Almaraz Sergio Requiem Para Una Republica

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Transcript of Almaraz Sergio Requiem Para Una Republica

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Réquiem para una República 1 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

SERGIO ALMARAZ PAZ

RÉQUIEM PARA UNA REPUBLICA

http://www.bv.umsa.bo

La Paz- Bolivia

1969

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Primera Edición: 1969

3000 Ejemplares

DERECHOS RESERVADOS

CONFORME A LEY

Carátula:

Luis Zilveti

Editores e Impresores:

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SUMARIO

PRESENTACION...................................................................................... 4

CAPITULO I ............................................................................................ 5

PSICOLOGIA DE LA VIEJA ROSCA .................................................................................5

CAPITULO II ......................................................................................... 11

EL TIEMPO DE LAS COSAS PEQUEÑAS ........................................................................11

CAPITULO III ........................................................................................ 33

UNA CENA EN LA EMBAJADA ......................................................................................33

CAPITULO IV ........................................................................................ 48

LOS CEMENTERIOS MINEROS.....................................................................................48

CAPITULO V ......................................................................................... 58

ALTCAR, BOOTLE, LIVERPOOL....................................................................................58

CAPITULO VI ........................................................................................ 70

LOS DISTINTIVOS DEL OCUPANTE ..............................................................................70

CAPITULO VII ....................................................................................... 75

“EL SISTEMA DE MAYO” .............................................................................................75

CAPITULO VIII .....................................................................................120

PSICOLOGIA DE LA NUEVA ROSCA............................................................................ 120

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PRESENTACION

La Universidad Mayor de San Andrés da a la publicidad la presente obra como

una contribución a la cultura política boliviana. Es un libro que Sergio

Almaráz no pudo concluir definitivamente a causa de su muerte. Sin embargo,

gradas a la extraordinaria capacidad de síntesis del desaparecido autor, están

expresados en los capítulos escritos sus ideas fundamentales, constituyendo

una unidad que continúa la proyección del “El Poder y la Caída”.

“Réquiem para una República”, titulo con que Almaráz resumió el contenido

del libro, llamando la atención sobre la hora luctuosa que vive Bolivia, es una

obra de lúcida madurez como crítica de una realidad política y social

presentada con el magistral estilo del que, seguramente, era el mejor escritor

político contemporáneo de nuestro país.

Los originales de “Réquiem para una República” han sido conservados por la

Sra. Elena Ossio de Almaráz y entregados a la Universidad tal como el autor

los había dejado al momento de fallecer. Son la expresión fiel de un legado

político a la República, de una profundidad y valor civil sin paralelos en

nuestros días.

Se ha elegida para la solapo de la presente edición un articulo publicado en

Caracas por el escritor argentino Rogelio García Lupo, en homenaje a la

valoración latinoamericana que alcanzó Sergio Almaráz.

Los Editores

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CAPITULO I

PSICOLOGIA DE LA VIEJA ROSCA

Se sentían dueños del país pero al mismo tiempo lo despreciaban. En ningún

momento pensaron que el dinero y el poder que poseían lo debían a un pueblo

que los había aceptado pasivamente, inconscientemente, sin resignación ni

rebeldía, porque fueron fruto de una entraña feudal descompuesta.

Descendían por la misma línea histórica ¿le los criollos adinerados que

llegaron a la Asamblea Nacional en 1825 para proclamar la independencia del

Alto Perú después de haber sido liquidados los guerrilleros altoperuanos en los

15 años de lucha contra el poder español. La República fue proclamada sobre

e1 vacío: sus creadores estaban muertos.

Así el criollaje se encontró viviendo en un país de indios, pequeño y pobre, al

que, sin la competencia española, dominaban totalmente, pero esto no

significaba aceptarlo. La oligarquía, después de 1850, inició su divorcio

psicológico alentado por el contacto con Europa que introdujo elementos ideo-

lógicos y culturales que acentuaron la separación. En el fondo se sentían

ofendidos por el país. Esta es la motivación íntima de la obra de Arguedas.

Ellos querían un medio a la europea, moderno, limpio, con indios vestidos con

overol y zapatos, sin sospechar que la occidentalización capitalista no era

posible precisamente a causa del poder feudal del que eran su expresión

material. Mientras subsistiese el feudalismo habría campesinos sucios y medio

imbecilizados.

Esta oligarquía causante de tanta miseria y atraso, fue creando un mecanismo

psicológico autojustificativo a través del cual se adaptaba sin aceptar y se

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daba a sí misma los elementos de diferenciación entre la élite y el pueblo.

Ideológicamente la pugna entre católicos y positivistas (con senadores y

liberales), característica común a casi toda la oligarquía latinoamericana, no

define la intimidad de la oligarquía boliviana.

El modo como entendían el país, cómo lo rechazaban y se situaban al mismo

tiempo dentro de él, las conexiones en el seno de la élite y sus relaciones con el

medio exterior, las valoraciones y mitos, reflejo de relaciones históricamente

determinadas, en suma, la psicología social del pequeño grupo, es la única

forma de encontrar la especificidad de una oligarquía cuyos segmentos más

poderosos se fundieron, por diversas vías, con la minería a partir de 1850.

La tierra y la minería son las bases materiales. Los mineros ganan mucho,

pero ninguno de ellos deja de construir palacetes rurales, de comprar tierras o

invertir en las que ya tenían. Arce, Pacheco, Alonso, tienen sus haciendas. Los

del estaño también las tienen. Aramayo, “Chajrahuasi”; Patiño, “Pairumani”. A

Hochschild que es alemán no le interesa la “casa solariega” y prefiere Buenos

Aires y Viña del Mar a Bolivia. Es un país en e1 que el viejo prestigio se da con

y por la tierra, es decir en función del pasado y la tradición, en el que las

gentes de “posición” se esfuerzan por encontrar abuelos españoles, la

vinculación con la tierra es fundamental; solamente ella separa a los

advenedizos de la familia de rango y tradición. He aquí una forma cómo la

oligarquía minera se inserta en la sociedad boliviana, pero también es éste el

rasgo exterior de una minería que nació más o menos soldada con la

propiedad feudal de la tierra. Es lógico: la actividad minera no necesita un

mercado interno y por tanto no sólo no le interesa eliminar los obstáculos que

estancan el progreso del país, sino más bien le favorece mantenerlos en cuanto

que de ellos resulta una mano de obra barata para el laboreo minero y un

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aprovisionamiento agropecuario igualmente barato. Aquí surge una paradoja

interesante. Los mineros desprecian más-o menos abiertamente e1 rutinarismo

y la mediocridad del propietario rural que ara con el dinero que tiene y no ha

hecho instalar un servicio, sanitario en su casa de hacienda. Pero, para

consagrar su prestigio social adopta algunos de los símbolos de éste y, entre

ellos, el principal, la propiedad de la tierra. Como es natural, la hacienda del

minero rico, moderna y confortable es mi lujo de escaso valor productivo, pero

al minero le gusta justamente así para desempeñar el papel del hombre de

empresa fatigado que se retira al campo a descansar.

La oligarquía de la plata se diferencia de la del estaño porque el

eslabonamiento tierra-minería es mayor, lo que quiere decir, que los mineros

más prósperos son también propietarios rurales, lo fueron antes y siguen

siéndolo. Con el estaño empieza la diferenciación. Hay una oligarquía, pero la

parte que queda de ella en el país está formada por funcionarios, y abogados

de origen rural. Son solamente funcionarios, están al servicio de la gran

minería pero no forman parte de ella, sin embargo, junto a las personas de los

mineros, integran la élite. Es un hecho evidente que los abogados y altos

funcionarios de la Tosca minera no poseen acciones, y si excepcionalmente se

da el caso, la cuantía de ellas es mínima. Las inversiones en el estaño por la

tecnificación y el volumen de la actividad extractiva eran mucho mayores que

las de la plata, cuando los propietarios rurales estaban en condiciones de

formar pequeñas sociedades mineras que trabajan con algunas decenas de

obreros.

Esta élite es la que se llamó Tosca minera, cuya más concentrada expresión

fue el bufete Calvo. Hoschschild contraté los servicios del Estudio en enero de

1924, Patiño lo hizo dos años más tarde y Aramayo poco después. La lucha

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entre las empresas, agudizada por los cupos de producción, de-terminó que ti

Estudio quedara desde 1938 con Hochschild con el que a lo largo de 30 años

se mantuvieron las relaciones más estrechas. Pero estos abogados también

trabajaron para la Railway, la Standard Oil y empresas mineras tan

importantes como la American Smelting. En determinado momento los

negocios más importantes del país estaban concentrados en las oficinas de

este Estudio, situadas primero en la calle Comercio y después en el Edificio

“Ultima Hora” de la avenida Camacho.

El Jefe del Estudio era el ahogado chuquisaqueño Carlos Calvo y sus sucios e

inmediatos, los ahogados cochabambinos Manuel Carrasco y Néstor y.

Galindo; los tres dirigentes del partido liberal, varias veces ministros,

parlamentarios y embajadores.

El conocimiento de las intimidades de este grupo de ahogados, es pues

indispensable para definir la mentalidad, psicología, hábitos y rasgos

ideológicos de la oligarquía boliviana. A partir de 1938, Patiño y Aramayo

formaron sus propios núcleos de influencia, pero para el conocimiento de los

tópicos señalados, el bufete Calvo es suficiente.

Carlos Calvo es el centro de las vinculaciones. De una familia adinerada de

Sucre, fue alto miembro del Partido Liberal, Senador y Canciller de la

República.

Manuel Carrasco, procedente de una familia modesta de la provincia Totora de

Cochabamba., fue uno de los principales accionistas de “El Diario”, cuya

dirección ejercía a través de su hermano José. También fue Senador,

Embajador y Director del Banco Central de Bolivia.

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Néstor V. Galindo, también cochabambino y liberal, provenía de una familia

acomodada, descendiente de un general colombiano que llegara al Alto Perú

con el Ejército de Sucre. Era primo del Presidente Quintanilla; hermano de

Arturo Galindo, Presidente del Congreso durante el gobierno de Peñaranda;

otro hermano era alto funcionario de la Cancillería. Enrique Finot, canciller en

el gobierno de Toro y después embajador en varios países de América Latina,

era su cuñado. El mismo fue embajador en Lima y la Santa Sede.

Estos hombres pasaban cómodamente del bufete a la diplomacia, el

parlamento o los directorios bancarios. Nada les estaba negado; si surgía al-

guna dificultad cuando perseguían una embajada, se debía a la competencia

de otro candidato, más que a diferencias propiamente políticas. Aunque la

militancia partidaria les aproximaba — los liberales en este sentido formaban

un clan mejor unido que los republicanos, más o menos mediatizados por la

presencia de los cholos saavedristas— en cualquier momento llegaban a

“acuerdos de caballeros” con los oponentes de los partidos tradicionales. Los

dirigentes de esos partidos de un modo u otro estaban vinculados —y

subordinados— a la rosca minera, la que les imponía cierto grado de cohesión,

una relativa identidad de puntos de vista sobre la política nacional, y, sobre

todo, el respeto que todos debían guardar a los grandes intereses mineros; les

daba, en suma, una conciencia de clase. Esta particularidad puede mostrarse

en hechos aún pequeños como el destierro del Dr. Carlos Calvo, ordenado por

el Presidente Busch después de la nacionalización del petróleo. Aquel como

Jefe del bufete que servía al poderoso trust petrolero y como la cabeza de la

oposición a la política anti Standard Oil, era ciertamente peligroso. Fue des-

terrado a Buenos Aires, pero desde allí seguía utilizando la valija diplomática

para enviar a La Paz sus obsequios y su correspondencia personal. En Buenos

Aires estaba Enrique Finot y había amigos en la Embajada y la Cancillería de

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La Paz. En el período de Busch, uno de sus más radicales colaboradores, el

mayor Elías Belmonte, ministro de Gobierno, comunicó públicamente un día

que Calvo no podría retornar al país. El bufete se movió, se habló con el

Presidente de la República, el Canciller y varios parlamentarios; el Canciller

fue llamado a una “información reservada” en e1 Parlamento y luego se le hizo

saber a Calvo que podía retomar al país cuando lo deseara. Todo esto sucedía

en un gobierno y una Convención que se definieron fuertemente contra la

rosca minera y el, trust petrolero. Tal era el poder de esa rosca, el ministro

Belmonte fue desautorizado y poco después destituido.

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CAPITULO II

EL TIEMPO DE LAS COSAS PEQUEÑAS

“Lo difícil en efecto es asistir a los

extravíos de una revolución sin perder la

fe en la necesidad de ésta”.

“Para sacar de la decadencia de las

revoluciones lecciones necesarias, es

preciso sufrir con ellas, no alegrarse de

esta decadencia”

Albert Camus.

El gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario antes de su caída vivía

el tiempo de las cosas pequeñas. Una chatura espiritual lo envolvía todo. Un

semanario partidario, un año más tarde, se expresaría en una frase:

“Laicacota, sepelio de tercera clase para una revolución arrodillada” (1). Un

gobierno vencido de antemano por la desilusión y la fatiga, no podía resistir.

1 En Laicacota, elevación estratégica en La Paz, un grupo de civiles armados del MNR intentó una resistencia desesperada el 4 de noviembre de 1964. El gobierno habla caído dos horas antes. El reducto fue bombardeado y ametrallado por la aviación y sus ocupantes murieron o tuvieron que buir. La acción fue innecesaria y Sangrienta, y no tiene otra explicación que cl ardor combativo de algunos aviadores militares. Los milicianos habrían depuesto las armas si se les daba la oportunidad. Pero estaban los que deseaban que el 4 de Noviembre se produjera el derrocamiento en forma, que el adversario fuera. de-finitivamente aplastado, que se viera su sangre en las calles y se lo pasara aplastado por la humillación y la derrota. Pero como era demasiado débil para ofrecer resistencia se hundió blandamente dejando des-concertados y jadeantes a los grupos más agresivos de la contrarrevolución, que horas después se vengaron rechiflando al general Ovando e,’ la plaza Murillo. Lo consideraban cómplice del MNR. por haber facilitado cl exilio del presidente Paz Estenssoro.

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Estaba solo. En las cuarenta y ocho horas que precedieron a su caída tuvo que

pagar agravios y errores. El pueblo quedó espectante, atrapado por una som-

bría duda. Abandonado por sus dirigentes, él también estaba solo.

Nunca la historia de Bolivia tocó tan desmesuradamente los extremos de la

lógica y el absurdo.

En Laicacota se disparó sobre el cadáver de una revolución.

El impulso constructor de la revolución estaba muerto. La revolución fue

achicándose hasta encontrar las medidas señaladas por los americanos, cuyas

proporciones las descubrieron a su vez en la propia miseria del país. Se

consideraba posible hacer la revolución sirviéndose de su dinero. “Alianza para

el Progreso” armonizando con esta filosofía mostraba sus abalorios: una

letrina, una posta sanitaria o motocicletas para la policía. Era el tiempo de la

menor resistencia. El tiempo de las cosas chicas, “sensatas y realizables”,

como se repetía a menudo.

La historia sería simple si los avances y retrocesos respondieran

exclusivamente al juego alternativo de gobiernos revolucionarios y contrarre-

volucionarios. La revolución desde el gobierno también puede capitular con

retrocesos lentos, a veces imperceptibles. Una pulgada hasta para separar un

campo del otro. Se puede ceder en esto o aquello, pero un punto lo cambia

todo; a partir de él la revolución estará perdida. Por esto suena falsa la

proclamación de la irreversibilidad de la historia cuando se confunde la

totalidad del proceso con una de sus áreas particulares. Bolivia no volverá,

efectivamente, a 1952; en este sentido la totalidad de la historia es irreversible,

pero no se debe abrigar la menor duda acerca de que la desnacionalización de

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las minas está en marcha; en este otro sentido, e1 retroceso ha sido fácil y

posible.

La revolución boliviana se empequeñeció, y con ella sus hombres, sus

proyectos, sus esperanzas. La política se realiza a base de concesiones, y entre

éstas y la derrota no hay más que diferencias sutiles. ¿Cuándo se tomó el

desvío que condujo a la capitulación? Previamente debiera interrogarse: ¿los

conductores estaban conscientes de que capitulaban, se dieron cuenta de que

llegaron a aquel punto desde el que no hay retorno posible?

En 1953 llegaron los primeros alimentos norteamericanos. En 1957 se impuso

el plan de estabilización monetaria. Más tarde se reorganizó e1 ejército. Se

aceptaron asesores norteamericanos en los mecanismos más importantes del

Estado. Se votó el Código del Petróleo. Una cosa predisponía a la otra. En este

complejísimo juego, la entrega alternaba con la defensa. La lucidez no estaba

ausente: “nos mantenemos firmes aquí para ceder allá; esto es mas importante

que aquello”. Estas valoraciones, productos de circunstancias dadas, tenían el

inconveniente de escapar al propio control. En 1953 el gobierno estaba

dispuesto a realizar ciertas concesiones a cambio de la ayuda norteamericana,

pero le habría parecido una locura aceptar un plan como el que impuso el

Fondo Monetario Internacional cuatro años más tarde. En 1957, jamás se

habría pensado que para operar un crédito destinado a la minería nacionaliza-

da, se impondría como condición e1 empleo de la fuerza contra los

trabajadores. En 1960 se habría considerado estúpido aceptar el rescate libre

de minerales a cambio de un crédito para el Banco Minero. Seis anos más

tarde, antes de recibir un solo dólar, ya estaba decretado e’ rescate libre.

Cuando se entregó el petróleo, se creyó que los americanos dejarían tranquila

a la minería nacionalizada; antes, para salvarla, se había aceptado indemnizar

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a los ex-barones. Entonces se pensó: “se llevan el petróleo, pero nos dejan el

estaño. Con el tiempo no solamente se perdió el petróleo, 22 millones de

dólares por concepto de indemnización a los ex-propietarios de las minas, se

arruinó la economía y la organización de COMIBOL, se debilitó a YPFB con el

enfrentamiento de Gulf, sino que se predispuso la pérdida del estaño.

Como era lógico, las concesiones se hicieron mayores y más frecuentes en una

dinámica en la que no es posible distinguir la gravedad de cada paso que se

da. Todas las cesiones fueron comprometedoras en grados y medidas siempre

crecientes. La revolución no se derrumbó de un solo golpe: cayó poco a poco,

pedazo a pedazo. La contrarrevolución no pasó sobre el país como una

aplanadora y si sus efectos fueron demoledores, necesitó varios años para

echar abajo lo que encontraba a su paso. Porque se resistió. Se resistió mal,

con debilidades y aturdimiento, pero se resistió. Alexander Firfer, jefe de la

misión económica americana, cuando regresó a Washington después de

Noviembre del 64, dijo de los militares: “con este gobierno trabajamos mucho

mejor...” Las discusiones con Paz Estenssoro tomaban meses y a veces anos.

Por su parte Paz Estenssoro pensaba: “Nuestra posición se manifestaba en los

detalles....

La experiencia boliviana desemboca en el punto más ardiente del debate sobre

la revolución en nuestro tiempo. Los bolivianos hicieron la suya y su

instrumento fue el MNR. La observación de que habría sido preferible otro tipo

de revolución es pueril, porque la historia no es un escaparate. La revolución

fue esa y no otra, sin márgenes de elección. La izquierda tradicional,

enfrentada con los hechos fue incapaz de superar sus insuficiencias; al

rechazar la única posibilidad que 1e brindaba la historia para vencer su propia

alienación, perdió el camino. El 4 de Noviembre tuvo la última postura

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aberrante: pensaba estar haciendo 1a “verdadera” revolución; en realidad era

un acoplado más en el carro de la reacción. (2).

Aunque la fuerza de la revolución estaba casi aniquilada y el gobierno se

refugiaba en su habilidad para sacar algo más de lo que los norteamericanos

quisieran dar, existían puntos de tensión: la minería nacionalizada, YPFB, la

fundición de antimonio, las relaciones con checos y cubanos, los convenios

francés y yugoslavo, el Banco Minero. Eran reductos de la defensa desde los

que la resistencia adquiría a momentos las proporciones de un conflicto por

razones de principios, como sucedió en las relaciones con Cuba. En los

últimos tiempos la presión de los norteamericanos para precipitar el

rompimiento aumentó. La prensa a su servicio realizó campañas intimidantes.

El embajador Henderson explicó a su vez que estaba presionado por el

Pentágono, concretamente por el Coronel Edward Fox. Paz Estensoro, tratando

de impedir el rompimiento hasta último momento, dijo sin rodeos a Henderson

en tono violento: “entonces que venga Fox a ocupar la presidencial” Cuando se

produjo la reunión de cancilleres en Washington para rematar el aislamiento

diplomático de Cuba, se encontraba negociando créditos en los Estados

Unidos la delegación boliviana encabezada por el Ministro de Economía,

Eduardo Arauco Paz. Unas horas antes de procederse a la votación, Paz

Estenssoro recibió un cable de Johnson requiriendo el voto de Bolivia contra

Cuba. Era una formalidad porque la mayoría anti-cubana estaba asegurada.

Paz Estenssoro respondió negativamente. La misión del ministro Arauco Paz

fracasó.

2 Al hablar de la “izquierda tradicional” nos referimos al Partido de la Izquierda Revolucionaria (PW), Partido Obrero revolucionario (POR) y a los dos partidos comunistas, descendientes ambos del viejo PIEL El 21 de Julio fue posible por la acción combinada del PIR y la rosca. La muerte de Villarroel es el estigma de esta izquierda. Nacida antes del Citado, con los primeros grupos marxistas, en la post-guerra se transformó en la corriente obrera y popular que, encabezada por intelectuales y líderes estudiantiles, organizara el PIR en 1940. (N. del A.)

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Los restos dispersos de la antigua oligarquía y los retoños de la nueva se

organizaban. La minería mediana, los abogados vinculados a las grandes

empresas, los funcionarios bolivianos de USAID, la rosca importadora y los

industriales de La Paz, crearon primero puntos de contacto y luego meca-

nismos para la acción política y económica, en cuya cumbre se situaron los

intereses americanos y los vinculados con la exportación del estaño. Uno de

estos mecanismos fue la organización del Banco Industrial con dinero

norteamericano y que en su seno recogía a agentes de la vieja y nueva rosca.

El gobierno retardó la aparición de este foco contrarrevolucionario hasta donde

pudo, pero era demasiado débil para poder contrarrestar la presión

americana- La aparición del Banco fue una pieza más del 4 de Noviembre.

La revolución estaba condenada. Se perdieron sus líneas generales, se

abandonaron obras fundamentales y los norteamericanos acapararon el poder:

institución por institución, organismo por organismo, programa por programa.

Si los organismos económicos estaban bajo su dependencia, los de seguridad,

trabajaban prácticamente bajo su reacción (3)

En el ejército empezaron ofreciendo alimentos para luego dominar en su alto

mando. Varios países de África, Asia y América Latina tienen la misma

historia, pero los resultados bolivianos se alcanzaron a un costo bajísimo. El

general Barrientos se refirió a Acción Cívica como al origen de la carrera

política que lo llevó al 4 de Noviembre., Este aviador, sin esas circunstancias,

habría satisfecho sus impulsos megalomaníacos de modo más inocente. El 33 Mucho tiempo después del 4 de Noviembre el Ministro de Gobierno del nuevo régimen Dr. Antonio Arguedas, sin medir el paso que daba, acusó al ex-titular en el cargo, Dr. José Antonio Arze Murillo, Ministro dc Gobierno del MNR, de haber retenido arbitrariamente un vehículo oficial en su poder. Arze Murillo no hizo más que dirigir una carta a Henderson en la que recordaba que se trataba de la donación de 30 vehículos para los servicios de seguridad del Estado (Control Político) que, por razón desconocida, fueron inscritos bajo nombres de oficiales y funcionarios bolivianos. Los norteamericanos no querían aparecer reforzando públicamente el aparato policial del MNR. Henderson, en cuanto recibió la carta de Arze Murillo, se dirigió a Arguedas advirtiéndole que no se debía volver a recordar cl asunto ni a molestar al ex-ministro porque éste había amenazado con efectuar una denuncia pública. Desde entonces Arze Murillo pudo seguir viviendo tranquilo. (N. del A.)

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hombre que jugó el primer papel en todo lo sucedido fue el coronel Julio

Sanjinés Goitia, hijo de los propietarios de Pillapi y estudiante de West Point.

En los primeros años de la revolución vivió fuera del país. Los obreros

armados de fusiles y ametralladoras constituían un espectáculo intolerable

para su sensibilidad de militar “pure sang”. Vuelto a Bolivia, encontró

colocación inmediata en un organismo norteamericano. Para sus modestas

funciones de ingeniero, tenía demasiada influencia, como que un técnico

norteamericano fije retirado del servicio porque tuvo dificultades con él. Un

amigo suyo cuenta que en las cordiales disputas que mantenía con él, solía

decir: ustedes los del Pentágono sostienen al presidente norteamericano

solamente porque se sirven de él. A veces impresionaba a sus íntimos

declarando: yo soy el hombre de confianza de los norteamericanos”. Su

mediano talento no le permitió proteger su porvenir político sacrificado a la

vanidad de hombre influyente. Sus primeros pasos fueron cautelosos. Salvaba

del hambre a sus camaradas de armas, les brindaba iniciativas y los

vinculaba. En reuniones íntimas y entre marchas alemanas se recordaba el

pasado con nostalgia. En 1964 proclamaba abiertamente que la solución era el

gobierno militar. Fue detenido pocos días antes del 4 de Noviembre con lo que

recibió su consagración política de valiente que enfrenta las hordas policiales.

Después del golpe, fue nombrado ministro de Economía y más tarde

embajador en Washington. Su paso por el ministerio dejó el recuerdo del

negociado de la harina. Cuando un periodista le preguntó por qué no llamó a

licitación para conceder el permiso para importarla, contestó con ingenuidad:

“porque no hubo tiempo.

La autonomía política del Estado Boliviano estaba perdida. En 1960 se había

convenido que el sucesor en la Presidencia de la República, a la terminación)

del mandato del Dr. Paz Estenssoro, seria Juan Lechín Oquendo, uno de los

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líderes de mayor prestigio en los niveles obreros y populares del MNR. En los

años que siguieron, los conflictos sociales a los que dio lugar la política

ambigua del MNR en materia económica, motivada directa o indirectamente

por la intervención americana, colocaron a Lechín ante alternativas extremas.

