Al Maestro: Sr. Ing. Galo Verdesoto Alvarez MSc.

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1 Toda persona buena (y quién escribe, quizá relativamente lo sea), debe rendir pleitesía a sus mayores: a aquellos seres, que dejaron honda huella en su conciencia. En el presente caso, aunque sea post mortem, se hace el intento de exponer una semblanza (de una faceta) de un ser humano, según criterio personal, excepcional. In memoriam, porque la persona a la que se alude, dejó de existir hace más de una década, cuando frisaba los 63 años (qué coincidencia: a la misma edad, que el gran Carlos Marx Leví). Por desidia, por torpeza, en una palabra: por falta de convicción, no se actuó en la ocasión debida; pero ahora se lo hace, como una acto agradecido, sobre todo para que no se borre de la memoria en unos casos, para darlo a conocer, en otros, a un ser grande, que una vez fue. BIOGRAFIA PARCIAL DE UN MAESTRO: del Sr. Ing. GALO VERDESOTO A. MSc. Por Justo Castillo Freire. La persona que escribe, en el Ecuador, a tres personalidades principalmente ha admirado y seguido (han sido su modelo): en primer lugar, al Sr. Dr. Agustín Cueva Dávila (imbabureño ilustre): a aquel serio, brillante y objetivo pensador, quién ha producido (y legado) el conocimiento real de los avatares del capitalismo, no sólo ecuatoriano, sino también del subcontinente latino-luso-caribeño americano; en segundo: al Sr. Dr. Alfredo Castillo Bujase, pensador por fortuna vivo, el que, según juicio personal, por supuesto, se cree que ha seguido a Marx (al pensamiento histórico dialéctico) con profundidad y rigor, y que también lo ha desarrollado (la figuración madura de Marx: de Los grundrisse, de las Formen, incluso de los escritos últimos del período 1862-63, según asevera el Sr. Enrique Dussel); y, en tercero: al Sr. Ing. Galo Verdesoto Alvarez, intelectual marxista éste, inserto: no en el enfoque universal del pensamiento, pero profundo en la particularidad de su quehacer intelectual. Modestamente, también la persona que inicia este escrito, se ha parapetado sobre los hombros de los grandes, como lo confesara que procedió el gran Isaac Newton (sin que haya ánimo de parangonarse); grandes, que para él eran dos: Galileo y Descartes. Al Sr. Dr. Agustín Cueva Dávila no se tuvo ocasión de conocerlo. Murió joven: a los 55 años efecto de cáncer pulmonar, sin embargo de no tener el vicio de fumar. Pensador, cuyos avances teóricos cruzaron las fronteras “nacionales”: sobre el capitalismo, en torno del carácter de la forma de reproducción colonial del subcontinente americano no anglosajón, alrededor de la dependencia, etc. Justo es, por tanto, aprovechar la ocasión para refutar (“sacarse el clavo”) las afirmaciones que el Sr. Enrique Dussel hace sobre el coterráneo, en lo tocante a la categoría dependencia”: que “Cuevas” niega la pertinencia marxista de la categoría

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Toda persona buena (y quién escribe, quizá relativamente lo sea), debe rendir pleitesía a sus mayores: a aquellos seres, que dejaron honda huella en su conciencia. En el presente caso, aunque sea post mortem, se hace el intento de exponer una semblanza (de una faceta) de un ser humano, según criterio personal, excepcional. In memoriam, porque la persona a la que se alude, dejó de existir hace más de una década, cuando frisaba los 63 años (qué coincidencia: a la misma edad, que el gran Carlos Marx Leví). Por desidia, por torpeza, en una palabra: por falta de convicción, no se actuó en la ocasión debida; pero ahora se lo hace, como una acto agradecido, sobre todo para que no se borre de la memoria en unos casos, para darlo a conocer, en otros, a un ser grande, que una vez fue.

BIOGRAFIA PARCIAL DE UN MAESTRO: del Sr. Ing. GALO VERDESOTO A. MSc. Por Justo Castillo Freire.

La persona que escribe, en el Ecuador, a tres personalidades principalmente ha

admirado y seguido (han sido su modelo): en primer lugar, al Sr. Dr. Agustín Cueva Dávila (imbabureño ilustre): a aquel serio, brillante y objetivo pensador, quién ha producido (y legado) el conocimiento real de los avatares del capitalismo, no sólo ecuatoriano, sino también del subcontinente latino-luso-caribeño americano; en segundo: al Sr. Dr. Alfredo Castillo Bujase, pensador por fortuna vivo, el que, según juicio personal, por supuesto, se cree que ha seguido a Marx (al pensamiento histórico dialéctico) con profundidad y rigor, y que también lo ha desarrollado (la figuración madura de Marx: de Los grundrisse, de las Formen, incluso de los escritos últimos del período 1862-63, según asevera el Sr. Enrique Dussel); y, en tercero: al Sr. Ing. Galo Verdesoto Alvarez, intelectual marxista éste, inserto: no en el enfoque universal del pensamiento, pero profundo en la particularidad de su quehacer intelectual.

Modestamente, también la persona que inicia este escrito, se ha parapetado sobre los hombros de los grandes, como lo confesara que procedió el gran Isaac Newton (sin que haya ánimo de parangonarse); grandes, que para él eran dos: Galileo y Descartes. Al Sr. Dr. Agustín Cueva Dávila no se tuvo ocasión de conocerlo. Murió joven: a los 55 años efecto de cáncer pulmonar, sin embargo de no tener el vicio de fumar. Pensador, cuyos avances teóricos cruzaron las fronteras “nacionales”: sobre el capitalismo, en torno del carácter de la forma de reproducción colonial del subcontinente americano no anglosajón, alrededor de la dependencia, etc. Justo es, por tanto, aprovechar la ocasión para refutar (“sacarse el clavo”) las afirmaciones que el Sr. Enrique Dussel hace sobre el coterráneo, en lo tocante a la categoría “dependencia”: que “Cuevas” niega la pertinencia marxista de la categoría

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“dependencia”, en tanto que el Sr. Dussel dice haber encontrado en Marx los fundamentos para la formulación de la categoría científica de la “dependencia”.

La “teoría” de la dependencia, rescatada con el enfoque de la explotación entre capitalistas, fetichiza esa condición, cuando la asume como de exacción entre países; ahora bien, este tipo de relación no está presente entre empresas de desigual desarrollo en el mercado global, pues, solamente el trabajo es explotado por el capital y también el pueblo (labor autónoma, en este caso) a través de la subsunción formal (en el mercado); el fenómeno es de ecualización internacional (transferencia de plusvalor entre empresas de diferente composición orgánica de capital mediante el comercio [Agustín Cueva posiciona bien el hecho; como lo hace respecto de la “categoría” populismo, frente a Laclau y Quintero {Agustín refuta a Laclau, a Lechner e incluso a Gramsci; y, de estar vivo lo hubiera hecho con el propio Sr. Dussel}]). La competencia entre empresas que no comercializan entre ellas, lo que hace es reducir la ganancia de las empresas de menor desarrollo tecnológico, puesto que el tiempo de trabajo social es mayor en estas últimas (en realidad, no hay transferencia de plusvalor alguno entre empresas que no están en contacto, entre firmas que no se topan).

Por otra parte, dependencia (condición) puede presentarse sin que haya necesariamente redistribución de valor entre países de la clásica manera (el caso de Cuba y la ex URSS es ilustrativo: el imperio social subsidiaba a la Isla [Para el Sr. Econ. Rolando Astarita, en cambio {y se cree que es lo correcto}, en Marx jamás esta insinuada la idea de que la sobre ganancia de unos capitalistas provenga de la transferencia de plusvalía de los productores atrasados {en la web: Astarita. R.; Marx sobre el trabajo potenciado}]). Al Sr. Dr. Alfredo Castillo B., tampoco se ha tenido el honor de conocerle: ese brillante pensador muy incomprendido por el sector de izquierda marxista precisamente; su enfoque de los procesos mundiales en curso es justa (“la historia retira de escena formas de producción, que ya no son fuente de desarrollo”), la sugerencia sobre lo que se debe hacer en el Ecuador, de modo similar lo es: “poner a los explotadores en el poder y retirar del mismo a los especuladores” (al capital financiero), para avanzar en el desarrollo de la ciencia y de la técnica; así como su visión de futuro es extraordinaria: el ser humano debe inmersarse en una nueva moral, que le dé la grandeza para comprender la estructura y desarrollo del mundo.

También el Sr. Dr. Castillo, es de la idea de que ningún ser humano del Planeta, en el interregno finisecular, puede mantenerse fuera de los procesos que ha creado el capitalismo; por esa razón, por ejemplo, sostiene, que la “teoría de la dependencia” (válida para otro momento histórico) en la actualidad es un contrasentido (El frente capitalista “subdesarrollado” “no debe partir de la idea de la dependencia, porque no está allí ningún camino de desarrollo”). La ciencia y la técnica constituyen el nuevo poder en el mundo, son los elementos rectores del presente y que se proyectan como determinantes a futuro. En la continuidad de esa perspectiva de pensamiento se abona, que el capitalismo seguirá en pie mientras haya margen para el desarrollo de las fuerzas productivas; contrario sensu: puede ser reemplazado, no sólo por la revolución, sino una vez que en la Tierra se enseñoree el sucedáneo “de sí” (del capitalismo), efecto de retroacción (alienación) del nuevo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas (sistema de instrumentos: objetualización histórica acumulada y cualificada de la inteligencia, en la “práctica social del trabajo”) sobre las relaciones sociales, que siga y complete ese desarrollo (el neosocialismo, como, en efecto, ocurre).

La precedente, se trata de le ley, que preside el desplazamiento de la especie en la coyuntura histórica, de la que poca comprensión se tiene entre sus principales actores: el género (su intllegentzia), perdido, con una venda sobre los ojos avanza, sin más dirección, que el proveniente del desarrollo de las condiciones materiales de reproducción, del margen de conducción autónoma de la técnica, de los procesos (Ing. G. Verdesoto). La historia, como consecuencia, por el momento se va sola, marcha a espaldas de la razón. El marxismo-leninismo fue la genuina expresión de cierto sector de la humanidad (del proletariado, o sea, de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao, Hoxha, Castro, el Che, Ortega, Allende), de proponerse actuar sobre esa determinación e imponer su impronta en ella; el socialismo de Lenin-Stalin, o sea, el período de su organización genuina: 1917-1956, consistió en la aplicación de la teoría a

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la práctica; ese “impromptu”, fue la demostración palmaria de la veracidad y practicidad de la doctrina: dada en forma casuística, en un sitio del Planeta (la ex URSS y su Campo, y Cuba), para un segmento humano, a nombre de la humanidad y de la historia (praxis que, en efecto, cambió al mundo, y que demostró –en los hechos-, la veracidad del marxismo-leninismo).

El socialismo: no fue un accidente histórico anómalo, que implosionó; tampoco devino como efecto de la acción burocrática o de dictadura alguna; en verdad: fue un proceso como tal, que entró en la historia, cumplió un papel en ella, y luego la dejó (ésta –la historia- le aladeó –a la emulación-: “devolvió” a la competencia la tarea exclusiva de desarrollar las fuerzas productivas hasta arribar al concreto en la automatización). Fue una contradicción adicional (a las naturales capitalistas: competencia, lucha de clases, antropía) puesta en el proceso histórico, que emprendió en tres tareas: desarrollar las fuerzas productivas (es obvio, con la pretensión de alivianar el peso del progreso recargado sobre los hombros de los trabajadores), acicatear el proceso de desarrollo por vía material de orden burgués, y demostrar el carácter histórico del capitalismo (disputar a dicho sistema, el sentido de la historia).

Se conoció al Sr. Ing. Galo Verdesoto Alvarez, cuando se debió haber tenido unos 19 años, por allá, por 1980, en Quito, en la Universidad Central del Ecuador, más específicamente: en la facultad de Ciencias Agrícolas, en circunstancias en que se cursaba el primer año de estudios en dicha Entidad. El encuentro, no fue propiamente por razones académicas, sino por las de orden política. En verdad, ese entronque ilustrado entre Maestro y dicente, tendría lugar dos años después, en el tercer curso de la Carrera y en la Facultad y Universidad referidas, una vez que se debía tomar la asignatura Economía I, de la que el Sr. Ing., era su titular (previamente, cuando se iniciara como docente, lo había sido de la asignatura Métodos de investigación científica). Los estudios, por aquella época eran muy fuertes, rigurosos, serios, pues, se hallaban penetrados por el condicionamiento de la “cuestión moderna”, positivista, tecnocrática.

En efecto, la Carrera en la susodicha Facultad, duraba seis años completos de actividad teórico-práctica-investigativa, cinco días a la semana (de lunes a viernes), en un horario doble: de 07H:00 a 12H:00 y de 14H:00 a 19H:00, dejándose los sábados para visitas de campo o para las actividades prácticas. Se realizaban verdaderas investigaciones científicas: las conocidas Tesis de Grado. Una vez egresado, se debía formular el Proyecto de Tesis, el cual se lo defendía ante un Tribunal en un acto solemne denominado “Preseminario” (términos de referencia, preparados ya con la dirección de un profesor y también sujetos a asentimiento o rechazo); luego de su aprobación, se ejecutaba el Proyecto en el transcurso de un semestre o usualmente de dos; la “defensa” de la Tesis era una verdadera examinación, que incluía el rechazo del colosal esfuerzo, si no se podía sustentar las conclusiones ante un infalible Tribunal inquisitorial (por esos días se leyó la monumental obra: Así se templó el acero, del gran escritor ruso de los tiempos heroicos de la Revolución: Nicolai Ostrosvki, por sugerencia del Sr. Lcdo. Fausto Moreno S., entonces Presidente de la FEUE Nacional).

Por años se pensó, como todos en el Ecuador, que la Politécnica Nacional (afamada Institución de larga tradición, creada por el Presidente conservador por excelencia “bonapartista”: Gabriel García Moreno [en palabras del gran Juan Montalvo F.: “Tirano grande, que pensaba en grande”, en alusión negativa a Veintenilla], por allá por el siglo XIX, con el objeto de modernizar al País), que era la mejor “Universidad” de la “Nación”. Pero, las Politécnicas no son propiamente universidades en el sentido fuerte del término (razón por la que se la entrecomilla), esto es, la entidad encargada de formar el “universo espiritual de la juventud”, incluso en la concepción acertada velasqueana (del ex cinco veces Presidente del Ecuador: el Dr. José María Velasco Ibarra [“Denme un balcón y seré Presidente”: el Sr. Dr. creía en sí mismo, en el poder del sentido que alberga la palabra]), sino de formar el recurso humano (mano de obra) calificado, en varias de las áreas de ocupación, en coherencia con las demandas de la reproducción del capital. Las universidades como tales, cumplen papel doble: formar la atmósfera subjetiva de la juventud y prepararles como “talento humano”, para que se integren al aparato económico, en el proceso de generación de plusvalía relativa.

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Al interior de la Universidad Central del Ecuador, se suponía, en cambio, que tres facultades se hallaban a la vanguardia de la calidad y del rigor; en su orden: Medicina, Química y Farmacia, y Medicina Veterinaria. Además, por entonces, en algún momento se escuchó decir, que eran las citadas, las únicas Instituciones en el País, que habían dado candidatos a Premio Nobel. Medicina era una institución de estudios rigurosa; y, esa catadura se explica, puesto que con la vida “no se juega”; por tanto, había que actuar de modo frugal enteramente serio: la mayor tarea era indagativa sobre problemas de salud, tratamientos, prescripciones, para lo cual se realizaban ensayos con diseños experimentales complejos, exhaustivos (mutatis mutandis: de 1990 para acá, el discurso científico fue reemplazado por el de “relato”, se perdió rigor: las investigaciones positivistas dejaron de lado la interpretación con instrumentos estadísticos, incluso en las propias politécnicas, por lo que quién escribe a los estudiantes de Metodología de la Investigación, se les encargaba revisar las Tesis de la facultad de Medicina). Esa conducta se reproducía en las otras dos Facultades; lo que hizo de ellas, sobresalientes entornos de formación profesional, con prestigio incluso fuera de las fronteras nacionales.

“Aprender haciendo”: es un mal aprendizaje; es una forma insuficiente, innecesariamente laboriosa, empirista, de acceder al “conocimiento”; la misma, deja de lado, en cuanto herramienta básica, al supuesto conceptual; y, lo que es más grave: no va hacia el concepto, más bien: bloquea el pasaje a él. Avanzar hacia el conocimiento abstracto exige se dé un paso previo: que los datos de la realidad se ubiquen en la mente y que esa representación primaria, allí sea reelaborada, para que adquiera la forma lógica (conceptos, categorías, leyes, teorías, nuevas hipótesis). El “constructivismo” adolece de ese límite. Ahora bien, no se puede ser crítico, cuando se piensa y se discursea a partir de los hechos, esto es, fuera de la lógica de éstos (P. Garnier). Modo alternativo de nominar al hecho es: “aprendizaje por descubrimiento” (F. Skinner), el cual, necesariamente tiene como premisa determinados niveles del saber conceptual: de presentido, de presignificación. El aprendizaje no puede se descriptivo, porque entonces la mente se quedaría en el nivel animal, sensorial, instintivo, en el del “no discernimiento” esencial. Este retroceso posmoderno, se concreta en la elaboración de currículos “por problemas”, en el método “tuning” (en el pragmatismo positivista).

Ese fue, por ejemplo, el proceder de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Pero el poderoso método formativo-profesional adecuado, operó como la forma de ser de la ya citada Facultad de Medicina de la Universidad Central del Ecuador. Su modelo fue (¿es?) enteramente racional, humano, sociológico; su Plan de Estudios (visto como “tronco general”) seguía un algoritmo deductivo (esto es, cognitivo teórico): el contexto socio-económico (conceptualización general), anatomía, fisiología, patologías, farmacología, diagnóstico/pronóstico (investigación), tratamientos. Modo sistémico-orgánico de programar la socialización de las destrezas en el área de la Salud hacia la práctica, de la enseñanza en dicha Facultad; Entidad científica ésta, pedagógica y humanísticamente hermosa. Quizá sea esa la razón por la que el Sr. Ing. Galo Verdesoto admiraba mucho a dicha Institución; en la que, dígase de paso, en aquel período habían verdaderos científicos como docentes; académicos formados con sensibilidad social, políticamente fraternos (compañeros, camaradas), frente a la administración de la Facultad y en la cátedra (Dres.: Edmundo Granda, Jaime Breil, Oscar Betancourt, Capaña, Dimitri Barreto, entre otros).

El “aprendizaje por descubrimiento”: forma antediluviana de acceder al saber; la cual, si usa el Método científico, da pie a otra actividad: a la práctica de producción de conocimientos; por tanto, no se trata de aprendizaje como tal, sino del proceder investigativo especializado, realizado por primera vez, con el cual se “crea” nuevo conocimiento. El aprendizaje como tal (aprehensión), es socialización del saber científico, es este caso. Luego, el algoritmo actual con proyección futura es: descubrimiento científico, aprendizaje significativo (D. Ausubel), modelo social (A. Bandurra) hacia la internalización del saber de modo virtual (aprender aprendiendo). En verdad, a futuro el aprendizaje será “automático”: un sistema técnico fijará datos en el segmento libre de la cadena de pares de nucleótidos del

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ADN exento de la memoria genética, de las neuronas intermedias (P. Panchout). Luego, no será necesario aprender (tampoco investigar, producir conocimiento, puesto que esta tarea también se hallará automatizada), sino que entrará a operar ese proceder que acerbamente criticara (hoy se cree que indebidamente) el Sr. Paulo Freire: la “educación bancaria”, el simple y mecánico “hacer depósitos en la mente”.

Dicho sea de paso, el “punto visor” es el que determina la formación del concepto de la realidad. Cuando con ubicación en una posición madura se mira el proceso dado, se advierten una serie de falencias en la cognición de la vida. Eso ocurre actualmente. La humanidad concibe el mundo a partir de su posición etaria: del modo como el “joven” de entre 30 y 40 años (el capitalismo maduro), avanza a advertir la existencia. Es por eso, verbi gracia, que la izquierda despotrica contra el capitalismo sin beneficio de inventario: lo cataloga como un sistema sólo negativo, que debe ser eliminado ipso facto. Marx, Engels, Lenin y Stalin se empeñaron en derrumbar al capitalismo, pero sin renunciar a lo específico de él, a su misión en la historia: ser el ariete del progreso (Stalin mismo siempre se preocupó por el desarrollo de las fuerzas productivas). Es la forma interpretativa (de aquella posición, que se ubica en esa edad o directamente en la etapa cimera de la historia: el comunismo desarrollado), la que permite apreciar de modo más objetivo los hechos (y eso es lo que se ha pretendido hacer en el documento elaborado por quién escribe: La nueva concepción de la historia).

El método “tuning” es análogo e inverso al conocimiento preconceptual de los llamados “pueblos originarios”, quienes no pudieron y no han podido (no desean) rebasar el saber mítico, debido a que no descubrieron (la ¿“estrategia”?; ¡no!) el método para el efecto: el positivista cartesiano (quién magnifica esta posición arcaica, es el Sr. B. de Sousa Santos). Y quienes (los “mishos”: gente de Occidente, armados con el pensamiento conceptual) desean poner a la par al positivismo con las creencias precientíficas en acto denominado “diálogo de saberes” (con el saber “ancestral”, el que presenta a su favor el testimonio de la vigencia física de sus depositarios) mezclan los hechos. Los “pueblos no contactados”: ellos son “sabios”, viven en “armonía” con la naturaleza por “racionalidad”, ufanamente se sostiene; en verdad, se hallan anclados en el pasado. En realidad, en el proceso y su resultado, no asume plano medial la conciencia, pues, esos subconjunto humanos (línea evolutiva estructural-funcionalista –Parson-Rostow) se hallan todavía en la etapa lúdico-icónico-emocional (Bruner): la naturaleza no ha sido conceptualizada, ella ciegamente los controla y no pueden impactar negativamente el entorno, por cuanto su estado evolutivo es precario (su acción se limita a intercambio trófico con su medio inmediato, debido a la etapa en la que existen y al grado de desarrollo de las fuerzas productivas).

En la madurez de la vida ya, en calidad de egresado de la facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Central del Ecuador, se tuvo la ocasión de reflexionar sobre dicha Institución, de modo particular: sobre el período de su florecimiento, o sea, entre 1970 y 1990. Con aplicación de un procedimiento cuasi hermenéutico-comparativo, se arribó a resultados, que difirieron de la conclusión en torno de la supuesta superioridad de las citadas instituciones: Politécnica Nacional, Medicina, Química y Farmacia, y Medicina veterinaria, sobre la facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Central del Ecuador; se concluyó, por tanto, que la Facultad de Ciencias Agrícolas era una Entidad científico-sociológicamente única, formidable. Agronomía tuvo un proceso de consolidación, con la presencia en su dirección del sector más acrisolado de profesionales con formación académica en la materia; cientistas, técnicos y políticos de izquierda, con criterio, comprometidos con el pueblo que “llenaba la alacena” del Ecuador, que entregaron los mejores días de su vida, al diseño de la política apropiada en la formación de profesionales transformadores de la realidad del campo.

