y la concrecin de su fantasa.
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Aquello que lo haba desvelado, lo haba obsesionado y trastocado su vida, iba a
convertirse en realidad. Podra hablar con ella, preguntarle su nombre y si sale con alguien. Si
estudia o trabaja, si le gusta la msica o hace deporte, si prefiere el t o el caf.
Fue entonces que ocurri el milagro. Mientras
cruzaba la calle, ella levant su mirada y qued fija sobre l.
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Ella lo estaba mirando, como en la fotografa. No estaba mirando a la cmara, no exista la cmara. Lo estaba mirando a l, fijamente, desafiante. Y luego sonri, y la sonrisa era
para l. Ella sonrea porque l la estaba mirando, anonadado, absorto y probablemente con la boca abierta. Ella pareca saber el poder que tena sobre l, consciente del hechizo que emanaba de sus ojos, de sus piernas, de su
risa.
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Los peatones llegaron al separador, y Rodrigo no aguant ms. Tena que
acercarse a ella, era imperativo. Pero al cruzar la calle, le extra como cambiaba la
expresin de la mujer de gafas. Ahora pareca preocupada, y levant su mano
pidindole detenerse.
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Al fin se percat de los otros peatones y que algunos hacan
el mismo gesto. Y ella grit Cuidado! Pero fue muy tarde. Lo ltimo que vio Rodrigo fue
la figura roja del hombrecito del semforo, que no haba
cambiado. Lo ltimo que pens fue que al menos la haba visto sonrer y con eso era suficiente.
Fin.