Para mantener sus posibilidades presidenciales debía plegarse a la línea

norteamericana. Trató de hacerlo; hasta se impuso un viaje a Formosa. Pero a

Stephansky interesaba más lo que Lechín podía hacer ce las minas, que las

relaciones de aquél con Chiang Kai Shek. En la medida en que Lechín fuese

leal a los trabajadores era un obstáculo, y en esa misma medida las razones

para descartarlo de la sucesión presidencial se hicieron imperativas. 5e

produjo el rompimiento del partido y del movimiento obrero. Sobre la base

quebrada los norteamericanos pudieron actuar más libremente. Paz

Estenssoro postularía a un tercer periodo. El campo de maniobra del partido

había quedado liquidado y esta era la solución más razonable, aunque nadie

dudara de que el fin estaba próximo. Había que buscar la segunda parte de la

fórmula, y Stephansky se puso a la tarea. Ofreció la vice presidencia al

canciller Fellman Velarde y comprometió la iniciación inmediata de una

campaña de prensa que seria iniciada por “El Diario”, “al día siguiente de que

fuese aceptada la propuesta”, y la asignación de un fondo especial que podía

abrirse bajo “el nombre que indicara el interesado”. Fellman informó de la

propuesta a Paz Estenssoro, y éste último la desaprobó indicando que volviese

a hablar con el embajador para aceptar la creación del fondo. Hubo una

segunda entrevista en la que Fellman comunicó el resultado de su consulta,

declinó la invitación, pero Stephansky abrió una cuenta corriente a nombre de

un alto funcionario de Hacienda. La intervención americana en este punto de

la crisis no concluyó aquí. El embajador buscó nuevos candidatos y consiguió

e1 compromiso del ministro de gobierno José Antonio Arze Murillo, que con la

cooperación de “El Diario inicio una violenta campaña contra Juan Lechín a

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quien, entre otras acusaciones, hizo víctima de cargos tan graves como los de

tráfico ilegal de estupefacientes. La lucha política estaba reducida al nivel

gangsteril norteamericano.

“El Diario” es un buen ejemplo de lo que pasaba con la prensa. Cuando el Dr.

Mario Holón Anaya se hizo cargo de su dirección, un día encontró junto al

cheque pagado por la empresa, otro por 500 dólares que procedía de la

Embajada Americana. Lo rechazó dando lugar a que Mario Carrasco

comentara que “por primera vez “El Diario” tenía un director honesto”. Además

de esta modesta asignación, por tratarse de la dirección del diario más

importante del país, la embajada paga 1.500 dólares mensuales a la empresa.

No se puede decir que a los norteamericanos les cueste mucho controlar la

opinión pública en Bolivia.

El Pentágono trabajó con increíble simplicidad. Ningún plan complicado,

ninguna habilidad política. Se partía de una base ideológica homogénea que se

traducía en la línea simple de un plan certero. Hacia 1960 el presupuesto del

ejército no alcanzaba a cubrir los gastos de alimentación y vestuario de la

tropa. Les oficiales estaban tan mal pagados como los civiles. Sanjinés Goitia

propuso a los jefes del ejército un programa de obras públicas que podía ser

financiado por los americanos. Se trataba de construir escuelas rurales a un

costo mínimo con los soldados de las guarniciones. La Misión Militar

Americana proporcionaba víveres y algunos recursos en dinero. El asunto

consistía en “dejar pasar” parte de los víveres al resto de las unidades. Todo

ello debía hacerse con la mayor discreción. Así se hizo, pero poco después un

militar yanqui sorprendió al general Ovando al preguntarle qué era lo que se

proponía con el asunto. Ovando nunca dejó transparentar sus dudas: ¿había

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sido sorprendido por los americanos, o, por e’ contrario, había caído en su

juego mediante las habilidades de Sanjinés Goitia?

Más adelante las escuelitas de “Acción Cívica” empezaron a rendir réditos

políticos y fue necesario encontrar un beneficiario. Eligieron al General

Barrientos.

Miseria y propaganda.

Hay varios y divertidos ejemplos de la cooperación norteamericana al ejército

boliviano. A fines de 1962 hubo tina ceremonia de gran empaque publicitario:

se trataba de la entrega de equipos camineros a un batallón boliviano de

ingenieros. Las fotografías mostraban una larga hilera de camiones y otras

máquinas con un cartel: “Equipo donado por...” El protagonista de este

episodio fue otra vez Sanjinés Goitia. El ejército tenía entonces dos batallones

de ingenieros y proyectaba equipar un tercero pero le faltaba dinero. Aquél,

siempre oportuno, propuso que se tramitara un crédito americano, el que

fácilmente fue acordado en la suma de 750.000 dólares. Con estos recursos se

comprarían equipos sobrantes por los que se pagaría la mitad de los precios de

plaza. Pero resultó que el oficial norteamericano miembro de la misión en

Bolivia, constató que en las prioridades del Pentágono figuraban a la cabeza

países “en, conflicto”: Corea, Viet Nam, etc. La compra efectuada en el

comercio del ramo fue mala, no solo por los precios pagados, sino porque las

“topadoras” tenían la cuchilla fija, de modo que no servían para el trabajo en

laderas. Estos artefactos fueron los que aparecieron en las fotografías. A una

omisión se añadió otra: no se dijo que los Batallones de Ingenieros, de todos

los ingresos que reciben por los trabajos que realizan, deducen el 10% para

pagar el equipo “donado”.

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El anillo de hierro fue estrechándose cada día más. En un momento dado ni el

propio mecanismo gubernamental respondía a la voluntad del gobierno. La

mediación extranjera fue necesaria para influir sobre funcionarios y dirigentes

del partido; el equilibrio estaba definitivamente comprometido en el triángulo

partido-militares-sindicatos, que con tanta habilidad, durante años

mantuviera Paz Estenssoro. Contra una revolución débil surgieron los

generales fuertes y el gobierno, abreviando su existencia, hubo de depender

cada vez más de ellos. La derrota era doble: que la revolución hubiera de

depender de los militares ya era el signo de la capitulación, pero que éstos en

doce anos no hubiesen cambiado de mentalidad, dice del fracaso ideológico de

un proceso de influencias totalmente desparejas.

La absorción del poder por los norteamericanos trajo un fenómeno más

general y más impreciso, los bolivianos empezaron a sentirse incómodos entre

si. Si un extranjero se impone como intermediario permanente si de él

dependen planes tan diversos como la electrificación, los caminos o las

escuelas; si él tiene que decirnos cómo tenemos que vivir y cómo pensar; si los

funcionarios nacionales no saben cómo tratar a sus colegas de otra oficina

porque ignoran la relación de éstos con el extranjero si, en último término, las

cosas que se hacen o dejan de hacer dependen de los intereses de una nación

extranjera, entonces los ciudadanos quedan segregados, incomunicados1

sospechan que la unidad está vulnerada, que la nación empieza a disolverse.

Esta fragmentación tiene lugar en los niveles administrativos, en la prensa y

los medios de cultura; se hace visible en las capas altas de la población1 donde

pequeños círculos se disputan el privilegio de ser amigos del extranjero; des-

ciende basta el pueblo cuando la desesperación de la pobreza bat-e consentir

que se puede lograr alguna ventaja sacrificando la dignidad. Si es repulsivo el

espectáculo de burgueses apretujándose en torno al embajador y sonriendo

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servilmente para conseguir un crédito, es doloroso va a campesinos tendiendo

arcos de flores para testimoniar su gratitud por la escuelita o el pozo de agua

recibidos en obsequio. La pobreza extrema facilita la colonización; los hombres

en Bolivia tienen un precio menor. Hay un cierto nivel en que la pobreza des-

truye la dignidad; ese nivel lo han descubierto los norteamericanos y trabajan

sobre él: a sus ojos y para sus bolsillos, un boliviano cuesta menos que un

argentino o un chileno.

Al autor le tocó ser testigo de una extraña ceremonia en Riberalta a fines de

1966. Se trataba de la reinauguración de un hospital militar: pequeñas

construcciones de madera y ladrillo, un quirófano miserable y ningún enfermo.

Desde La Paz voló un DC4 con una comitiva de más de 20 funcionarios,

periodistas y boinas verdes americanos, que después de los discursos y los

flashes fotográficos asistieron a un almuerzo servido en el comedor del club

social de la pequeña ciudad. Su aporte consistente en algunas drogas y

equipo, y algo de dinero para obras de refacción del edificio, no pasaba de los

cinco mil dólares, suma menor a la gastada en el vuelo del DC4 y los salarios

pagados a la nutrida burocracia que asistía complacida a la curiosa

inauguración. En todo caso, la salud de los ciudadanos de Riberalta costaba

menos que la propaganda que se hacia de ella.

El Departamento de Estado y la “opinión” americana miden la eficiencia de

una misión por el número de fotografías que publica la prensa local. Esta

ridícula insistencia sobre la generosidad norteamericana es el aspecto externo

e ingenuo que se toma en serio cuando se trata de petróleo, negocios mineros

o comercio exterior. El representante de la Gulf, en reunión realizada en el

Ministerio de Relaciones Exteriores, dirigiéndose al Canciller cortó en seco las

explicaciones del delegado de YPFB: “No estoy para discutir —dijo con adustez

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de patricio romano— he venido para preguntar si se cumplirá e1 Código del

Petróleo”. Con una empresa que tiene a su servicio la prensa, una legión de

soplones y cuenta con simpatizantes “adhonorem” en el mismo gabinete, no se

puede jugar. Según la expresión del Dr. Paz Estenssoro, “los Gulfmen forman

la mitad del gobierno y la mitad del país”; los asuntos petroleros los hacia

tratar en reuniones especiales a las que concurrían solamente ciertos

ministros.

Entre las más extrañas consecuencias de la Revolución hubo una

verdaderamente inquietante: los norteamericanos se sirvieron de ella. Este

concepto podría formulárselo en términos más groseros; los amos

tradicionales, grandes mineros y latifundistas liquidados en 1952, dejaron un

vacío de poder que los líderes políticos y la élite boliviana, no liberados aún

mental y espiritualmente de medio siglo de servidumbre, trataron de llenar

ingresan do al servicio de un nuevo poder. Tratar de buscar un nuevo amo no

es cuestión de política: es el primer movimiento psicológico del liberto descon-

certado. Por otra parte, la revolución interrumpió el letargo resignado de los

campesinos. Pidieron escuelas, centenares y miles de escuelas. La conciencia

de sus necesidades los hizo libres. Se volcaron a La Paz en grandes

delegaciones para pedir al gobierno que los ayudara. Esa impaciencia

majadera, ese interminable regateo, sus obsequios y la continua presión sobre

ministros y presidentes, era la mejor prueba de confianza y la demostración de

que por primera vez se sentían entre los suyos. Pero el Estado era pobre. Era

otra oportunidad para la colonización Para los campesinos, la procedencia de

la escuela no importaba, en tanto que era una reivindicación diferida por

siglos. A partir de ese momento, los norteamericanos pudieron hablar ante

auditorios aymaras y quechuas <le democracia y comunismo y, aunque su

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jerga ininteligible carecía de efectos ideológicos, el hecho es que la Revolución

a ellos también les abrió las puertas del campo.

EL Embajador obsequia 300 dólares.

Las contradicciones entre el Departamento de Estado y el Pentágono,

agudizadas desde la muerte de Kennedy, repercutieron en Bolivia precipitando

el desenlace final de un proceso que, por lo demás era inevitable. Un alto jefe

militar americano en La Paz, expresó a la muerte del presidente norte-

americano: “Ahora las cosas van a cambiar para el gobierno de Paz

Estenssoro”. El MNR no era sin duda popular en los círculos representados

por el belicoso senador Goldwater, para quien ese gobierno era “un parásito

que vivía a costa de la democracia”. Esta brutalidad habría preservado mejor a

la Revolución que el liberalismo de Stephansky que, en algún momento, fue

considerado “un comunista solapado” por un alto personero de la Gulf.

El embajador Henderson, en una entrevista con dirigentes del MNR, pocos días

después del 4 de Noviembre, y cuando algunos ingenuos o cómplices acuñaron

la fórmula de “revolución dentro de la revolución”, se mostró descontento con

los militares porque no habían cumplido su promesa de dejar tranquilo a Paz

Estenssoro por “unos seis meses más”. Henderson nunca aceptó de buen gra-

do el derrocamiento de Paz Estenssoro, a quien definió ante una delegación de

parlamentarios bolivianos, invitados a visitar los Estados Unidos, como “el

corcho que impedía que se vertiera el contenido de la botella”. No es pues

inexplicable el desagrado de Henderson ante Noviembre. No era partidario de

la revolución ni tenía pacto alguno con Paz Estenssoro; simplemente el control

de la situación escapé de sus manos. Otra vez, como en la Argentina y el

Brasil, el Pentágono desplazaba al Departamento de Estado. En Bolivia ganó la

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partida un agente del servicio de inteligencia (CIA), el agregado aéreo de la

misión militar americana, coronel Edward Fox.

Los vínculos de éste con Barrientos eran antiguos. Veinte años antes, había

sido su instructor militar y lo que sucedió entre ellos en los años siguientes,

demuestra hasta dónde la camaradería con los hombres del Pentágono puede

servir a la acción política cuando ésta se la planea desde un servicio secreto.

tina de las actuaciones decisivas de Fox en la preparación del golpe militar, fue

impedir el exilio de Barrientos simulando un atentado criminal- Después de la

última convención del M.N.R., que no pudo resolver la designación de can-

didato vicepresidencial y cuando el país todo comprendía que marchaba

directamente a un golpe militar, por gestiones de Paz Estenssoro, Henderson

intervino para persuadir a Barrientos y a los miembros de la misión militar, de

que era prudente que éste se alejara del país temporalmente para evitar una

crisis que podía desembocar en la violencia más sangrienta. Barrientos se dejó

convencer. Paz Estenssoro todavía podía amenazar. Viajaría a Londres, todo

estaba listo, dinero, pasajes y valijas. Pero en la víspera, después de asistir a

una reunión social de militares, se produjo e1 misterioso atentado contra

Barrientos. Ningún médico boliviano tuvo oportunidad de verlo y en la madru-

gada partía a Panamá en un avión de la misión norteamericana, que estaba

listo desde la víspera en el aeropuerto de La Paz. Pocos días después, Ba-

rrientos recibía en su lecho del Hospital Militar de la Zona del Canal un cable

de Paz Estenssoro invitándolo a integrar su candidatura como vicepresidente.

El más experimentado dirigente del nacionalismo boliviano había sido vencido

por Fox.

La intervención no estaba limitada a los altos niveles de gobierno, tenía vía

libre aun tratándose de burócratas de segundo rango y de pinches. En una

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oportunidad en Potosí, el ministro de Asuntos Campesinos, Carlos Ponce

Sanginés, escoltado por dos funcionarios de la embajada asistía a un banquete

que le ofrecían las autoridades locales. Martín, un espía y provocador sindical

que trabajaba para Stephansky, (4) dijo en su discurso: “...Yo tengo el dinero

de los Estados Unidos y las ideas las tiene Ponce... si ustedes apoyan a Ponce

tendrán el dinero...

Bajo la inspiración del pequeño e inteligente Ben Stephansky, los métodos

evolucionaron mucho. Este intelectual conocía la realidad latinoamericana por

sus largos años de permanencia en México. Rooseveltiano sobreviviente, amigo

de escritores y profesores, tenía en su despacho una nutrida colección de

autores oficiales de la que tomaba el ejemplar que podía interesar al visitante

si le adivinaba alguna inclinación intelectual. Fue el creador de un nuevo

estilo; le gustaba que la gente lo tomara por un liberal desprejuiciado y en el

fondo tal vez lo fuera. Entre sonrisas y presiones hizo más daño que todos sus

toscos predecesores: tejanos con olor a ganado, maniáticos que coleccionaban

encendedores y burócratas sin imaginación, entre los cuales se destacó uno de

aspecto aristocrático, cuya misión tuvo un escabroso final cuando fue

trasladado a Cuba.

Ben, como lo llamaban los ministros empleando ese tono familiar que tanto le

complacía, mostró la mano dura en el conflicto minero de 1963. La huelga

4 El otro americano resultó ser homosexual y causo escándalo cuando al ayudante del ministro le propuso una aventura pon cincuenta dólares. La reunión terminó en un aquelarre cuando Martín, ya borracho, desafió al ministro a beber un trago por tres suyos, luego retó a un funcionario boliviano a tirar con pistola. Martín hizo algunos servicios a Ponce, a cambio de los cuales tuvo acceso a los centros campesinos en los que distribuía cuadernos escolares en cuyas carátulas aparecía en gran tamaño el símbolo de la “Alianza para el Progreso”. Estos eran los nuevos métodos de la diplomacia directa de Ben Stephansky. (N. del A.)

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empezó con un paro en el nivel 650 del Siglo XX. La Corporación Minera de

Bolivia tenía un plan para la reorganización de Catavi, que fue rechazado por

los dirigentes sindicales. La huelga se amplié y paralizó la actividad durante

tres meses. El duelo entre los dirigentes sindicales y la empresa daba la

oportunidad a Benn. Aquellos proclamaron con ingenuidad que estaban

dispuestos a llegar “hasta las últimas consecuencias”. Pensaban que se batían

bizarramente contra el oportunismo del gobierno de Paz Estenssoro, perdiendo

de vista que la verdadera batalla se producía silenciosamente entre éste y los

americanos. Ben se mantenía expectante y no perdía oportunidad para

demostrar al gobierno que frente a la anarquía sindical no tenía otro recurso

que emplear métodos drásticos. El gobierno vacilaba; se sentía aplastado por

dos presiones. Los dirigentes mineros habituados al viejo estilo de lucha, no

sabían o no querían saber que los norteamericanos tenían la cuerda puesta en

el cuello del gobierno: sin la reorganización de Catavi no concederían el dinero

que requería COMIBOL para proseguir sus operaciones. Catavi no era más que

un punto en una estrategia más ambiciosa. Lo que se buscaba era la

liquidación del sindicalismo minero, 1as negociaciones se suspendieron y los

dirigentes sindicales comprendieron tardíamente que no tenían otra

alternativa que buscar la retirada honorable. El último encuentro tuvo lugar

en el Ministerio de Minas a gestión personal del ministro, que a duras penas

convenció a COMIBOL para que enviara representantes. Los dirigentes obreros

alertados sobre la situación, se mostraron comprensivos. Aceptaron el

convenio formulando reservas sobre detalles poco significativos.

La situación se torné auspiciosa, aparecía la solución a la vista. Los dirigentes

trataban de capear la tormenta mientras que el gobierno buscaba, no menos

desesperadamente, evitar la violencia. Pero todo se vino abajo cuando la

prensa anuncié la reunión bajo el capcioso titular de “renegociación del

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convenio”. A las 9 de ese día Stephansky se presentó en el despacho del

presidente de COMIBOL. El sonriente Ben estaba serio. Mostrando el periódico

dio el ultitnatum: “si hay nuevas negociaciones, despídanse de los cinco

millones”. Era la cantidad requerida para proseguir operaciones hasta fin de

año. No quedaba nada por hacer; el gobierno estaba atrapado. Los contactos

quedaron nuevamente interrumpidos y el conflicto siguió su curso. COMIBOL

suspendió el suministro de víveres a Catan; los mineros respondieron con el

envío a La Paz de un grupo de mujeres que declararon huelga de hambre. El

derrumbe fue rápido. Mineros y gobierno cortaron sus últimas amarras e

intensificaron su guerra fría que los llevó al 4 de Noviembre. Stephansky ya no

estaba en el país, los acontecimientos también a él le jugaron una mala

pasada: todos sus esfuerzos por asegurar la reelección de Paz Estenssoro y

comprometer el apoyo del Departamento de Estado, remataron bruscamente

con la victoria del Pentágono.

Entre las sonrisas y presiones de Stephansky, el poder concentrado por las

empresas extranjeras y la conspiración militar sistemática que llegó aún al

empleo de movimientos guerrilleros concertados con un partido de la

oposición, el gobierno empezó a hundirse. Nada más podía hacer para soste-

nerse. El movimiento obrero estaba paralizado y dividido, el partido

abandonado a una lucha interna gangsteril, y definitivamente perdida la orien-

tación del movimiento popular cuya consigna extrema y aberrante fue la que le

permitió unirse con la acción contrarrevolucionaria de la oligarquía que, como

en tiempos de Villarroel, 20 años antes, permitió la formación de un frente

anti-popular con la participación de la Izquierda; esa consigna fue la de

“cualquiera menos Paz Estenssoro”.

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Al patriotismo no le quedaba otro recurso que expresarse furtivamente. Pocos

días antes del 4 de Noviembre, la Gulf fue burlada por una vez. Se aprobó un

decreto por el que todas las áreas petrolíferas renunciadas por las compañías

privadas y otras que estuvieran vacantes, pasaban a la reserva fiscal. “La

Nación”, órgano oficial en su último número, como si hubiera querido gastar

una broma antes de su muerte, publicó la medida. Todo el éxito consistió en el

sigilo que puso el ministro para tramitar el decreto; no dejo copias ni consultó

a técnicos hasta conseguir la firma del presidente. La compañía, que se dejó

sorprender, no tuvo tiempo de mover a la prensa ni acudir a su embajador.

Cuando Alexander Firfer dijo.:”con este gobierno trabajamos mucho mejor”,

establecía una diferencia un tanto vaga y reticente. Los que sintieron el

cambio en carne viva fueron los mineros de Milluni, Catavi, Colquiri. En

efecto, después de Noviembre era más fácil trabajar con el nuevo gobierno,

pero no se trataba de simple eficiencia burocrática porque un grado más en la

política norteamericana puede determinar diferencias casi importantes como

la destrucción del movimiento obrero, la reducción de salarios o el

aplazamiento de obras fundamentales. Los matices cuentan. Y los americanos

no han tardado en descubrirlo. Antes se resignaban a perder tiempo: ciertas

cosas no podían imponerlas a rajatabla. La desnacionalización de las minas o

el rescate libre de minerales eran objetivos cuya realización dependía del debi-

litamiento del gobierno y de una mayor imbecilización de la opinión pública.

Con Noviembre la política norteamericana dio un salto porque la resistencia

estaba paralizada; tuvieron que reconsiderar su propio estilo. Los créditos se

restringieron, determinados proyectos ya aprobados se cancelaron, las

condiciones se tornaron súbitamente más duras. FI nuevo gobierno no merecía

demasiadas consideraciones. Era más fácil entenderse con militares

acostumbrados a obedecer que con políticos marrulleros. Henderson que

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había visto con desagrado la intromisión del Pentágono en Noviembre, cosa

que sin duda no fue un tanto a favor de su carrera, trató de evitarse

inconvenientes adoptando el duro estilo de Thomas Mann, a quien, por

razones que se ignoran, quiso complacer por todos los medios. El regateo y los

subterfugios movimientistas habían terminado. No más veleidades en política

internacional, no más ambiciones desarrollistas. Para la nueva etapa no hacia

falta un diplomático sonriente y astuto como Stephansky, bastaba el trato

ruido del coronel Fox y la aspereza natural de un hombre poco inteligente

como Henderson.

Las cosas pequeñas para el deprimente Conjunto latinoamericano son

expresión feliz de la filosofía oficial americana; dispersas, insignificantes, sobre

su incoherencia los americanos se mueven con la ciega confianza de las

hormigas. Bolivia es un buen ejemplo de este neocolonialismo tonto y sin

dignidad. El que lee los anuncios de “obra de Alianza para el Progreso” o

“donación del pueblo de los Estados Unidos” podría pensar que en este país

son los norteamericanos los únicos que hacen algo. Han perdido el sentido de

la proporción; lo mismo les da reproducir la fotografía de su embajador junto a

una escuela que junto a una letrina. En un “almuerzo de trabajo”, después del

4 de Noviembre, ante la dramática exposición del ministro de Educación sobre

el estado de los locales escolares, que para repararlos y construir otros se ne-

cesitaba de 5 a 10 millones de dólares, Henderson luego de consultar con sus

asesores, anuncié gravemente: “Haremos una donación de 300 dólares”.

Dos horas después de la partida del Presidente Paz Estenssoro al exilio, los

militares hacían conocer su primer comunicado sorprendentemente

conciliador: “ni vencedores, ni vencidos”. Era la fórmula apaciguadora. “La

nacionalización de las minas —dijeron— evolucionará rápidamente hacia la

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Réquiem para una República 31 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

codificación de la metalurgia. Aunque la expresión era impropia, se entendió

que se trataba de la fundición de estaño. Discretamente prefirieron eludir el

problema petrolero.

La noche del 12 de Noviembre tuvo lugar el primer contacto entre los

norteamericanos y la nueva dirección de COMIBOL. A la reunión asistieron el

embajador Henderson, dos de sus expertos y el coronel Lechín Suárez. Aquel

dijo que el programa de fundiciones le parecía interesante y que era posible

realizarlo con la cooperación americana, pero retorné a la vieja exigencia que

Paz Estenssoro por tanto tiempo logró aplazar: reprimir a los mineros. Los

créditos correspondientes a la última fase de la operación triangular

dependían de esta condición. En los días siguientes insistieron señalándola

como una de las condiciones para otorgar el reconocimiento y continuar con

los programas de asistencia económica (5). De momento era mucho pedir. Los

compromisos adquiridos por el general Barrientos con sus amigos de Panamá

no podían ser satisfechos de un solo golpe. Gentes de buena fe recibieron a los

militares con muestras de optimismo y simpatía. Entrar a tiros en las minas y

sacrificar ese modesto prestigio, era lo mismo.

La posición de los norteamericanos respecto de la fundición, podía resumirse

en que sin ser partidarios de ella y causándoles desagrado como todo proyecto

industrial, sin embargo no la vetaban. Pero cambiaron de orientación en los

siguientes meses. Poco antes de Noviembre, Roberto Jordán Pando, ministro

5 El día 6 de Noviembre el primer secretario de la Embajada Americana manifestó confidencialmente a un alto funcionario de COMIBOL que la embajada había hecho conocer “extraoficialmente” sus condiciones a la Junta para el reconocimiento entre ellas figuraba la intervención en los sindicatos mineras. El funcionario boliviano comentó: “Hace más de un año que el Dr. Paz Estenssoro estuvo luchando para hacerles comprender que no era posible emplear la violencia. en las minas”. (N. del A.)