Refleja esa fortaleza diferenciadora y superior a que se ha hecho referencia, el programa de estudios. La facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad central, se convirtió en el micro mundo contendor del macro mundo universitario (con sorna se refiere a esta conducta, como de “todólogos”). Era el compendio cognitivo institucional, que formaba de modo multifacético a sus egresados. Casi todas las áreas del saber (Ciencias Naturales, Ciencias Sociales y Humanidades) se contenían en el Plan curricular: Física, Matemática

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(ecuaciones trigonométricas, derivadas, integrales), Estadística (descriptiva, inferencial, teoría de probabilidades), Economía (dos niveles), Sociología, Planificación, Administración, Periodismo, Psicología, Derecho, Topografía (Fotogrametría), Meteorología, Maquinaria agrícola, Contabilidad, Catastro; Dibujo técnico, Construcciones, Química, Genética, Zoología, Biología, Botánica, Fisiología, Edafología,…, Método científico (por supuesto: el Dialéctico-Histórico), Diseño y evaluación de Proyectos de inversión privada.

Cuatro especialidades completaban el carácter criterial orgánico del proceso de diseño: Fitotecnia, Producción Ganadera, Ingeniería agrícola y Desarrollo Rural. Como es obvio, este proceso terminaba con la Investigación de Tesis, cuya temática estaba vinculada al levantamiento de los problemas agrarios y agrícolas, cuanto a la formulación programática, estratégica y práctica, inherente a la preparación, ejecución, evaluación y sustentación de la política de transformación social del agro. De manera que esta concepción y praxis integral, no tiene parangón con ninguna de las otras entidades de su ramo y fuera de él, sean éstas politécnicas, universitarias o subsistemas al interior de ellas. Este período fue excepcional, incomprendido; por tanto, como tal, tuvo temibles detractores, dentro de los cuales, los más letales fueron quienes no tuvieron la capacidad de comprensión del riquísimo proceso en ciernes; la mano de la derecha hizo su ímproba irrupción, hecho que se conjuntó con la ignorancia y prepotencia de las autoridades subsiguientes (Ings. Paredes y Ortega, sobre todo), y el proyecto prometedor, fue desmotado (la ineluctable ley siempre operó: la acción prometeica de la voluntad se estrella con la admisibilidad estructural).

Quién reseña, fue beneficiario, para fortuna personal, del efecto formador, de este portento de formulación pedagógico-didáctica. En el mismo, la psicología no era ya el elemento central de los procesos instruccionales conducentes a la forja del recurso humano calificado, sino el concepto verás, crítico, sobre los hechos (“la mostración de las categorías de la esencia”, aquellos conceptos que yacen bajo la superficie y que de modo deliberado han sido ocultados, para fetichizar un proceso real), los intereses, la conciencia, en suma: la dimensión ideológica. Si el niño y el joven se educan (maduran, según el sentido durkheiniano-piagetiano del término), el adulto ya socializado, que continúa los estudios, sobremadura, tanto con las tareas de Grado como de Posgrado. La forma tradicional de formación de profesionales, aplica el criterio de “división del trabajo”, lleva a la especialización, torna individuos limitados; el principio “educativo” de la Facultad, en cambio, se proponía crear personas integrales, que se “eleven a la compresión general del mundo”, como una forma de asumir el compromiso con el sujeto objetivo, de manera que rebase la antitética posición en la estructura social.

Al frente de este singular e irrepetido proceso, como es de presuponerlo, estuvo el Sr. Ing. Galo Verdesoto Alvarez. El Sr. Ing. cuando joven, había realizado estudios de periodismo antes de ingresar a la facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Central del Ecuador, en la que fuera uno de sus mejores egresados; estudiante: político (revolucionario, marxista-leninista), serio, resoluto; por tanto, su “ojo visor” cubría cuantitativa y cualitativamente, planos más amplio, que la mirada del resto. Luego pasaría ser profesor en la cátedra de Economía Agrícola, por derecho, o sea, mediante participación y triunfo en aquellos severos actos denominados “concursos de oposición y méritos”. Por sus virtudes y debido a que se requería mejorar la calidad de su planta docente en la Facultad, el Sr. Ing. machó a México: a Chapingo, a recibirse como Máster en la citada disciplina. Su retorno al País fue auspicioso; al ponerse al frente de la Facultad una Dirección democrática, progresista, de la línea del Sr. Ing., encontró la oportunidad para plasmar todo su bagaje conceptual-metodológico en la Facultad que le dio su título (de la que llegó a ser Subdecano) y en la que servía como “educador de juventudes”.

La creatividad, no sólo está en el arte; sobre todo lo está en las manos bruñidas, “prestidigitadoras” de los trabajadores, a los cuales la humanidad y la historia le deben toda la grandeza de sus realizaciones; el trabajador “crea de la nada del capital” el valor, el cual lo acumula el capitalista: éste reconvierte (realiza también su catadura creativa) esta riqueza en renovado capital constante, con el cual superexplota la fuera de trabajo (saca al trabajo de escena, pero lo hace en similar proporción consigo mismo: los opuestos se eliminan en

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conjunto). Esta capacidad específicamente humana, está también en la ciencia (ideación de métodos para volver subjetiva la realidad), en la técnica (creación de instrumentos y diseño de maneras de abordar las demandas de la producción) y en la política (la estrategia, la estratagema, la táctica: la “maestría artística para actuar”). En el momento maduro de su existencia, el Sr. Ing. Verdesoto enfrentó la tarea de aplicar la política revolucionaria en otro escenario. Se adelantó o por lo menos se ideó de modo paralelo (a la manera de Darwin y Wallace con la teoría de la evolución de las especies, o de Newton y Leibniz con el cálculo infinitesimal) las grandes categorías de la alta modernidad, dada en la geografía nipona: la creatividad, la calidad y la sinergia (coadyuvancia).

El Sr. Ing. Galo Verdesoto: primero desde la derecha; y, el Sr. Ing. Ernesto Erazo: tercero desde la derecha. Noroccidente de Pichincha, 1986.

El Sr. Ing. Galo Verdesoto A., creó la categoría de la “coadyuvancia interfactorial”,

esto es, el principio de atracción recíproca entre elementos afines, que se (“buscan”) integran para formar un proceso de desarrollo nuevo (este planteamiento lo hizo el Sr. Ing., cuando quién escribe tenía algo más de 20 años de edad, y aunque se sintonizó [otros llaman “intuyó”] el mensaje, por aquella ocasión no se estuvo preparado para asimilar todo el contenido profundo de dicha heurística; más cuando si se lo estuvo plenamente, el Sr. Ing. había decesado). Es como procede la naturaleza (de la cual es parte la historia): es el registro fiel de todo proceso de desarrollo, principio el cual, dicho sea de modo incidental, deseaba convertirlo el Ing., en estrategia de la voluntad para actuar de modo consciente, para procesar ciertos problemas de los pueblos rurales (maximizar la capacidad potencial de interacción entre factores –reducir el riesgo) frente a los límites que a su reproducción ponen el capital y la forma humana burguesa toda.

Esta nueva ley (una forma diferente de expresar la dialecticidad progresiva de los hechos), es plausible recogerla para poner lumbre sobre la opacidad cognoscitiva de la realidad social en “pleno desarrollo” (año 2016). Pues, las experiencias dadas por los regímenes incursos en los procesos políticos de última data en el subcontinente latino, luso, caribeño americano, se contienen en el principio de la “coadyuvancia entre factores”, que han dado lugar a un renovado proceso de desarrollo: al dispositivo viable en la nueva etapa (naturalmente, la ceguera y el azar bloquean la inmediata apertura de un nuevo proceso de desarrollo en el ámbito natural; en el social, en cambio, el proceso se ve envuelto en el forcejeo de las estrategias de la conservación con las del flujo). Pero la ley opera también en sentido regresivo: una vez cumplido su papel un órgano (sea vital o accesorio), atrae la regularidad de la “entropía”: se desorganiza, ¿pierde “energía”?: ¡no!, cede materia al entorno,

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se descompone en sus elementos para ingresar a formar parte de otro proceso coadyuvante (es la condición de la burguesía senil, del capitalismo sobremadurado).

También en su vida como estudiante en la feliz época del paso por las citadas Universidad y Facultad, quién escribe, tuvo al frente tres personalidades, que jugaron un papel modelante de su personalidad. Por supuesto el Sr. Ing. Galo Verdesoto Alvares, el Sr. Ing. Jorge Abad (contemporáneo de estudios) y el Sr. Ing. Eduardo Espín, integrante de la promoción subsiguiente. El Ing. Abad, fue una persona de mucho talento, a la sazón: brillante estudiante, mejor egresado y muy reputado en su círculo estudiantil y luego como docente de la Facultad, como llegara a ser; sin embargo, esta persona ejercía un patrón de conducta sui generis: ciertos rasgos de vanidad, autosuficiencia, desprecio por los demás, infidencia e insidia lo caracterizaban; fue con dicho colega que quién escribe tuvo que vérselas día a día, en el plano de su conspiración; finalmente, el Ing. Abad –en plena madurez y cuando el efluvio de la creatividad y la sensatez están a punto- sorprendió a todos sus conocidos con su repentino deceso (suicidio), hecho que fue lamentable, puesto que –como tenía acostumbrado a las personas de su entorno- se esperaba mucho de él.

Si bien la rivalidad respetuosa y camuflada entre el Sr. Ing. Abad y quién reseña los hechos, se mantuvo durante el transcurso de toda la vida estudiantil, en la medida en que la misma nunca amainó, el saldo de dicha refriega a la postre fue positivo. En una reunión informal entre varios ex compañeros de estudio, realizada en un ambiente siempre tenso en la sala de profesores del Postgrado de la Facultad de Ciencias Agrícolas, allá por el año 2000, en el marco del tema que ocasionalmente se trataba (el cual de modo exigido: el político), el Sr. Ing. Abad sostuvo que ya no había frente político estudiantil en la Facultad y en la Universidad. Aseveración, que era una (lamentable) ¡gran verdad! Frente a dicha increpación, los asistentes guardaron silencio. Tal anuncio golpeteó de modo insistente el cerebro de quién escribe; de manera que cabizbajo y meditabundo se alejó del lugar. La citada conclusión condujo a poner en revisión la situación general de la coyuntura: de la clase obrera, de la revolución, de la política, a escala global.

El proletariado: su ardua y sostenida lucha en el Planeta, no es que no sirvió para nada, pues, se está convencido (y se tiene sólidos argumentos para sostener lo dicho), que la clase obrera, la que está dejando la historia al inmolarse en la automatización, ha cambiado efectivamente el mundo: puso el ejemplo de modo casuístico y temporal (la ex URSS y su Campo), aceleró el proceso de desarrollo de las fuerzas productivas hacia su concreción en la robótica antropomorfa inteligente, fijó el proyecto posible de la nueva “sociedad” en el “imaginario” de muchas personas en el Planeta: el socialismo, y modificó de modo cualitativo la realidad. Al hallarse en proceso de anulación conjunta los dos protagonistas principales de la historia: el capital y el trabajo, su representación: los partidos políticos entraron en un proceso de defección.

En la incursión episódica: la derecha y la izquierda culpan a los movimientos llamados “populistas radicales”, que han llegado al gobierno de varios países de la América no anglosajona en los albores del nuevo siglo, tanto de la crisis económica como aquella en la que han ingresado los partidos políticos. Si la crisis es un fenómeno natural incurso en el modo de ser del capitalismo, la salida de ella también debe tener esa vía; y, del mismo modo que se pueden generar medidas de política económica para reducir los impactos, es posible hacerlo para que no se prolongue, para que la reactivación (medidas contracíclicas) ocurra sin tardanza; la oposición a los gobiernos socialdesarrollistas imputa también la destrucción de los partidos políticos, por el contrario, esta forma de representación fue sacada por la historia, se insiste: en la medida en que los sujetos de su representación se quedan ya en el camino.

El Sr. Ing. Eduardo Espín era, es, diferente: serio en los estudios, con dominio en áreas de la teoría investigativa, en el método científico; brillante político de izquierda; buen esposo y padre de familia; Docente universitario. Una persona con sólidos principios. También el Sr. Ing. estuvo siempre presente en la vida de quién escribe; pero por otras razones. El Ing. Espín llegó a la Facultad como político formado: profundo, coherente, serio, directo, sincero: dueño de altos quilates discursivos, ponía la tónica en la praxis política de la Facultad y de la Universidad. Siempre se esperaba su parecer ante las actuaciones personales públicas; al

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principio se recibió la acerba crítica frente a novatadas y desidias; pero luego también se superó inexperiencias e inmadureces y se logró la aquiescencia del Sr. Ing. Espín, lo cual trabajo tranquilidad y seguridad, no sólo a quién escribe, sino a todo un sector de coetáneos. Lamentablemente el Sr. Ing. Galo Verdesoto no actuó con él, como inmerecidamente lo hizo con quién escribe; por lo que se cree estar asistido con el derecho de desagraviar al Sr. Ing. Eduardo Espín en nombre del Sr. Ing. Galo Verdesoto.

El Sr, Ing. Galo Verdesoto fue, en realidad, el guía, el talento: el “ideólogo”, a lo interno de la Facultad por aquel entonces, tanto en la dimensión académica como en la filosófico-política. Formaba parte (lo coordinaba) de un selecto equipo, es verdad; el mismo estuvo formado por los Sres. Ings.: Jaime Estrella (Decano de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la -Gloriosa- Universidad Central del Ecuador), Guillermo Albornoz (Suddecano de la misma; brillante científico -genetista-, modesto, centrado, como todo investigador preclaro, fecundo), Bolívar Navas (Profesor de Sociología), Luis Ernesto Erazo (pensador de fuste y versátil expositor; Presidente de la FEUE, en momentos en que esta agremiación era el “alma” del País; miembro del Consejo Universitario y preclaro dirigente de la Asociación de Empleados y trabajadores de la UCE; campeón de oratoria en el ex IAEN), Antonio Gaybor (serio y respetado funcionario de varias carteras del Estado; consultor; por supuesto eximio catedrático y, al momento -2016-, Decano de la FCA), Lcdo. Luis Casco.

Entre estudiantes de diversas promociones: Miguel Murillo (dirigente estudiantil, preclaro exponente, que actuaba con la palabra y con la “espada”), Pablo Granizo (preparado, preciso, decidido), Eduardo Peralta (sobresaliente técnico del INIAP), Mauricio Peña (de extracción burguesa, inteligente, firme en su posición proletaria por entonces), Galo Jurado (hasta aquí: la “vieja guardia”, por entonces), Eduardo Espín (Magister, Representante estudiantil ante Consejo Universitario), José Vásquez (persona disciplinada, esforzada, inteligente, que por estos días: octubre del 2016, debe estar por regresar al País con su doctorado), Wilfrido Román (Representante estudiantil ante Consejo Universitario), Fabián Montesdeoca (quién realiza estudios de doctorado en Chile, actualmente profesor de la Facultad), René Alvares (MSc.), Eduardo Cañar (Magister), Milton Baño, Jorge Aucancela, Juan Borja (Magister; Representante estudiantil ante Consejo Universitario, presidente de la FEUE; firme en sus ideas, poseedor de posibilidades perorantes persuasivas), Alonso Atarihauna, Napoleón Jiménez y quién escribe: Justo Castillo, entre otros (todos profesionales ahora). Dicho sea de modo incidental, todos entrañables compañeros, con los cuales se ha mantenido una inquebrantable amistad: amistad real, no formal, puesto que la misma se sustenta en la empatía ideológica (la persona que escribe tiene como verdaderos amigos sólo a sus clones políticos).

Tan eficiente y cabal fue este equipo, que cuando vigente, se produjo el triunfo electoral más sonado de la entera vida de la Facultad: se ganó con largueza, por amplia mayoría, la Representación Estudiantil al H. Consejo Universitario, se obtuvo el 100% de miembros a la Junta de Facultad, con lo cual, en el marco del Cogobierno, se puso Autoridades de avanzada al frente de Ciencias Agrícolas. Eran tiempos también heroicos: se tomaba muy en serio la representación, el proceso de lucha política por el acceso a una dignidad; todos: profesores, estudiantes y empleados y trabajadores, eran políticos con criterio, con fundamento, que actuaban con mística en sus respectivas trincheras. Contrario sensu, en la “época posmoderna” en curso (sic), por aquel entonces la praxis política confería dignidad a la persona; quién era político: era respetado, mucho más quién militaba en la izquierda revolucionaria, la que quería cambiar el mundo: sepultar al capitalismo, crear al ser humano nuevo, superior. Incluso quienes –estudiantes- militaban en la izquierda, gozaban del respeto de los profesores conservadores y viceversa.

Al respecto sólo un dato: cuando quién escribe ganó la Representación estudiantil al H. Consejo Universitario de la Universidad Central del Ecuador, por la Facultad de Ciencias Agrícolas, o sorpresa: al siguiente día varios profesores de derecha se detenían para saludar con respeto y solemnidad, con estas palabras: “Le felicito, señor por su triunfo, los estudiantes ahora van a estar bien representados”. En efecto, se sentía solaz por haber hecho un buen trabajo, por formar parte del staff, que era el que realmente merecía todo el crédito, porque se

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dignificó mucho más al Partido (PCMLE/MPD), al Frente político (FRIU), al Movimiento Estudiantil, a la Política; porque no se defraudaba a quienes tenían puestos los ojos y las esperanzas en los actores en escena en ese entonces: quienes llevaban la voz del sector progresista, democrático, comprometido con el cambio; por cuanto no habían sido en vano todas las enseñanzas que impartieran varios profesores, por supuesto, entre ellos el Sr. Ing. Galo Verdesoto A., como también el proveniente de los camaradas de más alto rango.

El período de éxitos, o sea, de gestión con signo técnico, académico y social, en la Facultad, duraría alrededor de un decenio más; momento de conclusión del ciclo (verdadera onda media –“juglar”), que había dado inicio allá por el año 1975 con los Sres. Ings. Jaime Estrella y Guillermo Albornoz en la Dirección de la Facultad, con los entonces estudiantes: Miguel Murillo, Pablo granizo y Mauricio Peña como dirigentes estudiantiles, antes de que la Institución pasara a manos de gente conservadora, directamente reaccionaria, que al llegar al gobierno de la Facultad, inmediatamente iniciaran el trabajo de desmontaje del programa académico, investigativo y de acción social, que había puesto en práctica el equipo referido, el que tuvo como adalid, al Sr. Ing. Galo Verdesoto. En la última fase del período destacaron el compañero Eduardo Espín, una señorita de nombre Mercy, cuyo apellido se desconoce, puesto que quién escribe había dejado ya la Facultad, tomó la posta el compañero Juan Borja, quienes representaron a los estudiantes en el H. Consejo Universitario, y que dieron dura batalla por sostener el Proyecto.

En suma, la experiencia fue única, la que no volverá a repetirse, puesto que la propia Universidad, como institución que surgió en Occidente para cumplir labores ideológicas a lo interno de la forma humana servil-señorial, que luego pasara a incluirse en la formación social burguesa con una nueva misión de corte napoleónico: la preparación de la PEA como trabajadores cualificados, carece ya de función en el nuevo escenario que se halla en constitución (la cibernetización de la vida), cuya estructuración viene condicionada por el proceso de automatización. Si la Universidad, como un órgano del sistema, refleja el acontecer de la estructura englobante: el Ecuador y el mundo, el agotamiento del modelo expresa los cambios producidos en la década del 70 del siglo XX: la humanidad se había conformado en comunidad escindida global y en la época en la que la producción se tornó creativa y cualitativa: la era informacional (M. Castells), en la que el trabajo dejaba de ser el factor principal: se cumplía los presagios de Gorz y Habermas (adiós al proletariado, la técnica pasaba a determinar el proceso).

En realidad, el referido equipo: el expuesto en párrafo mediato precedente (al que debe agregarse un grupo importante de empleados y trabajadores: Dr. Jorge Badillo, Econ. Fernando Moreno, Srta. María Elena Miranda,…), era un sector selecto, ideológicamente empático, que pocas veces en la vida se crea de modo colectivo. En la circunstancia no surtía efecto aquel apotegma: “En el país de los ciegos, el tuerto es el rey” (este es, la manida política de rodearse de “mediocres”, dispuestos a obedecer, para reinar); pues, el grupo estaba formado por los “mejores” y se trabajaba para catapultar a quién se lo merecía por virtudes, por su consecuencia y fidelidad a la causa. Este proceder nos (me) enseño nuestro (mi) Maestro: el Sr. Ing. Galo Verdesoto Alvarez, esto es, jamás “serruchar el piso” (en alusión a una caricatura que la propia prensa de la derecha: el diario El comercio, hiciera del ex vicepresidente del Ecuador, el liberal Dr. Blasco Peñaherrera P., que en “cristiano” quiere decir –no ser envidioso-: no bloquear el ascenso loable de otros).

Sobre el particular, merece retrotraerse y relatarse tres sucesos, en el que el protagonista fuera también la persona que escribe: 1) cuando estudiante y Presidente de Curso, si un profesor no asistía a dictar clase, jamás se permitió que esas dos horas pasen en vano, pues, se cerraba la puerta del aula y se pedía que el más adelantado estudiante (por ejemplo, en Matemáticas, un compañero que había estado en la Politécnica), coordine la resolución de tareas; 2) en el frente estudiantil: en el FRIU y en la Asociación Escuela, sólo se admitía integrantes, que demostraban ser estudiantes que han ganado los años, caso contrario se les mandaba “con viento fresco” a estudiar, con la consigna de que se reintegren, una vez que sus notas sean buenas o muy buenas (“revolucionarios” –“manifestantes”, “tira piedras”-: ¡correcto!, pero con buenas calificaciones); y 3) se vio obligado a llamar a elecciones para

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renovar una Directiva deslegitimada de la Asociación Escuela de Estudiantes, por pedido del Ing. Galo.

En dicha contienda (en la citada al final del párrafo inmediatamente precedente) se perdió: un “chino” (quién escribe) tuvo que entregar la Dirección de la Asociación Escuela de los estudiantes a un “cabezón” (en realidad, a un tinglado: una corporación ideológica, integrada por socialistas, diletantes prosoviéticos y por esa fracción minoritaria de aniñados de la derecha). Y, por partida doble (“Las desgracias no vienen solas”, dice el pueblo): se fue blanco del reclamo aireado de los compañeros; pero luego se retomó con fuerza el “poder” en el seno de los estudiantes y de la Facultad toda, y se hizo época (tanto, que en los corrillos, en los pasillos del edificio de la Facultad, se cuenta que se escuchaba decir: “Estamos en la dictadura de los estudiantes”). Por tanto, en situación tan nimia, se tuvo que actuar a la manera de Stalin frente al Comité Central: cuando Jossif estaba convencido de tener la razón sobre los demás, debido a que se hallaba ubicado en una posición de privilegio, que le permitía mirar de manera global y en perspectiva los hechos (en este caso “Stalin” fue el Sr. Ing. Galo Verdesoto), se mantenía en y se imponía su criterio, en su orden.

Parece que de allí salió cierto hábito por intervenir en la vida de los compañeros novatos, que se incorporaban a la Facultad al primer año, de modo especial, de los provincianos. En una ocasión, quién hace de relator, en ese entonces -1980- cuando se asistía los primeros días al curso Preuniversitario, en la plaza Marín en Quito, a las 06H: 00, se tomaba un bus que le trasporte a la Universidad Central; la línea había sido equivocada, de modo que luego de una media hora, se percató que el sitio por el que se viajaba no tenía nada de parecido al que era el destino. De pie entre tantos pasajeros desesperado se preguntó a uno de ellos, “si se estaba por llegar a la Universidad”; la respuesta fue: “estamos en el Inca” (un barrio del Norte de Quito, muy lejos de la Universidad). A continuación se descendió precipitadamente del bus, en medio de tanta burla, abucheo y vergüenza. Se tomó el bus de regreso a la Marín, y se perdió toda una mañana de clases.

Episodios parecidos debieron experimentar muchos estudiantes sencillos, pueblerinos, que les indujeron a no continuar en la Capital, en la Universidad y en la Carrera. A estas dificultades se sumaría la actitud proterva de muchos profesores universitarios, los cuales eran unos verdaderos verdugos: tamizadores de profesión, con intención (en alguna ocasión se dijo: “hasta una profesora de Jardín de Infantes ha seguido un curso de Psicología; mientras que los profesores universitarios jamás lo han hecho, lo cual explica su conducta”). Por esa razón cuando dirigente estudiantil, en las visitas a los cursos, se plateó a los compañeros, que si tenían la intención de renunciar, de dejar la Facultad: de derrotarse y volver con el “rabo entre las piernas” a su “llacta” (lugar de nacimiento, de futuro infortunio), primero se pedía que se acerquen y conversen con quién escribe estas líneas. En varias ocasiones se realizó la tarea de “Trabajadora social” informal; pero también en algunas de ellas el resultado fue positivo, por cuanto se recibió el agradecimiento.

Fue costumbre por aquellos días practicar la reunión con un compañero los sábados por la mañana en la Biblioteca Nacional: en el edificio del antiguo Banco Central del Ecuador, en pleno casco urbano de la bella, histórica y cosmopolita ciudad Capital: Quito. Después de haber realizado varios problemas de Física, sencillos: de Alonso y Acosta, se notó que el compañero había perdido interés en el estudio, bostezaba y “estaba muy desganadito”, como dice el Sr. Mario Moreno “Cantinflas” en uno de humorísticos filmes. Se le preguntó “qué le pasaba”; luego de titubear y pensar por un instante, respondió: “es que no he comido ya dos días”. Como se tenía relativas mejores condiciones económicas, se invitó a un almuerzo al compañero; luego, en algunas ocasiones se practicó la costumbre de preparar alimentos en el cuarto en que se habitaba. El compañero fue promovido al segundo año; obtuvo crédito educativo, se instaló en la Residencia Universitaria, fue un brillante estudiante, es profesor de la Facultad ahora, y pronto será PhD (el “libre ingreso” fue una política –efecto de la lucha de los estudiantes de Guayaquil- acertada).

Libre ingreso, gratuidad de la enseñanza, cogobierno paritario (libertad de cátedra y derecho de tacha), representa el nivel de racionalidad más elevado y popular, que universidad alguna ha logrado en el mundo: en eso consistía la verdadera grandeza de la Universidad

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Central del Ecuador. El peldaño en el que la democracia (régimen de y propio para el desempeño efectivo del proceso de reproducción de los sistemas clasistas) aquí fue refuncionalizado para ponerse en favor del pueblo. Sin el “libre ingreso” y quizá de la “gratuidad de la enseñanza”, tanto la persona que habla como miles de pobladores de este País, no hubiesen llegado a profesionalizarse; en muchos casos: a desempañar funciones elevadas al interior del propio sistema burgués de vida en el País y fuera de él, como a protagonizar páginas históricas heroicas y destacadas en el ámbito político revolucionario e intelectual. Una verdadera sociedad, debería establecer antes del nacimiento de sus nuevos miembros (mientras las historia le asigne una función a la Universidad y sea su derecho existir), un cupo y la obligación para y de cursar la Universidad, en su orden. Se deplora, por tanto, que haya individuos e instituciones que se crean asistidos con el derecho de separar a la juventud en genios y “desmemoriados” (ellos se quedan con los genios; y, ¿los otros?: directo a la Universidad Central; la cual no se ha arredrado y con esos “rechazos” ha formado la intelligentzia popular).

El Sr. Econ. Héctor Garay, profesor de Problemas del mundo contemporáneo; socialista trotskista el Señor; una magnífica persona, que permitió gozar de su amistad, que debe estar bastante anciano ya (habrá rebasado los 80 años), que viste de modo impecable: un terno oscuro y una bonita corbata, que hace conjunto; pasea con garbo, con las manos juntas atrás, como todo lo que: un auténtico gentleman; sale a tomar el sol por la mañana y a dar su paseo matinal cerca del parque La carolina, y que conserva su sapiencia, su sencillez y lucidez. Aquel también extraordinario ser humano, de principios políticos firmes, de amplias convicciones y moral intachable, ponía énfasis en su defensa del ex Bloque Socialista: exponía en clase un mapamundi, en el que estaba resaltado dicho Bloque y el que se incluían los países africanos, como Angola, en los que Cuba destacara efectivos en defensa de la causa; relataba sus periplos por La Isla, cuyo proceso se sabía de memoria y que lo contaba con mucho énfasis: lo ponderaba, una vez dijo haber cortado caña junto al “Che”, y haber vista a Alicia Alonso.

En ese sentido, aunque algo menos locuaz, el Sr. Econ. se parecía al Sr. Dr. Diego Delgado Jara; se tiene la impresión, que deben haber sido (o lo son) colegas militantes del Partido Socialista Revolucionario. El Sr. Dr. D. Delgado J., también docente universitario en Cuenca: la Atenas del Ecuador, persona de una inteligencia formidable e investigador serio, dio una mano en la lucha por rescatar a la cooperativa San Francisco de Asís de las garras de la Superintendencia de Bancos, precisamente para reinstituir una organización “financiera”, que una vez se dieron los pobres; ese decido crítico del sistema, al que hizo pagar caro su “osadía” el gobierno oligarca y vendepatria de León Febres Cordero cuando era legislador de la Republica y enjuiciaba a Robles plaza, ministro de gobierno violador de los derechos humanos, con una brutal agresión física, también fue (es) ejemplo de vida y de lucha. Todavía resuenan esas bellas y combativas expresiones, que inspiran, dichas en la ex Radio Tarqui ante la entrevistadora:

Los rebeldes: no tienen patria ni temporalidad. “¡La oligarquía debe pedir al cielo que no haya otra vida, porque allí continuará mi lucha en su contra, porque mi lucha es eterna!”. El Sr. Econ. Don Héctor Garay, decía al respecto (de la actitud proterva selectiva de

ciertas universidades), que una sociedad avanzada examina y discrimina formalmente a los jóvenes entre genios y mediocres, pero que procede en sentido inverso a como lo hace la forma de reproducción humana burguesa. Esta última relega a los “mediocres” y se ocupa con total apoyo de los cuatro “genios”, resultantes de la “estrategia” de la “caza de talentos”; la sociedad con otro criterio, en cambio, deja de lado a los genios, pues ellos ya son tales: no necesitan de mayor apoyo ya que pueden valerse por sí mismos, etc., y se centra en la amplia base de personas normales, sobre los cuales se asigna esfuerzos para ponerlos en el nivel de los genios. Cosa curiosa, un señor Físico (Bayardo Campusano), colega profesor de quién escribe, descubrió, que todo método pedagógico-didáctico burgués busca volver genios a los

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individuos (rentables para el capital y su sistema de gobernanza [el Sr. Físico, dicho sea de paso, sostenía que la misión del ser humano era ser el semillero del estado de materia racional en el Cosmos, sembrase en el Universo]).

Allá por 1980, en Quito, un almuerzo modesto, de esos que son preferidos por el pueblo llano, costaba un Sucre y medio. Incluso en los restaurantes modestos, denominados Comedores o Fondas, se filtraba algún personaje Light, de manera que la ideología del consumo, que Baudrillard denomina “valor de signo”, guiaba el comportamiento de ciertos clientes. Una hermosa dama, que por su vestimenta se supone era una servidora pública, solía ingresar a la Fonda alrededor de las 13H:00, pero en lugar de pedir el almuerzo ordenaba un “cuarto de pollo”, cuyo valor era de dos Sucres y medio; con esa actitud –con la que se diferenciaba- se hacía con doble objeto de las miradas: por su encanto de mujer y joven, y por su elegante pedido y forma de disfrutar el alimento. La orden consistía en pierna y pospierna, en unas ocasiones, o en pechuga y ala de pollo cocidas al horno, en otras; acompañaba a la presa, una porción de arroz, una papa chola grande, coronada por salsa de maní y dispuesta sobre una hoja de lechuga; el refresco (el “tercero”), que en su caso era una gaseosa, tenía precio y orden aparte.

Por ese entonces circulaba el Sucre como moneda de curso legal en el País. Todavía el tipo de cambio era estable y bajo: un Dólar gringo se “permutaba” por 23 Sucres. La moneda nacional mantenía su poder adquisitivo, hasta cuando llegó el gobierno de Oswaldo Hurtado: demócratacristiano, que implantó el modelo neoliberal en el Ecuador en 1982, el régimen de la devaluación, de la sucretización y de muchas tropelías más contra el pueblo. De allí en adelante su sucedieron gobiernos que profundizaron el patrón de acumulación conservador monetarista, hasta llegar al 2000, cuando un gobierno también democristiano: el de Mahuad, sepultara al Sucre, y la divisa gringa pasara a ser la moneda usual del Ecuador. Fue la época de los paquetazos, de las luchas populares, obreras y estudiantiles contra el alto costo de la vida, la desnacionalización de la economía, la hegemonía del imperialismo estadounidense, en el contexto de la “segunda Guerra fría” (pugna por el dominio del mundo entre el imperialismo occidental clásico y el socialimperialismo soviético); esto es, un escenario rico en justificaciones para la organización y el combate.

A propósito: ¿cuál es la obra de los gobiernos de la derecha en Ecuador (Democracia popular, Socialcristiano, Izquierda democrática, Roldosista, Sociedad patriótica), en el período denominado “de retorno a la vida constitucional”, que va de 1981 al 2006? La cesión del territorio, llevarle al Sucre de 23 por Dólar gringo a 25.000, la pérdida de la moneda (concentración de créditos, créditos vinculados, préstamos de liquidez), la renuncia a la soberanía nacional con la Base de Manta, la inmensa “diáspora” de coterráneos hacia España, Italia, al seno del propio imperialismo yanqui, en calidad de “sudacas vota bacinicas” con sus consecuente secuela de destrucción del tejido social, la pérdida de la soberanía, la enajenación de los recursos naturales, la administración deshonesta de la banca, hacer del erario nacional la fuente non santa de formación de grandes riquezas. Ahora (2106) se queja este sector, “que ha reproducido el atraso nacional”, de la presencia en el gobierno de los Estados de Sudamérica del “populismo radical”, cuando ellos son los que han creado las condiciones para ese ascenso.

Los así llamados por la derecha latinoamericana “populismos radicales” (la CELAC), constituyen la expresión práctica concentrada, de todo el historial precedente de pensamiento, organización y lucha, de la izquierda marxista en el subcontinente (pero también es efecto del impacto alienante positivo proveniente del proceso de desarrollo de las fuerzas productivas, conceptualizadas éstas como el producto históricamente cualificado el proceso de objetualización de la inteligencia colectiva, al interior de la práctica social del trabajo; así como de la debacle permanente en la que le tuvo la derecha al País). Vienen a la mente tres episodios de la acción política juvenil universitaria. Dos fatídicos y uno de escape. Era el gobierno socialcristiano de Febres Cordero allá por los años 1984-88, un ingeniero mecánico costeño (guayaquileño), aspaventoso, representante contumaz del capitalismo dependiente ecuatoriano. En el período, su ministro de Economía: Dahik, profundizó el neoliberalismo (libre flotación de divisas), lo que llevó a actuar al Presidente, como un típico dictadorzuelo,

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en simulación de las dictaduras criminales del Cono Sur, por entonces; gobierno, que implemento medidas de política económica antipopulares, lo cual generó la reacción de descontento del pueblo y el aparecimiento del grupo guerrillero Alfaro vive carajo. Fue un gobierno represor, asesino.

Entonces, la juventud universitaria en Quito, se caracterizaba por expresar su descontento ante las medidas antipopulares y antinacionales, por su lucha junto al pueblo. Eran cotidianas las manifestaciones estudiantiles lideradas por la FEUE, la FESE y por otras organizaciones fraternas de obreros, campesinos e intelectuales democráticos como la UNE. Por la mañana de un día entre semana, alrededor de las 11H: 00, estudiantes universitarios interrumpían el tránsito vehicular en la Plaza Indoamérica, en la avenida Pérez Guerrero junto a la Facultad de Odontología de la Universidad Central del Ecuador. Comandaba la protesta un dirigente estudiantil de la facultad de Medicina Veterinaria. Era un compañero de uno 26 años, para el promedio de la estatura del ecuatoriano, alto: de 1,78 m., de tez trigueña (mestizo cuasi indio) siempre andaba erguido, era convencido y muy decidido. Como la protesta fue fuerte, está rebasó las líneas de control de la policía, por lo que la reacción soltó a la milicia.

Un militar hizo un disparo dirigido a las extremidades inferiores del compañero; mientras corría, su pierna derecha, que estaba alzada, fue fracturada dos veces desde el pie hacia la rodilla. Por el sector pasaba una ambulancia militar, cuyos ocupantes, al ver al herido, lo subieron al vehículo y lo llevaron al Hospital Militar. Tres estudiantes habían subido a la ambulancia, para acompañar al herido. Una vez en el hospital, el medico de turno preguntó al militar que llegó con el herido: “¡Quién es éste!”; le respondió: “un estudiante de la Central, que fue herido mientras protestaba; “Y para que le traen aquí, pues, vayan botarle por ahí”, respondió y ordenó. El compañero herido, que permanecía tendido en una camilla, hacia señas a sus compañeros, porque quería decirles algo, pero no fue atendido. Luego fue sacado del dicho Hospital y se le llevó al Hospital Eugenio Espejo.

En la casa de salud estatal: el Hospital Eugenio Espejo citado, el cual se hallaba a pocos pasos del hospital militar en dirección al Sur, el compañero fue recibido con cariño por parte de su personal: por auxiliares, enfermeras y doctores; se le atendió inmediatamente con diligencia. En la sala de recuperación ya, fue preguntado el compañero herido, en torno de qué había querido decir cuando estaba en el Hospital militar; supo responder, que quería que le saquen inmediatamente de dicho hospital, por cuanto temía que a propósito le amputan la pierna. El compañero, del cual no se recuerda el nombre (pues era de otra facultad y han pasado más de tres décadas ya desde aquel suceso), estaba por graduarse; y, pese a que era un personaje de izquierda, tenía planeado trasladarse a Estados Unidos. No se sabe cómo lo hizo, pero no estaba fichado y tenía aceptación para ingresar al país de las supuestas “maravillas”. Nunca se lo volvió a ver; se cree que debe residir allá y se hace votos porque esté bien, como porque no haya perdido la conciencia proletaria.

Por esas mismas fechas y por razones análogas, en otra ocasión se realizaban manifestaciones, está vez en la avenida 10 de Agosto, a la altura del Puente del Guambra. En esta ocasión, comandaba las acciones de protesta el representante estudiantil al Consejo Universitario por parte de la Facultad de Ciencias Agrícolas: compañero Pablo Granizo. Al contrario, este camarada era de estatura pequeña, de constitución delgada, de piel blanca y de pelo castaño claro; era un intelectual de izquierda, buen organizador, sólido dirigente estudiantil, valiente combatiente con la palabra (coloquialmente se suele decir: “buen verbo”). Mientras se interrumpía el tráfico vehicular en una de las arterias más importantes para las faenas del capital, la policía reprimía: lanzaba bombas lacrimógenas, de esas antiguas, que semejaban un barril de juguete, y que brillaban con color plata. Disparada a la distancia de unos cinco metros, con dirección a propósito, calculada, una de ellas alcanzó la pierna del compañero Pablo, a la altura del tobillo, zona en la que produjo 11 fracturas.

El compañero no se desplomó; seguía de pie, dando saltos en una sola extremidad. Al ver que Pablo continuaba de ese modo en la protesta, un par de policías empezaron a golpearle; los compañeros que estaban cerca, sin miedo ya, se trenzaron a trompones con los “chapas”; los cuales, al ver la decisión y el furor de los estudiantes, decidieron retirarse. Fue

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el episodio en el que se comprendió el proceso de formación del heroísmo: ante una necesidad superior, en la que está en juego el honor, la vida, el compañerismo, los altos ideales, se pierde el sentido instintivo, autónomo, de precautelación de la vida: o se defendía al compañero, o se caía igual. El compañero herido fue llevado a una clínica; en esa ocasión abocó conocimiento del particular el H. Consejo Universitario del UCE; de todos los frentes políticos se hicieron discursos en homenaje al “caído”, hubo solidaridad unánime, y se decidió, que la Institución corra con los gastos médicos.

Un dirigente, un cuadro político (“cabecilla”, denomina la indigna burguesía): el ahora Sr. Ing. Pablo Granizo, no había caído, pero fue herido y forzado a dejar por cierto lapso la lucha (a la cual inmediatamente se reincorporaría, luego de su recuperación). Siempre hubo comentarios acerca de que los líderes no deben arriesgarse a perder la vida en las luchas, sobre todo secundarias; pues, con su eliminación, el movimiento quedaría descabezado: sin la intelligentzia, sin la dirección. De todas maneras, con cierta ingenuidad todavía se planteó la pregunta, que regularmente las bases hacían, a un compañero de más experiencia (hoy Ing. Wilfrido Román): ¿por qué se guardaba tanto la vida de los cuadros dirigentes e incluso, por qué su trato era especial para ellos y entre ellos? La respuesta fue: el Partido ha asignado grandes recursos para formar a los dirigentes, luego de haber “cazado talentos”, los cuales han asumido la causa, de modo que no era una decisión práctica someter a riesgo la vida de su “cumbre estratégica”. Aunque había ocurrido una excepción, puesto que el, en ese entonces, compañero Pablo Granizo era un dirigente estudiantil y de la organización política general, se tuvo que aceptar, que el también en ese entonces compañero Wilfrido Román, “hablaba con la verdad” (no facilitar a la reacción, que se deshaga de quienes son el centro de la organización revolucionaria).

La persona que escribe, participaba en otra protesta por las razones anotadas, en la avenida 10 de Agosto y Ramírez Dávalos; un día entre semana, alrededor de las 10H: 00. Era una mañana soleada, límpida, transparente, podría decirse: propicia para combatir. Se tenía en la mano una “bomba molotov”, que se pensaba arrojar al primer “trucutú” que se viera. La manifestación debió estar fuerte, por cuanto en esa ocasión también participaron los militares en la represión. Ubicado en el parterre, una vez detectado el blanco, se aprestaba a lazar la bomba, por lo que ya se la había sacudido. En eso, se regresó a mirar antes de realizar la maniobra; se advirtió que venía al trote un “tombo” (militar), con casco y mochila directamente, con un aspecto amenazador: con aquella imagen, que a propósito para meter miedo configuran a los “gorilas” en las películas. No se tuvo más, que suspender (hacer abortar) la acción y emprender la huida.

Se cruzó la avenida direccionada Norte-Sur de la 10 de Agosto y en carrera se atravesó la primera puerta que se tuvo a la mano. Era una casa de una sola planta en la que se expendía neumáticos; en su interior se encontró con la señora dependiente: la que atendía al público, la cual abrió la puerta del servicio higiénico y permitió el ingreso. Policías o militares entraron al local tras los subversivos y preguntaron si ahí estaban estudiantes protestantes; la señora lo negó. Mientras se permanecía escondido en aquel lugar, se escuchó la voz de la dueña del negocio, que había llegado en ese momento. La Señora, altanera, disgustada, descubrió que en su negocio se encontraban estudiantes protestantes, recombino a la empleada sobré porqué había permitido que ingresen los terroristas, a lo que la señora dijo: “que puedo hacer señora, ante jóvenes, que se introdujeron de súbito y a la fuerza”. Una vez más, la señora dependiente, tocó la puerta del servicio, se lo abrió y ella dijo: “estense no más aquí calladitos, cuando todo se tranquilice, les vendré a decir que salgan”.

En efecto, así ocurrió. Luego de algunos minutos, que parecían interminables y lapso en el que la señora dueña de la llantera no dejaba de despotricar, la Señora dependiente tocó de nuevo la puerta del servicio higiénico y dijo en voz baja: “salgan despacito y caminen por la vereda hacia el Norte”. Al salir, no fue posible impedir se cruzara una mirada con la señora dueña del negocio, la que llena de odio, no tuvo más que bajar la vista y callarse, mientras dejábamos su templo de hacer (conseguir) dinero. Ese episodio fue una “desgracia con felicidad”; dejó una tremenda lección y satisfacción: que la derecha –representada en la dueña del negocio- es implacable; y, que en el pueblo había personas buenas, cuya bondad en este

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caso tenía expresión de solidaridad de clase. No obstante, ante esa buena Dama, quién escribe se portó de modo torpemente ingrato: no se tuvo la delicadeza, de regresar para visitar a “aquel Angel de la Guarda”, para agradecerle, para pedirle explicación sobre las razones de su insólita conducta, y quizá también para establecer nexos políticos revolucionarios.