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Réquiem para una República 32 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

de planeamiento, uno de los partidarios más entusiastas de la fundición de

estaño, consiguió que USAID destinara una partida de millón y medio de

dólares para “estudios de factibilidad”. Alexander Firfer firmé el acuerdo sin

entusiasmo, pero después de Noviembre destiné los recursos a otro fin.

Felizmente la antipatía de Firfer por el proyecto resultó provechosa, porque si

se mantenía el acuerdo de Jordán Pando, los enemigos de la fundición habrían

encontrado una nueva y cómoda oportunidad para prolongar el sabotaje por

dos o tres años mas.

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CAPITULO III

UNA CENA EN LA EMBAJADA

Si la capacidad mundial de fundición del estaño es de 300 a 330 mil

toneladas, significa que las fundiciones carecen del material necesario para

trabajar a pleno rendimiento. Quiere decir también que entre fundidores las

relaciones no siempre suelen ser pacíficas cuando se trata de procurarse

concentrados y, hecho insólito, se ven compelidos a competir entre sí. Tal es el

perturbador origen de los “corto circuitos” que a veces interrumpen la

caballerosa relación de Williams Harvey y Billiton. Los austeros directores

pierden la cabeza ante problemas como la tirantez en las relaciones de

Sukarno y el gobierno de Su Majestad Británica Billiton con ofendido gesto

rompió relaciones con los ingleses cuando éstos fundieron en las Malayas el

mineral que los indonesios dejaron de enviar a Holanda, paralizando la planta

de Arnhem. No es sin duda conducta de caballero dejar al socio en la estacada,

tanto más si la alianza se había sellado con el intercambio de acciones y la

solemne posesión de directores comunes. Pero los negocios son los negocios.

En Bolivia la contienda fue más agria debido a la presencia de un advenedizo

que ignorando las reglas del juego tiró la casa por la ventana. La pretensión

era grande: alucinar al gobierno boliviano para que repudie a su cónyuge

quebrando así el que hasta entonces fuera un sólido matrimonio entre el

gobierno de Bolivia y el señor Patino durante los primeros doce años de la

nacionalización. Williams Harvey con tres de sus seis hornos paralizados,

estaba la situación lo bastante complicada como para no dejarse intimidar por

las argucias de Wa-Chang. Decidió hacerle frente. Fue en este período que

propuso instalar hornos en Bolivia. La oferta era dramática viniendo de

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Réquiem para una República 34 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

Williams Harvey y mucho se parecía a un incoherente epílogo impuesto por las

extravagancias de Wa-Chang, que pudieron más en el ánimo del señor Patiño

que los implorantes pedidos de los gobiernos bolivianos para que se instalaran

plantas en el país.

El secreto se mantuvo hasta una noche de noviembre de 1963...

Esa noche hubo una pequeña reunión social en la Embajada de Bolivia en

Londres. El Embajador Barrau y su esposa con su sencilla cordialidad crearon

un ambiente agradable, predispuesto a la conversación íntima. Había unos

pocos invitados, que se encontraban de visita en Inglaterra, entre ellos, el

Embajador de Bolivia ante el gobierno de Bonn, Dr. Federico Álvarez Plata. La

conversación recayó en el estaño y Williams Harvey. El Embajador Álvarez

Plata empezó una amena relación de hechos que se los había mantenido en el

mayor secreto entre el Palacio de Gobierno y COMIBOL. Conté que en los días

en que se discutía la propuesta de Wa-Chang los personeros de Williams

Harvey, acompañados por el Embajador de la Gran Bretaña, Sr. Holliday,

visitaron al presidente de la República. Álvarez Plata recordó que aguardaba

en la antesala para ser recibido por el presidente- Nadie en ese momento

adivinaba lo que se discutía con el Dr. Paz Estenssoro ni mas tarde la opinión

pública llegó a enterarse de la extraordinaria proposición de los ingleses.

Cuando Álvarez Plata fue recibido por el presidente preguntó si los ingleses

traían algo nuevo. El presidente fue evasivo y dio a entender que no había

ninguna novedad.

A los pocos días de esta entrevista, el senador Álvarez Pinta concurrió a una

recepción en la Embajada Británica y allí el Embajador Holliday le preguntó

qué opinaba de la propuesta inglesa El senador pidió detalles y quedó

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Réquiem para una República 35 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

sorprendido. Su informante le comunicó que Williams Harvey estaba dispuesta

a instalar plantas en Bolivia que serian de propiedad mixta entre COMIBOL y

los fundidores. La propuesta se había presentado en la entrevista presidencial-

Álvarez Plata preguntó al señor Holliday si el hecho podría ser revelado y si

sería factible contar con una carta confirmatoria de la propuesta. El señor

Holliday estuvo de acuerdo, y como prometiera, al día siguiente envió una nota

al señor Álvarez Plata confirmando y oficializando la propuesta de Williams

Harvey.

La noche de la cena en Londres, Álvarez Plata no dijo qué había hecho con la

nota ni qué partido tomó en el asunto, pero sus revelaciones causaron,

sorpresa al Embajador Barran, quien, molesto, empezó exclamando: “Ahora

me doy cuenta por qué Cliffor Waite, (6) siendo amigo mío, me venía rehuyendo

últimamente”. El señor Barrau mencionó a su vez una curiosa experiencia que

con las revelaciones de Álvarez Plata quedaba explicada. Ocurrió que el señor

Holliday pasaba sus vacaciones en Londres y se encontró con el Embajador de

Bolivia en una recepción de Canning House. En cuanto lo distinguiera cruzó el

salón para saludarlo muy cordialmente. En ese momento acertó a pasar cerca

de ellos el Sr. Waite a quien Holliday llamándole le dio: “¿Ha dado usted la

buena nueva a nuestro Embajador?” Waite turhándose no supo qué

responder. Holliday haciéndose cargo de la situación cambió rápidamente de

conversación. EI Sr. Barran concluyó su relación con este comentario: ¿Qué

papel puedo hacer si me ocultan estas cosas? ¿Acaso no se tramitan aquí los

negocios más importantes del estaño?”

La propuesta Williams Harvey, como otros episodios de la contienda librada

con Wa-Chang, se mantuvo en secreto. El movimiento empezó a mediados de

6 Prominente ejecutivo de Williams Harvey. (N. del E.)

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1962 cuando se discutió la posibilidad de un contrato con la reabierta

fundición Longhorn de Texas City cedida a Wa-Chang, un fundidor de origen

chino. Los representantes de Patiño, encabezados por el Sr. Waite, llegaron tan

pronto como pudieron a La Paz. No se mostraron tímidos en sus contraofertas.

Mejoraron el precio del mineral, ofrecieron anticipos sobre las entregas,

acordaron premios al mayor tonelaje y hablaron da sociedad con COMIBOL

para la fundición de los minerales. Por su parte Wa-Chang mejoré los precios

de las ofertas y tendió ha carnaza con los contratos “tol” que Consisten en que

el productor no pierde ha propiedad del metal limitándose a pagar los gastos

de operación del fundidor. Las propuestas de Wa-Chang eran tanto más

generosas cuanto más desesperada era su situación. La planta no tenía

minerales.

Lo que ocurría era nuevo y los tiempos parecían haber cambiado para los

productores. El menudeo de buenas ofertas habría sido imposible si no

hubiera un déficit cada vez mayor en la producción mundial de estaño- Lo

esencial es que al mundo le faltaba estaño y había demasiadas fundiciones

que no sabían cómo obtenerlo. En fin, la suerte esta vez estaba del lado del

productor.

Varios hechos marcaron el cursé de las negociaciones, las que perdiendo su

discreta reserva comercial se convirtieron en disputa abierta entre los

fundidores. Pronto el conflicto alcanzó el ámbito político donde estalló con

sonoridades de escándalo. Ahora los compradores llegaban hasta La Paz cam-

biando la figura tradicional. La situación no era cómoda para nadie. El

gobierno boliviano se sentía mejor cuando negociaba contratos que desde su

origen podían ser mantenidos en las cajas fuertes de COMIBOL. E igualmente

los fundidores. Era más prudente encerrarse en la intimidad de una gerencia

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que exponerse al escándalo político. Además era un problema político. Los

ingleses temían que Wa-Chang se aprovechara de la influencia norteamericana

para obtener contrato; Wa-chang a su vez temía que el gobierno de Bolivia

cediera una vez mas ante el Sr. Patiño dejándolo sin mineral el gobierno temía

a la opinión pública y al sector nacionalista del MNR que aprovecharía la

oportunidad para criticar su política vacilante en materia de fundiciones. En

suma, todo el mundo desconfiaba de todo el mundo.

Wa-Chang tuvo el cuidado de proteger sus movimientos sirviéndose de la

poderosa influencia de “Grace y Cia”. ¿Quién sino Grace para auspiciar un

nuevo negocio en Bolivia? Este consorcio, conocido por la tradición católica de

sus propietarios norteamericanos, es capaz de has combinaciones comerciales

más ingeniosas- No desprecia nada. Vende igual alfileres y botones como

maquinaria pesada y cemento. Hace negocios tan singulares como comprar

azúcar a una entidad boliviana para ganar revendiéndola entre mayoristas

locales. Sus directivos, curiosamente casi siempre suizos, tienen ese sombrío

aspecto que recuerda las tradiciones puritanas de Ginebra. Además, parecen

tener la tacañería de los calvinistas. Estos hombres donde “ponen el ojo,

ponen la bala” en materia de negocios. En los últimos años a Grace le ha au-

mentado el apetito por los negocios mineros, y a consecuencia de ello, son ya

varias las minas que se ha “comido” y varios los mineros medianos que yacen

en su sistema digestivo porque un día de apuros tuvieron la debilidad de tocar

las puertas de Grace.

Los de Grace son terribles cuando se trata de negocios nuncios. Tienen dos

hábiles conductores, Meister y Speelvogel, este último especializado en

minería. Buen negociador, suave en el trato, emplea ha sugerencia indirecta y

repite -frecuentemente “aquí no hay gato encerrado”. Otro alto funcionario es

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Carlos Alberto Echazú, tarijeño simpático, locuaz, que recuerda aún las

maneras que aprendió cuando era estudiante en La Plata. Ha estado presente

en los negocios más importantes de la minería nacionalizada como hombre de

confianza del gobierno. Fue uno de los negociadores que trató con Patiño el

pago de la indemnización. Como miembro de ha Comisión de Operaciones Mi-

neras participo en reuniones donde se trazó la línea de conducta frente ah

Consejo Internacional del Estado y ante has ventas de la reserva estratégica

norteamericana. A su vez como director de COMIBOL ha tenido opinión en

todas las negociaciones importantes para obtener créditos, aprobar los con-

venios de la llamada “operación triangular” (BID, USAID y alemanes) y adoptar

medidas técnicas y administrativas decisivas para la minería nacionalizada.

Un hecho que lo puso en dificultades fue el referente a la compra de dinamita

que realiza COMIBOL de marcas cuya representación comercial la tiene

“Grace”. Con o sin fundamento se dijo que Echazú podía influir en la elección.

Pero si éste era un extremo de susceptibilidad, lo que en efecto parecía ser, el

conflicto para el Sr. Echazú no desaparecía, así quedara formulado solamente

en el campo de ha hipótesis. El Sr. Echazú, un capitán de la industria privada

desempeñaba funciones al servicio de la minería nacionalizada y los conflictos

eran inevitables. En el caso de la dinamita, si el directivo de “Grace” salía

ganando perjudicaba los intereses representados por el director estatal, y a la

inversa.

Se ignora cuál debió ser la condición impuesta por “Grace” para ayudar a Wa-

Chang, pero no debió ser pequeña ya que en cuanto a proporciones Wa-Chang

no sería más que una pieza en la maquinaria de “Grace”.

Las propuestas de Wa-Cbang desde el primer momento suscitaron

desconfianza no tanto por su contenido mismo como por la presencia de sus

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activos gestores conocidos por sus habilidades comerciales. Se trataba más de

traficantes sagaces que de hombres de negocios. Familiarizados con ciertas

particularidades del medio y sin duda dándoselas de ingeniosos, empezaron a

difundir conceptos “políticos” en torno al estaño. Se hicieron “anti-im-

perialistas”. Sostenían la necesidad de neutralizar la influencia británica

oponiéndole otros intereses-El “nacionalismo” acuñado en “Grace” y en los

círculos de la minería mediana, era de una curiosa factura: descubría peligros

en los ingleses y exclusivamente ventajas en los norteamericanos. La

atmósfera política se enturbié más pronto de lo que pensaban los negociadores

de los contratos. La prensa empezó a husmear y los diputados Augusto

Céspedes y llené Zavaleta llamaron al Ministro de Minas a responder en el

parlamento. Sin duda todo ello se producía contra los deseos del gobierno y de

COMIBOL. Los diputados para lanzar el ataque eligieron los puntos

notoriamente más débiles, reprocharon al gobierno su indiferencia para resol-

ver el problema de la fundición y se encarnizaron con los de ‘trace”, uno de

cuyos personeros era hombre de confianza en la minería nacionalizada y en

ese momento se esforzaba para conseguir eh contrato a Wa-Chang. El

gobierno quedó en situación incómoda cuando en el parlamento se estableció

que una misma persona tenía responsabilidades en ha conducción de los

organismos mineros del Estado, representaba los intereses de una firma

extranjera dedicada a negocios mineros y, finalmente, era una de las cabezas

visibles para las tratativas con Wa-Chang. FI Ing. Carlos Alberto Echazú,

Gerente de International Mines, subsidiaria de “Grace y Cia” y hombre de

confianza del gobierno en asuntos de política minera, fue puesto por primera

vez en el banquillo por los propios diputados del gobierno.

La actuación parlamentaria tuvo alcances relativamente importantes al

entorpecer la negociación amenazándola con el fracaso, pero tuvo mayor

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significación al arrojar luz por primera vez sobre la política minera oficial y los

factotums que la inspiraban. La idea de formar sociedad con Wa-Chang sobre

hierres que se hallaban en los Estados Unidos, fue considerada simplemente

absurda. Esta fue la respuesta que se dio a la proposición del consorcio

norteamericano de formar una sociedad mixta con el Estado Boliviano sobre la

planta de Texas City. El argumento de “hay que quebrar el monopolio

británico” no impresionó a nadie. En el fondo había una situación psicológica

muy interesante- En electo, todo el mundo convenía en que había monopolio

británico. Que detrás de Williams Harvey estaba Patino que seria nuevamente

favorecido si se rechazaba a los americanos. Que la nacionalización de las

minas hasta entonces no había hecho más que trabajar pura Patiño y que ya

era tiempo de pensar en fundiciones propias. Todo esto se admitía, pero a

pesar de todo eran preferibles los ingleses a los americanos. Por esto la

operación Wa-Chang para ser definitivamente apreciada, tendría que ser vista

no solamente como un negocio minero porque, fuera de las relaciones con

Williams Harvey, no había ninguna otra de regular importancia que se hubiera

librado de caer bajo control norteamericano. El estaño era lo último que

quedaba al margen de esa órbita.

Pero Wa-Chang tuvo su victoria aunque en una medida que no correspondía a

sus pretensiones iniciales y a las iniciativas de sus entusiastas gestores

bolivianos. No se llevó la parte del león, pero quedó con 5.000 toneladas,

alrededor de un cuarto de la producción total boliviana.

El Senador Álvarez Plata sostuvo en esos días una entrevista con el Presidente

de la República. Mientras conversaba con él pasaron al Presidente una

comunicación telefónica del Ministro de Minas. El Dr. Paz Estenssoro cuenta

el Senador Álvarez Plata— instruyó a su ministro que no debía firmar el

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contrato. Concluida la conversación, mostró copia de un cable que acababa de

ser enviado al Sr. Guillermo Bedregal, Presidente de COMIBOL que se

encontraba en Estados Unidos, en el que prohibía igualmente llegar a un

acuerdo con Wa-Chang. Sin embargo el contrato se firmó y nadie ha dado una

explicación sobre los factores que pesaron en el ánimo del Presidente para esta

determinación pero lo Cierto es que el país se vio ante el hecho consumado.

No hay ninguna evidencia de la intervención de personeros de la Embajada

Americana para obligar al gobierno a aceptar el contrato Wa-Chang, pero es

un hecho presumible porque algunos meses mas tarde, cuando debían

realizarse los primeros embarques, ha Embajada se dirigió al Palacio y al

Ministerio de Minas pidiendo que se acelere eh cumplimiento del contrato.

Varios hechos producidos en eh gobierno del Dr. Paz Estenssoro no tienen una

explicación clara —dada la Oposición del propio Presidente y muchas veces de

sus colaboradores a aceptar determinadas sugestiones— sino se torna en

cuenta las presiones continuas ejercidas por los norteamericanos. Algunas de

ellas degeneraron casi en batallas como se verá cuando se mencione la

experiencia del Banco Minero y el crédito norteamericano.

Paz Estenssoro se distinguió por realizar una sutil política pro-británica en

materia de estaño. Discreta y firmemente favoreció los intereses británicos y

no cabe duda que veía con desagrado la posibilidad de que un día cambiara eh

rumbo tradicional de la exportación enderezándose a los Estados Unidos.

Como ningún otro hombre tuvo en sus manos la oportunidad de resolver eh

problema de la fundición pero se decidió a actuar demasiado tarde.

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Los intereses dominantes antes de la nacionalización y después de ella, fueron

los de Patiño. El primer contrato que se firmó después del 31 de Octubre de

1952, fecha de la nacionalización de las minas, fue con Williams Harvey por

18.000 toneladas anuales durante tres años. En 1953 no existía otra

alternativa. Antes de proyectar paso alguno el país necesitaba estabilizar su

comercio de minerales y asegurar ingresos normales que permitieran

continuar la exploración minera. Pero mucho tiempo había transcurrido desde

entonces, y la que fuera una acertada solución “táctica” se convirtió en una

condición permanente del país. En efecto, en lugar de abrirse nuevas

perspectivas para el desarrollo metalúrgico se ingresó a la etapa mas ambigua

de la vida nacional, a un período verdaderamente extraño por sus

posibilidades y contradicciones, por las posiciones aberrantes de los partidos

políticos y una dramática confusión de la que nadie, excepto los enemigos de

la solución nacional, pudo librarse.

Créditos que matan.

La etapa de la vida nacional que acaba el 4 de noviembre de 1964 en política

minera podría resumirse así: se siguió una orientación inconsecuente en

materia de fundiciones en general. En cuanto al estaño persistió el juego de

Williams Harvey, es decir Patiño, que hasta hoy continúa. En lo que se refiere

al antimonio, no se llevó adelante la fundición de Vinto (Oruro) por la

interferencia de los norteamericanos contra el crédito checoslovaco, no

obstante que a ellos se les dio la oportunidad de intervenir en el negocio. En el

hierro se realizaron tentativas débiles y aisladas para movilizar Ushpa Ushpa y

se lucieron estudios que no se concretaron en nada en lo referente al Mutún.

El oro fue copado por una compañía americana, la South American Placers. El

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petróleo quedó bajo el férreo control de Gulf que compromete la existencia

misma de Y.P.F.B.

Esa política vacilante, contradictoria y a veces abiertamente opuesta al interés

nacional, tuvo alguna excepción honrosa con el relativo estímulo que

recibieron las fundiciones del señor Mariano Pero y los trabajos del Ing.

Zalesky que culminaron con la organización de la Fundición Hormet.

Es importante hacer aquí un paréntesis para apreciar mejor la política minera

anterior al 4 de noviembre, examinando lo ocurrido con el Banco Minero. Esta

institución que agrupa a más de 1.400 productores pequeños ha sido

tradicionalmente boycoteada por la gran minería y posteriormente por los

intereses privados. El Banco, pese a su mediocridad y a su eterna debilidad en

lo relativo a su capital de operación, realizó sin embargo una gestión positiva

al haber cortado el rescate libre de minerales que fue el recurso del que

siempre se valieron los grandes productores para explotar el trabajo de los

pequeños (7). Aunque los préstamos de fomento fueron lentos y a veces

insuficientes, sin embargo sirvió para proteger la existencia de la minería

nacional. Liquidada la influencia de los grandes mineros, la ofensiva contra el

Banco pasó a ser ejercida por los americanos desde los organismos oficiales

que tienen acreditados en el país. El primer paso fue dado cuando USAID/BID

ofrecieron un crédito de 5 millones de dólares para el Banco.

Desde entonces lo ocurrido es el mejor testimonio de lo que sucede en las

relaciones de países como Bolivia con los Estados Unidos.

7 La creación del Banco Minero determinó la supresión de los comercializadores privados (Hochschild, Tenant, etc.) que rescataban la materia prima de los productores chicos a los que explotaban de diversas formas. (N. del E.)

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Hace cerca de cinco años se propuso el crédito- Al principio las condiciones

planteadas parecieron razonables. El gobierno tenía interés en lograr que las

negociaciones se concretaran. Pero al poco tiempo, se vio que los americanos

no habían hecho más que lanzar el anzuelo, detrás de tina exigencia, lanzaban

otra. El gobierno, y particularmente las autoridades del Banco, se pusieron en

guardia. Bajo la presidencia del Sr. Juan Haus, los americanos chocaron con

una administración honesta y vigorosa. El Sr. Haus no estaba dispuesto a

vender la institución por un plato de lentejas. Su habilidad los obligó a poner

todas las cartas sobre la mesa. Se trataba de más de ochenta condiciones

entre las cuales no todas eran bagatelas. Exigieron para empezar la

aprobación de un nuevo de código de minería que, suponían fundadamente,

sería la ganzúa para entrar en los negocios mineros del país. Para e1ios, tres

debían ser las condiciones fundamentales de dicho código: facilidades para los

inversores grandes, exigencias en términos perentorios para que los

concesionarios nacionales ingresen en producción, y la libre exportación de los

minerales. Este último planteamiento suponía llanamente la liquidación del

papel del Banco.

Luego propusieron la modificación de la escala de regalías para beneficiar al

sector de productores medianos que están casi todos vinculados con el capital

americano.

Plantearon la reorganización del Banco con una minuciosidad increíble. Entre

otras exigencias figuraba la de crear una división de créditos, efectuar ajustes

financieros, cancelar la sección cuentas corrientes, despedir a parte del

personal del Banco. Proponían la reorganización de la entidad mediante un

decreto supremo. Gran parte de estas exigencias fueron satisfechas, pero

algunas no podían ser aceptadas sin arriesgar la existencia de la minería

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nacional. Uno de los puntos en el que se peleó más duramente, fue el interés

del 12 por ciento que según los americanos debía ser cobrado a los mineros

que se beneficiaran con los créditos. Este criterio fue rechazado de plano

porque la tasa interés no podía ser elevada en el cien por ciento de un día para

otro. A los expertos americanos se les demostró que ninguna institución de

fomento minero en el mundo, cobraba el 12 por ciento. En el Perú, por

ejemplo, se mantenía la tasa del 6 por ciento y en Bolivia, los productores

medianos que podían acudir a los fondos de la Corporación Boliviana de

Fomento recibían créditos al 9 por ciento. Entonces, por qué sacrificar a los

pequeños con intereses tan altos?

Este punto y el relativo a la libre comercialización, significaban la liquidación

de la minería nacional. Por una parte el flanco cobraría intereses altísimos y

por otra, las empresas rescatadoras, autorizadas a operar en el país,

brindarían al minero préstamos a más bajo interés, menos morosos y más

flexibles. En suma: los 1.400 productores serían obligados a caer en las fauces

de cuatro o cinco tiburones. Sería el retorno a los tiempos de Hochschild.

Mientras se libraba el silencioso combate entre los americanos y el Banco

Minero, el grupo asesor de aquellos logró penetrar profundamente en las de-

fensas del Banco. Sus tentativas más audaces fueron rechazadas. Intentaron

organizar kárdex especiales para controlar la situación de los clientes del

Banco; buscaron en toda forma interferir el trabajo de las gerencias y el

directorio. En una palabra, lo que deseaban era controlar la institución antes

de haber desembolsado un solo centavo.

Todo este juego ya llevaba más de tres años cuando se produjo el 4 de

noviembre. El Banco se defendía y la firmeza con que se rechazó la libre

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comercialización y el 12 por ciento, obligó a los americanos a replegarse en

estos dos aspectos fundamentales; tuvieron que aceptar la vigencia de un

interés más bajo y la exportación de los minerales por cuenta del Banco

Minero.

Pero es importante hacer notar que los asesores americanos procedieron como

conspiradores para lograr sus propósitos. Apoyados por abogados bolivianos y

periodistas sobornados, realizaron campañas de desprestigio contra el Banco.

Incitaron al embajador norteamericano para que presionara en la Presidencia

de la República buscando la forma (le desplazar a las autoridades de la

institución. Se hicieron correr rumores referentes a la inoperabilidad del

presidente y directores y al supuesto sabotaje de éstos contra el crédito

americano- La primera victoria que lograron fue el retiro del Sr. Haus de la

presidencia de la institución. Luego, con el 4 de noviembre alcanzaron sus

demás objetivos.

Otro aspecto significativo de la política minera anterior al 4 de noviembre

fueron los créditos destinados a COMIBOL bajo el programa de la operación

triangular. Los 47 millones de dólares invertidos en una empresa con un

activo de cerca de 2.000 millones de dólares, es una suma mezquina que

además se dio diluida, inoportuna y tardíamente. Los financiadores

impusieron un grupo de asistencia técnica negativo que no intentó el menor

esfuerzo que tendiera a la solución de los problemas técnicos. Es claro que los

americanos ejecutaron una política calculada para desprestigiar la

nacionalización siguiendo una línea de protección a sus intereses en Chile y

Perú. Más bien que técnicos, los del grupo asesor, se desempeñaron como

policías y represores del movimiento obrero. Ellos y la embajada americana

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impusieron como exigencias para continuar con la operación triangular, la

represión de los sindicatos.