Al rememorar ciertos episodios años después con el Sr. Ing. Juan Borja (persona que sin embargo de su estatura y de su carácter más bien parco, tenía “sangre liviana”, de manera que al referirse a él solía utilizarse el diminutivo de su nombre, se le decía: “Juanito”), se encontró un marcado paralelismo entre las situaciones y la conducta del Sr. Ing. Galo, de y para los dos, como suele decirse: respectivamente. El Sr. Ing. Juan Borja (persona de estatura alta –Juan había sido basquetbolista cuando joven-, étnicamente caucásico, en las manifestaciones sobresalía del grupo porque desentonaba: por su tamaño, por su condición racial y por su posición política), dicho sea a modo de digresión, luego de ciertas desavenencias con el Partido, es quién ha sostenido el compromiso con él; de modo que su militancia persiste, con ciertas dificultades se cree últimamente, por haber mantenido amistad con quién escribe, lo cual debe haberle traído inconvenientes, que le llevaron a optar por suspender los encuentros que se tenía; en todo caso, la reacción del Partido para con la persona que relata, no ha sido violenta, debido a que se ha actuado de modo precavido.

Los diálogos con el Sr. Ing. Juan permitieron realizar un primer ensayo de socialización de las ideas que se había avanzado. Se comunicaba que la razón de la presencia del ser humano en el Universo era dotar de conciencia a la materia; que el Universo era el gran “ciclotrón” encargado de destilar el “campo de conciencia” a través del cual se confería de su “Dios” al final del ciclo sideral, al llegarse al absoluto: cuando toda la potencia de la inteligencia sea transformada en acto; que la conciencia se creaba como efecto de la “lucha de clases”; que la doctrina científico-revolucionaria marxista-leninista se probó veraz (criterio de verdad) en la práctica de la Revolución de Octubre y en la experiencia socialista de Lenin-Stalin; que el proletariado cumplió a cabalidad su misión histórica: aunque no se perciba así, que cambió el mundo; que, por tanto, no se avizoraba el socialismo nuevamente a futuro en la Tierra; que el “neosocialismo” era el momento transicional: la mediación histórica real, camino al advenimiento de la verdadera última forma humana: la comunista. El Sr. Ing. tomó nota y asintió (pero lo planteos redefinen los supuestos de la lucha).

En la Universidad “sociolistos” y “cabezones” (en alusión proterva a socialistas trotskistas y a comunistas afectos a la ex URSS socialimperialista de Gorbachov) se daban de inteligentes, miraban a los “chinos” (en verdad: pro albaneses) –capites diminutio- “por encima del hombro”; propalaban –estos revolucionarios de cafetín-, que la preparación de los “chinos” era manualista, dogmática, que su discurso no rebasada el nivel de barricada. Pero no contaban con que tenían frente –primus inter pares- la horma de su zapato en el Sr. Ing. Galo Verdesoto y en varios intelectuales luchadores sociales. Suele decirse: “con la sangre en la cara”, cuando la idea de escribir algunas líneas sobre la vida del Sr. Ing. Galo Verdesoto vino a la mente, se tuvo que justificar la decisión ante inquisición tácita al respecto de parte del Sr. Ing. Eduardo Espín; y, se lo hizo del modo siguiente: el trabajo tiene tres propósitos: 1) demostrar que la persona que escribe ostenta la calidad intelectual debida, para hacerlo (caso contrario se rebajaría el status de la persona sobre la cual se documenta); 2) aprovechar la ocasión para difundir algunas ideas personales; y, 3) que el esfuerzo cumpla un papel de formación político-filosófico.

Se oía contar al propio Ing. Galo como a quienes le habían visto actuar, cómo –lejos de amilanarse y arredrar las banderas- solía desbaratar con argumentos sólidos y profundos a los opositores en los debates: a los citados socialistas procubanos, a los comunistas de la línea de Moscú, a los socialdemócratas (Izquierda democrática y Democracia popular, en Ecuador), en este último caso: al plan “B” del capital (el plan “A”, como se sabe, ha sido el liberal) y a los doctores fatuos –economistas modernamente llamados: OCP, contadores, homeópatas- de la derecha; en verdad, lo hacía con confianza, con maestría, con elegancia, esa actuación digna siempre del aplauso lo practicaba cuando tomaba la palabra serenamente, sin relevancia al principio, pero sustantiva luego, en momentos en que la argumentación se imponía y los decibeles aumentaban, para concluir con tono sereno, lleno de confianza, el mensaje

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coherente, con sentido, persuasivo. El Ing. obligaba a “romper esquemas”; actitud pionera, que luego sería incorporada pomposamente en el ámbito empresarial como todo un solemne plagio, mediante la frase “ruptura de paradigmas” (en términos “morochos”, coloquiales: salir del montón). Pero el mundo encierra todos los paradigmas posibles, incluso el de la propia creatividad.

El Sr. Ing. G. Albornoz, por ejemplo decía, que para poder emparentar individuos muy disímiles como un felino con un ave, debía superarse la barrera de la membrana nuclear (esa era una de las protecciones que ha impuesto la naturaleza para proteger la individualidad de las especies, de modo que no se produzcan verdaderos monstruos, esto es, variaciones del todo inútiles); candado que fue abierto después por la tecnología, pero que la misma naturaleza había creado el mecanismo para burlar su propia ley de hierro, y ese era un árbol: colchicum, el que producía un substancia: colchicina, que tenía el efecto de disolver la membrana nuclear, con lo cual se permitía que el material genético ingrese en el núcleo; hoy a esto se lo llama “clonación”. A excepción de la idea, cuya producción es privativa del ser humano, el resto está hecho por la naturaleza; verbi gracia: el ordenador, la inteligencia artificial (la inteligencia artificial está puesta en el cerebro humano –hardware: cerebro, y software: métodos de dirección de los procesos autónomos de sobrevivencia, naturales).

En el comunismo, de detraen Su Tzu, Clausewitz, el propio Lenin (la contradicción, la lucha de clases como motor de la historia, ha cedido; dínamo, que ha sido reemplazado por el alternador –enfrentamiento temperado en el seno de la racionalidad- de la antinomia entre ser y pensar) y todo ese maravilloso plagio o concreción de la capacidad de diseño estratégico concentrado en el FODA deviene (en la “ciencia” de la dirección de la empresa, de los negocios: la Administración, la que en la posmodernidad: sobreacumulación de capital, sobreproducción, en la que la ley a decrecer de la ganancia realiza su designio, ha sido confinada a la “gestión del marketing). Se demuestra el límite de la inteligencia (el Sr. Arq. Carlos Velasco decía, en clases de Análisis espacial: que no se puede sacar terno, si el corte de tela no tiene 2.10 m. de largo, por más que el sastre esté graduado en Yves Saint Laurent de París –en alusión a la condicionalidad negativa de la estructura agraria impulsora de los procesos progresivos de proletarización del campesinado).

Precisamente por su capacidad, el Sr. Ing. Galito (como se le decía con cariño entre camaradas), era bastante severo. No se fiaba de los conocimientos, habilidades y valores: de la actitud reflexiva, del personal de su entorno; se cree que dicha sospecha recayera a la vez sobre quién escribe (la cual la supo mimetizar [muy a pesar, de que en lo personal se propendía dar ejemplo: en condición de político, se tuvo la precaución de mantener el record académico entre los 10 primeros puestos; esto, pese a que se simultaneaban varias tareas en el proceso de realización de la vida personal: las estudiantiles, las políticas, las deportivas, las afectivas; siendo la política, la práctica más importante de todas]). Cuando alguna duda sobre su conducta surgía en quién escribe, como efecto de comentarios de cierto malestar, que algunos estudiantes que una vez graduados pasaron a colaborar en el Proyecto UNIR hicieran, al planteare al Sr. Ing., el Sr. Ing. tenía la paciencia de formular amplias explicaciones sobre lo sucedido y en torno a cómo él veía la situación. “Sólo a Ud. me permito dispensarle explicaciones”, decía, en reuniones en su casa, en El Inca, apoltronados en la sala.

La palabra “perdidos”, recogida en el pensamiento personal, es de autoría del Sr. Ing. Galo Verdesoto. Cuando una vez en uno de tantos diálogos que tuvo la suerte de sostener el susodicho con el digno Maestro, se le compartía los primeros rudimentos de la trama de las inquietudes que iban a embargar el resto de las reflexiones hasta el presente; se le decía que el ser humano tiene ruta prefijada y que sin conciencia éste realiza la misma hacia la meta (en el pensamiento maduro, el cual se contrapone al de M. Foucault y de quienes creen que la historia no tiene predirección, con apego en Kelle y Kovalson –Sociología marxista-, se concluyó que la humanidad va a -producir- la idea, y que ese es el destino común del género). El Sr. Ing. Galo, en son de jocosidad burlesca se recuerda dijo: “vamos a ese lugar que Ud. dice, pero ciegos, perdidos”. Se cree haber respondido: “así parece que es”. Fue también el momento en que se le comunicaba que le atraía la proyección hacia las razones generales, que

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había encontrado en el discurso del Sr. Dr. Alfredo Castillo; el Sr. Ing., supo manifestar, que era su debilidad no abordar los “grandes números”.

El Sr. Ing. G. Verdesoto, de todos modos se maravillaba y ponía cierto interés, cuando le empezaba a exponer los primeros trazos de las especulaciones, que luego (20 años después) se concretarían en el documento: La nueva concepción de la historia; trabajo que desde 5 años (2010) circula ya por la web. Si se permita un “alabarse del queso rancio propio”. Al conversar con unos ex compañeros de estudios sobre todo de las Maestrías, luego de algunos años de cursados esos eventos, se asombraban al ver cómo quién escribe recordaba lo aprendido en el colegio, en el grado y en los postgrados. Quizá sea esa preocupación la que puso los presupuestos para derivar las ideas contenidas en el documento citado. Dicho sea a propósito, cuánto le habría gustado a la persona que realiza las presentes anotaciones, que el Sr. Ing. G. Verdesoto, echara una ojeada a dichos dislates filosóficos, las mismas hubiesen ganado en profundidad, extensión y magnificencia, bajo efecto de los productos de su aguda proyección intelectual. De manera que, para realmente honrar al Maestro, debía hacerse esfuerzos intelectuales más allá de la episódica, a la que sin embargo debe ingresarse de “cuando en cuando”.

De conformidad con lo dicho, la esencia del escrito citado en párrafo antepuesto, en uno de sus frentes de reflexión, puede exponerse brevemente, como sigue. En la humanidad está por producirse un fenomenal “cambio de estado”; el mismo, no se trata de “cambio cultural” o “civilizatorio” alguno, efecto de la equívocamente llamada “crisis de civilización”, que supuestamente atravesaría la humanidad (la “cultura” es el frente completo de la praxis, que compone la realidad toda –naturaleza, historia y conciencia-; la “civilización” es la dimensión instrumental de la “cultura”; por tanto, cultura y civilización son una sola; empero, la primera comprehende a la segunda; en los hechos: sólo existen “grados civilizatorios”, de desarrollo de las fuerzas productivas). El género tampoco atraviesa “una crisis capitalista”; las dificultades de coyuntura expresan, más bien, el ingreso de la formación social burguesa en la fase degenerativa, una vez que la función del capitalismo en la historia (automatización, robotización, inteligencia artificial; en suma: producción del sucedáneo humano –robot sapiens- por vía artificial) está cuasi cumplida.

La colosal inflexión en ciernes que vive el mundo, sólo equiparable con el paso del homínido al homo sapiens sapiens, deja atrás al trabajo (esta actividad seminal, que ha creado al propio ser humano, pierde su aureola de esencialidad [la mano: el instrumento par excellence, finalmente pone a las espaldas del ser, su magnífica aureola reificante]), con lo cual llega a término la larga onda clasista de la humanidad. De la simple acción para aprovechar los valores de uso naturales: “primera naturaleza” (caza, pesca y recolección), la especie avanzó al trabajo, a la producción (consecución del primer nivel de libertad); del trabajo, a la producción (“segunda naturaleza”), el paso siguiente ha sido (va a ser, se lo está haciendo) hacia el usufructo: uso de los outputs (esraffianos) generados por el trabajo pasado, por la operación de las máquinas, la automatización (“tercera naturaleza”). La nueva y última forma humana: la comunidad fraterna (cuyo régimen es la democovivencia –demos: pueblo [ciudadanía]; covivencia: integración y funcionamiento por “ajuste mutuo”), recoge y potencia todo lo bueno de las formas anteriores.

Cabe una digresión más. ¿Profesiones del futuro? ¿El ser humano sólo se dedica a tareas del pensamiento? (“El mundo en el año 2111” –programa televisivo, que se lo pasa en estos precisos momentos en el Canal del Estado en Ecuador: octubre del 2016). ¿Experto en clonación, Ingeniero genético, nanotecnólogo, programador informático, telemático, talento humano robótico (mecatrónico), telemedicina, productor y arreglista de robots, teletrabajador, etc.? ¡Nada de eso! Prospectiva: también las labores del pensamiento pasarán a manos del robot (poshumano, robot sapiens); en verdad, en el escenario que viene, el ser humano sólo usufructúa de la automática (de la actividad que garantice su existencia, como ente especial de la naturaleza, que debe estar vivo puesto que está puesto para otorgar sentido a los hechos). En efecto, también la actividad que aprehende (representación primaria) el modo de ser del mundo (realidad, Universo, Cosmos, naturaleza: de la materia toda –naturaleza, sociedad, pensamiento) estará a cargo de la mecánica inteligente, y la que será objeto de racionalización

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por parte del ser humano, puesto que sólo la esfera sensorial vuelve racional a la racionalidad, y la queda cómo única y última labor humana

Ahora bien, la ley necesaria (determinación) del momento que viene es: el comunismo se da con robot o no se da. El robot no puede ponerse en contra del ser humano, como se teme por parte de cierto sector de prospectantes, por dos razones: 1) porque su reproducción no es sexual (de por medo el amor, la lucha –contradicción, competencia- por la sobrevivencia), 2) no va a operar al interior de sistemas clasistas. Si es verdad, que tanto los primeros vuelos de la robótica y de la robótica inteligente, como de la conquista espacial se los están haciendo en la etapa última de la formación social capitalista, por tanto, se lo utiliza en el marco de la dominación de clase (del imperialismo estadounidense, de las multilaterales, de su sistema de gobernanza), el producto supremo históricamente acumulado de toda la praxis humana: el ser humano artificial, producirá en abundancia, de modo que al haber satisfactores para todos, no se podrá ponerlos precio y venderlos. Precisamente la última lucha política se dará en el frente de expropiación del sistema automatizado de reproducción de todas las esferas de la vida.

En el nuevo escenario, el ser humano aparece irreconocible: la persona no trabaja, usufructúa de la mecánica heredada por la praxis de la fuerza humana realizada, pasada; ha desaparecido la escasez: el axioma fundante de las creencias económicas burguesas (llega a su fin la Economía como ciencia, al perder substrato su representación); la reproducción se hace por fertilización in vitro, por clonación, por replicación; la existencia se ha prolongado hasta acercarse a las fronteras de la inmortalidad; ha perdido sentido el arte (de la esfera espiritual/sensorial [“cultura” -sic], se enseñorea sólo la primera); luego de un período compulsivo de hedonismo dionisiaco, la humanidad concentrada cerebralmente en interfaz (“un solo cerebro en varios cuerpos”) y también uncida a un centro de inteligencia artificial, se ha convertido en “sujeto de pensamiento” (mente del tamaño del Universo); y, en forma frugal, hierática, madura, se preocupa por producir la idea (es el nivel “providencial” al que ha arribado la especie; y, la sentencia del Dr. J, M. Velasco I., puesta de pie, se cumple: el ser humano ha sido creado por la materia, con una misión “divina”: sacar a la humanidad y a la naturaleza del caos al orden [Heisenberg: indeterminación/caos, y Foucault: múltiples opciones de futuro, ¡no tienen cabida!]).

Con las ideas expuestas en parágrafos precedentes, tratadas en el documento de referencia (www.nuevaconcpeciondelahistoria.com), en lo personal, por lo menos, se ha logrado entender la totalidad de la realidad en forma hipotética, filosófica, con lo cual se han despejado las incógnitas, “que han taladrado desde tiempos inmemoriales los cerebros humanos”. En el plano coyuntural, por ejemplo, no se tienen temores sobre la tan anunciada desaparición de la humanidad, sea por el carácter destructivo del entorno natural, que se dice a ella es inherente; o, debido a otra índole asimismo naturalizada, que también se asume lo singulariza: una conflagración mundial (guerra: que también paradójicamente desarrolla las fuerzas productivas); pues, de iniciarse la misma, los pueblos de las potencias belicosas (EU, UE, Japón) van a actuar de manera distinta al pasado: la juventud se va a reusar a enlistarse (es por eso que los “señores de la guerra” han llevado esa tarea ímproba al plano de la mecatrónica), mientras que los pueblos frenarán a los anacrónicos guerreros (invasores). De modo que la humanidad va a cumplir su misión: producir la idea (en realidad, el destino de la humanidad está marcado, a partir del mismo Big bang).

Pero todo el ajetreo reflexivo desemboca en la pregunta clave: sobre el sentido de la vida (inquisición, que por lo general no se la hace, que a lo sumo fastidia, sobre todo en la era de la “cuestión posmoderna” –Lyotar-, o más apropiadamente: de descomposición senil del capitalismo). En efecto, la materia se centra en la siguiente interrogante: ¿cuál es la tarea que diferencia al ser humano, que lo dignifica, que justifica su ser? ¿Será el éxito en la subsistencia?: ¿la realización en esos términos, como suele concluirse? (¿el llegar a ser profesional?, ¿el haber formado una familia –reproducido la especie?), ¿el predicar la salvación o actuar en el frente político para eliminar las clases y conseguir el desarrollo equitativo, multifacético, esto es, instaurar el comunismo? (como decía una estudiante universitaria amiga de quién escribe: y eso, ¿para qué?, y, luego: ¿qué?), ¿ser empresario:

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satisfacer con calidad –declaración eufemística- las demandas del mercado?, ¿la dedicación sobre la producción del conocimiento?

La “cosa” va por la última interrogante: producir el retrato hablado del Universo, es la proeza máxima, que comprehende todo el poder de la especie humana: realiza su ser, muestra de qué está hecho y la índole especial –especialísima- de esa forma de materia. Y: “listo, terminado, archivado”. En la contradicción cardinal entre materia y conciencia (la que no es como la asume el Sr. Dussel en sentido reductor, de mofa: “materialismo ontológico” [la conciencia -la razón, el espíritu, el alma-, no surge antes de que aparezca la corteza cerebral, en el proceso de evolución biológico de la materia]; sino que expresa el enfrentamiento entre el ser y el pensar, bien se ve, que empieza por destacarse el polo de la conciencia, que en los hechos no es más que simple unicidad: materia, en tanto masa en movimiento; la forma más alta de movimiento: la conciencia -E. V. Shorojova). Dichas comprensiones constituyen la basa: el conjunto de argumentos en torno del juicio sobre lo dado; razones a la vez, que han permito alcanzar el status psicológico de la verdadera conformidad: la de orden racional.

¿Cuál es la resolución de la contradicción entre “ser y pensar”, de la que el Sr. Dussel, por ejemplo, se burla? (Si se hace referencia al Sr. Dussel, es por cuanto es el detractor persistente y más ilustrado de la praxis marxista leninista; corriente científico-revolucionaria ésta, en la que milita quién escribe; por tanto, esa adhesión impone –o justifica- estar atento a cualquier desafecto y aprovechar toda situación para salir por los fueros de su defensa, sobre todo cuando se tiene el convencimiento de la solidez de la doctrina, de su justeza y de su objetiva actuación). El clímax de la referida antinomia, es el saber absoluto (su producción). El Sr. Hegel, puesto de pie -como lo dijo Marx-, en realidad: no estuvo equivocado. El Sr. Ing. Galo hubiese graficado el proceso del modo siguiente (como sistema):

IDEA SER PENSAR Quién refiere considera, que carece de sentido ahondar en las diferencias a lo interno

de la especie humana, magnificarlas y propender profundizarlas y perennizarlas. La persona que escribe (mestizo, “tirando a blanco” -¡Bah!), hace abstracción de todas las especificidades (diferencias) antropofísicas y antropo“culturales” entre las personas. Más bien, se ubica en aquello que es común e identifica: los vuelve iguales, indiferenciables, a los seres humanos: el neocórtex, esto es, la base material del pensamiento: las neuronas de la asociación (último eslabón evolutivo natural, dado sólo en el homo sapiens, que, junto con las neuronas intermedias –interneuronas; lugar en el que se almacena la memoria adquirida, entre los enlaces de hidrógeno de la pareja de nucleótidos de la cadena del ADN no cubierto por la memoria genética- generan la conciencia, la cual es, únicamente cuando el individuo está centrado en la praxis). Luego, la humanidad, no es más, que la comunidad de “unidades de pensamiento”; su esencia: está hecho para cavilar.

El Sr. Ing. Galo Verdesoto, se ha dicho ya, estuvo al frente del grupo y del proceso. Por su contextura antropofísica, el Sr. Ing., no era un personaje relevante, pues, era de pequeña estatura, delgado, pelo lacio, de tés trigueña, de facciones sencillas, corrientes (era el prototipo de muchos grandes en la historia: de Lenin, del corso Napoleón Bonaparte). Fueron su conducta y su saber, lo que le proveían de real valía; en verdad, el respeto y la disciplina que imponía, se debían a su formación intelectual, a su desempeño en las altas responsabilidades a su cargo. De modo que, ver su persona fuera de su actuación y al margen del legado histórico tras de sí, hacía que se le tome como un individuo común, cuya presencia era pasada por alto. Ahora bien, el concepto sobre él cambiaba cuando el Sr. Ing. se hallaba inmerso en su círculo –“en su elemento”-: todos le rendían pleitesía, como maestro serio, muy

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seguido era requerido por profesores amigos, estudiantes y trabajadores; el respeto y la admiración hacia él, no proveían de esas características físicas, hormonales o simpático-comportamentales, que Weber denomina “carisma”, o sea, de la percepción hedónica, sino del frente del hemisferio izquierdo del cerebro.

Orador esquisto, pensador analítico, fino; esta faceta muy apreciable siempre, era una de sus fortalezas; en una ocasión por ejemplo, en momentos en que el Sr. Ingeniero hacía uso de la palabra en público como candidato a Prefecto de la provincia de Pichincha por –la izquierda revolucionaria- el MPD, cuando quién escribe se volvió para hacer un comentario, el Sr. Ing. Ernesto Erazo recombino: “Escuchemos a Galito, mire como hace poesía”. Como es lo usual en este tipo de personas, no sentía mucha atracción por la porción estética de la existencia: por la música, la pintura o por el resto de “prácticas elevadas del espíritu”, a lo que usualmente se llama “cultura”; su inclinación no estaba puesta en la esfera de los placeres de la vida, sino en la lectura de ciencia, tecnología y economía, en el ámbito administrativo de su profesión, y en la actividad política. Esa era la sección de su ser, que subyugaba, pero siempre de modo racional, por la cual se fue uno de “sus pupilos”, se evolucionó a la sombra suya, pues, mi Maestro: creía en el Gran Marx, en el pensador materialista ario: “en las facultades de su notable –única-, lógica, dialéctica, política,… y revolucionaria… inteligencia”.