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CAPITULO IV

LOS CEMENTERIOS MINEROS

Hay que conocer un campamento minero en Bolivia para descubrir cuánto

puede resistir el hombre. ¡Cómo él y sus criaturas se prenden a la vida! En

todas las ciudades del mundo hay barrios pobres, pero la pobreza en las

minas tiene su propio cortejo: envuelta en un viento y un frío eternos,

curiosamente ignora al hombre. No tiene color, la naturaleza se ha vestido de

gris. El mineral, contaminando el vientre de la tierra, la ha tornado yerma. A

cuatro o cinco mil metros de altura donde no crece ni la paja brava, está el

campamento minero. La montaña enconada por el hombre, quiere expulsas-lo.

De ese vientre mineralizado, el agua mana envenenada. En los socavones el

goteo constante de un líquido amarillento y maloliente llamado copagira

quema la ropa de los mineros. A centenares de kilómetros donde ya hay ríos y

peces, la muerte llega en forma de veneno líquido proveniente de la deyección

de los ingenios. El mineral se lo extrae y limpia pero la tierra se ensucia. La

riqueza se troca en miseria. Y allí, en ese frío, buscando protección en el

regazo de la montaña, donde ni lo cizaña se atreve, están los mineros.

Campamentos alineados con la simetría de prisiones, chozas achaparradas,

paredes de piedra y barro cubiertas de viejos periódicos, techos de zinc, piso

de tierra; el viento de la pampa se cuela por las rendijas y la familia apretujada

en camas improvisadas —generalmente bastan unos cueros— si no se enfría,

corre el riesgo de asfixiarse. Oculto en esos muros está el pueblo del hambre y

de los pulmones enfermos, los de las “tres puntas” diarias de trabajo, los del

“veinticuatreo” (8). Sin pasado ni futuro, esta miseria lo ha envuelto todo. El

8 (1) En las minas grandes el trabajo se realiza en tres turnos (“puntas”). El “veintiecuatreo” es la jornada de veinticuatro horas que tiene lugar en el interior de la mina, suelen cumplirla

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campamento está simplemente ahí, perdido en algún rincón; fuera de él, la so-

ledad; dentro, la pobreza. En esta eternidad sórdida sus habitantes recuerdan

a los penados de la aldea zarista porque se los siente igualmente segregados y

pesando una condena sobre sus vidas. Es el exilio minero.

Esta vida no puede resistir mucho tiempo. Los obreros de 38 años ya son

viejos. Por cada año de trabajo en minas profundas, calurosas, mal ventiladas,

envejecen tres. Las partículas de sílice producidas por los taladros al perforar

la roca, quedan adheridas en los pulmones endureciéndolos gradualmente

hasta producir la muerte lúcida y lentamente. Ha concluido la “punta”:

enjutos, la tez mortecina, los ojos inflamados, dominados por una enorme

fatiga, retornan del socavón los que han tomado su dosis diaria de

aniquilamiento. La enfermedad para la cual no hay cura ni drogas se la oculta

hasta donde es posible, pero los ojos ardientes, la piel pegada como cuero seco

en los pómulos y la fatiga constante, no pueden esconderse mucho tiempo. El

y sus camaradas saben lo que pasa; las mujeres también: cuando aparecen los

primeros síntomas —vómitos de sangre— callan. No hay gestos desesperados.

Ellas comprenden y se resignan. Cuando van a la chichería, dicen

afectuosamente al marido, eliminando el acento del verbo: “tomate nomás”. Y

beben olvidando. De todos modos no podrían hacer mucho adoptando normas

de sobriedad, esto es si la miseria fuese compatible con esta virtud para ricos.

El alcohol es la mas inocente de las evasiones y la única de sus fugas (9).

generalmente los contratistas, obreros a destajo que a su vez contratan otros trabajadores. El “maquipura”, obrero temporatio, es un paria: no se le reconoce ningún derecho y es descendiente directo de los mitayos y los mingados de la colonia. Actualmente, en las minas nacionalizadas, hay algunos miles de maquipuras. (N. del A.) 9 “Existen aproximadamente siete mil mineros silicosos con diferentes grados de evolución de la enfermedad y que actualmente trabajan en la Corporación Minera de Bolivia y empresas privadas. Muchos de ellos mueren antes de iniciarse el trámite de indemnización o renta ante la

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El fin se precipitará con una breve visita al médico, el certificado dirá:

“incapacidad total permanente”. Luego vendrá un extraño sepelio burocrático

por las oficinas del seguro en La Paz en las que el moribundo luchará por

lograr la calificación de su “renta” de incapacidad que nunca será más de la

mitad del salario y frecuentemente la tercera o cuarta parte. Es la manera

como la sociedad boliviana se preocupa por el destino del aniquilado: los

bacilos serán así reforzados por la miseria.

Las últimas jornadas transcurrirán en un hospital donde un día la muerte se

producirá por asfixia debida a que esos pequeños restos de pulmones se

niegan a seguir trabajando. La lucidez en ningún momento habrá abandonado

al moribundo.

Ha terminado una breve e intensa existencia. Podría ser una absurda aventura

si en el momento del parpadeo final el recuerdo de los que van a quedar sin

protección no penetrase punzante en esa conciencia desfalleciente. Aquí está

la realidad: no es el fin de una aventura solitaria. El hombre no se marcha

solo, su ser queda desgarrado porque parte de él quedará con los suyos a los

que no podrá rescatar de un destino del que él se siente culpable.

Estos condenados no son dueños del mineral. En rigor nunca lo fueron. Si de

algo de verdad les pertenece es la muerte. No están poseídos por “la maldita

Caja Nacional de Seguridad Social”, existe el peligro de que la prevalencia de la silicosis y la silicotuberculosis aumenten en la industria minera y que los dividendos a obtenerse serian insuficientes para atender a los damnificados por las deficientes condiciones de trabajo. De este modo, se determinaría la quiebra de las instituciones gubernamentales como la COMIBCL, Caja Nacional de Seguridad Social... con las consiguientes repercusiones sociales, económicas .2’”El Diario”, 4 de Enero de 1968. En. la terminología clínica hay una nueva palabra para estas enfermedades, la “estañosis”. El 30 por ciento de los trabajadores la tendrían. (N. del A.)

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sed de oro” de la que habla Virgilio; extraños a su propio destino han sido

clavados allí por el mecanismo de la economía mundial. Austeros, más

indiferentes que resignados, protegen sus esperanzas con cierta postura

escéptica. Ni tristeza ni amargura. Frecuentemente sus tensiones interiores

encuentran alivio en la chichería donde se los puede ver alegres y

pendencieros. En ellos no es evidente que “todo el valor que un oprimido

puede tener a sus propios ojos, lo comprende en el odio que tiene para otros

hombres: Y la amistad a sus compañeros pasa por el odio que siente por sus

enemigos” (10). Son de la estirpe de los que no viven la venganza sino la vida y

para el rencor no han tenido tiempo. El mayor número de mineros está

formado todavía por muchachos tímidos que hasta no hace mucho labraban la

tierra; la mina los tentó con el salario y la pulpería (11). En la política son

seducidos por las causas apasionadas, pues contra todo lo que se piense,

siguen creyendo en la política. Si ellos pudieran resistir algunos meses

cortarían el flujo de los minerales y aplastarían con el desastre económico la

parte parasitaria de la sociedad boliviana. Pero no pueden hacerlo: sus víveres

dependen de las ciudades y es fácil rendirlos por el hambre. No obstante todo,

su escepticismo es liviano para sofocar un corazón ardiente. En ellos el amor,

la amistad, la lealtad, son ásperos y fuertes- Hay mujeres que han sido tres

veces viudas, A la mujer de un camarada muerto se la busca y se le pide que

cuide de uno. Son vidas y sentimientos depurados. No hay gestos ampulosos;

la moral, despojada de lo innecesario, es escueta y firme una oscura ansiedad

de justicia, un inconsciente saberse superiores, los predispone a solidarizarse

con la aventura humana.

10 Carta de Jean Paul Sartre a Albert Camus 11Monopolio de víveres y otros artículos, controlado por la Empresa minera que los vende a los obrero (N. del E.)

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No hay familia minera que no tenga alguien por quien llorar. Los hombres

están habituados a la idea de su fin prematuro, pero no renuncian a su

condición, la aceptan llanamente y cuando protestan lo hacen por el salario o

contra los excesos de la empresa. Entiéndase bien: han abandonado el móvil

mayor de la rebelión decidiendo quedarse mineros. ¿Quién se atrevería a

pedirles más? Sus reivindicaciones no invocan la civilización. Y bien podrían

hacerlo en un tiempo de grandes palabras como “derechos humanos” o

“defensa de la dignidad del hombre”. Un pudor velado les impide establecer

parangones o referirse a su miseria sentimentalmente. Prefieren la arrogancia:

es la mejor manera de señalar la miseria al extraño que aún se atreve a

proclamar derechos humanos en un país que se esfuerza por suprimir al

hombre. Su futuro ha sido delegado en los hijos a quienes no quisieran ver

convertidos en mineros. Esta es la expresión más íntima de su rebelión. La

austeridad de sus demandas es la medida de su exilio; la defensa de sus

derechos, el movimiento primario para salvar a los suyos del hambre. Por lo

menos eso, puesto que contra la áspera existencia minera, contra el

hacinamiento y la suciedad de los campamentos, contra la enfermedad y la

muerte, no hay defensa posible.

La vaga idea que el mundo tiene de Bolivia se la debe al estaño y sus hombres.

La división internacional del trabajo y un orden económico que es reflejo de la

incoherencia contemporánea, han impuesto sobre aquellos una doble

tributación: el fruto de su trabajo se aprovechará más en Nueva York y

Londres que en la solitaria montaña donde se realiza, y lo poco que deje el

despojo servirá para alimentar la parte parasitaria de un país que no tiene otra

existencia que la del estaño.

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Réquiem para una República 53 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

La vida en Bolivia transcurriría en la armonía de una colectividad pobre y

solidaria si su segmento parasitario se reconociera como tal, pero es el caso

que ha tomado la República para sí y se siente titular de un poder que es la

prolongación de ese mecanismo internacional que ha hecho del país lo que es.

Hay una monstruosa realidad: quien tenga el estaño tendrá el país, pero esa

posesión significa destruir a los que lo producen.

La minería es el agujero por el que se escapa la vitalidad del país. En más de

tres siglos no dejó nada, absolutamente nada. Lo que se construyó a su

servicio ya es inútil o pronto lo será. El comercio y la agricultura sufren sus

altibajos. Los ferrocarriles, sin la carga necesaria, recorren zonas que no se

justifican sin los minerales. Aún ciudades como Potosí y Oruro otrora

beneficiarias de la efímera prosperidad minera, se van convirtiendo en

cascarones yacios.

Los bolivianos no pueden sustraerse a la naturaleza predatoria de la minería

que en último término sería tolerable si el vaciamiento de las montañas

solventase una existencia decorosa.

El locus económico de la minería es la transferencia unilateral de la riqueza, lo

que en otras palabras significa que Bolivia queda inerme en el polo de la

miseria. Esta condición debe entender-se como el empobrecimiento físico del

país que un día no tendrá nada más que sacar de su subsuelo, como ya

sucedió con la plata y en parte con e1 estaño, y en función de una aniquilante

dinámica de la miseria y de la violencia que no llega a la destrucción total pero

produce la invalidez. Hay una diabólica fatalidad: el estaño a tiempo de darse

destruye a los que lo toman. Y no es que mueran precisamente sepultados en

un socavón, la muerte está organizada burocráticamente para admitir este

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desenlace imprevisto y violento. La acción depredatoria no proviene de la

naturaleza simio mas bien de los hombres, así residía que la silicosis y la

tuberculosis son aliados de un sistema.

La pérdida de la riqueza con ser inevitable engendra una especie de fatalismo.

¡Los bolivianos son tan increíblemente modestos en sus demandas! Y tienen

que sedo, la historia no transcurre en vano, hay demasiadas minas agotadas,

demasiados socavones silenciosos, demasiados muertos para alimentar

futilidades sobre el futuro. En el norte chileno hay cementerios inexplicables.

De pronto surgen en plena pampa sin rastros de poblaciones próximas. Es

como si se hubieran dado cita para hacerse notar solamente ellos. Se los

defiende contra has arenas del desierto lo que da cierta idea de consideración

por ellos- En otro tiempo habían calicheras (12) y poblaciones de trabajadores,

pero tuvieron que partir y se llevaron todo, hasta los techos y las paredes de

los campamentos. Quedaron los que llegaron a la última jornada- En el Alti-

plano los muertos son inmemoriales como que ya los había tres siglos antes

del primer caído en las calicheras. Siglos de trabajo yacen congelados en

Potosí, las minas del sud y del sudoeste. Allí no hay construcciones que la

posteridad conserve reverente; los grandes testimonios están bajo la tierra

mientras que lo precario, el hombre y sus poblaciones, quedan arriba en forma

de laberínticos muros semiderruídos y cementerios abandonados.

Se acepta que la riqueza se pierda: es la resignación, el cansancio y un

sentimiento de frustración profundamente clavado en el ser nacional. Pero es

más difícil aceptar la inutilidad del sacrificio. Si un país no tiene otra razón de

justificarse, bien podría dejar de existir. ¿Qué quedó de la minería de la plata?

12 Terrenos ricos en salitre. Vocablo que se usa en Chile, Bolivia y Perú. (N. del E.)

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¿Y lo que se debe al estaño merece la destrucción del país? Lo terrible está en

la gratuidad del hecho pues descubre, en la razón última, la provisionalidad

del propio país. Millones de mitayos (13) cayeron en las bocaminas del Cerro

Rico al paso que las minas de estaño ya han devorado decenas de miles de

vidas de estos otros mitayos del siglo XX. La minería ha descuidado más que

la guerra. De hecho, es una guerra que viene durando siglos. La ceguera de

este holocausto no admite estadísticas que den idea de la devastación, sólo

sabemos que éste es un país aniquilado. Nadie podrá decir hasta dónde llega

el empobrecimiento biológico de los bolivianos, la mortalidad infantil y la

propagación de la tuberculosis. Estamos ciertos de una cosa: los bolivianos no

acabamos de morir.

Ninguna política social cambiará este cuadro mientras no concluya el exilio

minero. Ninguna reforma es posible porque los reformadores están atrapados

en el mismo exilio, ninguna forma de “humanismo” ofenderá tanto como la

miseria misma. Ya es tarde para buscar exculpaciones. Los hechos de la

historia trágicamente rígidos, hicieron surgir dos condiciones irreductibles: la

de los condenados reducidos al exilio y la de los que subsisten en la medida en

que mantienen la condición de aquellos. Esta situación excluye el

reconocimiento de cualquier “derecho” sin la destrucción previa del sistema.

Muchos bolivianos honestos hasta ahora se dejaron ganar por la ilusión...

Ellos también están descubriendo su verdad.

Los hombres en las minas mueren por hambre y abandono como en tiempos

de la peste o la guerra, ¿quién, que sea extraño a ellos, podría hablar en estas

13 Trabajo forzoso a que estaban obligados los indios en las minas durante la dominación

española. (N. del E,)

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condiciones de ponerlos en posesión de su propia dignidad? Hay una dignidad

que no la han perdido, es cierto; más que de gestos dignos para los que no hay

cabida cuando el hambre destruye criaturas, se trata de un sentimiento

trágico, de la lúcida aceptación de una existencia irremediablemente perdida,

el reconocimiento de un destino que es el exilio. Pero no hay que llamarse a

error. No puede ser masa anulada la que es matriz sufriente de la revolución:

los que pueden rescatarse a sí mismos no están perdidos. Nada tiene que ver

aquí ha justicia, sobre todo aquella que, lejos de la carne que sufre, es conce-

bida en términos abstractos y con la cual las buenas gentes quieren erigirse en

jueces. Se cree de buena fe que los mineros forman un sector proletario cuyas

luchas pueden oscilar dentro de márgenes dados de reivindicaciones posibles.

Es un error, porque en las minas la vida ha retrocedido a la última frontera;

para rescatarla hay que destruir un sistema y no será precisamente e1 refor-

mismo el inductor del cambio aunque fuese inspirado por hombres honestos,

lo que no sucede.

Si se trata de reconocer derechos correspondería a los mineros pronunciarse

en primer lugar: son las victimas. De hecho algún día lo harán y ese día será

la muerte de la República con su actual carga de miserias, o su renacimiento.

Y no se esperen gestos nobles porque el oprimido no está obligado a tener otra

moral que no sea la suya; tomarla de sus opresores equivaldría a aceptar el

instrumento de la opresión. Están acercándose a la verdad bajo la desnuda

violencia que se desató después de Noviembre de 1964. Descubrirán que nada

le deben al país que no sea su miseria y que ella es la condición que Bolivia re-

tiene para mantener una existencia artificial. Cada vez creen menos en el país

y sus hombres y están curando la primera herida con la pérdida de la

esperanza reformista. Esta dolorosa aproximación a la verdad, les revelará la

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única condición posible de su liberación: la de confiar solamente en sus

propias fuerzas. Y entonces será cuando el rencor, actualmente ausente del

pecho de las víctimas, un día les hará decir ‘‘nosotros antes que “la Patria”

produciendo el último descubrimiento: el derecho al país propio y el destino

elegido. Así el rencor alimentado por la verdad, desbastará con las hondas

destructoras de la revolución un pequeño mundo donde todo fue mezquino

menos el sufrimiento.

Este que es un país desgarrado al que le predican e imponen una suerte de

resignación abyecta ante la debilidad, tiene hombres fuertes que sin

ostentación dan de sí mismo todo aquello que permite la permanencia de la

vida; ellos mismos son ese tercos, milagrosos afirmarse constante de la exis-

tencia. En una amarga y silenciosa epopeya dejando rastros sangrientos, se

entreteje la historia de un pueblo que se obstina en llevar mucho tiempo su

pesada cruz en busca de una esperanza que se llama patria.

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CAPITULO V

ALTCAR, BOOTLE, LIVERPOOL

Vivimos un mundo de cosas. Y como las cosas aparentan una existencia

independiente, los hombres no se reconocen en el producto de su trabajo.

Todos los días y a cada hora estamos Satisfaciendo nuestras necesidades con

fin automatismo que nos exime del esfuerzo de comprender que esas

satisfacciones son únicamente posibles por el trabajo de otros hombres. El

estaño, como el acero o el petróleo, son solamente los primeros eslabones de

una larga cadena de prodigiosas transformaciones. Sin estaño, acero y

petróleo, sin el esfuerzo de los mineros bolivianos, malayos y nigerianos, la

civilización tendría que retroceder algunos siglos. Pero estos hombres tienen

un significado tan abstracto para los bolsistas de Nueva York o Londres, como

lo es el poder de éstos para pueblos que probablemente no alcanzarán a

comprender nunca que su prosperidad o miseria puede ser decidida en

minutos por media docena de hombres.

Sólo en teoría estamos dispuestos a reconocer que esos obreros hicieron la

peor parte del trabajo. A un obrero industrial de Londres le falta la ex-

periencia; a un burgués de Nueva York no le importa. Sobre todo hay que

entender lo que significa para la vida humana arrancar el mineral de la tierra

en minas profundas, calurosas, mal ventiladas, con el sílice en el aire y pegado

en los pulmones que se irán endureciendo gradualmente hasta producir la

muerte.

Esos hombres que dan su vida por el mineral, no lo poseen. Nunca lo

poseyeron; ni antes ni después de 1952. Porque lo que sucede es que el estaño

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nada vale en cuanto a aprovechamiento inmediato si no es bajo el brillante

aspecto de un lingote. El mineral, polvo pesado de terroso aspecto ciertamente

no sirve para nada que no sea para volcarlo en la boca de un horno. Lo que

cuenta es la fundición y hace medio siglo que el estaño boliviano se funde

fuera de país. Son curiosidades de la economía moderna. El tratamiento

industrial de un recurso debe realizárselo a miles de kilómetros de su fuente

de origen.

Con la fundición acaba la incertidumbre y la ruidosa actividad de los mineros.

Desesperados o eufóricos, han reventado rocas a golpes de explosivos. Tienen

muy poco, excepto la esperanza. Hasta que un día encuentran la muerte en la

visión anticipada del esputo de sangre o el certificado médico que los declara

inhábiles para el trabajo.

En la minería hay lo que se llama libre competencia, siempre que el mercado

lo permita, es decir, mientras la producción mundial esté por debajo del

consumo.

Los concentrados desde el momento en que han sido puestos en sacos, están

listos para iniciar el viaje por el segundo cielo del estaño. Si en la mina reina el

ajetreo, el estampido de los “tiros” de dinamita, el fragor de las plantas

concentrado ras, estrepitosas y vibrantes, el polvo, el frío y el calor, con la

fundición se inicia una serie de movimientos que no carecen de cierta

parsimonia-Hasta el lenguaje ha sufrido una sutil transformación: del minera!

ya no se dice “barrilla”, ni “concentrados”, ni “estaño” a secas, se le llama “ma-

terial” que debe ser tratado, retratado, lixiviado, limpiado, tostado- Los obreros

y técnicos que operan las fundiciones, poco numerosos en comparación con

los mineros (cuatrocientos obreros de Williams Harvey dan cuenta del trabajo

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de más de 25 mil bolivianos y nigerianos), están liberados de la incertidumbre

dadas las escasas posibilidades de accidentes mortales y de cesantía por

saturación del mercado. Si caen los precios será el producto de concentrados

el que experimente la pérdida, los fundidores seguirán cobrando los mismos

gastos de tratamiento. Muchas minas tendrán que suspender el trabajo

mientras que las fundiciones seguirán funcionando. En las minas, hombres y

equipos son sometidos a esfuerzos agotadores; en las fundiciones son poco

frecuentes las enfermedades profesionales y la maquinaria puede durar

decenas de años- La mina puede ganar o perder, lo probable es que la

fundición gane siempre. La mina mas rica del mundo tiene sus días contados.

Los geólogos han calculado cuándo se agotará la reserva. La fundición es una

fábrica que puede “vivir tanto como se desee sin problemas técnicos muy

grandes, sin complicaciones humanas, sin demasiado riesgo.

Así como en el petróleo los oleoductos construyen el punto de estrangulación,

en el estaño la fundición es el núcleo de la industria. Las ilusiones de

independencia de los mineros acaban cuando el mineral ha sido ensacado. En

el mercado no interesa cual sea la procedencia de los concentrados cuando

ingresan en los almacenes de las fundiciones, lo que importa es el sello que

llevarán los lingotes.

Entre los productores y consumidores se yergue la muralla insuperable de los

fundidores que divide a unos y otros y les impide verse. Quien se sitúe sobre

ella se habrá colocado en la cumbre de la industria ejerciendo un dominio que

va desde la bocamina hasta la Bolsa de metales.

1911 es el año clave para la minería boliviana- Ese año una fundición inglesa

hizo variar el destino de un mineral y el de un pueblo. Los que acordaron el

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negocio no debieron pensar que las consecuencias de su acto seguirían siendo

determinantes media centuria más tarde. En 1911 fue trasladada una planta

fundidora de Cornwall a Liverpool para tratar concentrados bolivianos que

eran descargados en ese puerto. Este es el antecedente inmediato del hecho

más importante en la historia de la minería boliviana hasta 1952: el paso de

Williams Harvey al imperio de Patiño en 1929. Ese año Patiño adquirió la

fundición inglesa por 1.332.000 libras esterlinas.

Corrían los años precedentes a la Primera Guerra Mundial. Patiño ya era

conocido en los círculos de negocios. Su nombre está asociado al estaño y los

que sabían lo que esto significaba buscaron alianzas y contactos con el minero

boliviano. Todos los años aumentaba e1 consumo y subían los precios. Patiño

podría ser un buen socio para cualquier círculo financiero. Residía entonces

en Hamburgo y sus minerales eran tratados por la fundición alemana de

Zinnwerke-Wilhernsburg con la que entró en negociaciones para comprarla.

Posiblemente la proximidad de la guerra y la amenaza de bloqueo del

continente por la marina británica, le ayudaron a vencer sus simpatías

germanas e iniciar negociaciones con los ingleses. Williams Harvey and Co.

Ltd. de Liverpool, opuso inicial-mente resistencia a ser comprada, pero tuvo

que ceder cuando Patiño amenazó con instalar su propia fundición en la Isla

con la que absorbería la producción boliviana y parte de la asiática. Así se hizo

de un tercio de las acciones de Williams Harvey y luego de otro tercio con la

norteamericana National Lead Co. Algún tiempo después para reforzar sus

posiciones en el campo de la refinación, organizó la Consolidated Tin Smelters

con un capital de 3 millones de libras esterlinas a la cual se subordinó

Williams Harvey y los intereses que había empezado a adquirir en la fundición

malaya.

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Conocimos Williams Harvey a fines del año 1963 (14). El encuentro con sus

directivos se inicio en una pequeña y vetusta oficina, cosa por lo demás

normal en un país como Inglaterra en el que las apariencias no interesan.

Pasadas las presentaciones y las frases impuestas por la cortesía, nuestros

anfitriones nos brindaron una explicación informativa sobre la planta. Luego

iniciamos el recorrido por las instalaciones. Ingresamos en la sección donde se

encuentran los seis hornos con los que se cubre una capacidad de 50 mil

toneladas anuales. Vimos el trabajo y la forma del vaciado del reluciente metal

en las lingoteras. Allí nos dijeron que el estaño boliviano para un mejor rendi-

miento tenía que ser mezclado con el nigeriano o malayo. No era siempre fácil

seguir la explicación por las referencias técnicas pero teníamos la impresión de

estar presenciando una tarea sin duda muy complicada.

Cuando uno visita una fundición se sorprende por lo que supone suciedad y

desorden debidos al descuido; hay escorias en el piso y otros deshechos que

caen de los hornos. Es una impresión falsa porque nada está fuera de lugar y

hasta lo que parece basura forma parte de un trabajo escrupulosamente

realizado. En Williams Harvey esa impresión de desaliño es mayor porque los

hornos, los equipos, paredes, tuberías y cuanto hay está recubierto por una

pátina negrusca y por oxidaciones producidas por el tiempo.

Continuaba la explicación. “Para eliminar el plomo y antimonio, hay que pasar

el material de este al otro horno” porque el metal continuaba conteniendo

impurezas, luego se seguía con el hierro o arsénico.

Cuando pensamos haber llegado al fin, puesto que se veía cantidad de

relucientes lingotes apilados, nos dijeron que el proceso no había acabado. Nos

14 Invitado a visitar Inglaterra por el gobierno de dicho país en una delegación integrada también por dirigentes sindicales, el autor del presente libro conoció la fundición Williams Harvey. (N. del E.)

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encontrábamos junto a una mesa circular que giraba lentamente, en cuyos

extremos estaban fijas las lingoteras que e1 obrero las iba llenando una por

una con un chorrito de estaño liquido. Luego colocaba un sello que decía

“Smelters Tui”, el mismo que vimos en los lingotes apilados. Cuando pre-

guntamos si el proceso había terminado en el vaciado de las lingoteras, los de

Williams Harvey cometieron una indiscreción por exagerados: nos dijeron que

los lingotes debían ser nuevamente fundidos. Posiblemente era otro truco para

visitantes más curiosos que informados, un tanto burdo y descuidado, que se

lo lanzaba, aparentemente, sin importar la presencia de los lingotes ya

acabados.

Visitamos los laboratorios y hablamos con varios técnicos. Uno de ellos, en

medio de vapores y olores, ensayaba procedimientos para la recuperación

pirometalúrgica En otra pequeña habitación encontramos modelos reducidos

para la separación mecánica de las partículas de hierro. Era una especie de

juguete, lo mismo que unas diminutas mesas vibratorias que cuando

funcionaban daban una idea exacta del proceso. El técnico experimentaba con

la separación magnética aplicable a ciertos concentrados bolivianos que

contienen hierro y consideraba que el procedimiento era barato: para tratar

cinco mil toneladas de mineral bastaba una pequeña planta cuyo costo seria

de unos 15 mil dólares.

Estos hombres conocen los secretos del estaño boliviano y seguramente es lo

más valioso que posee Williams Harvey. Entre ellos se encuentran autoridades

mundiales como el señor Harris, uno de los técnicos más capaces en ingenios

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y procesos de concentración. Conoce tanto los ingenios bolivianos como el

jardín de su casa (15)

La visita acabó en los depósitos de recepción y despacho. Allí los lingotes se

colocaban en pulcras cajitas de madera lo que hacía pensar que eh estaño era

un aristócrata entre los metales, casi un metal precioso, como comentó un

personero de la fundición. Era un “Grado A” de altísima pureza.

En los depósitos encontramos los familiares sacos metaleros con su gran

escudo boliviano en negro. No vimos concentrados de otra procedencia.

En este mismo depósito, varios años antes, un funcionario de la Embajada de

Bolivia en Londres se llevó una menuda sorpresa cuando efectuaba una visita

a la fundición. Encontró cajas de embarque en las que el destinatario era el

gobierno soviético. Preguntó si realmente Williams Harvey vendía a ha Unión

Soviética y le respondieron que era uno de los viejos clientes de la firma. En

los mismos momentos en Bolivia la opinión pública alentaba la esperanza de

establecer relaciones comerciales con los soviéticos que, según se afirmaba,

podrían pagar precios mejores por el estaño boliviano. Desde luego que estas

tentativas fueron descartadas como izquierdistas y antieconómicas. Por lo

demás, los norteamericanos no habrían permitido por razones de “principios”

que Bolivia se vincule comercialmente con el bloque socialista. El único que

disentía calladamente era el señor Patiño para quien los negocios nada tenían

que ver con sus opiniones políticas. De esto resulta que Williams Harvey tenía

15 Henry Harris, ingeniero metalurgista del más alto nivel en la fundición Willams Harvey. Actualmente se encuentra cmi Bolivia ocupando la dirección del Instituto Minero Metalúrgico en Oruro, por designación conjunta de Naciones Unidas y el gobierno nacional. A él se le ha confiado la investigación do los procesos de volatilización y fundición. (Ñ. del E.)

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mucha más autonomía que el propio Estado boliviano dueño del estaño desde

1952.

Los ingleses están realizando considerables esfuerzos para modernizar su

industria. Plantas siderúrgicas como “Steward and Lloyd” en las que

unos pocos obreros operan el gigantesco equipo de laminado, o empresas

como la “Dunlop” que han tirado prácticamente centenares de máquinas de

hilandería y tejidos, dan idea de la dura pelea que se libra para modernizar

una industria que lentamente fue quedándose atrás antes de la segunda

Guerra Mundial. El Mercado Común y los japoneses representan la amenaza

mayor.

Los británicos deben elevar el rendimiento por hombre de modo que los

artículos producidos en la Isla no sean excluidos de los mercados. Inglaterra

dispuesta a no perder la batalla, de seguro que saldrá victoriosa. Tiene dinero,

experiencia y una admirable disposición de ánimo para las empresas difíciles.

Si es conservadora y lenta en ciertas transformaciones, desconfiada con todo

lo que no ha experimentado en largo tiempo, procede con audacia en lo

tocante a su desarrollo económico.

Pero cuando se visita Williams Harvey, surgen las dudas; parece uno

retroceder al siglo pasado- La planta sin duda no es técnicamente anticuada,

pero es cuestión de apariencia. Hay en ella algo victoriano. Quien visite

“Steward” encontrará diferencias deprimente5~ no solamente en tamaño, como

es lógico, sino en el aspecto. Hay talleres en los que podrían instalarse dos

campos de fútbol y todo posee un tamaño y una sonoridad impresionantes. Es

la viva imagen del presente con su fragor y fuerza. Un funcionario de Foreign

Office ya nos había advertido contra las sorpresas desagradables que podrían

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resultar de una visita a Williams Harvey. Lo que no pudimos evitar fue caer en

el absurdo de comparar el acero con el estaño. Williams Harvey con sus

50.000 toneladas de capacidad anual, es una de las fundiciones más grandes

del mundo y con esa apariencia un tanto de cacharro, opera un mineral

infinitamente más valioso que el hierro y el carbón con procesos metalúrgicos

frente a los cuales los del acero son juego de niños.

Nuestros anfitriones nos despidieron con un almuerzo servido en uno de los

mejores hoteles de Liverpool. La reunión era cordial y dejaron traslucir una

leve nota nostálgica cuando se habló de Bolivia porque estos ingleses en cierto

modo eran parte de ella. Uno de ellos que había vivido varios años en el país

como funcionario de Bolivian Railway, hacía preguntas sobre amigos

comunes- Pero en materia de negocios se portaron rígidamente. Según ellos la

fundición en Bolivia era antieconómica. También opinaron negativamente

sobre Wa- Chang, adversario contra eh que tuvieron palabras duras cuando se

mencionó el contrato que autorizaba la venta de 5 mil toneladas de

concentrados con destino a la fundición de Texas. Dijeron que era un

aventurero, que los bolivianos no debíamos correr el riesgo de comprometer

nuestro estaño. Aquí se advertía eh punto más sensible de la competencia.

La visión que se nos expuso sobre la fundieron nacional era estrecha.: no

convenía técnica ni económicamente a Bolivia eh tratamiento local de sus

concentrados. Se enfatizaba la necesidad de mejorar el proceso de

concentración porque elevando la recuperación en los ingenios del país,

aumentarían los ingresos.

Tratando de demostrar la inevitabilidad del establecimiento de plantas en

Bolivia, mencionamos que era el único gran productor en el mundo que no

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fundía sus minerales mientras que todos los demás lo hacían. Nigeria, por

ejemplo, no hacía más de un año que habla puesto en operación una planta

construida precisamente por técnicos de Williams Harvey. En cambio la

actitud hacia Bolivia, expresamos nos parecía poco realista, tanto más cuanto

no se podía perder de vista que el “peso específico” de los intereses extranjeros

en Bolivia era norteamericano, lo que hacia suponer que las 5 mil toneladas

destinad-as a Wa-Chang serían, eventualmente, sólo la primera cuota de otras

que podían ir ampliándose hasta dejar a los británicos sin estaño boliviano.

¿Por qué los británicos no se adelantaban proponiendo una fórmula que per-

mita establecer la fundición en Bolivia y encontrar un punto de contacto entre

los intereses bolivianos y británicos?

La sugestión no fue absuelta, lo sería pocos días más tarde, en otro nivel. Los

directivos de Williams Harvey, así lo comprendimos, no tenían facultades para

tratar determinados asuntos; la propia estrechez de sus puntos de vista

revelaban la limitación.

Unos días después establecimos relación con el señor Chiffor Waite, director

de Williams Harvey, de Consohidated Tin Smehters y de otras compañías

dedicadas al estaño. Viendo en la calle ah señor Waite podría uno elegirlo

entre centenares como representativo de los altos negocios británicos. Su

cabellera blanca, su ropa oscura, la expresión un tanto severa de su rostro, la

mirada penetrante le confieren tanta dignidad domo la que debe poseer un

representante de Su Majestad un tanto entrado en años o un hombre de

negocios que se desempeña en la cumbre de las finanzas británicas.

Este era el “viejo Waite” caballeroso y astuto. En Bolivia peleó en defensa de

Williams Harvey, y aún enfrentando fuerzas poderosas como las que movieron

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los agentes de Wa-Chang logró resultados favorables sin que, empero, pudiera

evitar que los norteamericanos se llevaran una parte del botín. Su nombre,

como el de media docena de británicos más, representa el negocio del estaño y

en este caso, el de Patiño. Eh señor Waite está ubicado en el centro de muchas

combinaciones, acuerdos, círculos de ese abigarrado conjunto como se ofrecen

a ha vista del observador los intereses del estaño. Para él y sus colegas los

negocios son mucho más sencillos. Todo está racionalmente ordenado, en ha

industria no se permiten intrusos, pues dígase lo que se diga el estaño es un

solo negocio mundial ah que los norteamericanos llaman con despecho “british

bussines”.

La conversación con Waite y sus tajantes respuestas expresan una franqueza

que no da lugar a equívocos.

—Lo que los bolivianos no comprendemos es por qué Williams Harvey no se

propone instalar hornos de fundición como lo ha hecho en Nigeria.

Waite: “Hemos propuesto a su gobierno ha instalación de hornos en

Bolivia”.

—¿Cuál es el valor de Williams Harvey actualmente?

Waite: “De 7 a 8 millones de dólares”.

—¿Cuánto costaría ha instalación de plantas en Bolivia?

Waite: “Algo más de 8 millones de dólares”.

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—¿Y la planta operaría en condiciones económicas?

Waite: “Si nosotros invertimos dinero es para ganar”.

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CAPITULO VI

LOS DISTINTIVOS DEL OCUPANTE

Los norteamericanos utilizaron a los militares sin que por ello hubieran

resuelto el problema del poder. Tuvieron que recurrir a ha masacre. Una vez,

dos, tres veces. En mayo se los ve intervenir claramente; en San Juan no

participan: el gobierno de Barrientos es el único responsable. El ejército

nacional va asimilándose así al papel de la legión romana, sin ha dignidad del

patriciado ni la ambición del imperio. ¡Y hasta toma los distintivos del

ocupante! Eh uniforme de boina verde que Barrientos vistió en mayo es más

elocuente que ha presencia de Henderson en el palacio. Este general -de

aviación que como se dijera alguna vez de Kao Ky ha confundido el país con

un aeródromo, presenta el punto más bajo en la historia del ejército. Curioso

vientre el de esta institución que en media -centuria sólo ha concebido un

Busch y un Villarroel, mientras estremece en fecundidad con los Peñaranda y

los Ovidio Quiroga. Hay pecados que desde el fondo de la historia siguen

condenando. El golpe de estado contra Salamanca, en plena guerra

internacional y cuando visitaba a los militares en el frente, impresiona por ese

feroz desprecio contra un país y sus instituciones. Busch y Villarroel murieron

abandonados por sus camaradas. La rosca colgó eh cuerpo de Villarroel en un

poste de alumbrado, pero sus camaradas de armas no hicieron nada para

impedirlo. Estaban en sus cuarteles salvando su institución. Pero el 9 de abril,

salieron de ellos y encontraron al pueblo en las calles:

¿Estaban también salvando su institución? Si se puede sostener que ni la idea

más grande merece el sacrificio de una vida, no hay institución que merezca

sobrevivir ah precio de envilecer a un pueblo.

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Como puede suponerse, el proceso de americanización de las Fuerzas

Armadas de Bolivia lo abarca todo. Hay instructores y profesores prácti-

camente en todos los organismos. Esta nueva influencia se hace notar aún en

cosas más sutiles que el abandono del uniforme tradicional o ha forma de

hacer el saludo. Hace poco la prensa anuncio que el último curso de alumnos

del Colegio Militar viajaba a Panamá para concluir allí sus estudios en una

permanencia de año y medio. Hay en este hecho algo muy claro. Si se trata de

la instrucción militar propiamente dicha podría dársela en La Paz, aún a cargo

de especialistas militares. Un año y medio en Panamá para muchachos de

clase media sin otra formación que un vago sentido de casta y un patriotismo

abstracto, es suficiente para hacer de ellos miembros aptos de una fuerza su-

pranacional, mercenaria, donde la frontera real haya sido substituida por la

ideología y el mando propio por eh del Pentágono.

Es evidente que los norteamericanos impusieron a Barrientos. No lo hicieron

mediante úkase ni golpeando la mesa: fue un proceso largo que empezó con

las escuelitas de Acción Andina, consentido por el MNR y más o menos

dirigido desde Panamá. Pero fue eficaz porque hizo del Presidente un Boina

Verde y de un Boina Verde hizo un Presidente. ¿Por qué no resistieron los mili-

tares? Incapaces ya de sustraerse a los compromisos, pudieron al menos

esperar una representación más decorosa. El hecho más significativo esta en

esa resignación ah haber aceptado la jefatura de un hombre que sorprende por

sus fijaciones infantiles, cuyos conflictos parecen derivar de sentimientos de

inferioridad a los que debe su histrionismo ingenuo y monótono. Y toda esta

insuficiencia desventurada y gris, es la que da la tónica nacional cuya mayor

miseria se transparenta en el lenguaje oficial con el balbuceo de los discursos

presidencia les repetidos con una maniática obstinación. Así otra vez se

confirma que en las grandes caídas de los pueblos el saqueo colonial eleva a

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Réquiem para una República 72 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

los niveles de poder a los segmentos de la sociedad más débiles y atrasados

ideológicamente. En la misma instancia se han dado el desquiciamiento

material del país y un tenebroso empobrecimiento cultural, una especie de

imbecilización colectiva. Sin una vieja oligarquía, ausente una sólida

burguesía nacional, con capas medias confusas y desmoralizadas, los

norteamericanos tratan de resolver el problema del poder imponiendo una

dinámica a partir del “ejército-partido”. El ejército boliviano como otros de

América Latina, es el partido que arma y paga la nación contra sí misma. La

ambición de los norteamericanos en eh fondo es grande: pretenden hacer un

país prescindiendo de todos los componentes genuinos para formar un país-

Es que, naturalmente, trátese de ideas, hombres o instituciones, todo lo que es

boliviano, no armoniza con sus planes. ¿Cómo ganar a los mineros para

“Alianza para el Progreso”?

En una situación crítica los militares han perdido su batalla frente a ha

historia porque si la política norteamericana nos convierte en un nuevo Puerto

Rico, el modelo ideal para Latinoamérica, no tendrán que desempeñar otras

funciones que las de policía; pero si fracasa, y esta es la posibilidad cierta, el

fracaso norteamericano será cargado en la cuenta del ejército. De esto resulta

que los militares, que como es natural cuidan su institución, han hecho más

que sus enemigos para destruirla. Ciegos a la realidad, ignoran eh origen de

su tragedia. El monótono presidente no es más que ha expresión del

hundimiento. No obstante es admisible la posibilidad de una variante si los

militares nacionalistas desplazan a la camarilla comprometida con el

Pentágono. Desde luego, la condición previa es que tal desplazamiento sea

respaldado por un movimiento popular.

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Réquiem para una República 73 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

El fracaso del general Barrientos y lo que representa como gobierno,

orientación política y estructura de poder, es ante todo el fracaso de la

oligarquía (lo que queda de ella y lo que tiende a convertirse en ella). Su

pensamiento, su política aunque no sus hombres más representativos, se ins-

talaron en eh gobierno en Noviembre de 1964. Lo hicieron en la persona de

militares que socialmente no provienen del vivero oligárquico. La oficialidad

boliviana, a diferencia de la Argentina o peruana, no ha nutrido sus filas con

hijos de la élite; proviene de la clase media urbana, de posibilidades modestas,

y aún de la provincia, como es el caso del mismo Barrientos. No de otro modo

se explican Busch y Villarroel y los militares nacionalistas actualmente

expulsados. Por cierto que no basta el origen social: Busch y Villarroel serian

incomprensibles sin eh intenso movimiento popular que los acompañó. La

extracción social no es nada más que un factor ambiguo que frecuentemente

juega un rol negativo al trasladar por ejemplo, a los planos de ha relación con

los norteamericanos y a ha misma política internacional, esa timidez y falta de

orgullo nacional que caracteriza a las capas medias bolivianas. Se encontrarán

por eso gestos más dignos en un militar oligarca de Chile o del Brasil que en el

tímido sujeto que llega a Irpavi (16) buscando mejorar su status social.

Barrientos es el fracaso de ha institución ya dividida, confusa y estrujada por

sus contradicciones, que repercute y cobra significación más precisa porque se

produce en el interior de un fracaso mayor: eh de la oligarquía a partir de

Noviembre.

¿Por qué fracasó? Los hechos están a la vista. No hay nada en el país que no

esté en descomposición y crisis. Mírese en cualquier dirección y se encontrará

que en las condiciones actuales, ningún problema boliviano puede resolverse-

16 Irpavi, zona de la ciudad de La Paz, donde se encuentra ubicado el Colegio Militar (N. Del E.)

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Hay una incapacidad radical que es la expresión de la impotencia del sistema

mismo. En la educación, la industria, ha minería o la balanza de pagos, no im-

porta el campo, las perspectivas son has mismas.

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CAPITULO VII

“EL SISTEMA DE MAYO”

En 1962 la cotización promedio de la libra de estaño fue de 1.12 dólares, en

1963 se mantuvo al mismo nivel, pero en 1964 empezó el alza: 1.50 y en 1965,

1.67. En este momento cayó el gobierno del Movimiento Nacionalista

Revolucionario y los acaparadores empezaron el asalto de concesiones

mineras. Los ex-propietarios de las minas enviaron sus agentes para husmear

en los medios oficiales y los norteamericanos, ubicados en diversos

organismos, dentro y fuera del gobierno, iniciaron el ataque frontal contra las

últimas posiciones de la minería nacional. La historia enseña que por débiles

que sean las defensas cuando al enemigo se lo tiene al frente, es posible

rechazarlo, pero desde la antigüedad homérica no ha sido posible vencerlo

cuando está incrustado en la propia casa. Esta es la experiencia de Bolivia.

En lo sustancial, en noviembre se intensificó la invasión externa apoyada por

aliados internos. Su núcleo vital está formado por 27 empresas mineras de las

consideradas “medianas” 14 de las cuales se dedican al estallo. Entre las más

importantes pueden citarse a “Grace”, “Cerro Grande”, “Bolivian Tin

Corporation”, “Fabulosa Mines”. Grate con gran apetito se comió “Tihua

Mines”, “Avicaya”, “Totoral” y otras minas. Desde principios de 1965 tiene

socios multimillonarios: concluyó un acuerdo con Chase Manhattan Bank, Lo-

ckheed Co. y U.S. Steel Co. para invertir 6.2 millones de dólares en Avicaya y

otros yacimientos. “Cerro Grande”, una compañía chilena, fue reforzada por

los de la Corporación Minera de Bolivia que posee suficiente información para

organizar un próspero negocio y presumir de aristocracia técnica, pues sus

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directivos de la filial boliviana son todos ex-gerentes de la Corporación Minera

de Bolivia.

El negocio es más que bueno. Pasó la alarma causada por los norteamericanos

cuando anunciaron que venderían su reserva para detener el alza de precios.

La presión del consumo es grande, el precio se mantendrá por mucho tiempo

bordeando los Sus. 1.50 la libra con tendencia a subir. Explotando estaño

siempre se gana mucho dinero, pero este es uno de los mejores momentos.

(Años 1965 y 66 N. del E.)

Los “medianos”, politiqueros y Comerciantes hábiles, llevan un nombre que

dice poco respecto a su tamaño si consideramos que “International Minning”

en tanto “Grace”, es tan grande como la Corporación Minera de Bolivia y los

nuevos medianos que van apareciendo al impulso de los precios altos, vienen

apadrinados por el capital norteamericano. La tendencia dominante es que su

producción irá aumentando mientras disminuye el tonelaje del sector fiscal y

se estanca el de la minería pequeña. Los 27 medianos producen ya más que

los 1400 pequeños. “Emusa” produce más antimonio que todo el país; “Grace”

controla el 60 por ciento del wolfram. Ni precios altos por las minas ni

impuestos elevados, es el primer objetivo de su estrategia invasora. Se

protegen contra el optimismo que podría derivar el alza del estaño,

difundiendo propaganda agorera, dicen que los sustitutos constituyen una

grave amenaza.

Si el estaño llegara a ser eliminado serían en los Estados Unidos, envases de

cerveza afectadas tres mil toneladas, ciertamente una gota en el enorme

consumo norteamericano también en que no hay estaño suficiente para

instalar una fundición en Bolivia y sin pérdida de tiempo se dedican a comprar

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minas Si hay peligro de los sustitutos ¿por qué la habilísima “Grace” se

apresura a invertir 6.2 millones de dólares “Fabulosa” gasta un millón en

ampliar su explotación?.

Hay fiebre de peticiones mineras y los norteamericanos van a la cabeza con

varios grupos de reciente formación. Toman cuanto pueden pero de momento

lo más tentador está en Turquí, Lípez y Matilde y en las “colas” y desmontes.

El grupo encabezado por Jorge Lavadenz ha demostrado preferencias por Lípez

consiguiendo el levantamiento de la reserva fiscal en una región que, además

de ser una de las más mineralizadas del país por varios motivos para la

aplicación de una política de desarrollo regional bajo control directo del

Estado.

Se movieron influencias poderosas. Los expertos de USAID se pronunciaron

por la medida, rondaban cerca del negocio. También Roberto Arce, desde su

condición de experto de las Naciones Unidas, acudió en ayuda de sus amigos.

No era para menos. Forman parte del grupo Lavadenz, entre otros, Rolando

Kempf Mercado, el norteamericano Sykes que es promotor de empresas y el

Ingeniero Subzysky, un geólogo que realizó estudios para la Corporación

Minera de Bolivia precisamente en Lipes (varias empresas de reciente

organización están integradas por ex-funcionarios de la Corporación Minera de

Bolivia, algunos de los cuales como Subzysky, lucen condecoraciones del

Estado). Los amigos de Roberto Arce hacen pensar en una comisión

democrática del Partido Social Demócrata al haberse distribuido limpiamente

Lípez y Turqui (17).

17 De este partido —Partido Social Demócrata — dijo un dirigente despectivamente que era un “taxi-partido” porque todos sus integrantes cabían en un taxi. A pesar de su pequeñez tienen influencia. Alienta, la secreta

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La medida fue tomada en las memorables reuniones del 5 y 6 de mayo de

1965; los decretos se fecharon el 7. Estuvieron presentes en el Palacio de

Gobierno, además de los representantes de la minería, Henderson, Soux y

Roberto Arce. Se aprobaron tres decretos: poniendo en vigencia el nuevo

Código de Minería, el referente al articulo 201 del Código que dispone la libre

comercialización, y el relacionado con la reserva- Desde esta última se dijo que

es perjudicial para la economía del país” y se la derogaba para Nor y Sud Lípez

reduciéndose además de 10 a 5 kilómetros las áreas reservadas que rodean las

concesiones de la Corporación Minera de Bolivia.

Producido el levantamiento de la reserva, los ahogados estaban listos: se

lanzaron como en carrera de caballos.

En Turqui ocurrió algo parecido. Este distrito ubicado en la provincia Fijas del

departamento de Potosí, es rico en estaño y bismuto. El bismuto tiene una

magnifica cotización y los yacimientos descubiertos de ley alta)

esperanza de encontrarse un día convertido en legatarios del poder de la vieja “rosca” minera, pero es la aspiración del sirviente leal que imita los gestos del amo desaparecido. En este sentido el destino de los PSD está disminuido. En un tiempo casi todo ellos eran gerentes y abogados cesantes. Ya han logrado colocarse. Sus empleadores ac-tuales, yanquis, o empresas mineras recién llegadas, no tienen la apostura ni la magnificencia del viejo acre, su tosquedad y tacañería hiere la sensibilidad del PSR. René Ballivián Calderón, hombre de confianza de Aramayo, es Gerente del Banco Industrial y Asesor Económico de la Presidencia de la República (cl Banco Industrial ha sido organizado con dinero norteamericano); Rolando Kempf Mercado, socio de Jorge Lavadenz, está vinculado a negocios petroleros privados y en particular a Gulf. Roberto Arce, funcionario de Naciones Unidas en Nueva York, no deja de tener contactos con varios negocios mineros en Bolivia. y ha utilizado su influencia en Naciones Unidas en servicio de ellos. Luis Soux es abogado asesor del grupo de expertos en minería de USAID/B; ha intervenido prácticamente en todo; levantamiento de la reserva fiscal de Lípez y Turquí, dictación de nuevo Código de Minería, adopción de la nueva escala de regalías, negociación del crédito norteamericano al Banco Minero de Bolivia, etc. Mario Estensoro, el delicado artista del Partido Social Demócrata también se cobija en el Banco Industrial y cumple recados de Aramayo y Patiño. El bufete de Luis Adolfo Siles, actual Vicepresidente de la República, atendía asuntos de las empresas petroleras (N. Del A.).

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Geólogos de Naciones Unidas a petición del gobierno de Bolivia estuvieron

estudiando la reserva mineralógica de la zona. El gobierno cometió el error de

no declarar la reserva fiscal cuando se iniciaba el trabajo. Los cazadores de

minas como huellas de los geólogos perdigueros husmearon las huellas de los

geólogos lamentando que no fueran americanos.