Ese carácter serio y patético, se adoptó también para actuar como reflejo del Sr. Ing. Galo Verdesoto. Debió haber sido un día sábado por la mañana del año 2010; el lugar: una casa de arquitectura casi barroca paradójicamente ubicada en el Norte de Quito, que se hallaba en posesión de los militares; se iniciaba un nuevo módulo de la Maestría en Docencia Universitaria dictada por la Universidad Nacional de Loja en convenio con la ESPE. Los cursantes (“maestrantes”) eran en un número de 30, grupo variado conformado por profesores universitarios en distintas instituciones y cátedras, mixto: personas femeninas y masculinas, cuyas edades oscilaban entre los 30 y 50 años; el contenido del evento era “Sociología de la educación”. Todos reunidos en el aula, hizo su ingreso el profesor; el Sr, después de saludar bonachonamente, pidió que cada uno de los asistentes se ponga de pie, dé a conocer su nombre y luego haga referencia sobre variados aspectos del carácter, experiencias y atracciones de su persona: su profesión, estado civil, qué Materia dicta, en que Universidad, que haga saber algunos gustos personales y expectativas frente al curso.

Se incorporó la persona que se hallaba ubicada en el primer asiento; era una señora, la cual dio inicio a la ambientación. Empezaron las risas, los murmullos, los corillos, las sonrojas, mientras se escuchaba el relato de varios “maestrantes” de ambos sexos. La persona que escribe (que había rebasado ya la cuarta década de su existencia), se había ubicado en un pupitre en la parte media del salón de clase; tenía como preocupación que se dé inicio a la parte seria del evento; en silencio se seguía el show con cierto halo de iras contenidas, hasta que le tocó el turno. Se quedó en silencio a propósito por unos instantes, con la mirada fija en el profesor. Perturbado el Sr. ordenó: “Ahora te toca a ti”. ¡Cómo! ¿Ya de “vos” y todo?, se pensó. Se respondió: “Mire Ud. Sr. la persona que habla rechaza el hecho de que se esté malgastando el tiempo valioso, por lo menos personal, en zalamería propias para adolescentes; las personas presentes se supone que han venido a tratar asuntos serios, no para emplear vida en este tipo de dislates; de modo que pido que se suspenda esta farsa e inmediatamente se entre en materia”.

Se produjo un silencio sepulcral en el aula; muchos enrojecieron, otros cabizbajos asimilaban el golpe; el salón adquirió apariencia de solemnidad. Al Sr. profesor “no le quedó de otra”, que dar inicio a la tarea académica en una ambiente de tensión. Esa tirantez se mantendría hasta la conclusión del evento general en la exposición de la Tesis (exacerbada por el enfrentamiento durante el abordaje del programa académico entre el marxismo-leninismo personal y el neomarxismo institucional), cuando quien escribe recibió la sanción merecida con la nota en la exposición de 9.5 sobre 10, mientras que a los compañeros se los calificó con 10. Se alegó que no se había utilizado ayudas didácticas (Data show, power point, acetatos, etc.) como sí lo hicieran los otros dos compañeros de Tesis; quién escribe sólo usó tiza líquida y una pizarra para su exposición (frente al reclamo, el Tribunal por momentos suspendió el Grado, de no ser por la Secretaria Abogada, que les hizo notar que ningún

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reglamento prevé cesación de dicho acto por “mal comportamiento”; bueno, fue una resolución salomónica, caso contrario, el evento hubiese terminado en pugilato).

El segundo episodio fatídico vino a continuación: una vez que en la Institución en la que se trabajaba se subestimaba las capacitaciones de posgrado en áreas pedagógicas. En verdad, los famosos “profesionales profesores” (como diría el eximio Dr. Manuel Agustín Aguirre, ex Rector de la Universidad Central del Ecuador), dominados por la ideología empirista no veían con buenos ojos tener que agachar el lomo y ponerse a aprender las técnicas que permiten actuar como verdaderos profesores: como “profesores profesionales”. Tanto, que en algún momento a un colega profesor egresado del a Politécnica Nacional se le escuchó decir: “es peor no saber lo que se va a enseñar, antes que no saber cómo enseñar” (por este camino, la máxima es: el PhD es el mejor profesor). En las universidades los profesores a lo sumo eran quienes fueron los mejores egresados o aquellos que se impusieron en los “concursos de oposición y méritos”, en los cuales el jurado calificador estaba integrado también por “profesores” y por estudiantes (bueno: los estudiantes no tenían la culpa, puesto que se hallaban en la situación de tales). En realidad, un profesor universitario por lo común era una persona que repetía la conducta de quienes fueron sus profesores, “cualificada” con actos de sentido común propios.

Cuando profesor la persona que escribe, solía actuar en cierto modo como líder: se procuraba levantar el ánimo de los estudiantes, se les inducía a que actúen como iguales con los profesores, eso sí: con respeto y a la distancia debida. Como se trabajaba en una institución privada clerical, se les decía que ellos eran los verdaderos empleadores de los profesores: los patronos, de modo que debían mirar de frente, con seguridad y autoestima. Siempre se acudía al salón de clase bien ataviado (así lo hacían también el Sr. Ing. Galo y el resto de profesores de la Facultad por ese entonces). En una ocasión un señor dicente preguntó: “¿por qué a Ud. se le ve siempre con terno y corbata? La respuesta fue: por varias razones; primero, porque al permanecer siempre al frente y gozar del privilegio de la concentración de las mirada en la persona del Maestro, debía acicalarse lo más posible, para incluso con el cuidado de la estética personal, ambientar de mejor manera el entorno físico de la clase; segundo, “porque lucir una bonita corbata, es parte de la dignidad humana” (una vez lo dijo el Sr. Abg. Jaime Hurtado González), dignidad, que se desearía que sea de todos; y, en tercer lugar, porque con una presencia mejorada, se demostraba el respeto y el permanente homenaje profesado a los jóvenes estudiantes.

Una persona conocida de quién escribe (Francisco Guerra Prócel): brillante economista, académico, socialista y curiosamente amigo (por ser de la línea política afín y contraria a la vez), contaba el siguiente episodio: como profesor de la Facultad de Economía de la Universidad Central del Ecuador por entonces, dice que solía ir bien enternado, impecable: guapo todo él, a dictar cátedra; pero cierta vez, debido a asuntos de fuerza mayor, dice que tuvo que desplazarse a cumplir con la sagrada misión de Maestro, pero que no habiendo tenido tiempo de darse una buena “mano de gato” tuvo que hacerlo con traje informal; concluida la clase, fuera ya en uno de los pasillo, cuenta que se le acercó una señorita estudiante a inquirirle por qué no vino con su vestido habitual, esto es, con terno y corbata; el Sr. Econ. le relató el apuro que pasó que le llevó a actuar de manera atípica y ella finalmente le contestó: “cuando lo veo en clase sin terno, tengo la impresión de que no sabe la materia”. Bueno, parece que se relativiza ese aforismo que reza: “el traje no hace al monje”, o el que se suele escuchar por los días presentes: “el terno no garantiza nada”.

Dicen que la “bronca” de los profesores para con los estudiantes era de corte generacional: no sólo que la caducidad les rondaba, sino que los jóvenes profesionales, salidos de sus manos, serían sus competidores mañana más tarde. Un vez en el Consejo Universitario de la Universidad Central del Ecuador, quién reseña, tuvo la audacia de plantear se tome la resolución de presionar porque se jubilen aquellos profesores que habían superado con largueza su período de vida útil (profesores que se acercaban a las 80 primaveras, que tenían más allá de los 40 años de docencia y que no habían remozado su poligrafiado), para que se actualice el pensamiento, se inyecte nueva sabia en el profesorado, pero sobre todo para que se creen nuevas plazas de trabajo requeridas en época de elevado índice de desempleo. La

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respuesta en contra de la moción entre los profesores fue unánime: de comunistas, socialista y liberales en consuno; se recibió un abucheo campal; de modo que la ocurrencia quedó en nada y su proponente aislado cual Catilina; el argumento de fuste que se blandió fue el que es, debe recocérselo, el correcto: la experiencia, el conocimiento, en suma: la sapiencia, es la que prima en la docencia, pues, esa es una tarea para las personas maduras y ancianas (la meritocracia de la gerontocracia).

Cuando quien sigue en el relato platicada en el interregno entre clase y clase con los colegas profesores en uno de los pasillos de la Casona, advertía cómo éstos lo hacían incluso con humildad; pero basta que se acercaba dudosa y tímidamente un estudiante para formularle alguna pregunta a uno de los decentes del grupo en tertulia, porque la necesidad hacia allá le empujaba, para que el Sr. Profesor aludido inmediatamente adoptara poses de importancia, de prepotencia, en una palabra: se encastaba, parecía que de pronto le salieron y extendieron alas de pavo real en torno de las caderas; de modo despectivo reconvenía al estudiante: le decía, que sólo será atendido en clase.

Un una ocasión se fue denunciado por un par de estudiantes de mal comportamiento ante las autoridades de la Universidad en la que se trabajaba: la Universidad Politécnica Salesiana (una broma hecha en clase que molestó, sobre la que luego se demostró, que se debió a una interpretación equivocada). Se conformó una comisión para que aborde el problema. En la sesión para tratar la querella, los afectados volvieron a referir el problema; quién escribe permaneció algo tranquilo; luego, en momentos en que tocó la defensa: todos esperaban que niegue la acusación y arremeta contra los estudiantes demandantes; pero la actitud de la persona que escribe fue algo acertada; luego se tomó la palabra y se dijo: “como profesor, mi deber es velar por el bienestar de los estudiantes; por tanto, si para cumplir con esa obligación requiero ponerme en contra mía: ¡debo hacerlo!; de modo que, al margen de quién tenga la razón en el entuerto, apoyo la denuncia formulada por los señores estudiantes, aunque la misma esté hecha en mi contra”. Con ese argumento se levantó la acusación y “la paz y la tranquilidad ciudadanas” volvieron al claustro” de la Institución.

Pero también ha habido profesores buenos y jocosos en la Universidad Central del Ecuador y en la Facultad de Ciencias Agrícolas. El Sr. Dr. Latorre, por ejemplo; un científico, quién cubría la cátedra Botánica II; una linda materia, en la que se aprendía el nombre científico de la plantas a nivel de familia, y cuya forma de tomar la lección era también agradable: pasiflora, pasiflorácea: el taxo, la granadilla; mirta, mirtácea: el arrayán, el capulí: esa fruta de la serranía ecuatoriana, dulce, deliciosa, concentrada en hierro; papaver, papaverácea: la amapola, etc. El Sr. Dr. Santana y el Sr. Ing. Jorge Flor: el primero profesor de Química orgánica: una hermosa materia de los polímeros; el segundo: docente de la asignatura Suelos I, la que era predecesora de Suelos II, en la que se aprendía el tipo de suelos: entisol, alfisol, aridisol, etc. Era toda una “cháchara”. La bromas del Ing. Flor fueron de “Ripley”: 1) contaba que el borrachín llega en “las últimas” a altas horas de la noche a casa, en la que su mujer le espera de pie y le dice: “¡mal cristiano: tomarás, pues, con medida!”, el beodo le responde: “eso mismo hago hijita: de litrito en litrito tomo”; 2) el mismo ebrio llega en similares condiciones otra vez a casa, su mujer le increpa: “¡que es pues, no te cansas de tomar!”, aquel le responde: “no hijita: sentadito tomo”.

3) El Sr. Ing. Flor (una persona pequeña, de tez canela, si no es del todo hiriente la expresión referencial, se le describe: algo regordete; quién no sólo hablaba de suelos, sino también de comunismo, decía que no cualquiera es comunista, y conversaba del gran militar soviético de los tiempos heroicos, de la Segunda Guerra mundial, de la liberación de la humanidad del peligro del nazi fascismo, de Stalin: del General Rokossovski), decía haber estudiado en el “Patrón Mejía”, cuando era sólo de barones, con su extraordinaria “Banda de Guerra” (hoy convertida en “Banda de paz” y la Institución en colegio mixto, por la “Revolución ciudadana”). El episodio jocoso que solía relatar era el siguiente: el Sr. profesor de una X materia dictaba su clase en el sexto curso del Colegio Mejía; en la última fila, un muchacho estudiante fastidiaba todo el tiempo; molesto y ya cansado el Sr. Dr. hace un alto en su peroración y le increpa al malcriado: “Sr.: si Ud. sigue así, es un serio candidato a perder el año”; el “guambra bandido” (pillín, singuenguensón, como diría el Sr. Mario

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Moreno “Cantinflas”), inmediatamente se pone de pie y le responde con garbo, mímica y voz alta: “Sr. Dr.: en aras de la paz y la tranquilidad ciudadanas, declino mi candidatura”.

4) El Sr. Ing. Flor por los años 70 del siglo XX, partió a Turrialba-Costa Rica, a recibirse como Máster en las artes suyas: los Suelos. Después de contar, cómo en Centro América y en ese País escaseaban las personas masculinas, puesto que muchos habían ido tras el “sueño yanqui” (no “americano”, puesto que los gringos pueden ser o creerse la “divina pomada”, pero no por eso se hallan asistidos con el derecho de “quitar hasta el nombre” al resto de americanos) y que algunas mujeres no podían ocultar el deseo de emparentarse con los “maestrantes”, y de lamentarse por no poder “regresar trayendo” una hermosa mujer de esos lares, puesto que fue casado y con familia, pasó a relatar una ocurrencia más. A la hora de la primera comida él y otros estudiantes ingresaron al comedor: un elegante sitio, con varias hermosas damas que atendían; una de ellas invitó al Sr. Ing. Flor y al resto, a que elijan el menú, para lo cual debían mirar sobre la muchacha en la pared, al letrero en el que se anunciaba una variedad de platos; concretamente dice que le dijo: “por favor, ¿qué les gustaría servirse?”, y señaló con la mano al letrero. El Ing., cuenta que respondió del siguiente modo: “de ese menú, nada preciosa; Ud., por favor: salte al plato”. La ocurrencia desató la algazara; las muchachas se sintieron felices, y desde entonces tuvo garantizado el buen trato.

Fue la segunda y última época de oro de la (¿querida?, ¡no!) pensada Alma Mater; momento racional, no sólo académico, sino también crítico, político. La primera era de lustre fue cuando Presidente (última presidencia de las cinco, período que tampoco lo terminara) el ya mentado Dr. Velasco Ibarra. La Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central del Ecuador tenía su órgano especial de trabajo para vincular la academia con las necesidades sociales en el ámbito urbano, del equipamiento y de la vivienda: el TISDYC, Ente que trabajaba en varias zonas populares del País, y especialmente en el Nororiente de Quito: en el Comité del Pueblo, en la planeación de su urbanización con la teoría “celular” del Urbanismo, luego de que se organizara a un sector de pobladores pobres de la Capital y fuese tomada la hacienda Eloísa durante la alcaldía de quién luego llegara a ser Presidente de la República, el inveterado representante de la derecha Sixto Durán Ballén, también profesor de la FAU y famoso por haber construido los túneles de San Juan.

Para entonces la FEUE era la genuina fusión de juventud, estudio y política; más bien, el órgano de lucha ilustrada del pueblo contra el stablishment. Es por eso que Velasco Ibarra clausuró la Universidad Central: la bota militar violó el claustro universitario, pues, con el libre ingreso subió exponencial y repentinamente la matrícula universitaria (dixit Sr. Econ. Héctor Garay) de 400 a 4000; Velasco pensó: si sigue así el asunto, en pocos días los cholos nos quitan el poder. La FEUE por entonces protagonizaba las páginas más brillantes de su historia. Eran los días en los que se empezaba a internalizar en el “imaginario” colectivo la idea del nacionalismo, del anticolonialismo: de la independencia nacional, del amor a la Patria, del estructuralismo en política económica: de los modelos ISI; nuevamente de los militares (patrióticos, de la estirpe de aquellos de la Revolución Juliana, del gran Gral. Alberto Enríquez Gallo) en el gobierno; del Plan de Transformación y desarrollo: del Sr. Gral. Guillermo Rodríguez Lara (en el deporte, Nacional: el equipo del proletariado, era el amo y señor de la cancha), su enfoque propendía romper la división internacional del trabajo con la siembra el petróleo en la industrialización.

Episodio interesante, que merece traerse a colación, fue la lucha estudiantil universitaria ligada a la de la educación media: la FESE (la juventud estudiosa se identificó con su pueblo, en tanto realizaba la más acrisolada razón de su existencia, dicho sea en el sentido del estagirita, Aristóteles: la praxis revolucionaria encuadrada en el primero de todos los fines, en particular: sobre el fin supremo de la más alta de todas las ciencias y de todas las artes: la Ciencia Política). En momentos en que el Presidente de la gloriosa FEUE Nacional fuera el hoy Lcdo. Carlos Carrillo, ex profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UCE, el Sr. Lcdo., para entonces estudiante, fue tomado prisionero por el gobierno reaccionario de Velasco Ibarra cuando presidía una numerosa y combativa manifestación por las calles de Quito en repudio a la política reaccionaria del régimen; al instante se activaron las fuerzas populares del Comité del Pueblo; al notificarse que dicha movilización había decido marchar

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sobre Carondelet, y al encontrarse ésta a la altura de la Caja del Seguro, el tirano entró en pánico y ordenó la inmediata liberalización del Presiente de la FEUE. Fue un sonado triunfo popular, que asentó la lucha, que dotó de experiencia a la actuación política; episodio que ha enriquecido los anales de la historia del pueblo, de los estudiantes y de la vida política nacional.

Si la Universidad Central del Ecuador era el instituto superior universitario del pueblo, la Facultad de Filosofía y Letras era su homóloga a lo interno de la UCE. Si en las llamadas facultades fuertes de la Universidad algunos estudiantes encontraban obstáculos para lograr hacerse con una profesión (sobre todo por ser de provincias y a la deficiente formación con la que venían, así como al impacto que la gran urbe producía en su psicología); no renunciaban, sino que encontraban una opción alternativa en la Facultad de Filosofía. Varios ex compañeros de los primeros años de quién escribe, pasaron a cursar estudios en Filosofía en las áreas de Química y Biología, sobre todo; allí obtuvieron, contrariamente a lo que maliciosa y dañinamente se propalaba: con rigor, seriedad y excelencia, el título; dichos profesionales se han desempeñado bien en varias áreas del quehacer socio-económico del País, muchos de quienes hoy incluso se hallan jubilados. De manera que justo es decir: Loor a la Universidad Central del Ecuador y también, por supuesto: a su Facultad de Filosofía y Letras.

El Sr. Arq. Dr. Wilson Herdoiza, principal: mentalizador (de la verdadera Reforma Universitaria), creador y ejecutor de las páginas más gloriosas del TISDYC, fue amigo del Sr. Ing. Galo Verdesoto; se podría decir, que hacían un coherente y efectivo dúo (en la ciencia, el pensamiento, en la programación). Eran intelectuales afines, con conciencia social, política. El Sr. Arq. W. Herdoiza, Doctor, nada más, que de la Sorbona, brilló mucho sobre todo fuera del País (bien vale recordar esa sentencia dicha, se piensa, por el “creador del cristianismo”: “nadie es profeta en su propia tierra”); fue candidato a la alcaldía de Quito, Director de la ex Escuela de Planificación de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central del Ecuador, y pugnó por llegar a ser Decano de dicha Facultad; por desgracia no lo consiguió, lo cual fue, en efecto: una pena, porque quién más preparado para dirigir la Facultad como el Sr. Arq. Dr. W. Herdoiza: académico de fuste, honesto a toda prueba, trabajador incansable de la ciencia, educador con criticidad de juventudes. El Sr. Arq. Dr. Wilson (quién formara parte del círculo lustroso al que pertenecía el Sr. Ing. Galo Verdesoto), vive todavía; retirado ya de sus aficiones profundas, pero “está con nosotros”; se le desea muchos años más de vida y merecidamente se le elogia.

El Sr. Ing. Galo Verdesoto ideológicamente era marxista. En una ocasión, luego del regreso de cursar estudios de posgrado en Economía, en la mismísima guarida del “macho alfa”: en Estados Unidos, en la afamada Universidad de Illinois, el Sr. Ing. Antonio Gaybor Secaira (también profesor de la Facultad, como era de esperarse, fecundo, investigador, elegante expositor de los avatares de “La realidad nacional agropecuaria”), con aquel garbo, repleto de suficiencia, propio de quién regresa a la modesta “banana republic”, sostuvo que el think tank gringo consideraba que Marx había quedado sólo para estudios de Primaria. Añadió, que escucho decir a sus eminentes profesores yanquis, que consideran 10 tesis importantes de Marx: 7 refutables y 3 aceptables. Esas aseveraciones, dicho en otro sector causarían viva sorpresa y admiración, pues, se trataba de una apreciación, de quién había recogido los sentimientos de auto suficiencia –non plus ultra- imperialistas, pues, no por nada EUA estaba en dónde estaba: en la cima del desarrollo de las fuerzas productivas, en la cúspide de la dominación. Pero en lo personal, dichas creencias, causaron más bien rechazo; cosa curiosa: incluso la animadversión momentáneamente fue para el Sr. Ing. Gaybor, por decirlo y por no refutarlo.

Por fortuna, en momentos en que se atravesaba el desconcierto vital de haber escuchado de boca de una persona a la que también se admiraba: el Sr. Ing. Antonio Gaybor, dichos comentarios adversos sobre el más encumbrado jefe del proletariado mundial: el Sr. Dr. Karl Marx, vino de modo estocástico el bálsamo. Se entró en relación con el Sr. Econ. Rubén Moreno, doctor de la Sorbona, con motivo de un curso de Planificación Provincial, que la Escuela de Posgrado en Planificación de la facultad de Arquitectura y Urbanismo de la

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Universidad Central del Ecuador dictara a profesionales de diversas ramas en la ciudad de Ibarra. El Sr. Dr. Luis López S. era el Director de esa magnífica Entidad de posgrado; el mismo dispuso al Sr. Econ. Dr. Rubén Moreno como conferencista del Evento, y a quién escribe como coordinador. En su oportunidad fue planteado el hecho al Econ. Moreno: que la mejor Universidad del mundo era la de Illinois. Ipso facto preguntó: “¿cómo?, ¿la mejor universidad el mundo? Y, se respondió a sí mismo: “Pamplinas. Los gringos jamás dejan entrar a los ´sudacas´ a sus mejores universidades”.