Alguna información se filtró y antes que concluyeran los trabajos, los

peticionarios se apiñaban en la Superintendencia de Minas de Potosí. La fa-

milia Soux, tomando la delantera, formuló ocho peticiones con las que cubría

un área enorme. Felizmente un incidente vino a abrir los ojos al gobierno. Los

descendientes de un minero apellidado Mamani, recibieron la oferta del señor

Díaz Rivero para e1 arrendamiento de la mina con opción a venta por 20.000

dólares. El contrato se firmó pero luego apareció “Grace” que de golpe ofreció

200 mil dólares. El representante de la familia Mamani, alarmado, se trasladó

a La Paz y pidió hablar con el general Ovando a quien propuso que su mina

pasara a propiedad de la Corporación Minera de Bolivia. El geólogo de

Naciones Unidas, Henry Mayer, expreso a su vez que el trabajo que estaba

realizando, regulado por el convenio de Bolivia y Naciones Unidas, debía

beneficiar al país y no a especuladores. El gobierno, pese a la presión de la

prensa pagada, dictó la reserva fiscal sobre un área de 120 kilómetros

cuadrados. Oficialmente se explicó que se deseaba “evitar que los “caza minas”

que van detrás de los técnicos de las Naciones Unidas solicitando datos, o

procurando informes clandestinamente del resultado de las exploraciones,

sorprendan con sus peticiones indiscriminadas o traten de adquirir el

yacimiento de un minero chico que desconoce su valor real.-.” (18).

18 Comunicado del Ministerio dc Minas, 22 de enero dc 1966.

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Sin la reserva fiscal se iba a producir un saqueo. No se tenía idea cabal de la

importancia de la zona ni de la política a seguir. La prensa censuró la medida

y acusó al gobierno de impedir el desarrollo de la minería. “¡Pobres mineros!”

fue el encabezamiento de un diario que no especificó si se condolía por los

pequeños como Mamani que estaban a punto de- ser saqueados o por los tibu-

rones como “Grace”.

La lucha en torno a Turqui no ha concluido. Los expertos de Naciones Unidas

aconsejaron continuar su trabajo, pasando de la geología a las obras de

predesarrollo Con este fin el Sr. Mayer propuso a Naciones Unidas la

asignación de fondos para continuar el programa. Se habría concedido el

dinero si no intervenía Roberto Arce que dijo oponerse al proyecto si Turqui no

se asignaba a la explotación privada. En la comisión el delegado francés votó a

favor de la asignación pero no fue suficiente, la proposición de Mayer fracaso

por la oposición de Arce.

La gula de los medianos es insaciable. Si momentáneamente perdieron Turqui,

en cambio consiguieron Lipes, zona más rica y extensa.

Además de Lipes y Turqui, el asalto también se produce en el Banco Minero, y

“Matilde” y muchas otras minas de la Corporación Minera de Bolivia.

“Matilde” era una de las mas estimables posesiones del grupo H0chschild el

minero sentía crecer su orgullo al saberse dueño de un yacimiento realmente

importante. Invirtió dos millones de dólares en trabajos de exploración y

desarrollo. Cuando el yacimiento paso a la Corporación) Minera de Bolivia se

pensó en explotarlo por gestión directa, pero las dificultades con las grandes

minas de estaño, la falta de dinero y las dudas sobre la propia capacidad

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inclinareis la decisión por la explotación privada. Con esa extraordinaria

lentitud de movimientos del Estado, se preparó un proyecto de ley para el

arrendamiento del grupo. El frondoso contenido omitió justamente el único

punto importante: la refinación del mineral. La intervención de la Presidencia

de la República en las tratativas que se llevaban a efecto con un consorcio

japonés determinó la inclusión de la cláusula relativa a la refinación.

Cuando tuvo lugar nueva licitación después de noviembre, se presentaron tres

proponentes que coincidieron en desentenderse de la refinación, tampoco se

les había pedido expresamente que se pronunciaran sobre ella.

La suspicacia con que la opinión pública vio esta operación, obligó al gobierno

a revisar las bases del llamamiento. Se anunció oficialmente que para definir

la cuestión se efectuarían consultas. El Cnl. Lechín, recordando seguramente

su infortunada actuación en el contrato de “colas” y desmontes, prefirió la

prudencia. Declaró a la prensa que las negociaciones con las firmas

interesadas se desenvolvieron en un “alto nivel moral” y recalcó haber pedido

la intervención de los “ingenieros mineros y grupos selectos y representativos

del país, para que los debates en nivel de gobierno sean democráticos y la

adjudicación justa” (Presencia, 20-V-66). Lo raro es que el cuidadoso coronel

hubiese olvidado invitar precisamente a los ingenieros bolivianos de la

Corporación Minera de Bolivia a dos de los cuales destituyó días después “por

indisciplina”, como dijo él mismo, sintiéndose sin duda todavía comandante de

la Quinta División, porque observaron que las gerencias de la empresa estaban

cubiertas por personal extranjero incompetente. Aquellos dejaron constancia

de eximirse de toda responsabilidad en la adjudicación de “Matilde” por no

haber sido consultados.

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Los “grupos selectos y representativos” de Lechín, resultaron ser Pedro España

de “Tennant”, Carlos Alberto Echazú de “International Minniumg” (Grace),

José Héctor Sanjinés de “Fabulosa”, a quienes confiaron la redacción de la

cláusula referente a la refinación lo que era tanto como entregar la cerradura

al ladrón. Con lenguaje cuidado, vaporoso, confundieron refinación con fundi-

ción (19). Un pequeño detalle a cualquiera se le escapa. La exportación del zinc

electrolítico significaría para el país por lo menos un valor tres veces mayor

que la exportación de concentrados.

Los medianos lanzados en una carrera espectacular, representan

esencialmente intereses extranjeros. Su apetito es contagioso. Se organizan

nuevas compañías que fácilmente encuentran respaldo financiero. En la

avalancha destacan su fuerza tres o cuatro grupos de rescatadores Entre los

advenedizos y éstos hay varios nexos. Los nuevos recién llegados y los

medianos tradicionales como “Grace” y “Fabulosa”, tienen relaciones y una es-

pecie de frente unido que se mantiene operante mientras no disputen la

misma presa. Disponen de abogados y gestores, gerentes y ex-gerentes de la

minería nacionalizada y funcionarios de Estado que se mueven solícitos en

USAID, Corporación Minera de Bolivia, Banco Minero, la prensa y, por lo que

toca a Roberto Arce, basta en Naciones Unidas. Por lo demás no les falta

dinero. Los norteamericanos que impusieron a golpes el 12 por ciento para los

préstamos del Banco Minero a los productores pequeños, se muestran con

ellos verdaderamente generosos. Por su dinero cobran intereses mucho más

19 La refinería de zinc tiene las siguientes etapas: concentración, testación, lixiviación, electrósis; el punto final es el zinc electrolítico que tiene alto precio dos o tres veces mayor que el minera1 fino. En cl mundo operan varias fundiciones de zinc para el tratamiento de cantidades pequeñas. Las grandes plantas son de refinación del tipo de la que está construyendo el Perú en Cerro de Paseo para complejos de zinc- En la refinería no se emplea carbón como reductor ni petróleo como combustible. El consumo de energía eléctrica es alto. (N. del A.)

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bajos: es la lógica americana. Si no son préstamos oficiales (BID, USAID, etc.)

son bancos o consorcios que buscan alianzas con productores locales. La

política norteamericana por fin parece haber descubierto su vía natural en el

fomento de la minería mediana, el eslabón que tiene toda la cadena.

Los intereses extranjeros no se conducen precisamente como una avalancha

de comerciantes enloquecidos que tiran el dinero a manos llenas. Avanzan

cautamente, siguiendo un plan más o menos coherente y es necesario

reconocer que esta prudencia está justificada por los resultados de conjunto,

pues no fueron necesarios más de dos años para comprometer seriamente la

existencia de la minería nacionalizada.

Los ex-grandes tienen papel aparte. Empezaron reapareciendo discretamente

después de noviembre. Aramayo, impulsivo como siempre, estuvo a punto de

estropear el trabajo de sus amigos. Uno de ellos, luego de entrevistarse con el

Gobierno, tuvo que viajar para convencerlo de que no era el momento para

retornar al país y que por los mismos motivos debía postergarse la reaparición

de “La Razón”. Se acordó un plan más lento y discreto. Los grandes mineros

comprendieron que la palabra “restauración”, lanzada en un momento de

estupidez y apuro, no debía adquirir demasiado pronto su desnudo

significado. Sus intereses serían mejor atendidos confiándolos al cuidado de

intermediarios hábiles, muchos de los cuales eran nuevos en el servicio de la

minería (20).

20 Este razonamiento es relativo dada la tosquedad política de Aramayo. Lo que se sabe es que la entrevista de un alto personero de gobierno con Aramayo en Paris, no fue del todo satisfactoria. El referido representante le anuncio que la devolución de Chajrahuasi era un gesto que el minero debía interpretar como expresión de buena voluntad de parte dcl gobierno Aramayo respondió como en sus mejores tiempos: estoy dispuesto a apoyar al gobierno si mc devuelven las minas. No es esta la respuesta textual pero el sentido que el magnate quiso dar a sus palabras es precisamente ése. (N. del A.)

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En septiembre de 1965, Aramayo envió a su sobrino John Germán Ribón

Aramayo con una misión delicada: exigir al gobierno veinte millones de dólares

por concepto de indemnización, diez de los cuales podían ser cancelados en

concesiones mineras. Los asesores del proponente fueron elegidos entre los

viejos amigos: René Ballivián Calderón y Héctor Ormachea Zalles, este último

estratega del 21 de Julio y consultor de los grandes negocios basta 1952. La

gestión se inició con éxito y el gobierno se avino a considerar la posibilidad de

llegar a un arreglo. Para empezar el resultado era bastante bueno. Ribón

Aramayo después de hablar con los militares, confié regocijado: “Paz

Estenssoro no volverá mas”.

Poco después de marcharse fue designado un nuevo gerente de la Corporación

Minera de Bolivia, el ingeniero Adamek, gerente de Quechisla en otro tiempo.

Una verdadera victoria para el magnate que vale tanto como si él mismo

estuviera instalado en el quinto piso de la Avenida Mariscal Santa Cruz. No

cabe duda que entre los grandes mineros, actualmente es él quien dispone de

las mejores “palancas”. Uno de sus representantes es René Ballivián Calderón.

Los amigos de Aramayo ya lucieron su primera demostración de lealtad con la

devolución de Chajrahuasi, una hacienda en Tupiza que estaba destinada a la

instalación de un hogar para huérfanos mineros.

Los acuerdos con el minero dan la apariencia de estar avanzados. En el viaje

que hizo el General Barrientos a la Argentina en la segunda quincena de

diciembre, una de sus actuaciones se mantuvo fuera del programa oficial. Fue

el almuerzo servido en el “Plaza Hotel” al que concurrieron solamente tres

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personas: Barrientos, John Germán Ribón Aramayo y Carlos Víctor Aramayo,

estos últimos llegados expresamente desde Paris para la entrevista.

Al minero le preocupan tres asuntos: el monto de la indemnización que

pretende cobrar al calor de la restauración, la reaparición de “La Razón” con la

que montaría el “staff” político de la nueva y la vieja rosca y el juicio que se

tramita contra él en la Suprema por contrabando de oro que lo tiene

legalmente perdido.

Sus amigos no se proponen conseguir dinero que el gobierno no tendría de

dónde sacar y buscan minas, les interesa especialmente las de bismuto.

Antenor Patiño, impaciente como Aramayo, fue el primero en realizar una

tentativa tan inoportuna que puso en dificultades al gobierno. Ofreció a los

militares un cheque de dos millones de dólares para la compra de armamento

mediante una gestión confidencial que la llevó a cabo uno de sus agentes; pero

los destinatarios del presente no picaron la carnada y un ministro denunció la

tentativa de soborno. Los patiñistas, sin desanimarse, aceptaron haber

cometido un error de cálculo y cambiaron la dirección de sus gestiones- En

septiembre de 1965, apareció en el país el secretario privado de Antenor

Patiño, Sr. Mario Navarro, que ofreció al presidente de la Corporación Minera

de Bolivia un crédito para la minería nacionalizada.

El grupo Patiño que con mucho signe siendo el más poderoso, tiene

reivindicaciones pendientes. La actual situación le satisface. —Lechín firmó un

nuevo convenio por cuatro años con Williams Harvey- sin que por ello se

sienta demasiado tranquilo puesto que la amenaza subsistirá mientras (ENAE)

continúe ampliando sus operaciones. El crecimiento inevitable de la fundición

nacional será la piel de zapa para los suministros de Williams Harvey.

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Hochschild ya no vive para refocilarse con el retorno, pero sus descendientes

—banqueros, inversionistas, especuladores y un hijo ingrato que lo mató con

una demanda judicial— (21) han planeado por él el reingreso de sus intereses.

Ahora Hochschild se llama SAMINCORP, con gerencia en Nueva York a la

cabeza de la cual se encuentra Paul Hirsh, el yerno. Sus agentes en Bolivia

agrupados en torno a Jorge Lavadenz (22) se mueven impetuosos; proyectan

comprar minas y ya tienen un grupo en Oruro y otro en Potosí. Los negocios

los han extendido; buscan alianzas e incursiones en el rescate como en el

pasado.

Los tres grandes mineros, otrora celosos de la competencia, hoy con el rostro

agrio, alientan la expansión de intereses privados con los que forman un frente

interno que ya es lo suficientemente poderoso como para barrer todo vestigio

nacionalista- No ignoran que con la liquidación de la gran minería en 1952, se

produjo un vacío de poder porque el lugar del sector desplazado no pudo ser

cubierto por una clase dirigente con firmes asideros económicos y encarrilada

en una perspectiva propia. Los gobiernos del Movimiento Nacionalista

Revolucionario constituyen la tentativa nacional más seria para la

organización de un poder popular por el activo rol de renovación social y

21 Gerardo fue un problema para su padre. En una oportunidad, cuando era jovenzuelo, Hochschild lo hizo venir desde Holanda para castigarlo en Machacamarca donde lo tuvo durante un mes corno obrero de planta. Dio órdenes estrictas para que no se le hiciera ninguna preferencia. Gerardo, hijo de un primer matrimonio, se volvió rencoroso; más tarde empezó a vengarse del viejo, impidiendo que viera a los nietos por los que sentía cario. Hochschild, ordinario, sucio, distraído y ególatra, según personas que lo conocieron, era un sentimental a su minería. Murió en un hotel de Paris cuando desayunaba ci’ cama y leía los periódicos; le falló el corazón: el día anterior había recibido la notificación judicial por la que Gerardo demandaba el pago de tres millones de dólares (N. del A.)

22 Jorge Lavadenz es titular dcl grupo COPER que representa a PARKER Drilliug (equipo petrolero), GULF y SAMINCORP (Hochscliild). Su historia tiene su lado penoso. Su nombre recuerda la creación de YFPB y la expulsión de la Standard Oil, pero el prefiere no hablar del pasado desde que se convirtió en gestor de intereses petroleros privados. Es cuestión de escrúpulos. Su fortuna actual contradice su pasado honorable. Le sucede lo que a ciertos hombres: no puede enorgullecerse por lo que fue ni sentir satisfacción por lo que es (N. del A.)

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ejercicio del gobierno que tuvieron los obreros y campesinos. El llamado

“cogobierno” es una de las expresiones de este fenómeno. Pero el vacío de po-

der tropezó a notarse en la medida en que el gobierno perdía su carácter

popular y por compensación, creaba una burocracia bajo las pautas ideo-

lógicas de la eficiencia desarrollista. La diferencia que jamás puede perderse

de vista con Noviembre, es que los gobiernos del MNR ante todo fueron

gobiernos nacionales.

La rosea minera ha sido, naturalmente, sensible a las posibilidades abiertas en

Noviembre y la respuesta que la une y organiza con una conciencia más lucida

que la que puede oponer el movimiento popular, es la formación acelerada de

una nueva “rosca”, es decir, la promoción de una oligarquía en ejercicio del

poder. Todos los desplazamientos de poder, de Noviembre adelante, no tienen

otro significado.

La invasión de los inversores.

Lo que importa distinguir es que la antigua gran minería y sus intereses

supervivientes, no constituyen actualmente la pieza maestra de la expansión

extranjera. Son un punto muy importante, pero no el único ni el que

monopoliza la iniciativa. Los harones del estaño murieron corno tales (como

una determinada estructura de poder inserta en un marco de condiciones

históricas dadas) en 1952- Su reaparición está mediatizada por competidores

vigorosos que traen el estilo agresivo de la empresa norteamericana. Si aún el

caso fuese el de la reinstalación de las tres grandes empresas, ya no serían las

cumbres solitarias en un país entregado a su dominio porque tendrían que

compartir su poder en una proporción muy grande con los recién, llegados.

Entre los antiguos y los nuevos intereses hay muchos puntos en común de los

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Réquiem para una República 88 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

que deriva una estrategia básica cuyo objetivo inmediato es la absorción de la

minería pequeña (en tanto actividad autónoma generadora del capitalismo

nacional) y la liquidación de la nacionalizada (en tanto fuerza económica del

Estado impulsora del desarrollo independiente)

La agresividad de la minería mediana, el volumen de sus inversiones, su

vinculación inmediata con el capital norteamericano y un dispositivo de

conexiones muy vastas, además de su condición básica que es la de crecer a

costa de la pequeña y de la nacionalizada, confieren a este sector la situación

de fuerza clave de la expansión extranjera. De modo que si se señala la

extranjerización de la minería, se desea significar, a) la pérdida del sentido

económico nacional de ha misma y b) la norteamericanización directa o

indirecta.

En consecuencia, la estrategia de la conquista se apoya esencialmente en Ion

medianos, el sector extranjero —y extranjerizable de la minería. La

Corporación Minera de Bolivia en lugar de mantener una firme alianza con la

minería pequeña, ha sido hostil a ella prefiriendo a los medianos. Dentro de

esta acción global, eh papel de los grandes mine’-os de antaño, lo desempeñan

hoy los norteamericanos. El objetivo es el mismo: el despojo por la

extranjerización.

La acción colonizadora se realiza mediante un movimiento envolvente desde la

Embajada Americana hasta ‘Grace”. En los hechos, los puntos de vista de

Grace, Gulf, South American Placers, Philips Brothers, moldean los de la

Embajada. La estrategia de la conquista para realizar-se necesita dispositivos

de fuerza los que en su compleja totalidad constituyen hoy el verdadero poder

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Réquiem para una República 89 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

en Bolivia. Entre estos y la minería del pasado hay una diferencia: la gran

minería era formalmente menos extranjera que el nuevo poder.

El escalonamiento de estos mecanismos, sus funciones específicas que

abarcan virtualmente todos los ámbitos de la vida nacional, devienen en una

estructura. En primer lugar está la Embajada, luego los grupos de expertos

situados en el flanco Minero, Corporación Minera de Bolivia (por ejemplo el

Grupo Asesor impuesto por los finan-dadores de la “Operación Triangular”),

etc., formados por extranjeros y entre los que se confunden los que trabajaron

para las grandes empresas. Continúan grupos más específicamente técnicos,

de geólogos, por ejemplo, que se desempeñan en varios organismos mineros

(aquí es necesario hacer notar que los geólogos alemanes de la Dirección

Nacional de Geología fueron echados por presión de los norteamericanos con

la complicidad de funcionarios bolivianos. Lo mismo ocurrió con eh grupo

asesor de Naciones Unidas en Planeamiento). Completando la acción de estos

núcleos, en lo que ya resulta ser una red estrecha, insertos en organismos

mineros y no mineros, siguen los controles financieros de USAID, BID o FMI.

La influencia norteamericana así reforzada, ampliada, versátil, presente en

una parroquia o en una gerencia bancaria, en un momento dado sale de sus

propios límites: de lo puramente boliviano, se acrecienta con el apoyo

doméstico. Es el caso del Banco de Crédito Industrial, organizado con dinero

americano, que es el nudo que entrelaza a agentes de la minería antigua y

nueva, a representantes de ha importación y de la industria. Los mismos

personajes volverán a ser encontrados en la Presidencia de la República y en

diversos ministerios y empresas.

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Por otra parte, fuera del ámbito oficial de la Embajada, integrando lo más

escogido de los dispositivos de fuerza, están Grace, Philips Brothers, Tennant,

Gulf y otros cien por cien americanos que además de reforzar el poder

extranjero desde su campo específico, definen con su presencia el carácter de

la estrategia de conquista: la subordinación de la minería boliviana a la

expansión norteamericana.

En lo referente al respaldo doméstico, es lo bastante amplio como para

emplearlo a favor del rescate de minerales o contra el crédito francés, contra la

fundición de antimonio o la de estaño. En este escalonamiento de influencias,

si falla uno de los resortes, se puede utilizar el siguiente. Junto a la invasión

de intereses foráneos, formando parte de ella, se desenvuelve, sinuosa y ram-

pante, la conspiración de los que saben que están ah servicio de una causa

que no es la nacional. Constituyen el peligro mayor porque su acción de-

vastadora como ha de ciertos insectos, no es visible (23).

Los objetivos son precisos- Si el propósito es absorber la minería pequeña y

liquidar la nacionalizada, eh primer paso será demoler la defensa institucional

de la nación para agotar ha resistencia que se pueda oponer desde ella. Se

escogen alternativas: infiltración de agentes o deformación de los organismos-

En este empeño la tenacidad americana lleva tiempo. Han tenido éxitos rápi-

dos, pero para rendir el Banco Minero necesitaron chico años. La anulación de

ha defensa nacional ha configurado una estrategia ofensiva cuyos objetivos

23 En cambio la vinculación entre los americanos y el círculo doméstico que los rolen es visible. El personal boliviano contratado en las oficinas norteamericanas es generalmente recomendado por influyentes del círculo doméstico. De modo semejante, en las designaciones oficiales observadas por los norteamericanos después de Noviembre, también puede hallarse la sugestión oportuna de esos amigos y confidentes que se muestran más vigilantes que el mismo servicio americano de información. Las promociones de cierta importancia en organismos mineros y financieros en los don últimos años han recaído especialmente en gente de la derecha católica y dcl Partido Social Demócrata. (N. del A.)

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han sido eh Código de Minas, el Banco Minero y la Corporación Minera de

Bolivia.

Hace diez años se prepararon los primeros proyectos para un nuevo Código de

Minería; el que se adoptó finalmente fue elaborado en el Ministerio de Minas

por técnicos y juristas bolivianos. Era un buen proyecto, pero no complacía a

USAID. Firfer intentó descartarlo esto son suficientes has garantías a la

inversión privada”. La mesa de conferencias del Ministerio de Minas se

transformó en el campo de la contienda. La discusión sobre determinados

aspectos fue sumamente lúcida demarcando las diferencias fundamentales.

Noviembre y ha aparición de Roberto Arce, reforzando la línea extranjera

impusieron la deformación del proyecto original.

Sobre las áreas de reserva fiscal contra las que USAID se empeñó a fondo, se

adoptó un criterio estrictamente liberal: se las establecería únicamente cuando

resulte técnicamente inobjetable que en la zona sólo pueden trabajar empresas

de gran capacidad económica” como si la seguridad del Estado, la protección

de los recursos o la programación nacional del desarrollo no contaran para

nada.

Del reconocimiento aéreo los mineros pequeños dijeron que debía ser

“competencia privativa del Estado” mientras que los medianos y CMB preferían

el concurso de compañías privadas especializadas.

En lo referente a la metalurgia, aquellos enfatizaron que era “obligación del

Estado integrar la industria minera nacional con el establecimiento de plantas

de fundición” y que para este fin debía promoverse “la creación de fundiciones

estatales, mixtas y privadas”. Los medianos aceptaron e1 texto pero

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introduciendo una cuña: “Respetando siempre e1 régimen de comercialización

establecido en este Código”. Así resultaría que como ese régimen es el de la

exportación indiscriminada que adquiere e1 carácter de un derecho prioritario

sobre las necesidades metalúrgicas del Estado, una planta nacional no podría

exigir al productor local el abastecimiento de concentrados si prefiriera éste

venderlos ah rescatador.

Desmantelamiento del Banco Minero.

La controversia tocó su punto crítico cuando se trató del Banco Minero. La

minería pequeña salió en su defensa contra USAID, Corporación Minera de

Bolivia y los medianos que postularon el rescate libre. “Los productores

mineros en general —dictaron USAID y los medianos por medio de su asesor

legal, eh doctor Luis Soux— comercializaran libremente sus minerales dentro y

fuera del país otorgando luego las mayores facilidades a los rescatadores a los

que sólo exigieron un capital de 200 mil dólares convirtiéndolos de esta suerte,

en una verdadera nivelación de funciones, en “agentes de retención” de las

deudas de los mineros con el Banco. Cada rescatador seria así un banco en

pequeño con deudores, vendedores, comisiones, “precios de pizarra”, etc.

En el Código se insiste en la necesidad de estimular la inversión privada,

modernizar la minería y facilitar eh procedimiento legal, pero la sustancia

parece estar en tres elementos esenciales. El primero se refiere a los privilegios

del capital extranjero –norteamericano- y a la “nivelación” de las posibilidades

de concurrencia entre éste y el minero boliviano de modo que el boliviano, ven-

cido de antemano en el terreno económico, perderá sus últimos recursos de

defensa legal. El segundo aspecto es el relativo a mantener eh nivel primario

de la minería, extractivo y no integrado, sin atentar el encauzamiento hacia ha

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metalurgia. El tercero, con ha adopción de la libre comercialización, supone un

salto atrás de treinta años y la acentuación de la actual condición colonial de

la minería boliviana que sin la función protectora del Banco Minero, queda

inerme en manos del rescatador.

El Código de Minería estaba concluido a fines de 1963 y el gobierno pudo

hacerlo aprobar en eh Congreso. Si no lo hizo fue porque los norteamericanos

insistían en el rescate, era eh nudo gordiano. No podía haber ha menor duda

acerca del porvenir: los mineros pequeños acabarían siendo estrujados. Los

rescatadores, generosos al principio, concederían facilidades, anticipos y

préstamos a tajo interés, hasta cercarlos; eh epílogo conocido sobrevendría con

la pérdida de ha mina o una forma encubierta de explotación y vasallaje.

Busch dio el paso y desde entonces ningún gobierno se atrevió a proponer el

rescate libre no obstante las constantes presiones y las campañas contra el

Banco Minero. El Presidente Paz Estenssoro a su, turno, tuvo que enfrentar a

los norteamericanos obcecados en el rescate y ha ocupación militar de las

minas. El señor Juan Haus Solís, el último Presidente del Banco, recibió

instrucciones para no ceder. Como jefe de un batallón avanzado, se mantuvo

firme hasta caer cercado por la presión envolvente del enemigo. En aquellos

días se tanteó ha capacidad de resistencia oficial. El Presidente de la

República expresó al embajador que no aceptaría la libre comercialización bajo

ningún concepto. Tuvieron que replegarse - hasta el 4 de noviembre.