Lo verdaderamente valioso, es que el Sr. Ing. Gaybor, si bien no desbarató de palabra esa estoludez de la falsa conciencia de los gendarmes de las multinacionales, es que no daba crédito a lo que había oído, pues, mantuvo su posición ideológico-política de izquierda (antes que su “extracción de clase” pequeño burguesa, su “conciencia de clase”, determinó su correcta “posición de clase”). En realidad, el capitalismo no había fracasado, ni siquiera el enfoque neoclásico en política económica era un contrasentido humano, como es la creencia usual en la antípoda radical anticapitalista; pues, la humanidad, con la cruz a cuestas sobre los hombros del proletariado y de los pueblos en general, y de la holgazanería parasitaria burguesa, estaba viva: creaba la “base material del mundo nuevo”, tal como era la conclusión prometeica, progresiva del proceso histórico de Marx. Cada momento histórico (estructura de largo plazo) cumple un papel en la historia, hasta que la especie se libere del trabajo y pase a “conocer y a dominar a la naturaleza”, como última tarea de la “materia dotada de conciencia”.

Frente a esta conclusión finalista, los gringos de la Econometría avanzada, de la modelística simbólica matemática, ni idea han tenido, no la tienen, ni la tendrán, pues: ¡no dan la talla! Marx –como se sabe- descubrió la esencia humana; expuso la ley que preside el hecho humano en la fase juvenil de la “febril acumulación”: la formación humana capitalista, cuanto la regularidad del flujo general de la historia. Su pensamiento, aunque sea molesto reconocerlo, es terminal, luego del cual sólo queda hallarse a la expectativa de su cumplimiento: esperar, tener paciencia ante la realización de tan extraordinarias hipótesis prospectivas (pero la praxis es la forma en la que se realiza la historia: el ser humano la comprende y revolucionariamente incide sobre ella, de modo cualificante). Por tanto, los pobres gringos no pueden ocultar el grado de ignorancia en la que se hallan sumidos; estos especímenes: ¡no le llegan a Marx, ni a los tobillos! Hace bien el Sr. Enrique Dussel en relievar, con sólido fundamento, el valor del más acrisolado pensamiento: el marxista, y en sacar a la superficie la falacia de las creencias occidentecéntricas.

Otro brillante profesor de la facultad de Arquitectura y urbanismo de la Universidad Central del Ecuador en ese entonces: el Sr. Arq. Santiago Zúñiga, Doctor en Sociología, comentaba que la burguesía andaba con el “hígado revirado”, puesto que habían desplazado a sus más sesudos teorizantes (Jevons, Hayeck, Friedman) para que miren con lupa la “doctrina del valor/trabajo” (plusvalía) y que la refuten, pero que nadie ni nunca pudieron lograrlo, porque la misma: ¡es exacta! Más bien, que se volvió a repetir el episodio cuando Giordano Bruno, al cual la patrística cristiana puso a estudiar el Universo, para que ratifique la centralidad de la Tierra en él, pero que el gran presbítero arribó a resultados diferentes: que no sólo que la Tierra no era el centro del Universo, sino que tampoco lo era el sol; el clero, sufrió un revés y arremetió torpemente contra G. Bruno: lo cual le llevó a la ejecución. Dicho sea como recordatorio, el Papa Juan Pablo II, pidió perdón por la crímenes cometidos por la Iglesia, reivindicó a Galileo, empero jamás lo hizo con el gran Giordano Bruno.

A más de profesor de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Central del Ecuador en varias cátedras (Macro y Micro Economía, Administración II), el Sr. Ing. G. Verdesoto fue docente de Postgrado en la Escuela de Postgrado en Planificación (EPP) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la citada Universidad, cuando su Director lo fuera el Sr. Arq. Dr. Wilson Herdoiza (Escuela por la que –dicho sea de paso- pasaron como dicentes también el Sr. Ing. Luis Ernesto Erazo y la Sra. Lcda. Magdalena Mayorga, inteligente catedrática del Alma Mater, también esta última [Debe decirse respecto de estos eventos de posgrado, que aunque no fueron maestrías de renombre {se incluye la cursada por la persona que escribe en la Universidad Nacional de Loja: Maestría en Docencia Universitaria e

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Investigación Educativa}, como las que se presume que son las que se dictan fuera del País y en el País mismo, se está persuadido que sus títulos fueron casi tan buenos, pues, se los cursó con mucha seriedad, esfuerzo y dedicación]).

La Universidad Central del Ecuador fue la primera en dar el salto del Grado al PostGrado, al escaño inicial del cuarto nivel de estudios: la Maestría; el mismo se produjo en la facultad de Arquitectura y Urbanismo con la creación de la Escuela de Posgrado en Planificación (EPP). Si se entiende, que el posgrado forma en la especialidad a los profesionales (de suyo ya especialistas), la EPP tenía una concepción diferente: admitía a especialistas (profesionales en las distintas ramas) y los egresaba como generalistas. Corrobora la aseveración, la mirada sobre el pensum de estudios: Estadística, Economía, Análisis económico, Sociología, Política económica, Teorías del desarrollo, Análisis espacial, Planificación general, Ciencia y tecnología, Técnicas presupuestarias, Recursos naturales, Programación, Diseño y administración de proyectos, Tesis de Maestría (identificación de una ley de movimiento social, y formulación del programa para modificar la tendencia). El Sr. Ing. Galo Verdesoto fue profesor en la cátedra de “Teorías del desarrollo”, la que luego pasó a manos de otro brillante Maestro: el Sr. Econ. René Báez Tobar.

Escuela hermosa: de conformación completa, cuyos egresados la dejaban dotados del instrumental teórico que les permitía atalayar más ampliamente la realidad humana. Precisamente de esa Institución: de la EPP salió la idea de gestionar, hace unos tres lustros, la creación del Doctorado (PhD) en la UCE (quienes hicieron eje de la “aventura” fueron: el Lcdo. Héctor Reinoso –lamentablemente ya fallecido-, el Arq. Adolfo Manosalvas y quién reseña los hechos). La persona que escribe, egresado de la EPP como Máster en Planificación del Desarrollo Socio-Económico, había concluido la Maestría en “Docencia Universitaria e Investigación Educativa” en la Universidad Nacional de Loja (Maestría también hermosa, rigurosa, generalista, en la que se pudo profundizar el estudio del pensamiento de autores neomarxistas: Apel, Gintis, Giroux, Habermas; también Foucault), por tanto, con frescura teórica y metodológica, con auspicio del Colegio de Planificadores del Ecuador, se formuló el Proyecto de Doctorado en Ciencias Políticas, que se consideraba el continuum en la senda de estudios tecnopolíticos de la Escuela.

Se asumía, que ese programa iba a mantener el carácter pionero en la formación de posgrado, que por entonces tenía la UCE. En el proceso de negociación y ejecución del Proyecto se pondría en vigencia las enseñanzas del Sr. Ing. Verdesoto: la creatividad, la coadyuvancia (tendencia espontánea hacia la búsqueda de interacción) y la calidad, de modo progresivo. La experiencia iba a tener lugar en un sitio con varias limitaciones: económicas, en el área docente, bibliográficas, de experticia, etc.; para sortear tales obstáculos, se debía atenerse a un inicio modesto, siempre en espera de poder identificar los factores afines, para estructurar de modo paulatino el gran organismo científico, técnico, logístico, estratégico, para efecto de alcanzar las posiciones de excelencia, que se sostiene tienen institutos de formación doctoral en los denominados “países desarrollados”.

Como no era un evento doctoral en el área de las ciencias naturales, el que requiere de tradición, muchos equipos, servicios e infraestructura (densos laboratorios, apoyo empresarial y estatal); de una planta docente con experiencia y con la demanda social inserta en las necesidades de desarrollo en los ámbitos la técnica pura, sino en la dimensión social, se estaba persuadido que se podía arrancar ese proyecto ambicioso, puesto que se tenía en aquel entonces apoyos sobre todo en el ex CONUEP (su Presidente, el Sr. Ing. Vinicio Baquero, había sido profesor de la EPP), los cursante en el número adecuado para autofinanciar el Proyecto. Frente al gobierno, si éste ponía resistencia, la maniobra vendría a ser la presión movilizada, hasta conseguir que todo ente extrauniversitario vinculado al proceso de toma de decisiones, actúe de modo sinérgico para con la intención.

Si para entonces no se contaba con Doctores en las áreas de estudio e investigación, esa limitación no era obstáculo, puesto que se podía reunir a dicho personal con doctorado en la medida en que los haya, mientras que el resto de asignaturas se llevaría adelante con másteres; se pensaba, por tanto, que si la primera promoción no se había producido con las mejores condiciones de rigor y excelencia, en las futuras se subsanaría esta limitación, puesto

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que los primeros doctores egresados podían inmediatamente asumir el rol de profesores, tal como debe haber ocurrido allá en el sitio en el que se instauró el primer evento de doctorado. El programa se segmentaba en dos partes: la primera se trataba de un evento anual eminentemente teórico, de capacitación, actualización y homologación de conocimientos, para arrancar –pari pasu- con bases firmes y simétricas el verdadero curso doctoral: la investigación, la cual debía atenerse al rigor de trabajos que arrojen una nueva teoría, una nueva ley, una nueva categoría, esto es, renovado conocimiento, que implique avance en el saber científico.

El Proyecto enfrentó problemas al entrar en la fase de la negociación a lo interno de la propia UCE. Celos, recelos, la inercia burocrática del sector de funcionarios que profesaban la misma posición ideológica, llevaron a que se deje de lado la idea. Por ejemplo, el Proyecto fue a manos de un profesor de la UCE, que no había realizado ni siquiera un diplomado en Docencia Universitaria; pero el señor se pronunció de modo adverso; en el acto de presentación, en lugar de permitir se exponga el Proyecto, se dio todo tipo de facilidades para que un Ing. Agrónomo, PhD en Química, haga alarde de conocimiento en asuntos relativos a la formación doctoral. En verdad, viene bien el refrán: “Zapatero a tus zapatos”; quienes montaron el proceso para que se vuelva fallida la idea, perfectamente sabían que hay una diferencia de principios entre las Ciencias Naturales y las Sociales; que el “método científico” no responde del mismo modo en disciplinas sociales y humanas, etc.

El feto abortó, con lo cual se privó a la UCE disponer del Doctorado; el hecho ocurrió en el rectorado del Ing. Víctor Hugo Olalla. ¿Quiere decir, que la teoría estuvo equivocada? ¿Qué no se diseñó una verdadera estrategia para lidiar con la detracción? Se cree que la fricción estuvo en la segunda interrogante: nunca se pensó que personas ideológicamente afines que conducían la Institución, frente a un proyecto positivo para la misma, se iban a oponer a la idea vanguardista en esa ocasión en el País. En suma, se convino en que la situación estaba dada en el plano doméstico en sentido favorable, y el exceso de confianza hizo que se descuide la variable estrategia. Puede decirse incluso que el diagnóstico adolecía de subjetividad y el programa de voluntarismo; no obstante, sí es posible, de motu proprio, el imponerse de la conciencia sobre las estructuras, cuando el camino está desbrozado por el consenso.

En el Consejo Universitario de la Universidad Central del Ecuador, cuando Subdecano, por ejemplo, el Sr. Ing. Verdesoto era quién llevaba la batuta de la “oposición” al Sr. Rector de la misma: el Sr. Econ. José Moncada Sánchez; frente a esta Autoridad brillante, que en línea paralela (el Sr. Econ. Moncada –lamentablemente también decesado- militaba en el socialismo trotskista) bregaba por instaurar en el Ecuador el sistema socialista en lugar del burgués vigente (el Sr. Rector a la sazón catedrático de la facultad de Economía y en la EPP, era un eximio pensador, un escritor fecundo, preclaro conductor del Alma Mater), se producían enfrentamientos de tesis, en los que, se da fe: el Sr. Ing. salía siempre avante frente a un contendor de no menos quilates, con elegancia, con alocuciones cerebrales, analíticas, de fino contenido, respecto de perspectivas diferentes frente al modo de abordar la gestión universitaria. Sin embargo, la posición del Rector: Sr. Econ. Moncada prevalecía, en vista de la composición favorable del Consejo Universitario.

Al Sr. Ing. le atraían los números; avanzaba un trabajo, en el que estaba por proponer una nueva forma (modelo matemático y gráfico) de evaluar económicamente los recursos invertidos en los trabajos de investigación científica en las Tesis de grado, para poder contabilizarlos como “costos de producción” de conocimientos y de su concomitante uso productivo, esto es, los márgenes de aplicación (inversión) tecnológica y sus rendimientos, siempre que no se interponga el razonamiento cuasi científico de Ricardo, de los rendimientos decrecientes (el ejemplo que ponía, era el de un barril formado por tablillas, en el que se advierte la inutilidad de incrementar la asignación en una tablilla, ceteris paribus, el resto; en los hechos reales: incremento del capital en su versión tecnológica, mientras se mantiene constante –deficitario- el factor tierra, en las “factorías” de la “economía campesina”). Estudiar ingeniería importaba sólo para poder demostrar en un momento dado, que un político revolucionario, sí podía vérselas con las ciencias exactas y las naturales.

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Ese grado de racionalidad, no fue una proeza personal, puesto que a los 17-18 años, lo que impera en la personalidad, es el hemisferio derecho del cerebro, es decir, la inclinación, la vocación (el Sr. Ing. decía, que había que hacer actuar a la razón y a la voluntad –como el Ulises en la Odisea de Homero: frenar, controlar los impulsos primarios-, para darle firme sentido a la existencia, al optar por una rama profesional, en la que la motivación no sea simplemente la atracción, sino su valía ante la sociedad y frente al sentido de la propia vida [luego se entendió, que tal priorización era doble: la política {según la fusión entre Maquiavelo y Aristóteles: lucha por el poder del Estado, para imponer la felicidad a los seres humanos} y la científica {dejar este mundo, con el máximo conocimiento del mismo}]; fue el momento en el que se entendió de dónde provenía esa propensión formadora, direccionadora, del carácter, la cual condujo al reforzamiento de la decisión, en penumbra todavía, de tornarle fría, racional, a la existencia).

Esa forma madura e intencional de proceder en la toma de decisión a temprana edad, vino de una pariente filial cercana: del consejo de una hermana mayor (Ana María), que debe haber advertido que para muchas personas las ciencias sociales carecían de importancia, siempre desde el punto de vista político pequeñoburgués apoliticista, de profesionales, académicos y sabios; en suma, a partir de la percepción positivista, las ciencias sociales no eran “ciencia”, sino simple verborrea fácil (la derecha es más directamente contundente: “sociólogos vagos”, es la expresión con la que se refieren a quienes les diseccionan, o sea, a los que no siguen a Parson y Merton). Esa era otra de las razones por las que se deploraba a la política y a los políticos. En el caso personal, la subestimación estuvo invertida: se pensaba, que el verdadero pensamiento estaba en las disciplinas científicas sociales (en la Política, en la política aplicada –política económica-: el objeto que ocupa el cerebro es la reproducción de sociedades; ¿acaso hay preocupación más compleja, importante y retadora?).

Quién escribe se inició como un verdadero neófito en materia política en el Preuniversitario. En la clase de “Realidad nacional”, allá por 1980, con motivo de una reunión de Presidentes de algunos países de América Latina en Riobamba, en el marco de una conmemoración de la Primera Constituyente, el profesor: un joven compañero estudiante de la Carrera de Sociología, hoy Dr. Francisco Hidalgo y Director de dicha Escuela, preguntó a los estudiantes novatos cuál era su opinión sobre dicha reunión; la persona que escribe inmediatamente saltó al ruedo y habló: “es una reunión de los Presidentes con el propósito de intercambiar ideas para planificar el desarrollo de nuestros países”, se dijo. Francisco, un joven estudiante por aquel entonces, militante comprometido de izquierda, al instante interrumpió, de modo frontal puso en conocimiento la interpretación correcta del suceso: el verdadero carácter de esos personajes y de ese acto reaccionario. “No es así”, sostuvo; “tales presidentes representan a las oligarquías y desempeñan un papel antipatria; esa reunión consolida la dependencia de nuestros países y la hegemonía del imperialismo estadounidense, por lo que deben ser denunciados y rechazados”. Se comprendió el efecto de los medios de difusión masiva expresada en la conformación de la subjetividad colectiva.

Se tardó “tiempo” en asimilar el golpe. Fue una primera lección dolorosa; pero al final la vergüenza “templó el espíritu” y dejó dos lecciones: 1) que no se debían mirar con ligereza los problemas políticos, sociales nacionales; y, 2) que había que prepararse. Se debía estudiar, estudiar y estudiar, pero don dirección. Como militante, se puso interés, tanto a lo interno de la Facultad en aquellas asignaturas del área social (Economía, Administración, Sociología), como en el ámbito extrauniversitario, en los exponentes del Partido: el MPD. En la Facultad en las clases del Sr. Ing. G. Verdesoto, las que, si bien tenían un contenido técnico relacionado con las artes del proceso productivo empresarial agrícola, por tanto: funcionalista prosistémico, el Sr. Ing. se daba modos por aplicar conceptos de Economía política, de manera que sus clases tengan también un tinte crítico (se grababa sus clases, se tomaba nota, y desesperadamente se retiraba a casa, a escuchar la versión magnetofónica y a revisar las anotaciones); fuera de la Casona, en las conferencias, cursos y eventos de formación política, a cargo del compañero Ciro Guzmán, del Ing. Jorge Moreno, del Lcdo. Carlos Carrillo, del Dr. Andocilla y del gran dirigente político: el Sr. Abg. Jaime Hurtado González.

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El Sr. Abogado Jaime Hurtado González fue durante varios años el dirigente símbolo, icónico, máximo de la agrupación política a la que ha pertenecido la persona que escribe; expositor amplio, claro, directo; con él: no “había vuelva luego”; la burguesía sabía quién era, de modo que le miraba con respeto, pero también con evidente animadversión. Al margen de quién haya sido responsable, el Sr. Abg. murió en su ley: en la práctica política, cuando se antelaba a denunciar la corrupción del sistema especulativo-bancario criollo en el Parlamento Nacional, prolegómeno de la dolarización. En lo personal nunca se había notado que este prominente cuadro era de raza negra, pues, se había estado embelesado por las características de su personalidad y su actuación. Sus discursos, como candidato a la Presidencia, en el Congreso o en los actos significativos del Movimiento, eran vibrantes, no retóricos, pues, su contenido recogía las demandas del pueblo (y de la historia); mientras que la respuesta era el programa de gobierno, el cual estaba pensado para cambiar al País.

El Sr. Abg. Jaime Hurtado González era también complejo es sus disertaciones o resultaba serlo para cierto nivel de la militancia. En una ocasión fue observado luego de realizada su exposición a lo interno de una convención provincial del Movimiento (MPD): “que se le pedía que sea más sencillo en sus expresiones”, se le dijo. El Sr. Abg. reaccionó de inmediato con fuerza, pero sin agresividad y manifestó: no es probo pedir que la dirigencia descienda para colocarse a nivel de la masa, sino que debía hacerse el esfuerzo para elevar la formación intelectual de las bases. Se había estado apercibido ya, que cuando Engels le recomendó a Marx, que haga más digerible sus opus magna: El capital, Carlos se dice que le respondió escuetamente: “otros lo harán”; pero cuando se tuvo ocasión de leer la Cuestión urbana del Sr. Manuel Castells, se quedó maravillado al advertir, que el entrañable compañero de lucha: el Sr. Abg. Jaime Hurtado González tenía parecer análogo con esos dos grandes exponentes del pensamiento, pues, el Sr. Castells es las primeras páginas de su también monumental obra, manifiesta que la ciencia es compleja, y que quién desee seguirla, debe hacer esfuerzo de llegar a ella.

Paralelamente a los estudios en la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Central del Ecuador, se estudió de modo informal, autodidacta, Economía; de manera que por varios años se fue una insigne “rata de biblioteca”, en la biblioteca de la facultad de Economía de la UCE. Pues, a partir ese entonces mismo fue que se logró entender por qué Marx, después de andarse por las ramas del Derecho y la Filosofía, se dedicó a estudiar Economía (la columna vertebral, por así decirlo, de la formación humana). Con el avance de la vida se ha creído que el cerebro está bien configurado con la progresión: Economía, Sociología, Politología, coronándole con Filosofía. Pero la Matemáticas eran (son) hermosas: le miden a uno; sobre todo como lógica aplicada: resolver un problema de asignación de recursos con matrices (insumo-producto de Leontiev), con el “método bruto” de los paréntesis, no con el de las “ecuaciones simultáneas”, lo mismo que problemas de programación lineal.

Se proponía estructurar la mente de modo cognitivamente omnicomprensivo; se hizo siempre el intento por abarcar toda la realidad con la mirada: acceder y/o coadyuvar en la formación del metadiscurso: del saber total; sin embargo, no se debía descuidar el estatuto óntico profundo de los hechos: el “sistema y su causalidad” (con determinación) de todo el escenario real (habría que decir: “Soñar no cuesta nada”). De ningún modo se iba tras de la percepción en torno de la complejidad, a la manera del Sr. E. Morín, de Dilthey o Feyeravend, sino siempre prendido a los fundamentos, a la esencia, centrado en el develamiento de las leyes de estructuración, movimiento y desarrollo de los procesos (el Sr. Ing. G. Verdesoto precisamente por eso enseño el proceder metodológico epistémico: el “objeto y su causalidad: el sistema de contradicciones”, en la perspectiva de Kopnin). ¿Cuál fue la época, que abrigó las circunstancias, base de ese tipo de formación?

Fue la era de florecimiento del positivismo, de la tecnocracia, de la empresa. El momento todavía necesitó, sobre todo en las parcelas neocoloniales del sistema capitalista hemisferizado, de individuos con formación transdisciplinaria, holística, cosmopolita; esa demanda se reflejó en los planes de estudio de todos los niveles educativos, el Primario: por supuesto; en el Secundario (Bachillerato en Humanidades modernas, parece que esa la nominación del sistema) se abordaban todas las áreas del saber: Física-Matemática, Química-

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Biología, sociales, incluido Educación musical e Historia de límites. El año que dejó el colegio quien relata, fue el último del bachillerato generalista. Privilegio: se fue el primero y el último, en cuyo trabajo como estudiante se fusionó la elaboración de una “tesina” como ejercicio final, a la vez que se daba un examen sobre la misma; el algoritmo procedimental asociado era: investigación teórica, elaboración de una monografía, exposición y defensa. Dicha investigación fue sobre Física: el efecto fotoeléctrico, los rayos gama, los isótopos, M. Curie, W. Roentgen, Newton, Einstein, etc. Luego se amputó la mente: vino el bachillerato de especialidades.