Las nuevas autoridades nombraron una comisión revisora que mantuvo el

proyecto original, pero en los niveles de gobierno estaban produciéndose

hechos que culminarían dramáticamente en eh mes de mayo. Los

norteamericanos sirviéndose de ha “Operación Triangular” y de los créditos del

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Banco Minero, estrechaban el cerco. El desenlace se produjo en la Presidencia

de ha República los días 5 y 6 de mayo.

Estuvieron presente el gabinete militar, los representantes del Ministerio de

Minas, del Banco Minero, de la Corporación Minera de Bolivia y, no podía

faltar, USAID en la persona del mismo Embajador Henderson. Cinco años de

resistencia se derrumbaron en pocos minutos.

El artículo 201. del proyecto original del Ministerio de Minas, decía: “Los

productores mineros podrán comercializar libremente sus minerales dentro y

fuera del país, vendiéndolos al comprador de su preferencia, exceptuándose

los mineros pequeños que comercializaran sus minerales a través del Banco

Minero de Bolivia”

La nueva redacción fue ha siguiente:

“Los productores mineros podrán comercializar libremente sus minerales

dentro y fuera del país, vendiéndolos al comprador de su preferencia,

exceptuándose a los mineros pequeños deudores del Banco Minero, que

deberán vender su producción a éste, hasta cubrir su deuda. Los mineros

pequeños no deudores podrán exportar libremente por intermedio del Banco

con autorización de esta entidad”.

Más llanamente: todos pueden vender libremente al rescatador aún los

deudores, si alguien los desliga del Banco Minero cubriendo ha obligación.

Ha quedado abierto el ancho cauce al despojo. Los rescatadores se preparan

mediante alianzas con mineros medianos, contratan ingenieros y ex-gerentes

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de ha Corporación Minera de Bolivia como lo hace Philips Brothers; visitan

minas y recomiendan la concesión de créditos o la compra. El futuro para el

Banco Minero parece haberse cerrado, tienden a disminuir sus volúmenes de

exportación, su capital de operación’ es escaso y aproximándose el colapso, en

más de una circunstancia ya no tuvo dinero para pagar a sus empleados. Es el

alumbramiento de la nueva rosca

El refrán dice que el apetito viene comiendo. Los intereses extranjeros tuvieron

su hors d’ oevre en el Código de ha Minería y el primer plato fuerte con la libre

comercialización. Siguieron bocados mejores, la nueva escala de regalías fue

uno de ellos- Pero son insaciables. En 1964 se bajaron las regalías, pero

porque dos o tres empresas ——entre ellas tenía que estar desde luego

“Fabulosa”— no estaban satisfechas, se procedió a una nueva rebaja- El

manipuleo en la escala de regalías beneficia exclusivamente a los medianos

que como disponen de plantas e instalaciones de concentración pueden fijar

ha ley de sus concentrados en e1 punto que más les convenga. Es un juego in-

teresante, pero insuficiente para la voracidad que traen: quieren concluir el

banquete con la supresión del “global complementario”.

En los últimos veinte años la cotización del estaño no ha sido más alta que la

actual. Eh escamoteo en las contribuciones fiscales determinará que has

utilidades derivadas de los altos precios vayan a caer en la bolsa de los

especuladores. Estos parásitos incrustados en los tejidos del organismo

nacional fagocitándose a los productores y ah Estado, debilitarán a ambos

anulando la oportunidad de compensar parcialmente e1 agotamiento de ha

minería boliviana.

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Destrozadas las defensas legales de la minería nacional con el nuevo Código de

Minas y arrollado el Banco Minero, el derrumbe fue más espectacular en ha

minería nacionalizada. La Corporación Minera de Bolivia ha sido eh personaje

sombrío del drama boliviano. Este que es el corazón de ha economía nacional,

se pudrió lentamente: hasta él penetraron los intereses extranjeros. Al

contacto de esa linfa venenosa y gélida, un boliviano y militar, resumió la

significación <le la empresa y la suya propia en palabras memorables. “Por

razones sociales y psicológicas la Corporación Minera de Bolivia tendrá que

continuar operando, pero será el casco viejo en torno al cual se establezca ha

nueva industria boliviana”. Estas declaraciones no provienen de un inversor

extranjero enemigo de la economía estatal, -fueron pronunciadas en

Washington el 11 de marzo de 1966 por el Cnl. Juan Lechín Suárez,

Presidente de la Corporación Minera de Bolivia, ante personeros del Banco

Interamericano de Desarrollo. ¿Qué se proponía Lechín? De ser estimable su

sinceridad había que concederle que ha Corporación Minera de Bolivia era un

casco viejo? Habló muy claramente: “hay necesidad de cambiar ha estructura

de las operaciones mineras y hacer que ésta se acerque a ha industria

privada”. No se puede de3ar de reconocer la franqueza. Ya no queda ninguna

razón económica para mantener el principio de la nacionalización, CMB se

conservará solamente para apaciguar “psicológicamente a los bolivianos”.

La declaración en Washington no fue una impostura provinciana para

conseguir dinero ni con ella se hacía doble juego: la política minera con-

sagrada en el BID reivindicaba para sí el sentido restaurador de Noviembre.

Los hechos guardan armonía con ha opinión de Lechín. Y como éstos son mas

significativos que las palabras, los contratos de has “colas” y desmontes, el

alquiler del grupo “Matilde” y la formación de una camarilla de enemigos de ha

nacionalización que conspira desde los niveles de dirección de la Corporación

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Minera de Bolivia, entrañan situaciones concretan que definen y objetivizan el

desprecio que siente un oscuro personaje por la minería nacionalizada.

Historia del negocio de las “colas”.

Si un día las minas de estaño de Bolivia quedaran totalmente agotadas, eh

país podría vivir mucho tiempo de las “colas” y desmontes. Son verdaderas

colinas artificiales que se han formado junto a las minas y a los ingenios. En

ellas hay tanto estaño- como el que se explotó en medio siglo. Parece que los

mineros hubieran pensado en la suerte de sus nietos. Esas rocas quebradas,

arenillas y polvo contienen un millón de toneladas finas que a los precios

actuales representa Sus. 3.500.000.000; riqueza que no admite comparación

con la reserva petrolífera descubierta por Gulf ni con los yacimientos auríferos

del Alto Beni. Hasta hace poco estaba olvidada. Los mineros miraban

indiferentes; “hay estaño”, decían y pasaban de largo, acaso ensimismados

ante ese inerte testimonio dejado por miles de hombres y mujeres que

rindieron la vida antes que ellos.

El contenido fino de las “colas” y desmontes es pequeño: como promedio

tienen un 0,8 por ciento de metal (según técnicos de CMB ese promedio

fluctúa entre 0,68 y 1,23%), pero así y todo es más rico que el de las minas de

CMB cuya ley de cabeza es del 0.75%. Los ingenios pueden recuperar la mitad

de este contenido con lo que se obtendría medio millón de toneladas. (SUS.

1.750.000.000), mucho más de lo que el país podría esperar del más

espectacular crédito extranjero. Pero no solamente la ley es superior a la ley de

cabeza de los yacimientos en actual explotación, su valor bruto total también

es mayor que eh de ha reserva conocida de CMB, la minería mediana y la

pequeña juntas, que al 31 de Diciembre de 1963 era de 851.913 toneladas

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finas. Los mineros más hábiles saben lo que valen las “colas” y desmontes.

Hay un potosino, el señor Canaviri, cuya fortuna le permite pasar sus

vacaciones en Europa y EE.UU. Descubrió que podría tener éxito explotando

los desmontes del Cerro Rico en un pequeño ingenio instalado en su casa.

Naturalmente el caso de Canaviri no es desconocido por los técnicos de CMB

algunos de los cuales han realizado experiencias con equipos más avanzados,

consiguiendo resultados satisfactorios. Uno de ellos, el Ing. Simón Cuentas,

trabajo con el ingenio de Huanuni uno de los más anticuados de CMB,

empleando los procedimientos corrientes; no buscó innovar ni mejorar los

rendimientos con eh reacondicionamiento de ha planta. Empezó en septiembre

de 1965 y desde las primeras semanas de trabajo obtuvo una recuperación del

40% de las “colas” de Santa María a un costo aproximado de 2,80 dólares por

tonelada tratada. Esos concentrados resultaron ser los más baratos de ha

Corporación Minera de Bolivia. No se tuvo que gastar ni un centavo en esta

experiencia que ha generado la única actividad productiva de Huanuni en este

tipo de tratamiento de “colas” antiguas.

En los últimos años el interés de los técnicos fue creciendo respecto del

aprovechamiento de esta reserva. CMB investigó en sus laboratorios de Oruro.

El Ing. Goosen Broersma informó en 1961: “Existen tremendas reservas de

estaño de baja ley en los desmontes y relaves”. La fundición nacional de

estaño, el agotamiento de las minas en actual explotación, la caída de las

“leyes de cabeza”, son razones imperativas para iniciar la explotación de esa

reserva que ya está libre de los costos de extracción que constituyen el

capítulo más oneroso en las minas nacionalizadas.

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Sin embargo, con verdadera premura, casi con ansiedad, se precipitó la

entrega. Eh contrato que cede las “colas” y desmontes más importantes del

país —El Kenko en Catavi, Potosí, Machacamarca, Colquiri, etc.—, establece la

siguiente distribución de utilidades: para el Estado 12 por ciento de regalía y 8

por ciento del producto bruto en pago a CMB; para la compañía concesionaria

el saldo que fluctuará entre el 45 y 55 por ciento del valor bruto del producto.

Pero las escorias llevan en sí ni’ costo determinado porque no aparecieron en

la superficie por milagro. El costo de extracción se calcula en un 45 por ciento

del precio comercial del estaño, de donde resulta que la utilidad que percibirá

el Estado (8 y 12 por ciento: 20 por ciento) no alcanzará a cubrirlo.

La situación es ilógica y si hay alguna explicación hay que buscarla fuera de

los términos del contrato. La compañía concesionaria organizada en los EE.

LJU., lleva un nombre impresionante: “International Minning Processing Co.”

Viene una historia divertida. Según un informe reservado del Ministerio de

Economía que fue obtenido a su vez de informadores confidenciales

norteamericanos, los favorecidos de la suerte que se agrupan en IMPC serían

cuatro entre los que figura el profesor norteamericano Nathaniel Arhiter. Los

otros tres en el momento en que se preparó eh informe, no alcanzaban a

reunir en sus cuentas bancarias ni 15.000 dólares, el más próspero tenía

10.000. Sus negocios al parecer eran muy extraños para tener alguna relación

con el estaño. Se dijo vagamente que alguno de ellos estaba vinculado con un

negocio de granos en Gibraltar. Otro gerentaba Una empresa pequeña.

Ciertamente un comerciante de la calle Honda de La Paz dispondría de más

dinero. No tenían domicilio comercial en Bolivia y expresa— ron que esperaban

que su contrato fuera aprobado para instalar oficinas en un “buen lugar” de

La Paz.

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Con estas referencias e1 gobierno quedó satisfecho.

La extraordinaria historia empieza en CMB. Uno de los técnicos más

eminentes, el Ing. Oscar Dávila, tomó tanto tiempo para estudiar la recupera-

ción de las “colas” y desmontes en los laboratorios de Oruro, como los

norteamericanos para construir la bomba II: cinco años. Para su trabajo tuvo

dinero, ayudantes, equipos y las plantas e ingenios de la entidad. En sus

informes, siempre confidenciales, llegó a la conclusión que eh país obtendría

un beneficio positivo con la explotación de esa reserva. Otros informes decían

lo mismo. Siguiendo esta pauta se importó equipos por valor de $US.

200.000.— Entre las eminencias científicas implicadas en el negocio está el

profesor norteamericano Arbiter del que se dice que conoce mucho la

metalurgia del estaño. Cuando estuvo en Oruro tuvo una frase feliz: “los

problemas bolivianos deben ser resueltos en Bolivia y por bolivianos”. Su

presencia en eh negocio, según explicación de los promotores, se debería a que

él es poseedor del secreto técnico. Eh misterio que rodea la operación no

permite aclarar este punto, aunque se debe conceder que ha sido un gesto de

buen tono asociar el nombre de un científico a un asunto que por todas las

apariencias no tiene la pureza de la ciencia. Por la cooperación del profesor se

dijo que se pagaría cuatro mil dólares mensuales.

Arbiter estuvo en Bolivia investigando para CMB la recuperación de los

desmontes. Hizo conocer sus puntos de vista y desapareció. Su reentré en

Bolivia se produjo con la organización del Instituto de Investigaciones Minero

Metalúrgicas de Naciones Unidas del cual aceptó ser director. Llegó a Oruro

para tomar posesión del cargo, pero allí mismo cambió súbitamente de

opinión. Luego se supo que desdeñaba la distinción académica por el negocio

de has “colas” que estaba a punto de ser alumbrado por la ingeniosa camarilla

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Réquiem para una República 101 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

de CMB. Quedó así enrolado junto a Broersma, Dávila y otros ex-gerentes de

la Corporación Minera de Bolivia en la espectacular combinación. El contrato

salió con una celeridad impresionante no obstante los estudios de CMB, los

efectuados en Oruro, y los de “Minning Branch” realizados en Canadá. De

pronto en la entidad todo el mundo perdió ha memoria, nadie sabía ni una

palabra de “colas” y desmontes.

Aquellos científicos resultan así asociando la dignidad de su sapiencia

profesional a la honrada voluntad de trabajo de los tres norteamericanos de

modestas cuentas bancarias. Esta sería una sociedad perfecta, casi platónica,

si no se tratara de un contrato millonario. Es un negocio admirable. La

compañía se obliga a invertir medio millón de dólares con e1 que movilizará

una riqueza doscientas o trescientas veces más grande. Es evidente que no

tienen el medio millón, pero quién no se los daría a ha vista de resultados tan

formidables? Philips Brothers anda cerca del affaire puesto que el distinguido

equipo de ex-técnicos de CMB trabaja para ella en forma exclusiva.

El golpe se produjo justamente cuando se pondría en marcha un programa de

la entidad fiscal para iniciar directamente el tratamiento de los desmontes y

fue tan espectacular que Williams Harvey y Tennant quedaron parpadeantes.

No era para menos. Los hábiles amigos del profesor Arbiter tomaron la cuarta

parte de toda la reserva de las “colas” y desmontes. Las dos compañías

sobreponiéndose a la sorpresa propusieron al gobierno concesiones similares.

Era tarde: la opinión pública estaba alarmada. Quedaron con una extraña

picazón al saberse vencidas por un grupo anodino de comerciantes en granos

al que gentes más perspicaces emplearon como palos blancos.

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La historia de las “colas” merece figurar junto a los negocios más absurdos de

la historia boliviana. Su irónico desenlace está dado por dos hechos. CMB

como si deseara premiar la habilidad de los timadores, proyecta comprar la

patente de IMPC que nunca se sabrá si es de IMPC o es la que salió de los

laboratorios de Oruro. En el trámite de la personería jurídica, que como otros

negocios estuvo a cargo del abogado Luis Soux, ha compañía declaró que tenía

un capital de cinco mil dólares. ¡He aquí un ejemplo de lo que debe entenderse

por cooperación de la inversión extranjera al progreso nacional!

Uno no sabe si salir por los fueros del buen sentido o echarse a reír por la

ingeniosa bellaquería de los que gravemente se llaman a si mismos “hombres

de Estado”. Estos “estadistas” cuyas olfateantes narices recuerdan la

rapacidad de los jeques árabes, pusieron un hito más en la incoherencia

nacional, pero como se conducen con la arrogancia del jefe guerrero para el

que no cuenta la opinión de su tribu, dejaron una segunda constancia de su

abrumador poder con ha entrega de “Matilde”.

Historia de “Matilde”.

Entre la aventura de IMPC y la entrega de “Matilde” existen vínculos, como en

los capítulos de una novela policial, con los que se tejen el suspenso de la

historia. IMPC se lleva eh 25 por ciento de toda la reserva de las “colas” y

desmontes, lo que significa en buen romance que tomará la cuarta parte de

3.500 millones de dólares. La utilidad líquida estará en función del índice de

recuperación que en ningún caso será inferior al 50 por ciento. Para estos

elegidos de la suerte, hasta el escándalo de “Matilde” les sirvió como cortina de

humo para despistar a la opinión pública

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Réquiem para una República 103 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

“Matilde” es el yacimiento de zinc formado por un grupo de varias minas, cuya

reserva ha sido calculada para ha explotación inmediata en 3.779.000

toneladas, pero nadie puede decir cuánto minera1 hay porque ese volumen

solamente corresponde a dos minas. Hochschild sonriendo misteriosamente

solía decir a sus íntimos: “Está entre los grandes del mundo...” Lo único

evidente es que a medida que la explotación vaya avanzando, la reserva irá

creciendo.

El gobierno para justificar la entrega insistió una y otra vez en que la reserva

de “Matilde” sólo representaba el 1,5 % de la reserva mundial (“No es tan

grande como se pensaba”, comentó Barrientos complacido en una conferencia

de prensa como si se pudiera calcular esa relación). Era más fácil decir que ha

ley de los yacimientos de zinc en los Estados Unidos es apenas de 1 y 1/2 por

ciento mientras que “Matilde” tiene 18 por ciento, que la United State Steel

está buscando desesperadamente zinc, que el “World Minning” ya en 1963

pronosticaba un fuerte incremento en el consumo de zinc. Si “Matilde” fuera

realmente una mina de segundo orden los intereses extranjeros no habrían

librado por ella una batalla durante tres años ni el gobierno pulverizando su

prestigio político, se hubiera visto obligado a declarar dramáticamente “‘romo

bajo mi responsabilidad personal la aprobación de este contrato....” (Gral.

Barrientos, conferencia de prensa, sábado 4 de Febrero de 1967).

El zinc y el plomo tienen cotización “débil”, pero los precios siendo bajos son

estables. Alcanzaron su punto más alto con 16 centavos de dólar la libra

durante la guerra de Corea- El 22 de Septiembre de 1965, cumpliendo la

preparación de la entrega, el gobierno decretó que el zinc no pagaría regalías

mientras la cotización no sea mayor a los 16 centavos, de donde resulta que de

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momento el único hecho real es que los yacimientos de zinc serán vaciados sin

ningún provecho para el Estado.

En “Matilde” además de zinc hay plomo y plata en cantidades no

despreciables. Las leyes de contenido son las siguientes: zinc, 18,73 por cien-

to; plomo 1,98 por ciento; plata, 49 gramos por tonelada. El estimado de la

reserva sobre la base de estas leyes da 707.807 ‘EME de zinc, 74.824 T.M.F.

de plomo y 5.759 kilos de plata que a los actuales precios del mercado

mundial (zinc, libra II centavos dólar; plomo, libra 12 centavos dólar; plata,

onza troy un dólar 28 centavos) totaliza:

Zinc..............$US. 171.678.515

Plomo.......... “ 19.798.483

Plata........... “ 7.620.205

TOTAL. $US. 199.097.203

En otras palabras: “Matilde” tiene un valor bruto de 200 millones de dólares.

De acuerdo al contrato, la compañía procesara anualmente 330.000 toneladas

cuyo valor comercial será de SUS. 15.301.749. Se establece un “canon fijo

anual” —alquiler de la mina— de SUS. 120.000 y SUS. 2.20 por tonelada

exportada. Calculando la exportación anual, el ingreso por este último

concepto sería de SUS. 122.283 los que añadidos al alquiler de SUS. 120.000,

determinará que eh Tesoro Nacional reviente con tanto dinero: SUS. 242382.

¡Esta cantidad representa el 1.58 por ciento del valor comercial del mineral

exportado!

El problema de “Matilde” no radica en el contrato de explotación del

yacimiento sino en la refinación. Bolivia no es solamente país del estaño,

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Réquiem para una República 105 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

también lo es del zinc. Pero con este último hay una tragedia. Sin la refinería

es casi un mineral marginal porque de cada cien dólares que recibe e1

productor, cerca de 65 se van en la maquina. Es pues muy probable que de los

14 o 15 millones de dólares que exportará anualmente “Matilde” más de la

mitad se pierda en gastos de fundición, mermas, castigos y otras deducciones.

En Bolivia hay yacimientos más ricos con leyes del 45 al 56 por ciento y aún

no se puede afirmar que se hubiera desarrollado la minería del zinc. La

barrera insuperable está en la refinería; sin ella no se aprovechará el potencial

de varios yacimientos ni los formidables costos de la maquila podrán ser

retenidos en el país.

Está en lo verosímil la afirmación relativa a que Philips Brothers no obtendrá

beneficios muy altos con la operación de “Matilde” y que las bases del contrato

son semejantes a las presentadas por los otros proponentes. En todo caso ésta

que es una de las firmas comercializadoras más importantes del mundo,

obtendrá considerables utilidades negociando el tratamiento de los

concentrados fuera de Bolivia. El valor inicial del mineral se habrá multi-

plicado por tres después del refinado.

Lo más significativo en este negocio es el trato colonial recibido y aceptado.

Philips Brothers se negó rotundamente a instalar la refinería de zinc en Bolivia

mientras que en el Perú, en el mismo momento que negociaba la concesión de

“Matilde”, realizaba inversiones en Cerro de Paseo para poner en marcha una

planta de 30.000 TMF de capacidad. En segundo lugar, hay un verdadero re-

troceso sobre la Ley de 8 de Enero de 1962, cuyas condiciones mínimas

autorizaban la sociedad mixta con el 50 por ciento de participación del Estado

y el establecimiento de la refinería local. La presencia de Philips Brothers y

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Réquiem para una República 106 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

junto a ella la de U. 5. Steel Corp. significará aumentar la gravitación

norteamericana en Bolivia.

El contrato actual es malo no tanto por sus términos como por tender a

reforzar la base colonial de la minería. El Estado no obtendrá utilidad alguna y

e1 resultado será e1 de Venezuela cuando cedió la explotación de Cerro Bolívar

a un consorcio norteamericano del hierro: la tributación era tan baja que no

alcanzaba a pagar al personal del Departamento de Minas del Gobierno.

La opinión pública clamó por todos los medios para impedir ha entrega del

zinc. El gobierno se defendió reiterando que no retrocedería en la condición de

la refinería, pero de las “consultas de alto nivel” efectuadas por el Presidente

de la Corporación Minera de Bolivia en las que en lugar de hacer participar a

los ingenieros de la entidad se escuchó a los representantes de la minería me-

diana, resultó el parto de los montes: la compañía se “obliga” a estudiar la

“factibilidad” del proyecto en 30 meses y después la Corporación Minera de

Bolivia verá qué le conviene. (En Bolivia estudiar la “factibilidad” es la

hiperbólica manera de postergar un proyecto; en realidad con esta triquiñuela

inventada por los yanquis, lo que se hace es acumular elementos opuestos al

deseo inicial) -Para vencer la oposición al contrato eh gobierno anuncié que

establecería la refinería por cuenta propia. La planta costará dos o tres veces

más que la del estaño y desde luego la promesa empeñada es otro truco más

para saquear la riqueza minera de Bolivia.

Las “colas” y desmontes y “Matilde” son los símbolos de una época y de una

mentalidad. El gobierno obsequió a Philips Brothers los cuatro millones de

dólares que Hochschild y la Corporación Minera de Bolivia invirtieron en la

preparación del yacimiento. .Tanta magnanimidad contrasta con la tacañería

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Réquiem para una República 107 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

demostrada el año anterior Cuando se obligó a renunciar al Ministro Gallardo

porque en los acuerdos que concretara con los obreros mineros se excedió en

200.000 Sus. Naturalmente, hay diferencia: toda la que puede mediar entre un

consorcio norteamericano y una masa harapienta de obreros bolivianos. El

país vive febricitante el delirio de la entrega. Para enajenar las “colas” y

desmontes no se pudo aducir la falta de recursos puesto que se trataba de una

inversión de medio millón de dólares, pero si esa hubiera sido la razón, la

solución se la tenía a mano: los ingleses estaban ofreciendo un crédito de un

millón de Libras justamente en plantas concentradoras de estaño. Por otra

parte, CMB compró 95 mesas (Flolman Slime Tables) para iniciar los trabajos.

¿Había dudas sobre la capacidad técnica? Tampoco este argumento es

admisible desde que en CMB se hicieron estudios especiales para recuperar

esa reserva y, aun sin ellos, con los procedimientos convencionales, en

Huanuni se obtuvieron rendimientos del 40 por ciento. En “Matilde” también

se adujo la falta de dinero y los periódicos subvencionados por CMB inflaron

las inversiones que tendrán que efectuar los concesionarios. El asunto alguna

vez fue considerado en una reunión reservada de CMB en el mes de enero de

1965. El gerente de finanzas, el alemán Scifert, demostró que la entidad podía

iniciar la explotación directa. Roberto Arce replicó con un argumento propio de

las circunstancias “¿Cómo es posible que una empresa desprestigiada se

proponga la explotación directa...?” Seifert respondió con cifras: se podía fi-

nanciar de inmediato 7 millones de dólares y 8 más tarde.

Las dos operaciones suponen para el país la pérdida de algunos cientos de

millones de dólares y el vaciamiento de reservas fundamentales para eh

desarrollo de la minería y ha metalurgia. No hay la menor duda acerca del

sentido de estos contratos: CMB está aplicando la política que su presidente

anuncia en Washington.

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Réquiem para una República 108 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

Si en otro tiempo la entidad minera desconcertó por sus contradicciones y a

menudo se la encontraba en uní penoso balanceo entre la defensa del país y la

entrega, en los últimos dos años sus posiciones ya no brindan ni el consuelo

de la duda. La alta dirección de la Corporación Minera de Bolivia ha hecho

también su “toma de conciencia” primero temerosamente, buscando

sustraerse a la atención pública, luego con audacia, casi cínicamente.

El informe del ingeniero Roberto Arce es el punto luminoso en esta trayectoria

sinuosa, porque a partir de él, con rara convicción, se propone llanamente la

desnacionalización.