En la Universidad, en el nivel de grado, ya se ha dicho: la socialización técnica fue generalista. En los posgrados continúo el proceso de formación (sobremaduración) de índole totalizante, pues, para planificar la vida de una sociedad debía abordarse su conocimiento de modo althuseriano-bethelheiniano, por sus variables estructurales: condiciones de desarrollo material, estructura socio-económica, superestructura jurídico-política y formas de conciencia social (descubrir la ley que rige el fenómeno, modificar su tendencia con aplicación de una nueva regularidad [en este caso, la cruza entre variables: necesidad y recurso, da como resultado el develamiento de la regularidad que preside el hecho]); mientras que en la formación como docente, para trabajar en una universidad, requeríase una formación también generalista: Filosofía, Sociología, Psicología, Metodología, Estadística, Administración, Diseño curricular y didáctico, Diseño de proyectos (Pedagogía completa). En una palabra, se tuvo la ocasión de entrar en contacto con todas las áreas del saber. El bachillerato generalista está de vuelta (tanto, que originalmente se planteó incluir nociones filosóficas no eurocéntricas), pero la formación técnica totalizante (“singularidad”), ha quedado definitivamente atrás.

La vida universitaria por allá por 1980, era el momento –quizá el último-, en el que “prematuramente” se juntaban en pareja buenas personas: estudiantes jóvenes, sanos, sinceros, esforzados, trabajadores. Se recuerda cómo se formaban (para el momento, también de modo excepcional, pero esos casos se producían) parejas homogéneas antropológica e ideológicamente, vistosas: “tal para cual” (la frase refranizada: “Dios les crea y ellos se juntan”, tomada esta vez en sentido positivo, se aplicaba pertinentemente al hecho). En el transcurso de los tres meses que duraba el Curso preuniversitario, los jóvenes se conocían en el aula, y varios se enamoraron; durante los seis años de estudio hasta egresar, se comportaban como prometidos, fieles, sanos, muchas veces sin entrar a practicar relaciones maritales; en pareja desarrollaron la Tesis de grado; luego de graduarse, contrajeron matrimonio; y, hoy siguen unidos, en una familia, estable, ejemplar.

F. Engels, al escribir solo un nuevo prólogo del Manifiesto del partido comunista, una vez que había ya decesado Marx, dice: “Qué cambiado esta todo”. Para el 2016, esa expresión: es concluyente. Cuando quién escribe se desempeñara como docente de una Universidad (la Politécnica Salesiana) en Quito, entre los años 2000 y 2012, en los primeros semestre de los primeros años de dicho período, se pudo advertir una conducta entre los estudiantes de formación temprana de parejas; eran jóvenes sencillos, serenos, tranquilos, que daban la impresión de estar viendo repetirse el arquetipo de personalidad de los compañeros de dos décadas atrás en la magnífica Alma mater; en la Universidad: la Central, que priorizaba su dedicación en el servicio a los “cholos”. Pero esa impresión vendría a ser equívoca. El patrón de conducta no se repitió, pues, con sorpresa se advirtió cómo cada nuevo semestre se alternaban las integrantes de las parejas “originales”.

Es norma en medicina, frente a una enfermedad de origen bacteriano, por ejemplo, que una vez que un antibiótico ha eliminado a la causa: el patógeno, los síntomas desaparecen paulatinamente. En el caso del capitalismo, parece que se infringiera esa ley: los efectos empiezan por detraerse con independencia de lo que ocurra en la base que mantiene al sistema. Pero esa es sólo la apariencia: la puesta en cuestión del machismo, la igualdad de derechos, el cuestionamiento a las conductas racistas, el agotamiento del modelo de familia monogámica (por excelencia, institución clasista, egoísta, individualista), etc., expresan la sedimentación de los brotes de la renovada forma humana, que cadenciosamente se instala en

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la Esfera entera. Nuevo momento en la historia, que es producto inadvertido de la actuación del sujeto natural del cambio: el proletariado.

En efecto, con la escritura de El capital –se ha dicho-, Marx lanzó un misil al cerebro del capitalismo; la Revolución de Octubre (la china, la cubana y la nicaragüense), el socialismo de Lenin-Stalin (por supuesto, el cubano), han cambiado la realidad, tanto como la acción popular desplegada en otros frentes de la lucha de clases. A medida que el capital ha desarrollado la técnica para debilitar la presencia enojosa del proletariado en las fábricas, ha sacado al trabajo de la escena de los vivos; pero: si no hay trabajo, no puede haber capital; en la automatización completa (realización total del principio de la “ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia”, que empíricamente entrevé la composición orgánica absoluta del capital) el capital ha liquidado al trabajo, y lo ha hecho consigo mismo. Al eliminarse un polo de la contradicción, el otro desaparece al unísono y la entidad orgánica, se abstrae.

Entre las aplicaciones prácticas de la propuesta educativa del Sr. Ing. G. Verdesoto ligada a las demandas del campo, la más interesante fue el Proyecto UNIR. Estas acciones, que tenían por objeto aplicar sus avances conceptuales: la excelencia, la coadyuvancia y el programa de vinculación real de la Universidad con la sociedad, son las más relevantes de su quehacer. La “teoría de la coadyuvancia” era un aporte a la comprensión de los hechos tan esencial, que la persona que escribe una vez le sugirió: “¿por qué no desarrolla la idea hasta convertirla en un verdadero tratado?; a lo que el Sr. Ing. respondió: “Me parece que es una forma alternativa de exponer la propia dialéctica, de modo que, hasta tanto: ahí no más me he quedado”. En la aplicación y derivación práctica de la idea: ¿por qué no asignar recursos de la voluntad esclarecida (el análisis y la síntesis como los métodos del pensar: identificar las relaciones entre los hechos, su carácter ergódigo-mesológico) para identificar los puntos de encuentro entre los componentes existentes en el propio campo, para estructurar el germen de un nuevo proceso de desarrollo, que se halle fuera de la influencia y del designio de la política oficial de crecimiento, que simplemente subsume a toda la población al circuito de reproducción del capital, vía mercado?

En algunos círculos “progresistas” del exterior, se procedía con la estrategia: “revoluciones verdes para torpedear revoluciones rojas”, que, según una “mejor traducción”, debía entenderse: asistencia social, para prolongar el pasado en las nuevas condiciones. El Sr. Ing. hacía muchos esquemas, cuadros relacionales, que expresen la fisonomía interna de los procesos oficiales de dominio: la estrategia (hoy se denominan “poderes fácticos”, con base en el Sr. Foucault), esto es, diagramas-instrumentos de criticidad, que sean “la mostración de las categorías fundamentales, de la esencia”: los mecanismos desconcentrados del poder, de manera de voltear las maniobras hegemónicas del poder, según intención popular y nacional. Estos esquemas, de los cuales no se sabe si se hallen documentados, el Sr. Ing. lo hacía en su materia principal: Economía Agrícola, en la parte económica de las Tesis de Grado, como en el capítulo sobre la “Función de producción” (como estarlo viendo, pues, por el lapso de un semestre, el Sr. Ing. encargó furtivamente dictara la citada Cátedra a la persona que escribe, quizá con la intención, de que la asumiera algún día).

A cierta distancia se hallaba el factor Kellog; en la Zona Norte de la provincia de Pichincha: en las cinco parroquias que lo componen: San José de Minas, Atahualpa, Puéllaro, Perucho, Chavezpamba, estaba emplazado otro factor: una población campesina indígena-mestiza, que se reproducía en condiciones precarias envuelta en economías de subsistencia, parcialmente mercantilizadas; el tercer factor, capaz de formar parte de un proceso coadyuvante, era la Universidad: sus profesores, sus estudiantes y la opción de formular una política coherente, que una: investigación, tesis de grado, año rural y las necesidades de ese grupo campesino. Pero esta concepción era diferente a todas, no tanto por su carácter funcional, pues, propendía “manipular” a la población para que forme parte de una nueva estrategia de desarrollo: empresa, Universidad, campo, o sea, financiamiento, ciencia/técnica/investigación, actores rurales, sino por cuanto traía aparejada el supuesto esperanzador, de que esta acumulación de cambios, podía desembocar en un renovado

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proceso de concientización y de promoción de un nuevo modelo de liberación. En este punto, la norma se impuso: desaparecido el “caudillo”, el proceso llega su fin.

En el transcurso de su implementación, el nuevo patrón alternativo de desarrollo, se vio también enfrentado a los designios de las estructuras. Esta fricción provenía del frente externo: de su “exterioridad”, diría el Sr. Enrique Dussel, puesto que la subsunción no fue posible hacerlo de modo consciente sino fetichizado: no hubo la comprensión pertinente sobre la naturaleza del Proyecto UNIR (Kellog-Universidad-comunidad). El propósito central del mismo, no era actuar de modo demagógico con dadivas en infraestructura, equipamiento o servicios (el denominado “capital semilla”), sino en la creación de condiciones para que los dos sujetos fundamentales del proceso, desataran procesos de desarrollo autónomos, que desplieguen sus potencias: la Universidad y las comunidades. Esto, por cuanto el proceso de desarrollo sustentable y crítico, no reside en la construcción de obra pública, en la llamada “transferencia técnica” o en los programas de comercialización, sino en la formación de “capacidades críticas humanas”.

Por ejemplo: ¿el proyecto UNIR, frente al de Salinas de Bolívar?; ¿dos grandes?, o, ¿un pequeño frente a uno grande? En el sistema productico Salinas de Bolívar: no se sabe si se ha devuelto el “capital semilla”, así como las diversas inyecciones de capital con sus respectivos intereses acumulados, o si se ha remunerado a los voluntarios, que se han incorporado al proceso de trabajo. La interrogante más significativa sobre la experiencia, se pregunta por qué ese “milagro” no se multiplica en Ecuador y en el mundo (¿no funciona la estrategia de marketing?). Salinas es el único sitio exitoso, en el que se viola la “ley del valor”: el contrato entre iguales. Se dice, que el capitalismo sin un entorno precapitalista (R. Luxemburgo) carece de sustentabilidad; en el referido lugar (emprendimiento corporativo forzado, artificial), opera una regularidad inversa: el “poscapitalismo”, requiere de un marco capitalista: de capital y de demanda (como es obvio: Salinas es obra de Occidente, de allí su pervivencia; del mismo modo como el éxito de uno que otro empresario, que surgió de la nada, está ahí para decir: “trabaja y no envidies”).

En alguna ocasión se escuchó decir al Sr. Ing. Galo, que en el socialismo no tiene cabida la Madre teresa de Calcuta. Y, en efecto: es así. Según el modelo de distribución perfecta del ingreso (la curva de Lorenz), en ausencia de la “espada de Damocles”: la subsunción de la exterioridad del mercado capitalista, un órgano coordinador del sistema asigna los ingresos en función de las necesidades de la población, de modo todavía imperfecto: en relación directa con la cantidad de trabajo; el proceso avanza en extensión, hasta cuando el salto dado hacia el nuevo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas pone en realidad, la posibilidad de la crisis. La “ley del valor socialista”, tuvo a su contrario, el cual fue su impulso inicial; frente a experiencias de magnitud, que ejercen presión y tienen propensión generalizadora, estructuras y voluntad del stablishment, de consuno reaccionan, bloquean el carácter autosustentable de la norma.

Cuando el Proyecto, que constituía el súmmum: la expresión fáctica concentrada de una postura intelectual y en el que se ha puesto todo el interés: el indicador de realización de una vida, dejó de tener a su principal al frente, empezó su degeneración en su esencia. Al Sr. Ing. le aquejaron siempre problemas de salud sobre todo del sistema digestivo, el origen de estos desajusten se debían, no tanto a razones económicas, pues, fue hijo de un militar solvente y serio, según su propio decir (el Sr. Ing. relatara parte de su vida, en visitas que realizara quién escribe cuando el Ing. Galito vivía allá, por el Carmen Alto, cerca de la Basílica en Quito), tampoco a problemas familiares, sino a antecedentes orgánicos, de constitución física, como a secuelas que dejaran enfermedades de niñez y juventud. Luego de ser operado el corazón, complicaciones estomacales condujeron a su muerte. Las exequias fueron sencillas: familiares, ex “alumnos” y camaradas, se hicieron presentes. Sus restos reposan en el cementerio “Parque de los recuerdos”, al norte de la ciudad Capital.

De su pluma, pocas producciones se conservan (Las facultades agropecuarias del Ecuador, La ley de desarrollo y fomento agropecuario: comentarios para su discusión, La tendencia coadyuvante en la tecnología, La posición estructural de los campesinos de la región del Plan de Zacapoaxtla –Tesis de Maestría). Su legado está más bien en la parte

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programática, que sobre la planificación de nuevo tipo hiciera de la facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Central del Ecuador. Como muy bien el Sr. Ing. Eduardo Espín precisa el concepto: “Pienso que de no haberse suscitado el deceso de ´Don Galito´, la idea de dar forma a una escuela de pensamiento agrario se hubiera concretado y con seguridad seríamos parte de ese proceso; esa era una línea de acción en la que debía involucrarse la Facultad, para eso se dieron todos los movimientos que Usted muy bien lo refiere”.

Al tratarse de un equipo, en el que sobresalía el componente impulsor de los procesos: los estudiantes, una vez que esta corporación sobre todo de audacia se desestructuró (rotación exaanual), la defección sistémica no se hizo esperar, puesto que a tono con la conducta posmoderna reinante, la otrora gran Facultad de Ciencias Agrícolas (y la Universidad Central toda, en general –también en el País, tanto en la educación superior estatal como en la privada), no es ya “ni la sombra” de su lustroso pasado, en vista de lo que ha sido reducida a su mínima expresión: a preparar a tecnócratas en el área simplemente empresarial de la profesión (en verdad, al deshacerse el equipo, el modelo se agotó). La historia demuestra, por el contrario, que siempre un proceso se desactiva, cuando el eje del mismo, decesa.

Su impronta no obstante pervive, no solamente en las generaciones que empalizaban con el Sr. Ing.: con sus camaradas, con las promociones de estudiantes a su cargo que compartían su causa, sino también en la descendencia de estos. En el sentido expuesto, esta vida fue fructífera (como también lo es la de otros Maestros: el Sr. Econ. Lucas Pacheco, el Sr. Econ. René Báez, el Dr. Carlos Coloma, el Dr. Domingo Paredes, el Dr. Luis López, el Arq. Dr. Wilson Herdoiza, la Lcda. Magdalena Mayorga, el Arq. Antonio Narváez). En verdad, la vida del Sr. Ing. Galo Verdesoto Alvarez, operó en aquellas dos tareas, que debe cumplir el ser humano para realizar su ser distintivo: la actuación política (Marx alguna vez dijo: sólo los animales no se inmutan frente al sufrimiento de sus semejantes); y, en la esfera de la ciencia: interés que se enmarca en el objetivo (reto) de dejar este mundo (pasara al estado mecánico de la materia), con la máxima comprensión del mismo.

El Sr. Ing. creía en la ciencia, por tanto, lejos de él todo tipo de creencia mitológica. Entretener a la persona de edad madura se presenta más complejo que hacerlo con los animales y los niños. Como es sabido, es el momento en que afloran las grandes preguntas filosóficas; si no se obtienen las respuestas adecuadas, surge el dilema existencial (pero incluso si dichas soluciones fueren racionalmente satisfactorias, en el fondo fondo –en las fibras más íntimas- queda la incertidumbre). El calmante más eficaz para este infortunio de la mente del grueso de la población en todos los tiempos hasta el presente, ha sido la religión; el cristianismo (fuera de aquella intencionada construcción ideológica de efectos políticos), plantea la opción de la resurrección y la vida eterna como premio si se siguió determinadas reglas; el hinduismo lo hace con la reencarnación sucesiva hasta alcanzar el grado de perfección, que le permita reintegrarse a la verdad universal. Para los casos en los que esta creencia mitológicamente trascendental está ausente, por la razón citada, la mente debe estar ocupada, entretenida.

¿Racionalidad o moral? ¡Racionalidad absoluta! Es la aspiración de ser hoy, el arquetipo del ser humano superior, que viene (incluso en la prenocionalidad, en la que derivara el cambio, el Sr. F. Nietzsche). Las categorías de constitución humana, que hoy se relieva: moral, diversidad, alteridad, felicidad, amor, o el ethos de defensa per se del entorno natural, etc., representan la proyección indebida, de aquella forma de ser, que jugó significativo papel en la época de conformación (estadios iniciales, infantes, inmaduros –por añoranza al Sr. O. Spengler) y despegue de la especie; las mismas, no tienen cabida en el cavilar, que hipotetiza el futuro grandioso al que conduce incluso el proceder masivamente anodino presente humano, pese a que la posmodernidad (el antiprogresismo, el antipositivismo, el contra cientificismo), por un momento las ha recuperado y la ha puesto en tanto una subetapa efímera de oscurantismo por la que se atraviesa, por cansancio, por fastidio y repudio a los excesos del proceder liberal.

Racionalidad, posición humana superior, en la que se halla subsumida incluso la moral. Telos: utopía racional; ésta, debe efectuarse según su determinación, con el trabajo actual, enfilado deliberadamente en esa dirección (el progreso es algo objetivamente definible,

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que al mismo tiempo apunta hacia lo deseable; el libre desarrollo de los seres humanos depende de la justeza del análisis según el cual el desarrollo histórico conduce a la humanidad a esa meta –Hobsbawm sobre Marx, en Las Formen). Por tanto, la propia historia ha rebasado a sus mentores (como el progreso técnico lo ha hecho con Thomas Malthus y Josué de Castro): está por generar un “nuevo orden” que supera al hayekiano (el “orden espontáneo” con trabajo): el de la máquina (superación de la fricción de la escasez), supresor del trabajo humano, esto es, el orden comunista, para el que la razón proletaria ha sido (es) significante.

Cierta vez, a una estudiante universitaria, que solía acercarse a formular preguntas filosóficas capciosas a su profesor, se le manifestó que el ser humano formaba parte de lo existente con la misión de representarlo. Ella siempre decía: “¿y luego qué? Hasta que un día se le respondió: “el ser humano es un pensador que produce el conocimiento de lo existente; cuando todo esté conocido: hasta ahí llega”. No sé si la respuesta le satisfizo o el ademán le supo a: “ésta es mi última respuesta”; lo cierto es que desde entonces no volvió por sus andanzas. En realidad, la humanidad (el neocórtex): la aglomeración de formas individuales de inteligencia (unidades de pensamiento) sólo existirá mientras quede porción del Universo por sondear (conocer, categorizar, producir su regularidad); una vez alcanzado el saber completo, su presencia estaría demás. “Telos” siempre puesto: el ser humano no plasma su propio destino, sino que sus actos son la realización de éste, y deja de ser esclavo, marioneta, adquiere su libertad, cuando toma conciencia de la necesidad (F. Engels).

En otro momento, un entrañable amigo: economista, Máster de la FLACSO y pronto Doctor (PhD) de una universidad española; excelente persona, cuasi soltero: Econ. Francisco Guerra P., cuando todavía “jóvenes” (los 40 años), dialogaba con quien escribe sobre asuntos filosóficos metafísicos según perspectiva clásica (el ser humano: ¿es sólo materia o tiene el llamado espíritu? [Materialismo en su plano clásico, del llamado “marxismo ortodoxo”: ¿qué es lo primero: la materia o el espíritu?; ¿existen mundos fuera de este mundo? {Concepto filosófico materialista, no formulado en la línea dusseliana: “como el contenido del acto”}]). De cara a especulaciones personales, manifestó finalmente que se proponía tener hijos, de modo que las preocupaciones terrenales le mantengan entretenido.

De los citados desvíos existencialistas, en cierto modo de “desconcierto vital”, estaba exento el Sr. Ing, G. Verdesoto, pues, era una persona de carácter, consciente de su responsabilidad: de su lugar y papel en su entorno y momento, con absoluta confianza en sí mismo; nunca se le vio dudar: como buen líder, su voluntad era inquebrantable. Por lo regular estaba entretenido sobre todo en la lectura (leía marxismo, del mismo modo que el ideario burgués: La cuestión agraria de Lenin, El miedo a la libertad de Fromm, o las Olas de Toffler); además, tenía su familia bien estructurada, de la que se ocupó como “jefe de hogar”, en el sentido tradicional de la expresión, y buen Padre: de su Señora Esposa y de sus dos hijos: Irina y Galo; la primera: una persona con dotes e inclinaciones artísticas, sobre todo en la esfera escénica, del teatro; el segundo: economista, egresado de la PUCE.

En una ocasión se sorprendió al Sr. Ing., cuando momentos antes de que iniciara la sesión el H. Consejo Universitario de la UCE, la persona que escribe, hizo su ingreso en el salón, se apoltronó en su curul y depositó sus “corotos”, se dice en la hermana república Bolivariana de Venezuela, sobre la mesa; entre los “cachivaches, se expresa en Ecuador, se dejó ver el libro Dialéctica de lo concreto del Sr. Karel Kosik, que hace unos instantes se había comprado en la Librería universitaria, que estaba situada a pocos metros de aquel recinto, en la planta baja, junto al Teatro universitario. El Sr. Ing. miró el libro, lo tomó y lo revisó; preguntó por el valor en sucres, “pagó” y se lo quedó (la actitud personal fue volver a adquirir dicho libro). Al cabo de algunos días, el Sr. Ing. comentó, mientras frotaba el pulgar con los dedos medio e índice, en un gesto por el que su mano diestra alzada a la altura del pecho se movía ligeramente de abajo hacia arriba repetidas veces: “Duro el libro, lo estoy desmenuzando, pero ya estoy avanzando”. Desde aquella vez el Sr. Ing. a menudo solía preguntar: “Ahora, ¿qué está leyendo?”.

Hecho curioso, el Sr. Ing. jamás recomendó o prestó libro alguno a quién escribe, sin embargo de que varias veces se tuvo la ocasión de ingresar en su estudio, en su nuevo domicilio, ubicado en el barrio El Inca, al norte de Quito, y advertir su ordenada y bien surtida

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biblioteca. No obstante, era la intención personal, también acercarle dos libros más: 1) El antimarxismo bajo la bandera del neomarxismo de N. B. Biessonov, documento en el que su autor “revuelca” a la Escuela de Frankfurt, sobre todo a Habermas (Habermas y Gramsci, intelectual y político, que se adelantaron a los acontecimientos, pero que hoy la historia realiza la razón de aquellos: racionalidad moral, y lucha larga y difícil), también fustiga a Erick Fromm y al propio Kosik; y, 2) la Sociología marxista de Kelle y Kovalson, pero no fue posible, pues, por ese entonces se concluyó la Carrera y era preciso (¿liberarse”?, ¿“emanciparse”?), independizarse para despegar. Fue un alejamiento de unos cinco años durante los que el Sr. Ing. formuló, negoció, obtuvo financiamiento e inició la ejecución del Proyecto UNIR, del que se habló en párrafos precedentes.

Solía decirse: “Qué tiempos aquellos”. Remembranza, que llevaba a completar la expresión dicha a inicio de párrafo: “Lo que quiere decir, que nos hemos hecho viejos”. En una de las haciendas de la Facultad, en Salcedo, paraje en que había (debe haber) una moderna y acogedora construcción residencial, y cuyo clima era propicio para la producción frutera: duraznos, peras, manzanas, claudias, en sistema con el manejo del hato ganadero, un sábado por la mañana, en una visita de campo con los nuevos estudiantes del Preuniversitario, el Sr. Profesor de Dasonomía (una asignatura que enseñaba las artes del manejo del bosque con criterio de producción maderera) disertaba a los jóvenes, que se ordenaban en simicírculo. El coordinador el Evento era el hoy Sr. Ing. Wilfrido Román, por entonces estudiante del último año: el sexto curso en la Orientación de Desarrollo Rural. El Sr. Profesor formuló una pregunta, que la dirigió con dedicación al Coordinador, como para ratificarse en tanto Maestro y tal vez también con la intención de hacerle quedar mal: “¿qué ocurre con la helada en las plantas?”; Wilfrido no se dejó y respondió: “se cristalizan los cloroplastos”. Frente a la actitud de admiración lisonjera del Profesor (no le quedaba más), Wilfrido entre risas y movimientos corporales manifestó: “algo debo haber aprendido”.

En otra ocasión, el personaje en la escena del recuerdo (de la nostalgia), era el Sr. Ing. Guillermo Albornoz. Ambateño ilustre: de la bella Tierra de Las flores; de los tres Juanes, del gran Pablo Hannibal Vela; genetista de altos quilates, creador de varias de las variedades de papa que se consume: María, Gabriela,… y de otros “fenotipos” de plantas de la “botánica económica” (por desgracia el Sr. Ing. no documentó su trabajo). El Sr. Ing. Albornoz, tanto como a escribir, enseñaba a “leer entre líneas”; recomendaba hacer investigación genética en dirección de la mejora de la nutrición de los pobres del campo, con la modificación ecotípica positiva de los granos de consumo común (verdadera transgenización); el triptófano es un aminoácido esencial, que requiere el cerebro para funcionar, decía; si se lograra incorporarlo al “tostado”, un puñado de este alimento pasaría a equivaler a su cantidad en proteína animal. Este proser humano, tuvo larga existencia: supero las nueve décadas bien vividas, pues, era de una conducta impoluta: “genio y figura hasta la sepultura”, en buen sentido se diría. El maestro reposa ya en su tumba, y sobre la misma rondan los buenos recuerdos y la conciencia agradecida, de quienes son (mos) sus deudos.

En el Consejo Universitario, durante el Rectorado del Sr. Econ. José Moncada Sánchez, gobernaba el Sr. Econ. con sus correligionarios. Eran personas muy versadas en materias económicas, de la comunicación, administrativas y políticas; en el fondo: “eran ellos” (una de las expresiones del Ing. Galo Verdesoto). En una ocasión, en sesión, se trataban problemas económicos de un País en crisis: el alto servicio de la deuda. En una intervención de la persona que escribe se cometió un error: se dijo que habría que preocuparse por la amortización y que la deuda estaría servida. Inmediatamente el Sr. Rector y los suyos se lanzaron –y con razón- a magnificar mí falla: a sendos discursos en materia económica dio lugar mi equívoco. El Sr. Rector, sin dejar de mirar a quién escribe, aleccionó que la deuda se estructuraba de dos partes: el principal y su precio; que su pago se hacía con amortización e intereses, y que en eso consistía su servicio. Un bochorno más frente al “enemigo”, que golpeó en el mismísimo centro del narcisismo; pero, “no hay mal que por bien no venga”, dice el pueblo, cuando expone una de sus leyes deontológicas, en formato de refrán; no se salió con las manos vacías, puesto que se aprendió.

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En efecto, se haría todos los esfuerzos para no volver a protagonizar tales papelones. En la discusión que en otra sesión se dio en dicho alto organismo de cogobierno universitario, esta vez sobre el desempleo, se puso atención y observó prudente silencio, mientras se pensaba cómo documentarse. Dos posiciones se pusieron al frente: la de la economía convencional (keynesianismo y enfoque neoclásico) y la marxista; la primera blandía la idea del “desempleo friccional”, el cual debía ubicarse en el 4% de la PEA, que en buenas cuentas desembocaba en la tesis del “pleno empleo”; mientras que la marxista asumía como “pleno empleo”, la ocupación del 100% de la PEA. ¿Por qué la contradicción entre “pleno empleo” y cuatro puntos de desempleo? La respuesta provendría de la investigación bibliográfica, la que era compleja, en vista de que en ese entonces no estaba difundido el uso del ordenador, no existía Internet, tampoco la “nube”. Con trabajo se dio con un Econ. de nombre Okun, el cual había estudiado el hecho y concluyó en la formulación –muy conveniente- de la “ley de Okun”: debía quedar 4% de la PEA en paro, puesto que era necesario contar con dicha holgura, para que el sistema disponga de mano de obra para echar mano de ella, en el caso de que la empresas crezcan u otras se instalen.

Ya como profesor universitario, quién anota los acontecimientos, en una clase se presentó la ocasión para llamar la atención a un estudiante que fastidiaba y que no daba una, frente a las preguntas que también de modo intencional se lo formulaba en la cátedra de Gerencia estratégica. De modo zahiriente (y eso por cuanto de todos modos el impertinente guardaba buenas relaciones con el profesor, lo cual permitió sin riesgo que se exagere la nota) se le dijo: “Ud. está como burro en aguacero: ni para atrás ni para adelante”. Inmediatamente otra estudiante reconvino: “Tiene que modernizarse, Licen”. Al instante señorita, se le respondió: “Ud. parece computadora colgada”. Como pareció que de todos modos se molestaron las y los señor@s, al llegar casi al término la hora de clase, se dio por terminada la disertación (se hacía esfuerzos porque la misma sea del tipo magister dixit), con la siguiente frase: “Más vale solo, que acompañarles mal”. También hubo conformidad, pero luego se entendió. Quién escribe dejó el escenario con el dejo del veterano gran pianista A. Rubinstein: a su sucesor, P. Alpini una vez le dijo: “Yo termino, Ud. empieza”; y, horondo, enjuto, despreocupado, se alejó apoyado en su sempiterno bastón.

En la Universidad se había preparado para tomar las armas, para enfrentarse al “brazo armado de la burguesía”: el ejército, para morir o matar en la revolución; y, si se mantenía vivo, se esperaba participar en las tareas de la edificación del socialismo. Empero, se “quedó con los churos hechos”. En realidad, la historia fue por otro sendero. Por el año 2000, antes del auto atentado de las Torres Gemelas, se comprendió, que la revolución se hizo ya, y el socialismo también (su efecto fue el paso del fordismo al toyotismo); que, por tanto, la historia cualitativamente cambió, y que a futuro ni revolución ni socialismo podían ser. ¿A qué dedicar la vida, para no correr el riesgo que se dice tienen los guerrilleros, que deponen las armas? Bueno, el replanteo no fue muy doloroso. Se escuchó decir al Sr. Econ. René Báez, que “también con la palabra se participa del proceso revolucionario”. De manera que se optó por esa vía: de los dos entretenimientos importantes, según un juicio: el político y el científico, la prioridad cambió: se debía principalizar la tarea de entender el mundo, ampliar su comprensión o participar del desarrollo y difusión del conocimiento; producto de esa decisión son los escritos de autoría de quién escribe, que circulan por la red.

La niñez de la persona que escribe estuvo justificada, por cuanto se realizó actividades deportivas (fútbol con pelota pequeña –“¿indor?”- y vóley de tres) y se aprehendió de modo subjetivo general el mundo. En los primeros años de colegio, en un pensionado de Sres. Sacerdotes, había dos disciplinas más allá del deporte al cual entregar el “tiempo libre”: Andinismo y el Club de Boy Scouts. A quién escribe, jamás le interesó dicho “club”; en verdad, más bien le resultaba antipático (en la Universidad ya, se conoció el origen de esta maniobra de cooptación, a partir de la infancia mismo, de la mente, en ese entonces, de las noveles personas masculinas, por parte de un programa de colonización imperialista, en ese caso: anglosajón); de modo que se optó por el Montañismo. El “alpinismo” era un deporte excelente, obligaba a colaborar: a la ayuda mutua (como en el cooperativismo y los principios

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de Rochdale: a “propiciar el beneficio recíproco”), a hacer esfuerzo, a mira a la cima, a sacar músculos en la voluntad.

La juventud ha quedado aceptada, aprobada, en tanto en su decurrir se leyó bastante: se decidió leer por lo menos una obra de los premios Nobel hasta ese entonces existentes: Mann, Hess, France, Asturias, García Márquez, Hemingway, Faulkner, Tagore, Kawabata; también nacionales: Montalvo, Rojas, de la Cuadra; incluso se “dio leyendo” a compañeros las obras, que el profesor enviaba a cada uno a hacerlo (Víctor Hugo, Poe, verbi gracia), las cuales eran una por trimestre. Cuando se ingresó a la Universidad, el panorama cambió. Si es verdad, que quién escribe parece que nació hereje, satánico, esto es, ateo, al asistir a la primera clase de Materialismo dialéctico, al haber escrito el profesor en la pizarra con tiza (recibir a los nuevos estudiantes con ese mensaje), en ese entonces de cal, en legra grande, en mayúsculas resaltadas, en el centro: “No hay Dios”; incluso en lo personal su lectura produjo un sacudón, no se diga a los compañeros, los cuales eran sobresalientes “curuchupas”. Se dijo: “ya basta de literatura estética, ahora toca ingresar” a la lectura del “discurso fuerte” (G. Vattino): filosofía, economía, politología, en suma: marxismo.

En el paso por la Universidad, en cambio, esa etapa de vida se justifica, siempre el hecho juzgado de acuerdo al patrón de valores personal (al modelo mental propio, se diría), por cuanto se actuó en la esfera política práctica: se hizo, en efecto: política, se salió a manifestaciones: a “tirar piedras” (contra el imperialismo estadounidense, el FMI, el BM, los gobiernos títeres, el alto costo de la vida, los paquetazos, por la gratuidad de la enseñanza, el libre ingreso, etc.), a jugar como felinos con los “perros guardianes de los ricos”: la policía; se fue “garrotero”: se apaleó (también se recibió “un chance” de la propia medicina) a quienes se los consideraba revisionistas, que se hallaban en la dirección de la Universidad, que priorizaban el carácter pequeñoburgués del cientificismo per se; se hizo fraude, es decir, se votó al tacho de la basura el sistema de la juridicidad burguesa, que crea el control, el orden necesario para que sus negocios (la explotación) sean exitosos.

En la vida profesional, se operó de modo funcional al sistema; luego se eligió un trabajo (con apoyo del azar y en el lobby), en el que se pudo obtener emolumentos para financiar una forma estoica de vida, y dedicarse al estudio; esto, por cuanto ya se ha dicho, se comprendió, que la época de las revoluciones proletarias había llegado a su fin. Fue entonces cuando se reemplazó la actividad revolucionaria por la “artesanía filosófica”, el fusil por la pluma (para no vivir sólo en el anonimato, como espectador; volverse un pequeñoburgués de buen corazón oportunista, que es en lo que se transforma quién “ha renunciado” a la praxis de la lucha). Y, una vez que se creyó que se había cumplido la misión en tal interregno (suele aseverarse: “dado que ya no puedo dar más”), como dice el pueblo llano: “gradeciendo mucho”, se dejó ese sitio de trabajo, para emprender en otro, en lugar diferente. También aquí el Sr. Ing. Verdesoto dirigió el rumbo de la vida de quién escribe; en efecto, cuando muy joven, idealista, archí revolucionario, se pensó en la redacción de la memoria técnica de la Tesis de Grado para recibirse como ingeniero, actuar de modo ideológicamente radical, su consejo fue: acóplese a lo requerido, gradúese, trabaje, adquiera la libertad, para que entonces puede actuar con “honestidad intelectual” y propalar sus ideas.

Incluso en la faceta doméstica se tuvo su guía: al saber que quién escribe todavía no se había emparejado, el Sr. Ing. sugirió que forme una familia, pues, pensaba que estaba a tiempo (no se siguió su recomendación por ese entonces, puesto que se pensaba que aún se podía intervenir en algún proceso revolucionario, pues, para eso se había preparado o, por lo menos: esa era la idea que todavía rondaba en la cabeza). Fueron lecciones sabias; y, de ese modo se procedió. La edad madura, la que se cursa en estos precisos momentos, es de serena reflexión. En virtud del proceso de creciente abstracción del trabajo en la automatización, proceso en el que el capital saca al trabajo (al “trabajo productivo” y al trabajo en general, sans phrase, como dice Marx) del proceso económico y lo hace de modo análogo consigo mismo (desarrollo acelerado de las fuerzas productivas, que es producto, por un lado: de su propia dinamia –necesidad- interna; y, de la actuación del proletariado, por otra), la revolución socialista no se encuentra por ningún frente en el horizonte. En una palabra, no hay

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lugar, en las circunstancias históricas actuales del mundo, para extremos en los gobiernos de los Estados.

Mírese: fue una medida desesperada y oportuna de y para Cuba, el establecer esas relaciones de “amistad” (de amistad sincera por parte de La Isla; pero traicionera por la de los gringos) con el Tío Sam. Pues, muy bien debe saber la intelligentzia cubana, que la nueva estrategia de estos imperialistas para desmontar al “populismo radical” de las américas latina, lusitana y caribeña, es lo que en Ecuador se ha dado en llamar por parte del “oficialismo”, el “golpe blando” (la “restauración conservadora”): para el caso de ese tipo de regímenes, los “golpes constitucionales” están a la orden del día, mientras que para Cuba, lo es la infiltración (agentes que desordenen al sistema, que azucen el descontento y a los protestantes, efecto del engaño mediático). Pero el proceso cubano no carece de sentido, pues, Cuba ha sostenido la contradicción, sobre todo con el imperialismo estadounidense (“guerra fría”), cuya razón primordial ha sido acelerar (y asegurar: sostener la contradicción) el progreso de las fuerzas productivas: la maquinización del proceso de reproducción (desalojo de trabajadores del proceso productivo y automatización mucho más amplia de las diversas esferas de la existencia); si la vida va al comunismo, en dicho rumbo Cuba ha jugado el papel de puente (la transición socialista): su presencia y actuación están justificadas (han constituido una determinación, un modo de ser de la realidad). .

En la situación dada en el subcontinente no anglosajón (y en el Planeta todo, in abstracto), el forcejeo político permanente constituye la norma, los extremos programático-políticos no responden al designio del progreso de la vida, por lo que se cree que el socialdesarrollismo es el modelo viable en la coyuntura. La historia gira a espaldas de la razón; el capitalismo, que fue siempre su payaso, al absolutizar la “mano invisible” (neoliberalismo), nada tiene que decir ya, como no sea continuar como insigne títere de los hechos (la principal cabeza del imperialismo: el estadounidense, prevé perpetuarse –“sueños de perro”- como el “matón del barrio”; asesino por gusto, por costumbre, puesto que, según el grado de racionalidad, que cada vez más alcanza la especie, no otra cosa tiene que hacer, que obnubilar la mente, que fastidiar); mientras que el marxismo-leninismo clásico (también el trotskismo), se muestra impotente con su posición ortodoxa ante una realidad que obliga a modificar las estructuras de la mente para dar cuenta de ella e intervenir con efectividad.

Como solución a la aporía entre quienes sostienen que deben sentarse a esperar que espontáneamente se den las condiciones objetivas para el cambio societal y los que, en cambio, pugnan por actuar en pro de la transformación ¡ya!, se les comunica que la implacable ley que rige el proceso (regularidad de movimiento, con inmodestia declarada, que ha sido descubierta por quién escribe) es: mientras no haya concluido el proceso de desarrollo de las fuerzas productivas en el concreto automatización (la base material del mundo nuevo, según C. Marx) o no se instaure el modo de producción que sustituya al capitalismo en la realización de esa tarea (el socialismo lo hizo parcialmente, antes de ser retirado por la historia), la forma burguesa de reproducción humana va a subsistir; como efecto, toda intentona sea revolucionaria o reformista, objetiva o especulativa, a imponerse por fuera de esa determinación, carece de viabilidad, deviene esfuerzo estéril. Hubiese sido sugestivo enfrentar la discusión de estos tópicos con el Sr. Ing. Galo, de modo fraterno, como suele decirse: “con la mente abierta”.

No debe extrañar a la persona que se digne leer este escrito, que a lo largo de este esbozo biográfico, se haya puesto la monta en la faceta subjetiva de una “personalidad”; individualidad, no tan visible, según cánones mediáticos. El descuido sobre los episodios domésticos, coloquiales (las incursiones ocasionales episódicas en la vida de tan ilustre Maestro), en el relato, se debe a que el universo espiritual del Sr. Ing. Galo Verdesoto estuvo conformado por inclinaciones de tipo político y científico, y por la práctica docente. Quid pro quo, problemas, aspectos temáticos, “propio de intelectuales”: dependencia, cuestión agraria (Chayanov, Bartra, de Janvry), educación, política partidista, ciencia, tecnología, el papel del individuo en la historia y de ésta en el Universo, el sentido de las cosas, eran los que más le importaban tratar, sobre los cuales propendía intervenir y participar en su resolución al y por el Sr. Ing. G. Verdesoto. Preocupaciones y tópicos, muchos de los cuales fueron participados

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y tratados, en su orden, por y con la persona que escribe, respectivamente, así como con el grupo de colegas, camaradas y “alumnos” suyos, en los diversos momentos de trabajo universitario, de activismo político, como en otro tipo de escenarios.

EL Sr. Martín Nicolaus (El Marx desconocido) afirma que Marx, en su primera revisión de su pensamiento, subestimó a David Ricardo, pero cuando su relectura, asegura que Marx miró con más respeto al primer pensador objetivo de la Economía política. Quien continúa en el relato, ha mirado con desprecio y ha despotricado, el y contra el capitalismo; pero hoy se tiene una posición realista sobre tal etapa histórica dada y necesaria, de y en la historia. Frente a quienes (el ecosocialismo, sobre todo) desean que dicha formación humana inmediatamente deje la escena de los vivos, o a aquellos que consideran que el capitalismo salvaje es una forma de vida, que no debió existir, se asume que la misma simplemente es un momento requerido en el flujo progresivo de la praxis, que cumple una función en el metasendero: “crear la base material del mundo nuevo” (K. Marx).

Si se mira bien el hecho, la forma burguesa de reproducción humana va a subsistir, en tanto haya frente de desarrollo de las fuerzas productivas por cubrir, sobre todo, una vez que el socialismo (contradicción entre estructura y voluntad) no pudo supeditarlo: continuar con el desarrollo material por vía de la razón (la planificación), o sea, modelar el futuro progresivo con la supresión del sacrificio de la clase que crea el “valor”: la trabajadora. El socialismo ha dejado la escena histórica luego de desempeñar un papel lustroso en ella: coadyuvar en el proceso de desarrollo material y asegurar, remarcar el trazado del rumbo natural de la historia, aquel que conduce al comunismo. En el escenario finisecular, las dos tareas principales que dignifican la existencia: la política y la ciencia, reemergen para conducir la existencia racional en los días que vienen.

El mayor tributo que se puede otorgar a la memoria de quienes actuaron de conformidad con su ser, es realizar a cabalidad la propia circunstancia. El pensamiento burgués dice, y al momento: tiene razón; “sabe a dónde va el mundo y va con él”. Efecto de la “lucha de clases”: del proletariado, del socialismo de Lenin-Stalin, de las movilizaciones populares desplegadas en la entera geografía planetaria, están puestas las condiciones para acelerar el deceso del sistema de la “febril acumulación” (K. Marx); por otra parte, el nivel al que ha llegado el desarrollo de la ciencia y de la técnica crean las condiciones para que la generaciones vivas, participen de modo fecundo en la producción de la idea. El Sr. Ing. Galo Verdesoto pervive en la conciencia de todo aquel que le conocieran; su imagen cumple el papel motivador: el objetivo por él trazado, que quedó trunco con su partida; el mismo demanda se dé continuidad a su consecución, sea el reagrupamiento del equipo o de modo individual.

Los hechos expuestos han ocurrido en Quito, en Quitopolis: la “ciudad de los Quitus”, maravillosa y combativa capital de los ecuatorianos (Luz de América, Patrimonio de la humanidad, de la Constituyente de corte universal, de los Derechos humanos), en la magnífica Universidad Central del Ecuador: Institución rebelde, educadora crítica del pueblo (“cuando puse el primer pie en los territorios de La Casona: ¡temblé!). Miles de jóvenes: “hasta que no vinieron aquí, estaban felices” con las conciencias burguesa y religiosa católica; allí: se produjo el fundamental “formateo cerebral” (metanoya: desaprender y volver a aprender), mediante el que, en algunos casos, se hubo de renunciar a la conciencia filosófica anterior y pasar a asumir la cosmovisión histórico-dialéctica de la vida. Ciudad en la que se encontró con la Universidad, con la Facultad, con el Partido político (el PCMLE) exactos, y con la persona de la que se ha hecho un intento de proyectar su imagen, a la cual en las visitas: siempre se le encontraba ocupado en las “tareas elevadas del espíritu”: las intelectuales.

Universidad Central. Entidad que legítimamente ha educado al pueblo: la juventud de los estratos populares, ha sido elevada a la categoría de profesionales en las múltiples ramas de la economía, con lo cual han hecho girar la rueda de la historia (en efecto, Políticos, Filósofos, Sociólogos, Doctores, Jurisconsultos, Ingenieros, Arquitectos, Economistas, Administradores, Artistas, Poetas, Trabajadoras Sociales, Enfermeras, Maestros, etc., forman la intelligentzia en el País procedente de la Universidad pública, Pléyada de proseres

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humanos, formadora de las nuevas promociones de profesionales); por lo cual a la Universidad estatal se le agradece una y mil veces.

Quito: Ciudad de los Shyris, de Toa (Atenea), de Paccha Duchicela, de gran Tixi Capac (Atahualpa –de la Dra. Tamara Estupiñan): el único, el poderoso, último Señor de toda Abya Yala del Sur (del Reino de Quito –Rev. Padre Juan de Velasco), de Orominabi (Rumiñahui), de Apushqui pay (Quisquis) y Apushqui randin (Calicuchima); Universidad Central del Ecuador: el Alma Mater; Facultad de Ciencias Agrícolas: sitios, que una vez también fueron dominios del Sr. Ing. Galo Verdesoto Alvares, y de quienes fuimos sus discípulos. De este modo se piensa, que queda saldada una deuda (no su servicio, sino tan sólo el principal: la amortización), de la que se ha sido moroso durante varios tramos de existencia. “¿Deuda soberana?”. De ningún modo: soberana deuda, que por momentos parecía dirigirse al default (también al deceso de quién ha escrito). No haberlo hecho, habría sido: “matar su memoria” (la del Sr. Ing. Galo Verdesoto Alvarez). Quito, 4 de octubre del 2016.