La expectativa que rodeé el trabajo del ingeniero Arce fue desproporcionada

para una compilación informativa facturada con el papeleo de USAID. Hay por

lo menos una decena de informes mineros más completos y sin duda más

idóneos. Arce no aporta nada nuevo como no sea su prejuiciosa audacia que le

permitió proclamar lo que hasta entonces la conspiración extranjera dejaba

correr a media voz: la desnacionalización bajo la forma de empresas mixtas. La

lógica del autor descendió de la del experto en política minera a la del

abarrotero; con razonamiento medido y cicatero proyecté pignorar lo mejor de

CMB a la inversión extranjera en tanto que, por “razones psicológicas”, las

minas marginales continuarían comiéndose el dinero del Estado. La lección

fue recogida por el Cnl. Lechín.

Rotas las líneas de la defensa nacional en el Banco Minero y la legislación

minera, la brecha se ensancha dramáticamente en CMB. Los contratos

firmados, miserables por el sello de la estupidez y del cinismo que ha impreso

en ellos el cipayaje triunfante, revelan una “voluntad de ser” al estilo

nietzscheano a través de la cual una camarilla proyecta su energía contra el

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interés nacional. El Cnl. Lechín no es precisamente la cabeza de la conspi-

ración antinacional porque el núcleo vital de ha -misma se encuentra en el

llamado “Grupo Asesor -Esta cabecera de playa fue introducida por los

financiadores de la “Operación Triangular”. Los 47 millones aportados por

ellos fueron la magra ración, diluida, inoportuna y tardía para una empresa

cuyo activo y reservas mineralógicas sobrepasan los 2.500 millones de dólares,

pero tuvieron el efecto de un torpedo que hizo blanco en el corazón mismo de

ha minería nacionalizada. Los contralores, autodenominados “Grupo Asesor”,

desde el primer momento se invistieron de facultades soberanas iniciando el

más formidable embarullamiento administrativo. Hicieron elaborar y

reelaborar informes y más informes. Impusieron la compra de equipos y

materiales caros y de baja calidad. Contrataron a “Prospections Ltd.”, una

compañía canadiense que después de gastar dos millones de dólares en tres

años no descubrió ningún yacimiento de valor. Emplearon a técnicos compro-

metidos con las ex-empresas e hipertrofiaron la burocracia hasta rebasar la

capacidad del edificio de la Avda. Mariscal Santa Cruz. Las cuotas de pro-

ducción se cubrieron con la explotación acelerada de preparaciones anteriores.

No se intento e1 menor esfuerzo para mejorar la actividad productiva y resolver

los problemas técnicos fundamentales. No se preparó ningún plan de

desarrollo minero. En metalurgia se conservaron los procedimientos

gravimétricos de bajo rendimiento. Se gastó más de un millón de dólares en

“técnicos”, muchos de los cuales conocían por primera vez una nana de

estaño. Como resultado del sabotaje de esta camarilla, Comibol no dio un solo

paso en orden a la solución del problema de la fundición, pues todos los

asesores son uniformemente enemigos de la integración de la industria. La ley

de cabeza promedio que en 1952 era de 2 por ciento, actualmente ha

descendido a 0,75 por ciento revelando un grave estado en la actividad

productiva.

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Réquiem para una República 110 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

Cuando se calculé la “Operación Triangular” se tomó como liase la cotización

del estaño en 1960, 1,10 SUS. Un año después empezó el alza. En 1964 CMB

tenía decidido renunciar a los 10,5 millones de la tercera fase del

financiamiento porque los bancos extranjeros llamaban a sus puertas. Los

yanquis proponían un crédito de 15 millones de dólares y el gobierno británico

otro de un millón de Libras.

Los del “Grupo Asesor”, ineficaces en todo lo referente a dirección técnica,

actuaron como un solo hombre contra los obreros. Sus presiones las

combinaban con la Embajada Americana. En septiembre de 1964 insistieron

en la ocupación militar de las minas chantajeando con la suspensión del

crédito. El presidente de la entidad, entonces Guillermo Bedregal, rechazó la

pretensión. Sin el 4 de Noviembre la “Triangular” se iba a pique y con ella los

parásitos del “Grupo Asesor”.

Desde entonces su influencia ha crecido constantemente hasta convertirse en

el verdadero gobierno de la empresa y en un estado mayor que tiene poderes

aún para influir en el rumbo de la política nacional. Es el núcleo de una

cofradía integrada por enemigos de la nacionalización que desde el directorio,

las gerencias y otras funciones de dirección, impulsan una campaña solapada

contra la propia entidad interpretando unas veces el espíritu del informe Arce

y otras dejando huir su inspiración antinacional (24).

24 Entre, los directores y otros funcionarios de rango, la oposición contra CMB es virulenta. Así, por ejemplo, el ingeniero Ricardo Urquidi que nada sabe de la minería y es director de la entidad sostuvo que la minería privada nada debe pagar al Estado. En otra oportunidad, indignado y golpeando la mesa, salió en defensa de la Railway cuando denunció que la empresa ferroviaria debía a CMB 1 500 000 de dólares por fletes cobrados ilegalmente. La jornada del 4 de Noviembre que rodea a Lechín ha sido reclutada por sus conexiones con las empresas petroleras y otros consorcios yanquis, de modo que en el nivel de dirección, varios son los cabos

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Réquiem para una República 111 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

Alumno aplicado.

El Cnl. Lechín, Presidente de CMB, ha sido el ministro más importante en los

gabinetes que siguieron a Noviembre. Pero es el primero en saber que no es el

hombre de la batuta porque su permanencia en eh cargo se la debe a los

americanos, a los medianos y particularmente a la condescendencia del Grupo

Asesor. Es hombre dócil. Cuando Roberto Arce lanzó la consigna de la

desnacionalización y René Ballivián escribía en “El Diario” que CMB era una

“vaca sagrada”, Lechín fue el eco que desde Washington respondió: “Por razo-

nes sociales y psicológicas la COMIBOL seguirá operando, pero será el casco

viejo” (25).

La diligencia del Presidente de CMB con los intereses extranjeros no solamente

se manifiesta en la adhesión sin reservas a una línea general de acción, sino

en pequeñas cosas de las que se sirve como hombre “sencillo e inteligente”

para recomendarse. Para facilitar la devolución de Chajrahua si a Aramayo, se

tomó la molestia de buscar los antecedentes y encargar a un abogado de la

entidad la preparación inmediata de un informe favorable- Ahora Aramayo

también es de los que piensa que Lechín es el ministro más competente.

Las condiciones del alumno aplicado no sola-mente lo apuntalan en el

gobierno sino que le procuran recompensas sociales a las que es sensible. La

que se atan firmemente para formar el nudo más peligroso dc la conspiración antinacional. (N. del A-) 25 Además de dócil, Lechín ha sido agradecido con los maestros que le brindaron una sinopsis para aficionados de la minería como sucedió en un almuerzo de los medianos: “Agradezco públicamente —dijo en su discurso— al ingeniero Carlos Alberto Echazú a quien considero mi asesor personal” (N. del A.)

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Réquiem para una República 112 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

nueva rosca acunada por los medianos y el Banco Industrial, ha difundido su

veredicto: “es el ministro más capaz” o empleando la confidencia: “es hombre

sencillo e inteligente”. El objeto de esta campaña es crear ambiente para

Lechín en el gobierno y contrarrestar los efectos de los contratos entreguistas.

El reconocimiento de esos méritos infundió valor al Cnl. Lechín para enfrentar

a sus camaradas de armas y afirmarse mas obstinadamente en la “voluntad de

ser” contra la Nación. Inspirado por el Grupo Asesor, preparó un decreto que

de no haber sido resistido por el Ministro de Minas, Cnl. Méndez Pereyra,

habría convertido a CMB, a titulo de reorganizarla sobre las líneas de la

empresa privada, en una fortaleza feudal impenetrable aun para el Estado.

Méndez Pereyra también se opuso al contrato de has “colas” y desmontes

llegando a formular declaraciones públicas, pero su colega tenía más fuerza.

Concluidas las negociaciones sobre “Matilde” Lechín tuvo que hacer un viaje

fuera del país. El sentido de responsabilidad con que se conduce frente a los

intereses extranjeros le hizo perder la prudencia: pasó un cable apremiando la

entrega del yacimiento. En las negociaciones del contrato Klockner sucedió

algo parecido. Sin la más absoluta reserva las tratativas podían fracasar. En

primer lugar había que cuidar a Lechín. Así se pudo mantener el secreto

durante varios meses hasta que una desdichada casualidad lo puso sobre las

huellas del plan. La copia de un informe que llegaba de Alemania fue a dar a

CMB. El mismo Lechín se dirigió a Bjorkman del Grupo Asesor y le pidió un

informe que el mismo día estuvo listo: desahuciada la fundición.

Cuando una vez más el estaño vertió sangre boliviana ni la menor duda le

impidió elegir su papel- Las masacres se planearon fríamente, pero para

ponerlas en marcha hacía falta un hombre determinado. Si el patriotismo es la

primera virtud que se pierde en un gobierno rosquero, eh holocausto de Catan

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tuvo al menos el efecto de recordar a los militares que la vida sería intolerable

sin un mínimo do pudor. Es algo que esta más allá de lo político para definirse

en lo puramente humano. Las razones últimas del genocido de 1952 encubren

algo monstruoso que se vuelve a descubrir en mayo y septiembre de 1965. La

premisa simple y escalofriante, es que el rendimiento minero debe elevarse aún

al precio de la vida de los trabajadores cuando su miseria y degradación no

son suficientes para mantener la rentabilidad de un determinado nivel. En la

economía capitalista el salario sirve para reponer y conservar la fuerza de tra-

bajo. En la semicolonia, tributaria de sobreganancias para la metrópoli, esta

ley económica funciona sólo parcialmente, la fuerza de trabajo puede ser

destruida, y de hecho lo es, si con ello queda asegurada ha sobreganancía.

Entre 1942 y 1965 hay también diferencias que es necesario ver y que no

radican precisamente en el empleo de mayores medios de violencia (aviones de

combate, etc.), y en la movilización de tropas entrenadas en la técnica del

pogrom (paracaidistas y rangers), sino en la comisión de un daño más

penetrante que radicaliza la acción de todos los factores que tienden a la

disociación de la sociedad boliviana. Por otra parte, los norteamericanos no

estuvieron comprometidos en 1942, en 1965 fueron los inspiradores.

Las Fuerzas Armadas tenían conciencia de lo que implicaba enfrentar a los

obreros, pero los intereses extranjeros jugaron con ellas.

La barbarie en las minas se intentó cubrir con una enorme ciénaga a la que el

país fue empujado por los que en la mirada de cada boliviano encontraron la

condenación y el desprecio.

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En 1942 nadie se atrevió a justificar la matanza afirmando que las medidas

represivas “eran la segunda acta de la independencia económica de Bolivia” (26)

ni la imbecilidad fue tan grande para delatar el objetivo del plan mencionado

en la misma declaración que la masacre permitiría “aplicar correctamente la

tercera fase de la Operación Triangular... logrando que los diez millones de

dólares que se invertirá con ese fin sean reproductivos” (27).

Matanza para el Progreso.

Nunca los norteamericanos se mostraron tan torpes ni sus sirvientes lucieron

tan cortos de imaginación. Que su dinero sirve para estancar el progreso del

país y adormecer ha conciencia nacional, es el precio que normalmente se ha

pagado por él, ¡pero excede toda medida tener que matar obreros para

obtenerlo! Un país que ha llegado a tal extremo de depravación no merece

existir. El gabinete de 1942 estaba formado por la leva encanallecida de la

gran minería, pero ninguno de sus miembros pretendió lauros políticos con

Catavi. La chatura intelectual de los protagonistas de mayo impresiona tanto

como la fría determinación de los americanos cuya estrategia colonial hacía

sus víctimas en ese momento en Santo Domingo y Catavi aunque el oprobio

para nosotros fuera mayor, pues el papel de los marines lo desempeñaron

hombres que llevaban el uniforme boliviano-Lechín buscando cómplices

solidarios, dijo pluralizando que “los militares” dejarían el gobierno “con la

satisfacción de haber pasado provechosamente a través de la historia actual”

(28). Y con la energía de un sargento puesto a la cabeza de un pelotón de

26 Declaración del Cnl. Lechín, “El Diario” 24 de mayo de 1965. 27 La misma declaración. 28 “El Diario”, 25 de Mayo de 1965.

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ajusticiamiento, añadió: “Con un decreto borraremos todos los errores

cometidos hasta el momento” (29).

Era un fascismo adolescente; con un decreto se borrarían todos los males, la

historia y los hombres también podían ser borrados. Este demiurgo de la

historia aseguró que en seis meses la minería nacionalizada estaría salvada y

que a los cinco mil supernumerarios de CMB se les ofrecería la oportunidad de

trabajar en pequeñas minas proporcionándoseles “ayuda técnica y

administrativa ilimitada” (30)

Si las masacres de mayo y septiembre hubieran resuelto algo, no asociarían la

estupidez ah crimen. Pero el maniobreo proseguía apenas encubierto por la

humareda de la prensa pagada: “aplicadas las medidas de rehabilitación

impuestas por la Junta Militar los tres financiadores habían acordado aportar

con los fondos correspondientes a la tercera fase” (2). La ruindad yanqui no

hizo excepción ni con los que se sacrificaron en su servicio. USAID y el BID

esperaban que el gobierno no pudiera dar marcha atrás para hacer más difí-

ciles las condiciones del crédito. No estaban satisfechos con la matanza, la

cesantía y la rebaja de los salarios. Hablaban de rehabilitación de la minería

sin dar un centavo. Lechín comprometía la entrega del zinc y de los

desmontes, pero los yanquis continuaban sin entregar un centavo. Las ne-

29 Id.id. 30 Un año más tarde CMB ordenó incursiones terroristas de la recientemente creada Policía Minera contra “Karazapato” de Huanuni. consiguiendo la destrucción de la cooperativa y la cesantía de más de mil trabajadores. Los familiares de estos fueron auxiliados con alimentos donados por el Ministerio de Trabajo y S. S. y Naciones Unidas. Las promesas de Lechín no trasuntan precisamente su preocupación por la historia. El primer día que llegó a CMB declaró ante la estupefacción de todos que renunciaba su sueldo de 3.000 dólares como presidente de la entidad porque continuarla viviendo con su salario do coronel del ejército. En agosto de 1065 más interesado en la economía doméstica que en la historia, cobró a CMB todo lo que le adeudaba, si deuda puedo llamarse a un derecho al que se ha denunciado voluntariamente. (N. del A-)

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gociaciones se arrastraban penosamente mientras los burócratas del BID

investigaban, evaluaban, estudiaban sobre el sangriento charco de mayo.

Entretanto la situación social en las minas se acercaba a la desesperación.

Todo el país exigía que los salarios de los mineros fueran repuestos a los

niveles de mayo. El gobierno accedió a un magro reajuste: 4 pesos para los

trabajadores de interior mina y 2 para los de superficie. El Ministro Gallardo

fue a las minas para convencer a los trabajadores. Los norteamericanos

continuaban su juego sangriento acechando ha oportunidad que les permitiera

dar el golpe gansteril cancelando el crédito con el que extorsionaron al país

durante cinco años. Gallardo aceptó el pedido de los trabajadores de incluir el

aumento 4-2 en el pago de aguinaldos y vacaciones. El pretexto estaba dado:

el BID y sus testaferros de CMB desencadenaron la tormenta. Lechín y el

ministro de Economía suspendieron su viaje a los Estados Unidos ante la

advertencia enviada por Sanjinés Goitia, embajador de Bolivia en Washington.

El gobierno amedrentado vivió momentos dramáticos. El “sistema de mayo,

según la textual y desnuda expresión del presidente de CMB, se estaba

“desvirtuando y casi destruyendo” (31). Gallardo fue blanco de todas las iras y

Lechín no tuvo miramientos: “cierta actitud inconsulta que cedió a la presión

de los trabajadores”, habría movido la suspensión del crédito, y descubriendo

implicaciones ideológicas en eh mísero aumento, recalca sin especificar si eso

le preocupaba a él o al BID, que el problema no radicaba en el monto “sino en

el precedente que implican las concesiones”. Barrientos salió en defensa de los

norteamericanos: cualquier gente que tenga que prestamos dinero, tiene

también todo el derecho de ver si 1e conviene o no le conviene hacerlo”. Y para

que su gaseoso lenguaje no dejara dudas, añadió: “Nosotros tenemos toda la

31 “Presencia” 24 de noviembre de 1965.

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Réquiem para una República 117 ________________________________________________________________ Sergio Almaraz Paz

obligación de mostrar que somos un país solvente” (2). Puesto que c-l país

tenía toda la obligación y ningún derecho, el ministro Gallardo fue echado del

gabinete y alejado del país, era una forma de demostrar solvencia.

La gente podía morir de hambre en las minas, el sistema tenía que ser salvado.

En medio de un clima de la más enervante opacidad moral transcurrieron

semanas y meses. CMB continuó afirmando su sistema. Fueron despedidos

técnicos sin valorar la experiencia que adquirieron en varios años de trabajo

para reemplazarlos por jóvenes que hacían su “año de provincias” en las

minas. La burocracia siguió creciendo. Muchos coroneles en edad provecta

fueron asignados a las gerencias de la entidad y cuando los cargos faltaron, se

crearon nuevas gerencias. En cada mina se designó un militar en las funcio-

nes de interventor con poderes semejantes a los del extinguido control obrero.

Nuevamente se recurrió al procedimiento de las “listas negras” de la Patiño y

los reclamos fueron sofocados con el despido y apresamiento de los obreros. La

vida en los campamentos ha tocado los fondos últimos de la miseria. La masa

trashumante formada por los cesantes, va volviéndose mendiga con el

procedimiento de las donaciones de víveres. Las pulperías están vacías. La

infección tuberculosa en algunos distritos alcanza al 80%. El trabajo no

avanza, los mineros están desmoralizados, se saben odiados y perseguidos. Es

el “sistema de mayo” cuya abyección culmina en los 400.000 dólares que es la

propine que obtuvo Lechín de los yanquis sacrificando la vida y la dignidad de

los mineros bolivianos (32).

32 Las negociaciones del monstruoso embeleco llamado Tercera Fase de la “Operación Triangular”, tomaron tres años, dos de los cuales corresponden a la gestión de Lechín. En lugar de 10,5 millones de dólares los enérgicos directivos de CMB obtuvieron 400 mil. (N. del A.)

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El país está invadido. Se han perdido sucesivamente el estaño, el zinc, el gas y

el petróleo. ¿1.500 millones?, ¿2.000 millones de dólares? ¿Quién puede decir

lo que representa la enajenación de esas reservas? La riqueza que se ha puesto

en manos de Gulf sobrepasa con seguridad los 1500 millones de dólares: el

país hasta e1 presente no ha obtenido ni la centésima parte de esa suma. De la

pérdida de “Matilde” se deben esperar ingresos menores que los que provienen

de las salas de cine- ¡Y dicen que Bolivia ofrece pocas oportunidades a la

inversión extranjera! Pero no confundamos las cosas. A los negreros que

vaciaron has aldeas africanas del pasado no se los llama inversores, ni

gobierno a los caciques que se vendieron por lentejuelas. No hay exageración y

si existe diferencia está en los abalorios, pero para el caso importa lo mismo la

quincallería del colonizador europeo o hablar en nuestro tiempo de “integra-

ción, y desarrollo” en el momento preciso en que se produce la doble

enajenación: una material, con la pérdida de enormes recursos naturales y

otra subjetiva que elimina las posibilidades de desenvolvimiento autónomo del

Estado.

Es la invasión del dinero extranjero y ha corrupción, su arma ofensiva. Los

organismos fiscales se desploman con los cimientos podridos. La Corporación

Minera de l3ólivia se desintegra, Y.P.F.B. queda bajo la tutela de Gulf, se

prepara la subasta de la Corporación Boliviana de Fomento, los rescatadores

se han adueñado del Banco Minero. El avance ha sido sistemático e invisible

como el de las termitas. En has gerencias, es la prensa, en los despachos

ministeriales estos insectos devoran pedazo a pedazo el porvenir de los

bolivianos. No se los descubre hasta que han producido el derrumbe. Primero

nos comen por dentro, luego nos venden. El país está en subasta y la

República convertida en baratillo.

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Contra esta invasión no se pueden oponer soldados y cañones, solapada y

tenaz ha paralizado la resistencia nacional desencadenando un proceso en el

que e’ país todo va disgregándose poco a poco.

Bajo el empurpurado cielo de la República del Estaño, vendrán días difíciles.

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CAPITULO VIII

PSICOLOGIA DE LA NUEVA ROSCA

Lo que define la sustancia de Noviembre es el retorno de la mentalidad

oligárquica. Noviembre se cataliza con el retorno de esa mentalidad. Los

norteamericanos no podían actuar solos ni era necesario que lo hicieran. Fue

un reentre lamentable, tanto porque llené Ballivián y sus amigos del Banco

Industrial nunca podrá; parangonarse con Patiño —que como dueño del país

se conducía como tal— como porque entre la mentalidad del señor y del

mayordomo hay diferencias fundamentales. Como la troika minera no existe

más en la condición de señora exclusiva de este país, lo que queda de ella y los

burgueses de poca monta facturados en los últimos años del gobierno del

Movimiento Nacionalista Revolucionario y tonificados después de Noviembre

(mineros medianos, importadores y algunos industriales increíblemente

miopes), se ven con que eh país les queda grande. El fenómeno es doble: al

despertar las masas populares en 1952 crecieron y, en la misma medida, la

mentalidad oligárquica decreció. Estaba lejos de su alcance comprender y se

perdieron. Si fueron incapaces de superar la estratificación de sus ideas antes

de Noviembre, era imposible que lo logren después ante las apariencias de una

victoria (33).

La vulnerabilidad de esta derecha está en su miseria material y su reflejo

ideológico inconsistente y ambiguo. Como mentalidad que sobrevivió a duras 33 Léase las notas de la página de redacción de “El Diario” y se verificará que los ideólogos de la derecha, por ejemplo el señor Jorge Siles Salinas, se complace en estancar sus ideas en el Siglo XVIII; y hombres de empresa como René Ballivián a qUien también le gusta escribir sobre los mismos temas, sería echado del “Fígaro” por demasiado derechista. (N.del A.)

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penas a 1952, ahora en amasijo con e1 refuerzo norteamericano, ha

engendrado un repertorio de ideas que puede caber en la cáscara de una nuez:

iniciativa privada y libre empresa, desnacionalización de las minas, integración

y desarrollo. No llegan a tener una imagen precisa del país, ni la fuerza de

clase de sus ideas es lo suficientemente vigorosa para que los beneficios de la

libre empresa los reivindiquen para si. Se conforman con las migajas que

dejan los norteamericanos reconociendo que e1 petróleo, ha construcción de

caminos o la metalurgia son negocios grandes para ellos. Patiño habría

sonreído: sabía que el tamaño del país era el propio suyo. Los hombres de

Noviembre se saben sobrepasados y aceptan con -humildad el puesto señalado

por los americanos.

Esta falta de energía descubre la debilidad de su raíz de clase; un burgués

boliviano operando un banco minúsculo y debiendo dinero a los nor-

teamericanos, o un industrial semiquebrado, no tiene la ambición ni la

perspectiva de clases burguesas más fuertes. Ni en sueños se proponen defen-

derse de los norteamericanos cuya política de acaparamiento de los recursos

nacionales mata la débil raíz de la burguesía boliviana. Mientras los

norteamericanos en diez años harán negocios de un millar de millones de

dólares con eh petróleo, estos pobres burgueses aceptarán recoger centavitos.

Y la verdad es que no merecen más: nacieron a destiempo y la historia los ha

condenado. Esta destrucción material es mucho más inexorable que las

masacres de obreros con las que los norteamericanos no podrán suprimir la

presencia histórica de una clase, a la que además irán creando constan-

temente aunque conviertan el país en un nuevo Puerto Rico. Esta es la

formidable contradicción: no pueden prescindir; de los obreros, pero dejan de

lado la pobretería burguesa o la conservan en la medida estrictamente

necesaria.

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Si señalamos la pobreza del arsenal ideológico de Noviembre es en razón de las

insuficiencias de la oligarquía, pero el fondo del problema no es de mentalidad,

puesto que ni el más habilidoso manipuleo de las ideas podrá imponerse

cuando la realidad sigue otra dirección. En otras palabras: ¿los agresivos

empresarios del Banco Industrial podrían disputarle su poder a la Gulf?, o —

tratándose de empresas más modestas—— tomar para si la explotación del

zinc de “Matilde”? No, porque la realidad está en Guhf y Philips Brothers y no

en los burgueses timoratos del Banco Industrial. Y, naturalmente, queda

descontado el hecho de que el Sr. René Ballivián no es Morgan, ni Barrientos

es Bismark. Su impotencia frente a los hechos descubre un nuevo matiz en los

planos de la ideología: no entienden el país ni tienen idea -de lo que hacen.

Desde la gerencia bancaria y el & despacho presidencial se recitan papeles de

oscura significación. Están también a su modo alienados: (34) se sienten

dueños del país, pero no pueden compararse con Patiño. Tienen asociaciones

de empresarios, influyen en los bancos, escriben en la prensa: se fingen

dueños pero dudan de serlo. Entre el impulso y la realidad se interponen los

norteamericanos. Hay que conceder que no es fácil alcanzar alguna coherencia

cuando se deben combinar conceptos como “desarrollo e integración” con el

sabotaje contra la fundición de esta-no o la entrega del petróleo y el gas, del

zinc y la reserva estañífera.

Otro rasgo de la mentalidad oligárquica después de Noviembre es que perdió

rápidamente todas sus armas contra el Movimiento Nacionalista

Revolucionario pon un proceso político violentamente erosivo. La bandera de

Noviembre fue esencialmente moralista: la “institución tutelar” (ejército> se

34 Alienación: Humildad con los yanquis, arrogancia con los bolivianos. (N. del

A)

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levantaba contra la violencia y la corrupción administrativa. Una moral

abstracta, cobertura de todos los movimientos contrarevolucionarios, servía a

los fines de movilizar el moralismo de las capas medias. Los gestos de

austeridad flotan sobre el mar de negociados.